Revista MTA N8 - Abril/Mayo 2013

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Edición Número 8 de la Revista MTA. Esto es Schoenstatt.

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Las cosas están cambiando. Y están cambiando en serio. En realidad el cambio viene de antes, creo que alguno lo estará notando recién ahora, y otros lo vieron venir hace ya bastante. Lo cierto es que en el aire se huele algo distinto, y en algunos ese olor nos está penetrando hasta el fondo de nuestro ser.

El sueño de la Revista MTA arrancó hace ya dos años, cuando en 2011 uno de los históricos de la JM de San Isidro, Santiago Velasco, decidió que todo lo que se vive acá no puede quedar dentro de uno, sino que debe grabarse a puño y letra, para los demás, y para la historia. La Revista sobrevivió en sus manos durante todo un año, y al año de su creación la Revista llegó a estar en manos de personas que querían más, aún más. El año 2012, entonces, fue un año glorioso. Ya desde el principio tuvimos en claro una sóla cosa: Queríamos soñar en grande. Y con eso nos alcanzó. Hicimos una Revista MTA más grande, más larga, más atractiva, más ambiciosa. Sabíamos que si queríamos llegar a mucha gente, el proyecto debía no sólo ser bueno en su contenido, sino en cómo se lo presentaba. Estamos bastante seguros, y en gran parte es gracias a los escritores, que pudimos mejorar en ambos aspectos. Además, no sólo queríamos mejorar el diseño para llegar a más gente. También la intención era honrar nuestro Movimiento, honrar ese Schoenstatt al cual tanto le debemos, ese Dios al cual tanto agradecemos. Durante ese año el crecimiento fue constante. Edición a edición, siempre mejoraba algo: Más artículos, mejor diseño, más tiraje, más lectores... Y es acá donde me detengo a repetir: el cambio viene de antes. La Revista MTA es un proyecto que sorprendió a todos, y me incluyo. Creo que Dios quiso que esto siga, que esto crezca, y que a esto no lo pare nada ni nadie. Fue un cambio, fue un “Schoenstatt es mío, Schoenstatt soy yo, Schoenstatt vale y me cansé de que tantos ni sepan de su existencia.”

A todo esto, el mundo no se quedó atrás para alimentar la revolución, con manifestaciones todo el tiempo en una gran variedad de países: todos nos estábamos dando cuenta de que algo tenía que pasar. ¡Y de que algo estaba pasando!

Llegó el 2013. Schoenstatt lo arrancó con otra gran misión en San Nicolás. Luego un campamento nacional de la JM, histórico, insistió, también acá, que el fuego del mundo se estaba apagando, y que justamente por eso, era ésta una gran oportunidad para empezar a cambiar las cosas. Se llamó Tiempo de Fuego. El último día del campamento renunció Benedicto XVI. La noticia nos impactó muchísimo a todos, luego de tantos días de ver una Iglesia tan viva. Pero fue sólo porque no nos dábamos cuenta de que Dios tenía un plan, y de que ese plan estaba funcionando a la perfección.

Finalmente, llegó el 13 de marzo: finalmente explotó todo. En la tarde de ese día el impacto era tal que puedo decir que fue realmente una locura. Incluso recuerdo haber delirado con que los mayas, en realidad, habían tenido toda la razón: se venía el fin del mundo. Pero fue el Papa quien llegó del fin del mundo, y volvimos a nacer. El Papa era argentino. Estoy seguro de que al terminar ese día Dios se tiró a descansar.

Estamos definitivamente viviendo un tiempo de cambios, y cambios profundos. Quizás la euforia es exagerada, obviamente el impacto es mayor en la tierra natal del nuevo Sumo Pontífice. Pero lo importante no es nunca el sentimiento en sí, sino lo que éste genera. ¿Qué genera en nosotros este cambio, este mundo nuevo, esta gran propuesta de Dios?

Con esta nueva edición de la Revista MTA arrancamos un año más de vida intensa y prometedora. Creo que este tiempo que nos toca vivir está increíblemente ligado a la vida de esta Revista. Creo que tenemos que descubrir cada signo de Dios y disfrutarlo al máximo, grabarlo a puño y letra acá, para los demás, y para la historia. Creo que esta edición es la primera de una nueva serie de tesoros que María nos trae de Arriba. Y como si fuera poco, este año nuestro Santuario de San Isidro cumple 25 años. ¿Cómo vamos a festejar tantos años de Vida? El festejo tiene que ser digno de todo lo que se logró hasta hoy, y eso no es nada fácil. Empecemos el festejo ahora, al dar vuelta estas páginas.

La verdadera cuestión es quiénes seremos nosotros en este tiempo de cambios que derrama esperanza y oportunidades. En el mundo es tiempo de respuestas, y en Schoenstatt es tiempo de que el mundo nos conozca. Esto es Schoenstatt. En las páginas de la próxima edición, ¿vas a estar vos?

Editorial

Tiempo de Cambios Pedro Eisner

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¿Te das cuenta que estamos en un momento históricamente potente? ¿Lo dimensionás? Es un privilegio enorme que la mirada de Dios haya pasado tan cerca. Nos recuerda que nuestros aportes pueden tener dimensiones desproporcionadas. Dios pasa con

fuerza, nos habla personalmente y se acerca tanto como si nos gritase al oído. Percibimos que Jesús nos pide algo, que nos invita a su plan. Como juventud no podemos quedarnos al margen.

Cinco días de emoción continua contados por reloj (sin exagerar). Sonrisa intacta durante una semana. Ahora lo escribo y me vuelve a correr un escalofrío por el cuerpo. Pensaba que era un exagerado al comparar esa alegría con el día de mi ordenación, pero veo que es un síntoma común... Bergoglio es nuestro Papa y eso significa un montón de cosas.

Significa que Dios se nos ríe en la cara cuando nos ponemos pesimistas y derrotistas. Significa que es Él quien conduce nuestra historia y que la Iglesia sí se deja inspirar por su Espíritu. Me conmueve una y otra vez pensar que el Señor no se olvidó de su

Iglesia, que nos quiere y nos cuida. Rompe los prejuicios y las especulaciones de la prensa. El Papa Francisco nos interpreta, recoge nuestras inquietudes y el anhelo de una Iglesia audaz, cercana y más sencilla.

Queremos ser “la juventud del Papa” y el Papa Francisco ante todo es un SIGNO. Por eso, para merecernos ese título, tenemos que aprender a leerlo e imitarlo.

Cuando apareció por primera vez en el balcón nos desarmó y nos dejó en silencio en el momento en que se inclinó para que recemos por él. Así rompió un modelo de liderazgo “caudillista” para resaltar la sencillez y la fuerza del equipo. Es un gesto auténtico y fuerte que nos dice: “a la Iglesia la construimos juntos, los necesito, ¿me bancan?, “recen por mí”. El siguiente signo fue llevarle flores a María y poner toda su nueva tarea en las manos de “la Madre”. Y el último signo que quiero compartir es el anuncio potente de la misión. En su carta de Semana Santa para este año, cuando todavía era Cardenal de

Buenos Aires, nos decía:

“Hace años que todos trabajamos por lograr que la Iglesia esté en la calle tratando que se manifieste más la presencia de Jesús vivo… Tenemos que salir de nuestra cáscara y decirles que Jesús vive, y que Jesús vive para él, para ella, y decírselo con alegría... aunque uno a veces parezca un poco loco.”

El Papa Francisco es un signo de que se pueden hacer las cosas de otra manera. El protocolo y las fronteras para amar son inventos nuestros para protegernos de nuestros miedos. Queremos ser la juventud de este Papa que trabaja en equipo, que ama profundamente a María y que es misionero. De este Papa que caminó nuestras mismas calles y que seguramente todavía tiene la tarjeta SUBE cargada en la billetera. De este Papa que se conmovió con nuestros pobres, que se apasionó con nuestro jóvenes… y que esos “jóvenes”… no son “otros”, ¡sos vos!

Por eso te invito a que te tomes un tiempo para pensar qué significa esta voz de Dios para vos. Pero además, que juntos podamos seguir al Dios de la vida que nos dice en el signo de Francisco: “Anímense a hacerle caso a todo lo que inspiro en sus corazones. No se queden al margen, animate a ser un signo.”

P. FacuASESOR JM BS. AS.

Palabrasdel Asesor

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Cuando te dan la libertad de escribir sobre el tema que quieras, te surge inmediatamente el tesoro más grande que tenés: Dios, el misterio de su amor misericordioso y redentor, la Mater, la familia.

Como dice el Padre Kentenich, “dones son tareas”, recibimos la propia familia y la Familia de Schoenstatt como regalo especialísimo y allí mismo está nuestro desafío: construir comunidad en lo más íntimo para regalarla al mundo que nos rodea. Transformar un conjunto de personas que están una al lado de la otra para vivir uno en, con, por y para la otra.

Necesitamos modelar el corazón, aprender a desarrollar nuestra capacidad de empatía para ponernos en el lugar del otro. El aporte original de Schoenstatt, es responsabilizarse por salvar la armonía entre la naturaleza y la gracia, tanto en el pensar, amar, como en el actuar y vivir del hombre moderno. “La falta total de vinculación debe ser reemplazada por una gran plenitud, fortaleza e interioridad de las vinculaciones”, decía el Padre Kentenich.

Queremos ser e ir educando hombres verdaderamente personales, que seamos capaces de ofrecerle algo distinto al mundo, generando un ambiente de vínculos personales: frente a Dios, frente a sí mismos, a los otros, a las cosas.

Necesitamos crear vínculos. En una

sociedad sacudida y disgregada por tensiones y conflictos, a causa del individualismo y egoísmo, por la falta de valores, queremos que no sólo nuestros hijos sino todos los jóvenes, se enriquezcan con el sentido de la verdadera justicia, del respeto por la dignidad personal, de la confianza en el otro, y más aún del sentido del verdadero amor magnánimo y heroico, del servicio desinteresado a los demás, para formar personalidades

armónicas y libres que forjarán una nueva comunidad. Así se hará realidad, la misión de Schoenstatt: El hombre nuevo en la nueva comunidad, en donde vivir y amar es estar entrelazados con otros que me quieren y a quienes quiero. Es tener tiempo para el otro, y que el otro tenga tiempo para mí. Es recibir muestras de afecto porque quien me ama, me dice “qué bueno que existas para mí”.

Amar hace que el otro sea más, que crezca, por el amor que le regalo. Amar es comunicarle al otro algo de mi propia vida y dejarme enriquecer por la vida del otro. El amor es misterio de unidad,

es compartir la vida con todo lo que ella acarrea. Tengo derecho de reposar en tu corazón, allí encuentro hogar, como vos podés reposar en el mío porque el amor es misterio de comunión.

De sentirse amado y valorado, surge el impulso de amar y valorar a los demás. Esforzarnos por construir familias sanas y santas. Dios no nos pide ser perfectos, sino que aspiremos a ese ideal de santidad

a pesar de nuestros límites y caídas. Educar en libertad, amando incondicionalmente y esperando siempre lo mejor del otro. Educar con el propio testimonio.

El Padre mandó a Jesús, para que nos cuente cómo es su Amor. Hoy, nos envía a nosotros, sus hijos. Nuestro lugar de misión, es en medio de todo y de todos. Queremos ser apasionados

y fervorosos, para contagiar a todos el amor misericordioso del Padre. Vivamos con esperanza, convirtiéndonos y perdonando cada día, anhelando vivir el Reino de Dios en lo cotidiano. Pidamos al Señor el saber discernir nuestra realidad circundante para que podamos actuar en ella, sin protagonismos excesivos o intereses personales, sino llevando el entusiasmo de haber elegido el estilo de vida propuesto por Cristo, para que educados por María en el Santuario, seamos instrumentos de redención junto a Él.

¡Quedamos en eso! ¡Permanecemos fieles! ●

Por Juan y Techi Pretel(Federación de Familias Santuario de Confidentia)

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Imagínense una Capilla en el medio de un potrero. Algo así era lo que es hoy el lugar de nuestro Santuario. ¿Qué pasó? Un grupo de familias, grandes, chicos y jóvenes, y entre ellos el Padre Esteban Uriburu y la Hna. Fiatis, tenían un anhelo que les quemaba en el alma: tener un Santuario para que la Mater se estableciera en San Isidro.

Y vino la conquista del Santuario con mucho capital de gracias, como por ejemplo las noches heróicas de oración en la Capilla, con frío y sólo la luz de los faros de los autos que estacionaban en la puerta. Mucha vida, mucha entrega, mucho heroísmo.

Hoy todos sabemos, 25 años después, que la Mater, fiel a su Alianza, aceptó tantos ofrecimientos y que en el Santuario de San Isidro ella recibe, anima y transforma a todos los que día a día la visitan.

En este 25º aniversario creemos que además de llenarnos de alegría y agradecimiento es bueno que volvamos a pasar por el corazón lo que la Campaña del Rosario nos refresca a todos los

schoenstattianos: Que la Mater no sólo quiere quedarse en el Santuario, sino que también quiere salir hacia afuera para cumplir con su misión de llevarnos a Jesús.

Ella quiere caminar nuestros caminos, estar con nuestros amigos, sonreír a nuestros vecinos, abrazar a nuestras familias y llegar a los lugares más olvidados de nuestra ciudad y nuestro país. Y ustedes los jóvenes son de manera especial las manos y los pies de María, sus instrumentos, hoy y para los próximos 25 años.

En ese sentido, este 13 de abril quisimos caminar todos juntos desde el Santuario a la Catedral, por un lado para agravdecer y por

el otro para poner en un gesto el hecho de que la presencia de María en el Santuario es un regalo para toda la diócesis, para toda la Iglesia.

Y este aniversario que puntualmente festejamos el 18 de mayo, vigilia de Pentecostés, es también de alguna manera un pase de antorcha. Como decía el P. Kentenich: lo que heredamos de nuestros padres, debemos conquistarlo para hacerlo nuestro. Tomen la antorcha, porque ese fuego misionero que arde en el Santuario, no sólo está para encender los corazones sino también para quemar el mundo. Llegó la hora de su amor: ¡que arda el fuego! ●

Por Emilio y Flavia Bianchi(Fedración de Familias - Santuario de San Isidro)

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“Estuve esperando que vengan a visitarme hace más de un año…”, esas fueron las palabras de una señora que visitamos en San Nicolás. Al igual que ella, yo también estuve esperando mucho esta misión. Veía a mi hermana y primos irse a misionar, veía jóvenes que se venían desde San Isidro al centro para un rodaje en día de semana, veía cantidad de eventos que se organizaban para juntar plata para la misión, veía jóvenes entusiasmados, 250 jóvenes que ofrecían 10 días de sus vacaciones al servicio de los demás.

ESO, eso era un milagro, porque donde hay amor, siempre hay un milagro. Y yo también quería ser parte de eso. Pero había un problema: la edad. Por eso, papá y mamá accedieron a participar de la misión yendo en familia y así juntos vivir el milagro.

A pesar de las ganas que tenía de irme a misionar con Schoenstatt, camino a San Nicolás ya en el auto, me quise volver. MIEDO. Esa era la palabra. Y así empezaban las dudas: ¿Servirá que yo esté acá?

¿Me aceptarán? ¿Valdrá la pena que mi familia venga? ¿Podré llevar a Jesús a los demás?

Cuando se trata de hacer algo bueno, nada puede interponerse. Por eso, al llegar, todas esas dudas desaparecieron. Es más, me sentí tonta de haber dudado a último momento. A nosotros nos tocó estar en la comunidad de Santa Clara. Apenas pisé el lugar, ya se respiraba a Dios, se sentía su presencia en medio nuestro. Y eso fue lo que hizo que los 44 integrantes de Santa Clara podamos conocernos mejor.

Dentro de la comunidad, se seguía misionando. Todos nos ayudábamos por seguir con el tan querido estilo de vida: cuidarnos con las palabras que decíamos, ser austeros en nuestra vestimenta, hacer nuestras tareas específicas con grandeza.

Éramos un total de 250 personas aproximadamente, divididas en 6 comunidades en distintos lugares de San Nicolás. Era muy loco saber que aunque no nos conocíamos

todos con todos, todos estábamos unidos en la oración, todos rezábamos el uno por el otro.

Muchas veces, nos parece que todo sería igual sin nosotros. Pero acá pude darme cuenta cómo cada uno era importante. Cómo cada uno tenía algo para dar. Cómo cada uno formaba la comunidad.

Con respecto a las visitas a las casas, es increíble como siempre terminamos recibiendo mucho más de lo que damos. Una vez me dijeron que “cuando uno visita a alguien que está enfermo o solo, lo llena de vida”. Me gustaba mucho esa idea, pero descubrí que le faltaba una parte: “cuando uno visita a quien está enfermo o solo, AMBOS se llenan de vida, quien visita, y quien es visitado”.

Lo que más hizo la misión fue llenarme de esperanza. Esperanza de que hay jóvenes que luchan por un mundo mejor. Esperanza de que hay jóvenes dispuestos a dejar todo por seguir a Jesús. Esperanza de descubrir jóvenes que ofrecieron 10 noches de salir a

Por Maggie Pretel

Del 26 de diciembre del 2012 al 4 de enero del 2013,

tuvo lugar la Misión MTA, misión que la Juventud de

Schoenstatt organiza en Buenos Aires hace ya más

de diez años. Compartimos con ustedes reflexiones

tanto de misioneros como de la gente de San Nicolás,

lugar en el cual misionamos desde hace ya dos años.

Pueden encontrar más notas en revistamta.com.ar

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Me llamo Germán. Estoy casado con mi esposa Mariana y tengo 3 hijos. Soy de San Nicolás y quería comentarles mi pequeño testimonio de la linda obra de DIOS en mi persona. En septiembre y octubre de 2011 tuve ese encuentro con CRISTO y desde ahí salí a querer cambiar el mundo. Tenía miles de proyectos y desafíos. Se ponía difícil, pero el AMOR de DIOS me llenaba y sentía lo que me pedía en oración (hasta quería ser cura o diácono o servir toda mi vida a Jesús y a María). Mi locura por Él me dejaba sin noción del tiempo, y es así que llegó sin darme cuenta el 8 de diciembre, Pedro tomó la primera comunión y sentí una envidia sana porque podía comulgar antes que yo, y entonces le encontré el sentido de por qué me llamaba a estar en la IGLESIA.

El 10 de Diciembre se realizó un retiro de Adviento que me confirmó ante CRISTO. ¡Qué emoción sentir ser parte del Cuerpo y Sangre del SEÑOR! Lo recibí siendo conciente de lo grande que pasé a ser. Luego me casé por Iglesia el 17 de Diciembre, y comenzó otra vida repleta del eterno y gran Amor.

LLEGÓ el 27 de Diciembre y fuimos visitados por 3 hermosos y sanos chicos de la Misión MTA. ¡QUÉ FELICIDAD! ¡POR DIOS! No los dejé

ni hablar, estaba en euforia del AMOR de JESÚS, y les conté todo lo que había vivido.

Nos invitaron a sus actos y reuniones, y cuando fuimos nos sentimos tan bien recibidos que ese día hasta fuimos a misa en familia. A pesar del calor, era tan grande el AMOR a DIOS QUE REFLEJABAN QUE NO PODIAMOS PERDERNOS ESA OPORTUNIDAD DE SER HIJOS DEL PADRE. Y seguimos toda la semana. El 4 de Enero, ya 2012, se fueron. Nos sentimos vacíos y tristes, mis hijos y nosotros, pero no quedó todo ahí porque Dios hace todo posible. Me di cuenta que JESÚS me llamaba como laico a ser SU MISION, evangelizar, salir a hablar de ÉL, hacer su obra. Y lo supe luego de la misión a PEREZ MILLAN (del 18 al 21 de Febrero del 2012). QUÉ HERMOSO SER MISIONERO y comprender todo lo que los chicos hacían y por qué lo hacían. Fue una GRACIA de CRISTO más. Así que desde su misión a mi hogar surgieron 5 misioneros más que todo el año estuvieron actuando por y para DIOS.

Se acercaba el mes de Diciembre y esperábamos otra vez a esos mágicos y simples niños cargados de JESÚS, pero ahora del otro lado. Es mucho más bello acompañar a misionar, a compartir charlas, reuniones y proyectos. OTRO

REGALO del CRISTO QUE NOS PIDE SER INSTRUMENTO. Son tantas las cosas lindas que vivimos que me llevaría 3 días escribir todo, pero lo resumo en estas frases. Son una obra pura de Dios. ¿Por qué amamos a Dios? Simplemente porque dio la vida no sólo por mí, sino por todos. Siendo tan humilde y pobre nos liberó, sin matar a nadie y sin revolución destructiva; sólo con su cuerpo, nos liberó, nos hizo renacer y ser verdaderos hijos de Dios.

Espero verlos a todos en Diciembre del 2013. Estoy triste porque se termina la obra, pero feliz de haberlos conocido. Sé que no se termina la amistad ni el amor. Dios nos lleva, seamos fieles y verdaderos ejemplos de su obra divina. No ensuciemos nada, dejémonos amar y amemos a todos. No es fácil, pero sabemos que se puede.

Simplemente gracias a todos. Somos felices gracias a ustedes que encendieron corazones llenos del amor de Dios. Son tantas gracias y bendiciones que sólo me queda rezar, agradecer y servir. Recemos mucho y acompañemos a nuestros pastores para seguir siendo discípulos y buenos misioneros.

Un negro loco que los ama. ●

Por Germán Andrés Munizaga

bailar, por 10 noches de adoración; 10 tardes de hacer programas con sus amigos, por 10 tardes de pasar tiempo con niños, jóvenes y adultos; 10 mañanas de dormir, por 10 mañanas de visitar casas; 10 días de dormir cómodos en sus camas con su ducha propia, por 10 días de dormir en el piso y compartir baños.

A la vez, ver a mis papás y a mi hermanito, Juampi, tan contentos con las experiencias vividas, me ponía feliz. La misión también dio sus frutos en nuestra familia: nos unió mucho más. Nos unió más que nada en la oración. Con Juampi, por ejemplo, nos unió mucho el hecho de cantar los hitasos, como “Estandarte” o “Soy Misionero”.

Nosotros vinimos en familia, pero nos fuimos habiendo participado de una familia más grande, porque cada comunidad formó una familia.

“No podemos callar, lo que hemos visto y oído.” ●

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El 13 de marzo tuvimos una de las más grandes alegrías en lo que va del año. A eso de las 16:10, luego de casi una hora de expectativa, se nos anunció “habemus papam”, y luego de una seguidilla de palabras que nos costó descifrar, entendimos un “Bergoglio”. ¡Cuántas emociones que querían brotar desde lo profundo! Eran tantas que nos superaban... El Cardenal Bergoglio, nuestro Cardenal (permítanme decir “nuestro” aunque yo sea uruguayo), el que estaba tan cerca, pasó a ser nuestro Papa Francisco. Fueron días en que se nos adelantó la alegría Pascual, la ciudad de Buenos Aires se tiñó de amarillo y blanco, en los balcones había banderas Argentinas y banderas del Vaticano, el obelisco se sumó y manifestó el sentir de la ciudad, los carteles en toda la ciudad festejando a Francisco, pantallas gigantes felicitando a Francisco.

El ambiente en esos días era distinto. Y como si fuera poco, nuestro Papa, con sus gestos nos daba, y nos sigue dando, mucho que hablar. Con su manera de ser nos emociona, nos devuelve la “magia de la Iglesia”, esa alegría de ser parte de la Iglesia que nos encanta, que nos vuelve a poner frente al misterio de Dios con mucha sencillez, como lo haría San Francisco de Asís. Con su manera de ser nos recuerda que la Iglesia es de los sencillos, de los humildes de corazón, de los que se encontraron con Jesús y lo siguieron, y en ese seguirlo se transformaron. Con su manera de ser, Francisco, nos exige volver a lo simple, a lo sencillo. Nos hace posible la esperanza, la alegría... es como si con él Dios se hiciera todavía más cercano.

Cómo no va a ser más cercano si es el mismo P. Bergoglio que caminaba las calles de Buenos Aires, que se tomaba el subte, que era accesible, que caminaba por las villas. Es el Papa apasionado por el fútbol, el que como nosotros, toma mate.

El sábado 16 de febrero, apenas unos días antes de que el Cardenal Bergoglio partiera para el Cónclave, los Padres de Schoenstatt tuvimos un encuentro con él. Estaba agendado hace varios meses, mucho antes de la renuncia de Benedicto XVI, pero las circunstancias de la Iglesia marcaron la reunión desde el comienzo.

Llegamos al Obispado varios minutos antes de la reunión, el Cardenal ya nos estaba esperando en la recepción, nos saludó, nos dio la bienvenida y nos condujo a una sala de reuniones. Él había dicho que no prepararía nada, que aceptaba hacer este encuentro si lo que pretendíamos era tener una charla, intercambiar opiniones, preguntas y respuestas. A continuación dejamos algunos fragmentos de esa charla.

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¿Cómo debemos hacer para mantener la unidad y la comunión en la tarea de evangelización, en medio de la diversidad?

Creo que nos daña cuando nos queremos poner uniformes e instalar un criterio de uniformidad en una diócesis o en una comunidad eclesial. En cada caso hay un carisma definido, del que todos participan o deben participar. Sin embargo, si quieren que la cosa sea fecunda y funcione, tienen que abrir el juego a la multiforme gracia del Espíritu Santo. La primera función del Espíritu Santo es diversificar. Es decir, ¡crear el carisma! A vos te da uno, a vos te da otro, y a vos te da otro dentro del carisma común. Y allí hay que discernir si son del Espíritu, entonces hay que dejar lugar para que se manifiesten y vayan creciendo.

Pero a su vez, el segundo trabajo que tiene el Espíritu Santo es crear la unidad. O sea, por un lado arma el lío diversificando, pero por el otro lado crea la armonía. A mí me impresionó mucho un padre griego que, hablando del Espíritu Santo dijo: Ipse armonia est (Él mismo es la armonía). Es decir, es él el que arma la armonía en la

Iglesia. Primero arma el “despiole” y después hace la armonía. Para dejar que crezca una comunidad, o para quien tiene que conducir una comunidad, las dos cosas son claves.

“Si no tenés el corazón abierto para que Él haga, si no te ponés en manos de Él, si no pedís el don

del discernimiento, de los carismas, y no tenés el

anhelo de que Él haga la unidad, no se puede.”

Cuando se pone el criterio de uniformidad adelante, entonces se matan los carismas y se acartona la unidad. Las dos cosas son del Espíritu. El Espíritu no busca una unidad uniforme, y el Espíritu

quiere hacer crecer los carismas que da. Entonces en la conducción hay que discernir los carismas y ayudarlos a crecer en la unidad que el mismo Espíritu da. Necesitamos una unidad variada, diversificada, según los carismas.

Cuando acentuamos por el lado de la uniformidad, se nos da

un fenómeno interesante, que nos suele suceder en la Iglesia, en las diócesis, o en las familias religiosas: la autorreferencialidad. Cuando una diócesis se vuelve autorreferencial, se mira para adentro, se pone narcisista. La riqueza de los carismas, la riqueza de la unidad que da el Espíritu, ¡no se puede controlar! Sí se puede discernir y acompañar, pero no controlar. En cambio la autorreferencialidad sí se controla siempre, entonces se cae en la esterilidad.

Como criterio, busquemos dar lugar a que el Espíritu haga de las suyas, tenemos que garantizar las dos, la diferencia y la unidad, evitando la autorreferencialidad y el narcisismo. ¡Para esto hace falta mucha oración! Si no tenés el corazón abierto para que Él haga,

si no te ponés en manos de Él, si no pedís el don del discernimiento, de los carismas, y no tenés el anhelo de que Él haga la unidad, no se puede.

Cuando hay diferencias, bendito sea Dios, porque eso quiere decir que cada cual va a expresar desde su punto de vista su carisma y en

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comunidad se discierne y se llega a una unidad que no es uniforme. Pero cuando hay internas, ya hay posturas tomadas de tipo autorreferencial, hay partidos. Esto es un problema en la Iglesia, signo de que se está más centrado en el eje del poder que en el servicio. Una interna, por más espiritual que parezca, va en la línea del poder, de la autorreferencialidad, y no en la línea evangélica del servicio. Y esto ya Jesús debió insistir, con la mamá de los hijos de Zebedeo, ¿no? Ella pidió el pedazo más grande de la pizza para sus hijos. Es algo que está desde el principio…

Es curioso, ¿no? Las internas en la Iglesia matan esa otra diferencia, que es propia del Espíritu Santo, y que a la vez armoniza. La Iglesia es rica en dones y en carismas y no es desordenada, es un orden muy grande, crea un orden grande, es el orden según Cristo. No es un orden rígido, aunque tampoco es un desorden en el cual cada uno hace lo que quiere, autorreferencial. Uno puede caer en eso porque pone la uniformidad delante y la acartona, o puede también caer en dejar que cada uno

haga lo que quiera, entonces se forma una comunidad que es incapaz de dar vida.

El Espíritu Santo es como un gran hacedor de nuestro crecimiento, de nuestra unidad, de nuestras diferencias, dentro del carisma que nos llama.

¿Cuáles tienen que ser las prioridades en este contexto de la Nueva Evangelización? ¿Cómo encontrar el camino hacia el hombre de hoy?

A los latinoamericanos yo les diría: ¡Miren Aparecida! Es la orientación comunitaria que todo el episcopado latinoamericano nos da. Aparecida es una conferencia episcopal que tiene una veta evangelizadora, es esencialmente evangelizadora.

“Me gusta más un pastoreo de carne y hueso,

amigable. Qué lindo cuando un cura llega

cansado porque lo cansó la gente, y no porque lo

cansaron las ideas u otras cosas.”

¿Por qué Aparecida se diferencia de las otras conferencias episcopales latinoamericanas? Aparecida no tiene documento previo. Antes se partía de un documento base. Esta vez se presentó sólo un docto de ayuda, que no tenía la pretensión de ser un documento previo, pero que incitaba a la reflexión y daba un espejo de todo lo que decía el Concilio.

Se hizo en un Santuario mariano. Para mí eso pesa mucho. La Virgen

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es madre de Latinoamérica, quiere mucho a Latinoamérica. La Misa se celebraba por la mañana en el Santuario, había gente que iba a Misa ahí, y a la salida nos saludaban. Se oraba con el Pueblo de Dios, el sábado y domingo estaba repleto aquello (unas 20.000 personas).

“La Iglesia tiene que hacer la revolución de

la ternura. La ternura es más fuerte que cualquier

fortaleza.”

Y las sesiones se hacían abajo del Santuario. La música funcional era lo que pasaba arriba, en el Santuario… Desde abajo se escuchaban los cantos de la gente, los rezos de la gente, el cura que estaba predicando. Es decir, éste es el segundo rasgo importante, estábamos metidos en la oración del pueblo de Dios, en contacto con el pueblo vivo y con la Virgen.

Aparecida no termina con un documento, sino que proyecta la misión continental, es un encuentro evangelizador y misionero. Creo que Aparecida tiene una riqueza tal en su concepción, que se vislumbra en el documento, y que obviamente todavía no ha sido aprovechado. Tiene enfoques audaces. Por ejemplo, el enfoque de la pastoral urbana es sumamente audaz. También tiene un enfoque ecológico, en un momento en el que estamos destruyendo la naturaleza ponemos de relieve el Evangelio de la creación… Esto es franciscanismo puro, ¿no?

Tenemos que ir al documento para ver cómo encarar la Evangelización. Hay algunos ejes. Primero, la creatividad. Se nos habla de conversión pastoral. No sigamos haciendo lo mismo que hacíamos,

con el criterio de que esto siempre se hizo. Si seguís haciendo siempre lo mismo, ¡perdiste como en la guerra! Segundo, tenemos que salir a la calle. Es parte de lo anterior, la misión continental, que puede ser programática y paradigmática. Que todo lo que hacemos tenga esa dimensión misionera. Por ejemplo, si hacemos un bautismo, que tenga una dimensión misionera. Hay que misionar y enganchar a la gente que se acerca en esa ocasión. Aunque enganchar en el sentido Evangélico, no de hacer prosélitos.

Para mí el punto más humano

que nos da la inspiración que viene de Aparecida lo resumiría en una frase de un documento del episcopado argentino del año 90 llamado Las Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización. Es una frase muy feliz, al inicio: “La acogida cordial”. Tenemos que tratar bien a la gente, no debemos pastorear a palazos. Me gusta más un pastoreo de carne y hueso, amigable. Qué lindo cuando un cura llega cansado porque lo cansó la gente, y no porque lo cansaron las ideas u otras cosas.

¿Qué opina sobre la renuncia de Benedicto XVI?

La renuncia no fue una

claudicación, sino un acto de gobierno. Su pensamiento es que es tal la problemática actual, que sus fuerzas no dan. Hay cosas en la Iglesia que no están bien. Después de su renuncia empezó a hablar claramente: Dijo que hay que limpiar las porquerías de la Iglesia, habló del demonio en la vida de la Iglesia, de injusticias y de corruptelas. Este gesto desmitifica la durabilidad, algo muy fuerte en los patriarcados orientales. Para mí se trata de una visita del Señor a la Iglesia. La Iglesia es santa y pecadora. Semper reformanda (siempre debe ser reformada).

San Pedro no tenía méritos, sino prontuario. Por ello el que no se sienta pecador, que no hable. Hay que saberse pecador.

¿Qué espera del próximo Papa?

Debe recojer el guante que tiró Benedicto con su renuncia. Que rece, como los Papas anteriores. Que crea que Jesucristo existe y que Él es el Señor de la historia. Que sea un hombre de Fe, de oración, de adoración a Jesucristo.

La Iglesia tiene que hacer la revolución de la ternura. La ternura es más fuerte que cualquier fortaleza. ●

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¡FRANCISCO!

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No sólo son diez días al año, no sólo son carpas y juegos nocturnos, no es ni lluvia ni canaletas, no es cocinar fideos y polenta, no es ir al río, no es lavar los platos ni despertarse temprano, no es estar sentado en una misa ni escuchar a alguien hablar, o tener charlas o escalar una montaña, no, no es eso.

El campamento es la actitud que ponemos en cada minuto en que lo vivimos. Es lo que sentimos cuando gritamos, es el cansancio y las ganas de seguir corriendo, es intentar comprender lo que escuchamos y así crecer, es la risa y la extraña nostalgia que aparece cuando volvemos. Son las historias que vamos a contar de viejos. Es ser todos para todos.

Este año en Mendoza llovió mas de la mitad de los días, a más de la mitad se le mojó todo, algunos se enfermaron, hubo fiebre y tos y varias de las actividades se tuvieron que suspender, y puedo asegurar que gracias a eso, fue

Todos los febreros desde hace ya varios años, la Juventud Masculina (JM) de Schoenstatt de todo el país se junta en un sólo lugar para vivir un campamento único. ¿Qué es el Campamento Nacional de Schoenstatt? Ésta es la respuesta de alguien que vivió Tiempo de Fuego, el campamento de este año.

uno de los campamentos que más frutos dio. Muchas veces en las circunstancias más adversas vemos lo que realmente somos y podemos hacer, por eso la lluvia dio paso al servicio y éste al liderazgo. Cada uno no dudaba en ayudar a otro, en lo que fuera, desde lo más chico haciendo lo que estaba a su alcance, los pequeños gestos son los que nos convierten en grandes personas y eso se sintió en la piel de todos los campamentistas. Entender eso nos convirtió a todos en una gran comunidad.

Como en todos los grandes hechos de la historia, gracias al agua se encendió el fuego, convirtiéndolo en algo inolvidable para muchos, y en una experiencia única. Es todos los años, sí, pero es única e irrepetible.

Estar ahí nunca se volvió un peso, nunca se pensó en el estar perdiendo diez días de vacaciones, sino todo lo contrario. Enorgullecía estar ahí parado, ver eso por lo que peleás reflejado en cualquier cara que mires. Ser parte de esto llena el pecho de algo indescifrable

y sin duda alguna pudimos experimentarlo durante cada uno de los días.

Volvimos con la promesa de regalar eso que tenemos dentro de nosotros.

Una vez al año se convoca a toda la JM de Argentina, una vez al año intentamos juntarnos todos y por una vez al año cada uno tiene la oportunidad de vivir, sentir, ver el alma que mueve a toda esta JM. Al chocarse con gente que jamás

imaginaste, que de alguna forma apuntan a lo mismo que vos, tus horizontes crecen y comprendés, por lo menos un poco más, qué es todo esto. Ves que aquello por lo que luchás realmente vale, que somos muchísimos más de lo que creés, que seas de donde seas, el fuego está y que se manifiesta de muchas formas diferentes pero aún así es el mismo, el mismo calor, la misma energía, las mismas ganas y los mismos gritos. Todo bajo la misma bandera. ●

Por Juan Barba(JM La Plata)

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Al reflexionar sobre lo que es el apostolado lo primero que hice fue buscar el mataburros Y entre varias definiciones hubo una que me llamó poderosamente la atención: “Acercar almas a Dios”. Lo primero que se me vino a la mente fue: ¡Qué lindo, qué fuerte y qué importante! Me parece que no deja mucho lugar a dudas, pero nos lleva inmediatamente a otro interrogante: ¿Cómo hacemos para ser buenos apóstoles?

La primera respuesta que encontré está en el capítulo 13 de Juan: “…En esto reconocerán todos que son mis discípulos, en que se amen unos a otros.” Las palabras de Cristo son contundentes, sus seguidores serán reconocidos porque se aman entre sí, recibieron el amor de Dios y ahora deben transmitirlo a los demás para que ellos también tengan la posibilidad de conocerlo y buscar la felicidad en Él. Nosotros en algún momento de nuestras vidas también hemos recibido ese amor del Tata Dios, nos llamó a la puerta y lo recibimos y esto nos llenó de vida. No podemos hacernos llamar cristianos si no irradiamos ese mismo amor. Es más, no nos serviría de nada atesorarlo, sólo se crece en el amor dándolo a los demás. Eso sí, hay que encararlo con paciencia y perseverancia. Implica

levantarse todos los días con buena cara, dejándole el asiento a las mujeres en el bondi, deseándole un buen día al colectivero, saludando a los garitas, tratando de acercarle comida a alguna persona que pide en la calle, ayudando a algún hermano con las materias, etc. En definitiva son millones los pequeños gestos que podemos hacer que poco a poco van moldeando la vida de las personas

y que tienen el mismo efecto que una onda expansiva. ¿O acaso no nos reconforta cuando alguien nos agradece alguna atención? Como jóvenes somos más dados para las acciones puntuales y con resultados mucho más notorios e instantáneos, y seguramente nos cuesta ser constantes con las cosas cotidianas. ¡Ánimo! Es un gran desafío y una excelente oportunidad para crecer como personas.

¿Acaso se trae una lámpara para meterla debajo de un cajón o debajo de la cama? Nosotros los jóvenes somos la luz del mundo

La segunda respuesta es una consecuencia de la primera: el Tata nos mandó a este mundo con diferentes talentos. Ahora, el que podamos entrar o no a la gran fiesta en la otra vida va a depender de lo que hagamos con ese talento. Que no los bloqueé la inseguridad, tengan plena confianza en Dios. No nos va a pedir nada imposible, ya nos dio las armas necesarias para la batalla que nos toca a cada uno.

Tenemos que pulir y usar bien esos dones que nos dio el Padre.

El Papa Pancho, como me gusta llamarlo a mí, llamó personalmente el martes por la madrugada para recordarnos estos mandamientos. Nos dijo que nos cuidemos

entre nosotros, que cuidemos a la vida, a la familia, a la naturaleza, etc. Y fíjense que no nos dijo “ACUÉRDENSE”, “PREOCÚPENSE”, no. Nos pidió expresamente que nos OCUPEMOS, que CUIDEMOS del prójimo y los desprotegidos. Tenemos la histórica oportunidad de ser nosotros el cambio que tanto se le pide a la Iglesia, la sal del mundo, los espejos del Amor de Dios, no podemos sentarnos y ver pasar esta oportunidad sin hacer nada. Él ya nos tiró la posta y nos dio el ejemplo para seguir ser humildes y ocuparnos de nuestro prójimo. Ahora la pregunta es, ¿Qué vas a hacer vos con tus talentos? ●

Por Felipe Sabatté

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