Scarlett O'Phellan Godoy - La Moda Francesa y El Terremoto de Lima de 1746

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    La moda francesa y el terremoto de Lima de 1746Bulletin de lInstitut Franais dtudes Andines / 2007, 36 (1): 19-38

    La moda francesa y el terremoto de Lima de1746

    Scarlett OPhelan Godoy*

    Reme

    En 1746 la ciudad de Lima se vio asolada por un terremoto de gran evergadura que podujo untsunami que devast el puerto del Callao. En esa poca las explicaciones sobre los orgenes de losdesastres naturales eran ms de carcter religioso que de corte cientfico. La Iglesia sugiri que lamoda francesa femenina de pronunciados escotes, mangas cada vez ms cortas y faldas a la altura deltobillo, haban provocado la ira divina, materializada en el movimiento telrico. La insinuante modafrancesa haba sido adoptada por las clases altas pero tambin por los sectores populares. El impactoinicial del argumento que involucraba el vestido fue solo temporal, ya que eventualmente la modafrancesa se impondra en la sociedad limea, repensndose los desastres naturales bajo el prisma dela Ilustracin.

    Palabra lae: terremoto, control religioso, moda francesa, iconografa

    La me fraae e le rembleme e erre e Lma e 1746

    RmEn 1746 la ville de Lima a t dtruite par un sisme de grande envergure, lequel provoqua un tsunamiqui dvasta le port de Callao. cette poque les raisons invoques pour expliquer les dsastresnaturels relevaient plus du domaine religieux que du domaine scientifique. Lglise suggra que lamode franaise fminine avec ses profonds dcollets, ses manches toujours plus courtes et ses jupesau dessus de la cheville, avait provoqu la colre divine, colre qui stait manifeste, matrialisedans le mouvement sismique. La suggestive mode franaise avait t adopte par les classes aises ainsique par les couches populaires. Le premier impact de largument qui mettait en cause le vtementfminin fut de courte dure puisque finalement la mode franaise simposa dans la socit limnienne.Les dsastres naturels furent dsormais vus sous le prisme de lIllustration.

    M l : tremblement de terre, contrle religieux, mode franaise, iconographie

    * Academia Nacional de la Historia, Pontificia Universidad Catlica del Per: E-mail: [email protected]

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    Scarlett OPhelan Godoy

    Freh fah a he earhake Lma f 1746

    Abra

    In 1746 the city of Lima was devastated by a powerful earthquae that provoed a tsunami thatpractically destroyed nearby Callaos port. At that time the explanations concerting the origin ofnatural disasters were of a religious rather than a scientific nature. Therefore, the Catholic Churchsuggested that the French female fashion that encouraged deeper nec lines, together with shortersleeves and sirts showing the anles, may have induced the divine wrath which manifested itselfwith the seismic onslaught. The provocative newly introduced dress designs were widely used by thewomen from the upper class and emulated by the popular sectors. The initial impact of the argumentspresented against the French fashion was short lived. Eventually French designs would establish itsdominance in Lima society and natural disasters were reinterpreted through the scientific argumentsof the Enlightenment.

    Ke wr: earthquake, religious control, French fashion, iconography

    1. EL MAs FAtAL tERREMoto dEsdE LA conquistA

    El da viernes 18 de octubre de 1746, a las diez y media de la noche, un movimiento telrico degran magnitud, seguido por un tsunami, devastaron la ciudad de Lima y el vecino puerto de ElCallao. Testigos que presenciaron del sismo sealaron que ste tuvo una duracin de alrededorde tres o cuatro minutos o, en trminos religiosos, de tres credos. Otros observadores indicaronque entre el terremoto y el maremoto hubo un intervalo de solo media hora. De acuerdo a larelacin del viaje llevado a cabo por los peninsulares Jorge Juan y Antonio de Ulloa, quienesvisitaron la capital limea a poco tiempo de haberse producido el sismo, luego de comparar losterremotos ocurridos en la ciudad de Lima durante la colonia concluyeron que ninguno de todos(fue) tan horrible como el que se experiment ltimamente. (Prez Mallana, 2001: 53, 55)

    Hubo quienes opinaron que al producirse el sismo durante la noche, el desconcierto y caos quese suscit, tuvo un fuerte impacto sobre la alarmada poblacin limea, ocasionando un mayornmero de muertes. Solo al da siguiente se pudo apreciar el grado de destruccin en que habaquedado la ciudad. Las descripciones realizadas por observadores del trgico hecho nos hablande una Lima en ruinas, donde de las tres mil casas que estaban dentro de las murallas de laciudad, apenas veinte se mantuvieron de pie. Las torres de las iglesias se haban desplomado yel palacio del Virrey se encontraba inhabitable. Lima, la capital del Per, se hallaba en un estadodeplorable (Vargas Ugarte, 1956: 265).

    En el siglo XVIII, y sobre todo con la influencia de la Ilustracin, junto a las clsicas interpretacionessobrenaturales con relacin a los movimientos ssmicos, aparece tambin una corriente queaboga por una visin de carcter naturalista, que sin negar la postura tradicional prefiere basarsus observaciones en una ley constante de la naturaleza que discute causas fsicas y teorasacerca de la constitucin del interior de la tierra, sustentndose en datos empricos (SnchezBlanco, 2002, 261).

    Un intento por explicar ms racionalmente la irrupcin de los terremotos es el que propusoPierre Bouguer, astrnomo, hidrlogo y matemtico francs, miembro de la expedicin de De

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    La Condamine, quien realiz observaciones sobre la correlacin existente entre los meses delao y la ocurrencia de terremotos. Lleg a precisar que

    de los seis terremotos ms fuertes que Lima ha sufrido desde su fundacin, cuatro

    ocurrieron en los meses de octubre y noviembre, en lugar de producirse indistintamenteen cualquier otro momento del ao. Quizs se considere esta particularidad como unefecto de la causalidad, pero acaso sera imposible que el retorno del calor y las grandesmarcas de septiembre y octubre hayan contribuido? (Viajeros franceses, 1999: 162).

    Bouguer tambin repar que en el Per no haba semana en la que no se sintieran algunospequeos temblores y que stos eran tan seguidos que no se les prestaba mayor atencin y nadiese preocupaba por anotar las fechas y registrarlas. Lo nico que a su entender provocaba temoreran los terremotos, por sus consecuencias nefastas. Pero, conclua, felizmente son bastanteraros.... (Viajeros franceses, 1999: 164)Parece que incluso Voltaire, en su obra Cndido y otros cuentos, escrita en 1759, lleg a plantear,a partir del terremoto de Lisboa de 1755 y, en menor medida del de Lima de 1746, el dilema

    entre la omnipotencia divina y la miseria humana. Quien sali al frente a rebatirlo fue nadamenos que Juan Jacobo Rousseau otro de los eminentes filsofos de la Ilustracin francesaquien, en una carta fechada en 1756, expona que era la sociedad la causante de la mayora delos males. En su opinin, era el hombre el arquitecto de ciudades abigarradas con edificios devarios pisos, que colapsaban en los sismos, aplastando a sus ocupantes y provocando numerosasprdidas de vidas humanas (Prez Mallana, 2001: 438, 439). La polmica entre la razn y la fecon relacin a los movimientos telricos quedaba de esta manera planteada.En el caso del Per, Jos Eusebio de Llano Zapata, considerado en la poca como uno de loscientficos limeos ms calificados, ha dejado el ms importante recuento que se tiene sobrela catstrofe de 1746. En su folleto de 33 pginas Llano Zapata ofrece un amplio panoramasobre las causas del terremoto y tambin discute sobre las causas fsicas de los temblores. Dala impresin de conocer las teoras grecolatinas sobre el origen de los terremotos y de haber

    consultado a Aristteles, Plinio, Sneca. Inclusive tuvo acceso a la Memoria de la Real Academiade Pars en la que se daba cuenta de los experimentos realizados en 1703 por Monsieur LeMery, quien sostena que los terremotos se deban a la inflamacin de determinados materialescombustibles subterrneos en contacto con el agua y al viento que dicha combustin originaba.Pero, al mismo tiempo, Llano Zapata, tema que las conjunciones astrales tuvieran tambinresponsabilidad en la ocurrencia de movimientos ssmicos (Prez Mallana, 2001: 417).

    Y eso no era todo. Como buen representante del racionalismo cristiano, Llano Zapata nopuede prescindir de la presencia de la intervencin divina en la ocurrencia de estas catstrofes;aunque hay quienes tienen la impresin de que, a pesar de ello, no hubo contradiccin entresus conocimientos cientficos y su fe en el dogma catlico (Peralta Ruiz, 2005: 38). As, envarias ocasiones a lo largo de su relato sobre el sismo, Llano Zapata llega a aceptar que exista laposibilidad de que el terremoto fuera la expresin de un castigo divino, trayendo a colacin la

    prediccin del desastre realizada por una monja de velo negro y avanzada edad, recluida en elconvento de las Descalzas de San Jos. La madre Teresa de Jess, que as se llamaba, asegurabaque en sus visiones haba percibido que Dios estaba indignado y que arruinara la ciudad deLima con un desastroso terremoto por la blasfemia y sensualidad de sus habitantes. Criticaba lamencionada monja con severidad a las criadas del monasterio, refirindose particularmente asus trajes profanos e indecentes (Waler, 2004: 45).Eventualmente en el caso de Lima, la posicin que va a prevalecer y que se difunde en 1746,es la ms conservadora, la que expresa que los sismos responden a causas sobrenaturales,concretamente son producto de la ira divina desatada por la inmoralidad de los hombres.

    2. LiMA, LiMA tus PEcAdos son tu RuinA

    El hecho de que el sismo del 28 de octubre fuera sucedido por una cadena de temblores,inquiet notablemente a la poblacin limea. Si bien las rplicas son usuales en este tipo de

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    movimientos telricos, su presencia fue empleada como argumento por el clero para predicarque an no se haba aquietado la ira divina, instando al arrepentimiento de los pecados comonica alternativa para que la tierra se calmara. De all la masiva concurrencia a las procesiones

    que se organizaron para pedir pblicamente perdn por los pecados cometidos con la finalidadde acallar los temblores. De acuerdo a Llano Zapata, se llegaron a congregar alrededor de 6 000penitentes cifra que parece un tanto abultada de los cuales 600 iban encenizados y condogales al cuello. Inclusive se advirti un exceso de rigor en los tormentos que los disciplinantesse iban auto inflingiendo (Prez Mallana, 2001: 393, 395). Estas manifestaciones pblicas dearrepentimiento concuerdan con la afirmacin que, aos ms adelante, hara un jesuita conrelacin al sismo que asol la ciudad de Cdiz en 1755; consideraba el clrigo que, tan buenpredicador como son terremotos y retirada de mar, ha hecho admirable fruto. Dios quiera quese conserven todos los gaditanos en los buenos propsitos que han concebido. (Prez Mallana,2001: 405)

    En el caso de Lima, se lleg a plantear que el terremoto se haba producido debido a cuatro

    grandes ofensas en que haban cado los limeos:1. las injusticias que se cometan contra los pobres;

    2. las prcticas ilcitas de la codicia y la usura;

    3. el torpsimo pecado de la lujuria;

    4. la vanidad de las mujeres con sus escandalosos vestidos.

    Al arzobispo de Lima, don Pedro Antonio de Barroeta y Angel, le preocupaban fundamentalmentedos hechos que combinaban el tema de gnero con el del atuendo: el travestismo, por unlado, y el poco recato exhibido por las mujeres en su indumentaria, por otro. Sobre el primertema el arzobispo fue claro y directo. As, en 1747 no dud en proclamar un edicto en el queprohiba categricamente y bajo excomunin a los mozuelos afeminados, que de ningn modousen de lo que es traje y adorno femenino, ni que bailen en funciones algunas como lo hanacostumbrado, y bajo de la misma pena prohibimos que ninguna mujer pueda disfrazarse deltraje varonil. (Prez Mallana, 2001: 398, 399)

    Pero el tema que nos concierne en este trabajo es el que se refiere a la acusacin que se interpusocontra las mujeres por su poco recato en el vestir, achacndoles de que debido a su impudicia sehaba producido el terremoto. Se entiende entonces que a solo tres meses de ocurrido el sismo,el Cabildo Eclesistico dispuso que todas las mujeres usasen prendas de vestir que alcanzaranhasta los pies e incluso los brazos deban estar cubiertos hasta los puos (Snchez Rodrguez,2001: 154). El mencionado edicto ordenaba que todas las mujeres de cualquier estado, calidady condicin que fuesen, no usen ropaque no les llegue hasta los pies, y cuando montasen a mulalos cubran, como tambin en todo tiempo los brazos cubiertos hasta los puos, y bajo el mismoprecepto, no permitan que sus criadas usen vestuario de otra forma. (Waler, 2004: 44)

    Es interesante constatar que precisamente dos aos antes del terremoto, en 1744, la ordenfranciscana haba reimpreso en Lima el libro de Juan Agustn Ramrez, Soli deo Honor, etGloria Norte de Pureza y claros desengaos, para persuadir a las mujeres vayan honestas en

    sus trages y escotes, considerando quizs que haba una falta de pudor en el vestir de laslimeas (Walker, 2004: 44). Lo cierto es que haban habido cambios en el diseo de lostrajes femeninos introducindose desde el temprano siglo XVIII pronunciados escotes queponan el pecho al descubierto y reducindose significativamente las mangas hasta cubrirslo el codo. No en vano en Espaa, el padre Feijo, el moralista ms influyente del siglo,sarcsticamente comentaba, antes el gusto mandaba en la moda; ahora la moda mandaen el gusto (Caldern, 1997: 119). Achacaba los excesos en el vestir femenino a la modafrancesa, cuestionado que sta tuviera alguna particular nobleza y hermosura... [agregando

    que] todas las modas nuevas me dan en el rostro, exceptuando aquellas que, o cercenangasto, operturban la decencia. (Gavarrn, 1997: 120)

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    3. tRAjEs PRoFAnos E indEcEntEs

    A principios del siglo XVIII en Espaa no solo hubo un cambio en la dinasta reinante, pasndosede los Austrias a los Borbones, sino que este cambio trajo consigo profundas modificaciones enel vestir. Se dice que el propio Felipe V, en su afn por introducir la moda francesa, hizo circularannimamente un escrito que cuestionaba el cuello de golilla y propona el uso de la corbatade lazo, implantada en Francia. Ya para 1707 su corte en pleno haba adoptado el vestidofrancs y durante todo el siglo XVIII los trajes de la corte espaola y de sus representantes en lascolonias americanas, fueron consistentemente copia de la moda francesa, imitados a su vez porlos criollos prominentes de los virreinatos de Indias (Martnez Carreo, 1995: 43, 44).

    De esta manera, el auge de la moda francesa en la pennsula y sus colonias se atribuye a la invasinde aristcratas franceses llegados como parte del squito de Felipe V (Daz Plaja, 1997: 60). Conla dinasta borbn se introducen los denominados trajes de corte, conformados, en el caso delatuendo femenino, por la saya del siglo anterior falda con pliegues acolchados que ahora poda

    llevarse hasta media pierna o prolongarse hasta los tobillos a lo que se agrega la camisa o jubn,pero modificndose algunas de sus caractersticas: las mangas se llevan a medio brazo (aunque seles aplican encajes y blondas en un afn por cubrir la piel), el escote se vuelve redondeado dejandoal descubierto el cuello y el pecho, favoreciendo estos diseos el uso de gargantillas, collares ybroches, por un lado, y de cintos, brazaletes y pulseras, de otro (OPhelan Godoy, 2003: 103).

    Las joyas pasan entonces a jugar un papel relevante en el vestir, convirtindose en un ndice dereferencia del estatus social de la mujer que las lleva (Cruz de Almenbar, 1996: 55). No en vanola dote asignada a las hijas casaderas de las grandes familias, inclua todo tipo de alhajas, de granfastuosidad (Rizo Patrn, 2000: 200). Se entiende, entonces, que el viajero francs Delaporte,quien visit el Per a mediados del siglo XVIII, quedara impresionado por las joyas que lucan lasdamas limeas, observando que

    los collares de perlas, los brazaletes de diamantes y todo aquello que pueda dar brillo alos adornos es tan profuso en su persona, que toda mujer incluso sin clase, sin ttulo, sinnobleza, muy rara vez sale de su casa sin llevar encima veinte mil escudos de pedrerasy otros adornos. Cada una, en su esfera, imita a aquellas de las clases ms distinguidas,sin exceptuar a las mismas negras, que tambin quieren imitar a las grandes damas.(Viajeros franceses, Delaporte, 1999: 174)

    Sobre este ltimo comentario, el viajero francs parece desconocer que en la colonia, las negrasesclavas eran consideradas una extensin de la familia a la que pertenecan, y una compaaindispensable en las salidas que efectuaban las damas de la casa. De all que una familia quese preciaba de distincin y alcurnia, pusiera especial cuidado en que sus esclavas de serviciovistieran bien, pudiendo incluso acicalarse con joyas (OPhelan Godoy, 2003: 103).

    Parece que el gusto por el uso recargado de joyas proceda de la pennsula y tena sus racesen el siglo anterior. No es casual entonces que madame dAulnoy, en la Relacin que hizo de

    su viaje a Espaa realizado a fines del siglo XVII, destacara que las damas espaolas tenanabundante y hermossima pedrera, y no llevanuna sola joya, como las francesas, sino nueveo diez, unas de diamantes, otras de rubes, perlas, esmeraldas y turquesas, muy mal montadas,porque aparecen casi totalmente cubiertas de oro... adornan sus muecas con brazaletes y susdedos con anillos, colgando de las orejas largos pendientes, excesivamente pesados y no secomo pueden sufrirlos (Deleito y Piuela, 1946: 173). Probablemente esto explique porque enla iconografa del temprano siglo XVIII las damas francesas aparecen retratadas prcticamentedesprovistas de joyas y cubrindose el pecho con aplicaciones de lazos y flores de tela, comoparte del diseo del vestido.

    Por otro lado, hacia 1715, como implemento de uso con la saya, se manufactura en Francia

    elpanier o miriaque, que consista en una falda interior de tela rgida o muy almidonada,que se utilizaba para sostener y ampliar el vuelo de las ropas exteriores. Su introduccin en lamoda femenina levant lgidas crticas, como las denuncias que le interpusieron en Espaa

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    telogos y moralistas describindola, en 1728, como una pieza nada ms opuesta al pudor, ala modestia y a las buenas costumbres. Se argumentaba que el ampliar el contorno del vestido,trae consigo la desnudez, la atencin que provoca origina malos pensamientos y reflexiones

    obscenas (Gavarrn, 1997: 103).La exigencia de que la falda o saya femenina cubriera los zapatos, con el fin de eliminar unposible punto de seduccin, privaba a las limeas de lucir uno de sus ms notables atributos debelleza: la pequeez de sus pies. Y es que hasta el siglo XVIII, a las damas espaolas (y por endetambin a las criollas) se les tena absolutamente vedado el ensear los pies a miembros del sexoopuesto. Es ms, Blcourt, enviado francs que arrib a Espaa con el primer borbn, Felipe V,le escribi al ministro francs Torcy, en junio de 1702:

    Y he llegado a conocer a espaoles que prefieren ver muerta a su mujer antes quedescubra el pie con su tocado. (Gavarrn, 1997: 121)

    Para el caso del virreinato peruano, el viajero Delaporte hizo notar que la gente se burlabacontinuamente de las europeas por tener los pies demasiado grandes, mientras que seala con

    admiracin que las mujeres de elite en Lima utilizaban zapatos menudos que eran cerrados conhebillas de diamantes, como en efecto aparecen en los registros iconogrficos. Delaporte observtambin, que los hombres no prestan mucha atencin a la desnudez de los hombros y de lagarganta (de las damas), porque solo les interesa el pie pequeo (Viajeros franceses,Delaporte,1999: 175). Se entiende entonces que las limeas fueran proclives a seguir la moda que subagradualmente el largo de la falda poniendo al descubierto sus ponderados pies enfundados enelegantes y costosos zapatos. stos eran, por lo general, negros, con sobrepuestos de seda, oroy plata, la hebilla de oro o de diamantes... y no tenan tacn (de Cangas, 1997: 36). Recuentosde la poca aluden a que el pie femenino que pasaba de cuatro puntos era despreciable entrelas damas limeas por considerarse grande (de Cangas, 1997: 36).

    Pero no solo al clero escandaliz la nueva moda femenina, que descubra partes del cuerpo queen las damas usualmente, por recato, permanecan ocultas. El propio Concorlocorvo (identificadopor algunos como Alonso Carri de la Bandera) comentar con preocupacin, que las grandesseoras ahora descubren sus brazos hasta el codo, y su garganta y pecho hasta manifestar elprincipio en que se deposita nuestro primer alimento (Money, 1983: 127). De all que paracubrir los pronunciados escotes se extendiera la moda de recurrir a mantos, mantillas y rebozos,que aparecen indefectiblemente en los testamentos femeninos del siglo XVIII (OPhelan Godoy,2003: 103, 104). El viajero francs Amadeo De Frezier describe con detalle, en 1713, el uso derebozos, mantas y mantillas utilizados por las mujeres del virreinato. En sus palabras,

    en las regiones fras (ellas) se cubren siempre con un rebozo, que no es otra cosa queuna bayeta sin hechura uno de cuyos picos cae en punta sobre los talones. Los suntuososson de ricas telas cubiertos de cuatro o cinco hileras de puntillas anchas y rara vezfinas... Para vestir ms modestamente se sirven de la mantilla en lugar del rebozo. Es una

    especie de mantn redondeado por la parta baja, de color oscuro y orillado en tafetnnegro.... (Frezier, 1982: 221)

    4. sEdAs, tAFEtAnEs, RuAnEs, BREtAAs y EL coMERcio dEuLtRAMAR

    Surge entonces la pregunta de qu telas se manufacturaban estas piezas? Una vez ms se puederecurrir a los testamentos femeninos para, a partir de los inventarios de bienes, obtener unaaproximacin al vestuario del siglo XVIII. Encontramos, por ejemplo, referencias a chupas oespecies de tnicas cortas que se utilizaban como blusones, siendo fabricadas de tafetn, rasoliso y brocado. El tafetn era una tela que vena de Francia y su textura era la de una seda tupida;

    tambin se utilizaba para fabricar los mantos desoplillo. El raso, por otro lado, era una telalustrosa y gruesa. Finalmente el brocado, era una tela de seda entretejida con hilos de oro y plata(Martnez Carreo, 1995: 190, 197, 198), que tomaban su nombre de las brocas en que se

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    colocaban los hilos para ser trabajados (Deleito y Piuela, 1946: 163). Precisamente, los textiles deseda producidos en la provincia francesa de Lyon, resultaron esenciales para la denominada modafemenina rococ. Eventualmente los tejidos de seda franceses se ganaron una reputacin de mxima

    calidad y sustituyeron a los productos de seda italianos que haban dominado el mercado en el sigloanterior (Moda desde el siglo XVIII, 2004: 8). Adicionalmente hay que sealar que los coloresempleados para la confeccin de los vestidos se hicieron ms brillantes y vistosos, incorporndoseel carmes, azul, encarnado, amarillo, verde, violeta, canelado. Inclusive se comenz a aadir en losdiseos de las telas, delicados ramilletes de flores inspirados en el movimiento naturalista que surgien Europa entre los aos 1720-1730 (Breward, 1995: 117); o elaborados y decorativos bordadoscon el fin de ornamentar y realzar el vestuario (Entwistle, 2000: 102).

    En el caso de los jubones (especie de camisas ceidas que iban de los hombros a la cintura) elmaterial utilizado para su fabricacin poda ser de bretaa o bayeta de Castilla. La bretaa erauna especie de lienzo fino que como su nombre lo indica, proceda de Bretaa en Francia. Labayeta de Castilla era una tela de lana poco tupida que vena de la pennsula. Tambin se aludeconstantemente a los ruanes, que eran telas que se manufacturaban en las fbricas de Ruan,

    en Francia (Martnez Carreo, 1995: 190, 197)y que se empleaban en confeccionar tocas yvueltas de puo, hacindose lo propio con el cambray (Deleito y Piuela, 1946: 165), lienzomuy delgado fabricado en Cambray, Francia (Martnez Carreo, 1995: 191). A travs de lostestamentos se percibe no solo que las cantidades de prendas de vestir aumentaron en esta poca,sino que los gneros empleados fueron ms ricos y lujosos. Evidentemente en el mercado limeola demanda por las telas importadas era amplia, de all que dentro de los productos rematadospor la expedicin Martinet, en 1719, durante el gobierno del virrey prncipe de Santo Buono,destacaran ntidamente: bretaas (439 037,034 pesos), ruan (396 796,622 pesos), cambray(58 840,188 pesos), encajes (54 699,545), pao (46 703,292 pesos), tafetn (54 463,834pesos), seda (29 426,125 pesos), raso (13 141,126 pesos), entre otros. Es ms, entre los 42productos que superaron los 10 000 pesos de venta haba un claro predominio de los textiles(Malamud Riles, 1986: 173). No obstante, a mediados del siglo XVIII la seda ir reemplazandopaulatinamente al tafetn en el vestuario femenino y, por lo tanto, se incrementar su consumo(Breward, 1995: 118). De hecho, la presencia de textiles de origen francs fue consistente en elatuendo de las limeas y ello alude no solo a la preferencia por la moda francesa, sino tambinal activo contrabando que existi durante el siglo XVIII entre Francia y la Amrica espaola.

    En este sentido, era de conocimiento pblico que muchos barcos extranjeros zarpabandirectamente de Europa transportando las manufacturas de sus pases a las Indias espaolas, sinutilizar la mediacin legal de Cdiz. Inclusive, Geoffrey Waler llega a afirmar que con la subidadel borbn Felipe V al trono espaol,

    Francia asumi en el acto el papel de amiga y protectora de Espaa... pasando lainfluencia francesa en Madrid a obstaculizar el comercio de los ingleses y holandesescon Espaa. (Waler, 1979: 34)

    No sorprende entonces que para 1705 se sealara que el contrabando de los franceses en el Pacficohaba aumentado considerablemente (Walker, 1979: 51). Por ejemplo, M.E.W. Dahlgren en suobra, Voyages Franois a Destination de la Mer du SudAvant Bougainville, calcula que, entre 1701y 1724, los barcos franceses que tocaron la costa del Pacfico fueron 153, mientras que Dionisio deAlsedo y Herrera, conocido por su acuciosidad, eleva la cifra a 210 (Villalobos, 1961: 64).

    No tardaron en levantarse acusaciones contra las irregularidades perpetradas en el comerciofrancs, las que incluso llegaron a denunciar la encubierta complicidad de los propios virreyesen negocios poco claros. As, en 1710, el fiscal Jos Agustn de los Ros elev, desde Espaa, dosdictmenes basados en las protestas del Consulado de Lima contra la presencia del comerciofrancs en el Pacfico, abiertamente tolerada por los virreyes Monclova y Castelldosrius, yperseguida por la Audiencia. Adems, se incluy en la documentacin la denuncia de Francisco

    Espinosa de los Monteros, quien vinculaba directamente el detectado contrabando, con lacompaa comercial organizada por el virrey Castelldosrius y sus socios. Vale recordar queCastelldosrius asumi el virreinato peruano luego de haber culminado una carrera exitosa en la

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    embajada de Francia. De all que entre el numeroso squito que lo acompa a Lima, hubierauna presencia significativa de franceses e italianos, lo que sin duda facilit que las relacionescomerciales con Francia se soliviantaran. No es extremo pensar, entonces, que el squito de

    franceses llegados con el Virrey impusiera solamente sus padrones de comportamiento cortesano,sino tambin sus parmetros de consumo en el vestir (Sala i Vila, 2004: 75, 79).

    La investigacin de Susy Snchez sobre los negocios franceses en la ciudad de Lima a finesdel siglo XVIII, demuestra que la tendencia a involucrarse en la venta de textiles se mantuvovigente. Lorenzo Fiat, por ejemplo, quien lleg a Lima alrededor de 1760 por la ruta Buenos

    Aires-Chile, trajo consigo un cargazn de ropas. Juan de Prado, por su lado, quien en 1785era propietario de una tienda-almacn en la esquina de la Coca, expeda en la misma, piezas debretaa, hilo y raso. Siempre vinculados a la moda, los inmigrantes franceses tambin destacaroncomo sombrereros. Tal es el caso de Pedro Dubois, quien en la dcada de 1770 manejaba unaexitosa fbrica de sombreros ubicada en la calle Pozuelo del Domingo. Otros destacaron como

    joyeros. Juan Tremaille, quien se defina como relojero, haba formado en 1794 una compaade pesca de perlas de coral. Adicionalmente otro francs, Luis Couturier, era propietario de unapeluquera que funcionaba en la calle de Santo Domingo (Snchez Rodrguez, 2005: 460, 461).Vale recordar que la peluca fue otro de los grandes aportes de la moda francesa cuyo uso pasa Espaa por la influencia de los borbones. Aparentemente las pelucas podan ser llevadas portodas las clases sociales a excepcin de los esclavos. Las de vestir, como lo demuestran los lienzosde la poca, siempre eran blancas y empolvadas con arroz pulverizado o harina (Duarte, 1984:66). Sin embargo, hay que reconocer que la peluca dificultaba el uso de sombreros (Delpierre,1997: 38), de all que las mujeres optaran por colocarse en el cabello ornamentos como lospolizones, que eran una especie de punzones de plata u oro, en forma de flores y, de acuerdo alrango social, podan tener incrustaciones de perlas o piedras preciosas (Cruz de Almenbar, 1996:53, 54). Adems, parece que las limeas fueron poco afectas a usar sombrero, reservndoloexclusivamente para ir al teatro o para montar a caballo (Castaeda Len, 1981: 48). Se explica

    entonces que en la mayora de los retratos de poca aparezcan desprovistas de este accesorio.Pero, volviendo al tema inicial del trabajo cabe preguntarse la prdica contra los escotes, lareduccin del largo de las mangas y la subida del largo de falda hasta dejar ver los tobillos, tuvoo no impacto sobre la poblacin femenina de Lima como resultado del sismo? En este sentidocomo veremos en las siguientes pginas los retratos de damas limeas de la segunda mitaddel siglo XVIII, y los cuadros de castas del virrey Amat (que nos ofrecen una imagen ms integralde la sociedad colonial), demuestran que el largo de mangas y de falda sigui subiendo duranteel transcurso del siglo XVIII. As tambin, los escotes se mantuvieron pronunciados llegandoincluso a tomar los hombros, si bien en un gesto de pudor pasaron a ser cubiertos por joyas en elcaso de las mujeres de elite, y por rebozos y mantas en el caso de las mujeres pertenecientes alos sectores populares. Aunque las damas acaudaladas tuvieron, sin duda, mayores posibilidadesde emular los estndares ms altos de consumo (Roche, 1999: 105).

    5. EL AFRAncEsAMiEnto En EL vEstiR A tRAvs dE LAiconogRAFAQue ya para ser querida,los hombres, que extraa cosa!no buscan la ms hermosa,sino la ms bien vestida.Lope de VegaSantiago el Verde, act. III, esc. II

    En el siglo XVII el atuendo femenino consista en vestidos de discretos escotes o bien ovalados,o bien algo ms bajos, que terminaban en forma de pico; y mangas acuchilladas que, debidoa la abertura que provocaba el corte en el diseo, dejaban expuestas delicadas camisas con

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    aplicaciones de finos encajes. En este sentido, la iconografa religiosa poda representar, sintemor ni reparos, a las santas catlicas y personajes femeninos bblicos vistiendo indumentariade la poca, pues sta era recatada y, en opinin de la Iglesia, de buen gusto.

    A partir de dos lienzos de carcter religioso fechados en el siglo XVIII, es posible comprobar queel artista en uno de los casos se ha visto obligado a recurrir al atuendo del siglo anterior,en la medida que la moda vigente en el siglo XVIII le resultaba tanto al clero como a la Iglesiademasiado escandalosa y, por ello, hubo sacerdotes que no escatimaron en criticarla cidamentedesde el plpito o por escrito. La primera imagen a la que se hace referencia, correspondea Santa Catalina de Siena (fig. 1) y el lienzo la representa vistiendo un traje rojo encarnadobordado en oro con un escote levemente redondo y mangas acuchilladas, propias del sigloXVII, que dejan asomar una camisa larga y cerrada en los puos. Es decir, los brazos de lasanta se encuentran completamente cubiertos. Por el contrario, en la imagen que correspondea Mara Magdalena (fig. 2), a quien se identifica con la seduccin y el pecado, sta lleva unvestido compuesto de una saya celeste ribeteada en hilos de oro, y un jubn rosa intensoajustado a la cintura, de cuello ovalado con un leve escote. El toque de impudicia, que aludea la ligereza en el comportamiento del personaje, lo dan las mangas, que siguiendo la modafrancesa del siglo XVIII acaban a la altura del codo, para ser completadas por volantes de encajesque, sin embargo, dejan traslucir la desnudez del antebrazo. Por analoga Mara Magdalena esel prototipo de la mujer pecadora, vestida provocativamente y, por lo tanto, se convierte en

    el chivo expiatorio de todos los males; comotambin ocurre con el caso de las mujeresque visten escandalosamente en Lima, yque por su inmoralidad en la indumentariason sealadas como las responsables de quese produzcan desastres naturales, como eldevastador terremoto de 1756.

    6. coRtEsAnAs FRAncEsAsy ARistcRAtAs LiMEAsREtRAtAdAs En EL LiEnzo

    La moda francesa que emulan sin reparos lasaristcratas limeas se puede observar en loslienzos que representan a Madame Pompadoury a Madame Sorquainville, ambos fechados amediados del siglo XVIII. La primera, nacida

    Jeanne Antoinette Poisson, era considerada unamujer culta e inteligente y su celebridad tieneque ver con haber sido durante veinte aos laamante oficial de Luis XV. En el primer retrato(fig. 3) aparece de pie con un vestido de sedacolor canelado, cuyo pronunciado escote esdisimulado por un lazo de regular tamao quele cubre la entrada del pecho. Lleva profusasy vaporosas blondas de moda en el antebrazoque, no obstante, dejan entrever el contornode los brazos. Si bien el largo de la falda toca elsuelo, en un gesto de trasgresin, permite que

    se asome la punta de uno de sus zapatos. Portaun abanico cerrado en la mano derecha y unapulsera de perlas en la mueca. En el segundo

    Fra 1 saa caala e sea leo sobre lienzo. Escuela Cuzquea, siglo XVIII. Museo Pedro de

    Osma, Lima

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    cuadro (fig. 4), Madame Pompadour, probablemente tratando de enfatizar su vocacin por lalectura, propia de la Ilustracin, aparece recostada en un sof con un libro entre las manos. Elvestido que lleva es de color azul luminoso fabricado en seda o tafetn adornado con lazosvioletas y en el hombro izquierdo el traje est cuajado de pequeas flores de tela, que tambinaparecen aplicadas en el vuelo del vestido. En ambos brazos luce pulseras de perlas de seisvueltas y lleva en el cuello, en lugar de collar, un discreto lazo de tela en tono violeta, a juegocon el vestido. En el cabello, desprovisto de polizones u otro tipo de accesorios de joyera, llevapor todo adorno un sencillo arreglo floral realizado en tela.

    En el caso del retrato de Madame Sorquainville, mujer de conocida elegancia y esposa de unprominente consejero parlamentario, sta aparece sentada, mirando de frente, y con el brazoizquierdo reposando sobre un cojn colocado encima de una mesita auxiliar. Vestida de uno delos colores de moda, el canelado, se cubre el pecho con una lazo celeste aplicado al escote,llevando en el cuello una cinta de terciopelo negro y en el cabello un arreglo de tela y encajesque simula una especie de cofia, semejante a la crespina. Los encajes de la manga izquierdadel traje encubren una pulsera de perlas de varias vueltas que solo se asoma. En los tres casoslos vestidos son de colores slidos (canelado, azul luminoso) y si tienen algn adorno, stetambin es de color slido (violeta, celeste). El uso de joyas es discreto, limitndose sobre todo

    a las pulseras, y se puede observar una marcada preferencia por las perlas. No obstante, en lostres casos los escotes son profundos y a pesar de estar adornados con lazos, insinan la entradadel pecho.

    Fra 2 Mara Maalea arrepea

    leo sobre lienzo. Escuela Cuzquea, siglo XVIII. ColeccinBarbosa-Stern, Lima

    Fra 3 Maame Pmpar

    leo sobre lienzo de Franois Boucher (1759). ColeccinWallace, Londres

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    Fra 4 Maame Pmpar

    leo sobre lienzo de Franois Boucher (1757). GaleraNacional de Escocia, Edimburgo

    En el siglo XVIII Pars se convirti en el centro europeo de la moda y el nuevo estilo en el vestirfue transferido e imitado rpidamente en las grandes ciudades, como era el caso de Lima, capitaldel virreinato del Per. Da la impresin que entre las damas de la elite limea, los nuevos diseosgozaron de gran aceptacin, pues fueron adoptados sin mayores dubitaciones, como se puedeobservar a travs de la iconografa de la poca. Se han seleccionado los retratos de cuatro damas

    de la nobleza limea, para analizar el impacto que tuvo la moda francesa en definir el atuendoy uso de accesorios que estas aristcratas escogieron para ser retratadas durante el siglo XVIII. Esde suponer que debieron elegir sus mejores galas, ya que se trat de cuadros que tuvieron ciertocarcter oficial, pues en tres de ellos aparece el escudo de familia a un extremo del lienzo.

    El primer retrato corresponde a doa Francisca Gabio y Reao, Ira condesa de Monteblanco(fig. 5), quien aparece de pie, pero no mirando de frente sino de tres cuartos. Viste un trajeen dos tonalidades: canelado y carmes, habindose difundido el uso de ambos colores comoparte del vestuario femenino con el advenimiento de los borbones. El traje en cuestin parececombinar, a su vez, dos tipos de tela: brocado estampado canelado y seda carmes bordada enoro. El escote del vestido es redondeado y amplio, ribeteado en encajes, dejando al descubiertola entrada de los hombros. Las mangas, que llegan hasta el codo, cuentan con aplicaciones deencaje que cubren solo la mitad del antebrazo, permitiendo a la condesa lucir unas pulseras

    de perlas, que combina con un collar de perlas de una sola vuelta, que termina en una cruzde brillantes. Adicionalmente lleva en el pecho un broche de perlas en forma de lgrimas, y

    zarcillos o pendientes a juego. Como en el caso de madame Pompadour, aunque el vestidoprcticamente toca el suelo, sin embargo deja atisbar uno de los zapatos. El cabello lo decoracon lazos y polizones y, en la mano derecha, lleva un abanico cerrado.

    El segundo retrato pertenece a doa Rosa Juliana Snchez de Tagle, Ira marquesa de Torre Tagle(fig. 6). El vestido con que aparece en el lienzo da la impresin de ser de brocado, con el fondode la tela en color canelado y estampado con flores de distintos tamaos en tono carmes. Lafalda, ribeteada en el ruedo con cinta de seda carmes, presenta una discreta cola. Las mangasllegan al codo y de ellas salen unos volantes de encaje de notoria dimensin, que permitendejar el antebrazo descubierto para lucir una serie de brazaletes y pulseras que prcticamente

    la guarnecen de joyas desde el codo hasta la mueca. Dentro de ellas destacan una pulserade cuentas rojas que podran ser corales de una sola vuelta, un brazalete de oro conincrustaciones de piedras preciosas, y pulseras de perlas de varias vueltas. Los pendientes que

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    usa son de perlas en forma de lgrimas, y lleva sobre el pecho dos collares y una gargantilla, en

    los que se combina el oro, las perlas, y unas piedras preciosas de tonalidades oscuras. El cabelloest adornado por numerosos polizones en forma de flores y una especie de diadema. Llevatambin anillos en los dedos anular y meique de ambas manos. Es, de hecho, la dama queaparece con el mayor nmero y variedad de joyas entre las aristcratas limeas retratadas en elsiglo XVIII. Probablemente, si madame dAulnoy hubiera tenido la oportunidad de observarla,habra opinado que la marquesa haba posado para el cuadro excesivamente enjoyada, ya questa fue la crtica que la mencionada viajera francesa interpuso a las damas espaolas que tuvooportunidad de conocer, durante la visita que realiz a la pennsula a fines del siglo XVII.

    A lo largo del siglo XVIII la moda francesa se fue acentuando entre las limeas de elite. Mientraslas mangas y las faldas fueron hacindose ms cortas, los escotes fueron bajando hacia el pecho yabrindose hacia los hombros. En el retrato de Nicolasa de Onton y Valverde, IIIra condesa de

    las Lagunas (fig. 7), es posible observar claramente que debajo de su suntuosa saya o brialsobresalen unos delicados zapatos de tono rosa, decorados con hebillas de brillantes. Adems,se pone en evidencia el uso del miriaque, con el fin de darle volumen y rigidez a la falda.

    Fra 5 Fraa gab Rea, ira ea eMebla

    leo sobre lienzo de Cristbal Lozano (1765). ColeccinManuel Gastaeta Carrillo de Albornoz, Lima

    Fra 6 Ra jlaa she e tale, ira marea etrre tale

    leo sobre lienzo atribuido a Cristbal de Aguilar, mediadosdel siglo XVIII. Palacio Torre Tagle, Lima

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    La condesa de las Lagunas viste un traje de seda color rosa plido, que adorna con aplicacionesde cintas verticales donde han sido bordados ramilletes de flores sobre un fondo blanco. Comoaccesorio lleva un collar de perlas con una cruz de gran tamao colocada en el centro, que

    prcticamente le cubre el pecho. Es decir, da la impresin que con el imponente crucifijo seespera acallar los comentarios que pueda levantar el pronunciado escote. Adicionalmentetambin luce pendientes y pulseras de perlas, estas ltimas cierran con un broche engastado enpiedras preciosas. El vestido, como se ha observado en el caso de las cortesanas francesas, llevauna pechera de encajes con un gran lazo en el medio, tambin elaborado de encaje, que ha sidoaplicado a la altura del pecho. Las mangas del traje siguen subiendo y ahora son las blondas deencajes las que llegan hasta poco ms abajo del codo, dejando el antebrazo descubierto.

    Por su parte, doa Mariana Belsunsa y Salazar (fig. 8), ha sido retratada vistiendo un traje deseda de color azul intenso, bordado en plata a modo de franjas transversales. La rigidez de lafalda denuncia la presencia oculta del miriaque, y la longitud de la misma, por encima de lostobillos, le permite lucir unas medias de seda en tono azul pastel y unos zapatos sin taco forradosen la seda azul del vestido y decorados con hebillas de brillantes. Las mangas, como en el caso

    Fra 7 nlaa e oa valere, iiira ea e la

    Laa leo sobre lienzo atribuido a Cristbal Aguilar, segunda mitad del

    siglo XVIII. Coleccin particular

    Fra 8 Maraa Bela salaar

    leo sobre lienzo, segunda mitad del siglo XVIII.Coleccin del Museo Broolyn. Donacin de la seoraL.H. Shearman

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    anterior, le llegan escasamente hasta encima del codo, terminando en unos lazos de donde salendos capas de finos encajes blancos que le cubren el brazo por debajo del codo. Como joyas llevapuesta una cadena con un pendiente que le cae sobre el pecho, y se adorna el cuello con un

    cintillo aparentemente de platino con incrustaciones. Como complemento luce unos pendientesde gran tamao, en los que se combinan las perlas tanto redondas como en forma de lgrimas.En la cabeza lleva una especie de diadema (tambin puede tratarse de una serie de polizonescolocados uno al lado del otro) y en la mano derecha sujeta un abanico que mantiene cerrado.

    Pero hasta este momento las referencias en el vestir corresponden exclusivamente a mujeres deelite, que contaban con los recursos econmicos para seguir los vaivenes de la moda francesay que, adems, estaban condicionadas a adoptar las nuevas tendencias europeas en el vestir,debido al crculo social en el que se movan. En este sentido, como se puede observar en elsiguiente punto, las mujeres pertenecientes a los sectores populares tuvieron serias limitacionesde carcter econmico para adquirir los accesorios de moda, seleccionando algunos aditamentosque su presupuesto, orgenes culturales, grupo tnico de referencia y ubicacin social les permitiincorporar.

    7. LA inFLuEnciA dE LA ModA En Los cuAdRos dE cAstAs dELviRREy AMAt

    En la dcada de1760 el virrey Amat y Juniet orden pintar una serie de lienzos que ilustraran ladiversidad del mestizaje racial existente en el virreinato del Per y que remiti en 1770 al reyde Espaa, don Carlos III. Para establecer las diferencias entre las numerosas castas producto delmestizaje, se recurri no solo a los rasgos fsicos de los individuos representados, o al color desu piel, sino, particularmente, al vestido y los accesorios con que los diferentes grupos tnicoseran identificados. Si bien la serie completa la constituyen veinte lienzos, solamente siete sern

    utilizados como material de referencia en el presente trabajo, por considerarse que son los msrepresentativos para el estudio.

    Evidentemente, dentro de los cuadros de castas, el que se refiere a la pareja de espaoles,descritos como gente blanca, es el que destaca por el fuerte acento afrancesado en suindumentaria (fig. 9). As, el personaje femenino lleva una especie de tapado confeccionado enbrocado azul con flores y hojas bordadas en oro, que ha sido forrado en tafetn encarnado. Alestar el tapado entreabierto, permite apreciar un vestido de escote bajo ribeteado con puntillasde encaje blanco, y adornado con unos lazos en tono celeste que se alinean verticalmente amodo de pechera, rememorando los lazos aplicados al escote de los vestidos con que han sidoretratadas madame Pompadour y madame Sorquainville. Las mangas del traje que sobresalenpor debajo del tapado y llegan hasta el codo, estn ribeteadas con encajes transparentes quedescubren el antebrazo. Como nicas joyas, la espaola del cuadro luce un discreto anilloen el dedo ndice de la mano izquierda, un sencillo collar de perlas de dos vueltas, y lo msostentoso es un juego de aretes que combina con un tembleque de platino y brillantes, quecolocado sobre la frente remata en pequeas flores. Lleva adems dos indicadores que ponende manifiesto su prominencia social: en la mano derecha sostiene un abanico abierto, mientrasque en la mano izquierda coge entre los dedos un pauelo blanco de fino encaje.

    En el caso del cuadro referente a la pareja de mestizos (fig. 10), la mujer viste una camisablanca llana de escote profundo, que cubre parcialmente con un rebozo de bayeta color rosaplido. Completa su modesto atuendo con un aderezo para el cabello compuesto de cintas ypolizones que representan hojas y flores. Como nicas joyas lleva puestos unos aretes pequeos,mientras que el cuello, antebrazo y manos, estn desprovistos de joyas. No obstante, en elcuadro de castas que representa tambin a una mestiza, pero esta vez en pareja con un espaol

    de cuya unin nace quarterona de mestiza (fig. 11), el atuendo femenino se hace ms vistoso yatractivo. Lo que en buena cuenta se ilustra, es que ha habido un evidente ascenso social de partede la mestiza al unirse al espaol, que se pone claramente de manifiesto en su indumentaria,

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    compuesta por piezas de ropa de mejor calidad y un mayor nmero de accesorios. Lleva, porejemplo, una chupa estampada en azul sobre fondo blanco con diseos de flores de diferentestamaos y guarnecido con cintas de color canelado; que va superpuesta a una camisa blancacon las mangas a la altura del codo, cuyo escote, que es bastante pronunciado, est ribeteadoen encaje. En el cuello, para hacer menos llamativo el escote, luce un collar de cuentas en oro yplata, que complementa con unas pendientes de perlas. En la cabeza lleva un aderezo de cintasbordadas a modo de turbante.

    Algo similar ocurre en el caso de las mulatas en trminos al atuendo con que han sido representadasen el lienzo. Las posibilidades de vestir mejor, dependen de la pareja a la que se unan. Tal es elcaso de la mulata de cuya unin con negro nace el vstago sambo (fig. 12), la cual, al igual que lamujer de la pareja de mestizos, viste una camisa blanca llana de pronunciado escote, cubrindoselos hombros con un rebozo de color rosa intenso. No obstante, cabe destacar que, a diferencia dela mestiza, lleva en el cuello un collar de cuentas rosadas y grises que bien podran haber sidoperlas y unas llamativas pendientes a juego. Viste adems una saya azul oscuro con mltiplespuntillas en tonos rosa y blanco, y se ornamenta la cabeza con una cinta o balaca anudada sobrela sien derecha, que complementa con polizones de flores en la parte posterior.

    La figura femenina que parece hacer un mayor despliegue de piezas de ropa y joyas entre loscuadros reservados para el estudio, es la mulata de cuya unin con espaol nace el quartern

    de mulato (fig. 13). Nuevamente, da la impresin que al tener como pareja a un espaol, haascendido socialmente, lo cual se trasluce en su vestimenta. Lleva una camisa transparente defino encaje que le llega hasta el codo y que presenta un escote profundo tambin ribeteado en

    Fra 9 Parea e epale

    Annimo. Serie de cuadros de castas del virrey Amat, dcada1760. Museo Nacional de Antropologa, Madrid

    Fra 10 Parea e me

    Detalle de mestiza con hijo en brazos. Annimo. Seriede cuadros de castas del virrey Amat, dcada 1760.Museo Nacional de Antropologa, Madrid

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    blondas de encaje. Para cubrirse el pecho, emulando a las criollas y peninsulares, luce un collarde cuentas de oro de consideracin, que luego de darle dos vueltas alrededor del cuello, caehacia la abertura de la camisa. Como accesorios tiene puestos unos aretes que aparentementeson de perlas y oro, y lleva amarrada alrededor de la cabeza una balaca que anuda al ladoderecho, que complementa con varios polizones en forma de flores. Se cubre los hombros conun rebozo en tono azul pastel. Si bien tanto la mestiza como la mulata que tienen como parejaa un espaol se puede decir que han mejorado en calidad y clase, es oportuno destacar quelos espaoles a los cuales se han unido pertenecen a los sectores medios o incluso medios bajos,ya que ambos han sido representados con el cabello cubierto por un pauelo o redecilla, deacuerdo a la popular moda goyesca de la poca.

    De acuerdo a los cuadros de castas, quienes parecen haber resistido ms frreamente a la modaeuropea, fueron las indias. El lienzo que representa la unin de india con mulato produce vstagochino, es un claro ejemplo de ello (fig. 14). El personaje femenino viste una tnica azul conun discreto escote y se cubre los hombros con un rebozo en tono rosa intenso. En la cabeza, enlugar de balacas opolizones aditamentos con los que se adornan el cabello las mestizas y lasmulatas a las que se ha hecho referencia lleva una montera propia de las mujeres indgenas,probablemente manufacturada en los obrajes. Como nica joya luce unos pequeos aretes,que aparentemente son de plata. La persistencia por parte de las mujeres indias en el uso de

    implementos de su vestuario tradicional se ve reafirmada, incluso, en el cuadro de castas queilustra la unin de india con espaol produce vstago mestizo (fig. 15). En este caso el personajefemenino mantiene la montera de factura indgena para cubrirse la cabeza y, para exteriorizar

    Fra 11 Parea e mea epal prearera e mea (ealle)

    Annimo. Serie de cuadros de castas del virrey Amat,dcada 1760. Museo Nacional de Antropologa,Madrid

    Fra 12 Parea e mlaa er pre amb(ealle)

    Annimo. Serie de cuadros de castas del virrey Amat, dcadade 1760. Museo Nacional de Antropologa, Madrid

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    an ms sus orgenes tnicos, se cubre los hombros con una lliclla multicolor que utiliza en lugarde rebozo, y que cruza en el pecho con un discreto tupu de plata. Como nicas joyas lleva enel dedo anular derecho un anillo que tiene engastada una piedra preciosa, a juego con unospequeos aretes de oro.

    Se puede observar entonces que ms proclives a imitar la moda francesa fueron sin duda las

    mujeres procedentes de la aristocracia limea peninsulares y criollas superando incluso enostentacin a los patrones de referencia europeos y, sobre todo, en lo que respecta al desplieguede joyas. Su intencin al retratarse ricamente enjoyadas pudo tambin haber sido una manera deresaltar que procedan de una cultura material donde el lujo era posible porque, no en vano, oro yplata eran ampliamente producidos en el virreinato del Per y haba una reconocida tradicin deorfebrera. Adems las joyas tambin eran un parmetro de riqueza y de solvencia econmica.

    Por otro lado, las mujeres mulatas dan la impresin de haber sido ms inclinadas a emular a laclase alta en trminos de la moda y, sobre todo, en lo que respecta al uso de joyas y aderezospara el cabello, mostrando tambin una mayor disposicin para adoptar los pronunciados escotesque, probablemente, ante la presin social y los cambios climticos, optaron por cubrir conmantos y rebozos. La mujer mestiza aparentemente era menos adicta al uso de joyas aunque, si

    estaba unida sentimentalmente a un espaol, esta tendencia se inverta, adquiriendo collares ypendientes, y decorando sus cabellos a la moda europea. Es decir, en la medida que las mulatas ymestizas entraban dentro del proceso de blanqueamiento, iban asumiendo pautas occidentales

    Fra 13 Parea e mlaa epalpre arer e mla (ealle)

    Annimo. Serie de cuadros de castas del virreyAmat, dcada de 1760. Museo Nacional deAntropologa, Madrid

    Fra 14 Parea e a mla pre h(ealle)

    Annimo. Serie de cuadros de castas del virrey Amat,dcada de 1760. Museo Nacional de Antropologa,Madrid

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    en su estilo de vestir. La mujer indgena, porel contrario, aparece como la ms circunscritaa sus propias tradiciones en el vestir, aunque

    probablemente esta resistencia frente a lainfluencia de la moda, fuera menos acrrimaen las grandes ciudades coloniales, como erael caso de Lima, donde convivan las diferentescastas, interactuando entre s. No en vanoen el inventario de bienes de los testamentossuscritos por indias aparecen tambin listadasprendas de vestir de origen europeo, al lado dellicllas y tupus. Adems, las mujeres indgenasunidas a mestizos y negros, representadas enlos cuadros de castas, parecen haber adoptadodentro de su indumentaria coloridas chupas

    y cintas para el cabello. Un detalle que noes posible establecer a partir de los lienzosencargados por el virrey Amat, es el largo defalda en el vestido de los personajes femeninosque aparecen representados en la serie, ya quetodas parecen haber posado sentadas, siendoadems retratadas hasta poco ms abajo deltronco. No obstante, las quejas del clero enel siglo XVIII dejan entrever que la falda habasubido hasta mostrar los tobillos, de all quese dictaran decretos explcitos para exigir quellegara hasta cubrir los pies, enfatizndose que

    esta medida se aplicaba tambin en el caso delas criadas.

    As, en octubre de 1746, cuando se produjoen Lima el devastador terremoto seguido por un tsunami que azot la capital y el puerto delCallao, y cuando la prdica religiosa culp a las mujeres de haber desatado la ira divina por vestiren forma escandalosa y haber perdido el recato, es altamente probable que la crtica estuvieradirigida sobre todo a las mujeres de la elite que, como demuestra la iconografa, seguan de cercalos dictmenes de la moda francesa. Solo en una segunda instancia podra aludirse al estilo devestir de mulatas y mestizas, que aparentemente eran las ms propensas a emular a las damaslimeas en el atuendo sobre todo si tenan como pareja a un espaol pero sin llegar a laextravagancia del lujo y sofisticacin con relacin a las telas y joyas que las aristcratas limeaspodan ostentar, pues carecan de los medios econmicos para lograrlo. Difcilmente una mulatao una mestiza poda contar en su guardarropa con un traje de corte, aunque los testamentosque suscribieron y los registros iconogrficos disponibles demuestran su inclinacin a lucir joyasy aderezos, adems de no haber puesto resistencia a la moda de pronunciados escotes y camisasde manga corta ribeteadas de encajes.

    No obstante, parece ser que si bien el sismo pudo provocar un arrepentimiento temporal por partede las damas limeas que haban adoptado escotes profundos, mangas cortas, y faldas sobre eltobillo, como marcaban las nuevas tendencias de la moda, es posible comprobar que en la segundamitad del siglo XVIII el afrancesamiento en el vestir se mantuvo vigente, muy a pesar de la opininadversa del clero y la Iglesia... y del castigo divino a partir de los desastres naturales. Da la impresin,por lo tanto, que los sermones clericales tuvieron un impacto relativo pues, eventualmente, la modafrancesa impuso sus diseos sobre un segmento importante de la poblacin colonial. De este modo,

    moda y consumismo demostraron seguir su propio curso histrico.

    Fra 15 Parea e a epal pre me(ealle)

    Annimo. Serie de cuadros de castas del virrey Amat,

    dcada de 1760. Museo Nacional de Antropologa,Madrid

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