Revista El Humo # 5

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Ana Guillot - Leticia López García - Silvia Lira -Arodi Segura - Carla Patricia Quintanar- Tadeus Argüello - Alejandro Betancourt www.revistaelhumo.com

Transcript of Revista El Humo # 5

El humo en la quinta edición se complace en presentar en la sección un poco de: a Ana Guillot, poeta y escritora argentina. En la sección de narrativa, Silvia Lira, escritora y periodista, quien nos muestra una historia fugaz en Jaque al rey. En imagen, Leticia López García nos brinda la belleza de Europa. Arodi Segura, pintora de Tamaulipas nos ofrece a Alejandro Rosales, pintor de letras en la sección de ensayo. Carla Patricia Quintanar aparece nuevamente en la revista y responde el cuestionario Proust en la sección entrevista. Tadeus Argüello y Alejandro Betancourt nos bañan las pupilas en la sección de poesía. Oliverio Girondo exhibe su poesía completa en la sección de Libros. No puedo enamorarme de ti y ¿Quién me ha robado el mes de abril? del cantautor Joaquin Sabina quien nos suaviza los oídos. En video, tenemos al poeta chileno Oscar Hahn y Marisol Vera, ensayista y poeta mexicana, y para conocer la voz de nuestros autores, Alejandro Betancourt nos lee “No he de tocar aún tus labios” y Pedro Lemebel, escritor chileno nos lee “Manifiesto".

UN POCO DE:

Ana Guillot

Ana Guillot nació en Buenos Aires en el año 1953. Poeta y escritora. Graduada como profesora en Letras. Ha ejercido la docencia secundaria y universitaria. Co-cordinó el Taller de la Siesta; y co-condujo el programa radial Dos Palabras, y los ciclos de poesía Las hermanas de Casandra (en Telefónica Argentina y en la Casa de la Poesía), y Tohu-bohu (junto a las poetas Carina Paz y Silvia Montenegro). Coordina actualmente el Taller Tangerina y dicta seminarios de Literatura, de Mitología y/o de crecimiento personal en su país y en el exterior. Como docente ha publicado (en colaboración con Mercedes Aguirre Saravia) El taller de escritura en el ámbito escolar (1987), y ¿Querés que te cuente el cuento? (1989). Como poeta ha publicado: Curva de mujer (1994), Abrir las puertas (para ir a jugar)(1997), Mientras duerme el inocente (1999), Los posibles espacios (2004), y La orilla familiar (Botella al mar, 2008; versión bilingüe castellano-catalán; libro presentado en: Buenos Aires, Madrid, Valladolid, Pontevedra, Barcelona y Roma, 2009). De este último fueron seleccionados y traducidos al italiano veinte poemas, en una publicación bilingüe La orilla familiar/ La soglia familiare, a cargo de la editora Giuliana Lucchini y el grupo Le Melegrane. Integra diversas antologías, y colabora con publicaciones del país y del exterior. Ha sido invitada a participar de la Semana de la poesía en Barcelona (2004); del Festival internacional de Rosario (2005); del Festival de Poesía de Zamora (Méjico, 2006), del Encuentro auspiciado por la Casa del Poeta Peruano (Perú, 2006), de Las dos orillas (Uruguay, 2008), del Encuentro Internacional de El Círculo de Rosario (2008), de Junín (2006, 2008 y 2009), de Valdivia (2010), de la Bienal Internacional de poesía de Brasilia (2010) y del Festival Internacional de La Habana (2010).

Su obra ha sido publicada parcialmente en España, Venezuela, Chile, Uruguay, Méjico, Austria, Estados Unidos, Italia, Nicaragua, Perú, Holanda y Puerto Rico; y traducida al inglés, catalán, árabe, alemán, italiano y portugués. Ha participado de los encuentros internacionales: Kafka-Borges (2007), Jorge Luis Borges (2008), Hacia el bicentenario: veinte años de mujeres en las letras (2009); del Foro Internacional organizado por la Fundación Mempo Giardinelli (Resistencia, Chaco; 2009). Y de numerosos ciclos en su país y en el exterior; entre estos últimos: El ovillo de Ariadna (Madrid, 2009), Los Viernes del Sarmiento (Valladolid, 2009), Brumario Poético (Pontevedra, 2009), L´Original (Barcelona, 2009), y Le Melegrane (Roma, 2009; con entrevista del profesor Edoardo Balletta de la Universidad de Bologna). Ha recibido una mención en el Certamen internacional de poesía “Patagonia: sur del mundo”. Su primera novela Chacana está inédita. Trabaja en una versión novelada de las voces de las mujeres de la guerra de Troya (del cual será publicado en Italia el relato acerca de Penélope, bajo el nombre: Penélope o el licor inicial), y en un nuevo libro de poemas. Acaba de editarse el libro de crecimiento espiritual La lección de las diosas, junto a las terapeutas Silvia Salinas y Rosanna Spinzo (Buenos Aires, editorial Del Nuevo Extremo). Así escribe Guillot 19 Yo he visto también la semilla del ala en sus omóplatos la mansedumbre azul entre la carne negra y sudorosa y he visto (al mismo tiempo) sus dientes afilados tentando al paraíso he visto sus caricias (con manos extremadas alcanzando los bordes de las piernas) los he visto hundiéndose estrellas en la nuca (estrellas de infinitos vértices) (estrellas de metal) y he visto cruces en sus fauces (como estacas)

y he visto también (al mismo tiempo) un cielo ámbar en las líneas redondas de sus hombros (como una luz) 20 Digo finalmente que yo también he visto mi cuerpo adocenado digo que he estado viéndome en los pasos exiguos de los otros y que he menguado el alma (como ellos) para evitar Y tan abajo tan inocente la risa sin embargo (de Mientras duerme el inocente) 3 ¿el viaje es esto entonces un peligro in situ una estampida el estertor en la garganta y el aliento que se detiene algo por descubrir (esa cadencia cierta luminosidad) esta cárcel de huesos?-digo (de Los posibles espacios)

NARRATIVA

Jaque al rey

Por Silvia Lira

Una vereda nos juntó aquella mañana de sábado. Yo era una muchacha común, tímida y sin grandes ambiciones. Me gustaba la música, la lectura y el cine, pero lo que más me gustaba en aquel entonces era dibujar. Esperaba con ansia los fines de semana para ir al Bosque de Chapultepec y sentarme a la sombra de un árbol a inventarme un trazo cualquiera: llevaba conmigo un cuaderno de dibujo y una caja metálica con lápices de colores. El era un hombre sencillo, de edad mediana, ávido lector, también gustaba de la música y el cine, pero lo que más le apasionaba era jugar ajedrez todos los fines de semana en el Bosque de Chapultepec. Llevaba consigo un par de libros y un tablero porta-piezas de ajedrez. Su andar era tranquilo, despreocupado. Yo le miraba caminar desde mi árbol en turno; él se acercó a mi como sabiéndose esperado. Con un ligero movimiento de mi cabeza, lo invité a sentarse en el pasto. Conversamos, compartimos sonrisas y algunas anécdotas superficiales. Las horas pasaron y yo empezaba a sentir hambre. Traté de despedirme, pero él me retuvo con el pretexto de invitarme a comer; no me resistí, estaba tan contenta. Entramos a una fonda modesta y pedimos la comida del día. La conversación se volvía cada más amena y divertida entre nosotros, tanto que volvió a correr el tiempo sin sentirlo. Traté de despedirme nuevamente, pero él me retuvo con la súplica de invitarme un trago por el gusto de habernos conocido. No pude negarme, me sentía tan bien con él. Comenzaba a caer la tarde y una leve brisa nos invitaba a caminar por la calle. Mi nuevo amigo y yo entramos a un bar cercano. El calor ameritaba un buen tarro de cerveza fría y éste no se hizo esperar, otros tres o cuatro vinieron detrás para seguir amenizando la charla. Cuando salimos del bar era de noche; el vientecillo seguía siendo amable invitándonos a caminar por la calle. Entre risas y malos chistes de borrachos caminamos varias cuadras. Paramos en una esquina, con sonoras carcajadas, él me rodeó por los hombros con uno de sus brazos, me apretó contra su pecho y me dio un beso en la frente. A mi no me disgustó, al contrario, correspondí a ese gesto dándole un beso en la mejilla. Ambos nos miramos un instante, el desvió su mirada discreta hacia una puerta de cristal; yo capté de inmediato la insinuación, a la que tímidamente accedí con una risita coqueta y una sensual caída de ojos. Entramos al edificio, pidió una habitación, apenas cruzamos el umbral, él azotó la puerta, ni siquiera encendió la luz. Yo oprimía contra mi pecho el cuaderno de dibujo y la caja con lápices de colores; a punto estaba de dar media vuelta y salir corriendo, cuando él me jaló por uno de mis brazos, en la acción cayeron sus libros y la caja con las piezas de ajedrez, las cuales rodaron por toda la habitación. No le importó, me apretó entre sus brazos y besó con ansiedad. Yo me rendí, sentí el impulso de asirme al cuerpo ardiente de ese hombre desconocido que me manoseaba sin pudor. Mi risa nerviosa resonó con el choque de los lápices de colores, que cayeron al piso, revolviéndose con las piezas de ajedrez. Aquel hombre me desnudaba, yo

le ayudaba a desnudarse también. Repentinamente me tiró sobre la cama de un empujón. Hincado frente a mi, quitó con suavidad mis sandalias y empezó a recorrer con su boca entreabierta cada uno de los dedos de mis pies, murmurando palabritas. Cuanto más subía por mis piernas, más alzaba la voz. Llegando a mis rodillas escuché: eres una putita bonita. Me sobresalté, quise reclamarle y en lugar de eso me reí, diría que hasta tierno me pareció en un primer momento. Seguía subiendo por entre mis muslos, dejando su estela de baba y mordiscos que me dejaba oír cada vez más alto, cada vez más cerca toda clase de groserías y calificativos humillantes hacia mí. El choque fue brutal, mi interior convulsionaba impetuoso, al tiempo en que sentí unas ganas incontenibles de partirle toda su jeta. No me resistí y también le grité unas cuantas palabrotas. El tipo sudaba, gemía declaradamente, todo su cuerpo temblaba y jadeante me suplicaba que le repitiera todo lo que le acababa de decir. Al no obtener respuesta, montó con violencia sobre mis caderas y comenzó a insultarme más fuerte. La excitación que me provocaban esos gritos llegó a tal punto que sin darme cuenta, grité palabras mucho más ofensivas a más alto volumen. Enloqueció; entre más insultos le propinaba, más complacido se sentía y restregaba con más furia todo su cuerpo sobre mí sacando fuerza y coraje quién sabe de dónde. Una auténtica bestia que, inexplicablemente, sólo de un bofetón pude rendir. Recostándose de lado, encogió el cuerpo y se echó a reír un buen rato hasta que por fin se durmió. Comenzaba a amanecer, la luz del sol se dejaba sentir al otro lado de la cortina. Desperté con urgencia de ir al baño, bajé los pies de la cama y me encontré con el reguero de lápices de colores y piezas de ajedrez. Pensé en recoger todo ese desorden. Envolví mi cuerpo desnudo en una sábana y me dirigí hacia el baño. De repente, un peoncito negro se interpuso en el camino lastimándome un pie, estaba maldiciendo aquella pieza inocente al mismo tiempo en que levanté la vista y entonces la descubrí, ahí sobre el tocador: una billetera abierta repletas de dinero. Traté de ignorarla, me despojé de la sábana, rápidamente recogí del piso mis lápices de colores. Continué vistiéndome, pero la tentación era demasiada. Miré hacia la cama donde estaba él, perdidamente dormido, regodeando su triunfo entre sudor y saliva. Me dio asco, sentí que cada ronquido que lanzaba el animal aquel era uno más de sus insultos. La rabia me rebasó, tomé la billetera, saqué todos los billetes y, sin hacer ruido, salí de la habitación. Discretamente bajé las escaleras, crucé el vestíbulo del hotel, apenas pasé la puerta de cristal, pegué la carrera hasta la parada más próxima. Abordé el primer autobús que pasó por enfrente, tomé asiento en la parte trasera, respire profundo. Echando mi cabeza hacia atrás cerré los ojos, vinieron a mi mente las escenas del sexo bestial que había vivido la noche anterior, sonreí complacida, froté los billetes entre mis manos una y otra vez. Putita bonita, murmuraba para mí. Evoqué la última pregunta que él me hiciera antes de quedarse dormido: _ Nos vamos a volver a ver? y con media risa me respondí_ _ Seguramente no.

ENSAYO

Alejandro Rosales: pintor de letras

-El cuadro de la ciudad-

Por Arodi Segura

La hoja en blanco del lienzo a punto del plano sobre la mesa. Rosales apresura el salpicón de la mancha entre fluorescentes y magentas atardeceres del Bernal de horcasitas.

“El Arte todo lo-cura”, se advierte al transeúnte en las paredes tapizadas de alegoría escénica, los músicos danzantes estampados al exterior de la galería reciben al visitante fortuito. Aventurero de los tonos, el pintor poeta delinea los contornos de la cartografía citadina en la Crónica Urbana, contando la “poética del espacio” a cada golpe de letra.

Las palabras se disuelven en el lienzo, al solvente invisible de vapores abiertos a la revelación de la imagen en la tela. En el taller del maestro, la persecución intermitente de signos grabados por un pintor cosmopolita, evoca en los paisajes y figuras de sus cuadros historias de personajes esfumados por la melancolía bucólica, que el óleo acapara en el mito de la antigua Roma.

Imperio de sí mismo, Alejandro Rosales entinta los reflejos de la urbe de su memoria: los personajes de su cuidad contienen el recuerdo cincelado de suinfancia, las leyendas populares colores que fluyen de sus manos la escritura.

La mesa de dibujo, suelta del grafito los cantos de victoria, su ciudad natal, revolcada en la arena de guerra del que a estocada del pincel nombra el poder mágico de las cosas con las licencias de la fantasía.

El libreto aparece abierto al poeta que figura letras, transformando el escenario urbano en reproducción reminiscente a El jardín de las delicias, con lacita de voces deslenguadas por la simetría. La mímesis de la naturaleza traspasa a la crónica de imagen la síntesis del día: la de los desposeídos por la miseria y la negación de la existencia de un edén masacrado por el hambre, los calzones cagados de los indigentes que arrastran el desconsuelo untado en marrones mohosos de mierda, expuestos en las nalgas de carboncillo renegridas raspando las banquetas, desechos que recorren la cuidad devastados por la locura. Los gritos oprimidos por el letargo de una sociedad idílica que Rosales materializa en el color de una poesía que pinta roja, seducida por los vacilantes cuerpos nocturnos a la caza de las sombras por las calles de la Hidalgo, el boulevard o la plaza donde anidan las putas. Criaturas en celo

eterno acompañan el vuelo de seres míticos al centro, donde se deshocican los pegasos en el asfalto de la ciudad invadida de unicornios que se movilizan entre el erotismo de la bruma añeja con el dictado del tacón de las taloneras.

Así, la poesía cromática de Rosales inunda de colores las arterias de la cuidad, drenadas en las alcantarillas alcanzan los escondites de las ratas ahogadas hasta el vómito de la demencia de las clases marginadas.

Esta poesía que se toca, nos va alimentando los sueños de pertenecer a las formas, y preservar en la conciencia los anhelos de una cuidad conmovida por el descenso de las horas.

La escritura de un Rosales con espinas, que corona gladiadores a sus locos cuerdos y sabios, en las texturas del verbo que ametralla la memoria de un viajero del viento.

Podemos reconocer a un creador “mago” que aparece de los pinceles poesía, edificada en la construcción de los sentidos el registro de discursos visuales en romance con la lengua.

Las letras se vuelven tangibles en el lienzo, en la estridencia de matices manipulados por el contexto urbano.

Dibujar las palabras no es indiferente en su obra a las combinaciones de su paleta, pues va recopilando de las calles los dichos populares, las anécdotas de los olvidados por las cumbres de “la gran historia”, que en su poética visual contempla a ser leída desde una filosofía de la vida, enmarcada por la comprensión de una cuidad que purga el culto de lo urbano, de la moda.

Ese paisaje de lo urbano subraya el pensamiento de un poeta visual que discute la imprimatura de letras en la anatomía de una sociedad que apunta comparable a las de Tenochtitlán, por herencia de una raza cósmica compartida en los pasos del tiempo.

La descripción de un primer plano de la cuidad sustrae las vivencias familiares del poeta, los entramados de la esencia del lenguaje se funden en los aromas del recuerdo. Rosales rescata los alientos de una comunidad sublevada por la metamorfosis. Acercarse a su obra poética sin fragmentar los silencios invita a la lectura de una erótica del movimiento y de la ilusión óptica, a Rosales hay que leerlo entre líneas y confrontar nuestro propio tiempo prendido en la atmósfera.

II

“La Gran Manzana”, fruta podrida. -Alejandría: square garden:“Técnica: sin

tanto pedo”-

...eres la fruta prohibida... Tucanes de Tijuana

(versión: canción “Amor platónico”)

“Y el verbo se hizo carne”. El cuerpo de la poesía del pintor es fruto del color, corriente al movimiento con las formas del lenguaje pictórico que engendra al texto. La creación poética a imagen y semejanza de las variaciones de la luz filtrea con la poesía callejera las historias de leyendas populares que persiguen el soplo de vida del poema. Rosa de los vientos :pasea los barrios de Brooklyn en Mamaleón : araña del rascacielos celeste las tendencias de la moda versace que desfila en cueros pasarela, de piratería y fayuca de la esquina, bolsos despellejo de cocodrilo falso, cebosas las escamas sintéticas; venenos que pugnan la penetración de un paraíso cubista de cezanne: el que pinta de memoria paisajes desnudos de las playas que se vierten en cenizas salitrosas en la ciudad de las urracas-(Cd. Victoria) -.Los paseos nocturnos del artista: andadura atizada en las entrañas de hollín de los infiernos .El pintor para de uñas la bestia indomable al espacio de las letras. Camina el Forum cuppedinis o al “Mercado Arguelles” la vendimia de fruta pasada de masuda. Rosales, migrante anticuario de los tiempos que dibuja de la musa el pubis mariposa.

Arodi Segura. Nacida en Cd.Victoria,Tamaulipas en 1987.Pintora y estudiante de la Licenciatura en Historia de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (U.A.M.C.E.H-UAT),participó en el Taller de Creación Literaria UAT (2008).Taller “Ficción Histórica desde Abajo” (Cd.Victoria ,2009)impartido por la Dra.Cristina RiveraGarza.Coordinó el taller de

poesía (2003) y oratoria (2002-2005) en la Escuela preparatoria fdza,no. 2 “Lic.Aniceto Villanueva Martínez”.Colabora en los programas de radio :“Tamaulipas Memoria de nuestros Centenarios”,“La historia Hoy”(Radio UAT).Traducción de textos especializados en estudios históricos (ingles-español).Participa en el Club de lectura “Aureolas”.Su trayectoria como artista visual aparece valorada en el libro Identidad y Patrimonio Cultural en el Municipio de Victoria, Tamaulipas.

-------------------------------------------------------------------------------------- Bibliografía: Rosales, Lugo, Alejandro Personajes de mi cuidad: locos, cuerdos y sabios, Ciudad Victoria Tamps., ITCA/PACMYC, 2009. Rosales, Lugo, Alejandro Mamaleón, México D.F 1978 1a ed. Editorial COLIBRI. Rosales Lugo, Alejandro, De Adán a Cezanne pasando por Newton (poema ligeramente acelerado), Ciudad Victoria, Tamps., 2005, imprenta PROGRAF. Rosales Lugo, Alejandro “Crónica Urbana” (publicaciones varias) en : periódico Expreso: Directo a la noticia,consulta de fuente en la página virtual : http://www.expresoonline.com.mx/

ENTREVISTA

Cuestionario Proust a

Carla Patricia Quintanar

(Narradora)

¿Cuál es el defecto propio que deplora más?

Lucho a diario con una sensibilidad salvaje, que no se deja domesticar; y

me paraliza, cada cierto tiempo, cuando la sensación se expande y son

imágenes múltiples, sonidos sobrepuestos, casi como un vapor… Y

necesito mucha energía para dispersar la bruma y volver al mundo.

¿Cuál es su mayor extravagancia?

Creer en el amor

¿Cuál es su idea de la felicidad perfecta?

Un café junto al mar, al tibio atardecer, con una lectura a la vista y mi

amado a la mano…

¿Cuál es la virtud más sobrevalorada socialmente?

El esfuerzo, lo exhaustivo… ¿Por qué piensan que el pueblo debe

agotarse en el esfuerzo del trabajo hasta desfallecer? Educación

exhaustiva, producción exhaustiva, investigación exhaustiva, política

exhaustiva, literatura exhaustiva, comunicación exhaustiva, relaciones

exhaustivas… Y todo ello: desechable; es decir, sin gozo ni trascendencia

(sin compromiso no hay libertad).

¿Qué talento desearía tener?

Los de kalimán: la serenidad y la paciencia…

¿Cuándo y dónde ha sido más feliz?

En Bogotá con mi maestro escritor, en la risa de mi maestro músico, en

las palabritas bulliciosas de mi sobrino, al mirar el océano sin nada

relevante qué hacer, en escena con Laura, Claudia e Ileana; cuando los

estudiantes logran su autonomía a través de mi ignorancia, cuando se ha

hecho en mí la entrega a las palabras y al amor, entre las experiencias de

las sábanas, bebiendo y comiendo con los amigos, cuando mi alma se

anima a mostrar su pasión…

¿Cuál es su posesión más atesorada?

Como objetos, quizá una versión deshojada del I Ching, últimamente mis

piedras de mar… Como metáfora, mis alitas, y un amor profundo y un

tanto ingenuo.

¿Qué palabras o frases usa más?

“Se me hace que somos muy pediches…” (original de Edgar Vázquez);

“Dios nos puso en este camino” (de Pilar García); “Así nos hizo Dios, ni

modo que Dios va a estar equivocado.”, “Sólo la duda engendra

certezas”, “Evrybody is gey” (frase de un gringo, hace muchos años,

ahora empleada para decir que todos somos lo mismo) y “Pos ya qué”.

¿Cuál es su héroe de ficción favorito?

El conde de Montecristo, Scarlett O´Hara, Pedro Páramo.

¿Cuál es su mayor miedo?

Mis oscuridades… Y que no me funcionen las alas ahora frente al abismo.

¿Cuál es su estado mental más común?

Melancólica, expectante... O como buscando.

POESÍA

Tadeus Argüello

El muro de los cuerpos Repentino es el pliegue que adentra su cauce entre dos latidos. Rotas mareas a su costado descienden, pardo el arrecife que dispone de las urnas los pálidos vestigios del alba. Riela el verde oleaje por la sombra casi ahogada bajo el sueño. Sólo en el rumor la carne se despeja en abierto latido, en oscuro recinto que sólo al ritmo de las olas prevalece. Negras arenas horadan el pálido entorno que las detiene: mojados cuerpos se repiten en caricias, en suaves estancias que descienden de la rada. Qué desnudez se interpone alejándose ingrávida y fatal, en turbios anales que ejecutan aquel sordo jadeo en el vértice mismo de la euforia. Asciende en su nocturno la palabra, espuma que salpica sus raíces, jadeante limo, inmenso cuerpo duro que revienta, mas cada sílaba penetra los altos valles donde fuera cascada el mismo signo, delirio mismo los furiosos miembros. El deseo está lleno de infinita distancia.

Es la escritura cuerpo, latido, percance, contornos en el tacto, cuerpo solo en dos conocido, marisma tibia que a sus pies recoge, aumenta, se detiene en ceniza. Llueve la vida desde lo más hondo de la carne. Preludio de la vista La tarde es sólo espuma en el ojo, arrecife de la aparición, secreto desde la imagen misma: transparencia; no ver, ser la mirada misma, opacidad cerrándose en la cripta del párpado. Tadeus Argüello (Querétaro, 1983) Poeta. Becario de la Escuela de Escritores SOGEM-QRO.(2002-2004) Ex-becario del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes (2002-2003) Becario del Centro de Estudios Cervantinos "Eulalio Ferrer"(2008-2009) Libros de poesía: Versus (2002) La Patria más Profunda (2006)

Alejandro Betancourt

No he de tocar aún tus labios: la custodia del tiempo se alarga en torno nuestro. No permitas que mi mano resbale de la tuya, antes bien descubre que el miedo que se mueve en ti es también la ola que me llega y mece, y tiemblo contigo porque nos asusta este mar en que no tocamos fondo. Aún el césped negro no ensombrecía nuestra barba

ni vibraba el trueno en nuestra voz que hoy censuramos, cuando había visto ya tus ojos y por tus ojos, sin esta cercanía en que la palabra enciende rayos de conciencia: si la razón nos descubriera te irías rompiendo muros con tu puño convulso, fuerza inconmensurable en que soy líquida paloma entre tus brazos, víctima por omisión para tu voracidad impostergable podría salir del refugio en nuestras manos juntas, entregarme a tus fauces, entrar y morir en ti; pero nada sucede más que el caer de mi mirada sobre tu sexo arropado como un niño, nube ahíta de tormenta indecisa por llover; húmeda en tu aroma cae mi mirada hasta la prisión de tus muslos donde mi boca y nariz quedaran tan cerca de tu príapo que otra noche viera maravilloso y espléndido erguirse como un sol amaneciendo en la boca de una mujer ebria. Mi boca está a oscuras. Mis manos tiemblan en el frío del miedo. Mi ser entero sería para cualquier átomo tuyo porque cualquiera de ellos son de veneración para los míos. Oh, febril amante irisado en luna, hemos llegado hasta aquí por una vorágine de alcohol: dame cabida en el vasto terreno de tu espalda, de tu pecho, soy el manso que gusta comer de su pasto, obscenamente comer de él y sus dos ojos ciegos, grotesco, sentir el rudo vello de tus piernas y su paraje oculto, déjame, canino, oler el sudor en tu cuello, tus axilas como lagos con que se baña viril tu torso, ángel etílico, adonis voraz, constelación única para mis ojos, brújula, mapa de sangre siempre hacia ti, vida inminente en esta sombra de duna abrázame hasta el más amoroso tedio, hasta que el alba-reloj se llene de arena y estemos atestados el uno del otro, sosteniendo la vida con los dedos muertos de amor dame tu hombro fértil para mi cruz de ceniza, para descansar en ti mi cabeza pues he dejado crecer mi cabello para tu mano de hierro: dirígeme, domador, a libar todo cuanto tenga tu nombre. ¡Ea, pues, señor abogado mío, no me redimas de ti, no me liberes! Vuelve a mí, esos tus ojos ardorosos y después de este entierro muéstrame apacible el fruto benditísimo bajo tu vientre. Oh, caliente. Oh, sudoroso. Oh, dulce siempre vigoroso arriba. Incasto con mancha,

Incasto poluto, Incasto digno de succión, Incasto digno de lascivia, Incasto poderoso, Trono orgásmico de eterna rudeza, Causa de mi alegría, Vaso espiritual de erección, Vaso venenoso de mi gracia, Vaso de verdadera penetración, Torre lúbrica de marfil, Estrella desmañanada, Refugio seminal de las pecadoras, Rey de mi martirio, Rey de mi inclinación, Rey concibiendo mi pecado original, Rey de mi paz. Calle Dos porque aquí todo se adivina: el nombre escondido en polvoriento letrero, la palabra apenas pronunciada por niños que remotamente salen a jugar, la palabra que emborrono sobre el cuaderno, pues en este paraje solemne nada es claro después del silencio, el sol advertido como acuarela en lluvia, manchas de grasa, huellas sobre el asfalto que en verdad están aquí y ya es todo un suceso. Agotado en lo inmóvil descanso en el quicio de viejas puertas: quizá hubieron tantas personas como estatuas ahora. Calle Tres A La Banda del Sur Avanzo y el reventar del billar crispa la memoria: Éramos todos, estábamos completos, obscenamente jóvenes. La vida era un abalorio incierto, días como cuentas preciosas, noches a inaugurar con eufóricos aullidos, gargantas ardidas por tragos pasados a cuchillo, cimbradas por risa verdadera. Auténtica bandada, alas buscando el cálido sur entre la película sórdida y el devenir de palabras ligeras.

De pronto estuvimos mareados bajo un alba brotada de la niebla eterna que exhalamos, (lenguas de humo que hablan lo que no decimos) una alba hermosa vista por nuestros ojos inyectados de hambre y frío, de las ansias tenaces por aquellos pechos tiernamente endurecidos por la brisa, aquellas piernas, aquellos labios sin voz –eso no importaba–, éramos nosotros los que hablábamos, gritábamos nuestra hombría con la mano en el corazón, en nombre de quién, de qué bandera… nada era tan trágico, éramos los hombres del frío: porque han de ser siempre frías las noches del alcohol, no haya nunca suficientes abrigos en nuestra historia, ni tantos años que calmen estas ganas de desenvolver la natural provocación de las niñas que esperan pacientes nuestras manos, aunque yo busque otras, fuertes como éstas, exclusivamente para las mías.

Alejandro Betancourt, poeta nacido en Cd. Victoria, Tamaulipas. Ha sido integrante de nume rosos tal l eres literarios, colaborador de d i v e r s o s e s p a c i o s culturales y cafés literarios, así como integrante, desde su fundación en 2003, del foro cultural El Aleph; es, además, columnista en diversos portales de internet y revistas independientes. En 2004 obtuvo Mención honorífica en el V Concurso Estatal de Literatura por el poemario Purpurina Noche, en 2005 fue merecedor al primer lugar en el concurso de poesía Juan José Amador por La Palabra del Olvido, en 2006 fue reconocido por su obra poética por el Partido Revolucionario Institucional, y en ese mismo año fue becario del Programa de Estímulos a la Creación y Desarrollo Artístico. Urbano es su primera plaquette de crítica social.

Revista El humo

Responsable: Romina Cazón

Edición # 5

www.revistaelhumo.com

abril, 2010