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Revista Mexicana de Sociología

Cincuenta anos de cultura crítica

~VISTA tEXI(Mi\ E> SOCIOLOGIA AliiO ll • NLIM. 1 ENERO • MARZO 1989

UNA MIRADA RETROSPECTIVA

SARA SEFCHOVICH • ENRIQUE DE lA GARZA

ARTURO lit ARMAN FAAN~OISE PEAUS • SARA GOAOON

LUIS ASTOAGA RAiJL TREJO • RAFAEL LO YOLA

ALICIA ZICCARDI • HIRA Of GOATARI

1189 INSTITUTO D.E INVESTIGACIONES SOCIALES 1 UNAM

Universidad de México

Director: Fernando Curiel Editor en Humanidades: León Olivé

~VISTA Ifli(Mi\ E> SOCIOLOGIA AÑO Ll • NÚM.2 ABRIL .. JUNIO 1919

VISIONES DE MEXICO FRAN~OIS·XAYIER GUE RR A • AlAN KNIGHT

HENRY C. SCHMIOT • FRIEDR ICH KATZ • BA RRY CARA

HANSWERNER TOt1lEA • FAANCIE R. CiiASSEN-lOPEZ

RAYMOND BUVE • JEAN MEYER • HOWARO B. CAMJISEll

DAVID BRADING • JORGE RUFFINHLI • DA VIO L RABY

LOUIS PANABIERE • FRANZ TICHY • SOLANGE AlBEAR O

ANGEL S SOLA . WAL TH ER BERNECKER. JEA N PI ERRE BASTIAN

FAAN~O IS CHEVALIEA • JAMES O. COCHAANE

CLAUOE BATAIU ON • JAMESW. WllKIE

2189 INSTITUTO D.E INVESTIGACIONES SOCIALES 1 UNAM

Editor en Ciencias: Miguel José Yacamán

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Universidad de México

REVISTA DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

''''~''''''''''''''''''''''''''~ Volumen XUV, número 465, octubre 1989

ÍNDICE

2 Presentación

Henri Michaux 3 "Te escribo desde un país lejano"

Miguel León-Portilla 6 Espejo y palabra: presagios del encuentro

José Luis Martínez 9 Hemán Cortés: la declinación y el fin

Pilar Gonzalbo 23 Hijos de la Conquista. Familias novohispanas del siglo XVI

Rafael Diego Fernández Sote/o 28 El sistema de capitulaciones en el descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo

Lucía Maya y Vicente Ouirarte 33 La piel del mar

Enrique Otte 3 7 Cartas de particulares

Margo Glantz 15 Lengua y Conquista

Guillermo Fernández 19 14 de abril

Hernán Lara Zavala 50 Ah Kin Chi

Entrevista con Marco Antonio Campos 57 Iannis Ritsos: escribir con la bayoneta en el costado

Miscelánea

Libros

Hernán Lavín Cerda 62 La interminable carencia

Humberto Rivas 63 Un andamiaje sencillo

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Otrosí que V uestras Altezas hacen al dicho Don Cristóbal Colón su Virrey e Gobernador General = 10das las dichas islas e lierras firmes que como dicho es él descubriere e ganare en las dichas mares ...

Cláusula segunda de la Capitulación de Santa Fe.

D e manera por demás concisa trataré de dar aquí una idea

de lo que ya en otra parte he expuesto, en forma más detalla­

da, sobre las capitulaciones. 1 Para ello dividiré la presente exposición en tres apartados:

l. Lo que las capitulaciones representaban para el rey,

para los religiosos y para los particulares.

2. Lo que las capitulaciones representan para los inves­

tigadores modernos.

3. Modo de acercarse a su estudio.

I. Los actores. Simplemente, para que el lector poco familia­

rizado con el tema logre darse cuenta de la importancia his­

tórica que para el descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo revistieron los títulos jurídicos que ahora revisamos, haremos

énfasis en el valor que a éstos daban el monarca, los religio­

sos de las órdenes mendicantes que emprendieron la conquista

espiritual y, por supuesto, los propios capitulantes.

a) El monarca. Para la Corona castellana las capitulacio­

nes representaban una fuente de ahorro - ya que el particu­lar cubría íntegramente los costos de las empresas de descu­

brimiento, conquista y colonización, sin que a la hacienda

real le costara un solo maravedí- y de ingresos -ya que de

inmediato se imponían al capitulante una serie de obligacio­

nes fiscales en favor de la Corona, como el tener que pagar

el quinto de todos los rescates. Esto independientemente del

hecho histórico comprobado de que únicamente a través de

este sistema se pudo llevar a cabo el descubrimiento, conquista

y colonización del Nuevo Mundo, ya que ni la Corona caste­

llana de entonces -y eso que el rey castellano era a la vez

emperador del Sacro Imperio Romano Germánico-, ni nin­

guna otra corona europea, se encontraban en condiciones de

enfrentaz: los gastos que suponían empresas de esta magnitud.

Aunque ya se venía intentando poner esto en práctica, si

bien de manera parcial, desde los comienzos del descubrimien-

1 Cfr. Diego Femández. Rafael, Capitukuümes colomhinas (1492-1506), El Co­legio de Michoacán, 1987 , 434 pp.

EL SISTEMA DE EN EL

Y CONQUISTA Rafael Diego Fernández Sote/o

o o o o o o o o o o o o oc o

to y colonización del Nuevo Mundo, fue durante el reinado

de Felipe II cuando adquirió rango de ley la disposición que

prohibía que de la hacienda real se distrajeran recursos para ayudar a financiar las expediciones que a través del Atlánti­

co realizaban los súbditos castellanos en beneficio, principal­

mente, de su propio m onarca. Dicha ordenanza disponía que:

Aunque según el zelo y deseo que tenemos de que todo

lo que esta por descubrir de las Indias, se descubriesse pa­

ra que se publicasse el sancto evangelio y los naturales vi­

niesen al conocimiento de nuestra santa fee catholica, ter­

oíamos en poco todo lo que se pudiese gastar de nuestra

real hazienda para tan sancto efecto pero atento que la spe­

riencia a mostrado en muchos descubrimientos y ~avega-.. ~iones que se han hecho por nuestra quenta se hazen con

mucha costa y con mucho menos cuidado y diligencia de

los que lo van a hazer procurando más de se aprovechar

que la hazienda real que de que se consiga el efecto a que

van mandamos que ningun descubrimiento nuevo nave­

gación ni población se haga a costa de nuestra hazienda

ni los que gobiernan puedan gastar en esto cossa alguna

della aunque tengan nuestros poderes é instrucciones pa­

ra hazer descubrimientos y navegaciones si no tuvieren po­

der especial para lo hacer a nuestra costa. 2

Esta disposición fue incorporada, posteriormente, dentro del

texto de la R ecopilación de Leyes de los Reinos de las In­

dias, promulgada por Carlos 11 en el año de 1680, en la ley

XVII , título 1, libro IV.3

b) Los religiosos. En cambio, para buena parte de los reli­

giosos, las capitulaciones resultaron el origen de todos los ma­

les que llegaron, junto a los españoles, a azotar a los indios

americanos. Si bien es cierto que la Corona estaba convenci­

da de que los particulares que organizaban empresas de des­cubrimiento, conquista y colonización a cuenta de la hacien­

da real, obtenían peores resultados que los que cubrían los

gastos de su peculio, también es cierto que éste no era el úni-

2 El texto de las Ordenanzas de Descubrimiento, Nueva Población y Paci­ficación de Felipe II, de 1573, puede consultarse en Diego Femández Sote­lo Rafael " Mito y realidad en las leyes de población de Indias", Recopila­cidn de las ~e;·es de ÚJs rrynos de las Indias, coordinación d~ Francisco de l caza Dufour, Escuela Libre de Derecho, M éxico, Miguel Angel Porrúa, 1987, vol. 5, pp. 209-312. 3 [bid.

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CAPITULACIONES DESCUBRIMIENTO DEL NUEVO MUNDO

co inconveniente que presentaban las empresas particulares,

según lo hacían ver de manera por demás enérgica los reli­

giosos, que conocían la manera en que los empresarios parti­culares se cobraban lo por ellos invertido, como bien lo ex­

plicaba el padre Bartolomé de las Casas, cuyo testimonio

resulta de primerísima mano, ya que él mismo fue capitulante:

Estos ofrecimientos -advertía el obispo de Chiapas-, que

ofrecían al rey, de ir a descubrir, conquistar y poblar las

tierras y provincias destas Indias a su costa, desde que co­

menzaron, han sido causa de grandes despoblaciones y per­

dición de grandísima parte dellas y de haber los Reyes de

Castilla inmensos tesoros perdido y la conciencia, por ven­

tura, puéstoles en grande peligro; y esto causó la cegue­

dad y error que siempre tuvo el Consejo de las Indias, es­timando que, porque el papa las concediese a los reyes para

hacer predicar el Evangelio y convertir las gentes dellas,

que luego les era lícito enviar gente armada y tomar la po­

sesión a ellas por guerra, como si fuera Túnez o Argel o

Fez o otra tierra de la Berbería; e ignorar la diferencia desto

no tiene alguna excusa ni ante Dios ni ante el mundo, por-

..•. ·~ ~r.•"'"illl4'~~.;=--:tl'.r,~_t!'l,(·4· ... -.~-, ~~:

que no les daba el rey de comer por más gentileshombres,

ni por más esforzados para la guerra, sino por letrados ju­

ristas; y por eso, ignorar el derecho sin gran culpa suya

no les convenía, y así son reos, cuanto a Dios y cuanto al

rey, de todos los males y daños espirituales y temporales

y perdición de tan inftnitas ánimas y de inftnitos tesoros,

que los reyes tuvieran si ellos hubieran la verdad del dere­

cho, como eran obligados, sabido. Pluguiera a Dios que

a los reyes hubiera costado cualquiera descubrimiento y

población, en cualquiera parte destas Indias, tantos dine­

ros, que hubieran de ayunar sus personas reales muchos

días, y no admitido a los que a su costa descubrir e po­blarlas se ofrecían, porque otro pelo tuvieran sus reinos

del que tienen y que quizá ternán hasta el día del juicio.

Ofrecíase un tirano de aquéllos, y aun se ofrece hoy, a gas­

tar 20 y 30.000 ducados en el descubrimiento y población,

y aun solían claramente decir en las conquistas, de algún

reino o provincia, los cuales no eran de las viñas y oliva­

res que sus padres le habían dejado por herencia, sino ro­

bados y de la destrucción que habían ayudado a hacer en

otras tierras dellas adquiridos; y sabiendo esto los del Con­

sejo y teniendo manifiesta probabilidad y aun ciencia ex­

perimental , que no lo pedían sino para robar y hacerse ri­

cos y que para conseguir aquel fin habían ~e asolar y destruir y despoblar, con gran infamia e,injuria de Dios

verdadero y en impedimento eficacísimo d~ la:. fe, y que

no habían de guardar ni cumplir ley, ni razón,~ limita­

ción, ni orden que les pusiesen, dejándose a sabrendas ce­

gar, les daban cuanto ¡:cdían, y dejados aparte los peca­

dos que contra Dios cometían y la infamia de su fe y de

su nombre y los daños irreparables que a estas gentes en

cuerpos y en ánimas hacían, pero aun los deservicios que

a los reyes hicieron al matalles tantos cuentos de gentes

(que a maravedí que les dieran de servicio, los privaron

de las mayores y más ciertas riquezas que reyes ni prínci­

pes jamás en el mundo poseyeron); y lo que más agravia

el pecado y ceguedad y gravedad de los que para robar

y matar licencia y autoridad pedían y de los que se las con­

cedían, (aunque en las instrucciones que del daban les pin­

taban por cumplimiento que t rabajasen de los de tener de

paz, por bien, etc.), pero parece y es cosa de escarnio y

barbarísima, que las matanzas y destrucciones que hacían los tiranos representaban ante el Consejo por servicios he-

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chos al rey, y el Consejo por tales los admitía, y daban armas, insignias y privilegios de bien servidos. ¿Qué ma­yor insensibilidad pudo ser otra que aquésta, no sentir que dándoles insignias y armas y privilegios por las muertes violentas, robos, estragos y tiranías que cometían, las apro­baban, y, por consiguiente, las hacían propias suyas, co­mo si ellos mismos las cometieran? Entre otras mercedes que se les hacían era comúnmente hacelles adelantados,

y porque se adelantaban en hacer males y daños tan gra­vísimos a gentes pacíficas, que ni los habían ofendido, ni algo les debían con los mismos adelantamientos que pro­curaron hallaban y hallaron su muerte, como la gallina es­carbando el cuchillo. 4

e) Los capitulantes. Gracias a las enérgicas protestas que los religiosos levantaron en contra del sistema de empresas par­ticulares con que la Corona había decidido acabar de descu­brir y conquistar América, los capitulantes se vieron presio­nados por todas partes: por un lado los religiosos se negaban a administrarles los sagrados sacramentos; por el otro el mo­narca no sólo no les apoyaba económicamente, sino que, luego de las denuncias de gente como Las Casas, empezó a incum­plir con los compromisos que había adquirido frente a los em­presarios particulares. Sin embargo, éstos lucharon porque

a las capitulaciones se les reconociera todo el valor jurídico de ser verdaderas fuentes de derechos y obligaciones para las

partes signatarias, como el. propio Hemán Cortés lo defendió:

Y porque no se pudo ni se puede quitar -advertía el mar­qués del Valle- ni suspender el derecho ni la posesión que yo tengo adquirida por virtud de la dicha contratación e capitulación hecha por Vuestra Alteza y por su Real Man­dato, porque es contrato oneroso que contiene recíproca

obligación, y Vuestra Alteza según derecho es obligado al cumplimiento de lo que en su Real Nombre ha sido con­

tratado y capitulado conmigo tantos años ha, mayormen­te habiendo yo por mi parte cumplido y hecho tan entera­mente todo aquello que fuí y soy obligado de hacer.5

11 . Los historiadores. El valor e importancia que reviste el

estudio de las capitulaciones indianas para comprender la gé­nesis y formación del Nuevo Mundo, adquiere cada vez ma­yor reconocimiento por parte de los especialistas en el tema, según se desprende de los siguientes comentarios.

El fundador de los estudios de derecho indiano, el profe­sor alicantino Rafael Altamira y Crevea, explicaba a sus alum­

nos del doctorado de la Universidad Complutense de Madrid,

a principios de siglo, que:

La producción de las disposiciones legales indianas, de.sde las Capitulaciones de Santa Fe (documento inicial) se hi­

zo, durante mucho tiempo, acumulando en un mismo ac-

4 Cfr. Las Casas, Histuria de las Indias, Fondo de Cultura Económica, Méxi­co, T . III, pp. 234-235. 5 Memorial que Hernán Cortés envió a Carlos V acerca de Jos agravios que le hizo el virrey de Nueva España impidéndole la continuación de los descu­brimientos por la mar del Sur, en Cartas y docummtcs de Hmuín Cortis, p. 609.

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to legislativo (latu sensu) una gran variedad de reglas [ ... ] Nacía entonces una nueva legislación aplicada a un asun­

to también nuevo [ .. . ] Así, sólo fueron mostrando su es­pecialidad poco a poco. Tal es el caso de las capitulacio­ne-s de descubrimiento y conquista [ ... ] Por otra parte,

la intervención de un elemento individual y en cierto mo­do privado, el descubridor y conquistador (o ambas cosas a la vez, sobre todo en los primeros tiempos) imponía con­certar en él la suma de reglas necesarias para la realiza­ción de las diversas funciones que habría de ejercer en ca­da caso y para la resolución de problemas más o menos eventuales. Ambos hechos se opusieron durante algún tiempo, que no fue corto, a la especialización de las ramas y asuntos jurídicos (administrativos y de otra especie en

grupos de legislación netamente distintos). De ahí proce­den la riqueza y heterogeneidad de materias que los docu­mentos de esa clase ofrecen al investigador, según es evi­

dente con sólo leer las Capitulaciones de Santa Fe. 6

Corroborando lo dicho por Altamira, el profesor argentino Ricardo Levene opinaba: "Las capitulaciones firmadas con

descubridores y exploradores y las instrucciones dadas a los gobernantes, constituyeron una valiosa documentación para este estudio de los orígenes legislativos de Indias. " 7

Por su parte Silvio Zavala señala que: ''Cabe mirar el te­ma de la Conquista y de la primera colonización como base del Derecho Indiano o de la historia jurídica colonial de Amé­rica, antecedente a su vez de las instituciones de América In­

dependiente. ' '8

El investigador alemán Ernesto Schaffer opinaba al res­

pecto que: "El origen formal de la nueva provincia en gene­

ral se basaba en un 'asiento', es decir, un contrato particular de un descubridor con el rey o, respectivamente, su repre­sentante, el Consejo de Indias. " 9

El doctor Mario Góngora, de la Universidad chilena, apun­taba al respecto: "La organización indiana no se funda inicial­mente en una ordenación administrativa, sino en capitula­ciones con el descubridor, es decir, en la acción de la iniciativa individual apoyada y privilegiada por la Corona. ''

Fran~ois Chevalier reconoció, como origen de parte de la aristocracia terrateniente americana, a las capitulaciones ce­

lebradas entre el monarca y los expedicionarios particulares. Desde su particular campo de intereses, el historiador me­

xicano Bernardo García Martínez ha subrayado la importancia

de las capitulaciones indianas como fuente primaria de conoci­

miento de la historia de América: "Son el primer testimonio documental-explica-, a veces el único, de muchos viajes realizados y de muchos otros que no pasaron de ser un pro­yecto: Ojalá los especialistas sepan explotar sus riquezas." 11

6 Altamira y Crevea, Rafael, Manual de investigación del derecho indiano, pp. 56-57. 7 Levene, Ricardo, Histona del tkrecho argmtino, T. 11, p. 518. 8 Zavala, Sil vio, Los intereses particulores m la cont¡uista de la Nueva EsfJilña, p. 7. 9 Schiiffer, Ernesto, El ConseJo RMl y Supremo de Indias, T. II , p. 158. 10 Chevalier, Fran~ois, L~ Formation des Grands Domo.ines au Mexique. Terre et societi aux XVI-XVIII sücles, p. 475. 11 García Marónez, Bernardo, Ojeada a las capitulaciones /Jilra la conquista de América, pp. 1-2.

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Aunque podríamos ampliar aún más la lista de autorida­

des que han resaltado la necesidad de partir del estudio de

las capitulaciones para conocer la historia y la legislación de la época colonial de América -y de Filipinas-, creemos que con los citados, por su bien merecido renombre, así como por la diversidad de sus orígenes y campos de especialización, bas­tará para comprender que son capitulaciones de descubrimien­to, conquista y colonización, una fuente de primerísima im­portancia para todo aquel que se interese por el estudio de los primeros tiempos de la Colonia.

III. Modo de acercarse a su estudiQ. Es importante que nos refiramos, para terminar, al método que debemos apli­car para obtener resultados satisfactorios al adentrarnos en

el estudio de las capitulaciones indianas.

La forma recomendable de emprender investigaciones en tomo a estas fuentes histórico-jurídicas es la de centrarse en

estudios monográficos de cada una de ellas. 12 Las ventajas resultan indudables. Se pueden seguir todas las copias que de las mismas se conozcan, cosa que permite ofrecer una edi­ción crítica definitiva que muestre todos los vicios que se en­cuentran tanto en las copias antiguas, como en las modernas versiones que de ellas circulan y, sobre todo, presentar la ver­sión autorizada de ellas. 13 También el hecho de concentrar­se en el estudio de una sola de ellas facilita la posibilidad de

12 Conviene advenir que, hasta ahora, la mayoría de los investigadores que se han ocupado en su análisis, lo han hecho de manera global, lo que, por. diversos motivos que aquí sería muy largo enumerar, ha impedido rescatar buena pane de la riqueza testimonial que encierran las capitulaciones. 13 Un buen ejemplo de este tipo de trabajo lo ha realizado el doctor Anto­nio Muro Orejón, en Sevilla, en su: "Cristóbal Co!ón. El original de la ca­pirulación de 1492 y sus copias contemporáneas' ', en Anuario de Estudios Ame­ricanos, Sevilla, 1951 , vol. VII.

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buscar y analizar una gran cantidad de documentación que

viene a resultar el complemento necesario para alcanzar la visión general indispensable para comprender el momento his­tórico en que surgieron. Así es que convendría ofrecer, junto con el texto autorizado de la capitulación, toda la serie de cé­

dulas, contratos y demás documentos que de su celebración derivaban. Por ejemplo: habría que considerar todas las cé­

dulas y reales provisiones que en sucesión se despachaban tras la celebración de una capitulación . Sólo por mencionar algu­nas, tenemos todas aquellas que se le entregaban al particu­lar por cada uno de los cargos señalados en su capitulación. De ahí que para conocer las empresas de estos capitulantes haya necesariamente que tener en cuenta toda esta documen­

tación oficial accesoria, ya que en ella se desarrollan y deta­

llan cada uno de los puntos enunciados en la capitulación. Un símil que nos ayudará a comprender la importancia

de toda esta fundamental documentación accesoria es el de la constitución política de los países: como es bien sabido, en

el texto constitucional no se hace más que enunciar los prin­cipios fundamentales que han de regir los destinos de las na­ciones; sólo que, aliado de cualquier constitución, se pro­mulgan una gran cantidad de leyes orgánicas y reglamentarias que desarrollan en detalle cada uno de los preceptos consti­tucionales, para que así puedan cumplirse y aplicarse; pero sin dichas leyes interpretativas del texto, y del espíritu cons­titucional, las cartas magnas de las naciones resultarían prác­

ticamente inaplicables a la hora de regir los destinos patrios. Lo mismo podría decirse de las capitulaciones; en cada una

de ellas se enunciaban una serie de principios e instituciones, de derechos y de garantías, así como de obligaciones de todo tipo -civiles, políticas, fiscales, religiosas, etcétera, con las

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que se pretendía que se constituyera y gobernara la nueva

comunidad política castellana que se había obligado a injer­tar el capitulante en el Nuevo Mundo. Pero, al igual que en el símil propuesto, por más extensa que resultara dicha capi­tulación -siempre más reducida que las de por sí breves ins­tituciones políticas- , nunca incluía más que una serie de enunciados generales que dejaban muchas lagunas por resol­ver: ¿cuáles eran las facultades jurisdiccionales que le reser­vaban las capitulaciones de Santa Fe a Colón?, por citar tan sólo un ejemplo entre infinidad de ellos. De ahí que r esulte

fundamental la necesidad del investigador de acudir a revi­sar la documentación oficial complementaria a cada capitu­

lación, para poder comprender cabalmente el contenido y al­cance de las mismas -así como el juez tendrá que estar al

corriente de todas las leyes, decretos y reglamentos que com­plementen y desarrollen el texto constitucional, para así lle­gar a saber qué es, en definitiva, lo que se puede o lo que no se puede o debe aceptar.

Esto en cuanto al carácter público de las capitulaciones se refiere. Sólo que, como acontecía, estos documentos iban acompañados de una variedad rica y sorprendente de docu­mentación privada. Cuando el particular obtenía su capitu­lación, de inmediato, como reacción en cadena, se realiza­ban una interminable serie de pactos, convenios y contratos

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entre él y diversos particulares. Casi siempre - y generalmen­te ya convenido de antemano- lo primero que pasaba era que se firmara un contrato de compañía entre el afortunado capitulante y los poderosos capitales particulares de la época -frecuentemente banqueros genoveses o alemanes-, que se avenían a fmanciar estas costosas empresas a cambio de jugosas contraprestaciones. _

U na vez conseguida la capitulación y el fmanciamiento de la empresa, había que celebrar todavía una gran cantidad de

convenios y de acuerdos con otros particulares interesados en la empresa, muchos de los cuales requerían formalizarse por medio de contratos otorgados ante escribanos públicos. De

entre estos contratos cabe destacar: los celebrados con los due­ños de las naves; con los comerciantes que se obligaban a pro­

ve<';r a la expedición de toda clase de bastimentes; con todos y cada uno de los integrantes de la hueste -marineros, sol­dados, flecheros , caballeros, etcétera.-; con aquellos que se unían con otro propósito, como los carpinteros, herreros, ci­rujanos, clérigos o religiosos, agricultores y pobladores. Con los dueños del ganado, de los frutos y semillas que se lleva­ban también se celebraba el respectivo contrato, y así sucesi­vamente -por lo que la posibilidad que esta rica y variada documentación nos da para profundizar en los superficiales conocimientos que aún tenemos de esas complejas empresas es asombroso. 14

Todavía hay que añadir el caudal documental que surgía después de la celebración de las capitulaciones, y al cual se

hallaba directamente vinculado el capitulante -tanto en la documentación oficial como en la privada-, a todas aque­llas cédulas y provisiones que, aunque relativas a la empresa del capitulante, no se le despachaban a él en lo personal. De esta índole resultaban las cédulas de nombramiento de las dis­tintas autoridades que en representación del rey habrían de supervisar todas y cada una de las operaciones del capitulan­

te, muy especialmente por lo que al aspecto tributario se re­fiere. Así tenemos, como integrantes obligados a todas estas empresas, a los que desde el principio resultaron pieza fun­

damental de toda expedición: los oficiales de la real hacien­da. En consecuencia encontramos que, junto a los nombra­

mientos que se le expedían al propio capitulante, siempre había otros para el contador, el tesorero, el veedor y el factor que irían a cuidar de las ganancias del rey.

Por último , recibía el capitulante una serie de salvocon­ductos y cartas de p resentación para toda clase de autorid-a­des, tanto peninsulares como indianas, tendientes a facilitar­le el apoyo necesario para que él, y los que con él iban a la aventura, llevaran a buen fin aquella empresa que, supues­tamente, habría de redundar en provecho de todos los que habían intervenido en ella: tanto la Corona, como cada uno

de los banqueros, armadores, tripulantes, comerciantes, sol­dados, agricultores, artesanos, médicos, cirujanos; clérigos y religiosos y, por descontado, el propio capitulante. Como se aprecia, he aquí un rico filón para documentar uno de los periodos m ás fascinantes de la historia de la humanidad : el

descubrimiento del Nuevo Mundo. O

14 Los archivos de protocolos notariales de los países hispanoamericanos es­tán a la espera de que se rescate tan extraordinario acervo.

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