San Esteban de Orastre. José Ramón Auría.

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1 SAN ESTEBAN DE ORASTRE: DE MONASTERIO DE RITO HISPANO-VISIGODO A PRIORATO DE SAN JUAN DE LA PEÑA (Artículo publicado en la revista Aragonia Sacra XXIII. Páginas 31 a 50. Comisión Regional del Patrimonio Cultural de la Iglesia en Aragón. Zaragoza, 2015) José Ramón Auría Labayen

Transcript of San Esteban de Orastre. José Ramón Auría.

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SAN ESTEBAN DE ORASTRE: DE MONASTERIO DE RITO

HISPANO-VISIGODO A PRIORATO DE SAN JUAN DE LA PEÑA

(Artículo publicado en la revista Aragonia Sacra XXIII. Páginas

31 a 50. Comisión Regional del Patrimonio Cultural de la Iglesia en

Aragón. Zaragoza, 2015)

José Ramón Auría Labayen

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Resumen: Las ruinas del yacimiento denominado Corral de Calvo, situado en el término de Luesia (Zaragoza,) pertenecen al antiguo monasterio de San Esteban de Orastre, cuyos orígenes se datan hacia el siglo X, cuando aquellas tierras pertenecían al reino de Pamplona. Sufrió gravemente las incursiones musulmanas de Almanzor y sus hijos, pero fue restaurado en tiempos de Sancho el Mayor. Años después pasará a depender de San Juan de la Peña, que establecerá con sus propiedades un priorato que recibirá el nombre de su titular. Definitivamente se establecerá en la iglesia de San Esteban de Luesia. En sus restos perdura la huella del rito hispano-visigodo, manteniéndose su existencia cultual hasta la desamortización eclesiástica del siglo XIX. Palabras clave: Corral de Calvo, San Esteban de Orastre, Luesia, liturgia, monasterio, priorato, San Juan de la Peña.

Abstract: The archaeological remains, known as Corral de Calvo, situated within the municipal boundary of Luesia (Zaragoza), mark the site of the old monastery of San Esteban de Orastre, whose origins date back to the 10th century, when the land belonged to the kingdom of Pamplona. It suffered seruious damage as a result of attacks by the Muslim leader Almanzor and his sons, but was restored in the time of Sancho el Mayor. Years later, it became the property of San Juan de la Peña, which established a priory under its own name. Eventually, it came under the control of the parish of San Esteban de Luesia. The remains contain surviving evidence of the Hispanic-Visigothic rite. Religious practices continued until the 19th century ecclesiastical confiscation. Key words: Corral de Calvo, San Esteban de Orastre, Luesia, liturgy, monastery, priory, San Juan de la Peña.

3

Cerca de la Sierra de Santo Domingo se encuentran las ruinas de “El

Corral de Calvo”, en el término municipal de Luesia (Zaragoza), a una altitud

sobre el nivel del mar de 945 metros. Los restos que se conservan, y que han

sido objeto de diversas campañas arqueológicas, corresponden a una iglesia y

a sus dependencias.

El Corral de Calvo en la hoja nº 208 de Longás del Servicio Cartográfico del Ejército

Ha sido apuntada la posibilidad de identificar estos restos con un

monasterio conocido por San Esteban de Orastre, Oraste u Orast, aunque

también se ha pensado que este cenobio se encontraría donde se ubica la

ermita de Santo Domingo, en el término municipal de Longás, porque en su

cercanía existe un paraje llamado Monte de San Esteban.

En nuestra opinión, lo más probable es que el yacimiento de “El Corral

de Calvo” sea el antiguo monasterio de San Esteban de Orastre, hipótesis que

4

pretendemos justificar con argumentos históricos, documentales, artísticos y

geográficos.

Se ha tomado como inicio de la cronología del yacimiento conocido

como “El Corral de Calvo” los años finales del siglo X. Corresponden a la

época de consolidación de la frontera del reino de Pamplona que se extendía

por los Arba, el Onsella y el Gállego1.

POSIBLE ORIGEN Y DATACIÓN

La fecha de la fundación del cenobio es desconocida, aunque hay

algunos criterios a seguir que nos podrían orientar.

Una de las primeras personas que dató los restos, Jesús Auricinea, los

atribuyó a época hispano-visigoda. De la misma forma, uno de los

arqueólogos, según cita José Aragüés Aldaz, escribió que, tras la invasión

musulmana, “en el año 714 la ermita sería destruida y abandonada”2.

Es cierto que en la España visigoda del siglo VI floreció

extraordinariamente la vida monástica, siendo un ejemplo el monasterio

pirenaico de San Victorián de Asán, donde se formaron multitud de monjes.

Algunos de estos centros religiosos fueron fundados por propietarios rurales,

donde no sólo habitaban los monjes, sino también familias e incluso siervos

de la “familia” señorial3. José Luis Corral indica que en todo el ámbito

pirenaico existió, por lo menos desde la época visigoda, una importante

tradición monástica que se recuperó tras los primeros años que siguieron a la

invasión musulmana4.

1 Fernando Galtier Martí y Juan Ángel Paz Peralta, Arqueología y arte en Luesia en torno al año mil El

yacimiento de “El Corral de Calvo”, Diputación General de Aragón, Zaragoza, 1988, pp. 11-16. Alfredo

Compaired Aragüés, “El yacimiento de El Corral de Calvo”, Luesia, villa medieval, Zaragoza, 1995, pp.

29-32. 2 José Aragüés Aldaz, “Luesia, Sibirana y las fuentes del Arba en la frontera superior de Al-Andalus”, p.

38 y nota 18, Actas de la II Jornadas de Estudio sobre las Cinco Villas, Centro de Estudios de las Cinco

Villas, Ejea de los Caballeros, 1986. 3 José Orlandis, Historia del reino visigodo español, Ediciones Rialp, S.A., Madrid, 1988, pp. 324-325.

4 José Luis Corral Lafuente, “El proceso de centralización de los monasterios aragoneses entre los siglos

IX y XI”, Homenaje a don Antonio Durán Gudiol, Huesca, 1995, p.235.

5

Otro criterio de datación a seguir sería la interpretación del conjunto

arquitectónico que ha llegado hasta nuestros días. Fernando Galtier y Juan

Ángel Paz Peralta señalaron que son fruto de la “restauración material llevada

a cabo en la comarca por Sancho III el Mayor, en torno a los años 1025-

1030”5. El hablar de restauración implica mayor antigüedad. Esta restauración

pudo ejercerse sobre un monasterio de mediados del siglo X, etapa que

coincide, como se ha señalado antes, con la consolidación de la frontera del

reino de Pamplona de los Arba, el Onsella y el Gállego.

Podríamos comparar este fenómeno con la repoblación de las tierras

del Duero a lo largo del siglo IX, donde se dio una doble colonización: una de

carácter limitado llevada a cabo por una familia o una pequeña comunidad

monástica; otra, de mayor entidad, que persigue la reordenación del territorio

para estructurar una administración civil y eclesiástica. Es llamativo que los

monjes buscaron a su vez asentar los nuevos cenobios en viejos templos

abandonados o destruidos tras la invasión musulmana, y que remontaban sus

orígenes a los padres del monacato hispanogodo6.

Ventana geminada de la ermita de Santa Eugenia de Luesia (Zaragoza)

5 Arqueología y arte en Luesia…, op. cit., p. 70.

6 Isidro Bango Torviso señala: “Para los monjes repobladores, fervientes seguidores de Fructuoso y

Valerio, la búsqueda y restauración de los monasterios fundados por estos santos de la España visigoda se

convirtió en su más profundo anhelo vital. Se buscan estos monasterios y todas aquellas ruinas que se

puedan relacionar con los padres del pasado para convertirlos en centro de su veneración” (“Los expolios

del paisaje monumental y la arquitectura hispana de los siglos VII al XI. Reflexiones sobre el proceso

constructivo de San Miguel de Escalada”, De Arte: revista de historia del arte. Nº 7, 2008, pp. 12-15).

6

De hecho, Galtier describe en uno de sus trabajos, al estudiar el arte del

siglo X en Aragón, que se continúa la herencia artística con “un tipo de iglesia

de tradición hispánica, realizada con piedra habitualmente poco trabajada, que

consta de una o varias naves de planta rectangular, cabecera cuadrada y

techumbre a dos vertientes, de la que el elemento más sobresaliente es una

ventana doble geminada provista de arcos de herradura o de medio punto, que

a modo de celosía centra el muro de la cabecera”. Responderían a este modelo

el núcleo primitivo de San Juan de la Peña, la iglesia primitiva de San Pedro de

Siresa, la ermita de Santa María de la Liena de Murillo de Gállego, la ermita de

Santa Eugenia y la iglesia del Corral de Calvo en Luesia, y algunos vestigios en

Sos y Loarre. Este autor las data entre las últimas décadas del siglo X y el

primer tercio del siglo XI7.

Los análisis de Carbono 14, en cuatro muestras de carbón vegetal y cal

recogidas en 1985-1986 de “El Corral de Calvo”, dan un abanico de años que

abarca desde 960 a 1050, aproximadamente; igualmente, la necrópolis y sus

restos óseos corresponderían a esta misma época8, y serían contemporáneas o

un poco posteriores a las estudiadas en la necrópolis de la iglesia de San Juan

de Uncastillo9.

7 Fernando Galtier Martí, “Aragón en la época del beato de Fanlo”, en El beato del abad Banzo del

monasterio de San Andrés de Fanlo, un Apocalipsis aragonés recuperado. Facsímil y estudios, Caja

Inmaculada, Zaragoza, 2005, pp. 198-200, y “Las primeras iglesias de piedra de las fronteras de los

Arbas, el Onsella y el Gállego”, Artigrama Nº 1, Departamento de Historia del Arte de la Universidad de

Zaragoza, 1984, pp. 30-44. Rafael Puertas Tricas la clasifica entre las iglesias de una nave con ábside

rectangular, de pequeño tamaño –entre 50 y 99 m2 (“Iglesias prerrománicas hispánicas (siglos VIII-XI).

Ensayo de tipología arquitectónica”. Mainake XXI-XXII, Diputación Provincial de Málaga, 1999-2000,

pp. 139-140 y 152-153). 8 Fernando Galtier Martí y Juan Ángel Paz Peralta, Arqueología y arte en Luesia…, op. cit. pp. 70 y 55-

59, respectivamente. 9 Roberto Viruete Erdozáin, Aragón en la época de Ramiro I, ed. electrónica, Universidad de Zaragoza,

2008, pp. 37-41.

7

Arco triunfal e imposta con dentículos y sogueado de la iglesia del yacimiento de El Corral de Calvo (Luesia)

ESTRUCTURA CONSTRUCTIVA Y LITURGIA HISPANO-VISIGODA

Por este análisis radiocarbónico se cifra la construcción de la iglesia

hacia el año 1020. Es un edificio que se compone de nave rectangular y

cabecera cuadrada, separadas por un “arco triunfal” que responde al

cerramiento típico de las iglesias de la liturgia hispano-visigoda. A ambos lados

del arco, al nivel de las impostas, se conserva una moldura con decoración de

sogueado en la parte superior y una doble fila de denticulado en la inferior,

que se ha querido identificar como un preludio del ajedrezado jaqués o como

un elemento parecido al que poseen algunas iglesias catalanas de finales del

siglo X y comienzos del XI10. Asimismo, el sogueado es muy utilizado en el

arte prerrománico asturiano, que combinado con los dentículos aparece, por

ejemplo, en un fragmento incrustado en el muro oeste de la iglesia de San

Miguel de Lillo (842).

10

Fernando Galtier y Juan Ángel Paz Peralta, Arqueología y arte en Luesia…, op. cit. p. 41. Hemos de

plantearnos la posibilidad de que fuese un elemento del edificio anterior y que se reutilizó en la

restauración de principios del siglo XI.

8

Fragmento de sogueado y denticulado en el muro oeste de la iglesia asturiana de San Miguel de Lillo.

En la nave, adosado a los muros perimetrales norte y sur, se aprecian

los restos de un banco corrido; la puerta de acceso debió de estar en el muro

sur, lógicamente a partir de la finalización del banco.

La compartimentación en tres zonas de los templos que rige la liturgia

hispana o mozárabe era la siguiente: la nave donde se sitúan los fieles; el coro,

ámbito de la comunidad monástica o del clero, y el santuario del altar,

reservado para los oficiantes. Estos tres ámbitos se delimitaban con canceles11.

La iglesia del monasterio de San Esteban de Orastre parece responder a esta

liturgia anterior a la implantación del rito romano. La cabecera es el santuario

(santuarium altaris), que corresponde al ábside, separado del resto del templo

por el muro enriquecido por la moldura decorada, y al que se accede por el

arco triunfal, que permanecería cerrado en algunos momentos de las

ceremonias mediante un cancel.

Como hipótesis se podría plantear que el coro se correspondiera con el

espacio que tiene el banco adosado a los muros, donde se situaría la

11

Sobre este tema, Isidro Bango Torviso, “La vieja liturgia hispana y la interpretación funcional del

templo prerrománico”, especialmente el cap. 3: “Orientación del templo y su organizada

compartimentación interna”, pp. 82-105, VII Semana de Estudios Medievales, 1997.

9

comunidad monástica para el canto litúrgico, y que estaría separado por un

cancel bajo del último tramo de la nave, reservada a los fieles.

Detalle del sogueado y denticulado en el Corral de Calvo

Otro aspecto de la iglesia que mantiene relación con la liturgia hispana

es la disposición de las sepulturas. Ninguna han encontrado los arqueólogos

en el interior de la iglesia, lo que responde a las directrices de los concilios de

la iglesia visigoda, que prohibían la inhumación en el templo (salvo que fuesen

espacios autónomos y aislados). Las sepulturas, según estas normas, debían

situarse en el exterior, junto a las paredes del edificio religioso, en un

perímetro que denominan atrio y que se concebía como lugar para

enterramientos (ad tumulandum); por esta circunstancia el atrio acabará por

llamarse cementerio12.

Diferente del atrio era el pórtico, situado al lado de la puerta de entrada

y que, en principio, tenía, entre otras, una función de protección y aislante de

los fenómenos meteorológicos. También servía de lugar de penitencias

públicas y de enterramiento, en ocasiones de personajes importantes como

ocurre con el rey de Pamplona Sancho Garcés (906-926), del que dice la

Crónica Albaldense que “sepultus Sancti Stephani (de Monjardín) portico”13.

12

Isidro Bango Torviso, “La vieja liturgia hispana…”, op. cit., p. 66. 13

Isidro Bango Torviso, “La vieja liturgia hispana…”, op. cit., pp. 71-73.

10

Las sepulturas halladas en el yacimiento de “El Corral de Calvo” se

disponen hacia la zona este, junto al ábside, y en el lado sur14, y contienen cada

una un cadáver excepto en lo que Galtier y Paz designan como estancia 4,

adosada al muro sur, que contiene restos de huesos humanos agrupados.

Podría tratarse del pórtico, en el que se recogieron diversos cadáveres de

sepulturas reutilizadas, o que estarían ubicadas en el lado sur del ábside. En

esta zona, a finales del siglo XI15 se derribó el muro correspondiente para abrir

un nuevo espacio que posiblemente se dedicaría a sacristía16; así, para seguir

las normativas sobre la inhumación, se recogerían los restos de los difuntos y

se enterrarían en el pórtico.

Nos encontramos, pues, ante un monumento que se rige en su diseño

espacial por la vieja liturgia hispánica y cuya antigüedad es difícil de señalar

con certeza. Si fue restaurado o refundado en tiempos de Sancho el Mayor, su

fundación hay que situarla, como mínimo, en la segunda mitad del siglo X,

cuando las tierras en las que se ubica son consideradas como la frontera

meridional del reino de Pamplona, como ya hemos indicado más arriba17.

Por otro lado, el yacimiento de El Corral de Calvo responde al tipo de

poblamiento de la primera mitad del siglo XI en la frontera meridional del

reino de Pamplona hasta la muerte de Sancho III el Mayor, y del reino de

Aragón con Ramiro I, posteriormente. Sobre la superficie de un cerro, en la

parte más elevada, se sitúa la iglesia con su necrópolis y sus respectivas

14

Fernando Galtier y Juan Ángel Paz Peralta, Arqueología y arte en Luesia…, op. cit. pp. 55-61. 15

Fernando Galtier y Juan Ángel Paz Peralta, Arqueología y arte en Luesia…, op. cit. p. 43. 16

La sacristía (sacrarium) era el lugar donde se guardaban los objetos sagrados para la celebración del

culto. Por regla general, había dos espacios que se abrían al coro, aunque también podían disponerse a los

lados del ábside (Isidro Bango Torviso, “La vieja liturgia hispana…”, op. cit., p. 104). En el yacimiento

de El Corral de Calvo queda constancia en la cabecera de la estancia citada en el lado sur y de la apertura

de una puerta en el muro norte (Fernando Galtier y Juan Ángel Paz Peralta, Arqueología y arte en

Luesia…, op. cit. p. 43). 17

No hemos encontrado ninguna explicación etimológica al topónimo Oraste o similar. Aunque

pequemos de arriesgados, es sugerente que en griego exista el sustantivo oros, eos, que significa monte,

montaña, altura, y también oros, ou, con el genitivo plural oresfi, que significa límite, frontera, mojón.

San Agustín de Hipona, que comentó la vida del protomártir, dice en una ocasión: “Si Stephanus non

oraste, Ecclesia Paulum non haberet”. Diversos topónimos de origen latino se mantienen en los

alrededores: Montañano, derivado del nombre propio Montanius; Sibrana o Sibirana, del nombre Severus;

Huertalo, de Hortu (huerto) con el diminutivo –olu; Pigalo, de Pelagus, y Sangorrín, del nombre romano

de persona Sangurius.

11

estancias adosadas. En cambio, las viviendas de los habitantes están en la zona

sur, en las proximidades de las terrazas agrícolas y en una cota inferior

respecto a la cabecera de la iglesia. Es común a otros poblamientos (Loarre,

Uncastillo, por ejemplo) el que el núcleo se organiza de forma agrupada y en

altura, pero difiere en que la cota más alta no la ocupa un castillo, sino una

iglesia18. Esta característica propia nos lleva a pensar que estamos ante un

monasterio, el de San Esteban de Orastre (u Orast), con su iglesia y

dependencias anejas, y la población adscrita al mismo en la zona baja.

UN MONASTERIO EN LA FRONTERA MERIDIONAL DEL REINO DE

PAMPLONA

Retomando la cronología (fines del siglo X y siglo XI), es interesante

repasar, aunque sea de modo sucinto, los avatares históricos de estos siglos.

Desde finales del siglo VIII y durante los primeros años del siglo IX las

tierras del Pirineo Central y Occidental se debatieron entre el dominio

carolingio, la sumisión al Islam y los deseos de independencia de la población

autóctona. Este último aspecto se plasmó en las relaciones que, por vía

matrimonial, se establecieron con el reino de Pamplona, en especial del conde

de Sardaña (futuro Sobrarbe) García el Malo, que había ocupado el condado

de Aragón. García el Malo casó con una hija del rey Iñigo Arista de Pamplona.

Cuando un ejército carolingio, capitaneado por los condes Eblo y Aznar,

pretenda restaurar la dominación franca, será derrotado por Iñigo Arista y

García el Malo.

A la muerte de este último (833), heredará el condado de Aragón su

hijo Galindo Garcés, que fundará San Pedro de Siresa19. No hay acuerdo entre

18

Roberto Viruete Erdozáin, “El poblamiento del reino de Aragón en la frontera meridional en tiempos de

Ramiro I”, Aragón en la Edad Media XX, Zaragoza, 2008, p. 858. 19

Sobre San Pedro de Siresa, “Siresa. Crónica de una restauración polémica”, en especial el capítulo

“Algunas reflexiones históricas y artísticas sobre la iglesia de San Pedro de Siresa (Huesca)” de Bernabé

Cabañero Subizas, Rev. Artigrama Nº 6-7, Departamento de Historia del Arte de la Universidad de

Zaragoza, Zaragoza, 1988-1990, pp. 284-294.

12

los historiadores en el promotor o promotores de este importante monasterio:

unos lo consideran fundación carolingia20, otros como una reacción y

afirmación indígena a la presencia franca21. Siguiendo este último argumento,

los monjes que fundaron el monasterio de Siresa procederían del Valle del

Ebro, es decir, eran mozárabes (cristianos de tierras musulmanas). “Sólo así se

explica la tradición que refiere una emigración mozárabe, en busca del refugio

pirenaico, concretada sobre todo en los orígenes legendarios de San Juan de la

Peña, la ausencia de noticias sobre la colonización carolingia a partir de 816 y

el mantenimiento del rito mozárabe en los cenobios aragoneses hasta la

reforma de la segunda mitad del siglo XI”22.

En esta misma línea, Ana Isabel Lapeña interpretó que la vieja tradición

sobre la fundación del cenobio pinatense sugiere la llegada de mozárabes del

Valle del Ebro, que se instalaron para practicar el eremitismo: “Las sierras

pirenaicas y prepirenaicas como la de Santo Domingo y la de San Juan de la

Peña fueron un terreno propicio para que en ellas se recogieran las personas

que querían seguir una forma de vida ascética”23.

Tanto los condes aragoneses como los reyes de Pamplona, en un

intento por consolidar el territorio, siguieron una política de restauración y

20

Antonio Ubieto Arteta escribió que los primitivos monasterios aragoneses eran de fundación carolingia

(Historia de Aragón. La formación territorial, Anubar, Zaragoza, 1981, pp. 10-18). Domingo J. Buesa

Conde, en esta misma línea, considera que la mayoría de los monjes de Siresa eran de origen franco (“Los

caminos de Santiago. Aragón, Somport y Jaca”, en Los caminos de Santiago. Arte, Historia y Literatura,

Institución “Fernando el Católico”, Zaragoza, 2005, pp. 10-11). 21

José Luis Corral Lafuente, “El proceso de centralización de los monasterios aragoneses…”, op. cit., p.

233. A. Durán Gudiol, al hablar la importancia del scriptorium del monasterio de Siresa en el siglo X,

reseña varias piezas, una de las cuales es el Antiphonarium de San Juan de la Peña, de la segunda mitad

de dicha siglo, escrito en letra minúscula y notación visigóticas, que “puede señalar en el Alto Aragón de

esta centuria cierta preponderancia de la cultura mozárabe sobre la carolingia, explicable seguramente por

una mayor influencia de los obispos de Huesca” (“La Alta Edad Media”, en Alto Aragón, su historia,

cultura y arte I, Energía e Industrias Aragonesas, S.A., Sevilla, 1976, pp. 96-97). 22

José Luis Corral Lafuente, “El proceso de centralización de los monasterios aragoneses…”, op. cit., pp.

233-234. La inmigración no se circunscribe a estos siglos y a esta zona geográfica. El profesor Antonio

Ubieto estudió la llegada al altoaragón de gentes procedentes de Portugal entre 1039 y 1072, y que

dejarían su impronta en la toponimia: la actual Yebra proviene de Ebora (“Inmigración medieval de

lusitanos al altoaragón”, Rev. Argensola, Nº 90, Diputación de Huesca, 1980, pp. 249-259). 23

Ana Isabel Lapeña Paúl, El monasterio de San Juan de la Peña en la Edad Media, Caja de Ahorros de

la Inmaculada, Zaragoza, 1989, p. 52.

13

fundación de monasterios, que se manifiesta en la extraordinaria proliferación

de cenobios en los siglos IX y X24.

Representación de Ramiro Garcés, rey de Viguera, en el Códice Albeldense o Vigiliano

El condado de Aragón cayó en la órbita del reino pamplonés a raíz del

matrimonio del monarca García Sánchez (925-970) con Andregoto Galíndez

(hacia 937), heredera del difunto conde de Aragón Galindo Aznar II. Fruto de

este enlace fue el futuro rey Sancho Garcés II Abarca. No obstante, su padre

repudió a Andregoto y contrajo nuevas nupcias con doña Teresa (942-943),

hija posiblemente de Ramiro II de León, lo que justificaría que al hijo de

ambos se le llamase Ramiro25.

Ramiro Garcés es conocido como rey de Viguera26 desde 972, dos años

después de que su hermanastro Sancho Garcés II Abarca (970-994) ascendiese

al trono de Pamplona. Además de ese título, era señor de Sos y tenía diversos

24

Ana Isabel Lapeña Paúl, Los monasterios medievales, Comarca de la Jacetania, Gobierno de Aragón,

Zaragoza, 2004, pp. 79-85. 25

Alberto Cañada Juste, “Un milenario navarro. Ramiro Garcés, rey de Viguera”, Rev. Príncipe de Viana

Nº 162, Pamplona, 1981, p. 24. 26

Existe una pequeña iglesia en Viguera, de la advocación de San Esteban, que mantiene un muro con

tres vanos que precede al ábside. El arco central (arco triunfal) es de medio punto y permite el acceso al

santuario. El ábside original (probablemente de planta cuadrada) fue sustituido por uno románico. Aunque

es difícil de datar, el templo original sería del siglo X (Luis Alberto Monreal Jimeno, “San Esteban de

Viguera. Reflexiones en torno a una iglesia peculiar”, Rev. Príncipe de Viana Nº 194, Pamplona, 1991,

pp. 7-30.

14

dominios en Navardún, Apardués y otros lugares, y colaboró activamente en

la política del monarca pamplonés. Así, en el año 975 estaba en Sos, desde

donde salió con su mesnada para participar en la ofensiva que los reyes y

condes cristianos del norte lanzaron contra Gormaz, fortaleza conquistada

por al-Hakam II en 965. Aprovecharon las revueltas norteafricanas que

obligaron al califa de Córdoba a enviar el grueso de su ejército para sofocarlas

al mando del general más prestigioso, Galib.

El 17 de abril de 975 las fuerzas cristianas coaligadas se lanzan sobre

Gormaz, pero los ejércitos califales al mando de Galib, una vez obtenida la

sumisión de los rebeldes, se dirigen a liberar a los asediados, y consiguen

derrotar a los cristianos y hacerlos huir el 28 de junio del mismo año. Ramiro

Garcés, al regresar, es interceptado por el tuchibí zaragozano Abd al-Rahman

ibn Yahya, ante el que sufrió una seria derrota en los campos de Estercuel,

cerca de Tudela, siendo perseguido, tras cruzar la Bardena, hasta al-Qastil y el

valle del río Aragón27.

En este momento debemos hacer referencia al relieve prerrománico de

Luesia, datado hacia 97528. Esta escultura debe ser inscrita en un momento de

exaltación de los reyes de Pamplona, que se manifiesta también en el Códice

Albeldense, escrito por el monje Vigila y sus colaboradores en el monasterio de

San Martín de Albelda (976), el Códice Emilianense de Sisebuto y Belasco escrito

en el monasterio de San Millán de la Cogolla (976-992), y el Códice de Roda,

confeccionado en Nájera (finales del siglo X)29.

27

Alberto Cañada Juste, “Un milenario navarro. Ramiro Garcés…”, op. cit., p. 30. 28

El estudio histórico-artístico en Bernabé Cabañero Subiza y Fernando Galtier Martí, “Tuis exercitibus

crux Christi semper adsistat. El relieve real prerrománico de Luesia”, Rev. Artigrama Nº 3, Departamento

de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, 1986, pp. 11-28. Alfredo Compaired Aragüés, “El

relieve real prerrománico”, Luesia, villa medieval, Zaragoza, 1995, pp. 33-35. 29

Estos tres libros manifiestan el deseo de los promotores y de la monarquía pamplonesa de arraigar sus

orígenes con la tradición romana y el legado hispanogodo (Armando Besga Marroquín, “Sancho III el

Mayor: un rey pamplonés e hispano”, Rev. Historia 16, nº 327, Madrid, 2003, pp. 42-71).

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Relieve real prerrománico de Luesia (Zaragoza)

Tanto los documentos escritos como el relieve de Luesia (que se

relaciona con las placas de San Miguel de Villatuerta, en Navarra), reflejan, a

pesar del momento de postración bélica que sufre el reino de Pamplona, muy

acentuado a finales de la centuria, el interés por dotar de un soporte doctrinal

e ideológico a la joven monarquía. Los textos justifican la legitimidad de

origen de la dinastía reinante (sus autores y mentores asumían la cultura de la

España visigótica), y fijan el perfil del monarca ideal, defensor de la fe católica

y combatiente activo frente a los paganos e infieles30.

Los relieves de Luesia y Villatuerta forman parte de la ceremonia del

Ordo quando rex cum exercitu ad proelium egreditur que los monarcas visigodos

primero, y los reyes ovetenses y navarros después celebraban con motivo de la

30

Ángel Martín Duque, “De Sancho I Garcés a Sancho VII el Fuerte. Fundamentos y metamorfosis de la

realeza navarra” y “Los monarcas de Pamplona. De herederos de los visigodos a campeones de Cristo”,

La Edad de un reino. Las encrucijadas de la corona y la diócesis de Pamplona I, Pamplona, 2006, pp.

26-35 y 56-58, respectivamente; Carlos Laliena Corbera, “Rituales litúrgicos y poder real en el siglo XI”,

Aragón en la Edad Media, nº 16, Zaragoza, 2000, pp. 467-476.

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salida del ejército real camino de la guerra31. “Sustancialmente, el acto consistía

en la entrega al rey de una cruz que precedería a la mesnada real, que el

monarca confiaba a un dilecto clérigo para que fuera su portaenseña”32. El

relieve de Luesia evoca el momento en que el rey recibe la cruz de la Victoria

de manos del obispo y la presenta al diácono33.

Fernando Galván Freile ha establecido una sugerente relación entre el

relieve de Luesia con otro hallado en la localidad de Fazouro (Lugo). Se trata

de un bloque con forma de paralelepípedo que presenta dos de sus caras

sendos relieves enmarcados en un espacio rectangular separado, en uno de sus

ángulos, con una decoración de sogueado que recuerda a los modelos

decorativos del prerrománico asturiano. La iconografía es la siguiente: uno de

los lados presenta un hombre con los brazos en cruz, que se podría identificar

con Cristo crucificado; el otro, una persona de pie, vestida con túnica larga,

báculo o bastón en su mano derecha y un objeto en la izquierda que bien

podría tratarse de un libro. La cabeza de este último personaje presenta una

proporción desmesurada con respecto al cuerpo; sobre ésta se coloca una

especie de tocado o corona34. La descripción del relieve recuerda, sin lugar a

dudas, al de Luesia35.

31

En el claustro de San Pedro el Viejo de Huesca hay un sarcófago que en la parte frontal acoge dos

relieves enmarcados. Uno de estos parece reflejar este ordo y sintetiza el mensaje del denominado relieve

litúrgico de Villatuerta: un personaje tocado con corona se dirige a tomar la cruz, de la que le separa un

altar. La cronología es posterior, ya que no se ajusta a la escultura del siglo X, pero el tema parece el

mismo. 32

Fernando Galtier Martí, “Relieve real de Luesia”, La Edad de un reino. Las encrucijadas de la corona

y la diócesis de Pamplona I, op.cit., p. 79. 33

Fernando Galtier Martí y Juan Ángel Paz Peralta, Arqueología y arte en Luesia…, op. cit.,

especialmente el capítulo “El relieve real prerrománico de Luesia”, pp. 27-30. 34

Fernando Galván Freile, Boletín do Museo Provincial de Lugo, Nº 8, 1, 1997-1998, pp. 37-44. El autor

clasifica esta obra como prerrománica por el sogueado y la tosquedad de los relieves, aunque reconoce

que “la pervivencia de determinados modelos estéticos y decorativos, especialmente en ámbitos rurales,

puede ser muy larga; por lo tanto bien podríamos estar ante una obra de época posterior a la

altomedieval” (idem. p. 40). 35

Las relaciones entre los reinos de Pamplona y de León son estrechas, en estos años, por medio de los

enlaces matrimoniales. Tres de las hijas del rey García Sánchez se desposaron con miembros de la casa

real leonesa: Sancha casó con Ordoño II de León; Onnega con el rey Alfonso IV, y Urraca con Ramiro II.

Posteriormente, Sancho III el Mayor intervino activamente en la política interior del reino de León.

17

Relieve del sarcófago localizado en el claustro de la iglesia de San Pedro el Viejo de Huesca

Los códices Albendense y Emilianense concluyen con una gran imagen

dividida en tres registros: el superior contiene los tres reyes visigodos

considerados grandes legisladores (Chindasvinto, Recesvisto y Egica) y el

inferior reproduce a los autores de los textos. “En el segundo registro se

muestran los monarcas navarros: centrando la composición la imagen de

Sancho II Abarca, a su derecha su esposa Urraca, mientras que a la izquierda

se sitúa su hermano Ramiro, que también lleva el título de rey”36. El rey de

Pamplona lleva, como emblema regio, un cetro; Ramiro Garcés, una lanza y

una espada, imagen de su importante papel militar en el ejército real.

Después de la derrota de Gormaz y Estercuel, el rey de Viguera

retrocede hacia sus posiciones iniciales. Mientras, en Córdoba, Ibn Abi’Amir

(más conocido posteriormente por Almanzor) comienza la conquista del

poder. Tras ser nombrado hayib, sólo le quedaba para alcanzar su meta vencer

la resistencia del famoso general Galib, a la sazón su suegro, que buscó y

consiguió la ayuda del conde de Castilla y del rey de Pamplona.

El 9 de julio de 981, no lejos de Atienza, se libró la batalla de la que

salió victorioso Ibn Abi’Amir, y en la que perdieron la vida Galib y Ramiro

36

Ángel Martín Duque, “Los monarcas de Pamplona. De herederos de los visigodos a campeones de

Cristo”, La Edad de un reino. Las encrucijadas de la corona y la diócesis de Pamplona I, op. cit. pp. 57-

58.

18

Garcés rey de Viguera, que estaba al mando de las tropas enviadas por su

hermano. El 15 de agosto del mismo año, Sancho Garcés II Abarca y su

mujer Urraca donaron al abad Eximino de Leire todas las posesiones que el

difunto rey de Viguera, sepultado en dicho monasterio, poseía en la villa de

Apardués37.

Este clima bélico se acentuó en los últimos años del siglo X, con García

Sánchez II (994-1004). Almanzor asedió el año 994 la fortaleza de Uncastillo y

apresó a cincuenta caballeros, que fueron asesinados en 997 en Córdoba en

represalia a un ataque cristiano contra Calatayud. También luctuosa fue la

campaña (razzia) del año 999, que provocó la despoblación del territorio de

los Arba, el Onsella, el Aragón y el Gállego38. Queda constancia del exilio de

monjes de origen hispano en el monasterio de Cluny, cuyo abad Odilón les

dio licencia para guardar algunas de sus costumbres litúrgicas39.

DE LA RESTAURACIÓN DEL MONASTERIO AL PRIORATO DE SAN

ESTEBAN DE ORASTRE

Tras la muerte de Almanzor en 1002 y de su hijo Abd al-Malik en 1008,

se inicia la descomposición del califato y el auge de los monarcas y nobles

cristianos del norte. Sancho Garcés III el Mayor (1004-1035) procedió a la

revitalización de los monasterios con la introducción de la regla de San Benito.

Fue fundamental su relación con el abad Oliba de Ripoll y obispo de Vic, que

le orientó hacia las reformas que afectaban a la espiritualidad y las costumbres

37

Alberto Cañada Juste, “Un milenario navarro. Ramiro Garcés…”, op. cit., p. 37. 38

Señala Antonio Durán Gudiol: “La penetración de Almanzor en el reino de Pamplona, en el curso de la

campaña de 999, mientras no surjan nuevos datos, puede pensarse que, subiendo por Ejea y Cinco Villas,

afectó a Uncastillo, que los cristianos navarros perdieron, los Arba de Luesia y Biel, hasta el valle de

Aragón, donde fue destruido el monasterio de Leyre, prosiguiendo la labor devastadora del dictador por

los monasterios de San Juan de Maltray, Santa María de Fuenfría, San Martín de Ciella, San Pedro de

Siresa y, quizá también, San Martín de Cercito, pertenecientes al reino de Pamplona y al condado de

Aragón” (Los condados de Aragón y Sobrarbe, Guara Editorial, Zaragoza, 1988, p. 262). 39

Antonio Durán Gudiol, “Monasterios y monasteriolos en los obispados de Pamplona y Aragón en el

siglo XI”, en Rev. Príncipe de Viana, nº 193, Pamplona, pp. 71-72.

19

monásticas, y con el abad Odilón, de cuyo monasterio regresaron los monjes

hispanos refugiados en la abadía borgoñona40.

Antonio Durán Gudiol señala que estos monjes repoblaron en 1024-

1025 el monasterio de San Juan de Maltray, al que se incorporó hacia el año

1030 el de San Esteban de Orastre41. Este dato no es compartido por otros

historiadores. El primer documento que hace referencia expresa al monasterio

de Orastre es el testamento de Ramiro I de Aragón (1035-1064), fechado el 29

de julio de 1059. El rey aragonés donaba dicho cenobio al de San Juan de la

Peña, voluntad que no se cumplió inmediatamente porque todavía en 1068

Sancho Ramírez (1064-1094) otorgaba al de Orastre la Selva de Ruesta, sin

citar el monasterio pinatense. Su incorporación no parece que se hiciese

efectiva hasta 1079, y entre este año y 1094 pasó a la jurisdicción de San Juan

de la Peña42.

El que no se cumpliese lo estipulado por el rey Ramiro I pudo deberse

al problema que se originaría al donar un monasterio situado en la

demarcación eclesiástica de Pamplona a otro monasterio de la diócesis de

Aragón. No fue hasta los últimos años de la década de los setenta del siglo XI

cuando pudo darse la adscripción, que se explicaría por los acontecimientos de

orden eclesiástico que acaecen.

El papa Alejandro II (1062-1073) era contrario a la liturgia hispana

porque se había apartado de la unidad de la fe, de la disciplina eclesiástica y del

culto litúrgico. En 1065 envió un legado pontificio, Hugo Cándido, a los

reinos cristianos de España, y del rey de Aragón arrancó el compromiso de

restablecer la unidad en la fe, erradicar la simonía y sustituir la liturgia hispana

por la romana. El cambio de liturgia se produjo en 1071 en el monasterio de 40

Antonio Durán Gudiol, “Monasterios y monasteriolos en los obispados…, op. cit. p. 73; Carmen

Orcástegui y Esteban Sarasa, Sancho Garcés III el Mayor (1004-1035). Rey de Navarra, Ed. Mintzoa,

Pamplona, 1991, pp. 39-40. Cabe la hipótesis que, entre los monjes exiliados, algunos proviniesen del

monasterio de San Esteban de Orastre, y que en este momento regresaran al mismo para habitarlo de

nuevo. 41

Antonio Durán Gudiol, “Monasterios y monasteriolos en los obispados…", op. cit., p. 73. 42

Antonio Ubieto Arteta, “El monasterio de San Esteban de Oraste y su emplazamiento”, Rev. Argensola,

49-50, Huesca, 1962, p. 120, y Ana Isabel Lapeña Paúl, El monasterio de San Juan de la Peña…, op. cit.,

p. 345.

20

San Juan de la Peña43. Un año antes, Sancho Ramírez había contraído

matrimonio con doña Felicia de Roucy, hermana del conde Eblo II de Roucy.

La nueva reina recibió como dote, entre otras posesiones, la villa de Biel, y en

1076 hacía donación de diversos bienes a San Esteban de Orastre44. Los reyes

favorecieron indudablemente el enriquecimiento patrimonial de dicho

monasterio que, en un corto espacio de tiempo, pasaría a engrosar el

patrimonio del cenobio pinatense. Los documentos que implican donaciones

son abundantes, aunque no todos fiables en la datación ya que, como dice

Elena Piedrafita, “se intenta justificar la donación temprana de muchos de los

bienes que terminaron en manos pinatenses”45.

Vista desde el sur del yacimiento del Corral de Calvo (monasterio de San Esteban de Orastre). Al fondo las

Peñas Lucientes (hoy incorporadas e identificadas con la Sierra de Santo Domingo)

43

Con anterioridad a 1071, año de la reforma benedictina impulsada por Sancho Ramírez, la división

territorial eclesiástica era de tipo monástico. Una de las circunscripciones dependía del monasterio de San

Esteban de Oraste y abarcaba los valles del Arba de Biel, Orés y el Arba de Luesia (que formaban parte

de la denominada Plana Mayor), estando bajo su obediencia los monasterios de San Lorenzo de El Frago

y Santa María de Biota, y le estaban sujetas las iglesias de Lucientes, Ferrera, Luesia, Asín, San Esteban

de Asaón y San Pedro (Antonio Durán Gudiol, “Geografía medieval de los obispados de Jaca y Huesca”,

Rev. Argensola Nº 45-46, 1961, pp. 6-7). 44

Antonio Ubieto Arteta, “El monasterio de San Esteban de Oraste…”, op. cit., pp. 120-121. Ana Isabel

Lapeña indica que no pudo ser en 1076, sino en 1079 (El monasterio de San Juan de la Peña…, op. cit.,

p. 345). 45

Elena Piedrafita Pérez, Las Cinco Villas en la Edad Media (siglos XI-XIII), Institución Fernando el

Católico, Zaragoza, 2000, p. 126. Clarifican la cuestión Antonio Ubieto Arteta en “El monasterio de San

Esteban de Oraste…”, op. cit. pp. 120-121, y Ana Isabel Lapeña Paúl en El monasterio de San Juan de la

Peña…, op. cit., pp. 345-346.

21

También el año 1076 es importante para el rey Sancho Ramírez porque

se realiza la unión de los reinos de Aragón y Navarra. En 1078 muere el

obispo de Pamplona Blasco Gardéliz y el rey nombra para la sede vacante a su

hermano, el infante García, ya obispo de Aragón-Jaca. El nombramiento

incomodó a la Santa Sede, que dirigió en 1080 una severa advertencia al

monarca, que rectificó: destituyó a su hermano y encomendó la sede de

Pamplona a su hermana la condesa Sancha, situación que se prolongó hasta

108346. Este momento de “interinidad” pudo ser aprovechado para incorporar

definitivamente a San Juan de la Peña el monasterio de San Esteban de

Orastre, que pasaría a configurarse como priorato.

La vida del monasterio del protomártir ubicado en la serranía

prepirenaica comenzó a languidecer a raíz del avance reconquistador hacia el

sur con Alfonso I el Batallador (1104-1134), que se concreta en la edificación

de una iglesia de la misma advocación en Luesia. En 1125 el rey Alfonso I

concedió al monasterio pinatense un terreno en esta localidad para que

edificara un templo, al que cedía los diezmos y primicias de los parroquianos

del nuevo burgo que se iba a poblar. Fue a partir de entonces cuando se

trasladó el epicentro del priorato, aunque se mantendrá el nombre primigenio.

Todavía en la bula Iuistis petentium de Alejandro III, fechada el 26 de junio de

1178, en la que se relacionan los monasterios adscritos de San Juan de la Peña,

se cita a San Esteban de Orastre con sus iglesias dependientes: Lucientes,

Ferrera, San Esteban de Luesia, Asín, San Esteban de Asaón y Samper47.

Durante la Baja Edad Media, se asienta definitivamente en la iglesia de

San Esteban de Luesia, pero como dice el cronista Briz: “fundo mi casa la iglesia

de S. Estevan, que oy tiene en la villa de Luesia y poblo todas las casas de aquella

46

Antonio Durán Gudiol, “Monasterios y monasteriolos…”, op. cit. pp. 80-81, y Ana I. Lapeña Paúl,

Sancho Ramírez. Rey de Aragón (¿1064?-1094) y rey de Navarra (1076-1094), Ediciones Trea, S.L.,

Gijón, 2004, pp. 96-105. 47

Antonio Durán Gudiol, “Monasterios y monasteriolos…”, op. cit., apéndice 4, p. 84.

22

parroquia, acrecentandolas a su poblacion mas antigua. Instituyo tambien el priorato dicho

de Luesia, aunque su verdadero y primitivo titulo es de S. Estevan de Oroastre”48.

Durante esta etapa y en siglos posteriores se siguió conservando la

denominación de priorato de San Esteban de Orastre49, concretamente hasta

la desamortización del monasterio de San Juan de la Peña en el siglo XIX.

OTRAS APORTACIONES PARA SU EXACTA LOCALIZACIÓN

Los datos históricos y artísticos que hemos aportado hasta ahora, nos

inducen a identificar la iglesia de El Corral de Calvo como la del monasterio

de San Esteban de Orastre, al igual que la situación geográfica y la toponimia

creemos que pueden servir para confirmar lo anterior.

Geográficamente el yacimiento de El Corral de Calvo se localiza en una

zona que está ocupada por pardinas. Se entiende por pardina a un monte de

pasto con parideras o edificios arruinados, y, por tanto, despoblado50. Sin

embargo, esta definición no parece tener relación con lo que se entendía por

pardina hasta el siglo XII.

El profesor Antonio Ubieto Arteta localizó el mayor número de

pardinas en Aragón al norte de la línea que separó a cristianos y musulmanes

hasta el año 1000. De hecho, creía que era “viable la hipótesis que podría

relacionar esta presencia en el Aragón primitivo y Sobrarbe con los sistemas

de puesta en explotación de la tierra por los indígenas precisamente a partir

del año 800, con una población dispersa, que se abastecía suficientemente.

48

Cita Ana Isabel Lapeña Paúl, El monasterio de San Juan de la Peña…, op. cit., p. 349, y especialmente

el epígrafe “El priorato de San Esteban de Oraste-Luesia”, pp. 345-350. 49

Actualmente, un término cercano al yacimiento de El Corral de Calvo recibe el nombre de Monte de

San Esteban. 50

Así definen el término el Diccionario de la Real Academia y el Diccionario Aragonés de Rafael

Andolz.

23

Pero un sistema de explotación de la tierra que estuvo vigente durante los

siglos IX y X”51.

En torno a la Sierra de Santo Domingo encontramos los términos de

Sangorrín, Lucientes, Montañano, Nofuentes, Javierre, Salafuentes y San

Esteban, antiguamente pardinas52.

Creemos que el primitivo monasterio de San Esteban de Orastre

constaba del edificio monástico y de las tierras que lo circundaban organizadas

en pardinas. Al pasar a finales del siglo XI a depender del monasterio de San

Juan de la Peña y constituirse en priorato, éstas siguieron adscritas al prior de

San Esteban de Luesia- Orastre, lo que parece confirmarse con las noticias

que comentamos a continuación.

En 1499 era prior de San Esteban de Orastre fray Sancho Morillo. El

12 de julio de dicho año se encontraba en la pardina de Sangorrín con el

notario Pedro de Lobera, que levantó acta de que el prior hacía caer en

comiso esta pardina porque sus treudatarios no cumplían las obligaciones

establecidas por ambas partes unos años antes; en concreto, se cita la de “fazer

obrar la yglesia de Sangorrin”. Fray Sancho Morillo tenía autoridad para ejercer

este derecho porque esta pardina “es sujecta e sufraganea al priorado de Sant Stevan

de Orastre ”53.

Se pone de manifiesto que el priorato de San Esteban de Orastre, ya

radicado en Luesia, poseía la citada pardina, lo que parece confirmar nuestra

apreciación anterior.

Por otro lado, la documentación del siglo XVI muestra la activa

explotación forestal de los montes situados en los límites actuales de Luesia,

Biel y Longás, aunque siguió la actividad ganadera y agrícola. Resulta

51

Antonio Ubieto Arteta, “Las pardinas”, Aragón en la Edad Media, Nº 7, Zaragoza, 1987, pp. 31-32.

Será a partir de la primera mitad del siglo XII cuando “pardina” en el Valle del Ebro equivale a

construcción arruinada (idem., p. 32). 52

Hoy nos encontramos con el problema de que la configuración de este espacio ha perdido

prácticamente las explotaciones agrícolas y se encuentra cubierto por un tupido vuelo de arbolado

autóctono y de repoblación. 53

Archivo de Protocolos Notariales de Ejea –a partir de ahora A.P.N.E.- 469. Lobera, Pedro. 1499. Fols.

22 v.-23 v.

24

interesante detenerse en un pleito que se desarrolló entre 1532-1534 a raíz de

las primicias que debían pagar los vecinos de Biel que trabajaban los campos

de cereal en las pardinas que pertenecían al priorato de San Esteban de

Orastre; por un lado, estas tierras formaban parte del patrimonio de este

último, por otro, eran vecinos y habitantes en Biel y, por lo tanto, tenían que

entregar la primicia de sus rendimientos a la iglesia de San Martín de esta

localidad54.

Protocolo en el que se recoge la sentencia arbitral que establece el pago de las primicias “que los vezinos

del lugar de Biel coxeran en los terminos y pardinas de Sanct Esteban de Orastre, Noffuentes, Lucientes y otras

qualesquiere pardinas y terminos toquantes al dicho priorado de Sanct Esteban de Orastre …” (1534). APNE.

54

El 9 de marzo de 1534, en el nombramiento de procuradores, se da la siguiente relación de labradores

de Biel que trabajan en las pardinas: Pedro de Pina, Pedro López, Martín Navarro, Juan Alamán, Antón

de Ayneto, Nadal de Palacio, Pedro Palacio, Xemén Navarro, Juan Destadiello, Jaime de Córdoba, Pedro

López de Lacambra, Pedro de Aguas, Juan de Murillo, Juan de Longás del Solano, Martín López, Miguel

Sánchez alias de las Viudas, Xemeno Miranda, Pascual de la Boira, Juan Navarro (herrero), Pedro

Sevilla, Juan Dena, Pedro Samper del Pueyo, Antón de Samper, Martín de Longás, Juan Navarro

(fustero), García Alamán y Francisco Lozano (A.P.N.E. 19. Sánchez de Licaraco, Miguel. 1534. Fols. 23

r.-24 r.). Es decir, un total de 27 labradores vecinos de Biel.

25

El prior de San Esteban, fray Miguel Galbán, y las autoridades de Biel

acordaron sujetarse a una sentencia arbitral. Mosen Pedro Sánchez, rector de

Murillo, mosen Pedro Matarral, beneficiado de San Martín de Biel, mosen

Martín Amezqueta y mosen Miguel de Lobera, beneficiados de Luesia, fueron

los árbitros que dictaron sentencia en julio de 1534. Se estableció en el texto

que “las primicias que se coxeran de los panes que los vecinos del lugar de Biel coxeran en

los terminos de las pardinas de Sanct Esteban de Orastre, Noffuentes, Lucientes y otras

qualesquiere pardinas y terminos toquantes al dicho priorado de Sanct Esteban de Orastre

se ayan de partir por la meytat”, recibiendo la mitad el prior de San Esteban y la

otra mitad la iglesia de San Martín de Biel. En este juicio salomónico, las

primicias de 1532 serían del prior, y las de 1533 de la otra parte55.

También otro documento del siglo XVI nos aporta la localización de la

pardina de San Esteban de Orastre. Se trata de un protocolo notarial

redactado el 8 de abril de 155656. Fray Miguel Solana, “monje del monasterio de

Sanct Johan de la Pennia y prior del priorado de Orastre”, arrendaba durante tres

años a Miguel de Longás, vecino de Biel, “toda la fusta verde y sequa y yerba de la

pardina de Sanct Stevan de Orastre, que es de dicho priorado”. Al señalar la

delimitación del término, decía que confrontaba con “terminos de la villa de

Luesia, Longas, pardinas de Lucientes y Noffuentes, y termino del lugar de Biel”. Es

decir, queda enclavada en donde está El Corral de Calvo.

En estos siglos en que la matriz del priorato se trasladó a Luesia, el

templo de San Esteban de Orastre debió de seguir manteniendo culto porque

la documentación habla de que tenía la categoría de ermita.

55

A.P.N.E. 19. Sánchez de Licaraco, Miguel. 1534. Fols. 67 v.-70 v. 56

A.P.N.E. 41. Ximénez, Pedro. 1556. Fols. 39 v.-40 r.

26

La pardina de San Esteban de Orastre limita con “terminos de la villa de Luesia, Longas, pardinas de

Lucientes y Noffuentes y con terminos del lugar de Biel” (1556). APNE.

Cuando Labaña tomó las notas pertinentes para su Itinerario del reino de

Aragón (1610), las personas que le ayudaron citan como referencia la ermita de

San Esteban de Orastre desde diferentes puntos geográficos57. Resulta de

interés la anotación que hizo el 17 de noviembre de dicho año desde el castillo

de Sos del Rey Católico:

“Las Peñas Lucientes y la ermita de San Estevan de Orastre, que todo queda en el

distrito de esta vista, de E a S 17º cuatro leguas. Esta ermita de San Estevan es la parte

más alta de esta sierra; entre ella y las Peñas Lucientes queda una quebrada donde nace el

rio Val de Onsella, de una fuente que se llama Fuenmayor, y junto a la ermita hay una

fuente que dicen los de Ejea que manan sus fuentes. Cuentan que traen todos los años a esta

57

Utilizo la referencia de Labaña a partir del artículo que Antonio Ubieto Arteta escribió tomando como

referencia el texto del geógrafo portugués; localizó con bastante exactitud la ubicación del monasterio de

San Esteban de Orastre; Labaña lo citó como ermita de San Esteban de Orastre desde: el castillo de Sos,

Ruesta, peña Oroel, ermita de San Salvador (cercana a San Juan de la Peña), ermita de Nuestra Señora de

la Peña (Biel), castillo de Luna, monasterio de Nuestra Señora de Monlora (Luna), atalaya de Marracos,

ermita de los Agudos (Gurrea de Gállego), iglesia de Almudévar (Antonio Ubieto Arteta. “El monasterio

de San Esteban de Oraste y su emplazamiento”. Rev. Argensola Nº 49-50, 1962, pp. 117-118).

27

ermita dos cirios, y que un año que faltaron con la ofrenda, faltó el agua en las fuentes de

Ejea”.

En esta descripción es curioso que no se hable de las Peñas de Santo

Domingo o de la ermita de la misma advocación. Pensamos que las Peñas

Lucientes son las que, en el siglo XIX, se denominan de Santo Domingo,

quizás relacionadas con la ermita que se levantó casi en la muga entre los

términos municipales de Luesia y Longás para venerar al santo protector de

los ganados58.

Entre las “Peñas Lucientes” y la ermita de San Esteban de Orastre

nacen el río Onsella, en el término de Fuenmayor, que todavía se conserva, y

el Arba de Luesia59, como dice Labaña, cerca de la ermita.

También es cierto que los de Ejea tenían por tradición entregar cada

año un presente al “frate” o ermitaño de San Esteban de Orastre60. Queda

constancia de este hecho, por ejemplo, en el arrendamiento de la cera de las

iglesias de la villa estipulado el 23 de enero de 1600 con Juan Domblasco, una

de cuyas obligaciones era dar al “frate o hermitanyo de senyor Sant Esteban de

Orastre en cada un anyo de dicho arrendamiento, si biniere por el, es a saber todo aquel

estadal que la dicha villa de Exea le da de limosna como se ha usado y acostumbrado, que

58

La profesora Carmen Rábanos Faci, no obstante, señala: “En la Sierra de Santo Domingo y

posiblemente situada sobre un antiguo eremitorio, se halla la ermita de Santo Domingo, de

construcción actual” (“Longás”, El patrimonio artístico de la comarca de las Cinco Villas, Centro de

Estudios de las Cinco Villas, 1988, p. 194). 59

“Nace el río Arba de Luesia en la Sierra de Santo Domingo, en una fuente situada al Sur de la Peña de

Santo Domingo a 1.475 m. sobre el nivel del mar, en un punto distante unos 10 km. de Luesia en línea

recta y a la mitad de la distancia de Biel, en la partida llamada “Tablados” término municipal de Longás.

Un km. más abajo de sus fuentes penetra ya en término de Luesia por el “Paco de Lisán”, e

introduciéndose en la Sierra de Luesia, por las partidas de “Corral de Macaria”, “Paco de la Selva”,

“Pasada de Pigalo”, “Recuejo de Prudencio”, “Plano de Campo Raso” y “Plano de la Mesa”, llega a la

villa de Luesia, a unos 3 km. a su derecha” (Isidoro Escagüés Javierre, Las Cinco Villas de Aragón,

Imprenta la Moderna, Vitoria, 1944, p. 71). 60

Desconocemos si hace referencia al prior de Luesia o al ermitaño que atendía la ermita de San Esteban.

Durante los siglos medievales, los priores residían en la sede del priorato, pero durante la Edad Moderna

se limitaban a visitar sus iglesias cada cierto tiempo, regresando al monasterio de San Juan de la Peña una

vez terminada la visita. Las rentas del priorato de Luesia consistían en estos años en la tercera parte de los

diezmos recaudados en la parroquia de San Esteban de este pueblo en arriendos de hierbas y el fruto de

las labores en algunos montes (Natalia Juan García, San Juan de la Peña y sus monjes. La vida de un

monasterio altoaragonés en los siglos XVII y XVIII, Delegación del Gobierno en Aragón, 2007, pp. 122-

123).

28

son siete libras estadal, y esto se entiende en cada un anyo viniendo el dicho frate por el, y si

no no tenga obligacion de darlo”61.

Con la llegada del siglo XIX acaece la desamortización del monasterio

de San Juan de la Peña. En 1839 se resolvieron las ventas de su patrimonio

agrícola, ganadero y forestal. Las tierras de la zona norte de las Cinco Villas

fueron vendidas, conservando las futuras fincas particulares la delimitación de

las antiguas pardinas. Es el caso de la pardina de Nofuentes, que tenía 60

cahices de pastos, 22 cahices de tierra de labor, una casa, corral y pajar, y dos

huertos de dos hanegas; del mismo modo, la pardina de Montañano, lindante

con la anterior, de 60 cahices de suelo de hierbas, 19 de tierras de labor, y una

casa con corral y pajar62.

Mediado el siglo XIX aparece el Diccionario geográfico, estadístico e histórico

de España, de Pascual Madoz, que, al enumerar y describir las tierras de la

Cinco Villas, todavía identifica las pardinas de Sangorrín, Montañano,

Lucientes, Nofuentes, Salafuentes y San Esteban. De esta última dice que se

halla en el término de Longás, “donde se halla la ermita de Sto. Domingo…Es un

bosque continuado de pinos, hayas, bojes y otros arbustos”63.

Sin embargo, esto no nos debe llevar a pensar que había desaparecido

de la memoria y físicamente la ermita de San Esteban. En 1860, el Nomenclator

editado por el Estado señala que en el término de Longás existía una ermita de

esta advocación con un edificio inhabitado de una planta64.

Los datos aportados por Madoz y el Nomenclator parecen desmentir que

el yacimiento de El Corral de Calvo se pueda identificar con San Esteban de

Orastre, ya que localizan la pardina de este nombre, el primero, y la ermita, el

61

A.P.N.E. 844. Navarro de Bordaberri, Juan. 1600. Fols. 39 r. y ss. 62

Mª Cruz Palacín Zueras, “El Real Monasterio de San Juan de la Peña y la desamortización”, Rev.

Argensola Nº 11. Huesca, 1997, pp. 166-167. 63

Madoz señala la existencia de la ermita de Santo Domingo y de las Peñas de Santo Domingo. De las

pardinas indica que pertenecieron al monasterio de San Juan de la Peña, estando algunas habitadas (como

era la de Montañano, que tenía dos casas en las que se albergaban los labradores que cultivaban las

tierras). 64

Nomenclator que comprende las poblaciones, grupos, edificios, viviendas, albergues, etc., de las

cuarenta y nueve provincias de España. 1860. Edición electrónica del Servicio de Estudios de Caja de

Ahorros de la Inmaculada.

29

segundo, en el término municipal de Longás, cuando el Corral de Calvo está

en el de Luesia.

Sin embargo, ambos difieren en la consideración de los edificios: el

primero sólo habla de un terreno de bosque, el segundo dice que hay un

edificio y una ermita. Por otro lado, en la venta de la pardina de Nofuentes del

año 1839 se dice que está en el término de Biel, cuando las otras fuentes

indican que está en el de Longás65. No es extraño que existieran estas

confusiones cuando estaba tan reciente el establecimiento de los términos

municipales (1833) y la inclusión de las pardinas desamortizadas

pertenecientes al monasterio de San Juan de la Peña en alguno de los pueblos

circundantes.

65

Se encuentran, efectivamente, en el término de Longás, al igual que la partida denominada Monte de

San Esteban.