Revista oct nº 069 ene dcccxcviipdf

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REVISTA DE HISTORIA MEDIEVAL Y TEMPLARIA

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B ,

c Contenido c

PORTADA

LAS CATEDRALES DEL MUNDO. (Santiago de Compostela).

CONQUISTADORES ESPAÑOLES. (Francisco de Villagra Velázquez)

LOS REYES GODOS. (Sisebuto).

NOTICIAS OCT. (Campaña de Reyes).

LOS PAPAS DE LA HISTORIA. (San Julio I).

REYES DE ESPAÑA, DE 1474 A 1873. (2ª Casa de Austria).

(Carlos II).

EL RINCÓN DE JOAQUIN SALLERAS.

GRANDES BATALLAS. Batalla de las Islas Formigues.

JOYAS DEL ROMANICO ESPAÑOL. Monasterio de San Salvador

(Cornellana)

LEYENDAS Y TRADICIONES POPULARES. (Leyenda de San Dominguito de Val).

CONTRAPORTADA.

c Editorial c

Federico Leiva Paredes Director.

c Colaboradores c

Joaquín Salleras Clarió (Historiador de Fraga).

Albert Coll Vilá

Josep Ricard Vento

Juan A. Portales

Frey Jesús

Fredy H. Wompner

c Envio de artículos c

Email: [email protected]

c Contacto c

www.oct.org.es

EDITA: OCT

(Orden Católica del Templo)

La OCT no se responsabiliza de las opiniones o doctrinas de los autores, ni de la posible violación de autoría y originalidad de los trabajos, colaboraciones o artículos enviados a esta redacción. Los autores serán los únicos responsables de todas las cargas pecuniarias que pudieran derivarse frente a terceros de acciones, reclamaciones o conflictos derivados del incumplimiento de estas obligaciones previstas por la Ley.

Reservados todos los derechos de edición, publicación y difusión.

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Catedral de Santiago de Compostela

La Catedral de Santiago de

Compostela está situada en la ciudad

del mismo nombre, en el centro de

la provincia de La Coruña, en

Galicia (España). Acoge el que,

según la tradición, es el sepulcro

del Apóstol Santiago, lo cual

convirtió al templo en uno de los

principales destinos de

peregrinación de Europa durante

la Edad Media a través del llamado

Camino de Santiago, una ruta

iniciática en la que se seguía la

estela de la Vía Láctea comunicando la Península Ibérica con el resto del continente.

Esto fue determinante para que los reinos hispánicos medievales participaran en los

movimientos culturales de la época. Actualmente sigue siendo un importante destino

de peregrinación. Historia

Según la tradición, a principios del siglo IX se descubrió el cuerpo del Apóstol

Santiago en el campo que actualmente ocupa la catedral. El templo original fue

destruido en una batalla (se llevaron las campanas y la puerta) (razzia para los árabes)

de Almanzor, por lo que en 1075, durante el obispado del Obispo Diego Peláez, se

construyó el actual, concluyéndose hacia 1128 gracias al impulso dado por el Obispo

Gelmírez y don Raimundo de Borgoña. Intervinieron como arquitectos, según el

Códice Calixtino, Bernardo «el Viejo» y Roberto en la primera etapa, el maestro

Esteban, el maestro Mateo, escultor y autor del Pórtico de la Gloria, y Bernardo «el

joven», en la segunda.

El templo pertenece a la idea de gran iglesia de peregrinación, que se

caracteriza por tener planta de cruz latina y una nave lateral continua que rodea a la

nave principal. Esta nave lateral que permite a los peregrinos recorrer toda la iglesia

sin interrumpir el culto. Tiene tribuna, crucero, girola y capillas absidales. La nave

central se cubre con una bóveda de cañón y las laterales con bóveda de arista. Tuvo

nueve torres, dos en cada fachada y tres en el crucero. De traza medieval, recibe

adiciones en tiempos renacentistas y barrocos.

Cada una de sus fachadas forma con sus respectivas plazas magníficos

conjuntos urbanísticos. Entre ellas, la Plaza del Obradoiro fue realizada por Casas

Novoa en 1740 (siglo XVIII); asimismo barroca es la de la Azabachería, obra de Ferro

Caveiro y Fernández Sarela, modificada por Ventura Rodríguez; la de Platerías,

construida por el Maestro de Platerías en 1103 (siglo XII); y sobre todo, el Pórtico de la

Gloria, obra cumbre de la escultura románica concluido por el Maestro Mateo en 1188

(siglo XII).

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Consta de tres arcos de medio punto,

el central dividido por parteluz, donde se

encuentra la figura del propio maestro

mirando al interior del templo.

En las jambas, los Apóstoles y

profetas mantienen sacras conversaciones.

En el tímpano, el Salvador rodeado por los

cuatro Evangelistas.

Entre sus capillas, la mayor guarda el

sepulcro del Apóstol Santiago. Al lado se

encuentra el célebre «Botafumeiro», gran

incensario del siglo XIX.

El Museo de la Catedral guarda objetos

de gran valor: el coro románico del maestro

Mateo, una valiosa colección de tapices y la

cripta y el claustro del templo.

Para proteger el Pórtico de la Gloria del deterioro que estaba sufriendo por las

inclemencias meteorológicas, en el siglo XVIII se decidió construir la actual fachada

barroca, obra de Fernando de Casas Novoa. La fachada tiene unos grandes huecos

acristalados que permiten iluminar la antigua fachada románica. Arriba, en el centro

está Santiago Apóstol. Un nivel más abajo, sus dos discípulos, Atanasio y Teodoro,

todos vestidos de peregrinos. En medio, la urna (representación del sepulcro

encontrado) y la estrella (representación de las luminarias que vio el ermitaño Pelayo)

entre ángeles y nubes.

En la torre de la derecha está María Salomé. En la torre de la izquierda, el

Zebedeo. A la izquierda, sobre la balaustrada puede verse a Santa Susana y San Juan.

A la derecha, sobre la balaustrada a Santa Bárbara y Santiago el Menor.

El Pórtico de la Gloria

Esta obra cumbre de la escultura

románica representa el juicio final y estaba

originalmente policromada. Está firmada por

el maestro Mateo y fue concluida en 1188. El

pórtico se divide en tres arcos de medio

punto.

En el centro se observa un Cristo en

majestad mostrándonos las llagas de sus

pies y de sus manos, muestra de su sufrimiento como humano, rodeándolo aparece el

tetramorfos (representación divina de los cuatro Evangelistas). A ambos lados del

Cristo observamos también a los ángeles portando los instrumentos de la pasión.

Los que más cerca estuvieran de Cristo, clavos, corona de espinas y cruz, no

son tocados directamente por los ángeles puesto que no se creen con poder de

tocarlos. Los demás los llevan en las manos como la jarra donde Poncio Pilato se lavó

las manos. En la arquivolta aparecen los veinticuatro ancianos del Apocalipsis

afinando sus instrumentos para dar un concierto en honor a Dios.

Arquivoltas de la puerta derecha.

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En este aparecen representados la salvación de las almas, está dividido en tres

partes, en el centro aparecen representados San Miguel y Cristo y a cada lado de ellos

el infierno (donde aparecen representados demonios de todo tipo) y el cielo donde se

representan niños (almas salvadas). En un lado aparece representado el purgatorio.

Arquivoltas de la puerta izquierda

En él aparecen representadas escenas

del Antiguo Testamento.

Jambas

En ellas aparecen representadas los

Apóstoles (cada uno llevando su elemento; San

Pedro – llaves…) y los profetas (aparece Daniel,

representado como el más joven riéndose, se

cree que de la emperatriz representada en el lado opuesto, por sus enormes senos)

todos ellos antiguamente policromados y con el nombre en el libro o pergamino.

Parteluz

En el parteluz aparece representado la figura de Santiago, justo debajo del

símbolo de pecado y las tentaciones de Eva y Adán y La Santa Trinidad. La parte

inferior del parteluz, sobre la que se apoya Santiago, es una representación del Árbol

de Jesé (que representa la genealogía de Cristo), primera representación de este tema

en España.

Debajo de todo el Pórtico de la Gloria aparecen representados demonios, dando

a significar que el peso de la gloria aplasta el pecado.

Fachada norte o de Azabachería

Da a la Plaza de la Inmaculada o Azabachería (Praza da Acibecharía, en gallego).

En el siglo XVII debido a un incendio se desmanteló la antigua portada románica a

algunos de los relieves que se rescataron están hoy en Platerías. Se llamaba Puerta

del Paraíso y por ella entraban los peregrinos.

Siglo XVIII: Destaca en la coronación la estatua de Santiago y a sus pies, dos

reyes orantes que son Alfonso III y Ordoño II. En el centro se ve la estatua de la Fe.

Tiene dos puertas:

1. Puerta Santa, (la más cercana a las escalinatas) generalmente cerrada con

una reja. Fue una de las siete puertas menores y estuvo dedicada a San Pelayo (cuyo

monasterio está justo enfrente). La función que tiene ahora data del S. XVII, cuando se

concedió a la catedral el privilegio del jubileo. Sobre la puerta está Santiago y a sus

costados sus discípulos Teodoro y Atanasio. A ambos lados de la puerta están

colocadas veinticuatro estatuas sedentes de Apóstoles, patriarcas y profetas, todos

ellos procedentes del coro románico del maestro Mateo, que fue desmantelado. Por

esta puerta se accede a un pequeño patio y al fondo está la verdadera Puerta Santa

por la que se entra al ábside. Se abre el 31 de diciembre del año anterior al Año Santo.

El privilegio del Año Santo data del siglo XII, mediante bula del papa Alejandro III,

sobre una idea anterior del papa Calixto II, y se celebra cada vez que el 25 de julio

(festividad de Santiago) coincide en domingo.

2. Puerta Real, se llama así por el escudo real que tiene sobre ella.

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Fachada sur o de Platerías

La plaza de Platerías (Praza de Pratarías, en gallego) está delimitada por la

catedral y el claustro en dos de sus lados. Contigua a la catedral está la Casa del

Cabildo.

Esta fachada tiene adosada a su

izquierda la Torre del Reloj, también conocida

por Torre de la Berenguela (en recuerdo de

quien la mandó construir, el arzobispo

Berenguel de Landoria). Es una torre con una

base de construcción románica a la que el

arquitecto Domingo de Andrade añadió

importantes modificaciones, convirtiéndola

en una de las obras más señaladas del

barroco compostelano.

Tiene dos puertas románicas, con

tímpanos historiados.

1. Tímpano de la izquierda: Relieve de la Tentación de Jesús en el desierto.

Relieve de una mujer semidesnuda que lleva una calavera en el regazo. Se puede

referir a una leyenda iniciática de origen templario y tal vez de raíces cátaras. La

leyenda dice que hubo una vez una doncella que quedó preñada aun cuando ella

aseguraba que no había tenido contacto con varón. Sus padres la mataron para

ocultar la vergüenza y la enterraron y una vez enterrada parió una cabeza parlante que

predecía el futuro de los humanos. Esta figura no está orando de rodillas sino que

está sentada sobre dos leones. El tema se repite dentro de la catedral, en un capitel de

la parte alta del deambulatorio; en lugar de cráneo sostiene una cabeza monstruosa.

2. Tímpano de la derecha: Escenas de la pasión. Adoración de los Reyes Magos.

* Friso del centro: El Salvador. Abraham. Escenas varias.

* Jamba izquierda: Se ve a David tocando una vihuela en lugar del arpa.

* A la izquierda del portal izquierdo: Adán y Eva en el Paraíso. Proceden de la

Puerta de Azabachería.

Los peregrinos entraban por la puerta Norte de Azabachería como símbolo de lo

negro y salían ya purificados por la puerta Sur de Platerías, como símbolo de lo

blanco.

Tumbas reales

En la capilla conocida como

Relicario se conservan los sepulcros

de algunas personas reales:

* Fernando II de León.

* Berenguela, esposa de

Alfonso VII de León e hija de Ramón

Berenguer III.

* Alfonso IX de León.

* Raimundo de Borgoña, y

* Juana de Castro, segunda

esposa de Pedro I de Castilla.

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Esta capilla, obra de Juan de Álava y realizada en el siglo XVI, no fue la

ubicación original de los enterramientos, ya que estos fueron trasladados en 1535

desde su original sepultura en la Capilla de Santa Catalina. Los bultos yacentes de los

Reyes se instalaron en arcosolios, construidos en el siglo XVII.

Por F.L.P.

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Francisco de Villagra Velázquez conquistador

español. Gobernador de Chile en tres oportunidades (1547-1549, 1553-1557 y 1561-1563). En 1537 marchó a América, donde participó en las luchas contra chiguanos y chunchos y en la campaña de Arauco. Fue regidor del Cabildo de Santiago (1541-1547), capitaneó una expedición al Perú. Durante su último mandato renovó la guerra del Arauco, sufriendo importantes derrotas.

Nacido en el primer cuarto del siglo XVI. Era hijo natural de Álvaro de Sarriá, cuando éste era comendador de Viella, y de Ana Velázquez.

Correspondiendo a su noble aunque ilegítimo

origen, durante los primeros años de su vida estuvo al servicio de varias casas nobiliarias españolas. Primero del duque de Benavente y después de la marquesa de Astorga. Tras estar al servicio de la marquesa marchó por su cuenta, combatiendo en Túnez.

EXPEDICIONES Y CONQUISTAS

En 1537 inició su vida americana cuando embarcó hacia aquellas tierras acompañando al capitán Pedro Ansúrez. Con destino a Perú, formaron parte de la campaña realizada contra Almagro. Tras esto, a las órdenes de Pedro de Candía y Diego de Rojas participó en numerosas expediciones, casi todas fracasadas, como contra los indios mojos o chunchos y más tarde contra los chiriguanos. Posteriormente se dirigió a Tarapacá con una tropa de más de medio centenar de hombres para reunirse con Pedro Valdivia que se dirigía, en su segundo viaje, a la conquista de Chile.

Así, el 12 de febrero de 1541 participó en la fundación de la ciudad de Santiago de Chile de la que en ese mismo año fue elegido como regidor del cabildo de la misma, cargo que repetirá en 1546 y 1547. En ese último año recibió de Valdivia el grado de teniente general, enviándole a Perú para que organizase un ejército y combatir la rebelión de Lautaro, caudillo de los indios araucanos.

Realizando su labor de manera satisfactoria para Valdivia, aprovechó además para apoderarse de varias poblaciones junto con su correspondiente territorio. Valdivia le recompensó y fue con él a enfrentarse con los araucanos, fundando además las ciudades de Valdivia y Villarica. En 1552 Pedro de Valdivia le envió a que descubriese el denominado mar del Norte, y Francisco de Villagra llegó, en búsqueda de tal pretensión, hasta la Patagonia; desde allí, ante lo inhóspito del territorio, retrocedió hacia Chile, teniendo que combatir a diversas tribus indígenas que buscaban impedirle el retorno.

PRIMER GOBIERNO

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Al poco de retornar de su viaje al Mar del Norte, murió Pedro de Valdivia y el 7 de enero de 1554 fue designado su sucesor como gobernador y capitán general, cargo que el corregidor y el cabildo de la ciudad de Valdivia estaban dispuestos a reconocer pero no así los de Santiago y otras ciudades.

Se llegó a una situación de enfrentamiento armado ante la cual tuvo que intervenir la Real Audiencia. Ésta determinó que hasta que el rey no nombrase nuevo gobernador, asumiesen provisionalmente el gobierno de cada villa, los alcaldes existentes. La situación se resolvió de forma definitiva en 1556, cuando el rey le nombró corregidor y justicia mayor de Chile, a lo que

añadió más tarde el título de mariscal. Esta decisión ya fue admitida por los cabildos de todas las ciudades de Chile.

SEGUNDO Y TERCER GOBIERNO

El 20 de diciembre de 1558, por recomendación del Consejo de Indias, fue

nombrado gobernador de Chile por Felipe II, pero no tomó posesión del cargo hasta el 7 de diciembre de 1560; este retraso se debió tanto a la dificultad en las comunicaciones como al hecho de no poder acceder al mismo mientras estuviese procesado.

Tras la obtención de sus cargos, Francisco de Villagra salió a combatirle simultáneos levantamientos de indígenas contra el poder español, venciendo al más importante de los caudillos de la sublevación, Lautaro al que consiguió matar, en la batalla de Malquito. Sin embargo la rebelión continuaba y los españoles fueron derrotados en varias ocasiones a partir de 1561. En este periodo, que coincide con el de su gobernación, envió diversas expediciones. Él dirigió personalmente las campañas en torno a las ciudades de Valdivia y Concepción, para así asegurar el gobierno y primacía de los españoles en los territorios de la tierra de los araucanos, la araucania, pretensión en la que no obtuvo el éxito esperado. En el marco de la campaña de consolidación del poder español, en diciembre de 1562 mandó a su hijo y a su yerno a conquistar las poblaciones indígenas situadas al sur del río Biobío.

MUERTE

En 1563 enfermó y entregó el poder de manera provisional a su primo Pedro de

Villagra, quien, al fallecer Francisco el 22 de julio en la ciudad de Concepción, asumió el cargo de forma definitiva. Por F.L.P

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Sisebuto

Sisebuto (muerto en febrero de 621) fue rey de los visigodos (primavera de 612 – febrero de 621) y sucedió a Gundemaro. Probablemente pertenecía a la misma tendencia nobiliaria que su antecesor. A Sisebuto hay que atribuir la construcción de la Iglesia de Santa Leocadia en Toledo, que más tarde fue sede de cuatro concilios.

Conocemos algunas de sus características personales: desaprobaba el teatro (al parecer en la época estaba mal considerado al menos entre los católicos, pues Isidoro de Sevilla también lo desaprobaba) y en una carta reprende al obispo Eusebio de Tarraco (que ya aparece como obispo en el sínodo provincial de la Tarraconense del 614) por su afición al arte escénico.

Sabemos que designaba obispos, pues en la misma carta en que reprendía a Eusebio, ordenaba a éste, como metropolitano, que consagrara obispo de Barcino al portador de la carta. Era contrario a que los obispos entraran en monasterios, ya que cuando Cecilio de Mentesa quiso hacerlo (seguramente después de su liberación por los bizantinos) fue duramente reprendido por el rey, quien además expuso su punto de vista a otros obispos que hizo llamar al efecto. En cambio trató afectuosamente a su hijo Teudila que había ingresado en un monasterio. Sisebuto participó en la política internacional de la época, intentando (sin el menor éxito) convertir al catolicismo al rey lombardo Adaloaldo (hijo del rey Agilulfo), que era arriano (gobernó del 616 al 626).

En el año 619 se convocó un sínodo provincial de la Bética en Sevilla, en la Iglesia del Sagrado Corazón, presidido por el obispo Isidoro. Asistió al acto un funcionario con el título de Viri Illustris y el cargo de Rector rerum fiscalium, que probablemente era el delegado del comes patrimonii en la Bética, el cual tenía un nombre godo (Suanila), lo que indicaría que algunos godos empezaban a asumir funciones que antes solamente habían desarrollado los hispanorromanos. También asistió otro Vir Ilustre, al que se hace referencia como rector rerum publicarum, llamado Sisisclo, que se cree debía ser el conde local (o el dux provincial) y se ocupaba de algunas cuestiones disciplinarias y organizativas, de los errores en el derecho canónico del fallecido obispo de Córdoba, Agapius (fallecido en 619), y de los herejes acéfalos (una versión extremista de los monofisitas), que estaban dirigidos al parecer por un sirio llamado Gregorio, convertido posteriormente al catolicismo por Isidoro, que afirma que había dos naturalezas en Jesucristo y que la naturaleza de la

divinidad no podía sufrir.

Sisebuto murió en febrero del 621 en Toledo en extrañas circunstancias, sucediéndole su hijo Recaredo II.

Como escritor gozó de cierta fama debido a un

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poema sobre los eclipses (la llamada Epistula sisebuti) y a su obra Vida y pasión de San Desiderio, en la cual narra la vida del santo galo, que fue ejecutado hacia el 606 o 607 por orden del rey Teodorico de Borgoña y de su abuela la visigoda Brunegilda, ambos enemigos de diversos reyes visigodos.

Casi inmediatamente de acceder al trono debieron de rebelarse los astures, pero Riquila, conde o Thiufadi, los sometió rápidamente, aunque probablemente sin lograr dominar por completo las inaccesibles montañas asturianas. Otro general, Suintila, futuro rey, dominó a la tribu de los rocones o runcones, refugiados en sus montañas, que probablemente era una tribu cántabra identificada con la tribu de los runcones con la que había combatido el rey suevo Miro el 572.

Probablemente también hubo revueltas en Cantabria (¿612?), y los vascones prosiguieron su actividad saqueadora, pues al año siguiente (613) Sisebuto se embarcó (no sabemos dónde) en una flota visigoda de reciente creación (que se compondría de unos pocos barcos) y desembarcó en las costas de Cantabria y Autrigonia, del País Vasco, Vardulia y Caristia para combatir a cántabros y vascones sin que sepamos el resultado de los combates, aunque es seguro que no lograron dominar por completo las zonas montañosas de Cantabria y seguramente tampoco pudieron controlar totalmente a los vascones.

En los años 611 y 612, algunos eclipses fueron visibles en diversas partes de Hispania, y seguramente la ignorancia del pueblo propició un renacimiento de prácticas paganas y supersticiones sobre malos augurios en su reinado, aún bastante extendidas en el campo y mayoritarias en determinadas zonas como Asturias, Cantabria y Vasconia. Por eso, mientras estaba en campaña en Cantabria o en Vasconia, en el 613, Sisebuto compuso un notable y culto poema sobre los eclipses que dirigió al obispo de Sevilla Isidoro. El poema se titula Astronomicon y consta de cincuenta y cinco versos hexámetros latinos. Ahí el rey se desahoga de sus inquietudes contra los revoltosos:

No escuchamos sino el ruido importuno del

hierro y los gritos de miles de soldados; las arengas de los generales nos enardecen y en el foro resuenan clamores de guerra. Suenan las trompetas y conseguimos volar pasando el mar; el vascón desde las nieves y el cántabro en sus montañas no nos dejan reposo alguno, y es precisamente a Nos a quien se ordena ceñir con los laureles del Sol nuestra frente y trenzar, para Nos también, corona de yedra aún más augusta.

El 13 de enero del 614 se reunió un Sínodo de la Tarraconense en Egara (actual Tarrasa), presidido por el metropolitano Eusebio, en el cual se confirmaron las decisiones del Sínodo de Osca (actual Huesca) del 598 sobre el celibato de los clérigos.

En 614 y 615 combatió contra los bizantinos, obteniendo diversas victorias, entre ellas una muy importante: la conquista de Málaga (en el Sínodo de Sevilla del 619 ya aparece en las actas el obispo de Málaga, Teodulfo). Parece ser que el gobernador bizantino Carsarius apeló al rey visigodo para que cesara la guerra y evitar que corriera más sangre católica, y Sisebuto, muy sensible a ese tema, le atendió, pues todo indica que en una tercera

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campaña hubiera logrado expulsar definitivamente a los bizantinos de Hispania. Carsarius liberó al obispo Caecilius de Mentesa (La Guardia de Jaén) al que tenía prisionero, y se acordó la paz. Las cuatro cartas que se conservan entre Carsarius y Sisebuto dan una idea de los procedimientos diplomáticos de la época.

Con Sisebuto se inició una feroz persecución de los judíos. La primera norma legal sobre ello deriva de una ley, completada con una carta que fue enviada a tres obispos: Caecilius de Mentesa (Montiel), Agapius de Córdoba y Agapius de Tucci (Martos); asimismo iba dirigida a los jueces y sacerdotes de estas tres ciudades y de otras nueve de la Bética oriental y del sur de la Cartaginense. En la ley, el rey deploraba el incumplimiento de las normas de Recaredo sobre los judíos. Debió ser publicada casi al principio de su reinado, antes de julio de 612 (y probablemente en marzo o abril). La ley intentaba que ningún judío pudiera poseer esclavos cristianos, ni manumitidos bajo su patrocinio, e incluso promovía la idea de que ningún judío pudiera tener trabajadores a sueldo (aunque no llegó a ponerse en práctica); la ley preveía que los judíos deberían vender a cristianos y a un precio razonable a sus esclavos cristianos y sus propiedades (peculium). No podían venderlos a sus correligionarios en África o Francia, y la venta debía realizarse cerca del lugar de residencia; si el esclavo no poseía propiedades, el dueño debía proporcionarle alguna. El judío podía manumitir al esclavo, que en tal caso se convertía en ciudadano romano, sujeto a las leyes correspondientes, pero sin posibilidad de patrocinio por parte del antiguo amo judío. Las ventas ficticias eran castigadas severamente. La ley entraba en vigor el 1 de julio de 612 y si se descubría que después de esta fecha algún judío poseía un esclavo, se le confiscaría la mitad de sus propiedades y el esclavo sería liberado.

En cuanto a convertir a un cristiano al judaísmo, se agravaron de nuevo las penas (suavizadas por Recaredo) y, como en tiempos de Alarico II, el judío sería ejecutado y sus propiedades confiscadas. El converso al judaísmo que no quisiera volver a la fe católica, sería azotado públicamente, sufriría decalvación y sería entregado como esclavo a la corona o a alguien designado por el rey. Un judío que se casara con una católica (lo que era ilegal) y se negara a convertirse, sería desterrado de por vida, pero si se convertía al catolicismo, podría conservar sus bienes, incluyendo los esclavos. Finalmente el rey lanzaba una maldición sobre los futuros monarcas que no hicieran cumplir la ley. Al parecer, la ley de Sisebuto contó con la aprobación del officium palatino, pero el clero se mantuvo al margen.

Además de la ley se pusieron en práctica otras medidas por la mera orden real sin la apoyatura de una ley o un Concilio: los hijos de los matrimonios mixtos deberían ser bautizados como cristianos. Las conversiones forzadas se hicieron extensivas a algunos judíos hacia el 615, sin contar con la abierta aprobación de la Iglesia católica, que no obstante admitió los hechos consumados. Algunos judíos emigraron a Francia, pero parece que la mayoría permaneció en Hispania donde, pasado el furor inicial, la persecución disminuyó.

La política de conversiones forzosas, sin el apoyo del clero, trajo consigo un nuevo problema para el reino, tanto social como religioso: Los Pseudo conversos. Éstas serían condenadas en el IV Concilio de Toledo (633) bajo el reinado de Sisenando. En 694 se acusó a los judíos hispanos de promover un levantamiento de acuerdo con los judíos marroquíes y cuya intención era hacer de España un estado mosaico, motivo de mayor intolerancia contra ellos. Por F.L.P.

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Un año más la Orden Católica del Templo conjuntamente con la Hermandad de la Santa Cena y Caballeros del Santo Cáliz de Torrent y fieles a la cita a nuestro compromiso con los más pequeños de esas familias necesitadas, que necesitan que alguien les entregue un regalo el día de Reyes. En esta ocasión nos pusimos de acuerdo para hacer algo distinto, algo que nos aportara una mayor cantidad de juguetes para poder abarcar a más niños. De esta manera se organizó la Gala Benéfica que anteriormente anunciamos para el día 19 de diciembre y que se celebró en el Teatro Hogar Antoniano. Con un elenco inmejorable de artistas valencianos y otros que se sienten y sentimos como valencianos. Artistas que una vez más demostraron su corazón solidario, no importa la causa si esta es buena, allí están siempre prestos a brindarse desinteresadamente aportando lo que ellos mejor saben hacer, que es hacer disfrutar al público con su trabajo.

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Artistas de la talla de el Showman por antonomasia de la noche valenciana, Miguel Brass, al que vemos en la imagen. O doña Celia Mora con su torrente de arte español que deleitó al público con sus coplas. Sheyla Sanfil la voz de Torrente, Charo Giménez, ganadora de unos cuantos festivales con su insuperable voz y los incombustibles Yaco Lara y Emilio Solo que cerraron el espectáculo que sin duda fue un éxito y un deleite para el buen público que acudió. Y si algo le podía faltar a esta gala era un presentador, pero para eso teníamos al mejor, al más grande y no es por su tamaño que es debido a que tiene que albergar un gran corazón, grande en cuanto a grandeza humana y profesional, quien si no Vicente Albentosa de la 97.7 podía hacernos este favor.

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Con respecto a la recaudación de juguetes, realmente un éxito rotundo, ya que la asistencia de espectadores hacía presagiar lo peor no fue así, por algo digo buen público, porque se recaudó bastante y mejor que el año anterior. Hasta los artistas trajeron juguetes. Nos queda agradecer enormemente a todos, público, artistas, teatro, hermandad, etc. vuestra colaboración, fue un inmenso placer poder contar con todos vosotros. Agradecimientos a aquellos hermanos que se acercaron desde Madrid para echar una mano.

Además de los juguetes recogidos en la gala hemos estado recibiendo algunas donaciones posteriores que han ayudado bastante en alcanzar una buena cifra, al punto de temer que no se repartieran todos, pero al final si se pudieron dar todos los juguetes. Según lo previsto el pasado día 3 el rey Melchor nos volvió a visitar en el local de la

Hermandad para realizar el reparto entre los niños de familias necesitadas, en esta ocasión el rey tuvo una escolta de honor a su lado en todo momento.

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Durante al menos tres horas se estuvieron repartiendo juguetes a los niños, que acompañados por sus papás y con entrega previa del ticket que con anterioridad habían recogido en las diferentes sedes de Cáritas Parroquial. Aquí os dejamos unas imágenes que hablan por sí solas, seguiremos diciéndolo siempre, no hay nada más grande que la sonrisa de un niño.

Un año más objetivo cumplido, estamos satisfechos de haber llevado la alegría al corazón de algunos niños y el próximo año más. Hasta entonces sed buenos.

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San Julio I

S. Julio I (337-352) Nació en Roma. Constantino antes de morir expresó el deseo de que Atanasio, obispo de Alejandría, por él exiliado, volviera y fuera reintegrado en su sede episcopal. El hijo Constancio, que al principio era favorable a esta decisión, se opuso, y le envió de nuevo en exilio. Atanasio solicitó la ayuda del papa Julio, que convocó un concilio en Roma en el que se le rehabilitó completamente. Pero no pudo volver materialmente a Alejandría por la abierta hostilidad de los Amanos, con los que Constancio simpatizaba, y por la presencia en aquella sede del nuevo obispo impuesto por el emperador, Gregorio de Capadocia.

Se hizo necesario otro concilio, que Constancio de acuerdo con Julio convocó en Sárdica, la actual Sofía, para que Atanasio saliera completamente rehabilitado. Sin embargo para que le fuera devuelta su sede, tuvo que esperar que Gregorio, protegido por Constancio, se muriera. En este concilio se

establecieron unos cánones para la reforma de la disciplina eclesiástica en línea con el concilio de Nicea, y se afirmó un concepto que sentaría la base de la consolidación de la posición preeminente de la sede de Roma en materia disciplinaria, jurídica y de fe: se estableció que toda decisión tomada por concilios o por individuales sedes episcopales, fuera ratificada por Roma, y sólo entonces asumiría valor definitivo.

El mismo Julio en el pasado escribió a los obispos de oriente las siguientes palabras: «Cuando surjan cuestiones, según la costumbre, en primer lugar hay que escribir a nosotros para que, con justicia, resolvamos el problema». Estas continuas posturas se hicieron necesarias en consideración de los reiterados intentos de injerencia por parte del poder imperial, en cuestiones a menudo estrictamente religiosas.

A este papa se debe la fundación de los archivos de la S. Sede. Además dispuso que también la Iglesia de oriente celebrase la Navidad el 25 de diciembre, y no el 6 de enero como se hacía hasta entonces. Su cuerpo yace en la iglesia romana de S. María en Trastevere.

Fue el inmediato sucesor del Papa Silvestre, Arcus, que rigió la Iglesia Romana durante un breve periodo de tiempo – del 18 de Enero al 7 de Octubre del 336 – y después de su muerte el trono papal permaneció vacante durante cuatro meses. Se desconoce lo que ocasionó, comparativamente, esta larga vacante. El 6 de Febrero del 337, Julio, hijo de Rustico y nativo de Roma, fue elegido Papa.

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Su pontificado es recordado principalmente por su firme y juiciosa intervención en las controversias Arianas, sobre las que tenemos abundantes fuentes de información. Después de la muerte de Constantino El Grande (22 de Mayo del 337), su

hijo Constantino II, Gobernador de Gaul, permitió al exiliado Anastasio regresar a su sede de Alejandría. Por su parte los Arianos, en Egipto, nombraron obispo a la persona de Pistus y enviaron una embajada al Papa Julio rogándole que admitiera a Pistus en comunión a Roma, dejando al Papa las decisiones del Concilio de Tiro (335) para validar así la destitución de Anastasio. Anastasio a su vez, envió mensajeros a Roma para entregar a Julio una carta sinodal de los obispos de Egipto conteniendo una completa justificación de sus respectivos patriarcados. A la llegada de los enviados de Anastasio a Roma, Macario, el jefe de los representantes de los Arianos junto con los delegados de Anastasio, fueron convocados por el Papa Julio. La legación Ariana entonces suplicó al Papa que convocase a asamblea al gran sínodo, ante el cual, ambas partes presentarían sus

respectivos casos para una solución.

Julio convocó al sínodo en Roma habiendo despachado a dos mensajeros portando una carta de invitación a los obispos de Oriente. Bajo el liderazgo de Eusebio quien se había elevado desde Nicomedia a la Sede de Constantinopla, los obispos Arianos habían mantenido mientras tanto un concilio en Antioquia y eligieron Jorge de Capadocia Obispo de Alejandría en lugar de Pistus. A Jorge se le introdujo forzadamente en su sede y Anastasio, estando de nuevo en el exilio, se puso en camino a Roma. Muchos otros obispos que fueron sustituidos de sus cargos por el partido Ariano, entre ellos Marcelo de Ancyra, también llegaron a Roma. En una carta redactada en términos muy altivos, los obispos Arianos del partido de Eusebio, rechazaron asistir al sínodo convocado por Julio. El sínodo se celebró en el otoño del 340 o 341, bajo presidencia del Papa en la iglesia titular del presbítero Vitus. Después de un detallado examen de los documentos, Anastasio y Marcelo de Ancyra, quienes habían hecho una satisfactoria profesión de fe, fueron exonerados y restablecidos en sus derechos episcopales. El Papa Julio comunicó esta decisión en una carta muy notable y lograda a los obispos del partido de Eusebio. En esta carta él justifica su proceder en este caso, defiende en detalle la reinstauración de Anastasio y amonesta contundentemente acerca de la ausencia de los obispos de Oriente en el Concilio del que por otra parte, ellos mismos habían sugerido la conveniencia de su celebración. Incluso si Anastasio y sus compañeros fueron de alguna manera culpables, la carta explica, la iglesia de Alejandría debería haber escrito primero al Papa. “Podéis ser ignorantes” escribe el Papa “ de que esta es la costumbre, deberíamos habernos escrito primero, así que de ahora en adelante esto debe quedar claro” (Julii ep. Ad Antiochenos, c. xxii). Después de la victoria sobre su hermano Constantino II, el Emperador Constans gobernó sobre gran parte del Imperio.

Era enteramente ortodoxo en sus puntos de vista y bajo petición del Papa y de otros obispos Occidentales, intercedió ante su hermano Constantino, Emperador de Oriente, a favor de los obispos que habían sido depuestos y perseguidos por el

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partido Ariano. Ambos gobernantes acordaron que debía ser convocado en Sardica, ciudad principal de la Provincia de la Dacia Mediterránea (la moderna Sofía), un Concilio General de los obispos de Oriente y Occidente. Tuvo lugar en el otoño del 342 o 343, Julio envió como sus representantes a los sacerdotes Archidamus y Philoxenus y al diácono Leo. A pesar de que los obispos Orientales del partido Ariano no se unieron al Concilio, mantuvieron su propia reunión por separado y luego se marcharon, el concilio cumplió su objetivo. A través de los importantes cánones iii, iv y v de éste (vii en el texto latino) el procedimiento a seguir en caso de acusación contra un obispo fue regulado con más exactitud y la forma de intervención Papal en la condena de obispos fue definitivamente establecida.

Al cierre de sus deliberaciones el sínodo comunicó sus decisiones al Papa mediante carta formal. No apoyando la reafirmación de su inocencia por el Sínodo de Sardica, San Anastasio no fue restaurado en su puesto por el Emperador Constantino hasta después de la muerte de Jorge, el Obispo rival de Alejandría, en el 346. El Papa Julio aprovechó la ocasión para escribir una carta, la cual todavía existe, a los sacerdotes, diáconos y a todos los creyentes de Alejandría para felicitarles por el regreso de su gran pastor. Los dos obispos Ursacio de Singidunum y Valens de Mursia, quienes como consecuencia de su Arianismo habían sido depuestos por el Concilio de Sardica, hicieron una retractación pública de su error ante Julio, quien, habiéndoles convocado en audiencia y después de recibir una confesión de fe firmada, les restauró en sus respectivas sedes episcopales. Sobre el funcionamiento interno de la Iglesia Romana durante el pontificado de Julio carecemos de información exacta; todos están de acuerdo, no obstante, de que hubo un rápido incremento del número de creyentes en Roma, donde Julio había levantado dos nuevas basílicas: la iglesia titular de Julio (actualmente S. María en el Trastevere) y la Basílica Julia (actualmente la Iglesia de los Doce Apóstoles). Junto a estas construyó tres iglesias sobre cementerios fuera de las murallas de Roma: una en la carretera a Porto, una

segunda en la Vía Aurelia y una tercera en la Vía Flaminia en la tumba del mártir San Valentín. Las ruinas de esta última han sido descubiertas. La veneración de los creyentes por las tumbas de los mártires continuó extendiéndose rápidamente. Bajo el pontificado de Julio, si no antes, se pusieron en uso catálogos de las festividades de los santos- el Santoral Romano de Philocalus data del año 336.

A través de San Anastasio, quien permaneció en Roma varios años después del 339, la vida monástica Egipcia fue bien conocida en la capital y el ejemplo de los eremitas de los desiertos Egipcios encontraron muchos imitadores en la Iglesia Romana. Julio murió el 12 de Abril del 352 y fue enterrado en las catacumbas de Calepodius en la Vía Aurelia y muy poco después de su muerte fue venerado como santo. Su cuerpo fue más

tarde trasladado a Santa María en el Trastevere, la iglesia que él había construido. Su festividad se celebra el 12 de Abril. Por Padre Jesús

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Carlos II de España, llamado “el Hechizado” (Madrid, España; 6 de noviembre de 1661-ibídem; 1 de noviembre de 1700), fue rey de España entre 1665 y 1700, último de la Casa de Austria. Hijo y heredero de Felipe IV y de Mariana de Austria, permaneció bajo la regencia de su madre hasta que alcanzó la mayoría de edad en 1675. Su sobrenombre le venía de la atribución de su lamentable estado físico a la brujería e influencias diabólicas. Parece ser que los sucesivos matrimonios consanguíneos de la familia real produjeron tal degeneración que Carlos creció raquítico, enfermizo y de corta inteligencia, además de estéril (se sospecha que sufría el síndrome de Klinefelter), lo que acarreó un grave conflicto sucesorio, al morir sin descendencia y extinguirse así la rama española de los Austrias.

Felipe IV se había casado en su primer matrimonio con Isabel de

Francia († 1644). De esta unión nació un único hijo varón, el príncipe Baltasar Carlos, muerto en 1646, lo que provocó que el rey decidiese casarse en segundas nupcias (1649) con su sobrina la archiduquesa Mariana de Austria, hija del emperador Fernando III y de María Ana de Austria (hermana de Felipe IV), con el objetivo de asegurar la continuidad dinástica en el trono. De este matrimonio nacieron varios hijos, de los cuales sólo sobrevivieron la infanta Margarita Teresa y el último de los hijos varones, Carlos.

El príncipe Carlos apenas tenía cuatro años cuando su padre falleció (1665), dejando éste establecido en su testamento como regente a su viuda, la reina Mariana de Austria: "[...] nombro por gobernadora de todos mis Reynos estados y señoríos, y tutora del príncipe mi hijo, y de otro qualquier hijo o hija que me hubiere de suceder a la Reyna doña Mariana de Austria mi muy chara, y amada muger con todas las facultades, y poder, que conforme a las leyes fueros, y privilegios, estilos y costumbres de cada uno de los dichos mis regnos, estados y señoríos..."

La reina sería asistida por una Junta de Regencia formada por seis miembros: el Presidente del Consejo de Castilla (García Haro Sotomayor y Guzmán, conde de Castrillo) , el Vicecanciller del Consejo de Aragón (Cristóbal Crespí de Valldaura), un representante del Consejo de Estado (Gaspar de Bracamonte y Guzmán, conde de Peñaranda), un Grande de España (Guillén Ramón de Moncada, marqués de Aytona), el Inquisidor General (cardenal Pascual de Aragón) y el Arzobispo de Toledo (cardenal Baltasar Moscoso y Sandoval) como máxima autoridad religiosa en la Monarquía.

Cuando se abrió el testamento de Felipe IV, uno de los miembros de la Junta ya había fallecido: quedaba así vacante el puesto del Arzobispado de Toledo. Su titular, el cardenal Baltasar Moscoso y Sandoval, había muerto sólo unas horas antes

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que Felipe IV. La reina hubo de buscar soluciones y con la intención de dejar vacante el puesto de Inquisidor General, obligó a don Pascual de Aragón a ocupar el arzobispado de Toledo. De este modo el puesto de inquisidor quedó libre para ser copado poco después por el máximo confidente de la reina: su confesor el padre Juan Everardo Nithard.

La muerte de Felipe IV y la asunción de la regencia por parte de Mariana de Austria hicieron que ésta se sintiese de repente sola en medio de la vorágine de acontecimientos que se sucedieron tras el fallecimiento de su marido. Centro de las miradas, blanco de las exaltaciones y de las críticas, la reina viuda requirió el apoyo de su fiel confesor, el padre jesuita Juan Everardo Nithard, que la había acompañado en 1649 a Madrid desde la corte de Viena, y no sólo en su vertiente espiritual, sino en la controvertida vertiente política.

Así, el padre Nithard llegó a copar puestos de gran

relevancia en la monarquía, actuando como un verdadero "valido" al ser casi la única persona en la que la reina regente depositó su plena confianza. Nithard logró recabar con su ascenso un gran número de odios tanto en los círculos políticos como en los religiosos; y es que el padre jesuita no sólo entró a formar parte del Consejo de Estado en enero de 1666 sino que también alcanzó el puesto de Inquisidor General, la cúspide de la gran institución eclesiástica de la monarquía. El encumbramiento del jesuita a tal dignidad jurídico-religiosa no fue en absoluto fácil, pero la reina puso en juego todos los recursos que tuvo a su alcance para conseguir tal cargo para su confesor. En primer lugar consiguió que el Inquisidor General en funciones, el arzobispo de Toledo, don Pascual de Aragón, renunciara a su puesto y se retirara a su

arzobispado, dejando a la vez su puesto en la Junta de Regencia en la que, según el testamento de Felipe IV, debía estar el Inquisidor General.

El segundo paso era el de naturalizar a Nithard, pues un extranjero no podía alcanzar el puesto de Inquisidor General, para lo cual tuvo que ganarse el apoyo de las ciudades castellanas con voto en cortes. En tercer y último lugar, fue necesaria una aprobación papal ya que Nithard, como jesuita, debido a las reglas de su compañía, no podía aceptar cargo alguno sin el consentimiento del Sumo Pontífice. La reina no dudó entonces en dirigirse al papa Alejandro VII para solicitar vehementemente su aprobación del puesto inquisitorial para su confesor.

El papa eximió a Nithard de su voto jesuítico que le impedía ejercer cargos políticos, en la bula promulgada el 15 de octubre de 1666; con este último acto el padre jesuita obtuvo el cargo de Inquisidor General que instantáneamente lo convirtió en miembro de la Junta de Regencia.

La nobleza rechazó desde un principio el encumbramiento de Nithard, al que consideraron un advenedizo carente de los merecimientos que ostentaba; y los dominicos, orden opuesta a los jesuitas, se sintieron heridos en su orgullo al observar como un jesuita les arrebataba la primacía del confesionario real, así como el gran puesto inquisitorial.

Por tanto, la coyuntura política de un momento en el cual el ministro-favorito estaba en decadencia, la baja condición del elegido, la orden a la cual pertenecía, sus

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muestras de ambición poco acordes con su condición jesuítica y su sospechosa cercanía a la reina, fueron las premisas determinantes de las numerosas críticas que Nithard recibió durante su valimiento.

No obstante, Nithard no tuvo tanta influencia política como se ha pensado, y de hecho despertaron más oposición las circunstancias de su encumbramiento o su condición de jesuita extranjero de baja estirpe y el favoritismo que la reina mostró hacia su persona, que su verdadera gestión al frente de la Monarquía. Nithard se hizo odioso porque taponó las vías de acceso a la reina, hecho del que tampoco fue totalmente responsable, pues Mariana de Austria mostraba suma desconfianza hacia la gran nobleza española y hacia don Juan José de Austria, el máximo enemigo del confesor. El papel de Nithard como político y aun como la más alta autoridad religiosa de la Monarquía fue más bien mediocre, siendo su verdadera influencia difícil de calibrar. Parece que favoreció la inserción de determinados personajes en la Junta de ministros, fue el ideador de la Guardia Chamberga, etc., pero sus votos en el Consejo de Estado, de carácter más teológico que político, no siempre fueron atendidos.

Por otra parte, Nithard tampoco supo procurarse

una red de poder que lo mantuviera en su valimiento; muy al contrario, en los tres años en los que disfrutó de la cercanía de la reina, fue ganando enemigos hasta que fue expulsado con la esperanza de que su lejanía calmara la tormentosa situación política.

Entre 1665 y 1668, Juan José de Austria, hijo bastardo de Felipe IV y, por tanto, hermanastro de Carlos II, luchó denodadamente por conseguir un puesto de relevancia en la Corte, visiblemente desgastado por sus continuadas campañas militares en Italia, Cataluña, Flandes y Portugal.

Cuando murió Felipe IV, en septiembre de 1665, don Juan tenía 36 años, mientras que su hermanastro, Carlos II, tan solo 4. En su testamento el Rey dejó dispuesto lo siguiente (cláusula 37):

Por cuanto tengo declarado por mi hijo a don Juan José de Austria, que le hube siendo casado, y le reconozco por tal, ruego y encargo a mi sucesor y a la Reina, mi muy cara y amada mujer, le amparen y favorezcan y se sirvan de él como de cosa mía, procurando acomodarle de hacienda, de manera que pueda vivir conforme a su calidad, si no se la hubiera dado yo antes de mi muerte.

No obstante, don Juan quedó excluido de todo puesto político de relevancia, sea en la Junta de Regencia que en el Consejo de Estado, lo que provocó en él un gran estado de postración, como así indicaba por escrito a la Reina:

[...] que no se dirá contra lo más sagrado de mi intención si viesen que Su Majestad me cerraba la puerta que Su Majestad que Dios haya [Felipe IV] me abrió para concurrir en los bancos de un Consejo, que es la puerta del toque de la confianza, y el aprecio de los más relevantes vasallos, ¿acaso lo he desmerecido después acá con mi proceder, o se ha visto sombra o asomo que pueda oscurecerlo? No señora, ni esto ha sido, ni puede Vuestra Majestad permitir que me haga un disfavor de este tamaño. A todo esto se unió su malestar, como el de otros muchos grandes y nobles, por el fulgurante ascenso del jesuita Nithard.

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En el terreno político Nithard había cosechado continuos fracasos, tanto en el interior como en el exterior (valga recordar el malestar por la firma del Tratado de Lisboa que reconocía oficialmente la independencia de Portugal). Se ganó además muchas antipatías por haber aconsejado la prohibición de las representaciones teatrales.

Por otra parte, las exigencias de dinero para hacer frente a los múltiples problemas planteados, ponían de relieve la incapacidad del confesor de poner en marcha una política económica eficiente. Además, sus proyectos conducentes al establecimiento de una contribución única y a rebajar los impuestos del consumo, no fueron aceptados.

Carlos II fue proclamado rey en 1665, a los cuatro

años. Era una persona educada por teólogos y sin conocimientos políticos. Mantuvo correspondencia con Sor Úrsula Micaela Morata, mística alicantina, para pedirle consejo. Su mala salud hacía sospechar que moriría joven, por lo que nuevamente se descuidó su educación; nadie se preocupó de prepararle adecuadamente para las tareas de gobierno.

La lucha contra Valenzuela aumentó y, apoyándose en la nobleza, Juan José de Austria marchó sobre Madrid y tomó el poder en 1677. Valenzuela fue desterrado y la Reina madre abandonó la Corte fijando su residencia en el Alcázar de Toledo.

Juan José de Austria, con el apoyo popular, se convirtió en el nuevo valido. Su gobierno quedó ensombrecido por la lucha política contra sus adversarios y la dramática situación de la monarquía hispánica, obligada a ceder el Franco Condado a Francia mediante la Paz de Nimega en 1679. En ese mismo año, el Rey, de 18 años de edad, se casa en primeras nupcias con María Luisa de Orleans, sobrina de Luis XIV de Francia. Aunque nunca llegó a estar verdaderamente enamorada de su marido, con el paso de los años María Luisa llegó a sentir un genuino afecto hacia él. Carlos, por su parte, amaba tiernamente a su esposa. Ante la falta de sucesor la reina llegó a realizar peregrinaciones y a venerar reliquias sagradas. Finalmente murió en 1689, dejando al rey en un estado depresivo.

El Rey, plenamente consciente de su incapacidad

para asumir las funciones de gobierno, dejó el mismo en manos del duque de Medinaceli (1680-1685) como su valido, y posteriormente en el conde de Oropesa (1685-1691). El último intentó poner orden en la economía y hacienda real, creando para ello la Superintendencia General de la Real Hacienda, presidida por el marqués de Vélez, que, aunque no funcionó como era de esperar, marcó el comienzo de las futuras reformas borbónicas. Al enfrentamiento con la tradicional aristocracia y la Iglesia, y su falta de sintonía con la nueva reina, Mariana de Neoburgo, segunda esposa del Rey, se unieron los desastres de la guerra contra Francia —pérdida de Luxemburgo por la Tregua de Ratisbona en 1684, invasión francesa de Cataluña en 1691— que precipitaron su caída en junio de 1691.

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Uno de los hechos más importantes que cambiaría más tarde la monarquía hispánica fue la Paz de Ryswick, firmada con Francia en 1697 después de la ocupación francesa en el Palatinado. La consecuencia más importante de esta paz fue la posibilidad de Francia de acceder al trono de la Corona española.

EL PROBLEMA SUCESORIO

Aunque en los últimos años de su reinado el Rey decidió gobernar personalmente, su manifiesta incapacidad puso el ejercicio del poder en manos de su esposa, la reina Mariana de Neoburgo, aconsejada por el arzobispo de Toledo, el cardenal Luis Fernández de Portocarrero. Según un embajador francés, durante los últimos años el rey se encontraba en estado muy precario: «Su mal, más que una enfermedad concreta, es un agotamiento general».

Dada la falta de posteridad directa del Rey, comenzó una compleja red de intrigas palaciegas en torno de la sucesión. Este asunto, convertido en cuestión de

Estado, consumió los esfuerzos de la diplomacia europea. Tras la muerte del heredero pactado, José Fernando de Baviera, en 1699, el rey Carlos II hizo testamento el 3 de octubre de 1700 en favor de Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia y de su hermana, la infanta María Teresa de Austria (1638–1683), la mayor de las hijas de Felipe IV. Esta candidatura era apoyada por el cardenal Portocarrero. La cláusula 13 del susodicho testamento rezaba:

Reconociendo, conforme a diversas consultas de ministro de Estado y Justicia, que la razón en que se funda la renuncia de las señoras doña Ana y doña María Teresa, reinas de Francia, mi tía y mi hermana, a la sucesión de estos reinos, fue evitar el perjuicio de unirse a la Corona de Francia; y reconociendo que,

viniendo a cesar este motivo fundamental, subsiste el derecho de la sucesión en el pariente más inmediato, conforme a las leyes de estos Reinos, y que hoy se verifica este caso en el hijo segundo del Delfín de Francia: por tanto, arreglándome a dichas leyes, declaro ser mi sucesor, en caso de que Dios me lleve sin dejar hijos, al Duque de Anjou, hijo segundo del Delfín, y como tal le llamo a la sucesión de todos mis Reinos y dominios, sin excepción de ninguna parte de ellos. Y mando y ordeno a

todos mis súbditos y vasallos de todos mis Reinos y señoríos que en el caso referido de que Dios me lleve sin sucesión legítima le tengan y reconozcan por su rey y señor natural, y se le dé luego, y sin la menor dilación, la posesión actual, precediendo el juramento que debe hacer de observar las leyes, fueros y costumbres de dichos mis Reinos y señoríos.

Mariana de Neoburgo, en cambio, apoyaba las pretensiones de su sobrino,

el archiduque Carlos de Austria, hijo del emperador Leopoldo I. Las pretensiones del archiduque austríaco fueron respaldadas por Inglaterra y Holanda, las tradicionales enemigas de España durante el siglo XVI, que además rivalizaban con la Francia hegemónica de Luis XIV.

Aunque el hechizado Carlos fuera manipulado por su entorno para apuntalar la candidatura del Borbón, éste ya se anteponía a su rival por derecho dinástico.

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Carlos II, último de los Habsburgo españoles, falleció el 1 de noviembre de 1700, a los 38 años, aunque aparentaba una mayor edad. Según el médico forense, el cadáver de Carlos “no tenía ni una sola gota de sangre, el corazón apareció del tamaño de un grano de pimienta, los pulmones corroídos, los intestinos putrefactos y gangrenados, tenía un solo testículo negro como el carbón y la cabeza llena de agua”.

Se dice que en el momento de expirar se vio en Madrid brillar al planeta

Venus junto al Sol, lo cual se consideró un milagro. Al mismo tiempo, en la lejana Bruselas, donde evidentemente no habían llegado aún las noticias de la muerte del rey, se cantó un Tedeum en la iglesia de Santa Gúdula por su recuperación. Al enterarse de esto, el astrólogo Van Velen exclamó que rezaban por la mejoría del monarca cuando en realidad acababa de fallecer.

Cuando el joven rey tenía veinte años, su figura y deplorable estado llegarían a

impresionar al nuncio papal:

“El rey es más bien bajo qué alto, no mal formado, feo de rostro; tiene el cuello

largo, la cara larga y como encorvada hacia arriba; el labio inferior típico de los Austria; ojos no muy grandes, de color azul turquesa y cutis fino y delicado. El cabello es rubio y largo, y lo lleva peinado para atrás, de modo que las orejas quedan al descubierto. No puede enderezar su cuerpo sino cuando camina, a menos de arrimarse a una pared, una mesa u otra cosa. Su cuerpo es tan débil como su mente. De vez en cuando da señales de inteligencia, de memoria y de cierta vivacidad, pero no ahora; por lo común tiene un aspecto lento e indiferente, torpe e indolente, pareciendo estupefacto. Se puede hacer con él lo que se desee, pues carece de voluntad propia”.

El 6 de noviembre la noticia del fallecimiento del rey Carlos II llegó a Versalles. El día 16 Luis XIV anunció que aceptaba lo estipulado en el testamento del rey español. El ya Felipe V de España partió hacia Madrid, a donde llegó el 22 de enero de 1701. La tensión entre Francia y España y el resto de potencias europeas, que ya desde un principio desconfiaban del poder que iban a acumular los Borbones, aumentó debido a una serie de errores políticos cometidos en las cortes de Versalles y Madrid. Austria, que no reconocía a Felipe V como rey envió un ejército hacia los territorios españoles en Italia, sin previa declaración de guerra. El primer encuentro entre este ejército y el francés se produciría en Carpí el 9 de julio. El 7 de septiembre Inglaterra, las Provincias Unidas y Austria firmaron el Tratado de La Haya y en mayo de 1702 todos declaraban la guerra a Francia y España.

Con la entrada de los Borbones España cambiará para ir a peor, siempre han

sido la lacra monárquica española. Por mantener la historia hasta José Bonaparte, pasaremos por los distintos reyes borbones de la primera hornada, pero después los obviaremos.

Por F.L.P.

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Los Templarios de Monzón adquieren Conxel, el Pueyo y Ripoll, en 1154

Uno de los documentos que transcribimos, extraído del Archivo Histórico Nacional, puntualiza la fecha en la cual la Orden del Templo de Salomón adquirió estas tres localidades.

La noticia, tomada del fondo de los códices de

Órdenes Militares, en su número 595 y documento 265, nos indica que los lugares de Pueyo, Ripoll y Conchel fueron vendidos a la Orden de los Caballeros Templarios, después de completada la conquista de Miravet. Con esta compra, el temple ampliaba sus posesiones en el Cinca. Dicha compra se produjo el 22 del mes de julio de 1154, a escasos cinco años después de la conquista de Lleida y de Fraga, y dominadas las riberas de Cinca, Segre y Ebro, por las fuerzas comandadas por el conde Ramón

Berenguer IV, ya príncipe de los aragoneses desde 1137, y marqués de Tortosa y Lleida desde 1149.

Concretamente sobre Ripoll disponemos de algunas noticias anteriores a esta fecha. Ripoll había formado parte de los territorios de los aragoneses, hasta que lo

perdieron en 1134, con la muerte de Alfonso I, rey de Aragón, de Pamplona, de Sobrarbe, de

Ribagorza y de Zaragoza. (Es decir, el reino de Aragón se estaba configurando ampliando territorios a favor de los

“aragoneses”, los oriundos del valle de Aragón, en la Jacetania.

En el archivo de la Corona de

Aragón, registro de Cancillería 310, consta la confirmación del lugar de Ripoll en favor de Pedro de Lujaso, concedido con su villa y castillo; y se lo da con cuatro jovadas de tierra y toda aquella que pueda trabajar por sí mismo. Lleva la fecha de enero de 1132, y recuerda que Ripoll estaba bajo el dominio de Monzón (Montisoni), situado junto al río Cinca. Acompaña la testificación de Arnaldo [Dodón, 1130-1134] (obispo de Huesca). S. Sanç de Oscha (tenente en Huesca), Bertran de Lavata, don Garcia Remirez, Pedro (señor de Stada), y Raymundo García. Redactado por Pedro, escribano, en nombre del rey.

Arnaldo (obispo de Iacha), Pedro (en Barbastro), Garcia (en Cesaraugusta),

Sancio (en Irunia), otro Sancio (en Agara), Miguel (en Tarazona), el conde Pedro (en Tudela), el vizconde Centullo (en Uncastillo), Fralo López (en Soria), Leo Eñequez (in Burubia), Enequi Reminones (en Calatayud), Lop López (en Ricla), Lop Garcés (en Alagón), Pedro Tizón (en Estela), Loxemino (en Lusia), Castange (en Biel), Pere Ait (en

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Luciñén), Sanç Johan (en Oscha), Atto Garcé (en Barbastro), García Redimire (en Monssone), Pere Ramon (en Stada), Berenguer Gombalt (en castro), Pere Mir (en Benabarre), y Pere Guzpert (justicia en Monssó.)

Sin embargo, en 1154 tanto Ripoll, como los lugares de Conchel –que había sido

de Galafon en su totalidad- y el lugar del Pueyo de Monzón (dice Montson) que se hallaban los tres en manos de Pedro d’Oso y su esposa Maria, los vendieron en su conjunto al maestre del Temple, fr. Pere de Rovera (dice Roera), incluyendo todas las pertenencias tanto pobladas como sin poblar.

Los Templarios pagaron por todo ello el precio de 1.000 morabatines de oro, 150 cafices de trigo, y otros 100 cafices de ordio, a medida de Tudela (Navarra). En esa misma fecha, los citados esposos y propietarios, hicieron la venta de una heredad en Tudela y en Puliera, que había sido de Robert de Tonaget, incluyendo las casas en ellos existentes.

La transacción se hizo con las fianzas de Sancho de Antillón, de Galindo de

Anaia de Antillón su hermano, y del comerciante judío García Sanz. Firmaron como testigos Pere de Cornudella, Guillem Pere de Cornudella su hermano, García Robalt, y Arnal de Bonanat.

Asistieron al acto de la compra los Templarios: fr. Pere de Roera (maestre), fr.

Rostagner (capellán), fr. Frevolo, fr. Pedro Tizón, fr. Guillem de Bar, fr. Baacalla, fr. Pere Martín, fr. Pere Nochareta y otros. El acto de venta a los Templarios debió tener mucha repercusión, pues se hallaban presentes también: Guillem Pérez (obispo de Roda y Lleida), [Arnaldo ] Dodo de Oscha (obispo de Huesca 1130-1134), Pelegrí de Alquézar (dice Alchezar), Fertún Dat (tenente en Barbastro), Festuges (tenente de Estada), Guillem (tenente en Capella y Castro), Arnal conde de Pallars (tenente en el señorío de Fraga), pedro de Olmena (sacerdote en San Juan; Ciprián (presbítero), Joan Radicals (capellán de San Juan), Martín Deshiscues Ferrezol, Johanis (hijo Nuinuo), Domingo Heba, Bernardo Febria, Martín Pedriz, Sanz de Gadós, Hisarn, Pere Mir (zalmedina), y Gil d’Oso (hijo de Pedro d’Oso, el vendedor).

CONCHEL: tiene iglesia a Santa Maria

Magdalena, y tuvo castillo propio en el siglo XII, del que quedan restos de la torre en un promontorio. Fue conquistado por el rey Sancho Ramírez (1063-1094) en 1189, quien lo pasó a su hijo Pedro I (1094-1104); estaba en manos de Golafon en 1134, y de don Pedro d’Oso en 1154, fecha de la adquisición de los Templarios de Monzón. Tuvo acequia propia según consta en el acuerdo entre los templarios y el obispo de Lleida Guillem Pérez de Ravidats, en 1160. RIPOLL: Despoblado junto a Binaced, de origen ibérico. En la margen izquierda del Cinca, frente a Estiche, en la carretera A-140. La mayoría de su población medieval, inclusive tras su conquista, era mora, como en el lugar de Pueyo; por lo cual, dispuso de una iglesia y una mezquita a la vez. Ripoll había constituido parte del reino de Monzón, que gobernó el infante de Aragón Pedro I (1094-1104),

cuyo territorio fue prometido a los Templarios por el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV en 1143. Ripoll fue comprado por los Templarios siendo maestre Pedro de Rovera o Roera en 1154.

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En 1173, en el momento de repartirse las primicias entre el obispo y los Templarios, estos últimos se quedaron con el impuesto de todas las almunias de la huerta de Monzón y Pueyo, con todos sus términos, tanto de secano como de regadío, y Alfántega, Ripol y Ripollet, más Urseia, Ficena (ambas se convirtieron en Belver), Valcarca, Calavera y Casasnovas.

. PUEYO: El Pueyo de Monzón, fue

denominado Pueyo de Moros y Pueyo de Santa Cruz. Su actual iglesia está dedicada a Santa Bárbara, pero según Madoz tuvo un iglesia anterior en el antiguo castillo, junto a la una cárcel. La primera mención cristiana documental es de 1090, cuando el rey Pedro I (1094-1104) siendo infante de Aragón y rey de Monzón, lo concedió a don Ramon Guillen y a Berenguer Gombald.

En 1132 fue concedido a Pedro de

Lujaso por el rey Alfonso I (+1134). En 1154 fue adquirido por los Templarios al comprarlo a su poseedor son Pedro d’Oso.

En 1184, según pergamino conservado en Huesca (fondo Sijena 1/6), la reina doña Sancha consiguió que el maestre de la Orden del Temple, Raymundo de Canet (1183-1185), permutara los castillos y villas Templarios de Santa Lecina y Pueyo por las iglesias de Sena y de Sijena, con todos sus derechos y términos.

Según el historiador Darío Español Solana, desde 1192 estas tres localidades formaron parte de la encomienda de Monzón, fecha en la quedaba constituida como independiente de Gardeny. Junto a ellas otras 27 localidades constituyeron una próspera zona constituida por: Iglesia de San Juan (Monzón), Crespán (Fonz), Cofita, Ariéstolas, Castellón Ceboller (Castejón del Puente), Pomar, Estiche, Santalecina, Larroya (Santalecina), Castellflorite, Alcolea, Castaillén (Castellflorite), Sena, Sijena, Ontiñena, Torre de Cornelios (Alcolea), Chalamera, Ballobar, Ficena (Belver), Calavera (Belver), Casasnovas (Binaced), Valcarca, Alfántega, San Esteban de Litera, Almunia de San Juan, Binahut (Castejón del Puente), Morilla y Monesma. Obsérvese que en esta lista de localidades Templarias no cita a Pueyo de Monzón. Joaquín Salleras Clarió

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Batalla de las Islas Formigues

El origen de fondo de la guerra era el dominio del mediterráneo occidental. Aragón deseaba la expansión de su comercio, algo que chocaba con los intereses franceses en la región. Sicilia era un enclave estratégico ansiado por la corte Aragonesa, y las "vísperas sicilianas", 30 de mayo de 1282, en la que los sicilianos se rebelaron contra el rey Carlo I de Nápoles y sus abusos, asesinando a la guarnición francesa, supusieron el inicio de las hostilidades. (Estas vísperas sicilianas se consideran el origen histórico de la mafia: "M"orte "A" lla "F"rancia "I"talia "A"nhela, por las conspiraciones clandestinas para el degüello de la guarnición).

Estos hechos provocaron la coronación de Pere III el Gran, como rey de Sicilia, quien tenía aspiraciones al trono por su boda con Constanza, hija del rey Manfred.

La intervención del papa Martin IV (francés) no

se hizo esperar. Excomulgó a Pedro III el Grande y adjudicó todos sus reinos al infante francés Carlos de Valois, hijo de Philippe "l'Hardit" (El atrevido) y lo coronó en roma en 1284. Era la GUERRA...

En el año 1285 los franceses invadieron Gerona a sangre y fuego (caída de la ciudad el 7 de septiembre), entrando en Aragón con un gran ejército,

pero sus lineas de aprovisionamiento debían ser realizadas por mar debido a lo lento del camino terrestre. Esto fue aprovechado por Aragón.

Mientras duraba aún el sitio, Ramon Marquet y Berenguer Mallol atacaron por sorpresa el puerto de Roses, capturando 25 naos y haciendo prisionero al almirante Guillem de Lodeva.

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Tras esta acción, juntaron sus naves a las de Roger de Lauria traídas desde Nápoles para enfrentar al grueso de la flota francesa. EL LÍDER DE LA BATALLA

Roger de Lauria se crio en la corte del rey

Pedro el Grande de Aragón. Acompañó al monarca en sus expediciones a Barbería (África del Norte) y a Sicilia en 1282 y sentía tal afecto al gran monarca que sintiendo próxima su muerte muchos años después, pidió ser enterrado a sus pies. Gran marino y guerrero, aparte de excelente político y líder.

LA BATALLA

En la noche del 6 de Septiembre, las faluchas vigía de Aragón avistaron una gran flota francesa de avituallamiento (24 naos y 15 galeras) en el golfo de León. Roger de Lauria creyó oportuno dejar confiar a los franceses en su aproximación a la costa catalana y se mantuvo al pairo con su flota de 22 galeras compuesta por marinos y guerreros de todo el Reino: Almogávares catalanes y aragoneses, aventureros sicilianos, corsarios valencianos, mercenarios napolitanos...

El dia 7 de septiembre del 1285, Roger se aproximó a la escuadra francesa cerca de los islotes de Les Formigues, entre el cap Cros y el cap de San Sebastián, cerca de Palamós y Palafurgel.

Esperó el cambio de viento a la caída de la noche y aproximándose silenciosamente por la amura de estribor cayó sobre el escuadrón central francés. Los galeotes bogaban a ritmo de embestida, de forma infernal, pues en la velocidad residía

la victoria. La flota aragonesa dobló la línea enemiga con celeridad, disparando las ballestas en la oscuridad entre lanzamientos de fuegos al enemigo que aclararon las cubiertas francesas. Mientras tanto, varios centenares de almogávares permanecían esperando el abordaje haciendo chocar sus espadas y escudos gritando el temido ¡¡¡desperta ferro!!! Los franceses, despertados cruelmente en la noche, apenas pudieron reaccionar, pues cuando el resto de las tripulaciones salían a cubierta, el sangriento abordaje era un hecho. (Quizás se debería poder representar el hecho de que en las naves se lleve infantería de abordaje, p.ejem en Lepanto)

Solo pudieron escapar, a fuerza de remos, dos galeras francesas. 13 galeras y todas las naos fueron capturadas y llevadas a Barcelona como testimonio del gran triunfo. Roger de Lauria supo aprovechar al máximo el papel de los ballesteros catalanes (de habilidad reconocida en toda la cristiandad) en los combates navales. El almirante francés Aubert d'Enguerrand, cayo prisionero y fue rescatado por un alto precio.

La mortandad en la batalla fue terrible. No hay datos exactos acerca de las bajas, pero se estiman en unos 200 confederados aragoneses por 3500 franceses. La victoria fue seguida de una masacre.

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Tras el combate, Roger de Lauria hizo tirar al agua a los prisioneros heridos y sacar los ojos al resto. El terror que infundió en los ánimos franceses fue tal, que la guerra naval quedo minimizada a algunos bloqueos navales aragoneses en los meses siguientes.

Al día siguiente, Roger de Lauria penetró al puerto de Roses mediante el ardid de llevar estandarte francés en sus naves y ocupó la villa, a la que antes de abandonar pegó fuego a la guarnición francesa. También se apoderó de Cadaqués.

La batalla significó dejar sin logística al ejército francés que invadió Gerona. Las provisiones que debían llegar a Roses habían sido arrebatadas por Aragón como botín de guerra.

Tras el desastre de su flota, el rey de Francia pidió una tregua a Roger de Lauria... Cuenta el cronista Bernat Desclot que los embajadores franceses amenazaron a Roger de Lauria, en nombre del rey de Francia, con armar trescientas galeras si no se avenía a la tregua. Roger, altivo, respondió:

"Ja en podrá armar tres-cents o deu mil si vol el rei de França, que no crec que

tingui ganes d'encontrarme ni vaixell de cap mena s'atreveixi a creuar la mar; més, que dic, vaixell!; no crec que ningu peix gosi alçar-se sobre lo mar si no porta un escut o senyera del Rei d'Aragó en la cua per mostrar guiatge d'aquell noble senyor el rei d'Aragó e Sicília!"

(Ya podría armar el Rey de Francia 300 galeras o 2000 si quiere, que no creo que tenga ganas de enfrentarse a mí, ni barco de ningún porte se atreva a cruzar el mar, que digo barco, no creo que ningún pez ose alzarse sobre el mar si no lleva el escudo o bandera del Rey de Aragón en la cola para mostrar respeto de nuestro noble señor, el Rey de Aragón y Sicilia).

Poco después Philippe l'Hardir, gravemente enfermo, abandonaba Gerona y se retiraba en dirección a Francia con su ejército, pasando el collado de Panissars, perseguido por varias compañías de almogávares y marineros de Lauria. El desastre francés fue completo (1 de octubre del 1285). La peste declarada unas semanas antes (las moscas de San Narciso) les impulsó a una vergonzosa retirada en la que murió el rey Philippe III.

Esta campaña fue seguida de ataques destructivos a las costas francesas, que asolaron sus costas y contribuyeron a aumentar la leyenda de guerreros sin piedad de las compañías almogávares. Por JFK

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Monasterio de San Salvador (Cornellana)

El monasterio de San Salvador está situado en la localidad asturiana de Cornellana en el concejo de Salas. Está catalogado como Monumento Nacional desde 1931.

El monasterio se ubica en una zona que cuenta con restos de poblamientos prehistóricos (paleolíticos y neolíticos), así como poblamientos castreños, como el castro de Peña la cabra, el castro de La Rodriga o de la Doriga, así como el castro romano de la villa Murias de la Doriga. También se sitúa cerca del camino de la Mesa, vía de gran uso desde la antigüedad, destacada por ser de uso corriente de los romanos como eje articulado de Asturias, cuando estaba bajo su dominio.

Se conserva todavía el documento fundacional, y por él se puede afirmar que la

fundación del monasterio se realizó en el año1024, cuando la infanta Cristina, hija del rey Bermudo II de León y la reina Velasquita de León; dona un conjunto de propiedades y una iglesia, que había erigido junto a su marido Ordoño Ramírez el

Ciego, ya fallecido. La donación de la infanta se complementaba con algunas villas e iglesias de los alrededores, además de propiedades agrícolas y una cantidad considerable de reses; junto al ajuar litúrgico por duplicado y que incluía dos coronas rituales (utilizadas en la tradición ritual hispánica o visigoda). Este detalle ha hecho pensar a algunos autores en la posibilidad de la existencia de un monasterio dúplice.

La muerte de la infanta supuso el desmembramiento de la propiedad del

monasterio entre sus herederos en repetidas ocasiones, hasta que Suero Vermúdez, biznieto de la infanta Cristina, y su esposa Enderquina, consiguieron reunir nuevamente todas estas propiedades permitiendo con ello su crecimiento. Como el matrimonio no dejó descendencia, donaron el monasterio a la Congregación de Cluny, en el año 1122, lo cual supuso para el monasterio una auténtica reforma eclesiástica que elimina los rituales y formas visigodas de los reinos hispanos inaugurando la

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práctica ritual romana. Este proceso de reforma eclesial supuso también modificaciones del conjunto de las edificaciones, produciéndose en este momento la construcción de un claustro siguiendo los usos benedictinos, iniciándose la construcción de la galería este, llamada también panda, y en ella se distribuyen los distintos espacios necesarios para la vida monacal o catedralicia; pasando más tarde a la edificación de la galería o panda oeste. Más tarde, a partir del siglo XIII se enfrentan a la reedificación de la iglesia. Actualmente de estas intervenciones se conservan algunas paredes del claustro, los ábsides de la iglesia, así como algunos elementos escultóricos.

Iniciado el siglo XIV el poder de la orden del Cluny en el monasterio desaparece

y el monasterio se ve envuelto en los conflictos nobiliarios que durante la Baja Edad Media se producen en toda la zona asturiana. El monasterio se encuentra en medio de una lucha de poder por la posesión del mismo que tienen entre el obispo Gutierre, el concejo de Salas e importantes nobles que intentan recortar el amplio señorío jurisdiccional que el monasterio había conseguido durante el siglo XII, que había sido confirmado por Alfonso VII. No obstante los problemas, se consigue finalizar la obra del claustro y se trata de reorganizar los territorios que les pertenece, estableciendo impuestos feudales como portazgos.

A partir de 1536 el Monasterio pasa a formar parte de la Congregación

benedictina de Valladolid, comenzando una serie de reformas constructivas que llevaron a la reedificación de todo el complejo empezando por la iglesia para conseguir amoldarla a los nuevos usos y modas de la Contrarreforma. El escudo de Castilla y León pasa a colocarse en la fachada de la iglesia como símbolo de la dependencia vallisoletana. Las naves de la iglesia son abovedadas elevando la cubierta de las naves laterales con lo que se logra que el aspecto exterior del templo resulte un tanto cúbico.

Pasan inmediatamente a reedificar el claustro, comenzando por la fachada, la

cual van a avanzar, cogiendo terreno en donde se ubica la torre de la iglesia. El nuevo claustro, pese a mantener las dimensiones del medieval aumentando la anchura y altura de las pandas o galerías, es decir, la zona habitable. También se lleva a cabo la construcción de dos patios de servicios al Este y al Oeste del claustro principal, uno para uso como granero y el otro dedicado a labores artesanales.

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Los franceses, durante su dominación, utilizaron el cenobio como caballerizas, pasando a incendiarlo a su marcha. Luego, aunque se le privaron de todas sus propiedades, los monjes pudieron volver al monasterio en pleno proceso desamortizador. Al final incluso los edificios fueron vendidos a particulares, utilizando el nuevo propietario las instalaciones monacales para la ubicación en ellas de una fábrica de manteca. En 1878 la Iglesia consiguió comprar nuevamente el monasterio que pasó a manos del Obispado de Oviedo.

En 1931 se logró su declaración como

Monumento Nacional. Una vez finalizada la guerra civil, el arquitecto Luis Menéndez Pidal llevó a cabo los proyectos de restauración de la iglesia, la torre románica y parte del claustro.

El monasterio se mantuvo en un

estado de abandono considerable durante el último tercio del siglo XX, presentando abundantes daños que hacían necesarias obras de rehabilitación, que sólo acumulaban años de retraso. Todo ello supuso una ruina y deterioro progresivos por falta de atención y cuidados, que provocaron entre otras cosas la aparición de humedades y abundante vegetación que dañaba el estado de conservación de las piedras.

Se inició en el año 1998 un proceso de recuperación del monasterio de San Salvador, con la celebración del congreso «Rehabilitación sostenible del patrimonio histórico», en Salas, lo que provocó la puesta en marcha de la rehabilitación integral del edificio. Esta rehabilitación comenzó en 1999 y supuso una inversión de 4,4 millones de euros en la puesta en marcha de dos escuelas taller y un taller de empleo que se ocuparon de las obras en la plaza del oeste y el patio del este, realizada por parte del Gobierno regional. Pese a ello, en el año 2009 se puso en evidencia la urgente necesidad de una nueva intervención en el complejo, lo cual llevó a la firma, en el mismo 2009, por parte del Ministerio de Vivienda, el Principado y el Ayuntamiento de Salas, de un convenio que modificaba los suscritos en 2007 y 2008, con un presupuesto de 5,7 millones para la rehabilitación del claustro y la parte este del monasterio, que pretende dejar el monasterio en condiciones para la instalación en ella de un hotel y el centro documental del Camino de Santiago del Norte; así como la creación en la planta baja de una biblioteca y una sala de usos polivalente.

Pese a todos los convenios, en el año 2013, los vecinos de Salas, al ver el declive del monasterio, pendiente de ser rehabilitado desde hace años, comenzaron a promover las acciones para frenar el derrumbe del edificio.

La rehabilitación del monasterio debería correr a cargo del convenio que se

firmó en 2007 entre el Gobierno de España y el Principado y que está paralizado. En el año 2012, el Ministerio de Fomento anunció que no disponía de la partida presupuestaria para su arreglo a corto plazo, unos 3, 5 millones de euros. Por su parte el Principado debía aportar el 40% restante, unos 2,3 millones de euros, ya que la obra se valoró en unos 5,8 millones de euros. En octubre de 2014 el Consejo de Gobierno del Principado autorizó un gasto de 1.337.644 euros para rehabilitar las cubiertas del monasterio.

El conjunto arquitectónico del monasterio de San Salvador de Cornellana incluye diversos edificios entre los que sobresalen la iglesia y el monasterio adjunto.

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La iglesia de San Salvador, de estilo románico, fue reformada en la segunda mitad del siglo XVII. Presenta planta basilical de tres naves, de las que la central destaca por su altura, posiblemente debido a la reforma del siglo XVII; separadas por pilares cruciformes, con una cabecera de tres ábsides y una torre adosada al lateral derecho, de dos pisos y planta cuadrada.

De la primera fase de su construcción se

cree que es la torre que se ubica a la cabecera de la iglesia, cuya advocación es San Juan Bautista, y es la parroquia de Cornellá; que constituye en elemento más antiguo del complejo del monasterio; algunas estructuras en torno al ábside de la iglesia románica del siglo XIII, que se exhumaron en una intervención realizada en el año 2001, permiten pensar que también son de este periodo inicial.

De estilo románico se puede observar la

conocida como Puerta de la Osa, que podría considerarse el antiguo acceso al monasterio,

aunque desde luego no en su actual ubicación. Son diversas las interpretaciones que se hacen de la osa, para algunos autores tiene simbología religiosa, para otros tiene su origen en la fundación del monasterio. También románicos son los arcos del claustro, una torre que hacía las veces de campanario y los ábsides de la iglesia, que son semicirculares , con cuatro cuerpos y columnas entregas, con decoración de canecillos en el tejado y saeteras en las tres cabezas de la nave.

Durante el siglo XVII se llevaron a cabo unas intervenciones que consistieron

fundamentalmente en la construcción de una nueva cubierta abovedada, elevar un coro a los pies de la planta y remodelar la fachada.

La fachada es de estilo barroco, se divide en tres cuerpos rematados en un frontón donde se ubicó el escudo de Castilla-León en el momento en que pasó a pertenecer a la Congregación benedictina de Valladolid. Las columnas son de orden compuesto, con decoración vegetal; por su parte, la puerta y el balcón presentan molduras renacentistas.

El claustro, sustituto del medieval, de planta cuadrada, presenta dos plantas,

las crujías de la planta baja están empedradas y su cubierta es una bóveda de cañón rebajada, que presenta pinturas al fresco, de motivos geométricos; por lo que los arcos son de medio punto. Por su parte, la planta alta es una balconada adintelada con moldura de oreja. Los pilares se adornan con frisos corridos y decoración vegetal. Por JMS

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Dominguito de Val o Dominguito del Val es un

santo medieval legendario de Zaragoza. Es protagonista del primer libelo de sangre

(calumnias antisemitas que se extendieron durante la Edad Media contra los judíos) de la historia de España. Fue un monaguillo de La Seo (la catedral de Zaragoza), que desapareció el 31 de agosto de 1250 y cuyo cadáver fue encontrado mutilado a orillas del río Ebro. Sin embargo, la primera noticia del caso es de 1583, trescientos treinta y tres años después del acontecimiento, y parece demostrado que fue la iglesia local la que elaboró entonces las supuestas actas del suceso para apoyar la petición al papa de que el niño mártir fuera santificado. Al parecer los que elaboraron las actas copiaron el caso del niño Hugo de Lincoln, recogido por fray Alonso de Espina.

Dominguito era hijo de Sancho de Val (notario) e Isabel Sancho (infanzones). Era infante del coro y monaguillo de La Seo. Desapareció el 31 de agosto de 1250, cuando tenía siete años de edad. Meses después, unos barqueros vieron fuego fatuo en la orilla del río Ebro y avisaron a las autoridades, que encontraron enterrado el cadáver descompuesto.

El obispo de la Catedral afirmó que el niño había sido atraído engañado por el judío Albayuceto y llevado a la aljama local, donde había sido víctima de un asesinato ritual por los judíos, que trataron de repetir la Pasión de Cristo y lo crucificaron en una pared con tres clavos y le abrieron el costado. Después lo habrían decapitado, le cortaron los pies y enterraron el cadáver en la ribera del río Ebro. Todos los judíos que fueron encarcelados confesaron bajo tortura todo lo que el obispo había afirmado. Fueron ajusticiados en la plaza de Zaragoza.

Los huesos del niño fueron llevados a la iglesia de San Gil y más tarde a la catedral, donde en la capilla de Santo Dominguito de Val todavía se veneran como reliquias santas.

El suceso es similar a otros narrados anteriormente como el del Santo Niño de La Guardia de 1491 y el del Santo Niño de Sepúlveda y se enmarca dentro del anti judaísmo cristiano europeo de la Edad Media y Moderna. El origen parece estar en el The life and miracles of St. William of Norwich (La vida y milagros de san Guillermo de Norwich) escrita por Thomas of Monmouth en 1173. El libro cuenta la historia de Guillermo de Norwich, un niño inglés que apareció muerto en las cercanías de Norwich el Sábado Santo del 25 de marzo de 1144 y cuya muerte fue atribuida a los judíos de la ciudad.

La leyenda se extendió por toda Europa y se menciona en muchos documentos:

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Et porque oyemos decir que en algunos lugares los judíos ficieron et facen el día del Viernes Santo remembranza de la pasión de Nuestro Señor Jesucristo en manera de escarnio, furtando los niños et poniéndolos en la cruz, o faciendo imágenes de cera et crucificándolas cuando los niños non pueden haber, mandamos que, si fama fuere daquí adelante que en algún lugar de nuestro señorío tal cosa sea fecha, si se pudiere averiguar, que todos aquellos que se acercaren en aquel fecho, que sean presos et recabdados et aduchos ante el rey; et después que el sopiera la verdad, débelos matar muy haviltadamente, quantos quier que sean. Alfonso X el Sabio, Partidas, VII, XXIV, ley 2)

También Geoffrey Chaucer menciona otra historia similar en sus Cuentos de Canterbury (1387), concretamente en el «Cuento de la priora», donde habla del niño Hugo de Lincoln, asesinado por judíos en 1255.

Cuentos similares sobre niños martirizados se multiplicaron en toda Europa, pudiéndose contar 6 casos en el siglo XII, 15 en el XIII, 10 en el XIV, 16 en el XV, 13 en el XVI, 8 en el XVII, 15 en el XVIII y 39 en el XIX.

<<<ALTAR BARROCO CHURRIGUERESCO EN LA CAPILLA DE SANTO DOMINGUITO DEL VAL, EN LA SEO DE ZARAGOZA (ESPAÑA).

Dominguito fue canonizado y se le considera el patrón de los monaguillos y de los infantes de la escolanía de la ciudad.

También se creó una cofradía de labradores para recordar el hecho y celebrar la conmemoración. La cofradía fue renovada en 1496, año en el que los restos del santo fueron trasladados de la capilla de San Vicente a la sacristía de la catedral. Más tarde se llevaron a la capilla del Espíritu Santo hasta que en 1671 se creó su propia capilla que todavía existe.

Las actas que se conservan en la catedral solo demuestran el hallazgo a orillas

del río Ebro del cadáver de un niño mutilado. Por lo tanto, en 1969 ―en el marco del Concilio Vaticano II―, Dominguito del Val fue uno de los 33 santos legendarios medievales ―como san Cristóbal, san Jorge o san Valentín― cuyo culto fue suprimido del Novus Ordo católico. Los católicos tradicionalistas siguen manteniendo el culto y la devoción.

En una inscripción en su altar en la Iglesia de San Nicolás de Bari, en el barrio de Santa Cruz de Sevilla, se indica: «Fue martirizado por los judíos en el año 1250 en Zaragoza su patria á la edad de 7 años. Sus reliquias encontradas milagrosamente se veneran en el templo del Salvador de dicha ciudad, y su culto se extendió, por rescripto de N.S.P. el Papa Pío VII de 9 de julio de 1808. Este altar erigido por sus parientes en el año 1815 trasladado á esta yglesia por un individuo de su familia en diciembre de 1863 es hoy propiedad del Excmo. Sr. D. Rafael Merry y del valpariente de dicho santo». De Leyendas de España

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Edita:

Orden Católica del Templo Maestrazgo Templario Católico Internacional

www.ocet.org.es

Registrada en el Ministerio del Interior (RNA) Gpo.1 Nº 604098