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    Carlota Carvallo

    El espíritude la

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    Título del libro:Rutsí: el espíritu de l a selva

    Autora:Carlota Carvallo

    Derechos de autor:© Carlota Carvallo© Herederos de C arlota Carvallo© De esta edición: Ediciones El Nocedal S.A.C.Diseño y diagramación:Bruno Cárdenas

    Ilustraciones:Rosario NúñezCarvallo AdrianaPatrucco Núñez

    Corrección de estilo:Danilo Raá RodríguezRómulo Torre Toro

    David Villena ReyesEdición:Ediciones El Nocedal S. A. C.Av. Del Río 111, Pueblo Libre, Lima-Perú

    Tiraje:XXXX ejemplares

    Impresión:Punto & Grafía S.A.CAv. Del Río 113, Pueblo Libre, Lima – P erú

    I.S.B.N.

    N° 978-612-4195-00-6Código del Proyecto Editorial:N° 31501211300344Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú:N° 2013-05974Código de barras:N° 9 786124 195006

    Todos los derechos reservados.Queda rigurosamente prohibida la reprod ucción total o parcial de esta obra por cualquiermedio o procedimiento.

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    INTroDuCCIóN

    ¿Conocéis por ventura la selva, la grandiosa selva sudamericana? Si la conocéis, si alguna vezhabéis visto desencadenarse sus oscuras fuerzas primitivas, si habéis escuchando hacia el atardecer sus confusos rumores,donde a veces os parece percibir el canto de eternidad de sus ríos o eleco ronco de sus montañas, el grave croar de gigantescos sapos, el chirrido estridente de losmonos o el melodioso trinar de misteriosas aves; si habéis sentido el embrujo de su belleza y oshabéis internado en el laberinto de susentrañas, uiz!s habréis descubierto ue est! poblada de seresinvisibles ueviven en sus ríos y pantanos, en sus innumerables cascadas, en sus apaciblesremansos, en sus montes y sus cuevas, y hasta en las chozas abandonadas delos indios"

    #ues bien, si los conocéis, si vuestro oído puro como el de un niño no ha sido a$n contaminadopor la palabra del hombre, si vuestro coraz%n sencilloha podido acercarse a la naturaleza y a lavida en sus m!s elementales y primitivas formas, uiz!s conoceréis a &utsí, uno de los traviesosespíritus dela selva" Si no lo conocéis, permitidme ue os lo presente"

    &utsí es un diminuto genio de los ríos, in uieto y burl%n" 's él a uel ue juega malas pasadas almartín pescador cuando este espera alg$n pez, inm%vil

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    en una rama pr%(ima a los ribazos" )l anuncia a la pe ueña víctima el por ue lo acecha, para uecambie de rumbo" )l es uien desata el cebo de los anzuelos, el ue moja las alas de las mariposascuando se apro(iman a beber en los charcos, uien azota las canoas de los indios y las atrae a losremolinos, donde alguna vez se perciben sus carcajadas" 's este &utsí el ue acecha a Shambi, lahija del caci ue, cuando introduce sus morenos pies en el río para llenar sumocagua * y darle debeber a sus hermanos" )l salpica de agua los ojosde la muchacha cuando, despojada de sucushma, seecha a nadar remontandola corriente" )l es uien de ver tanto a la muchacha ha llegado a encariñarsecon ella, y hasta se ha atrevido a murmurarle palabras amables al oído, ue ella parece no haber escuchado" )l finalmente, en una noche misteriosa de la selva, le ha dicho tímidamente al buen #adre&ío+ -uiero ser hombre., frase ue ha debido repetir varias veces"

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    Pasado algún tiempo, Rutsí se había vuelto tan melancólico que elPadreRío estaba muy preocupado. Entonces lo mandó llamar y trató dedisuadirlo con buenas maneras. Le mostró los inconvenientes que hallaríacomo hombre, lo difícil que sería su vida, acostumbrado como estaba aholgar todo el día libremente, sin conocer los trabajos y penalidades queagobian a los mortales. Pero Rutsí era un geniecillo testarudo y no

    I

    DE Có M o r u TSÍ S ALIó DE LA SELVA

    —¡Quiero ser hombre! —añadió Rutsí—, para que Shambi puedaoír mi voz y para jugar con ella corriendo por el sendero que conduce asu cabaña. Y quiero ser hombre para saber lo que hay detrás de esta

    inmensidad verde y p ara ver a dónde alumbra el sol cuando desaparecetras d e las a ltas co pas d e los árboles.

    El Padre Río lo miró extrañado. En realidad, nunca había oídopetición semejante de un geniecillo. Cuando lo pensó un poco más,montó en cólera y ordenó al pobre Rutsí que no volviera a i ncomodarlo consus impertinencias. Esa noche el Padre Río se agitó turbulento entre sulecho, sin poder co nciliar el sueño, y el pobre geniecillo se ocultó entre

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    los platanares, sin tomar parte en las travesuras de sus alegrescompañeros.

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    que vivía en una cueva solitaria arrancándole sus secretos a lanaturaleza. Ella preguntaba al tib i, ave fatídica, que canta en las nochespara anunciar las d esgracias y al Chuyachaqui , diablo burlón de p iesdesiguales que se encarga de extraviar al caminante. Ella sabíapreparar la pusanga y el piri-piri, bebedizos mágicos que utiliza la gentepara h acerse q uerer, y el ayahuasca que hace ver el porvenir.

    Ella tenía oídos sobrenaturales, abiertos para los ruidos másimperceptibles, y así oyó la llamada del Padre Río y acudió esa nochepara p laticar co n él.

    —Uno de mis geniecillos —dijo el venerable viejo—, el más alegrey travieso, desea co nvertirse en hombre... ¿Qué dices...? ¿Lo puedes h acer?

    —¡Oh, buen Padre Río! —contestó la bruja después de saludarloreverentemente—. ¡Tengo poderes maravillosos, es verdad, pero tú me pidesdemasiado! Yo podría convertir a ese p equeño y loco espíritu en serpiente oen ave, pero en hombre, ciertamente que no. Si aceptas mi consejo, ledaremos, a modo de prueba un cuerpo de pájaro, un pájaro de hermoso

    plumaje, y se sentirá muy feliz. También es posible que, cuando trate deremontarse sobre las copas de los árboles y se c onvenza de que esimposible atravesar la selva, porque es un mar verde sin n, deseevolver a ser un geniecillo del río, como lo ha sido siempre.

    Rutsí oyó esa noche una llamada misteriosa. Era una lechuza que le

    enviaba la Runa-Mama para guiarlo a s u cueva.—¿Qué quieres? —le preguntó Rutsí.—El buen Padre Río ha querido complacerte. Vas a convertirte en un

    ser de carne y hueso —le contestó la bruja.Entraron a la cueva y los otros geniecillos que atisbaban curiosamente

    en los al rededores, oyeron roncas p alabras m ágicas y estridentes ch illidos.De pronto rasgó el aire cálido de la noche el vuelo todavía inexpertode un

    chirrecl és . Eso era Rutsí desde ese momento: un hermoso chirreclés.

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    Durmió temeroso, acurrucado en una rama, porque ahora debía

    guardarsede un sinfín de enemigos que antes no conociera. La vida es

    así en la selva. Unos seres viven a expensas de los otros, y hasta losvegetales se absorben entre ellos, en esa gigantesca l ucha por la existencia.Las fuerzas encontradas de la naturaleza crean y destruyen al mismotiempo, en un vértigo primitivo y salvaje.

    Cuando empezaba a al borear, Rutsí despertó sobresaltado. No estaba muycontento de su transformación, pero se consoló pensando que ahoraShambi lo podría ver y escuchar. Para e lla serí a su canto más b ello yel magníco brillo de su plumaje. Y ya más alegre emprendió el vuelohacia la choza d el cacique, esperando encontrar a la pequeña Shambi.

    Pronto la vio dirigirse al río en busca de agua. Rutsí trató dellamarle la atención volando de rama en rama cerca de la orilla, peroShambi estaba esa mañana muy pensativa y no reparó en él.

    Mientras t anto Uriangari, el hijo mayor del cacique, se en treteníaen ensayar su puntería disparando su pucuna , rama hueca a t ravés de la

    cual se soplan pequeñas saetas y en cuyo manejo son muy diestros losindios. Vio al pajarito y pensó que sería un buen blanco para probar sudestreza. De pronto, Rutsí sintió un agudo dolor en el corazón ylanzando un lastimero quejido fue a caer desplomado a los pies deShambi. Esta lo recogió compasiva y lo apretó contra su pecho, pero yael pobre chirreclés est aba muerto.

    Entonces Rutsí, el geniecillo, despojado de su cuerpo, volvió al lado

    de su Padre Río. Este lo recibió cariñosamente y le dijo:—Ya no te vuelvas a i r, hijo mío. ¿No vives más feliz en tre nosotros?Pero Rutsí insistió en su deseo de ser hombre.El Padre Río llamó nuevamente a la hechicera y le ofreció una

    recompensa si complacía esta vez a s u pequeño Rutsí. La Runa-Mamapidió un tiempo de plazo, mientras consultaba a las aves m isteriosas d e laselva.

    Y otra vez la lechuza llamó una noche al geniecillo y la bruja seencerró con él en la cueva, y los otros diminutos espíritus que at isbaban en

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    los alrededores, oyeron un gran estrépito y luego apareció Rutsícompletamente transformado.

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    La Runa-Mama e staba satisfecha. Todos s us conjuros y sortilegios,

    habían tenido felices resultados. Rutsí se había convertido en unaespecie de hombrecillo salvaje, con toda la apariencia de un muchacho.Tenía una cara muy linda y unos ojos muy vivos, la tez bronceada y elpelo negro como el alquitrán.

    —Serás un hombre, como lo has querido —dijo la hechicera—, ycomo tal, estarás su jeto a las necesidades y trabajos de la gente. Tendrásinteligencia, pero además te he dado el don de entender el lenguaje de

    todos los seres. Tu corazón permanecerá sencillo y primitivo. Quierosaber si esto sirve para escudarte de la maldad de los hombres. Pero sialgún día sufres, no te quejes de mí. Yo te he advertido que eres unespíritu loco y soñador...

    »Y cuando al n eches de menos la soledad de los bosques y deseesregresar a la Madre Naturaleza, nosotros te recibiremos contentos yentonces vo lverás a ser un espíritu del río como lo has sido siempre...

    Cuando la Runa-Mama terminó de hablar, Rutsí, agradecido, sedespidió de ella.

    Oculto entre un montón de hojas secas aguardó la llegada de lamañana. Cuando empezaba a ltrarse la luz por los claros del bosque,

    Rutsí se puso en camino. Quería buscar a la pequeña Shambi pero sehallaba desorientado.

    Entonces vio un pajarito parado en una rama cer cana y se at revióa p reguntarle:

    —¿Sabes tú dónde vive la pequeña Shambi?—¿Quién, quién? —dijo el pajarito.

    —La niña más bella, más dulce que habita la selva...

    —¿Quién, quién? —dijo nuevamente el pajarito.

    —La que tiene el talle esbelto como el umiro y el rostro más lindo yfragante que la or de la shía-shía... —Y al decir esto, Rutsí comparaba aShambi con dos hermosas palmeras.

    —¿Quién? ¿Quién? —repetía monótonamente el p ajarito...

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    Rutsí, impaciente, le volvió la espalda. Olvidaba que la avecilla notenía otro canto y por eso se le llamaba el quién-quién .

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    ¡Qué difícil era para nuestro muchacho abrirse paso entre la maleza

    que le cerraba el camino! Había perdido su agilidad de geniecillo, que lepermitía juguetear sob re las ondas del río o entre las gotas de lluvia ycabalgar sobre el lomo de las mariposas o en los rayos del sol. Peroestaba tan contento y tenía tantos bríos, que no sentía la menor fatiga.

    Anduvo así muchos días, preguntando a cuanta avecilla encontraba asu paso, pero las pequeñas aves se habían vuelto tan desatentas con élque ni siquiera se t omaban el trabajo de contestarle.

    Vio también monos de innitas clases. Los maquisapas eran losmás simpáticos, con su pelaje negro brillante y su larga cola. Saltabanágiles entre las ramas, riéndose de él y arrojándole cocos. Sepreguntaban, seguramente, de dónde había salido ese pequeño ser tanridículo. Una mona vieja insistió en que la acompañara hasta lasramas más altas de una inmensa lupuna . Rutsí trataba de complacerla,pero demoró un buen rato hasta llegar a l a copa. Los traviesos monitosse balanceaban colgados de las lianas, mientras reían divertidos. Despuésle obsequiaron frutas y sem illas, que él saboreó con placer. Cuando estuvosatisfecho se despidió de los maquisapas y co ntinuó su camino.

    De pronto se desató una furiosa tempestad; la lluvia caía como undiluvio. El huracán arrancaba de cuajo árboles enteros. Rutsí,completamente mojado y resbalando a cada instante, corría por laoresta. Así pasó toda la noche y al amanecer escuchó muy cercano elmurmullo del río. Cuando llegó a la orilla vio con júbilo que frente a

    él, sobre u na barbacoa , o armazón de troncos, se levantaba la cabañadel jefe indio, techada con hojas de camona . En la puerta se h allabasentado Uriangari. Rutsí lo saludó, pero el muchacho mirabadistraídamente h acia el río.

    Poniendo las manos como una corneta, Rutsí le gritó aún más decerca:—¡Uriangari! ¡Uriangari!

    El aludido se sorprendió al verle.

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    —¿Quién eres? —le preguntó.

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    —Soy tu amigo. ¿Dónde está tu hermanita, la pequeña

    Shambi...? Se entristeció la cara del muchacho salvaje yrepuso:—Shambi ya no está aquí.Y luego le contó cómo su padre había muerto en u n combate con

    los hombres blancos y estos se habían llevado consigo a la pequeñaShambi, según decían, para q ue trabajara en los caf etales.

    —¿Y hacia dónde fueron? —preguntó Rutsí muy aigido.

    —Los vi alejarse remontando el río —dijo el muchacho, y luegoañadió—: Búscala tú si lo deseas, pero yo no te acompaño. Preeroquedarme con los hombres de mi tribu.

    Y se ofreció a h acerle una pequeña embarcación en que Rutsípudiera navegar. Cortó una rama de águano y estuvo trabajando todo eldía.

    Entre tanto, Rutsí quiso despedirse de su Padre Río. Llamó también alos geniecillos de la selva pero no los pudo ver. Oyó solamente sus vocesy así supo que lo acompañarían durante su viaje. También oyó la vozgrave del Padre Río que le decía:

    —No te fíes de los hombres, mi pequeño Rutsí. No creas demasiadoen sus palabras. Y recuerda que solo volverás a n osotros cuando esecuerpo que te hemos dado haya perecido. Ahora, aquí tienes mi regalo.

    Ante los ojos del asombrado Rutsí apareció un arco con tresechas d e p lata.

    Y el Padre Río añadió:—Guárdalo, que te pude servir.

    Al caer la tarde estuvo lista la pequeña can oa con un solo remo,donde Uriangari había puesto unas cuantas provisiones para el viaje. Leenseñó a manejarla y se despidió de él deseándole buena suerte en latravesía.

    Y así fue como nuestro pequeño salió de la selva para encontrar al

    hombre y a la civilización...

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    II

    DoNDE SE CuENTA SuAVENTurA EN EL ASErr ADEr o

    /a pe ueña canoa se deslizaba suavemente; &utsí era muy diestro en elmanejo del remo" /os curiosos peces asomaban sus cabecitas del agua paraobservar aldesconocido viajero" /os alegres monitos chillaban burlones sobre las hojas de las palmeras; loshualos, gigantescos sapos, croaban fuertemente;se oía el mon%tono canto de los grillos ymil gritos diversos rompían el silencio de la selva" 0lgunos semejaban el tal!n de campanasdiminutas, otros el sonido acompasado de una sierra o el repi ueteo de alegrescastañuelas" 1asta el silbido de las sombrías lechuzas se escuchaba como un sinfín demisteriosas llamadas" /os b$hos enormes y los temibles vampiros rasgabanel aire con suscentelleantes vuelos"

    &utsí pens% con tristeza en los espíritus de la selva" 0hora, desde ue se habíavueltohombre, no percibía casi su voz" 'l río solo era para él un gigantescoconjunto de aguasin uietas y veloces" #ronto se oyeron los rugidos de las fierasy &utsí salt% a tierra sujetando laembarcaci%n a los bejucos de la orilla" /uego busc% un sitio d%nde descansar, por ue teníasueño, como cual uier mortal, y hall% un nido vacío de garza entre los carrizos" Se disponíaa acomodarse en él cuando oy% un chas uido de ramas ue se uebraban y el arrastrarselento de un cuerpo pesado y majestuoso" 'ra la yacu-mama , la reina de la

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    selva, la gigantesca boa ue salía del río" /uego se escuch% un rumor de lucha ydesesperados mugidos de angustia" &utsí pudo ver, a la luz de la luna, uesu víctima erauna sachavaca " 'sta trataba de librarse del abrazo cada vez m!s estrecho de laserpiente" &utsí pens% en seguida en sus tres flechas de plata" 2#or ué no utilizarlas"""?#ero, por otra parte, 2 ué necesidad tenía de intervenir en las disputas de la selva? /asachavaca gritaba lastimeramente" &utsí, compadecido, dispar% con el arco sobre laserpiente y esta, al sentirse herida, solt% su presa, ocult!ndose en el fondo del río" /asachavaca busc% a su salvador y al divisarlo acurrucado entre el nido de la garza, seacerc% paradarle las gracias"

    31as sido muy generoso conmigo y alg$n día te lo pagaré 3le dijo"

    0 la mañana siguiente, muy temprano, &utsí se dispuso a continuar el viaje" 4usc% subar uita y al fin la divis% enredada entre los bejucos de la banda opuesta" Se habíadesatado durante la noche o tal vez el traviesoserruchero habría cortado las fibras con uela sujetara"

    2Conocéis al serruchero? 's un insecto algo parecido a una langosta" Sabe cortar,como lo haría la m!s fina sierra, todo lo ue encuentra a su paso" Cierta vez, un viajeropas% la noche en una de esas cabañas de palmeras ue se usan en la selva" 5e prontosinti% un ruido e(traño en la habitaci%n y, temiendo la visita de una serpiente o de cual uier otro desagradable bicho, con milprecauciones encendi% una luz, hallando destrozados losescasos muebles de la habitaci%n" /a tosca mesa yacía en tierra con las patas cortadas, elbanco cojo, y hasta uno de sus zapatos estaba dividido en dos partes" 6odo esto eraobradel serruchero" 70h, estos juguetones insectos de la selva8

    &utsí por primera vez se sinti% desconsolado""" 2C%mo podría él solo atravesar elancho río? 5e pronto oy% un ruido detr!s de él y vio a la sachavaca ue salía de laespesura" 1abía comprendido su situaci%n y r!pidamente se introducía en el río, nadandocon gran agilidad" /ogr% vadearlo y con sucorta trompa fue empujando la canoa hastadejarla cerca de &utsí" 'ste

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    no tuvo tiempo de agradecerle su ayuda por ue ya la sachavaca se alejabaapresuradamente a través de la selva"

    #as% otro día navegando y recibiendo los rayos del ardiente sol sobre su débilcuerpecillo" /as provisiones se habían terminado y tuvo ue detenerseun buen rato parallenar la canoa con los frutos ue le obse ui% un alegre guacamayo"

    Cuando lleg% la noche sali% otra vez la luna buena y el río se puso de color de plata"&utsí se sinti% muy solo" 5espués, el cansancio y el sueño lo rindieron y se ued% dormidoen el fondo de la canoa" 1acia la medianoche lo despert% un cho ue brusco" /aembarcaci%n había uedado detenida por enormes troncos ue flotaban sobre las aguas" 0no ser por ellos, la fr!gil canoa hubiera seguido navegando en la misma direcci%n uellevaba el río, alej!ndose irremediablemente de a uella meta ue se había propuestoalcanzar nuestro &utsí y ue estaba m!s all! de los límites de la selva"

    Con mucho trabajo logr% atracar en la orilla y amarr% la embarcaci%n aun gruesotronco" Se ech% a buscar un sitio c%modo para pasar la noche y al fin hall% un viejocedro carcomido ue tenía un gran agujero" 9a se estaba uedando dormido, cuando lodespert% un gruñido de mal humor muypr%(imo a él" 20divin!is uién era? #ues elgracioso machetero , pe ueño roedor parecido a una ardilla, cuya vivienda había ocupado"

    3:o hay sitio para los dos 3refunfuñ% el animalillo3" 7 ete8#ero cuando ya &utsí se disponía a buscar otro alojamiento, el machetero,

    compadecido de su soledad, le permiti% ue lo acompañara esa noche" 'ntonces sehicieron amigos" &utsí le cont% c%mo buscaba a la pe ueña Shambi, ue debía estar enlos cafetales, y el machetero lo puso al corriente de la vida en esos lugares, de los peligros

    ue amenazaban a los pe ueños seres y de c%mo él sabía roer la corteza de los paltospara desprender sus frutos y de lo divertido ue a uello era" 9 al terminar la noche llegarona hacerse tan amigos, ue el buen animalito le rog% ue se uedara con él a compartir lac%moda vivienda en el tronco del viejo cedro" &utsí le agradeci% conmovido su amabilidad,pero le confes% ue tenía urgencia de continuar el viaje"

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    0l amanecer el machetero lo acompañ% hasta la orilla y, al notar ue la embarcaci%nestaba muy descubierta y ue &utsí no tenía c%mo protegerse de los rayos del sol, se puso aroer con sus dientecillos afilados el tallo de un gran hongo rojo ue &utsí coloc% sobre sucabeza, con lo cual tuvo en adelante unadmirable sombrero"""

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    canto delyayay-mama , ave misteriosa y fatídica de la selva ue anuncia lasdesgracias"&utsí fue en busca de la fiera pues uería rematarla" #ero pronto se perdieron sus

    huellas en la espesura y el chico se encontr% lejos de sus amigos los campas y de suuerida canoa" 0guard% la llegada del día y emprendi% su camino a través de la selva"

    Cuando menos lo pensaba, se encontr% nuevamente a la orilla del río, pero ahora seerguía frente a él un hermoso puente, construido de un material recio y desconocido, uedenunciaba al fin la presencia del hombre blanco" /as grandes montañas cubiertas devegetaci%n rompían la monotonía del paisaje" &utsí se sinti% muy contento y con nuevasenergías para seguir sucamino"

    5e pronto, oy% un sordo ruido y levant% los ojos para averiguar de d%nde provenía,cuando distingui% un hermoso tronco de !guano ue se precipitaba a tierra" 5io un saltoy así pudo librarse de ser arrastrado por una de sus grandes ramas" #oco después unabella congona , !rbol de corteza blanca con el coraz%n rojo, caía pesadamente" &utsí sepreguntaba angustiado lo ue podía causar semejante desastre, cuando oy% la vocecilladeun perezoso ue le decía+

    37 en pronto y s$bete en esta rama, por ue se cae el pucheri! &utsí volvi% la cara asustado y vio, en efecto, c%mo se cimbraba sobresu cabeza un

    !rbol magnífico" Corri% al lugar de donde salía la voz del perezoso, y r!pidamentetrep% por el oropel hasta su elevada copa"

    329 c%mo sabes t$ ue a uí estamos seguros?3#or ue el oropel no tiene buena madera" Se contenta con dar hermosas flores"

    's, como si dijéramos, el harag!n de la selva 3le contest%el perezoso"3:o te entiendo una palabra 3le dijo el asombrado &utsí3" 2-ué tiene ue ver

    la madera con este cataclismo?

    'l perezoso le señal% entonces una casa grande ue se veía abajo, cerca del río, conun techo brillante ue reflejaba los rayos del sol"

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    3'so ue ves allí 3continu%3 es un aserradero" /os hombres blancos talan losbos ues y conducen los troncos hasta allí para cortarlos y pulirlos" /uego se los llevan m!sall! de las montañas"

    &utsí estaba asombrado" 7-ué malos eran los hombres blancos8 2C%mopodíandestrozar así su uerido bos ue?

    -uiso seguir interrogando al perezoso, pero ya se había uedado dormido"Colgado de suslargos brazos, parecía una gruesa rama retorcida" Sobre su pelaje largo crecía el musgo yesto lo confundía m!s con el ambiente en ue se hallaba" 6rat% de despertarlo moviéndolosuavemente, pero el animalillo abri% solamente uno de sus grandes ojos, rodeado por anillos negros ue ledaban una e(presi%n de asombro permanente"

    375éjame dormir8 3le dijo3" #rimero, los hombres con sus hachas"""70hora t$8

    3Creo ue sería mejor irnos 3insinu% &utsí"

    37-ué ocurrencia8 7'stoy tan c%modo a uí8 3refunfuñ% el animalito ysigui% impasibleen la misma postura"""&utsí vio desde su escondite c%mo los hombres se iban acercando" >bserv%la destreza

    con ue manejaban el hacha y la trozadora, produciendo un acompasado sonido" Cuandolos !rboles estaban ya cortados y despojados desu ramaje, los conducían a la parte baja delmonte, utilizando para ello unaespecie de canal o resbaladero hecho con los troncos m!s lisosy aprovechando de los pe ueños arroyuelos ue caían desde las cumbres, ya ue lacontinuahumedad servía para deslizarlos con mayor fuerza y rapidez"

    'n ese momento pas% zumbando por encima de la cabeza de &utsí un inmensotronco" Cuando se repuso del susto, sinti% el aire impregnado de unaroma delicioso"

    37#obre quina-quina 83dijo, mientras se ensanchaban con deleite las ventanillas de

    su nariz"/os hombres se apro(imaron a$n m!s" &utsí observ% los e(traños vestidosue llevaban"2C%mo se les había ocurrido hacer un vestido para cada pierna?

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    Cuando los madereros llegaron cerca del sitio donde se encontraban nuestrosamigos, ymientras algunos se ocupaban en derrumbar unyawar-waje , otros acerc!ndose al oropel, leempezaron a echar abajo sus hermosas flores rojas"

    32#ara ué sirve este in$til !rbol? 3dijo uno3" amos a cortarlo y nosllevaremos laleña para nuestras casas"

    9 empezaron a darle de hachazos"32-ué sucede? 3pregunt% el perezoso, abriendo esta vez los dos ojos"#ero ya era tarde" =no de los hombres se había apoderado de él y reía divertido"

    &utsí dio grandes gritos pero nadie le hizo caso" 'ntonces baj% del tronco e increp% al uehabía aprisionado a su amigo+

    32-ué vas a hacer con él?329 a ti ué te importa?&utsí se puso furioso"32#or ué han cortado este ya ar@ aje? 75esalmados"""8 2:o ven c%mollora sangre?37-ué gracioso8 3dijo uno de los hombres3" 25e d%nde ha salido estemuchacho,

    defensor de los !rboles?9 todos se rieron del pobrecito &utsí":uestro amigo tuvo la primera rabieta de su vida" #atale% y grit% hasta cansarse" #or

    $ltimo, uiso amenazar a los hombres"37

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    pudieran transportarse con facilidad" /as ramas chicas servían para mantenerel fuego de loscalderos, por ue la gran ma uinaria era movida con vapor"

    5espués de ue &utsí vio funcionar el aserradero, movi% la cabeza tristemente y dijo+36odo est! muy bien, pero yo prefiero ver esos troncos entre los bos ues, cargados de

    frutos y de nidos"9 se despidi% del muchacho, no sin antes preguntarle ué direcci%n debíatomar para

    llegar a los cafetales"32-ué buscas t$ en los cafetales? 3le pregunt% el muchacho con curiosidad"34usco a Shambi, mi pe ueña amiga 3le contest% &utsí" 9 como hablando consigo mismo,

    añadi%3+ 70 ella también se la llevaron los hombres blancos89 &utsí continu% su camino"

    0l fin se distinguieron las grandes plantaciones de café" /os hombres llevaban consigo unacanasta, donde introducían los rojos frutos de los arbustos" &utsíse acerc% a uno de ellos y lepregunt%+

    32-ué haces?39a lo ves, arranco las cerezas del café 3le contest% el hombre"329 ué haces con ellas?3Se las doy al dueño de la hacienda, ue a cambio me paga un jornal"329 ué es jornal?3=nos discos pe ueños de metal, a cambio de los cuales yo obtengo comida y

    vestidos"

    329 la comida no puede cogerse libremente en los campos, como hacenlos hombres ylos animales de la selva? 3volvi% a preguntar &utsí"'l hombre contest% negativamente"329 el ue no trabaja?37Se muere de hambre8

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    3#ero los otros hombres no lo dejar!n morir""" 2:o es verdad"""? 7:o pueden ser tanmalos8

    0l escuchar estas palabras el interrogado sonri%"Cuando lleg% el medio día, apareci% una mujer pobremente vestida llevando unavasija para el hombre ue arrancaba el café" &utsí mir% dentro y vio unas cuantas yucas ychoclos flotando en un agua turbia"""

    32'so comes? 3le pregunt% &utsí" 'lhombre asinti%"329por uésecubrenconesosvestidostanfeos?3señal%suspantalones3"

    29 por ué hay ue trabajar para obtenerlos?#ero el hombre ya se había cansado de responder a tanta pregunta y le volvi% la

    espalda"'ntonces &utsí se acerc% a una indiecita flaca y pobre ue llenaba penosamente su

    costal" Cuando la cesta ue colgaba de su cintura se habíacolmado, le pregunt%+32-uieres ue te ayude?9 como ella le contestara afirmativamente, &utsí, ue era !gil y listo, termin% en un

    instante la tarea de la muchacha"/uego vino un hombre ue cont% los sacos y dio unas cuantas monedas a los

    trabajadores" 'stos emprendieron, con paso fatigado, el regreso a laranchería de lahacienda"

    &utsí pens% ue tal vez allí estaría la pe ueña Shambi y, al anochecer, fue de choza enchoza indagando por su paradero" 6odas a uellas viviendaseran míseras y en lososcuros rincones había, muchas veces, hombres y mujeres acurrucados entre raídasmantas" 'staban atacados de una maligna enfermedad ue los hacía estremecer de pies acabeza"

    Cuando ya había perdido las esperanzas de encontrar a su amiga, lleg% a la$ltima chozade la ranchería, donde una voz cantaba suavemente" 'mpuj% la puerta y hall% a una indiade mediana edad" 0 su lado estaba una niña p!lida ue apenas podía incorporarse deltosco lecho donde se hallaba reclinada"

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    &utsí la mir% y crey% reconocer sus facciones" Se apro(im% a ella y entonces, lleno dein uietud, reconoci% en la pobre muchachita a la pe ueña Shambi"

    32-ué tienes? 3le pregunt% dulcemente"""'lla nocontest%" /o mir% con tristeza"&utsí estaba desolado" 7C%mo habían cambiado esa carita lozana, esos ojosalegres, esa

    boca tan roja8 70hora era solo una sombra8'ntonces la mujer ue la acompañaba le dijo en voz baja+3=n día, los blancos regresaron de la selva trayendo consigo a Shambi y la

    obse uiaron al dueño de la hacienda" 'lla rehus% cambiar sus primitivas costumbres yandaba escondiéndose de los patrones" 'ntonces me la dieron a mí para ue la cuidara"

    .

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    blanco ue seguramente era brujo" 6oc% a la niña en la frente" 'scuch% el rumor de sucuerpo, poniendo la oreja sobre su pecho" /uego dijo ue nohabía nada ue hacer"

    .32-ué tiene? 3le pregunté" 2's acaso la fiebre de los pantanos ue ha puestoamarillos a tantos hombres de la ranchería?

    .3:o 3me respondi%3" 'so podría curarse con la corteza de la cascarilla " 'l mal uepadece esta chica es mucho peor" -uiz!s se aliviaría con unas sales de oro, pero habría

    ue ir a buscarlas muy lejos, tal vez hasta la gran ciudad"""./e he tomado tanto afecto a la pobre niña, continu% la india, ue bien uisiera

    poder ir all!, tras las montañas, para conseguir ese remedio ue la ha de curar" #eronecesito dinero y mi jornal de un año no bastaría para pagarlos gastos del viaje"

    .#or eso procuro hacerle la vida lo menos desdichada posible, mas como no entiendemi lenguaje, no puedo si uiera divertirla cont!ndole algunas historias" 'se es el motivo por el ue canto a menudo" 's lo $nico ue parecedistraerla"

    9 así, la buena mujer termin% de contar la triste vida de Shambi en el cafetal" &utsí se

    ued% muy afligido"37'l dinero8 7Siempre el dinero8 3se dijo &utsí enfurecido3" 2#or ué desde ue hepisado la tierra de los hombres blancos no se oye hablar de otra cosa ue de dinero? 79o iréa la gran ciudad8 3afirm% resueltamente"

    326$? 3pregunt% con incredulidad la india" #ero ya &utsíhabía desaparecido"