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LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS Reunión Mundial de Capacitación de Líderes El Obispado y el Sacerdocio Aarónico 19 DE JUNIO DE 2004

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LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS

DE LOS ÚLTIMOS DÍAS

Reunión Mundial deCapacitación de LíderesEl Obispado y el Sacerdocio Aarónico

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Publicado porLa Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Salt Lake City, Utah, E.U.A.

© 2004 por Intellectual Reserve, Inc.Todos los derechos reservados

Impreso en Argentina. Ago. 2004. 22.300 copias.

Aprobación del inglés: 8/03.Aprobación de la traducción: 8/03.

Traducción de Worldwide Leadership Training Meeting, June 19, 2004Spanish

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Índice de temasEl obispo y el bienestar espiritual y temporal de los santos. . . . . . . . . . . . . . . . 1

Presidente Thomas S. Monson

Para bendecir, inspirar y elevar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6Élder M. Russell Ballard

Élder Henry B. Eyring

Los obispos y el Sacerdocio Aarónico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15Élder Jeffrey R. Holland

Obispo H. David Burton

A los obispos de la Iglesia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24Presidente Gordon B. Hinckley

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La labor del obispo

Hermanos, estoy agradecido porla oportunidad de hablar del tema“El obispo y el bienestar espiritual ytemporal de los santos”.

Nací en la mañana del domingo21 de agosto de 1927. Me han dichoque, en aquel día, mi padre visitó ami madre después de haber nacidoyo, y le comunicó que un nuevo obis-po, Richard D. Andrew, había sidosostenido en nuestro barrio, el BarrioSexto-Séptimo de la Estaca Pioneer.Mamá le dijo a papá, poniéndome enlos brazos de mi progenitor: “¡Y bien,aquí tengo un nuevo obispo para ti!”.Lejos estaba ella de imaginar que,

veintidós años después, se cumpliríasu predicción cuando me llamaron aser el obispo del mismo Barrio Sexto-Séptimo, el 7 de mayo de 1950.

Muchos años después, el presiden-te Harold B. Lee describió mi serviciode obispo. El presidente Lee eramiembro de la mesa directiva de laCorporación “Union Pacific”. En unaocasión, durante una reunión de esamesa directiva en Salt Lake City, losintegrantes de ella indicaron que de-seaban conocer a los miembros dela Primera Presidencia y del Quórumde los Doce. El hermano Lee fue suportavoz en la sala de consejo dela Primera Presidencia, y tras haberexplicado las funciones de la PrimeraPresidencia y de los Doce, les pre-guntó si deseaban hacer alguna pre-gunta. Uno de ellos dijo: “Dígame,¿qué hace un hombre para llegar aser apóstol?”.

Todos nos preguntamos cómocontestaría el hermano Lee a esapregunta. Pensó un momento y enseguida respondió: “Y bien, tenemosaquí al élder Monson, que es nuestroapóstol más nuevo. HermanoMonson, ¿qué edad tenía usted cuan-do lo llamaron a ser obispo?

Le contesté: “Veintidós años”.El hermano Lee preguntó:

“¿Cuánto tiempo fue obispo?”.Respondí: “Cinco años”.

Luego, me preguntó: “¿Cuántosmiembros había en su barrio?”.

Le dije: “Mil ochenta”.Por último, me preguntó:

“¿Cuántas viudas había en su barrio?”.Le dije: “Ochenta y siete, y tenía-

mos las más grandes necesidades debienestar de la Iglesia”.

Entonces, él dijo: “Conozco esebarrio, puesto que de muy joven pre-sidí la Estaca Pioneer. En ese barrioen particular, el obispo gana en unaño la experiencia equivalente a cincoaños en otro barrio. Por tanto, el her-mano Monson ha tenido veinticincoaños de experiencia como obispo”.El que había hecho la pregunta dijo:“Ah, comprendo”. No sé si él com-prendió o no, pero, permítanme de-cir, que yo sí lo había entendido.

No mucho después de que fui lla-mado a ser obispo, el élder Harold B.Lee, que entonces era miembro delQuórum de los Doce, asistió a nues-tra conferencia de estaca. En la sesiónde líderes del sacerdocio, dijo al pre-sidente de estaca: “Veo aquí a algu-nos obispos jóvenes y quisiera hablaren esta ocasión sobre los deberes delobispo. ¿Podría conseguirme una pi-zarra?”. Entonces dio comienzo a undiscurso magistral sobre las responsa-bilidades del obispo y nos dio ins-trucciones referentes a cada una deesas responsabilidades.

Escribió en la pizarra el encabeza-miento: “Obispo”. Dibujó cincocírculos para representar las respon-sabilidades del obispo. Con la partici-pación del auditorio, anotó en cadacírculo el encabezamiento correspon-diente. Escribió en el primer círculo

Obispo

P R E S I D E N T E T H O M A S S . M O N S O NPrimer Consejero de la Primera Presidencia

El obispo y el bienestarespiritual y temporal de los santos

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“Sumo Sacerdote Presidente” y“Padre del Barrio”. En el segundocírculo, “Sacerdocio Aarónico” y en el tercer círculo “Cuidado de losnecesitados”. El siguiente círculo era“Finanzas” y el último círculo “JuezComún”.

Años después, cuando yo eramiembro del Quórum de los Doce,la Primera Presidencia me pidió quefuese el presidente del Comité deCapacitación de Líderes. Entonces,busqué mis apuntes de la presenta-ción que había hecho el hermano Leetrece años antes referentes a los de-beres del obispo, le mostré los apun-tes al hermano Lee y, a su debidotiempo, las Autoridades Generales lle-varon la presentación a todas las esta-cas de la Iglesia cuando visitaron lasconferencias de estaca aquel año.

Me gustaría en esta ocasión hablarcon mayores detalles sobre cada unade esas cinco responsabilidades.

Sumo Sacerdote Presidente

Primero, el sumo sacerdote presi-dente y padre del barrio. Del apóstolPablo, en su epístola a Timoteo, tenemos una descripción de losrequisitos del obispo: “...es necesarioque el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio,prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; no dado al vino,no pendenciero... sino amable, apacible, no avaro; que gobierne bien su casa... También es necesarioque tenga buen testimonio de los deafuera...” (1 Timoteo 3:2–4, 7).

En su carta a Tito, Pablo dice:“Porque es necesario que el obisposea irreprensible, como administra-dor de Dios; no soberbio, no iracun-do... retenedor de la palabra fiel talcomo ha sido enseñada, para quetambién pueda exhortar con sana en-señanza y convencer a los que contra-dicen” (Tito 1:7, 9).

Al 31 de mayo de 2004, había18.641 obispos en la Iglesia. Uno delos títulos de esos obispos es “Sumo

Sacerdote Presidente”. Como tal, élpreside la reunión sacramental, lareunión del sacerdocio, las reunionesde consejo del barrio y todos los de-más servicios y actividades del barrio.

Tanto por esos como por otrosmedios, él vigila los asuntos espiritua-les y temporales del barrio. Tambiénvela por la doctrina que se enseña enel barrio.

El obispo debe conocer a su gente,cómo se llaman, sus circunstancias,sus desafíos y sus metas y sus habilida-des. El obispo sabio también sabe elnombre de los niños del barrio y losrecuerda el día de su cumpleaños.También tiene presente a las viudas y alos que, por cualquier razón, no asis-ten con regularidad a las reuniones.Dirige con amabilidad, con paciencia ycon amor sincero. Al hacerlo, el Señorlo magnifica ante los ojos de su gentey brinda oportunidades para que losmenos activos se reintegren a la activi-dad de la Iglesia y a la hermandad dela familia del barrio. Con frecuencia,los niños llevan de nuevo a sus padresa la actividad y al servicio en la Iglesia.

Al tender una mano de ayuda a losmiembros, el obispo descubre que serequiere la virtud celestial de la pa-ciencia. Cuando era obispo, un día mesentí inspirado a visitar a un hermanocuya esposa era bastante activa al igualque sus hijos. Ese hermano, sin em-bargo, nunca había reaccionado.

Era un caluroso día de veranocuando llamé a la puerta de malla me-tálica de Harold G. Gallacher. Vi desdefuera al hermano Gallacher sentado,leyendo un periódico. “¿Quién es?”,preguntó, sin levantar la vista.

“Su obispo”, le contesté. “He veni-do a conocerle y a instarle a asistir alas reuniones con su familia”.

“No, estoy muy ocupado”, me res-pondió con tono despectivo; nuncalevantó la cabeza. Le di las gracias porhaberme escuchado y me marché.

La familia Gallacher se mudó aCalifornia poco después y pasaron losaños. Posteriormente, como miem-

bro del Quórum de los Doce, me hallaba un día trabajando en mi oficina cuando ese mismo hermanoGallacher fue a verme. Tuvimos unaagradable conversación con respectoa su familia y me dijo: “He venido apedirle disculpas por no haberme le-vantado de mi asiento ni haberle invi-tado a entrar aquel día veraniego dehace ya muchos años”. Durante laconversación, le pregunté si era acti-vo en la Iglesia. Sonriendo, me dijo:“Soy segundo consejero del obispadode mi barrio. Su invitación a ir a laIglesia y mi respuesta negativa mehan perseguido de tal forma que re-solví hacer algo al respecto”.

Harold y yo conversamos en nu-merosas ocasiones antes de que élfalleciera. Los Gallacher y sus hijoshan cumplido con muchos llama-mientos en la Iglesia.

Con frecuencia, las semillas del tes-timonio no germinan ni florecen deinmediato. El pan que se echa sobrelas aguas regresa, a veces, sólo des-pués de muchos días. Pero sí regresa.

Líder del Sacerdocio Aarónico

Segundo, el obispo es responsabledel Sacerdocio Aarónico. Él, natural-mente, es el presidente delSacerdocio Aarónico del barrio y, por lo tanto, su deber es velar porque cada muchacho sea ordenadodiácono a la edad indicada, así comomaestro, presbítero y élder. El obispono puede permitir que esos valiososjóvenes se le vayan por entre los de-dos. Las dos palabras: “trabajo” y“amor” obrarán maravillas para alcan-zar ese objetivo. A los que vayan atra-sados en este respecto, los desafío:“Tiendan la mano para rescatar”.

Nombren como asesores de losquórumes del Sacerdocio Aarónico ahermanos que se identifiquen conesos jóvenes, que puedan alentarlos acumplir con sus responsabilidades yprepararlos para servir ante la mesade la Santa Cena, como maestrosorientadores, en el caso de los maes-

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tros y de los presbíteros, y a hacersemerecedores de ir al campo misional.

En esos años de formación escuando se determina el rumbo detoda una vida. Es la etapa para incul-car en esos hombres jóvenes el deseode “permanecer del lado del Señor”,como solía decir el presidenteGeorge Albert Smith1. El obispo mis-mo debe permanecer del lado delSeñor junto con ellos, siendo unejemplo al guardar los mandamientosde Dios y presidiendo con rectitud supropia familia.

El obispo prudente ayudará y guia-rá a todo poseedor del SacerdocioAarónico hasta que adquiera una conciencia espiritual de la naturalezasagrada de su llamamiento y ordena-ción. En nuestro barrio, cuando fuiobispo, esa lección se enseñó coneficacia con respecto a recoger lasofrendas de ayuno.

Los días de ayuno, los diáconos ylos maestros visitaban a los miembrosa fin de que cada familia hiciese unaaportación. Observé que los jóvenesdel Sacerdocio Aarónico se sentíanun tanto contrariados por tener quelevantarse más temprano que de cos-tumbre para cumplir con esa asigna-ción matutina del domingo.

Entonces, recibí la inspiración de llevar a esos jóvenes diáconos ymaestros en autobús para visitar laManzana de Bienestar. Allí vieron a niños necesitados recibir zapatosnuevos y otras prendas de vestir.También presenciaron que canastosvacíos se llenaban de provisiones yque no había dinero de por medio.Se hizo un breve comentario:“Jóvenes, esto es lo que se consiguecon el dinero que ustedes recaban eldía de ayuno; entre otras cosas, ali-mentos, ropa y alojamiento para losque no tienen nada”.

Los muchachos del SacerdocioAarónico sonrieron más, mostraronmás determinación y estuvieron másdispuestos a servir en el cumplimiento

de sus asignaciones. Pensé en laEscritura: “He aquí, el Señor requiereel corazón y una mente bien dispues-ta; y los de buena voluntad y los obe-dientes comerán de la abundancia dela tierra de Sión en estos postreros días” (D. y C. 64:34).

En la labor de salvar a los hombresjóvenes, recordemos también el deber de llevar al Sacerdocio deMelquisedec a ese inmenso grupo de los que llamamos futuros élderes.Si se despliega el esfuerzo específicocon el espíritu de aliento y de invita-ción, el resultado puede ser asombro-samente satisfactorio.

El cuidado de los necesitados

La siguiente de las responsabilida-des del obispo es el cuidado de losnecesitados.

En el barrio en el que serví comojoven obispo, las calles no tenían nin-gún nombre distinguido como VillaColonial, Avenida de las Flores oPaseo Hermoso. Más bien eran cono-cidas por nombres que denotaban sucondición modesta.

El barrio no se hallaba al este de lasvías del ferrocarril en Salt Lake City, ni tampoco al oeste de los rieles. Esebarrio incluía los rieles del ferrocarril.Muchas de las viudas y de los que tenían necesidades económicas vivían

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como escondidos en apartamentos de sótanos, en cuartos pequeños enlas plantas superiores de edificios antiguos o en casas desmanteladas alfondo de calles poco conocidas. Meconvertí en el pastor. Ése iba a ser mi rebaño. Acudió a mi memoria laamonestación de Dios dada por me-dio de Ezequiel: “¡Ay de los pastoresde Israel, que... [no] apacientan [mis]rebaños!” (Ezequiel 34:2–8).

Todos los años, en diciembre, to-maba una semana de mis vacacionespara visitar a las viudas del barrio. Lodisfrutaba muchísimo. De hecho, se-guí haciendo esas visitas cada diciem-bre durante cincuenta años, hastahace sólo cuatro años cuando las dosúltimas de las viudas fallecieron. Creoque yo fui más bendecido inclusoque ellas con mis visitas, pues soy unhombre mejor por haberlas conocidoy haberme relacionado con ellas.

El presidente J. Reuben Clark, hijo,que durante largo tiempo fue miem-bro de la Primera Presidencia, hizoun resumen de la función del obispoen lo que respecta al cuidado de losnecesitados. Dijo:

“El obispo debe ‘administrar... alos pobres y a los necesitados’; debebuscar ‘a los pobres para satisfacersus necesidades’ (42:34; 84:112;véase también D. y C. 107:68).

“De ese modo, al obispo se le con-fieren todos los poderes y las respon-sabilidades que el Señor ha señaladoespecíficamente en Doctrina yConvenios para el cuidado de los po-bres... A ningún otro se encargan estedeber y esta responsabilidad, ningúnotro es facultado con el poder y lasfunciones necesarias para esta obra.

“De ese modo, de acuerdo con lapalabra del Señor, el exclusivo man-dato de velar por los pobres de laIglesia y el exclusivo criterio relacio-nado con el cuidado de los pobres de la Iglesia reposa en el obispo... Essu deber, y de él sólo, determinar aquién, cuándo, cómo y cuánto se hade dar a cualquier miembro de subarrio de los fondos de la Iglesia y como ayuda del barrio.

“Ésa es su elevada y solemne obli-gación, que el Señor mismo le ha im-puesto. El obispo no puede eludirese deber; no puede esquivarlo; nopuede dejarlo a algún otro y de esemodo relevarse a sí mismo. Sea cualsea la ayuda que solicite a los demás,él aún sigue siendo responsable”2.

Eso, desde luego, se hace deacuerdo con los procedimientosaprobados.

En una ocasión, un obispo de loque entonces era la RepúblicaDemocrática Alemana se hallaba visi-tando Salt Lake City en lo que sería

una experiencia única en su vida. Esehombre excelente, que era bajo deestatura, me preguntó si podía cono-cer en persona al presidente SpencerW. Kimball. Pudimos reunirnos con elpresidente Kimball, quien hizo alobispo tan sólo una pregunta: “¿Tienesu gente suficiente para comer?”. Larespuesta fue afirmativa. Entonces elobispo le dijo: “presidente Kimball,¿puedo darle un abrazo?”.

El presidente Kimball respondiócon una sonrisa: “¡Es un placer abra-zar a alguien de mi misma estatura!”.Y le dio un abrazo.

La responsabilidad de lasfinanzas

La siguiente de las responsabilida-des del obispo es la de las finanzas. El obispo es el que está a cargo de lasfinanzas de la unidad. Él recibe losdiezmos y las ofrendas, y él supervisael presupuesto y los gastos de la uni-dad. También se asegura de que losregistros se lleven debida y apropia-damente. El obispo es el que debedeterminar cómo se han de utilizarlas mercancías y los fondos de laIglesia para satisfacer las necesidadestemporales de los miembros.

Desde luego, el obispo se vale delsecretario de finanzas para que le ayude en este respecto, así como desus consejeros. Pero él es responsable

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de ver que los diezmos y las ofrendasde la gente se registren en la debidaforma, para que haya orden en todaslas cosas.

Al hacerlo, el obispo no debe pasarpor alto a los niños, puesto que ellostambién desean contribuir. Despuésde que se anunció el Templo deToronto y de que se hubieron recau-dado los fondos para construirlo, mecontaron acerca de un niño de diezaños llamado Jacob Fortin. Cuán con-tento se puso el pequeño Jacob cuan-do supo que ese templo se edificaría.En su aportación mensual del diez-mo, pequeña como era, ese niñito de-signaba para el templo diez o quincecentavos o la cantidad que tuviese. Suabuela, así como su padre y su madrelo felicitaban por sus pensamientosespirituales y sus deseos altruistas,pero no estaban preparados para unacontecimiento posterior.

El día que Jacob cumplió diezaños, su abuela le regaló un billete deveinte dólares. Se le dijo que podíahacer lo que quisiera con ese regalo yque él decidiera. El niño no les dijonada; pero el domingo de ayuno,cuando su padre, que era miembrodel obispado, repasaba los donativosde ese día, notó el donativo de supropio hijo de diez años. Allí figurabaque Jacob, además de su diezmo, ha-bía dado los veinte dólares para elnuevo templo. Había dado todo loque tenía para la casa del Señor. Elpadre le preguntó: “Jacob, ¿por quépusiste los veinte dólares en el so-bre?”. El niño le contestó: “Ésa serála casa del Señor y yo quiero que Sucasa sea hermosa”.

Muy similar a las responsabilidadesde las finanzas está la de que se lle-ven registros exactos. Es esencial quesepamos cómo nos va yendo y enqué aspecto necesitamos mejorar.Ese conocimiento sólo se obtiene sillevamos registros de la asistencia yde las demás cosas. Creo firmementeque, cuando el rendimiento se mide,dicho rendimiento mejora. Cuando

el rendimiento se mide y se da uninforme, el ritmo de mejoramiento seacelera.

Juez común

Nuestra quinta y última responsa-bilidad de obispos es la de ser juezcomún. Leemos en Doctrina yConvenios, sección 107:

“El oficio de obispo consiste enadministrar todas las cosas tempora-les, ser juez en Israel, para tramitarlos asuntos de la iglesia y juzgar a lostransgresores, según el testimonioque fuere presentado ante él de con-formidad con las leyes, con la ayudade sus consejeros que haya escogidoo que escogiere de entre los élderesde la iglesia...

“Así que, será un juez, sí, un juezcomún entre los habitantes de Sión,o en una estaca de Sión, o cualquierrama de la iglesia donde sea apartadopara este ministerio” (D. y C. 107:68,72, 74).

En un mensaje que dio en la reu-nión general del sacerdocio en octu-bre del año pasado, el presidenteHinckley dio esta instrucción a losobispos: “No pueden tener cualida-des dudosas si van a ser jueces comu-nes en Israel. Es una responsabilidadmuy grande y muy difícil actuar comojuez de las personas. Algunas veces seles pedirá que juzguen si alguien esdigno de ser miembro de la Iglesia;otras, si una persona es digna de en-trar en la casa del Señor, si es dignade bautizarse, si es digna de recibir elsacerdocio, si es digna de servir enuna misión o si es digna de enseñar ode ser oficial de una de las organiza-ciones. Deben juzgar si en momentosde necesidad la gente es digna de re-cibir ayuda del fondo de ofrendas deayuno o de recibir mercancías del al-macén del Señor”3.

Cuando yo era adolescente, mipresidente de estaca era Paul C.Child. Cuando me llamaron a serobispo, hablé con él y le dije:“Presidente Child, como ex obispo y

presidente de estaca, ¿qué consejopuede darme?”.

Tras meditar un momento, medijo: “Le sugiero tres cosas: Primero,cuide de los pobres; segundo, notenga personas preferidas y, tercero,no tolere ninguna iniquidad”.

El presidente Spencer W. Kimballnos dio este sabio consejo: Cuandodisciplinen a miembros de la Iglesiapor alguna transgresión, hagan unvendaje del tamaño suficiente paracubrir la herida: ni más grande ni máspequeño4.

Permítanme resumir los deberesdel obispo: Él es el “Sumo SacerdotePresidente” y el “Padre del Barrio”;es el presidente del “SacerdocioAarónico”. Tiene la responsabilidaddel “Cuidado de los necesitados”; administra las “Finanzas”; él es el“Juez Común”.

Para que el obispo no se sientaabrumado con sus responsabilidades,permítanme hacer hincapié en que elSeñor le ha proporcionado la ayudade los consejeros, de los secretarios,de los líderes de las organizacionesauxiliares, de los maestros orientado-res y de las maestras visitantes. Otrasde las Autoridades Generales habla-rán de esos aspectos con mayoresdetalles.

Ruego a nuestro Padre Celestialque siempre bendiga a los obispos dela Iglesia en sus sagradas y divinasresponsabilidades, las cuales se insti-tuyeron en el cielo para bendecir ennuestra época a todos los miembrosde la Iglesia.

En el nombre de Jesucristo. Amén.

Notas1. En Conference Report, octubre de 1945,

pág. 118.2. “As to the Office of Bishop”, 9 de julio

de 1941, Archivos de La Iglesia deJesucristo de los Santos de los ÚltimosDías (MS 926), págs. 3–4.

3. Liahona, noviembre de 2003, pág. 61.4. Véase La fe precede al milagro, 1975,

pág. 178.

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Élder Ballard

Hermanos, nos complace tener laoportunidad de estar con ustedes enesta reunión con los obispos. El élderEyring y yo, por supuesto, hemos via-jado por todo el mundo y hemos teni-do la oportunidad de conocer aobispos y presidentes de rama en casitoda circunstancia en la que ustedespuedan pensar, y hoy nuestro propó-sito es conversar con ustedes e inten-tar ampliar la visión sobre la magníficaoportunidad que tienen de bendecir,inspirar y elevar la vida de aquellosque viven en su barrio o rama.

A veces nos sentimos tan abruma-dos con la parte administrativa de serobispo que a duras penas hallamos el

tiempo para tratar de determinarcómo tener el tiempo para elevar einspirar, lo que en verdad nuestragente necesita en la actualidad.Entonces nuestro esfuerzo será teneruna conversación con ustedes; vamosa aceptar cualquier pregunta que ten-gan y esperamos contestar la mayoríade ellas y será en un ambiente infor-mal. Les animamos a que participen.Hermano Eyring, ¿qué le gustaríaaconsejar a estos obispos antes deempezar?

Élder Eyring

Se ha enseñado mucho acerca delos procedimientos y es probable queno podamos añadir mucho. Ha habi-do presentaciones maravillosas en las

diversas clases de sesiones de latransmisión y estamos aquí donde latransmisión ha brindado instrucciónmuy, muy importante. Así que no va-mos a añadir mucho a los detalles,pero tal vez podamos contestar algu-nas de sus preguntas acerca del cómoimplementar la instrucción y en parti-cular en los aspectos espirituales delo que significa ser la clase de obispoque el Señor desea que ustedes sean.Creo que podemos comenzar.

Élder Ballard

Como lo mencionó el élder Eyring,hay materiales importantes y al viajarpor todos lados, en realidad muchasde las preguntas que nos hacen tienensu respuesta en el Manual de

Instrucciones de la Iglesia y luego soncomplementadas con las formidablesrespuestas de las reuniones mundialesde capacitación de líderes y a las quenos referimos como una biblioteca.

Pero en su corazón y en su mentehay cosas que tal vez no se encuentranen nada de esto todavía. Hermanos,¿hay alguna pregunta que les gustaríahacer o algo que les gustaría tratar ennuestra reunión con los obispos?

Estudio de las Escrituras

Obispo

A menudo, nos sentimos muyabrumados con las cosas que tene-mos que hacer o que no hacemos,y reconocemos que ustedes estánmuy ocupados. En una situación así,¿cómo se preparan para recibir elEspíritu? Es importante leer lasEscrituras en forma regular, pero qui-zá podrían darnos su punto de vistade cómo leen ustedes las Escrituras.

Élder Ballard

Déjenme decirles cómo lo hago y no quiero sugerir que es la únicamanera, por supuesto, pero me doycuenta de que si leo sobre un temaen particular sobre el cual quiero quemi mente tenga más luz, logro un

É L D E R M . R U S S E L L B A L L A R DDel Quórum de los Doce Apóstoles

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Para bendecir, inspirar y elevar

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mejor enfoque de las Escrituras quesi tan sólo las tomo y las leo. Porejemplo, si estoy preocupado por elperdón o el arrepentimiento o laExpiación o cualquiera de esta clasede asuntos doctrinales, puedo ir a laGuía para el Estudio de las Escrituras,puedo ir a las otras fuentes, puedover las referencias al pie de página so-bre el tema y lograr, por lo menos asíes conmigo, algo más de luz sobre eltema porque lo he estudiado de ma-nera diferente. Ahora bien, no sécómo lo hace usted...

Élder Eyring

Igual. He llegado al punto en queestudio las notas al pie de página yme doy cuenta de que puedo apren-der más al ver una Escritura relaciona-da en las notas a pie de página, asícomo en la Guía para el Estudio delas Escrituras. Quisiera sugerir, por lomenos para mí, de que deben tenerun horario constante. Es muy fácildesplazar a las Escrituras, por eso esprobable que necesiten cierta discipli-na para escoger un momento, parahallar el tiempo. El presidenteRomney solía decir que antes, cuandopracticaba la abogacía, usted lo re-cuerda, siempre las leía por la mañanaal llegar a su oficina. Cada uno de us-tedes tendrá que encontrar su modode hacerlo, pero, si no lo hacen, elajetreo desplazará a las Escrituras.

Para agregar a lo que el élderBallard ha dicho acerca de seguir untema, me doy cuenta de que tengoque leer lo suficiente, aun al ir de unaEscritura a otra, de entender el con-texto, lo que sucede; quién es la per-sona, porque si van a utilizar esepasaje con otra persona, no sólo hayque entender las palabras, sino cómose usan las palabras, de dónde provie-nen, ¿era el Salvador el que hablaba,o era Alma? Llegar a tener un senti-miento al respecto les ayudará,pienso, con el Espíritu Santo susu-

rrándoles: “Bien, ahora ésta es laEscritura para usar con esta persona”.

Entonces, no creo que el sólo he-cho de leer un versículo sea tan útilcomo tomarse el tiempo para verdónde cabe en la historia. Por lo me-nos, eso me ayuda a saber cuando elEspíritu Santo dice: “Sí, usa aquéllacuando Alma le hablaba a Coriantón”.Es bueno saber la diferencia que exis-te entre lo que le decía a Coriantón ya Shiblón porque les habló a ambosde un modo muy, muy distinto, y esbueno conocer las circunstancias losuficiente y eso requiere leer un pocomás que un versículo.

Cómo ayudar a la gente a quese arrepienta

Obispo

Recuerdo cuando era un obisponuevo y las varias veces en las quepor primera vez la gente venía a mícon grandes problemas. Me di cuentade que la Escuela Dominical no nece-sariamente me había preparado paraayudar a otra persona a pasar por elproceso del arrepentimiento. ¿Cuál esla meta del proceso del arrepenti-miento y cómo se sabe cuándo unolo ha logrado?

Élder Eyring

Para mí, después de haber trabajadocomo obispo muchas veces con el pro-blema al que se refiere, ellos en verdadtienen que estar arrepentidos para empezar el proceso, y usted lo hace de forma diferente con personas dife-rentes. A veces en una situación tienenque hacerlo advirtiéndoles, lo cual esbien severo; otras veces les dirán lasgrandes oportunidades que no podrántener si no se arrepienten. Ustedes tie-nen que hallar la forma de que ellostengan el corazón quebrantado y elespíritu contrito y, cuando eso suceda,ya están encaminados y en cierta ma-nera es así como ustedes se daráncuenta de ello. Cuando en verdad se

hayan arrepentido y sean como unniño, y la Expiación haya obrado en su corazón, ustedes lo sabrán.

Pero se tiene que empezar por elprincipio también. Si una persona vie-ne con una actitud rebelde y dice:“En realidad no hice nada malo, nofue tan malo, mis amigos también lohacen”, entonces, ni siquiera ha em-pezado. Así que, por lo menos paramí, de alguna manera es saber porinspiración cómo ayudar cuando ven-ga el sentimiento de pesar. Cada unolo hace a su manera y he visto a dife-rentes obispos hacerlo en forma dife-rente. Los jóvenes y los adultosresponden de diferente manera.

¿Qué piensa usted? ¿Cómo se lograque ese deseo de ser perdonado sur-ja en el corazón de alguien?

Élder Ballard

Bien, tomemos por ejemplo la ideade que se ha elevado la norma.Hemos usado ese término para tratarde que nuestros hombres y mujeresjóvenes estén en verdad espiritual-mente preparados para ir al mundocomo misioneros de tiempo comple-to y que vayan al templo en forma ho-norable. Una de las cosas que aprendícomo presidente de misión es que enla primera entrevista con un misione-ro yo hacía varias preguntas y una deellas era: “¿Ha leído el Libro deMormón de tapa a tapa, lo ha medita-do, ha orado al respecto y sabe que esverdadero?”. En aquel entonces, cercade la mitad de mis misioneros que lle-gaban a Toronto no habían hechoeso. Y bien, eso es un desafío.

Pero entonces la siguiente pregun-ta, pienso que se aplica a todos:“¿Quiere compartir conmigo lo queusted siente acerca del Salvador?¿Qué significa Él para usted ahora?¿Qué significa Su Expiación? Despuéssólo escuche, deje que le hablen austed. Si la respuesta es muy superfi-cial, todavía no sé si han pagado el

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precio de ser purificados por la ben-dición de la Expiación.

Hay un precio que tiene que pagar-se, y pienso que una de las maneras en que un líder del sacerdocio puede determinar si un miembro de la Iglesiase está esforzando seriamente por pa-gar el precio o no es ver si éste puede testificar con sus propias palabras, consentimiento y significado reales, y queustedes puedan sentir y saber que esgenuino y sincero. Pienso que cuandoeso sucede, cuando se testifica de lamisión, de la vida y del ministerio delSalvador y de Su sacrificio expiatorio,entonces el Espíritu les dirá a ustedesen dónde están ubicados y cuáles de-ben ser los pasos a seguir; ésa ha sidomi experiencia.

Élder Eyring

¿Puedo decir algo que el élderBallard me dio a entender en sucomentario? Se refirió a leer el Librode Mormón y a hacer algunas cosas.Ustedes saben que lo que la gentehace es una de las formas en las queustedes saben si ha tenido un cambioen el corazón. Si la persona joven,o sea quien fuere con quien esténtrabajando, tiene la determinaciónde hacer todo lo que el Señor deseasin que ustedes tengan que decirles,si desea pagar diezmos, si deseahacer esas cosas, entonces, para míeso es una señal de que en verdadla Expiación está surtiendo efecto enel corazón de ellos.

Ellos han cambiado lo que desean;ahora desean complacer al Señor,lo aman, han sentido el efecto de laExpiación en su vida y, por lo tanto,desean hacer las cosas que Él quiereque hagan. Entonces, no sólo son lasreglas que sigan, sino que su corazóntenga la determinación de expresar:“Quiero hacer todo lo que el Señorquiere que yo haga”, entonces sabránque en verdad la Expiación ha tenidoefecto en la vida de la persona. Por lomenos esa ha sido mi experiencia.

El don de discernimiento

Élder Ballard

Permítanme compartir con uste-des una experiencia que tuve cuandofui obispo la primera vez, quizá en losprimeros tres meses. Les dije a misconsejeros: “Sentémonos aquí dondepodamos ver a la gente y no detrásdel púlpito”. Mi primer consejero,que era lo suficientemente mayor pa-ra ser mi padre, dijo: “Bueno, la nor-ma en la estaca es que nos sentemosdetrás del púlpito” a lo cual yo dije:“¿Está en el Manual de Instruccionesde la Iglesia o en algún otro sitio?”.No estaba; así que hicimos el cambio.

El primer domingo, cuando pasa-ban la Santa Cena, mis ojos se despla-zaban por toda la congregación yantes de terminar la reunión sacra-mental tuve la fuerte impresión deque una de las hermanas necesitabaverme. Me retiré del estrado, bajé,le tomé la mano y le dije: “Tengo laimpresión de que usted necesita ver-me”, y ella rompió en llanto y le dije:“¿Le gustaría verme ahora?”.

Fuimos a la oficina del obispo y allídescargó todo el peso de un proble-ma de hacía 25 años. Ahora era ma-dre de seis hijos, una hermosafamilia, fiel y verídica y tuve la impre-sión de que yo tenía las llaves paralevantar ese peso de ella y le dije:“Ahora eso ya se acabó. No tiene quepreocuparse de eso nunca más”. Mealegro de que el Señor iluminó mimente, pero nunca hubiera sucedidosi no nos hubiéramos sentado dondepodíamos ver a las personas; es inte-resante, una cosa tan pequeña.

Élder Eyring

Lo que el élder Ballard ha enseña-do da a entender algo muy interesan-te, y pienso que si yo fuera obispo eimplorara por un don espiritual, seríael poder para discernir el corazón dela gente; ese relato que nos ha conta-do ilustra ese principio; algo de eso

tiene que ver con mirar a los ojos,tienen que mirarlos, pero es un dony ustedes lo tienen cuando son obis-pos, y el día en que son relevadosse va, por lo menos en algún grado.

Un obispo tiene un don especial,si lo procura, para poder hacer exac-tamente lo que el élder Ballard noscontaba. Tan sólo miren a alguien otan sólo piensen en alguien y obten-gan una impresión de sus necesida-des. Recuerden que el Salvador pudoleer el corazón y la mente de las per-sonas; ése es un don. Si yo fuera obis-po, creo que si pudiese tener tan sóloun don espiritual, yo querría ese.

Élder Ballard

Y pienso que como los obispostienen llaves, tienen derecho a eso,para su gente. ¿Quién más puedehacer eso por su gente?

Cómo dar poder a los miembrosdel barrio

Obispo

Soy un obispo flamante de nuevedías. Recuerdo que en mi primerareunión sacramental sentí ese poderde discernimiento con los miembrosde mi barrio y sentí la necesidad deinfluir en su vida. ¿Cómo logro elequilibrio de influir en su vida y satis-facer las necesidades de mi familia almismo tiempo?

Élder Ballard

Escuchamos eso dondequiera quevayamos: “¿Cómo lo hago todo?”.

Ustedes tienen muchos recursos yuna de las cosas que encontramos alviajar por el mundo es que a vecesdescubrimos a obispos que piensan o que empiezan a sentir que tienenque hacerlo todo, que tienen que con-trolar todo. Algunas culturas son así,pero los obispos y presidentes de ra-ma sabios que hemos observado queen verdad están impulsando la obra,edificando sus unidades, que tienenmás sacerdocio de Melquisedec y que

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logran que sus jóvenes vayan al temploy a la misión, etc., son aquellos que sedan cuenta de que tienen muchos recursos, que cuentan con la ayuda del sacerdocio de Melquisedec y quetienen a las organizaciones auxiliares.

Anteriormente he dicho que lasmujeres de la Iglesia son el arma se-creta del Señor. Hablamos de nutrir yretener a los conversos y de ayudar alos menos activos y a los jóvenes de laIglesia. Dejen que las hermanas seden cuenta de que ellas son una partede la misión de la Iglesia. Eso se pue-de lograr en el consejo de barrio. Unavez que el obispo tenga la visión deque cuenta con muchos recursos, en-tonces, usted contará con más tiem-po, obispo, y no estará tan exhausto.Puede contar con esos 30 minutos oel tiempo que necesite para lasEscrituras y no estará tan exhaustopara extraer fortaleza de ellas.

Élder Eyring

¿Puedo sugerir una cosa que elélder Ballard también ha enseñadoanteriormente y que he descubiertoque es verdad? Si prestáramos másatención a las hermanas y a las perso-nas que se supone deben ayudarnoscuando somos obispos, sólo el hechode que les prestemos atención les da-ría energía, los haría más dedicados ylos edificaría.

Muy a menudo las hermanas dicenque van a las reuniones y parece quea nadie le importa lo que piensan.Eso es una lástima porque no sólohiere sus sentimientos, sino porqueustedes lograrían mucho más.

Dar poder a las personas que losrodean es uno de los grandes talentosde cualquier obispo; hacer que laspersonas sientan que usted confía enellas, que usted sabe que ellas puedenobtener revelación. Eso los puedeayudar muchísimo. Muchos obisposse sienten solos porque tratan a laspersonas como si estuvieran solos envez de escucharlas y animarlas.

Volvamos a la idea del élder Ballard.Una de las cosas que pueden hacer esque cuando se encuentren frente auna necesidad no den por sentadoque son ustedes los que tienen quetratarla. Pueden orar en silencio:“¿Quién, en esta maravillosa congrega-ción puede servir conmigo para ayu-dar a tal persona?”. El presidente delquórum de élderes, la presidenta de laSociedad de Socorro, hay muchas per-sonas y ustedes pueden expresar, creoque sin violar la confidencialidad por-que la persona todavía no ha dichonada, que supieron por medio delEspíritu Santo, y decir: “¿Puede ir a vera la hermana fulana de tal?” o “¿Puedeir a ver a tal persona? Creo que hayuna oportunidad”.

Y, dicho sea de paso, así se logra-rán tres cosas. Primero, se les quitaráa ustedes un peso de encima; segun-do, la persona sentirá que hay revela-ción en el barrio; y, tres, habránedificado a la persona que enviaron.A propósito, eso también es humil-dad, porque podría haber alguienque sea mejor que ustedes para ayu-dar a aquella persona en particular.Pero creo que siempre es bueno pen-sar: “Padre Celestial, ¿hay alguien másque, por lo menos, pueda empezar aacercarse a dicha persona?”. Así no sesentirán tan abrumados y es probableque logren mucho para los miembrosdel barrio.

La esposa de un obispo

Élder Ballard

Buen consejo. Obispo: ¡nueve días!Bienvenido a la asignación más grandede toda la Iglesia. Yo tuve el privilegiode servir como obispo dos veces y esuna maravillosa mayordomía.

Su esposa no sabrá las cosas queson confidenciales, pero ella debe seruna de sus más grandes anclas.

Acerca de este asunto sobre lapreocupación por la familia, pienso,obispos y presidentes de rama, que

en forma constante deben tomar a suesposa en sus brazos, mirarla a losojos y decirle: “Cariño, ¿cómo nosestá yendo? ¿Hay algo que tenga quehacer que no esté haciendo?”.

Ustedes pueden adoptar ese hábi-to, de hecho, pueden entrar en unciclo tan ocupado que no piensen ensu maravillosa esposa, quien les va aayudar a pastorear a sus hijos y quetambién les enseñará a cómo logrartodo y no descuidarlos.

Yo aprendí eso de manera dificul-tosa. Cuando fui presidente de mi-sión, ustedes saben, cuando unotiene a 100 o 200 misioneros y todoslos distritos, trabajaba tan rápida-mente como podía y un día llegué acasa, abrí mi agenda y Bárbara, miesposa había escrito los nombres detoda la familia en la agenda y le dije:“Cariño, ¿qué es esto?”, y ella medijo: “Tenías a todo el mundo en laagenda; ahora nos tienes a nosotrostambién”. Entonces, nos juntamoscomo lo planeado, hicimos cosasjuntos pero sólo porque ella fue losuficientemente sabia para ver queyo tenía que hacer eso.

Entonces, obispos, valoren la rela-ción que tienen con su esposa. Enalgunos aspectos, ella será una conse-jera, no en lo que se refiere a lo espi-ritual o a los asuntos que sóloustedes pueden administrar con losmiembros de su barrio, sino que seráuna consejera porque les ayudará aestablecer prioridades con su tiempo;además, velará por su salud; por eso,si ella les ha advertido un tanto, escú-chenla. Ustedes han sido bendecidospor tener una compañera; permitanque ella bendiga la vida de ustedes alescuchar el consejo que les da.

Élder Eyring

Sin embargo, tengo que hacerlesuna advertencia. Muchas esposas noharán lo que hizo la hermana Ballard;ellas tan sólo aceptarán las cosas co-mo son; algunos de ustedes se han

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casado con hermanas que son literal-mente dedicadas al reino y los apre-cian tanto que los dejarán seguiradelante guardando silencio.

Lo sé porque 20 años después deser obispo, para sorpresa mía, porquemi esposa siempre me había dado aentender lo maravillosa que era la vi-da cuando yo era obispo, me dijo queése había sido el tiempo más difícilde su vida. Teníamos hijos pequeñosy yo pensaba que le daba atención,pero ella nunca dijo una palabra.

Entonces, deben ser cuidadosos.Muchas veces no tendrán la bendi-ción de tener a alguien como la her-mana Ballard que los detenga; y aveces ustedes tendrán que hacer algomás de lo que estén haciendo, espe-cialmente cuando tenemos obisposjóvenes y algunos de ellos con niñospequeños, y la esposa puede sentirque la ausencia de ustedes del hogares una carga para ella, más de lo quealguna vez ellas se lo digan. Debenser sumamente sensibles con las ne-cesidades de su esposa en forma par-ticular, y con las de sus hijos.

Élder Ballard

Eso es absolutamente correcto,pero si en forma constante la abrazany le preguntan...

Élder Eyring

Tienen que preguntar; yo no lohice.

Élder Ballard

¿Lo ve?, estuvo muy ocupado. Elciclo de ocupaciones pasaba demasia-do rápido.

Élder Eyring

Bueno, no pregunté lo suficiente.Debí haber preguntado un poco más:“¿Cómo te va con los niños?”.

Élder Ballard

Seguro, y pienso que eso será algoque les ayudará, obispos; y el Señorlos bendecirá.

Permítanme decirles otra cosa quepienso que descubrirán cuando seanrelevados. No recordarán todos losasuntos administrativos que tuvieronque presidir, pero el recuerdo de lasvidas en las que ustedes pudieron influir perdurará con ustedes parasiempre.

Aquel jovencito o aquella jovencita,al padre o a la madre a quienes ayuda-ron a pasar una crisis, cuando sean relevados y mientras permanezcamosrelevados, todavía los veremos, ven-drán a nosotros y nos abrazarán yagradecerán algo que sucedió hace30 años; ustedes los recordarán, perono necesariamente recordarán quién

fue la presidenta de la Sociedad deSocorro. Pero ustedes nunca olvida-rán las vidas en las que ejercieron suinfluencia.

Cómo animar a los miembrosdel barrio

Obispo

El élder Eyring mencionó tener un cambio en el corazón. Si me permiten leer una Escritura en Almacapítulo 5, versículo 14 y versículo 26,la cual nos llevará a una pregunta:“Y ahora os pregunto, hermanosmíos de la iglesia: ¿Habéis nacidoespiritualmente de Dios? ¿Habéis recibido su imagen en vuestros rostros? ¿Habéis experimentado estegran cambio en vuestros corazones?”.

El versículo 26: “Y ahora os digo,hermanos míos, si habéis experimen-tado un cambio en el corazón, y sihabéis sentido el deseo de cantar la canción del amor que redime,quisiera preguntaros: ¿Podéis sentir

esto ahora?”.Como miembros de la Iglesia esta-

mos muy ocupados e involucradosen muchos aspectos de nuestra vida.¿Nos podrían ayudar con algunas ideaspara ayudar a los miembros a perma-necer motivados para realizar lasresponsabilidades rutinarias que te-nemos tales como participar en el

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coro del barrio, o ayudar con las asig-naciones de bienestar, o ser volunta-rios para ayudar a limpiar el edificio,cosas así, la orientación familiar, y lasmaestras visitantes?

Élder Eyring

No sé todas las respuestas, porqueesa es una de las grandes preguntasde todo el reino, para nosotros y tam-bién para los que sirven como obis-pos. Mi poca experiencia ha sido que,en las cosas pequeñas, el sabio obis-po encuentra la forma de que losmiembros del barrio sientan que aunel arreglar las sillas, o cualquier cosaque se considere pequeña, represen-ta una experiencia espiritual,

No se trata mucho de lo que se lespredica, sino de agradecerles de talmanera que sientan que el Señor lesestá agradeciendo, y que ellos sientanque lo han hecho por el Señor. Por logeneral, creo que tenemos la tenden-cia a ser negligentes cuando sentimosque estamos haciendo las cosas ruti-narias para el obispo o para el barrio,o no lo sé, sólo porque se suponeque hacemos cosas rutinarias.

Pero hay formas en las que un granobispo puede brindar ese sentimientode que uno está prestando servicio alSeñor. Me acuerdo de un obispo quetuve cuando era joven, que me man-tuvo haciendo las cosas rutinarias,aunque aún no me explico cómo lohizo. Quizá no fue lo que dijo, sinosólo la forma en que me trató; yo te-nía el sentimiento de que no lo hacíapor él, sino por el Señor; esa era ladiferencia.

Pienso que podemos mejorar para ayudar a las personas a sentirque el Señor aprecia incluso estasasignaciones pequeñas. Entonces, es más probable que retengan esesentimiento de perdón y de amor por el Salvador, lo cual es la señal de un corazón cambiado.

Cómo enseñar a la gente

Élder Ballard

Excelente. Obispo, de igual modono tenga miedo de enseñar a su gente.A veces nos enteramos de que losobispos y presidentes de rama sientenque ellos tienen que discursar sólo enla conferencia de barrio o de rama,una vez al año. Pienso que eso es unerror. Pienso que si tienen un senti-miento y es algo persistente o una pre-ocupación, deben orar al respecto y sedeben sentir totalmente cómodos paradiscursar en una reunión sacramental yenseñar un principio que ayude a man-tener viva la llama.

Por lo general, la cosa más podero-sa que motiva a la gente es la doctri-na y el enfocarse en el Señor, en laExpiación, el concentrarse en la salva-ción de las almas y en la edificación yel fortalecimiento de Sión, en la edifi-cación del reino. Ustedes pueden im-partir esta visión, y lo deben hacer dediferentes modos más de una vez alaño, pienso.

El obispo tiene llaves y tiene podery capacidad, y algunos han dicho queusted es el padre del barrio, en elsentido de que es el sumo sacerdotepresidente. En esa función, nunca du-den en enseñar a la gente, pero noabusen. Ustedes no tienen que ser

los discursantes cada domingo por-que tienen que lidiar con muchosproblemas, pero hallen o creen esosmomentos cuando puedan enseñarde la forma en que sólo ustedes pue-den hacerlo.

Habrá ocasiones en que tengan laimpresión de querer enseñar en laSociedad de Socorro o tendrán el de-seo de ir a enseñar a los sumos sacer-dotes. Deben sentirse cómodos alhacerlo, porque tienen las llaves y, en el proceso, pienso que ayudan amantener viva la llama del testimonioy ayudarán a la gente a entender porqué hacemos esas cosas.

Las hacemos porque tratamos desalvar almas, no lo hacemos sólo por-que es una asignación. Tratamos detraer almas a Cristo y prepararlas parala Segunda Venida, para que pasenpor entre los ángeles a la presenciadel Padre y del Hijo cuando todo ha-ya terminado. Al final de cuentas, ésees todo el propósito de un barrio yde una rama. ¿Eso les ayuda en algo?

Élder Eyring

Cuando piensen sobre qué cosapredicar, no todo el tiempo, sino devez en cuando, hablen del profetaJosé. Eso logra varias cosas: Primero,edifica otra vez sus testimonios deque era un profeta de Dios, pero

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también es el gran ejemplo de al-guien que no se cansó, sino que si-guió adelante; él conocía al Señor,trabajaba para el Señor, servía alSeñor, se mantenía cerca del Señor.

Otra vez, usaría eso como unejemplo, de vez en cuando, puestoque ayuda a la gente. Ésta no sólo esuna iglesia, es La Iglesia de Jesucristo,que restaura ese testimonio o permi-te que se fortalezca el testimonio; esoserá realmente útil.

Cómo inspirar a los hombresjóvenes a prestar servicio

Obispo

En mi barrio hay un joven que esdigno en todo aspecto de ir a una mi-sión pero que no tiene la chispa o eldeseo de hacerlo. Me pregunto quésienten ustedes al respecto. ¿Cómo lopodemos inspirar?

Élder Ballard

Bueno, tenemos que infundir encada joven el deseo de servir alSeñor, pienso que eso es parte de serposeedor del sacerdocio. Ahora bien,habrá aquellos que no podrán servir;lo sabemos, pero usted se refiere aaquellos que no desean servir. Tal vezun ex misionero podría ayudar; o talvez si salieran con los misioneros detiempo completo y enseñaran conellos y se sentaran en la sala, y sintie-ran el Espíritu y vivieran en carnepropia lo que los misioneros hacen yla gran bendición que ellos son parael mundo.

Usted tiene que correr la cortinapara ellos, obispo, y abrirla lo sufi-ciente para que vean que, aunquetengan temor, podrán recibir el po-der para realizar una obra poderosa.En verdad, pienso que tenemos queempezar cuando son diáconos, maes-tros y presbíteros.

No sé cómo alguien puede en ver-dad amar al Señor Jesucristo, amarlocon sinceridad y no querer servirleen lo que seamos llamados a hacer.

Cuando era obispo, había un jovenque me dijo que se iba a casar y queno iba a servir en una misión. Tuve laimpresión de conversar con él y ledije: “Doug, el Señor te va a llamar auna misión” y después escuché sudiscurso de por qué se iba a casaren vez de ir a la misión, y le dije:“No entendiste lo que te dije. Vé acasa en este momento y ora al res-pecto y habla con tu novia. Tienesque hablar con el Señor ahora por-que siento que tu nombre debe serpresentado como candidato para ser-vir en una misión. Yo estoy fuera delasunto, esto es entre tú y el Señor”.

Una semana más tarde, regresó y,asintiendo con la cabeza, dijo: “Ustedsabe lo que tengo que hacer” y deverdad estaba algo molesto conmigo,pero fue a la misión y llegó a ser elasistente del presidente de misión y,hasta la fecha, ha servido como presi-dente de misión y si viniera a estasala, él les diría: “Uno de los momen-tos más importantes fue cuando tuveque hablar con el Señor”. Si ustedespudieran lograr eso, será de ayuda.

Élder Eyring

El comentario del élder Ballard meha sugerido otra cosa también, algoque es difícil que una persona joven

sienta, pero el gran misionero quieredevolver lo que ha recibido. Si pudie-ran tocar el corazón de una personajoven de manera que sienta lo que elEvangelio ha significado para él oella, entonces lo que le deben alSeñor es ir y tratar de compartirlo asu vez con otra persona. Eso no sólolos convertirá en un misionero, sinoen un gran misionero. Los grandesmisioneros están allí porque quierendar algo que es tan preciado paraellos y algo por lo que se sientenmuy agradecidos.

Podrían intentar eso; no va a fun-cionar con todos, pero la maravillosamotivación es ir y brindar a otra per-sona lo que es de valor para uno.

Élder Ballard

Obispo, ¿tiene una pregunta parahacer?

Cómo ganarse la confianza

Consejero de obispo

En realidad, soy consejero delobispado. ¿Cómo podemos transmitira los miembros del consejo de barrioque deben seguir nuestro consejo?

Élder Ballard

Muy buena pregunta. ¿Élder Eyring?Usted fue consejero de obispo.

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Élder Eyring

Muchas, muchas veces. Es verdadque en muchos lugares de la Iglesia es un desafío porque tenemos a unhombre normal o a un conjunto dehombres comunes que están en elobispado o en la presidencia de la rama, que conocemos de largo tiempoy ahora, de pronto, se los tiene quetratar como si fueran los siervos deDios que les hablan como si fuese elSeñor, como si Él mismo estuviese tra-tando el asunto con ustedes. ¿Cómose logra ese tipo de sentimiento?

Creo que no hay sólo una técnica.Tienen que saber ustedes mismosquiénes son como obispos y conseje-ros de obispos, de que en verdad hansido llamados por Dios. Y si tienenesa convicción, entonces eso se trans-mitirá, creo que por la forma en quetraten a la gente. Eso es verdad parael élder Ballard y para mí ahora mis-mo. Fíjense, yo soy un apóstol; él esun apóstol de Señor Jesucristo. ¿Qué hacen para que la gente sientaque uno es un apóstol del SeñorJesucristo? No conozco otra manera,sino el estar seguro de que sabemosque lo somos, y luego proceder deuna manera que se transmita que us-tedes vienen como siervos del Señor;y el Espíritu Santo lo hace por uste-des. No creo que lo logren ustedesmismos.

El Espíritu Santo tiene que venir aellos y ellos dirán: “Éste es el siervode Dios, lo seguiré”. Es probable queustedes lo sientan primero actuandocon esa convicción, y luego el EspírituSanto obrará con ellos. No creo quefuncione si ustedes se comportan co-mo el jefe, o el patrón. No hay mane-ra si se comportan como ‘el jefe’. De

hecho, cuanto más se comporten co-mo el jefe, si actuaran como si fuesenalgo grande, más estorbarán. En reali-dad, eso podría hacer que el seguirlesfuera más difícil para ellos.

Pienso que si ellos los ven comoun humilde seguidor del SeñorJesucristo y luego logran un testimo-nio de lo que ustedes son, entonceslos seguirán.

Élder Ballard

Permítanme agregar este pensa-miento a la excelente instrucción brin-dada por el élder Eyring. Si se puedensentar en un consejo, en un consejode verdad, en el que si eso fuera unproblema hablaran al respecto.

Intenten hacer en su obispado y enel consejo de barrio lo que hemos tra-tado de hacer con ustedes: “Hablemosde cómo movemos esta obra, denuestras funciones. Compartan connosotros, hermanas; compartan connosotros, hermanos del sacerdocio deMelquisedec; abran sus corazones, há-blennos. Todo lo que deseamos haceres bendecir la vida de los hijos denuestro Padre y podemos hacerlo jun-tos; entonces, hablemos al respecto”.

Esa es una reunión muy diferenteque el tan sólo ponerse de pie y darasignaciones y hacer el calendario. Asíque traten de extraer lo mejor de lasfunciones de cada uno y lo que pue-den hacer para ayudar. Pienso que esomarcará una gran diferencia, junto conlo expresado por el élder Eyring.

Élder Eyring

Me he dado cuenta de que me esfácil seguir al élder Ballard, me esfácil seguir al presidente Packer, mees fácil seguir al presidente Hinckleyporque observo y escucho y veo al

Espíritu Santo dándoles revelación.Y sé que nunca estoy en una reuniónde la que no salga con más deseos deseguirles, no por el modo en que secomportan, sino porque veo cómoDios trata con ellos.

Otra vez, es difícil decir: “Bien, lamanera de lograr que la gente los sigaes obtener revelación”. Pero, de he-cho será lo que impulse a la gente aseguir su liderazgo, que ellos veanque ustedes son inspirados. Lo hesentido en esta reunión de hoy con elélder Ballard. Me es fácil seguirlo por-que puedo ver que recibe revelación.

Élder Ballard

Bien, hermanos, rogamos quenuestro Padre Celestial los bendiga.Ustedes sirven en una de las asigna-ciones más valiosas de la Iglesia. Noconozco ninguna otra asignación dela Iglesia en la que un líder esté tancerca de la gente que el obispo o elpresidente de rama. Ustedes tienenlas llaves que han recibido de aquellosque tienen la autoridad para dárselas.

Rogamos que nuestro PadreCelestial los bendiga, los ilumine, losinspire, los eleve y así logren la mara-villosa obra que es de ustedes. Enrealidad, se trata de elevar, inspirar ybendecir a la persona, yendo una poruna, niño por niño, madre, padre,adolescente. Ayúdenles a avanzar eneste progreso hacia la dignidad paradisfrutar de las bendiciones del tem-plo y permanecer dignos de ellas du-rante toda la vida.

Invocamos una bendición sobreustedes. El élder Eyring y yo desea-mos que sepan que los amamos yrogamos que nuestro Padre Celestialsiempre les acompañe, y lo hacemosen el nombre de Jesucristo. Amén.

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Obispo Burton

Hola hermanos. Al élder Jeffrey R.Holland y a mí nos complace estarcon ustedes. Soy el obispo H. DavidBurton, en Salt Lake City, y estoyagradecido por participar en estatransmisión con el élder Holland, queactualmente sirve en Santiago deChile. Gracias a la tecnología de saté-lite, juntos los saludamos.

Élder Holland

Gracias, obispo Burton. ¡Saludos

de Chile! Es un placer trabajar enequipo con usted. Hermanos, hoy díanos centraremos en los jóvenes enedad del Sacerdocio Aarónico y el sin-gular don divino del privilegio del sa-

cerdocio. Como líderes debemos ha-cer cuanto podamos para aumentarlo que nuestros jóvenes entiendenacerca del sacerdocio del Señor y desu testimonio del Salvador Jesucristo.

Obispo Burton

Nos enfocaremos en la relaciónque tienen los jóvenes en edad delSacerdocio Aarónico con el presiden-te del Sacerdocio Aarónico en elbarrio, o sea, el obispo. Además habla-remos del fortalecimiento de los quó-rumes, de llevar a cabo entrevistas,del desarrollo del testimonio y de ayu-dar a nuestros jóvenes a medida queellos disfrutan y progresan en su mi-nisterio en el Sacerdocio Aarónico.

Helamán y sus Hombres Jóvenes

Obispo Burton

El Libro de Mormón relata el mara-villoso informe de mayordomía quedio Helamán, fiel y leal líder, aMoroni, su capitán, acerca de los2060 jóvenes; imagínense aquel quó-rum de presbíteros, cuyas madres leshabían enseñado a tener una totalconfianza en su Dios, al ser probadosrepetidamente con el desafío de de-fender su libertad.

Helamán, al describir a los jóvenes,informó: “Jamás había visto yo tangrande valor, no, ni aun entre todoslos nefitas” (Alma 56:45). Despuésde una batalla, Helamán informó:“Conté a aquellos jóvenes que habíancombatido conmigo, temiendo quemuchos de ellos hubiesen perdido lavida. Pero he aquí, para mi mayor ale-gría hallé que ni una sola alma habíacaído a tierra; sí, y habían combatidocomo con la fuerza de Dios” (Alma 56:55–56).

Al terminar su informe sobre lostres años que pasó con esos fieles jó-venes, Helamán dijo: “Y estos hijos...de Ammón, de quienes he habladotan favorablemente, están conmigo...y el Señor los ha sostenido, sí, y losha librado de caer por la espada, a talgrado que ni uno solo de ellos hamuerto... han recibido muchas heri-das; no obstante, permanecen fir-mes... y son diligentes en acordarsedel Señor su Dios de día en día... seesfuerzan por obedecer sus estatutosy sus juicios y sus mandamientos con-tinuamente...” (Alma 58:39–40).

Hermanos, esas palabras del librode Alma dan aliento y nos hacenpensar. Helamán marchó a la batallarepetidas veces en momentos de de-sesperación con un grupo de jóvenesprometedores. Ellos a menudo erantentados y sabemos que su fe en Diosera probada en forma continua. Susvictorias, aun ante desafíos casi impo-sibles de ganar, fueron grandes.

É L D E R J E F F R E Y R . H O L L A N DDel Quórum de los Doce Apóstoles

O B I S P O H . D A V I D B U R TO NObispo Presidente

Los obispos y elSacerdocio Aarónico

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Helamán cuenta: “Son jóvenes, ysus mentes son firmes, y ponen suconfianza en Dios continuamente”(Alma 57:27).

En la actualidad, cada obispo deesta Iglesia es un Helamán. Cada unode ustedes es llamado para liderar ypresidir el Sacerdocio Aarónico, elcual está compuesto de grandes jóve-nes con la misma promesa de aque-llos jóvenes del tiempo de Helamán.Ninguno de los jóvenes guerreros deHelamán se perdió, pero no olvide-mos, el enemigo es hábil, su objetivoes engañar a nuestros jóvenes y es in-sidioso en sus métodos para alejarlosde la verdad. La nuestra, en verdad,es una asignación muy seria.

La clave para el futuro

Obispo Burton

Élder Holland, ¿qué ha visto usteden Chile acerca de la preparación denuestros jóvenes para las responsabi-lidades del Sacerdocio Aarónico?

Élder Holland

Obispo, lo que he aprendido acer-ca del Sacerdocio Aarónico en Chilees exactamente igual a lo que he sabi-do en mi corazón durante años, queel Sacerdocio Aarónico, estos jóvenesa quienes se les confiere tan extraor-dinaria autoridad a una edad tan jo-

ven, son la clave de nuestro futuro.En Chile todavía somos una Iglesiajoven, al igual que en muchas partesdel mundo. Los primeros misionerosllegaron a Chile hace menos de50 años y todavía estamos poniendolos cimientos debajo de nosotros.Y en la Iglesia, tal cimiento siempredebe ser el cimiento del sacerdocio.

Mis consejeros y yo hemos inverti-do mucho tiempo en estos mesesque han transcurrido fortaleciendo labase del sacerdocio. Pero es intere-sante que ¡eso es lo que el Señorsiempre está haciendo por medio delSacerdocio Aarónico!

Es por una buena razón que lasEscrituras lo denominan el sacerdociopreparatorio, porque en verdad esoes lo que es. Alguien una vez dijo quedebemos pasar más tiempo pensandoen el futuro porque todos vamos apasar mucho tiempo allí. Los que noshemos reunido en esta sesión de ca-pacitación de líderes podemos aplicarese consejo al pensar acerca del futu-ro de nuestros jóvenes del SacerdocioAarónico porque ellos van a dirigir laIglesia en los años venideros.

Por supuesto que trabajar con ellosmientras son jóvenes ayuda a evitarotros desafíos posteriores. Hace po-co, en una capacitación con lasAutoridades Generales, el presidente

Thomas S. Monson brindó un ejem-plo cómico pero que hace pensaracerca de una prueba de la inteligen-cia primitiva. Dijo que una manera dever cuán buena es nuestro modo depensar es darle a un hombre la tareade desaguar una laguna y, después,observar lo que hace primero. Si em-pieza con fuerza, desesperadamentetratando de sacar el agua de la lagunano es tan sabio como el hombre queprimero detiene la corriente de aguaque fluye a la laguna.

Los que se sientan abrumados conla envergadura de la tarea de desaguarla laguna, piensen en algo más conoci-do y ¡consideren una bañera con aguaque se desborda! Aunque es urgentesacar el agua del suelo, ¡es más urgen-te primero cerrar las llaves antes dedecidir qué hacer con el agua en laque están parados! Prácticamente ca-da líder que asiste hoy día sabe que lacreciente laguna de futuros élderesentre los hombres adultos de laIglesia, aquellos que no han sido orde-nados y de otro modo menos activos,es uno de los desafíos más serios quetenemos. Lo más importante que po-demos hacer para disminuir el núme-ro de hombres adultos menos activoses asegurarnos de que a los jóvenes

los mantengamos activos y los ordene-mos a tiempo.

Lamentablemente, el gran arroyode jóvenes menos activos o sin orde-nar que viene del Sacerdocio deAarón es, lejos, la fuente más grandede candidatos a hombres menos acti-vos o sin ordenar del Sacerdocio deMelquisedec.

Hermanos, crean lo que les digo.Aunque sea muy difícil activar o man-tener activo a un joven a los 13 años,¡es más difícil encontrarlo y activarlootra vez a los 30! Sí, en todo aspecto,estos jóvenes, simples muchachos talcomo lo fuimos nosotros, son la clavedel futuro. Debemos darles nuestradedicación completa ahora, trayendo

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bendiciones ahora y bendiciones paracada uno en las generaciones futuras.

Es en la experiencia delSacerdocio Aarónico donde esoshombres jóvenes primero aprendenlo que es un quórum y lo que signifi-cará dicha unidad de hermandad pa-ra ellos el resto de su vida. Por esarazón, debemos crecer lo suficienteen las áreas en desarrollo de la Iglesiapara que haya suficientes diáconospara que estén con los diáconos, sufi-cientes maestros para que estén conlos maestros y suficientes presbíterospara que estén con los presbíteros.Por cierto, hasta ese momento, a me-nudo el Sacerdocio Aarónico debereunirse junto, pero tan rápido comosea posible, debemos establecer losgrupos apropiados por edades paraestos muchachos y establecer así elsentido de quórum.

Obispos, nuestros jóvenes que sonllamados a presidir quórumes necesi-tan saber lo que significa presidir y loque es una presidencia. Usted, consus consejeros, enseñe a las presiden-cias de los quórumes de diáconos ymaestros cómo liderar y usted, juntocon sus ayudantes, lideren con elejemplo en el quórum de presbíteros.No hay mejor manera de que ellosaprendan y apliquen estos principiosy habilidades que van a necesitar todasu vida en el servicio a la Iglesia.

Utilicen sus reuniones de obispadocomo modelo para enseñar a las presi-dencias de los quórumes delSacerdocio Aarónico a comportarse ycómo cumplir los deberes de su ofi-cio. Muéstrenles lo que ustedes ha-cen; enséñenles a confiar en el Señor,a saber sus responsabilidades y aaconsejarse mutuamente. Cuando sele enseña a la presidencia, ésta se pue-de unir al obispado para enseñar ensus respectivos quórumes las sagradasresponsabilidades que todos tienen.

Obispo Burton, cuando veo a es-tos hombres jóvenes, no los veo co-mo son, los veo tal como ellos y la

Iglesia en Chile tienen que ser dentrode 10, 15, 20 años. Debemos invertirde nuestra parte en su capacitación yen su desarrollo espiritual.

Centrados en la rectitud

Élder Holland

¿De qué otras maneras nuestrosobispos pueden proporcionar ayudaa nuestros hombres jóvenes en elSacerdocio Aarónico?

Obispo Burton

Pedí a algunos obispos que escri-bieran algunas de sus preguntas y megustaría leer algunas de ellas.

Buena pregunta: “¿Cómo mante-nemos a nuestros jóvenes enfocadosen la vida recta cuando las influenciasnegativas del mundo nos invaden?”.Élder Holland, ¿le importaría si yorespondo esa pregunta?

Es muy importante para la vida de los jóvenes que nos enfoquemosen la rectitud. El enfoque espiritualse amplía cuando nos concentramosen el logro de metas eternas. Estadeclaración implica que se enseñeny se entiendan las doctrinas y, al mismo tiempo, que se agregue elcompromiso hacia el logro. Todossabemos que la doctrina cambia orefuerza la conducta.

Por lo tanto, al enseñar la doctrinay testificar de ella, alentamos el logrode metas tales como las que están enMi Deber a Dios, de los HombresJóvenes y en el programa de ProgresoPersonal de las Mujeres Jóvenes, ayu-damos a mantener el enfoque en loespiritual y no en lo mundano.

Cómo edificar el testimonio

Obispo Burton

Élder Holland, un número de obis-pos ha preguntado cómo ayudar a losjóvenes a obtener un testimonio delEvangelio de Jesucristo. ¿Qué consejoles daría?

Élder Holland

¡Esos obispos, quienes quiera quesean, han dado en el meollo del asun-to! Todo lo que hemos hablado y todolo que hacemos con los jóvenes delSacerdocio Aarónico debe centrarseen el fortalecimiento de sus testimo-nios, su convicción de que en verdadDios vive y que los ama mucho.

Ellos necesitan tener un testimo-nio más firme de Jesucristo que elque muchos de ellos tienen, de queÉl es el Hijo literal de Dios que nacióaquí en la tierra, que en verdad andu-vo y habló en la Tierra Santa, que Éles el Salvador del mundo y que SuExpiación fue una ofrenda personalpor el perdón y la salvación de cadauno de nosotros.

Tienen que tener un testimoniode que el Padre y el Hijo aparecierona José Smith y de que José Smith,apenas de la misma edad que los quetenemos en nuestros quórumes demaestros de la actualidad, fue llama-do para ser un verdadero profeta deDios, un instrumento para sacar a luzel Libro de Mormón, para restaurar elsacerdocio, edificar templos y bende-cir al mundo con tantas otras verda-des reveladas.

En nuestro mundo moderno, es-pero que la mayoría de nuestros jóve-nes haya podido ver al presidenteHinckley por satélite, que hayan leídosus discursos en las revistas de laIglesia y que ya tengan su testimoniopersonal de que él es un profeta deDios en todo aspecto. Testifico que loes. Esos hombres jóvenes, y las muje-res jóvenes también, deben tener sutestimonio formado en su adolescen-cia. Una manera poderosa de ayudar-les es que ustedes les testifiquen, conhumildad, honradez y con frecuencia.

En el transcurso de los años su-pongo que he hablado con miles dejóvenes del Sacerdocio Aarónico alavanzar en los quórumes o poco des-pués de haber sido ordenados al sa-cerdocio mayor y servir en el campo

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misional. Lo que recuerdan estoscientos y miles de jóvenes de las acti-vidades del Sacerdocio Aarónico, dela Mutual o de Seminarios es una ex-

periencia espiritual. Rápidamentecuentan una experiencia espiritualcon un líder o en una reunión de tes-timonios o en las Escrituras y, muy amenudo, una experiencia de su juven-tud en la que utilizaron su sacerdocio.

Obispos: les pido que hagan todolo que puedan para crear o brindar lascircunstancias para que haya una ex-periencia espiritual en la vida de losjóvenes del Sacerdocio Aarónico y delas mujeres jóvenes de la Iglesia tam-bién. Nada de lo que hagamos para

ellos tendrá tanta importancia comoaquello y les prometo que eso será loque recordarán y atesorarán más.

Cómo ganar la confianza

Obispo Burton

Otro obispo pregunta: “¿Cómologramos la confianza de nuestrosjóvenes y les enseñamos a confiar enel Señor y en Sus sendas?”.

En verdad, los jóvenes guerrerosde Helamán mostraron una gran con-fianza en Dios, la cual fue tomada encuenta y recompensada. Aunque nose menciona directamente en lasEscrituras, es muy evidente que enforma igual ellos confiaron en su lí-

der. Pienso en diversas razones porlas que yo hubiera confiado enHelamán si hubiera tenido la oportu-nidad de ser uno de sus guerreros.Primero, fue su férrea fortaleza espiri-tual; no dudó y no les hubiera permi-tido dudar; él se preocupabaprofundamente por cada joven y es-toy seguro de que ellos sintieron suamor y preocupación. Segundo, él noles envió solos a la tarea, él fue conellos, los guió en cada paso, fue unejemplo en palabra y en obra.

Cuando tuve la gran bendición deservir como obispo, mi experienciafue que me gané la confianza al inver-tir tiempo con los jóvenes participan-do en sus actividades, asegurándomede que experimentaran el regocijo desentir el Espíritu y expresando amoraunque algunas de las cosas que hi-cieron no lo merecían.

Una responsabilidad clave

Obispo Burton

Veamos otra pregunta.”¿En calidadde obispos, cómo podemos ser máseficaces al trabajar con los jóvenes?”Élder Holland, ¿por qué no respondeusted esta pregunta?

Élder Holland

Obispos, ustedes son los maestrosy entrenadores del Señor para losmuchachos del Sacerdocio Aarónico.Ustedes saben y nosotros sabemosque hay muchas cosas que tienenque hacer, pero repasen la capacita-ción que dio el élder Robert D. Hales,apenas hace un año y tengan encuenta todo lo que él dijo que sepodía delegar y, ¡deléguenlo!

Sin embargo, no pueden delegarel presidir el Sacerdocio Aarónico,porque es una de las responsabilida-des clave inherentes al obispo, ya queese sagrado oficio pertenece alSacerdocio Aarónico.

Por lo tanto, en esta Iglesia, unobispo que no es fiel al oficio delSacerdocio Aarónico que posee no es

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leal a su ordenación. No lo digo paraque nadie se sienta culpable, sinosencillamente para recalcar la sumaimportancia del obispo en elSacerdocio Aarónico.

Entrevistas eficaces

Obispo Burton

Algunos obispos han preguntadoacerca de las entrevistas de dignidad.Anticipándonos a esta pregunta y conla ayuda del élder Holland en Chile,hemos preparado una dramatizaciónque se enfoca en las entrevistas dedignidad.

Dramatización

Presidente de estaca

Obispo, estoy asombrado con losjóvenes que han venido a verme paralas entrevistas misionales. Háblemeun poco sobre su modo de entrevis-tar porque usted está obteniendobuenos resultados.

Obispo

Presidente, trato de conocer biena cada joven desarrollando con ellosuna relación fuera del ambiente de laIglesia para que se sienten cómodoshablando conmigo. Les hago pregun-tas abiertas que tengan que respon-der con algo más que un sí o un no.

Obispo

José, ¿cómo estás?

José

Muy bien, ¿y usted?

Obispo

Bien, gracias. Gracias por venir aesta entrevista José.

José

Gracias a usted por recibirme. Mesiento muy a gusto aquí.

Obispo

Para mí siempre es un placer ha-blar contigo. He escuchado que eresmuy brillante en las matemáticas.

José

Bueno, me gustan mucho y creoque estudiaré algo relacionado conlas matemáticas en el futuro.

Obispo

¡Qué bien! Te animo a que logrestu meta.

José

Gracias.

Obispo

Quiero hacerte una pregunta.¿Cuáles son los desafíos, las preocu-paciones que tienes en la actualidad?

José

Bueno, con mis amigos, cuandosalimos con jovencitas...

Obispo

Presidente, me he dado cuenta deque si logro que ellos hablen, elEspíritu me guiará para saber la direc-ción que necesitamos seguir en la en-trevista.

José

También, hay cosas que creo queno puedo conversar con mis padres.

Obispo

¿Acerca de qué, por ejemplo?

José

Bueno, usted sabe, las cosas de lasjovencitas...

Obispo

Les pregunto qué piensan que de-be ser la norma para los hombres jó-venes y escucho lo que tienen quedecir.

Obispo

¿Cómo han estado las cosas porcasa José?

José

Bien, muy bien. Mi hermano y yohemos mejorado mucho nuestra rela-ción y ahora compartimos muchomás, y somos como amigos.

Obispo

¿Qué ha hecho la diferencia?

José

Pienso que desde la última vezque conversamos, las cosas cambia-ron. He tratado de mejorar en las co-sas que usted y yo acordamos.

Obispo

¿Han tenido conversaciones fran-cas con tu hermano?

José

Sí, bastantes y hemos llegado a te-ner una relación mucho más cercana.

Obispo

También me gusta comenzar conuna oración, y después le preguntosobre sus oraciones si ha recibido

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respuestas del Señor, qué piensa élde las respuestas y le aconsejo quelea las Escrituras para aprender a sen-tir el Espíritu de la palabra de Dios.

Análisis

Obispo Burton

Esta breve dramatización nos haenseñado varios principios importan-tes. Primero, nos recordó el gobiernoy las responsabilidades del sacerdocio.Ustedes recuerdan que en la primeraescena había un presidente de estacaconversando con un obispo. El presi-dente de estaca empezó con una pala-bra de encomio que llevó hacia unapregunta acerca el desempeño.

Los presidentes de estaca tienen laresponsabilidad de enseñar y capaci-tar. En esta dramatización, el presi-dente de estaca capacita al presidentedel Sacerdocio Aarónico de uno desus barrios. A su vez, el presidentedel quórum de presbíteros tiene unaentrevista regular con uno de los in-tegrantes de su quórum. Ése es el or-den del sacerdocio; las llaves de éstese usan para bendecir vidas.

Élder Holland

Obispo, lo que me impresionó fue cuán sinceramente el presidentede estaca y el obispo trataron de determinar lo que da resultados, lo que tiene efecto en los jóvenes,

cuáles son las preocupaciones reales

en su vida.El presidente de estaca halagó

enormemente al obispo cuando le di-jo: “Cuénteme lo que está haciendo;cuénteme la forma en que obtieneeste éxito”. Es un presidente de esta-ca deseoso de aprender y, sin duda,compartirá su experiencia con aque-llos que tengan la misma responsabi-lidad de entrevistar en la estaca.

Y el obispo se refirió directamentea la vida real de José e hizo que fuesefácil para que José hablara de su ho-gar, de los estudios y de las chicas.Cuando fui obispo y aún ahora, temo que hablo mucho y que tratode responder mucho. Yo hubiera sido más eficaz en las entrevistas sihubiese escuchado, en total silencio,si hubiese sido necesario, para dar a entender que queremos escuchar a los muchachos y no escucharnos a nosotros mismos.

Obispo Burton

Élder Holland, ¿se dio cuenta deque ninguna de las observaciones opreguntas se podía responder en for-ma breve? Las entrevistas eficaces noson monólogos sino intercambios deideas, una expresión de sentimientoso respuestas a preguntas cuidadosa-mente formuladas. También me gustala idea del obispo de que a medidaque la conversación progresa él seapoya en el Espíritu para que le indi-que el rumbo que la conversacióndebe seguir.

La salvación de las almas

Obispo Burton

Hermanos, nuestra misión colecti-va es ayudar en el proceso de salvaralmas. Nuestro Padre Celestial dijo:“Porque, he aquí, ésta es mi obra ymi gloria: Llevar a cabo la inmortali-dad y la vida eterna del hombre”(Moisés 1:39). Nuestros obispos tie-nen una función especial en este

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proceso porque presiden elSacerdocio Aarónico y tienen las lla-ves del sacerdocio para desatar y de-rramar bendiciones en beneficio delos poseedores de este sacerdociopreparatorio. Esa divina función ladebe realizar el obispo; es una res-ponsabilidad que no puede delegar anadie más.

Nuestros jóvenes deben ser fuer-tes para resistir la miríada de malesterribles que plagan nuestro mundo.Nunca antes en la historia de la hu-manidad habíamos estado sujetos atal constante bombardeo de prácticaspecaminosas de tan diversas fuentes.A los poseedores del SacerdocioAarónico se les ha extendido, por or-denación, el escudo de la ministra-ción de ángeles para ayudarles aresistir los bofetones de Satanás.

Obispos, debido a su asignación,ustedes están en una posición espe-cial para ayudar a estos valiosos jóve-nes a mantener sus defensascolocadas de tal manera que seanfuertes. Ustedes les pueden ayudar arecibir el alimento espiritual que re-quieren para que no se debiliten en laconstante batalla contra la tentación.

Una de las maneras en que eso sepuede lograr es ver que estos jóvenesguerreros estén expuestos a diversasexperiencias espirituales durante susactividades en el Sacerdocio Aarónico.Su fuerza espiritual se puede aumen-tar cuando participan en la prepara-ción y bendición de los emblemas dela Santa Cena, cuando bautizan, orde-nan, son maestros orientadores, parti-cipan en bautismos por los muertos,cuidan uno del otro y extienden unamano de servicio.

Quizá lo más valioso que la Iglesiatiene son sus jóvenes. Ellos son unageneración de gran promesa. Ellostienen que realizar una misión majes-tuosa. En forma desesperada, ellos ne-cesitan el liderazgo de padres, y deobispos que en palabra y obra sean los

presidentes de su sacerdocio. Ruegoque les proporcionemos de tal lideraz-go. En el nombre de Jesucristo. Amén.

El poder y la autoridad de Dios

Obispo Burton

El mes pasado celebramos el ani-versario número 175 de la restaura-ción del Sacerdocio Aarónico. ¡Quémaravilloso fue el acontecimiento dela restauración! Después de siglos deausencia, llegó el glorioso día cuandoel poder y la autoridad del sacerdociode Dios estaban una vez más en latierra. Muchos jóvenes, cuando estu-vieron en el Sacerdocio Aarónico,memorizaron la sección 13 deDoctrina y Convenios que registra las palabras de Juan, el mismo que seconoce como Juan el Bautista en elNuevo Testamento, cuando restauróesta divina autoridad.

Juan impuso las manos sobre Joséy Oliver y dijo: “Sobre vosotros, misconsiervos, en el nombre del Mesías,confiero el Sacerdocio de Aarón, elcual tiene las llaves del ministerio deángeles, y del evangelio de arrepenti-miento, y del bautismo por inmersiónpara la remisión de pecados; y estesacerdocio nunca más será quitado dela tierra, hasta que los hijos de Leví denuevo ofrezcan al Señor un sacrificioen rectitud” (D. y C. 13:1). Junto conla restauración de este sacerdocio vie-ne una responsabilidad significativa.

Élder Holland, ¿le gustaría termi-nar nuestros comentarios con su tes-timonio por favor?

Élder Holland

Ha sido un placer estar con uste-des en esta ocasión junto con el obis-po Burton. Sigan su ejemplo en laforma en que ustedes ministren. Esun obispo maravilloso.

Hermanos, estoy muy agradecidopor el amor que Dios me ha demos-trado en mi vida. Tuve padres maravi-llosos que me amaron y se

preocuparon de que asistiera a laIglesia. No hay bendición más grandepara los jóvenes que ser amados einstruidos en el hogar.

Ayudándome a mí y a mi familiaestuvieron obispos y obispados, ase-sores de quórumes y líderes de escul-tismo, maestros de la EscuelaDominical y de seminario que estu-vieron siempre de centinelas y meayudaron a ganar un testimonio, a serfiel, y a crecer en el sacerdocio. Peroen toda la ayuda que coseché de es-tas y de otras personas, nada me ayu-dó más a ayudarme a mí mismo queel que se me confiriera el SacerdocioAarónico y el haber sido ordenadodiácono a la edad de 12 años.

Qué cosa tan notable es que talpoder y autoridad se confiera a mu-chachos que técnicamente todavía noson adolescentes, por lo menos losmenores. No hay nada semejante entodo el mundo, la urgente invitacióna cada jovencito de dar un paso ade-lante y por medio de su juvenil fideli-dad poseer las “llaves del ministeriode ángeles, y del evangelio de arre-pentimiento, y del bautismo porinmersión para la remisión de peca-dos”. Me emociona tan sólo decírselootra vez hoy mismo.

Las experiencias espirituales y lasanta afirmación que he tenido respec-to al Salvador y a Su divinidad surgie-ron en mí por primera vez cuando erajoven. Desde entonces, he continuadoteniendo experiencias especiales y hesentido una y otra vez el susurro inne-gable del Espíritu testificándome queJesús es el Cristo, el Hijo viviente delDios viviente. El Padre y el Hijo en ver-dad viven y sé que nos aman. La luz enla que camino es la luz de Ellos, la luzde los cielos. Que ayudemos a lograresa misma convicción en los jóvenesdel Sacerdocio Aarónico en esta grancausa de Cristo, ruego, en el nombrede Jesucristo. Amén.

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Recordatorios de servicioHemos escuchado muy buenos

consejos. El presidente Monson habosquejado para ustedes las respon-sabilidades de un obispo; los élderesBallard y Eyring han contestado pre-guntas hechas por obispos y el obis-po Burton y el élder Holland handado instrucciones respecto al cuida-do del Sacerdocio Aarónico. Tengo laseguridad de que todo ha sido demucha ayuda.

Soy consciente de que deben estarcansados, así que no me extenderémucho. Primero, quiero invitarlos ami oficina en el Edificio de laAdministración de la Iglesia aquí enSalt Lake City. Es una oficina más

grande y más bonita de lo que nece-sito o merezco. Yo no la construí, si-no que la heredé y estoy rodeado decosas interesantes que me animan ahacer lo mejor, sean cuales fueren lascircunstancias.

Aquí tengo una pequeña esta-tua del Salvador resucitado. Laestatua original más grande,esculpida por Thorvaldsen,está en Copenhague,Dinamarca, donde hacepoco estuve y la vi. Esun constante recorda-torio de Él, en cuyoservicio estamosembarcados.

Aquítengouna pe-queña estatua delprofeta José Smith,quien es mi gran inspira-ción. Testifico que en verdad él fue un profeta de Dios, preordenado para venir en este tiempode la obra del Señor a finde servir como el primerPresidente de la Iglesia,nuestro gran vidente yrevelador.

Al sentarme junto ami escritorio, detrás de mí hay uncuadro de Brigham Young. Sé que

siempre está mirando por encima demi hombro y no puedo escapar el serconsciente de ello. Una y otra vez,cuando me enfrento con un proble-ma desconcertante, le miro y le pre-gunto: “Presidente Young, ¿qué haríausted?”. Creo que me sonríe, y medice: “Ya hice mi parte, ahora ustedhaga la suya”.

Aquí hay una escultura interesanteque muestra a mi abuelo sepultandoa su esposa y a su medio hermano enalgún lugar de la vasta pradera quecruzaron en 1850 rumbo al valle deSalt Lake. En él veo la fe y la determi-nación que hicieron que tomara a supequeña niña y la trajera al valle delGran Lago Salado. Sé que no importacuán arduamente yo trabaje, nuncaserá tan fuerte como él lo hizo, y quetampoco pagaré un precio tan altopor el servicio que rindo. Él fue presi-

dente de estaca cuando sólo había25 estacas en toda la Iglesia.

Aquí está el busto de mi padre,quien también fue presidente

de estaca. Presidió la estacamás extensa de la Iglesia con

más de 15.000 miembros.Entre paréntesis, quisiera

decir que yo tambiénpresidí una estaca y

mis dos hijoshan servido

como presiden-tes de estaca, así queen nuestra familia te-nemos cuatro genera-ciones de presidentesde estaca. Creo quesé algo de lo queconlleva dicha res-ponsabilidad.

Aquí hay una pe-queña escultura inte-

resante que representa aun grupo de diáconos.Uno de ellos se ha sacadolos zapatos y son típicos

muchachos inquietos. Ellos son un

P R E S I D E N T E G O R D O N B . H I N C K L E YPresidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

A los obispos de la Iglesia

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recordatorio de nuestra obligaciónpara con el Sacerdocio Aarónico.

Justo detrás de ustedes hay uncuadro en la pared. En esta pequeñafoto estoy con Ronald Reagan, cuan-do fue presidente de los EstadosUnidos. Es un recordatorio de quequienes seguimos al Señor Jesucristotambién vivimos en el mundo deCésar.

Llamados por inspiración

Ahora permítanme cambiar estapresentación personal y hablarles demanera informal a cada uno de uste-

des como si estuvieran sentados alotro lado del escritorio.

Empiezo expresando mi amor yaprecio por ustedes. Les agradezco elgran espíritu de consagración que de-muestran. Los amo por su fe y lealtad,oro por ustedes. Ustedes, obispos,tienen una responsabilidad tan seria yexigente, y son un factor muy impor-tante en la obra de la Iglesia.

Nadie más, ni siquiera el presiden-te de estaca, ni el presidente de quó-rum, ni el presidente de misión, nisiquiera las Autoridades Generales in-fluyen tan directamente en la vida delos miembros de la Iglesia.

En los primeros días de esta obrahabía sólo un obispo, el obispoPartridge, de quien el Señor dijo: “Sucorazón es puro delante de mí, por-que es semejante a Natanael de la an-tigüedad, en quien no hay engaño”(D. y C. 41:11).

Hoy, tal como nos lo ha recordadoel presidente Monson, hay 18.641obispos en todo el mundo y 7.773presidentes de rama. Ninguno de us-tedes solicitó esa responsabilidad;ustedes fueron llamados bajo ladirección del Todopoderoso y esperoque nunca lo olviden, que el Señor losha llamado. Cuando se desanimen,

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como estoy seguro de que todos sesienten ocasionalmente, piensen en elhecho de que han sido divinamentellamados, que fueron llamados sólodespués de que su presidente de es-taca se preocupó y oró para que fueseguiado por el Santo Espíritu para se-leccionarlos a ustedes.

Cómo compartir la obra

Sé que sus cargas son muy pesa-das, lo cual ha sido evidente en estareunión. Deseo con todo mi corazónque pudiésemos hacer algo para ali-viar su carga, y lo hemos intentado.Hemos conversado sobre el asuntoen forma extensa para encontrar lamanera, pero no podemos encoger la amplitud de su responsabilidad,la cual fue establecida por el Señorcuando designó sus diversos deberes.Pero si siguen las sugerencias de estareunión de capacitación, se van a be-neficiar grandemente.

Vuelvo a recalcar que es muyimportante que deleguen todo loque puedan. Descubrirán que otrospueden llevar a cabo alguna respon-sabilidad igual que ustedes, o posi-blemente aún mejor.

El consejo que Jetro le dio aMoisés se aplica a ustedes. Se en-cuentra en el capítulo 18 de Éxodo.Moisés había asumido la responsabili-dad de juzgar todo el día, todos losdías, a medida que el pueblo le traíasus problemas. Jetro lo observó y ledijo a Moisés:

“No está bien lo que haces.“Desfallecerás del todo, tú, y tam-

bién este pueblo que está contigo;porque el trabajo es demasiado pesa-do para ti; no podrás hacerlo tú sólo.

“Oye ahora mi voz...“Escoge tú de entre todo el pue-

blo varones de virtud, temerosos deDios, varones de verdad, que abo-rrezcan la avaricia...

“Ellos juzgarán al pueblo en todotiempo; y todo asunto grave lo trae-rán a ti, y ellos juzgarán todo asunto

pequeño. Así aliviarás la carga de so-bre ti, y la llevarán ellos contigo.

“Si esto hicieres... tú podrás soste-nerte...” (Éxodo 18:17–19, 21–23).

Tienen a tantas personas con quie-nes compartir la carga: los conseje-ros, las presidencias de los quórumesde élderes, los líderes de los gruposde sumos sacerdotes, las presidenciasde la Sociedad de Socorro, las presi-dencias de los Hombres Jóvenes y delas Mujeres Jóvenes, los oficiales de laEscuela Dominical y cada miembrode su barrio. Al poner a trabajar amás personas, más aliviarán su propiacarga y al mismo tiempo traerán ben-diciones a la vida de todos los quesirven y, como Jetro le dijo a Moisés:“Tú podrás sostenerte”.

Siéntese a solas con lápiz y papel.Pídanle al Señor que les guíe.Después, anoten todas las cosas queles preocupen y vean lo que en for-ma razonable puedan delegar.

Ellos pueden cometer algunoserrores y ustedes podrían desear quelo hagan mejor. No se preocupen,ayúdenlos a hacer lo correcto y luegodéjenlos que lo hagan.

Su relación con el Santo Espíritudebe ser una estrecha relación de tra-bajo. Aun el trabajo temporal de laIglesia, lo cual les incumbe más, esde naturaleza espiritual.

El obispo que ora de rodillas esalgo hermoso. Ustedes no puedenrealizar esta obra sin la ayuda delSeñor. Él es su perenne fortaleza yno les fallará porque están sirviendoen Su causa.

La influencia de los obispos

A veces recuerdo mis años mozos.Viví en la misma casa, en el mismobarrio y con el mismo obispo desdeel tiempo en que me bendijeron debebé hasta cuando fui a la misión.Nuestro obispo sirvió durante másde 20 años. El barrio era grande y te-níamos más de 1.500 miembros.Había cinco quórumes de diáconos y,

de alguna manera, nos conocía a to-dos porque nos llamaba por nuestrosnombres y nosotros siempre nosdirigíamos a él o nos referíamos a élcomo obispo Duncan.

Nunca se le vio abrumado con laresponsabilidad de administrar tanextenso barrio; siempre me dio la im-presión de ser un hombre feliz, conuna sonrisa, con entusiasmo en sucomportamiento. Aparentemente elmundo era bueno para él; tenía unaresponsabilidad pesada en su trabajoporque fue gerente de división de ungran negocio por largo tiempo.

Tenía una maravillosa familia quenunca carecía de su atención.

Sus dos consejeros eran iguales:fuertes, capaces, alegres y deseososde trabajar.

Contemplo mi vida en ese barrio yen mi mente busco en vano a un jo-vencito o a una jovencita que no es-tuvieran activos o que no siguieranactivos durante su vida. Debió de ha-ber algunos, pero no puedo pensaren ninguno.

Repito, amábamos a nuestro obis-po; confiábamos en él. En nuestrasoraciones familiares, siempre lo re-cordábamos ante el Señor.

He tenido a muchos obispos des-de aquel entonces; ahora los barriosson más pequeños, pero todos sonadministrados en forma capaz. Cadaobispo ha sido un hombre bueno,fiel, dedicado y capaz. Los obisposdeben ser los mejores hombres en lafamilia de la Iglesia y mi experienciaha confirmado que ustedes lo son.

Consejo para los obispos

Hermanos, al concluir esta reu-nión, rápidamente quiero agregardos o tres pensamientos sobre asun-tos específicos.

A veces los obispos pasan por altoa quienes han llegado a ser indignosde tener una recomendación para eltemplo. Ellos eran dignos cuando seles dio la recomendación, pero des-

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pués fallaron en el pago de sus diez-mos o en el cumplimiento de otrasnormas. En tales circunstancias, aun-que a ustedes les sea incómodo, de-ben tratar el asunto en privado con lapersona y, si es necesario, pedirle surecomendación dándole la seguridadde que se la devolverán cuando otravez sea digna. Al hacerlo, siempre tra-ten con bondad y brinden ánimo.

Tengan en cuenta especialmente alos jóvenes. Las mujeres jóvenes sontan importantes como los hombresjóvenes. Cultiven una relación tal queellos sean directos y abiertos con us-tedes. Muchos tienen miedo de con-tarles sus desventuras a sus padres.Ustedes son los únicos a quienespueden acudir.

Ustedes saben cuán importantísi-mo es guardar las confidencias. Laconfianza depositada en ustedes esenorme y nunca la deben traicionar.

Cuando haya una confesión deabuso o informes de abuso, no du-den en llamar al teléfono de ayudapara recibir instrucciones.

Cuando haya una anotación en lacédula de un miembro, no lo llamena ninguna situación en la que puedahacer daño a otros. Esto es suma-mente importante.

Quiero recalcar otro asunto que setrató con anterioridad, esto es el ser-vicio misional.

Hemos oído algunos informes deque algunos jóvenes piensan que lamisión es tan sólo una opción y, portanto, no planifican sus vidas tenien-do en cuenta el servicio misional.Otros han interpretado que elevar lasnormas significa que sólo los jóvenesmás destacados se requieren en elcampo misional.

Necesitamos más misioneros. Elmensaje de elevar la norma en los requisitos misionales no fue una señal para enviar a menos misionerossino un llamado para que los padres ylos líderes trabajen con los hombresjóvenes más temprano para preparar-los mejor para el servicio misional y mantenerlos dignos de tal servicio.Todos los hombres jóvenes dignosque sean física y emocionalmente capaces deben prepararse para serviren esta obra tan importante.

Hay una constante necesidad dematrimonios misioneros porque reali-zan un maravilloso servicio en todo el mundo. Ustedes no tienen queesperar a que se presenten como vo-luntarios. Los sacrificios relacionadoscon el servicio al Señor a tiempo

completo bendecirán abundantemen-te a los matrimonios, a sus familias ya la gente a la que sirvan.

Con respecto a las misioneras jó-venes, ha habido un malentendidosobre un consejo anterior acerca delservicio de las hermanas solteras co-mo misioneras. Necesitamos algunasjóvenes; ellas realizan un trabajo des-tacable y llegan a hogares a los quelos élderes no pueden llegar, perodebe tenerse en cuenta que las her-manas jóvenes no tienen la obliga-ción de ir a la misión. No debenpensar que tienen un deber compara-ble con el de los jóvenes, pero algu-nas desearán ir. Si es así, ellas debenbuscar el consejo de su obispo y desus padres.

Ahora, ésta es la clase de cosas delas que sólo ustedes pueden hacersecargo.

El servir con integridad

Hay otro asunto delicado quequiero mencionar. Si ustedes y su fa-milia necesitaran alguna vez ayuda debienestar, traten el asunto en formaconfidencial con su presidente deestaca y sigan su consejo.

Tengan cuidado, hermanos.Ustedes son los siervos del Señor,son los obispos de los barrios y el ad-versario sabe que si puede desviarlosa senderos prohibidos habrá logradogran parte de su obra de maldad.Rechacen la tentación, manténgansealejados de cualquier clase de peca-do, vivan de acuerdo con las más ele-vadas normas del Evangelio, vivancon integridad todo el tiempo y entoda circunstancia.

No descuiden a su empleador nise aprovechen de él; denle la medidacompleta por la compensación queles brinda; no usen el tiempo de él nisus propiedades para realizar su ser-vicio de obispo.

Repito lo que ya se ha dicho, nodescuiden a su familia. Parafraseando

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al Señor: “¿De qué le sirve al hombreque salve a su barrio y pierda a sufamilia?”.

Programen su tiempo para querealicen sus noches de hogar. Sonmuy importantes y serán el mediopara proteger a su familia a través de los años. Pasen tiempo con suamada compañera. No pueden teneréxito como obispo sin la ayuda de suesposa.

Una experiencia de regocijo

Ahora, mis queridos hermanos,que el cielo los favorezca. Éste es untiempo extenuante en su vida, perohay gran regocijo y satisfacción tam-bién. Llegará el momento cuando sean relevados y en ese momentosentirán en su corazón una tristezaprofunda y dolorosa y se darán cuen-ta de que el Señor habrá estado conustedes, de que habrán tenido unaexperiencia rica y maravillosa, de quehabrán sobrepasado su capacidad natural debido a la ayuda del Señor

y de que habrá sido una de las expe-riencias de más gozo en toda su vida.

Repito, les hago llegar mi amor.Cuánto amo a los obispos de estaIglesia y a los presidentes de ramatambién. Les dejo mi bendición y misoraciones, a fin de que sean fortaleci-dos para la obra y para que por me-dio de ese fortalecimiento ustedesprogresen como nunca antes.

Que Dios los bendiga, mis herma-nos. Lo ruego todo en el sagradonombre del Señor Jesucristo. Amén.

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