Semanario Católico 2019 05 · En el corazón traspasado de su Hijo, Dios muestra que ha llegado...

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05 Edición San Juan Pablo II y la Misericordia ¿Qué es la Fiesta de la Divina Misericordia? Estimados lectores del “Semanario Católico La Red”, ponemos en su manos la 5ta edición de esta obra evangelizadora de nuestra Iglesia Católica, los invitamos a acogerlo con amor y cariño para contribuir en la construccion del Reino de Dios. Semanario Católico 2019 Semana del jueves 02 de mayo al 09 de mayo La revelación de la Misericordia Divina Lucas 5,4

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05Edición

San Juan Pablo II y la Misericordia

¿Qué es la Fiesta de la Divina Misericordia?

Estimados lectores del “Semanario Católico La Red”, ponemos en su manos

la 5ta edición de esta obra evangelizadora de nuestra Iglesia Católica, los invitamos a acogerlo con amor y cariño para contribuir

en la construccion del Reino de Dios.

Semanario Católico 2019

Semana del jueves 02 de mayo al 09 de mayo

La revelación de la Misericordia Divina

Lucas 5,4

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La revelación de la Misericordia Divina tiene su lugar concreto en Jesús de Nazaret. En él nos ha elegido Dios desde la Eternidad. “Quien lo ve a él ve al Padre” (cf. Jn 14, 9). La Carta a los Hebreos afirma: “para ser sumo y eterno sacerdote compasivo y acreditado ante Dios, Jesús tenía que ser semejante en todo a nosotros”. (cf. Heb 2,17).

“Él es el trono de la gracia, al que podemos aproximarnos con toda confianza, al fin de suplicar compasión y gracia” (cf. Heb 4,16.) Como hijo de Dios encarnado, Jesucristo es el trono de la Misericordia.

Una mirada de fe profunda nos puede llevar hasta las raíces bíblicas de esta devoción al amor misericordio-so de Dios. Y nos puede ayudar a avanzar de nuevo al centro y el sentido profundo de la celebración de la Misericordia de Dios. Las raíces bíblicas de esta celebración las podemos encontrar:

En primer lugar en la profecía de Zacarías (cf. Zac 12,10) que el Evangelio de Juan hace suya: “Miraran al que traspasaron” (cf. 19,37). En este vaticinio, el corazón traspasado de Jesús simboliza la humanidad de Cristo en conjunto, entregada a la muerte por nosotros. La mirada al corazón traspasado libera, al mismo tiempo la mirada para el amor encarnado de Dios, que se manifiesta en el propio Jesús. En San Buenaventura puede leerse la bella frase: “A través de la herida visible vemos la herida invisible del amor invisible”. (ut per vulnus visibile vulnus amoris invisibilis videamus).

En la Misericordia de Dios reconocemos que Dios mismo tiene corazón (cors) predispuesto hacia nosotros los pobres (miseri) – en sentido amplio - , o sea, que Dios es misericors, misericordioso. Así el gran símbolo del amor misericordioso de Dios en su corazón.

A través de la herida visible vemos la herida

invisible del amor invisible

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(ut per vulnus visibile vulnus amoris invisibilis videamus)

La Red |

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Para conocer la fuente del origen de esta fiesta de la Misericordia de Dios tenemos que ir a los padres de la Iglesia que remiten al dicho de Jesús: “De sus entrañas manarán ríos de agua viva.” (cf. Jn 7,38)

Interpretaban esta afirmación con la vista puesta en aquella otra afirmación, según la cual del co-razón de Jesús atravesado por la lanza brotaran sangre y agua (cf. Jn 19, 34). Para los padres de la Iglesia, sangre y agua eran referencias a los dos sa-cramentos fundamentales de la Iglesia, el Bautismo y la Eucarística.

En virtud de este punto de partida el culto a la Divi-na Misericordia tiene una nota sacramental y, más en concreto Eucarísticas. Agustín interpreto de la siguiente manera: “Con ello se abrió allí la puerta de la vida de la cual fluyen los sacramentos de la Iglesia, sin los cuales no se puede alcanzar la vida verdadera”. Autor: Pbro. Herling HernáEn el corazón traspasado de su Hijo, Dios muestra que ha llegado hasta el extremo para poner fin en la pasión y muerte de Hijo al inmenso sufrimiento del mundo y a nuestro desamor y frialdad de cora-zón, redimiendo así al mundo.

Por medio del agua y la sangre que manan del co-razón traspasado de Jesús, en el Bautismo somos lavado de toda suciedad y el lodo que se ha ido acumulando en el mundo y en nosotros mismos y en la Eucaristía podemos saciar nuestra sed de algo más que las banalidades que nos rodean, que se nos ofrecen. nd

Así, con la oración Alma de Cristo (Anima Christi) de San Ignacio de Loyola, podemos decir : “Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado

de Cristo, lávame.”

Así, nuestro pobre y menudo corazón puede en-cenderse e inflamarse de nuevo una y otra vez por contacto de la incandescencia del corazón de

Jesús. El amor de Jesús puede herir también nues-tro corazón, pues ¿Quién podría no responder con amor al amor de este corazón?, Buenaventura llega incluso afirmar:

“El corazón de Jesús se convierte en nuestro corazón.”

Pero, espiritualmente, el traspasado corazón de Jesús nos puede ayudar para interiorizar el amor de Dios, herido en aras de nuestra salvación. Blaise Pascal parece haber intuido esto cuando escribe:

“Tras tu resurrección, Jesús, me parece a mí, solo permite que se toquen sus herida: noli me tange-

re”. (Jn 20, 17).

De esta suerte, en la certeza de una nueva mañana de Pascua, somos capaces de soportar las tinieblas del Viernes Santo. Se trata de la certeza de que nada, ni la vida, ni la muerte, pueden separarnos del amor de Dios manifestado en Jesucristo. (Cf. Rom 8, 35- 39) Santo. Se trata de la certeza de que nada, ni la vida, ni la Autor: Pbro. Horacio Matus

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Como sabemos el Papa San Juan Pablo II estuvo muy ligado a la devoción a la Divina Misericordia, no solo porque la propagadora del mensaje era polaca como él (santa Faustina Kowalska), sino porque vivió una época de la historia de muchos sufrimientos a causa de la guerra y vio en la Misericordia la forma de aliviar el sufrimiento humano.

El Papa San Juan Pablo II dedicó su se-gunda encíclica de su pontificado (car-tas solemnes sobre asuntos de la Igle-sia) a la misericordia con el título: Dives in Misericordia (30 de noviembre de 1980). El título es tomado de Efesios 2, 4: “Dios es rico en Misericordia”. Esta encíclica responde a momentos crí-ticos y difíciles que estaba viviendo la humanidad y ante “la mentalidad contemporánea, que parece oponer-se al Dios de la misericordia y tiende además a orillar de la vida y arrancar del corazón humano la idea misma de la misericordia” (Carta encíclica Rico en Misericordia, n° 2).En esta encíclica el Papa San Juan Pa-blo II parte del hecho bíblico de que Je-sús es la presencia del amor del Padre, que se compadece de todos, especial-mente de los que padecen sufrimien-tos, injusticias y miserias. Resalta que

el amor de Jesús es el modelo de amor misericordioso que la humanidad debe imitar. En este sentido, el Papa invita a superar el concepto de justicia huma-na para inclinarse ante el que está su-mergido en la desesperación, “tal amor es capaz de inclinarse hacia todo hijo pródigo, toda miseria humana y sin-gularmente hacia toda miseria moral o pecado” (Carta encíclica Rico en Miseri-cordia, n° 6).

El Papa San Juan Pablo II recuerda en esta encíclica que la Iglesia debe ser la primera en testimoniar este amor mi-sericordioso en su misión: “La Iglesia debe dar testimonio de la misericordia de Dios revelada en Cristo, en toda su misión de Mesías, profesándola princi-palmente como verdad salvífica de fe necesaria para una vida coherente con la misma fe, tratando después de intro-ducirla y encarnarla en la vida bien sea de sus fieles, bien sea—en cuanto po-sible—en la de todos los hombres de buena voluntad” (Carta encíclica Rico en Misericordia, n° 12). Esta misión de la Iglesia se concretiza en el perdón, ya que “el perdón atestigua que en el mundo está presente el amor más fuerte que el pecado” (Carta encíclica Rico en Misericordia, n° 14).

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San Juan Pablo II y la Misericordia

« Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán Misericordia »

Juan Pablo II (en latín: Ioannes Paulus II), de nombre secular Karol Józef Wojtyła (Wadowice, Polonia, 18 de mayo de 1920-Ciudad del Vaticano, 2 de abril de 2005), fue el Papa 264 de la Iglesia Católica y elegido Sumo Pontifice desde el 16 de octubre de 1978 hasta su muerte en 2005. Fue canonizado en 2014, durante el pontificado de Francisco.

Autor: Pbro. Herling Hernández

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¿Qué es la Fiesta de la Divina Misericordia?

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La Fiesta de la Divina Misericordia es una petición que hizo nuestro Señor Jesucristo a Santa Faustina Kowalska (*1905 +1938), una monja polaca sin educación básica que, en obediencia a su director espiritual, escribió un diario de alrededor de 600 páginas que relatan las revelaciones que ella recibió sobre la Misericordia de Dios. Aún antes de su muerte en 1938 se comenzó a esparcir la devoción a la Divina Misericordia.

El mensaje de Misericordia es que Dios nos Ama – a todos- no importa cuán grande sean nuestras faltas. Él quiere que reconozcamos que su Mi-sericordia es más grande que nuestros pecados, para que nos acerquemos a Él con confianza, para que recibamos su Misericordia y la dejemos derra-mar sobre otros.

¿Por qué se celebra la Fiesta de la Divina Misericordia?

La Fiesta de la Divina Misericordia tiene como fin principal hacer llegar a los corazones de cada persona el siguiente mensaje: Dios es Misericordioso y nos ama a todos... “y cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia” (Diario, 723). En este mensaje, que Nuestro Señor nos ha hecho llegar por medio de Santa Faustina, se nos pide que tengamos plena confianza en la Misericordia de Dios, y que seamos siempre misericordiosos con el prójimo a través de nuestras pala-bras, acciones y oraciones... porque la fe sin obras, por fuerte que sea, es inútil (cf. Diario, 742).

¿Cuándo se celebra la Fiesta de la Divina Misericordia?

La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó el 23 de mayo del 2000 un decreto en el que se establece, por in-dicación de Juan Pablo II, la Fiesta de la Divina Misericordia, que tendrá lugar el segundo domingo de Pascua. La denominación oficial de este día litúrgico será «segundo domingo de Pascua o de la Divina Misericordia».

¿Qué es la corona de la Divina Misericordia? Según el Diario de Santa Faustina, a partir de una visión el 13 de septiem-bre de 1935, Jesús le dijo a la hermana Faustina: “Por la oración de esta Co-ronilla me agrada dar todo lo que me pidan. Cuando lo recen los pecadores empedernidos, llenaré sus almas de paz, y la hora de su muerte será feliz.

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San Juan Pablo II y la Misericordia

¿Cuál es el significado de la imagen de la Divina Misericordia?

El 22 de Febrero de 1931 Sor Faustina, tuvo una visión de Jesús en el pueblo de Plock, Polonia. Faustina relata en su diario lo que el Señor le dijo de su imagen de esta manera:

“Pinte una imagen de acuerdo a esta visión, con las palabras ‘Jesús, en Vos confío’ , Yo deseo que esta imagen sea venerada, primero en tu capilla y luego en el mundo entero”. “Yo prometo que, el alma que venere esta imagen, no perecerá. También prometo victoria sobre sus enemigos aquí en la tierra, especialmente a la hora de la muerte. Yo mismo la defenderé con mi propia Gloria”. “Los dos rayos indican Agua y Sangre. El rayo pálido significa el Agua que hace las almas justas. El rayo rojo significa la Sangre que es la vida de las almas”. “Estos dos rayos salieron de las profundidades de Mi tierna Misericordia, cuando mi corazón agonizado fue abierto por la lanza en la Cruz”.

Autor: Pbro. Herling Hernández

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Todos los Derechos Reservados La Red V Edición 2019

Managua, Nicaragua

Cardenal Leopondo Brenes bendice La RedEl Cardenal Leopoldo Brenes, Arzobispo de la Arquidiócesis de Managua bendijo y aprobó el proyecto de evangelización que realiza el semanario La Red, que tiene como objetivo llevar la palabra de Cristo Resuci-tado a los hombres y mujeres de la Capital. Durante su visita a la Parroquia Cristo Resucitado durante el Domingo de Re-surrección, el señor Cardenal mostró su satisfacción ante el trabajo que reali-zan todos los colaboradores de La Red. “Que hermoso este apostolado que una buena cantidad de jóvenes y adultos es-tán realizando como es La Red, un se-manario católico que va dirigido a to-

das aquellas personas que quizás son indiferente pero que en el fondo están en una búsqueda (de Dios)”, dijo el señor Cardenal antes de iniciar la Eucaristía. Su Eminencia también mostró su agra-decimiento “a todos los jóvenes que de manera voluntaria y generosa están rea-lizando este trabajo. Llevar a la perso-na de Jesús a todos aquellos hermanos que andan en la búsqueda es un trabajo que nosotros estamos verdaderamen-te comprometidos desde la experiencia de los apóstoles, desde una experien-cia del resucitado”, destacó el Arzobispo. Autor: Edwin Vega

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CATEQUESIS DEL PAPA BENEDICTO XVI SOBRE LA RESURRECIÓN DE CRISTO

Miércoles 26 de marzo de 2008

Primera parte

La resurrección de Cristo clave de bóveda del

cristianismo

Queridos hermanos y hermanas:«Et resurrexit tertia die secundum Scripturas», «Resucitó al tercer día según las Escrituras». Cada domingo, en el Credo, renovamos nuestra profesión de fe en la resurrección de Cristo, acontecimiento sorprendente que constituye la clave de bóveda del cristianismo. En la Iglesia todo se comprende a partir de este gran mis-terio, que ha cambiado el curso de la historia y se hace actual en cada celebración Eucarística.

Sin embargo, existe un tiempo litúrgico en el que esta realidad central de la fe cristiana se propone a los fieles de un modo más intenso en su riqueza doctrinal e inagotable vitalidad, para que la redescubran cada vez más y la vivan cada vez con mayor fidelidad: es el tiempo pascual. Cada año, en el «Santísimo Triduo de Cristo crucificado, muerto y resucitado», como lo llama San Agustín, la Iglesia recorre, en un clima de oración y penitencia, las etapas conclusivas de la vida terrena de Jesús: su condena a muerte, la subida al Calvario llevando la Cruz, su sacrificio por nuestra salvación y su sepultura. Luego, al «tercer día», la Iglesia revive su resurrec-ción: es la Pascua, el paso de Jesús de la muerte a la vida, en el que se realizan en plenitud las antiguas profecías. Toda la liturgia del tiempo pascual canta la certeza y la alegría de la resurrección de Cristo.

Queridos hermanos y hermanas, debemos renovar constantemente nuestra adhe-sión a Cristo muerto y resucitado por nosotros: su Pascua es también nuestra Pas-cua, porque en Cristo Resucitado se nos da la certeza de nuestra resurrección. La noticia de su resurrección de entre los muertos no envejece y Jesús está siempre vivo; y también sigue vivo su Evangelio.

«La fe de los cristianos —afirma San Agustín— es la Resurrección de Cristo». Los Hechos de los Apóstoles lo explican claramente: «Dios dio a todos los hombres una prueba segura sobre Jesús al resucitarlo de entre los muertos» (Hch 17, 31). En efecto, no era suficiente la muerte para demostrar que Jesús es verdaderamente el Hijo de Dios, el Mesías esperado. ¡Cuántos, en el decurso de la historia, han con-sagrado su vida a una causa considerada justa y han muerto! Y han permanecido muertos.

La muerte del Señor demuestra el inmenso amor con el que nos ha amado hasta sacrificarse por nosotros; pero sólo su resurrección es «prueba segura», es certeza de que lo que afirma es verdad, que vale también para nosotros, para todos los tiempos. Al resucitarlo, el Padre lo glorificó. San Pablo escribe en la carta a los Romanos: «Si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo» (Rm 10, 9).

Todos los Derechos Reservados La Red V Edición 2019

Managua, Nicaragua

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