Semanario 4 de Abril Del 2012

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VOLUMEN I/N°004/ABRIL DEL 2012 semanario semanario económico económico ¿VIVIMOS EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS? Por Econ. Víctor Alvino Guembes ¿LA POBREZA NO ES COMO LA IMAGINAMOS? (Pág. 1) LA CRISIS DE LA SOBREPRODUCCIÓN Y EL DESEMPLEO SEGÚN THOMAS ROBERT MALTHUS (Pág. 3) Editor Fundador Econ. Víctor Eleazar Alvino Guembes Coordinador General Daniel Arturo Alvino Loza Editor Gráfico Víctor Hugo Alvino Loza Oficina de Redacción Av. Salaverry N° 582 – Huacho, Perú Teléfono: 991846942-991434859 E-mail: [email protected] LA POBREZA NO ES COMO LA IMAGINAMOS no de los problemas más importantes del análisis de la pobreza es su heterogeneidad y multidimensionalidad. Para esto, se han ensayado diversos métodos con el fin de reducir esta heterogeneidad y darle sentido a las cifras para poder analizarlas y así definir mejores políticas sociales. Uno de los enfoques más simples es clasificar a los pobres entre pobres extremos y no extremos, es decir, se intenta reducir la multidimensionalidad de la pobreza considerando una tipología sobre la base de la intensidad de la pobreza 1 . Sin embargo, con el afán de ser claro y sencillo, este método deja de lado mucha información útil y mas aun da la impresión que los “pobres extremos” o los “pobres no extremos” son categorías que no cambian en el tiempo. De hecho, los datos sobre pobreza necesitan un cierto procesamiento para ser útiles a la política social. Una primera discusión, bastante técnica, se dio en la década de U 1 El indicador mas conocido de intensidad de la pobreza es la brecha de la pobreza que es un indicador continuo y mide la distancia de los ingresos (o gastos) de la familia y la canasta de pobreza. La clasificación entre pobres extremos y no extremos tiene la misma lógica, solo que es un indicador discreto. Página | 1 semanarioeconóm ico

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VOLUMEN I/N°004/ABRIL DEL 2012

semanariosemanarioeconómicoeconómico¿VIVIMOS EN EL PAÍS DE LAS

MARAVILLAS?Por Econ. Víctor Alvino Guembes

¿LA POBREZA NO ES COMO LA IMAGINAMOS? (Pág. 1) LA CRISIS DE LA SOBREPRODUCCIÓN Y EL DESEMPLEO

SEGÚN THOMAS ROBERT MALTHUS (Pág. 3)

Editor FundadorEcon. Víctor Eleazar Alvino Guembes

Coordinador GeneralDaniel Arturo Alvino Loza

Editor GráficoVíctor Hugo Alvino LozaOficina de Redacción

Av. Salaverry N° 582 – Huacho, PerúTeléfono: 991846942-991434859

E-mail: [email protected]

LA POBREZA NO ES COMO LA IMAGINAMOS

no de los problemas más importantes del análisis de la pobreza es su heterogeneidad y multidimensionalidad. Para esto, se han

ensayado diversos métodos con el fin de reducir esta heterogeneidad y darle sentido a las cifras para poder analizarlas y así definir mejores políticas sociales. Uno de los enfoques más simples es clasificar a los pobres entre pobres extremos y no extremos, es decir, se intenta reducir la multidimensionalidad de la pobreza considerando una tipología sobre la base de la intensidad de la pobreza1. Sin embargo, con el afán de ser claro y sencillo, este método deja de lado mucha información útil y mas aun da la impresión que los “pobres extremos” o los “pobres no extremos” son categorías que no cambian en el tiempo. De hecho, los datos sobre pobreza necesitan un cierto procesamiento para ser útiles a la política social. Una primera discusión, bastante técnica, se dio en la década de los 80´s respecto a cómo debía medirse la pobreza. No sólo importaba saber cuántos pobres hay en la sociedad, sino que tan pobres son ellos, y más aún, que tan severa es su pobreza. Este debate culminó satisfactoriamente cuando Foster, Greer, Thorbecke en 1984, propusieron su familia de indicadores de pobreza que tomaba en cuenta todas las propiedades deseables en un indicador de este tipo. Este debate, aún cuando ha sido bastante fructífero desde el punto de vista de la precisión estadística de la medición de la pobreza ha sido de poca utilidad práctica pues los hacedores de política social usualmente necesitan indicadores más simples para su trabajo cotidiano. Así, el desarrollo de Mapas de Pobreza, inspirados en la medición basada en el Método de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) se ha vuelto bastante útil y demandado entre los hacedores de política. Esto les ha

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1 El indicador mas conocido de intensidad de la pobreza es la brecha de la pobreza que es un indicador continuo y mide la distancia de los ingresos (o gastos) de la familia y la canasta de pobreza. La clasificación entre pobres extremos y no extremos tiene la misma lógica, solo que es un indicador discreto.

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permitido además, focalizar con criterio geográfico a zonas con alta incidencia de pobreza. Un esfuerzo posterior, basado en el NBI, fue el del Método Integrado de la Pobreza, propuesto inicialmente por Beccaria y Minujin (1985) y luego por Katzman (1989), el que tenía la virtud de identificar cuatro tipos de pobres: los pobres estructurales, los nuevos pobres, los pobres inerciales y los integrados. Paradójicamente, a pesar de lo interesante de este enfoque y su utilidad en materia de política, su aplicación ha sido prácticamente nula, por lo menos en el caso peruano. Las categorías involucradas parecían no definir públicos objetivos muy claros, ni acciones de política muy diferentes a las que se venían haciendo. La idea del método integrado es sin embargo la correcta. Al ser la pobreza un concepto multidimensional, es claro que no todos los pobres, lo son por la misma razón. Por tanto, no todos los pobres necesitan el mismo “tratamiento” de sus necesidades. Eso parece haberse olvidado en los debates académicos y políticos recientes en el país, en donde pareciera haberse separado – artificialmente por cierto – al pobre de su necesidad. Se ha tendido a pensar en los pobres en abstracto, como si se pudiera separar su condición de pobreza de la causa por la cual se encuentran en esa situación y por tanto, como si todos necesitaran lo mismo para superar su situación de necesidad. Esta errónea percepción es la que ha definido un esquema de política social, distanciado de la realidad. En esta sección presentamos una revisión de la naturaleza de la pobreza en el país, a la luz de nueva evidencia extraída de las Encuestas Nacionales de Hogares (ENAHO) las cuales contienen información de tipo longitudinal que ha sido escasamente analizada con fines de política social. A manera de conclusión, puedo afirmar que en años recientes, la reducción de la pobreza se ha ido convirtiendo en un objetivo muy claro desde el punto de vista político. No solo a nivel nacional, las propuestas de política cada vez se orientan mas hacia la generación de bienestar para la población de bajos recursos sino que incluso a nivel sino regional y local, las Metas de Desarrollo del Milenio han situado a la reducción de la pobreza extrema a la mitad como primera meta a ser cumplida el año 2015.

En el caso peruano existe consenso de que en los últimos años ha habido crecimiento económico pero además que este ha sido insuficiente para reducir de manera significativa los niveles de pobreza existentes en el país. En el caso de nuestra región en los últimos años, por ejemplo, las autoridades regionales y locales responsables del tema poco y casi nada han hecho por erradicar o reducir los niveles de pobreza, por lo tanto tampoco se han tomado medidas de política. La prueba más clara es la siguiente: El tipo de crecimiento económico experimentado, basado en sectores con baja intensidad del trabajo, no ha generado una dinámica suficiente para que la pobreza caiga en los niveles esperados. La variable de ajuste en este proceso, es el incremento de la desigualdad, tanto factorial como personal. En estas circunstancias, el Gobierno Nacional considerando que el problema es general ha optado por políticas sociales más agresivas relanzando, por ejemplo, el Programa Juntos, que es un programa de transferencia de efectivo hacia las familias más pobres, con la finalidad de acelerar que los beneficios del crecimiento se traduzcan en bienestar para las familias. En general, el debate se ha tendido a centrar en como hacer para que las políticas sociales tengan un grado más alto de focalización y al mismo tiempo mayor efectividad. Para fines comprender mejor el fenómeno de la pobreza y de elaborar políticas sociales más efectivas, es necesario explorar aun más en este fenómeno. Una observación muy importante hecha recientemente es que la pobreza no solo sólo es multidimensional, sino que también es dinámica. Hay componentes crónicos y componentes transitorios en este fenómeno. Esta idea no es nueva. De hecho fue planteada hace dos décadas en los trabajos pioneros de Beccaria y Minujin y Katzman mediante la idea del método integrado de pobreza. Lo nuevo en la actualidad son las bases de datos con que se cuenta. Hace dos décadas no existían bases de datos de tipo longitudinal. Esto ha facilitado la discusión empírica y teórica respecto a la inclusión de la dimensión temporal en los análisis de la pobreza. Los pobres crónicos, es decir aquellos que son pobres por mucho tiempo, tienen características particulares. Son hogares rurales o invasores recientes de la ciudad, los padres cuentan sólo con educación primaria, y fundamentalmente, carecen de activos productivos. Los pobres transitorios tienen, en cambio, más acceso a estos activos productivos, especialmente a tierras con titulo en el campo, pero se ven afectados por shocks de tipo microeconómico que afectan el valor de estos activos. En particular, los shocks naturales, de salud y accidentes y los shocks laborales tienen impacto significativo sobre la probabilidad de caer en pobreza. Para fines de

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política social, las consecuencias de un análisis este tipo de información son contundentes. En primer lugar, es claro que la imagen que teníamos de la pobreza cambia. No puede haber una sola pobreza porque los procesos que conducen a la entrada y a la salida de la pobreza son distintos. Así, no se puede separar al pobre de la causa que lo ubicó en esa situación. Pensar que la pobreza es de una sola forma, no cambiante en el tiempo, ha llevado a la concepción de una política social en abstracto, basada en los síntomas de la pobreza, antes que en sus causas. En segundo lugar, un análisis dinámico deja claro que se le ha dado mucho énfasis, recientemente, al tema de los errores de focalización. En un contexto en que la pobreza cambia, es difícil pensar que los errores de focalización alguna vez desaparecerán. Esto, que es bastante conocido por los funcionarios a cargo de los programas sociales, es consecuencia de una interpretación bastante simple del concepto de focalización. Es decir, se ha tendido a asociar focalización sólo con identificación de pobres, como si en el país fuera difícil encontrar pobres. Aceptar que los errores de identificación de pobres siempre van a ser altos, requiere entonces ir más allá de los errores de focalización. Entendamos que la focalización no termina cuando se encuentra al pobre sino que ahí recién empieza el problema. Es necesario pues desarrollar mecanismos de focalización para proyectos en marcha que complementen a los mecanismos de focalización para la identificación de pobres que se han desarrollado mucho en años recientes. Esto no necesariamente pasa por sacar de los programas a los no pobres en un periodo de tiempo, sino encontrar mecanismos para sesgar el gasto de los programas hacia los más pobres entre los pobres. Esto puede no reducir el índice de filtración simple propuesto, pero ciertamente va a reducir el índice de filtración efectiva. El mayor hallazgo es la evidencia empírica sobre la existencia de dos tipos de pobrezas: crónica y transitoria, y la constatación de que bajo estas circunstancias la política social debería estar pensada en esos dos niveles. Los pobres crónicos requieren claramente políticas de transferencia y desarrollo de capital físico (activos productivos), especialmente educación para la madre. Los pobres transitorios en cambio, encuentran las formas de salir de la pobreza en cada momento del tiempo. Lo que ocurre es que se enfrentan a un sin número de shocks que frustran esas salidas y los devuelven a su situación inicial. En el caso peruano, la política social consta de una red de protección social que opera en situaciones límite, como si todos los pobres fueran de la misma naturaleza y como si todos ellos necesitaran lo mismo. Lo que se opino es que dicha red de protección estará incompleta si no se toman en cuenta los shocks que más afectan a los pobres, especialmente los desastres naturales (que requieren políticas de reducción de la incidencia y de manejo de riesgos sociales) y los accidentes y enfermedades ocupacionales de los perceptores de ingreso del hogar, que afectan por igual a todos los hogares pero en donde los pobres no tienen estrategias para sobrellevarlos, mas que recurrir aleatoriamente a mecanismos comunitarios. Se trata, a fin de cuentas, de que la red de protección social proteja efectivamente el principal instrumento de trabajo de los pobres, la tierra o sus activos en el caso rural, y el propio funcionamiento de la persona, en el caso urbano. En los tres riesgos más importantes – shocks naturales, de salud y económicos – son necesarias políticas que ayuden a los hogares a manejar o administrar los riesgos que enfrentan, como el fortalecimiento de la prevención, el aseguramiento o los mecanismos de cobertura a trabajadores no asalariados. Sin embargo, en el caso de los desastres naturales ello no basta. En este caso, es necesario adoptar políticas que reduzcan la exposición de los pobres a estos riesgos para lo cual se requiere de la implementación de una agresiva política preventiva.

LA CRISIS DE LA SOBREPRODUCCIÓN Y EL DESEMPLEO SEGÚN THOMAS ROBERT MALTHUS

althus pensaba que la sobreproducción generalizada no era necesariamente un fenómeno transitorio. Para él, la sobreproducción de todos los bienes podía ser un estado permanente de la economía causado por una insuficiente demanda de consumo. En el

lenguaje técnico actual podría decirse que Malthus entreveía la posibilidad de un estado de equilibrio general en el que los vendedores están racionados en todos los mercados. Los vendedores de bienes y servicios producen por debajo de sus posibilidades porque creen que el mercado es incapaz de absorber cantidades superiores. En consecuencia, su demanda de trabajo resulta insuficiente para absorber toda la oferta existente. Hay desempleo. Y el

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desempleo reduce la demanda de bienes y servicios. De este modo se confirman las previsiones de los oferentes, que siguen produciendo por debajo de sus posibilidades y siguen manteniendo una demanda de trabajo insuficiente para dar empleo a todas las personas que lo desean. La sobreproducción, el desempleo y, en general, el estancamiento de la economía puede ser una situación permanente por causa de una insuficiente demanda de consumo.

Es difícil determinar en qué medida el pensamiento de Malthus se adapta a esta concepción. Desde luego Malthus se expresó con bastante confusión (a veces de manera contradictoria) al respecto. No obstante, puede decirse que en algunos fragmentos de sus obras parece aproximarse a esta interpretación. En una de sus cartas a Ricardo, Malthus introdujo la distinción entre poder de compra y deseo de compra. El primero se podía identificar con la cantidad efectivamente demandada y el segundo con los planes iniciales de demanda de un individuo o de una comunidad. De acuerdo con esta distinción, el poder de compra podría reinterpretarse como una función de demanda en la que se tienen en cuenta los posibles racionamientos que los demandantes experimentan en sus ventas de  trabajo. El deseo de compra puede identificarse simplemente con la demanda walrasiana (significa que la demanda planeada estará bajo el supuesto de que no va a estar racionada en ningún mercado); en términos agregados, esta última puede verse como una demanda potencial en una hipotética situación de pleno empleo de los recursos productivos.

Si no todo el mundo logra vender la cantidad de trabajo deseada, la demanda de bienes y servicios se verá afectada. El poder de compra (la demanda efectiva) será inferior al deseo de compra (demanda potencial). Para Malthus la demanda efectiva viene automáticamente determinada por la renta en términos reales. Además todos los ingresos efectivos se canalizan hacia la compra de bienes y servicios, sin que exista filtración alguna. No obstante la producción global puede estar por debajo de la producción de pleno empleo si los empresarios no perciben la existencia de una demanda potencial para sus productos. Puede decirse así que lo que Malthus plantea es que la demanda agregada puede resultar insuficiente en relación con la oferta de pleno empleo. Malthus, sin embargo, no reconoció la existencia de un mecanismo de ajuste automático entre la demanda agregada y la oferta de pleno empleo. Él pensaba que la economía estaba abocada al estancamiento por causa de una insuficiente demanda de los consumidores. Según Malthus, la demanda de consumo estaba constreñida por dos razones principales: en primer lugar, por el escaso poder de compra de la clase trabajadora, forzada casi siempre a vivir en el nivel de subsistencia; en segundo lugar, por una excesiva propensión al ahorro de los capitalistas.

La idea central de Malthus parece ser que la demanda de consumo de los capitalistas tiene una elasticidad-renta muy baja, y que esto tiende a generar un volumen de ahorros excesivo en relación con las oportunidades de inversión. Él se expresaba en sus Principios de la siguiente manera:

“Dándome cuenta perfecta de que casi no hay un solo país en todo el globo en que el capital no sea insuficiente comparado con el territorio y aún con el número de habitantes, y de que también sería muy de desear un aumento del capital diré, que si el estado de demanda de mercancías fuera tal que el productor sólo obtuviese unas utilidades (beneficios) mucho menores que

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las normales, y los capitalistas no supieran dónde y cómo emplear con ventaja sus capitales, el ahorro de parte de sus ingresos para aumentar sus capitales sólo tendería a disminuir de un modo prematuro el motivo de la acumulación y a perjudicar aún más a los capitalistas, sin aumentar mucho un capital que ya fuera abundante y bueno.”

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