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El proceso de investigación de Tesis

José Guadalupe Sánchez Aviña Segunda reimpresión de la segunda ediciónPrecio de venta al público: $115.00ISBN: 9709720120152 páginas La generación de conocimiento es algo comple-jo, donde hay que invertir talento y esfuerzo; representa la oportunidad del ejercicio de pensamiento humano orientado a la resolución de problemas humanos. No obstante que hoy el formato de “tesis” se encuentra en predicamen-to en las instituciones educativas, la propuesta de este libro se basa en entender que la formación académica de un profesional exige un componente de formación para la investiga-ción, aun cuando no pretenda ser investigador, es decir, la investigación por sí misma es muestra de la vocación humana para compren-der su mundo y transformarlo en bene�cio colectivo.

Como las Mariposas Monarca. Migración, identidad y métodos biográ�cos

María Eugenia Sánchez Díaz de Rivera Luis Hernández RojasPrimera ediciónColección Lupus InquisitorPrecio de venta al público: $120.00ISBN: 9786077901266150 Páginas “Los migrantes somos como las mariposas monarca, ir y venir ya forma parte de nuestra naturaleza”, a�rma Luis Hernández Rojas, coautor de este libro. La construcción del texto se centra en la historia de su vida, descubriendo desde esa narrativa un entramado social transnacional y a la vez su singularidad individual respecto a ese contexto. El libro muestra la pertinencia de los métodos biográ�cos para aproximarse a la comprensión de distintos niveles de la realidad social.

El espacio público en la ciudad contemporáneaPerspectivas críticas sobre su gestión, su patrimonialización y su proyecto

Mireia Viladevall I GuaschMaría A. Castrillo Romón(Coordinadoras)Precio de venta al público: $180.00ISBN:9786077901105228 páginas El trabajo de autores europeos y americanos provenientes de un largo número de disciplinas (urbanística, antropología, sociología, historia, derecho, geografía y arquitectura) con�uye en este libro que aborda la cuestión del espacio público desde una perspectiva que podríamos cali�car de ética: la preocupación por el devenir actual y las perspectivas de futuro de ese bien común que, como sostiene Henri Lefebvre, es esencia misma de la ciudad.

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A R T E C O N T E M P O R Á N E O

POR LA PAZ, LA JUSTICIA Y LA SEGURIDAD CIUDADANA

La Universidad Iberoamericana Puebla invitó al maestro en Artes Visuales, José

Valderrama, a crear una muestra de arte contemporáneo con el tema de la Campaña

Universitaria 2012. Las fotografías que se enseñan en las páginas de este número de

Rúbricas forman parte de ella. La muestra se compone de cinco instalaciones de gran

formato que desarrollan una apropiación estratégica del campus con el fin de provocar

y confrontar en la comunidad universitaria una reflexión crítica de la situación actual

en términos de sacudida y puesta en marcha de la generación de conciencia y acción.

Estas instalaciones se refuerzan unas a otras, están concebidas como un sistema dentro

de espacios estratégicos de la Universidad, donde la intencionalidad principal es

confrontar a la comunidad universitaria y al espectador ante estas realidades y ausencias

de paz, justicia y seguridad ciudadana, evidenciando que el tiempo transcurre y la

indiferencia está distante de la epistemología de nuestra institución.

Instalación 1

Estrategias y realidadesEn esta obra se establece un diálogo entre las cifras y datos que evidencian las maniobras fallidas, por un lado, y por otro, la urgencia de nuevas estrategias soportadas y cons-truidas por los sueños de una sociedad que día a día se entiende más pertinente y actuante ante su realidad, de esta forma, el líquido vital expresa una emanación de paz, jus-ticia y seguridad ciudadana. El fondo pretende ser blanco, pero su circunstancia lo condiciona a un estado impuro, a un estado hermenéutico del sentido de coherencia y armonía social.

Instalación 2

A tiempo por la pazEl tiempo como referente ontológico de nuestra existencia suje-ta uno de los factores que denotan con contundencia las conse-cuencias de las decisiones que han privilegiado ciertos intere-ses; el deterioro medio ambiental, y como éste, otras decisiones en el ámbito de la paz, la justicia y la seguridad ciudadana están quedando ausentes en el tiempo. La indiferencia, la apa-tía y la falta de conciencia y viabilidad colectiva, los vacíos de sentido y el pragmatismo consumista, ubican un paralelismo en-tre el deterioro físico del planeta y el deterioro social imperante en gran parte de nuestro mundo. “A tiempo por la paz” no sólo argumenta esta dualidad conceptual, plantea la experiencia del tiempo como pregunta: ¿Qué haces ante estos deterioros? ¿Piensas actuar? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Estás a tiempo?

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Artista Contemporáneo

Maestro en Artes Visuales y Arquitecto por la UNAM, cuenta con estudios especializados en Arte Contem-

poráneo y un sin número de exposiciones individuales y colectivas en diversos lugares, entre los que

destacan: Museo de Arte Moderno, Ciudad de México. INBA, Museo Universitario Contemporáneo de

Arte Moderno, UNAM. Museo Casa Carranza, INAH. Museo Experimental El Eco. Actualmente es

profesor investigador de la Ibero Puebla.

Instalación 3

HogueraEl entredicho sobre los aspectos de las garantías constitucio-nales en materia de seguridad ciudadana y derechos huma-nos es innegable, el círculo normativo de la hoguera está lejos de la epistemología latina focus como representación e interpretación simbólica del término hogar, como el fuego protector y sagrado que se encuentra en el hogar. Contradic-toriamente, la norma se desplaza en su exterior y se pierde en su ensimismamiento, se diluye en su interpretación y apli-cación, no produce seguridad, es una hoguera silenciada en espera de la materia encendida: sociedad pensante y activa.

Instalación 4

TroncosEn un continuo ejercicio plástico de simbolismos se presenta el espacio intervenido, donde el reconstituir la verticalidad del árbol caído, del árbol ya muerto, en un acto de regeneración paisajística anti olvido, se yergue en río de troncos inertes como testigos de ausencias presentes, una sociedad contem-poránea inmóvil, inmersa en los hechos y consumos cotidia-nos e indiferente en su mayor parte. Esta obra experimenta con el andar de los seres humanos y los confronta desde la imagen: robos, crímenes, secuestros, narco, violaciones, trata. Pasamos y participamos de los troncos, somos troncos que en disyuntiva decisión no queda opción: seguimos inertes o creamos un nuevo y esperanzador paisaje en nuestro andar.

Instalación 5

Seguridad ciudadanaTres frágiles columnas a escala humana se yerguen como pilares agobiados por y contra la impunidad, la inequidad y la corrupción. Frente a éstas la apropiación del espacio surge en una retícula de “cajas” construidas a modo de lápi-das que contienen los sueños contenidos donde las heridas sociales vienen expresadas por diversas sensibilidades co-munes ante la tragedia. Un espacio intrigante, provocador, concreto y drástico donde la seguridad ciudadana se ex-tiende en sus evidencias y de forma antagónica reduce la experiencia a un simple acto de humildad ante la condición humana y de esperanza ante un coherente humanismo.

PEPE VALDERRAMA

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DirectorioUniversidad Iberoamericana Puebla

RectorDavid Fernández Dávalos, sj

Director General AcadémicoGonzalo Inguanzo Arteaga

Director General del Medio UniversitarioNoé Agustín Castillo Alarcón

Director General de Desarrollo InstitucionalXavier Recio Oviedo

Director General de Administración y FinanzasJesús Bernardo Rosas Pozos

DirectorioRúbricas

Comisión EditorialAurora Berlanga Álvarez, Oscar Arturo Castro Soto, Marcos Ricardo Escárcega Méndez, Ana Lidya Flores Marín, Pablo Guinsberg Plouganou, Marcela Ibarra Mateos, Gonzalo Inguanzo Arteaga, Emma Morales García de Alba, Benjamín Ortiz Espejel, José Sánchez Carbó.

DirectorBenjamín Ortiz Espejel

Coordinadora temática de este númeroIliana Galilea Cariño Cepeda

Edición y correcciónMarcos Ricardo Escárcega Méndez, coordinador, Susana Plouganou

Diseño de retícula y diagramaciónAna Cepeda - Pedro Bouret

Diseño de portadaAna Cepeda - Pedro Bouret

Revista de la Universidad Iberoamericana PueblaOtoño de 2012Número especial

Rúbricas número especial, otoño de 2012, revista semestral de la Universidad Iberoame-ricana Puebla, con domicilio en Blvd. del Niño Poblano 2901, Unidad Territorial Atlixcáyotl, CP 72430, Puebla, Pue., con certificado de reserva de derechos al uso exclusivo número 04-2011-021410194000-102 y certificado de licitud y contenido número 15290, expedido por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gober-nación, fue impresa en Litografía AstroColor, S.A. de C.V., 29 Sur 2714, Col. Santa Cruz los Ángeles, CP 72400, Puebla, Pue. Tiraje de 1 000 ejemplares distribuidos por la Universidad Iberoamericana Puebla. Toda colaboración o correspondencia deberá dirigirse al correo electrónico:

[email protected] [email protected]

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P resentaciónNuestro país vive una grave crisis de inseguridad y violencia de unos años a la fecha. Esta crisis ha afectado a todos los ciudadanos, hombres y mujeres, adultos mayores, jóvenes y niños, particularmente a poblaciones marginadas y vulnerables.

La violencia y la inseguridad son resultado de la mezcla de la acción criminal con mecanismos de control de la misma introducidos por el Estado. La estrategia de combate al crimen ha tenido un enfoque reactivo-represivo, en el que al fenómeno delictivo se le enfrenta de manera casi exclusiva con el uso de la fuerza. Esta estrategia, que carece de objetivos claros, de mecanismos públicos y consensuados de evaluación, ha propiciado la comisión de graves violaciones a los derechos humanos y provocado una mayor violencia de la delincuencia organizada en contra de la población civil.

Las consecuencias son desoladoras: casi 60 mil muertos, miles de desaparecidos y decenas de miles de personas desplazadas de su lugar de residencia, sin haber obtenido resultados significativos en términos de control de drogas, violencia y crimen organi-zado. El enfoque represivo, además, no ha contribuido a resolver las causas de fondo de los consumos ilegales y de la violencia.

Inseguridad, delito y violencia son fenómenos que tienen muchas y complejas causas. Se encuentran ligados a factores de marginación social, falta de oportunidades, desigualdad económica, así como a la corrupción endémica, debilidad, ineficiencia de las instituciones del Estado, particularmente de las encargadas de procurar y administrar justicia.

Al Estado le que corresponde garantizar la seguridad de las personas y es un dere-cho exigir que cumpla con esta obligación. Pero, además, es deber del Estado respetar y garantizar los derechos humanos de la población.

Para que ambas cosas sean posibles, es urgente cambiar la estrategia y el concepto mismo de seguridad que maneja la élite gobernante.

Una concepción adecuada de seguridad la define de manera amplia, con un enfo-que democrático y de derechos humanos. Toma como base la dignidad de la persona humana y el derecho a una vida sin violencia, centrándose en la protección de las personas y las comunidades, a fin de que puedan desarrollarse plenamente. En esta comprensión, el respeto a los derechos fundamentales y a las garantías individuales es parte esencial y no un obstáculo para conseguir la seguridad que se pretende.

La estrategia que se requiere, por otra parte, debería tener como fundamento el incremento de la capacidad de investigación y procuración de justicia y no el “des-pliegue territorial” de la fuerza pública. Adicionalmente, debe contemplar el retorno gradual de las Fuerzas Armadas a sus responsabilidades constitucionales, dado que su actual participación carece de un marco institucional democrático para su invo-lucramiento en el combate a la delincuencia. La prevención del delito, el fomento de la cultura de la legalidad, además de políticas sociales de combate a la pobreza, generación de empleo, acceso de los jóvenes a la educación, han de complementar la estrategia que necesitamos.

La participación ciudadana, el control civil sobre las fuerzas del orden, la rendición de cuentas en estas tareas son fundamentales para garantizar la eficacia de las medidas que se adopten, pero sobre todo como expresión de genuina democracia.

Los temas de la paz, la justicia y la seguridad de las personas son temas propios de la universidad: en ellos se juega también la posibilidad de la universidad misma y la justeza del saber universitario. Corresponde, pues, a las instituciones de educa-ción superior, junto con otros grupos humanos y organismos públicos y privados, investigarlos, difundirlos, y proponer derroteros para su plena garantía. Además,

la educación puede y debe trastocar la aprobación social del criterio del lucro como valor supremo que yace en el fon-do de la problemática de la economía criminal. También desde la educación es posible prevenir consumos dañinos para la juventud.

Este número especial de Rúbricas quiere ser una manifestación del interés y compromiso de nuestra Universidad con su circunstancia. Pretende aportar a la discusión sobre seguridad y violencia en curso en el país, en el contexto del relevo en la Presidencia de la República.

En la Ibero Puebla somos pacifistas, pero queremos ser pacificadores: aportar nuestra visión y propuestas para com-batir la violencia y construir la paz que es fruto de la justicia. No queremos ser ingenuos, sino comprender esta problemática en su cabal complejidad. También deseamos hacerlo desde los intereses y anhelos de los sectores más vulnerables y marginados de la sociedad. Por eso abordamos aquí la perspectiva de los jóvenes, los indígenas, las mujeres. El tema de la mediatización de estas cuestiones es igualmente un factor para su abordaje íntegro.

La universidad sólo puede cumplir sus fines dentro de la sociedad si preser-va su libertad frente a cualquier factor externo de poder. Mientras mayor sea su autonomía e independencia, mejor podrá servir como educadora, guía, promotora del avance social y cultural, y como instancia crítica permanente.

Las reflexiones que ahora presenta-mos las hemos hecho con toda libertad y absoluta independencia de cualquier interés establecido fuera de nuestra casa de estudios. Al hacerlo así nuestra intención es precisamente educativa, crítica, promotora y propositiva.

David Fernández Dávalos, sj.Rector de la Universidad Iberoamericana Puebla

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Violencia y medios en tres tiempos

Ana Lidya Flores / Roberto Alonso /

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Mónica Cuétara

ÍndicePresentaciónDavid Fernández Dávalos, sj

Los jóvenes universitarios y su percepción de la violencia en México: análisis a partir de las encuestas realizadas a la comunidad universitaria de la Ibero Puebla Betzabé Vancini Romero

Violencia y medios en tres tiemposAna Lidya Flores / Roberto Alonso / Noé Castillo

Reflexiones en torno aos xoves, a delincuencia e as bandas criminaisTamara Rubiños Varela

Seguridad ciudadana, tarea ciudadanaEdgar Cortez

La desaparición de personas, un asunto de seguridad ¿y de justicia?Anahí Espíndola Pérez

Seguridad ciudadana y políticas públicas: reflexiones desde el enfoque de políticas públicasVíctor Figueras

Acceso a la justicia para la población indígena: cambio de paradigma constitucional en un contexto de sujeción del derecho a la voluntad políticaAlejandro Jiménez Padilla / Galilea Cariño Cepeda

Traducción libre del texto: “Acceso a la justicia para la población indígena: cambio de paradigma constitucional en un contexto de sujeción del derecho a la voluntad política” Eufemia Luna Segura

#YoSoy132Mónica Cuétara

“Yo como sujeto #132”: Crónica de la primavera mexicana en PueblaEliel Francisco Sánchez Acevedo

Reflexiones y propuestas de la comunidad universitaria de la Ibero Puebla, en torno a la paz, la justicia y la seguridad ciudadana

El niño fantasmaSusana Celic Castañeda Azamar

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Autor: Antonio AudiracObra: Enfrentamiento

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8 Otoño 2012

Betzabé Vancini RomeroDirectora de Comunicación Institucional de la Universidad Iberoamericana Puebla

Análisis a partir de las encuestas realizadas a la comunidad universitaria de la Ibero Puebla

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después de la Revolución Mexicana, a inicios del siglo xx. Tal como es de esperarse, esta ola de violencia y poca gobernabilidad ha tocado la vida de cada una de las personas que habita-mos este bello, aunque peligroso país. Las instituciones gubernamentales colapsan frente a nuestros ojos a causa de la corrupción que permea hasta lo más profundo de sus estructuras. A partir de esta ineludible realidad, a inicios de 2012, se hizo la declaratoria en la Ibero Puebla del año en curso como “el año por la Paz, la Justicia y la Seguridad Ciudadana” y a partir de esta declaratoria se conformó una campaña cuya finalidad era sumar esfuerzos y voluntades entre alumnos, académicos y per-sonal para lograr el objetivo de profundizar en la conciencia de la comunidad universitaria la exigencia de una paz activa, de una justicia real y de una seguridad ciudadana que garantice adecuadas condiciones de desarrollo para cada uno de los mexicanos. La misión de la Campaña 2012 no fue la manifestación de una paz ingenua, sino la búsqueda activa de una paz que exige a los gobernantes y a las instituciones que garanticen a los ciudadanos estos tres derechos fundamentales.

D u r a n t e l o s ú l t i m o s a ñ o s , M é x i c o s e h a v i s t o e n v u e l t o en la que podría ser la peor ola de violencia de su historia

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10 Otoño 2012

Como parte de las actividades de la Comisión organi-zadora de la Campaña Universitaria 2012, se desarrolló y aplicó una encuesta en la comunidad universitaria que tuvo como finalidad conocer la percepción de la violencia y de la situación del país al interior de la Universidad.1 Si bien el estado de Puebla se considera todavía un oasis en medio de estados con severos problemas de violencia a causa del narcotráfico –Morelos, Veracruz y Guerrero, principal-mente–, sus pobladores y en particular los estudiantes no están exentos de padecer situaciones que ponen en riesgo su integridad y sus posibilidades de desarrollo. Una de las razones fundamentales es el alto porcentaje de estudiantes provenientes de los estados del centro oriente y suroeste del país, quienes en varios casos han migrado a Puebla como opción para tener una vida más segura y “tranquila”, una vez que en sus estados de origen los han amenazado de secuestro, o bien, sus familiares cercanos han sido víctimas de extorsión, secuestro o incluso asesinato. Este es el abismo al que los jóvenes se enfrentan hoy: la violencia que todo lo rompe, todo lo ensucia y todo lo invade, tal como si fuera un hoyo negro que nos va robando nuestras garantías paso a paso.

La primera cifra sorprendente en los resultados de las encuestas fue que 48% de los encuestados han sido víctimas de algún delito en un plazo de un año. La mayoría de ellos no realizaron denuncia ante ninguna instancia y únicamente cerca del 25% presentaron denuncia formal ante el ministe-rio público y la policía estatal, sin embargo, casi el 75% de quienes denunciaron manifiestan haber recibido mal trato y retraso en sus procesos y denuncias y, además, por supuesto, no haber recibido ningún tipo de compensación del daño o ayuda. Únicamente el 8% de los jóvenes que acudieron a denunciar manifiestan haber recibido atención adecuada y haber recibido justicia expedita en su caso.

Sin embargo, el haber sido víctimas de algún delito no es la única preocupación que aqueja a la población univer-sitaria, sino el altísimo porcentaje de casos que se conocen sobre delitos cometidos contra personas que pertenecen a su familia, su círculo de amigos o compañeros universitarios. Una de las cifras más fuertes dentro de los resultados de la encuesta fue que el 92% de los jóvenes encuestados conocen a alguna persona que fue víctima de un delito en el último año. Esto refleja que los jóvenes se sienten envueltos en un ambiente de inseguridad y de poca protección por parte de las autoridades, pues gente cercana a ellos ha sido víctima de algún delito, desde el más común que manifiestan como el robo a transeúnte o a casa habitación, hasta extorsión, secuestro y homicidio. Esta percepción del entorno no me-jora con la presencia de retenes y operativos, pues existe un alto grado de desconfianza de la población a partir de los retenes y operativos ilegítimos que lejos de garantizar la se-guridad, exponen a los automovilistas a un atraco mayor. Sobre los operativos implementados en el estado de Puebla, que se han dado a conocer públicamente como el “blindaje” del estado ante la creciente violencia que se vive en estados aledaños, los estudiantes tienen las siguientes percepciones:

el 53% de ellos dice haber visto más militares circulando por las calles y más operativos policiacos; el 25% refiere que lo más sobresaliente es el incremento de participación ciudadana en la seguridad, principalmente en operativos como “vecino vigilante”, las uniones de locatarios e incluso algunos planes de contingencia que tienen entre familiares o amigos para comunicarse en caso de algún problema. Mientras los gobiernos de los estados y el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa saturan los medios de comuni-cación con mensajes sobre los “logros” de la guerra contra el narcotráfico y se jactan de la realización de eventos en pro de la humanización de la policía y el abatimiento de la corrupción en las instancias responsables de otorgar justi-cia, únicamente el 3% de los encuestados manifiesta que hay mayor profesionalización de la policía y una reforma integral del sistema de justicia. Ciertamente los programas plantean un cambio en la concepción de los cuerpos policiacos, pero esto se encuentra en etapa de planeación y en incipientes planes de ejecución que pocos resultados garantizan en este momento a la sociedad civil y que es percibido de esta manera por los jóvenes universitarios, quienes en algunos casos comparten la percepción de que la presencia del ejército y de retenes en las calles, lejos de hacerlos sentir más seguros, les produce un sentimien-to de acoso por parte de las autoridades. Algunos de ellos comparten que aún cuando han tenido plena disposición de cooperar en los retenes y en las revisiones, han sido víc-timas de la violación de sus derechos –vejaciones, insultos, malos tratos, robo de alguna pertenencia, entre otros–, aún tratándose de retenes legales operados por policías estatales o federales. Pareciera que la línea divisoria entre autoridades y criminales es tan fina que en varios casos se difumina y desaparece.

Entre los jóvenes encuestados hubo más de uno que se atrevió a compartir sus experiencias relacionadas con el crimen organizado y la falta de seguridad y justicia. Entre ellas destaca una alumna proveniente de Guerrero, quien al momento de ser encuestada señaló que tenía más de tres meses sin ir a su casa a ver a su familia, pues su papá –empresario acapulqueño– había recibido varias amenazas de secuestro contra él y sus hijos si no otorgaba una can-tidad determinada de dinero a una organización criminal que opera en ese estado. El padre de esta alumna denunció ante las autoridades guerrerenses la situación, pero lejos de obtener una respuesta favorable o en pro de la seguridad de su familia, a partir de la denuncia fue objeto de más amenazas, razón por la cual tuvo que enviar a su esposa y sus dos hijos a Puebla y al Distrito Federal para garantizar su seguridad mientras él sigue trabajando en el puerto de Acapulco. ¿Es esta la visión que queremos tener sobre la seguridad de nuestras familias? No lo creo.

Desde 2006 hasta la fecha han desaparecido miles de jóvenes y miles de padres de familia que un día salieron de sus casas para no volver. Tal como lo dice el desgarra-dor poema de María Rivera “Los Muertos”, existen miles

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de madres esperando por sus hijos o por sus esposos desde hace meses, lidiando con la cruel condena de saber que muy posiblemente no van a volver y que, en el peor de los casos, ni siquie-ra van a encontrar restos qué enterrar para darles descanso. Esto ha detonado una migración al interior del país y un constante desplazamiento de familias completas a otros estados con menores índices de violencia. Ya no es extraño encontrar por las calles de Puebla, automóviles con placas de Tamaulipas, Nuevo León, Michoacán y Durango, principalmente. De esta situación se deriva la inevitable paranoia social que provoca cierto rechazo hacia las personas que llegan a Puebla provenientes de estos estados.

Salvo sus claras excepciones, aun en Puebla, “estado seguro”, los jóvenes y sus familias han optado por no mostrar un estilo de vida ostentoso que los ponga en la mira de la delincuencia organizada, con más razón aún, sabiendo que su tránsito ocasional de fin de semana o de los periodos vacacionales tendrán que transitar por estados como Morelos y Veracruz, que se han vuelto punteros en temas de violencia en esta zona del país. Existe también un pequeño por-centaje de nuestra población estudiantil2

que proviene de estados del norte tales como Nuevo León, Chihuahua, Durango y Tamaulipas, principalmente, que ha llegado aquí con la esperanza de poder cursar sus estudios profesionales de manera segura y tranquila en compa-ración con lo que han visto, sabido y experimentado en sus estados de ori-gen. Algunos de estos alumnos se han acercado a miembros de la Comisión organizadora de la Campaña para com-partir sus experiencias, sin embargo, el miedo aún permea sus acciones y evitan usualmente dar sus nombres o mayores datos sobre sus familias. La inseguridad se ha convertido en una pesadilla per-secutoria en su vida de estudiantes que parece no ofrecerles ninguna garantía de cambio favorable.

¿Hasta cuándo estaremos expuestos a esta condición que nos impide desarro-llarnos libremente como ciudadanos? ¿Hasta cuándo seguiremos tolerando que la corrupción penetre como la humedad todas las instituciones de gobierno y no haya justicia? Como mexicanos hemos tenido que aprender a sobrellevar y sobrevivir a la constante amenaza y a la incertidumbre que nos ofrece la casi nula gobernabilidad del país. El Esta-do mexicano colapsa frente a nuestros ojos como consecuencia última de un

sistema corrupto, descompuesto, torci-do, injusto y fusionado con el crimen. ¿Hasta cuándo será el día que como ciudadanos y académicos aceptemos la responsabilidad de exigir y mover el motor que garantice a éstos, y otros jóvenes, las condiciones necesarias para estudiar, desarrollarse, profesionalizarse y conformar un México nuevo y mejor? La respuesta a esta pregunta se encuentra dentro de nuestras universidades, dentro de la vida académica y del compromiso y valor de seguir promoviendo dentro de nuestras aulas, jóvenes críticos y pro-positivos ante la realidad que los rodea y los increpa.

1 Encuesta realizada entre febrero y abril de 2012 a cerca de 300 estudiantes durante diversos eventos en la Univer-sidad Iberoamericana Puebla. Los resultados fueron obtenidos y grafica-dos por los miembros de la Comisión organizadora de la Campaña Universi-taria 2012: Por la Paz, la Justicia y la Seguridad Ciudadana.2 Cerca de ochenta alumnos son prove-nientes de esos estados, según datos actualizados de la Dirección de Servicios Escolares, mayo 2012.

La inseguridad se ha convertido en una pesadilla persecutoria en su vida de estudiantes que parece no ofrecerles ninguna garantía de cambio favorable.

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Ana Lidya Flores, Roberto Alonso y Noé Castillo

Colaboradores en la Universidad Iberoamericana Puebla e integrantes del Capítulo Puebla de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (amedi)

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México llegó a la conmemoración del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana sumido en una ola de violencia. Al mes de abril de 2010, el combate contra el narcotráfico que el gobierno federal inició en 2007 arrojaba un saldo de más de 22 mil muertos, cifra que, se calculaba, ascendería a 30 mil al finalizar el año. Año y medio después, la estimación se duplicó y 2011 cerró con un número escalofriante: 60 mil 420 homicidios según la sumatoria del semanario Zeta.

La estadística, junto con sus efectos –secuestros, torturas, desapariciones, desplazamientos y extorsiones, por mencionar algunos–, empañó los festejos patrios. No faltaron, y tampoco han cesado, los intentos de maquillar esta ominosa realidad, particularmente de cara al recuerdo de dos hitos en la historia mexicana. Sin embargo, el recrudecimiento de la violencia desbordó la panorámica patriótica. A la cita con los 200 años del inicio de la guerra por la Independencia y los 100 años del comienzo de la gesta revolucionaria que perfiló el destino del país en buena parte del siglo xx, México llegó con territorios capturados por el crimen organizado.

Los tiempos que se narran enseguida son reflejo de tres miradas sobre la manera en que este clima de violencia ha configurado las interacciones comunicativas en México. El primer tiempo es una reacción, desde un medio marginal, animada por un espíritu de hartazgo y con un empla-zamiento fulminante: “¡Basta de sangre!”. Había que poner un alto a la escaldada de violencia y muertes, concluyó una media decena de moneros que encontraron en pocos días solidaridad y eco en miles de personas. En respuesta a este reclamo, el segundo tiempo retrata un intento de adaptación de la prensa nacional ante un contexto de alto riesgo. A la pregunta ¿de qué forma pueden los medios de comunicación evitar ser voceros involuntarios de los hechos criminales?, una cúpula de personas ligadas a la industria mediática contestó que una vía era la firma de un acuerdo con criterios editoriales comunes para la cobertura periodística de la violencia. Finalmen-te, el tercer tiempo explora un terreno que ha quedado al margen de las reacciones y las respuestas que los medios tradicionales han manifestado ante el ambiente de violencia: las redes sociales. Allí, en esa interacción digital que en ciertas regiones del país se ha convertido en herramienta de supervivencia frente a las disputas entre cárteles del narcotráfico, y los enfrentamientos entre miembros de las Fuerzas Armadas y bandas delictivas, pareciera encontrarse una atmósfera de vulnerabilidad mayor.

Escritos con la individualidad de cada uno de sus autores, los tiempos relatados fueron prefi-gurados a través de reflexiones y puestas en común respecto a la relación que tiene la violencia y los medios, o los medios y la violencia, en la escena mexicana.

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¡Ya basta de !

Al despuntar la primera semana laboral de 2011, los lectores de periódicos y revistas nos encontramos con una sugerente imagen en la edición del lunes 10 de enero: en la primera plana de La Jornada, un cartel diseñado por Alejandro Magallanes ponía frente a nuestra vista el lema “No más sangre”. Ésta era la imagen emblemática de la campaña emprendida por los moneros más combativos del país que desde la revista El Chamuco y los hijos del averno, invitaban a sus lectores y lectoras a sumarse a su campaña.

Así, Rius (Eduardo del Río), (Antonio) Helguera, Patricio, El Fisgón (Rafael Barajas) y (José) Hernández, en la primera página de la publicación catorcenal, expusieron el núcleo central de su propuesta:

¿No sabes, lector o lectora, cómo dar a conocer tu ENCABRONAMIENTO, DECEPCIÓN,

PARANOIA O APATÍA ante la pinche situación que vivimos en nuestro país?

Te sugerimos entonces que hagas lo siguiente:En un pedazo de papel, cartulina o lo que sea, pinta este letrero:

¡basta de sangre!, si puedes, con mayúsculas, mejor.Ponlo donde puedas: en tu coche, en tu escuela, en las ventanas y puertas

de tu casa, en tu centro de trabajo, en los postes, en la iglesia… ¡Donde puedas y quieras!

¿No te sientes mejor por estar haciendo algo por ti y tu familia y hasta por la patria? En vez de quedarte con los brazos cruzados esperando a ver a qué horas le toca un plomazo a alguno de tus seres queridos, y entonces sí ponerte a llorar y protestar, ya estás haciendo algo.

Si quieres hacer más, saca copias del mensaje y repártelo entre tus vecinos, cuates, compañeros, colegas y conocidos. Y diles que hagan lo mismo.

Tenemos que hacerle saber a los de la estúpida guerra, que estamos hasta la madre de ellos, que también los muertos tienen familia que les llora, que todos son mexicanos y que ya queremos vivir en paz. ¡Que ya basta de sangre!

De este modo, y desde una revista centrada en el humor político más corrosivo y ácido del país, los caricaturistas marcaron agenda en medios afines, en la agenda ciudadana, y obligaron a que los políticos tuvieran que enfrentar los efectos de una proliferación de expresiones que, a pie de calle, los interpelaron por los efectos sangrientos de una batalla contra el crimen organizado que estaba aumentando exponencialmente las cifras de muertes.

Las reacciones no se hicieron esperar al histórico ejemplar 215 de El Chamuco. En la edición del martes 11 de enero, La Jornada publicó en sus páginas 2 y 3, las primeras reacciones de intelectuales. Los entrevistados aplaudieron la campaña. Entre estos personajes de alto perfil aparecen los escritores Fernando del Paso, Ele-na Poniatowska y Élmer Mendoza, la crítica de arte Raquel Tibol, la antropóloga Lourdes Arizpe, el politólogo Víctor Flores Olea, los dramaturgos y directores de teatro Luis de Tavira y Luis Mario Moncada, el productor de televisión Epigmenio Ibarra, el investigador Alberto Híjar y el artista visual Pedro Friedeberg.

La nota que acompaña los testimonios indica que la cruzada arrancó con la participación de casi todos los historietistas del país, quienes en sus cartones del lunes 10 de enero plasmaron la frase “¡Basta de sangre!”. Rius declaró que trataban de “combatir a esa sociedad de agachados que no quiere abrir la boca porque tiene miedo”. En la charla, el caricaturista confiaba en que la sociedad hiciera suya la

campaña, porque a diferencia de otras, no contaban con el apoyo de las tele-visoras. “Es una pequeña y modesta contribución de nuestra parte para que las autoridades nos oigan. A lo mejor no se logra mucho, […] pero seguire-mos hasta que esto acabe.”

Vale la pena aclarar que, si bien la campaña arrancó con el nombre ¡Ya basta de sangre!, el logotipo diseñado por Alejandro Magallanes sintetizó gráficamente el concepto y lo llevó a popularizarse rápidamente entre los se-guidores de los moneros.

En el siguiente número de El Cha-muco, las páginas centrales reprodujeron 44 imágenes alusivas a la campaña: cartones, fotografías, mantas, boto-nes, pegatinas... Junto a la explosión visual de testimonios, apareció el texto colectivo “No más sangre vs. Nomás Sangre”, donde los moneros juegan con la idea de los universos paralelos: el de los funcionarios del gobierno caldero-nista y sus periodistas afines, donde México es un país democrático, prós-pero y de instituciones sólidas, frente a un segundo universo, donde “estamos una bola de ciudadanos indefensos, sin guaruras. En este mundo paralelo, México es un país en demolición”.

Corte de caja

A un mes de que se puso en marcha el proceso, el ejemplar del 7 de febrero hace una primera evaluación que titula “¡Morrocotudo éxito de la campaña!”. Las 21 imágenes de esta entrega se intercalan otra vez. Una tercera parte muestra a ciudadanos que siguieron las instrucciones: pintaron bardas y mantas, o fijaron el lema en pancartas colgadas de puentes y bicicletas.

De acuerdo con este balance, apare-cieron 50 cartones en la prensa nacional. Ponderan el impacto del logo de Ma-gallanes, que así se unió a la campaña. Agradecen el apoyo de La Jornada y de la revista Proceso, así como a sus directo-res. Recuperan su presencia en cnn con Carmen Aristegui, quien dio a conocer a todo el continente americano la Campa-ña de los Chamucos. “Y a partir de ese 10 de enero, una catarata de adhesiones,

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entrevistas, reportajes, abrazos y felicitaciones, en prensa, radio y hasta televisión”, se leyó en el texto evaluativo.

Además de los nombres ya mencionados, los Chamucos recuperan los de Ricardo Rocha, Jesusa Rodríguez, Juan Villoro, Sergio Aguayo, Paco Ignacio Taibo, Denisse Maerker, Javier Solórzano, Miguel Ángel Granados Chapa, José Agustín, Lorenzo Meyer, Guadalupe Loaeza, Arturo Cano, Vicente Rojo, Bárbara Jacobs, Julio Hernández, Martha Lamas, Alejandro Encinas, Flora Guerrero, Javier Sicilia, Braulio Peralta, Oscar Chávez… “¡Uuuh! y siguen firmas y firmas de artistas, escritores, intelectuales, profe-sores, médicos, periodistas nacionales y extranjeros, ong’s, rectores universitarios, sacerdotes de los buenos, activis-tas… que apoyan y se solidarizan con la campaña ¡basta de sangre!”

De acuerdo con este texto, la campaña se dio a conocer en el extranjero vía entrevistas hechas en El País (España), Radio Nacional (Bolivia), Radio Bilingüe (California, Estados Unidos), Radio Nacional (España), Reporteros sin Fronteras, Artefacto 21 (Perú), cnn Internacional y Radio Habana (Cuba).

Veintiocho radios comunitarias de la república mexi-cana estuvieron transmitiendo los mensajes contra la Guerra de Calderón, y los usuarios de las redes sociales Twitter y Facebook hicieron llegar la información aun a las ciudades más conservadoras de la República, donde aparecieron leyendas. Monterrey y Guadalajara son ejemplo de esta difusión. “¡Hasta Televisa se ha visto obligado a hablar públicamente –a su estilo, claro– de la guerra inútil y fallida! Y eso nos llena de satisfacciones orgásmicas. Hasta dice ya alguien que doña Hilaria Clinton tuvo que venir a México a ver qué estaba pasando”, expresaron los moneros en su valoración.

El logo “No más sangre” estaba ya posicionado cuando la muerte alcanzó a Juan Francisco Sicilia y a seis personas más. Este asesinato reportado el martes 29 de marzo, en la página 18 de La Jornada, no tardó más de cuatro días en llegar a las primeras planas de los diarios.

Para el 6 de marzo, los ciudadanos ya estaban en las calles. Y las fotografías así lo demostraban. El pie de foto afirma:

Miles de personas participaron en 24 enti-dades en marchas de repudio a la estrategia oficial anticrimen y la creciente violencia en el país. En Cuernavaca, Morelos, se dio una de las movilizaciones más numerosas. Enca-bezada por el poeta Javier Sicilia, quien exigió justicia por el asesinato de su hijo Juan Fran-cisco y sus acompañantes, se demandó al presidente Felipe Calderón y al gobernador Marco Antonio Adame frenar la inseguridad y que vuelvan la paz, la justicia y la dignidad a México.

“No más sangre”. El logo estaba en pancartas, playeras y botones. El 9 de abril, Sicilia convocó a un movimiento nacional por la paz, y el 5 de mayo inició la Marcha por la Paz con Justicia y Dignidad que caminó de Cuernavaca al Distrito Federal. “¡No más sangre!” fue el clamor de dece-nas de miles congregados en el corazón de México. Así, una campaña iniciada por la revista El Chamuco, apuntalada por medios críticos, intelectuales y ciudadanos, coincidió con una expresión ciudadana a partir de un episodio de los miles que han enlutado a los mexicanos y que, al cabo del último sexenio, permitía estimar en más de 60 mil las muertes vinculadas con la violencia generada por el crimen organizado y la guerra emprendida por el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa para frenarla.

El Acuerdo

En respuesta al movimiento “No más sangre”, más de 700 medios de comunicación pactaron el 24 de abril de 2011 una cobertura informativa de la violencia guiada por diez criterios editoriales comunes. La noticia misma tomó por sorpresa a muchos, pero el asombro escaló de nivel por el espacio en el que fue convenido el tratamiento periodístico de la delincuencia organizada.

Como lo aseveró el investigador Raúl Trejo Delarbre, especialista en medios de comunicación y entonces presi-dente de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (amedi), el escenario en el que se firmó el Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia fue lamentable. En el marco de la segunda edición de la Iniciativa México, el protagonismo de las televisoras le restó credibilidad a la propuesta instrumentada con la finalidad de evitar que los medios de comunicación actuaran de manera involuntaria como cajas de resonancia del crimen organizado. Adicional-mente, el acuerdo no pasó por las redacciones de los medios que lo suscribieron para su revisión, siendo producto de la decisión de dos empresas cuestionadas por su autoridad moral en el campo periodístico y con un diagnóstico parcial del clima de inseguridad en el país.

Desde 2008 y ante la escalada de violencia en diferentes zonas geográficas del territorio nacional, manifestada en men-sajes colocados junto a cadáveres, mantas y videos con actos criminales, el propio Trejo Delarbre había sugerido la perti-nencia de un acuerdo mediático para un manejo especial de la información relacionada con el narcotráfico. Algo similar al Acuerdo por la Discreción que tuvo lugar en Colombia en 1999 por iniciativa de una universidad. La intención era clara: no propagar una cultura de miedo e intimidación.

En esta línea, el acuerdo con carácter no vinculante planteó como criterios: 1) tomar postura en contra, 2) no convertirse en vocero involuntario de la delincuencia orga-nizada, 3) dimensionar adecuadamente la información, 4) atribuir responsabilidades explícitamente, 5) no pre-juzgar culpables, 6) cuidar a las víctimas y a los menores de edad, 7) alentar la participación y la denuncia ciudadana,

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8) proteger a los periodistas, 9) solidarizarse ante cualquier amenaza o acción contra reporteros y medios, y 10) no interferir en el combate a la delincuencia organizada.

Los criterios son sensatos y con dificultad podrían permanecer al margen de un código de ética o de un manual de periodismo puesto al día frente a un contexto adverso para la libertad de expresión y el derecho a la información como el mexi-cano. No obstante, amén de sus promotores, su descripción suscitó serias críticas. Prontamente, el acuerdo fue asumido como un empeño de uniformar la cobertura periodística de la violencia a escasos días de que el presidente de la República se reuniera con directivos de los medios de comunicación.

Las reacciones

El Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia tuvo un amplio apoyo de estaciones de radio, periódicos y revistas, y fue respaldado, además, por decenas de adherentes en lo individual y más de 50 organizaciones e instituciones de la sociedad civil. Sin embargo, entre los medios que no lo firmaron figuraron los periódicos Reforma y La Jornada, el semanario Proceso y la estación de radio mvs.

Naturalmente, de estas empresas informativas surgieron los principales análisis y reflexiones en contra del acuerdo. El periodista y colaborador en Reforma y Proceso, Miguel Ángel Granados Chapa, fue uno de los críticos más incisivos al sostener que bajo las pautas de conducta periodística disfrazadas de autorregulación ética había un proyecto excluyente, “diseñado para marginar a la prensa sospechosa de, conforme al primer criterio editorial, no ‘tomar postura en contra’, de no ‘condenar y rechazar la violencia motivada por la delincuencia organizada’, como si fuera necesario hacerlo explícito” (Reforma, 27/03/11).

La agudeza no acabó ahí. En la revista de contenido político con mayor trascendencia en la opinión pública, Granados Chapa estimó que más allá de una cobertura informativa que contribuyera a disminuir el impacto de la violencia, el acuerdo buscó “erigir un muro” y dividir a la prensa, quedando “fulminado todo aquel medio que falte a alguno de esos mandamientos (criterios), a juicio de los ciudadanos observadores”, en alusión al órgano ciudadano de observación aludido en el acuerdo para dar seguimiento a su cumplimiento (Proceso, 28/03/11).

En representación de La Jornada, su coordinador de opinión, Luis Hernández Navarro, resaltó que el acuerdo se gestó con el objeto de “limitar y uniformar los cri-terios de información sobre la violencia”, y de formar parte de “una guerra semántica para construir un discurso informativo sobre la realidad a la medida de los intereses del gobierno federal”, beneficiando a Calderón Hinojosa (La Jornada, 29/03/11).

“Al buscar normar lo que debería ser evidente demuestra que la realidad es distinta a como quisiera que fuera”, escribió al tiempo de documentar los esfuerzos del Ejecutivo federal para influir en la percepción social sobre la acometida de su administración contra el crimen organizado y sus desfavorables consecuencias. A pesar de ello, agregó, “su castillo de naipes informativo se derrumbó con los primeros soplidos de la realidad. Una ola de descabezados y más inocentes muertos evidenciaron que la inseguridad es un hecho real, no algo fabricado por los medios” (La Jornada, 29/03/11).

En su oportunidad, la editorialista y conductora del noticiario matutino de mvs, Carmen Aristegui, llamó la atención alrededor del calificativo “mezquinos” que algunos firmantes le dirigieron a quienes no signaron el acuerdo, acotando, en su defensa, que tal y como ocurrió con Granados Chapa ni uno ni otro fueron invitados a suscribirlo. Respecto al acuerdo, argumentó que difícilmente podía justificarse una oposición a planteamientos que delinean un comportamiento res-ponsable y ético de los medios, “pero resulta imposible sacudir la sospecha –como diría el doctor Edgardo Buscaglia– de que la pretensión final de todo esto es: “gerenciar el flujo de la información”, uniformar coberturas e intentar modificar, desde los medios y no desde la transformación misma de esta realidad,

“Al buscar normar lo que debería ser evidente demuestra que la realidad es distinta a como quisiera que fuera” Luis Hernández Navarro

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la percepción social de lo que está pasando”. Y justo, especificó, “en el momento en el que todos los indicadores apuntan al fracaso de la estrategia gubernamental” (Reforma, 25/03/11).

Lo que la sociedad mexicana requiere en un contexto de creciente violencia, resumió Aristegui, no es “achatamiento” de los medios, sino “información clara, precisa, amplia, diversa, plural y crítica de los sucesos que marcan la vida nacional” (Reforma, 25/03/11).

De parte de los medios signatarios, así como de las figuras individuales que lo apadrinaron, el acuerdo recibió bienvenidas y protección, con excesos en algunos casos. Personajes como Carlos Loret de Mola, Ciro Gómez Leyva, Leo Zuckermann, Héctor Aguilar Camín y Federico Reyes Heroles, defendieron en sus espacios en medios de comunicación la llegada del acuerdo y sus propósitos, poniendo en relieve su importancia como réplica a la amenaza del crimen organizado.

Acaso una opinión más moderada fue la del director de la oficina de Article 19 para México y Centroamérica, Darío Ramírez, quien consideró que el acuerdo llegó tarde, después de 65 periodistas asesinados y 11 periodistas desaparecidos, para esa fecha. En entrevista con el portal informativo Animal Político, destacó que si bien es perfectible, se trata de un documento sin precedentes, concretamente por lo que toca a la perspectiva de los derechos humanos en las coberturas periodísticas, al respeto a las víctimas y a los menores, los mecanismos de protección a los que se comprometieron las casas editoriales, y la cultura de la legalidad.

En su informe Silencio forzado: el Estado, cómplice de la violencia contra la prensa en México, esta organización se posiciona en torno a la autorregulación periodística en los siguientes términos:

Es un acuerdo imperfecto, que no quede duda. Deja de fuera importantes temas que deben mejorarse en el periodismo nacional. Pero lo imperfecto no debe anular los aportes que tiene, por elementales que sean. La situación de emergencia que vive el periodismo en México nos obliga a redoblar esfuerzos y replantearnos caminos para hacer periodismo de manera segura.

Y añade:

Algunos críticos sostienen que el acuerdo es simplemente una guía de pe-riodismo básico. Tal vez lo sea. Pero lo que evidencia es que el periodismo que se ha estado haciendo tiene graves deficiencias. Si este acuerdo sirve para resaltar lo que se está haciendo mal y para eso necesitamos voltear a los principios básicos del periodismo, hagamos eso.

Article 19 advierte que, en todo caso, el acuerdo carece de elementos orientadores sobre su aplicación, basándose en principios generales que pueden difuminarse a la hora de su ejecución, concluyendo que la responsabilidad final de su atención recae en las empresas de comunicación y su disposición para invertir recursos y adoptar buenas prácticas periodísticas.

Con o sin acuerdo, concluye la organización defensora de la libertad de expre-sión, “no se puede omitir que el periodismo tiene que cambiar para satisfacer el derecho a la información de la sociedad”.

Un balance

Apenas un mes después de haber sido pactado, el Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia hizo agua y levantó una polémica tras un señalamiento del subsecretario de Normatividad de Medios de la Secretaría de Gobernación. Aunque la observación no fue sobre un manejo informativo, el titular de esta oficina, Héctor Villareal Ordoñez, indicó que la telenovela “La reina del sur”

contradecía el espíritu del acuerdo impulsado por Televisa al hacer apolo-gía del narcotráfico como vía para alcanzar poder económico y político (La Jornada, 24/04/11).

La telenovela, protagonizada por Kate del Castillo, fue producida por Te-lemundo y transmitida en el Canal 9 de Televisa. Está basada en la novela homó-nima del escritor Arturo Pérez-Reverte, y narra la historia de Teresa Mendoza, quien encabeza un poderoso cártel de droga en Europa después del asesinato de su pareja, involucrado en una red de narcotraficantes. El asunto derivó en la crítica del autor español al comentario del funcionario público, puntualizando que una injerencia en el guión ori-ginal de la producción supondría un acto arbitrario, y responsabilizando a las autoridades mexicanas por consentir el problema del narcotráfico (Reforma, 09/05/11). Por su parte, la actriz opinó que “censurar” la telenovela sería retró-grado (La Jornada, 03/05/11).

El tema es debatible porque, en efec-to, el espectro de aplicación del acuerdo no incluye este tipo de programas, no obstante, evidencia que la problemática en la que el acuerdo desea intervenir es más honda y compleja. Es la libertad de expresión y el derecho que tiene la sociedad a la información veraz y con-textualizada lo que está en juego.

Dos realidades más, en las que el acuerdo se mira en un espejo, son las posturas editoriales asumidas por los diarios locales El Diario, de Ciudad Juárez, y El Mañana, de Tamaulipas, por un lado, y los asesinatos de periodis-tas en el ocaso del sexenio de Calderón Hinojosa, por el otro. En relación con el ambiente de inseguridad que viven con mayor desventaja los medios lo-cales, sobresale la solicitud de tregua pedida por El Diario, en septiembre de 2010, luego del asesinato del reportero gráfico, Luis Carlos Santiago Orozco (2010), y la falta de resultados en las investigaciones del homicidio del pe-riodista Armando Rodríguez Carreón (2008). A diferencia de este caso, que fue previo al acuerdo mediático, a me-diados de mayo de 2010 El Mañana tomó la decisión de abstenerse de

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publicar información vinculada con la violencia. Días antes, sus instalaciones habían sido atacadas, por segunda vez, con armas de fuego y un artefacto explosivo.

Asociados a esta realidad, los asesinatos de periodistas revelan la profunda vulnerabilidad en la que se encuentra este sector de la población en aquellas geografías afectadas por la delincuencia organizada. Al 19 de mayo de 2012, la oficina local de Article 19 había documentado 46 homicidios de periodistas desde el inicio del sexenio calderonista, siendo Veracruz el estado más peligroso para la libertad de prensa con nueve asesinatos, y seguido por los estados de Chihuahua y Guerrero con siete y seis homicidios, respectivamente.

A través del Observatorio de los Procesos de Comu-nicación Pública de la Violencia –constituido por Héctor Aguilar Camín, José Carreño Carlón, Carlos Elizondo Mayer-Serra, Saúl López Noriega, Federico Reyes Heroles y Regina Santiago Núñez, en mayo de 2011, a fin de verificar el cumplimiento del acuerdo mediante informes trimestra-les– han sido condenados todo tipo de agresiones, ataques y amenazas contra periodistas y medios de comunicación. Por desgracia, parece que ante la ola de violencia desatada por la acción gubernamental de combate frontal al crimen organizado, el ejercicio periodístico queda en medio de la contienda y se suma a su lista de secuelas negativas.

Pese al acuerdo, para todos es sabido que México se ha convertido en uno de los países más riesgosos para el oficio periodístico.

A más de un año de su firma, es posible constatar que se ha avanzado en la consecución de sus siete objetivos. Como lo abrevió la representación en México de Article 19, el acuerdo es perfectible, pero sería un error no decir que más cerca está de un deseo acertado de profesionalización y protección de periodistas, que de aspirar a censurar la in-formación de la violencia. De cualquier modo, la gravedad del país no se nutre por la transmisión de los mensajes del narcotráfico, sino por la impunidad que deja en total despro-tección a quienes desempeñan una primordial y necesaria labor informativa para la sociedad entera.

La cobertura podrá ser ejemplar, sin embargo, si la im-punidad campea la realidad que habrá de reportarse, seguirá siendo la misma. De acuerdo con el informe Silencio forzado: el Estado, cómplice de la violencia contra la prensa en México, a seis años de la creación de la ahora Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión, esta instancia había integrado únicamente 27 acciones penales, obteniendo una sola sentencia condenatoria.

Arena vulnerable

En los años recientes, en una relación contrastante en más de un aspecto con el devenir de los medios de comu-nicación analógicos ha irrumpido en la realidad mexicana un nuevo actor colectivo: muy joven, mayoritariamente clasemediero, con niveles de escolaridad superiores al promedio y usuarios intensivos de las redes sociales, que

comienza a hacer sentir su capacidad de incidencia en el espacio público.

Esa nueva energía social ha tenido, no obstante, una incorporación turbulenta en la escena de una realidad mexicana convulsionada por el azote de la violencia, como pretenden mostrarlo las siguientes imágenes.

Twitter, con “t” de terrorismo

La tarde del jueves 25 de agosto de 2011 los medios de comunicación en México informaban de la aprehensión en Veracruz, por los cargos de sabotaje y terrorismo, de María de Jesús Bravo Pagola y Gilberto Martínez Vera, señalados como presuntos responsables de haber desatado, vía Twitter, una psicosis entre la población del puerto de Veracruz y de Boca del Río al alertar sobre supuestos ata-ques del crimen organizado a planteles escolares, lo cual provocó la movilización de cientos de padres de familia.

La acción de la Procuraduría General de Justicia (pgj) de Veracruz estuvo precedida por la veloz intervención del gobernador Javier Duarte quien, también vía Twitter, a la vez que desmentía la veracidad de las alertas, amenazaba con emprender acciones contundentes para castigar a quie-nes hubieran difundido los rumores en las redes sociales.

Y así fue, a partir de la declaración del gobernador el proceso de investigación y las diligencias judiciales trans-currieron a alta velocidad, a una velocidad inusualmente alta para los estándares de la justicia mexicana: la Policía Cibernética veracruzana los ubicó rápidamente y fueron aprehendidos para la realización de la averiguación previa 340/2011 abierta por la pgj veracruzana por el delito de terrorismo tipificado en el Código Penal del Estado de Veracruz, que califica como terrorista a todo aquel que

[…]utilizando explosivos, sustancias tóxicas, armas de fuego o por incendio, inundación o por cualquier otro medio realice actos en contra de las personas, las cosas o servicios al público, que produzcan alarma, temor, terror en la población o en un grupo o sector de ella, para perturbar la paz pública o tratar de menoscabar la autoridad del Estado o presionar a ésta para que tome una determinación [a quienes, dicha normativa promete] de tres a 30 años de prisión, multa hasta de 750 días de salario y suspensión de derechos políticos hasta por cinco años.

Desde ese día, por cortesía de las autoridades veracruzanas y para los efectos legales que a los interesados convenga, Twitter se convirtió oficialmente en un arma y su uso motivo de sospecha.

Gilberto Martínez y María de Jesús Bravo recibieron, el 1 de septiembre del 2011, auto de formal prisión y fue-ron recluidos en el penal de Coatepec. Ese mismo día, la

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pgj veracruzana emitió la declaración disuasoria de que otras 15 cuentas de Twitter eran investigadas.

Sin embargo, también desde el día mismo de la aprehensión de “los tuiteros de Veracruz” –apelativo con el que pronto fueron mejor conocidos– pudo obser-varse otra movilización, ésta de carácter civil, que acompañaría la defensa legal que los abogados Fidel Ordoñez y Cla-ribel Guevara hicieron de los inculpados y que a la postre lograría su liberación el 21 de septiembre, al conseguir de parte del gobierno de Veracruz el desistimiento de sus acusaciones.

Durante tres semanas, cientos, miles, de usuarios de las redes sociales, perio-distas y defensores de derechos humanos reivindicaron, de distinto modo y tono, el derecho de la ciudadanía a compartir información sobre el minuto a minuto de una violencia que las autoridades pre-tenden ocultar obcecadamente, con la complicidad o el temor de los medios de información convencionales.

Aunque el gobierno de Veracruz pretendió hacer pasar su desistimiento como un acto –en palabras del procu-rador Reinaldo Escobar– “de buena fe, legalidad, honradez, objetividad, imparcialidad, eficiencia y profesiona-lismo”, lo cierto es que en la opinión pública prevaleció la percepción de que con el retiro de sus acusaciones el gobierno veracruzano intentó, tarde y mal, atenuar los efectos de una “pifia jurídica”, como la calificaron los aboga-dos defensores de los tuiteros.

Asimismo subsistió la percepción de que la sociedad civil había consegui-do un provisional triunfo frente a un poder público no sólo poco re-ceptivo a las necesidades informativas de la ciudadanía sino intolerante frente a las iniciativas de autoges-tión en la materia. Eso subrayaba María de Jesús Bravo al abandonar el penal: “¡Éste es un triunfo de la libertad de expresión, de los tuite-ros y de la sociedad!”, al tiempo que agradecía el apoyo de los medios de comunicación, de “los tuiteros soli-darios” y de la sociedad de Veracruz “y del mundo”, quienes presionaron por su liberación.

Mensajes bajo un puente

Lamentablemente el desenlace de ese epi-sodio de la historia de las redes sociales en el México de la época de la “guerra contra el narcotráfico” no ha sido la norma en todo el territorio mexicano.

Sólo una semana antes de la libe-ración de los tuiteros veracruzanos, en Nuevo Laredo, Tamaulipas, ocurría una historia muy distinta; historia que el portal de cnn en su versión internacio-nal contó después a través del testimonio de Chuy, un tuitero de aquella localidad que solicitó el beneficio del anonimato.

Como muchos automovilistas de aquella ciudad fronteriza, Chuy cir-culaba la madrugada del martes 13 de septiembre de 2011 por la carretera que conduce al aeropuerto cuando advirtió el movimiento de dos cuerpos que pen-dían del puente peatonal en Los Mayas, el de una mujer de unos 28 años y el de un hombre de aproximadamente 25, ambos con visibles muestras de haber sido torturados antes de su asesinato.

Chuy confesaría después que lo que realmente lo asustó aquella mañana no fue tanto la visión de los dos cadáveres, aun cuando éstos habían sido seve-ramente ultrajados –el de ella con las entrañas expuestas–, sino los mensajes escritos en dos cartulinas colocadas junto a los cuerpos donde podía leerse con claridad un mensaje de Los Zetas: “Esto les va a Pazar [sic] a todos los relajes [soplones] del internet”.

Aunque la amenaza estaba dirigida especialmente a los sitios Al rojo vivo, Blog del Narco y Denuncia ciudadana –los tres bien conocidos por tratar temas de violencia e inseguridad y por ofrecer sus espacios a quienes deseen publicar información y mensajes de alerta sobre lugares y situaciones de riesgo en las ciu-dades fronterizas del norte de México–, Chuy se sintió directamente aludido y pensó: “Una de esas personas colgando del puente podría haber sido yo”.

En la reflexión de Chuy no había el menor ánimo retórico, él, como muchos otros ciudadanos durante los últimos años ha sido un activo usuario de Twitter y otras redes sociales como mecanismos de intercambio de información sobre la

violencia; información especialmente necesaria después que las autoridades municipales y estatales se empeñaron en restar importancia a la información sobre la acción de los cárteles en Tamau-lipas al grado, incluso, de “explicar” el estado de tensión generalizada entre la población como un fenómeno de “psicosis colectiva”.

Caminar sobre vidrios rotos

A la vista de tal actitud oficial –por cier-to no privativa de aquella entidad– no extraña que la Fundación de Periodismo de Investigación calificara a Tamaulipas como “un agujero negro informativo” en el informe titulado México: la nueva espiral del silencio (2011), donde se ase-gura que la prensa local reporta sólo el 1% de los incidentes de narcoviolencia y que, en el caso de Nuevo Laredo, lo único que se hace público son incidentes ocurridos del otro lado de la frontera, en Texas. Ese documento también consigna que Tamaulipas fue uno de los primeros estados en sufrir la violencia sistemática contra periodistas; allí –se subraya– el sistema de control a la prensa es la norma.

Esa combinación de condiciones: una violencia desbordada y ausencia casi absoluta de información, es la que, a decir de una de las editoras del Blog del Narco, hizo necesaria la creación de ese espacio, frecuentemente acusado de excesiva crudeza y amarillismo.

A mediados del año 2011, en en-trevista concedida en condiciones de anonimato al noticiario colombiano NTN24, la editora argumentaba la necesidad social de ese nuevo medio de información en contraste con el ya referido Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia, frente a cuyo propósito de discriminar la in-formación relativa a la violencia para impedir que los medios se convirtie-ran en “instrumentos involuntarios de la propaganda del crimen organizado”, señalaba que ese no era el verdadero tema: “no se trata de difundir la vio-lencia, se trata de que la gente tiene que saber en dónde está viviendo, la gente tiene que estar consciente de los riesgos que está pasando”.

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Y, frente a las imputaciones de amarillismo hechas contra el blog, agregaba que sus materiales no hacen más que dar cuenta de la realidad: “Son historias que realmente están pasando, no se están inventando; son la muy triste y muy cruda realidad”.

Al final de aquella entrevista, la editora del Blog del Narco acusaba al gobierno mexicano de instrumentar una amplia operación de censura en su contra; censura manifestada a través no sólo del ocultamiento de la información y las descalifica-ciones de los medios convencionales sino también de las restricciones establecidas por las empresas proveedoras de los nuevos servicios de comunicación e información, como Facebook y Youtube; no obstante, lejos estaba de imaginar el recrudecimiento del entorno que deberían enfrentar los usuarios de las redes sociales pocos meses después; de lo cual son muestra las historias ya referidas ocurridas en Veracruz y Nuevo Laredo.

El actual estado de cosas en el país ha hecho de los usuarios de las redes sociales uno de los colectivos más vulnerables, tanto o más que los periodistas que al menos se saben integrantes de un gremio.

La acción de los blogueros y tuiteros mexicanos se despliega en condiciones que recuerdan el territorio comanche que así definía Arturo Pérez-Reverte en la novela homónima:

[…]territorio comanche es el lugar donde el instinto dice que pares el coche y des media vuelta; donde siempre parece a punto de anochecer y caminas pegado a las paredes, hacia los tiros que suenan a lo lejos, mientras escuchas el ruido de tus pasos sobre los cristales rotos. El suelo de las guerras está siempre cubierto de cristales rotos. Territorio comanche es allí donde los oyes crujir bajo tus botas, y aunque no ves a nadie sabes que te están mirando.

Tiempo extra

En la escena mexicana actual, la relación violencia-medios/medios-violencia impone una honda reflexión respecto al papel de las empresas mediáticas en un clima de inseguridad y violencia. La mayoría de los medios están obligados a su-perar una visión cortoplacista alrededor de una problemática que les exige mirarse críticamente a sí mismos, de tal suerte que les sea posible cuestionarse a quiénes se deben, a quiénes están sirviendo, y por qué las redes sociales, con todo y su vulnerabilidad, gozan de mayor confianza y credibilidad.

En medio de esta problemática los medios tienen una gran oportunidad para verse al espejo y replantearse. Su labor original de vigilancia sobre lo público y de contrapeso ante eventuales abusos de poder debe ser encumbrada, toda vez que si, de fondo, no se erradican las raíces que dinamizan y reproducen la violencia, la respuesta seguirá siendo en términos de adaptabilidad en un entorno social que pide el cese de las actividades criminales. En esta ruta, los medios habrán de consi-derar que el respeto a sus audiencias, con un trabajo serio y profesional, constituye una clave para su propia subsistencia.

La mayoría

de los medios están

obligados a superar

una visión cortoplacista

alrededor de una

problemática

que les exige

mirarse críticamente

a sí mismos, de tal

suerte que les sea posible

c ue s t ionar se

a quiénes se deben, a

quiénes están sirviendo,

y por qué las redes sociales, con todo

y su vulnerabilidad, gozan

de mayor confianza y

credibilidad.

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Tamara Rubiños VarelaDoctoranda del Centro de Investigación en Criminología de la Universidad de Castilla-La Mancha (España)

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Resumo

Dende hai un tempo a esta parte, vense debatendo a mi-údo a relación dos xoves coa delincuencia. A isto, é preci-so engadir que, xeralmente, esta relación enténdese como produto dunha banda de xoves con fins criminais. Cer-tamente, hai que facer constar o carácter grupal dos xoves no plano delituoso, sen embargo, recentes inves-tigacións mostran que en España, os grupos xuvenís delituosos distan en grande medida de ser agrupacións criminais consolidadas e creadas coa finalidade de de-linquir. Reflexionar acerca dos xoves e as agrupacións xuvenís, entre elas, as bandas criminais, é o obxectivo principal deste artigo.

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Resumen

De un tiempo a esta parte, a menudo se viene debatiendo la relación de los jóvenes con la delincuencia. A esto es ne-cesario añadir que, generalmente, esta relación se entiende como producto de una banda de jóvenes con fines crimina-les. Ciertamente, hay que hacer constar el carácter grupal de los jóvenes en el plano delictivo, sin embargo, recientes investigaciones muestran que en España, los grupos juve-niles delictivos distan en gran medida de ser agrupaciones criminales consolidadas y creadas con la finalidad de delin-quir. Reflexionar acerca de los jóvenes y las agrupaciones juveniles, entre ellas, las bandas criminales, es el objetivo de este artículo.

Naquel momento rumoreábase, e segue a rumorearse sobre a rivalidade entre a nación Latin Kings e a Asociación Ñeta, e entre outros grupos latinos que habitaban nos barrios de Barcelona. Coñecéronse varios altercados entre xoves que en moitos dos casos se saldaron con vítimas. Perseguíronse as organizacións e aos seus xoves, perseguiuse a estética latina e a rapeira, e como é normal, a sociedade entrou nun estado de preocupación polos acontecementos, e pola intranquilidade que isto supuxo, sobre todo nos barrios onde hai poboación latina. A culpa coma sempre, levárona todos, sen discriminación e levárona coma sempre os máis débiles, os máis visibles e os máis ruidosos, moi poucas veces nos paramos a analizar porque pasa isto, se non será produto do sistema. A maioría dos movementos sociais xéranse en contestación ao mal funcionamento do sistema, ás diferenciais sociais e á falta de solución en evolucionar cara un mundo máis xusto.

Son palabras de Xaime López, coordinador do proxecto “Unidos por el Flow”, unha iniciativa de éxito xurdida en Barcelona, que tentou e logrou integrar a máis de 25 mem-bros de diferentes bandas latinas, dende sempre entendidas como rivais, nun proxecto musical común.

Nos últimos anos asistimos a un proceso de alarmismo da inseguridade cidadá, unha experimentación de medos da sociedade ante certos grupos e espazos sociais, nos cales se está a construír un imaxinario ao redor dos xoves que fixa sobre eles a desconfianza, inquietude e ameaza. Ao redor dos anos 90 deuse en España un aumento da alarma social sobre os enfrontamentos violentos e agresións entre grupos de xoves. A meirande parte desta atención veu dada polo tratamento outorgado a este tipo específico de comporta-mento de risco polos medios de comunicación (Rechea, 2008) xerándose un importante aumento da preocupación

social. O incremento progresivo de novas e outras referencias mediáticas sobre as condutas desviadas xuvenís, contribu-íu á propagación de estereotipos sobre os grupos de xoves con diferencias estéticas, aos que se asociaba cun tipo de violencia gratuíta, en moitas ocasións, moi alonxada da re-alidade. A “doutrina Giuliani” xurdida en New York en 1993 e estreitamente relacionada coa campañas de “Tole-rancia Cero”, actuou tanto nos ámbitos políticos como no dos medios de comunicación, coma unha caixa de reso-nancia de cualificacións e estigmatizacións que contribúen a xerar unha opinión pública sobre certos sectores sociais. Entre eles: sobre os xoves, inmigrantes, de clases baixas e de barrios marxinais. Así, dun xeito simplista e en grande medida infundado, contribuíuse a etiquetalos como “peri-gosos”, “drogadictos” ou “violentos” (Reguillo, 2000).

Sen embargo, contra a crenza xeral, os índices oficiais (en España) parecen intuír que a evolución da delincuen-cia xuvenil é que cada ano hai un menor número de delitos violentos en xeral (Rechea, 2008). En palabras de Laespa-da e Salazar (1999), “non é que ocorran máis actuacións violentas protagonizadas polos nosos xoves, senón que as que se producen teñen unha presenza moi significativa nos medios e, polo tanto, unha maior permanencia nas nosas retinas”. En calquera caso, a delincuencia xuvenil caracte-rízase sobre todo por constituír un fenómeno grupal (Rechea, 2000) e é pois neste sentido no cal debe ser analizada e interpretada a delincuencia cometida por xoves.

Falar de grupos xuvenís e delincuencia, é polo xeral interpretado como un fenómeno de bandas xuvenís con alta carga de perigosidade. Sen embargo, nada máis lonxe da realidade, os grupos de xoves adquiren distintas formas e manifestacións en función das motivacións que levaron á súa creación ou xurdimento, e tamén en función dos fins últimos da mesma. As máis habituais formas de grupos de menores son aquelas por completo alonxadas das condu-tas desviadas. Sen embargo, tampouco se pode obviar a efectiva existencia dalgúns grupos minoritarios de xoves con certa vinculación ás actividades antisociais, e final-mente, algúns outros aínda máis minoritarios cuxa razón de existencia é a conduta criminal. As principais razóns de diferenciación entre unhas e outras modalidades son prin-cipalmente a organización do grupo, perdurabilidade do mesmo e vinculación coa delincuencia grave. Non obstan-te, establecer onde se marcaría a diferenza entre as distintas tipoloxías e definir claramente que é unha banda xuvenil por contra ás outras manifestacións de agrupación xuvenil, é unha cuestión a día de hoxe pendente de consenso por parte dos seus estudosos.

O termo “banda” é un concepto que dado o variado uso do mesmo polas distintas institucións ou colectivos sociais, así como polos propios investigadores, englobaría unha multitude de agrupacións de diversas características. Asi mesmo, parece que para o común da sociedade e influ-ído isto polos medios de comunicación como se apuntou anteriormente, abonda con que exista un status xuvenil

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“Unidos por el Flow”, unha iniciativa de éxito xurdida en Barcelona, que tentou e logrou integrar a máis de 25 membros de diferentes bandas latinas, dende sempre entendidas como rivais, nun proxecto musical común.

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relacionado cunha serie de condutas imprudentes, para que o imaxinario social “entenda” que se está facendo referencia a unha banda xuvenil. E aproveitando as palabras de Downs e Hess (2000) estaríase transmitindo a idea dun “grupo de individuos altamente organizado, envolvido en asuntos de drogas e moi perigoso”.

O estudo das agrupacións xuvenís e a súa relación coa delincuencia remóntase á Escola de Chicago, pioneira en tratar de ofrecer unha diferenciación entre unha banda xuvenil, grupo relacionado coa delincuencia e aqueles outros conxuntos de xoves que nada tiñan que ver coa con-duta criminal. A partir da década dos 70 foron sucedéndose diversas aportacións a este estudo, das cales, a conclusión xeral foi que é preciso establecer unha tipoloxía de agrupacións xuvenís en función da súa vinculación coa delincuencia. Produto da falta de consenso teórico no signi-ficado do termo “banda”, xurdiu como resultado da asociación de expertos no tema, Eurogang Network: un grupo de estudo do fenómeno da delincuencia grupal xuvenil. Botando man dun dos seus máis destacados representantes, Juanjo Medina, por unha banda debería entenderse “un grupo es-table de xoves con presenza en espazos públicos que deriva a súa identidade grupal da participación en actividades deli-tuosas”. Asumida esta definición, para poder referirse a un grupo xuvenil como “banda” este debe reunir unha serie de criterios: estar formado por un mínimo de tres suxeitos de idade adolescente, que acostumen a pasar moito tempo xuntos e dispoñan dun espazo público onde pasar ese tempo, que dito grupo sexa estable en canto á súa antigüidade, e sobre todo e como criterio indispensable, que leve a cabo condutas ilegais en grupo.

O Centro de Investigación en Criminoloxía, da Universi-dade de Castilla-La Mancha, seguindo as pautas de Eurogang Network tratou de elaborar unha tipoloxía de grupos xuve-nís en relación aos mesmos coa delincuencia. Empregouse a metodoloxía de autoinforme , de xeito que un total de 4152 xoves de España responderon a diversas preguntas nas cales se trataba de coñecer a súa vinculación coas condutas desviadas. Os resultados derivados deste estudo mostraron que era posible distinguir catro tipoloxías de agrupacións xuvenís: grupo estable de amigos sen ningunha vinculación coas condutas delituosas; grupo de amigos susceptible de ser ilegal, serían aqueles que a pesar de que o suxeito manifeste que no seu conxunto de amigos hai unha valoración favora-ble ao feito de cometer condutas antisociais e/ou delituosas non manifestaron telo cometido; grupo xuvenil delituoso, aquel no cal ademais de estar ben visto facer cousas ilegais, se fan; e finalmente banda, serían aqueles que cumprindo con todos os requisitos anteriores, ademais se consideran a si mesmos membros dunha banda.

Os datos obtidos no estudo, mostraron que un 11.7% de xoves pertencerían a un grupo xuvenil delituoso, porcentaxe que se reducía a un 2.1% cando se preguntaba se se conside-raba ao grupo de amigos unha banda. Tratouse ademais de coñecer cales eran as actividades en contra da norma máis

habituais, do cal resultou curioso observar que a maioría das condutas antisociais que levan a cabo no grupo de ami-gos están máis relacionadas con aquelas de tipo vandálico que coas de tipo delituoso. É dicir, a maioría dos suxeitos finais (2.1%) manifestou que na súa banda se daban máis facilmente actos como o consumo de drogas ou roubos en establecementos comerciais (considerados condutas habi-tuais entre os adolescentes non indicadoras de criminal), que aquelas máis graves que supuxeran dano nas persoas ou forza nas cousas para roubar (obtendo estes últimos unha moi feble significación).

De todo o anterior, podería deducirse que a meirande parte dos grupos xuvenís, máis alá dun fin criminal, xorden coma un espazo de relación entre iguais, un espazo no cal achar a independencia emocional respecto das ou-tras institucións sociais como pode ser a familiar. A unión en grupos que crean a súa propia subcultura, complicida-des, linguaxe, comportamento, gustos, música ou forma de vestir (Landrove, 2007). Un proceso de socialización necesario que non necesariamente ten porque dirixirse á conduta delituosa.

Sinala tamén Juanjo Medina (2010) que outra das ra-zóns que moitos autores manteñen sobre o xurdimento das agrupacións xuvenís, é que representan o baleiro de poder deixado polo Estado ou aquelas institucións encargadas de velar pola exclusión social e o benestar social. Reflexión que dalgún xeito fai referencia á necesidade dalgúns xoves a compartir espazo cos seus iguais. Por exemplo, xoves in-migrantes recén chegados a un novo entorno no cal non son integrados e finalmente, rematan facendo unión con outros procedentes do seu mesmo lugar. Unha deixadez de protección por parte do Estado que pode conlevar a unha conduta de marxinalidade, a unha busca de recursos ou necesidades que en ocasións se acaban obtendo pola vía ilí-cita ante aos atrancos sociais a obtelos pola vía normativa.

Ou, por pechar tamén coas palabras de Xaime López, coordinador de “Unidos por el Flow”,

[…]o primeiro contacto que tivemos cos xoves da organización Latin King ou Ñeta, a finais do 2005, non foi tan diferente á que ti-vemos con outros xoves de outros colectivos, as súas formulacións e as súas necesidades eran e son semellantes ás de xoves que coñecen por primeira vez un centro xuvenil ou un espazo con recursos.

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Edgar CortezDefensor de derechos humanos/coordinador del Eje de Seguridad y Justicia en el Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia, A. C.

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1. ¿Dónde estamos?

En la actualidad la violencia en México tiene muchas manifestaciones y, por tanto, debemos hablar de ella en plural: violencias. Echemos una mirada sobre algunos de sus rostros. Empecemos por presentar parte de los resultados de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (envipe, 2011),1

elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (inegi):

• Durante el año 2010 fueron cometidos 22 millones 714 mil 927 delitos en México• Del anterior número, 20 millones 897 mil 336 no fueron denunciados, lo que representa el 92 por ciento y constituye la llamada “cifra negra”• Las principales causas por las cuales las víctimas no realizaron su denun-cia fueron la desconfianza en las autoridades y la inutilidad de hacerlo; representaron 48.5 por ciento del total de las razones argumentadas• En cuanto a la percepción de inseguridad, los ciudadanos conside-raron en 63% que los delitos han aumentado en su entidad y 69% se siente más inseguro en el estado donde actualmente vive.

Las cifras anteriores son el gran marco de la impunidad. En México, de los delitos denunciados sólo el 2% en promedio son investigados, juzgados y sancionados. En otras palabras, si alguna persona comete un delito, las posibilidades de enfrentar las consecuencias respectivas son más bien escasas.

Otra cifra que es necesario referir es la del número de personas asesinadas en el actual contexto de violencia. Dato que, de entrada, es difícil de precisar.

Recurriendo como metodología a la consulta de tarjetas informativas de las procuradurías estatales y de la federal; policías estatales y munici-pales, Sistema Nacional de Información, registros hemerográficos en los estados y a Organizaciones No Gubernamentales (ong’s) del país, [El semanario] zeta llegó a la conclusión que en cinco años y medio de la dministración del Presidente Felipe Calderón, han ocurrido en México 71 mil 804 ejecuciones.2

Respecto de estas personas muertas, en la gran mayoría de casos no existe una investigación que haga posible esclarecer las circunstancias reales de la muerte y tampoco quienes podrían ser los perpetradores o ejecutores. Los gobiernos, federal como locales, se circunscriben a sustituir la investigación por una mera explicación “oficial”, al decir que estas personas han muerto porque estarían vinculadas a la delincuencia organizada. No existe evidencia, sólo el dicho de la autoridad.

Peor aún resulta que muchas de estas víctimas no tienen ni siquiera identidad. Nadie sabe quiénes son. El mismo Semanario Zeta apunta lo siguiente.

De las 71 mil 804 ejecuciones registradas por [El semanario] zeta durante cinco años y medio, clasificadas por el Sistema Nacional de Información como homicidios dolosos cometidos “Por Arma de Fuego”, “Por Arma Blanca”, “Sin Datos” y “Otros”, 30 mil 957 corresponden a los rubros “Sin Datos” y “Otros”. Es decir, no se sabe la identidad del 43 por ciento.

1 Instituto Nacional de Geografía y Estadística, Encuesta Nacional de Victimización y percepción so-bre Seguridad Pública (2011) http://www.inegi.org.mx/est/contenidos/Proyectos/encuestas/hogares/regulares/envipe/default.aspx2 Semanario Zeta, El sexenio de 71 mil ejecuciones (28 de mayo de 2012) http://www.zetatijuana.com/2012/05/28/sexenio-de-calderon-71-mil-ejecuciones/

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Un tercer dato se refiere a los homicidios dolosos y la impunidad que también los rodea. De acuerdo con el estudio Seguridad y justicia penal en los estados: 25 indicadores de nuestra debilidad institucional,3 elaborado por la organización México Evalúa, encontramos conclusiones como las siguientes:

• A escala nacional, menos de dos de cada 10 homicidios intencionales se esclarecen y sancionan• Cuatro estados registraron los porcentajes de homicidio sin castigo más alarmantes durante 2010:

· Chihuahua 96.4%· Durango 95.4%· Sinaloa 93%· Guerrero 91.5%

• Además se trata de una tendencia al alza toda vez que pasó de 73.3% en 2009, a 80.6% en el año 2010. Esto significa que cada vez menos asesinatos son sancionados por las autoridades.

Este conjunto de datos, provenientes de diversas fuentes, apuntan en un mismo sentido: existe tal deterioro de las instituciones de justicia, que las probabilidades de que existan consecuencias en caso de cometer un delito son ínfimas.

Otra situación dramática son las masacres que se han multiplicado en los últi-mos tiempos: San Fernando, en Tamaulipas, donde en agosto de 2010 aparecieron 72 personas ejecutadas y meses más tarde, marzo y abril de 2011, se encontraron otras fosas y más personas asesinadas. Los casos de cuerpos de personas asesinadas lanzados en una avenida principal de Boca del Río, Veracruz, en septiembre de 2001, así como en Guadalajara en noviembre del mismo año.

En mayo de 2012, en sólo diez días conocimos de tres masacres: 23 cuerpos ha-llados en Nuevo Laredo; 18 más en Ixtlahuacán, Jalisco y casi cincuenta personas asesinadas en Cadereyta, Nuevo León.4 Lo anterior es sólo parte de un siniestro recuento que es mucho mayor y que, en la mayoría de los casos, deja impávido a casi todo el mundo.

Otra manifestación son las desapariciones de personas. Durante este periodo de violencia el número de personas desparecidas va en aumento aunque también es un número difícil de conocer con exactitud. Según el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias de Naciones Unidas (gtdfi), al final de su visita a México reportaba lo siguiente.

El gtdfi recibió información diversa sobre el número de desapari-ciones forzadas. Mientras que las organizaciones civiles de derechos humanos reportaron que –de acuerdo con sus estimaciones– más de 3,000 personas habrían sido desaparecidas en el país desde el año 2006, la cndh registró un aumento sostenido en el número de quejas sobre desapariciones forzadas, pasando de 4 quejas en el año 2006 a 77 en el año 2010.5

3 México Evalúa, Seguridad y justicia penal en los estados: 25 indicadores de nuestra debilidad institucio-nal (marzo 2012) http://flipflashpages.uniflip.com/3/28779/136190/pub/index.html4 Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia, A. C., Violencia extrema sin consecuencias (15 de mayo 2012) http://imdhd.org/media/Violencia%20sin%20consecuencias,%2015mayo2012.pdf5 Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas e Involuntarias de Naciones Unidas, Observaciones preliminares del Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas e Involuntarias de la onu al final de su visita a México (2011) http://www.hchr.org.mx/files/informes/ gtdfi.pdf

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Algunas organizaciones civiles, como Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en México (fundem), consideran que en México están desaparecidas, al menos, diez mil personas.

Los defensores y defensoras de derechos humanos tam-poco están a salvo y el riesgo en torno a su trabajo crece. Al respecto, la Comisión Interamericana de Derechos Huma-nos (cidh), en su Segundo informe sobre la situación de las defensoras y defensores de derechos humanos en las Américas presentó este panorama.

36. Respecto a México, la oacnudh (Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos) ha indicado que entre enero de 2006 y agosto de 2009 se presentaron 128 situaciones de agresiones o limitaciones a la labor de defensoras y defensores; de este total, cerca del 6% correspondería a violaciones del derecho a la vida. En un informe de actualización, la oacnudh señaló que se habrían sumado 37 agresiones en el período de septiembre de 2009 a octubre de 2010 ascendiendo los actos de privación arbitraria de la vida al 13% del total de las agresiones. Por su parte, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (en adelante cndh) durante ene-ro de 2005 a mayo 2011 documentó 27 casos en los que se evidenciaron privaciones de la vida en perjui-cio de defensores. Organizaciones de la sociedad civil han denunciado que entre 2006 y 2010 en México se habrían asesinado alrededor de 61 defensores y des-aparecido por lo menos a 4.[…]De acuerdo a la información recibida por la cidh, los ataques provendrían de actores no estatales per-tenecientes al crimen organizado así como a sectores opositores a las causas lideradas por las defensoras y defensores, sin que las autoridades impidan los ata-ques, y por el contrario, de acuerdo a la información recibida, habría ocasiones en que éstas solicitarían al crimen organizado realizar el “trabajo sucio” como método para eludir su responsabilidad.6

Otro grupo que está pagando un alto costo son los perio-distas. De acuerdo con datos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos han sido asesinados 82 comunicadores entre el año 2000 y junio de 2012. Estas cifras son las que permiten a Frank La Rue, relator para la libertad de expre-sión de Naciones Unidas, afirmar que: “México se ha con-vertido en el país más peligroso para ejercer el periodismo en las Américas”.

6 Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Segundo informe sobre la situación de las defensoras y defensores de derechos humanos en las Américas, cidh, 31 de diciembre de 2011. http://www.oas.org/es/cidh/defensores/docs/pdf/defensores2011.pdf

Lo dicho aquí no pretende ser un recuento de nuestras tragedias sino mostrar que el problema de la violencia e in-seguridad en el país es grave y al mismo tiempo plantear la pregunta: ¿los ciudadanos y ciudadanas qué podemos hacer?

2. ¿Qué podemos hacer?

Hay, sin duda, muchas causas que han originado la violencia e inseguridad que vivimos en México, voy a tocar un par de ellas: la teoría que inspira la seguridad que impone el poder político y la ausencia de participación en la tarea de crear seguridad.

Cuando nos adentramos a reflexionar sobre la seguri-dad es necesario tener presentes las siguientes preguntas.

¿Para quién es la seguridad? ¿Quién es el sujeto que debe ser asegurado?¿Qué valores éticos hay que asegurar?¿Qué amenazas a la seguridad se perciben?¿Con qué medios se puede garantizar la seguridad? ¿Qué instrumentos y políticas son necesarias?

Bajo la guía de estas preguntas podemos decir que, en México, los gobiernos, federal y locales, llevan adelante una seguridad moldeada bajo el paradigma de la seguridad pública.

Podemos decir que la seguridad pública busca la defensa del orden público estatal frente a un enemigo interno (amenaza) y tiene un marco institucional nacional con características represivas (policía, justicia y cárcel).

Esta seguridad presenta, entre otras, las siguientes características:

a) El Estado es el sujeto de la seguridad, lo que se preserva son sus instituciones y muchas veces a las élites políticasb) La seguridad es una atribución del poderc) El objetivo de la seguridad es el “orden pú-blico” y éste lo definen quienes tienen el poderd) El ciudadano es un espectadore) El aparato de seguridad funciona al margen de los ciudadanos e incluso en contra de ellos.

Esta estrategia de seguridad da lugar a un conjunto de po-líticas hegemónicas y pretendidamente universales que no aceptan disidencia a pesar de su ineficacia.

En México, lo hecho por el presidente Calderón se ins-cribe aquí. Él ha definido que la delincuencia organizada es el enemigo interno; él decidió que toda la estrategia fue-ra contra esa delincuencia a pesar que sus delitos son un número menor en relación con todo el universo delictivo que viven las personas. Como lo que hay que garantizar es la seguridad del Estado y sus instituciones, los más de setenta mil muertos son “daños colaterales”. El presidente

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En México, lo hecho por el presidente Calderón se inscribe aquí. Él ha definido que la delincuencia organizada es el enemigo interno; él decidió que toda la estrategia fuera contra esa delincuencia a pesar que sus delitos son un número menor en relación con todo el universo delictivo que viven las personas.

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decide que no hay otro camino y ni por asomo cree que habría que preguntarle a la población.

Este modelo está en cuestión desde hace tiempo y en diversas partes del mundo hay búsquedas para responder de otra manera a las preguntas esenciales arriba formuladas. En América Latina existen varios esfuerzos encaminados a poner en práctica lo que se ha llamado seguridad ciudadana.

Respecto de la seguridad ciudadana podemos decir que se refiere a la necesidad de mantener y potenciar las relaciones interpersonales en el marco de la ley y la cultura, para lo cual tienen presencia un conjunto de instituciones públicas (municipio, justicia, cárcel) y sociales (universidades, medios de comunicación, defensores de derechos humanos).

Al respecto la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (cidh), al referirse a la seguridad ciudadana, menciona lo siguiente:

[…] desde la perspectiva de derechos humanos, cuando en la actuali-dad hablamos de seguridad no podemos limitarnos a la lucha contra la delincuencia, sino que estamos hablando de cómo crear un am-biente propicio y adecuado para la convivencia pacífica de las perso-nas. Por ello el concepto de seguridad debe poner mayor énfasis en el desarrollo de las labores de prevención y control de los factores que generan violencia e inseguridad, que en tareas meramente represivas o reactivas ante hechos consumados.7

Conviene señalar que cuando usamos el adjetivo “ciudadano” para cualifi-car a cierto tipo de seguridad, el término no se usa en sentido restringido, es decir, persona mayor de edad y de origen nacional; sino que se usa en el sentido de una seguridad de y para los ciudadanos y las ciudadanas, entendidos como personas con derechos.

La seguridad ciudadana tiene, entre sus características, las siguientes:

• Privilegia lo preventivo• Se desarrolla con y para la gente• Los derechos humanos de las personas son los indicadores de éxito• Supone una política social que satisfaga los Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (desca)• Se construye fundamentalmente desde abajo y con la participación de la gente.

Otra consecuencia de la prevalencia del modelo de seguridad pública es que hemos dejado esa tarea en manos de los “expertos” y de los políticos, quedando la ciudadanía totalmente fuera de la tarea de construir seguridad.

Desde esta otra perspectiva, seguridad ciudadana, el desarrollo de ella es una corresponsabilidad en donde autoridad y ciudadanos diagnostican, diseñan, implementan y evalúan el quehacer. Por tanto, hoy tenemos el gran reto de involucrarnos para desarrollar seguridad ciudadana en nuestro entorno, generar conocimiento social al respecto y hacer que la seguridad sea una tarea ciudadana y parte de las responsabilidades sociales cotidianas.

Ojalá que la campaña universitaria 2012 por la Paz, la Justicia y la Seguridad ciudadana sea una vía propicia para generar interés y, sobre todo, compromiso para mejorar cada uno de los temas que integran la campaña.

7 Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Informe sobre seguridad ciudadana y derechos humanos (2009) http://www.oas.org/es/cidh/docs/pdfs/seguridad%20ciudadana%202009%20ESP.pdf

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A las 9:40 de la noche Carmen llamó a su casa para avisar que iba para allá, pero

nunca llegó. Sus familiares, preocupados, llamaron a su celular toda la noche y éste re-

mitía al buzón. En la madrugada siguiente, un hombre llamó un par de veces, avisaba

que ella estaba bien y colgaba. A lo largo de todo ese día, continúan recibiendo llama-

das de este hombre, pero no consiguen comunicarse con ella. El tercer día, los familiares

acuden a la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Puebla y a la Presidencia

de la Junta Auxiliar correspondiente a su domicilio; en ambas instancias les dicen que

no podían hacer nada porque no les correspondía y ella ya era mayor de edad. Ante

su insistencia, los envían a un Ministerio Público (mp) y éste los remite a la Agencia

del Ministerio Público Especializada en Delitos Sexuales y Violencia Intrafamiliar de

la Procuraduría General de Justicia del Estado de Puebla, localizada en el centro de

la ciudad. Llegan a esta Agencia hasta el cuarto día donde no pueden iniciar ningún

trámite sino hasta proporcionar fotografías de la desaparecida y testigos de las llamadas

telefónicas. Al quinto día uno de los familiares acude por segunda vez a la Agencia Es-

pecializada, con las fotografías solicitadas y acompañado por los testigos. Ahí, se acerca

a una abogada para preguntarle cómo hacía para levantar una denuncia, y la agente,

le preguntó que para empezar quién era él y qué quería, el familiar narra los hechos,

la agente le dice que “ahorita no podría atenderlo”, si quería en dos horas, porque

había mucha gente. Dilata hora y media en la sala de espera, hasta que es atendido.

Levanta la denuncia y el trámite para levantarla duró otra hora y media. La agente

del Ministerio Público dijo que se giraría el oficio y un agente judicial se encargaría de

la averiguación. Citan al familiar para el día siguiente, pero después de cinco días de

ausentarse del trabajo, por motivos laborales, el familiar no pudo acudir. Al séptimo

día de su desaparición, entre las 1:00 y 2:00 pm, Carmen contesta el teléfono móvil,

habla con su madre, avisándole que se encuentra bien, entonces el familiar acude a

la Agencia con la intensión de retirar la constancia de hechos; le dijeron que Carmen

tenía que presentarse personalmente para hacer una nueva acta que anule la anterior,

de lo contrario la denuncia seguiría activa. No se sabe qué pasó con Carmen después.

Anahí Espíndola PérezInvestigadora del Observatorio de Violencia Social y de Género, Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría sj, Ibero Puebla

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La historia de Carmen ejemplifica el camino complicado que viven muchas familias cuando emprenden la búsqueda de uno de sus integrantes que ha desaparecido. El tiempo transcurre de manera implacable entre que se dan cuenta de la desaparición; buscan por medios conocidos; preguntan entre otros familiares y amigos; deciden pedir ayuda a las autoridades, no saben a dónde acudir y cuando eligen una, ésta no sabe cómo responder o evade su responsabilidad; y juntan las pruebas para dar inicio al trámite. Una vez em-pezado éste, la duda persiste. ¿Qué garantías hay de que se inicie la investigación?

La ausencia de un procedimiento penal explícito

para esclarecer la desaparición de personas

La desaparición de personas es un problema de seguridad humana en tanto limita la capacidad de éstas para ejercer sus opciones de vida de manera libre y segura. Como se verá en este artículo, el número de personas que desaparecen en México está creciendo aceleradamente, sin que el sistema logre hacerlo justiciable, debido al aumento de la violencia social y a la ausencia de reglas procedimentales claras para su atención.

La falta de atención de las autoridades frente al hecho de la desaparición de personas no es privativa de un Ministerio Público o autoridad local. Frente al incremento de la violencia social, dicha desaparición se ha incrementado y ni siquiera existen cifras confiables al respecto, porque el fenómeno re-baza la capacidad de respuesta de las autoridades, o porque es conocido que muchas de ellas están coludidas con grupos criminales. Por mencionar un dato, hasta abril de 2011, los cuerpos no identificados o no reclamados, dispuestos en fosas comunes a lo largo del país, se calculaban en 10 mil (Dávila, 2011). La mayoría de estos cuerpos corresponden a personas que se encuentran desaparecidas para sus fami-liares, aunque muchos de éstos no denuncian por miedo a que aparezcan muertos después de enterarse las autoridades.

En abril de 2011, según se narra en un reportaje de la revista Proceso número 1798, con el descubrimiento de ce-menterios clandestinos en el municipio de San Fernando, que une a Reynosa y Matamoros con Ciudad Victoria, en tres días llegaron a la morgue local 145 cadáveres de personas asesinadas y con carácter de desconocidas, lo que provocó la llegada de 400 familias de todas partes del país, principal-mente del norte, que buscaban a sus parientes desaparecidos. Frente a esta demanda las autoridades tuvieron que instalar un Ministerio Público fuera de la morgue para atender las denuncias de los familiares, que era condición previa, para que se les recogiera su sangre para el cotejo genético. Sólo así, los familiares se animaban a denunciar (Turati, 2011b).

En este caso, la desaparición ligada a la comisión del de-lito de homicidio es evidente. No obstante, todos los días se reportan personas extraviadas o desaparecidas, sin saber qué propició el hecho. El problema es que cuando se busca la ayuda del ministerio público, con frecuencia ocurre que

éste evade la responsabilidad, bajo el argumento de que la desaparición no implica por sí misma la comisión de un delito, y hasta descartar que no hubo consentimiento o voluntad de la persona desaparecida, y contar con la evi-dencia de que los hechos están vinculados con la comisión de algún delito, no se puede iniciar una denuncia y su consecuente investigación ministerial.

Entonces, a los familiares les queda la opción de levantar una constancia de hechos o un reporte de extravío a través del servicio de Locatel. Este último es un servicio que consiste en buscar en instituciones públicas, como hos-pitales, delegaciones de policía, morgues, etc., a la persona registrada como extraviada. Pero esto no es igual que una investigación ministerial porque legalmente, tanto la cons-tancia de hechos como los reportes de Locatel, carecen de un carácter vinculante tal que obligue al Ministerio Público a considerarlos como material probatorio en la investiga-ción de los hechos.

Levantar una denuncia e iniciar una averiguación previa sí les corresponde a las autoridades del Ministerio Público. De acuerdo con el artículo 20 Constitucional, en donde se establecen los principios del proceso penal se asienta que “el proceso penal tendrá por objeto el esclarecimiento de los hechos, proteger al inocente, procurar que el culpable no quede impune y que los daños causados por el delito se reparen…” Es decir, primero está la labor de “esclare-cer los hechos” y ver si a partir de la investigación se está frente a la comisión de un delito. En el siguiente artículo, el 21 Constitucional, incluso se establece que “la investi-gación de los delitos corresponde al ministerio publico...”. Por tanto, no debería ser obligación del familiar probar que hubo un delito como condición para poder levantar su denuncia, por el contrario, corresponde al Ministerio Público, atender la denuncia, investigar si existe algún delito, integrar la averiguación y entonces, canalizarla al Poder Judicial para que el juez determine la existencia del delito.

Desde la perspectiva de los derechos humanos, la desaparición de personas es un problema de todo el Estado, no sólo del sistema de justicia, porque él es res-ponsable de garantizar el respeto a estos derechos. Lo anterior supone que, ya sea que la desaparición ocurra por la comisión de un delito, o por voluntad de la persona, el Estado tiene la responsabilidad sobre estos hechos, independientemente de la naturaleza de ellos. En el primer caso, porque es incapaz de garantizar la seguridad y la justicia, en el segundo porque no está dando garantías para la libertad, y por ello las personas desaparecen “voluntariamente”.

En materia jurídica internacional los esfuerzos se han orientado a la figura de la “desaparición forzada”, la cual se aplica en los casos donde agentes del Estado se ven involucrados directamente en los hechos de la desaparición, incluyendo la negativa a informar sobre una persona privada de la libertad por ellos. Ésta se define como:

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“el proceso penal tendrá por objeto el esclarecimiento de los hechos, proteger al inocente, procurar que el culpable no quede impune y que los daños causados por el delito se reparen…”

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[…] por “desaparición forza-da de personas” se entenderá la aprehensión, la detención o el secuestro de personas por un Estado o una organización política, o con su autoriza-ción, apoyo o aquiescencia, seguido de la negativa a in-formar sobre la privación de libertad o dar información sobre la suerte o el paradero de esas personas, con la in-tención de dejarlas fuera del amparo de la ley por un pe-riodo prolongado (Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional de 2002, citado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos, 2010).

En este sentido, quedan fuera del concepto los casos donde la responsa-bilidad del Estado está fincada en su incapacidad para garantizar la libertad y seguridad de las personas.

La figura de desaparición forzada tampoco abarca los casos en que la desaparición de la persona es contra su voluntad, pero perpetrada por agentes que no pertenecen al Estado, porque ésos son traducidos en delitos, como el de privación ilegal de la libertad en los códigos penales.

No obstante, la sentencia del Caso Campo Algodonero vs. México, emi-tida por la Corte Interamericana de Derechos, con fecha 16 de noviembre de 2009 sienta un antecedente que deja clara la responsabilidad directa del Estado frente al hecho de desapa-rición de tres mujeres que terminaron siendo asesinadas: Claudia Ivette Gon-zález, Laura Berenice Ramos Monárrez y Esmeralda Herrera Monreal. En la sentencia se señala, entre otras cosas, la falta de políticas de prevención de la si-tuación por parte de las autoridades es-tatales, pese a la existencia de un patrón de violencia contra mujeres y niñas, y el incumplimiento del Estado de su deber de investigar –y con esto de su deber de garantizar– los derechos a la vida, in-tegridad personal y libertad personal. Además, de la violación de los derechos

de acceso a la justicia y protección judi-cial, consagrados en los artículos 8.1 y 25.1 de la Convención Americana.

Entonces, la falta de un procedi-miento claro para actuar frente a la desaparición de personas, la existencia de figuras ambiguas como el extravío de personas, así como la carencia de una figura jurídica que abarque los casos de desaparición “no forzada” y obligue a las autoridades a iniciar de una inves-tigación ministerial bajo el protocolo de una debida diligencia en derechos humanos, dificulta al personal del sis-tema de justicia para actuar de manera homogénea y coordinada frente a los hechos de desaparición, y esto, a su vez, limita el correcto registro de las denun-cias para medir el nivel de riesgo en que se encuentran viviendo las mujeres en un determinado espacio. Y mientras esto sigue sin discutirse en los espacios adecuados, los casos de desaparición si-guen sucediéndose.

Aunque ambos son importantes: no es lo mismo la desaparición de un hombre que de una mujer

Mujeres y hombres desaparecen pro-ducto de la violencia, pero expresada de manera diferente. La mayoría de los 10 mil cadáveres mencionados líneas arriba (Dávila, 2011) eran de hombres, lo cual no sorprende tomando en cuenta que hablábamos de personas ejecutadas por hechos vinculados al crimen organizado. La violencia contra los hombres está ma-yormente ligada a la clases sociales y a la edad, mientras que en las mujeres a su condición de género. Los hombres po-bres son desaparecidos y asesinados por ser forzados a formar parte de las filas de los sicarios y participar en el crimen organizado, mientras que los hombres de otras clases sociales (y en una propor-ción menor, las mujeres) son secuestrados o asesinados para obtener sus bienes.

En cambio, las mujeres que des-aparecen siendo víctimas del crimen organizado, lo hacen como resultado de la violencia sexual, incluida en esta categoría el comercio sexual, como en el caso del delito “de trata”, y en menor

proporción para los servicios “domés-ticos” de estos grupos (ser cocineras, lavanderas, cuidadoras, etc.). Un grupo seriamente afectado por el comercio sexual es el de las mujeres transmigran-tes. Otra forma de violencia sexual, vinculada a las desapariciones, son los ataques sexuales, violaciones o femi-nicidios cometidos por los cuerpos de seguridad en contra de las mujeres. En Ciudad Juárez, caso internacional-mente conocido por la desaparición y asesinato sistemático de mujeres, organizaciones de la sociedad civil han denunciado que: “A partir de 2008, cuando la violencia se incrementaba y cuando el presidente decidió mili-tarizar la ciudad, las desapariciones de mujeres se incrementaron en 400%” (Turati, 2011a).

También hay una proporción de mujeres involucradas en el crimen organizado, principalmente por sus pa-rejas. En estos casos, por ambos lados –policías y criminales–, las mujeres son desparecidas y asesinadas con huellas de violencia sexual extrema como escar-miento, o tomadas como botín de guerra. Esto último es una situación cada vez más extendida, que afecta a mujeres que ni siquiera tienen vinculación con la delincuencia.

Empero los recientes hechos de aumento de la violencia social y su amplia difusión, opacan problemas estructurales que han afectado a las mujeres desde siempre y que encuen-tran en la violencia de género en el ámbito familiar una de sus expresio-nes más sentidas. Consecuentemente, un número considerable de mujeres desaparecen todos los días por la vio-lencia que sufren de sus parejas, ya sea que éstas las rapten o asesinen, o bien, provoquen que huyan por la violencia y encierro que viven en sus hogares o entorno. Este problema, lejos de ha-ber quedado resuelto por la aparición de nuevas leyes y la extensión de pro-gramas “contra la violencia hacia las mujeres”, se agudiza cuando es margi-nado en la agenda política en aras de otras violencias “urgentes”, que otor-gan mayor capital político a quienes las combaten.

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En Puebla, hace dos años, se publicó un reportaje con el siguiente título: “Se extiende en Puebla la Violencia Feminicida” (cimac, 23/11/09), el cual colocó en la opinión pública el hecho de la existencia de 3 mil mujeres desaparecidas de 2005 a junio de 2009. Esta cifra colocaba a la entidad con una cifra superior de mujeres desaparecidas que en Ciudad Juárez, e incluso en el resto del país, ya que en 2011 las cifras indican que:

[…]según el reporte preliminar, dado a conocer el 31 de marzo, el gtdfi (Grupo de Trabajo sobre Desaparición Forzada o Involuntaria de la onu) señala que, en varios estados del país “más de 3 mil personas habrían desaparecido desde 2006”; en ese mismo periodo la Comisión Nacional de los De-rechos Humanos (cndh) integró 283 expedientes por desaparición (Díaz, 2011).

El impacto del reportaje alcanzó el estatus de escándalo, de-bido al descuido con que la Procuraduría General de Justicia del Estado de Puebla, y otras autoridades, como la Comi-sión de ddhh y los diputados respondieron. Primero con frases como “las mujeres se van con los novios”, para des-pués minimizar la cifra porque “eran llamadas telefónicas”. 1

Si bien, la evidencia apunta a que, efectivamente, la ma-yoría de los datos no corresponden a denuncias, sino a re-gistros de Locatel, este escándalo tuvo raíz en la incapacidad de las autoridades para seguir un protocolo de investigación para el caso de personas desaparecidas, que incluyera el re-gistro en un banco de datos de éstas y la publicación de casos y estadísticas al respecto. En el caso de las mujeres, el inicio de las investigaciones se ve sumamente entorpecido por la discriminación. La sentencia del Caso Campo Algodonero vs. México dedica todo un capítulo a las actitudes discrimi-natorias de las autoridades. En el párrafo 151 se describe:

La Comisión y los representantes alegaron que las actitudes de las autoridades estatales frente a los homicidios de mujeres en Ciudad Juárez, eran no-toriamente discriminatorias y dilatorias, situación que la Comisión describió como un “alarmante patrón de respuesta y concepciones estereotipadas de las mujeres desaparecidas”. En particular, el pa-trón “se manifestaba en la percepción de los fun-cionarios estatales que la búsqueda y protección de mujeres reportadas como desaparecidas no era importante” e implicaba que en un principio las

1 Al respecto se puede consultar la investigación sobre el Informe de Mujeres Desaparecidas en el Estado de Puebla desde 2005 hasta 2009, realizado por el Observatorio de Violencia Social y de Género de la Ciudad de Puebla (ovsg-Puebla-uiap) durante los años 2010 y 2011; actualmente el informe se encuentra en proceso de revisión para su publicación, pero unos primeros avances de esta investigación se publicaron en Programa de Género y vih, 2011 y Programa de Género y vih, 2012.

autoridades se negaban a investigar (Red por la Vida…, 2010).

A la discriminación se añade la experiencia de las autori-dades de que las mujeres desaparecen, principalmente, por tres causas: 1) se fugan con el novio y “la mayoría” de los parientes sabe dónde están, pero las reportan para que las autoridades las regresen; 2) las mujeres se fugan del hogar por la existencia de problemas familiares; y 3) Las mujeres huyen de la pareja (principalmente por problemas de vio-lencia conyugal) y ésta reporta a ellas o a sus hijos, para localizar su escondite.

Ninguna de las tres causas mencionadas debiera ser motivo de vacilación en la investigación. Si una menor de edad huye con un novio mayor de edad estamos frente a la existencia del delito de corrupción de menores. Si la mujer tuvo que huir de su casa para alejarse del marido o de su familia, existe la probabilidad de que sea por vio-lencia familiar, y éste también es un delito, que además se persigue de oficio. En el estado de Puebla, en el año 2011, hubo 75 homicidios de mujeres; en los casos que se conoció al responsable, la mayoría había guardado re-lación de pareja con la víctima y en varios ésta había sido reportada como desaparecida. Además hubo 70 casos de suicidio de mujeres.

Asimismo, ninguna mujer tendría por qué huir de su lugar de origen, familia o comunidad, mucho menos desaparecer de manera “voluntaria” debido a que, como ciudadanas, tenemos libertad de tránsito que implica una obligación de parte del Estado de garantizar las condicio-nes necesarias para este efecto. Cuando los motivos de desaparición de mujeres son la discriminación o la violencia, el Estado ha fallado en garantizar sus derechos humanos. Por consiguiente, la desaparición no puede ni debe que-darse en las dependencias de procuración de justicia, sino que debe ampliarse la responsabilidad a todos las depen-dencias consideradas en el Sistema Estatal de Prevención, Atención, Sanción y Erradicación de la Violencia, contem-plado en la ley.2

Paradójicamente Chihuahua, a raíz de la violencia contra las mujeres en Ciudad Juárez, cuenta con los mayores avances en materia de protocolos –como el de Alba– y en introducir reformas al Código Penal con pers-pectiva de género. El cuadro 1 muestra las buenas y malas prácticas de actuación en los hechos de desaparición de personas. Las buenas prácticas fueron recuperadas con base en reglas procedimentales asentadas en diferentes instrumentos jurídicos de Chihuahua y en el propio Pro-tocolo de Alba. Las malas, son recogidas de las prácticas que se obtuvieron de testimonios como el de Carmen, narrado al principio de este artículo.

2 Ley General de Acceso a una Vida Libre de Violencia del año 2007.

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Mientras la respuesta de las autoridades sea la evasión mediante el señalamiento de las víctimas, o dejar a los familiares el peso del aporte de las pruebas de la comisión de un delito, poco se va a hacer para obtener una respuesta eficiente ante los hechos de la desaparición.

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Cuadro 1. Malas y buenas práct icas de inves t igación en caso de desapar ic ión de personas

Malas prácticas Buenas prácticas

- Posponer la investigación 24 o 48 horas después y a condición de la ratificación por el familiar- Levantar constancia de hechos y esperar un nuevo evento para elevar la averiguación- Imponer un trámite mediático entre las autoridades y los familiares- Limitar la participación de los familiares en las diligencias- Mantener la búsqueda en privado- No brindar apoyo psicológico a los familiares- Negarse a la búsqueda si han tenido contacto con la víctima.

-Reporte a las autoridades lleva a la búsqueda inmediata de la víctima-Derecho a interponer una denuncia-Ya interpuesta, el mp inicia carpeta de averiguación. Brinda una copia al familiar-El policía ministerial encargado de las averiguaciones debe estar en contacto con los familiares-El familiar puede solicitar diligencias (que interroguen a ciertas personas, revisen lugares, etc.) -Derecho a la coadyuvancia-Derecho a cambiar al mp si no estás conforme-La autoridad debe hacer un volante y distribuirlo-Derecho a asistencia psicológica a familiares durante el proceso-La búsqueda continúa aun si la desaparecida se comunica por teléfono.

Fuente: ovsg-Puebla-uia (2012), Informe de Mujeres Desaparecidas en el Estado de Puebla, 2005 a 2009.

Es necesario resaltar que las primeras 48 horas son vitales para dar con una mujer desaparecida, en este sentido el Protocolo de Alba se distingue por iniciar la investigación de inmediato, sin que transcurran las 48 o 72 horas reque-ridas en un mp común. También resulta urgente, como se recomienda en la sentencia de Campo Algodonero, una coordinación entre autoridades federales, estatales y municipales para la atención, reacción, coordinación y vin-culación ante desaparición, además de la obligación de las autoridades de conocer plenamente el proceso de denuncia e inicio de la investigación.

Consideraciones finales

Mientras la respuesta de las autoridades sea la evasión mediante el señalamiento de las víctimas, o dejar a los fa-miliares el peso del aporte de las pruebas de la comisión de un delito, poco se va a hacer para obtener una respuesta eficiente ante los hechos de la desaparición. Urge que las autoridades establezcan reglas procedimentales, bajo el es-quema de una debida diligencia desde la perspectiva de los derechos humanos, ante el hecho de la desaparición, y que generen estadísticas por sexo y de violencia con perspectiva de género, para tener en cuenta y hacerse responsables de los riesgos que sufren las mujeres que habitan dentro de un determinado territorio.

Cabe mencionar que el 8 de febrero de 2012, el pro-curador general de Justicia del estado de Puebla, Víctor Antonio Carrancá Bourget, anunció (E-Consulta, 8/2/2012) que, de acuerdo con los resolutivos de la Corte Interameri-cana de Derechos Humanos, Puebla ya cuenta con cuatro proyectos de protocolos en la materia: 1) el Protocolo para la Búsqueda y Localización de Mujeres Desaparecidas; 2) el Protocolo para la Investigación de Delitos Cometidos

con Violencia Sexual en Agravio de Mujeres; 3) el Protocolo para la Investigación de los Delitos y Homicidios Dolosos en contra de Mujeres, y 4) el Protocolo para la Investigación en Materia de Trata de Personas. Hasta el momento de entregar este artículo, dichos protocolos no se encuentran publicados todavía en la página web de la Procuraduría; seguiremos en la espera de observar su contenido e implementación.

A nosotras, como promotoras de los derechos humanos, además de apoyar en la difusión de estos protocolos, nos corresponde seguir insistiendo en la prevención de la violen-cia desde el combate de la desigualdad, para que hombres y mujeres no se involucren con la delincuencia ni tengan que desaparecer “voluntariamente”.

Bibliografía

Comisión Nacional de Derechos Humanos (2010), Armonización de la Legislación de las Entidades Federativas Respecto a los Instrumentos Interna-cionales de Derechos Humanos, México.Dávila, Patricia (2011), “Pura Estadística” en Proceso, revista semanal, núm. 1811, 17 de julio de 2011, México, 6-11.Díaz, Gloria Leticia (2011), “Clamor por los desaparecidos” en Proceso, revista semanal, núm. 1798, México, 10-12.Programa de Género y vih (2011), “Mujeres Desaparecidas y Trata en Puebla” en Hacerse cargo de la realidad. Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría, sj, Universidad Iberoamericana Puebla, México. Programa de Género y vih (2011), “Mujeres Desaparecidas y Trata en Puebla” en Hacerse cargo de la realidad, Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría, sj, Universidad Iberoamericana Puebla, México. Red de Investigadoras por la Vida y la Libertad de las Mujeres (2010), Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y Peritaje del Caso Campo Algodonero vs. México, Serie por la Vida y la Libertad de las Mujeres, México. Turati, Marcela (2011a), “Las desaparecidas de Juárez” en Proceso, revista semanal, núm. 1813, 31 de julio de 2011, México, 11-13._______ (2011b), “La descomposición nacional”, en Proceso, revista sema-nal, núm. 1798, 17 de abril de 2011, México, 6-9.

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Autor: Antonio AudiracObra: Espacio posible I

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De acuerdo con los especialistas en el tema, la seguridad ciudadana tiene dos

dimensiones principales: una objetiva y una subjetiva (Otamendi, 2009). La

primera se relaciona con la materialización de los actos que vulneran la inte-

gridad de los ciudadanos y la segunda se refiere a la mayor o menor sensación

de seguridad que éstos manifiestan, independientemente de lo que las estadís-

ticas sobre delitos cometidos indiquen. En México la inseguridad ciudadana

objetiva y subjetiva ha crecido significativamente en años recientes; el detona-

dor, que no el origen, generalmente se asocia con la violencia causada por el

combate al narcotráfico. En este sentido, el problema de seguridad ciudadana

está íntimamente ligado a un problema de seguridad nacional. En este espacio

presento algunas reflexiones sobre el problema de seguridad ciudadana desde la

perspectiva de políticas públicas. Discuto, primero, que la respuesta insuficien-

te (y deficiente) del gobierno puede deberse a la falta de una definición clara de

la seguridad ciudadana como un problema público, ya que ha estado subordinada

al tema de la seguridad nacional. Otra posible razón es que el problema de la

seguridad ciudadana ha recibido un tratamiento inadecuado por lo que no ha

impactado lo suficiente a los decisores políticos. Finalmente, desde la perspec-

tiva de los estudios de implementación de políticas, discuto algunos aspectos

que pueden complicar la operación de una política de alcance nacional en un

sistema federal, como lo es México.

Víctor FiguerasInvestigador y coordinador en la Ibero Puebla de la licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública así como de la maestría en Políticas Públicas

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Seguridad ciudadana: definición y agenda

¿Por qué el gobierno no parece haber atendido adecuada-mente los crecientes problemas de inseguridad que vivimos los ciudadanos en el día a día?

Desde la perspectiva de políticas públicas se podría argu-mentar que esta situación obedece, en parte, a que el problema de la seguridad ciudadana1 no ha sido claramen-te definido como un problema público. Para desarrollar una buena política pública2 es crucial antes haber definido bien el problema que se busca solucionar (Bardach, 1993; Moore, 1993).3 Se requieren estudios serios que proporcionen y di-fundan información sobre el tema y que lo hagan entendible para actores diversos, también deben hacerse evidentes sus características relevantes e implicaciones actuales y futuras. Este ejercicio transforma las condiciones objetivas que de-sean cambiarse (el problema) en una “imagen” (el problema público), apoyada en contenido, datos duros, estadísticas, capaz de llamar la atención y movilizar la atención de quie-nes tienen capacidad (las autoridades públicas) para decidir hacer algo. De esta manera el problema público se entiende como un constructo (Aguilar, 1993) en el que hay que traba-jar para lograr que sea atendido y para que se incorpore a la agenda del gobierno (Casar y Maldonado, 2008).4

Hasta hoy, la inseguridad ciudadana se ha discutido preponderantemente como una consecuencia del comba-te al crimen organizado.5 Se presenta, entonces, como un problema que ha crecido a la sombra de otro más visible y que ha acaparado la atención en términos de preocupa-ción, discusión y análisis y que por esto ha representado la prioridad número uno del gobierno federal. Poco, en compara-ción, se ha debatido y atendido a la inseguridad ciudadana como un problema en sí mismo, con sus particularidades, manifestaciones e implicaciones y que requiere del diseño de políticas públicas específicas. En este sentido, para Ana Laura Magaloni (2011) es necesario:

1 En este ensayo me refiero al problema de seguridad como los eventos que en el día a día ponen en riesgo o afectan a los ciudadanos, como los asaltos, secuestros y, más recientemente, las extorsiones y el riesgo de encontrarse en medio de una balacera o ser víctima de un atentado con bombas o gra-nadas.2 Entendida como la estrategia decidida por el gobierno para atender y, eventualmente, resolver un problema.3 En adelante me referiré a “políticas públicas” simplemente como “políti-cas” y explicitaré cuando me esté refiriendo a la política como la actividad alrededor de la búsqueda y ejercicio del poder (político).4 La agenda de gobierno se constituye sólo por los temas que el gobierno ha decidido efectivamente atender. En cambio, la agenda pública engloba los temas que capturan la atención de ciudadanos y medios durante cierto periodo. Hay otras agendas, como la legislativa o la del Ejecutivo, que se conforman con los problemas específicos que estos actores atienden.5 Véase, por ejemplo, el interesante ejercicio de discusión realizado por la Revista Nexos en noviembre de 2011 en el que destacan las múltiples aristas –y posibles definiciones del problema público– de la guerra contra las drogas.

[…] un replanteamiento de la estrategia de se-guridad pública. La estrategia ya está agotada, porque ha sido extremadamente costosa para la población[...] Nos tendremos que mover a una estrategia que ya no esté centrada en el problema del narcotráfico, el consumo de drogas o las or-ganizaciones criminales per se, sino a la reducción de los delitos violentos que son las conductas que afectan a las poblaciones y que amenazan de for-ma más relevante la autoridad del Estado.6

Además de definirse el problema público de manera inde-pendiente, hay un segundo reto porque, para que un problema sea atendido, se requiere que sea tratado y mo-vilizado de manera que alcance la agenda gubernamental. Ningún gobierno tiene las capacidades (humana, finan-ciera, técnica) para percibir y atender todas las demandas provenientes de la sociedad; de ahí que más bien se ocupe, progresivamente, de grupos acotados de problemas que lle-gan a capturar su interés; éstos constituyen su agenda. Los estudios de agenda nos ayudan a entender el tránsito de inquietudes sociales a problemas que se discuten en el espacio público y cómo algunos, finalmente, se integran al conjunto de cosas que recibirán respuesta por parte del gobierno. Dependiendo de la forma en que un problema se trate (qué información se selecciona, cómo se presenta, a quién), aumentará o disminuirá la posibilidad de llegar a diversos auditorios y a actores con capacidad de presionar para que un problema sea tomado en cuenta (Nelson, 1978).

En este marco, la tibia reacción gubernamental ante varias manifestaciones de los ciudadanos contra la insegu-ridad (recuérdese la primera gran marcha del año 2008), sugiere que el tema requiere un tratamiento diferente para potenciar su movilización. Nuevamente, la aparente indiferencia gubernamental puede obedecer a que el tema no ha sido tratado por sus propias características e implicaciones, sino como resultado de la guerra contra el narcotráfico. Un tratamiento adecuado prioriza algunas di-mensiones e implicaciones de los problemas, en línea con una estrategia de movilización. Debe determinarse, entre otras cosas: a qué tipo de auditorio va dirigido el men-saje, cuáles son sus preferencias y qué conocimiento del tema existe. También hay que considerar si conviene en-fatizar aspectos más técnicos o más “sensibles” del tema, si se deben mostrar sus implicaciones más pesimistas o, por el contrario, presentarlo como “manejable” de manera que anime a los receptores (los decisores políticos) a atenderlo (Downs, 1993). Un caso exitoso de movilización que pue-de referirse es la iniciativa de Al Gore, hace algunos años,

6 Magaloni, A. (2011), “Nuestra guerra: Una conversación”, Fernando Escalante Gonzalbo, Eduardo Guerrero Gutiérrez, Alejandro Hope, Denise Maerker, Ana Laura Magaloni, Héctor de Mauleón, Natalia Mendoza Rockwell, Guillermo Valdés, Joaquín Villalobos, Revista Nexos, México, D. F., 1 de noviembre de 2011, 48.

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Para desarrollar una buena política pública es crucial antes haber definido bien el problema que se busca solucionar (Bardach, 1993; Moore, 1993)

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para sensibilizar acerca del fenómeno del cambio climático y los devastadores efectos del calentamiento global. Así, el problema de la seguridad ciudadana no parece haber obtenido visibilidad suficiente, por lo que los interesados en movilizarlo requieren de estrategias diferentes para desvincularlo del tema dominante de la seguridad nacional e impulsarlo como un asunto prioritario.

Pero no sólo es el tratamiento del tema; igual o más importantes son las características del camino que debe re- correr; ello se refiere a las particularida-des del espacio público en un contexto dado, del entramado institucional y de los canales y procesos que permiten aglutinar, representar y llevar demandas sociales a las arenas de decisión política. Así, en sistemas con un alto grado de pluralismo y permeabilidad, el caso es-tadounidense es citado frecuentemente, y las posibilidades de influir en la hechura de políticas (definir problemas, presentar, discutir y elegir entre diversas opcio-nes) son mayores.

En México, en cambio, las posibilida-des son aún bastante acotadas. Hasta antes de la transición democrática el gobierno controlaba la formulación de políticas. Enrique Cabrero (2000) ilustra esto di-ciendo que el gobierno era el dueño de la baraja, establecía las reglas del juego y decidía quién podía jugar. Hoy existen jugadores no decididos por el gobier-no y algunas reglas se pueden discutir, pero el gobierno aún controla la baraja. Los nuevos jugadores, sin embargo, no son representantes de todos los intereses de la sociedad, sigue predominando una élite político-económica que sistemática-mente influye la hechura de políticas para favorecer sus intereses. A esto se refieren Denisse Dresser (2011) y Carlos Elizondo (2011) cuando señalan que el país está controlado por monopolios.

En suma, el camino que debe re- correr la demanda de atención a la seguridad ciudadana presenta mu-chos obstáculos; uno importantísimo es que la violencia cotidiana (asaltos, extorsiones, secuestros, balaceras) parece afectar menos a quienes, con recursos propios, tienen la capacidad de suplir la protección que el gobierno debiera proveer.

Son aquellos que viven, estudian y trabajan en espacios fuertemente resguardados, los que pueden pagar seguridad privada o enviar a su familia fuera del país. Lamen-tablemente son los mismos que dominan en el espacio público y quienes, mediante canales privilegiados, podrían influir para que la inseguridad ciudadana fuera prioridad para el gobierno. Sin embargo, vivir en un mundo protegido, lejanos de la realidad violenta cotidiana, hace a estos actores menos receptivos e interesados en este problema. Por consiguiente, pa-rece necesario mapear el trayecto que la demanda de seguridad ciudadana debe seguir, identificar los posibles obs-táculos y también las oportunidades para movilizar a la ciudadanía y, sobre todo, desarrollar de manera inteligente y creativa estrategias que permitan in-volucrar a los menos afectados y a los más influyentes.

Seguridad ciudadana e imple-mentación

Los estudios sobre implementación de políticas tratan de entender por qué, incluso las estrategias mejor di-señadas, raramente dan los resultados esperados o hasta pueden terminar en rotundos fracasos. Entre los hallazgos más importantes de esta literatura te-nemos que la implementación de una política tiene mayores probabilidades de fallar cuando hay muchos actores involucrados y cuando éstos pueden modificar o hasta bloquear la política (Wildavsky y Pressman, 1973). Éste es el caso en sistemas federales, como el nuestro, donde coexisten tres órdenes de gobiernos autónomos y cuyos eje-cutivos (presidente, gobernador, alcalde) tienen generalmente la última palabra sobre los asuntos que competen a sus jurisdicciones. La comunicación defi-ciente, la ausencia de incentivos para cooperar y el desdeñar a los actores del último eslabón (funcionarios de ven-tanilla, policías, facilitadores, etc.) son factores que también afectan negativa-mente la implementación.

En México, hoy existen pocos incentivos a la cooperación debido

a factores estructurales que han sido señalados por los estudiosos. Primer factor: la transición democrática ha lle-vado a la convivencia de gobiernos de distintos partidos; puesto de manera sencilla, los gobiernos del mismo color tienen incentivos para cooperar y los de partido diferente los tienen para no ha-cerlo o, incluso, para bloquearse entre ellos (Garman, et al., 2001). Segundo: desmantelado el control central del presidente y del pri, los gobernadores han demostrado poder para controlar sus estados prácticamente sin resisten-cia (Ward y Rodríguez, 1999). Tercero: los municipios son el eslabón más dé-bil del sistema, en recursos y capacidad institucional (Merino, 2006) y (sobre)viven subordinados a sus respectivos gobiernos estatales.

En este marco de análisis tenemos que, hasta ahora, el problema de segu-ridad en México (la nacional y como subproducto, la ciudadana) se ha asu-mido como tarea del gobierno federal, pero, como muchas otras cosas, se sufre más y cotidianamente en el nivel local.

Para el gobierno federal establecer estrategias de alcance nacional, donde poseer el mayor control se considera deseable para una política efectiva (la iniciativa de una policía nacional con mando único, por ejemplo), es muy complicado porque requiere convencer y obtener compromisos de coopera-ción de 31 gobernantes con distintas percepciones del tema, distintas ne-cesidades locales y distintas filiaciones políticas. Además, muchos de ellos pueden tener motivos para oponerse al gobierno federal, como parte de alguna estrategia o compromiso políticos; hoy pueden hacerlo y esto complica aún más las posibilidades de cooperación. Ahora bien, desde la postura de los gobiernos estatales y locales hemos escu-chado repetidamente que no cuentan con los recursos necesarios para hacer frente al problema y que, por tanto, es el gobierno federal quien debe hacer-se cargo de atenderlo. La respuesta ha sido que, como gobiernos, los estados y municipios son también responsables de atender el problema, deben velar por la seguridad en sus territorios y cuentan

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con cuerpos de policía para tal fin. Esta situación ilustra la existencia de factores, señalados por la literatura, que complican la implementación: hay bajos incentivos a la cooperación intergubernamental, actores con poder de veto y condiciones de desigualdad entre los involucrados.

Reflexión final

Las políticas públicas se centran en el estudio de problemas, su naturaleza es apli-cada y su marca de origen es utilizar el conocimiento generado para resolver los problemas que aquejan a la sociedad. En este espacio se retomaron elementos de esta perspectiva para discutir por qué la creciente inseguridad ciudadana se en-cuentra deficientemente atendida por las autoridades gubernamentales. Algunos puntos centrales de esta discusión son: se requiere desvincular el problema de la seguridad ciudadana y trabajar en construirle una definición autónoma como problema público que le procure especificidad y mayor y mejor visibilidad. Se necesita, también, generar y socializar información que permita posicionar el tema en el debate público, procurando que éste sea lo más informado y amplio posible. Por último, las estrategias de implementación de la política que resulte requieren un análisis cuidadoso de los incentivos positivos y negativos involucrados en el arreglo federal para avanzar hacia esquemas de cooperación intergubernamental.

Referencias

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Alejandro Jiménez Padilla

Colaborador del Programa Universitario de Derechos Humanos, idhie sj, Ibero Puebla

Galilea Cariño Cepeda

Responsable del Programa Universitario de Derechos Humanos, idhie sj, Ibero PueblaFo

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Resumen: en diversos espacios se ha hecho hincapié en que los derechos humanos de las personas indígenas deben ser respetados. La presunción de inocencia, una defensa adecuada, la falta de valoración de usos, costumbres y normas (incluyendo la carencia de traductor o intérprete), son sólo algunas de las violaciones más recurrentes para esta población. A través del debate público se incidió en reformas legislativas puntuales para asegurar justicia a pueblos y comunidades indígenas pero en la práctica éstas no son consideradas. El sistema de justicia penal sigue siendo utilizado desde la voluntad política, distante al marco de un Estado de derecho en donde prime el respeto total y absoluto hacia la dignidad de las personas. En este artículo, a través de dos casos circunscritos en el estado de Puebla, se describen algunas deficiencias del sistema y sus formas de operarlo, resaltando las prácticas arbitrarias de quienes contrariamente deberían actuar para garantizar los derechos fundamentales de las personas.

Palabras clave: estado de derecho, acceso a la justicia, derechos humanos, población indígena.

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Introducción

Vimos que nuestro silencio evitó que la muerte y la destrucción crecieran. Así se desenmascararon los asesinos que se esconden

tras los ropajes de lo que ellos llaman el “estado de derecho”. Arrancado el velo tras el que se escondían, aparecieron los tibios y pusilánimes, los que juegan con la muerte por ganancias, los

que ven en la sangre ajena una escalera, los que matan porque al matador aplauden y solapan. Y el que gobierna se despojó

de su último e hipócrita ropaje. “La guerra no es contra los indígenas’’, dijo mientras perseguía, encarcelaba y asesinaba

indígenas. Su propia y personal guerra lo acusó de asesino mientras nuestro silencio lo acusaba…

Fragmento, V Declaración de la Selva Lacandona

El reto de construir un Estado de derecho en México comienza a ocupar las agendas políticas y el debate público ante el levantamiento zapatista que evidenciaba ya la decadencia del sistema político de un partido hegemónico a mediados de la década de los noventa. La represión de este movimiento por parte de las fuerzas armadas pretendió legitimar el uso de la fuerza pública por la defensa de un “Estado de derecho”. El discurso oficial se apropiaba de un concepto nuevo aunque en la práctica subsistía un sistema complejo de reglas infor-males y lealtades políticas que establecían un panorama de un derecho siempre negociable y favorable a las élites políticas y económicas en el poder.

Ante la expectativa del cambio de partido político en la Presidencia de la República, las movilidades y los cambios partidistas en espacios clave de poder (tanto en 2000 como en 2007), no tuvieron un desenvolvimiento satisfactorio pues no simbolizaron una mejora significativa en la cons-trucción de un Estado de derecho. Por el contrario, el proceso de democratización que exigía una transformación en las es-tructuras legislativas, policiales y judiciales para acceder a la justicia, permeó únicamente en la retórica del antiguo régi-men autoritario subsistente, con un efecto más marcado en un grupo desprotegido al que “los esfuerzos por dar garan-tías constitucionales formales” han sido conflictivos (Schatz, Concha y Magaloni, 2008: 340): la población indígena.

Así, nos situamos, por un lado, ante un Estado de derecho que no termina por embeber el actuar de las autoridades del Estado mexicano forjadas en el derecho subordinado a la vo-luntad política y, por otro, ante una política exterior en materia de derechos humanos sumamente progresista que disminuye la presión internacional hacia México en la materia.

1. Derechos humanos y reformas: un pendiente de voluntad política

La sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Hu-manos (cidh), en torno al caso Radilla Pacheco, significó una nueva llamada de atención por parte de la comunidad

internacional al Estado mexicano, esta vez repercutiendo directamente en el sistema jurídico mexicano, en gran par-te, gracias al impulso de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al tomar la iniciativa en el cumplimiento de dicha sentencia en su papel legítimo como contrapeso político y al transpolar e incentivar, desde su marco de actuación, la reforma judicial de junio de 2011.1

El cambio de paradigma consiste en la subordinación del principio de legalidad2 al “principio pro persona”, el cual prescribe que ante la interpretación de la ley se otorgue la protección más extensiva cuando se trate de reconocer derechos humanos y a contrario sensu, cuando se trata de restringir el ejercicio de ellos. Este principio pro persona se encuentra establecido en el párrafo segundo del artículo primero de la Constitución.3 Asimismo, en el párrafo tercero del mismo ordenamiento, se establece la obligación de todas las autoridades, independientemente de su ámbito competencial, de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos.4 Tomando en cuenta que la Consti-tución es el marco en donde se plantea el proyecto de nación y en un acuerdo de voluntades políticas, cualquier modifi-cación a la misma, implica una reformulación del Estado.

Aunque la apropiación del discurso de derechos hu-manos por parte de las autoridades contuvo la presión internacional que perseguía al Estado mexicano décadas atrás, aún la reforma de 18 de junio de 2008, en materia de seguridad pública y justicia penal se enfrenta a comple-jos obstáculos para su implementación y definición con una plena vigencia de derechos humanos. Sumado a esto, las frecuentes quejas reportadas, no sólo por comisiones 1 Las reformas constitucionales en materia de derechos humanos plantean otro cambio de paradigma consistente en un Estado de derecho subordinado al respeto de todos los derechos y libertades de las personas, reconocidos por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (en adelante la Constitución) y los Tratados Internacionales suscritos por el Estado, a esto se le llama “Estado constitucional de derecho”.2 El principio de legalidad es el fundamento operativo del “Estado de derecho” en el que el actuar de la autoridad sólo puede darse dentro del margen que la ley le faculta para tal efecto, mientras que el ciudadano puede hacer cuanto la ley no le prohíba. Este principio de legalidad (en la experiencia internacional), aún bajo leyes expedidas dentro de los presupuestos democráticos de representación, entró en crisis con el régimen nazi y frente a su cumplimiento, se cometieron los actos inhumanos que todos conocemos. Estos vicios en el Estado de derecho, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, se intentaron subsanar obligando a los Estados a cumplir con estándares mínimos y principios de respeto y protección a la dignidad humana, los que se encuentran en los tratados internacionales y que en su mayoría fueron firmados y ratificados por el Estado mexicano.3 “Las normas relativas a los derechos humanos se interpretarán de conformidad con esta Constitución y con los Tratados Internacionales de la materia favoreciendo en todo tiempo a las personas la protección más amplia.”4 “Todas las autoridades, en el ambito de sus competencias, tienen la obligacion de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad. En consecuencia, el Estado deberá prevenir, investigar, sancionar y reparar las violaciones a los derechos humanos, en los términos que establezca la ley.”

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de derechos humanos sino por organizaciones de la so-ciedad civil, han evidenciado violaciones sistemáticas de derechos humanos por parte de diversas autoridades hacia grupos en situación de vulnerabilidad. Entre éstas desta-can los abusos de autoridad, las aprehensiones ilegales, el atraso de los agentes del Ministerio Público en la presen-tación del acusado ante los jueces, las falsas acusaciones, los casos de negligencia médica, la privación del derechos constitucionales, la tortura (Schatz, Concha y Magaloni, 2008:317-318). El contraste entre estos actos diacrónicos y los perpetrados bajo el contexto actual5 es alarmante por las violaciones generalizadas de derechos humanos,6 aunado a la persistente impunidad que en esta transición no dejó de lado las antiguas prácticas despóticas.

2. Derecho penal y acceso a la justicia como un derecho de la población indígena

A pesar de que el Derecho Penal tiene como objetivo la protección de los intereses y bienes fundamentales de la so-ciedad, su intervención debe ser de ultima ratio. Es decir, a través del principio de intervención penal mínima, su uso sólo se justifica cuando otras medidas no resultan adecua-das. Sin embargo, uno de los problemas centrales radica en la relación existente entre la criminalización primaria y la criminalización secundaria.

En cuanto a la criminalización primaria (creación nor-mativa), diversos especialistas asienten que “el sistema de justicia mexicano está conformado por un cuerpo de leyes y reglamentos en los que no hay homogeneidad o consis-tencia interna” pero además, que

[…]la tradición política (del antiguo régimen autoritario, y también del actual gobierno) está orientada a usar reformas constitucionales y a la creación de leyes (a través de mayorías legislati-vas artificiales) como principales instrumentos de procuración y justicia, sin un análisis de las accio-nes gubernamentales y sin tratar de mejorarlas, y desde luego sin comprender el comportamiento criminal o desarrollar formas para prevenirlo (Alvarado, 2008:54).

Esta problemática se ve totalmente reflejada en el populismo punitivo de nuestro sistema y en la sobrepoblación exacerbada en los centros de reinserción social, sin ser limitativos en la descripción de otros efectos. 5 Estrategia Nacional de Seguridad Pública.6 El recuento de estas violaciones sistemáticas se enmarcan claramente en la actual estrategia de seguridad pública y se identifican como tortura, desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales y otros abusos graves. Véase el Informe de Human Rights Watch (2011), Ni Seguridad, Ni Derechos. Ejecuciones, desapariciones y tortura en la “guerra contra el narcotráfico” de México, Estados Unidos: Human Rights Watch.

Centrándonos en la población indígena sobre la que aplica tal análisis, coincidimos con Hernández y Ortiz (2008:107) en que el reconocimiento de derechos no es suficiente porque las prácticas discriminatorias se super-ponen al mandato normativo que genera “una discordancia entre normatividad del Estado y realidad empírica que configuran un entramado de ficciones legales”. La crimi-nalización secundaria (aplicación normativa), lejos de mantener un postulado garantista con plena vigencia de derechos humanos de las personas indígenas, deviene en una praxis arbitraria y parcial.

En los dos casos que a continuación se exponen, no sólo se revela la ineficacia en la investigación de ambos delitos en los que se procesan a tres personas indígenas, sino que además, se detecta el uso del sistema de justicia penal para crimina-lizar la defensa de los derechos humanos de estas personas y sus comunidades. Se puede observar el trato diferente y el alcance de las acciones arbitrarias de las autoridades.

Caso 1. José Ramón y Pascual fueron electos por su comunidad (Atla, Pahuatlán, Puebla) como autoridades tradicionales. Durante el ejercicio de sus cargos no recibie-ron remuneración, por el contrario, éstos fueron cargos de honor. En su gestión continuaron la materialización de un proyecto para hacer efectivo el acceso al agua equitativo y gratuito, para todos los pobladores. Sin embargo, el cacique de la comunidad, Guillermo Hernández, quien por décadas ha mantenido el control del agua en Atla, utilizó sus in-fluencias para maquinar, en confabulación con autoridades (Ministerio Público y autoridades judiciales), el delito de robo con violencia, motivo por el cual fueron condenados a una pena privativa de libertad de 6 años, 10 meses y 20 días de prisión, y una multa de 550 días de salario mínimo. Su caso ha sido atraído por la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.7

Caso 2. Elmo Guzmán, junto con dos personas de su comunidad (San Martín, Ixtepec, Puebla) fueron acusados del delito de daño en propiedad ajena doloso (supuesto incendio de la vivienda del ex presidente municipal). La comunidad había exigido y logrado la destitución del pre-sidente municipal por malversación de fondos, quien va-liéndose de sus influencias y contactos, maquinó este delito como un medio de venganza contra la acción empredida de forma conjunta por la comunidad. A pesar de las inconsis-tencias en la Averiguación Previa 45/2009/Hue, se dictaron las órdenes de aprehensión correspondientes.

En la siguiente tabla se pueden observar las violaciones sistemáticas en las que se incurrieron en ambos casos:

7 Caso de defensa llevado por el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, con la colaboración del Programa Universitario de Derechos Humanos del Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría sj, de la Universidad Iberoamericana Puebla. Consúltese en: http://centroprodh.org.mx/comunicacion/Dossier_defensores_del_agua_version_final_web.pdf.

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Derecho Violaciones

Legalidad y seguridad jurídica

Procesos fabricados por parte de agentes del Ministerio Público

Garantías judicialesAl principio de presunción de inocencia; a una defensa adecuada (defensor e intérprete); valoración de pruebas

A la no discriminaciónImputación falsa de delito y abuso del sistema de justicia penal en virtud de su identidad indígena

Derecho al aguaA la defensa y promoción al derecho de todas y todos a tener agua(Caso José Ramón y Pascual)

Fuente: Elaboración a partir del dossier ¡Agua y Libertad! José Ramón y Pascual. Presos injustamente.8

A pesar de la estrategia 15.6 del Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012 del gobierno de la República, que consiste en: “garantizar el acceso pleno de los pueblos y comunidades indígenas a la jurisdicción del Estado” y que “implica tra-bajar conjuntamente con los Poderes de la Unión y los ór-denes de gobierno para que el acceso de los indígenas a la justicia, sobre todo en los asuntos penales […] asistidos por intérpretes y defensores que conozcan su lengua y cultura, y conforme al mandato constitucional”,9 la población indíge-na en conflicto con la ley está cada vez más vulnerable. En un sentido amplio se criminaliza la pobreza sin atender a la resolución de conflictos por una vía que no debe constreñir-se a la penal. En ambos casos se trata de personas indígenas nahuas que no tuvieron oportunidad de una comunicación intercultural, a través de su defensor o intérprete, pero ade-más se delata una criminalización hacia quienes promueven y defienden los derechos humanos de su comunidad, con-traviniendo el deber de garantizar protección frente a toda violencia, amenaza, represalia, discriminación, negativa de hecho o de derecho, presión o cualquier otra acción arbitraria resultante del ejercicio legítimo de defensa de los derechos humanos de forma individual o colectiva.10

Conclusiones

La promoción, el respeto y la protección de los derechos humanos, son los medios de legitimación de nuestra frágil democracia, en la que subsisten patrones de conducta auto-ritarios fuertemente arraigados, forjados en la sujeción del derecho a la voluntad política. La apropiación del discurso oficial del concepto “Estado de derecho” surge originalmente

8 Consúltese en: http://centroprodh.org.mx/comunicacion/Dossier_defensores_del_agua_version_final_web.pdf9 Gobierno Federal. Plan Nacional de Desarrollo. Recuperado en: http://pnd.calderon.presidencia.gob.mx/igualdad-de-oportunidades/pueblos-indigenas.html, el 2 de mayo de 2012.10 Declaración sobre el derecho y el deber de los individuos, los grupos y las instituciones de promover y proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales universalmente reconocidos, artículo 12, 2.

como una institución que busca eliminar la arbitrariedad en el campo de la actividad pública o política, pero en México es empleada para maquillar ante los organismos internacionales un “Estado policial”.

La figura del Ministerio Público, ya sea por vía legislativa o jurisprudencial, ha recibido atribuciones desorbitadas (Zepeda, 2008) y en estos dos casos se identifica el alcance de los actos negligentes que son confirmados por la autori-dad judicial. Estas acusaciones contradicen el principio de ultima ratio del Derecho Penal dadas las circunstancias en que ambos sucesos se desarrollaron. En ambos casos, no sólo figuran delitos maquinados en colusión para afectar a personas inocentes sino que el perjuicio trasciende a la estabilidad de la comunidad, al generar incertidumbre y amenza por las acciones emprendidas de promoción y defensa de sus derechos humanos.

Ante este panorama, los órganos jurisdiccionales están llamados a emprender una participación activa en la democracia mexicana, controlando el actuar de la autoridad bajo los principios y derechos humanos reconocidos en la Constitución. De tal forma que se otorgan facultades al Poder Judicial federal y a las entidades federativas (los correspondientes), mediante las resoluciones que se dicten en cada caso en particular, para satisfacer con un contenido explícito de derechos fundamentales. Esto implica a su vez un cambio en la manera de argumentar y fundamentar dichas resoluciones judiciales, postradas en una tradición jurisprudencial vigente, cuyos criterios emitidos, en su mayoría, restringen el acceso a la justicia y la protección de los derechos humanos.

El reconocimiento de los derechos fundamentales no sólo depende de su positivización sino que mediante la aplicación de las normas internaciones, nacionales y lo-cales debe prevalecer una interpretación de la norma que más beneficie y menos restrinja el ejercicio de los derechos humanos; por encima de la legalidad debe predominar el respeto a la dignidad de las personas.

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Bibliografía

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... a pesar de la estrategia 15.6 del Plan Na-cional de Desarrollo 2007-2012 del gobierno de la República, que consiste en: “garantizar el acceso pleno de los pueblos y comunidades indígenas a la jurisdicción del Estado” y que “implica trabajar conjuntamente con los Poderes de la Unión y los órdenes de gobierno para que el acceso de los indígenas a la justicia [...) la población indígena en conflicto con la ley está cada vez más vulnerable.

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Eufemia Luna Segura

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In maseualmej moneki kipiaskej se kuali neselilis itech kalnechikolmej teyin kimelauaj in kuejmolmej

Maski moixpata miak taman itech in amaix teyin ompa ijkuiliujtok keniuj monejnemiltiskej in tanauatilmej teyin techmatampauiaj, amo iujki chiui

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Noyampa kampa monechikouanij miakej tokniuan nochi-pa motajtania maj kininpoujkaitilikan in tanauatilmej teyin kinimmatampauia in maseualmej. Maj amo kinimpechil-tikan teisa tajtakol tein amo tauikaj, maj kinintakachiuakan, maj kininpoujkaitilikan nochi iminmaseual panolis uan maseual tanemililis, ( iksa amo kipiaj akoni kinintempa-leuis teyin amo uelij tajtouaj koyokopa, yejua in uan okseki miak netekipacholis kipanouaj in maseual xolalmej. Maski nochimej kitajtaniaj in tekiuanij maj kuali kininma-tampauikan in maseual xolalmej, amo iujki chiui, sayoj moijkuiloua itech amamej uan amo ijkon motekitiktia, ke-man moneki kimelauaskej se kuejmol okachi kimpechiaj. Kisentokaj in tekiuanij kichiuaj kemej yejuan kineki uan in maseual xolalmej nojma tayojuia. Itech in amaix kixnextiaj ome neijtakol teyin mochiuak nikan ueyi altepet Puebla. Ixnesi keniuj in tekiuanij teyin tech matampauiskiaj, ye-juan okachi taijtakouaj.

Tajtolmej teyin semi mokakij: estado de derecho, acceso a la justicia, derechos humanos, población indígena.

Teyin ika peua in amaix

Vimos que nuestro silencio evitó que la muerte y la destrucción crecieran. Así se desenmascararon los asesinos que se esconden tras los ropajes de lo que ellos llaman el “estado de

derecho”. Arrancado el velo tras el que se escondían, apare-cieron los tibios y pusilánimes, los que juegan con la muerte

por ganancias, los que ven en la sangre ajena una escalera, los que matan porque al matador aplauden y solapan. Y el que

gobierna se despojó de su último e hipócrita ropaje.``La guerra no es contra los indígenas’’, dijo mientras perse-

guía, encarcelaba y asesinaba indígenas. Su propia y personal guerra lo acusó de asesino mientras nuestro silencio lo acusaba…

Fragmento, V Declaración de la Selva Lacandona

Keman moajokkej in nechikolmej zapatistas, ijkuak majya peuak mokakij yaj miak netekipacholis teyin kipanouaj tokniuan uan no ijkuak maj yaj peujkej yaj in tekiuanij no

okachi tajtoua ika maj moixpata miak taman panolis teyin kin ijtakoua in maseual xolalmej.

Ijkuak kopa peuakej kijtouaj ika moneki kintakachiuaskej in maseualxolalmej. maj yaj peuak kintenkaki yaj, in sayoj ijkon kixnextiayaj, ijkon kijtouaya ta amo neli ijkon chiuik,

nochipa se taman moijtouayaj uan se taman kichiuayaj, maj yaj yon sekimej saj kinin matampauiayaj, yejuan teyin ipa kuali panolis kipia. Nochi teyin moijtouaya okachi kimpechiayaj in maseualxolalmej.

Maski kalak okse partido itech ueyi tekiuaj kali uan no peuak kixpataj partido teyin semi uejkauj yaj kiualkia tokniuan itech noyan altepemej uan no peujkej yaj moa-jokui miak nechikolmej (in chiuik itech xiuit ome mil uan chikomej) amo semi moueyi chiuak uan amo tey semi mo-patak taj okachi onkak miak tataman netekipacholis itech

tokniaun uan okachi intech maseualmej. Ijkon kemej tajtania tokniuan maj kipiakan se kuali nematampauilis, se kuali neselis itech kalnechikolmej teyin kimelauaj in kuej-molmej, se kuali nepoujkaitalis itech in tanauatilmej teyin tech matampauiaj amo tej mopixpatak ta okachi onkan neijtakolis,, nexoxokolilis uan tajyouilis itech xolalmej uan okachi itech maseual xolalmej. Maj yaj sepa mochiuj kemej ne uejkauj tekititiuala yaj in oksekimej tekiuanij, tajtankej yejpanolis in tonniuan uan kinimaka nochi uej-mol saj (schatz, concha y magaloni, 2008: 340): maseual xolalmej. Nochimej in kalnechikolmej moneki tekitiskej ika chipaujkayoy, in tekiuanij amo uelis kitapanouiliskej in tanauatilmej teyin tematampauia uan in tokniuan yejuan uelis monejnemiltiskej kemej kinekiskej sayoj maj amo kimpechi yejua in tanauatilmej. Kemej in chipaujka-tekit ijkon kiualkuitoiaj in anal tekiauanij sayoj

kinin uejuejloj keman peuak kitekitiltia in tanemilis nazi teyin semi miak tokniuantsin kinitejtelchiuj uan no kinixpoloj. Keman tamik in ojpatika neteuilis itech no-chi ueyi taltikpak, peukej sepa kichipauaj in neijtakolis uan kininauatijkej nochimej in nechikolmej teyin kiteki-tiltia in tanauatilmej ika maj kuali kinin matampauikan nochimej toknian, in tanauatilmej moijkuilojkej itech amaixmej kampa motenkaujkej in analtekiuanimej ika ijkon chiuis uan toueyi altepeuj Mexico no teuan mo-tenkauj uan tachajluiloj.

Ijkon timoajsi axkan, in kalnechikolmej uan tekiuanij teyin tapaleuia ika in tanauatilmej amo kiajsikatekitiltia kemej motenkaujkej ne uekauj uan noj imintanemilil nej analnechikolmej ika kuali motekititok pos yej ika amo semi kichikaujkauia maj ijkon chiui.

1. Poliuiok kiyektekitiltiskej in tekiuanij teyin tapaleuia, nochi teyin moixpatatiuj itech in tanauatilmej teyin ta-matampauiaj.

Keman in anal nechikol Corte Interamericano de De-rechos Humanos kinin ualchikaukatajtani in tekiuanij uan nechikolmej teyin tapaleuia toueyi altepeuj Mexi-co, maj kimelauakan kemej moneki in kuejmoj Radilla Pacheco, se tokniuj teyin semi uejkauj yaj ixpoliujtok. Ika in netajtanil kemeskia kinin ualnakastilankej. Ye-jika in Suprema Corte de Justicia de la Nación kuali kiseli in netajtanil uan peujkej kichiuaj in tanauatil kemej no moixtalijtok itech in amaix teyin kiyetalijkej in junio xiuit ome mil uan majtaktiosé.

Keman moijtoua ika maj moixpata kemej tekititiuitsej in nechikolmej uan tekiuanij, kijtosneki ika keman kixe-jekoskej se ley, maj okachi kimatampauikan in tokniuan uan maj amo kimpechilikan in tanauatilmej teyin kinma-tampauia. In tanauatil ixnesi itech in amaix constitución, ijkuiliujtok itech ojpatika uan expatika tajkuilol kampa yekinika articulo. Ijkuini kijtoua, in tataman tekiuanij moneki kiteixmatiltiskej, kipoujkaitaskej uan kimatam-pauiskej nochimej in tokniuan ika in tanauatilmej teyin

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Tajtolmej teyin semi mokakij: estado de derecho, acceso a la justicia, derechos humanos, población indígena.

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kimpaleuia. Kemej in amaix constitucion yejua ika monej-nemiltia toueyi altepeuj, keman teisaj kimaxitiliskej moneki maj kiyeka teixmatiltikan uan ijkon sepa kuali mopoujkaitas.

Maski in tekiuanij peuak tapaleuia kemej kintajtanijke ne analnechikolmej teyin tematampauiaj uan amo kimpeujkej ok kemej nej uejkauj xiujmej kichiujtiualayaj, nojma ayamo kiyektekitiltiaj in amatajkuilol teyin kitokaytijke kaxtolome-yi tonal junio, xiuit ome mil uan chikueyi, taj nojma onkak miak netekipacholis uan neijtakolis. Ijkon kiteixmatiltiaj amo sayoj nechikolmej tapaleuianij ta noj in miak tataman ne-chikolmej, yejuan kijtouaj ika nejin tekiuanij kintelijtakouaj miak tokniuan teyin amo uelij motajtouiaj. Amo kimpoui-taj, iksaj kintsakuaj maski amo kipiaj teisaj tajtakol, miakej agentes de ministerio publico kiteluejkaualtiaj aksaj tokniuj ijkuak moneki kixnextitiuj imako juez, sekimej tokniuan kin tapajpantia miak taman tajtakolmej, keman tapajtianij amo yektekitij uan noj keman kinxoxokoliaj (Schatz, Con-cha y Magaloni, 2008:317-318). Nochi in neijtakolis teyin kipanotiuitse tokniuan semi temoujti, ta kisentoka kemej uejkauj kichiutiualayaj oksekimej tekiuanij.

2. Maj kipiakan kuali nepaleuil in maseual xolalmej uan no se kuali melaujkayot keman moteixpantiliskej iuan te-kiuanij

In tanauatil derecho penal amo niman kitekitiltiaj in tekiua-nij maski ichiualis ika kininmatampauis nochimej tokniuan, sayoj kinejnemiltia keman amo uel teisaj kichiuaj ok.

Sekimej kuatamatinij kijtouaj ika keman tekiuanij kime-laua se kuejmoj in toueyi altepeuj Mexico mayaj kitekitiltia in miak leyes uan miak tataman tanauatilmej teyin mayaj tachichikouiaj, kijtouaj ika nojma kichiuaj kemej nej uejkau mochiuaya, uejkauj tekiuanij uan teyin aman tekititok kix-patatiuj miak leyes uan miak tanauatilmej teyin kitekitiltia keman kimelauaj se kuejmoj uan amo achto kixejekouaj ox kuali tapaleuiaj, keyej chiui in kuejmolmej osoj keniuj ue-liskimajpeuaskej (Alvarado,2008:54). In kuejmolmej teyin chiujtiuits nikan toueyi altepeuj moita itech netekipacholis teyin kipanouak tokniaun teyin semi miakej tsaktokej uan iksaj semi mokuejmolouaj.

Uan komoj sepa tipeuaj titajtoua keniuj kipanouaj in maseualmej, tikijtoskej ika neli teyin kixnextiaj in kuata-matinij (Hernández uan Ortiz, 2008:107) Yejuan kixnextiaj ika in tekiuanij amo neli yektapaleuia kemej ixnesi itech ta-nauatilmej taj semi onkak miak neauiltil aun nechichikoyot. In tekiuanij amo Kinmatampauiaj kemej moneki in maseu-almej, kintejtelchiuaj uan kintatsakuiltia maski amo teisaj tajtakolchiujkej.

Itech in ome kuejmolmej teyin nikan tikixnextiaj ti-kitatij ika neli in tekiuaunimej amo yektapaleuiaj uan amo kinejnemiltiaj in tanauatilmej ika chipaujkayot, ta semi kinijtakouilia iminemilis tokniuan uan no iminxolal, nikan moita keniuj kichiuaj in tekiuanij keman moneki kimelauaskej se kuejmol, amo tamatampauiaj ta okachi yejuan tepechiaj.

Yekinika kuejmol: Ome maseualmej teyin motokaytiaj Jose Ramon uan Pascual, teyin kayomej xolal Atla teyin poui Pahuatlan, Puebla, kinixtalijkej maj Xiujtekitikan itech iminxolal. Keman xiujtekititoyaj kinemilijkej ika maj mochiuaj se chiualis tekit uan maj kipiakan atsin nochimej tokniuan uan maj amo kixtauakan. Itech yon xolal Atla no nemi se takat teyin itokay Guillermo Hernandez, teyin semi kipia taxtauil uan no moaxkatijtoya atsin uan amo kiuelmatik tanemilil teyin kinekia kichiuaskej in tekiua-nij Jose Ramón uan Pascual, yejika kintakajkayauili ixpan tekiuanij ika in tatomej tachtekij uan kemeskia kinkouak yejuan in Ministerio Público uan judiciales, satepan in tatomej kintsakuilijkej uan kintsakkej chikuasen Xiuit, majtakti metsti uan sempual tonal uan noj kintajtanijkej

maj taxtauakan teyin kitaniskia itech tonal tekit, makuilsiento uan ome poual uan majtak tonal. In kuej-mol imako ajsik in nechikol yekinika Sala Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Ojpatika kuejmol: In tato motokaytia Elmo Guzman uan ome tatomej ok Kin tapantijkej ika yejuan kitikuiltilijkej ichan se takak teyin achtopa tekiuajtik in xolal San Martin Ixtepec, poui ueyi altepet Puebla, kampa kayot in tato Elmo Guzman. kuejmol peuak ijkuinij: Achtopa moajokkej no-chimej tokniuan teyin kayomej itech xolal uan tajtankej ika maj kisaj in tekiuaj taj amo chipaujkatekititoya ok, yejika in tato teyin tekiuaj katka telsenkaya kuala uan kintaka-jkayauili ixpan tekiuanij in eyi maseaulmej tatomej teyin tikintokaytijkej yaj. Maski amo semi kiajsika tsintokakej oxiujki chiuik in kuejmol, tekiuanij teyin imimako atsik kuemoj tanauatijkej maj kintsakuilikan yon eyi tatomej.

Maski tanemilil teyin kitekitiltia in tekiuaj nikan ueyi altepet Mexico, teyin motokaytia estrategia 15.6 del Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012. Kampa ixnesi ika maj kuali kimpaleuikan uan kimatampauikan tekiuanij nochimej in maseualmej uan Maseual xolalmej, no ijkon kitoua ika in ajkopaka tekiuanij uan teyin achkopa moaj-si maj sepantekitikan uan ijkon maj neli kimpaleuikan in maseualmej keman kipiaj se kuejmol, maj kipiakan ako-ni kintanojnochis komo amo uelij koyotajtol osoj akoni kimtempaleuis teyin no maseualtajtos uan kixmattos maseualpanolis, in maseual xolalmej teyin kipia teisaj kue-jmoj okachi temachmej.

Tikitaj ika in maseualmej teyin ipa kipiaj in tajyouilis ika tatajsotilis okachi kimpechia in tekiuanimej. Itech in omen kuejmolmej teyin itech in amaix ixnestok moixnex-tia ika in tokniuan kemej maseualmej amo kipiakej se kua-li nepaleuilis uan amo akaj kintajtoui osoj kintempaleui, ixnesi ika in tokniuan teyin tapaleuiaj itech iminxolal maj moueyichiuaj osoj tapaleuia maj nochimej kipiakan se kuali nemilis uan panolis, maj yaj tajtakolchiuaj uan amo akin kinmatampauia ta okachi kintatsakuiltia osoj kintsa-kuilia. Amo neli akin kimpaleuia kemej moijtoua ika no-chimej tikpia miak tanauatilmej teyin tech matampauia teyin kitokaytia koyokopa derechos.

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ika timatamij in amaix

Maj moteixmatiltikan, mopoujkaitakan uan maj kima-tampauikan in tanauatilmej teyin tech paleuia tisejsejmej yejuan in moaxkatiaj in tekiuanij itech toueyi altepeuj, Uan amo neli kinejnemiltiaj ika chipaujkayot kemej moijtoua ta kisentokaj chiujtiuitse kemej uejkauj tekitia in oksekimej tekiuanij. In tajtol tanemilil estado de derecho teyin semi no moaxkatijkej yaj in tekiuanij monemili kemeskia se kalnechikol teyin kimajpeuas nochi in neijtakolis teyin mochiujtiuits, axkan in ueyi altepet Mexico, sayoj ika in tekiuanij moixkualketsa saj ika inixpan ne anal kalnechikolmej ika melauj kuali kitekitiltijtokej in tanauatilmej.

Moita ika tekiuanij kichiuaj tekin kemej ueli saj uan ixnesi itech in omen Kuemolmej teyin kipiakej in maseualmej teyin kayomej ne xolal Atla, uan San Martin Ixtepec ika tekiuanij teyin kimelaujkej in kuemol-mej amo chipaujkatekitikej Yejika moijtoua ika amo kiyejtekitiltiaj in tanauatilmej. Itech in kuejmoj teyin Kin mamaltijkej in tomaseual ikniuan, maj tikijtokan

sayoj kintapantijkej uan kinijtakojkej amo sayoj yejuan ta no iminxolaluan ta kemeskia ika kinimoujkalakia uan ijkon maj amo akin tajtanij teisaj tapaleuil osoj maj amo akin tapaleui ok ika maj kualtsin moajokui in xolal.

Yejika kintajtania in ajkopaka tekiuanimej ika maj okachi kuali tekitikan uan maj no ijkon kinnauatikan oksekimej tataman tekiuanimej ika maj kiyek tekitiltikan tanauatilmej teyin ixnesi itech in amaix constitucion uan ijkon kipiaskej kuali panolis uan yekyetolis in tokniaun.

Maj kipatakan keniuj tekititiuitse uan maj kime-lauakan kuali kuejmolmej ta ijkon kuali se kijtos ika neli motekitiltijtokej in tanauatilmej uan neli tematam-pauiaj, uan maj amo kisentokakan kinmpechikan in tokniuan.

Maj neli kipoujkaitakan nochimej in tanautilmej teyin Tapaleuiaj uan maj kinenejmiltikan nochi in anal tanauatilmej nikan toeuyi altepeuj Uan no itech xolal konemej, amo sayoj maj moijto, kemej ipa chiu-jtiuits, Maj okachi tapaleuikan in tanauatilmej uan amo maj tapechikan osoj taijtakokan.

José Ramón y Pascual, Fotografía: Archivo Centro prodh

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#YoSoy132Mónica CuétaraEstudiante de la Universidad Iberoamericana Puebla

Hablar sobre el movimiento #YoSoy132 es hablar de México. De un México que está harto de la imposición de poder de un sector pequeño de nuestro de país que controla y manipula la información desde hace muchos años. Siempre había escu-chado a los profesores, a nuestros padres o a personas mayores que nos decían que los jóvenes teníamos en nuestras manos el cambio y la transformación del país, pero no nos habían dicho cómo. Hoy con la libertad y frescura que caracteriza nuestra edad, encontramos la manera de ser escuchados: gri-tando, saliendo a las calles y dándole voz a todos aquellos que han sido víctimas de la corrupción estructural que tienen nuestros gobiernos, aquellos que han sido callados y reprimi-dos por la prostitución mediática coludida con los poderosos. México está despertando y lo está haciendo gracias a nosotros, universitarios y universitarias conscientes y pensantes, críticos y conocedores de la realidad que vive nuestro país.

En Puebla, bastaron 4 días para que un grupo aproxi-madamente de 20 jóvenes de diferentes universidades nos reuniéramos, nos fusionáramos en una misma lucha y co-menzáramos a organizar la marcha #YoSoy132 Puebla.

Como grupo organizador no estábamos seguros de la convocatoria que tendría esta marcha, aún no veíamos la fuerza de las redes sociales que hoy sabemos que son nuestras herramientas más importantes. Aproximadamente 5 000 jóvenes acompañados de algunos adultos y niños fueron los participantes de esta marcha que ha hecho historia en la ciudad. Nuestro deseo como ciudadanos de tener medios de comunicación libres y no prostituidos se vio reflejado en gritos, aplausos, brincos, alegría y también rabia durante las 3 horas y media que caminamos para entregar nuestro comunicado a la oem (Organización Editorial Mexicana) y a las televisoras Tv Azteca y Televisa. Esta marcha pacífica y plural significó para nosotros el comienzo de una nueva etapa, la de la conciencia social y la información.

Como joven que se identifica con el movimiento #YoSoy132 vivo de diferente manera este momento de la historia en tres

aspectos de mi vida: como ciudadana, como estudiante de una universidad jesuita y como persona.

En este 2012, más que nunca, estoy convencida de que la participación ciudadana es nuestra herramienta para cambiar el rumbo del país, que se necesita ser ciudadanos responsables con el pueblo de México, informarse, cono-cer la historia, experimentarla en la realidad propia para tomar una postura crítica y libre. Es importante darnos cuenta de que nuestra participación política puede darle un rumbo diferente a nuestro país y específicamente a las próximas elecciones. Estamos en un momento histórico en el que no podemos ser sordos a los gritos de dolor de tanta gente que es silenciada y tampoco podemos serlo ante los gritos de esperanza que hoy los jóvenes queremos llevar a todos los sectores. Como ciudadana me comprometo y me responsabilizo ante esta realidad que tanto nos duele a todos y todas.

Como estudiante, específicamente de una universi-dad jesuita, me siento orgullosa de mis compañeros que asistieron a la marcha, de mis maestros que, convencidos de lo que han hecho durante su vocación marcharon con nosotros el pasado miércoles y de la filosofía que desde hace muchos años nos regaló Ignacio de Loyola y que hoy se ve reflejada en muchos jóvenes estudiantes. Reconozco y valoro el esfuerzo que se ha hecho por formarnos como personas que pueden construir un país mejor con base en la justicia, la paz, los derechos humanos, el amor y la dignidad y agradezco a cada uno de ellos por sus enseñanzas y sus pisadas firmes junto a las nuestras.

Por último, como persona, puedo decir que me siento feliz por verme acompañada de tantos jóvenes (y no tan jóvenes) en toda la República que quieren un cambio, que sueñan con un México mejor y que lo demuestran en la calle donde, parafraseando a Mario Benedetti, codo a codo somos muchos más que 132.

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Crónica de la primavera mexicana en PueblaEliel Francisco Sánchez AcevedoEstudiante de la Universidad Iberoamericana Puebla.

El nacimiento de un movimiento como #YoSoy132 es algo fuera de lo común. Es un movimiento de naturaleza líquida, en el que no existe una jerarquía definida ni un líder supremo, y que por lo mismo es incluyente y permite la individualidad sin homogeneización o disolución dentro de la masa; carac-terística en el nombre mismo, pues no se hace referencia a un “Todos” en el que una persona puede diluirse, sino que se hace una clara afirmación y reafirmación del “Yo” como construcción de respeto al sujeto y su persona e ideología, dando paso al desarrollo de una fuerte identidad colectiva basada en el respeto y la tolerancia.

Tenía yo todo esto en cuenta cuando me uní a #YoSoy132, pero jamás imaginé el grado de tensión y participación po-lítica del movimiento, y menos aún imaginé lo difícil que sería seguir una senda dentro de un grupo plural en tanto a posturas ideológicas como a historias y trayectorias per-sonales. El ánimo y sentimiento de inclusión como forma de construcción o de complementación de una identidad personal nueva y propia pueden muchas veces ser atractivos para los sujetos que nunca se han movido dentro de la lucha social, pero en mi caso, lo que me movió a integrarme a la lucha, aquel 28 de mayo de 2012, fue el simple sentimiento de congruencia para con mi vida, el sentir la injusticia hacia los demás en carne propia.

No sería honesto decir que el movimiento #YoSoy132 es un ejemplo de organización y estructura, pero es necesario decir que con el paso del tiempo ha ido adquiriendo las ha-bilidades necesarias para subsistir a los primeros embates a los que todo movimiento social se enfrenta.

La primera reunión, aquel lunes 28 de mayo, fue poco menos que caótica en un principio, pues todos allí, con poca o nula experiencia en asambleas y movimientos, tratábamos de organizar algo más que una masa; tratábamos de organizar

una idea, un ideal y un símbolo, que es en lo que la carga histórica nos ha convertido. No nos habíamos percatado aún de la gran responsabilidad que teníamos y tenemos ante el pueblo de México y tampoco sabíamos la magnitud del trabajo conferido al ser un elemento semiótico, algo que muchos considerarían un faro en las tinieblas en las que se encuentra la Nación.

Fortalecidos por el ánimo de la lucha por un mejor país, el movimiento en ciernes se organizó en pequeños comités de trabajo, sobre seguridad, prensa, comunicación interuniversitaria, etc., y vitalizados como estábamos, ter-minamos aquella reunión de unidad cuando el sol ya había muerto sobre el horizonte, esperanzados por la respuesta del pueblo, salvando el detalle ideológico y de postura política sobre un inminente pronunciamiento contra el candidato Enrique Peña Nieto del pri. Cosa que, tal vez más tarde, muchos en lo profundo del corazón meditamos como algo que se debió clarificar y exponer, siguiendo las líneas del movimiento en la capital del país.

Con el ánimo y la valentía revolucionaria que dota el saberse legítimo por la más grande autoridad, el pueblo, nos preparamos para el primer evento como movimiento organizado y constituido: el inicio de la difusión de la información de manera creativa: un es-pacio organizado en la plaza de San Andrés Cholula, donde se proyectó, ante varias personas, el documental “Teletiranía”. Ver la respuesta de gente de diferentes edades y condiciones, en lo personal fue como un Deus ex Machina ante las dudas que tenía, y si bien mi opi-nión sobre el posicionamiento político jamás cambió y se mantiene como tal hasta hoy, sí puedo decir que esa respuesta fue lo que necesitaba para decidir mi perma-nencia dentro del movimiento de manera definitiva.

“yo como s u j e t o #132”

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Aquella tarde de documental tam-bién nos demostró que la habilidad de convocatoria del movimiento, por lo que simbolizaba, era muy grande, y que teníamos en las manos el poder simbó-lico ante la sociedad. Gente con hambre de conocimiento e información, com-pañeros, vecinos, papas, elotes y esquites acompañaron aquella velada en la que el motivo principal de tertulia fue sólo uno: la verdad.

Sucesivas reuniones de muchas horas, comunicaciones interminables vía redes sociales y por teléfono nos fueron desve-lando el panorama y el contexto en que nos encontrábamos. Miedo latente en los rostros de muchos, preocupación en el de otros, valentía en el de casi todos. La inminencia de ataques y amenazas como tabú, el peligro y miedo constante a una represión. Todo esto fue parte de la vida inicial del movimiento, que estuvo ex-puesto, al igual que todo movimiento social, desde su génesis al peligro de la brutal fuerza del Estado; lamentablemente, pocos nos dimos cuenta de que dicho peligro siempre existió y que las afrentas eran inminentes, hasta que comenzaron, de manera casi secreta, a suceder.

Aun así, un movimiento no sólo son macanas, marchas y consignas; en la vida interna y cotidiana de #YoSoy132 existen y coexisten muchas formas de convivencia, no sólo la de la demo-cracia y la lucha social. Existen amigos entrañables y hermanos de lucha so-cial, como lo son Mónica y Mariana, y también compañeras admirables como Lizbeth o Azela; gente con la que vale la pena luchar y, como ellas, muchos otros más.

De este modo, el domingo 3 de junio, nos propusimos la meta de reclutar gente comprometida, expo-niendo varios proyectos interesantes como Barrio #132 o Informarte ante la sociedad en Puebla, y convocamos a una asamblea en el Paseo Bravo para ese día por la tarde. La falta de logísti-ca y organización correcta impidió la difusión masiva del evento, pero aun así, comenzaron los diálogos con la población y con otras universidades diferentes a la composición plural que hasta el momento ha tenido el comité

de #132, conformado por la comuni-dad estudiantil de la Ibero, la udlap, la umad, la Anáhuac y la eldp.

El evento hizo posible una visión más amplia del panorama al mandar-nos a la realidad de lo que la falta de organización puede generar. Entre discursos, disertaciones e incluso pro-nunciamientos cómicos sobre tesoros y profecías, pasó nuestro evento.

La necesidad de una mayor concen-tración de estudiantes y de una mayor democracia logró, el lunes 4 de junio, algo que hasta hace poco no hubiera sido posible: la inclusión de gran parte de estudiantes de la comunidad de la Universidad Iberoamericana Puebla al movimiento #YoSoy132 por medio de la Asamblea General Universitaria, que se realizó en el Auditorio Manuel Acévez sj y que contó con una amplia participación en cuanto a debate ideo-lógico y político, propuestas de acción y democracia. La asamblea, a pesar de la inexperiencia de la mesa de debates y de las múltiples trabas en su desarrollo, se constituyó de manera exitosa eligiendo a los tres representantes interuniversitarios y convocando a una segunda asamblea para generar planes de acción.

El miércoles 6 de junio vio la luz esa segunda asamblea, que de manera de-mocrática, salvó el punto ríspido sobre la postura respecto al candidato del pri, suscribiéndose al Manifiesto redactado en la capital, manteniendo el nombre de Peña Nieto en dicho documento, dado aquello que significa hoy, según manifestó la propia asamblea. Esta decisión fue claramente una muestra de coherencia y de conocimiento de la realidad histórica por parte de la comu-nidad que integró la asamblea.

Comprometidos con la contienda electoral, aun manteniendo una po-sición de clara tibieza frente al pri y su candidato, movimiento y co-mité organizaron un magno evento en el zócalo, en el que pretendimos una demostración de arte y cultura mediante el teatro, la música y la li-bre expresión, para culminar con la transmisión del debate presidencial.

La unidad de todos los participantes fue admirable, aun con los rumores

de porros del pri y de grupos de cho-que. El evento fue un éxito, con la participación admirable de Alexa, Azela, Lizbeth y muchos más, que con su talento artístico manifestaron aquello que el mo-vimiento quiere: la verdad mediante la paz. El ánimo inyectado a las venas de #YoSoy132 Puebla por el éxito de este evento nos ha mantenido en la uni-dad. Hemos ido sorteando juntos los ataques del enemigo que está en pos de desprestigiarnos como movimien-to nacional, con fracturas como la de Generación mx, con represión como en Tlalnepantla, con mentiras como en Tepeaca y con descalificaciones emana-das de sus propios adeptos.

Hoy nosotros sabemos el difícil camino que conlleva un movimiento social de lucha alegre y digna rebeldía, y hemos ido creciendo como grupo unido, conociéndonos muchas veces y desconociéndonos otras. Pero siempre conscientes de nuestro papel en la his-toria y sabedores de aquello que el gran luchador Lucio Cabañas dijo alguna vez: “Desgraciados los pueblos donde la juventud no haga temblar al mundo y los estudiantes se mantengan sumisos ante el tirano”.

Hoy sabemos que podemos oponernos ante el tirano porque ya no tenemos miedo y no hemos de tener miedo nunca más.

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de la comunidad universitaria de

la Ibero Puebla, en torno a la paz, la

justicia y la seguridad ciudadana

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Haber asistido a este taller me dejó grandes enseñanzas, pero sobre todo, pude observar lo que otros ciudadanos piensan acerca de la paz, la justicia y la seguri-dad ciudadana. Convivir con expertos en seguridad, como el cuerpo de vigilancia de la universidad encabezado por el señor Cecilio, con profesores, administrativos del plantel, abogados y conocedores en el tema de Derechos Humanos hizo que mi concepción sobre estos tres conceptos que son fundamentales para la genera-ción de bienestar social, se haya enriquecido […] En lo personal, esto hace que uno como alumno se sienta realmente como un ciudadano y no como alumno inferiorizado por su profesor. Mariano Cruz(Estudiante de Ciencias Políticas y Administración Pública, Ibero Puebla)

Para que se genere algo diferente a nivel comunitario, se requiere iniciar el pro-ceso de aprendizaje social para construir juntos/as la paz, justicia y seguridad que queremos, bajo otros mecanismos diferentes a los que hemos aprendido y hoy son obsoletos. Algo muy valioso ha sido entender la seguridad ciudadana como un derecho y no como un servicio otorgado por el Estado, con corresponsabilidad social y con una carga ética. Mónica Ramírez (Observatorio de Violencia Social y de Género, Ibero Puebla)

Las propuestas y reflexiones que a continuación se presentan son el resultado de un trabajo colectivo del Taller “Paz, justicia y seguridad ciudadana”, efectuado en el marco de la campaña universitaria 2012, los días 5 y 6 de junio.

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La viabilidad de crear nuevas generaciones de ciudadanos con los conocimientos suficientes y bastos sobre sus derechos y obligaciones a un nivel más profundo, y a partir de ello lograr defenderse a sí mismos ante las arbitrariedades de las autorida-des, de igual manera. Esto conllevará a que los ciudadanos exijan justicia que debe ser impartida por las instituciones jurisdiccionales encargadas de ello, sin el temor de ser víctimas de atropellos, todo esto derivado del conocimiento de sus derechos y obligaciones de acuerdo con la Constitución Política de México. Marcos De Gante(Estudiante de Derecho, Ibero Puebla)

En mi labor profesional, los Derechos Humanos han sido constante tema tanto en talleres, grupos terapéuticos y terapia individual, espacios donde se educa a las y los usuarios del servicio de orientación jurídica o psicológica. En esos espacios mi labor ha sido enriquecida en el Taller de “Justicia, paz y seguridad ciudada-na”. Mi propuesta allí es ahora un compromiso. Hay que dejar de ser pasivos, observadores críticos del Estado. Es hora de tomar la palabra y participar en la creación de otro nivel de conciencia ciudadana, activa, comprometida. Como educadora de ciudadanos tengo un compromiso. Como terapeuta de gente que sufre por la delincuencia, el reto es doble, más profundo y más amplio, con bases teóricas y científicas, sociales y filosóficas, que mantienen en primer plano los Derechos Humanos. Laura Victoria Reyes (Instituto Poblano de las Mujeres)

Como propuesta para acceder a la seguridad pienso que debe nacer, en primera instancia, de un trabajo conjunto entre ciudadanos y el municipio, éste nivel de gobierno debido a que es el más cercano al ciudadano, buscando resolver las prin-cipales problemáticas de seguridad que vive la población, y que se nos proporcione la garantía de que se tratará hacer cumplir la ley y los procesos para la detención de criminales. Alan Loría (Estudiante de Ciencias Políticas y Administración Pública, Ibero Puebla)

La paz es un concepto y una condición eminentemente humana que debe ser com-prendida en toda su amplitud, y si bien en algunos casos se ve como la ausencia de la guerra o el conflicto, hoy debemos atrevernos a mirarla como la posibilidad de vivir digna y plenamente. Dicho de otra manera, es necesario entender que la paz no elimina el conflicto ni será una realidad si sólo se promueve la eliminación de “aquello que no la deja ser”, sino sólo a partir de ser mejores seres humanos y asumir su construcción como nuestra responsabilidad. Alejandro González (Área de Reflexión Universitaria, Ibero Puebla)

Los hechos demuestran que no se han elegido las alternativas adecuadas. De modo que los ataques al consumo o dar paso a la legalización de la droga sólo les han obsequiado un receso a los de-lincuentes. Consecutivamente se creyó que la entrada (a las calles) de cuerpos militares, mitigaría arduamente el nar-co, obteniendo como consecuencia “la guerra” de Felipe Calderón, misma que ha dejado a más de 80 mil muertos y miles de desaparecidos […] Para que la ética y la moral existan dentro de nues-tra sociedad, es necesario aplicarlas en nuestra vida diaria. Es un punto de par-tida indispensable, para forjarnos como mejores seres humanos; teniendo un porvenir más justo y colmado de equi-dad. No basta con cerrar los ojos y hacer que no pasa nada, somos noso- tros los que debemos luchar ante tanta injusticia que nos aqueja hoy en día. Luis Isaác Castillo Adame (Ibero Puebla)

La seguridad es una condición necesa-ria para vivir en libertad, es por eso un elemento fundamental en la dignidad humana. El Estado democrático sólo se legitima ante el cumplimiento de su obligación de proteger, respetar y garantizar la dignidad de las personas que se encuentran en él; para la cons-trucción de este Estado democrático en México es necesario que la ciudadanía arrebate este tema del discurso oficial y se apropie de esta colosal tarea. Alejandro Jiménez (Programa de Derechos Humanos, idhie sj,

Ibero Puebla)

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La paz no se puede concebir como un fin por sí mismo, como un objeto limitado o como una meta sin tras-cendencia ni sentido, sino más bien como un vivir cotidiano dentro de un margen de respeto por los derechos del otro y también por la búsqueda de aquellos puntos en común que nos ha-cen convivir no en la indiferencia sin aparentes problemas, sino en la cons-trucción de un Estado en el que la paz sea reconocible, tanto subjetiva como objetivamente, tanto en lo individual como en lo colectivo. Araceli Morales (Área de Reflexión Universitaria,

Ibero Puebla)

Aparte de su gran importancia para la vida personal, la paz es la mejor forma de construir sociedades seguras, donde cada quien respete y aprecie a los de-más. También es la mejor manera de construir países seguros que puedan desarrollarse y ser cada vez mejores. Calixto Romero Cervantes (Seguridad, Ibero Puebla)

¿Cómo lograr que los estudiantes realmente adquieran elementos para reflexionar, pensar, analizar y proveer soluciones a estos metaproblemas? Ne-cesariamente tendrá que ser “viviendo” los aspectos que muy atinadamente destaca Wagner en relación al sistema educativo finlandés: la confianza, la transparencia, el respeto y el incentivo a pensar más allá de memorizar. En un ambiente en que el conocimiento sea entendido y concebido como una cons-trucción social, en esto último descansan

muchas de las soluciones a las problemáticas sociales. Nuestra realidad actual nos está exigiendo aportar, construir y proveer soluciones de manera comunitaria, ya no existen soluciones lineales. Miriam Carrillo (Catedrática de Derecho, Ibero Puebla)

Las movilizaciones sociales de los últimos tiempos nos llevan a reflexionar y a sumarnos a las justas demandas ciudadanas tanto en nuestro país, como en muchas otras ciudades y países, a nivel global con el movimiento de los indignados, los globalifóbicos, el reciente surgimiento del YoSoy132, que si bien demandan muchas cosas, entre ellas están la paz, la justicia y la seguridad. El reto es en-contrar los caminos. Tenemos que pensar en nuevos paradigmas de ser humano, de producción, de relación entre las personas, de convivencia y de participación. Romper patrones de consumo; relacionarnos de nuevas formas más horizontales y acabando con la verticalidad; exigir otros contenidos televisivos o, mejor, apagar la tele y abrir uno y muchos libros; hacer más difusión los que poco o medianamente trabajamos estos temas, etcétera.Lourdes Pérez (Programa de Género, idhie sj, Ibero Puebla)

Resulta necesario replantearnos si la problemática surge en el seno de la corrup-ción en sus instituciones de impartición de justicia o por la falta de principios y valores, en el seno de la sociedad civil. Y por lo tanto, resulta necesario ante este escenario previsible, qué hacer para mejorar nuestro entorno y qué medidas debemos adoptar para la reconstrucción del tejido social. Carlos López (Estudiante de Ciencias Políticas y Administración Pública, Ibero Puebla)

No se trata de revelar datos duros y encrudecer esta realidad que parece compleja y carente de paz, se trata de conocer la realidad para transformarla y desde la cons-trucción colectiva contribuir a propuestas concretas que promuevan un país más armónico y solidario. Enrique Rosano (Área de Reflexión Universitaria, Ibero Puebla)

Los procesos de formación y capacitación que llevo a cabo incluyen temas como: igualdad, ejercicio pleno de ciudadanía, prevención de la violencia de género y familiar, construcción de liderazgos de las mujeres y procesos de empoderamien-to. De manera concreta, propongo incorporar, en los procesos de sensibilización, formación y capacitación, un eje temático que aborde los tres conceptos centrales del taller: paz, justicia y seguridad ciudadana; qué significado concreto tienen en la

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[...] desde mi experiencia como padre de familia, puedo constar que estos espacios o materias son abordados al menos por los profesores de mis hijos, con discursos aprendidos de los propios libros, que por ser recitados terminan siendo vacíos e incoherentes para los alumnos.

Fotografía: http://www.iberopuebla.edu.mx/multimedia/wallpapers/

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construcción de relaciones basadas en la igualdad, la dignidad y el respeto. Además, es preciso que este tipo de acciones de formación se realicen de forma permanente y continua. Por tanto, me parece fundamental que el grupo de las y los participantes tengamos encuentros programados para monitorear e intercambiar experiencias y puntos de vista, tanto a nivel personal, como laboral.José Fausto Gutiérrez (Consultor independiente)

Existen múltiples modelos de desarrollo, pero para saber si éstos buscan el desarro-llo humano, vale la pena hacerse las mismas preguntas que para la seguridad ¿Para quién es el desarrollo? ¿Quién es el sujeto que debe ser desarrollado? ¿Qué valores hay que promover? ¿Qué amenazas se perciben? Si la respuesta a estas preguntas no incluye las condiciones para el desarrollo de las mujeres, estamos frente a un modelo fallido. Justamente, la seguridad para muchas mujeres depende no sólo de que se dispongan recursos materiales y humanos para prevenir la violencia, sino que resulta fundamental que se garantice su desarrollo y seguridad en el ámbito de lo simbólico. Anahí Espíndola (Observatorio de Violencia Social y de Género, Ibero Puebla)

Acciones como la participación e integración de la universidad con la población vecina al campus, por medio de la puesta en práctica del conocimiento adquiri-do en las aulas, me parecen básicas para generar una transformación. Elementos como el respeto, la solidaridad o la reciprocidad deben de respirarse en el accionar cotidiano del campus. Para ello propongo, al igual que mis compañeros de equipo, la sensibilización y comprensión de estos temas en las clases del Área de Reflexión Universitaria. José Francisco Gallardo (Estudiante de Ciencias Políticas y Administración Pública, Ibero Puebla)

El gobierno federal, propiamente la sep como encargada de la educación en México, durante muchos años despreció la educación cívica, ética y democrática. Si recordamos, apenas en el año 2008 nuevamente se reincorporaron a los conte-nidos de la educación básica: civismo y ética, después de décadas de explícitamen-te haberlos suprimido […] desde mi experiencia como padre de familia, puedo constar que estos espacios o materias son abordados al menos por los profesores de mis hijos, con discursos aprendidos de los propios libros, que por ser recitados terminan siendo vacíos e incoherentes para los alumnos […] que a mi entender deberían ser: reflexionar con actividades diversas en torno a la importancia de identidad y conciencia social comunitaria; la ciudadanía responsable y la importancia de la participación; explicitar un ethos y base axiológica de convivencia relacional,

como sinónimo de conciencia indivi-dual y social con énfasis en la plurali-dad e inclusión como base armoniza-dora de la convivencia respetuosa desde la diversidad de las personas; así como el despertar y desarrollar de forma ex-periencial en los niños, vocación por la auténtica búsqueda del bien común como dinamismo central del logro del bienestar y felicidad de todos los que conformamos, vivimos y nos desarro-llamos en una sociedad. Jacinto Victoria Rojas (Participación y vida universitaria,

Ibero Puebla)

1. Problematizar la violencia como cualidad humana y como característica de la organización social para clarificar los alcances y posibilidades de ambas perspectivas como obstáculo para el de-sarrollo de la humanidad; 2. Reflexionar sobre el papel de las resistencias soli-darias y las utopías de paz a través de la revisión de su impacto local y global para discernir sus alcances y posibilidades de acción reales; 3. Comprender la reali-dad de los otros para lograr la empatía en pro de la construcción de procesos de paz desde la sociedad civil. Belén Castaño (Área de Reflexión Universitaria,

Ibero Puebla)

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Autor: Antonio AudiracObra: Serie pájaros

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Susana Celic Castañeda Azamar(9 años, cuarto año de Primaria, 03/06/2011)

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Susanita, en su casa, vive un ambiente de amor y paz y es una niña muy protegida por

sus padres. Sin embargo, habita en una ciudad donde se respira la violencia, y ésta llega al

centro de sus emociones. Un día, su maestro pidió a los alumnos que escribieran un cuento

de tema libre y Susanita inventó el que aquí presentamos.

Al escribir, la niña expresa sus inquietudes, temores e inseguridades provocados por

el medio exterior que la rodea, nos dice que la violencia está allí, anda suelta y tiende a

multiplicarse. Ése es el tema que le preocupa y desde su mente infantil trata de encontrar,

a través de un hilito mágico, remedio y escarmiento para los seres violentos.

En la ciudad de Guadalajara, en el año 1999, había un niño a quien le decían Pepe.Él era güero, de ojos negros, chaparro, listo, gordo y travieso. Iba a una escuela llamada América, la cual era muy grande, bonita y estaba pintada de color verde.

A Pepe, unos compañeros le pegaban muy fuerte. Siempre llegaba a su casa sucio de tierra y con manchas de sangre. Escondiéndose, corría al baño a limpiarse las he-ridas y jamás comentaba a sus padres qué le sucedía porque no quería preocuparlos.

Un día se armó de valor y quiso golpear a sus compañeros, pero ellos lo corre-tearon, cayó y rodó por las escaleras. Cuando llegó a la planta baja, le salían chorros de sangre de su nariz y boca. Los maestros y la directora trataron de levantarlo para llevarlo al hospital, pero ya estaba muerto.

Los niños que lo habían agredido fueron llevados a un reclusorio. Cuando llegaron a ese lugar ¡qué sorpresa se llevaron! Pepe los estaba esperando y para vengarse los asustaba a cada rato. Iban a la cocina y Pepe se les aparecía, jugaban al fútbol y les quitaba el balón, iban al baño y también allí lo veían.

Por fin salieron de ese sitio. Ellos creían que jamás volverían a ver al niño a quien tanto habían molestado, pero ¿qué creen? Afuera del reclusorio los estaba esperando Pepe. Espantados, corrieron hasta la orilla de un río, se llenaron de lodo en la huida, y Pepe seguía detrás de ellos.

Regresaron a sus casas y allí encontraron a Pepe, al día siguiente fueron a la es-cuela y desde la primera banca del salón, Pepe los miraba con mucho rencor. Jamás comentaron esto ni a sus maestros ni a sus padres porque pensaban que no iban a creerles. Así ellos vivieron siempre ante la presencia de Pepe, quien en todo momento les recordó que fueron muy malos.

FIN

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Autor: Antonio AudiracObra: La matanza de Cholula

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Fotografía: Juan Carlos AlburquerqueSerie: Miradas del mundo

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Autor: Antonio AudiracObra: Serie Deliros y Fracasos III