Rubén Darío y la locuacidad nicaraguense

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Artículo de opinion, escrito en 1995 por el Dr. Teofilo Jimenez Viales, en el extinto diario "La Tribuna", en el que hace un parangón entre la locuacidad del nicaraguense y la paradójica timidez a la palabra hablada del gran bardo nicaraguense.

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Rubn Daro y la locuacidad nicaraguense.Por Tefilo Jimnez Viales, (q.e.p.d) Diario La Tribuna, Julio 2005 Daro: excelso lrida, tmido orador popular. En un pas de locuaces proverbiales, mximos, sempiternos, a flor de labio impulsiva verba cargante en el abuso, Daro padeca de mudez para la palabra hablada. Al nica si se le abre un micrfono, lo atrae y lo absorbe cual un poderoso imn y no lo suelta. Si se trata de un entierro de campanillas el fulano se abre paso a codazos, improvisa tribuna y comienza a disparar, a diestro y siniestro, con una labia caracterstica, imbuida la perorata de ideas huecas. En gapes, fiestas o convivios familiares, sociales, polticos, etc. se lanza ante una desprevenida reunin como audaz condotiero de la verba y consume horas enteras si no se le reclama un BASTA YA. Allende las fronteras de esta Nicaragua productora de discurseros, se la conoce como tierra de lagos, volcanes y poetas, congnomento que se deriva de esta arraigada fiebre colectiva, que parece inocularse genricamente, que llamo: versomana. Un impulso (algunas veces espontneo) especie de paranoia mental literaria, que azota a oyentes impreparados para escuchar detestables elucubraciones con impunidad pasiva para los oyentes. En los medios escritos los versolibristas como una plaga pestfera, algunas veces son frenados por los pontfices del espacio columnario, verificando una labor plausible de saneamiento o higiene versificadora, a manera de dedetizacin efectiva. Si nos trasladamos al Parlamento, el asunto es de furibunda resonancia superlativa, por aquello de parlar (hablar hasta por los codos). Orondos curuleros pretenden para sus adentros, hacerse escuchar una pieza de oratoria populista, como de plaza pblica, ditirmbica sobre el tema, exhalante del ms crudo olor a naftalina de la ms rancia. Retricos impenitentes, ensimismados en su interior, despidiendo frases huecas, vacas de mdula sustanciosa, en el bien decir. Ruedan singulares altisonancias como autnticos conceptos manoseados en boca de estos malabaristas de la palabra. Pertenecen a la fauna de los discursos de tomo y lomo. Cruel irona para estos parlanchines de oficio, hablantines y locuaces a diestro y siniestro, pretendidos oradores de pacotilla, que nuestro Rubn adoleciese por nsita naturaleza de una marcada timidez, cuasicongnita, a eso que se llama plebeyamente facilidad de la palabra. Se ha dicho que el orador verdadero se hace y en cambio el poeta, tambin autntico, nace. Daro no es que en el uso de la palabra se mostrara tan cohibido y farfullante que moviera a compasin a sus oyentes. Lo que pasa es que Daro en el uso de la palabra escrita (prosa y verso) mantuvo un dominio y maestra inigualable. Improvisar para el poeta pareca un esfuerzo que no compaginaba cuando escriba sus versos, poemas, cuentos, ensayos, etc., ejerciendo la palabra escrita. Se me ha ocurrido abordar el tema de Daro balbuceante en la palabra hablada como un reverso de sus paisanos que

saltan aqu y all en la improvisacin mediana o pedestre, con un dominio natural, aunque el verdadero orador se moldea y perfecciona en su oficio. Se refiere que en ciertos homenajes en honor al poeta en su etapa culminativa, fama reconocida allende de Nicaragua: Europa, EE.UU., Latinoamrica, etc. se comportaba con una caracterstica oratoria, reticente, cuasi-mudez orgnica sorpresiva en el genio de la poesa hispanohablante. Los oyentes quedaban atnitos en sus asientos esperando que soltara son su verba mustia hablada raudales oratorios, superando a la palabra escrita. Pero Oh desilusin Rubn irrumpa cortadamente, proyectando una desusada timidez ante auditorios extraamente sorprendidos por aquellos raros balbuceos brotados de la trabajosa locucin de todo un Rubn Daro. Nicaragua, tierra poblada de individuos verborreicos por naturaleza, dotados de una locuacidad temeraria, a trochemoche, produjo contradictoriamente, produjo contradictoriamente a un Rubn: pudoroso, silente. Para mayor gloria y lustre de su ennoblecida prosapia lirfola, el poeta, que dominaba su personalidad, fue deslumbrantemente maravilloso.