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SAN AGUSTÍN
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Transcript of SAN AGUSTÍN
28
de agosto
2012
Fiesta
de
nuestro
Padre
San Agustín
Felicidades en este día a los miembros de la familia agustiniana, y a quienes se sienten cercanos a ella y
a San Agustín P. Teodoro B
clic
ICONOGRAFÍA
DEL GRAN PADRE AURELIO AGUSTÍN,
OBISPO DE HIPONA
Y DOCTOR DE LA IGLESIA
. Grabaciones realizadas por Schelte de Bolswert (1624).
Una serie completa de 26 estampas se conservan en París.
Fueron impresas para ilustrar la biografía del santo de Hipona,
titulada “Iconographia Magni Patris Aurelii Augustini”. encargada por el Prior de los Eremitas de la Casa de Malinas (Bélgica),
Georges Maigret.
Las fuentes escritas usadas fueron principalmente "Las Confesiones" y "La Ciudad de Dios",
obras escritas por el mismo santo, "Vida de San Agustín" escrita por San Posidio,
y "La Leyenda Dorada" de Santiago de La Vorágine.
Daba voces lastimeras: “¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo diré: mañana y mañana? ¿Por qué no ahora? ¿Por qué no en esta hora el fin de mis torpezas?”. Lloraba con amarguísima contrición de mi corazón. Y he aquí que oigo de la casa vecina una voz que decía cantando y repetía muchas veces: “¡Toma y lee; toma y lee!” Me puse a pensar, si acaso habría algún juego, en que los niños usasen canturrear algo parecido; y no recordaba haberlo jamás oído en parte alguna. Me levanté, abrí el libro y leí el primer capítulo que se me vino a los ojos: “No en comilonas y embriagueces; no en fornicaciones y desonestidades; no en rivalidad y envidia; sino vestíos de nuestro Señor Jesucristo, y no hagáis caso de la carne para satisfacer sus concupiscencias”. No quise leer más, ni fue menester. Todas las tinieblas de la duda se desvanecieron. (San Agustín, Confesiones)
CONVERSIÓN DE SAN AGUSTÍN
Buscando AGUSTÍN un lugar solitario con intención de llorar, se apartó más lejos de
Alipio, donde, recostado bajo un tronco de higuera, entre torrentes de lágrimas, oyó una voz
enviada por Dios: “Coge, lee, Coge, lee”.
Cuando llegó el tiempo en que debíamos dar el nombre, dejando el campo nos volvimos a Milán. Quiso también Alipio renacer en Vos conmigo. Juntamos también con nosotros al niño Adeodato, nacido carnalmente de mi, fruto de mi pecado. Vos le habíais hecho bien. Era como de quince años. Recibimos el Bautismo y huyó de nosotros la inquietud por la vida pasada. Y no me hartaba en aquellos días de considerar con maravillosa dulzura la alteza de vuestro consejo sobre la salud del género humano. ¡Cuánto lloré en vuestros himnos y cánticos, fuertemente conmovido por las voces de vuestra Iglesia, que suavemente cantaba! Entraban aquellas voces en mis oídos, y vuestra verdad se derretía en mi corazón, y con esto se inflamaba el afecto de piedad, y corrían las lágrimas, y me iba bien con ellas.
(San Agustín, Confesiones)
BAUTISMO DE SAN AGUSTÍN
Cuando llegó el tiempo en que tenía que dar el nombre, al llegar a Milán es bautizado por
el Obispo AMBROSIO junto a Alipio y a su hijo, Adeodato; y por primera vez se canta por
inspiración divina el himno celestial “Te Deum laudamus”.
Al punto, con todas las veras del corazón dejó toda esperanza secular, sin buscar mujer, ni hijos, ni riquezas, ni honores mundanos, sino sólo servir a Dios con los suyos, ... Contaba a la sazón más de treinta años, y le acompañaba sola su Madre, gozosa de seguirle y encantada de sus propósitos religiosos, más que de los nietos según la carne. Su padre había muerto ya. Avisó también a los estudiantes, a quienes enseñaba la retórica, que buscasen otro maestro, porque él había resuelto servir a Dios. (San Posidio)
DESPUÉS DE RECIBIR EL HÁBITO NEGRO Y EL CAPUCHÓN
DE MANOS DE SAN AMBROSIO,
RECIBE LA CORREA DE MANOS DEL ERMITAÑO SIMPLICIANO
Recibido el salvífico bautismo, AGUSTÍN ha dejado tras de sí toda la esperanza que tenía en
el mundo; a continuación vestido con una cogulla negra, Simpliciano cíñelo por vez primera
con un cinturón de cuero, y es llamado siervo de Dios.
Recibido el bautismo, juntamente con otros compañeros amigos, inclinados también, al servicio del Señor, pensó en volverse al África, a su propia casa y heredad; y una vez establecido allí, casi por espacio de tres años, ajeno a todos los cuidados seculares, en compañía de los que se le habían unido, vivió para Dios con ayunos, oración y buenas obras, meditando día y noche en la divina ley. Comunicaba a los demás los secretos de su oración y meditación, enseñando a presentes y ausentes con su palabra y escritos. (San Posidio)
SAN AGUSTÍN
VISITA A LOS ERMITAÑOS DE MONTE PISANO
Complacido por los monjes de la Toscana junto al monte Pisano y las cien celdas, se entrega
a su inclinación por la contemplación; y acomete la escritura de los libros Sobre la Trinidad;
pero deteniédose de nuevo por consejo de un niño de corta edad, apártase de las
muchedumbres con santa resolución. Autores varios.
“Hijo, por lo que a mí toca, ninguna cosa me deleita ya en esta vida. Una sola cosa había por la cual deseaba detenerme un poco en esta vida, para verte cristiano católico antes de mi muerte. Dios me lo ha concedido. ¡Qué hago yo aquí?” No recuerdo bien lo que a esto respondí; pero dentro de cinco días, o poco más, cayó en cama con fiebres. Acudimos todos nosotros, y nos dijo: “Enterrad este cuerpo en cualquier parte, no os preocupe más su cuidado; solamente os ruego que, adonde quiera que os hallareis os acordéis de mí ante el altar del Señor”. Y habiéndonos explicado este pensamiento, con las palabras que podía, calló; y agravándose la enfermedad, entró en agonía. Así, pues, a los cincuenta y seis años de su edad y treinta y tres de la mía, aquella alma, religiosa y piadosa fue desatada del cuerpo. (San Agustín, Confesiones)
MUERTE DE SANTA MÓNICA
Encontrándose AGUSTÍN en Ostia del Tíber cuando se disponía a volver a África, murió
MÓNICA su piadosa madre. Entonces al abrir Evodio el psalterio, llora con sus compañeros
cantando las exequias, y llorando canta.
San Agustín relató uno de los episodios de su vida que consideró como prueba de la existencia de los milagros efectuados para que el mundo creyera en Cristo, en su obra La Ciudad de Dios: “Pero en Cartago, ¿Quién sabe, a excepción de muy pocos, la salud que recobró Inocencio, hallándome yo presente y viéndolo con mis propios ojos? ... Curábanle los médicos unas fístulas que tenía, siendo muchas y muy juntas, ... una de sus heridas no sanaba y uno de los médicos decidió que lo mejor era aplicarle fuego, según los procedimientos de la época, lo cual significaba un gran martirio para Inocencio, quien solicitó los rezos y las bendiciones de importantes religiosos. “Llegado el momento, descubren la herida, mírale el médico, escudriña con los ojos, tiéntalo con los dedos y halló una finísima cicatriz. La alegría, alabanzas y acciones de gracias que dieron todos llorando de contento, no hay que fiarlo a mis razones y expresiones patéticas: mejor es considerarlo que decirlo”.
AGUSTÍN SANA A INOCENCIO
De regreso a su patria es acogido como huésped por el obispo de Cartago Inocencio, por el
que, postrado gravemente por una úlcera sinuosa, pide a Dios el beneficio de una sanación
sin esperanza con sus oraciones y las de los suyos.
Según una leyenda española del siglo XV, Agustín habría recibido la petición de ayuda de un peregrino que en realidad era Jesús. El santo, ignorando la verdadera identidad del hombre, lo atendió con toda entrega, confirmando así el amor que profesó a su prójimo.
AGUSTÍN LAVA LOS PIES DE CRISTO VESTIDO DE PEREGRINO
Retirándose a las entrañas del desierto, acoge como huésped a Cristo, lava sus pies, y oye:
“Agustín, hoy has merecido verme encarnado como Hijo de Dios; a ti confío mi Iglesia”.
Regía la Iglesia de Hipona el Santo Obispo Valerio, quien habló a los fieles de la provisión y ordenación de un sacerdote idóneo para la ciudad; y los católicos, que ya conocían el propósito y la doctrina de San Agustín, arrebatándole, porque se hallaba seguro en medio de la multitud, lo presentaron a Valerio para que lo ordenase, según lo exigían con clamor unánime y grandes deseos de todos, exceptuando él, que lloraba copiosamente. Y Valerio no cabía en sí de gozo, dando gracias a Dios, por haber despachado sus peticiones tan favorablemente. Y dio a su presbítero potestad para predicar el Evangelio en su presencia y dirigir frecuentemente la palabra al pueblo. (San Posidio)
SAN AGUSTÍN ES PRESENTADO
PARA QUE SEA ORDENADO SACERDOTE
“Exhortando san VALERO al pueblo a proveer y ordenar un presbítero natural del país,
agarraron a Agustín, que casualmente asistía al acto en pie y en modo alguno sospechaba
tal cosa, y no obstante su resistencia y lágrimas, oblíganlo a recibir las órdenes de manos
del obispo”.
Ordenado presbítero, luego fundó un monasterio en la Iglesia y comenzó a vivir con los siervos de Dios según el modo y la regla establecida por los Apóstoles. Ante todo, queridos hermanos, amemos a Dios; después, también al prójimo, porque estos son los principales mandamientos que se nos han dado. Lo primero por lo que os habéis congregado en la comunidad es para que habitéis unánimes en la casa, y tengáis una sola alma y un solo corazón dirigidos hacia Dios. Buscad, pues, la convivencia y la concordia en todo, y honrad a Dios de quien sois templos vivos los unos en los otros.
SAN AGUSTÍN ENTREGA LA REGLA A SUS RELIGIOSOS
“Ya elegido presbítero, Agustín construye un monasterio en un huerto donado para ello a
beneficio suyo por el obispo Valerio, y redacta la regla que han de guardar los compañeros,
que en gran manera empiezan a crecer en número”.
Los cristianos se entrevistaron con San Agustín, rogándole fuese a ver al maniqueo Fortunato, a quien tenían por docto, para tratar con él de la ley. Al punto accedió a su demanda. Mas preguntó antes, si estaba, también, el maniqueo dispuesto a lo mismo. Informaron del asunto a Fortunato. Pero éste había conocido a Agustín en Cartago, y temía entrar en liza con él. Con todo, apremiado por la instancia y la vergüenza, prometió carearse con él. Señalados el día y el lugar de la reunión, y dispuestas las mesas de los notarios, se comenzó la reunión, que se acabó el segundo día. En ella el maestro maniqueo, ni pudo rebatir las aserciones de la doctrina cristiana ni apoyar sobre bases firmes la de Manés. (San Posidio)
CONFERENCIA PÚBLICA DE SAN AGUSTÍN
CONTRA EL SACERDOTE MANIQUEO FORTUNATO
“Sutilísimo hostigados de toda laya de herejes, ya de presbítero acribilla a un gran número
con la cuchilla de su palabra, y hasta tal punto los desconcierta que entre los que aún
quedaban, Fortunato, refutado por dos veces en presencia de notarios, se retira
voluntariamente”.
El bienaventurado anciano Valerio, respiraba alegría, dando gracias a Dios por el beneficio singular que había hecho a su Iglesia; pero comenzó a temer que se lo arrebatasen para alguna Iglesia privada de sacerdote. Acudió con letras secretas al Primado de Cartago, rogando nombrase Obispo Auxiliar de Hipona a Agustín. Más tarde, y presente en la Basílica de Hipona el Primado de Numidia, el Obispo de Calama, Megalio, manifestó su resolución. La propuesta fue acogida con alegría, congratulaciones y aplausos de aprobación y deseo. Solo Agustín repulsaba la consagración episcopal, alegando la costumbre en contra mientras viviera su Obispo. (San Posidio)
SAN AGUSTÍN RECIBE LA UNCIÓN EPISCOPAL
“Obligado a recibir la ordenación de la cúspide episcopal, no tanto sucede cuanto que de un
modo inusitado AGUSTÍN agregase a Valerio, hasta entonces obispo de Hipona, en calidad
de sacerdote de rango similar”.
Con la gracia de Cristo aumentaba de día en día y se multiplicaba la unidad de la paz y de la fraternidad eclesiástica. Particularmente se logró esto después de la conferencia celebrada más tarde en Cartago por los Obispos católicos y donatistas, con la anuencia y favor del muy religioso y glorioso Emperador Honorio, para lo cual envió a su tribuno y secretario Marcelino como árbitro. En aquella controversia, los donatistas, acometidos por todos los flancos y convencidos de error por los católicos, fueron condenados con sentencia judicial, y después de su apelación confirmó todo lo actuado el Emperador, reprobándolos como herejes. (San Posidio)
PRESENTACIÓN DE AGUSTÍN ANTE EL EMPERADOR HONORIO.
SAN AGUSTÍN EN FAVOR DE LA PAZ DE LA IGLESIA
“Cumple la comisión de una embajada ante el emperador Honorio con el objeto de que la
pertinacia de los donatistas fuese corregida con los severos castigos de las leyes; con todo,
para reducir a estos, estaba dispuesto a ceder el obispado”.
Nombrado Obispo, Agustín se dedicó al ministerio de la palabra divina con más entusiasmo, fervor y autoridad, con provecho y crecimiento de la Iglesia de Dios. Y los donatistas recogían sus dichos y los llevaban a sus Obispos. San Agustín, después de averiguarlo todo con paciencia y suavidad, con temor y temblor, trabajaba por la salvación común, mostrándoles cuan sin fuste era toda su refutación y cuan verdadero y manifiesto lo que la fe católica enseña. Asistió, cuando pudo, a los concilios celebrados en diversas provincias, buscando siempre la gloria de Jesucristo, no la suya propia, para que la fe de la Iglesia se conservase incólume o algunos sacerdotes y clérigos excomulgados, justa o injustamente, fuesen absueltos o depuestos. (San Posidio)
GRAN CONFERENCIA DE CARTAGO A LA QUE ASISTEN
159 OBISPOS DONATISTAS
Y 286 OBISPOS CATÓLICOS
“AGUSTÍN requerido en varios concilios de la Iglesia, presidió uno en Cartago, que
congregaba a doscientos ochenta y seis obispos católicos y ciento cincuenta y nueve
donatistas, y redactó el breviario de las actas”.
He aquí que en enigma aparece ante mí la Trinidad, que sois Vos, Dios mío. Porque Vos, Padre, en el principio de nuestra Sabiduría, que es vuestra sabiduría nacida de Vos e igual y coetánea con Vos, esto es, en vuestro Hijo, hicisteis el cielo y la tierra. Y tenía ya al Padre en el nombre a Dios que hizo estas cosas; y al Hijo en el nombre del Principio en que las hizo; y creyendo como creo que mi Dios es Trinidad, buscaba en vuestras santas palabras, y he aquí que vuestro Espíritu se cernía sobre las aguas. He aquí la Trinidad, Dios mío, Padre e Hijo y Espíritu Santo, Creador de toda criatura. (San Agustín, Confesiones)
SAN AGUSTÍN ESCRIBE LA TRINIDAD
“Finalmente el docto escritor dio a luz del tesoro de su prolífica sabiduría, los divinos
volúmenes sobre la Santísima Trinidad, y otros innumerables libros, tratados, homilías,
epístolas, etcétera”.
"Una mujer acudió a San Agustín en demanda de consejo. Lo saludó respetuosamente; pero él ni siquiera dirigió a ella su mirada. Al día siguiente en la misa, y al concluir la elevación del cuerpo del Señor, -era san Agustín quien celebraba el santo sacrificio-, quedó arrobada en éxtasis y, veíase ella ante el trono de la Santísima Trinidad, y veía, también, a Agustín con la cabeza inclinada en actitud de absorta meditación sobre el augusto misterio trinitario, cuando oyó una voz que decía: "Tal como ves ahora a Agustín, así estaba ayer: tan absorto en sus meditaciones que no se dio cuenta de que estabas allí. Vete a verle de nuevo, cuéntale lo que sucede, no dudes en hacerlo y ten la completa seguridad de que te recibirá amablemente y te dará muy atinados consejos" (Santiago de la Vorágine)
AGUSTÍN
ENCANTADO ANTE LA TRINIDAD
NO VE A UNA MUJER QUE LE IMPLORA
“Al rehusar la respuesta a una mujer cuando se disponía a entrar libremente en su aposento
(como era costumbre) en demanda de consejos; el día siguiente durante el sacrificio de la
misa véselo disertar sobre este misterio ante el trono de la Santísima Trinidad”.
“Señor, habéis herido mi corazón con la flecha de vuestra caridad,
y mis entrañas permanecen atravesadas por vuestras palabras”.
El Cielo, la tierra y todo lo que hay en ellos me dicen que te ame. Pero ¿qué es lo que amo cuando te amo a Ti? No es una apariencia corporal, ni el candor de la luz grata a los ojos, ni las dulces sinfonías melodiosas, ni es perfume de flores, ungüentos o aromas, no es maná ni miel, ni miembros suaves del tacto ... Y, sin embargo, amo una cierta luz, voz, olor, comida, y abrazo de mi hombre interior ... ¿Y qué es eso? Pregunté a la tierra y dijo: yo no soy. Pregunté al mar, a los abismos, a los reptiles y dijeron: no somos tu dios. Pregunté al cielo, al Sol, a la Luna a las estrellas y dijeron: tampoco nosotras somos ese dios que buscas. Y dije a todos los objetos que me rodean: me habéis dicho que no sois dios, decidme pues algo acerca de él. Y respondieron con un clamor inmenso: Él nos ha hecho. (San Agustín, Confesiones)
“En la intimidad recóndita de su corazón, malherido con los estigmas de las sagradas heridas
de Cristo, da pruebas del más tierno amor a Dios y a la Virgen, Madre de Dios, con suspiros,
lágrimas y admirables palabras”.
Un día, nos dijo: Habéis de saber que yo en este tiempo de angustia pido a Dios o que libre a la ciudad del cerco de los enemigos o, si es otro su beneplácito, fortifique a sus siervos para cumplir su voluntad o me arrebate a mí de este mundo para llevarme consigo. En el tercer mes de asedio, el Santo enfermó con unas fiebres, y aquella fue la última prueba de su vida. No privó Dios a su buen siervo del fruto de su plegaria. Un hombre se acercó a su lecho con un enfermo rogándole le impusiera las manos para curarlo. Le respondió que si tuviera el don de las curaciones, primeramente lo emplearía en su provecho. El hombre añadió que había tenido una visión en sueños que le había dicho: Vete al Obispo Agustín para que te imponga las manos y serás sano. Al informarse de esto, al punto hizo lo que le pedía, y con la virtud de lo alto restituyó la salud al enfermo. (San Posidio)
ÚLTIMA ENFERMEDAD DE SAN AGUSTÍN
“Al tercer mes del asedio de Hipona, extenuado por las fiebres, devuelve la salud a un
enfermo que le habían llevado a su presencia por sugerencia divina; en cambio él, repetidos
continuamente los salmos de la penitencia de David, se `repara para una vida mejor”.
Vivió San Agustín setenta y seis
años, consagrando su larga vida a
la utilidad y provecho de la
Iglesia.
Solía decirme que después del
bautismo, aun los más calificados
cristianos y sacerdotes deben
hacer conveniente penitencia antes
de partir de este mundo.
Mandó colocar para sí los salmos
de David, que llaman de la
penitencia, y poniendo los
cuadernos en la pared ante sus
ojos, el santo enfermo los miraba y
los leía, llorando copiosamente.
Y al fin, conservando los
miembros corporales, sin perder
la vista y el oído, asistido de
nosotros, durmiose con sus padres,
disfrutando aún de buena vejez.
(San Posidio)
MUERTE DE SAN AGUSTÍN, 28 DE AGOSTO DE 430
“Al septuagésimo año de vida, habiendo alcanzado ya AGUSTÍN su deseo, sano en todos
sus miembros, asistido y con la oración de sus hermanos, se adormeció al lado de sus padres”
Nosotros ofrecimos a Dios el
sacrificio por la deposición de su
cuerpo y fue sepultado.
No hizo ningún testamento,
porque, como pobre de Dios, nada
tenía que dejar.
(San Posidio)
* * *
Después que San Agustín murió, los
fieles tomaron su cuerpo, y para
evitar que cayera en manos de los
bárbaros, que habían invadido toda
aquella tierra y profanaban los
templos y las cosas santas, lo
trasladaron a Cerdeña.
FUNERALES DE SAN AGUSTÍN
“Llevada al cielo su beatísima alma, su cuerpo no sin abundantísimas lágrimas de los suyos,
y con duelo de toda la ciudad y del orbe, tras ofrecer, según costumbre, un sacrificio
incruento, es confiado a la tierra en la basílica catedral de San Esteban”.
Tres milagros han sido reunidos
en una sola imagen.
Milagros póstumos narrados en
la leyenda áurea.
En primer plano Agustín sana a
un prior,
más atrás rescata a un joven de la
cárcel
y por último una multitud de
peregrinos se congrega ante su
tumba después de haber sido
guiados y sanados.
(Santiago de la Vorágine)
SAN AGUSTÍN SANA A UN PRIOR,
RESCATA A UN PRISIONERO …
“Clavado al lecho por una enfermedad de tres años, un obispo y un adolescente que
encontrábase sediento en la cárcel y otros cuarenta peregrinos experimentan el auxilio el de
San Agustín que se les aparece”.
Hacia el año 718, Luitprando,
piadoso rey de los lombardos, al
enterarse de que los sarracenos
habían devastado esta isla, envió a
ella unos emisarios suyos para que
sacasen de allí los restos del santo
doctor y los llevasen a Pavía.
* * *
Somos piedras vivas trabajadas
por la fe,
asentadas por la esperanza y
ensambladas por la caridad.
Nuestro fundamento es Cristo.
Y Él es, también, nuestra piedra
angular.
Es fundamento porque nos
sostiene.
Es piedra angular porque nos
junta.
Mientras somos edificados,
nuestra humildad gime ante el
Señor.
(San Agustín, ser. 337, 1 ss)
TRASLADO DE LAS RELIQUIAS DE SAN AGUSTÍN A PAVÍA
“Los despojos de su santo cuerpo, son trasladados primero desde África a Cerdeña por san
Fulgencio, obispo de Ruspe, después por el rey longobardo Luitprando, de esta isla a Pavía”.
LAS RELIQUIAS DE SAN AGUSTÍN
REPOSAN EN LA BASÍLICA DE SAN PIETRO IN CIEL D’ ÒRO
Señor Dios, dadnos la paz,
la paz del descanso, la paz del
sábado, la paz sin tarde.
Pues ello es así
que todo este orden hermosísimo
de las cosas en extremo buenas,
cumplidas sus medidas, ha de
pasar:
ha de tener, pues, tarde y mañana.
Mas el día séptimo es sin tarde y no
tiene ocaso,
porque Vos lo santificasteis para
sempiterna permanencia;
para que, lo mismo que Vos,
después de vuestras obras,
descansasteis el día séptimo,
también nosotros después de
nuestras obras,
el sábado de la vida eterna
descansaremos en Vos.
(San Agustín, Confesiones)
“En Pavía en la iglesia de san Pedro de la cúpula dorada tras inhumar la prenda santa de su
cuerpo, brota un manantial de agua perenne para salud de los aquejados de fiebre y señal de
la elocuencia agustiniana”.
***
¡Grande eres, Señor, y muy digno
de alabanza;
grande tu poder, e infinita tu
sabiduría!
¡Y te quiere alabar el hombre,
alguna parte de tu creación:
el hombre, que lleva por todas
partes su mortalidad,
que lleva por todas partes la
marca de su pecado
y el testimonio de que Tú resistes a
los soberbios!
Con todo quiere alabarte el
hombre, alguna parte de tu
creación.
Tú le despiertas para que se
deleite en alabarte;
pues nos hiciste para Ti,
y nuestro corazón está inquieto
hasta que descanse en Ti.
(San Agustín, Confesiones)
SAN AGUSTÍN, FALLECIDO,
APARECE EN EL PELIGRO A FRANCISCO GONZAGA,
DUQUE DE MANTUA
“Francisco Gonzaga, Duque de Mantua, ve a SAN AGUSTÍN vestido con habito negro y
cinturón de cuero, como quiera que en dos ocasiones acudiera presto al abrigo de su poder
contra los genoveses que le eran hostiles”.
MILAGRO DE LOS CIRIOS
QUE NO SE ACABAN
¡Oh verdad, luz de mi corazón,
no me hablen mis tinieblas!
Me corrí hacia ellas y me quedé a
oscuras;
pero aún desde ellas, sí, desde
ellas estuve enamorado de Vos.
Descarriado anduve, y me acordé
de Vos.
Oí vuestra voz detrás de mí, para
que volviese,
y apenas la oí por los tumultos de
mis alborotadas pasiones.
Y ahora, he aquí que, abrasado y
anhelante, vuelvo a vuestra
fuente.
Nadie me estorbe: en ella beberé;
y de ella viviré.
No sea yo mi propia vida;
malamente he vivido de mí; la
muerte fue para mí:
en Vos torno a vivir.
Habladme Vos; conversad Vos
conmigo.
He dado fe a vuestros libros, y sus
palabras son harto misteriosas.
(San Agustín, Confesiones)
“Milagro que tiene lugar cada año en Valenzuela cerca de Almagro en España por el que
muchos cirios de SAN AGUSTÍN encendidos desde hace seis días, no sienten la pérdida del
disminuido peso; para que comprendas que la luz de la doctrina no falta”.
SAN AGUSTÍN
LIBERA A TOLEDO DE UNA PLAGA DE LANGOSTAS
En 1262, Toledo fue
amenazada y asolada por una
plaga de langostas.
San Agustín aparece ante el
pueblo suplicante,
obligando a las langostas a
tirarse a las aguas del río Tajo.
El Obispo de Toledo y las
Autoridades están rezando,
arrodillados.
(Santiago de la Vorágine)
“Invocado a menudo en España contra el estrago provocado por las langostas, presta su ayuda;
sobre todo en Toledo, puesto el clero y el pueblo en oración para ello, viósele vestido con habito de
ermitaño hundir a la bruta bandada en la corriente del Tajo” (Ann. Eccl. Tolet.).
AGUSTÍN Y SU POSTERIDAD ESPIRITUAL
Mirando a los venideros,
quería que se guardase con
esmero toda su biblioteca y los
códices antiguos.
Dejó a la Iglesia Clero
sufucientísimo y monasterios
llenos de religiosos y religiosas,
con su debida organización, sus
bibliotecas provistas de sus
libros y tratados y de los otros
santos; y en ellos se refleja la
grandeza singular de este
hombre dado por Dios a la
Iglesia, y allí los fieles lo
encuentran inmortal y vivo.
Y esto lo reconocieron bien los
que leyéndole se aprovecharon
de sus enseñanzas religiosas.
(San Posidio)
“Al morir no hizo testamento alguno; sino que dejó a la Iglesia un clero muy abastecido y
monasterios llenos de hombres y mujeres que guardan la castidad (de donde proceden casi sesenta
congregaciones e innumerables asambleas de santos).
FECHAS IMPORTANTES EN LA VIDA DE SAN AGUSTÍN.
13 Noviembre de 354: Nace en Tagaste (Norte de África). 365. Va a Madaura (una ciudad cercana) para cursar educación general. 370. Va a Cartago para estudiar Retórica y Artes liberales. Muerte de su padre, Patricio. Lee el Hortensio de
Cicerón. Se enamora de Melania. 373. Se hace maniqueo. Vuelve a Tagaste, como profesor de Gramática. 374. Buscando «mejores pastos», se va a Cartago como profesor de Retórca. 383. Atraído por el esplendor y las oportunidades de la capital del Imperio, sale para Roma donde se
establece como profesor de Retórica. 385. Tras ganar el concurso-oposición a la cátedra de Retórica de la casa imperial, va a Milán. Su madre,
Mónica, viene desde África para estar con él. Se encuentra con San Ambrosio, Obispo de Milán. Septiembre del 386 (Milán). Se convierte a la fe católica. Pasa unos meses en Casiciaco, juntamente con su
madre y sus amigos, preparándose para el Bautismo. Pascua del 387. Es bautizado por San Ambrosio en la catedral de Milán. Mónica muere en Ostia, antes de
embarcar para África. Finales del 387. Vuelve a Tagaste donde, tras vender sus propiedades, funda el primer monasterio
agustiniano en su propia casa (él y sus amigos). 391. Es ordenado sacerdote en Hipona. Funda un segundo monasterio de laicos. 395. Es consagrado Obispo auxiliar de Hipona. 396. Tras la muerte de Valerio, ocupa la sede residencial de Hipona. Tercer monasterio agustiniano (él y sus
clérigos). 400. Publica sus Confesiones. 426. Publica la Ciudad de Dios. 28 de agosto de 430. Muere en Hipona.
PERSONAS IMPORTANTES EN LA VIDA DE SAN AGUSTÍN
Santa Mónica, su madre: Principal responsable de su conversión. Ejemplo viviente de una madre y esposa cristiana.
Patricio, su padre: Oficial de la municipalidad de Tagaste. Muy preocupado por la educación de Agustín, pero bastante despreocupado por su formación moral.
Navigio, su hermano: Buen estudiante. Murió muy joven. Perpetua, su hermana: Viuda, entró en un convento agustiniano en Hipona. Melania, su amante: Madre de su hijo. Adeodato, su hijo: Un chico inteligente. Murió en su juventud. Alipio: Paisano de Agustín y discípulo suyo en Tagaste y Cartago. Su compañero inseparable en Roma, Milán,
Casiciaco. Miembro de la primera comunidad agustiniana. Obispo, más tarde, de Tagaste. Evodio: También tagasteño. Miembro del grupo en Milán y uno de los primeros agustinos en África. Obispo
de Uzala. Severo: Integrante de la primera comunidad. Obispo de Milevi. Posoidio: Autor de la primera Biografía de San Agustín. Monje en Tagaste. Obispo de Calama. Romaniano: Hombre rico de Tagaste. Pagó los estudios de Agustín en Cartago. Cicerón: Escritor latino. La lectura de su libro El Hortensio a la edad de 17 anos, significó para Agustín un
primer paso hacia la conversión. Fausto: Jefe supremo y mentor de la secta de los maniqueos. El tan esperado diálogo con él fue un total
desengaño para Agustín. Como consecuencia, dejó el maniqueísmo y dio un nuevo paso hacia la fe. San Ambrosio: Obispo de Milán. Sus sermones y charlas privadas tuvieron una influencia decisiva en la
conversión de Agustín. Victoriano: La noticia de su conversión a la fe católica, ayudó a Agustín a dar el último paso. San Jerónimo: Tradujo la Biblia al latín. Agustín se carteó con él, haciéndole consultas en materia bíblica.
LUGARES IMPORTANTES EN LA VIDA DE SAN AGUSTÍN
Tagaste, pueblo natal de San Agustin: Educación primaria. Primera experiencia como profesor de Gramática.
Primer monasterio agustiniano. Madaura: Educación secundaria. Cartago: Educación superior, Artes liberales y retórica. Primera experiencia como profesor de Retórica. Sede
de muchos Concilios Generales y Regionales, a los que asistió san Agustin como Obispo. Un monasterio agustiniano.
Roma, Capital del Imperio romano: Cátedra de Retórica. Lugar de reposo tras la muerte de Santa Mónica, en
vísperas de retornar a África. Milán, Residencia del Emperador: Cátedra oficial de retórica en el palacio imperial. Lugar de su conversión y
bautismo. Casiciaco, una villa en la campiña de Milán: Lugar de retiro en preparación para el bautismo. Allí escribió
varios tratados filosóficos en diálogo con sus amigos. Hipona: sede diocesana de Agustín. Ordenación como sacerdote. Consagración como Obispo. Residencia de
Agustín desde el 391 hasta su muerte (430). 3 monasterios agustinianos: uno de monjes, otro de clérigos y otro de vírgenes.
LIBROS MÁS IMPORTANTES DE SAN AGUSTÍN
Las Confesiones: Su propia autobiografía. La Ciudad de Dios. Un tratado de filosofía de la historia. Visión crítico-religiosa del mundo desde su origen
hasta el siglo V. De la Santísima Trinidad. Un acercamiento racional y teológico a Dios en su Unidad y Trinidad. Tratados Filosóficos: De la vida feliz, Contra los Académicos, De la inmortalidad del alma, De la libertad. 83
cuestiones diferentes, Del orden, De la naturaleza y de la gracia, De la cuantidad del alma, los Soliloquios, etc...
Tratados Educacionales: Del Maestro, De la instrucción de los menos instruidos, De la doctrina cristiana,
etc... Tratados Bíblicos: Discursos sobre los Salmos, Exposición literal del Génesis, Comentarios sobre el Evangelio
de San Juan, Cuestiones sobre el Heptateuco, Comentarios a las Epístolas de San Juan y de San Pablo, etc...
Sobre la Vida Religiosa: La Regla a los siervos de Dios, Del trabajo de los monjes, De la santa virginidad,
etc... Tratados Dogmáticos: De la verdadera religión, De la fe y el credo. Del Bautismo, De la gracia y la libertad,
etc... En Defensa de la Fe: Contra Fausto el maniqueo, Contra las Cartas de Petiliano y Parmeniano, Contra los
Donatistas, Contra Juliano. De la unidad de la Iglesia, ect...
¡Tarde te amé, Oh belleza siempre antigua y siempre nueva, tarde te amé!
El caso es que tú estabas dentro de mí y yo fuera. Y fuera te andaba buscando y, como un engendro de fealdad, me
abalanzaba sobre la belleza de tus criaturas. Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo.
Me tenían prisionero lejos de ti aquellas cosas que, si no existieran en ti, no existirían.
Pero Tú me llamaste, me gritaste, y desfondaste mi sordera. Relampagueaste, resplandeciste, y tu resplandor disipó mi ceguera.
Derramaste tu fragancia, respiré hondo, y suspiro por ti. Te he paladeado, y me muero de hambre y de sed.
Me tocaste, y ardo en deseos de tu paz. (Conf. 10, 27, 38)