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EL ENFOQUE DE LA SOBERANÍA ALIMENTARIA: MÁS ALLÁ DE LA SEGURIDAD ALIMENTARIA Marta G. Rivera Ferre Grupo de Investigación ARAG Dpto. Ciencia Animal y de los Alimentos Universidad Autónoma de Barcelona Marta Soler Montiel Dpto. Economía Aplicada II Universidad de Sevilla El término seguridad alimentaria, procede de los términos ingleses food security (cantidad de alimentos) y food safety (calidad de los alimentos, seguridad para el consumidor), por lo que tiene en castellano un doble significado. Por tanto, el término es mucho más complejo que sus equivalentes anglosajones, y hace referencia en un sentido amplio al derecho a la alimentación. Entendida de esta manera, la seguridad alimentaria se debería acercar más a aquellas propuestas que permitieran alcanzar ambos preceptos (calidad y cantidad) al mismo tiempo. Desde nuestro punto de vista, los momentos de incertidumbre que rodean en la actualidad al sistema agroalimentario nos obligan a probar otras alternativas que, desde un paradigma diferente, reorganicen las esferas de poder dentro de la cadena agroalimentaria y, con el objetivo del derecho a la alimentación, permitan alcanzar la seguridad alimentaria desde su perspectiva más amplia. Una de estas alternativas es la Soberanía Alimentaria. Propuesta que surge inicialmente de los movimientos campesinos integrados en la Vía Campesina y que actualmente es asumida por un número creciente de organizaciones sociales. La Soberanía Alimentaria implica una localización de la cadena agroalimentaria y un cambio en los nodos de poder de la misma, en la que el productor controla gran parte del proceso a la vez que el consumidor se acerca al productor ganando en información. En esta comunicación, desarrollaremos las potencialidades de esta propuesta para alcanzar la seguridad alimentaria tanto desde el ámbito del riesgo y contaminación alimentaria como desde el ámbito de la desnutrición. 1. Seguridad Alimentaria: un concepto con doble significado. El concepto de seguridad alimentaria es un concepto complejo que en castellano tiene un doble significado al proceder de dos conceptos anglosajones diferentes: “food security”, más relacionado con la cantidad de alimento y “food safety”, en referencia a la calidad de los alimentos que llegan al consumidor. Así, en función del contexto en el que se aluda a la seguridad alimentaria, nos referiremos a una acepción o a otra. Esto puede llevar a confusión en castellano, pues aun siendo los dos conceptos deseables, casi interdepentiendes, y objetivos irrenunciables en la alimentación, en cada contexto se le dará más importancia a uno o a otro, tal y como veremos a continuación. En nuestra opinión, ambas acepciones tienen la misma importancia y no deberían depender de un contexto determinado, por lo que proponemos superar dicha terminología y

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EL ENFOQUE DE LA SOBERANÍA ALIMENTARIA: MÁS ALLÁ DE LA SEGURIDAD ALIMENTARIA

Marta G. Rivera FerreGrupo de Investigación ARAG

Dpto. Ciencia Animal y de los AlimentosUniversidad Autónoma de Barcelona

Marta Soler MontielDpto. Economía Aplicada II

Universidad de Sevilla

El término seguridad alimentaria, procede de los términos ingleses food security (cantidad de alimentos) y food safety (calidad de los alimentos, seguridad para el consumidor), por lo que tiene en castellano un doble significado. Por tanto, el término es mucho más complejo que sus equivalentes anglosajones, y hace referencia en un sentido amplio al derecho a la alimentación. Entendida de esta manera, la seguridad alimentaria se debería acercar más a aquellas propuestas que permitieran alcanzar ambos preceptos (calidad y cantidad) al mismo tiempo. Desde nuestro punto de vista, los momentos de incertidumbre que rodean en la actualidad al sistema agroalimentario nos obligan a probar otras alternativas que, desde un paradigma diferente, reorganicen las esferas de poder dentro de la cadena agroalimentaria y, con el objetivo del derecho a la alimentación, permitan alcanzar la seguridad alimentaria desde su perspectiva más amplia. Una de estas alternativas es la Soberanía Alimentaria. Propuesta que surge inicialmente de los movimientos campesinos integrados en la Vía Campesina y que actualmente es asumida por un número creciente de organizaciones sociales. La Soberanía Alimentaria implica una localización de la cadena agroalimentaria y un cambio en los nodos de poder de la misma, en la que el productor controla gran parte del proceso a la vez que el consumidor se acerca al productor ganando en información. En esta comunicación, desarrollaremos las potencialidades de esta propuesta para alcanzar la seguridad alimentaria tanto desde el ámbito del riesgo y contaminación alimentaria como desde el ámbito de la desnutrición.

1. Seguridad Alimentaria: un concepto con doble significado.

El concepto de seguridad alimentaria es un concepto complejo que en castellano tiene un doble significado al proceder de dos conceptos anglosajones diferentes: “food security”, más relacionado con la cantidad de alimento y “food safety”, en referencia a la calidad de los alimentos que llegan al consumidor. Así, en función del contexto en el que se aluda a la seguridad alimentaria, nos referiremos a una acepción o a otra. Esto puede llevar a confusión en castellano, pues aun siendo los dos conceptos deseables, casi interdepentiendes, y objetivos irrenunciables en la alimentación, en cada contexto se le dará más importancia a uno o a otro, tal y como veremos a continuación. En nuestra opinión, ambas acepciones tienen la misma importancia y no deberían depender de un contexto determinado, por lo que proponemos superar dicha terminología y

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buscar otros términos que permitieran abordar ambos objetivos (cantidad y calidad) al mismo tiempo.

En los países industrializados, la seguridad alimentaria suele ir ligada al concepto de “food safety”, es decir, ligado a la calidad de los alimentos y vinculado a la gestión del riesgo. Así por ejemplo, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) tiene como misión “garantizar el más alto grado de seguridad y promover la salud de los ciudadanos, trabajando para i) reducir los riesgos de las enfermedades transmitidas o vehiculadas por los alimentos; ii) Garantizar la eficacia de los sistemas de control de los alimentos; iii) Promover el consumo de los alimentos sanos, favoreciendo su accesibilidad y la información sobre los mismos; iv) Planificar, coordinar y desarrollar estrategias y actuaciones que fomenten la información, educación y promoción de la salud en el ámbito de la nutrición y, en especial, en la prevención de la obesidad” (http://www.aesan.msc.es/). Dicho concepto sufrió un fuerte impulso a finales de los 90 como consecuencia de la crisis de las vacas locas. Es por tanto un concepto con un fuerte componente técnico, surgido de los países industrializados, que busca y ofrece herramientas para gestionar las diferentes crisis alimentarias en el ámbito de la salud pública, frecuentes en la cadena agroalimentaria globalizada. No en vano, la globalización alimentaria ha sido una de las principales fuerzas que han favorecido el incremento de la inseguridad alimentaria desde el ámbito del riesgo, haciendo necesaria la creación de nuevas herramientas (APPCC, trazabilidad, etc.) que permitieran gestionar y disminuir dicho riesgo (Sanders, 1999), pero sin abordar en ningún caso, las causas fundamentales de la inseguridad alimentaria desde este ámbito. La seguridad alimentaria en el ámbito de gestión del riesgo nace además como una herramienta que permite continuar la implantación de un mercado global de alimentos, con el objetivo de evitar la desconfianza del consumidor, y por tanto, la parálisis del sector en el ámbito internacional, si bien también ha sido utilizada con el fin opuesto: vetar la entrada de alimentos por riesgo de contaminación, como es el caso de las “medidas sanitarias y fitosanitarias” (Silverglade, 2000). Por otro lado, el incremento en los requisitos técnicos y tecnológicos para satisfacer las premisas de la seguridad alimentaria en el ámbito de la calidad e higiene alimentaria son una barrera para la comercialización de los pequeños agricultores y agricultoras en todo el mundo, lo que al disminuir los ingresos de los mismos y teniendo en cuenta que más del 70% de las personas que pasan hambre en el mundo se dedican a la producción de alimentos (Sherr, 2003), también favorecería la inseguridad alimentaria en el ámbito de la nutrición desde su componente de “acceso” (ver más adelante).

En los países empobrecidos (y en los industrializados cuando el contexto en el que se desarrolla son las agencias de cooperación al desarrollo) el término de Seguridad alimentaria viene ligado al término de “food security”, y por tanto a la desnutrición. El término surge en el contexto de las agencias de las naciones unidas que trabajan desde la alimentación y la nutrición (FAO). Es un concepto dinámico que ha evolucionado desde su nacimiento en los 70 hasta la actualidad (Windfuhr y Jonsén, 2005). Su formulación actual se acordó en los 90, durante la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996 en Roma. Así, según esta perspectiva, se dice que existe seguridad alimentaria “cuando todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimentarias y sus preferencias en cuanto a los alimentos, a fin de llevar una vida activa y sana”. La seguridad alimentaria tiene tres componentes fundamentales (Ericksen, 2008):

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Disponibilidad: suficiente cantidad de alimentos. A su vez compuesto por los elementos: producción, distribución e intercambio.

Acceso: las personas tienen los ingresos o los recursos productivos necesarios para acceder a los alimentos. Los elementos que integran este componente son: alimentos asequibles; asignación de los alimentos, influido fundamentalmente por los mercados y las políticas; y preferencias (valores y normas socioculturales).

Utilización: la capacidad de la persona para consumir y beneficiarse de la ingesta de alimentos. Compuesta por el valor nutricional, valor social y seguridad alimentaria (en el sentido de calidad de los alimentos antes definido: food safety).

Esta es tanto la visión como la definición de seguridad alimentaria utilizada en el “Plan de Acción de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación 1996” y sobre la cual están basados los “Sistemas de Información y Cartografía sobre Inseguridad Alimentaria y Vulnerabilidad, (SICIAV)” coordinados por la FAO. Es importante resaltar que la última definición de Seguridad alimentaria desde el punto de vista de la desnutrición, incluye además un elemento que enlaza esta perspectiva a la del riesgo (alimentos inocuos, integrado en el componente “utilización” del concepto de seguridad alimentaria nutricional). Bajo esta perspectiva también se plantean algunas herramientas y orientaciones encaminadas a alcanzar la seguridad alimentaria global, fundamentalmente agrupadas bajo el Plan de acción. Estas propuestas pueden ser usadas por los gobiernos para diseñar políticas eficaces contra el hambre y la desnutrición. Sin embargo, el término “seguridad alimentaria” tiene algunas limitaciones importantes: i) no fija ninguna prioridad cuando se trata de la implementación de políticas; ii) un documento como el “Plan de Acción de la CMA” contiene recomendaciones contradictorias; iii) al contrario que con el derecho a la alimentación, no existe vínculo o mecanismos jurídicos de obligaciones estatales vinculados a estas obligaciones que pudieran ser utilizados por los que padecen desnutrición. Es decir, bajo esta política no se puede colocar a los Estados como (co)responsables de la situación de hambre y desnutrición de su gente; iv) mientras que la seguridad alimentaria se enfoca predominantemente en el acceso del individuo a la alimentación, todavía contiene el acceso a la alimentación en general y la compra de alimentos. Sin embargo, tanto el concepto de derecho a la alimentación como el de Soberanía Alimentaria, ponen más énfasis en el acceso a recursos productivos (Windfuhr y Jonsén, 2005), al reconocerlo como uno de los principales elementos generadores de hambre y pobreza rurales.

En definitiva, y como ocurría en el anterior caso (seguridad alimentaria y riesgo), no se terminan de acometer cambios profundos encaminados a disminuir las causas que generan inseguridad alimentaria bajo esta perspectiva. El reto, por tanto, es buscar propuestas alternativas que aborden la inseguridad alimentaria desde ambas perspectivas y cuyo principal objetivo sea eliminar las causas que generan tal inseguridad desde ambos ámbitos.

3. Sobre las causas de la inseguridad alimentaria: Globalización agroalimentaria.

Existen varias y diversas causas que favorecen la inseguridad alimentaria. Una de las más evidentes es la globalización alimentaria, que afecta a la seguridad alimentaria tanto desde la perspectiva del riesgo y la salud (Buzby y Unnevehr, 2003), como desde la desnutrición (Young, 2004). En el primer caso, la globalización alimentaria ha

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favorecido, por un lado el alargamiento de la cadena, el incremento en el número de “manos” que manipulan los alimentos y una mayor transformación de los mismos. Todos ellos incrementan los puntos críticos y de riesgo en los que, por ejemplo, organismos infecciosos pueden contaminar la cadena, o simplemente elementos que son difíciles de controlar, con un alto nivel de incertidumbre. Esta situación determina la necesidad de aumentar los controles y los mecanismos para evitar tales contaminaciones o elementos no controlados. Por otro lado, la globalización alimentaria ha favorecido el abaratamiento de materias primas para la agroindustria, lo que junto con las subvenciones a determinados cultivos y otros elementos característicos de las sociedades industrializadas (individualismo, sedentarismo), se configura como determinantes socioeconómicos que favorecen el incremento de enfermedades crónicas ligadas a la alimentación, como la obesidad (Hawkes, 2006; Rayner y col., 2010). Un tercer elemento que según algunos autores puede aumentar las enfermedades ligadas a la alimentación y que viene determinada por la globalización alimentaria es el hecho de que el poder comer cualquier alimento de cualquier parte del mundo podría romper con la interacción genética- medio ambiente, es decir, la correspondencia genética que existía entre un pueblo, su evolución genética y el medio en el que habita y se alimenta (Ordovás, 2008), si bien, este último enfoque es difícil de demostrar y simplifica la realidad biológica y la relación genética-medio ambiente. Dada la elevada vinculación que existe entre la inseguridad alimentaria y la globalización, la FAO y la OMS crearon una comisión mixta encargada de establecer los criterios que a nivel internacional deben cumplir los alimentos para poder ser comercializados en el marco de la OMC: el Codex Alimentarius. La Comisión del Codex Alimentarius fue creada en 1963 por la FAO y la OMS para desarrollar normas alimentarias, reglamentos y otros textos relacionados tales como códigos de prácticas bajo el Programa Conjunto FAO/OMS de Normas Alimentarias. Las materias principales de este Programa son la protección de la salud de los consumidores, asegurar unas prácticas de comercio claras y promocionar la coordinación de todas las normas alimentarias acordadas por las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales (www.codexalimentarius.net). Finalmente, la inseguridad alimentaria en el ámbito del riesgo también está relacionada con la percepción del riesgo por los consumidores y consumidoras. En este sentido, la globalización alimentaria, la mayor cantidad de productos de distintas procedencias incrementan dicha percepción a la hora de tomar una decisión por parte de la ciudadanía (Reidar, 1999).

Food and food products have become commodities produced and traded in a market that has expanded from an essentially local base to an increasingly global one. Changes in the world food economy have contributed to shifting dietary patterns, for example increased consumption of an energy-dense diet high in fat, particularly saturated fat, and low in carbohydrates. This combines with a decline in energy expenditure that is associated with a sedentary lifestyle, with motorized transport, and labour-saving devices at home and at work largely replacing physically demanding manual tasks, and leisure time often being dominated by physically undemanding pastimes. (WHO, 2002: 1)

Un elemento interesante en el ámbito de las propuestas para la seguridad alimentaria y la gestión del riesgo es que la mayoría van encaminadas a la autoinspección de las compañías que comercializan los productos, la autoimposición de los mecanismos de control como el HAPCC, los sistemas privados de normas como las ISO, etc. De esta manera, el Estado tiene una parte de responsabilidad, pero finalmente delega en las propias empresas la gestión de ese riesgo, perdiendo por tanto un elemento de control y poder en dicho ámbito.

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Respecto al ámbito de la seguridad alimentaria y la desnutrición, la globalización alimentaria es un elemento importante, si bien ésta no habría sido posible sin otros elementos que la acompañan y que también han sido determinantes en el incremento del hambre y la pobreza rurales. Estos elementos son la industrialización e intensificación de la agricultura, la revolución verde (estos dos elementos de nuevo nos revelan la interconexión entre ambas perspectivas, pues la intensificación y la revolución verde han venido acompañadas del incremento del uso de pesticidas, que incrementan el riesgo de contaminación en los alimentos), la firma del acuerdo de agricultura en el marco de la OMC y las normas de protección de los derechos de propiedad intelectual. La liberalización de los mercados agrícolas (componente fundamental para la globalización alimentaria) es un factor que genera una gran controversia. Por un lado los defensores señalan que el libre mercado de alimentos favorecerá el acceso a mejores y más baratos alimentos a través de las importaciones alimentarias, estimulando además un uso más eficiente de los recursos a nivel mundial (FAO, 1996; FAO, 2003). Sin embargo, los opositores a la globalización alimentaria en un marco de libre mercado señalan que ésta en realidad es una amenaza para la seguridad alimentaria (Lang, 1996; Rivera-Ferre, 2009) y que los países deberían tener como objetivo una mayor autosuficiencia. Para muchos países, una mayor dependencia de las importaciones alimentarias implica una mayor vulnerabilidad a los “shocks” en los mercados internacionales, como la crisis alimentaria de 2008 nos demuestra, lo que en último termino afectaría a la capacidad y acceso a las importaciones alimentarias (García et al., 2008). Conviene señalar además otra potencial causa de inseguridad alimentaria en este ámbito relacionada con la globalización: la disminución en la calidad nutritiva de los alimentos como consecuencia del transporte y el tiempo desde la recolección de las cosechas hasta el consumo, y el elevado grado de transformación.

Podríamos afirmar que la industrialización agrícola y la liberalización del mercado no sólo no han conseguido disminuir el hambre y la pobreza rurales, sino que más bien han favorecido la generalización de procesos de producción y comercialización insostenibles de alimentos, y una concentración sin precedentes de la cadena agroalimentaria, resultando en un mayor empobrecimiento de las zonas rurales. El resultado principal de la globalización alimentaria ha sido el de la subordinación de la agricultura a otros sectores económicos y el desplazamiento del poder dentro de la cadena agroalimentaria (McMichael, 1994; Lang, 1999a,b). De esta manera, los agricultores y agricultoras (al igual que los consumidores y consumidoras) apenas tienen poder en la toma de decisiones, mientras que cada vez menos empresas determinan a nivel internacional lo que se produce y cómo se produce. El alto comisionado del Derecho a la Alimentación de las Naciones Unidas, el Sr. Ziegler, señalaba en el año 2002 que el libre comercio o las biotecnologías por sí mismas no resolverán el problema del hambre en el mundo, y que en ocasiones pueden ser un obstáculo para ello (United Nations, 2002). En su opinión, el origen de la ineficacia en terminar con el hambre mundial está en no cuestionar el impacto que tienen sobre la pobreza el actual modelo “mercado-fundamentalista” y el énfasis en alcanzar una seguridad alimentaria basada en el mercado. Recientemente, expresó su preocupación por el creciente poder de las transnacionales de la alimentación, así como por la extensión de su poder hacia la alimentación en general o el control del agua (United Nations, 2004).

4. El derecho a la alimentación.

Desde la celebración en 1996 de la cumbre mundial de la alimentación, organizada por FAO con el objetivo de abordar posibles estrategias para disminuir el hambre en el

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mundo, no se ha conseguido terminar con esta problemática. Por aquel entonces, la cifra de hambrientos era de más de 800 millones de personas (FAO, 1996). Diez años después, el comité de seguridad alimentaria de la FAO se reunió para realizar un seguimiento en los avances conseguidos durante ese período. Lejos de alcanzar ese objetivo, la cifra había aumentado hasta los 854 millones de personas (FAO, 2006). Si bien es cierto que la población mundial también aumentó en ese período y, por tanto, la cifra de hambrientos en términos relativos era más baja que en el año 1996, no es este motivo para pensar que se va por el buen camino. En la actualidad la cifra es de 1000 millones de hambrientos. El objetivo planteado, la disminución en el número de hambrientos, no se ha conseguido y es por tanto necesario analizar otras alternativas de propuestas políticas diferentes a las llevadas a cabo durante los 14 últimos años.Para terminar con el hambre es necesario abordar el problema desde el ámbito de los derechos humanos. Así el hambre debe entenderse como una falta del cumplimiento del derecho a la alimentación, reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948 (art. 25) e incluido en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1976 (art. 11), así como del reconocimiento de otros derechos humanos que luego ampliaré. Las Naciones Unidas definen el derecho a la alimentación (DAA) como:“el derecho a tener acceso, individual o colectivamente, de manera regular y permanente, a una alimentación cuantitativa y cualitativamente adecuada y suficiente, y a los medios necesarios para producirla, de forma que se corresponda con las tradiciones culturales de cada población y que garantice una vida física y psíquica satisfactoria y digna ” (United Nations, 2002). El DAA implica por tanto, el derecho a poder alimentarse uno mismo de forma digna y autónoma, más que el derecho a ser alimentado. El concepto de derecho a la alimentación aprobado por las naciones unidas tiene varios elementos que podrían ser clave para alcanzar la seguridad alimentaria tanto desde el punto de vista del riesgo como desde la desnutrición, pues en el mismo concepto se habla de calidad y cantidad de alimentos. Según el DAA, para alcanzar dicho derecho sería necesario tener acceso a los medios necesarios para producir alimentos (tierra, semilla, agua). Así mismo, alcanzar dicho derecho implica que la alimentación debe ir ligada a las tradiciones culturales de territorio en el que se produzcan los alimentos, y finalmente, éstos nos deben garantizar una vida física y psíquica satisfactoria y digna, por lo que a nivel de calidad deben cumplir a su vez una serie de requisitos que favorezcan una buena salud, disminuyendo las enfermedades ligadas a la alimentación.Abordar la alimentación desde una perspectiva de derechos es fundamental si queremos alcanzar una alimentación segura y sostenible (Mauleón y Rivera-Ferre, 2010). En este sentido, la soberanía alimentaria sería una propuesta factible desarrollada para alcanzar el derecho a la alimentación y que permitiría obtener una seguridad alimentaria tanto en términos de cantidad como de calidad.

4. La Soberanía Alimentaria como propuesta alternativa para una alimentación justa, segura y sostenible.

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El concepto de soberanía alimentaría fue formulado por La Vía Campesina1 y se llevó a debate público durante la mencionada Cumbre mundial sobre la alimentación en 1996. Desde entonces ha sido adoptado por una amplia variedad de organizaciones de la sociedad civil en todo el mundo y se ha convertido en un tema importante del debate internacional, incluso en el seno de algunos órganos de las Naciones Unidas (CIP, 2006). La soberanía alimentaria fue definida en el Forum de ONG/OSC para la soberanía alimentaria celebrado en Roma en el 2002 como:“el derecho de los pueblos, comunidades y países a definir sus propias políticas agrícolas, laborales, pesqueras, alimentarias y de tierra de forma que sean ecológica, social, económica y culturalmente apropiadas a sus circunstancias únicas. Esto incluye el verdadero derecho a la alimentación y a la producción de alimentos, lo que significa que todos los pueblos tienen el derecho a una alimentación inocua, nutritiva y culturalmente apropiada, y a los recursos para la producción de alimentos y a la capacidad para mantenerse a sí mismos y a sus sociedades” (CIP, 2002). En la Declaración Final de Nyeleni 2007, se define a la soberanía alimentaria como el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica, y su derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo.Soberanía alimentaria implica la primacía de los derechos de los pueblos y las comunidades a la alimentación y la producción de alimentos, sobre los intereses del comercio. Por ello, en su propuesta antepone el fomento y la promoción de los mercados locales y de los productores frente a la producción para la exportación y la importación de alimentos. En este sentido se diferencia claramente del concepto de seguridad alimentaria, pues entiende que la globalización alimentaria es una de las principales causas de inseguridad alimentaria, y por tanto, sus propuestas van encaminadas a contrarrestar no sólo los efectos de la globalización alimentaria, sino a la globalización misma, mediante la localización de la producción y comercialización de los alimentos, la producción de alimentos apropiados al contexto territorial y las tradiciones culturales, y la redistribución del poder en la cadena agroalimentaria. La soberanía alimentaria, en definitiva, aborda la temática no sólo del hambre, sino del desarrollo rural en general, desde un enfoque de derechos, que abarca desde el derecho a la alimentación, hasta la reivindicación del reconocimiento del derecho a producir y el derecho al acceso y la gestión de los recursos productivos, tales como tierra, agua, bosques, semillas, ganado y biodiversidad, para su uso sostenible. Pone a aquellas personas que producen, distribuyen y consumen alimentos en el corazón de los sistemas y políticas alimentarias, por encima de las exigencias de los mercados y de las empresas. Promueve el comercio transparente, que garantiza ingresos dignos para todos los pueblos, y los derechos de los consumidores a controlar su propia alimentación y nutrición, y tener una alimentación segura. Para el Sr. Ziegler, la soberanía alimentaria entiende el comercio como un medio, no como un fin en sí mismo, dando primacía al derecho a la alimentación por encima de la agricultura industrial orientada a la exportación (UUNN, 2004). Este es quizás otro elemento diferencial importante de la seguridad alimentaria, que pone un mayor énfasis en el mercado como solución a la problemática frente a la perspectiva de derechos. La Soberanía alimentaria prioriza el mercado y la economía locales, y promueve una agricultura y pesca a pequeña escala, en manos de los productores y productoras familiares, indígenas, pastores y pescadores 1 La Vía Campesina es un movimiento internacional de campesinos y campesinas, pequeños y medianos productores, mujeres rurales, indígenas, gente sin tierra, jóvenes rurales y trabajadores agrícolas creado en 1992. Defiende un modelo campesino basado en la agricultura y en la producción sustentable, con recursos locales, en armonía con la cultura y las tradiciones locales y la soberanía alimentaria de los pueblos (www.viacampesina.org).

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artesanales, y por tanto, una producción, distribución y consumo de alimentos basados en principios de sostenibilidad económica, social y medioambiental. En definitiva, sugiere que para terminar con el hambre es necesaria una distribución democrática del acceso a los recursos productivos y, por tanto, ataca las causas nacionales e internacionales del hambre y la pobreza. Para ello, la soberanía alimentaria centra su atención tanto en el marco internacional (OMC, FMI, BM, etc.) como en las políticas nacionales que pueden orientarse hacia la reducción de la pobreza rural y la eliminación del hambre y la desnutrición. El foro de ONG/OSC para la soberanía alimentaria declaraba en 2002 (CIP, 2002) que alcanzar la soberanía alimentaria requiere:1. “Dar prioridad a la producción de alimentos para mercados domésticos y locales, basados en explotaciones campesinas y familiares diversificadas y en sistemas de producción agroecológicos.2. Asegurar precios justos para los campesinos, lo que significa el poder para proteger los mercados interiores de las importaciones a bajo precio y dumping.3. Acceso a la tierra, al agua, a los bosques y a la pesca y otros recursos productivos a través de una redistribución genuina (…). 4. Reconocimiento y promoción del papel de la mujer en la producción alimentaria y acceso equitativo y control de los recursos productivos.5. Control de la comunidad sobre los recursos productivos, en oposición a las corporaciones propietarias de tierras, agua y recursos genéticos y otros.6. Protección de las semillas, base de la alimentación y de la vida misma, para el libre intercambio y uso de los campesinos, lo que significa no patentar la vida y una moratoria sobre las culturas genéticamente modificadas (…).7. Inversión pública para fomentar la actividad productiva de familias y comunidades dirigidas a aumentar el poder, el control local y la producción alimentaria para los pueblos y los mercados locales.”

En definitiva, la soberanía alimentaria es fundamentalmente conocida por ser un conjunto de propuestas y estrategias políticas para alcanzar el derecho a la alimentación, con la percepción de abordarlo desde el ámbito de la desnutrición. Sin embargo, tanto el derecho a la alimentación, como la soberanía alimentaria, así como otras que apuestan por la relocalización de los sistemas agroalimentarios, podrían permitir también incrementar la seguridad alimentaria desde la perspectiva del riesgo. Por un lado, los alimentos serían adecuados al contexto cultural, por otro lado, la agroecología favorecería la producción de alimentos sin tóxicos, disminuyendo el riesgo de consumir alimentos contaminados a nivel de granja, socialmente justos. Así mismo, el acortamiento de la cadena alimentaria y la reducción del número de intermediarios y transformaciones sufridas por los alimentos disminuyen los puntos críticos en los que los alimentos pudieran ser contaminados. Otro punto en el que disminuye la incertidumbre a la que quedan sujetos los alimentos en cadenas largas y globalizadas es en el punto de venta y el producto comercializado. Si bien las cadenas globalizadas requieren de la implementación de herramientas como la trazabilidad para determinar el origen de potenciales fuentes de contaminación y consecuentes crisis alimentarias, una cadena corta permitiría saber de inmediato el origen de los productos consumidos.

Lo que quizás pueda diferenciar a la soberanía alimentaria de otras propuestas de relocalización y promoción de la agricultura tradicional (CSA, etc.), ecológica y campesina es su apuesta por la participación de los campesinos y campesinas en las esferas públicas de toma de decisiones relacionadas con el sector agropecuario, y su apuesta por una solución fundamentalmente liderada por la ciudadanía y los Estados,

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frente a soluciones privadas en manos de las grandes empresas. Ligado a este concepto encontraríamos el de Democracia Alimentaria (food democracy: Haasanein, 2003), que también apuesta por una redistribución del poder en la cadena agroalimentaria, si bien, no tiene premisas tan claras como la soberanía alimentaria en el ámbito de los modelos de producción (agroecología). En cualquier caso, si consideramos que más del 70% de los hambrientos del mundo se encuentran en el medio rural, y que todas las personas tenemos que comer y no podemos decidir realmente sobre nuestra alimentación, el avance es importante pues estaríamos relacionando la governanza del sistema alimentario como un elemento necesario más para alcanzar la seguridad alimentaria desde ambas perspectivas.

5. La Agroecología como herramienta para abordar el trabajo integrado de la seguridad alimentaria desde la soberanía alimentaria.

La Agroecología surge como respuesta al fracaso social, económico y ambiental del desarrollo agrario y rural vinculado a la “revolución verde”. La Agroecología propone un enfoque alternativo al de la ciencia convencional para el análisis de los agroecosistemas, los sistemas agroalimentarios y el desarrollo rural aportando alternativas para la lucha contra el hambre y la erradicación de la pobreza. Por tanto, la Agroecología tiene una doble vertiente, científica y analítica, por una parte, y práctica y política, por otra.

Como práctica, la Agroecología propone el diseño y manejo sostenible de los agroecosistemas con criterios ecológicos (Altieri, 1999, Gliessman, 2002) a través de formas de acción social colectiva y propuestas de desarrollo participativo que impulsan formas de producción y comercialización de alimentos y demás productos agroganaderos que contribuyen a dar respuesta a la actual crisis ecológica y social en las zonas rurales y urbanas (Sevilla y Woodgate, 1997).

Como enfoque teórico y metodológico, la Agroecología constituye una estrategia pluridisciplinar y pluriepistemológica para el análisis y diseño de formas de manejo participativo de los recursos naturales aplicando conceptos y principios ecológicos vinculadas a propuestas alternativas de desarrollo local (Norgaard, 1994, Guzmán et alt, 2000). Por tanto, la Agroecología es, simultáneamente, un enfoque científico para el análisis y evaluación de los agroecosistemas y sistemas alimentarios y una propuesta para la praxis tecnico-productiva y sociopolítica de los sistemas agroalimentarios.

Sevilla Guzmán (2006: 223) define el objeto de estudio de la agroecología como “el manejo ecológico de los recursos naturales a través de formas de acción social colectiva para el establecimiento de sistemas de control participativo y democrático, en los ámbitos de la producción y circulación. La estrategia teórica y metodológica así elaborada tendrá, además; por un lado, una naturaleza sistémica y un enfoque holístico, ya que tales formas de manejo habrán de frenar selectivamente el desarrollo actual de las fuerzas productivas para contener las formas degradantes de producción y consumo que han generado la crisis ecológica. Y, por otro lado, tal necesario manejo ecológico de los recursos naturales, tendrá igualmente, una fuerte dimensión local como portadora de un potencial endógeno, que, a través del conocimiento campesino (local o indígena, allá donde pueda aún existir), permita la potenciación de la biodiversidad ecológica y sociocultural y el diseño de sistemas de agricultura sostenible”.

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La Agroecología aporta un enfoque pluriepistemológico y multidisciplinar que se articula a través de tres dimensiones de análisis (Ottman, 2005, Sevilla, 2009). La primera dimensión de la Agroecológia es la ecológica y técnico-agronómica, centrada en el diseño de los agroecosistemas siendo la ecología el marco científico de referencia que en diálogo con el conocimiento tradicional campesino e indígena proponen la redefinición de los fundamentos técnicos de la agronomía, la veterinarias y las ciencias forestales. La segunda dimensión socioeconómica y sociocultural o de transformación local se caracteriza por un fuerte contenido endógeno, prioritariamente a través del análisis sociológico y antropológico de las comunidades campesinas y rurales, las estrategias productivas y los procesos de desarrollo rural prioritaria, aunque no exclusivamente, a través de técnicas de investigación-acción-participativa. Finalmente, la dimensión política de la Agroecología se traduce en la implicación práctica en la construcción de alternativas a la globalización agroalimentaria mediante el apoyo y acompañamiento de acciones colectivas, tanto productivas, de comercialización como de lucha política. En esta última dimensión la Agroecología se articula como una herramienta para trabajar desde el marco teórico propuesto desde la Soberanía Alimentaria.

Excede las posibilidades de este trabajo desarrollar las tres dimensiones de la Agroecología por lo que nos limitáramos a apuntar algunos fundamentes teóricos y analíticos centrados en el campesinado y la propuesta de recampesinización propuesta por la Agroecología y que con el enfoque político propuesto por la soberanía alimentaria podría ser una herramienta para abordar la seguridad alimentaria desde sus dos acepciones fundamentales.

En la búsqueda de alternativas sustentables para la agricultura, la Agroecología torna su mirada hacia los saberes campesinos. La Agroecología parte de “reconocer el gran conocimiento que el campesino tiene de entomología, botánica, suelos y agronomía” y valorar la “herencia agrícola” que los sistemas agrarios tradicionales implican ya que “fueron desarrollados para disminuir riesgos ambientales y económicos y mantienen la base productiva de la agricultura a través del tiempo” (Hecht, 1999: 30, 15). En consecuencia, la agroecología proponer un diálogo de saberes entre el conocimiento empírico y práctico de los agricultores y el conocimiento científico.

Las comunidades campesinas guiadas por criterios culturales inclusivos han generados mecanismos de distribución y asignación de recursos más equitativos, o al menos no tan desiguales, como los que generados en una economía de mercado competitiva. Partiendo del derecho al trabajo y al sustento, así como la defensa de los recursos comunales y el criterio de apropiación individual limitado a los frutos del trabajo, el campesinado ha generado una organización económica donde, si bien no existe igualdad en la distribución de los ingresos, sí se genera un límite sociocultural a la exclusión y la pobreza a través de mecanismos redistributivos inclusivos (Georgescu Roegen, 1960, 1965).

La propuesta agroecológica de desarrollo rural como estrategia de lucha contra el hambre y la pobreza se basa en una estrategia de recampesinización. Es decir, a partir de la recuperación de los conocimientos empíricos y las instituciones socioculturales campesinas se propone fortalecer sistemas de manejo agroganaderos, altamente autónomos respecto al mercado y formas de organización social colectiva y cooperativa, tanto en el ámbito de la producción como del consumo, centradas en la atención de necesidades básicas.

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El objetivo de reproducción social y estabilidad del campesinado contrasta con el objetivo de acumulación monetaria en el mercado y los criterios de rentabilidad empresarial. En consecuencia, la agroecología busca una articulación alternativa con el mercado a través de canales cortos de comercialización en ámbitos locales centrados en atender las necesidades alimentarias de la comunidad. La articulación intersectorial dentro del sistema agroalimentaria es un aspecto central de la estabilidad de los sistemas productivos agroganaderos. Por tanto, la agroecología trabaja en la construcción de sistemas agroalimentarios alternativos (Gliessman, 2002).

Desde esta perspectiva, la agroeocología puede entenderse como una herramienta en la que los criterios y propuestas elaboradas desde la soberanía alimentaria podrían implementarse en el ámbito rural y urbano. La agroeología podría dotar de instrumentos a los investigadores e investigadoras que desde el ámbito académico y de la extensión rural apuesten por otras metodologías y la integración de las dos acepciones del concepto de seguridad alimentaria con el objetivo de abordarlo desde el mismo enfoque y con el paradigma teórico de la soberanía alimentaria.

6. Conclusiones.

La agroecología ofrece un enfoque alternativo para trabajar y alcanzar la seguridad alimentaria en su doble acepción, riesgo y desnutrición, siendo un enfoque además necesario para alcanzar la propuesta de la soberanía alimentaria. Desde la agroecología y la soberanía alimentaria, se trabajaría para conseguir la seguridad alimentaria a dos niveles fundamentalmente, el de la producción de los alimentos, facilitando el acceso y disponibilidad de los mismos, y reduciendo la probabilidad de contaminación por el uso de agrotóxicos; y el de la comercialización, disminuyendo la longitud de la cadena agroalimentaria, y por tanto las posibilidades de contaminación por manipulación, y asegurando un precio justo por los alimentos a los productores y productoras, y por tanto, facilitando el acceso de los mismos a otros alimentos y recursos complementarios. Por otro lado, la recuperación de la agricultura tradicional, favorece la posibilidad de alcanzar una alimentación culturalmente apropiada, dado que bajo esta perspectiva los alimentos consumidos son los procedentes de variedades locales y producidos en temporada. Por tanto, se evitarían las dietas desequilibradas que, entre otras cosas, son factores que favorecen enfermedades crónicas como la obesidad.

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