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71 ALEJANDRO DAGFAL LUIS MARÍA RAVAGNAN: PSICOLOGÍA Y FILOSOFÍA. DEL BERGSONISMO A LA FENOMENOLOGÍA EXISTENCIAL * Alejandro Dagfal* (**) Resumen Este trabajo resume la historia intelectual de Luis María Ra- vagnan, uno de los autores más productivos de la psicología ar- gentina de mediados del siglo XX. Su concepción de la psicología, íntimamente vinculada con la filosofía, lo diferenciaba claramente de otros autores de su época, más interesados en el psicoanálisis o en los aspectos aplicados de la disciplina. Sin embargo, el rol que desempeñó en la recepción del pensamiento francés en general y de la fenomenología existencial en particular lo situó en una zona de intersecciones que fue fundamental para la construcción de los discursos de la psicología en los años 60. Palabras clave: Ravagnan, historia de la psicología, fenomeno- logía existencial, psicoanálisis. * Este trabajo fue iniciado en 1999, gracias a una beca de perfeccionamiento de la UNLP. Su versión final se realizó en 2011, con financiamiento del CONICET. ** Lic. en Psicología, UNLP. Magíster y Doctor en Historia (París VII). Investigador, CONICET. Docente-Investigador en las Universidades de Bretaña Occidental y Lyon I. Docente Profesor Adjunto de Historia de la Psicología, UBA. Ha escrito numerosos trabajos en castellano, inglés, francés y portugués sobre la historia de la psicología, el psicoanálisis y la psiquiatría durante el siglo XX. Autor del libro Entre París y Buenos Aires: la invención del psicólogo (1942-1966), 2009. Edit. Paidós. Bs. As. Autor de Psychanalyse et psychologie. Paris-Londres-Buenos Aires (París, Campagne Première). E-mail : [email protected]

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    lUiS Mara raVaGnan: PSicoloGa y FiloSoFa. del BerGSoniSMo a la FenoMenoloGa exiStencial*

    Alejandro Dagfal* (**)

    Resumen

    Este trabajo resume la historia intelectual de Luis Mara Ra-vagnan, uno de los autores ms productivos de la psicologa ar-gentina de mediados del siglo XX. Su concep cin de la psicologa, ntimamente vinculada con la filosofa, lo diferenciaba claramente de otros autores de su poca, ms interesados en el psicoanlisis o en los aspectos aplicados de la disciplina. Sin embargo, el rol que desempe en la recepcin del pensamiento francs en general y de la fenomenologa existencial en particular lo situ en una zona de intersecciones que fue fundamental para la construccin de los discursos de la psicologa en los aos 60.

    Palabras clave: Ravagnan, historia de la psicologa, fenomeno-loga existencial, psicoanlisis.

    * Este trabajo fue iniciado en 1999, gracias a una beca de perfeccionamiento de la UNLP. Su versin final se realiz en 2011, con financiamiento del CONICET. ** Lic. en Psicologa, UNLP. Magster y Doctor en Historia (Pars VII). Investigador, CONICET. Docente-Investigador en las Universidades de Bretaa Occidental y Lyon I. Docente Profesor Adjunto de Historia de la Psicologa, UBA. Ha escrito numerosos trabajos en castellano, ingls, francs y portugus sobre la historia de la psicologa, el psicoanlisis y la psiquiatra durante el siglo XX. Autor del libro Entre Pars y Buenos Aires: la invencin del psiclogo (1942-1966), 2009. Edit. Paids. Bs. As. Autor de Psychanalyse et psychologie. Paris-Londres-Buenos Aires (Pars, Campagne Premire). E-mail : [email protected]

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    Abstract

    This article summarizes the intellectual history of Luis Mara Ravagnan, one of the most productive authors of Argentine Psychology around the 1950s. His conception of Psychology, closely related to Philosophy, clearly distinguished him from many of his contemporaries, more interested in psychoanalysis or in applied psychology. Nevertheless, the role he played in the reception of French thought in general and of existential phenomenology in particular placed him in a zone of intersections that was central in the construction of psychological discourse during the 1960s.

    Keywords: Ravagnan, History of Psychology, Existential phenomenology, Psychoanalysis

    Luis Mara Ravagnan fue una de las figuras ms activas y pro-lficas de la psicologa argentina durante los aos 50 y 60. Profesor de Psicologa I en la Facultad de Filosofa y Letras de la UBA entre 1949 y 1957, en el Primer Congreso Argentino de Psicologa, en 1954, fue signatario de la declaracin de necesidad de crear la carrera de psicologa en las universidades nacionales. A partir de 1957 fue profesor de Psicologa I, Introduccin a la Psicologa y Psicologa Contempo rnea en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin de la UNLP, llegando a ser Jefe del Departamento de Psicologa en el ao 1964. Durante su gestin se creara la Revista de Psicologa, primera publicacin especficamente psicolgica surgida de las flamantes carreras.1 Por otra parte, estuvo a cargo de la Di-reccin de Psicologa Educa cional y Asistencia Social Escolar de la Provincia de Buenos Aires entre 1956 y 1958, marcando el punto de mayor contacto entre el Ministerio de Educacin de la Provincia de Buenos Aires y la Carrera de Psicologa de la Universidad Nacional de La Plata, que histricamente haban permanecido separados.

    1 De hecho, casi medio siglo despus, a pesar de largas interrupciones y ruptu-ras institucionales, este artculo se publica en la Segunda poca de esa misma revista, lo cual muestra a las claras la trascendencia de aquella creacin.

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    Luego de recibirse de profesor de Filosofa en 1940 (en el Ins-tituto Nacional del Profesorado), en 1947 nuestro autor se doctor en Odontologa en la Facultad de Medi cina de la UBA. Con esas credenciales tan poco ortodoxas, tuvo una colocacin privile giada en los circuitos de la cultura letrada de la capital, donde colaboraba en el suplemento dominical del diario La Nacin, e incluso lleg a publicar algunos artculos en las revistas Sur y Nosotros. Profundo conocedor del pensamiento francs, su concep cin de la psicologa, ntimamente vinculada con la filosofa, lo diferenciaba claramente de otros autores contemporneos, que en algunos casos provenan del campo mdico y se inclinaban hacia el psicoanlisis (como Jos Bleger) o en todo caso estaban ms preocupados por cuestiones aplicadas desde una perspectiva emprica (como Plcido Horas). Solo sobre el final de su obra Ravagnan podra proponer tambin algunos esbozos de un modelo profesional que, en principio, no surga de sus preocupaciones eminentemente tericas.

    Su trayectoria intelectual lo llevara de la obra de Henri Bergson (a quien ya tradu ca y comentaba en 1937) a la de Maurice Merleau-Ponty, siguiendo el recorrido de mu chos intelectuales de su genera-cin, que abrevaron tempranamente en el ideario de Alejandro Korn y Coriolano Alberini para terminar por hacer suyas las modas de la fenomenologa y el existencia lismo, que triunfaban en la segunda posguerra europea. Del mismo modo en que Korn haba introducido en la Argentina el pensamiento de Bergson, treinta aos despus, Ra vagnan construira su lugar de introductor de la obra de Merleau-Ponty. Ya en 1952, en su tercer libro, La unidad psicofsica, pona de relieve esa vertiente de la fenomenologa francesa, del mismo modo que lo seguira haciendo a lo largo de ms de tres dcadas, en las que escribi varios libros y decenas de artculos, tanto en publicaciones especiali zadas como de inters general.

    Desde 1927, el filsofo Francisco Romero, uno de sus principales autores locales de referencia, vena anunciado un nuevo clima de ideas respecto de la aprehensin de la experiencia subjetiva, mencionando una serie de teoras convergentes que Ravagnan no podra pasar por alto.

    La caracterologa, la nueva psicologa de los fenmenos superiores, la fenomenologa, la teora de la forma,

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    y no s cuntas cosas ms, tienen el rasgo comn de acercarse a la realidad con mayor respeto, con mayor seriedad [que la psicologa experimental]. (Romero, 1941: 208)

    Por su parte, Eugenio Pucciarelli, otro autor que sera citado por Ravagnan, en 1937 en el mismo nmero de la revista del Centro de Estudios Filosficos de la UNLP en que Francisco Romero despeda los restos de Alejandro Korn (de quien ambos haban sido discpulos directos), sealaba la confluencia entre el pensamiento de Dilthey y la fenomenologa husserliana:

    Desde todo lo objetivo, Husserl retrocede hasta las pro-fundidades de la conciencia [...] Este regreso a la con-ciencia de Husserl es manifiestamente afn al regreso a la vitalidad (Lebendigkeit) de Dilthey. Siguiendo a Brentano, Husserl pone en la intencionalidad la esencia de la conciencia. (Pucciarelli, 1937: 48)

    Considerando las referencias de nuestro autor, todo indica que, en el Buenos Aires de los 50, quienes accedan a la fenomenologa existencial cosa que en general se haca desde la filosofa, no eran ajenos a la caracterologa, la psicologa comprensiva y la teora de la Gestalt. Esquemticamente, as como se ha planteado una versin de la histo ria de la psicologa guiada por un ideal experimental y una vocacin objetiva (que se habra iniciado con Fechner y Wundt, para desembocar en Watson y Binet, en el conduc tismo y la psicologa diferencial), podra oponrsele una versin alternativa y paralela ms cer cana a la filosofa y a las ciencias sociales, que con Berg-son recus la cuantifica cin en los dominios de la conciencia, con Brentano y Husserl, Dilthey y Spranger re salt el valor de la signi-ficacin como caracterstica de lo humano a travs de la histo ria y la cultura, y que con la Gestalttheorie termin de desprenderse de su lastre ato mstico y asociacionista, destacando la irreductibilidad del todo a la suma de las partes.2 Esta versin alternativa, en ntima

    2 Los autores de la Gestalt se mantuvieron siempre dentro del terreno expe-rimental, buscando in cluso un cierto isomorfismo entre las leyes fsicas y las

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    relacin con lo que ms tarde sera la fenomenologa existencial de Heidegger, Sartre y Merleau-Ponty, es precisamente la que nos interesa destacar en este trabajo. Seguiremos as un itinerario en parte similar al que trazara Jean Hyppolite para el pensamiento francs, en una comunicacin presentada en el Primer Congreso Nacional de Filosofa realizado en Mendoza en 1949, que llevaba por ttulo Du bergsonisme lexistentialisme (Hyppolite, 1950). Trataremos de mostrar aqu las particularidades que tuvo ese pasaje en el medio argentino, basndonos fundamentalmente en la extensa obra de Luis Mara Ravagnan, miembro de un grupo de intelectuales que, tem-pranamente atravesados por la Reforma Universitaria y la prdica orteguiana, concibieron la psicolo ga de la mano de la filosofa en general y del pensamiento francs en particular.

    Percepcin y recuerdo

    El primer trabajo de Ravagnan, de 1937, titulado La impresin de ya visto, era en realidad una traduccin comentada de un captulo de Lnergie spirituelle, de Bergson, curiosamente redactada mientras nuestro autor era alumno del Instituto Nacio nal del Profesorado (en el segundo curso de Psicologa).3 A travs de sus pginas, Ravag nan demostraba un amplio dominio de la obra del filsofo francs y de la de sus contemporneos. Con citas eruditas de Scrates y Aristteles, presentaba una versin predigerida del pensamiento bergso niano, ilustrada con el desarrollo del problema de la impresin de lo ya visto (o falso reconocimiento), que le serva de ocasin para expo-ner cmo conceba Bergson la rela cin entre percepcin y recuerdo, en vinculacin con el impulso vital de una conciencia inmediata, cuya funcin preponderante era la atencin a la vida. De tal modo, a

    psicolgicas. Sin embargo, su recepcin en diversos pases (incluyendo Argen-tina) a partir del problema del sentido, muchas veces los situ en relacin con preocupaciones filosficas e incluso sociales muy alejadas de las concepciones de la psicologa como ciencia natural que ellos mismos sustentaban.3 Le souvenir du prsent et la fausse reconnaissance. Revue Philosophique, 1908. Fue publicado luego en Lnergie spirituelle (pp. 117-161). 21.ra. edicin, Pars: Alcan, 1938.

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    partir del funcionamiento normal de la conciencia, daba cuenta de la ilusin como un recuerdo del presente, un recuerdo que mostraba su verdadera estructura, que se subjetivizaba como tal en el mismo momento en que se produca, al lado de la percepcin. As, se vea en la necesidad de explicar cmo la percepcin y la memoria no eran ms que dos direcciones que tomaba la conciencia en su continuo desdoblamiento a partir del presente, dos cho rros simtricos, de los cuales, uno vuelve a caer hacia el pasado, mientras que el otro se lanza hacia el porvenir (Bergson, 1937: 29).

    Y all aprovechaba Ravagnan para sealar cmo el filsofo francs se separaba de Spencer y Binet, y del asociacionismo en general, que distingua la percepcin de la imagen (y por lo tanto la percepcin del recuerdo) en virtud de la intensidad. Para ellos, el recuerdo no era ms que una percepcin debilitada por el transcurso del tiempo, mientras que para Bergson percepcin y recuerdo nacan simultneamente, aunque a la conciencia, en su funcionamiento normal, solo le era posi ble advertirlas de manera sucesiva, ya que la atencin a la vida determinaba que la per cepcin, por su utilidad prctica para la accin presente, apareciera siempre en primer lugar. En consecuencia, en el falso reconocimiento (o impresin de lo ya visto) el recuerdo se presentaba junto a la percepcin por una debilidad de la atencin a la vida, por una distraccin momentnea de la conciencia que desligaba el presente del porvenir y permita que el sujeto experimentase una escisin sorprendente de la que usual-mente no poda percatarse. Y en este punto rescataba Ravagnan la particular interpretacin de Bergson del mtodo patolgico: la tarea principal de la psicologa no era, como usual mente se postulaba, la de explicar los fenmenos mrbidos que se producan en el en fermo, sino que, por el contrario, deba explicar por qu esos fenmenos no afectaban al hombre sano. En el caso del falso reconocimiento, la explicacin estaba dada por la aten cin a la vida, que funcionaba como una voluntad que, aferrndose a la accin presente, favoreca la adaptacin y prevena la enfermedad, excluyendo de la conciencia el re cuerdo naciente por su falta de utilidad.

    A lo largo de todo este trabajo, Ravagnan adhera sin reparos al dualismo ontol gico bergsoniano posicin de la que se retractara,

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    segn veremos, quince aos des pus. En esa direccin, opona una realidad interior (la de la cualidad pura de la dura cin bergso-niana), a un mundo exterior conceptual y rgido, caracterizado por smbolos que empobrecen y esquemas que inmovilizan. Tambin adscriba a la intuicin como mtodo privilegiado para acceder a la realidad interior, para satisfacer el ansia filosfica de penetrar en las intimidades del objeto (Ravagnan, 1937: 4).

    La eleccin de Bergson era natural si se considera que, todava en esa poca, Co riolano Alberini era decano de la Facultad de Filosofa y Letras, y el idealismo neokan tiano, luego de las ltimas visitas de Ortega, se combinaba generosamente con lo que ms adelante, re-trospectivamente, habra de calificarse de reaccin antipositivista. En esa direccin, nadie mejor que Bergson haba desarticulado los argumentos fisiologistas y mecanicistas de la psicologa biolgica de principios de siglo, con lo que el autor francs le serva a Ra-vagnan para polemizar con Spencer y con Ribot, pero tambin para marcar la distancia que lo separaba, por caso, de Ingenieros, Bunge y Mercante, figuras centra les en el nacimiento de la psicologa en la Argentina.

    Temperamento y carcter

    Ravagnan dedic otro de sus primeros trabajos a una Introduc-cin al estudio de la caracterologa (Ravagnan, 1942), que ms tarde incluira en las dos primeras ediciones de su libro Los mtodos de la psicologa, de 1948 y 1951, bajo el ttulo Temperamento y carcter, para suprimirlo, de manera sugestiva, en la tercera edicin, de 1959. En este artculo, nuestro autor opona en trminos similares a los que ms tarde utilizara Geor ges Canguilhem una psicologa aplicada (definida como un saber interesado que posi bilite, en el comercio con las gentes, su dominio y utilizacin en beneficio personal) de una antropologa filosfica cuyo inters se dirige primordialmente a la determinacin de la esencia y la estructura fundamentales del ser humano (73). En este sentido, y muy a tono con las tendencias de la poca, se propona esbozar las bases tericas de una carac-

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    terologa en sentido estricto, capaz de contribuir al desarrollo de las ciencias del espritu (76). Esa caracterologa, si bien tena que incluir consideraciones fisiolgicas, morfolgicas y fisiognmicas, deba exceder los lmites de las clasificaciones generales establecidas por la psicologa para enriquecerla con el aporte de lo concreto y esencial, de lo que existe de peculiar e irreductible en cada conducta humana (120).

    En realidad, Ravagnan trataba de fundamentar una disciplina caracterolgica si tuada dentro del terreno de la filosofa, como una antropologa filosfica que permitira acceder a la subjetividad a partir de sus expresiones objetivas, es decir, del mundo cultural. Y aqu resulta obvia la referencia a Dilthey, con su concepcin estructural del hombre y su utili zacin de la comprensin como mtodo privilegiado para penetrar el sentido del comportamiento individual. Cinco aos antes, en 1937, su futuro amigo y colega, Eu genio Pucciarelli, haba publicado simultneamente una Intro-duccin a la filosofa de Dilthey y un artculo sobre la Psicologa de la estructura, trabajos que haban estado entre los primeros en presentar en la Argentina, de manera muy sistemtica, los temas de la comprensin y la hermenutica como fundamentos de las ciencias del espritu. Ravagnan, no obstante, siguiendo con cierta libertad a Klages y Scheler, como punto de partida planteaba en ese momento una dualidad psquico-espiritual en la que lo ps quico, junto con lo biolgico, se asimilaban a lo vital. Ya no haba un dualismo cuerpo-alma, al estilo cartesiano, sino que ambos trminos constituan una totalidad irreductible ser en s y ser para s, segn la interpretacin scheleriana de Hegel. Era el espritu y no el alma el que estaba en pugna con la vida, y al elevarse por sobre sus exigencias defina el orden estrictamente humano. A su vez, el dualismo sujeto-objeto se superaba, en clave existencial, en la frmula originaria y pri-mordial de un estar en el mundo. Esto planteaba para el hombre la disyuntiva de estar en el mundo como unidad psquica (sujeto a las exigencias vitales, a los impulsos orientados hacia el goce y las alegras de la vida, p. 87) o como ser espiritual (capaz de realizar un destino regido por valores), y all resida el problema fundamental de este trabajo que, en trminos netamente morales, daba todo su

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    sentido a la oposicin kantiana entre temperamento y carcter. Para ilustrar esa oposicin, Ravagnan haca un somero recorrido por la psicologa individual de Adler y las tipologas de Kretschmer y Jung, para terminar acordando con las posiciones de Mc Dougall.

    El temperamento es, pues, exteriorizacin de modali-dades psquicas; la resultante natural del complejo an-mico-corporal donde resuena el clamor incesante de la vida [...] El hombre psquico como tal es el esclavo de s mismo y, en este sentido, hablar del alma humana es mentar el momento ms estricto de la individualidad, reducida a sus ltimos lmites y ajena a toda actitud des-interesada. (Ravagnan, 1942: 93-94)

    El temperamento expresaba as la relacin entre lo psquico y lo corporal, que se realizaba a travs del elemento humoral apor-tado por las glndulas de secrecin interna. Por otra parte, exista adems una constancia biolgica entre la mor fologa corporal y el psiquismo (98), cuya correlacin se estableca precisamente a travs de la accin de las hormonas, que se encargaban de armonizar la apariencia ex terna con su correspondiente tipo psicolgico.

    De todo esto resulta que, en ltima instancia, el temperamento es patrimonio del hom bre que padece. Padece su cuerpo y las influencias del medio, y sus presuntas acciones voluntarias estn determinadas por mviles que emergen del fondo vital (Ravagnan, 1942: 108).

    Pero el hombre de carcter, sujeto libre a fin de cuentas, poda trascender este plano meramente vital e individual y sustraerse del influjo de la economa de la vida, lo cual equivale a decir que po-da exceder los lmites del temperamento, del yo psquico, para emprender la ruta de los valores que lo encaminaban hacia el yo espiritual. En consecuencia, para Ravagnan, el carcter terminaba identificndose con la libertad misma, y aqu se opona tenazmente a Ortega y Gasset, quien haba sugerido que el hom bre que por fuerza de voluntad se apartaba de su destino falsificaba su vida.4

    4 Ortega y Gasset, J. (1932). Goethe desde dentro. Madrid: Ed. Revista de Occidente, 10-11 (citado por Ravag nan, 1942: 114).

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    Lejos de adherir a esa interpretacin, para Ravagnan, en trminos bergsonianos, el carcter signi ficaba una constante conquista de la libertad, un forjar cada acto en el yunque de la autenticidad (115), donde cada intencin deba expresar la totalidad de la persona. A su vez, esta ltima se opona al individuo aislado, egocntrico y tem-peramental, ya que no reposaba sobre arcaicos fundamentos vitales, sino que sintetizaba la unidad indisolu ble del hombre que afirma su autonoma y somete el clamor de los impulsos naturales como somete al esclavo su amo y seor (115). Siguiendo una vez ms a Kant, termi naba por adoptar su definicin exaltada del hombre de carcter, que lo ensalzaba como un varn de principios, de quien se sabe seguro lo que se ha de esperar, no por parte de su instinto, sino de su voluntad (183).

    En resumen, para nuestro autor el yo se encontraba en una encru-cijada en la cual deba optar entre pares antitticos (como el carcter y el temperamento, la persona y el individuo, la vida social y el ego-centrismo, los impulsos vitales y los valores, la sujecin y la libertad) que en ltima instancia remitan a la pugna originaria entre la vida y el esp ritu. En este sentido, la psicologa, frente a la filosofa, apareca moralizada negativa mente y por partida doble: por un lado, como disciplina al servicio del control social, por el otro, como dedicada a las exigencias de la vida, a la celda psicovital, mientras que la antropologa filosfica poda ocuparse de los elevados valores del espritu que estaban en juego en el problema del carcter. Por otra parte, Ravagnan agregaba que la caracterolo ga deba exceder los estrechos puntos de vista de la psicologa escolar, emancipndose en primer trmino de los abominables ensayos de laboratorio (119). Resulta evidente que, en este momento, trataba de fundamentar una disciplina caracterolgica que, situada por coordenadas filosficas, sirviera como alternativa a la psicologa experimental e incluso a la psicometra y que pudiera dar cuenta de la realidad del ser humano como un todo frente al mundo (119).

    A partir de lo anterior, no resulta extrao que diecisis aos despus (cuando ya se encontrara claramente posicionado como un actor encumbrado dentro del campo aca dmico de la misma psicolo-ga que tanto haba criticado) iba a suprimir ese trabajo en la tercera

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    edicin de su libro Los mtodos de la psicologa, de 1959. El lugar de pri vilegio que antes haba tenido la caracterologa sera cedido entonces a la psicologa comprensiva y a la teora de la Gestalt.

    Forma y estructura

    La primera edicin de Los mtodos de la psicologa, destinada a los estudiantes de la disciplina, apareci en 1948, aunque su contenido ya haba sido publicado en 1945, por entregas, en la Revista de Educacin de La Plata. En realidad, ms que una simple revisin meto dolgica, Ravagnan planteaba all toda una historia de la psicologa a travs de sus mto dos. Esa historia, organizada segn el esquema propuesto siete aos antes por el filsofo Francisco Romero (Romero, 1941), se divida en dos grandes ramas. Por un lado, haba una faz experimental, que se iniciaba con la psicofsica y la psicofisiologa de Fechner y Wundt, se continuaba en Freud, Binet y la Escuela de Wrzburg, y culminaba con su expresin ms acabada en la teora de la Gestalt. Por otra parte, haba una rama de las grandes concepciones, que inclua un primer grupo, de raz naturalista (donde tenan cabida el atomismo, el asociacionismo y el evolucionismo) y un segundo grupo, destinado nica mente a la psicologa comprensiva iniciada por Dilthey y desarrollada por Spranger.5 De este modo, la Gestalt y la psicologa comprensiva aparecan como el punto de llegada de un relato en el que el mtodo experimental y el estudio de la conducta quedaban relega dos frente a una pluralidad de mtodos y objetos tales como la observacin, el anlisis, la intuicin, la introspeccin, la experiencia, la forma y la estructura.

    Se trataba en efecto de una historia muy particular, en la que el psicoanlisis y el conductismo, por caso, merecan escuetas referen-cias, mientras que Ribot, Bergson y Binet eran citados in extenso. El psicoanlisis, curiosamente definido como mtodo ex perimental,

    5 En realidad, el esquema de Romero no hablaba de ramas, sino de etapas y momentos, por lo que se destacaba an ms ese sesgo evolutivo que puede apreciarse en el ordenamiento de Ravagnan.

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    era desarrollado en apenas una pgina, y el conductismo era presen-tado so meramente como la culminacin de la psicologa objetiva de Bechterev y Pavlov. Por oposicin a las historias cannicas de la disciplina, de origen anglosajn como las de Boring o Brett, nuestro autor pona de relieve una trama mucho ms compleja, en la que no se privaba de subrayar la importancia del pensamiento europeo en general y francs en particular, donde la tradicin psico-patolgica y las ideas filosficas tenan un lugar preponderante. As, acceda a la psicologa alemana por referencias de segunda mano, explicando a Herbart a partir de citas de Ribot (1932), o comentando a la Escuela de Wrzburg a travs de una obra de Burloud (1927). Incluso cuando mencionaba al mismo Spencer, lo haca citando una sntesis de Howard Collins (1894), que previamente haba sido traducida al francs.

    Finalmente, siguiendo a Pucciarelli, nuestro autor presentaba la psicologa com prensiva y la psicologa de la Gestalt, tratando de definirlas y diferenciarlas. El concepto de estructura, tal como lo haban entendido Dilthey y Spranger, permita englobar la vida psquica como una totalidad, como un proceso continuo y articu-lado, comprensi ble a partir de los conceptos de sentido, valor y finalidad. A su vez, para ellos, las estructuras presentes en los sistemas culturales no eran ms que proyecciones de las es tructuras psquicas. Por lo tanto, la psicologa comprensiva, que se dedicaba al estudio de los actos espirituales superiores, quedaba incluida dentro de las ciencias del espritu, y no entre las ciencias naturales, donde pretenda ubicarse la Gestaltheorie. En esta ltima, no obstante, Ravagnan encontraba varios puntos de contacto con la psicologa compren siva. Repasando las teoras de sus principales exponentes, Wertheimer, Khler y Koffka, resaltaba la filiacin aristotlica de la mxima que estableca la anterioridad del todo con relacin a las partes. Sin embargo, el concepto de forma aluda en esa teora a com plejos perceptivos parciales (pticos, acsticos, etc.), en los que los fenmenos constitu tivos estaban condicionados por la disposi-cin del todo. As, la mnima estructura per ceptible remita siempre a una relacin en la que la cualidad de una figura se recortaba a partir de un fondo uniforme. En este dominio, los mtodos privilegiados

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    eran la experi mentacin y el anlisis aplicados al problema de la percepcin, lo cual se compadeca con la posibilidad de encontrar Gestalten ya no slo en la vida anmica, sino tambin en los dominios de la fsica y la fisiologa.

    En resumen, las modernas nociones de forma y estructura le permitan a nuestro autor emancipar la disciplina psicolgica de sus antiguas ataduras a los mtodos de las ciencias naturales, incor-porando una dimensin significativa que, ms que viejas prcticas de laboratorio, requera una nueva hermenutica.6 La psicologa quedaba situada enton ces, de pleno derecho, en una zona de pro-blemas que la acercaba a la filosofa, pero tambin a la historia y a las ciencias sociales. A partir de una concepcin que dife renciaba claramente el hombre del animal, en virtud del orden simblico nutrindose una vez ms de autores como Cassirer y Max Scheler, Ravagnan se aprestaba a dar sus primeros pasos en los dominios de la fenomenologa.

    Cuerpo y psique: la introduccin de Merleau-Ponty

    Ya desde 1951, siguiendo a Messer (representante de la escuela de Wrsburg), Ravagnan planteaba que la psicologa no puede pres-cindir de la realidad corprea (Ravagnan, 151: 158). Consideraba entonces que el cuerpo estaba estrechamente unido con el alma en una comunidad de existencia, formando con ella una totalidad psicofsica. Sin embargo, en esa poca todava sostena un dualismo ontolgico segn el cual afirmaba la existencia de dos especies de realidades: la realidad anmica y la realidad corporal. Un ao des-pus, empero, en su pequeo libro La unidad psicofsica (1952a), cambiara radical mente de posicin. All, junto con las tradicionales citas de Max Scheler, Bergson y Burloud, aparecan por primera vez las referencias a Maurice Merleau-Ponty y a Jean-Paul Sartre. Y es precisamente Merleau-Ponty quien le permiti-ra a partir de ese momento y hasta el final de su obra recusar el dualismo carte-siano. Sin embargo, las referencias a Merleau-Ponty y a Sartre no

    6 Ver las salvedades que se plantean en la nota 2 respecto de la Gestalt.

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    dejaban de convivir con citas a Burloud, quien segua rescatando las teorizaciones janetianas, ribotianas y bergso nianas.

    De este modo, se conformaba una matriz de pensamiento eclctica y heterognea, donde Ravagnan poda empezar a poner de relieve las ideas de una nueva generacin de pensadores sin que ello fuera obs-tculo para que rescatara tambin el pensamiento de las figuras que dicha generacin acababa de impugnar. As, al lado de los tres planos de significacin (materia, vida y espritu) que defina Merleau-Ponty en La Struc ture du comportement, estaba la unidad psicofsica planteada por Max Scheler (como identidad del alma y del cuerpo) pero tambin la duracin bergsoniana. Aunque Ra vagnan recono-ciera el error dualista en la psicologa de conciencia de Bergson, no dejaba de mantenerlo como una referencia fundamental que se negaba a abandonar definitivamente. En todo caso, era claro que su preocupacin por la psicologa de conciencia haba sido reemplazada por el problema del cuerpo, en tanto que encarnadura de esa con-ciencia en una situacin tmporo-espacial determinada.

    Utilizando categoras propias de la generacin de filsofos franceses de los aos 30, quizs podra decirse que, a principios de los 50, Ravagnan, como muchos otros, comenzaba a realizar el pasaje de una filosofa idealista a una filosofa ms concreta, pero no por ello menos acadmica. Por otra parte, como l mismo lo sugera en otro artculo, empezaba a abandonar una antropologa filosfica y una caracterologa pre ocupadas por las esencias para abrazar una psicologa fenomenolgica enclavada en la existencia (Ravagnan, 1952b). En esa misma lnea, dos aos despus (en un trabajo pre sentado en el Primer Congreso Argentino de Psicologa), nuestro autor dira:

    Si el programa de la psicologa consiste en la interpre-tacin de la conducta humana, dicha tarea consiste en la penetracin de cada existencia singular. An cuando esta disciplina no pueda prescindir de una formulacin de esencias, es propsito genuinamente suyo la com-prensin de la originalidad de las existencias. Y sa es, sin duda, su ms legtima tarea. (Ravagnan, 1956a)

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    Esta legtima tarea de la psicologa conduca directamente al problema del cuerpo, que para Merleau-Ponty era el nico modo de acceder al mundo humano, y por ende a la singularidad de la existencia. En este punto, a partir de su concepcin del cuerpo, cabe caracterizar la fenomenologa existencial de Ravagnan, quien siguiendo a Merleau-Ponty se diferenciaba de las posiciones de Heidegger y Sartre. En primer lugar, el cuerpo en cuestin no era un cuerpo sufriente, desgarrado por la existencia (la carne que adquira su sentido ante la inminencia de la muerte). Tampoco era un cuerpo en s que solo como objeto de la mirada del otro poda acceder al para s (por esa vertiente de las ideas sartreanas Ravagnan encontraba un residuo de dualismo). Ms bien por el contrario, se trataba de un cuerpo totalizado, unido por el movimiento de la existencia, donde lo psquico y lo fisiolgico se confundan sin solucin de continuidad. Un cuerpo vivo y vivido, un cuerpo su-jeto de la percepcin (mi punto de vista acerca del mundo, dira Merleau-Ponty en 1945, en la Phenomenologie de la prception), un cuerpo trascendente, lanzado hacia el mundo. No era un cuerpo para el otro sino un cuerpo con el otro.

    Merleau-Ponty haba accedido a la Fenomenologa del espritu de Hegel gracias al ya legendario curso de Kojve, al que haba asistido con sus compaeros de generacin: Lacan, Bataille y Koyr, entre varios otros (Roudinesco, 1994: 149). Naturalmente, a partir de la gran impresin que las enseanzas de Kojve causaron en todos ellos, su lectura de la dialctica hegeliana y su propia concepcin de la dialctica no podan ms que inspirarse en la lucha a muerte del amo y el esclavo:

    Decir que tengo un cuerpo es, pues, una manera de decir que puede vrseme como un objeto y que quiero que se me vea como sujeto, que el otro puede ser mi amo o mi esclavo, de modo que el pudor y el impudor expresan la dialctica de la pluralidad de las conciencias y poseen una significacin metafsica. Lo mismo diramos del deseo sexual []. (Merleau-Ponty, 1945: 184)

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    Sin embargo, su idea de la intersubjetividad no se basaba en la dialctica del amo y el esclavo como en el caso de Sartre ya que la consideraba un callejn sin salida. La intersubjetividad, tomada ms bien de Husserl, no era el resultado de la lucha a muerte por el reconocimiento, sino que se apoyaba en la coexistencia, en la solidaridad y en la posibilidad de comunicacin entre los hombres. En todo caso, si la existencia implicaba conflictos, estos no residan tanto en la relacin intersubjetiva como en la necesidad de superacin de todo sujeto, que se vea confrontado a las limitaciones de una situacin concreta. La dialctica no implicaba una reduccin de la historia a la conciencia, no era una relacin entre pensamientos con-tradictorios, sino ms bien la tensin de una existencia hacia otra existencia que la niega, y que, sin embargo, no se sostiene en ella. Por ello, para Merleau-Ponty, la meta fsica, como ms all de la naturaleza, no se ubicaba a nivel del conocimiento, sino en todas partes, con la apertura al otro (Merleau-Ponty, 1945: 184).

    Si la utilizacin del concepto de dialctica en Merleau-Ponty no resulta del todo transparente, Ravagnan fue an ms lejos, llegando incluso a rechazarlo de plano. En una resea del libro de Kurt Golds-tein, La Structure de lorganisme, dira: El hombre [] constituye un todo estructurado, cuyos procesos se derivan a partir de aquella trama solidaria que nicamente una dialctica puede desmembrar, con la conse cuente prdida y riesgo que entraa toda diseccin (Ravagnan, 1959d). Para l, toda la dialctica se reduca a la versin sartreana (y por ende kojveana) de la lucha del amo y el esclavo, a un duelo de miradas con el que claramente disenta. Por otra parte, en la obra de Ravagnan, salvo algunas excepciones, la dialctica no aparece como una nocin totalizadora, tendiente a una sntesis, sino como una operacin racional y anal tica. En consecuencia, el inte-lecto en funcin dialctica eriga lmites y fronteras, era un pensar objetivo que amenazaba la simbiosis original, el ser con los otros de la expe riencia vivida (Ravaganan, 1965b: 29). Resulta curiosa esta dificultad de Ravagnan para aprehender el carcter multvoco del concepto de dialctica, tanto ms cuanto que Mer leau-Ponty lo haba utilizado a lo largo de toda su obra, y no precisamente en un sentido intelectualista o analtico. Quizs se debiera en realidad

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    a la imposibilidad de adoptar categoras extradas de Hegel, cuyo pensamiento, apropiado por el marxismo, nunca haba sido bien acogido en los medios acadmicos franceses ni argentinos. Sea como fuere, la dialctica no era para Ravagnan una nocin que pudiera dar cuenta de la totali dad mente-cuerpo, de la unidad psicofsica, sino todo lo contrario.

    En este punto, Kurt Goldstein (que a la sazn era primo de Ernst Cassirer), a tra vs de su concepto de espritu le serva tanto para salir del atolladero de la dialctica como para superar dos de sus antiguas referencias: Klages y Scheller. Las interpreta ciones de estos ltimos, que en cierto modo oponan el espritu al alma (y por consi-guiente a la vida) no dejaban de ser, finalmente, dualistas. En cambio, en Goldstein, nuestro autor no encontraba ese antagonismo, sino un reconocimiento de diferentes formas de realizacin del hombre en el vaivn de su existencia. No hay una negacin de la naturaleza, como en Scheller, sino una toma de conciencia de la tensin que sub yace a los conflictos, a la lucha del organismo y del mundo (Ravagnan, 1959d). Sin embargo, aunque aqu Ravagnan hablara en trminos de tensiones, conflictos y lu cha cosa poco habitual en l, no por ello se decida a abrazar una concepcin dialc tica. En todo caso, tampoco resulta evidente cmo haca nuestro autor, en ltima instan cia, para dar cuenta del origen de ese conflicto (que l mismo reconoca como histrico) y de la posibilidad de una toma de conciencia, sin recurrir a nociones dialcticas.

    Durante el perodo que va de 1954 a 1960, Ravagnan escribi va-rios artculos y dict numerosas conferencias en los cuales presentaba la obra de Merleau-Ponty ante pblicos diversos. Al mismo tiempo, en todos esos frentes construa su lugar de enuncia cin como el especialista en Merleau-Ponty en la Argentina, a la par que escalaba posi ciones en su carrera acadmica.7 As, en 1956, se hara cargo de la Direccin de Psicologa Educacional y Asistencia Social Escolar

    7 Segn vimos, ya en 1954, en el Primer Congreso Argen tino de Psicologa, haba presentado un trabajo sobre Conducta y dinmica corporal (Ravagnan, 1956). A su vez, en ese importante evento, fue uno de los signatarios de la declaracin de necesidad de crear la carrera de psicologa en las universidades nacionales, en una poca en la que todava estaba a cargo de la ctedra de Psico loga I en la Facultad de Filosofa y Letras de la UBA (en la que era profesor titular desde 1949).

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    de la Provincia de Buenos Aires, una dependencia del Ministerio de Educacin (ministerio que a su vez editaba la Revista de Educacin, en la que Ravagnan iba a contribuir con asiduidad).8 Entre 1956 y 1958, perodo en que estuvo a cargo de esa Direccin (heredera de la antigua Direccin de Psicologa Educacional y Orientacin Profesional), se interes por primera vez en cuestiones vinculadas con el ejercicio profesional, por lo que public artculos sobre temas tales como La formacin del psiclogo educacional (1957b) la Asistencia mdico-psicolgica de la minoridad (1958b) y El nio que delinque (1958d). Del mismo modo continu demostrando su inters por los temas ms propiamente fenomenolgicos en la resea Maurice-Merleau Ponty: La Structure du comportement (1957d) y en Acerca del esquema corporal (1958c).

    En estos dos ltimos trabajos, como era de esperar, se dedicaba a comentar la obra del filsofo francs. En el primero de ellos, pre-sentaba sucintamente la tesis de Merleau-Ponty, de 1942. All haca hincapi en la crtica de las tradicionales teoras del arco reflejo del con ductismo y la reflexologa, superando las cuales se erigen las nuevas teoras estructura listas. Una vez ms, Ravagnan tomaba a la Gestalttheorie y a Goldstein, citados por Merleau-Ponty, para im-pugnar el atomismo de las concepciones mencionadas. El reflejo, ms que una reaccin especfica ante un estmulo determinado, implicaba una respuesta global del organismo, que necesitaba darle significa-cin a ese estmulo antes de ser capaz de reaccionar. En tal sentido, la excitacin misma era ya una forma de respuesta, que implicaba que una situacin particular se haba transformado en un estmulo significativo. Por otra parte, distingua tres rdenes de significacin correspondientes a la materia, la vida y el espritu (y por consiguiente a la fsica, la biologa y la psicologa, respectivamente), regi dos por

    8 La nueva serie de la Revista de Educacin haba sido iniciada en 1956 por Arturo Marasso, como rgano del Ministerio de Educacin de la Provincia. La revista no dudaba en declararse heredera de los Anales de la Educacin Comn fundados por Sarmiento en 1859. Los temas de inters para esta publi cacin mensual, que se pretenda moderna, contemplaban la literatura, la filosofa y, muy a menudo, la psicologa, adems de cuestiones estrictamente pedaggicas. En tal sentido, aparecan artculos dedicados al existencialismo e incluso a las corrientes epistemolgicas no racionalistas (incluyendo referencias a Bachelard y traduc ciones de su discpulo Canguilhem).

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    tres tipos de estructuras, a saber: la cantidad, el orden y el valor. Cada uno de los tres rdenes de significacin, que eran en realidad categoras universalmente aplica bles, estaba integrado en diversa medida por los tres tipos de estructuras del compor tamiento. Se superaban as las antinomias entre materialismo, vitalismo y espiri-tualismo, entendiendo la estructura como una forma desprendida de su lastre materialista, y el comportamiento como un concepto neutro respecto de la biologa y la psicologa.

    En definitiva, no era el arco reflejo el que permita un nuevo abordaje de la conducta (de la cual no era ms que un fragmento artificialmente seccionado), sino la nocin de estructura, que remita a una totalidad de sentido. En cuanto al segundo artculo, se basaba en la Phnomnologie de la perception para dar cuenta del esquema corporal como una forma dinmica (tambin en el sentido de una Gestalt) solidariamente estructurada. No se trataba de un ensambla-je de sistemas propioceptivos, vestibulares, kinestsicos y tctiles, ni de una serie de representaciones vinculadas al sentimiento, sino de una entidad psicofsica fundida en el mundo, inmersa en una situacin compuesta por objetos y prjimos.

    En 1957 fue nombrado profesor adjunto de ngel Garma en la c-tedra de Psicologa I, en la Facultad de Ciencias de la Educacin de la Universidad Nacional de La Plata, dictando las unidades referidas a la psicologa fenomenolgica y a la Gestaltheorie.9 Ese mismo ao form parte de la comisin especial que ide el proyecto de creacin de la Carrera de Psicologa en esa casa de estudios. Una vez creada la carre-ra, pas a ser titular de las ctedras de Introduccin a la Psicologa, en 1958, y de Psicologa Contempornea, en 1961. En sus programas pona de relieve temas tales como la superacin del dualismo tradicional, la estructura del organismo, la unidad de los sentidos (Ravagnan, 1958e), o la psicologa francesa contempornea, el desarrollo de la fenomenologa, el problema del cuerpo (Ravagnan, 1961a).

    En 1959, volvi a publicar en el suplemento cultural del Diario La Nacin, para el cual ya haba escrito varios artculos a fines de

    9 Si nos atenemos a lo que expondremos en el apartado siguiente, resulta ms que extraa esta colocacin de Ravagnan al lado de Garma, quien supuestamente representaba la ortodoxia del psicoanlisis que l ms criticaba.

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    los 40.10 Esta vez, algunos de los temas elegidos fueron Mauri-ce Merleau-Ponty y la psicologa fenomenolgica (1959a), El concepto de espritu en Kurt Goldstein (1959b) y El sueo y la existencia (1960c). Por otra parte, en esa poca multiplicaba sus apariciones en emisiones radiales (Radio Provincia y Radio Universi-dad de La Plata) y dictaba conferencias en lugares tan dispares como el Instituto Francs de Estudios Superiores, la Sociedad Argentina de Parapsicologa y la Escuela Superior de Guerra. Finalmente, en 1960, Ravagnan fue convocado por Jaime Bernstein, de la editorial Paids, para escribir el captulo dedicado a Merleau-Ponty en la versin castellana de Psicologas del siglo XX, de Edna

    Heidbreder. Era la confirmacin de que, luego de semejante despliegue, al menos desde el campo de la psicologa nuestro autor haba sido finalmente reconocido como palabra autorizada en lo que se refera al fenomenlogo francs.

    Fenomenologa y psicoanlisis

    La actitud de Ravagnan hacia el psicoanlisis fue siempre muy ambigua, entre un reconocimiento un poco forzado por el espritu de los tiempos, una indiferencia respetuosa y una crtica lisa y llana. Ya hemos sealado que no pareca ser un gran conocedor de la obra de Freud, y que slo le haba dedicado una pgina de su libro Mtodos psicolgicos. Del mismo modo, en su primer programa de Psicologa Contempornea, en 1961, apenas si inclua el psicoanlisis como una escuela entre tantas otras: la Escuela de Viena (Ravagnan, 1961a). Sin embargo, defenda un psicoanlisis

    10 En las pginas de ese suplemento distintas editoriales publicitaban sus lti-mos libros. Por ejemplo, junto a un artculo de Ravagnan sobre Merleau-Ponty, Paids anunciaba pomposamente la aparicin del manual de psicologa de Paul Guillaume (antecesor de Daniel Lagache en la ctedra de Psicologa Gene ral de la Sorbona), como uno de los mejores manuales que se han escrito en nuestra poca en cualquier idioma. La versin castellana haba sido prologada por Mar-cos Victoria, primer director de la Carrera de Psicologa de la UBA (La Nacin, 29 de marzo de 1959). Esto da cuenta de la existencia, ya en ese momento, de un pblico vido de este tipo de lecturas acadmicas.

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    existencial ligado a las posiciones binswangerianas o sartrianas, y no slo a las de Merleau-Ponty. A su vez, daba la bienvenida a la psicologa existencial norteamericana de Gordon Allport y Rollo May, que con singular retraso se haba hecho eco de los aportes de las escuelas francesas y alemanas, superando entre otras defi-ciencias, el abuso de la esquematizacin y la estadstica (1965b: 34). Consecuente con lo anterior, diferenciaba dos tendencias psi-coanalticas: una emprica y una existencial. La primera la ms fiel a los textos freudianos, agregamos nosotros buscaba la raz de los conflictos presentes en traumas del pasado, y los explicaba en razn de una teora del inconsciente y una teora de las pulsiones. La segunda, en cambio, aspiraba a comprender la conducta humana en funcin de una dimensin prospectiva, de un proyecto original dependiente de la conciencia y la libertad de cada individuo. Mientras que el psicoanlisis ortodoxo se apoyaba en categoras universales (como el complejo de Edipo) y nociones causales (representaciones latentes y eficaces), el psicoanlisis existencial consideraba cada conflicto como un irreductible, ya que su sentido era inherente a cada hombre, segn su trayectoria y sus propsitos. Por supuesto que Ravagnan se identificaba con esta postura existencial, para la cual no haba nada que buscar ms all de los fenmenos mismos. Por otra parte, es evidente que no simpatizaba en absoluto con el psicoanlisis ortodoxo, que se opona trmino a trmino a sus ntimas convicciones sobre la libertad humana.

    Para precisar las operaciones de lectura de Ravagnan, cabe aqu una digresin respecto de las posiciones del propio Merleau-Ponty en relacin con el psicoanlisis (en particular, en su Fenomenologa de la percepcin, de 1945). Como toda su generacin (desde Sartre hasta Lacan, pasando por Levi-Strauss y Canguilhem), Merleau-Ponty estaba atravesado por el psicoanlisis y el marxismo. Para l, as como Freud haba ampliado los alcances de la nocin de sexualidad, el mate-rialismo histrico haba ampliado la significacin de la economa. Sin embargo, no se trataba de explicar la vida a travs de la sexualidad, sino de reintegrar el sexo a la existencia. De igual manera, no se trataba de explicar la historia de las ideas a travs de la economa, sino de reintegrar esta ltima a una historia de la existencia social. No estaba en

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    juego, en ninguno de los dos casos, una causalidad lineal o mecnica. En ese sentido, entenda la nocin freudiana de sobredeterminacin como un reconocimiento de facto de que los sntomas tenan mlti-ples razones de ser, que concernan al hombre como conciencia y como libertad, y no solo como a un haz de instintos. Respecto del concepto de inconsciente, como todos los fenomenlogos, tuvo una posicin crtica. En 1951, segn destaca Vincent Descombes (1988), propuso reemplazarlo por la ambigedad de la conciencia en los trminos en los que la conceba la teora de la Gestalt, como un saber no reconocido, no formulado, que no queremos asumir []. Aqu Freud est a un tris de descubrir lo que otros han llamado con ms acierto Percepcin ambigua (Merleau-Ponty, 1960: 291).11 Sin embargo, siguiendo al Politzer de la Critique des fondaments de la psychologie, por un lado, y al Binswanger de Ueber Psychoterapie, por el otro, Merleau-Ponty llegaba a la conclusin de que era errneo pensar que el psicoanlisis se opona al mtodo fenomenolgico. Ms bien por el contrario, entre otras cosas, la fenomenologa deba a Freud la mxima de que todo acto humano tiene un sentido (en Intro-duccin al psicoanlisis). A su vez, el propio Freud, en su trabajo concreto, no haca ms que reintegrar los sntomas, sueos y lapsus de los pacientes a la existencia de la cual haban sido cercenados por la neurosis. En efecto, la cura se deba ms a un paso existencial, a una recuperacin de la libertad del ser en situacin (en la que todo el cuerpo estaba comprometido), que a una toma de conciencia intelec-tual. Y la sexualidad estaba entretejida en esa existencia, de manera tal que no podan discriminarse causas sexuales de causas no sexuales, como tampoco poda separarse lo que vena de la naturaleza de lo que tena su origen en la libertad.

    11 Curiosamente, ms de diez aos despus (luego de los speros debates entre fenomenlogos y estructura listas en el Coloquio de Bonneval), en ocasin de la aparicin de Lo visible y lo invisible libro pstumo de Merleau-Ponty, su antiguo amigo, Jacques Lacan, dira en su seminario algo muy si milar. Segn l, entre sus teoras y las de Merleau-Ponty habra habido una coincidencia feliz sobre cmo situar la conciencia en la perspectiva del inconsciente. En resumen, siguiendo la lgica de las citas, habra que pensar que Freud haba estado a un tris de llegar a una nocin de inconsciente similar a la de la Gestalt y a la de Merleau-Ponty, quien a su vez estuvo a un tris del concepto de inconsciente de Lacan, al menos en su modo de relacionarlo con la conciencia (Lacan, 1964).

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    Si la historia sexual de un hombre da la clave de su vida, es porque en la sexualidad del hombre se proyecta su manera de ser respecto del mundo, es decir, respecto del tiempo y respecto de los dems hombres [] El psicoa-nlisis representa un doble movimiento del pensamien-to: por un lado insiste en la infraestructura sexual de la vida; por el otro, hincha la nocin de sexualidad hasta el punto de integrar a ella toda la existencia. (Merleau-Ponty, 1945: 175)

    En esta cita de inspiracin hegeliana, Merleau-Ponty expresa una relacin recproca, una interpenetracin dialctica entre el drama sexual y la existencia. Esta ltima no posee atributos fortuitos, por lo que nada hay en ella que no contribuya a darle su forma, y menos an el cuerpo o la sexualidad. De este modo, en el hombre, todo es necesidad, en la medida en que no habra ninguna funcin de la que pudiera prescindir. Al mismo tiempo, en l, todo es con-tingencia, ya que est condenado a enfrentarse a los azares de su cuerpo objetivo, a sus limitaciones, a su ambigedad. El hombre es una idea histrica, no una especie natural, y la existencia es aquello que realiza el pasaje incesante de la contingencia a la nece-sidad en una situacin de hecho. Y esta situacin es claramente intersubjetiva.

    A partir de esta resignificacin de la herencia de Freud, puede entenderse mejor el hecho de que Merleau-Ponty hubiera sido uno de los primeros introductores del kleinismo y del annafreudismo en las universidades francesas, merced a su enseanza en la ctedra de Psicologa del nio de la Sorbona, entre 1949 y 1952. Sera justo reconocer que, pese a sus crticas, Ravagnan tambin rescataba algu-nos elementos de Freud, como los aspectos dinmicos de su segunda tpica lo que l llamaba la psicologa profunda, en virtud de su concepcin de la vida psquica estratificada por niveles.12 Esa estra-

    12 Cabe remarcar que esta apelacin de psicologa profunda, que en nuestro pas estuvo tan de moda hasta la ola estructuralista de los aos 70, entraba en franca contradiccin con las ideas de Merleau-Ponty. El filsofo francs haba planteado la necesidad de desustancializar tanto la conciencia como el incons-ciente, que Bergson y Freud, respectivamente, haban dotado de contenidos.

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    tificacin le permita concluir que si la pura conciencia no agota las significaciones de la vida psquica cuyas races alcanzan los planos profundos, y si dicha vida psquica est inmersa en un cierto campo que incluye a ella misma y a su situacin, el estudio de la conducta debe abrazar todas esas instancias (Ravagnan, 1958a: 96-97).

    Para Ravagnan, en consecuencia, el estudio de la conducta recla-maba una visin multidimensional, que superara las psicologas en primera y tercera persona, es decir, las psicologas centradas en la conciencia y las psicologas con pretensiones de objetividad. Una de las vas para esta superacin era una psicologa en segunda persona que se centrara en la relacin existencial entre el Yo y el T, poniendo en evidencia la importancia de la situacin y, por ende, de la sociedad.13 Finalmente, Ravagnan terminaba por dar un nombre a esta concepcin de la conducta que combinaba la inves-tigacin sistemtica del campo inmediato con el enfoque gentico de la experiencia vivida: psicologa clnica.

    La psicologa clnica

    La psicologa clnica, para nuestro autor, no era en principio una rama ms de la psicologa, sino un movimiento coherentemente desarrollado a partir de la acumula cin de los hallazgos de diversas escuelas psicolgicas (Ravagnan, 1960a: 75-76). Este movimiento haba sido iniciado en Estados Unidos por Lightner Witmer, un discpulo de Wundt, que en 1896 fund una clnica psicolgica destinada a la rehabilitacin de anormales, al mismo tiempo que present ante la American Psychological Association su proyecto de una psicologa para perturba dos (a la que llamaba clinical psy-

    En efecto, hablar de psicologa profunda implicaba la existencia de contenidos latentes que, reprimidos en las profundida des del inconsciente, determinaban la vida psquica, y esto se situaba en las antpodas de una concep cin fenome-nolgica del sentido.13 Aqu Ravagnan construa una curiosa filiacin para esta vertiente social, que iba desde James hasta Sartre, pasando por Scheler, Gusdorf y Merleau-Ponty (Ravagnan, 1958a: 99). Por otra parte, ya hemos marcado las diferencias que Ravagnan tena con las ideas de Sartre respecto de la relacin intersubjetiva.

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    chology) (Vilanova, 1990). En 1961, en las pginas de La Nacin, en un artculo sobre La dimensin clnica en psicologa, nuestro autor calificaba a ese acontecimiento de crucial para la historia de la disciplina, por haber dado una denominacin a aquello que hacan los tcnicos de la psicologa en el seno de ciertos equipos de trabajo insti tuidos por mdicos y psiquiatras con el fin de interpretar los problemas de conducta (Ravagnan, 1961b: 3).

    Pero como superacin de esos inicios, de la psicologa clnica de Witmer y de la psicologa diferencial de McKeen Cattel, nues-tro autor se haca eco de la obra del psicoanalista francs Daniel Lagache. Este ltimo, despus de hacerse cargo de la ctedra de Psicologa General de la Sorbona en 1947 (ao en que se cre en Francia la primera licenciatura en psicologa), haba tenido que fundar una nueva tradicin psicolgica universitaria que en alguna medida diera respuesta a las expectati vas profesionales de los futuros psiclogos. En 1958, al hacerse cargo de su ctedra de Introduccin a la Psicologa en la Universidad Nacional de La Plata, Ravagnan estaba en una posicin bastante similar a la de Lagache. La carrera de Psicologa acababa de ser creada (no slo en La Plata, sino tambin en Buenos Aires, Rosario, Crdoba y San Luis). Tampoco haba en Argentina una tradicin psicolgica reciente que estuviera a tono con las necesidades y las ideas de la poca. Por eso, la sntesis terica realizada por Laga che pareca un vestido hecho a medida y prt porter, en tanto que no solo fundaba una nueva psicologa propia-mente universitaria, sino que lo haca en un lenguaje que articulaba la tradicin humanstica tan apreciada por Ravagnan con una vocacin cientfica. Por otra parte, en esa nueva psicolo ga, el psicoanlisis, privado del determinismo inconsciente y las exigencias pulsionales, quedaba tan disuelto que era difcil de reconocer, siendo entonces fcilmente aceptable para nuestro autor.

    Lagache, que era a la vez filsofo y mdico, necesitaba inscribir su propia empresa terica en el marco de la psicologa cientfica, cuyo mximo representante era en ese momento Henri Piron, quien sera miembro fun dador y primer presidente de la Unin Inter-nacional de Psicologa Cientfica (I.U.Psy.S). Y fue precisamente a Piron a quin hbilmente Lagache dedic su libro ms famoso:

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    LUnit de la psychologie, manifiesto programtico aparecido en 1949, donde reescriba su clase inaugural en la Sorbona. All plan-teaba su proyecto de unidad para la psicologa, que propona a la conducta como su nico objeto, capaz de sintetizar los diferentes enfoques de las psicologas objetivas y humanistas (a saber, los mtodos experimental y clnico). No se refera a la conducta tal como la haba definido el behaviorismo norteamericano, sino ms bien a una tradicin comportamental propiamente francesa, que se iniciaba con Janet y Piron, se continuaba con Merleau-Ponty y desembocaba en l mismo (Dagfal, 2011). Lagache iba mucho ms all de la definicin estrecha de la conducta esbozada por Watson, para ampliarla a partir de una consideracin que inclua los aportes del neoconductismo, la fenomenologa (particularmente de Jaspers), la biologa humana (Kurt Goldstein) y la Gestalt (incluyendo en este rubro a la teora del campo de Kurt Lewin).

    Este proyecto de unidad, tan ambicioso como eclctico, fue agu-damente criticado desde el exterior de la disciplina.14 Sin embargo, puertas adentro, se constituy en el caballo de batalla de una psico-loga que en Francia lograba rpidamente su autonoma disciplinar y profesional. En otros trminos, podra decirse que ese proyecto de unidad vehicul el reconocimiento social y la legitimidad profesio-nal de la psicologa francesa, pese a o ms bien gracias a ciertos compromisos tericos. De este modo, Daniel Lagache le aportaba a Ravagnan una referencia triplemente valiosa. En primer lugar, encarnaba el legado de una psicologa triunfante, que se abra paso entre la medicina, la biologa y la filosofa. Por otra parte, no era en cualquier lugar que se produca este triunfo, sino en Francia, la meca misma de la intelectualidad argentina. Por ltimo, Lagache ya gozaba de cierta aceptacin en los medios psi locales. Enrique Pichon Rivire, miembro del grupo fundador de la Asociacin Psi-coanaltica Argentina, lo citaba a menudo en sus concurridos semi-

    14 Primero, su propio ex -compaero de lcole Normale Suprieure, Georges Canguilhem, lo tomara como objeto central de una demoledora crtica en la conferencia Qu es la psicologa?, pronunciada en 1956 y publicada en Ar-gentina en 1958 (ver nota 7). Luego, Jacques Lacan, su partenaire y rival en la Sociedad Francesa de Psicoanlisis, se encargara sistemticamente de refutar su concepcin de la personalidad (Lacan, 1958).

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    narios. Su discpulo Jos Bleger (que por entonces enseaba en la Carrera de Psicologa de la UBA la misma asignatura que Ravagnan en la UNLP), ya lo haba incluido en sus primeros programas.15 De tal suerte, en esos aos, Lagache sera uno de los autores ms ledos por las primeras promociones de estudiantes de psicologa.

    Ravagnan abrazaba entonces un ideario que no solo le resulta-ba muy conveniente, sino que adems resuma en cierto modo su propio itinerario intelectual. Si bien l no era filsofo y mdico, como Lagache, al menos era doctor en odontologa (carrera que haba estudiado en la Escuela de Odontologa dependiente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires). Por ello, junto a sus ideas filosficas, no dejaba de rescatar la importancia del cuerpo, por su significacin, obviamente, pero tambin en su materialidad, que l conoca muy bien. Como a la mayora de los psiquiatras de la poca, le resultaba relativamente sencillo adherir a las ideas neurobiolgicas de Rof Carballo y a la psicosomtica de Lpez Ibor (autores espaoles en boga) o a la biologa humana de Paul Chauchard. Mucho ms fcil, en efecto, que digerir las ideas psicoanalticas, que nunca tuvieron mayor arraigo dentro de la cu-rrcula de la Facultad de Medicina.

    Sin embargo, haba un punto en el que Ravagnan no segua las ideas de Lagache. El profesor francs, junto con Lacan, haba abierto a los psiclogos las puertas de la Sociedad Francesa de Psicoanlisis, en franca oposicin a la intransigencia norteamericana respecto del anlisis profano. Para Ravagnan, no obstante, psicologa clnica no era sinnimo de psicoterapia, y menos an de psicoanlisis. En principio, consideraba que la psicoterapia era un dominio profesio-nal de la medicina, que deba basarse tambin en un fundamento filosfico. Es decir, para entender la particularidad humana y ejercer la psicoterapia, los mdicos y no los psiclogos deban nutrirse de la fenomenologa existencial. Por su parte, el psiclogo clnico no deba aspirar a una labor psicoteraputica que le estaba ve dada por obvios fundamentos profesionales (Ravagnan, 1961b: 3). En

    15 Poco tiempo despus, en 1963, Bleger plasmara su propio proyecto de unidad en Psicologa de la conducta, en gran parte basado en la teora general de la conducta propuesta por Lagache.

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    este sentido, su posicin no difera de masiado de la de Marcos Vic-toria (primer director de la Carrera de Psicologa de la UBA) en lo que respecta a sus fundamentos tericos y deontolgi cos, aunque s en su tono. Por oposicin a Victoria, que haba sido un acrrimo defensor de las incumbencias mdicas en el campo de la clnica (lo cual lgicamente le haba valido el rechazo de los estudiantes de psicologa),

    Ravagnan tena una posicin ms bien conciliadora. En una ponencia presentada en la Tercera Conferencia Argentina

    de Asistencia Psiquitrica, que tuvo lugar en Mendoza, en 1959, llev la voz cantante de una pequea delegacin de mdicos profesores de psicologa (con la salvedad de que l mismo, segn vimos, no era mdico sino odontlogo). En ese evento, en el que establishment psiquitrico se aprestaba a discutir sobre la amenaza inminente que representaban los futuros psiclogos, uno de los temas convocantes era el de los ttulos habilitantes para el tratamiento del enfermo psquico.16 All present Ravagnan un trabajo sobre Formacin y funcin del psiclogo, que implicaba un guio tranquilizador para los psiquiatras, tanto ms cuanto que lo acompaaban tres mdicos de extraccin diversa (Fernanda Monasterio, Edgardo Rolla y Carolina Tobar Garca), que slo tenan en comn el hecho de ser profesores en las carreras de psicologa de la UNLP y la UBA. El mensaje era claro: por mltiples razones, los psiquiatras no deban inquietarse. Si bien era cierto que la desafortunada expresin de psicologa clnica poda prestarse a malentendidos, la formacin de las carre-ras no apuntaba en absoluto hacia el ejercicio de las psicoterapias, ya que se conceba al psiclogo como un antroplogo, como un investigador de la personalidad cuya funcin era la de interpre-tar la conducta y no como a un terapeuta. En todo caso, tena una importante funcin que desempear, pero en el seno de un equipo de trabajo, al lado del mdico y del trabajador social, para quienes era un colaborador til (Ravagnan et al., 1961).

    Volviendo al mencionado artculo de La Nacin, de 1961, all completara nuestro autor sus ideas sobre el rol del psiclogo en funcin clnica. Segn l, la interpretacin de la conducta propuesta

    16 Para mayor informacin sobre este tema vase Borinsky, 1999a.

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    por Lagache implicaba un minucioso programa de labor mdico-psicolgica que logra abrazar sin residuos la estructura singular del sujeto (Ravagnan, 1961b: 3). Para llevar a cabo esta labor coopera-tiva, Ravagnan reclamaba la imprescindible creacin de clnicas de conducta, con equipos de trabajo constituidos por diversos especial-istas en ciencias humanas: neurlogos, psiquiatras, psicoanalistas, psiclogos, trabajadores sociales, etc.. En este marco, el psiclogo deba ser a la vez el hermeneuta que explorase las significaciones de la conducta y el sabio humanista que restituyera la dimensin global y concreta que los especialistas podan llegar a perder de vista (a causa de desviaciones dogmticas y abstracciones prematu-ras). No era un mero ayudante encargado de pruebas psicomtricas, sino un puente entre el psiquiatra, el analista y el neurlogo. Al mismo tiempo, tena que desempear esta difcil tarea sin rebasar el mbito de su accin hacia otros dominios.

    En resumen, el psiclogo tena una misin casi imposible: era un colaborador til, sin ser un mero testista; era un moderador de especialistas que no deba extralimitarse, y era a su vez un espe-cialista formado cientficamente que no poda recurrir a generali-zaciones ni a reducciones matemticas. En definitiva, este ideal de templanza para el trabajo en grupo implicaba una sntesis imposible. En virtud de su saber especfico, el psiclogo tena que reconstruir la unidad de la conducta, extrayendo su sentido a partir de todas sus manifestaciones fragmentarias, para ofrecrselo al psiquiatra que, en ltima instancia, era quien conduca el tratamiento.

    En la prctica, ms all de la voluntad de Ravagnan, no fueron tantos los lugares donde el mentado trabajo en equipo se hizo realidad (como el Servicio de Psicopatologa del Policlnico de Lans, o la Di-reccin de Psicologa Educacional de la Provincia de Buenos Aires). Incluso en esos casos, las tareas terminaron dividindose, pero no de la manera compleja propuesta por nuestro autor. Los psiclogos, mujeres en su mayora, tomaban tests y ejercan la psicoterapia (en particular el psicoanlisis). Los psiquiatras les derivaban los casos que preferan no tratar: nios y adolescentes, primero, parejas, des-pus, adultos, en definitiva. La clnica, as entendida, se afirmaba como un dominio profesional caracterstico del psiclogo, cuando,

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    paradjicamente, se promulg en 1967 el Decreto-Ley 17.132 de Ejercicio profesional de la medicina, que penalizaba el ejercicio de la psicoterapia y del psicoanlisis por parte de los no mdicos.

    Comentarios finales

    En el ao 1964, Luis Mara Ravagnan fue nombrado Jefe del Departamento de Psicologa de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin de la UNLP. Durante su breve gestin se cre la Revista de Psicologa, primera publicacin especficamente psicolgica surgida de las carreras que acababan de ser creadas. En 1965, poco antes de jubilarse, asisti al II Congreso Argentino de Psicologa, en la ciudad de San Luis. All present un trabajo titulado Reencuentro psicolgico con la filosofa (Ravagnan, 1966), que pareca una expresin de deseos un tanto nostlgica, en la medida en que en ese momento la psicologa tenda cada vez ms a la espe-cializacin, cuando no a la tecnificacin. Como lo seala Borinsky (1999b), los temas fundamentales del Congreso fueron los proble-mas de la tcnica en diferentes direcciones psicoteraputicas, la medida en psicologa como orientacin matemtica en las ciencias del hombre y las reas y tareas de la psicologa educacional. En los once aos transcurridos desde el Primer Congreso Argentino de Psicologa de 1954 en el que, segn vimos, Ravagnan tuvo un papel central, la psicologa haba avanzado rpidamente en su proceso de profesionalizacin. Luego de la creacin de las carreras y del egreso de los primeros graduados, poco parecan importar las preocupa-ciones tericas (sobre todo epistemolgicas e histricas) que haban guiado a los organizadores de aquel primer evento, muchos de los cuales provenan de la filosofa. En San Luis, en 1965, la mayora de los trabajos presentados se referan al psiclogo ya sea como administrador e intrprete de tests (psicomtricos o proyectivos) o como psicoterapeuta (generalmente de base psicoanaltica).17

    17 Sin embargo, hay que destacar el hecho de que las proporciones habran sido muy distintas si el congreso se hubiera realizado en Buenos Aires, Crdoba o Rosario. San Luis era en ese entonces prcticamente el nico centro acadmico

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    En ese contexto, a primera vista, el llamado de Ravagnan a concebir la psicologa como una ciencia de la singularidad, que no se basara en generalizaciones estadstico-matemticas ni en el psicoanlisis, pareca condenado a un doble fracaso. Por un lado, el psicoanlisis se afirmaba claramente como la matriz terica fundamental de los psiclogos dedicados a la clnica. Por el otro, los tests mentales se erigan en el modelo de cientificidad y de re-conocimiento social de los psiclogos, cada vez ms demandados en virtud de un conjunto se saberes especficos que les permitan cuantificar, evaluar y operar en los diversos dominios de aplicacin de la psicologa (educacional, forense, laboral, organizacional, etc.). No obstante, una mirada ms atenta tambin podra ver una victoria parcial en este llamamiento de Ravagnan, aparentemente nostl-gico. En efecto, sera difcil negar que en la base de la compleja construccin de los discursos de la psicologa argentina de los aos 60 prim una voluntad humanista y eclctica que, renuente a toda ortodoxia, estaba animada por una visin filosfica totalizadora de la existencia humana. Y esa visin, indudablemente, era tributaria de la fenomenologa y el existencialismo a los que se haba consagrado nuestro autor y a cuya difusin haba contribuido activamente. Si bien es obvio que Merleau-Ponty y Sartre, por caso, no fueron las principales referencias tericas de los jvenes psiclogos a la hora de desarrollar una prctica profesional, no puede desconocerse que ellos estaban atravesados por esas obras.

    Al decir de Hyppolite (1950), el existencialismo era una at-msfera comn a pensadores muy diferentes ms que una cierta filosofa particular. Del mismo modo, agregamos, la fenome-nologa existencial no implicaba una teora de referencia para la resolucin de problemas especficos, sino un conjunto de supues-tos filosficos subyacentes que determinaban la aceptacin o el rechazo de determinadas nociones tericas. Categoras como la experiencia vivida, el cuerpo-sujeto, el ser en el mundo o lo concreto, funcionaban como catalizadores, como suelo frtil para

    argentino donde la tradicin psicolgica norteamericana (comportamental y objetivista) haba desempeado un rol preponderante. En contrapartida, la importancia del psicoanlisis era mucho menor que en otras ciudades.

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    la implantacin de algunas ideas, y como barrera defensiva contra la recepcin de otras. En consecuencia, as como hablamos ms arriba del psicoanlisis como matriz terica, podramos hablar de la fenomenologa existencial como una matriz filosfica. En la compleja trama discursiva de la psicologa argentina de los 60, ambas matrices tendan a articularse en la bsqueda de una descrip-cin multidimensional, de una aprehensin omnicomprensiva de la experiencia, que bajo el imperativo categrico de la totalizacin no pareca inhibirse demasiado por problemas epistemolgicos. As, el psiclogo que atenda un paciente poda entrevistarlo dentro de un encuadre analtico ortodoxo, realizar el diagnstico a travs de tests proyectivos, y conducir el tratamiento segn los preceptos de la analtica existencial combinados con las interpretaciones kleinianas, sin que ello pareciera extravagante o inapropiado.

    Para concluir, si bien Luis Mara Ravagnan nunca lleg a producir un sistema de ideas propio, una sntesis terica completamente original, justo sera reconocer que cada uno de sus trabajos implic una puesta al da del estado de la cuestin sobre el tema escogido. Puesta al da que sola ser tan adecuada como erudita. En ese sen-tido, su papel de introductor y difusor de la obra de Merleau-Ponty cumpli un papel importante en la construccin de los discursos de la psicologa acadmica argentina, no solo en la universidad sino tambin en las escuelas secundarias, donde tanto sus manuales de 1948 y 1965 como la Psicologa de la conducta de Bleger (1963) llegaron a ser referencias imprescindibles.18 Sin embargo, ms all de la ciudad de La Plata, este doctor en odontologa devenido profesor de filosofa y luego profesor de psicologa nunca tuvo una notoriedad acorde con su produccin. Para los filsofos era un psiclogo, y para los psiclogos nunca dej de ser un filsofo o, en todo caso, un acadmico brillante que no alcanzaba a dar respuestas concretas a los interrogantes que planteaba la psicologa como una nueva profesin.

    18 En otro trabajo hemos comparado los proyectos tericos y profesionales de Ravagnan y Bleger, mostrando de qu manera recepcionaban a los mismos autores franceses pero de maneras muy diferentes (Dagfal, 2009).

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