Saga Imperio 3 - Un Guijarro en El Cielo

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    Un guijarro en el cielo

    Isaac Asimov

    Ttulo original: Pebble in the Sky.

    Traduccin de Eduardo Goligorsky.

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    A mi padre, quien me introdujo

    en la ciencia-ficcin.

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    Entre Un Paso Y El Siguiente

    Dos minutos antes de desaparecer para siempre de la faz de la Tierra que conoca,Joseph Schwartz estaba paseando por las tranquilas calles de las afueras de Chicago,recitando a Browning para sus adentros.

    En cierto sentido esto resultaba extrao, porque ningn transente que se hubieracruzado con Schwartz habra tenido la impresin de que ste era un conocedor de Browning.Joseph Schwartz pareca exactamente lo que era un sastre jubilado totalmente desprovistode lo que las personas sofisticadas de nuestros das llaman una educacin formal, perohaba desahogado una buena parte de su curiosidad en lecturas desordenadas. Una voracidad

    indiscriminada le haba hecho asimilar conocimientos superficiales sobre prcticamente todaslas materias, y haba conseguido mantenerlo todo ordenado gracias a que posea unaexcelente memoria.

    Por ejemplo, cuando era ms joven haba ledo dos veces el Rabino Ben Ezra, por loque naturalmente se lo saba de memoria. La mayor parte del poema le resultabaindescifrable, pero durante los ltimos aos el ritmo de los tres primeros versos haba latidoal unsono con su corazn; y en aquel da muy soleado y luminoso de comienzos del veranode 1949 Schwartz los declam para s en las profundidades de la silenciosa fortaleza de sumente.

    Envejece a mi lado!

    Lo mejor an no ha llegado.El final de la vida, para el cual fue creado el principio...

    Schwartz senta en toda su plenitud el mensaje del poema. La serenidad de una vejezacomodada resultaba muy agradable despus de los sacrificios de su juventud pasada enEuropa y de los primeros aos de su madurez en los Estados Unidos. Tener dinero y una casapropia haban permitido que Schwartz pensara en la posibilidad de jubilarse, y eso era

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    justamente lo que haba acabado haciendo. Con una esposa sana, dos hijas felizmente casadasy un nieto que alegrara los ltimos y mejores aos de su vida, de qu tena quepreocuparse?

    S, claro, estaba la bomba atmica, pero Schwartz crea en la bondad bsica de lanaturaleza humana. No crea que fuese a haber otra guerra. Crea que la Tierra no volvera a

    ver el infierno solar de un tomo detonado por la ira, de modo que sonrea con tolerancia alos nios con los que se cruzaba desendoles en silencio un paso veloz y no demasiado difcila travs de la juventud hasta la paz de lo mejor que todava estaba por llegar.

    Levant el pie para pasar por encima de una mueca de trapo que sonrea abandonadaen la cuneta, y cuya desaparicin todava no haba sido notada. An no haba terminado debajar el pie...

    En otra zona de Chicago se alzaba el Instituto de Investigaciones Nucleares, un lugaren el que los hombres quiz tambin tenan sus teoras sobre el valor esencial de la naturalezahumana, pero donde se avergonzaban un poco de ellas porque an no se haba inventadoningn instrumento capaz de medirlo cuantitativamente. Cuando pensaban en esas cosas,

    muchas veces era para desear que alguna intervencin divina impidiese que la naturalezahumana y el maldito ingenio humano acabaran convirtiendo todo descubrimiento inocente einteresante en un arma mortfera.

    Sin embargo, y si llegaba a ser necesario, el mismo hombre que no poda lograr quesu conciencia controlara la curiosidad que le inspiraban esas investigaciones nucleares, quealgn da quiz pudieran aniquilar a la mitad de la poblacin de la Tierra, era capaz dearriesgar su vida para salvar la de un semejante sin importancia.

    Lo que primero atrajo la atencin del doctor Smith fue el resplandor azul que brillabadetrs del qumico.

    Lo observ al pasar frente a la puerta entreabierta. El qumico era un joven siemprealegre y animado, y estaba silbando mientras enderezaba una cubeta volumtrica en cuyo

    interior ya se haba alcanzado el volumen deseado de solucin. Un polvo blanco caalentamente sobre el lquido y se iba disolviendo a su debido tiempo. Por un momento eso fuetodo, pero un segundo despus el instinto del doctor Smith que, para empezar, era elcausante de que se hubiera detenido delante de la puerta hizo que se pusiera en accin.

    Entr corriendo en la habitacin, cogi una varilla graduada y barri la superficie dela mesa con ella lanzando al suelo todo lo que contena. Se oy un siniestro chasquido demetal fundido. El doctor Smith sinti que una gotita de transpiracin se deslizaba hacia lapunta de su nariz.

    El joven contempl con expresin desconcertada el suelo de hormign sobre el que elmetal plateado ya se haba endurecido formando manchitas que todava irradiaban un calormuy intenso.

    Qu ha pasado? pregunt con un hilo de voz.El doctor Smith se encogi de hombros. l tampoco lo saba con certeza.No lo s. Explquemelo usted... Qu proceso se estaba elaborando aqu?Ninguno! exclam el joven qumico. No era ms que una muestra de uranio

    en bruto. Estaba haciendo una determinacin electroltica de cobre, y no entiendo qu puedehaber ocurrido.

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    Bien, joven, fuera lo que fuese por lo menos puedo informarle de lo que vi. Esecrisol de platino tena una corona, entiende? Se estaba emitiendo una radiacin muypoderosa. Ha dicho que se trataba de uranio?

    S, pero era uranio en bruto y no es peligroso. Quiero decir que... Bueno, la purezatotal es una de las condiciones ms importantes requeridas para la fisin, verdad? Se

    humedeci rpidamente los labios con la lengua. Cree que se trataba de una fisin? No esplutonio, y no estaba siendo bombardeado.Y adems estaba por debajo de la masa crtica aadi el doctor Smith con voz

    pensativa o, por lo menos, estaba por debajo de las masas crticas que creemos conocer. Contempl la mesa de esteatita, la pintura quemada y ampollada de los armarios y las vetasplateadas que se haban extendido a lo largo del suelo de hormign. Pero el uranio se fundeaproximadamente a 1.800 grados centgrados, y los fenmenos nucleares no son tan bienconocidos como para que podamos hablar de ellos con demasiada seguridad. Despus detodo, esta sala debe de haber quedado saturada de radiaciones perdidas... Ser mejor quedespeguen el metal del suelo en cuanto se haya enfriado, y que lo recojan y lo analicendetenidamente. Su mirada pensativa recorri lo que le rodeaba, y de repente fue hacia lapared que tena delante y roz con las yemas de los dedos un punto situado casi a la altura desu hombro mientras lo contemplaba con cara de sorpresa. Qu es esto? le pregunt alqumico. Siempre ha estado aqu?

    El qu, seor? pregunt el joven.Fue hacia el doctor Smith con paso rpido y nervioso, y clav la mirada en el punto

    que estaba sealando. Haba un agujerito minsculo que podra haber sido causado por unclavo incrustado en la pared y retirado despus..., pero que hubiese atravesado el yeso y elladrillo en todo el grosor de la pared del edificio, ya que se poda ver la luz del da por l.

    El joven qumico mene la cabeza.Nunca haba visto esto antes dijo. Pero la verdad es que tampoco haba

    examinado esa pared, seor.El doctor Smith no hizo ningn comentario. Retrocedi lentamente y pas al lado del

    termostato, una caja en forma de paraleleppedo hecha con delgadas lminas de hierro. Elagua que haba en su interior se arremolinaba mientras el agitador giraba a merced de lamonomana del impulso electromotriz, y las lamparitas elctricas que estaban debajo del aguay que servan como calefactores seguan el comps de las palpitaciones del regulador demercurio con un enloquecido parpadear.

    Bueno, y esto estaba aqu antes? pregunt el doctor Smith.Rasc suavemente con la ua un punto situado cerca del borde superior de la cara

    ancha del termostato. Era un pequeo crculo de bordes muy lisos que atravesaba el metal. Elnivel del agua no era lo bastante alto para llegar hasta l.

    El joven qumico abri mucho los ojos.No, seor dijo. Eso no estaba ah... Puedo garantizrselo.Hum... Hay otro en el lado opuesto?Bueno, que me lleve el diablo! Quiero decir... S, seor!Muy bien. Ahora venga aqu y mire a travs de los orificios. Pare el termostato, por

    favor. Ahora qudese ah... El doctor Smith coloc un dedo sobre el agujero de la pared.Qu ve? pregunt.

    Veo su dedo, seor. Es ah dnde est el agujero?El doctor Smith no contest.

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    Mire desde el otro lado dijo con una calma que estaba muy lejos de sentir.Qu ve ahora?

    Nada, seor.Pero el crisol que contena el uranio estaba ah... Est viendo exactamente el sitio

    en el que estaba, verdad?

    Creo que s acab diciendo el qumico sin mucho entusiasmo.Esto es ultrasecreto, seor Jennings dijo el doctor Smith con voz glida despusde dirigir una rpida mirada al apellido escrito en la puerta que segua abierta. No quieroque hable de esto absolutamente con nadie. Me ha entendido?

    Desde luego, seor!Bien, entonces salgamos de aqu. Enviaremos a los tcnicos en radiaciones para

    que revisen el laboratorio, y usted y yo iremos a ponernos bajo observacin en la enfermera.Cree que puede haber quemaduras por radiaciones? pregunt el qumico

    palideciendo.Pronto lo sabremos.Pero tampoco haba ninguna seal seria de quemaduras por radiaciones. Los

    recuentos de glbulos sanguneos dieron un resultado normal, y un anlisis de las racescapilares no revel nada anormal. Las nuseas sufridas fueron diagnosticadas comopsicosomticas, y no hubo ningn otro sntoma.

    Y ni entonces ni en el futuro apareci nadie que fuese capaz de explicar por qu uncrisol que contena una cantidad de uranio en bruto muy por debajo de la masa crtica, y queno estaba sometido a ningn bombardeo directo con neutrones, se haba derretidorepentinamente irradiando aquella corona tan mortal como significativa.

    La nica conclusin a la que se lleg fue la de que la fsica nuclear an estaba llenade enigmas extraos y peligrosos.

    Pero el doctor Smith nunca se decidi a contar toda la verdad en el informe queredact posteriormente. No mencion los orificios descubiertos en el laboratorio, ni lacircunstancia de que el ms prximo al lugar donde haba estado el crisol apenas era visible yque el del otro lado del termostato era un poco mayor, en tanto que el de la pared, que estabasituado al triple de distancia del lugar del accidente, era tan grande que podra haberpermitido el paso de un clavo.

    Un haz que se expandiese en lnea recta podra recorrer varios kilmetros antes deapartarse de la curvatura de la Tierra lo suficiente como para que no se produjeran nuevosdaos, y cuando eso ocurriese su seccin habra alcanzado un dimetro de unos tres metros.

    Despus se proyectara en el vaco, expandindose y debilitndose, y constituyendoun hilo extrao en la trama del cosmos.

    El doctor Smith nunca le habl a nadie de aquella fantasa.Nunca le dijo a nadie que al da siguiente haba solicitado que le trajeran los diarios

    de la maana an estaba en la enfermera, y que revis las columnas de texto impresocon un propsito muy definido en su mente.

    Pero en una metrpoli gigantesca desaparecen muchas personas al da, y nadie habacorrido a una comisara para gritar a los policas que un hombre (o acaso sera mediohombre?) haba desaparecido delante de sus ojos..., o por lo menos ningn peridico hablabade algo semejante.

    Y el doctor Smith acab consiguiendo olvidar lo ocurrido.

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    Para Joseph Schwartz todo ocurri entre un paso y el siguiente. Haba levantado elpie derecho para pasar por encima de la mueca de trapo y se haba sentido mareado duranteun instante, como si hubiera quedado atrapado fugazmente en el interior de un cicln quehubiese vuelto su cuerpo del revs. Cuando volvi a bajar el pie derecho dej escapar todo sualiento en una exhalacin jadeante, y se sinti caer y resbalar lentamente sobre el csped.

    Esper con los ojos cerrados durante bastante rato..., hasta que acab abrindolos.Era cierto! Estaba sentado sobre el csped, en el mismo sitio donde antes habaestado caminando sobre el pavimento.

    Y las casas haban desaparecido! Todas las casas blancas, cada una con su jardn,que se alineaban a ambos lados de la calle..., todas haban desaparecido!

    Y Schwartz no estaba sentado en un jardn, porque el csped creca en abundancia yestaba descuidado, y haba muchos rboles a su alrededor, y se vean ms rbolesrecortndose contra el horizonte.

    Fue entonces cuando se llev la mayor de todas sus sorpresas, porque algunas hojasde los rboles tenan un color rojizo; y un instante despus Schwartz sinti la seca asperezade una hoja muerta en la curva de su mano. Schwartz era un hombre de ciudad, pero sabareconocer el otoo cuando lo vea.

    El otoo...! Y, sin embargo, l haba levantado el pie derecho en un da de junio,cuando toda la vegetacin estaba teida de un verde fresco y resplandeciente.

    Cuando pens en eso baj la mirada automticamente hacia sus pies. Schwartz lanzuna exclamacin estridente y extendi los brazos hacia abajo. La muequita de trapo sobre laque haba pasado, un pequeo hlito de realidad, un...

    Oh, no! Schwartz la hizo girar entre sus manos temblorosas. La mueca no estabaentera, pero tampoco estaba destrozada: estaba cortada. Y eso s que era realmente extrao!La mueca haba sido rebanada en sentido longitudinal de manera tan concienzuda que no sehaba movido ni una sola hilacha del relleno de estopa. Todos los hilos terminaban enextremos limpiamente cortados.

    Y un instante despus el dbil brillo de su zapato izquierdo atrajo la atencin deSchwartz. Pas el pie sobre su rodilla levantada sin soltar la mueca de trapo. El extremodelantero de la suela, esa parte que se extiende sobresaliendo un poquito de la puntera delzapato, estaba perfectamente cortado. Haba sido cercenado de una forma que no podrahaber sido duplicada por el cuchillo de ningn zapatero del mundo. La nueva superficierevelada por el corte era increblemente suave, y desprenda un brillo casi lquido.

    La confusin haba ido subiendo poco a poco por la mdula espinal de Schwartzmovindose en direccin al cerebro, y cuando lleg hasta l su mente qued paralizada por elhorror.

    Y al fin, y porque incluso el sonido de su voz poda ser un elemento tranquilizador enun mundo donde todo lo dems era totalmente absurdo, Schwartz habl. La voz que lleg asus odos sonaba apagada, tensa y jadeante.

    En primer lugar, no estoy loco dijo. Me siento igual que me he sentidosiempre por dentro... Claro que si estuviese loco no lo sabra, o me equivoco? No... Schwartz sinti que la histeria creca en su interior, y luch por reprimirla. Tiene que haberalguna otra posibilidad... Un sueo, quiz? se pregunt. Cmo puedo averiguar si estoes un sueo o si no lo es? Se pellizc y sinti el dolor, pero mene la cabeza. Supongoque se puede soar que sientes un pellizco, as que esto no es una prueba de que estsoando.

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    Mir desesperadamente a su alrededor, y se pregunt si los sueos podan llegar a sertan ntidos y detallados y durar tanto tiempo. En una ocasin haba ledo que la inmensamayora de los sueos no duraba ms de cinco segundos, que eran provocados por lasperturbaciones insignificantes que sufra el durmiente y que su duracin aparente eratotalmente ilusoria.

    No era un gran consuelo, desde luego! Schwartz estir hacia arriba el puo de sucamisa y ech un vistazo a su reloj de pulsera. El segundero giraba, giraba, giraba... Si setrataba de un sueo, los cinco segundos se estaban prolongado de una manera increble.

    Mir en otra direccin, y se pas la mano por la frente en un intil intento de enjugarla transpiracin helada que la cubra.

    Y si fuese amnesia?En vez de responder a su propia pregunta, Schwartz fue inclinando lentamente la

    cabeza hasta sepultarla en sus manos.Si haba levantado un pie, y al hacerlo su mente haba abandonado los rieles gastados

    y bien engrasados por los que se haba estado encarrilando con tanta fidelidad durante tantotiempo; si tres meses ms tarde, en otoo, o un ao y tres meses despus o diez aos y tresmeses despus haba bajado el pie en aquel lugar desconocido en el preciso instante en el quesu mente volva a... S, claro, le habra parecido que se trataba del mismo paso, y entoncestodo aquello... Dnde haba estado y qu haba hecho durante aquel intervalo de tiempo?

    No! exclam.El monoslabo brot en forma de grito estridente. Era imposible! Schwartz se mir la

    camisa. Era la misma que se haba puesto aquella maana o lo que deba de haber sido esamaana, y estaba recin lavada. Recapacit, meti la mano en el bolsillo de su chaqueta ysac una manzana.

    Le dio un mordisco casi desesperado. La manzana estaba madura, y an conservabaun poco del frescor de la nevera en cuyo interior haba estado guardada hasta dos horasantes..., o lo que deberan haber sido dos horas.

    Y qu pensar de la muequita de trapo?Schwartz empez a sentirse vagamente furioso. O se trataba de un sueo o se haba

    vuelto realmente loco.Not que la hora del da haba cambiado. La tarde ya estaba avanzada o, por lo

    menos, las sombras se estaban empezando a alargar. La silenciosa desolacin de aquel lugarinund de repente a Schwartz producindole un extrao efecto paralizante.

    Se puso en pie. Estaba claro que tendra que buscar a alguien a cualquier persona, y resultaba no menos obvio que tendra que buscar una casa, y la mejor forma deencontrarla sera buscar un camino.

    Se volvi automticamente en direccin al lugar donde los rboles raleaban un poco yempez a caminar.

    Cuando lleg a la recta e impersonal cinta de asfalto el frescor del crepsculo ya seestaba infiltrando por debajo de su chaqueta, y las copas de los rboles se haban vueltoindefinidas y un poco amenazadoras. Schwartz corri hacia la carretera lanzando sollozos dealegra, y le complaci sentir la dureza del pavimento bajo los pies.

    Pero cuando mir en ambas direcciones vio que slo haba una desolacin total, y porun momento volvi a experimentar un escalofro. Haba esperado encontrar automviles. Loms sencillo habra sido hacerles seas para que se detuviesen y preguntar Oiga, va porcasualidad a Chicago? (Schwartz estaba tan nervioso que pronunci las palabras en vozalta).

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    Y si no estaba cerca de Chicago? Bueno, ira a cualquier ciudad importante, acualquier lugar donde pudiese encontrar un telfono. Slo tena cuatro dlares con veintisietecentavos en el bolsillo, pero siempre se poda recurrir a la polica.

    Schwartz empez a caminar por el centro de la carretera escrutndola continuamenteen ambas direcciones. No prest ninguna atencin a la puesta del sol, y cuando salieron las

    primeras estrellas tampoco se fij en ellas.Ningn coche. Nada! Y estaba empezando a ponerse verdaderamente oscuro...De repente vio un resplandor en el horizonte, hacia su izquierda, y lo primero que

    pens fue que quiz estuviera sufriendo una repeticin del mareo anterior; pero el glidofulgor azulado visible entre los claros de la arboleda era real. No se trataba del rojo llameanteque Schwartz imaginaba poda corresponder a un incendio forestal, sino de una dbilfosforescencia que pareca deslizarse entre las tinieblas; y el pavimento que tena debajo delos pies tambin pareca emitir una dbil claridad. Schwartz se agach para tocarlo, pero lepareci normal al tacto. Aun as, segua viendo aquel tenue resplandor con el rabillo del ojo.

    Ech a correr desesperadamente por la carretera. Las suelas de sus zapatos chocabancon el asfalto en un ritmo veloz e irregular haciendo mucho ruido. De repente, Schwartz sedio cuenta de que su mano segua sosteniendo la mueca de trapo que haba sufrido aquelextrao rebanamiento, y la arroj por encima de su cabeza impulsndola con todas susfuerzas.

    Aquella parodia de vida con su sonrisa burlona...Y entonces el terror surgi de la nada e hizo que Schwartz se detuviera de repente.

    Fuera lo que fuese, la mueca de trapo era una prueba de su cordura. La necesitaba! Se pusode rodillas y empez a arrastrarse moviendo las manos a tientas en la oscuridad hasta queencontr la mueca, una mancha oscura recortada contra aquella fosforescencia casiimperceptible. El relleno haba empezado a salirse, y Schwartz volvi a meterlodistradamente.

    Un instante despus volva a caminar. Estoy demasiado aturdido para correr, sedijo.

    Empezaba a sentir hambre y a estar realmente asustado cuando vio aquel resplandorhacia la derecha.

    Era una casa, naturalmente!Grit y no obtuvo respuesta, pero era una casa, una chispa de realidad que le haca

    guios a travs de la horrible desolacin sin nombre de las ltimas horas. Schwartz sali de lacarretera y empez a correr a campo traviesa. Salt zanjas, esquiv rboles, cruz matorralesy vade un arroyo.

    Qu extrao! Las aguas del arroyo tambin emitan un tenue resplandorfosforescente, pero aquel hecho inexplicable slo fue captado por una parte minscula delcerebro de Schwartz.

    Y de repente estuvo junto a la casa, y estir las manos para tocar la dureza de laestructura blanca. No era ladrillo ni piedra ni madera, pero no se preocup por eso. La casapareca estar hecha de una porcelana mate y muy resistente, pero a Schwartz le dabaabsolutamente igual con qu estuviese construida. Estaba buscando una puerta, y cuandolleg a ella y no vio ningn timbre la atac a puntapis y empez a gritar como si se hubieravuelto loco.

    Oy un movimiento en el interior, y despus oy el maravilloso sonido de una vozhumana que no era la suya.

    Eh, los de dentro! volvi a gritar.

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    Hubo un dbil zumbido de engranajes bien engrasados, y la puerta se abri. Unamujer apareci en el umbral y contempl a Schwartz con un brillo de alarma en los ojos. Eraalta y nervuda, y detrs de ella haba un hombre alto y de rasgos bastante marcados y toscosvestido con ropa de trabajo... No, no era ropa de trabajo. En realidad Schwartz nunca habavisto unas prendas parecidas, pero por algn motivo indefinible le recordaron a la clase de

    ropa que un hombre se pone para trabajar.Pero en aquellos momentos no se senta demasiado inclinado al anlisis. Las dospersonas y sus ropas le parecieron increblemente hermosas, tanto como slo puede serlo lapresencia de rostros amigos para un hombre que est totalmente solo.

    La mujer habl con voz lquida y suave, pero en un tono perentorio, y Schwartz tuvoque agarrarse a la puerta para mantenerse erguido. Sus labios se movieron sin lograr emitirningn sonido, y todos sus temores ms descabellados volvieron de repente para agarrotarlela garganta y oprimirle el corazn.

    Porque la mujer acababa de hablar en un idioma que Schwartz no haba odo jams.

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    Alojamiento Para Un Desconocido

    Loa Maren y Arbin, su estlido esposo, estaban jugando a las cartas y disfrutando delfrescor de la noche cuando el anciano sentado en la silla de ruedas a motor arrugcolricamente el peridico entre sus manos hacindolo crujir.

    Arbin! grit.Arbin Maren no respondi enseguida. Acarici delicadamente los suaves rectngulos

    de finos bordes que sostena en las manos, y pens en cul sera su prxima jugada. Qu quiere, Grew? pregunt por fin mientras tomaba una decisin sin

    apresurarse.

    El anciano de cabellos canosos llamado Grew lanz una mirada airada a su yerno porencima del peridico y volvi a hacerlo crujir. Producir aquella clase de ruidos era uno de susdesahogos preferidos. Cuando un hombre desborda energa y se encuentra confinado en unasilla de ruedas con dos estacas muertas por piernas, tiene que encontrar alguna forma deexpresarse, y Grew utilizaba su peridico. Lo haca crujir y gesticulaba con l, y cuando eranecesario lo utilizaba para golpear las cosas.

    Grew saba que fuera de la Tierra haba mquinas teleinformadoras que emitan rollosde microfilme con las ltimas noticias, y que bastaba con tener un modelo normal de visor delibros-pelcula para leerlos; pero Grew se burlaba en silencio de aquel tipo de cosas. Otracostumbre estril y degenerada!

    Te has enterado de que van a enviar una expedicin arqueolgica a la Tierra?

    pregunt Grew.No respondi Arbin sin inmutarse.Grew se haba enterado de ello porque era el primero en leer el peridico, y la familia

    haba tenido que vender su holovisor el ao pasado; pero en realidad su pregunta slo habasido un gambito de apertura.

    Bien, as que va a venir una expedicin arqueolgica dijo. Y por concesinimperial, nada menos... Qu opinas de eso? Grew baj la mirada hacia el peridico, yempez a recitar el texto del artculo con ese tono inexplicablemente vacilante y entrecortado

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    que adoptan la mayora de las personas cuando leen en voz alta. Durante una entrevistaconcedida a Prensa Galctica, Bel Arvardan, Director de Investigaciones del InstitutoArqueolgico Imperial, manifest que confiaba en obtener valiosos resultados de los estudiosarqueolgicos que proyecta llevar a cabo en el planeta Tierra, situado en las inmediacionesdel Sector de Sirio (ver mapa). "La civilizacin arcaica y el entorno excepcional de la Tierra

    manifest el doctor Arvardan nos ofrecen una cultura atrasada que ha sido dejada delado durante mucho tiempo por nuestros socilogos excepto como ejemplo de dificultades enel gobierno local. Albergo grandes esperanzas de que los aos venideros producirn cambiosrevolucionarios en algunos de los conceptos sobre la evolucin social y la historia humanaque hemos tenido por fundamentales hasta el momento". Etctera, etctera concluyGrew con una sonrisa.

    Arbin Maren no le haba prestado mucha atencin.Qu quiere decir eso de cultura atrasada? murmur.Loa Maren no haba escuchado nada de cuanto haba dicho el anciano.Arbin, te toca jugar se limit a decir.Bien, no vas a preguntarme qu razn ha podido tener el Tribune para publicar

    esto? sigui diciendo Grew. Ya sabes que no publicaran una noticia remitida por PrensaGalctica ni a cambio de un milln de crditos a menos que hubiera un buen motivo paraello, no? Grew guard silencio durante unos momentos esperando una respuesta que nolleg. Pues porque tambin publican un editorial sobre el tema continu, un editorialde una pgina entera dedicado ntegramente a meterse con el tal Arvardan... Un tipo quierevenir a la Tierra con fines cientficos, y enseguida lo ven todo negro y hacen cuanto pueden para impedrselo... Lee esta difamacin! Vamos, lela! Grew agit el peridico endireccin a su yerno. Por qu no la lees?

    Loa Maren baj sus cartas y tens sus delgados labios.Pap, hemos tenido un da muy pesado dijo, as que no lo compliquemos

    ahora con la poltica. Quiz ms tarde, eh? Por favor, pap...Por favor, pap..., por favor, pap la imit Grew frunciendo el ceo. Me

    parece que debes de estar muy harta de tu anciano padre si le prohbes incluso el decir unascuantas palabras sobre la actualidad, no? Supongo que te estorbo, verdad? Sentado en esterincn dejando que vosotros dos trabajis por tres... Quin tiene la culpa de eso? Soy fuerte.Quiero trabajar, y los dos sabis que con un tratamiento adecuado mis piernas volveran aestar tan bien como antes. Grew se las palme mientras hablaba. Las palmadas fueronasestadas con una fuerza salvaje, y Grew oy el considerable ruido que hicieron, pero nosinti los impactos. El nico motivo de que no pueda trabajar es que ellos consideran quesoy tan viejo que no vale la pena curarme. No os parece que eso es un buen ejemplo decultura atrasada? De qu otra manera se puede calificar a un planeta en el que un hombrepuede trabajar, pero no se lo permiten? Por todas las estrellas...! Creo que ya va siendo horade que acabemos con todas esas tonteras sobre lo que ellos llaman nuestras institucionespeculiares. Peculiares? Absurdas, as las llamo yo! Creo que...

    Grew haba empezado a agitar los brazos y la clera le congestionaba el rostro.Arbin se levant, fue hacia el anciano y puso una mano sobre su hombro apretando

    con fuerza.Vamos, Grew, por qu se pone tan nervioso? pregunt. Cuando usted haya

    terminado con el peridico leer el editorial, le parece bien?S, pero de qu servir eso si ests de acuerdo con ellos? Ah, los jvenes sois

    todos unos peleles..., un montn de barro en las manos de los Ancianos.

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    Clmese, padre se apresur a decir Loa. No empiece con eso, quiere?Se qued escuchando en silencio durante un momento. No podra haber explicado por

    qu lo haca, pero...Arbin experiment aquel cosquilleo helado que senta siempre que se mencionaba a la

    Sociedad de Ancianos. Hablar como lo haca Grew, burlarse de la cultura de la Tierra..., era

    una imprudencia, no caba duda.Vaya, pero si era asimilacionismo puro. Arbin trag saliva. Asimilacionismo..., unapalabra obscena incluso cuando estaba confinada en el pensamiento.

    Durante la juventud de Grew se haban dicho muchas estupideces sobre la ruptura conlas viejas costumbres, cierto, pero entonces eran otros tiempos. Grew tendra que saberlo..., yprobablemente lo saba, pero no resulta fcil ser razonable y comprensivo cuando estsatrapado en una silla de ruedas esperando que pasen los das hasta el prximo Censo.

    Grew quiz era el que se haba alterado menos de los tres, pero no dijo nada ms. Sefue tranquilizando poco a poco, y a medida que pasaba el tiempo le fue resultando cada vezms difcil ver con claridad las letras. An no haba tenido tiempo de llevar a cabo undetallado anlisis crtico de las pginas deportivas cuando su cabeza cay lentamente sobre supecho despus de haber estado oscilando hacia delante y hacia atrs durante un buen rato. Elanciano dej escapar un suave ronquido, y el peridico cay de sus dedos con un ltimocrujido involuntario.

    Quiz no estamos siendo justos con l, Arbin susurr Loa con voz preocupada. Es una vida muy dura para un hombre como pap... Si la comparas con la vida quellevaba antes es como si estuviese muerto.

    Por mala que sea una vida no se parece en nada a estar muerto, Loa. Tiene susperidicos y sus libros, verdad? No te preocupes tanto por l! Esas rabietas le sientan bien.Ahora estar tranquilo y satisfecho durante unos das...

    Arbin haba empezado a estudiar nuevamente sus cartas, y se dispona a colocar unasobre la mesa cuando oyeron los golpes en la puerta y los gritos enronquecidos que nollegaban a formar palabras.

    La mano de Arbin tembl y se qued inmvil. El temor invadi los ojos de Loa, ymir a su marido. Su labio inferior haba empezado a estremecerse incontrolablemente.

    Deprisa, saca de aqu a Grew! exclam Arbin.An no haba acabado de hablar cuando Loa ya estaba junto a la silla de ruedas

    haciendo ruiditos tranquilizadores con la lengua.Pero el anciano dormido lanz una exclamacin, y se despert sobresaltado al primer

    movimiento de la silla de ruedas. Grew se irgui y busc automticamente su peridico. Qu ocurre? pregunt con irritacin, y en un tono que no tena nada de

    murmullo.Shhhh! No pasa nada respondi Loa sin prestarle mucha atencin.Empuj la silla de ruedas hasta la habitacin contigua, cerr la puerta y apoy la

    espalda en ella. Su delgado pecho suba y bajaba a toda velocidad, y sus ojos buscaron los desu esposo..., y entonces se repitieron los golpes.

    Permanecieron el uno junto al otro en una actitud casi defensiva mientras la puerta seabra, y se enfrentaron irradiando hostilidad con el hombre bajito y regordete que intentabasonrer.

    En qu podemos servirle? pregunt Loa con ceremoniosa cortesa.Un instante despus retroceda dando un salto mientras el hombre lanzaba una

    exclamacin ahogada y se agarraba a la puerta para no caer.

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    Est enfermo? pregunt Arbin mirndole con perplejidad. Ven, Loa, chameuna mano con l...

    Las horas siguientes fueron transcurriendo poco a poco hasta que Arbin y Loa seprepararon para acostarse en el silencio de su dormitorio.

    Arbin... murmur Loa.

    Qu pasa?No es peligroso?Peligroso? repiti l, fingiendo no haber entendido a qu se refera su esposa.El tener a ese hombre en casa... Quin es?Cmo quieres que lo sepa? respondi Arbin con irritacin. Pero de todas

    formas no podemos dejar en la calle a un hombre enfermo, verdad? Si no tiene documentosde identidad, maana notificaremos lo ocurrido al Consejo Regional de Seguridad y ahterminar todo.

    Arbin se dio la vuelta para poner fin a la conversacin.No supondrs que puede ser un agente de la Sociedad de Ancianos, verdad? No

    olvides que tenemos en casa a Grew... insisti Loa.Te refieres a lo que dijo esta noche? Oh, eso est ms all del lmite de lo

    razonable. No quiero hablar de eso, Loa.No me refiero a eso, y t lo sabes. Quiero decir que... Bueno, hace dos aos que

    tenemos aqu a Grew aun sabiendo que es ilegal, y ya sabes que con eso estamos violando laCostumbre ms importante.

    No hacemos dao a nadie mascull Arbin. Cubrimos nuestra cuota a pesar deque est fijada para tres personas..., para tres trabajadores. La cubrimos, verdad? De acuerdoen que violamos la Costumbre, pero por qu van a sospechar que lo estamos haciendo?Venga, si ni tan siquiera permitimos que salga de casa...

    Podran seguir la pista de la silla de ruedas. Tuviste que comprar las piezas y elmotor, no?

    No vuelvas a empezar con eso, Loa. Te he explicado un montn de veces quecuando constru la silla de ruedas slo compr equipo de cocina de lo ms comn... Adems,no hay ninguna razn lgica para suponer que ese hombre pueda ser un agente de laHermandad. Acaso crees que recurriran a un truco tan complicado para descubrir a unpobre anciano invlido? No te parece que podran venir de da con una orden de registrototalmente legal? Intenta analizar las cosas, por favor.

    Entonces... Arbin, si realmente piensas eso... Los ojos de Loa haban empezado abrillar, y su voz adquiri un tono de excitacin. Yo deseaba que lo pensaras, sabes?Entonces tiene que ser un espacial... No puede ser un terrestre.

    Por qu dices que no puede ser un terrestre? Esto es todava ms ridculo que loque decas antes. Loa, por favor, s razonable. Qu motivos podra tener un habitante delImperio para venir a la Tierra?

    No tengo ni idea de cules pueden ser sus motivos! Quiz cometi un crimen ensu mundo... Loa se dej arrastrar por aquella fantasa apenas la hubo concebido. Porqu no? Es lgico, verdad? La Tierra sera el mejor lugar para esconderse... A quin se lepodra pasar por la cabeza la idea de buscarle aqu?

    Siempre que realmente sea un espacial, claro. Qu pruebas tienes de eso?No habla nuestro idioma, verdad? Tienes que admitirlo, eh? Venga, acaso

    entendiste una sola palabra de todo lo que dijo? Tiene que venir de algn rincn lejano de laGalaxia donde se habla un dialecto extrao... Dicen que los habitantes de Fomalhaut tienen

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    que aprender un idioma prcticamente nuevo para hacerse entender en la corte del Emperadoren Trntor. Pero es que no comprendes lo que puede significar todo esto? Si es un espacialque ha venido a la Tierra de manera ilegal no estar registrado en el Consejo del Censo, y loque ms debe desear es que nadie se entere de su presencia aqu. Podramos utilizar a esehombre en la granja como sustituto de pap, y entonces volveran a ser tres personas y no dos

    las que tendran que cubrir la cuota fijada para tres trabajadores durante la prximatemporada... Incluso podra ayudarnos ahora con la cosecha.Loa contempl con expresin anhelante el rostro apesadumbrado de su esposo, quien

    analiz el problema en silencio durante un buen rato.Bueno, acustate dijo por fin. Lo veremos todo ms claro con la luz del da,

    as que ya volveremos a hablar de eso maana...Los murmullos cesaron, la luz fue apagada y el sueo acab aduendose del

    dormitorio.A la maana siguiente le lleg el turno a Grew de estudiar el problema. Arbin se lo

    plante con expresin esperanzada. Cuando se trataba de pensar, Arbin siempre haba tenidoms confianza en su suegro que en l mismo.

    Bien, Arbin dijo Grew, es evidente que todas tus dificultades derivan delhecho de que yo estoy registrado como trabajador, por lo que en consecuencia la cuota deproduccin est fijada para tres personas. Estoy harto de crear problemas, sabes? ste es elsegundo ao que vivo de ms... Ya es suficiente.

    No se trata de eso replic Arbin empezando a ponerse nervioso. No estoyintentando sugerir que su presencia aqu suponga un problema para nosotros, Grew.

    Bueno, y cul es la diferencia despus de todo? El Censo se realizar dentro dedos aos, y entonces tendr que marcharme de todas maneras.

    Por lo menos habr podido disfrutar de dos aos ms de descanso y lectura. Porqu habramos de privarle de eso?

    Porque les ocurre lo mismo a muchos otros. Y qu ser de ti y de Loa? Cuandovengan a por m tambin se os llevarn a vosotros. Qu clase de hombre tendra que ser yopara consentir en vivir unos cuantos aos ms a cambio de que...?

    Basta, Grew. No quiero tragedias, entendido? Ya le hemos dicho muchas veces loque pensamos hacer. Notificaremos su situacin una semana antes del Censo.

    Y supongo que pensis engaar al mdico, no?Sobornaremos al mdico.Hum. Y ese hombre..., agravar la situacin, claro. Tambin vais a esconderle,

    eh?Dejaremos que se vaya. En nombre del espacio, por qu hemos de preocuparnos

    ahora pensando en todo eso? Disponemos de dos aos... Qu vamos a hacer con l?Un espacial que surge de la nada para llamar a nuestra puerta murmur Grew.

    No se sabe de dnde viene, habla un idioma que no entendemos... Francamente, no s quconsejo daros.

    Se comporta de una manera muy humilde y educada, y parece estar terriblementeasustado explic el granjero. No puede hacernos ningn dao.

    Est asustado, eh? Y si se tratara de un retrasado mental? Y si sus balbuceosresultan ininteligibles no porque hable en un idioma extranjero, sino porque son lasdivagaciones de un loco?

    No me parece que eso sea posible replic Arbin, pero se estremeci.

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    Quieres convencerte de eso porque deseas utilizar al desconocido. Est bien, te dirqu tienes que hacer... Lleva a ese hombre a la ciudad.

    A Chica? pregunt Arbin poniendo cara de horror. Pero eso sera nuestraperdicin!

    Nada de eso replic Grew sin inmutarse. Tu gran problema es que no lees los

    peridicos, Arbin; pero por suerte para esta familia yo s lo hago. Bien, pues resulta que en elInstituto de Investigaciones Nucleares han inventado una mquina que se supone ayuda aaprender ms deprisa. El suplemento semanal traa una hoja entera dedicada a eso, y pareceser que necesitan voluntarios para probarla. Lleva all a ese hombre, y deja que sea utilizadocomo voluntario.

    Est loco! exclam Arbin meneando enrgicamente la cabeza. Nunca seracapaz de hacer eso, Grew... Empezarn por pedir su nmero de registro, y el no tener lascosas en orden equivale a provocar una investigacin..., y entonces descubrirn que vive connosotros.

    No, Arbin, te equivocas. El Instituto de Investigaciones Nucleares solicitavoluntarios porque la mquina an se encuentra en la fase experimental. Probablemente ya hamatado a algunas personas, de modo que estoy seguro de que no harn ninguna clase deaveriguaciones... Y si muere, el espacial no estar mucho peor que ahora, verdad? Ahoracoge el lector de libros y pon la palanca de seleccin en la sexta bobina. Ah, y treme elperidico apenas llegue, de acuerdo?

    Cuando Schwartz abri los ojos ya era ms de medioda. Enseguida sinti ese dolorsordo que oprime el corazn y se alimenta de s mismo, el dolor provocado por la ausencia deuna esposa que no estaba a su lado al despertar, de un mundo familiar irremisiblementeperdido...

    Ya haba experimentado aquel mismo dolor en una ocasin anterior, y de repente sumemoria le trajo un recuerdo fugaz que ilumin con ntido brillo una escena olvidada.

    Schwartz era ms joven y estaba en una aldea nevada azotada por el viento..., con el trineoesperando..., y al final de aquel viaje estara el tren..., y despus del tren, el barco inmenso...Aquel miedo melanclico y abrumador provocado por la prdida del mundo conocido

    hizo que durante un momento Schwartz volviera a ser el muchacho de veinte aos que habaemigrado a los Estados Unidos.

    La frustracin era demasiado real. Aquello no poda ser un sueo.Schwartz se incorpor sobresaltado cuando la luz que estaba sobre la puerta parpade,

    y un instante ms tarde oy la incomprensible voz de bartono de su anfitrin. Despus seabri la puerta y le sirvieron el desayuno: una abundante racin de lo que pareca una especiede gachas que no reconoci, pero que tenan un ligero sabor a trigo (con una agradablediferencia a favor de las gachas) y leche.

    Gracias dijo Schwartz, y sacudi la cabeza vigorosamente.El hombre contest algo que Schwartz no entendi, y levant su camisa del respaldode la silla en la que estaba colgada. La inspeccion cuidadosamente contemplndola desdetodas las direcciones, y prest una atencin especial a los botones. Despus volvi a colgarlay abri la puerta corredera del armario. Schwartz, vio por primera vez la clida blancuralechosa de las paredes.

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    Plstico, pens para s, utilizando esa palabra que lo inclua todo con la seguridadcon que siempre lo hacen los profanos. Tambin se dio cuenta de que la habitacin careca dengulos o rincones, y que todos los planos se fundan unos con otros en delicadas curvas.

    Pero el hombre le estaba alargando objetos, y le haca seas que no haba formaalguna de malinterpretar. Estaba claro que Schwartz deba lavarse y vestirse.

    Schwartz obedeci, y fue recibiendo ayuda e instrucciones a medida que lo haca. Noencontr nada con que afeitarse, y los gestos con que se seal repetidamente la barbilla noobtuvieron ms respuesta que un sonido incomprensible acompaado por una mueca deevidente disgusto. Schwartz acab rascndose su incipiente barba gris y dej escapar unruidoso suspiro.

    Despus fue conducido hasta un pequeo vehculo de forma ahusada con dos ruedasal que se le orden que subiera mediante gestos. El pavimento corri velozmente por debajode ellos, y la carretera vaca se fue deslizando hacia atrs a ambos lados hasta que vieron unaciudad de edificios no muy altos de fulgurante blancura. Ms adelante se poda distinguir elazul del agua.

    Chicago? pregunt Schwartz sealando excitadamente con la mano.La reaccin supuso el ltimo agitarse de la esperanza en su interior, porque no caba

    duda de que Schwartz nunca haba visto nada menos parecido a Chicago que aquella ciudad.El hombre no dijo nada.Y la ltima esperanza muri.

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    Un Mundo... O Muchos?

    Bel Arvardan, que acababa de ser entrevistado por la prensa con motivo de suinminente expedicin a la Tierra, tena la sensacin de que por fin estaba en paz con todos ycada uno de los cien millones de sistemas estelares que componan el omnmodo ImperioGalctico. Ya no se trataba de ser conocido en este Sector o en aquel otro. Si sus teorasrespecto a la Tierra resultaban ser ciertas, su reputacin quedara asegurada en todos losplanetas habitados de la Va Lctea, y Arvardan sera conocido en todos los mundos sobre losque se haba posado el pie del ser humano a lo largo de las decenas de miles de aos quehaba durado su expansin por el espacio.

    Esas cumbres potenciales de fama y esas pursimas y refinadas cimas intelectuales dela ciencia a las que aspiraba llegaban a l a una edad temprana, pero el camino no habaresultado nada fcil. Arvardan an no haba cumplido los treinta y cinco aos, pero su carreraya estaba jalonada por las controversias. Todo haba empezado con un estallido que hizotemblar los claustros de la Universidad de Arturo cuando Arvardan se gradu comoArquelogo Mayor en aquella institucin acadmica a la edad sin precedentes de veintitrsaos. El estallido no menos efectivo por el hecho de no ser material consisti en que larevista Anales de la Sociedad Galctica de Arqueologa rechazara su tesis doctoralnegndose a publicarla. Era la primera vez en toda la historia de la Universidad de Arturo quese rechazaba una tesis doctoral, y tambin fue la primera vez en toda la historia de aquellapublicacin tan seria y respetable en que se usaban trminos tan severos para argumentar el

    rechazo.Para un profano, naturalmente, el motivo de tanta clera contra una monografa tan

    oscura y rida, titulada Sobre la antigedad de los artefactos encontrados en el Sector deSirio, con algunas consideraciones acerca de la aplicacin de los mismos a la hiptesis delorigen humano por irradiacin, tena que resultar inevitablemente misterioso; pero lo querealmente estaba en juego era la actitud de Arvardan, quien haba adoptado como propiadesde un primer momento la teora propuesta inicialmente por cierto, grupos de msticos queestaban mucho ms interesados en la metafsica que en la arqueologa..., es decir, la teora de

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    que la humanidad se haba originado en un solo planeta y haba ido irradiando gradualmentea travs de la Galaxia. Era la teora favorita de los escritores de fantasas romnticas de lapoca, y la bte noire de todo arquelogo respetable del Imperio.

    Pero Arvardan se convirti en una figura que deba ser tomada en consideracinincluso por los arquelogos ms respetables, porque en apenas una dcada lleg a ser el

    mximo especialista en las reliquias de las culturas preimperiales que an quedaban en losremolinos y remansos de la Galaxia.Por ejemplo, haba escrito una monografa sobre la civilizacin mecanstica del

    Sector de Rigel, donde el desarrollo de los robots haba creado una cultura independiente queperdur durante siglos. La misma perfeccin de aquellos esclavos mecnicos fue reduciendola capacidad de iniciativa humana hasta tal punto que las poderosas flotas de Moray, Seor dela Guerra, apenas tuvieron dificultad para asumir el control de todo el Sector de Riges. Laarqueologa ortodoxa insista en la evolucin independiente de los tipos humanos en distintosplanetas, y utilizaba los casos de culturas atpicas como la de Rigel en calidad de ejemplos dediferencias raciales que todava no haban sido eliminadas por los continuos cruces. Arvardandestruy de una vez para siempre aquellos conceptos demostrando que la cultura de losrobots rigelianos no era ms que una consecuencia natural de las fuerzas econmicas socialespresentes en aquel Sector durante esa poca.

    Tambin estaban los planetas brbaros de Ofiuco, que los ortodoxos habanpresentado durante mucho tiempo como ejemplos de una humanidad primitiva que todava nohaba progresado lo suficiente para llegar a la fase del viaje interestelar. Todos los textosacadmicos utilizaban esos planetas como la mejor prueba disponible de la Teora de laFisin, la cual argumentaba que la humanidad era la culminacin natural de la evolucin encualquier mundo; que su evolucin se basaba en la qumica del agua y el oxgeno combinadacon las intensidades adecuadas de temperatura y gravitacin; que cada rama independiente dela humanidad poda llegar a cruzarse con las dems; y que esos cruces tenan lugar en cuantose descubra el viaje interestelar.

    Pero Arvardan descubri rastros de la civilizacin primitiva que haba precedido a lapor aquel entonces ya milenaria barbarie de Ofiuco, y demostr sin lugar a dudas que lascrnicas planetarias ms antiguas contenan referencias al comercio interestelar; y despusasest el golpe de gracia al demostrar de manera incontrovertible que cuando emigr aaquella zona de la Galaxia el ser humano ya haba alcanzado un estadio de civilizacinconsiderable.

    Ya haban pasado ms de diez aos desde que Arvardan present su tesis doctoral,pero los A. Soc. Gal. Arqueol (para citar a los Anales con la abreviatura por la que eranconocidos en el mundillo de la arqueologa profesional) slo se decidieron a publicarladespus de que hiciera aquel gran descubrimiento.

    Y ahora la investigacin de su teora favorita conducira a Arvardan al planetaprobablemente menos importante de todo el Imperio..., el planeta llamado Tierra.

    Arvardan se pos en la nica delegacin imperial que exista en toda la Tierra, unrea situada entre las desoladas alturas de las mesetas del norte del Himalaya. Un palacio queno era obra de la arquitectura terrestre refulga all donde no haba radiactividad ni la habahabido nunca. En esencia, era una copia de los palacios que ocupaban los Virreyes delEmperador destinados a planetas ms afortunados. La delicada exuberancia del terrenoresultaba ideal para conseguir el mximo de comodidad. Las rocas de dimensiones

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    imponentes haban sido recubiertas con humus, regadas, sumergidas en un clima y unaatmsfera artificiales..., y haban acabado convirtindose en quince kilmetros cuadrados decanteros y jardines artificiales.

    El coste energtico invertido en todos aquellos trabajos haba sido impresionante paralas pautas de la Tierra, pero estaba respaldado por los increbles recursos de un Imperio

    compuesto por decenas de millones de planetas a los que se aadan continuamente nuevosmundos. (Se ha calculado que en el ao 827 de la Era Galctica un promedio de cincuentaplanetas al da obtena la categora de provincias, para lo que deban cumplir con la condicinde tener una poblacin superior a los quinientos millones de seres humanos).

    El Procurador de la Tierra viva en aquel entorno tan poco terrestre y, a veces, el lujoartificial del que se hallaba rodeado incluso le permita olvidar que era Procurador delImperio en un mundo insignificante y acordarse de que era un aristcrata de linaje muyantiguo y respetado.

    Su esposa se dejaba engaar con menos frecuencia, especialmente cuando al llegar ala parte ms elevada de una loma cubierta de csped poda ver a lo lejos la implacable yrepentina aparicin del lmite que separaba esos terrenos de la espantosa desolacin de laTierra. Era entonces cuando ni las fuentes multicolores (que por la noche brillabanproduciendo el efecto de un lquido fuego fro) ni los senderos floridos y los matorralesidlicos podan compensar la melancola del exilio.

    Y quiz por eso Arvardan disfrut de un recibimiento aun ms clido de lo que exigael protocolo. Despus de todo, para el Procurador la visita de Arvardan traa consigo unreflejo del Imperio, la inmensidad y el infinito.

    Y, por su parte, Arvardan encontr muchas cosas que admirar. Todo se ha hecho magnficamente..., y con muy buen gusto dijo. Es

    asombroso observar cmo incluso los distritos ms remotos de nuestro Imperio pueden llegara asimilar un pequeo fragmento de nuestra cultura central, Procurador Ennius.

    Me temo que la corte del Procurador de la Tierra resulta ms agradable como lugarde turismo que como residencia coment Ennius, y sonri. Lo que ve no es ms que uncascarn que suena a hueco cuando se lo golpea... Si nos descarta a m y a mi familia, al personal de servicio, a la guarnicin imperial tanto de aqu como de los centros msimportantes del planeta y a un visitante ocasional como usted mismo, ya ha agotado toda lainfluencia de la cultura central existente en la Tierra. Francamente, me parece bastante poco...

    Estaban sentados en el peristilo, y la tarde mora poco a poco. El sol proyectaba susrayos en una trayectoria casi rasante hacia las cumbres brumosas y enrojecidas que se alzabanen el horizonte, y la atmsfera estaba tan saturada por los perfumes de la vida en continuocrecimiento que incluso las brisas parecan lnguidos suspiros de cansancio.

    Manifestar una curiosidad excesiva hacia las actividades de un invitado no resultabamuy correcto ni tan siquiera cuando quien lo haca era todo un Procurador del Imperio,naturalmente, pero no haba que olvidar el tormento que supona vivir permanentementeaislado del resto del Imperio.

    Piensa quedarse aqu mucho tiempo, doctor Arvardan? pregunt Ennius.No tengo ningn plan definido al respecto. Me he adelantado al resto de mi

    expedicin para familiarizarme un poco con la cultura de la Tierra y ocuparme de todos losrequisitos legales. Por ejemplo, tengo que obtener de usted el acostumbrado permiso oficialpara establecer campamentos en los lugares necesarios...

    Oh, ya puede darlo por concedido! Pero cundo empezar a excavar, y qu creeque puede llegar a encontrar en este msero montn de escombros?

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    Si todo va bien espero haber terminado de instalar el campamento base dentro deunos meses. En cuanto a este mundo..., bueno, para m es cualquier cosa menos un mseromontn de escombros. La Tierra es algo nico en toda la Galaxia.

    nico? repiti secamente el Procurador. De ningn modo! Es un planeta delo ms vulgar... De hecho, es una pocilga, una fosa sptica, una cloaca o prcticamente

    cualquier otro trmino despectivo que le apetezca emplear; pero a pesar del refinamiento queha llegado a alcanzar en su infamia, ni tan siquiera puede distinguirse por su bajeza, y siguesiendo un mundo de campesinos toscos y brutales sin nada de particular.

    Pero la Tierra es un mundo radiactivo respondi Arvardan, un pocodesconcertado ante la apasionada energa con que haban sido enunciados los argumentostotalmente carentes de base que acababa de or.

    Y qu importancia tiene eso? Varios miles de planetas de la Galaxia sonradiactivos, y algunos en un grado mucho mayor que la Tierra.

    En ese instante la atencin de ambos fue atrada por el casi inaudible deslizarse de unarmario mvil que se detuvo al alcance de sus manos.

    Qu prefiere? pregunt Ennius sealando el armario.No soy muy exigente. Quiz un zumo de lima...No habr problema. El armario de las bebidas cuenta con todos los ingredientes

    necesarios... Con o sin Chensey?Con un chorrito contest Arvardan, y alz el ndice y el pulgar dejando muy

    poco espacio entre ellos.Y un camarero entr en accin en el interior del armario (que quiz fuese el producto

    mecnico resultado del ingenio humano ms difundido en toda la Galaxia), pero se trataba deun camarero no humano cuya alma electrnica no mezclaba las bebidas por copas sino pormedidas atmicas, cuyas raciones siempre resultaban perfectas y que no poda ser igualado nipor toda la inspiracin de un simple ser humano.

    Los vasos altos parecieron surgir de la nada y quedaron colocados en sus nichoscorrespondientes esperando el momento de ser cogidos.

    Arvardan cogi el verde, y por un momento sinti su frescura contra la mejilla.Despus se llev el vaso a los labios y sabore su bebida.

    Perfecto coment, y dej el vaso sobre el ancho brazo de su cmodo silln.Tal y como usted ha dicho, Procurador Ennius, hay miles de planetas radiactivos, pero slouno de ellos est habitado..., ste, Procurador.

    Bien... Ennius hizo chasquear los labios sobre su vaso, y pareci perder parte desu sequedad despus de tomar un trago del lquido que contena. Puede que la Tierraresulte excepcional en ese sentido, pero considero que es una distincin muy poco envidiable.

    Ah, pero no se trata tan slo de una cuestin de particularidad estadstica dijoArvardan con voz decidida hablando entre sorbo y sorbo. Es algo que va mucho ms lejos,y encierra potencialidades inmensas. Los bilogos han demostrado, o afirman haberdemostrado, que en los planetas donde la intensidad de la radiactividad existente en laatmsfera y los mares supera cierto punto de la escala de medicin nunca llega a desarrollarsela vida..., y la radiactividad de la Tierra supera ese punto por un margen considerable.

    Es interesante. No lo saba, doctor Arvardan, y supongo que esto constituira unaprueba definitiva de que la vida de la Tierra es fundamentalmente distinta de la del resto de laGalaxia, no? Eso debera satisfacerle, puesto que usted es de Sirio. El comentario parecihacerle sentir una alegra sarcstica. Sabe que el mayor problema con el que se tropiezauno al gobernar este planeta es el de controlar el intenso sentimiento antiterrestre que existe

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    en todo el Sector de Sirio? aadi a continuacin el Procurador Ennius en tonoconfidencial. Y los terrestres devuelven ese odio con creces, desde luego... No estoyafirmando que el sentimiento antiterrestre no exista de forma ms o menos difusa en muchoslugares de la Galaxia, naturalmente, pero nunca con tanta intensidad como en el Sector deSirio.

    Arvardan respondi en un tono apasionado e impregnado de vehemencia.Procurador Ennius, rechazo lo que usted quiere dar a entender dijo. Leaseguro que soy el ms tolerante de los hombres. Creo con toda mi conviccin en la unidadde la raza humana, y eso incluye tambin a la Tierra. Toda la vida es fundamentalmente una,porque toda ella se basa en complejos protenicos que se hallan en un estado de dispersincoloidal..., lo que llamamos protoplasma. El efecto de la radiactividad al cual acabo de hacerreferencia no es aplicable nicamente a algunas formas de vida humana o a algunas formasde cualquier tipo de vida. Se aplica a toda la vida, porque es algo basado en la mecnicacuntica de esas macromolculas; lo cual quiere decir que se aplica a usted, a m, a losterrestres, a las araas y a los microbios.

    Como probablemente ya sabe, tanto las protenas como los cidos nucleicos sonagrupamientos inmensamente complicados de nucletidos de aminocidos y otroscompuestos especializados dispuestos formando intrincadas arquitecturas tridimensionalesque resultan tan poco estables como los rayos del sol en un da nublado. Esta mismainestabilidad es la vida, puesto que la vida cambia constantemente de posicin en un esfuerzopor mantener su identidad..., igual que si fuese una vara muy larga colocada en equilibriosobre la nariz de un acrbata.

    Pero esos productos qumicos maravillosos tienen que ser formados a partir de lamateria inorgnica antes de que pueda existir la vida. As pues, en el principio mismo y porinfluencia de la energa irradiada por el sol que caa sobre esas inmensas soluciones quellamamos ocanos, las molculas orgnicas fueron aumentando gradualmente su complejidad pasando del metano al formaldehdo y, finalmente, a los azcares y almidones en unadireccin y de la urea a los aminocidos y las protenas en otra. Estas combinaciones ydesintegraciones de tomos son fruto de la casualidad, naturalmente, y en un mundo elproceso puede requerir millones de aos mientras que en otro puede realizarse en slo unoscentenares de aos; pero lgicamente lo ms probable es que dure millones de aos, y lo msprobable es que no llegue a ocurrir nunca.

    Bien, los fisicoqumicos orgnicos han elaborado con gran exactitud toda la cadenade reacciones, especialmente en la parte energtica..., es decir, las relaciones de energageneradas con cada cambio atmico. Ahora se sabe sin lugar a dudas que varias de las etapascruciales del proceso de creacin de la vida requieren la ausencia de energa radiada. Si estole parece extrao, Procurador Ennius, me limitar a decirle que la fotoqumica es decir, laqumica de las reacciones inducidas por la energa radiada es una rama muy biendesarrollada de la qumica general; y que existen innumerables casos de reacciones muysencillas que se desarrollarn de manera distinta segn se lleven a cabo en presencia o enausencia de los cuantos de energa luminosa.

    En los planetas normales el sol es la nica fuente de energa radiante o, por lomenos, la mayor. Los compuestos de carbono y nitrgeno se combinan una y otra vez alamparo de las nubes o durante la noche en las formas posibilitadas por la ausencia de esasdiminutas fracciones de energa con que son bombardeados por el sol, como si se tratase de bolas que hacen impacto en un nmero infinito de palos de bolera de dimensionesinfinitesimales.

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    Pero en los planetas radiactivos la situacin es muy distinta, ya que con sol o sin lcada gota de agua est iluminada por el veloz trnsito de los rayos gamma que embisten lostomos de carbono o los activan, como dicen los qumicos, incluso en lo ms tenebrosode la noche e incluso a diez kilmetros de profundidad; obligando a que ciertas reaccionesclave sigan una determinada orientacin..., una orientacin que nunca acaba dando como

    consecuencia la vida.Arvardan haba vaciado su vaso. Lo dej encima del armario, y el vaso quedintroducido instantneamente en un compartimiento especial donde fue lavado, esterilizado ypuesto en condiciones de volver a ser llenado.

    Otra copa? pregunt Ennius.Pregntemelo despus de cenar replic Arvardan. Por ahora ya he bebido

    bastante.Ennius alz un dedo, y una ua que haba sido sometida a un concienzudo proceso de

    manicura repiquete sobre el brazo del silln haciendo un ruidito casi imperceptible.Cuando habla consigue que los procesos de la vida parezcan fascinantes, doctor

    Arvardan dijo. Pero cmo se explica entonces que haya vida en la Tierra? Cmo llega desarrollarse?

    Ve? Usted tambin empieza a tener dudas, no? Pero yo creo que en realidad larespuesta es muy sencilla: cuando el grado de radiactividad supera el mnimo requerido paradetener la creacin de la vida, an no basta para destruir la vida que ya se ha formado. Puedemodificarla, desde luego, pero no la destruye salvo cuando llega a alcanzar intensidadesrealmente excesivas; y en ese caso los procesos qumicos son distintos. En el primer supuestose trata de impedir que las molculas crezcan, y en el segundo las molculas complejas queya se han formado deben ser destruidas. No es lo mismo, comprende?

    No entiendo cul es la aplicacin de todo eso que me est diciendo replicEnnius.

    Acaso no le parece evidente? En la Tierra la vida se origin antes de que elplaneta se volviese radiactivo. Mi querido Procurador, es la nica explicacin posible que nonos exige negar el hecho de que hay vida en la Tierra, y que no destruye un nmero tanelevado de teoras qumicas como para poner patas arriba la mitad de esa ciencia.

    Oh, vamos, no puede estar hablando en serio! exclam Ennius mientrascontemplaba a Arvardan con una expresin entre incrdula y desconcertada.

    Por qu no? Que por qu no? Bueno, cmo es posible que un planeta llegue a volverse

    radiactivo? La vida de los elementos radiactivos de la superficie de un planeta se mide pormagnitudes de millones y miles de millones de aos..., al menos eso es lo que me ensearonen la universidad, a pesar de que slo tuve contacto con esas materias durante el curso previoa mis estudios de derecho. Su existencia pasada es tan larga que a efectos prcticos puedeconsiderarse como indefinida, no?

    Pero existe algo llamado radiactividad artificial, Procurador Ennius..., y puedellegar a existir a gran escala. Hay millares de reacciones nucleares con la energa suficientepara crear toda clase de istopos radiactivos. Si los seres humanos utilizasen una reaccinnuclear aplicada a fines industriales sin ejercer el control debido sobre ella, o incluso paralibrar una guerra..., suponiendo que pueda imaginarse una guerra librada en un solo planeta,naturalmente..., bien, entonces es muy razonable suponer que la mayor parte de la superficiepodra acabar siendo radiactiva. Qu opina de mi explicacin?

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    encantadoras; y hay que aadir que el doctor Bel Arvardan de Baronn, Sirio, fue agasajado yatendido hasta un extremo casi embriagador.

    Durante la ltima parte del banquete Arvardan aprovech el tener pblico para repetiruna buena parte de lo que haba dicho a Ennius, pero esta vez su exposicin tuvo menosxito.

    Un caballero de rostro rubicundo que vesta uniforme de coronel se inclin haciaArvardan.Si no he interpretado mal sus exposiciones, doctor Arvardan dijo en el marcado

    tono de condescendencia tpico del militar que se encuentra ante un intelectual, ustedpretende hacernos creer que esos perros terrestres son los ltimos representantes de una razaantigua que en tiempos quiz fuese la antecesora de la humanidad.

    No me atrevo a afirmarlo de una manera tan terminante, coronel, pero creo queexisten bastantes probabilidades de que as fuese. Espero que dentro de un ao podr emitirun juicio definitivo al respecto.

    Bien, doctor, si demuestra la veracidad de su teora, de lo que dudo mucho, quedarextraordinariamente sorprendido observ el coronel. Ya llevo cuatro aos destinado a laTierra, y he ido acumulando cierta experiencia. Todos los terrestres son unos bribonesdespreciables en los que no se puede confiar para nada, y no hay ninguna excepcin. En elaspecto intelectual son claramente inferiores a nosotros. Les falta ese impulso que hadiseminado a la humanidad por toda la Galaxia... Son vagos, supersticiosos y avaros, y tienenel alma ruin y mezquina. Le desafo y desafo a quien sea a que me muestre un terrestre quepueda estar al nivel de un autntico ser humano en cualquier terreno..., de usted y de m, porejemplo. Slo entonces aceptar que esos terrestres pueden ser los ltimos representantes deuna raza que quiz haya sido nuestra antecesora; pero hasta ese momento le ruego que medisculpe si le digo que su teora me resulta totalmente inconcebible.

    Se suele decir que el nico terrestre bueno es el terrestre muerto dijo de repenteun hombre bastante corpulento sentado en un extremo de la mesa, y an as apesta! aadi, y celebr su chiste con estruendosas carcajadas.

    Arvardan clav la vista en el plato que tena delante y lo contempl frunciendo elceo.

    No deseo discutir las posibles diferencias raciales dijo sin levantar la mirada,especialmente porque no tienen ninguna relacin con el problema real. Yo estoy hablando delos terrestres de la prehistoria. Los terrestres actuales han vivido aislados durante muchotiempo, y han estado sometidos a la influencia de un entorno altamente inusual..., y aun asdebo decir que creo un error apresurarse a hablar de ellos de una forma tan despectiva. Sevolvi hacia Ennius. Procurador Ennius, creo recordar que me habl de un terrestre antesde la cena...

    De veras? No me acuerdo.Un fsico. Shekt.Oh, s... S, cierto.Se refera por casualidad a Affret Shekt?S. Haba odo hablar de l con anterioridad?Creo que s. Desde que usted me habl de l me he pasado coda la cena pensando,

    y creo que por fin he conseguido recordar de quin se trata exactamente. No trabaja en elInstituto de Investigaciones Nucleares de...? Oh cmo demonios se llama ese lugar? Arvardan se dio un par de palmadas en la frente. De Chica, quiz?

    Exacto. Bien, qu ocurre con Shekt?

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    Oh, nada. Ver, en agosto la revista Estudios de fsica public un artculo suyo...Me fij en l porque estaba recogiendo toda clase de material que tuviera relacin con laTierra, y en las revistas de circulacin galctica aparecen muy pocos artculos escritos porterrestres... Bien, quera llegar a lo siguiente: ese hombre afirma haber creado un aparato, alque llama sinapsificador, que se supone mejora la capacidad de aprendizaje del sistema

    nervioso de los mamferos.De veras? pregunt Ennius en un tono de voz excesivamente fro. Nunca heodo hablar de ese aparato.

    Si lo desea le dar la referencia exacta... Es un artculo muy interesante, aunquenaturalmente no pretendo haber entendido todos sus clculos matemticos. Lo que ha hechoShekt es tratar con el sinapsificador a un animal nativo de la Tierra que creo se llama rata, ydespus hizo que la rata resolviera un laberinto. Supongo que ya saben a qu me refiero,no? Resolver un laberinto significa averiguar el trayecto correcto que lleva hasta unaprovisin de alimentos. Utiliz ratas no tratadas como controles del experimento, y descubrique las ratas sinapsificadas siempre resolvan el problema en menos de un tercio del tiempoque necesitaban las otras ratas. Comprende el significado de todo esto, coronel?

    No, doctor Arvardan, me temo que no respondi con voz indiferente el militarque haba iniciado la discusin.

    Pues entonces se lo explicar: estoy convencido de que por muy terrestre que sea,un hombre de ciencia capaz de inventar semejante aparato es innegablemente mi igualintelectual, por lo menos..., y si me perdona la suposicin, tambin el suyo. Adems...

    Disclpeme, doctor Arvardan, pero me gustara volver al sinapsificador leinterrumpi Ennius. Sabe si Shekt lleg a probar su aparato con seres humanos?

    Dudo mucho que lo hiciera, Procurador Ennius dijo Arvardan, y se ri. Nuevede cada diez ratas sinapsificadas murieron durante el tratamiento. Shekt no se atrever aemplear cobayos humanos hasta que no haya hecho ms progresos.

    El Procurador Ennius se recost contra el respaldo de la silla con el ceo ligeramentefruncido, y a partir de aquel momento no habl ni comi durante el resto del banquete.

    Y antes de que llegara la medianoche se separ en silencio de los comensales, y partien su nave particular para hacer el trayecto de dos horas a Chica despus de habersedespedido lacnicamente de su esposa. Segua teniendo el ceo fruncido, y la preocupacinhaca que su corazn latiera ms deprisa de lo normal.

    sa fue la cadena de circunstancias que dio como resultado el que la misma tarde enla que Arbin Maren lleg a Chica con Joseph Schwartz para que ste fuese tratado con elsinapsificador, Shekt hubiera pasado ms de una hora encerrado en una habitacin nadamenos que con el Procurador Imperial de la Tierra.

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    El Camino Real

    Estar en Chica haca que Arbin se sintiera muy nervioso. Tena la impresin dehallarse rodeado. En algn lugar de Chica una de las mayores ciudades de la Tierra, de laque se deca que contaba con una poblacin de cincuenta mil seres humanos habafuncionarios del gran Imperio Galctico.

    Arbin nunca haba visto a un habitante de la Galaxia, naturalmente, pero desde queestaba en Chica no paraba de volver el cuello de un lado a otro temiendo ver uno. Si lehubieran interrogado al respecto no habra podido explicar cmo pensaba diferenciar a unespacial de un terrestre, aun suponiendo que viera uno, pero Arbin tena el vago

    presentimiento de que deba existir alguna diferencia fcilmente reconocible.Antes de entrar en el Instituto mir por encima de su hombro. Su vehculo estaba

    aparcado en un rea abierta, con un cupn dndole derecho a ocupar la plaza deestacionamiento durante seis horas. Y si esa extravagancia resultaba sospechosa? Todo leasustaba. El aire pareca estar lleno de ojos y odos.

    Esperaba que aquel hombre tan extrao se acordara de que deba mantenerseescondido en el fondo del compartimiento trasero. Haba asentido enfticamente, pero lehaba entendido? Arbin se sinti sbitamente encolerizado consigo mismo. Por qu habapermitido que Grew le convenciera de hacer algo tan absurdo?

    Y entonces la puerta se abri delante de l, y una voz interrumpi el hilo de suspensamientos.

    Qu desea? pregunt la voz.Pareca un poco impaciente. Quiz ya le haba hecho esa misma pregunta varias veces

    y Arbin no la haba odo.Es aqu donde hay que ofrecerse para el sinapsificador? pregunt con voz

    enronquecida, sintiendo que las palabras se le atascaban en la garganta como si fuesenpartculas de polvo.

    Firme aqu dijo la recepcionista mirndole fijamente.Arbin cruz las manos detrs de la espalda.

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    A quin he de ver para lo del sinapsificador? pregunt.Grew le haba dicho cmo se llamaba el aparato, pero al salir de sus labios la palabra

    le son extraa y ridcula, como si fuese un balbuceo carente de significado. Oiga, si no firma en el registro de visitantes no podr atenderle dijo la

    recepcionista con voz firme y seca. Lo exige el reglamento, entiende?

    Arbin gir sobre s mismo sin abrir la boca y se dispuso a marcharse. La muchachasentada detrs del escritorio tens los labios, y su pie hizo bajar el pedal de seales que habaal lado de la silla.

    Arbin luchaba desesperadamente por pasar inadvertido, y saba que estabafracasando. La muchacha le miraba fijamente, y Arbin pens que mil aos despus an seacordara de l. Sinti un deseo casi incontenible de echar a correr hacia su vehculo y volvera la granja.

    Una persona vestida con una bata blanca de laboratorio sali con paso apresurado dela otra habitacin, y la recepcionista alz una mano.

    Un voluntario para el sinapsificador, seorita Shekt dijo. No ha querido decircmo se llama.

    Arbin levant la mirada. La persona de la bata blanca era una mujer, y el que fuesebastante joven aument la ya considerable confusin de Arbin.

    Es usted la encargada de la mquina, seorita?No respondi ella sonriendo con cordialidad, y Arbin sinti que se relajaba un

    poco. Pero puedo llevarle hasta el encargado aadi. Es verdad que ha venido paraofrecerse como voluntario a ser tratado con el sinapsificador?

    Quiero ver al encargado insisti tercamente Arbin.De acuerdo dijo la joven.La brusquedad de Arbin no pareci molestarla en lo ms mnimo, y volvi a entrar en

    la habitacin de la que haba salido. Hubo una breve espera, y por fin un dedo le hizo seasde que...

    Arbin sigui a la joven hasta una pequea antesala. El corazn le palpitaba con granviolencia.

    Si puede esperar, el doctor Shekt le atender dentro de media hora dijo la jovencon afabilidad. Ahora est muy ocupado. Si desea algunos libros-pelcula y un visor paradistraerse, me encargar de trarselos.

    Pero Arbin mene la cabeza. Las cuatro paredes de la pequea habitacin parecanestarse acercando para encerrarle en una trampa. Estara atrapado? Y si los Ancianosestaban viniendo a por l en aquel mismo instante?

    Fue la espera ms larga de toda la existencia de Arbin.

    El Procurador Ennius no haba tenido ninguna de las dificultades experimentadas por

    Arbin a la hora de hablar con Shekt, aunque estaba casi tan nervioso como l. Era su cuartoao en el cargo de Procurador Imperial, pero una visita a Chica segua siendo un granacontecimiento. Tericamente ser el representante legal del lejano Emperador de la Galaxiacolocaba a Ennius al mismo nivel que los Virreyes Imperiales que gobernaban inmensossectores galcticos que extendan sus volmenes iridiscentes a travs de centenares deparsecs cbicos de espacio, pero su posicin real apenas estaba un poco por encima delexilio.

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    Estar atrapado en el vaco estril del Himalaya y verse involucrado en las disputasigualmente estriles de un pueblo que odiaba a Ennius y al Imperio que representaba hacaque incluso un viaje a Chica fuese un gran acontecimiento.

    Adems, sus escapadas eran breves. Tenan que serlo, pues en Chica era necesariousar continuamente ropas impregnadas de plomo incluso para dormir y, lo que resultaba

    todava peor, era preciso tomar constantemente metabolina.Ennius habl con bastante amargura de todo aquello a Shekt.La metabolina quiz sea el smbolo ms exacto de todo lo que su planeta significa

    para m, amigo mo dijo el Procurador alzando la pldora rojiza delante de sus ojos. Sufuncin consiste en aumentar la velocidad de todos los procesos metablicos mientras estoysumergido en la nube radiactiva que me rodea, esa nube que usted ni tan siquiera percibe. Ennius trag la pldora. Listo! Ahora mi corazn latir ms deprisa, mi respiracininiciar una carrera por voluntad propia y mi hgado hervir en esas sntesis qumicas que,segn afirman los mdicos, lo convierten en el laboratorio ms importante de mi cuerpo; y acambio de todo esto despus tendr que pagar un tributo en forma de jaqueca y cansancio.

    El doctor Shekt le estaba escuchando con visible diversin. Shekt daba la impresinde ser miope, no porque usara gafas o sufriera de alguna afeccin visual, sino simplementeporque su trabajo le haba hecho adquirir la costumbre inconsciente de observar las cosas confijeza y de sopesar meticulosamente todas las circunstancias antes de emitir una opinin. Eraalto y bastante mayor y su delgada silueta siempre estaba un poco encorvada.

    Pero posea amplios conocimientos sobre la cultura galctica, estaba relativamentelibre de la expresin de hostilidad y desconfianza universal que hacan tan repulsivo alterrestre medio, incluso a los ojos de un habitante del Imperio tan cosmopolita como Ennius.

    Estoy seguro de que en realidad no necesita la pldora para nada coment Shekt. La metabolina no es ms que otra de las supersticiones, Procurador, y usted lo sabe. Si yosustituyese sus pldoras de metabolina por comprimidos de glucosa sin que se enterase no sesentira peor, y adems esas jaquecas que le afligen despus de haber ingerido la metabolinason provocadas por usted mismo y tienen un origen totalmente psicosomtico.

    Dice eso porque vive en su propio ambiente, Shekt. Acaso niega que sumetabolismo basal tiene un ritmo de actividad superior al mo?

    Pues claro que no lo niego, pero qu importancia tiene eso, Ennius, s que en elImperio hay una supersticin muy extendida, que afirma que los habitantes de la Tierrasomos distintos de los otros seres humanos, pero no existe ninguna diferencia esencial O havenido aqu en calidad de embajador de los antiterrestres?

    Oh, por la vida del Emperador! gru Ennius. Sus camaradas de la Tierra sonlos mejores misioneros de esa causa... Mientras sigan viviendo como lo han hecho hastaahora y continen encerrados en su planeta letal alimentndose con su odio, los terrestresslo sern una lcera en el costado de la Galaxia. S, Shekt, hablo en serio... Qu otroplaneta tiene tal cantidad de rituales presente en su vida diaria y los cumple con la furiamasoquista con que lo hacen ustedes? No pasa un solo da sin que reciba la visita dedelegaciones de alguno de sus Consejos de Gobierno que vienen a pedir la pena de muertepara algn pobre desgraciado cuyo nico delito ha sido entrar en una Zona Vedada, tratar deescapar a la Costumbre de los Sesenta, o quiz simplemente comer una racin mayor que laasignada.

    Ah, pero usted siempre concede la pena de muerte, Procurador... Me parece que sudisgusto idealista no es lo bastante fuerte como para impulsarle a rechazar la peticin.

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    Las estrellas son testigos de que hago cuanto puedo para negar la condena que me piden. Pero qu puedo hacer yo? El Emperador exige que todas las subdivisiones delImperio conserven sus costumbres locales..., y es una medida muy acertada, porque quitatoda posibilidad de obtener apoyo popular a los imbciles que de lo contrario provocaran unarebelin cada da. Adems, si me mantuviese inflexible cuando sus Consejos, Senados y

    Cmaras exigen la pena de muerte, estallara tal tempestad de protestas, gritos y denunciascontra el Imperio y todas sus dependencias administrativas que preferira dormir veinte aosrodeado por una legin de demonios antes que enfrentarme a la Tierra en ese estado aunqueslo fuera durante diez minutos.

    Shekt suspir y se alis los escasos cabellos que le quedaban en el crneo.Suponiendo que se nos tenga en cuenta, para el resto de la Galaxia la Tierra no es

    ms que un guijarro en el cielo; pero para nosotros es la patria..., la nica patria queconocemos. Sin embargo, no somos distintos de ustedes, sino nicamente ms desgraciados.Estamos hacinados en un mundo casi muerto, envueltos por un muro de radiaciones que nosaprisiona, rodeados por una Galaxia inmensa que nos rechaza. Qu podemos hacer paraluchar contra el sentimiento de frustracin que nos consume? Estara dispuesto a enviar alespacio nuestro exceso de poblacin, procurador Ennius?

    Cree que me importara hacerlo? replic Ennius encogindose de hombros.Pero los habitantes de los otros mundos jams lo aceptaran. No quieren ser vctimas de lasenfermedades terrestres.

    Las enfermedades terrestres! repiti Shekt con voz malhumorada. Eso no esms que una idea absurda que debe ser eliminada... Los terrestres no somos portadores de lamuerte. Usted Vive entre nosotros, Procurador. Acaso ha muerto?

    Bueno, si quiere que le sea sincero debo decir que hago todo lo posible por evitar elcontacto con los terrestres respondi Ennius, y sonri.

    Eso se debe a que incluso usted siente el temor fomentado por la propaganda, quedespus de todo ha sido creada por la estupidez de sus fanticos.

    Vamos, Shekt... Pretende decirme que la teora de que los terrestres sonradiactivos carece de todo fundamento terico?

    Oh, pues claro que los terrestres son radiactivos. Cmo iban a poder evitarlo?Usted tambin lo es, Procurador. Todos y cada uno de los habitantes de los cien millones deplanetas del Imperio son radiactivos. Confieso que nosotros lo somos en mayor grado, perono tanto como para daar a ningn ser humano.

    Pero me temo que el ciudadano medio de la Galaxia cree lo contrario, y yo noquiero descubrir la verdad por experiencia propia. Adems...

    Va a decir que adems somos distintos, eh? No somos seres humanos porqueentre nosotros las mutaciones se producen ms deprisa debido a las radiaciones atmicas, ypor eso hemos cambiado en muchos aspectos, verdad? Eso tampoco est probado.

    Pero es lo que se cree.Y mientras se crea, Procurador, y mientras los terrestres seamos tratados como

    parias, usted encontrar en nosotros todas las caractersticas que desaprueba. Si se nos oprimede una forma intolerable, acaso es tan extrao que nos resistamos? No, no... Somosofendidos en un grado mucho mayor que ofensores.

    Ennius se sinti un poco disgustado por la clera que haba provocado, y pens queincluso los mejores terrestres tenan el mismo punto dbil, el mismo sentimiento deantagonismo que enfrentaba a la Tierra contra todo el resto del universo.

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    Le pido que disculpe mi torpeza, Shekt dijo con todo el tacto de que era capaz. Que mi juventud y mi aburrimiento le sirvan de excusa, de acuerdo? Tiene ante usted aun pobre muchacho de slo cuarenta aos de edad y le recuerdo que en el funcionariadoprofesional cuarenta aos es casi la edad de un nio que est haciendo su aprendizaje en laTierra. Quiz pasarn bastantes aos antes de que mi nombre quede suficientemente grabado

    en la memoria de los idiotas del Departamento de Provincias Exteriores como paraascenderme a un cargo menos peligroso. Bien, los dos somos prisioneros de la Tierra y, almismo tiempo, tambin somos ciudadanos de ese gran mundo del cerebro en el que no existedistincin alguna por los planetas ni por las caractersticas fsicas. Venga, deme su mano yseamos amigos.

    Las arrugas se borraron del rostro de Shekt o, mejor dicho, las arrugas anterioresfueron sustituidas por otras que expresaban buen humor; y el fsico acab soltando unacarcajada.

    Las palabras son las de un suplicante, pero el tono sigue siendo el de undiplomtico imperial de carrera dijo. Es usted un psimo actor, Procurador Ennius.

    Entonces contraataque siendo un buen maestro, y hbleme de ese aparato llamadosinapsificador que ha inventado.

    El sobresalto de Shekt fue evidente, y frunci el ceo.Ha odo hablar del sinapsificador? Acaso es fsico adems de administrador

    imperial?Mi especialidad son los conocimientos generales, Shekt. Pero ahora hablemos en

    serio, estoy sinceramente interesado en su descubrimiento.El fsico mir fijamente a su interlocutor con lo que pareca desconfianza en los ojos.

    Despus se puso en pie, se llev una mano sarmentosa a la boca y empez a pellizcarse ellabio con expresin pensativa.

    No s por dnde empezar...Vlganme las estrellas! Si lo que quiere es saber por qu punto de la teora

    matemtica debe comenzar, me encargar de simplificarle el problema dicindole que seolvide de todos. No entiendo nada de funciones, tensores y dems asuntos similares.

    En tal caso respondi Shekt con los ojos brillantes, me limitar a la partedescriptiva, y le dir que el sinapsificador es un aparato destinado a aumentar la capacidad deestudio y aprendizaje del ser humano.

    Del ser humano? Vaya! Y funciona?Ojal lo supiramos. Tengo que trabajar mucho ms en l antes de poder contestar

    a esa pregunta... Le explicar los puntos esenciales y despus usted mismo juzgar,Procurador. El sistema nervioso del ser humano y de los animales irracionales estcompuesto de materia neuroprotenica. Esa materia est formada por molculas muy grandesque se hallan en un estado de equilibrio elctrico bastante precario. El ms mnimo estmuloexcitar a una, la cual slo puede volver a su estado anterior excitando a la vecina, y a su vezsta repetir el proceso hasta llegar al cerebro. El cerebro mismo es una inmensa agrupacinde molculas similares que estn conectadas unas con otras de todas las maneras posibles.Teniendo en cuenta que el nmero de neuroprotenas que hay en el cerebro se aproxima adiez elevado a la vigsima potencia, o sea, un uno seguido de veinte ceros, la cantidad decombinaciones posibles es del orden del factorial de diez elevado a la vigsima potencia. Esenmero pertenece a un orden de magnitud tan inmenso que si todos los electrones y protonesdel universo se convirtiesen en universos, y si luego todos los electrones y protones de esosnuevos universos se transformasen a su vez en ms universos, todos los electrones y protones

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    Al diablo con su Gran Consejo! exclam Ennius con impaciencia. Ya hediscutido con quienes lo forman en otras ocasiones. Estara dispuesto a hablarles cuandollegue el momento oportuno?

    Y qu influencia podra tener yo?Podra decirles que si la Tierra consiguiese producir un sinapsificador aplicable a

    todos los seres humanos sin ningn peligro y si el sinapsificador fuese puesto al servicio de laGalaxia..., bueno, entonces quiz resultara posible derogar algunas de las restriccionesactuales que pesan sobre la emigracin de terrestres a otros planetas.

    Cmo? exclam Shekt con irona. A pesar del riesgo que suponen lasepidemias, de nuestras diferencias y de nuestra inhumanidad bsica?

    Quiz incluso sera posible efectuar un traslado masivo de la poblacin terrestre aotro planeta agreg Ennius sin inmutarse. Piense en eso.

    En ese momento se abri la puerta y una joven pas por delante del gabinete repletode microfilmes. Su presencia disip la atmsfera enrarecida de aquel laboratorio que casisiempre estaba cerrado trayendo consigo automticamente un impalpable soplo de laprimavera. Cuando vio que Shekt estaba hablando con un desconocido, la joven se ruboriz ygir sobre s misma para marcharse.

    Entra, Pola se apresur a decir Shekt. Creo que no conoce a mi hija Pola,Procurador. Pola, te presento al Seor Ennius, Procurador Imperial de la Tierra.

    El Procurador se puso en pie movindose con una desenvuelta galantera que cort elatropellado intento de hacer una reverencia que haba iniciado la joven.

    Querida seorita Shekt, nunca cre que la Tierra fuese capaz de producir algo tanmaravilloso como