REVISTA DEL COMANDO CONJUNTO DE LAS FUERZAS ARMADAS DICIEMBRE 2010

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Capitán de Navío (r) César Linares Velásquez Director Coronel EP (r) Tomás Delgado Arenas Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2010-16982 Las ideas y opiniones publicadas en esta revista son de ex- clusiva responsabilidad de los autores. No necesariamente reflejan los puntos de vista del Comité Editorial, de la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas, del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas ni del Ministerio de Defensa. Coronel FAP (r) Ricardo Vilches Raa

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Escuela Superior de las Fuerzas ArmadasSito en Avenida Escuela Militar s/n, Bajada de Agua Dulce, Chorrillos.Asistente de editor: Licenciada Carmen Masías Guillén.Fotografía: Ivan Coba Calle, archivo CCFFAA.Coordinador de distribución: TC1 FAP Alberto Reyes Jara.Control de calidad: Roxanna Salcedo Poblete.Impresión: Heralmol SRL

Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2010-16982Las ideas y opiniones publicadas en esta revista son de ex-clusiva responsabilidad de los autores. No necesariamente refl ejan los puntos de vista del Comité Editorial, de la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas, del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas ni del Ministerio de Defensa.

REVISTA DEL COMANDO CONJUNTO DE LAS FUERZAS ARMADAS

“Maqueta de la futura Escuela Superior de las Fuerzas Armadas”

Presentamos con gran expectativa la maqueta de la futu-ra sede de la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas, importante proyecto de inversión de lo que será el mayor centro académico militar del país.

La escuela se levantará en un terreno de 2.5 hectáreas del Lote 4 del Cuartel General del Ejército, en el distrito de San Borja. La infraestructura contará con áreas adminis-trativas, de servicio, alojamientos y deportivas.

Las obras civiles han sido proyectadas bajo una concep-ción acorde a las exigencias académicas del Programa Académico de Comando y Estado Mayor para un alum-nado promedio anual de 150 ofi ciales provenientes de las tres Instituciones Armadas, de la Policía Nacional del Perú, así como eventuales ofi ciales extranjeros invitados.

Coronel EPÓscar Dextre Fernández

Director de la Escuela Superior FFAAPresidente del Comité Editorial

Capitán de Navío (r)César Linares Velásquez

Director

Capitán de FragataHéctor Trigoso Medina

Editor

COMITÉ EDITORIAL

Coronel EP (r)Tomás Delgado Arenas

DoctorLuis García Corrochano Moyano

Contralmirante (r)Eloy Ledesma Rebaza

Capitán de Navío (r)Rafael Luna Aubry

DoctorFabián Novak Talavera

Capitán de Fragata (r)Jorge Ortiz Sotelo

Mayor General FAP (r)Jorge Rendón Castro

Capitán de Navío (r)José Sifuentes Espinosa

Coronel FAP (r)Ricardo Vilches Raa

General de Brigada EP (r)Juan Emilio Yepes del Castillo

Año 4 - Nº 3 DICIEMBRE 2010

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EDITORIAL ...................................................................................................................................................................1

EL CONTROL DEL MAR Y SU RELACIÓN CON LAS OPERACIONES NAVALES .............................................3Capitán de Navío Luis R. Adawi CáceresEl artículo revisa la aplicabilidad del control del mar en las operaciones navales que ocupan a las fuerzas navales en el siglo XXI. Incluye la visión particular del concepto del control del mar visto en los diferentes niveles: estratégico, operacional y táctico; además de establecer la diferenciación entre control del mar y control del tráfi co marítimo, este último presente como una acción rutinaria de control jurisdiccional de un Estado. Como corolario del artículo, el autor propone los grados de control que se requieren para diferentes tipos de operaciones navales según los requerimientos de las armadas del presente siglo.

NUEVO ELEMENTO DE GOBERNABILIDAD: LA POLÍTICA ECONÓMICA EN LA GUERRA .........................13Economista Oscar Ricardo Alegre ValdezLa economía estudia el campo de las infi nitas necesidades confrontando los recursos escasos y, con esto en mente, ha desarrollado la teoría y el instrumental para que pueda aplicarse a muchas situaciones de la actividad del mercado, en este caso, nada se opone para que pueda ser aplicado al campo de la Defensa Militar. El criterio económico aplicado a las adquisicio-nes, al mantenimiento de la fuerza y al esfuerzo económico para la guerra, es un elemento que contribuye a la gobernabilidad con relación al sector Defensa y a la Seguridad Nacional.

TRAICIÓN A LA PATRIA CONSTITUYE UN DELITO DE FUNCIÓN ..................................................................21César Aliaga CastilloEl autor, quien fue el encargado de la defensa jurídica del Fuero Militar Policial en la contien-da de competencia contra el Poder Judicial por el juzgamiento del presunto espía Técnico FAP Ariza Mendoza, nos explica el desarrollo de dicho proceso y las razones jurídicas por las que la jurisdicción militar conoce actualmente este caso de espionaje.

RELACIONES CÍVICO MILITARES, RECONSTRUCCIÓN DEL ESTADO Y DE LA DEFENSANACIONAL - REGIONAL Y CONTINENTAL .........................................................................................................33General de Brigada Ejército argentino Heriberto Justo AuelEste artículo aborda el tema de las relaciones civiles-militares en tanto condicionantes de la cohesión sociopolítica y del desempeño institucional del Estado como prerrequisitos de la efi cacia de un sistema de Defensa Nacional. Se centra en el caso argentino, si bien la discusión es válida, al menos parcialmente, para otros países de la región y extrapola las conclusiones al problema de la defensa regional-continental.

LA COMISION DE LA VERDAD Y RECONCILIACION Y EL PROYECTO DEL LUGARDE LA MEMORIA ................................................................................................................................................... 43Vicealmirante (r) Javier E. Bravo VillaránEl artículo analiza el Informe Final de la Comisión de la Verdad, documento base para el de-sarrollo del proyecto del Lugar de la Memoria, el cual perennizará esta etapa de la historia del Perú, para las futuras generaciones.

Revista académica destinada a difundir e incrementar los conocimientos que contribuyen a la generación de una cultura de Defensa y Seguridad, acorde al patrimonio que posee la Nación.

Esta publicación es editada por la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas.

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SECTOR PÚBLICO: ¿POR QUÉ TRAZAR OBJETIVOS DE GESTIÓN? ........................................................... 55Comandante FAP Juan Jordán AltamiranoLos objetivos son como puntos de chequeo que permiten apreciar la materialización de las visiones de las organizaciones, de allí la relevancia de cómo desarrollar adecuadamente ob-jetivos cuantifi cables, que permitan visualizar el compromiso de la gestión con una mejor condición futura de la organización. La importancia de este tema, el impacto en las organiza-ciones, es el punto analizado desde varios ángulos en el presente artículo.

EL CAMBIO CLIMÁTICO Y LAS POSIBLES AMENAZAS A LA SEGURIDAD NACIONAL ........................... 63Mayor FAP Guillermo G. Lazo AlatristaEl artículo muestra una visión general de cómo el cambio climático, evidente en nuestros días, representa una amenaza que atenta no solamente contra algunos factores como la seguridad alimentaria, la salud humana, la fl ora, la fauna y el bienestar, aumenta también el grado de exposición de la sociedad en su conjunto a fenómenos meteorológicos extremos, además de constituirse como la posible amenaza que representa contra la seguridad nacional y que re-dundará directa y negativamente en el desarrollo socioeconómico de un Estado-nación. El Perú, no está exento de esta amenaza, más aún teniendo en cuenta que será el tercer país más afectado por el cambio climático a nivel mundial.

LA GLOBALIZACIÓN Y SUS EFECTOS EN EL NUEVO ORDEN MUNDIAL ................................................... 69Contralmirante (r) Eloy Ledesma RebazaLa "Globalización"-como proceso que viene de antiguo- en la actualidad se convierte en el nuevo campo de la lucha geopolítica y geoestratégica de las grandes potencias. Este proceso, dependiendo del poderío de los países que han intervenido en él, ha evolucionado a través del tiempo principalmente en el campo de las Relaciones Internacionales, que el autor analiza en detalle.

VIGENCIA DE LA GUERRA NAVAL ……………….……………... ................................................................ 81Capitán de Fragata Juan Carlos Llosa PazosLa guerra naval moderna no puede ser concebida de manera aislada, aunque debe conservar sus principios fundamentales de búsqueda, detección identifi cación, seguimiento y ataque individual, asistido o en forma conjunta con unidades aéreas de combate.

SIN CALCOS NI COPIASVigencia del pensamiento del general José Del Carmen Marín entiempos de globalización ……………….……………... .............................................................................. 87Crl EP Marco Antonio Merino AmandEl nivel del profesionalismo militar peruano y los éxitos alcanzados a través de la historia, han estado ligados al grado de desarrollo de la ciencia militar, su método de investigación y modo de aplicación. El general de división José Del Carmen Marín Arista, a mediados del siglo veinte, brindó un gran impulso a este crecimiento al plantear un método de estudio de las rea-lidades complejas, puso énfasis en que siempre debemos tener en cuenta la realidad del país como producto de su ubicación geográfi ca y proceso histórico, tanto en el estudio y análisis del problema, como en el planteamiento de la solución. El proceso actual de la globalización o mundialización de ningún modo nos exime en reconocer las diversidades y particularidades que distinguen a la Nación peruana.

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LA JUSTICIA MILITAR EN EL DERECHO COMPARADO:Delito de función en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos yla Organización de la Jurisdicción Militar en América y Europa ……………….……………... ......... 93Contralmirante CJ (r) Carlos Enrique Mesa AngostoExposición del Contralmirante Carlos Mesa Angosto ante la Asociación de Magistrados de las Justicias Militares Estatales (AMAJME) en el marco del “XI Congreso Nacional de las Justicia Militares, que se llevó a cabo en Salvador, Brasil , la primera semana de Noviembre 2010.

FUERZAS ARMADAS Y SU COMPROMISO CON LAPROTECCIÓN DEL MEDIO AMBIENTE ……………….……………... ...................................................... 105

Teniente Coronel EP Víctor Arturo Miranda AlfaroEl compromiso de las Fuerzas Armadas con la protección del medio ambiente se pone de manifi esto en los actuales retos que tienen las sociedades modernas, donde se desarrollan actividades que sintetizan respuestas concretas, a esta interrogante que es un problema que en el tiempo podría inducir a confl ictos, el mismo que compromete a un país y sus Fuerzas Armadas.

LA ESCUELA SUPERIOR DE LAS FUERZAS ARMADAS ……………….……………... ......................... 113

Nota informativa

ILUSTRACIONES

Orígen de los Himnos de las Instituciones Armadas y Policiales

Himno de las Fuerzas Armadas .........................................................................................................2 Himno del Ejército del Perú .............................................................................................................20Himno de la Marina de Guerra ........................................................................................................32 Himno de la Fuerza Aérea del Perú ................................................................................................64 Himno de la Policía Nacional del Perú ..........................................................................................80Himno del Centro de Altos Estudios Nacionales,CAEN ............................................................86Himno del Colegio Militar Leoncio Prado ..................................................................................104Marcha de Banderas .......................................................................................................................112

Se permite la reproducción de los artículos dándole el crédito a la Revista del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas.Web: www.esffaa.pe E-mail: [email protected]éfonos: 251-8294 / 9755-94569. RPM revista: *954087

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EDITORIAL

2010, queda atrás un año más que lectivo marcado por una intensa actividad editorial desarrollada, dejando una sensación de haber cumplido la tarea con la entrega de esta tercera revista editada en Diciembre.Ha sido un año fructífero en artículos, pues hemos superado ediciones de años anterio-res, contabilizando un total anual de 40 colaboraciones, motivo sufi ciente para extender nuestras sinceras felicitaciones a cada uno de los autores, verdaderos animadores para la vigencia de nuestra revista.Las universidades del país constituyen un punto de destino muy importante en nuestro programa de difusión, en ese sentido reconocemos su contribución profesional por los temas publicados; ello demuestra fehacientemente que existe un real interés del público no castrense de involucrarse con la temática militar, interrelación de mutua sintonía con los objetivos maestros de la Revista.Otro aspecto de singular connotación de este año, es haber comprobado una creciente colaboración del binomio profesor-alumno, traducido en sendos artículos, como resul-tados de diversas áreas de la currícula académica.En esta edición, nos es grato dar una calurosa bienvenida a un colaborador de una re-pública amiga. Se trata del señor General de Brigada en retiro del ejército argentino He-riberto Justo Auel, miembro fundador del Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires (IIEBA) y su presidente desde 1988, poseedor de una vasta experiencia militar con dedicación exclusiva en la docencia. Auguramos una próxima serie de artículos especia-lizados suyos.La portada de esta edición trae una especial novedad, escapa de las acostumbradas obras pictóricas, pero con gran satisfacción queremos publicitar antes ustedes distingui-dos seguidores, la maqueta de lo que será en un corto plazo la nueva sede de la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas, ubicada en un espacio ya defi nido en las instalaciones del Cuartel General del Ejército situado en el distrito de San Borja.La comunidad militar ofrecerá una escuela propia, adulta, de visión conjunta para los Programas Académicos de Comando y Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, más otros cursos de perfeccionamiento en las materias disponibles tanto por el Ministerio de Defensa o el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas.Nuestra revista, se suma al sinnúmero de felicitaciones expresadas al máximo represen-tante de las letras peruanas, el Doctor Mario Vargas Llosa, recientemente galardonado por la Academia Sueca con el premio Nobel de Literatura 2010.Finalmente, dejarles la feliz noticia que el 2011 será un año de vital trascendencia, cuyo punto de partida allá por el año 2007 nos llevó al reto profesional de editar una publi-cación tipo revista de equilibrado contenido académico mediante la participación de autores civiles y militares. Junto con todos ustedes estaremos celebrando cinco años continuados de labor editorial.

El director

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oincidiendo con lo expresado por Sir Julian Corbett1 en sus

teorías, el control del mar tiene un fin ulterior que va más allá del sim-ple éxito en haber conseguido el con-trol de una determinada área; es el empleo de tal área controlada para un propósito específico deseado por las fuerzas propias.

Propósitos que se traducen en el control de las líneas de comunicacio-nes marítimas y en el control de un área para operaciones anfibias, como lo han sostenido coincidentemente

los clásicos teóricos de la estrategia marítima; conceptos que hoy con-tinúan siendo aplicables pero que requieren de una ampliación de la concepción operativa para poder adaptarse adecuadamente a la rea-lidad de las armadas del siglo XXI. Tal como lo refiere el Contralmirante Jasón Saavedra2: «Hay que tener en cuenta, sin embargo, la época en que sus autores escribieron [refiriéndose a diferentes teóricos de la estrategia naval analizados en su artículo], de entonces a la fecha algo de agua ha corrido bajo el puente de la estrate-gia.» (2007:7)

Las operaciones actuales que ocupan las doctrinas de las armadas del siglo XXI, van desde las clásicas operaciones centradas en el enfren-tamiento contra amenazas constitui-das por otros Estados, es decir por otras armadas; hasta aquellas que se avocan a la seguridad marítima, en las que se presentan como amenazas actores no estatales.

Las teorías de control del mar como han sido presentadas clásica-mente por la época en que fueron planteadas, no han podido pues ocuparse de los problemas que hoy se enfrentan en la búsqueda de la seguridad marítima, la que tiene como fin ulterior asegurar el buen uso del mar. Geoffrey Till3 al respec-

EL CONTROL DEL MAR Y SU RELACIÓN CON LAS OPERACIONES NAVALES

Capitán de Navío Luis R. Adawi Cáceres

Capitán de Navío califi cado en Guerra de Su-perfi cie, Electrónica y Comunicaciones, actual Director del Centro de Entrenamiento Táctico Naval. Su principal experiencia se centra en el área de operaciones navales y comunicaciones.

Ha ejercido los cargos de Comandante y Se-gundo Comandante de unidades tipo Corbeta Misilera; a lo largo de su carrera ha sido ofi cial de los estados mayores del Comandante de la Fuerza de Superfi cie, del Comandante General de Operaciones del Pacífi co, del Jefe del Co-mando Conjunto de las Fuerzas Armadas y del Comandante de la Tercera Flota de los EEUU.

Se encuentra dedicado a la enseñanza desde el año 2001 como profesor de cursos relacio-nados con operaciones navales y planeamiento naval operativo, ejerciendo la docencia en la Escuela Naval del Perú, Escuela de Guerra de Superfi cie, Escuela de Perfeccionamiento para Ofi ciales, Escuela Superior de Guerra Naval y Escuela Superior de las Fuerzas Armadas.

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to refiere: «…por muy avanzado que pueda este pensamiento tradicional estar modificado [refiriéndose a las redefiniciones y correcciones de los conceptos tradicionales], no cubre directamente una cantidad de pro-blemas que realmente tienen que enfrentar día a día las armadas del mundo, tales como la piratería, pa-trullas contra la inmigración ilegal, protección de pesca, etc.» (2009:82)

En el presente artículo sobre el control del mar y su relación con las operaciones navales, plantearemos los fines que persigue el control del mar como teoría estratégica; basán-donos en lo expresado al principio de la presente introducción, la ne-cesidad de obtención de este control para un propósito ulterior deseado. Asimismo revisaremos los diferen-tes tipos de operaciones navales que consideran las fuerzas navales del siglo XXI, así como aquellos consi-derados en nuestra doctrina; y su relación con el grado y forma de control del mar requerido para su conducción.

Concepto de control del mar, fi nalidad y características

R e v i s e m o s , para empezar, el concepto que so-bre el particular refi ere Geoff rey Till, en su más re-ciente obra: «La recompensa real de tener el dominio, o el con-trol del mar es la

capacidad de utilizarlo para los propios propósitos estratégicos y negar su uso a cualquier adver-

sario. En líneas generales, hay dos grupos de usos estratégicos: la capacidad de proyectar el po-der militar a tierra, y usar el mar como medio de transporte. Cada uno tiene su imagen espejo –evi-tar que algún otro use el mar con-tra nosotros con cualesquiera de los dos propósitos» (2009:184)

Como podemos ver en tal concep-ción, el control del mar es un objetivo de la estrategia naval que busca como propósito fi nal la utilización del área de mar controlada para un fi n ulterior, generalmente estratégico-operacional. Es decir, que el objetivo de control del mar perseguido en un confl icto, gene-ralmente se ubica en el nivel operacio-nal; buscando con el cumplimiento de éste, contribuir al logro del objetivo estratégico-operacional principal o fa-cilitar el alcance del objetivo estratégi-co militar establecido.

¿Podríamos afi rmar, entonces, que el control del mar como se encuentra defi nido no guarda relación con los ob-jetivos bosquejados en el nivel táctico de la guerra en el mar? La respuesta es un tanto confusa, dado que si bien el nivel táctico no establece como objetivo el control del mar, las operaciones o ac-ciones tácticas ejecutadas en este nivel guardan una estrecha relación con el logro del objetivo de control del mar, en el sentido de que tales acciones se con-centran en objetivos que coadyuvarán al logro del mismo.

En su última publicación, Milán Ve-go4 refi ere sobre el control del mar como objetivo lo siguiente:

«En teoría el control del mar y la disputa del mismo, puede ocurrir en un nivel estratégico, operacio-nal y táctico. El control del mar

Geoff rey Till.

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estratégico abarca el control del tea-tro marítimo en su totalidad, mien-tras que el control de una parte ma-yor de este teatro representará el control en el ni-vel operacional. El control táctico del mar se refi ere

al control de una zona o sector de combate marítimo, aunque a veces puede abarcar un área de operaciones marítima. Sin em-bargo, en términos prácticos, el objetivo debería estar centrado en el control y disputa del mar en el nivel estratégico y operacional; más no en el táctico.» (2009:25)

El control del mar persigue entonces un propósito que no solo va más allá del control del área en sí misma, sino que se materializará en el uso que se le dé al área bajo control de la fuerza naval; uso que podrá estar centrado netamen-te en lo marítimo, como podrá derivar a operaciones subsiguientes en el ámbito terrestre.

En este siglo XXI, las preocupaciones de las armadas ya no se centran estricta-mente en el combate contra una armada enemiga, sino se ocupa en adición del combate con otras amenazas constituidas por actores no estatales que cometen deli-tos de impacto transnacional que afectan a la seguridad nacional de diferentes Es-tados y por ende a su normal desarrollo. Delitos tales como el tráfi co de drogas, la pesca ilegal, el contrabando, la piratería marítima, el terrorismo marítimo, la tra-ta de personas, por hablar de aquellas de mayor repercusión en nuestro ámbito re-gional así como en el global.

Estas últimas funciones, coincidien-do con Till (2009), se encuentran dentro de aquellas que deben de enfrentar coti-dianamente las armadas del mundo. No creemos que los ejemplos sean tan ne-cesarios para evidenciar tal afi rmación, simplemente revisemos las noticias sobre los sucesos en el Golfo de Adén, o sin ir muy lejos la operación naval ejecutada por nuestra fuerza naval en el año 2001 para la captura de una fl ota pesquera de una empresa extranjera en actos de pesca ilegal; así como los esce-narios que año tras año afrontan en la fi cción nuestras fuerzas navales desple-gadas en operaciones multinacionales en diferentes ejercicios.

Como vemos muchas de las “nuevas funciones”5 derivan de una necesidad de resguardar la economía del Estado, y en estas vemos también que las acciones contra tales amenazas buscan el control del mar para asegurar que las líneas de comunicaciones marítimas no sean amenazadas; es decir el fi n ulterior es el mismo clásico concepto, continuando vigente la máxima que Walter Raleigh planteará en el siglo XVI: «Aquel que domina el mar domina el comercio, el que domina el comercio del mundo

OPERACIONES MILITARES

Walter Raleigh.

Milán Vego.

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controla las riquezas del mundo y, en consecuencia, el mundo mismo».6

¿Podríamos sostener entonces que el concepto clásico de control del mar hoy en día no se limita al uso que se le pueda dar en la guerra, sino que abarca todas aquellas situaciones en las que se podría ver afectada la seguridad nacio-nal de un Estado?

Si bien el control marítimo es una actividad efectuada principalmente en tiempo de paz, abocada al control efec-tuado por los Estados de toda actividad marítima – pesca, explotación de recur-sos, transporte marítimo, entre otras relacionadas – en su área de respon-sabilidad marítima; el control del mar es un objetivo trazado en situaciones de guerra. Habría que considerar que en este nuevo siglo al afectar los actos perpetrados por actores no estatales el normal desarrollo de los Estados, cons-tituyen tales amenazas impedimento para el cumplimiento de los objetivos de desarrollo, así como un riesgo para las personas que sufren directamente ataques en el mar; por consiguiente se constituye en una preocupación para la seguridad nacional.

Al respecto, Hill7 (1990) expre-sa que los Estados también suman a sus intereses vitales el progreso de sus nacionales, por consiguiente todo aquello que impida el logro de sus objetivos trazados para tal fin, es una amenaza para el Estado como tal.

Sustentaremos un poco más la respuesta a la interrogante sobre control del mar y control marítimo.

Till (2009) refiere a cuatro atri-butos del mar que han dirigido los

roles navales desde siglos atrás, los mismos que continuarán dirigién-dolos en el presente siglo: el mar como dominio, el mar como recur-so, el mar como transporte y el mar como información. El primero de és-tos centrado en los conflictos entre Estados, y los otros tres con mayor incidencia en afrontar amenazas de actores no estatales, sin restar posi-bilidad de que algunos de estos tres últimos puedan representar amena-zas generadas por otros Estados. El control del mar dentro de estos roles buscará, por consiguiente, asegurar el buen uso del mar –“good order of the sea”, como lo refiere Till en su misma publicación.

El mar como dominio requerirá del control del mar para los objetivos estratégicos-operacionales que se determinan como parte del conflic-to, normalmente estos continuarán ocupándose de asegurar el empleo de las líneas de comunicaciones ma-rítimas propias, de la proyección del poder militar sobre tierra; así como de sus contrapartes negativas que son las de impedir el libre uso de sus líneas de comunicaciones marítimas por parte del enemigo, así como de impedir que el enemigo pueda pro-yectar su poder militar sobre nues-tros territorios.

El mar como recurso, buscará el control del mar para asegurar la ex-plotación o extracción de los recur-sos naturales de los mares pertene-cientes al Estado, sobre los cuales todo estado ribereño tiene derecho reconocido internacionalmente has-ta las 200 millas desde sus fondos hasta la superficie, y más allá de es-tas únicamente sobre los fondos en circunstancias especiales.

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El mar como transporte, busca-rá el control del mar para asegurar el empleo de las rutas comerciales marítimas, que no son diferentes en concepto al de las líneas de comuni-caciones marítimas referidas ante-riormente; estás líneas comerciales abarcan el mar por donde circulan los transportes marítimos comercia-les de interés, así como los puertos en donde éstos se encuentren.

El mar como información buscará más que controlarlo, el asegurar su empleo clásico para el intercambio de información cultural y desarrollo tecnológico entre las naciones, los usos en la investigación científica para provecho del Estado, así como el asegurar los medios de intercam-bio de información que por éste cir-culan. Quizás encontremos en este atributo, una menor relación en el objetivo de control del mar.

Como podemos apreciar la nece-sidad del control del mar, hoy en día no podría ser acotada a situaciones de guerra estrictamente.

Necesidad en la obtención del control del mar

Si la necesidad de obtención del control del mar, en términos sim-ples, es buscada para emplear el mar en provecho propio, presentándose tal necesidad cuando el uso normal de determinada área de mar o es-pacio marítimo ha sido amenazado por algún ente ajeno al propio Es-tado afectado; entonces los actos de piratería marítima y terrorismo ma-rítimo principalmente, al amenazar directamente al comercio marítimo, constituyen una preocupación para el desarrollo comercial de los Esta-

dos afectados, la que tiene que ser atendida por la estrategia de seguri-dad nacional de tales Estados.

La realidad actual vivida en el “cuerno de África” ha llevado a que diferentes Estados conformen una fuerza naval compuesta por una treintena de medios desplegados, con el objetivo de mantener el con-trol del mar del área asegurando el tráfico marítimo que transita por el área afectada.

Podríamos concluir, sin pecar de simplistas, que el control del mar es un objetivo buscado para asegurar un propósito estratégico establecido por el propio Estado; este propósito estra-tégico no se encuentra temporalizado por períodos de paz o guerra, sino que se encuentra defi nido por los intereses y objetivos nacionales que el Estado se ha trazado para su desarrollo. Por consiguiente, toda situación en la que el uso del mar para los intereses del Estado se vea amenazado en una mag-nitud que requiera el uso de medios navales para neutralizar y acabar con tal amenaza, requerirá que el Estado bosqueje estrategias y diseñe planes para obtener el control del mar en el área afectada.

Para terminar con la idea plasma-da, las actividades de control de trá-fi co marítimo se centran en aquellas ejecutadas como parte de las activi-dades cotidianas de policía marítima que todo Estado efectúa con sus me-dios de control marítimo, en nuestro caso con el Servicio de Capitanías y Guardacostas. Esto quiere decir que el normal y buen uso del mar no ha sido amenazado por algún acto contrario, sea este perpetrado por otros Estados o por grupos delincuenciales.

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Tipos de operaciones navales y sus objetivos

Vego (2009), refiere dos objetivos principales en los que giran las accio-nes de combate en el mar, uno por el lado del bando más fuerte centrado en la obtención del control del mar, y el otro por el lado del más débil, el cual se limitará a la negación de la obtención de tal control. Los otros objetivos operacionales que perse-guirán las armadas serán aquellos que buscan el mantener y si es posi-ble expandir el control obtenido del mar.

Existirán asimismo muchos más objetivos de menor intensidad o de menor proporción, según amplía el mismo autor, los cuales podrán ser ejecutados contra fuerzas de otro estado, así como contra fuerzas irre-gulares o actores no estatales. Estos objetivos igualmente perseguirán la obtención en mayor o menor medida de un grado de control o negación del control del mar.

Por un lado podemos ver en los conceptos de Vego la disputa que na-turalmente siempre existirá en el mar, tal como lo conceptuó Corbe (1936), al afi rmar que el estado natural del mar es un mar en disputa. Como tal esta situa-ción es un paso previo y obligado para obtener el control del mar.

Corbe sostuvo en sus teorías tres tipos de operaciones navales: las orien-tadas a obtener el dominio, aquellas que se centran en la disputa del domi-nio, y las que se ocupan del ejercicio del mar dominado. Cabe anotar que, como refi riéramos anteriormente, el término actualizado conforme al pasar de los tiempos; cambió de dominio al de control. Por ende, podríamos divi-dir estas operaciones típicas de Corbe en: operaciones para la obtención del control, para la disputa del control y para el ejercicio del control.

Para la disputa y obtención del con-trol, existen prácticamente tres métodos o formas de operar: batalla decisiva, fl o-ta en potencia y bloqueo naval. Mien-tras que una vez obtenido, nos concen-

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tramos en mantenerlo para el propósito que se buscaba; comprendiendo las si-guientes formas de operar: protección de las líneas de comunicaciones pro-pias, ataque de las líneas de comunica-ción del enemigo, proyección del poder militar sobre tierra, defensa contra la invasión del enemigo.

Cada uno de estos métodos o formas de operar abarcan según nuestra doc-trina y la mayor parte de las doctrinas navales del mundo, una serie de opera-ciones navales que requerirán de cier-tos grados de libertad de acción para poder ser ejecutadas. Pudiendo asociar, coincidentemente con Milán Vego, que el control del mar en términos de ope-raciones navales se refi ere a la libertad de acción que obtienen las fuerzas para poder actuar en un tiempo y espacio determinados.

Grados y formas de control requeridos para la ejecución efi ciente de los diferentes tipos de operaciones

Coincidiendo con lo mencionado por diferentes autores, el control del mar como parte de un diseño operacio-nal tiene infl uencia de los factores de tiempo, espacio y fuerzas del arte ope-racional. Como tal, el control del mar manifestará diferentes grados en fun-ción de la característica de cada uno de tales factores.

Vego (2009) igualmente hace una di-visión del grado de control en función de tales factores del arte operacional:• En función del espacio: control ge-

neral y local.• En función del tiempo: control per-

manente y temporal.• En función de las fuerzas: control

absoluto y en disputa.

Podríamos considerar a la suprema-cía marítima como un control absoluto, permanente y general; y a la superiori-dad marítima como un control absolu-to, permanente y local. La primera su-mamente difícil de obtener, a excepción de la existencia de una fuerza inmensa-mente superior a la otra, sin embargo resulta aún difícil alcanzarla. Para el caso de la superioridad, esta si es más realizable, siendo un requisito necesa-rio obtenerla para conducir con mayor probabilidad de éxito, operaciones anfi -bias por ejemplo.

El Almirante Eccles de la Arma-da de EEUU, según es citado por Till (2009:152), plantea los siguientes tipos de control del mar expresándolos en función del grado de libertad que alcan-za la fuerza naval:• Control absoluto (dominio del mar):

libertad total para operar.• Control funcional: se tiene un ele-

vado grado de libertad, debiendo el enemigo asumir altos grados de riesgo para disputar el control.

• Control en disputa: cada bando opera con riesgo considerable. Se hace necesario establecer control funcional por áreas específi cas y tiempos limitados para la ejecución de operaciones con gran probabili-dad de éxito.

• Control funcional del enemigo: in-verso al funcional anterior.

• Control absoluto del enemigo (do-minio del mar): inverso al absoluto anterior.

Ahora, cabe resaltar, que el control del mar implica el control de un espacio tridimensional, es decir de la superfi cie del mar, el espacio sub-acuático – bajo la superfi cie del mar –, y el aéreo – so-bre la superfi cie del mar. Esta necesidad de control tridimensional, es el princi-

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pal limitante de su posibilidad de lo-grar y mantener el requerido control; razón en la cual encontramos el susten-to de la condición que dan los teóricos estratégicos a la fuerza naval más fuerte para buscar la posibilidad de control del mar.

Por el contrario, la negación del con-trol del mar se centrará en la negación o impedimento para que el contrario pueda alcanzar el control en algunas de esas tres dimensiones. Siendo como es lógico, una labor que involucra menor esfuerzo y por ende menor costo; razón por la cual, las mismas teorías estraté-gicas la atribuyen como la posibilidad más sensata de una fuerza naval débil.

Tomando las clasifi caciones antes referidas plantearemos las siguientes condiciones de gradualidad requeridas para conducir las operaciones especifi -cadas:• Operaciones anfibias: requerirá

obligadamente de una superiori-dad marítima, es decir del mayor grado de libertad de acción po-sible en el área designada para las operaciones anfibias; estando tal grado supeditado a la com-plejidad del tipo de operaciones anfibias en cuanto al tiempo de ejecución de la misma.

• Operaciones de protección de tráfico marítimo: control tempo-ral y local delimitado por el área en la que se va moviendo el con-voy, o en la que se mueven los bu-ques comerciales. En el caso que la propia fuerza tenga un control funcional en las áreas donde está presente el tráfico marítimo de interés, la libertad de acción que se consiga condicionará el éxito de éste tipo de operaciones. En caso contrario, cuando exista

una posibilidad de disputa, las operaciones tendrán su mayor riesgo en los puntos de confluen-cia o focales del tráfico marítimo (pasos obligados cercanos a islas o territorio no seguro, canales y estrechos, puertos).

• Operaciones de ataque al tráfi co marítimo enemigo: si se tiene un control en disputa será necesario una óptima evaluación y gestión de riesgos para poder aceptar la mi-sión. Si se tiene un control funcional deberá buscarse efectuar el ataque en el momento y lugar en el que se tiene mayor superioridad relativa.

• Operaciones de defensa del territo-rio: en el siglo XXI la situación es de mayor complejidad, al existir po-sibilidad de ataque sobre objetivos en tierra desde distancias mayores a los 3,000 km; hecho que obliga a buscar ganar el control de aquellas áreas desde donde se podrían afec-tar con tal capacidad los objetivos vitales propios o un mayor número de objetivos importantes.

• Operaciones de seguridad marí-tima: entendidas como aquellas centradas en mantener el buen uso del mar. Control funcional al me-nos, dado que el control absoluto es sumamente difícil de poder con-seguirse debido a la naturaleza de la amenaza. Sin embargo, cabe re-saltar que habría que diversifi car las áreas de control funcional en función del tipo y grado de la ame-naza; ya que normalmente este tipo de amenazas buscará actuar donde no hay control.

Conclusiones

• Los conceptos teóricos tradiciona-les sobre estrategia marítima refe-rentes a control del mar continúan

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vigentes y son de entera aplicabili-dad para el presente siglo XXI.

• Existen autores, que sostienen que a pesar de que las guerras del siglo XX han actualizado y modifi cado los conceptos tradicionales; estos aún se encuentran lejos de cubrir los problemas que día a día deben afrontar las armadas del mundo, tales como piratería, pesca ilegal, así como otros ilícitos en el mar. Sin embargo, reiterando lo manifestado en el párrafo precedente, creemos que en lo referente al propósito del control del mar este sigue vigente en similares dimensiones.

• Son pues los propósitos ulteriores del control del mar el empleo de las líneas de comunicaciones ma-rítimas propias y la proyección del poder militar sobre tierra. Concep-ción que, sostenemos, se da tanto en operaciones de combate – las li-bradas contra otros Estados; como en operaciones de seguridad marí-tima – las conducidas en contra de actores no estatales.

• En el ámbito de un confl icto entre Estados no existe duda alguna so-bre tal concepción. En el ámbito de las operaciones de seguridad marí-tima, el asegurar el empleo propio de las líneas de comunicaciones marítimas, se traslada al del asegu-rar el libre fl ujo del comercio marí-timo.

• Representando el propósito de la proyección del poder sobre tierra, la necesidad que pueda presentarse de efectuar una incursión o ataque directo a una base terrorista, base o lugar de paraje de piratas. Nor-malmente mediante incursiones de operaciones especiales, y en casos extremos de asaltos anfi bios.

• Se demuestra entonces que en el presente siglo XXI la concepción

teórica de control del mar se aplica tanto en tiempo de guerra como en tiempo de paz.

• El autor cree asimismo que la gra-dualidad del confl icto no guarda relación con el nivel de control del mar que pueda requerirse en el amplio espectro de las operaciones navales; el nivel de control del mar lo defi nen las operaciones en sí más que el rango del confl icto.

• Los atributos del mar que refie-re Geoffrey Till y la concepción del asegurar el buen uso del mar como una preocupación de las ar-madas del siglo XXI, es una nue-va teoría perfectamente soporta-da en los conceptos tradicionales y acorde con las actividades que ocupan mayoritariamente a las armadas del mundo para cum-plir con sus roles de seguridad nacional.

• El grado de control funcional (tem-poral y local) y el de control en dis-puta, se visualizan como los grados de control de mayor predominancia en los roles actuales de las armadas, conforme a las capacidades que hoy existen.

• El control absoluto podría quedar descartado en su posibilidad de ser practicable, dado que si en tiempos anteriores era difícil, en las épocas actuales la tecnología, capacidades de las armas, y el entrenamiento multinacional; hacen casi imposible que una armada pueda sentirse en un grado de control total del mar. Como evidencia tenemos la impo-sibilidad de una fuerza de tarea de casi 30 elementos operativos de gran tecnología, puedan obtener el control absoluto del mar del Golfo de Adén.

• Para concluir, el control del trá-fico marítimo se circunscribe

OPERACIONES MILITARES

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al control rutinario efectuado mediante patrullaje marítimo e inspecciones; con el objeto de asegurar el mantenimiento del uso del mar en provecho del de-sarrollo nacional, así como para reprimir cualquier acto ilegal que pudiera alterar el buen uso que se le debe dar al mar. Cuan-do se presenta algún hecho ma-nifiesto de acto en contra del de-seado uso del mar por el Estado, se conforman fuerzas o grupos de tarea navales – dependiendo de la dimensión de la amenaza – para neutralizarla y recuperar el estado normal del buen empleo del mar.

Referencias bibliográfi cas:

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2. Corbe , J. (1936). Algunos princi-pios de estrategia marítima. Edición original publicada en 1911. Buenos Aires: Instituto de Publicaciones Navales.

3. Hill, R. (1990). Estrategia marítima para potencias medianas. Edición original publicada en idioma in-glés. Buenos Aires: Instituto de Pu-blicaciones Navales.

4. Saavedra, J. (agosto 2010). Precisio-nes conceptuales sobre estrategia y el principio fundamental de la Guerra. Ponencia presentada en el curso de Estrategia Marítima del Programa de Política Marítima y Seguridad Nacional de la Escuela Superior de Guerra Naval.

5. Saavedra, J. (2007). “El control del mar”… una aproximación estra-tégica, operacional y doctrinaria. Revista de Marina Nro. 1, (2007) 3 – 14.

6. Till, G. (2009). Seapower: A guide for the twenty-fi rst century. 2da ed. Oxfordshire: Routledge.

7. Vego, M. (2009). Operational Warfare at Sea, theory and prac-tice. Oxfordshire: Routledge.

1 Sir Julian Corbe (1854-192) abogado inglés y reconocido teórico de la estrategia marí ma, es autor de varias obras relacionadas con la estrategia marí ma, su obra más importante es “Some principles of Mari me Strategy” (Algunos principios de estrategia marí ma) publicada en 1911.

2 Calm. (AP) Jasón Saavedra Paredes, actual Director del Servicio Industrial de la Marina. Ofi cial califi cado en guerra de superfi cie, es autor de varios ar culos pu-blicados en la Revista de Marina y Revista de las Fuerzas Armadas, principalmente; quedo segundo puesto en el concurso de publicación de ar culos organizado el 2007 por el primer centenario de la Revista de Marina. Es profesor de la Escuela Superior de Guerra Naval, en la cátedra de estrategia operacional y estrategia ma-rí ma.

3 Geoff rey Till, historiador y profesor inglés de estrategia marí ma. Autor de dife-rentes libros y ar culos relacionados con la estrategia marí ma. Sus principales teorías han sido desarrolladas en su obra “Mari me Strategy and the Nuclear Age” (Estrategia Marí ma y la Era Nuclear) publicada en 1982, actualizada en su segun-da edición de 1987. Para el presente siglo, sus teorías fueron revisadas y actualiza-das integralmente, e incluidas en su obra “Seapower, a guide for the Twenty-fi rst century” (Poder Marí mo, una guía para el siglo XXI), publicada en el 2004, cuya segunda edición publicada en el año 2009, considera información recogida de su visión de diferentes armadas del mundo, luego de sus viajes realizados desde la publicación de la anterior edición; viajes dentro de los cuales llegó al Perú en el año 2006. Las visitas efectuadas por Till a diferentes países, le ha permi do plantear teorías basadas en la realidad percibida por éste de cada una de las armadas visi-tadas; considerando el autor del presente ar culo que la obra de Till “Seapower, a guide for the Twenty-fi rst century” Edición 2009 se convierte en una de las obras sobre estrategia marí ma más actualizada, debiendo ser material obligatorio de las bibliotecas de nuestras escuelas superiores.

4 El Dr. Milán Vego nacido en Yugoslavia y nacionalizado ciudadano EEUU, es profe-sor de estrategia del US Naval War College. Autor de diferentes ar culos y libros sobre estrategia. Sus obras principales se centran en el área de arte operacional o nivel operacional de la guerra, sus teorías sobre el arte operacional han sido adoptadas por diversas fuerzas armadas, inclusive han actualizado el proceso de planeamiento de las fuerzas armadas de los EEUU, así como de las de otros Esta-dos. Sus teorías sobre arte operacional han sido revisadas y ampliadas en su obra “Joint Opera onal Warfare” publicada el 2007. Su más reciente obra es “Opera- onal Warfare at sea, theory and prac ce” (guerra operacional en el mar, teoría y

prác ca) publicada el 2009.5 El término ‘nuevas funciones’ para referirse a las funciones que hoy en día ocupan

la mayor parte de operaciones navales, es empleado por el autor del presente ar culo con propósito de establecer una diferencia con aquellas funciones de las cuales derivaron las principales teorías estratégicas marí mas. Sin embargo, el autor cree que muchas de estas nuevas funciones siempre formaron parte del quehacer opera vo de las armadas, empero las prioridades estratégicas dada a la temporalidad en que fueron planteadas se centraron en aquellas operaciones ejecutadas como parte de las guerras en el mar; operaciones que eran de mayor predominancia e importancia en tales épocas.

6 Citado en Saavedra, J (2007).7 Richard Hill, Contralmirante re rado de la Armada inglesa, autor de diferentes

libros y ensayos. Su principal obra “Mari me Strategy for mediums powers” (Es-trategia Marí ma para potencias medianas) fue publicada en 1986.

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Introducción

a Política Económica no es nada más que la respuesta de los titu-

lares del poder ante shocks internos y externos que afectan a la economía. Una guerra o una lucha interna es un shock que repercute en el desempeño econó-mico; cuando el shock es bastante signi-fi cativo la economía debe avanzar por otro cauce diferente al de la economía en tiempo de paz, ahora, este nuevo desempeño será el de una economía en un contexto de guerra que exige sacri-fi cio a cambio de mayor producción en condiciones marginales.

En general se puede decir que éste desempeño económico es propio de contextos históricos excepcionales por ejemplo, cuando hay fuerte convulsión ideológico-social que pone en riesgo el Orden Interno, en confl ictos armados, o en casos de países en extrema autarquía ya sea por decisión propia o por sanción económica; en general, se trata de que

la economía del país continúe su mar-cha dentro de un contexto alterado en el cual, el gobierno toma el control de las actividades más importantes. ¿Signifi ca que el gobierno estatizará empresas?, no, pero por razón de Estado las empre-sas desarrollarán procesos exodirigidos que tienen por objeto mantener el fun-cionamiento de las actividades econó-micas indispensables al mismo tiempo que se busca la producción necesaria para la sostenibilidad de las operacio-nes militares y de las actividades que procuran el autoabastecimiento, desin-centivar el consumo privado, garantizar la producción de alimentos y controlar la economía nacional desde el Estado.

La movilización

Para poder continuar la política den-tro de un estado alterado es necesario movilizar todas las fuerzas sociales, productivas y políticas que ayuden al sostenimiento del estado, aún cuando alterado, es un estado al fi n y al cabo. Podríamos decir entonces que estamos, de facto, dentro de un estado de excep-ción y, en esta situación se justifi ca la Movilización Nacional.

La Movilización Nacional no sig-nifi ca solamente la requisa de camio-nes, cisternas o cualquier maquinaria necesaria para las operaciones mili-tares, menos aún, no signifi ca solo el llamamiento de las reservas. La Movi-

NUEVO ELEMENTO DE GOBERNABILIDAD: LA POLÍTICA ECONÓMICA EN LA GUERRA

Economista Óscar Ricardo Alegre Valdez

El Doctor Óscar Alegre Valdez, Economista. Postgrado en Economía Internacional por la Universidad Nacional Federico Villarreal y, en Gobernabilidad por el Instituto de Gobierno de la Universidad San Martín de Porres. Es Master en Economía por la Universidad del Pacífi co, politólogo y catedrático. Actualmen-te, participa como catedrático en el Curso de Alto Mando de la Escuela Superior de la Fuer-za Aérea y es facilitador y conferencista en la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas.

L

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lización Nacional es el gobierno de un país en condiciones excepcionales y necesarias para la sobrevivencia de la Nación, su patrimonio y, sobre todo, la sobrevivencia del estado de cosas que los ciudadanos habían acordado mantener. Considerando que parte del encargo o mandato ha sido entregado a las Fuerzas Armadas, si los gobier-nos son responsables y no traicionan la Constitución, deben mantenerlas en estado operativo para el sufi ciente obrar en una guerra, como condición necesaria para su empleo y, como con-dición sufi ciente, deben dotarlas de armamento superior.

Un caso de estudio acerca de la Mo-vilización lo constituye el desempeño alemán durante la II Guerra Mundial; primero la organización Todt y luego el trabajo de Albert Speer como Ministro de Armamento y Producción Bélica, ha-cen de este caso uno que ejemplifi ca lo que signifi ca movilizar las fuerzas pro-ductivas de una nación. No solo movi-lizaron los recursos nacionales para la producción de guerra, el abastecimien-to de la población y el sostenimiento del esfuerzo de guerra, sino, también orga-nizaron las fuerzas productivas de los países que quedaron bajo el dominio de la expansión alemana para apoyar el esfuerzo de guerra, además de in-tentar sabotear el esfuerzo de movilizar las fuerzas productivas de Inglaterra, desde Alemania, y de Estados Unidos desde México. La Movilización implica una Política Económica deliberada y, puede extenderse hasta afi rmar que la Movilización es la Política Económica en una Economía de Guerra.

¿Siempre es necesaria la Moviliza-ción ante todo evento bélico?, no, no siempre es necesario movilizar todas las fuerzas productivas de la nación pues puede tratarse de un evento béli-

co focalizado, de menor cuantía o que no requiera de un gran soporte para la guerra. En estos casos, lo que se requie-re es la determinación política para apo-yar a sus fuerzas y, lo más importante, la demostración de que efectivamente las fuerzas están disponiendo del mejor equipamiento y en cantidad sufi ciente para ir a la cita.

La evidencia empírica

Actualmente, la Teoría del Valor ejemplifi cada con las antiguas cargas de caballerías a sables y las cargas de infantería a la bayoneta quedaron en el pasado, por eso, sigue siendo extraño que no se haya avanzado en la inves-tigación de la negligencia, que raya en lo criminal, de la decisión del gobierno de Fujimori al enviar aviones y heli-cópteros a una cita en el Cenepa don-de no había muchas probabilidades de sobrevivencia pero, se dio a Ecuador la ansiada “salida con dignidad” que exi-gía la cuota de sangre peruana; a todas luces algo aparece como una perversa política deliberada.

Si Perú hubiera organizado sus fuerzas productivas vía un cambio de dirección de la Política Económica y, destinado una fracción de las Reservas Internacionales a la compra del equi-pamiento necesario para hacer frente al confl icto, el resultado hubiera sido diferente. Otra alternativa podría haber sido dilatar en el tiempo el inicio de las acciones bélicas a la vez que se alista-ba la fuerza; para muchos resulta casi vergonzoso hablar o escribir sobre la guerra pero, es estúpido escamotear la realidad porque siempre estará frente a nosotros mostrándonos su lado más violento y cruel, no se aporta nada si los titulares del poder se ponen de perfi l con relación a la realidad. Es como no hacer nada cuando un bote hace agua

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en medio del mar con el argumento de que el punto de agua no está en su lado del bote sino, en el otro extremo.

Contrasta con el episodio del Cene-pa la actuación de la Marina de Guerra de EE.UU. en las guerras berberiscas entre 1801 y 1805 pues cuando atacan Trípoli, el aparato político estadouni-dense apoyó incondicionalmente las operaciones navales en el otro lado del mundo, demostró determinación en la acción; en ese caso el discurso político se convierte en la política real cuando se aprueba el presupuesto para apoyar las operaciones de retaliación contra las tropas y marinería berberisca.

Otro episodio que contrasta con la negligente actitud presidencial y de la cúpula militar en el Cenepa es la “pre-sión”, por decir lo menos, del Almirante Ma hew Perry cuando en 1853 se esta-cionó con sus buques negros frente a las costas de Japón para … ¿solicitar? a que el Mikado1 abriera sus puertos al comer-cio con Occidente. Por supuesto, Estados

Unidos logró su propósito y coinciden-temente también fue el fi n de la dinastía Tokugawa unos años más tarde la que fue seguida por la dinastía Meij i, más pro-occidental y permisiva, con lo cual se hizo más fácil para Estados Unidos anexarse las posesiones territoriales de España en el Pacífi co asiático, las islas Filipinas, las Carolinas, Marianas, Mar-shall y la isla de Guam, a la vez que ya había tomado posesión de Hawaii. ¿Fue una perversa política deliberada?, sí, pero no para los nacionales sino, para aquellos que no eran estadounidenses. En el caso del Cenepa, ¿hubo una per-versa política deliberada con Fujimori?, si, pero para los peruanos.

No necesariamente una guerra es si-nónimo de atraso, depende de cómo se organice ésta; si los titulares del poder tienen sangre roja los ciudadanos deben esperar de ellos alguna forma de orga-nización, si es que es imposible evitar una confrontación bélica; es sufi ciente citar algunos casos como el de las Gue-rras Anglo-holandesas, la expansión

Expansión estadounidense en el siglo XIX.

POLÍTICA

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Zulú en África, la Guerra de los Bóers y, en su máxima expresión casi como si se tratara de un desarrollo fi logenético, se puede citar el periodo de expansión estadounidense que ocurre en el siglo XIX, periodo en el cual Estados Unidos se deshace de la presencia de tres impe-rios en América del Norte, se hace de la mitad del territorio mexicano, se conso-lida como país con dos mares y por últi-mo, también se hace del Océano Pacífi co con la consecuente expansión comercial y consolidación del dólar como moneda de intercambio, lo que se produciría en el siglo XX. Toda esa expansión sucedió vía el uso de la fuerza y el engaño, de aquí se sigue que si los titulares del po-der deciden por ir a la guerra es mejor que sepan del arte del engaño, es decir, la estrategia en su máxima expresión pues en este contexto hasta la más vil de las mentiras se torna en insignifi can-te si ésta produce la victoria. Hay algo a tener en cuenta, así sea del modo más primitivo, hay una política detrás de cada una de esas experiencias, particu-larmente una Política Económica y una Política Militar.

Con lo mencionado líneas arriba se quiere decir que detrás de una Movili-zación para una gran guerra se espera encontrar una sólida determinación po-lítica de hacer la guerra porque es in-evitable o, aún cuando el evento bélico no sea una gran guerra, siempre se debe encontrar la misma determinación y no una actitud ambivalente, lastimera o cobarde. Las guerras corresponden a la realidad y sus preámbulos no desapare-cen con solo cerrar los ojos o, desear que la buena intención de una de las partes cambie la realidad.

La Política Económica

Parece haber un acuerdo tácito en el conjunto de actuaciones económicas

fundamentales que tienen relación con la Movilización Nacional, entre varios puntos se puede coincidir en:1. Incrementar selectivamente la pro-

ducción de Bienes y Servicios vía un acuerdo del gobierno con el gran empresariado.

2. Controlar la política monetaria para evitar los procesos de infl ación o de hiperinfl ación, coordinando con la Política Fiscal.

3. El uso oportuno de parte de las Reservas Internacionales para la adquisición del equipamiento ne-cesario.

4. Calcular los costos de la guerra para verifi car la sostenibilidad económi-ca y, al fi nal de la guerra, calcular la recuperación de los costos de la guerra vía el pago dinerario y la ex-plotación de recursos del vencido.

5. Preparar la mano de obra adecua-da, incluyendo la femenina y la ju-bilada, para ocupar los puestos de trabajo de aquellos varones que se incorporan al ejército.

6. Favorecer cierto grado de autarquía como sistema que evite la depen-dencia de las importaciones exte-riores en productos básicos y mate-rial militar.

7. Medidas de ahorro energético para privilegiar su uso en la industria que apoya el esfuerzo de guerra y el abastecimiento de la población.

8. Efectuar cambios en la política agrícola para cambiar la dirección del comercio de los cultivos y la industria transformadora hacia la producción de grano y, en general, cultivos que aporten un alto conte-nido de hidratos de carbono.

9. Aumentar la producción de las in-dustrias que apoyan el esfuerzo de la guerra y, del material militar ne-cesario para las operaciones bélicas vía un acuerdo del gobierno con el gran empresariado.

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10. Establecer un programa de reduc-ciones del consumo privado, que puede incluir el racionamiento a las industrias y a las familias.

Para muchos países no beligeran-tes y que mantienen su fl ujo comercial con el país en confl icto que mejor se organiza, signifi cará una oportunidad de crecimiento y desarrollo pues ten-drán la oportunidad de incrementar sus exportaciones; según John F. Po-llard2 se puede hablar de un "efecto de arrastre que sufren los países más atrasados y que les llevará a una dis-minución del diferencial de contem-poraneidad”, precisa además que el ejemplo de este efecto es el hecho de que “durante la Primera Guerra Mun-dial, los países de la periferia econó-mica redujeron las distancias con los países más avanzados que se encon-traban en guerra”; resulta claro que habrá que probar econométricamente tal aseveración pero, como quiera que fuere la cosa, la otra verdad es que hay una política deliberada.

En otros casos, bien puede pasar que una economía en el contexto de una guerra podría sustentar procesos de investigación y desarrollo tecnológi-co que mejoraría la capacidad del país durante y después de la guerra como si siguiera el modelo de crecimiento neoclásico de Solow3 o el modelo de crecimiento endógeno de Romer4, sin embargo, al mismo tiempo que el salto tecnológico se está produciendo, éste progreso también podría ser la causa de algún tipo de confl icto que eventual-mente puede derivar en una guerra, por ello, es aconsejable que los países que progresan no descuiden la defensa mi-litar pues despertarán apetitos en otros, en este caso no sería aconsejable iniciar un fuego si no se tiene un buen extin-guidor a la mano.

Cuando los titulares del poder de-ciden por ingresar a un contexto de guerra, lo primero que deben hacer es movilizar todos los sectores de la pro-ducción y esto está relacionado con el desempeño económico del país, se quie-re decir con esto que la economía de tiempo de paz debe pasar a un contexto de economía de guerra que sostendrá el esfuerzo bélico mientras dure el evento, a partir de este momento toda decisión política sobre los asuntos militares invo-lucra necesariamente una consecuencia económica, por ejemplo, podría ser que disponga medidas de racionamiento ali-menticio por lo tanto el consumo interno se verá afectado en alguna fracción que es necesario investigar y medir en tér-minos económicos. Para ver esto clara-mente podemos tomar el caso del Reino Unido durante la Segunda Guerra Mun-dial. Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial el Reino Unido importó cerca de 55 millones de toneladas de alimen-tos por año, incluyendo más del 50% de la carne, 70% del queso y azúcar, cerca del 80% de las frutas y casi el 90% de los cereales y grasas.

Una de las estrategias principales de las potencias del eje era atacar y hun-dir la marina mercante que abastecía al Reino Unido, haciendo que la industria británica se resintiera y fuera más débil, era claro que el racionamiento alimen-ticio en el Reino Unido era el próximo paso y para ocuparse de los periodos de escasez extremas que podrían llegar durante los periodos de guerra el Mi-nisterio del Alimento (Minister of Food) instituyó un sistema de racionamiento de alimentos tanto por el lado del con-trol de precios como por la distribución de alimentos vía cupones.

Cada persona iría a las tiendas lo-cales y de barrio, y se le proporcio-naría un libro de racionamiento que

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contenía un conjunto de cupones. El ministerio garantizaba la logística y la cantidad asignada a cada comerciante en proporción a los clientes registra-dos. Al comprar mercancías, el com-prador tenía que entregar el cupón así como el dinero para la compra. El 8 de enero de 1940 se empezó a racionar el tocino, la mantequilla y el azúcar. Estos alimentos fueron seguidos por la carne, el té, la mermelada, las galle-tas, los cereales, el queso, los huevos, la leche y la fruta en conserva. Uno de los pocos alimentos no racionados era el popular Fish and Chips. El excesivo control por parte del gobierno en el ra-cionamiento de los alimentos hizo que mucha gente comprara alimentos en el mercado negro; sin embargo enga-ñaron a muchos consumidores a me-nudo con sustitutos más baratos tales como carne de caballo en lugar de la carne de vaca. Otro mercado negro se formó con los excedentes de produc-tos estadounidenses enviados a Euro-pa para abastecer a las tropas y esto produjo un bienestar adicional que se escapaba del duro racionamiento.

A medida que avanzaba la guerra, se incrementó la cantidad de alimentos sujetos a racionamiento, posteriormen-te el racionamiento alcanzó a la ropa y a la gasolina. Los restaurantes estaban exentos del racionamiento, lo que con-dujo a un cierto resentimiento ya que las personas adineradas podrían suplir su restricción del alimento comiendo fuera de casa y de forma extravagante. Para restringir esta situación se impu-sieron ciertas reglas:• Ninguna comida podría costar más

de cinco chelines.• Ninguna comida podía consistir en

más de tres platos.• La carne y los pescados no se po-

dían servir en la misma mesa.

Ya bastante avanzada la guerra se creó el LCC’s Londoners’ Meals Service, en septiembre de 1940 como institución temporal, cuya función fue proporcio-nar un sistema de emergencia para ali-mentar a las personas que habían sido afectadas con los bombardeos alema-nes. A mediados del año 1941, el LCC’s Londoners’ Meals Service mantuvo fun-cionando doscientos restaurantes en los que una comida de tres platos costaba 9 denarios; la calidad y atención mejora-ron cada día, fueron apreciados y tuvie-ron grandes clientelas que comían allí de forma regular. Esquemas similares fueron puestos en funcionamiento en otras ciudades, en este caso se potenció la actividad de servicios alimenticios que, en otro caso, no hubieran sido ne-cesarios.

Con relación a la ropa, ésta también fue racionada mediante un sistema de puntos. El permiso estaba inicialmente fi jado para aproximadamente un traje nuevo y completo por año pero, a me-dida que progresó la guerra se endu-reció este racionamiento hasta llegar al extremo de que la compra de un abrigo casi igualaba al valor de la ropa de un año entero.

El racionamiento continuó después del fi nal de la guerra. De hecho, llegó a ser más apremiante después del fi nal de la guerra que durante el transcurso de la misma. El pan, un componente fundamental de la dieta inglesa que no fue racionado durante la guerra, fue inicialmente racionado en 1946, después del fi nal de la guerra. Esto es explicado en gran parte por la ne-cesidad de alimentar a la población de las áreas europeas que se encontraban bajo el control de los victoriosos alia-dos, ya que las economías habían sido devastadas debido a la lucha y había que desincentivar a esos países de que

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cayeran seducidos por las sugerentes propuestas de Europa del Este acer-ca de sociedades igualitarias en todo, entre todos, la esencia misma del co-munismo. El racionamiento del azúcar terminó en febrero de 1953. El fi nal del racionamiento ocurrió en 1954 cuando se eliminó la última restricción sobre el plátano. El racionamiento prolonga-do hizo que proliferaran sucedáneos de los alimentos preparados como el Crumble, un cake con frutas en el inte-rior y, la torta de zanahoria (carrot cake) que continúan siendo muy populares hoy en día.

Es claro que el consumo de las fa-milias quedó afectado pero no hasta el punto en el que llegara a un nivel de hambruna, los países pueden encontrar-se en guerra pero eso no signifi ca que se acepten todos los males que ella acarrea, hay formas evitables y otras, potenciales, para evitar que la economía no solamen-te caiga en depresión o se deteriore su crecimiento sino, más aún, que a pesar de la guerra un cierto mecanismo debe empujar a los titulares del poder a tomar decisiones que transformen la economía de tal manera que se pueda lograr un mayor fortalecimiento de la economía, es decir, el crecimiento del Producto Bruto a pesar del evento bélico, esto es algo como pensar en países que crecen a pesar de sus políticos y esto involu-cra una mano visible o invisible que los empuje por el camino correcto, el de la atención a la Defensa Militar como parte de la Defensa Nacional, lo que se realiza mediante una Política Económica en un contexto de guerra, en otras palabras, la Política Económica de una Economía de Guerra.

Conclusión

Lo que se quiere con este artículo es hacer evidente que si la confrontación

bélica es impostergable, el aparato eco-nómico no tiene porqué resentirse; po-demos citar el caso de Estados Unidos en la Primera y Segunda Guerra Mun-dial pues en ambas salió fortalecido política, militar y económicamente, la infeliz guerra puede ser aprovechada y no caer en el pesimismo, en otras pala-bras, no aceptar estoicamente el rezago económico pues para ello basta recor-dar, metafóricamente que “siempre es más oscuro antes del amanecer”.

Este artículo comenzó precisando que la Política Económica no es nada más que la respuesta de los titulares del poder ante shocks internos y externos que afectan a la economía. En el caso discutido, una guerra es un shock exter-no que repercute en el desempeño eco-nómico por lo tanto, se requiere de una Política Económica deliberada, declara-da y dirigida hacia todos los sectores de la producción para tratar de neutralizar los efectos indeseados de un evento bé-lico, en consecuencia se debe esperar respuestas de esos sectores, monitorear sus acciones y evaluarlas para conocer si la Política Económica logró el come-tido que se esperaba; es mejor tener un plan que solo resultados provenientes de felices improvisaciones, es preciso recordar que “para Capitán sin puer-to, cualquier viento es bueno” y eso, parece mucho a la política de los últi-mos cuarenta años, por ello, la Defensa Militar resiente las inefi ciencias de los titulares del poder.

1 Término que se usaba para denominar al Emperador de Japón.2 Historiador Inglés.3 Robert Solow, economista norteamericano, recibió el premio Nobel de Economía

en 1987.4 Profesor de Polí ca Económica de la Universidad de California.

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Finalidad e importancia de la justicia militar

l Fuero Militar Policial es inde-pendiente del Poder Judicial (en-

tiéndase como institución y no como Poder del Estado) por mandato expreso del artículo 139º de la Norma Funda-mental, el cual señala que “no existe ni puede establecerse jurisdicción alguna independiente, con excepción de la mi-litar y la arbitral”.

El marco competencial de la justicia militar se encuentra ubicado en el ar-tículo 173º de la Constitución, dentro del Capítulo XII referido a la seguri-dad y defensa nacional, teniendo como

E

El Doctor César Aliaga Castillo siguió la ca-rrera de Derecho en la Pontifi cia Universidad Católica del Perú. Tiene estudios de Maestría y es Adjunto de Cátedra en esta Casa de Es-tudios. Diplomas en Asesoría Legislativa y en Derecho Parlamentario y Estructura Territo-rial emitidos por el Congreso de los Diputados de España – Madrid. Ha sido asesor de la Ofi -cina de Defensa de las Leyes del Congreso de la República, dependencia encargada de la defen-sa del Poder Legislativo en procesos de incons-titucionalidad ante el Tribunal Constitucional. Actualmente es asesor de la Presidencia del Tribunal Supremo Militar Policial.

fi nalidad exclusiva la administración de justicia penal militar policial, cuan-do los miembros de las Fuerzas Arma-das y de la Policía Nacional incurran en delitos de función.

El fi n de la justicia militar es pre-servar el orden y la disciplina en estas fuerzas del orden, para que cumplan cabalmente con las funciones que la Constitución y la Ley les han asignado.

Como sabemos, las Fuerzas Arma-das y la Policía Nacional, respectiva-mente, tienen la trascendental función de garantizar la defensa de la patria, la independencia y la soberanía de la República, la integridad territorial de nuestro país y la preservación de su or-den interno, tal como se desprende de los artículos 165º y 166º de nuestra Nor-ma Suprema.

La interrogante que surge al res-pecto es: ¿cómo se asegura que dichos institutos cumplan cabalmente con sus funciones de defensa y seguridad de la patria? La respuesta es: con la justicia militar.

En efecto, el fi n de la justicia militar es velar por la disciplina, la efi ciencia y

TRAICIÓN A LA PATRIA CONSTITUYE UN DELITO DE FUNCIÓN1

César A. Aliaga Castillo

"El hombre que ha cometido un error y no lo corrige comete otro error mayor".Confucio

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la moral de los militares y policías en el cumplimiento de sus funciones.

El recurso a la jurisdicción or-dinaria, por regla general, resulta insuficiente para servir a las necesi-dades de la disciplina militar; de ahí que resulta necesaria la existencia de la justicia militar para velar que las Fuerzas Armadas y la Policía Nacio-nal cumplan con disciplina y valor sus funciones de defensa y seguridad de la patria.

Por ello, bien señalan la Corte Interamericana de Derechos Huma-nos (Berenson vs Perú) y el Tribunal Constitucional (Exp. 00454-2006-HC/TC) que la sanción de los delitos de función en la jurisdicción militar, in-cide “en la seguridad del estado, el orden constitucional y la disciplina de las instituciones castrenses”.

Para funcionar con eficacia como Fuerza, debe haber pronta obedien-cia a todas las órdenes legítimas de los superiores, la preocupación, el apoyo y la acción concertada con sus compañeros y una reverencia y orgu-llo por las tradiciones del servicio.

Todos los militares y policías em-prenden una capacitación rigurosa para ajustarse a sí mismos- física y mentalmente, para el cumplimiento de la función que han elegido- la cual debe ser desempeñada con rígida ob-servancia de la disciplina en razón de la alta responsabilidad que conlleva.

Muchos delitos que son punibles con arreglo al derecho penal común, asumen una connotación mucho más grave como un delito de función mi-litar, y como tal merecen un castigo más severo.

Al respecto, cabe traer a colación la jurisprudencia del Tribunal Supremo del Canadá (Généreux vs Reina) y de la Corte Constitucional de Colombia (Exp. C-473/99) en el extremo que sos-tienen que el sistema punitivo de la ju-risdicción militar es incompatible con el de la jurisdicción ordinaria, debido a que las reglas de comportamiento de los militares son extrañas a la vida civil. De ahí que, el recurso a los tribunales ordinarios es inadecuado para servir a las necesidades particulares de la disci-plina militar.

En conclusión, los militares y po-licías deben ser juzgados en la juris-dicción militar cuando incurran en la comisión de un delito relacionado al ejercicio de sus funciones. Esto no sig-nifi ca impunidad, sino la necesidad de un juzgamiento especializado pues las condiciones y los imperativos de la vida militar difi eren por naturaleza de los de la vida civil. Los magistrados militares tienen conocimiento de la es-tructura, procedimientos y demás cir-cunstancias propias de la organización armada, de suyo complejas y que jus-tifi can evidentemente la existencia de la justicia militar como jurisdicción in-dependiente, cuyo fi n es velar que las fuerzas del orden cumplan con efi cacia e idoneidad las funciones de seguridad y defensa de la patria.

Doble juzgamiento del Técnico FAP Víctor Ariza Mendoza por la presunta entrega, a un estado extranjero, de in-formación secreta que atenta contra la seguridad de la nación

Con fecha 17 de noviembre de 2009, el Juez del Juzgado Militar Permanen-te de la Fuerza Área del Perú de Lima, dictó el Auto de Apertura de Instruc-ción (Expediente 31001 - 2009 - 0166)

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23JUSTICIA MILITAR

contra el Técnico Ariza, por la presunta comisión de actos que atentan contra la Seguridad de la Nación, tipifi cados en los artículos 66º, inciso 3) literal c), y 67º del Código de Justicia Militar Po-licial (Decreto Legislativo 961)1 como delito de Traición a la Patria en tiempo de Paz; por cuanto de las operaciones de contrainteligencia llevadas a cabo por la Dirección de Inteligencia de la Fuerza Aérea del Perú, contenidas en el Informe 001-2009 y demás recaudos de autos, el citado Técnico obtuvo in-formación clasifi cada que compromete seriamente la seguridad de la Nación y estuvo enviándola a Chile.

Por su parte, la Juez del 58º Juzgado Penal de la Corte Superior de Justicia de Lima también abrió proceso penal (Ex-pediente 49146-2009) contra el referido Técnico Ariza por la presunta comisión de los mismos hechos (es decir, la entre-ga de información secreta que pone en riesgo la seguridad de la Nación) tipi-fi cados como delitos de Revelación de Secretos Nacionales y Espionaje en los artículos 330º y 331º del Código Penal Común.2

Cabe señalar que en ambos procesos penales existía triple identidad en la ac-ción penal:

i. Identidad de la persona perseguida penalmente (identidad subjetiva): en ambos procesos el sujeto proce-sado es el Técnico FAP Víctor Ariza Mendoza.

ii. Identidad del objeto de persecución (identidad objetiva): en ambos pro-cesos la persecución penal es por la entrega, a un Estado extranjero, de información secreta que pone en riesgo la seguridad de la Nación; es decir, se trata de la misma conducta

material, independientemente de su nomen iuris en la jurisdicción mi-litar y en la jurisdicción común.

iii. Identidad de la causa de persecu-ción (identidad de fundamento): en ambos procesos el fundamento del ilícito supuestamente realizado por el Técnico FAP Víctor Ariza Men-doza está referido por igual al bien jurídico “Seguridad de la Nación”.

Por tanto, el Técnico Ariza está sien-do procesado simultáneamente en la ju-risdicción militar y en la común, por los mismos hechos y fundamentos, lo cual origina una doble persecución penal y vulnera la garantía de ne bis in idem que informa el derecho al debido proceso.

Juzgamiento del presunto espía FAP: juez penal militar vs juez penal ordinario

El Juez Militar FAP, mediante Re-solución de fecha 20 de noviembre de 2009 (Expediente 31001-2009-0166), so-licitó a la Juez del 58º Juzgado Penal de Lima que se inhiba en favor de la com-petencia de la jurisdicción militar y deje de procesar al Técnico Ariza, por las si-guientes razones:

i. El ilícito presuntamente cometido por el Técnico FAP Víctor Ariza Mendoza constituye un delito de función, en la modalidad de Trai-ción a la Patria, tipifi cado en los artículos 66º, inciso 3) literal c), y 67º del Código de Justicia Militar Policial; y,

ii. Por mandato del artículo 173° de la Norma Fundamental, los delitos de función en que incurren los mi-litares y policías, deben ser juzga-dos en la jurisdicción militar y con-forme al Código de Justicia Militar.

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No obstante estos argumentos que cuenta con sustento constitucional y legal, la Juez Penal ordinaria negó el pedido de inhibición planteado por el Juez Militar FAP y decidió continuar conociendo la causa seguida contra el Técnico Ariza.

Así, mediante Resolución de fecha 09 de diciembre de 2009 (Exp. 49146-2009), la Juez Penal ordinaria negó el pedido de inhibición planteado por el Juez Militar FAP y decidió continuar procesando al Técnico Ariza.

En dicha resolución, la Juez Penal ordinaria señaló, erróneamente, que el acto de entrega de información se-creta que pone en riesgo la seguridad de la Nación, cometido por un militar en actividad, constituye un delito co-mún. Al respecto, dicha magistrada sostuvo que:

“6.3. Se aprecia en la normativa penal que los delitos de Reve-lación de Secretos Nacionales y Espionaje, por el cual se ins-truye actualmente al procesa-do Víctor Ariza Mendoza, se encuentra tipifi cado dentro del Título XV de los Delitos contra el Estado y la Defensa Nacional, específi camente en el Capítulo I: Atentados contra la Seguridad Nacional y Traición a la Patria, previsto en los artículos 330 y 331 del Código Penal. Siendo el bien jurídico tutelado: la defensa nacional, así lo advierte el pro-pio texto normativo, dado que se afecta directamente la efi cacia del sistema de defensa nacional con el cual el Estado garantiza la seguridad de la Nación. (…)

Deviene indubitablemente en-tonces (que, la defensa nacional no es un bien jurídico exclusivamente vinculado con las funciones de las Fuerzas Armadas, en virtud de la complejidad de facetas que la defen-sa nacional comprende (…).Entonces verifi camos en la norma constitucional, artículo 163, que la defensa nacional es un instrumento por el cual el Estado garantiza la se-guridad de la Nación, consecuente-mente la lesión de este bien jurídico tiene implicancias sobre todos los conformantes de la Nación perua-na, y no únicamente sobre el sector Fuerzas Armadas y Policía Nacio-nal), cuyas funciones y fi nes son específi cos y se encuentran de-limitados en los artículos 165 y 166 de la Norma Suprema (…).Debe tenerse en cuenta además, que el Tribunal Constitucional ha expuesto de manera clara que no pueden existir dudas en la califi cación de un delito de función ya que ello acarrearía su derivación inmediata al fuero común (…).Por lo expuesto precedente-mente, la suscrita concluye que la conducta realizada por el procesa-do VÍCTOR ARIZA MENDOZA, corresponde al delito de Atentados Contra la Seguridad Nacional y Traición a la Patria, en sus moda-lidades de: Revelación de Secretos Nacionales y Espionaje, previsto y penado en los Art. 330 y 331 concordante con lo prescrito en el Art. 23 y 46 del Código Penal, ilícitos que deben ser vistos en la justicia ordinaria (…).”

Del texto expreso de la citada re-solución se verifi ca que la Juez Penal ordinaria fundamentó su decisión de procesar al Técnico Ariza, en base a premisas erróneas:

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i. El bien jurídico tutelado al sancio-nar el acto ilícito de entrega, a un Estado extranjero de información secreta que pone en riesgo la Segu-ridad Nacional, es la “Defensa Na-cional” y éste no es un bien exclu-sivo de las Fuerzas Armadas sino de todos los peruanos en general.

ii. Cuando exista duda si dicho acto ilícito debe ser ventilado en el fue-ro común o en el fuero militar, se debe derivar al primero.

Al respecto, debemos mencionar que estos dos argumentos utilizados por la Juez Penal ordinaria son los mis-mos que la parte demandante en el Proceso de Inconstitucionalidad del Ex-pediente 0012-2006-AI/TC utilizó para cuestionar la constitucionalidad de los citados artículos 66º y 67º del Código de Justicia Militar (que tipifi can como delito de función, en la modalidad de Traición a la Patria, el acto de entrega a favor de un Estado extranjero de in-formación secreta que atenta contra la seguridad de la Nación por parte de un militar en actividad).

En el referido proceso de control abstracto de constitucionalidad, el Tribunal Constitucional desechó di-chos argumentos erróneos y declaró la constitucionalidad de los menciona-dos artículos 66º y 67º del Código de Justicia Militar.

A continuación, explicaremos como el Tribunal Constitucional, sos-teniendo que la jurisdicción militar es la competente para conocer el ilícito sub análisis, había desechado ya los argumentos que utilizó hace algunos meses la Juez Penal ordinaria para sustentar equivocadamente su compe-tencia para procesar al Técnico Ariza.

El Tribunal Constitucional ha señalado que el acto de entrega a favor de un estado extranjero de información secreta que atenta contra la seguridad de la nación, cometido por un militar en actividad, es un delito de función competencia de la jurisdicción militar

Como hemos visto, el artículo 173º de la Constitución establece que los militares que incurran en delitos de función deben ser juzgados en la ju-risdicción militar de conformidad con el Código de Justicia Militar.

Esta norma constitucional tiene su desarrollo legal en el artículo I del Título Preliminar de la Ley 29182, Ley de Organización y Funciones del Fuero Militar Policial, donde se señala que: “El Fuero Militar Poli-cial, previsto en el artículo 173º de la Constitución Política del Perú, es un órgano jurisdiccional autónomo, independiente e imparcial. Es com-petente únicamente para juzgar los delitos de función”.

JUSTICIA MILITAR

Técnico FAP Víctor Ariza Mendoza.

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A su vez, el artículo III del mismo Tí-tulo y Ley precisa que: “Los delitos de función, de naturaleza y carácter mili-tar policial son tipifi cados en el Código de Justicia Militar Policial y son impu-tables, solo y únicamente a militares y policías en situación de actividad”.

Teniendo claro que nuestro ordena-miento constitucional y legal prevén la existencia de la jurisdicción militar para el juzgamiento de militares en actividad por la comisión de delitos de función, es menester resaltar seguidamente que el Tribunal Constitucional ha sido claro al señalar que para que una conducta ilíci-ta sea considerada como delito de fun-ción debe de cumplir la siguiente triple identidad:

“Entre las características básicas de los delitos de función se en-cuentran las siguientes:a). En primer lugar, se trata de afec-

taciones sobre bienes jurídicos de las Fuerzas Armadas o de la Policía Nacional tutelados por el ordenamiento legal, y que se relacionan con el cumplimiento de los fi nes constitucionales y le-gales que se les encargan. (…).

b). En segundo lugar, el sujeto activo del ilícito penal-militar debe ser un militar o efectivo policial en situación de actividad, o el ilíci-to debe ser cometido por ese efectivo cuando se encontraba en situación de actividad. (…).

c) En tercer lugar que, cometido el ilícito penal que afecta un bien jurídico protegido por las ins-tituciones castrenses o policia-les, este lo haya sido en acto del servicio; es decir, con ocasión de él.”

(Exp. 0017-2003-AI/TC, Funda-mento 134)

Sobre el particular, debemos indicar que la conducta ilícita presuntamente cometida por el Técnico Ariza, cumple con dicha triple identidad para ser tipi-fi cada como delito de función:

1. El ilícito afecta las funciones de las Fuerzas Armadas: el ilícito presun-tamente cometido por el citado Téc-nico afecta la “Defensa Nacional”, la cual es la función primordial de las Fuerzas Armadas, de conformi-dad con los artículos 163º y 165º de la Constitución.

2. El ilícito fue cometido por un mili-tar en actividad: cuando el Técnico Ariza cometió presuntamente los ilícitos que se le imputan tenía la condición de militar en actividad.

3. El ilícito fue cometido en acto de servicio o en ocasión de éste: el Técnico Ariza se aprovechó de las funciones propias del servicio para cometer presuntamente los ilícitos imputados.

Huelga decir, que todo ello guarda con-cordancia con la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Hu-manos, conforme a la cual la jurisdic-ción militar se establece para procesar a militares y proteger los intereses jurídi-cos vinculados al cumplimiento de las funciones de las Fuerzas Armadas:

“141. Es necesario señalar, como se ha hecho en otros casos, que la jurisdicción militar se establece para mantener el orden y la dis-ciplina en las Fuerzas Armadas. Por ello, su aplicación se reserva a los militares que hayan incurrido en delito o falta en el ejercicio de sus funciones y bajo ciertas cir-cunstancias. (…)142. Este Tribunal ha establecido que

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[e]n un Estado democrático de Derecho la jurisdicción penal mi-litar ha (…) estar encaminada a la protección de intereses jurídicos es-peciales, vinculados con las funcio-nes que la ley asigna a las fuerzas militares.”3

Por estas razones, el ilícito presunta-mente cometido por el Técnico Ariza se encuentra tipifi cado -repetimos- como delito de función en la modalidad de Traición a la Patria en tiempo de paz, en los artículos 66º, inciso 3) literal c), y 67º del Código de Justicia Militar Policial.

Así las cosas, el Tribunal Constitu-cional al analizar estas disposiciones confi rmó, en el referido Expediente 0012-2006-AI/TC, que el delito de fun-ción de Traición a la Patria tipifi cado en los artículos 66º (en tiempo de con-fl icto armado) y 67º (en tiempo de paz) del Código de Justicia Militar Policial cumple con las tres características del delito de función, dado que el agente es un militar en actividad, el delito es cometido en ejercicio de las funciones militares y el bien jurídico afectado es la defensa nacional, que es la prin-cipal función de las Fuerzas Armadas de conformidad con los artículos 163º y 165º de la Norma Fundamental. Así pues, dicho colegiado constitucional sostuvo que:

“46. Seguidamente, cabe exami-nar el (…) artículo 66° del CJMP (…). Mediante esta norma penal se pretende sancionar la conduc-ta del militar o policía (en acti-vidad), que participando en un confl icto armado internacional (en acto de servicio o con ocasión de él), tome las armas contra el Perú o sus aliados o integre una organización militar enemiga,

afectando la defensa nacional (bien jurídico que contiene algu-nos ámbitos relacionados con la función militar y que compro-mete las funciones constitucio-nales de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, según los artículos 163°, 165° y 166° de la Constitución). Por tanto, en la aludida norma penal se presen-tan las características básicas del delito de función, por lo que no contraviene el artículo 173° de la Constitución.47. Respecto de los incisos 2, 3, 4 y 5 del artículo 66° y del artículo 67° del CJMP, por idénticas razo-nes a las expuestas en el párrafo precedente y en relación a las cuestiones planteadas en la de-manda, el Tribunal Constitucio-nal estima que no contravienen el artículo 173° de la Constitución.” (Exp. 0012-2006-AI/TC)

Asimismo, en dicha sentencia el Tribunal Constitucional (Exp. 0012-2006-AI/TC) señaló claramente que los artículos 330º y 331º del Código Penal común (que tipifi can los delitos de “Revelación de Secretos Nacionales” y “Espionaje” -tipos penales por los que la Juez del 58º Juzgado Penal procesó indebidamente al Técnico Ariza-) son aplicables únicamente a los civiles y su juzgamiento corresponde al Poder Judicial. En cambio, -enfatiza el Tribu-nal Constitucional- cuando un militar o policía incurre en dichas conductas (es decir, entregar a un Estado extranjero información secreta que atenta contra la seguridad de la Nación) se confi gu-ra el delito de función de “Traición a la Patria” tipifi cado en los artículos 66º y 67º del Código de Justicia Penal Militar y la jurisdicción competente para su juzgamiento es el Fuero Militar Policial.

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Sobre el particular, el Tribunal Consti-tucional estableció que:

“41. La demandante refi ere que los referidos tipos penales [Arts. 66º y 67º del Código de Justicia Militar Policial] `no pueden ser considerados delitos de función, pues los bienes jurídicos afecta-dos son el propio Estado y la de-fensa nacional, y particularmente el deber de fi delidad que el ciu-dadano tiene para con la Patria; intereses jurídicos que no son ex-clusivos ni únicos de las Fuerzas Armadas, y pueden ser afectados por cualquier ciudadano, ya sea funcionario público o no´.Sostiene, además, que una prue-ba de que estos delitos son delitos comunes es que los tipos penales ya se encuentran previstos en los artículos 325° al 334° del Código Penal (Delitos contra el Estado y la Defensa Nacional, Capítulo I Atentados contra la seguridad nacional y traición a la patria). (…)48. (…) Con el agravante de que ello posibilitaría que, de forma indistinta, la misma acción pu-diera ser subsumida en cual-quiera de los tipos penales y, en consecuencia, juzgada por los tribunales castrenses o por la jus-ticia ordinaria”.49. Al respecto, el Tribunal Cons-titucional estima que en el pre-sente caso las disposiciones cues-tionadas no vulneran el principio de legalidad penal, toda vez que (…) el Código Penal (…) debe en-tenderse respecto de aquellos actos que no constituyen delito de fun-ción, pues como se desprende del ar-tículo 173° de la Constitución, sólo el Código de Justicia Militar puede

contener los denominados delitos de función militar. Por tanto, no se aprecia la existencia de dos tipos pe-nales (uno en el Código Penal y otro en el Código de Justicia Militar) que a la vez sean susceptibles de ser apli-cados a los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional del Perú.”(Exp. 0012-2006-AI/TC).

Como se puede apreciar, el Tribu-nal Constitucional ya se había pronun-ciado respecto a las conductas ilícitas sub-análisis e indicó expresamente que cuando éstas son cometidas por un mi-litar en situación de actividad, consti-tuyen un delito de función y su juzga-miento corresponde exclusivamente a la jurisdicción militar.

A mayor abundamiento, se debe te-ner presente que la jurisprudencia in-ternacional es un criterio plenamente aceptado que la tipifi cación de una con-ducta como delito común no excluye que la misma sea tipifi cada como deli-to de función, cuando el agente activo es un militar o policía en situación de actividad y dicha conducta afecta los bienes jurídicos o las funciones de las Fuerzas Armadas o la Policía Nacional.

En efecto, este criterio ha sido reco-gido por el Tribunal Constitucional de España, la Corte Suprema de Estados Unidos, la Corte Suprema del Canadá y la Corte Constitucional de Colombia. Este último colegiado ha señalado en forma contundente que el legislador puede trasladar libremente los ilícitos del Código Penal común al Código de Justicia Militar, si es que dichos ilícitos tienen relación con la función militar y son cometidos por militares en situa-ción de actividad (Exp. C-361/01):

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“(…) el legislador puede limitarse a trasladar literalmente al Código Pe-nal Militar los tipos penales ordina-rios, siempre que se determine como elemento del tipo la relación directa del supuesto criminal con la presta-ción del servicio militar o policial. (…)Tanto en los delitos típicamente militares como en los comunes cuyos elementos, de una o de otra manera, han sido modifi ca-dos con el objeto de adaptarlos al contexto de la función militar o policial, el concepto de servi-cio o misión legítima constituye un referente obligado para el legislador, que toma de éste ca-racterísticas y exigencias propias para proyectarlas luego como ingredientes o aspectos de las diferentes especies punitivas. En estos dos casos convergen de manera ciertamente más acusada los elementos personal y funcio-nal que integran la justicia penal militar.”4

“Dentro de este contexto, es cla-ro que tanto la jurisprudencia de esta Corporación como de la Cor-te Suprema de Justicia, (…), ha defi nido que son de competencia de la jurisdicción penal militar no sólo aquellos delitos que, por su naturaleza, únicamente pueden ser cometidos por los miembros activos de la fuerza pública, tales como el abandono del coman-do y del puesto; el abandono del servicio; la insubordinación, e.t.c, sino aquellos comunes que se relacionen directa y sustancialmente con las funciones que constitucio-nalmente está llamada a cumplir la fuerza pública.”5

En la misma línea, la Corte Suprema del Canadá sostiene que un ilícito co-mún puede ser tipifi cado en el Código de Justicia Militar si es que guarda rela-ción con la función militar y el agente es un militar en actividad:

“Aunque el Código de Servicio de Disciplina se refi ere principal-mente a mantener la disciplina y la integridad en las Fuerzas Ar-madas canadienses, no sólo sir-ven para regular la conducta que socava dicha disciplina y la inte-gridad. El Código sirve una fun-ción pública y por el castigo de la conducta específi ca que pone en peligro el orden público y el bienestar. Muchos de los delitos de los que un acusado puede ser acusado de conformidad con el Código de Servicio de Disciplina, que se compone de las partes IV a IX de la Ley de Defensa Nacio-nal, se refi eren a asuntos que son de carácter público. Por ejemplo, cualquier acto u omisión que sea punible con arreglo al Código Pe-nal o cualquier otra ley del Par-lamento también es un delito ti-pifi cado en el Código de Servicio de Disciplina. De hecho, tres de los cargos presentados en contra de la recurrente en este caso re-lacionadas con la conducta pro-hibida por la Ley de Control de Estupefacientes.”6

Por tanto, la tipifi cación de una conducta ilícita como delito común no excluye su tipifi cación como delito de función, cuando el agente es un militar en actividad y se afecta un bien jurídico tutelado de orden militar

En conclusión, conforme a las nor-mas constitucionales, legales y la juris-

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prudencia del Tribunal Constitucional, la conducta típica en la que presunta-mente ha incurrido el Técnico Ariza es el delito de Traición a la Patria en tiempo de paz, previsto y penado en los artícu-los 66º, inciso 3) literal c), 67º del Código de Justicia Militar Policial y la jurisdic-ción competente para conocer de estos hechos es el Fuero Militar Policial.

La Juez Penal Ordinaria desacató las sentencias del Tribunal Constitucional y transgredió la Constitución y leyes declaradas constitucionales

De lo expuesto se constata que la Juez Penal ordinaria desacató abierta-mente las sentencias del Tribunal Cons-titucional y transgredió la Constitución y Leyes cuya constitucionalidad fue ra-tifi cada en procesos de inconstituciona-lidad.

En efecto, la sentencia del Tribunal Constitucional recaída en el Expedien-te 0012-2006-AI/TC (donde se estable-ce -ver supra- que el acto de entrega a un Estado extranjero de información secreta que atente contra la seguridad de la Nación, por parte de un militar en actividad, constituye el delito de fun-ción de Traición a la Patria y debe ser juzgado en la jurisdicción militar) tiene efectos vinculantes para todo operador judicial:

“5. (…) Debe recordarse de otro lado que el Tribunal Constitu-cional es el órgano de control y supremo intérprete de la Consti-tución (artículos 201, 203 y 1 de la Ley 28301, Orgánica del Tribunal Constitucional). Asimismo, que al efectuar un análisis de constitu-cionalidad en abstracto el Tribunal interpreta tanto la norma sometida a control como la Constitución (nor-

ma parámetro). De esta manera debe considerarse que los criterios e inter-pretaciones que le sirven para resol-ver el caso son vinculantes. Conse-cuencia lógica de lo expuesto es lo indicado por el tercer párrafo del artículo VI del Código Pro-cesal Constitucional: “Los Jueces interpretan y aplican las leyes o toda norma con rango de ley y los reglamentos según los preceptos y principios constitucionales, conforme a la interpretación de los mismos que resulte de las resoluciones dictadas por el Tri-bunal Constitucional.” Por con-siguiente, los criterios e interpreta-ciones efectuados por este Colegiado son vinculantes a pesar de que no se haya indicado o identifi cado, vía precedente, cuáles son estos, por lo que el argumento esgrimi-do por la recurrente respecto este punto no cuenta con ningún sus-tento lógico o constitucional.” (Expediente 02472-2007-PA/TC)

Por ello, el Tribunal Constitucional señala enfáticamente que a toda perso-na que desacate las sentencias emitidas por este colegiado constitucional se le deberá abrir proceso penal:

“21. De modo que, y a fi n de que se respeten plenamente los pro-nunciamientos de esta naturaleza que de ahora en adelante se emi-tan, este Colegiado enfatiza que (…) se dispondrá que se abra proceso penal por desacato de una sentencia del Tribunal Constitucional.” (Expediente 2579-2003-HD/TC)

Cabe señalar que el artículo VI del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional establece como deberes

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de los Jueces el “interpreta[r] y aplica[r] las leyes (…) según los preceptos y principios constitucionales, conforme a la interpretación [d]el Tribunal Consti-tucional” y el no “dejar de aplicar una norma cuya constitucionalidad haya sido confi rmada en un proceso de in-constitucionalidad”.

Por tanto, la Juez Penal ordinaria desacató la jurisprudencia del Tribunal Constitucional (Exp. 0012-2006-AI/TC) y transgredió la Constitución (artículo 173º) y las leyes (artículos 66º y 67º del Código de Justicia Militar Policial, cuya constitucionalidad fue confi rmada.

Triunfo del Fuero Militar en la contienda de competencia

En el proceso de Contienda de Com-petencia seguido ante la Corte Suprema de Justicia de la República, nuestra es-trategia jurídica para rebatir los erró-neos argumentos de esta Jueza penal se centró en explicar que el delito de fun-ción tutela todo bien jurídico vinculado a las funciones de las Fuerzas Armadas o Policía Nacional, sin importar su ca-rácter exclusivo o no.

Ante la contundencia de nuestros argumentos, a la Corte Suprema solo le quedó dirimir la referida Contienda de Competencia a favor del Fuero Mi-litar y señalar que el Técnico Ariza co-metió el delito de función de Traición a la Patria en tiempo de paz, previsto y sancionado en el numeral 3, literal c), del artículo 66° y el artículo 67° del CJMP. En consecuencia, declaró sin efecto el procesamiento penal segui-do por la Jueza penal ordinaria, en la jurisdicción ordinaria, por los delitos comunes de revelación de secretos na-cionales y espionaje.7

1 Código de Jus cia Militar PolicialAr culo 66.- Traición a la Patria“Será sancionado con pena no menor de treinta años y hasta cadena perpetua, el militar o policía, que durante confl icto armado internacional cometa alguna de las acciones siguientes: (…)3. Colaborar estratégicamente, favoreciendo al enemigo o intentando favorecerlo, perjudicando la defensa nacional en los siguientes casos: (…)c. Proporcionando al enemigo, potencia extranjera u organismo internacional, cualquier información, procedimiento, asunto, acto, documento, dato u objeto cuya reunión o explotación sirva para tal fi n. (…)En caso de guerra exterior podrá aplicarse la pena de muerte, acorde con nuestra legislación.”Ar culo 67.- Traición a la Patria en empo de paz“Los supuestos del ar culo anterior, en los casos que no exista guerra exterior, ni confl icto armado internacional, serán sancionados con pena priva va de la libertad no menor de veinte años, con la accesoria de inhabilitación.”

2 Código Penal“Ar culo 330.-Revelación de secretos nacionales El que revela o hace accesible a un Estado extranjero o a sus agentes o al público, secretos que el interés de la República exige guardarlos, será reprimido con pena priva va de libertad no menor de cinco ni mayor de quince años.Si el agente obra por lucro o por cualquier otro móvil innoble, la pena será no menor de diez años.Cuando el agente actúa por culpa, la pena será no mayor de cuatro años.Ar culo 331.-Espionaje El que espía para comunicar o comunica o hace accesibles a un Estado extranjero o al público, hechos, disposiciones u objetos mantenidos en secreto por interesar a la defensa nacional, será reprimido con pena priva va de libertad no menor de quince años. Si el agente obró por culpa la pena será no mayor de cinco años.”

3 Corte IDH. Caso Lori Berenson Mejía Vs. Perú. Demanda de Interpretación de la Sentencia de Fondo y Reparaciones y Costas. Sentencia de 23 de junio de 2005. Serie C No. 128.

4 Fundamento jurídico 3 de la sentencia de la Corte Cons tucional de Colombia re-caída en el proceso de incons tucionalidad C-878/00.

5 Fundamento jurídico 4 de la sentencia de la Corte Cons tucional de Colombia re-caída en el proceso de incons tucionalidad C-878/00.

6 Caso Michel Généreux contra la Reina.7 SALA PENAL PERMANENTE DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA

Con enda N° 37 – 2009“DECISIONPor estos fundamentos. De conformidad con el dictamen del señor Fiscal Supremo en lo Penal:I. DIRIMIERON, la competencia para el conocimiento del delito militar policial im-putado al TIP.FAP Víctor Ariza Mendoza: delito contra la Defensa Nacional en la modalidad de Traición a la Patria en empo de paz, previsto y sancionado en el numeral tres, literal c), del ar culo 66° y el ar culo 67° del CJMP, en agravio del Estado Peruano – Ministerio de Defensa – Fuerza Aérea del Perú, a favor del Juz-gado Militar Policial FAP de Lima. En consecuencia, declararon SIN EFECTO el pro-cesamiento penal en sede de jus cia penal ordinaria contra el citado encausado por delitos contra el Estado y la Defensa Nacional –Atentados contra la Seguridad y Traición a la Patria– en las modalidades de revelación de secretos nacionales y espionaje en agravio del Estado peruano.II. DECLARARON, asimismo, que el conocimiento de similares cargos incoados contra el TIP.FAP Justo Rufi no Ríos Aguilar corresponderían a la jurisdicción militar policial. En consecuencia, el Juzgado Militar Policial FAP de Lima procederá, en la forma legalmente prevista, a pronunciarse acerca de la situación jurídica del men-cionado efec vo militar; y, hecho, previa comunicación al Quincuagésimo Octavo Juzgado Penal de Lima, este órgano jurisdiccional declarará lo que corresponda respecto del procesamiento penal dictado en sede ordinaria contra el citado TIP.FAP Justo Rufi no Ríos Aguilar, dando cuenta a este Supremo Tribunal.”

JUSTICIA MILITAR

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ste trabajo aborda el tema de las re-laciones civiles-militares en tanto

condicionantes de la cohesión sociopo-lítica y del desempeño institucional del Estado como prerrequisitos de la efi ca-cia de un sistema de Defensa Nacional. Se centra en el caso argentino, si bien la discusión es válida, al menos parcial-mente, para otros países de la región y extrapola las conclusiones al problema de la defensa regional-continental. En primer lugar trata brevemente la noción de relaciones civiles-militares y señala el riesgo de apreciaciones sesga-das acerca del concepto, que pueden dis-torsionar tanto el análisis teórico, como la gestión de políticas de defensa y de la imprescindible pacifi cación nacional.

Se discuten, además, los conceptos de Estado, Seguridad Nacional y Defensa Nacional, tratando de identifi car aspec-tos relevantes desde la perspectiva de las relaciones civiles-militares. Finalmente se analiza la situación y tendencias actuales de la problemática de las relaciones civi-les-militares, en un contexto caracterizado por la crisis del Estado y la presencia de nuevas amenazas y riesgos para la segu-ridad nacional, considerando los niveles locales y regional-continentales. La proposición implícita en el enfo-que del tema consiste en sostener que

El general Heriberto Justo Auel cursó sus estu-dios secundarios en el Colegio Militar “General Belgrano”. Ingresó al Colegio Militar de la Na-ción egresando como Subteniente del arma de Infantería.

Con el grado de capitán participó como obser-vador militar de la ONU en la Línea de Cese de Fuego del Canal de Suez, luego de la Guerra de los Seis Días.

Licenciado en Ciencias Políticas inició sus publi-caciones en revistas especializadas sobre temas relacionados con el confl icto del Medio oriente

En 1970 cursó la Escuela Superior de Guerra egresando como ofi cial de Estado Mayor. Siguió el curso de estado mayor en la República Orien-tal del Uruguay, actuando a la vez como con-sultor del Alto Mando de ese país en temas de Política Internacional y Estratégico, profesor de Estrategia y Geopolítica en el nivel de posgrado, además desarrolló su Tesis doctoral en Relacio-nes Internacionales

En 1983, fue convocado al Estado Mayor Con-junto de las Fuerzas Armadas como jefe del de-partamento de Políticas y Estrategias

En los años sucesivos volvió al mando de tropas en la Patagonia, pasó luego a la Jefatura de Ope-raciones del EMCFFAA y luego en 1998 se le solicitó el retiro. Había cumplido cuarenta años de servicios...

Desde entonces se ha dedicado exclusivamente a la docencia y a las tareas académicas. A lo lar-go del año 2000 ha producido veinte artículos y quince conferencias sobre temas estratégicos.

El general Auel es miembro fundador del Insti-tuto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires (IIEBA), y su Presidente desde 1988.

E

RELACIONES CÍVICO MILITARES, RECONSTRUCCIÓN DEL ESTADO Y DE LA DEFENSA NACIONAL - REGIONAL Y CONTINENTAL

General de Brigada (r) Ejército Argentino Heriberto Justo Auel

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la calidad de las relaciones civiles-mi-litares es factor determinante de la for-taleza del Estado y de la efi cacia de la política de defensa. Consideraciones conceptuales.Las relaciones civiles-militares

La idea de relaciones civiles-militares se defi ne usualmente en términos del denominado “control civil” y es emplea-da como concepto-clave para discutir el rol político de las instituciones militares, en abordajes que centran la cuestión en la subordinación de las fuerzas armadas a las autoridades políticas. El enfoque “clásico” al respecto fue propuesto hace ya cinco décadas por S. P. Huntington. Como se recordará, el extinto profesor Huntington discute en su obra la cuestión del poder relativo de los grupos políticos, civiles y militares y postula el logro del control civil a tra-vés de la minimización del poder de los grupos militares. Identifi ca, en tal senti-do, dos categorías: 1. El control civil subjetivo, que con-

siste en la maximización del poder civil -o de un grupo civil- y

2. El control civil objetivo, que se al-canza por medio de la maximiza-ción del profesionalismo militar.

Según Huntington, el control ci-vil subjetivo opera en realidad como un slogan instrumental, utilizado por grupos que se disputan entre sí el po-der sobre los militares, de manera de aumentar su propio poder. Implica, en consecuencia, la presencia militar en la arena política partidista. En cuanto al control civil objetivo, Huntington lo asocia esencialmente al profesionalismo -la “militarización de los militares” y su neutralización y este-

rilización política, de manera de reducir así al mínimo su poder político-. Huntington identifi ca dos niveles en las relaciones civiles-militares: 1. el nivel del poder –del poder relati-

vo- y 2. el nivel ideológico.

En este último reconoce como aspec-to clave la compatibilidad entre la ética militar y las ideologías políticas prevale-cientes en el resto de la sociedad. Afi rma que la distribución de poder entre los grupos civiles y militares que maximiza el profesionalismo militar - y por ello el control civil objetivo- varía con el grado de compatibilidad entre la ideología de la sociedad y la ética militar profesional.

Concluye que el logro del control civil objetivo supone alcanzar un ade-cuado equilibrio entre el poder de los militares y la ideología de la sociedad. No está demás aclarar que la ética mi-litar deriva normalmente de los valores culturales, representados en la Bandera Nacional. No obstante, la utilidad de ese enfoque, al conceptuar la interac-ción de las instituciones militares en el contexto estatal exclusivamente en tér-minos de control civil, puede resultar insufi ciente para analizar la inserción de las fuerzas armadas en el marco ins-titucional del Estado.

El autor centra su análisis acerca del rol político de los militares en las formas patológicas de participación militar, ta-les como su intervención en disputas políticas partidistas, la insubordinación militar o el ejercicio del control político por parte de los militares y tiende a pre-suponer la asimetría de valores entre éstos y el resto de la sociedad.

Al respecto, resulta clave precisar la idea de participación política de los mi-

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litares. En términos de John H. Garrison, debiera establecerse qué se entiende por el término “política” cuando se discute el profesionalismo militar. Porque si bien es nociva la intervención política de tipo partidista, también lo es marginar las fuerzas armadas del cuerpo institucional del Estado, del cual constituyen parte esencial, dada su naturaleza y función. “Razón de fuerza y fuerza de razón”. Por otra parte, en cuanto a los hom-bres que componen las instituciones militares, si el ideal republicano del “ci-ves” miles, de cuño romano, ha dado paso -por razones históricas y tecnoló-gicas- al soldado profesional, no debe seguirse de ello la exclusión del militar de la participación en la ciudadanía. Estado, Seguridad y Defensa

Discutida brevemente la idea de las relaciones civiles-militares, consideremos ahora los conceptos de Estado, Seguridad y Defensa, desde la perspectiva de esa idea, recurriendo al modelo propuesto por Barry Buzan en su obra “People, Sta-tes and Fear”, que resulta apropiado para operacionalizar el concepto de Estado, a los efectos del presente trabajo. Dicho autor identifi ca tres compo-nentes del Estado: 1. la idea del estado; 2. la base física y 3. las instituciones.

Si bien las tres partes del modelo tie-nen relación estrecha con la seguridad, en la medida que son materia de ésta, nos detendremos -por su relevancia res-pecto de las relaciones civiles-militares- en la idea y las instituciones, dejando fuera del análisis el aspecto de la base física del Estado (referido a la pobla-ción, el territorio y los recursos).

La idea estatal, como componen-te del modelo de Buzan, reconoce dos fuentes principales: la nación y las “or-ganizing ideologies”, que podríamos tra-ducir como principios fundacionales o constitucionales. Ambas fuentes de la idea estatal resultan cruciales respecto de la seguridad, en tanto que son pasi-bles de amenazas y pueden presentar vulnerabilidades. Ello se ve refl ejado en la noción de seguridad nacional – en tanto objeto del Estado- y en la pro-moción de los valores constitucionales -uno de los cometidos de las institucio-nes estatales- que sumados a las tradi-ciones históricas conforman una “cultu-ra nacional”, es decir, una determinada “identidad”. La nación, objeto de la se-guridad, como unidad histórica basada en una identidad cultural, se expresa de manera concreta en cada momento histórico, en el pueblo que comparte esa herencia común. Las amenazas y vulnerabilidades que afectan la idea del Estado –la na-ción y sus principios fundacionales- se manifi estan en términos de riesgos para la identidad nacional, la cohesión socio-política del pueblo y para los mismos principios fundacionales.

En el caso de la República Argenti-na, por ejemplo, los principios políticos fundacionales tienen expresión concisa en el “Preámbulo” de la Constitución de la Nación Argentina, cuyo texto indica: “...constituir la unión nacional, afi an-zar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general y asegurar los be-nefi cios de la libertad ...”. Compete a las instituciones del estado, buscar aque-llo que Julien Freund identifi ca como la meta específi ca de lo político, el bien común, que “… consiste en la voluntad de una comunidad política en conservar

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su integridad y su independencia por la concordia interior y la seguridad exte-rior”. Constituyen –las instituciones- un factor de continuidad histórica, son el órgano consciente de la preservación de la nación, de su base física y de las mis-mas instituciones básicas, a través de las diversas previsiones englobadas en el concepto de Defensa Nacional, defi nido como el conjunto de medidas tendientes a lograr la seguridad nacional. Por otra parte, las instituciones son, asimismo, materia de la seguridad, en tanto que las estructuras del Estado resultan vulnerables a diversas amena-zas, tanto domésticas como externas. Por su pertinencia con las relaciones ci-viles - militares, cabe detenerse en el se-gundo aspecto de la defi nición del bien común. A propósito de la concordia in-terior, Freund señala: “… el orden como tal, no podría aparentar ser la meta de una actividad: es solamente la condi-ción elemental de la unidad y la esta-bilidad de una comunidad (una nación por ejemplo), (…) no puede contentarse con ser una simple yuxtaposición cuan-titativa de seres humanos, sino que se propone formar además un conjunto unido, en virtud de una vocación par-ticular. Es entonces cuando aparece el aspecto interior de la amistad política o concordia (...). La concordia, en efecto, supone además de la comunión de opi-niones concernientes al interés común de una colectividad, una identidad de sentimientos. (…) desde el momento en que la concordia es amistad, tiene tam-bién como base una cierta identidad de sentimientos que se concierta en la no-ción de patria”. Luego Freund plantea la relación en-tre seguridad y concordia y señala que son dos aspectos de un mismo bien: “El bien común es único y estos dos as-

pectos no solamente son complementa-rios, sino inseparables. (...) Toda activi-dad y toda decisión política, son a la vez de alcance interior y exterior. (...) Sin ce-sar las colectividades deben dominar las razones de discordia, impedir la forma-ción de un enemigo interior y proteger a los miembros contra el enemigo exte-rior, real y virtual, haciendo reinar en el seno de la unidad política, la concordia y la amistad civiles y suscitando fuera la amistad con los Estados, sea por el juego de las alianzas, sea por el de una comu-nidad internacional pacífi ca”. La seguridad puede defi nirse, en-tonces, como la situación en que se lo-gra razonablemente el bien común, vale decir, aquella en la cual el logro de las metas de una comunidad política se encuentra a cubierto de interferencias sustanciales. Por ello, garantizar la se-guridad es una responsabilidad básica del Estado. Inherente a esta responsa-bilidad es la posesión del monopolio de la fuerza por parte del Estado, que éste ejerce mediante instituciones espe-cífi cas: las fuerzas armadas y de seguri-dad, en el marco del orden jurídico. Las relaciones civiles-militares, si son adecuadas, constituyen a la vez fac-tor de concordia interior y efi cacia insti-tucional en materia de defensa. Por ello son particularmente relevantes cuando en una comunidad política operan fac-tores de discordia interior, vinculados con amenazas externas a la seguridad y cuando grupos políticos internos bus-can disputarle al estado la soberanía, mediante la violencia. Situación y tendencias

Situación Dentro del marco conceptual planteado en el acápite precedente,

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trataremos ahora el tema de las rela-ciones civiles-militares en el contexto de Estados en crisis y en un ambien-te estratégico que presenta “nuevos desafíos” para la Defensa Nacional y Regional-Continental. El análisis se basa en el caso argentino que guarda, en términos generales, semejanza con situaciones presentes en otros Esta-dos de la región. En la obra ya citada, Buzan señala que cada país presenta peculiaridades en materia de seguridad nacional y propone categorizar la debilidad o for-taleza de los Estados sobre la base de la distinción entre las nociones de estado y potencia. Categoriza así a los estados como débiles o fuertes, en términos de su grado de cohesión socio-política y a las potencias como débiles o fuertes, de acuerdo a la tradicional diferenciación basada en la capacidad económica y mi-litar relativa.

Ubica a la República Argentina en la categoría de Estado débil, pese su status de potencia regional mediana (en rigor, la califi ca como substancial “power”). Dicha califi cación refl eja su per-cepción acerca del grado de cohesión socio-política de la Argentina y se ex-plica por las debilidades que en tal sen-tido evidenciaba el país en las décadas inmediatamente anteriores a ambas ediciones de “People, States and Fear” (la primera publicada en 1982 y la se-gunda en 1991). La discordia interior generó inestabilidad y violencia políti-ca así como la recurrente militarización del poder. Fue funcional a la infl uencia de factores externos que operaban en el teatro del confl icto Este-Oeste, tales como la guerra civil revolucionaria de origen marxista-leninista, la “teología de la liberación” y otros estímulos.

La cohesión interna fue puesta a prueba en la crítica etapa vivida por la República durante la década de 1970, ge-nerada por el accionar de las asociacio-nes ilícitas terroristas y revolucionarias, en cuya prevención y control tuvieron lugar determinados errores políticos y procedimientos militares que carecie-ron de marco ético-legal, por parte de los ocasionales responsables del poder ejecutivo y de las fuerzas armadas.

La evolución del complejo proceso de reencauzamiento constitucional de la República, iniciado a partir de 1983, tras el colapso del régimen militar se carac-terizó, en cuanto a las relaciones civiles-militares, por las interferencias que afec-taron la instrumentación de adecuadas medidas políticas y normativas, tendien-tes a lograr la reconciliación nacional y con ella la superación de los desencuen-tros y la violencia del pasado.

Las secuelas de los enfrentamien-tos pasados se han refl ejado, en el caso argentino, en el marco legal de la De-fensa. Se tradujeron en normas legales que escinden el concepto de Seguridad Nacional, asociando la idea de seguri-dad con el confl icto interno –seguridad interior- y el concepto de defensa con el confl icto externo –territorial-. Además de la confusión metodológica que ello implica –en rigor, la Seguridad Nacio-nal corresponde al nivel de los fi nes y la Defensa Nacional a la de los medios- dicha escisión determina políticas de seguridad parcializadas, que difi cultan la adopción de estrategias nacionales integrales, en un momento histórico en que ellas se hacen indispensables. En efecto, si bien la ley de seguridad interior prevé el denominado “empleo subsidiario de elementos de las fuerzas armadas en operaciones de seguridad

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interior”, establece: “… tratándose (…) de una forma excepcional de empleo, que será desarrollada únicamente en situaciones de extrema gravedad, la misma no incidirá en la doctrina, orga-nización, equipamiento y capacitación de las fuerzas armadas, las que manten-drán las características derivadas de la aplicación de la Ley 23.554”. Ese marco legal, que refl eja prejui-cios y prevenciones respecto del logro de un adecuado “control civil”, afecta la aptitud del estado para garantizar se-guridad nacional ante las nuevas ame-nazas y a los riesgos presentes, toda vez que resulta imposible separar, dada su naturaleza transnacional, entre exter-nas e internas.

Pese a los prejuicios y prevenciones como los comentados, la subordinación de las fuerzas armadas a las autorida-des políticas ha sido total y el control civil objetivo muestra niveles de efecti-vidad inéditos, dada la supuesta profe-sionalización alcanzada. El tema de las relaciones civiles-militares se inscribe, actualmente, en el marco general deter-minado por la situación de los Estados Nacionales. En ese sentido, el panora-ma iberoamericano se caracteriza por la evolución de graves crisis que, con di-versos grados de intensidad enfrentan hoy la mayor parte de la región, gene-radas por causas de orden cultural-so-cio-político, con graves consecuencias económico-sociales. Desde la perspectiva de las rela-ciones civiles - militares, cabe tener en cuenta el dilema que se plantea para la optimización del “control ci-vil”, ante la persistencia de lideraz-gos y sistemas políticos cuestionados por su ilegitimidad cultural, inefica-cia y corrupción.

En el caso argentino la evolución socio-política reciente deriva en una situación caracterizada por la superpo-sición de la crisis económica-fi nanciera internacional, con las propias crisis de arrastre, originadas en posguerras no entendidas ni digeridas, con graves consecuencias psico-sociales.

Las percepciones externas, clara-mente negativas en el corto plazo, des-dibujan la imagen proyectada durante la década de 1990 en términos de con-fi abilidad, credibilidad, previsibilidad y refl ejan serias dudas respecto de la aptitud del Estado para garantizar la vida y las propiedades de los ciudada-nos y de las empresas. Las asediadas instituciones milita-res, sin embargo, si bien han visto to-talmente afectado un eventual avance en sus programas de reestructuración, contrastan con ese marco crítico. En efecto, no sólo demostraron subordina-ción a las autoridades constitucionales y cierto profesionalismo, sino que, a partir del inicio de la década de 1990, participaron con óptimo desempeño en numerosas operaciones de seguridad colectiva, incluida la coalición Ad Hoc que intervino en la Guerra del Golfo y desarrollaron una intensa actividad de integración con otras fuerzas armadas del ámbito regional y continental.

No obstante, su potencial para apor-tar al fortalecimiento del Estado se ve extremadamente limitado por los mis-mos factores mencionados al describir la situación de las relaciones civiles-mi-litares. Cabe preguntarnos si la crisis del Estado no se explica, en parte, por el vacío que genera el ostracismo institu-cional de su “núcleo duro”: las fuerzas

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armadas. En efecto, las instituciones mi-litares, además de su carácter de instru-mento del Estado para afrontar las ame-nazas y riesgos a la seguridad nacional, constituyen una instancia fundacional y cumplen un rol simbólico, tal como lo destaca John Garne en su conceptua-lización sobre el poder militar, función que no puede relegarse sin mengua de la idea del Estado -la nación y sus prin-cipios- y sin detrimento de la efi cacia del conjunto de la estructura institucional.

Es por ello que una recomposición de las relaciones civiles – militares re-sulta prerrequisito insoslayable para superar la parálisis institucional-polí-tica en que vivimos y para sustentar la aptitud plena del Estado ante el decurso de los acontecimientos internacionales, tal como se trata a continuación.

Tendencias Mientras el contexto socio-político doméstico evoluciona según se ha des-crito, el panorama estratégico global se transforma totalmente desde el fi n de la Guerra Fría, desde la difi cultosa conso-lidación del proceso de globalización, desde la gradual metástasis de una nue-va guerra mundial y desde un proceso de realineamientos geopolíticos, aun no consumados.

En ese contexto ocurren las Guerras del Golfo y de Afganistán y proliferan confl ictos intra e interestatales de raíz cultural, étnicos y/o religiosos. Prolife-ran nuevos riesgos para la seguridad bajo la forma de confl ictos transna-cionales, como el narcoterrorismo, el crimen organizado internacional y los tráfi cos ilegales. A partir del 2001 hace eclosión el fenómeno terrorista global, cuya dimensión adquiere trágica evi-dencia en los Estados Unidos, Reino Unido, España, Lejano Oriente y África.

Estamos en presencia de una com-pleja guerra mundial inédita -guerras de 4ta. y 5ta. generación- que K. Holsti califi ca como de la 3ra. especie, por la caracterización que adoptan cuando subsidiariamente se desarrollan en Iberoamérica. En la región, pese a que los pro-cesos de integración lograron signi-fi cativos avances en la defl ación de confl ictos interestatales tradicionales, persisten pugnas internas bajo nuevas formas revolucionarias neoestalinis-tas, con alternativas fuentes de apoyo logístico y fi nanciero –el petro y/o el narco dólar- sustitutivos del anterior respaldo soviético.

La intensidad creciente del fenóme-no narcoterrorista es función directa de las difi cultades de la “revolución cha-vista” -por la caída del precio del crudo simultánea con la globalización del trá-fi co ilegal- afectando particularmente a Colombia, México, Bolivia y Perú, pero extendido a todos los países de la región a través del regreso de nuevos focos de variadas insurgencias. La corrupción mafi osa, tanto en el sector público como en el privado, cobra un nivel que es en sí misma, una de las amenazas no tradi-cionales que afectan a la región.

La sobrevivencia del Estado Nación Institucional pasa a ser el principal ries-go estratégico regional y nacional. El califi cativo de “Estado Fallido”, está en acecho. Paralelamente, en el marco de la readecuación Posguerra Fría de las po-líticas de los Estados Unidos, respecto de Iberoamérica, comenzaron a replan-tearse las bases para una nueva relación hemisférica en materia de seguridad, en particular a partir de la reunión en 1995

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de Ministros de Defensa de las Améri-cas, celebrada en Williamsburg. En esa conferencia y en las subsiguientes, fue debatida la necesidad de alcanzar con-senso entre los países del hemisferio en cuanto a percibir a los grupos narcote-rroristas y al terrorismo internacional como los desafíos más inmediatos y pe-ligrosos para la seguridad y la estabili-dad en las Américas.

En los 2000, -en particular después de la contra-cumbre de Mar del Plata-, con la indisimulada fi nalidad de dar la espalda a esta orientación, surge “Una-sur”, que progresivamente queda en poder del “chavismo”. Si bien la cooperación entre las fuerzas armadas de la región ha su-perado las expectativas más optimis-tas en cuestiones secundarias, no se han obtenido similares resultados en las cuestiones centrales, tales como el consenso respecto de una política de defensa regional-continental, la refor-mulación de los mecanismos de segu-ridad hemisférica que permitan en-frentar con efi cacia los nuevos desafíos arriba enumerados, particularmente la asociación entre el narcotráfi co, los movimientos revolucionarios y el te-rrorismo local e internacional.

Muy por el contrario. Las iniciativas surgidas desde el “bolivarismo revo-lucionario” intentan lograr las fuerzas armadas del “socialismo siglo XXI”, en una ostensible y abierta maniobra para alcanzar el “control civil subjetivo”, en términos de Huntington. Los factores locales que han incidido en el deterioro de las relaciones civiles-militares, operan también en el nivel regional y no han sido ajenos a las di-fi cultades que condicionan el consenso

sobre la agenda de riesgos y amenazas comunes y en el diseño de mecanismos regionales de seguridad. Las inmedia-tas consecuencias políticas y diplomáti-cas regionales, luego del bombardeo al cuartel general de las FARC que desca-bezó a esa organización terrorista-revo-lucionaria, así lo demuestran. Surgió un nuevo organismo regional, al solo efec-to de retener el control de los riesgos estratégicos fl agrantes, en calidad de meros problemas de seguridad pública, como quedó demostrado en los vacíos discursos de la reciente cumbre de Una-sur, en Bariloche. Hace unos años, ante igual desafío, los social-demócratas manifestaban que había que proteger a las fuerzas arma-das de la corrupción inherente a los nuevos desafíos a la seguridad nacional y regional. “No querían ver Mercedes Benz en las playas del edifi cio Liber-tador”. Actualmente, la constante eva-sión de las responsabilidades políticas regionales frente a la grave inseguridad iberoamericana, se centra en las falaces relaciones civiles-militares y se oculta detrás del argumento de la “dictadura”, “de los crímenes de lesa humanidad” y del “genocidio en los años ’70”. Los actores del drama no han varia-do demasiado. Ha variado la gravedad de la agresión y su profundización y ex-tensión geográfi ca y social. Conclusiones

Las nuevas amenazas y los nuevos riesgos que afectan la seguridad regio-nal-continental se potencian por las com-plejas crisis que atraviesan los Estados iberoamericanos. Para enfrentarlas se deben remover las causas generadoras de la debilidad estatal, en términos de recuperación cultural, estabilidad polí-

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tica y gobernabilidad, desarrollo econó-mico, justicia social y concordia interior.

En cuanto a las relaciones civiles-mi-litares se requiere, entre otros aspectos, superar enfoques que las restringen al mero “control civil” y producen el ais-lamiento de las instituciones militares.

El término crisis proviene del len-guaje de la medicina griega. Por analo-gía cabe asociar las relaciones civiles-militares, en el seno de un Estado que enfrenta amenazas a su seguridad, con el sistema inmunológico de un organis-mo vivo. El mal funcionamiento del sis-tema puede impedir una defensa ade-cuada y oportuna. Estamos en curso de obtener una nueva derrota estratégica, sin siquiera fracasar en la lucha, que se-guramente no se dará.

Las difi cultades que afectan a las relaciones civiles-militares habrán de incrementarse en la medida que la na-turaleza de los confl ictos actuales y los previsibles, incentiven los ataques a las instituciones militares del continente por parte de actores políticos locales, ideológicamente afi nes con algunas “in-ternacionales” y las variadas acciones de apoyos crematísticos, intra y extra-continentales.

Mientras se mantengan vivas las ac-titudes hostiles del antiguo agresor do-méstico, hoy asociado a los nuevos ries-gos estratégicos, la antigua guerra civil revolucionaria, no cesará. Sus comba-tes podrán hibernar, pero el fenómeno socio-político “guerra”, estará vivo. No habrá recomposición de las relaciones civiles-militares, no habrá unidad na-cional y no habrá progreso.

El Estado continuará degradándose hasta desaparecer institucionalmente,

transformándose en una inmensa bu-rocracia. La naturaleza de los riesgos-amenazas presentes y las decisiones a adoptar para enfrentarlas, requiere alcanzar consenso sobre materias que son con frecuencia manipuladas por quienes cuestionan los principios de la tradición política occidental y fundan, en ese cuestionamiento, su ataque a la concordia interamericana y a la emer-gencia histórica de la verdadera identi-dad iberoamericana común.

La Defensa Nacional, frente a los nuevos desafíos a la Seguridad Nacio-nal, requiere normalizar inexorable-mente las relaciones civiles - militares, reconociendo integralmente el rol de las instituciones militares en el con-texto estatal.

También resulta necesario adecuar-las a la nueva realidad estratégica, a través del urgente tratamiento legis-lativo de los roles de las fuerzas ar-madas, terminada la Posguerra Fría. Ello posibilitaría, en el nivel regional, alcanzar consenso sobre la agenda de seguridad y establecer los mecanismos regionales apropiados para la defensa común y seguridad colectiva, regional-continental, frente a enemigos interna-cionalizados.

Se requiere, además, ante los nue-vos riesgos-amenazas, estimular el pensamiento estratégico con el objeto de generar doctrinas que combinen los nuevos conceptos y experiencias sobre las guerras asimétricas –considerando los distintos niveles de asimetría pre-visibles- con las lecciones aprendidas sobre el empleo de estrategias indirec-tas durante la guerra fría. Es necesario considerar también la reciente incor-poración, en la OTAN, del concepto de “respuesta integral” (RI) a las reformas

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de la “revolución de asuntos militares” (RAM) de fi nes de los años ’90 y co-mienzos de los 2000.

Será necesario, cuanto antes, negar el “moral high ground” al enemigo: contra-rrestar la manipulación de los derechos humanos; refutar argumentaciones que se oponen a considerar como comba-tientes ilegales y criminales de guerra a los terroristas o a califi car al narcotrá-fi co como un crimen internacional; re-batir a quienes niegan la existencia de la relación entre narcotrafi cantes y gue-rrilla/terrorismo e impugnan la noción de narco guerrilla y narcoterrorismo; refutar a los que sostienen que la guerra contra el terrorismo vulnera las normas del derecho internacional y afecta las libertades individuales o que revertirá los procesos de democratización. En ese sentido, un sencillo análisis de la citada Cumbre de Unasur, en Bariloche, nos releva de cualquier comentario.

La capacidad de análisis requerida para alcanzar tales objetivos -en rigor necesaria para diseñar la maniobra ex-terior- remite obligadamente a las re-laciones civiles-militares, en tanto que estas suponen una óptima interacción entre los estamentos civiles y militares del Estado, en el nivel local y en los ór-ganos del sistema interamericano, ac-tuales y a desarrollar, en el nivel regio-nal-continental.

Referencias bibliográfi cas

1. Aguiar, Félix R. y Martínez Carlos J. M.: Normas constitucionales y legales de la defensa nacional’, en Círculo Militar, Primeras jornadas sobre defensa nacional, Biblioteca del Ofi cial, Círculo Militar, Buenos Aires, 1997.

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Antecedentes

n la Asamblea de la Organización de Estados Americanos realizada

en Windsor, Canadá, entre el 4 y el 6 de junio del 2000, a la que asistieron los entonces congresistas Lourdes Flores, Diego García Sayán, Henry Pease, y Anel Townsend, se acordó establecer una Mesa de Diálogo en el Perú.1

El 25 de agosto de ese año, la OEA inauguró en nuestra capital la Mesa de Diálogo y Concertación Para el Fortale-cimiento de la Democracia en el Perú, con una agenda de veintinueve tareas temáticas y el encargo de presentar con-clusiones para antes del 30 de marzo del 2001. Participaron en ella los actores políticos de diversos sectores en el país y representantes de la sociedad civil. Como resultado de la labor de la Mesa de Diálogo, se acordó efectuar eleccio-nes generales el 8 de abril del año si-guiente (2001).

Acontecimientos posteriores fueron modifi cando la situación en el país, principalmente la renuncia del Presi-dente de la República, Ing. Alberto Fu-jimori Fujimori, que dio lugar a que el 22 de noviembre del 2000, el Presidente del Congreso Dr. Valentín Paniagua Co-razao asumiera la presidencia y se ins-talara un Gobierno Transitorio, uno de cuyos propósitos era mantener el acuer-do tomado en la Mesa de Concertación, sobre efectuar elecciones generales el si-guiente año.

El 19 de octubre del 2000, la congre-sista de Somos Perú, Anel Townsend Diez Canseco, presentó una iniciativa legislativa proponiendo la creación de una Comisión de la Verdad para que, en el plazo de un año, investigue todas las violaciones a los Derechos Huma-nos y al Derecho Internacional Huma-nitario cometidos desde 1980 hasta la actualidad.2 En su proyecto propuso al Defensor del Pueblo como presidente de dicha Comisión, quien estaría acom-pañado por un representante de la Con-ferencia Episcopal Peruana y otro de la ONU, este tema fue tratado en la Mesa de Concertación en donde, entre otros, participaba la Coordinadora de Dere-chos Humanos, representada por su se-cretaria ejecutiva, Sofía Macher, quien públicamente lo pidió en una declara-ción periodística.3

LA COMISIÓN DE LA VERDAD Y RECONCILIACIÓN Y EL PROYECTO DEL LUGAR DE LA MEMORIA

Vicealmirante (r) Javier E. Bravo Villarán

El Vicealmirante (r) Javier Bravo Villarán es califi cado en Ingeniería Naval. Ha seguido cursos de Ingeniería para ofi ciales en los Es-tados Unidos de América, perfeccionamiento para Diplomáticos, Desarrollo y Defensa Na-cional en el Centro de Altos Estudios Naciona-les (CAEN), Alta Dirección en la Universidad de Piura y como alumno libre en el Diplomado de Filosofía con mención en Ética y Filosofía por la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.

E

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El 9 de diciembre del mismo año 2000, mediante Resolución Suprema 304-2000-JUS, a propuesta del Minis-tro de Justicia, Dr. Diego García Sayán L., se conformó un Grupo de Trabajo Interinstitucional encargado de elabo-rar las propuestas legislativas y admi-nistrativas necesarias para el estableci-miento de una Comisión de la Verdad. El Grupo de Trabajo tenía el mandato de explorar criterios a fi n de elaborar dichas propuestas, así como proponer sus alcances, objetivos y organización, además de otras medidas que se consi-derara apropiadas.

El Centro Internacional de Dere-cho Transicional (ICTJ), entidad inter-nacional con sede en Nueva York, fue quien proporcionó el conocimiento y la experiencia para que la CVR pudie-ra desarrollar de manera integral su labor. Comenzó a trabajar desde ini-cios del 2001, cuando aun no se había emitido el dispositivo legal de crea-ción de la CVR, con actores locales tal como la Asociación Pro Derechos Humanos. Una Asociada Principal di-rigió el Programa de Perú en el ICTJ desde agosto de ese año. Entre dicho mes y el cierre del trabajo de la Co-misión de la Verdad en el 2003, más de una docena de consultores del ICTJ con experiencia en Argentina, Chile, Colombia, El Salvador, Guatemala, Sudáfrica y otros países, aportaron insumos a la CVR y a las ONG, sobre temas como el diseño de una base de datos, metodología de la investiga-ción, derecho penal internacional, derechos humanos, derecho humani-tario, práctica de audiencias públicas y políticas de reparación. La Asociada Principal y los consultores del ICTJ brindaron asesoría técnica a la CVR mientras ésta desarrollaba su labor re-lacionada al plan de reparaciones.

El Gobierno Transitorio presidido por el Dr. Valentín Paniagua C., siendo Presidente del Consejo de Ministros el Embajador Javier Pérez de Cuéllar y Ministro de Justicia el Dr. Diego Gar-cía Sayán L.; emitió la Resolución Su-prema 330-2001-PCM del 6 de junio del 2001, mediante la cual se designó a las siguientes siete (7) personas para con-formar la Comisión de la Verdad: Dr. Salomón Lerner Febres, presidenteDra. Beatriz Alva Hart Dr. Enrique Bernales BallesterosDr. Carlos Iván Degregori Caso Padre Gastón Garatea YoriIng. Alberto Morote Sánchez Ing. Carlos Tapia García.

Posteriormente, el Gobierno del Dr. Alejandro Toledo M., mediante la Reso-lución Suprema 438-2001-PCM del 5 de setiembre del 2001, siendo Ministro de Relaciones Exteriores el Dr. Diego Gar-cía Sayán L., amplió la conformación inicial con cinco (5) nuevos miembros más, y un (1) Observador. Estos fueron:Monseñor José Antúnez de Mayolo L.Señora Sofía Macher Batanero. Tte. Gral. FAP Luis Alfonso Arias Gra-zianiSeñor Rolando Ames Cobián. Pastor Humberto Lay Sun. En calidad de observador nombró a Mons. Luis Armando Bambarén G.

Más tarde, la CVR designó como su Secretario Ejecutivo al Dr. Javier Ciurli-zza C. Así mismo, a sugerencia del Re-verendo Padre Hubert Lanssiers, se dis-puso incluir la palabra "Reconciliación" al nombre de la Comisión, quedando como “Comisión de la Verdad y Recon-ciliación”.

A la Comisión de la Verdad y Re-conciliación se le encargó “esclarecer

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45HISTORIA

el proceso, los hechos y responsabili-dades de la violencia terrorista y de la violación a los derechos humanos pro-ducidos desde mayo de 1980 hasta no-viembre de 2000, imputables tanto a las organizaciones terroristas como a los agentes del Estado, así como proponer iniciativas destinadas a afi rmar la paz y la concordia entre los peruanos. La Comisión de la Verdad propenderá a la reconciliación nacional, al imperio de la justicia y al fortalecimiento del régimen democrático constitucional.

La CVR para cumplir sus funciones, asumió la siguiente organización:

Los actores del Grupo de Interés de la Sociedad Civil, que participaron des-de un inicio en el proceso que siguió la propuesta de creación de la Comisión de la Verdad y Reconciliación; así como en la posterior emisión, por dos gobier-nos sucesivos, de las disposiciones que

establecieron la fi nalidad y objetivos de la CVR; y fi nalmente, en la designación de sus integrantes; se caracterizó por la similitud de su origen académico, su concepción ideo política y la actividad laboral del conjunto, lo que se vio refl e-jado notoriamente en el perfi l de la ma-yor parte de los Comisionados nombra-dos. Esto mismo se extendió, en mayor o menor medida, a los funcionarios de confi anza y de otros niveles de la orga-nización.

Es de resaltar las importantes fun-ciones de gobierno que alcanzaron algunos de los miembros del Grupo

de Interés, al asumir cargos del más alto nivel del poder ejecutivo, en los cuales tuvieron como responsabilidad directa la formulación de los disposi-tivos legales pertinentes a la CVR; cir-cunstancia que les posibilitó diseñar, bajo sus propios criterios, las áreas

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que abarcaría el trabajo de dicha Co-misión, creando así las condiciones para laborar bajo reglas formalmente establecidas, las cuales impidieron ampliar la investigación hacia aspec-tos que hoy se reclama como ausentes.

El Antropólogo Efraín Morote Best (1925-1991), es considerado como el intelectual del grupo terrorista Sen-dero Luminoso, fue rector de la Uni-versidad San Cristóbal de Huamanga (USCH). En 1961, el posteriormente co-misionado Carlos Tapia García ingresó a estudiar allí Ingeniería Rural. En 1962 la Universidad reclutó como profesor de fi losofía a Abimael Guzmán Rey-noso, quien después se convirtió en el

cabecilla de la organización terrorista Sendero Luminoso. Este individuo, es-tando ya encarcelado, sugirió a Javier Ciurlizza, Jefe de Gabinete del Ministro de Justicia, la creación de la Comisión de la Verdad, en conversaciones que sostuvieron en el año 2000 e inicios del 2001, coincidiendo con la iniciativa que propugnaba el Grupo de Interés de la Sociedad Civil.

También estudiaron en la USCH los posteriormente comisionados Carlos Degregori Caso, que se graduó en An-tropología y Alberto Morote Sánchez, que estudio Ingeniería Química, hizo carrera docente en la universidad y lle-gó a ser su rector.

* Posteriormente los Comisionados Bernales y Lerner, así como Monseñor Bambarén, fueron designa-dos como integrantes de la Comisión Presidencial de Alto Nivel para el proyecto del L.M.

NATURALEZA DEL NIVEL DIRECTRIZ DE LA CVR

ConsideracionesUniversidad Partidos Políticos Asociac.

Civiles / ONG ComiteCoordinador

Profesión o Actividad

PUCP San Marcos USCH Izq.

Unida Otros Coord.DDHH CAJ

Alva Hart Beatriz V.V. Abogado

Ames Cobián Rolando X X X MAS Proc. Nac. Viol. Sociólogo

Antúnez de Mayolo José Sacerdote

Arias Graziani Lula Tte. Gral. FAP

Barnales Ballesteros Enrique X X PSR X Comu. y Educ. Abogado

Degregori Caso Carlos X X X X PSR X Esclarecim. Antropólogo

Garatea Yori Gastón Reparar, Recoger Sacerdote

Lay Sun Humberto Arquitecto

Lemer Fabrea Salomón X Presidente Filósofo

Macher Batanero Sofía X X VR/PCR/PUM X Audienc. Publ. Socióloga

Morote Sánchez Alberto X X Ingeniero

Tapia García Carlos X X MIR / PUM Ingeniero

Observador

Bambarén Gastelumendi Luis Obispo

Secretario Ejecutivo

Ciurlizza Contreras Javier X X MIR / PCR X Secretario Ejecutico Abogago

vv (Vamos Vecino), único partido que no era de ideología marxista leninista seuo

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Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación

El contexto del Informe Final de la Comisión de la Verdad, que abarca el período mayo 1980 a noviembre de 2000, responde a los objetivos trazados para su trabajo que fueron, en resumen, los siguientes:

• Analizar las condiciones políticas, sociales y culturales.

• Contribuir al esclarecimiento por los órganos jurisdiccionales respec-tivos de los crímenes y violaciones de los derechos humanos por obra de las organizaciones terroristas o de algunos agentes del Estado.

• Elaborar propuestas de reparación y dignifi cación de las víctimas y de sus familiares.

• Recomendar reformas instituciona-les, legales, educativas y otras.

• Establecer mecanismos de segui-miento de sus recomendaciones.

Como se puede apreciar, no fue in-cluido entre los objetivos el análisis de los graves daños causados por los delin-cuentes terroristas en la frágil y debili-tada economía de la sociedad peruana y en su infraestructura pública y privada, lo cual a todas luces era un elemento ineludible a considerar en un traba-jo de esta naturaleza, más aún, por el período en que se dieron los hechos que fue cuando, simultáneamente con el terrorismo, el Perú atravesaba la más severa crisis económica de su historia republicana.

En consecuencia, es obvio que lo económico poseía el carácter de tema indispensable e insoslayable para ser analizado conjuntamente con lo político, social, jurídico y cultural; independientemente a que por la na-

turaleza del trabajo existía una intima relación entre todos estos factores, los mismos que al no ser considerados en conjunto, ocasionaron fatalmente que el trabajo realizado sea incompleto y ten-ga serias desviaciones, lo cual fi nalmen-te se evidenció en el Informe Final, do-cumento que no responde una visión integral de lo sucedido en los cuatro (4) lustros analizados. Esta carencia sus-tantiva hace indispensable completar la labor para poder contar con la visión completa que el país requiere y la ver-dad reclama.

De otro lado, en la conformación de la CVR destaca el origen académico de va-rios de sus integrantes, procedentes, por formación o actividad laboral, de tres uni-versidades, como son la Universidad San Cristóbal de Huamanga, cuna del grupo terrorista Sendero Luminoso, la Pontifi cia Universidad Católica y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, que fue-ra intervenida por albergar terroristas y la gran actividad proselitista realizada en ella a favor de Sendero Luminoso prin-cipalmente; lo cual confi gura, conjunta-mente con la línea ideo política prepon-derante de varios de los comisionados y funcionarios de confi anza, provenientes de partidos de ideología socialista con

HISTORIA

CVR, Profesores de la Universidad San Cristobalde Huamanga, 1973.

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diferentes vertientes, mayoritariamente marxistas leninistas; una auténtica e irre-futable carencia de pluralidad en el seno de la CVR.

A lo anterior se debe agregar la au-sencia en la conformación de la CVR, de los actores que defendieron a la socie-dad y su estado de derecho, así como de los agraviados que sufrieron las con-secuencias del fenómeno causado por los delincuentes terroristas. Todos ellos fueron participantes fundamentales de dicho fenómeno y su ausencia deter-mina falta de representatividad de los grandes agraviados del accionar terro-rista, que fueron la sociedad peruana y su estado nación. Entonces, se hace evi-dente la selectividad que hubo al con-formarse la Comisión y ser constituida solo por un segmento del Grupo de In-terés de la Sociedad Civil, sacrifi cando un factor de naturaleza democrática que fue sorprendentemente soslayado.

Todos estos elementos constituye-ron fallas de origen que repercutieron a lo largo del trabajo desarrollado, en donde sin duda hay información va-liosa en muchos aspectos tratados con profundidad, así como hay temas que solamente son mencionados sin mayor análisis, y otros que simplemente han

sido ignorados. Finalmente, como se ha mencionado, el Informe llega a resulta-dos que no refl ejan una visión integral de lo sucedido, ello también debido a la línea seguida por la CVR que no logró, en muchos casos, estructurar juicios con bases sólidas sobre los cuales formular conclusiones debidamente sustentadas, de ahí que aquellos que son temas cla-ves en los campos político, jurídico y social, estén cuestionados, en cuanto a su veracidad y contribución a la recon-ciliación nacional, importante aspecto este que no ha tenido en el Informe un tratamiento que responda a su enuncia-do, pudiendo afi rmarse que más bien, en algunos aspectos, ha lacerado heri-das. Hoy los hechos así lo demuestran.

Tres conclusiones claves de la CVR

En la conclusión 1 se afi rma: La CVR ha constatado que el confl icto ar-mado interno que vivió el Perú entre 1980 y 2000 constituyó el episodio de violencia más intenso, extenso y prolongado de toda la his-toria de la República. Asimismo, que fue un confl icto que reveló brechas y desencuentros profundos y dolorosos en la sociedad peruana.

Comentario. Un análisis cualitativo y cuantitativo simple muestra lo siguiente:

Suceso Período Población (Censos)

Informe Final de la CVR Muertos % Población

Guerra del Pacífi co 4 años 3´000,000 --------------- 14,310 0.477%

Terrorismo 20 años 22'000,000Reportados 23,969 0.109%

EstimaciónEstadística CVR 69,280 0.315%

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Desgraciada e infelizmente, cuali-tativa y cuantitativamente los sucesos históricos analizados, desde 1879 al presente, demuestran sin ninguna duda y con el sustento del testimonio de vida de miles de peruanos, que la Guerra del Pacifi co es el hecho de violencia más grave e intenso que hemos sufrido en nuestra vida republicana, cuyas se-cuelas se han prolongado hasta hoy y continuarán aun por mucho tiempo. En consecuencia lo expresado por la CVR no tiene sustento sólido ni es real.

Se plantea como redacción de esta con-clusión, la siguiente: Se ha constatado que el ataque per-petrado por las organizaciones terro-ristas autodenominadas Sendero Lu-minoso y Movimiento Revolucionario Túpac Amaru entre 1980 y 2000 contra el Estado y la sociedad peruana, fue un confl icto que reveló brechas y desen-cuentros profundos y dolorosos.

En la conclusión 2 se afi rma: La CVR estima que la cifra más proba-ble de víctimas fatales de la violencia es de 69,280 personas Estas cifras superan el número de pérdidas humanas sufridas por el Perú en todas las guerras externas y gue-rras civiles ocurridas en sus 182 años de vida independiente.

Comentario La Fiscalía de la Nación designó mediante la Resolución 1400-2003-MP-FN del 5 de setiembre del 2003, una Co-misión Especial para la lectura y análi-sis del Informe Final de la CVR. En el informe correspondiente se concluye:4

• Que, las estimaciones y proyeccio-nes de las cifras indicadas por la CVR ascendente a 69,280 víctimas fatales no tienen un asidero técni-co sustentable; pues ha utilizado un método inadecuado que “im-

plica sumar” toda las víctimas que han sido reportadas en una o más instituciones, con aquellas que nunca lo fueron ante institución alguna. El método que aplico la CVR es el método estadístico de la estimación de múltiples sistemas, sin embargo este método tiene un grado de error superior al 191% por cuanto la aplicación del méto-do solo descansa sobre una aplica-ción teórica del procedimiento.

• Para corroborar su apreciación la Comisión presenta en su informe el caso concreto del estadio de Huanta, señala que la CVR y las diferentes organizaciones de De-rechos Humanos especulaban que las Fuerzas Armadas habían es-condido varias víctimas ejecutadas por ellas, bajo la loza del estadio de Huanta en Ayacucho, el Minis-terio Público realizó una diligencia de verifi cación previa a la exhu-mación se realizaron 11 pozos de cateo con resultados negativos, lo que signifi ca que las victimas que la CVR estimaba encontrar física-mente, no se hallaron.

• Adicionalmente, en el mismo in-forme se contradice la conclusión de la CVR de que las decenas de miles de personas muertas se han dado en un contexto de “confl icto armado interno”, permanente y generalizado; por cuanto la CVR no demuestra la existencia de este confl icto, sino que lo deduce del mismo abultado número de vícti-mas, el cual es un número estima-do, más no real.

En otro contexto, Amnistía Interna-cional Perú en su informe La Comisión de la Verdad y Reconciliación – un pri-mer paso hacia un país sin injusticias, AMR 46/003/2004, (pág. 7), precisa:

HISTORIA

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• El estudio de la CVR indica asimis-mo que el número de muertos y «desaparecidos» durante el confl ic-to interno armado supera el núme-ro de pérdidas humanas sufridas en el Perú en todas la guerras exter-nas y civiles en sus casi dos siglos de vida independiente. 23,969 casos de personas fallecidas y «desapare-cidas» durante el confl icto interno fueron reportados a la CVR. (14).

Cita (14), De acuerdo a las proyecciones es-tadísticas realizadas por la CVR, el número de personas muertas y personas «desapare-cidas» durante el confl icto podría ser entre 61,007 y 77,552.

El Comisionado de la CVR, Teniente General FAP Luis Arias Graziani, en-tonces, Jefe del Gabinete de Consejeros del Presidente de la República, expresó en una carta dirigida al Presidente de la Comisión, su discrepancia con una serie de aspectos del Informe Final de la CVR, indicando, para el caso de la Con-clusión 2, su desacuerdo por no ser una verdad comprobada, sino una proyec-ción matemática o estadística.

Se plantea como redacción de esta con-clusión la siguiente: La cifra de víctimas fatales de la vio-lencia debidamente comprobada entre 1980 y 2000 es de 23,969 personas.

En la Conclusión 55 se establece:

La CVR afi rma que en ciertos lugares y momentos del confl icto la actuación de miembros de las Fuerzas Armadas no solo involucró algunos excesos individuales de ofi ciales o personal de tropa, sino también prácticas generalizadas y/o sistemáticas de violaciones de los Derechos Humanos, que constituyen crímenes de lesa humanidad así como transgresiones de normas del Derecho Internacional Humanitario.

Comentario Con esta afi rmación la CVR califi -ca de lesa humanidad supuestos crí-menes cometidos por personal de las FFAA y PNP, creando a su entender, las condiciones para ser considerados imprescriptibles y susceptibles de ser sancionados con las penas previstas en el Estatuto de la Corte Penal Interna-cional, aprobado por el Perú el 10 de septiembre de 2002, así mismo intro-duce la sujeción a las normas del De-recho Internacional Humanitario, ba-sándose en su opinión que en el Perú se vivió un “confl icto armado inter-no”, permanente y generalizado, que es una consideración indispensable para su aplicación, pero que a lo largo del Informe no se demuestra y ha sido cuestionado por el Ministerio Público, como se puede apreciar en el Comen-tario a la Conclusión 2 .

Los hechos posteriores demuestran que este argumento ha sido tomado por los jueces y aplicado a miembros de las FFAA y PNP, en contra de un prin-cipio jurídico universal, la no retroac-tividad, siendo aberrante el caso de la imprescriptibilidad pues el Perú recién ratifi co su aplicación según R.L. 27998, aceptando la ONU la condición expre-sa que puso el Perú para adherirse a la Convención sobre Imprescriptibilidad de Crímenes de Guerra (CICG): "Solo aplicable para delitos que se cometan después del 9 de noviembre de 2003",

El gobierno corrigió temporalmente esta situación mediante D.U. 1097 que fue derogado por el Congreso, el 14 de setiembre de 2010, a menos de un mes de su promulgación.

Se plantea como redacción de esta conclusión, la siguiente: En ciertos lugares y momentos del confl icto la actuación de miembros de

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las Fuerzas Armadas involucró algu-nos excesos individuales de ofi ciales o personal de tropa, que confi guran vio-laciones de los Derechos Humanos y que podrían constituir crímenes de lesa humanidad así como transgresiones de normas del Derecho Internacional Hu-manitario. Las autoridades competen-tes deberán dilucidar cada caso aplican-do la legislación que corresponda.

Suscripción del Informe Final de la CVR “bajo reserva”

El Teniente General FAP Luis Arias Graziani, suscribió el Informe bajo re-serva.

Lo sustentó en una carta dirigida al Presidente de la CVR, del 27 agosto 2003.

Entre otros aspectos, expresa: 1. ……. aportamos a esa "verdad",

consciente o inconscientemente, nuestras percepciones personales, sean estas aprobatorias o desaproba-torias. Por eso considero que el ve-redicto defi nitivo lo dará la historia, que solo se construye con el tiempo.

4. Por consiguiente, no puede juzgarse con el mismo nivel de responsabili-dad a la infames huestes terroristas (Sendero Luminoso y MRTA) con los contingentes de las Fuerzas Arma-das. Estas últimas participaron en la acción contrasubversiva en cumpli-miento de su misión Constitucional, por disposición de los Gobiernos de turno en dos décadas……

10. ……..es importante precisar que el número de víctimas debidamen-te documentada está entre 24,000 y 25,000 personas. Cualquier otra cantidad que la Comisión estime como probada, es producto de una proyección matemática o estadística,

la que si bien es cierto ha sido reali-zada con soporte científi co por parte de los técnicos peruanos y extranje-ros, no pasa de ser una proyección. Por ende, estimo que esa no es una verdad comprobada.

El Proyecto del Lugar de la Memoria

Según la R.S. 115-2009-PCM, del 5 de junio de 2009, se conformó y designó la Comisión de Alto Nivel para el Proyec-to del Museo de la Memoria, integrada por siete personalidades de distinguida e intachable trayectoria personal y pro-fesional, de manera ad honorem, presi-dida por el doctor Mario Vargas Llosa, actuando como vicepresidente el doctor Salomón Lerner Febres. Posteriormente por R.S. 098-2010-PCM, del 14 de abril de 2010, se incorporó a la Comisión de Alto Nivel a dos personas más y se mo-difi có la denominación de “Museo de la Memoria”, por “Lugar de la Memoria”. El 15 de mayo, el Dr. Lerner renunció a la Comisión5, quedando conformada como se indica a continuación:

Dr. Mario Vargas Llosa, presidenteMons. Luis Bambarén GastelumendiDr. Enrique Martín Bernales BallesterosArq. Frederick Cooper LlosaSr. Fernando de Szyszlo ValdelomarAntrop. Juan Manuel Ossio AcuñaSra. Mariella Pinto Rocha.Sr. Bernardo Roca Rey Miro Quesada.Un representante de la Defensoría del Pueblo en calidad de observador.

Posteriormente, el Antropólogo Juan Manuel Ossio Acuña, fue nombrado Ministro de Cultura el 4 de setiembre de 2010, y el Dr. Mario Vargas Llosa, re-nunció a la Presidencia de la Comisión el 13 de setiembre de 2010, siendo de-signado el 4 de octubre de 2010, el Sr. Fernando de Szyszlo Valdelomar, como Presidente de la Comisión.

HISTORIA

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El objeto de la Comisión de Alto Ni-vel es coordinar y promover el diseño, organización, implementación y gestión del Proyecto con la cooperación del Go-bierno Federal de Alemania; velando por que dicho lugar represente, con obje-tividad y espíritu amplio, la tragedia que vivió el Perú a raíz de las acciones sub-versivas desarrolladas por Sendero Lu-minoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru durante las dos últimas décadas del siglo XX, con el propósito de mostrar a los peruanos las trágicas consecuencias que resultan del fanatis-mo ideológico, la trasgresión de la Ley y la violación de los Derechos Humanos, de suerte que nuestro país no vuelva a revivir tan lamentables experiencias.

Este mandato, señala con meridiana claridad que la objetividad y espíritu amplio deben predominar en el tra-tamiento temático de la tragedia que vivió el Perú, en consecuencia, la plu-ralidad y visión integral constituyen factores que fundamentaran la adecua-da interpretación de los hechos, lo que permitirá plasmar adecuadamente la representación objetiva que será expre-sión de lo vivido en este trágico perío-do.

Tanto el Dr. Mario Vargas Llosa como el Sr. Fernando de Szyszlo Valde-lomar, han reiterado en forma pública

que el trabajo de la Comisión se desa-rrollará en la perspectiva de llegar a mostrar al fi nal del proyecto, un testi-monio integral y objetivo sustentado en verdades comprobadas de la tragedia que vivió el Perú a partir del alzamiento terrorista de 1980.

Comentario Final

El Informe Final de la CVR, desa-rrollado por un segmento del Grupo de Interés de la Sociedad Civil, confi gura una interpretación incompleta del tema pues cubre solo los aspectos de carácter político, social, jurídico y cultural de la violencia terrorista y de la violación a los Derechos Humanos producidos en el Perú desde mayo de 1980 hasta no-viembre de 2000, causado por la agre-sión de los grupos terroristas Sendero Luminoso y el autodenominado Movi-miento Revolucionario Túpac Amaru.

El Informe no considera en su tra-bajo el factor económico existente en el período, por el cual el país llegó al borde de la inviabilidad en el contexto internacional, producto de la situación que se degradó sustantivamente debido a la acción demencial de los agresores del estado de derecho. El terrorismo de Sendero Luminoso y el MRTA, fue un factor preponderante que agravó y re-trasó el desarrollo nacional en espacios tan importantes como salud, educación, trabajo, agricultura, industria, infraes-tructura eléctrica, carreteras, etcétera y obviamente a la actividad privada, sien-do una de las causas principales de los graves daños emocionales a toda la po-blación durante cuatro lustros. Esto es lo que un grupo de personas investida de los cargos en el más alto nivel de go-bierno, soslayó como parte del trabajo de la CVR, cuando por función diseña-ron y emitieron los dispositivos de su

CVR, Dr. Mario Vargas Llosa en Ayacucho.

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creación, estableciendo los espacios de trabajo que debían cubrir los comisio-nados que ellos mismos nombraron.

El Informe Final de la CVR, es un trabajo estigmatizado por la uniformi-dad del origen académico, ideo político y laboral de la mayor parte de sus co-misionados y funcionarios de confi an-za, que procedían preponderantemente de tres universidades y de partidos po-líticos de ideología socialista, principal-mente en su vertiente marxista leninis-ta; ello ha originado Conclusiones como las números 1 y 2 que no se ajustan al ri-gor de la verdad histórica de los hechos. En el caso de la Conclusión número 2, el Informe Final inicia su texto basán-dose en una estimación de los comisio-nados y no en una verdad comprobada, lo cual ha causado muchas protestas y posiciones discrepantes como la de la Comisión Especial para la lectura y aná-lisis del Informe Final de la CVR, desig-nada por la Fiscalía de la Nación según Resolución 1400-2003-MP-FN, del 5 de setiembre del 2003, la que manifi esta que el número de víctimas fatales que la CVR afi rma existieron, no tienen un asidero técnico sustentable. En el mis-mo sentido se pronunció, y fi rmó el In-forme Final “bajo reserva”, el Comisio-nado Teniente General FAP Luis Arias Graziani.

Las fallas de origen del Informe Fi-nal, al haber sido estructurado de mane-ra incompleta por la ausencia del factor económico a lo largo de su extenso aná-lisis, así como por mantener una mar-ca permanente causada por la falta de pluralidad ideo política, de formación y laboral de los comisionados y funciona-rios de su organización que lo redacta-ron, demandan la ineludible necesidad de subsanar estos garrafales errores bus-cando darle la integridad y solidez que

exige un trabajo que se supone debe ser el gran relato de lo que nos sucedió, así como una de las fuentes que, se asume, servirá para desarrollar el Proyecto del Lugar de la Memoria, que perennizará esta etapa de la historia del Perú, para las futuras generaciones.

Por encima de cualquier interpre-tación de lo que nos sucedió, la trági-ca experiencia vivida a través de este periodo, debe servirnos para integrar-nos dejando de lado la mezquindad, provenga de donde provenga, recono-cernos como país multicultural y pluri-rracial, e ir corrigiendo los tremendos errores que arrastramos desde inicios de la República, eso es lo que debemos afrontar solidariamente todos los pe-ruanos de hoy identifi cados con nues-tro país, para transitar juntos la úni-ca senda que nos permitirá alcanzar la grandeza que el Perú merece y exige.

El proyecto del Lugar de la Memoria puede llegar a ser uno de los cimientos de la reconciliación, unión e identidad de los peruanos, así como constituirse en el mejor homenaje a la sociedad, a sus víctimas y familiares. Para ello re-quiere que el Estado cumpla con la ta-rea pendiente de completar el Informe Final de la CVR, analizando e incluyen-do el factor económico y replanteando las conclusiones 1, 2 y 55, entre otras, por no ajustarse a la realidad histórica, ni a la rigurosidad de lo comprobable.

En la fecha que marca una etapa importante para el Proyecto del Lugar de la Memoria, los peruanos confi amos que se asumirá con fi rmeza el rumbo que han señalado públicamente los Pre-sidentes de la Comisión Presidencial de Alto Nivel y, que el trabajo de la Comi-sión se desarrollara en la perspectiva de llegar a mostrar al fi nal del Proyecto, un

HISTORIA

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testimonio integral y objetivo sustenta-do en verdades comprobadas de la tra-gedia que vivió el Perú a partir del alza-miento terrorista de 1980. En tal sentido se pone a disposición este aporte, que se considera contribuirá a alcanzar el objetivo trazado.

Refl exionemos teniendo en nuestras mentes la ilustre fi gura del Gran Almi-rante del Perú Miguel Grau Seminario, el Peruano del Milenio, innato y para-digmático precursor de los Derechos Humanos en el mundo desde aquel 21 de mayo de 1879, cuando, adelantán-dose a su época, en las aguas de Iqui-que en un acto admirado por todos, y principalmente por aquellos a los cua-les combatió, extendió su noble mano de vencedor para rescatar al vencido, evitar la muerte innecesaria y el conse-

cuente dolor a esposas, hij os, padres y familiares, motivando aquella espontá-nea frase que saliera desde lo más pro-fundo de cada uno de los chilenos que salvó, hoy perennizada para la historia, ¡Viva el Perú generoso!

1 http://www.congreso.gob.pe/congresista/2001/hpease/criticas/1_PQ-MEMORIA_2000-2001.pdf

2 Idem.3 "Se puede terminar de diseñar lo que debería ser la Comisión de la Verdad, dentro

del proceso de reconciliación. El ministro García Sayán es una garan a para que este gobierno de transición empiece este proceso", So a Macher, Diario la Repú-blica, 27 de noviembre de 2000.

4 Ministerio Público - Informe de las Comisión de Evaluación y Análisis del Informe Defensorial N`97, Enero 2006.

5 Diario la República, Entrevista a Salomón Lerner F., 25 de junio de 2010.

"Iquique"

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maginen ser clientes y tener que pagar a una organización por ha-

cer algo que no está alineado con sus preferencias, imaginen comprar un boleto hacia un sitio no defi nido, como estar en una aeronave que tiene un

rumbo, pero no puede mostrar el avan-ce hacia el objetivo, eso pasa con las or-ganizaciones que no cuentan con obje-tivos medibles y también con aquellas organizaciones públicas que cuentan con objetivos, pero que no los alinean con las preferencias del contribuyente.

Estamos acostumbrados a escuchar de visión, como aquel deseo que pro-yecta la organización a una mejor con-dición futura (no puede ser al revés), pero para visualizar, percibir que ca-minamos en esa dirección necesitamos objetivos, puntos de chequeo en aquel largo camino a seguir para alcanzar la visión de una organización, pero no es sencillo.

Ahora agreguémosle a esto los re-querimientos del día a día, de reportes a instancias superiores, presiones del entorno, problemática del personal, carencia de recursos para reforzar con-ductas de los subalternos, problemática del personal, entre otros y completamos el panorama, en otras palabras, las pre-siones comunes del día a día que al fi -nalizar el mismo, nos hacen olvidar el curso de acción de las cosas, absorben el tiempo y recursos de la organización…Realmente complicado pretender su-pervisar el avance de las organizaciones

SECTOR PÚBLICO: ¿POR QUÉ TRAZAR OBJETIVOS DE GESTIÓN?

Comandante FAP Juan Jordán Altamirano

“Mejorar la condición de una organización, su situación, implica medición del estado actual y a través de nuevas iniciativas buscar mejores formas de acción que

impacten en un mejor desempeño organizacional”

El Comandante FAP Juan Jordán Altamirano, egresó de la Escuela de Ofi ciales en 1991, gra-duado en la especialidad de Finanzas. Ha sido catedrático en la Escuela Superior de Guerra Aérea y en el Colegio de Contadores de Lima en tópicos fi nancieros y contables.

Ha prestado servicios en diferentes unidades en el Área Financiera, es responsable de la for-mulación y gestión de aprobación del Proyecto de Inversión Publica para Rehabilitación de la Base Aérea de Pisco después del terremoto, habiendo sido felicitado por el Jefe de Estado Mayor de la FAP por dicho acto.

Ha cursado estudios de Contabilidad en la “Universidad Ricardo Palma”, siendo Con-tador Público Colegiado. Culminó el Diplo-mado en Finanzas Corporativas en ESAN, es Magister en Administración de empresas por la “Universidad de Lima”, habiendo alcanza-do la ubicación relativa del 5to Superior. Ha culminado una especialización en Proyectos de Inversión Pública en la “Universidad del Pacifi co” y el Curso de Especialización en Tri-butos en la “Pontifi cia Universidad Católica del Perú”.

Actualmente cursa el III Programa Académi-co de Comando y Estado Mayor en la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas.

I

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hacia el logro de objetivos preconcebi-dos en el Sector Público, (sobre todo sin contar con Sistemas de Información Geren-cial que permitan cierto nivel de monitoreo).

No obstante la medición es necesa-ria, pues no se puede gestionar lo que no se puede medir, por ello el objetivo debe ser posible de medir para consi-derarse como tal (para considerarse un punto de chequeo hacia la materializa-ción de la visión).

¿Cómo desarrollar objetivos que se puedan medir?

Jean Paul Sallenave1 manifi esta que los objetivos deben tener cuatro compo-nentes:Atributo: Dimensión especifi ca que lo defi ne, (Que mide).Escala de medida: Unidad de medida a utilizar para cuantifi car el objetivo.Meta o umbral: Medida arriba de la cual se considera el objetivo logrado.Horizonte de tiempo: Plazo para el lo-gro del objetivo.

Ejemplo de Objetivo:“Lograr incremen-tar la operatividad de la fl ota X en un 10% en el presente ejercicio”.Atributo: Operatividad de la Flota.Escala de medida: porcentual.Meta o umbral: 10%.2

Horizonte de tiempo: 1 año.

Ahora es más fácil trazarse objeti-vos de difícil medición, así no se con-creta ningún compromiso de mejora de la condición de la organización, con lo cual se evitan críticas futuras, el com-promiso real surge de personas que creen estar en la capacidad de alcan-zar objetivos medibles, es ese interés, ese conocimiento, esa proactividad, lo que las lleva a pretender alcanzar una mejora, pues como dicen son nuestros actos los que nos defi nen, a través de ellos se trasciende.

Trasladando este tipo de actitudes a un administrador (imaginando que tie-ne un perfi l que se ajusta al cargo que va a asumir) tratemos de imaginarlo en una organización a la que acaba de llegar, es probable que encuentre solo la misión del área que va a dirigir, no obstante debe autoimponerse un objeti-vo (alineado con el de la organización) para darle orientación a las actividades del área (establecer puntos de chequeo), para ello debe realizar un diagnóstico que le permita establecer el punto de partida de la gestión o línea de base, como también lo llaman.

Establecida la línea de base o diag-nóstico de la situación del área al inicio de la gestión, es recomendable estable-cer objetivo(s) que guarden relación con las capacidades y recursos asigna-

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57ORGANIZACIÓN

dos al área (coordinado con el supe-rior inmediato), pues como dicen “la responsabilidad del Jefe radica en solicitar los recursos y talento humano para que el objetivo se materialice”,3 pues si se dan los recursos y plazos adecuados para el logro del objetivo es responsabilidad del jefe alcanzarlos, en caso contrario no es recomendable responsabilizar al jefe por alcanzar el (los) objetivo(s) si no tuvo mando u autoridad sobre los medios necesarios para tal fi n4, lo im-portante es documentar las limitacio-nes (o carencia que exista) para alcan-zar el objetivo, pues el problema que no se documenta, no existe. Por otro lado es posible mantener temporal-mente niveles de exigencia por encima de las capacidades del área o depen-dencia, si la urgencia de la situación lo amerita, pero no de manera constante, pues tanto el personal como los recur-sos terminan siendo insufi cientes para mantener esfuerzos por encima de las capacidades del área o dependencia, generándose retrasos e incremento de fallas en los procesos existentes.

A partir de lo manifestado, es natu-ral que los jefes interesados en alcanzar sus objetivos se preocupen de saber con qué recursos y plazos cuentan para el logro de los mismos, también es común encontrarse con equipos compuestos por gente de diferentes caracteres, espe-cialidades, actitudes, frente al objetivo, de allí la necesidad de: • Interesarse por la retención del ta-

lento humano clave para el logro del objetivo.

• Buscar alinear los esfuerzos del equi-po para el logro del objetivo.

• Evitar sesgar opiniones que pudieran contribuir a alcanzar el objetivo.

• Por sobre todo buscar la unión del grupo, pues solo en tal estado la sinergia puede fl uir para un inter-cambio de conocimiento entre los integrantes del equipo y así lograr mejores resultados.

• Recordar que como parte de una or-ganización, somos parte de un Sis-tema, como tal interdependemos e interactuamos para el logro de el(los)

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objetivo(s), por lo que todas las par-tes son necesarias (Aun así no hay receta perfecta).

• Vincular el logro del objetivo, con al-gún tipo de incentivos o reforzadores de conducta para orientar los esfuer-zos del personal hacia el logro de los objetivos.

¿Cómo visualizar los objetivos a los largo de toda la organización? (Decalage)

Normalmente todo objetivo de re-sultado o impacto debe contar con in-ductores de actuación5, aquellos que constituyen objetivos de nivel inferior cuyo resultado se va a ver refl ejado en el indicador de resultado o impacto (ob-jetivo de nivel superior). Los Inductores (objetivos de nivel inferior) deben expli-car naturalmente cómo llegar al Objeti-vo de nivel superior, según se aprecia en el siguiente cuadro:

Criterios utilizados para seleccionar objetivos:

Los entornos en la actualidad son más cambiantes que años atrás, la globalización, el incremento de la tec-nología y la agilización del fl ujo de

información por la Web, son factores que han contribuido en ello, por lo expuesto los objetivos están supedi-tados a ciertos supuestos (cierto es-tado del entorno de la organización), necesarios para considerar el objetivo como válido en el horizonte de tiempo del ejercicio (probablemente 1 año) o más dependiendo del nivel de objeti-vo (estratégico, funcional, operativo).

Los objetivos de una organización pueden tener sesgos, en muchos casos son el resultado de una pugna entre grupos de poder en la organización6, siendo el grupo dominante el que im-pone el objetivo, para Sean Masaki Flynn “con frecuencia los programas del gobierno son el resultado del un cabildeo de grupos de presión que buscan ayudar a algún grupo pequeño en lugar de maximi-zar la felicidad de la población”. También el sesgo cognitivo del más alto funcio-nario, ejecutivo, jefe o director de la organización, infl uye en la percepción de qué es más importante alcanzar para la organización (según Jean Paul Sallenave), así como también los valo-res del mismo, como dicen “las orga-nizaciones en cierta forma se parecen a sus gerentes (o equivalentes)”, pues el estilo del mismo en el proceso a su cargo y tiene efecto sobre su gestión y resultados.

Finalmente recordando que el fi n de las organizaciones es proporcio-nar un bien o servicio a un cliente o usuario (satisfaciendo el propósito distintivo de su misión), deberían los objetivos guardar relación con las ex-pectativas que tiene el cliente del bien o servicio, de tal forma que al alcanzar los objetivos se maximice la satisfac-ción del cliente (o contribuyente para el caso del Estado).

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El establecimiento de objetivos en el presupuesto por resultados

La Metodología de Presupuesto por Resultado utiliza primeramente un diagnóstico para establecer la con-dición de interés o situación que afecta (directa o indirectamente) a la pobla-ción, esto se hace tomando en cuenta la percepción de la población afectada, es decir el diagnóstico tiene que tomar en cuenta al receptor del servicio, para luego en función a esta condición es-tablecer el objetivo de la organización que sería dar solución a la condición de interés que afecta a la población (Ejemplo: lograr el control aeroespa-cial del 100% del territorio Nacional). Esta condición de interés llega a ser atendida a través de la determinación de las causas de último nivel que gene-raron esta condición, por lo expuesto la Metodología Causa-Efecto contribu-ye a determinar cuáles serian los me-dios para la solución del problema, lo que impactaría en la identifi cación de la condición de interés que se transfor-maría en objetivo a alcanzar.

Desde la óptica de los procesos, un depar-tamento o área puede ser parte de un ma-cro proceso al interior de una organiza-ción, en tal sentido los productos de este área pueden estar dirigidos a un “cliente interno” (otra área o departamento a otro nivel en la organización) o quizás un “cliente externo”, si es que el área o de-partamento en cuestión se encuentra al fi -nal del macro proceso, en tal sentido para determinar el objetivo del departamento o área en cuestión es recomendable con-siderar la opinión del “cliente”, sea este interno o externo, pueden ser a través de encuestas, o algún tipo de informe, pero (al fi nal) el producto fi nal, así como el ob-jetivo (en niveles de producción del área, velocidad de tramitación de expediente u

otro indicador), se deberán ajustar a las necesidades del “cliente”, para conside-rarse satisfactorio.

Recordemos que si existe un área sin clientes (interno o externo), o que no emite producto alguno, quizás sea innecesaria en la organización.

Impacto de la Teoría del Principal y el Agente7 en el logro de los objetivos

En el marco de la Teoría Económica los individuos frente al trabajo actúan racionalmente en la búsqueda de su propio interés, donde la Administra-ción asume el papel principal y los fun-cionarios son los agentes.8 Las Retribu-ciones Relacionadas al Desempeño (RRD) surgen en el ámbito del Sector Público, dentro de una nueva ola de reformas de gestión y presupuesto que buscan me-jorar la motivación de los funcionarios, no solo por el reconocimiento salarial mismo, sino por el reconocimiento im-plícito por el buen desempeño que su-pone el estímulo antes mencionado.

Este tipo de políticas (RRD) ligadas al logro de objetivos adecuadamente defi nidos constituyen una alternativa de estímulo, sugiriéndose que la eva-luación para el incentivo se haga sobre pocos objetivos realistas, buscando li-gar el objetivo organizacional, con los objetivos individuales de los funciona-rios (agentes).

No obstante la rigidez existente en el Sector Público para el otorgamien-to de incentivos, así como la creencia de que “las sanciones en el Sector Pú-blico son casi siempre mayores que la recompensa por un muy buen desem-peño”9, constituyen una limitante para la aplicación de este tipo de políticas.

ORGANIZACIÓN

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¿Por qué son importantes los objetivos para el sector público?

La importancia de establecer objetivos en el sector público radica en que solo crecen sostenidamente los países que lo-gran mantener un equilibrio entre la esta-bilidad social y el crecimiento económico (según estudios del Banco Mundial). En otras palabras, un país con estabilidad so-cio económica, proyecta una solidez que invita a la inversión, al crecimiento, de allí a la necesidad de un estado más efi cien-te, donde el impacto del gasto público se refl eje en indicadores transparentes de niveles de servicio, cuyos benefi cios están alineados con las preferencias que maxi-mizan la satisfacción del contribuyente.

Solo un estado efi ciente, productor de bienes y servicios alineados con las preferencias del contribuyente, estaría en capacidad de contar con mayores ni-veles de aceptación (la confi anza mayo-ritaria de la población), mayor aprecia-ción del valor de los bienes y servicios que produce y posible mayor recauda-ción por los mismos, de allí la mayor legitimidad10 de sus actos, la acepta-ción mayoritaria de la población de la autoridad conferida al mismo para el ejercicio del monopolio del poder. Por ello es importante la intención del Es-tado de implementar el Presupuesto por Resultados, que podría impactar signi-fi cativamente en la implementación de objetivos medibles en la Gestión Públi-

ca, pues su metodología obliga a la generación previa de objetivos denominados “Condiciones de Interés” proveniente de un diag-nóstico de la problemática del sector, que es requisito previo a la asignación de los recursos a las Instituciones Públicas, de allí si hay objetivos medibles y medios de verifi cación de los mismos se puede demandar presupuesto, de esta manera la administración pública ejecutará sus recursos de manera más efi caz, orientándo-los hacia objetivos cuantifi cables y alineados a los requerimientos del contribuyente.

Restricciones para el logro de los objetivos, algunos de ellos…

• Los bienes y servicios que el Estado produce no están adecua-damente alineados con lo que de-sea el contribuyente o receptor de estos productos.• No hay visión de procesos al interior de la administración pú-blica, por ello los recursos asig-

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nados, no necesariamente permiten alcanzar los objetivos planteados.

• Muchas veces se ejecutan recursos sin tener claro el diagnóstico de la situación problemática del sector, de allí que los objetivos no estén adecuadamente defi nidos, así como los recursos asignados para el logro del objetivo.

• Existe prioridad por el cumplimien-to de la normatividad, existiendo más reforzadores de conducta ma-yormente negativos (castigos) que se aplican en caso de incumpli-miento, no obstante existen menor número de incentivos que motiven la productividad en el sector pú-blico (las sanciones por fracasar son mayores que los incentivos por buenos desempeños11).

• La corta duración de los cargos públicos (dos años en promedio), generan que haya concentración en objetivos de corto plazo, no per-mitiendo la generación de curvas de aprendizaje profundas que per-mitan cambios estructurales en las organizaciones (adecuaciones al cambio del entorno).

• Las organizaciones son especiali-zadas, no están preparadas para resolver problemas sistémicos que involucre un accionar conjunto, va-rios sectores a la vez. (No obstante se está avanzando poco a poco en este aspecto).

Conclusiones

Finalmente existe la probabilidad de que se esté trabajando en organizacio-nes públicas con objetivos inadecuada-mente defi nidos, pues la incorporación de la metodología del Presupuesto por Resultados tardara en aplicarse a todo el sector público, por ello será necesario contar con lineamientos para generar

adecuadamente objetivos. Asimismo el contar con una Gestión Pública más efi ciente, con productos (bienes y servi-cios) elaborados pensando en el con-tribuyente, es un requisito para incre-mentar la legitimidad del accionar del estado12, es decir la aceptación pacífi ca de las acciones del Estado por parte del gobernado, una mayor aceptación de los productos del Estado llevará poco a poco a la mayor percepción de valor de los servicios públicos por parte del con-tribuyente, logrando climas de mayor aceptación, estabilidad socio económi-ca que el Estado necesita para alcanzar crecimientos económicos sostenidos, que poco a poco permitirán contar con la caja fi scal sufi ciente para eliminar la exclusión, la pobreza e incrementar los niveles de vida de la población y, a futu-ro, alcanzar el llamado bien común.

1 PHD en Economía Jean Paul Sallenave Autor de “La Gerencia Integral”- Cap. 3 “Toma de Decisiones”.

2 En el entendido de que se ene que incrementar el 10% de la opera vidad con respecto a la condición inicial de la fl ota al inicio de la ges ón.

3 Concepto extraído del libro “Gerencia de Procesos” de Hernando Mariño. Cap 4 “Un Modelo para gerencia de procesos”: pág. 43.

4 Concepto extraído del libro “Gerencia de Procesos” de Hernando Mariño, Cap 4 “Un Modelo para gerencia de procesos”: pág. 43.

5 Inductores de Actuación o indicadores de causa son específi cos de cada área, De-fi nición extraída de “El Cuadro de Mando Integral” de Kaplan y Norton: p 164.

6 Concepto extraído de “La Gerencia Integral” de Jean Paul Sallenave: p 47.7 También llamada Teoría de la Agencia, estudia el confl icto existente entre el Prin-

cipal (Accionistas) y el Agente (direc vo o funcionario), y la búsqueda de superar tales confl ictos, como de vincularlo adecuadamente con incen vos a la generación de valor que realicen estos úl mos. (extraído de “Principios de Finanzas Corpora -vas”- Brealey- Miers- p:695).

8 Fuente h p://ges onpublicaperu.com/no cias/9 Conclusión extraída del Ar culo “Ges ón del Cambio en el Sector Público” de

Frank Ostroff - De Harvart Business Review- Mayo-2006- pag:99.10 La legi midad está relacionada con las razones que conducen al cumplimiento las

normas, por parte de la población, es el concepto mediante el cual se pone a prue-ba la capacidad de un poder para obtener obediencia sin necesidad de recurrir a la coacción. h p://es.wikipedia.org/wiki/Legi midad.

11 Extraído del Ar culo “Ges ón del Cambio en el sector público”, por Frank Ostroff - Harvard Business Review- Mayo 2006.

12 Ver “Evaluación de la Ges ón Pública-Conceptos y aplicaciones en el caso La no-americano” por Sonia Ospina Bozzi- Educadora, MS en Ges ón Publica y PhD en Sociología-.

ORGANIZACIÓN

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La Seguridad Nacional

eguridad Nacional es la situación en la que el Estado tiene garanti-

zada su existencia, presencia y vigencia así como su soberanía, independencia e integridad territorial y de su patrimo-nio, sus intereses nacionales, su paz y estabilidad interna, para actuar con ple-na autoridad y libre de toda subordina-ción, frente a todo tipo de amenazas”.1

Antiguamente, este concepto se li-mitaba a las amenazas tradicionales,

tanto externas como internas, que pro-venían principalmente, de los intereses particulares, oposiciones, agresiones o presiones de otros estados y las que sur-gían en el interior del territorio, y que en el presente milenio, deben ampliar su concepto y los enfoques tradiciona-les, abarcando nuevas amenazas y amena-zas no tradicionales, que incluyen aspec-tos políticos, económicos, sociales, de salud y ambientales.

Según la Declaración sobre Seguri-dad en Las Américas, aprobada en la tercera sesión plenaria de la Conferen-cia Especial sobre Seguridad de la OEA, celebrada el 28 de octubre de 2003 en la ciudad de México, indica que: “Las nuevas amenazas, preocupaciones y otros desafíos a la seguridad hemisférica son pro-blemas intersectoriales que requieren respuestas de aspectos múltiples por parte de distintas organizaciones nacio-nales y, en algunos casos, asociaciones entre los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil, todas actuando de for-ma apropiada conforme a las normas y principios democráticos y las normas constitucionales de cada Estado. Mu-chas de las nuevas amenazas, preocu-paciones y otros desafíos a la seguridad hemisférica son de naturaleza transna-cional y pueden requerir una coopera-ción hemisférica adecuada”.

Asimismo, en esta declaración se in-dica que: “La Seguridad de los Estados del Hemisferio se ve afectada, en diferente for-

EL CAMBIO CLIMÁTICO Y LAS POSIBLES AMENAZAS A LA SEGURIDAD NACIONAL

Mayor FAP Guillermo G. Lazo Alatrista

El Mayor FAP Guillermo G. Lazo Alatrista, es Ofi cial Ingeniero Meteorólogo. Ostenta el grado académico de Magíster Scientiae en Cien-cias Ambientales por la Universidad Nacional Agraria La Molina y tiene estudios de Máster en Educación por la Universidad de Piura.

Actualmente, se desempeña como catedrático en el Centro de Altos Estudios Nacionales CAEN, y en la Escuela de Sub Ofi ciales de la Fuerza Aérea del Perú. Ha sido catedrático también, en la Escuela Superior de Guerra Aérea FAP y en la Dirección de Meteorología Aeronáutica FAP.

Entre otros cargos, se ha desempeñado como Director Regional del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología SENAMHI-Piura, Segundo Comandante del Servicio de Imprenta FAP, ha prestado servicios en diferentes Unida-des de Combate de la Fuerza Aérea del Perú y fue integrante de la XIII Expedición Científi ca del Perú a la Antártida.

El Mayor Lazo se encuentra cursando el III Pro-grama Académico de Comando y Estado Mayor en la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas.

S"

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REVISTA DEL COMANDO CONJUNTO DE LAS FUERZAS ARMADAS64

ma, por amenazas tradicionales y por las siguientes nuevas amenazas, preocupacio-nes y otros desafíos de naturaleza diver-sa (entre otras se menciona): los desastres naturales y el deterioro del medio ambiente”.

Por otro lado, en el informe del Secre-tario General de la ONU, emitido en el sexagésimo cuarto periodo de sesiones de la Asamblea General, tema 114 del programa provisional denominada “El Cambio Climático y sus posibles reper-cusiones para la seguridad”, indica:“En general, tanto las opiniones de los go-biernos como la labor de investigación pertinente sobre las repercusiones del cambio climático para la seguridad encaran la cuestión desde una perspectiva de in-terdependencia entre la vulnerabilidad humana y la seguridad nacional.

Señalan cinco vías por las cuales el cambio climático podría afectar a la seguridad:a. Vulnerabilidad: el cambio climático

representa una amenaza para la seguridad alimentaria y la salud humana, aumentado el grado de exposición de los seres humanos a fenómenos extremos;

b. Desarrollo: si como consecuencia del cambio climático se produce una desaceleración o una reversión del proceso de desarrollo, aumentará la vulnerabilidad, y la capacidad de los Estados para mantener la esta-bilidad podría verse menoscabada;

c. Reacciones y seguridad: la migración;d. Apatridia: la pérdida por un Estado

de su condición de tal como resul-tado de la desaparición de su terri-torio tiene consecuencias para los derechos;

e. Confl ictos internacionales: los efectos del cambio climático en los recur-sos internacionales compartidos o no delimitados pueden repercutir en la "cooperación internacional”.

Como podemos ver, la preocupación internacional es evidente ya que existen pruebas científi cas de que el cambio climático representa una amenaza y es considerado además un “multiplicador de amenazas” que atenta contra todos los sectores de una nación y a diferen-tes escalas, así representa pues, una po-sible amenaza a la comunidad, a nivel nacional, regional e internacional.

El cambio climático, efectos, impactos y amenazas

El clima de la Tierra, desde su crea-ción y a lo largo de su existencia, ha cambiado muchas veces. Esto ha sido debido a causas naturales como las erupciones volcánicas, los cambios de órbita de traslación de la Tierra, y en-tre otros, a las variaciones de la con-centración de los componentes de la atmósfera.

Estas variaciones, se deben princi-palmente, al crecimiento del ritmo de emisiones de gases contaminantes y gases efecto invernadero (GEI), predo-minando el CO2, producto de la quema de combustibles fósiles, incremento que se ha observado desde el inicio de la era industrial (como consecuencia de las ac-tividades antropogénicas) y que ha ge-nerado el incremento de la temperatura global entre 0.3 y 0.6˚ C el último siglo. Asimismo, según el Cuarto Informe de Evaluación del Cambio Climático 2007 del IPCC, señala, que: “Las estimacio-nes probables sobre el calentamiento de la superfi cie global para fi nales del siglo 21 muestran que para el escenario más bajo se proyecta un aumento (de la tem-peratura media global) de 1.8ºC y para el más alto un aumento de 4.0ºC…”.2

El aumento de la concentración de estos gases provocaría no solo cambios

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en la temperatura media global, sino también del clima mundial: alteracio-nes de los regímenes de precipitacio-nes, avance de los desiertos, retroceso de los glaciares, incremento del nivel del mar, y todos los impactos asocia-dos a estos cambios, tales como gran-des impactos sobre la población, los recursos y las actividades económicas (Grasses et al., 2000; Kokot, 2004; Ba-rros, 2005; UCC, 2005). Estos cambios representan en conjunto el denomina-do: cambio climático.

Al respecto, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cam-bio Climático, usa este término solo para referirse al cambio por causas hu-manas: Por cambio climático se entien-de un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfe-ra y que se suma a la variabilidad natu-ral del clima observada durante perio-dos comparables”.

El reporte del Panel Interguberna-mental de Cambios Climáticos (IPCC, siglas en inglés), ente experto en este campo, concluye que es probable que los efectos del cambio climático impac-ten en diferentes sectores como la agri-cultura y salud humana. Su principal conclusión es que “algunos eventos me-teorológicos extremos, podrían ser más frecuentes, expandidos y más intensos durante el siglo 21”.3 Afi rmación que co-incide con los resultados obtenidos de las simulaciones y proyecciones numé-ricas de los posibles escenarios del clima al 2035 en la Cuenca del Río Piura; rea-lizado por el SENAMHI en el marco del Programa Nacional de Fortalecimiento de Capacidades para Manejar el Impac-to del Cambio Climático y la Contami-nación del Aire – PROCLIM: “Sobre la intensidad de los futuros fenómenos de

El Niño, el 75% de los modelos indican que variarán de intensidad, pero no están de acuerdo en las fechas, presen-tando la mayor parte de los modelos un incremento hacia el año 2020 y 2030…”.

Y fi nalmente, debemos tener en cuenta, que según el Tyndall Centre,4 el Perú será el tercer país más afectado por el calentamiento global, después de Bangladesh y Honduras, lo que re-presenta en si una grave amenaza para nuestra nación-estado de manera inte-gral, considerándose también la seguri-dad nacional.

Impactos en los recursos hídricos

La falta de acceso al agua potable es una de las principales causas de mor-bilidad y de enfermedades. Según la Organización Mundial de la Salud, las altas temperaturas y el exceso o escasez de agua son factores que pueden faci-litar la transmisión de enfermedades tropicales y males relacionados como la diarrea. Como se prevé, el cambio cli-mático hará aumentar la variabilidad de las precipitaciones en algunas regiones, tal es el caso de la región norte del Perú (Piura) en donde, de acuerdo a escena-rios climáticos, se prevé una tendencia proyectada de precipitación media para los períodos diciembre-mayo de cada año hasta 5% superior a su valor nor-mal en las sub cuencas de San Francisco y Yapatera, mientras que en el período junio-noviembre de cada año, la tenden-cia sería hasta 15% inferior a su valor normal en la cuenca baja del río Piura. Respecto a las temperaturas existe una tendencia sostenida del incremento de la temperatura atmosférica promedio y de las temperaturas extremas (mínimas y máximas, diarias y estacionales) que progresivamente van modifi cando las condiciones climatológicas en que la po-

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blación desarrolla su modo de vida.

Además podemos indicar que se-gún estudios realizados, se presentan escenarios climáticos en los cuales es probable que en el período 2009-2015 se presente por lo menos un episodio de lluvias fuertes con intensidad similar o mayor al Fenómeno de El Niño 1982-1983.

Según diversos escenarios y proyec-ciones, las pérdidas de los glaciares y la reducción de las coberturas de nieve de los últimos decenios se acelerarán durante el siglo 21, trayendo consigo la reducción de la disponibilidad de agua dulce para consumo humano y el potencial hidroeléctrico, alterando la estacionalidad de los fl ujos en regiones abastecidas de agua de deshielos de la cordillera, como es el caso de la Cordi-llera de los Andes; lo que traería consi-go impactos negativos no solo económi-cos sino también sociales.

El 13.9% de la población de Améri-ca Latina (71.5 millones de personas) no tiene acceso al suministro de agua potable; de ellos, el 63% (45 millones) vive en áreas rurales (IDB, 2004). Esto se agravaría con el estrés hídrico pro-yectado en los diversos escenarios.

En 1995, la población ubicada en cuencas con tensión hídrica (menos de 1000 m3/ cápita/año) alcanzaba los 22.2 millones de personas (Arnell, 2004). Se estima que en el 2020, y a causa del cambio climático, la cantidad adicional de gente afectada por el aumento del défi cit hídrico varíe entre 12 y 81 mi-llones, mientras que el 2050 las cifras aumentarán a valores de entre 79 y 178 millones de habitantes (Arnell, 2004).

Los estudios de vulnerabilidad pre-

dicen que los glaciares continúan re-duciéndose. Es muy probable que im-pacte el suministro de agua del 60% de la población de Perú (Vásquez, 2004). La retracción de los glaciares afectaría también la generación hidroeléctrica a países como Colombia y Perú; uno de los ríos más afectados sería el Mantaro, donde se genera el 40% de la electrici-dad peruana y provee energía al 70% de las industrias concentradas en Lima (UNMSM, 2004).5

Impactos en las áreas costeras

En las áreas costeras de Latinoamé-rica se esperan impactos importantes del cambio climático y del aumento del nivel del mar para (el período) 2050-2080. Con la mayor parte de las activi-dades económicas de la población e in-fraestructura ubicadas al nivel del mar o cerca del mismo seria probable que se produzcan inundaciones y erosión que tendría un gran impacto sobre la po-blación, los recursos y las actividades económicas (Grasses et al., 2000; Kokot, 2004; Barros, 2005; UCC, 2005).

Así también, por el incremento del nivel del agua de mar, podría producir-se el ingreso de agua salada a los cur-sos de agua dulce, con la consiguiente disminución de la disponibilidad para consumo humano o de regadío.

Los impactos proyectados, que in-cluyen consecuencias socioeconómicas (entre otros) son:• Inundaciones, desplazamiento de po-

blaciones y salinización de las áreas bajas que afectarían las fuentes de agua potable (Urbitaran Moreira et al., 1999)

• Modifi cación del régimen de tormentas costeras, aumento de la erosión y alteración de la morfología costera

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(Conde, 2001; Schaeff e-Novelli et al., 2002; Codigno o, 2004; Villami-zar, 2004)

Impactos en la salud humana

Las evaluaciones regionales del im-pacto del cambo climático sobre la sa-lud en las Américas muestran que está relacionado principalmente con la ten-sión térmica, malaria, dengue, cólera y otra enfermedades relacionadas con el agua (Githeko y Woodward, 2003).

El aumento de la malaria y de la población en riesgo podrían impactar en los costos de los servicios de salud, incluyendo el pago del tratamiento y la seguridad social.

Es probable también que el cambio climático incremente el riesgo de incen-dios forestales. Los mismos que pueden estar asociados con enfermedades res-piratorias y problemas respiratorios.

Además, las migraciones humanas causadas por la sequías, degradación ambiental y razones económicas puede diseminar las enfermedades en forma in-esperada, debido también al incremento de la pobreza en áreas urbanas, a la defo-restación y a la degradación ambiental.

También, por el incremen-to de los regímenes de preci-pitaciones en algunas zonas montañosas y por la degrada-ción de las tierras a causa de la deforestación y por el cambio de uso de estas tierras, se ve-rían afectados los asentamien-tos urbanos, por los aludes y torrentes de barro, y la pobla-ción que habita en viviendas precarias sería altamente vul-nerable.

Impactos en la agricultura

La sensibilidad de algunas especies a la variabilidad climática, afecta el nor-mal desarrollo de las plantas en sus dis-tintas etapas, impactando directamente sobre la producción y productividad.

También, estos cambios pueden oca-sionar la pérdida de cultivos por causa de las sequias o las inundaciones, la degradación de las tierras de cultivo, entre otras consecuencias, pudiéndose incrementar el número de migrantes de las zonas rurales, poblaciones que en su mayoría suelen ser pobres y que como producto de su migración se ubican en viviendas insalubres, en asentamientos informales, zonas que por lo general son muy vulnerables a los fenómenos climáticos extremos.6

Por ejemplo, con 1 °C adicional en el departamento de Piura, la fl oración del mango se verá afectada. En el fenó-meno de El Niño de 1997-98, en que se registró un calentamiento parecido, se perdió el 70% de la producción de di-cho cultivo y el 60% de la producción de limón y algodón.7

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Conclusiones

Como hemos visto, el cambio climá-tico no solo es de interés para el tema meteorológico o ambiental, representa mas bien un gran reto para toda la co-munidad internacional en conjunto y de manera coordinada.

Esto debido a que contribuye, como multiplicador de amenazas, a crear es-cenarios cada vez más difíciles: por la escasez de productos, por el incremen-to de enfermedades, por el mayor ries-go de sufrir estrés hídrico, por atentar contra el bienestar de la población, por amenazar al desarrollo económico, así como también por atentar contra la se-guridad de las naciones (confl ictos in-traestatales, pérdida de territorio y apa-tridia, migración, etcétera).

Como hemos visto, la pérdida de glaciares, principal fuente abastecedora de agua para el consumo humano, va a reducir tremendamente no solo la dis-ponibilidad de este recurso para consu-mo humano, sino que afectará negativa-mente ante la poca disponibilidad para riego, para el potencial hidroeléctrico, así como también se verán afectadas la actividad turística y deportiva, redun-dando negativamente entonces, no solo en aspectos sanitarios y de bienestar, sino también en aspectos económicos y de desarrollo.

Al incrementarse el nivel prome-dio del mar, las áreas costeras sufrirán inundaciones afectando directamente los asentamientos humanos, los ecosis-temas costeros, así como la erosión de sus playas y la infraestructura, compli-cando además del suministro de agua potable, las actividades productivas como la pesca y agricultura, así como las actividades de ocio y turismo.

De manera análoga a los confl ictos armados, el cambio climático puede afectar o incluso destruir comunidades enteras; así, la falta de agua, las enfer-medades causadas por fenómenos me-teorológicos, la susceptibilidad a las enfermedades por la mala nutrición, re-dundan negativamente en la salud hu-mana con el consecuente incremento de la morbilidad, la mortalidad y el incre-mento de enfermedades y problemas de salud, pudiendo superar también la capacidad de asistencia hospitalaria.

Finalmente, todos los efectos del cambio climático, se vinculan e interac-túan por la disponibilidad de los recur-sos naturales y la posibilidad de acce-der a estos, por las amenazas a la salud y al bienestar de las comunidades más vulnerables, por la interrupción de los procesos de desarrollo económico, en-tre otros, que unidos a los requerimien-tos de la capacidad de supervivencia de los pueblos atentan contra la seguridad de las naciones.

Esto es un asunto globalizado, por lo que requiere la participación y la co-operación transfronteriza, de manera tal que se disminuyan los riesgos, me-diante la implementación de estrategias y mecanismos de cooperación inter-nacional efi cientes y adecuados para preparar a la comunidad internacional para afrontar esas amenazas graves y que son aparentemente inevitables.

1 Planteamientos Doctrinarios y Metodológicos del Desarrollo, Seguridad y la Defen-sa Nacional. CAEN 2010, PAG 45.

2 Informe de Consultoría. Hacia el Diseño e Implementación de Polí cas Públicas Re-gionales para la Adaptación al Cambio Climá co Global. Convenio de Cooperación PER65 - OXFAM DESCO. Erick Pajares Garay & Jaime Llosa Larrabure 2009.

3 En “Climate Change and Na onal Security”. An Agenda for Ac on. Joshua W. Bus-by. Council on Foreing Rela ons, 2007.

4 Centro de Inves gaciones Climá cas de la Universidad de Manchester. Inglaterra.5 Evaluación de la vulnerabilidad e impactos del cambio climá co y del potencial de

adaptación en América La na. O. Canziani, G. Magrin, A. Aquino 2007.6 “El Cambio Climá co y sus Posibles Repercusiones para la Seguridad”. Informe del

Secretario General de la ONU. Sexagésimo cuarto periodo de sesiones de la Asam-blea General, tema 114 del programa provisional.

7 Polí cas Públicas y Cambio Climá co Global. María Paz Cigarán. Extraído de Pales-tra PUCP h p://palestra.pucp.edu.pe/index.php?id=337&num=3.

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esde los orígenes de la edad mo-derna, con la aparición de los Es-

tados Nación como unidades políticas soberanas, en los cuales imperaba las ideas fi losófi cas de Hobbes, inspira-das en un Estado fuerte y soberano,- el gran Leviatán- conformado a partir de ciertos derechos civiles cedidos por los ciudadanos , para que pueda existir un orden político capaz de imponer orden

en la sociedad; las relaciones e interde-pendencia entre los mismos -como con-secuencia de la expansión y crecimiento del comercio- con alcances globales a raíz del intercambio con el nuevo mun-do, así como el lento desarrollo de la tecnología, que posteriormente, en el Siglo XVIII diera origen a la gran Revo-lución Industrial, crearon la necesidad en estos de organizarse bajo un cierto orden, a fi n de evitar, entre otras cosas, las largas y extenuantes guerras que, con sus elevados costos sociales, diez-maban sus economías y poblaciones; postergando,-como consecuencias de las mismas- su desarrollo debido a que los esfuerzos en apoyo de éstas tenían prioridad. El mundo, que era anárqui-co en sí mismo, tenía necesidad de or-ganizarse, para hacerlo más ordenado, racional, humano, y, por lo tanto, hacer posible que los problemas que afecta-ban a todos fueran tratados de manera conjunta y los confl ictos internacionales fueran más manejables.

La necesidad, como en todo, es la partera de las grandes y de las peque-ñas soluciones. Como la mano invi-sible que rige las leyes del mercado, y como consecuencia de su propia evolución, resurge con inusitada ve-locidad un proceso,-que inclusive en nuestros días se confunde como sistema-el de la "Globalización" que se convierte en el nuevo campo de la lucha geopolítica y geoestratégica de las grandes potencias.

LA GLOBALIZACIÓN Y SUS EFECTOS EN EL NUEVO ORDEN MUNDIAL

Contralmirante Eloy Ledesma Rebaza

El contralmirante Eloy Ledesma egresó de la Escuela Naval el año 1972, como Bachiller en Ciencias marítimo navales. Califi cado en Misiles, Guerra de Superfi cie. Ha seguido los cursos de Comando y Estado Mayor y el de Guerra Naval en la Escuela Superior de Gue-rra Naval.

Realizó estudios de Dirección de Adminis-tración en IPAE, diplomado en Relaciones Internacionales por la Pontifi cia Universidad Católica del Perú, participando en el curso del Programa de Desarrollo Directivo en la Uni-versidad de Piura, y ostenta Maestría en Cien-cias Políticas con mención en Gestión Pública otorgado por la misma Universidad Católica.

En el servicio naval activo desempeñó impor-tantes cargos como Jefe de la Estación de Misi-les, Director de la Escuela Nacional de Marina Mercante, Comandante de la Primera Zona Naval con sede en Piura.

En actividades extracurriculares ha participa-do en varios seminarios nacionales como fuera del país, todos relacionados con la formación marítima y también con el ámbito portuario.

Ha sido conferencista en la Escuela Superior de Guerra Naval, así como en diferentes cen-tros académicos de la Marina de Guerra del Perú.

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Este proceso, dependiendo del po-derío de los países que han intervenido en él, ha evolucionado a través del tiem-po. Así, en el campo de las Relaciones Internacionales, en el siglo XVII Francia, encabezada por Richelieu, introdujo el enfoque moderno a las mismas, basado en el Estado—Nación y motivado por intereses nacionales como su propósito supremo. En el siglo XVIII, lnglaterra introdujo el concepto de “equilibrio del poder”, que dominó la diplomacia euro-pea durante los siguientes 200 años. En el siglo XIX, la Austria de Ma ernich re-construyó el “Concierto de Europa”, y la Alemania de Bismarck lo desmante-ló, convirtiendo la diplomacia europea en un frío juego del poder. En el siglo XX, ningún país ha infl uido tan decisi-vamente en las relaciones internaciona-les, como los Estados Unidos de Améri-ca. Ninguna sociedad ha insistido con mayor fi rmeza en lo inadmisible de la intervención en los asuntos internos de otros Estados, ni ha afi rmado más apa-sionadamente que sus propios valores tenían aplicación universal.1 En el siglo XXI, según Parag Khanna, autor del li-bro “El Segundo Mundo”, son los im-perios que durante miles de años “han sido las entidades políticas más poderosas del mundo y su yugo imperial ha impedido que las naciones sometidas luchen entre sí, satisfaciendo de esa manera la eterna aspi-ración del ser humano al orden, que es el requisito previo para la estabilidad y la de-mocracia”. La tesis central de este poli-tólogo es que “Lo grande está de vuelta. Son las relaciones interimperiales, no las internacionales o intercivilizacionales, las que confi guran el mundo”.2

Como ha sido señalado a la raison d'état (La razón de Estado)3, lo sustitu-yeron "los propios valores", como valores universales, los que rigen las políticas de los Estados. Son estos últimos los

que tratarían de imponer sus principios y razones, en función de sus particula-res intereses egoístas, a los demás Esta-dos. Se piensa, como entonces, que la consecución de sus propios intereses, contribuiría al progreso, como si algu-na “mano invisible” estuviese garanti-zando que la libertad de elección para cada Estado sirviera al bien común.4 En la actualidad son (o serían) los imperios (Estados Unidos, China y Europa) los que se extienden por encima de las civi-lizaciones.

Lo importante es que las relaciones internacionales en el mundo se han re-gido siempre a través de un paradigma que orienta las relaciones entre los Es-tados. Este, como ha sido señalado, ha cambiado a través de las diferentes cir-cunstancias históricas que han regido los grandes cambios del mundo civili-zado. Así, el último paradigma del siglo XX, fue lo que se denominó "la Guerra Fría ", el mismo que culminó en 1989, después de 44 años de lucha entre la civilización occidental y el comunismo, con la caída del muro de Berlín; con lo cual se creía ingenuamente que la his-toria había culminado. La democracia capitalista había triunfado sobre el co-munismo porque el ideal de libertad de Hegel, fi nalmente se había impuesto. Para otros, como el ex asesor de segu-ridad del Presidente Carter, Zsbigniew Brzezinski,5 los problemas de la pos-guerra fría podrían llegar a ser peores aun que los de la guerra fría. Todo esto debido a que con el triunfo de la demo-cracia capitalista, el hombre solo había conquistado la forma y no el conteni-do de la libertad; es decir una libertad externa a cada individuo. La libertad interior es lo que marca la diferencia, debido a que medir nuestra deuda con los demás, la vida y el mundo, ha pa-sado a ser la tarea indelegable de cada

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cual. Lo que sigue en consecuencia es una fragmentación extrema de apetitos individuales, cesa el sentido de deber hacia los demás y estallan confl ictos por todas partes del hombre contra el hombre, un nuevo desorden mundial.6 Ralf Dahrendorf en la década de los 90 sugería que la historia, con el fi n de la guerra fría, lejos de terminar, lo que ha-bía hecho es volver a reanudarse. Los confl ictos congelados por cada uno de los bloques en confl icto, se reanudarían con más brío: los Balcanes, los confl ic-tos en el Medio Oriente, el desmembra-miento de los Estados que pertenecían a la Ex Unión Sovíetica, le darían la razón más tarde; confi rmando, a la vez, la te-sis de Charles Taylor, que sostenía que nuestra civilización vive un proceso de atomización o fragmentación de las na-ciones y los movimientos religiosos o ideológicos.

Actualmente estaríamos, entonces, ante un nuevo paradigma, el de las re-laciones interimperiales, en donde los intereses individuales de los imperios son defi nidos de acuerdo a su poder po-lítico, económico y militar; en un con-texto en el cual el mundo en si mismo sigue siendo anárquico, lo que “no signifi ca que el mundo sea un torbellino de desorden, -si bien permanentemente hay desórdenes-¬sino que no hay una autoridad máxima supranacional", porque, "el mundo aún no tiene un poder político y constitucional de seme-jante género y presumiblemente seguiremos en la misma situación durante algunos siglos más”.7 El problema radica en juzgar cómo los Estados, en este nuevo cam-po de batalla de sus relaciones internacionales, pueden hacer frente o adaptarse a un proce-so como la globalización si hay

una relación asimétrica de poderes en-tre los actores. Sería contraproducente juzgarla como algo que el capitalismo quiere imponer a los países menos de-sarrollados. Son estos últimos los que se encuentran en el dilema de elegir, en el mercado geopolítico, a que potencia o potencias elegir como aliado para com-pensar las asimetrías existentes con los demás Estados.

Por otro lado, bien es sabido que las relaciones entre los estados abarca múl-tiples variables y dimensiones (nivel, alcance y profundidad) que están in-mersas dentro del proceso de globaliza-ción. Es por esta razón que es necesario revisar las fases previas de esta última, por que el dilema no es nuevo.

Para algunos, como Dirk Messner se inicia en el siglo II, cuando la ruta de la seda creó los primeros lazos cul-turales y económicos entre la antigua Europa y Asia, pero solo un puñado de personas que transportaban algu-nos bienes para un número limitado de de consumidores pudo aprovechar ese nexo intercontinental. Siglos más tar-de, en 1847, Marx y Engels describían

POLÍTICA

Ilustración de mercaderes del siglo XIII siguiendo la "Ruta de la Seda" que conectaba Europa con el Lejano Oriente.

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visionariamente la dinámica global de expansión de la economía de mercado que apenas estaba dando sus primeros pasos, y los cita textualmente: "La nece-sidad de un mercado cada vez más extenso para sus productos persigue a la burguesía en todo el globo terrestre. En todas partes tiene que anidarse, cultivarse en todas par-tes, establecer relaciones en todas partes. Mediante la explotación del mercado mun-dial, la burguesía estructuró la producción y el consumo de todas las naciones en forma cosmopolita, antiquísimas industrias nacio-nales fueron destruidas y otras se destruyen a diario. Las desplazan nuevas industrias, cuya introducción se convierte en una cues-tión vital para todas las naciones civiliza-das, industrias que ya no procesan materias primas nacionales, sino de regiones distan-tes, y cuyas manufacturas se consumen no solo en el propio país, sino en todas partes del mundo a la vez. Nuevas necesidades que solo pueden satisfacer los productos de los países y climas más remotos reemplazan las viejas necesidades, satisfechas con produc-tos nacionales. Un comercio universal, una dependencia universal de las naciones entre sí, reemplaza la vieja independencia econó-mica y autonomía local y nacional. Y así como en lo material, también en la produc-ción intelectual. Los productos intelectuales de las naciones se convierten en patrimonio general". Entre los siglos XI y XV, el de-sarrollo del capitalismo comercial, el incipiente progreso técnico y las trans-formaciones sociales, permitieron un lento pero persistente crecimiento de la productividad. En las nuevas condicio-nes, las relaciones externas de los países comenzaron a ejercer mayor infl uencia sobre la producción, la distribución de la riqueza y la acumulación de capital.8

El comercio internacional, como sistema internacional global recién se constituye, como ha sido señalado, a partir de la última década del siglo XV

con el descubrimiento de América y la llegada de los portugueses a Oriente por vía marítima. El descubrimiento, conquista y colonización del Nuevo Mundo, incorporó un espacio gigan-tesco que cumplió un papel decisivo en la formación del orden económico mundial.9 Entonces, por primera vez en la historia, se verifi caron simultánea-mente dos condiciones: el aumento de la productividad del trabajo y un orden mundial global. En ausencia de una o ambas de estas condiciones no se plan-tea el dilema del desarrollo en un mun-do global.10

En tales condiciones, el impacto de los vínculos con el mundo externo so-bre el desarrollo económico era insig-nifi cante. Ninguno de los imperios, de esa época tenía alcances planetarios, ni registraba un aumento de la productivi-dad por hombre ocupado.11

Es entonces alrededor del año 1500 que convergieron, el aumento persis-tente de la productividad y la existencia de un sistema internacional globaliza-do. Recién entonces se plantea, en esca-la planetaria, el dilema fundamental de las interacciones entre el ámbito interno y e! contexto mundial como determi-nante del desarrollo y el subdesarrollo de los países, y el reparto del poder en-tre los mismos.12

Fue en esa época que también co-menzó a gestarse la distinción entre el poder tangible y el intangible de los Es-tados. Los recursos naturales, así como su población, constituyen el poder tan-gible de cada país. Pero la respuesta al contrapunto entre e! ámbito interno y el contexto externo condicionan la gesta-ción de los factores intangibles, los mis-mos que se asientan en la tecnología y la acumulación de capital. En ausencia

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de estos últimos, el poder tangible se di-suelve en el subdesarrollo. Así, desde el despegue del Primer Orden Económico Mundial comenzó a tejerse la trama so-bre la cual se articuló el sistema interna-cional y la distribución del poder entre las naciones.13

Michael Mann, en "Las fuentes del poder social-Tomo I" (1986: 667), sostie-ne que "la idea de que la riqueza era fi nita" era a fi n de cuentas plausible hasta fi nes del siglo XVIII. Estaba reforzada por la clara relación existente entre la riqueza de un país y la capacidad de su Estado para ganar guerras. Señala que "la con-quista de mercados externos", se logró en gran medida a expensas de los vecinos. Para defenderse los países como España y Francia ejecutaron medidas proteccio-nistas para sus comerciantes. En teoría, el proteccionismo podía determinar si una potencia pasaba a ser hegemónica y dictaba condiciones de "libre cambio" (como virtualmente lo hizo Inglaterra a principios del siglo XIX), pero hasta en-tonces el equilibrio del poder impedía la hegemonía. La alternativa resultante fue que los países obtuvieron sus mer-cados dentro de una esfera de marcada infl uencia co-lonial no europea. Todavía quedaba mucho botín por repartir.

A principios del si-glo XVIII, la hidráulica y el viento, constituían las fuentes de energía. En la agricultura se aplicaba la técnica de la rotación de tierras y cultivos. Las técnicas de punta eran la rueca de hilar y el hierro utilizado para fabricar utensilios y herramientas. El cambio tecnológico con-

tinuaba siendo muy lento y, consecuen-temente, escasa la posibilidad de elevar las ganancias a través de! aumento de la productividad. Fue la Revolución Industrial la que transformó este papel pasivo de la tecnología en el desarro-llo del capitalismo convirtiéndolo en el principal instrumento del aumento de la productividad, las ganancias y la acumulación de capital. Desde enton-ces, "el dilema del desarrollo en un mundo global quedó fuertemente asociado a la ca-pacidad de respuesta frente a los desafíos y oportunidades abiertos por la tecnología; es decir, a la aptitud de cada país de internali-zar, dentro de su propio entramado social y productivo, el cambio técnico y consecuen-temente, de apropiarse de las nuevas fuentes de utilidades”.14

Posteriormente, en el transcurso del siglo XIX, los cambios tecnológicos en el transporte terrestre y marítimo, como el empleo del ferrocarril y la na-vegación a vapor, redujeron signifi ca-tivamente los costos en el transporte de las mercaderías al permitir mayores volúmenes de carga y menores costos por fl etes. La tecnología en las comu-

POLÍTICA

El ferrocarril y la navegación a vapor redujeron los costosen el transporte de mercaderías.

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nicaciones se desarrollaron de manera importante, surge el telégrafo y el cable submarino, dando paso a una mayor velocidad en las transacciones comer-ciales y, por lo tanto, mayor fl uidez de capitales desde los centros industriales a la periferia, produciendo, además, migraciones masivas.

Este proceso se prolonga con mayor intensidad durante el siglo XX hasta nuestros días, con consecuencias que difi eren para los países, por lo menos en lo económico, de acuerdo a las res-puestas que dieron al dilema del mun-do global, las mismas que han respon-dido al grado de cohesión e integración interna, su adaptación institucional a los nuevos cambios, su integración y adaptación a las dinámicas del merca-do. Así, hay países que son llamados "globalizadores'', que son los que res-pondieron con efi cacia a los cambios y aquellos a los cuales la globalización les es impuesta como dependencias co-loniales, los llamados "globalizados”,o, como con razón Aldo Ferrer indica que "siendo en principio soberanos, la asumieron en cuanto periferia de los centros industriales", estos son los países subdesarrollados y dependientes.15

El reto principal, según Amartya Sen, se relaciona con la falta de equi-dad tanto nacional como internacio-nal. Las perturbadoras desigualdades incluyen disparidades en la riqueza y también grotescas asimetrías en las oportunidades y en el poder. Una cues-tión crucial se refi ere a la repartición de las ganancias potenciales de la globa-lización entre países ricos y pobres, y entre diferentes grupos de una misma nación. Para decirlo con sus propias palabras "El tema de la distribución de las ganancias y pérdidas económicas resul-tantes de la Globalización es una cuestión

que permanece totalmente aparte, y debe-mos referirnos a ella como algo posterior y extremadamente relevante. Existen am-plias evidencias de que la economía global ha llevado prosperidad a diferentes áreas del mundo”.16 Todo esto porque el “cre-cimiento económico” es primero que la “democratización de la economía”, que es consecuencia de aquel.

Por otro lado los científi cos de la po-lítica, que en una oportunidad fueron convocados por el gobierno de los Es-tados Unidos, después de la Segunda Guerra Mundial, para que analizaran y determinaran lo que permitía a algunos países ser económica y políticamente estables, con el fi n de prevenir la ex-pansión del comunismo, sobre todo en los países subdesarrollados, después de la Guerra Fría; llegaron a la conclusión que el crecimiento económico era pro-ducto de la estabilidad política y la demo-cracia a pesar que había la corriente de pensamiento que sostenía que, por el contrario, la democracia era producto del desarrollo económico. Así, los que ar-gumentaban la primera hipótesis, soste-nían que aquellos países que emularan las estrategias de desarrollo liberal de los países industrializados, experimen-tarían un crecimiento económico soste-nido conjuntamente con el crecimiento de la clase media. Este diagnóstico la-mentablemente no se comprobó en la realidad. Los países de América del Sur, específi camente, que experimentaron un crecimiento económico relativamen-te estable, no fueron políticamente esta-bles y las inequidades en la distribución de sus ingresos, en algunos casos, y, por cierto equivocados, fueron motivo de movimientos subversivos. Esta si-tuación, también ponía en evidencia la vulnerabilidad del sector externo, tanto comercial como fi nanciero, de algunos países de la región.

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Otra dimensión importante que abarca la globalización, es el relaciona-do con el aspecto cultural. Al respecto, Amartya Sen, en un artículo que escri-bió para The American Prospect, Titula-do "Cómo juzgar la Globalizacion" (2002), señala que desde una perspectiva, ésta es percibida frecuentemente como una contribución de la civilización occiden-tal al mundo, según la cual los grandes avances se originaron en Europa, a tra-vés de las corrientes del Renacimiento, la Ilustración y la Revolución Indus-trial, como consecuencia de las cuales se produjo los más altos niveles de vida en occidente, los mismos que ahora se extienden por todo el mundo.

Desde la perspectiva opuesta, señala Amartya Sen, la globalización, es perci-bida como las reglas de comercio y rela-ciones empresariales, impuestas por el capitalismo contemporáneo, a través de las "codiciosas y abusivas naciones occiden-tales en Europa y América del Norte", que no sirven a los intereses de los pueblos más pobres del mundo.

Para él, ambas posiciones no se ajus-tan a la realidad, puesto que, durante miles de años, la globalización ha con-tribuido al progreso del mundo a través de los viajes, el comercio, la migración, la expansión de infl uencias culturales y la diseminación del conocimiento y el entendimiento (incluyendo la ciencia y la tecnología). Estas interrelaciones glo-bales con frecuencia, indica, han sido muy productivas en los avances de los diferentes países y que, no necesaria-mente, han provocado mayor infl uen-cia occidental, ya que los agentes de la globalización frecuentemente se han lo-calizado lejos de occidente.

La alta tecnología a fi nales del año mil incluía el papel, la imprenta, el arco,

la pólvora, la brújula magnética, el mo-lino de rueda y la hélice; elementos que eran empleados extensamente en Chi-na y eran prácticamente desconocidos en cualquier otro lugar. Fue la globali-zación la que los trasladó a través del mundo, incluida Europa. Otros aportes de la infl uencia oriental hacia occiden-te, fue en lo relativo a las matemáticas. El sistema decimal surgió en la India, entre los siglos II y VII y, poco después, fue usado por los árabes. Así como es-tos aportes, hubieron muchos más, "Ver la globalización simplemente como imperia-lismo occidental sobre las ideas y las creen-cias (como con frecuencia lo sugiere la retó-rica) seria un error grave y costoso, como también lo hubiera sido cualquier oposición europea a la infl uencia oriental al inicio del último milenio".17

Otro tema que en la actualidad ha cobrado inusitada relevancia en las rela-ciones internacionales y que, hasta hace poco tiempo, era irrelevante, es el rela-cionado con las cuestiones ambientales o ecológicas. Este, junto con lo referente a la pobreza, han cobrado importancia a nivel universal y representan hoy los mayores desafíos para un mundo cada vez más interrelacionado.

El proceso de la globalización, como se puede apreciar, en sus diferentes épocas evolutivas, ha presentado retos y desafíos a los diferentes Estados-Na-ción, los mismos que de acuerdo a sus propias realidades culturales, sociales, políticas y económicas, lo han afronta-do con resultados exitosos en algunos casos, y, en otros, no tanto. En la ac-tualidad, los desafíos que tienen raíces antiguas y diferentes, se diferencian de aquellos, en lo cualitativo. Estos se presentan y desarrollan con mayor ra-pidez, son más profundos y más sutiles. Las transacciones comerciales y fi nan-

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cieras, la producción intelectual, la ex-plotación de los recursos no renovables relacionados con los aspectos ecológi-cos del medio ambiente, la velocidad del transporte y de los medios de comu-nicación, los aspectos de los avances en la biogenética, los nuevos riesgos o los "riesgos creados" (que Anthony Giddens, los considera como provenientes de la constante intervención del hombre so-bre la naturaleza, ocasionando que ésta cada vez se vea más afectada.) ocasio-nan, a nivel ciudadano, inseguridad y; a nivel mundial, un cambio de época cuya característica principal es que no se sabe hacia donde nos conduce.

A nivel Estado-Nación estos cam-bios ponen en tela de juicio la soberanía del Estado, que en el debate intelectual surgen diferentes posiciones en cuanto a que, para algunos como Francisco Tu-dela, estos cambios producidos por la tecnología moderna, que incluye a las comunicaciones y la informática, y que hacen posible la globalización "ha forta-lecido enormemente al estado nacional".

Sostiene que “actualmente vivimos una revolución idéntica, en su trascenden-cia para la vida social, a la Revolución In-dustrial en los siglos XVIII y XIX, y, muy probablemente, ésta tenga los mismos efec-tos sociales que aquellas, pero en una escala mayor, como consecuencia de un grado de capitalización económica y un crecimiento demográfi co sin precedentes históricos”. Tudela, señala que el poder estatal si-gue allí, técnicamente más fuerte que nunca, sosteniendo y alimentando la anarquía política del sistema interna-cional. Sin embargo se pregunta "¿Pero, entonces, dónde queda la globalización? ¿hay o no hay una disminución de la sobera-nía nacional?", señalando a continuación que "Indiscutiblemente la hay, pero no en el terreno material, sino en el terreno concep-

tual y cultural, No hay una disminución de la soberanía estatal en el plano tecnológico, ni en las actividades fi scales, policiales o mi-gratorias; lo que hay es una disminución de soberanía en la libertad de acción interna-cional de los estados".18 Reconoce, sin em-bargo que en la actualidad han surgido organizaciones a nivel mundial como las ONG (Organizaciones No Guber-namentales) que no asumen ninguna responsabilidad política por sus accio-nes ante los ciudadanos. Esto signifi ca que "uno de los factores decisivos de la glo-balización es lo que podríamos denominar una democracia no representativa interna-cional, esto es, grupos de opinión política que profesan diversas tendencias del ideal democrático sin representar a nadie, pues no han sido elegidos por nadie, pero sí han logrado agenciarse los medios para llevar a cabo sus acciones ideológicas en gran esca-la". De lo cual deduce que éstas repre-sentarían una corriente similar a la del "Neocorporativismo" cuya teoría es que la democracia representativa liberal no re-presenta los intereses sociales reales.

Si esto es así, las ONG, restan "au-tonomía" no así "soberanía" a los Esta-dos donde actúan, toda vez que éstos siguen ejerciendo el poder sobre todos los ciudadanos en un territorio defi ni-do. Sin embargo no son totalmente au-tónomos para tomar decisiones, toda vez que para evitar confl ictos sociales tienen que consultar o contar con la anuencia de la población involucrada, que es movilizada por este tipo de or-ganizaciones, so pretexto de garantizar sus derechos, que se ven amenazados desde su punto de vista por las decisio-nes que toman los gobiernos de turno.

De otra parte hay quienes sostienen, como Wolfgang Reinicke, quien descri-be los conceptos de "soberanía interna” y "soberanía externa" de los Estados como

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conceptos complementa-rios. La soberanía externa alude a relaciones entre los Estados dentro del sistema internacional que no posee ni una instancia central ni un monopolio de poder, y que por lo tanto se distin-gue como ha sido señalado anteriormente, por la anar-quía. La soberanía interna, en cambio, se circunscribe a las relaciones del Estado con los actores sociales y la economía dentro del territo-rio nacional. En tal sentido, sobre todo en lo que respec-ta a la conducta de los Estados Nación y la formación de "intereses nacionales" surgen dos puntos de vista: La escuela realista, que sostiene que la anarquía del sistema internacional se traduce en competencia y confl ictividad en las re-laciones interestatales, y limita estruc-turalmente la capacidad de cooperación entre las naciones así como la capacidad de reconocer intereses comunes. Como consecuencia, los Estados solo pueden defender su soberanía externa a través de la "competencia adversativa", es decir compiten tratando de imponer sus in-tereses a los Estados con los cuales in-teractúan. La escuela liberal, en cambio comparte con la escuela realista el pare-cer de que el sistema internacional está regido por la anarquía, y por lo tanto por la competencia entre los Estados, sin embargo, destacan que en el proceso de mayor interacción entre los mismos y en circunstancias específi cas pueden surgir la cooperación y las relaciones recíprocas; es decir que dentro de la complejidad de la interdependencia en-tre Estados, los resultados son que cada vez unos son más "dependientes" que otros y, por lo tanto, los problemas en-tre los mismos pueden solucionarse en

un ambiente de cooperación más que de confrontación.19

En este caso el acento no recae en primera instancia sobre la densifi cación de las relaciones interestatales, sino so-bre las "Estructuras transfronterizas" que hacen que las nacionales (internas) y ex-ternas se crucen, encajen unas en otras y se mezclen, debilitando la clara separa-ción entre lo interno y lo externo. La glo-balización integra espacios económicos, desacoplándolos -- no completamente pero si en áreas parciales -- del radio de acción de la política estatal-nacional.20

La globalización, entonces, plantea una ruptura entre el Estado y el terri-torio, entre la Nación y la cultura, dan-do paso a la aparición de los "Regiona-lismos" con sus propias identidades y reivindicaciones. Plantea interrogantes sobre la estructura y los nuevos roles del Estado, sobre las instituciones y sus relaciones con éste, sobre las funciones referidas a los controles que debe cum-plir en el plano vertical y horizontal (accountability); cómo hacer frente a los nuevos “riesgos creados” y ecológicos que ocasionan el paso de la primera modernidad, donde el Estado lo contro-

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Moderno complejo aduanero que facilitará el comercio exterior del país.

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la todo, a la segunda modernidad, que impulsa a la sociedad a formar institu-ciones globales, ya que los nuevos ries-gos dejan de ser individuales y afectan a la sociedad en su conjunto, sin tener en cuenta las fronteras físicas. Surgen los confl ictos sociopolíticos referidos al mercado de "trabajo global" que con-duce a una dura competencia mundial entre trabajadores no califi cados, dando lugar a que los países industrializados tengan que desarrollar políticas sociales hacia dentro y hacia fuera, para conci-liar los rechazos internos y moderar los confl ictos que devienen en globales. Aparecen los confl ictos "ético -morales" relacionados, entre otros, con la regula-ción de las oportunidades y riesgos de la tecnología genética, los transplantes. También se presenta la necesidad de cómo enfrentar las desinteligencias que se presentan en las nuevas trayectorias del confl icto como resultado de los efec-tos de la globalización, entre ganadores, perdedores y competidores.

Todos estos problemas han dado lugar que en América Latina, más por reacción que por acciones proactivas, los diferentes Estados hayan promo-vido cambios tendentes a reformar el Estado, a ejecutar recomendaciones de organizaciones internacionales como el FMI, Banco Mundial, relacionadas con lineamientos de política económica, con el fi n de adaptarse a los cambios que en lo económico y político plantea la glo-balización y, que, por lo demás, pese al crecimiento económico registrado por los diferentes países de la Región a par-tir de la década de los 90, aún enfren-tan problemas relacionados con la po-breza extrema y exclusión social. Estos problemas permiten, a los críticos de la globalización, afi rmar que tanto la de-mocracia, como sistema político, como la credibilidad de las políticas económi-

cas que se aplican para subsanarlos, son cuestionables o inadecuadas.

Se podría concluir, entonces que, lo evidente y concreto es que la globa-lización entendida como un proceso que está presente desde mucho tiem-po atrás, presenta retos a los Estados que,-- para adaptarse en la actualidad a la nueva realidad que estos cambios ofrecen-- deben adoptar decisiones de carácter político y económico, que les permitan afrontar los problemas antes señalados y, al mismo tiempo, generar espacios para una convivencia más ra-cional y , sobre todo, con más justicia social y equidad para los más pobres. Esto no será posible sin embargo, si los países más desarrollados, los Organis-mos Internacionales, las Organizaciones Intergubernamentales, Organismos no Gubernamentales, los Estados mismos, no buscan cambiar el rumbo de este proceso, el mismo que debería tender a ser más inclusivo de las economías de los países más pobres, con reglas cla-ras y justas para todos, con institucio-nes supranacionales, que permitiendo a los Estados mantener su soberanía y autonomía, gobiernen el proceso para que las políticas macroeconómicas que actualmente rigen en el mundo, sean más equitativas y permitan una mayor y mejor democratización de la econo-mía, como consecuencia del desarrollo económico. Quizás sea algo utópico, pero se necesita mucha verdad en las normas, verdad en las intenciones de quienes deciden las políticas macroeco-nómicas del mundo.

De otro lado, no es cierto que por efectos de la globalización en el ámbito de las relaciones internacionales, el po-der en el mundo se esté privatizando. Lo que ocurre, como ha sido señalado, es que hay una disminución de sobera-

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nía en la libertad de acción internacio-nal de los estados; y, esto no porque los estados pierdan soberanía sino porque la ceden en aras de hacerlo más racional y más justo. La “aldea global” resultaría ser una utopía, sobre todo porque los Estados se desenvuelven políticamen-te, según Carl Shmi en la distinción amigo-enemigo; de lograrse aquella, esta distinción desaparece, a menos que aparezcan los marcianos como enemi-gos de la humanidad. En lo interno hay una disminución de la autonomía de los Estados en la toma de decisiones tanto para la formulación de políticas públi-cas, cuanto para su implementación. Tampoco es cierto que la globalización sea una ideología, como sostienen algu-nos, y verla simplemente como impe-rialismo occidental sobre las ideas y las creencias, sería un error grave y costo-so como ha sido señalado por el premio nobel de economía Amartya Sen.

Finalmente, pareciera que el nuevo orden mundial está pasando por esta-do de transición, en el cual los imperios en competencia (Estados Unidos, China y la Unión Europea), pugnan con sus propios estilos diplomáticos—la coali-ción estadounidense, el consenso euro-peo y la consulta China—21 por liderar el mundo en el siglo XXI. De allí la im-portancia que nuestro país se haya in-sertado en el mercado de la geopolítica contemporánea, estableciendo tratados de libre comercio con estos y con otras potencias del mundo, abriendo y am-pliando de esta manera su economía y sus mercados. Los resultados de esta acertada visión están a la vista.

Referencias bibliográfi cas

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mico mundial" Fondo de Cultura Económica, (1996).

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1 H.Kissinger en "La Diplomacia" 1994: pág. 12.2 Parag Khanna, en “El Segundo Mundo”, 2008,p.28.3 La razón del Estado, que jus fi caban los intereses nacionales de la Francia de Ri-

chelieu.4 H.Kissinger; Ibid pag.12.5 Out of Control, New York: Charles ScribnerSons, 1993) cit. en "El Nuevo Desorden

Mundial" Mariano Grondona, revista Visión, 16 al 30 de Junio de 1993.6 Mariano Grondona: Op.cit, pág. 16.7 Francisco Tudela; en "Libertad, globalización y polí cas nacionales", 2000:pág.3.8 Aldo Ferrer Op.Cit. pág. 13.9 Aldo Ferrer Op. Cit: pág. 14.10 Aldo Ferrer en "Historia de la Globalización: Orígenes del orden económico mun-

dial" Fondo de Cultura Económica, (1996: 12).11 Aldo Ferrer Op cit. pág. 12.12 Aldo Ferrer Ibid. pág. 14.13 Aldo Ferrer, Ibid, pág. 14.14 Aldo Ferrer en "Historia de la Globalización Il, la Revolución Industrial y el segundo

orden mundial"(Fondo de Cultura Económica, 2000: pág. 13)15 Op.cit, Pág.394.16 Amartya Sen,Op.Cit.pag.6.17 Amartya Sen, Op, Cit. pag 4.18 Francico Tudela.Op, Cit,pag.5.19 Wolfgang Reinicke, citado por Dirk Messner, en Globalización y gobernabilidad

global: pag.4.20 Dirk Messner.Op.Cit. pag5.21 Parag Khanna, en “El Segundo Mundo”, 2008,p.31.

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n los tiempos en que nos toca vivir, la guerra produce cada vez mayor

rechazo. Ciertamente está proscrita por el Derecho y es repudiada por los pue-blos, y los Estados raramente se decla-ran guerras ni las inician contra otros; sin embargo, las guerras existen y es-

pecialmente bajo la denominación de confl ictos armados sin carácter inter-nacional (1). En efecto, la guerra ha so-brevivido no solo a la condena tanto en concierto como de manera individual por parte de los Estados, sino también al espanto que produce la idea de la destrucción masiva, a los movimientos pacifi stas, a las cumbres de desarme y a las buenas intenciones de gobiernos y organizaciones internacionales. En efecto, aquel fenómeno sociopolítico no ha muerto y aunque su sola men-ción resulte repulsiva para muchos, aún continúa acompañando el destino de la humanidad.

A propósito de este tema, hace al-gunas semanas el ex congresista José Barba Caballero publicó en el diario “Correo” un artículo en el que soste-nía que los científi cos consideran que a menos que suceda un importante cam-bio genético en nuestra constitución, la bestia que llevamos dentro y que per-manece oculta tras la delgada capa de civilización, no morirá. "Quizá algún día —continúa el ex congresista— nos libremos de la tiranía de los instintos y lleguemos a evolucionar a un grado tal que los distintos vicios y crueldades humanas desaparezcan; pero como ese día no ésta a la vista ni con un telesco-pio, es una ingenuidad de campeona-to el creer que la paz es posible sin la fuerza". (2)

VIGENCIA DE LA GUERRA NAVAL

Capitán de Fragata Juan Carlos Llosa Pazos

E

Capitán de Fragata Juan Carlos Llosa Pazos es califi cado en Guerra de Superfi cie y en In-geniería de Sistemas, así como graduado en el Curso de Comando y Estado Mayor en la Es-cuela Superior de Guerra Naval.

Ha prestado servicios en diferentes unidades de la Fuerza de Superfi cie. En el Comando Con-junto prestó servicios como Jefe de la Ofi cina de Información y como Jefe del Departamento de Planeamiento de la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas.

Es colaborador de la Revista de Marina des-de 1995, con artículos de interés institucional y profesional, así como de historia naval. Ha publicado artículos en diversas revistas y dia-rios de Lima, particularmente en la columna Tribuna Libre del diario Expreso. Es egresa-do de la Maestría en Ciencia Política por la Pontifi cia Universidad Católica del Perú y ha sido profesor de Relaciones Publicas e Imagen Corporativa en la Universidad Ricardo Palma, catedrático de la Escuela Superior de Guerra Naval y de la Escuela Superior de las FFAA.

Actualmente cursa la Maestría en Gestión Cultural por la Universidad San Martín de Porres, y en el servicio naval se desempeña como Comandante del B.A.P. ETEN, unidad de desembarco anfi bio y de soporte logístico operacional de la Fuerza de Superfi cie.

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Qué duda cabe entonces de que la bestia no tiene intenciones de jubilar-se. Es por ello que quienes tenemos responsabilidades en el ámbito de la Defensa Nacional, bien seamos civi-les o militares, no debemos entender la guerra como una utopía o una si-tuación inverosímil en cualquiera de sus formas o escenarios. Tampoco de-bemos siquiera pensar en apostar por la intervención de fuerzas extranjeras como garantía de paz —cuyo precio se-ría el sometimiento a voluntades polí-ticas extranjeras ajenas al interés nacio-nal— o por el crecimiento económico sostenido o por el ejercicio del derecho como los únicos medios para evitar los confl ictos armados, en desmedro de la disuasión, que solo la hace posible un poder militar coherente con el vasto patrimonio que los peruanos de hoy hemos heredado y que habremos de legar a las generaciones que nos suce-dan. Quienes pensasen así o de forma parecida —laborando en el sector De-fensa— perderían la perspectiva del papel que cumple la Defensa Nacional y hasta podrían incluso convertirse en un peligro para la seguridad nacional.

Aunque exista un repudio genera-lizado y pocos quieran saber sobre la guerra, y por tanto minimicen o hasta banalicen a los profesionales que sir-ven en ese campo —ya sean militares o civiles, insisto— el Estado no puede descartar la amenaza de este fenómeno por más que la probabilidad de su ocu-rrencia sea muy escasa, en particular, en su sentido convencional. Y esto es así principalmente porque nadie pue-de predecir el futuro, y porque nadie podría fi rmar un papel —sin correr el riesgo de equivocarse— en el que se asegure que el Perú jamás volverá a ser arrastrado hacia un confl icto militar. El esperar que la diplomacia o el Derecho

Internacional sean sufi cientes para ha-cer efectivas, por ejemplo, ocupaciones o desocupaciones territoriales podría traer consecuencias peligrosas. A me-nos que medie poder militar que disua-da, lo más probable que en situaciones como las que citó, se aplique la famosa frase que se le atribuye al virrey cuando aquel no estaba de acuerdo con una dis-posición real que venía de la península: “La ley se acata pero no se cumple”.

Entonces es lógico que quienes for-mamos parte del sector Defensa ten-gamos la obligación de basar la mayor parte de nuestro accionar profesional en prevenir este impopular fenómeno, más aún cuando de producirse —lo que nadie en su sano juicio puede desear—, las vidas de buena parte de nosotros podrían perderse.

Es así que los marinos de guerra debemos concentrarnos en el análi-sis, estudio, capacitación y entrena-miento para la guerra naval. Estamos obligados a comprender a cabalidad la validez de su vigencia y los efectos perniciosos que traería para el Perú no estar listos para enfrentar amenazas en las mejores condiciones posibles, tanto convencionales como las nuevas, tales como la piratería o el terrorismo maríti-mos para ello debemos hacer compren-der en diferentes espacios que ningún Estado que piense jugar un rol prepon-derante en el siglo XXI puede ignorar su aporte a la seguridad cooperativa re-gional, continental o de alcance global como respuesta a las amenazas comu-nes a las naciones. No se debe desechar un propósito como el indicado sin de-jar de preocuparnos por quienes desde diferentes ángulos y posiciones tratan de sembrar dudas en la opinión públi-ca nacional acerca de la utilidad para nuestro país del poder naval.

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Los desafíos del siglo XXI nos obli-gan a ser más fl exibles y dinámicos en la respuesta a los escenarios hostiles. Es así que tenemos que hablar de una gue-rra naval infl uenciada no solo por los alcances efectivos de nuestros sistemas de armas sino también por la velocidad de la información que puede hacer que los días que tomaron a los británicos en-gañar al Capitán de Navío Hans Langs-dorff , Comandante del celebre “Graf Spee” en 1939, hoy se puedan reducir a minutos.

Los desafíos de este siglo también obligan a refl exionar sobre los relati-vamente novedosos conceptos de re-volución y transformación de los asun-tos militares que, entre otros aspectos, hacen énfasis en las operaciones con-juntas como el medio más efi caz para alcanzar los objetivos militares, en vez de unas desconectadas guerras terres-tres, navales y aéreas. Siguiendo al re-conocido historiador naval británico Geoff rey Till, la conjunción efectiva es una ventaja colosal en las operaciones militares, pero solamente si está basada en el claro reconocimiento de las dife-rencias entre las fuerzas armadas, así como sus similitudes. En consecuen-cia, la guerra naval moderna no puede ser concebida de manera aislada, aunque debe conservar sus principios fundamentales de búsqueda, detección, identifi ca-ción, seguimiento y ataque indi-vidual, asistido o conjunto, con unidades aéreas de combate (3).

Aquí cabe hacer un breve recuento de la trayectoria de la guerra naval en las últimas dé-cadas. En efecto, poco después del fi n de la “Guerra de los Seis Días”, hubo de sumarse al auge del submarino como arma estra-

tégica basada en el poder destructor del torpedo, el misil antibuque, el cual rápi-damente mostró en combate su efi cacia y letalidad. En efecto, el 21 de octubre de 1967 dos lanchas misileras atacaron y hundieron al destructor israelí “Ei-lat”, en un combate naval que se convir-tió en un hito de la guerra naval moder-na y que coincidentemente concuerda en día y mes con la célebre batalla de Trafalgar. Desde entonces, el perfeccio-namiento de su constitución y su con-secuente empleo táctico han constituido la mayor fortaleza del poder naval. Seis años después, el 7 de octubre de 1973, durante la Guerra del Yom Kippur, se produjo la batalla de Latakia entre Is-rael y Siria. Si bien este confl icto fue de limitadas proporciones, signifi có una revolucionaria batalla naval, al ser con-siderada como la primera de la historia en que hubo solo combate misilístico entre las fuerzas opuestas y se emplea-ron interferencias electrónicas para desviar misiles. Destaca también en la guerra naval moderna el enfrentamien-to entre la Fuerza de Tarea británica del Contralmirante John Woodward contra la Flota de Mar del Vicealmirante ar-gentino Juan José Lombardo en la Gue-rra de Malvinas. Esta ha sido uno de los

La fragata Sheffi eld, luego del ataque argentino. Guerra de Malvinas.

OPERACIONES MILITARES

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últimos referentes para el análisis de la guerra naval con que se cuenta en esta época. Sin embargo, la actual crisis por la que atraviesan las relaciones entre las Coreas del Sur y del Norte ha puesto a la guerra naval nuevamente en la pales-tra. El supuesto hundimiento a manos de un torpedo norcoreano de la corbeta surcoreana “Cheonan” (PCC-772), que produjo la muerte de 46 miembros de la dotación de esa unidad, ha puesto de manifi esto que la guerra en el mar sigue estando vigente aún en su confi gura-ción convencional, y que su efectividad puede ser lo sufrientemente disuasiva como para desanimar cualquier incur-sión extranjera hostil.

En consecuencia, es nuestra obliga-ción en buena cuenta estructurar una efi ciente estrategia naval que sea capaz de ofrecer segura y veloz letalidad a quienes pretendan amenazar nuestra soberanía. Aun cuando aquella sea aje-na al común de nuestros compatriotas, que poco o nada tienen que ver con espacios que se ubican a decenas de millas mar adentro, en donde predo-minan corrientes, tumbos y vientos, y que muchas veces se muestran escépti-cos o contrarios a la existencia de algu-na probabilidad de que el poder naval pueda ser empleado en entornos como el nuestro. Incluso puede haber quienes

sostengan que los gastos en Defensa no deberían orien-tarse a la guerra naval, que es por demás costosa y su-mamente tecnifi cada.

A pesar de ello, hoy contamos con un poder na-val compuesto por equipos de destacados profesionales cuyo principal objetivo es asegurar la defensa maríti-

ma del país y por unidades en un proceso de moderniza-

ción continua. Esta labor a veces impli-ca una lucha en solitario por obtener las mejores condiciones posibles para que las unidades puedan seguir cumplien-do sus importantes roles, que muchas veces con el tiempo han sobrepasado su misionamiento original. Incluso otras podrían ampliar los alcances de su mi-sión, como es el caso de nuestro buque insignia, el cual además de buque co-mando y control podría ser empleado en un futuro no muy lejano como bu-que escuela.

En cuanto a los elementos que hacen posible la guerra naval, algunos habrán de cumplir su ciclo de vida dentro de algunos años. Dada la favorable situa-ción económica que vive el país, es de esperar que se opte por renovar algu-nas unidades. Puede tomarse en con-sideración en un futuro no muy lejano la adquisición de buques de proyección estratégica, que son unidades de gran versatilidad y que además de capaci-dad anfi bia y aeronaval pueden incluir importante soporte logístico, que im-plica transporte de personal, capacidad hospitalaria, almacenamiento de agua y de combustible. También buques de acción marítima, que son unidades polivalentes que entre las varias tareas que cumplen pueden embarcar en sus

Una nave guardacostas navega cerca al buque hundido de la armada surcoreana, Cheonan, con el fi n de rescatar a los náufragos.

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pelotones operadores espaciales para asaltos sobre unidades hostiles.

Como sabemos, la estrategia naval no se ciñe únicamente al campo ope-racional para asegurar la victoria en el combate en los mares. También juega un rol fundamental como soporte la estrategia naval en las aéreas no ope-racionales, tales como la organización administrativa, la gestión institucional —capital humano, salud, bienestar, entre otros—, la educación, la investi-gación y el desarrollo, la construcción naval y la comunicación social. No es mi intención abundar en esta parte de la estrategia naval, que fi nalmente ha de marcar la pauta en nuestra manera de hacer la guerra en el mar, pero sí apor-tar dos ideas en relación a ella.

Reclutar a un profesional civil po-litólogo o historiador naval de recono-cida trayectoria —que se convierta en nuestro Geoff rey Till o Milan Vego—, que pueda entre otras tareas disertar en los centros académicos públicos y pri-vados más signifi cativos del país y en cuanto foro de importancia se presente, sobre asuntos marítimos y navales.

Incidir en la gestión del talento y proyectarlo más allá de las fronteras de la Institución, partiendo de la siguien-te pregunta: ¿por qué un ofi cial con el grado de Contralmirante o de Capitán de Navío en actividad, con estudios de postgrado en aéreas como economía, relaciones internacionales, construc-ción naval o ciencia política no podría ser considerado para puestos impor-tantes —tal como sucede con los fun-cionarios de Torre Tagle que laboran en Defensa— en ministerios como el de Economía, Relaciones Exteriores, Producción, en el Consejo de Ministros o en el CEPLAN, lo cual sería conse-

cuente con la Ley 28478 del Sistema de Seguridad y Defensa Nacional, la que en su artículo segundo establece que este sistema comprende a todos los or-ganismos públicos?

Referencias bibliográfi cas

1. Mangas Martin, Araceli (1999). Confl ictos armados internos y De-recho Internacional Humanitario (2da. reimpresión). Salamanca, Es-paña: Ediciones Universidad de Sa-lamanca.

2. Barba Caballero José. La utopía de la paz. Artículo publicado en la co-lumna “Cuento de guerra” del dia-rio “Correo” de Lima, el 14 de junio de 2010.

3. Till, Geoff rey (2007). Poder marí-timo. Una guía para el siglo XXI. Buenos Aires: Instituto de Publica-ciones Navales.

OPERACIONES MILITARES

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Introducción

l general de división José Del Car-men Marín Arista (1899-1980) es

quizá una de las mentes más preclaras del Ejército del Perú. Si por profesio-nal militar entendemos a la persona que conoce y domina todo lo concerniente al arte y ciencia de la guerra (organiza-

ción, entrenamiento, estrategia y tácti-ca, logística y tecnología militar), en la persona de José del Carmen Marín re-cae todo lo sustantivo del ethos militar.

Fundador del Centro de Altos Es-tudios Militares (1950), del Arma de Comunicaciones, y del Colegio Militar “Leoncio Prado”; siempre estuvo pre-ocupado por hacer de las fuerzas ar-madas un ente moderno sin calcos ni copias, sustentado en la realidad histó-rica, cultural y geográfi ca, es decir en la compleja diversidad del país.

En las aún limitadas biografías es-critas sobre él, destacan un origen hu-milde que en nada impidió el desarrollo de tan peculiar inteligencia, que le per-mitió obtener el galardón de Espada de Honor de la Promoción “Centenario” (1922), denominada así en conmemora-

SIN CALCOS NI COPIAS

Vigencia del pensamiento del general José del Carmen Marín en tiempos de globalización

Coronel EP Marco Antonio Merino Amand

E

Es coronel del Ejército del Perú egresado de la Escuela Militar de Chorrillos el año 1985. Ba-chiller en Ciencias Humanas y Licenciado en Historia por la Pontifi cia Universidad Católica del Perú el año 2005. Actualmente se desempe-ña como Agregado de Defensa Adjunto y Mili-tar a la Embajada del Perú en el Ecuador.

Publicó el libro “El Heroísmo de un joven, soldado y provinciano”, 2009. Ha publicado artículos diversos en la Revista Expresión Mi-litar, la Escuela Superior de Guerra del Ejérci-to y Documenta de Historia Militar, entre los que podemos destacar: “Latinoamérica desde la mentalidad y los enfoques geopolíticos del general Edgardo Mercado Jarrín y general Au-gusto Pinochet Ugarte”, 2003. “El pensamien-to de Andrés de Santa Cruz y Calahumana, y“Diego Portales: dos extremos que atraen”, 2003. “La Misión Militar Francesa en el Perú: su impacto en la institución militar y la vida nacional”, 2005. “El origen profesional del Ejército”, 2007. “De la guerra andina”, 2008. “De las Pampas de Ayacucho a la Paz. Epí-logos de la Independencia Americana”, 2009.

Actualmente se encuentra investigando el “Origen de los Ejércitos profesionales en Amé-rica Latina”.

General de DivisiónJosé del Carmen Marín.

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ción a los cien años de la independencia nacional; y nombramientos a diferentes viajes de perfeccionamiento en el ex-tranjero. La dedicación al estudio le per-mitió culminar con éxito la carrera de matemático en la facultad de la Univer-sidad Nacional Mayor de San Marcos y su posterior dedicación como catedráti-co principal por más de treinta años en la Universidad Nacional de Ingeniería. Además, tuvo brillantes desempeños como director de la Escuela Militar de Chorrillos, del Colegio Militar “Leoncio Prado”, de la Escuela de Aplicación de Ingeniería del Ejército; y Ministro de Guerra durante el gobierno del Dr. José Luis Bustamante y Rivero.

La valía de este profesional de las ar-mas trasciende el espacio nacional al ser invitado por las autoridades bolivianas, junto a varios científi cos militares de la región, para participar directamente en la búsqueda de una orientación adecua-da para la creación de la Escuela Militar de Ingeniería. Ya era reconocido como el Doctor en Ingeniería, graduado en Francia, fundador del Arma de Ingenie-ría del Perú.1

En este artículo nos embarcaremos en una aproximación a las ideas de este modelo de profesional militar que mar-caron un hito en la evolución de las doc-trinas de seguridad, defensa y desarro-llo nacional peruanas. Ideas que por su originalidad aún continúan en vigencia, en mayor o menor escala. Situación del Estado Nación en la era globalizadora

En el fenómeno actual de la mun-dialización, aparte de que por primera vez en la historia de la humanidad in-volucra a todo el planeta, hay una pri-macía de lo económico. El historiador

Fernand Braudel insistía enérgicamen-te en el hecho de que pensar solamente en lo económico sería no solo un error sino también un peligro. La historia económica del mundo es la historia entera del mundo, pero vista desde un solo observatorio, el económico. Elegir este observatorio es privilegiar una for-ma de explicación unilateral y peligro-sa. En toda mundialización hay cuatro aspectos esenciales que constituyen órdenes: un aspecto económico, social, cultural y político. Si esta clasifi cación es útil para analizar el fenómeno, no deben ser considerados separadamen-te, sino que, en cierto modo, forman un sistema.

La era postmoderna está marcada por el proceso de la globalización. Esta fase mantiene como carácter negativo la pérdida de la memoria de los pue-blos, de la historia. Por tanto, acontece como amenaza para grandes regiones del planeta por la exigencia al olvido de su identidad.

Hablar de nacionalismo, hace poco tiempo atrás, era referirnos a un valor reconocido como positivo para el for-talecimiento y desarrollo de la identi-dad del estado nación; sin embargo, los fuertes vientos de la mundialización relativizan este sentimiento de arraigo e identidad, e invitan a los pueblos a constituirse en ciudadanos de un mun-do en proceso de homogenización. En-tonces, ser nacionalista resulta hoy poco moderno y hasta anacrónico.

El sociólogo hindú Partha Cha erjee2 desarrolla una interpretación del nacio-nalismo desde el enfoque del origen co-lonial de carácter occidental. Nuestros países latinoamericanos y caribeños han construido el carácter nacional de un modo diferente a las metrópolis, mien-

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tras en occidente el nacionalismo fue for-mado apelando a categorías propias del desarrollo occidental, en América esto ocurrió refi riéndose a la diferencia, es decir en base a la tradición, o particula-ridad, del pasado histórico. Conceptos universales como ciudadanía, demo-cracia o sociedad civil no tuvieron refe-rentes autóctonos y por eso produce un desencuentro muy fuerte. ¿Qué conte-nidos llenan el concepto de nación para latitudes como la India, África, Asia y América colonizadas? Sin duda son más heterogéneos que las categorías impuestas por occidente y desde un cri-terio universal.

Sin calcos ni copias

Desde hace más de medio siglo el general José del Carmen Marín Arista ya había percibido, durante su amplia trayectoria institucional, que subsistía lo que él denominaba un colonialismo mental refl ejado en estudios, manua-les y reglamentos militares, basados en -por no decir copiados de- doctrinas de-sarrolladas en realidades y experiencias muy diferentes a la nuestra. Ello no solo representó obstáculos a nivel táctico, sino también en el plano estratégico y de la propia política nacional.

Criticó el trabajo en gabinete de los aspirantes a ofi ciales de estado ma-yor, con unidades de maniobra teóri-cas, hipotéticas, dotadas siempre de abundantes medios de combate cuya magnitud no estaba en relación con las dotaciones del Ejército, ni con las po-sibilidades de adquisición en un mo-mento determinado.

Insistía en la necesidad de formular estudios estratégicos independizados doctrinariamente de normas extranje-ras. Era consciente que esto constituiría

un doble reto: Primero, crear una doc-trina nacional de guerra de acuerdo con los factores políticos, sociales, económi-cos y geográfi cos de la realidad y tiempo histórico del Perú; y segundo, la perma-nente lucha contra un grupo alienado con la ortodoxia, quienes considerarían la inmutabilidad de la ciencia y arte de la guerra, determinada por países desa-rrollados actores en la Segunda Guerra Mundial y sus guerras colonialistas.

En la segunda mitad del siglo XX, esta dependencia cultural-militar se inclinaba hacia la misión militar norteamericana,3 que puso en funcio-namiento un mecanismo que incluía la venta de armas y programas de ayuda gratuita, rubro muy importante en el entrenamiento militar, que signifi ca no solo entrenamiento técnico, sino la in-fl uencia sicológica y adoctrinamiento político. J.C. Marín señalaba que aún dada esta dependencia material y tec-nológica, este armamento debía ser su-ministrado con las correspondientes fá-bricas de municiones y las maestranzas adecuadas para su reparación y con-servación lo que signifi caba una visión real, dada la carencia fi nanciera del país para dotar la totalidad de un parque de armas que la doctrina exigía para el éxi-to de cualquier operación militar.

Nuestro personaje fue más allá del análisis de las necesidades típicamente militares, al proponer que los resulta-dos de un confl icto bélico de cualquier tipo, dependerán directa y sustancial-mente del valor de las fuerzas morales y materiales del país en su conjunto; así como del nivel de su desarrollo, y apti-tud para su empleo inmediato para la satisfacción de los requerimientos del Estado para su defensa e integridad. Esto implicaba realizar extensos estu-dios de la realidad nacional que permi-

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tieran determinar su poderío, el poten-cial y las políticas que transformen este potencial nacional en renovado poder.

La fuerza espiritual y moral de la población nacional guarda directa co-rrelación con su nivel de bienestar. Para el general J.C. Marín el Bienestar Gene-ral es el fi n supremo de todo el plantea-miento doctrinario que propugnaba:

“El Bienestar General es la meta su-prema que se fi jan las naciones al organizarse en Estados, pues sería inconcebible por ser contrario a la naturaleza humana, que sus indi-viduos se asociaran para vivir en la esclavitud, la miseria, la ignorancia, al desamparo en la desgracia. Se or-ganizan pues para conquistar, au-nando sus capacidades y esfuerzos y en la medida de ambos, eso que llamamos felicidad.”4

Ahora bien, ¿cómo planteaba este primer gran paso que signifi caba rom-per los calcos y copias de doctrinas provenientes de países desarrollados? En un discurso pronunciado en el CAEM dij o:

“No constituimos pues, un organis-mo con profesores y alumnos, sino un equipo que abordará el estudio de los problemas de preparación y empleo de las Fuerzas Armadas (…) estudiaremos primero cómo se establecen los planes de operacio-nes para cada caso de guerra (…).

tendremos que examinar el empleo de la Fuerza Armada y la prepara-ción de esta (…) tendremos pues que estudiar el proceso de prepara-ción integral del país para su defen-sa (…) este dominio de conocimien-tos escapa a nuestra preparación técnica y por eso hemos recurrido a más de 20 profesionales civiles.”5

Quedaba así sentada la premisa de que los temas de defensa y seguridad nacional de ningún modo son exclusi-vos de los militares, sino más bien de la sociedad en su conjunto.

¿Qué tan cerca nos encontramos de una cultura orgánica, auténtica, que valore nuestras verdaderas potencia-lidades, que reconozca aquel poder que nos proporciona en la hora actual nuestra profunda diversidad? O serán aquellas ideas del fi lósofo peruano Au-gusto Salazar Bondy rememoradas hoy día obstáculos insalvables, como aque-lla referida a la alineación de nuestros paisanos, que dice: “Ignoran lo que son y no tienen conciencia de lo que pueden ser: sufren la alineación de su verdade-ra posibilidad de ser como un pueblo creador, vigoroso, libre.”6

¿Cómo estudiar las realidades complejas?

Es la pregunta principal que nos planteamos, y para tratar de dilucidar alguna respuesta podemos recurrir, sin temor al anacronismo, a las fuentes pri-migenias del Centro de Altos Estudios Nacionales. El general José del Carmen Marín Arista nos dice que para analizar realidades complejas -entendiendo lo complejo como al conjunto de elemen-tos, reales y efectivos, diversos; inter-conectados e interrelacionados entre sí y cuya comprensión deviene en ciertas

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complicaciones y exige el empleo de una me-todología científi ca-, debemos tener en consi-deración que ésta se ca-racteriza por:• La multiplicidad y

variabilidad de sus factores y aún de los elementos constitu-tivos de éstos.

• La existencia de factores metafísicos e imponderables, como: valores, idio-sincrasia, cultura, etcétera.

• La absoluta interdependencia entre los factores y aún entre los elemen-tos constitutivos de éstos. Ejemplo: No podemos emprender el estudio de una realidad compleja en el cam-po económico soslayando los otros campos de la actividad política y social; o en el campo militar sin tener en consideración los campos económico, político y sicosocial; por lo tanto, el estudio cabal de una realidad compleja resulta de un tra-bajo exigente e interdisciplinario; es decir no solo llevado a cabo por una sola persona con conocimien-tos multidisciplinarios, sino por equipos de trabajo integrados por especialistas -necesarios para cada caso de estudio- en los diferentes campos del saber.

Antes de emprender el estudio de una realidad compleja, debemos tener en consideración algunos aspectos:• “Por ser nuestros problemas com-

plejos, peculiares y, por tanto, aunque semejantes, distintos a los de cualquier otro país, para resol-verlos tenemos que emplear pro-cedimientos también peculiares que solo nosotros los peruanos

podemos elaborar”. Por lo tanto, es absurdo y hasta peligroso pre-tender adaptar y más aún adoptar procedimientos foráneos. Pero, esto no quiere decir que el estudio refl exivo y metódico de los proce-dimientos foráneos no nos darán luces para nuestro estudio.

• Llegar a conocer realidades com-plejas requiere necesariamente de acción. Las condiciones necesarias para este ejercicio creador son: a) la fi nalidad: que es la que determina y orienta a toda acción; b) los cono-cimientos: que clarifi quen y, fi jen el fi n, el quehacer y cómo hacer más de modo efi caz y efi ciente; c) la ha-bilidad para servirse de los conoci-mientos ya sea en el pensamiento o en la acción y; d) la aptitud para razonar, y método para conducir nuestros razonamientos en medio de la complejidad de las realidades.

También señalaba que resulta ab-surda la discusión o distinción entre teóricos y prácticos para emprender una acción, que más bien “la distinción razonable que se podría hacer es entre realizadores y no realizadores”.

Llegar a la comprensión de realidades complejas no se limita a saber qué es esa

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realidad, sino que el método bien aplicado nos aproximará a la respuesta del porqué es así y no de otro modo; es decir, la conoceremos también por sus causas.

Conclusiones

La principal idea planteada por el general José del Carmen Marín es que dada la complejidad social, cultural, his-tórica y geográfi ca del Perú, los plantea-mientos para la solución de sus proble-mas exigían y exigen el cabal estudio de la realidad nacional. Los claros y oscu-ros de la Globalización refuerzan el pen-samiento que desde hace medio siglo pregonaba J.C. Marín: No podemos co-piar recetas extranjeras para solucionar los problemas de un país tan heterogé-neo y con tanta riqueza. La promesa de vida peruana será factible en la medida que seamos creativos y realizadores.

José del Carmen Marín, maestro por antonomasia, exige a sus alumnos que no recurran solo a la memoria o se limiten a la simple percepción de la realidad, sino que ahonden en el cono-cimiento y “redescubran” las verdades que aprenden, con lo cual se apropiarán mejor de ellas y “lo que es más impor-tante, desarrollarán su aptitud de razo-namiento que los capacitarán para des-cubrir nuevas”.

El método está ahí, para ser emplea-do, pero lo aplicaremos mejor si tene-mos aptitud para razonar, que solo se logra con el ejercicio; y la posibilidad de razonar que se logra mediante el estu-dio y los conocimientos adquiridos.

Bibliografía

1. Asociacion General Marin. Historia de la Ingeniería Militar. Lima 1996.

2. CAEN. 50 Aniversario del Centro de Altos Estudios Nacionales. 1950 – 2000. Perú, 2000.

3. Cha erjee, Partha. La Nación en tiempo Heterogéneo; IEP, Perú, marzo 2007; primera edición en es-pañol.

4. Fuenzalida Vollmar, Fernando. “Análisis Geopolítico de la Si-tuación en América del Sur”. En Obando, Enrique (editor). Análisis y perspectivas de la seguridad en América del Sur. Lima, Instituto de Estudios Políticos y Estratégicos, Instituto de Estudios Internaciona-les, Pontifi cia Universidad Católica del Perú, 2002

5. Marín Arista, José del Carmen. Conceptos Básicos. Centro de Altos Estudios Militares de la Fuerza Ar-mada. 1972. Chorrillos, Perú.

6. Masterson, Daniel. Fuerza armada y sociedad en el Perú moderno: un estudio sobre relaciones civiles mi-litares 1930-2000. IEPE. Lima. 2001.

7. Salazar Bondy, Augusto. “Entre Escila y Caribdis”. La cultura de la dominación. Casa de la Cultura. Lima, 1969.

8. Villanueva Valencia, Víctor. El CAEM y la revolución de la FA. IEP. Ed Campodónico.

1 Sanjinés Goy a, Julio… La Escuela Politécnica Militar de Francia y la Escue-la Militar de Ingeniería . 14/21:00noviembre2010. h p://www.eldiario.net/no cias/2009/2009_07/nt090729/1_04opn.php.

2 Cha erjee, Partha. La Nación en empo Heterogéneo; IEP, Perú, marzo 2007; pri-mera edición en español; 287 pp.

3 “El convenio, fi rmado bajo los auspicios de la Mutual Security Act de 1951, forma-lizaba la presencia militar norteamericana en el Perú, la misma que se había incre-mentado signifi ca vamente desde la culminación de la Segunda Guerra Mundial”. Masterson, Daniel. Fuerza armada y sociedad en el Perú moderno. Pág. 197.

4 Ibídem.5 Villanueva Valencia, Víctor. “El CAEM y la revolución de la FA”. IEP. Ed Campodonico.6 Salazar Bondy, Augusto. “Entre Escila y Caribdis”. La cultura de la dominación. Lima

1969. Pág. 39

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Importancia y fi n de la justicia militar

as Fuerzas Armadas y Policiales de cada país tienen las trascendenta-

les funciones de garantizar la defensa,

independencia, soberanía, integridad territorial, seguridad y orden interno de sus repúblicas.

Para que estas funciones se cumplan cabalmente resulta indispensable que se asegure la disciplina y el orden en estas instituciones, lo cual se logra primor-dialmente con la sanción de los delitos de función en la jurisdicción militar.

En este contexto, es responsabilidad de la jurisdicción militar velar que las Fuerzas Armadas y Policiales cumplan debidamente con sus obligaciones antes referidas.

Sobre este punto, la Corte Interame-ricana de Derechos Humanos ha preci-sado con claridad, en el Caso Berenson vs Perú, que la sanción de los delitos de función en la jurisdicción militar, es vi-tal para garantizar el cumplimiento de las funciones de las fuerzas del orden.

El cumplimiento de estas funciones hace posible la preservación del orden constitucional y que los Estados cum-plan con su deber fundamental de de-fender la soberanía nacional, garantizar la plena vigencia de los derechos huma-

LA JUSTICIA MILITAR EN EL DERECHO COMPARADO:Delito de función en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos y la Organización de la Jurisdicción Militar en América y Europa Contralmirante CJ Carlos Enrique Mesa Angosto

Exposición ante la Asociación de Magistrados de las Justicias Militares Estatales(AMAJME) en el marco del"XI Congreso Nacional de las Justicias Militares"

que se celebró en Salvador, Brasil. Noviembre 2010.

LEl Contralmirante (r) Carlos Enrique Mesa Angosto es abogado egresado por la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Ha seguido el curso de Aspectos Legales de las Transacciones Comerciales Internacionales en la Universidad Illinois-Estados Unidos de América y el Curso Básico de Estado Mayor en la Escuela Superior de Guerra Naval.

Entre los diversos cargos durante su carrera podemos anotar el de asesor jurídico y legal de los cinco últimos ministros de Marina, asesor jurídico del despacho ministerial de Defensa, asesor del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, asesor jurídico de la Inspectoría General de la Marina, procurador público a cargo de los asuntos judiciales del Ministerio de Defensa y de la Marina de Guerra del Perú, Fiscal General del Consejo Supremo de Justicia Militar, Auditor General del Consejo Supremo de Justicia Militar, Presidente del Consejo Su-premo de Justicia Militar de noviembre 2001 a febrero 2005 y Vocal del Tribunal Supremo Militar Policial.

Actualmente es Presidente de Tribunal Supre-mo Militar Policial desde diciembre 2008.

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nos; proteger a su población de las ame-nazas contra su seguridad; y promover el bienestar general.

Al respecto, la Corte Interamerica-na de Derechos Humanos, en el Caso Montero vs Venezuela, ha señalado con claridad que los Estados tienen la obligación de garantizar la seguridad y mantener el orden público.

En este orden de ideas, la justicia mi-litar constituye una garantía de que las fuerzas del orden cumplan con efi cacia e idoneidad las funciones para las que fueron creadas.

El recurso a la jurisdicción ordina-ria resulta insufi ciente para servir a las necesidades de la disciplina mili-tar. Bien señalan el Tribunal Supremo del Canadá (Généreux vs la Reina) y la Corte Constitucional de Colombia (Exp. C-473/99) que el sistema punitivo de la jurisdicción militar es incompatible con el de la jurisdicción ordinaria, debido a que las reglas de comportamiento de los militares son extrañas a la vida civil. Por ello, el recurso a los tribunales civiles es inadecuado para servir a las necesida-des particulares de la disciplina militar.

En efecto, muchos delitos que son punibles con arreglo al derecho pe-nal común, asumen una connotación mucho más grave como delito de fun-ción, y como tal merecen un castigo más severo.

Ejemplos de este tipo hay muchos, como el robo perpetrado por un ofi cial a otro ofi cial o a la institución castrense. Esta conducta es más censurable que el robo común, ya que desvirtúa la esencia del espíritu de cuerpo, el respeto mutuo, la confi anza en los compañeros y las exi-gencias del estilo de vida castrense.

Otro ejemplo de la diferencia entre la justicia penal común y la justicia penal militar, es el derecho de huelga. Para los civiles, la huelga es el derecho de todo ciudadano a negarse a trabajar. En cam-bio, para un soldado, la huelga constitu-ye un motín, un delito muy grave, pues menoscaba la disciplina y en ocasiones puede equivaler a la rebelión (imagí-nense a un soldado que en plena guerra se rehúsa a combatir al enemigo).

De manera similar, un ciudadano podrá dejar su empleo en cualquier momento y la única responsabilidad en que podrá incurrir es por incumpli-miento de contrato. En contraste, un soldado que deja de servir a su institu-ción incurre en el delito de deserción, pues el deber de defender la patria no se instituye en un mero contrato, sino en un compromiso de por vida.

La organización militar exige, como ningún otro sistema, el más alto nivel de disciplina capaz de funcionar en las más adversas condiciones.

De otro lado, como sabemos, en estos tiempos la justicia militar no es un fuero personal ni un privilegio, ni está concebi-da para proteger a los militares o policías que cometan delitos. Por el contrario, la justicia militar es una carga pesada sobre los efectivos de las fuerzas del orden; toda vez que es el instrumento que garantiza que estos cumplan en forma disciplinada, idónea y efi caz sus funciones de defensa y seguridad de la patria, pues de lo contra-rio recaerá sobre ellos una sanción riguro-sa y ejemplarizadora.

Cabe traer a colación lo señalado por el presidente peruano Nicolás de Piérola durante la instalación del pri-mer Consejo Supremo de Guerra y Ma-rina en el año 1898:

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“No es concebible que haya pueblo que se resigne a tener ejército sin leyes propias de su instituto; sin régimen que lo mantenga sano y robusto.”

En efecto, los magistrados militares tienen conocimiento de la estructura, procedimientos y demás circunstancias propias de la organización armada, de suyo complejas y que justifi can eviden-temente la existencia de la justicia mili-tar como jurisdicción independiente.

Es tan alta la especialización de los magistrados militares, que por ejem-plo en Perú, para ser Juez o Fiscal se requiere 15 años de formación jurídico militar; para ser Vocal o Fiscal Superior se necesita 22 años; y, para desempe-ñarse como Vocal o Fiscal Supremo se requiere 27 años de dicha formación jurídico militar.

En conclusión, el fuero militar es una jurisdicción altamente especializada cuyo fi n es velar que los miembros de las Fuerzas Armadas y Policiales cum-plan con orden, disciplina, idoneidad y efi ciencia sus funciones de defensa y seguridad de sus repúblicas.

El delito de función en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos

Concepto de delito de función: La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CORTE IDH) ha defi nido el delito de función como toda conducta cometida por un militar en actividad, en acto de servicio, que afecta los bienes jurídicos vinculados a las funciones de las fuerzas del orden. Así pues, la Corte ha precisado al respecto que:

“Es necesario señalar, como se ha hecho en otros casos, que la jurisdic-ción militar se establece para man-tener el orden y la disciplina en las

Fuerzas Armadas. Por ello, su apli-cación se reserva a los militares que hayan incurrido en delito o falta en el ejercicio de sus funciones y bajo ciertas circunstancias (…) y estar en-caminada a la protección de intere-ses jurídicos especiales, vinculados con las funciones que la ley asigna a las fuerzas militares.” (Caso Beren-son vs. Perú)

En base a esta conceptualización de la CORTE IDH, el delito de función debe presentar la siguiente triple iden-tidad:

i. El agente activo del delito de fun-ción es un efectivo de las Fuerzas Armadas o de la Policía en situa-ción de actividad.

ii. El delito de función debe ser come-tido en acto de servicio o con oca-sión de él.

iii. El delito de función, sea por comi-sión u omisión, está dirigido a pro-teger bienes jurídicos vinculados con las funciones de las Fuerzas Ar-madas o Policía.

Bien jurídico tutelado por el delito de función: Asimismo, la Corte IDH ha precisado, en forma clara, la naturaleza del bien ju-rídico tutelado por el delito de función. Así pues, este órgano jurisdiccional su-pranacional ha señalado, en la sentencia recaída en el Caso Radilla Pacheco vs. México emitida el 23 de noviembre de 2009, que es factible que conductas pu-nibles de naturaleza común sean venti-ladas en la jurisdicción militar, siempre que tengan relación directa y próxima con la función de las fuerzas del orden o con la afectación de bienes jurídicos castrenses. Sobre el particular, la Cor-te IDH establece el siguiente concepto funcional de delito de función:

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“284. (…) si bien en diversas legisla-ciones se prevé la competencia de la jurisdicción militar sobre delitos que tengan origen en el fuero ordinario cuando son cometidos por militares en activo, es necesario que se esta-blezca claramente la relación directa y próxima con la función militar o con la afectación de bienes jurídicos propios del orden militar.”

Por tanto, el delito de función pue-de tutelar bienes jurídicos de natura-leza exclusivamente militar o policial así como bienes jurídicos de naturaleza común, siempre que tengan relación di-recta y próxima con las funciones de las fuerzas del orden.

Aproximación a una defi nición ideal de delito de función:Un concepto modelo de delito de fun-ción militar puede ser el siguiente:

“El delito de función es toda conduc-ta ilícita cometida por un militar o policía en situación de actividad, en acto del servicio o con ocasión de él, y que atentan contra bienes jurídicos vinculados con la existencia, organi-zación, operatividad o funciones de las Fuerzas Armadas o Policía.”

Como se puede apreciar, este con-cepto ideal de delito de función respeta plenamente la referida triple identidad que exige la CORTE IDH.

En base a esta conceptualización, la jurisdicción militar puede conocer de-litos de función típicamente militares o policiales y delitos de función militari-zados, sobre la base de una concepción funcional de este tipo especial de ilícito y su conexión con la defensa y seguri-dad de la República, siendo su fi n tute-lar bienes jurídicos militares o policiales así como bienes jurídicos de naturaleza

común que tengan relación directa y próxima con las funciones de las fuerzas del orden, de conformidad con la citada jurisprudencia de la Corte Interamerica-na de Derechos Humanos (Caso Radilla Pacheco vs. México, ver supra). a. Delitos de función típicamente militares Son los que tutelan bienes jurídicos exclusivos de las Fuerzas Armadas o Policía.

Ejemplos de delitos de función típi-camente militares son los siguientes: vio-lación de consigna; abandono de puesto de vigilancia; omisión de aviso o repul-sión; abandono de escolta o de comando; seguridad de las instalaciones y bienes militares y policiales; deserción; empleo indebido de armas; inicio de operación innecesaria, entre otros.

b. Delitos de función militarizados Son los que tutelan bienes jurídicos que no son necesariamente exclusivos de las Fuerzas Armadas o Policía pero inciden en la existencia, organización, operatividad o funciones de estas institu-ciones y que debido a su importancia, su trasgresión es sancionada como delito de función cuando el agente es un militar o policía que ha actuado en el ejercicio de sus funciones.

Ejemplos de delitos de función mili-tarizados son los siguientes: espionaje; rebelión; sedición; robo de armas; falsifi -cación o adulteración de documentación; ultraje a los símbolos nacionales, milita-res y policiales; etc.

Es menester señalar, que dependerá de la política criminal de cada Estado la introducción de delitos de función mili-tarizados si con ello se busca proteger un bien jurídico vinculado en forma directa

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y próxima a las funciones de las Fuerzas Armadas y Policía, en consonancia con lo estipulado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Modelos de justicia militar

A nivel internacional existen tres gran-des modelos de justicia militar: 1) modelo europeo-continental; 2) modelo anglo-sajón; y, 3) modelo alemán y francés.

1. Modelo europeo-continental: Admite la existencia de tribunales mi-litares permanentes en tiempos de paz. Las justicias militares más representa-tivas de este modelo son las de Italia, España y las de Latinoamericana.

2. Modelo anglosajón:Se caracteriza por la inexistencia de órganos jurisdiccionales militares de carácter permanente en tiempos de paz. Éstos son convocados cada vez que se presenta un caso concreto. Las justicia militares más representati-vas de este modelo son las de Inglate-rra y Estados Unidos.

3. Modelo alemán y francés:Permite la existencia de tribunales militares sólo en tiempos de guerra. Después de la segunda guerra mun-dial, en Francia se suprimió el fuero castrense salvo para los ejércitos fue-ra del país o en tiempos de guerra, absorbiendo sus funciones la justicia ordinaria.

Justicia militar en América

En América podemos distinguir dos grupos de justicia militar: a) las que se encuentran dentro de la jurisdicción ordi-naria; y, b) las que son independientes y autónomas.

Justicias militares integradas a la jurisdicción ordinariaLas justicias militares de BRASIL, CHI-LE, NICARAGUA y VENEZUELA, in-tegran el Poder Judicial.

• BRASIL La Justicia Militar en Brasil es orga-nizada en Justicia Militar de la Unión y Justicia Militar de los Estados, siendo la primera competente para el juzgamien-to de los delitos militares practicados por militares de las Fuerzas Armadas y la segunda, es competente para juzgar a los militares de los Estados.

La justicia militar brasileña está con-templada en el texto de la Constitución como órgano del Poder Judicial, sin subordinación al Poder Ejecutivo o a las Fuerzas Armadas, siendo así autónoma en relación a estos entes, aunque tenga la participación de militares en su es-tructura.

a. Justicia Militar de la Unión La Justicia Militar de la Unión juzga a los militares de las Fuerzas Armadas que cometen delitos militares. En Brasil componen las Fuerzas Armadas: la Ma-rina, el Ejército y la Aeronáutica.

La Justicia Militar de la Unión está compuesta por el Superior Tribunal Militar, en Segundo Grado de Jurisdic-ción y por 20 Auditorias de Justicia Mi-litar, situadas en 12 Circunscripciones Judiciales Militares dispersadas por todo el país.

De acuerdo con el artículo 123° de la Constitución Federal: El Superior Tri-bunal Militar se compondrá de 15 Mi-nistros vitalicios, 10 designados por el Presidente de la República, previa apro-bación por el Senado Federal, siendo 3 Ofi ciales Generales de la Marina, 4 Ofi -

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ciales Generales del Ejercito, 3 Ofi ciales Generales de la Aeronáutica, todos ellos en situación de actividad.

Los otros 5 magistrados son civiles, quienes son elegidos por el Presidente de la República entre brasileños mayo-res de treinta y cinco años.

Los Ofi ciales Generales son juzgados solo por el Superior Tribunal Militar.

En primer grado, las Auditorias son compuestas por los Consejos de Justicia, siendo uno denominado Permanente con competencia para juzgar las pracas (es decir, soldados, cabos, sargentos, subtenientes o subofi ciales y aspirantes a ofi cial), y otro llamado Especial, que procesa y juzga a los Ofi ciales.1

Los Consejos de Justicia se compo-nen de 1 Juez de Derecho y 4 Ofi ciales de las Fuerzas Armadas.

b. Justicias Militares de los Estados Las Justicias Militares de los Estados tienen competencia para procesar y juz-gar a los militares de los Estados por los crímenes militares defi nidos en la ley y por actos contra la disciplina militar.

En Brasil, además de los militares de las Fuerzas Armadas, existen los milita-res de los Estados, que son los Policías Militares y los Bomberos Militares, que tienen también por base la jerarquía y disciplina, no poseyendo, sin embargo, subordinación funcional a los militares de las Fuerzas Armadas, salvo en los casos establecidos en la ley. Destáquese que no existen Ofi ciales Generales en estas Corporaciones Militares, siendo el puesto máximo el de Coronel.

La Justicia Militar de los Estados tie-nen como órgano de segundo grado a

los Tribunales de Justicia Militares de los Estados, existentes en los Estados de Sao Paulo, Minas Gerais y rió Grande do Sul. En los demás Estados son los propios Tribunales de Justicia de los Es-tados que ejercen el Segundo Grado de jurisdicción.

En relación a los órganos de Primer Grado, así como en la Justicia Militar de la Unión, existe el Consejo Especial de Justicia y el Consejo Permanente de Justicia, el primero competente para juzgamiento de los Ofi ciales y el segun-do, de las pracas.

La composición también es práctica-mente la misma que la de sus pares en la Justicia Militar de la Unión, es decir, un juez de Derecho y 4 Ofi ciales, sin embargo, la presidencia es el Juez de Derecho, conforme al artículo 125° inci-so 5 de la Constitución.

• CHILE En Chile, por su parte, los Tribunales Militares son especiales pero dependen, en tiempo de paz, de la Corte Suprema en virtud de lo dispuesto en la Consti-tución de dicho país.

La Corte Suprema de la República es la instancia de más alta jerarquía y se integra con el Auditor General del Ejército cuando trata cuestiones del fuero militar.

Dentro de sus funciones cabe desta-car la de resolver recursos de casación contra sentencias de las Cortes Marcia-les, recursos de revisión contra senten-cias fi rmes, recusación contra Ministros de Cortes Marciales y extradición activa en procesos de jurisdicción militar.

En segunda instancia ayudan las Cortes Marciales: a) Corte Marcial del

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Ejército, de la Fuerza Aérea y Carabine-ros; y b) Corte Marcial de la Armada.

En primera instancia se encuentran los juzgados institucionales.

• NICARAGUA En Nicaragua, si bien la jurisdic-ción militar depende del Poder Judicial, constituye una jurisdicción especial, conformada por:* La Corte Suprema de Justicia; * El Tribunal Militar de Apelaciones,

integrado por 4 miembros Ofi ciales Superiores del Ejército; y,

* Los Juzgados Militares de Juicio y los Juzgados Militares de Audien-cia, cuyos titulares son Jueces Mili-tares.

• VENEZUELA En Venezuela, los tribunales mili-tares forman parte del Poder Judicial y son considerados tribunales espe-ciales para procesar y juzgar al perso-nal militar.

La Constitución venezolana del año 1999 estableció que la jurisdicción pe-nal militar es parte integrante del Poder Judicial y que la comisión de delitos comunes, violaciones de derechos hu-manos y crímenes de lesa humanidad, serán juzgados por los tribunales ordi-narios, limitándose la competencia de los tribunales militares a los delitos de naturaleza militar. La organización de la justicia militar venezolana es la siguiente:* Corte Suprema de Justicia;* Corte Marcial;* Consejos de Guerra Permanente; y,* Juzgados Militares Permanente de

Primera Instancia

c. Justicias militares independientes de la jurisdicción ordinaria

Las justicias militares de Bolivia, Colombia, El Salvador, Estados Unidos, Guatemala, México y Perú, son inde-pendientes de la jurisdicción ordinaria.

• BOLIVIA La organización de la justicia militar boliviana es la siguiente:* Tribunal Supremo de Justicia Mi-

litar (instancia máxima), es un ór-gano colegiado que en lo adminis-trativo depende del Ministerio de Defensa Nacional y en lo técnico del Comandante en Jefe.

* Tribunal Permanente de Justicia Militar.

* Como órganos auxiliares están la Policía Militar y el Cuerpo Jurídico Militar.

• COLOMBIA En Colombia, la organización de la justicia militar es la siguiente:* Corte Suprema de Justicia.* Tribunal Superior Militar.* Juzgados de Primera Instancia del

Comando General de las Fuerzas Militares.

* Juzgados de Primera Instancia para el Ejército Nacional.

* Juzgados de Primera Instancia para la Armada Nacional.

* Juzgados de Primera Instancia para la Fuerza Área.

* Juzgados de Primera Instancia para la Policía Nacional.

* Juzgados de Comando Unifi cado.

• EL SALVADOR Su organización es la que sigue:* Corte Suprema de Justicia: es la

máxima instancia de apelación.* Comandante General de la Fuerza

Armada: es la última instancia de recursos contra sentencias de las Cortes Marciales.

* Corte Marcial Ordinaria: es la pri-

JUSTICIA MILITAR

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mera instancia en delitos militares con pena superior a 10 años de re-clusión.

* Corte Marcial Extraordinaria: opera cuando los acusados son Generales y/o Almirantes.

* Cámaras de Segunda Instancia: per-tenecen al fuero civil.

* Jueces de Primera instancia Militar: juzgan delitos militares con pena in-ferior o igual a 10 años de reclusión.

• ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA En Estados Unidos existe un sistema de Cortes Marciales de 3 niveles, simi-lar al sistema civil: 1. Una Corte Marcial General para los

delitos graves; 2. Una Corte Marcial Especial, que

trata los delitos de menor grave-dad; y,

3. La Corte Marcial Sumarial para el personal enlistado que comete deli-tos menores.

En todos los casos en que la pena sea de muerte, cárcel por un año o más o la expulsión del servicio, la sentencia es revisada por la Corte de Apelación Cri-minal, compuesta por tres jueces que deben ser abogados y pueden ser ofi -ciales o civiles. Cada rama armada tiene su propia Corte de Apelación Criminal.

La Corte de Apelaciones para las Fuerzas Armadas de los Estados Uni-dos, compuesta por tres jueces civiles, es la máxima instancia judicial civil res-ponsable de la revisión de las decisio-nes tomadas por las Cortes Marciales. Las decisiones de esta Corte son apela-bles ante la Corte Suprema de los Esta-dos Unidos.

Además del personal militar, desde el año 2001 se ha autorizado que los Tribunales Militares sean usados para

juzgar a los extranjeros sospechosos de haber planeado y llevado a cabo atenta-dos terroristas, creándose para ello las denominadas Comisiones Militares.

• GUATEMALA En Guatemala, la justicia militar está conformada de la siguiente manera:* Corte Marcial: es la segunda instan-

cia defi nitiva. Está compuesta por 3 jueces de la Corte de Apelaciones y 2 Vocales Militares.

* Corte de Apelaciones.* Consejos de Guerra Ordinarios.* Consejos de Guerra de Ofi ciales

Generales.* Jefes de Zonas Militares.

• MÉXICO La justicia militar mexicana juzga todo delito cometido por militares, sea estrictamente militar o de derecho co-mún.

La administración de justicia militar mexicana depende directamente del Se-cretario del Defensa Nacional, funcio-nario designado por el Presidente de la República.

La jurisdicción penal militar es es-pecializada e independiente del Poder Judicial, estando subordinada al Poder Ejecutivo.

Su organización es la siguiente:* Supremo Tribunal Militar.* Consejos de Guerra Ordinarios.* Consejos de Guerra Extraordina-

rios; y,* Juzgados Militares.• PERÚ El Fuero Militar Policial es una ju-risdicción independiente del Poder Judicial por mandato expreso del ar-tículo 139º de la Constitución Política del Perú, que señala lo siguiente: “Son

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principios y derechos de la función jurisdiccional: (…) No existe ni puede establecerse jurisdicción alguna inde-pendiente, con excepción de la militar y la arbitral.”

A mayor abundamiento, es menester resaltar que la justicia militar ha estado presente a lo largo de la Constitución Histórica del Perú. Así pues, ha sido contemplada, por ejemplo, en las Cons-tituciones Políticas de los años 1823, 1828, 1834, 1856, 1933 y 1979.

El marco competencial constitu-cional de este Fuero se encuentra ubicado en el Capítulo XII De la Se-guridad y Defensa Nacional de la Constitución, específicamente en el artículo 173º, con la única y exclusi-va finalidad de administrar justicia penal militar policial, en los casos en que los miembros de las Fuerzas Ar-madas y la Policía Nacional incurran en delitos de función.

Estructura y conformaciónjurisdiccional

a. Tribunal Supremo Militar Policial Tiene su sede en Lima y está confor-mado por los siguientes órganos: I. La Sala Suprema Revisora: Integra-

da por 3 Ofi ciales Generales o Al-mirantes en situación de retiro.

II. La Sala Suprema de Guerra: Integra-da por 4 Ofi ciales Generales o Almi-rantes en situación de actividad.

III. La Vocalía Suprema Militar Poli-cial: Integrada por 1 Ofi cial Ge-neral o Almirante en situación de actividad.

b. Tribunales Superiores Militares Po-licialesSon un total de 5 Tribunales Supe-riores, integrado cada uno de ellos por 3 Ofi ciales Coroneles o Capita-

nes de Navío en situación de acti-vidad del Cuerpo Jurídico Militar Policial.

c. Los juzgados militares policialesSon un total de 29 juzgados. Están integrados por 1 Ofi cial Teniente Coronel o Capitán de Fragata en situación de actividad del Cuerpo Jurídico Militar Policial.

Cabe señalar, que existe una Fiscalía Militar Policial integrada al Fuero Mi-litar Policial; es decir, como un órgano fi scal independiente del Ministerio Pú-blico ordinario.

Justicia Militar en Europa

• ESPAÑA En España la jurisdicción militar tiene un reconocimiento expreso en la Constitución que establece que el prin-cipio de unidad jurisdiccional es la base de la organización y funcionamiento de los tribunales, dejando librado a la ley, la regulación del ejercicio de la Jurisdic-ción Militar en el ámbito estrictamente castrense y en los supuestos de estado de sitio.

La actual jurisdicción militar espa-ñola está organizada, en tiempo de paz, con un órgano máximo que es la Quinta Sala de lo Militar del Tribunal Supremo, que no es propiamente un Tribunal Mi-litar, sino que forma parte, tanto orgá-nica como funcionalmente, del Tribunal Supremo de Justicia.

La Sala Quinta está compuesta por el Presidente y 7 Magistrados de los cuales 4 de ellos proceden de la carre-ra judicial y los 4 restantes del Cuerpo Jurídico Militar (Generales y/o Almi-rantes que sean Consejeros Togados o Auditores).

JUSTICIA MILITAR

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La Quinta Sala de lo Militar del Tri-bunal Supremo conoce los recursos de casación y revisión que pudieran enta-blarse contra las resoluciones del Tri-bunal Militar Central y los Tribunales Militares Territoriales.

El Tribunal Militar Central y los Tri-bunales Militares Territoriales también están integrados con militares letrados, es decir abogados.

Cuando una conducta constituya a la vez delito común y delito militar, la jurisdicción militar puede conocer por excepción del delito común, cuando sea la que entiende del delito que tenga la pena más grave (artículo 14 de la Ley Orgánica 4/1987 sobre competencia y organización de la jurisdicción militar). Cabe señalar que este criterio ha sido ra-tifi cado por el Tribunal Constitucional español en la Resolución Nº 440/2006.

• ITALIA La Justicia Militar Italiana circuns-cribe la competencia de la justicia mili-tar a los militares que cometan delitos militares, no pudiendo juzgar en tiem-pos de paz a civiles ni delitos comunes cometidos por militares.

El artículo 37° del Código Penal Militar italiano defi ne el delito militar como cualquier violación a la ley penal militar, así pues persigue defender todo interés militar.

En procura de respetar la regla general del principio de unidad de la función jurisdiccional, la Corte Supre-ma se constituye en una instancia de casación de las sentencias emitidas en el fuero castrense, conforme a la Constitución italiana. Esta garantía solo se suspende en época de guerra con lo que se establece claramente la

sujeción de la justicia militar a la juris-dicción ordinaria.

Con el objeto de asegurar la emisión de sentencias con mayor contenido téc-nico –jurídico, en los tribunales milita-res italianos predominan los ofi ciales abogados frente a los de armas.

El Tribunal de Apelaciones tiene 5 miembros de los cuales 3 son ofi ciales abogados.

Los magistrados militares tienen el mismo régimen de los magistrados ordinarios.

Conclusión

Como hemos podido apreciar, los sistemas de justicia militar que hoy tienen una diversidad de estructuras y responden orgánicamente a distin-tas formas administrativas, mantienen en común los principios básicos de especialización y exclusividad (fueros especializados para conocer exclusiva-mente delitos en el ámbito militar y/o policial) así como de independencia en el aspecto jurisdiccional y una dife-renciación y/o separación por razones de especialidad con relación a la jus-ticia ordinaria. En la gran mayoría de estados del mundo la justicia militar afronta el escrutinio público y hasta el cuestionamiento de su existencia, pero aquello, lejos de afectar su vigencia, la ha fortalecido y las demandas han servido por una parte para impulsar su modernización y por otra para co-rroborar su importancia y lo indispen-sable de su función en el sistema de defensa y seguridad de las naciones, donde actúa como garante de la disci-plina y calidad moral de las fuerzas ar-madas y policiales. Aún en los casos de países en los cuales se ha extremado la

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reducción de sus atribuciones y juris-dicción, la Justicia Militar se mantiene fi rme como una columna sólida que da soporte a la conducta de los efectivos de armas y fuerzas de seguridad. De tal manera que la Justicia Militar no solo demuestra nuevo vigor sino que se viene modernizando y adoptando nuevos principios como los del Dere-cho Internacional Humanitario, lo cual la fortalece y optimiza el cumplimien-to de su misión.

Finalmente, como hemos expli-cado, la Justicia Militar coadyuva al cumplimiento del deber primordial de los Estados de defender la soberanía nacional, garantizar la plena vigencia de los derechos humanos, proteger a la población de las amenazas contra su seguridad, y promover el bienestar general, toda vez que garantiza el rol protector que se le asigna a las fuerzas del orden.

Quisiera exhortarlos a que sigan apoyando la noble tarea de consoli-dar la justicia militar en sus respecti-vos países y hacer de este fuero el ci-miento de las instituciones castrenses y policiales.

Mi calidad de Presidente del Fuero Militar Policial del Perú y mis valores éticos, me obligan a luchar siempre por una justicia militar autónoma, in-dependiente, imparcial y guardiana de las fuerzas del orden.

1 Ofi ciales son los ofi ciales de tenientes hasta el puesto de coronel (ejército y Aero-náu ca) o Capitán de Mar y Guerra (Marina).

CONTRALMIRANTE CJ Carlos Enrique Mesa Angosto, Presidente del Tri-bunal Supremo Militar Policial es investido con el Collar del Mérito Judicial

de las Justicia Militares Estatales por el Excmo. Sr. Clovis Santinon*, Coronel PM, Presidente del Tribunal de justicia Militar del estado de Sao Paulo.

JUSTICIA MILITAR

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a importancia de proteger el Me-dio Ambiente es una preocupación

a nivel mundial, principalmente por las consecuencias que ocasionan sobre la sociedad en general. Este tema se ha convertido en una prioridad política y social que busca garantizar el desarro-llo sostenible de las naciones, es por ello que en la actualidad es responsabilidad del ser humano proteger y conservar el

medio que lo rodea, mediante la ejecu-ción de acciones dirigidas a la búsqueda del equilibrio entre la satisfacción de las necesidades actuales, sin comprometer el acceso a recursos naturales, que ga-ranticen el bienestar de las generacio-nes futuras.

El concepto de seguridad, que tra-dicionalmente se ha defi nido como la protección de la integridad territorial, la soberanía política y los intereses na-cionales han evolucionado en los últi-mos años, reconociendo que los facto-res medio ambientales infl uyen en los confl ictos y en la estabilidad de un país.

La primera impresión que tenemos al hablar de la actividad militar y la pro-tección del medioambiente es que son dos conceptos no compatibles entre sí, sin embargo en la realidad al igual que nuestra sociedad está cada día más sen-sibilizada y preocupada por temas am-bientales. Las Fuerzas Armadas como Institución en la que están representa-dos el Ejército, Marina de Guerra y la Fuerza Aérea con el claro compromiso de salvaguardar los principios demo-cráticos y los derechos humanos, tam-bién están comprometidas con la defen-sa del medioambiente. Entonces surge la interrogante en el común denomina-dor de las personas ¿qué pueden hacer las Fuerzas Armadas para proteger el medio ambiente?

FUERZAS ARMADAS Y SU COMPROMISO CON LA PROTECCIÓN DEL MEDIO AMBIENTE

Teniente Coronel EP Víctor Arturo Miranda Alfaro

L

El Teniente Coronel EP Víctor Arturo Mi-randa Alfaro se ha desempeñado como Primer Jefe del Departamento de Medio Ambiente de la Dirección de Asuntos Civiles del Ejército (2005), ha escrito los siguientes textos: Gestión Ambiental en el Ejército, Supervisión Ambien-tal para obras de Infraestructura realizadas en el Ejército, en revisión el libro “Mitigación de Impactos Ambientales en la construcción de carreteras”.

Realizó los siguientes estudios: Curso Coman-do y Estado Mayor en la Escuela Superior de Guerra del Ejército; egresado en Ingeniería Civil, con Maestría en Ingeniería en Gestión Ambiental; Licenciatura en Educación, candi-dato a Doctor en Administración; Evaluación de Impactos Ambientales y Ordenamiento Territorial; Seguridad Nacional y Defensa Estratégica (CID); Estado Mayor Conjun-to (ESGE-CAEM), Manejo y Negociación de Confl ictos (CID) y Gobierno Electrónico (OEA). Es miembro integrante del Directo-rio de la Red Ambiental Amazónica Andina. Actualmente se desempeña como Comandante del Batallón de Ingeniería de Combate de Selva Mariscal Oscar R. Benavides Nº 5.

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El compromiso de las Fuerzas Ar-madas con la protección del medio ambiente se pone de manifi esto en los actuales retos que tienen las socieda-des modernas, donde se desarrollan actividades que sintetizan respuestas concretas a esta interrogante que es un problema que en el tiempo podrían convertirse en confl ictos, el mismo que compromete al país y sus Fuerzas Ar-madas, los integrantes de los Institutos Armados pues como ciudadanos tene-mos el compromiso de participar en la protección del medio Ambiente, enton-ces: “Las Fuerzas Armadas tienen una misión medioambiental de vital impor-tancia ya que forman parte del mismo ecosistema de su comunidad a la que sirven y por consiguiente son el refl ejo de la preocupación real de la nación que la forma por brindarle la protección y conservar su medio ambiente natural”.

En los párrafos siguientes analiza-remos temas donde la participación de las Fuerzas Armadas será de vital im-portancia en un futuro cercano en pro-vecho del país.

Escasez de energia como posible fuente de confl ictos

La energía es un recurso cada vez más necesario y al mismo tiempo, cada vez más escaso, con el tiempo se está convirtiendo en una posible fuen-te de confl ictos a nivel internacional. De hecho, constituye en uno de los más importantes factores geopolíti-cos planetarios junto a los tradiciona-les existentes en nuestro territorio, la economía, la demografía, la capacidad militar y la tecnología.

Recordando a Halford Makin-der, quien en el año de 1919 expresó: “Quién domine el corazón continental

dominará la isla mundial (Eurasia y África); quién domine la isla mundial dominará el mundo", hoy podemos actualizar esta frase: “Quién domine el factor energético tendrá el dominio total sobre la Tierra”.

Si bien es cierto que el cambio climá-tico constituye uno de los más impor-tantes riesgos o amenazas que afectan al desarrollo económico y social de la hu-manidad, aún no ha sido comprobaba científi camente, aunque vienen presen-tándose ciertos indicios de lo que po-dría ocurrir al respecto de la situación climática en los próximos años, donde pueden producirse algunas transforma-ciones importantes en el devenir de la comunidad mundial.

En la actualidad se tiene información científi ca de un fenómeno que está ge-nerando cierta desestabilización política a nivel global, cual es la desaparición de masas de hielo en el océano Ártico. Los diferentes países ribereños tales como Rusia, Estados Unidos, Canadá, Dina-marca y Noruega han iniciado ya una batalla dialéctica y la correspondiente

Harold Makinder.

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toma de posiciones para tratar de dominar el acce-so a los nuevos recursos de hidrocarburos existen-tes en el subsuelo ártico que van a ser explotables con el deshielo, así como para controlar las nuevas vías de transporte fl uvial y de comercio que se pue-den abrir.

El cambio climático, la energía y la Seguridad y Defensa son conceptos estrechamente relaciona-das entre sí y de tal impor-tancia que va a condicionar poderosamente el panorama estratégico mundial del cercano futuro. El actual modelo de desarrollo global se apoya totalmente en la energía por lo que cual-quier inestabilidad provocada tanto en la producción, transporte o distribución de la misma como en el cambio climático infl uye en la paz y seguridad mundial.

Dentro de la geopolítica energética, las tres regiones geográfi cas donde se locali-zan las principales fuentes de la energía, especialmente las de origen fósil, carbón, petróleo y gas, que es la que se utiliza y se proyecta su uso, preferentemente en el mundo en función al 80% del consumo total, durante la primera mitad del siglo XXI, son el cinturón de quiebre euroasiá-tico, África Subsahariana (países al sur del desierto del Sahara y que no forman parte de la región conocida como Noráfrica) y Sudamérica (Bolivia, Perú y Venezuela). Las tres áreas padecen una gran inestabi-lidad política por diversas razones consti-tuyendo una especial preocupación para la comunidad internacional.

En relación con las energías renova-bles (eólica, hidráulica, térmica, solar

o fotovoltaica, entre otras), la mayor parte de ellas se encuentran muy re-lacionadas con el cambio climático, a pesar de que aún la tecnología todavía no ha logrado que sean rentables, la lógica de la Seguridad - Defensa, tanto en los países de Europa, Norte Améri-ca y Sudamérica, induce a apostar por ellas mediante una inversión adecua-da. Algo similar puede ocurrir con la energía nuclear, una vez que la opinión pública esté convencida de que este tipo de energía no encierra ningún ries-go, en nuestra Región algunos países que no disponen de recursos naturales han iniciado el empleo de la energía nuclear principalmente en la industria con proyección a su masifi cación.

En este contexto de contradicciones referentes a los efectos que el cambio de clima puede producir, parece razo-nable acudir a la prudencia y al análi-sis científi co riguroso y profundo para que se pueda determinar con la mayor certeza posible no solo las verdaderas consecuencias del cambio climático en la Seguridad y Defensa sino también cuales son las principales causas de di-cho cambio.

VARIOS

¿Modifi cación ambiental o fi cción?

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Terrorismo ambiental

Una defi nición clásica sobre terro-rismo ambiental sería, el uso ilegal de la fuerza contra los recursos ambien-tales in situ para privar a las poblacio-nes de sus benefi cios y/o destruir otra propiedad. Independientemente de la defi nición que se adopte, los actos de terrorismo generalmente tienen cuatro componentes esenciales: motivación, medios, blanco y enemigo. En este sen-tido, el enemigo genera la motivación o viceversa y de ahí el o los terroristas escogen el blanco y los medios. El terro-rismo ambiental puede ser más efi caz que cualquier otro ataque con armas convencionales sobre blancos civiles o armas de destrucción masiva (químicas, biológicas, radiológicas o nucleares).

Los criterios para evaluar la posibili-dad de ejecutar daños ambientales muy serios, pueden obtenerse intentando identifi car los atributos de un recurso o un sitio particular que lo hace vulnera-ble de alguna manera al terrorismo am-biental.

Las características físicas como la escasez o el valor del recurso seleccio-nado, su localización física su vulnera-bilidad al ataque y su capacidad para su regeneración y recuperación cons-tituyen los factores clave. Los recursos que son relativamente inaccesibles y que cuentan con equipos de detección especial o que se encuentran fuerte-mente resguardados, son menos atrac-tivos para ser objeto de un daño, ya que representan un riesgo de menos posi-bilidad de una escapatoria exitosa. Las consideraciones geopolíticas también juegan su papel los terroristas inter-nacionales o mercenarios contratados que atacan a otro país, podrían escoger un recurso cercano a la frontera o uno

que se encuentre al interior del país. La escasez del recurso también es impor-tante, ya que pueden causar mayores daños económicos e incluso físicos si se ataca un recurso como el agua potable, para el que no existe substituto. Por el contrario, la abundancia de un recurso también es un aspecto a considerar.

Frente a problemas de amenazas factibles realistas de guerra ambiental y/o terrorismo ambiental el Perú, que es un país con grandes recursos naturales, tiene la necesidad de mantener actua-lizadas estas amenazas como posibles, por ejemplo en un sector ¨X¨ de nuestra frontera fácilmente un país ¨Y¨ podría realizar actividades de terrorismo am-biental, si es que no se toman medidas para su mitigación.

En la actualidad sabemos que aque-llos que no tienen el interés de cuidar el ambiente como un patrimonio de la hu-manidad, mucho menos les interesará hacerlo en tiempos de crisis y/o emer-gencia. Entonces ante todo esto ¿cómo podríamos defi nir a Sendero Luminoso que destruye inmensas áreas naturales con daños irreversibles en la Región del Valle del río Apurímac y el Ene (VRAE) en la producción y elaboración de PBC? ¿no creen que la defi nición apropiada se-ría la de terroristas ambientales?

Los desastres naturales como arma

Existen diversos análisis respecto a las llamadas Guerras de Cuarta Gene-ración (G4G), las cuales serían la apli-cación de una nueva estrategia de do-minio internacional, complementaria y superior a doctrinas como la de los Confl ictos de Baja Intensidad. Una de las características de este tipo de guerra es el uso de tecnología de última gene-ración con base en la premisa, “que al

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menos que se requiera, ya no existen razones para destruir al adversario: al contrario, resulta de mayor utilidad su sometimiento público”.

Entre los mecanismos bélicos a ser empleados, la doctrina de las G4G propone usar “la tecnología ambien-tal: a partir de la cuál es posible infl uir en las condiciones atmosféricas provo-cando lluvias imprevistas, niebla in-esperada, llegando incluso al extremo de generar desastres que suelen pasar como naturales”.

Un argumento usado para desca-lifi car cualquier denuncia sobre el uso de armas climáticas es que a nadie se le puede ocurrir que cualquier potencia estaría dispuesta a destruir la naturale-za, porque a la larga eso les destruiría a ellos mismos. El comportamiento suici-da, en este caso, es más permanente y visible que en cualquier otro. De hecho, todo el uso tecnológico bajo el esquema productivo actual constituye un daño constante al ambiente, que aparece como costos “satélites” o “externalida-des” para usar los términos de los eco-nomistas del Fondo Monetario Interna-cional y el Banco Mundial.

En cuanto a la guerra, la situación se torna aún peor. Recordemos los térmi-nos que se vienen utilizando y haciendo común en nuestro léxico “daños colate-rales” cuando se destruye instalaciones civiles y se asesina a personas desarma-das que no participaban de manera di-recta en las acciones bélicas. A los daños ambientales ni siquiera se les considera “colaterales” y por el contrario, más tar-de son parte de los grandes negocios de reconstrucción.

Para muestra está Vietnam, país que todavía sufre la contaminación por el

Napalm, con grandes extensiones de tierras que antes de la guerra eran fér-tiles y que se transformaron en desier-tos hasta hoy irrecuperables.

Ahora resalta el botón de Iraq. El uso de fósforo blanco (muy cercano al Napalm), ya reconocido por el gobier-no norteamericano, así como el uso de armas atómicas como Uranio empobre-cido, provocaron un enorme daño am-biental de graves y prolongadas conse-cuencias para los habitantes de Iraq.

A medida que se incremente la fre-cuencia e intensidad de las catástrofes producidas por la naturaleza, las Fuer-zas Armadas tendrán que atender, incre-mentar y desplegar tropas en época de paz a fi n de facilitar la ayuda ante las ca-tástrofes y la asistencia humanitaria, ac-ciones que se tendrán que realizar en el menor tiempo posible y se incrementará el ritmo del envío de Unidades Militares; para ello es necesario que se active una Fuerza de Despliegue Rápido para soco-rrer todo tipo de emergencias (tsunamis, incendios forestales, terremotos, desbor-de de ríos, aluviones, etcétera), teniendo como base las Unidades de Ingeniería del Ejército y los Batallones de Asuntos Civiles, sobre todo para operaciones de ayuda humanitaria dentro de cualquier región del país. Para ello es necesario sensibilizar a la población y algunas ONG; sobre las fortalezas que dispone el Estado para actuar ante catástrofes, donde la participación de las Fuerzas Armadas ante cualquier emergencia es inmediata y efi caz. Tenemos los siguien-tes ejemplos, en Yungay el 31 de mayo de 1970, donde por primera vez nuestros Batallones de Ingeniería y paracaidistas, socorrieron a la población y reciente-mente en la región de Ica, el Ejército, la Marina de Guerra y la Fuerza Aérea han actuado para facilitar y proporcionar una

VARIOS

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mejor calidad de vida a sus habitantes realizando diversos trabajos, los mismos que han sido reconocidos por las autori-dades de la región. Hace unas semanas el Ministerio de Defensa ha manifestado su intención de crear Unidades para el apoyo en catástrofes, lo cual nos emocio-na ya que en números anteriores había mencionado su importancia dentro de la organización de las Fuerzas Armadas.

Agua como confl icto geopolítico

El progreso en los medios de trans-porte y las comunicaciones después del siglo XIX transformaron las relaciones económicas, sociales y culturales entre los diferentes países en el mundo en tér-minos de la dirección y la intensidad de los fl ujos de bienes, capitales e informa-ción. Sin embargo, no lograron disipar los confl ictos fronterizos que de tiempo en tiempo confrontan a los países sobre la disponibilidad y uso de los recursos donde se comparten en los espacios fronterizos. El caso más frecuente en el pasado fueron los recursos energéticos que trascienden las fronteras políticas y en el futuro serán los recursos hídri-cos por su distribución territorial, el crecimiento demográfi co y de las acti-vidades económicas por lo cual se están convirtiendo en un bien escaso en el de-sarrollo de los países.

El agua, el recurso más antiguo de la vida humana y completamente nece-sario para la subsistencia y el desarro-llo económico, aparece en el siglo XXI como uno de los motivos de posibles confl ictos si no se toman las medidas necesarias por parte del gobierno na-cional, gobiernos regionales y locales. Según estudios realizados, en el año 2025 la demanda de agua en el mundo será un 56 % superior al suministro y en algunas zonas del planeta será mayor,

lo que concitará- y ya es así- pugnas y desavenencias entre naciones o dentro del propio país, (existen casos en Perú que merecen la atención especial como por ejemplo, Moquegua, Tacna, Huan-cavelica, Ica, Arequipa y Cusco). Hay que tener presente que actualmente hay 94 confl ictos por el agua en el interior del país.

¿Acaso es probable que se produz-ca un confl icto violento por el agua en el futuro? La experiencia del pasado sugiere que esto es poco probable. Sin embargo la probabilidad de un confl ic-to está aumentando. La base para la mayoría de las proyecciones para futu-ros confl ictos es que, con el aumento de la demanda, la disminución de la dis-ponibilidad de agua dulce (por efectos de la minería y contaminación de agua subterránea), y los efectos adversos so-bre la salud debido al agua de mala ca-lidad, la escasez resultará en violencia y guerras.

Se puede determinar algunos facto-res que podrían originar confl ictos de-bido a la falta de agua:1. Las importaciones de alimentos

pueden ser impulsadas por una es-casez de agua. Dentro de poco, la mitad de la población del mundo dependerá del mercado mundial de alimentos para su seguridad alimentaria. Los países con una economía pobre y con escasez de agua, fi nanciarán estas importa-ciones de alimentos el mismo que podría convertirse en un problema importante a considerar.

2. Se prevé una mayor competencia por el agua entre poblaciones urba-nas y rurales; entre la agricultura y los sectores domésticos. Esto puede verse exacerbado por grupos que se denominan ambientalistas quienes

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se consideran protectores del me-dio ambiente, tenemos casos en la región norte del país.

3. El acceso, uso y usufructo del agua resultante de un inadecuado orde-namiento territorial y una inmigra-ción excesiva.

4. Degradación del recurso hídrico debido a desastres naturales.

Por lo expuesto permite afi rmar que las Fuerzas Armadas en el futuro asu-mirán nuevos roles y responsabilidades por lo que recae la necesidad de pre-parar y orientar una gestión ambiental sobre el uso sostenible de los recursos naturales a la protección, defensa y con-servación de los ecosistemas, a la dismi-nución de la contaminación, al control del tráfi co ilegal de madera y de especies en extinción, a la gestión integral de resi-duos peligrosos, a la implementación de actividades de producción más limpia y al cumplimiento de la normatividad am-biental vigente; en función de la protec-ción y defensa del Medio Ambiente que

rodea a todas las Unidades Militares de las Instituciones Armadas del país.

Existen motivos de preocupación, sin embargo es necesario comprender que si un gobierno solo se limita a res-ponder con intentos tradicionales de mantener el status quo y controlar la in-seguridad, estos estarán abocados, en última instancia al fracaso. En el mundo globalizado de hoy, izar un puente leva-dizo e intentar crear un Estado fortaleza no va a servir de nada, pese al atractivo que puede ejercer este tipo de políticas sobre gobiernos que afrontan un futuro tan incierto. Es necesario que la clase po-lítica ahora que se acercan las elecciones presidenciales se sensibilicen y conside-ren en sus propuestas de gobierno este tema de importancia como es el “Cam-bio Climático - Seguridad y Defensa”, debemos tener presente la frase que Catón el Viejo solía dar en el Senado de Roma, en el Foro o en las retretas públi-cas "DELENDA EST CARTHAGO", ¡no actuemos cuando todo este consumado!

VARIOS

Río Amazonas, el más largo del mundo.

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esde el año 2006 en que la Ley del Ministerio de Defensa otorgara

responsabilidades a este órgano del Po-der Ejecutivo en materia educativa, en aras de priorizar el accionar conjunto, la reestructuración curricular de los cen-tros académicos y el perfeccionamiento de sus integrantes, el establecimiento de un centro de estudios que reúna a sus miembros más califi cados en Defensa Nacional se convirtió en un componen-te vital dentro del pensamiento estraté-gico operacional conjunto.

Aunque las bases legales para la creación de esta institución académica de alto nivel educativo hunde sus raíces en la novena y vigésima quinta política de Estado del Acuerdo Nacional y en el Informe de la Comisión de Reestructu-ración de las Fuerzas Armadas, no es hasta el año 2008 en que se dispone la creación, implementación y ejecución del Programa Académico de Comando y Estado Mayor de las Fuerzas Arma-das, con sus 11 meses de duración, fru-to de la fusión de los cursos del mismo nombre que se dictaban en cada una de las Escuelas Superiores de Guerra de las Instituciones Armadas que integran el Sistema de Defensa Nacional.

La experiencia de otras Institucio-nes Armadas del mundo fue tomada en cuenta para la organización de una versión peruana de la escuela conjunta. Se examinaron desde las más antiguas como la colombiana y la estadouniden-se, pasando por las del Reino Unido y

España, hasta las más recientes (Vene-zuela y Argentina). Incluso, el costo-benefi cio de instalarla fue evaluado contrastándolas con las inversiones he-chas periódicamente cuando se envía un número de cerca de 200 efectivos a capacitarse al extranjero.

La creación de esta Escuela de post-grado, que pretende alcanzar los más altos estándares de calidad educativa, representa un paso importante en la in-tegración de las Fuerzas Armadas y un serio aporte en la mejora y elevación de los niveles de interoperabilidad y acción conjunta. De tal manera que se llegue a consolidar una mentalidad y procedi-miento común de actuar compartido.

Importancia de la doctrina conjunta

Las lecciones de la lucha contra el terrorismo, las confl agraciones inter-nacionales y las nuevas formas de con-fl icto, denominadas de baja intensidad, obligaron a las Fuerzas Armadas perua-nas a plantear desde hace varios años la acción conjunta –incluso en la forma-ción castrense- en términos de una ne-cesidad más que de una teoría plasma-da en los libros.

La Escuela Superior engrana en la la-bor de fortalecer una mentalidad que integre los esfuerzos de las institucio-nes armadas, optimice los recursos y capitalice los conocimientos académi-cos de los especialistas en Seguridad y Defensa. Además se espera, como ha

ESCUELA SUPERIOR DE LAS FUERZAS ARMADAS

Hacia la interoperabilidad y acción conjunta

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sucedido en otros países que cuenten con una escuela conjunta, que estas se transformen en el motor del cambio or-ganizacional de la institución.

Programa de Comando yEstado Mayor

Es importante resaltar que este Pro-grama constituye la columna vertebral académica de la currícula de la Escuela Superior. En ese sentido, persigue los mismos fi nes que esta: perfeccionar a los ofi ciales superiores de las Fuerzas Armadas en la conducción de operacio-nes, en el desempeño dentro de los Es-tados Mayores, en el análisis y la toma de decisiones, y en la interacción con-junta, así como en la gestión efi ciente de los recursos asignados a su cargo.

El ofi cial superior que egresa de este Programa tiene la responsabilidad de desempeñarse de tal manera que aplique los principios estipulados por el Ministerio de Defensa y el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas en materia de acción conjunta. Esto quie-re decir, que su mentalidad y proceder será la de un Comandante y, al mismo tiempo, la de un miembro del Estado Mayor.

Por ello, se le instruye en dos áreas. La administrativa, que incluye cursos de conocimientos generales, compar-tidos por todos los ofi ciales, y cursos especiales, desarrollados según las particularidades de cada vertiente de las Fuerzas Armadas, pero siempre en-marcadas en una visión conjunta. La otra sección es la operativa (Comando y Estado Mayor), en donde destacan cursos como Doctrina Básica Conjunta, Comando Operacional, Estado Mayor Conjunto, Operaciones Conjuntas, Em-pleo Táctico de las Fuerzas, Operacio-

nes Combinadas, entre otros. De esta manera, al egresar de la Es-cuela Superior, se espera que el ofi cial haya fortalecido sus técnicas de nego-ciación, desarrollado su capacidad de gestión, mejorando sus conocimientos legales en el control del gasto, adquisi-ción y contratación, así como en materia de Derechos Humanos y Derecho Inter-nacional Humanitario, cuente con una mayor habilidad en la toma de decisio-nes, liderazgo y compromiso institucio-nal, trabaje adecuadamente en equipo, transmita sus ideas, delegue su autori-dad con efi cacia, sea creativo e innova-dor, haga una buena planifi cación y se adapte rápidamente a los cambios.

Gestión académica, hechos concretos

Los tres Programas de Comando y Estado Mayor dictados en los años 2008, 2009 y 2010, con un promedio anual de 159 oficiales alumnos de las tres Instituciones Armadas, permite afirmar haber brindado una sólida ca-pacitación conjunta en cumplimiento de los objetivos estratégicos/opera-tivos del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas.

El Programa del año 2009 contó con un ofi cial alumno invitado de la Repú-blica Bolivariana de Venezuela.

A partir del 2009, el Programa viene invitando a ofi ciales alumnos de la Poli-cía Nacional del Perú.

Los años 2009 y 2010 los ofi ciales alumnos y personal docente efectuaron una visita a los centros académicos mi-litares e industriales de la República de Colombia; a su vez ofi ciales alumnos y docentes de esa república visitaron nuestra Escuela bajo un programa de intercambio académico. De otro lado, se

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efectuaron visitas de campo a los esta-blecimientos militares del país, en cum-plimiento a los sílabos curriculares.

La Revista del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, representa para la escuela un medio importante de di-fusión académica, en base a la publica-ción de artículos de los propios ofi ciales alumnos, más los articulistas de proce-dencia militar, sumándose la participa-ción activa de personalidades civiles, en las materias de Defensa y Seguridad.

Acreditación

A toda persona que realiza un es-fuerzo académico que ocupa un pe-ríodo importante de su vida y carrera profesional, le interesa conocer los be-nefi cios que este empeño genera como resultado. Es importante lograr que los objetivos que se establecen para los Programas Educativos, tengan relación directa con el trabajo que el Ofi cial rea-lizará en su próximo destino y en el fu-turo para benefi cio de las Fuerzas Ar-madas y del país.

El reconocimiento Ofi cial del Pro-grama de Comando y Estado Mayor de las Fuerzas Armadas por el Sis-tema Educativo Militar Profesional está vigente, sin embargo el Sistema Educativo Nacional, de la cual forma parte el Sistema Nacional Universi-tario demanda el cumplimiento del dispositivo legal que genera un pro-ceso de acreditación, que contempla entre otros requerimientos, una serie de actividades formales, con el corres-pondiente registro, documentos, eva-luaciones del Proceso Educativo tanto internamente como mediante la rea-lización de una auditoría externa por una institución acreditadora.

Alcanzar la acreditación, le otorgará Valor Ofi cial de Postgrado al Programa de Comando y Estado Mayor de las Fuerzas Armadas y asegurará que el proceso de enseñanza aprendizaje esté dotado de la calidad educativa que per-mita su reconocimiento a nivel nacional e internacional.

Nueva infraestructura

Actualmente, la Escuela viene fun-cionando en el distrito de Chorrillos en un área contigua a la Escuela Superior de Guerra del Ejército. En efecto, esto nos permite dar a conocer con gran ex-pectativa la maqueta de la futura sede de la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas, importante proyecto de in-versión de lo que será el mayor centro académico militar del país.

La Escuela se levantará en un terre-no de 2.5 hectáreas (25,000.00 m2) del Cuartel General del Ejército, en el dis-trito de San Borja.

Las obras civiles han sido proyec-tadas bajo una concepción acorde a las exigencias académicas del Programa de Comando y Estado Mayor para un alumnado promedio anual de 150 ofi cia-les provenientes de las tres Instituciones Armadas, una delegación de ofi ciales de la Policía Nacional del Perú, y eventua-les ofi ciales extranjeros invitados.

La infraestructura contará además con auditorio, áreas administrativas, de servicio, alojamientos y zona deportiva.

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NORMAS DE COLABORACIÓN

Los artículos deben de ser inéditos, relacionados con la temática de Seguridad y Defensa que postula la revista. En su redacción se procurará mantener un estilo académico y objetivo. Las opiniones vertidas en los artículos son entera responsabilidad de su autor.Temática de redacción: Temas académicos de exclusiva responsabilidad de sus autores en: Defensa y Seguridad Nacional - La Guerra y las Operaciones Militares – Operaciones Conjun-tas - Doctrina Conjunta – Operaciones de Paz – Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario – Logística de Guerra – Operaciones Multinacionales - Historia Militar Nacional y Mundial – Tecnología Militar - Investigación y Desarrollo en el Campo Militar – Estrategia – Ética y Moral.Extensión: no mayor de 5000 palabras (equivalente a 10 páginas A4, Arial 12).Estilo y normas ortográfi cas: El estilo de edición utilizado se basa en las normas para edicio-nes académicas de la APA y las normas más recientes de la RAE. Las notas a pie de página aparecen al fi nal del documento, junto con las referencias bibliográfi cas.Nota.- La revista se reserva el derecho de efectuar las correcciones ortográfi cas o de estilo que considere necesarias.Citas y fuentes: Las citas textuales irán entre comillas, indicando la fuente (apellido de autor, año y número de página); en caso una cita tenga más de 40 palabras se colocará en párrafo aparte, indentado). Al fi nal del artículo se incluirá la bibliografía completa utilizada, autor, año de publicación, título de la obra (número de edición), ciudad de publicación y editorial. Las referencias a Internet deben incluir, además del título y autor, la dirección web y la fecha y hora en que fue consultada la información.Ilustraciones: Las fotografías, cuando no sean del autor, deberán contar con la autorización del titular de los derechos de autor. Para la inclusión de mapas, croquis, cuadros, dibujos, etcétera; será necesario el envío del original de los mismos o escaneados con una resolución mínima de 300 dpi , con su respectiva leyenda.Presentación y remisión: En disco compacto o como archivo adjunto en correo electrónico, dirigido al director de la revista, directorrevista@esff aa.pe; en formato MS Word, letra Arial 12 puntos.Resumen del artículo (sumilla): Es importante adicionar el resumen de la naturaleza del artí-culo desarrollado en una extensión de 6 a 8 líneas aproximadamente (sumilla). Datos del autor: Consignar un resumen de la hoja de vida del autor no mayor a 8 líneas (con-siderar, según sea el caso, profesión, grado militar, título o grado académico de mayor catego-ría y cargo actual) y fotografía personal tamaño pasaporte en tenida formal (preferentemente en formato digital .jpg), así como datos de contacto.Comité editorial: Evaluará y califi cará los artículos con el fi n de determinar se encuentren dentro de la línea editorial de la revista. Los artículos aceptados serán publicados según el orden alfabético de los apellidos de los autores.Incentivo: Se ha considerado un incentivo de cuatrocientos nuevos soles (S/.400.00) para el autor de cada artículo publicado que se hará efectivo una vez editada la revista previa presentación del correspondiente recibo por honorarios profesionales actualizado.Comunicaciones: Escuela Superior de las Fuerzas Armadas. Av. Escuela Militar s/n, Chorri-llos. directorrevista@esff aa.pe. Teléfonos: 251-8294. 9755-94569. 9967-48984. RPM: *954087.

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Escuela Superior de las Fuerzas ArmadasSito en Avenida Escuela Militar s/n, Bajada de Agua Dulce, Chorrillos.Asistente de editor: Licenciada Carmen Masías Guillén.Fotografía: Ivan Coba Calle, archivo CCFFAA.Coordinador de distribución: TC1 FAP Alberto Reyes Jara.Control de calidad: Roxanna Salcedo Poblete.Impresión: Heralmol SRL

Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2010-16982Las ideas y opiniones publicadas en esta revista son de ex-clusiva responsabilidad de los autores. No necesariamente refl ejan los puntos de vista del Comité Editorial, de la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas, del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas ni del Ministerio de Defensa.

REVISTA DEL COMANDO CONJUNTO DE LAS FUERZAS ARMADAS

“Maqueta de la futura Escuela Superior de las Fuerzas Armadas”

Presentamos con gran expectativa la maqueta de la futu-ra sede de la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas, importante proyecto de inversión de lo que será el mayor centro académico militar del país.

La escuela se levantará en un terreno de 2.5 hectáreas del Lote 4 del Cuartel General del Ejército, en el distrito de San Borja. La infraestructura contará con áreas adminis-trativas, de servicio, alojamientos y deportivas.

Las obras civiles han sido proyectadas bajo una concep-ción acorde a las exigencias académicas del Programa Académico de Comando y Estado Mayor para un alum-nado promedio anual de 150 ofi ciales provenientes de las tres Instituciones Armadas, de la Policía Nacional del Perú, así como eventuales ofi ciales extranjeros invitados.

Coronel EPÓscar Dextre Fernández

Director de la Escuela Superior FFAAPresidente del Comité Editorial

Capitán de Navío (r)César Linares Velásquez

Director

Capitán de FragataHéctor Trigoso Medina

Editor

COMITÉ EDITORIAL

Coronel EP (r)Tomás Delgado Arenas

DoctorLuis García Corrochano Moyano

Contralmirante (r)Eloy Ledesma Rebaza

Capitán de Navío (r)Rafael Luna Aubry

DoctorFabián Novak Talavera

Capitán de Fragata (r)Jorge Ortiz Sotelo

Mayor General FAP (r)Jorge Rendón Castro

Capitán de Navío (r)José Sifuentes Espinosa

Coronel FAP (r)Ricardo Vilches Raa

General de Brigada EP (r)Juan Emilio Yepes del Castillo

Año 4 - Nº 3 DICIEMBRE 2010

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