Samuel Gutierrez- Arquitectura Panameña Descripcion e Historia

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  • Arquitectura Panamea

  • Bajo criterio editorialse respeta la ortografa de los textos

    que presentan arcasmospropios de su Edicin Prncipe.

    Por la naturaleza de este proyecto editorial,algunos textos se presentan

    sin ilustraciones y fotografasque estaban presentes en el original.

  • Biblioteca de la NacionalidadAUTORIDAD

    DEL CANAL DE PANAMPANAM 1999

    Samuel A. Gutirrez

    Arquitectura PanameaDescripcin e historia

  • EditorAutoridad del Canal de Panam

    Coordinacin tcnica de la edicinLorena Roquebert V.

    Asesora editorialNatalia Ruiz Pino

    Juan Torres Mantilla

    Diseo grfico y diagramacinPablo Menacho

    Impresin y encuadernacinCargraphics S. A.

    La presente edicin se publica con autorizacin de los propietariosde los derechos de autor.

    Copyright 1999 Autoridad del Canal de Panam.

    Reservados todos los derechos.Prohibida la reproduccin total o parcial de este libro, por cualquier medio,

    sin permiso escrito del editor.

    Printed in Colombia - Impreso en Colombia

    La fotografa impresa en las guardas de este volumen muestra una vistade la cmara Este de las esclusas de Gatn, durante su construccin en enero de 1912.

    BIBLIOTECADE LA NACIONALIDAD

    Edicin conmemorativade la transferencia del Canal a Panam

    1999

    722.987G984 Gutirrez, Samuel A.

    Arquitectura panamea: descripcin e historia/Samuel A. Gutirrez Panam: Autoridad del Canal,1999.518 pgs.; 24 cm.(Coleccin Biblioteca de la Nacio-nalidad)ISBN 9962-607-23-X1. ARQUITECTURAPANAMHISTORIAI. Ttulo

  • Ernesto Prez BalladaresPresidente de la

    Repblica de Panam

    BIBLIOTECADE LA NACIONALIDAD

    A esta pequea parte de la poblacin del planeta a la que nos ha tocadohabitar, por ms de veinte generaciones, este estrecho geogrfico delcontinente americano llamado Panam, nos ha correspondido, igual-mente, por designio de la historia, cumplir un verdadero ciclo heroico que cul-mina el 31 de diciembre de 1999 con la reversin del canal de Panam al plenoejercicio de la voluntad soberana de la nacin panamea.

    Un ciclo incorporado firmemente al tejido de nuestra ya consolidada cul-tura nacional y a la multiplicidad de matices que conforman el alma y la con-ciencia de patria que nos inspiran como pueblo. Un arco en el tiempo, pleno devalerosos ejemplos de trabajo, lucha y sacrificio, que tiene sus inicios en eltranscurso del perodo constitutivo de nuestro perfil colectivo, hasta culminar,500 aos despus, con el logro no slo de la autonoma que caracteriza a lasnaciones libres y soberanas, sino de una clara conciencia, como panameos,de que somos y seremos por siempre, dueos de nuestro propio destino.

    La Biblioteca de la Nacionalidad constituye, ms que un esfuerzo edito-rial, un acto de reconocimiento nacional y de merecida distincin a todos aque-llos que le han dado renombre a Panam a travs de su produccin intelectual,de su aporte cultural o de su ejercicio acadmico, destacndose en cada volu-men, adems, una muestra de nuestra rica, valiosa y extensa galera de artesplsticas.

    Quisiramos que esta obra cultural cimentara un gesto permanente de re-conocimiento a todos los valores panameos, en todos los mbitos del queha-cer nacional, para que los jvenes que hoy se forman arraiguen an ms elsentido de orgullo por lo nuestro.

    Sobre todo este ao, el ms significativo de nuestra historia, debemos de-dicarnos a honrar y enaltecer a los panameos que ayudaron, con su vida y consu ejemplo, a formar nuestra nacionalidad. Ese ha sido, fundamentalmente, elespritu y el sentido con el que se edita la presente coleccin.

  • Palabras preliminares

    L a arquitectura monumental en nuestro pas slo empie-za a adquirir vigencia como temtica historiogrfica apartir de la preocupacin por la salvaguarda del patri-monio histrico en la dcada de los aos sesenta. Es precisa-mente en ese contexto que se ubica la obra de Samuel Gutirrez.Con la publicacin de Arquitectura panamea: descripcin ehistoria, en el ao mil novecientos sesenta y seis, se pone demanifiesto una disciplina y una forma cientfica de estudiar eltema del diseo y ordenamiento espacial de nuestra arquitectura,conjuntamente con sus influencias histricas y formas de adapta-cin a un medio con caractersticas climatolgicas y necesidadesmuy propias. En ese sentido, el trabajo del arquitecto SamuelGutirrez constituye el primer trabajo orgnico en el cual se hacenfasis en la correspondencia entre la particularidad de la obraarquitectnica y su utilidad social en el contexto histrico enque se erige. Con un enfoque histrico-sociolgico hurga en loselementos rituales de la construccin precolombina y su corres-pondencia con los utensilios arqueolgicos que le sirven de con-texto, para dar una visin genrica de su significado y utilidad,ms como un punto de partida obligatorio que como una tesissobre su significado alegrico. Como bien apunta el autor, estoselementos carecen del sentido de estructura monumental de otrasculturas aborgenes americanas y su presencia se constituye, prin-cipalmente, en puntos de referencia vinculados a concepcionesrituales no esclarecidas hasta la fecha.

    Este punto de partida sirve de soporte al estudio de la arqui-tectura civil y militar de la Colonia panamea, uno de los aspec-

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    tos medulares de la obra y que es, sin lugar a dudas, el primergran paso para una interpretacin estructural e ideolgica de lasedificaciones y conjuntos arquitectnicos producto de la presen-cia espaola en el Istmo. Con una marcada preocupacin por elcontexto social en el que emerge la concepcin estructural delos espacios urbanos, el autor realiza un anlisis del surgimien-to, configuracin y desarrollo de los ms importantesasentamientos humanos y el uso concedido a las reas de cons-truccin de conformidad a los ordenamientos y a las necesida-des inmediatas de las plazas.

    El tratamiento concedido al siglo XIX panameo, perodode nuestra unin a Colombia que permanece, an hoy en da,sumido en una oscuridad medioeval, es sumamente valioso, noslo para el conocimiento de nuestra arquitectura en ese pero-do, sino para la comprensin de nuestra vida cultural y sus re-percusiones en los primeros aos de vida republicana. La proli-ja informacin sobre los arquitectos panameos y extranjerosradicados en el Istmo durante ese perodo, vinculados a la cons-truccin del Canal algunos, dedicados a la administracin p-blica otros, son reveladores de la agitada vida cultural duranteel ltimo tercio del siglo XIX, en el cual el desarrollo de la pin-tura, la msica, el derecho, la educacin, la medicina, la polticay otras importantes disciplinas impulsadas por jvenes pana-meos, van a ser el soporte intelectual de la Repblica en losalbores del siglo XX y son, en cierta medida, los responsablesde las raigambres de una idea del Estado nacional que impide ladisolucin de la nueva entidad amenazada en ese momento porla transitoriedad.

    El choque de modalidades y tendencias arquitectnicas du-rante el siglo XX, desde las primeras influencias del neoclsicoy el art noveau, hasta las manifestaciones del streamline en ladcada del cuarenta, van a ser motivo de un cuidadoso recuen-to, en el cual el autor establece claras etapas de diferenciacinsealando los ms importantes representantes de cada uno de

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    estos movimientos. Trabajo que se aquilata con los ejemplos eilustraciones que sirven como referencias necesarias en la com-prensin del desarrollo y sntesis de estas corrientes y su in-fluencia en la configuracin del espacio urbano. En cierta for-ma el carcter descriptivo que en principio el arquitecto Gutirrezconcede a la obra, cede paso a un enfoque histrico-genticoque permite seguir paso a paso el proceso de maduracin es-tructural de la ciudad de Panam y sus entornos, ofreciendo uncalendario visual de su evolucin.

    La obra de Samuel Gutirrez, publicada en las postrimerasde la dcada de los aos sesenta, es el documento ms reveladordel desarrollo de la arquitectura y el uso de los espacios urbanosen el Istmo de Panam y es, sin lugar a dudas, el aporte msvalioso para la comprensin de nuestra forma de relacionarnoscon el entorno geogrfico y de adaptarnos a l. Trabajo de arduainvestigacin, revela en su corte temporal el esfuerzo por deli-mitar, hasta el momento de su publicacin, la situacin de unfenmeno esttico y vivencial que por cotidiano suele pasar des-apercibido, pero que sin embargo constituye la forma como asu-mimos nuestro ser colectivo. Como toda obra que pretende re-velar la historicidad del hombre en una de sus realizaciones,Arquitectura panamea: descripcin e historia, es una posibili-dad abierta a nuevas inquietudes y nuevas formulaciones, enparticular porque la capacidad creadora del hombre se incrementacon nuevas tecnologas y porque las necesidades sociales semultiplican. Queda abierto, pues, el compromiso para dar res-puesta a la serie de interrogantes que la arquitectura formulacomo resultado del crecimiento urbano durante los ltimos treintaaos, el impacto del fenmeno bancario, las soluciones al creci-miento demogrfico y las imperativas soluciones viales surgi-das como resultado de la expansin de los espacios urbanos.

    PEDRO LUIS PRADOS S.

  • Hacia una historiade la arquitectura panamea

    1. Iniciativa y propsitos

    El estudio del desarrollo de nuestra arquitectura constituye,sin lugar a dudas, uno de los temas ms sugestivos de la historiapanamea. Sobre este aspecto nos hemos ocupado en el presen-te trabajo, respondiendo a un propsito fundamental: intentaruna historia de nuestra arquitectura verncula, desde el perodopre-hispnico hasta nuestros das.

    Terminada esta obra en la forma del libro que ahora se pre-senta, estimamos conveniente hacer una breve historia de sugestacin. Al formar parte, en el ao 1961, del personal docentede la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Panam,consider como uno de mis primordiales deberes, el que la in-vestigacin universitaria hiciese acto de presencia en la biblio-grafa histrico-artstica panamea.

    Esta iniciativa estaba tambin estrechamente vinculada a dosaspectos que han embargado nuestra atencin. El primero, quesi bien es cierto que se ha escrito mucho sobre historia en nues-tro medio, en lo que se refiere a la arquitectura panamea, esahistoria es, quizs, la nica que no se haba escrito. El segundoaspecto est relacionado con el hecho de que al nivel de la ense-anza de la arquitectura, no se dictan ctedras de historia de laarquitectura panamea y americana. Esta situacin representaun gran vaco, por cuanto debe considerarse un deber el apren-dizaje y conocimiento de esta rama de la profesin, ya que ade-ms del aspecto universal debe conocerse el aspecto local refe-

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    rido al pas donde se estudia y donde se va a ejercer. Es el caso,que hay un gran desconocimiento en lo que a Panam y otrospases del Continente se refiere, sobre las obras de nuestro pa-sado indgena, colonial y hasta del perodo contemporneo.

    2. Las fuentes y la bibliografa

    Para el que emprende un estudio sobre historia de la arqui-tectura, la fuente primaria la constituyen los restos y los monu-mentos antiguos que an se conservan. El testimonio hay quebuscarlo en los mismos focos o centros principales de nuestracivilizacin indgena o colonial; o, en las obras arquitectnicasque ameritan el paso de los aos.

    Esta tarea nos llev durante cuatro aos a realizar un recorri-do a travs de la Repblica, donde quiera que existiera un datode inters o fuente para el presente estudio. Desde Portobelo,Coln y Chagres; la antigua y la nueva ciudad de Panam; Chepoy Taboga; Nat, San Francisco de la Montaa, Parita, Los San-tos y la ciudad de David.

    Dentro de la bibliografa nacional, varios libros me han pres-tado valioso provecho, algunos de los cuales han pasado a serclsicos en nuestra historiografa. Me refiero, para la parte Co-lonial, al del profesor ngel Rubio: Panam, Monumentos His-tricos y Arqueolgicos. Rubio analiz con erudicin y maes-tra los objetos y monumentos de nuestra cultura indgena ycolonial, y escribi tambin, entre otros, el primer estudio siste-mtico sobre la historia de la ciudad de Panam.

    Sobre la Arquitectura del Primer Tercio del Siglo XX, mefueron de gran utilidad las Memorias de la antigua Secretara deFomento y subsiguientes, hasta las del Ministerio de Obras P-blicas. Otra fuente de inestimable valor fueron los planos de losedificios pblicos construidos durante el presente siglo, infor-macin obtenida en el Ministerio de Obras Pblicas. En el estu-dio de nuestra Arquitectura Contempornea, fueron referencia

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    obligada las colecciones de la revista Ingeniera y Arquitecturay de la revista Mdulo.

    3.Sistemtica adoptada

    Permtasenos decir aqu, que el centro de gravedad del pre-sente trabajo est en la ordenacin del tema en s y en la inten-cin de demostrar la evolucin que ha sufrido nuestra arquitec-tura. No aspiramos a presentar un profundo estudio de carcterhistrico sobre la arquitectura de Panam, ni un ensayocrtico-esttico. Intentamos, nicamente, describir las obras ymonumentos principales y sealar las caractersticas ms nota-bles. Para ello hemos dividido esta historia de la arquitecturapanamea en cuatro partes, que corresponden a los perodos mssignificativos de la misma:

    I. El Marco Indgena;II. Arquitectura de la poca Colonial;III. Panorama de la Arquitectura Panamea del Siglo XIX y Primer Tercio del Siglo XX; yIV. Arquitectura Contempornea.En la Primera Parte, asistimos al estudio de las artes y de la

    arquitectura de nuestros pueblos primitivos. Felizmente, el va-lor de la cultura aborigen ya ha sido reivindicado sobre la am-plia geografa del Continente. El indgena era lo propio de estaporcin de tierra llamada despus Amrica. A muchos siglos denuestro nacimiento, ya haba aqu hombres sufridos, pacientesy esforzados, hombres sin fatiga que estaban construyendo unacivilizacin asombrosa, con magnficos resultados urbanos, ar-quitectnicos, artsticos, agrcolas, mineros, etc.

    En la Segunda Parte, estudiamos nuestra Arquitectura Colo-nial, feliz sntesis y floracin del esfuerzo artstico y arquitect-nico que produjo la presencia de Espaa en Amrica. All vere-mos los principales ejemplares de Arquitectura Civil, Militar yReligiosa de la Colonia, es decir, las casonas de antao, los fuer-

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    tes y castillos, las hermosas iglesias y capillas, en fin, los monu-mentos de esa poca, cargados y repletos an de historia.

    La Tercera Parte abarca un estudio panormico de nuestraarquitectura del novecientos y su proyeccin hasta el primertercio del presente siglo. Destacamos aqu el aporte francs anuestra arquitectura, as como los profesionales y las principa-les obras de comienzo de siglo, especialmente la monumental oneoclsica.

    En la ltima de las partes establecidas, advertimos el triunfode la nueva arquitectura la heroica que se impuso sobre lafalsedad constructiva, derribando barreras de prejuicios. La d-cada del 30 constituye la transicin. El comienzo de la del 40 secaracteriza ya por una verdadera renovacin y por un impulsocreador.

    No hemos pretendido agotar la materia que encierran estaspartes capitales de nuestra arquitectura. Es posible que escapenal presente estudio fases de valor que hagan ms rico y densoeste trabajo. Por otro lado, siempre es conveniente establecerun lmite. Y, dentro de l, hemos aspirado nicamente a unaexposicin sencilla del tema, a la faena de ordenar una serie dehechos y precisar algunos datos.

    4. Confluencias culturales e histricas

    Por constituir la expresin ms fiel de la poca, el reflejo deltiempo que se vive, las bellas artes tienen una gran fuerza detestimonio, a veces tan fidedigno como irrecusable.

    La arquitectura, en particular, va modelando a travs del tiem-po los perfiles exactos de toda una poca. Acta como indica-dor o termmetro que seala las oscilaciones y cambios de lahumanidad. Tanto es as, que cuando las vestiduras ptreas queel hombre se confecciona resultan demasiado estrechas para nue-vos mdulos siempre en mutacin, el raciocinio prev otras ves-timentas ms amplias y a tono con el tiempo.

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    Arquitectura y Sociedad corren, as, paralelas en la realidady en la imaginacin. El arquitecto, aunque imponga el mximode su creacin personal, tiene que trabajar con un programa queno es el suyo, sino externo a l. Los mismos medios tcnicos yeconmicos corresponden a su poca y a la sociedad a la quepertenece.

    Han pasado muchos siglos desde que los primitivos aborge-nes americanos dieron forma a su cultura autctona. De all,hasta el otro extremo de nuestra arquitectura de hoy, el desarro-llo artstico ha expresado, en plstica, la historia de Amrica.En muchas partes del Continente, las artes y la arquitectura au-tctonas recorrieron caminos tecnolgicos brillantes y sublimes.Y, donde quiera que coincidieron los vrtices de estos caminos,se produjo una civilizacin asombrosa, como la de los Incas, losAztecas y los Mayas.

    Varios son los aspectos de inters que conviene destacar ennuestra arquitectura verncula. En primer lugar, el hecho de quenuestros primitivos habitantes fueron grandes pueblos deorfebres, alfareros, escultores, etc., pero no fueron grandes cons-tructores. Nuestra arquitectura indgena carece de monumentosde piedra, debido quizs al trnsito de culturas y a las luchastribales, que impidieron el arraigo firme de una tcnica cons-tructiva en nuestro medio geogrfico. En segundo lugar, la di-nmica o actividades derivadas de la accin descubridora, de laconquista y la colonia despus, dejaron su huella en la arquitec-tura istmea, como deba suponer el contacto de la cultura espa-ola con el medio panameo. A su vez, la confluencia histricaque lleva a Espaa e Inglaterra a una tenaz porfa por el comer-cio con el Nuevo Mundo, dej aqu testimonios ptreos quesirvieron para la defensa del Istmo, como las fortificaciones dePortobelo, Chagres, Panam, etc.

    Pero no solamente esta arquitectura de tipo militar, que apa-rece como una necesidad para contener el merodeo y los ata-ques de los piratas y filibusteros, es materia que conviene desta-

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    car en nuestra arquitectura colonial. En otro sentido, debemosponer de relieve tambin, que los ataques de los piratas causa-ron la destruccin de importantes monumentos de arquitecturacolonial, incluyendo la antigua ciudad de Panam. Esto nosmueve a decir sin prembulos, que Inglaterra dej tambin aquuna leyenda negra en trminos de una deuda de dos siglos connuestra arquitectura, por su accin destructora en el Istmo.

    El vaco que se produce en el acontecer istmeo del SigloXIX, vinculado voluntariamente a Colombia, despus de la Eman-cipacin de 1821, se refleja en la incertidumbre que experimen-ta nuestra arquitectura decimonnica. Cabe anotar tambin quelas corrientes que propugnan una arquitectura monumental oneoclsica en el Siglo XIX, no llegan al Istmo atemperadas atravs del tamiz de Espaa, sino directamente de Francia, Italiay Estados Unidos, acusando un retraso de casi un siglo.

    Por otro lado, nuestra arquitectura contempornea en luchaheroica en un medio, donde no se distingua entre arqueologa yarquitectura viva represent tambin un salto brusco, noatemperado. Un nuevo vocabulario arquitectnico apareci sintransicin ni continuidad en desafiante rompimiento. Divorcioy rompimiento explicables, por lo imposible de encontrar unasoldadura que uniera histricamente la nueva y pujante arqui-tectura, con anacronismos arquitectnicos y ejemplos de false-dad constructiva.

    El estudio de la arquitectura panamea nos ofrece, en visinpanormica, un cuadro cultural e histrico de inapreciable va-la. Valor que no debe radicar en un aspecto aislado, como lo esel estudio de la arquitectura indgena, la colonial, la monumen-tal o neoclsica, o la contempornea, sino en la totalidad, en elconjunto. Podremos ver caractersticas arquitectnicas incon-fundibles en cada uno de estos perodos, pero ellas se comple-mentan en el lienzo total que representa el ciclo completo denuestra cultura y de nuestro arte. Este desarrollo interesantsi-mo de la arquitectura panamea, que va desde lo indgena, pa-

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    sando por la etapa riqusima de la Colonia, nuestro Siglo XIX yXX, representa, en rigor, gran parte del progreso del Istmo. Aladentrarnos en su estudio, debemos hacerlo mirando el cuadrototal, porque es en el conjunto, en la unidad, donde, podemosencontrar la historia de nuestra arquitectura.

    A veces resulta imposible enumerar las contribuciones reci-bidas, ya que un trabajo de esta naturaleza cuenta siempre conlas valiosas informaciones, ayuda y gua de muchas personas einstituciones. Pero en especial, deseo expresar mi agradecimientoy gratitud al historiador Juan Antonio Susto, por su paciente yutilsima ayuda, abriendo y poniendo a nuestra disposicin ri-cas fuentes de informacin. Tambin deseo agradecer al histo-riador Rubn D. Carles su incansable y comprensivo alientodurante la preparacin de este trabajo. Igualmente, tengo unadeuda de gratitud con el Dr. Alejandro Mndez Pereira, Direc-tor del Museo Nacional, por la revisin de la Primera Parte deeste trabajo, relacionada con nuestra cultura aborigen.

    SAMUEL GUTIRREZPanam, 1966

  • PRIMERA PARTE

    El marco indgena

    Cap. I: El arte prehispnico de los pue-blos americanos

    Cap. II: El arte aborigen de los pueblospanameos

    Cap. III: Arquitectura primitiva panamea

  • I. El arte de la Amrica MediaII. El arte de la Regin Andina

    Captulo Primero

    El arte prehispnicode los pueblos americanos

  • Firmemente arraigada se encuentra la comprensin de losvalores artsticos, que incluye una justa apreciacin delarte de los pueblos primitivos, entre los cuales sobresaleel arte de los pueblos amerindios. La esttica universal encon-tr perfiles propios a una cultura artstica que se desarroll mu-chas centurias antes del descubrimiento del Nuevo Mundo, y ala cual haba que dedicarle amplios y nuevos captulos por nopoderse enmarcar con precisin dentro del concepto clsico delarte. Pero no es sino en la poca actual, cuando los ojos delmundo artstico se abren cada vez ms a los encantos del arteprehispnico de los pueblos americanos.

    En el Nuevo Mundo existan, antes del Descubrimiento, doscentros que se caracterizaban por un gran desarrollo agrcola y,posteriormente, por constituir ambos la cspide ms alta de lacultura social y material de nuestros aborgenes: la AmricaMedia y la Regin Andina.

    Hacia el ao 2000 antes de la Era Cristiana, los indgenas dela Amrica Media y de la Regin Andina marcaron un nuevojaln en el desarrollo de su primitiva civilizacin. El paso de lacaza como medio principal de subsistencia, a una economaagrcola basada en el cultivo del maz, cambi por completo elantiguo mdulo de vida de los indgenas. Este nuevo nivel so-cial permiti la organizacin de aldeas y el florecimiento degrandes civilizaciones como la Maya y la Azteca en la AmricaMedia, y la Inca en la Regin Andina. Segn George C. Vaillanten la Amrica Media y en los Andes el hombre y sus obras sedesarrollan y prosperan partiendo de la base de la Cultura Me-dia, pero en direcciones un tanto diferentes. Los pueblos andinos,

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    para generalizar, se concentraron en la tcnica material necesa-ria para el sostenimiento de la vida; los de la Amrica Media enmtodos espirituales o, con ms exactitud, sobrenaturales.1

    Aunque es forzoso suponer un origen comn en el arte y lastcnicas cultivadas por los pueblos americanos, debemos preci-sar la existencia de diferencias estilsticas en sus culturas regio-nales, e incluso entre reas de una misma regin . En los AndesCentrales, la arquitectura colosal y la escultura del AltiplanoBoliviano, contrastan con el arte realista de lo mochica o con elpreciosismo decorativo de las artes menores de la costa centralperuana. En Mxico, los motivos ornamentales de la costa in-fluyen en la Meseta Central. Tal es el caso de Teotihuacn yMonte Albn.

    Asomarnos al remoto horizonte cultural que es comn a lacultura Olmeca y Chavn, estudiar aunque sea de manera gene-ral el desarrollo y caracterizacin de la civilizacin de la Am-rica Media y de la Regin Andina, es tarea previa para luegosituar en marco propio la cultura aborigen panamea.

    I. EL ARTE DE LA AMRICA MEDIA

    Cuando Hernn Corts desembarc por primera vez en lacosta del Golfo de Mxico en el ao 1519, el rea cultural quehoy se denomina Amrica Media Mxico y parte de AmricaCentral era asiento de una gran civilizacin que se encontrabaen la cspide de su desarrollo.

    Esta extraordinaria civilizacin tuvo su origen en lo que seha denominado la cultura arcaica.2 Cultura que se divide, a suvez, en dos etapas: el primer horizonte cermico o poca arcai-ca que ofrece apenas una cermica tosca y primitiva, y el se-gundo horizonte cermico que marca el comienzo de un grandesarrollo cultural como lo fue la intensificacin de la agricul-tura, la planificacin de ciudades, el monumentalismo de losgrandes edificios ceremoniales, el calendario, la escritura, etc.

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    Es durante este segundo horizonte cermico, cuando aparece lacultura Olmeca o de La Venta, considerada como la culturamadre de la cual se nutren todas las de la Amrica Media.

    En el transcurso del horizonte de crecimiento etapa de trn-sito entre el segundo horizonte cermico y lo Clsico aparecela construccin de centros ceremoniales y las primeras pirmi-des. Deviene luego la poca denominada clsica y, tras un pe-rodo de transicin, adviene el imperio Azteca, cuya influenciase extiende sobre una amplia rea de la Amrica Media.

    De las primigenias civilizaciones de Amrica, la primera ensobresalir fue la civilizacin Maya, que floreci en Mxico, Gua-temala, Honduras y El Salvador. En su desenvolvimiento hayque distinguir tres pocas o perodos generales: Pre-Maya, Vie-jo Imperio Maya y Nuevo Imperio Maya.3

    La arquitectura de la Amrica Media tuvo un extraordinariodesarrollo. Las ciudades precolombinas de esta regin conta-ban con un centro ceremonial donde estaban los templos eleva-dos sobre grandes plataformas pirmides, una zona de pala-cios, residencias, etc. Los pueblos de la Amrica Media fuerongrandes arquitectos; cuidaban hasta el mnimo detalle en rela-cin con el trazado de sus ciudades. Tal es el caso del gran sen-tido que tuvieron por los dictados de la topografa. La simetrafue la norma a la que se acercaban las ciudades construidas enterrenos planos.; aqu los edificios se distribuyen en ambos la-dos de largas avenidas. Las ciudades situadas en zonas monta-osas y lacustres, estuvieron tambin adecuadas al medio fsicode mesetas y terrazas, de escaleras y rampas. Segn CarlosSamayoa Chinchilla, en trminos generales, podra afirmarseque dichos centros de poblacin se acondicionaban a la topo-grafa de los parajes en que fueron establecidos, algunos anida-dos en el fondo de un valle y otros sobre colinas unidas porrampas levantadas con el objeto de nivelar el terreno.4

    Rasgo comn de la Arquitectura de la Amrica Media sonlas pirmides, templos, palacios, tumbas y cmaras sepulcrales.

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    La arquitectura domstica tiene tambin un comn denomina-dor, aunque con rasgos regionales impuestos por el clima y losmateriales empleados como maderas, piedras y arcilla.

    II. EL ARTE DE LA REGIN ANDINA

    La Regin Andina fue tambin asiento de grandes pueblosde arquitectos, los cuales se destacaron en el planeamiento decentros urbanos, construccin de carreteras y sistemas de comu-nicacin, obras de regado, etc. Esta regin ha sido clasificadaen cuatro grandes zonas geogrficas en relacin con la expre-sin cultural de los pueblos incluidos en cada circunscripcin5.La primera, en recorrido de norte a sur, es la zona meridional deCentroamrica, que comprende las Repblicas de Costa Rica yPanam; la segunda es la denominada Andes Septentrionalesque incluye el norte de Venezuela, casi toda Colombia, Ecuadory la zona ms septentrional de la Repblica del Per; la terceraes conocida como los Andes Centrales, que incluye la Repbli-ca del Per y la zona occidental de Bolivia. Esta zona de los An-des Centrales es, en rigor, la ms rica desde el punto de vistacultural. La cuarta, los Andes Meridionales, incluye a Chile y eloccidente argentino.

    Fue en la zona de los Andes Centrales donde florecieron lasculturas ms notables de la Regin Andina. El arquelogo nor-teamericano Wendell C. Bennet6 distingue en esta cultura seisdivisiones que transcurren desde el ao 1200 a. de J.C. hasta lallegada de los espaoles al territorio incaico. El primer perodocomprende las culturas de Chavn y Sechn. Chavn de Huntares una cultura antigua, considerada como la cultura madre. Elsegundo perodo incluye las culturas de Salinar, Paracas Caver-nas; Chancay blanco -sobre-rojo, Huaraz blanco-sobre-rojo,Chanapata y Chiripa; la caracterstica principal de esta culturaes una tcnica de pintura primitiva que emplea un diseo blancosobre un rojo de arcilla. El tercer perodo, ofrece las culturas

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    Mochica, Paracas Necrpolis, Nazca, Recuay y Pucar. Aspec-to de inters de este perodo lo constituye la tcnica decorativade la cermica a base de la resistencia de la pintura empleada.El cuarto perodo comprende la cultura de Tiahuanaco en elantiplano boliviano; su principal complejo figura en los relievesde la Puerta del Sol. El perodo quinto incluye las culturas deIca, Chancay negro-sobre-rojo y Chim; presenta una cermicatricolor a base de negro, blanco y rojo, con decoracingeomtrica. El sexto perodo es el propio perodo del Imperioincaico.

    La arquitectura tiene una temprana aparicin en la ReginAndina. En cultura tan antigua como la de Chavn existen yaconstrucciones de piedra. Caracterstica importante de la arqui-tectura de Chavn son los conjuntos de diversas estructuras or-denadas alrededor de una plaza. El edificio principal de estaarquitectura es el Castillo, un edificio de tres pisos o terrazas,que fue construido con muros de lajas labradas colocadas sinargamasa. La cultura Mochica dej ejemplos de una brillantearquitectura como las huacas del Sol y de la Luna, dos platafor-mas escalonadas, pirmides de adobes, etc. En Recuay, la ar-quitectura es de tipo subterrneo; igual que en Pucar, dondehay tambin una arquitectura de este tipo. Tiahuanaco constitu-ye, hasta aqu, una alta expresin de arquitectura; la ciudad deTiahuanaco tuvo su asiento en las proximidades del Lago Titicacaen el altiplano boliviano. Como arquitectura posterior a laTiahuanaguense, vale citar la del llamado reino Chim, la cualse caracteriza por grandes ciudades.

    La arquitectura incaica est localizada, sobre todo, en la ciu-dad del Cuzco. Sus palacios, en una gran mayora, fueronconstruidos con bloques rectangulares de andesita que resaltande la superficie del muro.7

    Machu Pichu, otra ciudadela incaica, fue construida con talsentido de adaptacin a la topografa que parece formar partedel propio macizo montaoso.

  • Entre las construcciones ms importantes de la arquitecturaincaica figuran ciudades, ciudadelas, templos, santuarios,adoratorios, mausoleos, tumbas, observatorios, palacios, salasde reunin, depsitos de granos, mercados, fortalezas, mura-llas, caminos, calzadas y puentes.

    Con este vistazo general sobre el arte de los pueblos de laAmrica Media y de la Regin Andina, entraremos ahora a rea-lizar un examen de las manifestaciones artsticas aportadas porlos pueblos aborgenes de Panam. Esbozar, aunque sea en tr-minos muy generales, el marco en que se desarroll nuestra cul-tura autctona, as como el estudio del quehacer artstico y ar-quitectnico de nuestros indgenas, ser el tema de los doscaptulos siguientes.

    Notas

    1 Vaillant, George C. La civilizacin azteca. Fondo de Cul-tura Econmica. Mxico, 1960, pg. 20.

    2 Delgado, Aime. El arte de los pueblos americanos. Elarte precolombino. En: Historia general del arte. Montoner ySimn, S. A. Barcelona, 1958, vol. II, pg. 386.

    3 Morley, Sylvanus G. La civilizacin maya. Fondo de Cul-tura Econmica. Mxico, 1961, pg. 53.

    4 Samayoa Chinchilla, Carlos. Aproximacin al arte maya.Centro Editorial Jos Pinedo lbarra. Guatemala, 1964, pg. 101.

    5 Delgado, Jaime. Op. cit., pg. 398.6 Citado por Jaime Delgado. Op. cit., pg. 399.7 Disselhoff, Hans-Dietrich, y Linn, Sigvald. Arte de los

    pueblos. Amrica precolombina. Editorial Praxis, S.A. Barce-lona, 1962, pg. 230.

    `NGEL RUBIO

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  • Captulo Segundo

    El arte aborigende los pueblos panameos

    I. Primitivos habitantes del IstmoII. Principales culturas indgenasIII. Arte

    A. OrfebreraB. EsculturaC. AlfareraD. Dibujo y PinturaE. Tejidos y Cestera

  • Varias dcadas atrs se habra estimado innecesario, altratar sobre la cultura panamea, referirse a las culturasindgenas precolombinas. Sin embargo, en el presentesiglo las miradas se han enfocado con creciente intensidad so-bre las huellas de nuestro pasado. Han sido las investigacionesy los estudios sociolgicos e histricos en general, y losetnogrficos y arqueolgicos en particular, los que han ayudadoa precisar un mejor conocimiento de estas culturas.

    En el desenvolvimiento histrico de los estudios arqueol-gicos en Panam, el profesor ngel Rubio1 metodiza con acier-to las tres etapas siguientes:

    1. Primitiva, siglos XVI, XVII y XVIII;2. Precientfica, siglo XIX;3. Cientfica, siglo XX.Las primeras observaciones y noticias provienen de los pri-

    mitivos cronistas peninsulares, quienes escribieron minuciososrelatos sobre los aborgenes. Luego, estudiosos franceses, ale-manes, ingleses y norteamericanos escudriaron nuestro ayerremoto. A ellos, sucedi una plyade de historiadores y estu-diosos nacionales que descubrieron ricas facetas de nuestra cul-tura autctona.

    No falt tambin la accin de numerosos saqueadores a quie-nes nicamente los guiaba la ambicin de encontrar tesoros. Unagran cantidad de objetos artsticos que existen en coleccionesparticulares y en los museos, no se deben, necesariamente, aexcavaciones sistemticas y cientficas, sino a la ambicin deestos buscadores de tesoros. Tal fue, entre nosotros, el caso deCaas Gordas (1840) donde exploradores de la Provincia de

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    Chiriqu y de Centro Amrica, sin ningn objetivo cientfico ocultural, descubrieron valiosos rasgos de la antigua culturaChiriqu. Estos especuladores recorrieron parte de la Provinciade Chiriqu con una idea utilitaria. El arte, la religin y hasta lamisma geografa de esa regin no contaba. En el caso de Bugabita(1858) hay que anotar tambin el mismo hecho doloroso: lariqueza arqueolgica fue saqueada. El oro extrado de diversassepulturas en forma de curiosas figuras fue fundido, y las pocaspiezas que escaparon a la destruccin fueron llevadas a museosdel exterior.

    El creciente inters que despertaron y an despiertan aque-llas civilizaciones extinguidas, permitieron aportar a la antiguay moderna investigacin, ao tras otro, nuevos descubrimientos.Desde los relatos de los descubridores, conquistadores y misio-neros como Coln, Oviedo, Andajoya, Espinosa, Enciso, Barto-lom De las Casas, etc., este fenmeno cultural ha merecido laatencin de estudiosos y eruditos en estas disciplinas como Uhle,Rivet, Canals Frau, Lehmann, MacCurdy, Linn, Cockburn, Pi-nart, Curtis, Verril, Lothrop, Lutz, Pittier, McGimsey, MorganSmith, Haberland, Coggin, Nordenskjold, Spiden, Stone, Stir-ling, Ballaert, Holmes, Wassen, Marsh y Harris entre otros. No-tables investigadores panameos, como Alejandro Mndez P.,ngel Rubio, Hctor Conte, Narciso Garay, Reina Torres deAraz, Manuel Mara Alba C., Salvador Caldern R., Ernesto J.Castillero, Rubn Daro Carles, Bonifacio Pereira, Jos ManuelReverte y otros, han realizado valiosas investigaciones sobrelos indgenas del Istmo de Panam y sus culturas.

    I. PRIMITIVOS HABITANTES DEL ISTMO

    Los habitantes primitivos de Panam no constituyeron untodo etnogrficamente unitario y su cultura variaba segn elorigen y el lugar de avecindamiento. Para Arce y Sosa la prin-cipal masa de pobladores del Istmo de Panam se compona de

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    Nahuas, Mayas y Caribes, las dos primeras venidas de Mjico,y los ltimos de las Antillas y del Golfo de Urab. Todas llega-ron unas en pos de otras, lentamente y en perodos de tiempoque no es posible determinar.2

    A la llegada de los descubridores, las principales culturasque habitaban el Istmo de Panam eran las de los Cunas,Guaymes y Chocoes. Sin embargo, por haber sido el Istmo pasoobligado para las tribus indgenas que hacan sus recorridosexpansivos a lo largo del Continente, no ha podido establecer-se, en forma categrica, la procedencia de estas ramas etnolgicasque se encontraban establecidas en nuestro territorio al arribode los castellanos.

    Los ms antiguos informes sobre los indios panameos, pro-venientes de los conquistadores y cronistas de la Corona, dancuenta de la existencia de una poblacin densa durante la pocadel Descubrimiento. Coln y Bastidas encontraron una populosapoblacin indgena en la Costa Atlntica del Istmo. Igualmente,Balboa encontr una numerosa poblacin en el sector del Pac-fico. Segn Fernndez de Oviedo, es verdad que los indios queen aquellas sacon haban en aquella gobernacin, pasaban dedos millones, o eran incontables.3 Estos pobladores estabanagrupados en numerosas tribus independientes, las cuales ocu-paban una vasta zona del Istmo.

    Los primitivos habitantes del Istmo tenan como elementosbsicos de su cultura, la agricultura nmade, propiedad comnde la tierra, organizacin tribal a base de cacicazgos y una avan-zada tecnologa metalrgica. Para sus siembras hacan desmon-tes y dependan de las lluvias. El maz era la base principal desu alimentacin. En las regiones costeras se practicaba la pesca.

    La sociedad estaba organizada a base de una estratificacinsocial que comprenda castas definidas: seores o nobles, sacer-dotes, plebeyos y esclavos. De acuerdo con Fernndez de Oviedo,los indios de Tierra-Firme, cuanto a la disposicin de las per-sonas, son mayores algo y ms hombres y mejor hechos que los

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    de las islas.4 Entre sus principales industrias figuraban el labo-reo de las minas y la construccin de viviendas. Los habitantesde las poblaciones costeras eran diestros fabricantes de embar-caciones.

    Las actuales parcialidades indgenas Cunas, Guaymes yChocoes estn formadas por los descendientes de los primiti-vos grupos humanos del Istmo. Los Cunas ocupan el territorioinsular del Archipilago de San Blas y la faja continental quecomprende la regin de Paya, Pucro, Alto Chucunaque y AltoBayano. Viven de la pesca, del cultivo del coco y de la navega-cin. Los Guaymes habitan en el interior serrano de las Provin-cias de Veraguas, Chiriqu y Bocas del Toro. El Guaym conser-va an puras algunas tradiciones y antiguas costumbres, comola celebracin de la fiesta o juego comunal de la balsera, espe-cie de baile pintoresco donde agitan en la mano un bastn debalsa. El Guaym vive de la agricultura y la caza. Los Chocoesocupan la Provincia del Darin y viven de la caza y de la pesca.

    El Centro de Investigaciones Antropolgicas de la Universi-dad de Panam seala la existencia de los indios Bogot en laProvincia de Bocas del Toro, observados por primera vez en1927 por el etnlogo sueco Erland Nordenskjold.5 Igualmente,el Centro de Investigaciones Antropolgicas de la Universidadde Panam, se refiere a una investigacin etnogrfica e histri-ca sobre los indios Teribe de la Provincia de Bocas del Toro.6El Dr. Otto Lutz incluye, tambin, la cultura de los Dorasques.7

    II. PRINCIPALES CULTURAS INDGENAS

    Las investigaciones antropolgicas y arqueolgicas realiza-das por estudiosos de estas disciplinas, revelan influencias dediversas culturas en el Istmo de Panam. Estos fundamentadosestudios ponen de manifiesto que el Istmo fue un puente o pun-to de enlace de las culturas de Amrica Central, del Sur, delCaribe y del Pacfico. Nuestros aborgenes mantenan intercam-

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    bios comerciales con otros pueblos situados hacia el norte yhacia el sur. Es bajo este punto de vista que debemos considerarque los lmites polticos del Istmo de Panam no demarcan, enrigor, reas culturales definidas. Su estudio aislado puede con-llevar siempre a un riesgo mayor que si se considera en conjun-to, como parte de continuidades geogrfico-culturales.

    Aun la Amrica Central misma, ha sido considerada desdeel punto de vista geogrfico, no slo como un puente entre doscontinentes, sino como un camino por donde han pasado multi-tud de pueblos. A la vez, entre estas regiones, el intercambiocomercial no tuvo lmites, el oro de las costas del Per encon-tr el camino de Guatemala y tal vez llegara incluso hasta Mon-te Albn. Las figuras de oro de Panam y Colombia llegaronhasta Chichn Itz.8

    Sylvanus G. Morley sostiene igual criterio cuando dice queentre los objetos de oro y cobre extrados del Pozo de los Sa-crificios de Chichn Itz hay discos con decoracin hecha con-forme a la tcnica de repujado, tazas, collares, brazaletes, ms-caras, pendientes, anillos, orejas, cascabeles y cuentas. El estiloy ejecucin de muchos de los objetos ms pequeos, especial-mente los pendientes, cascabeles y cuentas, indican que fueronhechos en Costa Rica y Panam y llevados al noroeste hastaChichn Itz por medio del comercio.9

    Referido este punto de vista a una repblica centroamerica-na, Doris Stone sostiene tambin que en Costa Rica se efectula confluencia de dos culturas distintas, una de origen norteo yotra de extraccin surea. Con el diverso nmero de migracio-nes se explica claramente el por qu de las variadas influenciasque aqu se han hallado.10 Con base a estudios arqueolgicosrealizados en el rea de Lnea Vieja, Repblica de Costa Rica,Doris Stone concluye diciendo que esta regin podra compa-rarse con un bazar en el que se exhiben objetos de variadas pro-cedencias. Esparcidas al azar, se hallan piezas que se relacionancon el norte, el sur, las Antillas y aun ejemplares que recuerden

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    culturas de Colombia y el Ecuador y tambin las lejanas comar-cas de Per y Bolivia.11

    Teniendo en cuenta las consideraciones de Salvador CanalsFrau, la propagacin de las culturas medias a travs de Colom-bia y de all hacia el lado colombo-centroamericano, se realizsin mayores dificultades. Desde el sector meridional y el orien-tal de Colombia, las influencias civilizadoras irradiaron sobrelas dems partes: norte, oeste y nordeste de la regin. Sus porta-dores fueron casi seguramente pueblos de lengua pertenecientea la familia lingstica Chibcha, que todava se extiende a tra-vs de casi toda la regin. A travs de Centroamrica llegaronhasta los mismos lmites del rea Moyoide.12

    Bajo estos puntos de vista, debemos considerar que el lega-do artstico de nuestros indgenas escultura, orfebrera, alfare-ra y pintura guarda relacin con otros pueblos. Los hallazgosarqueolgicos de Sitio Conte, Provincia de Cocl, ponen demanifiesto una funcin histrico-cultural precolombina, queseala al Istmo de Panam como punto de fusin de la culturacentroamericana, del Sur, del Caribe y del Pacfico. Sitio Conterefleja una proximidad cultural con el ltimo perodo de la Cul-tura Chim perodo quinto de la Cultura de los Andes Centra-les la ms rica y notable de la Regin Andina. Tambin seacerca a la cultura ecuatoriana de la Provincia de Esmeraldas,con la de los Quimbayas y Barbacoas de Colombia y con cultu-ras mejicanas y centroamericanas. Los objetos de orfebrera, nosolamente de Cocl sino de Veraguas y Chiriqu, reflejan rela-ciones culturales con la orfebrera Chibcha. En cambio, losmonolitos tallados en piedra, encontrados en Barriles, en la Pro-vincia de Chiriqu, tienen una marcada influencia Maya.

    Joyas confeccionadas en Cocl, han sido encontradas en otrasregiones panameas como Veraguas y Chiriqu y en regionestan apartadas como en Oaxaca, Mxico. A su vez, Cocl reci-bi objetos de oro desde el Sin y Quimbaya, situados en Co-lombia, y grandes esmeraldas de este ltimo pas o, con mayor

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    probabilidad, del Ecuador. Por otra parte, en Yucatn han sidoencontradas joyas manufacturadas de acuerdo con la tcnica yel estilo de Cocl.13

    El panorama que vamos a explorar se halla fundamentadoen el desarrollo de las principales culturas, dejando aparte, porsupuesto, un remoto horizonte histrico que nos habla de unprimitivo poblador del Istmo, al nivel del recolector. Los descu-brimientos arqueolgicos realizados permiten distinguir tresreas culturales principales y otras secundarias, que tuvieroncomo permetro al Istmo de Panam. Estas tres grandes zonasarqueolgicas ubicadas entre la Zona del Canal y la fronteracon Costa Rica son las de Cocl, Veraguas y Chiriqu, que to-man su nombre de las provincias donde se encuentran14. Elmarco total de la cultura panamea lo completan las culturasmenores, ms primitivas, de las Islas del Archipilago de la Perlasy de las costas del Darin.

    Fijando la atencin en el rea que comprende el Istmo dePanam, hay que citar, en primer trmino, la cultura de Chiriqu.Un alto nivel cultural caracterizaba a las tribus indgenas preco-lombinas que habitaban las sierras chiricanas. Para Manuel MaraAlba C.15, los pueblos chiricanos lograron un gran desarrollo envarios aspectos, el cual se puede apreciar en el examen de laspertenencias legadas por los antiguos poseedores de estas cul-turas.

    De los descubrimientos realizados que han permitido cono-cer valiosos rasgos de la antigua cultura Chiriqu, cabe mencio-nar los de Caldera y Boquete, Barriles, Caas Gordas, Bugabita,Tol, Las Lajas etc.

    Hacia comienzos de este siglo el Dr. Otto Lutz hizo valiosascontribuciones a travs de excavaciones en la regin del ro Cal-dera cerca de Boquete.16 Segn el Dr. Lutz las tumbas descu-biertas en esta regin, estn situadas unas junto a otras. Encon-tr algunas en posicin oblicua aunque no se pudo determinar siello obedeca a un descenso de la primitiva posicin horizontal

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    o si, por el contrario, la construccin era intencional. Las tapaseran grandes placas de andesita y estaban colocadas en formade pirmide, a unos treinta o sesenta centmetros de profundi-dad descansando sobre paredes de piedra.

    El trascendental acontecimiento cientfico que representa eldescubrimiento de Barriles fue, al igual que el de Caas Gordasy Bugabita, obra de la casualidad. El hallazgo se produjo en lalocalidad de Calzn, en el Distrito del Bar, con motivo de lainiciacin de los trabajos para la construccin de un camino. Ellugar colinda con la provincia panamea de Bocas del Toro ycon la Repblica de Costa Rica. La cultura de Barriles, aunquerelacionada con la misma, difiere de los sitios clsicos de lacultura de Chiriqu. Posee caractersticas muy peculiares, porlas proporciones heroicas de sus monolitos, y por el simbolismoque representan.

    La cultura de Cocl se desarroll desde las riberas del roCocl hasta las mrgenes del ro La Villa con sus afluentes elEstiban y Tebario. Segn el Dr. Samuel Kirkland Lothrop, lacultura de Cocl merece estar clasificada dentro de las grandescivilizaciones autctonas de Amrica.17

    En 1930, 1931 y 1933, bajo la direccin cientfica de esteinvestigador norteamericano, se realiz una serie de excavacio-nes en los lugares denominados Sitio Conte, Sitio Hctor Contey Loma de los Muertos en las proximidades del Ro Grande.

    Tambin en la Provincia de Cocl, en las mrgenes del roGrande, el explorador norteamericano Haytt Verryl descubriun rico cementerio indgena, del cual desenterr una serie demonolitos gigantes. Verryl sostuvo la creencia de que cerca delcerro Guacamaya, hacia las riberas del ro Grande vivi un n-cleo indgena de una avanzada civilizacin.

    La cultura de Veraguas es similar a la cultura de Cocl, perocon algunos rasgos propios en lo que se refiere a sus aspectosmateriales como la alfarera. De esta cultura se han hecho ha-llazgos en el Cerro de la Huaca, donde se encontr una produc-

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    cin ceramista de gran valor, lo mismo que en La Pea, LasPalmas, etc.

    Los antiguos cementerios indgenas de la Provincia de LosSantos y Herrera, han dado una rica cantidad de objetos de alfa-rera con expresivos dibujos policromos. Esta alfarera de laPennsula de Azuero se conoce gracias a las investigaciones delarquologo Dr. Matthew W. Stirling y del Dr. Gordon Willey.18

    La cultura de Monagrillo, en la Provincia de Herrera la msarcaica de que se tenga noticias en Panam fue descubierta en1948, y segn el Dr. Stirling, tiene como caracterstica principalal conchero, que representa la ms antigua ocupacin humanaencontrada en Panam. Estos hallazgos fueron realizados en laboca del ro Parita, cerca de Monagrillo, en forma de unapilamiento de desperdicios dejados por hombres que deriva-ban su subsistencia de productos del mar. En Parita, tambin enla Provincia de Herrera, los doctores Stirling y Willey estudia-ron el rico acervo cultural precolombino, representado por unaapreciable cantidad de objetos de alfarera.19 Otros hallazgos enesta rea son los de Macaracas, en las riberas del ro Estiban;los de El Hatillo; Cerro Mangote; Punta Mala y Guarar.

    Las culturas menores comprenden a las culturas primitivasde las Islas del Archipilago de Las Perlas y de ambas costas dela Provincia del Darin. Han sido estudiadas en pocas distintaspor Nordenskjold, Linn, Stirling, McGimsey, etc.

    III. ARTE

    Los hallazgos realizados en los cementerios o sepulturas, sontestimonio del alto grado de desarrollo cultural alcanzado pornuestros aborgenes. Estos descubrimientos revelan que fuerongrandes artistas y que dominaron con verdadera maestra la or-febrera, la alfarera, la pintura y otras actividades artsticas.

    Para poder apreciar en todo su valor lo que representa elquehacer artstico de los primitivos pueblos panameos, debe-

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    mos observar los preciosos testimonios arqueolgicos, e inda-gar, aunque sea de manera general, sobre su significado. Estatarea ayudar a una mejor comprensin de la estructura culturalde nuestros antecesores, nos revelar la historia de sus antiqu-simas costumbres y de las civilizaciones que forjaron.

    A. Orfebrera

    Notabilsimo es el trabajo de joyera de nuestros antepasa-dos indgenas. El artista autctono supo recoger el oro en elcauce de los ros y lo trabaj como si fuera cera dctil.

    Sus adornos, moldeados y fundidos en metales preciosos,son muestras elocuentes de una refinada orfebrera. Para el Dr.Alejandro Mndez Pereira los primitivos pobladores de nues-tro Istmo trabajaron el oro, en efecto, con insuperable habili-dad. Lo vaciaron, lo martillaron, lo laminaron, lo soldaron, loaplicaron ingeniosamente sobre el cobre, e hicieron con l unainfinidad de figuras que aprovecharon, sobre todo, como ador-no.20 Estas piezas o adornos de oro se expresan en motivos tanvariados como yelmos y mascarones, brazaletes, cinturones,orejeras y narigueras, cascabeles, pectorales, cuentas para co-llares, dolos humanos y figuras en forma de animales. Para elDr. Mndez, la orfebrera de los aborgenes panameos se dis-tingua por la macicez de su conjunto, por las finas estilizacionesy por la tcnica empleada.

    En Bugabita, las figuras encontradas representan animalescomo pjaros, reptiles y peces, Tambin, dentro de esta catego-ra, se encontraron figuras en forma de monstruos semi-humanos.En algunas huacas se hicieron hallazgos de platos de oro dedimetros que variaban de siete a treinta centmetros.

    En Cocl, el profesor Rubn D. Carles distingue una encan-tadora combinacin de oro con piedras preciosas: varitas auri-culares, piedras engastadas por ambos extremos con ribetes deoro; colgantes en que el cuerpo es de cuarzo o gata y la cabeza,

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    as como las extremidades, de oro.21 Es en la orfebrera coclesa-na donde se puede notar una gran proximidad cultural o seme-janza con la cultura Chibcha. Carles afirma que ambas colec-ciones de oro fueron trabajadas por los mismos artfices, ya quelos collares, pectorales, narigueras, cascabeles, cetros de man-do y las representaciones en forma de figuras de animales, co-mo lagartos, monos y guilas, son similares en ambas culturas.

    Las piezas de oro de Sitio Conte incluyen yelmos o cascoscon ornamentos repujados, narigueras, sartas de cuentas maci-zas o huecas y grandes discos con representaciones repujadas.Entre los objetos de orfebrera que forman parte del arte indge-na de Sitio Conte, figura un lagarto de oro macizo de un dec-metro de largo, el cual tiene una piedra verde incrustada en laespalda. En la cultura de Cocl pueden observarse varias tcni-cas o procedimientos para trabajar el oro, entre los cuales sedestacan los siguientes: el vaciado con moldes, que se lleva acabo por el llamado procedimiento de la cera perdida; el la-minado o bao de oro, del cual existen varias formas; el mar-tillado, que es considerado como el mtodo ms sencillo y anti-guo de la orfebrera, que se destaca en casi todas las grandesculturas de la antigedad; el relieve, con sus variantes de altos ybajos; la pseudosoldadura, que hizo posible la unin y el amarrede artefactos complicados y de gran tamao; el lustrado, queviene a dar vida al ensamble final, y, en fin, la delicada tcnicadel montaje e incrustaciones de piedras preciosas.22

    El aborigen veragense tambin trabaj el oro. En la orfe-brera de Veraguas figuran guilas y ranas estilizadas. En Paritay Monagrillo el trabajo en oro no presenta figuras de animalesya que fue hecho en forma de discos.

    B. Escultura

    La escultura fue lograda por el artfice indgena desvastandoel bloque slido e informe de piedra, hasta llegar a la forma

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    armoniosa. La produccin de piezas de piedra labrada debihaber requerido paciencia y destreza de ejecucin, sobre todocuando es conocido que no se emplearon instrumentos de me-tal, sino herramientas de piedra en forma de cincel.

    El escultor primitivo de nuestro istmo labr objetos ptreoscomo piedras de moler, mesas trpodes, figuras humanas y deanimales, incensarios, etc. En la construccin de mesas de pie-dra, existen diferencias entre las culturas de Chiriqu y la de Ve-raguas. En Veraguas es caracterstica tambin de este estilo elque tales esculturas descansen solamente en tres soportes, enlugar de cuatro que uniformemente tienen las esculturas chirica-nas destinadas a los mismos fines; que estos soportes sean mslargos y redondeados en lugar de cuadrados como aquellos.23

    En poca reciente 1947 se descubrieron grandes escultu-ras ptreas en la Regin de Barriles. En esta cultura son las fi-guras antropomrficas los motivos que sirvieron de base al ar-tista indgena, al contrario de otras culturas donde la faunaconstituye el motivo fundamental. Estas esculturas de Barrilesconstituyen el testimonio vivo de un arte muy evolucionado,donde la lnea, el relieve y la proporcin del conjunto, fuerontratados con una gran exquisitez por el escultor autctono. Lapiedra fue labrada con gran maestra, hasta hacer surgir el perfilde los hombres de esta raza milenaria.

    Los monolitos de Barriles representan a individuos que vancargados sobre los hombros y las espaldas de otros semejantes,formando la unidad un bien logrado contraste de masas. Lasfiguras, de considerable altura, de tamao heroico, llegando unaal metro con ochenta centmetros, constituyen fiel expresin dela organizacin y estratificacin social de estos pueblos. Segnla Dra. Reina Torres de Araz, el maravilloso arte escultricode Barriles, de gran realismo y severidad, nos habla de una socie-dad ya estratificada, donde seores o sacerdotes, en las ceremo-nias, eran portados por esclavos o cargadores.24 En el armonio-so conjunto de gran categora esttica, el cargador sujeta con

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    sus manos las piernas del posible jefe, en clara expresin delsistema de castas sociales que imper en este pueblo escultor.

    De la cintura de los cargadores cuelgan sus armas en formade macanas y hachas. En cambio, tres de los posibles jefes queson cargados llevan cubiertas sus cabezas con sombreros cni-cos o puntiagudos, y ostentan adornos de pequeos amuletos ensus pechos, a manera de un distintivo de su potestad.

    Los hallazgos de Barriles han revelado tambin interesantesinformaciones acerca de la existencia de un pueblo de esculto-res, que dej como evidencia arqueolgica la presencia plsticadel sacrificio humano. Pero, de qu tipo de sacrificio humano?

    De algunas de las estatuas que representan los cargadores deBarriles, cuelgan cabezas humanas separadas de los troncos.Estas cabezas, lo mismo que las hachas y macanas, ha hechosuponer que se trata de trofeos de guerra25 lo que nos llevara aconsiderar este tipo de sacrificio humano como consecuenciade una victoria guerrera. Jorge A. Lines, en cambio, incluye aBarriles dentro del complejo de estatuaria sacrificatoria de ElPalmar, Costa Rica, donde el sacrificio humano es de carcterreligioso nahua. Lines afirma que no debemos confundir laexquisitez, primor y esmero del sacrificio humano de imperati-vo cosmognico, espiritual, con un burdo acto de tipo guerrero,esencialmente material.26

    La obra escultrica de Barriles est formada, entre otras ta-llas, por grandes mesas de piedra o metates. Dentro de estasmesas se destaca una, por constituir una extraordinaria estruc-tura ptrea que pudo servir para algn homenaje o culto a losespritus tutelares de los indios27 o como mesa de sacrificio.28

    La mesa, de representacin simblica y fina estructuracin,es la ms grande que se ha encontrado hasta el presente. Sulargo total pasa de los dos metros y el ancho de ochenta y cincocentmetros; tiene una ligera curvatura hacia su interior. Lossoportes de la mesa representan cuatro caritides de indios. Elborde exterior de la misma est adornado en forma originalsima,

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    por cuarenta y dos cabezas humanas. El conjunto es una obraescultrica monoltica esculpida en granito, y representa un granvalor artstico dentro de nuestras artes autctonas.

    C. Alfarera

    Los objetos y vasijas de arcilla encontrados en Panam, soncomprobantes del alto grado de desarrollo de la alfarera ind-gena de hace varios siglos. Igualmente, la policroma de las fi-guras y adornos que la complementan, son testimonio del ex-quisito arte de la pintura de los pueblos aborgenes del istmo.Segn SyIvanus G. Morley, de todos los restos imperecederosque el hombre ha dejado tras de s en su marcha progresiva des-de el estado salvaje hasta el de la civilizacin, son sus utensiliosde cocina, sus cajetas domsticas y ceremoniales, vasos, platosy otras vasijas de barro cocido, los que mejor conservan y refle-jan sus adelantos; en una palabra, la cermica es la que ofrecelas medidas ms exactas de su progreso y es el mejor ndice decontinuidad de la cultura.29

    La Alfarera panamea rene una mltiple y compleja ri-queza de forma y decorado. La plasticidad del barro permiti laelaboracin de variados objetos, los que eran sometidos a pro-cesos sencillos de coccin. De tal manera, los productos de al-farera eran parte importante de la artesana aborigen.

    En Chiriqu se confeccionaron objetos de barro de forma tanvariada, como platos, cntaros, ollas, tinajas, incensarios, etc.

    La riqueza arqueolgica de Sitio Conte est representada, enparte, por objetos de cermica. Esta produccin ceramstica esde una forma y colorido de gran valor artstico y simblico.Emplearon las mejores arcillas as como colores indelebles.

    Segn el Dr. Alejandro Mndez Pereira30; la alfarera de Ve-raguas es de una extraordinaria riqueza y variedad, representan-do las piezas estilizadas figuras de aves, lagartos, monos, etc.Entre estos utensilios o adornos de arcilla, son frecuentes las

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    figuras del caimn y del cacicn o rey de los gallinazos. Losexpresaron en modelado, en colores y en inciso; pero predomi-naron, segn el Dr. Alejandro Mndez Pereira, las re-presentaciones con pinturas policromas.

    En dos zonas arqueolgicas en las cercanas de Parita, Pro-vincia de Herrera, se hizo el hallazgo de valiosos yacimientosarqueolgicos.31 En la primera, se descubrieron tumbas circula-res recubiertas por montculos de tierra. Estas tumbas conte-nan, entre otros objetos, vasijas de cermica pintada. En la se-gunda zona se encontraron diez montculos dispuestos en formade media luna, conteniendo tumbas. En estos montculos se des-cubrieron vasijas con forma de pjaros y otros animales. Tam-bin se encontraron aqu urnas globulares.

    En general, la alfarera de Herrera y Los Santos sobresalepor sus formas y por sus decoraciones de pintura. En el reariberea del ro Estiban, Distrito de Macaracas, se encontruna tinaja decorada con impresionantes estilizaciones del dioslagarto. La tinaja es de unos sesenta centmetros de dimetro, yfue decorada con tinte rojo, negro, prpura y amarillo.

    En El Hatillo, Distrito de Parita32, se encontraron platos condibujos en forma de animales y vasijas zoomrficas, que repre-sentan al cacicn o rey de los gallinazos. El Dr. AlejandroMndez Pereira observ que el rojo, el negro, y particularmenteel anaranjado, constituyen los colores caractersticos de la alfa-rera prehispnica de Parita. Segn el profesor Ernesto J.Castillero R., los objetos de Parita por su forma y coloracindifieren bastante de las peculiaridades que caracterizan la cul-tura descubierta en las tumbas de Cocl y Veraguas. Se hicieronparticularmente notables dos formas tpicas: en tanto que unasollas semejan glbulos, otras reproducen figuras de buitres conlas alas extendidas y pintadas con brillantes colores. Varios ani-males, como ranas, caimanes, aves y otros de la fauna regional,estn representados en los objetos modelados en barro por artis-tas primitivos.33

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    D. Dibujo y pintura

    El dibujo y la pintura tambin fueron practicados por nues-tros primitivos aborgenes. En Boquete, el Dr. Otto Lutz34 obser-v una pequea piedra pintada semejando la imagen de un osohormiguero. La figura es de una gran naturalidad y de una se-mejanza verdaderamente magistral. Los detalles, tomados congran maestra del natural, se expresan en la cabeza alargada amanera de una trompa, la lengua puntiaguda, el pelaje, la formade las patas y la posicin de las uas.

    En Caldera y en San Flix, El Dr. Lutz35 descubri tambinunas piedras pintadas de gran hermosura. Por el lugar dondefueron encontradas cerca de los vados de los ros o en lugaresde sesteo en la selva hizo suponer a este investigador alemnque los indgenas hacan estos dibujos como distraccin duran-te el descanso. La piedra descubierta cerca de San Flix es unbloque margoarenoso, con figuras y dibujos donde se empleanmotivos solares y espirales. El bloque diortico de Caldera mideocho metros de largo por tres de altura. Los dibujos y los graba-dos aparecen mezclados en gran cantidad y variedad. Entre es-tos dibujos, uno representa la figura de un escorpin, otro lacabeza de un hombre y hay tambin figuras a manera de msca-ras. Otra variedad de dibujos hechos en las caras laterales y su-perior de la piedra fueron trazados en forma esquemtica. Losdibujos encontrados en estos bloques de diorito estaban delimi-tados por surcos o trazos de cinco centmetros de profundidad;para ello, el aborigen us piedras ms duras y la incisin indicaque debi ahondar pacientemente durante largos perodos detiempo.

    Por otro lado, la vieja cermica panamea se caracteriza poruna decoracin de brillante policroma. Los motivos utilizados,llenos de vitalidad, dan testimonio de una inagotable riqueza deideas. En Barriles se encontraron diversos tipos de cermicacomo vasijas pintadas con decoracin incisa. El color empleado

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    es el rojo y amarillo. Los antiguos chiricanos por motivos emi-nentemente rituales, sobresalieron particularmente en el empleode la pintura en dos motivos: el jaguar y el lagarto, dosdivinidades con el mismo rango aparentemente.36 En cambio,en Veraguas, la pintura ornamental empleada por los artistasestuvo dirigida a lograr la representacin de peces y lagartos.Tambin la policroma de la pintura veragense representvolutas, reptiles y venados.

    En Herrera se emplearon los colores rojo, negro, morado,crema y anaranjado, con los cuales plasmaron mayormente losmotivos del pez, la serpiente, lagartos, estras y volutas, en to-dos los cuales laboraron extensamente con libertad en formaescalonada, de lo sencillo a lo complejo por medio de lasestilizaciones, recursos ampliamente difundidos como una ca-racterstica del arte pictrico en las culturas primitivas quenormaron su desarrollo artstico.37

    E. Tejidos y cestera

    La destruccin ocasionada por el tiempo, ha borrado cual-quier vestigio o ejemplo del arte de los tejedores. Unicamentequedan los instrumentoss usados, los cuales han sido descubier-tos en las tumbas. Sin embargo, los actuales tejidos constituyentestimonio suficiente de la abundancia y variedad de los que sefabricaban en tiempos pasados.

    Entre las actuales tribus de los Cunas, las mujeres siguencosiendo originales blusas multicolores, las cuales devienen di-rectamente de sus antepasados. Estos ejemplos cunas represen-tan telas extraordinariamente ricas y de un tejido interesantsi-mo. Estas telas, denominadas molas, tienen labores dibujadasy complicados bordados hechos con hilos de algodn de colo-res. Son piezas de lujo para vestir y las indias las confeccionancon gran esmero y habilidad artstica. Generalmente son defondo rojo sobre el cual se destacan dibujos simtricos forma-

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    dos por tiras de colores variados, prefirindose el negro o elamarillo oro.38

    En algunas regiones campesinas de Herrera y Los Santos, sepractica todava el hilado y el tejido a mano. En estas provinciaslos campesinos hilan su propio algodn y confeccionan tejidosempleando una tcnica antiqusima. El trabajo de hilar est acargo de las mujeres, quienes convierten el algodn en hilo,empleando un instrumento primitivo denominado huso. Esteaparato es una pequea y delgada varilla de madera, que llevaen su extremo inferior una pesa formada por un anillo de cera.

    Estos husos es lo nico que queda en la actualidad de losinstrumentos de hilar, pues los telares primitivos han desapareci-do casi por completo. En Oc, Provincia de Herrera, quedanan telares de mano donde se fabricaban telas para vestir.

    Al igual que los tejidos, en el presente no quedan vestigiosde la antigua cestera indgena. Las cestas que se confeccionanhoy, son objetos rsticos, con abertura arriba, y estn tejidascon fibras de bejucos finos y resistentes. Se les denominamotetes y sirven para cargar productos agrcolas. Tambin sefabrican bolsas tejidas de hilo denominadas chcaras.

    Notas

    1 Rubio, ngel. Panam. Monumentos histricos y arqueo-lgicos. Publicacin No. 109 del Instituto Panamericano deGeografa e Historia- Editorial Cultura. Mxico, 1950, pg. 55.

    2 Arce y Sosa. Historia de Panam. Indito, pg. 188.3 Fernndez de Oviedo, Gonzalo. Historia general y natu-

    ral de las Indias. Tomo VII. Editorial Guarania. Asuncin, Pa-raguay, 1944, pg. 144.

    4 Fernndez de Oviedo, Gonzalo. Sumario de la naturalhistoria de las Indias. Fondo de Cultura Econmica. Mxico,1950, pg. 108.

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    5 Herrera, Francisco, y Gonzlez, Ral. Informe sobre unainvestigacin etnogrfica entre los indios Bogot de Bocas delToro. Revista Hombre y Cultura, Revista del Centro de Inves-tigaciones Antropolgicas de la Universidad de Panam, Tomo1, No. 3. Panam, diciembre de 1964, pgs. 56-81.

    6 Araz, Reina Torres de. Los indios Teribes de Panam:un ensayo etnogrfico e histrico. Revista Hombre y Cultura,Revista del Centro de Investigaciones Antropolgicas de la Uni-versidad de Panam, Tomo 1, No. 3. Panam, diciembre de 1964,pgs. 16-37.

    7 Lutz, Otto. Los habitantes primitivos de la Repblica dePanam. Imprenta de Oscar Brandstetter. Leipzig, Alemania,1924, pg. 7.

    8 Diselhoff, Hans-Dietrich, y Linn, Sigvald. Op. cit., pg.129.

    9 Morley, Sylvanus G., Op. cit., pgs. 475-476.10 Stone, Doris, Introduccin a la arqueologa de Costa

    Rica. Museo Nacional. San Jos, Costa Rica, 1958, pg. 13.11 Ibid., pgs. 16-17.12 Canals Frau, Salvador. Las civilizaciones prehispni-

    cas de Amrica. Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1955,pg. 134.

    13 Autor no identificado, Panam, eslabn de culturas in-dias. Revista Lotera, No. 132. Panam, mayo de 1952, pg. 18.

    14 Stirling, Motthew W., Sobre arqueologa de Panam.Versin de Rodrigo Mir sobre un Informe del Dr. M. W. Stirlingpara el Museo de Panam. Revista pocas, No. 57. Panam,mayo de 1949.

    15 Alba C., Manuel Mara. Aportaciones chiricanas a lacultura universal. Diario Ecos.

    16 Lutz, Otto. Op. cit., pg. 7.17 Lothrop, Samuel K. Cocl, An Archaelogical Study of

    Central Panam. Harvard Peabody Museum Memoirs. Cambrid-ge, Mass., Estados Unidos de Norteamrica, 1937-1942.

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    18 Los descubrimientos arqueolgicos de Parita. Trabajoescrito originalmente en ingls y traducido al espaol por losseores Rodrigo Mir y Juan O. Daz. Revista Lotera, No. 85.Panam, junio de 1948, pgs. 10-13.

    19 Idem.20 Mndez Pereira, Alejandro. El Arte de Nuestros Antepa-

    sados Indgenas. Panam, 50 aos de Repblica. Edicin de laJunta Nacional del Cincuentenario. Imprenta Nacional, Panam,1953, pg. 316.

    21 Carles, Rubn D. A la Sombra del Bar. Imprenta La Es-trella de Panam. Panam, 1947, pg. 95.

    22 Cowes, Roberto A. El hallazgo de Cocl. Reimpresindel artculo aparecido en Amricas, Revista de la Secretara Ge-neral de la Organizacin de los Estados Americanos. Panam,1966.

    23 Alba C., Manuel Mara. Estampas panameas. ImprentaNacional. Panam, 1959, pg. 257.

    24 Araz, Reina Torres de. Arte precolombino de Panam.Revista Lotera, vol. XI, No. 128, 2a. poca. Panam, julio de1966, pgs. 31-51.

    25 Alba C., Manuel Mara. La cultura de Barriles. El Bar,Revista Conmemorativa del Primer Centenario de la Provinciade Chiriqu (1849-1949). Panam, mayo 26 de 1949, pg. 41.

    26 Lines, Jorge A. Un Usckara Huetor en morfologa Brun-ka. Editorial Lehmann. San Jos, Costa Rica, pg. 317.

    27 Castillero Ernesto J. Descubrimientos arqueolgicos enla Repblica de Panam. Las estatuas de Barriles. Revista Lo-tera, vol XI, No. 129. Panam, febrero de 1952, pg. 7.

    28 Alba C., Manuel Mara. La cultura..., pg. 41.29 Morley, Sylvanus G. Op. cit., pg. 419.30 Mndez Pereira, Alejandro. Op. cit., pg. 313.31 Rubio, ngel. Op. cit., pg. 61.32 Mndez Pereira, Alejandro. Op. cit., pg. 314.33 Castillero R., Ernesto J. Descubrimientos arqueolgi-

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    cos en la Repblica de Panam. Revista Lotera, No.131. Pa-nam, abril de 1952, pg. 11.

    34 Lutz, Otto. Op. cit., pg. 9-10.35 Idem., pg. 9.36 Alba C., Manuel Mara. Estampas.... Op. cit., pg. 283.37 Idem., pg. 297.38 Carles, Rubn D. El archipilago de San Blas, tierra de

    los Cunas. Imprenta La Nacin. Panam, 1946, pgs. 16-17.

  • Captulo Tercero

    Arquitectura primitivapanamea

    I. Poblados indgenasII. Vivienda indgenaIII. Poblados y viviendas indgenas

    actualesA. Vivienda GuaymB. Vivienda CunaC. Vivienda Chocoe

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    L a investigacin arqueolgica no ha logrado todava evi-dencias que permitan hacer conclusiones bsicas, so-bre la existencia de una arquitectura realizada en pie-dra, durante el perodo prehispnico. Sin embargo, Arce y Sosa1recuerdan que Cristbal Coln y sus compaeros encontraronun fragmento de mampostera cerca del ro Cateb. Igualmente,Arce y Sosa sealan que Lofer observ en Bocas del Toro partede la pared de un edificio de cal y canto de la poca precolombi-na y que el viajero y naturalista ingls Berthold Seemann, dijohaber encontrado en Veraguas las ruinas de inmensos palacios ycolumnas colosales decoradas con figuras simblicas. Por lti-mo, Arce y Sosa2 citan al Dr. Cullen, quien asegur haber en-contrado en la Isla del Muerto, hoy Villalba, en la Baha de Da-vid, monumentos de piedra decorados con inscripciones yestatuas de tal belleza que podran parangonarse con las ruinasde los palacios de Yucatn.

    En Sitio Conte, las excavaciones realizadas por el Sr. HctorConte en 1928, revelaron la existencia de una lnea de colum-nas de piedra. En el ro Cao, Provincia de Cocl, fueron en-contradas tambin una serie de columnas de piedra.

    El 9 de Agosto de 1964 se hizo el anuncio del descubrimien-to, en la Pennsula de Batipa, Provincia de Chiriqu, de un per-metro marcado con columnas que representa probablemente unrea sagrada.3 Los restos encontrados en Batipa consistan envarias columnas. La ms larga mide cuatro metros de largo porcincuenta centmetros de ancho. El hallazgo de Batipa ha sidoconsiderado por sus descubridores como los restos de un tem-plo indgena, aunque en otros medios cientficos panameos

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    no se le considera como una prueba arqueolgica relacionadacon la arquitectura, sino ms bien como el hallazgo de un grupode estelas.

    Miguel Morn Salas4 considera que nuestra riqueza arqueo-lgica est an por descubrirse en las montaas. Seala que enel pueblo de Los Volcanes, Distrito de Aguadulce, existen unoscorrales de piedra y que cerca de esta misma localidad, hayun piso de basalto o granito. En La Mesa, Provincia de Vera-guas, existe un haz de columnas de piedra conocido como elbarco de piedra.

    Sin embargo, todo indica hasta hoy, que a pesar de haberexistido en Panam una gran cultura indgena, no tuvo el abori-gen panameo el concepto de la piedra para la habitacin comoen el Cuzco o para el monumento como en Tiahuanaco o comoen Mxico para las grandes manifestaciones del pensamientoreligioso, filosfico o poltico. Aunque nuestros indgenas de-sarrollaron una gran civilizacin, no dejaron una gran arquitec-tura, sino ms bien una expresin rstica y endeble, en forma decabaas o chozas vegetales.

    Hasta el presente no existe, pues, plena comprobacin ar-queolgica de que el aborigen panameo intent el empalme dela piedra. El concepto del trazado de ciudades y la construccinde calzadas y caminos tambin qued trunco en nuestro medio,entre las grandes concepciones urbansticas de los Incas y losMayas.

    I. POBLADOS INDGENAS

    Los aborgenes de Castilla del Oro constituan sus conglo-merados humanos de diferentes maneras. Algunos eran peque-os caseros diseminados en valles y montaas.

    Segn Fernndez de Oviedo, en la Provincia de Veraguastodos los pueblos son de cuatro o cinco casas o bohos.5 Sinembargo, este patrn de poblado del Siglo XVI variaba en algu-

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    nos casos como en la aldea de Nat, donde Gaspar de Espinosase admir por la gran cantidad de bohos y poblacin.

    Al conquistador Francisco Compan le llam tambinpoderosamente la atencin el hecho de que los caseros indge-nas estaban cercados por altos palenques de maderos clavadosen la tierra. Estas empalizadas eran de gran resistencia y se fa-bricaban con el objeto de proteger a los moradores contra elataque de los enemigos y de las fieras.

    En el Darin, segn la Dra. Elsa Mercado Sousa, las vivien-das de sus moradores, por la parte norte y del sur, eran chozasde palmiche apartadas unas de otras tres y cuatro leguas. Entrelos Guaymes, cada parentela ocupaba una ranchera de palmichegrande, de forma redonda, la cual gobernaba el ms viejo, y auna distancia de un cuarto o media legua unas de otras.6

    La doctora Mercado sostiene que los espaoles encontraronadems de las tribus sedentarias, casos de nomadismo entre al-gunos pueblos de la Provincia de Cueva, con un carcter detrashumacia de todo el pueblo, trasladado en masa de un ro ovalle a lo alto de las sierras, o bien de las montaas a los llanos,pero siempre en los lmites de su seoro, seguramente para al-ternar los cazadores.7 Segn Fernndez de Oviedo, en esta re-gin los indios tienen sus asientos, algunos cerca de la mar, yotros cerca del ro o quebrada de agua, donde haya arroyos ypesqueras, porque comnmente su principal mantenimiento yms ordinario es el pescado, as, porque son muy inclinados aello, como porque ms fcilmente lo pueden haber en abundan-cia, mejor que las salvajinas de puercos y ciervos, que tambinmatan y comen.8

    En la bsqueda del Dabaibe, Vasco Nez de Balboa encon-tr que en las riberas de los ros del Darin, haba poblacionesdentro del agua, y estn fundadas las casas sobre muchas pal-mas y juntas y gruesas; y hay bohos de estos que tienen cin-cuenta y sesenta palmas; y tienen sus escalas hechas de bejuco,por donde suben y descienden, y all en lo alto est hecha la

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    casa y habitacin de los indios, y al pie de las palmas tienen suscanoas, con que salen a pescar y a labrar la tierra y sembrar susmahicales en lo que est enjuto y apartado del ro.9

    II. VIVIENDA INDGENA

    La razn esencial de nuestra arquitectura indgena fue la deproveer proteccin y abrigo. Los aborgenes construan sus vi-viendas segn las caractersticas del medio o los peligros queles acechaban. Las condiciones de nuestro clima tropical influ-yeron para que los aborgenes vivieran casi a la interperie, y nosintieran la necesidad de construir viviendas ms cerradas y demateriales ms rigurosos.

    Los que vivan a orillas de ros, costas, lagos o islas, cons-truan sus casas sobre postes o estacas a las cuales suban porescaleras de cremallera. Este tipo de vivienda es el palafito ovivienda lacustre conocido hoy en nuestro medio como tam-bo y que sirve de albergue a los indios Chocoes contempor-neos as como a algunos pueblos costeos.

    Cuando se construa en un medio peligroso selva o panta-nos las habitaciones se erigan en la copa de los rboles, amanera de casas-nidos. Para subir y bajar de estas viviendas sedispona de bejucos o escaleras colgantes. Fernndez de Oviedoencontr que estas viviendas son muy fuertes y seguras casas omoradas contra el fuego y sin temor de sus enemigos y de tigresy otras bestias fieras, y pocos hombres bastan a defender unacasa destas contra muchos, aunque sea uno en resistir a cien-to.10 Este tipo de vivienda se denominaba barbacoa.

    Los que habitaban en valles y llanuras construan sus casasdirectamente sobre el suelo, las cuales eran de un solo piso. Estetipo de vivienda era el buho, como se le designaba en dialec-to indgena. El boho o choza antiqusima, era de una construc-cin sencilla y de forma redonda. Estaba formada por una arma-zn de troncos y por paredes de varas o caas. El techo, de forma

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    cnica, estaba cubierto de hojas de palmera. Las uniones se rea-lizaban con fuertes bejucos. Algunos bohos contaban con unjorn o altillo que serva de depsito para guardar granos o dedormitorio. En algunas ocasiones, una o varias paredes de la vi-vienda se emparchaba con barro. Las entradas de los bohoseran simples agujeros que tapaban por la noche con pieles deanimales con el fin de protegerse contra los insectos y las fieras.

    En su Historia General y Natural de las Indias, Fernndezde Oviedo sostiene que Lope de Olano encontr al buscar alCacique de Veragua, una casa, la del propio Cacique, la msfuerte que se vido hasta entonces en aquellas partes, redonda yen tal disposicin assiento, que era gentil fuerca, en la cual yen las alas o portales de alrededor delta podan estar trescientoshombres ms.11

    El mobiliario de las viviendas de nuestros primitivos abor-genes era escaso y rstico. Para descansar o dormir usaban ca-mas o bancos de caa brava. En otras regiones, empleaban paraestos mismos menesteres hamacas confeccionadas de algodno fibras vegetales, muy bien tejidas y adornadas con labores ycolores. Segn Fernndez de Oviedo, estas hamacas eran ca-mas en el aire, cuatro o cinco palmos levantadas de la tierra, enmanera de hona o columpio; y es muy buen dormir en talescamas, y son muy limpias; y como la tierra es templada, nohaya necesidad de otra ropa ninguna encima. Verdad es quedurmiendo en algunas sierras donde hace algn fro, o llegandohombre mojado, suelen poner brasa debajo de las hamacas parase calentar.12

    Donde exista una cultura ms avanzada, en mobiliario y ajuardomstico, figuraban objetos de piedra como asientos rsticos,piedras de moler maz, piedras con filos para cortar, etc.Tambinfiguraban las vasijas de arcilla utilizadas para comer, beber, pre-parar y almacenar alimentos y bebidas, tales como platos, tina-jas, ollas, cntaros, etc. Algunas vasijas y cestos eran confec-cionados tambin del fruto o de la corteza de algunos rboles.

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    III. POBLADOS Y VIVIENDAS INDGENAS ACTUALES

    El estudio de los poblados y viviendas de la actualidad incitaa parangones con los poblados y viviendas de nuestra civiliza-cin primitiva. Ello es as, por cuanto la razn de ser de la vi-vienda indgena de hoy y su analoga con las habitaciones delos primitivos habitantes del Istmo, hace pensar que su cons-truccin sigue obedeciendo, primordialmente, a la necesidad deproteccin y refugio. Bsicamente, la vivienda es igual al bohode paja y horconadura de nuestros primeros aborgenes.Las for-mas se mantienen casi idnticas. En muchos casos, la fuerteinclinacin del techo y su gran altura, permiten la construccinen su interior de un segundo piso llamado jorn, como en lasantiqusimas viviendas.

    La tipologa de la vivienda indgena de hoy incluye tres va-riantes: la circular del indio Guaym; la rectangular de los Cu-nas, y la cuadrada, elevada del suelo, de los Chocoes. Estas vi-viendas son similares a las de otras culturas primitivas deltrpico13 donde se dan caractersticas similares de subsistenciacomo la caza, pesca y agricultura trasladante.

    La vivienda indgena hay que apreciarla directamente en elvalle, la sabana o la montaa en armoniosa unidad con el paisa-je, los dialectos aborgenes, las danzas, la variedad de expresio-nes, costumbres y leyendas. Con este criterio, entraremos ahoraa considerar nuestras viviendas vernculas.

    A. Vivienda guaym

    La vivienda del indio Guaym es de forma circular y es usa-da durante la mayor parte del ao, especialmente en los mesesde invierno. Estos bohos se encuentran diseminados y disper-sos entre s. An las viviendas de una misma comunidad estndistantes unas de otras. Este concepto de poblado Guaym esuna caracterstica que no se encuentra en las agrupaciones Cu-

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    nas y Chocoes. Los poblados y viviendas Guaymes estn loca-lizados en los valles y sabanas de las Provincias de Chiriqu,Bocas del Toro y Veraguas.

    Una modalidad de trashumacia que se refleja en las vivien-das del indio Guaym se puede observar en la parte superior delro Fonseca, en las comunidades indgenas de Soloi, Huso, He-vai14, etc. Aqu el indio Guaym tiene dos viviendas: una que usadurante el invierno y la otra de verano. La vivienda que usandurante el verano est ntimamente vinculada con sus excursio-nes de pesca. Esta casa es un mero sesteo o campamento deverano situado a orillas de los ros, en donde abunda la pesca.

    La vivienda permanente de invierno est cubierta con unagudo techo de forma cnica, fabricado con hojas de palma real.El piso es de tierra. Cerca del entramado del techo, construyenel jorn o altillo de caa que utilizan como granero o dormi-torio. Para subir a este piso, usan un madero grueso con incisio-nes horizontales. En la parte de la vivienda expuesta al vientonorte, levantan una pared hecha de un entramado de maderacubierto con barro y estircol de ganado.15

    En la vivienda Guaym, la cocina suele situarse en una piezaseparada, donde est el fogn, la alacena y parte del ajuar do-mstico, como vasijas para guardar el agua o bebidas, ollas dehierro, recipientes de barro, etc.

    Complemento de sus chozas redondas de invierno son laspequeas plantaciones donde practican una agricultura de sub-sistencia. Siembran, especialmente, maz, pltanos y tubrcu-los. Algunas familias cran gallinas y cerdos.

    Entre el mobiliario sobresale la cama, en forma de barbacoaa tan poca elevacin del suelo, que sirve como asiento duranteel da.Tambin emplean como cama, las hamacas de artsticostejidos, fabricadas con fibras de pita. Como asiento utilizan lostucos, especie de troncos de madera gruesos, cortos y duros.De los horcones de la vivienda cuelgan las flechas de pescar ylos bodocos de caza. Elemento indispensable del mobiliario

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    lo constituye el piln de madera, el metate, la mano de piedrapara moler, sitiales y escabeles de madera.

    B. Vivienda cuna

    Existen dos tipos de viviendas entre los Cunas: la de los in-dios que habitan en su mayor parte el territorio insular del Ar-chipilago de San Blas, y la de los que habitan la faja continen-tal que comprende las regiones de Paya, Puero, Alto Chucunaquey Alto Bayano.

    Las viviendas del indio Cuna de las Islas de San Blas apare-cen apiadas, en desorden, creando callejones estrechos. Lasislas estn virtualmente llenas de viviendas, a manera de densoscampamentos. En otros casos muchas viviendas cunas seaglomeran en las islitas prximas al litoral de San Blas, forman-do frecuentemente calles en cuadrcula.16 Este tipo de aglome-racin en pequeas islas, representa un concepto de agrupamien-to totalmente contrario a la comunidad dispersa del Guaym. Elpoblado cuna de Tierra Firme tiene tambin como caractersticael agrupamiento de las viviendas pero en una forma ms orde-nada y simtrica.

    La vivienda cuna de las islas es el resultado de la organiza-cin patriarcal existente. En casa del jefe de la familia se acu-mulan tantas familias como hijas matrimoniales tenga. As re-sulta que la densidad por vivienda es elevadsima, ya que lascasas no son proporcionales en tamao y espacio al nmero dehabitantes.17

    Los Cunas de San Blas construyen sus viviendas que cons-tan de dos aposentos, por lo general, separados el uno del otro.Uno de ellos est destinado a vivienda y dormitorio; el otro,ms pequeo y rectangular, situado detrs de la choza de dor-mir, es utilizado como cocina, comedor y depsito. La plantadel boho es de forma rectangular. Las columnas son de mangley soportan un techo a dos aguas de hojas de palma, que descan-

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    sa, a la vez, sobre caablanca o chonta. Dos postes centrales,altos, pasan libremente por toda la casa como sostn de la pro-nunciada techumbre, y otros postes encuadrados ms bajos, sos-tienen las vertientes oblicuas y prolongadas hechas de una ar-mazn de chonta o caablanca. De estos postes se cuelga lahamaca. A falta de solar, el boho del indio Cuna se levantadonde antes haba uno, aprovechando los horcones y vigas delboho anterior. Las paredes son tambin de caablanca o chonta.

    En el ajuar domstico juega papel importante y caractersti-co la hamaca nico mueble tejida de algodn o con hilos decolores; hay una para cada habitante, de acuerdo con la edad ytamao. El piso es terrizo y de las paredes cuelgan los imple-mentos de pesca, cestas, etc.

    Los Cunas poseen hbiles constructores y cuando disponende todo el material de construccin, levantan el boho en pocosdas. Hacen uso de los materiales locales como bejuco, caabrava, caablanca, mangle, gira, chonta y maderas resistentescomo guayacn, amarillo, etc.

    El paso inicial en la construccin consiste en demoler la vi-vienda antigua, para luego proceder a levantar la nueva, plantan-do los cuatro horcones esquineros y los dos del centro. Poste-riormente colocan las vigas y la estructura del techo, el cual vaa dos aguas. Segn el Dr. Otto Lutz, los edificios tienen en elinterior un pasadizo central con el que comunican lateralmentelas habitaciones de las diferentes familias, a menudo veinte enuna misma casa, todas emparentadas. Para los solteros se cons-truyen casas especiales.18

    Entre las viviendas del indio Cuna sobresale, por su tamao,la Casa del Congreso, la de las Chichas y la del Sguila. La delCongreso, de gran tamao, es una especie de Casa Comunaldonde se renen, por lo general, casi todas las noches, a tratarasuntos de inters para la comunidad; la de las Chichas es don-de celebran las festividades matrimoniales; la del Sguila es elalbergue obligado de los huspedes y viajeros que no cuentan

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    con amistades en el lugar. Una casa que se distingue por su ta-mao y por lo baja, es la que construyen los Cunas a manera deuna casa de maternidad. Los aleros de esta choza casi llegan alsuelo, como medida de proteccin contra los curiosos.

    Los indios Cunas que habitan la regin del Darin, hacentambin sus casas espaciosas y de forma rectangular. Este tipode vivienda cuna es tambin de piso terrizo y techo vegetal. Enalgunos casos, las casas llevan altillos o jorones.

    Siguiendo una costumbre caribe, los indios Cunas del Darinconstruyen tambin sus casas de dos aposentos, sirviendo elposterior, de menor tamao, de cocina. La vivienda cuna de