Rojas Rabiela - Historia Indigena

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Historia indígena: apuntes para una reflexión TERESA ROJAS RAI3IELA* ENRAIZADA EN la vieja tradición histórica de la antropología mexicana, impulsada por las corrientes teóricas de! evolucio nismo muhilineal y el materialismo histórico que influyen en ésta a partir de la década de los cuarenta, y animada en los últimos años por los nuevos movimientos indígenas, algunos etnohistoriadores mexicanos hemos planteado explícitamente nuestro interés y compromiso por el estudio y la difusión de la historia indígena y campesina de nuestro país (Cfr. Reyes 1984 y Rojas 1982 y 1987). No me ocuparé aquí de glosar algunas de las definiciones de etnohistoria que existen, pero de la que ha hecho suya la que Pedro Carrasco llama “escuela mexicana de etnohistoria” (de la que él mismo es un conspicuo representante). Según tal defi nición, la etnohistoria es una “antropología de los pueblos indí genas hecha con fuentes históricas” y, en forma más amplia, una antropología de los grupos sociales explotados que han confor mado la historia de nuestro país, esa parte oculta de la historia nacional, En la tarea de recuperación de la historia compleja de estos grupos sociales, el etnohistoriador tiene que emprender una serie de labores que van desde la lectura crítica de las crónicas e historias convencionales, debidas a frailes y conquistadores so bre todo, hasta el estudio sistemático de los testimonios de la tradición histórica indígena, combinados con el uso de datos derivados de investigaciones arqueológicas y otros. Como lo ‘Directora del Centro de Investigaciones y &tudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), Mxieo, DF. 1 3691

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Historia indígena: apuntes para una reflexión

TERESA ROJAS RAI3IELA*

ENRAIZADA EN la vieja tradición histórica de la antropología

mexicana, impulsada por las corrientes teóricas de! evolucio

nismo muhilineal y el materialismo histórico que influyen en

ésta a partir de la década de los cuarenta, y animada en losúltimos años por los nuevos movimientos indígenas, algunos

etnohistoriadores mexicanos hemos planteado explícitamentenuestro interés y compromiso por el estudio y la difusión de la

historia indígena y campesina de nuestro país (Cfr. Reyes 1984

y Rojas 1982 y 1987).No me ocuparé aquí de glosar algunas de las definiciones de

etnohistoria que existen, pero sí de la que ha hecho suya la que

Pedro Carrasco llama “escuela mexicana de etnohistoria” (dela que él mismo es un conspicuo representante). Según tal definición, la etnohistoria es una “antropología de los pueblos indí

genas hecha con fuentes históricas” y, en forma más amplia, unaantropología de los grupos sociales explotados que han conformado la historia de nuestro país, esa parte oculta de la historia

nacional,En la tarea de recuperación de la historia compleja de estos

grupos sociales, el etnohistoriador tiene que emprender una

serie de labores que van desde la lectura crítica de las crónicas ehistorias convencionales, debidas a frailes y conquistadores so

bre todo, hasta el estudio sistemático de los testimonios de latradición histórica indígena, combinados con el uso de datosderivados de investigaciones arqueológicas y otros. Como lo

‘Directora del Centro de Investigaciones y &tudios Superiores en Antropología

Social (CIESAS), Mxieo, DF.

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señalo acertadamentc Enrique Floreseano (19 7), la desatención de los historndores por la historia indígena no pue& justilic arse ya con el argumento de la falta de fuentes que la documenten o por la dificultad de lectura de las existentes, puestoque problemas similares y aún más agudos han podido superarsecon éxito en otros países mediante el uso combinado de métodos diversos y de fuentes heterogéneas, pero sobre todo deplanteamientos adecuados a los problemas abordados

En estos apuntes quiero detenerme especialmente en latradjción histórica indígena, a partir de la época prehispánica ysiguiéndole la pista hasta el siglo xviii. No trataré mas quesecundariamente de las otras fuentes que se usan en la reconstrucción histórica de los pueblos indígen is puesto que ello esmás conocido y sería materia de otro trabajo.

1. TRADTCION ¡ III ORIC1 1 Dk, LNA

Como lo han demostiado muchos estudiosos de la historia antigua de Mexico como Alfonso Caso, Angel Matía Garibay, Wigherto Jiménez Moreno, Paul Kirchhoffy Miguel León-Portilla,los pueblos de Mesoamérica “poseían una verdadera vocaciónhistórica y relataban y escribían historia”, (Caso 1977,1:1 1).

Mixtecos, nahuas, mayas y probablemente otros pueblos,tenían libros (que hoy llamamos codices), que escribían “paramemoria de lo pasado” (ibidem). Los nahuas los llamabanamoxili y los mixtecos naandeye. “,.deseaban (nos dice Caso)como nosotros, saber los antecedentes de lo que sucedía entonces; se interesaban por conservar por escrito sus peregrinaciones, sus conquistas, los nombres y hazañas de sus caudillosy las genealogías de sus reyes. En suma, eseribian historia”(Jbidem).

El uso de libros y de escritura, junto con la manufactura depapel era común en una amplia región que iba del Méxicocentral a Oaxaca y de lis regiones mayas hasta tan al sur como

Nicaragua. El occidente de México es la única región de la queno se tienen reportes al respecto (según Glass 1975a:3).

Los códices prehispánicos que sobrevivieron hasta nuestrosdías, más las inscnpciones en murales, piedras (estelas y otros),cerámica y otros soportes, atestiguan que los mesoamericanosescribían historia mediante el empleo de sistemas glíficos. Losespecialistas reconocen cuatro grandes tradiciones: la maya, lamixteca, la nahua del Altiplano Central y la de la región poblano-tlaxcalteca.

Sistemas de escritura y calendáricos permitieron registrar yconservar “las noticias de los acontecimientos y situarlos en eltiempo y en el espacio, es decir, relatar verdadera historia”(Caso 1977 1:16-17). Al respecto, fray Diego de Landa escribióde los mayas:

Usaba también esta gente de ciertos caracteres o letras conlas cuales escribían en sus libros sus cosas antiguas y susciencias y con estas figuras y algunas señales de las mismasentendían sus cosas y las daban a entender y enseñaban.(Landa 1978:105.)

En correspondencia con el interés por la historia, sabemosque existían “especialistas”en varias ramas de ésta, es decir,diversas clases de historiadores, al menos entre los nahuas delAltiplano Central durante el periodo postclásico. Eran los llamados genéricamente tiamatini, sabios, entrenados en el calmécac, los poseedores de los códices hechos de tiras de papel deamate doblados como biombos. A través del historiador texcocano Fernando de Alva lxtlilxóchitl sabemos que en Texcoco,en el mismo periodo:

.tenían para cada género sus escritores, unos trataban delos anales (xiuhámatl), poniendo por su orden las cosas queacaecían en cada año, con día, mes y hora.Otros tenían a su cargo las genealogías y descendencia de

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TI RPSA ROJAS RABIEtA HISft)R1A INDtCiENA APUN PS PARA JNA RHLRUÓN

los reyes y señorcs y personas de linaje, asentando porcuenta y razon los que nacian, y borraban los qu moríanCOfl la misma cuenta,Unos tenían cuidado de las pinturas de los términos, límitesy mojoneras de las ciudades, provincias pueblos lugares yde las suertes y repartimientos de tierras, cuyos eran y aquién pertenecían. (Alva lxtlilxóchitl 1975, 11:17).

Los anales, las historias genealogicas de ciudades y linajesgobernantes y los catastros que este historiador temprano consigna se denominaban en náhuatl’ xiuhdmagl (anales), mecayoámatl (papeles de linajes o de mecateidades) y tialámati(papeles de tierras). A estos géneros hay que agregar algunosotros que conoccm a partir de los que s hrevivieron a lasdestrucciones o que se recogieron en la época colonial Entreellos están los que en náhuati se llamaban: cecemeilhuiamoxtu (libro de lo que ocurría cada día) y los nemr1dtnat1 unemilhztlacuiloli (libro de lo que sucedio en la antiguedadcrónica histórica tanto en prosa como en verso) (LeónPortilla1980:60).

Los tres códices mayas prehispánicos que se conse’anhasta hoy son, en apariencia, de contenido religioso y astronómico (Doe 1975:197), pero las inscripciones en piedra (estelas) son historicas, como lo sugirió primero John L Stephcns(1841) y lo probó Henri Berlin (en 1958, según Coe 1975:198).Berlin sugirió que las estela’ mayas contienen nombres de‘ciudades ‘y dinastías reinantes, es decir, las historias de dichasciudades.

Otros autores agregan el registro de matrimonios, nacimientos y victorias militares de las diversas dinastías (Coe1975.200).

Los códices mixtecos prehispánicos por su parte son decontenido histórico, además de ritual y teogónico (Caso 1977,1:16). Respecto a los nahuas, “es difícil hablar de códices prehispánicos de contenido netamente histórico que hayan escapa-

do a la destrucción que trajo la Conquista. Una posible excepciónseria la lira de la Peregrinatzó& (León-Portilla 1980:76)

Los sistemas de escritura mesoamericanos plasmados encódices e inscripciones son aún mal conocidos y sólo puedenleerse unos cuantos. No hemos sido capaces de interesar asuficientes jóvenes y formar especialistas que estudien el importante conjunto de escritos pre y posthispánicos. Los mayoresavances se han alcanzado en el estudio de la escritura mixtecay del Altiplano Central.

Los resultados hasta ahora obtenidos son muy importantes,puesto que se han podido conocer registros históricos que seremontan a varios siglos antes de la Conquista. Asi, por ejemplo,el códice mixteco Bodley, estudiado por Alfonso Caso, “noshace retroceder hasta el año 692 de Cristo” y continúa hasta elsiglo xvii (Caso 1977, ¡:15: apud Caso 1952). En el estudio delos códices de la región Puebla-Tlaxcala, Luis Reyes encuentraregistrados acontecimientos que se remontan al siglo xn denuestra era (Reyes 1977). Las fechas en monumentos arqueológicos mayas van mucho más atrás, hasta el Formativo. Así, enla estela dos de Chiapa de Corzo se escribió en la cuenta largauna fecha correspondiente al 9 de diciembre del año 36 a. C., yen la estela C de Tres Zapotes (Veracruz) se esculpió otracorrespondiente a cinco años más tarde (Coc 1975:7 1).

Aparte de fechas precisas es necesario considerar la cuestión de los tipos de escritura mesoamericana. Aunque convariantes, puede decirse que la usada en los documentos delAltiplano Central de México, la Mixteca y la región poblanotlaxcalteca, combinaba la representación de imágenes (iconografía), símbolos que representaban ideas (y no las cosas mismas,ideogramas) y fonemas (sonidos), que permitían el registrosistemático de verbos, sustantivos, adjetivos y adverbios. Esdecir, escritura que puede leerse y transcribirse a cualquier idioma. La escritura maya es “harina de otro costal” y es amplia-

1 Las referencias precisas a los códices que se citan de aqu( en adelante puedenconsultarse en la obra de Glass y Robertson 1975.

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mente conocido el hecho de que los glifos mayas no han podidodescifrarse, excepción hecha de unos cuantos (principalmentede ¡os días, meses, números -cero a 2t-, direcciones del mundo,colores, Venus y algunos nombres personales). (Según Coe1975:190-19L)

11, Los CÓDICES MIXTECOS DE CONTENIDO HISTÓRICO: UN EJEMPLO

A través del estudio sistemático y cuidadoso de seis códicesmixtecos prehispánicos de contenido fundamentalmente histórico, Caso pudo demostrar que éstos “relatan la historia genealógica” de cuatro ciudades mixtecas (Tilantongo, Teozacaulco,Tututepec y otra no identificada), y saber “cuándo nació un reyy cómo se llamaba, quiénes fueron sus padres las guerras queSostuvo, cuándo y con quién se casó los nombres de sus hijos ylos días en que nacieron, y por último cuándo murió”. (Caso1977, 1:18). En muchas ocasiones estos relatos se extienden pormuchos años; es el caso de Tilantongo, del que se tiene lahistoria genealógica de cuatro dinastías, que cubren 848 añosde historia.

Algunos de los códices contienen las genealogías y otrasnoticias históricas de varios “principados” mixtecos (como elanverso del Nuitail y el Bodley) y otros tos de un solo lugar(como el Selden II de un pueblo no identificado, o el Vindobonensis, de Tilantongo). Tres de los seis códices (reverso delVindohonensis, Nuttall y Bodlev) “cuentan la misma historia, ya veces otras pinturas de importancia secundaria, como el Códice Colombino y el Becker 1, añaden datos que comprueban loque nos dicen esos manuscritos”. (Caso 1977, 1:15.)

III. OrIAs FUENTES PARA LA HISIORIA INDÍGENA

Aparte de los registros históricos explícitos, existieron otros decontenido ritual, teogónico, catastral, tributario y demográfico

(padrones, según Durán 1967, ¡:323), entre otros. Todos ellosdocumentos de suma importancia para el conocimiento de lahistoria indígena, de los que sólo algunos han sido leídos, aunque sí empleados como fuentes para estudios temáticos. Merefiero sobre todo a los del Altiplano Central de México, cuyaescritura pictográfica es naturalista, y que fueron adicionados

en la época colonial, con comentarios en escritura alfabética

latina, Se trata de códices como el Mendocino, que ha servidode base para numerosos estudios tanto de la. escritura mismacomo de su contenido histórico, económico (tributario) y etnográfico.

El tratamiento detallado de este conjunto de fuentes rehasalos límites de este trabajo, por lo que no me detendré en él, Sinembargo, quiero mencionar que al igual que los manuscritos decontenido histórico estricto, éstos requielen de labores minu

ciosas de lectura, interpretación y confrontación con otros documentos para poderse emplear en las investigaciones de lahistoria indígena. Estas fuentes deberían ocupar un lugar privilegiado en estas tareas puesto que presentan directamente larealidad de las sociedades de Mesoamérica.

IV. Los CÓDICES Y OTRAS FUENTES DL CONTENIDO

HISTÓRICO DESPUÉS DELA CONQUISTA

Con la derrota militar de los pueblos de Mesoamérica vino la

dominación ideológica y económica, la dramática pérdida demográfica y otras grandes calamidades que los afectaron profundamente y cambiaron su destino y configuración históricos.Una de esas calamidades fue la extinción de las institucionesdedicadas a la transmisión del conocimiento, otra la represióny muerte de parte importante de los especialistas que conservaban y transmitían el saber.

El celo fanático de los evangelizadores acabó con todo

‘libro pintado” que se les puso enfrente, al asociarlo sin distin

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ción con las ‘idolatnas’ y con el demonio, Fray Diego de Landaen Yucatán, fray Juan de Zumarraga en la zona central, frayBenito Hernández en Oaxaca, y otros muchos frailes en vanasregiones quemaron códices, junto con los templos, los ‘ídolos”y los atavíos de los sacerdotes de la religión prehispánica. Enocasiones acabaron también con los “sacerdotes idolátricos”mismos y con la intelectualidad india que se resistio a la dominación (tal como lo ha demostrado Reyes 1983:11-35; véansetambién García Icazbalcet.a 1947; Benítez, en Ponce el aL 1987y Ricard 1947).

Fray Diego de Landa, luego de hablar de los libros y laescritura maya, asentó en suHistori.a de la cosas de Yucatán:

.Hallámosles (a los mayas> gran número de libros de estassus letras, y porque no tenían cosa en que no hubiesesuperstición y falsedades del demonio, se los quemamostodos, lo cual sintieron a maravilla y les dio mucha pena.(Landa 1978:105).

Estos hechos, nos dice Luis Reyes, “fueron registrados porlos propios indios, como puede verse en los,., relatos pictóricos.,. de la Descrpción de la ciudad y provincia de Tlaxcala,escrita por Muñoz Camargo...”. (Reyes 1983:18.)

El resultado de estas auténticas campañas de destrucción,más otros fenómenos posteriores que mermaron los acervos,fue la conservación de tan sólo unos cuantos libros pintadosprehispánicos, unos 14 a 16 en total: ninguno del México central, cinco del grupo Borgia (Puebla-Tlaxcala-i.Oaxaca?), seisde la Mixteca y tres de las tierras bajas mayas.

Algunos estudios detallados de los códices indígenas, entreellos los de Reyes en Cuauhtinchan (Puebla) y Alfonso Caso enla Mixteca, muestran que pese a la persecución y represiónreligiosa, los códices continuaron elahorándose en el siglo xvi yhasta el xvii cuando menos. Los indios siguieron escribiendo enpapel indígena o europeo, en tela o en cuero, los acontecimien

tos históricos tanto pasados (prehispánicos) como recientes.Es un hecho que la mayoría de los códices que se conservaronhasta ahora datan de años posteriores a la Conquista, escritos en jeroglíficos y en ocasiones combinando éstos con escritura latina (que no siempre eran fieles a lo que estaba escrito, causando distorsiones que casi siempre favorecieron a losespañoles).

La mayoría de los 434 manuscritos pictóricos indígenas quese registran en el censo más completo que hasta la fecha se tiene,elaborado por John B Glass y publicado en el Handbook ofMiddle American Indians (1975), fueron hechos en la épocacolonial temprana con fines utilitarios y cotidianos (Glass1975a:15). Hay que aclarar, sin embargo, que en este recuentofaltan, al menos, casi todos los manuscritos pictográficos que seencuentran en el Archivo General de la Nación (véase Catálogode ilustraciones) o en posesión de los pueblos. Asi, la cifra de434 manuscritos es sólo una aproximación. Está pendiente elanálisis del material del Archivo, que hace algunos años seintentó y que por desgracia no fue culminado.

Quizá porque su redacción no estuvo prohibida por losespañoles, los manuscritos que recogían hechos históricos conel fin de defender derechos de familias o pueblos ante los tribunales, en pleitos administrativos y judiciales, se extendieronhasta los siglos xvii y xvm inclusive. Pocos, sin embargo, conservaron la tradición pictográfica prehispánica y se trata másbien de textos en escritura latina, aunque con frecuencia en lenguas indígenas. “En la defensa de sus títulos de tierra o en otrasdisputas sobre posesiones, los indios prepararon y sometierondocumentos históricos y genealogías, así como mapas y planosde propiedades como pruebas en sus reclamos por herencias.”(Glass 1975a:15.)

En los casos en que los indios denunciaban abusos cometidos en su contra, en ocasiones pintaban hechos históricos juntoa los hechos principales. Es el caso de códices como el Cozcatziny el Kingsborough o Tepetlaoztoc.

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Documentos COfl contenido histórico son algunos de los“mapas” o “pinturas hechas por los indios para acompañarlos textos en castellano de las relaciones geográficas’ mandadashacer por orden de Felipe 11, en todas las alcaldías mayores ycorregimientos de la Nueva España, por los años 15794582. Esel caso del Mapa de Teozacualco que se dibujó para acompañarla Relación que el 9 de enero de 1580 contestó Hernando deCervantes para cumplir lo ordenado por el rey en esa jurisdicción Caso 1977, 1:16). Este mapa no sólo sirvió a Caso paracomprobar los datos de los seis códices prehispánicos queestudió, sino que de hecho fue la clave que le permitió lacomprensión del conjunto de códices principales y secundariosdel grupo mixteco. No es remoto que los mapas de otrasrelaciones geográficas contengan datos históricos de semejante importancia.

Al decir de la mayoría de los estudiosos, la tradición de laescritura indígena “tradicional” (como e le conoce hoy a la deorigen prehispánico; véase Galarza 1979), comenzó a decaera finales del siglo xvi y estaba casi extinta a principios del sagb XVII (Glass 1975a:4). El fenómeno fue paralelo a la decIinación de otros rasgos de la cultura antigua, aunque en este casose puede relacionar de manera importante, sj no exclusiva, conla difusión de la escritura latina entre los funcionarios indiosque la utilizaban para escribir en náhuati y otras lenguas indígenas y en castellano, diversos documentos administrativos. Laproducción de manuscritos en escritura jeroglífica fue muyintensa en los primeros 50 años de la dominación colonial (Glass1 975a: 15).

Las fechas que Caso atribuyó a los códices mixtecos queestudió nos indican la continuidad tanto de la tradición históricacomo de la “redacción” de códices en la Mixteca durante l&Colonia temprana. Nos dice que el Nuttall y el Vtndobonensis“fueron terminados poco antes de 1438; que el Bodley se terminó por la Conquista, en 1519, mientras que el Selden continuóhasta 1546”. (Caso 1977, 1:18). Por otra parte, el Códice Muro

o San Pedro Cántaros, llega hasta 1642 y algo similar ocurrióen la propia Mixteca con algunos otros documentos pintados engrandes lienzos de algodón a fines del siglo xvi, “por escribasque no habían perdido todavía la vieja técnica de las pinturasindígenas” (Caso 1977, 1:18). “A mediados del siglo xvii en elCódice Muro,,., el tiacuilo que hizo las primeras inscripcionessostenía en sus manos un pincel que estaba inspirado en la viejatradición del Vindobonensis y el co1ombino” (Caso 1977 ¡:18).Otros, en cambio (como el códice Baranda), sustituyeron eldibujo indigena por las increíblemente decadentes pinturas demcdiados del siglo xvii”, nos dice Caso muy molesto (Caso 1977,1:18).

La tradición pictográfica nahua tuvo también continuidaden la Colonia. Son varios los códices que conocemos en el máspuro estilo prehispánico o tradicional y otros que muestran yala influencia renacentista europea en la iconografía tanto comoen el formato, la perspectiva, la composición y la calidad de lalínea. Algunos de los códices más célebres son probablementecopias de originales prehispánicos, como el Mendocino que ensu primera parte es de contenido histórico (anales), en la segunda económico (tributos anuales) y en la tercera de costumbres(la vida en un año).

Elxiuhámatl (anales), como ya se dijo, fue uno de los tiposde registro histórico que continuó su desarrollo después de laConquista. Algunos de estos documentos conservaron el usoexclusivo de escritura pictográfica mientras que otros la combinaron con la alfabética latina introducida por los castellanos yaprendida por los indios. En ellos encontramos preciosos registros de los acontecimientos generales como temblores, sequías.cometas, eclipses, inundaciones, etcétera, junto a otros de lavida local, fuera de un poblado o de una ciudad (Tenochtitlan,Texcoco, Tlatelolco, Chalco, Cuauhtinchan), como podía ser unnacimiento, entronización y muerte de un gobernante local quesólo se consigna en el códice correspondiente a dicha ciudad.Entre los anales más conocidos pueden mencionarse al Códice

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HISTORIA INDÍ( RNA A! NTL* PARA NA RL PL LXION

ruz el Códu e Az alUZan el ( Ódzce ¡ ‘llenanoj?ernen.sjs yel Códice Mexicanus entre otros,

El códice en Cruz, por ejemplo, registra hechos de la ciudad& TeXcOcO y de las vecinas poblaciones de repetlaoztoc yChiauhtla, desde 1402 hasta 1557 (155 años). (Dibblc 1981). ElLódice Azcalitian, por su parte, recoge acontecimientos historicos de los mexica, asi como de Tenochtitlany 7latelolco, desdela migración (anterior a 1325) hasta un momento no deteiminado del siglo xvi colonial. Lis probable que este códice proceda‘del norte del Valle de Mcxico, tal vet del triángulo Cuauhtitlan-Xaltocan- flatelolco” (Barlow 1949’ 102-103).

La tradición de anotar los acontecimientos en forma anualcontinuó no tan solo a traves de escritura pictográfica, sino dea nueva graña y casi siempre en náhuati (que se usó como

lengua oficial indígena en documentos oficiales). Ejemplos deellos son los famososAnales de chalco-Ainaquemecan de Francisco de San Anton Muñon Chimalpahin, losAnales de cuauhtitián, los Anales de Tlateloko y la C.rónica Mexicáyotl del’crnando Alvarado Tezozómoc, Miguel Leon-Portilla nos diceque éstos y otros documentos en prosa y en verso puedenconsiderarse como una “lectura comentada de códices hoydesaparecidos o la transcripcion de testimonios de la antiguatradición oral ,,‘ (1980:77).

Documentos pictográficos como el códice Xolod, loMapasde Cuauhtinchan, el Mapa Quinatzin, y el Mapa Tlotzin, combinan lo histórico (cronológico) con lo geográfico. El Xololl porejemplo, es de un estilo muy semejante al Quinauz y al Tlotziny como éstos es de la region de Texcoco. Es copia de unoprehispárnco hecho en la epoca de la Conquista y anota sólo loshechos previos a ella. Sobre un mapa del Valle de Méxicoasienta diversos acontecimientos históricos a partir del arribode los chichimecas de Xolotly hasta tiempos de Nczahualcóyotl.Presenta alguna influencia europea en la forma de representarel sol la bandera, las estrellas y los árboles (Dibble 1980,

Los antiguos dalámari o ‘papeles de tierras” (catastros) depueblos o individuos en ocasiones con noticias historicas, tuvieron una cierta continuidad en la Colonia. Así, el Códice Cozcatun que contiene “un relato acerca de la distribución de tierrasen tiempo de ltzcoatl” (Leon-Portilla 1980:79). Otros codices en cambio tan sólo contienen el catastro mismo como es elcaso del Santa Marl’a Asunción y el Vergara (ambos del pobladode Santa Maria de la jurisdicción de Tepetlaoztoc, México) asicomo del mal llamado Plano en papel de maguey (de chinampasy casas situadas al sur de Tenochtitlan).

Los ilacamecáyoil o genealogías (mecateidades) tambiéncontinuaron elahorándose Es el CaSO de las llamadas Genealogw de una familia de Tepeticpa(, Genealogía de Cotituin y Z zahuir y Genealogía de Cuauhtl4 que se conservan en la Biblioteca del Instituto Nacional de Antropok’ gía e Historia (véaseGlass 1964).

V. Los MANL SC 10105 TIZCIIIALOYAN

UNA MAN1FRSTACIÓN I’ARI)IA

DF PRODUC OtÓN 11151 ÓRIC’A LNI)IGFN/

El grupo de codices conocido como Techialoyan, a partir delpr ‘mero que fue estudiado procedente de San Antonio Techialoyan, data del periodo que arranca a principios del siglo xvii yse prolonga hasta la primera mitad del siglo xvni. Este es precisamente el lapso en el que la presión sobre la tierra indígenaempezó a agudizarse debido a la expansión territorial de lashaciendas y el inicio de la recuperación demográfica indígena.

Los 31 códices de este grupo que se conocen proceden delValle y el Estado de México y dan la impresión de haber sidohechos por una misma mano o una misma “escuela” pictórica.Están escritos sobre un grueso papel de amate, en pictografíasy con anotaciones en caracteres latinos en nahuati, Son documentos de caracter agrario que recogen lo que los indios de cada1:11-15).

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II RFSA ROJAS RABIELA HISTORIA INDÍGENA APUNTES PARA JNA RIFLEXIÓ

pueblo pensaban de su pasado histórico colonial ylo que conocían acerca de sus derechos sobre la tierra, dando adacionalmente rica ínformación sobre tecnología agrícola y diversas técnicas(véase Robcrtson 1975)

VL OIROS MATERIALES Y FUENTES

Este trabajo concluye con la sola mención, por ahora, de laexitcncia du otros Lfldtcl iak hibturlcos d impoi tancia patel conocimiento del pasado indigena. Entre ellos ocupa un lugar especial el conjunto de manuscritos pictóricos falsificadosque pueblos y personas presentaron en distintos momentos antelos tribunales para reclamar derechos sobre bienca detcrminados (catalogados y cstudiados sucintamente por Glassl975b:297- 10).

De enorme importancia son los manuscritos inéditos escritosen náhuatly otros idiomas indígenas que se guardan en los archivos nacionalcs, locales y hasta internacionalcs, muchos de loscuales son dc contenido histórico y cuyas narraciones se extienden en ocasiones hasta los siglos xix y xx. En ellos destaca eltema agrario, pero no es el único, como ya se vio.

Por último hay que mencionar el acervo dc la tradiciónhistórica que se transmite oralmente, con o sin el apoyo de lapalabia escrita, Como su tratamIento merece un trabajo específico, aquí sólo se menciona de paso.

Todo lo dicho sirva para sustentar la afirmación inicial deque la historia indigena puede hacerse y que una de sus basesfundamentalcs es precisamente la que proporcionan los documentos generados por la propia tradición histórica de los pueblos originarios. Ya se vio que los códices y otros manuscritosson numerosísimos y también que presentan problemas para suutilización pues muchos están en náhuati, otomi, maya u otraslenguas, o son jeroglííicos no descifrados. Es decir, faltan traducciones, hay pocas lecturas de los códices y escasean los

estudios críticos y comparativos de los distintos géneros y gruposdocumentales. Es en parte por ello y salvo excepciones, que lahistoria indígena se sigue elaborando con base en los documentos y crónicas de los conquistadores y frailes de ¡as varias épocas.Por lo mismo, la tarea de publicación, traducción y edición crítica de las fuentes históricas indígenas es tan importante y deberíaser una prioridad de investigadores e instituciones académicasvinculadas con este quehacer (sobre todo aquellas que poseenlos acervos documentales), sin que ello signifique abandonar lainvestigacion de otros problemas y temas, considero que ambasson tareas que se complementan.

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