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CAPITULO I 1.1. BIOGRAFIA DE ROLLO MAY. Rollo May nació el 21 de abril de 1909 en Ada, Ohio, y creció en Marine City, Michigan, donde prevalecía una actitud de clase estadounidense anti intelectual. May se graduó en el colegio Oberlin de Ohio donde completó el bachillerato en artes en 1930. Allí, se maravilló ante las líneas simples pero hermosas de una antigua vasija griega exhibida en uno de los salones de clases y resolvió ir a Grecia, lo cual hizo de inmediato después de su graduación. Trabajó en Grecia durante tres años, impartía clases en el colegio de Anatolia en Salónica. Luego de ello viajó a Viena y estudió de manera breve con Alfred Adler, cuyo enfoque influyó en él de manera considerable. La visión trágica de Europa acerca de la naturaleza humana impidió a May aceptar alguna vez un concepto mecánico de la persona. A su regreso, la psicología estadounidense le pareció "ingenua y simplista". Así que se inscribió en el seminario teológico Unión de nueva York. Ahí pudo realizar investigaciones profundas sobre el significado de la desesperación, el suicidio y la ansiedad, cuestiones ignoradas en gran medida por los psicólogos. También esperaba que al hacer esto podría aprender de sus contrapartes: el valor, la alegría y la intensidad de la vida (1983). En Unión, comenzó una amistad con el eminente

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CAPITULO I

1.1. BIOGRAFIA DE ROLLO MAY.

Rollo May nació el 21 de abril de 1909 en Ada, Ohio, y creció en Marine City,

Michigan, donde prevalecía una actitud de clase estadounidense anti

intelectual.

May se graduó en el colegio Oberlin de Ohio donde completó el bachillerato en

artes en 1930. Allí, se maravilló ante las líneas simples pero hermosas de una

antigua vasija griega exhibida en uno de los salones de clases y resolvió ir a

Grecia, lo cual hizo de inmediato después de su graduación. Trabajó en Grecia

durante tres años, impartía clases en el colegio de Anatolia en Salónica.

Luego de ello viajó a Viena y estudió de manera breve con Alfred Adler, cuyo

enfoque influyó en él de manera considerable.

La visión trágica de Europa acerca de la naturaleza humana impidió a May

aceptar alguna vez un concepto mecánico de la persona. A su regreso, la

psicología estadounidense le pareció "ingenua y simplista". Así que se inscribió

en el seminario teológico Unión de nueva York.

Ahí pudo realizar investigaciones profundas sobre el significado de la

desesperación, el suicidio y la ansiedad, cuestiones ignoradas en gran medida

por los psicólogos. También esperaba que al hacer esto podría aprender de

sus contrapartes: el valor, la alegría y la intensidad de la vida (1983). En Unión,

comenzó una amistad con el eminente teólogo protestante Paul Tillich, una

asociación que enriqueció las vidas, la obra y los escritos de ambos.

Los padres de May se divorciaron mientras él estaba en unión, así que

interrumpió sus estudios y regresó a East Lansing, Michigan para cuidar a lo

quedaba de sus familia. Durante ese tiempo , sirvió de consejero estudiantil en

el colegio estatal de Michigan.

Pudo regresar a Nueva York y terminar su licenciatura en teología en 1938.

Durante sus últimos años en Unión escribió su primer libro, The Art of

Counseling.

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Más tarde, May sirvió como ministro parroquial en Montclair, Nueva Jersey,

antes de regresar a Nueva York para estudiar psicoanálisis en el instituto

William Alanson White de Psiquiatría, Psicoanálisis y Psicología. Se inscribió

en la universidad Columbia y recibió su primer doctorado en Psicología Clínica.

La actividad de May fue interrumpida en forma abrupta cuando enfermó de

tuberculosis cerca de los treinta años de edad. En aquella época no había

medicamentos para esta enfermedad. May pasó tres años en el sanatorio

Saranac.

Durante su enfermedad, leyó entre otras obras, the problem of Anxiety de

Freud y The Concept of Dread de Soren Kierkegaard, el fundador del

movimiento existencialista en la filosofía. Apreció las formulaciones cuidadosas

de Freud pero estaba convencido que Kierkegaard "describía lo que es

experimentado de inmediato por los seres humanos en crisis" (1969).

La enfermedad de May le ayudó a apreciar la importancia de un punto de vista

existencial. Su propio libro "The meaning of Anxienty" ( 1977 ) ha sido

reconocido en forma amplia como el primero en Estados Unidos en alentar la

unión genuina entre la Psicología y la Filosofía y en demostrar la importancia

de los valores para la Psicología.

La vida profesional de May ha sido ocupada y productiva. Sirvió como

consejero para estudiantes universitarios en el City College de Nueva York,

desarrolló una práctica privada en psicoanálisis y se convirtió en miembro del

instituto White.

Ha impartido enseñanza en la Escuela nueva para la Investigación Social, la

Universidad de Nueva York, Harvard, Yale y Princeton. Tiene numerosas

publicaciones y ha sido galardonado con varios premios. En la actualidad, May

vive en Tiburón, California.

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1.2. APORTE TEÓRICO.

May reconoce con claridad que la ciencia se deriva de forma filosóficas

anteriores y que depende de manera fundamental de éstas. Cree que la razón

por la que no entendemos la verdad acerca de nosotros mismos no es debido a

que no hayamos acumulado datos suficientes, llevado a acabo los

experimentos correctos o leído bastantes libros, sino a que "no tenemos el

valor necesario." Los hechos científicos y pruebas técnica rara vez nos ayudan

a responder las preguntas que en realidad importan. Tenemos que

"arriesgarnos" ( 1953) .

En la psicoterapia May desempeña el papel del "amigo implacable", insiste en

que sus pacientes "luchen con las fuerzas incapacitantes dentro de ellos y

peleen por abrirse paso de nuevo hacia la vida". (Harris, 1969). No tenía miedo

de arriesgarse a reintroducir conceptos rechazados con vehemencia por los

psicólogos de la corriente principal - la intencionalidad, la voluntad, lo

demónico-. Reintrodujo estos conceptos porque cree que son vitales para

entender lo que significa ser un ente humano en la actualidad. Hay una nota

profética en sus escritos, que recuerda a Erich Fromm, y su pensamiento con

frecuencia tiene una cualidad teológica. En efecto, hay quienes sugieren que

May ha partido de donde Paul Tillich, el gran personaje de la teología de

nuestro siglo, se quedó (Harrys, 1969 ). May reconoce que para él los grandes

periodos en la historia no fueron aquellos donde dominaban las

preocupaciones psicológicas, sino en los que prevalecían las inquietudes

filosóficas y religiosas. (1983)

May no da una serie de hipótesis que pueden ser probadas con procedimientos

empíricos. En su lugar, ofrece un panorama filosófico de lo que significa ser

una persona en el mundo actual. Se exponen razones en apoyo de sus

afirmaciones, pero no sirven como prueba; cooperan como fragmentos de

evidencia a favor de una cierta descripción de la realidad. Reducir el

entendimiento de la personalidad a términos científicos, causales y abstractos

significa que se perderá algo de contenido significativo y no se entenderá la

realidad completa de un ser humano. May nos alienta a examinar los supuestos

filosóficos del proyecto científico de modo que se pueda mantener un diálogo

creativo entre la ciencia y la filosofía.

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En su mayor parte, los psicólogos tienden a ignorar la teoría de May porque no

pueden tratarla como hipótesis científica. Conceptos como la intencionalidad y

lo demónico son casi imposibles de definir de manera operacional y de probar

en forma empírica, sin embargo, los hallazgos de una prueba empírica no

establecen un supuesto filosófico; pueden ser que ni siquiera se relacionen de

manera significativa con éste. No obstante, la misma ventaja de la teoría de

May, el hecho de que tiene sus raíces en una concepción filosófica nueva de la

vida humana, también puede ser su mayor inconveniente. May corre un gran

riesgo de ser desechado por lo psicológicamente establecido y tener poco

impacto en la teorización de la personalidad.

May señaló en 1967 que en la segunda mitad del siglo XX, el problema central

que se enfrentaría sería un sentimiento de impotencia, una "convicción

penetrante de que el individuo no puede hacer algo efectivo frente a los

enormes problemas culturales, sociales y económicos". Los sentimientos de

impotencia son agravados por la ansiedad y la pérdida de los valores

tradicionales.

1.3. CONCEPTUALIZACIONES MÁS RELEVANTES

Impotencia.

El problema de la impotencia es mucho más profundo que el hecho de que ésta

es una época de incertidumbre y de agitación social.

Se ha dicho que a guerra fría ha terminado, pero el mundo no parece más

seguro. De hecho, el "mundo desarrollado" a menudo actúa como si no hubiera

problemas reales en el 2mundo desarrollado" a pesar de su pobreza y

sufrimientos masivos (Sloan,1990). Con el incremento en la tecnología, el

poder se ha vuelto impersonal, una fuerza autónoma que actúa a nombre

propio.

A principios de la década de 1950, May observó que muchos de los pacientes

que acudían a verlo sufrían de sentimientos intensos de vacuidad. Notó que el

neurótico con frecuencia actúa aquello de lo que otros están temporalmente

inconscientes. May anticipó que la experiencia de vacuidad e impotencia que

había registrado en sus pacientes con el tiempo se volvería epidémica.

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Ansiedad.

Se ha vuelto común describir a nuestra época como una era de ansiedad. Sin

embargo, antes de 1950, sólo se habían escrito dos libros que presentaban de

manera específica una descripción objetiva de la ansiedad y sugerían formas

constructivas para tratarla: The problem of Anxiety de Freud y The Concept of

Dread de Kierkegaard. después de que May escribió The Meaning of Anxiety,

el cual fue publicado por primera vez en 1950, surgieron cientos de libros sobre

el mismo tema. algunos psicólogos prefieren usar el término de "estrés" en

lugar de ansiedad. May cree que esta tendencia es desafortunada e imprecisa.

La palabra estrés se ha vuelo popular debido a que sus orígenes en la

ingeniería y la física; puede ser definida con facilidad y medida con precisión. El

problema con el concepto de estrés es que no describe de forma adecuada la

aprensión a la que se hace referencia de manera ordinaria como ansiedad.

May propuso la siguiente definición de ansiedad: "La ansiedad es la aprensión

caracterizada por una amenaza a algún valor que el individuo considera

esencial para su existencia como persona." (1977).

La Pérdida de los Valores.

El origen de los problemas se ubica en la pérdida del centro de valores en la

sociedad. Desde el renacimiento, el valor dominante en la sociedad occidental

ha sido el prestigio competitivo medido en términos de trabajo y éxito

financiero. tales

Valores ya no son efectivos en el mundo posmoderno en el que se tiene que

aprender a trabajar con otras personas a fin de sobrevivir.

Cuatro Estados de Conciencia.

May sugiere que hay cuatro etapas de la conciencia del yo. La primera es la

etapa de la inocencia antes de que nazca la conciencia del yo. Ésta, es

característica del infante. La segunda es la etapa de la rebelión en la que el

individuo busca establecer alguna fuerza interna. El niño que ya camina y el

adolescente ilustran esta etapa, la cual puede implicar desafío y hostilidad. La

tercera etapa es la conciencia ordinaria del yo. Esta es la etapa a la que se

refiere la mayoría de las personas cuando hablan de una personalidad

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saludable. Implica ser capaz de aprender de los propios errores y vivir en forma

responsable. May se refiere a la última etapa como la conciencia creativa del

yo. Implica la capacidad de observar algo afuera del punto de vista limitado

usual de la persona y vislumbrar la verdad última como existe en la realidad.

Este nivel se abre paso a través de la dicotomía entre la subjetividad y la

objetividad. No todos logran cada nivel de conciencia.

May concibe al ser humano como consiente del yo, capaz de intencionalidad y

con la necesidad de hacer elecciones. En su análisis existencial de la

personalidad, May busca socavar el dualismo tradicional del sujeto y objeto que

ha atormentado al autoentendimiento occidental desde Descartes, quién dijo

que éramos conscientes de nosotros mismos ya fuera como sujeto o como un

objeto. May considera al yo como una unidad.

En lugar de abstraer conceptualizaciones, se necesita reconocer y enfrentar las

paradojas de nuestras propias vidas. En una paradoja dos cosas opuestas son

planteadas en contra y parecen negarse entre sí, sin embargo, no pueden

existir la una sin la otra. Por tanto el bien y el mal, la vida y la muerte, la belleza

y la fealdad parecen estar peleados entre sí pero la misma confrontación con

uno le inspira vida y significación al otro.

Lo Demónico.

En un mundo que se vanagloria de la racionalidad, May reintroduce el concepto

de lo demónico e insiste en que llegamos a adaptarnos a éste. Lo demónico es

"cualquier función natural que tenga el poder de asumir el control de la persona

entera". El sexo, la ira, un ansia de poder, todo esto puede convertirse en malo

cuando se apodera del yo sin importarle su integración. Se puede reprimir lo

demónico pero no evitar sus consecuencias.

Lo demónico es creativo y destructivo en potencia al mismo tiempo. Al

volvernos conscientes de su existencia, lo podemos integrar en nosotros

mismos. Podemos aprender a querer a nuestros demonios internos y

permitirles darnos la sal de la vida. Lo demónico comienza como impersonal; al

traerlos a la consciencia, hacemos personales los impulsos demónicos.

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Lo demónico nos empuja hacia la estructura universal de la realidad. Esto

sucede de una dimensión impersonal a una personal a una transpersonal de la

conciencia.

Poder.

Como se ha visto, un factor básico en la crisis contemporánea es el sentimiento

de insignificancia e impotencia. La vida humana puede ser percibida como un

conflicto entre lograr un sentido de la significación del propio yo por una parte y

el sentimiento de impotencia por la otra. Tendemos a evitar ambos lados, el

primero debido a las connotaciones malas asociadas con ser demasiado

poderoso y el último porque es demasiado doloroso soportar nuestra

impotencia.

La violencia tiene su campo fértil en la impotencia y la apatía. Conforme se

hace impotentes a las personas, se alienta su violencia en lugar de controlarla.

Los hechos violentos tales como tomar rehenes son realizados por aquellos

que buscan aumentar su autoestima. Las personas impotentes en ocasiones

invitan a la explotación con el afán de sentirse significativos o buscan venganza

en formas pasivo-agresivas, tales como el uso de fármacos y alcohol.

Es cierto que la cultura tiene efectos poderosos sobre nosotros. Pero podría no

tener estos resultados si estas tendencias no estuvieran ya presentes en

nosotros, porque...nosotros constituimos la cultura. (1983)

Amor y Sexo.

El amor solía verse como respuesta a los problemas humanos. Ahora el amor

mismo se ha convertido en el problema. La dificultad real es ser capaz de

amar. Nuestro mundo es esquizoide, fuera de contacto, incapaz de sentir o de

participar en una relación íntima. La carencia de afecto y la apatía son actitudes

predominantes hacia la vida, son formas de protección contra la estimulación

excesiva de la sociedad moderna.

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Nuestra libertad sexual tan alabada se ha convertido en una forma nueva de

puritanismo en la emoción está separada de la razón y el cuerpo es usado

como una máquina. La comercialización del sexo destruye los sentimientos

verdaderos de un modo tan grave como alguna vez lo hicieron los tabúes

tradicionales. Se ha colocado al sexo contra el eros, el impulso de relacionarse

con otra persona y crear nuevas formas de vida.

May sugiere que sólo la experiencia y el redescubrimiento del afecto, lo

opuesto a la apatía, nos permitirá resistir el cinismo que caracteriza a nuestros

días. Los mitos del afecto parecen señalar hacia la necesidad de desarrollar

una moralidad nueva de autenticidad en las relaciones humanas.

Intencionalidad.

May cree en la necesidad de poner decisión y regresar al centro de nuestra

descripción de la personalidad. Su intención no es excluir las influencias

deterministas, sino colocar esto introduciendo el concepto de intencionalidad, el

cual subyace en la voluntad y la decisión.

Por intencionalidad May quiere decir "la estructura que da significado a la

experiencia". Una capacidad humana distintiva; la intencionalidad es una

atención imaginativa que subyace a nuestras intenciones e informa nuestras

acciones. S la aptitud de participar en el conocer. La manera en que es

percibido un pedazo de papel diferirá dependiendo del uso que se le quiera dar.

Es el mismo pedazo de papel que proporciona el estímulo y la misma persona

que responde a éste, pero el papel y la experiencia tendrán un significado

diferente.

Libertad y Destino.

La actitud existencialista en ocasiones es criticada en forma errónea por

describir al individuo como libre en absoluto sin restricciones de ninguna clase.

May, sin embargo, nos recuerda que la libertad sólo puede ser considerada

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junto con el destino. Libertad significa "apertura, disposición a madurar,

tolerancia y cambio en la búsqueda de valores humanos más importantes".

Implica nuestra capacidad de intervenir en nuestro propio desarrollo. La libertad

es básica para el entendimiento existencialista de la naturaleza humana debido

a que subyace a nuestra capacidad de elección y al valor.

A su vez, May define destino como el diseño vital del universo expresado en

cada uno de nosotros. En su forma extrema, nuestro destino es la muerte, pero

también se expresa en los talentos individuales propios, nuestras historias

personales y colectivas, y en la cultura y la sociedad en la que hemos nacido.

El destino nos establece límites, pero también nos proporciona medios para

ejecutar ciertas tareas. Hacer frente a estos límites produce valores

constructivos.

Valentía y Creatividad.

La valentía es la capacidad para avanzar a pesar de la desesperación.

En los seres humanos, la valentía es necesaria para poder existir y volverse

posible. La valentía no es una virtud, sino un funcionamiento que subyace y da

realidad a todos los demás valores. La paradoja de la valentía es que debemos

estar comprometidos por completo pero también percatarnos al mismo tiempo

de que podríamos estar equivocados. La valentía creativa es el descubrimiento

de formas nuevas, símbolos y patrones sobre los cuales ser construida una

sociedad nueva.

Psicoterapia.

El enfoque existencial de la psicoterapia sostiene que el objetivo central de la

terapia es ayudar a promover el entendimiento del yo y el propio modo de ser

en el mundo. Los constructos psicológicos para entender a los seres humanos

son colocados, por consiguiente, en una base ontológica y toman u significado

de la situación presente. Impulsos, dinamismos o patrones de conducta son

entendidos sólo en el contexto de la estructura de la existencia de la persona

individual.

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May señala que ser en el sentido humano no es dado de una vez y para

siempre. Como humanos tenemos que estar conscientes, ser responsables de

nosotros mismos, y volvernos nosotros mismos.

Una experiencia "yo soy" es una precondición para solucionar problemas

específicos. De otro modo tan sólo cambiamos un conjunto de defensas por

otro.

Volverse consciente del propio ser no significa ser explicado en términos

sociales. La aceptación del terapeuta puede facilitar la experiencia "yo soy"

pero no conduce de manera autónoma a ésta. "La cuestión crucial es que el

individuo mismo, en su propia conciencia y responsabilidad de su existencia, dé

con el hecho de que puede ser aceptado". (1983)

El surgimiento de una experiencia "yo soy" tampoco es idéntica al desarrollo

del yo. Ocurre en un nivel más básico, ontológico, y es una precondición para

el desarrollo del yo subsecuente.

A fin de comprender lo que significa existir, se necesita entender también la

opción de no ser. La muerte es una forma obvia de la amenaza de no ser, pero

el conformismo es un modo alternativo que May encuentra muy frecuente en

estos días. Las personas abandonan su identidad para ser aceptadas por los

demás y evitar ser condenados al ostracismo o a la soledad, pero al hacerlo

pierden su poder y su carácter único. Mientras que la represión y la inhibición

fueron patrones neuróticos comunes en la época de Freud, en la actualidad el

conformismo es un patrón más prevaleciente. Esta negación de las

potencialidades propias conduce a la experiencia de la culpa. La culpa

ontológica no proviene de la prohibición cultural, sino que surge del hecho de la

consciencia de sí mismo y del reconocimiento de que no hemos realizado

nuestras potencialidades. Enfrentar esta culpa en el proceso de la terapia

conduce a efectos constructivos.

Por tanto la tarea central del terapeuta es buscar entender el modo de ser y de

no ser en el mundo del paciente. Es el contexto el que distingue el enfoque

existencial más que cualquier técnica específica. El ser humano no es un

objeto que pueda ser manejado y analizado. La técnica sigue al entendimiento.

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May cree que la asociación libre es útil en particular para revelar la

intencionalidad. La relación entre terapeuta y el paciente es considerada como

relación real.

May advierte contra el uso de fármacos en la psicoterapia. En su mayor parte,

cree que tienen un efecto negativo debido a que, al eliminar la ansiedad del

paciente, pueden inhibir la motivación para el cambio y por consiguiente negar

una oportunidad para el aprendizaje y destruir recursos vitales.

1.4. JUSTIFICACIÓN DE LA TEORÍA.

El trabajo de Rollo May une la tradición psicoanalítica y el movimiento

existencialista en la filosofía, por lo que se enfatiza la existencia en lugar de la

esencia. Sugiere además que no hay verdad ni realidad con excepción de

aquella en la participamos. El conocimiento es un acto de hacer.

La descripción filosófica de la naturaleza humana desarrollada por May es

coherente, relevante, global e irresistible. Evita con todo éxito los dualismos

que nos han atribuido desde la filosofía de Descartes. El marco de referencia

existencial que influye su teoría es más compatible con nuestro mundo que lo

supuestos filosóficos de la ciencia decimonónica que influyeron el trabajo de

Freud. Una filosofía existencial proporciona un plano útil para discutir lo que

Freud quería decir acerca de la naturaleza del funcionamiento psíquico.

Aunque Freud no era un existencialista, esta corriente del pensamiento

proporciona categorías que esclarecen las ideas y la intención freudianos. Por

tanto, May reconcibe de forma fructífera muchos conceptos freudianos lo que

se constituye en un aporte innegable a la psicología y la sociedad actual.

Citas

"Es un hábito irónico de los humanos, correr más rápido cuando han perdido el

camino."

"La Creatividad no es simplemente la espontaneidad inocente de la juventud y

la niñez; debe además estar acompañada por la pasión propia del adulto, que

es la pasión de vivir más allá de su propia muerte."

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"La depresión es la incapacidad de construirse un futuro."

"La libertad es la capacidad del hombre de tomar parte en su propio desarrollo.

Es nuestra capacidad de moldearnos a nosotros mismos."

“La religión verdadera, a saber, una afirmación fundamental del significado de

la vida, es algo sin lo cual ninguna criatura humana puede ser saludable

respecto a personalidad... ¿Qué le sucede a la salud mental cuando está

ausente este significado que la religión proporciona? En otras palabras, ¿qué

efecto tiene el ateísmo en la personalidad?... Me ha causado alarma el hecho

de que prácticamente todo ateo genuino con quien he tratado ha exhibido

inequívocas tendencias neuróticas.”

“La única estructura adecuada para la moral es la que se basa en el sentido

último de la vida. [...] La estructura última es la naturaleza de Dios. Los

principios de Dios son aquellos que subyacen en la vida desde el principio de la

creación hasta el fin.”

"Lo opuesto al amor no es el odio sino la apatía."

“Entonces la persona habrá conseguido un sentimiento de su propia pequeñez

e insignificancia ante la grandeza del universo y de los propósitos de Dios

respecto a éste... Reconocerá que hay propósitos que oscilan en arcos mucho

mayores que su diminuto orbe, y procurará ponerse en armonía con ellos. Sin

entregarse al sentimentalismo, se dará cuenta de que depende de Dios.”

"Si no expresas tus ideas originales, si no escuchas a tu propio ser, te habrás

traicionado a ti mismo."

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1.5. OBRA

Ha escrito, entre otros, los siguientes libros:

La valentía de crear

Libertad y destino en psicoterapia

El dilema del hombre

La necesidad del mito

Amor y voluntad (1969)

1.6. LOGROS

May estuvo influenciado por el humanismo americano, y se interesó por

reconciliar la psicología existencialista con otras aproximaciones,

especialmente el psicoanálisis de Freud.

Él definió ciertas "Etapas" del desarrollo:

Inocencia - Es la etapa pre-auto-consciente de los infantes. El inocente solo

hace lo que se supone debe hacer. Sin embargo, un inocente tiene cierto grado

de albedrío orientado a la satisfacción de sus necesidades.

Rebelión - La persona rebelde desea libertad, pero no tiene aún completo

entendimiento de la responsabilidad que eso implica.

Ordinario - El ego del adulto normal ya ha comprendido la responsabilidad,

pero la encuentra muy compleja de manejar. Entonces busca refugio en la

conformidad y los valores tradicionales.

Creativo - El adulto auténtico, en la etapa existencial, más allá del ego y auto-

actualizable. Esta es la persona quien, aceptando el destino, enfrenta a la

ansiedad con coraje.

Estas no son etapas en el sentido tradicional. Un niño puede ser inocente,

ordinario o creativo en diferentes momentos; un adulto puede ser rebelde.

Su primer libro, "El significado de la ansiedad" estaba basado en su disertación

doctoral, la cual a su vez estaba basada en la lectura del filósofo del siglo XIX,

Søren Kierkegaard.

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Rollo May (1988) afirma que los movimientos en pro de la salud mental han

puesto su acento en "la liberación de la angustia"; sin embargo, el ser humano

se ha dado cuenta de que esto no es posible. Se observa así como las

personas tratan en todo momento de huir de su angustia, buscando siempre la

compañía de algún ruido como el de la televisión y la radio, hasta el extremo de

llevarse consigo esos aparatos portátiles por las calles, o si no toman el camino

más corto hacia esa liberación mediante el uso del alcohol y drogas

tranquilizantes. No obstante, al querer liberarse de la angustia se privan del

elemento más estimulante para vivir, ya que ésta constituye una fuente de

energía y potenciadora de la vida.

Rollo May (1966, p. 7) ha sido el psicólogo que ha tratado más ampliamente el

problema de la ansiedad, desde una perspectiva existencial. Resaltando la

relevancia de dicho problema, al señalar que "todo ciudadano consciente de

nuestra sociedad se da cuenta, sobre la base de su propia experiencia y la

observación de los otros, de que la angustia es un fenómeno invasor y

profundo en la mitad del siglo XX".

1.7. LA ANSIEDAD VISTA DESDE LA PSICOLOGIA EXISTENCIA DE

ROLLO MAY

El concepto de ansiedad ha sido estudiado en conjunto con el concepto de

miedo, bajo el supuesto de que estos "tienen la misma base neurofisiológica",

lo cual ha dificultado su diferenciación. La diferencia, según Rollo May (1996),

radica en que estas reacciones ocurren en diferentes niveles psicológicos de la

personalidad.

La ansiedad se refiere a un nivel más básico de la personalidad, la "esencia" en

lugar de la periferia, pudiendo llegar a ser más dolorosa que el miedo, puesto

que "toca el nervio vital de la propia estima y su sentido de valer como persona,

lo cual constituye un aspecto importante de su experiencia de sí mismo como

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ser". En contraste el miedo aparece ante patrones adquiridos durante el

proceso de aprendizaje, siendo el resultado de la maduración del individuo, el

cual puede llegar a localizar la amenaza fuera de él es decir, "el miedo puede

objetivarse", lo que no ocurre en la ansiedad puesto que ésta no puede ser

separada del individuo, siendo así una experiencia tanto subjetiva como

objetiva. (Rollo May, 1977, p. 74)

"La ansiedad es el estado de espíritu del individuo al darse cuenta de que su

existencia amenaza ruina, de que puede hundirse con todo su mundo y

convertirse en nada", con estas palabras describe Rollo May (1977, p. 75) la

vivencia subjetiva de la ansiedad; sin embargo, para él, ésta también puede ser

observada desde fuera, en las personas normales, representada en

aburrimiento, actividad compulsiva, diversiones sin motivo ni sentido e

interrupción de la atención.

Al considerar la ansiedad ontológicamente se aclaran las diferencias de ésta

con el miedo, ya que es entendida "como la experiencia de la amenaza

inminente del no-ser". Es así como se aprecia el conflicto interno implícito en la

ansiedad: "La ansiedad se produce en el punto psicológico en el que el

individuo se enfrenta con la aparición de alguna potencialidad o posibilidad de

llenar su existencia", lo cual implica al mismo tiempo la destrucción de la

seguridad presente y provoca la tendencia a negar la nueva potencialidad.

(Rollo May, 1977, p. 75)

Rollo May (1990) elabora su concepto de ansiedad tomando como base los

valores al retomar los planteamientos de Nietzsche, quien considera al hombre

como el "valuador". Por consiguiente, para May, el ser humano es aquel quien

interpreta su vida y su mundo sobre la base de símbolos y significados, los

cuales se transforman a medida que se da el proceso de maduración del

individuo, adoptando un carácter cada vez más simbólico, dejando de importar

el hecho de satisfacerlos o no materialmente, e importando que "la satisfacción

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radica en sostener los valores"; así la persona experimenta los valores

internamente, proporcionándole la base para el conocimiento de si mismo.

Partiendo de la definición de ansiedad formulada por Rollo May (1990, p. 81) :

"la aprehensión desentrelazada por la amenaza a algún valor que el individuo

considera esencial para su existencia como persona", se puede afirmar que

nadie puede evitar sentir ansiedad en ningún momento de su vida. Más aún,

ésta es un medio que da paso a la ampliación de la conciencia, cuando se

convierte en una experiencia constructiva para el individuo, en la medida en

que éste sea capaz de renunciar a la seguridad inmediata en busca de metas

más vastas. Sin embargo los seres humanos al encontrarse sin bases, ni

valores que le permitan el conocimiento de sí mismo y relacionarse con el

mundo, evaden la responsabilidad que deben tener frente a su existencia a

través de la seguridad que le brindan los dogmas, lo cual limita las

posibilidades del individuo, encerrándolo entre murallas, sin contacto con el

mundo.

"Todos los valores sociales atraviesan por un cambio radical", es así como la

situación actual se constituye en una época de transición, actualmente

manifiesta en las guerras, depresiones económicas y amenazas políticas que

son claros síntomas de la problemática de la ansiedad subyacente a la

sociedad contemporánea. (Rollo May, 1990)

Dicha problemática se ve reflejada en el individuo bajo la forma de neurosis u

otras alteraciones emocionales y psicosomáticas, además en el uso de medios

externos, como la tecnología, que lo han llevado a alienarse, y cuyo trasfondo

se halla en el hecho de que el hombre no sabe que roles ha de desempeñar,

en que principios ha de creer o hacia donde debe dirigirse.

El punto de partida de esta incertidumbre se halla en que el ser humano asiste

al desmoronamiento de las bases que edificaron sus creencias, ya que al

carecer de referencias para manejarse en la vida ha sido llevado a convertirse

en un ser sin rumbo.

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Esta época de transición de valores se ha hecho inmanejable para el individuo,

ya que en la medida en que el desarrollo de la cultura de occidente tomó el

camino de la dominación del mundo y de sí mismo, se dio la escisión sujeto-

objeto, llevando a que la relación del individuo consigo mismo y la naturaleza

se trastornara, replegando su conciencia al olvidarse de que el sentirse como

sujeto y objeto al mismo tiempo, fortalece la conciencia de cada uno como

individuo.

Así el individuo es un objeto manipulable, lo que le imposibilita verse como un

ser que está en la continua búsqueda de la expansión mediante una vida plena

de significado, degenerando en lo que él mismo ha llamado "la crisis de la

perdida de sentido de significado". De esta forma el individuo se sume en el

colectivismo, es vulnerable al moldeamiento de su mente y sus emociones, se

pierde en su relación con el mundo, y su imagen cambia dependiendo del tipo

de información que recibe; como diría Rollo May (1990, p. 46): sucumbe "...a la

tentación de usarla (la tecnología) como una manera de evitar enfrentarse(nos)

con nuestra propia ansiedad, nuestra alienación y nuestra sociedad".1

Rollo May cuenta una fantasía donde San Pedro recibe en el cielo a un

psicólogo acusándolo de simplificar demasiado al hombre, encasillándolo en

teorías y prejuicios. El hombre es algo más que estímulos y respuestas, o

descarga de tensiones.

El dilema del hombre es el que se origina en la capacidad de éste para sentirse

sujeto y objeto al mismo tiempo. Ambos son necesarios para una vida

gratificante y para la psicoterapia. No se puede ser solamente objeto a merced

de impulsos, ni solamente sujeto, sin conexión con la realidad y entregado a

puras fantasías. La conciencia oscila entre ser sujeto y ser objeto. Mi libertad

radica en experimentar ambos polos, no en ser puro sujeto.

En psicología, cuanto más el hombre se esfuerza por ser puramente objetivo,

más queda atrapado en su subjetividad. Y al revés, poner demasiado énfasis

en el polo subjetivo del dilema del hombre, el de la libertad, el del hombre como

sujeto determinante, con el consiguiente olvido del ser humano como objeto

determinado, constituye también un error.

1 El dilema existencial del hombre moderno. Sinopsis del libro de Rollo May01/09/2012

Page 18: rollo may

En el proceso dialéctico entre estos dos polos, radica el desarrollo, la

profundización y la ampliación de la conciencia humana. El error de las dos

posiciones extremas (privilegiar el objeto como hace Skinner, o el sujeto como

hace Rogers), consiste en suponer que se puede evitar el dilema con sólo

aferrarse a uno de ambos extremos. Pero el hombre debe aprender a vivir en

ambos. Al hombre que le ocurren cosas (nace, muere, etc.) es el hombre

objeto, y el hombre que toma conciencia de todo ello, es el hombre sujeto.

El contenido del libro abarca los siguientes temas: la pérdida de significación

del hombre moderno; la identidad personal en un mundo anónimo; raíces

históricas de las teorías modernas sobre la ansiedad; la ansiedad y los valores;

el contexto de la psicoterapia; un enfoque fenomenológico de la psicoterapia; la

terapia existencial y la escena norteamericana; Jean-Paul Sartre y el

psicoanálisis; los peligros de la relación existencialismo/psicoterapia; el hombre

que fue enjaulado; nuevo examen de la libertad y la responsabilidad;

interrogantes para una ciencia del hombre; y las responsabilidades sociales de

los psicólogos.

Uno de los grandes problemas del hombre occidental actual, es una crisis de

identidad, es un ser carente de significación como individuo, y siente que lo que

haga será pequeño en comparación con el avance tecnológico. Quién soy,

adónde voy, qué sentido tiene mi vida, son algunos de estos interrogantes.

Respecto de la psicoterapia, cita tres problemas centrales de la psicoterapia

que ilustran la necesidad de una comprensión de la naturaleza básica del

hombre. Estos problemas son los siguientes: el problema de qué es la salud y

qué es la enfermedad, el problema del vínculo paciente – terapeuta, y el

problema del inconsciente.

El enfoque existencial en psicoterapia no encontró aun su identidad en EEUU:

allí se lo confunde con la terapia adleriana, o junguiana, o el budismo zen, o la

filosofía especulativa, el psicodrama, etc.

La ansiedad del individuo y su manera de enfrentarla, depende de cada época

y cultura, por ello cada época y cultura tiene su propia forma de entender la

ansiedad. Veamos ejemplos de teorías sobre la ansiedad, según filósofos de

distintas épocas.

Page 19: rollo may

El hombre es el único ser que valora, que interpreta su vida y el mundo en base

a símbolos. Cuando sus valores son amenazados, se produce ansiedad. La

ansiedad debemos definirla como aprensión generalizada por la amenaza a

algún valor que el individuo considera esencial para su existencia como

persona.

Debemos reexaminar las relaciones entre libertad y responsabilidad bajo una

nueva luz, por ejemplo, partiendo de la idea de control (de unas mentes por

otras mentes, tipo control social). Hay que preguntarse aquí por los fines de

este control, o sea, para qué los psicólogos debieran controlar la mente.

Los pacientes llegan a consulta con una carencia de libertad, no saben qué

hacer, qué elegir, quieren ayuda para su mal. La libertad aquí, ha de ser

fomentada, entendida como la capacidad del individuo de saber que está

determinando, y de poder responder con acciones en el mundo, es decir, tener

la responsabilidad.

Ciencias del hombre, no es simplemente amontonamiento de ciencias como la

psicología, la sociología, etc., sino una teoría activa que nos permita entender y

clarificar las características específicas y distintivas del ser humano. Sobre esta

base entonces se podría hacer psicoterapia, por ejemplo. Sin embargo nadie

tiene bien claro aún, cuál podría ser el modelo de hombre, cómo podría

hacerse una ciencia del hombre2.

CAPITULO II

2.1. SALUD, ENFERMEDAD Y PSICOTERAPIA EN LA PSICOLOGÍA

EXISTENCIAL DE ROLLO MAY

A lo largo de este siglo, el hombre, en su proceso de búsqueda y desarrollo

personal y en su afán por encontrar una orientación en este mundo, se ha visto

influenciado por todo un complejo entorno socio-cultural enriquecido por cientos

de años de conocimientos y grandes avances científicos, que,

consecuentemente, lo ha hecho recurrir a medios explicativos que aunque

hablan y se esfuerzan por el bienestar del ser humano, conocen muy poco el

sentir de éste, con lo cual la desorientación puede llegar a esparcirse hasta

2 El dilema existencial del hombre moderno. Rollo May.

Page 20: rollo may

rincones tan íntimos y personales, que la visión que el hombre tiene del mundo

y de sí mismo puede volverse cada vez más oscura y difusa. «El enfoque

explicativo conduce a una visión inadecuada del hombre, ya que si se aplica el

mismo esquema para comprender a todos los individuos, se le escapa a uno la

experiencia irrepetible de la individualidad de la persona3.

Es decir, el enfoque explicativo no apunta a las necesidades y potencialidades

que realmente hacen a un individuo ser hombre, ni mucho menos apunta a la

realización de su ser, sino más bien a cómo éste último puede adaptarse

satisfactoriamente al medio, que si bien no es del todo negativo, tampoco es

suficiente. «Los psicoterapeutas existenciales han insistido siempre en que

debe intentarse la comprensión del mundo privado del paciente antes que

concentrarse en las desviaciones que éste presenta con respecto a las normas

sociales».

Ante contradicciones tan amplias como ésta, se hace evidente el

cuestionamiento acerca de si esos medios de los que el hombre se vale, entre

ellos la psicología, están realmente hablándonos de nosotros mismos, y si se

Saluda enfermedad y psicoterapia en la Psicología Existencial de Rolló May

refieren a aquellas cualidades y potencialidades específicamente humanas que

hacen al hombre distinto de los demás seres.

Es en este punto en el que se puede intuir que de no ser así, o sea, que si la

psicología no apunta específicamente a lo humano, el hombre no hace más

que escapar de sí mismo, debido a que no atiende a los supuestos básicos de

su existencia.

Para que esto no ocurra es necesario que la psicología se preocupe por

«comprender» antes que por explicar todos las situaciones y paradojas

existenciales del hombre, que «trate de comprender la estructura del ser

humano y su experiencia, lo cual debe subyacer a toda técnica»^. Para esto

debe empezar por admitir que aunque todos los seres humanos persiguen fines

universales, tales como la realización personal y la convivencia, entre otros,

también debe apreciar y aceptar que cada individuo lo hace de forma distinta (o

particular). Es decir que los valores, motivaciones e intereses de un hombre

3 YALOM, Irvi. (1984). Psicoterapia Existencia!. Barcelona: Hender, p. 30.

Page 21: rollo may

pueden ser distintos de los de otro, y ambos pueden llegar a realizarse como

personas, a pesar de centrarse en valores totalmente distintos en cuanto al

contenido. Por consiguiente, es necesario fijar ciertos postulados universales

que si bien son comunes a la existencia de todos los seres humanos, también

permiten un significativo espacio a cada hombre donde le sea posible ejercer

su propia libertad, desarrollar sus potencialidades particulares, y crear así su

propia esencia.

En últimas, de esta manera se estaría atendiendo en psicología a aquello en lo

que los existencialistas tanto han insistido: El hecho de que el ser humano

primero existe en el mundo y luego se crea a sí mismo a partir de su relación

con dicho mundo concreto.

Es este «pequeño» margen el que permite rescatar la individualidad y la

inmediatez de la experiencia propia de cada persona. De esta forma, se coloca

la psicología al servicio del hombre, ya que se está «correspondiendo a las

cualidades y características distintivas que constituyen al ser humano como

humano»4, lo cual le permite enfrentar de mejor manera los obstáculos que le

impiden realizar su ser; puede llegar así a captar la experiencia agobiante de la

desesperación y sentir ese desvanecimiento de la imagen de sí mismo y darse

cuenta de que estos sentimientos, por muy crudos que sean, guardan siempre

un significado para su propia existencia. Es decir, que al no evadir este sentir,

por muy doloroso que sea, es cuando el hombre puede salir al encuentro de su

propia realidad y percatarse del hecho de que ésta se encuentra dispersa, y por

consiguiente debe integrarla.

Esto no es más que asumir la dirección y la responsabilidad de la propia

existencia, relacionándola con su propia situación concreta y decidiendo

autónomamente ante ella. Sólo en esta instancia se puede decir, como May,

que «la Psicología es una disciplina que nos habla acerca de nosotros

mismos», ya que ilustra los valores que cada hombre defiende y trata de

expresar en todo momento, en cada una de las situaciones a las que se ve

enfrentado cotidianamente, con los cuales no hace otra cosa que tratar de darle

sentido a su vida.

4 MAY, Rollo (1963). Psicología Existencial Buenos Aires: Paidós, p. 18.

Page 22: rollo may

Y es precisamente ese sentido particular el que se debe tratar de descubrir. De

esta forma, para que la psicología pretenda ser una ciencia del hombre, debe

ser capaz de responder a las necesidades que constituyen a este hombre

como tal, atendiendo a las cualidades que le permiten desenvolverse

óptimamente en el mundo, tales como la capacidad de autoconciencia, de

decisión y de compromiso consigo mismo y con el mundo, entre otras.

En primer lugar, la psicología debe tratar de comprender al hombre como aquel

que construye su propia experiencia, en el sentido no sólo de concebirlo como

un objeto que hace parte del mundo y al cual debe adaptarse, sino también

como un sujeto capaz de constituir y formar su propio mundo, es decir que

«una ciencia del hombre debe tener como fulcro la característica única y

distintiva del hombre, que no es otra que su capacidad de relacionarse consigo

mismo como sujeto y objeto de la experiencias5.

Ahora bien, esta posibilidad de atender a las características y dilemas

específicamente humanos se debe, a su vez, a una visión del hombre lo

suficientemente amplia que permita a éste desarrollar valores posteriores que

se producen en el proceso de maduración emergente que lo lleven a actualizar

su potencia de ser. En este sentido, los psicoterapeutas existenciales critican

las teorías psicológicas tradicionales debido a que consideran que limitan tanto

la captación de la totalidad del ser como el desarrollo de las posibilidades

concretas de ser, lo cual se entiende mejor si se observa la concepción que

autores existenciales como Binswanger, May y Yalom tienen del hombre.

Según estos autores, la psicología se centra únicamente en el estudio de los

impulsos, mecanismos y determinantes biológicos, o bien sólo en los procesos

cognoscitivos referentes a condicionamientos en la relación con los otros y el

mundo. Si bien es cierto que es necesario analizar ambos aspectos, también es

igualmente cierto que al limitarse a ellos se está perdiendo al mismo tiempo la

totalidad de la experiencia del ser humano, ya que se refieren sólo a uno de los

aspectos de ser: el Unwelt (o el mundo de los impulsos biológicos y del

determinismo pasado y externo).

5 MAY, Rollo (1990). La Psicología y el dilema del hombre. México: Gedisa, p. 163.

Page 23: rollo may

Cuando esto sucede, resulta que se está concibiendo apriori al hombre, lo cual

hace que el desarrollo de valores posteriores que caracterizan un proceso

constructivo de maduración sea visto sólo como una extensión de valores

primarios, que además sirven para enmascarar estos últimos. Un claro ejemplo

de esto se produce cuando los psicoanalistas conciben estos valores

posteriores como meras sublimaciones de necesidades primarias de preservar

el cuidado materno. Desde esa perspectiva, el presente sólo se ve en función

del determinismo pasado, con lo cual se atiende a los valores y acciones más

complejos del ser humano (como el ejercicio de la libertad y la responsabilidad

de ser, el enfrentamiento constructivo de la ansiedad y a la voluntad de

creación) sólo en función de los valores y acciones más simples, y de esta

forma se crea un rígido sistema lineal causa-efecto, en el que se ven limitadas

y restringidas las posibilidades de cobrar conciencia de la propia situación en el

mundo. «Es un error creer que estos valores posteriores son simplemente una

extensión del valor original de preservar el cuidado y el amor materno, o

considerar que todos los valores son sencillamente modos diferentes de

enmascarar la satisfacción de las necesidades primarias (...), en la pauta de la

evolución emergente, la persona en maduración desarrolla de continuo nuevas

capacidades a partir de las antiguas, nuevos símbolos, nuevas formas de

valores. Cuanto más neurótica sea la ansiedad de un individuo, más probable

es que trate de satisfacer año tras año los mismos valores que sostenía en

etapas anteriores, pero cuanto más sana es la persona, resulta menos factible

concebir sus valores como adulto como una suma de sus necesidades e

instintos previos»6.

Resulta, entonces, que desde la perspectiva existencial se concibe «lo más

simple en función de lo más complejo», haciendo, entre otras, que se le dé un

adecuado tratamiento a la voluntad y comprendiendo el pasado (y el futuro) en

función de la situación presente, y no al contrario. Desde este punto de vista no

se niega la casualidad, sus mecanismos e impulsos, sino que se la

complementa, al ubicarla en un contexto mucho más amplio y complejo, en el

que además se conciben otros dos aspectos de ser en el mundo: el Mitwelty el

Eigenwelt.

6 Ibid., p. 74 - 75.

Page 24: rollo may

El primero de éstos se refiere al mundo de las relaciones interpersonales, pero

ya no como una mera relación en el ámbito social que impone limitantes y

condicionamientos, sino también, y sobre todo, como el mundo relacional en

que cada individuo se crea a sí mismo en dichas relaciones.

La diferencia radica en que si se concibe al ser humano sólo desde la

perspectiva del Umwelt, el Mitwelt se verá deformado e implicará que el

hombre no pueda responsabilizarse ni por los otros ni por sí mismo, lo cual no

ocurre si se lo concibe a partir de la integración de los tres aspectos de ser en

el mundo, ya que de esta forma el hombre puede llegar a verse no sólo como

un miembro que hace parte de un mundo relacional, sino también como alguien

capaz de crear y constituir dicho mundo.

El último aspecto es el Eigenwelt, o el mundo de la conciencia de sí mismo. En

éste se integran los dos aspectos anteriores de ser en el mundo, lo cual hace

que el hombre pueda llegar a aceptar y a asumir en su conciencia tanto los

impulsos pasados y los determinantes biológicos y ambientales como la

creación de sí mismo a partir de la relación con los demás individuos, para, en

un proceso constructivo de maduración que apunta a desarrollar las

posibilidades de ser, darles forma y significado a todos estos aspectos a partir

de la situación concreta de existencia. Es en este sentido que se puede

apreciar que el hombre puede llegar a crear sus propios símbolos y valores, en

últimas, a dar un sentido particular y auténtico a la existencia. En síntesis, se

debe «considerar al individuo en los tres modos de ser en el mundo: el mundo

de los impulsos biológicos, del destino y del determinismo7.

Esta concepción del hombre implica que no se debe atender a éste con una

naturaleza predeterminada, ya que de esta forma estaríamos restringiendo su

visión y sus posibilidades de creación. Por ejemplo, si sólo concebimos al

hombre a partir de su determinación causal pasada (en el caso de los

psicoanalistas), o como un ser que siempre apunta a la autorrealización (en el

caso de los humanistas), lo único que estaremos viendo en éste es la

afirmación de nuestros propios preconceptos o la desviación de los mismos, y

7 MAY, Rollo y otros (1977). Existencia: Una nueva dimensión en psiquiatría y psicología. Madrid: Credos, p. 91.

Page 25: rollo may

dejaríamos de lado, en estos casos, tanto la posibilidad de creación consciente

como la determinación biológica y pasada, respectivamente.

May expone, en consecuencia, que debemos ser lo suficientemente amplios

para no diluir la individualidad de cada ser humano en un constructo teórico. En

el anterior ejemplo sería necesario, entonces, captar que el hombre implica

ambos conceptos y que, por lo tanto, se hace indispensable atender a la forma

como el individuo crea su propio mundo y a la manera en que defiende su

centro existencial, o lo que es lo mismo, como pretende reafirmarse y darse

sentido a sí mismo.

De esta forma, el enfoque existencial prefiere atender al ser humano a partir de

la condición humana y no desde una perspectiva en que se conciba al hombre

a partir de una naturaleza predeterminada que lo restrinja, tanto en el ámbito de

la comprensión de su experiencia como en el ámbito de su creación como ser

en el mundo. Luego el aporte de este enfoque no sería ofrecer un nuevo marco

teórico y epistemológico en sí, sino esclarecer los suspuestos en que se

fundamentan las distintas escuelas teóricas, para complementarlas con una

adecuada visión del ser humano que permita ya no tanto explicarlo como sí

comprenderlo. No se trata de mezclar teorías, sino de aclarar la visión del

hombre en que éstas se basan, para, a partir de este esclarecimiento, hacer

una reevaluación conceptual, que permita comprender la experiencia directa

del otro tal como él la vivencia, y no como nuestro marco conceptual nos dice

que la debe vivenciar.

Esta visión del hombre repercute directamente en la concepción de la salud, la

enfermedad y la psicoterapia.

En consecuencia, se concibe la enfermedad no como un resultado de

problemas en la adaptación a un entorno inmediato, sino que más bien lo que

se considera enfermizo es precisamente esa necesidad de ajuste o adaptación

forzosa (y sus consecuencias). Es decir, que la enfermedad es tanto la forma

de actuar (el ímpetu desenfrenado de ajustarse) como la consecuencia de este

proceder (el bloqueo de las propias potencialidades). «La neurosis es

precisamente el método que usa el individuo afín de preservar su propio centro,

Page 26: rollo may

su propia existencia (...) La neurosis es una adaptación, y ahí precisamente

radica su mal»8.

Esta idea se basa en el hecho de que el adaptarse no implica necesa¬riamente

ni dilucidar ni asumir la existencia concreta, sino que, por el contrario, lo que se

favorece mediante un «buen ajuste» es el enmascararse a uno mismo la

responsabilidad por confrontar las condiciones básicas de existencia, como son

la muerte, la ansiedad, la voluntad de decisión, la libertad y la responsabilidad,

la soledad existencial, la creación de sí mismo, la afirmación de valores

constructivos y de un sentido de vida. Este hecho se ve muy a menudo cuando

los individuos prefieren castrarse a sí mismos (deciden rechazar su poder de

ser) con tal de no ser relegados al ostracismo. Prefieren aceptar no ser ellos

mismos auténticamente (es decir, rechazar sus propias posibilidades de

creación) a fin de que pueda existir algún ser, por muy restringido que éste sea.

Ocurre que el individuo prefiere «ser alguien» ante un grupo o el medio en

general a costa de sí mismo, con lo que pretende darse valor de alguna forma,

sentirse «seguro» y evitar la angustia que implica enfrentarse con su propia

existencia.

Este ajuste forzoso lleva al hombre a tener que recurrir a mecanismos

evitativos que le permitan ocultarse de sí mismo, como son los rígidos sistemas

de control emocional que bajo un patrón obsesivo compulsivo de

comportamiento pretenden mantener a distancia la ansiedad que implica la

creación de sí mismo y el esclarecimiento comprometido de la existencia

particular, lo cual ocurre, por ejemplo, con el individuo que hace del trabajo una

manía. Por debajo de su rígido y controlado esquema de funcionamiento, lo

que opera es un temor a enfrentarse con su experiencia inmediata. «Lo que no

suele advertirse suficientemente es la prueba tantas veces asequible de que

los fenómenos de compulsión se producen sobre el fondo de una personalidad

que se conserva potencialmente intacta, pero que se encuentra condenada a la

impotencia de afirmarse a sí misma»''. En últimas, se busca un ajuste al medio

para no cobrar conciencia y evadir así la ansiedad y responsabilidad por asumir

la creación de la propia experiencia.

8 MAY, Rollo (1963). Psicología Existencial. Buenos Aires: Paidós, p. 88-89.

Page 27: rollo may

Otra forma de enmascararse a sí mismo el compromiso y creación propia nos

la ofrece Yalom, cuando muestra cómo mediante la adaptación se busca ser un

éxito social en todo sentido, ya que a la vez que se pretende ser salvado o

protegido por el medio (ser tenido en cuenta siempre por todos), se intenta

también sentirse alguien especial o importante para evitar cualquier sentimiento

de insignificancia o soledad, con lo cual se convierte la vida en una única y

gran orgía donde todos tienen que participar, dicho en palabras de Kundera. En

vez de asumirse a sí mismo, se pretende, en este caso, evitar la confrontación

con el no ser, entendiéndose este último como lo que amenaza la propia

existencia, tanto en un sentido físico como psicológico, y cuya expresión más

cruda es la muerte (en otras palabras, no ser se refiere a toda amenaza sobre

los valores que dan sentido a la existencia).

En suma, todo este proceso de ajuste forzoso y de rechazo de la propia

potencia de ser implican, en el ámbito general, que la enfermedad es el

resultado de la no confrontación de los supuestos existenciales enraizados en

la condición humana y a la necesidad (casi compulsiva) de adaptación y al

miedo al ostracismo implícito en ésta. Este proceso, a su vez, denota la

renuncia por el cuidado y desarrollo del ser, lo cual se entiende mejor si nos

remitimos a la falta de deseo y de voluntad de creación y afirmación de estos

deseos en la acción.

Cuando el individuo evita esclarecer su existencia, simultáneamente está

rechazando cualquier acto de desear por el desarrollo y afirmación de las

posibilidades de ser. El deseo queda reducido exclusivamente al mundo del

Umwelt, y degenera en un impulso ciego que se siente dentro de sí y sin

posibilidad de poder integrarse a la experiencia creativa, y cuya única finalidad

es exigir una descarga emocional inmediata que alivie el dolor que el hombre

mismo ha creado de sí al rechazarse. En este sentido, la enfermedad es vista

como la incapacidad para reconocer los propios deseos, y para reafirmar éstos

en la acción por medio de la voluntad. Es decir, que «no es el deseo lo que

causa la enfermedad, sino la falta de deseo»9. Cuando el individuo prefiere

«castrarse» antes que verse relegado al ostracismo, está al mismo tiempo

9 MAY, Rollo (1990). Amor y Voluntad. México: Gedisa, p. 175.

Page 28: rollo may

renunciando a desear por sí mismo cualquier acto que lo lleve a obrar

consciente y comprometidamente con su propio devenir.

Todos estos aspectos están interrelacionados entre sí, de tal forma que no se

deben entender linealmente, sino más bien comprenderlos como un proceso en

que todos se influyen y relacionan simultáneamente unos a otros. La

consecuencia de este proceso es el no desarrollo de las potencialidades

particulares del individuo, entendiendo éstas no como el desarrollo de

capacidades ilimitadas que el individuo posee en distintas áreas y que guardan

por su puesta en marcha, sino más bien como la potencia o poder personal

para enfrentar y dilucidar la propia existencia a la vez que se afirman los

valores que se encaminan a desarrollar el ser.

Cuando el individuo no desarrolla su potencial, debe recurrir a medios evasivos

que compensen de alguna forma el vacío creado. Así, es posible observar, por

ejemplo, que en nuestra actual cultura cada vez se hace más evidente la

necesidad de delegar al grupo la responsabilidad de elegir y decidir que ser; los

individuos compulsivos que denotan en sus acciones una necesidad de dejar

atrás el tedio y el compromiso consigo mismo; los trastornos de personalidad

(especialmente narcisistas); la falta de sentido vital; dificultades para reconocer

el propio deseo; la necesidad de diversiones cada vez más extremas que

llenen el vacío creado en la propia existencia, y trastornos de voluntad y

ansiedad, entre otros. En todas estas manifestaciones se aprecia un marcado

afán por tratar de olvidarse de la existencia concreta que se debe asumir, lo

cual provoca un sin fin de trastornos y de síntomas neuróticos que son, a la

vez, producto y consecuencia de este enmascaramiento de la existencia.

Vista de esta manera, la enfermedad es un modo ineficaz y desesperado del

hombre por evitar la angustia resultante de la confrontación con los supuestos

básicos de la existencia; es un intento del individuo por enmascararse a sí

mismo la responsabilidad de encontrarse a sí mismo y de asumir una actitud

autónoma y consciente ante éste.

De esta forma, los terapeutas existenciales contextualizan los dilemas

existenciales y psicológicos en esta época moderna, lo cual les puede permitir

encontrar alguna solución concreta a éstos. En este sentido, consideran que la

Page 29: rollo may

salud y el bienestar psicológico se alcanzan cuando el individuo se esfuerza

por esclarecer su existencia concreta y enfrentar en forma constructiva la

angustia implícita en este hecho, reconociendo su libertad y responsabili¬dad

existencial, y por ende, desarrollando sus potencialidades particulares de ser.

Sólo cuando el individuo logra vivenciarse a sí mismo como creador de su

mundo, es decir, como un sujeto existente en el mundo, es capaz de sentir la

urgente necesidad de decirse a sí mismo «yo soy», y, en consecuencia,

decidirse a realizar un proyecto vital que apunte al desarrollo de sus

posibilidades particulares de ser. En sí, el enfoque existencial en psicología

considera que lo más importante es que el individuo experimente su existencia

como real, o lo que es lo mismo, que sienta que aunque hay hechos pasados y

determinantes externos que influyen en su comportamiento, es él mismo quien

continúa creando esa experiencia a partir de su relación con dichos

determinantes en el momento presente. Como dirían algunos existencialistas:

¿Qué has hecho tú con aquello que han hecho de ti?

Vista así, la salud correspondería a un estado en el que el hombre se apropia

de sus decisiones y se responsabiliza por encontrarse en este mundo en este

momento, dejando así un poco de lado la suposición de que a medida que

dicho hombre vaya teniendo más y más conocimiento e intuición sobre sí

mismo, irá tomando las decisiones apropiadas, debido a que ésta es una

verdad a medias pues generalmente pasa por alto la segunda mitad de la

verdad: Que el hombre no puede permitirse el lujo de adquirir ese conocimiento

e intuición hasta que esté dispuesto a decidir abrirse a dicha experiencia, hasta

que tome una orientación decidida sobre su vida y adopte las resoluciones

previas en marcha10. Un ejemplo de esto se aprecia en la concepción del

inconsciente como una bodega o sótano donde hay acumulada información

sobre el pasado. En esta idea, el inconsciente determina ciegamente el

presente y la experiencia creadora del individuo, y hace que las decisiones

sean relegadas a un segundo plano, lo cual permite el enmascaramiento de la

propia responsabilidad y compromiso para con la creación de sí mismo (de ahí

10 MAY, Rollo (1977). Existencia: Una nueva dimensión en psiquiatría y psicología. Madrid: Gredos, p.118.

Page 30: rollo may

que Sartre haya expresado que el inconsciente así concebido es un acto de

mala fe). Es por esto que psicólogos existenciales como May prefieren hablar

de «experiencia inconsciente» y no de inconsciente, ya que es el individuo

mismo quien ha querido y decidido mantener inconsciente ciertas experiencias,

aún hoy en el presente.

Se entiende, pues, que cuando la persona logra vivenciarse como alguien que

está creando esta experiencia, puede empezar a asumir la dirección de su

propio destino y liberarse de la dependencia de mecanismos defensivos que le

evitaban enfrentar los supuestos universales de existencia.

En suma, la salud mental no es sólo un fin o un logro al que se llega, sino

también, y sobre todo, un estado por medio del cual el hombre enfrenta y

asume su existencia concreta. Es decir que el bienestar no es opuesto al

conflicto, sino, más bien, la confrontación constructiva de éste, de tal forma que

le permita al hombre crearse a sí mismo y ser capaz de constituir el mundo al

que se pertenece. Se trata de asumir la existencia con todos sus tropiezos y no

de observar a ésta desde el contorno: «El camino verdadero se abre sobre una

cuerda que no está tendida en la altura, sino apoca distancia del suelo. Parece

estar destinado más a tropezar que a hacer equilibrio sobre ella»11.

Ahora bien, cuando se enfrenta la propia existencia concreta y se opta por el

cuidado del ser, esto no debe entenderse de forma desvinculada del medio, ya

que al responder a la existencia particular se lo hace a la vez al mundo en que

uno se encuentra. Es decir, que al no adaptarse directa y pasivamente, el

individuo, a la vez que atiende y se empeña en esclarecer su existencia y

desarrollar su potencia de ser, está atendiendo al entorno inmediato del cual

hace parte. La diferencia consiste en que de esta última forma, tiene la

posibilidad de crear y constituir dicho mundo, y de esta manera logra una

relación constructiva y ya no pasiva con el medio. El punto central consiste en

que al atender al desarrollo de uno mismo, si es en realidad auténtico, debe

atender al entorno inmediato en que se encuentra, ya que el ser no se

desarrolla aislado o en el «aire», sino también en la relación con los otros y el

mundo.

11 KAFKA, Franz (1985)- Informe para una academia. Madrid: Akal, p. 31

Page 31: rollo may

Las consecuencias que trae este cambio en lo que respecta a la visión de la

salud y la enfermedad atañen directamente a la psicoterapia, debido a que,

como ha expresado May, ya no se puede seguir pretendiendo usar ésta a favor

del carácter social propio del actual período histórico, porque el resultado

catastrófico será convertir en conformistas y apáticos a los individuos en lo que

se refiere a la actualización de sus capacidades y posibilidades de ser12. Si esto

llega a suceder, el resultado será una represión del sentido ontológico, y la

psicoterapia, lejos de ayudar al paciente, estaría, sin percatarse de ello,

fomentando directamente la neurosis y otras enfermedades, junto a la

paralización de las potencialidades y el bloqueo de la autoconciencia.13

Al respecto, este mismo autor ha expresado lo que se puede denominar una

advertencia profética sobre la psicoterapia: Ha afirmado que mientras se siga

pretendiendo adaptar al individuo para lograr su curación, más se estará

contribuyendo a un falso proceso curativo que tiene como transfondo la

masificación de los individuos y la renuncia al propio ser. En este caso, la

psicoterapia puede ser atendida como sinónimo de aceptación del no ser, al

promover la evasión del compromiso y responsabilidad con el propio devenir.

«En este sentido, lospsicoterapeutas se convierten en agentes de la cultura,

cuya junción particular consiste en ajustara la gente a sus exigencias, y la

psicoterapia degenera en una forma de desintegración propia del tiempo más

bien que en un esfuerzo organizado por superarla»-'5

Este hecho se ve incluso en los mismos psicoterapeutas, quienes muchas

veces creen que con sólo saber la técnica específica es suficiente para

«resolver» los problemas y conflictos del paciente. Esto parcializa la visión y la

actitud del psicoterapeuta a favor de su técnica, pues se resguarda en ésta y

no llega a comprender la experiencia de la otra persona. Como resultado de

esto se destruye o deja de lado la individualidad, y se tiende a percibir a todos

los individuos con base en el mismo esquema. «Desde que conocemos la

neurosis —-y muchas formas de psicosis— sólo en virtud del hecho de que

quien la padece no puede ajustarse a nuestra sociedad, y ya que entendemos

12 MAY, Rollo (1990). «On the phenomenological bases oftherapy». En: Review of existentialpsychologyandpsichiatry. Vol. 20, N° 1-3, p. 49-61.13 MAY, Rollo (1977). Existencia: Una nueva dimensión en psiquiatría y psicología. Madrid: Gredos, p.116.

Page 32: rollo may

la enfermedad en virtud de nuestras técnicas, estamos obligados a terminar

con una visión del hombre que es un espejo de nuestra cultura y de nuestra

técnica. Esto inevitablemente resulta en una visión progresivamente vacía del

hombre»14.

De esta forma no se estaría solucionando a las necesidades particulares

propias de quien necesita ayuda, debido a que al no intentar siquiera que el

paciente se sienta completamente a sí mismo y se dé cuenta de su existencia,

nunca podrá reconocer su libertad, voluntad e intencionalidad, entre otras, y por

ende, tampoco podrá desarrollar sus potencialidades, y el resultado es el ya

mencionado ajuste forzoso. En consecuencia, la tarea del psicoterapeuta no es

tratar de curar al paciente ni ajustado al medio, sino ayudarlo a que

experimente su existencia como real; cualquier cambio en sus síntomas o su

curación es consecuencia de este hecho, ya que es de esta forma como la

persona puede desarrollar su poder personal y crear sus propios significados,

los cuales apuntan a desarrollar sus posibilidades de ser.

Pero esto último no se puede lograr mientras el terapeuta se refugie (como

persona que es) en la técnica. Un ejemplo de esto se observa en la

transferencia, que si bien ha aportado mucho al conocimiento de la esfera de la

influencia de la personalidad (nos ha aclarado cómo vivimos en los otros, y

cómo los demás viven en nosotros como consecuencia de situaciones pasadas

y no resueltas), presenta actualmente serias dificultades para captar la totalidad

de la experiencia del hombre, ya que es un concepto psicoanalítico que atiende

básicamente al Umwelty deja de lado mucho de los otros dos aspectos de ser

en el mundo. «La transferencia nos presenta interminables dificultades si la

tomamos en sí, es decir, sin una norma de relación que esté afirmada en la

condición del hombre como tal. En primer lugar, la transferencia puede ser una

defensa cómoda y siempre útil para el terapeuta, ya que se puede esconder

tras ella para protegerse de la ansiedad que provoca el encuentro directo. En

segundo lugar, puede debilitar toda la experiencia y sentido de la realidad

durante la terapia; las dos personas que están en el consultorio se convierten

en sombras y también todos los demás en el mundo»15.

14 MAY, Rollo (1990). «On the phenomenological bases of therapy». En: Review ofExistential Psychologyand Psichiatry. Vol. 20, N™. 1 - 3, p. 49-61.15 MAY, Rollo (1990). La psicología y el dilema del hombre. México: Gedisa, p. 106.

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Al no abrirse a la experiencia directa del otro, el terapeuta percibe a éste con

base en los propios presupuestos y prejuicios teóricos, y como consecuencia

de esto termina refugiándose en la técnica para poder enfrentarse al otro, a la

vez que pierde el sentido real de toda experiencia que se observe en la

psicoterapia. Esto puede erosionar profundamente el sentido de

responsabilidad del paciente, a la vez que se le quita a la terapia mucha de la

dinámica que necesita éste para lograr un cambio significativo. La experiencia

del otro es captada superficialmente, y de esta manera se la reduce a la

categoría de objeto, y la subjetividad y /o la inmediatez de la experiencia no es

comprendida. Dicho en términos existencialistas, no se atiende a la experiencia

creadora del paciente como ser en el mundo; no se integra en la visión del otro

los tres modos simultáneos de ser en el mundo.

Se debe aclarar que no se trata de desechar la técnica psicoterapéutica, sino

de ubicarla en un nivel distinto del de la comprensión, y saber que esta última

se antepone a la técnica15. En otras palabras, se trata, antes que desarrollar

cualquier explicación lógica o causal (elporqué), de comprender la

intencionalidad y significado de las acciones, ideas y sentimientos para la

persona que los vive (esto es, captar el qué: qué es esta persona y cómo se

creó y crea a sí misma). Se trata de aplicar cualquier porqué y/o técnica a la

situación concreta del paciente, haciendo que «la técnica tenga sentido en

función de la persona y no al contrario»16. Como lo plantea el mismo May, se

debe atender antes que nada la pregunta ontológica: ¿Qué es esta persona?,

para a partir de ahí desarrollar los cómo y los porqué.

Para ilustrar lo anterior, May realiza la siguiente analogía: Dice que la situación

del psicoterapeuta es muy similar a la del artista, debido a que ambos gastan

muchos años de estudio aprendiendo la técnica, pero si en el momento de

pintar el artista se preocupa más por los aspectos específicos de su técnica,

pierde toda inspiración y visión de su creación, lo cual interrumpe, al menos

temporalmente, toda la corriente creadora que lo podría llevar a realizar su

obra; en ese preciso momento en que interrumpe su obra y creación comienza

a tratar no con la experiencia (de crear), sino con puros objetos, lo cual lo

aparta de la posibilidad de trascender la situación inmediata. Esto mismo es lo

16 MAY, Rollo (1963). Psicología existencial. Buenos Aires: Paidós, p. 28.

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que ocurre con el terapeuta: «Si mientras estoy sentado aquí (en psicoterapia)

pensando sobre todo acerca de los porqué y de los cómo de la manera en que

se originó el problema del paciente, lo habré captado todo, excepto la cuestión

más importante de todas, esto es, la persona existente».

De esta manera, el planteamiento existencial en psicoterapia va encaminado a

resolver el dilema sujeto-objeto, con lo cual se pretende superar la dicotomía

existente entre éstos, para lo cual no se ubica en ninguno de los dos extremos,

sino que los integra. Es decir, no trata de centrarse en resaltar alguno de ellos,

con lo cual se deja de lado la discusión y enfrentamiento entre la actitud

técnico-objetiva y la de comprensión-subjetiva, sino que expone la importancia

de restablecer esta discusión «sobre las bases del concepto de la existencia

del paciente como ser en el mundo, y del terapeuta como existente y

participante en ese mundo».

De lo que se trata es de integrar el concepto de «comprensión» (que opera en

el nivel de la subjetividad) con los conceptos de «explicación» y «técnica» (que

operan en el nivel de la objetividad), mediante el replanteamiento de la

situación existencial. En este sentido, se puede entender mejor el anterior

planteamiento de primero captar y comprender qué es esta persona específica,

para con base en esto desarrollar los por qué y la técnica consecuente: «El

conocer a fondo lo que hacemos, sentirlo, experimentarlo con todo nuestro ser

es mucho más importante que saber el porqué. Si conocemos plenamente el

qué, por qué vendrá por sí solo».

Vista así, la psicoterapia existencial es un modo de comprender antes que

explicar la existencia humana, y el mayor obstáculo que puede haber para

lograr esto es darle a la técnica una excesiva importancia, como precisamente

ocurre en la civilización occidental, ya que debido a esta idea se tiende a

percibir al hombre como objeto. «La teoría existencialista sostiene que la

técnica sigue a la comprensión y no al contrario. La tarea sustancial y la

responsabilidad del terapeuta consisten en comprender al paciente como un

ser en el mundo. Todos los problemas técnicos están subordinados a esa

comprensión».

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Cuando se habla de atender al «qué», nos referimos a descubrir cuáles son los

valores existenciales sobre los cuales está centrada la persona, o lo que es lo

mismo, esclarecer su centro existencial, lo cual se logra sólo atendiendo la

experiencia inmediata y directa del otro. Las implicaciones de esto para la

psicoterapia son notables y profundas, debido a que para lograr este fin se

hace necesario tener muy presente por lo menos dos postulados que se

sustentan en la fenomenología y en el existencialismo, y que permiten llegar a

la experiencia e intencionalidad del otro.

Como primera medida, si bien es imposible enfrentarse a uno mismo, al mundo

y a los otros sin un marco conceptual previo del cual partir, es necesario que

éste sea lo suficientemente amplio y flexible, de manera que pueda cobijar a

los seres humanos en general, pero sin menospreciar ni destruir su

individualidad. De esta manera, May llega a plantear, fundamentado en la

fenomenología, que para comprender a un ser humano se debe atender a éste

como un ser centrado en sí mismo, y que todo ataque a ese centro es sentido

como una amenaza, lo cual implica que antes que preocuparse por cualquier

explicación, se deben descubrir cuáles son los valores que considera vitales

para su existencia: «La cuestión de por qué uno es lo que es, no tiene sentido

hasta saber qué es uno».

De esta forma, lo que «es» la persona será revelado por el descubrimiento de

su centro existencial y no por los propios preconceptos teóricos en cuanto a la

concepción del mundo y del hombre. Este planteamiento permite captar la

experiencia inmediata del otro, debido a que las acciones que realiza y los

sentimientos e ideas que tenga se entienden como el método que utiliza dicho

individuo (bien sea constructiva como destructivamente) para preservar su

propio centro, su propia existencia.

May complementa este planteamiento con otro postulado que se sustenta en el

existencialismo y que apunta a captar la experiencia de dicho ser humano

concebido como un ser centrado en sí mismo, con base en la relación ser-no

ser, lo cual se refiere a examinar cómo esta persona afirma y defiende los

valores que considera vitales para su existencia, así como la forma en que

enfrenta las condiciones concretas de su existencia y la manera en que orienta

su proyecto vital a partir de dicho enfrentamiento. Es en este punto en el que se

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hace necesario, para comprender la experiencia de cada ser humano, tener en

cuenta la relación entre los valores centrados y la ansiedad resultante de la

sensación de amenaza a estos valores que dan sentido al propio ser. Incluso,

la enfermedad y los síntomas consecuentes son vistos no como una desviación

de los propios postulados teóricos, sino como una desviación de la estructura

de la existencia del mismo paciente: «Sus síntomas son su forma de escoger el

campo de su mundo para que su centro pueda ser protegido de las

amenazas». En definitiva, lo que se busca mediante este acercamiento es

observar y vivenciar el campo experiencial del paciente. Pero esto último

involucra también otro concepto igualmente importante: El de encuentro. Este

se ve implicado debido a que al participar del mundo del paciente ya se está

hablando concretamente de relación terapéutica.

Cuando se va a establecer una relación con un paciente se debe sumir el

principio de que este último «es un ser que como todos los demás seres,

necesita y puede salirse de su centro para participar de otros seres». Es decir,

que toda persona tiene la capacidad y la necesidad de relacionarse con otros

individuos, ya que, según el existencialismo, el ser se realiza a sí mismo en la

relación con los otros. Pero existe siempre el riesgo de que se salga tanto de sí

mismo (del propio centro) para participar de los demás, que se termine

vaciando y diluyendo en éstos. Esta situación se aprecia mucho en nuestra

actual época histórica y cultural, motivo por el cual May habla de que el mayor

temor de nuestrotiempo es el ostracismo, y ya no tanto el temor a la castración,

ya que incluso muchos individuos prefieren ser castrados (perder su poder

personal) con tal de no ser rechazados o apartados del grupo, por cuanto esto

último compensa la seguridad no encontrada por sí mismo.

De esta manera, el individuo va inhibiendo gradualmente sus propias

potencialidades por temor a expresar su ser, ya que ve amenazado su centro

existencial: «Si me separan, muero. No soy útil y significante para nadie». De

ahí que «en nuestros días de conformismo y con el hombre dirigido hacia lo

exterior, el modelo neurótico que prevalece es el del individuo que se aleja de

su propio centro, dispersando su propia participación e identificación con los

otros hasta el punto de vaciar el propio ser». En este modelo, el significado de

los propios actos pierde sentido, ya que se ha tomado el de las otras personas.

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De esta forma se trata de ofrecer al paciente una relación auténtica, en la que

pueda expresar abiertamente las necesidades concernientes a los valores

sobre los que se haya centrado él como individuo, y no tenga que limitarse a

atender las necesidades del grupo o del otro, que en este caso será el

psicoterapeuta. «El encuentro total puede ser tanto nuestra mejor forma de

entender al paciente como nuestro instrumento más eficaz para ayudarlo a

abrirse a la posibilidad de cambio». La idea de May consiste en que al ofrecer

una presencia real al paciente, éste puede abrirse al otro pero sin diluirse en él.

Esta presencia implica un concepto que resulta de mucho valor, como es el de

compromiso, ya que para participar del mundo del paciente se necesita romper

la barrera que mantiene al terapeuta alejado de éste, a fin de superar el dilema

sujeto-objeto, lo cual le permite entregarse a la experimentación de las

experiencias del paciente, valga la redundancia. Implica comprometerse con el

paciente y su mundo, de tal forma que éste pueda sentir la presencia del

terapeuta sin preocuparse por su aprobación o rechazo. Esto permite al

paciente expresar los intereses que apuntan al desarrollo del ser, ya que es lo

que no ha podido o querido realizar en la cotidianidad. De ahí que si el

terapeuta no asume un compromiso total con el paciente nunca podrá conocer

su verdad y su relación con el mundo.

COMENTARIO.

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La obra de May abre las cadenas que atan los propios marcos culturales y

sociales de la época en la que confluyen. La libertad, la existencia, así también

como los valores insertos en esta obra generan un espacio de reflexión que es

necesario cuando de seres humanos tratamos.

Esta obra reúne en poderosos enlaces todos los conceptos esenciales de las

bases epistemológicas en las que se apoya.

Es grato encontrar coherencia y capacidad en su pensamiento, pero

extremadamente útil, además, el hallar esta coherencia y capacidad en su

trabajo.

El carácter profético de May, es producto de la posmodernidad en la que

postula hallarse, pero se valida empíricamente a través del sentido común.

Pese a escasear profundamente información respecto a su trabajo, que dicho

sea de paso, puede deberse a su rompimiento del ámbito científico, es claro el

mensaje filosófico y psicoanalítico que deja.

BIBLIOGRAFÍA

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MAY, Rollo (1990). Amor y Voluntad. México: Gedisa

MAY, Rollo (1990). «On the phenomenological bases oftherapy». En: Review of

existential psychology andpsichiatry. Vol. 20

MAY, Rollo (1977). Existencia: Una nueva dimensión en psiquiatría y

psicología. Madrid: Gredos

MAY, Rollo (1990). «On the phenomenological bases of therapy». En: Review

ofExistential Psychology and Psichiatry. Vol. 20

MAY, Rollo (1990). La psicología y el dilema del hombre. México: Gedisa,

MAY, Rollo (1963). Psicología existencial. Buenos Aires: Paidós,

Salinas, K.(2002). Psicoan lisis freudiado: Nacimiento, desarrollo y rebeli n. En

http://www.udec.cl/~gpino/apsique/psicoanalisis_freudiano.zip

Dr. C. George Boeree.Traducción al castellano del Dr. Rafael Gautier

Sartre, J.P (?/1992).El existencialismo es un humanismo.M xico: Quinto Sol.

[Nota: no es la misma edici n que cita el autor. Se cambio para tener una

referencia completa]

Tallaferro, A.(1994). Curso b sico de psicoan lisis. Madrid: Paid s.

Engler, B. (1996) Introducci n a las teorías de la personalidad. M xico: McGraw

Hill.

Sören Kierkegaard (1813-1855). En http://www.yahoo.es/ciencias

sociales/filosofía.