San Agustin - La Dimension Del Alma

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  • 10/04/15 16:23San Agustn - La Dimensin del alma

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    LA DIMENSIN DEL ALMA

    Traductor: Eusebio Cuevas, OSA

    CAPTULO I

    EVODIO PROPONE SEIS CUESTIONES ACERCA DEL ALMA. ORIGEN DEL ALMA.DIOS, PATRIA DEL ALMA. LA SUSTANCIA DEL ALMA ES SIMPLE Y PROPIA

    1. Evodio: -Como veo que tienes tiempo libre, te ruego merespondas sobre ciertas cuestiones que no en vano ni adestiempo, segn mi modo de ver, me preocupan. Cierto es quemuchas veces, al preguntarte multitud de cosas, crestedisuadirme, no recuerdo con qu mxima griega que prohbeaveriguar las cosas que estn sobre nosotros; pero ahora no creoque nosotros estemos sobre nosotros mismos. Por lo tanto, alpreguntarte ahora acerca del alma, no debo or: lo que estsobre nosotros, qu nos importa?, sino que ms bien soy dignode escuchar qu somos nosotros.

    Agustn: -Dime en pocas palabras lo que deseas saber acerca delalma.

    Ev.: -As lo har, pues de tanto pensar en ello lo tengo siempre apunto. Lo que quiero saber es: el origen del alma; qu es; susdimensiones; por qu fue unida al cuerpo y qu estada adoptacuando est unida al cuerpo y cuando de l se separa.

    2. Ag.: -Al preguntarme de dnde viene el alma, se me ocurrendos cosas, ya que es distinto decir de dnde viene el hombre,queriendo con esto averiguar su patria, y decir de qu consta, esdecir, de qu elementos est compuesto. Cul de estas doscosas quieres saber cuando me preguntas de dnde viene elalma? Deseas, acaso, saber la regin, diramos, o patria dedonde ha venido a este mundo, o ms bien preguntas cul es susustancia?

    Ev.: -A la verdad que uno y otro quisiera saber; pero prefierodejar a tu discrecin cul sea lo que hay que saber primero.

    Ag.: -Creo que la patria o habitacin propia del alma antes devenir a este mundo es Dios, que la ha creado. Cul sea susustancia, empero, no lo puedo decir; pues pienso que no esninguna de las conocidas y ordinarias naturalezas que percibimoscon los sentidos corporales. Creo, ciertamente, que no es tierra,ni agua, ni aire, ni fuego; ni un compuesto formado por todosellos ni por slo algunos. Y de la misma manera que, si mepreguntas de qu se compone este rbol que tenemos a la vista,te dira que de los cuatro elementos de que constan todos loscuerpos; pero si continuaras preguntando de qu est hecha latierra, el agua, el aire, el fuego, no hallara qu responderte; astambin, si me preguntas de qu est compuesto el hombre, tedir que de alma y cuerpo; y si insistes: y el cuerpo, de qu?, tecontestar: de los cuatro elementos; mas si me interrogasacerca del alma, como siempre me parece una sustancia especialy propia, no dudar en responderte lo mismo que cuando mepreguntaste antes por los elementos de la tierra.

    Ev.: -No entiendo cmo puedes decir que tiene una sustanciapropia, siendo as que, segn me has dicho, ha sido creada porDios.

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    Ag.: -Pues del mismo modo que no puedo negar que la tierra fuecreada por Dios y, sin embargo, no puedo decirte de qu otroselementos consta la tierra. La tierra, por lo mismo que es tierra,es un cuerpo simple y, por lo tanto, entra como componente detodos los cuerpos, integrados por los cuatro elementos. No hay,pues, contradiccin cuando afirmamos que el alma ha sidocreada por Dios y que tiene una naturaleza especial y propia, yaque el mismo Dios es quien le dio esta naturaleza particular yquien cre el fuego, el aire, el agua y la tierra para que de todosestos se formaran los dems.

    CAPITULO II

    NATURALEZA DEL ALMA

    3. Ev.: -Por de pronto, acepto que el alma procede de Dios, cosaque meditar con frecuencia, y, dado caso que se me ocurra algode nuevo sobre este particular, ya te lo preguntar despus.Ahora te pido me expliques la naturaleza del alma.

    Ag.: -Me parece semejante a Dios, porque, si no me engao,hablas del alma humana.

    Ev.: -Eso es precisamente lo que quiero que me expliques: cmoel alma es semejante a Dios, siendo as que Dios no ha sidohecho por nadie, y el alma humana, en cambio, me has dichoque ha sido creada por Dios.

    Ag.: -Pues qu, piensas que es difcil a Dios hacer algosemejante a s, cuando esto mismo, como puedes observar enmultitud de imgenes, nos ha sido concedido a nosotros mismos?

    Ev.: -Pero nosotros hacemos cosas mortales, y Dios, segnpienso, hizo el alma inmortal; a no ser que t pienses, tal vez,otra cosa.

    Ag.: -Luego t querras que los hombres hiciesen exactamentelo mismo que hizo Dios?

    Ev.: -Yo no dira exactamente eso; pero a la manera que l,siendo inmortal, cre algo inmortal, semejante a l mismo, delmismo modo nosotros, creados por Dios inmortales, deberamoshacer lo que hacemos semejante a nosotros, es decir, inmortal.

    Ag.: -Tendras razn en el caso que pudieras pintar en un cuadrola imagen de lo que en ti crees inmortal; pero al presente sloeres capaz de pintar en l la forma del cuerpo, que es, no cabeduda, mortal.

    Ev.: -Cmo me asemejo, pues, a Dios, cuando no puedo hacer,como l, ninguna cosa inmortal?

    Ag.: -As como la imagen de tu cuerpo no puede tener el mismovalor que tu mismo cuerpo, as tampoco hay que admirarse deque el alma no tenga tanto poder como el que la cre a susemejanza.

    CAPITULO III

    DIMENSIN DEL ALMA

    4. Ev.: -Baste, por el momento, lo dicho acerca de la naturalezadel alma. Dime ahora su dimensin.

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    Ag.: -Cmo me preguntas por su dimensin? No s si preguntaspor su longitud, por su anchura, por su fuerza o por todas estascosas juntas; o si quieres saber, ms bien, su poder. Solemospreguntar tambin por la grandeza de Hrcules, es decir, cuntospies tena de estatura. Y tambin qu grande hombre fue, o sea,cunta fue su fuerza y su valor.

    Ev.: -Las dos cosas quiero saber acerca del alma.

    Ag.: -Mas lo primero no puede decirse del alma, ni en absolutoentenderse. No podemos, en modo alguno, imaginarnos el almani larga, ni ancha, ni poderosa; a mi entender, todo esto escorpreo, y si hablamos as del alma, es porque estamosacostumbrados a hablar as de los cuerpos. Por esto se ordena, ycon razn, aun tratndose de misterios, despreciar todo locorpreo, renunciar a este mundo, corpreo, como podemosapreciar; a todo el que desea hacerse tal como lo ha creado Dios,es decir, semejante a l; no le queda al alma otro remedio desalvacin, renovacin o conciliacin con su autor. Por lo tanto, nopuedo responder qu dimensin tiene el alma en este sentido;pero puedo afirmar que no es larga, ni ancha, ni robusta, ni tienenada de lo que acostumbramos apreciar como extenso en loscuerpos. Y si te place, te dar la razn de este modo de pensar.

    Ev.: -Pues a la verdad que me agrada y con ansias lo espero,dado que no soy capaz de imaginar el alma si no es con algo deeso.

    Ag.: -Antes, si te parece, te demostrar que hay muchas cosasque no puedes decir que sean nada y, sin embargo, noencuentras en ellas algunas de las cualidades especiales quebuscas en el alma, y as no te parecer que el alma sea nadaporque no halles en ella longitud o algo semejante. Al contrario,ha de ser ms estimada y mejor que todas esas magnitudes porlo mismo que nada tiene de ellas. Despus ya estudiaremos siverdaderamente no tiene nada de comn con ellas.

    Ev.: -Emplea el orden y mtodo que gustes; yo, por mi parte,estoy dispuesto a escuchar y a aprender.

    CAPITULO IV

    EL ALMA, AUNQUE NO SEA NI LARGA NI ANCHA, ES ALGO

    5. Ag.: -Haces bien; pero quiero me respondas por si acasoconocieras lo que yo me esfuerzo en ensearte. Creo que nodudars que este rbol que tenemos delante es algo.

    Ev.: -Y quin lo puede dudar?

    Ag.: -Y esto: dudas acaso que la justicia es mejor que esterbol?

    Ev.: -Es, a la verdad, una comparacin ridcula, si es que cabe talcomparacin.

    Ag.: -Ests generoso conmigo; pero escucha ahora lo que tedigo. Consta que este rbol es inferior a la justicia hastaparecerte que ni siquiera merece comparacin, y, adems, hasconfesado que es algo. Te gustara que dijsemos que la justiciano es nada?

    Ev.: -Qu loco creera esto?

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    Ag.: -Muy bien; pero acaso te parezca que este rbol es algoporque es alto, ancho y corpulento, y que, si le despojamos detodo esto, se reducira a la nada.

    Ev.: -Tal me parece.

    Ag.: -Y entonces? La justicia que t mismo has confesado seralgo, que incluso me has concedido ser mucho ms espiritual yestimable que ese rbol, te parece larga?

    Ev.: -No puedo, en modo alguno, imaginarme la justicia larga,ancha o algo por el estilo.

    Ag.: -Luego si nada de esto es la justicia y, no obstante, es algo,por qu te parece que el alma es nada, si no es algo extensa?

    Ev.: -Realmente ahora no puedo ya afirmar que el alma sea nadaporque carezca de longitud, latitud y robustez; pero ten encuenta que an no has dicho si en realidad es el alma, o no, as.Puede suceder que haya cosas inextensas muy apreciables; perocreo que no por esto hemos de enumerar inmediatamente entreellas el alma.

    6. Ag.: -S que nos queda por aclarar este punto, que ya anteshaba prometido explicrtelo; pero, como realmente es algo desuyo muy sutil y que requiere ojos ms avizores que los que deordinario empleamos en nuestra vida cotidiana, te aconsejo sigasde buena gana por donde crea oportuno conducirte y que,cansado de este nuestro como camino forzoso que debemosandar, no lleves a mal que en ocasiones lleguemos al finanhelado ms tarde de lo que deseas. En primer lugar tepregunto: piensas, por ventura, que existe algn cuerpo que,por naturaleza, no tenga alguna longitud, latitud y profundidad?

    Ev. -No entiendo a qu llamas profundidad.

    Ag.: -A la que hace que podamos imaginarnos las partesinteriores de un cuerpo o tambin verlas, si se transparentacomo el vidrio: dado que, si quitas esta propiedad de loscuerpos, ni pueden percibirse ni se puede en modo algunopensar realmente que existan. Quiero or tu parecer sobre esto.

    Ev.: -Sin gnero de duda, no hay cuerpo alguno que carezca deextensin.

    Ag.: -Pues qu, puedes imaginarte que esas tres propiedadesenunciadas no existen ms que en los cuerpos?

    Ev.: -No comprendo cmo puedan hallarse en otros seres.

    Ag.: -Luego para ti el alma no es ms que un cuerpo?

    Ev.: -Si admitimos que incluso el viento es cuerpo, no puedonegar que tambin el alma me lo parece, puesto que me loimagino como algo semejante.

    Ag.: -Te concedo que tanto es cuerpo el viento como el agua;porque el viento no es otra cosa que el aire movido y agitado,como es dado comprobar, en un lugar tranquilo y resguardado detodos los vientos, aun con un pequeo abanico, con el cualincluso, al espantar las moscas movemos el aire y percibimosentonces un soplo. Esto, cuando proviene de un movimientodesconocido de los cuerpos celestes o terrestres en el inmenso

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    espacio del mundo, se llama viento, el cual recibe diversosnombres, segn la parte del cielo de donde sopla. Se te ocurre ati otra cosa?

    Ev.: -A m, ciertamente, nada; es ms, acepto como probable loque dices, pero no dije yo que el alma fuese el mismo viento,sino algo semejante a l.

    Ag.: -Primeramente dime si ese mismo viento de que hashablado crees que tiene alguna longitud, latitud y profundidad;ya veremos despus si el alma es algo parecido, para que deeste modo podamos averiguar tambin sus dimensiones.

    Ev.: -Nada podemos encontrar ms fcilmente que la longitud, lalatitud y la profundidad de este aire que, movido, forma elviento, segn t has convenido poco ha.

    CAPITULO V

    EL ALMA TIENE FUERZA INFINITA

    7. Ag.: -Bien has hablado; pero no crees que tu alma est slodentro de tu cuerpo?

    Ev.: -Sin duda alguna.

    Ag.: -Mas qu opinas: est slo interiormente, como llenandoun odre, o slo externamente, como un envoltorio, o de las dosmaneras?

    Ev.: -Creo que como ltimamente has dicho, porque, si no estintrnsecamente, nuestras entraas no tendran vida, y de nohallarse tambin en la parte exterior, sera imposible sentir en lapiel el ms leve pinchazo.

    Ag.: -A qu sigues indagando por la dimensin del alma, cuandosabes ya que es del tamao que le permiten las partes de sucuerpo?

    Ev.: -Si esto ensea la razn, me basta.

    Ag.: -Haces muy bien en no exigir ms que lo que dicta la razn.Mas te parece muy slida esta razn?

    Ev.: -Cuando no encuentro otra, s. En el lugar correspondientepreguntar lo que me trae sumamente intrigado: si el almaconserva la misma forma una vez separada del cuerpo. Perorecuerdo haber presentado esto como lo ltimo a resolver. Loque no me parece dejar pasar sin preguntar es lo del nmero dealmas, siempre que esto, segn mi modo de ver, corresponda ala cuestin de la cantidad.

    Ag.: -No piensas mal; pero antes, si te parece, hablemos de sumagnitud, que es lo que an me tiene ocupado, para queaprenda yo tambin algo, si es que t ya ests satisfecho.

    Ev.: -Indaga como quieres, pues tu fingida duda me ha hechodudar de veras acerca de lo que daba por resuelto.

    8. Ag.: -Haz el favor de decirme si la memoria no te parece unnombre vaco.

    Ev.: -A quin puede parecer tal cosa?

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    Ag.: -Reside en el alma o en el cuerpo?

    Ev.: -A la verdad que es ridculo dudar tambin de esto; porquequin puede creer o pensar que un cuerpo exnime recuerdealgo?

    Ag.: -Te acuerdas, por fin, o no de la ciudad de Miln?

    Ev.: -Mucho.

    Ag.: -Luego ahora, porque ha salido a colacin, recuerdas suextensin y disposicin?

    Ev.: -Ciertamente, y nada hay tan fresco y acabado en mimemoria.

    Ag.: -Por consiguiente, ahora que no la ves con los ojos la vescon el alma.

    Ev.: -Sin duda que s.

    Ag.: -Creo recuerdas tambin cunto dista, al presente, denosotros.

    Ev.: -Tambin lo recuerdo.

    Ag.: -Por tanto, ves asimismo con el alma la distancia que mediaentre los dos lugares.

    Ev.: -La veo.

    Ag.: -Pues ya que tu alma est aqu donde tu cuerpo y no seextiende ms all del espacio que aqul ocupa, como hemosdemostrado arriba, qu es lo que hace que vea todas las cosas?

    Ev.: -Creo que la memoria, pero no porque se halle en aquelloslugares.

    Ag.: -Luego la memoria conserva las imgenes de aquelloslugares.

    Ev.: -As me parece, porque ahora no s lo que all sucede, y simi alma llegase hasta aquellos parajes y sintiera lo que tienedelante, a buen seguro que no lo ignorara.

    Ag.: -Me parece verdad lo que afirmas, pero no cabe duda queson imgenes corpreas.

    Ev.: -Por necesidad, ya que las ciudades y los campos soncuerpos.

    9. Ag.: -No has mirado alguna vez un espejo pequeo o no hasvisto por ventura tu misma cara en la nia de los ojos ajenos?

    Ev.: -Muchas veces, por cierto.

    Ag.: -Pues por qu aparece ms pequea de lo que es?

    Ev.: -Querras que fuese de distinta magnitud que el espejo?

    Ag.: -Es necesario, por tanto, que las imgenes de los cuerpossean pequeas, si son tambin pequeos los cuerpos en loscuales se representan.

    Ev.: -Necesario de todo punto.

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    Ag.: -Por qu, entonces, estando el alma en tan reducidoespacio, como es su cuerpo, se pueden representar en ellaimgenes tan grandes como son las ciudades, las distanciaslocales y todo lo dems que se quiera, por grande que sea?Quisiera, pues, recapacitaras ms detenidamente cuntas y qucosas puede encerrar nuestra memoria, las cuales tambinestarn en el alma. Qu cavidad, qu abismo, por consiguiente,qu inmensidad puede contener estas cosas, cuando, por razonesantes dichas, el alma parece no exceder las dimensiones delcuerpo?

    Ev.: -No hallo respuesta, ni puedo expresar bastante cunto mepreocupan estas cosas, y me ro sobremanera de m mismo porhaber asentido tan pronto a las razones aducidas para admitir laextensin del alma por el modo de ser del cuerpo.

    Ag.: -Luego ya no te parece el alma algo semejante al viento?

    Ev.: -De ninguna manera, porque, aunque el aire, cuyo flujo secree que es probablemente el viento, pueda llenar todo elmundo, el alma es capaz de imaginarse innumerables mundostales y tan grandes que sus imgenes no puedo ni sospecharsiquiera en qu espacio pueda contenerlas.

    Ag.: -Mira, pues, a ver si es mejor imaginrsela, como arribadijimos, sin largura, ni anchura, ni profundidad, como meconcediste justamente.

    Ev.: -Asentira fcilmente a lo que dices de no preocuparme anms cmo pueda el alma, careciendo en absoluto de longitud,latitud y profundidad, abarcar las innumerables imgenes de tangrandes espacios.

    CAPITULO VI

    LA LONGITUD PURA Y SIMPLE

    10. Ag.: -Tal vez, y en cuanto nos es dado, encontremos lasolucin de esto si antes resolvemos diligentemente tres cosas, asaber: qu es la longitud, la latitud y la profundidad; as es queesfurzate en figurarte la longitud que carezca totalmente delatitud.

    Ev.: -No puedo imaginarme tal cosa; porque, aunque sea la telade una araa, que es de lo ms sutil que solemos ver, sinembargo, encuentro tambin en ella longitud, latitud y grosor;cuya existencia, sin embargo, sean lo que fueren, no podemos enmodo alguno negar.

    Ag.: -No es del todo absurda tu respuesta; pero a la verdad que,cuando percibes en la tela de araa las tres dimensiones, es quelas distingues y sabes qu es lo que las diferencia entre s.

    Ev.: -Por qu no haba de conocer en qu se diferencian?Habra podido ver, de otra manera, que todas se encuentran enla tela?

    Ag.: -Pues, con el mismo entendimiento con que las distinguiste,puedes tambin, abstradas aqullas, considerar la sola longitud.No pienses en un cuerpo, pues en este supuesto, cualquiera quel sea, tendr las tres dimensiones. Yo lo que deseo hacertecomprender ahora es lo incorpreo. La longitud sola no puedeverse si no es con el alma: en los cuerpos no se encuentra.

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    Ev.: -Ahora comprendo.

    Ag.: -Por tanto, ves ciertamente que, aunque quieras, no puedesdividir a lo largo con el entendimiento la longitud, ya que, de locontrario, habra tambin latitud.

    Ev.: -Es claro.

    Ag.: -Pues, si te parece, llamemos a esta longitud pura y simplelnea; con este nombre la suelen designar muchos doctos.

    Ev.: -Llmala como quieras, porque no he de discutir losnombres, cuando la cosa es evidente.

    11. Ag.: -Haces bien, y no slo apruebo tu sentir, sino quetambin te aconsejo gozar siempre ms en tener cuidado delsentido que de las palabras; pero esta lnea de la que, segn meparece, ya te has formado buena idea, si se prolonga en una oen las dos direcciones, todo lo largo que sea posible, ves que notiene fin. O acaso no llegas a figurarte esta suposicin?

    Ev.: -Muy bien y fcilmente.

    Ag.: -Te das cuenta tambin de que no se puede trazar unafigura con slo prolongar una lnea.

    Ev.: -No s an qu entiendes por figura.

    CAPITULO VII

    LA MULTITUD LLEGA A ALCANZAR LA VERDAD CON MAYOR SEGURIDAD YPRESTEZA POR MEDIO DE LA AUTORIDAD QUE POR LA RAZN

    Ag.: -Por el momento llamo figura al espacio cerrado por una ovarias lneas, como cuando haces un crculo, o unes cuatro rectaspor sus extremos, de tal manera que no quede libre ninguno.

    Ev.: -Creo que ya entiendo a qu llamas figura, y ojal viese tanclaro adnde van a parar estas cosas o qu sacaras t de ellas, afin de que pueda yo comprender lo que acerca del alma busco.

    12. Ag.: -Te advert y supliqu al principio soportaras conpaciencia nuestros rodeos, y de nuevo le lo pido. No es de pocamonta ni fcil de comprender lo que se ventila: a ser posible,queremos comprender esta cuestin completa y agradablemente.Es distinto creer algo fundados en la autoridad que en la razn.Conseguir la verdad fundndose en la autoridad es camino brevey de ningn trabajo. Si esta cuestin te agrada, puedes leer loque excelsos y santos varones dijeron, como por insinuacin,acerca de esto, que pareca saludablemente necesario para losignorantes; quisieron que les prestaran crdito aquellos aquienes de otro modo les era imposible la salvacin a causa desus inteligencias ms rudas y embarulladas. Estos hombres, lamayora ciertamente, si intentan alcanzar la verdad por smismos, fcilmente son engaados con especiosas razones y detal manera vienen a caer en distintas y perjudiciales opiniones,que nunca o muy difcilmente consiguen salir y desembarazarsede ellas. A estos, por consiguiente, les es utilsimo asentir a laautoridad superior y obrar segn ella; y, si a ti te parece estoms seguro, no slo no me opongo, sino que tambin lo apruebosobremanera. Mas, si no puedes refrenar el deseo de llegar a laverdad por la va de la razn, segn tu conviccin, habrs detolerar muchos y largos rodeos para que no te lleve a tal fin sino

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    la razn que merece el nombre de tal, la verdadera; y no sloque sea verdadera, sino tan cierta y libre de toda apariencia defalsedad, si es que de algn modo puede llegar a conseguir estoel hombre, que no haya razones falsas, ni probables, capaces deapartarte de ella.

    Ev.: -Nada desear ya precipitadamente; entre en accin larazn y me gue por donde quiera, con tal que me lleve a feliztrmino.

    CAPITULO VIII

    DE LAS FIGURAS GEOMTRICAS. CON CUNTAS LNEAS SE ENGENDRA UNAFIGURA. CMO PUEDE HACERSE UNA FIGURA CON TRES LNEAS

    13. Ag.: -Dios lo har. l es a quien solamente se deben pedirtales cosas, o, al menos, principalmente, stas. Pero volvamos ala cuestin que haba propuesto. Pues, si sabes qu es lnea yqu figura, responde a lo que te preguntaba: crees, acaso, quepuede hacerse alguna figura si se prolonga al infinito una lnea,bien por una, bien por ambas partes?

    Ev.: -Repito que esto de ningn modo es factible.

    Ag.: -Entonces, qu haremos para trazar una figura?

    Ev.: -Pues qu, sino que la lnea no sea infinita y se la prolonguecircularmente por una parte hasta que se toque con la otra;porque no comprendo cmo de otro modo se pueda encerrar unespacio con una lnea, ya que, de no hacerlo como t has dicho,no habra lnea.

    Ag.: -Y si deseo hacer una figura con lneas rectas, puedeconstruirse con una lnea o no?

    Ev.: -De ningn modo.

    Ag.: -Y con dos?

    Ev.: -Tampoco.

    Ag.: -Con tres?

    Ev.: -Creo se puede.

    Ag.: -Por tanto, sabes, y sostienes muy bien, que para formaruna figura con lneas rectas son necesarias al menos tres. Y si sete opone alguna razn, te har abandonar tal parecer?

    Ev.: -A la verdad que, si se me demuestra que esto es falso,desconfiar de llegar a saber algo.

    Ag.: -Ahora respndeme cmo trazas una figura con tres lneas.

    Ev.: -Unindolas por los extremos.

    Ag.: -Pues qu, no te parece que donde se juntan se forma unngulo?

    Ev.: -Ciertamente.

    Ag.: -Cuntos ngulos tiene, por consiguiente, esta figura?

    Ev.: -Tantos como lneas.

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    Ag.: -Las lneas que trazas, son iguales o desiguales?

    Ev.: -Iguales.

    Ag.: -Por ltimo, los ngulos, son iguales o hay alguno msagudo u obtuso que los otros?

    Ev.: -Veo que son tambin todos iguales.

    Ag.: -Puede suceder que en una figura formada por tres lneasrectas e iguales haya ngulos desiguales o no?

    Ev.: -De ningn modo.

    Ag.: -Y en el caso de que la figura conste de tres lneas rectas,pero desiguales, pueden ser tambin los ngulos iguales o eresde distinto parecer?

    Ev.: -Es absolutamente imposible.

    Ag.: -Muy bien; pero dime, por favor, qu figura te parece msperfecta y hermosa, la que est compuesta con lneas iguales ola que est con desiguales?

    Ev. -Quin duda que es ms acabada aquella en que triunfa laigualdad?

    CAPITULO IX

    CUL ES LA FIGURA MS PERFECTA. QU SE OPONE AL NGULO EN ELTRINGULO

    14. Ag.: -Luego prefieres la igualdad a la desigualdad?

    Ev.: -No s si habr alguno que no lo haga.

    Ag.: -Ahora mira a ver qu es lo que en una figura formada portres ngulos iguales se contrapone por la parte opuesta alngulo?

    Ev.: -Una lnea.

    Ag.: -Y si hacemos que en una figura a un ngulo se oponga otrongulo y a una lnea otra lnea, no te parece que, en estesupuesto, la igualdad ser ms perfecta?

    Ev.: -Ciertamente, lo concedo; pero no veo en absoluto cmoesto pueda hacerse con tres lneas.

    Ag.: -Y con cuatro, puede hacerse?

    Ev.: -Se puede muy bien.

    Ag.: -Por consiguiente, es ms perfecta la figura compuesta concuatro lneas rectas e iguales que con tres solamente.

    Ev.: -Sin gnero de duda, puesto que en ella resplandece ms laigualdad.

    Ag.: -Por tanto, crees que sta, que consta de cuatro lneasrectas iguales, puede trazarse de tal modo que no sean en ellaiguales todos los ngulos o no?

    Ev.: -Se puede.

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    Ag.: -Cmo?

    Ev.: -Haciendo que dos sean agudos y dos obtusos.

    Ag.: -Ves tambin cmo los dos agudos y los dos obtusos seoponen entre s diagonalmente ?

    Ev.: -Clarsima y abiertamente.

    Ag.: -Y ves cmo tambin aqu, dentro de lo posible, se mantienela igualdad: es inevitable-tratndose de una figura de cuatrolados iguales-que todos los ngulos sean iguales, o al menos dosa dos, y que estos ltimos se opongan mutuamente.

    Ev.: -Lo veo y lo sostengo firmemente.

    15. Ag.: -No te llama tambin en estas cosas la atencin veruna como justicia tan grande y firme?

    Ev.: -En qu sentido?

    Ag.: -Porque, segn mi parecer, no llamamos justicia a otra cosaque a la equidad (aequitas), y esta palabra trae su origen deigualdad (aequalitas). Pero y en qu consiste la equidad en estavirtud, sino en dar a cada uno lo suyo? Ahora bien, no se puededar a cada uno lo suyo si no hay distincin. O piensas de otramanera?

    Ev.: -Est claro y asiento en absoluto a lo dicho.

    Ag.: -Crees que puede existir distincin donde todas las cosasde tal manera son iguales que no se diferencian nada entre s?

    Ev.: -De ninguna manera.

    Ag.: -Luego no se puede, por decirlo as, observar la justicia sien las cosas a que se aplica no hay cierta desigualdad ydesemejanza.

    Ev.: -Lo entiendo.

    Ag.: -Admitamos, pues, que estas figuras de que venimoshablando, la triangular y la cuadrangular, son distintas, a pesarde que ambas estn hechas con lneas iguales; no te parece quese observa cierta justicia, a saber, que en el tringulo, donde nopuede haber igualdad de contrarios, hay una invariable igualdadde ngulos, y en el cuadriltero, donde hay tanta armona en loscontrarios, la ley de los ngulos admite una cierta desigualdad?

    He querido preguntarte esto, porque, impresionndome a mmucho, deseaba saber qu placer produca en ti con esta verdad,justicia e igualdad.

    Ev.: -Ya entiendo lo que dices, y me causa grande admiracin.

    Ag.: -Pues ahora, ya que prefieres justamente la igualdad a ladesigualdad, y no hay hombre cuerdo que, a mi sentir, no laanteponga, busquemos, si te agrada, la figura en la queresplandezca ms la perfeccin; sea la que fuere, lapreferiremos, sin duda, a las dems.

    Ev.: -Ciertamente me agrada y deseo saber cul es.

    CAPTULO X

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    LA MXIMA IGUALDAD EN LAS FIGURAS

    16. Ag.: -Respndeme antes si de entre aquellas figuras, de lasque ya se ha hecho bastante mencin, te parece sobresale la queconsta de cuatro lneas iguales y otros tantos ngulos, porque,como ves, en ella se observa igualdad absoluta entre las lneas yentre los ngulos; adems, lo que en el tringulo equiltero noapareca, lo posee ella: la igualdad de las partes opuestas. Enefecto, como puedes comprobar, a una lnea se opone otra, y aun ngulo se opone otro ngulo

    Ev.: -As es en verdad, como dices.

    Ag.: -Pero existe en ella la mxima igualdad o te parece queno? Porque, si la tiene, en vano buscamos otra figura, como ennuestro intento; si, por el contrario, no la tiene, quiero que me lodemuestres.

    Ev.: -Me parece que la tiene, porque, cuando los ngulos y laslneas son iguales, nos dnde pueda hallarse la desigualdad.

    Ag.: -Yo soy de distinto parecer; porque una lnea recta goza desuma igualdad hasta que llega a los ngulos; pero cuando por unlado se une con otra para formar ngulo, no juzgas que estomismo es desigualdad? O es que la parte de figura cerrada porla lnea crees que conviene en igualdad y semejanza con aquellaparte que encierra el ngulo?

    Ev.: -De ningn modo, y me avergenzo de mi temeridad. Hellegado a esto porque consideraba los ngulos y los lados igualesentre s; pero quin es el que no ve la grande diferencia quehay entre unos y otros?

    Ag.: -Escucha otro indicio clarsimo de la desigualdad. Vesclaramente que tanto el tringulo, que tiene lneas iguales, comoel cuadriltero tienen un punto cntrico.

    Ev.: -Lo veo muy bien.

    Ag.: -Pues bien, si desde ese mismo punto tiramos lneas a todaslas partes de la figura, crees que resultarn iguales o desigualesdichas lneas?

    Ev.: -Desiguales en absoluto, pues es necesario sean ms largaslas que tiramos a los ngulos.

    Ag.: -Cuntas lneas en el cuadriltero y cuntas en el tringulovan a morir en los ngulos?

    Ev.: -Cuatro en aqul y tres en ste.

    Ag.: -Y cules son las ms cortas y cuntas en cada figura?

    Ev.: -Otras tantas, que van a morir perpendiculares a los lados.

    Ag.: -Tienes muchsima razn, y no me parece necesariodetenernos ms en esto, pues es suficiente para lo quequeremos. Ves, en efecto, que es grande la igualdad que enestas figuras se observa, segn opino, y, sin embargo, an no esperfecta en absoluto.

    Ev.: -Lo veo perfectamente y espero con ansias conocer cul esla figura ms perfecta en igualdad.

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    CAPITULO XI

    ORDEN DE PREFERENCIA DE LAS FIGURAS. QU ES EL PUNTO Y QU EL SIGNO

    17. Ag.: -Crees que la figura perfecta pueda ser otra queaquella cuya extremidad equidista por todas partes del centro, alno haber ngulos que impidan la igualdad y de cuyo mediopueden trazarse lneas iguales a todas las partes extremas?

    Ev.: -Ya he cado en la cuenta, a mi modo de ver, pues hablas,segn creo, de la figura que se engendra por una lnea circular,prolongada por un lado hasta tocar con el otro extremo.

    Ag.: -Lo has entendido perfectamente. Ahora, pues, considera sipuede darse una figura sin latitud; ya que antes hemos dicho quela lnea se entiende en una sola direccin, la longitud, sin mezclaalguna de latitud y, por tanto, indivisible a lo largo.

    Ev.: -De ningn modo.

    Ag.: -Y la latitud, considerada slo como latitud, puede o nopuede darse sin longitud?

    Ev.: -No puede.

    Ag.: -Si no me engao, ves tambin que la latitud puededividirse por cualquiera parte, mientras que la lnea no esdivisible a lo largo.

    Ev.: -Evidente.

    Ag.: -Qu te parece, por consiguiente, preferible: lo que sepuede o lo que no se puede dividir?

    Ev.: -Sin duda, lo indivisible.

    Ag.: -Prefieres, por tanto, la lnea a la latitud. Porque, si hay quepreferir lo que no puede dividirse a lo divisible, es necesariotambin anteponer lo que se puede dividir de menos modos;ahora bien, la latitud se divide de cualquier modo; la longitud, encambio, slo transversalmente, pues a lo largo no admitedivisin; luego aventaja a la latitud. O es otro tu parecer?

    Ev.: -Forzosamente me obliga la razn a admitir lo que dices.

    18. Ag.: -Indaguemos ahora, si te parece bien, si existe algo eneste orden que no pueda dividirse de ninguna manera, pues estosera mucho ms perfecto que la lnea, dado que la lnea puededividirse innumerables veces transversalmente; as que lo dejopara que lo resuelvas t.

    Ev.: -Para m lo indivisible es el centro que colocbamos en lafigura y desde donde parten lneas a los extremos. Porque, si esdivisible, no puede carecer de longitud o tambin de latitud. Perosi tiene slo longitud, no ser ya desde donde parten las lneas,sino la misma lnea. Y si es tambin ancho, por esto mismonecesita de otro centro desde el cual salgan las lneas a losextremos de la latitud. Pero uno y a otro los desecha mi razn;luego lo indivisible es el punto cntrico.

    Ag.: -Bien has hablado. Pero no te parece a ti tambin algosemejante lo que da origen a la lnea, si bien no forma anfigura, cuyo centro nos imaginamos? Llamo principio de la lnea aaquello por lo que empieza la longitud, lo cual quiero te lo figures

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    sin longitud alguna; porque si te lo imaginas con longitud, a laverdad que no entiendes de dnde trae su origen la longitud.

    Ev.: -As es en absoluto.

    Ag.: -Pues esto, que veo entiendes ya, es lo ms fundamental detodo lo que hemos demostrado. Esto es lo que no sufre divisinalguna, y se llama punto cuando ocupa el centro de la figura;pero si es principio de lnea o de varias lneas o tambin fin, obien significa algo que no tiene partes, sin que, no obstante,designe el centro de una figura, entonces se llama signo. El signoes, por tanto, una seal sin partes, y el punto una seal queocupa el centro de la figura. De este modo resulta que todopunto es tambin signo, pero no todo signo punto. Quieroestemos de acuerdo acerca de estos nombres, a fin de usarmenos circunlocuciones en la conversacin; aunque los msllaman punto no al que ocupa el centro de toda figura, sinosolamente al del crculo o al de la esfera; a nosotros, empero,nos interesa poco la cuestin de nombres.

    Ev.: -Conforme.

    CAPTULO XII

    IMPORTANCIA DEL PUNTO

    19.- Ag.: -Ciertamente te das cuenta de la importancia delpunto, pues por l empieza la lnea y por l termina. Vemos queno puede trazarse ninguna figura con lneas rectas si el ngulo notermina en un punto; adems, por cualquiera parte que se cortela lnea es siempre por el punto, que l no admite de ningnmodo divisin alguna. Ninguna lnea se une a otra sino en unpunto. ltimamente, como de todas las figuras planas (pueshasta ahora nada hemos dicho de la profundidad) nos hademostrado la razn que ha de ser preferida la que est formadapor un crculo, debido a su grande igualdad, qu otra es la raznde su igualdad sino el punto colocado en el medio? Mucho puededecirse de la importancia del punto, pero pongo lmite y dejo quet pienses muchas cosas sobre l.

    Ev.: -Bien est tu parecer, pero no me avergonzar preguntartesi encuentro algo ms obscuro, pues, a mi juicio, veo a medias lagran importancia de ese signo.

    20. Ag.: -Una vez que has visto qu es el signo, la longitud y lalatitud, considera ahora cul de ellos necesita del otro, y de cul,para poder existir.

    Ev.: -La latitud necesita de la longitud, y sin sta de ningnmodo se puede concebir. Tambin echo de ver que la longitud nonecesita, ciertamente, de la latitud para existir; pero sin el signono puede existir. Lo que es claro, empero, es que el signo sebasta por s mismo, sin necesitar de ningn otro de los citados.

    Ag.: -As es como dices; pero piensa ms detenidamente si lalatitud puede verdaderamente dividirse por cualquiera parte opor alguna no admite divisin, aunque admite ms divisin quela lnea.

    Ev.: -Ignoto completamente por dnde no sea susceptible dedivisin.

    Ag.: -Creo que no te recuerdas, pues es de todo punto imposible

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    que lo ignores; por lo cual te lo apuntar de este modo. Teimaginas ciertamente la latitud prescindiendo totalmente de laprofundidad.

    Ev.: - Perfectamente.

    Ag.: -Aade a la latitud la profundidad; dime ahora si hasobrevenido tambin algo, debido a lo cual pueda dividirse porcualquier parte.

    Ev.: -Me lo has insinuado de modo maravilloso; pues ahora veoque no slo es seccionable por arriba y por bajo, sino quetambin lo es por los lados y que nada queda en absoluto dondeno pueda hacerse la divisin. Por lo cual es claro que la latitud noes divisible por aquellas partes que sirven de base a la altura.

    21. Ag.: -Puesto que, si no me engao, ya sabes qu es lalongitud, la latitud y la altura, dime: pueden faltar las dosprimeras existiendo la ltima?

    Ev.: -Ciertamente que la altura no puede darse sin la longitud,aunque s sin la latitud.

    Ag.: -Vuelve, pues, el pensamiento a la latitud y, si puedesfigurarla como tirada a la larga, erijmosla sobre cualquiera delos lados, como si quisieras sacarla por entre la finsima rendijade unas puertas cerradas. Por ventura no entiendes an lo quequiero decirte?

    Ev.: -Entiendo lo que dices, pero tal vez no s an lo quequieres.

    Ag.: -Que me digas si, puesta del modo dicho la latitud, seconvierte, a tu parecer, en altura, perdiendo as el nombre y lanocin de la latitud, o si an sigue siendo latitud, por ms queest colocada de la forma dicha.

    Ev.: -Mi parecer es que se ha convertido en altura.

    Ag.: -Dime: te recuerdas o no cmo definimos la altura?

    Ev.: -Me recuerdo perfectamente, y ya me avergenzo de haberrespondido as, pues, aun puesta de este modo, la latitud noadmite divisin a lo largo hacia abajo; por tanto, no se puedehablar aqu de volumen interno, si bien se conciben medios yextremos; pero, segn la definicin que, para hacrmelarecordar, diste de la altura, sta de ninguna manera puede existirsin concebir volumen interno.

    Ag.: -Muy bien, y es lo que deseaba yo recordaras. As, pues,quiero me respondas ahora si prefieres lo verdadero a lo falso.

    Ev.: -Sera demencia increble dudarlo a esta altura.

    Ag.: -Dime entonces, te ruego, si es verdadera lnea la quepuede cortarse a lo largo, o si es verdadero signo el que dealgnmodo puede dividirse, o si es verdadera latitud la que,colocada como dijimos, admite divisin a lo largo de arriba abajo.

    Ev.: -Nada de eso.

    CAPITULO XIII

    EL ALMA INCORPREA VE LO INCORPREO. QU ES EL ALMA

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    22. Ag.: -Has visto alguna vez con los ojos corporales el punto,la lnea, la latitud de que hablamos?

    Ev.: -Jams, porque no son corpreos.

    Ag.: -Luego si lo corpreo, por cierto admirable parentesconatural, se ve con los ojos de la carne, el alma, con la que vemosaquellas cosas inmateriales, es preciso que no sea cuerpo ni algocorpreo; o acaso piensas t de otro modo?

    Ev.: -Bien; concedo que el alma ni es cuerpo ni cosa corprea;dime, en ltimo trmino, qu es?

    Ag.: -Por ahora mira a ver si el alma est hecha para carecer detoda aquella dimensin de que hablamos; porque, qu sea elalma, me admiro que lo hayas olvidado una vez que lodiscutimos en la cuestin anterior. Recuerda que preguntasteprimeramente por el origen del alma; cuestin que, recuerdo,interpret de dos modos: una se refera al lugar o regin dednde vena, y la otra si estaba hecha de tierra o fuego o dealgn otro elemento, o bien de todos conjuntamente o dealgunos de ellos. En cuya cuestin quedamos en que no debemosbuscar ms el origen del alma que el de la tierra o cualquiera delos dems elementos. Pero hay que saber que el alma, aunquecreada por Dios, tiene sustancia propia, que ni es tierra, ni fuego,ni aire, ni agua; a no ser que, por ventura, concedamos que Diosdio a la tierra no ser ms que tierra y no otorg al alma el no serms que alma. Mas, si deseas una definicin del alma, y por estarazn preguntas qu es, te complacer fcilmente; pues a miparecer es una sustancia dotada de razn destinada a regir elcuerpo.

    CAPITULO XIV

    PODER DEL ALMA INMATERIAL

    23. As que atiende ms bien a aquello de donde parti ahora laduda: si el alma es cuantidad y si, por decirlo as, ocupa algnespacio local. Porque ya que, ciertamente, no es cuerpo, pues deotro modo, como arriba hemos demostrado ya, no podra vercosa alguna incorprea, carece, sin gnero de duda, de espacio,por el que se miden los cuerpos, y, por consiguiente, no puedelgicamente creerse, ni imaginarse, ni comprenderse el alma condimensin alguna. Y si te mueve a ello el que la memoria,careciendo de cantidad el alma, encierre en s tan grandesextensiones de cielo, de tierra y de mar, te dir que esto obedecea una fuerza misteriosa. T la puedes deducir con la luz de tuinteligencia de lo que hemos dicho. La razn ha ya demostradoque no hay cuerpo sin longitud, latitud y volumen, y que ningunode estos puede hallarse en un cuerpo sin los otros dos, mientrasque el alma, con un cierto ojo interior, la inteligencia, es capaz dever hasta una sola lnea. Esto mismo nos obliga a conceder queel alma no es cuerpo; es algo superior. Esto concedido, no piensodudar en afirmar que es tambin superior a la lnea; pues esirrisorio que, necesitando el cuerpo de las tres dimensiones paraser cuerpo, no sea superior a todas stas el que es mejor que elcuerpo, porque la misma lnea, que es inferior al alma, essuperior a las otras dos dimensiones precisamente porque esmenos divisible que stas. Las cuales, en tanto son msseccionables que la lnea en cuanto que ocupan mayor espacio;pues, a la verdad, la lnea no llena ms espacio que ellongitudinal, quitado el cual, no queda absolutamente nada de

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    espacio. Por lo tanto, todo lo que es superior a la lnea es precisoque no tenga espacio. As que intilmente nos afanamos, a miparecer, en busca de la dimensin que el alma no tiene, desde elmomento en que concedemos que es mejor que la lnea. Y si detodas las figuras planas la ms perfecta es la circunferencia, enla cual demostr la razn no haber nada mejor ni ms perfectoque el punto, que carece, segn todos, de partes, qu extrao esque el alma no sea corprea ni alargada por la longitud, niextensa por la latitud, ni consolidada por altura alguna; y, sinembargo, es tanto su poder en el cuerpo, que gobierna todos losmiembros, y en cuanto al obrar, es como el punto sobre el quedescansan todas las acciones.

    24. Dado que el centro del ojo, que llamamos pupila, no es otracosa que un punto del ojo; pero dotado de tanto poder, quedesde un lugar elevado podemos contemplar con l la mitad delfirmamento, espacio inmenso, no es inverosmil que el almacarezca de toda corporeidad, formada concretamente por las tressusodichas dimensiones, y pueda, no obstante, representarsecualquiera magnitud corprea.

    A pocos es permitido ver el alma por medio de la misma alma, esdecir, que el alma se contemple a s misma; pero se ve con lainteligencia. Slo sta puede ver que no hay nada ms grande yperfecto que aquellas cosas que, por decirlo as, se figuran sinhinchazn; porque no es absurdo llamar hinchazn a la extensindel cuerpo; y si a sta le diramos mucho valor, ciertamenteseran ms sabios que nosotros los elefantes. Y si algn parientede ellos dice que los elefantes son sabios (he notado, aunque conadmiracin, pero he notado, ciertamente, que tambin loshombres dudan muchas veces en esto), me conceder al menos,segn mi parecer, que ms sabe una abeja que un asno, ycomparar la magnitud de la una con la del otro es ponerse pordebajo del asno.

    Volviendo al ojo de que tratbamos, quin no ve que el ojo delguila es mucho ms pequeo que el nuestro? Sin embargo,volando a una altura en la que difcilmente la percibimos enpleno da, descubre con su vista el gazapillo oculto entre unarbusto y el pez bajo las olas. Y si en los sentidos corporales, quenicamente estn hechos para percibir las cosas corpreas, noinfluye para nada, por lo que a la potencia visual se refiere, lamagnitud del cuerpo, dime, hemos de temer que el almahumana, cuya ms preciada y casi nica visin es la mismarazn, con la que se ve tambin a s misma, sea nada, en elsupuesto de que la misma razn, es decir, la misma alma, nosconvenciera de que carece de toda extensin local? Creme,cosas grandes, muy grandes, hemos de pensar del alma, pero sinimaginarnos mole alguna.

    Esto lo consiguen ms fcilmente aquellos que, instruidos,vuelven su consideracin a estas cosas, no por deseo devanagloria, sino inflamados por el amor divino de la verdad. Yaquellos que, dedicados ya a investigar estas cosas, aunqueviniesen menos instruidos a la investigacin, se prestan dciles alas enseanzas de los buenos y se apartan, en cuanto esta vidalo permite, de toda familiaridad con los seres corpreos. Esimposible, pues, por una especial providencia divina, que a lasalmas religiosas que piadosa, casta y diligentemente deseanconocerse a s mismas y a su Dios, es decir, la verdad, les faltenlos medios suficientes para conseguirlo.

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    CAPITULO XV

    SE OBJETA QUE EL ALMA CRECE CON LA EDAD

    25. Pero si le place, dejemos ya esta cuestin y pasemos a otracosa, si es que no se te ocurre algo ahora. Lo que acerca de lasfiguras geomtricas hemos tratado, tal vez ms extensamente delo que deseabas, vers cunto vale para otras cuestiones, si esque me concedes que esto sirva en algo de ayuda a estainvestigacin; porque este gnero de estudios prepara el almapara comprender verdades ms abstractas, no sea que, ofuscadapor el resplandor de aqullas y no pudiendo aguantarla, caigacon gusto en las mismas tinieblas que deseaba evitar. Suministratambin, si no me engao, argumentos ciertsimos, y seraatrevido dudar de lo que con ellos se ha probado y consolidado,dentro, es cierto, de lo que al hombre est permitido alcanzar enestas cosas. Dudo menos de estas cosas que de las que vemoscon los ojos corporales, en lucha siempre con las legaas. Quhay menos tolerable que admitir nuestra superioridad sobre lasbestias, debido a la razn, y confesar que lo que a la luz naturalvemos con los sentidos, y algunos animales lo ven incluso mejor,es algo, y, en cambio, contender que lo que vemos con la raznno es nada? Y si alguien afirmase que las cosas son tal cual lasperciben los ojos, ciertamente ninguna afirmacin habra msindigna que esta.

    26. Ev.: -De muy buen grado asiento y acepto lo que dices; perome preocupa esto: que, siendo cosa evidente para m que elalma no tiene dimensin corprea, ignoro completamente cmoresistir a estos argumentos y qu es lo que no he de conceder alos mismos: primeramente por qu, as como crece el cuerpo conel tiempo, crece tambin el alma o parece crecer. Quin negarque los nios ni comparacin admiten con la sagacidad dealgunos animales? Y quin dudar de que, con el desarrollocorporal de aqullos, crece tambin de algn modoparalelamente su razn? En segundo lugar, si el alma se extiendepor su cuerpo, cmo es que carece de extensin? Y si no seextiende, cmo siente en cualquier parte que se pinche?

    Ag.: -Preguntas precisamente lo que tambin a m muchas vecesme ha preocupado; por tanto, estoy preparado a respondertecomo acostumbro hacerlo a m mismo: tu inteligencia juzgar sivalen mis razones; sin embargo, sea lo que fuere, no puedo,ciertamente, ms, a no ser que, mientras disputamos, me inspireDios algo mejor.

    Pero procedamos, si te place, segn nuestra costumbre, que,teniendo por gua a la razn, t te respondas a ti mismo. Yprimeramente averigemos si es un argumento cierto de quecrece el alma con el cuerpo, el que con la edad llegue a ser elhombre ms apto para la vida humana y cada da msexperimentado en ella.

    Ev.: -Procede como quieras, que tambin yo apruebosobremanera este modo de ensear y de aprender; pues no s aqu obedece que, cuando yo mismo respondo a lo que,ignorante, preguntaba, resulta la verdad no slo ms agradablepor s misma, sino tambin por la admiracin que causa elmtodo.

    CAPITULO XVI

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    SE RESPONDE A LA OBJECIN Y SE DEMUESTRA QUE EL ALMA PROGRESA SINQUE EL CUERPO SE DESARROLLE

    27. Ag.: -Dime, pues: lo mayor y lo mejor son dos cosasdistintas o una misma expresada con dos nombres diversos?

    Ev.: -S que una cosa es lo mayor y otra lo mejor.

    Ag.: -Y a cul de las dos crees que corresponde la dimensincuantitativa?

    Ev.: -Ciertamente a lo que llamamos mayor.

    Ag.: -Y cuando decimos que de dos figuras la redonda es mejorque la cuadrada, obedece esto a la cantidad o a otra cosa?

    Ev.: -De ningn modo nace de la cantidad, sino que elfundamento, la causa de esa excelencia es la igualdad, de la queya hemos hablado arriba.

    Ag.: -Pues fjate ahora en esto: te parece que la virtud es unacierta igualdad de vida en todo conforme con la razn? Porque, sino me engao, ms nos ofende el que haya algo desordenado enla vida que el que una parte del crculo diste ms o menos quelas otras del centro. O piensas t de otra manera?

    Ev.: -Antes al contrario, asiento y admito que esa que t hasdescrito es la virtud; porque, ciertamente, no hemos de llamar nitener por tal a la razn, si no es verdadera; y el que vive en todoconforme a la verdad, ste es, sin duda o el nico o el queprincipalmente vive con bondad y honestamente; y el que ashace hemos de pensar que es el nico que tiene virtud y vive deella.

    Ag.: -Perfectamente; pero opino que tambin ves, ciertamente,que el crculo es ms semejante a la virtud que cualquiera de lasotras figuras planas. De aqu procede, pues, que alabemosgrandemente aquel verso de Horacio que, hablando del sabio,dice: Fuerte, perfecto en s mismo, terso y redondo. Y conrazn, porque ni entre los bienes espirituales hallas algo que estms conforme en todo consigo mismo que la virtud, ni entre lasfiguras planas una ms perfecta que el crculo. Por lo tanto, si elcrculo aventaja a las dems no por su magnitud espacial, sinopor su forma, con cunta mayor razn hemos de pensar que lavirtud supera a las restantes tendencias del alma, no por sumayor extensin, sino por cierta divina congruencia y concordiade aspectos?

    28. Cuando el nio laudablemente avanza, a qu otra cosa sedice que camina ms que a la virtud? O no te parece as?

    Ev.: -Es claro.

    Ag.: -Luego no debes creer que el alma crece de la mismamanera que el cuerpo con la edad, pues progresando llega a lavirtud, la cual decimos que es perfecta y hermosa no por suextensin, sino por una excelente armona; y si, como has dicho,una cosa es lo mayor y otra lo mejor, siempre que el almaavanza con la edad y llega al uso de la razn, no me parece quecon esto se hace mayor, sino ms bien mejor. Y si esto se debe ala magnitud de los miembros, tanto ms prudente sera unocuanto ms alto y robusto fuese; pero creo no negars que estono sucede as.

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    Ev.: -Quin se atrevera a negarlo? Pero, sin embargo,concediendo t tambin que el alma progresa con el tiempo, meadmiro cmo pueda suceder que lo exento de toda cantidad sea,ciertamente, en su desarrollo, favorecido por el tiempo, aunqueno por la magnitud de los miembros.

    CAPITULO XVII

    EL ALMA CRECE CON EL TIEMPO METAFRICAMENTE

    29. Ag.: -Deja tu admiracin, porque te pondr ahora unargumento semejante en contrario. As como la corpulencia no esargumento de valor para demostrar que el alma se desarrolla,pues muchos pequeos y dbiles de cuerpo son ms prudentesque algunos dotados de grande humanidad, as tambin, porqueencontramos algunos jvenes ms ingeniosos y valientes que lamayor parte de los ancianos, no veo razn para admitir que eltiempo influya de la misma manera en el desarrollo de loscuerpos que en el de las almas. Y tanto ms cuanto que losmismos cuerpos, los cuales hemos concedido que crecen y tomanmayor volumen con el tiempo, son muchas veces ms pequeoscuanto ms aosos. Y esto no sucede slo en cuanto a losancianos, a quienes la edad parece consumirlos y aniquilarlos,sino tambin entre los mismos nios. Vemos que unos aventajana otros en edad, pero no en estatura.

    Luego si ni siquiera los muchos aos son causa de la magnituddel cuerpo, sino que toda ella depende de las fuerzas genticas yde ciertas combinaciones de la naturaleza, ocultas y difciles deconocer, cunto menos hemos de pensar que el alma crece conel mucho tiempo, porque la vemos con la prctica y la constanciaaprender muchas cosas?

    30. Es conveniente advertir, por si te causa extraeza el quesolemos llamar longanimidad a lo que los griegos denominan. Te advierto que muchas palabras referentes alcuerpo se aplican al alma y, viceversa, las del alma al cuerpo. SiVirgilio llam al monte cruel y a la tierra justsima, expresiones,como ves, tomadas del alma y aplicadas al cuerpo, qu extraoes usemos indistintamente de la palabra longanimidad, auncuando propiamente slo a los cuerpos pueda denominarselargos?

    Pero la que entre las virtudes llamamos magnanimidad, no serefiere a ningn espacio, sino a cierta energa, es decir, al podery fuerza del alma; virtud tanto ms apreciable cuanto despreciams cosas. Mas de esto ya hablaremos despus al tratar de ladimensin del alma; as como suele tratarse de la grandeza deHrcules por la excelencia de sus acciones, no por el tamao desus miembros: ste es el orden arriba establecido.

    Conviene recordarte ahora lo que ya expusimos bastanteextensamente acerca del punto. La razn nos ensea que ocupaun lugar principalsimo y dominante, por su importancia, entrelas figuras. Esta preeminencia y dominio, no revelan ciertamagnitud? Y, no obstante, en el puntono encontramos extensin.Por consiguiente, no hemos de pensar, cuando omos hablar ohablamos de un alma grande, en la extensin que ocupa, sino enlo que puede. Si, pues, tu primer argumento, segn el cual tepareca que el alma y el cuerpo crecan con la edad, estsuficientemente resuelto, pasemos a otra cosa.

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    CAPITULO XVIII

    LA FACULTAD DE HABLAR, QUE EL NIO ADQUIERE PAULATINAMENTE, NO SEHA DE ATRIBUIR AL INCREMENTO DEL ALMA

    31. Ev.: -No s si hemos hablado de todas las cuestiones que, nosin razn, me suelen preocupar; puede suceder muy bien quealgunas se escapen a mi memoria; sin embargo, analicemos loque ahora se me ocurre: por qu razn el recin nacido nohabla y con el desarrollo adquiere el lenguaje?

    Ag.: -Cosa fcil, pues creo no ignoras que cada uno habla aquellalengua que hablan los hombres entre quienes ha nacido y se haeducado.

    Ev.: -Nadie lo ignora.

    Ag.: -Figrate, pues, una persona nacida y criada all donde loshombres no hablasen, sino que por seales y movimientos desus miembros manifestasen sus pensamientos a los dems; nocrees que ese tal, que a nadie oira hablar, hara lo mismo, sinque llegara a hablar?

    Ev.: -No me preguntes lo que no puede suceder. Cmo puedoyo imaginarme esos hombres entre los cuales haya nacidoalguien?

    Ag.: -Es que t no viste en Miln un joven gallardo y corts y,sin embargo, mudo y tan sordo que no entenda a los dems sinopor seas y que ni l mismo manifestaba de otra manera susdeseos? Pues aqu es conocidsimo. Yo conoc personalmente aun hombre hablante cuyos hijos todos, cuatro o ms, norecuerdo ahora exactamente, varones y hembras, que tuvo deuna mujer que tambin hablaba, nacieron sordos y mudos; se lestena por mudos, porque no podan hablar, y, asimismo, porsordos, puesto que ninguna seal perciban si no era por la vista.

    Ev.: -Bien; conoc, es verdad, al primero, y tocante a estos aquienes desconozco, fo en tu palabra; pero a qu vienen estascosas?

    Ag.: -Porque dijiste que no te podas imaginar a uno nacido entretales hombres.

    Ev.: -Y an no he cambiado de parecer; pues, si no me engao,has dicho que nacieron entre otros que hablaban.

    Ag.: -No lo negar, ciertamente; pero, dado que pueden darsealgunos hombres as, recapacita: si, unidos un hombre y unamujer de stos y llevados por cualquier circunstancia a un lugarapartado, tuviesen un hijo con audicin normal, cmo seentendera ste con sus padres?

    Ev.: -Pues cmo crees que lo hara, sino repitiendo los mismosademanes que observaba en sus padres? Pero, con todo, ni estopodra hacer un nio pequeo, por lo que mi argumentopermanece en pie. Qu importa adquiera el hablar o elgesticular con el desarrollo, si ambas cosas pertenecen al alma,cuyo crecimiento no queremos confesar?

    32. Ag.: -Lo que me parece es que hasta crees que unfunmbulo tiene un alma ms grande que los incapaces de hacertales habilidades.

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    Ev.: -Esto es algo distinto. Quin no ve que eso es arte?

    Ag.: -Dime, por qu es arte? Acaso porque lo aprendi?

    Ev.: -Ciertamente que s.

    Ag.: -Y no te parece tambin arte si alguien aprende otra cosa?

    Ev.: -Concedo, en absoluto, que todo lo que se aprende es arte.

    Ag.: -Luego el nio no aprendi de sus padres los ademanes.

    Ev.: -Los aprendi, ciertamente.

    Ag.: -Entonces es necesario admitas que esto no se debe aldesarrollo de su grande alma, sino a cierto arte mmico.

    Ev.: -No puedo concederlo.

    Ag.: -Luego, en contra de lo que acabas de conceder, no todo loque se aprende es arte.

    Ev.: -Arte, en absoluto.

    Ag.: -Por consiguiente, no aprendi los gestos ese nio, cosa quetambin admitiste.

    Ev.: -Los aprendi, pero esto no es arte.

    Ag.: -Pues t, poco ha, dijiste que todo lo que se aprende esarte.

    Ev.: -Bien, concedo ya que el hablar y el gesticular, por el hechode aprenderlo, es arte. Sin embargo, unas son las artes queaprendemos mirando a los otros y otras las que nos ensean losmaestros.

    Ag.: -Cul de stas piensas, por fin, que consigue el alma porslo el desarrollo? O las adquiere todas?

    Ev.: -No todas, creo, sino las primeras.

    Ag.: -No te parece de stas la acrobacia? Porque, a mi juicio,tambin la aprenden mirando los que la practican.

    Ev.: -As lo creo; pero, no obstante, no todos los espectadores,aunque ponen grande cuidado, llegan a conseguirla, sinoaquellos que tienen maestros.

    Ag.: -Bien dices, en verdad; yo te respondera lo mismo acercadel lenguaje; pues con ms frecuencia nos oyen muchos griegoshablar diferente lenguaje que ven a un volatinero, y ellos, paraaprender nuestra lengua, as como nosotros para aprender lasuya, se ponen en manos de los maestros. Siendo esto as, meadmiro porque quieres atribuir a incremento del alma el quehablen los hombres y no el funambulismo.

    Ev.: -No s cmo confundes una cosa con otra; porque el que sepone en manos de un maestro para aprender nuestra lengua,conoce ya alguna otra, la suya, aprendida, a mi sentir, con elcrecer de su alma; mas el aprender la ajena no lo atribuyo alcrecimiento del alma, sino al arte.

    Ag.: -Y si uno nacido y criado entre mudos, despus ya joven,viniese a parar entre otros hombres y aprendiese a hablar, sin

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    haber conocido antes ninguna otra lengua, crees que crecera sualma mientras aprende a hablar?

    Ev.: -Nunca osar afirmarlo; me entrego vencido a la razn y noadmito que el hablar pruebe que el alma crece, para no vermeobligado a confesar que todas las dems artes las adquiere elalma creciendo; pues de admitirlo se seguira este absurdo: queel alma decrece cuando olvida algo.

    CAPITULO XIX

    EN QU SENTIDO CRECE Y DECRECE EL ALMA

    33. Ag.: -Bien lo has entendido, y, a decirte verdad, con razn seafirma que el alma como que crece aprendiendo y, por elcontrario, disminuye olvidando; pero metafricamente, comoarriba dijimos. Hay que abstenerse, sin embargo, de imaginarque, cuando decimos que el alma crece, ocupa mayor espaciolocal; lo que posee es mayor capacidad para obrar el alma sabiaque la ignorante.

    Es de gran importancia, empero, el gnero de conocimientos queadquiere y con los que, en cierto sentido, se desarrolla. Porque,as como en el cuerpo se dan tres clases de crecimientos, unonecesario, por el cual los miembros llegan a su proporcinnatural; otro superfluo, por el que algn miembro crecedesproporcionado a los otros, sin menoscabo de la salud, comosucede a veces en los hombres que nacen con seis dedos y enotros muchos casos, que llamamos monstruos por ser losmiembros excesivos y anormales; el tercero, daoso, llamadotumor cuando sobreviene (porque tambin as crecen losmiembros y ocupan, sin duda, mayor espacio, pero a costa de labuena salud).

    Del mismo modo en el alma se dan ciertos crecimientos casinaturales cuando decimos que crece en conocimientos honestosy acomodados al vivir recta y honestamente. Cuandoaprendemos cosas ms maravillosas que tiles, por ms que enalgunas circunstancias nos sean provechosas, sin embargo, sonsuperfluas y pueden equipararse al segundo gnero decrecimiento corporal. No porque un flautista, al decir de Varrn,haya sido elegido rey porque agrad al pueblo con su arte, poreso debemos pensar que crece nuestra alma con esta habilidad;ni tampoco querramos tener dientes mayores que los naturalessi oysemos que uno, porque los tena grandes, mat a suenemigo de un mordisco.

    Nocivo es, empero, aquel gnero de artes que daan la salud delalma; porque discernir los manjares con maestra por el olor y elsabor, saber determinar en qu lago se pesc un pez o qu aejosea un vino, es una maestra deplorable. Y cuando e1 alma,abandonando la inteligencia, declina hacia los sentidos y parececrecer con estas artes, no hace ms que hincharse e inclusoconsumirse.

    CAPITULO XX

    SABE EL ALMA ALGO DE S MISMA?

    34. Ev.: -Acepto y asiento a lo que dices, y, sin embargo, meinquieta que el alma de un recin nacido, en cuanto nos es dadoobservar, que nada sepa y sea como la de un bruto. Por qu, sies eterna, no trae consigo conocimiento de algn arte?

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    Ag.: -Difcil, muy difcil es la cuestin que propones, y no s sihabr otra mayor. Muy contrarias son entre s nuestras opinionesen este punto; a ti te parece que no trae consigo el alma ningnarte; a m, por el contrario, me parece que las trae todas, y elaprender no es otra cosa que el recordar.

    Pero no te das cuenta cuan importuno es preguntar si enrealidad son as estas cosas? Ahora tratamos de demostrar, si sepuede, que no llamamos grande o pequea al alma por suextensin. De su eternidad, si la tiene, hablaremosoportunamente al estudiar, en cuanto nos sea posible, la cuartapregunta que hiciste: por qu se uni al cuerpo.

    Qu nos importa, para tratar de su dimensin, si existi siempreo no, o durar por siempre, o el que ahora sea ignorante, ahorasabia, cuando hemos probado ya que el largo espacio de tiemponi siquiera es causa de la magnitud en los cuerpos y que laciencia, como es conocidsimo, puede ser nula en los que creceny hallarse muchas veces en los ancianos? Adems, otras muchascosas expuestas, segn creo, son suficientes a demostrar que elalma no crece a comps del volumen que adquiere con la edad elcuerpo.

    CAPITULO XXI

    LAS MAYORES FUERZAS, DEBIDAS A LA MAYOR EDAD, NO PRUEBAN QUECREZCA EL ALMA

    35. Si te parece, pues, examinaremos el valor de tu segundoargumento, segn el cual el alma, a quien negamos todaextensin, siente por medio del tacto en cualquiera parte delcuerpo.

    Ev.: -Te permitira ya pasar a esta cuestin si no me parecieseque hay que decir algo acerca de las fuerzas. Porque a qu sedebe que los cuerpos desarrollados por la edad dan mayoresfuerzas al alma, si es que el alma no se hace ms grande constas? Aunque la virtud suele atribuirse al alma y las fuerzas alcuerpo, no obstante, jams dir que no sean del alma, viendoque en los cuerpos exnimes no existen. No hay que negar, escierto, que el alma hace uso de las fuerzas, como de los sentidos,por medio del cuerpo; mas como esto es exclusivo del serviviente, quin puede dudar que las fuerzas pertenecen msbien al alma? As que, cuando observamos que los niosgrandecitos tienen mayores fuerzas que los infantes y despuslos adolescentes y los jvenes crecen de da en da en fuerzashasta que disminuyen de nuevo al ir envejeciendo el cuerpo, noes esto, a mi parecer, pequeo indicio de que el alma crece ydespus envejece paralelamente al cuerpo.

    36. Ag.: -No es completamente absurdo lo que afirmas; pero yopienso que las fuerzas no radican tanto en la corpulencia y en laedad cuanto en el ejercicio y disposicin de los miembros. Paraprobrtelo, una pregunta: crees t que el que pueda unocaminar por ms tiempo y con menos fatiga que otro depende deque tiene mayores fuerzas?

    Ev.: -Tal creo.

    Ag.: -Por qu entonces, siendo nio, cuando me dedicaba aandar por aficin a la caza de pjaros, trajinaba sin cansanciomucho ms que cuando, ya adolescente, me consagr a otras

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    aficiones que me obligaban ms a la vida sedentaria, si es que ala edad y al alma, que crece con ella, hay que atribuirle mayoresfuerzas? Los maestros examinan cuidadosamente en losluchadores no la magnitud y la corpulencia, sino los abultadosmorcillos y los apretados msculos y la configuracin armoniosade todo el cuerpo, y de todo esto coligen ms bien las fuerzas.

    Poco valen, sin embargo, estas cualidades si el arte y el ejerciciono las acompaan para darles mayor fuerza. Tambin he vistomuchas veces a hombres corpulentos vencidos por otros demenor estatura, cuando de mover o de transportar pesos se tratay aun en la misma lucha. Y quin no sabe que un vencedorolmpico se cansa primero de andar que un mercader ambulante,a quien aqul puede derribar con un solo dedo?

    Por consiguiente, si no llamamos grandes a todas las fuerzasindistintamente, sino a aquellas que son ms aptas a un fin; si laforma y la configuracin de los cuerpos vale ms que lamagnitud, y si tanto hace el ejercicio que, segn una famosacreencia, un hombre levantando diariamente un becerro llegtambin a poderle levantar y sostener ya toro, sin sentir elmayor peso que poco a poco iba adquiriendo, de ninguna maneraprueban las fuerzas adquiridas con los aos que el alma crececon el desarrollo del cuerpo.

    CAPITULO XXII

    ORIGEN DE LAS MAYORES FUERZAS DEL CUERPO

    37. Y si los animales corpulentos, por lo mismo que son msgrandes, desarrollan mayores fuerzas, obedece a que, por leynatural, los pesos menores ceden a los mayores, no slo cuandoellos mismos buscan su lugar propio por naturaleza, como lasaguas y los cuerpos terrenos tienden al centro de la tierra, quees el ms bajo, y el aire y el fuego hacia arriba, sino tambincuando por medio de una mquina o de un tiro se les obliga allegar forzosamente a donde no iran por ley natural. Si dejascaer desde lo alto y al mismo tiempo dos piedras de desigualtamao, sin duda llega primero la mayor a la tierra; pero, si se lecoloca la pequea debajo y de tal forma que de ninguna manerapueda desviarse, cede ciertamente y llega a tierra al mismotiempo. Asimismo, si se deja caer de lo alto la mayor, y la mspequea, por el contrario, se tira hacia arriba, al encontrarse,sguese necesariamente el rechazo y retroceso de la menor.

    Ni pienses que esto sucede as porque la ms pequea es forzadaa ir hacia arriba contra naturaleza, mientras la otra buscaba supropio lugar con mayor mpetu. Impulsa la mayor hacia arriba yque choque con la menor arrojada hacia el suelo; vers, noobstante, que la menor es rechazada hacia el cielo y por efectodel mismo rechazo dirigirse a otra parte para descender a tierrapor un camino expedito. Adems, si estas dos piedras, movidasno por un movimiento natural, sino disparadas por dos individuosque estuviesen como combatindose en el campo, chocan unacon otra en el medio del espacio, quin dudar que la menorceder, al golpe de la mayor, hacia el lugar de donde aqullahaba salido y hacia el que sta se encaminaba?

    Siendo esto as, a saber, que los pesos menores, como se hadicho, ceden a los mayores, importa mucho, sin embargo, teneren cuenta el mpetu que cada uno lleva; porque si la menor,lanzada por una potente mquina, choca con la mayor, arrojada

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    con menos fuerza o cuando ya tiene poca, aunque la pequearebote, a pesar de esto, la retardar o aun la har retroceder,tenida cuenta de las fuerzas y de los pesos.

    38. Esto expuesto y entendido en cuanto lo requiere la presentecuestin, considera ahora si las fuerzas animales se conformancon lo que se ha dicho. Que los cuerpos de los animales tengansu propio peso, quin lo niega? Este peso, movido por orden delalma, hacia cualquier lugar que se inclinare adquiere fuerza porsu propia mole. Pero las rdenes del alma para mover el peso delcuerpo usan de los msculos como de cordeles. La sequedad y latemperatura moderada fortifican y hacen ms flexibles losmsculos; por el contrario, el fro hmedo los relaja y debilita. Heaqu por qu los miembros con el sueo languidecen, porque losmdicos afirman y prueban que es fro y hmedo: el mismoesfuerzo de los que despiertan es mucho ms dbil, y, por estomismo, nada hay ms flojo y enervado que los letargos. Es claro,empero, que algunos frenticos a quienes las vigilias, el vino ylas fiebres agudas, es decir, tantas cosas calientes, tienden eirritan ms de lo justo los nervios, luchan y hacen otras muchascosas con mayores fuerzas que en sana salud, por ms que sucuerpo est ms extenuado y adelgazado a causa de laenfermedad.

    Luego si lo que llamamos fuerzas tiene su origen en el impulsodel alma, en la mquina de los msculos y en el peso del cuerpo,la voluntad es la que produce el impulso, el cual se hace msfuerte con la esperanza y la audacia, pero se debilita con eltemor, y mucho ms con la desesperacin (pues con el miedo,quedando alguna esperanza, suelen resultar ms vehementes lasfuerzas); el entramado de los nervios se adapta a la constitucindel cuerpo, se modifica con el estado de salud y se robustece abase del ejercicio: el peso es producto de la magnitud de losmiembros, la cual se adquiere con la edad y los alimentos y serestaura con slo los alimentos. El que est dotado por igual detodas estas cualidades, causa admiracin por sus fuerzas, y tantoes uno ms dbil que otro cuanto ms le fallan estas cosas.

    Sucede a veces que uno de voluntad decidida y mejorconstitucin fsica, aunque tenga poco peso, vence a otro demayor corpulencia; por otra parte, hay casos en que es tangrande la mole, que, aunque obre con menor esfuerzo, vence,sin embargo, al pequeo adversario, que lucha mucho msdecididamente. Pero cuando no es el peso del cuerpo ni el poderde los msculos el que cede, sino el impulso mismo, es decir, elnimo, de tal modo que el ms robusto, pero, sin embargo, mstmido, sea vencido por otro de todo punto ms dbil, aunquems animoso, no s si atriburselo a las fuerzas. A no ser quealguien diga que el alma tiene ciertas fuerzas propias que le danmayor audacia y confianza; las cuales al hallarse en uno y faltaren otro dan a entender entonces cunto aventaja el alma alcuerpo, aun en aquello que hace por medio de l.

    39. Por lo tanto, teniendo solamente un nio pequeo lavoluntad ntegra para atraer hacia s o rechazar algo, pues losmsculos son inhbiles por su tierna constitucin, menosperfecta, y dbiles por el abundante humor de aquella edad, ylnguidos por falta de ejercicio. Su peso es realmente tan exiguo,que ni siquiera arrojado por otro produce grave dao, sino que esms apto para recibir que para infligir dao. Quin es el que,viendo adquirir con los aos todas estas cosas que le faltan y

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    echando de ver las fuerzas conseguidas a travs de los aos,piensa racional y prudentemente que el alma, que dispone de daen da de mayores fuerzas, ha crecido? Puede que si observa aun joven, oculto a su mirada por un velo intermedio, arrojar conun arco flojo pequeas y ligeras flechas que van a poca distanciay caen inmediatamente, y poco despus ve salir hacia el altocielo saetas pesadas por la punta de hierro, llenas de plumas ydisparadas por un arco tenssimo, al comunicarle luego que igualesfuerzo puso ese hombre en uno que en otro caso, puede eseindividuo, digo, pensar que ese joven creci y aument susfuerzas en tan poco tiempo. Pero hay algo ms absurdo quepensar as?

    40. Adems, si el alma crece, mira qu necio sera creer que suaumento se realiza a expensas de las fuerzas del cuerpo y no dela abundancia de conocimientos, cuando solamente presta aaqullos su voluntad y la ciencia ella sola la adquiere. Pero siadmitimos que el alma crece cuando se adquieren fuerzas, hayque admitir tambin que disminuye cuando se pierden. Sepierden en la vejez, se pierden por el trabajo intelectual y, comoen estos momentos precisamente cuando suelen adquirirse ycompletarse los conocimientos, no puede, en modo alguno,aumentar y disminuir una cosa al mismo tiempo.

    En conclusin: el tener mayores fuerzas en la edad adulta no esargumento vlido de que el alma crezca. Mucho ms podraaadirse; pero si ya ests satisfecho, pongo fin para pasar aotras cosas.

    Ev.: -Yo, a la verdad, estoy bastante persuadido de que lasmayores fuerzas no proceden de que el alma crezca; porque,pasando por alto lo que t ingeniosamente has dicho, ni un loco,el cual todo el mundo sabe que tiene mucha ms fuerza quecuando est cuerdo, afirmara ciertamente que el alma crece conla locura y enfermedad del cuerpo, siendo as que el mismocuerpo disminuye. Por lo que soy muy del parecer que, cuandoinesperadamente comprobamos que un individuo es forzudo, esafuerza, que nos causa admiracin en tal sujeto, radica en losmsculos. Suplcote, pues, acometas ya lo que con toda mi almabusco: por qu el alma, si no tiene tanta extensin espacialcomo el cuerpo, siente en cualquier parte del cuerpo que setoque?

    CAPITULO XXIII

    AUNQUE EL ALMA SIENTE EN TODAS LAS PARTES DEL CUERPO, NO POR ESO ESEXTENSA COMO EL CUERPO. QU ES LA SENSACIN Y CMO SE REALIZA LA

    VISIN

    41. Ag.: -Ea, pues! Pongamos manos a lo que deseas; pero esnecesario me prestes mucha ms atencin de la que, tal vez,crees se requiere. As que procura no distraerte en lo msmnimo y dime qu sentido es se del que el alma usa por mediodel cuerpo; porque, usando ya de la palabra propia, podemosdenominarle sentido.

    Ev.: -He odo decir que hay cinco sentidos: el de ver, el de or, elde oler, el de gustar y el de palpar; no sabra deciros ms.

    Ag.: -Antiqusima es esta divisin y casi de todos conocida. Peroquerra me definieras t qu es un sentido, para que todos esosencuadraran dentro de una misma definicin y nada se incluyera

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    en ella que no fuera verdaderamente sentido. Mas, si no puedes,no insisto. Es suficiente, empero, con que aceptes o rechaces ladefinicin que yo dar.

    Ev.: -Tal vez de este modo no te defraudar, habida cuenta demis fuerzas, porque no es esto siempre cosa fcil.

    Ag.: -As que atento. A mi parecer, sensacin es percibir el almalo que el cuerpo experimenta.

    Ev.: -Me gusta esta definicin.

    Ag.: -Hazte cuenta de que es tuya y defindela mientras yo, pocoa poco, la refuto.

    Ev.: -La defender, en verdad, si t me ayudas; si no, ya medesagrada, pues no en vano intentas refutarla.

    Ag.: -No te hagas demasiado esclavo de la autoridad, sobre todode la ma, que nada vale. Horacio dice: Pon audacia en elsaber, a fin de que la razn te subyugue antes que el miedo.

    Ev.: -Nada absolutamente temo en cualquier modo que sedesarrolle la discusin, porque no me dejars errar. Pero, si algotienes que decir, comienza, para no fatigarme ms con ladilacin que con la defensa.

    42. Ag.: -Dime, por tanto, qu experimenta tu cuerpo cuandome ves?

    Ev.: -Algo ciertamente, pues mis ojos son, si no me engao,partes de mi cuerpo; y si nada experimentasen, cmo podraverte?

    Ag.: -Pero no basta probar que tus ojos experimentan algo, si nodemuestras tambin qu es lo que experimentan.

    Ev.: -Pues qu sino la misma visin? Porque ven. Si mepreguntaras qu experimenta un enfermo, respondera: laenfermedad; qu el que desea, el deseo; qu el que teme, elmiedo; qu el que goza, el gozo.

    Por qu, pues, al que me pregunta qu experimenta el videnteno he de responderle con razn: la visin misma?

    Ag.: -Pero el que goza siente gozo. O lo niegas?

    Ev.: -Al contrario, lo afirmo.

    Ag.: -Yo dira tambin lo mismo de las dems sensaciones.

    Ev.: -Conforme.

    Ag.: -Los ojos, empero, ven lo que sienten.

    Ev.: -Esto de ningn modo lo conceder; porque quin ve eldolor que, no obstante, sienten muchas veces los ojos?

    Ag.: -Tratas, claro est, de los ojos y ests atento. As que mira aver si el que goza siente el gozo gozando, lo mismo que el queve siente la visin viendo.

    Ev.: -Es que puede suceder de otro modo?

    Ag.: -Mas lo que se siente viendo, es necesario que tambin se

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    vea.

    Ev.: -No es necesario; pues qu, acaso si viendo siente uno elamor ve tambin el amor?

    Ag.: -Prudentsima e ingeniossima respuesta; me alegro de quedifcilmente se te engae. Pero ahora escucha: dado que los dosadmitimos que no se ve todo lo que los ojos sienten, ni todo loque se siente viendo, crees que puede ser verdad, al menos,esto: que todo lo que se ve se siente?

    Ev.: -En verdad que, si no concediere esto, cmo se puedellamar sensacin a lo que vemos?

    Ag.: -Y que lo que sentimos, no lo experimentamos tambin?

    Ev.: -S, por cierto.

    Ag.: --Luego, si todo lo que vemos lo sentimos y todo lo quesentimos lo experimentamos, experimentamos todo lo quevemos.

    Ev.: -No lucho ms.

    Ag.: -Por tanto, t me experimentas y, a la vez, yo teexperimento cuando mutuamente nos vemos.

    Ev.: -As lo creo, y a ello me obliga fuertemente la razn.

    43. Ag.: - Escucha lo que resta. Creo te parecer ilgico yextremadamente necio el que alguien diga que un cuerpo teproduce sensacin all donde no est el mismo cuerpo quepercibes.

    Ev.: -Absurdo me parece, y opino que es tal como dices.

    Ag.: -Y qu te parece esto? No es claro que mi cuerpo est enun lugar y el tuyo en otro?

    Ev.: -Evidente.

    Ag.: -Pero tus ojos perciben mi cuerpo, y si lo perciben, tambinle experimentan; ni pueden experimentar all donde no se hallalo que sienten, y, sin embargo, no estn ellos donde est micuerpo; luego experimentan donde no estn.

    Ev.: -He concedido, en verdad, todo lo que me pareca absurdono concederlo; pero esto ltimo, que has inferido de misconcesiones, es tan absurdo, que, antes bien, admito haberconcedido algo de aquello temerariamente que el que esto seaverdadero; porque ni en sueos me atrevera, ciertamente, aafirmar que mis ojos sienten donde no estn.

    Ag.: -Pues mira a ver dnde te dormiste; porque qu es lo que,en ltimo trmino, se te pudo pasar tan inconsideradamente siestuvieses atento como poco ha?

    Ev.: -Cuidadosamente, es verdad, exploro y repaso conmigomismo lo dicho, y, sin embargo, no acabo de ver claro que mepese de haberlo concedido, a no ser, por ventura, que nuestrosojos sientan al ver, cuando tal vez, es la misma visin la quesiente.

    Ag.: -As es, en efecto, pues sta se proyecta fuera y por los ojos

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    se lanza lejos por todas partes para poder examinar lo quevemos. De donde resulta que ms bien ve all dnde est lo queve que no de donde sale para ver. Pero no ves t cuando meves?

    Ev.: -Qu insensato afirmar tal cosa? Ciertamente, veo; peroveo por la visin emitida a travs de los ojos.

    Ag.: -Pero, si ves, sientes; si sientes, experimentas: nada puedesexperimentar donde no ests; mas, como me ves all donde yoestoy, luego experimentas all donde yo estoy. Y si donde yoestoy t no ests, no s cmo te atreves a decir que t me ves.

    Ev.: -Te dir que, extendiendo la vista al lugar en que te hallas,te veo donde ests; pero confieso que yo no estoy all. Mas ascomo si te tocara con una vara sera yo, ciertamente, el que tetocara y lo percibira y, no obstante, no estara yo donde tetocara, del mismo modo, cuando digo que veo con la vista, porms que yo no est all donde el objeto, no por esto me veoobligado a confesar que no soy yo el que veo.

    44. Ag.: -Nada has concedido temerariamente, porque tambintus ojos pueden defenderse de la manera que dices: la visin escomo la vara de ellos. Ni es absurda la conclusin de que tus ojosven donde no estn. O piensas t de otro modo?

    Ev.: -As es, en verdad, como dices; pues me he dado cuentaahora de que, si los ojos ven donde estn, se veran tambin a smismos.

    Ag.: -Mejor que tambin a s mismos diras que se vensolamente a s mismos. Porque donde estn, es decir, el lugarque ocupan, lo ocupan ellos solos. Ni la nariz, ni nada de lo queles rodea, est donde ellos; de lo contrario, tambin t estarasdonde yo, por el hecho de que estamos cercanos. Siendo estoas, si solamente vieran los ojos donde estn, no veran ms quea s mismos. Mas, como no se ven, no slo nos vemos obligadosa admitir que pueden ver donde no estn, sino que, enabsoluto,no pueden ver si no es donde no estn.

    Ev.: -Nada puede hacerme dudar de ello.

    Ag.: -Luego no dudas que experimentan all donde no estn.Porque, donde ven, all sienten; ver es sentir, y sentir,experimentar; por consiguiente, donde sienten, allexperimentan. Pero ven en otro lugar que en el que estn, luegoexperimentan all donde no estn.

    Ev.: -Es de admirar en qu manera juzgo verdaderas estascosas.

    CAPITULO XXIV

    EXAMNASE LA DEFINICIN DE SENSACIN

    45. Ag.: -Tal vez juzgas con razn as. Empero, respndeme, porfavor, si todo lo que conocemos por la vista lo vemos.

    Ev.: -As lo creo.

    Ag.: -Crees asimismo que todo lo que conocemos viendo, loconocemos por la vista?

    Ev.: --Igualmente lo creo.

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    Ag.: -Por qu, entonces, viendo ordinariamente slo el humo,conocemos el fuego oculto, al que no vemos?

    Ev.: -Es verdad; y ya no creo que vemos todo lo que conocemospor la vista; pues, como has dicho, podemos ver una cosa yconocer otra que la vista no percibe.

    Ag.: -Pues qu, acaso podemos no ver lo que sentimos por lavista?

    Ev.: -De ningn modo.

    Ag.: -Luego una cosa es sentir y otra conocer?

    Ev.: -Completamente distinto, porque sentimos el humo quevemos y por ste conocemos el fuego oculto que no vemos.

    Ag.: -Lo has entendido bien. Pero ves que, cuando esto sucede,nuestro cuerpo, es decir, los ojos, no sufren la impresin delfuego, sino la del humo, que es lo nico que ven. Y ya hemosconvenido ms arriba que ver es sentir; y sentir, experimentar.

    Ev.: -Mantengo lo dicho y asiento a ello.

    Ag.: -As que cuando el alma percibe algo por medio de laexperiencia del cuerpo, no se sobrentiende, sin ms, que sea poruno de los cinco sentidos citados, sino cuando percibedirectamente la misma impresin; porque el fuego en cuestin niha sido visto, ni odo, ni olido, ni gustado, ni tocado, y, sinembargo, visto el humo, no se le oculta al alma el fuego. Y comono se llama sentido este conocer, porque el cuerpo nada haexperimentado del fuego, no obstante, denomnase conocimientopor un sentido, pues de la impresin del cuerpo, aunque distinta,es decir, realizada por la visin de otro objeto, lo hemosconjeturado y averiguado.

    Ev.: -Lo entiendo, y veo muy bien que esto concuerda y favorecea aquella tu definicin que me diste para que la defendiera comoma; porque recuerdo que definiste as el sentido: percibir elalma lo que experimenta el cuerpo. Ver, por tanto, el humo lollamamos sensacin, porque los ojos, partes del cuerpo y, a lavez, cuerpos, vindolo, experimentan; no llamamos sensacin alfuego, porque, aunque conocido no produce experiencia corporalalguna.

    46. Ag.-Alabo, en verdad, tu memoria y penetrante inteligencia;pero el fundamento de esa definicin se resiente.

    Ev.: -Y dime, por qu?

    Ag.: -Porque, segn pienso, no niegas que el cuerpo sufra algunaexperiencia cuando crecemos o envejecemos, y es claro que estono lo percibimos por ningn sentido; pero tampoco se le oculta alalma. Nada se le oculta, pues, de lo que sufre el cuerpo, y, sinembargo, no puede llamarse esto sensacin. Viendo ahoramayores las cosas que habamos visto en otro tiempo mspequeas y viendo ancianos a los que conocimos jvenes ynios, deducimos que nuestros cuerpos experimentan algncambio, aunen este mismo momentoen que hablamos.

    Ni en estonosengaamos, a mi parecer; ms fcil es que admitaque me engaa lo que veo que lo que entiendo, a saber: que miscabellos crecen en este instante o que el cuerpo se cambia a

  • 10/04/15 16:23San Agustn - La Dimensin del alma

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    cada momento. Esta mutacin es una experiencia del cuerpo,nadie lo niega. Ni la percibimos ahora ni, a pesar de ello, seoculta al alma; porque nosotros lo conocemos, el cuerpo, comohe dicho, experimenta y el alma se da cuenta de ello; pero, contodo, no es una sensacin. Por consiguiente, aquella definicin,que nada deba incluir que no conviniese a la sensacin, al incluirese conocimiento de que hablamos es, sin duda, defectuosa.

    Ev.: -Comprendo que nada me resta sino pedirte que o la definasde otro modo o, si puedes, la reformes; porque no puedo negarque es deficiente por esa razn que yo apruebo completamente.

    Ag.: -Fcil es corregirla, y quiero te atrevas a hacerlo; pues,creme, lo llevars a cabo si te has dado bien cuenta en qupeca.

    Ev.: -No es, por ventura, en que abarca otras cosas?

    Ag.: -Pero de qu modo?

    Ev.: -Porque un cuerpo que envejece, aunque sea el de un joven,no se puede negar que experimenta algo, y cuando estosabemos, no se le oculta al alma la experiencia del cuerpo, y, sinembargo, no puede percibirlo por ningn sentido, porque ni veoque ahora envejezco, ni lo siento con el odo, o con el olfato, ocon el gusto, o con el tacto.

    Ag.: -Cmo lo conoces, pues?

    Ev.: -Lo deduzco con la razn.

    Ag.: -En qu argumentos se apoya tu razn?

    Ev.: -En que veo ancianos que fueron jvenes, como yo lo soyahora.

    Ag.: -Acaso no los ves con uno de los cinco sentidos?

    Ev.: -Quin lo niega? Pero de verlos conjeturo que envejecen,aunque esto yo no lo vea.

    Ag.: -Entonces, qu palabras crees que hay que aadir aaquella definicin para completarla, puesto que no hay sensacina no ser que la experiencia corporal llegue al alma, pero no de talforma que el alma se d cuenta de ella por otra experiencia o porotro medio cualquiera?

    Ev.: -Expn esto, por favor, un poco ms claramente.

    CAPITULO XXV

    CMO SE HA DE EXAMINAR UNA DEFINICIN

    47. Ag.: -Te dar gusto, y de mucha mejor gana por retrasarteque por avanzar; mas no te distraigas nada, pues esto servirpara muchas cosas que te dir.

    Una definicin no contiene, ni ms ni menos, que lo que se tratade explicar; de lo contrario es completamente defectuosa.

    Se comprueba si carece o no de estos defectos por medio de laconversin, lo que se te har ms claro con los siguientesejemplos.

  • 10/04/15 16:23San Agustn - La Dimensin del alma

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    Si, en efecto, me preguntas qu es el hombre y yo te lo definieraas: el hombre es un animal mortal, no porque sea verdad lo quehe dicho deberas aprobar, sin ms, incluso la def