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A partir de la sala II en la que nos encontramos, entramos en las zonas de la casa que han conservado su ambiente doméstico. Sorolla utilizaba este espacio como despacho; aquí recibía a sus clientes y colgaba las últimas obras realizadas, así que sus paredes estaban en transformación constante. Actualmente esta sala se dedica a los retratos familiares. El mobiliario se ha mantenido prácticamente en la disposición que puede verse en las fotografías de época de Sorolla. Sorolla utiliza el retrato familiar como campo de experimentación, libre de las trabas del encargo, y nos deja algunos de los mejores ejemplos de su pintura en este género. SALA II 14 1 2 3 4 6 5 7 8 9 10 13 14 15 11 12 1 Antonio García en la playa, 1909. Antonio García Peris, suegro de Joaquín Sorolla, fue un destacado fo- tógrafo valenciano, que ejerció una influencia trascen- dental en la vida del pintor, tanto a nivel personal como artístico. El retrato es un típico “retrato familiar”, don- de el modelo no posa, sino que simplemente está, con toda naturalidad. 3 Armario aparador o dressoir de principios del siglo XIX, inspirado en el mueble francés estilo Luis XIII. 4 Orza de porcelana china del siglo XVII decorada con una escena figurada en color azul. 5 Santa Ana, la Virgen y el Niño. Esta escultura de escuela alemana del siglo XVI fue un regalo Jacques Se- ligmann (marchante de arte y anticuario de gran éxito) en 1912, a cambio del retrato que le pintó Sorolla en París a finales de 1911 (Museo de Castres). 2 Joaquín Sorolla García sentado, 1917. El jo- ven Joaquín, que había estudiado en Inglaterra, aparece retratado como un dandi, posando con moder- na gabardina de sportsman, como entonces se decía, y finos guantes de gentleman. 17 6 Tibor de porcelana japonesa de tipo Imari. La decora- ción, típicamente japonesa, es de motivos florales: peo- nías y crisantemos, relacionados con la inmortalidad, el equilibrio y la belleza. 8 Joaquín a la luz de una lámpara, 1900. El pequeño Joaquín parece volverse repentinamente hacia su padre: Sorolla lo retrata con rápidas pinceladas, en una de las escasas escenas que pinta con luz artificial, recogiendo los reflejos verdes de la lámpara en el rostro infantil. 9 En el año 1906, después de pasar el mes de julio en París con motivo de la exposición de Sorolla en la Gale- ría Georges Petit, el pintor y su familia descansan unos días en Biarritz, Francia, donde se unen a la nueva moda del veraneo elegante. Esta etapa francesa marca en la pintura de Sorolla un nuevo refinamiento formal 10 11 12 7 Mi mujer y mis hijos, 1897-1898. Un ejemplo típico del uso que Sorolla hacía de su familia para sus experimentos artísticos. La gracia de la escena, con sus tres hijos marchando en fila bajo el cuidado de su madre, movió a Sorolla a pintarla; pero una vez recogido lo esencial de ella, dejó el cuadro inacabado. 16 al cual se une, también, una nueva distinción en las composiciones y en las poses y atuendos de sus modelos. Refinadísima posa Clotilde de espaldas en Figura en blanco, Biarritz (12); de nuevo aparece en Clotilde bajo el toldo, Biarritz (10) bajo la típica carpa a rayas rojas y amarillas que llena de reflejos coloreados su vestido blanco. María es la protagonista de otros dos: Instantánea, Biarritz (9), donde aparece sujetando una de las primeras cámaras kodak para aficionados, y en María en la Playa de Biarritz o Contraluz, Biarritz (11), uno de los más bellos contraluces en la pintura de Sorolla. 14 Silla “de brazos” de estilo Luis XV tapizada en seda adamascada de color rosa. 15 Reloj de la casa Zeller. 13 Bajo el toldo, playa de Zarauz, 1910. Mues- tra a toda la familia Sorolla, arreglada de punta en blanco, descansando en la playa bajo un toldo que el espectador no ve. La luz del norte, más suave, da a toda la escena una gama de color serena y matizada, muy distinta de la de las playas levantinas. 18

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A partir de la sala II en la que nos encontramos, entramos en las zonas de la casa que han conservado su ambiente doméstico. Sorolla utilizaba este espacio como despacho; aquí recibía a sus clientes y colgaba las últimas obras realizadas, así que sus paredes estaban en transformación constante. Actualmente esta sala se dedica a los retratos familiares. El mobiliario se ha mantenido prácticamente en la disposición que puede verse en las fotografías de época de Sorolla.

Sorolla utiliza el retrato familiar como campo de experimentación, libre de las trabas del encargo, y nos deja algunos de los mejores ejemplos de su pintura en este género.

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1 Antonio García en la playa, 1909. Antonio García Peris, suegro de Joaquín Sorolla, fue un destacado fo-tógrafo valenciano, que ejerció una influencia trascen-dental en la vida del pintor, tanto a nivel personal como artístico. El retrato es un típico “retrato familiar”, don-de el modelo no posa, sino que simplemente está, con toda naturalidad.

3 Armario aparador o dressoir de principios del siglo XIX, inspirado en el mueble francés estilo Luis XIII.

4 Orza de porcelana china del siglo XVII decorada con una escena figurada en color azul.

5 Santa Ana, la Virgen y el Niño. Esta escultura de escuela alemana del siglo XVI fue un regalo Jacques Se-ligmann (marchante de arte y anticuario de gran éxito) en 1912, a cambio del retrato que le pintó Sorolla en París a finales de 1911 (Museo de Castres).

2 Joaquín Sorolla García sentado, 1917. El jo-ven Joaquín, que había estudiado en Inglaterra, aparece retratado como un dandi, posando con moder-na gabardina de sportsman, como entonces se decía, y finos guantes de gentleman.

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6 Tibor de porcelana japonesa de tipo Imari. La decora-ción, típicamente japonesa, es de motivos florales: peo-nías y crisantemos, relacionados con la inmortalidad, el equilibrio y la belleza.

8 Joaquín a la luz de una lámpara, 1900. El pequeño Joaquín parece volverse repentinamente hacia su padre: Sorolla lo retrata con rápidas pinceladas, en una de las escasas escenas que pinta con luz artificial, recogiendo los reflejos verdes de la lámpara en el rostro infantil.

9 En el año 1906, después de pasar el mes de julio en París con motivo de la exposición de Sorolla en la Gale-ría Georges Petit, el pintor y su familia descansan unos días en Biarritz, Francia, donde se unen a la nueva moda del veraneo elegante. Esta etapa francesa marca en la pintura de Sorolla un nuevo refinamiento formal

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7 Mi mujer y mis hijos, 1897-1898. Un ejemplo típico del uso que Sorolla hacía de su familia para sus experimentos artísticos. La gracia de la escena, con sus tres hijos marchando en fila bajo el cuidado de su madre, movió a Sorolla a pintarla; pero una vez recogido lo esencial de ella, dejó el cuadro inacabado.

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al cual se une, también, una nueva distinción en las composiciones y en las poses y atuendos de sus modelos. Refinadísima posa Clotilde de espaldas en Figura en blanco, Biarritz (12); de nuevo aparece en Clotilde bajo el toldo, Biarritz (10) bajo la típica carpa a rayas rojas y amarillas que llena de reflejos coloreados su vestido blanco. María es la protagonista de otros dos: Instantánea, Biarritz (9), donde aparece sujetando una de las primeras cámaras kodak para aficionados, y en María en la Playa de Biarritz o Contraluz, Biarritz (11), uno de los más bellos contraluces en la pintura de Sorolla.

14 Silla “de brazos” de estilo Luis XV tapizada en seda adamascada de color rosa.

15 Reloj de la casa Zeller.

13 Bajo el toldo, playa de Zarauz, 1910. Mues-tra a toda la familia Sorolla, arreglada de punta en blanco, descansando en la playa bajo un toldo que el espectador no ve. La luz del norte, más suave, da a toda la escena una gama de color serena y matizada, muy distinta de la de las playas levantinas.

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16 En el jardín de la calle Miguel Ángel, 1906, repre-senta seguramente a la hija pequeña del pintor, Elena, en el jardín de la casa que los Sorolla alquilaron en la calle Miguel Ángel.

18 Mujer poniéndose una media, bronce de Ivonne Serruys (1873-1953), escultora belga discípula de Emile Claus.

19 Muchacha sentada, bronce de Helena Sorolla (1895-1975). Los tres hijos del matrimonio Sorolla -María, Joaquín y Elena- tuvieron formación artística. Elena destacó en la escultura, que estudió con Mariano Ben-lliure y José Capuz. Su producción no es muy extensa y

17 María pintando en El Pardo, 1907.(Colec- ción particular). Es testimonio de un momento difícil en la vida de Sorolla, cuando la grave tuber-culosis de su hija María obliga a la familia Sorolla a trasladarse al Pardo, donde el aire es más seco y limpio. Sorolla la retrata entre gloriosos contrastes de amarillo y malva, mientras ella, a su vez, pinta el agreste paisaje serrano.

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21 Escritorio de estilo “Chippendale” inglés realizado en los siglos XVIII-XIX.

20 Estos dos pequeños bustos son reproducciones de las es-culturas de Voltaire, del escultor neoclásico francés Jean Antoine Houdon (1741-1828), y Montesquieu, de Jean- Baptiste Lemoyne (1704-1778). En el centro del escrito-rio, una copa de bronce del siglo XIX.

22 Madre, 1900. Es un homenaje a Clotilde con ocasión del nacimiento de Elena, la hija menor. La madre contempla absorta la cabecita de la niña, en-vueltas ambas en una nube de blancos que parece aca-riciarlas como la propia mirada afectuosa del pintor. Este cuadro, a la vez que nos da un acceso privilegiado a su intimidad, es un alarde técnico de modernidad ex-traordinaria, que nos revela la asimilación por Sorolla de las novedades impresionistas en el manejo del color

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y de las delicadas gamas empleadas por James Mc Neil Whistler, cuya obra Sorolla conoció y admiró en París.

23 Joaquín vestido de blanco, 1896. Con cuatro años, Joaquín posa para su padre sentado en una silla. Lleva un vestido blanco, el color preferido de Sorolla para re-tratar a sus hijos. Estos vestidos los usaban tanto niñas como niños hasta cumplir los cinco o seis años, cuando los chicos comenzaban a vestir pantalón corto. Como en otras ocasiones, Sorolla recorta la figura sobre un fondo plano, pero animado por un estampado resuelto en am-plias pinceladas ocres, amarillas, grises y blancas, que dan al cuadro modernidad y un gran valor decorativo.

se conserva en gran parte en esta casa, gracias a la ge-nerosidad de sus descendientes, que dejaron sus obras en el museo en depósito o como donación.

24 Sofá tipo Chester o Chesterfield que conserva la tapicería en seda original de época de Sorolla. Este tipo de sofá se asoció a las estancias masculinas, considerándose ade-cuado para salas de billar, halls y bibliotecas.

25 Silla de brazos en madera de nogal que reproduce mo-delos del siglo XVIII.

27 Vitrina expositor que imita modelos de estilo imperio. En su interior se muestra una selección de pequeños objetos de colección: cerámicas orientales, abanicos an-tiguos, una foto de perfil del matrimonio Sorolla el día de su boda, una miniatura realizada por José Antonio García del Castillo sobre un retrato de Clotilde pintado por Sorolla. En la balda inferior algunos objetos de pla-ta, como unas despabiladeras, una cucharita y un alfi-letero en forma de pajarito que perteneció al costurero de Clotilde.

26 Saltando a la comba, La Granja, 1907. De nuevo es Elena la protagonista que corre saltan-do a la comba alrededor de la fuente. Este cuadro se ha relacionado habitualmente con la familiaridad que Sorolla tuvo con la fotografía, pues la composición es casi una instantánea. Elena aparece detenida en el aire en el momento del salto y su sombra se despega de sus pies, y la cuerda con la que juega, en veloz movimiento, resulta casi invisible.

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29 Clotilde García del Castillo, 1890. Meses después de haber nacido su primera hija vuelve Sorolla a retratar a Clotilde. Aparece elegantísima con un traje negro a la moda del momento, que resalta su pequeña cintura y cuyo cuello alto y mangas estrechas contribuyen a dar esbeltez a la figura.

28 Juan Antonio García del Castillo, 1887. Este retrato fue un regalo de Sorolla a su cuñado y amigo Juan Antonio con motivo de su boda. Fue adqui-rido por el Estado en el año 2015.

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