Revista Izquierda N° 37 septiembre de 2013

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    Luchas populares La crisis nacional se profundiza: Movilizacin

    permanente Conficto y solucin poltica Cambiar balas por

    votos Izquierda en debate La izquierda ante la doble transicin

    Nuestra Amrica A cuarenta aos del derrocamiento y asesinato de

    Salvador Allende: El reformismo en la va chilena Salvador Allende:

    El Compaero Presidente Capitalismo Rampante Las esperanzas

    desodas de la nueva Sudfrica Crtica culturalVarekai (Cirquedu soleil) Cuerpo y perfectibilidad EditorialA propsito del Paro

    Nacional Agrario

    N 37 septiembre / 2013 bogot, Colombia issN- 2215-8332

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    Jairo Estrada lvarez DirectorJess Gualdrn Sandova lJefe de redaccin

    lvaro Vsquez del Real, Daniel Libreros Caicedo, Csar Giraldo Giraldo,Frank Molano Camargo, Jorge Gantiva Silva, Mara Teresa Cifuentes Traslavia,Nelson Fajardo Marulanda, Patricia Ariza, Ricardo Snchez ngel,Sergio De Zubira Samper, Vctor Manuel Moncayo Cruz Consejo editorial

    Beatriz Stolowicz (Mxico), Julio Gambina (Argentina), Ricardo Antunes (Brasil),Antonio Elas (Uruguay) Consejo asesor internacional

    Las opiniones emitidas por los autores no comprometen

    al Consejo Editorial de la Revista.

    Tatianna Castillo Reyes Diseo y diagramacin

    Espacio Crtico EdicionesPublicacin auspiciada por Espacio Crtico Centro de Estudios

    www.espaciocrit ico.com

    ISSN-2215-8332N 37, Septiembre de 2013. Bogot, Colombia

    Todo el contenido deesta publicacin puede

    reproducirse libremente,conservando sus crditos.

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    Luchas populares

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    La crisis nacional se profundiza:

    Movilizacin permanente

    Ricardo Snchez ngelConficto y solucin poltica

    10

    Cambiar balas por votos: Una

    discusin sobre ordenamiento

    territorial y participacin polticaSantos Alonso Beltrn Beltrn

    Izquierda en debate

    18

    La izquierda ante la doble transicin

    Entre zombis, tahres y maximalistasJorge Gantiva Silva

    Nuestra Amrica

    24

    A cuarenta aos del derrocamiento

    y asesinato de Salvador Allende: El

    reformismo en la va chilenaVctor Manuel Moncayo C.

    32Salvador Allende: El Compaero PresidenteJess Gualdrn

    Capitalismo rampante

    38

    Las esperanzas desodas de

    la nueva SudfricaMarcello Musto

    Crtica cultural

    44

    Varekai (Cirque du soleil)

    Cuerpo y perfectibilidadDiego Fernando Sampedro Vanegas

    Editorial50

    A propsito del Paro Nacional AgrarioDaniel Libreros Caicedo

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    Luc

    haspopulares

    La crisis acioal se

    profudiza:Movilizaci permaete

    Ricardo Snchez ngel

    Doctor en Historia

    Proesor Universidad Nacional de Colombia

    I.

    Hay una tendencia creciente en calidad y cantidad a la movi-lizacin de los trabajadores, campesinos, mineros, mujeres

    y jvenes. El perodo es de intensa lucha de clases por la vida, la tierra, ladignidad, los servicios sociales, una soberana alimentaria que desman-tele los leoninos tratados de libre comercio y la deensa y revitalizacinde todos los ecosistemas que son maravilla en Colombia: la naturalezade los pramos, bosques, ros, lagos, montaas y bahas.

    La conciencia de las gentes ubica con claridad el negativo papel delas multinacionales: de las petroleras, mineras y dems, que son conglo-merados explotadores y degradadores de los trabajadores, la naturaleza,las comunidades y las ciudades. ambin del latiundio, el agro-negocio,la poltica y modelo econmico, que generan grandes dividendos a loscapitalistas y pauperizan las mayoras populares.

    Los mineros, campesinos, trabajadores, comunidades enteras, estnen la lucha bajo la consignaParo Nacional. Sus epicentros son Boya-c, Nario, Cundinamarca, Cauca y Putumayo, en el caso agrario, yArauca, Choc, Antioquia y olima en el de la minera, al igual que lasregiones en que opera laDrummond. Asimismo, son decenas de muni-cipios que protestan, y se concretan alianzas sociales y polticas.

    El poder de los trabajadores del transporte de carga pesada al entrar enparo, incluso con bloqueos de carreteras medulares, se est expresando.

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    Luchas populares

    Se dan mtines, asambleas y maniestaciones. Se hanlevantado barricadas para deenderse de la represinde las llamadas uerzas del Escuadrn Mvil Antidis-

    turbios (ESMAD).Los estudiantes universitarios convocados por la

    MANE y sus distintas organizaciones han comenza-do su movilizacin, que tendr un carcter duraderoe intensivo.

    II.La maniestacin del 27 de agosto tuvo un ca-

    rcter nacional. En distintas ciudades y pueblos se

    movilizaron campesinos, trabajadores, estudiantes,desempleados. En Bogot ue multitudinaria laconcurrencia en las calles, avenidas y en la Plaza deBolvar.

    La solidaridad con la causa de los labriegos erageneral. Se vivi un ambiente de simpata por el ca-rcter nacional de esta lucha. Los campesinos luchanpor la paz y la soberana alimentaria. El imaginariode un pas rural, de uerte ascendencia campesina,

    de indgenas y negros, de un pas de arrieros y co-lonizadores, de una geograa variopinta y de todotipo de ecosistemas, ha estado presente en todas lasjornadas. Los etiches de la modernizacin urbana,los espejismos del progreso, son develados por la vidainmersa en tejidos de interrelacin social y culturaldesde abajo.

    A lo que estamos asistiendo en todos estos das demitad de ao es a una movilizacin de la Colombiaprounda, que del campo se enlaza con los barrios delas ciudades. Que es aldeano y de pueblos, de las ciu-dades proletarias y segregadas, de estudiantes y pro-esionales. De una Colombia de mercados, campesi-nos y barriales, de unas economas y ormas de viday sociedad conormadas desde la cultura material ylas costumbres en comn, que perpetan memoriasy tradiciones de cooperacin, solidaridad, justicia,derechos consuetudinarios, economa moral.

    http://www.lasillavacia.com/historia/al-negar-el-

    paro-santos-le-echa-mas-gasolina-al-uego-45476

    N 37, Septiembre de 2013 Bogot, Colombia Contenido

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    Estas comunidades campesinas y barriales resis-ten a las avalanchas del capitalismo del agronegocio yla megaurbanizacin. Han adquirido una conciencia

    ms experimentada y argumentada de que rente a laeconoma poltica de los planes y modelos de desarro-llo, ellos tienen una economa poltica que continay reelabora su economa moral, sus costumbres encomn, sus aspiraciones de justicia y dignidad, de de-rechos conquistados y no de concesiones paternalistas1.

    Es un campesinado, con indgenas, mestizos,negros, que enlaza las tradiciones de lo comunitario,de la libertad, la independencia, con las propuestas de

    zonas de reserva campesina, abolicin de los tratadosde libre comercio, nalizacin de la agroindustria y laminera transnacional, por la soberana alimentaria.

    Este campesinado movilizado expresa regiones ymunicipios, culturas y experiencias diversas y unita-rias. No est anclado en un pasado idlico, sino enun tiempo actual, concentrado y entrelazado conlas luchas urbanas y de los proletarios agrarios delbanano y el azcar, de los trabajadores del transporte,

    la justicia, la educacin, los hospitales y de la inmensaaudiencia de la inconormidad.

    Muchos de sus hijos son proesionales y la televisinnos ha presentado que son lderes algunos de ellos deestas movilizaciones. La cultura universitaria, proesio-nal, moderna, de agrnomos, veterinarios, zologos,economistas, mdicos, ingenieros y abogados, estpresente en esas comunidades. Sus hijas muchas veceshan accedido a la educacin superior y se benecian deotras experiencias sin abandonar sus tradiciones.

    oda esta lucha no es por un pasado, es una resisten-cia por recrearlo como un presente para la vida plena.

    III.

    La represin a la maniestacin en Bogot uepremeditada. Las autoridades denieron perturbar

    1 Vase E.P. Thompson, Costumbres en comn. Barcelona:Crtica/Grijalbo Mondadori, 1995.

    La conciencia delas gentes ubica

    con claridad elnegativo papel delas multinacionales:de las petroleras,mineras ydems, que sonconglomeradosexplotadores y

    degradadores delos trabajadores,la naturaleza, lascomunidades y lasciudades. Tambindel latifundio, elagro-negocio, lapoltica y modeloeconmico, quegeneran grandesdividendos a loscapitalistas ypauperizan lasmayoras populares.

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    Luchas populares

    la paz de la movilizacin altiva contra el gobiernoy el modelo econmico con ataques del ESMAD acolumnas, con gases de gran alcance y dao sobre la

    salud y con eectos desmovilizadores. Pero, tambincon disparos con armas de uego.

    En la carretera Panamericana y en Boyac sesigui el mismo patrn represivo que en el Cata-tumbo. ambin en Soacha, Facatativ, la Caleray en Bogot, en las localidades de Engativ, Bosa ySuba. En todas partes esta mquina de la muerte delESMAD reprime, y no para disuadir. Su violenciaha sido presentada por redes sociales e incluso en los

    canales privados de televisin. El propio presidenteSantos reconoci en unja este tipo de actuaciones ypresent excusas. La verdad es que tales escuadronesestn actuando como ruedas sueltas y el gobiernoes incapaz de controlar sus actuaciones. Pero, sonel presidente y el director nacional de la polica losresponsables.

    La respuesta violenta de jvenes es equivocada,pero inevitable. Adems, grupos y apologistas de la

    accin directa incitan a la violencia, desgurando elsentido de una lucha multitudinaria. No obstante,presentar al ESMAD como vctima de los vndalosy desadaptados como lo hacen los medios es nocomprender las races proundas de la revuelta socialen curso en Colombia. Los bloqueos, enrentamien-tos, ocupacin de predios y edicios obedecen a lalgica de hacer sentir una uerza que reclama y luchapor derechos y dignidad. Ni los esquemas paternalis-tas del clientelismo ni la represin autoritaria conju-ran la lgica de la movilizacin en curso.

    Las races histricas de la revuelta son las violen-cias del latiundio, la agroindustria y las multinacio-nales. Del Estado y los paramilitares. La criminali-dad y el narcotrco han creado zonas de ciudad deDios en localidades de Ciudad Bolvar y otros sitiosen Bogot, tambin en otras ciudades.

    http://www.elespectador.com/noticias/nacional/paro-agra-

    rio-cacerolazo-tambien-retumbo-bogota-articulo-442659

    http://www.ickr.com/photos/edisonpechisanchez/

    N 37, Septiembre de 2013 Bogot, Colombia Contenido

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    La no resolucin del conficto armadocon las FARC y el ELN ha dinamizado lasviolencias degradando la sociedad.

    El anuncio del presidente Santos deaumentar la presencia de la uerza pblicaen 50 mil eectivos en calles y carreteras

    es un incremento a la militarizacin de lavida nacional. Se suma a la acusacin des-templada contra Marcha Patritica. Unasdeclaraciones para dimensionar la guerraen curso contra la subversin, convirtiendolos confictos campesinos y sociales, al igualque las ciudades, en un escenario de guerra.Es lo que est en marcha en Bogot.

    Las causas de los tres muertos y cente-nares de heridos sealan en direccin de lamilitarizacin. Un testimonio del diario Eliempo dice: Jhonny Velazco Galvis, eljoven que muri de un balazo en la cabeza,en la noche del jueves en las maniestacio-nes del barrio La Gaitana de la localidad deSuba, haba cumplido 18 aos el pasado 17de agosto, y apenas hace una semana habaconseguido trabajo en una empresa instala-dora de techos.

    Yo estaba con l anoche, pero se meperdi por unos minutos. Ah escuchamoslos tiros y los raagazos del Esmad. Cuandome devolv, me dijeron: mataron a Jonhyy l estaba tirado en el suelo con un tiro enla rente, cont Brayan Bernal, amigo de

    la vctima.l lleg de trabajar, entr a la casa, dej

    la maletica, sali a chismosear a la esquinay se encontr con la muerte, cont su pap,Jos Velasco, quien se enter de la noticiahacia las 7:30 de la noche, cuando los veci-nos llamaron a avisarle.

    Los vecinos que vieron y escucharonla balacera me dijeron que al muchacho lohaba matado un polica, que estaba a po-cos metros de l, con un tiro en la cabeza.ambin me dijeron que el uniormado sehaba volteado el chaleco para evitar que loreconocieran, explic.

    Jhonny era el menor de seis hermanos y elnico que estaba viviendo con su padre, losdems ya son independientes, precis Jos.

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    Luchas populares

    El joven era padre de una beb de unao de edad que vive con su mam en elbarrio Lisboa2.

    IV.

    En medio de la movilizacin social de

    los campesinos y sus aliados, se realizanmesas de negociacin, se levantan algunosbloqueos y siguen otros. Se negoci conlos mineros, continan los camioneros y elpresidente convoca un ACUERDO NA-CIONAL el 12 de septiembre.

    El tinglado de la arsa se est armandocon la SAC, los gremios, alcaldes y gober-nadores, no para discutir y acordar lo quelos campesinos reclaman, sino lo que tienendecidido de antemano los dominadores.

    Entre tanto, representantes de las or-ganizaciones cvicas y populares de Araucaque impulsan el Paro Agrario, anunciaronayer que desde las 6 a.m. de hoy permitirnel paso de los carros que no estn adscritos

    2 Sali a chismosear y encontr la muerte. El

    Tiempo. Agosto 31 de 2013, p. 4.

    a compaas petroleras y la multinacionalOXY3.

    Sobre el tapete de las luchas estn losanuncios de los estudiantes universitarios ydel SENA, tambin de FECODE y de lostrabajadores de la salud, con Paro Nacional

    para el 10 de septiembre.Entre tanto, la crisis nacional continua,

    incluyendo la proundizacin de las discre-pancias en las derechas por las alternativasen juego. El presidente Santos demuestraque la del establecimiento es la de siempre:represin y demagogia.

    oma sentido el discutir las consignas dela movilizacin nacional que incluya el ParoGeneral, Paro Cvico en lenguaje coloquial,y otras modalidades.

    3 Ecos del paro en regiones. El Tiempo. Sep-

    tiembre 2 de 2013, p. 2.

    http://www.ickr.com/photos/marcha-patriotica/

    N 37, Septiembre de 2013 Bogot, Colombia Contenido

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    Confictoysoluci

    npoltica

    Cambiar balas por votos:Ua discusi sobreordeamieto territorial yparticipaci poltica

    Santos Alonso Beltrn Beltrn

    Proesor Ciencia Poltica

    Universidad Nacional

    En este momento, la discusin entre las FARC-EP y el Go-bierno nacional se concentra en la orma en la que la propiaguerrilla, o los movimientos polticos que emerjan como resultado de

    un acuerdo de paz, pueden participar en el ejercicio del poder poltico,mediante la lucha electoral por los cargos de eleccin popular. Aunque laguerrilla ha incluido tambin otra serie de temas relacionados con la par-ticipacin en elecciones y con el ejercicio democrtico en otras instanciasde accin y control del poder poltico en Colombia, es necesario jarsede manera atenta en la orma en la que se garantizara que en un eventualacuerdo de paz se permita la participacin en condiciones adecuadasde seguridad jurdica, pero tambin de igualdad y reconocimiento delpoder territorial, para la insurgencia reincorporada a la vida ciudadana.En este sentido, la discusin no debe centrarse slo en la posibilidad deconstituir movimientos o partidos polticos sino en la orma en la quese transorman votos en curules, o en representacin poltica en el pas.

    Un aspecto que merece mayor atencin por parte de la insurgen-cia en el proceso de negociacin es la orma en la que el ordenamientoterritorial actual se ha convertido en una traba para la renovacin dela dirigencia nacional, y cmo ese mismo orden territorial representaen estos momentos el sostn de la reproduccin inveterada de las oli-garquas regionales y su extrapolacin al mundo de la representacinnacional. La representacin poltica de las regiones, atada a las actuales

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    Conficto y solucin poltica

    circunscripciones electorales, que a su vez corres-ponden casi que milimtricamente a las entidadesterritoriales, refeja una muy baja conexin entre las

    transormaciones poblacionales y territoriales de losdepartamentos, municipios y distritos, as como conel cambio en el modelo desarrollo y concentracindel crecimiento econmico nacional. Una propuestade participacin poltica que desconozca este aspectoest condenada a repetir los mismos vicios del actualesquema de representacin del poder poltico regio-nal en el orden nacional.

    U reamie erririal aacricLa esencia excluyente, y oligrquica, del orden

    territorial del Estado colombiano ha permanecidocasi intocada en toda la vida republicana del pas.Colombia ha experimentado tres hitos histricos enla construccin de la divisin poltico-administrativade su territorio.

    Durante el siglo XIX dos modelos jugaron unpapel crucial. El primero ue el modelo del Estado

    provincial que dej intactas las estructuras territo-riales que la ocupacin espaola haba construido enel pas. El poder colonial nunca se preocup por laintegracin territorial, y, al contrario, entendi que eldominio sobre el territorio era ms cuestin de unaocupacin violenta, cuya nalidad era extractiva y desometimiento. La ocupacin espaola desarroll ciu-dades como avanzadas de exploracin del territoriocon el n de ubicar los polos de extraccin minera yde sometimiento de la poblacin. El orden territorialue entonces centrugo, con polos de asentamientopoblacional en las que villas o pequeas ciudadescumplan el papel de pivotes regionales, pero cuyainterconexin era menos que deciente. La unidadterritorial resultante ue el Estado soberano derivadode la divisin provincial colonial. Este modelo era elresultado lgico de la estructura econmica semieu-dal, que instituciones arcaicas, como la encomienda ola mita, haban construido durante el siglo XVIII: un

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    http://www.ickr.com/photos/edisonpechisanchez/

    N 37, Septiembre de 2013 Bogot, Colombia Contenido

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    modelo que entenda las economas regionales como mbitos autocentrados de producciny consumo, en los que la ormas precapitalistas de explotacin de la tierra y el trabajo mo-delaron la impronta hacendataria, que sobrevivira hasta inicios del Siglo XX. La poblacinde cada unidad territorial, dicilmente poda aspirar a participar en los destinos de la vida

    nacional, toda vez que la vida poltica era monopolizada por las oligarquas regionales quese haban apoderado del poder poltico regional y que, adems, detentaban el dominiosobre la tierra y la uerza de trabajo atada a ella en relaciones de servidumbre.

    La necesidad de insercin de la economa nacional en el modelo capitalista mundial,cada vez ms consolidado a nales del siglo XIX, oblig a las burguesas nacionales a repen-sar el modelo econmico de manera tal que les permitiera inscribirse en el circuito mundialde venta de bienes primarios, que ya empezaba a demandar la economa mundial. Unsistema monoexportador basado en materias primas que desarrollara la economa nacional,y con ello modernizara el pas, ue la apuesta de un sector de la dirigencia liberal, los libre-cambistas. Por su parte, la accin liberal cercana a los artesanos y pequeos productorespugnaba por un modelo ms proteccionista con la incipiente industria nacional y menostolerante con las importaciones de productos manuacturados al pas. En el extremo opues-to estaba la dirigencia conservadora, cercana al modelo hacendatario, que presionaba por elretorno a una economa centrada en la explotacin de la tierra con mano de obra en condi-ciones cercanas al vasallaje. De la pugna anterior, que retrata de manera ntida la verdaderarelacin entre las corrientes polticas tradicionales del pas, sale triunante un modelo deintegracin al capitalismo mundial mediante la exportacin de bienes con bajos procesode manuactura y, sobre todo, a travs de la venta al exterior de materias primas agrcolasy minerales. Este orden poltico-administrativo estuvo dirigido a una integracin nacional

    http://www.eltiempo.com/tagImages/paro-agrario.jpg

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    Conficto y solucin poltica

    que permitiera el desarrollo de la inraes-tructura para la exportacin, pero que antela ortaleza de la burguesa hacendaria y elclero qued en la mitad de su construccin,

    lo que llevo al segundo modelo de ordenterritorial: el Estado regional.

    En este segundo momento, la vidapoltica nacional segua supeditada a lasdinmicas de las oligarquas regionales quemantenan intacto su poder econmico ycon ello la posibilidad de participar en ladenicin de las vas de desarrollo nacio-nal. Desde entonces se iba delineando elcrecimiento desproporcionado del centroterritorial del pas respecto de las regionesy los territorios alejados en la perieria na-cional. El siglo XIX hubiera terminado coneste orden territorial de no ser por la debacleeconmica del modelo exportador, la rece-sin capitalista de nales del siglo XIX y laincapacidad de las burguesas regionales decontinuar manteniendo la estructura admi-nistrativa de un Estado regional que entraba

    en recesin econmica. El salvavidas delmodelo, que permita la continuidad de ladominacin burguesa, no ue otro que elorden territorial unitario y centralizado que

    promulg la Regeneracin conservadora,constituyndose as el tercer modelo deorganizacin del territorio nacional.

    En eecto, la lgica capitalista msconsolidada para nales del siglo XIXdemandaba la incorporacin de uerza detrabajo libre, de explotacin de la tierracomo actor de produccin y no como ga-rante de prestigio o poder, y la obtencinde sumas excedentarias de capital quehicieran posible el desarrollo de la relacinde explotacin del trabajo asalariado. Pero,adems, necesitaba de un Estado uerte ycentralizado que construyera un mercadointerno cohesionado y regulado, en el que elcapital y el trabajo pudieran relacionarse enel marco de la desigual extraccin de valor.La centralizacin poltica que acab con elEstado regional y, con ello, con los ltimos

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    N 37, Septiembre de 2013 Bogot, Colombia Contenido

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    vestigios del ederalismo decimonnico e instaur elorden del Estado unitario con centralizacin polticaue el modelo territorial que luego, con la construc-

    cin del orden departamental y municipal, adeculas estructuras polticas y econmicas al modelo ca-pitalista de desarrollo industrial; modelo econmicoque siempre ue dirigido por oligarquas rentistas yparasitarias. El siglo XX mantuvo el orden territorialde los departamentos y municipios acrecentando lasdierencias regionales en un Estado que creca demanera hipertrca en el centro del territorio, rele-gando inmensas regiones del progreso econmico y a

    sus poblaciones de la participacin real en el manejode las cuestiones de Estado. El departamento, que enprincipio se pens como una estructura de integra-cin territorial, se ue convirtiendo lentamente en uncascaron vaco poltica y administrativamente, queserva, y sirve, de mampara para que las oligarquasregionales sigan repartindose a su antojo el poderpoltico, hacindose elegir, mediante el clientelismo yla corrupcin, a los cargos de representacin nacional.

    Ms recientemente, la Constitucin de 1991intent cambiar el orden territorial mediante la in-clusin de nuevas guras de ordenamiento poltico-administrativo, como la regin o la provincia, perola presin de los caciques polticos y los gamonalesregionales impidi que se desarrollara una ley deordenamiento territorial que llevara a la realidad laintencin del constituyente del 91. La ley estatutariaque el gobierno de Santos sancion durante el segun-do ao de su gobierno slo ormaliz el proceso dedescentralizacin administrativa sin tocar de ondola estructura anacrnica del orden territorial de-partamental y municipal. Al nal, el ordenamientoterritorial sigue avoreciendo a la clase dirigente tra-dicional que ha logrado mantener sus eudos polti-cos mediante la continuidad de las circunscripcioneselectorales atadas a ese ordenamiento del territorio,ventajoso para ellas, y en el que la inmensa mayorade los colombianos son slo ciudadanos de segunda

    Para asegurar que laviolencia contra lasminoras no se repita,

    para garantizarque el poder de lasregiones se construyade manera mstransparente y seproyecte de formaadecuada al mbitonacional, es necesarioque el ordenamientoterritorial se piensenuevamente y seconstruya en laperspectiva de un pasdiferente, donde elterritorio se ordene

    desde abajo, desdesus pobladores,su historia, sucaractersticasculturales, perotambin desdeel desarrolloeconmico, el relieve

    y la ecologa, laconectividad y lacontigidad.

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    Conficto y solucin poltica

    http://www.ickr.com/photos/marcha-patriotica/

    N 37, Septiembre de 2013 Bogot, Colombia Contenido

  • 7/29/2019 Revista Izquierda N 37 septiembre de 2013

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    categora con muy baja capacidad de par-ticipacin por la tambin baja importanciarelativa de sus votos en la construccin depoder poltico.

    La represeaivia plica:sbre feus elecrales,

    amales, clieelism exclusiplica el pas acial

    As las cosas, un ordenamiento territo-rial anacrnico y excesivamente centralista,encaminado a garantizar el poder de lasoligarquas regionales, trae como resultadocircunscripciones electorales que arrojan unasobre-representacin de las clases dirigentesdel centro del pas, la marginacin de in-mensas mayoras de la poblacin ubicadasen territorios alejados del centro econmicoy poltico y la utilizacin clientelista de lapoblacin habitante de esos territorios mar-ginales para acumular poder.

    En Colombia, las consecuencias de esteorden territorial y su correlato de represen-tacin poltica saltan a la vista. En eecto,las amilias polticas tradicionales siguensiendo las detentadoras de los cargos de

    eleccin popular del orden local: alcaldesy concejales; del mbito regional: goberna-dores y diputados, hasta el orden nacional:congresistas y el propio poder ejecutivo. Esemismo orden electoral ha permitido la pa-rroquializacin del poder, entendida como elenquistamiento de eudos polticos, aliados

    con grupos maosos y delincuenciales, quese han apropiado de los recursos de los entesterritoriales y han manejado los destinos dela poblacin y el territorio en una virtualautonoma. La baja legitimidad del podernacional es refejo tambin de la instru-mentalizacin del voto en las regiones paracumplir los nes de la dirigencia regionalenquistada en el poder central. Pero, sumadoa todo ello est la exclusin de uerzas pol-ticas alternativas que parten de lo regional,pero que se ven cooptadas por los partidostradicionales y la microempresas electoralesque estas agrupaciones montan, en lo queun antiguo dirigente liberal llam la ope-racin avispa. La marginacin poltica dela inmensa mayora del pas nacional, de lasperierias, de las regiones, y la instauracinde elites regionales maosas, aliadas con el

    http://www.elespectador.com/noticias/nacional/policia-agredio-periodistas-durante-protestas-medellin-articulo-443390

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  • 7/29/2019 Revista Izquierda N 37 septiembre de 2013

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    Conficto y solucin poltica

    poder central, ha sido uno de los combusti-bles de la conrontacin armada.

    La represeaci plica elreamie erririal cmpilares e u sisema plicicluee, emcric leiim

    La participacin en poltica no debepensarse, entonces, simplemente como laposibilidad de construir movimientos conpersonera jurdica que entren a la arena de lalucha electoral en las misma condiciones enlas que ha venido participando la oposicinpoltica en el pas; las consecuencias de estemodelo ya han sido sucientemente cono-cidas por todos: clientelismo, marginacin,corrupcin, y violencia contra las minoras.La estela de violencia que ha dejado la eli-minacin sica de opciones polticas que seconstruyeron en lo regional, como la UP,y que ueron asesinadas sistemticamentepara evitar su ascenso al poder nacional,no puede quedar por uera de los reerentesque tengan los negociadores en La Habana.La discusin sobre la participacin polticadebe avanzar hacia el esquema mismo de

    representacin poltica, y ste, a su vez, des-cansa en el orden territorial nacional.

    Para asegurar que la violencia contralas minoras no se repita, para garantizarque el poder de las regiones se construyade manera ms transparente y se proyectede orma adecuada al mbito nacional, es

    necesario que el ordenamiento territorialse piense nuevamente y se construya en laperspectiva de un pas dierente, donde elterritorio se ordene desde abajo, desde suspobladores, su historia, su caractersticasculturales, pero tambin desde el desarro-llo econmico, el relieve y la ecologa, laconectividad y la contigidad. Las FARC-EP parecen tener medianamente claro esteproblema, pero la correlacin de uerzasen la mesa las ha dejado en una posicindesventajosa. La manera de equilibrar lascargas y discutir con la mayor propiedadel asunto, est en la movilizacin popular.En La Habana se plantean los temas; enlas calles de Colombia se deberan pelear yconseguir los triunos.

    N 37, Septiembre de 2013 Bogot, Colombia Contenido

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    Izq

    uierdaendebate

    La izquierda ate la

    doble trasiciEtre zombis, tahres ymaximalistas

    Jorge Gantiva Silva

    Filsoo Universidad Nacional de Colombia

    Proesor Titular Universidad del Tolima

    Karma esarramies e la izquiera

    La izquierda naci bajo el signo de la dierencia, del antagonis-mo, de la lucha radical contra lo establecido. Su uerza creado-

    ra, su potencia, su sentido histrico residen en su dierencia especca decrear, construir y deender el cambio histrico. En los momentos en losque los de abajo emergen en la escena histrica, aparecen los acomo-daticios componedores de la reconciliacin; los atigados y resignadosante las dicultades para alcanzar los objetivos propuestos caen en laatalidad del oportunismo; los simuladores de cambios que mantienenla creencia de que el mundo no cambia, sus programas y estructurassiguen inclumes como momias. De all que sean diversos los rostrosy los liderazgos y los proyectos de la autoproclamada izquierda. Hayizquierdas para todo: para deender el capital; las hay para deender laproduccin nacional y la burguesa; las hay deendiendo el pasado dela nomenclatura estalinista; las hay subsumidas en la lgica del capitaly del modelo neoliberal; las hay revolucionarias, comprometidas con elcambio histrico, cuyo perl es variopinto y pluridiverso.

    Entre estos perles diversos, hay uno que es bien visto por el esta-blecimiento, reconocido y aceptado: el espectro del denominado centro-democrtico, que otrora ue liderado por Lucho Garzn y ahora aparece

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    Izquierda en debate

    con su uria contra el movimiento social, preocupadopor su maniobra electoral, y activa entonces la uni-cacin de los progresistas y los verdes. Su carac-

    terstica es la renuncia a la revolucin y a los valoreshistricos del campo popular. Su discurso polticoescasamente bordea las reormas que tolera el sistemacapitalista. Convertida en la caja de resonancia de laagenda de los gobiernos, participa en ellos, exalta ladeensa del orden establecido y condena las rebeldaspopulares y sociales. Hace parte del comportamientotradicional de la socialdemocracia y del centrismoreormista. Cuando busca moverse en las terceras

    reclama la unidad, regatea la solucin entre dos ex-tremos. En este caso, resalta la disputa Santos-Uribecomo la contradiccin poltica principal del pas,para justicar su ambicin electoral.

    La izquierda en general, proclama de manera re-currente la unidad, mientras su prctica se despliegaen distintas direcciones: marginalidad, ragmenta-cin, acomodamiento, movilizacin o maximalis-mo. Su caracterstica sigue siendo su reproduccin

    ampliada por estrangulacin mltiple. Proclamael Uno, idlico y trascendente, desplazndose en elDesierto de lo Real, como gura desgarrada, des-gurada y conusa; pregona la identidad, gesticula yanuncia actos mgicos de reconciliacin, y opera,sin embargo, con la tradicional y catastrca polticadel mal menor y el sentido de las oportunidades,exaltando el posibilismo y el pragmatismo comovirtudes de la accin poltica. Con pocas excep-ciones, ha sido capaz de construir la unidad de lodiverso como proyecto histrico. Quiz la Unir deGaitn y el Frente Unido de Camilo orres constru-yeron un horizonte de convergencia nacional y popu-lar de carcter antisistmico y epocal. La AD-M19liderada por Antonio Navarro renunci a cimentarun proyecto histrico alternativo. La experiencia delPDA se ue diluyendo por la accin estratgica deltransuguismo, la corrupcin y la conciliacin declases. Las experiencias de unidad de la izquierda

    http://deudaconlamodernidad.tumblr.com/

    post/58721522459/viva-el-paro-agrario-nacional

    http://www.ickr.com/photos/edisonpechisanchez/

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    han carecido de pensamiento estratgico, limitadaspor el conficto interno, algunas se instalaron en lalgica de la adaptacin al sistema, en la corrupcin,

    en la conciliacin y el transuguismo en varios desus componentes polticos y parlamentarios; y nopocas quedaron atrapadas en la izquierda tradicional,autoritaria y aparatista.

    En su historial, la izquierda se mueve segn losestertores de la coyuntura. En qu consiste su radicalincapacidad de construir lo Mltiple? De qu ma-nera ue sacricado el sentido del proyecto histricoen avor de la lgica del capital? Cules izquierdas

    podran asumir el reto de la doble transicin enColombia? Al ser dispar, diusa y ausente la idea deproyecto histrico, lo Mltiple se ha desvanecido yaprisionado en las coyunturas, el etapismo y el con-trol de los aparatos y representaciones. El desconoci-miento de la unidad de lo diverso ha sido su dcithistrico. La imposibilidad reside en su incapacidadde construir un horizonte de Lo comn. Cualquierpretensin de reconciliacin opera como un suce-

    dneo ante la adversidad y expresa la instrumentali-zacin de meros intereses coyunturales o electorales.

    En cierto modo, este talante muestra el sndromede la izquierda internacional atolondrada en unprimer momento con la esperanza de Obama, des-pistada con el humanitarismo de las intervencionesimperialistas actuales, encantada con los seuelos delos dictadores; la izquierda no logra marcar dieren-cias e imprimir su sello distintivo rente a la lgicadel sistema y del capital. En particular, la izquierdaadmitida, polticamente correcta, reconocida comopropuesta democrtica, centrada en el mercado ypropositiva segn la agenda establecida por los gru-pos gobernantes sigue atrapada en lgica del sistema;si bien, las izquierdas alternativas, sociales y popula-res han abierto un horizonte sin lograr an una con-guracin histrica de su proyecto poltico. odavala izquierda sigue pagando su karma al subsumirseen la agenda de los grupos gobernantes: lucha contra

    La izquierda es elnico imaginario

    poltico que necesita

    reinventarse, afrmarsey redefnirse, o

    defnitivamente,termina asimilada

    o cancelando suproyecto. La idea

    de la potencia de loMltiple despliega sufuerza creadora parasalir del atolladero en

    el cual se encuentra.Reconocer el Desierto

    de lo Reales abrirel horizonte para

    construir la poderosa

    convergencia deizquierda con sentidode proyecto histrico.

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    Izquierda en debate

    el terrorismo, claudicacin ante el supuestoprogresismo del Partido Demcrata esta-dounidense y de la socialdemocracia euro-pea, contemporizacin con el modelo neo-liberal, silencio e indierencia ante la crisisglobal del capitalismo, ambigedad ante el

    estallido social y popular. Slim, Felipe Gon-zlez y los Cacaos en Colombia apostarona la asimilacin de la izquierda colombianaal modelo neoliberal, social-democrtico,logrando satanizar la izquierda radical,santicando la izquierda democrtica yjusticando las locomotoras neoliberales. Eltransuguismo dio sus resultados: la erosindel proyecto ms ambicioso de la izquierdacolombiana: el Polo Democrtico Alterna-tivo. La conciliacin y la corrupcin asesta-ron el golpe de gracia al Polo. Entre tanto, elcaudillismo, el enriquecimiento personal yel parlamentarismo obraron como mscarasaleatorias y ortuitas de la poltica. Latica ue cancelada y una poltica autorita-ria y soberbia empez a imperar, en mediode la desbandada y prdida de credibilidadciudadana y popular.

    La izquiera e suble rasici

    Ivn Cepeda hizo una propuesta para

    asumir la doble transicin de la paz y lademocracia como eje central de la accin dela izquierda como proyecto unitario, la cualue desoda por las distintas expresionesde la izquierda. El mrito de la iniciativaconsisti en crear un escenario de luchacontra la estrategia del gobierno de Santos,enrentar la extrema derecha colombiana einternacional, consolidar la resistencia ante

    el despojo de tierras, territorios y soberana,deender lo pblico y la soberana. Su alcan-ce prometa amplitud y apertura.

    La carta dirigida a algunos voceros dela izquierda, no obstante, era limitada alreducirla al marco estrecho de las consabi-das cpulas polticas. A decir verdad, buenaparte de estas direcciones siguen siendotradicionales, anquilosadas y burocrticas.

    Resulta dicil creer que desde este lugar deenunciacin pueda nacer la unidad para elproyecto histrico de la doble transicin.Lo comn reclama abrir otra perspectiva:exige desplegar un proceso ms amplio yconvergente desde los territorios, de las co-munidades y de los movimientos sociales debase y de resistencia. La unidad tiene sen-tido si tiene consistencia para construir unproyecto histrico alternativo. La idea de ladoble transicin tiene la particularidadde concitar el ncleo central de la cuestincolombiana: la paz y la democracia. Esta ex-hortacin exige posicionar la idea de lucharpor un gobierno democrtico alternativopara Colombia. Sin embargo, la conusinentre el proyecto histrico, la coyunturapoltica, la visin estratgica, las ormas or-ganizativas y los mtodos de lucha, siguen

    http://www.elespectador.com/noticias/bogota/recuerdos-de-una-jornada -de- protes ta-y -vandali smo- galeria -443361#ad-i mage-2

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    siendo el pan de cada da de las izquier-das. Su atolladero las hace incapaces de asu-mir la magnitud del proceso de paz con las

    Farc y, atascadas en la coyuntura electoral,empobrecen el sentido de la democracia.Ni el gobierno de Santos es el dueo de lallave de la paz ni la continuidad de sugobierno puede ser la garanta de los xi-tos de los dilogos de paz en La Habana.As como tampoco la doble transicindebe conducir a una tctica electoral, ni lasimple proclamacin de los programas de

    la izquierda resuelve la construccin de launidad en perspectiva estratgica.

    La propuesta de Ivn Cepeda tena sen-tido, a pesar de las limitaciones anotadas.La prueba es que algunos dirigentes socialesy polticos, no nombrados en la carta ree-rida, han expresado su disposicin de abrireste escenario de redeniciones, como lomaniest el histrico lder de los pueblos

    ancestrales del Cauca, Feliciano Valencia.Para solventar las distintas contradicciones,la izquierda tiene que asumir el sentidode su proyecto histrico, sin el cual es im-posible comprender el reto de la paz y lademocracia, y sin reducirlo a la contiendaelectoral. Esta iniciativa tiene todava mssentido ante la explosin social y popular enColombia; despierta las izquierdas, las sacu-de, las pone en accin ante este estado deemergencia. Por las reacciones negativas,podra pensarse lo sectarias y canbalesque siguen siendo las izquierdas. De todosmodos, cabe la pregunta hasta qu puntola emergencia de lo popular, de la turba enaccin, replantea el horizonte histrico dela izquierda que exige un giro estratgicode discontinuidad de la orma como haoperado en las dos ltimas dos dcadas.

    Se trata de reinventar la poltica, superarel pasado y comprender el espritu de losnuevos tiempos. O cambia, o, simplemente,permanece como una momia en la historia.

    Es psible vlver a empezar?La tragedia reside en la incapacidad de

    construir lo Mltiple como potencia pluraly creadora. La izquierda sonmbula, zombicomo en Bye, Bye Lenin, sigue como sinada cambiara; la izquierda social, populary comunitaria, rica en experiencias y luchas,se encuentra en proceso de redenicin desu proyecto; entre tanto, la izquierda electo-ral y parlamentaria, con un enorme dcit

    http://www.eltiempo.com/Multimedia/galeria_otos/co-

    lombia7/IMAGEN/IMAGEN-13009029-2.png

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    Izquierda en debate

    poltico tras la corrupcin y la conciliacin,se desplaza en la lgica de sus interesesparticulares, mientras, la izquierda antica-

    pitalista y antisistema continua en trancede cimentar su estrategia alternativa. Entretanto, el proceso de paz y la democraciaesperan una izquierda ms dinmica ycreadora. La explosin social reclama unaizquierda abierta y comprometida.

    Cmo se puede asumir la doble transi-cin ante este proceso de rebelda popular?En medio del Desierto de lo Real, con agen-

    das y proyectos muy dispares, las izquierdasdistan an de constituir lo Mltiple, abiertoy plural, no como miscelnea desgarrada,sino como proyecto de Lo comn. La ideade actuar unidos en la paz y en la demo-cracia plantea la necesidad de luchar porun gobierno democrtico alternativo. Locomn promete que la izquierda asuma lacreacin de lo Mltiple abigarrado como

    potencia del ser abierto, plural, crtico yalternativo. Sobre esta posibilidad la uni-dad tiene sentido histrico. Volver por susueros, marcar dierencias, comprender elnuevo ciclo histrico del capital y movilizarla potencia del sujeto plural, podra abrir elescenario de redenicin de la unidad. Laizquierda es el nico imaginario polticoque necesita reinventarse, armarse y rede-nirse, o denitivamente, termina asimila-da o cancelando su proyecto. La idea de lapotencia de lo Mltiple despliega su uerzacreadora para salir del atolladero en el cualse encuentra. Reconocer el Desierto de loReal es abrir el horizonte para construir lapoderosa convergencia de izquierda consentido de proyecto histrico.

    http://www.elcolombiano.com/Bancomedios/Galerias/Antioquia_paro-

    mineros-barbosa/paro-mineros-barbosa-3.jpg

    http://www.elcolombiano.com/Bancomedios/Galerias/Antioquia_paro-

    mineros-barbosa/paro-mineros-barbosa-1.jpg

    http://colombiaresiste.tumblr.com/post/59783932259

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    Nu

    estraAmrica

    A cuareta aos del derrocamieto

    y asesiato de Salvador Allede:El reformismo e la va chilea

    Vctor Manuel Moncayo C.

    Proesor emrito

    Ex Rector de la Universidad Nacional de Colombia

    La baalla e la prucci capialisa

    Los esuerzos para incrementar la produccin se dirigieron b-

    sicamente hacia el rea de produccin social, pero si romperla concepcin capitalista de la empresa, sino simplemente intensicandola competencia entre los trabajadores e introduciendo estmulos mate-riales individuales y no colectivos que rompan la unidad y aectabanla coordinacin en el trabajo productivo. Simultneamente se evita elcontrol obrero y se utiliza el remedio de la participacin en la gestinburocrtica de la empresa, en cuyo marco los obreros slo operan a niveldel consejo y la consulta pero continan subordinados a la jerarquaempresarial. Ni siquiera se insinuaba un cambio del tipo de relacionespropias de la empresa capitalista.

    Un ejemplo muy ilustrativo de esta situacin es el mencionado porRosana Rossanda1 con ocasin de su visita a Chile en 1971. Los obrerosson interrogados:

    1 Rosana Rossanda: Chile Ao I, en Chile 1973: Ni reorma, ni revolucin. No. 2, Ed.

    La Pulga, Medelln, 1974.

    * Damos as continuidad al texto cuya primera parte ue publicada en el nmero pre-

    cedente de Izquierda.

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    Nuestra Amrica

    Cmo va esto de la nacionalizacin?

    Ah, mucho mejor.

    Qu es lo que ha cambiado?

    Ahora nosotros somos los patronos.Qu ha cambiado en su trabajo?

    Nada ha cambiado. S, una cosa:

    ya no tenemos jees a la espalda. Se

    trabajo en orma menos tensa.

    Trabaja menos?

    No. Al contrario, pero ya no les ten-

    go a la espalda. Esto es dierente.

    Qu ms querra que cambiara?

    Que ellos me paguen bien.Quines son ellos?

    Ellos, la direccin de la empresa.

    Y Rosana Rossanda comenta acertadamente:

    El obrero que haba dicho que l era el

    patrn, sabe bien que no lo es: no a causa de

    la maldad del Consejo de Administracin, sino

    porque la empresa sigue siendo capitalista.

    Y si esto suceda en el rea de Produccin Social,en el sector privado la batalla de la produccin erams dicil: los trabajadores no pueden ser movili-zados para aumentar la produccin a sabiendas deque continan trabajando para los patronos, que elrgimen capitalista contina y que los benecios vana parar a las arcas de la burguesa. La nica medidaen este sector ueron los Comits de Vigilancia, loscuales slo ueron rganos de denuncia y desapare-cieron luego en 1971, sobre todo porque haban sidocreados en empresas que luego pasaron al rea deProduccin Social.

    De otra parte, la poltica indiscriminada decontrol de precios empez a aectar las relacionescon el sector considerado como apoyo potencial: laspequeas y medianas empresas. El bloqueo se man-tuvo inclusive en las empresas del Estado destinadasa la produccin de materias primas y esto permitia las empresas privadas altamente desarrolladas

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    http://lavozdebida.fles.wordpress.

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    http://es.wikipedia.org/wiki/Salvador_Allende

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    adquirirlas a bajo precio, en detrimento de las pequeas y medianas quecarecan del capital necesario para esta operacin. Algo similar ocurrien el campo de la poltica de crdito, pues a pesar de la estatizacin de

    la banca (96%), no se organiz la banca nacional ni se implement uneectivo instrumento de colocacin dierencial del crdito.

    En sntesis, los capitalistas continuaban obteniendo benecios, peroen razn de la amenaza que representaba para el sistema el programade la Unidad Popular, se abstenan de invertir, nanciaban el consumosuntuario y desviaban sus recursos hacia el acaparamiento y la especu-lacin.

    Una correccin de esta situacin ue planteada, dentro de la mismalnea reormista, por el Ministro Vuskovic. Su planteamiento central era

    aectar el excedente de la burguesa con medidas como estas:

    ampliacin del rea de produccin social establecer ms cargas a las capas superiores de la burguesa introducir una poltica discriminatoria de precios hacer obligatoria la inversin en el sector de bienes de consumo suspender el pago de la deuda exterior y abrir otras negociaciones

    Esa posicin ue nalmente derrotada por la lnea tmida del re-

    ormismo, liderada por el Ministro Millas: se trataba de consolidar lasexpropiaciones hechas y de restaurar la conanza de la burguesa en elGobierno. Esto deba traducirse en tres medidas principales:

    garantizar benecios a los capitalistas medianos y pequeos limitar el rea de Produccin Social a 91 empresas impedir el control obrero de las empresas

    Ante la presin de la burguesa se accede al alza de precios, perono se hace en orma discriminada en trminos avorables al rea deProduccin Social. Con ello se aect an ms la capacidad de consu-mo y se redujeron los eectos de la poltica redistributiva. El eecto esclaro: el crecimiento industrial decae en 1972 a 2.4%, cuando en 1971haba sido de 14,2%; el aumento de la agricultura es en 1972 de slo1,2%, mientras que en 1971 haba sido de 3,5%; la demanda continaen expansin, el desaprovisionamiento crece y todos los grupos socialesentran en disputa por la apropiacin de los bienes de consumo, generali-zndose los enmenos de especulacin y acaparamiento.

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    Nuestra Amrica

    Lea prlearia lea elecralLa alternativa para la clase obrera en esta situacin

    no poda ser otra que asumir las tareas econmicas

    que los capitalistas se negaban a cumplir o que boico-teaban. As lo planteaba el Movimiento de IzquierdaRevolucionaria2:

    Si los patronos se rehsan a producir, a transpor-tar, a distribuir y a comercializar, el pueblo puede ydebe tomar en sus manos estas actividades. La claseobrera no tiene necesidad de grandes capitalistas paracumplir sus tareas.

    La tarea undamental de los trabajadores para

    resolver las crisis y eliminar las causas que la originan,es la expropiacin de los grandes capitalistas de la in-dustria y del comercio, del transporte, de la agriculturay de las minas, as como los medios de comunicacinde masa que los sirven. Esta tarea debe ser complemen-tada por el CONROL OBRERO de las actividadesque permanecieron en el sector privado

    Esto no podr realizarse sino desarrollando unPODER ALERNAIVO del poder patronal bur-

    gus. Este poder no podr surgir sino de la lucha yde la movilizacin del pueblo, de su unicacin porla base y de su organizacin a nivel comunal, creandolos Consejos Comunales de los trabajadores.

    Este Poder Alternativo empieza a gestarse poriniciativa de las masas con ocasin de la crisis polticade octubre de 1972: control de la distribucin demercancas y materias primas, reapertura y controlde locales e industrias, preparacin militar. Pero laUnidad Popular, obrando siempre dentro de la timi-dez reormista, deere todo a las elecciones de marzode 1973, obstaculizando las iniciativas populares: seeliminan las atribuciones principales de las Juntas deAprovisionamiento y Control de Precios, se suprimela distribucin directa por el Estado (Dinac) a lascooperativas de industrias y poblaciones, se scalizae interere por la uerza pblica la denuncia de los

    2 Documento del MIR del 19 de octubre de 1972.

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    especuladores, se aplica la ley de armas paradetener las organizaciones de deensa, sedevuelve la radio Agricultura y los diariosLa Maana y El Sur, se devuelven las

    industrias electrnicas de Arica y otras con-troladas por los trabajadores a raz del paro,se devuelven los supermercados y grandesalmacenes controlados por el pueblo, segarantiza la no estatizacin del transporteprivado.

    La oensiva de las masas se rena y todose concentra en la batalla electoral, sealadacomo rbitro entre la Unidad Popular y laburguesa. El debilitamiento y la desmovi-lizacin del movimiento popular abren elpaso al golpe militar y en las mejores condi-ciones para la burguesa y el imperialismo.

    La apliicia e las fuerzasarmaas el lpe miliar

    Pasadas las elecciones y dentro del mis-mo proceso inestable que slo logra impedirla destitucin constitucional de la Unidad

    Popular, se abren dos alternativas: el ree-rndum, imposible, pues las condicionesde xito son ningunas, como lo estableceel resultado electoral reciente, o el entendi-

    miento con la Democracia Cristiana, igual-mente imposible por cuanto la oensiva dela burguesa slo admite la claudicacin.

    La conrontacin militar est en el on-do y ya es muy tarde para encararla. Qudemuestra esto? En primer lugar un proble-ma de ondo. Las clases dominantes no re-nuncian a su situacin sin antes luchar contodos los medios. En este sentido NO HAYUNA VIA PACIFICA AL SOCIALISMO,lo cual no quiere decir, como bien lo sealaSweezy3, que slo los medios violentos sonapropiados para la transicin, sino simple-mente que en una etapa cualquiera del pro-ceso la conrontacin violenta es inevitable,y es por ello que su consideracin debe estarincluida dentro de toda estrategia y tctica

    3 Paul M. Sweezy, Op. Cit.

    https://reader009.{domain}/reader009/html5/0421/5ada806312282/5ada807707fa1.jpg

    http://lavozdebida.fles.wordpress.

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    socialistas. Hay, pues, que prever todo loposible para la conrontacin armada.

    Este aspecto no estaba contemplado den-tro de la visin programtica de la Unidad

    Popular, pues a su planteamiento se oponala concepcin igualmente reormista-liberalacerca del carcter de las uerzas armadas enla sociedad chilena.

    La Unidad Popular antes que prepararsepara la conrontacin buscaba eludirla,pretextando la imposibilidad de constituirun ejrcito popular y de llevar al pas a unaguerra civil. He ah la timidez de la ideolo-ga pequeoburguesa que piensa que debedisrutar de las conquistas del socialismo,ahorrando todo sacricio. En el estadoactual del desarrollo del capitalismo no esposible pensar en alcanzar el poder para elproletariado despus de una breve insurrec-cin popular de pocas horas, sino que loque le espera a las uerzas populares es unaguerra prounda y prolongada, y la estrate-gia estriba en elegir el mejor momento para

    iniciarla. En el caso chileno es evidente queese momento no era el de los das o mesesanteriores al golpe. Quizs lo hubiera sido elde abril de 1971 cuando el apoyo al rgimen

    se sustentaba sobre el rgimen de la polti-ca econmica a corto plazo y la elevacinporcentual electoral. En ese momento elreerndum habra podido ser planteado yslo habran quedado por uera del controllas uerzas armadas.

    Pero lo que es ms grave es la concep-cin acerca del carcter apoltico y no inter-vencionista de las uerzas armadas chilenas,que hizo pensar a la Unidad Popular enque, para avanzar en la transicin, bastabamantener y ortalecer el sector llamadodemocrtico de las uerzas armadas o almenos garantizar en su seno una situacinde equilibrio.

    Se desconoca el carcter de aparatorepresivo propio del Estado burgus queostentan las uerzas militares y se postula-ba su neutralidad, hasta tal punto que se

    http://www.ickr.com/photos/undaciongap

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    estimaba que podran ser utilizadas por cualquier clase o grupo de clases. Esla aplicacin concreta de las tesis reormistas y revisionistas que pretendenutilizar el mismo Estado burgus sin transormarlo, o un sector de l, quizs

    el ms importante: las uerzas armadas.Pero la ideologa del legalismo de las uerzas armadas aceptada por el

    gobierno de la Unidad Popular no deja de ser, adems, una ingenuidadpoltica alarmante. La apoliticidad y no intervencin de las uerzas mili-tares chilenas permite erigirlas en una excepcin dentro del cuadro latino-americano? No. Como lo ha demostrado Alain Joxe, lo que sucede es quelas intervenciones de las uerzas armadas en Chile son tan importantes ydecisivas (la Marina creada en 1801 y el Ejrcito en 1924), que han podidoremodelar el Estado con tal eciencia que se hacen intiles intervenciones

    numerosas. Esto produce, por ello, una ilusin ptica reconstituyendo unsistema en el cual la intervencin militar en los asuntos polticos no es ne-cesaria. Segn los trminos de Joxe lo que sucede es que una intervencinmilitar en Chile equivale a 10 en otros pases: es perecta. Y esta de Pinochetlo conrma. La tranquilidad poltica de los militares chilenos proviene de lasatisaccin durable que proporciona el trabajo bien hecho.

    De otra parte, las uerzas armadas chilenas ostentan particular signica-cin en el mbito latinoamericano. Su proporcin de 6 militares por cada milhabitantes las coloca en la dcada de 1960 en el segundo lugar, despus de

    Cuba; guran en el grupo ms elevado de ayuda militar a ttulo de donacio-nes, inmediatamente despus del Brasil y antes que Per o Colombia. Chilees uno de los beneciarios privilegiados en ayuda militar y equipo. Lo mismoacontece en el campo de entrenamiento militar en los Estados Unidos.

    El juego burocrtico con el ala constitucionalista de las uerzas ar-madas llev la ingenuidad a lmites casi inconcebibles: el 21 de julio unaradioemisora de derecha transmite mensajes en clave desde Puerto Monttdice: Somos ms de lo que pensbamos. Caperucita Roja est tambin connosotros, expresin que la sagaz imaginacin popular asoci cilmente,por la obvia amiliaridad con los cuentos inantiles, con la gura de aquelmueco de madera, que ese mismo da en carne y hueso ultimaba con elGobierno y la Central nica de rabajadores el plan de deensa antigolpistadel da siguiente, y que concurre a la sesin extraordinaria del Consejo Su-perior de Seguridad Nacional el da 22 de julio en asocio del General Leighy del Almirante Merino, los tres que luego integraran la Junta Militar.

    Producida el golpe militar son ya otros los interrogantes que se planteany, obviamente, a la luz de la experiencia vivida, que ha sido dolorosa perorica en lecciones de teora y prctica revolucionarias.

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    http://simbolospatrios.cl/thumbnails.php?album=73&page=5

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    Nu

    estraAmrica

    Salvador Allede:El Compaero Presidete

    Jess Gualdrn

    Proesor

    Yo cumplir mi mandato.Tendrn que acribillarme a balazos

    para que deje de actuar...Salvador Allende

    Aqu estamos enterrando alpresidente Salvador Allende.

    Vayan y cuenten a sus amilias, para que todo elmundo lo sepa. Que no le alte una for en su tumba.

    Hortensia Bussi de Allende

    Salvador Guillermo Allende Gossens naci en Santiago de Chile, el26 de junio de 1908. Era mdico de proesin: una eleccin que mostrtempranamente su decisin de comprometerse con los discriminados,humildes y necesitados. Ya en sus pocas de estudiante se vincul ac-tivamente a las luchas polticas y se convirti en lder del movimientoestudiantil progresista de Chile. Por aquellos aos (1931-1932) cono-ci tambin la persecucin de la dictadura militar del general Ibez.Fue detenido en varias ocasiones y juzgado por su participacin en la

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    resistencia contra el despotismo1 y en la direccinde la organizacin estudiantil Avance. En este pe-riodo, comienza su estudio de las obras de Marx y

    Engels, especialmente de El maniesto del PartidoComunista y de El Capital, as como de las deLenin, de quien apreciaba particularmente El im-perialismo, ase superior del capitalismo y Estado yRevolucin. En los grupos de estudio de la organi-zacin estudiantil se lean y discutan estos trabajostericos, y era l precisamente uno de los que conmayor ahnco alentaba esta prctica. En 1932 mueresu padre y, ante su tumba, Allende promete dedicar

    su vida a la lucha por la liberacin de los trabajadores.En abril de 1933 participa en la undacin del

    Partido Socialista de Chile y se convierte en el diri-gente de la nueva organizacin en Valparaso, ciudaden la que se desempeaba como mdico legista. Apartir de all, Salvador Allende estar cada vez mscomprometido con las luchas polticas y socialesde su pueblo: bien como autor de estudios sobre elsistema de salud pblica, como editor de peridicos

    de asociaciones mdicas, o bien como SecretarioGeneral del Partido Socialista de Chile (1945-1970),como parlamentario2, e, incluso, como ministro deSalubridad durante el gobierno del Frente Popular,encabezado por Pedro Aguirre Cerda del Partido Ra-dical. En esa uncin propone al Congreso un pro-yecto de ley sobre el seguro social, el cual es aprobadoen 1940, convirtindose de hecho en uno de los msimportantes gestores del Servicio Nacional de Salud

    1 A causa de su activa participacin en el movimiento huel-

    gustico de comienzos de 1935 y sus denuncias sobre la

    masacre cometida por el gobierno autoritario de Alessandri

    que cost la vida a 360 campesinos y la libertad a miles de

    trabajadores, Allende ue deportado a la aldea de pescado-

    res Caldera ubicada a 850 km. al norte de Santiago, en don-

    de lo mantuvieron confnado durante 6 meses. El rechazo a

    esta medida despert una enorme ola de solidaridad y con-

    tribuy a proyectarlo como una fgura de alcance nacional.

    2 Fue elegido en repetidas ocasiones senador y ocup la pre-

    sidencia del Congreso chileno entre 1966 y 1969.http://

    it.w

    ikipedia

    .org/wiki/Salvador_Allende

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    (SNS), cuyos logros ueron permanentemente reconocidos en el mbitointernacional. En 1939 haba aparecido su libro La realidad mdico-social. Como educador ue Presidente de la Escuela de Medicina de

    Chile desde 1949 hasta 1963.A partir de 1939 comparti su vida con Hortensia Bussi de Allende,

    proesora de Historia y Geograa y bibliotecaria, con quien tuvo 3 hijas.encha, como era conocida popularmente, sobrevivi el 11 de septiembremilagrosamente al bombardeo de la residencia presidencial en Santiago.La dictadura le permiti al da siguiente estar presente en el entierro desu esposo en Via del Mar. Despus de la dolorosa despedida, parti alexilio en Mxico, bajo la proteccin del presidente de ese pas.

    Allende ue un hombre multiactico y un incansable luchador por

    la justicia social en su patria. Particip activamente en la undacin delFrente Popular en 1951, y en 1952 ue designado candidato a la presi-dencia de la repblica por esa organizacin a la que tambin pertenecael partido comunista chileno. Por primera vez presenta al Congresoun proyecto de ley para la nacionalizacin del cobre, el ms importanterecurso natural del pas austral. odava ser candidato en 1958 y en19643 por el Frente de Accin Popular (FRAP), antes de ser elegidoPresidente de Chile el 4 de septiembre de 1970.

    Pero su accin poltica revolucionaria no se circunscribe solamente a

    Chile. Allende era un internacionalista. En 1967, encabez la delegacinchilena a la Conerencia ricontinental en La Habana. No visitaba la islapor primera vez: ya lo haba hecho en enero de 1959, a escasos das deltriuno del Ejrcito Rebelde sobre la dictadura batistiana. De esa pocadata su amistad con los principales lderes de esa revolucin, incluyendoal Ch Guevara, con quien, ms tarde, en 1961, denunciar en Puntadel Este (Uruguay) el carcter imperialista de la Alianza para el progre-so. Son conocidos sus viajes a la Unin Sovitica (1967), Cuba, Laos,Cambodia, la Repblica Popular de Corea y la Repblica Democrticade Vietnam (1969), en donde tuvo un encuentro con Ho chi Minh.En unciones presidenciales establece relaciones diplomticas con Cuba,con la Repblica Popular de China y con la Repblica DemocrticaAlemana.

    Una de las caractersticas ms importantes de la accin polticade Allende ue su permanente bsqueda de la unidad de los sectores

    3 Despus de su tercera derrota en septiembre de ese ao, Allende, al ser preguntado

    por periodistas sobre su uturo poltico, respondi: Cuando muera, escribirn como

    epitafo en mi tumba: Aqu descansa Salvador Allende, el uturo presidente de Chi-

    le.

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    revolucionarios y antiimperialistas y de los trabajadores chilenos. Y denitiva ue su con-tribucin para que, en diciembre de 1969, surgiera la Unidad Popular (UP), un momentocumbre en la bsqueda de la creacin de un instrumento poltico capaz de liderar las luchas

    democrticas del pueblo chileno. De la UP hacan parte el Partido Socialista, el PartidoComunista, el Partido Radical, el Partido de Izquierda Radical, el Movimiento de AccinPopular Unitario y la Accin Popular Independiente. Ms adelante, en 1973, adhirieronel MAPU Obrero y Campesino y la Izquierda Cristiana. Signicativamente, la coalicin

    contaba con el apoyo de la Centralnica de rabajadores (CU).La Unidad Popular, la alianzapoltica que a nales de la dcadade los 60 plantea la llamada Va

    Chilena al Socialismo y que cons-tituy la base de sustentacin delgobierno del Presidente Allende,no es un invento poltico ni unaalianza coyuntural para alcanzarel poder, sino el resultado de largasluchas de amplios sectores de lasociedad chilena por proundizarla democracia y garantizar una

    autntica justicia social, animadosdel rme propsito de impulsarun proceso de transormacionesproundas que abriera paso a unanueva sociedad.4

    La va chilena parta de la po-sibilidad de que un pas pudierahacer trnsito hacia el socialismosin recurrir al expediente de lalucha armada. En el contexto delos aos 60, y sobre todo teniendoen cuenta la enorme infuencia

    ejercida por la Revolucin Cuba-na en todo el continente, tal ormulacin resultaba novedosa; en ltimas, se orientabapor la estrategia de crear un nuevo bloque de poder que hiciera posibles las transorma-ciones econmicas y sociales necesarias para superar la dependencia y el subdesarrollo y

    4 Anbal Palma, ex ministro de la Unidad Popular. Vase: http://salvadorallende.blog.lemonde.fr/category/testimo-

    nios/

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    emprender la construccin de una sociedad justa. La implementacindel programa de la UP debera cumplir con ese propsito. Se trataba,indudablemente, de un conjunto de propuestas que amenazaba al siste-ma de dominacin vigente y los privilegios de los grupos dominantes,

    como tambin, los intereses de empresas extranjeras que operaban enChile obteniendo cuantiosas utilidades.5 El presidente Allende estabaconvencido de que las circunstancias histricas chilenas haran posible elcamino de transormaciones estructurales de proundo calado y de quecada pueblo debera poder optar de acuerdo con sus circunstancias porla va ms adecuada hacia los cambios revolucionarios que condujeranal socialismo.

    La implementacin del programa de la UP ue una realidad cotidia-na en Chile. Las nacionalizaciones de empresas extranjeras, el rescate delcobre para el pueblo chileno, la proundizacin de la reorma agraria, laparticipacin de los trabajadores en la gestin de las empresas, por unaparte, y un sinnmero de medidas sociales para mejorar las condicionesde vida de los chilenos, por otra, se cumplieron al pie de la letra durantelos tres aos que dur el gobierno de Salvador Allende, a quien su pueblollamaba cariosamente Chicho.

    La reaccin de las clases dominantes en Chile en alianza perma-nente con el imperialismo estadounidense se tradujo desde antes de su

    5 Ibdem.

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    Nuestra Amrica

    eleccin y durante el periodo de su gobiernoen toda clase de planes de desestabilizacin,saboteo y atentados terroristas para minar

    la infuencia y consolidacin del proyectorevolucionario. Hoy es sabido, como con-secuencia del levantamiento de la reservasobre documentos ociales del gobierno delos EE.UU. de la poca, que tanto Nixoncomo Kissinger se emplearon a ondo hastalograr el derrocamiento y sacricio del pre-sidente Allende. La historia se ha encargadode condenar a los criminales, que han co-

    sechado el repudio de la conciencia demo-crtica universal. anto los amos como loslacayos: al es el caso de Pinochet, jee de lajunta genocida y antipatritica que sembrde terror la cotidianidad chilena durante 19aos y abri las puertas del pas para la im-plementacin sin cortapisas de un modelode desarrollo antinacional y antisocial ins-pirado en el neoliberalismo y en la absoluta

    preponderancia del capital transnacional.A cuarenta aos de su derrocamiento y

    asesinato, Salvador Allende como un aroluminoso contina presente en las luchasde los pueblos latinoamericanos y del mun-do entero. Su ejemplo de compromiso yentrega incondicional por la causa de la jus-ticia social y el bienestar de los trabajadoresse agiganta en las actuales circunstancias deresistencia universal contra el capital trans-nacional y sus agencias de empobrecimientoy muerte.

    Mantendremos en alto su memoria y sulegado! Y, venceremos, Compaero Presi-dente!

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    Capitalismorampa

    nte

    Las esperazas desodasde la ueva Sudfrica

    Marcello Musto

    Proesor de teora poltica

    York University, Toronto

    Quienes, visitando Sudrica, deseen comprender los su-cesos que han distinguido la dramtica historia de estepas no pueden prescindir del Museo del Apartheid. Situado a pocoskilmetros del centro de Johannesburgo, representa uno de los lugares

    ms signicativos para emprender el viaje hacia atrs en la historia deuno de los peores casos del colonialismo europeo y, al mismo tiempo,del racismo del siglo XX.

    La atmsera estiva que se respira en el exterior por la presenciade estudiantes que, entre cantos y dulces sonrisas, antes de entrar sedisponen en una la de indumentarias y mochilas de colores, cesa brus-camente en la puerta de acceso. Al Museo no se accede en grupo. Losvisitantes, estudiantes o miembros de amilias son separados uno poruno en uncin del nmero del billete comprado y antes de reagruparsejunto a una otograa de Nelson Mandela revivirn la tragedia de lasegregacin. Los visitantes con nmeros pares entran por el acceso re-servado a los blancos, de quienes se recuerdan los privilegios gozadosy las atrocidades cometidas en el curso de la visita, mientras los impares,en el pasillo contiguo, recorren el trayecto de la brutalidad surida porlos negros y los de color. En la parte inicial del Museo, todos siguen elmismo recorrido, pudindose a menudo mirar y a veces caminar juntos,pero estn siempre separados por una ra reja de metal; no se tocannunca y atraviesan relatos, documentos y experiencias de vida comple-tamente distintas.

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    Capitalismo rampante

    Racism apareiLa colonizacin europea empez en 1486, ao

    en que el navegante portugus Bartolomeu Dias

    super el extremo meridional de rica. En 1652,algunos pioneros holandeses de extraccin calvinista,dedicados a la agricultura, y por ello llamados Boers(campesinos), construyeron un primer asentamientocomo escala de las naves de la Compaa Holandesade las Indias Orientales, la utura Ciudad del Cabo.

    A principios del siglo XVIII comenzaron a llamar-se Arikaners para distinguirse de los colonizadoresingleses llegados despus de ellos; pero el suceso que

    sacudi la historia de esta tierra ue el descubrimien-to, en 1887, de las increbles riquezas del subsuelo. Enpocos aos todo cambi: antes de acabar el siglo XIXen Sudrica se produca ms de un cuarto del oro detodo el mundo y la ama de sus diamantes preciososno era menor. El racismo ue un elemento esencialde la cultura de la poblacin de origen europeo, yhasta el Partido Comunista (CPSA), en 1922, llama los mineros a la lucha por una Sudrica blanca y

    socialista.En abril de 1994, las televisiones de todo el mundo

    mostraron interminables colas de sudaricanos que,durante horas, con paciencia y orgullo, esperaban unmomento largamente esperado: el primer voto y el nde la segregacin racial. Pasados veinte aos se puedearmar que las expectativas de aquellos millones demujeres y hombres han sido incumplidas. La luchapor un pas verdaderamente democrtico se ha vistotruncada por las polticas neoliberales adoptadas porel Arican National Congress. La brutal masacre deMarikana en agosto del ao pasado, tan similar a lasmatanzas en los tiempos del apartheid, donde per-dieron la vida 47 mineros en huelga por el aumentode su salario (apenas 250 euros al mes despus de 18aos de democracia), representa perectamente lasparadojas de esta nacin.

    Frente a la extraordinaria concentracin de rique-za existente un estudio reciente de Citigroup arma

    http:/

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    uventudrebelde

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    ltimedia/otografa/generale

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    http://leblogdemacky.tumblr.com/post/59442930807/

    bogota-apoya-el-paro-nacional-agrario

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    que Sudrica posee todava hoy el subsuelo ms ricodel planeta, estimando el valor de sus reservas minerasen ms 2,5 billones de dlares, en la postguerra este

    pas destacaba, excluida la poblacin de origen euro-peo, por el ndice de mortalidad ms alto del mundo.Ms de la mitad de la poblacin de origen aricanoviva connada en los bantustanes (que cubran ape-nas un 13% de la supercie), donde el poder blancoreleg y a veces deport a las poblaciones localessegn la etnia de proveniencia; la otra mitad habitabaen las townships, aglomeraciones de barracas quelimitaban con las ciudades de los blancos, donde

    se amontonaba, sin derecho civil alguno, la uerza detrabajo negra que sostena la economa sudaricana.En estas zonas la miseria era extrema. Los zapatos tanslo llegaron en 1979, gracias a la Cruz Roja.

    A pesar de la resolucin de condena a laspolticas del apartheid, votada en la ONU en 1962,el veto impuesto a la mocin de 1974 por los EstadosUnidos, Inglaterra y Francia, potencias que se bene-ciaban de las exportaciones de Sudrica, impidi

    la expulsin del pas de las Naciones Unidas. De estemodo, por la ruta del Cabo de Buena Esperanza,transportando ms del 20% del petrleo consumidoen USA y el 70% de las materias primas estratgicas(especialmente platino, cromo y manganeso) paraEuropa Occidental, siguieron navegando ms de2000 barcos al ao y las dbiles sanciones econmi-cas aplicadas no mellaron en absoluto la economa yel rgimen del National Party.

    Prbreza eliberalismEn el momento de los acuerdos de paz que si-

    guieron a la extraordinaria lucha de liberacin, Sud-rica era un pas proundamente dividido. La rentaper cpita de la poblacin de origen europeo era lasptima ms alta del mundo, mientras que la de lade origen aricano ocupaba el puesto ciento veinte.ras la eleccin de Mandela y con la masicacinde las ciudades por parte de la multitud de aricanos

    En la nuevaSudfrica

    las injusticiasheredadasdel rgimensegregacionistahan aumentado. Elnacimiento de unaburguesa "negra"polticamente

    inuyente peroeconmicamentedbil, en suma,de otra litepredadora juntoa la ya existente,ha enriquecido ungrupo de hombresligados al ANC,pero ciertamenteno ha cambiadolas condicionesdel pueblosudafricano. Elapartheidracial se

    ha transformado enapartheid de clase.

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    Capitalismo rampante

    liberados de los srdidos guetos de la segregacin,los blancos comenzaron a trasladarse a barriosresidenciales lejos del centro de las ciudades, donde

    an hoy viven atrincherados en lujossimas casas, unamezcla de villas de estilo hollywoodiense y ortalezasrodeadas de alambre de espino elctrico y guardiasarmados privados.

    En los primeros quince aos de libertad, junto ala gura carismtica e internacionalmente reconocidade Mandela, ha destacado la de Tabo Mbeki. Vice-presidente del primer quinquenio y despus al rentede la nacin arco iris hasta 2008, ha sido Mbeki

    quien ha denido los designios econmicos del pas.En 1994, laAlliance, coalicin electoral compues-

    ta por el ANC, CPSA y el COSAU, la principaly ms combativa ederacin sindical sudaricana conms de 1,8 millones de inscritos, puso en marcha elPrograma de Reconstruccin y Desarrollo (RDP), unconjunto de medidas con el n de crear servicios b-sicos, ocupacin, vivienda y de reormar la propiedadde la tierra con el objeto de reducir la injusticia social.

    an solo dos aos despus, el RDP ue sustituido porun nuevo plan estratgico para el Crecimiento, Em-pleo y Redistribucin (GEAR) que deba permitir,segn las promesas de Mandela y Mbeki, la llegadade inversiones extranjeras, y por tanto el bienestargeneral. En realidad, con el GEAR, a Sudrica lle-garon el neoliberalismo y sus eectos devastadores,tras haber aceptado el pago de la deuda pblica (25mil millones de dlares) acumulada durante la era delapartheid, para lo que ue necesario solicitar un cr-dito al Fondo Monetario Internacional y, por tanto,someterse a sus recetas econmicas.

    De este modo, Sudrica inici una ola de priva-tizaciones masivas; de liberalizacin de los intercam-bios para acilitar la importacin de mercancas abajsimo coste; de ingentes recortes del gasto pblicoacompaados de pinges reducciones scales a todaslas grandes sociedades (cuyas cargas scales handescendido del 48% en 1994 al actual 30%), y de http://www.semana.com/nacion/articulo/la-historia-detras-del-970/355078-3

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    desregulacin del mercado. A pesar de laspromesas de mayor eciencia, de creacinde nuevos puestos de trabajo y consiguiente

    reduccin de la pobreza, estas medidas com-portaron el aumento de los precios de la elec-tricidad, agua y transporte; el abaratamientode los salarios y la fexibilidad laboral; losrecortes en el sector pblico, sobre todo ensanidad, educacin y pensiones; el deteriorode la situacin ambiental con la enormeemisin de CO2 debida a la cantidad deelectricidad suministrada a las multinacio-

    nales al precio ms bajo del mundo, y, endenitiva, la nanciarizacin de la economacon un crecimiento sin creacin de puestosde trabajo (segn TeEconomist, Sudricaes el mercado emergente ms vulnerable).Cualquier anlisis serio de la actual situacinsocioeconmica del pas no puede prescindirde una rigurosa refexin crtica del GEAR ysus neastas consecuencias.

    Junto a esta primera economa, cadavez ms integrada en el mercado global yvinculada a los sectores mineros y nan-cieros, se desarroll una segunda, margi-nal y similar a las recetas econmicas delNobel Muhammad Yunnus. Mediante lamilagrosa transormacin de los pobresen pequeos emprendedores y mediante laseductora ilusin de que los microcrditoseran la posible panacea de todos los males,esta segunda economa ha contribuido,tambin en Sudrica, a una despolitizacinde la pobreza y ha permitido la penetracindel mercado en mbitos de las relacionessociales hasta ahora no mercantilizados.Por otra parte, la tecnocratizacin de lacuestin social, es decir, la anulacin de suscausas econmicas y polticas, es un en-meno cada vez ms diundido.

    Mbeki ha guiado esta transormacinutilizando una retrica de izquierdas contintes de nacionalismo aricano. No por

    nada su poltica ha sido denida como alkleft, walk right, es decir, hablar como laizquierda y caminar hacia la derecha, plan-teamiento del que no se ha distanciado Ja-cob Zuma, el actual presidente de Sudricaquien, a pesar de haber sido elegido en 2009por su nasis en situarse en la izquierda delANC, ha traicionado las expectativas decambio auspiciadas por el COSAU y se ha

    distinguido por una clara continuidad conel pasado.

    http://nothing-remains-thesame.tumblr.com/post/59542999129

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    Capitalismo rampante

    Ua averecia para la izquieraLa conquista de los derechos polticos ha sido un resultado impor-

    tantsimo que no puede ser subestimado, menos an en un pas con la

    historia dramtica de Sudrica. Con todo, el cambio prometido por laAlliance no ha abordado la cuestin social. De hecho, el ANC ha reti-rado de su agenda el tema de la redistribucin de la riqueza y, respectoa 1994, las desigualdades han incluso aumentado (en aquel tiempo elsalario de un trabajador negro corresponda al 13,5% del salario de untrabajador blanco; hoy la relacin ha descendido al 13%). El aumentodel descontento social en las reas urbanas indica que la Guerra a lapobreza, declarada por el gobierno en 2008, tambin se ha perdido. Elnmero de desempleados es superior a un cuarto de la uerza de trabajo

    del pas mayor que durante los tiempos del apartheid y el porcentajede desempleo sera superior al 30% si en la estimacin se incluyeran losdiscouragedworkers, es decir, aquellos que han dejado de buscar ocupa-cin. Adems, medio milln de puestos de trabajo se han convertido enprecarios y retribuidos con salarios ineriores, mientras que muchos delos de nueva creacin estn retribuidos con menos de 20 euros al mes.Este dramtico cuadro ha empeorado con los eectos de la crisis, es decira causa de la burbuja inmobiliaria (respecto a nales del siglo pasado losprecios haban aumentado un 389%); del decrecimiento en los sectores

    mineros y manuactureros debido a la uerte reduccin de la demandaglobal; de la cada de las inversiones, y de la prdida de un milln depuestos de trabajo slo durante 2009.

    En la nueva Sudrica las injusticias heredadas del rgimen se-gregacionista han aumentado. El nacimiento de una burguesa "negra"polticamente infuyente pero econmicamente dbil, en suma, de otralite predadora junto a la ya existente, ha enriquecido un grupo dehombres ligados al ANC, pero ciertamente no ha cambiado las condi-ciones del pueblo sudaricano. El apartheid racial se ha transormado enapartheid de clase, trmino hoy en da ya no de moda pero siempre deactualidad, y el racaso de laAlliance es una advertencia para todas lasizquierdas del mundo. Nos explica que tambin los partidos polticos degran tradicin, especialmente cuando son uerzas gobernantes, acabantraicionando los principios reormistas si extravan su propia raz socialy dejan de ser sostenidos por movimientos de masas. Una vez ms, esdesde aqu, y tambin aprendiendo de Sudrica, desde donde hay quevolver a empezar.

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    Cr

    ticaCultural

    Varekai (Cirque du Soleil)Cuerpo y perfectibilidad

    Diego Fernando Sampedro Vanegas

    Licenciado en Estudios Literarios

    Magster en Filosoa. Universidad Javeriana

    ILa perfecibilia cm psibilia umaa

    La psicologa popular se desvanecer cuando el ser humano

    sea representado exclusivamente por medio de la lengua

    de una utura neurosiologa, que, estando destinada a

    quedarse tan anticuada como la de Aristteles, no tendr

    sitio para sus distinciones y divisiones. Esto signica que el

    cuerpo que es yo se desvanecer como concepto, para ser

    remplazado por el cuerpo que es mo o por el cuerpo sin

    ms, como un complejo sistema electro- qumico -mec-

    nico, suprimiendo por completo el pronombre posesivo,

    como si no quedara un yo para ser su poseedor.

    (Danto; 247, 1999)

    Paul Joseph Goebbels (principal ministro de propaganda nazi) creyen la perectibilidad de la raza humana. No me malinterprete el lectoral pensar que la armacin con la que inicio este texto es una suerte deintroduccin pro nazi, nada ms lejano de la intencin de quien escribe.Pero seramos muy ingenuos si no entendiramos que de la manera msequivocada posible, el discurso del nacionalsocialismo, en sus inicios yen todo su devenir, crea en la consecucin de un hombre nuevo des-provisto de dubitativos sentimientos como la compasin o la piedad. En

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    Crtica Cultural

    el maravilloso cuento Deutsches rquiem, el escritorargentino Jorge Lus Borges trata de adentrarse en lamente de un comandante de las SS que con las ideas

    ms delirantes de grandeza, poder y renovacin delmundo, se permiti apoyar el exterminio entero deuna raza.

    Repito entonces que Goebbels era una de lasbanderas, sino la principal, de esta megalomanasocial que se tom buena parte del mundo occidentalpor ms de un cuarto de siglo. Realiz estudios delosoa, literatura y arte, tena un gusto gastron-mico exquisito y cultiv como uno de sus principios

    vitales el esteticismo de la vida. A simple vista,cuesta trabajo creer que un hombre as haya apro-bado incondicionalmente la creacin de campos deconcentracin y campos de exterminio, sustentadospor un artculo denominado Principios de la propa-ganda de Goebbels, cuyo decimonoveno axioma rezade la siguiente manera: La propaganda debe acilitarel desplazamiento de la agresin, especicando losobjetivos para el odio.

    La empresa de perectibilidad del hombre promo-vida por Goebbels culmin en su suicidio en 1945,posterior al asesinato de su esposa y de sus seis hijos,una vez se enter de que los aliados estaban ganandola guerra. Hoy en da, como bien lo trae a colacinErnesto Sbato, Berln es una ciudad que parece es-tar pidiendo perdn al mundo en todo momento yel ministro de propaganda de Hitler no es ms queuno de los ejemplos ms claros para explicar por quSaramago arm que hay personas que entre msestudian ms estpidas parecen volverse.

    No obstante, las ideas de perectibilidad del hom-bre no siempre han corrido esta suerte atdica. LaRepblica construida por Platn es todo un esuerzointelectual por pensar una polis cuyo centro tico seael bienestar comn, una meritocracia utpica regidapor un rey lsoo justo y sapiente. En nuestros das,es dicil pensar en un proyecto de perectibilidadhumana; entendiendo lo perectible, en contra de

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    N 37, Septiembre de 2013 Bogot, Colombia Contenido

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    la horrsona visin de mundo nazi, comola posibilidad de pereccionamiento, la ex-plotacin de las cualidades de un cuerpo, la

    posibilidad de hacer que la mayor parte desu potencia se manieste en acto.

    El narcisismo caleidoscpico1, el exhi-bicionismo, el anhelo de la consumacinperpetua de los deseos, la declaracin de lamuerte de los metarrelatos histricos y porende de las utopas sociales, son algunos delos actores que hoy en da hacen de la ideade perectibilidad un anhelo caduco propio

    de un momento histrico que, por creer enuna idea plana de progreso, deriv en doscatastrcas guerras mundiales.

    Sin embargo, sea consciente de ello ono, el proyecto dirigido por Guy la Libertdenominado Cirque du soleil, que comen-z en 1984 y que se ha expandido por todoel mundo, se ha convertido en un vestigiode la posibilidad