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    1/52Salvadme Reina

    Nmero 145Agosto 2015

    Los Diez Mandamientos

    no se pueden cambiar

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    Feliz esclavo de vuestro amor

    O

    San Alfonso arrodillado ante elSantsimo Sacramento

    Catedral de Carlow (Irlanda)

    h, amor infinito de mi Dios, digno de in-finito amor! Cmo pudisteis, Jess mo,

    llegar a abatiros tanto que para morar conlos hombres y uniros a sus corazones, os hu-millasteis hasta ocultaros bajo las especies de

    pan?Oh, Verbo humanado!, fuisteis tan extre-

    mado en humillaros, porque extremado fuisteis

    en amar. Cmo podr no amaros con todo miser sabiendo cunto habis hecho por cautivarmi amor?

    Os amo muchsimo y por eso antepongovuestro beneplcito a todos mis intereses y atodas mis satisfacciones. Mi contento es conten-taros, Jess mo, Dios mo, amor mo y mi todo.Fomentad en m un encendido deseo de estar

    continuamente delante de Vos sacramentado, yde recibiros y haceros compaa. Ingrato serayo si no aceptara convite tan dulce y suave.

    Ah Seor!, destruid en m todo afecto a lascosas creadas. Vos queris, Creador mo, ser elnico blanco de todos mis suspiros y de todosmis amores. Os amo, bondad amabilsima demi Dios. No os pido ms que a Vos mismo.

    No quiero mi contento; quiero y me basta elvuestro. Aceptad, Jess mo, este buen deseo deun pecador que quiere amaros. Ayudadme convuestra gracia. Haced que yo, msero esclavodel infierno, sea desde hoy feliz esclavo de vues-tro amor.

    San Alfonso Mara de Ligorio,Visitas al Santsimo Sacramento, XXII

    AndreasFBorchert(C

    CSA-BY30)

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    El leproso agradecido

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .24

    El encuentro

    de dos miradas...

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .30

    Saba usted que...?

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .38

    La palabra de los Pastores

    Reavivar la intimidad

    con Jess

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .36

    Sucedi en la Iglesia

    y en el mundo

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .39

    Historia para nios...

    Slo agua con sal...

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .46

    Los santos de

    cada da

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .48

    Diminuto reflejo

    de la Inocencia

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .50

    Madre de Cristo y

    de la Iglesia

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .31

    Heraldos en el mundo

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .26

    La liturgia

    de lo cotidiano

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .22

    San Juan Eudes

    Apstol del Corazn

    de Jess y Mara

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18

    Comentario al Evangelio

    Dnde est mi corazn?

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8

    La voz del Papa

    Llamada a la oracin,

    a la fe y al testimonio

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6

    Agua, esa Palabra de Dios (Editorial) . . . .5

    Escriben los lectores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .4

    Ao XIII, nmero 145, Agosto 2015

    Peridico de la Asociacin Cultural

    Salvadme Reina de Ftima

    SumariO

    Salvadme Reina

    Director Responsable:D. Eduardo Caballero Baza, EP

    Consejo de Redaccin:Hno. Guy de Ridder, EP, Hna. Juliane

    Campos, EP, Dic. Luis Alberto Blanco, EP,Hna. Mariana Morazzani, EP, Severiano

    Antonio de Oliveira

    Administracin:C/ Cinca, 17

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    [email protected]

    Con la Colaboracin de laAsociacin Internacional Privadade Fieles de Derecho Pontificio

    HERALDOSDELEVANGELIO

    www.heraldos.org

    Montaje:Equipo de artes grficas

    de los Heraldos del Evangelio

    Imprime:Biblos Impresores, S.L. - Madrid

    Los artculos de esta revista podrnser reproducidos, indicando su fuente y

    enviando una copia a la redaccin.El contenido de los artculos es responsabilidad

    de los respectivos autores.

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    4 Heraldos del EvangelioAgosto 2015

    ESCRIBENLOSLECTORES

    nuestra vida espiritual, y le agra-decemos de verdad su fidelidad.Queremos ayudar, con nuestra po-bre oracin, a esas santas almas ensu inmenso campo de evangeliza-cin, al igual que a sus proyectos.Que Mara les siga bendiciendo.

    Religiosas DominicanasConvento de la Santsima Trinidad

    Baza Espaa

    TEOLOGAALALCANCEDETODOS

    Agradezco infinitamente el en-vo de la revistaHeraldos del Evan-gelio. La voy leyendo despacio parasaborearla ms y as darme cuentade todo lo que se puede hacer poresta porcin de los hijos de Dios.l los bendiga porque, por mediode ella, nos empapamos ms de suPalabra. Agradecida en especiala Mons. Joo Scognamiglio ClDias, EP, que pone su teologa al

    alcance de todos.

    Mara Julia ChavarraSan Jos Costa Rica

    PALABRADEAPRENDIZAJEYDEFE

    Todo lo que viene en esta revistaes para nosotros palabra de apren-dizaje y de fe. Me gusta el Comen-tario al Evangelio, de Mons. JooScognamiglio Cl Dias, las noti-cias de la Iglesia y de la obra de losHeraldos por el mundo. Sigan as!Tambin me gusta Los santos decada da, por no hablar de la be-lleza de las portadas, siempre muybien elaboradas.

    Raimundo Catarino BarbosaConselheiro Lafaiete Brasil

    ELPARASOPREVISTOENLOSEVANGELIOS

    No voy a hacer ningn elogio, si-no nicamente una descripcin deunos hechos. Soy un lector invete-rado: leo desde los 8 aos de edad,y hoy tengo 82. He ledo a los fil-sofos, desde los pre-socrticos hastalos contemporneos, a los grandesescritores de diversas pocas, nove-

    listas y muchos ms...Nunca, en mi vida de lector, he

    ledo libros como los de la coleccinLo indito sobre los Evangelios, deMons. Joo Scognamiglio Cl Dias.Si todo el gnero humano leyera ypracticara lo que en ellos est con-tenido, el mundo sera ya en la tie-rra el Paraso previsto en los Evan-gelios.

    Que Dios bendiga a los Heraldos

    del Evangelio.Waldir Giusti

    So Paulo Brasil

    UNTRABAJOCONCONTINUATENACIDAD

    Desde hace muchos aos soy unlector entusiasta de su revistaHeral-dos del Evangelio, que ofrece artcu-los estupendos, as como ilustracio-nes de sus actividades. Cabe sea-lar la presencia de jvenes autores

    como el P. Millon Barros de Almei-da, que escribi Misteriosa prefigu-ra del Sacerdote Eternoen la edicinde abril de este ao. Les agradezco,de nuevo, su trabajo hecho con con-tinua tenacidad para evangelizarnoscada vez ms y mejor a todos noso-tros.

    Mario SoggiuVillaspeciosa Italia

    MOTIVACINPARALOSCRISTIANOSDEHOY!

    Quiero felicitar a la Hna. Clara

    Isabel Morazzani Arriz, EP, porsu artculo publicado en la edicindel pasado mes de mayo: La sere-na e irreversible victoria de la fe. Fuemuy enriquecedor y ha contribuidobastante para que conociera ms lahistoria de la Iglesia. Es fascinanteel nacimiento de la Iglesia y cmolos primeros cristianos daban testi-monio de la fe ante las adversida-des. Que sirva esto de motivacinpara los cristianos de hoy!

    Gabriel TrindadeSo Paulo Brasil

    SANTODOMINGOSAVIO

    Segn fue publicado en la edi-cin nmero 140, del pasado mesde marzo, en la seccin Los san-tos de cada da, la fiesta de San-to Domingo Savio se celebraratodos los aos el da 9 de marzo.Deseara informarles que la fecha

    correcta de dicha conmemoracinde ese santo salesiano es el da 6de mayo. Segura de su compren-sin, le agradezco a todos la co-rreccin.

    Silvana FreireDelmiro Gouveia Brasil

    Nota de la Redaccin: De hecho,la memoria de Santo Domingo Sa-vio se celebra en el seno de la co-munidad salesiana el 6 de mayo, pe-

    ro en el Calendario Romano Gene-ral consta el 9 de marzo. La seccinLos santos de cada da se gua porste ltimo, al ser de aplicacin uni-versal.

    ORACIONESPORELTRABAJODEEVANGELIZACIN

    Estamos encantadas cada dams con la lectura de la revista He-raldos del Evangelio. Nos ayuda en

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    SalvadmeReina

    Nmero145

    Agosto2015

    LosDiezManda

    mientos

    nosepuedenca

    mbiar

    P

    Agosto 2015Heraldos del Evangelio 5

    Editorial

    Jess discutecon los fariseosCatedral de SaintGatien, Tours(Francia)

    Foto: Francisco Lecaros

    AGUA, ESAPALABRA DEDIOS

    or ser quiz el elemento ms corriente y a la vez el ms valioso, de nues-tro entorno, el agua es la condicin para cualquier forma de vida. Y, en suinfinita sabidura, Dios ha dispuesto que cubriera ms del setenta por cien-

    to de la superficie de nuestro hermoso planeta, adems de que constituye la mayorparte de la composicin de cualquier ser vivo.

    Instrumento en la mano del Todopoderoso vivifica por la lluvia o castiga porlas inundaciones, ha servido en numerosas ocasiones a lo largo de la Historia pa-ra dar lecciones a los hombres: salv al pueblo judo en el mar Rojo, mientras azo-taba a los egipcios, y hasta hoy cura en Lourdes... Pero sobre todo el agua fue crea-da por Dios para hablarnos de realidades sobrenaturales, porque toda criatura es,por lo ms profundo de su ser, una palabra que Dios pronuncia sobre s mismo.1

    As, en el Bautismo, el agua que lava el cuerpo significa y realiza la purificacin

    del alma, e introduce una nueva vida, que nos haba sido destinada desde el princi-pio, pero cuya continuidad fue cortada por el pecado original. Nuestra participacinen la vida divina por la gracia establece una relacin altsima con Dios, y nos da laposibilidad de actuar como l, con la finalidad de unirnos a l por la inteligencia ypor la voluntad, a la bsqueda de perfeccionar en nosotros la imagen del Creador.

    * * *Para alcanzar esa bellsima meta l nos ha dado, como gua perfecto, el Declogo.Pero parece que hoy en da est de moda cuestionar la actualidad de los Diez

    Mandamientos, dictados hace tantos milenios: todava tienen validez en la vidamoderna, escenario de circunstancias tan diferentes?

    Para responder a esa pregunta, es necesario considerar que los preceptos mo-rales le han sido dados al hombre como medio de relacionarse con Dios, y corres-ponden a exigencias no circunstanciales, sino esenciales, pues son inherentes a lanaturaleza humana. Tambin por eso, el Declogo es atemporal, y de ello Yav de-j una prueba patente al grabarlo no en un frgil papiro, sino en piedra, signo deperennidad: y el Verbo Encarnado ratificara todo esto ms tarde personalmente(cf. Lc 16, 17; Mt 5, 17). Adems, Dios se ocupa de imprimir esa ley en cada almacreada: rebelarse contra ella significa, por lo tanto, aparte de una rebelin contra elCreador, un atentado contra nuestra propia naturaleza.

    Y en cuanto a adaptar la Ley divina a las costumbres del tiempo, cumple que ten-gamos cuidado para no merecer la censura que Cristo les hizo a los fariseos: Anulisel mandamiento de Dios por mantener vuestra tradicin (Mc 7, 9). Insistir en refor-mar el Declogo basndose en conceptos humanos, mientras se afirma que se cree

    en Dios, es una enfermedad del corazn que puede llevar a la muerte... eterna!As como la esencia del agua no ha sufrido ninguna alteracin a lo largo de tan-tos milenios, y sigue siendo imagen de la perennidad de las cosas, tambin el serhumano, en sus caractersticas esenciales, permanece el mismo desde el da de sucreacin hasta hoy. Pero sobre todo Dios no ha cambiado, porque es inmutable ysiempre esplendorosamente idntico a s mismo.

    Entonces, por qu habran de cambiar los Mandamientos?

    1BANDERA GONZLEZ, OP, Armando. Tratado de los ngeles. Introduccin a las cuestiones50 a64. In: SANTO TOMS DE AQUINO. Suma de Teologa. 4. ed. Madrid: BAC, 2001, v. I, p. 492.

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    Llamada a la oracin,

    a la fe y al testimonio

    L

    6 Heraldos del EvangelioAgosto 2015

    LAVOZDELPAPA

    Hoy se necesitan testigos valientes, que no se avergencen del nombre

    de Cristo ni ante leones rugientes ni ante las potencias de este mundo.

    a lectura tomada de losHechos de los Apstolesnos habla de la prime-ra comunidad cristiana

    acosada por la persecucin. Una co-munidad duramente perseguida porHerodes que hizo pasar a cuchilloa Santiago, (...) y decidi detener aPedro (...). Mand prenderlo y me-terlo en la crcel (12, 2-4).

    Sin embargo, no quisiera detener-me en las atroces, inhumanas e inex-plicables persecuciones, que desgra-ciadamente perduran todava hoy enmuchas partes del mundo, a menudobajo la mirada y el silencio de todos.En cambio, hoy quisiera venerar lavalenta de los Apstoles y de la pri-mera comunidad cristiana, la valen-ta para llevar adelante la obra de laevangelizacin, sin miedo a la muer-te y al martirio, en el contexto socialdel imperio pagano; venerar su vida

    cristiana que para nosotros creyentesde hoy constituye una fuerte llamadaa la oracin, a la fe y al testimonio.

    Una llamada a la oracin

    La comunidad era una Iglesia enoracin: Mientras Pedro estaba enla crcel bien custodiado, la Iglesiaoraba insistentemente a Dios porl (Hch 12, 5). Y si pensamos enRoma, las catacumbas no eran luga-

    res donde huir de las persecucionessino, sobre todo, lugares de oracin,donde santificar el domingo y ele-var, desde el seno de la tierra, unaadoracin a Dios que no olvida nun-ca a sus hijos.

    La comunidad de Pedro y de Pa-blo nos ensea que una Iglesia enoracin es una iglesia en pie, slida,en camino. Un cristiano que reza esun cristiano protegido, custodiadoy sostenido, pero sobre todo no es-t solo.

    Y sigue la primera lectura: Esta-ba Pedro durmiendo (...). Los centi-nelas hacan guardia a la puerta dela crcel. De repente, se present elngel del Seor, y se ilumin la cel-da. Toc a Pedro en el hombro (...)Las cadenas se le cayeron de las ma-nos (12, 6-7).

    Pensamos en cuntas veces haescuchado el Seor nuestra ora-

    cin envindonos un ngel? Ese n-gel que inesperadamente nos sale alencuentro para sacarnos de situa-ciones complicadas, para arrancar-nos del poder de la muerte y delMaligno, para indicarnos el caminocuando nos extraviamos, para vol-ver a encender en nosotros la llamade la esperanza, para hacernos unacaricia, para consolar nuestro cora-zn destrozado, para despertarnos

    del sueo existencial, o simplementepara decirnos: No ests solo.

    Cuntos ngeles pone el Seoren nuestro camino! Pero nosotros,por miedo, incredulidad o inclusopor euforia, los dejamos fuera, co-mo le sucedi a Pedro cuando lla-m a la puerta de una casa y unasirvienta llamada Rode, al recono-cer su voz, se alegr tanto, que no leabri la puerta [ya que corri aden-tro a anunciarlo] (cf. Hch 12, 13-14).

    Ninguna comunidad cristiana pue-de ir adelante sin el apoyo de la ora-cin perseverante, la oracin que esel encuentro con Dios, con Dios quenunca falla, con Dios fiel a su palabra,con Dios que no abandona a sus hijos.Jess se preguntaba: Dios, no harjusticia a sus elegidos que le gritan day noche? (Lc 18, 7). En la oracin, elcreyente expresa su fe, su confianza,y Dios expresa su cercana, tambin

    mediante el don de los ngeles, susmensajeros.

    Una llamada a la fe

    En la segunda lectura, San Pa-blo escribe a Timoteo: Pero el Se-or me ayud y me dio fuerzas pa-ra anunciar ntegro el mensaje [delEvangelio] (...). l me libr de laboca del len. El Seor seguir li-brndome de todo mal, me salvar

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    Agosto 2015Heraldos del Evangelio 7

    Todos los derechos sobre los documentos pontificios quedan reservados a la Librera Editrice Vaticana.

    La versin original de los documentos reproducidos en esta seccin se puede consultar en www.vatican.va

    y me llevar a su Reino del Cie-lo (2 Tm 4, 17-18). Dios no saca asus hijos del mundo o del mal, sinoque les da fuerza para vencerlos.Solamente quien cree puede decirde verdad: El Seor es mi pastor,

    nada me falta (Sal 22/23, 1).Cuntas fuerzas, a lo largo dela Historia, han intentado y si-guen intentando acabar con laIglesia, desde fuera y desde den-tro, pero todas ellas pasan y laIglesia sigue viva y fecunda, inex-plicablemente a salvo para que,como dice San Pablo, pueda acla-mar: A l la gloria por los siglosde los siglos (2 Tm 4, 18).

    Todo pasa, solo Dios permane-

    ce. Han pasado reinos, pueblos,culturas, naciones, ideologas, po-tencias, pero la Iglesia, fundadasobre Cristo, a travs de tantastempestades y a pesar de nuestrosmuchos pecados, permanece fiel aldepsito de la fe en el servicio, por-que la Iglesia no es de los Papas, delos obispos, de los sacerdotes y tam-poco de los fieles, es nica y exclu-sivamente de Cristo. Slo quien vi-ve en Cristo promueve y defiende ala Iglesia con la santidad de vida, aejemplo de Pedro y Pablo.

    Los creyentes en el nombre deCristo han resucitado a muertos,han curado enfermos, han amado asus perseguidores, han demostradoque no existe fuerza capaz de derro-tar a quien tiene la fuerza de la fe.

    Una llamada al testimonio

    Pedro y Pablo, como todos los

    Apstoles de Cristo que en su vida te-rrena han hecho fecunda a la Iglesiacon su sangre, han bebido el cliz delSeor, y se han hecho amigos de Dios.

    Pablo, con un tono conmovedor,escribe a Timoteo: Yo estoy a pun-to de ser sacrificado, y el momento

    de mi partida es inminente. He com-batido bien mi combate, he corridohasta la meta, he mantenido la fe.Ahora me aguarda la corona mere-cida, con la que el Seor, juez justo,me premiar en aquel da; y no s-lo a m, sino a todos los que tienenamor a su venida (2 Tm 4, 6-8).

    Una Iglesia o un cristiano sin tes-timonio es estril, un muerto quecree estar vivo, un rbol seco queno da fruto, un pozo seco que notiene agua. La Iglesia ha vencido almal gracias al testimonio valiente,concreto y humilde de sus hijos. Havencido al mal gracias a la procla-macin convencida de Pedro: Teres el Mesas, el Hijo de Dios vi-

    vo, y a la promesa eterna de Jess(cf. Mt 16, 13-18).Queridos arzobispos, el palio

    que hoy recibs es un signo que re-presenta la oveja que el pastor lle-va sobre sus hombros como Cristo,Buen Pastor, y por tanto es un sm-

    bolo de vuestra tarea pastoral, esun signo litrgico de la comu-nin que une a la Sede de Pedroy su Sucesor con los metropolita-nos y, a travs de ellos, con los de-ms obispos del mundo (Bene-

    dicto XVI,ngelus, 29/6/2005).Hoy, junto con el palio, quisie-ra confiaros esta llamada a la ora-cin, a la fe y al testimonio.

    La Iglesia os quiere hombres deoracin, maestros de oracin, queenseis al pueblo que os ha sidoconfiado por el Seor que la libe-racin de toda cautividad es sola-mente obra de Dios y fruto de laoracin, que Dios, en el momen-to oportuno, enva a su ngel para

    salvarnos de las muchas esclavitu-des y de las innumerables cadenasmundanas. Tambin vosotros sedngeles y mensajeros de caridadpara los ms necesitados.La Iglesia os quiere hombres de

    fe, maestros de fe, que enseis a losfieles a no tener miedo de los muchosHerodes que los afligen con persecu-ciones, con cruces de todo tipo. Nin-gn Herodes es capaz de apagar laluz de la esperanza, de la fe y de lacaridad de quien cree en Cristo.

    La Iglesia os quiere hombres detestimonio. Deca San Francisco asus hermanos: Predicad siempre elEvangelio y, si fuera necesario, tam-bin con las palabras (cf. Fuentesfranciscanas, 43). No hay testimoniosin una vida coherente. Hoy no senecesita tanto maestros, sino testi-gos valientes, convencidos y convin-centes, testigos que no se avergen-

    cen del nombre de Cristo y de sucruz ni ante leones rugientes ni antelas potencias de este mundo [...].

    Fragmento de la homila enla Solemnidad de San Pedro y

    San Pablo, 29/6/2015

    Francisco da la bendicin con el evangeliariodurante la Misa del 29/6/2015

    Todo pasa, slo Dios permanece

    LOsservatoreRomano

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    8 Heraldos del EvangelioAgosto 2015

    En aquel tiempo, 1 se reunieron junto a llos fariseos y algunos escribas venidos de

    Jerusaln; 2y vieron que algunos discpuloscoman con manos impuras, es decir, sin la-

    varse las manos. 3 (Pues los fariseos, comolos dems judos, no comen sin lavarse an-tes las manos, restregando bien, aferrndo-se a la tradicin de sus mayores, 4y al vol-

    ver de la plaza no comen sin lavarse antes,y se aferran a otras muchas tradiciones, delavar vasos, jarras y ollas). 5Y los fariseos ylos escribas le preguntaron: Por qu no ca-minan tus discpulos segn las tradicionesde los mayores y comen el pan con manosimpuras?. 6 l les contest: Bien profeti-z Isaas de vosotros, hipcritas, como es-t escrito: Este pueblo me honra con los la-

    bios, pero su corazn est lejos de m. 7 Elculto que me dan est vaco, porque la doc-trina que ensean son preceptos humanos.8 Dejis a un lado el mandamiento de Diospara aferraros a la tradicin de los hombres.14 Llam Jess de nuevo a la gente y les di-jo: Escuchad y entended todos: 15 nada queentre de fuera puede hacer al hombre impu-ro; lo que sale de dentro es lo que hace im-puro al hombre. 21 Porque de dentro, del co-razn del hombre, salen los pensamientosperversos, las fornicaciones, robos, homici-dios, 22 adulterios, codicias, malicias, frau-des, desenfreno, envidia, difamacin, or-gullo, frivolidad. 23 Todas esas maldades sa-len de dentro y hacen al hombre impuro(Mc 7, 1-8.14-15.21-23).

    a EVANGELIOA

    Jess discute con los fariseos - Biblioteca del monasterio de Yuso, San Milln de la Cogolla (Espaa)

    FranciscoLecaro

    s

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    Dnde est mi

    corazn?

    Agosto 2015Heraldos del Evangelio 9

    COMENTARIOALEVANGELIO XXII DOMINGODELTIEMPOORDINARIO

    Ante la hipocresa farisaica, el divino Maestro muestra que

    el hombre no se define por las exterioridades, sino por las

    intenciones del corazn.

    I CULESELCOMPORTAMIENTOALAALTURADELAVIDADIVINA?

    Todos nacemos en pecado, enemigos deDios y objeto de su ira (cf. Ef 2, 3), pero hemossido elevados a la vida divina al igual que losngeles, llamados a gozar de la visin beatfi-ca. Una vida tan superior a la simplemente na-tural, que la gracia por la cual participamosde ella pertenece al sexto plano de la Crea-cin, muy por encima de los minerales, de losvegetales, de los animales, de los hombres e in-cluso de los ngeles. Dios mismo es quien toma

    la iniciativa de introducirla en nosotros por elmilagro extraordinario del Bautismo, que noshace hijos suyos. Cuando el sacerdote derra-ma el agua sobre nuestra cabeza y dice: Yo tebautizo en el nombre del Padre, y del Hijo y delEspritu Santo, dejamos de ser meros anima-les racionales para transformarnos en entes di-vinos, y son infundidas en el alma las virtudesde la fe, esperanza, caridad, prudencia, justicia,fortaleza, templanza y todos los dones del Esp-ritu Santo.

    En la liturgia del vigsimo segundo domingodel Tiempo Ordinario encontramos estmulos,invitaciones y esclarecimientos a respecto deesa vida divina, para que podamos merecer lle-gar a su plenitud, al pasar del tiempo a la eter-nidad.

    La vida sobrenatural: don delPadre de las luces

    En la segunda lectura (St 1, 17-18.21b-22.27)insiste el apstol Santiago: Todo buen regalo ytodo don perfecto viene de arriba, procede del

    Padre de las luces (1, 17a). No hay ddiva msperfecta que la vida sobrenatural. Tres son lascriaturas que tienen una cierta dignidad infini-ta,1pues Dios no poda hacerlas ms excelen-tes: Jesucristo hombre, Mara Santsima y la vi-sin beatfica; y esta ltima ya la poseemos engermen en este mundo por medio de la gracia.

    El Padre de las luces en el cual no hayni alteracin ni sombra de mutacin (St 1, 17b)porque es el Ser Absoluto por propia ini-ciativa nos engendr con la palabra de la ver-

    Mons. Joo Scognamiglio Cl Dias, EP

    Por elBautismodejamosde ser merosanimales

    racionalespara transformarnosen entesdivinos

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    10 Heraldos del EvangelioAgosto 2015

    dad, para que seamos como una primicia de suscriaturas (St 1, 18). S, nos engendr para la vi-da divina a travs de su Verbo, que se encarnpara que todos tengamos vida en abundancia(cf. Jn 10, 10). Por eso debemos recibir con hu-mildad la Palabra de Dios, que es capaz de sal-

    var nuestras almas (cf. St 1, 21b).Contina Santiago: Poned en prctica la pa-labra y no os contentis con orla, engandoosa vosotros mismos (1, 22); es decir, no bas-ta con conocer la doctrina, es necesario respe-tar las leyes de la vida sobrenatural y aprender acomportarnos de modo diferente, enfrentandolas inclinaciones que brotan en nosotros debi-do al pecado original y vencerlas para alcanzarel premio prometido. En esto consiste la pruebaque todos atravesamos a lo largo de nuestro pa-so por la tierra. Para mantener la filiacin divina

    es indispensable que desarrollemos la vida de lagracia cumpliendo la Palabra. Para eso, adviertetambin Santiago, es fundamental mantenerseincontaminado del mundo (1, 27). El mundo,de hecho, tiene una visin que carece de lo so-brenatural.

    A su vez, el salmo responsorial es muy es-clarecedor. Al preguntar: Seor, quin pue-de hospedarse en tu tienda y habitar en tu mon-te santo? (Sal 14, 1), es como si dijese: quinconvivir contigo, oh Dios? Quin estar eter-namente en tu compaa? Quin gozar detu propia felicidad? Quin te ver cara a ca-ra? Quin participar de tus bienes? Y prosi-gue el salmista: El que procede honradamen-te y practica la justicia (Sal 14, 2), o sea, aquelque ama la santidad y la pone en prctica.

    Para entrar en la Tierra Prometida,Israel debe abrazar el espritu sobrenatural

    En la primera lectura (Dt 4, 1-2.6-8) nos en-contramos a Moiss despus de haber realiza-do grandes maravillas por el poder de Dios. Ha-ba librado al pueblo hebreo de la esclavitud de

    Egipto y, levantando su cayado, haba dividi-do las aguas del mar Rojo para que los israeli-tas lo cruzasen hasta el otro lado, a pie enjuto(cf. Ex 14, 21-22). Enseguida, ante la tremen-da amenaza de las tropas egipcias que llegarontras ellos para prenderlos y llevarlos de vuel-ta porque el faran se haba arrepentido dehaberlos dejado partir, de nuevo extendi sumano y las aguas se juntaron y se tragaron a to-do el ejrcito enemigo (cf. Ex 14, 27-28).

    Vinieron despus los cuarenta aos en el de-sierto, donde Moiss sac agua de una roca,

    Dios hizo llover del cielo el man y mand co-dornices al campamento de los israelitas paraalimentarlos (cf. Ex 17, 1-6; 16, 4-31), as comootros milagros asombrosos. Cuatro dcadas deeducacin y aprendizaje para aquel pueblo, pe-ro tambin de castigo por haber practicado elmal! A pesar de esas infidelidades, Dios no fal-ta a su promesa; por el contrario, la cumple y lesentrega la Tierra Prometida.

    Y llegado el momento de entrar all, era sala ocasin para que el pueblo retribuyese el bienque ya haba recibido, as como el que todavarecibira. En qu consiste esa reciprocidad?He aqu la enseanza de la lectura: en abrazarel espritu sobrenatural y observar la conductamoral y religiosa prescrita por Dios, con la in-tencin de establecer un vnculo entre l y su

    Es fundamen-tal mante-nerse incon-taminadodel mundo,

    pues el mundotiene unavisin quecarece de losobrenatural

    GustavoKralj

    Jersey City vista desde la Upper Bay, con la Estatua de la Libertad en primer plano

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    Agosto 2015Heraldos del Evangelio 11

    pueblo. Los decretos que el profeta transmitemanifiestan la superioridad de la nacin elegidapor el Seor a los ojos de los pueblos (Dt 4, 6)y son, segn el lenguaje del propio Moiss, jus-tos (Dt 4, 8). Porque, como indica San Pablo,esa Ley era un preceptor para conducir a los he-

    breos hasta Nuestro Seor Jesucristo y ser justi-ficados por la fe en l (cf. Ga 3, 24).

    Sin la Ley de Dios no hayparticipacin en la vida divina

    Ahora bien, el verdadero espritu de los pre-ceptos positivos de la Ley mosaica estaba sin-tetizado en el Declogo, expresin clara delcomportamiento que debemos tener para sersemejantes al Creador. Estas simples leyes re-sumen, de modo excelente, en qu consiste elejercicio de la vida divina en nuestras almas y

    nos hacen aptos para ella.Sin el cumplimiento de los Diez Mandamien-

    tos no se participa de la vida de Dios, porquea partir del momento en que, por la transgre-sin de cualquiera de ellos, es cometido un pe-cado grave, se pierde la gracia santificante y lainhabitacin de la Santsima Trinidad en el al-ma, volviendo sta a ser esclava del demonio.El pecado mortal es el infierno en potencia.Es, pues, como un derrumbamiento instantneode nuestra vida sobrenatural, un verdadero sui-cidio del alma a la vida de la gracia.2

    Pero la naturaleza humana es profundamen-te lgica: cuando el hombre, arrastrado por susmalas inclinaciones, quiere practicar el mal, in-venta una racionalizacin, incluso antes de per-petrarlo, para justificar su acto. Y, poco a poco,va creando otra religin, con una moral diferen-te, independiente de la Ley de Dios. sa es latendencia que, detrs de una apariencia de fi-delidad a las enseanzas de Moiss, veremos re-tratada en el Evangelio de este domingo y des-enmascarada por el Seor.

    II DIVINIZARONLASLEYESHUMANAS,YHUMANIZARONLASLEYESDIVINAS

    En aquel tiempo, 1 se reunieron junto al los fariseos y algunos escribas veni-dos de Jerusaln;...

    El evangelista San Marcos es muy positi-vo, afirmativo y categrico. Como discpulo deSan Pedro, sola acompaarlo a menudo y poda

    comprobar la maldad de los fariseos a quienes,por cierto, conoca de sobra, porque l tambinera judo. Por eso puso empeo en transcribirlas discusiones de Jess con ellos, ya sea las quele contase San Pedro, como las presenciadaspor l mismo. En la escena que la liturgia nos

    presenta hoy, el evangelista narra que escribasy fariseos de Jerusaln o sea, los que ms fre-cuentaban el Templo se acercaron al Seor.No lo seguan porque estaban encantados conl; iban con el objetivo de estudiar sus accionesy encontrar algn fallo por el que pudiesen con-denarlo.

    Tradiciones humanas que desviabande la Ley de Dios

    2 ... y vieron que algunos discpulos co-man con manos impuras, es decir, sinlavarse las manos. 3 (Pues los fariseos, co-mo los dems judos, no comen sin lavar-se antes las manos, restregando bien, afe-rrndose a la tradicin de sus mayores, 4yal volver de la plaza no comen sin lavarseantes, y se aferran a otras muchas tradi-ciones, de lavar vasos, jarras y ollas).

    Los DiezMandamientoresumen demodo excelenten qu consisteel ejercicio dela vida divinaen nuestrasalmas

    GustavoKralj

    Moiss - Monumento a la Inmaculada,Plaza de Espaa, Roma

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    Los escribas y fariseos eran extremadamenteminuciosos y detallistas en la ejecucin de unaserie de antiguas costumbres, y a veces llegabana exageraciones ridculas. Hay que decir quedichas normas no formaban parte de la ley deMoiss, pues haban sido transmitidas por tradi-

    cin, pero para ellos tenan el valor de dogmas,siendo superiores incluso a las de la Revelacin.El docto P. Bonsirven se extiende sobre es-

    te punto as: La ley oral es presentada en pri-mer lugar como la cerca que rodea la Tor [leyde Moiss], para establecer lo que es demasiadoimpreciso o demasiado amplio y garantizar unaobservancia ms exacta. Esta va, sin embargo,era bastante peligrosa: a fuerza de llenarse deprescripciones nuevas, la cerca terminaba con-virtindose en asfixiante; [...] las nuevas preci-siones, que restringen constantemente el terre-

    no donde era posible moverse libremente, lasdeducciones y asimilaciones interminables queextienden las obligaciones y multiplican las pro-hibiciones, sometiendo al precepto mnimos ob-jetos e introduciendo unas minucias que la leyno prevea ni quera, no paran de ensanchar yelevar la cerca, de aprisionar y amarrar al israe-lita con una infinidad de mandamientos.3

    En concreto, el origen de las prescripcionesde purificacin se remontaba a la exigencia divi-na de que los israelitas no se mezclasen con lospueblos idlatras, para que no fuesen atradospor sus religiones falsas (cf. Ex 34, 12-16). Pocoa poco, no obstante, lo que en un principio ha-ba servido para expresar la santidad de Dios yde su pueblo, se convirti en un yugo insoporta-ble, y lo que era un medio de proteccin vino aser un lazo para las almas.4

    Una teologa errnea

    En efecto, los fariseos acabaron inventandouna teologa del universo cerrado, que dividala Creacin en dos grandes categoras: la primera

    era la de las cosas puras, aquellas que correspon-dan directamente al culto; la segunda, vastsima,abarcaba todas las dems cosas, consideradas im-puras.5 Una concepcin completamente errada,pues llevaba implcita la afirmacin de que Dioshaba creado slo a algunos seres que se relacio-nasen con l y que todo el resto sera autnomo,sin ningn vnculo con el Creador.6

    Por eso consideraban indispensables las ablu-ciones y los baos tras el contacto corporal contodo lo que no fuese puro, porque a su entender

    el hombre quedaba manchado. Quien asistiesea un entierro y tocase al difunto, o incluso quienatravesase un cementerio y rozase una tumba,estaba obligado a purificarse.7Los vasos, las va-sijas y las jarras eran lavados por fuera, para nocontaminar las manos de quien los usase.8 Es-

    te detalle constitua un verdadero contrasenti-do, ya que, por higiene, esos objetos deban serlavados sobre todo por dentro; pero para ellosel problema se reduca a la posibilidad de tocar-los sin riesgo de contaminarse.

    En cierto modo se entiende que hayan cadoen ese error, puesto que el punto de partida desu raciocinio era vlido. De hecho, mientras losngeles, espritus puros, no necesitan ver, or,gustar, tocar u oler, porque tienen un conoci-miento intuitivo, la criatura humana, compues-ta de cuerpo y alma, adquiere el conocimien-

    to a travs de los sentidos y, por tanto, necesitaun smbolo exterior para llegar a conclusiones ycomprender bien las realidades interiores. Lospropios sacramentos estn compuestos de ma-teria y de forma para que sean ms accesiblesa nuestra naturaleza. La materia del Bautismo,por ejemplo, es el agua utilizada siempre pa-ra limpiar, de manera que, al ser derramadasobre la cabeza del bautizado, significa y realizala purificacin completa del alma.

    Ahora bien, los fariseos haban exacerbadoesa natural inclinacin del hombre hasta lo in-concebible, y era inevitable que unos hbitos es-tablecidos de modo tan arbitrario, y no por amora Dios, llegasen a lo absurdo. Por citar uno deellos, en el tratado Yadaim, dedicado a las ma-nos, se halla descrito cmo efectuar el meticu-loso ritual de su purificacin, despus de tocarindebidamente las cosas impuras. Ntese, sinembargo, que no se trata de una cuestin de ma-nos sucias o limpias, sino de manos legalmen-te impuras segn los conceptos farisaicos: Lasmanos son puras o impuras hasta la articulacin.

    Se vierte la primera agua hasta la articulacin yla segunda ms all volviendo a la mano, es pu-ro. Si se hacen las dos abluciones ms all de laarticulacin volviendo a la mano, es impuro. Sise hace la primera sobre una mano, y despus,cambiando de intencin, sobre las dos manos, esimpuro. Si se hacen las primeras sobre las dos, ydespus, cambiando de intencin, sobre una so-la, es puro. Si se ha lavado una mano y sta sefrota con la otra, es impuro. Si se frota en la ca-beza o en la pared, es puro.9

    Erainevitable queunos hbitosestablecidosde modo tanarbitrario, y

    no por amor aDios, llegasena lo absurdo

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    Jess no obliga a cumplir preceptos humanos5Y los fariseos y los escribas le pregunta-ron: Por qu no caminan tus discpu-los segn las tradiciones de los mayores

    y comen el pan con manos impuras?.Resulta curioso notar cmo los escribas y fa-

    riseos no atacan directamente al divino Maestro,porque probablemente observaba esas exigenciastradicionales, a fin de evitar murmuraciones con-tra l. A la hora de las comidas, se lavaba las ma-nos y cumpla el precepto ya que era una costum-bre adquirida. Al mismo tiempo, permita queotros en este caso, algunos de los Apstolesla infringiesen, pues estas minucias y pequeeceseran una especie de ley terrena que l, ciertamen-

    te, criticaba y sobre la cual promova unagere con-tra, para facilitarles a sus discpulos que, en vez deapegarse a normas humanas y querer transfor-marlas en divinas, olvidndose de Dios, subiesen,eso s, de las criaturas al Creador.

    No obstante, en relacin a la Ley entregadapor l mismo a Moiss en el monte Sina, el Se-or no daba libertad para seguirla o no, dado queella es eterna. Los Diez Mandamientos no pue-den sufrir ningn cambio, son fijos y perennes, ytienen que ser cumplidos hasta el fin del mundo

    por todos los hombres, sin adaptaciones a las con-veniencias del momento. En cuanto a los demspreceptos de la Ley mosaica, l no vino a abo-lir, sino a dar plenitud (Mt 5, 17); fueron supera-dos porque una vez llegada la fe [en Jesucristo],ya no estamos sometidos al ayo (Ga 3, 25). Es lo

    que explica San Ireneo con mucha claridad: en elNuevo Testamento de la libertad aboli los man-damientos que les haba dado como en figura pa-ra el estado de servidumbre. En cambio ampli ehizo crecer aquellos que son naturales, impulsanla libertad y son comunes a todos; concediendo alos seres humanos benigna y generosamente, porla filiacin adoptiva, conocer y amar a Dios Padrede todo corazn, y seguir sin desviacin a su Ver-bo.10 Y comenta tambin el mismo santo: Laspalabras del Declogo [...] duran hasta nosotros, ypor su venida a nuestra carne les ha hecho crecer

    y perfeccionarse.11

    El espritu del mundo

    6 l les contest: Bien profetiz Isaas devosotros, hipcritas, como est escrito:Este pueblo me honra con los labios, perosu corazn est lejos de m. 7 El culto queme dan est vaco, porque la doctrina queensean son preceptos humanos. 8 Dejisa un lado el mandamiento de Dios para

    aferraros a la tradicin de los hombres.La respuesta de Jess no significa una re-

    probacin a la costumbre de lavarse las manosantes de comer. Eso tambin lo hacemos hoynosotros, por higiene, sin obedecer a una leytemporal que nos imponga modos de ser mun-danos. Pero si hubiese un decreto que ordena-se proceder as por amor a Dios, sera legtimo.

    Aquellos que aman el mundo como los fa-riseos prestan ms atencin a los principios delas relaciones sociales que a la Ley de Dios, por-

    que, en la prctica, viven como si Dios no exis-tiese. Y a veces observan con una precisin ab-soluta ciertas leyes humanas contrarias a la Leydivina. Para esas personas, el fin ltimo de la vi-da se cumple aqu en la tierra, y al final, la pagaque reciben se reduce al concepto que los demstuvieron de ellas.

    Nosotros debemos tratar en nuestra vidacotidiana de no dar ms importancia a la opi-nin de los dems que a la de Dios. Por enci-ma de todo, nos debe importar su juicio a nues-

    El Seor nodaba libertad

    para seguiro no la Leyentregada

    por Dios

    a Moiss,dado que ellaes eterna

    La Transfiguracin - Catedral de la Transfiguracin(Toronto) - Canad

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    tro respecto. Su Ley es inmensamente seria ytransgredirla acarrea consecuencias terribles.Si alguien infringe una ley de trfico recibe unamulta; pero si por desgracia viola un manda-miento divino, podr encontrarse con las puer-tas del Cielo cerradas e ir al infierno para todala eternidad.

    El horrible defecto de la hipocresa

    Por ese motivo Jess se levant contra los fa-riseos y los recrimin, aplicndoles la frase deIsaas: Este pueblo me honra con los labios, pe-ro su corazn est lejos de m. El culto que medan est vaco, porque la doctrina que enseanson preceptos humanos. O sea, el empeo deaquellos por observar con meticulosidad una se-rie de reglas externas era meramente humano.A pesar de actuar as por una supuesta razn re-ligiosa y alabar al Seor con los labios, su cora-

    zn estaba lejos de l. Luego se equivocaban alpracticar una devocin de apariencias; les bastabaesas abluciones para sentirse satisfechos y juzgar-se libres de cualquier impureza, y no se preocu-paban con los vicios que les manchaban el alma.Mientras guardaban en su corazn todo lo queJess va a enumerar ms adelante los pensa-mientos perversos, las fornicaciones, robos, ho-micidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes,desenfreno, envidia, difamacin, orgullo, frivo-lidad, sostenan la idea de que el interior del

    hombre sobre todo si fuese fariseo de por sera puro, y pretendan encontrar en las exteriori-dades la tranquilidad de conciencia y la solucinpara encubrir los defectos del espritu. Por eso elprincipal ttulo que recibieron del Salvador fue elde hipcritas.

    La hipocresa es un defecto horrible mu-cho ms frecuente de lo que pensamos porel que hay una disociacin entre los dichosy las actitudes de una persona y lo que real-mente piensa o desea. El hipcrita se pareceal padre de la mentira (Jn 8, 44), porque esees justamente el modo de ser del demonio: usapalabras muy atrayentes y da la impresin deque quiere hacer el bien, pero sus intencionesson psimas.

    Aunque no consten en el Evangelio de es-te domingo, los versculos 9 al 13 hacen anms comprensible esta enseanza del divino

    Maestro: Anulis el mandamiento de Diospor mantener vuestra tradicin (Mc 7, 9).De hecho, los fariseos llegaron a transformaresas normas, que deberan buscar lo sobrena-tural, en una especie de idolatra. Eliminaronlos autnticos preceptos morales y crearonuna religin propia, diferente de la verdade-ra, totalmente desprovista de carcter reli-gioso y separada de Dios, porque se apoya-ba en dictmenes mundanos determinadospor la vida social de la poca. Divinizaron la

    Este pueblome honra conlos labios, perosu coraznest lejos dem. El culto

    que me danest vaco

    A la izquierda: Fariseos - Iglesia de Betfag (Tierra Santa). A la derecha: El profeta Isaas - Iglesia deSan Francisco a Ripa, Roma

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    Agosto 2015Heraldos del Evangelio 15

    ley humana y desacralizaron y humanizaronla Ley divina!

    Despus, Jess cit un ejemplo (cf. Mc 7, 10-13)para mostrar cmo distorsionaban la Ley, vacin-dola de contenido y falseando las costumbresque se fundamentaban en ella: los fariseos, como

    eran avaros, recurran a una artimaa para po-der guardar el dinero que, en funcin del Cuar-to Mandamiento del Declogo, todo hijo tiene laobligacin de destinar a la subsistencia de sus pa-dres en la ancianidad. En vez de dar a los padresla cantidad necesaria para su sustento, los fari-seos hacan una ofrenda a Dios y se considerabanlibres de aquel deber filial.

    Por medio de un enigma,Jess llama de nuevo a la multitud

    14 Llam Jess de nuevo a la gente y les

    dijo: Escuchad y entended todos: 15 na-da que entre de fuera puede hacer alhombre impuro; lo que sale de dentro eslo que hace impuro al hombre.

    Llam Jess de nuevo a la gente, pues se ha-ba alejado y se hallaba un tanto dispersa. Cierta-

    mente esa disipacin provena de una formacinreligiosa deficiente. Cuntas veces las personas seinteresan ms por sus problemas concretos, aunteniendo al propio Salvador ante ellos.

    Para atraer la atencin de la muchedum-bre, muy al estilo oriental, les solt algo as co-

    mo un enigma: Nada que entre de fuera puedehacer al hombre impuro; lo que sale de dentroes lo que hace impuro al hombre. Es de supo-ner que enseguida se levant un vocero, y co-menz una discusin para intentar descubrir elsignificado de aquella frase. No obstante, no loconsiguieron... Slo ms tarde, estando en casa,los discpulos le preguntaron sobre la parbola,y Jess les explic lo que tampoco ellos habancomprendido (cf. Mc 7, 17-20).

    El hombre se define por sus intenciones

    21 Porque de dentro, del corazn delhombre, salen los pensamientos per-

    versos, las fornicaciones, robos, ho-micidios, 22 adulterios, codicias, mali-cias, fraudes, desenfreno, envidia, di-famacin, orgullo, frivolidad. 23 Todas

    El Seordesmontabala teora

    farisaica deluniversocerrado

    Coleccin

    Lo indito sobre los Evangelios

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    16 Heraldos del EvangelioAgosto 2015

    La impurezade alma:he aqu lamanzana dela discordiaen esadiscusin

    entre el divinoMaestro y losfariseos

    Jess discute con los fariseos - Catedral de Saint Gatien, Tours (Francia)

    esas maldades salen de dentro y hacen alhombre impuro.

    El Seor desmontaba la mencionada teorafarisaica del universo cerrado, cuando de-claraba puros todos los alimentos (Mc 7, 19),

    es decir, que todas las criaturas son neutras. Lamateria asimilada por el hombre no es impura;por el contrario, es el hombre quien vuelve lascosas buenas o malas, segn el uso que haga deellas. Por consiguiente, la fbrica de impure-zas ya existe dentro del corazn de todo ser hu-mano, porque fue concebido en pecado originaly sus inclinaciones son malas. Sin el auxilio de lagracia es un verdadero pozo de miserias, un au-tor de locuras y delitos, incapaz por su propioesfuerzo de mantenerse fiel a la prctica de losMandamientos de forma estable.

    Esta corrupcin depende, sobre todo, de susintenciones, porque, si por un lado, es posibleejecutar una accin per se santa teniendo enmente un designio perverso, por otro, puede su-ceder que alguien se vea en la contingencia detener que presenciar escenas psimas y no sermanchado por stas, ya que no adhiere a ellas.Esa es la razn por la que no nos debemos per-turbar cuando, por ejemplo, un mal pensamien-to, sugerido por el demonio, nos viene a la cabe-za; si el corazn no consiente en l y lo rechaza,estemos tranquilos.

    La impureza de alma: he aqu la manzanade la discordia en esa discusin entre el divinoMaestro y los fariseos. Jess muestra lo ridculo

    que es suponer que por tocar algn objeto el al-ma se manche. Claro est que si alguien utilizasu cuerpo para ofender a Dios el alma adquie-re una mancha; pero ese acto parti de un maldeseo de la inteligencia y de la voluntad, poten-cias del alma, mientras que el cuerpo fue un me-

    ro instrumento para practicar lo que es ilcito.

    III ESTNLOSLABIOSDEACUERDOCONELCORAZN!

    Dios nos dio una Ley eterna que grab ennuestra alma; en el Sina nos entreg esa Leyescrita en tablas de piedra y, finalmente, tam-bin la manifest visible y viva en el propio Cris-to, el Verbo de Dios que se hizo carne y habitentre nosotros, para dar testimonio de la ver-dad (Jn 18, 37), de modo que todos la conoci-

    semos perfectamente.Sin embargo, a partir del momento en que

    Adn y Eva, en el Paraso, despreciaron esa Leyy en la hora de la prueba no optaron por la virtud,dejndose llevar por las solicitaciones del demo-nio hasta el punto de cometer el pecado, la ten-dencia del hombre es olvidar la Palabra y la Ley.

    Ahora bien, Dios quiere de nosotros unaaceptacin plena de la Ley inmutable y sempiter-na, y que pongamos en prctica la Palabra y nonos contentemos con orla (cf. St 1, 22). l deseaque nuestro interior est enteramente de acuer-do con nuestros labios. stos deben pronunciaraquello que desborda del corazn, conformeafirm el Seor: De lo que rebosa el corazn

    habla la boca (Lc 6, 45). Es ver-dad que tenemos que traducir enpalabras, actitudes, gestos, deco-racin de ambientes, ceremonial yen nuestra propia persona la doc-trina que hemos recibido comoherencia. Pero, para no caer en elerror farisaico, es necesario pri-

    mero progresar en la vida espiri-tual, transformar el alma y alcan-zar la mxima unin de vas y decogitaciones con Jesucristo. Elresto vendr como consecuencia.l es quien, con su gracia, harpuro nuestro interior, para que del salga la bondad y broten obrasde justicia.

    Si no tenemos medios de dara Dios una buena ddiva, a la al-

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    Agosto 2015Heraldos del Evangelio 17

    Si no tenemosmedios de dara Dios una

    buena ddivaofrezcmoslelo que

    poseemos contoda el alma..

    La Coronacin de la Virgen - Museo Castellvecchio, Verona (Italia)

    tura de nuestros anhelos, ofrezcmosle lo po-co que poseemos, movidos por la mejor inten-cin y con toda el alma. Ser como el bolode la viuda elogiada por Jess en el Evangelio(cf. Mc 12, 41-44): ella ech slo dos pequeasmonedas, pero, en el fondo, quera entregar sucorazn.

    Cmo es mi interior?

    La liturgia de este vigsimo segundo do-mingo del Tiempo Ordinario se resume enlas siguientes preguntas: dnde est mi cora-zn? Ser que mis labios alaban a Dios, peromi interior est fuera de la Ley? Cuntas ve-

    ces prefiero estar en consonancia con el mun-do y en desacuerdo con el Seor? Coloco aDios en el centro de mi vida o me pongo a mmismo?

    Todas nuestras acciones se correlacionancon nuestro destino eterno y con nuestra vo-cacin sobrenatural; por eso somos invitados aser ntegros ante Dios, amndolo, respetandosus leyes con elevacin de espritu, y siendo fer-vorosos en la prctica de la santidad. Pidamosa Mara Santsima que nos obtenga gracias ex-traordinarias para que nuestros corazones seanardientes y nuestros labios desborden de lo quecanta y proclama el corazn.

    1SANTO TOMS DE AQUINO.

    Suma Teolgica. I, q. 25, a. 6, ad 4.2ROYO MARN, OP, Antonio. Teo-

    loga de la perfeccin cristiana.Madrid: BAC, 2006, p. 286.

    3BONSIRVEN, SJ, Joseph.Le ju-dasme palestinien au temps de J-sus-Christ. 2. ed. Pars: GabrielBeauchesne, 1934, t. I, pp. 265-267.

    4TUYA, OP, Manuel de; SALGUE-RO, OP, Jos.Introduccin a laBiblia. Madrid: BAC, 1967, v. II,p. 508.

    5Cf. KELIM. M 17, 14. In: BONSIR-

    VEN, SJ, Joseph (Ed.). Textes rab-biniques des deux premiers sicleschrtiens. Roma: Pontificio Istitu-to Biblico, 1955, p. 665.

    6Cf. SANTO TOMS DE AQUI-NO, op. cit., q. 103, a. 5.

    7Cf. OHALOT. M 1-3. In: BONSIR-VEN, Textes rabbiniques des deuxpremiers sicles chrtiens, op. cit.,pp. 672-674.

    8Cf. BERAKHOT. Y 12a; HAGIG.M 3, 1; ZEBAHIM. B 11, 7-8;

    KELIM. M 25, 6-9. In: BONSIR-

    VEN, Textes rabbiniques des deuxpremiers sicles chrtiens, op. cit.,pp. 107; 283; 573; 668.

    9YADAIM. M 2, 3. In: BONSIR-VEN, Textes rabbiniques des deuxpremiers sicles chrtiens, op. cit.,p. 707.

    10SAN IRENEO DE LYON.Adver-sus Hreses. L. IV, c. 16, n. 5:MG 7, 1018.

    11dem, n. 4.

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    P

    Apstol del Corazn

    de Jess y Mara

    18 Heraldos del EvangelioAgosto 2015

    SANJUANEUDES

    Apoyado en bases teolgicas y estrechos vnculos msticos

    con Cristo y Mara, estuvo en la vanguardia de la devocin

    a sus dos amables Corazones como un solo, en unidad de

    espritu, de sentimiento y afecto.

    ars vivi das de apo-geo durante el reinadode Luis XIV. Por aquelentonces convergan en

    Francia, en un ininterrumpido des-file cuyo escenario principal era elpalacio de Versalles, toda clase demanifestaciones del podero fran-cs en el terreno de las artes, de lasciencias, de las letras y de las con-quistas militares, componiendo una

    pgina notable en los anales de esanacin.

    Sin embargo, a la par de tantostriunfos, avanzaba silenciosamen-te una grave crisis religiosa, propiaa desviar a los espritus del cumpli-miento de los preceptos cristianos yatraerlos hacia ideas cada vez msdistantes de los predicados por el di-vino Redentor. Era la disminucindel fervor que, al siglo siguiente, aca-

    bara determinando los trgicos epi-sodios de la Revolucin Francesa.

    En el seno de la deslumbrante Ciu-dad de la Luz, donde todo era encan-to, brillo y refinamiento, no todos semostraban indiferentes a esa realidadms profunda. Movidos por la gracia,muchos hombres de valor e influen-cia, a quienes les toc un papel deci-sivo en el desarrollo de los hechos dela poca, se dieron cuenta de la grave-dad del momento y se dedicaron conardor a la lucha por un elevado obje-tivo: poner a Dios en el centro de esasociedad, como verdadero Seor delas almas.

    Hermanados por esos anhelosformaron, bajo el impulso de un sa-

    cerdote llamado Pedro de Brulle,un numeroso grupo de eclesisti-cos provenientes de varias regionesdel pas, empeados todos en pro-gresar en el camino de la santidad.La lista de los integrantes de dichocrculo es extensa, pero podemosenumerar algunos de sus exponen-tes: San Francisco de Sales, San Vi-cente de Pal, Carlos de Condren,Juan Jacobo Olier y aquel cuya fies-

    Hna. Carmela Werner Ferreira, EP

    En la deslumbrante Ciudad de la Luz, no todos se mostrabanindiferentes a esa realidad

    El cardenal Pedro de Brulle, por Philippe de Champaigne; San Francisco deSales - Santa Gruta de Manresa (Espaa); San Vicente de Pal - Iglesia de

    San Vicente, Cracovia (Polonia)

    Reproduccin

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    Agosto 2015Heraldos del Evangelio 19

    ta celebra la Iglesia el 19 de agosto:San Juan Eudes.

    Miembro eminente de la escuelafrancesa de espiritualidad

    En la residencia de Brbara Aca-

    rie se realizaban los encuentros deese grupo. Digna representante de lasmejores tradiciones y cualidades dela nobleza parisina, abra las puertasde su mansin todas las semanas pararecibir a los clrigos, y a varios miem-bros de la aristocracia y laicos, deseo-sos de un ahondamiento mayor en te-mas catlicos, sobre todo teolgicos,as como una entrega ms profunda ala oracin y a la meditacin.

    En ese ambiente marcado por el

    ardor religioso se form un cuerpode lite, hoy conocido como la escue-la francesa de espiritualidad. Curio-samente, muchos de los que hacanacto de presencia all pertenecan adiversas congregaciones religiosas yposean una formacin heterognea.No obstante, esas diferencias eransuperadas por la caridad de todos eincluso constituan un factor de enri-quecimiento.

    El padre Juan Eudes era un sacer-dote llegado de Normanda, an enlos aos de juventud, para integrarseen la congregacin del Oratorio, re-cin fundada por De Brulle. Dedi-cado predicador de misiones popu-lares, tambin se distingua en aquelcrculo por una palabra fcil y pene-trante, por su conocimiento doctri-nario profundo y por trazos msticosque lo unan con vnculos estrechos aCristo y a su Madre Santsima.

    Las muchedumbres que conver-ta daban testimonio del calor desu predicacin. Y cuando hablabaal selecto conjunto del pequeo pa-lacio Acarie, repeta con la mismafuerza persuasiva amonestacionescomo esta: Todo cuanto se relacio-na con su divinidad [de Jess], consu santa humanidad, con los esta-dos y misterios de su vida maravillo-sa en el tiempo y en la eternidad re-

    viste un carcter de grandeza y unadignidad infinita que sobrepujannuestra comprensin humanamentelimitada [...] El Juicio Universal quepronunciar el Hijo de Dios al finde los tiempos no ha de tener otro

    objeto que el de tributar, mediantela justicia tremenda de nuestro Se-or, un supremo homenaje a todossus misterios, proclamando a la fazde toda la humanidad cuanto staha hecho u omitido en la meditaciny amor de los misterios de Cristo atravs de todos los siglos y en todoslos lugares del universo.1

    Elegido para el serviciode la Iglesia

    Nacido el 14 de noviembre de 1601,en la aldea de Ri, prxima a Argen-tan, Juan Eudes fue una respuesta dela Providencia a las splicas de sus pa-dres. Agobiados ante la perspectivade no tener hijos, peregrinaron a unsantuario mariano para implorar esagracia y all consagraron de antema-no a la Virgen el fruto de su unin.Poco tiempo despus les naca el ni-o, al que se apresuraron a llevar a lafuente bautismal.

    La familia comprobara, ya en lainfancia, cmo de hecho el ofreci-miento haba sido aceptado: se perci-ba visiblemente la vocacin religiosadel muchacho. Aun siendo pequeono escatimaba esfuerzos para comul-gar con asiduidad, contrariando latendencia jansenista reinante por en-tonces, como l mismo lo atestigua:Estando en una parroquia, dondemuy pocas personas comulgaban fue-

    ra de la Pascua, empec en torno alos 12 aos a conocer a Dios, por unagracia especial de su divina bondad, ya comulgar todos los meses, despusde haber hecho una confesin gene-ral; y esto fue en la fiesta de Pentecos-ts, donde l me concedi la graciade hacer mi Primera Comunin. [...]Tras lo cual tambin me dio la gracia,poco tiempo despus, de consagrarlemi cuerpo por el voto de la castidad.2

    Inscrito por su padre en el colegiojesuita de Caen, se revel un alumnode raras cualidades el devoto Eu-des,3 como solan llamarlo. Estudims tarde Teologa con mximo pro-vecho en la universidad de esa mismaciudad normanda. A los 19 aos oyen su interior la llamada a la vida ecle-sistica y recibi del obispo diocesanola tonsura y las rdenes menores.

    Su vocacin, no obstante, estabapor florecer. En el contacto con losmiembros del recin fundado Orato-rio del P. De Brulle fue donde JuanEudes se sinti interpelado por la gra-cia para dar el paso decisivo: tomar

    parte en aquella familia espiritual,dedicada a honrar el misterio del sa-cerdocio de Jesucristo. Impresionadopor el ejemplo de vida de los clrigosque la integraban, se present en lapuerta del convento para pedir su ad-misin y su peticin fue acogida fa-vorablemente por el superior de la co-munidad de Caen, el padre Aquilesde Harlay-Sancy, quien escribi in-mediatamente al padre De Brulle.4

    Los resultados de su predicacinpodan ser medidos

    por la afluencia de pblico

    Predicacin de San Juan Eudes - Catedralde San Jos, San Jos (Estados Unidos)

    Da

    derot(CC-0)

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    20 Heraldos del EvangelioAgosto 2015

    Vocacin misionera

    Con paso firme, ese joven de 22aos ingresa en la congregacin delOratorio, desde donde ser enviadopoco despus al noviciado de Pars.Su ordenacin sacerdotal tendra lu-

    gar tan slo dos aos ms tarde; y yaal mes siguiente realizara su prime-ra misin.

    Oigmoslo narrar las razones quelo llevaron a abrazar desde muy tem-prano esta causa, que sera la de todasu vida: Es una cosa deplorable dellorar sangre, el ver que, de un nme-ro tan grande de hombres de los quela tierra est poblada, que han sidobautizados y, por consiguiente, admi-tidos a la categora de hijos de Dios,

    de miembros de Jesucristo y de tem-plos vivos del Espritu Santo, y obliga-dos a llevar una vida conforme a esasdivinas cualidades, haya no obstantemuchos ms que viven como anima-les, como paganos e incluso como de-monios; casi no hay quienes se com-porten como verdaderos cristianos.5

    Los perodos transcurridos en laglamorosa capital contrastaban conel arduo ejercicio del ministerio en lasregiones donde la poblacin catlicaviva abandonada. Por eso, San JuanEudes exclamaba con justa indigna-cin: Qu hacen en Pars tantosdoctores y tantos bachilleres, mien-tras que las almas perecen a milespor falta de personas que le tiendan lamano para sacarlas de la perdicin ypreservarlas del fuego eterno? Cierta-mente, pensaba yo, me ira a Pars agritar en la Sorbona y en otras facul-tades: Fuego, fuego, fuego del infier-

    no que abrasa todo el universo! Ven-gan seores doctores, vengan seoresbachilleres, vengan seores curas,vengan todos, seores eclesisticos,para ayudarme a extinguirlo.6

    Los resultados de su predicacinpodan ser medidos por la afluenciade pblico, que no raras veces acu-da a miles a las plazas de las cate-drales. Los nmeros correspondanno slo a la asistencia, sino tambin

    al de los sacramentos administra-dos: Es algo que te rompe el cora-zn de piedad, el ver una gran canti-dad de pobres gentes que vienen detres o cuatro lugares, a pesar de losmalos caminos, que piden con lgri-mas que se les escuche en confesin,y que pasan de seis a ocho das sinpoder ser atendidas, [...] y que pasanla noche bajo soportales y en merca-dos, el tiempo que fuera necesario.7

    Se calcula que en las largas dca-das dedicadas a esta forma especfi-ca de apostolado, San Juan Eudes or-ganiz cerca de ciento diez misiones,que normalmente duraban varios me-ses y abarcaban vastos territorios. Ni

    siquiera el rey Luis XIV y la reinaAna de Austria dejaron de ser bene-ficiados por sus enseanzas, pues elsanto realiz una concurrida predi-cacin en Versalles, en la cual recri-min con trminos severos la malaconducta de los soberanos. Recono-cindose merecedores de aquellas pa-labras, ambos empezaron a dedicarleuna alta estima y a favorecerlo siem-pre que se presentaba alguna ocasin.

    Aurora de la devocin alSagrado Corazn de Jess

    En este contexto de fecunda acti-vidad pastoral, San Juan Eudes com-prob los estragos hechos por la here-ja jansenista, por entonces en plena

    expansin. Los adeptos de esa nefas-ta corriente, que fingan poseer unaelevada espiritualidad, conducan ala gente a dudar de la misericordia deDios, en la errada presuposicin deestar excluidos del nmero de los ele-gidos. As pues, numerosos catlicoshaban abandonado la prctica de lafe, por desesperacin de la salvacin.

    Firmemente convencido de lo con-trario, enseguida se puso en marchapara revertir ese cuadro. Su actuacin

    misionera tena el claro propsito deacercar al amor divino a las almasarrepentidas e infundirles la certezade que nunca son abandonadas porDios, incluso se hallen cargadas degraves culpas. Fiel a un llamamien-to interior que lo mova a predicaresa bondad, el santo sacerdote no tar-d en relacionar la caridad infinita deCristo con su Corazn humano-divi-no, rgano en el cual habita toda laplenitud de la divinidad.

    De hecho, San Juan Eudes es elprimer telogo que se ha ocupado delobjeto propio de la devocin al Cora-zn de Jess,8 afirma Lebrun. Des-bordante de entusiasmo, proclamanuestro santo: El Corazn augus-to de Jess es un horno de amor quedespide sus fuegos y sus llamas por to-das partes, en el Cielo, en la tierra,y por todo el universo. [...] Todas lascriaturas que se encuentran en la tie-

    rra, incluso las que son insensibles, in-animadas e irracionales, experimen-tan los increbles efectos de la bondadde ese Corazn magnfico.9

    Y para grabar en la mente de losfieles dicha doctrina, compuso unaMisa y un Oficio en honor del Sa-grado Corazn de Jess, cuyos tex-tos atestiguan hasta hoy la uncin,la piedad y la pureza de la doctrinadel autor. Gracias a San Juan Eu-

    Todas las criaturas que se encuentranen la tierra experimentan los efectos

    de la bondad de ese Corazn

    Vitral de la iglesia de San Pedro,Dourdain (Francia)

    GO69(CCby-sa3.0)

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    Agosto 2015Heraldos del Evangelio 21

    des, el divino Corazn fue honra-do oficialmente por primera vezen la historia de la Iglesia, lo quele vali el ttulo de autor del cul-to litrgico a los Sagrados Corazo-nes de Jess y Mara,10 otorgado

    por Len XIII, y el de padre, doc-tor y apstol11de este mismo cul-to, conferido por San Po X, al bea-tificarlo. Cuando las revelaciones aSanta Margarita Mara Alacoquesucedieron en Paray-le-Monial, enel ao de 1675, ya exista un pueblopreparado para corresponder a sullamamiento de amor.

    El Corazn de Jess y de Mara

    A tan osado paso, enseguida

    le siguieron duras reprobacionespor parte de los que no queranreconocer en ese culto el soplodel Espritu Santo. Sin titubear,el santo les replic sagazmente:Si se objeta la novedad de es-ta devocin, responder que la no-vedad en las cosas de la fe es muyperniciosa, pero muy buenas en lascosas de la piedad.12

    Convencido de que esta nueva de-vocin tena su origen en un desig-nio providencial, San Juan Eudesmostr, por argumentos teolgicos,que el Corazn de Jess y el de Ma-ra no tienen diferencias entre s, si-no que constituyen, por la unin exis-tente entre ambos, un nico y mismoCorazn. Nunca hemos tenido la in-tencin de separar dos cosas que Diosha unido tan estrechamente, comoson el Corazn augustsimo del Hijode Dios y el de su bendita Madre: al

    contrario, nuestro propsito siempre

    ha sido, desde el principio de nues-tra congregacin, de mirar y honraresos dos amables Corazones comoun mismo Corazn en unidad de es-pritu, de sentimiento y de afecto, co-mo aparece manifiestamente en el sa-ludo que le decimos todos los das aldivino Corazn de Jess y de Mara,como tambin en la oracin en variossitios del Oficio y de la Misa que cele-bramos en la fiesta del Sagrado Cora-zn de la propia Virgen.13

    Dos nuevas congregacionespara la Iglesia

    Sus 78 aos de vida fueron unaconstante leccin de perseverancia,

    sin desalentarse en la lucha contra

    los enemigos de la Iglesia, vidosde arrebatar las ovejas del redil deCristo; una donacin de s hasta elltimo aliento, por el bien de las al-mas. Un signo de que dicha entre-ga era una ofrenda grata a Dios fue

    la misin que realiz a la edad de70 aos, en la cual goz de energassobrehumanas: Dios me ha dadotanta fuerza en esta misin, que hepredicado casi todos los das, du-rante doce semanas, a una enor-me asamblea reunida en la cate-dral, con el mismo vigor que tenaa la edad de 30 aos. Por esto tomla resolucin de emplear el resto demi vida a este trabajo.14

    El mayor de todos los embates

    fue su salida del Oratorio al cualestaba vinculado por lazos de pro-fundo cario, a fin de fundar dosnuevas familias religiosas para laSanta Iglesia: la Congregacin deJess y Mara, en 1643, dirigida a la

    formacin del clero y a perpetuar lasmisiones parroquiales; y el Refugiode Nuestra Seora de la Caridad, en1651, destinado a socorrer a mujeresen situacin de riesgo.

    Dios le haba reservado tambinesta corona: establecer una descen-dencia espiritual empeada en glo-rificarlo segn el carisma que diri-gi su existencia. Hoy, transcurridosms de tres siglos de su muerte, sushijos e hijas hacen resonar, a travsde meritorias obras de evangeliza-cin alrededor del mundo, una ex-clamacin que repeta a todo instan-te y que resume el ideal que anim aese gigante de la fe: Viva Jess y

    Maria!.15

    Nuestro propsito siempre ha sidode mirar y honrar esos dos amables

    Corazones como un mismo Corazn

    Retrato del santo disponible en lapgina web de los eudistas

    www.eudistes.org

    1SAN JUAN EUDES. Obras.Vida y reino de Jess enlas almas cristianas.Bogo-t: San Juan Eudes, 1956,pp. 181-182.

    2GEORGES, CJM, mi-le. Saint Jean Eudes. Pars:Lethielleux, 1925, p. 7.

    3dem, p. 9.

    4dem, p. 12.5AMOURIAUX, CJM, Jean-

    Michel; MILCENT, CJM,Paul. Saint Jean Eudes, parses crits. Pars: Mdiaspaul,2001, p. 81.

    6dem, p. 83.7dem, p. 84.

    8LEBRUN, CJM, Charles.Laspiritualit de Saint Jean Eu-des. Versailles: Liberius,1933, p. 44.

    9AMOURIAUX; MILCENT,op. cit., p. 148.

    10LEN XIII.Decreto del he-rosmo de las virtudes deSan Juan Eudes, 8/1/1903.

    11SAN PO X. Carta apostlicade beatificacin de San JuanEudes, 11/4/1909.

    12AMOURIAUX; MILCENT,op. cit., p. 151.

    13dem, p. 150.14dem, p. 93.15dem, p. 108.

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    C

    La liturgia de lo cotidiano

    22 Heraldos del EvangelioAgosto 2015

    Cuando los gestos cotidianos adquieren en una familia el

    valor de oracin y se vuelven un hbito, se consolida en esa

    Iglesia domstica un ambiente de tranquilidad y de paz.

    on razn, pues, se conside-ra la Liturgia explica elconcilio como el ejercicio

    del sacerdocio de Jesucris-to. En ella los signos sensibles signifi-can y, cada uno a su manera, realizanla santificacin del hombre, y as elCuerpo Mstico de Jesucristo, es de-cir, la cabeza y sus miembros, ejerce elculto pblico ntegro.1

    Entonces podemos definir la Li-turgia como la forma en la que laIglesia manifiesta su alabanza aDios y hace que los fieles participende esa alabanza.

    Estado y religin en elmundo antiguo

    La nocin que hoy tenemos deLiturgia parte del concepto expre-sado en la palabra griega ,que significabaservicio pblico.

    Ahora bien, en la Grecia clsica,como en los dems pueblos de la An-tigedad, el sentido de lo sobrena-tural estaba tan arraigado en la vida

    que no exista prcticamente activi-dad cotidiana desvinculada de la re-ligin. El Estado y la religin de talmodo estaban completamente unidosque era imposible, no ya slo plantear-se la idea de un conflicto entre ellos,sino incluso de distinguirlos el uno delotro,2 escribe Fustel de Coulanges.As, por ejemplo, para concluir untratado de paz, era necesario realizaruna ceremonia religiosa.3

    Es difcil imaginar en nuestrosdas tan secularizados hasta qu pun-to religin y vida cotidiana se confun-

    dan en aquellos tiempos. Conscien-te o subconscientemente, el hombrecontemporneo separa sus deberesreligiosos de las actividades diarias.Incluso para un gran nmero de cat-licos la prctica religiosa se convierteen un episodio puntual y aislado.

    Liturgia con mayscula,liturgia con minscula

    Forman parte fundamental de laLiturgia los gestos, las actitudes, lasvestiduras y los objetos utilizadosen las celebraciones. Cada uno tie-ne un papel especfico dentro de lafinalidad de ser signo visible de lacomunin entre Dios y los hombrespor Cristo.4

    No obstante, se puede hablartambin de una liturgia de la vidacotidiana, con l minscula, en lacual se incluyen gestos y actitudesque, sin llegar a tener carcter reli-

    gioso, se realizan sin embargo convistas a elevar el alma a Dios. Na-da ms natural si consideramos queel Bautismo nos transforma en unlinaje elegido, un sacerdocio real,una nacin santa, un pueblo adqui-rido por Dios (1 P 2, 9) y quien lorecibe se vuelve templo del Espri-tu Santo (1 Co 6, 19).

    La dignidad de hijos de Dios nosinvita a liturgizar el da a da si-

    guiendo el consejo del Apstol: Aspues, ya comis, ya bebis o hagislo que hagis, hacedlo todo para

    gloria de Dios (1 Co 10, 31). Nues-tras palabras, entonaciones, actitu-des, posturas, composturas y for-mas de vestir deben respetar esadignidad en todo momento, inclusoen la intimidad, porque, en defini-tiva, no somos templos del EsprituSanto nicamente los domingos enla hora de la Misa...

    Importancia de la intencinen los actos humanos

    La moralidad de los actos hu-manos est en buena medida con-dicionada por la intencin con queson realizados. Este principio seaplica hasta en las mnimas accio-nes de nuestro da a da. Por con-siguiente, vestirse y peinarse concuidado y modestia deseando re-flejar nuestra dignidad de cristia-nos se convierte en un acto me-ritorio desde el punto de vista

    moral. Y lo mismo se podra de-cir de a lgo tan comn como lavar-se las manos, cuando esto es he-cho unido al deseo de purificarnostambin de cualquier mancha quehubiera en nuestro espritu.

    Un insuperable ejemplo de la im-portancia de la intencin en los ac-tos cotidianos nos lo da la SantsimaVirgen. En todos los momentos desu vida busc adorar a Dios de mo-

    P. Antonio Jako Ilija, EP

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    Agosto 2015Heraldos del Evangelio 23

    do perfecto, hasta el punto de que elmenor de sus gestos tena ms m-rito ante el Creador que los sufri-mientos de un mrtir: Por la menorde sus acciones por ejemplo, hi-lando en la rueca o dando una pun-

    tada con la aguja glorific a Diosms que San Lorenzo sobre las pa-rrillas con su cruel martirio, 5expli-ca uno de los ms clebres mari-logos, San Luis Mara Grignion deMontfort.

    Podemos imaginar a la Virgen,en la suavsima soledad de la casade Nazaret, preparndoles la co-mida al Nio Jess y a San Jos,a la espera de su llegada despusdel trabajo. O preguntndole a s-

    te, durante la ausencia de su Hijo,qu plato le gustara ms para ce-nar. Y as sucesivamente podra-mos conjeturar una prodigiosa se-cuencia de actos maravillosos queen la sencillez domstica tendranms uncin que las ms solemnesceremonias.

    Impregnar de religin losgestos cotidianos

    En el seno de un hogar catlico, lasbuenas costumbres y el esmero en losgestos cotidianos pueden recrear unaatmsfera impregnada del buen olor

    de la Sagrada Familia de Nazaret. Aveces el decir buenos das o bue-nas tardes con la intencin de mani-festar nuestro amor por el otro, es su-ficiente para acercarnos ms a Dios.Cuando el hogar es inundado por unaconstelacin de actitudes como sas,se va consolidando a manera de cere-monial nico, peculiar a cada familia,que en su conjunto termina constitu-yendo una liturgia propia a la que elconcilio y San Juan Pablo II llamaban

    de Iglesia domstica.6El desempeo de los quehaceres

    cotidianos siguiendo un ritual invisi-ble, cuyo elemento ms importantees la impostacin sobrenatural conla que todas las actividades son he-chas, constituye sin duda un acto decarcter religioso. Cuando los gestos

    cotidianos adquieren de esa formaen una familia el valor de oracin yse vuelven un hbito, se consolida enesa Iglesia domstica un ambien-te de tranquilidad y de paz, marcadopor la caridad cristiana.

    De este modo se desarrolla en ellaun espritu peculiar, nico y tan im-pregnado de religin que, cuando lafamilia va a la iglesia, la nocin pre-ponderante que tiene no es la de queest saliendo de casa para ir a la igle-sia,7sino la de una respetuosa y ar-mnica continuidad. Al regresar dela iglesia, la familia es ms ella mis-ma, pero tambin es ms catlicaque antes de salir.8

    Y cuando llega el momento su-

    premo en que uno de sus miembrosrecibe la ltima bendicin caminodel Cielo, ocurre la definitiva, res-petuosa y solemne transicin: delhogar terrenal a la iglesia glorio-sa y perfecta en la cual la ms bellay sublime de las liturgias se desarro-lla sin cesar.

    1CONCILIO VATICANO II. Sacrosanc-tum Concilium, n. 7.

    2FUSTEL DE COULANGES, NumaDenys.La cit antique. Pars: Flamma-rion, 1984, p. 194.

    3dem, p. 245.4CCE 1071.5SAN LUIS MARA GRIGNION DE

    MONTFORT. Trait de la vraie dvotion la Sainte Vierge, n. 222.

    6SAN JUAN PABLO II.Familiaris consor-tio, n. 21.

    7CORRA DE OLIVEIRA, Plinio. Con-ferencia. So Paulo, 31/1/1986.

    8dem, ibdem.

    El desempeo

    de los quehacerescotidianoscon impostacin

    sobrenatural,constituye sin dudaun acto decarcter religioso

    Costureras trabajando, por Joo Marquesde Oliveira - Museo Nacional de Soares

    dos Reis, OportoFrancisco

    Lecaros

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    El leproso agradecido

    L

    24 Heraldos del EvangelioAgosto 2015

    Al hombre le resulta difcil soportar cualquier sufrimiento. Por

    eso, es corriente agradecer la curacin. No obstante, existir

    alguien que alabe a Dios por su enfermedad?

    a lepra siempre ha sido con-siderada un paradigma de

    infelicidad en razn de sushorribles y dramticas con-

    secuencias fsicas y sociales. Por esolas curaciones de dicha enfermedadque el divino Maestro haca a lo lar-go de su predicacin causaban unaprofunda impresin.

    Sin embargo, la salud restituida aesos infelices simbolizaba una cura-cin todava ms preciosa: la del al-ma. Indudablemente, el afn de losleprosos a la bsqueda de la saludera superado por el divino deseo deproporcionarles la salvacin eterna.

    En la conocida curacin de los diezleprosos en la que slo uno, el sama-ritano, regres para agradecrselo aJess, el divino Maestro le pregunta-ba: los otros nueve, dnde estn?(Lc 17, 17). De hecho, todos haban si-do curados milagrosamente. No obs-tante, solamente uno de ellos logr laverdadera salud: al ver su cuerpo lim-

    pio, volvi, desbordante de gratitud, alos pies de la Fuente de la Vida y, portanto, fue el nico que oy la alenta-dora sentencia: Levntate, vete; tu fete ha salvado (Lc 17, 19).

    Visitando una leproseradel siglo XX

    Dos mil aos han pasado y anhoy da se pueden encontrar hermo-sas actitudes de gratitud como aque-

    lla, e incluso, en cierto sentido, msimpresionantes...

    Una pareja de Heraldos del Evan-

    gelio visitaba, precisamente, una le-prosera cerca de la localidad brasi-lea de Beln do Par. Aunque en laactualidad la medicina cuenta conla vacuna contra la lepra, descubier-ta en 1987 por el venezolano JacintoConvit Garca, hasta el presente noha sido posible erradicar por com-pleto dicha enfermedad.

    All se encontraban los misione-ros llevando una bonita imagen de

    la Virgen de Ftima, dispuestos asembrar en los corazones desvali-dos el mensaje de esperanza legado

    por Cristo a sus discpulos. Reco-rrieron las instalaciones del hospi-tal asumidos por un notable senti-miento de compasin ante el atrozsufrimiento de aquellas personastransformadas en llagas vivas. Ya-can en su lecho de dolor, exiliadosde la convivencia social en esa nue-va y pequea Molokai, y nuestrosmisioneros se sentan otros Da-min de Veuster.

    P. Antonio Guerra de Oliveira Junior, EP

    El leproso agradecido - Biblioteca del monasterio de Yuso,San Milln de la Cogolla (Espaa)

    Todava hoy se encuentran hermosas actitudes de gratitud como lade aquel agradecido leproso

    FranciscoLecaros

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    Oracin del paracaidista

    Agosto 2015Heraldos del Evangelio 25

    Dios es muy bueno!

    Cuando pensaban haberlo visto to-do, an les faltaba la ms bella leccinde conformidad con los misteriososdesignios de la Providencia. La enfer-mera que los acompaaba insisti en

    detenerse un momento para explicar-les qu se iban a encontrar en la lti-ma habitacin del pasillo: Se trata deun caso de lepra precoz. El enfermoque est aqu tuvo que abandonar supequeo mundo infantil cuando ape-nas empezaba a tener uso de razn,para encerrarse en las paredes de unaleprosera y ver como su cuerpo sedesintegraba a lo largo de casi setentaaos: ya ha perdido las piernas, le fal-tan las manos, casi no le queda nariz,

    no tiene ningn diente, oye con difi-cultad y casi no ve. Sera difcil creeren la existencia de un hombre as, siambos religiosos no lo hubie-ran visto.

    Adalucio! Adalucio!La Virgen ha venido a visi-tarlo!, exclam la enferme-ra, hablndole al odo delpaciente, a fin de despertar-lo de su adormecimiento ca-si continuo. El leproso en-treabri los ojos, topndose,en medio de las brumas de laceguera, con una escena quese le figuraba como bajadadel Cielo. Entonces, los dosmisioneros le dirigan unaspalabras de consuelo cuandofueron interrumpidos por lavoz lenta y entrecortada deAdalucio: Dios es bueno...,Dios es bueno..., Dios es muy

    bueno!. Los heraldos sequedaron sin saber qu decirante sublime reaccin.

    Un himno dedicadoa los amigos de la cruz

    Si tuviramos la oportu-nidad de recorrer las ciuda-des modernas contando estehecho, muchos tal vez pen-saran: Ese hombre tiene el

    derecho a reclamar a Dios!. Sin em-bargo, esa no fue la actitud de Adalu-cio. Es, precisamente, el leproso queno ha sido curado, pero alaba y dagracias a Dios, y con ms de 70 aosde edad practica tan heroico acto de

    alabanza por el hecho de existir.Adalucio termin sus das llevan-do en su cuerpo la cruz de la lepra. Ytodo indica que el alma de ese pobreLzaro de Par, que en vida sopor-t con resignacin la tragedia, fuea reunirse en el Cielo con todos lossantos y recibir de vuelta su cuerpo,pero ya no macerado y leproso, sinontegro y luminoso, en el ltimo dade la resurreccin de la carne.

    Pero, despus de todo, qu es lo

    que agradeca Adalucio? Exactamen-te no se sabe. No obstante, la fraseDios es muy bueno! nos recuerda

    la conmovedora oracin compuestapor un paracaidista francs, AndrsZirnheld, en vsperas de la Segun-da Guerra Mundial, cuya letra serams tarde adaptada para convertir-se en uno de los himnos de lacole

    Militaire Interarmes.Parece un himno dedicado a losamigos de la cruz, tal como los des-cribe San Luis Mara Grignion deMontfort.1 A esas nobles almasbien se les aplica la divina pro-mesa de Jess: quien quiera sal-var su vida, la perder; pero el quela pierda por m, la encontrar(Mt 16, 25).

    1Este santo francs, como se sabe, es elautor de laLettre circulaire aux amis dela Croix (Carta a los amigos de la cruz).

    Me dirijo a ti, Dios mo,

    Pues t das lo que uno no puede conseguir por s.

    Dame, Dios mo, lo que te queda.

    Dame lo que nadie te pide nunca.No te pido el descanso,

    Ni el xito, ni siquiera salud.

    Todo eso, Dios mo, te lo piden tanto,

    Que ya no debes tener ms!

    Dame, Dios mo, lo que te queda.

    Dame lo que todos rechazan.

    Quiero la inseguridad y la inquietud,

    Quiero la tormenta y la lucha.

    Y que me lo des, Dios mo, defnitivamente.

    Que est seguro de tenerlos siempre,

    Pues no siempre tendr el valor de pedrtelo.

    Dame, Dios mo, lo que te queda.

    Dame lo que los dems no quieren,

    Pero dame tambin el coraje,

    Y la fuerza y la fe.

    Porque eres el nico que da

    Lo que uno no puede conseguir por s.

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    DCon los nios, enfermos y ancianos

    26 Heraldos del EvangelioAgosto 2015

    Cecchignola Maruggio

    esde hace varios aos las misiones marianas for-man parte de las habituales actividades de los He-

    raldos del Evangelio en Italia. Tan slo en el mes de ma-yo se llevaron a cabo en las parroquias de: San JuanBautista, de Poggio Bustone, en la regin del Lacio;San Anselmo en Cecchignola, Roma; Mara SantsimaAsunta, de Frattamaggiore (Npoles), en la regin de laCampania; y Santsima Natividad de la Virgen Mara,de Maruggio, en la regin de Apulia.

    El prroco de San Anselmo en Cecchignola, el P. Da-niel del Pr, coment durante el rosario procesional, enel que participaron 2.000 personas: Nunca he visto atanta gente participando en una procesin de esta parro-quia!. Algunas Celebraciones Eucarsticas realizadas eneste lugar fueron presididas por el obispo auxiliar emri-

    to de Roma, Mons. Paolo Schiavon, y por el secretario ad-junto del Supremo Tribunal de la Signatura Apostlica,Mons. Giuseppe Sciacca.

    De la misin mariana en Frattamaggiore cabe destacarlas Misas presididas por Mons. Salvatore Giovanni Rinal-di, obispo emrito de Acerra; Mons. Mario Milano, obispoemrito de Aversa; Mons. Angelo Spinillo, obispo de Aver-sa; y Mons. Alessandro Plotti, obispo emrito de la Archi-dicesis de Pisa.

    En Maruggio muchos se acercaron al sacramento dela Penitencia. Una mujer declaraba emocionada: Mi vi-da ha cambiado, nunca ser la misma.

    En todos esos sitios tambin se realizaron acciones evan-gelizadoras especialmente destinadas a los nios, enfermosy ancianos, como se puede ver a continuacin en las fotos.

    Fotos:CristianLuis/PlinioSavio

    Frattamaggi

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    Agosto 2015Heraldos del Evangelio 27

    Roma - Sagrado CoraznMaruggio

    Roma - Calasanz

    Catequesis para los nios La visita de la Virgen a una escuela fue una oportunidad para que los misioneroshicieran animadas catequesis, durante las cuales cuentan episodios de la vida de los santos y hacen sentir a losms jvenes lo mucho que son amados por Jess y su Santsima Madre. En algunos lugares, como en Maruggio,al sur del pas, los alumnos de primaria se reunieron en la iglesia, antes del inicio de las clases, para darle losbuenos das a la Virgen. En Roma, los alumnos del Instituto de las Pequeas Esclavas del Sagrado Corazn ydel Instituto San Jos de Calasanz recibieron con calor y devocin a la imagen peregrina. Y en Frattamaggiore,Npoles, participaron con entusiasmo en las actividades organizadas por los misioneros.

    Frattamaggiore

    Visita a los enfermos Las maanas durante lasmisiones marianas sereservan para visitar a los

    ancianos y a los enfermosque se encuentranimpedidos de acercarse a laiglesia a venerar a la Virgen.Un sacerdote heraldo, y amenudo tambin el propioprroco, acompaanesas visitas, pues soncomunes las peticiones debendiciones, confesioneso para recibir la Uncinde los Enfermos.

    Maruggio

    F o t o s : C r i s t i a n L u i s / P l i n i o S a v i o

    Poggio Bustone

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    28 Heraldos del EvangelioAgosto 2015

    Canad Los Heraldos del Evangelio de Schomberg (Ontario) participaron en los actos litrgicos con los quela parroquia de San Patricio conmemor la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo. La procesin con elSantsimo Sacramento recorri los amplios jardines que rodean el templo.

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    Mozambique Adems de participar en la procesin archidiocesana presidida por el Nuncio Apostlico, Mons. EdgaPea Parra (foto 1), los Heraldos conmemoraron la Solemnidad de Corpus Christi con una Misa celebrada por elP. Alessandro Schurig, EP, en la Casa de los Heraldos en Maputo (foto 4). Ordenado recientemente en So Paulo porel Nuncio Apostlico en Brasil, Mons. Giovanni dAniello, este sacerdote se encuentra como misionero en el pas juntocon el Dic. Diego Faustino, EP, tambin brasileo. Luego hubo una procesin por los alrededores (fotos 2 y 3).

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    Agosto 2015Heraldos del Evangelio 29

    Aniversario del Oratorio La celebracin del Primer Sbado en la catedral de So Paulo en junio se revistide especial solemnidad al ser conmemorado el 15 aniversario del Apostolado del Oratorio, Mara Reina de los

    Corazones. Centenares de coordinadores participaron en la Misa con sus respectivos oratorios.

    Corpus Christi En Recife, los Heraldos tuvieron el honor de llevar el palio en la procesin presidida por elarzobispo metropolitano, Mons. Antonio Fernando Saburido (a la izquierda). Y en Cuiab, participaron en la procesinque recorri el centro de la ciudad, durante la cual el Santsimo fue llevado por Mons. Milton Antonio dos Santos, SDB.

    Consagraciones a la Virgen Ms de 60 personas se consagraron solemnemente a Mara durante la Misacelebrada en Recife por el P. Celio Casale, EP (a la izquierda). En Montes Claros, 160 fueron los que hicieron la

    consagracin en una ceremonia presidida por el P. Wagner Morato, EP, en la iglesia de San Sebastin.

    StywartAndreyAlmeidaDures

    Fotos:DavidDoming

    ues

    MarcosSette

    LeonardoResende

    Le

    onardoResende

    Algunas de las numerosas actividades en Brasil

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    El encuentro de

    dos miradas...

    L

    30 Heraldos del EvangelioAgosto 2015

    Un espectculo cargado de

    significado y de tan grandiosos

    sentimientos que penetra hasta lo

    ms hondo de las almas.

    a comunicacin humana, alcontrario de lo que a menu-do aparenta, no se restringenicamente a la expresin

    verbal. El hombre se relaciona conel mundo exterior incluso con losotros seres humanos por medio detodos sus sentidos, a travs de las msdiversas manifestaciones. Sin embar-go, entre los sentidos externos uno deellos es superior a los dems: la vista.

    Se pude decir mucho con unamirada!... Con razn afirmaba unasapiencialsima mujer que, despusdel servicio a Dios, vivir es estarjuntos, mirarse y quererse bien.Cun profunda y verdadera ense-

    anza encierra esa frase, porquemediante un intercambio de mira-das las almas se comunican de ma-nera inefable, transmitiendo emo-ciones y sentimientos que no sepueden expresar con palabras.

    Podemos remitir esta idea al in-tercambio de dos augustas miradas,en los momentos ms simblicos dela Historia de la humanidad: la mi-rada de Mara Santsima en los di-

    vinos ojos de Jess, su Hijo, en elcamino del Calvario y, posterior-mente, en la aparicin del Seor re-sucitado a su Madre.

    Dos encuentros cargados de signi-ficado y de tan grandiosos sentimien-tos que, al contemplarlo, rebasan lascomprensiones intelectivas y sensiti-vas. De manera casi incomprensible,este espectculo penetra hasta lo mshondo del alma, elevndola a las al