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Antonio Riberaecuestrados por extraterrestres

Documento/74

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Antonio Ribera

trados por extraterrestres

Planeta

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COLECCIÚN DOCUMENTODirección: Rafael Borras BetriuConsejo de Redacción: María Teresa ArooMarce! Plans, Carlos Pujol y Xavier Vilar6

© Antonio Ribera, 1981Editorial Planeta, S. A., Córcega 273-277Barce!ona-8 (España) , ,

Edición al cuidado de Xavier VilaróDiseño colección y cubierta de HansRomber~ (realización de Jordi Royo)IlustracIón cubiert.a: dibujo de Joe!Me~nard! por gentIleza de la revistaPhenomenes Spatiaux, editadapor G.E.P.A.

Pr~ed~ncia de las ilu~traciones: ArchivoEdit<,>nal Planeta, Parasearch, Enriquede VIcente y Autor

Primera edición: diciembre de 1981Segunda edición: febrero de 1982Depósito legal: B. 3558 - 1982ISBN 84-320-3614-5

Printed in Spain - Impreso en EspañaT~lleres Gráficos «Duplex, S. A.»,CIudad de la Asunción, 26-D, Barcelona-3D

índice

,/1/1 1'1'( 11

IIIIH'Y Y Betty Hill: un ClásicoI I 11 .' 1 ti· la regresión hipnótica, 22; El subconscien­h, t'lhllloso «banco de datos», 27; En la «cámara deI 'tllllH'lllIicnto», 29; El «mapa estela!», 32; Addenda, 39.

1I lllll'dia intemporal del cabo Valdés ,11110 I I¡·n· la censura, 45; Una interesantísima graba­I h'lI, -/(\; Rcacción de los animales, 52; Conclusiones, 54.

11 «platillos volantes» .I 1 ,. " dcl vaquero colombiano: triple «ligue» extra­

I 11' 111', 60; La nave ovoide, 61; Lo que opina Eru­IIlhl'I, ft7; Dictamen del médico, 68; Otro caso (y vanl' ) M; Algunas conclusiones y recapitulación, 70;, ",.ll'los con el caso Hill, 73; ¿Y si la clave estuviese11 1/ IlIlI1a?, 74; Addenda, 77.

I , "'IY u'la, o los pescadores pescados1, 11' I )11 hipnótica de los testigos, 80.

I nlll:-;i Llanca, o la inocencia.I I • Il'fIordinario encuentro, 91; La investigación, 95;1" 1('sultados, 96; Addenda A: transcripción de las

1"111'('1 IS grabaciones efectuadas a Dionisio Llanca bajoth,",,~ls, 102; Comparación con otros casos, 107; Ad­

,l. IIdll B, 108; El caso Balvidares, 111; Relación con el1 '1 ., 1.lnnca, 115.

l'I' : abducción en el Gran Londres .I I 11 id I1te, 119; ¿Posibles consecuencias del inciden­,. ' I 4: Tncidentes «keelianos», 125; Conocimientos ufo­"1 \os de la familia, 126; Los sueños y la regresiónh 11"1 1i a apuntan hacia una abducción, 127; La segun­.111 ('IIlrcvista, 128; Las sesiones de hipnosis, 129; La, I 11\ 'lo a bordo de la nave, 141; El «examinador», 143;1.. s '1' s altos, 144; Visita a la nave, 147; Información..hll' la nave y las bases, 152; Resumiendo, 153.

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7. Fortunato Zanfretta: el sueño de una noche deinvierno . 155Regresión hipnótica. de Zanfretta, 162; Addenda, 165;Raptado por tercera y cuarta vez,166.

8. Rivalino Mafra da Silva: abducción total . 168Addenda, 176.

9. Bebedouro: la componente onírica. 181El ovni «atípico», 184; ¿En la base espacial?, 186; Unavisión y un secreto, 193; Investigaciones, 197.

10. Herb Schirmer: un ovni mal aparcado. 199Addenda, 215.

TRES CASOS IBÉRICOS

1. Abducción en el aeropuerto de Barcelona2. Adela: abducción psíquica .

Las cartas, 233; Una sesión hipnótica, 235; Adden­da, 241.

3. Julio F.: el cazador cazado .Habla Julio, 245; El viaje a Medinaceli, 246; Sesioneshipnóticas. 16-4-1980, 25-4-1980, 2-5-1980, 250; Ellos, 262;Sesión hipnótica. Octubre de 1979, 264; La conducta yel atuendo de los tripulantes, 271; El aspecto físico, 274;La nave, 276; Sesión hipnótica. Octubre de 1979, 278;El cilindro y los pasillos, 282; Sesión hipnótica. Octu­bre de 1979,284; La sala, 289; El examen del perro, 292;La mesa y las sillas, 294; Sesión hipnótica. Octubrede 1979, 297; El hombre de la pantálla, 303; Sesiónhipnótica. Octubre de 1979, 305; La toma de muestras.Sesión hipnótica. Octubre de 1979, 308; El viaje (con-

. tinúa la sesión), 314; La escopeta y los cartuchos, 318;Sesión hipnótica. Octubre de 1979, 322; La vuelta alcoche, 323; Sesión hipnótica. Octubre de 1979, 325; Se­sión hipnótica. (Jesús Durán)¡ 325; ANEXO. Algunas con­clusiones anatómico-morfológicas, 327; Conclusiones al«caso Julio», 329.

Epílogo.Obras consultadas

indice onomástico

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334337

341

A Enrique de Vicente,que tanto sabe deabducciones y abducidos.Con afecto y agradecimientopor la ayuda que me ha prestado.

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he aquí que un carro de fuego... separó a uno de1" r . y Elías subía al cielo en el torbellino.

Reyes, n, 2·11

" n menos de media hora la isla (volante) se aproximóIIlsta tal punto, que no había más de cien pasos de dis­1 111 ia entre ella y yo. Adopté entonces diversas posturaslIumildes y suplicantes, y hablé con el tono más conmo-v 'dor, mas no recibí respuesta. Los que se encontraban .111 S cerca de mí me parecían, a juzgar por su vestimenta,P Tsonajes distinguidos. Se consultaban entre sí y mi­1'lIban a menudo hacia donde yo estaba. Finalmente unod' Has se me dirigió en un lenguaje claro, cortés y muydulce, cuyo sonido recordaba al italiano: fue pues en estaI 'ogua que yo le respondí. .. Aunque no nos entendíamos,lIIi aflicción fue comprendida; me indicaron por señasqu me bajase de la roca, y que fuese hacia la orilla, cosalUC hice; descendió entonces la isla volante hasta un nivel

nveniente, me arrojaron desde la galería inferior unaadena que llevaba sujeto un pequeño asiento, en el que

me senté, y en un santiamén fui abducido por medio deuna polea.

JONATHAN SWIFT, Viajes de Gulliver3.' parte, «Viaje a Laputa»

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INTRODUCCIóN

C'est icy un livre de bonne foy, lecteur.

MONTAIGNE

NII s al ufólogo a quien se dirige este libro, sino al lector1'lIrioso no especializado. Pretende contarle, y de paso con­forme de nuevo a mí, las «abducciones» que, por una razón11 (JI Ya, considero más dignas de referirse. «Abducción» es1111 término jurídico que ha pasado a la jerga ufológica,\1 que viene a significar también «secuestro» o «rapto».('omo los miembros de otras disciplinas más respetables,IIIS ufólogos -o sea los que pretendemos investigar el/'IIigma de los «objetos volantes no identificados» u ovnis(rI 'L inglés UFO, que significa lo mismo; de ahí el neolo-­¡rismo)-, empezamos ya a tener nuestro criptolenguaje,Illle en cierto modo nos aísla de los demás mortales «no111 iciados».

La abducción es uno de los aspectos más fascinantes deloda la fenomenología ovni, rica y compleja a estas alturas.'onocemos algunos centenares de casos de abducción en

lodo el mundo, pero debido a las características intrínse·'as de la abducción (una de las cuales es la «desmemoria»

-prefiero este término a amnesia- del sujeto abducido),quizá existan muchos más casos que, por definición, per­manecerán para siempre ignorados. Y están luego las po­sibles «abducciones totales», es decir, sin devolución delujeto, que sospecho que existen también, y tal vez en

abundancia. Hay inquietantes estadísticas policíacas sobrepersonas desaparecidas, que dan mucho que pensar (de­jando aparte las desapariciones por trata de blancas, hui­das del domicilio paterno o conyugal, etc.).

Por lo general, los seres humanos abducidos que se hanpodido entrevistar recuerdan el principio y/o el final delepisodio. La parte central del mismo -que es la más im-

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7. Fortunato Zanfretta: el sueño de una noche deinvierno .Regresión hipnótica de Zanfretta, 162; Addenda, 165;Raptado por tercera y cuarta vez, 166.

8. Rivalino Mafra da Silva: abducción totalAddenda, 176.

9. Bebedouro: la componente onírica.El ovni «atípico», 184; ¿En la base espacial?, 186; Unavisión y un secreto, 193; Investigaciones, 197.

10.· Herb Schirmer: un ovni mal aparcado.Addenda, 215.

TRES CASOS IBÉRICOS

1. Abducción en el aeropuerto de Barcelona .2. Adela: abducción psíquica . .

Las cartas, 233; Una sesión hipnótica, 235; Adden­da, 241.

3. Julio F.: el cazador cazado.Habla Julio, 245; El viaje a Medinaceli, 246; Sesioneshipnóticas. 16-4-1980, 25-4-1980, 2-5-1980, 250; Ellos, 262;Sesión hipnótica. Octubre de 1979, 264; La conducta yel atuendo de los tripulantes, 271; El aspecto físico, 274;La nave, 276; Sesión hipnótica. Octubre de 1979, 278;El cilindro y los pasillos, 282; Sesión hipnótica. Octu­bre de 1979, 284; La sala, 289; El examen del perro, 292;La mesa y las sillas, 294; Sesión hipnótica. Octubrede 1979, 297; El hombre de la pantalla, 303; Sesiónhipnótica. Octubre de 1979, 305; La toma de muestras.Sesión hipnótica. Octubre de 1979, 308; El viaje (con­tinúa la sesión), 314; La escopeta y los cartuchos, 318;Sesión hipnótica. Octubre de 1979, 322; La vuelta alcoche, 323; Sesión hipnótica. Octubre de 1979, 325; Se­sión hipnótica (Jesús Durán); 325; ANEXO. Algunas con­clusiones anatómico-morfológicas, 327; Conclusiones al«caso Julio», 329.

Epílogo.Obras consultadas

. lndice onomástico

A Enrique de Vicente,que tanto sabe deabducciones y abducidos.Con afecto Y agradecimientopor la ayuda que me ha prestado.

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7. Fortunato Zanfretta: el sueño de una noche deinvierno .Regresión hipnótica de Zanfretta, 162; Addenda, 165;Raptado por tercera y cuarta vez, 166.

8. Rivalino Mafra da Silva: abducción totalAddenda, 176.

9. Bebedouro: la componente onírica.El ovni «atípico», 184; ¿En la base espacial?, 186; Unavisión y un secreto, 193; Investigaciones, 197.

10. - Herb Schirmer: un ovni mal aparcado.Addenda, 215.

TRES -CASOS IBÉRICOS

1. Abducción en el aeropuerto de Barcelona .2. Adela: abducción psíquica . .

Las cartas, 233; Una sesión hipnóticá, 235; Adden­da, 241.

3. Julio F.: el cazador cazado.Habla Julio, 245; El viaje a Medinaceli, 246; Sesioneshipnóticas. 164-1980, 25-4-1980, 2-5-1980, 250; Ellos, 262;Sesión hipnótica. Octubre de 1979, 264; La conducta yel atuendo de los tripulantes, 271; El aspecto físico, 274;La nave, 276; Sesión hipnótica. Octubre de 1979, 278;El cilindro y los pasillos, 282; Sesión hipnótica. Octu­bre de 1979, 284; La sala, 289; El examen del perro, 292;La mesa y las sillas, 294; Sesión hipnótica. Octubrede 1979, 297; El hombre de la pantalla, 303; Sesiónhipnótica. Octubre de 1979, 305; La toma de muestras.Sesión hipnótica. Octubre de 1979, 308; El viaje (con­tinúa la sesión), 314; La escopeta y los cartuchos, 318;Sesión hipnótica. Octubre de 1979, 322; La vuelta alcoche, 323; Sesión hipnótica. Octubre de 1979, 325; Se·sión hipnótica (Jesús Durán); 325; ANEXO. Algunas con­clusiones anatómico-morfológicas, 327; Conclusiones al«caso Julio», 329.

Epílogo.Obras consultadas

lndice onomástico

A Enrique de Vicente,que tanto sabe deabducciones y abducidos.Con afecto Y agradecimientopor la ayuda que me ha prestado.

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Reyes, n, 2-11

JONATHAN SWIFT, Viajes de Gulliver3: parte, «Viaje a Laputa»

Iquí que un carro de fuego... separó a uno deI 11 \ subía al cielo en el torbellino.

1111110' de media hora la isla (volante) se aproximót ti I unto, que no había más de cien pasos de dis­

I 1111" ella y yo. Adopté entonces diversas posturasIIIIIt y suplicantes, y hablé con el tono más conmo-

1, 111 I no recibí respuesta. Los que se encontraban .11 I de mí me parecían, a juzgar por su vestimenta,

1" '11, distinguidos. Se consultaban entre sí y mi­li III nudo hacia donde yo estaba. Finalmente uno11\1 • me dirigió en un lenguaje claro, cortés y muy

, ti () sonido recordaba al italiano: fue pues en esta1 C¡1I yo le respondí... Aunque no nos entendíamos,1111 1 1I1 fue comprendida; me indicaron por señasI h Ij. e de la roca, y que fuese hacia la orilla, cosa

I h ; ti cendió entonces la isla volante hasta un nivel111 lit , me arrojaron desde la galería inferior una

11 C¡1I' llevaba sujeto un pequeño asiento, en el que111 • Y en un santiamén fui abducido por medio deI l.

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INTRODUCCIóN

C'est icy un livre de bonne foy, lecteur.

MONTAIGNE

,/ I/fl logo a quien se dirige este libro, sino al lector1111 I'Sp cializado. Pretende contarle, y de paso con­

/ "1/1'1' a mí, las «abducciones» que, por una razón, '1111,11/ 'ro más dignas de referirse. «Abducción» es"" 1111 jllrEdico que ha pasado a la jerga ufológica,

l' /'1/1' (( significar también «secuestro» o «rapto»./11 II//('mbros de otras disciplinas más respetables,

" 1111'/'\ sea los que pretendemos investigar el" ./,' IIIS «objetos volantes no identificados» u ovnis11 1" IJ F , que significa lo' mismo; de ahí el neolo-­

AI."'IIII ,/'III¡J 'zamos ya a tener nuestro criptolenguaje,If , I",IO Inodo nos aísla de los demás mortales <</1.0,.,,/,'/,/I'('i n es uno 'de los aspectos más fascinantes de

" //'1111111 'nología ovni, rica y compleja a estas alturas......,•• '.,111.1\ algunos centenares de casos de abducción en

/ /l/llIul , pero debido a las características intrínse­l., "/,11/ ción (una de las cuales es la «desmemoria»

111 l'sl' término a amnesia- del sujeto abducido)," 11/11 muchos más casos que, por definición, per­

MIlI"'I."" Il/ll Imm siempre ignorados. Y están luego las po­.,IIIItI . iones totales», es decir, sin devolución del

111, '/'11' sospecho que existen también, y tal vez en"'/'1111 1/. 11ay inquietantes estadísticas policíacas sobre1111'/ I¡'st/parecidas, que dan mucho que pensar (de­", '/I'",/t' las desapariciones por trata de blancas, hui- ',/, / '¡ul/licilio paterno o conyugal, etc.).

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p?rt~nte- hay que extraerla del subconsciente medianttec.mcas de regresión hipnótica (pues al subconsciente dsUJeto .parece q~e fue relegada). En una palabra, hay quhlpnotlzar al sUjeto y hace·rle revivir el alucinante episodi(q~e much.a~ veces resulta traumatizante para el propisUJeto..: qUlza de ahí que le fuera sumergido en el suconsclente, para «protegerlo»).

Lo que en estas sesiones de hipnosis suele salir a la 1es muy interesante y -¿por qué no?- revelador. SuelcO,,!formarse a un pattern, a un patrón: el sujeto -o losUJet~s, pues hay abducciones múltiples, como veremos eeste llbro-- hablan casi siempre de una «cámara de mandoen cuyo interior se hallan, repleta de «pantalltis» -comradas muchas veces a las de la televisión-, de panelestableros o consolas, con luces que se encienden y se apgan, Frente a estos tableros suelen trabajar unos seresgeneralmente humanoides -los presuntos «tripulantes»q~e 'suelen pertenecer al tipo de humanoide bajo y macrcefalo, aunque los hay también muy altos (caso de Julio F.)a veces aberrantes (<<robots» de Pascagoula) e incluso monstruosos (caso Zanfretta).

El sujeto es, sometido casi siempre a lo que, para el1iotendernos, podnamos llamar un «reconocimiento médico»que suele p0n,e: énfasis en los aspectos sexuales (y posi~blemente ge~etlcos); en algunos poquísimos casos (VillasBoas) hay copula entre «terrestre» y mujer «extraterres­tre».

Llegados aquí, se plantea una cuestión muy importante.¿Hay que tomar a. su face value, al pie de la letra, lo quecuentan los abducldos en las sesiones de hipnosis? Este esverdaderamente el meollo de la cuestión. Podríamos decirque hay dos ten~encias inter:pretativas. La psicológica -enel famoso estudlO de la Umversidad de Colorado esta ten­dencia ~uvo vara alta, .y estuvo representada por el doctorWerthelmer y su equlpo-, y la que tiende a considerarto~o el episodio como un «suceso real». Los psicólogosqUleren suponer que todo el episodio es alucinatorio y seha gestado en la psique del sujeto. Pe·ro esto plant~a unse~u11!do'problema, quizá más importante que el de la propiaeXlstencla ,real o no de la abducción. Para que se dé esepattern relteradoen tantas sesiones de hipnosis si todo espurament: «imag~nario», habrá que supone" qu~ algo muygrave esta ocurrzendo en el inconsciente colectivo de lahumanidad. Ya no ~on los arquetipos jungianos, el «man.dala», lo que emerge, sino unos hechos, unos lugares y unos

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/ ,,1,'/1 1//1(' v r con nosotros. De vez en cuando -:-:¿aca­" f /" tI,,/I/m/, o el,! busca d_e «inter~ocutores v~lld~s»,1 /1'1//1/1/1./. An/omo Campana y Marta Teresa Perez.-,

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p?rt~nte- hay que extraerla del subconsciente medianttec.nzcas de regresión hipnótica (pues al subconsciente dsUJeto .parece q~e fue relegada). En una palabra, hay quhlpnotlzar al sUjeto y hace·rle revivir el alucinante episodi(q~e much.a~ veces resulta traumatizante para el propisUJeto.; qUlza de ahí que le fuera sumergido en el suconsclente, para «protegerlo»).

Lo que en estas sesiones de hipnosis suele salir a la 1es muy interesante y -¿por qué no?- revelador. Suelcor:formarse a un pattern, a un patrón: el sujeto -o losUJet~s, pues hay abducciones múltiples, como veremos eeste llbro-- hablan casi siempre de una «cámara de mandoen cuyo interior se hallan, repleta de «pantallas» -comradas muchas veces a las de la televisión-, de panelestableros o consolas, con luces que se encienden y se apgano Frente a estos tableros suelen trabajar unos seresgeneralmente humanoides -los pres.untos «tripulantes»q~e 'suelen pertenecer al tipo de humanoide bajo y macrcefalo, aunque los hay también muy altos (caso de Julio F.)a veces aberrantes (<<robots» de Pascagoula) e incluso monstruosos (caso Zanfretta).

El sujeto es, sometido casi siempre a lo que, para erllotendernos, podnamos llamar un «reconocimiento médico»que suele p0n,e: énfasis en los aspectos sexuales (y posi:blemente ge~etlcos); en algunos poquísimos casos (VillasBoas) hay copula entre «terrestre» y mujer «extraterres­tre».

Llegados aquí, se plantea una cuestión muy importante.¿Hay que tomar a. su face value, al pie de la letra, lo quecuentan los abducldos en las sesiones de hipnosis? Este esverdaderamente el meollo de la cuestión. Podríamos decirque hay dos ten~encias inte,:pretativas. La psicológica -enel famoso estudlO de la Unzversidad de Colorado esta ten­dencia ~uvo vara alta, .y estuvo representada por el doctorWerthelmer y su equlpD-, y la que tiende a considerarto~o el episodio como un «suceso real». Los psicólogosqUleren suponer que todo el episodio es alucinatorio y seha gestado en la psique del sujeto. Pe·ro esto plant~a unse~undo.problema, quizá más importante que el de la propiaeXlstencla .real o no de la abducción. Para que se dé esepattern relteradoen tantas sesiones de hipnosis si todo espurament: «imag~nario», habrá que supone,. qu~ algo muygrave esta ocurnendo en el inconsciente colectivo de lahumanidad. Ya no ~on los arquetipos jungianos, el «man.dala», lo que emerge, sino unos hechos, unos lugares y unos

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'/1'" I/riosamente siempre so~ los mismos o', ",/1) '/1 amas de casa, en camlOneros, e;t can:-

, 1/ illsp' lores de policía, que ni en ,su Vlda pu-11".111 1) '~piritual tienen nada en comun. ."" 1(11 (', la segunda tenden.cia 9uier7 conslder~~" /'/ ('pisodio relatado baJO hlpnosls. Es declr.

I ", /"" 'l sujeto fue efectivamente secuestrado, ",r/(errestres», que lo llevaron a bordo de su

1,,11 /1 \11111 lerlo allí a una serie de ?ruebas y .~e/,' 1J1Jsibilidad que esta segund~ mt7rpretaclOn,

" 11, /'IIIJ) 'ro, no deja de ser menos mquletan.te. AhlI/I/U\ ((I'X( ralerrestres» de origen desconocldo, re:

I 1/"11 (/ {/ bordo de sus naves, se dedican a atern­, //'\ Iwr 'ce, Y secuestran a semejantes nuestro~,

",111 11 lus a placer, como si de especímenes zoolo­I/,ltll II,,1s que especímenes- se tratara. Luelfo l~s

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I /",,1/('(/11 de inmediato: ¿Por C¡'ué los abducen?f" ;) P11 j ,JOII¡ finalidad tiene el «examen ~SlCO». ¿ or

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/'11 {(l' que no hay mensaje ,d~ nin~una .clase,1/11,'1/ 11 'l sujeto- con las seraflcas hlstonas de1 11.' • on sus «extraterrestres» rubios, bellos,

l' IIIIIIlIculosos?,,, (II'S mil quinientos casos que forman el ca-

"I/,/d/II{ de aterrizajes de ovnis -la «punta del/'}'II11 lile dijo personalmente el doctor Ja,cques

',. /,Idu (1 la naturaleza intrínseca del fenomeno."".ffl I/I/('(I/midad y aislamiento-, hay muchos casos/, 11(,1/ "I·'canos del tercer tipo» (no de la «tercera"1/" ',j' lIi e equivocadamente por ahí), pero pocos,

, "'" .1,' «abducción». Eso parece indi~~r que la ac-I /" /11t i 1)(11 de los «ovninautas» (tamblen se les ,ha1" " f) I/Ii onsiste en raptar seres humano~, ~mo

,/ ,1/ I/m)s sludios en nuestro planeta -pnnclpal-,/, 1/ f/lira y de determinada fauna rural-,' que

, , 11t'1I 1/1/(' V 'r con nosotrOS. De vez en cuando -:-:¿aca-" 11/ /1'./110 ( o en busca de «interlocutores valldos»,

I I 'T P';)'/'1/11/1/11./. IInlonio Campaña y Mana eresa erez.-,

ti I,HI 1 t/l/() d' nosotros a bordo de una de sus naves,

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para examinarlo. someterlo a veces a mil judiadas y otras-muy pocas- aparearlo, como si fuese un semental, conuna «mujercita» extraterrestre.

Pero yo creo que la solución del fabuloso enigma ovni,si es que, algún día llega, vendrá dada precisamente por las«abducciones», y también por los «encuentros cercanos deltercer tipo». De ahí su enorme interés, y que desde hacebastante tiempo yo me concentre casi exclusivamente enel estudio de ambos. Tenemos ya demasiadas «lucecitas enel cielo», que no nos llevan a ninguna parte. Nos agobiathe embarrassment of our richness, por citar una vez másal doctor J. Allerz Hynek. Riquezas con las que no sabemosqué hacer. Fantasmagorías de luces y de formas que no nosexplican nada. Pero si podemos extraer de la mente de unser humano que «ha estado» dentro de una nave <cde ellos»,lo que allí vio, escuchó y sintió, la cosa cambia, amigos.Es una fon'na vicaria de visitar una «nave- extraterrestre»sin pagar entrada y sin que nos sometan a ninguna clasede judiada. Así penetramos en el mismo corazón del in­quietante fenómeno.

Porque yo soy de los' que creen que la experiencia vividapor los «abducidos» es real y muy real. Con esto ya me hedefinido como perteneciente a la segunda school of thought.Sí. Creo en' mis semejantes -aunque hablen bajo hipno­sis-, y, como tuve el honor de decir en diciembre de 1979ante el grupo de estudio ovni (UFO Study Group) de laCámara de los Lores de Inglaterra, el testigo suele ser veraz.Cunde entre nuestros ufólogos -especialmente entre losjóvenes y más «cientifistas»-, la tendencia a tomárselotodo a beneficio' de inventario, a hablar siempre del «fenó­meno» (es más aséptico), y a considerar «anticuada» lahipótesis extraterrestre.!

Pretenden así estar <{más al día» y ofrecer de sí mismosuna imagen mds «científica». Pero el científico, el verdaderocientífico, llega un momento en que también se compro­mete. Eppur si muove!, dicen que exclamó uno de ellos,ante una situación en que había que definirse.

1. Domina a estos jóvenes un excesivo fetichismo hacia las estadfsticasy los ordenadores, sin percatarse que éstos nacieron del que aún siguesiendo el computador más perfecto que existe: el cerebro humano, con susmillones de neuronas y de sinapsis. y parecen menospreciar la intuición,como puse de manifiesto en Mérida, durante el II Congreso Ibérico deUfologia. La intuición permite !legar de un salto a verdades que con elmétodo analítico se tardan años en alcanzar. Y el papel de la intuición·está hoy reconocido desde Bergson a Einstein pasando por Poincaré, quela !lama «yo subliminal~, pero que en realidad es lo mismo.

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I~ppur esistono!, pues sí, existen., no ~engo más remedio'11/1' xclamar yo, a la vista de la evzdencza abrumadora que1,'I/('/I10s.

y es esta evidencia, son estos casos, lo que expondre­/l/liS en este libro.

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1. BARNEY Y BETTY HILL: UN CLASICO

H. prácticamente obligado empezar esta serie de casos de,!lelucción por el clásico del matrimonio Hill. Pero que no

• l' 31arme el lector: no se tratará aquí de recontarle 10q 11 ya expone con todo detalle John Fuller en su exce­kllLe libro The Interrupted Journey (obra traducida al. \ tellano con el título de El viaje interrumpido), sino de

(/ctualizar todo el episodio, y añadirle el famoso estudioI . Marjorie Fish sobre el mapa estelar que los «extrate­

1'1' stres» mostraron a Betty Hill, y que Fuller, por razones01 vias, no recoge. (El estudio de la Fish con un modeloIridirriensional de la Galaxia duró nada menos que sieteI1 lOS.)

Como todo escritor hispano que se precie, yo he prac­liado el arte del refrito. (Y digo arte, porque entre noso­II'0s adquiere a veces categoría de tal.) Pero fue en otras~pocas; épocas heroicas, duras y difíciles, en que había quehacer muchas paginitas (de lo que fuese) para subsistir,si se tenía la loca pretensión de vivir exclusivamente de lapluma (o de la máquina de escribir, mejor dicho). Sí, entrenosotros hay verdaderos artistas del refrito,· que te sirvenunos platos dignos de llevar nombre en francés: refritosde refritos de los propios autores, muchas veces; guisotesen que, el lejano original (si es que alguna vez lo fue) yaestá casi irreconocible. Platos hijos del hambre y de lapenuria. Pero ahora y aquí, no.

No pienso decir, pues -para eso está JoOO Fuller y sulibro-, que Barney y Betty Hill formaban un matrimoniomixto -algo muy arriesgado y valiente en los Estados Uni­dos-; él era -digo era porque ya murió- negro y ella esblanca. Ambos eran social workers en su comunidad, don­de ,eran muy respetados y apreciados. Vivían en Ports-

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mout~ en el estado de New Hampshire, y colaborabantamblen en el Movimiento de Derechos Civiles.

Tampoco pienso decir que el famoso encuentro con unovni ocurrió a mediados de setiembre de 1961, en las Whi­te Mountains de aquel estado, cuando el matrimonio Hillregresaba de unas vacaciones en el Canadá en su Chevro­let Bel Air modelo 1957. El lugar del encuentro se llamabalndian. ~ead, la ~abeza del Indio.,. pero el lugar de laab~ucclOn -localIzado posteriormente por Betty Hill­esta en Campton, a unos 25 km de lndian Head.

Ni mucho menos pienso mencionar que, cuando alrede­dor de l~s ocho de l~ tarde los Hill atravesaban una regiónn:u~ desIerta y ?raVla de las White Mountains, en las pro­XImIdades de Lrncoln, observaron lo que parecía ser unaestrella, que caía del cielo. La «estrella>} se resolvió en ungran objeto discoidal, que se posó en un prado cercano.l

Barney Hill salió entonces del coche armado con susprismáticos -pero esto ya lo cuenta Fuller-, y se pusoa observar el extraño aparato. Por lo que parecía una ven­tana creyó observar un ser vagamente humano, que llevabauna bufanda (por raro que parezca). Antes, había visto aotros humanoides a través de una serie de ventanas querodeaban la periferia del disco. Los seres parecían muyatareados ante diversos «tableros de mandos>}.

Barney había dejado el coche parado en mitad de lacarretera, precisamente sobre la línea blanca central. Aun­que ~l tramo era una recta, Betty no estaba muy tranquilay, mIentras Barney se alejaba campo a través con los pris­máticos, ella se puso al volante para aparcar el vehículoa un lado de la carretera. Luego, viendo que su maridotardaba en regresar, se decidió a salir en su busca. Llegóa,abrir la portezuela del conductor, pero no pasó de ahí, alOlr los pasos presurosos de Barney por la carretera, deregreso al coche.

Barney se había apostado con los prismáticos junto a unpuesto abandonado de verduras, al lado de un manzanonudoso, y desde allí se dedicó a observar al enorme discohasta que el pánico se apoderó de él y decidió regresa;al c~c-?e' L~ que más le había asustado eran los «ojos>}del un¡co mle;illbro de la «tripulación» que lo miraba fija­mente, a traves de una de las «ventanas» del disco. Barneynunca había visto unos ojos como aquellos.

1. El ovni fue detectado por el radar ll)i1itar. detalle que ignorabanFuller y el doctor Simon (según J. Vallée. PaslllPorte a, Magotllia¡,. p. 113).

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1I11l'n y, al borde del histerismo, montó en el coche y111 111 a toda velocidad. Betty, asustada y asombrada, le

11 '" ¡'I'ilar que iban a ser capturados. Y empezó ent~nces

1111 itlj alucinante. De pronto ambos empezaron a orr un'1 :111 «bip, bip>}, que parecía proceder de la parte p~s­

'1'1101' lel vehículo, llenándolo por completo. Una extrana1111111 I ncia empezó a apoderarse de la pareja. Coral y

I 11I L renzen, fundadores de APRO (Aerial PhenomenaI " en l' h Association), de Tucson, Arizona, de quien toma­11111', nlgunos de estos datos, creen que se trataba de unIIl1'dlo electrónico, de inducir un sueño hipnótico en ambos.

El sonido cesó, para oírse de nuevo poco tiempo d~s.

pll s (o así lo creyeron los Hill). A los pocos instantes v.le­11111 un indicador de carretera en el que estaba escnto

('011 ord - 17 millas>). Estaban ya cerca de Portsmouth, de11 " a. Llegaron a ella alrededor de las 5 de 1a mañana.

P ro algo raro había pasado: debían haber llegado ~ l~s

'll'S, y eran las cinco. Les ~altaban ~os horas en su vIaJe.I ( ti ~ habían hecho -o donde hablan estado- durante

'11111 Has dos horas perdidas? Había otras cosas ~ormales,ldemás. Barney se observó unas manchas en la rngle; en

1'11. nto a Betty, después de deshacer el equipaje, tomó unha y, sin motivo aparente alguno, hizo un lío. ~on las1( pas y los zapatos que había llevado d~rante el v~aJe. Y los111 'lió en lo más profundo de un armano. Se sentIa «lmpu­I ll>, Y ninguno de los dos volvió a .~onerse jamás las ropasqll' habían llevado en aquella ocaSIOno En c~a?to a Barney,observó algo muy raro en sus zapatos, al qwtarselos: c~an­

do se lo.s puso, estaban nuevos y flamantes; a Barney Slem­pI' le gustaba llevar zapatos muy bien lustrados. Pero en­lonces observó que las puntas estaban desgastadas, comoII fectos de un ro~e, pero «por la parte de arriba». Aquello'ra inexplicable (aunque más tarde habría de explicarsep rfectamente).·

Durante los siguientes días, los Hill también descubrie­r n algo inexplic~ble en su propio coche: éste mostrabaunas manchitas brillantes en la parte de atrás, sobre lapintura del maletero. Aparecían muy pulimentadas y te­nían el tamaño de una moneda de cincuenta centavos. Loshechos inexplicables se acumulaban, y empezaban a preocu­par a los HilI. No sólo les faltaban do,s horas en ~u viaje,ino también 35 millas (56,3 km.). ¿Como se hablan «sal­

tado» aquellas 35 millas? Por otra parte, Barney empezóa tener dolores de estómago, que le llevaron a consultar unmédico. El día 25 de marzo de 1962, ambos fueron a ver al

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doctor Patrick J. Quirke, del sanatorio Baldpate, una insti­tución privada. El doctor Quirke descartó la alucinaciónsimultánea, posibilidad que ha~ía llegado a preocupar muyseriamente a los Hill, pues lo CIerto es que desde su «viajeinterrumpido», ambos sufrían de frecuentes pesadillas, enque se veían conducidos a bordo de una <<llave espacial»por unos enanos.

Cuando llegó el verano de 1962, Barney empezó a en­contrarse verdaderamente mal. Sentía una ansiedad cre­ciente que, unida a úlceras estomacales y una tensiónarterial elevada creaba un cuadro inquietante. Decidióentonces poners~ en manos de otro médico, el doctor Dun­can Stephens, de Exeter (New Hampshire). Al principioBarney no asoció sus trastornos a su encuentro con el ovni,atribuyéndolos únicamente a factores personales y a otrosproblemas. Desde el verano de 1962 al verano de 1963,Barney sólo comentó de paso el incidente con el doctorSIephens. Lo que más le preocupaba al respecto era el tre­mendo pánico que sintió al contemplar el ovni con losprismáticos desde el campo. Era un hombre que no seasustaba fácilmente, y por eso aquel ataque de pánicoincontrolable le preocupaba.

Por lo que a Betty respecta, el enc.u~ntro con el ovnino parecía haberla afectado mucho fIsIcamente, por nodecir nada. La única secuela que le había dejado -si secue­la era- eran sus extrañoS· sueños en que se veía rodeadade «hombrecitos». Así las cosas, a finales de 1963 el doctorStephens decidió «pasar» los. Hil! a :m psiquiatra y neuró­locro eminente, el doctor BenJamm SImon, de Bastan, puesse'"hallaba convencido de que sólo él -quizá mediante elpsicoanálisis o la hipnosis- podría llegar al meollo delproblema.

El 14 de diciembre de 1963 los Hill se personaron porprimera vez en la consulta del doctor Simon, sita en BayState Road, conocida popularmente en Bastan como «callede los médicos». Es una antigua Y elegante calle residen­cial, con muchas de las viviendas convertidas actualmenteen clínicas privadas y en consultorios médicos.

Empezó entonces un tratamiento basado principalmenteen la hipnosis, y que había de dar los frutos más inespera­dos. Durante el tiempo que duró, los Hill acudían juntosa la consulta, pero sólo uno de ellos era puesto en trancehipnótico. La transcripción completa. de las cintas magne­tofónicas grabadas durante estas seSIOnes se recoge en ellibro ya citado de John Fuller. A él puede acudir quien de-

~'

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11 , I 1'11 I talle los interrogatorios del doctor Simon.II 1111'1 CI l'n ser tratado fue Barney Hill, teniendo en

'/IH • 11 I'ría diversos trastornos físicos y era quienI I I 111, S ayuda. Tras cada sesión, sus sentimientos

I I I 111 po 1" cían disminuir. En resumen, las sesiones1" IIn 'ía una regresión hipnótica permitieron reu­1Ik'lItc información: Después de oír la primerahlps» los Hill se encontraron con su automóvil

I 1111111 ele tierra, cortado por una especie de barri­11 'lIy s asustó, el motor dejó de funcionar y el coche

I 111 '11, urgieron entonces varios hombrecillos, que les11111 I s nder del vehículo, llevándolos a continuación

ti' un bosque hasta un enorme objeto discoidal\11 '11 duelo de un calvero.It 11 i11 tenía miedo de mirar directamente al hom"

I tllll' ~e habría de referir siempre como «el jefe» (theI 1), P '1" observó que los «tripulantes» tenían un as­111 111011 ólico, con rostros anchos y aplanados, ojos gran­1 IIItIl 'u y acabados en punta muy hacia los lados de.11 '/, l. Esta apariencia «oriental» se completaba con una

III Ipl;lstada y pequeña. La cabeza era grande con rela-IOIl I1 'uerpo, y éste mostraba un tórax de una anchuraI I lopurcionada.

111111 'Y, por su parte, mantuvo los ojos cerrados casidll "1 tiempo, eletalle observado por su esposa duran­

/ IlId I la duración del episodio. En realidad, a Barney lo11 . ,I! In asi a rastras entre varios «hombrecillos», por lo/11 • 11, puntas superiores de sus zapatos rozaban el suelo

( 111 P dría explicar las «rascaduras» que presentaba el.I/lId del hombre). Ambos fueron subidos a bordo delI 111 objeto e introducidos en cámaras distintas. Una vez

1111/, p Irece ser que ambos fueron despojados de sus ropas11111 -tidos a una serie de reconocimientos físico.s. Betty

I d que acercaron extraños instrumentos a su cuerpo11 vurios lugares, obtuvieron una muestra de piel por ras­

II l dllra en el brazo, le cortaron un trozo de uña y le arran­, lI"on unos cabellos de la cabeza. Por último le introduje­11111 una larga aguja por el ombligo, causándole un dolorIOllsiderable, que la obligó a protestar ante el «examina·do!'», que le practicaba la extraña operación. El «jefe» (el'l'xOluinador» y el «jefe» eran dos seres distintos) le pasó,'lit nces una mano frente a los ojos, y el dolor cesó. Ledlj ron que aquello era una prueba de embarazo:

Barney observó que el «jefe» tenía unos ojos enormesalmendrados, que parecían extenderse en· cierto modo·

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hacia ambos lados de la cabeza, dándole la impresión deuna mayor visión periférica que la que nosotros tenemos.La boca de este ser, dijo, era una simple hendidura, com­pletamente desprovista de labios, y con una línea verticala cada lado. (Una reconstrucción de este ser, basada en lasdeclaraciones de Barney Hill, figura al final de la películade Stephen Spielberg Clase Encounters of the Third Kind,difundida en España bajo el título de Encuentros en laTercera Fase.) No tenía nariz propiamente dicha, sólo dospequeñas hendiduras. Barney recordaba también que la«mesa» sobre la cual lo pusieron durante el «examen» a quefue sometido era muy corta, pues las piernas le colgabanpor su extremo (Barney Hill medía casi 1,74 m). La mesaera dura y fría y a su lado vio un «taburete», probablemen­te usado por el «examinador».

Técnica de la regresión hipnótica

Aquí llegados, no estará de más que digamos unas palabrassobre la técnica empleada por los investigadores para bu­cear en la mente subconsciente de los «abducidos», y ~x­

traer de ella información. Los sujetos, por lo general,recuerdan el principio y el final del episodio, pero la parte·centra1 del mismo -la más importante'-:" ha sido borradade su mente consciente. Este «borrado» ha sido hecho sinduda mediante la hipnosis: se les ha impuesto un bloqueomental para que no recuerden unas experiencias, que enocasiones podrían resultar muy traumáticas.

Hay varios ufólogos -todos ellos doctores en Medici­na- que han experimentado con éxito la hipnosis en suje­tos abducidos, logrando hacerlos (,regresar» mentalmenteal momento en que se produjo la abducción. Entre e.stosinvestigadores señalaremos a los doctores Leo Sprinkle,Berthold E. Schwarz y James A. Harder, entre otros. EnEspaña, el doctor Durán, de Madrid, y Francisco· de A. Ro­vatti, en Barcelona, han conseguido apreciables resultadoscon sujetos supuestamente abducidos.

Es creencia común que un ser humano no puede mentir,sometido a hipnosis. Esto es así hasta cierto punto, porquela facultad fabuladora de la mente no ha sido abolida porel trance hipnótico. Sin embargo, la información extraídapor sofronización (se llama también así a la hipnosis)de la mente de estos sujetos, es tan coherente, que la hipó­tesis de una fabulación sólo s~ sostendría admitiendo que

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111 111 I S genera no en el inconsciente individual, sino11 I 11 onsciente colectivo de la humanidad, en el poolI 1IH'lIllll'ias de la especie. Claro que, como apunta Ann

111111'1, «alguien» más que los propios seres humanos po­1111 I 'lIl'l' acceso a este pool, y manipularlo deliberada­

lit 1111, 'in embargo, tal posibilidad me parece muy remo­11 I 111 'Iuso maquiavélica- y por mi parte la descartoIlIt 1IIIIl'IIl .

I , I l' pia Ann Druffel, por otra parte, en su artículo"1'/'l/lIlir Regression of UFO Abductees (How Relia?l~ is" /1I!urmatio/1 Obtained?), publicado en la prestIgIOsa

111 inglesa Flying Saucer Review (FSR, vol. 25, N.o. 5,pi (/ '1. 1979), señala que, casi invariablemente, el testlgo

I 11 11, bajo hipnosis, una vívida historia en la que relata1" 111' llevado a bordo de un ovni por tripulantes extra­I 111".11' 's. Una vez allí: 1) fue sometido a una extraña explo­1111 lt 111 I'I ica; 2) se comunicó con los seres, generalmente1111 ti IIlll una especie de telepatía; 3) se le mostró el interiorti 11 llave, y 4) se le dio un mensaje que con frecuencia seI I I I . a los motivos de los ocupantes de los ovnis y a sus111 111('(\5 intenciones.

No siempre se producen todos los eventos enumeradosV 1'11 's orden. Lo que sí dicen siempre los abducidos, es1111 !'ll ron llevados a bordo de una nave. Con mucha fre-

11111 'ia la descripción del interior de la misma se limita11 1,\ «(:ala de mandos» (caso de Dionisia Llanca, por ejem­Il lt I , en la que suelen verse (,tableros» con «luces de colo­II ,«palancas» y (,botones», «consolas», y como (,pa~ta­

11 1 I televisión». Muchas veces hay seres humanOldes• 1I .hnjando» ante estos tableros y pantallas, sentados enI H \. ¡ nes en «sillas».

l. verdaderamente sorprendente -de tales casos de abotlll • 'i6n, repito, es su coherencia. Que un camionero ar­11\111 ¡no semianalfabeto como Dionisia Llanca cuente casilo Inismo que un cazador español abducido en Soria, o111m un matrimonio norteamericano que fue (,raptado»\'1'1' a del Canadá, o una familia inglesa abducida en el( :nm Londres, no deja de ser cuando menos sorprendente.'1' ) las estas personas no se conocían entre sí; estos episo·(11 ocurrieron en lugares muy distantes unos de otrosy '11 años ·diferentes; en una gran mayoría de casos, losd lucidos no tenían conocimientos previos sobre el tema

ovni, y en muchos casos lo ignoraban o no fe prestabanla menor credibilidad. Todo nos lleva a creer, pues, que setrató cada vez de una experiencia (,real», entendiendo por

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Betty y Barney HiII en 1961, época en que tuvo lugarel supuesto encuentro con el ovni.

El doctor Benjamín Simon,el psiquiatra de Bostonque sometió a hipnosisal matrimonio Hill.

ro y Hill, bajo hipnosis, trazóH t del «jefe» de los supuestos

Ir 1 rrestres (arriba). Más tarde(11) jO), tras escuchar su propio

relato grabado en cintaIll/lgnolofónica, dibujó el croquis

1111 rlor. En ambos casos, los ojoseran alargados hacia ambos

lados de la cabeza.

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I I "ti) ol1.sciente, fabuloso «banco de datos»

1111 1 I que vaya decir, prefiero «subco~s~iente» a <<Ín­1111 ci 'ote» (pese a que para muchos pSlcologos ~mbos1111 sinónimos). Subconsciente se refiere a lo que esta «por

lit lI;j » del consciente, de l~ conscien~ia individual. Con11111I imagen manida pero grafica, podnamos comparar al

IIh 'onsciente con la parte sumergida del iceberg mental.l,lI I arte emergida -la consciencia- es una .parte peque­n . ilila de la masa total de hielo, de la masa t~tal d.e datos,dl' anocimientos y de experiencias -y de VIvenCIas tam-hl '11- que alberga el ser. .. '

He asistido a bastantes sesiones de OUlJa o «vasograf.la»,y '11 muchas de ellas he ,escuchado estos cm;nentanos:u I[ero esto es imposible! El -o ella:- no podla co~ocerlal dato.» Él -o ella-, a nive'l consezente, no; pero el -o'lIa- a nivel subconsciente, tenían acceso al más fabulosoInocd de datos que imaginarse pueda. Ahí es nada: tO,do'l acervo espiritual de la humanidad; todas las memonasaLávicas de la especie; todo cuando saben los hombres, y

11111 I',l'n ralmente ya a nuestros bisabuel?s y ~ubho111 '1111' 'Lros tatarabuelos. Es corriente mI' deCIr que11111 11 lIiíía «se parece» a su padre, su madre"s~'abuelo

ti 1I1I111'Ia, no sólo en lo físico, sino en lo esplntual. Es1I "'¡:II lel padre, la madre, el abuelo o la ab~~la «per­

11 la riatura. ¿Y por qué no puede «pervIVIr» tam-11 11 1'lIa algo de su bisabuelo o de su tatarabuela o de

1I11'p Isaelo suyo desconocido ~~l siglo XV!~I? Porque es1 1111' qu la <:riatura en cuestlOn no naclO por genera­I pUII Lánea, sino que es el resultado de una suma

11111,,, nl'ión (que vista hacia atrás se pre,se~ta en progre­1 11 l' 'olHétrica) y que la ent~onéa pr~,ctlcamente, con

111, la humanidad. La humamdad, pudIeramos deCIr, esI IIp '1' uerpo» compuesto de trillones. de cél,u~as (nasa­

l. ((11' transportan el mismo mensaje g~netlco desdeI 11 Ijva (fuesen quienes fuesen estos sen~res)..Y este111" 1'<' '1'» (perdón por la palabreja) es «tetradlillen~~onal»:

,11 dI', vive además en el tiempo, en lo que pudleramos11 111111' un Eterno Presente. ,

1'1 1() LOdo esto, mucho mejor que yo y ademas con laYlld 1 Il; guisantes, ya lo dijo el cura Mendel hace mucho

11 IllpO. Incluso formuló leyes: las famosas «leyes de'Iuld»,

real algo que ocurrió «fuera» de la mente del testigo, y noen el interior de ella.

Pero volvamos a la técnica de la regresión hipnótica.Mediante la misma, un hipnólogo experto puede retrotraeral sujeto a cualquier momento de su vida anterior. Puederegresarlo a su niñez, por ejemplo -en este caso el sujetohablará con voz infantil-, y hacerle recordar con detallecómo transcurrió el día de su primera comunión, que parala mente consciente del sujeto es ya un evento totalmenteolvidado. Pero el fabuloso ordenador que es el cerebrohumano, con sus millones de neuronas y sinapsis, guardaen su «banco de memoria» los más nimios recuerdos de lavida de'l hombre, Están ahí. Sólo hay que saber extraerlos.Con algunas regresiones, se ha llevado al sujeto hasta suetapa prenatal, haciéndole evocar recuerdos supuestamenteintrauterinos: color rojo de la sangre, latidos, sensación debienestar profundo en el seno materno, etc.

Pero hay hipnotistas que han ido más allá (o más atrás),y aseguran que han llevado a sus sujetos a «vidas anterio­res». Lo que se ha grabado en tales sesiones de hipnosissuele presentarse como «prueba» de la reencarnación; dela existencia de vidas anteriores para un mismo sujeto. Esposible, pero no tal como pretenden presentárnoslo los par­tidarios de la reencarnación.

Lo que tal vez suceda en estos <:asos -apunto una merahipótesis- es que el hipnotizador tenga' acceso a unos«recuerdos genéticos» del sujeto. Yo siempre he creído queen nosotros sobreviven los que nos precedieron, pero a ni­vel genético, a nivel de memoria genética, conservada talvez en la famosa espiral delADN. Nuestro inconsciente nosólo, según afirmaba Jung, está en contacto con el incons­ciente colectivo de la humanidad, sino con nuestra propiamemoria atávica. En el inconsciente colectivo se alberganlos arquetipos de la humanidad, el famoso «mandala» jun­giano, pero también millones de recuerdos específicos. Espor ahí por donde van los tiros, en mi opinión. No se tratadel concepto -verdaderamente burdo e infantil- del es­píritu que «abandona» un cuerpo para «encarnarse» enotro, cerno sostienen los partidarios de la reencarnacióno metempsicosis (que así se la llamaba también), sino de lapervivencia a nivel genético, repito, de recuerdos y viven­cias ancestrales, de una familia o de la especie toda.

Pongamos un ejemplo muy sencillo: debido a la limita­ción de la vida humana, podemos llegar a recordar cómoeran -física y moralmente- nuestros abuelos, pero, no

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que ha quedado enterrado en la memoria colectiva. Desdeluego, no son los «espíritus» -hoy muy desacreditados­los que surgen en tales sesiones, sino la memoria colecti·va de la humanidad.

y es también a ese nivel del subconsciente, donde seproducen y se generan todos los fenómenos que hoy llama­mos paranormales: telepatía, clarividencia, sueños premo­nitorios. En cuanto se cortocircuita la mente consciente,se establece el contacto directo con este riquísimo bancode datos. Y son precisamente aquellas personas en las quela mente consciente está menos desarrollada (subnormales,adolescentes retrasados, personas de un tipo humano tos­co, «primitivo») las que suelen proporcionar los mejoresmédiums y videntes. Hay entre nosotros una persona, queyo admiro profundamente, y que se llama José Mil' Roca­fort (<<Fassman» para el público), que no es más que lo quepudiéramos llamar «un primitivo genial». Fassman han con­seguido algo muy difícil: ejercer un control «consciente»sobre unas facultades (telepatía, clarividencia, etc.) que porlo general escapan al control de quienes las poseen.

y que el lector me perdone ahora una nota personal.Estaba yo durmiendo tranquilamente la mañana del 2 deagosto de 1980, cuando tuve un sueño angustioso y vívido,con calidad de película cinematográfica. «Veía» a unas per­sonas correr alocadamente, mientras se desplomaban unosmuros marrones, se levantaba una gran polvareda y a míllegaba la impresión de que había muchos muertos. Al mis­mo tiempo, sobre la polvareda y en grandes letras rojastemblorosas, vi escrita la palabra BOMBA. Acto seguidome desperté, angustiado.

-Ha ocurrido algo terrible en alguna parte -dije aTrini, mi mujer, que en aquel instante entraba en la habi­tación con el desayuno-. Pon la radio.

Tuvimos que esperar 'hasta el noticiario de las oncepara saber qué había ocurrido: a las nueve de aquellamisma mañana, se había producido una espantosa explo­sión en la estación italiana de Bolonia, que causó docenasde muertos.

Pero, en mi vívido «sueño», yo había visto algo más. (confirmado cerca de un año después por otro vidente,

que «vio» lo mismo). Había visto a la persona que portabael explosivo, probablemente fósforo, o T·4. ERA UNA MU­JER, alta y pelirroja (rubia en la visión del otro vidente).Sin duda el fósforo estalló accidentalmente, pulverizandoa su portadora.

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111 pl'illl ra cosa que me preocupó, una vez comprobado11 I1I le mi «sueño», era saber cómo había llegado a mí.

111 11111' ,[ .sueño, el subconsciente domina totalmente la1111 ' 11s la está abierta y receptiva a lo que pueda llegarle

11 14' 11 ¡j . Leriosos canales del inconsciente colectivo. Así1111111 11 'gó a mí la visión. Y quiero subrayar visión, por­

4" p' ha que la clarividencia tiene mucho que ver conII'IIII'OS ópticos del cerebro, y no con otros. Es otra

I 111'1 I de ver. Y sospecho· también que estas comunica­0111' • n instantáneas; no hay lapso temporal entre ellas;

1"11 lu en en la misteriosa dimensión atemporal del in-1111 1 'lile colectivo, por lo que yo llamaría un efecto deI 1111 In ¡a». Nada de «ondas cerebrales desconocidas»,011111 I I'cLenden los soviéticos, trabados por su propia dia·

I I 1 I I materialista. Resonancia. Eco en el subconsciente1111 Idual de una descarga de energía súbita, que ha sido

Ilodll 'j la por otros subconscientes individuales en unallllll'lón límite. Porque lo curioso es que estas «visiones»1I 11'11 referirse siempre a sucesos aciagos, que sin duda

111 \' mpañados de grandes descargas de energía psíqui­1\ 1, \:> mismas «descargas» que infestan o <dmpregnan»

111 11'" donde luego se produce una fantasmogénesis, u111'111'1' n cosas raras», etc.

l' 'ro me estoy apartando excesivamente del tema de esteI hw -¿o no?: todo está interrelacionado-, y convendrá,.11 1'1' a él.

( 1\ posible que lo que nosotros llamamos «paranor­11111) reciba el calificativo de «normal» entre lo.s «extra­I I1 "tres»: así, la comunicación telepática sería entre ellos1111 «normal» como lo es la comunicación oral entre naso­11 WL Cuando lo «paranormal» devenga <<normal» entre110 'oLros, el hombre habrá llegado a su mayoría de edad'o mica. Ahora sólo contamos con algunas «puntas deIlIlza»: un Geller, un Manning, un Fassman.)

1"/1 la «cámara de reconocimiento»

Dejamos al pobre Barney Hill en situación bien compro­111 'lida: tendido en la «mesa de reconocimiento» y con laspi 'mas colgando. Mil perdones.

Pero digamos algo sobre la cámara en que ambos HillI'u ron «reconocidos». Tenía forma circular, que no llegaba1 ser completa porque un sector le había sido «cortado», lo1ue parecía indicar que era una sección de la nave circular.

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Cuando ambos fueron subidos a bordo de la nave, ascedieron primero por una rampa y luego se les hizo seguun corredor circular, que parecía circ~nvalar la nave posu periferia. Después fueron introducidos en la «cámade reconocimiento».

Así como Barney no estableció, según" parece, ningunclase de contacto con sus captores (durante las sesionede hipnosis con el doctor Simon no <;:esaba de referirsa «los ojos» del ser que tanto le impresionó), Betty Hisostuvo alguna clase de intercambio -probablemente telpático- con el que ella llamaba «el jefe». Betty sacó 1clara impresión de que éste trataba de mantenerla alejadde la {'tripulación». Tanto el «jefe» como el «examinador.le parecieron ser más altos que los demás, pero ella tam­bién piensa que esto quizá se debió a que los tuvo siempremás cerca que los restantes miembros de la «tripulación»,Mostraba una extraña turbación cuando se le preguntab~acerca del «jefe» en hipnosis, siendo incapaz de describirtanto a éste como al «examinador», limitándose a hablarúnicamente de la personalidad del «jefe», con el que estu·va conversando mientras esperaba a que Barney terminasede ser «examinado».

Esta «conversación», como apuntan los Lorenzen, esuna de las cosas más extrañas que ocurrieron en todoeste extraño episodio, porque si bien pareció existir algunaclase de conversación entre el «jefe» y los «tripulantes»(que se comunicaban mediante unos sonidos parecidos aun «hummm»), la comunicación del «jefe» con Betty fueúnicamente mental, telepática. Durante esta «conversa·ción», se produjo un incidente curiosísimo. De prontoentró uno de los «tripulantes», con la dentadura postizade Barney en la mano. La vista de la prótesis dental pro­dujo una gran excitación en el «jefe». Betty se' dio cuentade ello, y le explicó entonces que Barney había perdido susdientes a causa de un accidente, y que habían tenido quesustituírselos por una prótesis. Añadió que las personasancianas suelen perder también los dientes, y entoncesilevan dentaduras postizas. Esta idea parecía ser total·mente nueva para el «jefe», lo mismo que el concepto de«vejez» o de «tiempo» en general. Por más que se esforzó,Betty no consiguió aclararle estos conc.ptos.

A causa del temor que le inspiraban los «ojos», Barneymantuvo los suyos cerrados durante casi todo el tiempoque permaneció a bordo de la l1ave. Por su parte, Betty vioa su marido, «andando como un sonámbulo», cuando lo

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tia de reconocimiento». Confirmó que He·11111 l' 'n'ados, por lo que «se perdió muchas

11 11 En 'uanta a la iluminación existente en elI 1, 1I IV, Betty la comparó a la producida por el

1I11\I'clII'ÍO, que observó una vez que visitó elII 1I I ti 'n de Nueva York, Esto es importante,

1 Ih IlIl1uir en la descripción del color de los «tri­, Ilda por los Hill, La luz producida por el vapor

\11 ill ItI:;¡ la piel humana un tinte azulado o grisá­11111 11 'Y hubiese mirado a su alrededor, probable­hlllt 1 I'll visto esa tonalidad en el rostro de su

• '1 111 ' 'S ele tez muy blanca. En cuanto a él, posible­11 11 11 le observó ninguna alteración al tratarse

lO, que si bien no era muy oscuro ni achocolatado."'111\ d \ I '(1 r un grado de mestizaje bastante alto- sí

1111 'i 'ntemente sombrío como para que aquella'.""'111111 1111 no alterase sustancialmente su tonalidad.,'

111 ('11 I e a los ocupantes de la nave, Betty dijo que1 II'Z gris azulada; las pocas veces que los miró,

".'III'V diJo que le daban la impresión de tener una tona·I 1111<1 ti i a. Si las entidades hubiesen tenido una tez

11 IIIZ especial que reinaba a bordo de la nave lesI I '1 I l'onferido exactamente la apariencia descrita por

I 11.I 11 1'1 tu'SO de una conversación telefónica que el ma­

111111110 S stuvo con la señora Coral Lorenzen, ambos ac­.1 1011 a elarle unos datos que no figuraban en el libro

IlIhn fullero Así, le revelaron que tras las sesiones de1IIIIItel'apéutica con el doctor Simon, los Hill fueron ca·

l' localizar el lugar exacto donde ambos fueronI dllt i los. Resultó ser el extremo de una carretera forestal111 tli la. Según la reconstrucción posterior que hicieron

.1.1 IlIcidente, llegaron a la conclusión de que «alg~en»11111 I I vuelta a su automóvil, para dejarlo encarado haCIa la

,1 dI del camino forestal, a fin de que pudieran volver a suI 11 I una vez fueran puestos en libertad al término de la

p :I'i 'ncia. Dijeron también que los seres abrieron sindllllll 1 maletero del coche, porque ellos lo llevaban cerra­1111, y staba abierto cuando llegaron a su casa en la .mañ~a11\ aquel día. Sin embargo, no faltaba nada en el mtenor.

Tras el comienzo de las sesiones de hipnosis, cuando losdl'l'llles de su alucinante experiencia empezaron a aparecer,JI 'lty Hill empezó a tener sueños sobre su captura, Enl'sl s sueños, los miembros de la tripulación se le aparecíanl' n enormes narices en lugar de mostrar la nariz chata

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y mongoloide que ella afirmó haberles visto. Mostrabademás, en sus sueños, el cabello y la tez oscuros, pa que bajo hipnosis ella no mencionó en absoluto que 1seres tuvieran pelo ni cabello. Los investigadores del APle hicieron algunas preguntas acerca de las diferenciprecisamente, que existían entre la apariencia de los seren sus sueños y en la «realidad», tal como aparecía bajhipnosis. Betty aventuró la opinión de que tal vez se ttase de una racionalización inconsciente por su parte, heccon el deseo de ·conferirles una apariencia más (,humana

Sin embargo, conviene observar aquí que cada vez qubajo hipnosis se la preguntaba acerca del «jefe», su agitción era visible, su pulso se alteraba y el doctor Simon S

veía obligado a no continuar, por los efectos turbadoreque cualquier pregunta sobre la apariencia física del «jefeprovocaba en Betty. ¿Tendría acaso el «jefe» una apariencia monstruosa? En otros casos que expondremos así hsido.

El «mapa estelar»

Llegamos aquí al que quizá sea el punto clave de todo elepisodio..En un momento determinado, Betty observó enuna pared de la cámara un extraño dibujo, compuesto delíneas continuas, líneas de puntos, y puntos. Preguntó aljefe qué era, y éste le repuso que se trataba de un mapa.«Los puntos son estrellas: ésta es la vuestra (el Sol), aña­dió, señalando un punto situado en la parte superior dere­cha del dibujo. «Las líneas seguidas, son líneas comercia­les; las punteadas, viajes de exploración.»

Posteriormente, en un~ sesión de hipnosis con el doctorSimon, éelebrada eh 1964. Betty Hill reprodujo el mapa enun dibujo hecho por .sugestión post-hipnótica. Es precisoobservar aquí que este mapa ya había aparecido repetida­mente en una .serie de vívidos sueños que Betty tuvo a par­tir aproximadamente de.una semana y media o dos despuésde su supuesta abducción. En estos sueños, se veía a ellamisma y a su marido siendo abducidos por seres huma­noides y .sometidos a un examen físico a bordo del ovni.Tanto impresionaron estos sueños a Betty Hill, que ennoviembre de 1961 escribió un informe de cinco hojas sobreestos episodios oníricos, describiendo por primera vez yentre otras cosas, un mapa estelar que al parecer mostraba

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ti tllllld' procedían sus raptores, además de ru­h l' Y d exploración entre otras estrellas."1 " rladamente Walter N. Webb, asesor en

11'1 1\1)[ 0, este mapa es la única cosa «tangi­1 h, qu dado de la abducción de l~s Hill; S~ el

I IIhll" una porción real del espacIO galactIco,I " ti 'ducen inmediatamente de ello: 1) la es-l' •"11 1 'be de ser uno de los dos grandes círculos• 111 ¡as líneas; 2) el mapa fue trazado desde un

111 1111 'o de observación, situado cerca de la estrella'1 1I11 'stro Sol debe de hallarse presente en el.

111 IIl1a línea que lleve hasta él; y 4) el ~apa tiene....".""·11 tal' nuestra zona local de la Galaxia.

111 llil l' 'O, la tarea de aislar e identificar aquella dis­, I ,lar especial representaba una tarea verdade­

hllJ}l'Oba. Pero hubo una persona que aceptó estet, P 'rsona fue Marjorie E. ~ish, que en lJ66

""/11111,10 (1ll1pezó la tarea- contaba tremta y cuatro anos,11 \(. Ira de escuela en la pequeña población de Oak

.111'1;1111', "11 Ohio. Miss Fish decidió tratar de localizar ~as11, ti"e figuraban en el mapa dibujado por Betty HI1l,1111 "lIdo un modelo tridimensional del volumen de

11 '111 ' rodea a nuestro Sol, y situando adecuadamente1" 'strellas más próximas a nosotros.

I no ser más que una modesta maestra de escuela,tII t' Fish era -y es- una persona extraordinariamen-.

111 Ilg 'nte y dotada. ~ut?didact.a e~ astron~mía .y en,lis iplinas, su cunosldad clentlfica es msaclable,

111 1110 que su entusiasmo. Entre sus intereses -comoI I , ' dice- se cuentan además de la astronomía, la

1111po1 gía, la biología, el arte, la fotografía, la escultura111' ('11 'ia en general.

1l"Npués de tenninar su primer p~queño. modelo deti" las estrellas conocidas en un radIO de cmco parsecs

I IlIos-luz) alrededor del Sol, Marjorie com~ren?ió q~e1 '11111' ti que abarcar un volumen mayor de espaclo~ SI quena1 m'l' xito. Los modelos siguientes que construyo llegaron11 ,'umprender hasta 259 cuentas suspendidas de sendosh los. Cada cuenta representaba naturalmente una estrella,y "slabacoloreada de acuerdo c?n su tipo espectral; elI IIl1oño también era el correspondIente. Estas cuentas esta­h In suspendidas a las distancias proporcionales correctas,It'1 01. ,

Cuando empezó su agotador trabajo, Miss Fish .supomaque irían surgiendo muchas agrupaciones de estrellas que

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2-SECUESTRADOS POR EXTRATERRESTRES

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Betty HiII en la actualidad.

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se parecerían al mapa Hill. Pero no fue así, y por últimoconsiguió aislar una serie de estrellas que parecían corres·ponder a las del misterioso mapa (que sin duda era también«tridimensional», según se co'lige de lo que manifestó BettyHill). Esta paciente búsqueda requirió seis años de tra·bajo, la utilización de una sala de grandes dimensionesdonde Marjorie colgaba sus bolitas de colores, y la cons·trucción de más de veinte modelos distintos de nuestrascercanías estelares hasta la distancia de 20 parsecs (65años·luz). Además, Marjorie tuvo que consultar docenas decatálogos estelares para comprobar las características y lascoordenadas galácticas de miles de estrellas, sin hablarde cientos de horas de trabajo o dedicadas a fotografiare inspeccionar visualmente los modelos desde todos losángulos.

Debido a lo difícil que le resultó encontrar los catálo­gos estelares que necesitaba, Marjorie tardó dos años enlocalizar las que creía eran las cinco primeras estrellasdel mapa. Tardó siete u ocho meses más en localizar lasotras cuatro. Finalmente, según refiere Webb, fueron nece­sarios más de tres años adicionales de trabajo intensivopara encontrar las últimas tres estrellas del dibujo.

Gracias a una visita que hizo a casa de los Hill en 1969,Marjorie se enteró de que el mapa era al parecer «tridi·mensional», según 'hemos dicho. Es decir, que sin duda erauna especie de holograma de un metro de ancho por unossesenta centímetros de alto, y contenía estrellas de coloresque brillaban.

La estrella Zeta Tucanae (Zeta de la constelación delTucán, una constelación del hemisferio austral), aunqueno era visible en el mapa Hill, fue la que condujo directa·mente al descubrimiento de las últimas estrellas del dibujo,a comienzos de otoño 'de 1972. Durante algún tiempo, fue elcandidato número uno pata el puesto décimo en el dibujo,pero sin embargo se negaba a encajar en el lugar que debe­ría corresponderle en el mapar estelar. Finalmente, Mar­jorie comprendió que la estr'ella podía estar oculta porZetal o Zeta2 Reticuli (Zetal o Zeta2 de la constelación delRetículo, también en el hemisferio austral) desde el puntode vista de Betty Hill (ella describió estas dos últimas es­trellas diciendo que eran mayores que las restantes, comoparable.s por su tamaño a moneditas de 25 centavos, y porello podían haber ocultado a otra estrella). Para que ZetaTucanae resultase ocultada, Marjorie halló que tenía quemirarla desde abajo, a un ángulo de 45° respecto al modelo.

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1', 11 lo poquísimo que sabemos hoy sobre exobiología!lu Ira terrestre), la vida tal como la conocemos en laI I 1 ,'ólo puede aparecer en torno a estrellas de los tipos

, • y K. Todas estas estrellas están representadas en elI "'1'" 1/iLl-Fish. En cuanto a las Zeta Reticu'li, las dos estre­

'11 lomo a las cuales posiblemente orbita el planeta de, I'l'll de los visitantes, pertenecen al mismo tipo espectral11 1111' 'tro Sol. ¿Simple coincidencia todo ello? Es evi­

IIlc' que Marjorie Fish podía haber hallado la misma dis-1" kión de estren,s que en el mapa Hill, pero sin que

1.'0 ' rrespondies~ tipos espectrales tan parecidos alh 1111 'stro Sol. Aquí hay algo más que mera coincidencia.

I'v ..o esto no es todo. En julio de 1969, Marjorie FishIIlh , localizado nueve de las estrellas del mapa Hill. Pero111/1 ."un aún otras. Finalmente, en 1972, tras seis años deIIlc'II'O trabajo, Marjorie Fish pudo localizar el triángulo

.t" estrellas del fondo, que completaban el mapa visto por1I"lly Hill. La razón de esta tardanza se debe a que estas

d .. 'lIas sólo figuraban en la última edición del catálogo1/, ;Liese, aparecida en el otoño de 1969. Por lo tanto, supo­

1I 1'lIdo que el mapa de Hill fuese un fraude, su autor no1/lIdfa conocer la existencia de esas tres estrellas, señaladas1011 los números 86,1,95 Y97 en la nueva edición del Gliese.Al' , cuando Betty Hill hizo su dibujo en 1964, la estrella(:licse 86,1 no figuraba en ningún catálogo estelar terrestre.

111 lo illtentó, inmediatamente se le hizo aparente la••I'tUIIII 1111 orrecta. Marjorie había hallado las estrellas

1IIIIII0lllan el mapa estelar que los extraterrestres mos­I 11 141'1 Iy Hill.ti I'n' ahora hacer dos observaciones. En primer

• 11 IIl: que once de las estrellas localizadas por Mar­11 II . rresponden al tipo espectral G (el mismo al

11 1 kit 'ce nuestro Sol). Hay luego cuatro del tipo KI dI'! lipo F. Ahora bien: dentro de la Gran Secuencia,

1III1Ida en el diagrama de Hertzsprung-Russell, lasIJ 1 ~'ordenan en razón de su masa y luminosidad,

I 01''' 'Iación O - B - A - F - G - K Y M (la serie seI l' I 'nder aun a los tipos espectrales R, N Y S). LasIJ 1 se disponen así en orden decreciente de tempera­

IIp 'rficial. Por ejemplo, las del tipo O son gigantesI . l' elevadísima temperatura; las comprendidas enf po (; Son amarillas y de tamaño y temperatura me­Illl'; In del tipo M son enanas rojas de baja tempera­I ('lIda clase se divide a su vez en diez subgrupos, de

I I

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"'1. "'1. "', Ir!, "'1. 00, "', "'1. t--, "'1. 'Q. "', "', <'i. "'1.M '<t N t--'<t-"'N '<t N "'''''O 000NMtrlMN_M'<t'<t'<t"'t"MMNN

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En cuanto a las otras dos estrellas, si bien figuraban, apa­recían en posiciones de paralaje incorrectas. C.omo dijo .eldoctor Hynek a Ralph Blum, ufólogo norteamencan?: «Nm­gún astrónomo de la Tierra, entre 1961 y 1964, p~d~a habersabido que el triángulo de estrellas del fondo eXlstIa en supresente posición geométrica» (Ralph and Judy Blum,Beyond Earth, Bantam Books, Nueva .York, 197~). .

Pues bien: pese a toda esta impresIOnante eVIdencIaastronómica, ha sido un astrónomo, y famoso ufólogo pormás señas, quien con más saña ha atacado los resultadosde Marjorie Fish. Me estoy refiriendo al doctor JacquesVallée astrónomo doctor en ciencias exactas por la Sor­bona, 'director de'un importante instituto de informáticaen Santa Mónica (California), y asesor de la NASA en elproyecto «Mapa de Marte».

Vallée, además, es autor de importantes obras sobre elfenómeno Ovni. Fue quien formuló las leyes aplicables a 'losaterrizajes de la oleada francesa de 1954, y hasta l~ fechade la publicación de un polémico libro suyo (traducIdo pormí), Pasaporte a Magonia, mantuvo una posición absoluta­mente «ortodoxa» como ufólogo. Pero desde que sacó su«pasaporte», se embarcó en las más delirantes teoría~...qúe culminaron en su último libro, Messengers oi deceptlOn(Mensajeros del engaño), "donde se ocupa sobre todo de loscontactee (contactados). Abandonando la clásica idea deque los Ovni son naves interplanetarias en misión de reco­nocimiento de la Tierra, Vallée se sacó de la manga suteoría del «sistema de control», según la cual los ovnis (seanquienes sean los que estén detrás de ellos) se dedican a«manipular» el psiquismo humano, haciéndole ver lo q~e

no es y llevándolo por donde conviene a sus oscuros deSIg­nios.

Según Vallée, nada es lo que parece ni parece lo que es,en Ufología. El hombre asiste, impotente, a una fantasma­goría de luces y colores" con el adita~ento ocasiona.l de«humanoides». Pero nada de esto es CIerto. Hay una mte­ligencia poderosa y maquiavélica, tras el fenómeno, quees la que mueve los hilos de toda esta tramoya. ¿Extra­terrestres? No necesariamente. Me confesó un día perso­nalmente, que el número de observaciones mundiale~ esdemasiado elevado, en su opinión, para postular un ongenextraterrestre del fenómeno. Observación válida hpsta ciertopunto.

Pero volvamos al llamado «modelo Fish», o al «ZetaReticuli Incident» (Vallée lo denomina «Zeta Ridiculous»).

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N Iltll' ¡mente, el bueno de Jacques tiene que atacarlo, por­1'11' ele aceptar su autenticidad, toda su teoría, tr.abajosa­

1l\I'II1e elaborada, del «sistema de control» y del ongen «no1I al rrestre» del fenómeno, se vendría por tierra. Y apelaIn que mejor conoce: la estadística y la programación

11111 l'denador. La objeción más grave que al final puede11I1I1'rle, es la de que «el mapa no está trazado a escala»1 1), Y luego esta otra: «El mapa no estaba allí para queIn l' 'c el piloto de la nave, sino para que lo viese Betty»;

d' ir, que ello formaba también parte del «sistema denllll'ol», o de la «manipulación» del psiquismo humano

1111 la que Vallée aboga. En resumen: Vallée no cree en l~

Illdad objetiva de la abducción. Cree que Betty efectuo111 viaje» (trip) no físico, controlada y guiada por ~1 II'I1Ia del que aún no tenemos idea clara... » (op. CIt.,

., ). Evidentemente, la hipotética «superinteligencia» de111 'acude a métodos muy maquiavélicos para condicio-

11" d psiquismo de sus víctimas ...,,' in olvidár.sele siquiera rascar la parte superior de

In 1. Ipatos del hombre abducido, para que el secuestro pa­I I 'ra más «real».

I rque, queridos amigos, en mi opinión, el secuestro1111 ((1' 'al». En cuanto a la posición sustentada por Vallée,

11 'S «su» problema, no el mío. Es él quien tiene quenlverlo,

,ltlt'llda

I 11111 'Y Hill falleció en febrero de 1969, a los 46 años de1I 1. a causa de una hemorragia cerebral, la misma dolen­I que causó también la muerte de su padre. No hay que

ti huir, pues, a los trastornos psicosomáticos que BarneyJI 'rimentó a consecuencia de .su abducción, esta muerte-dad tan temprana, sino probablemente a causas here­

ti lIrias.Tras la muerte de Barney, su viuda, Betty Hill, empezó

I 11 t -resarse en serio por todo cuanto hacía referencia al1l'lIomeno ovni, que antes de su impresionante experienciaIIH'I\US si le había interesado, Dio algunas charlas sobre suIIhdu ción, apareció en programas de televisión y radio,V d propio tiempo, dice que empezaron a sucederle «cosasI Ir IS) en su casa de Portsmouth (New Hampshire).

11.1 18 de enero de 1976, el reputado psiquiatra doctor11, 1'1 hold Eric Schwarz, autor de interesantes estudios ufo-

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lógicos, visitó a Betty en su casa. Más tarde, los día~ .1y 13 de marzo del mismo año, fue Betty la que lo VISIten su consultorio. Los resultados de estas entrevistas fueropublicados con detalle por el doctor Schwarz e~ varionúmeros de la prestigiosa publicación inglesa Flyzng Saucer Review..

Una de las cosas que descubrió el doctor Schwarz fuque Betty Hill era un sujeto «psíquico»; es decir, que 1muje!; estaba dotada de ciertas facultades PSI, o p~ranor:

males. Esto solo podría explicar algunos raros fenomenotipo poltergeist que ocurrieron en la casa de Portsmouthsin necesidad de acudir a la hipotética intervención de«extraterrestres». Es curioso -y acaso significativo- ob·servar aquí, que muchas personas «abducidas» presentanun cuadro de facultades paranormales bastante acentuado.¿Son abducidas precisamente porque reúnen estas carac­terísticas? ¿O estas facultades se «disparan» a consecuen­cia de la abducción? Hay casos -de abducción o de simple«encuentro cercano del tercer tipo»- en que lo segundoparece ser cierto: tal el caso francés del «Doctor X», porejemplo.

Otras «cosas extrañas» que creyó descubrir Betty en sucasa quizá se deban a su propia soledad. Una viuda aúnjoven y que había pasado por su alucinante experiencia, e.spersona propensa a «ver cosas raras» en sucesos en realI­dad perfectamente explicables (sin que esto quiera decir nimucho menos que estuviese desequilibrada). El doctorSchwarz la describe con estas palabras: «Betty me impre­sionó... y la encontré ser una señora altamente inteligente,abierta franca y de un carácter muy agradable, sin mencio­nar su 'incuestionable probidad. Graduada por la universi­dad de New Hampshire y trabajadora social durante mu­chos años, Betty posee un espléndido sentido del humory una gran captación de la realidad.»

Otra de las cosas que descubrió el doctor Schwarz fueque Betty estaba bajo vigilancia constante. Su teléfonoestaba intervenido, y una vez que se produjo un crucefortuito, Betty se enteró de que estaba siendo objeto deescucha telefónica por parte de una «agencia federal»(probablemente el FBI, la Inteligencia de la USAF o talvez ia CIA). Un ufólogo de Cleveland llamado Earl Neffmostró al doctor Schwarz unas fotocopias de un manualde ias Fuerzas Aéreas titulado Introducción a la cienciadel espacio, en su capítulo 33, que se utiliza como textoen un curso optativo sobre Física 370 en la Academia de la

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11. 11, Este capítulo trata del problema ovni y contieneI 1111 's párrafos sobre los Hill. También le mostró

dI' IIna edición posterior, altamente diluida compa-11111 la primera. No obstante, las autoridades negaron

1¡'lIcia de este capítulo más completo y detallado,111111'1'1 únicamente gracias a la tenacidad de Earl

, '~II) ~ignifica que tanto los servicios secretos co~o

110 mandos de la Aviación, conceden una enorme lill­

" lit 111 al fenómeno ovni en general y al caso Hill en1 I 111 11'.

11 1'1 terminar este capítulo sobre los Hill (o sobre el111 III~' Zeta Reticuli), citando unas palabras del propio1111 • hwarz, que corroboran lo que antes he señal~do:

I caso de abducción de Betty, como en algunos eJem­lit- 'ontactos con ovnis, se tiene la impresión general

'111 t'I individuo protagonista es~ tipo único de ~erson~

I I 1 'uHades (es decir, su capacIdad para sumIrse ra-1111111'111 ' en un profundo trance hipnótico, sus r.asgos111 1I ivos y sus potencialidades PSI de alta calIdad),

1 IIfl\ o no, son necesarias para los ovnis o para las1/1' que se esconden tras ellos, y que estos factores

11 d"1I ser vitales para la generación de la aparente expe­11. 1 dc relación mente-materia.»

1111 poco más adelante escribe:('III'responde totalmente a Betty el mérito .d~ poseer

11 1 I ti sólidamente estructurado, que le .ha permIt:?o ma~­

1 lit I IIl1a saludable visión hacia el exterwr y tamblCn hacza1111'1'1';01'. Otras ersonas dotadas de un yo menos estable11th 111 haber sucumbido ante la combinación de psicopa­

1 IUII l. PSI, la experiencia ovni, el hostigamiento que é~ta

"ltI nparejado, y en algunos casos los efectos de un sm­It UIIII' upersticioso de mala suerte, engen~rado ~~r elI IlIpio sujeto. Es una coincidencia, si no una smcromcI.dad,'111 'ntre todos los psiquiatras. de los Est~dos Umdos,l'lty y Barney Hill, tras algunos mtentos prevIOS con .otros

111I1I'llntivos, eligieran a un médico que no sólo dommab~11. Idpnoterapia, sino que estaba familiarizado con la POSI­11 I <Ind de transferencia mental.»

Si bien en algunos casos estas característ.icas parecenfulllr totalmente, en otros que en este libro examinaremos"Il'mos que también se han puesto de manifiesto. Es muy

I'l)',ible que ésta sea una de las claves de los c~sos d~ ab­1111(' ·jón, cuyo estudio continuado tal vez nos de un dIa la

0111 i6n del inquietante enigma.Diré por último, citando palabras de Hernán Rodríguez

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en Contactos extraterrestres n.o lO, que «los resultados _l~s sesiones de hipnosis hechas a los Hill por el doctSlmon- nunca hubieran trascendido más allá del médicsi no hubiera sido porque un periodista se enteró dincidente, publicando luego un explosivo reportaje enHerald Traveller de Bastan, en 1965. Después del esc'dala originado por el periódico, los Hill decidieron darconocer su historia completa a fin de evitar las inexactudes. Así nació El viaje interrumpido, libro de John Fulleque pronto alcanzó enormes niveles de venta en todomundo».

Precisión que considero altamente importante.

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11 I DIA INTEMPORAL DEL CABO VALD~S

I g oS periódico de Santiago de Chile El Mercurio1111 I 'sta sorprendente noticia en su edición del mar­dI II\UyO de 1977:

EXTRAÑO SECUESTRO

I{ I ,/\. (Por Enrique Jorquera Márquez). - Un cabo del1'11 l' 'ilO desapareció durante casi 15 minutos, luego quelilV 'I'a contacto visual con un objeto volante no identi­l ••do (ovni) en la localidad de Putre, a unos 150 kiló­1I1l'11' S al interior y noroeste de Arica.

El cabo tenía a su mando una patrulla militar queI 11 111 r>lía tareas rutinarias en ésta el día 25 de abril recién11 IH lelO.

movni avistado -de acuerdo a declaraciones de losIIllsmos integrantes de la patrulla militar- prácticamen­11. uterrizó en el sector' de los cerros de Putre, a unos~IlO metros de distancia de donde ellos se encontraban,1'11 1 zona denominada Pampa Lluscuma.

uando el cabo apareció nuevamente ante sus campa­.1 'ros de patrulla -siete en total-, 15 minutos despuésti . haber desaparecido... -lucía una barba espesa, como sihubiese estado varios días sin afeitarse, lo que habíah 'cho pocos momentos antes, al iniciar el patrullaje.

Lo más asombroso es que el reloj del cabo Valdésmostraba haber avanzado 15 minutos, pero la fecha, enlugar de indicar el 25 de abril, marcaba el día 30 de abril.

La pavorosa experiencia fue vivida por el cabo del'jército Armando Valdés jUnto a una patrulla integradapor los conscriptos Humberto Rojas, Iván Robles, Ger­

,mán Riquelme, Raul Salinas, Pedro Rosales, Juan Reyesy Julio Rojas. .

i ue la noticia dando más pormenores del caso, que11It: 'o expondremos y comentaremos. Quiero señalar aquí

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/,,' rviene la censura

111 'nmbiaron miradas de ·extrañeza, pero pensaron1 IIhoficial había caminado hacia otro sector. PasaronIIhu ' minutos sin que el cabo Valdés apareciera.

11111 roviso, sin .que oyeran sus pasos, el cabo reapa­jlllllo a sus hombres, y exclamó únicamente «Mu­

lIu .. », para desplomarse luego sin sentido.I .,oldados lo levantaron y lo llevaron hasta la fogatai1l1lpamento, donde empezó a recuperarse. Se incorpO­

1I miró a todos con ojos desorbitados y luego exclamó,11/• • lraña:Ihl 'des no saben qwenes somos ... ni de dónde ve-

11 • pero les digo que pronto volveremos..." pués de pronunciar estas frases sin sentido aparente,11 1 desmayarse.11 :-.oldados, estupefactos, observaron que el suboficial:.. Iba una barba espesa y crecida como de unos cinco• JI' e a que <:uando se alejó de ellos iba perfectamente

111 lel .HI cabo Valdés despertó de su desvanecimiento alrede-.·

I dl las siete de la mañana. 'Parecía extrañado y:confu-• y 610 atinó a decir:

No recuerdo nada desde el momento en que me ale~~'

11 I ·des.1.11 'go ordenó:

Prepárense para partir, porque ya son las cuatro y1 ,ha de la mañana.

Al ver que sus hombres lo ,miraban extrañados, com­JI",lIó que su reloj digital se hallaba detenido a esa hora.

,It más, el calendario indicaba una fecha cinco días pos­I I \Ir a la actual.

A su regreso a Arica, el cabo Armando Valdés rindió111 'ompleto informe de- lo sucedido a sus superiares. SeIIp , in embargo y de forma extraoficial, que no recordaba

11 ,da de los quince minutos en que permaneció ausente.

( lIIno ya era de esperar, y como tantas veces sucede enI 'Iación con los ovni, las autoridades no dijeron esta boca" mía. No solamente eso, sino que la censura gubernativaIIlentó poner cortapisas a la difusión de este caso. Para

"110, y amparándose en un Decreto-Ley (el que lleva el nú­III(;rO 12/81, del 11. de febrero de 1976), el coronel ÚscarFigueroa Márquez, gobernador provincial de Arica, ordenó

únicamente que en mi comunicación leída ante el grupoestudio ovni de la Cámara de los Lores británica el mart11 de diciembre de 1979, entre la gama de efectos prodcidos por el fenómeno ovni en el entorno físico, apuntabla posible distorsión del campo espacio-temporal, y ponícomo ejemplo el caso chileno de Putre, que a continuadóvaya relatar.

Ocurrió, como queda dicho, el 25 de abril de 1977, en 1zona de Pampa Lluscuma, a unos kilómetros de la frotera con Bolivia y en las cercanías de la ciudad de Putreen la provincia andina de Arica.

En la clara noche estrellada del altiplano, a 4000 metrode altura, la patrulla se hallaba descansando junto a unfogata y al reparo de un talud formado por grandes pidras, que les protegían del viento. Dos soldados montabanguardia en los extremos del pequeño campamento. De

. pronto, uno de los soldados señaló hacia el cielo: dos «es.trellas» descendían lentamente. Algunos hombres consul.taran sus relojes: eran las cuatro menos diez de la madru.gada. En aquel preciso instante el soldado Rosales, queestaba de guardia, llegó corriendo hasta el grupo para darla voz de alarma:

-Mi cabo... venga para que vea una luz que está en elcerro.

El jefe de la patrulla, al frente del resto de sus hombres,llegó hasta la zona indicada, para ver qué ocurría. .

Los dos soldados de guardia informaron entonces alcabo que ellos habían visto «caer» las dos estrellas, muylentamente. y añadieron: «Una de ellas bajó al otro ladodel cerro y aún se ve el resplandor allí, mi cabo...»

Mientras ambos soldados hablaban, el grupo vio cómola otra luz que descendía se posaba entre los cerros, aunos 500 metro$ de distancia. El ovni despedía una luzvioleta y en los extremos tenía dos puntos luminosos de unrojo intenso. Luego el extraño objeto empezó a acercarselentamente a los soldados.

El cabo ordenó de inmediato cubrir el fuego del <:ampa­mento con mantas, en tanto que sus hombres se agrupabanestratégicamente en posición de combate, al observar queel extraño objeto luminoso seguía acercándose a bajaaltura, mientras con la luz que despedía alumbraba todoel sector.

Mientras esto ocurría, el cabo Valdés se alejó de sushombres en dirección a la luz y súbitamente desapareció.Eran en aquel momento las 4.15 de la madrugada. Los

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que. fuesen sometidos a su aprobación previa todos losartículos y publicaciones relacionados con el suceso pro­tagonJzado por la patrulla militar en Pampa Lluscuma.Esta actitud de las autoridades obligó al periódico La Estre­lla de Arica a retirar un extenso reportaje sobre el caso,que tenía ya en prensa.

Pero ante la enorme difusión que alcanzó la noticia entodo el país, principalmente gracias a los reportajes deEl Mercurio de Santiago, el gobernador Figueroa se vioobligado finalmente a anular su propia orden de censuray autorizar la publicación de artículos y reportajes sobreel «caso Valdés». Fue a partir de entonces cuando diversosenviados especiales de la prensa chilena entrevistaron re­petidamente a los protagonistas del insólito suceso.

Tratando de responder a la presión popular -impor­tante incluso en un país de régimen autoritario comoChile-, que pedía más información, la Comandancia enjefe del Ejército difundió un comunicado oficial, redactadoen los siguientes términos:

Ante numerosas consultas de medios de comunicaciónsocial respecto a los sucesos ocurridos en las proximida­des de Putre el 25 de abril de 1977 a una patrulla militar,se aclara lo siguiente:

1) El Ejército no se pronuncia a los hechos mismos(sic) relatados por los integrantes de la patrulla.

2) Desde el momento que sucedió el hecho, hastaque éste fue dado a conocer por la prensa, no se habíadado versión oficial por parte de la institución.

3) Conforme a las consultas realizadas por vía oficialse· manifiesta que las versiones dadas por la prensa hastaeste momento, son en lo general coincidentes con los re­latos de los integrantes de la patrulla.

Una interesantísima grabación

Aproximadamente a las nueve de aquella misma mañanadel 25 de abril don Pedro Araneda, profesor de enseñanzaprimaria y corresponsal del diario La Estrella de Arica,interrogaba en Putre a los componentes de la patrulla, gra­bando en un magnetófono sus palabras y sus impresiones,aún frescas. Este impresionante documento de primeramano fue publicado íntegramente en El Mercurio del 19de mayo, y por su enorme interés lo vamos a transcribira continuación:

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l. IDI verbo «joder» no tiene ninguna connotación sexual en Chile.'" IIlHca únicamente «fastidiar».

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del Ejército chileno,relata su impresionanteexperiencia a los periodistas.

ElcaÍiO~.Pútre en priméra p1anil .de la prensa diar·ia chilena.

.Dos-Relatol.A priocioioo

.... _ofic.....-• fo 1"5 ..........~........r. "",,""c.

yTamaños Cambiante~..... _ .............__................. ·rIoIó................_",......"'-_,_ ·c...--._

Qu~ se DesplazanAlt, V,/oridad?~ _~..~.;_ .....

..........- ••••_ ••'l1o,••_ ••1>~" .

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Araneda: «¿Las dos luces estuvieron más o menos pralelas, una más arriba y la otra más abajo?»

Cabo Valdés: «No... la primera luz, cuando Rosalesllamó, se empezó a intensificar y luego bajó su~vemen

a la loma, y la otra se bajó frente a nosotros asl. .. caque nos llamara... Como que nos q.uisie.ra intimidar, así..

Araneda: «¿El perímetro que Ilummaba la luz, alubraba los sembrados, el pasto, los cercos?»

Cabo Valdés: «Al cerro, lo iluminaba y pudimos aprecisus contornos y los sembrados, a pesar de que la nocestaba muy oscura porque no había luna... Incluso ncostaba mucho poder caminar en la oscuridad. Y cU,anbajó la luz, la primera, bajó por atrás del cerro y sallafulgor tremendo ... Y la otra se mantuvo frente a nosotraquí. .. Hubo un resplandor, un reflejo grande... comoincendio... » Las palabras del cabo son acotadas a cainstante por el resto de los soldados integrantes depatrulla. .

Una de las partes de la grabación finaliza aquí, paluego continuar en el instante en que los och~ ~~otagomst

del insólito suceso se refieren a la reapanclOn del cabValdés bajo extrañas circunstancias.

Voces: «¡Claro! La voz de mi cabo... se reía... empeza reírse y decía: "Ustedes nunca sabrán quiénes somosde dónd~ venimos ... Y volveremos acá de nuevo ... "»

Araneda: «¿Y hablaba el cabo con la voz normal?»Voces: <<j Claro ! La voz que tenía siempre él. .. pero u

poco más apresurada... alterada (el sub.r,ayad~ es nuestro)Y cuando perdió el conocimiento y VOIVlO a remcorporarsnos miraba así como que no nos conociera y daba vuelta la cabeza para atrás y decía: ¿La luz... la luz ... ?» .

Otro soldado: «Después perdió el conocimiento y volVIa despertar y a hablar nuevamente... Nosotros lo arropábamas y ahí decía: "¡Suéltenme! ¡SuéItenme!" ... y forcjeaba... » -

Otro soldado: «y lo que más miraba era la luz...miraba con los ojos muy abiertos ... »

Araneda: «¿Cuánto rato se perdió el cabo?» .Varias voces se atropellan: «El cabo estuvo perdId

unos quince minutos ... Nos acercamos al final de la pirca 2... Lo llamamos... Primero salimos cuatro a buscarloluego salimos los otros tres ... »

Otra voz: «De ahí caminamos algo... Gritábamos ...

2. Pirca: cerca, pared o tapia de piedras.

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""llllS por el nombre... Y la luz ahí estaba... »IIld Ido: «y no le sentimos ni las pisadas cuando1I ,1111 una persona llega se siente en la quietud

111 .. »Id, «¿Cuánto rato estuvo así en este trance?» .1,,111 : «E tuvo como diez minutos en que reacclO-111 1011 cía a algunos y de repente se desmayaba...I '" n s desconocía... después se quedó dormido1111

I dI: «¿Tú, Valdés, no te acuerdas por qué quisisteI el' tus hombres unos metros y acercarte a

I ,deJ6: «Lo único que puedo decirte es que algo111 ,11 I la atención... que algo me atraía ... Era como11111111' ción interna con la luz... incluso sentía, cuan-IIl1d 'l1za nos juntamos y nos pusimos en guardia

III¡Yldos ... no sé si decir que sentía algo realmen­IIV llosa o algo espantoso ... Era algo extraordinariodlf'o que somos siete mentes ... ocho mentes ... Está

1'11' IIl1a persona hubiera sufrido una alucinación...l' II ,¡ 11 ... pero que siete digan lo mismo... Lo que

11 , 11 'rdo es lo que pasó, sólo sé lo que ellos meJ.o que sí me acuerdo es que cuando recién vimos

'1"1.1I11os desplazarnos para buscar refugio, pero algo1,,, 11 quedarnos ... Como que algo nos detenía a mirar1 () me acuerdo que no me alejé más de dos o tres111 til' LI tedes ... »

I 'abo Valdés prosigue: «De ahí yo, perdí la no­Ello dicen que yo desaparecí como por arte de

1, Dc repente lo más asombroso es que yo aparecí11' d' magia ... »

I '"IV<'I'1: «¿Te acuerdas (de) lo que hiciste en ese lapso?»"hll Valdés: «Oh... No ... Lo único (de) que me acuer·

111 que aparece en mi mente es algo como cuando y?11 11 '110 así y desaparezco en un pozo profundo... ASI,

1 11 '" londo ... -como un abismo así. .. De ahí mi cerebroI '1 'fo ... No atina la mente a saber qué p¡;lSó... »

1I 11' una pausa, el cabo Valdés continúa:1'1IveJ decir que fue algo así como una advertencia ...

1111111 qu 'riendo decir que no es la primera vez que nos va-11111 IV 'r... O como que no me metiera en lo que no debía...

11 l',:. No hubo palabras que me hayan dirigido... si es11111 1l'Illmente existen esos seres.»

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111111 I Y entonces realmente nos asustamos, al extremo"' lImamos de la mano unos con otros para evitar que

I lile 11 ,udiese adelantarse».11I',,() los soldados informan que el fenómeno empezó

I 1lid 11 'i rse cuando faltaban diez minutos para las cuatro1I IIl:ldrugada. Es el soldado Rosales el que hace esta

I 1 11 I In. Más adelante precisan que «cuando nuestro111 d 'sapareció, decidimos esperar unos diez minutos'"11 11I::'lximo y en caso contrario, acercarnos a investigar.

11 "lábamos cuando mi cabo Valdés apareció entreIIIOS».

1IIIIIando todos al unísono, aseguran más adelaI}.te queIlIbmos de dónde venía ese objeto luminoso. Sólo nos

11111110 como amenazados ante su presencia, pero nun­'0 l/OS ocurrió imaginar, en esos instantes, que podría

"" \(' de seres del espacio» (subrayado nuestro).'11 ':;le momento interviene el cabo Valdés --como se

111 ('n la cinta magnetofónica- para precisar, dirigién­1 los soldados: «¿Ustedes imaginaron como que yo

,,11 I;S apando de algo cuando me acerqué nuevamente?»111' :;oldados responden: «Efectivamente, mi cabo. Así

p '1' 'ció.» El cabo agrega que «realmente no recuerdoh I di ha nada... sólo recuerdo el momento que desperté11 d 1 más».

I Ipartado de efectos sobre animales habría que añadirI lIi 'nte: «Los caballos que nos acompañaban -decla­111 I soldados- también se quedaron como paraliza­

1 II'lOdo apareció la luz y sobrevoló hacia nosotros.1111'1'0 se inquietaron y luego se quedaron casi inmóviles I

11 que el objeto se retiró.»'11 formidable lingüista y gran investigador de lo insó­

tll, ,,( inglés Gordon Creighton, ha publicado una impre­1IIIIIt lista con cientos de casos de efectos producidos

I11 I \ proximidad de un ovni sobre los animales. A esta, 1 cubría añadir ahora las ovejas, el perro y los caballos

!'1I1 re que, como es sabido, «no leen ciencia-ficción»., 1 grabación realizada por el profesor Pedro Araneda

11 !'lIlre es mucho más extensa, pero por necesidades del' I( l Y por no cansar al lector con repeticiones, tenemos

.IIU' Ibreviar.· Sin embargo, constituye un notable docu­11111110 humano, por la sinceridad indudable que demues­11 111 I s componentes de la patrulla, dominados muchas'11(' por un innegable nerviosismo, y por su tono de au­

'.111 ·ldad.

'52

«Incluso había pastando cerca de nosotros un piño 3 de ovjas... yen vez de arrancar, como hacen cuando sient~n al.extraño, se quedaron quietas... Se agruparon y en silenclabsoluto... Más nos desconcertó... Igual que el perro, ques la mascota... Huamachuco se llama... también se quedquieto junto a las pircas, cerca de la fogata ... No se escchaba ningún ruido... Había un silencio sepulcral... Y.yinvoqué a Dios y le dije a la luz: Vete... En nombre de DIOte lo ordeno... Nosotros estábamos dispuestos en esos mmentas a cualquier cosa... A morir juntos, pero nadieseparaba... Incluso hicimos un juramento de permanecjuntos...»

Varias voces intervienen para decir: «Antes de quecabo se perdiera, nos dijo que tapáramos el fuego conmanta...»

Cabo Valdés: «Claro... Era como si el fuego les llamala atención. Igual que a un niño curioso que el fuego 1llama la atención... Como que ellos sintieran que el fuegles llamaba la atención... »

Interviene un soldado para decir: «Después que mi cabnos ordenó que sacáramos las mantas... Lo vi que se alejal extremo de la pirca... yo creí que iba a hacer alguna ncesidad física ... Pero cuando pasaron cinco minutos, mo menos, y no. venía, lo fuimos a buscar y había desapacido...» .

Otro soldado: «Me acuerdo que cuando reapareció, ngritó: ¡Muchachos!... Fue un grito como pidiéndonos alio... »

«La verdad -explicó otro'soldado- es que no sentimmiedo ahora, sino la inquietud de que seguramente vama contactar nuevamente con ese extraño objeto que novisitó.»

Luego, volviendo a la experiencia vivida por todos ellohablan todos los soldados a la vez --como se aprecia encinta magnetofónica- en un tono de gran nerv.iosismo, parprecisar que «la luz empezó a aparecer en la distanciafue aumentando su luminosidad,.como un tubo fiuorescentmientras se acercaba a nosotros». Precisan además queresplandor era esférico. 0_,

Otro soldado afirma que «la luz brillante parecla comsi nos estuviese atrayendo -hacia ellos... Sentí como si no

•3. Rebaño.

Reacción de los animales

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ilIon S realmente nos asustamos, al extremoI 1IIIIIIlOS de la mano unos con otros para evitar que1It1lt''''I' Idelantarse».

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I dlllll'l(Ja. Es el soldado Rosales el que hace esta11 M(\s adelante precisan que «cuando nuestro"1' \1 • 'ió, decidimos esperar unos diez minutos

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IlIlIdo t dos al unísono, aseguran más adelante queIIII0S de dónde venía ese objeto luminoso. Sólo nos

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l' 11" do de efectos sobre animales habría que añadir1I1'IIt ': «Los caballos que nos acompañaban -<lecla­lo soldados- también se quedaron como paraliza­

IIll1clo apareció la luz y sobrevoló hacia nosotros.le I s' inquietaron y luego se quedaron casi inmóviles

1 1111' el objeto se retiró.»1 tormidable lingüista y gran investigador de lo insó­

, 1 illglés Gordon Creighton, ha publicado una impre­1 lit • lista con cientos de casos de efectos producidos

1I proximidad de un ovni sobre los animales. A estah I Ibria añadir ahora las ovejas, el perro y los caballos1'lIlre que, como es sabido, (<uo leen ciencia-ficcióo».J I I rabación realizada por el profesor Pedro Araneda

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11111 ¡dad.

«Incluso había pastando cerca de nosotros un piño 3 de O

jas... yen vez de arrancar, como hacen cuando sienten aextraño, se quedaron quietas... Se agruparon y en silenabsoluto... Más nos desconcertó... Igual que el perro, qes la mascota... Huamachuco se llama... también se quequieto junto a las pircas, cerca de la fogata ... No se eschaba ningún ruido... Había un silencio sepulcral. .. Yinvoqué a Dios y le dije a la luz: Vete... En nombre de D'te lo ordeno... Nosotros estábamos dispuestos en esosmentas a cualquier cosa... A morir juntos, pero nadieseparaba... Incluso hicimos un juramento de permanejuntos... »

Varias voces intervienen para decir: «Antes de quecabo se perdiera, nos dijo que tapáramos el fuego conmanta... »

Cabo Valdés: «Claro... Era como si el fuego les llamla atención. Igual que a un niño curioso que el fuegollama la atención... Como que ellos sintieran que el fueles llamaba la atención... »

Interviene un soldado para decir: «Después que mi canos ordenó qu~ sacáramos las mantas... Lo vi que se"aleal extremo de la pirca... yo creí que iba a hacer algunacesidad física ... Pero cuando pasaron cinco minutos, mo menos, y no. venía, lo fuimos a buscar y había desapacido...»

Otro soldado: «Me acuerdo que cuando reapareció, ngritó: ¡Muchachos!. .. Fue un grito como pidiéndonos alio... »

«La verdad -explicó otro soldado- es que no sentimmiedo ahora, sino la inquietud de que seguramente vaa contactar nuevamente con ese extraño objeto que nvisitó.»

Luego, volviendo a la experiencia vivida por todos ellohablan todos los soldados a la vez -como se aprecia encinta magnetofónica- en un tono de gran nervjoslsmo, parprecisar que «la luz empezó a aparecer en la distanciafue aumentando su luminosidad,.como un tubo f1uorescentmientras se acercaba a nosotros». Precisan además queresplandor era esférico.

Otro soldado afirma que «la luz brillante parecía comsi nos estuviese atrayendo hacia ellos... Sentí como si no

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Reacción de los animales

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Conclusiones

¿Qué ocurrió en realidad en aquella desértica región dePampa Lluscuma, en la madrugada del día 25 de abril d1977? Es indudable que al menos DOS objetos volantes nidentificados aterrizaron muy cerca de donde estaba acapada la patrulla. Estos objetos -no muy grandes- parcían ser de forma esférica, y despedían una intensísimenergía fotónica, o luminosa. Quiero creer que el objetivde esta «operación» era la abducción de por lo menosser humano. Es posible que los objetos emanasen una ifluencia o energía -posiblemente de tipo hipnótico- quprodujo efectos «sedantes» en los animales, e inquietuen los seres humanos (que también experimentaronextraña atracción hacia la luz).

¿Cómo se explica el hecho -inexplicable según patronehumanos- de que la barba del cabo Armando Valdécreciera hasta el equivalente de unos cinco días sin afeitarse, tan sólo en un cuarto de hora? El adelanto del calendario de su reloj de tipo digital podría explicarse pocausas mecánicas, pero no así el crecimiento de la barbaEl propio Valdés hizo posteriormente el experimento dpermanecer cinco días sin afeitarse: la barba que 1creció en ese lapso de tiempo, no era tan cerrada como 1que mostraba, tras permanecer quince minutos ausente dsus hombres.

No tenemos más remedio que admitir que ·hubo mani·pulación del tiempo. El cabo Valdés fue sacado de nuestroespacio normal -y de su tiempo- y llevado a otro espacioy a otro· tiempo, donde o bien éste transcurría más deprisa, o bien se trataba de un universo paralelo en el quela flecha del tiempo incluso podría ir hacia atrás. Es algoque escapa a nuestra lógica, pero también 'el conceptoeinsteniano relativista del Universo.

¿Sometieron los médicos militares a regresión hipnóticaal cabo Valdés, como este mismo parecía soJicitar? ¿Quésalió a la luz durante la experiencia hipnótica, si es queésta llegó jamás a realizarse? ¿Será el cabo Valdés unode los pocos hombres que ha traspuesto la barrera de lasdimensiones y ha viajac;lo por el «túnel del tiempo»? Algu­nos incidentes registrados en el famoso Triángulo de lasBermudas y otros puntos similares del globo, apuntan tamobién hacia una «manipulación del tiempo». ¿Por parte delos mismos agentes que abdujeron al cabo Valdés? Pre·guntas, preguntas, preguntas ... de momento sin respuesta.

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11 qué mundo inimaginable permaneció Armando Val·hu 'lile los cinco días de tiempo subjetivo -marcados11 h Irba y su reloj- y qué seres o qué cosas vio en ese11 I En el folklore mundial hay algunas leyendas

11111 In del pescador japonés Urachima, que permanecióI pura él fueron tres años en el palacio del Rey del

• 1"'10 que en realidad fueron tres siglos-, que evocanI Ir miento -o este encogimiento; depende desde

I ,. mire- del tiempo.011\0 dijo el fisiólogo inglés J. B. S. Haldane: «El Uni·.. lit) 610 es más fantástico de 10 que imaginamos; es1lIllástico de lo que podemos imaginar.»llf. parecido.

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3. SEXO Y «PLATILLOS VOLANTES»

¿A quién no le gustaría que un buen día se lo llevasen lo«marcianos» a bordo de un «platillo volante», y que, unvez en el interior del mismo, le ofreciesen amablementuna bella y desnudita «extraterrestre», para que se acostascon ella? A cualquier «varón bien nacido», supongo. Puebien, lo que podríamos llamar el «polvo cósmico» (caperdón de los astrónomos) ha ocurrido no una, sino variaveces.

Sus protagonistas han sido por lo general rudos campesinos semianalfabetos, o vaqueros no menos toscos e iltrados; por lo general tales episodios han tenido lugar elas soledades sudamericanas. Nunca los han protagonizadufólogos, o sea «investigadores de ovnis». Ésos no se comeun rosco «extraterrestre», por más ganas que tengan. Peres que si tales episodios son lo que barrunto, lo que hacefalta son precisamente fuertes gañanes y no intelectualebajitos con gafas. '

Hacen falta sementales, en una palabra.El caso de «polvo cósmico» más divulgado y comentado

es el del joven labrador brasileño AntóllÍo Villas Boas(bien, joven en el momento de producirse el incidente; ac­tualmente será ya un cuarentón). Este caso lo he expuestoyo mismo detalladamente en uno de mis libros, basándomeprincipalmente en la información reunida por mi queridoamigo Gordon Creighton (a la sazón cónsul de Su Majestadbritánica en una ciudad del Brasil), y publicado luego poréste en la Flying Saucer Review. Me da un poco de reparo,pues, repetirlo aquí. Quien lo desee que acuda a las fuen­tes, como dicen los eruditos. Pero de todos modos habráque resumirlo, para dar facilidades al sufrido lector.

Alrededor de las doce de la noche del 15 de octubre de'1957, el joven campesino brasileño António Villas Boas

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ti e10 «Adhemar» por Gordon Creighton en sus artícu­I 1 proteger su anonimato), que tenía entonces 22 años

'1 I un su familia en Ponta Para, ceréa de la poblacióno Francisco de Sales, Estado de Minas Gerais, próxima

1111111 'ra del Brasil con el Paraguay, se encontraba aran­11 I a 111 po con un tractor cuando de pronto vio correrI I ¡., una «estrella» (recuérdese el comienzo del inci-

11111) que se aproximaba a gran velocidad, para inmo­I l' linalmente sobre el campo de labranza.•o antes de continuar, quiero decir dos cosas; mejor

1, Ir ·s. La primera es que ya veo la mueca de disgusto111 bromas sobre el «polvo cósmico» habrán produci­11 "I1Ul1OS puristas de la ufología, desde ex sacerdotes1"1'S 'ntan a los ovnis como el «demonio» (sic) hastaI 1 de UMMO desprovistos totalmente del sentido del

I 11, I mismo que los ummitas a quienes reverencian.I'StO, yo les diría que el humor (y su brazo armado

IUII 1) es una de las pocas defensas que nos quedanII1 dcsconocido. Gracias a la ironía quizá consigamos'111 importante como es salvar nuestra integridad

111111 ante hechos que, tomados demasiado en serio,el '11 rcsultar alienantes y en algunos casos han tenido111 1I10S efectos sobre mentes inmaduras que los que

••• 11 los libros de caballerías en el cerebro de DonlIu lI',1', Ill'mos en mi Cataluña una entrañable farsa navideña,

, I'(/~/orets (Los Pastorcillos), en que los demonios sonlo n el más tremendo de los ridículos por dos pas­

1 1I0s que penetran en el Infierno... Esto hace perder a11 1I0s toda su dimensión satánica y malvada. Apliquemos

I w'lIlo a los ovni, y seguramente los haremos más nues­, y quizá así lleguemos un día a lo que se esconde tras

Esto, por supuesto, sin descuidar la investigaciónI 1».

I,jl s 'gunda cosa que quería decir es que el encuentro\111 tUI no del 15 de octubre de 1957 estuvo precedido por11111 01 servación semejante de la «estrella» la noche ante-

01 1)' de el mismo campo, António y su hermano obser­o t 111 las evoluciones de la misteriosa «estrella», que estat' 110 llegó a posarse en el suelo. Y unos días antes, una

111 ll'ri sa luz bañó de noche su casa, desde lo alto...la última cosa es que el caso de António Villas Boas

111 ierto modo «atípico», pues su protagonista recordóI lllpre y perfectamente la totalidad del episodio, sin que

I lal iese necesario recurrir a la hipnosis para extraerlo

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Page 37: Secuestrados por Extraterrestres - Antonio Ribera.pdf

de su memoria subconsciente, Por lo demás -salvo el ec~entro sexual- esta abducción presenta rasgos muy parcidos a otras que conocemos, y que el joven cabóclo (metizo de indio y portugués), semianalfabeto, no podía sabede ningún modo, y menos en una fecha COmO aquell-1957- en que aún no se había producido el caso Hillninguno de los casos de abducción más importantes ~uhoy conocemos.

Sigamos relatando el episodio. Cuando la «estrella» sinmovilizó a cierta altura sobre el campo, el asustado António quiso volver a su casa, y para ello empezó a accione~ dispositivo hidráulico de desenganche del arado. (No hdicho que António trabajaba de noche en su campo a causdel calor intenso que reinaba de día.) Pero el dispositivno funcionaba y, para colmo de males, el motor del tractose paró,

En aquel preciso instante la «estrella» descendió corapidez, convirtiéndose en una máquina gigantesca y dforma de pájaro, que aterrizó a unos veinte metros detractor deteni~o. De la n~,:e surgieron hasta cinco pequeñoseres humanOldes, cubiertos con una especie de trajesespaciales o escafandras que les ocultaban el rostro, Pesa ser más bajos que António (el cual mide 1,64 m), entrlos cinco consiguieron reducirlo y subirlo a bordo de lanave por una larga escalerilla.

La nave «aviforme» era ovoide y se hallaba rodeada pouna plataforma, en la que se abría una portezuela por la~ue sus raptores introdujeron a António en el aparato. ElJoven se encontró 'entonces en una cámara circular quen:~diría entre 1,50 y 1,80 m de altura y de 1,80 a 2,10 m dediametro. Todos estos datos fueron facilitados posterior­mente por el propio António al doctor Olavo Fontes médicoe investigador brasileño ya fallecido (en mayo cÍe 1968),quien examinó detenidamente al joven campesino, elabo­rando a ~ontinuación un informe totalmente positivo, en elque mamfestaba hallarse convencido de que António '<nomentía», y relataba lo que para él era una experiencia real.

En el centro de esta primera cámara había una columnaque iba del suelo al techo, y en las paredes, unos orificioscuadrados, «parecidos a los que se ven en las instalacioneseléctricas»,

Sobre una mesa de tres patas António vio un instru·mento desconocido. Mediante un dispositivo flexible, suscaptores tomaron muestras de sangre de António, en dospuntos de la barbilla del muchacho. El doctor Fontes mu-. ,

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I 1I mpo después del supuesto incidente, aún pudo ob·Ir las cicatrices de estas heriditas, Acto seguido los

1I11110ides desnudaron al joven con una destreza sor­lid 'nte, y luego lo condujeron a través de una puerta

IIllll compartimiento, cuyo único mobiliario consistía en11 lil ra recubierta de una especie de material plástÍco,IIhligaron a tenderse sobre ella y le restregaron todo elI p con una esponja impregnada en un líquido refres­

11 j¡- o

1116nio calcula que pasó unos cinco minutos en el11111'1' compartimiento y unos veinte en el segundo, donde

humanoides lo habían dejado solo. Súbitamente notó11101' penetrante. Algún gas desconocido invadía la estan­

nt6nio experimentó náuseas y un gran malestar du­," un rato.11.11 fa en el aposento otra puerta que él no apreció de

1IIII'I1l0 y que de pronto empezó a abrirse. Do.s de los,,"luntes introdujeron por ella a una mujer -cabría más

I IIna «mujercita»- de una estatura comprendida entreU y 1,50. La dejaron con él y se fueron. La mujercita,

11 y que iba completamente desnuda, avanzó hacia110111 sonriendo y tendiéndole los brazos. Pese a lo

111 lo de la situación en que se encontraba, cuando la11' I 'ita empezó a restregarse contra él con gestos insi­

IIh's, António notó que su virilidad reaccionaba positi­1111'111' Y realizó el acto sexual con ella sobre 'la litera.

lila Boas explicó al doctor Fontes que la mujercita11 11 1111 S cabellos finísimos pero muy escasos, de un rubio

,ti . No le observó la presencia de cejas, pestañas ni1111 púbico. Tenía las orejas pequeñas; el mentón, losI ti Y la nariz eran de una delicada conformación;

II10s tenían un aspecto «achinado» y los pómulos eran1, 111 's, lo que aumentaba su aspecto «oriental» (recuerde

I I 1 101' la descripción hecha por los Hill de sus captores).111 I lo dientes blancos y bien formados. António calculó

I d,'bía de pesar unos 35 kg. No se entabló conversaciónI 1111 I 'ntre António y la mujer «extraterrestre»; ésta úni­

1111'111' se limitó a lanzar unos gruñidos, durante la Có­11111. que el joven brasileño comparó a los de un cerdo.

Ihll'unte mucho tiempo Antonio no relató a nadie lo su­d dll, pues «estaba envergonhado» (tenía vergüenza), ni

111111 qll , después de consumarse esta extraña unión, losI,II"IIIIIlCS de la nave le devolvieron sus ropa.s y lo echaron

11 10llt mplaciones, Finalmente se atrevió a hablar de loIIU h Ibía ocurrido con su madre y su hermano, y luego

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Page 38: Secuestrados por Extraterrestres - Antonio Ribera.pdf

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ilIon S realmente nos asustamos, al extremoI 1IIIIIIlOS de la mano unos con otros para evitar que1It1lt''''I' Idelantarse».

h, /'oldados informan que el fenómeno empezó," . clIando faltaban diez minutos para las cuatro

I dlllll'l(Ja. Es el soldado Rosales el que hace esta11 M(\s adelante precisan que «cuando nuestro"1' \1 • 'ió, decidimos esperar unos diez minutos

1 11110 Y en caso contrario, acercarnos a investigar.t "lamas cuando mi cabo Valdés apareció entre

IlIlIdo t dos al unísono, aseguran más adelante queIIII0S de dónde venía ese objeto luminoso. Sólo nos

111 1'01110 amenazados ante su presencia, pero nun­'" ocurrió imaginar, en esos instantes, que podría

tll' seres del espacio» (subrayado nuestro).h- 111 mento interviene el cabo Valdés --como se

11 1I 'inta magnetofónica- para precisar, dirigién­lo 'oldados: «¿Ustedes imaginaron como que yoI 'IHllldo de algo cuando me acerqué nuevamente?»elId_Idos responden: «Efectivamente, mi cabo. Así

Il'l'!().» El cabo agrega que «realmente no recuerdod \ h nada... sólo recuerdo el momento que desperté

111 'IS».

l' 11" do de efectos sobre animales habría que añadir1I1'IIt ': «Los caballos que nos acompañaban -<lecla­lo soldados- también se quedaron como paraliza­

IIll1clo apareció la luz y sobrevoló hacia nosotros.le I s' inquietaron y luego se quedaron casi inmóviles

1 1111' el objeto se retiró.»1 tormidable lingüista y gran investigador de lo insó­

, 1 illglés Gordon Creighton, ha publicado una impre­1 lit • lista con cientos de casos de efectos producidos

1I proximidad de un ovni sobre los animales. A estah I Ibria añadir ahora las ovejas, el perro y los caballos1'lIlre que, como es sabido, (<uo leen ciencia-ficcióo».J I I rabación realizada por el profesor Pedro Araneda

I 1'111 r' es mucho más extensa, pero por necesidades del'U II y por no cansar al lector con repeticiones, tenemos

'1111 Ibreviar.· Sin embargo, constituye un notable docu­111 111 ) humano, por la sinceridad indudable que demues­11 111 los componentes de la patrulla, dominados muchasI'l 1 1> por un innegable nerviosismo, y por su tono de au­

11111 ¡dad.

«Incluso había pastando cerca de nosotros un piño 3 de O

jas... yen vez de arrancar, como hacen cuando sienten aextraño, se quedaron quietas... Se agruparon y en silenabsoluto... Más nos desconcertó... Igual que el perro, qes la mascota... Huamachuco se llama... también se quequieto junto a las pircas, cerca de la fogata ... No se eschaba ningún ruido... Había un silencio sepulcral. .. Yinvoqué a Dios y le dije a la luz: Vete... En nombre de D'te lo ordeno... Nosotros estábamos dispuestos en esosmentas a cualquier cosa... A morir juntos, pero nadieseparaba... Incluso hicimos un juramento de permanejuntos... »

Varias voces intervienen para decir: «Antes de quecabo se perdiera, nos dijo que tapáramos el fuego conmanta... »

Cabo Valdés: «Claro... Era como si el fuego les llamla atención. Igual que a un niño curioso que el fuegollama la atención... Como que ellos sintieran que el fueles llamaba la atención... »

Interviene un soldado para decir: «Después que mi canos ordenó qu~ sacáramos las mantas... Lo vi que se"aleal extremo de la pirca... yo creí que iba a hacer algunacesidad física ... Pero cuando pasaron cinco minutos, mo menos, y no. venía, lo fuimos a buscar y había desapacido...»

Otro soldado: «Me acuerdo que cuando reapareció, ngritó: ¡Muchachos!. .. Fue un grito como pidiéndonos alio... »

«La verdad -explicó otro soldado- es que no sentimmiedo ahora, sino la inquietud de que seguramente vaa contactar nuevamente con ese extraño objeto que nvisitó.»

Luego, volviendo a la experiencia vivida por todos ellohablan todos los soldados a la vez -como se aprecia encinta magnetofónica- en un tono de gran nervjoslsmo, parprecisar que «la luz empezó a aparecer en la distanciafue aumentando su luminosidad,.como un tubo f1uorescentmientras se acercaba a nosotros». Precisan además queresplandor era esférico.

Otro soldado afirma que «la luz brillante parecía comsi nos estuviese atrayendo hacia ellos... Sentí como si no

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Reacción de los animales

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Conclusiones

¿Qué ocurrió en realidad en aquella desértica región dePampa Lluscuma, en la madrugada del día 25 de abril d1977? Es indudable que al menos DOS objetos volantes nidentificados aterrizaron muy cerca de donde estaba acapada la patrulla. Estos objetos -no muy grandes- parcían ser de forma esférica, y despedían una intensísimenergía fotónica, o luminosa. Quiero creer que el objetivde esta «operación» era la abducción de por lo menosser humano. Es posible que los objetos emanasen una ifluencia o energía -posiblemente de tipo hipnótico- quprodujo efectos «sedantes» en los animales, e inquietuen los seres humanos (que también experimentaronextraña atracción hacia la luz).

¿Cómo se explica el hecho -inexplicable según patronehumanos- de que la barba del cabo Armando Valdécreciera hasta el equivalente de unos cinco días sin afeitarse, tan sólo en un cuarto de hora? El adelanto del calendario de su reloj de tipo digital podría explicarse pocausas mecánicas, pero no así el crecimiento de la barbaEl propio Valdés hizo posteriormente el experimento dpermanecer cinco días sin afeitarse: la barba que 1creció en ese lapso de tiempo, no era tan cerrada como 1que mostraba, tras permanecer quince minutos ausente dsus hombres.

No tenemos más remedio que admitir que ·hubo mani·pulación del tiempo. El cabo Valdés fue sacado de nuestroespacio normal -y de su tiempo- y llevado a otro espacioy a otro· tiempo, donde o bien éste transcurría más deprisa, o bien se trataba de un universo paralelo en el quela flecha del tiempo incluso podría ir hacia atrás. Es algoque escapa a nuestra lógica, pero también 'el conceptoeinsteniano relativista del Universo.

¿Sometieron los médicos militares a regresión hipnóticaal cabo Valdés, como este mismo parecía soJicitar? ¿Quésalió a la luz durante la experiencia hipnótica, si es queésta llegó jamás a realizarse? ¿Será el cabo Valdés unode los pocos hombres que ha traspuesto la barrera de lasdimensiones y ha viajac;lo por el «túnel del tiempo»? Algu­nos incidentes registrados en el famoso Triángulo de lasBermudas y otros puntos similares del globo, apuntan tamobién hacia una «manipulación del tiempo». ¿Por parte delos mismos agentes que abdujeron al cabo Valdés? Pre·guntas, preguntas, preguntas ... de momento sin respuesta.

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11 qué mundo inimaginable permaneció Armando Val·hu 'lile los cinco días de tiempo subjetivo -marcados11 h Irba y su reloj- y qué seres o qué cosas vio en ese11 I En el folklore mundial hay algunas leyendas

11111 In del pescador japonés Urachima, que permanecióI pura él fueron tres años en el palacio del Rey del

• 1"'10 que en realidad fueron tres siglos-, que evocanI Ir miento -o este encogimiento; depende desde

I ,. mire- del tiempo.011\0 dijo el fisiólogo inglés J. B. S. Haldane: «El Uni·.. lit) 610 es más fantástico de 10 que imaginamos; es1lIllástico de lo que podemos imaginar.»llf. parecido.

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3. SEXO Y «PLATILLOS VOLANTES»

¿A quién no le gustaría que un buen día se lo llevasen lo«marcianos» a bordo de un «platillo volante», y que, unvez en el interior del mismo, le ofreciesen amablementuna bella y desnudita «extraterrestre», para que se acostascon ella? A cualquier «varón bien nacido», supongo. Puebien, lo que podríamos llamar el «polvo cósmico» (caperdón de los astrónomos) ha ocurrido no una, sino variaveces.

Sus protagonistas han sido por lo general rudos campesinos semianalfabetos, o vaqueros no menos toscos e iltrados; por lo general tales episodios han tenido lugar elas soledades sudamericanas. Nunca los han protagonizadufólogos, o sea «investigadores de ovnis». Ésos no se comeun rosco «extraterrestre», por más ganas que tengan. Peres que si tales episodios son lo que barrunto, lo que hacefalta son precisamente fuertes gañanes y no intelectualebajitos con gafas. '

Hacen falta sementales, en una palabra.El caso de «polvo cósmico» más divulgado y comentado

es el del joven labrador brasileño AntóllÍo Villas Boas(bien, joven en el momento de producirse el incidente; ac­tualmente será ya un cuarentón). Este caso lo he expuestoyo mismo detalladamente en uno de mis libros, basándomeprincipalmente en la información reunida por mi queridoamigo Gordon Creighton (a la sazón cónsul de Su Majestadbritánica en una ciudad del Brasil), y publicado luego poréste en la Flying Saucer Review. Me da un poco de reparo,pues, repetirlo aquí. Quien lo desee que acuda a las fuen­tes, como dicen los eruditos. Pero de todos modos habráque resumirlo, para dar facilidades al sufrido lector.

Alrededor de las doce de la noche del 15 de octubre de'1957, el joven campesino brasileño António Villas Boas

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ti e10 «Adhemar» por Gordon Creighton en sus artícu­I 1 proteger su anonimato), que tenía entonces 22 años

'1 I un su familia en Ponta Para, ceréa de la poblacióno Francisco de Sales, Estado de Minas Gerais, próxima

1111111 'ra del Brasil con el Paraguay, se encontraba aran­11 I a 111 po con un tractor cuando de pronto vio correrI I ¡., una «estrella» (recuérdese el comienzo del inci-

11111) que se aproximaba a gran velocidad, para inmo­I l' linalmente sobre el campo de labranza.•o antes de continuar, quiero decir dos cosas; mejor

1, Ir ·s. La primera es que ya veo la mueca de disgusto111 bromas sobre el «polvo cósmico» habrán produci­11 "I1Ul1OS puristas de la ufología, desde ex sacerdotes1"1'S 'ntan a los ovnis como el «demonio» (sic) hastaI 1 de UMMO desprovistos totalmente del sentido del

I 11, I mismo que los ummitas a quienes reverencian.I'StO, yo les diría que el humor (y su brazo armado

IUII 1) es una de las pocas defensas que nos quedanII1 dcsconocido. Gracias a la ironía quizá consigamos'111 importante como es salvar nuestra integridad

111111 ante hechos que, tomados demasiado en serio,el '11 rcsultar alienantes y en algunos casos han tenido111 1I10S efectos sobre mentes inmaduras que los que

••• 11 los libros de caballerías en el cerebro de DonlIu lI',1', Ill'mos en mi Cataluña una entrañable farsa navideña,

, I'(/~/orets (Los Pastorcillos), en que los demonios sonlo n el más tremendo de los ridículos por dos pas­

1 1I0s que penetran en el Infierno... Esto hace perder a11 1I0s toda su dimensión satánica y malvada. Apliquemos

I w'lIlo a los ovni, y seguramente los haremos más nues­, y quizá así lleguemos un día a lo que se esconde tras

Esto, por supuesto, sin descuidar la investigaciónI 1».

I,jl s 'gunda cosa que quería decir es que el encuentro\111 tUI no del 15 de octubre de 1957 estuvo precedido por11111 01 servación semejante de la «estrella» la noche ante-

01 1)' de el mismo campo, António y su hermano obser­o t 111 las evoluciones de la misteriosa «estrella», que estat' 110 llegó a posarse en el suelo. Y unos días antes, una

111 ll'ri sa luz bañó de noche su casa, desde lo alto...la última cosa es que el caso de António Villas Boas

111 ierto modo «atípico», pues su protagonista recordóI lllpre y perfectamente la totalidad del episodio, sin que

I lal iese necesario recurrir a la hipnosis para extraerlo

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de su memoria subconsciente, Por lo demás -salvo el ec~entro sexual- esta abducción presenta rasgos muy parcidos a otras que conocemos, y que el joven cabóclo (metizo de indio y portugués), semianalfabeto, no podía sabede ningún modo, y menos en una fecha COmO aquell-1957- en que aún no se había producido el caso Hillninguno de los casos de abducción más importantes ~uhoy conocemos.

Sigamos relatando el episodio. Cuando la «estrella» sinmovilizó a cierta altura sobre el campo, el asustado António quiso volver a su casa, y para ello empezó a accione~ dispositivo hidráulico de desenganche del arado. (No hdicho que António trabajaba de noche en su campo a causdel calor intenso que reinaba de día.) Pero el dispositivno funcionaba y, para colmo de males, el motor del tractose paró,

En aquel preciso instante la «estrella» descendió corapidez, convirtiéndose en una máquina gigantesca y dforma de pájaro, que aterrizó a unos veinte metros detractor deteni~o. De la n~,:e surgieron hasta cinco pequeñoseres humanOldes, cubiertos con una especie de trajesespaciales o escafandras que les ocultaban el rostro, Pesa ser más bajos que António (el cual mide 1,64 m), entrlos cinco consiguieron reducirlo y subirlo a bordo de lanave por una larga escalerilla.

La nave «aviforme» era ovoide y se hallaba rodeada pouna plataforma, en la que se abría una portezuela por la~ue sus raptores introdujeron a António en el aparato. ElJoven se encontró 'entonces en una cámara circular quen:~diría entre 1,50 y 1,80 m de altura y de 1,80 a 2,10 m dediametro. Todos estos datos fueron facilitados posterior­mente por el propio António al doctor Olavo Fontes médicoe investigador brasileño ya fallecido (en mayo cÍe 1968),quien examinó detenidamente al joven campesino, elabo·rando a ~ontinuación un informe totalmente positivo, en elque mamfestaba hallarse convencido de que António ,<nomentía», y relataba lo que para él era una experiencia real.

En el centro de esta primera cámara había una columnaque iba del suelo al techo, y en las paredes, unos orificioscuadrados, «parecidos a los que se ven en las instalacioneseléctricas»,

Sobre una mesa de tres patas António vio un instru·mento desconocido. Mediante un dispositivo flexible, suscaptores tomaron muestras de sangre de António, en dospuntos de la barbilla del muchacho. El doctor Fontes mu-. ,

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I 1I mpo después del supuesto incidente, aún pudo ob·Ir las cicatrices de estas heriditas, Acto seguido los

1I11110ides desnudaron al joven con una destreza sor­lid 'nte, y luego lo condujeron a través de una puerta

IIllll compartimiento, cuyo único mobiliario consistía en11 lil ra recubierta de una especie de material plástÍco,IIhligaron a tenderse sobre ella y le restregaron todo elI p con una esponja impregnada en un líquido refres­

11 j¡- o

1116nio calcula que pasó unos cinco minutos en el11111'1' compartimiento y unos veinte en el segundo, donde

humanoides lo habían dejado solo. Súbitamente notó11101' penetrante. Algún gas desconocido invadía la estan­

nt6nio experimentó náuseas y un gran malestar du­," un rato.11.11 fa en el aposento otra puerta que él no apreció de

1IIII'I1l0 y que de pronto empezó a abrirse. Do.s de los,,"luntes introdujeron por ella a una mujer -cabría más

I IIna «mujercita»- de una estatura comprendida entreU y 1,50. La dejaron con él y se fueron. La mujercita,

11 y que iba completamente desnuda, avanzó hacia110111 sonriendo y tendiéndole los brazos. Pese a lo

111 lo de la situación en que se encontraba, cuando la11' I 'ita empezó a restregarse contra él con gestos insi­

IIh's, António notó que su virilidad reaccionaba positi­1111'111' Y realizó el acto sexual con ella sobre 'la litera.

lila Boas explicó al doctor Fontes que la mujercita11 11 1111 S cabellos finísimos pero muy escasos, de un rubio

,ti . No le observó la presencia de cejas, pestañas ni1111 púbico. Tenía las orejas pequeñas; el mentón, losI ti Y la nariz eran de una delicada conformación;

"los tenían un aspecto «achinado» y los pómulos eran1, 111 's, lo que aumentaba su aspecto «oriental» (recuerde

I I 1 101' la descripción hecha por los Hill de sus captores).111 I lo dientes blancos y bien formados. António calculó

I d,'bía de pesar unos 35 kg. No se entabló conversaciónI 1111 I 'ntre António y la mujer «extraterrestre»; ésta úni­

1111'111' se limitó a lanzar unos gruñidos, durante la Có­11111. que el joven brasileño comparó a los de un cerdo.

Ihll'unte mucho tiempo Antonio no relató a nadie lo su­d dll, pues «estaba envergonhado» (tenía vergüenza), ni

111111 qll , después de consumarse esta extraña unión, losI,II"IIIIIlCS de la nave le devolvieron sus ropa.s y lo echaron

11 10llt mplaciones, Finalmente se atrevió a hablar de loIIU h Ibía ocurrido con su madre y su hermano, y luego

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Page 42: Secuestrados por Extraterrestres - Antonio Ribera.pdf

escribió a Joáo Martins, quien desde la revista O Cruzeirinvitaba a que le escribiesen quienes hubiesen tenido expriencias con ovnis. Así llegó el caso a Río de Janeiro, questaba a 1 500 kilómetros de distancia. En Río se enterarodel caso el doctor Bühler, presidente de la Sociedade Brasileira para o Estudo dos Discos Voadores, el periodiste investigador Joáo Martins, y el ya citado doctor OlavoFontes, asesor médico de dicha sociedad. Ambos investígadores emprendieron entonces el largo y penoso viajhasta aquella zona perdida del sertáo brasileño, adondllegaron tras innúmeros trasbordos de autocar, navegpor ríos y viajar a lomo de mula o a pie.

Al principio costó mucho vencer la reticencia de Antóniopero finalmente éste les fue contando a retazos su increíble aventura de Casanova (a la fuerza) cósmico.

El caso del vaquero colombiano: triple «ligue»extraterrestre

Tenemos aquí· a otro António Villas Boas, pero esta vevaquero de profesión y colombiano de nacimiento (no alcontrario). Debemos también al infatigable Gordon Creigh.ton que este caso se haya publicado en Europa (naturalmente, en la nUnca bastante loada Flying Saucer Review).Pero eJ;l realidad, la fuente de la información de Creighton,según él mismo confiesa en su artículo (FSR, vol. 23, nú­mero 1, junio de 1977), estaba en España, representadil porotro infatigable investigador y querido amigo: el sevillanoIgnacio Darnaude Rojas-Marcos, quien envió a la FSR lafotocopia de un artículo, abundantemente ilustrado confotografías, que se publicó en la revista Vea de Bogotá(núm. 270/271 de diciembre de 1976). Éstas serán pues misfuentes de información.

El curiosísimo episodio fue protagonizado por un va­quero llamado Liberato Aníbal Quintero, empleado en unagranja próxima a El Banco, en la provincia de Magdalena,situada en el norte de· Colombia. Al anochecer de un díacuya fecha no se facilita, Liberato llegó a su casa deltrabajo. Tiene esposa y tres hijos de corta edad, y la fa­milia ocupa una casita en la finca donde él cuida un rebañode unas cuarenta vacas. Liberato entró en la casa, se quitólas sandalias y se tendió en la hamaca nueva que su esposa-que responde al espléndido y wagneriano nombre.. deBrunilda- había comprado recientemente en La GuaJIra.

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Jlot' instantes estaba dormido como un tronco,llldo estrepitosamente, cosa que sorprendió mucho

111111"', ya que «su cuero» (su marido) no solía roncar111110 durante el sueño.IlIlIj 'r permaneció despierta por algún tiempo, con­

I 11110 a su marido e incapaz de conciliar el sueño.1111' se produjo una de esas tempestades tropicales,

y a ompañadas de gran aparato eléctrico, y el ruido1111 'nos despertó a Liberato. Pero para entonces

Id.l. d spués de dar de cenar a los más chicos, habíaIIldo finalmente quedarse dormida.

h '1 II se sentía raro «Como si algo extraño estu-11 Jlllnto de ocurrirme » De pronto sintió la necesidad

I 0"" de abandonar la hamaca y salir. Estaba nervioso,11 I opiosamente y comprendió que ni sus actos ni sus

011 's eran normales. Hizo la señal de la cruz, musitódll'l1uestro y salió disparado de la casita.

IIha dos años en aquel empleo de vaquero en lalonocida por el nombre de <,La vida tranquila»...

I 1I que había de resultar irónico a la vista de los111 III/eriores. En el exterior reinaba una gran quietud,l. hreve tormenta, y todo parecía normal. Tras el

II o 11 uacero, las estrellas volvían a brillar a travésI jil' nes de nubes. Liberato empezó a caminar, sin

IIII1Y bien por qué lo hacía, hacia los establos de las. qll ' estaban a cierta distancia de su casa. Sin embar­

11 111 vimientos le parecían «pesados y difíciles». Avan-dl':-;pacio, sintiéndose, según manifestó posteriormente

III'rioelistas, «como si estuviese controlado por una'11 l' I 'rna inexplicable».I lit' 'ar al arroyo que cruza los terrenos de la granja,

I ¡I! h para refrescarse la cara. Eran las doce y media1" 110 he. Poco antes de llegar a los establos, percibió

f Ido rayo de luz que iluminó el cielo. Instintivamente,I11IJ ) al suelo. La luz se fue acercando más y más. Libe-

111 tlllló ele levantarse, pero sus piernas cedieron bajo su11 1'01' último logró arrastrarse hasta unos arbustos y

1llllllt'I'Se en un hueco, desde donde esperaba poder verl. 1'1 visto.

,1/," (0 ovoide

/1111 refirió Liberato más tarde: «Todo parecía extraño.1 1'1111 ipio yo pensé que debía de estar soñando, pero

61

Page 43: Secuestrados por Extraterrestres - Antonio Ribera.pdf

Reconstrucción del secuestro de António Villas Boaspor humanoides procedentes de una nave espacial.

Supuesto aterrizaje de una navextraterrestre, fotografiadoen 1968 en Génova por un fotóganónimo. El objeto presentanotables concordanciascon la «nave» del caso VillasBoas, desde la cúpulay la plataforma hasta el tripodede aterrizaje, pasandopor laescalerilla.

noconstrucción del encuentro de António Villas Boas con la mujer extraterrestre,1111 I dibujante de una revista popular mexicana. (Por cortesia de la revista «Duda».)

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pronto comprendí que aquello no era una alucinación, smuy verdadero. Un enorme aparato luminoso, que teforma de huevo de gallina, estaba descendiendo lentamedel cielo, iluminando vívidamente todo cuanto me rodeay noté un cambio en la temperatura. Poco antes, despde la tormenta, había refrescado considerablemente, pahora hacía un calor de infierno... un calor completameinsoportable...»

Continuó observando aterrorizado cómo el extraño arato aterrizaba cerca de los establos, emitiendo entonuna luz tan brillante, que lo deslumbró y lo cegó. Durunos segundos reinó un silencio total. Luego se oyófuerte ruido metálico, cuando una escalerilla descendió puno de los costados de la nave.

(,Entonces estaba más asustado que nunca -sigue retanda Liberato-. Quería huir corriendo, pero estoimposible. Me sentí como clavado en el sitio. Por más qquería irme, sencillamente no podía. Les digo, y lo jpor Dios, que tenía un miedo tan grande, que no pomoverme del sitio.

»En un momento determinado sentí que iba a desyarme, pero saqué fuerzas de flaqueza y seguí acurrucadonde estaba. Pero casi dejé escapar un grito cuandobajar a varias personas del aparato, llevando consigoque parecían luces o lámparas.

»Recuerdo perfectamente cómo eran. Calculo que tenímenos de un metro y medio de altura. Su piel era blanla cara aplastada, con pómulos muy salientes, cejas mespesas y ojos redondos y saltones. No creo que· tuviespárpados ni pestañas. Iban también con ellos tres mujerde largos cabellos. Las tres mujeres salieron del aparadespués de los hombres. Todos parecían estar muy impsionados, y miraban a su alrededor hacia todos losdos.»

El relato de estos hechos, que Liberato hizo a los redatares de la revista citada, parecía fatigarle mucho, y teque hacer frecuentes pausas. Estaba pálido, y pidió quedejasen tomarse un breve descanso. Brunilda le trajovaso de agua, y entonces él prosiguió en estos término«Yo seguía sin poder moverme. Me sentía aterrorizadover a aquellos pequeños hombres y mujeres, y no me atrvía a hacer ni el menor movimiento. Pero de pronto unde ellos se plantó a mi lado. Traté de echar a correr, peellos me agarraron inmediatamente. Aquellos hombrecilleran mucho más ágiles que lo pueda ser yo, o cualquie

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ontando Liberato: «De pronto me hicieron unalI zona de la columna vertebral, y esto t~rminó

istencia. A partir de entonces me tuvieron com­nI' dominado. En aquel momento perdí el cono­

I , Y cuando volví en mí de nuevo, después de no11 'uánto tiempo, me encontré en el interior de una

Il que tenía una luz extraordinaria...dolía mucho el brazo derecho, y pude ver en él,

111 " una señal como la que deja la aguja, cuando1ucsto a uno una inyección. Creo que me habían

angre. y no poca, sino mucha, porque desde en·I ligo unos terribles dolores de cabeza.

(Iue recuperé el conocimiento, sentí tremendos."'11'1'11 t'O todo el cuerpo, como si me hubiesen dado una

l .nomenal. Pero aún mayor fue mi sorpresa cuandoI 'oía a mi lado a tres de aquellas mujeres, dán-'

11110 especie de masaje en la espalda y tratando·lile lo pareció- de aliviar mi dolor.

I IIldo me di cuenta de que me acariciaban de este/ IIIC quedé estupefacto. Pero lo que más me sor·

...."lió de todo fue que las tres "masajistas" estaban corn­Il 'ole desnudas, y adoptaban posturas provocativasI Idoras, como si quisieran darme a entender que

1 11 dispuestas a lo que fuese. Reconozco que me gustan111 las mujeres, pero les juro que en aquel momento

hiu qué hacer. Decidí mirar con atención a la quei vcr mejor de las tres. Me pareció guapísima. Tenía

l 'chos perfectos, no muy grandes. Traté de besárse­/ y Ha me dejó hacer. Después de esto, todo fue como

da. Ella estaba completamente desnuda, lo mismoyo. Seguí besándola, de los pechos hacia abajo, yen·

observé que no tenía ombligo. Me puse tremenda­excitado, y la poseí. Ella me pareció enormemente

Ible, muy ardiente, muchísimo... Era extraordinaria·"' velluda, tenía las piernas muy cortas, aun teniendo

ti 'ola que era muy bajita, pero a pesar de ello las tenía

65llCUESTRADOS POR EXTRATERRESTRES

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muy bien hechas. Tenía una piel muy suave, y unasmasas caderas... .

lINo sé cuánto tiempo permanecí con ella. Pero cuatuve bastante y quise dej,!-rla para volverme a casa,me retuvo. Me sentía como un niño retenido contravoluntad, y mi miedo entonces se hizo mayor, incluso maque al principio. Aquella mujer, que yo había tenidomis brazos tan sólo uno:s segundos antes, se puso a emiuna serie de gruñidos que parecían el ladrido de un pery le respondieron con ladridos similares emitidos por otseres como ella que estaban en la nave.

»Yo me sentía exhausto. Pero de pronto otras dosjercitas se me acercaron y me dieron a beber una extrpócima amarillenta, que restauró completamente mi vigNo tengo la menor idea del tiempo que había transcurrihasta entonces.

»La primera mujer me había dejado totalmente a'gotaPero lo más sorpreqdente es que la bebida que me ofcieron me dejó como nuevo, ·como si nada hubiese ocurriFísicamente estaba como antes. Calculo que mis relacioncon las tres debieron de durar en total unas tres horLo único que ahora puedo recordar es que despuésyacer con la primera mujer, todo se volvió negro a mi a'ldedor. Y súbitamente volví a sentir el pinchazo deinyección. Pero esta vez no en el brazo derecho sino enespalda, en la zona donde me habían estado acariciancon tanta asiduidad.

»Cuando finalmente volví a despertarme, me enconttendido en la hierba. Estaba amaneciendo. Haciendogran· esfuerzo conseguí ponerme. en pie y regresar acasa, para contar a' mi esposa, y luego a mis compañerde trabajo, 10 que me había sucedido. Mis compañeros sdirigieron, armados, a inspeccionar el lugar donde yo habícaído en poder de los extraños seres. Pero no encontraraallí a nadie. Sólo un enorme silencio. Lo único que spodía ver en el lugar eran las huellas dejadas en el suelpor la máquina de la que surgieron aquellas mujeres ..aquellas mujeres que, pese a lo extrañas que eran, me hdejado algunos recuerdos turbadores. Cada vez que piensen ello., algo me tintinea en la cabeza... »· .

Ida Aguirre, esposa de Liberato, fue presentada por1I I'lódistas de Vea como una mujercita de aspecto1; lodo menos una valquiria, como daría a entender su .

1 1 lindo nombre. Además, es una mujer muy reservadaIl CI omunicativa. Sin embargo, la extraña aventura111, (en toda la extensión de la palabra) por su marido,'1 q lLe esta vez sí consiguió soltarle la lengua. Cuando

I untaron qué sintió, manifestó lo siguiente:"I'e n ustedes, yo tengo mis motivos. No soy celosa,, {in de cuentas, ¿a quién no le gustaría tener que

I lo que obligaron a hacer a mi marido? Ignoro por1:; zorras (sic) escogieron precisamente a mi marido,

1\ ha ta entonces nunca me había sido infiel, aunque11 1 lJ1 mucho las mujeres. Mi marido lo es todo para

110 puedo vivir sin su compañía. A decir. verdad, lah 'n que eso sucedió yo ya había advertIdo que setuh I de un modo muy raro. Y especialmente cuando

I 1'. 1\ asa del trahajo y se quitó las sandalias y se tendió1I hamaca. Normalmente no ronca. Pero aquel día sí

11111 ... ¡y cómo! Yo nunca había creído en todas esas1111 1, de seres de otros planetas, pero ahora tengo que

I 1,. n vista de lo que le ocurrió a mi marido. Y aún111m cosa.... Yo también he visto una extraña máquina,

IllU In que describe mi marido, volando por estos aIrede­I en estos últimos días. Quiera Dios que no vuelvan de

I '1' ti por Liberato. Porque si vuelven, creo que estolu lo peor que podría pasarme, porque me lo dejarían

IIlpl 'Iamente estéril. Tenemos hijos, por supuesto, peroV I() lo sería algo terrible.

1'01' lo que a mí se refiere, pues verán, yo no me creo11II'!. de hacer lo que hizo mi marido. Antes preferiría que

IlIHtasen, que entregarme a alguien que no conozco.(Id 'más de otro planeta! No... eso no sería decente.I .1 demasiado!»I~I propietario de la hacienda «La vida tranquila» (nom­

1 IIU muy adecuado), un abogado llamado Miguel Antonio111' Vega manifestó gran preocupación al enterarse de la

hll I dble ~ventura que le relataba su empleado LiberatoIIlh u Quintero, y dispuso que fuese reconocido de inme-

.t 1110 por un médico.' .IlIvitado por los periodistas a exponer sus comentanos

111,,' • el caso, el señor Pina Vega dijo lo siguiente: «TengoIIIII)S veinte braceros en la granja, y considero a Liberato

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Aníbal Quintero como persona digna totalmente de cfianza. Es un hombre serio y trabajador, que apenas beNo tiene vicios, como drogas, por ejemplo; en realidad,siquiera fuma.»

Considera a Liberato como uno de sus mejores yeficientes trabajadores: «Es uno de los mejores empleadque he tenido. Nunca me ha creado problemas, ni espetampoco tenerlos, a pesar de las cosas que ha declaradPero, desde luego, justo es reconocer que me he quedade una pieza al oír semejante historia. Me la conte? aquemisma mañana, cuando fui a la granja a buscar la lecDe momento pensé que se trataba de una broma degusto, pero luego comprendí que indudablemente Liberadecía la verdad; luego me ratifiqué en esa creencia cuanel médico que hice que le examinara, me dijo que todo emuy posible y que Liberato Aníbal Quintero es un hombcompletamente normal. Esto descartaba la posibilidadque hubiera sufrido cualquier tipo de alucinación.»

Dictamen del médico

El médico de la localidad, doctor Manuel Villanueva Amris, fue una de las pocas personas que no encontró soprendente lo que contaba Liberato. Reconoció detalladmente al vaquero, a petición del señor Pina Vega, dueñde la granja. Su declaración, publicada por la prensa,la siguiente:

«No hay nada en la historia que refiere este hombre qme sorprenda en lo más mínimo. Yo he tenido ocasiónleer últimamente numerosas descripciones, hechas por pesonas perfectamente serias -por ejemplo, una de ellas'eun colega argentino- sobre la presencia de seres exterrestres entre nosotros, y también he visto otros muchocasos descritos en la prensa, en revistas y periódicos. Polo que se refiere al examen que he hecho a Liberato Q .tero, todo cuanto he hallado corrobora su historia, y máteniendo en cuenta que goza de una salud perfecta. :Sestado neurológico y sus reflejos, así como todos los testsa que le he sometido, han dado resultados totalmente satis­factorios.»

El doctor Villanueva insistió en que lo que relata elvaquero no le parece en modo alguno improbable, y

, agregó:«Yo no seré desde luego de los que lo critiquen. Estas

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ti ·stiones que nos obligan a una profunda reflexión y11 'studiarse con el mayor cuidado, puesto que la huma­d íntenta averiguar si existe vida en otros planetas.II'alidad, hay pruebas de que así es, gracias a .nume-

1 asos como éste, que ahora ocurren casi todos losque demuestran que tales seres existen, y que vie­

I Luí a visitamos. Por mi parte, me agradaría muchoI una experiencia como la que vivió Liberato Quintero,'11 illo hombre del campo. Pero no siempre ocurre lolino desea. ¡Qué lástima! Desde luego, sería una expe·

111 I I maravillosa... »o olalmente de acuerdo con el buen doctor.

l I o que voy a relatar a continuación fue publicado porI'1uitecto argentino Roberto E. Banchs en su' excelente

IllplIación Los ovnis y sus ocupantes (Ediciones TresIIlp s, Buenos Aires, 1980). De ella lo he tomado, aunque

111 precisar quelo acepto con grandes reservas.l' ún Banchs, el protagonista de esta extraña «abduc­

1111 fue un vecino de Florencia Varela (provincia de Bue­Aires), llamado Ignacio Papaleo. Este señor envió una

, 1 a la revista 7 Días Ilustrados, narrando su supuestaI riencia, que le fue publicada sin comentarios y casi al

ti la letra. A continuación se reproducen unos párrafosI misma:

Me topé con un tripulante extraterráqueo días pasados,nlras me dirigía a Mar del Plata. A las 3 de la ma-

11 Ida, el motor de mi camioneta sufrió una repentinaI 11 ión. Descendí para averiguar las causas del desper­'u, cuando sorpresivamente un objeto incandescente sehavo a pocos metros de mi cabeza. Quedé paralizado.

11 () segundos después, pude apreciar la silueta inconfun.I I de un plato volador, del que se descolgó una escale·111. Por ella descendió un pequeño individuo, quien me

1 1 por señas a subir al aparato. Al ver que yo no reac-1111 ba, el extraño visitante se acercó y me dijo: "N~

, III1l , terráqueo, no te haré daño. Sólo pretendo saber SI

1 apto para reproducirte en nuestra especie." No supettll responder. Entonces el hombrecito me condujo hastaI 1', calerilla y allí perdí el conocimiento. Cuando desperté,111 hallaba tumbado sobre el asiento de mi camioneta; el1m mdescente navío había desaparecido. Un fuerte dolor

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en mi brazo izquierdo me permitió advertir la huellanumerosos pinchazos a la altura del antebrazo izquierdConsulté a un médico, quien no halló ningún signoanormalidad. En un destacamento policial de la provinde Buenos Aires, no dieron crédito a mi versión.»

Este episodio parece situarse a fines de 1968. Perocurioso viene ahora. Una segunda carta fue enviada arevista citada por el «abducido», desmintiendo los rumorsegún los cuales en el interior del ovni sostuvo relacionsexuales con una «extraterrestre». Parece ser que esinfortunado comentario llegó a oídos de su mujer, la cureaccionó pidiendo la separación por su presunta infidedad matrimonial.

Como acertadamente comenta Banchs, pudiera serversión deformada del caso de António Villas Bóas, qde alguna manera habría llegado a conocimiento del señPapaleo. Tal vez éste quiso «tapan> así una infidelidad vedadera, no cometida con una «mujer del espacio» sino couna «pebeta» (¿se dice así en argentino?) porteña.

Habrá que sugerir a Camilo José Cela que entre s«izas, rabizas y colipoterras» incluya ahora a las <<Ínterplnetarias». El «viejo oficio» está adquiriendo unas dimesiones verdaderamente cósmicas.

Algunas conclusiones y recapitulación

Dejemos, pues, el caso del señor Papaleo como aI.tariJ.ensuspecto. Sin embargo, todo nos hace creer que AntóniVillas Bóas y Liberato Anfual Quintero vivieron una expriencia «real». Entre estos dos últimos casos existen unimpresionantes paralelos (y algunas discrepancias tambiéjusto es reconocerlo) que hacen que ambos se confirmmutuamente. Vamos a examinar las coincidencias.

. La primera es que ninguno de los dos sufrió amnes'posterior. Es decir,' que a,mbos recordaron perfectamenel incidente.

Otra semejanza se refiere al aparato descrito en ambocasos: «naviforme» para António; «ovoide» para Liberat

Pero hay muchas más semejanzas: la· escalerilla metlica; la estatura de los seres; su tez blanca; sus pómulosalientes; los «gruñidos» o «ladridos» ·lanzados 'por 1mujercitas; la toma de muestras de sangre a ambos; y 1brillante iluminación que reinaba' en el interior del ovn

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11 trato robot de «FranciscoAtienza», el supuesto

lltroterrestre con el que sentrevistó don Francisco

Donis Ortiz en 1968.

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.En ambos casos se empleó la fuerza física para reducirlos raptados.

Algunas de estas características se encuentran tambien el caso Hill y en otros casos de abducción, como vremos.

Pasemos ahora a enumerar las diferencias. Las mujerque «sedujeron» a Liberato (¿nombre predestinado?) tnían ojos saltones, según éste, y mostraban abundanvello, a diferencia de la mujercita de Villas Boas, que elampiña. Además, António se refirió a los ojos azulesachinados de la mujercita.

Comentando este caso, Gordon Creighton dice que, s'duda, no taruará en salir alguien con la juiciosa «explicción» de que todo fue una patraña urdida por el vaquecolombiano, que ya conocía la historia de António Vil1Boas, por haberla leído. Y añade Creighton: «Esto, yolo creo ni por un momento. En primer lugar, el continensudamericano es inmenso y hay una gran distancia dela aldea donde vivía Villas Boas, en el sudoeste del Brashasta la morada del vaquero, al norte de Bogotá, cercaPanamá y del golfo de Darién. Si bien sabemos que la hitoria de ViJIas BOas se publicó antes en español que eportugués (en la edición argentina de una revista brasileñy luego; en 1966, en el libro de Antonio Ribera El gran enima de los platillos volantes, publicado por la editorihispano-chilena Pomaire, S. A.), no sabemos que se hubiespublicado en Colombia.» .

Alude después Creighton, basándose en las fotos de Veal aspecto primitivo y pobre que tienen tanto Liberato comsu familia y su casa, y supone -sin duda acertadamentpor su amplio conocimiento de la América Latina- queprotagonista del incidente no sabía leer. A lo cual yo añadque me hubiera sorprendido en extremo saber que en shumilde casita, y sobre un estante, figurara un ejemplar dmi libro citado. Otro tanto podría decirse de António VillBOas, en cuyo caso, por la fecha en que sucedió, la. litertnra sobre abducciones era prácticamente inexistente.

Antes de cerrar· los comentarios sobre estos dos casode abducción, quiero resaltar otro paralelo entre ambospara mí muy importante y que quizá contenga la clave dlos mismos. Me refiero al «perfecto estado de salud» de ambos abducidos. Ambos eran dos hombres jóvenes, fuertessin vicios, y este magnífico estado físico es puesto de manifiesto por los informes de los dos médicos que los recnacieron, el doctor Olavo Fontes para António y el docto

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II 1 Villanueva para Liberato. He transcrito ya l~. opi­I 1 doctor Villanueva. Veamos ahora lo que dIJO el

lul' ¡'ontes sobre António Villas Boas: .HI testigo A. V. B. fue sometido a nu~stro.s ~etod~s

1 IIIOS más sofisticados de interrogatono, sm mcurnr11 11 una contradicción. Resistió todas las trampa~ queI 'lIl!imos para saber si lo que buscaba.e~a notonedad1111 'ro. Fue sometido a un examen medlco completo,n y psíquico, y demostró hallarse en un estad~ comple­

111 normal de equilibrio físico y mental.» (CItado por• Martins.)I que hay que suponer que lo que se buscab,a en esto~

, os era un semental. Más adelante pondre de manI­lu una pista que quizá nos dé la expli~ción de todo.

IIltes, quiero aludir también a unos cunosos paralelos1 aso Hill.

,,,ll'1os con el caso Hill

I 11 {s de efectuar la cópula, la mujercita «extra~erres­

ondó y miró a A. V. B., e indicándose el VIentre,lile') después, con el brazo extendido, hacia el sur, como111 jera decir «allí nacerá tu hijo». .

111 's de salir del ovni, cuando A. V. B. ya se habla1 I1 , uno de los «tripulantes» lo llevó a vis.itar el exte­1 ti 1 vehículo, paseándolo en los dos sentIdos por ~n

1111 ho «puente» o plataforma que rodeaba la nave, s~n~:111,,1 . todos los detalles de la estructura, lo que permItI?

11 ti António hacer un croquis muy aproximado ~el OVnI.ll'lpulante» lo acompaña después a la escalenlla y let, a descender por ella. Cuando A. V. B. llega al suelo,

IIl1to la mirada y el «extraterrestre» que ha quedado en1 ptlente» «se señala a sí mismo, después al suelo, y luego

11 1m nte al cielo, en dirección al sur». .1'0 o después el ovni despega, tras acelerarse los gIros

1 I cúpula, el aparato se eleva lentamente con un leveIIll1hldo, el «trípode de aterrizaje» se recoge y desaparece,

I 11 .ve se inmoviliza a unos 35 metros de altura sobre ~l11Ip facto António, su luminosidad aumen~ ha~t~ el rOJo", y, con un ruido seco, desaparece en dlreccwn al sur

1111 tina velocidad fulgurante. ,Pues bien: desde la latitud de Ponta Pora, que es de

l. 2' Sur en pleno Trópico de Capricornio, cerca de laI I1 \ de M~racajú, la constelación dei Retículo se encuen-

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tra precisamente al sur de esta latitud, en el cielo aust¿Serían también «zeta-reticulanos» los seres que abdu

ron a A. V. B. y a Liberato?Otro curioso paralelo entre el caso Hill y el de A. V.

es el siguiente: en un momento determinado de su estana bordo de la nave, Betty trató de apoderarse disimulamente de un «libro», escrito en extraños caracterespuestos en co'lumnas verticales, que vio sobre una mePero el «jefe» se apercibió de su intento y se lo impidió.

A.. V. B. trató de hacer lo propio con una especie«relOJ», pero uno de los tripulantes también le impillevárselo.

¿Y si la clave estuviese en España?

¿y si la clave de los casos de abducción con contacto sexuincluido que acabamos de relatar, se hallase en un caespañol, que en su tiempo hizo mucho ruido?

L~ ,revista -hoy extinguida-,- La actualidad españopublIco a finales de 1968 y comienzos de 1969 una sede artículos firmadbs por un tal «F. Sinod»,' sobresupuesto encuentro de este señor con un extraterrestll~mado «Francisco Atienza», cerca del pantano de Alcon. Estos artículos aparecieron en los números 8(12-12-1968), 885 (19-12-1968), 886 (26-12-1968), 888 (9-1-196y 893 (13-2-1969) de la revista citada.

Posteriormente, yo mismo publiqué un resumen dcaso en el segundo fascículo de la publicación Cíclope _incógnita del espacio (Barcelona, 1969). y el propio Sinoexpuso con amplitud los mensajes recibidos telepáticamete de su amigo del espacio Atienza, en un suplemento dla publicación mencionada titulado «Cíclope informa».

Hace ya varios años que la persona que se ocultaba trel seudónimo de «Sinod» ha muerto, y creo que se puedrevelar ya su verdadera identidad, conocida por otra partentre los principales ufólogos hispanos. «Sinod» era metátesis del apellido Donis; tras ese nombre se ocultaba doFrancisco Donio> Ortiz, un distinguido financiero españolque a través de la empresa CRECINCO representaba eEspa~a los intereses del holding Rockefeller, y que pocuestIOnes de negocios y de fincas (poseía una en Alicante)efectuaba frecuentes viajes ·en automóvil entre Valencia yMadrid, . . .

Yo tuve ocasión de conocer y tratar personalmente a don

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_111"'¡~Cn Donis, y quedé prendado de su sencillez, inteH·afabilidad y sinceridad evidente. Recuerdo una

I r unión que se celebró en su casa de la calle de11 I Mercé, en Madrid, en el curso de la cual don Fran­

IllIS 'leyó a los presentes -todos personas interesadas1I 11 Cología y en especial por el enigma de UMMO­I •• rla que había recibido de los ummitas, en la que

k pedían que les pusiese en contacto persanal (con­11 'ndo así una de sus reglas más estrictas de anonima­1111 1 misterioso «Francisco Atienza», el «amigo» ex-

I Ill' lre del señor Donis, procedente del planeta Urln,\11 e,"sle dijo a Donis, y que los ummitas decían descono­l' 11' ce ser que los señores de Ummo se enterar?n de

11 por La actualidad española, leyendo los artIculas1 do' por el misterioso «F. Sinod» (que ahora ya sabe-

lui ~n era). ., la reunión todos nos presentamos con largas lIstas

1" p,untas, que queríamos que don Francisco sometiera, IImmitas. Mas por lo visto éstos se enteraron, y fue

11111 'S cuando se produjo la célebre llamada (grabadaI ,!'::.Iel Farriols), en que una voz gangosa ruega co?­ulllld a Donis que «sus hermanos reunidos en su doml­

11 110 formulen preguntas a mis hermanos». Esta graba­11' h I -ido analizada en diversos laboratorios de acústica,

11111 \les y extranjeros, y sus frecuencias «no son hu­111 ».l' I o esto es otra historia. Vayamos al encuentro del111 1) nis con Atienza, y a la curiosa revelación que éste

111.1 df 12 de noviembre de 1968, cuando se dirigía a Ma-

1 dI.-' 'de Valencia en su automóvil, el señor Donis perci­1111 mensaje telepático (anteriormente ya había recibido

IIIIU, pero siempre confuso e ininteligibl~), en el que se .1I111unicaba que cuando llegase al desvIO que conduce

I I 11 "dar Nacional de Alarcón, abandonase la N-UI y to-I I r esa carretera, porque allí establecería contacto

11 UIl extraterrestre. .1 le paró el coche y gracias a un amable camion~ro

11 l' yudó a ponerlo nuevamente en marcha, e~ ~e?or1111' ( ra ya de noche, después de cenar) pudo dlnglrse

,. ,11111 'nte hacia el Parador.. ,PII 'o después de llegar al cruce y tomar ~or el de~v~?

'1 111 r nducía al mismo, el asombra?o financI~ro perclbIO1111 1\11 rme objeto discoidal, suspendIdo en el aIre al bon~e,t 11 c. rretera. Estaba como a unos tres metros del suelo,

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flotando sin tocarlo por parte alguna de su estructura. Pera un aparato, un clásico «platillo volante».

Resumiendo, diremos que el asombrado Donis vio códel disco surgía una escalera extensible, por la que baun «ser humano», que se le acercó con los brazos extedidos en son de paz. Aquel personaje le dijo, hablandocorrecto castellano, que se llamaba Francisco Atienza y qdescendía de terrestres. Sinod dijo que su aspecto era capletamente normal y corriente, y que sin el buzo gris otradel espacio que llevaba, no hubiera llamado la atenciónnadie.

Se inició entonces una larga conversación entre amboproseguida luego en el interior del automóvil de DoniEntre otras cosas sobre su origen, Atienza le dijo queprocedía de un planeta llamado Urln, cuyos habitanteautóctonos eran pequeños humanoides macrocéfalos. S'embargo, había en Urln una colonia de terrestres, que habtaban bajo grandes cúpulas con aire, puesto que la atmófera de Urln era irrespirable para los hijos de la Tierra.

. Pero la vida en estas condiciones había provocado estrilidad entre los terrestres y sus descendientes (entre loque abundaban más las hembras que los varones), lo m'mo que suele ocurrir con los animales que viven en cautividad.

¿Explicaría esto acaso los apareamientos de mujeres deespacio (casos A. V. B. y Liberato Quintero) con sanoy robustos ejemplares de nuestra especie? Estaría aqla clave de estos y otros casos parecidos que puedan haberse sucedido? Tenga en cuenta el lector, si piensa, en lacaracterísticas un poco insólitas de las mujercitas que furon presentadas al brasileño y al colombiano, que podríatratarse de descendientes de tercera, cuarta o quinta ge­neración de los terrestres que fueron llevados a Urln (¿ZetaReticuli?) por los auténticos hijos de este planeta. Y que laraza blanca no es única en la Tierra. Hay otras razas.

No es más que una simple pista, pero creo que mereceser tenida en cuenta, sobre todo si pensamos que en algu.nas ocasiones se han visto coexistir a los pequeños huma·noides macrocéfalos con seres completamente humanos(caso brasileño de Lagóa Negra, por ejemplo).

En cuanto a Donis y su amigo Atienza, dejo para otraocasión (u otro libro) ocuparme con detalle de su curiosarelación, que en el momento de su extraño encuentro nohizo más que iniciarse.

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"daFl' Saucer Occupants

I y .Tiro Lorenzen, en su obra . y~~g ecialistahibliografía), publican la OplllIOn de un ~~ s Boas

( bre no dan) sobre el caso a .mi ica cuyo nom. V'l1 Boas es cierto, los

ti. biólogo que «SI el caso 1 as . h ana Es1I1 del ovni deben ser de ascendencl~ ~anis~os

IlIl,.nte imposible que se un~n losle~~~ase Esto sería1I1t" procedentes de evolUCIOnes 1S .... genético

os que fuesen de un ongenI hlc... a !Den El libro de los Lorenzen fue pu-1I.- (Op. CIt., p. 205.) b ble que Donis conociese esta

11o n 1967. No cre~ pro a d fuerza a 'la tesisI.a opinión del bIOlogo parece ar

JI 111.

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4. PASCAGOULA, O LOS PESCADORES PESCAD

240 B. CRIATURAS 10-12. NIGHT LD.

PASCAGOULA, MISS. (UP!.) Dos TRABAJADORES DE UNOSTILLEROS QUE ASEGURABAN HABER SIDO LLEVADOS A BORDO

UN OVNI Y EXAMINADOS POR SERES DE PIEL PLATEADA Y OJ

MUY GRANDES, CON OREJAS PUNTIAGUDAS, FUERON LLEVADOS

~IERNES AL HOSPITAL MILITAR PARA VER SI PRESENTABAN S

NALES DE RADIACIÓN. EL PERSONAL DEL HOSPITAL AFIRMÓ Q

NI CHARLES HICKSON, DE 42 AÑOS, NI CALVIN PARKER, DE 1HARíAN MÁS DECLARACIONES PÚBLICAS, IH:ASTA QUE NO H

BIESEN HABLADO CON LAS AUTORIDADES FEDERALES. AMBos T

BAJAN EN LOS ASTILLEROS WALKER, DONDE HICKSON ES CAPATA

NINGUNO DE LOS DOS HOMBRES SUFRíA LESIONES APARE

TES, PERO COMO MEDIDA DE PRECAUCIÓN FUERON AMBOS LLEV

DOS A LA CERCANA BASE A~REA MILITAR DE KEESLER, EN CUY~OSPITAL FUERON INGRESADOS PARA VER SI PRESENTABAN S

NALES DE RADIACIÓN, SEGÚN DECLARARON LOS MILITARES.

EL SHERIFF DEL CONDADO DE JACKSON, BARNEY MATHIS

.EXPLICÓ QUE LOS DOS HOMBRES LE DIJERON QUE ESTABAN PE

CANDO EN UN MUELLE, EN LA ORILLA DERECHA DEL Río PASCAGOULA, HACIA LAS 7 DE LA TARDE DEL JUEVES, CUANDO A UNAS

DOS MILLAS DE DISTANCIA OBSERVARON UN EXTRAÑO APARATO,QUE EMITíA UN RESPLANDOR AZULADO. DIJERON QUE EL OBJETO

SE ACERCÓ A ELLOS Y DESP~ SE INMOVILIZÓ A COSA DE UN

METRO SOBRE EL AGUA. ENTONCES «TRES COSAS EXTRAÑAS SA­

LIERON DE ÉL, NO SABEMOS SI FLOTANDO O CAMINANDO, Y SB

APODERARON DE NOSOTROS PARA LLEVARNOS AL INTERIOR DE LANAVE», EXPLICÓ HICKSON.

«AQUELLOS SERES TENíAN UNOS OJOS MUY GRANDES. Nos

RETUVIERON UNOS 20 MINUTOS; NOS FOTOGRAFIARON Y DESpmS

NOS DEVOLVIERON AL MUELLE. EL ÚNICO RUIDO QUE HACíAN ERAUNA ESPECIE DE ZUMBIDO. SE FUERON COMO UN RAYO.»

EL DESPACHO DEL SHERIFF ANUNCIÓ HABER RECIBIDO OTRAS

LLAMADAS DURANTE LA NOCHE, DE PERSONAS QUE VIvíAN EN LA

ZONA Y QUE ASEGURABAN HABER VISTO UNA· EXTRAÑA «LUZ

AZUL» EN EL CIELO. TAMBIÉN SE HA INFORMADO DE NUMEROSAS

OBSERVACIONES DE OVNIS EN OTRAS PARTES DEL ESTADO DURAN·

III LOS ÚLTIMOS QUINCE DíAS. EL CAPITÁN GLEN RYDER, DEL

1) PARTAMENTO DEL SHERIFF, QUE INTERROGÓ A LOS DOS HOM·

IIRES EL JUEVES POR LA NOCHE, DIJO QUE PRIMERO PENSÓ QUE

«LE TOMABAN EL PELO». «HICIMOS CUANTO PUDIMOS PARA

O E SE CONTRADIJESEN -MANIFESTÓ RYDER-, PERO AMBOS RE­

I,ATOS COINCIDíAN. SI ERAN UNOS EMBUSTEROS, TENDRíAN QUE

MANDARLOS A HOLLYWOOD.»MATHIS DIJO QUE HICKSON PAREcíA SER «UN HOMBRE RA­

".ONABLE» Y NO SOLÍA BEBER DEMASIADO, SEGÚN MANIFESTARON

'U ESPOSA Y SUS EMPRESARIOS. SEGÚN AFIRMARON LAS AUTO­

RIDADES, NINGUNO DE LOS DOS HOMBRES HABÍA BEBIDO· CUAN­

nO TUVO LUGAR EL INCIDENTE, PERO RECONOCIERON QUE DESPUÉS

ce sí QUE FUIMOS A TOMAR UN PAR DE COPAS, PARA REHACER­

NO DE LA IMPRESIÓN». LAS AUTORIDADES AGREGARON QUE PAR­

KER SE DESMAYÓ CUANDO LOS TRES SERES -A LO QUE PARECE

1)13 NARIZ Y OREJAS EN PUNTA- SALIERON DEL APARATO. DIJO

OUE NO RECUPERÓ EL CONOCIMIENTO HASTA QUE LO DEJARON

NUEVAMENTE EN EL MUELLE. Los AGENTES DE LA LEY TOMARON

IJI( LARACIÓN A LOS DOS HOMBRES Y LUEGO LOS DEJARON SOLOS

!IN UNA HABITACIÓN DONDE PREVIAMENTE HABíAN OCULTADO UN

MAGNETÓFONO, A FIN DE COMPROBAR SI ERA VERDAD LO QUE

MANIFESTABAN. MATHIS DIJO QUE NO HABíA NADA EN LA CINTA

O E INDICASE UN FRAUDE. HICKSON CALCULABA QUE ÉL Y PAR­

KHR ESTUVIERON UNOS 15 O 20 MINUTOS DENTRO DE LA NAVE

N IDENTIFICADA. DIJO A LOS AGENTES QUE LO TENDIERON SOBRE

I/N/\ ESPECIE DE MESA, DONDE FUE EXAMINADO DE PIES A CA­

IIIJZ/\ CON LO QUE DESCRIBIÓ COMO UN «OJO ELECTRÓNICO». UPI

10-12 04 :04 PED.

, t S el texto completo, traducido del inglés, que la111 la de prensa United Press International (UPI) difun­

11 lia siguiente del alucinante incidente vivido por dos1111 l Y sencillos trabajadores norteamericanos, Y que11111 • headlines» (hizo grandes titulares) en toda la prensaI p lis y en alguna de la internacional. .,I I dos hombres vivieron su extraordmana -y trau­11/,lIl1te- aventura el día 11 de octubre de 1973. Este

11 1973- es conocido como «año de los humanoides»11111 lo ufólogos (a raíz de un estudio de David Webb queI ., d mismo títu~o), por la proliferación de casos que seIlIdllj 'ron en los Estados Unidos. Entre esto~ casos abun·

I 11111. los «encuentros cercanos del tercer tIpO». Es pre­I tI ·fialar -acaso sea significativo- que esta oleada,

1111 Ida en octubre de 1973, coincidió matemáticamente'''11 111 a oposición de Marte, que tuvo lugar también enIIlltlhr de aquel año. . . . .'.1 xtraño incidente de Pascagoula (MISSISSlppl) creó

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una enorme conmoción. En medio de aquella «oleada.humanoides, que había sensibilizado ya a la opiniónblica, surgía ahora una historia increíble, contada porhombres sencillos, sin cultura, que no habían leído jciencia-ficción, y que por ~o tanto no podían inventarserelato inverosímil, pero plagado de detalles que encajabcon el de otros casos similares, sólo conocidos por los'vestigadores.

Regresión hipnótica de los testigos

Las autoridades de Pascagoula avisaron a los serviciosinformación militares, y el día 13 el doctor Hynek (quebía sido 22 años asesor científico del proyecto Blue Boade la Aviación) se presentó en el teatro de los hechoEncontró allí al doctor James A. Harder, ingeniero cipero as~ismo diplomado en hipnosis y asesor de la verana organización civil APRO (Aerial Phenomena ResearAssociation), de Tucson (Arizona).

El doctor Harder sometió a hipnosis a los dos testigdel alucinante caso. He aquí sus conclusiones:

«Los numerosos informes reunidos durante los últimoveinte o treinta años, apuntan hacia una realidad que noterrestre. Tras eliminar todas las explicaciones posib'ly cuando aún nos resta algo que sabemos que es real, nquedan explicaciones menos probables, y yo me quedo cola conclusión de que nos enfrentamos a un fenómeno extterrestre.»

Cuando un periodista le preguntó si creía que Hicksoy Parker explicaban lo que les sucedió, Harder dijo queexperiencia que sufrieron fue bien real. Es imposible fin~bajo hipnosis, un vivísimo sentimiento de terror comoque ellos manifestaron. .

Por su parte, el doctor Hynek declaró: «No hay ninguna duda, para mí, de que estos hombres han sufridoexperiencia bien real y terrorífica, sobre cuya naturalefísica no estoy seguro... ni creo que la podamos explicar.Pero opino que bajo ninguna circunstancia se debe poneen ridículo a estos hombres. Son absolutamente sinceros.Han vivido una experiencia fantástica, que creo hay queconsiderar conjuntamente con experiencias semejantes queotras personas han vivido en este país y en el mundo..»

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inceridad de Hickson y Parker se pone de manifies­dos dramáticos documentos, que voy a transcribir

I nuación. Se trata del interrogatorio al que, unas tresdespués del incidente, fueron sometidos ambos tes­

(n la oficina del sheriff por éste, Fred Diamond, y el1 n Glen Ryder, aproximadamente a las once. de ~a

del jueves, y de 'la grabación que se les hizo smnterasen.

ún comenta Ralph Blum, de quien recogemos esta(dpción, «es la primera vez en un importante en·l' ) con un ovni en que el testimonio fue recogido conpldcz, y grabado». . ' .

rabación comienza con la voz de HIckson, dICIendo:., aunque fuese el hazmerreír del país, yo les diré lo

h(' visto, y la experiencia que he tenido...ómo dice usted que se llama?

harles Hickson. H-i-c-k-s-o-n (lo deletrea). Aunque seI anto de mí, que tenga que marcharme del condado( kson, yo haré 10 que sé que tengo que hacer. ~s ~o

11 que puedo :hacer. Aunque no espero que nadIe loEs tan inooeí'ble...

1 hcriff sigue preguntando:T 'nemos que saber lo que pasó. Lo que les pasó

I e1's desde el principio.Bi n, ésta será la tercera vez.'610 queremos estar seguros. Escuchar su historia.

( lo que nos convenció.O.K., O.K. Calvin y yo... este chico -trabaja conmi­ruimos por el río, hasta el pie del elevador de grano.1Il0S algunas carpas... un par de corbinas... no granI,!ntonces yo 'le dije a Calvin: hijo, vamos a probarrriba, junto a los viejos astilleros Schaupeter. Allí

I ('scado bastantes gallinetas, hasta algunas truchasIdas...

I3s hijo suyo, Calvin?No, no. No ,es. más que un amigo. Es del condado de. Yo me crié ·allí. Tengo una granja y una casa allí.

11, sí es que nos ·fuimos allá para seguir probando.111 pusimos a pescar. No sé cómo... pero creo q~e

hu vimos aquello a la vez. Era una luz azul, que dIOUII vueltas...

A qué altura estaba?Es difícil decirlo. No estaba muy cerca. Pero no estaba

.111 ni a tres millas. Estaba bastante cerca. Y una luz

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azul ... resulta sorprendente mirar al cielo y ver'una luz aEs algo que verdaderamente llama la atención. Lueal cabo de un ratito, descendió exactamente encimamuelle. Se quedó a unos dos o tres pies de altura sobresuelo.

-¿Estaba muy cerca?-A unas veinticinco o treinta yardas (una yarda

aproximadamente 1 metro). 'Pero igual podían haber sitreinta y cinco o cuarenta yardas. ¡Cuando uno ve una coasí, le da un susto de muerte! Y yo no podía creerlo. Epezó a dirigirse hacia el río...

-¿Hacía algún ruido?-Un pequeño zumbido, nnnnnnnn, nnnnnnnn, algo a

eso era todo. No 'le vi ningún escape trasero ni nada pacido. Me parecía estar soñando, ¿sabe usted? Y entoncespuse a golpear el río. Y Calvin también... él se puso hitérico.

-¿Cuál es el apellido de Calvin?-Es Parker... Calvin Parker, Junior. Lleva el

nombre que su padre.Tras una breve pausa, Charles Hickson prosigue:-Así es que estábamos en el río. Aquello no tocó

suelo. Flotaba. Hasta que de pronto -en el extremo de 1cosa aquella- apareció.una abertura, y tres de aquellseres salieron flotando del objeto. No tocaban al suelo.

-¿No tenían pies?-No, no parecían tener dedos de los pies. Pero sí tenía

la forma de pies ... Era más o menos como una cosa redoda al extremo de una pierna... si es que puede llamárseluna pierna... ! Yo estaba muerto de miedo. Y lo único qu

1. Parece ser que los tres robotlike ereatures (seres ,parecidos a rbots) que abdujeron a Hickson y Parker, ya se habían dado, un garbpor el planeta bastantes años antes, si hemos de creer lo que refieJacques Vallée en la ficha número 68 de su Catálogo Magolfl,ia. Efectivmente, en febrero de 1949, y en Pucusana (Perú). un caballer() que 8oculta tras las iniciales C. A. V., empleado en una compañía petrolífey de treinta años de edad a la sazón. iba en automóvil a Lima, cuandvio un disco brillante posado en el suelo.

El testigo dejó el coche y, dando muestras de una gran serenidad, sdirigió a pie hacia el extraño artefacto para investigar. Hacía unos diminutos que habla abandonado su vehículo, cuando del aparato desconocido salieron tres figuras. Parecían momias (sic). tenían las piernas un'y un solo y M/orme pie. En vez de andar. se «deslizaban». Estabarecubiertos por una extraña piel ·pálida, que parecia «una toalla arrugada»

Pero lo más sorprendente, es que las tres estantiguas preguntarontestigo «dónde estaban», sostuvieron una larga conversación con él (nsabemos sobre qué; se supone que no hablaron del tiempo), y para colmo,le llevaron a dar un ·paseo en su aparato. Por lo visto, C. A. V. tenía losnervios más templados que los pobres y azorados Hickson y Parker vein­ticuatro años después...

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~narles Hickson y el joven Calvin Parker,los dos modestos trabajadores

norteamericanos que protagonizaronun caso increíble.

El doctor J. Allen Hynek, consultor durante22 años de la Aviación Norteamericana

en la cuestión ovni (Proyecto Libro Azul),actual director de CUFOS (canter for UFO

Studies) y que investigó personalmenteel caso de Pascagoula. Hynek es un eminente

astrofísico especializado en galaxias,y dírectordel Observatorio Lindheimer

en lIIinois, adjunto a la Universidaddel Noroeste.

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yo tenía allí era una caña de pescar. No podía... verá, estatan asustado... como usted no puede imaginarse. Calvinpuso histérico perdido a mi lado...

-¿Qué pasó entonces? ¿Ellos se acercaron a usted-Pues verá... se acercaron deslizándose hasta mí.

tonces uno de ellos lanzó un pequeño zumbido... los otdos no emitieron ningún ruido.

-¿Cómo era ese zumbido?-Algo así: zzzZZZ zzzzZZZZ...-¿Sonaba como una máquina?-Sí, como eso. Debía de estarse comunicando con 1

otros dos. Aunque verá, yo no lo sé. Para entonces estabya tan asustado, que no sé nada. Y más cuando dos de ellse situaron flotando detrás mío y me levantaron del suel

-¿Por los brazos?-Sí, por 'los brazos. Con su especie de pinzas. Debie

de hacerme algo. Yo sólo sé que me levanté del suelo.-¿Emplearon la fuerza?-No, en absoluto. No me hicieron daño.

nada.-¿Y qué hacía entretanto su compañero?-Se desmayó. Y me llevaron flotando hasta aque

cosa, hasta meterme en ella. Como cuando usted guíaalguien, ¿sabe? Todos nos movíamos como si fuésemflotando por el aire. Cuando llegué allí, es 'que ya rotenían, ¿sabe?, se habían apoderado de mí. Allí no hab'asientos, ni sillas; sólo me movían de un lado a otro. Yo npodía resistirme, me limitaba a flotar... sin sentir ninsensación, ni ningún dolor. Me mantuvieron un rato en esposición, y luego me pusieron boca abajo.

-Dice usted que le aplicaron una especie de instrumento, ¿no es eso?

-Sí, una especie de instrumento. No sé 'lo que era. Nvi nada que pudiese comparar a un instrumento que hubiese visto antes.

'-¿Cómo era? ¿Podría usted describirlo?-No, no puedo describirlo.-¿Era como un aparato de rayos X?-No, no era como un aparato de rayos X. No hay ma·

nera de describirlo. Parecía un ojo. Un ojo enorme. Estabasujeto a algo. Y se movía. Parecía un ojo enorme. Y siguiótodo mi cuerpo. Arriba y abajo. Y después de esto medejaron.

-¿Le dejaron dentro de la máquina?-Me dejaron solo. Y en la posición en que me habían

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lo ... no podía moverme. Sólo podía mover los ojos.I el sé cuánto tiempo me dejaron así. No sé siquiera siIllImecí consciente, aunque creo que sí. Y entonces1 v lvieran.

. uánto tiempo le dejaron solo?No lo sé. No "suelo llevar reloj.Pero cuánto tiempo diría usted?

¡'ues diría entre veinte y treinta minutos. Entonces,lid volvieron, me examinaron de nuevo.

.No trató de hablar con ellos, de preguntarles quéI I 'II?

Sí. .. pues claro que sí. Pero lo único que conseguíam un zumbido, que salía de uno de ellos. No me pres-

11111 la menor atención, por más que les hablase o lesh 1 '

uántos ojos tenían?'s posible que tuvieran ojos, pero yo no se los vi.

IlIqll sí tenían algo saliente en el lugar aproximado don­1111 'er humano hubiera tenido la nariz.

¿Tenían pelo o cabellos? .No lo sé. Le juro que no lo sé. Hay un blanco en mI

111 '.Usted los miraba, ¿no es cierto? ¿Respiraban?Le juro que no lo sé.¿Qué altura tenían?Tenían unos cinco pies (1,50 m aproximadamente).¿Llevaban alguna clase de ropas, o no llevaban nada

11 lila?No se lo sabría decir.¿Pero podría decirme de qué color eran?

-Verá, con lo asustado que estaba...¿Eran blancos? ¿Pálidos? ¿Azules? ¿Verdes?

-Por lo que recuerdo, me parecieron pálidos...¿Tenían la piel arrugada?Pudiera ser. Parecía que llevaban algo ajustado como

1111' piel. "Tanto podían haber llevado algo, como no. No sé1" decirle. "

¿Dice usted que bajo la nariz tenían una abertura?-Como una raja... y nunca la vi moverse. y tenían algo

I Ida lado de la cabeza que parecía como unas orejas,111 I no era igual a las orejas que conocemos. Y en cuant~

, 1\ cabeza... no vi que tuviesen cuello. Parecía como SI

d ¡ ':lnsara sobre el cuerpo.-¿Ocurrió esto después de oscurecer?-Sí, no hacía mucho que había oscurecido.

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-Bueno, ¿y por qué esperó hasta tan tarde parasarnas?

-Verá, mister Fred, cuando salí de allí, sabía que naiba a creerme. Me fui al Mississippi Press y llamé apuerta. Había un chico de color sentado ante una mesa.dije que quería ver a un reportero. Él me dijo que nobría ningún reportero hasta la mañana. Entonces empa rumiar qué haría. Si voy al despacho del sheriff, me dino me creerán. Si voy a la policía, tampoco me creerá

-¿Pero cómo podía saberlo, si no lo intentaba?-Sí, es verdad, le ruego que me disculpe. Pero esto

lo que yo pensaba.-¿Había estado bebiendo, anteriormente?-No había bebido nada, antes, pero durante los c

renta y cinco minutos o una hora que tardé en venir a vesí que bebí. Tenía que calmar mis nervios. Estuve a pude volverme loco. Y tengo que volver a casa para queentere mi mujer. Debe de estar histérica.

-Su esposa está bien. ¿Se acuerda de-¿Cuándo salí de dónde?-De la nave. Cuándo lo sacaron de ella.-Lo único que recuerdo es que este chico, Calvin, ta

bién estaba allí. Nunca he visto tal miedo reflejado encara de un hombre, como el que vi en la cara de CalvOTardé un rato en hacerle reaccionar y recuperar el juiciLo primero que le dije fue: «Oye, hijo, esto no 'lo vacreer nadie. Será mejor que no lo contemos a nadie.» Pea medida que le fui dando vueltas al caso, más me parecque debía comunicarlo a las autoridades.

-¿Qué hicieron ellos, después de soltarles a ustede-Se oyó un zumbido, y aquello se fue..-¿Podría describirnos el vehículo?-Sí, por supuesto. Tenía unos ocho pies (unos 2,40

de alto. No era redondo, sino oblongo, más o menos oblogo, y la abertura que tenía estaba en un extremo del mismLas únicas luces que 'le vi en la parte de afuera eran aquelluz azul.

¿y dentro, qué luces tenía?-No vi bombillas ni nada parecido. Sólo lucía una 1

Pero era brillantísima...Tras unas cuantas preguntas más, Hickson dijo q

trató de avisar primero a la base aérea de Keesler, perallí le dijeron que se pusiera en contacto con el sheriff.término de la entrevista, el sheriff Diamond pidió a Hicksoque volviera por la mañana, para hacer una declaració

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pIda de los hechos. Hickson dijo que no quería pu­hlltl, ni que se causaran molestias a su familia. Des­

el' esto, el sheriff y el capitán Ryder se despidieronlIos, y dejaron a los dos hombres en la habitación, con

I 111 n tófono en marcha.'u la cinta quedó entonces grabada la siguiente con­

I 111 1 n entre ambos. Empieza por oírse la voz temblo-I el' Hickson. que dice a Calvin Parker: '

Vil no podía aguantar mucho más, te lo aseguro.1 1.1 ven Parker dijo entonces con frenesí:

T 'ngo que ir a casa y acostarme, o tomar algo para11I'I'vios, o ver a'l médico o hacer algo. No lo aguanto

Pi nso que me vaya volver loco. ~

IIII'K oN.-Verás, cuando hayamos terminado, te daréqlle te hará dormir y te calmará.

1 I(KER.-Ahora no puedo dormir. Me voy a volver loco.11. í, Calvin, cuando ellos te sacaron... cuando ellos

"aran de aquel maldito armatoste, comprendí que111, que hacer algo por calmarte. .l. Levantando la voz.)-No sé qué demonios me pasó

I lo,' brazos. Recuerdo que se me quedaron como muer­lLue no podía moverme. Como si me hubiese mordidol'l'piente de cascabel.

11, ( uspirando.)-A mí me pasó lo mismo.( IlIbos hombres empiezan entonces a hablar, como si

tlll tino lo hiciese consigo mismo.)\'. Yo me desmayé. No creo haberme desmayado en

I du.11, Yo tampoco he visto nada como esto en toda mi

111 No puedes esperar que la gente te crea...\' -Yo no quiero seguir aquí sentado. Quiero que meIIU médico...

11, Más valdrá que despierten y empiecen a creer... másItll " que empiecen a creer.

1'. ¿Viste cómo esa condenada puerta se levantaba?II.-No sé cómo se abrió, hijo. No lo sé.1'. Pues se levantó y precisamente entonces ... entonces

11 hijos de puta salieron a por nosotros.II,-Ya lo sé. Es increíble. La gente no querrá creerlo .1'. Entonces me quedé paralizado, sin poder moverme .II.-No lo querrán creer. Pero un día de estos termi-

11 " 11 n por creerlo. Pero quizá ya será demasiado tarde. Yol. IIlprc he sabido que ha habido gente de otros mundosI'JlI 'ntre nosotros. Yo ya lo sabía, pero nunca pensé que

1111 a ocurrirme a mí.

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P.-Tú ya sabes que yo no bebo.H.-Ya 10 sé, hijo. Cuando vuelva a casa me tom

otra copa, a ver si duermo. Oye, ¿qué hacemos aquí setados? Tengo que ir a contárselo a Blanche... ¿a qué esramos?

P. (Con pánico.)-Tengo que irme a casa. Me encuentmal. Salgamos de aquí.

Hickson se levanta entonces y sale de la pieza, dejana Parker solo. Musita éste entonces:

-Es difícil de creer... Dios mío, es espantoso...que hay un Dios, allá arriba...

Inicia una plegaria, y su voz se convierte en un ronmurmullo.

El joven Calvin Parker quedó muy traumatizado poralucinante episodio. Su compañero, hombre de más edano tanto, pero nunca pudo desprenderse de un profunsentimiento de terror al evocarlo. ¿Por qué fueron escodos estos dos hombres sencillos y sin formación cultur

No sabemos si las ratas de laboratorio se hacen tambilas mismas preguntas...

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5. DIONISIO LLANCA, O LA INOCENCIA

del joven camionero argentino Dionisio Uanca esII uvertido. Esto quiere decir que unos dicen que sí,IIOS dicen que no, como en la copla. Lo cual no obsta

que el joven e inoceBte testigo de este caso haya sido111 nado por dos impresi0nantes equipos médicos, en

lile había traumatólogos, forenses,. psiquiatras y prac­lit 'S de medicina general. Igual que a los testigos de

, oula, se inyectó a Dionisio el pentotal sódico, el fa­11 «suero de la verdad», con resultados. positivos. Diré

JI ISO que ambos casos (pese a sus grandes diferencias111 s) son contemporáneos: ambos ocurrieron en octu­ti 1973, en plena «oleada» del «año de los huma­

Ih »,

1I r vayamos a los hechos.. , revista argentina Gente y la actualidad publicó en su

11 '1'0 del 8 de noviembre de 1973 un largo artículo dedi­\u \ contar a sus lectores la aventura de Dionisio Llanca.

le artículo entresacamos la siguiente semblanza del'11 amionero:Dionisio Llanca es un hombre sin misterio. Tiene vein­

11'0 años, conduce camiones desde los catorce y ellh ,1 no 'le interesa (aunque a veces le preocupe el destino\ 11 ca Juniors). Es soltero -una vez tuvo novia y en­1 es, en aquellos tiempos dichosos, se hizo tatuar en el

11Il izquierdo dos corazones atravesados por una flecha­v con sus padres en Ingeniero Jacobacci, un puebloI provincia de Río Negro donde vino al mundo el

1 \ octubre de 1948. El padre de Dionisio es peón cami­I I () Y 'la vida de la madre transcurre entre sus fogones

10 doce hijos que ha dado a su marido. Los mejoresI 11 rdos de Dionisio Llanca, además del de su antigua

uv , están igualmente tatuados én su brazo· izquierdo:

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son los de su servIcIo militar, y han subsistido bajoforma de una leyenda de color azul que reza: "BataLogístico de Montaña 6, Zapala, 1969-1970." Con el camde la empresa Transporte Comercial Automotor deNegro, gana cien mil pesos al mes. El opina que es pococomo desea comprarle una casa a su madre, está decidía cambiar de oficio. Duerme poco. Cuatro o cinco hodiarias le bastan. Y recuerda muy raramente sus ,sueño

Aquel sábado 27 de octubre, Dionisio Llanca se levtarde. Se puso unos viejos pantalones, una camisa ychaquetón negro. Estaba en casa de su tío Enrique Runa modesta casita pintada de verde de la calle Chubmuy amplia y sin asfaltar y que está a diez minutoscentro de Bahía Blanca.

Habló del tiempo, del trabajo, de cosas totalmentegares y cotidianas con su tío. Después de almorzartumbó para hacer la siesta, pues tenía que conducir tola noche. Se despertó hacia las seis de la tarde para starse ante el televisor. Vio sin gran entusiasmo un episode la serie «Ladrón sin trabajo», una película totalmedesprovista de elementos fant~sticos. ,

A las diez d~ la noche, cenó en compañía de su tío:bistec, una ensalada y dos vasos de Cepita, una bebida salcohol. Unos minutos después, Llanca se puso su chaqt(m, se despidió de su tío y montó en el camión Dodge 6cargado de materiales de construcción que tenía que traportar a Río Gallegos, a lo largo de un monótono viajedos días.

Tras doce años de conducir camiones y otros vehículDionisio tenía el ojo ejercitado de un experto. Pese apenumbra que reinaba en la calle, Llanca se dio cuende que el neumático posterior derecho estaba un po«bajo». Se disponía a cambiarlo cuando pensó que emejor iniciar el viaje. Eran las cero horas treinta minutdel domingo 28 cuando puso el motor en marcha y elmión se dirigió hacia la Ruta 3. '

Avanzando ya por esta carretera, Dionisio notó quedirección «se le iba». Se arrepintió entonces de no habcambiado la rueda en la estación de servicio ESSO decalle Dom Bosco, donde se había detenido a la una mencuarto para repostar gas-oil.

Decidió entonces aparcar a un lado de la carretera,proceder al cambio de la rueda. Eran aproximadamenteuna y cuarto de la madrugada. .

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1tri rdinario encuentro

e I ionisio esta operación en un punto situado a 19,51111'1 ros de Bahía Blanca. Cuando ya estaba agachado al

I de la rueda pinchada, percibió una luz amarillenta,"" li tancia de unos 2000 m, en la dirección de Bahía11I l. Dionisio piensa que es un Peugeot que se acerca.

limos a dejar que sea él mismo quien nos lo cuente:transcurrieron algunos segundos. Yo estaba vuelto

paldas a la luz, pero ésta se hizo tan fuerte 'que ilu­CI I da la campiña, Ya no era amarilla, sino azulada,

(1'1 a la que produce la soldadura eléctrica en arco.111 ~ levantarme, pero no tenía fuerza. Algo extraño me1I invadido, una especie de desgana y las piernas no me

Ih' 'fan. Estaba arrodillado. Pese al estado de gran aba-1110 en que me encontraba, conseguí volverme y mirar

11 lo' árboles que se encontraban a un lado de la carre­j entonces una gran cosa, en forma de plato, suspen­

1 111 el aire a unos siete metros de altura, y, a mi es­1111, I res personas que me miraban fijamente'. De nuevole d' incorporarme, pero fui incapaz de hacerlo. MiIlIlIi 'nto era total yme di cuenta de que ni siquiera'fu hablar. Las tres personas me miraron durante un11 rnto. Quizá cinco minutos. Eran dos hombres y unaI 1, "sta se encontraba entre los dos hombres. Com­1111 que era una mujer por la forma de su pecho y a

1 u le su larga cabellera rubia, que le llegaba hasta'1 spalda. Los hombres también eran rubios y lle-

, 11 I s cabellos echados hacia atrás. Los tres personajeshUI pocp más o menos la misma talla, 1,70 o 1,75 m,

1111\ vestidos de la misma manera. Sus trajes, de colorI pI mo, eran de una sola pieza, parecidos a los trajes

111, buzos y muy ajustados al cuerpo. Calzaban botas ded.1 aña, de color amarillo, como el de los zapatos de

111111.:\ bien lustrados, y llevaban unos guantes largos, que111, aban hasta medio brazo, del mismo color. No les

e 1Illlrón, ni armas, ni casco, ni nada más.. liS caras eran como las nuestras, pero la frente era

'spadosa y los ojos alargados, como los de los japo­ti, Y algo saltones. Hablaban entre ellos en un lenguaje1'11 111' resultaba incomprensible. No percibí vocales cl~­

y t nía unos sonidos.,. comparables a los de una radlOIlIld "justada, con gritos agudos y zumbidos, Uno de

Illt 111 agarró por el cuello de mi chaquetón y me levantó1I11111'mente pero sin violencia. Yo traté de hablar, pero

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ningún sonido salió de mi garganta. Mientras que elme había agarrado me sostenía, el otro me puso un apaen la base de mi índice izquierdo. Yo miré bien el aparaParecía una rasuradora eléctrica (máquina de afeitar).la aplicaron durante unos segundos. Esto no me hizo dCuando lo retiraron, vi dos gotas de sangre en mi dedoCreo que en este momento me desvanecí, porque nocuerdo nada m;is.»

Cuando Dionisio recuperó el conocimiento, se encontendido en el suelo, al lado de unos viejos vagonesferrocarril. Luego se sabrá que aquel lugar correspona la Sociedad Rural de la localidad de Bordeu, a 9,5 kmBahía Blanca (o sea a unos diez de donde fue abducidPero el pobre Dionisio Llanca ha sufrido una pérdidamemoria total: ni siquiera conoce su propia identidad.sabe quién es, dónde está ni qué hace allí. Asustado, antiado, decide entonces seguir el tendido ferroviario enrección a unas luces -que no sabe que son las de BBlanca- que ve en la distancia. Echa a correr y así llea una gasolinera, cuyo empleado pudo dar luego a los invtigadores la hora: Dionisio llegó allí entre las 2.45 o2.50 de la madrugada; o sea que entre la una y me-hora de la abducción- y la hora de llegada a la gasanera, tenemos más de una hora perdida para el jovenmionero. ¿Estuvo durante este tiempo dentro del «plativolante»? Esperemos a 'los resultados de la hipnosis ynarcoanálisis.

Dionisio siguió corriendo hasta alcanzar las primecasas de Bahía Blanca; dejó la Ruta 3 para tomar lae introducirse en la ciudad, adonde llegó aproximamente a las cuatro y me~ia de la mañana. Estaba desorietado, no sabía qué hacer: pide ayuda al conductor deFiat 1600, que lo recoge y lo lleva a la comisaría mpróxima.

Dice el eminente investigador argentino Fabio Zer-de quien proceden la mayoría de estos datos- queoficial de policía reconoce que Dionisia estuvo a las 4.horas aproximadamente en la comisaría. Pero de allíecharon y empezó entonces un lamentable peregrinarcomisaría en comisaría. Fueron cuatro las que lo echaracon cajas destempladas, por tomarlo por un vulgar beodLa triste odisea de Dionisia termina por fin en el HospiEspañol de Bahía Blanca, después de vagar varias horpor las calles de aquella ciudad. En la sala de espera 1atiende la doctora Mabel Rosa Altaparro, quien hace qu

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dibujos que siguenstruye el incidente.

observado mientrasI rueda del vehículo.

El joven camionero lII'Ql!ntinoDionisio Llanca.

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lo vea a las diez el doctor Ricardo Smirnoff, traumatgo y médico forense. Ambos -la doctora Altaparro ydoctor Smirnoff- ven en el arco superciliar izquierdoDionisia unas excoriaciones; al no haber camas libresel Hospital Español y comprender que aquel hombrees un borracho, sino que se encuentra bajo los efectosun gran shock, deciden ingresarlo en el Hospital Municipen su Sala de Guardia, para completar "las 48 horas deamnesia. Es así que puede leerse en la página 103 delgistro de ingresos del servicio de guardia de dicho hospila ficha siguiente:

«Nombre: X. X.; lugar del accidente: Ruta N.o 3, ccanías de El Cholo; Causa: :Él dice que una luz muy fuele cegó, que era un platillo volante, y no recuerda nada mVio a dos hombres y una mujer muy rubios; lesiontraumatismo craneal a nivel de la sien derecha, con asia total.»

Es interesante reproducir también aqui el testimodel doctor Smirnoff, publicado en Gente y la actualidad:

«Yo soy médico legal. Los sábados y los domingos tenguardia. El domingo 28, hacia las 9 y media de la mañala doctora Altaparro, que trabaja en el Hospital Españme llamó por teléfono para comunicarme que tenía allícaso bastante curioso. Llegué al hospital hacia las 10cuarto y me encontré ante un hombre de unos 25 o 26 añ(luego pude calcular con exactitud su edad por las ¡fechque indicaban los tatuajes que mostraba en el brazo .quierdo), que padecía amnesia total retrógrada, es decque había olvidado todos los acontecimientos del pasadNo sabía quién era, dónde había nacido, quiénes eran spadres, y así sucesivamente. No cesaba de llorar nipreguntar "dónde se encontraba. La doctora me dijo qun hombre 10 había dejado en el Hospital, diciendo quehabía encontrado vagando por el centro de la ciudad coroun autómata, preguntando a todos los transeúntes 'quedijeran dónde había una comisaría de policía.

»Al principio, pensé que habría sido atropellado pun coche. Mas ~o tardé en cambiar de opinión. Al parecno tenía lesiones. Pero cuando fui a examinarle la cabey le acerqué la mano a la frente -sin siquiera tocarlo, rpito: sin siquiera tocarlo-, el hombre se echó instintivmente hacia atrás, como si quisiera protegerse de algo. Siembargo, en aquel lugar, no había ni excoriación, ni hemtoma ni hinchazón (el chichón clásico), ni quemadura. Ycaracterizaría esto como un dolor sutil de la regi6

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141 1 mporal derecha. Luego pedí a la policía que lel' tilla ficha -por si se tratase de un accidentado o

111 fu itivo- y ordené que ·fuese admitido en el Hospital111 lp 1, por sufrir un posible traumatismo craneal.1'. identemente, un golpe puede provocar una amnesia1,11 total. Pero yo me preguntaba qué clase de golpe

1I , I odido producir una amnesia total sin dejar una solaI l. "n lo que concierne a los platos voladores, hay dos

1I111d' posibles: creer o no creer. Yo no creo, pero debo11111' '1' que el caso de Dionisia Llanca es extraño, muy

'"111> .. ,»

11 ligación del caso Llanca, u. «Operación Bordeu»,111 bautizaron los médico~ a este posible caso de abduc-

11, luvo dos etapas. La primera se realizó en el Hospital11 1 ipal, en casa del tío de Dionisia y en el consultoriodo 'lar Eladio ,santos, en Bahía Blanca. Intervinieron-ln primera fase los facultativos siguientes: doctor

111 II García del Cerro, psicoanalista; doctor Eduardo111, p iquiatra; doctora Nora Milano, psicó'loga; doctordlli antos, ya citado, hipnólogo, y el doctor Ricardo

IIIIH ff, médico forense (el primer médico policial de un, 'ñala Fabio Zerpa, que interviene en la investigación

1111 ontacto con supuestos seres extraterrestres). Pero111 IS Dionisia Llanca fue el primer testigo del mundol' ptó que le inyect~sen el «suero de lá verdad», el

1I1111al sódico, para hacerle un «narcoanálisis». El doctorI lIoff se lo inyectó por vía endovenosa en el antebrazo,I joven camionero repitió lo mismo que había estadoh 11 I ·en las sesiones de hipnosis conducidas por el

1 101' Eladio Santos.IIl1n noche, este último doctor le hizo reproducir con los

.. lbiertos las vivencias que tuvo dentro del ovni. Dioni­I dibujó con un lápiz todo lo que estaba «viendo» en el1 I lor de la nave. De estos dibujos, lo que más impresionó111 médicos y a Fabio Zerpa (que estaba allí como Direc­

111 1\; 'cutivo. de ONIFE, Organización Investigativa de Fe·I 111 :nos Espaciales, a la que pertenecían los doctoresIllIdlr, salvo el doctor Smirnoff) fue verle dibujar los dos'1' II'utaS de televisión» a su izquierda, en cuyo interior

1 .. llIl'Ó estrellas y galaxias (sic).TI' s cuarenta días de investigación en Surenia, Bahía

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Blanca, el testigo fue llevado a ONIFE central, en BuenAires, donde fue examinado por los facultativos docAgustín Antonio Luccisano, catedrático de toxicologíala Universidad de La Plata; doctor Juan Antonio Pérez dCerro, presidente de la Asociación de Ontoanálisis, y dtor Héctor A. Solari, hipnólogo y psicólogo. Ocho médien total, más el investigador Fabio Zerpa, estudiaronjoven camionero de veinticinco años durante un tiemconsiderable.

y ahora yo pregunto a los que no aceptan el caso Uy lo llaman cel gran fraude»: ¿Cómo es posible quesimple de espíritu, un hombre inculto y de bajo cocienintelectual, pudiera engañar y tener ea. jlqu.e, durantetos días, a esa brillante constelación de médicos, entre 1que abundaban precisamente los psicólogos? Es mássurdo esto -que reconocer la posible presencia de Dionisa bordo de una nave espacial. El arquitecto RobertoBanchs, fundador y director del CEFAI (Centro de Estudide Fenómenos Aéreos Inusuales) de Buenos Aires,' prin-pal detractor del caso 'llanca, dice que éste es un cdébmental». Increíble. Que un «débil mental» pueda resislos esfuerzos combinados de tantos médicos especialispara darles finalmente gato por liebre, es' algo que hmerecedor a dicho cdébil mental» al premio Nobel. Oingresar por lo menos en la cComédie Fran~se»...

Pero la verdad de la oposición de Banchs quizá se deba una rivalidad entre entidades, ONIFE y CEFAI, y aincompatibilidad entre personas, Banchs y Zerpa...puede estar la verdadera cmadre del cordero». En la endia, virus español trasplantado al Plata...

Pero vamos a los resultados de la investigación, y a 1que salió de ella.

Los resultados

Ahorraré al lector el detalle de las múltiples sesioneshipnosis y de narcoanálisis a que fue sometido el dócilpaciente Dionisio llanca. Vamos al cuadro general qusurgió de ellas.

En estado hipnótico, Dionisio recuerda el principio dsu abducción. Vio salir del ovni a los tres seres cbajandopor lo que él llamó cuna plancha de hormigón luminoso»seguramente un haz compacto y coherente, como los qufiguran en la casuística mundial del fenómeno y que, 5eJl:úDl.

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11 I'nterior de la nave,11 raptores sientan

111....1 lo en una butaca,desde la que él lo

observa todo.

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psíquica» efectuada arteramente en la débil mentesujeto por un «especialista en el tema ovni», para easí un caso «auténtico» que en realidad sería el resulde una solapada manipulación del supuesto testigo.maquiavélica operación había estado apoyada porvario.s facultativos, que hubieran facilitado la «informamédica». Y añade (op. cit., p. 135): «... esos aporteslógicos, testimoniales y psiquiátricos, pueden pertenen la realidad a un número indeterminado de individinescrupulosos que prepararon el fraude, y que pudihaber burlado llanamente a los inexperimentados mé(sic) en técnicas narcoanalítiq.s -así al menos semieron- actuando de buena fe y a algún investigadorcampo de los ovnis. Eso sí, sabemos que para la pobintelectual de Dionisio Llanca, no le sería posible urdirsí solo la fantasiosa versión, a pesar de su marcadadencia mitomaníaca, aunque ésta habría facilitado ellode los objetivos.»

Entre esos «inexperimentados médicos en técnicascoanalíticas», se encontraba precisamente el doctor RobeSmirnoff, forense y médico de la policía de Bahía BlaPero eso no arredra a Banchs, quien pretende llegarfondo de la tenebrosa conspiración. Finalmente, aphacia el «culpable»: un «degradante sujeto» de quienque «tal vez no sea difícil tener la presunción de la persa

. de quien se trate».y yo digo: Estos, Fabio, oh dolor, son los tristes per

nalismos que enturbian la serena investigación del genigma. ¿Por qué, una vez que tenemos un caso irrefuble, nos empeñamos en hundirlo PORQUE NO HEMSIDO NOSOTROS -o nuestra entidad- QUIEN LOINVESTIGADO?

¿Tan difícil es crear «espíritu de equipo» entre loslagos?

O entre los ovnílogos, que para el ·caso es lo mismo.Para terminar, si algo tuviese yo que destacar del «ca

Llanca», sería precisamente la inocencia -casi virginaldel testigo. Y la verdad, nos. recuerdan los Evangeli«habla por boca de la inocencia» ... ¿Qué mejor testigo pdríamos tener, para mandarlo en lugar de nosotrosinterior de un «platillo volante», que un ser simple,sofisticado, no deformado por lecturas seudocientíficmal digeridas? Dionisia Llanca es el «testigo ideal». Cuensencillamente lo que vio con palabras sencillas. A nosotroa los ufólogos, nos corresponde sacar interpretaciones

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Procedimiento empleado Para tomar una muestra de sangre a Dionisia.

Mediante un guante provisto de tres punzones, la mujer practicóuna incisión en el parietal dereCho de Uanca.

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conse.cuencias: Llanca no fue más que «un par de ojos qestuvIeron allI».

e',Con' SU mirada limpia, un inocente en Magonia .S,~puede"pedir más? . (.

Addenda l A: Transcripción de las primerasefectuadas a Dionisia Llanca bajo hipnosis

Su}e.to exami~ado: Dionisio Llanca, camionero, 25 años.MedI~o exanuna,dor: Doctor Eladio Santos, hipnólogo.

MEDICO.-Cuentame lo que hiciste el 27 de octubre pocdespués de la medianoche.

SUJETo.-Salí de la estación ESSO en la calle DoBosco; tenía un neumático pinchado' pensé cambiar!luego... '

:,íM.-¿Por dónde circulas?-: S,-Por'la Ruta 3.(~llugar don?e Dionisio inició el cambio de rueda fu

, loc~hzaclo, postenormente, pues a un lado de la carretera,en el amen, se encontró el camión que conducía Llancacon el gato colocado en posición y la rueda de recambi~pr~parada para colocarla. A continuación se oyen algunosruIdos en el magnetófono: corresponden a los movimien.tos que hace Lla?c~, en estado de hipnosis, al reproducircon gestos, mOVImIentos y actitudes, las maniobras querealmente efectuaba el domingo 28 de octubre de 1973, hacial~ 1.15 de la madrugada, para cambiar la rueda de su ve.hIculo.)

M.-¿ Qué haces ahora?. .S.-M~ dispongo a cambiar la llanta... Veo llegar una

luz' amanlla... p.are:ci.da a la de los faros de un Peugeot...(La voz de DIOnISIO Llanca se va debilitando. Responde

con voz entrecortada que siente una gran fatiga, una fatigaprofunda. ~~ estado denota un debilitamiento total.)

S.-¿Qmenes son?;. ¿Qué quieren?... No, por favor, nome hagan nada... Llevense el camión y el dinero...

M.-¿Qué ves, Dionisio?S.-Ell~s, dos hombres ... Hay también una mujer...M.-¿Como van vestidos?S.-Con trajes plateados, muy ajustados al cuerpo ...

y con botas y guantes ...M.-¿De qué color son los guantes?S.-Amarillos, de un amariilo naranja ...M.-¿Te hablan?

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No... Oigo un zumbido, como el de una colmena deo una radio mal ajustada...¿Te amenazan?No... Uno de ellos se acerca, me toma la mano y me

h, 'on un aparato...¿Te hace daño?No ...¿Cómo es ese aparato?Parecido a una rasuradora eléctrica.¿Qué te hacen ahora?e me llevan... ¿A dónde me llevan? ..

Ullrante la mañana del 28 de octubre, Dionisio Llanca,l. abemos, llegó al Hospital Español de Bahía Blanca.

h ,bfa despertado en un apartadero ferroviario de ladnd Rural. Se puso a andar y un automovilista lo llevó

lo pi tal, tras pasar Dionisio por varias comisarías. ElI I ode recuperó el conocimiento se encuentra a unos

111 del punto donde quedó abandonado el camión quedll -(a. En este intervalo, transcurrieron unas dos horas.lid . había estado el camionero durante este lapso de

IIpO ?)I I domingo por la mañana, Dionisio fue examinado

I '" doctor Ricardo Smirnoff, traumatólogo y médico11 '. Según este examen, el joven no presenta lesiones

Ihll's, pero se niega a que le toquen la cabeza, como siti ('ra allí un dolor profundo. Apenas si se ven (pero11111' s no se da gran importancia a este hecho) algunas

1 11' excoriaciones sobre el párpado izquierdo, en formaPlllltitOS. Posteriormente, este detalle será fundamental

111 ., estudio del caso.1'.1 estado de confusión mental de Llanca se mantiene11 129, pero antes de esta fecha ya ha podido recordar

llu I que pasó desde que salió de la estación de servicioI , «aquel lugar». '1,11 noche anterior, Dionisio sufrió pesadillas. Está fati·

dll y deprimido. Pero la noche siguiente, se recuperó algo1 illlsintíó, a petición de los médicos, en someterse al

1,lllotal, a fin de saber qué sucedió también durante las dos

111111,' perdidas. Sin embargo, llevado al parecer por un11111 111 o morrientáneo, Dionisio abandona el hospital y se111 I 11,:). en la modesta vivienda de su tío, situada en el1111111 'ro 1600 de la calle Chubut. Tuvieron que pasar algu­1111 lías, después de que las pesadillas nocturnas en que

'ía «con seres extraños de otro planeta» se hubiesen1I 'dido, llenándolo de angustia, para que acudiera, por

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su propia voluntad y en busca de ayuda, a la consultadoctor Eduardo Matas. Fue hospitalizado por segunday, aquella noche, Dionisia fue entrevistado por un gde psiquiatras dirigidos por el doctor Matas. Se le hiciealgunos tests y el camionero dibujó el ({retrato robot»'los «extraños visitantes». Surgió entonces entre los enctadores 'la primera duda grave sobre la personalidadLlanca y en cuanto a 'la veracidad de su versión dehechos: los dibujos reproducen seres demasiado parecia los héroes de los cómics.

Unos días más tarde se había de ver que' esta duda,bien fundamentada, podía tener una sólida contrapartid

Se le hizo un electrocardiograma para saber si sepodía inyectar pentotal, y, una vez hecho esto, el canero volvió a casa de su tío, tras quedar citado condoctor Matas para presentarse a su consulta el 6 deviembre por la tarde.

Sin embargo, llegada esa fecha, Dionisia no acudió acita y los médicos se vieron obligados a desplazarse hala humilde casita de la calle Chubut. Dionisia Llanca hacomido con abundanCia, aquel día, y había bebido dvasos de vino. Imposible pues administrarle el pentoEn cambio, se le sometió a la primera sesión de hipnos

El selecto grupo de profesionales reunido para estuel «caso Llanca» estaba dirigido por los doctores MatasSantos y además de éstos, comprendía a dos psiquiatrun traumatólogo y dos psicólogos. Una de las condicionimpuestas para participar en estas sesiones fue que nodivulgase el nombre de estos facultativos (aunque posriormente se supo quiénes eran).

Continuemos con la grabación de esta primera sesiónhipnosis:

S.-Subo con los dos hombres...'M.-¿Por dónde subes, por la escalera?S.-No, por un rayo de luz...M.......:.Cuéntanos todo laque ves.S.-La pared es como de plomo... plateada... hay u

sola ,ventana, redonda...M.-¿Qué te recuerda lo que ves?S.-Un barco...M.-Descríbeme todo 10 que ves...S.-Hay muchos aparatos, muchos ... dos televisores.

una radio. Por uno de los televisores, se ven las estrellas.M.-¿Te hablan, ellos?S.-La radio es la que me habla...

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",Inado el examen,1I lo es descendido

mediante el hazPllcto y coherente.

'1 hHObotdeloscaptoresde Dionisio Llanca,

1unleccionado en base111 tI talles suministrados

por él bajo hipnosis.

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M.-¿ En qué lengua te habla la radio?S.-¡En español! ...M.-¿Y qué te dice?S.-Que no tenga miedo... que ellos son amigos,

vienen desde hace mucho tiempo...M.-¿Te han dicho de dónde venían?S.-Me han dicho que éste era uno de sus secretosM.-¿Han hablado con otros hombres de la Tierra?S.-Sí, desde el año SO.M.-¿Qué hacen?S.-Quieren saber si nosotros podemos vivir en

tierra.M.-¿Cómo es el lugar donde te encuentras?S.-Iluminado... Amarillo... Hay como un arca de ca

dales...M.-¿Qué estás viendo, ahora?S.-Estoy mirando al encendedor. Lo guardan bajo

mesa, con el reloj y mi paquete de cigarrillos...M.-Sigue contando.S.-La mujer se pone un guante... Negro, con unas m

chitas en la palma; se me acerca, me toca...(En este momento de la sesión de hipnosis, Dionis

Llanca se lleva la mano a la frente para cubrirse -o, mejdicho, para tratar de cubrirse- el párpado izquierdo.contrae como si le hubieran pinchado en ese lugar, y cen un letargo profundo. Cuando sale de él, lo primero qrecuerda es esto:)

S.-Caigo, caigo lentamente hacia un recinto. Me hdieho que volverían a buscarme Tengo frío. Llego acarretera y me pongo a andar ¿Quién soy?... ¿QUIÉSOY?...

En estado de hipnosis, Dionisio Llanca reproducemomento de amnesia total que sufrió al despertar enrecinto de la Sociedad Rural de Bahía Blanca.

A esta primera sesión de hipnosis se sucedieron otr.dos, y una sesión bajo los efectos del pento'tal. Todo cuantdijo Dionisio se registró en cinta magnetofónica durantmuchas horas de grabación. Durante cada una de estasesiones, el joven camionero repitió exactamente el mismrelato (como un disco rayado, comenta Fabio Zerpa), siincurrir en ninguna contradicción. Pero es preciso observarque bajo el pentotal administrado por el doctor Smirnoff,fue cuando Llanca reveló detalles complementarios queno aparecieron bajo la hipnosis regresiva.

El cuadro de facultativos que examinó durante muchas

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I IR a Dionisia Llanca quedó convencid?, ~e.gún .~o ma­r 16 el doctor Eduardo Matas, que DlOms~o. dIJO «suI ti Id» bajo hipnosis y narcoanálisis. Diom~lo.L~ancaIIt(~ «todo lo que había visto» con su lenguaje ,hmItadoI I misma pobreza de imaginación que. revelo en, ;1~s:~,t a que fue sometido. ~n fars~nt~, por ejemplo, ~u~leFa;,:;

nI Ido de ser más preCISO, de md1car detalles. Hay· una,I u\ coherencia interna en todo lo que relató Llanca.: .

'lIando un periodista preguntó al do~tor Santo~ SIhUI a podía haber mentido, és~e c~nt~s!o: «Es pOSIble.

I ) precisamente con la hipnosIs, DlOmS1? Llanca .fue so­'1 ido a un examen psiquiátrico exhaustIVO. Su VIda fue1I1Iciosamente analizada, se escrutó pacienteme~te s~ndo. Y nada indica que nos pudiera haber mentl~o. NI

IlIi ra cuando su relato pierde validez, en el sen.tldo .del' 'mos creer verdaderamente que estuvo en el mtenor

I ma nave espacial (los doctores Sant~s y Matas noI (('n -o entonces no áeían- en los ovms), donde tuvo

111 ontacto con seres extraterrestres.' Por otra pa,rte, el: ,',11 ,1 i is de la personalidad de Llanca excluye que pueda ser....

111 ~imulador.»

'1//11 paración con otros casos

aso Llanca presenta intrigantes similitudes. con o!ros1 «clásicos». Especialmente con los casos ~lll Y Villas

" IS. Con el primero, las pesadillas .subsigmentes a laI ducción, el «tiempo perdido», la fatlga, etc. Con el se­tlll lo, aparte de los rasgos generales: la sorpren~e?teafir­

111 1 'ión ¡de que «ellos quieren saber SI podemos VIVIr en su1 'ITa»:. el «experimento genético» podía hallarse de~tro de

la misma línea de «experimentos» Y de «est~~lOs» dep 'címenes humanos :'aptos para la procreaclOn o la

nduptación a ... ¿Udn?-Quizá. ,."Pero hay algo, en este caso, aún mas mt:1gante. La de.s;

I li¡ ción de los dos «hombres» Y de la «muJ~r».les p~rec10,11' momento a los doctores sacada de un «com1C». Sl~ em­hn I'go la morfología de estos seres cuadra marav1llosa­11I 'nt~ con la morfología de los «hombres de ,!MMO», t~~I 1l1l10 ellos la describen en su informe Anat?mza del ~emz~(flombre) de UMMO comparada con el oemu de la Ttérra,.

1. El Misterio de UMMO, de Antonio Ribera, Plaza & Janés, S. A.,I'ltllt~res, ESplugas de Llobregat; 1980.

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Pero h~y otros rasgos «ummitas» en el caso Llanca: poejemplo, el hecho de que la «mujer» fuese quien mandasMuchas expediciones de UMMO han estado dirigidas pomujeres: YU 1, por ejemplo, la joven que se presentó eMadrid en 1967. Y el último detalle es impresionante everdad: dijeron a Llanca que estaban en la Tierra desdel año SO. Ahora bien: en sus informes, los ummitas diceque llegaron a la Tierra «en tres naves discoidales», el dí28 de marzo de 1950. Parece haber en este caso una fusióde elementos que aparecen en otros, y que el pobre Dionisio Llanca no podía conocer de ningún modo (además, en epsicoanálisis salió que «los platos voladores no le intersaban»). ¿Existirá un «camuflaje deliberado», tras el casUMMO, que oculte otras realidades quizá no tan agradabIes? Todo es posible.

Fuentes: Phénomenes Spatiaux núms. 40-41-42, 2.°, 3.°Y 4.° trimestres, 1974, reproduciendo un artículo de RobertoE. Torres, publicado en el núm. 444 (24-1-1974) de la revistaargentina Gente y la actualidad.

Addenda B

El artículo de Roberto E. Banchs titulado «Affaire Llanca»:El gran fraude se publicó en el número 34 (diciembre de1978) de la revista barcelonesa Stend.ek. Banchs reprodujoeste artículo -íntegro, sin quitarle ni ponerle una coma­en su libro Los ovnis y sus ocupantes, que vio la luz dosaños después, en 1980, y bajo el mismo título (pp. 124 Y ss.).

Pero no contento con eso, volvió a la carga en el nú·mero 43 de Stendek, con un breve artículo titulado Más(y punto final) s-obre el «Affaire Llanca». La base de laargumentación de Banchs en este artículo consiste en estosdos puntos: Dionisia Llanca tenía una seria lesión cereobral que jamás había sido revelada por quienes abordaronel caso apenas ocurrido, y luego, Dionisia Llanca era un«débil mental». La lesión cerebral aludida, según Banchs, leprovocaría (cito textualmente) «al lado de los trastornossensovisuales existen alteraciones psieovisuales... Se ori·gina entonces una ceguera psíquica: el sujeto ve a losobjetos, pero no los identifica».

Este artículo suscitó una réplica mía, en forma de cartaal Director de Stendek (no publicada aún en el momentode escribir estas líneas) de la que entresaco lo siguiente:

108

El investigador argentino Fabio Zerpa (izquierda) Yel aut~r.durante un congreso de Ufología celebrado en Espana.

El cIoctor Srnimoff, médico forense de BahíaBlanca, aplica~do pentotal sódico a Dionisio Llanca.

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~n su ~omento, me pareció que el impresioeqwp? mé<;J.ico que examinó al joven'Llanca erapor SI ~~cIente garantía: creo que es el caso de supabducCI?n de un ser humano que ha sido mejor yexhau~tIvame~te investigado (40 días de investigacióS?I'erna, Balúa Blanca, para proseguir luego en BuAires: ocho médicos en total, comprendidos los de B~l~ca). Fue la primera vez que se sometió a narcliSIS (pentotal sódico) al testigo de un caso de estaturaleza.

Pero no. Todo esto es «humo de pajas» para el atecto Roberto E. Banchs, quien se resiste a aceptarel caso Llanca pueda ser ni así de cierto... pese a sudente co~ere~cia ~terna, y a que el joven camioev~ bajo hipnOSIS una situación «típica» en otrasducc~ones, des?e los Hill al caso inglés de Aveleyespanol de. Jubo F. Lo que más me ha hecho creerlas abdUCCIones pueden s~r sucesos reales, o sea no grado~ en la mente del sUjeto, es la ¡impresionante co·dencI~, que todos ellos presentan en lo general ptamblen en los detalles... '

!ero hay más. Banchs dice que Llanca teníaleSIón cerebral.~ruzada, localizada en el lóbulo occipity que esta lesIOn creaba «alucinaciones visuales detelleos, bol~s o punt~s luminosos. Al lado de los tras

. nos. sensoVl~ual~s -SIgO citando a Banchs- existen alraCIOnes P~ICl;'vlsuales ~sic) ... Se origina entonces~egu~ra pSlqWca: el sUjeto ve a los objetos pero noIdentIfica». '

~ero no termina ahí todo... Además el pobre Dionitern!l un, coefici~n~e intelectual (CI) pobrísimo, lo chaCIa de el un «debll mental», según Banchs.

y ahora yo pregun!o: ¿qué país es la Argentina,que .se ~ermIte .a los debiles mentales que sufren ademalucmacIOnes VIsuales, conducir un camión como mepara ganarse la vida? ¿Es que Dionisia Llanca, pobte~er su carnet de pnmera (o su equivalente en lage~tina~ n? había pasado previamente por rigurosos tespS~COI?~t~ICOS, como es norma en España o en cualquipaIS cIV~ado? Después de esto me lo pensaré dos vecantes de Ir a la Argentina, donde por lo visto los «débil~ent~les» y personas que «ven a los objetos, pero no 1IdentIfican», pueden conducir monstruos de diez tonedas (convertidos así en verdaderas: bombas rodantespor las carreteras nacionales.

El último argumento esgrimido por Banchs el de qLlaI!ca «ac~sa un nivel de psique muy bajo ~omo paurdIr conSCIentemente por sí solo semejante historia» svuelve ha~i,a él mismo como un bumerang. l'recisam;ntno la urdio Llanca, porque éste se limitó a archivar

u subconsciente todos los detalles de la misma, quelucgo le fueron siendo extraídos (quiero creer que sinIransfert de su parte) por el impresionante equipo mé­t\leo que lo psicoanalizó mediante hipnosis y otrosIIlcdios.

I (luitecto, a tus tejados. Creo que, además de la clásicatila ibérica», virus inoculado por los españoles a los

IlIlIoamericanos, Banchs sufre una indigestión de textost11 icos. ¡Menuda bofetada para el equipo médico deFE, que todos estos aspectos psicopatológicos del caso

111 , se los tuviera que .rlescubrir... un arquitecto!

111 addenda sobre el caso Llanca estaría incompleta sinIIllonar un caso corroborativo (según el ONIFE) o ne­

I'vo (según Banchs): el caso Balvidares.kurrió al día siguiente mismo de la «abducción» de

m'a, por la tarde. O sea el día 29 de octubre de 1973,lit . El teatro de los hechos se sitúa en una hacienda1111 del partido de Leandro N. Alem (provincia de Buenos11' • en el límite con el partido General Pinto). La hora111. del suceso fue entre las 17.20 Y las 18.55. De la

I I'sligación se encargaron el profesor Omar Demattei,"o Zerpa y ONIFE de Junín.R 'produzco a continuación el excelente resumen del11 que publica Fabio Zerpa en su obra (véase biblia-

1\ IIn):El lunes 29 de octubre de 1973, el señor Carlos A. Bal-

II Ir s, de 43 años de edad, en compañía de uno de susIIH'V hijos, Manuel, de 12 años, como lo hacía diariamente,I I <'> de su casa para dirigirse hasta el campo de propiedad1 I señor Jorge Urricarriet, distante 25 kilómetros al nor­1 .. ,' de ese lugar y en el que ocupaba el puesto de en-

1" do.A media tarde, Balvidares observó a tres seres que11111 aban sobre el agua, junto a un molino existente en aquel1111\1\1:, sin alterar la superficie de la misma: se hallaban1 111110 suspendidos en el aire, y se encontraban de espaldas

t'~1. A todo esto, el testigo se acercó a 80 metros de last lrañas entidades, dos «hombres» Y una «mujer», y ca­IIH'I1ZÓ a llamarlas. Los seres miraron hacia atrás y desa­l' Irecieron inmediatamente, para reaparecer en la orilla

. 111

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opuesta de la laguna, a unos 300 metros de distancia. Caseñalar que el testigo no logra explicarse la forma de trlación instantánea desde el lugar donde los vio la primevez hasta el mencionado en último término. Balvidamiró su reloj: eran las 17.20 horas.

La «mujer» mediría de 1,60 a 1,65 metros de altuEstaba totalmente vestida con ropa de color negro;cabello, que era también negro, al moverse se advertía qera largo, y llevaba unas botas blancas que terminal)con una especie de aletas que se abrían hacia los costaden forma de abanico. Los «hombres» eran un poco mbajos que la «mujer», destacándose esta diferencia al estlos tres juntos. Éstos tenían exactamente la misma alturparecían desnudos, como «engominados», con un color qsemejaba el de la piel humana al estar tostada por el soEl testigo no descarta la posibilidad ~e que los «hombresllevaran trajes enterizos y bien ajustados al cuerpo.cabello de los «hombres» era rubio y también parecía «egominado»; en los tres se destacaban la tez blanca, la frentancha y la nariz pequeña, y se trasladaban con los brazoy piernas «pegados» al cuerpo.

Al divisarlos nuevamente, Balvidares también pudo oservar, en el mismo sector donde se localizaban las entdades, a 20 m del tendido eléctrico 1 y posada sobre esuelo, una luz potentísima, que procedía de un objeto dforma rectangular de aproximadamente 5 a 6 m de diámtro y con una elevación de 2 a 3 m. Del centro de dichobjeto salía una especie de haz luminoso de unos 40 cm ddiámetro (comparable con el producido por el proyectode un cine en la oscuridad), que llegaba hasta su posicióy lo cegaba, produciéndole cierto calor. Balvidares, cuyaintención en todo momento fue la de ponerse en contactocon los extraños seres, tomó su caballo y se introdujoen la laguna (que tenía mucha agua en aquella oportu­nidad), rumbo al lugar donde se encontraban las entidades.

1. Confiuyen en este caso (como también en el caso Llanca), algunosde los elementos o «pautas de comportamiento» que, según Fabio Zerpa,suelen acompañar a los casos de CE 111 (contacto cercano del tercertipo): agua (riachuelo situado al lado del camino en el caso Llanca;laguna crecida por las lluvias en el caso Balvidares); tendido eléctricoen ambos casos, y, en tercer lugar, ferrocarril (que discurría junto a lacarretera en el caso Llanca; representado por un ramal del ferrocarrildel General San Martín en el caso Balvidares, que cruza a poca distanciala finca del señor Uricarriet). Faltaría en el caso Balvidares un cuartoelemento, representado por una masa boscosa, presente en el caso Llanca,Aunque es evidente que hay muchos casos de CE II! sin los elementoscitados. la constatación no deja de ser curiosa.

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Pero al av~nzar:,los sere~ trataban ,de alejarse, espemente en.dIrecclOn al OVnI. El testigo sólo consiguiórrer la mItad del trayecto (hasta aproximadamente 15de 'las entidades), donde una especie de barrera invile impidió seguir adelante. El caballo no le obedeciópese a sus denodados esfuerzos para que continuara az~?o. En vista de esta situación, Balvidares regresó yguIo tomando mate, mientras los seres desarrollaban exñas ~ctitudesa 30 o 40 metros del aparato.. SIempre con los brazos pegados al cuerpo y las pie

, Juntas~ se trasladaban de un punto a otro por mediopequen.os sa!tos. La «mujer» parecía dirigir a los otrosseres; Iba SIempre delante, y cuando levantaba un b(ap.enas lo despegaba del cuerpo), uno de los «hombres»alejaba unos 30 metros, se detenía y en seguida se comcaba con !os otro~ ~os por medio de un extraño lengua,una espeCIe de chillIdo, como el sonido producido porradio mal sintonizada, que a pesar de que hacía un pde viento se oía nítidamente. Luego se agachaban los tpa~ecía como si hicieran rayas en el suelo y adoptaban osene de raras posturas, ininteligibles para el testigo.

Algo llamó la atención a Balvidares: una cerda quetaba encerrada en un chiquero situado junto a él, luede saltarlo de una manera inhabitual, huyó rápidamend.el .l~gar. Fue entonces cuando el testigo repentinamensmtIo un olor a azufre.2 En seguida, una especie de suey sopor lo invadió por unos instantes; cuando se repusya no se veían ni los seres ni la luz que por espacio de mde una hora y media habían acaparado su atención. Erexactamente las 18.55 horas. Tanto la cerda que se halladen~ro del chiquero cuando se retiraron los seres yOVnI Y en el momento de percibir el testigo el olor acomo algunas ovejas que habitualmente eran encerradas

2. El ex jesuita galaico-puertorriqueflo Salvador Freixedo dice enobra suya (El diabólico inconsciente) que el olor de a.zu:tr'e asociadove.ces con ate~rizajes de ovnis no indica sino que éstos son el demo(~IC). Podrla, mvertirse la oración -por pasiva. y decir que muchas arlClOnes medievales del Maligno no eran más que aterrizajes de ovnEsto. m~s .los pequeños humanoides. dieron quizá lugar a toda una milogia cristiana del Diablo. ¿Por qué no? Hay representaciones de Sat(yo. tengo una muy cerca de mi casa, en Santa María de I'Estany), ecaPIteles y templos r?mánicos y góticos, perfectamente identificables cOIllos a?tuales «h~manoldes» ocupantes de los ovnis. En la Edad Media, IIgleSia .tend:la mterés en echar agua a su molino presentando estos ca801c?mo diabólicos. ante su grey temerosa e ignorante. Además, da observa.cI?n de... olo'res de azufre. proporciona más evidencia de acción eléc.trlca». (Informe Condono p. 737.)

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lugar, a partir de ese día no quisieron entrar al mismo,a los esfuerzos realizados por Balvidares.

limo señala acertadamente Zerpa, resulta evidente que elBalvidares del 29 de octubre de 1973 presenta íntimas

Iliones con el ocurrido en Bahía Blanca a DionisiaI Inca un día antes, es decir, en 'la madrugada del 28 delubre.

s conveniente señalar que General Pinto se encuentralinos 450 km a vuelo de pájaro (o de ovni) al norte delhía Blanca. Sus coordenadas geográficas son: 34° 45' S,

l° 54' O.En ambos casos eran tres los extraños seres: dos «hom­

11" » y una «mujer». Si bien en el caso Llanca los tresI In rubios, en el caso Balvidares la mujer tenía el pelo

111 gro. O bien tuvo tiempo de teñirse ~l pelo, (cosa rara,JlII 's los fines de semana las peluquenas est~n cerradas,111 'luso en la Argentina), o bien era «otra mUJer». En a~­hus los «ovninautas» se comunicaban mediante un extranoh uguaje que tanto a Llanca como a Balvidares les recordó\lila radio mal ajustada.

Dice Zerpa que «la posibilidad de que Balvidares se hay~

In pirado en el caso Llanca... queda descartada, ya que SI

hl'n su caso acaeció el lunes día 29 de octubre y el deIIlhía Blanca el día anterior,' Dionisio Llanca no recordólo ocurrido hasta el martes 30».

Pero aquí aparece de nuevo Banchs, en su papel sempi­t¡'l'no de «tío Paco con la rebaja», para decir que no, que\' e mismísimo día lunes 29, ya habían aparecido en los

diarios del país (... por ejemplo La Razán... ) las p~e7~s'rsiones del caso Llanca, que ya indicaba la descnpclOn

d' las entidades ... » (Los ovnis y sus ocupantes, p. 144).De acuerdo. PERO ME APUESTO UN TUBO DE Nt­

OUEL DE SANTA MÚNICA, SE&OR BANCHS, A QUEIIALVIDARES IGNORABA EL «DETALLITO» DE LAS VO-'ES RADIOFúNICAS DE LOS OVNINAUTAS... porque

I'SO sí que no lo había publicado la prensa argentina... porla sencilla razón de que salió mucho más tarde a la luz,durante las sesiones de hipnosis. ¿O no? ¿O también tieneIIsted respuesta para eso? En sus deseos de hundir todo'uanto se relaciona con el que usted, elegantemente, llama'1 «affaire Llanca», a veces se pasa, y mucho.

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Es~oy pues de acuerdo con el investigador Ornar R. Dmat~el, cuando le dice, en la carta que le escribió desJumn con fecha 25 de febrero de 1978, lo que transcria .continuación:

1. La exhaustiva investigación in situ del caso Baldares (duran~~ un mes eI!' ~l lugar de los hechos) arroJcomo concluslOn la autentIcIdad del mismo.

2. El caso Llanca sucedió el 28-10-73 y el caso Baldares el 29-10-73. Son varios los puntos en común qposeen ambos casos: en los dos eran tres seres: 2 «habres» y 1 «mujer». En ambos las entidades se comuniban por medio de un raro lenguaje, etc.

(Para añadir más adelante):Sin duda las extraordinarias coincidencias entre

b~s, práctic~m~nte únicas en casos de contactos (enlI.lIsma prOVInCIa, a un día de diferencia), hacen impsIble que podamos desconocer las íntimas relaciones etre ~m~os. Por lo tanto, si uno de los dos es consideraáautentlco, el otro no puede dejar de serlo.

Opinión que suscribo. ¿Y .si dejásemos de discutir aceca del sexo de los ovninautas y pasáramos a otro casoCreo que el paciente lector nos lo agradecerá.

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¡\VELEY: ABDUCCIóN .EN EL GRAN LONDRES

10 S que no suceden casos de abducción en Europa?»,II'/'untará más de un lector. «Hasta ahora, Antonio Ri­

11 nos ha relatado más que casos norte y sudameri­1,»" 'n Europa también tenemos casos de abducción.

lel lenemos millares de observaciones de ovnis, cientosII'.OS de «encuentros cercanos del tercer tipo». Toda la

IIllplia del fenómeno ovni», como dice Bertrand Méheust1II refiriéndose a la extraña aparición de ovnis y hu­

loldes avant la lettre en oscuras obras de ciencia-ficciónI II n ipios de siglo- está presente en Europa. Abduc­I Incluidas.I t ho a la gentileza de Andrew Collins poder relatar aquí

,11'I1S0 el notabilísimo caso de abducción de Aveley,110 'nte desconocido en nuestras latitudes. Andy fue el111) ,,1 investigador del caso -que aún no está cerrado,

rribía en carta reciente-, y a él se deben la serie de',"los publicados en la Flying Saucer Review, vol. 23,JI l (abril de 1978), y vol. 24, núm. 1 (junio de 1978).I l' caso, el más importante, probablemente, de todos

I ¡ISOS británicos, según Collins, .sucedió en el oto­di' 1974, pero no fue sacado a 'la luz hasta agosto de, E to sólo ya le confiere cierto parecido de entrada

1 t laso Hill. Tuvieron que transcurrir casi tres años111 que los testigos decidiesen «quitarse de encima» aquel1I q le les agobiaba, y relatar aquel incidente que, según

I 111, ) s ocurrió una noche, mientras circulaban en auto­1 ·11 por carreteras rurales cerca de la población de Ave­,111 Essex, tan sólo a 13 millas (casi 21 km) de la ciudad10llclres, dentro del área que hoy se conoce por Gran

llltil' 's.1" preciso mencionar otro punto de contacto con el

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caso Hill: también se trata de un eviaje interrumpidollegar a su casa, los testigos del caso constataron qufaltaban tres horas: es decir, que habían llegado tres hmás tarde de lo previsto, sin que supieran de momdónde habían estado en aquel tiempo. .

Había que ir, pues, a la recherche du temps perdu.esto se tendría que encargar Andrew Collins, con la ade los doctores Leonard Wilder y Bernard Finch. Collinenteró de la existencia del caso hablando por teléfonoun colega suyo, perteneciente a un grupo ufológico 1·en agosto de 1977. Su colega le dijo que una person.Aveley se había puesto en contacto con su grupo unos m.antes, para comunicarles que después de ver un ovnoche desde su coche, había encontrado una «niebla» v·en la carretera. Luego, al llegar a su casa, se dio cuent,que le faltaban tres horas.

Hasta entonces, los intentos de los miembros del g:por entrar en contacto con aquella persona habíaninfructuosos. El amigo de Collins dio a éste el nomdirección y número del teléfono del testigo en cuestión,si quería él encargarse del caso. Sin pérdida de tieAndrew Collins llamó a dicha persona, quien le citó e'casa de Aveley (Essex) para el día siguiehte, domingrde agosto de 1977. Collins invitó a acompañarle en:primera entrevista a su colaborador en investigaciones'campo, Barry King.

Al día siguiente y a la hora convenida ambos inves'dores se presentaron en la casa de Aveley, un típico cage inglés casi completamente aislado de otras casas.contraron allí a la familia Avis,! una faniilia completam

:normal, compuesta de personas sencillas y cordiales,rcas del East London. La familia estaba formada por Jo,de 32 años, su mujer, EIaine, de 28, y sus tres hijos: Ke,de lO, Karen, de 11, y Stuart, de 7 (edades, naturalme'en agosto de 1977). Como Collins y King habían de sarcon estupefacción, al parecer se trataba de una abducrde toda la familia, ·coche inclusive. Pero no adelantelos acontecimientos. ~.

John y EIaine eran naturales de Stratford, localidadEast End londinense. John había estudiado en la escsecundaria de Forest Gate, pero no estaba muy satisfecon la educación recibida. Abandonó la escuela a los qui

l. Sus verdaderos nombres son John y Sue Day, pero aqui seguire''empleando los seudónimos de John y Elsine Avis, utilizados pOr Co·en laF8R.

'118

para aprender un oficio. Como tenía gran aptitud paraI rabajos manuales, estuvo cinco años como aprendiz

,'urpintería y construcción. Desde entonces, John tuvode treinta empleos distintos, casi todos ellos relacio­

Ilos con la carpintería y la construcción. Además de suhijo diurno, John había sido disc-jockey por las noches.que más le interesaba era la construcción, y tenía un

"Iritu muy creativo e independiente. Le desagradaba111'1' que someterse a trabajos con horarios fijos.

l' 'se a las deficiencias que presentaba su educación,hu era un hombre muy inteligente, con ideas muy clarasIl'linidas sobre diversos aspectos y cuestiones de la vida.pI' saba sus conceptos y sentimientos con claridad, yI kndo gala de un vocabulario muy amplio, sin perderI '!lo su acento, su humor y sus opiniones, propias deIOlldinense típico. Aborrecía la burocracia, los esnobs yli os.En cuanto a su esposa, EIaine, Collins y King la encon­Ion una mujer tranquila y reposada. Pasó por una es-

I 11 superior femenina, de la que salió a los dieciséis años111 uceptar un empleo de contable, que había dejado once11 atrás para casarse. A partir de entonces se convirtiótina mujer consagrada totalmente a su hogar, su mari­y us tres hijos, muy activos y llenos de vitalidad.

I bada 27 de octubre de 1974, John, EIaine y los niños111m a visitar a los padres de EIaine, que vivían en Harold111, también en Essex. Como había que pasar a recoger

Illle, hermana de Elaine, a la escuela, John y su suegro1 I 011 a buscarla en coche. Anne había ido con las demásI 1.' de la escuela en un viaje organizado a Bélgica, yIIl1que tenía que estar de vuelta en el colegio a las 5 de laId', se retrasó y no llegó allí hasta las 9. Esta demora noIIltó conveniente para John, pues quería estar de vuelta

11 'u casa a las diez y veinte de la noche, para ver una11111 'dia que daban a esa hora en la televisión.

J) pués de llevar a Anne a su casa, la familia Avis1111 I i6 de Harold Hill alrededor -de las diez menos dIez den noche. Esto les daba tiempo suficiente para llegar a casa

1'1' la comedia, porque el viaje no les requeriría más delite minutos, en circunstancias normales. Tomaron en-

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tonces por la ruta más directa, al sur de Hornchursiguiendo Hacton Lane.

La familia Avis viajaba en su coche, un automóvil blmarca Vauxhall y modelo Victor Estate. Dos de los n'~aren y.Stuart, iban dormidos en el asiento trasero. KeIba despIerto y mirando por la ventanilla. Hacía buen tipo, una herm~sa noche muy clara, seca y de temperatsuave. La radIO estaba sintonizada a una -emisora lo,que daba un~ entrevista, John comentó que le extraña~a poca densIdad de tráfico en Hacton Lane, HabíanJada la pob~ación de Hornchurch cosa de una milla (1me~ros) atras y seguían en dirección al sur. A su izquierteman alguna que otra casa con terraza, y campos borddos por altos setos a su derecha.

De pronto, Kevin llamó la atención de sus padres hauna luz que veía por encima de las casas. VolviéndoJohn y EIaine pudieron ver, a unos 25 o 30 grados de altsobre el horizonte, una luz de un azul pálido iridiscenteforma ovalada, semejante a una «gran estrella» sobrecasas de su i.zquierda: Aquella posición corre~pondíaoeste.. ~o pudIeron estImar la distancia entonces, pero 1parecIO que no estaría a más de 500 m, aunque es preeio?servar que estas apreciaciones subjetivas de distanc'sm puntos claros de referencia son siempre muy arrigadas.

La «gran estrella» parecía viajar en la misma direceique el coche, y lo «acompañó» hasta un lugar de la cartera d?nde ésta recibe ya el nombre de Aveley Road. Aldespues de un repecho, la carretera desciende bruscamete, y los Avis dejaron de ver a la «estrella». Con toda horadez hay que. observar aquí que existe la posibilidadque lo que hubIesen estado viendo los testigos fuese Venupor la posición señalada y a causa de un efecto óptico nomal,. que ~uchos automovilistas habrán observado. Al sla dIst~nc~a. de Venus -o Júpiter, o la Luna- práctic~e~te l1!flmta respecto al observador, éste ve correr murapIdament~hacia atrás los árboles y casas del borde de 1carretera, ~u,e están muy próximos, mientras Venus -o 1~una, o Juplter=-. parecen correr también, pero acompn~ndo al auto~ovl1, Con esto no pretendo decir que lo quVIeron los AVIS fuese uno cualquiera de estos astros ­menos teniendo en cuenta el desarrollo ulterior del ineidente- pero es una posibilidad que, honradamente, npU,ede descarta;se. La po~a altura sobre el horizonte, ademas, aumentarla el tamano del astro por refracción a tra

120

l' las capas más bajas y densas de la atmósfera, va­\11 asimismo su coloración.

1() igamos relatando el incidente,pués de coronar el repecho, la carretera dobla hacia

1 11' 'ha. Siguieron por ella cosa de una milla más, hasta" a una nueva curva a la derecha. En el momento de

IIU 1:1 a 30 millas por hora (unos SO km), todos tuvieron'l1sación terriblemente angustiosa. El único sonido

l' oía era el de la radio. Así que salieron de la curva,1 pués de rebasar unas casas con terraza que tenían11 d 'recha y un camino rural entre setos a su izquierda," vieron, a menos de 30 m por delante y de parte ah de la carretera, una espesa «niebla», o «gas», o11111::1» (fog). Era verde, muy espesa y formaba como un111 de unos 2,50 m de altura (8-9 pies). Por el lado iz­

1 lo limitaba con unos tupidos arbustos, mientras por''''1' 'cha parecía descender en una suave curva hasta elle 1, detrás de la línea de árboles muy espaciados quehIn aquel lado. La parte superior del muro de niebla

plana, y.su parte inferior tocaba el firme.que los ocupantes del coche vieron la niebla, la radio

1I1 1l 'z6 a tener interferencias Y a humear, y John entoncesti 's onectó. Todas las luces del automóvil se apagaron,

• l' se metió en la niebla, a la velocidad antes indicada\O millas. EIaine recordó que el coche se bamboleaba

I"\tonlamente cuando la niebla los rodeó; era una nieblaIIIY distinta a cualquiera que hubiesen encontrado antes,

I "11 s, como ingleses, eran «expertos» en nieblas!Los vidrios de las ventanillas estaban alzados, Kevinhnbía puesto de pie en el suelo del coche detrás de sus

IIdl' 's, y los otros dos niños seguían dormidos. El interior" In «niebla» era muy luminoso, y los tres ocupantes des­1I Ilos del coche sintieron mucho frío. También experi­1II'IIIarOn un curioso hormigueo. Reinaba un silencio de

11111 'rte. Pero todo se hizo nebuloso, y no podían recordarIII,da más ... ni siquiera si el coche seguía moviéndose.

I'.lsados lo que les parecieron un par de segundos sola­1111 lile, salieron de la niebla. Al mismo tiempo sintieron una

111 1I \ida como cuando un automóvil pasa por encima de1111 puente rural con cresta en medio». Acto seguido la

1I 'bla desapareció. Según John, el coche se encontrabaI1I1 nces media milla más adelante (800 m) en la mismaI ,,'retera que seguían. En el recuerdo de John, este mo­111 'nto es muy confuso, pero aseguró que estaba plena­111 'nte consciente y al volante del coche, que entonces

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circulaba a través de un bosque llamado White Post WLos primeros recuerdos de Elaine se sitúan cosa de mmilla más adelante, poco después de pasar un puenty en otra zona de bosque conocida por el nombre dening Water Woods.

Ambos dijeron que el frío ya había cesado y qucoche funcionaba normalmente, excepto la radio, queguía desconectada. No tenían la mente muy clara mienseguían hacia su casa, pero sí recordaban que Kevintinuaba despierto, y los otros dos niños dormidos. Elrecordaba vagamente que la luz interior del coche esencendida, y también que preguntó: «¿Estamos toaquí?» John y Elaine pensaban que hablaron de la niepero no lo recordaban claramente. Ambos estabannerviosos y asustados, aunque no hubo efectos desagrbIes posteriores.'

Al llegar a su casa, John volvió a conectar la radiocoche, y comprobó si funcionaban las luces. Karen y St.seguían dormidos, y sus padres los subieron en brazosdormitorio. Entonces Elaine quiso ver la hora, y se alarmucho, porque el reloj, que tenía que marcar aproxidamente las 10 y veinte, indicaba la una de la madrugaEsto también preocupó mucho a John, y además legustó, porque se había perdido la comedia televisada. Ene creía haber telefoneado al servicio telefónico de la hapero no podía asegurarlo.

Comprendieron entonces que había tres horas perdipara las que no encontraban ninguna explicación.tenían ni la más remota idea de lo que había ocurr.idoaquellas tres horas. Llegaron a la conclusión de que roles valía olvidarlo, y no volver a mencionarlo jamás.

Pero no habían pasado aún veinticuatro horas, cuanel extraño incidente volvió a ser mencionado. Elaine telfoneó a su madre al día siguiente, y entre otras cosashabló de la «luz» y de la niebla verde, pero no de las trhoras perdidas. John tenía que haber ido a trabajar alsiguiente, pero resolvió no ir, pues permaneció en la camhasta las once de la mañana. Los únicos efectos apreciableen John y Elaine era un gran cansancio, lo que por otparte ya era de esperar. Los tres niños fueron a la escuelcomo siempre, y parecían hallarse tan campantes.

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Boceto de la niebla verde hecho por Johnen 19n. (Foto: Parasearch. 1978.)

John y ..Elaine» (John y Sue Day) en el lugar donde ocurrióel encuentro de 1974. durante las investigaciones

hechas en 19n. (Foto. Parasearch. 1978.)

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¿Posibles consecuencias del incidente?

Después del extraño incidente, varios cambios notablregistraron en todos los miembros de la familia Avis.que quienes más los acusaron fueron John y Elainehijos también los manifestaron. Además de esto, empea pasar «cosas raras» (desapariciones de objetos, puque se abren y se cierran solas, olores comO' de «ego» que de pronto llenaban la casa, etc.). Los datossiguen proceden de varias entrevistas realizadas podrew Collins a los testigos. de agosto a diciembre de

Poco después del incidente, John sufrió una deprnerviosa sin causa, .aparente alguna. Debido a ello,tuvo que dejar su empleo y no volvió a trabajar hasmes de setiembre del año siguiente, 1975, en que leun trabajo «caído del cielo». Era algo que deseabahacía años. Consistía en trabajar con subnormales.sentía por entonces con mucha mayor confianza en símo, pero eso acaso se debiese a que ya se había repde su prolongada depresión nerviosa. Mantuvo su ehasta julio de 1977, en que lo dejó por diferencias cgerencia. A partir de entonces se dedicó a trabajar pcuenta en una labor creadora, con la esperanza decarrera como profesor de artes y oficios.

Ya partir de noviembre de 1974, John empezó a esepoemas sobre la vida, sigUiendo la inspiración del mom

Elaine también adquirió mayor confianza en sí miy a partir de setiembre de 1975 empezó a asistir a cen la universidad, algo que había ambicionado dutoda su vida. En cuanto a Kevin, que estaba bastatrasado en la escuela, mejoró de pronto y se convirtiuno de los primeros de la clase.

A raíz del encuentro, John, Elaine, Kevin y Karenjaron de comer carne, y en la actualidad ni siquiera sotan su olor. John y Elaine se toman muy en serio esttitud, pues opinan que no se deben matar a los allÍ

para comérselos. Ambos (yen especial John) se esfuepor convencer a quienes les rodean para que abandsus hábitos carnívoros. Stuart es el único miembro dfamilia que sigue comiendo carne. John y Elaine adque en ciertas ocasiones han llegado a probar capescado, pero su simple sabor les pone ahora enfe

También tienen mucho cuidado en no ingerir alimeque lleven colorantes, aditivos u otras sustancias artiles. Su cocina es prácticamente naturista. A esta actt

IIne lo que pudiéramos llamar una viva conscienciaII! ica. Creen que el hombre está destruyendo el medioIhi 'nte, por mala utilización del mismo y por la conta·1\.\ ión. Y si el matrimonio gustaba de tomarse «unaspll:.\ » de vez en cuando antes del incidente, después delI 1110 apenas si prueban el alcohol. Sólo en ocasiones1'1' ialísimas se permiten alguna copa.l' o antes de las Navidades de 1974, John, que hasta

11111 es había fumado de 60 a 70 cigarrillos diarios, dejópI" nto de fumar. No ha fumado ni un solo pitillo desde

11111 es, y le molesta el olor del tabaco. Elaine no habíallllldo nunca.Tanto John como Elaine piensan que la gente usa y

11 '\ de los médicos y de las medicinas. Ellos han dejadoI marlas completamente. Ni siquiera aspirinas. Sólo

111\ s tabletas de sales. Esto es todo.I'u den apreciarse otros pequeños cambios en John,IIn Andrew Collins. Uno de ellos es una personalidad

ruerte y una actitud más persuasiva. Por otra parte,hl\ vita todo impulso de gritarles a sus hijos, hablándo­

1'mpre suavemente.

11 l'I entorno de la pareja se produjeron, después del inci­1\1 " algunos sucesos de corte típicamente «keeliano»;di' ir, de los que gusta de reseñar el escritor norteame·111 John Keel, gran investigador de lo insólito. John y

1,,111' hablaron a Collins de extraños seguimientos a11 lita de tres automóviles, siempre los mismos; de laIpll' ta «vigilancia» a que se les .sometía desde otro coche¡lIcado frente a su casa; extrañas llamadas telefónicas,

11 C1,ue hubiese nadie al otro extremo de la línea; unapll" ción jadeante oída mientras Elaine hablaba con otralila por teléfono, como si alguien estuviese escuchando1I.\Inada, etc.'Ina noche no precisada de 1975 o 1976, Kevin asegura

111 vio a un «hombre» de pie junto a su cama, vestido deI IS . Recuerda que iba todo de blanco. No se acordaba

, 111. S detalles.

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Conocimientos ufológicos de la familia

John y Elaine, cuando eran novios, vieron un ovni deuna playa de Essex. En 1968, yendo e~ coche con otra,spersonas, John vio su segundo OVUl... que prov?cocolisión en cadena de varios coches en la autopI~ta

cuando varios automóviles se quedaron de pron~o sm luy con el motor parado, a consecuencia de~ posIble «efeEM» (electromagnético) causado por el ovm.

y poco antes del memorable incidente del.27 de ocbre de 1974, yendo John en su coche P?,r la ~sma Av .Road donde aquél se produjo, vio un aVlOn de lmea segwpor un enorme cilindro plateado mate. Natur~lmente,espocas «luces en el cielo» espolearon ~asta CIerto p~to

curiosidad de la familia por el tema. Sm emba:go, mn ,de sus miembros había leído libros sobre ovms o ~eno

nos relacionados con ellos, antes del incidente. VIeronprograma Out of this world (Fuera de este mun~~¿, psentado por la BBC por su primer canal de televlsIOn,mayo de 1976. Este programa mencionaba un encuenque tuvo lugar en Winchester poco antes, y u~a charlacargo de Charles Bowen, director de la FlYl~g. Sa~c

Review, en que éste relató el famoso c~so de An.t?mo VIIBoas. Ambos podían ser la fuente de mformac~on, aunqluego, al exponer detalladamente el caso AVIS, veremque esto es muy improbable. . . . , .

Unos cuantos años antes, la famIba tamblen .VIOprograma en el que se exponían las teorías d~ Ench ~

Daniken. En diversos momentos de la entrevls.ta, Collpreguntó a ambos cónyuges si conocían la Flymg .Sa~c

R · 1 BUFORA (British UFO Research AssoclatloeVlew, a Hill 1 uiel caso Adamski, el caso de Betty y Barney , o cua qotra publicación ufológica periódica.. A tod?, ello contesron negativamente. Collins sacó la Imp~es~on de que sconocimientos sobre el tema eran muy lImItados.

y con posterioridad a la entrevista, y hast~ la ~echa

la publicación de la misma (1978), John no habla leIdo nasobre ufología, salvo hojear algún número de la FSR, pede manera muy superficial.

126

regresión hipnótica apuntan hacia

11ft' las primeras entrevistas, Collins preguntó a laIn .,i habían tenido algún sueño raro o recurrente des.

IIc' u experiencia. Ambos respondieron afirmativa.l. ello dio a los investigadores los primeros atisbos

CIU' pudo haber ocurrido durante las tres horas «~pero. Tenemos aquí otro rasgo común con el incidente

,1111 declaró que recordaba algunos «tlashes» de sueños1.Iros. Lo primero que dijo es que recordaba que lo111 operando, o «algo parecido», unos «gnomos» o

p queños y. feos». Otro «tlash» que tuvo se referíalIi 'n que le tocaba las cicatrices del pecho y que letliversos tests.

lnlnc, por su parte, dijo que recordaba un «sueño,)lt' ~c veía tendida sobre una mesa plana y ancha, como

IIn quirófano. Se sentía incapaz de moverse ni de111. De pie junto a ella había una «persona» de pequeñaIIII'U cubierta por una bata blanca. Esto era todo cuantoIn l' 'cordar.

11) i¡p.portantes «destellos», junto con lo que sabían11 «viaje interrumpido» y de la niebla verde, indujeronIlíos y King a buscar el concurso de un hipnólogo,"" 'ctuar unas sesiones de regresión. Charles Bowen

, 1 su disposición el cuadro de asesores de la Flying,'r Review, entre los que figuraban varios médicos. EltiC} resultó ser el doctor Bernard E. Finch, que ejer.

In medicina general, quien se puso en contacto telefó.cun Collins para decirle que el hipnólogo sería el doc­

I.c' oard Wilder, un odontólogo y cirujano que durante1 • años había utilizado la hipnosis para investigar la11.lroación. El doctor Wilder había escrito un libro1I 'ste tema en colaboración con el parapsicólogo Peter"1 wood, titulado Lives to remember (Recordando otras

./ J, publicado por Robert Hale en 1975.( tI/lios se puso de acuerdo entonces con el doctor Wil­

1 pIra celebrar una sesión de hipnosis en la residenciaI ductor Finch, el sábado 25 de setiembre de 1977.

127

Page 75: Secuestrados por Extraterrestres - Antonio Ribera.pdf

129

IOsi , y durante las numerosas entrevistas que siguieron\1 '·llas.

~-SECUESTRADOS POR EXTRATERRESTRES

l' iones de hipnosis

IlIn te la primera entrevista sostenida con Collins y King,11 se mostró de acuerdo en dejarse hipnotizar, pues

Iba saber qué le había ocurrido durante aquellas tresl' perdidas. Prefería saberlo a sentirse intrigado durante~Io de su vida. Elaine, en cambio, dijo que no quería

111'1 '[se a hipnosis, pues en realidad lo que deseaba erahl.lr todo aquel asunto. Efectuar una regresión a Kevinha fuera de lugar, porque sus padres no querían que elo supiera lo que le había pasado, ya que ello podríaIIllatizarlo para el resto de su vida. Collins se mostróIrllente de acuerdo.

In total hubo tres sesiones, distribuidas a lo largo de111 's, John se presentó solo a las dos primeras sesiones,JI tercera asistió Elaine como observadora.',1 primera sesión tuvo lugar el domingo 25 de setiem­d' 1977. Cuando Collins pasó a recoger a John por su, ste estuvo a punto de hacerse atrás. Finalmente ac-

110 a acompañarlo a casa del doctor Finch. Allí se ha­h In presentes éste, el doctor Leonard Wilder Gordon

11 11 ton y sus respectivas esposas, más Barr,y King y,Illl'nlmente, los dos recién llegados, Collins y Johil Avis.dllctor Wilder empezó llevándose a John a una habita­

11 lel primer piso, para que le relatase todo el incidente.lo seguido se les reunió el resto del grupo. John fuellOLizado tres veces. En ninguna de ellas se le hizo «regre-

1 • El hipnólogo llevó a cabo por dos veces un ejercicioIl'vitación del brazo. El doctor Wilder terminó entoncesn;ión, .declarando que Johil era un eXicelente sujeto

IlIótico.unque no se le hizo a John una regresión, éste pareció

lII' lar algunas extrañas impresiones mientras se hallabaIII hipnosis. Dijo que veía un gran objeto azul de formaI IIlar con un revestimiento sobre el mismo, y dos brazos

11 piedras fuera de él. Tuvo también la impresión de ver1111 «caballero» (sic) con un tocado al estilo árabe y sos­11 endo una luz roja circular. Detrás del «árabe» se vis­IIl1braban unas montañas.

En cuanto al incidente en sí, lo recordó con más detalle.110 primero que se veía a sí mismo y a su familia yendo

La segunda entrevista

128

Tras la primera entrevista, quedaron muchas pregusin contestar y muchos cabos sueltos, y Andrew Caconsideró necesario celebrar otra entrevista con losantes de la sesión de hipnosis. Esta segunda entrevistcelebró el lunes 19 de setiembre. Después de repasarlo concerniente al viaje y la niebla, junto con otros puparticulares, Collins abordó de nuevo el tema de los suque habían tenido John y Elaine.

Ella dijo que a la sazón recordaba más cosas, ynifestó que se acordaba de haberse visto a sí misma, acpañada de John y Kevin, los tres de pie ante un automazul. Se encontraban los tres en una enorme habitade paredes curvadas, a lo largo de las cuales descenunas «vigas». El coche en cuestión se hallaba sobre

. plataforma, frente a la cual le pareció ver maquinaria,poco a la izquierda. Caminando alrededor de la maquinhabía varios hombres que llevaban trajes grises depieza, algo así como monos o buzos de trabajo. Recluego haberse trasladado a una pieza, donde estab«mesa de operaciones» que había descrito antes. Enhabitación estaba una «persona» pequeña y fea.

Cuando Collins se repuso de la sorpresa que le prodesta nueva y valiosa información «caída del cielo», pa Elaine que hiciese un dibujo de uno de los seresestaban cerca de la maquinaria, de la gran sala dondetaba el automóvil, y de la pieza de la mesa. Mientrasestaba dibujando al ser de la maquinaria, John, que hguardado ~ilencio hasta entonces, se arrodilló juntElaine y le dijo que no había dibujado bien los brazos ypiernas. Tomando entonces el lápiz, dibujó lo que él dque eran los brazos y las piernas correctos. Collins leguntó entonces cómo podía saber el aspecto que tenípersonaje de un sueño de Elaine, a lo que él contque, después de oír lo que había dicho ella, a él tambiéparecía recordar que había estado tendido en una «mde operaciones», con seres muy altos a su alrededor.cIaró también que estaba seguro de que le habían mosttodo el lugar, y de que le habían dicho muchas cosas.

Después de varias horas de paciente labor, Collinstuvo un relato bastante coherente de John y Elaine, acede todo cuanto podían recordar del sitio donde habíantado. Aun así, esto no fue más que una pequeña pde 10 que había de surgir a la luz durante las sesiones

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en el coche, y oyó decir a Kevin: «Hay hJmo.» Ento, Elaine dijo: «La radio se quema.» John añadió que, e

ces desconectó el aparato, y después de esto su mentcontraba un blanco. Otra impresión: él se encontrabel coche y percibía color verde a todo su alrededor: Lun rayo blanco atravesaba la niebla verde. Seguramesto ocurrió cuando el coche se encontraba ya' en eterior de la niebla.

Esto es todo cuanto se pudo recoger en la prisesión.

La segunda se celebró el 2 de octubre. John se mostmenos tenso que en la primera. A esta sesión asistitodos cuantos participaron en la primera, con la excepde Barry King. Después de poner a John en trancenótico, el doctor Wilde efectuó el acostumbrado ejerde levitación del brazo. Después de esto, regresó a Ja 'su infancia, haciéndole detenerse en los 13, los 11, 1y los 3 años de edad. Cada vez, la voz del sujeto sonmás infantil. Llevó entonces a John más allá de su prvida, haciéndole revivir un tiempo en que era otra persEllo hizo perfectamente, reviviendo una época del sigloDespués el doctor Wilder lo trajo de nuevo al presente,pidió que reviviera «... la experiencia que había tenido1974 cuando volvía en coche a casa con toda su famocasión en que encontraron una niebla». A continuasiguen unos extractos de la grabación que se hizo duraquella segunda sesión.

MÉDICO.-Hábleme ahora del coche y de 'la primeraperiencia que tuvo cuando vio la luz junto a la c'arretVe una luz baja... parece que los está siguiendo.

SUJETo.-Está sobre... no es más que una luz, a laquierda.

M.-Sí, hábleme de ella.S.-Estaba baja, era brillante y no de un solo colo

seguía al coche... y yo... yo... no podía verla, y sólo Elay el chico la vieron... moverse... cruzando enfrente, ytonces yo la vi claramente... y se movió hacia adelante erapidez, siguiendo la carretera, y... vi una luz, .pensé qera una luz, un farol (murmullos). Vino una luz... yhabía desconectado la radio y había una niebla espesamuy, muy espesa, y verde Lummy y... sin luces y sinruido... todo alrededor.

M.-¿Entró usted en la niebla, y entonces qué?S.-En una gran sala... un coche al fondo, y dije que 1

130

Ilr0lagonistas del, I Iln al lugar de la

I 11 gasto de 1981.1.. l'/lIosearch,1981.)

Mirando hacia el lugar donde estaba la niebla verde.(Foto. Parasearch ".1978.)

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niños... sí, los dos niños estaban bien.preocuparse.

M.-¿Puede usted describir a los seres?S.-Eran altos, y... y pacíficos.M.-¿Cómo era su traje?S.-De una pieza.M.-¿Color?S.-No... no parecía tener color.M.-¿Les vio el cabello?S.-No, no les vi el cabello, porque...

un verdugo.M.-¿Cuál era el color de su piel?

" S.-Muy... muy trans ... desvaído.M.-¿Color de los ojos?S.-Rosados.M.-¿Rosados?S.-Mucho.M.-¿Hablaban inglés?S.-No hablaban en in... no usaban palabras ... per

entendía lo que decían.M.-¿Cómo era el interior de este lugar donde

encontraba? Hábleme de él, descríbamelo.S.-Una gruta (¿?) sin luces, pero gris, y no muy

lIante... horrible, pero muy sedante, y no... ovalado.grande, sin puertas.

M.-¿Cómo se abrían las puertas?S.-Simplemente, estaban allí.M.-¿Había mobiliario?S.-No, no, sólo mesas.M.-¿y estaban hechas

¿Vidrio?S.-No, no, no, no eran blandas ni duras. Eran p

liares.M.-¿Y a usted, qué le pasa?S.-Ellus sólo... mueven una gruesa barra sobreM.-Descríbamela.S.-Era sólo una barra piana, de unos 30 pies de 1

(el sujeto quería decir 30 pulgadas = 75 cm), de 10gadas (25 cm) de ancho, no muy gruesa... y llena dejeros. Sólo la movieron por encima de mi cuerpo.

M.-¿Y qué pasó?S.-Vi. .. vibración.M.-¿Estaba esa barra conectada a alguna clase de

quinaria?S.-Sí. .. sí, encima.

132

M.-¿Encima? ¿Puede describirla?.-No era... no era muy grande... sólo un raíl... que

IIhía, no sé hasta dónde.M.-¿En algún momento en que estuvo allí dentro miró

I t'xterior por alguna ventana u orificio? '.-No, no, no había ventanas.

M.-¿Y en ~uanto a la respiración? ¿Puede respirar bien?.-En realIdad, no lo recuerdo... .

M.-¿Formuló preguntas?.-Les pregunté... de dónde venían y ellos me mostra­

111 ... un mapa que no era un mapa.M.-¿Qué quiere usted decir con eso?

.-Líneas, y cifras, y cosas.~.-¿Recuerda algo de lo que vio en el mapa? ¿Algu­lfra? ¿Alguna forma?.-No ci. .. formas curvadas y onduladas.

M.-¿Números?.-Peculiares, no como los nuestros.

M.-¿Le dijeron de dónde venían?.-Sólo recuerdo Fobos.

M.-¿Fobos? ¿Qué sabe usted sobre Fobos?S.-Es la primera vez... que oigo este nombre.M.-¿Qué cree usted que es Fobos?.-No lo sé.

M.-¿Les preguntó dónde estaba Fobos?.-Me enseñaron... ya sé... me enseñaron... cosas ...

lurno.M.-¿Le enseñaron cosas de Saturno?.-Es posible, y yo sé... y otros que conozco... describir

, . o menos dónde estaban;M.-¿Le dijeron que venían de Saturno?.-No, no, dijeron eso... para darme una idea de dónde

I n. Viajan muy de prisa no como nosotros admitimos ...1110 muy de prisa... casi instantáneamente.

M.-¿Y cómo lo hacen? ¿No se lo preguntó?.-Muy, muy... no puedo entenderlo. Tiene algo que

Ion... la conversión de partículas.M.-¿Hablaron de iones?.-Creo que sí, recuerdo iones ... electrones y otras

11 • Pero no me acuerdo.M.-Hábleme de ese ser pequeño que vio a bordo. Usted

.111 que era diferente de los otros. ¿Era el que mandaba?l) servía a los demás?

.-Servía, creo que éL .. ellos no parecían darse cuenta.11 :;u presencia. No, no le hacían el menor caso. :e.I no

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empleaba un lenguaje: lanzaba gorjeos, ruidos.ruidos agudos.

M.-¿Yesos seres tenían brazos y piernas?S.-No puedo acordarme... de cuáles.M.-Los altos.S.-Tenían brazos y piernas pero no parecían tener

ticulaciones ...M.-¿Puede seguirme hablando de

¿C;ómo iba vestido?. S.-Sólo con piel, aunque no era piel.

M.-¿Cómo era?S.-Como piel, pero no era piel... No puedo...M.-¿ Querría mencionar algo más acerca de lo

sucedió a bordo de esa nave?(En mi opinión, el médico comete aquí un error garr

fal, al inducir en la mente de John que ha estado a barde una nave, cosa que él no ha dicho en ningún mamenhasta entonces. :Éste e.s uno de los peligros de la regsión hipnótica, cuando no se practica con una asepsia metal absoluta. Si a partir de aquí el sujeto habla de «naextraterrestre», puede tratarse pura y simplemente de ucontaminación provocada por el hipnotizador.), S.-Ellos dicen que nos necesitan... como, huéspede

y ellos saben cómo, y... ayudan... y ellos (murmullos)ellos son nosotros.

M.-Ellos son nosotros. Hábleme más de eso. ¿CÓpueden ser ellos nosotros? ¿Entiende usted eso? Háblede ello.

S.-... No me dejarán. (John guarda entonces silenedurante más de un minuto.)

M.-¿Puede usted describirme ahora, John, lo que padespués de esta experiencia y cómo salió de la niebla?

S.-Recuerdo casa junto al bosque, y luego el cochesacudió... y todo fue normal. Pero nosotros estábamtodos muy asustados ... y nos fuimos en seguida a casGuardé el coche... entramos a los niños, tuvimos qllevar a Karen y Stuart desde... dormidos. Entré con Elne ... y dijimos que era muy tarde, no podíamos haber tadado tanto en volver a casa, y entonces telefoneamos ahora... Era muy tarde.. , la una y media.

M.-¿Y qué hora tenía que haber sido?S.-Las diez y media,.. Yo quería ver un programa

la tclc ... y lo perdí.M.-¿Qué programa era?

.-No me acuerdo. Una comedia, creo.

1'4

M.-¿A esa hora, cuando usted llegó a casa, recordabaq ti ' había pasado?• ,-No.M.-¿Cuándo empezó a recordar cosas?•,-No lo sé, creo que este año. No estoy seguro.

M.-¿Cuál es su interpretación de lo que sucedió? ¿Quéh lisa?

. '.-Demasiado largo.M.-¿Qué quiere usted decir con que es demasiado

'1 ()., .-(En voz muy baja.)-Tendría que escribirlo.M.-Muy bien. Ahora descanse, John, relájese.

Así concluyó aquella sesión. El doctor' Wilder sacó len­1I1('l1te a John de su estado de hipnosis. Aquella sesiónIt dtamente esclarecedora sobre lo sucedido, pero comoIl'mos más adelante, sólo representaba una pequeña

1111 'ión de lo que ocurrió a bordo de la supuesta nave.111111 ién se verá cómo el hipnotista interpreta mal a veces

lh 1'1' as cosas de las que dice el sujeto bajo hipnosis, sin,lIl!1l' de la transferencia de ideas que puede aportarle.ti q le dijo John acerca de la conversión de «partículas», 11 'rda extraordinariamente, en relación con el viaje espa­

1111, la teoría ummita de los ibozoo UU, que John no podíatillO cr de ninguna manera. Asimismo intrigante es la1"11 'ión de Pobos, y, como veremos más adelante en este

1111 0, la morfología de los ocupantes altos, lo mismo queti 'timenta, parecen muy similares a los descritos por el1.111 ido español Julio F. La frase «ellos son nosotros» se1I la también a muy variadas interpretaciones (por ejem­"1, Y sin que estemos postulando nada, la de que son

1I11",lros lejanos descendientes; es decir, «hombres del fu­111 ti», lo cual no excluye la hipótesis interplanetaria, por11 I parte). En esta frase se aprecia también una especie

1 ( rden posthipnótica» impuesta por sus captores a1II1II para que éste no hable del particular, lo cual se pone" Illanifiesto por su largo silencio.

I.a tercera sesión de hipnosis se realizó el domingo 16t. o tubre de 1977. En esta ocasión, John consiguió conven­• 1 U Elaine de que asistiese a ella como simple observa­

.1111 1. Asistieron todos cuantos habían estado presentes en la1 (¡n anterior, más Elaine, por supuesto, y Philip, el hijo

111 (; rdon Creighton.Inmediatamente el doctor Wilder puso manos a la obra

IIlllpeZÓ haciendo regresar a John a su infancia, detenién-

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dolo a las edades de lO, 6, 3 Y por último 1 año.entonces a John que volviera a una de sus vidas anteDespués de un falso inicio, John dijo que se acordcuando araba un campo en 1640 bajo el nombre dDayliss. Lo más sorprendente era que en ese mohablaba en un rudo dialecto del campo inglés.

Después de esto, John fue llevado de nuevo a 1974le pidió que reviviese de nuevo su encuentro con laverde. El respondió con un cambio espectacular dque volvió a ser la suya normal, con su típico acento 1nense. John se puso entonces a relatar lo que sucuando entraron en la niebla, que era lo mismo quedicho antes. Pero luego añadió que veía un rayo de luzatravesaba la niebla. Este rayo era de color blanco,instante siguiente se vio ascendiendo con esta luz. Altante siguiente se encontraban todos en una gran hación. John relató entonces cómo se lo llevaron parexaminado.

Collins preguntó entonces a John si ellos le habían dde dónde venían. Su respuesta fue: «Ellos dicen quserviría para nada (¿decirle de dónde venían?) y que sde dónde vienen no nos sería de ninguna ayuda.» Atinuación Collins le preguntó cuántos tipos de seres hen la nave. Damos a continuación la transcripción de pdel interrogatorio:

JOHN.-Una persona... y el examinador.A. COLLINS.- ¿El examinador? ¿PuedesJOHN.-Más pequeño que nosotros ...A. C.-¿Qué llevaba?JOHN.-No me acuerdo. Vestidos, no está claro...A. C.-¿Cómo era su cara?JOHN.-No muy agradable.A. C.-¿Tenía cabello o pelos?JOHN.-Pues ... sí, por supuesto.A. C.-¿Cómo eran sus ojos?JOHN.-Muy grandes.A. C.-¿Tenía boca?Jo H N.-Sí, pero no como la nuestra.A. C.-¿Qué hacía?JOHN.-Me examinaba... hacía funcionar la máquiA. C.-¿Te sacaron algo? ¿Piel? ¿Sangre? ¿Trozos

ropa? ¿Cabellos?Jo H N.-No recuerdo.

136

pllés de hacerle unas cuantas preguntas más sobre"'.' altos, John se dio cuenta de pronto de que no eraI(H' Wilder quien le interrogaba. Entonces el médico

11(1' explicarle que había otra persona presente queI1 hacer unas preguntas. Una vez explicado esto a

11, ( Ilins continuó.I preguntó de nuevo por los seres altos. Él dijo que

I 111, S altos que él, que le pasaban por lo menos una" (esto daría una estatura de unos 6 pies y 6 pulga­

I 1,'7 m). «No tienen boca... no la necesitan.» Pero,1111: "O no tienen boca visible.»ullins pidió entonces a John que describiese su sistema

1" pulsión. "Es muy complicado -repuso él-, perotlll'do las palabras ión magnético ... giran y crean...111 crean un ... bor... bor... »

.Un vórtice? -dijo Collins.:1, un vórtice -se apresuró a contestar él-o Crean un

1 ", para propulsión, y...Ile pués de unas cuantas preguntas más sobre la dispo­

IUII de la nave, Collins le preguntó cuánta gente habíaJllI'do, a lo que él contestó que creía que había más, pero

010 tuvo contacto con tres. No le dieron nombres,11 que esto no era necesario. De estos tres sólo uno se1l111lfiicó con John, contestando a todas las preguntas que11 le hizo. Collins hizo algunas preguntas acerca de los

lllpn. estelares y el motivo por el cual los escogieron parabducción. Cuando intervino el doctor Bernard E; Finch

111 preguntar. cuál era el propósito de su visita, John sel' 'uró a contestar:

No es visita, están aquí siempre.¿Pero por qué han venido aquí? -insistió el doctor

11 ·h.-Para observar y guíar... mediante la observación -fue

r spuesta.De nuevo se le formuló la pregunta de dónde venían,

1" r John también contestó de nuevo que ellos no tenían111" sidad de decirlo, añadiendo que no tenían necesidadIl\lllpoco de regresar al lugar de donde habían venido. Des­1'11 s de estas preguntas, las respuestas de John empezaron, hacerse cada vez más vagas y con largas pausas entre1'1' 'gunta Y respuesta; Collins le preguntó dónde estaban,

staban aquí todo el tiempo. John contestó que estabanl\ luí siempre. Y Collins volvió a preguntarle dónde.

-Tienen más de una base.-¿Dónde? -insistió Collins, pero no obtuvo respuesta.

137

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rojopardusc.oproful1do

uHidadIUWli~5a

<lzoloscuro

~ecciól1tral1sv'ersal

deuHidadlu~il105a

GOI1 l1uestraluz kal1dellevar visor

uHidad'~JUmi~osa

para v'isic:::l"1l1octur'1a

ojos l1egl'05Y COl1VeX05

cara recubiertapor u~a especiede piel COIf pelo

úle( superior

j~stru~eJitoparecido bl 1.,(aUl1rotut~"lo

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. , - espaldas cargadasrico o l1aYlz

traje °bata hlal1<A

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/~abombaWllblcolateral del ojo

Page 81: Secuestrados por Extraterrestres - Antonio Ribera.pdf

Después de esto, John ya no contestó a ninguna prmás. El doctor Wilder le preguntó qué le pasaba, perose encerró t:n el mutismo más completo. Sin dudapezaba aquí con un bloqueo posthipnótico imposibvencer.

El doctor Wilder lo fue sacando entonces poco ade su estado hipnótico, en el que John había permandurante un total de 55 minutos. Sus primeras palabrapués de la hipnosis, en confirmación de lo que todossumían, fueron de que durante los últimos minutohabían impedido decir nada. Dijo que era como si ano les importase que hablase de su experiencia hasta elpunto, pero había partes de la misma que caían dentesta «censura». Cuando le preguntaron cuáles eranpartes, contestó: «Cuando me preguntaron dónde estalas bases.»

Según comenta el doctor Wilder, las sesiones de hisis fueron valiosas porque iniciaron el proceso de libción de los recuerdos subconscientes de los testigos -pa que Elaine no quiso someterse jamás a hipnosis-, y peque éstos no fueron en ningún caso la principal fuenteinformación. Luego, en estado consciente, John recordamás cosas que se le hacían aparentes al leer sus proppalabras en hipnosis: éstas, en cierto modo, hacían«catalizador» o «desencadenante» de más recuerdos.

En las sesiones se contienen algunos datos verdademente intrigantes -e incluso reveladores- que concudan con otras informaciones que poseemos, procedentde fuentes muy distintas. Así, todo lo referente a las «bses», que como se verá luego, resulta que eran «submanas» y que estaban en zonas muy específicas. Asimismo, 1que los captores de John dijeron acerca de la propulsióde sus naves (la «conversión» o «inversión» de partícularecuerda estremecedoramente la teoría ummita sobre 1«inversión de los ibozoo uu, dato que muy raramente podíhaber llegado a conocimiento consciente de John (si bienmi serie de artículos sobre el «affaire» UMMO se publicóya en 1974 en la Flying Saucer Review). De la comparaciónde éste con otros casos similares, se puede sacar la conclu.sión de que: o bien existe una fabulación inconscientegeneral, o bien existe un nivel de tecnología casi comúnpara las civilizaciones galácticas que han alcanzado el viajeinterestelar. Extrapolando a partir de nuestra tecnología(cuyas realizaciones son casi idénticas para todas las nacio­nes terrestres: motor a reacción, electrónica, centrales nu·

140

Illolor-cohete, electricidad, etc.). podría existir unaI • •

lo 'I'OS tecnológicos comunes de un mvel supenorII las civilizaciones de la Galaxia. En el caso Bor-

10llisio Llanca) hallamos también algunos curiosos1I1111uitas»... sin que esto quiera decir necesaria­jll' lo sean, sino que podrían corresponder a este

h Illmilia» que presentarían todas las realizaciones yd\' omportamiento de las civilizaciones galácticas,

1 1111"10. Extrapolando hacia atrás, toda la tecnología11 ' parecida, asimismo, de la misma manera que 10

I I lIo10gía paleolítica, si aún queremos ir más lejos. Se\. I que yo llamaría «niveles de civilización», estandolo de acuerdo con la teoría de los niveles cósmicos\11. lula el académico soviético Nikolai Kardachev,

,fina extraordinariamente su postulación (que aquí,111 de espacio, no podemos resumir) .• 1 s «uránidas» (por emplear la bella expresión, des­

lIdamente hoy arrinconada, que en su día propuso el01" Hermann'Oberth) se moverían dentro de un mismo

I l' nológico: dominio de la gravedad; conversión de11l11culas atómicas para efectuar «cambios de marco.\.'ional» y viajes intersiderales por «atajos cósmicos»;

111 miento y utilización al máximo del «campo unificado>)Illliano como fuente motriz y para otras aplicaciones;

11 eniería genética avanzadísima; una moral pragmá­d' la que formaría parte un respeto casi total hacia

formas vivas e inteligentes; un común reconoci­11 t de la existencia de un Generador o Creador único;

".,'/ancia a bordo de la nave

1\ volvamos a los Avis, y a su alucinante experiencia.lontinuación voy a reproducir los relatos, por separado,

I ,John y Elaine, de su abducción, tal como se los contaronndy Collins a finales de 1977. Ambos relatos comienzan

11 Indo la «niebla verde» se cierra alrededor del automóvil.I llcipiaremos por la versión de John.

uando el coche se vio rodeado por la densa niebla, I'de, John vio una columna de luz blanca que atravesaba

In atmósfera verdosa. (Los haces de luz compacta y cohe­lI'nte, que abundan en la casuística ovni, son otro de losIn 'gos característicos de lo que hemos dado, e~ llan:ar1'cnología galáctica». Acaso no sean «luz fotomca» smo

141

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'. ~<O-"

. '.

?tra ~osa; ¿un ,campo magnético dirigido, se premgemero frances Jean Goupil?) A menos de dosfrente al coche, tenía un diámetro de alrededormetro. Empezó entonces a moverse hacia el vehícumentando de diámetro al propio tiempo. A los pogundos el «haz» o «columna» rodeó el coche y Johnque ascen?ían. Entonces se desmayó. '

Despues .de esto, su inmediato recuerdo es el sigue~taba de pIe en una especie de «balcón», con unadI1la frente a él, mirando a un gran automóvil azestaba en un nivel inferior (el coche de los AvisVauxhall Victor Estate blanco). Dentro del cochea un hombre con la cabeza caída sobre el volante'lado está una mujer con la cabeza echada hacia'Ambo.s parecen estar inconscientes. En la parte trasecoche se ven otros cuerpos por encima del asiento dtero. ~sos cuerpos parecen estar inconscientes tamJo.hn tIene la viva impresión de que se está viendomIsmo y a su familia. El automóvil parece hallarse eenorme «hangar» y él se encuentra en un balcón sita uno.s cuatro metros y medio sobre el suelo del «hanVe al coche de frente y a un ángulo aproximado dey a una distancia estimada de unos 15 o 18 m. Mienlo contempla, una especie de «rampa» o «panel» empa cerrarse frente al mismo, ocultándolo a su vista

De pie junto a John está Elaine, su mujer, y; pos!~:nte Kevm, aunque esto no puede asegurarlo. Ellos tbIen parecen estar mirando el coche. Detrás de Johnun ser alto, aproximadamente de unos dos metros. Aderecha de este. ~er advie~te el «tubo de aire» por' elcree que ascendlO a este mvel. Cómo lo sabe no está elpero está segu~o de qu~ es laque se empleó para subi~El «tubo de aIre» consIste en una luminosidad cilíndrque va del suelo al balcón. (Dionisia Llanca hablaría de«escalera de luz».)

Entonces Jo~~ y el ser alto se desplazan hacia la izquida de John (ale]andose de la columna luminosa) haciapar,ed en la, que no hay nada. De pronto, John siente qesta ascendIendo de nuevo, aparece un orificio y se ecuen~:a dentro de una habitación. John cree que sólo acendlO unos palmos. Al mirar al interior del habitáculouna mesa frente a él con luces encima. Entonces el salto toca a John en el hombro izquierdo, y John se devanece.

Al volver en sí, John se encuentra tendido sobre 1

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111 11< bía visto previamente. Sobre su cabeza y mo­'11 dirección a sus pies, ve una «barra» o aparato

I II vación» (scanner). Este aparato está a cosa de1Ill'1 ro por encima de él y se halla sostenido por

111111' circulares, una a cada lado de su cuerpo. Según1111, ' las varillas o soportes deben de correr por unas

IlIadas a ambos lados de la mesa. La barra es deIl'clangular y mide entre 75 cm y 1 metro; tiene casi

d\' ancho y casi 4 de grueso. Su parte inferior estáh I 1'1 por una especie de superficie reticulada, como11 ti, que emite un débil resplandor, Al scanner están

ti s cables, que ascienden hasta el techo, donded parecer conectados a una de las dos lámparas

IIlulares situadas sobre John. Estas lámparas midenIlIndamente 60 X 75 cm. Una de ellas está detrás de

I IH'za y puede moverse al extremo de un brazo exten­I Hljeto al techo. Es a ésta a la que se hallan conec­

I los cables,H ubarra» o scanner tarda aproximadamente un minuto

1"lwlr sobre el cuerpo, y al hacerlo John siente unaId n de calor y hormigueo en la región sobre la que

n 1I barra.11 "111 se da ·cuenta entonces de que hay tres de los seres

111 le pie a su derecha, y otros dos seres, pequeños y feos,11 Izquierda. Los pequeños parecen ser los «examinado­

a medida que la barra pasa sobre John, un examina-I ,plica un aparato parecido a una pluma a diversas par­

le su cuerpo. Este instrumento mide unos 20 cm, yIll' poco más de 1 cm de diámetro. En su extremidad111' una intensa luz blanca. Este «lápiz» está sujeto a un

Inlllbre o cable que desaparece por encima del borde de la11 n. Este instrumento ílo le llega a tocar la piel, sino que

mantiene a cosa de un centímetro de ella. También pro­tIl' 1 en John una sensación de hormigueo y calor.

I I (( examinadon>

1'1 «examinador» mide 1,20 metros y lleva una especie dehila blanca hasta el suelo, ·con mangas anchas y sueltas,11' ogidas.en los puños. No se le aprecia cuello. En realidad,p Irece ligeramente jorobado. Tiene un cabello castaño muyllllmarañado, o «pie!», que le recubre no sólo la cabeza sinolllnbién las manos. Sus ojos son grandes, oblicuos y trian­I ulares de forma. La nariz, de color marrón elaro, parece

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más bien un «pico». La boca es una simple rendij, tiene orejas puntiagudas, echadas hacia atrás. La

que sólo tienen cuatro dedos cada una, son grandlludas. Los dedos están terminados en largas uñasSe trata de un individuo de aspecto recio y caque camina desrnañadarnente. John le oyó lanzar dcuando unos gorjeos guturales. A pesar de suparece saber lo que hace, aunque se aparta cuaaproxima uno de los seres altos.

Los seres altos

Cuando la «barra» o scanner se detuvo finalmentextremo de la mesa, John pregunta a los seres altopuede levantarse.

-Sigue ahí un rato aún, pero puedes sentarte.John, estupefacto, se da cuenta de que esta ord

se ia han dado de palabra, sino mentalmente: ha recuna impresión mental según la cual esto es lo que 1dicho, en contestación a su pregunta.

Entonces se incorpora y se sienta sobre la mesa, dejcolgar las piernas a un lado. Siente las piernas débiltodo él se nota como sin fuerzas. Se da cuenta entoncesasombro que lleva un traje de una pieza igual al dseres altos. Le parece llevar «una segunda piel». Los «minadores» abandonan entonces la estancia.

Sentado, John puede ver mejor a los seres altoslugar donde se encuentra. Es una estancia de unos 6tras de largo por unos 3,60 m de ancho y 2,10 o 2,40 roalto. Es de forma ovalada. No se ven junturas en las pdes ni en el techo; tampoco hay ángulos vivos; todoperfectamente liso y suave, como el interior de una burbNo parece haber otro mobiliario fuera de la mesa ydos lámparas.

Los seres altos tienen una talla aproximada de un2 m aunque uno de ellos, el que John llama el «jefe» (tleader), parece tener unos 5 cm más que sus compañeroLlevan un traje de una sola pieza y sin costuras dematerial que parece lurex o fieltro sintético. Les cubre incluso manos y pies y forma una caperuza en la que estencerrada la cabeza. En la cara se aprecian dos ojos ligramente mayores que los nuestros, con iris rosados yesclerótica «color crema». No muestran una nariz o una

144Dibujo del ser o «vigilante»hecho por John en 19n.(Foto. Parasearch. 1978.)

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boca visibles, y John tiene la viva s.ensación de que aquseres llevan una máscara que les cubre la cara.

Por lo que John puede recordar, sólo tienen tres den cada mano, aunque esto puede ser un efecto produpor un guante semejante al de los esquiadores. La tlos seres es muy pálida, casi translúcida. Ninguno deparece tener articulaciones en piernas y brazos. A Jorecordaban «una muñeca hinchable». Cuando movíanbrazos, no se apreciaban codos en ellos. (Los .altosdel caso español de Pontejos,. en Santander, tampocotraban articulaciones apreciables.) Sin embargo, susmientas son airosGs, y no dan pasos largos al andar.

Después ,de sentarse en la mesa, John se puso a hacpreguntas, todas las cuales le fueron contestadas. De prles preguntó:

-¿Qué hacen ustedes cuando están fuera de la nave?-Usamos un visor -le contestaron.Mirando a su alrededor, John vio a uno de los S

altos sosteniendo un «visor». Es un aparato hemisfécon dos bandas para sujetarlo a la cabeza, una que la rohorizontalmente, y' otra que pasa por encima del aáJohn lo compara a la visera o máscara de un soldador.un color rojizo oscuro, cubriría por completo unanormal.

El más alto de los tres seres, que John considerajefe, es el único con el que tiene contacto directo durtodo el tiempo que dura su estancia a bordo de la nMientras le enseña el visor, este ser «dice»:

-Consideramos que el uso del visor no es muy atunado. En realidad, casi siempre vemos las cosas a trade vuestros propios ojos. Algunas veces no podemoscontrar unos ojos adecuados, y entonces us.amos el vispára adaptar vuestra luz a nuestro nervio óptico.

-¿Y qué ocurre de noche? -pregunta John.-Tenemos un adaptador que emite luz a fin de mejo

la visibilidad existente (o algo parecido fue lo que le diron, según John).

Y el «jefe» añade:-Esto cambia l~ impresión que las unidades estátic

de su planeta ven de nosotros. Las unidades estáticas shabitantes lineales de su planeta.

Naturalmente, esta jerigonza resultó inC0mprensibpara John.

Cuando John le preguntó por qué no había colores ennave, el «jefe» le contestó:

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I lira vosotros. no hay colores, pero para nosotros síhu . Debido a la estructura de nuestra unidad óptica,t 1I IS reaccionamos a la luz que recibimos de una ma­l! stinta a como lo hacen vuestros nervios ópticos. Las·

111'1 nes están controladas a nuestro favor y por estot tI) veis lo que·veis.

111 preguntó .entonces si le podían mostrar la nave, a lo1I captores respondieron afirmativamente. Se enc~,­

nm todos hacia la pared, en la que de pronto' apareclOujero ovalado, de más de 2. m de alto por uno de

ho. John y los tres seres se adentraron entonces por unlid le comunicación»,. que. recorrieron durante un corto1\0, para pasar luego a otra sala a través de ~na «puerta»

,1111'. Aquella pieza era de un tamaño pareCIdo a la «salaIl . nacimiento», y John creyó que se trataba de un11' de descanso, pues contenía algunas literas y ':lna

11 ndosada a una pared, sobre la cual vio algunas cajas.I/uron esta habitación sin.detenerse, para continuar por

11111 'lo «galería» de conexión. .Penetraron entonces en otra pieza, que John descnbe

11111 un <<laboratorio». Bregunta para qué sirve y le con­I \Il <<investigación». John les pregunta ~ntonces ~i tienen

I loscopios, y le.muestran una gran umdad o modulo enVO entro hay una consola. Sobre esta unidad hay unosIIl'I s cuadrados· y translúcidos. Uno de los tres seres11 • un frasco de vidrio lleno de un líquido en uno de losIll'lcs. El ser pasa sus manos sobre la unidad y otro1Il'1 cuadrado similar se desliza saliendo de la parte

"IIl'l'ior de la consola central, directamente sobre el frasc~1 vidrio. El ser toca entonces un:botón cuadrado que esta

11 II parte delantera del panel cuadrado superior, y un r~s-

11111 lar azulado aparece en'tre los dos paneles, .en cuyo m­I or se encuentra el frasco de vidrio.

S bre la consola central hay otro largo panel qu~ seI vnde a todo lo largo de la unidad. Y en éste, por enCIma

." I s dos paneles cuadrados, aparece un holograma am­1,llltlo del frasco. Tocando diversos lugares de~ panel supe­11111', el frasco puede ser visto desde cuatro an~los dlf~­1Illles. Le explican que este aparato cumple la D:llSma, mI-

111\ que nuestro microscopio, pero es muy supenor a este.I I unidad mide unos 3 m de largo por 1,20 de ancho y 1,20

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de alto. En esta sala hay otras unidades similares, jcon otros aparatos.

Sacan entonces a JoOO del laboratorio y lo llevan avés de otro túnel a otra habitación. En ésta hay cuseries de literas dispuestas formando un cuadrado.serie está compuesta de tres literas superpuestas. Lateras son ligeramente onduladas, recubiertas de un mateque parece ser gomaespuma y posee una cajita de 15de lado por unos 3 cm de fondo, con cuatro cuadrad!en su parte superior. Estas cajas quedan a la izquierdala persona que se tienda en la litera. JoOO cree que eslugar de reposo, y que las literas sirven para dormirrante los períodos de descanso. También se emplean c~o la nave navega por el espacio interplanetario.lItera posee su propia miniatmósfera, que se utiliza pcontrarrestar los virajes y las detenciones bruscos. (Pblemente, más que de atmósfera, habría que hablar ade campo gravitatorio propio para cada litera. TalJohn no entendió bien la explicación que le dieron«amigos».)

Abandonando el «dormitorio», se meten en otro túde conexión y pasan a otra cabina. Ésta, según recueJohn, contiene literas y posiblemente instrumentos. Salluego por. el lado opuesto de la pieza y ascienden port~?o vertIcal. (J~hn no explica cómo se hace esta opClOn: ¿por una SImple escalera de mano o por «antigraaad»?) Al instante siguiente, JoOO sale por el suelo degran sala. Inmediatamente se percata de que se trata de«cámara de mando». Vueltos de espaldas a él ve a otcuatro seres altos, sentados ante una unidad en formamedia luna. Los cuatro están muy ocupados, haciencorrer sus manos sobre los paneles que cubren la unidaA lo largo de las paredes hay diversas secciones con asitos. Tod?s estos asientos miran hacia las paredes, peJ000 esta seguro de que son todos ellos asientos giratorique pueden volverse hacia el centro en caso necesari(Ta.mpoco ?a John detalles sobre estos asientos, lo qsena muy mteresante para compararlos con los de otrocasos.)

Sus acompañantes llevan entonces a JoOO hacia una Utera, y le invitan a tenderse en ella. La litera es comodísimay le recuerda una gandula de las que sirven para tomar eso!. Está. recubierta de minúsculos cojines neumáticos~Ide caSI do.s metros de largo; es evidente que está des­tmada a algUIen de su talla. A unos 45 cm por encima de la

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de John hay un objeto discoidal de unos 40 cm de11'0, en cuyo interior se observan unos lados de as­xtraño, dispuestos en forma octogonal. Dicen enton­

, hn que observe una pantalla, y ante su asombro una11 bidimensional se proyecta en la pared frente a él.magen mide un metro y medio de ancho por unos

JI ·tros de alto. Durante los minutos siguientes le mues­por este procedimiento cientos de imágenes, planos,

I dibujos y gráficas, todo lo cual pasa como una111 Ión, impidiéndole fijarse en los detalles. El objetoI 'oía sobre su cabeza era una especie de altavozIlIpañamiento verbal» en sus propias palabras), que leIIna explicación completa de cada imagen proyectada.

lIi momento dado JOhn no pudo por menos de ex-r: «¡Esto va demasiado rápido!», a lo que le contes­; «No te preocupes: tu mente lo recordará todo.»

11 embargo, John no puede recordar gran cosa de loI mostraron, aunque sí recuerda algunos de los di­. Reconoció un mapa estelar de nuestro sistema solar1 imagen de Saturno, que reconoció «a causa de sus

111 ». Le mostraron también u:q.a sección transversal dev . y luego una sección de la misma en planta, y tam­una vista de ella desde el exterior. Asimismo, le mos­

111 varios «mapas estelares», consistentes en líneas que11 diversos puntos (recuérdese el mapa mostrado a

Iy Hill). Junto a los círculos vio extraños signos o

l' uerda que uno de los seres le hizo este comentario:lit' el diagrama que explica cómo funciona la cerra-I pero te falta la llave.» No le explicaron qué querían

111 'ar con esto. La otra cosa que recuerda John es, mientras le mostraban las imágenes, oyó repetidamen­I1 palabra «Fobos», aunque tampoco sabe a qué seI nn. (Cuando John contó esto a Collins, aún no sabía"'obos es el satélite menor del planeta Marte.)

1)' pués de más «conversación» y de pasarle más dia­111. s, JOhn fue conducido a una zona más oscura de la

I lIa de mandos. Una vez allí, volvieron a pedirle que" 1 e en determinada dirección (esta vez él se hallaba de) De pronto se formó ante él una escena, sin duda una

IllIn avanzada de holograma.Mientras John lo contempla, fascinado, sus acompa

lit· le dicen que así era su planeta últimamente, des­lh de haber sido destruido por la contaminación y otros,,( lemas naturales. Habían perdido sus dos soles y una

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de sus lunas por un mal aprovechamiento de los mNo le explicaron en qué consistía ese mal aprovecham

El holograma mostraba un complejo de conosy de aspecto metálico que salían del suelo (¿una ciual fondo se veían montañas. El cielo mostraba capdiversos colores y la atmósfera daba la sensaciónmuy densa y baja. Tenía tonalidades rojas, amarillasles y verdes. En primer plano y aparentemente muyde ellos se alzaba una figura de estatura media, cubieuna hopalanda con capucha. Su rostro era completahumano, si bien sus ojos eran rosados, y el ser ptener muchos años. La figura sostenía un objeto redque emitía un brillo ora rojo ora amarillo. Sus acñantes pidieron a John que tocase aquella bola, y élhizo. Una extraña sensación ascendió por su brazo.recuerda que le explicasen quién era aquel personaJqué significado tenía la bola, pero cree que signifidesaparición de la energía planetaria. John consideprivilegio que le dejasen ver lo que sin duda para ellalgo sagrado. Pero sí está seguro de que sus tres acoñantes no estaban de acuerdo acerca si debían mostráo no.)

Después de que John hubo tocado la bola, el «jefvolvió hacia él y le dijo que ya era hora de marcLuego le dijo que volverían a verse, y al instante siguiJohn se encontró dentro de su automóvil. Éste diobrusca sacudida, y se puso en marcha.

Esto es todo cuanto recuerda John acerca de su esten la nave. Más adelante comentaremos algunos datosle dieron sobre el sistema de propulsión de la nave, y ssus «bases» en la Tierra. En cuanto a Elaine, su relatmuy similar al de John, si bien ella recuerda claramque su hijo Kevin estaba con ellos en el «balcón». Esluego se resistió a que uno de los «examinadores» se lleal muchacho de su lado, cuando todos entraron en la «de reconocimiento». Por supuesto, Kevin no ha sidonotizado, por voluntad expresa de sus padres, y as1momento no conocemos su versión del suceso. Quizá edo sea mayor de edad, y por propia voluntad, desee ences ser sofronizado.

Elaine sufrió también un completo reconocimientosico por dos de los examinadores «monstruosos». Prestauna atención particular a su costado izquierdo, aproxida~ente en la región renal. Terminado el reconocimieny provista de una vestidura similar a la que llevaban

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IlId 's, una de ellas preguntó a Elaine, ya en otro lugarlIove, si le gustaría ver dónde ella (Elaine) vivía. Al

1 lar ésta afirmativamente, se abrió una ventana o unat \ n su derecha, por la que pudo ver el cielo estrellado.• I indicó una estrella, y le dijo que ella vivía allí.

I .1 rella» se fue haciendo mayor, hasta que Elaine la110 'ió: ¡era la Tierra!, con sus masas de nubes, sus. y sus continentes. La imagen siguió agrandándose,

11\ lue se distinguió claramente la Gran Bretaña. LuegoII \ ió el estuario del Támesis, y luego luces, casas y1 iluminadas. «Aquí es donde tú vives», le dijo el ser.1111' no sabía si era una imagen proyectada, o una vista\ I'lpica, o si efectivamente fueron desde el espacio hasta,..I.,ine también fue invitada a tenderse en un diván, para

1,' fuesen proyectadas imágenes en rapidísima sucesión.1111'1 Ilanda esto, dijo: «Era como si me metiesen de11' lodo el contenido de una enciclopedia en la ca­

11 .. » De todo ello, Elaine sólo recuerda claramente un1'" de nuestro sistema solar... con once planetas en vez111' nueve que conocemos ...l' IInbién mostraron a Elaine el holograma con el an­

110, la ciudad y la bola luminosa, y la invitaron igual­111 • a tocarla, mientras ellos le decían: «De aquí es delid . venimos -o vinimos-; ésta ·es la semilla de vida,I Ira pasado y vuestro futuro, nuestra existencia toda.Jlla esto de nosotros para ti, para tus hijos y para tus

lit' ¡antes.» Elaine recuerda haber visto a John y a KevinIIl1do también la bola, como hizo ella.El relato de John termina después del episodio del ho­1 IIna, pero el de Elaine -recuerdo aquí que éste fue

1 h por ella en estado vigil,· no en hipnosis como John,'1" ocurrió fue que las palabras de su marido actuaron1110 desencadenantes de sus recuerdos suprimidos- con-

11111. Elaine, por ejemplo, recuerda haber bebido un buen.11 de líquido de un bol que le presentaron. No recuerdaque era ni el sabor. Antes, uno de los seres le había

,h oír una música dulce y extraña; luego vio al coche, \' 'ndiendo por una rampa, con John a un lado del ve­lh 1110. Ella estaba al lado opuesto, acompañada por ell' l' '». Éste se llamaba Lyra, según le dijo el «músico».

'11 'Llanto al músico, su nombre era Ceres, según le dijoI 11.1 fe». A continuación vio cómo su marido se metía enI (' che -donde estaban ya los niños- y el vehículo se

1111 rió hacia una de las paredes del hangar, a través de la

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cual se «desmaterializó». Al notar su preocupación, eledijo a Elaine que ya los alcanzaría, como así fue.recuerda haber visto el coche correr por la carretera,los bosques. Entonces ella se metió «en marcha»vehículo, y cerró la puerta, 'observando al mismo tique la luz estaba encendida.

Se produjo entonces el retorno a la «normalidad»el lapso inexplicable de tres horas.

Información sobre la nave y las bases

Quien más información de carácter «técnico» recibióJoho. Así, por ejemplo, sus captores le dijeron que tun computador orgánico que controlaba la nave chacía falta. (Esto, en respuesta a una pregunta desobre si tenían computadores, que pareció hacerles mgracia.)

En cuanto a la comunicación, para efectuarla contros ellos utilizan nuestras propias palabras, que caen nuestra mente. Entre ellos, la comunicación no essino telepática a un nivel avanzadísimo. Esto les peintercambiar el equivalente a mil fonemas en una fracde segundo.

Cuando se establece contacto con un ser humanocerebro es sondeado para ver si habrá aceptación aemocional. Entonces le proyectan la imagen que considmás adecuada a su nivel mental y emocional. Despésta se convierte en la imagen-guía, a la que hay quenerse en lo sucesivo.

En cuanto a los «examinadores» (Elaine cree recoque los seres altos se referían a ellos por un nombre ctivo: los «Sebatin» o algo parecido), y respondiendopregunta de Joho sobre quiénes eran y por qué erandiferentes, le respondieron: «Como vosotros, ellostambién de un diferente período temporal.» Y cuElaine se manifestó asustada por su aspecto repelent I

dijeron: «No te preocupes: ~llos tienen más miedo dque tú de ellos.» A John le dio la impresión de que«feos» eran simples estudiantes o aprendices, especialdos en medicina y en labores más o menos serviles. Bseguro de que proceden de un planeta distinto al de«altos»,

En cuanto al interior de la nave, estaba todo él baftaen una luz grisácea-blanquecina, uniforme. El material

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I ,redes parecía ser una curiosa mezcla de metal yI l' (probablemente no era ninguna de ambas cosas).

I s detalles coinciden notablemente con las descrip­dadas por Julio F. (ver más adelante) que, por su-

lo, desconocía por completo el caso Aveley.1\ uanto a la propulsión de la nave, ésta disponía de1 temas: propulsión iónica para los viajes por el espa-

propulsión magnética para el interior de la atmós­d un planeta. La nave se halla rodeada por un campo

11 ~tico, hoy más reducido que en otros tiempos. Antes,ampo había causado muchos accidentes involunta­n las cercanías de la nave. El campo magnético puede

Ilmbién canalizado, convirtiéndose así en un armalosísima, similar a la luz canalizada de los rayos laser.

han empleado este arma para destruir misiles yI 'r ataques.

le potente campo magnético que emplean les sirve111 n para efectuar una distorsión óptica, cuando lo1\ necesario, e incluso para hacerse invisibles. Asimis­

I para proyectar falsas imágenes holográficas inmate­I a un punto determinado.IIn cuanto a sus bases, durante la tercera sesión de hip­I Collins preguntó a John de dónde venían aquellos

. Su respuesta (desconcertante) fue: «Están siemprel.~ Agregó entonces que tienen más de una base per­1I,·nte. Al preguntarle dónde, se produjo un bloqueo total.h IInente le dijeron que tienen bases en nuestros mares'1 nos, en las zonas que nosotros llamamos «triángu­

,1 Estas bases están ocultas bajo el mar y casi todos1110vimientos se efectúan bajo el agua. Sólo emergen al

11 Irse cerca de la costa.

, a todas las lagunas que aún presenta, el caso Avis11110 de los casos de abducción mejor estudiados. Creo

11 :ólo le va a la zaga al español de Julio F., que másI Imte expondremos y que presenta notables semejanzas111 1 caso inglés. Kevin, con el que Collins sólo pudo

111 r dos veces, no recuerda gran cosa del incidente (pero

j Véase mi libro Los doce tridngu10s de 1a muerte (A.T.E., Bar~111111\. 1978), donde examino en detalle esta posibilidad. Asimismo, mi11111110 ¿Bases submarinCl81, en E1 Gran Enigma de 108 P.V., Plaza &U g, S. A.

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recuerda algo). Sus recuerdos conscientes se limitan aascendido hacia arriba, ya en el interior de la niebla vEs curioso que un día, volviéndose hacia su padre, di«Me dieron una serie de cosas que hacer para cuandmayor, pero no recuerdo ni una.» En cuanto a los dospequeños, parece ser que permanecieron dormidoscoche durante todo el tiempo que duró la abducción.

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7. FORTUNATO ZANFRETTA:EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE INVIERNO

'IS de Fortunato Zanfretta fue publicado por primera"11 la revista Notiziario UFO, que dirige mi buen amigo

,Inetor Roberto Pinotti, asimismo presidente del CUN1111' Ufologico Nazionale, antes Centro Unico Nazio-

1) le Italia, con sede ,en Florencia. Apareció en el nú­10 le marzo de 1979 de la publicación citada, que es al

1lit tiempo órgano oficial del CUNo Más tarde, el artícu­'scrito por Luciano Boccone- fue publicado íntegra­

111' en el número de junio de 1980 de la Flying Saucerl' ,'H! inglesa, en una cuidada traducción -como todas

lIyas- del gran lingüista y ufólogo Gordon W. Creigh­I También se reprodujo en el n.O 3 de la excelente re­111 ontactos Extraterrestres, que dirige Enrique de Vi­

1Ih',1.. las eran mis fuentes para exponer el caso del guardalllmo Fortunato Zanfretta, mediante una paráfrasis del

111 de Boccone.J).[ caso se ocupó también -brevemente- la revistaIIr 'sa Ouranos, que dirige Pierre Delval, en su númerol' 'ro vayamos a la exposición de los hechos. Durante

.1" 1 último trimestre del año 1978, pero especialmenteI 1'1 curso del mes de diciembre y a comienzos del mes

,'llera de 1979, Italia conoció lo que pudiéramos llamar111 11 'bre de los ovni»: no pasaba casi ni un día 'Sin que se

11 liase la presencia de un ovni sobre la península italiana;I taba viviendo un verdadero «flap» u oleada local.l. más interesante -y, por qué no, inquietante- es

¡tll 'ntre todo este cúmulo de observaciones, se hallabanI,llnos casos de seres de gran talla, de ,aspecto horripi­

11111 " «satánico» pudiéramos decir. Entre todos estos casos

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de «encuentro cercano» con seres al parecer no humel más importante es el que a continuación vamos atar... porque además es sin duda alguna un caso de abción, o de lapso temporal «perdido», si se desea ser«aséptico».

El alucinante episodio tuvo lugar durante la noche6 al 7 de diciembre de 1978, en Marzano, un puebloximo a Torriglia,en la provincia de Génova (Liguria)involuntario protagonista del mismo fue Fortunatofretta (no demasiado fortunato, como veremos), daños a la sazón, casado y con dos hijos, que ejercíaguarda nocturno para la cooperativa de Valbisagno. etodas las noches, efectuaba una ronda de vigilancia elas numerosas villas y chalets esparcidos por la munilidad de Torriglia, que sólo suelen estar ocupados duel verano. Zanfretta iba al volante de un Fiat 126, propide la cooperativa y provisto de una radio que le percomunicarse con la oficina central de Génova.

Era casi medianoche, hacía bastante frío, el cielo esclaro y despejado, y la visibilidad era excelente. Racnorte, en dirección a Pentema, se veía el resplandor dgran incendio. Zanfretta cruzó la población de Marzase dirigió hacia la última de las villas estivales, que IIba el nombre de Casa Nostra. Súbitamente, cuando a'encontraba a unos cien metros de la villa, y despuésuna curva de la carretera, distinguió cuatro luces b1a(que a él le parecieron «de pilas»), dispuestas en un tgula y que se desplazaban horizontalmente a cosa demetro sobre el suelo, por frente de la fachada de laque miraba al sudeste. Detuvo el coche inmediatamense apeó para ver mejor lo que pasaba.

Creyendo que se podía tratar de uno de los frecuecasos de robo con escalo tan frecuentes en aquella unización, paró el motor y se dispuso a llamar a la oficentral para informarles sobre lo que había visto y so10 que se proponía hacer. Sin embargo, lo único que esiguió fue captar la señal de llamada de uno de sus cpañeros: «¡Aquí Canguro!» Consultó maquinalmentereloj. Eran exactamente las 11 horas y 45 minutos. Sitratando de establecer contacto por radio, hasta quepronto se dio cuenta que su aparato había cesado decionar. Acto seguido, y sin ningún motivo aparente,faros del coche, que estaban encendidos hasta aquelmento, se apagaron, así como las luces del tab'lero y la 1interior del automóvil. Sorprendido, aunque aún no pre

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dll, resolvió ir primero a inspeccionar la villa, y luegoI 'r a ver qué pasaba con el sistema eléctrico del Fiat.I (, entonces su lámpara eléctrica, y comprobó que se

tI "ndía y se apagaba perfectamente. Cerró la portezuela1 'oche, echando el seguro, encendió la lámpara y se

11 ,minó hacia la villa, decidido a enfrentarse con los pre­IIllos ladrones.

I l:corrió en un santiamén los cien metros que le sepa­IlIIn de la casa, sin apartar sus ojos ni un momento de

luces misteriosas. A la sazón se hallaba ya plenamenteIlIv'ncido de que una banda estaba desvalijando a con­I 11 'ia la villa, pese a que a su alrededor reinaba el silen­11 más absoluto. A los pocos instantes se hallaba Zan-

Itt\ ante la puerta exterior de la villa: una puerta delid 'ra y pintada de blanco, de unos 80 cm de altura, y queda juego con la cerca que rodeaba el edificio. Las luces11 ~eguían allí, claramente visibles, a unos quince metrosdistancia de donde él se encontraba. Continuaban mo-

h 1I lose, pero no parecía haber allí alma viviente. Tampocoora absolutamente nada. Zanfretta se detuvo momen­

Ilt'umente y luego encendió su lámpara, dirigiendo suyo directamente a la puerta. Vio entonces que su batientelI\1icrdo estaba cerrado, mientras que el derecho estabahh'rto hacia dentro. Asestó luego el rayo de luz de laIIlpara hacia la puerta delantera de la villa, que estaba\111 s diez metros de allí y un poco a su derecha, obser·IIdo que estaba abierta de par en par. Esto disipó sus

Illlnas dudas: en la casa habían entrado ladrones. ApagóIIlllnces la lámpara y desenfundó su pistola. Pero seguía111 poderse explicar satisfactoriamente el extraño com­111 Iamiento de aquellas luces errantes.

I fasta que de pronto las cuatro luces empezaron a mo­I 'rápidamente hacia él, pasando frente al 'lugar dondeI,ba, de izquierda a derecha, para desaparecer poco

1 p,ués tras el ángulo norte de la casa. Llevado por unIlIpulso instintivo, Fortunato se dirigió valerosamente

Inda el ángulo sur de la vivienda, ,con la idea de «sorpren­I 1I $ cuando apareciesen por allí, después de rodear la,. l».

I;legó a los pocos momentos al ángulo sur, decidido apostarse allí al acecho. Se recostó en la tubería de desa­1\ , con la pistola en la diestra y la lámpara en la mano

1''1l1ierda, junto a un rosal que allí crecía adosado a la1'111" 1. Atisbó por la esquina de la casa tratando de ver las

111' $», o de comprobar con cuántos delincuentes tendría

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que enfrentarse, pero de pronto notó un_amplio,. sólidtremendo empujón por la espalda ... un empujón explicapero totalmente distinto del que le hubieran dado umanos humanas. Trastabilló y cayó de bruces. sobrecésped. La lámpara se le escapó de la mano, y, al choecon el suelo, se encendió.

Lo primero que pensó Fortunato fue que los ladrohabían invertido las tornas, y, de cazador, se había evertido en cazado... Lo que pasó a partir de entonesucedió en cuestión de segundos. Aun tendido en elsueagarró la lámpara, que había caído a su lado. Volviéndcon rapidez, asestó el rayo de luz hacia arriba, a la altaproximada de un h0mbre. Al darse la vuelta, la visera degorra chocó con «algo» que quedó iluminado por la luzsu lámpara: era como una masa de gruesos tubos horiztales de color gris oscuro, puestos uno encima del oty que él tenía tan sólo a unos centímetros de su caMientras se levantaba trabajosamente del suelo, tratóver la «cara» de «aquello», que él aún seguía creyendotrataba de un ladrón, y para ello dirigió más arriba el rade la lámpara, hacia donde creía que se hallaba la cabepero en aquel punto siguió viendo 'más «tubos» grisácepor 10 que siguió alzando el rayo de luz, hasta que,llegar a una altura de tres metros, aproximadamente, V

por fin la «cara» del intruso ... si es .que cara podía llamse: era una cabezota de color verde oscuro, de unos sesencentímetros de ancho y con dos enormes y terroríficos ojtriangulares, que despedían una 'luminpsidad amarillencon sus comisuras exteriores inclinadas hacia arriba. Enparte inferior de la frente vio también algo indefiniblque también irradiaba una luminosidad amarilla, y qparecía un ojo, dominado por unas enormes arrugas irrguIares (véase pág. 161). La cabeza tenía también a amblados unos grandes «pinchos» puntiagudos a modo de ebellos, y, frente a ellos, 10 que parecían ser unas «orejapuntiagudas, o unos «cuernos», levantados hacia arriba.

Llegados aquí, hagamos una pequeña pausa para efetuar dos comparaciones. La primera, con el «monstruoSutton», visto por varias personas en setiembre de 19en la población de aquel nombre del.estado de Virginia,los Estados Unidos. Se trataba también de un ser de tI'metros de alto, y de características similares al que viopobre Zanfretta. La segunda comparación... la tenemos eel .capítulo anterior: ¡es el ,«examinador» del caso Avele

. Si bien de estatura más reducida y comportamiento m

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Ivl'lizado», el '«memstruito» parece ser el hermano menorI que dio -tan· tremendo susto al infortunado Fortunato.1\ 'lusión: no sabemos apenas nada. Pero sigamos rela-IIdo los hechos, según la versión de los mismos que nosI,uciano Boccone.El vigilante noctumosólo tuvo un breve atisbo de la

11' nda .carota, pues a los pocos segundo.s el monstruosoI se desvaneció... Aturdido, horrorizado y asustado porl' pantosa catadura y la inquisitiva mirada del ser, For-

IlInto salió disparado hacia la puerta de la villa, saliendoI1 ella a la carretera. Mientras corría desesperadamente<la su automóvil, que no estaba lejos, empezó a oír un1 ntísimo silbido, seg\lido, insoportable, como el queoduciría una centrifugadora al acelerar. El silbido estabaoll1pañado de una espantosa ola de calor.Fortunato se detuvo, dio media vuelta y miró hacia

11' , en dirección a la villa, de donde parecía venir elIhldo, esperando ver algo que le pudiera explicar aquella

ndilla que muy a pesar suyo estaba viviendo; algo queIldiera tranquilizarle en cierto modo... Pero 10 que vio le

11. tó aún más de lo que estaba: sobre la villa, recortán­nítida y claramente sobre el fondo oscuro del cielo,

o el perfil de la parte superior de un. gran triánguloIllnado, una especie de «sombrero chino» cuy,a. base pa­1 lu estar oculta por- un enorme resplandor, una luz viví­lila y cegadora, tan brillante que tuvo que levantar elIn1.O para protegerse 10s.ojos.. En aquel brevísimo instantelo amo e~ deslumbrador brillo blanco se extendía más11 de. los lados norte y sur de la casa, para salir luegoI parado hacia el cielo como una flecha. Medio asfixiado01' el tremendo calor que irradiaba el objeto.y muerto'I miedo, echó a correr presa de un pánico. cerval en di­

1 'ión a Marzano, hacia el lugar donde estaba su coche yradio...Llegó sin aliento junto al Fiat 126, y sin detenerse a

11 -al' cómo era que los faros estaban entonces nueva­IIcmte encendidos, y por qué todos los circuitos eléctricosI loche volvían a funcionar normalmente, hizo una deses­

1" I'(\da llamada a la oficina y dio la alarma, gritando por1 micrófono, en el paroxismo del terror: «¡Mamma mía...

ti" feos son... son ·horrendos... no son hombres... no sonhOll1bres!» Éstas fueron las palabras que escuchó su com­JIu ro .que estaba de turno en la estación de radio; Inme­.1 nlamente después de esto, mientras otro compañero hacía11lll1entarios irónicos acerca de este desesperado mensaje,

1,:

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Zanfretta sintió que se le doblaban las rodillas y que ia perder el conocimiento. Exhausto, se desplomó en el sual lado del coche. Eran las Ohoras y 16 minutos del juev7 de diciembre de 1978. El vigilante nocturno había tardauna media hora en recorrer la distancia de 100 m que hadesde su coche a la villa, y regreso.

Había de transcurrir casi otra hora entre el momenen que sufrió el «desvanecimiento» y el que volvió a ablos ojos, tendido de bruces y con un calor espantoso, enlado sudeste de la ·villa. Fue entonces cuando vio los fadel coche que traía a dos de sus compañeros que acudíen su socorro ... Imaginándose sin embargo que iba a sufuna repetición de su espantosa experiencia, empuñópistola y se aprestó a defenderse. Pero en realidad habítranscurrido cincuenta minutos desde que se había «dmayado»; Era entonces exactamente la 1 y 6 minutosla madrugada.

A sus compañeros les costó lo suyo calmar a Zanfrey conseguir que razonase, asegurándole que su pesadihabía terminado. El lugar donde le encontraron, tembroso, aterrorizado, presa de una agitación indecible yuna desmoralización enorme, se encontraba a unos 80 msitio donde había dejado el Fiat 126. Zanfretta era incapde explicar por qué se encontraba allí, ni recordaba ablutamente nada de lo que pudiera haberle ocurrido enlas O horas 16 minutos y aquel momento. Faltaban ecuenta minutos de su memoria, de los cuales no recorba absolutamente nada, del mismo modo como no recdaba el tiempo que había tar.dado en recorrer los 100 m qhabía del coche a la villa y en recorrer luego a la inveraquella misma distancia.

Si bien la puerta del coche se encontró abierta, y 1faros y las luces interiores del tablero estaban todas ecendidas, y del mismo modo que la radio estaba conectadla puerta del jardín de la villa y la puerta de entrada amisma se encontraron perfectamente cerradas, ·contrarimente a lo que había afirmado Zanfretta. y en el interide la casa nada faltaba ... a diferencia de lo que ocurrió almismo un año antes, en que no sólo la puerta sino tambiéla pared delantera fueron violentadas, si bien lo único qu'lbs «fadrones» se llevaron consistía en tres ejemplaressecados de animales completamente comunes (¿!). Estrobo fue debidamente denunciado a los Carabinieri dTorriglia, quienes hicieron una investigación, sin ning'resultado positivo. A consecuencia de este robo complet

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raquis del gigantesco ser, de aspecto demoníaco,

que secuestró a zanfretta,hecho por él mismo tras

su experiencia. /

11 construcción del giganteverde de ojos rojos

triangulares, basada en elcroquis suministrado por

, Ilfretta a los investigadores.

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mente atípico (y verdaderamente bochornoso para cuquier ladrón honrado, teniendo en. cuenta que en la v·había objetos de gran valor, que los cacos -si es que est«cacos» eran de este mundo, que lo dudo- no se llevaroel propietario de Casa Nostra decidió prescindir deservicios de la Cooperativa de Valbisagno.

En el anchuroso prado situado al sudeste de la villa,el lugar donde Zanfretta recuperó el conocimiento, secontró una huella oscura en forma de herradura, de 15de ancho, con un diámetro mínimo de unos 2,50 m ydiámetro máximo de 8 m. Esta huella fue fotografiadapelícula pancromática y fla~h por Luciano Zeggio, reptero gráfico de La Gazzetta del Lunedi, en la tarde delbado día 9 de diciembre.

Durante el examen del lugar efectuado el jueves 7diciembre por los carabineros y los compañeros de Zfretta, se descubrió también una huella en forma de hedura, como la anterior, de un diámetro máximo de unosmetros. Se descubrió asimismo la presencia de una ligradiactividad en el lugar, correspondiente en promedi0,25 mR/h, ubicada en el ángulo oeste de la casa, o Shacia el sitio donde el testigo aseguró haber visto el trigulo luminoso elevándose hacia el cielo.

La presencia de un objeto u objetos luminosos sobrecielo de Marzano la noche del 6 al 7 de diciembre, parconfirmada por lo que declararon diversos testigos a .periodistas Rino di Stefano y Luciano Zeggio, de La Gazzedel Lunedi ambos. Estos testigos no se conocían entre síse habían puesto previamente de acuerdo.

Regresión hipnótica de Zanfretta

Fortunato Zanfretta accedió de buen grado a sometersuna sesión de hipnosis, pues él era el primero en sencuriosidad acerca de lo que le pudo haber ocurrido durlos minutos «perdidos». Se encargó de sofronizarlomédico-cirujano doctor Mauro Moretti, un especialistala hipnosis médica. La primera sesión de regresiónnótica se celebró el sábado, 23 de diciembre, y a ella astieron el psicoanalista f\. Massa, el hipnólogo G. Cesari,médico doctor Ferraro, el periodista R. Di Stefano, elniente G. Cassiba y el investigador Luciano Boccone.

Los resultados de esta primera sesión de hipnosis Svieron para confirmar las primeras impresiones de sin

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Ind comenta Boccone. Zarrfretta describió su experiencia11 detalle, dando muestras de gran emoción e incluso1101' -que no se puede fingir bajo hipnosis, como sabe-

y manifestando de forma física sus reacciones; ElloIlIlitió llenar las lagunas temporales existentes en su es­lo vigilo Así, los investigadores averiguaron que aquellos

11., monstruosos llevaron a Zanfretta a «alguna parte»,lid lo sometieron a diversas manipulaciones: ·10 coloca-11 bajo la acción de una «luz cegadora»; le pusieronIfo» (tal vez un casco, como en el caso, que veremos, deh 'douro, en la cabeza); y le hicieron experimentar un101' insoportable».T 'rminamos esta parte con la transcripción de la en­¡sta que sostuvo Zanfretta con Bocco~e, y que ést:

"Iica en su artículo dtado. Esta entrevLSta se celebroo después del suces~ .I'REGuNTA.-Esfuércese por darnos una buena descrIp­

11 de aquel ser...I nSPuEsTA.-No, espere, no... tengo dolor de cabeza...

11' dos días que no consigo dormir...I'.-¿Pero tenía brazos?l.-No recuerdo... Mire, lo único que recuerdo es la

IIIID. ... es decir, las cuatro o cinco veces que me he des­I lado aterrorizado, en casa, la forma de cómo puedoIInlo'visto, o sea, una cara grande y espinosa.I'.-¿Y ruidos?l.-Sólo aquel silbido, cuando partió. Pero no entieIl;~o

c1l: la grava. Cuando uno anda por la grava: la oye, cruJ~r,10 yo no oí nada. Lo oí cuando ya lo tema detras ffilO,

11 (' rca que al volverme, ·le di con la cabeza..., ,I .-¿Y después que usted lo hubo tocado, que paso?l.-Nada, no recuerdo pada...I'.-Usted apenas tuvo tiempo de ilumínarlo con la lám-

111, Yentonces... ,l.-Vi la cara, aquella cosa enorme, y algo aSI c?mo un

1011 o grueso, muy ancho ... una masa de carne grIS, oscu­cuando vi la cara quedé aterrorizado, no podía mo­

'1 111 , con la pistola en la mano, la lámpara en la otra...11 • ~ por cuánto tiempo... . , .

P.-¿Una masa de carne en qué sentIdo? ¿PareCIa lIsa11l0?

R.-Tenía ondulaciones ... era como ver el busto de un~

11 , ... na gorda inclinada, que se al.za, y desciende,. y aSI1U'I'sivamente. Eran comO ondulaCIOnes, en una palabra.

P.-¿Como el «hombre Michelín»?

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R.-¡Claro, eso mismo! Sí, sí, algo parecido. Gris oseP.-¿Y al tacto, cómo era? ¿Qué notó al darse contr

de cabeza? ¿Era blando, o duro?R.-Oiga, lo golpeé con fuerza, pero fue sólo un

gundo.P.-¿Algún olor?R.-No, no recuerdo ninguno.P.-Ahora, aparte del dolor de cabeza, causado tal

por el cansancio y el stress, ¿ha tenido trastornos físide algún tipo?

R.-Comó le he dicho, es sólo cuando me vaya darHace dos días que me vaya dormir por la tarde; dueuna hora y basta. Siempre vuelvo a ver esa escena...

P.-¿Pero continúa normalmente su trabajo?R.-He pedido yo de continuar; si me quedo en casa,

peor.P.-¿Las luces las ha visto alguien más?R.-Las luces fueron vistas por dos personas hacia

I veintiuna; vieron una especie de triángulo...P.-¿Hacia las veintiuna?R.-Sí, desde un sitio situado a algunos

allí, en dirección precisamente a Marzano.

Los ocupantes de ovnis comparados por ,los testigo«hombres» u «hombrecitos Michelín» son relativameabundantes en la casuística mundial de aterrizajes ycuentros cercanos del tercer tipo. Recordamos ahoracaso de la Plaine des Cafres (Isla de la 'Reunión) y elpañol de Jerez de la Frontera (publicado en el n.O 40, j1980, de Stendek), que tuvo lugar en 1960. El testigo,Miguel Timermans Ceballos, marchaba en motocicleta auna del mediodía cerca de Jerez, por la carretera queArcos de la Frontera y El Bosque, cuando vio a unenorme, de unos dos metros o más, de color rojo y qtenía el aspecto del «hombre-anuncio Michelín». Posterimente, a este humanoide se le unió otro de característiidénticas, pero que mediría tan sólo 1,20 m. El señormermans me abordó al fin de una conferencia sobre ovque pronuncié en Jerez, y así vine en conocimiento de ecurioso caso, que ofrece todas las garantías de fiabilidapor las características del testigo, homqre maduro y matro nacional de profesión.

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I I11Ó mucho la atención a los investigadores reunidos en111 a Zanfretta el sábado 23 de diciembre, que éste dijerap'lidamente, bajo hipnosis, la frase «regresaremos pron­• lo que hacía pensar que el ser o los seres que lo ab~,:­

1011, se proponían tener un segundo encuentro con el VIgI­111' nocturno.

Pues bien: parece ser que este «segundo encuentro»I u lugar la noche del miércoles 27 de diciembre de aqu~l

11 1110 año 1978. El mismo tuvo lugar poco antes de Torn­11, mientras Zanfretta hacía su ronda habitual, esta vez~ lante de un Fiat 127 azul de la Cooperativa de Val­I no.I a experiencia fue muy similar a la primera, según se

dll e de la transcripción de la sesión de hipnosis a que1I1111nato Zanfretta fue sometido por el doctor Moretti el1I111ingo 7 de enero de 1979. Los «repugnantes seres verdes,Ito' y monstruosos», con <<los ojos amarillos... triangula-

... y venas rojas ... sobre la cabeza... y e~~ina~.... a losdos de la cara... », sometieron a Zanfretta a mIl veJaCIOnes,II00ándole de nuevo el «casco» sobre la cabeza: <<¡Ah,

In con ese casco! ¡Quitádmelo! ¡No puedo más! ¡Bas-I .. ¿Por qué queréis que no grite? .. No, me hace daño ...

111 Ilitádmelo!t!. .. ¡¡iQuitádmelo!t!».. .omentando esta alucinante expenencIa ante las cama­de la televisión de Génova, en emisión transmitida el

de enero de 1979, el doctor Mauro Moretti declaró:'oso que Zanfretta no ha simulado, o al menos, que nomentido conscientemente: nosotros entendemos esto

11111 simulación. Quedan dos posibilidades alternativas:111' haya referido datos objetivos o que haya referido, deIf'cta buena fe, los datos subjetivos fruto de su incons­

I lile o de una vivencia anterior.»y agregó que en una sesión de hipnosis efectuada ante­

"u'mente, trató por todos los medios conocidos de sondearI lI1ente de Zanfretta para saber si éste tenía una «cultu­

» ufol<;Jgica o de fantasía científica, y de averiguar, ~ob~e11111 si había visto pe'lículas a las cuales poder atnbUIr,1I1111~almente, la vivencia inconsciente que expresó poste­

1" ,rmente en estado de hipnosis. Pues bien: los resultadosfu -ron totalmente negativos, a este respecto, lo cual habla11111 'ho en favor de la «verosimilitud» de la experiencia vi­,Id 1 por Zanfretta (que por otra parte concuerda c~n o~ras

hllilares, de las que el vigilante nocturno no tema m la

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menor idea). En estado hipnótico, Zanfretta describióinterior de la nave adonde fue abducido (un gran «triánmetálico... color acero»), en cuyo interior había «una gsala... con todos ellos alrededor, que me miraban... »

sala «estaba llena... de cuadros de mandos... » Estascripciones son «clásicas», como también es «clásico» elcho de que lo desnudaran para examinarlo: <<¡Ah! ¿qué... me habéis ... desnudado todo?... » También se puconsiderar «clásico», o un «patrón recurrente», el intepor los órganos genitales: «Pero... ¿por qué me cogéilqs testículos ?»...

Pero quien crea que con esto habían terminadosinsabores de Zanfretta, se equivoca de medio a meEn realidad no habían hecho más que empezar.

Raptado por tercera y cuarta vez

Aproximadamente al año de su primera abducción, Fornato «Piero» Zanfretta fue secuestrado por cuarta V

Hacia las 11 horas 30 minutos de la noche del 2 al 3diciembre de 1979, los compañeros de Zanfretta captasu angustiosa llamada de auxilio por radio. La alarma cdió de inmediato entre los vigilantes nocturnos, Y nopara menos: Zanfretta aseguraba haber sido raptadootras tres ocasiones (a las dos primeras nos hemos referien las páginas precedentes). Y según había revelado Zfretta bajo hipnosis, los humanoides verdes y gigantesle habían asegurado que volverían a por él «con el gfrío», y que además le dejarían una señal que convencia los terrestres de su existencia.

Tras casi tres horas de búsqueda, sus compañeros vierun disco que despedía una luz cegadora sobre el moUscio, disparando doce balazos contra el mismo, Al ver qno sucedía nada, decidieron llamar a la policía y a 1carabineros.

Poco después de esto, Zanfretta volvió a comunicarpor la radio de su coche: «Tengo un gran dolor de cabeEstoy en medio de la montaña y todo está oscuro.» Finmente, Zanfretta fue encontrado en el fondo de un barrco, bajo un fuerte shock nervioso.

Una abducción repetida cuatro veces (de la terceraposeemos información; sólo la palabra de Zanfretta) comla que nos ocupa, parece plantear problemas de credibidad. ¿Por qué los «extraterrestres» se habían encaprich

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d' tal modo con un mismo individuo? ¿Qué poseíaIIfr tta, al fin y al cabo un humilde vigilante nocturno

Il ran cultura, que les atrajese de tal manera? Es inte­'Ilte citar aquí la opinión del doctor James Harder, di­

llclr de investigaciones del APRO, y a quien ya hemos1 11 jonado en relación con el caso Pascagoula. El doctor11 ti l' asegura haber encontrado numerosas evidencias11 ~ubsanan la teoría según la cual muchos otros abduci-

tuvieron otros encuentros con humanoides o «extra­111'stres» (generalmente en su infancia), sin guardar un

II 'rdo consciente de estos encuentros, que sólo afloranI'J curso de una detenida exploración hipnótica. Mi pro­

'xperiencia me neva a dar la razón al doctor Harder,1'. yo también conozco -persona'lmente- varios abdu­los y «cQntactados» que tuvieron en su infancia episo­

11 imilares.De las 104 personas que tuvieron encuentros con ovnis

IJII fueron hipnotizadas por Harder, 30 de ellas mostra­11 fuertes evidencias de haber tenido experiencias múl­

1I ", mientras que otras 40 «probablemente» "las habían"11\ lo. Sólo 34 no parecían contar con más experiencias.

pespués de esto, ¿se puede seguir pensando que los en­IIl1tros cercanos y especialmente las abducciones, sonI o casual? Harder dice que «es como si una especie de1111'0 de psicólogos extraterrestres estuviese haciendo unIlIdio de los seres humanos». En cuanto a la gama de loshducidos», resulta sorprendente que en ella abunden lasI sonas que nosotros consideramos «sencillas» e incluso

111 'ultas». ¿Por qué no abducen a profesores de filosofía,Ifsicos nucleares e incluso a políticos? (En este últimon, es posible que incluso nos hiciesen un favor ... a con­

Id n de no devolverlos.) En el caso de Julio F., que más.h-Iante expondremos, acaso se encierre la respuesta a estatl,yunta.

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8. RIVALINO MAFRA DA SILVA: ABDUCCIóN TO

~eeI?os en el Catálogo Magonia, de Jacques Vallée, losSIgUIentes casos, que llevan, respectivamente, los núm541 y 542 de esta compilación de 923 casos de «aterrizay de «encuentros cercanos»:

17 de agosto de 1962. Al anochecer. Duas Pontes (BRivalino da Silva, un buscador de diamantes, dijo aasociados que había visto a unos extraños enan0vando un hoyo cerca de su casa. Huyeron al notpro~imidad, y poco después vio despegar un objetohabla estado. oculto entre la espesura. Tenia formsombrero y estaba rodeado por un halo rojizo. (septiembre de 1962.)19 de agosto de 1962. Noche. Duas Pontes (Brasil).mundo, hijo de Rivalino da Silva (véase el caso antefue despertado. por un ruido de pasos y vio una «exsombra» en la habitación. Era pequeña y no tenía fhl;1mé!?a. Es~uc~ó unas voces que decían: «~ste pRivalino», anadiendo luego que lo matarían. La fapermaneció despierta el resto de la noche: (APROtiembre de 1962.)

Esto fue lo que pudiéramos llamar el «preámbulolO,

«desenlace» se recoge en el caso siguiente, 543 de 1a <;pilación de Vallée: '

20 de agosto de 1962. Duas Pontes (Brasil). RaimundSilva (véanse los dos casos anteriores) declaró anpolicía que mientras estaba trabajando en un cavio dos 01?jetos esféricos inmóviles a 2 m de alturapocos metros ~e su casa. Uno de ellos era negro y llevalgo que parecla una antena y una pequeña cola; elera blanco y negro. Ambos emitían un zumbido yfuego parpadeante por una abertura. El padre del m

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cho le ordenó que se apartase, mientras él se acercabaa los objetos, rezando. Cuando Rivalino estaba a 2 m deellos, las dos esferas se confundieron en una sola, elevan­do polvo del suelo y esparciendo una niebla amarillentaque envolvió al hombre. El muchacho corrió en pos de supadre, advirtiendo que la nube tenia «un olor acre».

uando se disolvió, todo había desaparecido, incluido Ri­valino da Silva. La encuesta. policiaca, que fue dirigidapor el teniente Lisboa, no dio ningún resultado. Muchoshabitantes de la zona la abandonaron aterrorizados.(APRO, setiembre de 1962.)

mo tantas otras veces, el caso se cierra sin recibirI 11 ación. Lo único que podemos hacer es exponer los

110 " con el mayor detalle posible. Para ello acudiremos1\' limonio recogido por el Diário de Minas de la pobla­11 de Belo Horizonte, en su edición del 26 de agosto de

. El caso fue expuesto asimismo con cierta amplitud en.lInrio última Hora, también de Belo Horizonte, del díad' agosto, y asimismo en la Tribuna da Imprensa de Río.Inneiro del 29 del mismo mes. En el número de no­IlIbre-diciembre de 1962 (vol. 8, núm. 6) de la Flying

I/(' r Review inglesa, se publicó un resumen de toda estafOl'llación (sin duda traducida al inglés por Gordon W.

,;l11on), que es el que va a servirnos de base.El mismo Gordon W. Creighton ofrece también un ex­

I lile resumen del caso en 'otra obra traducida tambiénI mí al españ6l: Los Humanoides, en la que yo participé11 ,[ caso español de Villares del Saz.El lugar donde se desarrolló este drama insólito fue

111 mísera choza situada a 36 kilómetros de Diamantina,I trilo de Duas Pontes. Diamantina es una población, .de

lUlO habitantes en 1962, perteneciente a,l estado de Minas11Ii • En esta choza habitaban Rivalino Mafra da Silva,

I melar de diamantes -no debía de encontrar muchos,ptll1emos- y sus tres hijos. El mayor, Raimundo AleluiaIra, de doce años a la sazón, ayudaba a su padre cuidan-ti· sus dos hermanitos y haciendo todas las tareas de lal. Su madre había 'fallecido poco más de un año antes.I aimundo era un muchachito esmirriado y desnutrido,

11> ele mente alerta y vivaz. Fue él quien relató a la po­\¡ 1, y a los periodistas la extraña desaparición de su

di' , sin contradecirse ni una sola vez. Dijo que la ma-1111 1 elel día 20 de agosto aparecieron ante la barraca unas

1IIIIIlUS que parecían flotar, acompañadas de dos extrañasIl'ras de unos 60 cm de diámetro, que emitían luz, lan-

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zaban una nube de polvo y unos rayos que desintegraa su padre (sic) ante sus atónitos ojos. Luego, los objese desvanecieron en el aire, sin dejar trazas. Con ellossapareció también su padre, Rivalino Mafra da S'ilv

El muchacho describió este extraño suceso con gdetalle, y con voz firme y clara. Sólo al hablar de su palos sollozos cortaron su relato. El pobre niño, debido am~se:ia en que siempre vivió su familia, no había podiaSIstIr a -la escuela, lo cual significa que jamás había leí«cómics» del espacio, ni libros sobre «pires voador(nombre portugués de los platillos volantes). Tamphabía visto ni escuchado nunca una radio o una televisi

En presencia del teniente Wilson Lisboa, delegado dePolicía en Diamantina, el chico repitió por enésima vezhistoria de la increíble desaparición de su padre anteojos aterrorizados. Dijo que estos trágicos sucesos com~aron el domingo 19 de agosto, durante la noche. Su pael y sus dos hermanos (Fátimo, de seis años, y Dircde ,dos) se habían acostado. Raimundo no pudo precique hora de la noche era -su padre no tenía reloj, y amás Raimundo no sabía leer la hora en la esfera de ucaso de haberlo tenido; sólo podía conjeturada por laridad o la oscuridad reinantes-, cuando de pronto tula impresión de que alguien se movía rápidamente porhabitación. Llamó a su padre, y éste encendió un cabovela. Raimundo percibió entonces una extraña sombra, qparecía flotar por la pieza, sin tocar el suelo de tierra apinada. «Era una sombra extraña -precisó-, no comode un hombre, porque tenía poco más de medio metroalto, y sin forma humana.»

y prosiguió: «Permanecimos quietos en nuestras cay la sombra nos miró (sic). Luego se fue adonde dormímis hermanitos, y los miró atentamente. Después saliódormitorio y pasó al comedor, y luego salió al patio sabrir la puerta. Inmediatamente después de esto oímcarreras, y una voz que decía: "Éste parece ser RivalinoEntonces mi padre gritó: "¿Quién anda ahí?" Al no recibrespuesta, paezinho (papaíto) se levantó de la cama y paal come.dor, y entonces volvieron a oírse las voces, pregutanda SI él era de verdad Rivalino. Papá replicó que sí 1era, pero no obtuvo respuesta. Entonces nos volvimos acama, y "les" oímos perfectamente y con toda daridadiciendo que matarían a papá. Entonces papá se pusorezar en voz alta, pero las formas de fuera dijeFon que rzar no le serviría de nada.»

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Continuando su declaración ante Ja Policía, Raimundo111 que permanecieron despiertos el resto de la nocheI domingo a lunes. «El 21 por la mañana (lunes), yo meI vt\nté muy temprano... a las seis. Salí al campo a buscarI caballo de papá, y fue entonces cuando vi a las dos bolas

lIolando cerca del suelo, a un metro de distancia una delira. Una era negra, con una especie de pincho (antena) ylila pequeña cola. Bol color de la otra era blanco y negro,I1ll'zclado, y tenía lo mismo que la otra, o sea antena, etc.

lllbas emitían extraños ruidos y parecían despedir rayos1dientes. (Recuérdese el caso español de Logroño, del que

rll' protagonista el seminarista Javier Bosque, en el cualparece un objeto ovalado de características muy similaresI s vistos por Raimundo: ¿ojos telecaptores?) Por una

h 'rtura salían muchos destellos, como la luz de una lu­I maga (la palabra portuguesa empleada por Raimundo

gafanhoto = saltamontes, pero sospechamos que pueda1¡¡llarSe de algún tipo de luciérnaga brasileña); se extin-

11 an y centelleaban alternativamente y con rapidez.»Llamé a papá, diciéndole que saliese a ver aquellos

I raños objetos. Él salió de la casa, .sin dejar de rezar y1'1' 'guntándome qué era. Se detuvo a unos dos metros dequellas cosas, y me dijo que no me acercara a ellas. Enqllcl momento, ,los dos objetos, que parecían enormes

1,,1 tas, se fundieron en uno solo, despidiendo mucho humop lvo, hasta oscurecer el cielo. Sin alzarse del suelo, pero

lIlitiendo un extraño ruido, aquella cosa se acercó a papá.le quedó cubierto por 'la extraña nube de polvo, que

I I del color del poniente (amarillento) y desapareció en ellurbellino que produjeron los objetos. Yo fui tras papá, me­I ndome dentro de la nube de polvo, que tenía un extraño.IOf, pero no pude ver nada. Llamé a mi padre, pero no me

I Hpondió.La polvareda se disipó en seguida, como por11 de magia, sin dejar ninguna señal en la dura tierra;

I \1' cía como si aquel sitio hubiese sido barrido con una. bao Di la vuelta a la casa, tratando de encontrar a papá,

1'1 ro no había ni rastro de él ni del extraño objeto; tampocopisadas. Dios mío, pensé: ¿será esto obra del diablo?

l' lpá se había esfumado en el aire. Fui a ver si lo encon­11' Iba en unas cuevas que hay allí cerca, pero sin resultado.1I ' estado vigilando las bandadas de aves que comen carne(1'1 urubú, o buitre brasileño), pero hasta ahora no hay

1 ales de papá. Hace ya seis días que ha desaparecido,V 110 hay ni una pista. ¿Se llevaron las bolas a papá paraIIlnlarlo? Quiero que vuelva mi papá.»

171# :.

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Para el canomgo José Avila García, beneficiado~atedral d~ Diamantina, el asunto es puramente drncumbencla de la Policía. Dijo que habían circuladochas versiones distintas acerca de lo sucedido, pero élque el muchacho tuvo un sueño y que su padre fue vícde unos criminales.

-Pero, por una extraña coincidencia -añadió el enigo-, duran!e l~ semana que precedió a la desaparidel Senhor Rivalmo Mafra, el Senhor António RochaC?I?-tó algo muy extraño. Me dijo que en el curso deVIsIta que efectuó a Río Manso, lugar próximo a Duastes, había visto dos bolas de fuego, que emitían curiodestellos,.y que pasaron volando sobre la casa de RivaEn ~onfirmación de estos hechos, António Rocha pusotes.tIgos a _ot~as dos personas, que le acompañabanqUIenes senalo aquellos objetos. El Senhor António Roes una persona totalmente digna de crédito. Quizá él mispodría ampliar esta información.

Cuando los periodistas visitaron a António Rochaconfirmó cuanto había manifestado previamente el 'eni~o y Monseñor Walter, añadiendo que los dos extrobJe!os volaban en círculo a gran velocidad, ya muy baltura, sobre la casa de Rivalino.

-No sé nada acerca de la desaparición de Riva-dijo para concluir-, pero, efectivamente vi dos extrobjetos e~ el cielo, sobre Duas Pontes. pdr la descripci?e los .~bJetos dada por el hijo del desaparecido, tengoImpreSlOn de que eran los mismos que yo vi.

El Senhor loao Madalena de Miranda, empleado enfábrica textil Biribiri, ubicada a unos 8 km del escenade e~te suceso singular, fue la primera persona que se psento en el lugar, avisado por el hijo del infortunado Rilino. Advirtió que en el sitio que le indi<:aba Raimuns?bre una z?na d~ un rad~o superior a cinco metros, paCla como SI alguIen hubIese barrido cuidadosamenteduro suelo, pues no había en él ni una mota de polvo.

. En opinión del Senhor Elagmano Marques da CostdIrector de la fábrica textil Biribiri, lo sucedido no es mque una farsa montada por el desaparecido. Bl tambivisitó el lugar, y fue de la opinión de que, sencillamentRivalino había huido para no tener que soportar la carde mantener a sus hijos. Añadió que no creía en la histoc?ntada por el mayor de ellos, aunque no dejaban de imprsIOnarle el aplomo del muchacho y la ausencia de contrdicciones en su relato, repetido tantas veces.

172

. que más perplejidad causó a las autoridades de Día­111 ¡na en sus intentos por llegar al fondo del asunto, esI I me~a con que el joven Raimundo sostiene su versiónlos hechos. Por vigésima vez el chico repitió al periodistaI ()iário de Minas y al teniente Lisboa la misma historia,

I s observaron que apenas había ninguna diferenciaII ' lo que el chico les había contado entonces y l~ queI la referido las veces anteriores. En sus declaraCIOneshabía contradicción alguna.El teniente WHson Lisboa, oficial de la Policía Especial,

de la sección de Diamantina, juntamente con periodis­del Diário de Minas y un gran número de agentes de

11 fa, se desplazó la tarde del 24 de agosto a Duas Pontes.I t 'niente Lisboa ordenó a sus hombres que registrasen

proximidades de la humilde morada del desaparecido,I () sin ningún resultado.IIab1ando con los periodistas, el teniente Lisboa ma-

l- tó:-Como autoridad oficial, tengo el deber de seguir todaspistas e investigar todas las versiones del suceso, sin

l' uparme por si los hechos son absurdos o no.A.gregó que se habían investigado los antecedentes per­

males del desaparecido, pero no se encontró nada 9-ueIIdiera hacer luz sobre el caso. Rivalino Mafra da SIlva,,1 la nacido en Pinheiro, una pequeña localidad del dis­I l municipal de Diamantina. De pequeño no asistió a la

1 ucla. No poseía ninguna fotografía de sí mismo.Uno de los primeros pasos que dio el jefe de Policía de

IlInantina al enterarse del extraño suceso, fue el de hacerlit 'mar al niño en una residencia, donde Raimundo fue

lminado por un psiquiatra, el doctor loao Antunes de11 veira quien tras reconocer detenidamente al muchacho,h- 'laró 'que era completamente normal, sin señales de en-

l'medades mentales o de trastornos psíquicos.El psiquiatra interrogó a fondo al chico, sin hallar pru~­

h, alguna de que estuviese mintiendo o fabuland? RaI­lIIundo le repitió la misma historia cuatro veces, sm des-

arse un ápice de su versión original. El doctor Antunes11. laró sin titubear que el muchacho se hallaba en buenaslondiciones físicas, a excepción de una liger~ d~bilidad11 'bida a desnutrición. Hablando con .los penodistas, elp1iiquiatra no quiso entrar en los detalles del cas~ ni di~­1 lltirlos, prefiriendo no apartarse del p~to de v~sta me­llico. No se pronunció acerca de la posIble. veraCIdad d~l10 \so, limitándose a manifestar que en el pnmer reconOCl-

173

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miento que hizo del muchacho, éste parecía gozar desalud mental perfecta.

Para el doctor Benedito Starling, juez del TribunalDiamantina, la versión del «pires voador» es inacepta

-En mi opinión -manifestó-, o bien se trata deasesinato, o bien este hombre ha huido para no tenerenfrentarse con sus responsabilidades fami'liares. Hay tbién la posibilidad de que Rivalino se cayese al intede una cueva o una sima, y aún esté allí su cadáver.la conversación que sostuve con el jefe de Policía, legerí que considere el caso únicamente bajo su aspectolicíacoo.o es decir, posible asesinato o muerte por adente, o pura y simplemente como el caso de un homque ha desaparecido por su propia voluntad. Por lo

. se refiere a 'la historia que cuenta el muchacho, no dtomarse en consideración. Lo que aquí se requiere esestudio a fondo de las facultades mentales de ese chiRaimundo es un niño desnutrido y, como tal, sujeto afrir alucinaciones. Yo, personalmente, creo que su padebe de haber encontrado un diamante de buen tamay puede haber tramado esta historia absurda, en colaración con su hijo, para no tener que repartir las gancías de su hallazgo con sus tres socios.

Oltima hora del 28 de agosto publicó en su secciónsucesos un virulento ataque contra lo.s científicos del Bsil que aún mantenían su escepticismo ante la crecienevidencia de la realidad de los «platillos volantes». El Didrde Minas del mismo día informaba que el doctor Joaotunes había efectuado un reconocimiento psicológico ydico del joven Raimundo. Durante el mismo, el psiquiathizo que llevasen ante el muchacho a .una persona quefingía muerta, y que tenía la cara tapada.

-¡Aquí está tu padre muerto! -exclamó-o ¡Mentisal decirnos que había desaparecido! Ahora cuéntanosque pasó de verdad.

Con expresIón triste, el chico dijo que él no había metido, y repitió su historia de pe a pa. Después de esto,doctor Antunes ya no tuvo más dudas acerca de la veradad de la historia contada por el chico.

Rivalino Mafra da Silva: ¿abducción total?¿Por qué?¿Para qué?¿Y por quién?...Pero en Duas Pontes, la gente, asustada, estuvo much

tiempo sin atreverse a salir de noche, no fuera que vinier

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Tres «grandes» ele la Ufología reunidos. en 1979 en Londres, durante

el congreSo ele la BUFüRA. De izquierdaa derecha: el doctor Roberto Pinotti,

del CUN italiano; Charles Bowen,director de la «Flying Saucer Review»,

yGordon Wo Creighton, que ha inve~igado

personalmente muchos casos sudamenca~s,entre ellos el de Rivalino Matra da Silva.

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«aqueles diabos e os levaram» (que vinieran aquellosbIas y se los llevaran...).

Addenda

Un caso de abducción que pensaba incluir en este libro etodos los honores -sobre todo por su carácter extra ~

mo y por su antigüedad- era el del niño que fue arretado hacia lo alto, la noche de Navidad, cuando saliósu casa a buscar un cubo de agua al pozo. Sus pisadaspudieron seguir en la nieve impoluta hasta mitad de cno del pozo, pero allí cesaban bruscamente. El cubo areció tirado a un lado, mientras de lo alto llegaban ugritos desgarradores y unas voces: «¡Socorro! ¡Se mevan! ¡Se me llevan!»

El nombre del niño así arrebatado, creía recordar,Oliver Lerch o Larch. Por este apellido lo busqué eníndice onomástico de las Obras completas de Charles F(edición de Henry Holt, Nueva York), que poseo, pueshallaba convencido que por la fecha (hacia 1890), y sutraño carácter, el caso tenía que estar incluido en algde las obras del maestro de 10 insólito. Primera sorpreno estaba. No aparecía por Lerch, por Larch ni por el(hay también un índice de fechas).

Entonces, y gracias al infatigable y eruditísimo Enriqde Vicente, que «10 sabe todo» sobre estos temas, cansereunir unas cuantas referencias bibliográficas sobre el Sp~esto caso. Hablan de él Frank Edwards, M. K. JessuJohn Macklin y Patrice Gastan. Pero los datos queestos autores no concuerdan. Veamos, por ejemplo, ces la versión de Frank Edwards (recogida en UFOs Arouthe World, obra en la que yo colaboré y editada por Bward J. Babcock y Timothy Green Beckley en 1966):

La historia se refiere a la trágica desaparición de OlivLarch, de once años de edad, hijo de la familia Larch, qvivía cerca de South Bend, en Indiana (Estados Unidoen 1889.

La familia se hallaba celebrando 'la Nochebuena de di<:año, con un grupo de viejos amigos en la casa. Entre esgrupo se hallaban el clérigo de la iglesia a la que pertencían los Larch, con su esposa, un juez retirado de Chicay un abogado de South Bend, amigo de todos los prestes. Iban a ser unas Navidades blancas. Al anochecer, la tirra había sido cubierta por una espesa capa de niev

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IIr cesado de nevar a las nueve y media y había queda­\Ina noche oscura y sin luna. Alrededor de las once, elnI' Larch ordenó a su hijo Oliver que fuera con el cubo~ I'anito (sic) a buscar agua al pozo, que se encontraba a

\11 25 metros del porche lateral de la casa. Deseoso de1111 'grarse al jovial ambiente que reinaba en la mansión,111110 se apresuró a cumplir la orden de su padre.

11 'ro nadie lo había de volver a ver jamás. A los pocosIllIdos, todos le oyeron gritar pidiendo auxilio.11.1 primer grito se oyó claramente... el segundo fue ya

'¡pagado ... y el tercero, que más que un grito parecía1 1111 débil lamento, apenas se pudo oír. Todos los miem-

I ele la casa y los invitados se proveyeron de linternas¡dieron corriendo al exterior. Oyeron de nuevo la voz,

'ntonces parecía venir de lo alto, debilitándose cadat IIlás a tiempo que gritaba: «¡Socorro! ¡Socorro! ¡Se

1I van!»l' dos los testigos aseguran que antes de treinta segun­los gritos ya habían cesado. Los angustiados familiares11.' amigos pudieron seguir las huellas del niño, clara­111 . impresas en la nieve, y que llegaban hasta unos

\\11 'c metros de la puerta. Allí cesaban bruscamente, yII a[rededor no se distinguía ninguna otra marca en la\'1' impoluta.

menos de cinco metros de distancia estaba tirado el111 que llevaba OliveroI.~Le no volvió a aparecer, y fueron inútiles todas las"(lisas y todo el dinero que gastaron los angustiados

di l' " tratando de dar con su paradero. Se había esfu­,/tI en el aire ...J)' ser cierto este caso, sería la primera abducción

/1// registrada... anterior en casi setenta y cinco años adi' Rivalino da Silva.IIcl'o ahora empiezan a surgir las contradicciones y los

11 coso Creo que el primero que recogió y publicó el11 fue el astrónomo M. K. Jessup, muerto en misteriosas

1I '111 tancias (sin duda relacionadas con el no menos mis-1111.' «experimento de Filadelfia»). Jessup publica el ex­I Il incidente en su libro The Case tor the UFO (1955),Iltll 'ado al año siguiente en castellano por Populibros La•• 11 n, de México, con el título de El caso de los ovnis

.1111 un prólogo, precisamente, de Frank Edwards.1\. aminemos las discrepancias. En primer lugar, la fe­

11, 1889 para Edwards, 1890 para Jessup: «Tan imposibleocurrió en la finca de Tom Lerch, la Nochebuena

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de 1890...» Vemos además que el apellido de la fapara Jessup, es Lerch y no Larch. Pero esto no es todedad de Oliver Lerch (o Larch) varía enormementuna versión a otra: para Edwards era un niño de 11Jessup nos 10 presenta como un joven de 20: «Tomera un padre rígido que exigía absoluta obediencia ados hijos: uno de 23 años, Jim, y Oliver, de 20... » Y notento con esto, Jessup le echa novia: «... el joven Oestuvo tan alegre como para cantar con su novia, laLillian Hirsch, hija de un abogado de Chicago, amigo dpadres ... »

Nueva discrepancia: para Edwards la noche era oscomo boca de 'lobo, y sin luna. Veamos 10 que dice Jeal respecto: «Afuera, la noche estaba quieta. Despuéun día brumoso y nevado, 'los vientos soplaron y las nse fueron. Ahora brillaba la luna sobre la encantadorapiña, plateando la escena con nieve refulgente.» Y silas discrepancias: «Cerca de las diez, la madre de O(no el padre y a las once, como dice Edwards), lo IIpara que extrajera agua del pozo.» Oliver obedeciómadre, y salió de 'la casa con dos cubos (no con el inscubo de granito de Edwards), de los que luego sólo scontró uno.

A partir de aquí, la historia tiene un desarrollo simlos gritos de auxilio desde arriba, la salida en tropel dinvitados, etc.

El escritor francés Patrice Gastan hace una breveción del caso en su obra Disparitions Mysterieuses (R. Laffont, 1973), traducida al español por Plaza &nés, S. A., en su colección Otros mundos. Gastan escel apellido de la familia Lerch, como Jessup, y da la fde las Navidades de 1890, asimismo. Pero hace de 01un niño de 11 años, como Edwards. Por 'lo demás latoria es la misma, muy resumida. '

Pero la versión más desconcertante es la que nos ofJohn Macklin, primero en la revista Creed y luego enlibro Strange Destinies (1965), publicado al año siguien México por Editorial Novara bajo el título de Destiextraños. Macklin sitúa la acción en el País de Cales, yel año 1909. La familia congregada para celebrar las Ndades, en medio de un paisaje nevado y frío, eran los Tmas y sus más allegados amigos. «Sentado al ladohogar, el tierno Oliver Thomas, el hijo de once añoscampesino Owen Thomas, se dedicaba ·con evidente safacción a partir nueces.»

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me dedico con evidente satisfacción a descubrir in­Illencias.)

kñade Macklin: «No escasearon los testigos de la desa­h ¡ n de Oliver Thomas. Estaban presentes un minis­Irligioso y su esposa (como en la versión de .Edwards),I'jo veterinario local y un subastador de la aldea ve­. En cuanto a las «circunstancias meteorológicas»,klin coincide también con Edwards: «En el exterior

111 asa, la nieve había dejado de caer después de haberIIzado una altura de varios centímetros, formando ...alfombra alba y suave. El viento había dejado de aullar;

110 'he estaba negra, sin estrellas.» Y quien pidió al niñofuera a por agua, «unos minutos antes de las 11», fue .

Ihlén el padre. Todo 10 demás es igual en las distintasnes.

El único dato que nos da Macklin que pudiera aportarpista es el nombre de la aldea vecina: Rhayader, cuya

111' a parece ser que examinó las huellas y el balde aban­IIldo.l' ro los nombres que pueda citar Macklin no nos ins­

1111 demasiada confianza. Fue él quien difundió, precisa­I1I , la historia (retomada por Jacques Bergier en Lesl/fLterrestres dans l'Histoire), de los dos niños verdes

'alieron de una cueva cerca de la localidad española1alana por más señas) de Banjos. Un sacerdote de Bar-

lolla, según Maclclin, fue a examinar a los dos extraños, . , que no hablaban ninguna lengua conocida. Los inves­IIdores del CEI barcelonés, y luego Mercedes Castellanos1111 brillante artículo publicado en Mundo Desconocido,

11 demostrado que Banjos no existe, y que toda esta his­11, es falsa, un canular como dicen los franceses. Y pu-

l" Ida también en su libro Extraños destinos.Pero volvamos a Oliver Larch, Lerch o Thomas. El único

!l1Il' que da a'lgunos datos que parecen serios y, sobre11>, comprobables, es Jessup. Veamos: «Los hechos de

1 caso -escribe Jessup en la página 172 de la ediciónPopulibros La Prensa- están claramente registrados

I , quien quiera consultarlos, en los anales policíacos deo/I/h Bend, Indiana, y han sido atestiguados por perso­

normales jamás dadas a las alucinaciones, la histeria1I sugestión. Los testimoniantes incluyen abogados; al'rendo Samuel Malleliel, ministro de la Iglesia Metodista

1111111 y a ciudadanos responsables que declararon sobre laI ¡,nnte (sic) desaparición.»

y continúa: «Tan imposible suceso, ocurrió en la finca

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de Tom Lerch, la Nochebuena de 1890, en una corhde cien mil personas que no son, ciertamente, leñadolos que viven en ilimitada superstición. La hacienLerch estaba -y aún está- en 'los aledaños de Southsu casa era del tipo común, con techo de caballete quezaba todo el edificio, sin ático, rincón o rendija algupudiera esconder un cadáver.»

Otra pista a seguir puede ser 'la prensa local.Edwards alude a ella: «Para los escépticos, los amatos relatos periodísticos (yellowed newspaper accoserán testigos del extraño y terrible suceso que ocurrióNavidad, hace 77 años... » (Edwards escribía esto en 1

Desde aquí invito a los investigadores que, conescasas pistas en mano, quieran comprobar de una vtodas si el caso del joven abducido «hacia lo alto» fudad ono...

También habría que consultar el número de setiede 1950 de la revista Fate, pues Jessup lo cita comote de su información (op. cit., pág. 176). Si la realidaeste caso se confirmase, y como 'la gigantesca ave «que aparece en las Mil y Una Noches, no debió de Scausante del secuestro, ello conferiría antigüedad y rtabilidad a las abducciones de seres humanos por podesconocidos.

Que buena falta nos hace.

Nota. Escrito ya 10 anterior, compruebo que, efectivte, el topónimo Rhayader existe, y corresponde a unalidad del País de Gales. Sus coordenadas geográficas, sBritannica Atlas, son: 52° 18' N, Y 3° 30' W.

El misterio continúa.

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BEBEDOURO: LA COMPONENTE ONíRICA

casos de abducción presentan una fuerte cargaI va: dijérase que los testigos, bajo hipnosis o en estadoI'i 'nte, nos están describiendo un sueño. Muchos ca­

I l'I'cctivamente, empiezan por «sueños» reales: Betty yIH'Y Hill, 'los Avis, etc. Pero luego el investigador tieneIIlpresión de que los sueños evocan un suceso «real»; esla, un suceso que ocurrió «fuera» de los testigos, y en el

,¡ .. tos desempeñaron un papel puramente pasivo. Natu·III1'nte, hay ufólogos que se inclinan por interpretar lashll' iones como eventos oníricos; como una fabulación

1111 'onsciente, acaso desencadenada -esto es lo más queIlItO de ellos llegan a admitir- por la fuerza enigmá­

que activa toda la fantasmagórica fenomenología ovni.In embargo, otros investigadores (entre 'los que yo me

1110) consideran la abducción como un evento real, pero111 aclo» de la mente de los abducidos, salvo en algunos11 casos, como el de Bebedouro, por ejemplo. Este inci­11 . presenta desde el principio hasta el fin un irremedia­,arácter onírico. El caso de Bebedouro es un sueño

JI IlIante, con toques surrealistas. Lo curioso es que lo1l1.lse» un modesto soldado brasileño, que no ganaba nada

11 l'l episodio, ni ante sus familiares ni ante sus supe­11'·...

1,1 protagonista de este «sueño» se llama José AntóniolJva. Con este caso, volvemos al Brasil, el Brasil de Ri­

1111 Mafra da Silva, pero también el Brasil de «Z'e» Arigó,I,)¡.j candomblés, de las macumbas y de la magia yomba.­

I Ill'asil mágico, primitivo, ancestral, profundo. El BrasilIIl1d ' todo es posible. Hasta el caso de Bebedouro.

N s servirá de guía, de hilo conductor para exponerlo,I IlIllgnífico estudio yexposición del mismo que hizo la re·I I 1 Cuarta Dimensión, que dirige Fabio Zerpa, en su nú·

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mero 60 (número extraordinario). El estudio viene fipor el profesor Ornar R. Demattei y el equipo ONIFprocedencia del informe era la revista belga Intorespareconocida solvencia y seriedad. De la investigaciónBrasil se encargaron la CICOANI, bajo la direccióndoctor Húlvio Brant Aleixo, y la SBEDV, bajo la diredel doctor Walter Karl Bühler, ambos nombres muycidos y respetados en el mundo de la ufología.

Pero vamos a los hechos. E'l sábado día 3 de ma1969, José António da Silva abandonaba por la tarde ladesta vivienda que ocupaba con su familia en la calledio Germano, Vila Pompéia, de Belo Horizonte, entado brasileño de Minas Gerais (estado muy favorecinuestra casuística, pues en él tuvieron también lugcasos de António Villas Boas y el que acabamos de exde Rivalino Mafra da Silva).

El joven José António da Si'lva manifestó a sus fres que iba de pesca, para lo cu.alllevaba los pertrechotinentes. En su mochila, además, metió su equipo deping, alguna ropa interior, latas de conservas y la su35 100 antiguos cruzeiros.

No se tuvieron noticias suyas hasta el sábado 1mayo, o sea una semana después de haber partido dcasa, cuando apareció en la estación de Belo Horiztras apearse de un tren procedente de Pedro Nolascel estado de Espíritu Santo, localidad distante m360 km de Belo Horizonte.

José António da Silva iba vestido de un modo mumaria. Se tocaba con una especie de gorro hecho conmedia de mujer, y llevaba un paquete bajo e"l brazo. Asa de este paquete, el agente de seguridad de la estlo interpeló, pues los robos de alambre de cobre sonfrecuentes en esa línea.

-Jefe -respondió el joven-, no tengo mis papelidentidad, pues me "los han robado. Pero soy soldado.

Conducido a la sala de espera de la estación, doncontenido de su mochila fue examinado sin encontrarsospechoso, se dio a conocer como ordenanza del mCélio Ferreira, segundo comandante del Batallón dedarmería de la Policía Militar del estado de Minas Ge

Acto seguido, José António se enzarzó en un relatolos ferroviarios presentes encontraron delirante. El agde seguridad lo asaeteó a preguntas, tratando de hacincurrir en contradicciones, sin conseguirlo, Decidiótonces avisar a un reportero de Radio Guarini, una emi

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1, grabándose el relato del soldado. FinalI:?ente s~ leIIlilió volver a su cuartel, pero el mayor CélIo FerreIra,

\11 u estado, juzgó preferible aislarlo durant~.24 horas11 propia casa, antes de devolverlo a su famIlIa, lo quel'Iizó el 11 de mayo por la mañana.lluella misma noche, los prime:o.s invest~gadore~ del

(M.NI (Centro de Investigac;áo CIVIl de Objetos Aereos11 Identificados, de Belo Horizonte) interr<;>garon al sol-111 y recogieron de sus labios el relato que ~I~e: ,LI 3 de mayo, después de dejar su domIcI~o, Jase An­111 da Silva subió a un ómnibus en la estaclOn de buses1\'10 Horizonte a Pedro Leopoldo. Descendió duranteunino y se dirigió a pie hacia un lugar llamado Bebe­

11 o (antiguamente <da hacienda de los Ingleses»; en cuan­" bebedouro, significa en portugués bebeder?,. abreva-

,,,), a lo largo del rio das Velhas (río de las VIe~as). Ha­1" medianoche alcanzó una pequeña laguna alejada que

l' Ireció propicia para instalar su .~ampamento. ~na v~zh esto, se puso a pescar, ocupaclOn que reanudo al dIa

IllL'ote al amanecer, sin el menor éxito.1I lcia' mediodía, después de haber almorzado sumar~a­11I ' ·con una lata de sardinas, continuó en su empenoI 'pturar peces.

Irededor de 'las 15 horas, mi~ntras miraba los bosque­1111' próximos, percibió vagamente unas form~s. que :re­

11 en su dirección, y oyó rumor de voces. CaSI mmedIa-11 'nte notó un sonido parecido a un gemido exhaladoel' el fondo del pecho, y una lengua de fuego lo alcanzó11I' piernas, provocando su caída al borde de la la~a.

I a lengua parecía de fuego, pero no lo era -explIca el1 ~'0-, puesto que no quemó mi pierna. ?ra un haz ~e

crdosa en el centro, rojiza en el extenor, que partía,:lIndiéndose desde su punto de origen: una silueta par­1m nte oculta por la espesura.»

1tener las dos piernas entumecidas, el soldado no p~dolI1larse. Se vio entonces encoadrado por dos pequenas

111 'las enmascaradas que medirían alrededor de 1,20 m.I dos seres lo tomaron por los brazos y se lo llevaron

11 dificultad aparente en dirección a 'la espesura pantanosa., mprendiendo que toda resistencia ser~a inútil y. te­

1111 11 lo por su vida, si un segundo haz lurnmoso le dI~ra

11 1\ cabeza, José António se dejó llevar alrededor de dI~~1111 Iros, en dirección a una tercera silueta que permaneclOhll)1l1 ible mientras el pequeño grupo pasaba frente a ella,

ell' 'pués se puso a andar detrás de ellos.

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d Y estaba iluminado violentamente, como por lám­de vapor de mercurio, lo que le impidió distinguir

llnridad el equipo que hubiera podido hallarse en elI r.l' sintió empujado y obligado a sentarse sobre un asien-

1 11. ¡mente cúbico, y dos de sus captores se situaron al.ltlOS. Entonces 'le fijaron en la cabeza un casco idén·.1 que portaban los pequeños seres; para ello tuvieronIl1cterle el casco a presión, a través de una abertura1'. del mismo. El casco, demasiado estrecho, no tardó

111 ducirle dolor en los hombros, en los que se le da­1111 sus aristas, así c01I!0 en la parte inferior de la nuca,lI11ando sus movimientos. Tenía igualmente 'un tubodesaparecía a su esp~lda, pero José António no sabe

11 i este tubo fue conectado a una caja situada detrás11, ncuadrado como estaba por los dos «extraterrestres»,bido también a lo exiguo de la cámara donde se encon­

h 1, en la que prácticamente no podía moverse.l.. sujetaron pies y caderas por medio de bandas de unll'l'ial seco y rugoso. Los dos seres se ataron de la mismalila. Finalmente, el tercer personaje se situó sobre un

111 individual, frente a ellos, y se ató igualmente. Acto1I1do accionó una palanquita que sobresalía del piso, a su111 'rda, y al instante se oyó un zumbido que parecíaI 'nir de la parte superior de la máquina, que se pusolIl:lrcha, mientras el prisionero experimentaba 'la sensa­

11 tle despegue.l' co tiempo después, el personaje sentado 'frente al' António accionó una segunda palanca, situada esta

, l\ su derecha, y el joven tuvo la sensación de que elh¡'ulo aceleraba verticalmente. Efectuadas estas manio­11 , las tres criaturas se pusieron a discutir entre sí con

11 IlIación. Su lenguaje comportaba un predominio del so­Idl) «r» al final de lo que parecían ser palabras. Éstas te­lnll consonancias graves y guturales; eran pronunciadas

111\ arrogancia».1'1 supuesto viaje por el espacio duró largo tiempo y, a

11 lida que parecían ganar altura, el testigo experimentabaI "¡cntes dificultades para respirar, al mismo tiempo que11 I osición se hacía más y más incómoda. La dureza del

1'lItO sobre el que estaba atado, así como los bordes cor­IlIlIt s del casco lo ·hacían sufrir y aumentaban su infor­111111 • Además, tenía las piernas entumecidas.

Transcurrido un lapso de tiempo que le pareció inter­111 Ilable, José António constató que aumentaba -cada vez

)El ovni «atípico»

José António supone que fue este tercer personajeutilizó el arma contra él. Sus captores también esprovistos de la misma arma, que parecía un trabuco

El extraño trío y su presa prosiguieron su caminohierbas y matorrales. Cada uno de los pequeños sererevestido con una e.specie de buzo o mono de vuelo brte de color claro y aspecto metálico, con articulacioncodos y rodillas; la cabeza de los seres, proporcionaresto del cuerpo, estaba encerrada en una especie de yrígido que descendía bastante abajo por encima dhombros. Estas máscaras o cascos eran redondeadasdetrás, con formas angulosas por delante; estaban apdas a la altura de la frente, y a nivel de la nariz mostuna forma triangular sobresaliente. Dos orificios circuIde alrededor de dos centímetros de diámetro, ocupablugar corespondiente a los ojos. De más abajo, a la aldel mentón, partía un tubo que tenía la apariencia deltico y que, pasando por debajo de la axila derecha, tnaba en una cajita metálica que llevaban sujeta a 1palda. En aquel momento, los seres no mostraban ninparte de su cuerpo visible.

Andando de esta manera llegaron a ia vista de un apposado en medio de un sendero. Se trataba de una máqconstituida por un cilindro vertical, en cuyas bases estfijadas dos cúpulas lenticulares; cada una de estas cúpera de un diámetro superior al del cilindro, y la supeera más grande que la inferior, sobre la cual reposaba tel conjunto. De la cúpula superior partían, a intervalosgU'lares, unas barras rígidas que venían a encajarse oblimente en la parte baja del cilindro, a nivel de la platafosobre la que éste descansaba (véase figura pág. 188).

Las dos cúpulas eran de color negro; el cilindro mosba una coloración cenicienta; medirían respectivam2,50 y 3 m de diámetro, siendo la superior la de madiámetro; la altura de todo el conjunto era de unometros.

En la parte cilíndrica vertical se vislumbraba una «pta» rectangular de aproximadamente 0,60 X 1,30 metNo se apreciaba ningún otro detalle a simple vista.

Introducido por la puerta, el testigo se encontró encompartimiento cúbico que mediría alrededor de 2 met

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más la intensidad de la luz en el interior de la cabitiem~o que se enc~ndía y. apagaba, lo que le obligó a elos oJos. Esto duro aprmamadamente una hora (estimsubjetiva del testigo), después de lo cual pudo abrir nmente los ojos, mientras el «viaje» proseguía.

En un momento dado, el aparato pareció girar90 grados sobre sí mismo, lo que, al dar un cuarto deta, 'lo habría colocado en posición horizontal. Para ilueste movimiento ante los investigadores, el testigo se S

de un vaso, que representaba el cilindro central, y lotumbado.

E~ el. curso de esta maniobra, los asientos se adaptpor SI mIsmos a la nueva posición de la nave mediant~ovimiento de balanceo. Más adelante tuvo l~gar un ngIro y el aparato recuperó su posición inicial con laguiente adaptación a la misma de 'los asientos. '

Un tiempo bastante largo debió de pasar aún anteque el aparato aterrizara «en un lugar no identificado»,

¿En la «base espacial»?

Los homb.r~citos se desataron, y luego hicieron lo pcon su pnsIOnero. Taparon tan perfectamente los orifide la má~cara o casco que le habían colocado, quepudo serVIrse del sentido del oído. Lo cogieron nuevte, llevándolo como hicieran la primera vez. José Antcontinua.ba con 'las pie~nas insensibles, pero él cree quhaberlo mtentado, hubIera podido andar. Sus captoresmanecían en un silencio total y lo llevaban a través despacio donde se oían voces semejantes a las de ellosdifere~tes tonalidades. Ninguna de esas voces le paprofenda por gargantas femeninas.

Inmediatamente sintió que lo instalaban en un asisin respaldo, y, casi al mismo tiempo, que le arrancala banda que cubría las aberturas de su máscara. Viotonces que se encontraba en una estancia cuadrangmuy grande, pues mediría entre 10 y 15 m de lado.

Justo frente a él, a poco más de 5 m de distancia, secontraba un ser de pequeña talla, sin escafandra, quecontemplaba con un aire de visible satisfacción. Esteera un poco más alto que los otros, pues podría medirrededor de 1,25 m; no llevaba máscara ni vestidura mlica pro~ectora. José António da Silva supuso que debíaser el «Jefe» del grupo, pues sus dos guardianes, desp

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alIarse sus propias máscaras, comenzaron a conversarI de manera voluble. Los hombrecitos exhibían una

Idad abundante. Su «jefe» llevaba largos y ondulados110' pelirrojos que le caían sobre 'la espalda, más abaj~I riñones (o del lugar que éstos debían ocupar, caso de110 '). Una barba luenga y poblada le llegaba hasta elIIl1en. Unas espesas cejas de dos dedos de ancho le/111 casi totalmente la frente; tenía una piel clara, muy1, Y sus ojos eranxedondos, de un tamaño superior al

111:1 entre los seres humanos; tenía los iris verdes, d~Il'de pareCido al de las hojas que comienz~.a marchi­. Las órbitas eran profundas; la esclerotlca de unmás oscuro que la piel, las pupilas aparecían o,sc~ras.

1I0s ojos no parpadeaban casi nunca; José Antomo noI vó que el ser tuviese pestañas, lo que contrastaba conhllndante pilosidad.1 nariz era larga y afilada, más acusada que entre los

IIIIIOS; las orejas, bien proporcionadas, ,con .una ~arteIlor semejante a la nuestra y una parte supenor mas re­

111 'ada. La boca, más pequeña que la de los seres hu-IIOS, parecía la de un pez, y mientras 'los seres conver~

1111 entre ellos, el testigo no pudo darse cuenta d~ SI1111 dientes. El «jefe», rodeado por los tres humanOldes

habían capturado al joven brasileño, parec~a muy re­Indo y gesticulaba mucho con las manos mIentras ha-h••.eliras humanoides entraron en la sala, por una abertura

,1 soldado supone situada detrás suyo, Y se ~gruparon'd 'dar del «jefe», hasta formar un grupo de dIez o doce

\1 iduos. .El prisionero se sintió sorprendido, y lu~go ~terronza-

• l'uando vio, a algunos metros ~obre su 1ZqUl~rda, a loo de la pared lateral, una especIe de mesa baja, rectan­

1,1', aparentemente de piedra, sobre la que se encontra­11 xtendidos cuatro cuerpos de aspecto humano, codo11 oda, descansando inertes sobre la espalda, desnudosksprovistos de máscara.El más próximo era de un negro «verdaderamente ne-

111 ; el siguiente mostraba una pigmentación ~o~eno-clara:1111> s era de complexión robusta. Los dos ultlmos cuer­11 ran a la vez más claros y más delgados. Uno de. ellos111 el de un hombre rubio «con aspecto de extranjero».

\11 'uno de aquellos cuerpos presentaba heridas aparentes,I Inenos que hubiese sido en 'la .espalda, cosa que yo no

hllhiera podido ver». Los humanOldes no prestaban la me-

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5. José Antonio da Silva.

3. a) Anna proyectando un rayo.b) Vaso de piedra.

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nor atención a los supuestos cadáveres. «Quizá no pudisoportar sus máscaras», pensó José António.

Tanto los muros como el piso de la sala presentuna apariencia pétrea, y tenían una tonalidad gris unifosin trazas de obras de albañilería. Una iluminación vita, parecida a la que reinaba en la máquina o navecillahabía conducido al cautivo, iluminaba el lugar, sin qupudiera distinguir 'la fuente emisora. No había allí nitanas, ni aberturas de ninguna clase.

Al lado de la mesa donde descansaban los cuatro epos humanos, en la parte más alejada, José António pver, a modo de mural sobre la misma pared, represciones de cosas y seres de la Tierra: animales como eguar y el mono, el elefante, la jirafa; casas y una peqpoblación; árboles, un bosque, el mar. Asimismo alvehículos: un gran camión FNM Alfa Romeo, un aviómotor a hélice, un automóviL ..

El panel que estaba frente a él, así como el que esa su derecha, no tenía ninguna decoración. Por el cario, en el rincón más alejado, a la derecha, se encontun extraño aparato, que José António comparó a un velo de carreras: era una máquina cilíndrica, de 2 m de 1por 0,80 m de alto, sin ninguna abertura aparente. Enuno de sus lados, en los lugares correspondientes a lasdas de un automóvil, aparecían sendas protuberanciasno llegaban a tocar el suelo, 10 que hace suponer quedrían ser turbinas.

Frente a él había un asiento cúbico, .sin pies, en elel «jefe» se sentaba de vez en cuando. A la derecha deasiento, casi a nivel del suelo, se encontraba una semesita, de varios metros de 'largo, cuya superficie era bca, y que fue utilizada como pizarra por el «jefe», ecurso de la exposición acompañada de croquis que h'José António da Silva. .

El prisionero se sorprendió mucho al constatar quede los humanoides tenía su mochila, en 'la que guartodas sus cosas. En el momento en que lo capturaramochila se encontraba abierta y los objetos estabanparramados. El testigo supone que el tercer captor, el.se quedó atrás, había vuelto al campamento para juntaEntonces, los objetos fueron extraídos uno por uno dmochila y examinados con atención. Los enanos se pban de mano en mano sus cuchillos, su colección dezuelas, cajas de cerillas, conservas y su ropa interior.

De cada objeto del que había más de uno, los huma

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se quedaron una muestra para sí. Así, guardaron unIIIplar de cada tipo de anzuelo, uno de los tres cuchillos,

aja de cerillas, un pañuelo y un billete de cien cru­hos. Los objetos de los que sólo había uno fueron cuida­

lmente envueltos de nuevo en la tela, y los volvieron a1 'l" en la mochila. Por ejemplo: una lata de sardinas.

11 n este momento cuando José António perdió su tar­", de identidad: la encontraron en uno de sus bolsillos,h IIló de mano en mano para que todos pudiesen exami-Iln, y no se la devolvieron. José António cree que el exa­

11 de esta tarjeta hizo creer a 'los «extraterrestres» queI l' un soldado. Parece corroborarlo el hecho de que

111 diatamente después de esto, uno de los seres apuntóIl'ma, semejante a la que habían utilizado al capturarle,

dirección a una de las paredes. Surgió del arma un rayo11 11 110S0, que decoloró el lugar del impacto. Cada uno de

ovninautas poseía un arma de este género; diferían entre111 únicamente por sus dimensiones. Una especie de gati­, situado entre el cañón y la culata, en la parte supe­11, hacía surgir el rayo luminoso cuando se lo accionaba11, atrás.IJno de los humanoides llevó entonces al «jefe» un pe­

11 l' objeto negro y cilíndrico, que éste utilizó a modo detllulador» para garabatear sobre la mesita que tenía de­111 " asiéndolo con sus dedos gruesos y cortos. Volviéndoselonces hacia José António, el «jefe» se puso a gesticular,1l111pañando sus movimientos con su incomprensible len­1111' gutural. Varias veces señaló al soldado, luego hacialiba, hacia abajo, después al pequeño grupo de barbu-, pareciendo esperar cada vez una respuesta del pri­

11 'ro.A medida que estos intentos de comunicación continua­

11, c1 soldado empezó a vislumbrar su posible significado:~I' ·to hacia abajo quería decir: tu país; el dirigido hacialiba: esta habitación, aquí, o nuestro país (¿o planeta?).

t11110 acompañamiento e ilustración a sus palabras y ges­, '1 «jefe» se puso a dibujar sobre la mesa: su primer

tiquis representaba lo que el testigo creyó que era unIhU'Ic1, alrededor del cual algunas siluetas armadas podían

1'1 'sentar soldados. Con diversos ademanes, el «jefe»IIIIIó las armas que había dibujado, después a José An­11 ,luego hacia abajo y a continuación hacia arriba. ElIlIivo dedujo de ello que el «jefe» deseaba que él, José

IItlÍnio da Silva, procurara a los humanoides algunas deI armas que emplean los terrestres. El soldado movió

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visión Y un secreto

7_SECUESTRADOS POR EXTRATERRESTRES

,,"itamente, mientras 'los hombrecillos parecían enzarza­I"IS en una prolongada discusión, José António vio apare­I I l' ante él, Y como surgida de la nada, una figura humana.I \ aparición se situó ante él, en una postura a la vez firme

lI1üstosa, mirándole de hito en hito y hablándole en unItI'l'fecto portugués brasileño. El soldado coligió que esta

'Ji6n estaba destinada única y exclusivamente a él, por-

lIi perdió la cuenta cuando andaba por los 300, pero1'1' 'ndió que debían de totalizar 365, lo cual correspon-

1\ \ un año terrestre.IIl1ndo el «jefe» se hubo asegurado de que le había com-

IIdllo, dibujó en la pizarra otros nueve grupOS de circu-, uniéndolos mediante gestos a la primera aglo

mera­

11 .1 osé António comprendió entonces que se estabaI h'ndo a una unidad de «,diez años», pues cada aglo

me­

\1111 de circulitos blancos estaba rodeada por otro círculo111'. Acto seguido el hombrecillo separó mediante un

'1 o trazo a tres de los grupos de los siete restantes.1'11 señaló al grupo de' tres círculos, luego a José Antó-, finalmente hacia abajo; después de esto volvió a se­h" al soIdado, después hacia arriba y por último al grupo

1'le grandes círculos, haciendo a continuación másIIlS, que el joven brasileño interpretó de la manera si-

lile:Me propone llevarme de' nuevo a la Tierra, donde per-11\' 'eré tres años, durante cuyo tiempo me dedicaré a

1111', 'r información para ellos, Luego él me enviará a bus­1 para que viva con ellos, dedicado al estudio, durante11' años. y finalmente ellos desembarcarán en la Tierra,

11 les serviré de guía,»1) é António denegó con la 'cabeza, indicando que na

I piaba este ofrecimiento. Llegado a este punto, el mucha­\111 'l11pezó a pasar las cuentas de un rosario que llevaba\, l' ledor de la cintura, Y que aún no le habían arrebata­11, mientras se ponía a rezar en voz alta, Cuando llegó alIII1'lo misterio de dolor, el «jefe» se le acercó y, mostran­I I'ritación por primera vez, le arrebató el Crucifijo, Unalnscuentas del rosario rodó por el suelo, siendo recogida

111 Lino de las humanoides, que la mostró a sus compañe-11', El Crucifijo fue pasando de mano en mano del mismoIlIdo, despertando la curiosidad de todos ellos.

negativamente la cabezasus demandas con .' y, al ver que el «jefe» reitcreCIente in 't .

toda esperanza de 1 ' SIS encla, empezó a pvo ver VIVO a«conv~rsación» estuvo acom a- dSU

casa. (Al 1?arecer,el testigo se negó a ca ,P na a de otras eXIgencias

, . mumcar a H '1' Bmas mvestigadores del CICGANI u VIO rant Aleixo, Uno de los pequeños se que 10,en~revistaron.)

SlOnero, llevando con bres se aprOXImo entonces ade un material pareci~:a~sd:~nos un recipiente cútaba ser pesado. La base ~s paredes, y que apcada en forma de pir' 'd s~penor del cubo estabado verde oscuro El ~mfI el m~ertida, y contenía unb' . «Je e» e md' ,

Iese, mientras uno de 'los b b J~o por gestos que 1inferior de la másc a,r u, Itas le levantaba latónio se resistió e ~r~~ r;o sm CIerta brutalidad. Joscambió de parecer ~~a~~op~r gestos que no quería,una parte del contenido d vIo q~e ,uno de los seresmuy débil, tenía hambr e recIpIente cúbico. Se s<1;ui~o tenía la consiste~dae~~ le animó a probarlo.lIqUIdo 'le produjo sin d d 1 agua y sabor amargpartir de entonces se sin~i;~r; efe~to reconfortante, pd~spués de esto empezó a as ammado. Además, cree«Jefe» quería decirle. comprender mejor lo q

Entre todos los aspectoscurso de esta tentat' d qu~ fueron abordados

dIva, e comumca " 'e que lo que el 'f Clan, el testIgo no

«Je e» quería epara realizar ciertos ra contar con su a

1' , proyectos que él 1

en re aClOn con la espec' h y os suyos abrigU T le umana

tI Izando el grueso «rotul d .ITa horizontal el «J'efe t ;a or» para dibujar en la

, " »razo sicontiguos, y sombreó com n apresurarse dos círcada uno de ellos 1 pletam,ente uno de ellos. Seabajo, y José Antó~io~~r: J~se António, despuésblanco correspondía 1 d' en e comprendió que el cír

hala terrestre '1'

noc e, Después del pe ' d ' Y e CIrculo negrotardó José António ~~o o conSIderable de tiempocabeza afirmativame~~eye:~: ,af est~ c~r;cl';1si~n, inclin

Trazó entonces un g J~ e» SIgUIO dIbUJando.

t' ran numero d ' l'

enor era blanco uni' dIe Clrcu Itas cuyolo blanco grande: co::'~ h~~;aPo~medio de gestos, al censombrecido Jase' A t" dejado de referirse al cí, n onlO comp d' ,correspondían a «días». E ren ~o qU(~ los circtos a su prisionero a nltonces el «Jefe» mvitó por1 ' que os cantas C

e smgular personaje siguió d'b' e, on gran pacienluego los rodeó a todos 11 1 uJando pequeños círculoe os con otro gran círculo. J

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que los hombrecillos seguían hablando como si talsin que al parecer se hubiesen dado cuenta de la apari

Lo que José António veía -o creía estar viendo­rrespondía a la figura de un hombre de 1,70 m aprodamente, delgado, con cabello y barba rubios y muy laTenía una tez clara y sonrosada, los ojos azules y sereUna túnica oscura le caía hasta sus pies descalzos.ropón tenía unas mangas muy anchas, el cuello vueltotorno a la cintura llevaba un grueso cordón blanco, connudo en cada uno de sus extremos colgantes. En realiparecía el hábito o el cilicio de un monje.

José António, que hasta aquel momento había essumido en la mayor angustia y desesperación, se sintiópronto aliviado por aquella presencia que identificó cla de «alguien bueno, uno de los nuestros». Lo que máalentó fueron ciertas revelaciones que le hizo la apariEstas revelaciones no tenía que comunicarlas a nadie,gún dijo José António a los investigadores, hasta quebiese nuevas instrucciones, cosa que no ocurriría antesdos o tres años.

El soldado se ha mostrado enormemente reticenthablar de esta visión, en especial por '10 que .se refiermensaje que recibió, que él considera secreto. Inclusodetalles relativos a la apariencia física del personajese le apareció, fueron dados por José António a regaña~es, ~ues sostiene que estos detalles podrían bastar pIdentIficar al personaje. Los investigadores del CICOANpreguntaron cómo era posible que el secreto pudiesedescubierto mediante una simple descripción de losgos de la entidad, de alguien que él no conocía ni volva ver. Sin embargo, les dio a entender que sí sería poslreconocer a tal persona, y que no era imposible que élviese a verla. Cuando le preguntaron si la visión correspdía a Jesús, José "António se apresuró a contestar quey cuando le preguntaron si era un santo, se mostró reaa contestar, limitándose a sonreír y a cambiar de con~ación.' Parece .ser que, tras repetidos interrogatorios,mvestlgadores obtuvieron de José António algunas ind{ciones acerca del contenido del mensaje.!

1. En la exposición del caso publicada por Cuarta Dimensión. ben el articulo de Inforespace. órgano de la SOBEPS belga. y que ntras seguimos en lineas generales, se llama «ángel» a esta aparición.embargo. en el informe original del CIeOANI, firmado por Húlvio BAleixo y publicado en la F8R, vol. 19, núm. 6, nov.-dic.. 1973, lOel que están casi calcados los articulas de Inforespace y de OUDimensi6n (y nuestro capitulo), no, figura este término en ningún 1

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11 visión desapareció tan repentinamente como había• 'ido. Y coincidiendo con esto, los humanoides empe­

11 a mostrarse irritados, pero entre ellos, no contraAntónio. El «jefe» se acercó a los dos guardianes, que

11 ugún momento se habían apartado del cautivo, y condi de una banda taparon nuevamente los orificios o vi­

de su .casco. De la misma manera que había sido con­Id hasta allí lo tomaron por las axilas y lo llevaron alI or del apar~to en el cual había venido, y cuyo interior

111 reconocer cuando le quitaron la venda.IImenzó entonces el largo viaje de regreso, con la mis­Il'ipulación de tres humanoides, 'las mismas ma~iobra.s

lo, asientos y del aparato, y con el aumento de mtensI­la pulsación de la luz en un determinado momento.

IlImediatamente después de sentir un ligero choque, que1 'i aba que la máquina había tomado tier!a, sus ac0t?­II11les le aflojaron el casco y luego le despOjaron del mIS-y lo desataron. Sufrió entonces una pérdida casi total\' nocimiento, dándose cuenta únicamente de que lo

IIhun a rastras afuera, en la oscuridad. Cree que perma­11', en este estado de semiinconsciencia durante una

111, después de lo cual empezó a ver las p:imeras .lucesIlIlba. Luego creyó oír ruido de agua corrIente, e lmpe­11 por una sed abrasadora, se arrastró por el suelo hasta

111' junto a un arroyo. Le habían ~ejado la moc~~a, de11"' sa~ó la cantimplora, que lleno de agua, vaclandol~

l' mpleto y volviéndola a llenar por segunda .ve~. ~StI­que bebió un litro y medio de agua, pero 111 SIqUIeralt sed estaba calmada. Luego sacó sus aparejos de

, 1 y consiguió capturar unos pececillos, que comió.(liando salió el sol, pudo ver mejor donde se encon-h i, Y comprobó que el lugar le resultaba enter~mente\\ nacido. Le habían dejado cerca de una pequena can­

111 al borde de un barranco. Cojeando -su pierna dere­'" taba hinchada y le dolía-, aturdido, exhausto, desa-

lid , juntó sus cosas Y se puso a .an.d~r. Llevaba una11m crecida, como de varios días (SImIlItud con el casoI 'abo Valdés). Al poco rato llegó a una carretera asfal­

1111 donde se acercó a un viandante que vio pasar por allí.1:1' guntó dónde estaba, y el desconocido le dijo que se

I lil~olvidar el esp.Jritu profundamente religiosO' del t~stigo, ates­I ,,/1(10 por el rosario que llevaba encima. ¿Tendremos aqUl «';In sueño

111,'0 de un sueño» (a dream into a dream) , como acaso le hubiera gus­,11' (1 cir a Shakespeare? ¿O una «visión» arquetipica dentro de unl' I ~o real? Misterio sobre misterio.

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encontraba a 32 kilómetros de Vit6ria, capital delEspíritu Santo, y que aquella carretera conducíaestado al de Minas Gerais. Ál oír esto preguntó quy entonces el sorprendido fue el desconocido viquien le replicó que era el viernes, 9 de mayo.

Esta noticia aumentó la confusi6n del soldado.do, calculó que su ausencia había durado cuatromedio. Vestido de harapos y sin papeles de identidaser interpelado por la policía, que desde luego habsado dar crédito a sus explicaciones y lo habríalado. Resolvió entonces regresar a 'pie, siguiendo 1tera en dirección a Minas Gerais. Más de una veztentado de esconderse en los bosques, y de vivir enpesca y frutas. Sin embargo, mientras estos pensale asal~aba~" sus pies seguían conduciéndole maquite en dlrecclOn al estado de Minas Gerais.

Dijo 'luego haber sido detenido varias veces pomovilistas que, dándose cuenta de su deplorable ale ofrecían asistencia. Por último aceptó una ofertavarIo en coche, hasta cerca de Colatina, pues tenía laderecha hinchada, y heridas en cuello y hombros delCuando le preguntaban acerca de las razones de suy de que marchara a pie, replicaba que se tratabcumplimiento de una promesa».

Cerca ya de Colatina, encontró un grupo de niños,que preguntó por dónde se iba a la estación del frri!. Luego de informarle y sin,duda a causa de su aandrajoso, los chiquillos se burlaron de él y le arropiedras.

Si~,uiendo la ví.a férrea, terminó por llegar a la peqestacIOn de Colatma, donde se informó sobre la hoque p.asaba el primer tren para Belo Horizonte, puescambIado ya de opinión y deseaba volver a su casa, Plo que pasara. Como faltaba aún mucho para que llegtren, permaneció en 'la estación, charlando con el guCompadecido de su aspecto, el guarda le invitó a pasarcasa, para que se aseara y comiera algo. Una vez allí, lesentó a su mujer e hijos. Le presentaron también a unlono vecino del guarda, quien le ofreció trabajo, ofertaJosé António rechazó.

Agradecido al guarda por sus amistosas atenciones 11António le regaló uno de sus tres cuchillos de roon't ,abandonar su casa. Recuérdese que otro había quedadopoder de los humanoides, por lo que ahora sólo le restuno. Llegado a la estación, ofreció pagarle el billete a

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11 ndigente. Los humanoides sólo le habían arrebatado1I 1I 'te de 100 cruzeiros de los 35 100 que llevaba, por1'"' tlhora le quedaban 35000 cruzeiros re~ondo~..

las 7.25 de la mañana del sábado, Jose Antomo daI 11 ti' cendió del tren en la estación de Belo Horizonte,

11 IInente en la estación de la Estrada de Ferro Central111' ,sil, donde fue abordado por un empleado de los ser­

111' de seguridad del ferrocarril, el señor G.eral~o Lop;sIva, a quien terminó por contar. toda la hi~~ona, segun

I 11 , dicho al principio. El señor Silva 10 enVIO a su cuar­, 11' de donde fue llevado a la casa del mayor Célio Fe­

11 l.

, {¡ de mayo -o sea veintitrés días después de l~ desapa­1 1111 de José António de su domicilio-, un eqUlpo com­

111 " por seis investigadores se fue en compañía del tes­111 tl Bebedouro. Este equipo estaba ~ompuest~ por el

1111 lor Húlvio Brant Aleixo y el señor LUIS Roman~ello, d~lIC'OANr· el teniente Vitorino, del CrOANr, orgamsmo mI-

11111" el ~oronel Jacy Práxedes, el mayor Célio Ferreira yI I t~pitán Edeni (los tres de la Policía Militar del estadoI Minas Gerais).

I.legados al sitio indicado por el so.ldado, se e.fectuaron1110 rafías de toda la zona. Acto segUIdo, el testIgo proce-tll' a la reconstrucción de su captura, indicando el sit.io

11 oto en que se desarrollaron las distintas fases de la mlS­1111 hasta el momento en que. fue introducido a la fuerza.

11 "1 aparato.«En cada punto de esta reconstrucción, las .reacciones

d. 1soldado se juzgaron coherentes, con referencIa. a lo pre­11' 1 ntemente establecido en mi relato» (H. B. AleIXo).

Se consagró una parte de la tarde a entrevistar las .per-Illlas que vivían por los alrededores. _Los escasos ha~Itan­

11': de la región .fueron invitados a sen.alar la presenCIa de.' 'ntuales objetos voladores no identIficados durante ~o.s

d as precedentes. Estas pesquisas dieron resultado POSItI­vo, y confirmatorio de lo que declaraba el soldado:

«Un niño señaló haber observado un aparato que va­lilba a gran altura y se desplazaba en sile~cio. Parecía .un¡¡rtraguas» (H. B. Aleixo; el subrayado es mIO). ~a navec.Illaque llevó a José António a la «base» parecena, efectlva­lI1ente, Un paraguas vista volando a gran altura.

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En los lugares donde según José António se desarroron los hechos no se encontraron huellas ni trazas aunténgase en cuenta que había transcurrido casi un rr:es dele'1 incidente.

Para terminar, ofrecemos la «ficha» elaborada porCICOANI sobre la personalidad del protagonista de ecaso singular: todos los datos, naturalmente, están referia 1969, año en que ocurrió el incidente:

Edad: 24 años. Estado: soltero. Es el segundo en edde once hermanos, uno de los cuales había fallecido.padre vive. La madre falleció en 1967.

Nivel de instrucción: no terminó la escuela primaria.Profesión: ingresa como soldado raso en las fuerzas

la Policía Militar del estado de Minas Gerais en 1964.1967 pasa a ser ordenanza del comandante del Segundo Btallón de Gendarmería.

José António da Silva pertenece a un nivel socio-ecomico modesto.

Su constitución física es sana.Vive con su familia en la zona urbana de Belo Ho

zonte.En su casa toma numerosas iniciativas y resuelve

mayor parte de los prob'lemas. Sus parientes así como ssuperiores, .lo consideran una persona digna' de confianzF.uera de su trabajo, que aprecia mucho, tiene pocas distraClOnes. Es muy creyente, pero no trata de convertir a 1demás a su religión. No pertenece a ninguna cofradíaasociación religiosa, pero practica la religión con asiduidaSu padre destaca su comportamiento y sus iniciativaslas cuestiones domésticas; sus relaciones con el prójimo sobuenas. No tiene ningún defecto, tara ni vicio notorio.

Ésta es la «ficha» de José António da Silva. Podría ser 1misma de António Villas Boas, de Herb Schirmer, de Librato Quintero, de Armando Valdés, de Dionisio Llanca dJulio F. de Zanfretta... con muy pequ~ñas variantes. Siepre hombres jóvenes, sanos física y mentalmente, con cu'ltura nula o escasa... «Puros,), en una palabra.

¿Por qué?Un texto muy citado y poco leído, llamado el Evangelio

da precisamente gran importancia a estas características¿Por qué? ¿Por qué?

198

n, HERB SCHIRMER: UN OVNI MAL APARCADO

I la las dos de la madrugada del día 3 de diciembre1967, un joven agente de policía de Ashland (Nebraska),

lllba patrullando en su coche oficial, dominado por unal!'lIña sensación de que algo no andaba bien. El joven

1 I 'fa era Herbert Schirmer, un veterano de la ArmadaIln de un militar profesiona'l de la Aviación. !I.erbert, o

lb, como sus compañeros le llamaban famIlIarmente,11 un joven de 22 años, alto y musculoso. Llevaba pocosI ·S de servicio en la Policía, pero durante aquel tiempoIII.'Í.guió hacerse una sólida reputación de hombre serio y111 Ilibrado. . .

I.os perros aullaban lastimeramente en la OSCUrIdad delIoche, fría y estrellada, y un .corpulento toro encerrado

11 un corral pataleaba y embestía 'la cerca. ¿Por qué esta­hlll tan agitados aquellos animales? Schirmer se detuvo

I l asegurarse de que la puerta del corral resistiría losIlIbates del enfurecido cornúpeta, y luego siguió su ronda.

Ins dos y media, cuando se dir~gía hacia la intersecciónh la carretera 63 con la número 6, vio frente a él un objetonlllbrío, con una hilera de luces parpadeantes. Pensó queI I un camión mal aparcado, pero cuando puso 'los faros

hlll os del·coche, el objeto se elevó por los aires. Había una.h'nda de observaciones ovni en Nebraska a la sazón, pero1Il'rb no esperaba encontrarse con uno de ellos.

Cuando regresó a la estación de Policía poco después -de111 3 de la madrugada, hizo el siguiente informe de rutina:

1I . visto un platillo volante en la intersección de las ca­II 'leras 6 y 63. ¡Créall'lo o no!»

Cuando al salir de servicio aquella mañana Herb re·1'1 'só a su casa, le aquejaba un fuerte dolor de cabeza, y elIllmbido de sus oídos le impedía conciliar el sueño. Ob­\ rvó también la presencia de un verdugón rojo que le co-

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.. ;~

rría por el cuello, bajo la oreja izquierda,1 pero comhabía ,ocurrido también a Betty y Barney Hill, no schaba que había sido secuestrado brevemente a bordun ovni. Tuvo que esperar a la hipnosis para saberlo.

La famosa comisión de la Universidad de Coloradencontraba entonces en pleno funcionamiento. Cuandonos de sus miembros se enteraron de que un agentPolicía de Nebraska aseguraba haberse encontrado co«platillo volante» (¡créanlo o no!), y, lo que es más, qusu cuaderno de informes oficiales faltaban unos veintenutos, sintieron curiosidad por saber qué podía habocurrido durante ese tiempo «perdido». Schirmer fuevado en avión a Colorado y sometido a hipnosis por eltor Leo Sprinkle. Durante la hipnosis, el joven policíasorprendentes detalles acerca de su contacto con lospantes de la nave que había visto «mal aparcada» (yque no pudo multar por ello). Cuando en una fecha prior volvió a ser sofronizado, reveló muchos más deta

Después de 'la primera sesión de hipnosis en Boulsede de la Universidad de Colorado, el también llam«Comité Condon» (del nombre de su director, el doEdward Condon, físico nuclear ya fallecido y escépticotal en cuanto a la realidad ovni), perdió todo interésel caso Schirmer, y el joven agente regresó a Ashland, dose reintegró a sus deberes oficiales. Poco tiempo despuéjefe de Policía local presentó la dimisión, y Schirmernombrado para ocupar su puesto. (Lo cual demuestrasu experiencia con un ovni no significó en absolutomácula en su ·carrera profesional.) Con sus 22 años, HSchirmer se convirtió en el jefe de Policía más jovenMidwest. Después de ejercer durante dos meses sus nufunciones, presentó también la dimisión.

-No fue a causa de presiones que mis conciudadaejercieran sobre mí, ni nada parecido -precisó HerDesde luego, me habían gastado algunas bromas acercamarcianitos verdes, pero esto ya era de esperar. Dimití,cillamente, porque no podía concentrarme en mi trabNo cesaba de preguntarme qué debió de ocurrir rea'lme

1. Según la autorizada opinión del hipnólogo e hipnoterap-eutaBonet Arnó, esta señal podria ser el resultado de una presión diejercida sobre la carótida, a fin de dejar inconsciente al sujeto por tmomentánea de riego sanguineo en el cerebro. Es técnica corrmente empleada por' hipnotizadores de feria con gallinas y conejos,ejemplo. En este caso, los «extraterrestres» tratarian a los abducomo si fuesen aves de córral u otros animales domésticos. La reiterade esta señal en abducidos resulta muy sospechosa, pues, y signiticatlya que revela un conocimiento avanzado de la anatomia humana,

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lila noche, Mis dolores de cabeza no hacían m~s queIIl1'ntar tomaba aspirinas como si fuesen palomitas del/', No 'se puede ser un buen policía si se tienen proble-

personales, Así es que dimití. ,IJna persona de AshIand que es~aba algo «leIda» en ufo­11, .sugirió a Herb que se pUSIera en contac,to con elI tor Eric Norman (seudónimo de Warren Smlth)" Herb

I toneó a Norman, pensando que éste comprendena me­I que nadie su situación y podría ayud~~le, Norman se11' I ~'6 interesadísimo por el caso, fue a vlsItaI'le personal­

lite y luego tomó las oportunas d~s~osiciones par~ queh pnólogo profesional Loring G. WlllIams lo sometIera aI • -ión hipnótica.P \fO antes conviene que hablemos del examen a que

H metido Herb Schirmer por los investigadores de, ,laIInisión de Colorado, que fueron a Ashl~nd .~n aVlOn, ,~. días después del incidente. La investIgacIOn sobre

-rectos físicos fue dirigida por el físico (naturalmente)1 y Craig, El psicólogo John Ahrens grabó e! ~~lato dehlrmer y calibró el equilibrio físico y la credIbIlIdad del

I \'11. Ambos investigadores visitaron el punto ~e la ca~~e­I 1 donde Herb aseguraba haber visto el OVUlo TambIen1onacieron detalladamente el coche patrulla; marca Ply-

"llIth, . "1Se pusieron muy pesados cuando ~es menCIOne, e ver-

II~ n rojo -dijo posteriormente Schlrmer a «Enc Nor­111111» (en realidad, ésta es una mar~a que presentan mu­!l'IS abducidos)-. También se eXCItaron mucho cuando

mencioné que sentía un cosquilleo co~s,tante en ~odo el\l(-rpo, al regresar a 'la estación de ~ohcla, Despues, tra­I I un de averiguar' qué había ocurndo ?urante aquellosIItllutos perdidos. Yo no sabía cómo explIcar aquella lagu-

I\ll -n el tiempo. _Posteriormente, Schirmer y un campanero fueron lleva-

\11, en avión a Colorado.-Me dijeron que me someterían a unos cuantos tests

1'ológicos -dijo Schirmer-. Cuando llegamos a la ha­I lución 202 de Woodbury Hall, me presentaron al do~torl._ Sprinkle, psicólogo de la Universidad de W~ommg,'() no sabía mucho sobre la hipnosis, per~ accedl a, q~~

h 'jera una prueba conmigo. El doctor Sprmk!e conslgUIOponerme en trance, y fue entonce~ cuancio ~uplmos que yohllbía visto mucho más que un SImple OVUlo ,

(Es curioso cómo la expre~ión ovni = nave espaCIal, hapIsado ya a'l lenguaje coloqUIal. «¡Ah, no era mas que un

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ovni!» «jEra un simple ovni!» Aquí hay ya implícitaaceptación generalizada del fenómeno.)

Bajo hipnosis, Schirmer describió su aproximacióobjeto parado en la carretera. Acto seguido relató eel motor de su coche dejó de funcionar y cómo se apron las luces del vehículo. Una versión extraoficial denotas tomadas durante esta sesión, y archivadas en Bder, es la siguiente (recogida por Warren Smith, alias «Norman»):

PREGUNTA.-¿Trató usted de saCar su arma?REsPuEsTA.-Me ~o impidieron.P.-¿Trató de llamar por la radio del coche?R.-No podía apretar el botón. Me lo impidieron.P.-¿Y ahora qué pasa?R.-Algo se está acercando a mi coche.P.-¿Puede usted ver las facciones de la persona que

acerca a su coche?R.-No. Es blanca. Muy difusa.P.-¿Sabe usted de dónde vienen?R.-De Venus, Júpiter y otros planetas. Su lugar

origen se encuentra en una galaxia próxima (sic).P.-¿Qué se proponen?R.-No quieren hacernos daño.P.-¿Por qué aterrizaron en Ashland?R.-Querían tomar electricidad de las

tensión.P.-¿Cómo efectúan esta operación?R. (Tras una larga pausa.)-... No puedo decirlo en e

momento.P.-¿Cómo funciona su nave?R.-Opera contra la gravedad.P.-¿y cómo lo hace?R.-No puedo responder. Éste no es el momento ni

lugar adecuados.

En esta conversación, sostenida con el testigo bajo hlnosis, aparece una de las tres constantes puestas de mafiesta por Fabio Zerpa: la «toma de electricidad». En escaso hay también otra de ellas: los ovninautas preguntron a Schirmer si había un depósito de agua en las promidades. El interés por el agua es otra de e,stas constanteRecuérdese el caso Bordeu (Dionisia Llanca).

Después de presentar su dimisión de la Policía, fucuando Schirmer se puso en contacto telefónico con «Erl

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l1li"1110 de policía de Ashland(""hrnska) Herbert SChinner

en la época que tuvo suencuentro con un ovni

«mal aparcado».

Retrato robot de los seresque abdujeron a Schi~e~.hecho por el mismo pohcla.Obsérvese el emblemade la «serpiente alada»sobre el pecho de la entidad.

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Norman,> Schirn~e: 'se reunió con «Norman» y el hiplago Lor~g ~. WIllIams, de Hinsdale (New Hampshire),una habltaclOn del motel Holiday Inn de Des MoinesIowa. A la entrevista asistió también el conocido esc;iBrad Steiger, amigo de «Eric Norman». Ambos contp~aro.n. en atento silencio cómo Williams ponía en trhlpnotlco a Herb Schirmer, haciéndolo «regresar» a aqumadrugada del 3 de diciembre de 1967.

En dos de sus libros, uno publicado bajo su verdadnOI~bre de Warren Smith, y el otro bajo su seudónimo«Enc ~or:r;an», el esc~itor publica un extracto de lo qse conslgUlo en esa seSIón hipnótica. Hélo aquí:

«... casi las dos y media de la madrugada... hay aen la carretera frente a mí... Probablemente es un'camique ha tenido un .pinchazo en el neumático... pongoluces largas y encIendo el faro pirata... las luces padean muy de prisa... ¡Dios mío! ¿Pero qué es esto?... Quéabandona la carretera y sube por los aires ... humm... eses un campo abandonado... ahí no puede aterrizar nadaLo seguiré... iré por ese camino embarrado hasta el cpo... Llamaré Wahoo, cuatro cero ocho... Wahoo... ctro cero ocho la radio no funciona... Humm... ¿Qué pcon el motor? .. ¿Y con las luces? ..

»Sí, señor.» Tiene forma de balón de rugby... lu~es parpade

tes con un resplandor plateado por debajo... está sacanunas patas en forma de trípode por la parte inferior...está posando en el campo... ¡Maldita sea! tengo miedo.es~oy temblan~o.... impiden que me vaya hay algomI mente... qUIero Irme a casa... me lo impiden... ¡Oh, n¡VIENEN HACIA EL COCHE!. .. Trato de sacar mi revóver... me lo impiden... Hay algo en mi mente... Unoellos, frente al coche, 'levanta un objeto... del que salalgo que parece un gas verdoso y que cubre todo el coche..Humm... Es algo muy raro... ¡Dios mío! Esto no puedser... no puede ser... el gas rodea totalmente el coche..Él está sacando algo de una funda de pistola... apuntaparabrisas... hay un relámpago brillante... como el flasde una cámara... brillante... No puedo replicar. Aquella 1brillante me paraliza y me desvanezco...

» Ahora... abro Ilos ojos ... bajo el vidrio de la ventanilla no quiero hacerlo perOolo hago... Dos de ellos... nveo al otro... E.stá detrás mío y me agarra un lado delcuello ¡Oh! ... ¡Oh! ... Me hizo 'daño al agarrarme por elcuello me dolió durante un minuto'... me agarró por el

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l«llll 'rdo, debajo de la oreja... No puedo v~r muy,.. posible que llevara algo en la mano... (Sm duda

1 IIstante el '''extraterrestre'' ejerció la presión digi­hll la arteria carótida de Schirmer.)t pLledo recordar si me desvanecí de nuevo o no,11111'0 la puerta y me quedo de pie afue~a, junto al

.se me mira directamente a ios oJos. No· meI iene unos ojos raros... . .

M' hace preguntas... pregunta "¿Es usted el VlgI­.11- ste lugar?" Yo soy el policía... Quisiera que no

,11" e así. .. Más preguntas... Me pregunta si tenemosIllral de energía... pregunta sobre nuestro depósito

11 \... Yo le pregunto a él si es real... Él me da un1111 en el hombro... ¡Santo Dios! No estoy soñando...

,11Me pregunta si yo le dispararía a una nave espa­1\ , señor... Dice que puedo subir a bordQ durante

IIlinutos ... me dice que la nave funciona medianteIllImagnetismo reversible... algo... extrañas palabras ...

dad ... Otro no para de mirar el coche... las luces y el11 ·jguen sin funcionar La. esc~lerilla por. la que

, la nave está muy fría mas fna que el aIre exte-la cámara interior tiene aproximadamente 8 X 6 m ...

IIlI 11 inación es roja... hay un par de extrañas sillas y unas1" nas que parecen computadoras ... siento de nuevo unIII 1'L1eo... Hay cintas que giran: .. A travé~ de la men­

l'1 no habla con la boca... Éi dIce... me dIce... el cere-111' duele...

. sta es una nave de observación con una tripula-n el cuatro hombres... hay mucho que explicar llevan

Ito tiempo observándonos ... no dice cuánto envían11 mes poco a poco para prepararnos ... y también ~ara

'Clllcertarnos e intrigarnos... últimamente se han dejadod 'masiado... humm... todos deberíamos creer un poco

,." s, pero no demasiado ... » (La cursiva es mía.)(1 'cuerde el lector que esté familiarizado con el «.asun­IJMMO» la exhortación 'contenida en uno de sus mfor­lUYO destinatario fui precisamente yo mi.smo: «Esto

lo único que postulamos. No nos crean. ACOJan con des­IIlte nza estos conceptos ... » (Todo ello en recuadro.). ¿No

I lI'n un curioso «aire de familia» estas dos exhortaCIOnes1, luda?)

• igamos con la transcripción:'1. .. Prepararnos para la invasión... no ... no ... no para

IIl1quistar el mundo... sólo para mostrarse a nosotros...

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él no me dijo por qué están aquí... son de otra(sic) 'y tienen bases en algunos d~ nuestros planetnus... y otros... Las balas pueden detenerlos, pepuede penetrar a la fuerza en sus naves... De nuevoa oprimir botones... dice que mientras hablemos ymuestre cosas, me irán metiendo cosas en la ment

Más tarde, informaron a Schirmer de que habíael momento de abandonar la nave. La transcripció

»... Me dice que no debo contar que he estado aMe mira de nuevo a los ojos ... ¡Oh!. .. habla: uTiendecir que la nave aterrizó en la carretera y que tú tximaste (a ella) y salió disparada hacia arriba... DiY nada más... No debes decir nada juicioso sobnoche... volveremos a verte dos veces más cuangan, los conocerás" ... Me aprieta el hombro unaña palabra... debe de querer decir adiós... »

Hay otros detalles que casan extrañamente conabducciones: en la «·cámara de mandos», Schirmervó la presencia de dos sillas de respaldo triangular,das frente a una consola. Volveremos a encontrasillas en el caso de .Julio F. Sobre la consola había«pantalla visual»... que también aparece en el c

, Soria, como las ventanas espaciadas regularmenteparedes de la cúpula.

La escalerilla para subir a la nave es ya «clásiencuentra desde el caso de Villas Boas hasta el decisco Atienza», pasando por otros muchos. Es curioservar que Schirmer encontró el interior de la naveñamente frío (pese a que afuera hacía una nochfría). ¿Indicio de la temperatura que debe de reinel lugar de origen de los ovninautas? Éstos, sin emrespiraban normalmente nuestro aire, pues en un modado vio a uno de ellos, que había quedado defuera, frente a la nave, y observó el vapor de condenque se formaba frente a su boca al exhalar. A Schpolicía profesional, le impresionó mucho lo que élsus «medidas de seguridad». También sacó la conclde que los ovninautas eran militares, y por su poacciones le recordaron mucho a nuestros astronaut

Pero veamos cómo eran. Los ocupantes de la nave,Herb recordó bajo hipnosis, medían entre 1,35 y 1,5Eran fuertes y musculosos, sin grasa en sus esbeltos

1. Posiblemente hay que entender aqu! «otro sistema sc>lar». Seno es un astrónomo, y emplea el término «galaxia» sin conalcance.

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- ;;;

Ir nquilo, doct~'::Condon. ¡Dígales simplemente que no cree en• te chiste de Oliphant, en el que aparece el doctor E~ardn director de la famosa Comisión de Colorado, «abducldo» porrc'l nitos, se publicó en el «Denver~sb>en 1967, cuando laI "aún no había terminado de estudiar los 90 caso~ qu~ le

ti I USAF, y de los que quedaron 30 sin recibir explicaCión.

Herb Schirmer (sentado a la derecha)durante un programa del espacio televisivo

«La Clave.. dedicado a «Los extraterrestres...(foto Enrique de Vicente.)

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bros. Tenían el pecho más ancho y desarrollado qcorrespondería a hombres de su talla; (Como leslos indios del Altiplano andino, que respiran unfera más pobre en oxígeno que nosotros; por ello,suponer que el mundo de origen de los ovninautmundo más pobre en oxígeno que. la Tierra.) Anse movían muy envarados, con un aire absolutametaro Tenían la cabeza más alargada y estrecha que Iser humano ordinario, el color de su tez era de ungrisáceo, como la masa del pan. Tenían unas cejque se doblaban hacia arriba sobre unos ojosque recordaron a Herb los ojos de los gatos. La nmás largaJ más aplastada y más prominente que unhumana. Los labios eran muy finos ... una mera renel rostro.

Los pequeños cosmonautas llevaban una espmono de vuelo muy ajustado y botas, todo ello de ungris plateado, como asbestos. Schirmer no les violleras ni costuras. Un cinturón les rodeaba el talle ycostado pendía la funda para su arma. No recordabbien cómo eran sus manos, pero cree que teníandedos, como nosotros, pese a que llevaban guantes.

Sobre el pecho de cada tripulante, y en el lado izqulvio un emblema que representaba nada menos que¡serpiente con alas! Cuando Schirmer, bajo hipnosibozó por primera vez este símbolo, Brad Steiger seterriblemente excitado e insistió para que lo volvidibujar en una hoja y a gran tamaño. «¡Es la serpiemplumada... o el dragón volador de las antiguas migías, desde los antiguos mexicanos hasta los chinos ygriegos!», exclamó.

Pero continuemos con la descripción del atuendo dhumanoides. Su «mono de vuelo» continuaba sobre labeza, convirtiéndose en una especie de capucha o capues parecía allí más grueso y fuerte que el resto. Lación de casco que les recubría las orejas era la que parmás sólida. «Del abultamiento que mostraban sobreorejas surgía una pequeña antena», explicó Schirmer. lit

cuerdo que era una especie de radio, para comunicaentre ellos. Sin embargo, no recuerdo haberles oído pnunciar ni una palabra. Quizá fuese alguna otra cosa.»seres no llevaban equipo respiratorio, y al parecer podrespirar en nuestra atmósfera.

Sus captores no dudaron en mostrar al joven pdlicalgunas de sus máquinas. «Me mostraron cosas que pa

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IIl1lwtadoras -dijo Herb en hipnosis-o Uno de ellos1111 lot6n y las cintas empezaron a girar. Vuelvo :'"1111 hormigueo ... Él pulsa otros botones de ~a ma­

través de mi mente... no sé cómo... me dIce co­I' duele la cabeza... hay algo... está hablando... me

111 1'ndo que ésta es una nave de observación conhombres.»

11 I Williams le preguntó sobre su forma de comu-. n él, Schirmer dijo: «Parece que emplean .am~?s

111 para hablar conmigo... la voz y Ila comurncaclOnl. o. El que habla conmigo habla con la voz, en una

1 le inglés macarrónico.. ' '11 'na muy extraño y parece vemr de dentro de el" mash 'u boca. Es indescriptible. (En el caso frances delile, un "clásico" mundial de encuentro cercano delI tipo el testigo, M. Masse, dijo que las voces de loslis s~res -que llevaban un "mono de vuelo" idénti~o

-rito por Schirmer, más el cinturón, etc.- pareclal' de su cuerpo Y no de su boca".) Me dice que

1111 In nuestros lenguajes terrestres mediante algún tipo111 luina. Mi mente me dice que poseen computadoras11\" de hablar cualquier lenguaje, sea cual sea el lugarI1 Tierra donde aterricen.» (Otro paralelo: en el casoJI 're Ribalta -no publicado e investigado por mí­ovninautas que el testigo encontró entre Besalú y Fi-, l' ,111 , en Cataluña, le hablaron largamente... ¡en cata ano

to confirma lo dicho a Schirmer.)Informaron a Schirmer de que tenían bases en nuestro

IIIUO, bajo tierra y también submarinas. Comentandosus propias palabras bajo hip~~is, al releer la :trans­

11' 'i6n de la misma, Schirmer diJO: «No lo entlendo.IIlzá ahí es donde ellos quieren desorientar a 'la gente.

111' qué irían a decirnos dónde están situadas sus bases?I sería ponerse en peligro y yo sé que son muy cons­

"lites de todo lo que atañe a su propia protección.»Le dijeron que una de sus bases submarinas se encon­

I Iba frente a las costas de Florida, entre esta penínsulalas Bermudas... en la región del famoso «Triángulo de

11 Bermudas», donde han desaparecido misteriosamenteluntos barcos y aviones. Otra de sus bases estaba en las11' iones polares. Y otra en el mar, frente a las costas de la

I'gentina (probablemente en aguas del Golfo Nuevo, esce­Ill1riO de extraños sucesos). Dijo que estas bases eran paraI1 protección de los ocupantes de los ovnis y de «ustedes».

Al informar sobre este caso en su libro Dioses, demo-

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Schimer durante suestancia en Madriddel año 1980.(Foto Enrique de Vicente.)

Schirmer, en Madrid, conversa con el científico de la AgenciaEspacial Europea, doctor Fran~isLouange. (Foto Enrique de Vicente.)

Una característica expresión de Schirmer, mientrasrelata su experiencia al doctor Louange.

Schirmer muestra al doctor Louange la señal existenteaún en su epidermis, del verrugón (c<wart") que le apareció

-tras su contacto, y ello trece años después del mismo..

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nios y ovniS (Pomaire, 1978), «Eric Norman»· escribe:jeron que tenían bases en diversos países, incluyendolugares en los Estados Unidos. Deliberadamente no pubel emplazamiento de estas supuestas bases. No quierovacar una invasión de esos lugares por parte de un ejéde cazadores de ovnis armados hasta los dientes.»

Curiosamente, los ovninautas dieron bastante inforció.n a Herb .sobre el sistema de propulsión de su nav •dijeron que ésta funcionaba mediante electromagnetireversible. Un rotor cristalino en el centro de la naveconectado a dos grandes columnas... reactores. La insión de la energía electromagnética (recuérdese que ecaso de Aveley también se habla de «inversión>,) les pete controlar la materia y vencer la fuerza de gravedad.

Le revelaron un pormenor de la nave que considerocapital importancia: dijeron a Schirmer que el ovni esthecho de magnesio puro al ciento por ciento. Ahora biuno de los poquísimos «fragmentos de ovni» que al parse han recuperado, procede del ovni que se desintegró sola playa brasileña de Ubatuba en 1957. Este materialanalizado por varios laboratorios estatales brasileño ,también por los técnicos de la Comisión de Colorado, a 1que Coral y Jim Lorenzen cedieron amablemente unfragmentos para su análisis. Pues bien: se trataba de mnesio muy puro, aunque no imposible de lograr por la tnología terrestre anterior a 1957, según puntualiza elforme Candan (p. 97 de la edición Bantam).

No creo que entre las lecturas predilectas de Herb Schmer se encontrase precisamente este voluminoso mamotto de casi mil páginas, de texto muy técnico e indigeWarren Smith, en Ufo Trek, lo describe así (descripción qrepite «Eric Norman» en Dioses, demonios y ovnis): «un joven tranquilo y poco imaginativo, cortado segúnpatrón tradicional de '1os habitantes de los grandes llanSe trata de buenos chicos al estilo antiguo, que se sienten una mecedora con una lata de cerveza, para ver Gusmoke (La ley del revólver) o Beverly Hillbillies en la t 1visión. Se saltan el horror y el tumulto de las primerpáginas de nuestros periódicos, para echar una ojeada al

. cómics y a la página deportiva. Los fines de semana, motan en potentes cochazos y se van a ver rodeos, carreras dcoches viejos con muchos choques, u otras competicionHerb Schirmer, cuando 'lo conocimos aquella noche, vestíel uniforme estándar de los buenos muchachos chapadoa la antigua de Nebraska: unos descoloridos tejanos L

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IlIlíisa de sport de cuello abierto, y las tradicionalesd' vaquero. Estas botas son símbolo y residuo de lati ' los pioneros, que aún corre por las venas de estos

Illl'llOtes. Todos son excelentes cazadores y pescadores,Itbricas de Nebraska están casi desiertas el primer

111' se levanta la veda del faisán. Un visitante puede verI chicos apretujándose en los sa'lones de billar en las

I! lluvia, jugando al chapó y bebiendo cerveza mar­11II'Z, hecha en la propia Nebra~ka. Cuando vino a Es­

11 1980, Schirmer aún conservaba este aire bonachón.vninautas efectuaron una demostración de cómo

d 'captar energía eléctrica de unos cables' de alta ten­'1 'ctricidad que después devolvieron a la línea, ar­

Ito que no podían almacenarla en grandes cantidades11 le la nave). ¿Por qué extraían pequeñas cantidadesI ¡'lricidad de las líneas de alta tensión? Dijeron a

111 T que una de las armas defensivas de' la nave era un11 dc fuerza electromagnético, que se activaba cuandol' Ilo estaba posado en el suelo. Este campo de fuer­

I forma circular, es el que para motores de automó-I lIencia radios y televisores, y provoca un desagrada­1111 migueo en los seres humanos, que puede llegar a la11 l,. Hay cientos de casos de automóviles que sufren

'0 «apagón» de los faros y paro del motor, al circu­I ':1 de una nave posada en un campo próximo a la

h'ra, o en ésta.11 lambién casos de personas que resultan quemadasloximarse demasiado a un «platillo». Esta quemadura

'~tar causada por una descarga de energía eléctrica11 Ida a mantener a raya a los curiosos, e incluso aI k males mayores.IIlz:í una aplicación a pequeña escala de. esta tecno­

• ':1 la «pistola de rayos» que cada tripulante llevaba1II , Y con la que podían paralizar a un ser humano1I11tarlo). Estas pistolas paralizadoras estaban hechas

111 "ITIO metal gris plateado que la nave: ¿magnesio?11 aptores dijeron a Herb, entre otras cosas, que su

el observación se dedicaba a recoger muestras deI os tipos de animales y vegetación, (Se ha observado

tllI~ de veces a los ocupantes de los ovnis dedicadosItrea de «herborizar»; Schirmer no podía en modo

1110 conocer este detalle, que no entraba en e'l marco111 n~erencias inmediatas, y sólo se encuentra -y más

IIltes de 1967- en algunas publicaciones ufológicasI 'pecializadas.)·.

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Observó Schirmer, hablando más tarde con losgadores:

-Es posible que yo les preguntara si secuestrlseres humanos. Lo único que recuerdo es que élque tenían en marcha un programa llamado de «anácría» y que se habían utilizado algunos seres humestos experimentos. No dijo si secuestraban y se 11a seres humanos. No continuamos esta discusión, promente yo no quería que esto les diese alguna idea erespecto a mí.

Schirmer cree que los ovninautas tienen un avconocimiento del cerebro.

-Creo que han capturado a algunas personas y 1,manipulado el cerebro en cierto modo -explicó-.capaces de controlar mi informe sobre la observacihice exactamente lo que me ordenaron, o sea que erauno de esos robots de que todos hablan. Hubo alg,bién que me impidió dar todos los detalles cuando elSprinkle me sometió a hipnosis ante la comisión eEstoy seguro de que esta gente puede controlar a unbre a través de sus cerebros por el tiempo que a eUdé la gana.

Por lo que se refiere a las rigurosas medidas deridad que rodeaban a la nave, sus tripulantes le diJ«Tu gente es muy hostiL»

Es la misma historia del tiburón y el buceador: ¿es hostil? ¿Quién tiene miedo de quién? Los casagresiones realizadas por seres humanos -militares,dores, policías, cazadores, etc.- contra los ocupant,los ovnis, son más numerosos que los casos inversos,pre muy dudosos y pese a 'lo que diga Salvador FreEn cambio, conocemos algunos casos clarísimos de

. ción debida a los ovnis: el caso de Damon (Texas), eel agente de policía Robert Goode fue curado de una hinfectada que tenía en su índice izquierdo, causada pmordedura de un caimán que tenía com() mascota, cusu mano, que estaba colgando fuera de la ventanillcoche patrulla, fue bañada por la luz de un ovni de seSImetros de largo que cruzó por encima del vehículo. Elocurrió el 3 de setiembre de 1965, y Goode .se ha!:acompañado en aquel momento por el sheriff WilE. McCoy, quien lo atestiguó. Otro caso, más célebrees el del doctor X., curado de sus heridas -irreversibI.de la guerra de Argelia. Y otro es el de la joven brasique fue operada de cáncer estomacal por un equip

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Ilcfios ovninautas. Y otro... Podríamos mencionar bas­111'S más casos de curación.

d) Schirmer estuvo en España en 1980, invitado para1~llr a un programa de La Clave, el popular espacio deI~ Luis Balbín, que versaba esta vez sobre «extraterres­

. Entre los invitados se contaban John Acuff, directorI NICAP; Pierre Delval de OURANOS, Juan José Bení­¡ José Luis Jordán Peña, psicólogo, y Frank Salisbury,

nlogo. Yo no fui invitado, pese que al final del programaIIJ(n dijo que «Ribera no había podido asistir», cosa

11IImente falsa; 'lo que ocurrió fue que no fui invitado, ylntí de veras, porque me hubiera gustado charlar con

11Ii1tiguo policía de Ashland, ya no tan joven como cuandolo 01 ovni «mal aparcado», pero aún con su aire inconfun­IlIle de muchachote bonachón de Nebraska, pese a vestir11 l'Icgante business suit en esta ocasión.

Me hubiera gustado, porque considero a Herb Schirmer1111 de los abducidQs más sinceros y auténticos de todosIlllntos existen. .

El doctor Leo Sprinkle confió a Ralph Blum que élI lIla «en la validez de la experiencia vivida por Schir·

111' )'» ••• y que ésta era una «llave para el futuro».!uando Warren Smith preguntó al bueno de Herb si

IIlbla oído hablar de Betty y Barney Hill, el muchachote011 testó: «jOh, sí: eran esos dos gángsters de la película!»

ILos había confundido con Bonnie y Clyde! ...

1. Ralph Blum: Beyond Earth, p. 120, nota.

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VICENTE-JUAN BALLESTER OLMOSOvnis: El fenómeno aterrizaje

Tres casos ibéricos

... el fenómeno es mundial. Los casos que leerá a conti­nuación no deben tomarse como hechos independientesni como incidentes inconexos, sino como ejemplos loca­les de una actividad general que se desarrolla a nivelplanetario...

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1. ABDUCCIóN EN EL AEROPUERTODE BARCELONA

I Imilia barcelonesa muy conocida se encontraba unana reunida en el Aeropuerto del Prat, en Barcelona,I mar el avión que debía conducirles a Mallorca,

111' iban a pasar las vacaciones de Semana Santa deEl matrimonio, una pareja aún joven, más la mamá

Il'n y una doncellita de 17 años llamada María, queh 1 en sus brazos a la hija del matrimonio (de dos añosl~ón), habían llegado en coche a la terminal del Prat,

l. pués de dejar el coche en el aparcamiento, el marido, u familia en el vestíbulo para dirigirse al mostra­

d' Iberia, a fin de conseguir la tarjeta de embarque1I , presentación de los billetes. A su regreso, transcu­11 diez minutos, observó que la muchachita con la niña

luban presentes. Su esposa le manifestó que no 1a111 visto irse, pero que sin duda había ido a los servicios.

I minutos iban pasando, y la criadita no regresaba.11 '11 madre, cada vez más nerviosa, fue entonces a losh 1 s de señoras para tratar de localizarla, pero la

parecía haberse esfumado. El marido contactó enton­lln las autoridades del aeropuerto. Los servicios de

11 1< d fueron alertados, y al mismo tiempo los altavo-difundieron una llamada. Nada de esto dio el menor

.11 .do. La policía cerró entonces las salidas de la ter-1, y desde la torre de control se ordenó a todos los

111'" a punto de despegar que permaneciesen en tierra.I i traron de cabo a rabo todas las dependencias y1111' del aeropuerto. Sin el menor resultado. Había que

.1 lile a la evidencia: ¡la muchacha y la niña se habíanI 1I zado!

¡,Indo habían transcurrido ya tres cuartos de hora des­'111' se inició la operación de búsqueda, una mujer de

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aspecto pobre y sencillo se aproximóhundida en una butaca y presa de unpara decirle: .

-Rece, señora, y su hija volverá.Dicho esto, desapareció entre el gentío. Ca

instante, la señora se volvió y vio a su lado a 1la niña en brazos.

-Pero, ¿dónde te habías metido? -balbutiada.

-¿Quién, yo?... -respondió María-. No mede aquí...

Trataron entonces de retirarle la niña peroextraño que pueda parecer, estaba materialmena los brazos de la chica. Tras mucho forcejear,consiguió arrancársela materialmente, y entonobservaron otro hecho inexplicable: la parte de 1que había permanecido oculta aparecía totalmjecida...

Restablecida al parecer la normalidad, la famllal avión, que no había despegado. Durante el vuel aeropuerto mallorquín de Son San Juan, Marfuna crisis de histerismo. Las azafatas tuvieron qude ella durante todo el vuelo. Su señor resolviótomar el primer avión de regreso a Barcelona IIa María, cuyo estado parecía agravarse por momenPrat fue transportada a toda prisa a una clínica padonde se le administraron sedantes.

Así que María fue dada de alta en la clínica,en someterla a hipnosis, para ver de averiguar lasu crisis histérica, y saber dónde había estado durtres cuartos de hora perdidos. El distinguido parapslFrancisco de A. Rovatti, profesor de hipnología mpresidente de todos los congresos mundiales de palogía celebrados en España, fue quien se encargó dnizar a María.

Las primeras sesiones se desarrollaron sin inei-María era un buen sujeto hipnótico-, hasta el moen que se llegaba al instante de su desaparición:llaman... », decía entonces la muchacha. «Me dicen: ¡Sy luego musitaba: «Es una voz desagradable... Unde hombre.»

Cuando Rovatti quiso llevar más lejos la regresión,ría se puso a gritar, a gemir. Los latidos .de su corazaceleraban peligrosamente. «Diríase que le han implanun poderosísimo bloqueo post-hipnótico, a partir del

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Francisco de A. Rovatti, profesor de Hipnologia Médica, que sofronizóa la joven Maria, protagonista de este extraño caso de abducción.

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mento en que María afirma ver una luz roja en el sucomentó Rovatti. «Se trata de una experiencia extrnariamente dramática. Tratar de continuar, pondríapeligro la vida de la paciente.»

¿Dónde estuvo María durante su ausencia inexplide casi una hora? ¿Quién o qué la sacó de nuestro mtridimensional? .. .

Quizá la respuesta nos la dé la niña que llevaba enzas -el verdadero objetivo de la «operación», en op'mía-, pero sólo dentro de unos años...

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2. ADELA: ABDUCCIóN PSíQUICA

lIaJes de agosto de 1980 recibí la visita, en el pueblo111, resido, a unos 40 kilómetros de Barcelona, de cuatrol>nas con las que a partir de entonces había de iniciarInteresante relación.

trataba de dos matrimonios, jóvenes aún, y que comoI habían «escogido la libertad», yéndose a vivir a Sant

lit del Valles, otro pueblo -con famoso monasterio111 nico- próximo también a la capital catalana. MeI vedado revelar sus apellidos, y me limitaré a presen­, (,los al lector por sus nombres de pila.

Ji'( rmaban una de las parejas Ricardo y Margarita; es­I n la otra compuesta por Carlos y Adela. Los dos matri­tillos eran amigos, y compartían gustos, aficiones y la\11 en Sant Cugat. Pero en realidad, vinieron para que/10 iese a Adela, y para explicarme su intrigante historia.d ella, pues, que vamos a hablar.

uando la conocí era una mujer de unos 4S años, no11 alta, de teZ rubicunda y cabello claro, rubio. Sus ojos11 azules, y, sin ser obesa, era lo que se suele llamar una11' r «llenita». Pero era su psique lo que más me inte-6. Curiosamente, tanto por ella como por su aspectoro me recordó a mi madre (fallecida en 1968, cuando

" a cumplir los 83 años). Bastará que hable de mi madre,111 $, para retratar simultáneamente a Adela. Mi madre era11 ser inocente, sin malicia. Creía que todos los seres hu­I mas son buenos por naturaleza; sencillamente, no con-hla la maldad. Las manifestaciones del lado «oscuro» de

I xistencia la repelían profundamente (actitud vital queti he heredado). Era un espíritu luminoso, alegre, radianteI't\ °e a los muchos golpes que la vida le había dado, espe­

11 Imente en el período de la guerra civil española). Pero

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jamás perdió su profundo optimismo ni su joie dé vi(que yo también he heredado). .

Era candorosa, sencilla. Las cosas complIcadas la ataban. Le gustaba cantar (siempre dijo que era ~a etante de ópera frustrada, por un helado que tomo. enjuventud, acalorada, y que le hizo perder la voz). Smbargo, con la que le quedaba, ~,antaba quedam~~te, mvillosamente. En realidad, muna cantando... «C e una eticella ... », tarareaba en su lecho de muerte. .

Ade'la, como ella, es un ser sencillo, inocente. MI ~~se calificaba a sí misma como una «pobre de esplntdenominación que también cuadra a Adela. A,mbas ~onesa estirpe -los puros- que «un día her~daran la Tlercomo nos dice el Evangelio. Almas senc~llas, b~enas, qhallan su gozo en las cosas menudas. ASI era mI madrasí es Adela. .

Pero además, esta última es una «médium ~m saberlDomina en ella el inconsciente sobre el conSCIente, yes 'la madera de que están hechos los médi~m.s, los elvidentes, 'los telépatas, los superdotados pSlqUlCOS... ygunos santos. En realidad, yo le descubrí !o que era: .. Pcomo me agrada decir siempre -por mI pragmatIsmodoble raíz catalana y escocesa: mi bisabuela Booth pmucho en mi alma-, «vayamos a .los hechos».

y éstos son que, en la cara externa del muslo derede Adela, aparecía una especie de estigma... que represtaba el famoso signo de UMMO: ) +(. Esto. es l? quecuatro me venían a mostrar, junto co~ la hIstona que,deaba al sorprendente estigma. Exammado. con atencléste se resolvió en unas hileras de ampollItas, comoque levanta una quemadura. ¿Dolía? No, no dolía, m~ etestó Adela. Pero en un hombro también había sido 19mente «estigmatizada», marcada. ¿Por quién? ¿Pormisma? ¿Por au~osugestión? ¿Por «alguIen» ,qu~ qumarcar con su «hierro» a quienes le perteneclan. ¿A

• ? 1 \de sus «ovejas».. -¿Conoce Adela el «asunto UMMO»? -preguntéCarlos, su marido. .

-No... -me contestó-. Tengo tu lIbro en casa, desluego. El Misterio de UMMO, en la edición de Plaza &nés, colección Otros mundos, que lleva en la por.tada,rojo, el signo de UMMO... pero ella no lo ha leIdo. Tsólo lo ha visto.

-Es igual -repuse-o Basta con qu~ sepa que eslibro sobre «extraterrestres», y que haya VISto el SIgno. P

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UIí ello -me apresuré a añadir- no quiero decir que ex­111 a otras posibilidades...

Pero la «marca» no era todo, ni mucho menos. Adela1111 fa vivido una serie de extraños episodios... y lo que

más, se comunicaba mentalmente con los <<ummitas».11' 1ón, la expresión es incorrecta: Adela «visitaba», enI \l1ce hipnótico autoinducido (cae en trance con una granl'¡¡idad) la plataforma espacial de los «ummitas», donde

I 1 recibida afectuosamente por Axxia, una mujer quelindaba en la base. espacial. Además de esto, Adela se11' ntró una vez en la calle, yendo a la peluquería, enIIn Cugat, con un apuesto caballero, vestido correctísi­1Imente, que le preguntó cómo les iba a ella y sus amigosun la Ouija. En efecto, las primeras comunicaciones delIllpO de los cuatro con los «ummitas» se efectuaron a tra­

de la tabla Ouija.Adela se quedó sorprendidísima, porque no había co-

IIlOícado sus experiencias a nadie. ¿Cómo aquel apuesto y1 s onocido caballero, rubio y atto, las conocía? Luego

•u1tó, según Adela, que era nada menos que Dei 98,1110 de Dei 97...

Pero voy a ceder ahora la palabra a Ricardo, para queIU~ relate una curiosa observación que la familia, corn­Il 'sta de cuatro miembros (padre, madre, hijo e hija)11· tuó el día 28 de agosto de aquel mismo año de 1980.

-Los cuatro miembros de la familia ... -refiere Ricar­lo estábamos pasando una semana de vacaciones en elIIrador de Aiguablava (Costa Brava), adonde habíamos lle­IIdo el lunes de aquella misma semana. El jueves 28, recibí

111 \ llamada telefónica, que me obligaba a estar aquel111 smo día en la oficina para una entrevista urgente eIllllplazable. Decidimos por ello que alrededor de las 17.00horas, bajaríamos todos a Barcelona, y una vez terminada

la reunión, volveríamos a subir a Bagur y Aiguablava,IInque preveíamos que sería ya algo tarde.

»Efectivamente, salimos de Sant Cugat a las 02.1? ylomamos la autopista para enlazar con 'la A-17. Para evItarI sueño tomamos un café en el área de servicio de Gra­

llollers y'nos pusimos en marcha nuevamente.»Cuando alcanzamos exactamente e'l km 50,4, Margie

, n por la parte izquierda unas extrañas luces en el cielo,1\ I aja altura y de forma circular, como si se tratara de las111 'cs de una torre o depósito de alguna de las industriasI",'taladas en aquella zona. Todos vimos aquellas luces y¡t ,ra asegurarnos de lo que podían ser exactamente, ded-

225S-SECUESTRADOS POR EXTRATERRESTRES

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dimos adelantar de nuevo con el coche, para comsi la situación de las luces, doscientos metros más adhabía cambiado o no. Con gran sorpresa por nuestravimos que las luces nos fueron siguiendo a la mismay velocidad que llevábamos nosotros. Cuando detuvicoche, las luces se detuvieron también.

»Descendimos del vehículo y pudimos observarlafectamente: eran de un color blancoamarillento y rodpor el centro a un objeto no identificado. La ob,servno. dejaba lugar a dudas, y nosotros cuatro coincien afirmar que todos estábamos viendo lo mismo.pente el ovni se elevó a enorme velocidad y se convirun punto solo de luz, a mucha distancia, pero totalvisible. '

»Decidimos seguir nuestro camino y nuevamentobjeto se puso a seguirnos. Le íbamos pidiendo qusalida de la autopista por Gerona (la 10) y cuandoramos la carretera general C-255, con menos tránsito,volviera a descender para que pudiéramos comimiccon ellos... Esta esperanza se mantuvo durante tocamino, pero «ellos» se limitaron a seguirnos a maltura, y, cuando estábamos cerca de La Bisbal, elavanzó y se quedó en un punto fijo, que pudimos situla vertical, precisamente, del Parador de Aiguablava.

»Así fue ya que cuando llegamos al Parador, alredde las 04.45 de la mañana, allí estaba, inmóvil. Nótetiempo empleado y podrá comprenderse la cantidatiempo que estuvimos observándolo; nuestra marcha 1pidiéndole que bajara y varias paradas que hicimos, e

. diendo y apagando los faros del coche, con intenciócomunicarnos.

»Decidimos entonces permanecer un rato fuera, enjardines del Parador, contemplándolo. Vimos claramque lanzaba unos destellos hacia abajo, como si foruna especie de triángulo. Ésta fue la versión de los cuaaunque Ricardo Jr. aseguró haber visto también el S

de UMMO. Finalmente, nos fuimos a descansar y a lañana siguiente telefoneamos a Carlos, sin contarle nde lo sucedido, pero sí le pedimos que preguntara a Asi conocía algo relativo a aquella noche, y así de esta forel próximo sábado, poder comentarlo en nuestras consaciones a través de la Ouija con nuestros amigosUMMO... »

¿Sus «amigos de UMMO»? ¿Con quién se comunicarealmente los cuatro -si es que tal comunicación existía

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1.1111 sus sesiones? ¿Con su propio subconsciente? ¿Con1111 Imitas, verdaderamente? ¿Con «otros»? ¿Y quiénes

l/II\ er estos «otros»? Preguntas, preguntas.I ISO Adela, únicamente, supiese la respuesta...o fectivamente, Adela sabía parte de la respuesta,

'111' afirmó -sorprendentemente- que ella había estado111 I de la nave que había seguido a Ricardo y su fami­h lsta Aiguablava...

lodo esto, Adela decía también que había empezado11 dbir cartas de los «ummitas». Un día, llamaron al1111' y ella encontró una carta de sus amigos metidaI '1 del felpudo. Iba dirigida a los señores M... (el ape­111 de su marido).1'1'1'0 de todo esto hablaremos más adelante.Intrigado por todo lo que me contaban las dos parejas,dI' idí asistir a una de las autohipnosis de Adela, y for­

linde algunas preguntas que llevaría preparadas. Y estolu que hice el sábado 30 de agosto de 1980. Con Trini,Illujer, nos reunimos todos en casa de Ricardo (que era

lid \ ellos celebraban siempre SllS sesiones, de Ouija o deluhipnosis). Eran las siete de la tarde.Adela se tendió en el sofá del salón, con la cabeza cómo­11l~'nte apoyada en un cojín y apretando otro cojín sobre

1'ntre, cOQ ambas manos. Parece ser que ésta era suI Illra habitual. Inmediatamente se sumió en un sueño

1l'llótico, y. Carlos, Ricardo y yo empezamos a hacerleIl1Intas. Eran exactamente las 20.45.('arIos le pregunta a Adela si Axxia está ya con ella,Ilondiendo Adela afirmativamente. Acto seguido le pre­

IIIla por qué la han marcado de nuevo (en efecto, AdelahIn vuelto a ser «marcada» con las letras NOA 1). EllaIl nde que esto ha sido debido a que se equivocó a:l

11 l'Íiarles a escribir con cuatro dedos (parece ser que I

IIl'la enseñaba a escribir caligráficamente a sus amigos),11'0 que ahora Axxia lo hace ya con tres dedos; escribe unaI1 a negra, recta, y, al preguntar a Adela si puede leer lo

111' scribe, responde que no.Yo pregunté entonces a Adela -que respondía siempre

1111 L1n hilo de voz- que informe exactamente sobre dóndeI n. Ella responde que están en una sala redonda, con

1I1111S máquinas, de las que salen unos papeles agujereadosI ), de un color amarillento. Estas máquinas son grandes

1, NOA. según el diccionario ummita de A. Moya Cerpa. significa, I\lumo, discipulo».

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y están tapadas; se parecen a la que tenía e'l pAdela en su casa. En esta sala hay mucha luz, carescente y de color blanco, muy ·blanco.

Al preguntar Carlos de dónde procede esta luz,responde que (su origen) no se ve exactamente, quelámparas, ni nada, como si las luces estuvieran escopero afirma que hay luz por todos lados, y queproduce sombra alguna (constatación hecha porabducidos).

Se le pregunta si está sentada o de pie, y responestá caminando.

Confirma, una vez más como en otras ocasiones, q5 o 6 personas más, que están manejando las máy que ella les habla pero que ninguna le contesta,posible excepción de una de ellas.

Yo pregunto a Adela si los puede describir, y eHtesta que todos se parecen, como si fueran todos ison muy altos, de piel muy clara, ojos también claromuy alargada y el cabello rubio, que llevan un pocopero no excesivamente (la impresión de «cabello»causarla también una capucha amarilla que les cayeslos hombros). Visten todos una especie de mono, dgris plateado, como si fuera de raso, brillante y simalleras apreciables. Usan todos cinturones de coloferentes, y hay algo que les cuelga en la parte delde los mismos, en la que llevan una especie de letra,usan como hebilla.

Informa que en este momento a Axxia no la ve tancomo antes.

Por las descripciones dadas, al preguntarle qué 'le'la de la hebilla, se cree que pudiera ser una «y». En ca Axxia distingue perfectamente que en esta ocasiónuna letra «N». '

En aquel momento Adela sonríe y al preguntar!qué, contesta que Axxia también está sonriendo. Alguntarle si habla directamente con ella, Adela respque la mira mucho cuando le habla y que entiende todque Axxia le dice.

Yo vuelvo a insistir, preguntándole que precise dse encuentran exactamente, y Adela responde queen una especie de plataforma. Axxia le está hablando,este momento, de dimensiones, exactamente de la quiy le dice que debe esforzarse para llegar a la sexta.

Entonces Adela lanza una exclamación en catalán (ima en el que se ha expresado todo el tiempo): «AI<;a aq

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Sello digital de UMMO(muy aumentado) que figura

I margen de los ¡nfonnes«auténticos».

(Foto Rafael Farriols.)

Emblema de UMMO, aparecidoposiblemente por estigmogénesisen la cara exteriordel muslo de Adela.

El mismo signo apareció tambiénsobre el estómago, °regiónepigástrica de Adela.

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(¡Caramba!), y nos informa que se ha vuelto atarpie. Al pedirle detalles del incidente, ella comunicel suelo está muy resbaladizo y que, al poner el pieescalón para subir a uno de los asieritos, se 10 torció. Dasientos están justo delante de unas v~ntanas, que sonbonitas. Son de color negro, con unos puntos muyllantes; hay millones de estos puntos y no se mueven.estrellas, en el espacio cósmico, no parpadean,efmente; el titilar de las estrellas está producido prefracción de su luz en la atmósfera terrestre. ¿Adela este detalle a nivel consciente?)

Carlos le pregunta qué pie se ha torcido, a 10 qucontesta que es el izquierdo en el que se ha hecho(Nótese que Adela ha estado todo el tiempo tendidasofá, sin posibilidad alguna de torcerse el tobillo.)

Carlos insiste en saber por qué 'la han vuelto a my Adela contesta que ella misma se lo ha buscado, poellos la están enseñando, pero que le dicen que esdura, que le cuesta aprender. En este momento Adelaque huele como a cerillas, como si hubiesen encenunas -cerillas (nadie fumaba en aquel momento) y notala hebilla de Axxia está encendida y que ahora la estágando. (Dejamos intacto el lenguaje de Adela, una premuestra de estilo «naif», como corresponde a su persodad ingenua y sencilla). La hebilla, dice, está compde unos palitos grises o negros, con 'las puntas rojas.que lo ha apagado con el codo, tocándose el costad

Yo pido entonces a Adela que le pregunte a Axxlsabe algo sobre los hombres pequeños, y si éstos titambién «hebillas».

La respuesta es que de momento no las usan, yase trata de alumnos a lbs que están enseñando.

Yo insisto preguntando si conocen realmente ahombres pequeños de cabeza gorda y si realmente trabpara ellos.

Informa Adela que estos hombrecillos son muy ingentes, superinteligentes, pero que los están formandhay muchos de ellos. .

Pregunto nuevamente a Ade'la, y mi pregunta es si ehombrecitos proceden de Marte.

Adela informa que Axxia, al oír esta pregunta, puna cara muy rara, quedando muy seria y sin querer etestar. Al repetir yo la pregunta, Adela dice que todospresentes se están mirando entre ellos, muy serios. Tolos que trabajaban frente a las máquinas han retirado

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11" manos de ellas~ y se miran muy sorprendidos. AdelaIII que los hombrecillos realmente no son de UMMO;lI'l'viene hasta Deia, que en estos momentos está hablan­I 'On Axxia. Dice que todavía no nos pueden contestartil'e realmente todos ellos están muy sorprendidos por1,1 pregunta; parece ser que se trataba de algo que tenían"Y escondido. ¿Habré puesto el dedo en una llaga cós­h n, me dije? Insistimos en que se lo pregunte a Deia,,t) vuelve a contestar que todavía no es tiempo.

xxia sigue con cara de preocupación; parece que la11 glmta no la ha satisfecho demasiado. Informan a Adela111' aunque se 10 explicaran, ella no lo entendería bien.I1 ma que no están enfadados, pero sí muy sorprendidos.

1I ¡mas que nos digan al menos por qué no pueden con­I:lr y en aquel momento Adela nos informa que AxxiaI \ acerca con las manos extendidas, y con la parte la­

I ¡[ de las mismas le está tocando la cara, diciéndole al1I 1110 tiempo que se -calme, que sólo le hace daño el pie.

Debido a estas negativas, decidimos no preguntar másIIhre este tema, por el momento, y Carlos, cambiando deIlllversación, pregunta qué es lo que deben enseñarle

lluevo.Adela contesta que hace muchos años que están inten­

11 lo enseñarle cosas, pero que Adela (sic) es muy des­liada.

Le preguntamos si ella irá algún día a UMMO y res­Illlde que está muy lejos, mencionando a continuación 'lasIrll nsiones séptima, octava y novena. Y añade que si con­I, tiC llegar a la décima, entonces se podrá trasladar aIMMO, pero que se necesitan muchos días.

Ricardo comenta la aparición del ovni del pasado jue­I I Y pregunta si realmente fueron ellos los que se deja­111' ver. Adela responde afirmativamente, y agrega que1lI1lactó con los cuatro (Margarita, Margie, Ricardo y Ri­IIl'do Júnior), y que era en el camino hacia Aiguablava.

Ricardo pregunta por qué no se acercaron más y AdelaIlIl'orma que ella estaba también en este ovni y que .lesl' las caras. Describe el ovni como una plataforma, muy1linde y con muchas puertas, de un diámetro de cien me­

llO:) y pico.Ricardo insiste, preguntando por qué no se acercaron

111 • Ella dice que les estaban probando y que no deseanIt I ernos daño alguno, pese a que a veces les han hechotll o a ellos. Por lo mismo, andan con mucha prudencia.

ade Adela que la nave es como una especie de subma-

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rino con muchas puertas, y que dentro, además dmisma, estaban Deia, Axxia y veintiuna personas málseaban enviar un mensaje e hicieron una demostracióla parte baja, llevan un símbolo como si fuera unadoble. Es parecido al de UMMO, pero las barras son r¿y las luces? Sirven para transportar a alguien; cuatestas luces es como si aspiraran o chuparan. (En suguaje sencillo, Adela nos está hablando de los «hacespactos y coherentes»; de la «escalera de luz» de DioLlanca; del «rayo de luz sólida» de los Avis, etc.)

Axxia comenta que los cuatro estaban algo asusta lo que Ricardo replica que él no lo estaba, ya que sedel coche, hizo señales luminosas con los faros, pidióse bajaran, sin haber conseguido nada. Finalmentedijo que, en efecto, Ricardo no se asustó y que provolver a verles y además más cerca, y que Ricardtenía razón al decir que las luces formaban el escudUMMO.

Yo pregunto entonces si Axxia conoció a Yu 1. ConAxxia que Yu 1 era una suprema, mayor que Axxia ydo a ello no lo sabe exactamente, volviendo a guardlencio. Insistimos e informa Adela que Axxia le diceeste tipo de preguntas Adela no las debe conocer y qponen muy nerviosa (a Adela). Ésta dice que le siguliendo el pie.

Volvemos con la pregunta de los hombrecitos pequde cabeza grande y Adela dice que Axxia ha abiertoojos, añadiendo que tienen otros pequeños satélites ycontactan con otros planetas. Posiblemente más adelAdela podrá hablar con ellos (con los seres de esosplanetas, entendemos).

Yo pregunto si esta plataforma está en la órbita d36 000 km (órbita sincrónica con la rotaciórr terrestrAdela contesta que está mucho más lejos.

Adela empieza a despertarse y cuando pone el piel suelo, después de incorporarse en el sofá, dice qulo ha torcido en aquel mismo momento, y que le d

Adela manifiesta tener mucho sueño y deseos derarse a descansar. Los demás nos sentamos a la mesa, Pcharlar mientras bebemos y comemo.s ligeramente.

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diferencia de las cartas e informes de UMMO «ortodo­I », que vienen siempre mecanografiados, las cartas reci­hlu por Adela eran manuscritas. No obstante, en la parteIlTior derecha de las mismas aparecía el famoso sello

1 lal, de una notable perfección y en dos colores, segúnartas: lila o verde. El lila, en los informes -repito­

IJllodoxos» ae UMMO, corresponde a lo que ellos llaman«red nacional» española; el verde, a la «red» francesa.

obre este particular del emblema de UMMO, es curio­bservar que Adela manifestó en hipnosis (véase lo an-

11 r) que el «escudo» que ostentaba la nave que siguióus cuatro amigos hasta Aiguablava, tenía los brazos

• tos», y que era como «una cruz doble». Pues bien:11 tamente así, como una «cruz doble», es el signo queo y posteriormente dibujó «Antonio Pardo», en 'la panzaI VED de San José de Valderas (véase Un caso perfecto,A. Ribera y R. Farriols). Y que aparece también en las

Ilos. En cambio, el signo digital de UMMO, estampado alIt de los informes y las cartas, es de «brazos curvados».

¿Podía tener en cuenta Adela éste y otros muchos de-ti 'sconcordantes, al hablar en hipnosis autoinducida?11 'ho lo dudamos. Pero es natural, sin embargo, que unaI'sona sencilla y de formación religiosa como ella, eme

h· se el símil (<una cruz doble» para describir el emblema.onviene precisar aquí que, al aparecer los primeros «es­

I mas» en el estómago, el hombro y la pierna de Adela, suIIlrido Carlos la llevó a un dermatólogo, para que el espe­'lista dictaminara. Parece ser que éste habló de «psico.rmia», o sea aparición de manchas y otras señales en lad, por autosugestión del paciente o influencia psíquica.I «signo de UMMO» que apareció en el cuerpo de Adela,01' esta extraña estigmogénesis, era similar al de los in­JI'mes; es decir, de brazos curvados. Por aquella fecha

I osto de 1980-, según me aseguró su marido, Adela nohllb(a visto ni un solo informe de UMMO, si bien conocía

l' 'pito-la portada de mi libro El Misterio de UMMO (edi-l n de Otros mundos) en la que aparece el emblema sa- .

1\ lo de los informes.Pero volvamos a las cartas. A través de sus «conversa­

I Iones» con Axxia, Adela fue notificada, ya en setiembrelh 1980, que empezaría a recibir cartas suyas (recuérdese'111 \ Adela estaba enseñando a escribir a su «amiga extra-

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terrestre»). Así fue como recibió la primera 'carta, intcida en su casa debajo del felpudo.

La carta recibida por Adela estimuló a Ricardo a tde comunicarse con A.xxia. Redactó una carta a máqen un papel con su membrete, y la entregó a Adelaque ésta la hiciese llegar a su «amiga».

Adela contó que se fue con la carta al golf deCugat, se sentó allí en un banco y a su lado se instalcaballero desconocido. Cuando éste se fue, se había llela carta de Ricardo.

La verdad, creemos Ricardo y yo, es distinta, pero imente sincera. Cuando, a la vueltá de unos pocos díacardo recibió la «contestación» de Axxia a su misiva vcosas le llamaron la atención de inmediato: la carta,venía escrita a mano y con bolígrafo de trazo grueso,traba la misma caligrafía que la letra de Adela. Adcontenía las mismas faltas de ortografía (formas del v«haber» sin «h», etc.) que ella cometía habitualmenteescritura.

No había que ser Sherlock Holmes para deducir qcarta era de puño y letra de la propia Adela. «Elemequerido Watson.»

¿Quería ello decir que Adela había cometido delibdamente un fraude? En absoluto. Adela había escritcarta en trance; alguien se había apoderado de su mende su voluntad, y le había «dictado» ia carta. Pero losorprendente era el sello digital de UMMO. Perf¿y cómo había conseguido Adela, una sencilla ama desin conocimientos especiales de falsificación, «creansello que imitaba tan perfectamente a los «auténticos.decir, los que aparecen en los informes de UMMO?es cierto que su marido, Carlos, y Ricardo, temap. fotocade alguno de estos informes, pero también es ciertoyo recordaba perfectamente la burda imitación que p·contemplar, al término de las jornadas de UMMO encante (28-30 de marzo de 1980), en una misiva supumente ummita que allí- se re"Cíbió.

¿Cómo se las arreglaba Adela para «imitar» tan petamente el sello de UMMO? Quizá la clave nos venga dpor el episodio siguiente: un día Ricardo facilitó a Aun tarjetón en blanco, con el ruego de que dijera aamigos que estamparan allí su sello. A los pocos momtos, Adela se presentaba en casa de Ricardo, dondese hallaba entonces Margarita. Llevaba en la mano eljetón, con el sello de UMMO «eñ verde» ... y Margarita

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I 1vó que uno de sus dedos estaba también manchado deIdc.I~sto es más notable aún: si Adela ponía el sello en tran-

• hipnótico, tras mojar el dedo en el tampón verde o lila,110 quiere decir que su epidermis se retraía en las zonas//1' en el sello aparecen en hueco, para que el resultado111\1 fuese el sello auténtico de UMMO. Extraordinariol' Il1plo, de ser así, de la acción de la psique sobre el soma.I momento -y descartando el fraude- no le encuentro11 'una otra explicación.

Pero ello cuadraría, por otra parte, con 'la personalidadI Adela, poseedora de poderes psíquicos, telecinéticos y•h·páticos (desde el Psi Kappa al Psi Gamma), de losltl' ni ella misma es plenamente consciente. Adela es una

111 dium .superdotada, pero su propia sencillez de espírituImpide reconocer este hecho, tan simple para los que la

lt· 'rvamos desde fuera.

hipnótica

d -la había manifestado reiteradamente su deseo de so­111 Icrse a una hipnosis «ortodoxa» (no autoinducida) en11 lilaS de un buen especialista, para ver si así se averiguaba1I t) sobre sus misteriosas «abducciones psíquicas». Yo

II11I de complacer este deseo, y así fue como el día 2 deI'osto de 1981 presenté a «los cuatro» a la persona que selit a rgaría de sofronizar a Adela.

e trataba de un excelente especialista de la hipnosis:". Bonet Amó, «Maestro Amó», discípulo aventajado dellt'aordinario paragnosta José Mir Rocafort, «Fassman».

111' es un hombre joven, no muy alto, recio y de pobladahllt'ba. Su catalán con tendencia a la «e» traiciona su origen"1 ¡dano.

El día 2 de agosto, pues, nos reunimos en casa de Ri­lit' lo, lugar habitual de nuestros «candomblés». El primer

111 'nto de hipnosis por parte de Arnó se saldó con unIlni-fracaso: Adela se resistía a «soltar prenda»; dijérase

11"1: el hipnotizador tropezaba con una barrera, con un blo­'111: implantado en la mente del sujeto. A ello quizá in­IIIIY se también la postura inhabitual: Adela estaba sen­"Ida, con el busto erguido, y no cómodamente tumbada1II sU sofá, apretando un cojín en el regazo.

Amó intentó entonces otra táctica -que había de dar1I 'Iultados sorprendentes-: hacer «regresar» a Adela a su

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Comparación entre tres sellos de UMMO: a la izquierda, un sello «auténtico"tomado de un informe; en el centro, sello de una carta posiblemente «apócrifa":

a la derecha, sello que figura en las cartas de Axxia recibidas por Ricardo.

... r:,.

Reproducción de la carta recibida pory supuestamente escrita

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infa?cia. En saltos de diez en diez años hacia allevo hast:=t sus tres años de edad. Y ocurrió aquímeno cunoso: Adela se puso a hablar en francés'cés infantil, por supuesto, pero muy correcto. .

~ar'los.' .~u ma:r~do, nos contó entonces que ha5 anos VIVIO en DIgne (localidad próxima a La Ja~uérdese), y que su lengua era entonces el francés.mstalarse su familia en Cataluña, olvidó por complctl,la.lengua -que en la actualidad no recuerda- y seumcamente en catalán (y ocasionalmente en castclar?). Nos contó también Carlos que en aquellosfantI1es Adela tenía una misteriosa amiga: una«Madame Gras», a la que llamaba «Dadó». Ella enrecibía el cariñoso nombre de «Lilin». '

A continuación vaya transcribir los pasajes máresantes de esta sesión hipnótica. Principalmenteprimera hipnosis, en la que se supone que Adelabordo de la «plataforma».

~ la pregunta, formulada por Amó, deamIgos, responde Adela:

-Son altos ... tienen la cabeza grande...-¿Cómo visten? -le pregunta Amó.-Traje claro... Hay dos seres diferentes Much

ta~l~s... Bo'las de muchos colores... Flotan Flotan...mmIapara~o~ esféricos de observación y control const!un rasgo tIpIcamente «ummita»).

y prosigue Adela:. -Yo camino... sin tocar en el sue'lo... Ellos comen

VIscosas ... Membrillos, porquerías (sic). Las he probno me gustan... Saben a hierro.

-¿Qué beben? -pregunta Amó.-Un líquido espeso -contesta Adela. Y contin

Yu 1... Yu 1...-¿Qué es y u 1?-Una jefa...Pregunta entonces Amó:-¿Dónde está Axxia?-Je ne sais pas -contesta Adela, en francés-o 1

calor!. .. ¡Tengo calor! ...Interviene Ricardo para preguntar:-¿Por qué han castigado a Axxia?-No la han castigado -replica Adela.-¿Dónde está ahora? -sigue Ricardo.-En UMMO...Acto seguido se produce un bloqueo total en la m

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la, que Amó no puede vencer. ~sta parece haber re­la orden de no comunicar más información. Decide

110 ntonces hacerla regresar en el tiempo, en saltos deI '11 diez años hacia atrás. Llegan así hasta los 4 años1 dad, cuando Adela vivía en Digne. Aparece entonces la1~'l'iosa «Madame Gras» o «Grasse», a la que «Lilin»

h la) llama cariñosamente «Dadó». Esta mujer parecelu l' ejercido un gran influjo en la niñita; haberla «mar­l.,» psíquicamente. Hablando posteriormente con los11' , llegué a la conclusión de que «Dadó» pudo muy

11 haber sido Deyya. A este respecto, vale la pena trans­1111' dos párrafos de la carta de Axxia recibida por Ri­do y que lleva fecha 27 de setiembre de 1980:

,.. a tu amiga Adela no le pasará nada ya que nos es1 querida a nosotros y sobre todo a Deyya, quien la111' bajo su protección... »

,,. Adela conoce a Deyya desde muy pequeña y ellasn saben lo que se traen con sus contactos ... » (la cur-

11 S mía).lislos dos párrafos -especialmente el segundo- dan

111 ho que pensar.ontinuación se reproduce la carta en cuestión, reci­

11 por Ricardo: (Se observará que sigue la numeraciónIIllila, de base duodecimal y que principia por el cero,por el uno):

CORRESPONDENCIA CRUZADA ENTRE ADELA,RICARDO Y AXXIA 34

1. Carta de Axxia 34, dirigida a Adela. Está manus­crita, no lleva fecha y fue recibida en casa de ésta el 18de setiembre de 1980, a las 23.15 horas. No conocemos sucontenido.

2. Carta manuscrita de Ricardo dirigida a Axxia 34.Con fecha 20 de setiembre de 1980, Ricardo se decidióa escribirle. El correo utilizado fue Adela. Motivo: sabersi podría funcionar este sistema de comunicación tanespecial. En ella pedía que no perjudicasen a Adela, yque desearía conocerles personalmente. Le devolvieronla carta original, pero marcada con el sello de UMMO.

3. Carta manuscrita de Axxia 34 dirigida a Ricardo.Lleva fecha de 27 de setiembre de 1980; respuesta casi decorreo normal. Llegó a través de Adela.

4. Carta de Ricardo a Axxia 34. Con fecha 19 de oc­tubre de 1980, volvió a escribirle, esta vez a máquina, puesen la primera se había quejado de su letra.

5. Nueva carta de Axxia 34, en respuesta a la anterior.

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Esta carta es asombrosa y por supuesto su coultrapasa el nivel de conocimientos de Adela. Axxlde la existencia de oemii (hombres) en la Galaxi ,el descubrimiento de planetas en torno a cuatrotras estrellas próximas, realizado por astrónomosservatorio Sprout en Swarthmore (Pennsylvania, EEstos datos son correctos, y comprobados personpor mí. También dice Axxia, disculpándose deredacción y de sus faltas de ortografía: «Pero yopuedo acer (sic) más no sabes el esfuerzo quecostando escribir pues ya sabe Adela cómo teneuniobigaa y sabes el sufrimiento que me está causUniobigaa, según el Diccionario Ummita de Moyaque publico en mi libro El Misterio de UMMO, esde los dedos»... En efecto, la hipersensibilidad qulos ummitas en esta zona hace que sostener un bolpor ejemplo, les resulte muy doloroso...

Muy interesante y revelador también el pasajeAxxia escribe: «Ricardo me gustaría más seguirporada con cartas más personales que científicaéstas ya nos tienen muy cansados y vosotros avelsido nuestra válvula de escape...» Hay aquí -como«caso Julio»- una búsqueda de lo humano.

Personajes ummitas, por orden alfabético, surgidos en la

AARAA 7 IE 456 SOOIEAGU 28 IUI 11 UDnAIN 368 IUI 12 UDnASOO 3 IYAMMIEN 406 UEWEEAXXIA 34 IYIAA 5 UMMOWOABIUA 4535 MISSLA UNOODAOO 4 NA 312 UROODAOO 6 NOI 2 UROODEII 97 NOI 3 UROODEII 98 OEDE 91 UROODEYYA OEDE 95 UURIOEMMEE 44 DES 14 WIEEMMEE 48 OES 17 YIIXEESIURAA 498 OOWA 3 YIIXEESIURAA 499 ORIAAU 5 YOAGAA 1 DRlAAU 6 YDEIMGAAA 6 ROAA 72 YUGAAAA 9 ROAA 75 YOOGOOGUA 63 SOODU 4 YOOGOOGUA 64 SOODU 7IAUDU 3 SOOIE 993

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ya estaba terminando este capítulo sobre Adela,I asualmente (pero la casualidad no existe; habríad 'cir aquí tal vez «causalidad») una carta de Borja,

I dad de la provincia de Zaragoza. En ella mi comuni­le -cuyo nombre no estoy autorizado a revelar- meIlIha que había establecido contacto mental con unos

¡ue le decían ser de un planeta llamado UMMO.1 omunicante me jura que cuando empezó esta ex-

11 comunicación, él no sabía nada sobre UMMO. Sóloposteriormente compró mi libro sobre la cuestión.I principio, la palabra UMMO 'le evocaba una columna

hllmo, pero le extrañaba el modo que tenían sus miste­u comunicantes de alargar la «m» intermedia. (Efec­111 'nte, UMMO, según han dicho los propios ummitas,I \'Ile que pronunciar alargando la «m»; de ahí que la1111 duplicado al representar el fonema gráficamente.)I'udos los datos que le dieron en «tlashes» mentales, 'losulIlró luego recopilados en mi libro El Misterio deAl , con el asombro por su parte que es de suponer.Mi comunicante parece sincero, y en principio no hay111 que me haga dudar de su palabra.Il' ser ello cierto -como cierto parece que es el caso

ti la- ello significaría que los ummitas -o quien sea, oculte tras ese nombre, puesto que, insisto, los auto­

d' los informes de UMMO, afirman que la comunicaciónp(ltica entre ellos y nosotros es imposible-, ha iniciadolluevo sistema de comunicación con los terrestres: a\' . de la mente de unos cuantos elegidos.A azar?

creo quena.

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3. JULIO F.: EL CAZADOR CAZADO

Los asistentes al I Congreso Mediterráneo de Ufologfmí organizado y presidido, y que se celebró en el Pde Congresos de Barcelona los días 16 y 17 de ju1979, se quedaron boquiabiertos al ver entrar en 1oscurecida a un señor rodeado de cuatro «guardaespque, después de subir al estrado y sentarse de espalla sala, se puso a relatar tranquilamente una experincreíble: su estancia de tres horas largas a bordo dnave extraterrestre, adonde fue abducido en la prode Soria.

Idéntico pasmo experimentaron los asistentesconvención anterior, el Primer Simpósium NacioOvnilogía/Ufología, organizado por onu y su preslFrancisco Sánchez, los días 27, 28 Y 29 de abril delaño. Ante ellos no se presentó Julio F., que éstenombre con que quiere ser conocido el misteriosonaje, sino que esta vez habló por los altavoces, deinterior de una 'cabina que lo ocultaba a miradas indtaso Y es que Julio F. -dato muy positivo- desea guel más riguroso anonimato, para evitar que su ineexperiencia se convierta en;..pasto para la prensacionalista e incluso para los chistes fáciles. Eso sí:está totalmente abierto para los investigadores serios,nunca podré agradecerle lo bastante su desinteresadaboración conmigo, y el riquísimo material al que mpermitido tener acceso, por intermedio de José AnCampaña y su esposa, la doctora Maite Pérez A'1varez,han investigado a fondo este caso, y a quienes desdequiero manifestar mi más sincero agradecimiento.mismo agradezco la colaboración prestada por sus invbIes dibujos y croquis a Carmelo Solar y Vicente A

La primera noticia de este caso extraordinario 1

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II 1conocido investigador madrileño y psicólogo -aménquerido amigo- José Luis Jordán Peña, quien casi seu por sombrero un gigantesco ovni con el signo deMO en la panza, en Aluche, el 6 de febrero de 1966. Elh de que un VED (Vehículo Extraterrestre Dirigido)

'Iigiera su cabeza como campo de aterrizaje -o de des·11' no se sabe bien- no logró vencer el contumaz es·

11II lsmo de Jordán Peña, racionalista a machamar~ill?,IlIbre lúcido e inteligente si los hay, pero que se reslstla

sigue resistiendo- a aceptar 'la realidad del bino·11 vni = nave extraterrestre.Jlues bien: al terminar una de las frecuentes conferen·

públicas que, pese a todo, Jordán Peña pronuncia sobreI 'nómeno ovni, alguien le interrogó acerca de las ex­

I cncias de quienes, habiendo tenido un encuentro cer­1111 del segundo o tercer tipo principalmente, fueron so­

II los a hipnosis para averiguar si terminaron siendoIdos al interior de la nave. El interpelante -un hombre

I 11- le pidió su teléfono, para llamarle a los 'pocos dí~s

dI; 'irle que' podía contarle un suceso que le mteresana.ICldaron ambos citados en una cafetería, y allí encontró1I1¡~n a su interpelante, llamado Manolo, que venía acom-

Ido de su hermano 'Julio, protagonista del insólito su·11, que impresionó vivamente al psicólog.o, por el evi·

111 ' tono de sinceridad y autenticidad de JulIO.ué había ocurrido?

T do empezó en la mañana deIS de febrero de 1978, ~?­IIlJ'o. Julio F. es un hombre joven, casado, con un hiJOd s años y medio entonces; cursó tres años de veterin~.

de ello conserva gran afición a los animales. Atendmllonces un comercio familiar, pero su auténtica vocación

111 fotografía. Lee mucho para informarse sobre el mundo111

'le rodea y el hombre, pero jamás le tent~ron las lec­

11 lS paracientíficas o ufológl.;as. Gran deportIsta, es mono1'1'0, escalador y cinturón negro en Tae Kwon-do. Pero

I I'ran pasión es salir a cazar solo, ~on su fiel perro.Mus,11 p inter inglés ligero, de pura raza.

PI día citado, 5 de febrero de 1978, se cerraba la veda.1I11l) había decidido la víspera dirigirse a una zona abun·

1111 en liebres, cercana a Medinaceli, en la provincia de111 In.

Tras un extraño encuentro a las cinco de la mañana enltll hostal solitario con un camarero muy raro, Julio se,1I111Y hacia un camino vecinal, llevado P?r un, impulsoh II'sistible. El coche se le pone a andar hacza atras, y final·

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mente termina parado, sin luz, ,con el motor detenido.levanta el capó, pues cree que la avería se debe abina, y...

Hasta aquí alcanzan sus recuerdos conscientes, Tdemás hubo que sacárselo de su subconscienteestaba guardado bajo llave- mediante la hipnosissiva, Y «10 demás» es nada menos que el encuentro cahombres muy a'ltos, de casi dos metros de cabeza enf~cciones alargadas, labios finos y mentón puntiagudbIertos con un traje verde ajustado y un verdugo qtapaba el cráneo y los hombros. Estos hombres lueinvitaron a seguirlo, tras enviarle pensamientos' tranzadores, al interior de un enorme disco volante de 70diámetro, que flotaba ingrávido sobre un cam~o próa 400 m de la carretera nacional pero oculto a su vistuna loma. En el interior de 'la nave -adonde penetsu perro Mus y la escopeta de caza al hombro- fuetido a una operación traumatizante, consistent~ enducirle unos finos hilos de colores por todas -absmente todas- las cavidades de su cuerpo.

Luego fue sujeto a un asiento, y se le «obsequió.un breve viaje espacial, pues pudo ver la Tierra y lapor una ~e las ventanas rectangulares de la gigannave espaCIal.

Todo esto fue sa'liendo a la luz gracias a las sofrociones a que José Luis Jordán Peña sometió a Juliooctubre de 1979. La primera sesión de regresión hipn-refiere Enrique de Vicente en Un artículo que conal tema en Contactos Extraterrestres núm. 1 y que 1se publicó en francés en el núm. 28 de Ouranos­lugar en el consultorio psiquiátrico del doctor FemJiménez del Oso, en presencia de éste y de una docenmédicos, psicólogos, hipnólogos y estudiosos, que asron a la experiencia en vista de la credibilidad quebuían al relato y la confianza que depositaban en JorA la segunda sesión, realizada en el Colegio Menesianodrileño, asistieron unas cincuenta personas, entre lasse incluían prestigiosos profesionales y especialistas enmás diversas materias, cuya opinión subjetiva -trastir ~ las dramatizaciones con que Julio revivía bajonOSIS los momentos más intensos emocionalmente dexperiencia- fue mayoritariamente positiva.

Pero vamos a dejar que sea Julio mismo, con suspias palabras, quien nos cuente 'lo sucedido. Las transciones que se reproducen a continuación son inédittU

244

ht) a la amabilidad del propio Julio -repito- y de 'lososos Campaña, que este impresionante dossier se haga

hlico por primera vez. Sin duda este caso -con el demisio Llanca- sea el más exhaustivamente estudiado,

11 una ventaja por lo que al de Julio se refiere: así comoJl bre Llanca era un ser simple, de bajo c?ciente, inte­11Ial, los tests psicológicos a que fue sometIdo Juho re­

11ron un coeficiente intelectual superior al normal, com-Illdo con una personalidad perfectamente integrada:11 equilibrada y en absoluto psicopática. Julio no es DI

lébil mental ni un fabulador o un mitómano. Es, por ellit rario, un hombre muy realista, muy objetivo y, sobrelo, incapaz de mentir.Esto es lo que han revelado los exámenes psicológicos.

'1uiero recordar aquí que quien se los hizo fue el meticu­Il y escéptico Jordán Peña, que realiza profesio~almen~e

1° 'nas de tests psicométricos laborales, y a qUIen senaI lo tanto imposible engañar.

produzco a continuación la entrevista que Julio sostu-.I -en estado vigil- con José Antonio Campaña, y queI virá de preludio a las entrevistas posteriores que rea­

'0, en estado hipnótico. En estas sesiones de hipnosislIl'rvinieron, además de Jordán Peña, la señorita Ana111.0, hipnóloga, y el doctor Jesús Durán, reputado espe­"lista madrileño, que empezó a sofronizar a Julio con unf' 'pticismo total (el doctor Durán no creía en los ovnis),

lit' luego habría de trocarse en asombro e incluso preocu­rión.

errará este dossier sobre el «caso Julio» algunas con­11Isiones anatómico-morfológicas sobre los «extraterres­l' s» que secuestraron a Julio, debidas a la doctora Maite

l' z Alvarez y que me atrevo a calificar de «asombrosas»,IIt'S nos enfrentan... ¡al hombre del futuro!

No dejará el lector avisado de constatar sorprenden~~s

II1Icjanzas y coincidencias con otros casos de abducclOn111' recoge este libro. Estas coin~i~encias, ~omo ya heI 'ho, nos evocan un nivel tecnologIco supenor al de laI torra a finales de este siglo xx, y común sin duda a mu­

I h, .civilizaciones de la Galaxia.Diré antes de pasar a las transcripciones, que el estu­

.lIu del caso comenzó en junio de 1979, prolongándose

245

I,

Ij'

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hasta abril del año siguiente. Pero en realidad, nominado y es posible que no termine nunca... mienlio exista.

El viaje a Medinaceli

Pregunta: José Antonio Campaña.-¿Empezamos, Julio?-Cuando quieras.-¿Qué sucedió aquel 5 de febrero de 1978 desde q

jaste tu domicilio?-Serían las tres y media de la madrugada cuando

portal. Recuerdo que aquella noche dormí poco, di vuvueltas en la cama sin poder conciliar el sueño (cosa rocuente en mí cuando voy de caza, temo no oír el despy no pego ojo). Total, que me levanté sobre las dos ydesayuné, cogí mis trastos y, en vez de dirigirme a 1donde acostumbro -Casavieja en Avila-, enfilé la cade Barcelona hacia Medinaceli.

-¿Por qué razón?-Lo ignoro. Precisamente, la víspera había comenta

mi mujer que iría a cazar donde siempre. Quizá, dado qmuy pronto, decidiera marchar a Soria para hacer tiempque no puedo asegurarlo.

-¿Indicas siempre adónde vas?-SÍ, es una costumbre que conservo de mis tiemp

montañero. En el campo, un accidente es fácil. Si tealgo y saben dónde estás, pueden ir a buscarte, ¿compre

-¿Cuándo cambiaste tus planes?-Sobre la marcha. No sé si al salir de casa o ya en el e

Desde luego, lo hice de forma impulsiva, ahí está lo raro.-¿Te extraña?-Mucho. Mi idea aquel día era ir a Avila. Y hay más

sueltos.-¿A qué te refieres?-Verás, yo adoro los preliminares de la caza. 'Es com

vicio. La noche antes de partir reviso la escopeta mil vece I

lecciono los cartuchos, pienso dónde iré... En fin, que salgcon una idea preconcebida, por eso me choca un cambiopinión tan repentino.

-¿Nunca alteras tus planes?-Hombre, a veces he dicho voy a tal sitio, y luego m

quedado en otro, pero siempre en la rpisma zona o sobrmisma ruta, no en el lado contrario, como sucedió en estasión.

-¿Recuerdas qué tal noche hacía?-La noche estaba muy fría, sin J;lubes, quizá por ello la t

peratura había descendido tanto. Me encontré el 124 es

246

In N-11, cerca de la desviación111110 o Camino de Rubiales.

JuiiO F., sujetando a su Pe~Mus,conversa con Enrique de VIcente.

vII aparcado en el lugar exacto donde., 16 el suyo; aquí fue donde se" I.ron los dos sElres altos.

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chado -j normal!-, abrí la puerta, metí a Mus, misalí zumbando.

-¿Sucedió algo imprevisto por el camino?-Iba pegándole al coche, me gusta conducir fuerte

voy solo. «Charlaba» con Mus, le decía cosas, el perro mba... Noté, eso sí, que los kilómetros se hacían intermNo avanzaba ni loco. Te parecerá una tontería, pero 11pensar que había dejado atrás Medinaceli, hasta consindicadores.

-¿Yeso?-No sé. El caso es que sabía que iba temprano para

Tanto es así, que me detuve en un bar de la carretera.-¿Puedes decir dónde?-Creo que en el «hostal 103», situado en ese kilómet

ruta. Está junto a una gasolinera y supongo que no citoda la noche. (Julio se equivoca de hostal, algo bastantpues ha estado allí una sola vez y existen 4 bares en unreducido de carretera. Por la descripción, es probabledetuviera en «el 113», ubicado a la salida de Algara, Gjara; dicho hostal, aunque se halla junto a una gasolinpermanece abierto de madrugada.)

-¿Y qué hiciste allí?-Pedí un café y un chinchón (me encanta tomarlo e

voy de caza). Entablé conversación con el camarero, unalto, rubio, muy simpático. Llegaría· al hostal sobre lasy media o cinco menos cuarto.

-¿Hasta ese momento .no notaste nada extraño?-Bueno, hubo dos cosas que me llamaron la atención

tras estuve en el hostal. Primero, que no entrara nadiemedia hora que permanecí allí. Normalmente suelencamioneros, la Guardia Civil, otros cazadores... y segunaspecto del camarero.

-¿Qué tenía de raro?-Que no era un camarero. Podría haber sido un estu

que trabajara en el bar para mantenerse, cosa que no econ lo apartado del lugar. Aunque se manejaba bastantesaltaba a la vista que aquel no era su oficio. Recuerdollevaba enfundados unos guantes como los que usan lasres para fregar y su conversación era muy amena y co¡Ah 1, otro detalle, al entrar en el hostal, sentí un fuertea pino, como el que posteriormente noté en la nave, peachaqué a que probablemente acababan de limpiar y prodel detergente.

(Podría tratarse de olor a ozono.)-¿Qué hablaste con el camarero?-'-La verdad es que yo no estaba demasiado locuaz. Ha

mas de caza, la conversación normal en estos casos.:É1 steresaba por Mus y creo recordar qu,e me recomendó algúngar de la zona.

-Ya. ¿A qué hora dejaste el hostal?

248

. erían las seis menos cuarto. Tardé ~obre media hora enIIzar Medinaceli, que está a 50 km de ~lh. .

Bien, y llegaste al cruce de la NaclOn~l JI ~on .la desvta­11 (l Medinaceli. Ahora, por favor, no omttas nmg~n detalle.

Tomé la carretera que conduce al pueblo: SUbI la cue~ta111\ gas, divirtiéndome. Vi que no venía nadie,! ;ne pegue alurvas que por cierto, son de aúpa. Luego, qUIté la casset~e

ItI I de Jorg~ Cafrune, que siempre llevo puesta-: para orr1111' el sonido del motor, nostalgia de cuando partICIpaba en

Ih·s. 1 'd d:>¿Pasaste por Medinaceli a gran ve OCt a .í, metí la cuarta y puse de nuevo la cinta, pens~do que

15 km más allá. Dejé el pueblo a la derecha y baje por la1 'Lera de Barahona.

¿Qué ocurrió después? , 1Ni idea. Sólo sé que entré en el ca~o Y se estropeo e

h . Es como si tuviera una laguna. He mtentado rememorar\0 aquello, pero no hay forma. .

Sin embargo, recuerdas lo antenC?r.Perfectamente, .Y es l~ que no ex;ttle~do.¿Conocías la extstenCIa del cammo.No era la segunda vez que visitaba aquellos pagos. Ade­me' dirigía más adelante, a un s~tio estupendo para cobrar

hl' s que me había enseña~o.un~mlgo. . :>Pero 'cómo pudiste dtstmgutr el cammo en la noche.Eso '~e he preguntado yo al volver a~ lugar. El sendero

I oculto entre matojos y sale, perpendIcular, a una rectakm donde lo suyo es ponerse a 100 o 110., 1 . :>-¿Recuerdas haber visto e cammo o no.

-No. . 1 h h-Te diré una cosa, hemos intentado reconstrUIr os ec os11 idénticas condiciones Y tuvimos que entrar en seg~~da.

-Lógico, si no te matas. (En una ~e nuest:as VIsItas, nosroas de largo el camino, eso sabIendo d?nde se encon­

I Iba y con toda la luminosidad reinante a las cmco de la tarde11 ,[ mes de julio.)

-¿Piensas que hubo frenazo?-Chico, creo que no, per~... " :>-¿Por qué diablos te mettste por allt, Julto.-No sé, i y mira que le he dado vueltas! ,-Sin embargo, en anteriores ocasiones, tu has hablado de

.111 impulso. . ., l' .-Es una reflexión más que un recuerdo. SI. ~Ire a a lZqwer-

.\ I debió ser por un acto 'impulsivo, porque mI Idea no era esa.

249

Page 136: Secuestrados por Extraterrestres - Antonio Ribera.pdf

Sesiones hipnóticas. 16-4-1980, 25-4-1980, 2-5-1980

Pregunta: Ana Mozo.-Ahora estás en el día 4 de febrero de 1978, el día 4

brero de 1978, te encuentras en la noche del 4 de febre1978 y son las diez. Me vas a ir contando todo lo que estciendo pero, además, lo vas a actuar, Julio, vas a movmanos, tus pies... ¿Qué estás haciendo en este momento?

-'Estoy preparando la escopeta.-Bien, pues prepárala. (Julio mira por el cañón ca

bando que está limpio, luego introduce los cartuchos ennana.)

-¿Qué estás haciendo ahora?-Reviso la escopeta.-Cuéntanos cómo lo haces.-Tiro del trombón. Compruebo la grasa de los

nismos.-¿Está bien la escopeta?-Sí.-¿Y ahora, qué vas a hacer?-Cerrarla.-¿Qué más haces?-La guardo en una funda (pone la carabina en una

imaginaria).-¿Y ahora?-Abrocho la hebilla.-¿Qué tipo de cartucho usas, Julio?-«Legia», de 36 g.-¿Yeso, para qué tipo de bichos sirve?-Para todos... , caza menor. (Julio sigue colocando

chos en la-canana.)-¿En qué piensas mientras metes los cartuchos?-En la caza, qué tal se dará.-¿Y tú qué crees?-Bien. Nunca se sabe.-Julio, hoy van a sucederte muchas cosas y me las vas

contando todas, ¿estás de acuerdo?-Sí.-Mientras yo no te diga lo contrario, sólo vas a escu

mi voz; y ahora, ¿qué haces?-Guardo la canana y cojo 5 cartuchos más.-¿Para qué?-Para llevarlos en la escopeta.-¿Dónde los pones?-En el pantalón de caza.-Bueno, pues mételos.-Ahora no, cuando me vaya.-¿Qué haces ahora?-Voy'a cenar.-¿El qué~

250

Chorizo, salchichón, queso.¿Y después de cenar?Me vaya la cama. , , ')Pues, hale, vete a la cama, ¿donde estas.En la cama.

-¿Y qué piensas?-Nada. Estoy leyendo.

C·Y después, qué haces?(Juli h ademán de accionar el inte-Apago la luz. o ace

IIptor.) 1 .¿Cómo has pasado el día, Julio? ¿Has tenido a guna lm-

" ión especial?-No.-¿Qué haces ahora?-Voy a dormir.-¿Estás durmiendo ahora?-No puedo.-¿Por qué?--Estoy nervioso por la caza.-¿Y no duermes?-No.-¿Y qué piensas?-En mañana. La caza.-¿Qué hora es?-Una y media.-¿A qué hora te has acostado?-Once y media.-iAndá, llevas dos horas sin dormir!-Sí.-¿A qué hora te levantas?-A la una y media.-¿A qué?-A fumar un pitillo.-¿Y luego?-Me acuesto. - d f' 't'-Otra vez te acuestas, ¿y a qué hora te levantas e tnt 1-

I'IlIIlente?-A las dos y media.-¿Y qué haces?-Me lavo.

'Yqué más' h-~e visto. Desayuno. Cojo las cosas. Salgo. Voy al, co~. e.

neo a Mus. Entro en el coche. Arranco. D?y marcha atraso 11'0

1\ la izquierda. Primera. Salgo del aparcamIento.-Continúa. .-Vaya tomar la carretera de BoadIlla.-Abre los ojos, Julio (éste cumple la orden).-Voy hacia Boadilla. ')-¿Qué más? ¿A dónde te diriges a cazar.-A Casavieja.

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Page 137: Secuestrados por Extraterrestres - Antonio Ribera.pdf

-¿Y qué quieres cazar?-Siempre perdiz.-Bien, sigue.-Paso Boadilla. Sigo por la carretera. (Pausa.)-Acuérdate de esto que vaya decirte, Julio. Vas a

trar algo extraño en la carretera, algo que yo te vaya m¿de acuerdo?

-Sí. (Julio presentaba fuertes resistenciastrata de preparar el terreno.)

-y tú vas a decirme qué es ese algo, ¿vale?-Sí.-¿Qué haces?, cUevas puesta la música?-Sí.-¿Dónde has empezado a escucharla?-En casa. En el coche, al arrancarlo.-¿y qué música escuchas?-A Jorge Negrete. (Ana trata de saber en qué mo

Julio pone la cinta de Cafrune, que quedó .desgrabada pmente.)

-Bueno, pues volvemos a la carretera.-Sí.-Sígueme contando qué sucede.-Un camión.-¿Qué más?-Voy solo.-¿No llevas a Mus?-Sí.-¿Dónde va?-A mi lado.-¿En el asiento?-En el suelo.-¿y cómo está Mus?-Dormido. Tranquilo.-Sigue contando.-Hay una luz. (Julio cambia de expresión,

rizado.) Traspasa el coche. (Perplejo.)-¿Dónde hay una luz?-Arriba, sobre el coche..,-Pero, ¿en el techo?-No, más arriba. Encima. Es muy fuerte, blanca.-Descríbela.-Muy blanca. El coche parece de cristal. (Inspira y e

profundamente, está muy asustado.) Se ve mucha luz.-¿Puedes ver a través del coche?-No veo nada. (Su voz denota desesperación.)-¿Qué hace Mus?-Ha saltado al asiento de atrás. Ladra. (Pausa.) (Aterra

La luz es muy fuerte. No puedo ver nada. (Julio pareceverdaderamente asustado.)

-¿Qué pasa?

252·

Fotografí~ tomada desde lo alto de la vaguada. Aquí Julio vio el PlatliIIo por

. AbaJO' el sembrado donde estaba oculta a nave.primera vez. ,

I desde el sembrado. Vista parcial de la vaguada y las dos lomas.Contrap ano A la derecha, la piedra donde empieza el sendero.

Page 138: Secuestrados por Extraterrestres - Antonio Ribera.pdf

-:-El coche, el coche da la vuelta. No puedo controlar!solo. (Estupefacto.)

-¿Tú quieres dar la vuelta?-Sí, quiero irme a casa. Tengo miedo. Tengo mied

luz me persigue.-¿Qué sientes?-Miedo. No puedo controlar el coche.-¿Recibes algo en tu mente? (Julio entra en una f

resistencia. Cierra los ojos, baja la cabeza y guarda stotal.)

-(Tranquilizándole.) Julio, te encuentras muy bien, nnada. Contesta, Julio. Julio, ¿me estás escuchan,do? Cantecoche da la vuelta y tú quieres volver a casa porquemiedo de la luz, ¿hacia dónde vas?, Julio, abre los ojos,los ojos, ¿vas a casa?

-Voy hacia casa.--¿Qué camino tomas?-Carretera de Boadilla.-¿En el sentido contrario?-Sí.-¿Y vas a casa de verdad?-No.-¿Por qué?-Tomo la desviación hacia Madrid.-¿Qué desviación?-La del túnel, la desviación a Aluche.-¿Y después, hacia dónde te diriges?-A Medinaceli.-Si tú no querías ir a Medinaceli, ibas a otro sitio.-No.-Pero antes me has dicho que ibas a otro sitio.-No.-Sí.~No, vaya Medinaceli.-Bueno, ahora sí, pero es que has cambiado de ide

mente de Julio está muy ofuscada, parece que le han itado fuertemente la orden de cambiar de destino.)

-Sí, quería haber ido a Casavieja (acaba reconocién-¿Y entonces?-Quería cambiar de sitio.-Pero, ¿para qué?-Me apetece. (Intenta racionalizar su actitud. Al II

Aluche parece olvidar completamente el episodio de-lpiensa que ha decidido, por sí mismo, ir a Medinaceli.)

-Volvamos a hablar de la -luz (Ana intenta que recu-No he visto ninguna luz.-Sí, y esa luz te ha hecho cambiar de ,idea. (Se pro

una fuerte resistencia que, tras muchos esfuerzos' Anague superar.) , ,

-Estoy muy asustado.

254

Oye, ¿te sigue la luz?sr, va encima de mí. El coche corre mucho, va solo. No lo

do controlar.r./fasta dónde te sigue?I [asta cerca de Boadilla.. uánto tiempo ha estado la luz contigo?Unos 6 minutos.'I'ranquilo, tranquilo Julio. Yo estoy aquí, protegiéndote.

filO tomas la desviación a Aluche y entras en la autopista/tI Madrid, ¿dónde estás ahora?

María de Molina.r. igues escuchando a Jorge Negrete?'c'¿¡ando cambies de cinta, dímelo.'í. ',Qué vas sintiendo por la carretera?El motor del coche.(~Ya no tienes miedo?No.(,Te acuerdas de lo que has visto antes?Sí, coches, casas. (Ha olvidado definitivamente la experien-

II'Llumática.),Dónde estás ahora?Paso Alcalá.,Qué más?'ambio la cinta.

¿Dónde tienes la cassette? '8n el salpicadero.f3ien, pues pon la cinta. (Julio hace .intención de buscar

111 "uantera y pone la 'cinta.)'(,De quién es?Jorge Cafrune. (Le hacemos escuchar la grabación para

11 \'1uir mayor sensación de realidad. Sospechamos que losI licios desgrabados que hay en ella corresponden a comuni­,lllll,es que Julio ha recibido.)

yeme bien Julio, vaya enviarte otro mensaje a través de,. /'lnta. Vaya enviarte otro mensaje. Y quiero que me digas,'Ir'lamente, lo que captas para saber si eres sensitivo (Ana•\lITe a una argucia con objeto de evitar posibles resisten­

ígueme contando.Voy por la carretera conduciendo.¿Escuchas ya la cinta?No, tiene un.trozo mudo antes de empezar. (Efectivamente,

r "H.)Pero, ¿dura'mucho?No, un ratito.¿La oyes ahora?

í.Cuando recibas el mensaje, dímelo.

í.

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-¿Qué haces?-Sigo conduciendo.-¿Por qué carretera?-La de Barcelona.-¿Sabes qué hora es?-No.-¿Y no te la imaginas?-Sí, cuatro y cuarto.-¿El perro dónde está?-Duerme.-¿Tienes ganas de llegar a Medinaceli?-Sí.-Pero, ¿muchas ganas?-Sí.-¿Por qué?-No sé si encontraré el sitio.-¿Qué sitio?-Donde vaya cazar.-¿Y por qué quieres ir a ese sitio especialmente?-Porque ya he estado allí otra vez.-¿En qué kilómetro te encuentras ahora?-Hacia el ochenta, ochenta y cinco.

. -eont~núa. (Detenemos la cinta.) ¿Qué ha pasado ecmta, JUllO? (De nuevo cierra los ojos y. opone resistec<?ntestar. Ana intenta vencer este estado.) Julio, ¿te encubzen?, ¿qué estás recibiendo? (Sigue silencioso. Ponemovez la cinta.) Abre los ojos, ¿te encuentras mejor?

-Sí.-¿Has captado todo lo que te mandé?-Sí.

. ;-¿Y qU.é te he ma,:dado? (~e .repiten las resistencias.)llO. Neceszto saber sz has reczbzdo el mensaje ¿lo has~~? '

-Ciento trece, carretera de Barcelona.-¿Qué más te he dicho?-Tranquilo, no pasa nada. Entra en el hostal Ciento

Tranquilo, no pasa nada.-¿Cómo has oído eso?-Me lo han dicho.-¿Quién te lo ha dicho?-La cinta.-Ya, pero ¿qué has oído?-Una voz muy rara.-¿Cómo era?-Muy gangosa.-¿De mujer o de hombre?-(Imita la voz.) «Entra en hostal Ciento trece. Tranq

no pasa nada.» (Las palabras de Julio suenan lentas y gr-¿Era de hombre?-Sí.

256

Describe todo lo que haces.ira a la izquierda. Aparco. Paro el motor. Apago las luces.

Jo del coche, Mus, conmigo.¿Cómo es el sitio donde has aparcado?Está muy oscuro. No veo bien~¿Qué más?Subo la escalera.¿Hay una escalera?

í.¿Tiene escalones?Tres.¿Seguro?Yo cuento tres. (En realidad, tiene cuatro, pero el primerocasi a ras del suelo.)¿Cómo es la puerta?De cristal y madera.Sigue.Entro con Mus.¿Cuántas puertas pasas?

-Dos.¿Cómo es la segunda?Metálica. (La descripción de Julio se acomoda a las carac­

IIl'lticas del hostal.)-Bien, sigue.

Entro. Hay poca luz.-¿De dónde sale la luz?-Del techo. Sobre la barra.

¿Cuántas luces hay?-Nueve.-,Descríbelas.-Blancas. De una sola bombilla.-¿Cómo es el hostal por dentro?-Hay una barra metálica y de madera.-¿Qué más?-Hay mesas y sillas. Las sillas están encima de las mesas.-¿Cómo es el suelo?-Cerámica.-¿De qué color?-Beige.-El techo y las par~des, ¿cómo son?-Blancos.-Dime, exactamente, todo lo que ves en el hostal.-Taburetes en la barra.-¿Qué más hay?-Huele raro. Huele raro.-¿A qué huele?-A pino.-¿Y no te extraña?-Puede ser un desinfectante... , el detergente.-iAh! Dime qué haces.

2579-SECUESTRADOS POR EXTRATERRESTRES

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-Pido un café al camarero.-¿Cómo es el camarero?-Joven, alto, rubio. Lleva una chaqueta blanca, p

negro, jersey de cuello alto. Es raro.-¿Te parece extraño?-Sí, sus ojos.-¿Cómo son?-Muy claros y grandes.-¿Qué más?-El pelo. Es ensortijado y «afro», amarillo claro.-¿Es grueso el camarero?-Normal.-¿Cuánto pesará, aproximadamente?-Noventa o noventa y cinco kilos.-¿Y de altura?-1,90.-¿Cómo tiene la barbilla, Julio?-Larga.-¿Mucho?-No, larga.-¿Conoces a alguien con la barbilla así?-Sí, Ramón, un compañero de veterinaria.-La tiene parecida, ¿no?-Sí, más picuda.-¿Quién?-El camarero.-¿Es muy fuerte?-Normal.-¿Cómo tiene la boca?-Grande y fina.-¿Conoces a alguien con este tipo de boca?-No.-Cuéntame, exactamente, la conversación

el camarero.-Buenas noches. Buenas noches (le contesta el ot

café. Ahora mismo. Me dice que el perro es muy bonit •qué tal la caza. Que dónde voy a cazar. A Medinaceli.nace muy bien la zona. La mejor zona está pasada la cade Soria. Un camino a la izquierda, buena zona de caza.mejores pastos. Pido un chinchón. Me lo tomo. Le digo ees. Le pago 52 ptas.

-¿Cómo son las manos del camarero?-Lleva guantes de goma.-¿Y no se le transparentan los dedos?-No.-¿De qué color son los guantes??-Amarillos.-¿Seguro que son de goma? (Existe una orden en H

lería que prohíbe a los camareros servir con guantes de go-No lo sé.

258

(0.~-==:.-_-

---'---~--- ....e ,

Croquis hechos por el propio Julio, mostrando la nave, los ocu~n!eslos extraños signos que vio en el interior. Esto~ y otros d.lbuJOs

y. . I s perfectas reconstrucciones realizadassirvieron de base para a . tposteriormente por un equipo de delinean es. .

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-¿Son como los guantes que llevan los médicos?-Sí, muy pegados."':""¿Y no te extraña que un camarero lleve unos guant-No parece un camarero.-¿Notas algo raro en las manos?-Son grandes.-¿Cómo describirías esas manos? ¿Has visto otras i-De un 10 o 10 y medio. (,Es la talla máxima; los guan

ese tamaño suelen fabricarse de encargo.)-¿Eran manos estrechas o anchas?-Estrechas, con dedos largos.-Julio, yo he puesto a ese camarero allí para que te

mensaje, ¿lo has recibido? (Ana vuelve a usar un truco.)-Sí.-¿Y qué decía?-Tranquilo, no pasa nada. Tranquilo, no pasa nada.-¿Cuándo te lo dice?-Cuando vaya salir.-¿Es la misma voz de la cinta?-No.-¿Cómo es su voz?-Normal.....,..¿Fuerte?...-Grave.-¿Te lo ha dicho hablando?-Sí. (Pausa.)-¿Qué haces después?-Salgo del hostal.-¿Y adónde te diriges?-Al coche. (Pausa.) Está la luz allí. (Sorprendido.)-¿Dónde está la luz?-Allí, arriba.-Escucha, Julio, vaya enviarte un mensaje con esa 1

vas a captarlo. (Nuevas resistencias. Tras muchos faJulio habla.).

-Sigue la luz. Sigue la luz. (Su voz es monótona yfunda.)

-¿Quién te dice que sigas la luz?-No lo sé.-¿Cómo era esa luz?-Está alta. Es mayor que una estrella.-¿Mucho más?-Sí.-¿Se mueve?-Sí.-¿Y hacia dónde va?-Hacia Medinaceli.-¿Tú la sigues?-Sí.-¿Vas mirando continuamente?

260

No.¿Hacia dónde miras?La carretera.¿No miras a la luz?, puedes perderla.

é adónde va.¿Sí?

í, a Medinaceli. (Pausa.) Es curioso.¿Qué es curioso? . , .La luz. Se para y sigue. Se ha parado delante de mI. LeJOS.

11 a.) Acelero el coche. Voy muy de prisa. Necesito alcanzar­II\liero saber qué es.

¿No lo sabes todavía?No.¿Qué haces ahora?Me desvío a la izquierda.¿Qué hay?Medinaceli, una carretera.¿Sigues viendo la luz?No.¿Dónde la has perdido?Arriba, en la carretera.¿Qué hora es, Julio?No sé, cinco y media, seis ...¿Vas por la carretera que sube a Medinaceli?

-Sí.¿A qué velocidad? Cuéntame todo lo que haces.Cien, ciento diez, noventa, ochenta, tercera, segunda, de­

IIPO, noventa, cien, acelero· fuerte ...igue.

Llego arriba. A la izquierda, casi no veo la curva.¿Qué ves?

-La carretera, recta, en bajada.¿Corres mucho?

ien, ciento diez, ciento veinte.-¿Con quién vas?

on Mus.-¿Qué oyes en ese momento?-'El motor.-¿No llevas ninguna cinta puesta?-No, me apetece correr.-Bien, sigue.4Asustado) ¡Frena! i El coche frena!-¿Qué sucede?-La luz.-¿Dónde está la luz?-Fuera.-¿Sobre ti? ¿Y qué te dice la luz?-Marcha atrás (perplejo).-¿Eso te dice la luz?-No.

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Page 142: Secuestrados por Extraterrestres - Antonio Ribera.pdf

-¿Lo dices tú?-No, el coche va solo marcha atrás.-¿Solo?-Sí, muy de prisa (con verdadero pavor).-¿Va muy de prisa marcha atrás?-Sí. (Inspira y espira con fuerza.)-¿Hacia dónde?-Hada Medinaceli.-¿Vuelves hasta Medinaceli?-No. (Lleno de desasosiego.)-Tranquilo, Julio, yo te estoy protegiendo. (La respir

de éste continúa agitada.)-El cruce de Soria. Frena. (Se tranquiliza inmediatam-¿Qué sucede, Julio?-Sigo muy despacio.-¿No tienes miedo de la luz?-¿Qué luz? (Ha olvidado el incidente.) (Pausa.) Bus

camino a la izquierda, buena zona de caza. Ahí está.por él.

Ellos

Pregunta: J. A. Campaña. Entrevista en estado vigil.-Bien, llegaste al camino ¿y qué pasó?-Que no había recorrido 100 m cuando el motor se

de golpe, las luces se extinguieron y la radio dejó dedonar.

-¿Instantáneamente?-Sí, no hubo sacudidas, fallos, ni nada. Fue como S

bieran cortado la corriente con un interruptor.-Perdona el inciso, ¿has tenido problemas con el coc11e-Desde entonces, me vino fallando la parte eléctrica

cargaba la batería -algo incomprensible porque estaba rcambiada- y los intermitentes no parpadeaban bien. Lama me costó 15000 pesetas en reparaciones.

-¿Y la cassette que traías puesta?-El aparato ha seguido funcionando,

trapeó.-¿Qué le notaste?-Estaba desgrabada como a trozos -y es una lástima,

que me encanta Cafrune-, la tuve que tirar.-¿Puedes facilitármela?-Trataré, no sé si la conservo. (Julio encontró despu

cinta, y conviene aclarar que él no pudo desgrabarla inadtidamente, ya que el radiocassette de su coche es sólo lect

~Hablemos del reloj.-También se paró. Es mecánico y, desde aquel día, ha

de relojero en relojero, lo he dejado por imposible.

262

¿Crees que se detuvo cuando lo hizo el coche? , .Puede, aunque quizá se estropeara cuando pase baJO. la

l. Hay indicios de que existía un potente campo magnétIco.A propósito del reloj, ¿a qué hora sucedió esto?

obre las seis y media, creo; las manecillas estaban fijaslIs 7 menos 20.

Volvamos al relato.Bueno, pues abrí la puerta y salí malhumorado. i A ver

1lI hacía yo un domingo de madrugada, en mitad del campo11 in el coche así! Pensé que el origen de la avería estaba enilobina -me había dejado tirado dos meses atrás-; luego,

IIl'xionando he visto que no podía ser. Total, que levanté el111 e intenté distinguir algo... imposible; para más fatalidad,1111 terna no tenía pilas.

¿Y Mus? .A su aire, olisqueando por allí y haciendo sus cosas. pe

IllltO, el perro empezó a gruñir. Se interpuso entre el ca~oti como avisándome de un peligro inminente. Su nerVIOSlS­

I! 'Teda por momentos. Tenía los pelos del lomo erizados.IlIba tenso como un arco. Nunca le había visto así y, la ver-Il me asusté. Automáticamente, pensé en lobos -despuésiodo nos encontrábamos en mitad de un páramo y en in­

h l'IIO~ así que abrí la puerta trasera, cogí la escopeta, metí. tir~s sueltos que llevo siempre en el bolsillo y luego, más

Itllquilo, intenté ver algo en la oscuridad.¿Por qué llevabas 5 cartuchos en el bolsillo?Es una costumbre. Salgo con la canana llena y 5 cartu­

ho' aparte, los que carga mi escopeta, una Winchester auto­11 ti a, por si me sale algo por el camino.

Ya.Bueno, pues yo estaba allí, el perro seguía gr;mendo y,

ltonces, vi dos figuras con forma humana que veman por el11 I ro.

¿A qué distancia comenzaste a verles?A unos 80 m. Ya sabes que el camino baja en cuesta y

1111 O se bifurca; bien, pues estarían por el recodo.¿Cómo les distinguiste en la noche? ,Sus trajes parecían reflejar la escasa luz que habla. Ten

11 'uenta que comenzaba a clarear por mi izquierda.-¿Les veías nítidamente? .-No sólo los contornos. Según se acercaron pude precIsar

h Inlles: Sus trajes, de color verde pastel, emitían .un bril.lo11111 ligero. (Hemos reconstruido el encuentro de Jul~o el mls­11111 día y a la misma hora, y efectivamente, .a los 5 ~mt1tos ~e

I Ir aHí, la vista se acostumbra a la OSCUrIdad, pudIendo dIs­IIl1l\uirse las formas pero no los detalles.)

-¿Vinieron directamente o parecieron dudar? .-No, se acercaron sin un titubeo, hasta detenerse a medIO

111 Ira de mí.-¿Sentiste miedo en su presencia?

263

Page 143: Secuestrados por Extraterrestres - Antonio Ribera.pdf

265

¿Qué le pasa?No funciona.¿No sigues andando con él?

í.¿Ratea?No, no funciona nada.¿La radio?Tampoco.¿Llevabas puesta la radio?No.¿y cómo sabes que no funciona?Llevaba el cassette.¿Qué oías en ese momento?Cafrune.¿Qué haces ahora?Paro.¿Qué más?Giro a la derecha.¿Qué haya tu derecha?Está muy oscuro.

-¿Ya tu izquierda?-El camino... una loma pequeña.-¿Qué estás haciendo en ese momento?-He abierto el capó.-¿Para qué?-Busco la bobina. '-¿Por qué la bobina?-Creo que es la bobina.-¿Laves?-No, la toco.-¿Ves algo?-Nada.-¿Notas algo raro?-Mus gruñe.-¿Por qué gruñe?-No sé.-¿Dónde está Mus ahora?-Detrás de mí. (Julio está vuelto hacia el capó, el perro se

h l!la entre él y el camino.)-¿Ladra?-No, gruñe. .-¿Por qué gruñe? ¿Algo le llama la atenctón?-Sí.-¿El qué?-Lobos.-¿Lobos?-Sí.-¿Ves los lobos?-No.-¿Qué ves?

Pregunta José Luis Jordán.-¿Qué haya la entrada del camino?~Unbaden.

-¿Está muy despejado?-No.-¿Qué ves?-El camino.-¿Cómo es?-De tierra.-¿Qué pasa ahora?-El coche.

-Sentí asombro, estupor, si quieres, pero no temso tranquilicé al perro, no fuera a morderles. Yo, desmer momento, supe que eran extraños, que no praquí, no me preguntes cómo.

-¿Qué te inspiraban?-Sosiego y paz, me serené nada más verles.-¿Aceptaste el asunto con naturalidad?-Sí, y es muy raro. Fue como cuando· encuentras a

conocido, pero que no ves hace mucho tiempo, y te dicebre, si es fulano!, pues igual. No sé si estaban influydesde lejos o qué.

-¿Se comunicaron contigo inmediatamente?-Cuando llegaron a mi altura, pararon y me habl-¿Les oíste?-Eso creí al principio, después,

comprendí que todo era mental.-¿Qué te decían?-«Tranquilo, no pasa nada. Sólo deseamos que no

pañes, por favor.» Según entendí, su mayor interésen el perro y me pedían que fuera con ellos en calldueño o domador de Mus. Me aseguraron que la expsería interesante y que no tenía mida que temer, quríamos.

-¿Recibías una orden o una invitación? ¿Creescoaccionaban?

-En absoluto. Recibía una invitación, y cordialísimun ruego. Pienso que si me hubiera negado, no habríantido.

-¿Aceptaste inmediatamente?-Sí, sabía que eran buena gente e incapaces de hacer

Así que me eché la escopeta al hombro y bajamos pormino. Ellos me iban flanqueando. Seguidamente, tomaramal de la izquierda y ascendimos por la falda de la loque yo llamo el repecho.

Sesión hipnótica. Octubre de 1979

264

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..

0+s

AREA DELENCUENTROLArN. 4/°II~Ot'

LONq.a PO??'

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-Nada.-¿Nada ves?-Cojo la escopeta. La monto-¿quántos cartuchos pones?'-Cmco.

-sequé piensas, cazar algún lobo?

l.

-Bien...-Tranquilo, tranquilo...-¿Por qué dices tranquilo?-No pasa nada.

a los 1~00s~asa nada? Claro, ¿qué va a pasar?, ¿tienes

-No hay.-¿Qué ves?-Dos hombres.-¿Ves dos hombres?-Sí.-¿Por dónde vif.nen esos hombres?-Por el camino.-¿Está muy oscuro verdad')-Sí. ,.

-y cómo les ves?-Los veo.-¿A qué distancia los ve;')-Lejos. .-¿Y.cómo les puedes ver?-Bnllan.-¿Brillan?-Sí. (Pausa. Julio 'tNo pasa nada. repl e para sí:) Tranquilo, tranq

-¿Están parados?-No, vienen.-¿Ves las caras?-Sí.-¿Cómo son?-Están conmigo..-jAh! ¿ya han llegado')-Sí. .-¿Qué te dicen?-No me dicen nada.-¿Cómo visten?-Verde.-¿Oscuro?-No, verde claro. Es una sola pieza. Son... son extr-Dime más de ellos.-La cabeza amarilla.-¿La cabeza amarilla?-No, l~ ropa en la cabeza...

dugo amanllo.

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¿Ves los rostros? ¿Cómo son sus facciones?Los ojos (perplejo) son muy grandes.¿Y su nariz?Larga y muy fina. No tienen pelo.¿No tienen pelo?(Con cierto asombro.) No, no tienen nada, ni cejas...

_¿Y las pestañas de qué color son?No tienen.¿No tienen pestañas?

-(Extrañado.) No tienen nada.-¡Qué raro!-Sí.-La barbilla es pequeña, ¿no?-No.-¿Cómo es la barbilla?-(Casi con miedo.) Muy larga. Es muy larga.-Oye, mira sus manos, ¿cómo son?-Llevan guantes.-¿Guantes verdes?-No, amarillos.-¿Llevan botas?-No veo. Es... es el traje. (Como esforzándose por distin-

lIir en la oscuridad.)-¿,Dónde está Mus en este momento?-Conmigo.-¿Se ha tranquilizado ya?-No.-¿Qué hace?-Yo le sujeto.-¿Te hablan?-No, no me hablan.-¿Con qué mano sujetas a Mus?-Con la izquierda.-¿Qué te dicen?-Que vaya con ellos.-En español, ¿no?-No.-¿Cómo te lo dicen?-Lo siento.-¿Abren la boca? ¿Es muy aguda la voz?-No.-¿Es una voz extranjerizada?-No hablan.-¿No hablan?-No._¿Y cómo te lo dicen?-Lo sé, sé que me lo dicen. Lo siento. Lo siento.-¿Dentro de ti?-Sí.-Pero, ¿entiendes lo que te dicen?

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-Nada.-¿Nada ves?-Cojo la escopeta. La monto-¿quántos cartuchos pones?'-Cmco.

-S¿Cfué piensas, cazar algún lobo?

l.

-Bien...-Tranquilo, tranquilo...-¿Por qué dices tranquilo?-No pasa nada.-¿No pasa nada? Claro, ¿qué va a pasar?, ;t¡'enes

a los lobos? e

-No hay.-¿Qué ves?-Dos hombres.-¿Ves dos hombres?-Sí.-¿Por dÓ11de vif!.nen esos hombres?-Por el camino.-¿Está muy oscuro verdad)-Sí. ,.

-y cómo les ves?-Los veo.-¿A qué distancia los ve~)-Lejos. .-¿Y.cómo les puedes ver?-Bnllan.-¿Brillan?-Sí. (Pausa. Julio 'tNo pasa nada. repl e para sí:) Tranquilo, tranq

-¿Están parados?-No, vienen.-¿Ves las caras?-Sí.-¿Cómo son?-Están conmigo..-¡Ah! ¿ya han llegado?-Sí.-¿Qué te dicen?-No me dicen nada.-¿Cómo visten?-Verde.-¿Oscuro?-No, verde claro. Es una sola pieza. Son... son extr-Dime más de elPos.-La cabeza amarilla.-¿La cabeza amarilla?-No, la ropa en la cabeza... un hdugo amarillo. a capuc a ... como un V

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¿Ves los rostros? ¿Cómo son sus facciones?-Los ojos (perplejo) son muy grandes.-¿Y su nariz?-Larga y muy fina. No tienen pelo.-¿No tienen pelo?-(Con cierto asombro.) No, no tienen nada, ni cejas..._¿Y las pestañas de qué color son?-No tienen.-¿No tienen pestañas?-(Extrañado.) No tienen nada.-¡Qué raro!-Sí.-La barbilla es pequeña, ¿no?-No.-¿Cómo es la barbilla?-(Casi con miedo.) Muy larga. 'Es muy larga.-Oye, mira sus manos, ¿cómo son?-Llevan guantes.-¿Guantes verdes?-No, amarillos.-¿Llevan botas?-No veo. Es... es el traje. (Como esforzándose por distin-

lIir en la oscuridad.)-¿Dónde está Mus en este momento?-Conmigo.-¿Se ha tranquilizado ya?-No.-¿Qué hace?-Yo le sujeto.-¿Te hablan?-No, no me hablan.-¿Con qué mano sujetas a Mus?-Con la izquierda.-¿Qué te dicen?-Que vaya con ellos.-En español, ¿no?-No.-¿Cómo te lo dicen?-Lo siento.-¿Abren la boca? ¿Es muy aguda la voz?-No.-¿Es una voz extranjerizada?-No hablan.-¿No hablan?-No.-¿Y cómo te lo dicen?-Lo sé, sé que me lo dicen. Lo siento. Lo siento.-¿Dentro de ti?-Sí.-Pero, ¿entiendes lo que te dicen?

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-Sí.-¿Qué te dicen?-Que vaya con ellos.-¿Estás muy asustado?-No.-¿No?-No.-Pero esas personas son muy extrañas 'no">-Son buenos. ' , .-Pero, ¿cómo lo sabes?-Lo sé.-Pero, ¿cómo?-Lo sé.-Pero si tú no los conoces-Lo sé. .-¿Vas con ellos?-Sí,-¿Mus se ha quedado en el coche?-No. .-¿Le sujetas?-No.-¡Ah!, está suelto ya-Sí, corre. .-¿Es de noche todavía">-Sí. .-Oye, ¿brilla el traje?-No.-¿No brilla?-No. (Parece qu 1 t' 1Julio le extraña.) e e raje re uce sólo visto desde lej

--:¿Qué llevas tú en este momento"> 'Lle 1'e tz? ., vas a go e

-~t ropa. (Contesta literal y escuetamente a las pregun-, a escopeta te la has dejado en el coche">-No, la llevo. .-En la mano, claro.-No.-¿No la llevas en la mano?-Colgada.-¿Dónde, en el hombro izquierdo?-No, en el derecho.-¿Está descargada?-No, está cargada y montada.-¿Hace frío?-Sí.-¿Tú echas vaho?-Sí.-¿Y ellos?-No.-¿No ab.ren la boca?

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No.,Adónde vais?Vamos por el camino.Descríbeme el camino.Llano.¿Qué más?

¡ramos.¿Giráis, por dónde?Ala izquierda.¿Qué ves a tu izquierda?Llano... lomas.¿Notas cómo crujen los vestidos de estos seres al andar?No, no hacen ruido.Dime, ¿tropiezan al andar?No.¿Qué ves ahora?Subimos. (Julio parece fatigado.) Suben muy de prisa.¿Van muy de prisa?Sí.¿Qué te pasa?Voy cansado. (Sin duda, llegan al repecho.)

onducta y el atuendo de los tripulantes

111' unta: J. A. Campaña. Entrevista en estado vigil.-Disculpa por volver atrás en el relato,. ¿no pensaste nun-

f" 1'1'1. utilizar tu arma?-No, al verlos venir bajé la escopeta, luego cerré las puertas.[ capó del coche, cogí a Mus con la mano izquierda -no

IIl'ra a morderles- y me adelanté hacia el camino, recuerdo11 11 ' sostenía la carabina con la mano derecha, por si las mos­1 I~. pero nada más.

-¿Encuentras lógica tu reacción?-La verdad, no, y no se puede justificar por el asombro o la

Ill'rplejidad que, desde luego, sentía. Te confesaré que me viIIhligado a hacer auténticos esfuerzos para no salir a su en­I 11 'ntro, era como si me atrajeran.

-Dime detalladamente cómo se comunicaban contigo.-Es difícil explicarlo. Parecían impulsos. Yo sentía lo que

I 11 s pretendían. Lo he definido, en alguna ocasión, como si"' pasaran diapositivas mentales, pero no es del todo correcto.I li amos que captaba ideas que no eran mías, aunque con unaIlnridad meridiana y una rapidez asombrosa: recibía en se­, lindos bloques de información.

-¿Te tranquilizaban?-No dejaban de hacerlo.-¿Les captabas en español?-En un idioma que yo entendía.

271

Page 148: Secuestrados por Extraterrestres - Antonio Ribera.pdf

ttt-Ft'tt

+O

Vaguada

s

N Zona del encuentroLa\. N 41° 11' 40"Lon. O 2° 27"

OI----1r----E

"."'"".~Arboles

Carretera Medinaceli-Barahona

-Repecho

t+25 +

Loma A

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Camino de Rubiales

+ eotas(base sembrado)

'""Ooc:.~

U

~lCoche 1

J

1L..:_

Recorridode Julio

I.~mlno

iI~ la granja

-¿Tú hablabas?-Me comunicaba mentalmente, y notaba que

cibían. Era una conversación muy rápida, antesuna pregunta, ya estaba llegando la respuesta.

-¿Te frataban como a uno más?-Hombre, efusiones no hubo. Vamos, te diría

me tocaron físicamente (que yo recuerde). Eran amcada cual en su sitio, claro, que también actuabanellos. Parecían fríos, muy calculadores.

-¿Hacían ademanes?-Los mínimos posibles, sólo les vi gesticular en

ocasiones. Movían los brazos para trabajar o reallconcreto; si no, permanecían con ellos a lo largo d 1

-¿Resultaban indolentes?-«Pasotas», diría yo, nada turbaba su calma. Sin

hacían su trabajo con gran rapidez y seguridad, lo dla nave.

-¿Les considerabas superiores a nosotros?-Tecnológicamente, sí, pero no en cuanto-¿Qué quieres decir?-Que aquella gente no tenía un Beethoven, pongo p

Eran prácticos y directos. Les 4J.teresaba la cienciapecto de aplicación inmediata.

-¿No tenían un Beethoven por incapacidad?-O porque habían superado esa etapa evolutiva;

plándoles, veía al hombre del futuro, como seríamos ndentro de milenios.

-¿Te parecían científicos?-Mitad científicos, mitad militares. Se movían

disciplina, cada uno pendiente de su misión.-¿Como nuestros astronautas? .-Mucho más ordenadamente.-Pasemos al atuendo.-Era extraño, pero no excesivamente. Vestían un bu

costuras, de una sola pieza, que -llegaba hasta los pie •de color verde pastel. No tenía cremalleras, ni aberturas,sí un frunce en el talle como nuestros pul}overs.

-¿Era ceñido?-Lo suficiente para que resalten los músculos,

camiseta de verano.-¿De qué material estaban confeccionados?-Se parecía al plástico de los anoraks, aunque más b

do y elástico. No observé fibras, hilado, ni dibujo, aquelloliso.-¿Crujía al moverse?-Yo juraría que no.-¿Viste su calzado?-No, pero quizá llevaran botas cortas bajo el buzo, ya q

no aprecié relieves a la altura de los tobillos.-Pasemos al verdugo.

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Page 149: Secuestrados por Extraterrestres - Antonio Ribera.pdf

-El verdugo, como los guantes que llevaban, teníaamarillo claro. Ambas prendas estaban hechas desimilar al punto de seda, muy fino.

-¿Se pegaban al cuerpo?-Los guantes, por supuesto, y el verdugo tambi

parte que cubría el cráneo. Como sólo dejaba la carabierto y caía suelto hasta los hombros, les daba un ala lo «guerrero del antifaz».

-Describe los guantes.-Cortos, con 5 dedos, normales. Parecidos a los q

los soldados en el servicio militar.

El aspecto físico

-¿Cómo eran ellos?-Muy fuertes. Su anchura de hombros resultaba de

cionada; quizá destacaba tanto porque el verdugo se aJen esta zona. Los dorsales, potentes, salían hacia fuera.que estuvieran «cuadrados», pero tenían una comple Ilética, propia de individuos acostumbrados a prácticativas; me recordaban un poco a los jugadores de balo

-¿Por su altura? '-En parte, sí; medirían unos 2 m, pero también

tipología: eran estrechos de caderas.-¿Se diferenciaban sus músculos de los nuestros?-Presentaban diferencias de matiz. Los brazos 11

hasta las corvas, aunque para largas, las manos.-¿Te impresionaron?-j No veas! Eran débiles y huesudas, muy frágiles,

de pianista. Su aspecto llamaba la atención, sobre todo,llos dedos interminables y no más gruesos que un «col/los finos. Parecían como de viejo, por 10 sarmentosas ysas, sólo se dístinguían los tendones y el hueso bajo ladiríase que nunca habían cogido un pico o levantado un

-¿Viste uñas? .-Sí, normales, cortas y limpias, pero volviendo a las m

resaltaban porque no correspondían al cuerpo; aquellos iduos parecían otros de muñecas para abajo.

-¿Y la cabeza?-También ofrecía diferencias. La frente subía recta un

tramo, para curvarse muy arriba; era más saliente qnuestra, y también mayor.

-¿Recuerdas la típica prominencia sobrereferimos al «toro supraorbital».)

-Sí, muy abultada'. Lo que no vi fueron cejas, pestni rastro de barba o pelo. Carecían de él hasta en los oriflnasales, me estuve fijando.

-¿Y las sienes?

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I os parietales estaban muy desarrollados. Su abomba­Illli y tamaño eran considerables. No es que tuvieran cabezalllllnbilla, pero casi. Tampoco vi orejas, aunque podía ta-1, 'L verdugo.

i 'rees que esta prenda ocultaba un casco?N.iOué recuerdas de los ojos?roda, porque jamás podré olvidarlos. Eran dos «faros»

111 ara, destacaban fuertemente. Los párpados tenían un1111'110 ovalado, no terminado en ángulo o pliegue, como losIIIIIOS. El iris, gigantesco, era de doble tamaño que unoIIIIIL y su color, un azul claro, casi transparente. La pupila'" 'fa dílatadísima, confiriéndoles un mirar hipnótico, comolllllLinuo susto, aunque -paradójicamente- tranquilizador.II!I calor de los ojos es una de las pocas diferencias que hayl. 'L caso Julio y el de Aveley. Cf. p. 144.)

Oescribe el resto de la cara.Muy huesuda. La nariz era fina y larga. Los pómulos des­

lIhnn, Sus rasgos me traían a la memoria esas figuras vascasIIl1das en madera, eran duros y angulosos'.

¿Y la boca?Apenas una línea, la enmarcaba un trazo rosado, también

\IV fino, a guisa de labios.r.Recuerdas algo más?1=.1 mentón. Era enorme. Sobresalía hacia fuera y abajo,

IlIlinando en punta. Tenía aspecto de cono aplastado.¿Te fijaste si sudaban?Aseguraría que no, aunque poros tenían. Los vi en su piel

1111 'a, blanquísima, típica de personas que nunca han recibidoI'nyos del sol.

¿Crees que vivirían en ambientes fríos?Fríos, lo ignoro, pero sin luz, seguro. Su aspecto era nór­

h Ii; además, por el color desvaído de sus ojos, pienso que la11 I s dañaba; dudo, incluso, que pudieran mirar de frenteIl I bombilla.

¿Notaste si veían en la oscuridad?Mejor que nosotros, fijo. Iban por el camino a un «cisco»

11I¡ll'csionante, me costaba seguirles; piensa que, por cada pasoIly ,yo tenía que dar uno y medio.

-¿Qué destacaba más en ellos?-Su modo tan cerebral de hacer todo. Parecían desprovistos

t. pasiones. Iban andando y daban la impresión de meditarItlh paso. Si me apuras, parecían computadoras con piernas.

-¿Se desplazaban normalmente?-De un modo muy peculiar. Su andar era majestuoso, ele-

Illlle, rítmico. Batían de punta como los atletas.-¿Puedes matizar esto?-Imagínate a Fred Astaire, que anda y parece que va bai-

1111 lo; bueno, pues algo así. Tal era su acompasamiento. 0,"liniendo otro ejemplo, como las jirafas, que tienen un andar

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Page 150: Secuestrados por Extraterrestres - Antonio Ribera.pdf

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¿Qué hicieron tus acompañantes?Tuvo gracia; al menos, la tiene ahora. No notaron quehabía detenido y siguieron andando; tomaron una des-

(Ión que salía a la derecha hacia el fondo de la vaguada.I omprobar que yo estaba parado, se detuvieron.

¿Te tranquilizaron?Bueno, ya sabes que no eran muy locuaces; en realidad,

htamos hecho todo el camino en silencio. Dejaron que yo111 me repusiera del shock y asimilara lo que estaba viendo.II~ unos instantes de estupor, bajé por la vaguada, creo queI propia inercia; no sé cómo no me maté, mis ojos se nega­11 a apartarse de la nave.

¿Te seguían flanqueando?-No, se colocaron delante y detrás de mí. El sendero era

estrecho y accidentado que el anterior. Al llegar abajo,mbrado donde estaba la nave, volvieron a flanquearme.

-¿Y Mus, dónde andaba?-¡ Para Mus estaba yo! Sólo veía aquella especie de seta

1linte colgada, como por arte de magia, a 4 m del sue19; per­11I1ecía allí, completamente inmóvil, sin nada que la sujetara.lira colmo, el silencio era absoluto; no se percibía el mínimoIlll1bido de motores.

-¿Qué viste al acercarte?-Fui precisando detalles. La nave tenía forma de plato

¡pero invertido. Parecía enteramente metálica, de un tonoIIILa mate. Las alas o plano de sustentación ocupaban más de, dos tercios del fuselaje. Desde luego, era preciosa. Entre

úpula y el ala, discurría un anilló que llegaría al metro y11 -dio de altura. De él, como si fuera del propio metal, surgían

plandores de distintos tonos. Los azules, verdes, rojos yInarillos se sucedían sin transición aparente. El anillo daba la

IlIlpresión de girar de derecha a izquierda, al contrario que lasujas del reloj, pero se trataba de un falso efecto óptico,

IlI1ilar al que producen los letreros luminosos. El brillo quelila de allí era muy apagado, como el de un metal al rojo.-¿Viste algo más?-Arriba, casi al final de la cúpula, distinguí unos rectán-

II10s verticales y oscuros, que luego resultaron ser las ventanas11 - la sala.

-¿Qué medidas calculaste a la nave?-Tendría la altura de un tercer o un cuarto piso. Del vértice

d . la cúpula al borde inferior del ala, habrían 15 o 20 m; eldiámetro oscilaría entre 60 y 70 m.

-¿Cómo era el lugar donde estabas?-Muy resguardado, un auténtico puesto de caza; la carre-

I 'ra pasaba a sólo 400 m. Se ve que aquella gente iba a agarrar\In chalado y me tocó a mí. En fin ... El platillo se cernía sobredos sembrados entre los que pasaba un camino. El centro delil1arato estaba sobre el sembrado de la izquierda, aunque elila cubría unos 10 m del sembrado de la derecha.

La nave

pausado, lento, armonioso, porque su centro de gravmuyalto.l

-Has dicho gravedad: ¿crees que estaban habitunuestra?

. -Se ~ovían ágilmente y sin problemas, per~ si,Vls~, hubIeran dado un salto de 15 metros no metranado. '

-¿No serían proyecciones?-Eran tan palpables como tú y yo.-Un detalle: ¿echaban vaho al caminar?-'E1~~s, no ,sé; yo echaba el bofe. La subida del

me COgIO en fno. Desde luego, vi que llevaban la boca-~u G;specto era bastante extraño, ¿no?-1 CUIdado! Que yo he visto tíos más feos por la

sul~aban un poco raros, pero también muy humanos tcaSI me desih~s~on~ron. Con gafas y barba posti~apasar. desap.ercIbI~oSen cualquier país escandinavo.

-<-Les diferencIabas entre sí?-~erfe~tamente. El que estuvo siempre conmigo

~l mas b~Jo; el otro, que nos acompañó por el caminomter!Dedio en altura, y el tercero, que nos esperaba en 'poseIa ~ayor estatura y ojos casi transparentes.

-ASI que de «robots», nada.-¡Nada!

~B.ueno, Jul~o, creo que va siendo hora<-Donde lo dejamos? .

-En el repecho. - .-Eso e.s. Sub~steis por al~í y, ¿qu¿ pasó?-;-Que ~edlatamente vi la nave. Bueno, para ser

caSI me di de bruces con ella. Estaba oculta tras dosen el, fondo de una vaguada. Yo esperaba encontrar algopens~ en un pla~ill<;> .volante, pero ¡caramba! no de t •m(fnsIOnes. Al prmclpIO, pude apreciar sólo su parte izqe re~t~ lo tapab~ una loma), pero palabra que me bast

-<-Como reacczonaste?. -No reaccioné. Simplemente me quedé boquiabie

mlt~d del. camino, sin fuerzas para seguir. Fue como sihubIera VISto a Dios. Yo, un escéptico hasta entoncesfrente a mí 70 m de nave extraterrestre. '

tro1.d~nm~~t~:~o J~etalváera's, los ovnis nos vigilan', describo el en

. . n y contactado Jaume BordassImIlares caracteristicas y forma de andar idént¡~ 'COIn un ICamgó y en el - 1951 C ~a, en e macllO

:~~~~~~d'e:oI:d~t::~c~: . ~~~~c~:~ Vt;~n~~o~:~a J~~~~, d~o~ae~i~~~t:dedica gran espacio en' su °li~~o ~~:se::;:;s~ J~icue~iOvallée, qulen español en el momento de escribir estas lineas~. ep n (no pub!

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-¿Avanzasteis hacia la nave?-Sí, nos metimos por debajo del ala y camina

su centro geométrico. Recuerdo que nos desviamodero en un ángulo de 30 o 40 grados. Yo estaba perplmí, y en todas direcciones, se extendía un paraguainterminable. Aquella superficie era lisa por complhecha de una pieza, sin remaches ni tuercas de ningú

-¿Se produjo algún incidente especial?-Parece que al internarnos por allí, noté un fucrt

pino u ozono, quizá producido -según me han dichcampo iónico; yo, desde luego, puedo asegurarte quolía exactamente igual. También, la carabina y la nalle;aba fueron atraídas hacia arriba, lo que habla demagnético muy potente. Aunque debo aclarar que erecuerdo en estado consciente, sino sólo en trance hI

-¿Qué sucedió 4espués?-Como surgiendo del mismo centro, vi descender

dro metálico que se detuvo a una cuarta del suelo.bién liso y bajó silenciosamente.

-¿Distinguiste junturas en él?-En absoluto. El cilindro parecía una prolongación

del ala, como si ésta creciera hacia abajo. Mediría apdamente 4 m de alto por 2,5 de ancho.

-Continúa, por favor. .-Entonces, para mi asombro, se abrió frente a n

una puerta en guillotina, ascendió una hoja, descubrihabitáculo iluminado por una luz extrañísima.

-¿Por qué extrañísima?-Era desconcertante, realmente «marciana», inclu

que ellos y que el platillo. Su color blanco te impre Iresultaba purísimo; no obstante, no dañaba a la vista.admitir que sentí miedo. Antes de entrar allí, me lo penveces, las cosas como son.

Sesión hipnótica. Octubre de 1979

(Julio y sus acompañantes acaban de subir el repecho.)-¿Qué ves?-Subimos. Grande. A la derecha.-¿Qué ves?-(Entre asombrado y sobrecogido):-Muy grande, ¿qué?-Es muy grande.-¿El qué es?-Algo.-¿Algo?-Una nave... platillo.-¿Es un platillo?

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í.Cómo es?

Muy grande.¿Lo ves desde abajo o desde arriba?Desde arriba.Descríbelo.No lo veo entero. . . ,¿Qué parte ves primero, la derecha o la lzqulerda.La izquierda. Bajamos.uéntame lo que ves.

La nave. . . ,¿Tiene letras la nave? ¿Observas algun graflsmo.No. .Háblame de ella.Es plateada, lisa, hay luces.¿Brilla en la oscuridad?No, es la luz de colores.¿Ellos van delante?No, a mis lados.

ye, ¿está flotando la nave?í.

-¿A qué altura, 30 o 40 m?No.

-¿Como cuánto?-No lo veo, flota.

Pero hay unos pies sustentadores, ¿no?-No (extrañado), no hay nada.-Hace mucho ruido la nave, ¿verdad?-No.-¿No oyes como un motor?-(Perplejo): Nada. No oigo nada.-Mira al cielo, ¿hay nubes?-No.-¿Ves algún resplandor?-Sí.-¿Qué ves?-Luces.-¿Dónde?-En la nave.-¿Cómo son?-Son colores que giran.-Pero, ¿dónde est4n esos colores?-En la nave. .-¿Cómo es ésta?-Es muy grande.-¿Qué forma tiene?-Es un platillo volante.-Pero, ¿qué forma tiene?-De platillo volante.-Sí, pero hay mucha tipología de platillos volantes...

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-¿Avanzasteis hacia la nave?-Sí, nos metimos por debajo del ala y caminam

su centro geométrico. Recuerdo que nos desviamodero en un ángulo de 30 o 40 grados. Yo estaba perpl jmí, Y en todas direcciones, se extendía un paraguasinterminable. Aquella superficie era lisa por complcthecha de una pieza, sin remaches ni tuercas de ningún

-¿Se produjo algún incidente especial?-Parece que al internarnos por allí, noté un fuert

pino u ozono, quizá producido -según me han dicho­campo iónico; yo, desde luego, puedo asegurarte queolíé\ exactamente igual. También, la carabina y la navllevaba fueron atraídas hacia arriba, lo que habla de unmagnético muy potente. Aunque debo aclarar que estrecuerdo en estado consciente, sino sólo en trance hl

-¿Qué sucedió ttespués?-Como surgiendo del mismo centro, vi descender

dro metálico que se detuvo a una cuarta del suelo. Ebién liso y bajó silenciosamente.

-¿Distinguiste junturas en él? .-En absoluto. El cilindro parecía una prolongación

del ala, como si ésta creciera hacia abajo. Mediría apdamente 4 m de alto por 2,5 de ancho.

-Continúa, por favor.-Entonces, para mi asombro, se abrió frente a no

una puerta en guillotina, ascendió una hoja, descubricnhabitáculo iluminado por una luz extrañísima.

-¿Por qué extrañísima?-Era desconcertante, realmente «marciana», inclus

que ellos y que el platillo. Su color blanco te impresiresultaba purísimo; no obstante, no dañaba a la vista.admitir que sentí miedo. Antes de entrar allí, me lo penveces, las cosas como son.

Sesión hipnótica. Octubre de 1979

(Julio y sus acompañantes acaban de subir el repecho.)-¿Qué ves?-Subimos. Grande. A la derecha.-¿Qué ves?-(Entre asombrado y sobrecogido):-Muy grande, ¿qué?-Es muy grande.-¿El qué es?-Algo.-¿Algo?-Una nave... platillo.-¿Es un platillo?

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í.¿Cómo es?Muy grande.¿Lo ves desde abajo o desde arriba?Desde arriba.Descríbelo.No lo veo entero.¿Qué parte ves primero, la derecha o la izquierda?La izquierda. Bajamos.Cuéntame lo que ves.

-La nave.-¿Tiene letras la nave? ¿Observas algún grafismo?-No.

Háblame de ella.Es plateada, lisa, hay luces.

-¿Brilla en la oscuridad?-No, es la luz de colores.-¿Ellos van delante?-No, a mis lados.-Oye, ¿está flotando la nave?

í.-¿A qué altura, 30 o 40 m?-No.-¿Como cuánto?-No lo veo, flota.-Pero hay unos pies sustentadores, ¿no?-No (extrañado), no hay nada.-Hace mucho ruido la nave, ¿verdad?-No.-¿No oyes como un motor?-(Perplejo): Nada. No oigo nada.-Mira al cielo, ¿hay nubes?-No.-¿Ves algún resplandor?-Sí.-¿Qué ves?-Luces.-¿Dónde?-En la nave.-¿Cómo son?-Son colores que giran.-Pero, ¿dónde est4n esos colores?-En la nave. .-¿Cómo es ésta?-Es muy grande.-¿Qué forma tiene?-Es un platillo volante.-Pero, ¿qué forma tiene?-De platillo volante.-Sí, pero hay mucha tipología de platillos volantes...

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......iEs como una seta.-¿Ves ventanas?-Sí.-Son blancas, claro.-No.-¿Están iluminadas?-No.-¿De qué color son?-Negras.-¿Dónde está el centro de la nave, a la derecha

izquierda?-A la izquierda.-¿Dónde estás en este momento?-Voy con ellos, en el camino.-¿Os acercáis a la nave?-Sí, giramos a la izquierda.-¿Y luego, qué haces?-Entramos debajo.-¿Qué notas?-(Muy desasosegado): i La escopeta!-¿Qué le pasa a la escopeta?-Sube.-¿Sube? ¿Cómo va a subir?-En el hombro.-¿Sube sola?-Sí, sube. La navaja...-¿Dónde está la navaja?-En el bolsillo.-¿En cuál?-El izquierdo de abajo.-¿Y qué notas a la navaja?-Sube también.-Pero, ¿cómo sube?, no comprendo...-La escopeta me tira. El pelo también sube...-¿Notas que el pelo se queda tenso?-Sí.-¿Y la barba, también?-Sí. Baja...-¿El qué baja?-Un cilindro.-¿Un cilindro?-Sí.-¿De dónde?-Del centro.-El cilindro llega al suelo, ¿no?-No, se queda un poco más arriba del barbecho.-¿De qué color es el cilindro?---'Es plata.-¿Qué hay en el cilindro?-Sube una puerta.

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Page 154: Secuestrados por Extraterrestres - Antonio Ribera.pdf

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Qué pensabas según subías? ¿Temiste que fueran a rap-I .No, es algo que nunca pasó por mi mente: ;Sabía que nada

111 temer en este sentido. Iba estupefacto, fi]andome en todoI I ran asombro. Era consciente de es~ar entre los pocos11 lilaS que habían vivido una a~enturaas!.

Ascendisteis a mucha veloCIdad? , .i [ombre la de un ascensor normal, pero rapIdo. Nos de-

1i1l0s de forma suave, se elevó otra vez la p~erta y meu1ltré ante un corredor de sección rectangular e Iguales pra-Iones que el ascensor.

250 por 3 m, ¿no?'í. Las paredes eran del mismo metal, Y ~reo que .el suelo

lllhién, aunque no lo recuerdo, piensa que Iba pendi~n~e deIlIz. Ésta emanaba del techo, cuya forma me paso IgUal-lile desapercibida. Recuerdo, sin embargo, que proye~t~ba11 luminosidad Y que estaba construido del mismo plastlcoIlstal que había visto antes.

¿Seguisteis por el corredor? . 'Avanzamos por allí unos 8 m. Ellos Iban flanqueandome,

11110 siempre. Cuando llegamos al ~nal, torcimos a la derecha11 un corredor circular que pareela rode~r la nave. Su paredIllrior era metálica y recta, pero la extenor se curvaba ,como

11 nrbotante, supongo que siguiendo la redonde~ de la cupul~.IIiluvimos otros 8 o 10 m por este segundo pa~l!l? qu~ descn­111 una curva muy cerrada; en él resulta~a.difícil onentarse,

I () pienso que nunca llegamos a descnblr un arco d~ ?OIlltlOS. En el lado de dentro, observé dos ~u~rtas eqwdls­lites entre sí y también metálicas, que medInan 2,20 m de

111'\10 por 2,50 de alto.-¿Viste junturas en esas puertas? .-Sí, como en el ascensor. Eran muy delgadas Y no se dlS'

111' uían goznes ni bisagras.-¿Tampoco asas o picaportes? , .-Nada de nada. Aquello tenía un aspect~ d~ lo :I?ás asep~lco.

¡Ah!, un punto muy importante. No eXlstlan angulas mte·

I nl'es.-¿A qué te refieres? .-Que en los pasillos, como más tarde en la .sala de arnba,

110 había aristas internas. Las paredes se contmuaban con elh' '\10 mediante una curva suave.

-Comprendido.-Bien, seguimos por el pasillo circular y, ~e repente, nos

I I\contramos con una escalerilla de mano. A mI, la verdad, mee trañó el hallazgo.

-¿Por qué? , I-No es lógico que gente con una tecnologla. capaz de man-

t 'ner una nave ingrávida a 4 m del suelo, necesite una escalerapnra ascender de nivel.

-Describe la escalera, por favor.

!\

1. Existen en la casuistica mundial varias naves de este tipo comismo cilindro axial: caso Oskar Linke, caso Mario Zuccala 'calOGuadalajara. etc. (Véase mi obra El gran enigma de los p. V.: PIJanés, pp. 124-125.)

-¿Dónde están ellos, Julio? ¿Dónde se encuentramomento?

-Conmigo.-¿Contigo?-Sale, sale luz (con un deje de extrañeza), much

El cilindro y los pasillos

Pregunta: J. A. Campaña. Entrevista en estado vigi1.-¿Quién entró primero en el cilindro?-Pues quizá yo, aunque no es seguro. Ahora que 1

creo -y digo creo- que me cedieron el paso comoanfitriones. Hasta puede que me enviaran, mentalmcordial «adelante».

-El hecho es que te introdujiste allí.-Sí, en una estancia cilíndrica de 2,50 m de aneh

d~ alto. Las paredes eran del mismo metal mate quenor de la nave. El techo parecía de cristal esmeriladotico, tenía un color blanco opaco y resultaba muy bLa luz surgía de todos y cada uno de sus puntos.

-¿Como si poseyera luminosidad propia?-Eso es. Comprenderás que la claridad reinante er

Había mucha luz, y blanquísima, pero a la vez, muyEstaba hecho un lío ...

-¿Os encontrabais holgados?-Sobraba espacio para 8 personas más: aquello

tanta amplitud como un ascensor de El Corte Inglés.-Describe el cilindro.-Si la memoria no me falla, la puerta llegaba h

suelo; sin embargo, no alcanzaba el techo, se quedaría ametro de él o algo más. De anchura tenía 1,50 m, apdamente.

-¿Entró el perro con vosotros?-No, lo hizo después, cuando salí a recogerle. Se n

a seguimos y mira que lo llamé; me extrañó porque eobediente y siente auténtica pasión por mí, pero, ya ves,que no. Me vi obligado a arrastrarle por el collar.

-¿Y luego?-Descendió la puerta y subió el ascensor, todo en com

silencio. Me pareció que la hoja era doble; una de las lápasó entre las dos paredes del cilindro, de modo que lasurgir, sin saber de dónde. Otro detalle: entre la puertaascensor quedó una fina juntura.

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~Se asemejaba en todo a las escaleras de las pitaba fuertemente implantada en el suelo. El pascilíndrico, de escaso grosor, podías cerrar perfectmano sobre él. Cada 40 centímetros había un escalólíndrico con la parte plana hacia arriba, para posar 1escalones poseían un buen tamaño' los recuerdoporq';1e, gracias a ellos, descubrí la g;an longitud (dede mIS «amigos».

-¿Yeso?-Primero, subió uno de ellos. Fue cuando me fijé:

el escalón con toda la mano, pasando el pulgar pori y aún le sobraban dedos! Por cierto, que ascendió acidad vertiginosa, de dos saltos estaba arriba.

-¿Viste las suelas de sus zapatos?-Supongo que sí, pero las he olvidado; aunque

a que eran lisas y de un material suave como el fieltrono hacían ruido al tocar el suelo. 1

-Volvamos a la escalera.-Cuando subí, la noté desusadamente fría, su tem

no era propia de un metal.-¿Parecía hielo?-No tan fría. Recientemente, me detuve a beber

una fuente de la Casa de Campo, puse la mano eny noté la misma sensación, ¿entiendes ahora? (Herb Sdeclara también que tocó una escalerilla que parecía

-Sí, un frío que se mete en los huesos.-Exacto. ¡Ah!, y otra cosa: la escalerilla era metáli

no como las paredes, sino cromada y :muy brillante.-Te costaría trabajo ascender con la escopeta y el

¿no?-Sí que me costó. Llevaba la escopeta sobre el h

izquierdo, mientras que con el brazo derecho sujetabaSubí con las piernas, utilizando sólo la mano izquierapoyar~e ligeramente y guardar el equilibrio. De algoque servIrme tantos años de montañismo.

-¿No te ayudó el otro?-¿Ayudarme? Aquella gente iba a lo suyo, ni

mento abandonaron su cara de póker.-¿Prestaste atención a la forma del techo?-No lo recuerdo, pero puedo asegurar que no era

de unos 10 cm como mucho, porque rápidamente aparecísala. Un último dato: el orificio del techo tendría unosde diámetro, y la escalera, como es lógico, una anchuramenor.

Sesión hipnótica. Octubre de 1979

-¿Qué hace el perro en este momento?-No le veo. i Ah, sí! (Parece que lo ha encontrado.)

284

.'( lié hace?l' lá detrás, quieto.,'No está asustado?

,'No te extraña que esté asustado y al mismo tiempo(/1'

r. (Julio llama al perro.) Mus, Mus, ven aquí (silba); ven1. Mus (silba); Mus no quiere entrar. (Pausa.) Ya viene." , ven .aquí. No quiere. Salgo a por él. Vamos, vamos, ven.

1 mas los cuatro.,Oónde?1\11 el cilindro.() e, ¿quién entró primero?

o.,tilas entrado tú primero?'r.Te han cedido el paso? ¿Te han dicho que entres tú pri-

//1SI.Y luego entran los otros, ¿no?Sr.,Quién te ha invitado' a entrar?111.Te lo ha dicho mentalmente?

Sí.¿Quién te ha invitado a entrar, el más bajo o el más alto?'L más bajo.

Pero, ¿cómo te han invitado? ¿Con la mano?Me ha empujado.¿Bruscamente?No, muy suave, en la espalda, muy suave.¿Estáis dentro ya?

í.¿Qué llevan en las manos ellos?

uantes.¿Qué hacen con los guantes?

-Se los quitan.i Ah!, se los han quitado.

-Sí, dentro del cilindro.¿Cómo son las manos?

-(Muy impresionado): Son raras, largas.-¿Se nota el vello?-No tienen. (Hace gestos de desagrado.) Son muy largas,

queléticas, desagradatlles.-¿Por qué son desagradables?-Son muy delgadas ...-¿Como femeninas?-No.-¿Por qué te desagradan?-Parecen huesos.

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-¿Se han metido los guantes en el bolsillo?-No.-¿Qué hacen con ellos?-Los ponen en el cajón.-¿En qué cajón?-En el cilindro.-Descríbeme el cilindro.-Es metálico plata.-¿Cómo es la puerta?-Se ha bajado.-¿Se ve la juntura de la puerta?-Sí.-¿Está oscuro?-No.-¿Hay una lámpara arriba?-No.-Entonces, ¿de dónde sale la luz?-De arriba.-¿Se ve bien?-Sí.-Dime, ¿cómo es la luz?-Blanca.-¿Y sale del techo?-Sí.-¿Está todo iluminado? ¿Como si fuera un plafón?-Sí, blanco.-¿Subís?-Sí, los cuatro.-¿Qué llevas? ¿Una cazadora?-Sí.-Mírate, ¿notas las sombras?-Sí.-Mira al suelo, ¿ves alguna sombra?-No.-¿Cómo es el suelo?-Es metal plata.-¿Igual que las paredes?-Sí.-¿Qué hacéis ahora?-Para.-¿Qué sucede?-Sube la puerta.-¿Y qué más?-Sale Mus.

. -¿Dónde vais?-Hay un pasillo.-¿Ves ángulos en el pasillo?-No.-¿Y cómo es el pasillo?-Rectangular.

286

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\

-¡ Si dices que no tiene ángulos!-No hay ángulos, son curvas.-¿De qué color son las paredes?-Plata.--1labráluZ,¿no?-Sí.-¿De dónde parte?-Del techo.-¿Ves lámparas repartidas?-No.-Fíjate bien en la sección del pasillo,

alto?-Es más alto que ancho.-¿Quién va primero?-Mus.-¿Y después?-Nosotros.-¿Dónde vais ahora?-A otro pasillo.-¿Cómo es?-Circular.-¿Qué sección tiene?--'Es recto y curvo.-¿Cómo son las paredes?-La derecha, recta y la izquierda, curva.-¿Está iluminado el techo?-Sí.-¿Cómo es el suelo?-Plata.-¿Y no resbalas en él?-No. (Pausa.) (Extrañado.) Vna escalera.-¿Hay una escalera?-Sí.-¿Cómo es?-Recta y vertical.-¿Qué tiene a los lados?-Barras.-¿De sección rectangular?-No, son cilindros.-Ya, pero tendrá peldaños, ¿cómo son?-Son rectos y curvos.-No lo comprendo.-Curvos abajo, rectos arriba.-¿De qué material están hechos?-Metal abajo, goma arriba.-¿Quién sube primero?-]~.l.

-¿Está ahora por encima de ti?-Sí.-¿Cómo son las suelas?

288

!I

¿es ~áS

Verdes.¿Lisas?

í.¿Qué haces?

ubo.y el perro va detrás, ¿no?No, lo tengo que subir yo.Pero es muy difícil, ¿cómo lo subes? (En su día, Julio nos

Illostró que era capaz de subir una escalera vertical cargandol/s.)

La escopeta, a la izquierda, y lo cojo.¿Coges al perro?

í.¿Dónde llevas la escopeta?Al hombro izquierdo.¿Te la has cambiado?Ahora.¿Y cómo coges al perro?Con el brazo derecho.¿Cómo puedes subir?(Seguro de sí mismo): Es fácil.¿Hasta dónde subes?Hasta arriba.¿Qué hay arriba?(Con gran asombro): Hay luz, hay mucha luz.¿Hay mucha luz?Sí.

11' unta: J. A. Campaña. Entrevista en estado vigil.-y llegaste a la sala.-Sí, ascendí por la escalera y me quedé estupefacto; eso

Ii' a estas alturas, mi capacidad de asombro era ya mínima.-¿Qué viste?-Para empezar, a un nuevo individuo que, en plan saludo,

1111' lanzó un «tranquilo, no pasa nada». Era el más alto de losIlI's y apareció por detrás y a 1,:\ derecha, procedente de una'Olla donde había un panel con aspecto de computadora.

-Háblame de la sala. .-El elemento más característico y también más enigmático

lllvía a ser la luz. Si en los pasillos me había sorprendido, allílo ró sobrecogerme. No produCía la más pequeña sombra.Vdas los colores planos, como en un muestrario de papel,/' omprendes?

-Debía ser muy extraño, ¿no?·-Imagínate un mundo blanco, nítido, puro, donde la oscu-

Ildad no existe, donde miras tu piel y puedes contar los poros,ilonde todo es como es, hasta las ideas, así era aquello.

289100SECUESTRADOS POR EXTRATERRESTRES

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-¿Por qué has dicho hasta las ideas?-Aquella luz tenía algo de misticismo, de religiosid

tituía un fiel exponente de mis acompañantes y puhasta de su filosofía. Allí no podías albergar malomientas porque todo era limpio, todo se veía.

-¿Qué te inspiraba?-Calma y paz, claro que también influía la estru

la sala. Te explicaré por qué. Se trataba de ~Ia estanciaférica hecha toda de aquel cristal o plástic blanco qdiaba luz. Y esa luz era la clave; parecías inmersosurgía tanto de las paredes como del techo.! Resultabable, pues su resplandor, aunque blanquísimo, no hevista. Tampoco en la sala existían ángulos interiores. Lase continuaba con el mismo mediante una suave curv •dos ingredientes, la luz envolvente y la ausencia dehacían que te sintieras como en una burbuja, protegia la vez libre, sin barreras, con mucho espacio ante ti,en un ciclorama de los que usan en cine; si no hubipor las ventanas que se abrían en la pared, me habría rimposible calcular las distancias. Era maravilloso cuacostumbrabas.

-¿Y qué dimensiones poseía la sala?~Unos 15 m de diámetro por 5 de altura. Te encon

amplio. Me dio la impresión de que aquello estaba conpara viajes largos.

-¿Te preguntaste por qué la ausencia de ángulos?-Sí que lo hice, y pensé que era una forma de elimi

rincones y, con ellos, la acumulación de suciedad. Desdela sala estaba inmaculada, su limpieza rayaba en la a

-Por curiosidad, ¿producías ruido al p'isar?-Sí, y Mus también. Recuerdo perfectamente el sonl

las uñas del perro en el suelo. En cambio, ellos se movsilencio, un poco a lo "Pantera Rosa», de esto deduje qvaban un calzado especial.

-¿Notaste la misma gravedad fuera y dentro de la-No aprecié diferencias.-Bien, no nos desviemos del tema inicial. Describe el

biliario de la habitación. ¿Qué había allí dentro?-Situándome en la salida de la escalera, tenía delante y

derecha, una mesa de mandos. Se hallaba en el centrosala, y no la veía frontalmente, sino sesgada.

-¿Cuál era su forma?-De bureau o pupitre. También guardaba

janza con los órganos electrónicos.-¿Cuánto mediría?-Unos 2,5 m de largo. Sobre ella, reposando en unos piv

metálicos, se alzaba una pantalla de cristal transparent •

1. Puede postularse una técnica consistente en la excitación molecllpara crear una luminiscencia uniforme, sin focos concretos.

290

\ descansaba en una plataforma circular del mismo mate·I blanco que el resto del suelo.

¿Qué más había en la sala? ,En su semicircunferencia delantera se velan otras 3 me·

, pero más pequeñas que la cent;al; no 'llegaría~ ~l metromedio de longitud, por lo demas eran muy SImIlares a

11 Ha.¿Dónde se encontraban?Casi adosadas a la pared, estaban dispuestas alrededor

I pupitre central en ángulos de 90 grados.¿Una enfrente y dos en los laterales?

-Eso es. Entre mesa y mesa habría sus 5 o 6 m, podias'arte, vamos...

-Prosigue, por favor.-Ante los pupitres se erguían unos sillones rarísimos. ~ran

111) y de forma cónica, con el vértice apuntando haCIa ellu'lo. Lo que me extrañó -y aún me extraña- :s que to~a·

11 a éste en un solo punto. No comprendo como podiantntenerse en pie.-¿Te refieres al sistema?--Exacto. El hecho es que su vértice reposaba en U!la ra·

lllra tan fina, que parecía dibujada en el suelo. CarecIan deI I'ti sujeción. Eran de lo más curioso.-¿Y detrás de ti, había algo?-En el lado derecho, y también, junto a la pared, se en·

I)l)traba un panel grande y cuadrado, de unos 4 X 4 m. Des­11\ 'aba fuertemente del resto de los elementos.~PMq~? .-Hombre no es que el mobiliario fuera una maravilla, pero

lIardaba un~ lógica que aquel panel rompía. Presentabt;l unnlor gris plomizo, en contraposición con las mesas y la~ s.111as,I"C parecían forradas de skai negro u otro revestImIentoparecido.

-¿Nos dejamos algo? .-Detrás, y a mi izquierda, vi una ~esa rectangu~a! de dlS-

lInto material que los pupitres y las SIllas. Era metahca y p~­

vonada en negro como mi escopeta. De su parte derecha, surgIaIIna pantalla cuadrada y opaca. Posteriormente, supe que estamcsa servía para prácticas quirúrgicas.

-Antes mencionaste unas ventanas.~í, se hallaban repartidas a lo largo de la cúpula a inter·

v los de un metro y medio. Tenían forma rectangular c?n elI je mayor vertical y poseían cristales. ah~ados. A trav~s delilas, veías el campo como con unos pnsmatIcos de rayos mfra·n·ojos. Se distinguían perfectamente las formas y los coloresI pesar de ser noche cerrada. Un último punto. ~a escalera, omejor dicho, su pasamanos, se curvaba en un angula ,de 180radas, insertándose en el suelo. ¿Alguna pregunta mas?

-Pienso que, como descripción general, es más que su·ficiente.

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El examen del perro

-Has hablado de tus reacciones al descubrir la sala, pdhizo Mus?

-Empezó a oler todo; las mesas, las sillas, inelolfateó a ellos. El animal trataba de hacerse \na compde lugar.

-Allí olía a pino, ¿verdad?-Sí, y de forma muy intensa. Es un olor ue me-Sigamos con el perro.-Ellos no parecían estar habituados-¿Por qué?-El más alto se quedó tenso, sin atreverse a mo

músculo, mientras Mus le olisqueaba, como si desconocidieran miedo las reacciones del perro.

-Decías que Mus olió todo.-Pero todo. Temiendo que decidiera marcar su ter

(orinarse allí, vamos) le di un grito, un grito que provocÓmis anfitriones una gran sorpresa; los tres se volvieronmás asombrados.

-¿Crees que les extrañó oírte hablar?-No, porque como aprecié más tarde, ellos tambl

comunicaban fonéticamente; intuyo que les impresiopalabra «j Mus 1»; fue como si ésta tuviera algún signien su lengua o les resultara familiar.

-¿Dónde estabas tú?-Frente a ellos, a la izquierda de la escalera. En e

me repuse de la impresión que me causó ver la sala, legunté de dónde venían, a lo que respondieron con signo •

-'¿Recuerdas alguno?-'Eran muchos, pero retengo sólo dos, los que recibí

forma insistente. El primero parecía un 3 y un 7 unidos,segundo se asemejaba a dos paréntesis opuestos y enlpor un par de rectas.

-¿Entendías su significado?-En absoluto. Por eso, les preguntaba una y otra v

mismo: «¿De dónde venís»?-¿Y qué te respondían?-«3, 7, cuadrado», es decir, el signo de los paréntesis.-¿Has recordado más signos?-Creo que también capté mentalmente una especie

«lambda» y una jota al revés con un trazo vertical.-Volviendo a la conversación. ¿No se enfadaban por

reiterado de tus preguntas?-No; yo pedía una contestación y ellos me la daban, si

entendía su significado era cosa mía. En realidad, su trmiento fue siempre cortés, demostrando un paternalismoexento de paciencia y comprensión. No sé, hacían que me Itiera como un niño o como su hermano pequeño. Sabía q

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lIos estaban allí para protegerme y dar respuesta a mis pre­IIntas.

-¿Te miraban por encima del hombro?-No sólo que parecían tener la clave del conocimiento. Se

IlIluba ~n su seguridad, en su gran aplomo. Viéndoles, pen­111 as que podían dominarse y dominar cualquier situación.

-Muy interesante.-Bien, pues tras el asunto de los signos, me pidieron per-

,,11 '0 para examinar al perro. Querían tomar muestras de san­IV. Yo accedí inmediatamente, comprendiendo que no le iban'~lUsar daño. Nos dirigimos todos hacia la mesa quirúrgica,\llí el más alto de los tres se hizo cargo de Mus que lo subióla ~esa, pasándole los antebrazos por deJ;>aj.o del cuerpo..S~

,nmportaba como un profesional, sus mOVImIentos eran rapI-lit) . Yseguros.

-¿Colaboraba el perro?-El pobre bicho estaba aterrorizado, tanto que ni oponía

Il'sistencia. Se quedó inmóvil al otro lado de la pantalla,negra..-¿Cómo era la mesa quirúrgica?-Como te dije antes, pavonada en negro y totalmente me-

I lica. Tenía forma de prisma y mediría unos 2,5 m de largopor 1,10 de altura, más o menos co~o la parte de !a escaleraque entraba en la sala. Sobre su tercIO derecho, habla un~ pan­I tila de cristal negro Y opaco, descansaba en unos pIvotesIlIfndricos de metal cromado. Al lado izquierdo, y cerca del!larde interior, se abría una depresión rectangular de 0,60 X 0,50nietros en cuyo fondo se hallaban dispuestas varias piezas dell1ateri~l quirúrgico. Supongo que eran similares a las nuestras,porque no atrajeron especialmente mi atención.

-¿Estaban niqueladas?-Sí, pero poseían un brillo mate.-¿Miraron a Mus por la pantalla?-Eso creo, porque en ella no apareció ninguna imagen: C.omo

~'ra grande, de 0,75 X 1 m, el perro quedaba oculto de mI VIsta;no obstante, le tranquilizaba con la voz.

-¿Y después? .-Tras volver a Mus de un costado y de otro, el «practlcan-

I »-ahora verás por qué le llamo así- condujo al perro hastala parte central de la mesa. Luego, sac~ ~a jer~guilla y le'xtrajo sangre de una pata con una preCISIón admIrable.

-¿Mus estaba tumbado? .-Medio agazapado. Continuaba tenso y lleno de mIedo.-¿Qué apariencia tenía la jeringuilla? .-Parecía metálica, al menos presentaba un color gns plo-

mizo. Era estrecha y no muy larga, cargaría unos 10 cc. Laaguja, fina y corta, formaba un todo con el resto.

-Su aspecto resultaba muy normal, ¿no?-Hasta cierto punto. A los lados poseía dos anillas para in-

troducir los dedos índice y corazón, y otra mayor, al final delémbolo, para el pulgar. Lo que sí me sorprendió fue la facilidad

293

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La nave.

Sección de la cúpula.

..

Una ventana de la cúpula.

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//

IIIIILa mesa y las sillas

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con que el individuo encontró la arteria, fue derecho a elun titubeo. Creo que pinchó en la radial, aunque no recde qué pata.

-¿Qué hizo con la jeringuilla?.-La guardó en un cilindro metálico de color negro

que sacó de detrás de la mesa. Dio un cuarto de vuelta,un cierre en bayoneta e introdlljo la jeringuilla ;~lUegOsitó el cilindro en el mismo lugar de donde lo ha ía extrdebía de haber estantes o algo así.

-¿Ya ti no te hicieron nada?-Una vez que terminaron con el perro, se comunicaron

migo; «ya que estás aquí, pasa tú también», me dijeron, da entender que su auténtico objetivo era Mus. Noté qutranquilizaban, no iban a pincharme. Entré por el ladocho de la mesa y, tras permanecer unos instantes frentepantalla, me indicaron que eso era todo. Finalmente, acoñado por el más bajo de ellos, fui conducido hacia lacentral.

-Dime la verdad, Julio: ¿no tenías un poco de miedo?-No había habido tiempo para ello; ten en cuenta que

de sorpresa en sorpresa. Simplemente, estaba estupefacto.embargo, cuando mi amigo -desde ahora llamaré así alme acompañaba- hizo un ademán mostrándome el asisentí temor ante la eventualidad de que aquello despegase.

-¿Por qué le lmmas amigo?-Notaba que me protegía; estaba pendiente de mis du

y temores durante todo el tiempo.-Así que te señaló la silla.-Sí, al tiempo que recibía mentalmente un cortés «8

tate». Por cierto, te contaré una anécdota divertida. Verámí, las sillas me traían a mal traer. No entendía cómo podsostenerse sobre un solo .punto. Además, como los otros eban de pie... en fin, que me lo pensé dos veces antes de 8tarme, cosa que hice con mucho cuidadito. Sólo faltaba quecorrieran la juerga a mi costa.

-¿Le viste reír alguna vez?-¿Reír? ¿Ellos? .. i Qué va! Ya te he dicho que permanec

inmutables. El caso es que parecían tener una sonrisa cotante; quizá influyera en esto que sus labios eran finísimoinexpresivos. La verdad, no sabías si iban o venían.

-Te sentaste, pero no se cayó la silla.-Afortunadamente; recuerdo que se balanceaba

agradable.-¿Tu amigo tomó también asiento?-Sí, lo hizo en la silla de la derecha, mientras que yo

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acomodé en la que se encontraba a la izquierda. Ante nosoestaba el pupitre central, lo pude observar a mis anchas.

-Oye, ¿y qué hacía él?-Nada más sentarse, se puso a trabajar. Para mi asom

levantó el posabrazos izquierdo, descubriendo unos botplateados, los pulsó y su silla comenzó a girar a correrlozmente sobre la línea del suelo.

-Describe los sillones.-Eran altos, como de un metro y medio. P ecían fo

dos del ,mismo plástico o «skai» negro que las mesas, y rtaban camadas porque no te hundías en ellos su mullidoe~ justo. El respaldo tenía forma de peineta, s~bresalía porcuna de la cabeza y te envolvía por los lados; los brazos redaban a esos que tienen las butacas de algunos cines, sustos eran curvos. Aunque los sillones presentaban forma cóel asiento se volvía cuadrangular, de unos 60 cm de ancho.

-¿Llegabas con los pies al suelo?-Sí, porque estaba sentado en el mismo borde' sin em

go, mi amigo tenía la espalda apoyada en el respaldo y Hegcómodamente a los mandos del pupitre.

-¿No sentiste la tentación de pulsar los botones de tu sil. -SÍ, pero me contuve, no fuera que saliera disparada.JUro que sólo les faltaba hablar.

-¿Recuerdas cómo se sentaban ellos?-Normalmente. Cuando cesaban de pulsar botones ma

nían las extremidades sobre los posabrazos. La verdad esse estaba bien allí, como en un sillón de orejas...

-¿Observaste tics? Quiero decir si ellos cruzaban las pinas o chasqueaban los dedos, por ejemplo.

-No, parecían relajados, aunque siempre pendientes deindicadores de las mesas.

-¿Dónde se sentaron los otros dos?-El que tenía una estatura intermedia se sentó en la m

de la derecha, el otro creo que se encontraba de pie a espalnuestras. . .

-¿Qué hacía tu amigo?-Trabajaba a mi lado, de vez en cuando ponía su silla jun

a la mía, .me miraba y yo le miraba a él. Aseguraría que sipre estuvunos en contacto mental; es más, pienso que tolas comunicaciones procedían de este individuo.

-¿Crees que era el responsable de tu seguridad a bord-Más o menos; desde luego parecía pendiente de cualqul

deseo mío. Se le notaban ganas de agradar, aunque estoalgo común en los tres. Ellos sabían que aquel no era su sillque estaban en terreno ajeno e intentaban ofrecer buena imgen, quedar bien, vamos...

-¿Qué trabajo realizaba el que estaba contigo?-Pulsaba los botones y movía las guías con una rapidez

seguridad pasmosas. No tanteaba, ¿comprendes?, actuaba Imirar. Me recordaba a las mecanógrafas por la velocidad y p

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( isión con que lanzaba, más que agitaba, sus largos dedos; lapalma, sin embargo, permanecía quieta. -A veces, él giraba en1I silla; otras, se desplazaba a lo largo de la mesa y observabaI s indicadores. En fin, todo un espectáculo, a mí me tenía im~

presionado.-¿Cómo eran los botones que pulsaba?-Bueno, en realidad, no sé si los pulsaba, quizá sólo los

rozase, podría tratarse de sensores.-Háblame'de la mesa central.-Como sabes, recordaba a un pupitre. Poseía un cuerpo ver-

I¡cal de unos 25 cm de profundidad, sobre el cual se alzabandos pivotes cilíndricos que -sostenían una pantalla transparen­le, por su forma parecía de cinerama, ya que los bordes hori­zontales eran curvos. La altura de la mesa -pantalla incluida­debía ser de 1,5 m, y su longitud de 2,5 o 3 m. De la parte ante­rior surgía una superficie en voladizo -tendria un metro denchura-, y sobre ella se encontraban los mandos e indica­

dores.-¿Los recuerdas?-A los lados de la mesa había guías y pulsadores, mientras

que en el centro se hallaban los pilotos. Las guías eran de colornegro, muy finas, y estaban rematadas por un mando tronco­piramidal niquelado.

-¿Cuántas guías contaste?-Creo que nueve, dispuestas en tres filas. Por encima de

ellas, había nueve pulsadores o sensores troncocónicos de colorrojo y con una depresión central.

-¿Y los pilotos?-Eran semiesféricos, de unos 2 cm de diámetro, y parecían

parpadear continuamente; cambiaban de color por las buenas;de pronto, unos se volvían ámbar, otros amarillos, rojos, ver­des, azules, blancos...

-¿En qué se diferenciaban las otras mesas de la central?--Sus dimensiones resultaban más reducidas, medirían unos

2 m; además sólo presentaban mandos y guías en la parte de­recha. Por lo demás, eran idénticas a la otra, incluso en sutapizado, aquel plástico negro que recubría también las sillas.

Sesión hipnótica. Octubre de 1979

-¿Cómo es la luz? (Habíamos dejado a Julio cuando entró enla sala.)

-Es muy blanca. Envuelve todo (sobrecogido).-¿Cómo es el techo?-Abovedado.-Bueno, entráis por la puerta, ¿no?-No.-¿Por dónde?

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-Por la escalera.-¿Por la escalera?-Por el suelo.-¿Cómo puedes entrar por el suelo?-Hay un agujero circular.-Al subir, ¿qué te encuentras enfrente?-Una mesa.-¿Qué forma tiene?--'Es como un bureau. '-¿Qué hay encima de la mesa? ¿Cómo es? \-Como un pupitre.-Pero, ¿de qué color?-Es negra.-¿Qué hayal otro lado de ella?-Otra mesa.-¿Cómo es esa mesa?-Más pequeña.-¿Qué ves encima?-Luces y un cristal.-¿Y ese cristal es transparente?-Sí. (Perplejo.) Es muy extraño todo.-¿Qué estás haciendo en este momento?-Huelo.-¿A qué huele?-A lo otro, a lo otro. (Parece que se refiere al olor a

qu~ antes advi~iera en el bar y en el cilindro. Al prinJulIo no lo asocIaba con nada conocido.)

-¿Cuántas personas ves?-Tres.-¿Qué hacen?-Están conmigo.-¿Dónde está exactamente?-Derecha.-Oye, ¿el nuevo es más alto o más bajo?-Más alto.-Estás muy asustado, ¿verdad?-No.-¿Te gusta esa habitación rectangular donde estás?-No es rectangular, es circular.-¿Hay ventanas?-Sí.-¿Cuántas ventanas ves? (Julio mueve la cabeza como

las contara.)-No las cuentes; ¿ves muchas o pocas?-Veo muchas.-¿Se ve el exterior?-Sí.-¿Qué ves?-Arboles.-¿Y se distinguen perfectamente

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-Sí, pero un poco oscuro.-Mus, ¿qué está haciendo en este momento?-Conmigo, ha venido conmigo.-¿Qué estás haciendo ahora?-Le estoy acariciando. (Pausa.) Me piden a Mus.-¿Para qué quieren a Mus?-Quieren mirarlo. No le van a hacer daño.-¿Dónde lo llevan?-Ahora, a una mesa.-¿Cómo es esa mesa?-----Es larga, negra... , hay un cristal negro, opaco, brillante.-¿Qué hacen?-Cogen a Mus, lo suben a la mesa.-¿Lo cogen con las manos para subirlo?-No.-¿Qué hacen?-Lo cogen con los antebrazos.-¿Se deja Mus?-Está asustado. Está muy tenso.-¿Hacia dónde mira el perro en este momento?-De frente. '-¿Tú tienes la escopeta contigo?-Sí.-¿Qué hacen con el perro?-Le daQ. la vuelta.-¿Quiénes? ¿Los dos?-No, uno.-¿El más alto de todos?-Sí.-¿Y qué hace?-Lo ha pasado a otro sitio de la mesa..-¿Qué hay encima de la mesa?-Mus.-¿Y qué más?-El cristal.-Mira a ver si algo más.-Sí, hay... no sé... son como pinzas.-¿Qué más ves?-Son... (extrañado) muy raros. (Pausa.) Hay una tijera.-¿Ves algo que te recuerde un fórceps?-Sí, pero tiene tres mangos.-Fíjate bien en la pantalla, ¿está sostenida por algo?-Dos cilindros.-¿Qué hace con el perro ahora?-Lo ha tumbado, va a sacarle sangre.-¿Cómo?-Con una jeringuilla.-Le ha dado vuelta sobre el lomo, ¿no?-No, tumbado sobre el vientre.-Mira hacia ti.

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-No, mira al frente.-¿Y le sacan sangre con una jeringuilla?-Es una jeringuilla.-¿Igual que las que usamos aquí?-No, es gris opaca, la aguja es muy corta, muy fina.

dos ... tres argollas.-¿Ves bien la jeringuilla?-Sí. (-¿Dónde ha pinchado a Mus? '\-En la pata.-¿En cuál?-Derecha delantera.-¿Por qué zona?-En la arteria.-¿Qué hacen con el perro ahora?-Lo han pinchado.-¿Y qué hacen ahora?-Sacan la aguja.-Sigue diciéndome.-Saca un cilindro.-¿Por qué no te opones a que pinchen al perro?-No, no le van a hacer daño.-¿No?-No (muy seguro).-¿Qué hace ahora con la jeringuilla?-La han metido en el cilindro que ha sacado.-¿Cómo es ese cilindro?-Es negro. Lo cierra.-¿Por dónde lo abre?-Por arriba. (Pausa.)

de la mesa.-¿Te parecen antipáticos estos individuos?-No, fríos.-Oye, ¿hay sillas?-Son muy extrañas.-¿Cuánta> patas tienen?-(Perplejo.) No tienen patas.-¿Cómo son entonces?-No tienen patas. (Parece muy impresionado.)-¿Cuántas sillas ves?-Cinco.-Dime dónde están.-Dos, en el centro, al lado de la mesa. Otra a la izquierd

delante de la mesa.-¿Es que hay más mesas?-Sí.-¿Cuántas hay?-Tres mesas.-y delante de cada una hay dos sillas.-No.

300

Interior de la cúpula o sala de mando.

Escalera de mano.

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Pregunta: J. A. Campaña. Entrevista en estado vigil.-Ya todo esto, ¿dónde estaba el perro? ,-Echado a la izquierda de mi silla. Recuerdo que 1<;> !e~lla

fuertemente agarrado por el collar. Y es que Mus era mI umc~unión con el mundo de fuera. Me tranquilizaba sentirle a mIlado.

-¿Y la carabina?-Estaba apoyada en el reposabrazos derecho. Durante el

examen del perro, permanecí con ella al hombro, luego, cuandome senté, la dejé allí, junto a la silla.

-De dónde vienen.-¿Y qué contestan?-Signos.-¿Cómo son?-Parece tres cruces (se refiere a uno de ellos).-¿Oye, hablan entre sí?-No.-¿Qué más les preguntas?-Nada, estoy asombrado.-¿Por qué?-La luz, todo es luz (ésta le sigue impresionando).-Fíjate bien en tu manga, ¿qu~~ notas?-No hay sombras.-¿No?-No (sorprendido).-¿Yen el suelo?-Tampoco (casi inquieto).-¿De dónde sale la luz?-De todos lados. Estoy asustado.-¿Por qué?-Todo es muy raro. Quieren que me siente.-¿Estás sentado?-Me da miedo. Se va a caer.-¿El qué?-La silla.-Pero, ¿estás sentado ya?-Sí, ahora. (Perplejo.) Si no se cae.-¿No se cae?-No.-¿Qué pasa ahora?-Ellos... él se sienta.-¿Seguro que no hablan entre sí?-No.-¿No lo han hecho en todo el tiempo?-No.

El hombre de la pantalla

-¿Cuántas ves?-Una.-¿Y no tienen patas?-No.-¿Cómo se sostienen?-Es como un cono. No comprendo... no se caen. Muy-¿Tienen respaldo?-Sí.-¿Cómo es el respaldo?-Es alto.

. -¿Tiene brazos?-Sí.-¿Dónde está Mus en este momento?-Aquí, en el suelo.-¿Y la escopeta?-En la mano.-¿Te dicen algo?-Que pase detrás de la mesa.-¿Qué ves detrás de la mesa?-Un cristal negro.-¿Distingues algo a través de él?-No.-¿Qué hay en la parte baja de la mesa?-Un hueco, es negro.-¿Qué te pasa?-Me dicen que ya puedo salir de la mesa. Quieren qu

siente. (Pausa.) Me asusto. Quieren que me siente, yo no qulTranquilo, no pasa nada.

-¿Qué te dicen?-Tranquilo, no pasa nada.-¿Tú no les preguntas?-Sí. ¿Quiénes sois? ¿De dónde venís?-¿Qué te contestan?-No entiendo, veo signos que no conozco.-¿Cómo son esos signos?-No sé.-¿Qué te recuerdan?-Son muy raros. Un tres...-¿Quieres dibujarlos? (Julio dibuja lentamente;

traza el «tres, siete», luego, los paréntesislambda.)

-¿Qué significado tienen esos símbolos?-No sé.-¿No lo preguntas?-Sí.-¿Y qué te dicen?-Tres, siete...-Pero, ¿qué te dicen, que es un tres o ves los signos?-Veo los signos.-¿Qué más les preguntas?

302 30'3

Page 165: Secuestrados por Extraterrestres - Antonio Ribera.pdf

-¿Seguías observando a tu amigo?-yo obse:vaba todo. Frente a mí, y a través de 1

de cnstal, vela una de las mesas. Más allá, se alzabantanas, por los cristales asomaba el campo.

-¿Qué anchura tendrían los cristales?-Unos 20 cm, y me parecieron dobles. Aunque no

t:ataba de ~u~énticos cristales, para mí que eran de fibtlca. A propOSltO, la pantalla resultaba también ulpocoa pesar ~e ser gruesa no deformaba las imág~nes, nitaba reflejOS en la superficie. '

-Ya que has sacado el tema, ¿qué altura poseerla'talta?

-S~bre 50 cm, el doble de los pivotes que la sust-Bten, ¿y qué más ocurrió? .--:-De, repente, sonó por toda la sala un pitido cort

ocaslOna gran revuelo entre los tripulantes. El más alhasta entonces. había pe~manecido en la mesa quirúrgíz';Ullbando haCia un pupItre y se sentó. Los tres paree!dIentes de sus pantallas.

-¿Detectaste de dónde surgía el sonido?-:-Ya t.e he dicho, de todas partes. Era un poco como

que Irradiaba de todos los puntos.-Continúa.-Bueno, pues tras aquel «ti-tí-ti» intenso la pantall

~enzó. a adquirir t~nt~s .lechosos hasta volver~e blanca.~m~a~lón, se formo rapldamente una imagen y apareclmdlvlduo como ellos, pero de mayor edad. Repentinacomenzaron a hablar entre sí y, en ese mismo momentoque se cortaba mi comunicación telepática. '

-Describe aquella conversación.-Fue corta, duraría unos dos o tres minutos. Primero,

la l?alabr~ el hombre de la pantalla; por el tono de su vreCia _el Jefe; los otros le escuchaban muy atentos, ca 1pestanear. Se notaba que estaban ante un superior jerár

-¿Sólo hablaba el jefe?--Al principio, sí. Luego, conversó con mi amigo, que er ,

guramente, el responsable de la sala. Los otros dos intervron menos veces, quizá, cuando les pedían su pareceralgo.

-¿Cómo era el cuarto individuo?-Tendría unos SS o 60 años, al menos esos represent

Poseía las arrugas típicas en un hombre de esa edad: patagallo, surcos en la frente; también se le veía con menos vique los otros, aunque su energía dando órdenes era evid n

-¿Qué me dices del idioma?-Resultaba desagradable. Yo lo compararía con una mez

de alemán y chino. Alemán, por lo seco y gutural y chino pque era m0I?-0silábico. Desde luego, no era un espectáculo nagradable Olrles hablar. Aquellas gentes escupían las palabrlos sonidos les salían como una tos.

304

_¿Qué quieres decir?-Que no modulaban. Parecían sacar las pal.abras del est~-

nll o, como los gritos que se dan en lu.cha onental. No e~l1­111m vocablos con las cuerdas vocales, smo que ~stos S~rglan11IIpelidos por el diafragma. Además, daban la lffipreslón deti I\er problemas laríngeos o algo así. Les costaba empezar cad~

I'/. que pronunciaban una nueva frase, y de vez ~n cuando effil­tllm un gritito, una especie de «gallo» c?mo SI ,se ahogaran.IMuy probablemente se trata de un estndor lanngeo, produ­I do normalmente por un reblandecimiento o inflamaCIón de

1\ piglotis.)-¿Recuerdas alguno de los sonidos?-Había consonantes fuertes, «kas», «erres», «pes», todas

Ilranunciadas muy guturalmente. Tambié~ existí~ .vocales ':fdiptongos del tipo «au» o «ue», que pareclan autenticas ladri­d s. Piensa en su tono de voz monocorde, seco y desagradable.

-¿El individuo de la pantalla os veía a vosotro~? ,-Yo creo que sí, al menos, actuaba como SI aSI fuera. ~u

tamaño, supongo que debido a la ampliación que prol?orclQ­liaba el sistema, era mayor que el normal. Sólo apareclan enmagen la cabeza y los hombros.

_¿Observaste algún distintivo?-No, vestía el mismo uniforme que los demás.-¿Cómo finalizó aquello?-Tan inopinadamente como había comenzado. La figura

lel jefe se esfumó Y la pantalla volvió ~ .hacerse transparente.Después, volví a entrar en contacto telepatlco.

-¿Algo más que añadir? . ., .' ,--Sí, a la desaparición del cuarto mdivlduo, SIgma una ac-

tividad febril en la sala. Todos pulsaban botones como locos.Mi amigo parecía supervisar la labor de ~os otro: dos. Aunque,en realidad cada uno vigilaba a los demas. Habla compenetra­ción y espíritu de equipo entre la tripulación, eso estaba claro.

-¿Giraba la plataforma central?--Sí, y precisamente lo hizo por aquellos moment?s. Se

movió al revés que las agujas del reloj, p~.~ que~ar. ~andoa la computadora. Luego volvió a su pOslclon pnmItiva. Fueentonces cuando escuché un fuerte silbid~ en la cabeza; a p~­tir de aquí, se abre una gran laguna en mIS recuerdos, que solose reanudan mucho después.

Sesión hipnótica. Octubre de 1979

-Suena un pitido.-¿Un silbido?-No, un pitido.-¿Muy agudo?-Sí.

305

Page 166: Secuestrados por Extraterrestres - Antonio Ribera.pdf

-¿Qué ocurre?-Es cortado.-¿Dónde está Mus en este momento?-Conmigo.-¿A tu derecha o a tu izquierda?-A mi izquierda.-¿Qué haces?-Miro. Ellos se sientan. (Sorprendido.) 1 cristal

blanco.-¿Qué cristal?-El de la mesa.-¿Qué forma tiene?-El de la mesa. Es curvado.-Oye, encima de la mesa había pilotos, guías, ¿de qul

son los pulsadores?-Rojos.-¿Qué pasa?-Se pone blanco el cristal, opaco...-¿Qué ves?-Aparece otro.-¿Como si fuera una pantalla de televisión?-Sí.-¿Ves la imagen en tres dimensiones?-No.-Ah, la ves plana.-Sí.-¿Qué ves, el rostro sólo?-Sí.-¿Es muy parecido a los otros?-Sí.-¿Qué hace? ¿Qué habla?-¿Habla?-Oye, ¿puedes repetir lo que hablan? ¿Puedes intenta

(Julio trata de imitarlos. Emite una serie de sonidos oscuguturales de los que únicamente son inteligibles «uai.u«ash·néi».)

-¿Con quién hablan?-Entre ellos.-¿Hablan con el de la pantalla?-Sí. (En cierta ocasión, hojeando el libro El enigma

Ummo, de Antonio Ribera, Julio identificó, entre los vocabummitas, algunas de las palabras escuchadas en la nave;coincidencia nos impresionó a todos.)

-¿Oyes algo?-No.-¿Qué ves?-La pantalla, otra vez cristal. (Pausa.)-¿Qué pasa? (Julio se muestra inquieto.)-Silba.-¿Silba?

306

Silla triangular.

Consola con su pantalla.

Signoscaligráficos

de losextraterrestres.

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309

-Silba.-¿Quién silba?-No sé. (Su voz se vuelve más profunda e inexpresiv ,

si cayera en un gran sopor. Pausa.)-¿Qué te sucede?-Silba.(Como casi todos los protagonistas de Il§cuentro

Julio presenta una amnesia parcial, de modo ue no rconscientemente parte de su aventura. Ésta pece que Iun completo examen fisiológico con toma de uestras, asíun viaje orbital alrededor del planeta. Las grabacionessesiones hipnóticas, oídas luego por él mismo, sirvieron«disparar» sus recuerdos subconscientes.)

La toma de muestras. Sesión hipnótica. Octubre de

-¿Qué pasa?-Silba. (Como si le abandonaran las fuerzas.)-¿Dónde está Mus en este momento? (Pausa. Julio no

ponde.)-(Angustiado:) No me puedo mover. No me puedo mo

(Algunas frases ininteligibles. Parece muy inquieto.) Me ca-¿Por dónde te cogen?-Por la espalda. Me levantan. ¡Mus! ¡Mus! ¡Atacal (

está claro si azuza al perro o describe lo que ve.) Ladra. Lmordido.

-¿A quiénha mordido?-A uno. (Casi gimiendo.) Le han matado.-¿Cómo que le han matado?-Sí. (En realidad, el perro no estaba muerto,

mismas condiciones que él.)-¿A quién ha mordido?-Al más alto. (Fuertes inspiraciones y espiraciones.)

llevan.-¿Adónde? ..-No sé. (Continúa el desasosiego.) No me puedo mov

No toco el suelo.-Pero, ¿estás levitando?-No sé. (Inspira y espira como sometido a un fuerte stres .)-¿Te bajan ellos?-Sí.-¿Tienes los ojos cerrados o abiertos?-Abiertos. (Pausa.) No sé qué pasa.-¿Dónde te llevan?-Bajo por la escalera. No toco el suelo. (Parece que, efec-

tivamente, va levitando.) No toco nada. Me llevan. No me puedomover. (Pausa.)

-¿Dónde te llevan, Julio?

308

_Una puerta._¿Cómo es esa puerta?_(Muy bajo.) Floto._¿Y dentro cómo es?-Se abre, sí. Hay luz. Una esfera._¿Que hay una esfera?

s' ?=p~ro la habitación, ¿cómo es? ¿El techo, cómo es.-Plano. Sí, triangular. '?

-¿Y la esfera, dónde estal' f Hay mucha luz. (Cada vez-Dentro. Me meten en a es era.

1I1ÓS nervioso.) No m; pu~do ;nover.=-¿Por qué? ¿Estas sUJeto..-No. Me desnudan._¿Estás desnudo?-Sí. 1 '';l-¿Te han quitado el re OJo-Sí.-¿Y toda la ropa? (P rece que retiran también los-Toda. El anillo, La .cruz. a

ubjetos metálicos.) Me mIran._¿Quién?-Él. . ?_¿Cuántos hay conttgo.-Cinco. ?-¿Son todos hombres.-No. . ?-¿Hay alguna mUJer.-Sí, dos._¿Qué te f~s~ adhora~ repente.) Estoy quieto. Tranquilo, no_(TranqUIlIzan ose e

Pasa nada. . ? D 'b las. n.,. 'mo son las mUJeres. escn e .--.J)'e,(.co .-Altas. "nente?_¿También tienen el menton promI .

-Sí. . ?-¿Cómo sabes que son mUJeres.-Tienen pecho y caderas._¿Cómo es la cabeza?_Grande,abombada. ?-¿Cómo son las manos.-Tienen guantes. Son muy largas._¿Qué ocurre ahora?-Me miran. No me puedo mover. ?

_ .Están fuera o dentro de la esfera. (Intranquilo otra-~uera. (Pausa.) No me. puedo mover.

vez.) i Una esfera!-¿Otra?-Sí es pequeña, de metal._¿Dónde está esa esfera?

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-Frente a mí. (Asustado.) Se mueve. Se mueve. (Patranquiliza.) Me miran. Tranquilo, no pasa nada. Salen(Aterrado.) i Vienen hacia mí!

-¿Estás acostado?-No.-¿De pie?-Sí.-¿Y las manos, cómo están? (-Arriba.-¿Están sujetas con algo?-No.-Entonces, ¿por qué las tienes arriba?-No puedo moverme. (Se queja.) No toco el suelo. (P

seguir levitando.) (Con miedo:) Los hilos se meten en lala nariz...

-Pero antes decías que estabas en una esfera...-Sí.-¿Cómo es?-De cristal, fuerte.-Mira cómo es el suelo.-El suelo... una reja, plana.-Entonces, se verá algo debajo.-Sí, mucha luz. (Muy alterado.) Quiero irme.-¿Cómo que quieres irte?-(Quejándose.) No me puedo mover.-Pero si estabas muy bien con ellos.;.-Tengo miedo. Hay una esfera delante de mí. (Muy

tado.)-¿Cómo está? ¿Colgada?-No, está ahí. (Perplejo.) Nada la sujeta. Está quieta. (

rrorizado.) i Se mueve! i Se mueve! i Sale un hilo! ¡Dos! (Jvuelve al episodio de los hilos.)

-Pero, ¿hilos de qué? ¿De plástico?-(Casi ininteligible:) No sé. Son finos, de colores.-¿Y adónde van esos hilos?-(Casi adormecido, sin fuerza en la voz :.) Uno... (pausa)

mi boca... (pausa) Dos...-¿Dos en tu boca?-Sí, entra uno... a la garganta... lo noto entrar...-Pero, ¿no dices que son dos?-Otro se ha quedado... debajo de la lengua. (La voz de Jul

llega muy débil) ... Me hace cosquillas...-¿Te hace cosquillas?-En el oído.-¿En el oído?-Otro.-¿No decías que eran dos?-Vienen muchos... (pausa). Hilos de colores. Flotan solo,-Oye, cierra la boca.-No puedo. No puedo moverme. Ellos me miran. (Pare

310

_ d voluntad) (Pausa.) Otro hilo... en11110 se han aduenado e su d La ~oz es casi un siseo.) ElI ojo. Me molesta... (Asusta da' (Habla como si le escociera.)lllne, no el pene, no. Entran os.

o duele .-¿Te duele?l tra (Nuevo gemido de escozor.) ¡Entran-El pene... a ure .

,1 s!-¿Dos, qué? nena (Como si cayera en un-Estoy lleno d~ h1los. Es~oycerra;los. (Fuertemente impre-

. sopor) Los oJOs no pue o;:ado :) iOtro al ano! Entra, entra en el ano...

-'Al ano? í-~í, todos dentro ... todos dentro de m ."-¿Te duele?-No los noto._¿Q~é hacen ellos? . l oJ'os (En un susurro.) Ya.-Me miran. No puedo cerrar os .

Ya salen._¿Salen, qué?-Los hilos.-¿Los hilos, salen? . .,-(Como si sintiera molestlas :) Sl, Sl.

-¿Te duele? .' ('me como si le escociera). Ya,-Sí, la ure~ra.:., el.1~~enoru;\e va tranquilizando.) Ya ha

ya... (La resp~r~c1ón m 1ca q~alido. (Con al1VlO.). ')

_¿Estás más tranquzlo ahora. •_(Con gran laxitud en la ~oz :) S!.-¿No les pregu7'!dtas)nQad'!-. ro irme quiero irme... (Pausa.) Ya-No. (Adormec1 o. Ule ,

sal. ..go.-¿De dónde?-De allí. . ')-Pero, ¿por tus propios mes.-Sí. ')_¿Cómo te encluentrtas . .) .y Mus? ¿Y Mus? (Pausa.) Está_(Pregunta a os o ros. e

bien. > ') •

-¿Ves a Mus. .' L h n hecho lo mismo que a m1.-No, sé que esta b1en. e a

'Cómó~lo sabes? 11'-~e lo dicen ellos. Nos vamo~ de.~ ~

P 'de dónde? ;De la habttacton.- ero, e "-~bué te han hecho? ¿Has preguntado qué te han hecho?

-Sí, me lo han contado._¿Cuándo? '1_Mientras entraban los h1 os.-¿Qué te han hecho? .-Me han extraído líqUldos.

311

Page 169: Secuestrados por Extraterrestres - Antonio Ribera.pdf

-¿Qué tipo de líquidos?-Saliva, jugos gástricos, intestinal. ..-¿Qué más?-Lágrimas, semen...-¿Semen?-Sí, orina (pausa). Me han pinchado.-Pero, i tú no has dicho nada de pinchar!-No lo he sentido. \-¿Dónde te han pinchado? )-En la espalda.-¿Y qué te han extraído?-Me lo dicen. Líquido... (indescifrable) raquídeo.-¿Líquido ,cefalorraquídeo?-Sí, de la espalda. (Pausa.) Sangre.-¿Sangre?-Sí, sinovia.-¿Y de dónde te han extraído sinovia?-De la rodilla. Sangre... de la oreja.-Pero tú no has dicho nada de la oreja.-No lo he sentido.-¿Eran esos hilos? (Según Julio, que posteriormente h

recordando, había una tercera mujer con él, dentro de Ifera transparente, quien, casi con seguridad, fue la eneade realizar estas extracciones.)

-Oye, ¿veías algo al extremo de los hilos?-Sí.-¿El qué?-Un dedal muy pequeño, dorado.-¿Cómo estás ahora?-Tranquilo... no pasa nada.-¿Dónde os encontráis?-En el pasillo. La escalera. (Pausa.) No puedo subir.-¿No puedes?-No.-¿No tienes fuerzas?- ... (Ininteligible.)-¿Eres dueño de tus movimientos?-Me controlan.'-¿Te hipnotizan?-Están apoderados.-¿Se han apoderado de ti?-Sí.-Si no puedes moverte, ¿cómo te desplazas?-Me llevan.-¿Te llevan?-Sí.-Oye, ¿y Mus?-Está bien, me lo dicen ellos.-¿Adónde vais?---{Cansado, por el tono de voz:) Subo... la... esca... lera.

312

()~

?(1:)j/ ~-

/ Esquema de la jeringuilla.

La mesa donde fuIexaminado el perro

Page 170: Secuestrados por Extraterrestres - Antonio Ribera.pdf

-¿Subes por ti mismo?-No.-¿Cómo lo haces, entonces?-Me suben.-jAh 1, que te suben.-No toco nada.-¿Sube uno contigo? 'T h-No subo (P .dC e a,;- cargado a la espalda~

'N' . arece a ormecldo.) No peso\-c o pesas? J':-No peso. (Probablemente levit.a.) ( .esta Mus. as tranqu-¿Dónde estás ahora?-Arriba.-¿Arriba?-Sí, en la sala.-¿Te has acostado?-~yo'Mestoy de pie. No toco el suelo (con un hilo d-c us está allí?-Sí, sobre una silla.-Oye, ¿ahora qué te hacen")-Me sientan. .-¿Dónde?

-En la mesa de antes. (Pausa.) Ya me puedo mover.

El viaje (Continúa la sesión)

-(Sorprendido.) Salen..., salen~Qué más? .-Me sujetan.-¿En el asiento? .-Sí, las correas (Segú J r h

salían del respaldo de las si~as) ~st a ~ecorddado después,-¿Que más? . ay esnu o.

-Me pegan cables en la cabe 1tensibles, surgían de la parte b z~ Ydenl e pecho (1os cable,bién. aja e as mesas). A Mus,

-¿~e po~en como electrodos?-SI, estan ahí. Salen de la (P

Vamos a salir. s mesas. ausa.) (Muy agita-¿Vais a salir?-Sí.-¿Qué te dicen? ¿Adónde vais?-No pasa nada. Volveremos-¿Volveréis? .-(Está muy inquiet f 1 . "

veremos. Vamos a salir. (A::r:~~i:aJ~JI~~: mmtel:~ibles.) Vol·(Parece que la nave despega) (At' 't )1 P mueve. 1Se muev Icho. (Julio se hunde materiaimen~n~~'els~sllo. mudcho. Peso m

Ion, urante la hipo314

I 1,.) (Muy excitado.) Las sillas... (Toma aire de forma en­lortada.)

¿Qué ves?(Aterrado:) No veo nada.¿No ves nada?Negro. (Quejándose.) No veo nada. (Se produce el efecto

«velo negro» sufrido por los astronautas; debido a la gran\'Icración, la sangre se deposita en la parte baja del cuerpolIndo de irrigar el cerebro, lo que provo~a una ceguera mo­

l! ntánea.) (Fuertes inspiraciones y espiraciónes durante 45 se­IHldos.) Peso mucho. Peso mucho. Ya. (Parece recobrarse.)

-¿Qué pasa?-(Cambiando radicalmente el tono de voz; se halla sose-

litiO.) No peso.-¿No pesas?-No peso nada. (Experimenta una total sensación de ingra-

Idez.) (Un tanto asombrado:) No peso nada.-Pero antes pesabas...-Mucho.-¿Mucho pesabas?-No podía respirar.-¿Ves ahora?-Sí.-¿Estás lleno de cables?-Floto...-¿Flotas?-Me han soltado. (Se refiere a que le han retirado las co

ITeas.)-Pero, ¿flotas en el espacio?-Floto. Todos flotamos.-¿Mus, también?-Sí. Mus flota ... (Pausa.) Las ventanas.-¿Qué sucede?-Miro. (Pausa.) No está-¿El qué?-El suelo.-¿No ves nada por las ventanas?-Está negro.-Pero, ¿nada?-Veo lucecitas. Son estrellas.-Oye, ¿la habitación está negra también?-No, hay mucha luz.-¿Dónde estás? ¿Sentado?-Floto... No me controlo. (Toda esta parte está dicha e

susurros. Julio descansa relajado.)-¿No te controlas?-No tengo peso. (Pausa.) 'Estoy a gusto, muy a gusto. (Pal

sa.) Me siento. Estoy cabeza abajo. (Pausa). Me acercan a ]ventana...

-¿Quiénes?

3:

Page 171: Secuestrados por Extraterrestres - Antonio Ribera.pdf

Banchs, Roberto E., Los ovnis y sus ocupantes, Ediciones TresTiempos, S. R. L., Buenos Aires, 1980. . . .

Benítez Juan José, Ovnis: ,Documentos oflcwles del goblernoespaflol, Plaza & Janés, S. A., Col. Otros mundos, Esplugas

. de Llobregat, 1977. ._ Los astronautas de Yavé, Ed. Planeta, S. A., Barcelona, 1980.Blum Ralph (con Judy Blum), Beyond Earth, Bantam Books,

N~eva York, 1976 (12 edición). .Bondarchuk, Yurko, UFO sightings, lan~ings and abductlOns,

Methuen Publications, Agincourt, Ontano, 1979.Clements, Dan, How to be kidnapped by UFOlk, CLEMCO

Publishing Manhattan Beach, 1974. . ..Condon doctor Edward U., Scientific study of Untdentlfled

flying objects, Bantam Books, Nueva York, 1?69.Danyans, Eugenio, Platillos volantes en la actualldad, Plaza &

Janés, S. A., Esplugas de Llobregat, 1980. . ., .Escursioni Notturne Ufologiche (E.N.U.), Il caso F. FlOnnt, LI-

vorno, octubre de 1980. . .Fuller John G., The interrupted ]ourney, DIal Press, Nue;ra

Yo~k, 1966. (Hay traducción castellana en Plaza & Janes,S. A.: El viaje interrumpido.) .

Gheorghita, Florin, O.Z.N. O problema moderna, Edltura Ju-nimea, lasi, 1973. ..'

Hobana, Ion, Flying saucers from behtnd the lron curtatn,Bantam Books, Nueva York, 1975. . '

Holzer, Hans, Cuando los ovnis aternzdn, Ed. Martmez Roca,Barcelona, 1979.

Hynek, doctor J. Allen, The UFO Experience, Abelard-Schuman,Londres, 1972. l' H

H k J A Y VaUée Jacques The edge of rea lty, enryyne I .., 1. I

Regnery Co., Chicago, 1975.J M K El caso de los ovnis, Populibros «La Prensa»,essup, . .,

México D. F., 1956. . . 1 V S'Keel, John, Ovni: Operación caballo de Troya, EdItona 1-

glos, México D. F., 1975.

OBRAS CONSULTADAScon pérdida de tiempo, o «viaje interrumpido». ¡Y abción de toda una familia, compuesta de padre, madhija! Diré de paso que no se trata de una familia emal». Sus tres miembros poseen facultades paranormnotables. La comunicación telepática entre ellos escuente, y el padre es un clarividente demostrado, consodio ovni en su infancia además. \

Los tres se hallaban en un punto desierto de dic~arretera, junto a una casa abandonada digna de figur.aruna película de terror, cuando 'les invadió una gran sención de paz y bienestar. Al propio tiempo, vieron ascenunas figuras por la ladera del monte. Estas figuras avzaban envueltas en niebla. La niebla alcanzó y rodeó a Itres miembros de la familia ... Una cuarta persona, un ago -ya fallecido- que les acompañó allí en su cochede la familia estaba averiado-, 'los vio desaparecer.desaparición duró largo rato. Cuando reaparecieron, palivio del amigo, que no sabía dónde se habían metiellos no recordaban nada.

Pero había un importante lapso temporal perdido..únicamente la hipnosis nos podría revelar dónde estuvlron durante este tiempo en blanco. Quizá algún día lopamos. Pero la sensación de bienestar perduró hasta qregresaron a su casa, a hora bastante avanzada de Inoche.

Cualquier observación de ovni, acompañada de unminutos perdidos e inexplicables, puede encerrar una aducción, no recordada a nive'l consciente por el testigo.

En los parques naturales y reservas africanas se dejinconscientes a los animales mediante un dardo narcótic I

Entonces se les examina, se les toman muestras de sa •gre, de pelo, y se les hacen mediciones. Luego se les marcay se les deja de nuevo en, «libertad». (Si es que esto es 11.bertad.) ¿Y si se hiciera algo parecido con los abducidohumanos? ¿Y si se 'les marcase con una marca invisibl-o incomprensible- para nosbtros?

1 think we are property. Creo que somos propiedad, dijel increíble Charles Fort. ¿Será nuestro planeta una granreserva de caza, frecuentada por safaris cósmicos?.. Mi •terio.

Y terminamos, volviendo a formulamos las tres. pre·guntas:

¿Por qué?¿Para qué?Y, acaso la más importante: ¿Por quién? ..

336337

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317

-Sí.-¿Cómo es?-Brillante. Muy brillante.-¿Ves parpadear las estrellas?-No están fijas. (El parpadeo sólo puede apreciarse dentro

.11 la at~ósfera terrestre, pues es debido a la refracción de laIlIz.)

-Háblame de la Luna.-Es grande. Muy grande. (Pausa.) Tiene puntos. (Pausa.) Son

IlIs cráteres. (Durante esta fase de la hipnosis: JU!-i~ habla muyh,jo, como si la emoción y la sorpresa le ImpIdIeran expre­IIrse.)

-¿Son los cráteres?-Sí.-¿Los ves como desde la Tierra?-Mucho más grandes.-¿Qué ves más grande, la Tierra o la Luna?-La Tierra.-¿Y ahora?-No veo la Tierra.-¿Qué ves?-La Luna y estrellas. Estoy muy a gusto .. Quiero quedarme.

(Pausa.) Otra vez, la Tierra. Es como medIa. Luna. (Para ob·'ervar una fase creciente o menguante es preCISO que se encon­traran a gran altura.)

-¿Qué hacéis?-Se va iluminando. Se va iluminando. (Parece que se acer-

an a la parte bañada por el sol.) (Pausa.) Me llevan.-¿Adónde?-Al sillón.-¿Te atan?-Sí. Las correas. Me ponen las correas. (Pausa.) A Mus, tam-

bién.-¿Le han sentado?-Sí, en la silla de la izquierda. (Pausa.) (De nuevo angus-

tiado.) Otra vez peso.-¿Pesas? ,-Peso mucho... peso mucho... mucho (tensa los musculos

como si estuviera sometido a un gran esfuerzo).-¿Qué te pasa? • .-(Con voz lastimera:) No veo nada... no veo. Nada. (InspI-

ra y espira con dificultad.) (Pausa.)-¿Dónde estás? ¿Ves ya?-(Asombrado:) Veo el campo.-¿Ves el campo?-Sí, oigo...-¿Qué oyes?-Silba fuerte.-¿Hay un silbido?-iMus! (Parece llamar al perro.) Me visten.

-Ellos.-¿Notas los cables?-Sólo ,los veo. Donde voy yo van ellos. (Pausa.) Esté-¿Esta oscuro?-Sí, estamos fuera.-¿Fuera de dónde?-Me lo dicen. Estamos fuera.-¿Fuera?-De la Tierra.-¿No les preguntas a qué distancia?-La veo.-¿La ves?-Sí.-¿Cómo se ve la Tierra?-Muy grande.-¿Es esférica?- ... (Ininteligible.)-¿Ves los continentes? ¿Ves algo?-Azul, azul. .

-:Pero, ¿ves perfilarse los continentes? ¿Cómo sabes qla Tlerra?

-Lo sé. Espirales, veo espirales.-¿Espirales blancas?~Sí (debe referirse a las nubes). (Pausa.) Voy viendo.

orbItando. No tengo peso. (Extasiado.) Es bellísimo.-¿El qué es bellísimo?-~s muy bonito. Me encuentro a gusto, muy a gusto.-cEllos no te comunican nada?-Estoy con ellos.-Pero, ¿qué les preguntas?-¿Adónde vamos?-¿Y qué te dicen?-Sólo a dar una vuelta.-¿Alrededor de la Tierra?-Es la Tie:;a. (Julio sigue ensimismado en su visión.)-Oye, ¿estazs cerca de la Luna?-Sí.-¿Ves la Luna?-No.-¿Qué hacéis ahora?-Veo la Tierra. Estoy muy a gusto. Quiero quedarme.-¿Ves a Mus?-Sí.-¿Qué hace?

-Está conmigo, quieto. (Pausa.) Me llevan a otra ventan I-¿Qué ves?-Estrellas.-¿Te han desconectado los cables?-Veo la Luna.-¿Ves la Luna?

316

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111\0 una flecha, acurrucándose en el mismo lugar de antes,l. izquierda de la silla.-¿Qué hacían los otros?-Seguían a lo suyo. Accionaban los mandos de las mesas

11 'otras gobernaban sus sillas. A mí me tenían loco. De pronto,1116 otra vez el ti-ti-ti cortado, la pantalla se tornó opaca y

11 Ireció de nuevo el jefe.-¿Conversó con los demás?-Sí, pero en esta ocasión el diálogo fue más breve; duraría

lilas 2 minutos.-¿Entendiste algo?-j Ni jota!, además, mi contacto telepático volvió a cortarse;

lile sentí completamente solo.-¿Veías sólo la cabeza del jefe?-La cabeza completa y parte del cuello.-¿Dónde se producía la imagen?-Justo en el centro del cristal. Parecía un despilfarro tanto

'spacio para una sola figura; sobraba un metro de pantalla por'ada lado.

-¿Distinguías algo detrás de su cabeza?-No, la imagen se recortaba contra una superficie blanca

idéntica a las paredes de la sala. La definición de forma y colorora perfecta. No se apreciaban las típicas líneas que se ori­ginan en nuestras televisiones.

-¿Aparecía en todas las pantallas?-Sí, incluida la que había sobre la mesa desocupada.-¿Tú crees que os veía?-Seguro.-¿Continuó impartiendo órdenes?-Esa impresión me hizo. Aquel individuo mandaba allí, se

notaba por su tono de voz y la rigidez que adoptaba al hablar.-¿Escuchaste los mismos fonemas desagradables?-Si no los mismos, muy parecidos. Yo, la verdad, empe-

zaba a cansarme de aquello. Había visto ya cómo era la navey sólo deseaba irme. Temía -infeliz de mí- que aquello des­pegara; agarraba a Mus con todas mis fuerzas.

-¿Había gran diferencia de edad entre el jefe y los otros?-Él tendría unos 65 años, mientras que ellos representa-

ban 35 o 40; eran gente hecha.-¿Qué más?-La pantalla volvió a hacerse transparente y se reanudó mi

contacto telepático. El que estaba a mi lado preguntó por laescopeta, quería saber qué era.

-¿Y qué hiciste?-Explicárselo. A propósito, noté que llamaba a los demás.

Nos reunimos los cuatro en la parte izquierda de la mesa cen­tral, junto al pivote que sostenía la pantalla.

-¿Distinguías entre unas «voces» y otras?-Como te he dicho, casi siempre estuve en contacto con mi

amigo; pero sí, efectivamente, sabía cuando hablaba uno u otro.

-¿r:e están vistiendo?-SI, me han quitado los

vez...-¿SigZ-les oyendo el pitido?-Muy fuerte.-¿Muy fuerte?-Sí.-¿C¡ontinúa aún el silbido?

comoS;¡ ~~s;~t~~~e)zal' Al~sa:r:bAhia /adti~alme~te el tono d(C '. 1 ., es as aqUI .

pulacf~od la mayorí~ de ~os contactados o ~bducidos P

dos. El sil~i~q~:lI~ ~rl~~ f:e::~t~,una laguna en su~ad d.os y constituían sendas señalC:;soh4:::Ó:i~~~ ~uer~n

~~~~~~slad~e1~~~a :u~~~e~p~tar. Es ~uy pr~::~~más t ' . orrar a este las exp

. raurnatIcas del encuentro, y cabe señalartamlento fue siempre cortés aun d que susólo s d ,urante este tiempo

..e «apo eraron» del testigo durante la t d 'el ~aJ710 hizo.ya siendo dueño de sus movimi~:::~S)em

o ,a.. Debido a que la hipnosis hace afl .traumatIcos y reprimidos Julio h'd orar losexamen fisiológico y del ~iaje, en ~s~e~i~~c~~fan~o flashque dentro de la esfera, y a su espalda hab' pnmero.tanto que él se mantenía allí dentro c¿n lo~abuna máqlulnas en aspa. razas y a

La eSCOpeta y Zas cartuchos

Pregunta' J A C - E .E . . . ampana. ntrevlsta en estado vigil- scuchaste el silbido, ¿y qué pasó? . .-Mus, que estaba a mi 1 d d . ,

fenómeno fue tan fug a o, esapareclO de repent •y ya no vi al perro. az como un «salto» de fotograma.

-¿No te sorprendió?-MUCho, justamerite en ese mo t

tenía la mano puesta en su cabeza men o estaba acariciándo-¿Y cómo te explicaste aquell~?

un b~~~s~cf~::~~:a:~~:~:ttdopor el silbido, habría dauna más no import~ba. as cosas que no entendía, q

-¿Qué sucedió luego?-Recuerdo bastante peor t .

es más, ignoro si los hechose~c~:~gundaparte de la historJsidero correcto. neron en el orden que con.

-Entendido.-Bueno, pues volví la cabeza buscando M .

detrás de mí, por la zona de la a us y lo encontcomputadora. Lo llamé y v·

3'18319

Page 174: Secuestrados por Extraterrestres - Antonio Ribera.pdf

-¿Puedes repetir detalladamente tu conversación con-¿Qué es eso?, contesté que una carabina. ¿Para que!

para cazar animales, repuse. ¿Cazas por necesidad?, añano, porque me gusta, les expliqué. Entonces, el más 1todos hizo un gesto de disgusto, como diciendo i qué s 1pero fue casi imperceptible. A continuación, me pidieroncapeta para examinarla. Ésta pasó de mano en mano y 11miraron con gran curiosidad, comentando algo como Icosas que hacen esta gente 1

-¿No temiste que quisieran quitarte la carabina?-En absoluto, siempre supe que eran buenas person 1

descargué, eso sí, no fueran a sacudirse un tiro. Por ciert 1

cuando vieron caer los cartuchos al suelo se interesaronellos. Les expliqué que se trataba de la munición, inclusouno para que vieran sus distintas partes.

-¿Se quedaron con él?-Sí, el más alto de todos trajo un cilindro metálico d

guardaron el cartucho, así como otro intacto que les entDijeron que los querían para estudio.

-¿Cómo abriste el cartucho?-Con mi navaja. Al principio no la encontré; estaba

bolsillo contrario. Se ve que me registraron o que cayó altarme la ropa.

-¿Qué más ocurrió?-Pues, aunque suene ridículo, me fumé un cigarro. MI

tras estaba abriendo el cartucho, sentí unos tremendos dede fumar, tanto que no sé si no me los produjeron ellos. (realidad, Julio, que es un gran fumador, había estado dos hasin probar un pitillo, y al buscar la navaja tropezó con elquete de tabaco, lo que inconscientemente despertó sus gande fumar; por supuesto, él desconocía todo sobre el viaje.)

-¿Y dónde echaste la ceniza?-En ~l santo suelo, puse aquello perdido pero a nadie p

reció impbrtarle.-¿Qué hicieron mientras fumabas?-Me pidieron un cigarrillo, también con fines de investig

ción; lo introdujeron en el mismo cilindro. Yo, siguiendo mcostumbre, ofrecí tabaco, concretamente, al más alto, pero ahse acabó la ronda, me hizo un gesto con la mano de lo máseco, indicándome que él no se metía aquello entre pecho yespalda. Yo les expliqué 'el asunto como pude, igual que 1haría a mi hijo pequeño.

-¿Qué te preguntaban?-Cómo funcionaba esto. Les dije que existían dos bloque

ideológicos y les hablé de nuestras formas de gobierno.-¿Lo entendían?-Perfectamente, y me extrañó que gente tan bien informa-

da e inteligente hiciera preguntas tan simples. Ellos se desen­volvían muy bien en el exterior, y debían saber, si no todo, sícasi todo sobre nosotros. Verdaderamente mi admiración por

320

Según Julio

\Altura

Ibásilo·bregmática,27 cm

I\ Longitud craneal,

~30cm----I Inión

IL__.........·/í

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ello~ ~ajó bastante, en tanto que aumentaba misabIa SI estaban tomándome el pelo, o qué.

Sesión hipnótica. Octubre de 1979

(Julio. vuelve. él. :ecobrar,la consciencia. Busca a Mus.)-cMus? cDonde esta ahora Mus?-Se ha ido.-¿Se ha ido Mus? ¿Dónde está?-;-(Julio llama al perro, indicándole que se acerque)

aqw, .Mus; Aquí. Quieto, quieto. (Tranquiliza al animal.)-cEsta quzeto ya Mus?-Sí.-¿No oyes nada?-Silba.-¿Quién silba?-Silba todo. Cortado.-¿Cortado?-La pantalla.-¿Qué sucede?-Se ilumina. Aparece él.-¿El de antes?-Sí. .-¿Habla?-Sí. Se apaga, ..-¿El qué, la luz del aposento?-No, la pantalla.-¿Ahora, qué estáis haciendo?-La escopeta...-¿La, escopeta? ¿Qué pasa con la escopeta?-Quieren verla.-¿Quieren ver la escopeta?-Sí.-¿Se la enseñas? ¿Qué hacen?-La cogen. La miran.-¿La examinan?-~í, el cart,uch? (Pausa.) No encuentro la navaja.-cPara que quzeres una navaja?-jAh!, sÍ. .. (Parece encontrarla.) Abro...-¿Abres? ¿Qué abres?-El cartucho.-¿Qué hay en el cartucho?-Pólvora, perdigones... el taco.-¿Lo miran?-Sí. Lo recogen.-¿Lo recogen?-Sí. Les doy un cigarro.-¿Les das un cigarro?'

322

-Sí, de 1m; que fumo.-¿Qué hacen?-Lo miran. Se lo llevan.-¿Adónde lo llevan?-No sé. (Pausa.) ¿De dónde vienen?-¿Les preguntas?-Sí.-¿Qué te responden?-Signos.-¿Identificas alguno?-No, son rayas. (Pausa.) Tres.. , siete... cuadrado.-¿Es un cuadrado?-No, líneas, signos ...-¿Qué te recuerdan?-No sé, no los conozco. (Pausa.) Me preguntan.-¿Qué te preguntan?-Sobre la Tierra.-¿El qué en particular?-Cómo está organizada, Les contesto.

La vuelta al coche

-Así que estabas un poco temeroso.~Sí, y ellos debieron darse cuenta, porque después de la

charla me comunicaron que podia irme.-¿Te lo dijeron de forma imperativa?-No, muy amablemente. Fue algo como «bueno, pues ya

hemos acabado.. Cuando quieras, te vas.»-¿Y qué hiciste?-No esperé que me lo repitieran dos veces. Cogí a Mus,

me eché la escopeta al hombro y descendí por la escalerilla. Porcierto, que la bajada fue bastante peor que la subida; tuveque soltar· al animal casi desde arriba.

-¿Te acompañaron?-Sí, vino el que siempre estaba conmigo. Recorrimos los

pasillos hasta llegar al ascensor y allí se despidió de mi. Estome decepcionó un- poco, porque pensé que bajaría hasta elcampo; después supe por qué no lo hizo: fuera, era casi de díay a ellos -estoy seguro- les molestaba nuestra luz.t

-¿Qué te dijo?-Agradeció mi colaboración y se despidió como cuando ha-

ces un amigo; sería algo equivalente a «encantado de haberteconocido y cuenta conmigo para lo que necesites; ya nos ve-remos».

-¿Ya nos veremos?-Hombre, no sé si dijo adiós o ya nos veremos; piensa que

yo recibía una comunicación mental.

1. Confróntese con el caso Aveley Y los «visores:t.

323

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-¿Entraste en el cilindro?-Sí, se cerró la puerta y descendí con Mus. A los P

gundos, el ascensor se detuvo, elevándose la hoja dfue entonces cuando comprendí que había ocurridotraño, porque el sol me deslumbró.

-¿Cuánto tiempo pensabas que había transcurridotu subida a bordo?

-Como mucho, media hora; calculaba que7 y cuarto. ,

-¿Qué sentiste al ver el sol? /-Nada, date cuenta que iba medio atontado' creo

pensaba. Hice el camino de vuelta hasta el coche ~omomata. .

-¿No te volviste hacia la nave?-No, y es extraño, quizá me lo impidieran ellos

mente.-Pero, ¿no notaste· que se hacía de día, mientras est

en la sala?-No, las ventanas eran bastante oscuras y la luz que

ba por ellas tuvo siempre la misma intensidad.-¿Llegaste al coche sin problemas?-Sí, allí me estaba esperando Mus, que había salid

ascensor como un rayo. Me senté dentro intentando serenP.robé el motor ~ arranc~, hice lo p.ropio con las luces yclOnaban; la radIO, lo mIsmo. A raIZ de esto pensé quehabía sido un sueño. «Probablemente, he llegado hasta ame he quedado frito», me dije, sin embargo, recordaba lariencia como si hubiera sido real, con una nitidez asomb

-¿Por qué no volviste a la vaguada para salir de dudru-Por miedo; si la nave no estaba, temía volverme loco

se encontraba allí, podían cogerme de nuevo; así que conten el coche. .

-¿Hasta qué hora?-Creo que hasta las doce.-¿Tanto tiempo?~Sí, puse la radio y esperé; si aquello estaba detrás d

loma, alguna vez tendría que despegar. Por fin, viendo qusucedía nada, arranqué y puse rumbo para Madrid.

-¿Fuiste derecho a casa?-No, iba conduciendo muy despacio, medio anonadad

sobre la una me detuve a la izquierda de la carretera creo qp?C~S kilómetros antes de Torremocha del Campo, ya'en la pvmcIa de Guadalajara. Necesitaba pensar, así que cogí lacapeta y me di un paseo. Mus me hacía muestras continumente, pero yo seguía a lo mío, dando vueltas a lo ocurrid I

Pasado un rato, me dispuse a comer, y fue al buscar la navaJcuando descubrí que sólo llevaba tres cartuchos en el bolsill ,me faltaban los dos que había entregado en el ovni; nerviosollamé a Mus y miré donde se suponía que le habían pinchado:1 . 'o que VI me heló la sangre; el perro tenía el típico orificl

324

11 produce una extracción con una aguja, luego... i todo había

110 cierto!-¿Qué hiciste? .'-Evadirme del tema por todos los medios. Comen.ce a ca-

l', yo creo que como mecanismo de defensa. De neI'Vl?so quelaba disparé toda la canana; pero algo es algo, VOlVI a casa

111 más de una docena de codornices.

hipnótica. Octubre de 1979

Ya me puedo ir.-¿Te lo dicen?-Lo siento.-¿Te vas?-Bajo por la escalera.-¿Y Mus?-Lo bajo yo. (Pausa.) Entramos en el pasillo.-¿Vas solo?-No, me acompaña uno.-¿Ahora, dónde estás? .-Entro en el cilindro. (Pausa.) Se CIerra la puerta. Baja.

(Pausa.) Se abre otra vez. 'Estoy en el campo...-¿Qué haces?-Voy hacia el coche.-¿Te vuelves hacia la nave?-No, ando por el camino.-¿Por qué no te vuelves?-No sé. . ' :>-¿No quieres? (SilenCIO.) ¿No quteres o no puedes.-No puedo.

Sesión hipnótica. (Je~ú.s Durán)

(Sin embarga el encuentro de Julio no terminaba aquí, en eloehe, como todos habíamos pensado hasta ~~e ~o~e~to. En

febrero de 19.80, en el transcurso de una seSlOn hIpn?tIca rea­lizada por el doctor Durán, descubrimos, por casualIdad, queJulio había vuelto otra vez a la nave, y muy probablementeviajado de nuevo con sus tripulantes.) ,

_ 'Quieres revivir otra vez estos momentos en los cuales tue b' :>acabas de bajar del artefacto? ¿Te parece ten..

-Sí.-¿Has bajado de la nave?-Sí.-Bueno, pues cuéntame todo en voz alta.-Ando.-¿Hacia dónde?

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-El camino. (Pausa.)-¿Miras para atrás o no miras?-No puedo.-¿Sigues el camino?-Voy al coche.-¿Y tardas mucho en llegar al coche?-Lo normal.-Explícame qué es lo normal, porque teniendo en e

que esa distancia no la has hecho nunca...-Sí, al venir.-¡Ah! ¿Tardas lo mismo?-Creo que sí.-¿Llegas al coche y qué haces?-Miro el reloj.-¿Qué reloj?-El mío.-¿Has llegado ya al coche?-No.-Entonces, ¿fuera miras el reloj?-Sí.-¿Cuánto tiempo ha transcurrido?-No sé.-¿Por qué?-Tiene las siete menos veinte.-¿Ya qué hora saliste del coche?-A las siete menos veinte.-¿No ha transcurrido nada de tiempo?-Sí.-Si el reloj marca la misma hora...-El sol. (Julio considera que serían las 10 cuando 1

al 124.)-¿Ha cambiado de lugar?-Sí, ahora está.-¿Qué haces en este momento?-Abro el coche. Funciona.-¿Y antes no funcionaba?-No.-¿Y qué pasa?-No sé que hora es. (Pausa.) Lo paro.-¿Para qué?-Quiero ver si están ahí.-¿Quiénes?-Ellos. (Pausa.) Voy.-¿Por dónde?-Por el camino.-Pero ahora sí que puedes mirar, ¿no?-Sí.-Antes no podías.-No.-Vas otra vez al camino...

326

-Sí.·-¿Qué sucede?-Están. (Se refiere a que la nave sigue allí.)-¿Están?-Sí..-¿Qué hacen?-Me llaman. Me llaman.-¿Qué te dicen?-(Asombrado.) Está allí... está allí. .. (Tulio cae en un fuerte

período de resistencias. Es imposible obtener más información.)

ANEXO. Algunas conclusiones anatómico-morfológicas(por la doctora María Teresa Pérez Alvarez.)

Los sujetos descritos por Julio no se diferencian del H0':l0 sa­IJiens más que éste de su antecesor Cromagnon, es decIr,. sonantropomorfos y casi totalmente humanos. De forma curIOsa,SU aspecto coincide con las características del «hombre delfuturo», diseñado idealmente por anatomistas y antropólogos:cráneo más desarrollado, aumento consiguiente de la zonaocular, pérdida total del vello y derivados pilosos, así como es­pecialización de las manos con alargamiento de los dedos pormotivos funcionales. Algunos imaginan al «hombre del futuro»como un ser enclenque y ctébil, no más musculado que un niñode 10 años, y esto es admisible desde una perspectiva teórica,pero sólo eso, ya que la alimentación (cada vez más rica) y eldeporte hacen más altas y fuertes a las nuevas generaCIOnes.El desarrollo del mentón resulta lógico. Si repasamos nuestragalería de ancestros, descubriremos que el mentón es una apor­tación relativamente reciente; aun en el hombre de Neander­thal el prognatismo sigue siendo acusado y el mentón pequeño.Hay que esperar al hombre de Cromagnon para poder h~blar

de auténticos mentones; por tanto, parece ser un caracteranatómico que tiende al desarrollo. . •

Si trazamos una línea vertical que pase entre los dos alveo­los dentales de los incisivos inferiores, habremos delimitadoun campo que podríamos llamar del desarrollo del mentón;todos los mentones que sobrepasen esta línea, corresponderána razas humanas modernas y evolucionadas, mientras que lasque queden por detrás, representarán fomias ~nt~opoides oancestros del Hamo sapiens. Como se ve en el dIbUJO, el menotón descrito por Julio es mucho más saliente que el humanoactual, lo que habla de mayor evolución. Parece que la barbillaestá relacionada con la erección bípeda del hombre y que sudesarrollo confiere a éste sentido de la direccionalidad; en elpresente caso, podría tratarse de un contrapeso, por así d~cirlo,

para equilibrar un tremendo volumen craneal, aunque solo esuna hipótesis.

327

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329

Conclusiones al «caso Julio»

El «caso Julio» es quizá uno de los casos de abducción_y m~ at;evo a -decir que sin quizá- qu~ más, riquez.a deinformación ha proporcionado. y ello ha SIdo aSI, en pnm~rlugar, por la decidida voluntad colaboradora ~~l pro~IoJulio, y por el elevado grado de capacidad expOSIllVa y Slll-

lndice craneal: Se obtiene mediante la siguiente fórmula:lC = Anchura craneal X lOO/Longitud craneal

¡-ndo la «anchura craneal» el máximo diámetro trans~e~:,ohtLerparietal Y la «longitud», la distancia de la glabela al Imon(protuberancia occipital externa).

Un índice cefálico de 84 significa que la anchura de la cabezaun 84 % de su longitud.Según Martin, el índice cefálico humano varía e,ntre 81 Y

4,5, Y a partir de estas cifras podemos hablar de cran~os bra­Iluicéfalos (redondeados), propios de individuos evolucIOnados,IIlientras que los primitivos tendrían cráneos dolicocéfalos ohuidizos con menor diámetro interparietal.

Segm'¡ esto, y aplicando las oportunas mediciones, obten-,Iríamos para los seres descritos por Julio lC = 30 cm X 100/O cm = 100 %, es decir, una braquicefalia absoluta, pue~ e.l'ráneo sería igual de ancho que de largo, lo que significa mdz­viduos muy desarrollados evolutivamente.

Capacidad cerebral. 1ndice de Manouvrier= Longitud cra~neal X anchura craneal X altura básilo-bregmática / 2 / 1,14 (SIes un cráneo masculino). Error: ± 100 cc.

Aplicando medidas: 30 cm X 30 cm X 27 cm / 2 /1,14 = 10 6.51CC, esto es, más de 5 veces la capacidad craneal del hombre (m-dice ordinario, entre 1450 Y1950 cc).

Puede existir un segundo error, pues quizá los senos fron-tales sean mayores que los nuestros, pero esto reduciría la ca-pacidad craneal en una cantidad insignifican~e. , .

Nota. No es de extrañar tan gran capaCIdad cefalica, puestoque un pequeño aumento en medidas lineales origina un grancrecimiento en volumen. , .

Utilizació11 del cerebro. Si el ser humano usa, como maXI-mo, la décima parte de su cerebro, esto supone 195 cc (ciframedia) mientras que ellos utilizarían (información en segundovolum~n) el 30 % del suyo, es decir, nada menos que 3 196, cc,casi el doble de toda nuestra masa cerebral y 16 veces nuestrocerebro útil. .

Nota. Este último es un valor mínimo; según datos poste-riores (información en tercer volumen) pueden llegar a usarhasta el 65 % de su cerebro (6297 cC), lo que supone 4 vecesnuestra masa cerebral total y 32 veces la masa útil.

Otro punto de interés radica en 10 afilado de lasAntropológicamente,el ángulo sinfisiario, o ángulo forl~~ dos ramas del maxilar inferior, nos da el grado dClOn de una ra~a; así, en el europeo actual es agudo,q~e en determmados pueblos africanos es casi recto,mfica ,que cuanto más cerrado sea el ángulo sinfislaevoluc~onado será el individuo. Pues bien, según la dd~ JulIO, los seres de ~edinaceliposeían barbillas int~pIcudas, lo que tambIen apunta en el mismo sentido I

evolución. . )En. este estudio comparativo hay dos puntos que

den vIvam~nte: uno es la coherencia anatómica de lod,uo.s descntos '! .otro las coincidencias entre relato ynstIcas morfologIcas de los sujetos. Por ejemplo Julid.e J:1ombros y cinturas es~apulares poderosos, alg~ muySI tleneJ?- que soportar craneos de grandes dimensione .las pupIlas aparecen muy dilatadas, lo que indica undond.e la luz es suav~, o simplemente, no hiere a la vista,encaja con la ausenCIa de pestañas que, funcionalmente,como toldos, con la, escasa pigm~ntación del iris y tcon el color apergammado de la pIel. En este sentido rmos que la luz reinante en la nave, aunque blanquí~lmIJ?-~Y tenue, tanto que cuando Julio abandonó el aparatotIO d~slumbrado por el sol. Tercera coincidencia: la aude cejas, que supone a su vez la inexistencia de sudor ycabelludo, ya que su misión es retener los cuerpos extrañocaen del cabello y la frente; aquí las declaraciones de Julioven a ser cohe~entes,pues opina que aquellos seres no sudy cre~ que, baJO el verdugo, no había pelo. (Nota. La cade. ceJas,! pestañas puede significar, por deducción, quesUJeto~ VIven en ~n ~~dio ~rtificial o bien en un lugar d170 . eXIste cont.ammacIOn. VIento ni cambios climáticos.)ult~o, la l~ngltu~ desusada de los dedos «<de pianista» oarana», segun JulIO) casa con los arquetipos elaboradosr~p:esentar al «hombre del futuro», que poseerá unas faladIgI.ta~es ~uy desarrolladas, la mano sufrirá una auténticpecIaliz~cIOn a ~ase de pulsar botones; y esto es justamentque Juho descnbe en su relato: «Aquellos seres accionabantones y palancas a una velocidad vertiginosa corno no lo hla mecanógr~fa más .rápida del mundo.» Es 'más, sus palabapuntan haCIa una dIferenciación anatómica considerable' «l~ muñeca para abajo parecían otros. Sus manos no corre~pdIa~ al resto d;l cuerpo. Eran largas, muy largas, huesudadehcadas. Pense que nunca habían realizado un trabajo físi •

En resumen: La morfología de los sujetos es altamente adcua~a a la de esp~címenes humanos descendientes del Romsaple~ o que hubIeran seguido, y con antelación, un camlnevolut~vo. paraI7l? Y ahora, algunas consideraciones teóricsobre mdice cefahco y capacidad craneal.

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Page 179: Secuestrados por Extraterrestres - Antonio Ribera.pdf

tetjzadora de su mente. Si bien cae dentro del atsenalad~ de ,«hombre sencillo y bueno», ello no Puitque su mteh,gencia esté por encima de lo norm~ Nq~e, confundIr «sencillo» con «tonto» S d .dIstmtas. . on os cosa

J l~ mDí, ~ersonalmente me impresionó mucho habla

u 10. Ina -'Y d' , .d 1, , IgO, que caray!-, que salí enrifre la conve,rsaclOn. Sus límpidos ojos azules, de mir~dlanca Y dIrecta, me emocionaron. La mirada de JU14

a go notable; no es una mirada corriente Uno se ,~como ld~sn~do ante ella, Y sabe que no pu~de mentir

lque e ,ueno de aquellos ojos no miente' es más d'a mentIra. ' ,

¿Un elegido? Y de nuevo las consab'd¿Por qué? ¿Para qué? ¿Y por quién? 1 as pregun

·VndIa en que Jul' h" d ., 10 aCIa· e «radIO» (es decir actup,aslVamente, en t7ance hipnótico, como emisor~recsImPllemente), algUIen preguntó a sus «amigos» (pues cen e caso de Adela lle ' '

~~~::~~~)' r~'~:c~Ué ~llosg:~~~u:C~~::'~I;;: ~st~t~;~;~n. ' d nes, a emmentes científicos de nu:~~ta~' s;ls~er. ,con el que Julio mantenía comunica 1d " nno -parece ser que la sonrisa es lar~motraclOn de alegría que pueden hacer; no llegar::

a

Isa, o que los hace muy «británicos»- y contestómayor de nuestros científicos no le lleg~ ni a la sue't~zapato -o de la bota o de lo que sea que calcen- demodesto de sus técnicos Y añ d" 1 1 mnos t . a 10 que o que buscabanh o ros era nuestra humanidad, esas cálidas cualidad

umanas que por lo visto ellos han ido d'largo de los siglos de una difícil y dura ev~l~ci~e:~~t~i1puesta, en un medio frío y hostil.

Ven - d 'ron hace ~ ~o~Illran- en ~osotr?s, aquello que ellos tuvl1 ~ Y que perdIeron Irremediablemente por'!argos cammos del Tiemp dIE .soberbia " " ~ y e spaclO. Hoy son unbotizada~ r;:~l~UI~o~ blOlogIC~S, frías'y perfectas, pero r •reliq' cÍ un arCaICO sentIdo del humorcomnoso~:~s. e su perdida humanidad... que reencuentran en

apr~~d~~~a~U:a~~.lesinteresen los científicos, de los que no

Peró estamos llegando ttal sentido del honor me ~r::pnI'deerrten,o.vedado. Un elemen·, raIClOnar a Julio q . n~e r~go que no revelase aspectos de la vida d ,,:uecosmICOS que éstos n ' e sus amIgoo qUIeren que se conozcan... al me·

330

IIOS por ahora, Pero sí puedo decir que les fascina conver­Ir con nosotros. A veces, son los interlocutores terrestres

(los que conversan a través de Julio = radioemisor) quie­nes tienen que poner fin a estas charlas ... en las que in­I luso se llegan a contar chistes por ambas partes. Y jamásIratan de imponer su superioridad, pese a que ésta es evi­dente. Cuando alguien alude a ella, se limitan a sonreír yl decir: «Somos diferentes: esto es todo.» ¡«Diferentes»11l10S seres que cubican 10000 ICC de cerebro! ¡Y tan dife-

rentes!Pero una de las cosas que han revelado, y que creó quepuedo decir, es que ellos no son nuestros únicos visitantes.Hay otros. Ni tan altos, ni con su elevado concepto de 'laética. Otros, que se dedican a sondear y a «programar»la mente de los seres humanos que han contactado o hanabducido. Schirmer tuvo la mala suerte de encontrárselos.

y otros también.Son los de la Serpiente.Y las relaciones entre ambos grupos de visitantes no

son de las mejores. Esto también puedu decirlo.¿Y por qué todos vienen a la Tierra, esta minúscula

mota de polvo cósmico perdida en un rincón de la Ga-

laxia?-Vuestro mundo es maravilloso -dijeron una vezaJulio-. Su riqueza biológica es increíble. Existen muy po­cos mundos como él. Nosotros no conocemos ninguno quese le parezca. Es una cantera casi inagotable de muchas delas cosas que necesitamos Y que no tenemos: agua: entreellas. Desdichadamente, vosotros mismos habéis iniciadosu destrucción. Es una historia que ya se ha repetido otrasveces: ocurrió en nuestro propio mundo, hace siglos.

Atención, que habla la voz de la experiencia... ¿No vale

la pena que la escuchemos?Para terminar, y como resumen de todo lo expuesto en

este libro, podríamos decir que las civilizaciones galácti­cas de un nivel superior que al parecer están llevando acabo, y desde hace muchos años, lo que pudiera llamarse«Operación Tierra» -y que no necesariamente tiene quetener al Horno sapiens como objetivo-, poseen una tec­nología acorde con esa superioridad, Y junto a la cual laterrestre está en un estadio muy primitivo todavía. '

Pero _y esto es quizá lo más importante- junto a es­tos logros tecnológicos que nos parecen pura magia (<<cual­quier tecnología 'superior no podrá distinguirse de la ma­gia», por citar una vez más la archisabida frase de

331

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Arthur C. Clarke}, está un impresionante dominimente y de lo que aquí y en este planeta llamamovía «facultades paranormales, ESP o PSI», sincuenta de que para estas civilizaciones galácticas«facultades normales» (como quizá lo serán un dínosotros). La comunicación mental o telepática hatuido a la comunicación oral, en muchas de estas eciones; la hipnosis es una técnica corriente para implideas, órdenes e incluso para borrar vivencias trazantes. Esto es maravilloso, pero a1 mismo tiempo eble, porque nos coloca ante ellos como inermes conde Indias ante 1a fría mirada del investigador.

Si el investigador es bueno, estamos salvados.lo es ... que Dios nos coja confesados, como decíantras abuelos .. Y si los hay buenos y los hay malos (caun western ~ la antigua usanza), que los buenosarreglen para pegar paliza a los ma10s.

¿O no habrá malos ni buenos, sino sólo «otros»?tras conceptos del bien y el mal pueden resultar ridíy cortísimos a escala cósmica...

Dice Alvin H. Lawson, investigador norteamericano,pueden inducirse abducciones imaginarias en seres hunos normales, y que estas «abducciones» son muy padas -si bien presentan 'asimismo significativas difcias- con las abducciones «reales». De acuerdo. Estaempezando a aprender a manipular la mente, este inm«banco de datos» que 'lo contiene prácticamente todo.

«Sin embargo -dice el propio Lawson en su estudipese a las numerosas semejanzas, existen diferenciasciales, como los efectos físicos alegados y los testigos mtiples, las cuales parecen postular que las abducciones pparte de los ovnis son algo aparte y distinto qe las expriencias imaginarias y alucinatorias ... »

He querido terminar esta obra citando a Lawson, poque es el primero que a su vez citan 10s jóvenes cientifistque quieren mantener su status de hombre serio ante el qusin duda es el fenómeno más impresionante, incuestion •ble y revelador de toda la panoplia ufológica. La menlhumana es capaz de todo: hasta de imaginarse una abdu •ción. Pero esto no quiere decir -ni mucho menos- qulas abducciones no sean «sucesos reales».

Alguien, muy discretamente, nos observa. Alguien, dvez en cuando -y últimamente parece que con mayorfrecuencia: las abducciones conocidas ya totalizan variocentenares-, secuestra temporalmente a 1.).no de nues·

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n es ectro de característicastras semejant~s (dentr~d~d~des ~ue de momento se noSno muy ampho), con ascapan. " ; b mas la increíble verdad.

Algún día, en algun sItlOd s.a r~os de ser «abducidos»i\lgun' día, así lo espero: ~Jarehermanos»en el Cosmos.

. o mas aun, «para ser «arolgoS»...Que así sea.

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EPILOGO

Este libro no es m'de las abducciones a~q~e ~na aproxi~ación al fenól11tro de una fenome~olog'eno~eno alucmante inscritodos, el grupo VISIT h la masd,vasta. En los Estados

, . a estu lado a fondpartIcularísimo del fenómeno ' D o este aspmiembros de es ,OVill., os de los princip

S~huessler,y el :x;~~~~oe~~;~;U~~~h::dla .NASA Jano despues de iniciarse los trabajos del grupNoI~mftzow,acerca de las p , , m armacasos de abducc~~~e~~e~~~lusIOnes extraíd,as de los 1

El retrato-robot del tI'p ad enhtonces ~ablan estudiao e umanolde que 'cuentemente aparece asociado ' mas

asombroso debido a 'la . .d a l~s abduccIOnes resulofrecidas por numerosos C:~~I~.encla de laS d~scripciontracciones socioculturales h ~?os, de muy dIferentesdel planeta, Según los l' y t~ Idtantes en diversos punt

, , nves Iga ores de VISITres medlnan alrededor d 1 20 ' estoscalvos y Con una cabeza ;e ta ~etros d~ estatura, siendhumano normal des ro ,mano supenor a la de un sexigua talla. Sus' braz~s ~~~~~na~a,por lo, tanto connormal, su piel gris-verdosa aSImIsmo mas largos de 1emoción alguna. y su semblante no reflejad

Sin embargo, tanto la cifr d dcaracterísticas de los «extrat:rre~t:eiorVISIT como latan a observaciones. En primer 1 » r~ptores, se pre •estudiados representa en mi o ' ~~ar, la clf~a ,de 130 casolos casos,de abducción que d~~~~~~~:~~~mapart~ dyeso debIdo a las características i t ' producIdo,c~ones; desmemoria (a veces total~ cr~seca~de las abdue­c:10 ' ¿y si sólo conociésemos los cas~s s;; a;::an?, abdu-e os -quienquiera que sean ellos- . UCClon quecamas? qUIeren que conoz-

Por otra parte, si bien es cierto que una gran mayoría

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.¡ \ los humanoides observados -y no sólo en abducciones,Ino también en encuentros cercanos- responde al tipopequeño y macrocéfalo», en otros casos aparecen seres

ti' características muy distintas, desde los gigantes de dosIlletros de los casos de Aveley y de Soria, hasta los mons­Imos verdes y gigantescos de Zanfretta, pasando por lospequeños humanoides velludos y de cabeza «normal» del'uso Bebedouro, Y para complicar aún más las cosas -ya'omplicadísimas de por sí- en algunos casos «coexisten»llos o más tipos de ovninautas. Tal vez un estudio con'omputadora -como hizo Vallée con los 200 aterrizajesfranceses de 1954- de los casos conocidos de abducción,'n busca de constantes, nos permitiese llegar a algunas'onclusiones interesantes. Desde aquí brindo la idea a losjóvenes «monstruos» de la informática, que atacan conbrío y ordenador el problema ovni. ""

Desde luego, la riqueza de casos conocidos es grande.Quedan fuera de este libro casos interesantísimos, que da­rían materia no para uno más, sino para otros varios vo­lúmenes sobre abducciones. Falta el caso de las tres ml,1­jeres norteamericanas, abducidas en Stanford (Kentucky)en enero de 1976, caso perfectamente estudiado por Leo­nard Stringfi.eld, del MUFON. Falta también el caso de Ira­vis Walton (que sin embargo el NICAP considera unfraude). Y en el capítulo sobre «Sexo y platillos volantes»se podría haber incluido el caso de Shane Kurz, abducidaen 1968 y «poseída sexualmente» por un apuesto ovninauta.Hans Holzer, en su libro The Ufonauts (publicado en espa­ñol por Martínez Roca bajo el título de Cuando los ovnisaterrizan) se ocupa detalladamente de este caso", que ofre­ce todos los visos de ser ~cierto, a diferencia de la afirma­ción de la sudafricana Elizabeth K1arer, la cual pretendenada menos que." ¡haber tenido un hijo de padre extra­terrestre! Por supuesto, nadie ha visto jamás·al hijo ymucho menos al padre (aunque éste puede encontrarse enestos 'momentos en el quinto pino de la Galaxia a manoizquierda).

No he podido tampoco recoger en el libro -pero noporque yo no lo quisiera, sino porque las personas impli­cadas se negaron a última hora a someterse a hipnosisregresiva-,-, un caso muy prometedor ocurrido en la bar­celonesa Carretera de las Aguas en 1980, al pie del cerrollamado Sant Pere Martir. Esta carretera, solitaria y desier­ta en todo su recorrido de diez kilómetros, y especialmenteen aquella zona, fue teatro casi seguro de una abducción

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(Además, los artículos y revistas en el texto.)

Villanueva Medina, Salvador, Estuve en el planeta Venus, Edi­torial Orión, México D. F., 1969.

Webb, David, 1973 - Year of the humanoids, CUFOS, Evanston,1976.

Weldon, John, y Levitt, Zola, UFOs: What on earth is happe­ning?, Bantam BOOKS, Nueva York, 1976.

Zalbidea, V., y Lizar, J., Ovni: Análisis de un contacto, TroposEditora, Madrid, 1975.

Zerpa, Fabio (con epílogo de A. Ribera), El ovni y sus misterios,Ediciones Natitá, Barcelona, 1976. (Edición argentina en Cie­losur Editora, Buenos Aires, 1978.)

Lagarde, E, Mysterieuses soucoupes volantes, Éditions AlbatroParís, 1973.

Landsburg, Alan, En busca de extraterrestres, Plaza & JanS. A., Esplugas de Llobregat, 1981.

Lawson, Alvin R, Hypnosis of imaginary UFO «abductees»,Proceedings of the First International UFO Congress, regido y editado por Curtis G. Fuller, Warner Books, Nu VYork, 1980. \

Lorenzen, Coral y Jim, Flying saucer occupants, A Sign~t Boa,Nueva York, 1967. /

- Encounters with UFO occupants, Berkley MedaUion Book ,Nueva York, 1976.

~ Abducted! Confrontations with beings from outer spac ,Berkley Medallion Books, Nueva York, 1977.

Lleget, Marius, Mito y realidad de los platillos volantes, Edl.ciones Telstar, Barcelona, 1967. .

- El enigma del quinto .planeta, Libro Exprés, A.T.E., Barelona, 1980.

Norman, Eric (Warren Smith), Dioses, demonios y ovnis, Edl.torial Pomaire, Barcelona, 1978.

Perrin, R. Jack, El misterio de los ovnis, Editorial.De Vecchl,Barcelona, 1978.

Ribera, Antonio, El gran enigma deJos platillos volantes, PI •za & Janés, S. A., Editores, Esplugas de Llobregat, 1980(S." ed.).

- ¿De veras, los ovnis nos vigilan?, Plaza & Janés, S. A., Edl.tores, Esplugas de Llobregat, 1980.

~ Ovnis en Iberoamérica y España, Plaza & Janés, S. A., 1980.~ L'altra banda del mirall (en catalán), ,Editorial Portie. Bar·

celona, 1980.~ (con Rafael Farriols), Un caso perfecto (diversas edicione

en Plaza & Janés, S. A.).~ El Misterio de UMMO, Ed. Plaza & Janés, S. A., Esplugas d

Llobregat; diversas ediciones en 1980.Smith, Susy, Strangers from space, Manor Books, Inc., Nueva

York, 1977.Smith, Warren, UFO Trek, Sphere Books Ud., Londres, 1977.Steiger, Brad: Alien meetings, Ace Books, Nueva York, 1978.- Forasteros del espacio, Editorial Pomaire, S. A., Barcelona,

1967.Trench, Brinsley Le Poer (Lord Clancarty), Operation Earth,

Neville Spearman, London, 1969.Vallée, Jacques, Pasaporte a Magonia (traducción de A. Ri­

bera), Plaza & Janés, S. A., Editores, Esplugas de Llobregat,1972.

- Le college invisible, Albin Michel, París, 1975.- Messengers of deceptiqn, And/Or Press, Berkeley, 1979.Varios, The Humanoides, Neville Spearman, Londres, 1969. (Tra­

ducción española de A. Ribera: Los humanoides, Ed. Po­maire,1966.)

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