Ricardo Pérez Montfort Fandango: Fiesta rito · 2014-02-22 · Ricardo Pérez Montfort Fandango:...

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...• Ricardo Pérez Montfort Fandango: Fiesta y rito E l fandango fue la fiesta jarocha por excelencia. Si bien tuvo sus variantes regionales, en muchas localidades vera- cruzanas todavía hoy, así se le llama a la reunión festiva que comparten paisanos alrededor de una tarima, bailando el zapa- teado al son de los sones de arpa , jarana y requinto. Desde épocas l11u y remotas, los pobladores de las tierras altas, los llanos y la costa del ahora estado de Veracruz aprovechaban sus reuniones. ya fueran de corte comercial, religioso, político o social, para -h acia la no checita- sonar sus instrumentos de cuerda y echar unos versos a bailadoras y bailadores que se animaban a completar el fandango con el traquetear de sus tacones. EiJ el interior del territorio jarocho y en sus tres zonas cos- tuneras. Barlovento, el Centro y Sotavento, el cultivo del fan- dango se hizo con júbilo y denuedo, al grado que hoy todavía es posible atestiguar algunas de sus extenuadas cosechas. In- cluso. gracias al tesón y al amor al pasado de sus principales entusiastas contemporáneos, la versada , los sones y el baile han visto un renacimient o en localidades como Playa Vicente, Mi- natirlán, Lerdo, San Andrés y Santiago Tuxtla, Alvarado y desde luego Tlacotalpan. Sin embargo, a no ser por estos cul- tivadores, la flor fandanguera se perdería entre la maleza de los descuidos locales, el gran comercio cultural y los recursos este- reotípicos de los medios de comunicación masiva, fervientes entusiastas del american way o/ lije y los "Siempre en Domin- go". Aun así, medio marchita y con sus ánimos un tanto exte- nuados esa flor del fandango revive de vez en cuando y en una reuni ón cualquiera o en alguna fiesta local, en las orillas de un río o la esquina de plaza, es capaz de mostrar sus más bellos pétalos al paisanaje mestizo que la sigue procurando. Seguramente, la mezcla de cuerpos y creencias de esos tres frondosísimos ramales de la especie humana , el indígena , el negro y el europeo, fortaleció las expresiones festivas que cada uno traía consigo, logrando un espacio común en los ritos yen las celebraciones que poco a poco fueron estructurando en sus ciclos vitales, después de la violenta confrontación que sufrie- ron en los siglos XVI YXVII. Sin embargo, en aquel despoblado y verde entorno veracruzano, las grandes distancias que se- paraban a pescadores y cazadores de comerciantes y acapara- dores, a ganaderos de cañeros, a agricultores de arrieros, hicieron que se valoraran las reuniones de tal manera que és- tas debieron cumplir múltiples propósitos. Y como no se desa- provecharon las oportunidades que brindaba el calendario impuesto por los conquistadores hispanos, los citatorios de corte católico no sólo sirvieron para congregar a la población a los oficios religiosos, sino que productores y comerciantes, hombres y mujeres, jóvenes y viejos , también utilizaron esas reuniones para intercambios de un tipo que implicara menos presencia divina y más interacción humana, como comprar y vender , beber y jugar, enamorar y confrontar, trovar y bailar. Si bien la presencia del fandango puede rastrearse clara y documentalmente hasta los siglos XVII y XVIII, en su infinidad de dimensiones es posible encontrar vertientes de fuerte sabor prehispánico. En la música, por ejemplo, antiguos sones como el de Los enanos o El borracho tocados en San Andrés Tuxtla, parecen repetir ecos de algún danzante totonaco o popoluca. Su ritmo toca unas fibras que, aunque fueran de reciente ad- quisición, nos remiten a esas raíces míticas de la danza ritual y del teponaxtle o del t1apanhuéhuetl. En algunos nombres y conceptos relacionados con el fan- dango también se percibe ese sabor arcaico. El Ahualulco, cuya etimología nos lleva a una zona "henchida de agua", es el nombre de un son que, aunque hable del Bajío y más bien parezca propio de arrieros del siglo XIX, incorpora una refe- rencia con nombre en n áhuatl, cuestión que resulta bastante dificil de encontrar si buscamosen el repertorio de la música mestiza mexicana. Aun así, el sabio conocedor de costumbres e historias t1acotalpeñas Humberto Aguirre Tinoco relaciona El Ahualulco con una tradición de los pueblos ribereños que consiste en que " ...durante las crecientes del río, había la cos- tumbre de instalar la tarima del bailejarocho" a flor de agua "y, sobre ella, llevar a cabo la danza tradicional como la mejor demostración del placer y el fervor que inspiraba el agua."! y no sólo eso, el mismo estudioso sugiere que otra fiesta que por lo general también incorpora al fandango en sus recorri- dos nocturnos, la de la rama en la navidad veracruzana, puede estar relacionada con las festividades del Tepeilhuitl en honor a Tláloc dado el uso del virsúchitl, "la flor de la sangre", como símbolo de la renovación anual y por su celebración cercana a las fiestas del solsticio inverna\.2 Las reminiscencias de las culturas prehispánicas también I Vid. AguirreTinoco, Humberto, Sones de la turra y cantares jarochos, Premiá Editora, México, 1983, pp.24-25. 2 Ibid. p. 159. ... 45 ..

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Ricardo Pérez Montfort

Fandango: Fiesta y rito

El fandango fue la fiesta jarocha por excelencia. Si bientuvo sus variantes regionales, en muchas localidades vera­

cruzanas todavía hoy, así se le llama a la reunión festiva quecomparten paisanos alrededor de una tarima, bailando el zapa­teado al son de los sones de arpa, jarana y requinto. Desdeépocas l11u y remotas, los pobladores de las tierras altas, losllanos y la costa del ahora estado de Veracruz aprovechabansus reuniones. ya fueran de corte comercial, religioso, políticoo social, para -hacia la nochecita- sonar sus instrumentosde cuerda y echar unos versos a bailadoras y bailadores que seanimaban a completar el fandango con el traquetear de sustacones.

EiJ el inter ior del territorio jarocho y en sus tres zonas cos­tuneras. Barlovento, el Cent ro y Sotavento, el cultivo del fan­dango se hizo con j úbilo y denuedo, al grado que hoy todavíaes posible atestiguar algunas de sus extenuadas cosechas. In­

cluso. gracias al tesón y al amor al pasado de sus principalesentusiastas contemporáneos, la versada , los sones y el baile hanvisto un renacimient o en localidades como Playa Vicente, Mi­nat irlán, Lerdo, San Andrés y Santiago Tuxtla, Alvarado ydesde luego Tlacotalpan. Sin embargo, a no ser por estos cul­tivadores, la flor fandanguera se perdería entre la maleza de losdescuidos locales, el gran comercio cultural y los recursos este­reotípicos de los medios de comunicación masiva, fervientesentusiastas del american way o/ lije y los "Siempre en Domin­

go" . Aun así, medio marchita y con sus ánimos un tanto exte­nuados esa flor del fandango revive de vez en cuando y en unareuni ón cualquiera o en alguna fiesta local, en las orillas de unrío o la esquina de plaza, es capaz de mostrar sus más bellospétalos al paisanaje mestizo que la sigue procurando.

Seguramente, la mezcla de cuerpos y creencias de esos tresfrondosísimos ramales de la especie humana , el indígena , elnegro y el europeo, fortaleció las expresiones festivas que cadauno traía consigo, logrando un espacio común en los ritos yenlas celebraciones que poco a poco fueron estructurando en susciclos vitales, después de la violenta confrontación que sufrie­ron en los siglos XVI YXVII. Sin embargo, en aquel despobladoy verde entorno veracruzano, las grandes distancias que se­paraban a pescadores y cazadores de comerciantes y acapara­dores , a ganaderos de cañeros, a agricultores de arrieros,hicieron que se valoraran las reuniones de tal manera que és­tas debieron cumplir múltiples propósitos. Y como no se desa­provecharon las oportunidades que brind aba el calendario

impuesto por los conquistadores hispanos, los citatorios decorte católico no sólo sirvieron para congregar a la poblacióna los oficios religiosos, sino que productores y comerciantes,hombres y mujeres, jóvenes y viejos, también utilizaron esasreuniones para intercambios de un tipo que implicara menospresencia divina y más interacción humana, como comprar yvender , beber yjugar, enamorar y confrontar, trovar y bailar.

Si bien la presencia del fandango puede rastrearse clara ydocumentalmente hasta los siglos XVII y XVIII, en su infinidadde dimensiones es posible encontrar vertientes de fuerte saborprehispánico . En la música, por ejemplo, antiguos sones comoel de Los enanos o El borracho tocados en San Andrés Tuxtla,parecen repetir ecos de algún danzante totonaco o popoluca.Su ritmo toca unas fibras que, aunque fueran de reciente ad­quisición, nos remiten a esas raíces míticas de la danza ritual ydel teponaxtle o del t1apanhuéhuetl.

En algunos nombres y conceptos relacionados con el fan­dango también se percibe ese sabor arcaico. El Ahualulco, cuyaetimología nos lleva a una zona "henchida de agua", es elnombre de un son que, aunque hable del Bajío y más bienparezca propio de arrieros del siglo XIX, incorpora una refe­rencia con nombre en náhuatl, cuestión que resulta bastantedificil de encontrar si buscamos en el repertorio de la músicamestiza mexicana. Aun así, el sabio conocedor de costumbrese historias t1acotalpeñas Humberto Aguirre Tinoco relacionaEl Ahualulco con una tradición de los pueblos ribereños queconsiste en que " ...durante las crecientes del río , había la cos­tumbre de instalar la tarima del baile jarocho" a flor de agua"y, sobre ella, llevar a cabo la danza tradicional como la mejordemostración del placer y el fervor que inspiraba el agua."!

y no sólo eso, el mismo estudioso sugiere que otra fiesta quepor lo general también incorpora al fandango en sus recorri­dos nocturnos, la de la rama en la navidad veracruzana, puedeestar relacionada con las festividades del Tepeilhuitl en honora Tláloc dado el uso del virsúchitl, "la flor de la sangre",como símbolo de la renovación anual y por su celebracióncercana a las fiestas del solsticio inverna\.2

Las reminiscencias de las culturas prehispánicas también

I Vid. Aguirre Tinoco, Humberto, Sones dela turra y cantares jarochos, PremiáEditora, México, 1983, pp. 24-25.

2 Ibid. p. 159.

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pueden percibirse en esa idea que en ocasiones acompaña al

son consistente en ofrecer los versos y la música como un ho­

menaje a asuntos tan naturales como el entorno, los animales,

el amor y las mujeres. La noción fundamental del hombre in­

tegrado a la natu raleza como uno más de sus componentes yno como su dominador , es un referente de antiguos poblado­res de esta zona. Esto puede rescatarse en algunas letras o ver­

sadas más o menos contemporáneas, como ésta deI legendario

Arcadio Hidalgo:

Mi gusto es, con luna llena,cantarle mucho al amor;

las estrellas y la arena

tienen mucho resplandor.Chatita , no tengas pena ,

. f1 ~que no rompo ni una 01' .

y en algunos bailes como el de La guacamaya, cuya coreogra­

fía tradicional obliga a las mujeres a levantar y bajar los brazosal son del estribillo que va diciendo: "Vuela, vuela, vuela,

como yo volé...", la representación del aleteo puede llevarnosa la asociación libre con aquellas danzas solares que incorpora­

ban a las aves como vínculos,sagrados entre la tierra y el cielo.Así a través de esa imitación del vuelo los bailadores pare­

cieran querer " ...ser más así, más parte de lo natural".4

Otros usos del son remitentes a lo indígena, y de ahí tal vezhasta las prácticas de los antiguos pobladores aborígenes de

estas tierras, son los consejos que de pronto aparecen incorpo­rados a la música y por lo tanto a la fiesta. Si ésta se celebra poralgún casamiento , todavía en algunas rancherías del sur de Ve-

o 5racruz se canta El copiao. Este son se emparenta con el fan-dango a través de instru mentos y ritmos, lugares y versos, aun­

que tiene, como todo son, reglas y estructuras muy precisas. Elcopiao es un son para el casorio , que a su vez es parte de lascelebraciones en las que se permite el ritual del fandango. Este

son invita a los padres de los novios a decirles consejos rima­dos, aunque diluidos con cierto humor chocarrero de pro­

cedencia difusa, tal vez hispana. En el ritmo, en el tono y enlas ideas se emparenta con algunos cantares prehispánicos.

Así, después de escuchar la constante repetición de unafrase musical de requintos y jaranas, acompañadas por los

aplausos rítmicos de los concurrentes, se oye el grito de:"¡Alto ahí! ¡Párese la tropa! Primera y segunda fila. Hoy quecomienza la guerra veremos en qué termina". Se hace un

breve silencio y entonces la madre aconseja :

Cuando una joven se casa

se le hace alguna advertenciay así lleva la experiencia

de lo que sucede o pasa.Al marido se le abraza ,

se besa, sin dar mordidas,

3 Vid. La versada dt Arcadio Hidalgo, recopilación de Gilberto Gutiérrez yJuan Pascoe, FCE. 1985 p. 16.

4 Entrevista con Elena Ramírez Aguirre, Tlacotalpan, Ver. 2 de febrero1985.

s Informantes: Juan Meléndez y el grupo Tacoteno de Minatitlán, Ver.

se lava, se da comidas,

sin disgustar tan frecuent e

y verá n que mutuamentese pasan feliz la vida.

Por su parte, las remini scencias africanas del fandango tam­

bién se dilu yen entre comprobaciones fehacientes y aires o

" parecidos" con poco sustento objetivo.Si bien la población novohispana contó con una minoría

negra , ésta se concentró principalment e en las zonas cálidasdel Golfo de México. Además , esa fue prec isamente la tierra

continental de nuestro territorio más cercana al gran depósi tode negros que fueron las Ant illas y Cuba durante los sigloscolon iales. Veracr uz así fue espacio compa rtido en do minacio­

nes y ritos, en luchas cimarronas y fusiones racia les.

Como si no fuera suficiente con el color de las pieles y losrasgos faciales, con la alegría y la disposición alj olgorio. con lafacilidad para ritmos y bailes, la cont undencia afri cana en Ve­

racruz aparece en re ferencias tan disímbolas y tan distan tescomo la existencia de un Yanga con su pueblo negro rebelde

poniendo en aprietos a la estructura autoritaria de la uevaEspaña, o en el nombre de uno de los primeros sones registra ­dos y condenados por la Inquisición en 1766: El chuchumbi.

Este son es una inevitabl e cita con fu -rte inclina ión foné­

tica a la hora de comprobar la influ .ncia negra en la m úsi ajaroc ha ant igua. Pero El chuchumb éfu . tarnbi"n un on perse­guido por los dueños de las buena man -ras cri nanas. En sus

versos iniciales este son se reía d i e tri to cód igo 1110 ni1novo­

hispano cantando:

En la esquina e t.; paradoun fraile de la M r edcon los hábitos alzados

enseñando el chu hum bé.6

Así el paisano oprimido, ya fuere negro o pardo. indio o mes­tizo , utilizaba un vocablo y una situació n para satir izar , y de

esa manera " ponerse a mano" con la autoridad. Otra vez ladimensión festiva hermanaba las venas y en la unión de rit mo

-la alterna ncia de versos octosílabos con pentasílabos pareceser de procedencia africana- .7 de palabras y de inten ción . la

sangre negra teñía su presencia en el caudal de las costumbresj arochas novohispanas. Aquel moreno ya fuera indígena . afri­

cano o mestizo, pero mor eno al fin, que se ponía a bailar y acan tar El chuchumbé a sabiendas de su prohibición. estabaquizá tratando de llevar su alegría a las orillas del ritual. ese

que permite romper con ciertas reglas y dar rienda suelta a lanaturaleza gozosa y placentera del ser humano. Llevaba supropio fandango a la abie rta sensualidad de los bailes eróticosdel bacunao -o golpe de pelvis- cuyas raíces se fincan en el

Continente Negro.'Otro son cuyo nombre acusa cierto sabor africano es La

.; Vid. Aguirre Tinaco, op. cit. pp. 14-20.7 Vid. Mendoza , Vicente T.• Glosas J dicímas dt Mirito. FCE. 1957.8 Vid. Mayer-Serra 0 110. Música J músicos en Amirica Latina Vol. l. Ed.

Atlante. México 1947. p. 366.

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bamba. Aunque, a más de que sea el clásico son de pareja solaen la tarima, y tomando en cuenta que estos duetos simulantesdel cortejo amoroso provienen por lo general de danzas africa­nas, su música y su letra se inclinan más hacia las vertienteshispanas. Si bien se trata de un son muy antiguo -al parecer sele registra ya desde mediados del siglo XVII- su nota africana

I. 9

es más de nombre que de cua qUler otra cosa.Pero un espacio en donde se combinan los flujos negros e

indígenas del fandango es el espacio de la magia. Parte funda­mental del rito arcaico, la magia se encuentra igual entre lasrendijas de la tarima fandanguera que en las leyendas queacompañan a deter minadas piezas musicales; está en las pala­bras que articulan los animales protagonistas del son; está enlas fuerzas sobrenatura les que se convocan en el baile; y estáen la dimensión fantástica que rodea a vacas, toros, aves y pe­ces, a sirenas y enanos, a chaneques y diablos. Pero sobre todoestá en la capacidad de convocatoria que tiene el fandango.Siguiendo el influjo de la versada, el baile y la música, la magiadel entarimado llama a una concurrencia de muy diversa pro­cedencia. Al fandango se acercan paisanosde todas clases, co­lores y orígenes, con la esperanza de cumplir con un rito. Si el"ritual se oficia con propiedad, la magia va apareciendo al sondel traqu eteo sobre el tablado. Al parecer, taconeando,requinteando o jaraneando se genera una energía tal quepuede conducir a una experiencia extásica. Esa búsqueda deléxtasis a partir de la magia que contienen la danza, el ritmoy la melodía del fandango quiere unir las vertientes negras conlas indígenas. Cuando la fiesta toca sus extremos, esa dimen­sión energ ética y placentera se dirige hacia los recursos primi­genios dd hombre: la concepción mágica del entorno y el pasode una condición natural a un acontecimiento sobrehumano.El f;llldango se convierte en una experiencia de alucinados, enuna revelación. en un acontecimiento místico. Se le profesauna fe y una doctrina. Igual que muchos otros ritos tiene sumúsica propiciatoria, sus movimientos invocativos, sus convo­catorias a las fuerzas extrahumanas. Su dimensión ritual tam­bién ha creado una jerarquía tanto terrenal como espiritual.Surgen así las figuras legendarias, lossacerdotes y las pitonisasdel son. A su alrededor se concentran costumbres, historias,mitos y supersticiones.

En un plano más terrenal se van distinguiendo estilos y for­mas específicas, determinadas piezas o versos corresponden adeterminados individuos, a determinadas situaciones. Pero enel éxtasisdel rito fandanguero aquel negro algodonero o cañe­ro traído de la Costa del oro o de las Antillas se mostraba asus anchas. Junto a él la imaginación matriz del indígena com­pletaba el fundamento mágico. Sobre estos dos pilares seconstruyeron el rito y la fiesta del fandango.

Como elementos de la cultura dominante y por endemuchomás afirmativos en su dimensión histórica y tradicional, losantecedentes hispanos en el verso, el baile y la música dela fiesta jarocha tienen una presencia indiscutible. El sim­ple nombre del acontecimiento festivo -el fandango- remite alos bailes, gitanos o no, de la península ibérica.

9 ¡'id. Aguirre Tinoco, op. cit. pp. 65-66.

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La discusión sobre el origen de la palabra fandangoes largay barroca. Si bien con ese nombrese identifican muchas fiestasy bailes que se celebran en todo el continente americano,desde Chile hasta Cuba, de ElSalvador hasta Brasil, entre lossiglos XVII Y XVIII se le señala una oriundez tanto europeacomo indiana. El estudiosoatto Mayer-Serra consigna que setrata de una .....danza de origen hispánico, muy popular enLisboa durante el sigloXVIII.10 Pero el Diccionario de Autorida­des afirma que .....es baile introducido en España por los quehan estado en los reinos de las Indias..." probablemente a fi­nes del sigloXVII.

JI Para aquellos que piensan que el origen deesa palabra es más bien africano u árabe, Emilio Cotareloafirma que "... el orden indiano del fandango, dándolo porcosa bien averiguada y cierta, parece negar la etimología

árabe; y por ello alguien está inclinado a creer en una afri­cana, con verosimilitud aceptable, aparte de que no empecéel indianisrrm del baile al arabismoo africanismo del vocablo,por moti vos fáciles de comprender en aquellos t iem­pos, cuando las relaciones con moriscos y quineos eranfrecuentes con losespañoles, y máscon losdel hampa chusmasde las galeras penitenciarias. Fundanga en congo es participiode Funda, que significa "sentarse al estilo sastre" , "acusarante un tribunal", vocablos cuyarelación con el baile no acer­tamos a descubrir, como no sea la referente a la actitud de losespectadores sentados alrededor de los danzantes, como alre­dedor de los jueces y litigantes en los palavers o asambleaspúblicas. Más fácil es suponer una etimología mandinga defanda, "convite", "dar de comer", y el despectivo ango. Re­cordándose la frecuente presencia de los mandingas en las Es­pañasde lossiglos XVI YXVII, esta etimología parece aceptable.Fandango equivaldría a "fiesta donde se come", " fiesta deconvite o diversión", algo así como un té dansantde estos díasque corren entre la gente blanca, y de ahí al baile hubo breve

" ,, 12paso semannco...Independientemente de su origen etmológico, el fandango

tanto en la península ibérica como en el continente america­no es referencia directa a un festejo con música y baile. Su

10 Vid. Mayer-Serra, op cil, p. 366.11 Vid. Cotarelo, Emilio, Co/tcción dt Entremeses, Madrid, 1922.12 Vid. [bid.

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presencia en tantos lugares indica que la cultura dominante

-la española- tuvo a bien d istr ibuirlo por donde fue dejando

su huella .Pero al igual que sus vertientes aledañas, el caudal español

que conforma la fiesta veracruzana proviene de muchas pe­

queñas corrientes. Desde fines del siglo XVII, pobladores

oriundos de las provincias vascongadas, de Asturias, de Galicia

y sobre todo de Andalucía y Extremadura, se fueron estable­

ciendo en estos territorios tropicales. Aprovechando la riqueza

de agua y tierras emprendieron la organización y el cultivo

de la caña, el tabaco, el cacao , la vainilla , el algodón y las

frutas tropicales. Estos productos eran cambiados por los gra­

nos básicos que provenían de las altiplanicies de la Nueva

España, o salían de estas tierras para beneplácito de los

residentes peninsulares, creando inmensas fortunas basadas en

el comercio y la explotación irrestricta del trabajo indígena y

negro.La ganadería por su parte se fue expandiendo en los terri­

torios propicios para la cría, concentrando tierras y bienes enmanos de unos cuantos, de tal manera que para fines del siglo

XVIII tan sólo 17 haciendas parecían poseer la casi totalidad de

vacas, becerros, toros, mulas y caballos de la región llanera13 P Id' .veracruzana. ero para entonces otra o ea a mIgratorIa pro-

veniente de Castilla, de Asturias, de Galicia, de Cataluña, de

Andalucía, de Santander y de las Islas Canarias, fortaleció

el mestizaje e intentó rivalizar con los "viej os ricos" españoles

del trópico.

La población " blanca", fuera ésta europea, criolla o mes­

tiza, dominó las actividades productivas y espirituales de la

Nueva España. Y claro, la fiesta también estuvo bajo su con­trol. La religión católica -que vino con los "blancos"- no

pudo eliminar las connotaciones rituales de aquellos bailes,

que eventualmente se llamarían fandango. Tampoco pudo ori­

liarlos a cumplir exclusivamente con sus fines religiosos. Desde

luego aprovechó el espíritu festivo para cantarle al nuevo dios

y a sus respectivos ayudantes: las vírgenes y los santos. El len­

guaje rimado, las canciones y uno que otro baile se aprovecha­

ron para el culto católico. Hasta hoy nos llegan reminiscencias

de aquel translado de divinidades en versos como:

Naranjas y limas

limas y limones,

más linda es la Virgen

que todas las flores .

Les vengo a decir

que nació el Mesías

para detruir

las idolatrías.

Tratando de frenar la dimensión extásica primigenia de lafiesta, la religión católica le imprimió muchos límites y reglas.

Llegó incluso a perseguir a sus cultivadores, aunque también

l' Vid. Blázquez Domínguez, Carmen, "San Cristóbalde Tlacotalpan, postrime­ríascoloniales en una región sotaventina", en Anuario VI, Centro de Investiga­

ciones Históricas, Instituto de Investigaciones Humanísticas de la UniversidadVeracruzana , 1989, p. 17.

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la reordenó en la imposición de las nuevas celebraciones y sin

querer queriendo le infundió nuevos bríos.

Desde el lenguaje abstra cto de los instrumentos musicales

hasta las imágenes concretas de la versada, pasando por los

pasos del zapateado y el mismo jolgorio de sus participantes, lo

hispano quedó impreso en el fandan go como nin gun a otra

fuente del quehacer festivo. Si bien uno de sus pr imeros apor­

tes fue el deslinde entre la dimensión ritua l o religiosa y la

profana -se establecen las diferencias de cantar a " lo divino"

ya "lo humano"- la vert iente europea tam bién traj o consigo

elementos que permitieron acent ua r la magia iniciática del

fandango.

Aquel " duende" que suele presentarse en la música y el

baile andaluz se escondió ent re las cuerdas de las vihuelas que

acompañaron a los bajeles de gue r ra y a los bergant ines

comerciantes españoles cuando rec ién anclaban en las cos­

tas veracruzanas. Sus a ires j ugue tones y choca r reros se

impregnaron en el son , y su picard ía y u buen humor quizásrompieron la solemn idad del ritual , quedando ínti mamente li­gados al sabor de los fandangos. La ól ida afirmación del

machismo en las jácaras, gran parte del zapateado obre la

tarima y la mayoría de sus variantes cor -ográ ficas, la struc­

tura de las coplas y de prácticam mte toda la ver 'Ida, lo ins­

trumentos de cuerda y su típico rasgu 'o, tod o -110 es herencia

directa de la verti ente pagana española, Igual lo son los au es

genéricos de la música del fandango . in olvidar <¡ u - éstos pul.

san las tensas cuerdas de lo creadore. árabe: <¡ u - tantos giros

les imprimieron a las melod ias peni n ular e . Por ahi tal v '7.

algún mohecín impregnó en el canto .spa ñol la voz tipluda y

nasal con la que hasta hoy se cantan lo sone. . La . 'g uidilla ,

las tonadillas, los fandanguillos, las rondas, los villan i o ,et "

dieron lugar a la mayor ía de los sone y jarab -s <¡u ' s int -r­

pretan en los fandangos. Aun cuando -n algunos ca o ' po­sible identificar su procedencia en otros rumbos del territorio

de la Nueva España -como los "sonecitos d la ti rra" o losjarabes que al parecer tu vieron mucha aceptación en las fiestas

y ferias regionales del siglo XVIII- sus anteced entes nos remi­

ten necesariamente a la música popular europea de los siglo

XVI YXVII. Varias coplas nos llevan hasta aquellas lej anas tie­rras como queriendo recordar a algún abuelo rimador o quizáhasta algún juglar. Las petenera s o las mismas décimas de

cuarteta obligada, podrían atestigua r estos antece de ntes. El

aire gaditano todavía sopla entre esos versos que dicen :

Quién te puso Petenera

no te supo poner nombre,

Ay Solita , ay Soledad ,

mejor que te hubieran puestola perdición de los hombres,

Ay Solita ay Soledad.

Así los llamados " villancicos" coloniales -no hay que olvidar

que ese nombre responde a " la música, baile y canto de loshabitantes de una villa"J4- combinados con las tonadillas escé-

14 Vid Stanford, E. Thomas, "t.a música popular de México" en Estrada, Ju ·

lio, Editor, La Música dt Mixico l. Historio, 5, Periodo Contrmportinro (/95 a

1980) UNAM, 1984, p. 19.

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nicas españolas del siglo XVIII, contribuyeron enormemente ala hechura de la música del íandango."

y quizá también algún heredero de las rimas de VicenteEspinel, aquel inventor de la espinela en e! siglo X;I.español,propuso las primeras décimas como fórm~las versisncas pro­pias del quehacer fandanguero. El gran VIcente T , Mendozase ocupó de su estudio y estableció entre sus características,además de la clásica fórmula de diez versos y su división endécima "académica" y décima popular, e! humorismo y el dis­frute colectivo de la misma, Así, derivado tal vez de algúnpariente peninsularapareció en e! Nuevo Continente este anti­

guo ejemplo:

Un mosqu ito impertinentepicar a un zorro quería,

pero éste se defendíay lo burlaba altamente.Sin usar voz diferente

se disfraza en e! vestido;el zorro lo ha conocido

y le dice con ultraje:

¿Qué importa que mudes de trajesi no mudas e! zumbidos'"

El baile del fandango. por su parte, también acusa sus estre­chos lazos con el lejano continente viejo y con las costumbres"blancas". Un ejemplo muy claro es la coreografía que se or­ganizaa partir del son El fandanguito. A más de ser una piezaque permite una interrupción para que los bailadores, ellas oellos. digan una copla que sirva "para desenojar" o para "ha­cer justicia" -en el primer caso la mujer es la que emite suverso, mientras que en e! segundo es e! hombre e! que mues­tra su ingenio rimado- las parejas arrancan e! baile con unzapateado o un paseillo frente a frente; en seguida forman untrébol, figura en la que los hombres y las mujeres se dan lamano respectivamente, sobre un eje fijado en el centro de latarima; en la medidaen que e!son se va acelerando lasparejas

1; ¡'id ~lend01.a , Vicente, T. Panorama dela múma tradicional deMéxico, Insti­tuto de lnvesugaciones Estéticas. UNAM. 1956,

16 Vid Mendoz;¡. Vicente. T" op. ciL

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giran, sin soltarse las manos, alrededorde aqueleje para inte­rrumpir su zapateado al grito de "¡bomba para lasmujeresl" o"¡bomba para loshombresl" según el caso. Es entoncesel mo­mento de decir una copla. Al terminar el "desenojo" o "lajusticia" el bailecomienza de nuevo.

Esto de darse la manopara formar un ejealrededor del cuallasparejas giren, remite a losbailes de lascortes europeas talescomo la contradanza, la sarabanda o el pasacalle.

Así, sobre una tarima jarocha y al son de jaranas, arpas yrequintos, los bailadores del fandango convocan a losespírituscreadores del movimiento gracioso y armónico de un conti­nente lejano en el tiempo y en la geografía.

Pero las tres vertientes separadas -la indígena; la negra y laespañola- no soncapaces por sí mismas de hacerun fandango.Éste es eminentemente un asunto mestizo y como tal sale abailar, a cantar y a tocar libremente cuando la amalgama 'hadejado de referirse a cada uno de suscaudales. Esa crecientemestiza se afirma en su dimensión festiva y ritual, cómo crisolde una unión de tiempos, orígenes y culturas, respondiendoasus inquisidores con las siguientes décimas 'de don GuillermoCházaro Lagos:

El fandango es el fandangofiestón mestizó, costeño,en cuyo estilo abajeñotiene su arte, su rango.

Primo hermano del huapangode los huastecos e! son.

Es de aquí de esta región,la cuenca del Papaloapan

y ha crecidoen Tlacotalpansu raíz, su tradición.

Su raíz, su tradiciónpor el baile de tarimay la versada que rimacon la música del'son.

Es del pueblo la reunión,la gente nace en la fiesta:'

es la trigueña que enhiestasacachispas al tablón

con un brioso mocetónque para gallo se presta.

Que para gallo se prestae! bailador fandanguero,

el lírico jaraneroque roturando se gesta,el cantador que contesta

y trova al aire lo de adentro,cuando Cupido está al centrode un contrapunto amoroso

que al trovo pone celoso17 OYun otro sale a su encuentro.

17 Décimas interpretadas el 1 de febrero de 1989, en Tlaeotalpan, Ver.

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