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1 Seminario CULTURA AMBIENTAL Y PROYECTO Roberto Fernández Doctorado FAPyD UNRRosario 2015

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Seminario

CULTURA AMBIENTAL Y PROYECTO Roberto Fernández

Doctorado FAPyD UNRRosario 2015

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CULTURA AMBIENTAL Y PROYECTO

INTRODUCCION Este seminariopresenta básicamente, argumentos actuales sobre el devenir del proyecto de cara a varias temáticas relativamente externas a su propio desarrollo histórico pero que ahora redefinen su alcance planteando nuevas exigencias académicas en relación a su enseñanza e investigación, fuera de los cambios que además ocurren en la esfera de la profesión, es decir en la producción social concreta de proyectos quizá cada vez más orientada a un consumo segmentado por condiciones de mercado y cada vez mas circunscripto a sus capas mas elevadas. Circunstancia de época que en todo caso agudiza la responsabilidad académica de analizar críticamente esa realidad y de proponer anticipaciones y experimentaciones para un fortalecimiento del cometido socialmente ampliado de la arquitectura y el diseño, expandidos entonces como ciencias y técnicas del hábitat. Es decir que trataremos de exponer interrogantes o desafios –ya que no definiciones o asertos axiomáticos- sobre el devenir futuro si cabe, de una teoría general de los diseños o mejor, de una teoría general del proyecto de los diseños, que quizá mirada desde nuestro punto de vista actual no pueda ser sino una teoría crítica general de los diseños, en cuanto a presentar aspectos de una mutación civilizatoria que instala nuevas escenas de sociabilidad y gobernabilidad, coloca inéditas dimensiones de diseñabilidad extrañas a las tradiciones históricas del modern design y su deuda humanístico-iluminista para un pretendido universal design, utiliza la producción cultural como nueva dimensión de consumo y reactivación de la dinámica de las mercancías (semio-mercancías), aplana en su pretensión de globalización universalizada las diferencias de las culturas locales y su potencial histórico-patrimonial socialmente ampliado como base de identidad y devasta el capital natural y la entidad integrada de lo ambiental sin garantizar sustituciones tecnológicas de lo que se extingue y mucho menos, la capacidad de una adecuada asignación social tanto del capital natural remanente cuanto de las alternativas articuladas con una posible ecología artificial, cuyo elevado valor per cápita aleja la perspectiva de un acceso democrático a tal posible segunda naturaleza sustituta. Por ahora, un mundo pos-natural, con las sustituciones que la química sintética pueda hacer de recursos naturales extinguidos, queda reservado para una selecta y exclusiva población con la capacidad económica para acceder a dicha eventual ecología artificial todavía por proyectarse. Se trata pués, más que presentar una teoría general de los diseños, de explorar la condición civilizatoria por venir o en ciernes como (nuevo) mundo a diseñari y en tal sentido primero es necesario conocer y analizar críticamente tales condiciones antes que desarrollar nuevas estrategias o metodologías de diseño. Hubo un diseño que trató de responder en los albores de la modernidad (con éxitos parciales o con dominantes proposiciones mas bien de carácter utópico) a las condiciones y demandas del capitalismo industrial; ahora sobrevendrá otra cosa –general intellect o capitalismo inmaterial son apenas nombres que intentan definir lo que viene- y se trata de entender como esas condiciones y determinaciones por venir, abrirán demandas para otras clases de diseño.

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A tono entonces con tal objetivo, un primer eje conceptual para el desarrollo de este seminario, de reciente apogeo e importancia sería el de la recolocación de lo cultural en el centro de la actividad humana, no ya como complemento simbólico o disfrute excedentario sino como cuestión crucial en lo que podría entenderse como era posindustrial o de desemboque en una etapa denominada del terciario avanzado, con el mayor protagonismo de las industrias inmateriales (turismo, espectáculos, comunicación, información, etc., todo lo cual ya supera porcentualmente la economía dura dentro del PBI mundial) y con el alcance de lo que algunos autores llaman capitalismo cognitivo y la relación con fenómenos propios del posfordismo de la era de la globalización y hasta el inicio de figuras de posurbanidad. En el terreno específico del diseño lo cultural irrumpe, quizá en sintonía con el pensamiento posmoderno del deseo –que cancela o suplanta al pensamiento moderno de la necesidad- como una demanda trasfuncional, fuertemente articulada al intercambio simbólico tanto como a algunas perspectivas críticas del más reciente arte conceptual, ya más ligado a la crítica política que a puros efectos de representación. En este pasaje de la necesidad al deseo también podría estar verificándose, al hablar específicamente de cambios en la conceptualización del diseño, del pasaje de un estadio de la pertinencia funcional a un estadio de la sobre-estetización: habiéndose supuestamente llegado a techos prestacionales de una cosa u objeto, lo que cabe, en la continuidad y evolución de la dinámica capitalista de la distinción/competitividad, es la diferencia de aspecto y la concentración evidente del diseño contemporáneo en la cuestión de la apariencia o el acabado, lo cuál acompaña además el pasaje del mundo concreto y material de las cosas al mundo virtual e inmaterial de las imágenes. De allí empero, que podría aceptarse cierta declinante caracterización de la arquitectura -y del diseño en general- que la convierte en una media más , junto a la publicidad o la moda, dentro de una civilización massmediática globalmente dirigida a una circulación de imágenes, hecho posindustrial, posproductivo o posmaterial que significa un impacto relevante para la teoría e historia de la arquitectura y aquello que había creado bajo su manto teórico, en la idea de las llamadas artes aplicadas extendidas hasta la pretensión de darle calidad y gusto a toda la cultura material, ello inserto en generalizadas metodologías de gesamkunstwerk, esa noción wagneriana ligada a la obra de arte total. La cultura contemporánea –explotada además en la confrontación entre lo global y lo local y reconstituida fragmentariamente en torno de la noción de multi-culturalismo- deviene para el diseño, un campo de experimentación cercano a tal arte crítico y más lejano del imperativo de la función o el rendimiento y aun de la condición de mercancía, respecto de la cual, como bien definía Adorno, el arte moderno (y agreguemos: el contemporáneo) se ha propuesto evitar, confrontar o superar, no siempre o casi nunca con éxito. Un segundo tema o eje temático para este seminario -algo ligado como veremos al anterior y al siguiente- es el del patrimonio o más bien, el de la expansión de la moderna noción de patrimonio histórico-artístico ligada a un conjunto de bienes u objetos de valor diferencial que deben mantenerse o coleccionarse y acopiarse en términos museográficos a la más extendida idea de patrimonio inmaterial, urbano-territorial, etno-antropológico, popular, ambiental, ligado a la llamada arqueología industrial, etc.

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Tal ampliación de la idea de patrimonio redefine la de cultura, en tanto los objetos a preservar y mantener se expanden, resocializan y articulan a colectivos mucho más extensos y variados, incluso multi-culturales: tiene valor patrimonial San Pedro en Roma pero también la Mezquita africana de Djenné, en Malí, hecha de contingente y mutable barro y rehecha cada año después de las lluvias, desde hace casi diez siglos. Asimismo esta expansión confluye con y redefine la idea de ambiente en tanto busca encontrar las calidades rescatables –como condición patrimonial extendida- de ambientes o paisajes naturales reactivados por alguna intervención antrópico-cultural valorable como si empezara a ser ambientalmente valiosa no solo la noción de biodiversidad sino también y complementariamente, la de etnodiversidad. Esta extensión y complejización de la noción de patrimonio se vincula con la persistente idea de identidad urbana, regional o nacional, quizá ahora más allá de las abstracciones políticas o de clase y buscando nuevas y eficaces articulaciones de los colectivos sociales y sus territorios, dentro de las luchas que las culturas locales despliegan frente al aplanamiento de experiencia y pérdida de geo-subjetividades que impone lo que podría llamarse la civilización global. En particular resulta de interés explorar en este desarrollo seminarial asociado a este segundo eje planteado en la cuestión del patrimonio expandido, un concepto complejo quizá de cierta autonomía temática y hasta disciplinar, cuál sería la temática del paisaje (el paesaggio o paysage de tradición latina pero también el landscape o landschaft de tradición sajona, polaridad algo equivalente a la de patrimonium/heritage) que puede tratarse como el horizonte ambiental controlable desde operaciones de proyecto –tanto en la dimensión de la re-presentación como la de la intervención y la redefinición de paisajes operativos- y también como el horizonte patrimonial expandido definidor de la identidad de una cultura local. La relación entre ojo y territorio que está en la base etimológica de la mayoría de acepciones del paisaje caracteriza el campo relacional, dominantemente perceptual, que abarca todo el espectro de las prácticas paisajísticas, desde la observación, registro y representación hasta la manipulación, intervención u operación. Y este contenido perceptualista de la noción la coloca asimismo en el seno de lo que entendemos como diseño de comunicación, cuyo mayor objetivo –en el doble sentido lógico y óptico- es manejar los procesos de relación perceptual entre observadores y paisajes. Pero adicionalmente nos interesa presentar exploratoriamente esta dimensión conceptual del paisaje como un paisaje externo o ambiental que se imbrica o refunde con un paisaje interno o sistémico que es el pueblo de las cosas, o lo no-humano de la interacción de humanos y no-humanosii con que certeramente define Bruno Latour la escena de la vida microsocial. El tercer tema y eje de nuestro propuesto desarrollo , quizá lo más nuevo – gravitante en el pensamiento crítico desde inicios de los 70- es la llamada cuestión ambiental en tanto prevalecientemente, avance de la antropización de lo natural o pérdida de equilibrios entre tecnologías y naturalezas, progresivo desmantelamiento de la calidad y diversidad natural y desde los 90, inicio de cierta conciencia de finitud energético-matérica de un mundo hasta entonces supuestamente ilimitado en su oferta de recursos naturales e ingreso en lo que podría entenderse como crisis de sustentabilidad dentro de la condición de

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mundo híbrido que supera según Latour, los anteriores mundo natural y mundo cultural. Frente a ello el mundo del diseño material en general ha sido más bien indiferente o contemplativo y en general proclive a mantener cierto optimismo progresista en la salvación por el avance tecnológico. Solo más recientemente empiezan a percibirse síntomas de las necesidades de regulaciones en la producción y en el consumo (de objetos) de cara a la economía energética, a la desmaterialización o miniaturización –que implica menor consumo de materia-, al reciclaje, reutilización de materiales y reducción de desechos y al ingreso en una inédita fase histórica de revaluación del capital natural, con sus conflictos, intereses y contradicciones. El propósito de este seminario es pues reexaminar la cuestión del proyecto a la luz del impacto conceptual y metodológico que pudiera haber experimentado en relación a esas expuestas nociones de cultura, patrimonio y ambiente: está claro ahora que podemos y debemos indagar los términos de novedosos semio-proyectos –que discurran sobre los devenires de la cultura contemporánea, de las expresiones de multi-culturalidad o del potencial crítico del arte actual-, de inéditos retro-proyectos –que operen sobre los materiales del pasado con finalidad de actualización, reuso y búsqueda de identidad- y de posibles eco-proyectos –o proyectos redefinidos por su procesamiento de aspectos o temas de las crisis ambiental o de sustentabilidad-. Entonces abrir la categoría cognitiva y operativa del dispositivo proyecto para entender e intervenir en las condiciones socio-culturales contemporáneas exige sin duda un esfuerzo comprehensivo de tales nuevos escenarios pero también –para evitar la reducción del diseño tanto a una función crítica o no-operativa cuanto a una función operativa o no-crítica- una capacidad específica de reconstruir una teoría de proyecto capaz de procesar los nuevos temas-problema y a la vez de garantizar modalidades técnicas de actuación en los colectivos sociales. Es decir que por una parte, hay que destacar que esas tres nociones (cultura, patrimonio y ambiente) rompen la entidad autónoma del saber del proyecto y sitúan a éste en una condición resignificada según la cual el proyecto se revisa y adjetiva según su procesamiento de esas nociones y así podría pensarse que hay o podría haber, proyecto cultural, proyecto histórico y proyecto ambiental. A partir de ello podría uno imaginar un pensum renovado de enseñanza e investigación en Diseño, basado en un eje troncal –que piense sobre la entidad del proyecto como modo de conocimiento y operación (en sus facetas de teoría y práctica)- y tres campos temáticos de enseñanza-aprendizaje: el cultural que enseñe las articulaciones que implican la cuestión del semio-proyecto, el histórico que describa las relaciones que caracterizan la temática del retro-proyecto y el ambiental que analice las condiciones que estipulan la noción del eco-proyecto. Pero por otra parte y mas allá de ello, existiría en el contexto teórico de cómo estas nuevas nociones redefinen la idea de proyecto no tanto la condición unívoca de revisión del proyecto según tales tres categorías sino mas allá de ello, la revisión del proyecto según la conjunción conceptual de tales nociones operando en simultáneo o sea, imponiendo unas determinaciones a la vez culturales-patrimoniales-ambientales en sus términos de imbricación o convergencia conceptual. De ello emergen inéditas articulaciones con otras connotaciones metodológicas como lo que surge de la idea de ecología artificial, la dialéctica entre

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tecnologías ambientales y tecnologías sistémicas (tecnología de entornos versus tecnologías de interacción entre humanos y no-humanos) o la expansión de la noción clásica o restringida de patrimonio hacia los campos del patrimonio ambiental, inmaterial o simbólico y del orden de la identidad (que reinstalan la idea de comunidad o gemeinschaft frente a la de sociedad o gessellschaft ). Por otra parte esta agenda de temas trata de aportar a cierta noción de un diseño integral o integrado, que articula dimensiones y cualidades diferentes de proyectos urbanos, arquitectónicos, productivos u objetuales y comunicacionales y tal noción debería ser revisada a la luz de la posibilidad epistemológica y pedagógica de procesar las nuevas cuestiones todavía al servicio de cierto diseño total, quizá en la tradición que va del renacimiento leonardesco al pensum utópico de la Vkhutemas o el Bauhaus. Quiero decir al respecto, que también el imperativo de un supuesto o posible diseño integral o total, multiescalar y multimedial, material e inmaterial, quedaría sometido a su revisión desde las condiciones emergentes de estos nuevos temas-problema aquí presentados. En parte queda claro que la ampliación y complejización que presentan estas nociones –la cultura supera su instancia representativa o reflexiva y deviene campo o esfera productiva (de lo cual una referencia es la irrupción del dudoso o discutible concepto de industria cultural), el patrimonio se expande interminablemente desde el núcleo duro de obras de arte y monumentos de propiedad social elitista o selectiva hacia las dimensiones de la memoria e identidad social y popular, el ambiente es más que el hábitat (entendido como la parte antrópica que se imbrica con la biótica-abiótica), el ambiente se define por una maximización de interrelaciones entre sus partes, componentes o procesos etc.- instituyen nuevas instancias de continuum del mundo material y simbólico que podrían requerir también de capacidades cognitivas y técnicas de formas de proyectos integrados o de proposiciones que emerjan desde el campo de un supuesto diseño total o integral. Pero de un diseño total y de una teoría general que lo sustente todavía por inventarse o en sus lentos inicios y escarceos epistemológicos iniciales. De momento veo eso mas desde la perspectiva abarcativa de una formulación teórica que desde el voluntarismo operativo de sesgo bauhasiano según el cual un diseñador singular está abierto y habilitado para proyectar en cualquier instancia de dicho continuum, del cual quizá empero, conoce poco. Lo cuál quizá ayude a valorar más la idea de proyecto como dispositivo cognitivo antes que dispositivo operativo. Y es que otra característica contemporánea es la llamada especialización, en tanto profundización de saberes muy específicos ligados a las crecientes complejidades de las situaciones en que debe actuarse. También resulta pertinente pensar en esa especie de paradoja que nos presenta Hal Foster en su libro Design and Crimeiii en la que se indica que el mundo contemporáneo presencia una especie de apogeo triunfal del diseño, sólo que el mismo no queda para nada a cargo de sus supuestos sujetos fundadores, es decir aquellos que produjeron el recorrido de las estaciones modernas Arts&Crafts-Art Nouveau-Bauhaus hasta nuestras actuales escuelas y nosotros mismos como sujetos muy debilitados en la concepción y producción de diseño.

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Aquí Foster indica que aquello analizado por Baudrillard como el pasaje de una economía política del producto a una economía política del signo (logro o mérito que Baudrillard le otorga al ideario Bauhaus) implica el desemboque de toda la modernidad objetiva en la manipulación medial del capitalismo tardío y una regulación de la razón de ser de cada objeto-mercancía según características que ya no piensan ni resuelven los diseñadores de la tradición citada o sea, nosotros. Esto implica una desactivación inmediata del valor crítico o revulsivo de las innovaciones vanguardistas, de las cuáles Foster señala como ejemplo, que la publicidad se apropió rápidamente del surrealismo. También propone que hoy solemos ser sujetos de diseño, es decir que somos diseñados, no que somos diseñadores: nosotros creemos que pensamos objetos de diseño pero en rigor, hoy somos pensados por ellos. Dice Foster que hoy en día… lo estético y lo utilitario no sólo se combinan sino que están subsumidos en lo comercial y todo –no solo los proyectos arquitectónicos o las exposiciones de arte, sino todo, desde los jeans hasta los genes- parece considerarse diseño. Se ha extinguido o agotado la resistencia del diseño moderno al imperativo de la lógica industrial (o su tentativa infructuosa de hacerla dependiente del kunstwollen del proyectista) y en el diseño contemporáneo no se da tal resistencia y sus actores se complacen en las tecnologías posindustriales y están felices de sacrificar la semiautonomía de la arquitectura y el arte a la manipulación del diseño. El poder del diseñador es aun mayor que antes: abarca a muchas empresas diferentes (desde Martha Stewart hasta Microsoft) y penetra en varios grupos sociales. Pues hoy en dia uno no necesita ser asquerosamente rico para ser proyectado no solo como diseñador sino como diseñado, sea el producto en cuestión la casa de uno o su negocio, susmejillas caídas (cirugía estética) o su personalidad retraída (drogas de diseño), su memoria histórica (museos de diseño) o su futuro ADN (niños de diseño)… el diseño es cómplice de un círculo casi perfecto de producción y consumo sin mucho margen de maniobra para nada más. Aquí puntualizo: tal margen de maniobra sería, creo, nuestro espacio crítico y epistémico de enseñanza, investigación y profesión. De modo que en este punto también hay que discutir un conjunto de supuestas tentativas o programas de diseño integral o total, algunas modernas y quizá caducas como dice Foster y otras de sabor más actual, como se apunta en los comentarios que aquí siguen: 1. La idea albertiana de la relación entre casa grande (urbanismo) y ciudad chica (arquitectura) entendida como un juego de encajes tipo muñecas rusas. 2. La noción de sistemas integrales de estipulación del gusto como por ejemplo la tarea de Percier&Fontaine para presentar una idea canónica del llamado Estilo Imperio, según lo solicitado por Napoleón. 3. El mundo victoriano a caballo entre la necesidad de estilizar los productos de la revolución industrial y resistir artesanalmente a ellos, como en las propuestas de Morris y las Arts&Crafts y el devenir subsiguiente de experimentos didáctico-normativos como el Werkbund.

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4. La voluntad omnicomprehensiva del llamado Movimiento Moderno y su vocación de establecer un lenguaje completo de toda la cultura material incluyendo los aspectos discursivos o comunicacionales y en su pretensión de procesar una masificación de las ideas de las vanguardias artísticas modernas para articularlas utópicamente, con las culturas proletarias y populares. 5. El devenir de una confianza en el progreso técnico para engendrar una civilización basada en la vida técnica (ciudad de las infraestructuras y el movimiento, ámbitos domésticos tecnificados por los gadgets y la TV) que engendró tanto una cultura material como simbólica en USA. Este mundo prescriptivo y asociado a la tecnocultura se manifiesta masivamente en revistas del tipo de la célebre en los años 50, Popular Mechanics. 6. La llegada al estadio de la posmodernidad entendible como finalización del proyecto basado en la optimización de la función y en la satisfacción de la necesidad universal o genérica e inicio del proyecto basado en la sobrestetización y en la respuesta al intercambio simbólico y al estatuto del deseo orientado hacia capas sociales de alto standing de consumo, algo que por ejemplo, se refleja en las enunciaciones prescriptivas del gusto calificado que preconizan las llamadas revistas de estilo, muchas de ellas asociadas a los periódicos masivos . 7. El procesamiento de los cambios ocurridos en el arte contemporáneo y su deriva hacia un enfoque crítico en lo socio-político y su relación con el desarrollo de una nueva relevancia de la esfera de lo cultural, tanto en su importancia en el llamado capitalismo cognitivo como en la irrupción de las escenas de la multi-culturalidad y el poscolonialismo. 8. Las reflexiones sobre una esfera proyectual asociada a la valoración del concepto extendido de patrimonio, desde las escalas territoriales y del paisaje hasta los asentamientos urbanos populares y el mundo material asociado a la búsqueda de parámetros de identidad dentro del lema think global, made local. 9. La recepción de las transformaciones inherentes al estadio histórico de la crisis de la sustentabilidad y la asunción de las asimetrías sociales en el acceso al capital natural. En síntesis, el seminario trabajará básicamente en tres nociones - cultura, patrimonio y ambiente - cuya relevancia actual rompe la entidad autónoma del saber del proyecto y sitúan a éste en una condición resignificada según la cual el proyecto se revisa y adjetiva según su procesamiento de esas nociones y así podría pensarse que hay o podría haber, proyecto cultural, proyecto histórico y proyecto ambiental lo que podría abrir tres campos temáticos de enseñanza-aprendizaje-investigación: el cultural que enseñe las articulaciones que implican la cuestión del semio-proyecto, el histórico que describa las relaciones que caracterizan la temática del retro-proyecto y el ambiental que analice las condiciones que estipulan la noción del eco-proyecto. El seminario concluye con un abordaje del significado y las posibilidades de la investigación asociada a la triple temática descripta, bajo la idea de concebir la

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investigación referida al campo ampliado del Diseño ( Arquitectura, Urbanismo y Diseño) como una clase específica de investigación consistente en investigar el proyecto asi como investigar con el proyecto. Bajo esa perspectiva el tramo final del seminario se destinará a proponer una modalidad de evaluación práctica del seminario consistente en un pequeño ejercicio introductorio al precedente propósito de investigar con ( o a través) del proyecto y la acción proyectual (o metaproyectual en el caso de las actuaciones urbanísticas). Los textos que integran esta publicación se aportan a fin de contribuir al trabajo del seminario y la posibilidad de desarollar trabajos de investigación proyectual y son los que suscintamente se comentan a continuacióniv. El capítulo 1 aborda el tema Investigar y trata de presentarse como una cierta síntesis operativa de los temas que se expondrán en el seminario y a la vez como argumentos para la proposición de una actividades de experimentación en el campo de una posible o postuladainvestigación proyectual (investigación sobre, con o a través de las prácticas y protocolos proyectuales): esta sesión busca situar la especificidad de la investigación en arquitectura dentro de una exploración tanto de las semejanzas cuanto de las diferencias respecto de la genérica y aparentemente excluyente investigación científica, a la búsqueda de definiciones válidas para poner en marcha el paradigma de una investigación específicamente proyectual que suscite un conocimiento tal que ayude a la dialéctica necesaria entre teoría y práctica (proyectual) en el campo general y multidimensional del Diseño sin validaciones excluyentemente dependientes del método científico. Se trata asi de plantear qué, cómo y para qué investigar asi como de evaluar una casuística disponible de temas y casos de investigación proyectual. El capítulo 2 se destina al tema denominado El colapso del espacio público . Hay factores de la escena contemporáne, como el auge de la comunicación inter-personal y multimediática, que aumentan y complejizan la proximidad – definible como la escala del socius o la densidad que daría la norma de un estado de comunidad en tanto un vivir juntos- asi como otros, también recientes, como la importancia de la otredad –manifiesta tanto en las inéditas configuraciones multiétnicas de urbanidad como en relativo fracaso de las teorías urbanas de la condensación de clases o estratos sociales diferentes que decanta en diferentes circunstancias de inseguridad o violencia- que inducen a pensar en los cambios recientes que pudieran haberse manifestado en relación a aquella condición urbana de proximidad que se liga a su raison de etre, quizá acorde a su grado cero medieval. El advenimiento de una crisis de lo socio-público-espacial (de esa habermasianamente llamada esfera pública tan trabajosamente inventada política y proyectualmente desde el siglo XVIII o desde la Roma Barroca) es una cara de la cultura contemporanea y los mecanismos para sustituir la fisicalidad corporal del estar juntos –de lo que surge la idea de la ciudad policlasista y las nociones de habitat colectivo y quiza el ideario moderno en arquitectura asi como la invencion misma del Urbanismo como campo de conocimiento de la urbanidad social- por intercambios de información y regulaciones de control y seguridad son características que expresan la deriva de lo social-moderno a lo cultural-

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posmoderno, de la industria y los productos a la información y los signos y de la realidad a la apariencia. El capítulo 3, bajo el título Cultura y Proyecto en la escena posmoderna. Lógicas Proyectuales: Centralidad y Marginalia se propone reelaborar un trabajo precedente destinado a presentar una cartografía de las lógicas de proyecto que por una parte remiten a considerar el pasaje de la modernidad social asociada a un proyecto ligado a la necesidad y la función a una posmodernidad cultural vinculada al mercado simbólico y a la satisfacción de deseos. En la esfera de la Centralidad (aquel campo de la capitalidad política de lo moderno ahora redefinido en las derivas de lo global pero que mantiene cierta posición hegemónica en la emisión discursiva) se trata de analizar cierto recorrido en las relaciones entre cultura y proyecto apuntando a como han existido articulaciones entre ellos sobre todo a través de las mediaciones de las propuestas artísticas, aquí entendidas más bien como tentativas de interpretación crítica y operativa del mundo real. También esa articulación se abriría para acoger el apogeo de lo cultural en el mundo actual y como el proyecto cambia de ser mas bien social (o socio-técnico: lo técnico que busca producir prestaciones sociales eficientes) en la modernidad a ser cultural (o semio-técnico: lo técnico que busca generar discursos comunicacionales eficaces) en la posmodernidad, ésta entendida, siguiendo a Jameson (que sigue a Gramsci) como superestructura cultural del capitalismo tardío y en como el devenir actual o reciente del arte conceptual potencia mas su vocación crítico-analítica más que una posible tendencia a producir obras-mercancía. Lo cuál empero, no quiere decir- con Adorno- que la obra de arte conceptual actual haya superado su articulación con el mercado, sino mas bien que traspasó la idea de mercancía como a la vez, objeto con valor en si + plusvalor de cambio. Es decir, que del arte conceptual actual debería recogerse para el proyecto, su potencia, de pretensión autonómica, de instituir un espacio de observación crítica. Tal pasaje de lo social a lo cultural es también el desplazamiento del interés en el uso o la función (o la eficacia prestacional del proyecto) al énfasis en la imagen o apariencia (o la eficiencia sígnica del proyecto). Ello también tiene que ver con lo que Hal Foster describe como llegada a una era de la sobrestetización. La cultura impregna genéricamente toda producción humana y entre ellas, de diversas maneras, aquellas de la arquitectura y el diseño pero para evitar un análisis demasiado genérico de las relaciones entre cultura y proyecto – y mas allá de aquella mediación ideal en la modernidad y posmodernidad, del mundo de las artes en su devenir de la re-presentación a la presentación (de conceptos)- cabría, siguiendo otros trabajos previos nuestros, indagar en tal relación general en torno de un conjunto de nociones que llamamos lógicas (de sentido) según las cuáles los proyectos contemporáneos pueden analizarse según un determinado modus de adjudicarle sentido a cada proyecto de acuerdo a determinadas concepciones –las lógicas- que escogen y preferencian alguna clave de articulación entre cultura y proyecto, a saber en nuestra hipótesis en cuatro conjuntos duales de posturas: las analógicas que van del tipo al análisis , las morfológicas que van de la forma al discurso, las

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fenomenólogicas que van de la estructura al evento y las tecnológicas que van de la producción al contexto. De tales cuatro conjuntos solo el primer par se asume como saber autónomo de la arquitectura (y como tal con pretensión de constituir un conocimiento específico o por asi decirlo con autores como Rossi o Grassi, un conocimiento científico) y los restantes al contrario, fungen como heterónomos, es decir proponiendo un saber conformado por conceptos externos a un corpus propio y por tanto asumiendo y procesando nociones del mundo de la cultura contemporánea como el pasaje de lo objetual a lo imaginario (o de lo objetivo-formal a lo alusivo-discursivo), la relación dialéctica o antagónica que anticipó la filosofía moderna entre estructura y fenómeno (o mas precisamente entre estructura como grado cero ontológico y fenómeno como eventualidad siempre recurrente a una determinada disposición de un sujeto que auna conceptos, perceptos y afectos en cada construcción de sentido) o la expansión del discurso marxista a una teoría general del valor que articula la producción propiamente dicha como primario otorgamiento de valor mediante lo técnico que emerge de aplicar trabajo a la materia natural hasta los diferentes investimientos de valor según la reproducción de rendimiento en un objeto dado mediante su reactivación del valor de uso y/o su calificación mediante el potenciamiento simbólico de su valor de cambio. En la esfera dialécticamente opuesta a aquella complejizada centralidad se presenta el tema multifacético que llamamos para simplificar, marginalia, a fin de marcar la revisión de culturas locales despojadas de su inocencia en la globalidad y sus dinámicas pero que plantea la posibilidad de un conocimiento globalizado dentro de escenas locales de historias y desarrollos diversos y distintos a los de aquella modernidad centralizada. En parte esta cuestión remite al antiguo tema de las modernidades adaptadas o apropiadas y asimismo, al tópico del regionalismo, aunque ahora connotado por sus contaminaciones de globalidad, es decir, concluida esa aura de autonomía que a su vez, era sinónimo de arcaísmos y conservadurismos locales. A su vez, la circunstancia de pertenencia a un mundo objetivo y simbólico caracterizado por el estatus de la globalidad (globalidad como tendencia circulatoria de ideas que tienden, infructuosamente a instituir una única civilización mundializada) que se presenta sobre los mecanismos concretos de la globalización (entendible como triunfo absoluto de la circulación del capital financiero y de los bienes y servicios mundializados mas allá de las antiguas barreras emergentes de la noción de estado-nación) debe interpretarse como una nueva fase de pretensión universalista que sucede al anterior tándem modernismo-modernización referido al desarrollo del capitalismo en una fase mundial pero que implicaba una tensión de modelos entre el capitalismo de welfare-state, el socialismo y el llamado Tercer Mundo. El actual tándem globalidad-globalización remite a una fase mundial de capitalismo avanzado (con diferentes connotaciones: cognitivo o aplicado al conocimiento productivo, inmaterial o posfordista, de rapiña o explotación total de la materia/energía mundial todavía remanente, etc.) que presenta el auge del llamado conglomerado de empresas multinacionales mas o menos asociado a antiguas formas remanentes de estado-nación (con diferenciales de indicadores de calidad de vida y de potencial de fuerza productiva) en lo que sin embargo fluyen experiencias de diversos estilos de organización política

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frente al modelo Imperial (como los estilos de capitalización acelerada sobre vestigios originarios propios del mundo arabe-musulmán,hindú, chino y del sudeste asiático, de capitalización de bienestar en algunas formas de socialismo escandinavo, de capitalización asociada en los estados neopopulistas con potencial natural para pretender una parte de la renta de la generación del valor propio de las estrategias neoextractivistas o de commodities, etc.). Por lo tanto aquel modelo genérico que la arquitectura propone en relación a la cultura contemporánea (de la globalidad) en torno del sistema de las lógicas puede describirse sumariamente en una escena de centralidad (centralidad de la globalización y usufructo de la inercia de la modernización) y en una escena de marginalia (marginalidad de la globalización en tanto referida a los espacios socio-políticos que también recogen la inercia de la modernización periférica). El capítulo 4 denominado Paisaje de paisajes exógenos y endógenos o tentativas proyectuales de culturalización de la naturaleza trabajará en el análisis separado aunque articulado de lo que podría entenderse en primer término, como paisajes exógenos, o sea unas actuaciones típicamente modernas –las del landscape design, emergentes desde el siglo XVII- que sobrevuelan la intención de garantizar, mediante unas concretas operaciones de diseño, ciertos vestigios o relictos de naturaleza entendida como complemento de calidad de vida, en origen cualidad reservada para las élites de la sociedad y el poder y luego como vocación de matizar la regresión de experiencia que supone el ingreso a modalidades de vida urbanas o metropolitanas cuyo disfrute de naturaleza queda atrofiado por las mediaciones técnicas. En segundo término, como paisajes endógenos, se propone el análisis sistémico de las múltiples relaciones entre sujetos y objetos (humanos y no-humanos) que componen la vida técnica moderna, saturada de relaciones entre las personas y sus aparatos o artefactos herramentales y/o comunicacionales. Esta condición sistémica o interactiva que vincula humanos y no-humanos define la condición de los paisajes endógenos y da paso según creemos, a tecnologías sistémicas de proyecto que se diferencian de las tecnologías ambientales de proyecto (todas aquellas operaciones que revisten a los sujetos o grupos –desde la vestimenta o primera piel a la arquitectura o múltiples pieles- y a las que sustentan a tales grupos en la esfera natural –desde los soportes artificiales urbanos a los territoriales-). El capítulo 5, bajo el título Patrimonio expandido y oportunidades de retro-proyectos se plantea examinar el punto de llegada de las ampliaciones de alcance , escala y características que se le ha ido otorgando a la noción de patrimonio desde los iniciales núcleos de obras artísticas hasta monumentos y lugares de relevancia histórica hasta las dimensiones ambientales, territoriales, populares, inmateriales y en como dicha ampliación redefine un continuum de mundos materiales y simbólicos que ofrecen materiales dados o históricos para el procesamiento de acciones retro-proyectuales (desde su conservación hasta su reutilización y resignificación) que puedan intervenir en el debate sobre la identidad o el fortalecimiento de múltiples culturas locales frente a la homogeneidad de la civilización global y el llamado pensamiento único o la macdonaldización del mundo.

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El capítulo 6 -Saber ambiental y nuevas determinaciones de proyecto- se propone hacer un balance de los aportes que pudieran haber configurado desde los 70 hasta ahora, el algo gaseoso espacio que preferimos llamar del saber ambiental, esto es una especie de inversión del punto de observación con que las ciencias ecológicas analizaron las transformaciones regresivas que la sociedad, en sus megafunciones productivas y consumístico-habitativas fue imponiendo sobre la naturaleza. La inversión, que daría cierto espesor o sentido a un saber ambiental, es no constatar en el polo naturaleza las señales o vestigios de su decadencia sino indagar en el polo sociedad como regular sus funciones de producción-consumo. Ello instala la posibilidad de una hipotética ecología artificial, quizá como última barrera para por lo menos suspender o dilatar la cercana convivencia con una naturaleza muerta. El capítulo 7, destinado al tema Perspectivas futuras de eco-proyectos se plantea una recorrida ciertamente incompleta y algo casuística y puntual sobre situaciones y experiencias proyectuales que podrían situarse en la condición actual y futura de crisis de sustentabilidad, entendida ésta como conjunción de factores que incluyen la crisis del capital natural y la diversidad e integridad ambiental de ecosistemas, la regresión de calidad de los paisajes, la reducción de la diversidad multicultural de las condiciones de patrimonio como expresión de crisis de identidad y las necesidades de reformular una nueva agenda de diseño total entendido mas en una dimensión crítica del paisaje omnipresente y compulsivo del mundo de las semio-mercancías y como aportación a una restauración, como pedía Félix Guattari, de la potencia del sujeto. Con cierta voluntad de resumen y propuesta se trata de presentar la urdimbre de relaciones entre nueva economía y cultura con las problemáticas de posibles nuevos desarrollos de semio-proyectos, retro-proyectos y eco-proyectos, en las diversas instancias operativas de los mismos y para nuevas escenas sociales y productivas que abonen una teoría general del diseño para redefinir estrategias de enseñanza, investigación y actuación profesional y en particular en el contexto del presente seminario, para abordar la posibilidad de experimentar un pequeño ejercicio de investigación proyectual, una manifestación de posibilidad de lo que denominamos pensamiento o inteligencia proyectual.

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Capítulo 1

INVESTIGAR QUÉ , CÓMO Y PARA QUÉ OBSERVACIONES SOBRE LA INVESTIGACION EN ARQUITECTURAv

Dado que parece una necesidad el avanzar y profundizar en las tareas de investigación asociadas a una revisión de la enseñanza de la Arquitectura y de su estructura misma como campo cognitivo asi como al mejoramiento del cometido social del mismo en cuanto a su aportación a la dimensión de las necesidades inherentes a las grandes problemáticas del hábitat , este ensayo se propone agrupar algunos comentarios acerca de tres grandes temas-problema en el caso de la investigación en los campos de la Arquitectura y el Diseño (preferentemente en cuanto al conocimiento y a su manejo en instancias de enseñanza y aprendizaje de dichas áreas disciplinares y correlativamente, en los aspectos de su aplicabilidad a satisfacer demandas sociales), a saber, 1.QUE: tipologías temáticas o áreas y campos de temas de trabajo en investigación. Refiere a qué investigar, qué temas o problemas emergen como de prioridad o necesidad o conveniencia u oportunidad. Tiene que ver con la presente coyuntura del conocimiento de la Arquitectura y/o sus aplicaciones actuales y futuras. En parte incluiría la revisión histórica de las investigaciones precedentes en Arquitectura pero esa revisión debería referirse a la contingencia (antes que a posibles esencialismos o aspectos de verdad trans o a-históricas de los temas-problemas de la arquitectura) del saber disciplinar y sus necesidades de revisarse y desarrollarse en correlación con cada contexto temporal o histórico. Asimismo en este ensayo sobrevuela la hipótesis del valor del proyecto, más que ligado a su cometido técnico, como instrumento cognitivo, es decir la hipótesis que indica que el principal campo de interés en investigación arquitectónica sería el de la investigación proyectual: investigación ex post, sobre proyectos hechos o dados –en aquello que constituiría la experiencia o la historia proyectual, según le otorguemos una validación subjetiva o libre de lo llamado experiencia o bien, una valoración crítico-historiográfica de lo que nombramos historia- e investigación ex ante, tendiente o conducente a proyectos por realizarse. Es decir, lo estratégico del qué investigar sería entonces investigar acerca del proyecto, del proyecto ex post o hecho y del proyecto ex ante o por hacerse, lo cuál implica distinguir dos canales de producción de conocimiento: investigar sobre el proyecto e investigar con el proyecto. 2.COMO: estilos procedimentales en el desarrollo de tareas de investigación. Alude a los marcos o criterios metodológicos (en general comunes a grandes campos de trabajo en investigación) tendientes a producir nuevos saberes de una forma relacionada con la producción de conocimientos útiles y/o verdaderos, conformando esquemas de trabajo orientados por diversas preferencias metódicas y de manejo de los materiales de la investigación, abarcando entonces por ejemplo, investigaciones delimitativas de campos de

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estudios respecto de los cuáles cabe establecer de manera lo mas exhaustiva y rigurosa posible, cierto estado de la cuestión o investigaciones basadas en experimentos, archivos, trabajo de campo, etc. Retomando la prioridad estratégica que mas arriba otorgamos a la investigación proyectual (investigación sobre y con el proyecto) cabe señalar en este segundo campo, que todas las modalidades o procedimientos de investigación consignados y sus finalidades (en tanto la característica o acción predominante de su forma de crear conocimiento: opinar, delimitar, comprobar, representar-participar, verificar, prestar-donar, formar-capacitar, situar-localizar, programar-pronosticar) pueden articularse con la cuestión del proyecto. 3. PARA QUE: finalidades cognitivas y usuarios-destinatarios (para quién?). Remite básicamente a considerar que la investigación a desarrollarse en Arquitectura no necesariamente debe definirse como investigación científica, o sea aportación de nuevo saber verdadero legitimado por paradigmas epistemológicos de tal campo, sino que puede relacionarse con otras formas de investigación tales como la artística o la proyectual. Esta pregunta se relaciona con el destino o finalidad de lo que se investiga, en el sentido de establecer por asi decir, destinatarios o usuarios (el para quién del para qué) y tal destino o finalidad puede ser la ampliación general o específica del saber –que es lo que pretende la investigación científica, como búsqueda tendiente a la ampliación del saber y el corrimiento de sus fronteras o límites– pero también puede orientarse hacia otros destinos y destinatarios. Respecto de la enunciada prioridad o valoración estratégica que otorgamos a la investigación proyectual, según se expuso someramente en los ítem anteriores, los diferentes estilos de investigación presentados (científico, artístico-humanístico, ético, socio-proactiva, ad-hocista o de problem-solving, proyectual) inferimos que todos tales estilos pueden aplicarse a investigaciones sobre el proyecto y en cambio solo el estilo que llamamos proyectual identificaría a las investigaciones cuya finalidad de producción de conocimiento se daría operando con o mediante la actuación proyectual, o sea del uso del concepto de proyecto como a la vez, una estrategia o método y una producción o resultado tales cuya cualidad sea la generación de nuevo conocimiento. La estructura propuesta para este estudio que se acaba de describir tratará de expresarse en dos planos o niveles: uno conceptual, en el que se establecerá un despliegue de los tres grandes campos planteados asi como cierta delimitación de instancias e intento de definición de las mismas y otro, ilustrativo o referencial en que algunos conceptos de los precedentemente indicados buscarán articularse con cierta casuística proyectual. Cuando se busca ilustrar una noción con un caso proyectual no necesariamente ello se da a través de alusiones a trabajos de investigación sino a trabajos proyectuales cuya densidad teórica o conceptual manifiesta procesos o resultados que pueden equivaler a cierta clase de trabajo de investigación. A veces esas referencias pueden entonces, incluir expresiones de cierta clase de trabajo investigativo que posee el proyecto en si, a veces tales proyectos, como casos o tipos, pueden resultar eventuales objetos de investigación, es decir, temas alrededor de los cuáles puede pensarse el desarrollo de una investigación.

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Por otra parte en la gran mayoría de las referencias consideradas se alude precisamente a casos generales la mayoría de ellos documentados bibliográficamente. Debe entenderse que en cambio, la gran mayoría de las investigaciones que se realizan en un medio determinado –en las universidades argentinas por ejemplo- los trabajos se caracterizan por aplicar a situaciones, casos y problemas locales, dado en principio la prioridad cognitiva de obtener avances de conocimientos en relación a tal condición local y la ventaja que supone investigar sobre fuentes y/o actores accesibles, es decir cercanos así como también lo es el campo sobre el que suele realizarse lo que llamamos trabajo de campo. De todas maneras esta prioridad de aplicabilidad local de los trabajos propios de la investigación no inhabilita el manejo de relaciones entre lo global o general y lo local o lo específico, relaciones de pertinencia que el modo científico de investigar las considera perfectamente legítimas y necesarias. El proyecto Yvirarovana, en el Chaco paraguayo, es un trabajo multidisciplinario abordado por un grupo dirigido por Solano Benítez que estableció una relación con una comunidad de pequeños productores agrarios casi circunscriptos a economías de subsistencia que padecen la presión expansiva de grandes conglomerados agroproductivos latifundistas cuya expansión coincide con el boom de las commodities agrarias como la soja. El trabajo se propone estudiar una forma sustentable de producción-instalación de carácter colectivo a medio camino entre un asentamiento rural aislado individual y un asentamiento periurbano tratando de analizar las condiciones de sitio y producción y ofreciendo un servicio de empowerdment a tal comunidad, en la cuál, debe decirse, ocurrieran los luctuosos enfrentamientos armados de 2012 de donde devino ulteriormente la destitución del presidente Lugo. Las escrituras gráficas de John Hedjuk –parte de su libro Víctimas, semejante a otros libros de investigación proyectual de este autor como Vladivostok o Mask of Meduse- expresan la voluntad de comunicar ideas, de carácter básicamente poético, a través de la arquitectura como lenguaje y asi se cuentan historias o se formulan descripciones de situaciones que podrían parecer enigmáticas o trans-racionales, mediante el material expresivo del lenguaje de la arquitectura (plantas, cortes, alzados, etc.) y en torno de títulos como El Laberinto, La Bibliotecaria, Las Torres del Libro, El Solista, etc.. Los dibujos de Aldo Rossi –por ejemplo, muchos de los usados en la preparación del proyecto del Cementerio de San Cataldo- expresan la voluntad analítica del autor en la búsqueda de invariantes tipológicas de la arquitectura disciplinar y de la arquitectura popular (como las cascinas rurales lombardas) que sirvieran por una parte, para acceder a un modo científico de proyectar – entendible como un modo no subjetivo o en lo posible distanciado de la subjetividad hermética o arbitraria de un autor- y por otra, a una forma de articular racionalmente (o sea: tipológicamente) la arquitectura y la ciudad, siendo ésta la depositaria de un catálogo virtual de tipos que hay que descubrir, analizar, sistematizar y reutilizar en nuevos (que serían paradójicamente, viejos) proyectos de arquitectura según una tendencia que atraviesa -y resiste- el paso del tiempo.

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La cuestión de la investigación en los campos de la arquitectura y el diseño tienen una dilatada y prestigiosa historia –por ejemplo en el caso de la larga saga de tratados y manuales de arquitectura desarrollados entre los siglos XV y XIX con los antecedentes de los trabajos de Vitrubio en el siglo I, reditados desde mitad del siglo XV en adelante o de Villard d´Honnecourt en el siglo XIII- según los cuáles, la actividad investigativa que resumía cada tratado, a cargo de los diferentes autores en cada caso, implicaba una suerte de registro o summa artis de saberes previos y a la vez, un marco teórico ofrecido como punto de partida para subsiguientes proyectos. Esa larga tradición estuvo siempre referida a una relación entre teoría y práctica, según la cuál la teoría resumía, evaluaba y seleccionaba las prácticas previas a fin de proponer un marco canónico para las prácticas proyectuales subsiguientes. En ese sentido, la teoría implicaba una estabilización fruto de una actividad investigativa de cada autor, que se presentaba como necesaria base de futuras prácticas y como el modo que desarrollaba cierta historización de la arquitectura en tanto valor y discernimiento de calidad diferencial de las numerosas obras de cada período considerado por los tratadistas. El Iluminismo del siglo XVIII concluye en su forma enciclopédica esta voluntad de relación entre teoría y prácticas proyectuales aunque a veces – como en los trabajos teórico-proyectuales de Claude-Nicolas Ledoux- recaiga en la postulación deliberada de una utopía de la arquitectura o en otros casos – como en las compilaciones tecnológicas y estilísticas de Etienne Viollet le Duc- introduzca criterios de cierto desprecio moderno hacia los monumentos históricos, hacia los que plantea la técnica de la restauración como un modo de volver a la calidad original del monumento, incluso mejorándola.. En todo caso, este proceso de varios siglos de relación entre investigación y teoría y entre teoría y prácticas proyectuales, se ve seriamente modificado por el advenimiento de la revolución industrial y la modernización urbana, cuyas carácterísticas distorsionaron las antiguas seguridades del trabajo teórico-práctico de la arquitectura, introdujeron problemáticas nuevas y complejas, restructuraron la división del trabajo intelectual y profesional y decantaron en una modernidad en cuyo contexto la arquitectura iba a articularse con las novedades estilísticas del arte moderno y se iba a encandilar con las posibilidades de contribuir en términos de ilusión de progreso, a las utopías sociales y a lenguajes a desarrollarse con las posibilidades estéticas engendradas por la nueva cultura técnica. El resultado iba a ser una hipervaloración de una actividad dominantemente empírica en la que predomina el afán experimental de unos arquitectos-artistas y se desdibuja la anterior importancia de la teoría y la historia, declinando además, las tareas de la investigación, lo cuál se verifica asimismo en el carácter ultraprofesionalista que define a las escuelas modernas de enseñanza de la arquitectura. En la modernidad sin embargo hubieron algunas tareas de investigación por ejemplo en relación a las viviendas de interés o asistencia social (como los estudios programáticos del tema llamado existenzminimun desarrollados por Alexander Klein en el equipo de Ernst May en Frankfurt) a la indagación de nuevas posibilidades de uso de las tecnologías estructurales modernas (como los estudios y ensayos desarrollados por Jean Prouvé, Eduardo Torroja, Félix

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Candela, Pier Luigi Nervi o Frei Otto), a los trabajos relacionados con el hábitat popular y vernacular (como los de Bernard Rudosfky o Enrico Guidoni) o a las investigaciones tipológicas sobre la arquitectura y la ciudad (como los de Aldo Rossi, Giorgio Grassi, Antonio Monestiroli, José Ignacio Linazasoro o Carlos Martí Aris). A veces ciertas tareas de investigación se hacían como base programática de proyectos complejos o en otros casos, la investigación se asociaba a cierta sistematización de la masa de conocimientos de cara a las necesidades de la enseñanza de la arquitectura. El diseño moderno (industrial, gráfico, textil) si bien tuvo mucha relación de dependencia con la arquitectura (muchos arquitectos modernos fueron a su vez diseñadores, incluso hasta hace bastante poco tiempo no se consideraba necesario formar diseñadores, entendiendo que era suficiente con los arquitectos) y/o con las estéticas artísticas modernas, mas actualmente formula necesidades cognitivas mucho mas dependientes de saberes que solo puede entregar la actividad investigativa en campos tales como la ergonomía, el llamado diseño universal como estipulación básica de prestaciones, la eficacia retórico-comunicacional, las energías alternativas o las tendencias a la minimización de uso de materiales, la robótica y la inteligencia artificial, la parametrización de condiciones de sustentabilidad ecosocial, etc. Y además la necesidad de formular desde el Diseño, una cierta ética de calidad – en Japón se usa la noción kansei, algo asi como calidad total, alcance pleno de una potencia estético-comunicacional junto a eficacia prestacional- deviene un imperativo de reflexión e investigación para contrarrestar si se quiere, el carácter mixtificador que la maximización del consumo trata de imponer en la lógica de sus producciones, por ejemplo favoreciendo un ciclo relativamente corto de durabilidad y obsolescencia de los objetos para aumentar el volumen de negocios. Mas recientemente en las escuelas de Arquitectura (a veces también en las de Diseño) sobrevino cierta crisis acerca del excesivo peso de la enseñanza puramente profesional, en tanto una clase de enseñanza basada en la reproducción del ejercicio de la profesión y poco o nada, dependiente de nuevo conocimiento generado por actividades de investigación. También los procesos genéricos de evaluación de calidad educativa puestos en marcha hace menos de una década impusieron a los formatos tradicionales de las carreras profesionalistas, la exigencia de desarrollar actividades de investigación, lo que todavía está en ciernes y careciendo del desarrollo e instalaciones necesarias para la clase de investigación capaz de suscitar cambios en las bases técnicas y socio-productivas de las actividades posibles de una arquitectura redefinida como disciplina o área de conocimiento y no entonces, como profesión o campo de prestaciones de demandas técnicas a requerimientos de sectores sociales muy precisos y nada inclusivos. Qué Investigar? El qué investigar? remite a definir áreas o campos de temas-problema que delimiten parcelas respecto de la cuestión general del conocimiento o el saber propio de la arquitectura y el diseño y de cómo ampliar y profundizar el mismo, aceptando la circunstancia de un ordenamiento general de tal saber bastante diferente respecto de áreas que como la matemática o la biología o la historia –

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por nombrar terrenos disciplinares nítidos y altamente formalizados- poseen un grado de organización y especialización de su espacio cognitivo mucho mas estructurado alrededor de áreas de especialidad y especialistas, delimitaciones institucionales (como revistas temáticas referidas a ámbitos especializados de investigación dentro de cada disciplina), campos o instancias de formación superior, especializada y/o continua, organización institucional formal de espacios específicos de investigación con sus instalaciones, presupuestos y existencia de carreras o escalafones de personal afectado a la investigación, instancias de confrontación y puesta a prueba de las necesidades de ampliación o expansión del conocimiento (como los congresos, simposios o ateneos de exploración específica de fronteras de determinados saberes y comunicación de los avances obtenidos), dispositivos de divulgación científica orientados a testear la receptividad social de aportes y desarrollos, o articulaciones socio-políticas entre demanda social de saberes específicos básicos o aplicados y ofertas generadas por los aparatos de investigación como lo que de alguna forma compone la llamada política científica de los estados modernos, con su definición de prioridades y promociones, etc. Confrontados de tal modo, los campos formales de la investigación científica con el estado mas difuso y menos orgánico de los posibles espacios de saberes por desarrollar inherentes a la esfera de la arquitectura y el diseño, cabe así plantear de manera mas bien hipotética, una enumeración abierta y preliminar de campos posibles a considerar respecto de la pregunta qué investigar? en estos ámbitos a los que nos referimos. 1 Estudios de filosofía del diseño. El qué del diseño. Estudios básicos de Teoría del Diseño. Relaciones entre filosofía del diseño y el proyecto Este campo temático remite al saber básico o teorías generales de la arquitectura y el diseño abarcando el análisis de correlaciones de ese saber con propuestas o corrientes del saber genérico de la filosofía y/o la epistemología asi como indagaciones específicas acerca del proyecto como instrumento y/u objeto emergente de aplicaciones del saber de la arquitectura y el diseño. Por ejemplo asi como podría existir una filosofía del lenguaje (en cuanto un tipo de pensamiento asociado a factores de decibilidad/legilibilidad – por caso, las investigaciones filosóficas de Wittgenstein-) podría plantearse una filosofía del proyecto o de sus contenidos de prefiguración, predictibilidad, representación, especulación, indagación metódica sobre futuros, etc. Aportes de filosofos del lenguaje como John Austinvi y sus análisis de la conformación de lenguas naturales y sus dialécticas con jergas especializadas,así como el concepto de actos de habla, podrían ser útiles para indagar acerca, por caso, del cómo hablamos en arquitectura. Una investigación de Carlos Martí Arisvii sobre el concepto de tipo arranca con un primer capítulo (La idea de tipo como fundamento epistemológico de la Arquitectura) en que intenta explicitar la dimensión cognoscitiva de la arquitectura apelándose a la epistemología de Popper. Muchos trabajos investigativos sobre condiciones arquetípicas de las relaciones entre espacios y motivos sacros tratan de establecer la razón de esas relaciones como en el caso de las interpretaciones sobre la Jerusalem Celeste, la profecía apocalìptica de un espacio sacro que es a su vez fortaleza

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defensiva y matriz de la urbis, con sus 12 arcos coronados de angeles y de protección del cordero pascual, metáfora del animal místico, teoría fundante del quadrum y de los tipos medievales de castellum y turris, albergue del bélico San Miguel, plano referencial de las 12 tribus israelíes, alusión al edículo del Santo Sepulcro, etc. y motivo fundante –igual que el Templo de Salomón- de continuas indagaciones hermeneúticas sobre el carácter fundacional de estas primarias elucubraciones de como lo sacro deviene forma urbis. Numerosas interpretaciones de tales relaciones de lo celestial y lo terrenal atraviesan el pensamiento esotérico, trasfondo crítico de la naciente ilustración (Fludd, Kircher, Browne) y arriban a vínculos con la voluntad de sacralizar o legitimar el mundo maquínico de la industria y la vigilancia social, por ejemplo en la propuesta del The divine eye -un ojo triangular que emite gracia, justicia y vigilancia en su derredor elíptico en que todas las celdas periféricas están aprehendidas en la irradiación de ese ojo divino- en que Jeremy Bentham, filósofo utilitarista, inicia sus estudios de fundamentación de su proyecto de panóptico, uno de los verdaderos dispositivos que según Foucault manifiesta el surgimiento de un pensamiento positivista-iluminista sobre la irrupción de la racionalidad de la nueva forma de producción. 2 Problemas del proyecto y del objeto-resultado del desarrollo y aplicación de un proyecto Como un campo específico o mas detallado del precedente, agrupa el tipo de investigaciones referidas al proyecto como un emergente o resultado de las prácticas de la arquitectura y el diseño sea en tanto dimensión instrumental-conceptual asociada a un tempo determinado de la arquitectura (de la arquitectura renacentista del siglo XV hasta la modernidad), sea en cuanto a la caracterización lingüístico-comunicacional de la arquitecura (aquello que la arquitectura dice, habla, informa o comunica), sea en cuanto a sus características metodológicas específicas de desarrollo y aplicación (desde el proyecto basado en la perspectiva communis renacentista hasta la compositionbeaux-arts y las analogías maquínicas en las arquitecturas modernas o las aplicaciones retóricas en las arquitecturas posmodernas, etc.). En todo caso en este punto referimos a lo proyectual como algo ligado al qué investigar o propio del objeto de investigación –investigar sobre el proyecto– dejado fuera del mismo la alusión a lo proyectual como algo ligado al para qué (o finalidad del) investigar que en tal caso referiría a una forma o modo de investigar –investigar mediante la actividad proyectual-. La Queen´s House que Iñigo Jones proyecta en Greenwich entre 1615 y 1635, primero para la reina Anna of Dennmark y luego para la borbónica Henriette (por quién aparecerá el motivo de la flor de lis en la baranda metálica de la escalera circular) representa en sí, la recepción del palladianismo en Inglaterra –que Jones estudió in situ y que incluso poseyó uno de los ejemplares del tratado de Palladio con anotaciones de éste- implica en su cuadratura estricta en un volumen de 36 por 36 – que encastra The cube, el salón cúbico de 12 metros de lados y altura en cuyo piso se inscribe un círculo de mármol negro y blanco cuya geometría imita la curvatura terráquea (y cuya directriz es atravesada por el meridiano cero del mundo). Las formas mandálicas de una

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representación irradiante o circular son juegos que se hicieron entre la formalidad esencialista y neutral del objeto y su condición de organizador del territorio de implantación (el Hospital de Greenwich debió proyectarse en dos alas para dejar libre la visión de la casa de la Reina hacia el río) asi como de su manipulación geométrica para ofrecer una simbología representativa, intereses retóricos que Jones congeniaba con su afición por la escenografía y el acompañamiento comunicativo –no sin conflictos- de las mascarades del célebre y polémico Ben Jonson . Entre las múltiples tareas urbanísticas y arquitectónicas de Otto Wägner, puente entre los academicismos especulativos de la Viena del Ring y el surgimiento del movimiento secesionista, la pequeña intervención para las oficinas de la agencia de noticias del diario Die Zeit en la Karnternstrasse (1902; demolido en 1908 y reconstruído en 1985) engloba parte de la utopía moderna de la obra de arte total (concepto atribuíble a su hómonimo Richard) al identificar una fachada con una portada o página de periódico, integrando el discurso compositivo de formas y lenguajes (y diseñando las familias tipográficas susceptibles de dar identidad al diario) asi como recurriendo al acero niquelado y al aluminio, material que entonces, en su utilización laminada, servía para manejar un objeto arquitectónico plano precisamente como una papiroflexia. 3 Tecnologías y procesos del proyecto Consistiría en el campo general de relación entre tecnología y proyecto o de cómo los procesos específicos de desarrollo de proyectos se relacionan con el estado de la tecnología disponible o de cómo exigencias o postulaciones proyectuales podrían demandar nuevos desarrollos tecnológicos en cuanto a prestaciones u ofertas de materiales y dispositivos o a formas de organización y gestión de los procesos de proyecto tendientes a garantizar la ejecución de obras complejas. En general esta clase de proyectos de investigación pertenecen a un campo connotado por las modalidades tecnológicas de investigación, en el sentido de referirse a prestaciones o cualidades ofrecidas por el mundo de las ofertas tecnológicas y/o de las aplicaciones tecnológicas de los avances científicos. Un caso paradigmático y protomoderno de relación entre nuevas disponibilidades tecnológicas y desarrollo de criterios modernos de proyecto es el trabajo de Henri Labrouste para la Bibliotheque de Saint Genevieve , en el barrio latino parisino, desplegado entre 1840 y 1851, como una caja mixta, renacentista y pétrea por fuera y con alusiones estilísticas al cercano Panteón que envuelve una de las primeras estructuras metálicas de secciones reducidas que dan paso a paños livianos de cristal y utilizando los recursos técnicos (las prestaciones del material pero también el cálculo y la geometría descriptiva) para conseguir los nuevos efectos estéticos y funcionales ligados a la liviandad y transparencia. En el caso de este trabajo es destacable además el minucioso diseño del catálogo de piezas metálicas para montar en seco (hay mas de 100 láminas técnicas de esta representación-catálogo) que anticipa la producción de partes para armar de numerosas empresas proveedoras de piezas metálicas de construcción (como la célebre Vasena en Buenos Aires) .

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Otra referencia de temáticas de articulación entre tecnología innovativa y diseño destaca en el trabajo de Konstantin Melnikov en su proyecto para la Torre Pravda (Verdad), periódico de Leningrado que concursa este edificio-emblema en 1924 que en si mismo encerraba el problema de tener que resolverse en el pequeño lote de 6x6 que el diario recibió dentro de una plaza pública y que motivó que Melnikov investigara en una forma ascendente torsionada capaz de ofrecer un potente símbolo pero también de maximizar con sus bandejas volantes, el espacio disponible y además haciendo que el partido adoptado garantizará la mejor manera de resolver una estructura metálica con la mayor capacidad de carga y menor dimensión material, continuando además –como una metáfora también de carácter político- con la espiralada propuesta de Tatlin para la torre-homenaje a la III Internacional. 4 Historias y experiencias del proyecto Se alude al campo propio de la historización de las experiencias previas de proyecto en el sentido de desarrollar investigaciones caracterizadas genéricamente por las metodologías de la investigación histórica en general atinentes al análisis crítico de aquellas experiencias proyectuales dotadas o por dotarse, de cierta consagración o validación historiográfica de su calidad relativa o valor reproductivo en un momento histórico dado. El caso del proyecto que Le Corbusier desarrollara en 1928 –el llamado Mundaneum, en Basilea- encargado por Paul Otlet, uno de los primeros teóricos de las ciencias de la información y su depósito y codificación, no sólo se inscribe en una suerte de máquina cuya función alude a cierta historia de la manipulación sistémica de la información (desde los jeroglíficos egipcios y los glifos ideográficos mesoamericanos a las teorías manieristas del Escorial -que Le Corbusier visitó y dibujó el año anterior a la realización de este proyecto- y sus relaciones con el mundo de las codificaciones del Templo de Salomón hasta las concepciones iluministas de la Encyclopedie de Diderot) sino también a un trabajo exegético del proyectista que busca dotar a su proyecto de un compendio de referencias sobre los modos históricos de composición proporcional –buceando en las arquitecturas palladianas y en otras canteras referenciales- lo cuál le otorgó, desde la mirada de sus amigos marxistas –como el checo Karl Teige- una discutible aureola de idealismo aristocrático bien lejana a sus proyectos entonces contemporáneos (desde la Ville de 3 millones de 1923 a los proyectos soviéticos del Palacio de Soviets y el construído Centrosoyus moscovita de 1929). Las múltiples alusiones del Mundaneum a proyectos precolombinos, orientales, tardorenacentistas e ilustrados otorgaron a esta propuesta el aura de enciclopedia de arquitectura histórica, coincidiendo asi con el gusto de coleccionista sistémico de Otlet. 5 Estudios articulados de escalas o dimensiones físico-funcionales del diseño: por ejemplo, diseño de células y tejidos, partes y conjuntos, etc. Refiere en general a los estudios vinculados a los procesos considerados en el campo de la morfología y/o de la comunicación y representación visual de los proyectos de arquitectura y diseño basados en categorías morfologicas. Dentro

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de esta caracterización podrían incluirse los estudios de forma básica (basics forms para el diseño básico), las exploraciones de índole geométrica (desde el diseño de nuevas formas o poliedros hasta las teorías de fractales) y las investigaciones de carácter morfogenético como las ligadas a estudios de tejidos, urdimbres, enjambres y otras organizaciones de formas evolutivas. Ejemplos de estos posibles desarrollos de geometrías generativas pueden darse con el llamado Arbol Fractal de Pitágoras, que es un desarrollo del teorema pitagórico realizado por Albert Bosman en 1942 sobre la articulación de tres cuadrados de modo que generen un triángulo rectángulo, acomodo que mediante una iteración reducida cada vez por un factor lineal de la mitad de la raíz de 2 engendra el efecto-árbol. Y asi deviene un sinnúmero de aplicaciones o formulaciones de geometrías numéricas que proponen tramas generativas como los triángulos de Sierpenski (generación geométrica usada por Steve Holl en su proyecto Het Oosten en Amsterdam, donde también aplicó modulaciones musicales como los parámetros azarosos de Morton Feldman, apelaciones a modalidades rítmicas que Holl también usó en la Casa Stretto, en este caso utilizando composiciones de Bela Bartok) o las esponjas de Karl Menger, basadas en iteraciones de criba o extracción efectuadas sobre un cubo. El caso de la preincaica construcción del Palacio de Puruchuco, hoy dentro de Lima, es también, fuera de su todavía discutida función (residencia, ámbito de gobierno local de un curaca, sede y depósito de trabajadores y productos rurales, etc.) y de la reconstrucción efectuada muchas veces dada la deleznabilidad del adobe, un ejemplo de aplicación de geometrías generativas – en este caso las propias de la razón proporcional del número de oro, que su supuesto introductor occidental, Luca Paccioli, ahora se sabe seguramente conoció en su estadía norafricana, como proveniente del legado arábigo- cuyo valor radica además en la simultánea adquisición de estos criterios proyectuales por culturas diversas y paralelas a la occidental . Tenochtitlán, según los registros cartográficos que se adjudican a los sorprendidos cronistas que acompañaban a Cortés, implica asimismo un modelo generativo de ciudad en una territorialidad lacustre como la originaria en la cuál no sólo había calzadas o trazas-puente de anclaje del asentamiento con el territorio sino además un formato generativo basado en la agregación de los módulos de las islas flotantes productivas o chinampas, en geometrías fluctuantes y adaptativas y móviles. La fuerza de esta imaginería generativa de ciudad parece haber conmovido espcialmente a Thomas More, quién decidió incluir una imagen parecida en la portada de su influyente Utopía cuya edición princeps es de 1516. 6 Consumos, recepciones y usos del proyecto Se alude en general a una suerte de sociología del proyecto en el sentido e indagar la performance receptiva de algunos proyectos por parte de determinados colectivos sociales, lo cuál implica profundizar el análisis del alcance de eficacia referido a los aspectos de funcionalidad de un proyecto en las dimensiones mas complejas y abarcativas de las características de dicha

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eficacia funcional (por ejemplo a nivel biológico, psicológico, relacionadas con circunstancias imperativas de la esfera del consumo o la moda, vinculadas con prestaciones mecánico-operativas y de eficacia energético-material o con prestaciones de información y comunicación, etc.). Inversamente ciertas clases de investigación ligadas al análisis preoperacional de cierto tipo de proyecto pueden realizarse en torno de las llamadas investigación operativa, análisis de mercado, diseño orientado a objetivos, etc. Es decir que esta clase o campo de investigaciones pueden caracterizarse como pre o posproyectuales. Una referencia interesante acerca de las relaciones entre producción y consumo o recepción de proyectos es en general lo que ocurre con los diseños del amateur norteamericano Norman Bell-Geddes –self-made-man e inventor del concepto streamlined y diseñador oficial de numerosos vehículos de transporte como los autos de Graham-Paige o Chrysler- y en particular con la muestra Futurama, que proyecta bajo encargo de la General Motors para la Expo Mundial de New York de 1939 por la que cobrará la exhorbitante cifra de 7 millones de dólares de entonces y que con su extensión y diversidad y un palco elevado que se movía lentamente para ver desde arriba el panorama, acogió al menos 4 millones de personas que la visitaron y la atención de la entonces muy popular revista Life que le dispensó una muy extensa cobertura que leyó y miró medio pais. Bell-Geddes proyectó al respecto 12000 edificios y 50000 vehículos a escala que ocupaban la muestra, incluyendo escenas urbanas y territoriales, áreas residenciales o industriales y aeropuertos. Impuso si se quiere –se identificó con los deseos subyacentes del imaginario popular- una especie de gusto medio norteamericano, visible en la estética de los 40 y 50, en vehículos, gadgets, vestimenta u objetos de mobiliario y también en el diseño aerodinámico y pregnante de cines, teatros, estaciones de servicio, bares automáticos o halles de hotel así como en la imposición de un paisaje doméstico para los interiores estandar. Walt Disney, uno de los ignotos visitantes de la muestra del 39, ex masón congregacionalista y militante antimarxista empedernido, recordaba el impacto de la misma y se lo apuntaba como punto de partida de su comic imaginery –que había empezado en los años 20- y mas aun, de su pasión algo malograda de urbanista que iba a decantar años mas tarde, en el desarrollo de la empresa WED (sus iniciales, dedicada al diseño y construcción de atractivos recreativos) y en el proyecto EPCOT (Experimental Prototype Community of Tomorrow) que sólo a su muerte en 1966, deviene en thematic park de entretenimientos infantiles . 7 Características, problemas y perspectivas futuras de la ciudad y los grupos sociales urbanos en cuestiones inherentes al diseño y los proyectos Refiere en general a los estudios que podríamos definir como urbanísticos o referentes a las formas y funciones de las estructuras urbanas y sus propuestas de planificación y/o procesos transformación y cambio o socio-urbanísticos o relativos a factores del habitar determinadas condiciones del hábitat urbano, por ejemplo de aquellas características singulares como las de la llamada marginalidad socio-urbanística y la autoorganización social de

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respuesta a necesidades del habitar o como las de las formas habitativas de alto standing (barrios cerrados, urbanizaciones privadas, etc.). Pueden tratarse de estudios sincrónicos o acerca del estado de una conformación o problemática urbana o diacrónicos o referidos al desarrollo de procesos de transformación urbana planificados o espontáneos, etc. En general esta clase de investigaciones remite metodológicamente a los estudios propios de las ciencias geográficas. Extensivamente podrían incluirse en este acápite los estudios referentes a problemáticas territoriales o ambientales y referidas a los deterioros o perturbaciones de áreas dominantemente naturales fruto de acciones regresivas de antropización. También podrían abarcarse los estudios referidos a las problemáticas del paisaje y sus actuaciones proyectuales. Los casos de Seattle y Curitiba han resultado recientemente no sólo emblemas de una especie de marketing verde de ciudad, consecuente de variadas acciones de planificación y orientación de cierta clase de desarrollo urbano en relación a políticas públicas específicas sino además , temas en que puede indagarse la construcción de una visión idiosincrática de ciudad, una suerte de community vision sostenida en el tiempo y capaz de conciliar instrumentos técnicos de modelación de la ciudad con microacciones de los ciudadanos sin que ésos estén impelidos por normas u obligaciones. Esto último se advierte por ejemplo en la multiplicidad de pequeñas actuaciones empíricas, casi previas a proyectos formales, como las que David Sucherviii presenta, respecto de Seatle: diversas microacciones- como cubiertas-plazas accesibles y permeables - que empero se superponen a las prescripciones que John Olmsted –hijo y socio de Frederick, designer del Central Park neoyorquino- propusiera como ordenamiento de lagos y bosques en que prever el desarrollo urbano sustentable ya desde 1903 . Curitiba también superpuso diferentes acciones de variada envergadura – como su sistema multimodal de transporte, el sistema lixo que nao e lixo o las calles de 24 horas - a criterios basados en una planificación básica sostenida en el tiempo, como fue en tal caso el plan que Alfred Agache -el urbanista francés contratado para revisar el desarrollo de Rio- entregó en 1943 y que ya prefiguraba un armado anular progresivo de la ciudad, segmentado por enlaces radiales de transporte público o los criterios de parquizar con visión de prevención de desbordes hídricos, las dos grandes cuencas que bordean la ciudad. 8 Estudios relacionales o interdisciplinares. Trata por ejemplo de cross-fertilization entre disciplinas como por caso, sociología y diseño (relaciones entre diseño y otro campo disciplinar) o referentes a un campo no disciplinar sino problemático, como por caso, ambiente y diseño (relaciones entre diseño y otro campo problemático). Aquí habría que distinguir la fertilización cruzada –como forma epistémica alternativa de crear nuevo conocimiento- de las yuxtaposiciones, cruces, importaciones o sustituciones con las que se busca analizar el diseño y sus prácticas mediante extrapolaciones conceptuales provenientes de otros campos disciplinares, o sea tendiendo a cierta adjetivación no sustancial del diseño según la utilización de conceptos (a veces meramente terminológica)

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emergentes de la disciplina originaria de la contaminación (diseño sociologista o sociologizado, arquitectura economicista, proyecto etno-antopológico, etc.). En cuanto a la cuestión ambiental antes mencionada –entendida como campo problemático antes que como estrato disciplinar o pluridisciplinar, atento a las objeciones que todavía tiene desde la academia, esta noción relativamente reciente- también cabría auspiciar la clase de cruce fertilizante que aporte tratamientos originales que provenientes desde el campo disciplinar de la arquitectura y el diseño pudieran aportarse al entendimiento, manejo y gestión de tal campo problemático evitando asi la mera adjetivación (arquitectura ambiental, diseño sostenible, proyecto ecológico, etc.). Acciones proyectuales de índole interdisciplinar pueden ser ejemplificadas con la reciente iniciativa que Alan Berger, del MIT, viene desarrollando en su Propuesta Agropontina (2006) concebida para recuperar la dinámica de humedal de las vastas áreas desecadas según criterios de salubridad antipalúdica e intención de creación de nuevas ciudades por Benito Mussolini. Tales ciudades (Latina, Sabaudia, Pontinia y Aprilia, fundadas entre 1932 y 1936) se plantearon como intención fuertemente simbólica del Estado Nuevo y requirieron obras de desecamiento cuya realización implicó con el tiempo, su degradación ambiental y contaminación por el estancamiento, eutrofización y pérdida de dinámica de los drenajes. Los trabajos del MIT modelizaron el ambiente perturbado mediante la concurrencia de diversos aportes disciplinarios – desde ingenierías hidráulicas hasta modelizaciones matemáticas, desde expertise en bio-recuperación hasta arquitectura y ecología del paisaje- y plantean acciones de regresión y recuperación de las áreas agropontinas para lograr mejorar los flujos de humedales mediante usos de baja intensidad. El término co-housing (malamente traducido como co-vivienda) refiere a iniciativas de organización cooperativa de usuarios en relación a modelos basados en la obtención de criterios de calidad ambiental y sustentabilidad y bajo tal directiva se desarrollaron numerosas iniciativas en Canadá, Dinamarca, Holanda o USA, conjuntando conocimientos de urbanistas expertos en optimun insertion territorial, asesores legales y dominiales, gestores en iniciativas locales, economistas de real estate y gestores ambientales y de tecnología ambiental (en temas como los de construcción, instalaciones racionales y producción sustentable). Hay diversos estudios sobre esta temáticaixque registran además iniciativas americanas como las regenteadas por la entidad The Co-Housing Association of United States que consitituye una federación de mas de un millar de iniciativas ya realizadas asi como que ofrece servicios de asistencia y consultoría a quiénes se proponer desarrollar un CH. 9 Estudios sobre el análisis y la crítica de los procesos y productos del diseño Consiste en el campo en el que se establecen criterios de valoración de la calidad o performance social de determinados procesos y productos del diseño, es decir, las investigaciones sobre las formas y criterios analíticos en que sustanciar la actividad crítica en relación a la significación lógico-filosófico-ética

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que la enunciación de juicios críticos tiene desde Kant, influencias en la construcción del conocimiento. En ciertas instancias los procesos de diseño se constituyen en procesos de investigación y exploración que basados en procedimientos conceptuales (como la utilización de notaciones diagramáticas) tratan de moderar o anular preconceptos de forma ya sea según marcos estéticos o históricos. Es el caso de proyectos de Francois Roche, como la Casa Barak, Sommieres (2008) desarrollada bajo el criterio que Roche indica así: no estético, no histórico, sino genético, aludiendo a su método analítico y crítico de proyecto que le abre dimensiones experimentales en relación a operaciones que define como de hibridación, injertos, clonación, morphing (como forma en mutación o generación), etc. También disolviendo el objeto arquitectural en su inserción ambiental ya sea acomodándose al territorio físico , ya a cuestiones de organicidad que mas allá de lo estético buscan profundizar aspectos fundantes de carácter ambiental. Esta casa es una geometría derramada en el relieve de un territorio escarpado resuelta en hormigón y ladrillo y con aberturas que se cierran levemente con cortinas de tiras plásticas y que a su vez está envuelta por una especie de piel biodinámica construída con el poliuretano Emis y que se convierte por una parte en una red sensible al material verde y por otra una matriz interactuante con el ambiente, por ejemplo fijando electroestáticamente el polvo aéreo o permitiendo un manejo dinámico y natural del clima. 10 Estudios sobre el desempeño de productos del diseño Un campo específico eventualmente articulado con el precedente y con lo indicado en el ítem 6 mas arriba, es aquel propio de las investigaciones que refieren al análisis del desempeño de un producto o cosa emergente de una acción proyectual de diseño; es decir a cuestiones relacionadas con la biografía de los objetos y como estos constituyen o establecen campos relacionales distintivos de la cultura material y simbólica por ejemplo en torno del análisis de componentes urbanos como las calles o las plazas, elementos tipológicos de la arquitectura como las casas o los templos, piezas del paisaje técnico como los vehículos, las herramientas o el mobiliario, partes de lo que Barthes llamó El sistema de la moda como los uniformes o las vestimentas de diferente uso y funcionalidad social, instrumentos propios de la comunicación como el libro, el periódico o los aparatos modernos de comunicación, etc. Estos estudios pueden ser recursivos: del objeto de diseño estudiado a su impacto en la cultura y de los cambios culturales y su determinación de nuevos objetos de diseño, en el seno de cierta clase de progreso instrumental. Un caso interesante y a la vez con un carácter casi profético o anticipativo son las viñetas publicitarias que realiza el diseñador Carl Schridde para la firma Motorola en 1961, en que se procura presentar los recientemente disponibles aparatos de TV de esa firma como redefinidores del way of life y del espacio social de las viviendas y de tal modo propone una serie de disposiciones arquitecturales (como una casa en una marina, una casa submarina o una replicación popularizada de la casa de la Cascada de Wright, entre muchas otras alternativas) que sin embargo coinciden en armarse alrededor del polo

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convocante del grupo familiar que será el aparato televisivo, ya no un gadget mas sino un factor intensamente remodelador de la vida familiar –recuérdese la precipitación con la que la familia Simpson se acomoda en un sillón frente a su TV apenas entra a su casa- y por lo tanto protagonista singular de un nuevo paisaje doméstico y de una nueva configuración relacional y funcional de los miembros del grupo familiar asi como de una mutación de la idea de privacidad doméstica , visible en la transparencia magnificada de los ambientes de Schridde pero también en la introducción de una forma virtual (a través de la TV y mas adelante, de toda la oferta informática que se desplegará) de percibir/usar lo público que irá en detrimento del uso corporal o físico de lo público y de la declinación misma de la noción de espacio público. Se abre por otra parte, con esta irrupción protagónica de la TV y luego de los restantes medios como los programas electrónicos de interacción social (Facebook, Twitter, etc.), el doble flujo óptico-perceptual del mirar y ser mirado y con ello derivas formativas de la sociedad contemporánea como la relación entre mirar y consumir o la relación entre ser mirado y ser controlado/vigilado (esa derivación disciplinar anticipada por Foucault y por las concepciones de Bentham y su The Divine Eye o Orwell y su Great Brother hasta el pertinente uso de tal utopía orwelliana en los reality shows actuales, sin duda caústicamente anticipados por films como The Truman Show, cuyo terror es suscitado por resultar enteramente posible y factible). 11 Estudios sobre el conocimiento proyectual y epistemología del diseño. Este ítem refiere a la posibilidad de generación de nuevo conocimiento mediante la actividad proyectual o sea de como la realización de proyectos podría asociarse por una parte, a posibles rupturas y evoluciones epistemológicas del saber hacer del diseño y por otra, a como tal actividad proyectual pudiera derivar en la proposición de un cierto conocimiento específico en relación al tratamieno o actuación en un determinado campo problemático. Por ejemplo asi como la esfera de lo jurídico o la esfera de lo criminológico pueden aducir un cierto conocimiento o aptitud para entender en las problemáticas de la inseguridad y violencia urbana contemporáneas, también podría teóricamente, aportarse a un conocimiento diferente para actuar en tal dimensión que emerja de la esfera de lo proyectual. Es decir, cabe pensar en cierta clase específica de investigación que utilice criterios proyectuales para desarrollar propuestas transformativas de ciertas instancias de problem-solving. Los casos en que la actuación proyectual consiste básicamente en un modo de pensar/resolver un problema –más allá de un resultado previsible como sería el caso de la mayoría de los encargos profesionales de proyectos- deben relacionarse con aquellos en que es lo producido intelectual o cognitivamente por el proyecto lo que aporta un valor de novedad y verdad/eficacia en relación al campo problemática en que se origina. Esto abre una dimensión experimental del proyecto de investigación que Terry Farrellx describió como client as site, es decir una actividad proyectual engendrada no por el encargo de un cliente sino por la voluntad de actuar en un sitio problemático, aportando una solución o mitigación del problema mediante un proyecto, fuera que exista formalmente un encargo de proyecto.

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El sitio incaico de Moray, en Maras, con 3500 metros de altura y a unos 30 kilómetros al noroeste de Cusco, en el Valle Sagrado, parece constituir un proyecto territorial utilizado para proveer conocimientos agronómicos que expandieran la productividad sustentable tan relevante en dicho Imperio. La palabra moray etimológicamente tiene que ver con la cosecha de maiz y con el mes de mayo, además de aludir a la papa deshidratada y el sitio es como un simulador ecológico o un modelo a escala de latitud-altitud que en sus doce andenes permitía establecer las características de 20 microclimas y experimentar cultivos incluso indagando mediante las sombras producidas por unos monolitos o ñustas, las diferentes condiciones de asoleamiento. Fuera de su evidente atractivo como acción de modelación territorial – una pieza de land-art avant la lettre-configura, mediante una concepción proyectual consciente, una verdadera máquina de producción de conocimientos experimentales. Rising Currents es una iniciativa del MoMA para un proyecto-investigación promovido en 5 zonas costeras del área metropolitana de Nueva York- Lower Manhattan, Jersey, Liberty Island, Brooklin y Queens- según la curadoría del encargado de Arquitectura&Diseño de ese Museo, Barry Bergoldxi quién organizó sendos grupos de trabajo interdisciplinario cuya motivación central es imaginar soluciones y previsiones que el conocimiento proyectual pudiera ofrecer para moderar el impacto hídrico negativo que es esperable en la región como efecto de la variación de indicadores emergentes del proceso llamado cambio climático global, cuyas características metereológicamente regresivas parecen a la vez, aceleradas e irreversibles. Las propuestas son diversas, desde restaurar áreas fuelle de humedales hasta desarrollar una llamada oyster-tecture en los bordes marinos de Queens o promover tejidos móviles de islas artificiales sobre el frente de Jersey o calles-canales de diversa clase de drenaje-absorción en pleno Manhattan , etc. Los 11 grandes campos temáticos presentados pueden desglosarse en un conjunto de áreas temáticas mas o menos propias de la agenda reciente del conocimiento proyectual o, si se quiere, de campos que han sido tratados recientemente manifestando algún interés puntual de lo teóricos y críticos del proyecyo. Lo que sigue es una nómina muy sintética y para nada taxativa que postula una agenda entendible como razonablemente vinculada a un diagnóstico de un estado de necesidad o campo de problemas susceptibles de ser abordados según lo que proveería un nuevo conocimiento proyectual. Los 40 campos temáticos identificados se relacionan con la sistematización que surge del análisis de numerosas tesis doctorales realizadas en los últimos 5 años o en curso en diversos ámbitos formativos.

Cambios psico-sociales y transformaciones del housing.

Consiste en el tipo de investigación ligado a los procesos de cambio en las formas socio-urbanas de habitabilidad, por ejemplo en torno de las líneas de exploración proyectual formuladas en las compilaciones sobre el tema genérico del housing (Gausa, M.; Salazar, J., Housing+Singular Housing, Actar,

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Barcelona, 2010) o en trabajos de pre-proyecto y simulación programática en el caso que Peter Eisenman realizó en Rebstock, Düsseldorf, Alemania.

Los lugares del intercambio: movimientos, no-lugares.

Se trata de las investigaciones conceptuales y proyectuales sobre nuevas áreas y focos de intercambios urbanos ligados a temas de logística e interrmodalidad y también a la generación de los estereotipos de nuevas funciones de globalidad como las propuestas por Marc Augé en relación a la noción de no-lugar (no-place) y como ejemplo referencial, el tipo de investigación proyectual propuesto por el grupo FOA en su planteo para la Terminal Naval de Yokohama (2005).

El no-lugar como oportunidad y demanda de proyecto.

Se trata de la clase de investigación y posibles actuaciones proyectuales orientadas a pensar un sitio como no-lugar o como área de oportunidad para desarrollos de función y actividad, mediante la saturación y aprovechamiento de sus condiciones potenciales y/o la captura y procesamiento de atributos de significación. En parte esta clase de investigación coincide con los tema del client as site y demás ejemplificaciones desarrolladas por Terry Farrell en su Manifesto for London o a ejemplos de actuación como ejercicios que el chileno Taller América realizara en búsqueda de relaciones entre condiciones de sitio (las regiones patagónicas australes chilenas) y posibilidades de desarrollo de proyectos.

Arquitecturas del territorio: lo táctico y mutante.

Consiste en el análisis de los diferentes procesos de transformación territorial basados en diferentes estrategias de desarrollo o poder, identificando mas las tensiones de movilidad que los anclajes fijos y locacionales. Actualmente estas consideraciones remiten a indagar sobre los cambios territoriales suscitados por el posfordismo. Históricamente los procesos transformadores del siglo XVIII (estudiados entre otros por Georges Teyssot), como por ejemplo la realización de la Presa de Marly para garantizar el suministro de agua a Versailles, ilustran sobre estos procesos que relacionan acciones proyectuales territoriales con nuevas tecnologías productivas y del poder, representado en una capacidad prometeica de transformar las condiciones naturales de los territorios, inventando incluso la noción de paisaje que desde el siglo XVIII contiene las características técnicas de las voluntades de transformación de ambientes previos y sus cualidades de representación de ideologías y simbologías de poder absolutista.

Resignificación del espacio público.

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Se trata del análisis de cambios paradigmáticos como por caso, los espacios públicos del turismo, de la seguridad, de las tribus urbanas, de las minorías socio-étnicas, etc. Una referencia se aborda proyectualmente en la serie de microproyectos urbanos del programa Rio Cidade efectuado en Rio de Janeiro alrededor del 2000, entre los cuáles puede aludirse a los trabajos de rediseño de la Avenida Reina Cristina en Copacabana.

El espacio público: de contenedor de clases a expresión multicultural.

Consiste en la indagación de las variaciones históricas del espacio público, preferentemente desde el siglo XVIII con la creación de lo que Habermas llama esfera pública y también en relación a las oscilaciones modernas desde la idea de condensador social hasta los factores posmodernos de la segregación espacial como sucedáneo de la confrontación social y el arranque de figuras de ghettos, clusters, fronteras, etc. Colateralmente en este punto destacan los análisis de relación entre espacio real y espacio virtual y las declinaciones de la corporalidad pública o su deslizamiento hacia figuras de violencia e inseguridad urbana, apropiaciones tácticas de ciudad por colectivos específicos, etc. También, como en la referencia a los usos públicos-turísticos de áreas históricas –como el caso de las procesiones religiosas en el Pelourinho bahiénse- es de interés el análisis de los ciclos de degradación-tugurización-recuperación de zonas centrales de ciudad (México DF, Quito, Lima, Buenos Aires, Bahía, etc.) y en especial, la oscilación entre rescate de condiciones morfológicas del entorno y la voluntad de no escindir las condiciones de la forma urbana história de sus patrones antropológicos de uso y habitabilidad. En efecto salvo en el solitario caso de las actuaciones del centro histórico de Bolonia, en los 70, el rescate de la forma histórica suele asociarse a la expulsión de poblaciones y actividades originarias, en lo que la sociología ha designado como procesos de gentrificación.

Arquitectura y diseño como información/comunicación.

Se trata del campo de intersección entre la funcionalidad de la arquitectura y su retórica expresiva, sea en términos de sistemas figurativos especializados (como los contenidos crípticos de la ornamentación hasta el siglo XIX), sea en términos de correlación entre discursividad y arquitectura (como las cuestiones analizadas en los estudios de Venturi&Scott Brown sobre el caso Las Vegas y sus propias exploraciones proyectuales como en el Perelman Quadrangle en Harvard) o la artistización escritural o figural de artistas-arquitectos como en el caso de los sobre-textos o grafías superpuestas a la arquitectura que en el proyecto de la Universidad Di Tella (2009) desarrolla Clorindo Testa.

Aprendizaje y espacio. Didáctica del espacio.

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Refiere a las modalidades de aprehender o comprender lo espacial para re-producirlo, instancias que generalmente devienen de formas didácticas o de aprendizaje del proyecto como ocurre en el caso de las tareas desarrolladas por Sam Mockbee y el Rural Studio, en la Universidad de Auburn, Alabama , al menos desde el 2002 o las tareas desplegadas en el caso de la experiencia de la Cooperativa Amereida en la Universidad Católica de Valparaíso y sus trabajos en el campo experimental de Ritoque, iniciadas en los años 70. Aspectos teóricos en las relaciones entre espacio y didáctica fueron tema de los desarrollos fenomenologistas (Merleau Ponty, Bachelard) y también de las investigaciones de psicología experimental desarrolladas pot Jean Piaget y sus discípulos.

Salud psicofísica y espacio. Terapeútica del espacio.

Este tema refiere al análisis de las posibles aportaciones que cierta clase de espacialidad, según diversos atributos de la misma puede aportar a la cuestión de los lugares que proveen servicios psicofísicos de salud, como por ejemplo los centros de reducación de niños con retrasos madurativos o los sitios que se ocupan de tratamientos psíquicos especiales, como por ejemplo los trabajos del estudio coreano Cho&Park, como su Residencia de Discapacitados en Khang Wha, Corea (2000).

Los lugares del trabajo posindustrial. Territorios posfordistas.

El pasaje del capitalismo industrial clásico a las formas posfordistas del just in time y sus remodelaciones logísticas del territorio con la supresión de grandes áreas antes destinadas a las cadenas de montaje y a los depósitos para stock de insumos y productos ha generado como consecuencia, la aparición de un ingente pasivo edilicio, por una parte registrado como arqueologia industrial y por tanto susceptible de diversas estrategias de gestión de patrimonio y por otra materia prima del tipo suelo+instalaciones tal que puede ser útil para diversas acciones de reutilización y refuncionalización como se aprecia en numerosos ejemplos locales ( la conversión en viviendas del Molino Minetti o La Algodonera en Buenos Aires o de la Cervecería de La Aguada en Montevideo) o múltiples ejemplos internacionales como la conversión del Molino Stucky en hotel en Venecia o las actuaciones de David Chipperfield con sus trabajos de reconversión de antiguas sedes fabriles en Barcelona (2002).

Arbitrariedad del proyecto: el carácter cerrado y subjetivo del proyecto.

Este ítem refiere a casos que estarían expresando la voluntad de autonomía del proyecto como actuación intelectual, según la cuál el proyecto establece su propia delimitación del campo conceptual de su despliegue, a veces en la forma de un comentario o traducción de un texto primero, como sería el caso del Danteum de Terragni (según el trabajo de investigación-restitución del proyecto original que realizó Carlos Hilger) o los trabajos del jesuíta español Juan B.Villalpando con su voluntad de reconstruir según análisis filológicos de

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textos vetero-testamentarios –como el Libro de Daniel- el mítico Templo de Jerusalem (1605).

El proyecto como documento técnico-analógico.

Si el tema precedente entiende el proyecto como instrumento específico de conocimiento o descripción de un tema de referencia (como la simbología inherente a algun pasaje de los textos bíblicos), el proyecto también puede ser estudiado según su condición histórico-moderna mas reconocida, es decir, como instrumento técnico o forma de plantearse y resolver exigencias determinadas de estructura o portación y de servicios o prestación, como lo ejemplifican muchos trabajos de carácter experimental de Renzo Piano, como su proyecto para la Academia de Ciencias de California (2008).

Constructividad y expresividad.

Otra dimensión agregada a las precedentes puede constituir un tema de investigación en torno de las cuestiones que en el proyecto plantean las relaciones entre lo constructivo y lo expresivo-estético, sobre todo en la escena moderna en que tal relación cobra una depuración y esencialización vinculada a la supresión del aparato ornamental y asi existen numerosas experiencias de otorgamiento de claves de sentido a dicha relación como por ejemplo en las ideas arquitectónicas de Peter Zumthor, en especial en su proyecto para las Termas de Vals (1994) .

La sustentabilidad:reflexión proyectual sobre la escaséz

La cuestión general de la crisis de sustentabilidad y su manifestación en cierto estado de escaséz progresiva en lo matérico – energético da pie a un inédito campo de investigaciones que pueda aportar a resignificar el proyecto de cara al cuadro de posibilidades/limitaciones emergentes de tal estado de crisis, territorios teóricos que empiezan a ser populares y hasta banales pero también materia de investigaciones proyectuales como las del malayo Ken Yeang, los franceses Francois Roche y Duncan Lewis, el belga Lucien Kroll o el argentino Emilio Ambasz , por ejemplo en su proyecto residencial Nova Concordia (2004).

Didácticas del proyecto, lógicas del proyecto?.

Este ítem refiere a las investigaciones sobre las formas de aprendizaje del proyecto ya sean históricas, modernas o contemporáneas. Se incluyen las investigaciones acerca de lógicasxii o modos del proyecto en el sentido de utilizar descripciones generales y sistemáticas de formas o métodos contemporáneos del proyecto susceptibles de aplicar formas de aprendizaje del tipo a la manera de. También se refiere este tema a las formas de proyecto ligadas a interacciones con modalidades y/o innovaciones pedagógicas como por ejemplo las propuestas desarrolladas por el Estudio 3XN en su Colegio en

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Copenhaguen (2011) en tanto el proyecto se presenta como instrumento sustantivo de la estrategia de flexbilidad pedagógica o posibilidades inherentes a articular praxis educativas con soportes espaciales adaptables a múltiples alternativas.

Desmontaje/montaje: contra lo creativo aleatorio.

En este punto se hace alusión a la investigación en torno de proyectos metódicos basados en estrategias que eluden o cuestionan los enfoques de caja negra, es decir, aquellas formas de proyecto signadas por cierta opacidad o cripticidad propias de la casual creativity, del orden de la serendipity o del preceder aleatorio. Al contrario, se trataría de indagar en los procedimientos proyectuales de la cita, referencia, alusión o traducción de conceptos externos a la subjetividad del proyecto, lo que puede ejemplificarse en los trabajos de Tadao Ando ligados a transcripciones o referencias al budismo ninnji o tántrico como se verifica en sus trabajos Templo de Agua (1989) o The Oval (1992).

Potenciamiento de lo creativo.

Aquí se trata de la consideración de factores proyectuales ligados a la estimulación y el procesamiento crítico propios de la esfera de creatividad, la innovación o la búsqueda de resultados imprevistos, a veces refiriendo a modalidades productivas asociadas al hecho de la obra de arte, a veces considerando el acto proyectual como vinculado a la apropiación de atributos emergentes de la (in)materialidad inherente a tal acto. Un ejemplo de estas problemáticas – que también conectan a puntos precedentes como la aleatoriedad del hecho creativo o las relaciones entre (de)construcción y expresión podría ubicarse en la propuesta de Y. Obuchi, en su proyecto no realizado Wave Garden (2002) -el jardín marítimo compuesto con piezas de diferente reacción eléctrica y por tanto con diversas cualidades de materialidad- o el trabajo Blur Building en la Swiss Expo (2002), sobre el Lago Neuchatel, un pabellón que sus autores Diller&Scofidio, conciben como una isla artificial basada en la transegrity de Fuller cuya materialidad evanescente la compone una continua emisión de nubes de niebla que atraviesan la isla, desdibujando los bordes concretos de lo edilicio .

Validación social de la arquitectura: el problema del gusto.

La cuestión del gusto inherente a la formulación y valoración de la potencia estético-comunicativa de la obra arquitectónica atraviesa extensos períodos de su historia tanto sea en su validación canónica en los estilos sustentados por la alianza entre poder y academia como en las caracterizaciones de acciones vanguardísticas entendibles precisamente como voluntad de ruptura o puesta en crisis de esos dictátums canónicos como ocurriera con las distorsiones de Giulio Romano y el manierismo en general (entendible como predominio de manieras individuales frente a cánones colectivos) o la torsión del barroco

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hacia cierta pérdida de su eficacia comunicacional en Borromini y el desemboque en el decorativismo desjerarquizado del rocaille. Pero también surgen los temas de la relación entre lo popular y lo culto, por ejemplo alrededor de las formaciones del kitschxiii o las investigaciones proyectuales del arquitecto boliviano Carlos Villagómez – como en el proyecto Serpaj, El Alto, 1998- alrededor de lo que llama la arquitectura chicha o el gusto kitsch de sectores populares.

Sobre la relación entre arquitectura y prácticas habitativas

Este ítem refiere a las relaciones entre las prácticas sociales del habitar y las formas tipológicas que la disciplina arquitectónica propone para los soportes del hábitat. Relaciones complejas por las potencias de acomodamiento, adaptación y diferenciación que las prácticas del habitar establecen mucho mas activamente que en relación a un supuesto disciplinamiento cuasi conductista de éstas por parte de las ofertas del soporte que propone la arquitectura. En realidad cabe incluso aquí también diferenciar el rol minimalista y hasta elitista de posibles caracterizaciones tipológicas del habitar devenidas del pensum disciplinar respecto del rol maximalista que posee, respecto de una oferta general del hábitat, lo que podriámos llamar el mundo de la edilicia, mundo a su vez sesgado en tres dimensiones diferentes entre si: la dimensión del mercado (o sea los productos edilicios de mercado, con los cuáles la profesión arquitectónica busca identificarse como su proveedor principal aunque está muy lejos de lograrlo), la dimensión del no-mercado (que nombramos asi negativamente, pués es la producción del hábitat generada por los actores sociales marginados: de la propiedad, del mercado, del plan urbano, del trabajo formal, de la ciudad establecida, etc.) y la dimensión del hábitat estatalista que todavía puede formar parte de una idea ampliada de derechos humanos que incluye el derecho a la vivienda y la ciudad (dimensión del asistencialismo estatal practicado desde los modelos socialistas o desde los modelos capitalistas de sesgo welfare state, hoy francamente en retirada). Se trata pués del campo de las demandas y performances sociales del habitar en relación a las respuestas disciplinares del diseño y refiere en general a la relación entre arquitectura y prácticas habitativas, de las cuáles investigaciones como las del grupo Beltrán&Yemail sobre lo que llaman Arquitectura Wiki (2009) – entendible como arquitectura urbano-habitativa engendrada por la yuxtaposición libre de ofertas, capturas, adaptaciones y acomodamientos que ocurren en el mercado real de necesidades y deseos insatisfechos de nuestras sociedades capitalistas extremas. También caben aquí considerarse las prácticas proyectuales alternativas propuestas por colectivos como el argentino A77 o por el andalúz Santiago Cirugeda.

Soportes: elementos para adaptaciones y performances.

La temática de los soportes o estructuras básicas fue relevante en los 60 en las investigaciones socio-habitacionales propuestas por diferentes autores tales como Yona Friedman o John Habraken e incluso dió lugar, en el marco de las

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teorías de la indeterminación, a ejercicios proyectuales diversos como los de Herbert Ohl o Christopher Alexander. Por otra parte, históricamente existen casos de relación entre formas básicas de los patrones urbanos y procesos de apropiación y transformación de los mismos como es parte de la historia urbanística americana en relación al diseño y uso de las plantas en damero propias de las Leyes de Indias y sus diferentes lecturas y propuestas de transformación proyectual como puede ejemplificarse con el plano que el idóneo Jose Fantete prepara para la ciudad de Santiago de Compostela, Cuba (1747) asumiendo el trazado amanzanado pero proponiendo una forma de ocupación edlicia de tal traza que generara un tejido esponjoso y abierto que se plantea como mas apto a las condiciones climáticas del sitio.

Concept-Art contemporáneo como generación de ideas proyectuales

La relación entre las artes y modalidades, procedimientos y estéticas de los proyectos de arquitectura es un tema que aborda la historiografía artística al incluir artes plásticas y arquitectura dentro de un campo relacional específico como por ejemplo lo tratan autores de inicios del siglo XXxiv y como será visible en los fenómenos de las vanguardias en el Movimiento Moderno. En el arte contemporáneo, dada su maximización al referir a temáticas más abarcativas – sobre todo en el land-art, como lo ejemplifican obras de Robert Smithson como Broken Circle&Spiral Hill (1971-2011)- esta articulación entre nociones del arte conceptual e ideas de proyecto se hace mucho mas compleja y determinante.

Teoría de los efectos especiales (DX)

Dentro de las novedades técnicas, ópticas y conceptuales que impone el cine y su relación con temas filosóficos modernos (como la relación que Deleuze propone entre el aun nonato cine y las posturas de Henri Bergson sobre el tiempo y la memoria) reaparece el viejo tema platónico del problema de la realidad como apariencia y a partir de ello la multiplicación de efectos de virtualidad que compiten con o superan la conciencia de realidad como aparecerá sobre todo en la representación figural de realidades complejas (como una hecatombe) con la creación de un campo específico de la producción cinematográfica llamado de efectos especiales (conocidos por la sigla DX), que también propone posibles relaciones con derivas actuales de proyecto como algunos trabajos del holandés Grupo NOX (compuesto originariamente por DJ´s) por ejemplo el complejo de viviendas Off the Road, Eindhoven (2000) en que diseñan una forma arquitectónica cuya geometría se considera ideal para minimizar el impacto del ruido de una autopista vecina.

Prácticas del sampler y los DJ´s: otra música, otra arquitectura?

En las teorías contemporáneas del artexv se exaltan prácticas impuras o adventicias que se relacionan, básicamente originadas en la música, con

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acciones de mezcla y yuxtaposición como la nueva música combinatoria-aleatoria que diseñan los DJ´s en la técnica llamada sampling. La idea de postproducción alude a una segunda producción, usando, interviniendo y recreando una primera producción y tiene connotaciones ligadas a la cultura del hacker y al cuestionamiento de lo llamado propiedad intelectual. Las propuestas incursas en el proyecto Elemental Chile se ofrecen como una primera producción o soporte básico sobre la cuál los usuarios, en prácticas libres incluso usando patrones de gusto clasista rayanos en la banalidad o el kistch efectúan un sampleo o postproducción que deviene en resultados fluyentes y de imprevisibles consecuencias para el aura de un supuesto objeto de autor.

Sobre el partido: Historia y uso actual

La idea de partido (parti en francés, en que también se usa, como sinónimo la expresión esquisse) supuestamente se origina históricamente en la enseñanza de la Beaux Arts y tiene como explicación básica la concepción propia de espacializar una idea, o dar formato topológico a una noción mental de proyecto. Se trata pues de investigar como funciona, como se produce (o elige), como se reviste de arquitectura (resolutiva o de detalle) e incluso de analizar si cabe, porque tal noción es explicativa de una cierta producción de arquitectura de época y lugar (recuérdese el artículo de Kenneth Frampton que en los 80, fuera de sus análisis genéricos indicaba que en tres ciudades –Buenos Aires, Barcelona y Viena- se imponía lo que definía como arquitectura de partidos). Resulta además interesante indagar sobre el uso pedagógico del partido –dentro de una metodología de esquicios sometidos a prueba y error- para lo que cabe tratar asimismo la posibilidad de una crítica de partidos basada si cabe, en unas lógicas topológicas. La noción beaux arts remite sin embargo a prescripciones canónico-académicas de la composition avec parti, propias por caso, antedatadamente, de los trabajos paisajísticos de André Le Notre, como su planteo para el Castillo&Jardines de Sceaux (1670).

El proyecto como modelo. De la idea mental a la obra.

El concepto recién enunciado de partido es uno mas en el proceso de entender el proyecto como mediación y como transformación: mediación de una ideación y pasaje de una noción mental a una paulatina descripción topológica de un real-posible y transformación técnica de un concepto-deseo de realidad que debe ser traducido en instrucciones de realización. Es posible entonces indagar en las cuestiones del proyecto como modelo que traduce y encarna una idea mental trocándola en vía de pasaje a un constructo pero también cabe investigar el modus essendi et operandi de posibles obras sin proyecto o mas bien con multiproyectos como en el caso de la catedral, carente de proyectista unificado y decisor sintético (como lo iba ser Brunelleschi).

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En estas circunstancias destaca la posibilidad del proyecto no como preconcepción topológica sino como juego combinatorio de carácter marcadamente aleatorio y hasta lúdico como por caso en el trabajo de Saez&Barragán para su ecuatoriana Casa Pentimento, artefacto emergente del uso combinatorio de un módulo de hormigón premoldeado.

Geometrías. Posicionamiento, soporte.

Este punto alude a la forma geométrica como un a priori proyectual, ya sea la forma abstracta o asociada a un mecanismo de ideación proyectual expresable según categorías geométricas, ya sea la forma compleja del sitio o locus de implantación del proyecto en si, ya sean las formas inherentes a cuestiones de relación entre modos mito-productivos de comunidades y sus territorios. El primer caso refiere a preconcepciones proyectuales que están en la base de formas de diseño abstracto o basic design en general y en parte tributa a cuestiones de morfolenguaje que se aluden en el punto ulterior a éste. La geometría del sitio como elucidación de una condición de soporte (para que el constructo propositivo de proyecto sea adaptado o confrontado) se verifica en criterios de proyecto como los que desarrolla Francois Roche, por ejemplo en su proyecto de Museo de Lausanne, en el que éste se caracteriza por un des-pliegue (de la geometría en pliegues del territorio existente, un área de humedal anexa al lago). Las formas que resultan de la puesta en territorio de discursos mito-poiéticos destaca en numerosas arquitecturas de culturas originarias como por ejemplo en el desarrollo de los observatorios astronómicos, los acueductos o las fábricas vegetales o salinas de la cultura incaica.

Investigación formal como experimentación preproyectual.

La asociación de geometrías elementales y constititución de un lenguaje básico de la arquitectura tal que limitara su práctica a un conjunto finito y razonado de combinatorias es un tema casi coetáneo del origen de la arquitectura como disciplina y tendría referencias fundantes, como los trabajos de Imhotep para Sakkara. En algunos casos esta voluntad de centrar la acción proyectual en una meditación calculada y especulada sobre las formas básicas puede alcanzar a discutir la conexión entre forma y sentido sobre todo después de la función y el funcionalismo y el lema forms follows function, planteándose en tal caso la autonomía de la forma. Ese criterio informa por ejemplo la obra de Etienne Boullée y su estudios teóricos y abstractos (sin función o con una idea de función ligada a la estética sublime o del exceso de forma) o mas recientemente en la modenidad basada en investigaciones formales básicas en el arco que une a Ledoux con Le Corbusier (ese es el título de una monografía de Emil Kauffmann) y hasta Rossi, o tambien a la búsqueda de una esencia morfo-lingüística visible en los estudios y proyectos engendrados alrededor de la idea de morfoteca en Hans van der Laan o en los trabajos teóricos del chileno Juan Borchersxvi .

El tamaño del proyecto. Tamaño y detalle.

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La cuestión del tamaño o escala del proyecto puede aludir a dos situaciones; en primer término a las relaciones entre forma genérica y acabamientos, entre conjunto y detalle, entre lo macro y lo micro de cada proyecto y sus diversas instancias de articulación. En segundo término la cuestión escalar alude a las relaciones entre arquitectura y ciudad, entre tipologías edilicias y tejidos urbanos, entre proyecto concreto y entorno, localización o ambiente de implantación y en esta segunda caracterización podría incluirse la cuestión de las relaciones programáticas y hasta metodológicas entre proyecto y plan, entre ejercicio singular y prescripción normativa urbana genérica y asimismo a la relativamente actual situación descripta por la noción de plan de proyectos en la cuál supuestamente converge el proyecto de partes de ciudad en el cuál decisiones de tipo sinérgico coadyuvan al logro de propósitos urbanos de ordenamiento. Un caso de las acciones de proyecto de partes de ciudad (que testimonia además la naturalidad con que la arquitectura deviene arquitectura grande en tanto emerge una idea de proyecto indiferente a la escala y por tanto cabe la posibilidad de proyectar arquitectura y proyectar –no planificar- urbanismo) es el proyecto de Affonso Reidy para el morro San Antonio, Rio, 1954, en que de todas maneras confluye el Reidy arquitecto de los grandes conjuntos edilicios como Pedregulho y el MES con el Reidy urbanista que integraba el equipo del francés Alfred Agache a cargo del Plan de Rio de Janeiro desde 1939.

Diferencias y homologías entre proyecto y plan.

Las relaciones escalares entre proyecto y plan pueden consistir en determinaciones o estipulaciones genéricas que el plan institituye respecto del proyecto haciendo que éste devenga en cierto sentido una performance o demostración ejecutivo-aplicativa de las normas o constricciones operativas que el plan prescribe y establece respecto de cualquier proyecto genérico. Hay muchos casos históricos que ejemplifican estas relaciones desde las acciones barrocas en la Roma de Sixto V y Clemente VIII dirigidas por Domenico Fontana hasta las gestiones de arquitectura urbana realizadas por Otto Wägner y Tony Garnier respectivamente para Viena y Lyon. En el caso del plan de Mauricio de Bolíbar para la ciudad colonial planificada de Santa Marta en Colombia, destaca la noción de proponer, para potenciar las virtudes del plan, no sólo proyectos de la diversa arquitectura que debe encarnar y construir el plan abstracto sino asimismo una voluntad de estipular un determinado orden edilicio de la arquitectura que debería rellenar las parcelas del plan, ofreciéndose en consecuencia un proyecto urbano en la forma diagramática de código de barras cuya verificación debía obtener – mediante el efecto túnel de cada calle perpendicular a la ribera- un microclima benéfico para la urbe tropical.

Las cosas de la gente y las cosas del diseño.

Este punto intenta poner en cuestión las categorías generales del gusto, según su caracterización de élite o disciplinar o regulada por decisiones de tipo

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académica o por la fuerza prescriptiva de determinadas arquitecturas de autor investidas crítica e historiográficamente como verdad de época, confontada a otra clase de gusto, no necesariamente popular o socialmente opuesto a tal eventual denominación de elite sino anclada en otras características culturales como en general el gusto conservador e historicista (o resistente a las novedades vanguardísticas) de las clases altas, en general respecto de cualquier producto cultural e inversamente, como propuestas o criterios estéticos emergentes de tales vanguardias buscaron ofrecer un imaginario estético para sectores sociales desprovistos de afectos culturales determinados como se verá en la voluntad de desarrollar viviendas proletarias inclusivas de un aparato estético frugal y minimalista supuestamente ofrecido a tal sujeto habitativo (como ocurrirá con la arquitectura de siedlungs –el caso paradigmático de esta instancia sería Weissenhof en Stuttgart (1927)- y los diseños de Stam, Oud o Le Corbusier, éste también afinando esa proposición en su proyecto de Pessac). Un caso peculiar de estas oscilaciones del gusto podría manifestarse en la primera etapa de trabajo de Luis Barragán en Guadalajara, como en su Casa Cristo (1928) etapa que su autor consideraba la mas fructífera y legítima de su carrera, en donde era capaz de organizar su voluntad proyectual en orden al imaginario cultural y formal del grupo social del que formaba parte, la aristocracia rural y ultramontana de la región jaliscense.

Artesanía, diseño industrial y diseño serial.

Una parte extremadamente influyente del pensamiento arquitectónico diríase hasta la actualidad, es la resistencia artesanalista a la producción emergente de la Revolución Industrial tal cuál se evidenció en las formaciones Arts&Crafts y la prédica del socialista estético William Morris , tratando de cuestionar la baja calidad estética y fáctica de los productos industriales intentando potenciar la reproducibilidad y alcance social de prácticas artesanales deviniéndose así en la proposición de una antinomia no entre industria y artesanía sino en productos resultantes de procesos industriales respecto de productos seriados mediante la racionalización productiva basada en una alta calificación de la mano de obra, es decir entre series grandes o muy grandes y series medianas o chicas. Este tema atraviesa el imaginario victoriano y formula una posición anti-industrial (en el sentido de negar la reprodución infinita de un objeto o sea, oponerse al modo de la reproducción técnica que estudiaba Walter Benjamin) que todavía consta en el centro del ideario estético-productivo de la arquitectura contemporánea. Los trabajos de Charles Voysey, como su Dress-wall paper (1901) buscan indagar sobre la maximización posible de los efectos sociales alcanzables mediante la forma de proyectar propia del art&crafts que como en su caso o en el de Morris, iban a implicar no solo proyectar sino investigar en el desarrollo de formas alternativas de producción de objetos de uso social (como el trabajo de Voysey con la empresa gráfica Sanderson).

Problemas del diseño folk: lo regional y lo global.

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Este ítem alude a los cruces entre aportaciones de las arquitecturas espontáneas populares de carácter regional (en general, mas precisamente son arquitecturas ligadas a expresiones etno-vernaculares) con las cultas o mas bien propias del campo disciplinar global, en lo que fue materia de estudios diversos y reconocidos como los de Bernard Rudofskyxvii o Amos Rapaportxviii y en que mas recientemente y en el flujo conjunto de crisis de sustentabilidad y auspicio de multiculturalidad resultan diversificadas y multiplicadas ademas de crearse nuevas relaciones entre tales perspectivas de etno-arquitecturas+ tecnologías pobres con debates disciplinares como se ejemplifica en trabajos del grupo ecuatoriano Barragán&Gangotena como su Casa Entemuros o del grupo noruego TYIN, con múltiples activdades en Uganda, Tailandia, Senegal y Sumatra, que como en el caso del proyecto de Baño Colectivo para el Orfanato Save Haven en Ban Tha Song Yang, Tailandia (2009) implica por una parte una prestación solidaria a colectivos indigentes y por otra, la voluntad de articular un saber profesionalizado con formas populares de uso y construcción, además de montar un dispositivo que opera como una fundación a la cuál muchos arquitectos convencionales aportan para financiar estas prácticas anticonvencionales.

Colectivos sociales y formas de comunicación.

Se hace alusión a la multiplicación discursiva de formas de escritura pública – el aporte principal sería el grafiti- con lo que se diversifican nuevas relaciones entre determinados colectivos sociales o artistas populares que los expresarían con distintas clases de comunicación superpuesta con y a menudo crítica de las comunicaciones convencionales como las mediáticas. Este desarrollo tiene características globales aun en su expresión de subcultura propia de cada lugar y a la vez, expresiones singulares o locales articuladas con problemáticas culturales, sociales y políticas de un sitio en concreto. En algunos casos esto se relacionó con reivindicaciones de colectivos étnicos marginales en una ciudad – como los grafiti de los portorriqueños en Nueva York - y en otros dió paso a expresiones específicas de cada lugar. como las performances del grupo Proyecto Afuera en Cerro de Pasco y su participación en luchas mineras o del grupo MePeCe como CoCoCorrientes en Buenos Aires o al trabajo de artistas callejeros como Axel Void, Escif, Liquen, el neoyorquino Basquiat devenido gallery-artist, el francés Blek-le-Rat o el inglés Bansky, cuyos murales callejeros –como el Keep Britain Tidy , en que una señora inglesa trata de limpiar manchas de sangre para atenerse a lo que dice la escritura del muro: Mantenga Gran Bretañaen orden- devienen mensajes político-culturales altamente revulsivos .

Sociedades, cuerpos e indumentarias.

La cuestión genérica del hábitat abarca una polifonía diseñada de diversa clase de objetos que pueblan y definen el espacio específico del hábitat arquitectónico mucho mas allá de los condicionantes que éste propone.

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Las relaciones entre cultura y proyecto y las formas idiosincráticas del habitar de cada expresión regional o local quedan estipuladas por un juego complejo de interacciones entre cuerpos, enseres, indumentarias y aparatos todos los cuáles definen paisajes interiores o inscapes en que la densidad de las experiencias habitativas –como las estudia por ejemplo, Gaston Bachelard en su Poética del Espacio- van mas allá de las características de la funcionalidad inherente al proyecto de arquitectura. La teoría alexandriana de los patterns apuntaba a definir unidades de proyecto en las que una determinada configuración espacial establecía en relación con el mundo material de cada lugar y momento juegos de significado habitativo muchos mas complejos que lo neutro de una topología. Algunos sociológos como el caso del brasileño Gilberto Freyre , en su célebre Casa Grande & Senzala, se ocuparon de describir, en el caso de las sociedades coloniales rurales brasileñas , este complejo de relaciones definido por lugares (las fincas cafetaleras), sistemas y rituales de usos de objetos y regulaciones sociales en relación a los cuerpos (como el derecho de pernada o iniciación sexual de niñas esclavas que quedaba a favor del terrateniente dueño de los esclavos).

Ecología artificial, ecología de artefactos.

El mundo precedentemente indicado en el punto anterior conjuga lugar cultural y administración y vigilancia de los cuerpos, orientado básicamente a maximizar la prestación de fuerzas laborales pero también en un nivel de naturalización de lo humano. En una dimensión más urbana y contemporánea es posible analizar complementariamente, la cuestión de los paisajes de objetos, sistemas analizados en diversos estudios por Barthes, Baudrillard o Simondon y proponedores de las instancias de paisajes técnicos o ecologías artificiales en donde se subjetivizan roles y relaciones con objetos (por la potencia de la función subyugante que se despliega en las sociedades de consumo, acentuadas por las retóricas publicitarias) y se crean imaginarios habitativos diseñados como las escenas que Samuel Mead dibuja como locations de Blade Runner (1989) o como las máquinas habitativas como la PAQ Project en que Toyo Ito describe con satírico patetismo, el hábitat-máquina de una mujer sola en Tokio.

Modelación de territorios.

Como una megadimensión de proyectualidad no necesariamente a cargo de los proyectistas tradicionalesxix afloran los temas del paisaje emergente de la globalización, no sólo la remodelación territorial resultante del posfordismo y el imperio de la logística a favor de la producción just in time sino también en cuanto a la uniformización de iniciativas de conversión de ciudades en complejos de programas new capitalism (megahoteles, transfers de transporte, shoppings y malls, megareceptáculos para espectáculos, barrios cerrados, torres de viviendas autónomas, thematic parks, etnolugares de centralidad reconvertidos en usos turísticos, etc.) y al desarrollo de instancias de

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uniformidad globalizante y diferencia multicultural incluso en el nuevo marketing de green housing por ejemplo en los terrenos plegados de pseudonaturaleza que Kisho Kurokawa propone en su Shenzen Ecomedia (2000), en China, una ciudad o barrio destinado a albergar las capas gerenciales de las áreas EPZ (Exporting Process Zones, eufemismo que encubre el trabajo esclavo de las áreas maquila) cercanas de Hong Kong.

El paisaje de la periferia urbana. Interfases híbridas campo/ciudad.

Aquí aparece el tema de las transformaciones de los bordes no planificados de ciudades, ciudades pobres o ciudades terciarias para el turismo – como el caso de Benidorm y la propuesta de Urbarbolism para engendrar zonas terciarias explotables que a la vez puedan cumplir un rol de buffers o barreras de contención para la expansión espontaneísta indeterminada-; ciudades de crecimiento basado en prácticas de autogestión y auoconstrucción en condiciones de marginalidad (alrededor de un 50% del hábitat urbano americano, por ejemplo en Caracas, Medellín o Lima tiene esa característica y mas del 30% en México, Buenos Aires, San Pablo o Bogotá) en que la población se multiplica en acciones externas a las regulaciones urbanas convencionales (propiedad del suelo, codificaciones de construcción, mercado de materiales, sistema de pertenencia al trabajo formal, legalidad dominial, disfrute de servicios básicos de salubridad como agua, cloacas, energía, recolección de residuos, etc.) en escenas que comprometen la sustentabilidad urbana y el funcionamiento de las fronteras de intercambio entre ciudad y campo (con sus áreas de producción de alimentos frescos o cinturones frutihortícolas que tienden a desaparecer o con la obliteración de la dinámica de cuencas, etc.) que devienen aceleradores de catástrofes hídricas y de inestabilidad de suelos.

Ciberespacios: fusión de arquitectura y comunicación.

Las condiciones de la economía y cultura globalizada han multiplicado y uniformizado la común repetición de proyectos anclados en los intereses de economías terciarizadas basados en el consumo y la mass-comunications y el desarrollo de ciberespacios o híbridos virtuales, desbordando los programas típicos del comercio de shopping-mall y redimensionando áreas enteras de ciudad sin ninguna relación entre emprendimiento y ciudad y motorizando proyectos mestizos como el caso del megashopping WEM en Edmonton, Canadá, ciudad de unos 800000 habitantes que recibe 28 millones de visitantes nuales en su megashopping de medio millón de metros, 20000 plazas de parking y 23000 empleados o como los trabajos desarrollados por la firma TJP (a la que perteneció como asesor uno de los padres de la science fiction, Ray Bradbury) con emprendimientos como Mecenatpolis, Seúl (2011).

Uniqum y repetición. Obra de arte única y producto repetitivo.

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Este tema comprende la relación entre pieza única o aurática y objeto repetible tratando de discernir entre dos grandes categorías de objetos arquitectónicos y reservando para la segunda no tanto la condición y cualidad del proyecto sino la característica de la performance repetitiva y reelaborativa de la matriz de referencia, lo que instala como en ejemplos tales como los Desiertos carmelitanos del Siglo XVII –unas formas conventuales estrictamente legisladas por un manual de proyecto redactado por Santa Teresa, fundadora de la orden carmelita - la relación entre autor e intérprete y la cuestión general de la arquitectura franquiciada.

Crisis de sustentabilidad y nuevos objetos / prestaciones.

La características recientemente generalizadas y problematizadas a nivel cultural mundial y ecosférico acerca de la crisis de sustentabilidad , conjunción de la extinción del capital natural necesario por caso para la provisión de combustibles y algunos alimentos o fármacos en las actuales magnitudes de consumo y del llamado cambio climático global con efectos catastróficos de incidentes rápidos, bruscos e impredecibles para la vida de grandes aglomeraciones urbanas, temas unidos además a la exacerbación del modo capitalista en su maximización del riesgo- induce a la necesidad de investigar nuevos objetos arquitecturales y mas allá de ellos, nuevas prestaciones por asi decir, trasfuncionales asi como a plantearse nuevas formas de rediseñar ciudades y territorios en condición crítica. Ejemplos de estas actuaciones pueden ser los trabajos teóricos y proyectuales del malayo Ken Yeang como su Exhibition Tower , Singapur (2002) o el proyecto no concretado de una miniciudad móvil , la nave Freedomship , mega-embarcación concebida hacia 1990 con 1300 metros de eslora y una población de 50000 personas pensada para dar permanentemente la vuelta al mundo –en el tiempo de un año cada giro- sin usar suelo y sin demandar energía ni producir residuos. Cómo Investigar? El cómo investigar implica definir una modalidad o criterio para la actividad investigativa, cuya elección asimismo dependerá de preguntarse acerca de para qué investigar (o que resultados generales pretende conseguir una investigación) y para quién investigar (cuáles serían los sujetos beneficiados por el conocimiento provisto por una investigación). La tipología enunciada a continuación no es exhaustiva ni deja fuera un variable y múltiple conjunto de opciones o modalidades del cómo investigar que conjunten criterios de dos o mas de los tipos presentados. Una referencia de interés acerca de la relación entre investigación y proyecto – haciendo que el proyecto en sí, sea materia de un proceso diverso y complejo de investigación- es el de Peter Hübner, por ejemplo en el proceso participativo de trabajo desarrollado en su Escuela en Kassel (2002). Hübner, que trabaja con sede en Sttutgart y que tuvo una primera relación con los establecimientos educativos en su ciudad de residencia con el caso del modelo steineriano de enseñanza desarrollado en las llamadas escuelas Waldorf, se plantea usar el

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diseño de escuelas como un modo de learning environment (o aprendizaje deducido de la comprehensión ambiental) y también aspirando a desarrollar una school family&community en que el desarrollo de lugares de enseñanza sea una oportunidad de trabajar con estructuras familiares y comunitarias en base a desarrollos de proyectos participativos como fue el caso de su Evangelist Gesamtschule en Gelsenkirchen (2009) o su Kindergaten de Heslach, Sttutgart (1994), todos casos de aplicación de lo que anuncia desde su propio título el trabajo recopilador y analítico de sus proyectos-procesos realizado por P. Blundell Jonesxx, donde se ensayan técnicas de participación de las comunidades de proyecto, uso de aportes vernaculares y estrategias de sustentabilidad. 1 Investigación-Ensayo La finalidad principal sería la opinión. Consiste en la generación de una opinión o en la presentación de comentarios acerca de hipótesis parcialmente demostradas y con alto grado de especulación e intuición aunque con resultados innovativos en el estado del arte. Pueden resultar en proto-investigaciones o planteos hipotéticos – aunque basados en evidencias- que puedan dar paso a fases ulteriores de comprobación, profundización y confirmación o refutación de aquellas hipótesis. En los campos de la teoría y crítica social existen numerosas aportaciones desarrolladas en la primera mitad del siglo XX que tienen características de esbozos o esquicios: me refiero a los trabajos ensayísticos de Georg Simmel (como los ensayos Puente y Puerta o El Asa, por ejemplo), Walter Benjamin (como sus escritos Tesis sobre Filosofía de la Historia, El autor como Productor o sus libros de apuntes o viñetas como Dirección Unica), Siegfried Kracauer (como los ensayos compilados en la antología Estética sin Territorio o sus Escritos sobre Arquitectura) o Georges Bataille (como sus compilaciones de ensayos La Conjuración Sagrada, La Oscuridad no miente o La Parte Maldita), que en todo caso reafirman la tradición ensayística inaugurada con Montaigne (la colección de sus Ensayos es accesible digitalmente en la Biblioteca Cervantes) o los trabajos críticos de Sainte Beuve (Crónicas Parisinas, 1843-76) o Valery (los dos tomos de sus Cahiers, editados postmortem en 1973) y también los criterios de acopio de observaciones o apuntes que destacan en la obra poligráfica de Goethe (como en sus pasajes del Viaje a Italia o sus incursiones naturalistas de su Teoría de los Colores) o la trastienda reflexiva de las investigaciones sobre arte conceptual que iría acumulando en sus comentarios-programa Marcel Duchampxxi. Un caso de esta clase de investigación sería el que abordamos en nuestra serie de textos publicados en Summa+xxii , un ejemplo de los cuáles es el dedicado a Walter Griffin, discípulo dilecto de Wright y miembro de la cofradía praire que gana el concurso y proyecta en clave masónica (lo era) la nueva capital australiana de Canberra y se radica allí desarrollando un progresivo apartamiento de su cánon moderno occidental matizándolo con referencias de culturas locales lo cuál tendrá un giro adicional en los últimos 15 meses de su vida cuando se traslada a la India y proyecta obras como el Jawala Bank, Jhansi, India, 1936 o el complejo bibliotecario de Lucknow decididamente

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embarcado en una búsqueda de una modernidad tal que fuera capaz de absorber la densidad de las culturas vernaculares y sus motivos, como al mughal arch o el horror vacuii de estructuras profundas en bajo relieve, evitando las citas de carácter ornamental o decorativo y buscando la razón de su euritmia compositiva (Griffin adherirá al antroposofismo de matriz steineriana en su última etapa hindú). La hipótesis-opinión es el análisis de estos complejos tránsitos de modernidad central a exploraciones en margenes de la cultura buscando niveles de síntesis (de racionalidad y esoterismo; de motivos universales y regionales, etc.) mutando profundamente su producción pero evitando posturas de picturesque design , inquiriéndonos además porque esta clase de propuestas devienen marginales o ausentes en la mayoría de las historiografías. 2 Investigación-Registro La finalidad principal sería la delimitación. Se trata de la caracterización o formulación original en la delimitación o explicación comprehensiva de un campo-problema, establecimiento de un estado de la cuestión, mapas cognitivos, topografías o cartografías temáticas, etc. Las investigaciones de carácter delimitativo o enciclopédico son bastante frecuentes en la historia de la arquitectura, en tanto el estado de su saber teórico suele asociarse a cierto inventario de experiencias previas, aunque cada delimitación o descripción de pretensión comprehensiva suele tener sus connotaciones ideológicas e históricas. El pensamiento iluminista y su proyección a la arquitectura (desde las secciones de estas temáticas de la Encyclopedie hasta los catálogos compositivos e historicistas del siglo XIX, de Durand a Viollet) o la cultura posmodernista (con la voluntad clasificatoria de los libros de Charles Jencks) son dos momentos en que florecen si se quiere, los trabajos de compilación y sistematización de pretensiones inclusivas. La epoca tratadística y manualística que se extiende entre el renacimiento maduro y la era manierista-barroca (siglos XV a XVII) también se nutrirá de muchos intentos sistematizadoras de los saberes previos como en el caso de Antonio Averlino, detto Il Filarete (amigo de la virtud) que en los 25 libros de su Trattato d ´Architettura, terminado de aparecer como manuscritos dibujados hacia 1460, realiza, con una interesante combinación de escritos y dessegnos (que no aparecerá por ejemplos en los tratados albertianos) un recorrido de pretensión comprehensiva de los orígenes arquetípicos de la arquitectura y sus relaciones con las matrices territoriales, de la articulación de arquitectura y ciudad (el Trattato entre sus libros 3 y 11 presenta una formulación dialogada entre el mecenas y el artista de la ciudad ideal de Sforzinda, dedicada a la familia Sforza) y del conocimiento vinculado al análisis de las ruinas romanas (que era prácticamente lo único que se estudiaba para ser arquitecto en el Renacimiento). 3 Investigación-Archivo La finalidad principal sería la comprobación.

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Esta clase de investigación puede caraterizarse como la enunciación original de un tema mediante su explicación emergente de la constrastación de material de archivo y su comprobación documental; interpretación acerca de una verdad ligada a la existencia de datos de archivo o producción intelectual basada en la manipulación de materiales considerados veraces acerca de la documentación de hechos. Podría ejemplificarse en torno de trabajos o investigaciones proyectuales tales como aquellas abordadas como emergentes conclusivos de la recopilación de datos como se evidencia por caso en la producción intelectual de los arquitectos del neoracionalismo italiano como Aldo Rossi, Giorgio Grassi o Antonio Monestiroli y también en corresponsales externos de esta clase de trabajo como en los escritos de los españoles José Linazasoro y Carlos Martí Aris. En muchos pasajes de estos trabajos –como en tramos de las investigaciones sobre tipologías históricas de vivienda popular que ensaya Giorgio Grassi- la actividad consiste en la acumulación razonada de evidencias de experiencias previas (pero en un contexto algo preconcebida de tendencia) tal que puedan ser útiles para establecer una genealogía de proyectos. También resultarían compilaciones archivísticas mas o menos orientadas a proponer genealogías proyectuales trabajos como los de Alfred Roth (La Nouvelle Architecture, compilación-manifiesto racionalista de 1947) o en general las historiografías tendenciadas o genealogistas de Russell-Hitchcock , Collins, Zevi, Richards, Behrendt. En el desarrollo de investigaciones asociadas a proyectos de arquitectura a menudo esta voluntad de convertir el proyecto en cuestión en una deduccción de antecedentes o acontecimientos previos que prescriben determinadas genealogías o tramas de sucesos articulados, queda manifiesta en los trabajos de los arquitectos neoracionalitstas arriba mencionados siendo tal vocación archivística un medio de asegurar la racionalidad de opciones proyectuales que Rossi por ejemplo, hacía parte de una voluntad de arquitectura científica, en el sentido de extinguir o minimizar el rol subjetivo del proyectista y su conversión en manipulador de antecedentes o argumentaciones previas. Grupos experimentalistas como Diller&Scofidio, Andres Jaque o Ecosistema Urbano (por ejemplo en su proyectos del Museo de la Astronomía, 2005) abordan metodologías sesgadas por acciones archivísticas, dentro además del campo que Ana María Guaschxxiii define como arte de archivo que remite además al rescate moderno del enfoque de Aby Warburg en sus criterios de Atlas-Mnemosyne recientemente reestudiados por George Didi-Hubermanxxiv. 4 Investigación-Encuesta La finalidad principal sería la representación (de sujetos externos a la investigación) asegurando la participación (de sujetos representativos del colectivo considerado). Consistiría en una modalidad semejante a la anterior pero desarrollada mediante procedimientos interpretativos de materiales obtenidos de relevamientos, chequeos, muestreos, historias de vida, etc., ya sea mediante la aplicación de métodos estadísticos y/o mediante uso de técnicas cualitativas (análisis de opinión, métodos delphi o P66, etc.).

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El punto central de esta modalidad sería tratar de investigar y proyectar en base a cierta legitimidad transferida por la vocación de representar una situación determinada, representación que implicaría para el proyectista-analista, una tarea de traducción-interpretación de la voluntad de deseos y necesidades de un colectivo externo al analista-proyectista que éste procurará transferirlo a su trabajo intelectual entre otros medios, mediante mecanismos de participación de aquel colectivo externo. Un caso singular de proyecto desarrollado mediante una voluntad compleja de representación, basada a la vez en modalidades diversas de participación y legitimación, es el caso de la ciudad Auroville, desarrollada por Roger Anger e inaugurada en 1968 bajo las directivas de Mirra Alfassa (la Madre), discípula del místico hindú Sri Aurobindo en Pondichery, India, como un ashram o asentamiento tradicional generado como un mandala territorializado expandido desde un centro simbólico –el Matrimandir , templo de la Madre o receptáculo de la esfera del mundo- para alcanzar una irradiación radial de 25 km2 (de los cuáles hoy se ocuparon, con 100 aldeas, unos 10 km2 con unos 2000 habitantes). La ciudad, presentada como experimento de convivencia fue auspiciada por la Unesco y por representantes de 124 países que participaron de su inauguración llevando cada uno, un puñado de su tierra, trata de proponer una articulación de lo tradicional y lo actual, desarrollando una modalidad de producción cooperativa basada en el rango máximo de 1-3 en cuanto a las diferencias de los ingresos, siendo la unidad lo considerado maintenance o rango de supervivencia. Podría ser entendida, aun en su grado de ingenuidad o exceso de optimismo espiritual, un caso de proyecto deducido de referencias, muestras, chequeos y comprobaciones de acuerdos y legitimidades emergentes de expresiones que procuran traducir criterios equilibrados de convivencialidad. 5 Investigación-Experimento La finalidad principal sería la verificación de una hipótesis. Implica la producción de resultados cognitivos emergentes de la interpretación de pruebas experimentales de verificación de determinadas hipótesis, o sea una clase de actividad de búsqueda y generación de conocimiento en arquitectura que sea emergente de ciertas pruebas o ensayos en una modalidad convergente a las prácticas de la investigación experimental típicas por ejemplo en el área de las ciencias biológicas. En el desarrollo de proyectos de arquitectura fuertemente basados en estrategias de experimentación destaca el caso de los trabajos de Richard Buckminster Fuller y en particular sus proyectos Dymaxion, aplicados a viviendas y vehículos. La expresión de Fuller mezclaba tres conceptos: Dy de dymension, Max de maximumm y Ion de tension, por lo cuál la idea expresaría la generación de una dimensión proyectual de máxima tensión. La casa Dymaxion – de la que se hacen sólo tres prototipos: Barwise, Danbury y Wichita-se pensaba con un mástil del que colgaba una red de tensores que contenían las boxes mecánicas (como las dos bubbles sanitarias) y los cerramientos de placa de aluminio. Las casas fueron compradas por un

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aficionado que las adaptó y habitó por tres décadas y hace dos, fueron adquiridas por el Museo Ford que reconstruyó una con todo el material disponible, que se exhibe desde 2001. El nivel de investigaciones experimentales que Fuller desarrolló fue muy diverso, desde la posibilidad de utilizar la tecnología de estructuras metálicas laminares de los silos de granos (con este criterio proveyó de varios centenares de estas viviendas a la URSS durante la II Guerra Mundial) hasta la intención de minimizar el uso de recursos sustentables como el agua para lo que desarrolló el sistema fogger por el que se suministraba agua mezclada con aire comprimido para el baño o el lavado, con lo que se ahorraba hasta un 90% del consumo convencional. Los trabajos de Fuller convergían y se superponían al de otros diseñadores-experimentadores como sobre todo, el caso de Wallace Neff (Lavadero de Vernon, 1944, concepto Air Form, etc.). El auto Dymaxion se desarrolló en 1933 con sólo dos prototipos y era un vehículo tipo tubo de 6 metros de largo, para 11 pasajeros y con tres ruedas una posterior que permitía el autogiro; propulsado por un motor Ford V8 tenía un consumo de 8 litros cada 100 kilométros y alcanzaba la velocidad de 190 km/hora. El proyecto se abortó por un accidente en una prueba en que murieron los tripulantes y también según se dice, por la presión de bancos que veían al mismo como una propuesta que haría tambalear el mercado convencional sobre todo, de vehículos usados. Norman Foster –que trabajó junto a Fuller en sus años finales- reconstruyó recientemente el tercer y único activo auto Dymaxion. 6 Investigación-Servicio La finalidad principal sería la prestación de un servicio (al colectivo con que se trabaja). Tal servicio, si bien puede ser útil y formativo para el grupo que lo promueve, idealmente debe concluir en resultados concretos útiles y positivos para la comunidad a la que se pretende servir y a au vez que tales resultados trasciendan en efectos de empowerdment mas allá del beneficio inmediato. Se trataría de la producción sintética de ciertos saberes desarrollados y procesados para asistir a demandas y problemas de un grupo social concreto con el que se interactúa; indirectamente, también podría ser una forma de aprendizaje de roles técnicos proyectuales. La característica principal de esta modalidad – cuando incluye una faceta de proyecto- es que el proyecto en si resulta una actuación emergente del conocimiento del otro, a quién se sirve. Un caso reciente y conocido en este sesgo de trabajo es la actividad del grupo noruego, basado en Trondheim, TYIN, que es un colectivo de jóvenes diseñadores que han constituído un fondo de asistencia (al cuál proveen entre muchos otros, profesionales conocidos de la arquitectura) el cuál financia la actividad laboral del grupo y parte de los trabajos sociales que éstos hacen. Las obras-tareas mas conocidas son un grupo de desarrollos realizados en Tailandia como el llamado Community Lantern –un centro de prestaciones comunitarias- en el muy marginal barrio de Klong Toey, un suburbio de Bangkok de 140000 habitantes, una pequeña biblioteca usando parte de un mercado incendiado, la Old Market Library en en barrio de Min Buri o dos trabajos rurales como un grupo de seis dormitorios para un orfanato – la Soe

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Kier Tie House en Noh Botak- o un pequeño baño comunitario, Safe Haven Bathouse en Ban Tha Song. Estas obras realizadas alrededor de 2009 costaron respectivamente 4500, 3000, 2900 y 9000 euros y se hicieron mediante un trabajo con las propias comunidades, absorbiendo todos sus saberes vernaculares en lo técnico pero también sus criterios estéticos y funcionales: el resultado es un híbrido que fusiona ambos campos de saber y quizá quiénes mas aprendieron fueron en rigor los de los grupos TYIN. Han trabajado después en otros sitios de pobreza y marginalidad en Senegal, Sumatra y Uganda y también en un par de actuaciones de base participativa realizadas en Noruega. 7 Investigación-Didáctica La finalidad principal sería la formación (de alumnos) y/o la reproducción (de figuras estamentarias profesionales), en lo posible tratando de innovar en la formación y en las posibles actuaciones socio-técnicas que emerjan de tal voluntad de innovación. Consistiría en la producción sintética de saberes a fin de aportar cuerpos de conocimientos entendidos como renovadores o mejoradores de la enseñanza y el aprendizaje del diseño y de las actuaciones proyectuales. Uno de los casos mas conocidos de esta estrategia experimental de aprendizaje sería el practicado desde hace tres décadas por la llamada Cooperativa Amereida – un grupo cooperativo de docentes- de la Facultad de Arquitectura de la Universidd Católica de Valparaíso, quiénes compraron un terreno en la zona ribereña de Ritoque, en Viña del Mar, y desarrollaron allí un formato de aprendizaje de arquitectura basado en una metodología sui genéris – con instancias como lo que llamaron actos poéticos , investidores y fundacionales, o el trabajo en ronda, un modo de proyecto dialogado y colectivo, ajeno al subjetivismo individualista tradicional- que implica un aprender-haciendo objetos arquitecturales (no modelos o representaciones) si bien caracterizados por factores que hacen divergir el proyecto de los procesos reales o convencionales, ya que se eluden las cuestiones funcionales, la existencia de un cliente-programa, los condicionamientos de sitio o de tecnologías ( se suele apelar al reciclado de materiales en desecho). Pero quizá el ejemplo mas cabal de esta modalidad – que además también aplicaría al formato descripto precedentemente de la investigación-servicio – sería el caso de la experiencia de Rural Studio, un grupo afincado en Newbern, Alabama, compuesto por tres socios (Mockbee- ya desaparecido, Ruth y Freear ) que enseñaban además en tercer año y en la tesis de graduación de la escuela de arquitectura de la Auburn University, de modo que se montaron equipos con grupos de hasta 5 alumnos y la asistencia del equipo profesional (mas asesores de varias disciplinas) para realizar unos 80 proyectos , casi todos ellos casas para habitantes pobres de los condados de Hale, Perry y Marengo, la mayoría afroamericanos, además de algunas instalaciones comunitarias, como capillas o mercados. Aquí se puso en juego una modalidad que llamaron sweat charity (asistencia social basada en el sudor del trabajo material directo) que trataba de aunar asistencia a necesidades concretas con formación y entrenamiento.

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8 Investigación-Campo La finalidad principal sería la obtención de un análisis de situación (del campo a observar y en el que la investigación actúa). Tal análisis se practica para revertirlo en decisiones o acciones, es decir usar el material del análisis para generar una actuación proyectual. La idea de campo también connota lugar, sitio, ambiente, contexto: es decir singularidad tópica y eventual desarrollo de identidades de lugar o aplicación de caracterizaciones de genius locci. Refiere pués a la producción de conocimientos inherente al descubrimiento de situaciones de un campo (social y/o territorial) que implica de por si el llamado trabajo de campo con cierto grado de implicación del investigador con tal delimitación de campo y modo de actuación. Ejemplos caracterizados de estas instancias de proyecto-trabajo de campo serían aquellos vinculados con indagaciones sobre el potencial de un sitio o ambiente sean las actuaciones del orden de descubrimiento de sitio (como las acciones típicas del land-art, desde los clásicos trabajos de Robert Smithson hasta los actuales de Francis Lÿs) o los que se relacionan con la utilización y manipulación de materiales de sitio, como el barro, la arena o la piedra y también por caso, las investigaciones sobre la guadua que realizara desde Colombia Simón Vélez o las aplicaciones que la jóven diseñadora ecuatoriana Macarena Chiriboga formada en USA realiza en Balí, Asia y Oceanía. El caso de Vélez devino en realizaciones significativas en tamaño, función y potencia simbólica- como la instalación musográfica transitoria del Museo Nómade erigido en 2010 en el Zócalo de México o la Catedral de la Pobreza en Risaralda- pero también en investigaciones que relacionaban el material vernacular con sus cualidades convergentes a la sustentabilidad como el pabellón ZERI, que Vélez desarrolló para la Expo de Hanover de 2000 en conexión con el instituto de ese nombre que investiga el cambio climático y las zero emissions de gases contaminantes, el cuál terminada esa muestra se desarmó y rearmó en Manizales, Colombia, ciudad de la que es oriundo Vélez. 9 Investigación-Programa La finalidad principal sería la realización de una programación de investigaciones ulteriores y/o la prognosis tendiente a establecer una delimitación del campo de trabajo y también el desarrollo de acciones puntuales conectadas por la voluntad de formar parte de un programa, es decir actuaciones puntuales cuyo contexto de previsión se organiza en torno del desarrollo de tareas que van mas allá de tal singularidad y que por tanto, procura encadenar acciones de cara a fases mas complejas de planificación. Consistiría pués en una meta-investigación en tanto programadora – a partir de diversas hipótesis y constataciones- de un programa ulterior de investigaciones por llevar adelante sea mediante la estipulación de entender en necesidades cognitivas futuras sea mediante actuaciones de verificación y profundización de hipótesis preliminares Un caso singular expresivo de esta tipología sería la actividad proyectual entendida mas que como actuaciones técnicas, como iniciativas de promoción

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cultural, que caracterizan la obra de la ítalo-brasileña Lina Bo Bardi, por ejemplo en su conjunto de acciones realizadas para Bahía, desde la recuperación y puesta en función de casas populares del siglo XVIII hasta la restauración sui generis de antiguos asentamientos para desarrollar emprendimientos museográficos heterodoxos – como museos de la negritud ligada a las regiones africanas como el Benim, de donde salieron los contingentes de esclavos para Brasil, o el desarrollo de una sede para las comparsas populares de percusión sobre tambores de metal como el Olodum, a fin que este movimiento pudiera tener con un punto fijo, posibilidades para enseñar y entrenar esas habilidades, manteniendo y preservando su identidad o que puedan realizarse actividades de interés cultural como atractivo turístico. En esta línea también se inscribe el desarrollo del CESC de Nova Pompeia, en San Pablo, en que la arquitecta no sólo recicla una antigua fábrica siderúrgica, sino que la rescata para unos usos mas de recreación popular que de actividades culturales formales, aunque también Lina se hará cargo alli de montar memorables exposiciones sobre objetos cotidianos y de alta implicación en la cultura popular, como piezas de las religiones de fusión o juguetes. Para qué Investigar? En este punto se trata de preguntarnos acerca de las finalidades cognitivas de la investigación en Diseño. O sea, preguntarnos hacia que ejes u objetivos cognitivos se orientan las investigaciones, qué es lo que buscan en sus propósitos, en cuanto a la generación de conocimiento, incluyendo a la diversa gama de instancias de conocimiento (por ejemplo conocimiento científico versus conocimiento artístico). Proposiciones: 1 Se acepta que la generación o búsqueda y producción de conocimiento científico no debe entenderse como única y exclusiva razón o finalidad de la investigación en Arquitectura&Diseño. Aunque aceptamos que en términos generales aquello que llamamos investigación es investigación científica (o sea investigación realizada según los criterios del método científico y orientada a expandir el corpus de conocimiento de una disciplina científica) el problema de investigar en Arquitectura ocurre que se da respecto de un corpus de conocimiento que no es estrictamente, una disciplina científica que por tanto no tiene un corpus definido en tal sentido ni por ello, puede hablarse en propiedad, de expandir dicho corpus . De hecho existen muchas maneras de definir epistemológicamente la arquitectura, para algunos es un arte, para otros es una técnica y en general suele caracterizarse por aspectos concurrentes de carácter científico, técnico-tecnológico y artístico. Por eso es que se puede hacer investigación científica que sea tal y que aporte a la arquitectura como campo de actividad y pensamiento, pero a la vez muy alternativamente, pueden hacerse otra clase de investigaciones. Algunos desarollos proyectuales implican la voluntad de aprovechar novedades técnicas asi como de ampliar la diversidad funcional y operacional de las ciudades, amén de plantearse objetivos metafóricos como sería el caso del

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proyecto de Floating Church, una iglesia episcopal advocada a Saint John y luego llamada del Redeemer, costruída en madera en New Jersey en 1848 sobre un viejo ferry de 35x10 metros, pintada de gris piedra y en estilo gótico (absolutamente negado a cualquier principio de aerodinamia naval) y de peligrosa navegación por el río Delaware hasta que se ancló en una base de ladrillo en 1853 e incendió, desapareciendo definitivamente, en 1870. La persistencia de esta mezcla de supuesta disponibilidad técnica e impacto resultante de mover algo que en general se identifica como inamovible llega hasta la floating church que el planificador Fritz van Dongen propone en 1999 para amenizar el borde marino de Ijburg, el nuevo suburbio de Amsterdam. Como parte del desenfreno espectacular de una ciudad que se propone exacerbar estímulos de consumo –como bien analiza Coney Island Rem Koolhaas en su Delirio de New York- allí florece una conversión de la arquitectura en discursos populares (todas las noches un espectáculo de Coney Island era un incendio provocado) que se manifiesta en productos que cruzan el imaginario de la publicidad y la fantasía como el Colossal Elephant o Elephant Hotel, que John Lafferty proyecta en Coney Island en 1885, con sus siete pisos y 50 metros de altura, 37 habitaciones, patas de 6 metros de diámetro y unos telescopios falsos que mostraban del otro lado del lente a Paris o Rio de Janeiro. 2 Se postula que en cualquier caso o criterio el conocimiento que engendre una investigación en A&D debería ser original, innovativo u ocupante de espacios vacantes en la actual o reciente manifestación del estado de las cuestiones 3 Se propone que toda investigación opere preferentemente en un esquema conceptual relacional sincrónico/diacrónico por el cuál se trata de otorgar contextualidad, secuencialidad y referencialidad cognitivas a los conocimientos producidos. 4 Como consecuencia de la proposición precedente, se descarta en principio, el tipo de investigación de pretendido carácter absolutamente ex novo o de tabula rasa. 5 O sea que se trata siempre de verificar lo nuevo en lo dado, mediante procesos cognitivos de profundización, revisión, análisis crítico, explayamientos, refutaciones y contrastaciones, etc. 6 La enumeración de tipos o modalidades de destino (acerca de para qué /para quién? se investiga) no necesariamente implica alternativas sino que pueden haber mezclas de modalidades. Demostraciones o performances de lo nuevo en lo viejo-dado puede dar curso a investigaciones proyectuales como las que los paulistanos Irmaos Campana, hoy una de las firmas mas conocidas de art-industrial design, se proponen plantear mediante la reutilización de materiales de desecho de tapicería o carpintería –haciendo que el fáctum resultante adquiera el aura de la intervención poético-proyectual- o como el trabajo melancólico de Luis Barragán con su arquitectura de reminiscencias de antiguas construcciones eclesiásicas coloniales o de los historicismos aristocráticos de los hacendados

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ultracatólicos de Jalisco, su región originaria, tan afecta al universo cristiano-hispano, mezclado todo con sus afectos anti-modernos como el pintoresquismo de Ferdinand Bac o el imaginario popular de las estéticas hispanoárabes. Hay en todo ello, numerosas vias de investigación proyectual en donde la novedad absoluta troca en des-cubrimiento de referencias, citaciones, recuerdos y hasta pulsiones del inconsciente. Tipos 1 Investigación Científica (cuantitativista, cualitativista, mixta, de protocolos experimentales, de protocolos experienciales, etc.) Consiste en el tipo de investigación que aplica las nociones y protocolos del método científico en sus distintas variantes, pero básicamente a través de la identificación clara de un objeto de estudio y del enunciado de hipótesis verificadas mediante comprobaciones experimentales. Se incluyen desde luego todas las investigaciones asociables en tema y desarrollo a las ciencias exactas y naturales asi como a las relacionables en general con las ciencias sociales (como la sociología, geografía, historia, antopología, etc.). Este segundo campo puede operar en el marco de tipos de investigación basadas en información de carácter cualitativo y/o puede basarse mas que en el modelo experimental (comprobación de hipótesis mediante pruebas ad-hoc) en el modelo experiencial (por ejemplo, en la clase de investigaciones de historia oral/popular que se apoya en historias de vida, etc.). La visita que la máxima figura de las ciencias europeas de inicios del XIX, Alexander von Humboldt, hace a las Américas en esa fecha, constituye en parte una demostración de una lectura científica de tales territorios, ajena a preconceptos de naturalidad atrasada (como era la visión de Hegel y en cierta forma sería mas tarde la de Marx) y orientada a una posible óptica de investigación proyectual sesgada por el conocimiento científico dada sobre todo, la precisión descriptiva e interpretativa de los territorios que recorrerá y documentará como su Vista del Chimborazo, que en realidad es una calcografía del documentalista J.B. Thibaut a quién Humboldt en 1803 indicaba que registrar y como documentar la supernaturaleza o hylea que iba descubriendo, describiendo y transcribiendo (como posibles instancias de un proyectar científico). Para establecer una posible ciencia del proyecto de arquitectura, el tratadista Jean Nicolas Durand, profesor de la Ecole de Beaux Arts edita en 1805 su Precis d´Architecture , un conjunto de láminas que trata de sistematizar la metodología de la composition, como capacidad de articular elementos que formaran ciertas grandes categorías mas topológicas que tipológicas de la arquitectura (tiras o bloques, complejos generados en torno de vacios centrales, conjuntos exentos o de bordes libres, etc.) que pudieran concentrar, fuera de la historia –o mas bien, remitiendo a las esencias arquetípicas que ésta instituyó-, el métier de organizar piezas complejas de arquitectura que a su vez fuera posible re-vestir o semantizar mediante una relación de las leyes geométricas de la composición con los catálogos ornamentales discursivos de

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cada propuesta estilística, en plena época de fusión entre el iluminismo positivista y cientificista y los lenguajes del eclecticismo historicista. 2 Investigación Artística/Humanístíca (inventiva, creacionista, derivativa, delimitativa, etc.) Se entiende que, basado en aceptar que la arquitectura también comporta el carácter de una disciplina artística, pueden desarrollarse investigaciones orientadas en dicho sentido, por ejemplo alrededor de planteos o desarrollos de contenidos estéticos o expresivos en determinada arquitectura por analizarse, por caso alrededor de acciones proyectuales caracterizadas por la subjetividad impresa a las mismas por sus autores-proyectistas, tareas analíticas en las cuáles existen procedimientos ligados a la intuición o la interpretación o al desarrollo de mecanismos hermeneúticos de comprensión de lo analizado, como ocurre no sólo en las investigaciones artísticas sino también en aquellas vinculadas con cierta producción literario-poética, etc. Las investigaciones de esta clase, aun en su divergencia metódica respecto de las de índole científica, pueden generar resultados que llamamos derivativos (en cuanto a establecer relaciones de derivación entre un conjunto de objetos o acciones proyectuales) o resultados que llamamos delimitativos (en cuanto a definir campos, mapas cognitivos, redes de relación/causación/efectuación respecto de conjuntos de objetos o acciones proyectuales). El caso del Danteum -el monumento conmemorativo de la obra del Dante– es un proyecto que constituye en si, un proceso de investigación sobre como traducir en arquitectura, la estructura y el contenido del poema del Dante, La Divina Comedia ofreciendo así una interpretación de un modus operandi propio de la poesía aligheriana y su transcripción a un modo de proyecto. En 1938 se instituye el Ente Nazionale Danteum, dedicado a aquilatar la obra del poeta fundador cuya sede, monumento y biblioteca propondrá se instale en los Foros Romanos. El socio de Terragni -Pietro Lingeri- es convocado urgentemente a preparar un proyecto con el mecenazgo del empresario metalúrgico Alessandro Poss y el auspicio de Giovanni Gentile, el filósofo oficial del régimen. Los arquitectos prepararon un grupo de cartones con dibujos en tinta y acuarela y una maqueta totalmente blanca y ese material se lo mostraron a Mussolini el 18 de Noviembre de 1938: todo esto está excelentemente documentado en un policíaco libro de Thomas Schumacherxxv fruto de encontrar materiales en la casa de week end de Lingeri donde se habían trasladado salvándose así de la total destrucción de su estudio milanés en 1944. El proyecto que parece ser autoría casi exclusiva de Terragni, fue acompañado de un documento manuscrito también de Terragni a modo de memoria llamado Relazione sul Danteum que son 28 puntos desarrollados en unos 4 ó 5 folios: allí Terragni describe el proyecto, descarta que fuera circular (3), remite a los aspectos numéricos de la obra del poeta (4), formula las analogías entre el monumento arquitectónico y la obra literaria (5), presenta el desarrollo numerológico en base al número de oro y a la serie 1.3.7.10, luego reducida a operar con el 1 y el 3 (lo único y lo trinitario, 6), despliega su interpretación del sitio en la Via Sacra buscando una analogía proporcional con la Basilica de Majencio y situándose deliberadamente junto a la ruina medieval de la Torre

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dei Conti (7, aunque lo medieval era severamente denostado por Il Duce, fande la romanidad imperial ) y asi siguiendo, para establecer un cuidadoso mecanismo de transcripción de La Divina Comedia en base a tres recintos rectangulares metidos en el perímetro general destinados al Infierno –cerrado y espiralado en una serie de cuadrados y columnas-, el Purgatorio semitechado y conectado –para elegidos– al Paraíso, que es un bosque de muchas columnas de cristal transparente bajo una cubierta también vítrea. La operación que Francesco Venezia realiza en 1981 en el pequeño Museo de Gibellina – situado en la nueva ciudad erigida ex novo a 18 kilómetros de la originaria, destruída por un devastador terremoto en 1968, cuyo resquebrajamiento trágico evoca la land-sculpture de Alberto Burri llamada Cretto- es una obra casi enteramente nueva armada alrededor de un remanente de la fachada del Palazzo di Lorenzo, alrededor de lo cuál se organiza una arquitectura decididamente anacrónica centrada en meditar sobre la ruina y vestigio de lo perdido. Veneziaxxvi dice al respecto que uno de los alcances de nuestro trabajo es oponer una cierta resistencia al rápido extinguirse de la razón práctica que determina la construcción de un edificio. Se trata de suscitar un tiempo oculto que resista al tiempo de su uso y que tenga elgrado de conferir unas valencias estéticas incluso en el caso extraño en el que la función original desaparezca, sea incomprensible o que el edificio mismo sea degradado por el tiempo o que, por eventos traumáticos, quede reducido a ruina. 3 Investigación Etica (búsqueda de lo verdadero-ético y/o sujeto a normas) En este caso se hace referencia al tipo de producción de discursos o codificaciones morales, éticas y de correlación con criterios de normatividad de las acciones y sus objetos como aquellas que refieren al campo de las investigaciones jurídicas dirigidas a proponer acuerdos axiológicos-valorativos y reconocimientos de verdad. Según una mirada materialista esta clase de investigación resultaría connotada por lo ideológico, como campo referencial estrictamente opuesto a lo científico, caracterizando lo ideológico como verdad relativa instituída en una época y en relación a un determinado grupo social. Las investigaciones acerca de la axiología y moralidad de la arquitectura fueron abundantes y centrales en el siglo XIX pero recogen cierto talante prescriptivo y canonizante de las épocas del tratadismo y las academias (como instituciones de regulación del gusto) y pueden extenderse a las proposiciones del pensamiento tipologista (Rossi, Grassi pero sobre todo, Rob Krier y la escuela de arquitectura del Prince Charles). También tendría un carácter prescriptivo-normativo la proposición de un lenguaje de patterns que propondrá el matemático y arquitecto Christopher Alexander hacia los 70 y docente de la escuela del Príncipe Carlos en los 90, investigaciones en las cuáles la identificación y definición de patterns indicaría un mecanismo para describir y tipificar la microfísica de la habitabilidad (o sea el conjunto de acciones que configuran la habitabilidad en un grado mucho mas fino y fenomenológico de la noción de función) y la idea de lenguaje o combinatoria articulada o racional de tales patterns daría pués paso a la noción alexanderiana de un proyecto verdadero o ético y por tanto, también en cierta

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forma, la idea de un proyecto científico (en tanto una manipulación regulada y objetiva de patterns). El trabajo de Bruno Taut se orienta hacia la generación de una conciencia moral dentro de la modernidad, sea creando una sociedad epistolar de pensadores-proyectistas críticos – la Cadena de Cristal- , sea en una serie de libros-manifiesto tales como especialmente, La disolución de las ciudades (1921) – en que propone vigorosamente la necesidad de disolver las ciudades en los territorios en un premonitorio gesto de sustentabilidad y cuestionando los desmadres emergentes de la civilización capitalista industrial- o Arquitectura Alpina (1920) – que propone la construcción de un lenguaje analógico a la geometría de la naturaleza para reinstalar la arquitectura en una dimensión compatible con el diseño del paisaje, sea en su cuestionamiento y reelaboración del árido modelo de la siedlung, la tipología de la vivienda colectiva subsidiada desde el Estado para atender necesidades habitativas proletarias, que propone redefinir acentuando la subjetividad de cada usuario antes que la regularidad maquínica de la colectivización. Los hermanos Robert y Leon Krier aportan a la idea de una arquitectura que sea capaz de investigar la forma de la ciudad histórica (que es para ellos, la forma de la ciudad racional-iluminista del siglo XVIII) y cuya disposición de nueva construcción se instruya estrictamente en la mera reproducción de tal arquitectura referencial, todo ello en la dimensión ética de afirmar y conservar un supuesto cénit disciplinar que sin embargo, autores como John Ruskin, también con parecido enfoque de regulación ética, reservaba para la ciudad fruto del pensamiento y acción propias del estilo gótico medieval. Los Krier forman parte de un elenco de proyectistas –como Ungers, Rossi, Grassi hasta los mas actuales Dudler, Carmassi o Rizzi- que proponen una fusión de análisis y conservación de la ciudad histórica con una regulación ética de nuevos proyectos y de ello, León Krier (junto al arriba mencionado Alexander) formó parte de la conservadora escuela del Prince Charles, que posee una suerte de mandamientos morales para la práctica asi como Rob Krier, en varios trabajos – como la proposición de restauración-reactivación de la villa de San Leucio, enclave paternalista que el hispano Reino de las Dos Sicilias fundó en el sur de Italia en el siglo XVII- enfoca, incluso en la forma que dibuja sus proyectos, una tajante referencia a un no innovar netamente conservador (en el sentido político e histórico-técnico de esta noción) respecto de su hipervalorada y elitista idea de ciudad histórica. 4 Investigación Socio-Proactiva ( la llamada ciencia con la gente) Aludimos a las corrientes de crítica epistemológica al desarrollo científico convencional, por ejemplo visible en la epistemología anarquista de Paul Feyerabend o en las proposiciones recientes de Jerome Ravetz y Silvio Funtowiczxxvii y tambien en las revisiones epistemológicas de la investigación científica dura realizadas por Bruno Latourxxviii. Un caso que en materia proyectual, podría referir a la clase de investigación socio-proactiva aquí comentada es el dilatado trabajo llamado Nuevo Sol de Oriente o popularmente Juan Bobo, por ser ese el nombre de la quebrada de

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Medellín en que se implanta este desarrollo socio-habitacional que lleva más de una década y que quizá tenga por delante otro tanto. En esta área de ladera de la ciudad, que está coronada por el barrio de Santo Domingo y que también se conoció como Loma Roja, se fueron instalando por décadas, poblaciones marginales en ocupaciones ilegales de bajísima calidad ambiental. Dentro de los procesos de reactivación urbana conocidos en Medellín- la mayoría de los cuáles se destinaron a emprendimientos resonantes de equipamiento social como la célebre Biblioteca España, justamente en la cima de esta ladera- algunas operaciones mas discretas y complejas se hicieron a fin de conseguir a la vez, un avance de integración urbana y ciudadanía de estas poblaciones (mediante mejoras en su accesibilidad y en sus servicios e infraestructuras además de la legalización de su ocupación) junto al saneamiento ambiental y el desarrollo de nuevas áreas residenciales de ciudad, que sin embargo no erradicaran población ni desconocieran los complejos procesos de organización de las barriadas y las comunidades. Se trata por tanto de desarrollos urbanísticos caracterizados por una fuerte implicación participativa de la comunidad implantada y sus referentes, lo que genera procesos muy elaborados en la toma de decisión sin que existan preconceptos de forma acabada ni desapego a continuas reelaboraciones y adaptaciones . 5 Investigación Ad-Hocista (problem-solving) La investigación ad-hocista remite a las tareas metódicas dirigidas a tratar de resolver un problema y a veces estas tareas se inscriben en protocolos habituales del trabajo investigativo – ya que en cualquier campo del conocimiento o la necesidad social siempre hay problemas por resolver- pero en otros casos remiten a tareas cuyas operaciones vinculadas al trabajo investigativo vienen dictadas por el problema mismo o sea que no resisten los marcos devenidos de criterios disciplinares preconcebidos. El problem-solving como activador de una clase específica de investigación a veces resulta de lo que epistémicamente pueden llamarse cambios catastróficos en la manifestación de valores de cualquier indicador de medición o expresión del problema detonante y en tales casos la excepcionalidad en la calidad/magnitud del problema puede exceder los marcos disciplinares convencionales y requerir actuaciones ad-hoc (que luego podrán derivar en nuevos cursos convencionales o rutinarios de actividad investigativa). El caso del emplazamiento Fresh Kills, en Staten Island, Nueva York, remite a los problemas que suscitan instalaciones críticas que supuestamente tienen deadline de funcionamiento y luego obligaciones de remediación. Se trata en este caso, del mayor relleno sanitario de basura urbana del mundo, fundado en 1947 por el plazo de 20 años en una extensión cercana a las 1000 hectáreas. Se desactivó sin embargo en 2011, 34 años después de lo previsto y solo debido a enérgicas reclamaciones populares. Después empezó otra clase de reclamos para cumplir lo especificado en su destinación original que era remediar y recuperar suelo y subsuelo generando un área de uso multipropósito. Sólo en 2008 se aprobó realizar un Parque Metropolitano (que será tres veces mas grande que el Central Park) a cargo de la firma Corner-FO, que empezó los trabajos un año después sin que todavía

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hoy el sitio alcance un grado de calidad mínimo, sobre todo por las grandes dificultades en descomprimir los bolsones subterráneos de gas metano. Este caso ejemplifica, desde su institución hasta su desmontaje y las diversas dificultades urbanas, la condición en que las actuaciones proyectuales posibles configuran aportes de investigación problem-solving. 6 Investigación Proyectual Lo que referimos genéricamente como investigación proyectual remite al campo o especie de trabajo investigativo que implica no investigar sobre el proyecto sino investigar con el proyecto; es decir, se trataría de la clase de actuaciones en que el proyecto – como aparato cognitivo- cambia de producto u objeto (de la investigación) a medio o instrumento (de la investigación). En este sentido la investigación proyectual estaría caracterizada por el aprovechamiento del potencial cognitivo de futuribles o estados hipotéticos futuros de una situación de habitabilidad dada que justamente es lo que, como instrumento o medio de generación de conocimiento permite el proyecto en su entidad conceptual fundante, cuya etimología alude precisamente a un ver-antes, a una anticipación simulada de futuros posibles. La Quebrada de Infiernillo, dentro de la ciudad de Córdoba, fue uno de los casos considerados en un seminario-taller a mi cargo realizado en 2001 y supuso una actuación en la que pudieran aportarse ideas de desarrollo desde el enfoque de la oportunidad proyectual, para lo cuál se realizaron estudios preparatorios y se montó una escena (una gran maqueta apta para experimntar alternativas) ante la cuál pudiera desarrollarse un debate entre el grupo de proyectistas, vecinos y referentes de organizaciones vecinales del área, funcionarios y expertos, a partir del cuál pudieran discernirse alternativas proyectuales, procesos de actuación y regulación, simulaciones diversas según prevaleciera tal o cuál interés hegemónico, etc. Se trató de poner en la esfera de reflexión proyectual un área de oportunidad, cuyo destino o uso posible pudiera ser, sobre todo, indagado y testeado desde ciertos principios de calidad proyectual (no afectación del sitio natural, condiciones de eventual reversibilidad de cualquier intervención arificial, etc.). El caso de High Line, en Nueva York, por una parte se parece al tipo de problem-solving presentado mas arriba (de hecho en la intervención proyectual de este caso también actuó el grupo Corner-FO, junto a designers asesores como el grupo Diller-Scofidio) y por otra, a la condición de área vacante o de oportunidad que puede ser reflexionada desde la perspectiva de eventuales actuaciones proyectuales. Consistía en un antiguo ramal ferroviario elevado desactivado en 1980, sobre el que se pensaron diversas utilizaciones –incluso su demolición- para optarse hacia 2003 por el desarrollo de un parque lineal de unos 2 kilómetros de extensión que también fue fruto de movilizaciones y aportes de diferentes ONG, mas que una iniciativa emergente del poder local.

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Capítulo 2 EL COLAPSO DEL ESPACIO PUBLICOxxix

Hay factores de la escena contemporánea, como el auge de la comunicación interpersonal y multimediática, que aumentan y complejizan la proximidad – definible como la escala del socius o la densidad que daría la norma de un estado de comunidad en tanto un vivir juntos- asi como otros, también recientes, como la importancia de la otredad – manifiesta tanto en las inéditas configuraciones multiétnicas de urbanidad como en el relativo fracaso de las teorías urbanas de la condensación de clases o estratos sociales diversos que decanta en diferentes circunstancias de inseguridad o violencia- que inducen a pensar en los cambios recientes que pudieran haberse manifestado en relación a aquella condición urbana de proximidad que se liga a su raison de etre, quizá acorde a su grado cero medieval. La vieja discusión propuesta por Ferdinand Tonnies sobre lo arcaico de la gemeinschaft (comunidad) frente a lo moderno de la gessellschaft (sociedad) no sólo deriva en los análisis, mas nostálgicos que políticos, sobre la paulatina desaparición de la gemeinschaft como por caso los estudios de Roland Barthes presentados en su seminarioxxxComo vivir juntos que termina, en nombre de esa ya inasible categoría de comunidad, rastreando en los rasgos y manifestaciones perdurables propias de la vida anacorética recurso al que también apelará Peter Sloterdijk en la parte inicial de su Extrañamiento del Mundoxxxi con sus alusiones a las primeras experiencias monásticas de Pacomio y los ascetas huidos de las ciudades para crear sus inicipientes comunas de oración y trabajo en los bordes del mundo de las estepas egipcias. Barthes usa una expresión que definió el mundo helénico –comunidad idiorrítimica: donde cada uno está junto a otro pero a su ritmo- para descubrir su inexistencia en la mundaneidad contemporánea salvo en casos cerrados o exhóticos como los monjes del Monte Athos o en la paradójica salvación-superación del socius que propone Robinson en su isla. Del mundo griego Barthes también retoma la comunidad ideal de amigos y a partir de ese residuo de convivium reconstruye nociones como la proxemia, las reglas de ocupación de territorios o la noción de suciedad (como un relativismo asociado a grados de proximidad o con-vivencia). Barthes afirma su afecto aristocrático y nostálgico de ordenes perdidos y acentúa su función de recopilador de interpretaciones de signos. Sloterdijk, dentro de una teoría del apocalipsis en que solo rescata de los últimos 4 siglos, la relevancia del arte, teoriza en su libro sobre el desarrollo de la magia civil (los magos que se instalan en la polis) quiénes serán los profesionales de la intermediación urbana (políticos, educadores, juristas) frente a lo cuál algunos resisten con sus adicciones a drogas anti-sociales: la adicción sería así la dialéctica de huida y busqueda de mundos así como la historia de la cultura es la historia de la abstinencia. La civilización es por tanto el retiro paulatino pero absoluto del mundo exterior (anulando la naturaleza) y del mundo interior (desarticulado por la educación de las pulsiones en el universo de los tabúes y la fantasía) y entonces ocurre como una negación de ese movimiento civilizatorio, una tendencia opuesta, el

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extrañamiento (o el irse a la nada exterior e interior) dentro de o contra un movimiento de eterno retorno de figuras del socius, como la propensión del siglo XX a reproducir foros y circos romanos (shoppings y estadios del espectáculo). El optimismo de Habermas acerca de un completamiento consensual de modernidad –aquello que queda pendiente de consumar del proyecto de la Ilustración- radica en su premisa acerca de la persistencia de lo público en la esfera de lo público, esfera o red institucional que resulta una creación del Siglo XVIII, pero que instala una manifiesta contradicción entre discursividad pública y espacio público: es decir, a Habermas no le interesa (como en cambio si le interesó a Foucault) el desplazamiento de lo espacial a lo discursivo para sostener el socius, pero ese desplazamiento ayuda a entender la decadencia de la idea de tal espacio como receptáculo social, espacio público que había sido en cierta forma también inventado en ese siglo (quizá con los antecedentes de una teo-ciudad como cuerpo de cristiandad encarnada en lo público de la Roma de Sixto V, de inicios del XVII) como escena de representación barroca e intento de constitución de un socius en el ámbito de la gobernabilidad totalitaria ilustrada. El espacio público de creación ilustrada –que es contemporáneo por ejemplo, a la creación de la prensa masiva y la noción de opinión pública- se manifestará dualmente en ágoras mulitudinarias -las plazas como espacios de recordabilidad historicista pero también como lugares de la microhistoria popular: Concorde, Vendome, Royale- y también en los ámbitos selectivos y cenaculares como los cafés que por ejemplo, a la vera de las plazas, funcionaron como laboratorio de revolución muchas veces articulados a la producción de pasquines y otros primarios medios de amplificación de opinión. Esa relación de espacio y política instalada en las postrimerías barrocas del ancien regime fue asumida, negativamente, por las fuerzas revolucionarias cuya representación predilecta se expresó en ganar la calle, en episodios que marcan buena parte de la historia político-urbana moderna, la que de la comuna del 48 a la reacción urbanística de Haussmann se manifiesta no sólo en un reordenamiento represivo de la ciudad susceptible de ganar la calle como puesta en marcha de reivindicaciones no resolubles en la política de representación sino asimismo en la mercantilización de una ciudad del orden regulada por recursos del Estado (la fuerza de policía, esa construcción del XVIII propuesta por teóricos como Delamare) y por la dinámica del capitalismo inmobiliario . Las investigaciones socio-históricas de Richard Sennettxxxii son bastante precisas en lo referente a la constitución de un orden de lo público en el siglo XVIII y un des-orden de lo público, casi por no poder subjetivizarse ni desde el poder ni desde la conciencia, el new world de la revolución industrial y de las mercancías infinitamente reproductibles, en el siglo XIX, mezcla de orden molar y desorden molecular que explicaria desde entonces a la vez la instalación barroco-iluminista y la caída moderna de lo público, tanto en acto o sujeto como en contexto o espacio. En Paris –dice Sennnetxxxiii– las plazas medievales y del Renacimiento eran zonas libres como opuestas a la zona controlada por la casa privada. Al restructurar la masa de población en la ciudad, las plazas monumentales del principios del XVIII también restructuraron la función de la multitud ya que alteraron la libertad con que la gente podía congregarse. La reunión de la

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muchedumbre se transformó en una actividad especializada; se realizaba en tres lugares: el café, el parque y el teatro. Y un poco mas adelante en ese mismo texto (p.133) Sennett encadena lo espacial-institucional de la nueva ciudad con la novedad demográfico-social de los muchos y diferentes que aparecían en la vida urbana: La cuestión social provocada por la población de Londres y Paris era el problema de vivir con un extraño o ser un extraño (Sennet debatirá además la dificultad para aprehenderse a si misma y definirse –la crisis fundante de self-awareness- de la burguesía como nueva clase social del XVIII). La cuestión social suscitada por los nuevos términos de densidad en la ciudad era el de donde se podía ver habitualmente a estos extraños, de modo que se pudieran formar las imágenes de los tipos de extraños…En consecuencia era la demografía la que creaba un medio en el cuál el extraño era un desconocido. De allí en mas la línea de razonamiento de Sennett es que la muchedumbre (densidad) y la diferencia (extrañamiento, otredad) advienen características irreversibles de la subsiguiente historia de las ciudades y su confianza en el poder relativo de resistencia que frente a ese proceso iba a proveer el forjado de diferentes figuras de gemeinschaft desde luego forma parte de su ideología romántica articulada a las proposiciones optimistas-positivistas que unían la sociología administrativista de Comte con la sociología costumbrista de Tonnies. Otra consecuencia de los análisis sennettianos es admitir la concepción barroco-burguesa de la ciudad como un mega teatro, el theatrum mundi –idea que se desplaza en Benjamin a una ciudad de intercambio de signos en lugar de intercambio (o encadenamiento) de actos y en Habermas a una ciudad (sociedad) de intercambios simbólicos o de instauración de las lubricaciones sociales que facilita el imperio de la comunicación, deslizamiento figural y fantasmático operado en el XVIII que fue severamente cuestionado por Rousseau. De paso es interesante apuntar que Sennett, en el párrafo El cuerpo como maniquí, describe como esa proliferación comunicativa, esa teatralización sígnica es utilizada al servicio de identificar la calidad o rol social (posición, riqueza, función) diferencial de cada habitante urbano, ayudando a que estén juntos los semejantes -en cuanto igualados en sus signos: tal o cuál levita, tal o cuál peluca, etc.- o que coexistan los diferentes pero amparados por códigos de relación (etiqueta, saludos, términos o cualidades del intercambio entre diferentes, etc.), códigos de relación que quizá ingresan al ideario de la sociología romántica como ficción o figuración de gemeinschaft (las comunidades de literatos, fámulas, prostitutas o clérigos) en tanto afirmación de identidad diferencial pero también como sedimento de gesselschaft (las sociedades urbanas reguladas por el intercambio simbólico y/o por factores suplementarios como la opinión pública). En 1967 apareció un libritoxxxiv que se vendió como pan caliente a 1.45U$S cada copia, que subsiste hoy como una tour de force conceptual y gráfica: The Medium is the Massage, un provocativo pocket que mas que un libro habría que entenderlo como equivalente a uno de esos misales dibujados que eran típicos en el medioevo El pequeño volumen negro fue hecho de manera anormal: un tal Jerome Agel, editor, le pidió permiso a Marshall McLuhan- el gurú canadiense del Center for Culture and Tecnology de Toronto- para que el designer Quentin Fiore pusiera en página para millones de lectores (que en

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realidad a partir, de la idea este objeto post-libro, iban a devenir visualizadores) las ideas sobre el boom de la información y ya desde el título se aludía como en un gramatical joke a que el medio es el mensaje y el masaje, que el medio condiciona lo que transmite y que el medio desempeña funciones que garantizan la aprehensión sensorial del receptor, incluso dejando de lado toda posible ética de la trasmisión: en efecto, la potencia comunicativa del medio podía hacer mucho mas que comunicar, puesto que podía subyugar, fetichizar, persuadir, alienar, es decir positivizar para el poder social tardomoderno aquello que Marx, Freud o Adorno habían anatemizado; o sea masajear la conciencia del perceptor/espectador. Decía además cosas que los estudios literarios clásicos de McLuhan habilitaban pero sonaban como bombazos como el cuestionamiento a la revolución de subjetividad del humanismo renacentista: el legado renacentista, desde esta mirada caústica, era, al supevalorar, el punto de fuga, hacer desaparecer la conciencia del observador además de conseguir que éste dejara de involucrarse o zambullirse en lo percibido-distante. El humanismo, en la revisión de McLuhan, no coloca al hombre como centro sino que lo margina o latelariza; la perspectiva communis es mucho mas artificial y anti-subjetiva que la secuencialidad narrativa del tapiz de Bayeux. En el mismo año de salida de The Medium un discípulo de McLuhan se juntó con él y con mucha gente relevante entonces y después (como Steiner, Williams, Rosenberg,, Kermode o Wolfe) para armar un libro de observaciones azarosasxxxv y entrecruzadas de cuyo enjambre quedaría ya claro lo de la aldea global (y la obsolescencia funcional y sígnica de las grandes urbes) así como el papel fluyente –o disolvente de la categoría espacio- de la informacion in actis que como tal, anarquiza los anclajes fijos o referenciales (es decir, todo el aparato de la arquitectura&urbanismo) pués todo se mueve informando de sus movimientos con la consecuente deslocalización y pérdida de sentido del locus: no estoy en un lugar sino estoy a 10 minutos de allí… con la consecuencia del apogeo del tiempo (pero no ya el tiempo histórico, el del reloj o el de las experiencias mito-biográficas sino el tiempo del rendimiento) y resultantemente, habrá menos tiempo disponible y un aumento de la fricción por la multiplicación de las movilidades. La paradoja es que la información sustrae a los sujetos de su necesidad de face-to-face (rompiendo literalmente las escenas rutinarias de las diversas gemeinschafts amicales afectivas: veáse como, a costa de la ruina del espacio público, devienen sustituciones informáticas de esa pérdida, dispositivos tales como el facebook, el twitter, el skipe o el whats´up) pero a la vez la maximización de las posibilidades de comunicación exaspera la movilidad indeterminada de los sujetos: la figura de fricción corporal de múltiples sujetos moviéndose y condensando la disponibilidad de espacio curiosamente confronta o anula la tradición del espacio público, mas o menos ritualmente utilizado por un socius amplio. El mundo reformateado por la información es pués la ciudad de McLuhan, en la cuál, el canadiense deja entrever, pensando sobre todo en Los Angeles, que una de las maniobras mas subversivas será precisamente perder tiempo o evadirse de su velocidad/compresión (drop-out). Una combinación posible de drop-out respecto de la ciudad tradicional y drop-in respecto del flujo múltiple de información es la performance de los nerds, esa nueva categoría de sujeto posurbano que se instala en una ciudad sin atributos (Davis en California es una meca nerd) para batir records de permanencia en

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un indoor conectado sin ninguna frecuentación de lo público (el nerd absoluto arma su posvida socio-urbana mediante teletrabajo, teleconsumo –de toda clase de productos y servicios, desde alimentos hasta libros, discos u obras de arte- y todos los etc necesarios desde prácticas sexuales hasta controles de salud). La teoría de ciudad de Mike Davisxxxvi es la deconstrucción histórica de su ciudad –Los Angeles: en rigor, Davis es nativo de Fontana, en el condado de San Bernardino, uno de los 5 que subyacen a la conformación metropolitana- a partir de asumir, por una parte, benjaminiamente, que hay una ciudad de extranjeros, pintoresca y dotada de fuertes estímulos sensoriales con la que solemos crear un imaginario de ciudad o una ciudad ficticia, de ideal acople entre personas y lugares y por otra, una ciudad opaca, compleja e inmanejable que es la ciudad del nativo, a quién lo único que le cabe es reconstruirla en su memoria pués la experiencia de la niñéz en un sitio determinado es crucial y fundante. Por eso su versión angelesca es mas bien demoníaca y City of Quartz debe estudiarse excavando el futuro. Su teoría de ciudad es una teoría de actores urbanos (intelectuales y noir writers, dirigentes sociales, políticos y sindicales, líderes étnicos, curas, traficantes, empresarios del espectáculo o de incipientes casos de economía terciarizada, etc.) y una teoría de fragmentos superpuestos y en colisión (como el urban sprawl destructivo de sus dos grandes valles o la voluntad de entender las políticas públicas como dotación de infraestructura para la especulación de toda clase), lo que hace que este nativo analice las anárquicas capas históricas como indicios de prefiguración de futuros nada felices. Una metáfora de la ciudad de Davis (Mike) son los bancos construídos para esperar el transporte público: están hechos con medios barriles y sentarse es incómodo y dormir en ellos, es imposible. La mirada de Davis respecto de la deconstrución histórica del proceso de construcción de una ciudad emblemática de la pos o ultramodernidad como Los Angeles se confronta con la teoría de ciudad de Richard Sennett, al menos aquella de la empática nostalgia de un mundo perdido que describe en la saga La Conciencia del Ojo-Carne&Piedra-El Artesano: nostalgia de la vida urbana medieval superpuesta a la ficción biográfica neoyorquina que además son bastante diferentes de la sociología dura de El Declive del hombre Público y Vida Urbana e Identidad Personal que comentamos mas arriba. El Sennett romántico y medievalista parece el perceptor ideal de una ciudad de extranjeros, donde el sustrato básico es el lugar común (público), que fácilmente deriva al topos tópico o estereotípico, en que todavía es posible visualizar el espejismo de una pretendida ontología de la espacialidad. La reconstrucción de la idea de ciudad en los origenes de la modernidad es un tema clásico desde las propuestas de Baudelaire y Poe acerca de la visibilidad de lo moderno que el poeta francés, en su modernité, definía como lo transitorio y fortuito. Esa visibilidad de lo moderno – como follies en los excursos de Calasso sobre Baudelairexxxvii- o como quiebres de entidad en Simmel (entre la proliferación de la objetología moderna y la disociación referente a su apropiación material y simbólica por el socius moderno)- permite la construcción de paisajes analíticos que es lo que hará entre otros, David Frisbyxxxviii quién agrega además el análisis de algunos debates de inicio de siglo – como la oposición entre Wägner y Sitte en la modernización urbana de Viena o la divergencia de los Wágner, el Otto vienés ligado a la proposición de

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escenarios y el Martin berlinés, obstinado introductor de matrices de racionalidad (las redes infraestructurales y la racionalización de la construcción/apropiación de ciudad)- o la reconstrucción óptica de ciudad en manos de los detectives o investigadores delictivos como surge de su interpretación de las numerosas libretas de observaciones de los agentes de la Agencia Pinkerton y sus primarias puestas en duda de la opacidad de lo privado. Algunos autores clásicos en los albores de modernidad proponen una interacción sugestiva entre los modos de producción estéticos modernos (como el collage de citas o su montaje) y la complejidad propia de entender, aun en su dimensión de paisaje, la naturaleza disgresiva de la nueva ciudad lo que redunda en la técnica de los flasheos: de Kracauer y Benjamin hasta los scherzi que dedican a la posciudad americana analistas como Michael Sorkin. Sorkin, en particular, una especie de Benjamin aggiornado con sus centenares de nerviosas viñetas periodísticas en The Village Voice o The Architectural Record denuncia la naturalización de un new brave world en la generalización del concepto de thematic park: Con sus formas artificiosamente embusteras- cierra su introducción al libro de los TPxxxix- el parque temático ofrece una visión alegre y civilizada del placer que suplanta al reino de la democracia pública, y lo hace de un modo atractivo, con el aguijón de su descarnada y turbulenta urbanidad, de los pobres, del crimen, de la suciedad, del trabajo. En los espacios “públicos” de los parques temáticos o de los centros comerciales el propio discurso queda restringido: en Disneylandia no hay manifestaciones. El esfuerzo porrecuperar la ciudad es la lucha de la democracia misma. Otra flexión descriptiva de los cambios de ciudad es la proliferación coexistente de minorías sobre todo étnicas, que la otrora crítica de la primera modernización urbana, Jane Jacobsxl, presenta en sus estudios póstumos agrupados bajo el título Edge of Empire y su mirada desde lo marginal: en su última etapa academica esta nativa canadiense y activista americana enseñó en Melbourne y creo que le resultó relevante vivir en Australia para entender a Londres, mediante sus extrapolaciones de la recuperación de la ciudad aborígen de los waugal oceánicos al análisis de Banglatown, el proceso de colonización de grandes áreas centrales londinenses por bengalíes ex coloniales. Lo que aprecia como positivo y bautiza como poscolonial debe sin embargo matizarse en una interpretación más compleja de las numerosas fricciones y multi-ghettización engendradas por esta frágil convivencia de diferentes, acelerados y mal aculturados en sus tránsitos al global way of life. En sus estudios culturales-urbanos sobre las ciudades americanas –en especial México DF- el antropólogo argentino Néstor García Canclinixli describe el impacto regresivo de la globalización sobre esas ciudades que devienen en ámbitos de la producción alternativa (el artesanato callejero, los servicios in-formales y/o ilegales) y el consumo diferenciado (el doble o triple estandar de la producción global multinacional particularmente visible y degradante en medicamentos y alimentación por hablar de dimensiones básicas del habitar). Un párrafo de tal trabajo señala que mas del 40% de la población latinoamericana está privada de trabajos estables y seguridades mínimas y sobrevive en las aventuras también globalizadas del comercio informal, de la electrónica japonesa vendida junto a ropas del sudeste asiático junto a hierbas esotéricas y artesanías locales, en los alrededores de los semáforos: en esos vastos suburbios que son los centros históricos de las grandesciudades hay

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pocas razones para estar contentos mientras lo que llega de todas partes se ofrece y se disemina para que algunos tengan e inmediatamente olviden y si tuviéramos que actualizar esta descripción de hace casi dos décadas deberíamos puntualizar ahora (1) que no hay electrónica japonesa sino china provenientes de sus EPZ, (2) que no hay hierbas esotéricas sino probablemente crack de la peor calidad, (3) que no hay artesanías locales y en muchos casos (4) tampoco hay semáforos. García Canclini también ha realizado estudios comparativos de los tiempos de consumo de TV en ciudades tan antagónicas como México y Bruselas, demostrando que el tiempo promedio del espectador mexicano puede ser hasta seis veces el del europeo: circunstancia que explica adicionalmente, como el consumo o fruición del espacio público declina como consecuencia de la experiencia alienada de consumir ciudad por la TV. Los antiguos militantes del Poder Operario italiano, como es el caso del genovés Paolo Virno, junto a Antonio Negri, se hace cargo de presentar la dialéctica entre pueblo y multitud en que siguiendo a Spinoza valora la noción de multitud (que queda fuera de la ética por ser históricamente política) frente a la de pueblo (que presenta como una noción que parece ser indisociable del concepto de Estado) y la escena posfoucaultiana de la biopolítica , que sin embargo sería a su entender mas una noción histórica, de matriz marxista, que ontológica como le cuestiona a. Agamben, Espósito o Sloterdidjk . Así como cree que la idea de general intellect que Marx pensó que , como conocimiento científico objetivo, formaba parte del capital fijo, sería en realidad la forma actual que reviste productiva e históricamente la actividad dominante del trabajo, lo que le sirve además para confrontar a Habermas quién diferencia nítidamente el actuar instrumental del actuar comunicativoxlii: El general intellect se vuelve un atributo del trabajo vivo cuando la actividad de este último consiste, en creciente medida, en prestaciones lingüísticas. Es palpable aquí la falta de fundamento de la posición de Jurgen Habermas. Él, basándose en las lecciones de Hegel, opone el trabajo a la interacción, el "actuar instrumental" (o estratégico) al " actuar comunicativo". A su juicio, los dos ámbitos responden a criterios inconmensurables: el trabajo sigue la lógica medios/ fines, la interacción lingüística se apoya en los cambios, en el recíproco reconocimiento, en el compartir un idéntico ethos. Hoy, sin embargo, el trabajo ( dependiente, asalariado, productivo de plusvalor ) es interacción. El proceso laboral ya no es más taciturno sino locuaz. Esta distinción abre la perspectiva política de intersectar en la noción de general intellect, la antigua noción de fuerza de trabajo (corporalidad) con la posfordista concepción de acción comunicativa remnumerada (comunicación), reintegrando o recorporizando la escisión aparentemente instalada en la terciarización de la economía y en la hipervaloración del comercio simbólico como eje del intercambio de valor y producto. Es curioso pero entendible –aunque ahora parecen proliferar mas ejemplos mundiales- que las construcciones acerca del neopoder político de la multitud y su expresión hegemónica en condiciones de crisis, estos autores la desarrollaron interpretando los sucesos urbano-insurreccionales desplegados en Argentina a fines de 2001 e inicios de 2002. Los bien conocidos sucesos porteños de inicios del 2002 presenciaron una doble apropiación del espacio público en términos de furiosa protesta: la de los

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caceroleros –asi llamados porque golpeaban cacerolas y compuesto por clases medias altas que habían visto confiscados sus ahorros bancarios- y los piqueteros –diversas organizaciones de desocupados que formaban piquetes para bloquear el tránsito en una calle o una ruta-. En ambas figuras de las movilizaciones sociales –que podían o no coincidir en las calles- aparecía el cuerpo como última frontera: es decir, frente a la inexistencia de la ley o la desaparición virtual del Estado, la ausencia de todas las mediaciones clásicas llevaba a un curioso estado de naturaleza, en donde lo único que contaba era confrontar los signos –por ejemplo, las fachadas de los bancos- con los propios cuerpos disueltos en figuras multitudinarias. Ese período que duró poco menos de un año, presenció otras innovaciones socio-urbanas, emergentes precisamente frente a la desactivación de las mediaciones: los clubes de trueque (que reemplazaban la ausencia del dinero), las fábricas recuperadas (que suponían la toma de fábricas abandonadas por sus propietarios o quebradas, por sus antiguos operarios, desarrollando formas cooperativas de producción incluso a veces, pasando de la producción industrial a la producción cultural ) o las asambleas barriales (que sustituían a las formas de la gobernabilidad representativa bajo la consigna que se vayan todos). Buenos Aires hacia el 2001 fue la meca de los estudiosos de las regresiones socio-urbanas del capitalismo: por allí pasaron para ver in situ algo equivalente a las barricadas parisinas del 48, Toni Negri, Paolo Virno, Maurizio Lazarato, Franco Berardi, Naomi Klein y Lois Wacquant. El discípulo de Bourdieu, Lois Wacquantxliii estudia la violencia de la ciudad sobre todo alrededor del crecimiento de las sociedades policial-represivas – como la Nueva York de Giuliani o la Paris de Sarkozi cuando éste era Ministro del Interior- y el surgimiento de los barrios-problema devenidos ghettos urbanos articulados en constelaciones signadas por la conflictividad, en particular en casos de confrotación étnica como en los barrios negros de Chicago o los barrios musulmanes maghrebíes de Paris. Los diversos estudios de Wacquant, desde las diferencias convivenciales de las minorías denostadas en los suburbios de grandes ciudades hasta su análisis de las comunidades de los practicantes del boxeo –en general un ámbito que refleja una voluntad de emergencia social de marginales urbanos- convergen en la temática del cuerpo y los usos del cuerpo para el delito (el cuerpo del delito) o la sobrevivencia siempre al influjo de las biopolíticas de explotación y represión. Aunque pasaron mas de 10 años de la eclosión (o implosión) urbana de Buenos Aires del 2002, el movimiento de grupos sociales marginales o reivindicativos –comunmente denominados piqueteros- sigue muy activo y hay días en la ciudad que se producen hasta una docena de acciones piqueteriles en diversos puntos estratégicos de la misma. Incluyendo manifestaciones que corresponden a grupos sociales rurales o suburbanos como el caso de la etnia qom, proveniente de una región a mas de mil kilómetros de la capital que se desplaza a ella para solamente poner el cuerpo en su protesta, apropiándose aunque sea fugazmente, de la ciudad formal. Es una típica acción de representación que retrotrae la función política de la ciudad al theatrum mundi de sus diferentes estratos: forzar la figura teatral de la ciudad para quebrar la invisibilidad a que son sometidos por la sociedad y el estado. La ciudad ligada a la informalidad y la pobreza descuella en la escena reciente americana, en que aparecen además sujetos urbanos cuyas prácticas entablan cierto discurso crítico en relación a la ciudad, a sus formas y/o funciones

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convencionales, como se manifiesta en la miríada de nuevos sujetos como los cartoneros o recolectores informales de residuos, los practicantes del parkours, los barra brava que suelen unir la adhesión a menudo expresada con violencia, a clubes de futbol con participación en movimientos políticos como fuerza de choque, los bo-bo´s o estratos intermedios de colonización cultural de áreas postergadas de ciudad, los anarquistas materiales (que queman autos de alta gama o signos de propiedad opulenta: en Buenos Aires se denuncian hasta tres casos diarios) o simbólicos (los grafiteros furtivos o apropiadores de espacios públicos en sus discursividades, destacando el caso del enigmático inglés Bansky), los vendedores informales en el metro (puede haber, en México o Buenos Aires, hasta diez casos en un mismo viaje), la corte de los milagros ( retorno de prácticas medievales en que discapacitados y pícaros de diversa clase practican la mendicidad apelando a la compasión), los artistas callejeros ( a veces como en Buenos Aires o Paris, gozando de algún subsidio dotado por los gobiernos locales), los manteros (ocupantes temporales del espacio comercial equivalente a una manta colocada en el piso, común en casi todas las grandes ciudades americanas). En Lima o en México DF la economía informal de los manteros mueve fortunas y está generando cambios en la forma física de las areas centrales sobre todo en los centros históricos con rasgos de obsolescencia, entre lo cuál destacan las áreas de depósito de mercadería informal que pululan en DF o un urbanismo de microparcelas de 2 o 3 metros cuadrados que se rentan en Lima. El caso del comercio informal recientemente empieza a ser drásticamente combatido en Lima, México o Quito, al costo de grandes conmociones políticas. Pero por otra parte, la in-formalidad e ilegalidad de las actividades urbanas ligadas a sectores sociales marginales ha convergido a crear mega-aglomeraciones de venta ilegal (basadas en el contrabando y/o la evasión de impuestos, etc.) como se ejemplifica en los casos de La Salada en Buenos Aires (un asentamiento transitorio de mas de 5000 microcomerciantes ilegales cuya actividad se realiza en horas nocturnas, atendiendo tours de compradores provenientes de todo el pais) o de la Villa San Antonio Alto en La Paz donde se trafican 1400 vehículos diariamente generando un movimiento de unos 12 millones de U$S semanalesxliv. El atiborramiento de las áreas públicas – principalmente las grandes áreas de transferencia modal de transporte- que generan las ocupaciones furtivas de los ilegales, como en La Paz, Asunción o Buenos Aires, contradictoriamente significa por una parte, una clase de ocupación popular de ese espacio para aplicarlo a actividades productivas que evaden el costo de la renta de ocupar áreas centrales privadas pero por otra, también suponen la invalidación de la entidad pública de dicho espacio, en una especie de ficción no tan distante- fuera de la diversidad de consumo que implican- de los shoppings,malls y áreas comerciales formales, que también trabajan sobre la ilusión de lo público pretendiendo plantear que tales instalaciones equivalen a los usos colectivos que otrora aportaban las calles y las plazas. En la diversidad asi, del posfordismo del trabajo y el consumo y su aplanamiento mágicamente designado como flexibity y la intensificación de la vida nerviosa –o neurótica- de las ciudades a imperio de una ingente comunicación, emerge sin embargo la declinación del espacio público como esos espacios que histórica y políticamente asumieron la coexistencia de cuerpos y aparatos perceptivos de los diferentes urbanos.

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Capítulo 3

CULTURA & PROYECTO EN LA ESCENA POSMODERNA LOGICAS PROYECTUALES:CENTRALIDAD&MARGINALIA

Se trata de presentar una suerte de mapa o cartografia del presente proyectual tanto en conceptos teóricos como en investigaciones y propuestas proyectuales, relevando a la vez diversas escalas culturales y tecnológicas, desde la escena global - o el mundo central del capitalismo avanzado – hasta las múltiples escenas locales o regionales – con la peculiaridad de una oscilación entre atraso y modernidad, entre mestizajes regionalistas y pretensión de globalidad – pero todo formando parte de un conjunto o sistema de nociones y referencias cuyo sentido estos escritos procuran contribuir a desentrañar. Es una tarea ardua atento a la diversidad y complejidad del conjunto que procura cartografiarse pero adelantamos que estas proposiciones deben caracterizarse casi como intuiciones o ciertos insights devenidos de algunos ejercicios críticos referentes al proyecto contemporáneo y su marco de posibilidades y condicionamientos. El asunto de describir un conjunto relativamente lógico ( en tanto coherente y comprehensivo ) de modos de practicar contemporáneamente la producción de proyectos resulta asi una actividad de presentación sistemática de un conjunto supuestamente taxativo de experiencias cuya realidad empero no debería confundirse con el estado del saber disciplinar sino mas bien con el modo en que se ha resuelto o definido el actual maridaje entre la institución arquitectónica y las demandas emergentes del estado global del capitalismo avanzado. El conjunto de orientaciones teórico-prácticas para el proyecto contemporáneo en fase con la economía/cultura globalizada que llamamos lógicas tiene que identificarse como un espacio instersticial entre la profesión y la disciplina. En efecto no hablaremos aquí ni describiremos las carácterísticas de la producción profesional globalizada de proyectos – por ejemplo la de grupos como Murphy, SOM o DJMM – que pueden subsumir dentro de sus carácterísticas productivas muchas de las propuestas que revisaremos, ni tampoco se aludirá a la voluntad de pertenecer a tal campo de algunos proyectistas que empero también estarían participando del problema de establecer parámetros teóricos al conjunto de lógicas – como podría ser el caso de Nouvel, Fuksas,Foster o Rogers -. Una vez mas se procura poner en foco la necesidad de la teoría – o de marcos teóricos generales – desde la cuál establecer por una parte, una plataforma para el análisis crítico de las cosas proyectuales que ocurren en nuestra presentidad globalizada y por otra, la base o espesor en que situar la reflexión operativa o práctica de la acción proyectual, que mal que nos pese, ya se presenta fuera de cualquier posibilidad ingenua, naif o meramente desinformada atento al constante y heterogéneo bombardeo de verdades relativas a que estamos sometidos como homo proyectalis. La proyectualidad actual o la actividad práctica de la proyectación en tanto una mas de las acciones propias del estado actual de capitalismo cognitivo es antes que nada, una práctica intelectual, una praxis de ejercicio de pensamiento sea éste planteado en torno del campo artístico o del campo científico – en atención al dualismo epistemológico postulado por Popper – pero siempre una actividad

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intelectual regida por un estatus lógico cuya caracterización general para nuestro propósito es el de una actividad ejercida bajo el dominante, aunque como veremos versátil, modus de configurar lógicamente un discurso, de establecer una praxis discursiva signada por una voluntad de sentido. El asunto de la dualidad (o dualidades) global/local(es) requiere alguna explicación ya que las escalas o estratos culturales que van de lo mundial o global a lo regional – son aparentemente inclusivistas de lo general a lo particular; es decir que al modo de las muñecas rusas podría pensarse que la escala mas global incluye a las menos globales o que éstas tratan de situarse dentro de aquellas.. Tal inclusividad o copertenencia, fuera de las fuerzas aglutinantes que forman parte del episteme global, solo se vincula al hecho que la escena global debe ser críticamente caracterizada como una esfera que presenta ingredientes por así llamarlos hegemónicos, en la disciplina y en la profesión pero que son cada vez menos universales en su grado de aplicabilidad en el sentido de su atención exclusiva de estratos sociales específicos que pueden estar localizados en cualquier lugar del mundo pero desde luego con intensidades distintas . El grado global e inclusivista del Movimiento Moderno, aún en su peor perfil colonialista o de ingenuo iluminismo fué desde luego mucho mas socialmente relevante que lo que ocurre en la situación presente. El desempeño histórico ( pero también su opción socialmente fáctica, su voluntad de actuación político-cultural) de Berlage, Loos o Gropius (o Costa, Villanueva, Acosta u O’ Gorman en Latinoamérica) es enteramente diferente al que hoy cumplen Koolhaas, Maas, Tschumi o Eisenman: el grado de capacidad de reflexión integrada y ética aplicada de los primeros diverge notoriamente del rol de los segundos que pueden tener lucidez en sus análisis críticos pero al mismo tiempo la suficiente capacidad esquizoide de diferenciar crítica de praxis. Por otro lado las características epocales que llamaríamos posmodernas ( algunos de cuyos rasgos hipotetizamos aquí debajo) matizan quizá de forma regresiva, las formas que presenta la teoría y práctica del proyecto actual en cualquier dimensión o escala, como si la condición posmoderna como la denominó Lyotard, fuera una especie de aceite o fluido que impregna todas las sociedades y todas las geografías, pero que esa ideología -si fuera posible usar todavía este concepto aparentemente perimido- resulta mucho mas pesimista, negativa y cínica que el impulso progresista de la modernidad. En todo caso el amargo triunfo posmoderno de mediados de los 80 implica un retroceso de escala e incumbencias de la Arquitectura, un confinamiento temático y funcional de su entidad institucional que va mucho mas allá de un cambio de estéticas. Lo que refiere a una homogeneidad mundializada salvo excepciones, de clientes, funciones y temáticas de la arquitectura contemporánea, con el debilitamiento general del Estado y de las cuestiones ligadas al uso público de las ciudades y con la aparición de nuevas temáticas generadoras de demandas de arquitectura que tienen que ver con el cambio económico global, por ejemplo el despliegue de las formas económicas llamadas del terciario avanzado. Pero diversamente, esa pretensión de homogeneidad de los nuevos programas de la sociedad posmoderna esparcidos genéricamente por todo el globo (en todas partes parecen proliferar shopping centers, parques temáticos,

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condominios privados segregados del espacio público urbano, mediatecas, instalaciones deportivas y para el fitness, áreas del espectáculo, espacios de mercantilización de la cultura, etc.) colisiona con la agudización de las brechas en la calidad del desarrollo social y humano: en las grandes ciudades latinoamericanas hasta un 40% de sus poblaciones vive en condiciones de pobreza y extrema maginalidad de su hábitat si bien alienadamente miran televisión y confian en formar parte de tal universo único del consumo aunque sea a nivel imaginario o virtual. En otros estratos en que se presenta la actualidad proyectual como es el caso de la región iberica, hoy se padece un síndrome de aceleración de su aculturación europeísta pasando a adquirir los signos de tal progreso al precio de ir perdiendo sus cualidades geoculturales y de identidad que habían sido precisamente los cauces históricos de la afinidad de esa dimensión llamada Iberoamérica cuya entidad es hoy bastante discutible: Ibereuropa en ese sentido, ha hecho un enorme esfuerzo cultural para borrar sus raíces barrocas, románticas y de modernidad social, forzando la conformación de un paisaje del progreso de su modernización europea acelerada que casi parece una caricatura, si no fuera que posee un elevado caudal de buenos diseñadores. Asi que la experiencia española-portuguesa en parte sutura la ausencia política de modernidad que su contingencia histórica de largas dictaduras le deparó pero en parte también expresa la aparición de una modernidad – sobremodernidad o trasmodernidad – que agudiza el componente estilístico por fuera de la utópica interacción de ética socialista y estética racionalista de la modernidad canónica, la de la efímera ilusión weimariana. Hoy la región iberica ha hecho un renovado ejercicio de neocolonización en lo económico y en lo cultural y los vínculos entre la región latinoamericana y su matriz referencial (las madres patria España y Portugal) están crisis debido la evidente inviabilidad latinoamericana de acceder al contexto de sobremodernidad que intentan expandir ahora las fuerzas de choque del mundo proyectual ibérico, sobremodernidad que supondría para los latinoamericanos recaer en la frivolidad de adscribir a cambios linguísticos independientes de un estadio de modernización real que en la península ocurrió con el salvataje económico-cultural con el que Europa escogió suturar la balsa a la deriva de la célebre novela que José Saramago elaboró como metáfora del Portugal de los 80 . . Las limitaciones de la neocolonización ibérica de Latinoamérica confluyen con la actual influencia norteamericana –la macdonaldización del mundo – y ambas vertientes estarían compartiendo las características culturalmente regresivas de la mercantilización impositiva de una civilización massmediática . El legado ibérico actual parece recomendar una estetización sobremoderna de los espacios elitistas latinoamericanos, una apuesta epitelial por formas minimalistas y complementariamente, la influencia norteamericana se centra en fortalecer un populismo consumista. Y el caso de las arquitecturas nacionales pués parece que cada vez son menos nacionales (al menos en factores idiosincráticos o de identidad específica) y mas globales, aunque la condición de marginalidad emerge como modos pobres de ser global, con tecnologías mas austeras o atrasadas, con mayor devastación del Estado y de los espacios y equipamientos públicos y con mayores capas sociales fuera de los beneficios de una sociedad de bienestar y

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una arquitectura entonces, mucho mas elitista, socialmente diferenciada y ávida de poseer rasgos al menos virtuales, de aquella condición global. Confluyen así en estos estudios , investigaciones diversas en que he estado implicado, algunas mas largas y sistemáticas que otras, la mayoría resumidas en algunos artículos éditos, otras presentes en librosxlv. En todos los casos se plantean algunas inquietudes que creo podrían presidir el sentido de este trabajo , a saber: 1 La tensión, oposición o articulación entre disciplina y profesión; entre conocimiento teórico-crítico-didáctico y savoir faire técnico-profesional, dos campos o polos que deberíamos reconectar como ya lo estuvieron otras veces (por ejemplo en el caso histórico o actual de Alberti, Palladio, Ledoux, Le Corbusier, Wright, Rossi, Venturi, Koolhaas, Holl, etc.) aunque también debería ponerse en marcha una función mucho mas crítica y experimental de los ámbitos de enseñanza de la Arquitectura, tal vez demasiado atados a la seducción de una reproducción de cuadros profesionales cuya garantía de actuación real o exitosa es harto discutible . La cuestión de una estructura didáctico-disciplinar conservativamente articulada a una férrea suposición del imperativo fáctico de la realidad proyectual como motor conceptual del conocimiento o saber de la arquitectura resulta una modalidad relativamente moderna quizá situable en su origen, en la metodología de los ateliers de la Ecole de Beaux Arts que, hay que decir, no se distinguió demasiado, fuera del cambio estético, del ulterior enfoque supuestamente revolucionario del taller bauhasiano. La idea de enseñar arquitectura con un formato simulatorio de una cierta idea liberal de la profesión (el productor autónomo y liberal de proyectos) constituye un enorme factor regresivo en la consolidación epistemológica y teórica de la disciplina. Este concepto de idealización de un cierto parnaso de la actividad arquitectónica únicamente ubicado en el entronizamiento de una profesión entendida como producción de proyectos (y éstos a su vez, dominantente entendidos como unidades de reproducción de lo real-existente no como modos de investigar o experimentar futuros posibles) se ha verificado a la vez como el éxito de una idea de disciplina completamente deducida de la praxis profesional (del oficio de la profesionalidad supuestamente instalada en la división mercantil o moderna de las competencias útiles) y a la vez con la notoria infecundidad en el arraigo de un saber teórico de la arquitectura y la ciudad que el conjunto de los saberes legitimados – por ejemplo, los sistemas investigativos nacionales – reconoce y cuestiona como falencia. La profesión-institución y la academia (pensada y actuada como un espacio de reproducción de la profesión) son muy poco críticas de las brechas o matices existentes entre el polo global y el local de nuestro mundo y proclives entonces con buena o mala conciencia, a postular la discutible idea de un pensamiento único en arquitectura, una especie de saber científico y universal capaz de aplicarse a cualquier escenario de actuación. La constatación del alcance de una hegemonía de discursos globales en relación al presente proyectual no debería atenuar sino al contrario, la intensidad de la crítica ahora centrada en la reflexión acerca de la pertinencia y oportunidad de tales discursos en cada concreta situación geocultural de proyecto.

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En definitiva, quizá se retenga entonces, en un mundo ya no moderno, la ilusión utópica de un movimiento moderno henchido de redención social y de capacidades técnicas y culturales de hacerse cargo de las necesidades del mundo cualquier sea el lugar específico y las condiciones particulares de aquellas necesidades. 2 El entendimiento histórico de las mutaciones del saber y la praxis del proyecto, desde su mismo origen renacentista al apogeo moderno y de allí, las diversas derivas del pasaje de un enfoque social moderno a una actitud cultural posmoderna implican otro de los inéditos aspectos desde donde trabajar teóricamente hoyxlvi. La pérdida relativa de significación social y política de la arquitectura desde la modernidad hasta nuestros días (bien visible en la casi total extinción de la demanda de arquitecturas publicas de parte esencialmente del Estado y también en la virtual desaparición de la clientela de sujetos de las capas bajas y medias de la sociedad) supone una parte explicativa de la flexión cínica posmoderna y del abandono de factores de compromiso político y social de los proyectistas, aunque el ocuparse de factores menos sociales o mas culturales – en términos gramscianos: mas superestructurales que infraestructurales – no refiere inexorablemente al ejercicio de posturas a-sociales o como decíamos, únicamente cínicas. 3 El juego a que hoy nos somete la dualidad entre globalización y regionalismo, dualidad en la cuál ya no cabe la inocencia desinformada del marginal o periférico pero tampoco el cinismo del no-lugar (que es a la vez, no-gente concreta) impone otra esfera de reflexión crítica que hoy demanda trabajo teórico. La recuperación de ciertos posicionamientos culturalmente georreferenciados y la importancia renovada del multiculturalismo parece poner una especie de freno a la ilusión globalizante de los 90, cuyos costos sociales y humanos fueron muy altos para las áreas mas periféricas. 4 El peso de temáticas nuevas tales como la caída de la calidad del espacio público y la inhospitalidad de las ciudades, las economías líquidas y sus efectos de remodelación geográfica, la crisis de la sustentabilidad, los cambios en la tecnología y la productividad (incluída la propensión a lo virtual), los cambios sociales (desmantelamiento de las clases medias, fin virtual del paradigma del empleo) y político-económicos (colapso del Estado, maximización de los mercados), etc., hoy aparecen como temas que van mucho mas allá del contexto histórico socio-económico y que remodelan intensamente la teoría y práctica de la Arquitectura. Estas demandas relativamente nuevas desdibujan los límites disciplinares tradicionales de la Arquitectura o al menos su modo ortodoxo de enseñarse y practicarse, casi como una dimensión artística, aunque también es cierto que el Arte como campo crítico y cultural ha devenido recientemente en un espacio bastante mas comprometido y crítico. De modo que entonces por una parte, es necesario trabajar en el replanteo de ese núcleo disciplinar de la Arquitectura (que sigue siendo el corpus básico de los planes de estudio de las escuelas o el pensum central de las revistas específicas) presentando sus últimas expresiones y también sus

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límites y extenuaciones pero por otra parte, cobra importancia avizorar, quizá entre los vestigios del análisis disciplinar ortodoxo recién enunciado, los puntos de arranque de caminos pos o trasdisciplinares. 5 La paradoja eventual entre un mundo sobre-diseñado (y sobre-estetizado) y la pérdida de importancia socio-productiva de la Arquitectura como profesión revela en parte el deslizamiento de decisiones inherentes al gusto y la orientación del consumo de los diseñadores convencionales a miembros de equipos formadores de opinión mucho mas sofisticados y con intereses manipulatorios habitualmente atados a cuestiones de marketing. Esa omnipresencia estetizada de formas de acondicionar los escenarios de la vida contemporánea –empezando por el paisaje de los gadgets que, mediante el consumo mediáticamente planificado, configura nuestra cotidianeidad– está muy lejos de pertenecer decisionalmente al mundo de la institución arquitectónica y algunos de sus exponentes mas renombrados –como Gehry, Koolhaas o Venturi– se convierten en proveedores subalternos de una parte del saber necesario a aquellas tomas de decisiones mas claramente mercadotécnicas. En cambio otros personajes mas marginales al mundo institucional del proyecto –como Jerde o Portman– adquieren un protagonismo casi de resonancia faústica por la perdida identidad disciplinar en aras de una conversión del saber proyectual en materia persuasiva y mediática, casi una conversión de la arquitectura en una media mas como la publicidad, la producción de noticiasy espectáculos o la moda . El diálogo sostenido entre Jean Baudrillard y Jean Nouvelxlvii –personajes que buscan desprenderse de su respectiva pertenencia a los mundos académicos de la filosofía y el diseño– enuncia la programática de un deseo de participar en esa sobre-estetización del mundo que se está produciendo en esta instancia de capitalismo cognitivo (última fase del terciario avanzado) en la que los supuestos gurúes del métier intelectual hacen una final apuesta para subirse a la plataforma de los decisores. 6 Los sistemas de valoración-validación del diseño contemporáneo ( publicaciones, muestras, premiaciones en concursos, ámbitos de enseñanza, etc.), las estéticas (o modas) dominantes en el gusto, el flujo de la información, la capacidad crítica de entender y valorar lo que se comunica, etc. han devenido en piezas de los grandes aparatos de construcción de opinión y consenso dentro de esta etapa avanzada de capitalismo globalizado, con lo que renace la necesidad de un tipo de análisis no sólo de la realidad del mundo del diseño sino de las ideologías con las cuáles esa realidad nos es presentada, seleccionada, recortada y valorada, lo que abre también la necesidad de revisar los sistemas de información y referenciamiento crítico-teórico con los que operamos y formamos nuestros esquemas de valores. En base a las caracterizaciones apuntadas -una suerte de fondo de cierto detritus civilizatorio en que flota la figura de lo proyectual– las teorías y prácticas contemporáneas quizá discurran en torno de un conjunto discreto de opciones proyectuales, modos específicos y hasta reductivos, de llevar adelante procesos de producción de proyectos, modos que en nuestro libro referido en la nota 20 llamamos lógicas proyectuales.

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Usamos la idea de lógica no como la conformación estricta de una enunciación de razonamientos y demostraciones –ya que bien sabemos que el proyecto como dispositivo discursivo es bastante irracional o ultrasubjetivo– sino en el sentido que Gilles Deleuzexlviii le da en su célebre texto Lógica del sentido , es decir, modalidades de enunciación sesgadas por alguna desviación, interés retórico comunicacional o aún, parafraseando la patología, afasias discursivas, limitaciones entre el querer decir y lo dicho. Ello sin aceptar asi como asi que la arquitectura o mejor, el dispositivo proyectual, sea sin mas un producto de lenguaje, un emergente inevitable de la praxis discursiva. En todo caso estas notas presentarán cuestiones básicas en derredor de las cuáles parecen haberse constituído estrategias optativas de actuación proyectual y que dentro del aparente todo vale de la posmodernidad frívola y socialmente disociada, suponen –al menos como hipótesis de trabajo– armazones recurrentes, territorios aparentemente demarcados de un mapa desjerarquizado, ya que no son como otrora, estilos, conductas vanguardistas tipificadas, prácticas magistrales dotadas de autoridad intradisciplinar y tal vez ni siquiera modas, y ahora tienen una importancia cada vez menos significativa. Pero hoy suponemos que exponer un conjunto discreto de cuestiones alrededor de cuya entidad discurren aparentemente, conductas proyectuales diferenciales (lógicas) puede ofrecer una módica contribución al estado actual de la teoría de la arquitectura (o al menos, de sus aparatos hegemónicos) en que como dijimos mas arriba, prevalece una era de circulación global de las ideas que impregna y quizá determine los tipos de prácticas en cualquiera de las dimensiones geoculturales que pretendemos cartografiar. Esas ocho cuestiones – tipo y análisis, forma y discurso, estructura y evento, producción y contexto – que en trabajos anteriores investigamos de manera específica y unilateral (encontrando textos y sistemas referenciales, líneas metodológicas, autores y productos, etc.) sin embargo serán revisadas en esta oportunidad a partir de nuevas rearticulaciones que disuelvan la relativa estrictéz de su especificidad y nos remitan mas bien a entender procesos teóricos contemporáneos. Hablamos pués concretamente de cuestiones o campos conceptuales problemáticos no de métodos o adscripciones estrictas a una u otra forma de proyectar. No se trataría asi de espacios teóricos nítidamente demarcados ni de estructuras cognitivas y productivas formalizadas, sino en cambio, de anudamientos de nociones y procedimientos que van a la búsqueda de ciertos resultados proyectuales a la vez que trabajan nocionalmente el zeigeist al que pertenecemos. Por tal razón podría ocurrir que existan afinidades variadas o utilizaciones puntuales de algunas de estas nociones de manera que diferentes corpus proyectuales de determinados autores oscile entre diferentes utilizaciones o énfasis de este arsenal nocional. Es cierto que pudo existir –aunque mas bien como síntoma de la posmodernidad mas ortodoxa, la de mediados de los 70– cierta afinidad estricta entre concepto y acción proyectual por ejemplo tipo/Rossi, forma/Gehry o discurso/Venturi, pero ahora se trata no de cartografiar esas precarias adscripciones sino mas bien movimientos o procesos mas generales del diseño contemporáneo que podrían explicar las condiciones epocales generales del proyectar en tanto parte de ese movimiento general del capitalismo cognitivo

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por el que queda afirmada una economía de la innovación dependiente de cierta forma de procesamiento de conceptos o ideas-fuerza actuales. Una innovación que en el campo específico de la arquitectura contemporánea está mas atado a la activación de nuevas ofertas simbólicas o estéticas susceptibles de fructificar en el campo de las demandas globales de mercado y de la aportación a las flexiones del gusto que en modo dominante está establecido por decisiones de un establishment internacional que unifica como nunca a cierta demanda social calificada y cierta oferta proyectual hacia ella orientada . Este aspecto de diferentes cuestiones dominantes que presentan determinados sesgos o intereses teóricos en detrimento de otros, emerge con mas nitidez cuando como querían Hégel o Loos, la arquitectura recupera su autonomía de cosa artística si logra despojarse de la sujección y condicionamiento productivo instaurado por la función y la utilidad. La cosa in-útil parece significativa como vía de manifestación de la opcionalidad que implica proyectar dentro de la clase de marco teórico proporcionado por las cuestiones que vamos a presentar ya que el proyecto, en tal caso como producto reflexivo y técnico, está independizado de responder a demandas de utilidad. Es importante advertir que lo in-útil emerge no tanto como cosa no funcional o inutilitaria sino como demanda suplementaria que empieza a ser relevante alcanzado un estatus generalizado de respuesta funcional básica ya generalizada: esto es lo que ocurre con el diseño de electrodomésticos o automóviles en los que alcanzado ese piso prestacional lo que establece diferencias en la competitividad de una economía hipermercantil es precisamente esa dimensión de styling o sobre-estetización. Las invitaciones que hace un tiempo las autoridades del Carnaval de Galveston hicieron a diversos arquitectos renombrados para proyectar un motivo alegórico del evento (es decir, un puro objeto significante desprovisto de utilidad) permitió en un tema común, evidenciar las diferentes lógicas por las que optaban los diseñadores posmodernos tales como Aldo Rossi, César Pelli, Helmut Jahn o Charles Moore, quiénes ofrecieron en forma de maquetas sus proyectos a ese Carnaval en 1985. Rossi prefirió trabajar con sus obsesiones mnemotécnicas en que recurren fantasmas tipológicos o arquetipos formales que derivan de cultura en cultura y que serían intemporales y a-históricos, Pelli trabajó motivos de la cuestión ligada a las imaginerías tecnológicas, Jahn en parte también pero suplementando intereses mas formales y Moore retoma su interés en los aspectos comunicacionales de la arquitectura justamente en una fase de intensificación de lo lúdico que hace que el carnaval no sea precisamente un evento restringido o especial sino casi un motivo de la vida cotidiana contemporánea como bien lo generalizaron los célebres estudios de Mijail Batjin xlix. En lo que sigue indagaremos un poco mas sistemáticamente sobre el conjunto de opciones, conductas o lógicas que quizá nos ayuden en este propósito de configurar un mapa cognitivo del presente proyectual globalizado. Como se intentará desarrollar, los ocho temas precedentes pueden revisarse en torno de cuatro procesos a saber:

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1 Las cuestiones del tipo y el análisis como elementos constitutivos del proceso proyectual que llamamos analógico y que puede situarse dentro de un estatuto de (pretensión de) autonomía dentro de la voluntad de una discursividad proyectual específica . 2 Las cuestiones de la forma y el discurso como elementos constitutivos del proceso proyectual que llamamos morfológico y que puede caracterizarse dentro del estatuto de un primer campo deheteronomía (derivado del megatema contemporáneo de la comunicación). 3 Las cuestiones de la estructura y el evento como elementos constitutivos del proceso proyectual que llamamos fenomenológico y que puede caracterizarse dentro del estatuto de un segundo campo de heteronomía (derivado del megatema de la sustentabilidad). 4 Las cuestiones de la producción y el contexto como elementos constitutivos del proceso proyectual que llamamos tecnológico y que puede caracterizarse dentro del estatuto de un tercer campo de heteronomía (derivado del megatema la productividad). El desemboque posmoderno de la utopía moderna nos deja con un conjunto de conductas, estrategias u opciones proyectuales despojadas del afán integrador del tótum vitrubiano (según el cuál no podría haber buena arquitectura sin la atención simultánea y equilibrada de la célebre tríada de venustas / firmitas / utilitas) en parte debido a la menor intensidad y relevancia social de la actividad proyectual y de la emergencia de la citada temática genérica de la in-utilidad . Siendo que en determinado momento esa relevancia decae –lo que se articula con una mucho menor preeminencia del saber de la Arquitectura en el seno de la posmoderna división general de los saberes– avanzan libertades en el complejo de determinaciones del acto proyectual, en parte auspiciantes de prácticas mas emparentables con la praxis artística (y con el rol subjetivo y hasta arbitrario del artista, ahora arquitecto), en parte abiertas a mayores audacias de orden experimental (lo que agudiza la autonomía del proyecto, ahora mucho mas librado a una materialización bastante mas azarosa). Una primera demarcación podría servir para nuestro esquema: el deslinde entre construcciones cognitivas –o proyectos de saber– autónomas y heterónomas, deslinde que podría aludir a un primer esbozo de planteamiento en torno de las actuales lógicas de proyecto. Un campo autónomo es el que deviene de un largo camino de la teoría arquitectónica que acompaña el momento histórico iluminista, con la pretensión en torno de un saber específico de la Arquitectura, tal vez con la posibilidad de evolucionar de acuerdo a los estatutos científicos que explotan en el momento refundacional de saberes tan bien estudiado por Michael Foucault en los procesos epistémicos iniciados en el siglo XVIII l. La pretensión de estipulación autonómica de un saber tiene que ver con los fermentos delimitadores del enciclopedismo iluminista del siglo XVIII en el que como testimonia Foucault, algunas áreas del saber efectivamente se demarcan y se consolidan, como la lingüística, la economía o la biología, momento arqueologista desde el que arranca en cada caso, un linaje científico, con sus

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constelaciones y genealogías discusivas. Ya desde el siglo XVII la arquitectura a través de construcciones institucionales como las academias y los debates internos en torno de la legitimidad canónica de determinadas estipulaciones o el diversificado trabajo de multitud de tratadistas participa de este afán delimitativo, de esa búsqueda de especificidad y autonomía en tanto campo cognitivo con cierta legitimidad científica, incluso entre los siglos XVII y XIX, abandonando su perfil dominantemente empírico. La voluntad de establecer un campo autonómico del proyecto implica por una parte, la historia larga de la arquitectura como articulada a una introspección respecto de su propia serialidad de producir objetos específicos (sean o no artefactos proveedores de utilidad o funcionalidad) y una historia corta (del Iluminismo a la Tendenza) basada en la intención de construir un metalenguaje propio en la perspectiva de conformar una teoría y práctica científica de la Arquitectura. En este punto podríamos identificar el campo conceptual que pretende abarcar el pensamiento genérico de las analógicas con la cuestión general del hábitat, entendido como la forma general que recepta y posibilita la función general del habitar (o sea, practicar la habitabilidad) y que se expresa en las relaciones entre los uniqums celulares de la habitabilidad –cuya expresión histórica seria la vivienda unifamiliar- y las series tisurales –cuya entidad es la urdimbre urbana de la habitabilidad colectiva-.Esta postura deviene en la corriente tipologista que se expresará en el movimiento de la Tendenza milanesa, liderado por Aldo Rossi y que nosotros interpretamos como una de las vías críticas a la modernidad que caracterizará la irrupción del pensamiento posmoderno en Arquitectura. Ese trabajo en pos de una especie de ontología arquitectural, en parte reivindicativa del estatuto de artisticidad de la arquitectura (tal que la desprenda hegelianamente, de la exigencia o condición de la utilidad), en parte demandante de una entidad científica del factum proyectual (basada en la clarificación de ciertas operatorias permutativas y combinatorias de un repertorio tipológico afin a una idea ad-hoc de lenguaje) todavía puede ser leída como la tentativa de proponer una lógica autónoma, anclada en construcciones epistemológicas emanadas de la especificidad arquitectural y mas aun, de la especificidad inherente a la producción de proyectos. En ese sentido es que la tentativa autonómica de esta opción constituye una lógica de la analogía, en tanto paradójicamente un pensamiento analógico que difiere del pensamiento lógico, tanto al oponer experimentación y fragmentariedad en lo analógico frente a la generalización y axiomática de lo lógico cuanto al reivindicar expresamente al trabajo de la mímesis (simple: mímesis forma/forma o compleja: mímesis forma/concepto) como basamento inexcusable de cualquier producción proyectual. Será esta adscripción a la mecánica de lo mimético la que constituye el componente posmoderno crítico a una modernidad cuyo sentido esencial había sido negar el movimiento mimético en el trabajo proyectual. Asi es entonces que esta condición autonómica del pensamiento analógico podría estar pagando el precio de una negación vitruviana, en tanto forzando un poco las cosas, la autonomía analógica se constituye aceptando el territorio específicamente lingüístico de la venustas y negando por heterónomas, las esferas de la firmitas y la utilitas. Con lo cuál indirectamente se afirmaría la condición dominantemente heterónoma del proyecto moderno cuya voluntad

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teórica no deja de ser totalizadoramente vitruviana.Por otra parte vamos a postular una articulación o flujo entre la cuestión del tipo y la corriente que expresaría una de las lógicas mas nítidamente posmodernas, que conocemos como proyecto deconstructivista. En rigor el puente analógico que va del tipologismo al deconstructivismo es el que se constituye con los argumentos de la necesidad del procedimiento de la mímesis y también como recién dijimos, en el contenido experimental y fragmentístico del proceder analógico respecto del lógico y en ello, una especie de infinitud del mecanismo analítico típico del deconstructivismo que terminaría por anular el estatuto instrumental del proyecto que en la modernidad es un medio prefigurativo y no un fin cognitivo. Dentro de esta voluntad de absolutización del análisis destacaríamos el interés deconstructivista por la intertextualidad (o la posibilidad de trabajar trasladando o traduciendo nociones de un campo cognitivo a otro) y por la recuperación de las figuras miméticas complejas de la retórica clásica, especialmente por el procedimiento conocido como alegóresis. Ahora bien, deberíamos distinguir una heteronomía moderna de la utilidad ( orientada a garantizar el contenido socialmente proactivo de la actividad proyectual) de una heteronomía posmoderna de la significación/expresión ( tendiente a obtener consecuencias culturales o simbólicas de la actividad proyectual, aportes a una sintomatología del deseo situada en un hipotético después de las miserias de la necesidad) ya que las vertientes heterónomas contemporáneas devienen de otros focos de origen disciplinar y cognitivo. Pero aquí también aparece la confluencia de las modalidades u opciones proyectuales que sesgan el mapa posmoderno según particulares opciones fuertemente orientadas a trabajar exclusivamente determinados temas –como la forma o el contexto– con nuevas condiciones de heteronomía que quizá estén en el presente proyectual, ligando esas opciones como modos de traducir en arquitectura elementos devenidos de grandes campos problemáticos que hoy emergen como megatemas de la civilización contemporánea, como la comunicación, la sustentabilidad o la productividad. La comunicación no sólo se presenta como aspecto fáctico que vehiculiza lo que ahora llamamos capitalismo cognitivo (y que es esencialmente un nuevo nivel de intercambio, básicamente inmaterial) sino también como el campo que estipula la conversión de cultura en comunicación, la superestructura ideológica de la modernización en la infraestructura de los intercambios simbólicos de nuevas mercancías en la condición de omnipotencia política de Mercado. La sustentabilidad emerge como discurso dual que expresa por una parte los temas inherentes a la sustentación y perduración al mas largo plazo posible de la actual forma política de acumulación y apropiación diferencial de capital y por otra, simétrica y opuesta, a los términos que visualizarían críticamente la aparición de condiciones estructurales que estarían definiendo el cese de esa forma política que llamamos capitalismo. Hasta que punto movimientos de la arquitectura a favor de un grado cero esencialista y anticonsumista o en aras de un eventualismo tendiente al mínimo uso de materia y energía y a la vez, interesado en revisar categorías espaciales que remitan a una condición que empieza a llamarse posurbana, confluyen en trabajar heteronómicamente aspectos del megatema contemporáneo de la sustentabilidad es hoy una de las cuestiones que merecen revisión.

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La productividad en parte se liga a fenómenos de nueva economía (simbólica y sustentable) y en parte a procedimientos de revisión de la eficiencia general en la construcción del valor en un momento histórico que supone haber alcanzado un techo y una crisis en el modelo optimista del desarrollo tecnológico infinito. La tecnología en si ya no garantiza valor y en todo caso exige una redefinición que a veces conlleva a territorios inéditos tales como los de la biopolítica o el de las sociedades de riesgo. Habrá efectos arquitecturales todavía incipientes de este campo heterónomo sobre la producción proyectual, en parte sobre el campo recientemente entendido como high technology y que plantea nuevas condiciones de producción, en parte sobre el campo del pensamiento proyectual aplicado al análisis del aprovechamiento del capital fijo concentrado en territorios y ciudades, una temática que extensivamente abarcaría aspectos tan amplios como los del patrimonio extendido mas allá del puntual patrimonio artístico-histórico o los del reciclaje, acondicionamiento o remediación y las llamadas en general, prácticas retrospectivas. Cabría, antes de visitar sintéticamente el sentido de cada lógica en tanto modalidades de tematizar cuestiones de la cultura contemporánea en esta hora de civilización global plantearse no tanto como en la instalación de una esfera universal inspirada en fenomenos de la globalización (democracia informativa o accesibilidad generalizada a la información de los procesos y productos culturales, mundialización del consumo como dimensión máxima de ampliación de los mercados globales, asimetrías flagrantes de desarrollo y calidad de vida ahora visibles e informables en tiempo real, etc.) da paso a una aparente comunidad de procedimientos y opciones estéticas, sino mas bien como pueden evidenciarse nuevas tensiones y contradicciones entre ese magma global y formas específicas de proyectar (o producir cultura) en escenas locales que pueden leerse como el campo de la marginalia, a definir como el espacio que comparte información sobre estrategias de consumo pero que se diferencia por su distancia a las características de desarrollo y calidad de vida de las sociedades de la centralidad. Podríamos asi revisar en unas pocas hipótesis como las características de ciertas relaciones entre el proyecto y las condiciones de la cultura de la globalidad (o cultura posmoderna)- es decir, esas formaciones discursivas y productivas que llamamos lógicas- comparten características genéricas a las formulaciones globales pero a su vez instalan un discurso crítico a tal homogeneidad y procuran desarrollar criterios para articular modalidades de proyectar con características o condiciones de las culturas locales y asi podría uno hablar de la posibilidad de unas lógicas de la marginalia. El siguiente cuadro resume los desarrollos precedentes relacionando los campos conceptuales considerados y a través del puente autonomía-heteronomía, los campos temáticos relacionados para de ello, deducir un repertorio de lógicas con sus atributos (u objetos de estudio o referencia) en sus manifestaciones de centralidad y marginalia.

ESQUEMA RELACIONAL CULTURA&PROYECTO

CP EEC CT LOGICA ATRIBUTO CENTRALIDAD MARGINALIA

HABITABILIDAD

HABITAT

AUTONOMIA

ANA-

LOGICAS

TIPOLOGISTA

TIPO

LO URBANO HISTORICO

LO URBANO POPULAR

DECONSTRUCCIONISTA

ANALISIS

LO DISEMINATIVO

LO FLUYENTE-EVOLUTIVO

COMUNICACION

PATRIMONIO

MORFO- LOGICAS

FORMALISTA

FORMA

LO MONUMENTAL

LO ENVOLVENTE

COMUNICACIONAL DISCURSO LO NARRATIVO LO SIMBOLICO

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SUSTENTABILIDAD

PAISAJE

HETERO-NOMIAS

FENOMENO-

LOGICAS

ESTRUCTURALISTA

ESTRUCTURA

LO ARQUETIPICO

LO ONTO FACTICO- TACTICO

FENOMENOLOGISTA

EVENTO

LO CIRCUNSTANCIAL

LO OPORTUNISTA

PRODUCTIVIDAD AMBIENTE

TECNO-

LOGICAS

PRODUCTIVISTA PRODUCTO LO HIGH TECH LO MATERIAL

CONTEXTUALISTA

CONTEXTO

LO REPRODUCTIVO

LO MEMORABLE

REFERENCIASCP CAMPO PROBLEMATICO EEC ESTATUTO EPISTEMICO-COGNITIVO CT CAMPO

TEMATICO

En relación a la posibilidad de tales lógicas de la marginalia ( como instancias de ser local en lo global) desearía introduir los siguientes comentarios. 1 En la cuestión del tipo destacaría, en la casuística marginal, el peso de lo popular, en lugar de la importancia europea otorgada a las matrices históricas propias de las burguesías urbanas. En la marginalia el interés teórico por lo tipológico emerge de los datos de la ciudad no-burguesa, agregativa en lo socio-formal, de evolución lenta y escasa consolidación material y conceptual del material tipológico, apoyada en estrategias furtivas y oportunistas de arraigo a los márgenes o periferias de ciudad e interesado en la invención natural de formas habitativas en condiciones de urbanidad lábil e imperfecta e incluso en contextos de ruralidad y extra-urbanidad. 2 Referente al análisis es relevante el peso de lo evolutivo-fáctico, de lo que emerge o se está generando antes de lo que se deduce o se está de-generando. Se trata pués –en una suerte de deconstructivismo periférico- de desmembrar para entender lo no-total y ayudar a los procesos de forma aceptando la fluidez e inmaterialidad pobre de la ciudad dada y la condición escueta y elemental del mundo material. Si el deconstructivismo derrideano es un poscultura (una re-presentación analíticamente desestructurada de lo ya objetivado) la postura analítica marginal es intervenir en los procesos de completamiento o acabamiento de forma, casi tratando de convertir la operación proyectual es un manual de instrucciones para los procesos de totalización de lo fragmentario, incompleto, in progress. 3 En relación a la forma destacaría el peso de lo envolvente, de la forma entendible como receptáculo o contenedor, no la forma en si como alarde o exasperación geométrica o metafora de bioforma como ocurrirá en el despliegue central de esta lógica (Gehry, Cook). Se trata asi de una clase de exploraciones proyectuales centradas en una singularidad espacial que resulta de índole anti-clásica (o no-tectónica); es decir, basada en analogías a pieles-vestimentas en lo que podría remitir, por la via de las culturas materiales fibro-textiles, a las teorías tisurales de tectónicas formales que propusiera Semper. 4 Referido a la cuestión del discurso sobresale el peso de lo simbólico y de la preponderancia de lenguajes mixtos, en lo que probablemente tenga que ver la importancia de lo pre-textual de las culturas originarias pre-europeas y su relevancia de la imagen como aparato narrativo en lugar del recurso a las lenguas escritas. Ello explicaría una sobreabundancia retórica de las imágenes (o cierto distanciamiento respecto de las imaginerías minimalistas o de abstracción silenciosa o hermética) asi como una perduración del componente mítico en el uso de imaginerías unido, ya cerca de las culturas populares , a la

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importancia de las estéticas kitsch o neobarrocas, a las contaminaciones massmediáticas de la globalización cultural baja y a las referencias nominativas y designativas al paisaje, el territorio y las formas ornamentales vernaculares. 5 En el tema de la estructura sobresale el peso de lo onto-fáctico/táctico, es decir, en relación a la búsqueda de un grado cero de acciones (lo fáctico) ligadas a un grado cero de adaptaciones (lo táctico) de lo social en lo natural, de lo que prevalecería mas que una arqueología material, una ontología de lugares fundantes, mas propias de unestar en un lugar que de un ser-con-las-cosas: que es lo que surge de la proposición diferenciante de una americaneidad según Kusch, quién la identifica basándose en las proposiciones heideggerianas (cuyo das-ein termina por alejarse de todo cartesianismo racional fundando en el contexto europeo, la via muerta de la filosofía social nacionalista, en realidad en su caso, emergente de la Hélade y de la Selva Negra, como únicas posibles geografías de pensamiento). Esta manifestación geocultural de la lógica estructural emerge así en el contexto marginal como voluntad de pensar lugares y acciones originarias; o sea arquetipos de paisaje, naturaleza investida y mitificada en lugar de orígenes de artefactos culturales. 6 Para el caso del evento destaca en la marginalia el peso de lo oportunista, entendible como acción adaptativa, intempestiva o efímera y basada en la relevancia del montaje y la instalación ad-hoc; o sea estrictamente, lo no-monumental. Esta fenomeno-lógica marginal no se centra en rebatir o trascender la idea de función (que es lo que convierte a este pensamiento en revulsivo en la matriz europea de exaltación del rendimiento, por ejemplo en los desarrollos del grupo situacionista) sino en obtener soluciones de instalación instantánea para problemas de la vida social; adecuaciones operativas a pulsiones sociales mas que construcciones alternativas para optimizar instituciones. 7 En el ítem del producto en los ámbitos marginales destaca el peso de lo material, mas que lo tecnológico (como un saber mas complejo incluso ajeno a lo proyectual, al cuál tributa resolviendo problemas de concreción o realización) y en tal caso un saber hacer técnico-materializante emerge directamente como una vía ideativa de proyecto, no como una fase ulterior a la ideación abstracta que resolverá específicamente problemas de realización y funcionalidad de la cosa. Lo técnico en tanto resolución de la materialización, surge pues como imperativo de proyecto y el ingenio implícito en esa voluntad de realización del objeto se presenta esencialmente como des-cubrimiento dentro del proceso de proyecto. 8 La cuestión del contexto se presentaría en la escena marginal mediante el peso de lo memorable como aquello que refuerza la identidad local incluso o sobre todo, sin la cualidad de monumentalidad densa propia de los contextos culturales típicos de la centralidad, cuya calidad o relevancia es mas global que local. En las escenas de marginalidad lo contextual tiene que ver con los paisajes como depósitos de memoria y reservas de identidad y con la voluntad de construir o investir una trama de referencias culturales antes que meramente relevar y clasificar las condiciones de los contextos y sus piezas y

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establecer el grado de transformación proyectual posible o razonable para ellas. Mediante otro despliegue respecto del aparato de las lógicas y sus manifestaciones geoculturales de la centralidad y la marginalia podríamos tomar la primera columna del gráfico precedente (campo problemático) y tratar de articular el mismo con espacios disciplinares de la arquitectura, grandes marcos de actuación proyectual e identificación de posibles líneas, métodos o estilos de proyecto, con lo cuál podríamos construir el siguiente esquema: CAMPO PROBLEMÁTICO ESPACIO

DISCIPLINAR

MARCO

PROYECTUAL

ESTILO DE PROYECTO

HABITABILIDAD HABITAT CULTURA SEMIOPROYECTO

COMUNICACIÓN PATRIMONIO MEMORIA RETROPROYECTO

CONTEXTUALIDAD PAISAJE TERRITORIO SOCIOPROYECTO

SUSTENTABILIDAD AMBIENTE NATURALEZA ECOPROYECTO

A su vez los marcos proyectuales reseñados no deberían considerarse en forma aislada sino al menos en términos de relaciones entre pares de ellos, de lo cuál surgen los siguientes 6 pares de relaciones, los campos cognitivos extradisciplinares que dan cuenta –central y no exclusivamente de tales relaciones- y los objetos relacionales que resultan, que a su vez podrían entenderse como nuevas formas de definir los soportes culturales que se trabajan en los proyectos.

RELACIONES CAMPO COGNITIVO OBJETOS RELACIONALES

CULTURA <>MEMORIA HISTORIA DOCUMENTOS

CULTURA<>TERRITORIO GEOGRAFIA SITIOS

MEMORIA<>TERRITORIO ANTROPOLOGIA ASENTAMIENTOS

MEMORIA<>NATURALEZA ARQUEOLOGIA MATRICES SOCIALES

NATURALEZA<>CULTURA CIENCIAS AMBIENTALES LIFESTYLES

NATURALEZA<>TERRITORIO CIENCIAS ECOLOGICAS BIOMAS

Con todo lo cuál como basamento, convendrá ahora efectuar – basado en fragmentos de textos precedentes de mi autoría- un recorrido por cada lógica proyectual con alguna referencia a algunos proyectos representativos de cada una tanto en la escena de centralidad como en la de marginalia. 1 La cuestión deltipo

El concepto subyacente de la idea de tipo - y por lo tanto, de su esfera de saber, la tipología, y de su aparato instrumental, la lógica proyectual tipologista - implica la voluntad de describir y fijar las unidades del mundo material o sea,

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fundar una plataforma básica equivalente a la materia prima del lenguaje o a la atomicidad de las conceptualizaciones científicas. Esta voluntad cientificista ( en rigor, ideologizada por la aproximación estructuralista a la cientificidad de los saberes ) se manifestará en un afianzamiento del perfil analítico del proyectista, en su capacidad de lectura en tanto vocación capaz de sostener una praxis científica, precisamente fundamentada en tal capacidad analítica de definir y precisar los tipos, como corpúsculos o unidades del magma que significa la totalidad urbana. Ahora bien, en tanto esta dimensión científico-analítica de saber ver las estructuras tipológicas que aprehenden y clasifican la complejidad de lo real implica así, una actividad legitimable en el orden de las prácticas científicas; existe además, una limitada praxis de interpretación ( en el sentido musical ) o de ejecución o performance situada en la re-producción del tipo, en su utilización, casi filológica, como discurso proyectual: esta fase, diríase, de orden re-sintetizador o re-proponedor de la sustancia teórica de los tipos, esta re-encarnación de esa idealidad, puede entenderse como la problemática proyectual, como la fase artística que, meramente, realiza el contenido de tipicidad que vendría proporcionado en este enfoque de pretendida cientificidad. El primario depósito formal de esas relaciones significativas será el concepto de tipo y esa idea del siglo XVIII, es la que se recoge en el origen de la constitución del pensamiento tipologista moderno en torno del desarrollo de la lógica aquí analizada. En el prólogo que Ignacio Solá Morales escribe, bajo el título La intervención arquitectónica:los límites de la imitación, al libro de Giorgio Grassi, Architettura, lingua mortali, se lee lo siguiente: Al costo de producir, en ocasiones, una arquitectura para nada gratificante ni placentera, al costo de perder en el esfuerzo por lo esencial, la cualidad de lo efímero, lo casual, lo particular, la obra de Grassi, que ahora se encuentra para afrontar el problema específico de las relaciones entre el proyecto presente y el material histórico pasado, tiene sobre todo, el valor de una renuncia ejemplar. Aquí se apunta pués, a cuestiones tales como un esfuerzo nada placentero por lo esencial y a una pérdida deliberada de cualidades efímeras o casuales valuada como una renuncia ejemplar. Es decir, dicho de otra manera, el rechazo a la lógica de lo eventual y lo fenomenológico; casi su antípoda procedimental. La manera con que el pensamiento tipologista se propuso superar e integrar las limitaciones tipologistas del movimiento moderno, se basó, especialmente, en estudiar el mecanismo de analogía de la naturaleza que subyacía en las estéticas modernas, con lo cuál podía reconstruirse un ciclo ininterrumpido de tendencia que uniera los trabajos iluministas –Boullée, Ledoux- con los maestros modernos y las prácticas proyectuales tipologistas contemporáneas. Ello sin dejar de cuestionar el contenido de heroísmo utopista del Movimiento Moderno y sus fallidas tentativas de recaer en absolutas novedades. Antonio Monestirolilii propone que en la modernidad continúan indagándose términos de mímesis de la naturaleza y que bajo el examen de tal continuidad y de sus diferencias puede aspirarse a fundar una idea de tendencia que supera el rupturismo utopista, al parecer ideológicamente dominante en el despliegue del movimiento moderno. Paul Klee hablaba por ejemplo, del concepto de funcionesvitales, que definía como el reconocimiento científico consecuente de indagar losobjetos de la

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Naturaleza en su ‘interior’. Piet Mondriaan acordaba con Diderot en que la belleza debe entenderse como sistema de relaciones, deducidas de las relaciones naturales o con Hegel en que el arte es manifestación de lo universal, para afirmar que entendía la abstracción como búsqueda máxima de lo real natural. La vocación moderna de imitación de la naturaleza se encuentra, según Monestiroli, en la voluntad de elementariedad que presenta buena parte de la arquitectura moderna. Voluntad que en Adolf Loos aparece como demanda de análisis, como estrategia de descomposición y recomposición y como diseminación simbólica del concepto de monumento. El análisis de la modernidad pro-tipologista que hace Monestiroli concluye razonando que Loos, Le Corbusier y Mies tienden al ‘estilo’ pero sin alcanzar a constituirlo: han construido, en cambio, lenguajes, como diversas formas de establecer discursos analógicos, respecto, respectivamente, de la Historia, la Naturaleza y la Técnica. El libro de Carlos Martí Aris sobre Las Variaciones de la Identidadliii representa un importante aporte a la discusión de la lógica tipologista y también incursiona en la cuestión del tipologismo en el movimiento moderno, sea para apuntar enfoques anti-tipologistas (como la feroz crítica que Le Corbusier hace de las tipologías populares de las masías catalanas y su estructura de muros portantes que describe como plan paralysé) o para recordar, junto a Colin Rowe, la persistencia de uso de matrices tipológicas históricamente consagradas en Le Corbusier (como las analogías comprobadas entre la Malcontenta palladiana y la Villa Stein). Probablemente, una manera adecuada de intentar aproximarse al contenido de cientificidad del pensamiento tipologista sea a través del análisis de las relaciones entre tipo y lenguaje y a su vez, de este par de conceptos con el de estilo. La cuestión lingüística quizás contenga las posibilidades de revisar, desde el ámbito disciplinar de la arquitectura, los problemas de la función, resistiendo al nivel de extrema contingencia histórica que este último concepto aporta a la idea de la arquitectura. Estos razonamientos son los que despliega Monestiroli, en otras partes de su libro ya citado. Este autor caracteriza el lenguaje arquitectónico como la definición de los elementos simples de la Arquitectura y su uso en la construcción. Por lo tanto se puede precisar la diferencia entre tipo y lenguaje: Si el tipo edificatorio se forma preferentemente como adaptación de un género de edificios a una finalidad particular, el lenguaje se constituye como un sistema de representación. Así, los tipos sondiversos pero el lenguaje es único. La posible derivación científica del lenguaje en tanto proyecto de definición de un movimiento lógico, estaría dada sustancialmente, en la operación tautológica de las antedichas manifestaciones, primero porque restringe o anula toda referencialidad subjetivista y segundo, porque permite abocarse a la profundización de la cuestión de la identidad, implícita en el reconocimiento de los elementos simples de la construcción (muro, pilar, ventana, puerta). Una aproximación cientificista, según este criterio, llevaría la cuestión del tipo a una diseminación en sus componentes constructivos básicos, en la condición de componentes básicos que tienen en el proceso de configuración de tipos como formas que conforman lenguajes. Un paso ulterior del discurso de Monestiroli es proponer que ninguna arquitectura es posible sin el trabajo de la analogía, lo que equivale a

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contraponerse al aforismo moderno que postuló que la arquitectura es tal por su renuncia a ser mimética . La analogía, que puede presentarse como formal (analogía entre forma y forma) o conceptual (analogía entre forma y concepto) es un instrumento indispensable del conocimiento científico en general y esta sería otra de las posibles fundamentaciones de un contenido cientificista incluido en el enfoque tipologista en tanto este concepto de tipo es el mecanismo generador de los procesos de analogización. El concepto de analogía -que puede presentarse como prestando diversas funciones: sintética, evocadora o hipotética- instituye antes que nada, la posibilidad de una diferenciación epistemológica esencial entre lo que podría denominarse pensamiento lógico y pensamiento analógico. Si el pensamiento lógico es generalista y axiomático, el pensamiento analógico es fragmentario y experimental puesto que su cualidad o función hipotética le induce a la experimentalidad y la posibilidad de seleccionar pedazos de cosas a comparar lo convierte en fragmentarista. Escapar a la tentación de sistematizar al precio que sea dice Grassi y este aforismo reduccionista se acoge a la necesidad de revisar el verdadero alcance operativo del bagaje teórico tipologista: el trabajo de Martí, según Grassi, sería así, un estudio desencantado, distanciado, pero un paso necesario para la construcción de una consciente metodología de proyecto. La operatividad del tipo se presenta ahora según Grassi, como promoción de forma o promesa de arquitectura, es decir, como fase de la actividad proyectual ya desprovista de las seguridades metodológicas de una estricta construcción de lenguaje.El tipo, devenido instrumento analógico, parece diluirse dentro de las múltiples variantes de los caminos proyectuales de caja negra. Se mantienen empero algunos valores, como el de construcción didáctica de un recorrido -el menos personal posible- a través de soluciones ejemplares de la arquitectura, siempre cruciales y ejemplificadores, con lo cuál se vuelve a postular ahora como tentativa quizá un tanto más personal o subjetiva, el viejo concepto de tendencia: las tendencias subjetivas, en tanto intenten configurarse como las menos personales posibles (es decir, ahora, un deseo o una expectativa, ya no un método) podrán confluir en la definición de una cada vez más hipotética tendencia. El tipo sólo puede operar entonces como pre-texto, porque la última palabra no puede ser otra -dirá Grass - que el propio proyecto. En esta instancia queda clara cierta suspensión del rigorismo lingüístico del concepto de tipo: ya no parece válido como fundamento comunicativo del proyecto. Si las relaciones entre tipologicidad e historicidad son como vimos, problemáticas -e incluso, opuestas-, también es preciso analizar ahora, junto con las propuestas de Martí, las vinculaciones entre tipologicidad y funcionalidad. Así en principio, una primera interpretación de esta lógica podría recaer en estipular un desinterés por lo funcional, vista su estructuralidad fundamentalmente formal. Otra, en cambio, podría advertir en este pensamiento una superación -e inclusión, casi en el sentido hegeliano de augheben- del concepto de función dentro de la supuestamente más totalizadora noción de tipo. Para entrar a esta discusión Martí propone considerar las diferencias entre los conceptos de tipología y clasificación que también, a veces, suelen confundirse.

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Como una primaria conclusión en este estadio, se podría afirmar que la tipología tiene más bien que ver con la forma y la clasificación con la función; a la primera le importan las similitudes y a la segunda las diferencias. En cuanto a algunas referencias proyectuales en la esfera de centralidad destaca la utilización de criterios tipologistas como ya se dijo, en relación a la ciudad histórica en cuya estructura prevalece una organización del hábitat basada en motivos topológicos que interactúan con las matrices parcelarias. El hábitat que se produce pretende resultar deductivo y formando una especie de lenguaje que suele emerger en la contracara de cierta neutralidad funcional y constructiva de los objetos del habitat como en el edificio escolar de Marcello Carassi (Escuela Garibaldi, Trevi, 2005) que no sólo invoca toda la historia tipológica de los edificios escolares sino también su abstracción respecto del lugar de implantación, al cuál aporta reutilizando materiales supuestamente intemporales de su construcción histórica. Los trabajos de Renato Rizzi (como el proyecto para el concurso del Teatro Isabelino de Danzig, 2004) consisten puramente en investigaciones sobre cierto entorno tipologista que pudiera orbitar alrededor de los temas que trabaja, en general concursos en lugares de cierta densidad histórica, tales como proyectos territoriales en sitios de Italia o para el Museo de El Cairo. Los proyectos tratan de evocar elementos propios de la historia tipológica del lugar/cultura y del tema/programa y suelen resolverse mediante una curiosa representación en bajorrelieve que funde matrices planimétricas (como plantas o cortes) con la excavación de una contraforma generadora de un espacio negativo. El proyecto y su forma de expresión son meros artefactos descriptivos de supuestas invariancias tipológicas y culturales. Algunas obras de Van Den Valentyne (como el T Home Campus, Bonn, 2011) representan la multiplicación ad infinitum en las expansiones urbanas de una especie de ADN generativo de ciudad aditiva basada en geometrías elementales que se reproducen y multiplican ocupando o densificando los vacios urbanos casi sin matices distintivos y conformando el inexorable paisaje de los cubajes edilicios maximos y a la vez neutros, tal como anticipaban las propuestas de la Grodstadt de la nueva objetividad de Hilberseimer. En el caso de algunos trabajos del grupo español Mansilla&Tuñon destaca su tendencia a una metodología de proyecto basada en la analogía y en la deducción de criterios analíticos para el montaje del proyecto; en otras propuestas (como el Museo de Zamora, 1996) la obra se inscribe en una retícula tridimensional abstracta –cerrada en sus laterales y armada con patios cenitales- en la cuál su programa específico, en este caso museístico, se interpreta casi en la forma de utilizar notaciones de una partitura. Como cierta evolución del tipologismo estricto y pase al modelo hiperanalítico , el uso y abuso de soportes geométricos de proyecto formulan en un proyecto de Jean Paul Viguier (Casas Rubis, Montpellier, 2013) una exacerbación del sustrato geométrico-dimensional que recepta e inscribe el programa funcional del proyecto pero mas aún, lo sobredetermina linguísticamente como un exceso de regulaciones métricas. El tipo, en la condición de la llamada marginalia, asume o emite connotaciones derivadas del peso de lo popular, los datos de la ciudad no-burguesa, agregativa en lo socio-formal e incluso como en el proyecto del grupo chino

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AZL (Centro Comunitario de Yangzhou, 2913), aún en una condición extraurbana o cuasi rural, deviene una investigación sobre motivos tecnológicos y topológicos de modos vernaculares de habitación, lo que también aparece como una condición recurrente en muchos proyectos marginales asociados a la promoción social-popular, en el trabajo del grupo RUF (Escuela Mulan, 2013) definido por la voluntad de reelaborar motivos tradicionales del hábitat y equipamiento colectivo sin ninguna elaboración elitista sino como pura repetición de elementos específicos de las culturas locales en que estos proyectos se inscriben, incluso sin negar referencias anacrónicas. En algunos trabajos del grupo uruguayo Miraval&Bednarik (Rancho Polonio, 2006) como pequeñas casas de veraneo en áreas costeras aun no gentrificadas –o todavía con la vigencia de algunas tipologías populares, como el caso de modestas casas de pescadores- se plantea el trabajo de deducir de esas construcciones algunas cualidades que en su pragmática simplicidad y pobreza tipo-tecnológica originaria permiten arribar por otra vía, a resultados ligados a estéticas minimalistas (como aquellas neutras cajas que Donald Judd esparcía entre los pajonales de su estudio texano de Marfa) o en otros trabajos, recurrir a metáforas corporales de pequeños animales regionales que como la mulita admiten reflexionar sobre una suerte de casa-traje o casa-cáscara, casi totalmente neutralizada en el ascetismo del ambiente natural. La postura tipologista también podría aparecer en ámbitos locales específicos de riqueza topográfica y diversidad tipológica como en el caso de las construcciones populares serranas de Valparaíso en trabajos que como los grupo Re-Arquitectura (Conjunto Yungay, Valparaiso, 2009) se proponen analizar e imitar en cierta forma, la utilización de modos de acomodar células de casas colectivas en los desniveles acusados o de asumir el tratamiento del color que quizá venga de costumbres ornamentales propias de los pescadores (que usaban los esmaltes y barnices coloridos y brillantes de sus embarcaciones para pintar y decorar sus casas). En el caso de Ricardo Legorreta y fuera de su reelaboración elitista de la estética naif de Barragán, en otros trabajos (Catedral de Managua ,1992) puede derivar en varias investigaciones tipológicas que se basen por ejemplo, en la utilización de motivos de las artesanías populares nicaragüenses –como las ceámicas de Masaya, en relación a formas opulentas y colores básicos- o en cierta meditación adaptativa del tipo catedralicio al proponerse un nuevo tipo de iglesia- plaza o atrio cubierto, inmenso interior indeterminado y fluyente para otorgar recinto a la vernácula noción de la plaza como espacio típico de la vida comunal, en este caso incluso, cubierta no con una techumbre abarcativa y canónica (cúpula, bóveda, etc.) sino con medio centenar de semi-esferas sobrepuestas, con reminiscencias arábigas. 2 La cuestión del análisis La cuestión del análisis – o del hiperanálisis que lleva a cierta idea de anulación de la síntesis en la deconstrucción- apareció como la novedad mas restallante en el mundo de la teoría arquitectónica a inicios de los 80 al calor de la moda que imponía el discurso posmoderno de Jacques Derrida y merced a los intereses teóricos de tal vez el intelectual mas destacado en arquitectura en los últimos años: Peter Eisenman.

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En el núcleo del pensamiento deconstruccionista según la propuesta básica de Derrida se inscribe entender a la filosofía como escritura, es decir, como una escritura más que trata de escapar a la retórica (Jonathan Culler liv) de lo que surgen varios corolarios de interés como [1] la ruptura de la jerarquía de lo literario dentro de una literalidad o textualidad generales, [2] la autonomía de la lectura respecto de lo escriturario (y también entonces, no sólo la posibilidad de una textualidad interminable –escribir sobre lo escrito que escribe sobre lo escrito...– sino, dada la no jerarquía de una escritura sobre otra, la homología o equivalencia de lo escrito y lo escrito sobre lo escrito o analítico-crítico: es tan importante así tanto el corpus escriturario de Rousseau o Nietzche o Marx como el corpus de escrituras críticas –por ejemplo de Derrida- sobre dicho corpus, rompiéndose incluso la relación encadenativa o genealógica de texto inicial y textos subsiguientes) y [3] la diferencia –que hay que reconstruir paradójicamente, en la de-construcción- entre odos (camino, pensamiento, lenguaje, escritura) y methodos (dirección o sentido de interpretación, itinerario de rescritura, etc.). La reducción del pensamiento a escritura –o textualidad– permite, no sin riesgo conceptual, presuponer en toda textualidad un pensamiento (proyectualmente, diríamos una lógica) es decir en última instancia, una reversibilidad entre texto y discurso, articulada en el modus analítico de la deconstrucción. Este mecanismo es el que le permite sostener a Derrida el valor paradojalmente constructivo, de la deconstrucción aplicada al proyecto arquitectónico. En un pasaje de uno de los textos arquitectónicos de Derridalv (Dispersión de voces) éste dice que la deconstrucción no consiste únicamente en disociar, desarticular o destruir, sino también en afirmar un cierto “estar juntos”, un cierto ‘ahora’; la construcción es posible únicamente a partir de que los fundamentos, los cimientos mismos, hayan sido cuestionados...así la deconstrucción es la condición para la construcción, para la invención verdadera de una afirmación real que mantiene unido aquello que construye. Desde el punto de vista operativo el paradigma deconstruccionista se propone precisamente deconstruir o diseminar, desmembrar lo literal y lo metafórico en un texto, descubriendo sus oposiciones mediante un estudio de figuras o tropos. Lo que vendría a poner en evidencia el trabajo analítico deconstruccionista es exactamente, la existencia de dichas oposiciones. El espesor de la urdimbre entre literalidad y alusiones que recubre un texto es lo que hay que deconstruir: en la dimensión simbólica distinguiendo lo orgánico de lo mecánico; en la dimensión alegórica separando lo motivado de lo arbitrario. Este segundo elemento es sustantivo ya que podría definirse a la alegoría como basamento del lenguaje artístico-poético (Paul De Manlvi). Podría pensarse que, si bien esta actividad deconstructivista analítica es dominantemente negativa –en tanto enunciadora de partes o elementos que juegan en la urdimbre de la textualidad- no habría mayor problema operativo ( salvo una exagerada deseconomía ligada a cierta desubjetivación del obrante analítico) en positivizar el modus analítico arribándose a una cierta proyectualidad, como una clase de invención re-ligadora o articulante. En un alarde de tinte absolutista Derrida –en su Dispersión...- concluye aseverando que sólo la deconstrucción, sólo una apelación a la deconstrucción puede realmente inventar arquitectura. La ironía formal –cita De Man a Walter Benjamin– representa el intento paradójico de construir el edificio mediante una de-construcción del mismo [la

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expresión deconstrucción -ab-bruch– aparece pués en Benjamin] y demostrar la relación de la obra con la idea dentro de la obra misma. La idea –cierra De Man este pasaje– es el proyecto infinito, el absoluto infinito hacia el que la obra progresa. La ironía es la negación radical que, sin embargo, revela como tal, mediante la ruina de la obra, el absoluto hacia el que la obra progresa. En cualquier caso lo que puede deconstruir el deconstruccionismo en la arquitectura no sería paradójicamente su construcción, sino meramente el grado de configuración formal de su construcción: así la aplicación del método derridiano a la arquitectura y su necesidad de operar sobre un texto hace que tienda a atribuirse tal textualidad a un dispositivo que se ha llamado estilo en el desarrollo histórico de aquélla: es decir un conjunto axiomático estable de reglas de atribución de correlaciones entre subformas o sea, si se quiere algo semejante al conjunto de tropos contenidos en una operación textual convencional y también sobre todo una normativa axiomática sancionada originalmente con palabras (Tratados, Manuales, Reglas Académicas y Escolásticas, Manifiestos, Descripciones o Memorias declarativas de proyectos, etc.). Si ello fuera así el cometido del análisis deconstructivista podría acabar o agotarse con los sistemas retóricos de producción de arquitectura y sus correspondientes suplementos de textualidad (paradojalmente el texto fundante de la aplicación del método derridiano a la arquitectura escrito por Eisenman, se llama El Fín de lo Clásico y el Fin de lo Moderno). Entonces pareciera que la aplicación del pensamiento derridiano a la arquitectura encontrará un cauce reductivo que entenderá la deconstrucción o diseminación como una cierta deriva de operaciones formales y básicamente una convergencia de tal aplicación a consagrar una suerte de autonomía formal de la arquitectura ya que en tal plano sería posible restituir un campo de relaciones entre el análisis y el proyecto o sea intentar a menudo infructuosamente, analizar no la forma sino como la forma procesa contenidos. Dado que probablemente la arquitectura no puede ser reducida a textualidad o lenguaje (por lo menos, lenguaje previsible) salvo en cuanto a cierta manipulación de contenidos metafóricos, el deconstruccionismo conducido a método analítico-proyectual tiene que apoyarse en las experiencias formales (ultra-analíticas) como basamento de un posible nuevo sentido y subsiguientemente en cumplir la premisa derridiana de trabajo frívolo (Derrida define lo frívolo como lo que opera exclusivamente con significantes o formas) y en suspender en nombre de la conducta hiper-analítica, el momento de la retotalización de forma: es decir desde un punto de vista teórico, la consumación del proyecto (como estabilización y cierre de forma) para la lógica deconstruccionista es un problema. El desarrollo conceptual y metodológico de los criterios del pensamiento deconstruccionista como una posible lógica proyectual ha tenido como elemento central el despliegue de procedimientos de experimentación formal como modo de correlacionar la arquitectura con los modelos descriptivos de la ciencia en tanto intentos de describir la complejidad y la indeterminación. El exagerado afecto por la utilización de criterios sofisticados de análisis formal ha inducido a establecer una cierta autonomía del proceso de análisis deconstructivo como de alternativas de re-formalización más bien provisorias o desinteresadas en la recuperación de una entidad estable de forma con lo cuál ha podido proliferar un desarrollo de análisis y ensamblajes (o simulacros

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relativos del punto de origen del análisis) que tiende a suspender la voluntad de totalidad. Este enfoque debía naturalmente desembocar en una práctica desinteresada en la objetivación de cosas reales (siempre equívocas o carentes de la complejidad que el análisis deja vislumbrar): la construcción , como puesta en realidad de un supuesto objeto resultante de esta lógica proyectual debía resultar incómoda o al menos, problemática y nunca contenedora –por su condición de realidad– del carácter fluido y multifome de un momento cualquiera del desarrollo de los experimentos del análisis deconstruccionista. Esto iba a conducir a una puesta en crisis del concepto mismo de proyecto: recuérdese que éste en su origen etimológico histórico renacentista, alude al fenómeno de la anticipación. El proyecto como dispositivo analógico es un instrumento que anticipa (y verifica la viabilidad) de la construcción o materialización efectiva de la cosa imaginada por el proyectista. Por lo tanto conceptual y operativamente, el proyecto es una noción determinada por la inexorabilidad de su concreción (independientemente de que ello efectivamente ocurra: no importa desde este punto de vista, que el proyecto quede en el papel si contiene la información necesaria para su realización). La lógica deconstruccionista, asumiendo la idea derridiana que un comentario de un texto es tan bueno y legítimo como el texto comentado se propone explotar el trabajo teórico de proyectar como una forma de efectuar un cierto tipo de comentarios respecto de un punto de partida: que puede ser un texto (La Divina Comedia, Romeo y Julieta, El Timeo, etc.), un enunciado de necesidad de arquitectura (un programa de requisitos funcionales, un manifiesto o declaración de deseo o intención, un plan urbano, etc.) , otro proyecto previo (la casa colectiva Giuliani-Frigerio, etc.) o un modelo de decripción de la realidad (los fractales, el ADN, las ondas solitón, etc.). El último Eisenman -el de la actividad de los años 90- representa una reafirmación así como una reelaboración incluso autocrítica de los discursos deconstruccionistas y clausuran algunas ortodoxias de las primeras etapas : lo sustantivo quizá sea un explícito abandono de la autonomía de la forma como fundamento de su investigación y experimentación proyectual y el pasaje a una utilización más instrumental del material formal ya no como elemento autónomo sino como aquello que da forma , que con-forma o genera espacialidad. Según Eisenman tal desplazamiento supone el pasaje de un método que llama forming (formeo, formación o formalización) a uno que denomina spacing ( espaceo, espaciación o espacialización) en el cuál lo formal se instrumentaliza al servicio de definir , envolver o recubrir vacíos, especialmente intersticios o espacio residual, con la característica adicional que ese espacio o vacío no se manejará con criterios pasivos –una no-forma virtual que resulta envuelta– sino con procedimientos activos, deformativos, de explotación de las características geométricas complejas de esa no-forma. A ello ayuda lo intersticial puesto que el arquitecto con-forma no una espacialidad abstracta o indeterminada sino en cambio una residualidad, tortuosa, excedentaria, marginal. En los proyectos de la Max Rheinhardt Haus, la Iglesia del 2000 o la sede de la compañía BFL en Bangalore habrá como elemento nuevo una preponderancia de espacio (proyectado como spacing, es decir con delimitaciones de alta complejidad geométrica), pero no un espacio estático, regularizable o

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aprehensible perceptualmente sino un espacio entendible como intersticio o residuo, contracara vacía de las geometrías ultradesplegadas y complejas. Este nuevo discurso eisenmaniano contiene varios niveles de autocrítica: por ejemplo el reconocimiento de la exasperante inestabilidad formal-espacial de la superposición infinita de tramas y juegos de escala del Centro Wexner, un edificio que debía haber sido sólo proyecto y que tuvo que ser remodelado para calmar la desorientación perceptual de los usuarios. El Wexner dicho sea de paso, resultó muy mal construido y recientemente sufrió una restauración integral de un costo cercano a los 20 millones de dólares. Con la formalización de un todo fracturado, la estabilización de las tramas y su ocultamiento, el Centro Aronoff parece cumplir de manera más completa la verificación real del modo de proyecto complejo. Se trata dice Eisenman de un edificio escrito, no oral ni parlante y eso restablece una cualidad que Benjamin definía como carencial en la arquitectura como materia sometida a observaciones distraídas: sólo lo escrito rescata al observador del estado de percepción distraída. Eisenman por otra parte, clausura la ilusión lingüística de la arquitectura puesto que si en un sistema lingüístico puro el otorgamiento de significación resulta del opacamiento de la relación entre significantes y significados ese trabajo resulta imposible en el seno de una arquitectura entendible como lenguaje puesto que ésta ya tiene históricamente opacadas tales relaciones. En reportajes y artículos de críticoslvii (como Alejandro Zaera Polo o Jefrrey Kipnis) y propioslviii Eisenman desarrolla algunas claves de su pensamiento proyectual sintetizando lo que queda de su primera etapa y exponiendo sus argumentos nuevos. Uno de ellos es la utilización de la noción de lo maquínico (Deleuze, Guattari), una forma de funcionar inmanente y pragmática, por contagio más que por comparación , insubordinada tanto a las leyes de la semejanza como a las de utilidad. Lo maquínico opera así como concepto susceptible de establecer un nuevo estatuto de autonomía que otorga al proyecto la insubordinación a la semejanza (clausurándose entonces toda pretensión genealógica y tipológica incluso tal vez, hermeneútica) tanto como la insubordinación a la utilidad (es decir: una vuelta posmoderna a la autonomía de la arquitectura que Hegel había vedado por tal subordinación o heteronomía). Desde esta perspectiva deleuziana Eisenman encuentra una ratificación ahora más filosófica, de su anterior intuicionismo proyectual cuyo procedimiento sin embargo confirmará. En efecto Eisenman señala que su método tiene tres momentos: [1] el momento de realización de los diagramas proyectuales específicos (que serán de tres tipos: los diagramas de función u organigramas, etc., los diagramas de relacionamiento de las funciones con el tipo y los diagramas de articulación de los dos anteriores con las características del emplazamiento o de instalación en el terreno), [2] el momento de la selección de diagramas externos al proyecto (que pueden ser los diagramas de las ondas solitón, de las funciones neuronales, de las estructuras ADN, de los cristales líquidos, de las ondas seno, de los fractales, del morphing, etc) y [3] el momento de la confrontación / superposición de ambas series de diagramas: momento que producen desdibujamientos y revelación de condiciones de inmanencia de la segunda serie respecto de la primera.

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Cuando se define tal condición de inmanencia de un diagrama externo respecto de uno interno se ha establecido mediante el reconocimiento de lo arbitrario de la segunda serie, la cualidad de lo maquínico. La recurrencia al segundo sistema de diagramas se debe a que la arquitectura no tiene hoy modelos para describir las complejidades del mundo y si fuera así no resulta cognitivamente potente per se para proyectar o instituir artefactos maquínicos (es decir insubordinados a la semejanza y a la utilidad). Sin embargo la arquitectura, aún asumiendo esa determinación inmanente de lo maquínico tiene su especificidad que es básicamente definir una entidad figural o un perfil, un cuerpo al diagrama o conjunto de diagramas. Ese dar cuerpo era propio del forming pero toda vez que reactivamos la idea de lo intersticial –como temas que preexisten en el espacio abstracto como estados reprimidos– el trabajo de dar cuerpo debe ser materia del spacing, es decir absorber lo intersticial en lo envolvente (interface o perfil). Lo maquínico –y lo maquínico deseante– según Guattari no es una selección sino una cualidad del estado del mundo que implica un cambio del ser (el ser en / con lo maquínico) que fuera de toda moral no resulta ya una opción sino una imposición. Trabajar de manera proactivanente maquínica significa según Eisenman, recuperar una dimensión crítica para la arquitectura, aunque quizá reubique a ésta en un plano utópico. En efecto el presente está saturado de poder, un tipo de poder que obliga a extremar las producciones sesgadas por la semejanza (la identidad de la hipecomunicación mediática) y la utilidad (la omnipresencia de lo mercantil): lo crítico será reinstalarse no en el presente sino en lo histórico, en torno de formas ya no de poder sino de control (relativización crítica del presente eterno, designado como inamovible fín de la historia) y produciendo – o investigando - productos culturales rebeldes (o sea maquínicos). Para revestir moralmente un programa maquínico Eisenman ensalza por una parte a la presentidad –presentness– como capacidad de transgredir tipologíasresistiendo exitosamente la absorción cultural del mercado y por otra la criticalidad, como capacidad de transgredir el zeitgeist epocal. En la esfera cultural de la centralidad la lógica del análisis (o la que emerge derivada del pensamiento analítico deconstruccionista derrideano) se manifesta en torno de una voluntad programática de diseminación o sea de aportar al continuo fragmentarismo de la posmodernidad y su virtual rechazo a las modernas categorías de totalidad. La diseminación del objeto, emergente de aplicaciones analíticas diversas, puede estabilizarse en productos edilicios formales como los de Coop Himmelbau y su líder Wolf Prix (Seibersdorf Off, 1995) aunque ello no viene exento de muchas contradicciones entre el mecanismo analítico proyectual y las cualidades emergentes de su materialización, como si esta contradijera o suspendiera la condición ideal de una analiticidad conducente a una infinita diseminación teórica. Por eso no es casual que Lebbeus Woods –verdadero mesías del deconstruccionismo y referencia sustancial de todos sus practicantes, arquitecto autoconfinado a experimentos teóricos e incluso a investigaciones formales ajenas a cualquier estatuto de utilidad arquitectural- utilice el dispositivo analítico para ejercicios que terminan por restringirse a cierta experimentalidad lingüística (como en sus performances actuadas o sobre-escritas a edificios convencionales: Sarajevo, 1994) o a una autónoma –

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respecto de la operatividad del proyecto acerca de su inevitable ulterior materialización- actividad proyectual bastante análoga al valor estrictamente lingüístico y no referencial, narrativo o descriptivo, de los procesos de la escritura poética. En el caso de la versátil Zaha Hadid podría estimarse su adhesión a la lógica hiperanalítica y diseminativa deconstruccionista en las investigaciones que realiza sobre modelación de suelo (o suelo inflado como lo llama, reconociendo a su vez los antecedentes proyectuales de tal vocación modeladora en la arquitectura de Oscar Niemeyer) que si bien significan indagaciones sobre plegaduras territoriales y superación del formato parcelario-tipologista tampoco escapan de contribuir a las nuevas demandas del capitalismo inmobiliario globalizado y gentrificado (como en su Propuesta urbana para Doha, 2005 y diversos trabajos en supuestos mercados de suelo marginales como otras propuestas para Budapest o Estambul). El metodologismo analítico-diseminativo se trasmuta en Daniel Libeskind en investigaciones sobre fracturación de la forma capaces de suscitar emociones fruitivas cercanas a cierta estética de lo sublime, como ocurrió en sus varias propuestas de articulación de estos lenguajes desgarrados y opto-geométricamente provocativos con la construcción de una simbología evocativa del holocausto judio –sobre todo en sus Museos del Holocausto en Berlin y Osnäbruck- que luego derivó en formas simbólicas aptas para recordar a la guerra en general (Museo de la Guerra, Manchester) o alusiones válidas para re-presentar derivas del arte contemporáneo tensado por el análisis y los procesos, antes que por formas acabadas, totalizadas y estables (Museo de Arte de Denver, 2007). Quizá el caso de Peter Eisenman (Centro de Artes Visuales de Wexner, 1983) sea el mas canónico y ortodoxo cultor de esta lógica apoyado en su formación filosófica y sus intercambios con Derrida que alcanzaron el estatus de colaboración en un proyecto teórico planteado para La Villette parisina como una estricta tentativa de traducción de un diálogo platónico al idioma arquitectónico. Pero Eisenman proyecta y construye con tanto apego a su metodología que consigue el paradójico efecto de dotar a sus trabajos de notorios distanciamientos respecto de cualidades que podrían requerirse de un artefacto arquitectónico tales como diversos niveles de eficacia prestacional y comunicativa que preferentemente transgrede en nombre de su pretendido rigor de aplicación de esta clase de razonamientos analítico-diseminativos. En el marco de las culturas de la marginalia, las lógicas basadas en las posturas hiperanalíticas mas que apuntar a la diseminación y fragmentación anti-totalizante se basan en utilizar modalidades del análisis en que prevalece la voluntad de entender y fortalecer procedimientos proyectuales basados en el peso o importancia de lo evolutivo-fáctico incluso aplicando al proyecto una connotación didáctica o propia del espíritu de un manual de instrucciones. Mas que desmontar o deconstruir una forma dada o una cierta cosa en estado de totalidad, este pensamiento proyectual en la esfera marginal aplica a analizar/desmembrar lo dado para tratar de entender lo no-total y ayudar a los procesos sociales de formalización. El caso del proyecto liderado por Solano Benítez para ayudar a la consolidación del asentamiento de pequeños agroproductores del Chaco paraguayo (Proyecto Yviraporá , 2012) es un buen ejemplo de esta perspectiva

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analítica orientada a entender y fortalecer un proceso en curso asi como la idea de proyecto entendido como un manual de instrucciones o una especie de registro y derrotero de un proceso social de asentamiento. Destaca en su faceta analítica, el interés por entender la complejidad ambiental del territorio ( visible en su topografía y escorrentía, en sus acuíferos y sus ensambles de forestas vírgenes y humedales), la complejidad social y dominial de la población atendida (originales colonos en parcelas de tamaño pequeño, ahora fuertemente presionados por la voluntad expansiva de los latifundios sojeros – muchos provenientes de la cercana frontera brasileña- en connivencia con el Estado) y el interés de investigar alternativas habitativas y productivas nuevas, mezclas de paradigmas de la producción rural intensiva y de formatos habitativos solidarios o comunitarios. En trabajos de concursos como los que produjo el equipo francés Carré&Denger (Proyecto Chan-Chan, 2006) tendientes a investigar proyectualmente sobre la vigencia y reelaboración de las ideas de las formas sociales y espaciales de instalación de las sociedades moches en el famoso asentamiento trujillano o en lo que queda de él, como vestigios arqueológicos, se evidencia también una voluntad dominada por una clase de análisis destinada a examinar los componentes de tales agrupamientos (las ciudadelas de barro armadas en torno de grandes patios, los ingeniosos manejos de los exigüos planos de agua) para deducir si cabe, motivos de proyecto asociados, mediante tales análisis, al fortalecimiento de criterios tipológicos y ambientales propios de las sociedades originarias que en todo caso ofrecen posibles lecciones sobre arquitecturas actuales en tales contextos tecnológicos y ecológicos. Los proyectos asi, no son estrictamente instrucciones precisas para nuevas obras, sino mas bien una especie de lenguaje de registro de unas formas espcíficas de resolver las relaciones de unas sociedades con sus territorios dentro del aprovechamiento de limitaciones y potencialidades. Los trabajos analíticos-pedagógicos desarrollados hace casi medio siglo por la Cooperativa Amereida (tales como la Hospedería de La Entrada, 1998), grupo formado por profesores de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica de Valparaíso en Chile, circunscriptos por ciertas metodologías y ritualidades de procesos proyectuales que se presentan como forma de aprendizaje de la arquitectura, contienen mucho de esta voluntad analítica a la vez articulada con el interés de entender y participar de procesos largos de proyecto encarado de manera colectiva y participativa. El análisis se convierte asi por una parte, en secuencia de actos o acciones de proyecto (el acto poético de fundación proyectual, el trabajo en ronda, la desactivación pedagógica de aspectos centrales del proyecto convencional tales como la función o utilidad, la tectónica o permanencia de la cosa, la adaptación al contexto, etc.) y por otra, en interpretación abierta y performativa de un work in progress sin final o totalización prevista ni ostensible. Algunos trabajos mas profesionalmente ortodoxos – como algunas casas del colectivo argentino FILM (Casa en Los Robles, Pilar, 2008) o del paraguayo Javier Corvalán (Casa Hamaca, Asunción, 2009)- también utilizan la oportunidad de un encargo convencional para densificar el desarrollo proyectual con argumentaciones metodológicas analíticas, como la idea de desarrollar un lenguaje murario ladrillero casi caligráfico en el primer caso o la tentativa de abrir el objeto cerrado de una casa en el segundo, agregando en tal caso, a la exploración de la ruptura del contenedor murario, el interés por el

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análisis de criterios estructurales alternativos como planos de hormigón o ladrillo armado en condiciones de tracción o tensión. 3 La cuestión de la forma Acerca de la preferencia contemporánea por una lógica proyectual basada en cierta omnipotencia del atributo de la forma debe decirse en un sentido, que ello ratifica el paradigma estético barroco (Calabrese como se verá mas abajo, utiliza la noción de era neobarroca para aludir a este aspecto que califica como hegemónico del pensamiento artístico contemporáneo, como episteme dominante) y la secuela que va de cierto experimentalismo neoclásico –desde Lequeu a Soane por ejemplo– y las experiencias expresionistas como ala antirracionalista de la modernidad –desde Mendelsohn a Kiesler– pero en esta instancia quisiéramos referir mas bien a una exasperación de la manipulación formal que arriba prácticamente al estatuto de lo informe previsto por Bataille y que Rosalind Krauss encontrará como condición inherente a la animalidad o sea a cierta característica de cosa natural. Enric Miralles se interesa en una clase de manipulación formal tal que a la vez desafía las condiciones técnicas del factum arquitectural (que básicamente reniega de una condición manufacta) y que también adquiere un interés proliferativo multiescalar, un trabajo de forma que va desde la operación de un fragmento de ciudad hasta la elaboración de un detalle constructivo. El concepto mismo de detalle se convierte mas en una especie de grafía expresiva o linguística que en una bajada a la solución fáctica o técnica. Pero la suspension o el alejamiento de la voluntad resolutiva técnica en aras de una búsqueda de formalismos apriorísticos encuentra su cénit en la obra de Frank Gehry y especialmente en su Museo Guggenheim de Bilbao, de 1997. Alli la apelación a un formato de dibujo digital –el programa Catia desarrollado por la Dassault, empresa constructora de aeronaves de combate- o la utilización de la chapa de titanio conformada con superadhesivos (también una solución de tecnología aeronáutica) no significa una innovación tecnológica sino una manera de advenir a la apetencia escultórica de forma compleja. Pocas obras recientes son mas vergonzantes en referencia a su lógica estructural (ni siquiera lo mas kitsch del último Wright, otro formalista empedernido) y pocas son mas audaces en perseguir un ideal de forma-imagen que conduce inevitablemente a una suerte de escultura recorrible. Temas que por otrra parte Gerhy reelabora en diversos formatos , escalas y tecnologías de acabado en obras como el Centro Disney, de 2004 o la Opera Pritzke en Chicago (2005), ésta incluso incurriendo en indagaciones cercanas a la forma virtual. Y también esta voluntad de operación en torno de un atributo como la forma se acerca al máximun de animalidad e in-formalidad, en el sentido kraussiano, en el manierista y casi historietístico trabajo de Peter Cook en su Graz Kunsthalle (2002) directamente una forma animalesca con una piel tentacular y una apariencia inquietante. Plantearse el tema de una lógica dominante de sentido artístico en una época histórica puede implicar retomar el concepto foucaultiano de episteme o afirmar la prevalencia de un orden restaurado o dominante como por ejemplo, el del romanticismo. Un método para establecer la dominación o hegemonía histórica de una lógica puede ser el analizar distintos objetos y encontrar formas comunes en

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fenómenos diferentes (Calabreselix) lo que puede derivar en una recaida en estructuras subyacentes (por ejemplo, Kepler, Góngora, Caravaggio, Borromini comparten estructuras subyacentes de alguna homología en campos fenómenicos diferentes de producción: esa homología puede ser llamado pensamiento barroco)lx. Lo que llamamos lógica proyectual formalista se identificaría con este carácter dominante de la obra de arte propia de la inorganicidad abstracta moderna, y así también nos conduce a restringir la comprensión comunicativa de la cosa y en cambio, a interpretar (y gozar estéticamente) su modo o proceso de producción. Si bien toda la Teoría Estéticalxiadorniana –la verdadera y quizá definitiva teoría estética de la inorganicidad abstracta de la modernidad, planteada como superación de todo arte anterior, básicamente clasicista y romántico– sugiere una condición intrínseca de racionalidad en ese despliegue propio a la conformación de la renuncia a toda voluntad mimética, dada sobre todo en el programa del arte moderno entendible como perpetura fuga de la tendencia a que la obra de arte se convierta en mercancía, en la base del proceso de constitución de la cosa artística inorgánica –como forma absolutamente nueva – hay un sujeto productor que si bien pudiera estar determinado por la condición histórica del modo de producción artístico inorgánico-moderno, tiene que incluir en el proceso de producción formal un inevitable contenido de subjetividad. Esa subjetividad está saturada de espontaneidad gestual –que sería la manifestación del oficio o capacidad fáctica directa del artista– no tanto o no sólo como vía de traducción de aquella genérica situación de excluir a la obra de arte de su funcionamiento como mercancía o sea portadora de valor de cambio sino sobre todo, como condición de inorganicidad, abstracción, evitamiento de todo dato orgánico (es decir, imitativo): o sea para ser y parecer moderno, el artista tiene que garantizar al mismo tiempo, una explicitación de su proceso de producción tanto como una característica críptica de su producto, dado que debe negar cualquier portación de sentido mimético. En alguna medida la idea de voluntad de forma , la kunstwollen de la estética positivista finisecular, plantea una teoría que la estética moderna asumirá, según la noción del hallazgo o encuentro casual con una situación de forma preexistente que el artista se propone o desea convertir en des-cubrimiento o de-velación, despojamiento de aquello que la ocultaba. En parte esto será tanto el método del objetc trouvée de Duchamp –pero también de Picabia o Tinguely y todo el movimiento dada- que contiene la sensación de lo ya visto o entrevisto en la memoria periférica (el deja vu) como la adaptación de Breton del discurso freudiano del cuál se funda el psicoanálisis y que terminará por alimentar los procesos de acceso a la forma deseada –una modalidad si se quiere moderna, del kunstwollen– y a la elaboración del potencial fantasmático, que según Deleuzelxii tiene esta postura, sin embargo conducente al descubrimiento o acontecimiento –como novedad de exposición– antes que a la repetición (la redundante reaparición del elemento obsesivo fantasmático). Algo de eso es lo que estudia Gastón Bachelardlxiii en su Poética del Espacio, cuando presenta una serie de topos característicos naturales-culturales (la cueva, el desván, la concha, el nido, el sótano, etc.) a través de la palabra poetizada de quiénes se acoplaron/designaron/habitaron esas configuraciones.

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La construcción puede aparecer como una cuestión de generación/de-generación del proceso natural de constitución de la complejidad de la forma o bien, más frecuentemente dentro de la tradición moderna inorgánica, la construcción puede erigirse en problema o desafío, cosa a superar o poner en cuestión, por ejemplo, los componentes de tectónica, gravedad y transmisión de la fuerza, masa y opacidad, elasticidad, etc. De lo antedicho surge la posibilidad de una idea de constructividad negativa: el artista formalista o moderno inorgánico según Adorno, basa una parte sustancial de su proceso de formalización en un proceso que tiende a negar la materialidad, como si la forma adquiriera plenitud y hasta legitimación estética sólo en cuanto se propone un nivel de dificultad o problematicidad en relación a su definición como tal. A veces tal problematicidad radica en la dificultad de imitación de la generación de la forma natural compleja, a veces en cambio, la constructividad negativa se postula como una confrontación con lo natural/constructivo/generativo al intentar superar límites (peso, opacidad, inercia). Una parte del componente enigmático de la obra de arte moderna inorgánica – o de las producciones inscriptas en la lógica formalista, diríamos aquí– radica en el efecto de problematización constructiva de la facticidad misma de la cosa, en la presentación de su constructividad como problema. El caso del edificio destinado a centro cultural de Miralles, que se cayó y luego, en la continuación del proceso de nueva erección del mismo, en el que las ruinas de la primera tentativa se usaron como materiales casi arqueológicos del nuevo proyecto-intento, es un ejemplo extremo de este tema. Por otra parte en el proceso proyectual el tema de la forma puede o suele aparecer como un problema pre-constructivo o pre-fáctico –eso implica, en cierto sentido, el concepto de kunstwollen-, como un elemento de predeterminación o voluntarismo que por su propia índole puede desencadenar un proceso problemático de proyecto. Desde la perspectiva del desarrollo de la obra de arte moderna podríamos identificar tres momentos sustantivos de lo que llamaríamos el trabajo del arte, aplicables al desarrollo del proyecto arquitectónico:el momento del trabajo del arte signado por la voluntad de superar la restricción de la función (Hegel), el momento del trabajo del arte definido por la intención de hacer fugar a la obra de su conversión en mercancía (Adorno) y el momento del trabajo del arte caracterizado por el trabajo del sueño (que implica el despliegue de tres operaciones proyectuales: condensación o cambio de escala; representación o cambios de significados y desplazamiento o cambios de significantes) (Freud). El tercer momentolxiv es particularmente notable para el desarrollo de lo que estamos caracterizando como lógica formalista en tanto instituye el paradigma surrealista, en todo caso introduciendo la conciencia (proyectual) de lo inconsciente o ampliando la asunción de la realidad que según Lacan no es sólo lo real-real sino además, lo simbólico y lo imaginario. Un célebre analisis de Salvador Dalílxv acerca de una pequeña y enigmática obra de Millet (llamada Angelus) introdujo una fecunda correlación entre la presentación en Millet, de un mito trágico y su infinita resonancia proyectual – en Dalí– bajo la forma de lo que éste llamó la actividad paranoica crítica o una correlación desencadenante de procesos de formalización articulando arquetipicidad y delirio. El trabajo descripto y teorizado por Dalí es un

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consumado ejemplo de la incorporación hiperracional moderna del elemento surreal en la lógica delirante de formalización. Las aperturas surrealistas dalinianas pueden articularse con algunas de las operaciones que Calabrese describe como propias del modus neobrarroco, a saber: Ritmo y repetición (aceleración, policentralidad, virtuosismo, erudición) / Límites y excesos (la producción artística de monstruos o si se quiere, la perduración del arte quimérico barroco) / Detalle y fragmento (o correlación exasperante entre orden y azar) / Inestabilidad y metamorfosis (o el elogio de las deformaciones activas) / Complejidad y disipación (lo real complejo y entrópico-degradativo) / Desorden y caos (o un orden de tendencia autodestructiva o in-formal,como la geometría indefinida de los fractales o la suspensión del modelo estable de las matemáticas difusas) / Nodo y laberinto ( como orden autógeno o introspectivamente infinito) / Más o menos o no se qué (o la pasión por lo indefinido / indefinible, volátil) / Distorsión y perversión (o elogio de la des-regularidad y alejamiento in-moral de lo canónico). En la escena posmoderna central la lógica formalista se manifiesta en una nueva versión – pregante, retórica, de poderoso reclame de diferencialidad como nuevo elemento de identidad corporativa- de lo monumental, usando el concepto de monumento como instancia distintiva dentro de la continuidad de los tejidos urbanos y esgrimida con vocación de memorabilidad o impacto en el imaginario de los percipientes. La forma-monumento de tal guisa, emerge empero no como asociada a la estructura (o sea, a la materia tectónica-durable del objeto-monumento) sino a la imagen (o sea, a aquella provisión de estímulo para el imaginario del consumo). La precedente consideración es singularmente apta para explicar la obra de Frank Gehry en todas sus aventuras de forma-imagen que incluso llega a una idea de virtualidad en el caso de la Opera Pritzker (Chicago, 2005) artefacto reducido a un telón-escena -combado para simular forma- mas un recinto abierto delineado por curvas lineales que atraviesan el aire para denotar un recinto inmaterializado: es por cierto un episodio nítido de la máxima asociación entre forma e imagen, entre artificio espectacular y provocación óptico-perceptiva para impactar la memoria sensible de sus usuarios. A menudo esta utilización retórica de esta nueva monumentalidad de forma-imagen ha ingresado a la agenda de re-presentación terciaria de muchas ciudades interesadas en generar señales para esta reciente instancia globalizada (el Guggenheim de Bilbao es la nave insignia de esta pretensión de los gobiernos locales de construir simbologías urbanas en base a objetos signée, derivando en un coleccionismo de arquitecturas-estandartes equivalente al interés de otrora por el coleccionismo de bienes artísticos) y en ese nuevo mercado de monumentos-espectáculos acogidos a la generación de efectos insertos en las modalidades que Calabrese reseñaba como atributos de la era neobarroca destacan retóricas pos-sublimes u hórridas como el aparato en forma de molusco que Peter Cook imaginó para la Kunsthalle de Graz (2002), incómodo y hasta forzado en su implantación en una pequeña plaza central e inaugurando una comunicación retórica con los lugareños que lo bautizaron Friendly Alien, equivalente al Parasol de Sevilla (Júrgen Meyer, 2010) que en ese caso fue bautizado como el waffle. La mas estrecha relación entre forma e imagen otorga un peso significativo al diseño de las formas de pieles o envolventes, a la presentación de envoltorios

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o contenedores cuya relevancia sea mas exterior que interior y que se ubique mas en el diseño de pliegues o fruncidos de unas pieles mas bien textiles que a la voluntad háptica de modelar espacios interiores como se da por caso en el proyecto de Carlo Zucchi (Iglesia de la Resurrección, Sesto San Giovanni, 2008) en que el contorno edilicio se define estrictamente con criterios casi papirofléxicos. Rigidizando esa tentativa de definición de una envolvente lo más nitidamente superficial, en otros casos como el del proyecto de Jacob&McFarlane (FRAC, Orleáns, 2013) ese tratamiento se materializa con una suerte de cobertura (semejante al uso que a esa palabra se le da para describir la envolvente semirígida del fondant de las tortas de pastelería) que se derrrama en una formación continua de cubierta, paramento y solado que además pretende colonizar la estrecha plaza en que se implanta el objeto buscando maximizar por asi decirlo, la perspectiva de percibir y usar externamente el aparato, asi condicionado por su voluntad de forma a la búsqueda de cierta identidad como objeto monumental-institucional. Usar la plaza deviene en parte, usar la forma externa –tipo cubierta-paseo– del objeto e ingresar a un continuo afuera-adentro determinado topológicamente por ese derrame del objeto en una suerte de tecno-suelo inflado. Y casi como cristalizando o consolidando los experimentos fluyentes que interesan a Zaha Hadid en el propósito de explorar nuevas cualidades de suelo urbano que mencionamos alrededor de la lógica hiperanalítica en el caso de las propuestas urbanísticas de Doha- también pueden recaer en la voluntad de proponer formas aptas para captar instancias competitivas en el campo del consumo como sería el violento (dada su implantación en un modesto barrio de la capital china) objeto de formas orgánicas del centro comercial Galaxi Soho (Beijing, 2012) en que reaparece la intención de proponer una forma-monumento, un objeto pregnante para la visión larga-distante y a la vez un objeto de geometría inductora de complejas transiciones afuera-adentro, ahora formando parte de nuevas y mas complejas derivas fruitivas asociadas al consumo. En las escenas de la marginalia, las lógicas de la forma parecen referir mas estrictamente a otorgar un peso significativo a la categoría de lo envolvente propuesto por una parte como una manifestación local de la globalización consumística o terciarizada por una parte (dentro de esa generosidad ficticia del capital para simular ofertas de nuevos espacios públicos) pero por otra parte, con referencias a cierta singularidad espacial anti-clásica (en tanto no-tectónica o relativamente lejana de la voluntad de formular cosas-monumentos) que se basa en centrarse en el diseño de por asi decirlo, pieles-vestimentas, artefactos habitativos definidos por una envolvente geométricamente compleja. De los muchos casos de formas definidas por la continuidad otorgada por el hormigónlxvi –como algunas obras de jóven rosarino Daniel Arraigada (Casa Wiew, Rosario, 2008)- se pueden inferir apuestas proyectuales que tratan de con-formar los objetos , en base a tecnologías viables como las envolventes continuas que posibilitan las formas cementicias o aun, las cerámicas en que se disuelve el módulo de formalización según una vocación de totalización, de continuidad formal emergente de tales pieles rígidas aunque a veces mórbidas y como en caso de la pequeña casa rosarina, incluso aludiendo simbólicamente al juego campestre de la taba, un hueso de vaca que se arroja y que según su

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geometría admite solo dos aterrizajes, ambos resultantes de cierta tectonicidad que tiene la forma orgánica Pero la manifestación de intereses formales en el espectro de los proyectos locales puede también maximizar la idea de forma laminar o de forma que se con-forma mediante un determinado ensamble de formas planas casi siguiendo el modelo constuctivo del castillo de naipes- como aparece en varias de las investigaciones de Rafael Iglesia (singularmente en el Edificio Altamira, Rosario, 1999, en que tal estrategia deformalizante es fundamental para deconstruir el tipo del edificio colectivo de viviendas en altura, rompiendo a la vez, su volumetría restringida por los parcelarios estrechos y su generación emergente del repetitivo apilamiento de cajas idénticas) en las que, fruto de búsquedas muy cifradas en la indagación sobre la posibilidad formal del material, la forma tiende a ser abierta, fluyente, indeterminada y sin embargo orientadora de la lógica de los proyectos, como también se podría ejemplificar con la intervención de Bernal, Mesa&Restrepo para el Orquideario de Medellín (2005), un evento tipo puerta-plaza, cubierta alta y sensiblemente ensamblada en su forma y materiales en la vegetalidad del paisaje natural del complejo. La desmaterialización de la forma o su revisión según una perspectiva de generación geométrica de forma da paso a otros muchos trabajos en esta escena de marginalia que aluden a la vocación de armar urdimbres o tejidos en los envoltorios arquitectónicos (como por ejemplo en varios proyectos del colombiano Daniel Bonilla) o en abordar la espacialidad mediante el recurso a las tramas geométricas delimitadoras de paramentos o envolventes de los que hay numerosas variantes desde proyectos de Karim Costa (Escuela en Barueri, 2007) hasta la obra ganadora del polémico concurso llamado al efecto, de Alberto Kalach (Biblioteca Vasconcelos, México, 2006, artefacto cuya envolvente es una espesa geometría de estructura+contenedores metálicos de libros, cuya contraforma define una suerte de espacio emergente de una metáfora animal de evisceración o desventramiento, metáfora ayudada por la escultura de Gabriel Orozco que presenta el esqueleto de un dinosaurio habitando ese espacio negativo). 4 La cuestión del discurso El énfasis en los aspectos parlantes o específicamente comunicativos de la arquitectura, sin entrar en la controversial discusion acerca de si la arquitectura es o no un lenguajelxvii, tampoco resulta ser un tópico enteramente moderno dado el componente semántico implícito en la idea de estilo y su peculiar generalización retórica en los eclecticismos del siglo XIX. Pero el recrudecimiento de la faceta comunicativa de un terciario avanzado basado en la virtualidad y en la circulación de información como nueva dimension mercantil reinstalan esta cuestión en un punto crucial del debate arquitectónico, incluso apropiadamente dentro del actual pronunciado deslizamiento de la cultura en comunicación. Robert Venturi supuso uno de los exponentes mas significativos del auge de este planteo a menudo asociable sin mas a la emergencia del posmodernismo. El ludismo cínico y festivo de Venturi, analizando temas tan frívolos como Las Vegas y la cultura pop americana quedará evidenciado en propuestas como el pabellón de USA para Sevilla 92 –directamente una manipulación del objeto bandera-, en las Eclectic houses de 1977 que precisamente apologizan el

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carácter polisémico del eclecticismo y su posibilidad selectiva en cuanto a preferencias de gusto del usuario, el edificio Disney de 1991 e incluso su aproximación dualista culta/popular a temas cotidianos como el caso de su silla Gothic presentada en 1978. Michael Graves, no casualmente autor del comic-building para el Team Disney , en Burbank (1991) extrema este perfil de comunicador populista y casi publicitario por el énfasis de sus operaciones retóricas que también alcanzarán a objetos de uso cotidiano como un rediseñado banco metálico de plaza que realiza en 1998 y edificios como bodegas californianas y escuelas floridenses como la St.Mary School (2002) - en los que introduce diferentes recursos narrativos y metafóricos en una presentación casi grotesca y de directa alusion al gusto popular de este componente o atributo del proyecto. La arquitectura puede ser repensada en el campo genérico de las comunicaciones y éste resulta intensamente transformado por la tecnología a la vez que ella opera culturalmente, redefiniendo la subjetividad. En extremo toda una corriente de la sociología (en parte Habermaslxviii, pero más directamente, Luhmanlxix) llega a identificar lo social con lo comunicacional es decir, modernamente la sociedad no existe sino como una red densa de comunicación entre sujetos e instituciones. En esta perspectiva, los trabajos desarrollados desde los años 60 por McLuhanlxx resultan todavía – o con más consistencia ahora – altamente vigentes, dado el auge de una resocialización puramente dependiente de los flujos mediáticos de información. En la lectura de numerosos apólogos (Wolfelxxi, por ejemplo) las ideas mcluhanianas vuelven a converger sobre la posible redefinición de lo urbano-arquitectónico también o sobre todo como un subsistema de comunicación ya que todo es información de lo que podría deducirse una obsolescencia de los envases (aquello de definía límites o barreras en el continuo de las cosas: definición que incluye a la arquitectura, como envasadora de ciertas clases de situaciones, básicamente gente y objetos cumpliendo una o más actividades). El periódico es un buen ejemplo mediático de cómo se han redefinido, informacionalmente las cosas y como han perdido su carácter de envolvente: uno ya no lee un diario sino que se sumerge directamente en él y absorbe determinado flujo de informaciones con escaso o nulo control y selectividad. El medio –lo que transporta o vehiculiza información– siempre está atrasado respecto del desarrollo tecnológico de la propia información y en cierto modo subsiste o funciona si se mimetiza con lo que enuncia o transmite: en extremo, el medio es el mensaje. La lentitud de adaptación –o la resistencia- de una forma a las nuevas tecnologías alcanza a la superforma ciudad que también queda obsoleta frente al cambio tecnológico de los flujos informacionales. Nueva York como ciudad es obsoleta –decía McLuhan en los 60, adelántandose a predecir los cambios que suscitaría el fenómeno de la globalización entendido como aceleración de los flujos de información– ya que no pudo acompañar la idea que nueva tecnología implica nuevo entorno y que toda tecnología importante altera el equilibrio sensorial. Tres décadas después del diagnóstico mcluhaniano el territorio se está desintegrando y deslocalizándose como efecto de las redes comunicacionales y las consecuencias constitutivas de un pseudoespacio virtual.

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Podríamos quizá así delimitar dos vías de aparición de la omnicomunicación contemporánea: una saludada eufóricamente por McLuhan-Wolfe (pero no exenta de cierta acidez en su valoración) que apunta a maximizar la catarata de información deviniendo en un elogio de la disolución del medio en el mensaje y valorando la reedición de la discursividad barroca según las posibilidades electrónicas (Venturi sería el referente de este camino optimista ). Al contrario de la postura comunicacional autónoma de Hedjuk –que busca una escritura arquitectónica específica, aún al precio de la desaparición de la arquitectura como práctica técnica- Venturilxxii se propone actuar como traductor, como filtro del mundo de referencias que alimenta a cualquier proyectista posible. Esta actitud, previsible como conducta posmoderna -o sea despojada de toda voluntad fundacional o utópica– señala que todo es inserción en un mundo saturado por flujos de información y que lo único posible son nuevas aportaciones a esos flujos mediante una redefinición del proyecto en base a citas, imitaciones, alusiones, recomposiciones collagísticas, etc. Para ello reconoce dos canteras diferentes pero eventuamente complementables: el mundo de la cultura popular y el mundo de la cultura histórica, en base a un programa de trabajo que inspirado por McLuhan se propone responder sintéticamente a esta pregunta: qué leer y re-escribir (proyectar) respecto de lo popular y/o de lo histórico? El programa es seguro: se trata de poseer una cultura figurativa –conocer y entablar relaciones senso-emocionales con una especie de repertorio comunicacional– y seleccionar/aplicar un conjunto de referencias de dicho repertorio como forma de proyectar, volviendo a poner en funcionamiento un cierto número de imágenes. La lógica comunicacional según Venturi, sería una fundamentación del proyecto haciendo que éste resulte una traducción/ evocación de múltiples referencias de repertorios socialmente conocidos y perceptual o sensorialmente re-conocidos. Lo central es un proceso productor/producción en el que el arquitecto en un momento dado, interpreta y traduce o comenta, ejercitando a su vez, un nuevo momento (re-productivo, no auténtico ni original) de ese proceso productor/ producción: en extremo, ningún productor es original (salvo en discernir alguna combinación diferente de las infinitas referencialidades) y ningún producto es inédito (siempre hay citas, inserciones en genealogías o influencias, ejercicios de performances de temas de repertorio, etc.). Respecto del acervo comunicacional popular, Venturi estudió el caso de Las Vegas, una configuración existente sin ánimo moderno (o sea, no purista ni utópica) que emblematiza el mito urbano-popular de la main street. Salvo en el caso del pop art, las bellas artes van detrás del arte popular, ya que parece haber existido una dificultad moral moderna en imitar lo vernáculo popular, comercial e industrial o sea combinar bellas artes con vulgaridad , en todo caso, un tema bien norteamericano, no exento de complejos de inferioridad del nuevo rico. La necesidad de fundar una arquitectura de comunicación en relación a ese depósito de referencias que es lo vernáculo popular, obligaría a desarrollar una persuasión supersígnica que pueda operar (estéticamente) como acompañamiento eficaz de la velocidad, algo que por ejemplo, permitiera pasar de la estaticidad de una estación ferroviaria a la señalética del aeropuerto.

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Desde el prisma historicista -el de su libro Complejidad y Contradicción en la Arquitecturalxxiii- se plantea una revisión tendencial de la arquitectura, pero una diferente a aquella del tipologismo –que buscaba lo largo de la historia, la perduración de los tipos- sino ahora abocada a definir términos de complejidad, genéricamente vinculados con la expresión o la significación de los hechos arquitectónicos del pasado, por ejemplo comparando las capillas bizantina Martorana respecto de la renacentista Pazzi y discerniendo en ellas oposiciones cuyos primeros términos remiten al tipo de referencias que está buscando para su lógica proyectual: riqueza versus unidad; ambigüedad versus transparencia; contradicción versus armonía o redundancia versus sencilléz. Claramente, los primeros conceptos apoyan su lógica posmoderna de la comunicación y los segundos fundamentan la lógica moderna de la abstracción y autoreferencialidad; una vez más la dicotomía moderrna esencial entre los campos narrativo y ontológico. También ello lleva, según Venturi, a un mejor estado de pluralismo para afrontar el proyecto con la posibilidad de articular demandas masivas con lo particular: ser particular implica ampliar el enfoque ecléctico-historicista, mezclando los registros (high brow / low brow según la distinción entre culturas altas / bajas de McDonald; Scarlatti junto a Los Beatles, etc.). La forma y la técnica pueden manipularse para obtener un tipo de funcionalismo o eficacia del producto arquitectónico independiente de la ortodoxia ética moderna de la relación forma/función y puede darse un simulacro que garantice la comunicación simbólica eludiéndose las constricciones de la supuesta identidad forma / función y la ética vitrubiana del material. Si Mies decía less is more (menos es más) , Venturi lo retrucará provocativamente con su less is bore (menos es aburrido). La lectura desprejuiciada de la cantera histórica –leída no como historiador sino como arquitecto ávido de saquearla con fines operativos- lo llevan también a admirar el principio del cobertizo decorado, que encuentra en la arquitectura bizantina resuelta en el tratamiento de las superficies, o a mofarse del historicismo clasicista (que ejemplifica con Ledoux o los italianos) –el clasicismo se puede de-formar, que es lo que propone en su casa Venturi– tanto como se puede revisar el populismo nacional o incluso el potencial simbólico moderno que incluso puede encontrarse en edificios corrientes ( como las casas de pescadores de Nantucket que imita en sus viviendas de veraneo Trubeck-Winslocki, en 1970). El desparpajo venturiano por fuera de su fundamento un tanto espúreo de una práctica proyectual, sin duda sirvió para poner en crisis mucha historiografía arquitectónica. La casa en Newcastle, Delaware (1978) con su evocación del uso rural y burdo del repertorio palladiano inglés en la construcción de graneros de la Nueva Inglaterra del siglo XVIII con su utilización de motivos ornamentales resueltos en madera plana pintada es uno de esos ejemplos de demixtificación de la solemnidad histórica y su aplicación banalizada a un proyecto. En la escena de centralidad la lógica del discurso o la apología de un valor autónomo del poder discursivo de cualquier aparato social (como en general, los productos de la cultura y dentro de ella, los productos de la arquitectura) afirmaría una prepotencia de lo narrativo, una condición esencial del sentido del proyecto que es que lo comprende su función comunicativa y que además

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implicaría la posibilidad de un modo específico de proyecto que es aquel propio de la lógica proyectual comunicacional o discursiva (según se apunte mas bien al receptor o al emisor). En muchos trabajos del grupo holandés liderado por Winny Maas, el MVRVD, prevalece una voluntad didáctico-analítica que se funda en una vocación trasfuncional de modo de ir si cabe, mas allá de la función, ya sea explotando la eventualidad de sucesos fenoménicos, ya sea investigando en la posibilidad que el proyecto arquitectónico dialogue con problemas territoriales (como en sus variadas experimentaciones sobre el tema de la densidad). Esa perspectiva transfuncional –o crítica de la función mecánica- le da paso a considerar el proyecto no como receptáculo físico de una actividad sino como posible emisor de cierta clase de comunicación. Lo que resultará evidente y sustancial en sus propuestas de edificios comerciales (como el Chungha Building, Seúl, 2012 que es una remodelación o refachadización de un bloque existente) en que la función-comercio se resuelve mediante contenedores modulados armados en un edificio colectivo pero en la que el sentido principal del proyecto es investir esas cajas apiladas en objetos-mensaje que ponen en evidencia la marca comercial que allí se exhibe y trafica y el edificio en si transmuta en una megagráfica o en un reclame publicitario tridimensional cuya retórica básica se suma al ruido urbano de la yuxtaposición de identidades del brand market usando el recurso a las flagships comerciales que convierten el frente de cada unidad comercial del apilamiento no ya en un escaparate de lo que se ofrece sino como una pantalla-bandera, en la que pueden resaltar isotipos o colores, evocando también el parpadeo luminoso de las screens televisivas o de la cartelería de neón. El edificio contiene usuarios múltiples (como un cirujano plástico o un wedding planner) y el código en fachada, segun la necesidad comercial o no, es una pantalla comunicativa o una pantalla opaca. En una calle dominated by single brand stores, this building contains a collection of brands in one y en esa dirección, the building’s façade becomes more advertisement and less architecture, and in that sense, paradoxically more honest. En varios trabajos de la oficina Miralles&Tagliabue prevalece una intención de enfatizar el componente discursivo de los mismos, por ejemplo en la compleja rescritura de la casa originaria del barrio gótico de la calle Escudellers que el matrimonio de proyectistas adaptó como vivienda propia o en la conversión de Can Ricart, una antigua fábrica del Poble Nou convertida en Casa de las Lenguas (2005) en la cuál una de las maneras de aludir a la nueva función institucional del objeto fue revisar intensamente su iconología. La intervención en la vieja fábrica textil severamente deteriorada por largos años de abandono y por el uso emprendido por okupas (que lo rescribieron con variados grafitti) permitió entender el objeto como un palimpsesto de signos superpuestos desde antiguas ruinas romanas en sus fundaciones hasta el desgaste de las diversas vicisitudes proletarias del ambiente industrial. El proyecto descubre y rescata lo posible, acentúa sus mensajes referidos a sus usos históricos y agrega nuevas operaciones legibles como comentarios al denso imaginario que el edificio acoge en las señas de sus usos. La arquitectura de Disney –por ejemplo aquella de sus parques temáticos- por su propia necesidad receptiva de la cosmovisión del mundo ilusorio de Disney e incluyendo sus oscilaciones entre urbanista y empresario del neoespectáculo (en que fusiona el producto virtual de sus films con el producto real que

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materializan sus personajes y escenarios) se convierte en el siglo XX en la mas completa referencia a lo que plantea la lógica proyectual afincada en la eficacia discursiva y comunicativa, mucho mas allá de las necesidades propias de la arquitectura o haciendo que ésta devenga una media mas de los complejos productos de consumo que ofrece al mercado de la ficción espectacularizada. En ese contexto algunos arquitectos participan del programa específico de la arquitectura de los thematic parks (como seria el caso de los hoteles Swann y Dolphin, de Graves) y otros como Arata Isozaki se encargarán de resolver el encargo de oficinas del grupo empresario que como el Team Disney Building Orlando (1992) se resemantiza cargándose del aparato sígnico-simbólico del mundo Disney, como la alusión a las orejas del ratón Mickey, algo mas discreta y abstractamente que otros trabajos con relación explícita a la iconografía del grupo como el proyecto de Michael Graves para las oficinas del grupo en California, Burbank (1991) en donde aparece la escultura de Disney en bronce y una fachada de orden clásico cuyas columnas antropomórficas aluden a los Siete Enanitos.. Las intervenciones universitarias de Venturi&Scott Brown –como el Perelman Qudrangle, en la University of Pennsylvania, Filadelfia (2001)- rescatan su interés comunicacional por una parte ligado a las tradiciones compositivas de los viejos campus ingleses y sus escenografías de culto pintoresquismo y por otra parte, en la línea de sus afectos por las arquitecturas publicitarias, toda su búsqueda de efectos retóricos anclados en la construcción de una simbología de pertenencia a cada universidad como modo casi publicitario de otorgarle su brand a través de apelaciones a la heráldica, colores simbólicos y espacios que ayuden a la creación de tal identidad-pertenencia. En las culturas proyectuales marginales las lógicas discursivas tratarán de afrontar el peso de lo simbólico y la ayuda que algunas referencias de esta clase pudieran hacer a la construcción de un ambiente de pertenencia en contextos de mucho menos espesor histórico y por tanto, apelar a lo discursivo en estos escenarios parece distanciarse del ludismo cínico con que lo parlante reaparece como atributo proyectual en plena efervescencia de los planteos posmodernos. Lo discursivo en los contextos de marginalia se nutren asi de lenguajes mixtos que a veces apelan a lo pre-textual (antes que a la crítica o comentarios en forma de citas o glosas a textos referenciales) o las estéticas kitsch (en vez de la culturalización de lo ornamental con que Venturi rescribe la historia) o a alusiones a la relación entre paisaje y ornamento (empezando por la discursividad autoctonista visible por ejemplo en la célebre proposición de un orden americano en Latrobe, manifiesto en sus capiteles atiborrados de mazorcas de maiz). La propuesta de Lina Bo Bardi para el SESC de Sao Paulo (1977) basada en una intervención de rescate de edificios remanentes de una vieja planta metalúrgica del barrio de Nova Pompeia podría asemejarse al Can Ricart miralliano salvo que no tiene ruinas romanas por debajo ni una larga historia de revolución industrial y que se aparta de la referencia central en que no rescata un edificio histórico para investirle una nueva vida y usos para otros sectores sociales a usarlo, sino que si bien crea un espacio público de usos abiertos y eventual interés turístico o terciario, se concibe primordialmente bajo la plausible hipótesis que serán los mismos operarios proletarios del uso orginario

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o sus descendientes e igualmente miembros de dichas capas populares, quiénes ahora serán receptores del edificio devenido centro cultural, utilizando los servicios que este provee (educación permanente de adultos, gastronomía y espectáculos teatrales populares, actividades de esparcimiento de carácter popular como el uso de bibliotecas y hemerotecas públicas, etc.) mas el agregado de suplementos nuevos al edificio fabril reciclado que ofrecen actividades deportivas. Lo interesante de la modalidad discursiva específica de este proyecto no se restringe a una cuestión del programa y sus actividades sino también a la búsqueda de un lenguaje arquitectónico que también podríamos entender como populista, no con guiños de cultura figurativa de elite sino con explícitas propuestas que buscan alegorizar el imaginario industrial popular (estética expresiva de materiales a la vista, instalaciones visibles, uso ostensible del color como señal, etc.). En otros casos lo específico de una discursividad proyectual regional puede afincarse en una revisión de tipologías tradicionales como la casa unifamilirar en consonancia con una reflexión entre tipología y ambiente o situación de paisaje como en el caso del proyecto del grupo ecuatoriano Saez&Barragán para la Casa Pentimento (Tumbaco, Ecuador, 2006) en el cuál una decisión constructiva –resolver el proyecto mediante el uso exclusivo de ciertos premoldeados de cemento- deviene una especie de lengua básica para investigar en la posibilidad de explotar la interioridad o condición de cierre del objeto casa para derramarla en una ampliación máxima de dicho objeto en su implantación y abierto para captar e interactuar con el paisaje que se deja percibir. En otros experimentos también domésticos –como la Casa Entremuros, del mismo Barragán es sociedad en este caso con Pascual Gangotena- el aspecto dicursivo del proyecto pasa por indagar en formas vernaculares de construcción las que se asumen y elaboran para proveer soluciones de estética contemporánea que sin embargo son emergentes de tecnologías rurales de construcción como el quinchado o las estereoestructuras de maderas locales. También contienen alusiones a tipologías vernaculares e implantaciones propias del mundo rural pampeano algunos trabajos del rosarino Marcelo Villafañe (como la casa en el Club Los Raigales, 2001) que su autor declara haber deducido del modelo de los ranchos pampeanos o las casas populares cuyo motivo central radica en el diseño de una cubierta chata que modela los vientos y otorga una entidad del recinto que cubre (Techos que saben volar titula Juan Manuel Roislxxiv un análisis crítico de este y otros proyectos de Villafañe). En trabajos de colombiano Gian Carlo Mazzanti –como el Jardin El PorvenirBogotá, 2009- la voluntad narrativa o discursiva del proyecto alude a una vocación didáctica del mismo o sea, a intentar que el proyecto –en este caso un recinto de jardín infantil o kindergaten para la primera experiencia educativa de los niños- ayude en un plan educativo-formativo, puntualmente tratando que sus componentes programáticos mas allá de su función específica, ayuden a internalizar en la conciencia infantil, las características de la urbanidad (entender lo público y lo privado, que es una calle o una plaza, etc.). Algunos trabajos mas bien teóricos del grupo colombiano Patiño&Peña – como el proyecto Zoo Tower , 2008- desarrollan el mismo como un documento que a la vez describe sus posibilidades de uso tanto como el modo de pensar y

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desarrollar el proyecto en si y de tal forma, éste adquiere un estatuto mas documental que referencial, un formato que a la vez se presenta como instructivo de uso (del objeto posible que emergería del documento proyectual) y como registro de la metodología que lo produjo. 5 La cuestión de la estructura El tema estructuralista debe ser asociado a una version tardomoderna o depurada y decantada de cierto esencialismo racionalista coincidente con el auge analítico en los 60 del llamado estructuralismo, corriente filosófica francesa nítidamente presentada en los estudios etnoculturales de Claude Levi Strauss y en las críticas literarias de Roland Barthes. En esa version tardía de la modernidad destacan por ejemplo, ciertos trabajos de Aldo van Eyck como el orfanato de Amsterdam y antes las arquitecturas metafísicas como la célebre obra de Adalberto Libera, la casa Malaparte, de 1938. En los 60 parisinos esta corriente se opondría al fenomenologismo enarbolado por Merleau Ponty en continuidad con las ideas fundantes de Husserl y no es casual que una de las formas de nombrar la corriente deconstructivista asociable a los trabajos teóricos de Derrida sea precisamente posestructuralismo. Pero quiza sea Louis Kahn el diseñador mas claramente estructuralista tanto en sus escritos aforísticos, con cierto distanciamiento clásico de la modernidad vanguardista, un afecto por fundamentalistas proyectuales como Ledoux y Boullee y especialmente en obras como los Laboratorios Salk, en La Jolla (1959-65) o la Biblioteca Exeter (1960), trabajos en los que decanta una precision y sequedad minima de la estructura acorde a la vez con la búsqueda de la raiz arquetípica e institucional de una arquitectura que busca sobre todo distanciarse de cualquier talante funcionalista. Si le atribuímos al modo de proyecto –o lógica- estructuralista la pretensión u objetivo sustantivo de establecer los orígenes o el arché fundacional de un pensar básico sobre la condición esencial de un hecho habitativo del cuál se deduzca una arquitectura estructural, en tanto despojada de lo no sustantivo, las aportaciones de Heidegger sobre la calificación del ser en el estar, darían elementos para una ontología del habitar en cuyos fundamentos aletea la noción de ursprung –origen– y el establecimiento de un humus o punto de partida que, dado en la razón instrínseca del nominar las cosas del lenguaje, se acerca bastante a una forma de designar esencial a través del proyecto. Sería útil en cualquier caso, discernir o separar esta lógica de proyecto de la anteriormente tratada en el modo tipologista: si el tipologismo busca fundar un lenguaje específico -de pretensión científica– de la arquitectura que dado el material tipológico, permitiría reconducir a la posibilidad abstracta de la arquitectura como un lenguaje que habla no de las cosas sino con las cosas ( trasvestidas en sombras o huellas sedimentadas de su diversidad fenoménica: los tipos); un pensamiento estructuralista del proyecto procuraría no usar el lenguaje o lo lingüístico sino en tanto vía de reconstrucción hermeneútica de la razón de ser intrínseca, original o fundante de un hecho proyectual o una experiencia habitativa. El discurso heideggerianolxxv referido al habitar plantea una inicial y fundante posible relación entre el morar y el pensar: edificar ya es morar, dice la etimología (bauen/buan) o bien, morar es ser (buan/bin). Si el pensamiento articulado se construye mediante la correlación analógica de los modos

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designativos, que palabras con pequeñas diferencias designen aspectos diferentes de lo humano, está indicando que en origen, esos aspectos se copertenecen o integran un modo de explicación del ser: edificar, morar, ser, pensar. El hombre es en tanto habita, o cuida el territorio y al ser como ser en cultura se le remite otra analogía etimológica ya que bauen es en alemán antiguo a la vez , construir o erigir cuanto cuidar o cultivar. Sólo tendremos experiencia –dirá Heidegger en su conocido artículo proyectualista– de la forma como habrá de ser esa producción (de objetos o edificaciones que, como lugares, proveen de un sitio) una vez que hayamos establecido con anterioridad , la esencia de aquellos otros objetos que, a partir de ellos mismos, exigen para su realización, del edificar como producción. Como legado del existencialismo –la conjunción del pensamiento posmetafísico del Heidegger con su relectura materialista en Sartre– en la Francia de los primeros 60 emerge una oposición nítida entre dos corrientes filosóficas: el fenomenologismo, que articula a las investigaciones de Husserl con los trabajos de Merleau-Ponty y Bachelard, y el estructuralismo, que integra los discursos analíticos de la semiología de Saussure , la antropología de Levi Strauss y el análisis cultural-literario de Barthes . Si el fenomenologismo postula la variabilidad infinita de la realidad del mundo ligada a la subjetividad contingente de cada perceptor (de lo que deviene una virtual infinitud de eventos distintos) el estructuralismo propugna una inteligilibilidad básica y sistémica, una aparición y reaparición de una pocas estructuras o patrones de configuración de lo real, en tanto inteligible o sea describible mediante operaciones analítico-linguísticas (lo que no se puede decir no existe, diría Wittgenstein). El hombre estructural para Barthes lxxvi, será así el que actúa lo que representa el doble juego del significante/significado y de la sincronía/diacronía. Si esto es así, el resultado de la práctica de esa clase de hombre, la actividad estructuralista –que es una praxis analítica- en tanto aquella que se opone, por ejemplo, a la actividad surrealista, es la que queda definida por una sucesión regulada de un cierto número de operaciones (analíticas). La actividad, en tanto sucesión regulada de cierto número de operaciones, es lo único concreto de este método, ya que el objetivo –dirá Barthes- de toda actividad estructuralista es reconstruir un objeto de modo que, en esa reconstrucción se manifiesten las reglas de funcionamiento (o funciones) de dicho objeto. Esa actividad tiene un resultado o una productividad básica que es reconstruir un objeto de modo que queden manifiestas las reglas de funcionamiento del mismo, pero en si mismo, tal operación debe distinguirse de otras posibles, por ejemplo distinguir la actividad estructuralista de la actividad surrealista. Esa reconstrucción –por ejemplo, en el análisis de un discurso literario– resulta ser un simulacro o una imitación, cuya virtud principal es que hace aparecer algo invisible o ininteligible. Para diferenciar aquí este pensamiento del propio del tipologismo – ue también y sobre todo, arraiga en la imitación– dice claramente Barthes que no importan las carácterísticas del objeto copiado sino que es lo quese agrega [en el proceso analítico de la producción del simulacro] al copiado. La actividad estructuralista,como operación crítico-analítica, se ejerce mediante dos operaciones: el recorte y el ensamblaje, la disección del objeto de análisis (

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el recorte) y su recomposición simulada en el simulacro (el ensamblaje) a través de la selección de fragmentos móviles (para la operación de recorte) y de reglas de asociación (para la operación de ensamblaje). El estructuralismo se liga a la indagación respecto de una invariable arqueología de los discursos, aquello que se vincula a lo arquetípico.La búsqueda histórica del origen que preconiza el pensamiento estructuralista implica presentar una cierta conciencia de la contingencia y la finitud histórica de los discursos, es decir, que existe arqueología de los saberes, genealogía en su desarrollo constitutivo y teleología en su destino de sentido. La estructura del discurso es púes, la indagación analítica de su funcionamiento lingüístico –la articulación de inteligilibidad entre significados y significantes, formas y funciones, materias y sentidos tanto como el análisis de su historicidad, dada tanto en el juego entre diacronía y sincronía ( intagma y paradigma cuanto en el devenir de arqueología, genealogía y teleología de la masa de los discursos y saberes del mundo. Hay así un presupuesto que luego será intensamente retomado por las investigaciones de Derrida, a saber, que todo lo real es representable en formas discursivas y que así la actividad estructuralista es desmontar no la estructura de lo real –en rigor, el mundo fenoménico– sino la estructura del discurso que re-presenta lo real, que lo inviste de socialidad cultural a partir de instrumentos de lenguaje. De allí que la operación analítica estructuralista y luego más exarcerbadamente, la llamada posestucturalista o deconstruccionista, requiere reducir el mundo fenoménico a lenguaje ya que sólo es factible discernir patrones o reglas asociativas en la estructura de los discursos que describen, aluden o sitúan a las cosas, no en la estructura misma de las cosas. Este presupuesto, que ya vinculamos con la lógica deconstruccionista, ha planteado desde los años 60, un arduo debate acerca de su aplicabilidad analítico-proyectual a la cuestión de la arquitectura ya que impone o requiere una redefinición de ésta en tanto lenguaje y referencialidad discursiva. De todas formas las técnicas estructuralistas del análisis de los discursos, en el doble campo de las investigaciones sobre las relaciones dinámicas entre significantes/significados (campo sincrónico) y del juego u oscilación entre lo sintagmático y lo paradigmático (campo diacrónico) y más allá, con Levi Strauss y Foucault, de la historicidad de lo discursivo, han supuesto un notable impacto en la redefinición de las ciencias sociales desde los 60 –y así, un efecto renovador en la crítica– y también un modo indirecto de afectación de prácticas poiético-productivas es decir, en cierto sentido, nutrió o posibilitó metodológicamente, el proyecto de simulacros, de objetos nuevos si se quiere, armados o compuestos de forma que sea nítidamente aplicable el modo del análisis estructuralista. Desde este punto de vista metódico, la construcción de simulacros –como resultado de la actividad estructuralista del análisis de discursos– trata de mostrar una categoría nueva del objeto analizado, que no es ni lo real ni lo racional del mismo, sino lo funcional: no que es o porque que es un objeto, sino para que es, en cuanto a función social y efectividad comunicacional. Es decir, los simulacros resultantes de la actividad analítica o bien por así denominarla, la actividad proyectual, contienen una cualidad discursiva definida esencialmente por reglas asociativas, articulaciones de sentido o funcionalidad,

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evocación de los aspectos sintagmático-paradigmáticos, preocupación por la presentación de archés, etc. Dentro del marco filosófico del estructuralismo, la contribución de Foucault lxxvii es sustancial desde el punto de vista de la perspectiva histórica: él nos dice que se propone discernir fragmentos filosóficos en canteras históricas a través del establecimiento de las relaciones entre dialéctica, genealogía y estrategia. En su método estructuralista el concepto de dialéctica remite a las tensiones o fricciones del poder socio-cultural existentes en el momento fundacional o arqueológico; el de genealogía supone ser el intrumento de análisis de una deriva histórica de un elemento estructural y el de estrategia implica la consideración de la fortuna de un determinado poder en instituir el destino histórico de un elemento estructural. Cuestionando explícitamente el racionalismo sustantivo o inmanente de Weber, Foucault propugna la relatividad (histórica) y la regionalidad (cultural) de la noción de racionalidad, estableciendo un modo de análisis no tanto de lo estructural como inmutabilidad arquetípica sino como elemento sometido a deformaciones relativistas y circunstanciales que sin embargo pueden obedecer a expresiones epocalmente racionales, como resultados de hegemonías de poder. Guardando ciertas distancias, es evidente cierta concurrencia entre las ideas de Barthes y Foucault en lo que podría definirse como un distanciamiento o desinterés respecto de los objetos, obras, cosas o productos y en cambio, centrar su propósito central en la proposición de los mecanismos, criterios o métodos que producen cosas (o al menos, discursos sobre cosas): en ese aspecto, las nociones barthesianas de actividad y foucaultiana de práctica tienen concomitancias, que luego se extenderán a otros pensadores situables, genéricamente, en el espacio conceptual estructuralista, como la idea de dialéctica entre campo y habitus en Bourdieu o la de acontecimiento y fantasma en Deleuze. En las prácticas será preciso estudiar [1] los códigos de regulación y [2] el efecto de verdaden la relación práctica/objetos o sea, la expresión del poder. Dentro del doble campo de los códigos de regulación y de la expresión del poder (o institución de una verdad como legítima), la condición arquetípica , topológica o formal de los dispositivos histórico-sociales cumple un rol significativo y es mucho más que una mera envolvente circunstancial: el modelo del panóptico así, en la perspectiva de la práctica del aprisionamiento – y genéricamente, en los aparatos del control social– resulta ser un componente arquetípico constitutivo del sistema de prácticas, de la forma de ejercicio del poder/control y de la capacidad histórica de desarrollar (instituir, como verdad legitimada) una institución. En esta concepción aparece por una parte, un origen social complejo de la razón de ser de ciertos sistemas urbano-arquitectónicos (las topologías o modos de organización espacial , los programas o modos de prescripción de las prácticas, etc.) que reviste a tales sistemas de una relevancia exógena al pensamiento disciplinar y por otra parte según lo anterior, se manifiesta la importancia de las condiciones heterónomas al pensamiento disciplinar que operan históricamente sobre la actividad proyectual. La lógica proyectual estructuralista se manifiesta en la escena de centralidad en torno de un énfasis en lo arquetípico o aquello propio de un supuesto grado

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cero en la cuestión del uso, actividad o programa (cuya arquetipicidad remitirá a su grado de institucionalidad, o sea de cómo cada función expresaría contingentemente lo estructural de una institución) que puede articularse con un grado cero de lenguaje o estética, de donde devendría no sin ambigüedad, lo arquetípico lingüístico contenido en el discurso minimalista. Casi todo el trabajo de Tadao Ando, desde sus primeras incursiones en pequeños templos y teatros dispersos en paisajes ascéticos hasta sus obras mas culminantes de su metodología de zen design –desde su hotel The Oval, Naoshima (1992) hasta su Teatrino de Venecia en el Palazzo Grassi (2013)- discurren en procesos de búsquedas arquetípicas vinculadas a tales grados cero de función/lenguaje; en el hotel mediante una simplificación extrema del objeto (un círculo de habitaciones excavado en la cima de un promontorio con un círculo-cielo de techo y un círculo-agua de suelo) y en el teatro mediante una flexión laminar de superficies papirofléxicas que originan una espacialidad a partir de una materialidad mínima. Los proyectos de los grupos portugueses Barbosa&Guimaraes (Lamego Pavillon, 2012) y ARX (Museo Marítimo de Ilhavo, 2012) siguiendo las líneas de diseño despojado que practicaron en algunas obras Alvaro Siza y Eduardo Souto de Moura, confirman el desarrollo de una cultura europea a la búsqueda de elementos arquetípicos de sus tipologías y lugares –como tal vez también ocurrió en trabajos escandinavos de Schnöetta o en intervenciones de Zumthor en ambientes rurales de Suiza y Austria- mediante el recurso a fundar nuevas versiones de programas museísticos-pabellonarios susceptibles de indagar en la condición estructurante de tales recintos-espacios dispuestos como plataformas mudas respecto de la esencia de las actividades-funciones que plantean albergar. Y en materia residencial la larga saga de experimentos minimalistas –sobre todo en el desarrollo de un lenguaje minimal en los casos de John Pawson o Tony Fretton y mas fundantemente en la modernidad, en los artefactos miesianos que van de las casas Tughendat a la Farnsworth- y en la tradición moderna de diseñadores japoneses como el citado Ando o Suzuki – destacarían mas recientemente trabajos como los de Takuro Yamamoto (como White Cave, 2012) en que se vuelve a explorar la idea de una habitabilidad de total restricción de objetualismo y de una relación entre el sujeto habitativo y el entorno despojado de todo atributo, tal que obliga a pensar en modalidades propias de una arqueología existencial del estar en el espacio, desprovisto de cualquier aditamento vinculado a las ideas tradicionales del confort habitativo redundante y atiborrado en la larga duración del modelo biedermeier. En la escena de la marginalia la lógica estructuralista (en el sentido filosófico francés de este denominación) parecería expresar el peso de lo onto-fáctico-táctico entendiendo con esta adjetivación abusiva, aludir a lo óntico (o propio de un grado cero originario u originante) que se manifiesta en lo arquetípico o fundante de una idea de función/uso ( lo fáctico o propio de aquello que instaura el programa, como declaración de una voluntad de acción) y de una idea de apropiación de un sitio ( lo táctico o propio de la invención de un lugar, o sea del pasaje conceptual del topos al locus; algo todavía activo en la memoria del hacer en lo marginal, eso que Heidegger añora intensamente y lo lleva a circunscribirlo en lo originario germánico de la Schwartzwald o a imaginarlo como fundable en su idea política nacional-social o propia de la

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patria de la sangre). Ocurre asi una posible activación de esta mirada estructuralista fundacional alli donde todavía es imaginable pensar-proyectar lugares y desarrollar acciones originarias que podrían coincidir con des-cubrir arquetipos de paisaje. Fuera de esta caracterización general y descendiendo a la praxis del proyecto contemporáneo americano también es reconocible una cierta comunidad estética central-marginal en torno de los léxicos minimalistas como en la obra del grupo G Atelier (Parque Biblioteca Botero, Medellín, 2010) que después de otras versiones del mismo tema un tanto mas estentóreas y acordes a una lógica formalista propia de forma pobre+imagen urbana (como la Biblioteca España en la misma ciudad) se acoge a una neutralidad de continente regular y de una silenciosa continuidad de un emplacado gris y de polivalencia de contenido (un estricto volumen contenedor de funciones variadas y con acusada flexibilidad de usos). La conocida intervención del grupo chileno Pezo&Ellrichausen en la llamada Casa Poli (2004) articula la neutralidad del objeto –un cubo habitable de hormigón casi sin nada agregado- con la potencia del paisaje, en la que dicho cubo se deposita casi en estado de mudez y de tal forma que admitirá un desescalamiento que les sirve a sus autores-artistas para producir en su intervención en la Bienal de Venecia, el montaje de un pequeño cubo de hormigón (maqueta del real pero de idéntica materialidad despojada) que sobre una panorámica fotográfica del paisaje real termina por ofrecer un simulacro, es decir una versión descriptiva del proceso proyectual abordado para resolver el tema de una cosa ocupable puesta en un lugar des-cubierto. De las numerosas versiones de minimalismos locales o regionales se puede aludir a la obras del mexicano Bernardo Gómez Pimienta -como su Casa MTY , Monterrey, 2009- que consigue equiparse a las performances de aquellos minimalistas portugueses o japoneses arriba aludidos o algun trabajo del chileno Sebastián Irrazabal –como su Casa en La Reserva, 2002- en la que se establece por una parte un diálogo con algunas operaciones fundantes de modernidad en Le Corbusier (como el juego estético de las disonancias interiores entre columnas y muros) y por otra una versión la artefactualidad degradada como en aquellas obras de los suizos Herzog&DeMeuron en que el óxido corroe y enrojece lentamente los bloques de metal del estudio del artista Remy Zaugg. En trabajos del Atelier Li Xiadong , como la Biblioteca, en Huairou (2012) suburbio rural de Beijing, destaca la reducción del proyecto a un diálogo con el lugar (como también lo harán en su su Escuela-Puente de Fujian o en la Casa del Agua en Lijiang) incluso escogiendo un lugar mas distante del área urbana del pequeño pueblo y colocando su objeto en un entorno montañoso con el que no se busca competir. De hecho la biblioteca es una caja resuelta con una estructura maderera que en su interior acoge los libros y por fuera el objeto está revestido con una trama compuesta de unos palos de madera que la gente del lugar recoge durante todo el año para hacer fuego y que consigue el efecto de atenuar la luz y crear un ambiente apto para leer: aquí en suma, la reducción silenciosa de materiales pobres y la búsqueda de una instalación de la cosa en el paisaje se presentan como datos del proyecto y de su lógica de invención, a la búsqueda de condiciones arquetípicas. 6 La cuestión del evento

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Quizá el interés posfuncionalista por una dimension que aqui llamamos fenomenológica (como en principio opuesta al ontologismo arquetípico y minimalista devenido del pensamiento estructuralista) sea uno de los rasgos mas potentes del devenir posmoderno asi como una de las vias de superación de tal posmodernidad e incluso de ofrecer a la teoría de la arquitectura una base reflexiva que pueda ser útil a un espectro no estrictamente reducido al mundo hiperdesarrollado. Los temas de la eventualidad, los usos efímeros, las actuaciones de urgencia o emergencia, la mutabilidad y flexibilidad adaptativa, las instalaciones temporales, los análisis conducentes a aprovechar potencial proveniente de ambientes urbanos o estructuras territoriales son todas cuestiones propias de una agenda que hoy parece generalizada y no restringida fuera de algunas manifestaciones específicas, al mundo hiperdesarrollado. Las ideas teóricas del suizo Bernard Tschumi y su temprana consolidación en el proyecto del Parque de La Villette (1982) donde instala la idea del pasaje del parque natural al cultural como nueva dimensión preferente del espacio público al final del siglo XX, encontrarán ecos en todo un replanteo del paisajismo advenido a convertirse en disciplina analítica y artístico-propositiva de nuevas formas de entender la ciudad y el territorio como fue concretándose en proyectos como el de Pierre Viguier y Gilles Clement en el Parc Citrohan (1992). Arquitecturas mas convencionales del sistema de equipamientos públicos podrán reformularse a la hora de presentar menos contundencia y estabilidad retórica y al contrario, una levedad sígnica como una intensa flexibilización de sus formas de uso como sería el caso del proyecto de Archistudio para unos dormitorios de la Universidad de París del 1995 o varios trabajos de tal vez el referente mas nítido de estas concepciones fenomenologistas como Rem Koolhaas, con realizaciones como la Sala de Musica de Seattle (2004) y que en sus escritos que combinan lucidez con cinismo adaptativo, sabe entender como pocos proyectistas contemporáneos la condición oportunista y furtiva de ciertas clases de operaciones urbanas sin plantearse mayores exigencias de calidad tradicional respecto del artefacto arquitectónico propuesto ya que parece valorar mas la acción que el objeto, con cierta reminiscencia del ahora revalorado movimiento de la Internacional Situacionista. La fluidez que desestructura piezas convencionales edilicias y las transforma en eventos o formas mutantes y diversamente apropiables para usos mas tácticos u ocasionales emergerá en proyectos como el realizado por Toyo Ito junto a Andrea Branzi para el Forum de Ghent (2002) o aun en trabajos directamente devenidos de landscapers interesados en los paisajes operativos y en las mutaciones de uso, percepción y apropiación táctica junto a una vocación de de desmaterialización y disolución del fáctum arquitectural en la naturaleza del sitio como el de Michael van Valkenburgh en su college Wellesley (2001). Esa tradición que ahora llamamos fenomenologista es claramente adscribible a la larga obra de mas de cuatro décadas del inglés Cedric Price, un temprano cultor de la flexibilidad y la desmaterialización allá por los sixties y que tal trayectoria queda nítidamente combinada en sus últimos trabajos como el Lea Museum o unos estudios urbanos para Bangkok, tareas ambas del 2000.

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En Holanda grupos jóvenes como una sociedad originalmente dedicada a animar discotecas -el llamado Grupo Nox- representa el ideal logístico de una arquitectura mas pensada como programación (en Holanda inventaron la expression orgware como equidistante y complementaria de las ya clásicas soft y hardware) como su proyecto de viviendas Off the road en Eindhoven ( 2000). Un dato elocuente de la realidad en la era de la globalización dentro de la intensificación de la vida urbana y su correlativa degradación es la confrontación entre lo duro y lo blando entre lo hard y lo soft -, el descontrol del mundo físico o el fín, colapso o degradación del capital fijo. Circunstancias que han alentado los procesos de la desterritorialización y el nomadismo, la deslocacionalidad de las actividades en los soportes geográficos y la pérdida de arraigo de estructuras relativamente rígidas en sus implantaciones (como la industria o los equipamientos sociales concentrados). Este conjunto de hechos se expresará además en el significativo incremento de lo medial-comunicacional como redes de comunicaciones o flujos que rearticulan la distancia espacial y comprimen los hiatos temporales, en el rediseño de las formas de lo habitativo y de sus contenidos de urbanidad y socialidad con el surgimiento de figuras culturales como el tribalismo y los colectivos minoritarios urbanos y en el acompañamiento explicativo de los sucesos con nuevas inflexiones de la razón (dominadas por el cese de la bipolaridad del poder político, la crisis de la sustentabilidad ecosférica y el entronizamiento del superpoder del capital concentrado y la instauración de un fín de la historia dado en la consumación absoluta y sin fisuras del capitalismo avanzado). Todo este conjunto de apuntes se basa en textos como los de Gilles Deleuze-Félix Guattarilxxviii o los de Peter Sloterdijklxxix. Una condición sustantiva de tal situación es la desestabilización perceptual del sujeto o el surgimiento del observador activo –hoy casi todos somos cronistas de guerra es decir, observadores expuestos al peligro y al implicamiento- así como de complejos inéditos de racionalidad, como las redes desjerarquizadas o rizomáticas, las epistemologías nómades, las crisis o cambios de paradigmas, como los megatemas actuales de la posdemocracia, la sustentabilidad o la hiperpobreza. Autores como Michel Serreslxxx –en su revisión epistemológica crítica del estado del saber de fin de siglo, El Paso del Noroeste– observan además los cambios netos en los paradigmas del conocimiento científico (irrupción de la incertidumbre, tentativa de modelización del azar, incremento del cálculo de riesgos, etc) y del conocimiento artístico (entronizamiento del sujeto perceptivamente descentrado, ruptura de la entidad de la obra de arte, absorción del mundo real como circunstancia estética) sintetizables en un cambio de relación entre las categorías del espacio y el tiempo. En efecto si el tiempo había sido la categoría sustantiva del pensar hasta la modernidad –y la historia su disciplina dominante- el presente presencia la revancha del espacio y más aún, la reemergencia de lo espacial complejo. Lo espacial complejo tiene que ver con los procesos de desterritorialización y flujos o con la pérdida de fricción que el territorio opone a las actividades a cambio de una pérdida de la calidad de su ejercicio– y con el desarrollo de la topología como semiótica (y viceversa): los signos que antes eran fracciones de tiempo ahora son soportados en fracciones de espacio y así aparece una

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evolución de lo espacial objetual mediante un cambio sustitutivo de sus conceptos : cristal, nube, llama congelada. Confirmadas las miserias del racionalismo después de la segunda guerra mundial –no habrá racionalismo alguno ni astucia de la razón capaz de explicar Auschwitz dirá Adorno– irrumpe un pensamiento re-subjetivado y despojado de una voluntad de instauración del orden espacio-temporal por fuera de la experiencia comprometida del sujeto: ese neoplatonismo de entreguerras será la fenomenología, con vertientes que unifican la crítica espiritual del materialismo extremo (el personalismo de Emanuel Mounier, el neotomismo de Jacques Maritain , el teo-cientificismo de PierreTeilhard de Chardin y su noción de punto-omega ), el despliegue de un subjetivismo realista o un humanismo marxista la teoría del compromiso en Jean Paul Sartre, Albert Camus y André Gorz), la crítica a la metafísica (en Heidegger), las posturas hermenéuticas ( Hans Gadamer, Paul Ricoeur, Emmanuel Levinas), la reinstalación del sujeto en el materialismo histórico (en las iluminaciones profanas de Benjamin o el concepto de shock en Adorno), la renominación de lo decible-experiencial (en Wittgenstein, con su reducción de pensamiento a la enunciación de lo decible) alrededor del discurso fundacional de Husserl –que crea el concepto de fenomenología– y su sistematización en Merleau-Ponty, sobre todo en su Fenomenología de la Pecepción (editado en 1945)lxxxi. Merleau-Ponty va a precisar el alcance metodológico de este abordaje en relación a la entidad del espacio (aquello que es materia de aprehensión fenoménica) al proponer que el espacio no es el medio contextual (real o lógico) dentro del cuál las cosas están dispuestas sino el medio gracias al cuál es posible la disposición de las cosas. Pero las cosas en el espacio, ajenas a mi percepción, son en tanto percibidas y el espacio es tal como vivido: París no es para mí un objeto con mil facetas, una suma de percepciones ni tampoco la ley de todas esas percepciones, pero también e indisolublemente , cada percepción expresa de mi viaje a través de París - los cafés, las caras de la gente, los árboles de las avenidas, las curvas del Sena– se recorta en el ser total de París, no hace más que confirmar un cierto estilo o un cierto sentido de París, restructurándose un ser-para-si junto a un ser-del-mundo. Al tiempo que se despliega el movimiento filosófico fenomenologista emerge el estructuralismo como residuo de un marxismo que no quiere resignar ninguna declinación de lo material y como intento de reconstrucción del aparato puro del racionalismo. Merleau, nombrándolo actividad intelectualista lo critica así en su libro: El análisis intelectualista es mas que falso, abstacto. La función simbólica o la función de representación subtiende nuestros movimientos, sí, pero no en un término último para el análisis, se apoya a su vez en un cierto suelo, y el error del intelectualismo consiste en hacerla apoyar en sí misma, en separarla de los materiales en los que se realiza y en reconocer en nosotros, a título original, una presencia en el mundo sin distancia, ya que a partir de esta consciencia sin opacidad, de esta intencionalidad que no comporta el más y el menos, todo lo que nos separa del mundo verdadero –el error, la enfermedad, la locura y, en resumidas cuentas, la encarnación– se encuentra reducido a la condición de simple apariencia. Este fragmento de Merleau es significativo porque retiene para sí –para el dispositivo fenomenologista– la capacidad de , en y con la pecepción, ver más allá de lo aparente a la vez que cuestiona y limita la capacidad del raciocinio

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analítico estructuralista, que descree de los datos de los sentidos, a no ir más allá de lo aparente (que sería por otra parte, una manera de designar las limitaciones del simulacro barthesiano). Lo que compone la complejidad del mundo son así, fenómenos de aprehensión perceptiva subjetiva, dentro de un campo de situaciones –o grandes acuerdos intersubjetivos o culturales de estabilización fenoménica– y motivando acciones de modificación de esa urdimbre de fenómenos / situaciones que son los sucesos. En ese contexto a fines de los ’60, la aparición del situacionismo de Guy Debordlxxxii y el grupo Cobra, como un movimiento filosófico-estético, venía a postular la necesidad de transformar drásticamente las situaciones mediante sucesos ideológico-artísticos que instauraran impactos en la percepción fenoménica: el situacionismo usaba el mismo aparato conceptual de la fenomenología, pero no para entender la unidad fenoménica del sujeto sino para promover transformaciones de la situación (el acuerdo inter-subjetivo o o cultural) a través de actos o acciones que se aproximan a la idea de proyecto ( como sucesos, acontecimientos). La disolución (y re-modelación) de lo real en un sistema de estímulos perceptivos en torno a los cuáles puede desplegarse una fenomenología del habitar –como fuera formulada en los libros fenomenologistas-espacialistas de Gaston Bachelard, especialmente su Poética del Espacio– no sólo adviene como un modo diferente de interpretar o aprehender lo existente –como el libro de viajes a una antropología extraña de Barthes en Japón– sino además, de proyectarlo o reproyectarlo por cierto fuera de las lógicas de una apertura ambiental signadas por cuestiones materiales (contextualismo, formalismo) o abstracto-materiales (tipologismo, estructuralism ). Los sedimentos de materialidad de estas vías de relación ambiente-proyecto apuntan más bien a controlar los soportes o la entidad material del proyecto. Desde el punto de vista fenomenologista y derivado de las formas de análisis-interpretación del ambiente en todo caso más signadas por la percepción subjetiva, habría un desinterés o postergamiento de la reflexión material: es decir hay un interés mayor en el evento respecto del soporte, en el espectáculo respecto del receptáculo. Podría pensarse que una dimensión de ejercicio de esta lógica estaría presente en cierto tipo de postura englobable en las arquitecturas del paisaje (no las estructuralistas, que promueven una introspección de la esencialidad del acto proyectual, ni las formalistas, que asimismo, reivindican una autonomía del proceso mismo de formalización como dato, condición o calidad de nuevo paisaje), unas arquitecturas promotoras de un relativo ensamblaje complejo entre nueva organización de un soporte –un paisaje fruto de una acción proyectual– y un alto protagonismo fenomenológico o acontecimental de ulteriores sujetos de fruición (percepción, uso, consumo cultural, etc.). En la escena de centralidad la lógica fenomenológica o lógica del evento se relaciona con lo circunstancial, lo efímero, lo táctico, mutante, in progress, pensado en correlación con cambios constantes de ambiente o contexto y por tanto, con demandas permanentes de mutación y adaptación. En extremo la voluntad de adaptación a fenómenos mutantes conspira contra la estabilidad o inercia del aparato-proyecto y hacer derivar la praxis proyectual mas a una actividad que a una generación de resultados o concreciones estables y

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nítidas; se trata pués mas de una tarea de montajista, regisseur o escenográfo que de operador terminal. Obviamente este modus de pensamiento proyectual es mas analítico que sintético, mas crítico que operativo y por tanto sus referencias proyectuales en tanto estables como tal, se apartan en parte de la condición extrema de este pensamiento diseminativo: comparte a su vez, esta cualidad (diseminativa) con la lógica hieperanalítica o deconstrucconista solo que lo que esta actúa en términos diseminativos respecto de la forma-significado (o si se quiere: forma-discurso), la acción lógica fenomenologista se confronta con la función-utilidad (o si se quiere con el uso o prestaciones que alberga o posibilita la cosa proyectada o una pre-cosa o protocolo de acción-actuación que no necesariamente debe confluir en un formato proyectual como prefiguración de cosa). Buena parte de los trabajos del grupo MVRVD aluden a reflexiones sobre problemas y funciones territoriales , como la densidad de ocupación-activación de territorios o los plegamientos operativos de ellos y en proyectos como el China C&A Museum, Guangzhou (2010) se proponen abordar mas que la conformación precisa del objeto mas bien una escena operativa, una plataforma mas o menos flexible en su utilización y percepción en este caso acorde a la voluntad de transforma los aparatos museísticos estables en artefactos del orden del thematic park, entendido como protocolo lúdico y flexible. Los proyectos educativos del grupo danés 3XN (Colegio en Copenhaguen, 2009) directamente disuelven el aparato arquitectónico escolar en unas plataformas-escenarios en los que cada día es posible montar- ejecutar (o jugar en el sentido juego-actuación del playing) diversas alternativas de actividad, para lo cuál los soportes espaciales deben ser lo suficientemente polivalentes e indeterminados tal que puedan usarse como un recurso pedagógico-teatral mas. Ciertamente la trayectoria de Rem Koolhaas –arrancando de obras tempranas como el Centro de Convenciones de Agadir (1992) o su propuesta para la Biblioteca de Francia en el formato de juke-box, proyectos en los que la arquitectura se re-modela y fluye en relación al territorio en el caso argelino o en las variaciones infinitas de uso-fruición en el caso parisino- concluye en trabajos recientes como el complejo -hecho en el seno de OMA- Satdtskantor (Rotterdam, 2009), en el cuál se revisa radicalmente la matriz polifuncional de un fragmento central de ciudad tratando de superar la relación estable forma-función y contribuyendo a proponer objetos mixtos o híbridos, mezcla de usos, mestizaje de funciones y usuarios y metáfora de la ciudad como melting-pot. También la perspectiva fenomenológica puede referirse a la indagación de la posible relación del proyecto con máquinas de naturaleza, objetos resignificados por la idea de funcionalidad compleja y adaptabilidad ambiental, de lo cuál el proyecto de Scoggin&Elam para el Wolfsburg Sciences (1999) se presenta como la tentativa de una deducción analítica de tales características biomaquínicas como alusión para una mutación permanente. En la escena de marginalia la lógica fenomenologista del evento se apoya en destacar el peso de lo oportunista, entendido como captura de un sitio y conformación de lo arquitectural en la condición del paisaje, en lo cuál prevalece la relevancia del montaje y la instalación ad-hoc y en definitiva si cabe, una apuesta táctica o adaptativa por lo no-monumental.

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En el Parque Lenin, un diseño con 80000 árboles e intenso modelado del suelo de Antonio Quintana (1972) Joaquín Galván proyectó en La Habana el restaurante Las Ruinas (1972), que dialoga con el parque y aprovecha las ruinas de una vieja mansión, pero para llegar a ella propone un conjunto de estructuras resueltas en premoldeados de hormigón que discurren en el paisaje del parque y establecen una posibilidad ambigüa de recorrer esta mezcla de artificio y naturaleza haciendo que el proyecto resulte de un acto de instalar-se en un paisaje. En el caso del proyecto de Sharon Davids para el Women´s Oportunity Center, en Kayonza, Rwanda (2012) se trata de formular un planteo innovativo en el pais devastado con mas de dos millones de víctimas de la guerra civil –un centro de empowerdment para 300 mujeres que puedan aprender y producir y generar un módulo habitativo cooperativo- pero utilizando criterios del habitat vernacular como la construcción de pequeños pabellones circulares todo ello dentro un pattern confomativo alrededor de un centro-foco comunitario (mercado y asamblea) y usando buena parte de las dos hectáreas utilizadas para montar terrazas de agricultura intensiva: el conjunto se plantea como abierto en sus mútiples funcionalidades y abierto o flexible en la posibilidad de experimentar múltiples alternativas de educación productiva y además tratando de recrear nuevas espacialidades sociales dentro de un contexto político de destrucción de lo público-ancestral. La propuesta del peruano Luis Longhi para la Casa en Pachacamac(2009), montada en las cercanías de tal centro arqueológico fundacional del inkanato, es asimilarse a principios de la construcción de tal tradición, alrededor de la noción de huaca o enterratorio, en este caso adoptado como principio para proveer un modo estrecho de relación arquitectura-paisaje, tratando de afectar mínimamente la integridad de éste asi como para revisitar las posibilidades tipológicas-habitativas y tecnológico-ambientales de las formas vernaculares de proyecto, todo ello a favor de revisar la noción de una casa habitación que adquiere el carácter de un espacio de paisaje con muchas alternativas de uso y percepción. El proyecto del paraguayo Javier Corvalán para el Centro Cultural España en Asunción, (2004) implica proponer un espacio fluyente y multifunción, un entorno de paisaje construído capaz de adaptarse fluidamente a diferentes posibilidades funcionales para un sitio de variadas actividades culturales que además pudiera recoger aspectos de la cualidad multiuso de los patios coloniales asunceños. El grupo colombiano del filósofo Felipe Beltrán y el diseñador Antonio Yemail desarrollaron el concepto de Arquitectura Wiki (2005) consistente en aplicar la modalidad electrónica wiki (que remite a una palabra hawaiana que significa rapidez) al diseño de un protocolo no especializado de diseño abierto y transformable concebido tomando en cuenta la arquitectura informática wiki y los criterios de diseño emanados de formatos populareslxxxiii. Se interesan pués en el diseño de una plataforma proyectual, mas que de un proyecto; de una manera o fenomeno-lógica de proyectación social y en la descripción de su enfoque mezclan nociones de la lógica wiki (en la cita que sigue, las partes en cursiva) con nociones de la lógica popular de diseño de vivienda adaptativa (párrafos en regular): Mapea las conductas grupales de una forma nunca hecha. Paisajes apilados. Brinda satisfacción y validación a las personas al permitirles contribuir a la construcción de conocimiento. Potencial de compartir

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para mejorar las condiciones de vida social. Hace uso de tecnología de bajo costo. Sin restricciones o miradas oficiales. No induce a una solución única. No impone ningún punto de vista particular. Flexibilidad operativa-funcional. Reúne a expertos junto con usuaros casuales. Cualquiera que lo visite puede editarlo. Creatividad compartida. Mestizaje creativo. 7 La cuestión del producto La importancia moderna de la dimension tecnológica es bien conocida aunque estuvo históricamente lejana de la significación excluyente que la cuestión implicó para el arte gótico, aunque bien mirado éste supuso la utilización discursiva novedosa de ciertas invenciones tecnológicas precedentes del arte románico. En la modernidad el uso de la tecnología hay que asociarlo al de la utilización de las innovaciones que el desarrollo ofreció en un momento histórico determinado –como el cemento armado, el acero o el vidrio templado – y al del uso de tales recursos como los que proveerían una estética nueva frente al simultáneo abandono, criminalizado por Adolf Loos, de los suplementos ornamentales. Sin embargo una flexion de los discursos posmodernos parece acogerse a una intensificación del proyecto anclado en demostraciones de novedad o avance tecnológico que como el llamado high tech implica un pórtico anticipatorio a las tecnologías industriales relativamente disponibles, una especie de laboratorio futuro para aplicaciones generalizadas como por caso lo que supone la competición automovilística de la llamada Fórmula Uno respecto del auto de calle. Tal factor de anticipación suele servir a propósitos comunicativos por parte de empresas que hacen alarde asociativo de su identidad corporativa y el acceso a tales adelantos futuristas. En ese contexto la obra de Renzo Piano bucea un poco mas allá, sea cerca de conectar nueva tecnología con indagaciones sobre lo biotecnológico –por ejemplo en su Klee Zentrum en Berna (2005)– sea en investigaciones ligadas a aprovechar formas vernaculares de contrucción y artesanato -como en su Centro Cultural Canaco, en Tjidabou, Nueva Caledonia (2000)-. El trabajo del arquitecto genovés suele apoyarse por otro lado, en investigaciones que emprende y sostiene en laboratorios tecnológicos que regentea en su ciudad natal y en Paris. La obra de Jean Nouvel es mucho mas representativa del rol que asocia esta forma de proyecto con necesidades semánticas de empresas y corporaciones como se evidencia en su pregnante y fuertemente referencial Torre Forum, Barcelona (2002) o en su conocido Centro Cultural Jean Cartier, Paris (1989) y todavía mas atrás en el relevante Instituto del Mundo Arabe, Paris (19839 que debía compaginar varias cuestiones tales como cierta celebración de las tradicionales paredes en forma de celosia típicas del mundo árabe junto a la ratificación de la capacidad de modernizarse en base a su enorme capital natural con que dicha comunidad política se presentaba al mundo a inicios de los 80. La búsqueda mas ligada a criterios de biotecnología y sustentabilidad que antes señalamos como un interés fuerte en Piano también se encuentra en obras como las de Toyo Ito –especialmente su Mediateca de Sendai ( 2000)– o mas cerca de una mirada periférica o pobre en la de Sigeru Ban, como en su Pabellon de Japon para Expo Hannover (2000), un artefacto que siguiendo

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una línea de trabajo de su autor, está pensado y realizado en base al uso de papel como material de construcción idealmente reciclable por completo al final de la vida transitoria de un local de estas características, en un pensamiento entonces, ubicado en las antípodas de como Mies van der Rohe resolvió en 1929 su célebre y luego reconstruído Pabellón de Barcelona. Ban asi se acerca a la concepción de un proyecto que contempla su ciclo de vida compartiendo entonces una de las mas actuales políticas vinculadas a la crisis de sustentabilidad y a la noción de residuo cero. Según la interpretación de Martin Heidegger que hace Gianni Vattimolxxxiv, una condición de modernidad es la institución de lo tecnológico como ontología de la actualidad por lo que estamos atravesando una instancia del ser en la tecnología hacia el ser por la tecnología. Una cierta historicidad de la ontología (del ser) lo identifica a éste en situación: se es, en un cierto contexto situacional que vino provisto en la modernidad, por un impresionismo sociológico (Luckacs, Simmel, Bloch, Benjamin, Adorno, Heidegger, Habermas) según el cuál el ser no es sino en cuanto a un estado relacional del tipo sujeto / objeto, en que la modernidad viene a instituir fundamentalmente un cambio en la condición de los objetos y por tanto, indirectamente del sujeto y del ser relacional. Véase al respecto toda la teoría crítica aplicada sobre la transformación moderna del objeto: mercancía en Marx-Adorno, fetiche en Marx-Freud. Hay que situar así la legalidad histórica de la tecnología como expresión del triunfo moderno de la metafísica: un nuevo ser por, para y en los objetos de la técnica. La racionalidad tecnológicalxxxv se instituyó históricamente como una retroalimentación continua de métodos, ciencias y acciones. Desde ese punto de vista la tecnología debe des-naturalizarse o sea definirse en su historicidad inherente explicable por ejemplo, en el avance de la división del trabajo, en la especificidad creciente del saber tecnológico y en el progreso de la racionalidad instrumental que redefine continuamente los medios para alcanzar fines. Pero el desarrollo de la tecnología avanza en la imposición de sistemas de controlesde y sobre los sujetos como consecuencia de fines regulatorios impuestos por los propios problemas tecnológicos. La tecnología debe inventar los sistemas correctivos –una segunda tecnología– de aquellos problemas que infringe a la sociedad a lo largo de la historia. Pero esto lleva progresivamente a la autonomía de la tecnología frente a la exigencia de nuevos límites o escenarios de control. La tendencia históricamente irresistible a la autonomía de la tecnología y a su infinita capacidad por resolver los problemas que suscita indirectamente con nueva tecnología, tiene varios efectos en la conciencia proyectual como la tendencia a una fragmentación de su concepción en una serie infinitamente abierta de soluciones o la internalización de la experimentalidad en la performance del usuario. Puede haber además una tendencia teóricamente infinita a aumentar el riesgo de una solución tecnológica (multiplicando los mecanismos de control) y la internalización de una dimensión metatecnológica en el diseño basada en la normalización de comportamientos rutinirizados por alguna razón, preferentemente la efectividad. Un ejemplo ya canónico de esta tendencia creciente a la autonomización de la tecnología –respecto de los sujetos que deberían operarla o servirse de ella– está dado en el arribo a los dispositivos denominados de inteligencia artificial,

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dispositivos susceptibles de tomar cierta clase de decisión en conocimiento de un quántum determinado (teóricamente infinito) de información. Sería el caso de los llamados objetos TTT (things that think) desarrollados en el Laboratorio de Inteligencia Artificial del Massachussets Instituto of Technology por ejemplo, un placard que con información climática automática decide por mí cada mañana, como debo vestirme. El paradigma de la inteligencia artificial como marco explicativo de la tendencia autonómica del desarrollo tecnológico propone varias perspectivas de redefinición de las lógicas proyectuales de dominante tecnológica. Lo primero sería la idea de la función autocorrectiva u homeostática según la cuál un conjunto adecuado de sensores y dispositivos de control podría corregir permanente y variablemente el conjunto de prestaciones de un artefacto edilicio o de un objeto en general. En esta perspectiva el contenido de innovación y verdad del proyecto queda supeditado a una confluencia fortuita de solucionadores expertos en problemas determinados: es el papel que por caso tienen el consultor tecnológico Ian Ritchie, la experta en luminotecnia Helen Searing o el ingeniero Ove Arup dentro de obras atribuídas a autores que como Foster, Rogers, Grimshaw-Farrell, Piano o Von Sprelsken quizá hayan sido beneficiarios sustanciales de una creatividad fragmentada y especializada. La arquitectura puede ser reconceptualizada como metáforas del mundo natural (organismos) o del mundo artificial (mecanismos) que a su vez han sido pensados como metáforas, respectivamente de evolución lenta y rápida (Luis Fernández Galianolxxxvi). Ciertos tipos de máquinas (mecánicas, térmicas y cibernéticas, según su evolución histórica) se corresponden respectivamente con entidades organizacionales (mecanismo, motor , autómata o robot), con formas de energía (trabajo, calor, energía), con referencias corporales (anatomía, alimentación, inteligencia) y con algunos proyectistas tecnológicos característicos (Leonardo, Watt, Wiener). Todo este discurso tecno-energético ha establecido la posibilidad de una arquitectura termodinámica desplegable en propuestas de tipo heliotécnico (según el modelo mecánico con que Wright concebía la centralidad del fueg ) o de tipo bioclimático (según la regulación orgánica de Le Corbusier respecto de la luz y energía solar). Estas diferencias técnicas en la concepción tecnológica en Wright y Le Corbusier -y en el mayor adelanto tecnico del primero, vista su temprana utilización de principios del acondicionamiento técnico forzado del aire en algunas casas de Oak Park y en el edificio Larki – encuentran sin embargo, semejanzas tanto en la común creencia acerca del determinismo biotécnico o en la confianza en la posibilidad de una arquitectura resuelta en el modelo taylorizado (casas Usonian, casas Domino). De estas aproximaciones devienen tanto la noción de una estética técnica –exacerbada y autonomizada en los discursos high-tech– como la confianza en un genius locci climático-técnico y por tanto, socio-cultural y natural que sin embargo comenzará a contraponerse con un pensamiento proyectual ambientalista que en el análisis de las condiciones de energía y sitio devendrá como anti-tecnológico.

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Al contrario de lo que podría suponerse las expresiones de la llamada high tech –alta tecnología– no deben entenderse como culminación de la racionalidad tecnológica sino mas bien al revés ( Ignacio Paricio lxxxvii). Desde este punto de vista se exalta así la condición de artificio, de desmesura superadora de estandares o condiciones normales de prestación de un material o servicio. En consecuencia una de las características del perfil high tech es su dificil o imposible reproducibilidad, su búsqueda de performances ajenas a toda comparación emulativa. Por ello cabe distinguir con precisión la lógica tecnologista sesgada hacia la high tech performance de la mera lógica constructiva y a menudo se oponen (por ejemplo en el consumo de energía o en el uso no convencional de materiales como las aleaciones aeronáuticas o el vidrio estructural, etc). El caso del Centro Pompidou es un temprano exponente de esta i-lógica que tiene honestidad en la exposición del edificio (se presenta como un artefacto metálico) y des-honestidad e ineficiencia en su forma de producción (las piezas principales se realizaron como piezas de fundición y por lo tanto, debieron ejecutarse en Gran Bretaña con lo que los costos de traslado y manipulación dentro de París fueron casi tanto como los de producción, las piezas debieron revestirse con compuestos ignífugos de base asbesto-cementicia y luego fueron enchapados en lámina de acero para recuperar su apariencia, etc.). El lema de esta lógica high-tech parece ser lo que puede hacerse –por razones de imagen– debe hacerse (a cualquier costo/tiempo). En el Museo de las Ciencias de La Villete, de Adrian Feinsilber también se utilizaron los compuestos superpuestos de metal, hormigón y chapa aparente de acero lo que evoca asimismo aquella original tradición de retórica enmascaradora de la tecnología que paradójicamente había sido puesto en marcha por Mies, el profeta del less is more en su invención de los mullions emblemáticos del curtain-wall del Seagram Building. El londinense edificio Lloyd’s de Richard Rogers contiene también su serie de performances de discutible racionalidad: los ascensores exentos y transparentes debieron recibir cristales estructurales capaces de soportar vientos de hasta 150 km/hora, su alta velocidad requiere frenos tipo flaps de avión, la organización eviscerada del edificio con su alta fragmentación de elementos servidos y la proliferación autónoma de torres de servicios multiplica los perímetros subiendo los costes de revestimientos expuestos y la exigencia térmica de acondicionamiento, etc. La conjunción de criterios proyectuales tradicionales –la identificación de espacios más o menos estables y regulares para acoger la respuesta a exigencias programáticas funcionales– con las ofertas devenidas de las tecnologías inteligentes da curso a la llamada domótica (construcción+ electrónica) que llevando adelante las utópicas proposiciones sesentistas de Archigram y Reyner Banham (en su célebre ensayo A home is not a house) tiende a un continuo incremento de los dispositivos prestacionales junto a una disminución de los factores tradicionales de la construcción (los soportes vitrubianos) y a la creación de una homogeneidad teórica de condiciones ambientales indiferente a las implantaciones específicas. Esta tendencia simplificadora, base de la tecno-globalización que unifica soluciones para cualquier parte del mundo, puede tropezar con cuestionamientos culturales como el sometimiento a un consulting de adaptación a los principios del feng shui –el conocimiento chino tradicional de

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acondicionamiento natural de un edificio– que debió enfrentar el desarrollo del diseño de la sede del HKS Bank en Hong Kong. La manifestación posmoderna de la lógica productivista o tecnologista se define en la escena de centralidad según una tendencia al alarde, experimentación y exceso de aparato técnico, es decir aquello que se conoce como lo high-tech, en tanto referencia a una noción de alta tecnología ligada a un maximalismo técnico orientado a buscar y traspasar límites en lo referido a la portación y prestación que ofrece un edificio, es decir, altas performances de estructura y función, incluso mas allá de cualquier estatuto de necesidad o eficacia. Hay por tanto en lo propio del high tech, una idea referida a que el proyecto mas que a expresar un estado presente se desarrolla mas bien explorando alternativas de futuro, casi en un sentido de deseo de superación de aquellas fronteras adquiridas. Quizá la obra insigna de esta modalidad de proyecto como ya adelantamos mas arriba, sea el planteo que la sociedad Piano&Rogers desarrollaron para el parisino Centro Pompidou (1977) en que la pretensión de obtener un espacio museístico flexible y multifuncional –en la saga de las propuestas que una década antes había presentado Cedric Priceen su Fun Palace- dará paso a un alarde tecnológico (como el caso de la vigas de metal fundido que no pudieron hacerse en Francia y cuyo costo de traslado desde Inglaterra superó el costo de su fabricación) ligado a una exploración no tanto del potencial tecnológico sino mas bien de sus posibilidades retóricas y el impacto que podía producir en los imaginarios populares (como el caso de la célebre pared técnica del Pompidou, cuyo dimensionamiento excede lo técnicamente necesario precisamente para exaltar diho aspecto retórico del high tech). Toyo Ito en su Mediateca de Sendai (2000) se planteará la idea de lo que podría bautizarse bio-high tech, es decir, la utilización de metáforas biológicas – como en el caso de sus columnas-árbol– para desarrollar una variante que al menos desde su expresión, se manifestará como mas orgánica o inspirada en lo que ofrece la geometría compleja de la naturaleza e incluso, de una supuesta mayor racionalidad de dimensiones y prestaciones técnicas. La relevancia mas simbólica que específicamente técnica del high tech quedará visible por ejemplo en trabajos como el que Richard Rogers abordará para los Tribunales de Burdeos (2002), un conjunto de partes imbricadas en un sistema que ha autonomizado elementos o partes tradicionales del constructo (como las envolventes murarias y de cubierta) en el que empero lo que es mas ostensible es la resolución de las salas de juicios dentro de unas formas libres que evocan a las cubas de roble en que se produce el vino de la región. El espectro de posibles aplicaciones de la alta tecnología de esta lógica proyectual podrá alcanzar con Renzo Piano –por lo demás, uno de los mas serios investigadores de prestaciones tecnológicas en lugar de abordar sus proyectos con gestualidades ampulosas que luego requieren expertises como las de Arup u otros célebres consultores tecnológicos- en el caso del Centro Cultural de Tjibadou (2000) cierto interés en desarrollar formas sofisticadas que empero se derivaran de principios vernaculares elementales de construcción –como las técnicas de cestería textil de la Polinesia- tratando de establecer relaciones antropológicas entre cultura material local y high tech, no siempre, como las dificultades que estas torres textiles enfrentaron respecto de

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los fuertes vientos del sitio, ni exitosas ni atinadas en cuanto a las decisiones del proyecto. Y completando tal espectro de investigaciones tecnológicas en el desarrollo de proyectos y quizá tendiendo puentes con la escena de marginalia, la obra del japonés Sigeru Ban –como el Auditorio para la sísmicamente devastada pequeña ciudad italiana de L´Aquila (2010)– originada en su programa de desarrollar aplicaciones posibles de materiales no tradicionales como en su caso el papel, emerge como una búsqueda de proyectos relativamente elementales y enteramente dependientes de su lógica de producción, es decir, de los productos utilizados y de los procesos para desarrollar tales productos y para ensamblarlos en objetos arquitectónicos casi totalmente despojados de otra voluntad que resolver un problema (generalmente como en el caso de L´Aquila o en sus trabajos ulteriores al terremoto de Kobe, generados en una situación de catástrofe y emergencia) con una deliberada reducción de medios. En la escena de marginalia la lógica tecnológica o productivista tiene que ver con el marco mismo de posibilidad o realidad de una actuación arquitectónica vinculada con la necesidad; es decir, en las condiciones socio-económicas de la marginalidad, pensar en la posibilidad de una solución arquitectónica a una demanda social acuciante suele otorgar un peso significativo a lo material, es decir, que la materialización de la cosa (o el alcance de un estado de materialización) se presenta como una via esencial de proyecto, un punto de partida generalmente condicionante o determinante del proyecto posible y siempre haciendo que éste sea esencialmente una decisión acertada a menudo ligada con medios y posibilidades propios de la escaséz. Lo técnico asi, se presenta en numerosos casos sociales de la marginalia, como imperativo de proyecto y podría pensarse en que se manifiesta cierta clase de ingenio proyectual asociado al des-cubrimiento del potencial de unos materiales y/o de unas formas de producción de la cosa. Si referiamos las obras de Sigeru Ban como puente entre pensamiento central y aplicaciones marginales, algunos trabajos del japonés Kengo Kuma, como puntualmente el Museo de Xinjin Xi, en Cheng Du, China (2012) también vienen del centro tratando de resolver un pequeño caso de una suerte de ámbito de acceso a un santuario taoísta, con una meditación sobre el culto y la reflexión sobre el paisaje pero puntualizando un trabajo de proyecto asociado a trabajar en un motivo productivo que tenga relación con la actividad religiosa que alli se radica y en especial se toma el motivo de unas piezas de cerámico curvos muy livianas, resueltas como azulejos, que se ligan al trabajo artesanal ancestral de monjes de ese culto y por tanto todo el proyecto, que es como una cámara de acceso, está planteado con el motivo de esos azulejos que calzados en diversos tensores, aparecen como volando y creando retículas y veladuras que acompañan el tránsito ritual o juegan reflejándose en los planos de agua. En otros trabajos de Kuma aparecen esas resonancias como en el Centro Cultural de Kanayama en Ota (2009) que elaboran el motivo de unas piezas de piedra que son las mismas que se usaron para trabajarse en solados y muros del Castillo de Kanayama, próximo al pequeño edificio de Kuma, en una tradición constructivo-ritual que viene del siglo XIII. Los trabajos del grupo paulistano Biselli&Katchbourian, como especialmente,la Iglesia de Barueri (2001) están animados por la proposición de espacialidades interesantes y aun momumentales, que se sustentan en el desarrollo de

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estructuras livianas resueltas con tecnologías simples e ingeniosas como, en tal caso, piezas metálicas armadas con chapa doblada soldada, una solución liviana y económica pero que puede ser materia prima para desarrollar estructuras de calidad espacial semejante a las sustentadas en perfilerías o soluciones de mas alta tecnología. Asi como el citado Kuma resuelve algunos trabajos comerciales –como el Centro Comercial Maronier, Tokio (2009)- mediante el tendido de unas livianas tramas metálicas que deben sostener un juego de 4 especies vegetales que garantizan cierta calidad ambiental a las áreas comunes del complejo durante todo el año, el chileno Enrique Browne propuso en sus torres de oficinas Fundación para Santiago (2001) y Concepción (2009) unas envolventes verticales a modo de parrón (las pérgolas tradicionales de los patios chilenos) que en forma de jardín profundo en altura y con una modalidad de floración caduca que permite frondosidad-sombra en verano y apertura-asoleamiento en invierno revisten sus edificios de oficinas y permiten resolver sus necesidades ambientales y de confort con sensible ahorro de energía convencional pero generando además, una imagen inédita aunque amigable para un espacio de trabajo y aun para un edificio corporativo. Casi todos los trabajos del paraguayo Solano Benítez, como uno de los últimos conocidos, la Casa Las Anitas, enSan Pedro (2007) son consecuencia directa de una meditación experimental sobre lo constructivo, siempre basado en el aprovechamiento intensivo de materiales (como los muros armados basados en ladrillo de panderete fortalecidos por una trama de hierros de construcción adosada por fuera, recurso usado en la sede de su Estudio en Asunción o las cubiertas triples de su edificio Unilever también de la capital paraguaya) y atendiendo a bajar los costos de insumos –a veces usa ladrillo o vidrio de rezago- y confiando en la capacidad de mejorar sus prestaciones apelando a saberes artesanales de los albañiles locales. En la casa citada siguiendo investigaciones hechas para su edificio Teletón (2009) –sede de una fundación de servicios sanitarios y de re-educación infantil- trabaja con la idea de una paredes armadas modularmente según una generatriz ondulada que aumenta la resistencia por forma, realizadas con desechos cerámicos montados en molde sobre una base de mortero cementicio. El resultado no sólo es ingenioso por la espacialidad que la técnica genera, sino también por el impacto estético teñido de cierta rusticidad popular, que esas envolventes murarias ofrecen. Los trabajos del grupo noruego TYIN, orientados a una suerte de etnodiseño basado en la ayuda humanitaria a comunidades marginales pobres de Asia y Africa –como sus varias intervenciones en Klon Toey, Tailandia, tales como el Safe Haven Bathhouse (2011)- se basan por sus propias condiciones (exigüos o miserables presupuestos basados en la propia búsqueda que el grupo hace de pequeños financiamientos que también incluye la subsistencia del grupo profesionan en estas tareas) que establecen respuestas muy estrictas a la realización utilizando al máximo recursos locales, tanto los materiales como la mano de obra que suele formar parte de estrategias de autoconstrucción. Los resultados se acercan a entender la lógica productivista en su manifestación en ambientes de marginalidad y pobreza, el hacer o construir con medios mínimos pero a la vez la obligación ética de solucionar problemas. 8 La cuestión del contexto

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La cuestión del contexto –según la cuál toda nueva acción arquitectural está implícita en la configuración previa o contexto, aun cuando éste sea casi inexistente– parece ser algo emparentable con las practicas vernaculares semejantes a la naturalidad de las producciones artesanales, cuyas características suelen ser las de repeticiones constantes de componentes ya existentes de eficacia comprobada y cuya lógica viene dada por el adscribir a cualidades externas propias del ambiente previo en el que debe insertarse la nueva cosa . Podría definirse el proyecto contextualista como aquél que propone lugares deducidos de lugares (lo que incluye, un tiempo), des-pliegues insertos en la urdimbre compleja del espacio-tiempo local (Michel Serreslxxxviii). Esto obliga a una meditación sobre el tema del lugar y su singularidad tópica –los lugares son todos singulares– y subsiguientemente a referirnos a un vivir o instalar-se en las circunstancias de tal singularidad, eso que en francés se llama, intraduciblemente, chez. Según esta cualidad o condición toda experiencia relacional de sujeto y lugar es irrepetible y única, sustraída a la perspectiva de cualquier abstracción repetitiva. De todas formas frente a esta singularización de lo tópico siempre es posible abrir la dualidad entre irrepetibilidad de los lugares e irrepetibilidad de las fruiciones perceptuales de sujetos diferentes frente a los mismos lugares. Desde esta perspectiva, el definir a algo o alguién significa retirarle todo lo que no le pertenece en circunstancias, propiedad o modalidad y que oculta o recubre su esencia. Si hay entonces, una especie de singularidad tópica que siempre puede definir una envoltura del sujeto, el contextualismo podría ser filosóficamente establecido, como la manera positiva de establecer dicha singularidad tópica para cada sujeto, mediante la manera negativa de retirar todas las capas de no-propiedad que ocultan o recubren la esencia del sujeto a contextualizar. Esta metodología de des-ocultación de lo excedentario, de peladura de lo que recubre impropiamente una cosa, equivale a identificar el carácter de lo contextual como un territorio de esencialidad, en el qué el ser se re-conoce porque esa esencialidad es pura propiedad, o sea resulta despojada de toda ajenidad. Una lógica contextualista remitiría desde este razonamiento, a la pobreza, ya que de toda propiedad agregada podría inferirse un estado de obstrucción de aquella esencialidad, una especie de inflación o acumulación. Pero este grado de acumulación estaría explicando la diferencia entre socialidad y vida privada: un contextualismo radical podría implicar el des-pliegue de todo lo inflacionado (privado) equivalente al modelo ideal de San Francisco -la porciúncula, un lugar no para vivir sino para morir, para ser en extremo, sólo trascendencia– o al desiderátum de vida enteramente in-apropiada, como la de Jesús: como ocurrió con el fundador del cristianismo, una vida publica total nos destruiría. La habitabilidad –como un ser en lo tópico- parece así haberse constituído históricamente como una condición ligada a la especificidad del locus (un fragmento característico del territorio) y a la condición de comunidad (la gemeinschaft que contiene las formas de relación intersubjetiva y que define una noción de identidad que es a la vez, conciencia de pertenecer a esa comunidad y conciencia de habitar un lugar). La idea de una contextualidad propia de encontrar un doble nivel de articulación espacial y temporal de lo micro-nuevo y de lo macro-viejo encuentra un plano reconocido de expresión al

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referirnos a las relaciones de afecto entre (nueva) arquitectura y (preexistente) ciudad: al menos, esa es la relación en la que clásicamente suele instalarse la posibilidad de una lógica contextualista y que tuvo un primer grado de sistematización teórica en el tratadismo albertiano, aunque más que para sistematizar la experiencia medieval de homogeneidad absoluta entre ciudad y arquitectura, para poner en marcha una cierta conciencia de identidad de la arquitectura en tanto pensada como diferente y recortada de ese magma preexistente, sobre todo a partir de la emergencia del espacio público. Esa realidad urbana puede ser entendida como un enorme depósito material referencial, respecto del cuál puede entablarse una relación de topofilia (Y. Fu Tuanlxxxix ): es en virtud de un estado afectivo de topofilia – omo amor al topos o lugar- que se puede concebir un tipo de arquitectura deducida del contexto urbano preexistente y al cuál se dirige casi como con la voluntad de proveer una prótesis de la anatomía faltante. La práctica contextualista signada por una afectividad topofílica cultural, implica percibir las medidas de esa conjunción de tiempo y espacio que definen los signos del poder y que deberían convertirse en la materia de la memoria y la práctica contextual. Medida, matiri en griego, sugiere la expresión que conjuga materia y metier: el maestro en fín, es quién sabe interpretar las medidas –o signos del poder– y re-producirlas con maestría material. Desde esta perspectiva el contextualismo más complejo es el que conjunta espacio y narratividad –como hace Bermanxc con Dostoievsky– o el que es capaz de convertir lugares en personajes (Balzac, Proust). La idea que la ciudad es mucho más que la arquitectura y que ésta tiene que deducirse prácticamente, mediante la correcta interpretación de aquélla, constituye también otra argumentación casi axiomática de la lógica contextualista ( Solá Moralesxci ). La ciudad ha experimentado sin embargo, cambios muy drásticos, desde la ciudad industrial a la grosstadt, llegando a la megalópolis de Gotmann o la ciudad global de Sassen. Frente a esos cambios, la arquitectura ha verificado una tendencia a resistir políticamente a tales transformaciones lo que resultó ostensible en las teorías de Rowe o en las prácticas proyectuales y didácticas de los hermanos Krier o de la Escuela de Arquitectura de La Cambre, en Bruselas, inspirada en su momento por Maurice Culot y León Krier. O por el contrario, la arquitectura ha reaccionado con una tendencia al revivalismo, a aludir nostálgicamente a la ciudad anterior, con sus diversas instancias clasicistas, historicistas o neoracionalistas: las arquitecturas de Quinlay Terry son un extremo en esa línea de contextualismo nostalgico, así como los conjuntos parisinos de Ricardo Boffill ( Abraxas, etc.). Solá Morales plantea que los términos del contrato contextualista o temas que la ciudad actual le plantea a la arquitectura son los que resultan de pensar la forma del cambio: a través de las mutaciones, en torno del pasaje de la función al movimiento (una revaloración, en cierta manera, de las ideas del Team X) y del aumento de la inestabilidad de la relación entre morfología y tipología (o cierta disolución de lo sedimentos tipológicos de las ciudades), la forma de la moción (anglicanismo devenido de motion): a través de los flujos y movimientos, la forma de la residencia: a través de las habitaciones, con la crisis de la idea pública de la vivienda, el rescate de los colectivos sociales típicos y de la construcción alternativa, la forma del intercambio: a través de los contenedores, que mutan de lo funcional a lo transparente y al manejo del

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dispendio (o la mercantilización de las funciones) y a los espacios de representación y la forma de la ausencia: a través de los terrain vagues que implican un tratamiento de los vacios intersticiales y cierta estetización del desecho. En rigor este cuadro de nuevas condiciones de contexto que la ciudad otorga a la arquitectura implica por una parte, el arribo a una cierta dimensión ambiental o sobre-objetual (quizá vinculada al predominio del city collage como modelo de planificación urbana, ahora nítida y regresivamente, un planning de proyectos fragmentarios) y por otra, el acogimiento de un estado de pesimismo sobre la calidad de la vida urbana y la caída de la ciudad pública. Habría inversamente al flujo de determinación precedente –una lógica contextualista según la cuál la ciudad determina a la arquitectura y hace que ésta deba definirse como una especie de deducción o comentario de aquélla– un mecanismo opuesto de formulación de las ideas contextualistas quizá emparentables con la antigua voluntad albertiana de arquitecturizar la ciudad, voluntad en la que deberíamos insertar el verdadero origen de la llamada arquitectura moderna. En efecto podría hablarse de un contextualismo heroico, utópico-crítico o ejemplarizante según el cuál, la arquitectura pretende ejercer parámetros de control de la ciudad. La modernidad arquitectónica puede así, ser revisada bajo la perspectiva de su voluntad utópica de arquitecturizar (controlar) lo urbano o más bien la forma urbana. Aún en este plano utópico-crítico la voluntad de control de la ciudad según variantes de arquitectura pro-contextual, asumió diversas variantes en la modernidad (Solá Moralesxcii) tales como la arquitectura del empirismo nórdico y su pretensión de generalización de un pintoresquismo insípido, la arquitectura del Team X y sus proposiciones de densificación arquitectural de las escalas intermedias de la ciudad, la arquitectura de las utopías sesentistas (Archigram, metabolismo, arquitecturas colectivas de periferias, etc.) y sus pretensiones cuasi maoistas de regular la vida social y el consumo mediante macroestructuras, la arquitectura de la tendenza y su enfoque historicista basado en un mecanismo analógico de talante albertiano y con la proposición de generalizar una mundialización ficticia de la ciudad histórica europea, la arquitectura del IBA berlinés con sus metáforas anatómicas y orgánicas tendientes a recomponer tejidos, suturar vacios, etc., la arquitectura de las actuaciones en centros históricos con la plataforma de establecer una confianza cultural en la fuerza de lo dado y la arquitectura de las intervenciones metropolitanas apoyadas en una delimitación de clarificaciones fronterizadas dentro de contextos percibidos como selvas salvajes e inmanejables. En el esquema que estamos desarrollando al menos como hipótesis podríamos sostener que toda práctica culturalista signada por una voluntad de talante regionalista podría definirse en torno de una lógica proyectual contextualista, precisamente por admitir la prevalencia de consolidar la idea de identidad (como diferencia) que tiene una cultura regionalxciii. Si el contextualismo depende en alguna forma, de admitir una intrínseca calidad apriorística de la ciudad y el territorio respecto de toda nueva artificialización o transformación de tales contextos previos, ello conllevó, por una parte a cierta reivindicación nostálgica de lo previo y por otra, a una concepción de ideal adecuación entre el contexto formal o espacial y una nueva intervención.

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El declive de la calidad actual de la ciudad – la idea de inhospitalidad creciente denunciada por Heidegger como consecuencia de la autonomía de la técnica y de la constitución de un neo-metafísica del ser en lo tecnológico de la contemporaneidad– comienza a erosionar la entidad positiva del contextualismo o a situar a éste en una inexorable operación rememorativa. Algunos críticos (Tzonis, Lefaivbrexciv) percibían hace unos años que la entonces hegemonía arquitectónica de la deconstrucción significaba un cierre del discurso contextualista, debido a algunas carácterísticas de dicho pensamiento: la negación del lenguaje (o la puesta en crisis de la condición narrativa de la arquitectura, en su intento de establecer un inter-texto entre ciudad y arquitectura), la reducción de los significados a un virtual metalenguaje arquitectónico, el culto al silencio comunicativo o el apego a una actitud hiper-analítica que clausuraba todo discurso totalizado; todo esto se configuraba como anti-contextualista. De allí que pasa a hablarse de un contextualismo sucio cuya paradoja central radica en que ahora la arquitectura, sin referencias calificadas (la ciudad de la basura o los territorios devastados o erializados ya no eran elementos de reivindicación y deseo) puede ejercer una nueva práctica mimética de la bad city. El desvirtuamiento del contenido ético del contextualismo heroico o positivo retiene sin embargo el método de acoplar la nueva arquitectura a los contextos, sólo que si ahora el contexto es malo, la arquitectura también lo seráxcv. Entre las diversas maneras diríamos neo-contextualistas, de situar la posibilidad del proyecto arquitectónico vinculado con la mala ciudad, Lefaivbre reconoce cuatro expresiones: el contextualismo crítico-cínico, que sería una postura crítica y desalentada no sólo de los espacios modernos sino también de cierto positivismo estúpido del posmoderno, incluyendo la idea salvífica del collage-city, el contextualismo anti-contextual (o anti-fenoménico) o realismo sucio , que recupera la idea wittgensteniana de las lebensformen –formas de vida– y que tiene una voluntad casi periodística de registrar los detritus de la ciudad, el contextualismo de extrañamiento o la re-presentación agudizada, que plantea un efecto de distancia estética o capacidad de re-presentar, por ejemplo, lo viejo-moderno despojado de toda aureola de utopía o restringido a su carácter formal residual y el contextualismo negativo que sería el formulado mediante la exposición brutal de elementos que sancionan la pérdida de valores o cualidades clásicas o modernas. La lógica contextualista pudo tener en la tardomodernidad una orientación ligada a moderar la violencia simbolica de lo nuevo mediante la formulación de una forma de proyecto muy consciente de las condiciones y cualidades del contexto, ayudando a preservarlo o aun a enaltecerlo desde el punto de vista cultural por ejemplo en los trabajos de Van Eyck. Avanzada la postmodernidad esta lógica deviene modificada por la omnipotencia del mercado y asi lo contextualista transmuta mas bien a lo reproductivo, el reposicionamiento de valor de un constructo atento a su condición de mercancía urbana o inmobiliaria. Prevalece asi por una parte una extensión de las actuaciones mas allá de aquello significativo en materia de identidad y cultura (si bien, en paralelo también se expande el marco axiológico de lo considerado de interés patrimonial) que se liga a explorar lo dado de edificios existentes como un valor o material usable como punto de partida para una re-valoración, entendida

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tanto como un aprovechamiento de condiciones o cualidades cuanto como un componente estimable de valor de cambio que puede competir con la variante de tabula rasa. Por otra parte, tales modalidades contextualistas ampliadas a un horizonte reproductivista ponen en evidencia posibilidades estéticas inéditas desde la obra nueva, que van desde el modelo de objetc trouvée (cosas extrañadas de su significación originaria) hasta el cultivo de estéticas de fusión implícitas en variadas formas de mezcla de lo viejo y lo nuevo mas allá de todo parámetro ligado con las estipulaciones patrimonialistas. Dentro de tal producción y fronterizados con atributos vinculados a la productividad o a la materialización precedentemente considadas en el ítem previo, algunos trabajos de Kengo Kuma, como su propuesta para el grupo D del condominio de Jeju Ball (2012) en la isla homónima de Corea del Sur, explotan un modo de analizar lo territorial dado – slas volcánicas con muchos materiales geológicos dispersos y sedimentariamente depositados– para decidir realizar una especie de tejido-cubierta que regula y uniformiza el grupo de viviendas resuelto con tal piedra volcánica, intentando restituir a un contexto geográfico-geológico la novedad de una intervención nueva que casi emerge bajo una capa de camuflaje territorial. La idea de lo existente-natural como punto de partida al cuál deberá acogerse la novedad del proyecto destaca en el conocido ejercicio de Peter Zumthor para las Termas de Valls (1990) en el que unas formaciones esquistosas con manantiales surgentes deviene material sobre el que el arquitecto tallará o deducirá su proyecto, que es practicamente una forma de dialogar con el sitio y su materialidad en que la piedra del lugar transmuta en material de proyecto. La voluntad de formular proyectos como analogías emanadas de lecturas de lugar es sintomática en algunos trabajos de Steve Holl, como el Campbell Sport Center, Nueva York (2012) en que el trabajo se inserta en un suburbio industrial portuario del que deduce su lenguaje y materialidad aun cuando sea totalmente nuevo: pero con una novedad que restringe la creatividad posible del diseñador a la intención de establecer consonancias con la estructura del paisaje preexistente. Que en otros trabajos de su autor, como la ampliación de la celebérrima Escuela de Arte de Glasgow -el conocido proyecto de MacKintosh- y contra lo que parecía debía ser un poderoso elemento previo al cuál acogerse linguísticamente y con el que buscar cierta clase de analogía, resulta empero tajante y deliberadamente contrapuesto, procurando una disonancia discutible y desde luego, nada contextualista. Un pequeño trabajo del grupo holandés MVRVD - denominado Didden Village, Rotterdam, 2007– plantea el desarrollo de un conjunto de áreas residenciales en las cubiertas de edificios históricos, mediante un interesante manejo de dos argumentos contrapuestos:una homología o imitación de las formas y volumetrías tradicionales junto a una acentuación de las diferencias entre lo existente y lo nuevo en la que esto se verifica mediante cambios de escala y distinciones violentas en los colores de las construcciones. Varios trabajos del inglés Will Alsop –como especiamente el complejo llamado Clerke Quay, en el puerto de Singapur (2006)- constituyen ejercicios casi canónicos de las refuncionalizaciones de antiguos componentes de arqueología industrial en lo que remite a una larga serie de intervenciones, a veces articuladas con los procesos de la gentrification y en otros casos como el de Singapur, mas bien ligados a capturar áreas en desuso para favorecer nuevas actividades recreativas para el turismo y la población generalizada.

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Quizá en la esfera de la marginalia, la lógica contextualista recupera algo de su inicio tardomoderno asociado a la ampliación de lo patrimonial, sobre todo cuando resultan intervenciones urbanas en contextos donde tal patrimonio es relativamente débil o excesivamente nuevo, en lo que parece otorgar a esta clase de lógica en esta dimensión, el peso de lo memorable. En particular la búsqueda de emergentes de memorabilidad puede darse en los paisajes entendidos como depósitos de memoria y reservas de identidad mas que en una perspectiva monumental en un sentido antropológico ligado a las marcas que una sociedad infrige a un territorio o una ciudad. El artista Xul Solar por ejemplo, además de su casa-estudio porteña devenido en el Museo Xul Solar, proyectó y construyó para si una Casa en el Tigre(1960) que significó, en cierta forma, una cierta expresión de las ideas del artista respecto de dicho ambiente natural (en el que por otra parte, había nacido) y una traducción arquitectónica, con las limitaciones de una virtual autoconstrucción, de sus ideas plásticas. Esa casa y su emplazamiento fue estudiada y restaurada por un equipo liderado por Pablo Beitía- quién ya había desarrollado el citado Museo Xul Solar sobre la casa urbana del artista- y luego fue tomada como referencia o punto de partida para la proposición de un segundo Museo Xul Solar, en el Tigre (2009), cuyos varios proyectos fueron diversos intentos de indagar sobre lo memorable propio del genius locci de un sujeto singular de la cultura porteña y sudamericana. El proyecto que la peruana Claudia Uccelli propuso para su Museo Cao, cercano a las ruinas moches de las Huacas del Sol y de la Luna,Trujillo (2008) implica además de tratar de desarrollar un museo de sitio indicativo de la riqueza arqueológica del yacimiento cercano, la vocación de desplegar una forma de proyecto contextualista si cabe, de las estructuras territoriales del entorno, habida cuenta del curioso formato de monumentos disimulados dentro de túmulos visibles como naturales (pero que no lo eran) que desarrolló tal cultura originaria. La Shifa House, en Xian, 2011, proyectada por el colectivo chino RUF también alude a imitar las características tipológicas y tecnológicas de los asentamientos populares, con una clase de contextualismo imitativo y deductivo de tales construcciones referenciales e interesado en obtener unas cualidades de los espacios proyectados que resultan cercanas a las estéticas naif de las construcciones populares asi como lejanas de alusiones a estéticas propias de la modernidad (como el exhibicionismo tecnológico o la búsqueda de articulaciones estrictas entre forma y función) destacándose asi, por ejemplo, un interés en mostrar los objetos gastados por sus usos intensos y por así decirlo, estéticamente preparados para una demostración elocuente de la intensidad de su utilización social empírica y simbólica. El venezolano Laboratorio Urbano Distopía se propone en sus trabajos de renovación ecológica de cuencas (Caracas, 2009) considerar la posibilidad de proyectos que por una parte, aceptan y reconocen la existencia de ocupaciones ilegales en las áreas de cañadones de las laderas de la ciudad (terrenos de tan baja calidad ambiental que son peligrosos de habitar y están prácticamente fuera de mercado y por tanto son ocupados por poblaciones de extrema pobreza y marginalidad) y por otra parte se proponen considerarlos como puntos de partida de adaptaciones y mejoras que mejoren su seguridad y saneamiento de modo que los proyectos son asi, analíticos y luego de

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consolidación de los procesos populares de asentamiento, que tienen sus tradiciones de lucha y desarrollo político de sus comunidades como un valor a potenciar. Lo mismo, aunque en una dirección algo diferente, se propone el boliviano Carlos Villagómez, en el desarrollo de sus investigaciones y proyectos de lo que denomina arquitecturas chichas, arquitecturas populares emprendidas de manera extradisciplinar en ciudades como El Alto, cerca de La Paz, donde radica por caso su proyecto para la ONG SERPAJ (2003), que procura, aun como proyecto nuevo, resultar un comentario e interpretación de dichas arquitecturas populares en las que hay discernir sus elementos expresivos ( a veces cercanos al gusto kistch) y valorar la posibilidad de aportar a estéticas mestizas que en todo caso, sean representativas de las condiciones sociales y culturales de sus usuarios y habitantes.

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Capítulo 4

PAISAJE DE PAISAJES EXOGENOS Y ENDOGENOS CULTURALIZACION DE LA NATURALEZA E INTERACCION SOCIAL

En este texto fundimos y reelaboramos dos investigaciones y escritos previos que podrían confluir sobre la cuestión genérica del paisaje, o de diferentes ideas de paisajes, básicamente refiriéndonos a los paisajes exógenos a un grupo social determinado que lo habita, percibe o disfruta y a los paisajes endógenos que constituyen el sistema de sujetos, objetos y relaciones de lenguaje en que se verifican las formas de la interacción social desde la escena doméstica (caracterizada en su intensidad poética por ejemplo, en Gastón Bachelardxcvi) hasta lo que Jürgen Habermasxcvii llamó esfera pública. Se trata por cierto de construcciones bien diferentes: los paisajes exógenos como aquello que comprende desde una historia larga de las representaciones de tales escenas (lo que en las artes se denomina pintura de paisaje, como un género, por ejemplo, en los que a menudo, la acción de representar es un procedimiento complejo de seleccionar, describir e instituir una instancia paisajística que quizá hasta entonces, era in-visible) hasta las acciones técnicas, perceptuales y ambientales de observar, modelar y transformar estructuras determinadas de paisaje en aquello que constituiría el metier de los llamados landscape architects, incluyendo además aquellas reflexiones y producciones que los arquitectos hicieron en sus trabajos proyectuales a través de propuestas de articulación con escalas de paisaje externo a sus obras, profundizando y complejizando si cabe, la mera implantación de las mismas. La arquitectura que primariamente pareciera ofrecer pieles o envoltorios ambientales a diferentes instancias de interacción social, desde la residencia elemental a todas las configuraciones definidas por alguna clase de funcionalidad específica, en algunos casos avanza en trabajar relaciones con entornos que crean transiciones y desbordes a aquella especifica cualidad o condición de envolvente. Los paisajes endógenos serían los visibles en el dominio propio de las interacciones sociales, por ejemplo el complejo artefactual que puebla interiormente una vivienda y que entabla con sus sujetos habitantes unas relaciones sistémicas de usos y aplicaciones instrumentales pero también de fruición y disfrute. En primer término así, se coloca un textoxcviii que pretende ofrecer una mirada más o menos comprehensiva del estado de las vertientes conceptuales del paisajismo, vinculando tal panorama con ciertas propuestas que originan estas actividades desde el siglo XVIII para ofrecer un primer registro de circunstancias inherentes a la figura de paisajes exógenos que estamos proponiendo.. Y en segundo término incluímos un escrito sobre los primeros resultados de una indagación en cursoxcix sobre la necesidad de reformular la casi clásica noción de diseño integral o total emanada del discurso renacentista aggiornado en las etapas bauhausianas y que habría dado lugar a una supuesta paternidad de la arquitectura como paraguas disciplinar del que se ramifican diferentes modalidades escalares fruto de actividades proyectuales tales como los objetos del llamado diseño industrial, las piezas del diseño de indumentaria o los productos y procesos inherentes al diseño de comunicación social que en un

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origen moderno habrían sido engendrados por el diseño gráfico y que luego derivan hacia los diseños multi-mediales de información y comunicación. La hipótesis que sobrevuela estos trabajos es que podría hablarse de un paisaje exógeno o ambiental consecuente de un diseño de envolventes ante diferentes condiciones de habitabilidad emergentes de cada sitio en tanto bioma y de un paisaje endógeno o sistémico que refiere a la interacción de humanos y no-humanos (según la terminología de Latour, a que aludimos mas arriba en estos textos) que configuran dichas instancias de habitabilidad repotenciando las figuras de interacción social entre sujetos con sus soportes naturales y entre sí ( es decir: la interacción directa del sujeto con la naturaleza y las interacciones directas entre sujetos mediante formas de comunicación lingüística elemental) a través de un conjunto de artefactos materiales e inmateriales que van desde los enseres domésticos a las herramientas comprendiendo además los productos de la comunicación. I PAISAJE DE PAISAJES EXOGENOS Se trata de discutir un cuadro o mapa conceptual de posturas que relacionan ciertas maneras de proyectar paisajes con ciertas ideas o enfoques surgidos a menudo, de nociones filosóficas. Es decir, posturas históricas que refieren tanto a que se entiende o concibe como paisajes, cuanto a metodologías de análisis y proyecto de los mismos. Debe tenerse en cuenta, bajo tales consideraciones, la relevancia que estas temáticas tuvieron básicamente en el arranque del siglo XVIII, por ejemplo en Gran Bretaña alrededor del publicista Joseph Addison y su diario The Spectator (que sacó 555 números y tuvo hasta 60000 subscriptores, siendo el primer órgano según Habermas, en referirse a lo público, a través de un espectador ficcional que hacía comentarios, el dandy Roger de Coverley , quién se erigió en verdadero árbitro del gusto) que se refleja por caso, en esta transcripción (el original posee la profusión de mayúsculas que se verán) de un fragmento de su número 37c: Sir Roger me ha entretenido una Hora con una Descripción de su Finca, la cual está situada en una especie de Selva, como a unas cien millas de Londres, y parece un pequeño Palacio Encantado. A sus Rocas se le han dado la forma de Grutas Artificiales cubiertas con Madreselvas y Jazmines. Los Bosques están talados formando Caminos con sombra, entrelazados como Parra, y llenos de Cajas con Tortugas. Las Fuentes están hechas para correr entre Guijas, y de ese modo aprendieron a Murmurar muy agradablemente. Asimismo están conectadas a un Hermoso Lago habitado por una Pareja de Cisnes, el cual se vacía por un pequeño Arroyo que corre a través de un Médano Verde, y es conocido en la Familia por el Nombre de El Arroyo Susurrante. El Caballero de la misma manera me dice que esta Dama preserva su Juego mejor que ninguno de los Hombres de Campo, no es (dice Sir Roger) que ella ponga un Valor tan grande sobre sus Perdices y Campesinos, como sobre sus Alondras y Ruiseñores. Puesto que ella dice que cada Pájaro que se mate en su Tierra estropeará a un Consorte, y que ella indudablemente lo extrañará el Año entrante. La acción de Addison –político, diplomático y traductor de las Geórgicas de Virgilio, una clásica apología de lo natural– fue, a través de tales artículos

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leídos por tanta gente, una verdadera introducción del paisaje como parte de aquello entendido como público y observable e incluso fué de mucha influencia política de sesgo conservador. También introduce una visión aristocrática acerca de la defensa de la naturaleza. En esos años iniciales del XVIII no sólo se organizan de tal forma conceptos y jardines sino que empieza a forjarse una definición general de paisaje – entendido como modo de describir y construir estructuras territoriales sujetas a percepción y uso dominantemente naturales – por lo que a partir de tal noción se trata de analizar sucintamente una historia del paisaje que abarca desde los momentos ligados al descubrimiento de lo poco conocido u ominoso del mundo natural (separando si fuera posible, magia de ciencia) hasta las operaciones de manipular lo natural como un espacio humanamente modelado y expresivo del poder hasta las instancias en que se trata de internalizar relictos o fragmentos de naturaleza dentro de la completa artificialización que supondrá la ciudad moderna. Mas recientemente el paisaje entendido como una cosmovisión o sistema de teoría y práctica de actuación en contextos en algún grado de antropización ( ya no queda ningún residuo puro de naturaleza) se aboca a temas dominados por la problemática urbana y por la dimensión cultural, siempre manteniendo una suerte de nostalgia activa por la naturaleza perdida. Dicho sea paso, recuérdese que nostalgia es la palabra griega que nombra el mal que padecían los des-terrados, los que perdían la patria y la naturaleza perdida es la temática del poema épico-panteísta de Milton editado entre 1667-74 sobre la caída del mundo edénico y el carácter animista que atribuye a todos los elementos del mundo natural. En lo urbano se presencia el derrame de formas de asentamiento en los territorios y defectos cada vez mas graves de urbanidad en los espacios públicos y en ambas vertientes el pensamiento paisajístico aporta criterios: para expandir razonablemente los bordes de ciudades, para suturar la fragmentación de éstas o para recuperar calidades de centralidad. En lo cultural surge un espacio que por ahora puede llamarse de los paisajes culturales o del patrimonio ambiental, en los cuáles se discute cómo manejar la complejidad de formas híbridas (sociedad/naturaleza),cómo analizar el tema de la identidad encontrando referencias patrimoniales mas amplias que las artísticas o las históricas y cómo recuperar calidades ambientales perdidas o en peligro. Un ejemplo de dicha complejidad de lo que podría entenderse como patrimonio ambiental y su aspecto desde el punto de vista de un concepto ampliado como el de paisaje cultural vendría dado por las Terrazas de Moray, en Cuzco , un proyecto artificial realizado hacia inicios del siglo XV y que supone una suerte de talladura del territorio para disponer unas andenerías de carácter circular lo que funcionó como una especie de maqueta que posibilita investigar el comportamiento de distintos vegetales en relación a parámetros escalares de altura y posición en relación al sol, es decir un laborartorio de latitud-altitud para comprobar performances de tales vegetales; subsidiriamente hoy es una potente y sugerente pieza de paisaje cultural. Bajo el espectro de cierta evolución o desarrollo de las teorías y prácticas del paisaje se plantea entonces discutir, no taxativamente, 8 posturas, enfoques o modelos de teoría y práctica de actuación en/con el paisaje.

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1 En primera instancia, la idea del paisaje como aspecto ligado a las tareas de descripción y reconocimiento del mundo natural que emprendieron los científicos viajeros que recorrieron la ecodiversidad del mundo –tales como Humboldt, Darwin o Haeckelci- fundando por así decirlo la ciencia empírica y llevando adelante una primera clasificacion del mundo natural para conocimiento y producción, de dónde surje la idea de recurso o insumo natural y donde empieza a delimitarse la forma, el aspecto, la organización y la funcionalidad de determinadas estructuras naturales. Esos naturalistas, cuya condición de viajeros se liga a su interés científico en evidencias pragmáticas, suponen empero una segunda tanda de investigadores con trabajos de campo, precedidos por un grupo previo que supo acompañar a los primeros colonizadores, como el caso de Gonzalo Fernández de Oviedo, primer cronista de Indias con su Sumario de la Natural Historia de las Indias (1526) o el italiano Pedro Martir de Anglería con su De Orbe Novo Decades (1516) luego proseguido por diversos naturalistas que acompañaron viajes subsiguientes mas detallados en sus exploraciones y conquistas, como Matorras, Azara o Malaspina que recorrieron Sudamérica a fines del siglo XVIIIcii. Una vertiente por cierto significativa, de este pensamiento dominado por la observación objetiva, será evidente por caso en algunos escritos de Johann Wolfang Goetheciii, en los que conjuga su central interés por los fenómenos sociales y culturales con el registro de la naturaleza. Tanto él como el profesor de estética oxfordiano John Ruskinciv, van a presentar como motivos filosóficos la observación de la naturaleza entendida como disposición científica, no ya centrada en la imaginación, aunque de todas formas muy contributiva al forjado de la estética sublime del romanticismo. En una dimension que llamaríamos pre-proyectual, la observación analítica y crítica de la naturaleza es condición inicial y básica del entendimiento del locus y motor principal de una capacidad de transformación ( proyectual ) al menos compatible con la condición del sitio. El largo viajecv del baron von Humboldt, ya una autoridad académica prusiana cuando lo emprendió, no solo –como a Darwin– le permitió terminar de proponer una vision integrada del mundo –su megalibro Cosmos , 1806– sino que le sirvió para disentir con la inteligentzia europea que con Buffon sostenía el primitivismo americano, al menos para en su caso, admitir la preponderancia y magnificiencia del mundo natural -esa Hylea que establecía en América, una condición superlativa de naturaleza-, postular un faltante de cultura concomitante según él, con el exceso de naturaleza y disentir de manera bastante frontal con las ideas de Hegel, otro propagandista iluminista del atraso americano. El documento que Humboldt produjo de su visita al cerro Chimborazo en Ecuador es una calcografía coloreada por Jean Thomas Thibaut, según un boceto del científico. Este ascendió a ese pico volcánico de 5760 metros de altura, lo que le produjo una gran satisfacción además de la posibilidad de registrar, junto a Bonpland, la célebre vista del pico que propone por primera vez una ecología altitudinal y una interpretación de la complejidad ambiental del mundo naturalcvi. Quizá Humboldt representa el estilo relativista que Montaigne recomendaba para entender y aceptar las diferencias entre culturas. En América, tanto por persistencia de sus características originarias como por adaptación y

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transformación de los modelos de la colonización, existen configuraciones de paisaje que requieren tal relativismo y capacidad de comprender y valorar tales diferencias. Por ejemplo, el aspecto que ofrece una cocina popular en Ollantaytambo es bien diferente al de ambientes equivalentes de tradición europea y ello indica la necesidad de entender otro sistema de objetos y otra envolvente ambiental. Lo mismo ocurriría en escenas urbanas como el aspecto que ofrecen las reconstrucciones museográficas del Mercado en Tenochtitlán , sesgado por un orden de la colección y la acumulación bastante diferente del paisaje mas clasificado y segmentado de los espacios de intercambio comercial típicos de las urbes europeas y esa diferencia significó para Cortés cierto deslumbramiento por comparación con los ambientes sevillanos que para él eran los mayores espacios de mercado del mundo del que procedía. Y también ocurrirán esos efectos de diferencia e identidad en las transformaciones que sufren en América las plazas mayores o centrales de matriz europea como se advierte en la pintura de Francisco Villalpando, Zócalo de México, 1695, en que tal plaza aparece en este caso, segmentada en módulos y cierres virtuales para la función comercial pero que estaba caracterizada por una mayor abstracción (ausencia de soportales por ejemplo) que las europeas, mas tamaño y mas capacidad de resignificarse para diversos usos públicos (corridas de toros, ejecuciones, actos políticos, autos de fé, recepción de nuevos gobernantes, etc) dandose prioridad al montaje y escenificación transitoria de cada situación con proyectos efímeros de muy diversos proyectistas como por ejemplo Siguenza y Góngora o Sor Juana Inés de la Cruz. 2 Casi un siglo antes de la irrupción del método científico la idea de manipular la naturaleza emerge como una de las características del llamado despotismo ilustrado y actores como el francés André Le Notrecvii – al servicio de Luis XIV – se ocupa de plantear vastas organizaciones que pueden entenderse como imagen del poder (Versailles) en las que la geometrizacion de lo natural debe interpretarse como rasgo de dominio. Esta clase de actuaciones paisajísticas no sólo reiteran el modelo político que inspira todo acto emprendido transformando la naturaleza durante los siglos XVII y XVIII –incluyendo en ello el contenido sordamente reactivo al orden religioso propio de una naturaleza divina y por tanto in-humana: reacción que en todo caso es parte del ideario humanista instaurado desde el siglo XVI- sino que también refiere a la expresión técnica por la que el poder se apropia de novedades científicas innovativas. Versailles es asi, en lo visible, el Palacio, su organización paisajística y su implantación urbana, pero en lo in-visible es el conjunto de operaciones de acondicionamiento territorial e hídrico de la Presa de Marly, construída para permitir el despliegue propio de la Corte y su abastecimiento y para drenar un área original de humedales. Durante casi 5 años el jóven Ministro de Finanzas de Louis XIV Nicolás Fouquet había encargado al trío del arquitecto Le Vau, el paisajista Le Notre y el decorador de interiores Le Brun, realizar su mansión en Vaux-le-Vicomte, a las afueras de París que fue inaugurada el 17 de agosto de 1661 en una fiesta a la que asistió el rey y 6000 invitados. En ese lugar de varios cientos de hectáreas, este proyecto implicó desmontar y alisar terrenos, desviar cursos de aguas y disponer en el cercano sitio de

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Maincy una ciudad transitoria para los obreros que llegó a tener hospital y una fábrica de las alfombras que iba a disponer Le Brun en el palacio. Esa inauguración fastuosa –entre los contratados figuraba Moliere que esa noche estrenó Les Facheux– despertó la envidia del Ministro Colbert y la ira del rey; tres semanas después Fouquet fue arrestado, la obra confiscada y el trio de proyectistas invitado a construir Versailles. Este proyectocviii es la realización mas acabada del jardin francaise y fue desarrollado extremando las formas de domesticar la naturaleza rústica y crear completamente una naturaleza nueva . Versailles se había iniciado con la instalación de un pequeño pabellón de caza que Louis XIII había construído en 1630, en la cuenca superior de un valle tributario del Sena que contenía una meseta pantanosa. Las obras de acondicionamiento del terreno duraron 25 años y las ideas del jardinero Le Notre -que era arquitecto- fueron sustanciales para adaptar el predio cuyo elemento compositivo principal fue el tridente o patte d’ oie que poco a poco, luego de decidido el traslado de la corte, incluyó el diseño de una pequeña ciudad y un redesarrollo completo del complejo parcelario rural precedente. La organización del sitio con componentes pseudo naturales como las coulisses (bosques/pantalla) y los bosquets (macizos boscosos), el planteo de un grand ensemble controlando las visuales y extendiendo ad infinitum el trazado o el rediseño de regulación hídrica completo incluyendo la construcción del embalse y estación de bombeo de Marly, representan un punto culminante en la historia de la relación entre proyecto y naturaleza, condicionada ésta mediante todos los artificios compositivos y tecnologías disponibles, a formar parte de un discurso proyectual entera y forzadamente controlado . Decididamente Le Notre fue el diseñador de los grandes espacios representativos del poder, replicando varias veces sus trabajos para el ministro Fouquet en Vaux y para el Rey en Versailles. Dice Steenberger-Reh: Incluso el frugal Colbert mandó embellecer su palacio del siglo XVI de Sceaux (1670). En dirección norte/sur, atravesando el palacio, se dispuso la avenida del Octágono, trazada a través del valle, que comprendía la avenida en si, una larga cascada, la fuente del Octágono y un tapis vert. Hacia el oeste se extendía un eje de simetría que atravesaba el castillo. Mas tarde se excavó un gran canal, comenzado en 1690 paralelo a la avenida y al oeste de ésta. En Meudon, Servien, el ministro de finanzas de Louis XIV comenzó la construcción de una gran terraza de 253 por 136 metros, situada en una loma que dominaba el Sena. Desde la terraza se goza de una espléndida vista del paisaje y de la ciudad de Paris. Esta terraza, que formaba parte de los cimientos del palacio, se incorporó mas tarde (1679) a un eje espacial de un kilómetro de longitud que iba desde el Sena hacia el norte, a través del eje longitudinal de la terraza, en línea recta a través de la ribera con un lago, hacia el sur, hasta lo alto del horizonte (p.195). Meudon a partir del jardin de Servien, fue entretejiendo una vasta red de avenidas y diagonales que reorganizó por completo un vasto territorio comarcal de pequeñas parcelas rurales. En toda esta secuencia de arquitectura y paisajismo clasicista francés el proyecto, como instrumento relacionado con el armazón de representaciones de poder, avanza sojuzgando lo natural en un intento complejo de domesticarlo mediante operaciones perceptuales -el ver / aprehender será un dominar- y

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técnicas (mediciones topográficas, desmonte, reordenamiento de los cursos de agua, etc.) . 3 También en el siglo XVII los hombres prácticos del paisajismo inglés se plantean, aún en regímenes mas bien aristocráticos, ablandar o deformar el paisaje para que éste recupere ciertos valores románticos y allí jardineros como Joseph Paxton , con quién arranca la idea de gran parque libre que llegara al Central Park americano, planteará que el paisaje debe imitar lo natural en la forma de una ilusión subjetiva, buscando que el sujeto reinstale una relación emocional y afectiva con un paisaje que aunque artificial o construído, parezca natural o espontáneo. Los trabajos paisajísticos de Lancelot Capability Brown rematan y culminan la tradición del picturesque británico forjado con las ideas teóricas de tratadistas conservadores como Hogarth , Burke o Addison generalmente sostenidas desde el periódico The Spectator como mencionamos arriba y a la que adherían personajes como Daniel Defoe, el autor del Robinson Crusoe y cultor encendido de un retorno a la naturaleza que podía recuperar en Gran Bretaña la tradición celta y aun el espíritu silvestre de los griegos pero nunca la matriz de dramática afectación formal de los territorios de la influencia romana y francesa; terratenientes aficionados como Payne Knight y Uvedale Price se dedicaron amateurísticamente a acondicionar sus campos según estas prescripciones. Brown (1716-1783) era un jardinero pragmático y le interesaban las forestaciones silvestres de cada región, utilizaba el haw haw (zanjas semiocultas) en lugar de los cercos, solía acompañar a sus brigadas de trabajo en el campo y recomendaba hacer jardines que aunque siendo parte de los palacios solariegos, tuvieran áreas productivas asi como bosques nuevos y no exhóticos que a futuro dieran maderas utilizables. También se ocupó de rediseños o agregados cuya intención principal era anglificar y desordenar la anterior tradición algo acartonada del palladianismo inglés. En sus muchos trabajos tales como el Croome Park, 1785, o la organización paisajístico-territorial del Stowe Castle, 1783, destaca la cualidad empírica de Brown y su aportación crítica al jardin francais, lo que sin embargo no hace que su manera de proyectar fuera menos compleja, ya que toda su característica de espontaneidad natural es fruto de cuidadosos trabajos escénicos. El temprano modelo del serpentine style que Paxton instaura en su diseño del Birkenhead Park en Manchester, iniciado en 1834 y concluído casi dos décadas mas tarde , propone por vez primera, un esquema libre y espontáneo, segregado del rígido geometrismo francés y con la voluntad de reintroducir en el corazón de la ciudad, una pieza evocativa de la naturaleza que ahora aparecía muy lejana de la vida cotidiana. El parque urbano iba a significar un fragmento de recordación de aquella naturaleza, una oportunidad para investigaciones biológicas y un espacio de educación –mas que de recreación- social. Paralelamente demostraba que perder unas hectáreas centrales se compensaba con creces con el aumento de renta del suelo circundante. Olmsted conoció Birkenhead y con tales ideas asi como con la ayuda del paisajista inglés Calvin Vaux, se le ocurrió la idea del Central Park neoyorquino,

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que en su largo debate permitió que su diseñador abordara un paso previo en su Prospect Park de Brooklin. Esa tradición inglesa progresivamente apartada del modelo francés y con algunas expresiones teóricas como las publicaciones de fines del XVIII de Payne Knight (An analitical enquiry into the principles of taste, 1794), Uvedale Price (Essays on the Picturesque, 1795) y un poco mas tarde el escrito de Humprey Repton (Observations on the Theory and Practice of the Landscape Gardening, 1803) quién repara que hay que construir jardines iguales a los que pintan los pintores, iba a recaer finalmente en un interés por extrapolar esas experiencias privadas en algunos espacios semipúblicos o públicos en los suburbios jardín victorianos, tareas en las que iba a destacar el tratadista John Loudon (Encyclopedia of Gardening, 1822 y la edición en esos años de la primera revista de jardinería, The Gardener’ s Magazine) y en especial, el jardinero y constructor de invernaderos Joseph Paxton que mas tarde se haría célebre por el diseño del Crystal Palace en 1851. Paxton abogaba por parques públicos y había montado una organización que acopiaba donaciones para hacer esos parques por suscripción pública además de lanzar también su publicación periódica Horticultor Register. La filosofía paxtoniana otorgaba al desarrollo de parques urbanos un valor redentor frente a las miserias de las urbanizaciones industriales y por eso apelaba a las donaciones de los adinerados empresarios en la idea de una exculpación de sus desastres proferidos al orden natural. Dentro de esos emprendimientos, el mencionado Birkenhead Park de Liverpool es el primer parque público urbano y en este proyecto Paxton instaura el llamado Serpentine design, luego tomado como motivo central de los suburbios pintorescos además de concebir un espacio complejo que introducía free nature asi como deportes y diversos equipamientos. La obra de Olmsted -americano de formación europea, visita los trabajos de Paxton por ejemplo- y el inglés Vaux que iba a culminar en el Central Park ( parque que se inicia con la compra de la tierra por el prefecto Kingsland en 1851 y el proyecto Greensward de Olmsted/Vaux que gana el concurso llamado en 1858 y luego dirijen los trabajos hasta su terminación hacia 1870) pero más genéricamente en el montaje de una tradicióncix que confirma la línea teórica del pensamiento Golden Day (Emerson, Thoreau), la utopía de la democacia individualista consumada en el retorno a lo natural –que vincula el ideario del afrancesado Jefferson con la conquista de la frontera– y los primeros incidentes de renaturalización de lo urbano en la construcción de rural cemeteries como Greenwood en Brooklin muy cerca del Prospect Park ya citado. Hay clara incidencia del serpentine design en la voluntad de proceder a deslindar completamente el maquinismo abstracto de lo urbano respecto de la organicidad natural: el parque Prospectcx de poco mas de 400 hectáreas incluye The Long Meadow, el mas grande lago artificial urbano construído en USA dentro de un parque, de 36 hectáreas de superficie y varios componentes como un zoo experimental y el llamado Audubon Center para la conservación vegetal. En su momento fue un proyecto bastante oneroso –costó cerca de 9 millones de dólares, casi en partes iguales los fondos de expropiación y construcción– lo que buscó paliarse con la habilitación de parcelas preferenciales frontales al nuevo parque aunque no pudo evitar acciones del célebre operador inmobiliario

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neoyorquino de los 40, Robert Moses, que ahora busca rehabilitar en un retorno al proyecto original un grupo llamado Prospect Park Alliance, activo desde los 90. El parque se planteó según un Report de Olmsted escrito en 1865 donde valoraba la condición natural del lugar –la última estribación de las antiguas morrenas geológicas neoyorquinas en el sitio Prospect Hill– y la densidad cultural del área, escenario de la batalla independentista de Long Island. 4 La tradición inglesa llega a USA –no sólo en el Central y el Prospect Park y en la idea del cementerio parque– sino también en otras novedades como los parques nacionales naturales (el primero es de fines del XIX: Yellowstone) y en actuaciones como las de Benton MacKaye quién en su Apalacchian Trail se planteará descubrir un itinerario y proponer una idea de paisaje como memoria y reserva: memoria como lugar de recuperación de identidad nacional y reserva como área manejada para que no se extingan cualidades de paisaje. También aquí se redita la noción de una fuerte identificación topofílica entre sujeto/comunidad con el topos. MacKaye no solo evoca la fuerte frontier culture de los expedicionarios que investigaban el vasto territorio americano en busca de panoramas pero también de espacios susceptibles de explotación sino que también fue uno de los fundadores de la importante Regional Planning American Association, que junto a otros miembros célebres como Lewis Mumford o Clarence Stein iban a desarrollar no sólo, una fuerte crítica a lo tecno-urbano sino que iban a continuar con planteos relacionados con esquemas territoriales (el sistema del Tennessee Valley fue uno de sus ejes). El mismo MacKaye, ingeniero forestal de profesión, había trabajado en un asentamiento innovativo para Henry Ford dentro de la TVA –el enclave de Muscle Shoals– hasta que en 1921 escribe las pocas páginas en que propone el Appalachian Trail, un espacio lineal de casi 1500 kilómetros que tenía que convertirse en un recorrido –trail– casi patriótico y que contenía según su análisis, mas de una decena de áreas naturales de alta calidad que debían convertirse en parques nacionales (cosa que ocurrió) y que asimismo contenía las reservas minerales, madereras y de agua fósil de las que dependería todo el desarrollo del frente urbano de la East Coast (y esos reservorios se convirtieron en áreas de propiedad estatal y asi siguen). La acción de MacKaye –especialista en lo que llamaba timber mining, minería maderera– es sin embargo contradictoria; para algunos es un avanzado ecoproyectista, para otros, representante del pensamiento mas elitista y conservador. MacKaye, después de muchos recorridos, escribe un artículo en 1921cxi proponiendo reconocer este sendero de cresta que atraviesa los Apalaches uniendo Canada y Virginia. Lo considera un frente de expansión para la necesaria activación de la economía y la recuperación de valores ancestrales al hablar de tres objetivos (recreación, salud y empleo) organizados en relación a tres cualidades o componentes (perspectivas paisajísticas, oxígeno y producción de maderas para la construcción). Habla de que debe repoblarse una ruralidad perdida y piensa que se pueden ocupar 25 millones de acres para que se creen unos nuevos 40000 puestos de trabajo. El proyecto fue asumido como uno de los referentes del planeamiento regional que postulaba la RPAA, se iba a usar para desarrollar numerosos parques

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nacionales y para definir reservorios de madera silvestre y agua fósil consideradas estratégicas para la sustentabilidad del frente urbano que está al piedemonte y que incluye ciudades como Washington, Baltimore, Nueva York, Filadefia y Boston. En 1979 se creó la ONG Benton MacKaye Trail (BMT) que promueve recorridos pautados en un trayecto de 480 kilómetros. 5 Dentro del tema de reintegrar naturaleza dentro de la dominante tecnificación de la ciudad moderna emerge un tipo de paisajismo –por ejemplo en el grupo holandés West 8– en que los proyectos de paisaje son estratégicos para la revitalización urbana, para alcanzar una suerte de reurbanidad que opere a favor de la recalificacion de la centralidad urbana con fragmentos híbridos ( mezcla de componentes naturales-culturales) donde nace la noción mas reciente de paisajes culturales, tarea de expertos en material natural pero a la vez, de cientistas y activistas sociales. El citado grupo holandés, radicado en Rotterdam y liderado por Adriaan Geuze viene realizando la práctica mas significativa de landscape architecture europea desde una formación básica de arquitectos convencionales, lo que emerge en muchos de sus trabajos, mas cercanos al concepto de proyecto de restructuración urbana que a puras acciones paisajísticas ligadas al menos a componentes mas naturales salvo en el caso de Singapur, donde desarrollan el perfil de paisajistas dentro del plan general One North a cargo de Zaha Hadid. Si en la mayoría de sus intervenciones destaca una idea de paisaje dominantemente cultural –como es el caso de la seca e industrial plaza de Schouwburgplein, Rótterdam, 2004 , que tiene vastas superficies cementadas y unos artefactos lumínicos que evocan grúas portuarias pero también unas montañas revestidas de rosas evocando los bombardeos que sufrió este sitio en la II Guerra - Buona Vista resulta en cambio un detallado intento de trabajar el acondicionamiento del espacio público utilizando la compleja oferta vegetal tropical del sudeste asiático y dentro del modelo green city que inspira la política de desarrollo de esta ciudad-estado. Otra dimensión de actuación devenida en acciones paisajísticas surge del campo del land-art o de las teorías y prácticas artísticas aplicadas a acciones en y con el territorio como las realizadas por Benoit Tremsal en Elsbachstal desde 1994. Tremsal es un artista nacido en Francia en 1952 de formación básica como músico que trabajó con Joseph Beuys y con el aktioniste autríaco Otto Muhl que ha destacado en un concepto de acción territorial basada en la manipulación de materiales y procesos naturales, como este parque/escultura realizado en Alemania como práctica de restauración territorial de depósitos de residuos minerales o su conocido proyecto de las Torres de Agua, evancescente objeto de plexiglás de tres columnas de diferente altura que reciclan permanentemente agua, realizado en Les environmentalles, la muestra que la Ecole de l ‘ Environment et Cadre de Vie realiza anualmente en Jouy en Josas. Ciertamente esta clase de actuaciones viene impulsada por la actividad fundante de artistas como Robert Smithson con trabajos como Spiral Jetty en Salt Lake City, 196 – o Richard Long, con múltiples acciones de sitio o museo hechos desde los años 70 hasta proyectos como el McDuff Circle, en 2002. Long en particular viene realizando desde su sede-estudio en Bristol, acciones

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territoriales fruto de campañas efectuadas en territorios naturales de su propio país, USA, norte de Africa y Asia. El trabajo es a la vez una travesía y una inscripción, un descubrimiento de un lugar dominado por sus características de naturaleza generalmente árida y mineral, que es estudiado, relevado y cuidadosamente descripto y entendido para luego ser leve y transitoriamente trastornado por una modificación relativa de su materialidad (piedras que se reubican, conformando por ejemplo, una línea recta o un círculo, que remiten a la tensión antropológica del inicio de la historia, entre naturaleza y cultura, ésta entendida como un rito; trazas o caminos que apenas se demarcan sobre una cubierta vegetal, etc.). La acción artística –y el producto consecuente, la obra de arte– es el registro de todo el proceso, ya que el objeto en si es transitorio, casual y relativamente evanescente concluído el control que el artista tiene del territorio intervenido, pero la misma tiene la virtud de poner en evidencia la condición fundante u originaria (en un sentido que podría entenderse como heideggeriano) del hacer propio del arte, que es ante todo tomar conciencia del territorio naturalcxii. De tales prácticas emergen landscapes architects –que es una formación específica en USA iniciada en Harvard a fines del Siglo XIX– como Peter Walker quién realizara intervenciones tales como el Jardín de Solanas, Texas entre 1984-93, la Plaza Fuente de Los Niños en San Diego, de 1998 o el Parque Tanner en Portland, en 2002. Walker dirige quizá una de las oficinas mas grandes exclusivamente dedicada al diseño paisajístico con sede en Berkeley y mas de 80 especialistas en su nómina. Es responsable de obras tales como el Sydney Walton Square en San Francisco, el Ashaikawa Riverfront o el Triangle Park de Saint Louis, proyectos en los que predomina un alto interés por la integración de gestos paisajísticos muy geométricos y cercano a discursos como los propios de los proyectos arquitectónicos. En otros casos como el proyecto Saitana en Japón, ahora en construcción , las ideas son por el contrario estrechamente vinculadas a ideas ecosistémicas y de potenciamiento del locus natural y en el caso del Milleniun Park, hecho para las olimpíadas australianas de 2000 en Sydney –una operación de mas de mil acres de extensión– el concepto va en línea con el montaje de un parque metropolitano de una envergadura casi inexistente durante el siglo XXcxiii. En esta línea destaca en Europa la acción de Jacques Simon, por ejemplo en las llamadas intervenciones paisajísticas efímeras, de 1990 –una serie de escrituras territoriales sobre predios de explotación agrícola – o el Parque Saint John Perse, en Reims, 1970, donde se trata el tema de la naturaleza exangüe o amorfa, mas que el intento de reeditar geometrías regularizadas. Simon devino de la práctica de la arquitectura paisajística –de la cuál el mencionado Parque Saint John Perse hecho junto a quizá el mas importante paisajista francés, Michel Courajoud, es un referente importante, como se dice arriba, en la búsqueda de un paisajismo casual, lo mas natural posible o lo mas distante del forzamiento proyectual de una acción demasiado regulada por la geometría– a lo que llamó articulture, una fusión de acciones proyectuales y comunicativas operando con la materialidad rural de campos agrícolas cultivados que en definitiva abren una perspectiva renovadora dentro del espectro de actuaciones que definen acciones proyectuales mas o menos vinculadas a materiales naturales y en rigor, a largas cadenas de mediaciones y culturalizaciones, ya que de eso se trata la agricultura, tampoco una actividad que pueda ser entendida como natural.

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6 En casos de paisajistas como Ian McHarg, Dan Killey o Geoges Hargreaves la actuación paisajística aparece como intento de rescate de la naturaleza extinguida o dañada, como estrategia de remediación en las que la producción de paisaje debe entenderse como el uso de biomas (como los humedales) y en que la acción a llevar adelante es de carácter remedial (como el célebre caso alemán del Emscher Park). La obra de Lawrence Halprin oscila entre diversos trabajos de paisajismo, planeamiento geográfico (como la selección del sitio donde se construiría el condominio Sea Ranch, en la costa norte de California) , organización de eventos (como el Mardi Gras, carnaval de New Orleans que produjo y diseñó por muchos años) y diseño y montaje de metodologías de diseño participativo ( entre los que figuran los libros RSVP y Taking Part )cxiv. En sus actuaciones paisajistas se encuentran intervenciones como el Heritage Plaza en Fort Worth, de 1976, que fue pensado como espacio evocativo de la identidad lugareña y concebido entonces conjugando motivos ligados al verde y al agua según se manifiesta en la región, a lo que se agregan referencias vinculadas a la historia local o la llamada Lovejoy Fountain, en Portland, 2002 , donde vuelve a experimentar con asociaciones de agua y piedra, evocaciones de mundos naturales que despliegan estímulos de memoria local . Quizá de manera opuesta a Walker, los trabajos de Hargreaves, también a cargo de una oficina grande, se dedican a acciones menos artificiales o culturales o mas ligadas a trabajar con los materiales naturales como en Bixbee, que es un parque en San Francisco hecho para remediar un viejo terreno de relleno sanitario desafectado. Ha realizado además muchas intervenciones ligadas a recuperaciones de la calidad natural y paisajística de riverfronts, como en el caso de Crissy Field en Presidio, San Francisco , el borde del Rio Guadalupe en San José, California , la ribera del Rio Ohio en Cincinnati o el plan de manejo del Rio Trinity en Texascxv. Los trabajos de Martha Schwartz derivan entre intervenciones muy cercanas al espíritu del land art minimalista y operaciones urbanísticas: a veces como en el Exchange Park en Manchester ambos perfiles se entrecruzan en diversas escalas de resolución del proyecto. En el trabajo para la ciudad Kitagata –un emprendimiento gender en que se convocó únicamente a proyectistas mujeres, además de Schwartz a Takahashi, Sejima, Hawley y Diller– realizó una especie de catálogo o caja de esencias de componentes de la tradición del jardín japonés, incluyéndose versiones condensadas de jardines de cerezas, piedras, bambú, agua y un modelo four seasons que explica las mutaciones anuales. En el caso de sus jardines de los Docklands de Dublín –proyecto de 2002– la idea es reinsertar en el área la vegetación originaria pero dentro de unas vastas cajas de cemento y metal que aluden a las construcciones generadas por el avance de la urbanidad hipertécnica. Las intervenciones de Michael Van Valkenburgh atraviesan un espectro complejo que aúna diseño de jardines, arquitectura y arte conceptual. Esta última tendencia queda revelada en trabajos como sus jardines de hielo o de fuego: este último es el caso del jardín de la empresa General Mills el cuál es rozado/tumbado/quemado una vez por año usándose esa modalidad de cultivo y reverdecimiento de áreas vegetales tropicales.

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En el caso de la intervención para un segmento del parque lineal costero conmemorativo del bicentenario en Boston, la propuesta de Van Valkenburgh remite a proponer una experiencia constelada de una sucesión de eventos o fenómenos que eslabonan una experiencia de gran incidencia aleatoria y abierta a cada perceptor/usuario. Este paisajista –que tiene intereses o temáticas afines a las de los land-artists como sus trabajos con hielo o fuego- también incursionó en un proyecto participativo, el llamadoKraus Campo , hecho con alumnos de la Carnegie Mellon University en 2002 y que es una reflexión sobre elementos conceptuales del paisaje como forma, color, textura, etc. También en el sentido de operaciones de rescate de calidades territoriales perdidas o en riesgo se puede mencionar el trabajo de la sociedad de paisajistas Mia&Lehrer en el caso de la restauración territorial de ex campo petrolero en Baldwin Hills, California, 1998-05 o en el caso, de actuaciones mas bien preventivas, el caso del Parco Agricola Milano Sud, un semi-anillo que opera de cintura agrícola de Milán que incluye a mas de 1400 establecimientos agroproductivos en una superficie de 46000 hectáreas que fuera instituída por la Provincia de Milán como área tutelada y gestionada desde 1990 . Este caso es mas bien una gran operación de control y manejo antes que de acciones interventivas. 7 La arquitectura moderna o parte de ella ha tenido interés en ensamblar propuestas de innovación tecnológica y funcional con decisiones sabias en cuanto al contexto natural y existe toda una corriente que establece puentes de interés hasta momentos mas recientes –como por ejemplo en Salmona, Kroll o Piano– en que el proyecto deviene proyecto-territorio y la arquitectura se concibe como evento ambiental y acomodamiento artefacto/naturaleza Fuera de la arquitectura pensada como parte orgánica del contexto de implantación Frank Lloyd Wright en casos como la urbanizacion Taliesin West de1948, imaginaba un modelo de ciudad-jardín dentro de la tradición de Howard y en su obra mas dramáticamente inserta en el paisaje –la casa Kaufmann o de la Cascada, Bear Run, Pennsilvania,1937- su voluntad de imbricación pagó el precio de una virtual inhabitabilidad. En el viaje que Le Corbusier realizó a varias capitales latinoamericanas en 1929 –del cuál quedó el libro Precisions como registro de sus conferencias y un conjunto de croquis urbanos referidos a Buenos Aires, Montevideo, San Pablo y Rio- la idea que repicaba en sus discursos de entonces era de una megarquitectura casi utopista y salvífica que presentaba como restructuración completa del territorio: las cintas conectivas en Rio aplanaban la diferencia topográfica de la ciudad, creaban vínculos circulatorios y armaban un espacio de suelo virtual para residencia y comercio. Una autopista requería cierta condición plana para ser rápida y por tanto debería salvar la sinuosidad del territorio mediante soportes que permitían configurar una suerte de suelo artificial aéreo entre la cota natural y la de las autopistas elevadas. El volúmen desarrollable sobre tal nuevo suelo, de fácil accesibilidad por la autopista que pasaba por encima configuraba un potencial edilicio que en Rio permitiría construir una nueva ciudad para unos 10 ó 15 millones de habitantes. Curiosamente semejante magnitud de intervención que sin duda iba a provocar enormes impactos ambientales ademas de una especie de ahogo competitivo

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respecto de la ciudad de baja densidad que tapizaba el suelo urbano existente y que como tal se plegaba a su geografía, Le Corbusier la entendía como una arquitectura urbana que simplemente se acoplaba a las características del paisaje ondulado. En muchos de sus croquis donde identifica locales de su ciudad ideal, imagina una arquitectura pensada como infraestructura o marcos para capturar el paisaje. En otros casos menos conocidos como la Casa de Huéspedes en Ronchamp, 1952 , la arquitectura se piensa como parte del paisaje e incluso se acoge a criterios regionalistas en lo referido a tipologías y construcción. Alvar Aalto, quizá en sintonía con su pertenencia a las culturas escandinavas, ha tratado en la mayoría de sus proyectos –como por ejemplo las sedes municipales del Saynastsalo Town Hall (1949-52) o del Seinajoki Town Hall (1958-65)– una imbricación de arquitectura y jardinería entendida ésta no como elemento visual complementario sino como forma de transición entre constructo y lugar, apelándose a modalidades como los parterres aterrazados que provienen de tradiciones populares rurales. El caso de Ludwig Mies van der Rohe es menos sensible a la solicitación del lugar o mas preocupado por la abstracción cultural del proyecto moderno pero en obras como la casa Farnsworth, de 1951, emerge en la instalación de un prisma vidriado puro la intención de que éste quede determinado y calificado por la calidad del entorno al precio de haber pagado una demanda por extinción de la privacidad. El excéntrico noble inglés Edward James, poeta y mecenas de los artistas surrealistas, decidió hacia 1945 realizar una intervención paisajística revestida de múltiples intereses en un paraje denominado Las Pozas, cerca de Xilitla, dónde en unas 30 hectáreas desarrolló su pretendido Jardín del Edén, en una tarea desplegada entre 1945 y 1984, año en que fallece, junto a Plutarco Gastelum y José Aguilar, guía y artesano locales y el arquitecto Carmelo Múñoz con acciones diversas, de las ligadas a artefactos herméticos como la que hubiera sido su casa de los Peristilos o el sitio de homenaje a Max Ernst o las intervenciones naturales como la implantación de miles de orquídeas. La obra de Salmona, discípulo de Le Corbusier por 9 años, única formación que tuvo como arquitecto, derivó del desarrollo de edificios de neto impacto urbano pero asimilados a un genius locii como las Residencias El Parque –dos torres curvas de escalonamiento helicoidal abiertas sobre una pequeña plaza de conexión urbana y completando el espacio generado por la Plaza de Toros- a la intervención de renovación urbana en la tugurizada área central de Bogotá donde se desarrolló el conjunto de Santa Bárbara, como una serie de edificios de media altura y fachada continua alrededor en cada manzana de un patio/plaza central usable por los condóminos de cada bloque pero articulados además con unos atravesamientos que permiten enlazar cada patio en un recorrido urbano que convierte al conjunto urbano en una especie de parque a escala del centro de la ciudad. La factura remite al uso ladrillero sintomático en la obra del autor y en resoluciones del borde externo de cada bloque mediante zócalos comerciales y galerías cubiertas por soportales que agregan urbanidad a la relación del edificio en su inserción en la traza urbana y en la conformación de ciudad. El distrito adyacente de La Candelaria tuvo ulteriormente a esta intervención un intenso desarrollo ligado a usos terciarios que recuperó parcialmente la vitalidad de gran parte del centro histórico.

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El eje ambiental propuesto a fines de los 90 es el reconocimiento y propuesta de articulación en un parque lineal coincidente con la traza norte/sur de la ciudad de un conjunto de distintos espacios verdes algunos ya parquizados y otros que quedaban como relictos naturales en los sitios de pendiente mas pronunciada. La arquitectura de la Biblioteca Virgilio Barco (1994) remite a la elaboración de motivos clásico/modernos tan caros a Louis Kahn y como en su caso, también evocan las interpretaciones de la relación entre edilicia y espacio público urbano que Salmona había registrado en sus apuntes sobre las viejas ciudades italianas como Siena, formada asimismo en el ambiente que aporta el monomaterial cerámico y en el caso de uno de sus últimos proyectos –el edificio del Posgrado de Humanidades en el campus de la Universidad Nacional en Bogotá, 2002– la arquitectura se organiza alrededor de una serie de plazas y patios, a veces evocativos de modo metafórico a componentes del paisaje natural, como valles o quebradas, a veces contenedoras de ciertas disposiciones vegetales esenciales para pautar el modo de uso de estas arquitecturas públicas . La concepción de los jardines de Roberto Burle Marxcxvi se basa en aprovechar todas las oportunidades de vegetalizar (naturalizar) lo cultural urbano con materiales en buena medida naturales –donde además destaca la utilización de vegetación autóctona- y en parte culturales, vinculados al diseño geométrico de solados o la realización de diseños bidimensionales ligados al pensamiento arquitectónico y en particular a esa estética mórbida y organicista que otorga cierta identidad al diseño brasileiro. Burle no se limita al ejercicio de su actividad proyectual como paisajista sino que destacó como investigador botánico, coleccionista de muchas piezas vegetales escogidas en cada ambiente original pero también, un diseñador de configuraciones y sistemas en lo que siempre tuvo importancia un profundo conocimiento de los biomas esenciales y de la viabilidad de estructurar determinadas asociaciones bióticas. El gesto cultural (por ejemplo el diseño de los pavimentos) se presenta en Burle como evocación geometrizada de la organicidad vegetal y en cierto modo ese será el secreto de la estética de la brasileñidad moderna como asimismo lo entendieron y practicaron proyectistas como Costa, Niemeyer y Bo Bardi. En la memoria con que Duncan Lewis presenta su proyecto de viviendas en Valencia (1999) que hoy integra el proyecto urbano Sociópolis dirigido por Vicente Guallart se lee lo siguiente: La parcela en la que se nos plantea actuar está situada al noroeste de Valencia, en una de las bolsas de huerta acechadas por el crecimiento de la ciudad. Es un prisma de naranjos rodeado por un mosaico de diferentes cultivos, que hasta el momento han persistido por su capacidad económica. Pero ahora con el nuevo concepto de rurbanización empezaremos a entenderlos no por su valor económico sino como elementos con múltiples cualidades y posibilidades que compartir con los ciudadanos. De la misma forma que un solo labrador trabaja toda la parcela de cultivo, tomamos toda la parcela como unidad de extrusión. Para conseguir la máxima superficie de interacción con la huerta se ha optado por multiplicar el solar de naranjos en altura extrusionándolo, las viviendas y demás ambientes sociales convivirán con ellos, aprovechando su sombra, su presencia, sus naranjas, su aroma de azahar.

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Mediante el proceso de extrusión analizamos y elegimos las características que nos serán más útiles para incorporarlas en el marco del hábitat social. En este edificio se ha proyectado un sistema de fachada que trabaja a modo de dermis, porque permite crear un filtro móvil entre el volumen de viviendas-naranjos y el propio exterior, de esta forma el ambiente interior permite ser controlado a modo de invernadero. Gracias a este sistema de membrana agrícola se favorece el cultivo de naranjos en los niveles más altos. Esta piel también será un filtro de intimidad para las propias viviendas, ya que todas las fachadas acristaladas estarán protegidas por este mismo cortinaje. Otro relevante exponente de la nueva green architecture, el francés Francios Roche realizó varios proyectos experimentales en que la arquitectura en si no puede (ni debe) diferenciarse del sustrato natural paisajístico en que se instala y para el caso de su proyecto museístíco Green Gorgon, en Lausanne, 2005, dice en su memoria de presentación, lo que sigue: Entrelazado como un rizoma, en continuo crecimiento como un yacimiento de coral y enredado como los bichos-palo formando un enjambre. La disposición geométrica del proyecto favorece la diversidad de la colección y permite su distribución y redistribución. Lo más importante es destacar que esta maraña tridimensional es la herramienta estructural que permite acomodar los distintos horarios del museo. Numerosos filamentos crean un circuito oculto que se inclina y se mantiene suspendido entre los distintos niveles y horarios. La forma del museo se basa en la coqueta representación. Es a la vez un tobogán, una casa encantada y un palacio de hielo donde uno pierde cualquier noción del espacio. Es una curiosidad que liga la dimensión popular del lugar con un parque de atracciones. Pero el museo es también una herramienta de trabajo: una herramienta para la meditación, la sensación y el descubrimiento puesta a disposición de las distribuciones, los cambios y el envolver y desenvolver de la realidad cognitiva y de la discursividad. Naturaleza o naturalezas... Más un paisaje que un urbanismo; más un bosque que arquitectura. El proyecto juega con sus distintas naturalezas. La maleza que se transforma en los bosques del lugar y que es entonces habitada por animales, como en un mundo anfibio que se ha emancipado del agua, apareciendo de forma libre y espontánea. Naturaleza urbana de alineaciones, plazas, parques y jardines, de un organismo vivo sometido a las distintas composiciones de un sistema urbano. Naturaleza artificial de la epidermis verde que envuelve el edificio, una especie de piel biodinámica (particiones vegetales verticales sobre substratos micro-regados de forma independiente). Más allá de la fusión y confusión que genera con el entorno natural, ofrece la ventaja, como nuevo material arquitectónico, de filtrar la contaminación ambiental y de purificar la atmósfera. Naturaleza encantada (sortilegios malignos, encantamientos y otros miedos infantiles), podemos acceder a los jardines aun cuando el museo se encuentra cerrado. Reconocer estas naturalezas diversas producirá las formas de entretejer los variados estados del territorio (por ejemplo, las ferias, las piscinas, los lagos, los bosques, etcétera).

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8 Por último caben reconocer acciones urbanistico-territoriales –como los casos americanos de Carmen Scholz en el Parque Central de La Paz o Teodoro González de León en el proyecto de rehidratación del lago Texcoco en México DF alrededor de la propuesta de un nuevo aeropuerto; también las propuestas de Terry Farrell para Londrescxvii– en que el paisaje aparece como articulación de áreas fracturadas o degradadas de ciudad y la acción paisajística implica una operación por ejemplo, de recuperacion de lechos, cauces o riberas y de creacion de suturas y nuevas activaciones de sociedad y naturaleza en contextos avanzados de urbanización y artificialización. Tal imposición de la cualidad del lugar como imperativo punto de partida del desarrollo de una acción proyectual paisajística puede consistir en las investigaciones ligadas a producir paisaje en relación a los materiales locales como es el caso célebre del mundo material y simbólico de la totora de los habitantes lacustres del Titicaca o trabajos recientes como los de la colombiana Mariela Chiriboga y sus experimentos en guadua, 2003, hechos en su país y también en Oceanía. La intervención urbana parisina comandada desde 1992 por Paul Viguier para convertir en el Parque llamado André Citröen , a las antiguas fábricas urbanas de Citröen –inspirada en las nuevas teorías paisajísticas de Gilles Clement– contribuye al concepto de superar la noción de naturaleza intra-urbana (como relicto biológico o reminiscencia romántica o ambas cosas a la vez), propia del modelo dieciochesco (Alphand, Olmsted) proponiendo la idea de híbrido (Latour); es decir, una clase de objeto que no es ni natural ni artificial sino una hybris de ambas categorías dentro de esa nueva entidad que significa el concepto de cultura urbana. Estas categorías de actuaciones paisajísticas deberían entenderse como ligadas al contemporáneo auge de búsqueda de nociones más comprehensivas de sustentabilidad asociadas al concepto de segunda naturaleza. Asimismo aparecen otra clase de debates actuales en la nueva ciudad, como el proceso creciente de la desaparición de lo público, la puja de rendimientos por las reutilización de vacíos centrales (como en este caso, suscitados por la desindustrialización urbano-central, que devino en generación de nuevo espacio público merced a transacciones de permisos e intensidades de ocupación en otras áreas) e incluso, los gérmenes incipientes de una privatización para el uso sesgado de nuevas centralidades (basada en la generalización de la noción de temathic park). Debemos mencionar por ultimo en esta secuencia, a una serie de intervenciones emergentes del pensamiento y práctica paisajística pero que se articula con la voluntad de restructurar, reorganizar o suturar áreas centrales de ciudad como es el caso ya mencionado mas arriba del Parque Bicentenario de Boston –uno de cuyos tramos fuera proyectado por Van Valkenburgh– entre los que existen varios trabajos latinoamericanos interesantes como el Parque de la Muralla, en la ribera del Rimac en Lima o el mencionado proyecto no realizado de rehidratación del Lago Texcoco en el centro de México DF así como el trabajo liderado por Cecilia Scholz, con el concurso de varios expertos alemanes, para el caso del Parque Urbano Central de La Paz, iniciado en 2004 y todavía en construcción o algunas de las varias actuaciones del llamado Plan Bicentenario en Chile, del que destacamos las actuaciones territoriales y urbanas realizadas en el valle inferior del rio Elqui en La Serena, 2006, asi

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como los varios tramos algunos ya concluídos del también chileno Plan Mapocho, que plantea desarrollar un parque lineal en la hasta ahora muy abandonada y deteriorada traza del rio Mapocho que atraviesa la ciudad y que tiene todavía por desarrollarse tramos como el proyecto Vitacura diseñado en 2005. Sin que existan proyectos urbano-paisajístico generales hay que destacar otras gestiones interesantes como la preservación, desarrollo y potenciación de áreas centrales de ciudad como el caso del centro del barrio de Barranco en Lima, una zona de singular calidad natural –la traza abarrancada de un antiguo arroyo que desaguaba al Pacífico– sobre la que se han proyectado puentes y construcciones que potencian tal estructura paisajística básica. En otras circunstancias también destaca el caso análogo al desmontaje de las fábricas parisinas de Citröen, en la creación del llamado Parque Central Bavaria, en Bogotá que fue la consecuencia de la desactivación de la vieja fábrica cervecera de ese nombre para crear varios desarrollos de vivienda colectiva y oficinas junto a un equipamiento que reutiliza las antiguas instalaciones y el desarrollo de un nuevo parque en el área mas central de la ciudad con unas 4 hectáreas dedicadas a tal finalidad y todo dentro de un proyecto de desarrollo inmobiliario pero inserto en un master plan paisajístico . Por último unos ejercicios proyectuales que dirigí en la Universidad de Córdoba junto al llamado TIPU (Taller de Investigación en Proyectos Urbanos) en 2001 y otros en la Maestría de Arquitectura & Diseño Urbano en la Universidad de San Andres en La Paz en 2006, se proponían mecanismos proyectuales que por una parte fueran suficientemente capaces de procesar los datos operativos de paisajes típicos de terrain vagues urbanos utilizando tales datos como puntos de partida para la definición de tipos arquitecturales básicos –láminas, cintas y otras topologias elementales– usables en ensambles vinculados a proyectos (que llamamos ecoproyectos como respuestas tipológicamente mínimas a formas de articulación eficiente a condiciones de sitio) cuyas características minimizaran la fricción artefacto/soporte y adquirieran altas prestaciones (liviandad, consumos, ciclo de vida) en atención a la crisis de sustentabilidad. Se trata de modelizaciones instersticiales entre territorios dominantemente naturales y tecnoestructuras urbanas enteramente artificiales indagando por caso, en los términos sustentables de proyectos ambientales. En alguna forma en estos casos se estaría investigando una nueva y fructífera fusión entre arquitectura y paisaje, entre novedad técnica y vocación territorial pero ahora ya no como excurso artístico o filosófico sino como una instancia de eventual final de la historia en la que el pensamiento devenido de las condiciones del paisaje se instala como estratégico y esencial, en cuanto dimensión ambiental que articula proyectualmente las pieles de la arquitectura y los soportes del territorio. II PAISAJE DE PAISAJES ENDOGENOS

La cultura se comporta con el objeto técnico como el hombre con el extranjero cuando se deja llevar

por la xenofobia primitiva.

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Gilbert Simondoncxviii A partir del wagneriano modelo de la gesamkunstwerk (obra de arte total y pretendida ejemplarización de un control genérico del gusto, primero en el espectáculo artístico y de allí extendida a la vida cotidiana emblemática o calificada, sobre todo por las revistas de way of living, que tienen mas de un siglo) y de la apropiación productiva de esta noción por parte de la Bauhaus y otras escuelas modernas de diseño, los objetos que componen la panoplia de las actividades humanas entran a un pretendido campo de uniformidad, paternalizado por la arquitectura –como aquella bella arte de la mayor complejidad material y espacial, cuya no menor antinomia era según la preceptiva estética iluminista, su contradicción entre autonomía artística y exigencia impura de funcionalidad- que instituye un supuesto estatuto ampliado de producción tal que debía ser técnicamente capaz de regular el modo de ejecución industrial (es decir, no manual o artesanal) y socialmente proactivo para capturar la respuesta a la necesidad que los hombres tienen de un cierto pueblo de objetos con el que conviven. Esta pretensión caracteriza el pensamiento morrisiano y de allí, el entronque de las ideas de Muthesius con la fundación del Deustche Werkbund y después, el mencionado Bauhaus gropiusiano y alcanza a formularse como una oferta socialmente generalizada en el existenzminimum de May y Stam, que tratará de ofrecer módulos espaciales esenciales pero a la vez, un set mínimo de objetología adaptada a ese desiderátum pseudocientificista o biologista de funcionalidad con lo cuál se trata de fundar una biopolítica proletaria que regulará las cuatro funciones sociales de la vida urbana y un escenario o laboratorio que estudiará las condiciones básicas de la existencia mínima. Una de las derivaciones de este postulado fue la regresión histórica con que se trató de historizar la objetología del mundo como fenómeno de acompañamiento de los momentos historiográficos de la arquitectura y así pues tratar de encontrar objetos medievales, renacentistas, barrocos y aun también, griegos o romanos como componentes familiares de catedrales o palacios, investidos supuestamente de parecidos criterios de gusto o estéticas productivas. Regresión que no reconoce el carácter reciente de la obra de arte total, que precisamente es una invención moderna si la referimos a su institución como noción englobante usada por Wägner, no sin observaciones críticas de Nietzche, al analizar la invención de su concepción musical multimedial. Con cierta paciencia empero, pueden encontrarse ánforas, cálices o arcones que reelaboran elementos estilísticos de sus arquitecturas coetáneas, pero este criterio adolece de un fuerte y selectivo reduccionismo analítico del entorno de objetos de cada época y además fuerza la relación entre cierta objetología calificada y la utilización de referencias estilísticas del arte de tales períodos: digamos que reduce historiográficamente, el problema de los pueblos de objetos (o sea los entornos materiales de los diversos grupos sociales de cada etapa) a ciertos aspectos de la estética de su producción, descartando o no considerando otros factores tales como las condiciones técnicas de sus modos de producción, la gran diversidad de sus escenarios de producción (veánse las divergencias productivas que habría entre por ejemplo, la manufactura de zapatos o calderos respecto de la producción de enseres para la guerra o de

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herramientas agrícolas o hidráulicas) o las condiciones de sus mercados de usos y consumos, es decir la escena de los demandantes de objetos y su relación con la economía general de cada momento histórico (por ejemplo la relación entre el concepto de reliquia –que incluye la búsqueda más o menos arqueológica de los objetos singulares reales tanto como su reproducción ficticia- y la reorganización socioproductiva alto-medieval) más allá de los escenarios singulares de mecenas excepcionales, como el Abate Suger, los Médici, el Prince Albert o Ludwig de Baviera. Quizá pués, como lo investigó Erwin Panofsky, existen relaciones metodológicas y de producción proyectual entre una catedral gótica y el pensamiento escolástico o la razón armada a través de la fécxix o como luego podrán estipularse entre formas barrocas de construcción –por ejemplo en Guarini, asociado conceptualmente a la filosofía de Malebranche, con quién se carteaba- y la composición contrapuntística de las fugas bachianas. Pero son consonancias de alta cultura y en el mundo material socialmente ampliado las características del proyecto de las cosas comunes obedecen a razones bien diferentes y ligadas a las determinaciones de los modos históricos productivos por lo que quizá deban encontrarse ligazones con la microhistoria ginzburgianacxx y su voluntad de reconstrucción antropológica de un mundo material específico o con las descripciones de las condiciones y relaciones sociales ofrecidas desde la perspectiva histórico-cultural del marxismo y utilizando con fecundidad el análisis de los modos históricos y sus transiciones que realizó Perry Andersoncxxi o desarrolladas en sus incursiones en la historia material y territorial por Fernand Braudelcxxii y los annalistes en general, de quiénes devino luego el variopinto enfoque de las historias privadascxxiii. Abogo entonces más por diferenciar las formas de comprensión histórico-procesual de los objetos (eufemísticamente: la vida de los objetos; nótese que trato de desembarazar el asunto de la producción más o menos comprehensiva de historias enfatizando mas la especialización historiográfica –que va por caso, del talante integracionista de las historias sociales o de las mentalidades a las historias de la vida doméstica o a la microhistoria popular alla Ginzburg- ) que de avalar su integración en supuestas historias mas abarcativas o integrales de la materialidad ligada a lo habitable/productivo social, aceptando que podría pretenderse cierto maximalismo expansivo de la historia de la arquitectura a una historia de la materialidad ligada a lo habitable/productivo, es decir en términos ambiciosos, una historia de los asentamientos humanos, abarcando la preurbanidad , la urbanidad y la posiblemente en curso, posurbanidad. Para afianzar estos caminos divergentes –entre los objetos y los constructos arquitectónicos- valdría decir que podría admitirse la divergencia entre un abordaje etnológico de la vida de los objetos y los criterios metodológicos para encarar la historia de la arquitectura. El primer asunto se liga mas al modelo arqueológico que al histórico (fuera del metafórico afán inaugurado por Nietzche de un supuesto método historiográfico de perfil arqueologista-genealogista, ligado en su caso al modelo idealista de un ursprung inicial o fundante, basado en arquetipicidades originarias que se complementa en tal modelo vitalista, con una muerte teleológica, un final o destinación y que luego fue recapturado inteligentemente en la epistemología –mas que historia- foucaultiana) que vincula la objetología con la prehistoria, es decir, los indicios materiales objetuales (en general, fragmentos, residuos,

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ruinas) como lo que suplanta esa otra clase de registro -los documentos escritos- con lo que se puede técnicamente pasar de pre-historia a Historia (en tanto sucesos registrados y susceptibles de ser puestos en evidencia mediante una narración interpretativa del registro de los hechos). Tales vestigios objetuales, disueltos en territorios, rotos, enterrados y olvidados, devienen por tanto en puntos de partida indiciarios, que permiten hipotetizar y proponer explicaciones sobre las configuraciones sociales que interactuaban con esos vestigios y de las cuáles, al no haber registros documentales-históricos, deben realizarse deducciones o inferencias hipotéticas a partir de dichos materiales, a menudo mudos o silenciosos, desprovistos de datos sobre su efectividad específica, etccxxiv. Este razonamiento propio de la etno-arqueología a partir de su materia prima de objetos o partes de ellos suplementados de significación por su imbricación en imaginerías, conduce a un intento de descubrir/discernir sistemas de objetos, de donde provienen clasificaciones y catalogaciones. Precisamente así se llamó –El sistema de los objetos- la tesis doctoral que Jean Baudrillard escribe bajo la dirección del sociólogo marxista Henri Lefevbre en el emblemático año 1968- que tiene la virtud de replantear el afán catalogador enciclopedista en torno de los instrumentos analíticos de la teoría de sistemas y del método estructuralista. Puede clasificarse –asi arranca su célebre libro Baudrillard- la inmensa vegetación de los objetos como una flora o una fauna, con sus especies tropicales, polares, sus bruscas mutaciones, sus especies que están a punto de desaparecer? La civilización urbana es testigo de cómo se suceden a ritmo acelerado, las generaciones de productos, de aparatos, de gadgets, por comparación con los cuáles el hombre parece ser una especie particularmente estable. Esa abundancia, cuando lo piensa uno, no es más extraordinaria que la de las innumerables especies naturales. Pero el hombre ha hecho el censo de estas últimas. Y en la época en que comenzó a hacerlo sistemáticamente, pudo también en la Enciclopedia, ofrecer un cuadro completo de los objetos prácticos y técnicos de que estaba rodeado. Después se rompió el equilibrio: los objetos cotidianos (no hablo de máquinas) proliferan, las necesidades se multiplican, la producción acelera su nacimiento y su muerte y nos falta un vocabulario para nombrarlos. Aquí Baudrillardcxxv –que poco mas adelante reivindica el papel precursor del libro de historia no-arquitectónica de la modernidad escrito por Sigfried Giedion, Mechanization takes command (1948) aunque le cuestione su exceso de objetividad o como ignora el impacto cultural y psicológico de tales transformaciones productivas- formula la necesidad de rehacer y completar el programa enciclopédico pero agregándole la necesaria comprensión de la interacción entre objetos y sociedad, instalando por primera vez, la exigencia de una sociología de las cosas y de cómo éstas avanzan no tanto en su prestacionalidad o eficacia funcional respecto de los humanos, sino al contrario, en su creciente alienación, es decir instalando la subyugación del subsistema de lo no-humano respecto de las conductas y protocolos psico-sociales de los humanos. Casi al mismo tiempo que Baudrillard presenta su tratado, Geoges Perec, patafísico interesado en una ficción que funde el espíritu cartesiano de la clasificación con la multiplicidad de las combinatorias aleatorias que fundan la

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estética surrealista, escribe su novela Las Cosascxxvi, que es la descripción de la vida de una joven pareja a través de su creciente implicación en el mundo de una objetología absolutamente central en la definición de un modo de vida (e incluso de una ideología: vivir no sólo por o para las cosas y su posesión y dominio sino mas allá aun, vivir en las cosas o a través del mundo o escena que ellas instalan) poniéndose novelescamente en evidencia, la forma en que se suscita la típica enajenación moderna de las subjetividades por parte de un pueblo de objetos que condicionan nuestra sensibilidad y nuestra conducta, entre otras cosas con la pulsión del consumo. Los procedimientos historiográficos del análisis de la arquitectura en cambio, en el mejor de los casos, proponen analizar los ambientes de ciertas configuraciones colectivas (sociales o no, urbanas o no, etc.) tratando de entender como tales ambientes están determinados por programas que tratan, a la vez, de satisfacer alguna necesidad junto a expresar cierta figuración o intención simbólico-comunicativa. De esta suerte los objetos arquitectónicos (y los proyectos que los enuncian, siendo éstos a su vez, historiográficamente, una clase específica de objetos en tanto el proyecto no es una esencia sino una construcción histórica contingente) son ambientes o externidades de aquellas configuraciones o sistemas. Usamos aquí la definición cibernética según la cuál un ambiente es siempre, un entorno interactivo de un sistema. Según este criterio la noción de tipología refiere a cierta longue durée de envolventes o ambientes que satisfacen illo tempore, por lo menos el aspecto programático de la necesidad, dando por ejemplo, respuesta topológica a configuraciones ambientales de ciertos requisitos sociales y a veces permitiendo caracterizar el aspecto figurativo como un suplemento históricamente variable o de corta duración. La larga duración de las tipologías podría amparar la posibilidad de alguna historicidad científica (eso es lo que vino a proponer Aldo Rossi, en clara sintonía con ciertas tipologías de las configuraciones sociales que Marx definió como clases) y la corta duración de las resignificaciones figurativas de los tipos cabría vincularlas a las historicidades estilísticas o lingüístico-artísticas. Habría entonces dos tradiciones o linajes metodológicos muy entrelazados, en la historiografía de la arquitectura –en tanto, historia de ambientes de configuraciones sociales-: una, de las tipologías u organizaciones topológicas que tienden a ser de larga duración; otra, de las apariencias o manifestaciones expresivas de tales tipologías, que suele ser de corta duración. En última instancia la caracterización ambiental de la historia de la arquitectura (que nos parece más una definición del tipo de historia científica o necesaria – en aras de verdad- antes que una opción historiográfica ) se propone una indagación de las pieles o envolventes –de determinados espesores materiales- en las que se materializa al ambiente de los sistemas habitativo-productivos. En extremo se trata de historizar la variación de estas configuraciones ambientales, que son aparatos de regulación. Puede haber una historia de cosas o dispositivos que ayudan o conforman esa regulación y una de esas historias es la historia de las vestimentas, como primera piel de satisfacción programática de necesidades de abrigo y protección ante la intemperie y figuraciones ligadas a retóricas de la organización diferenciada de la sociedad. Es decir, pieles artificiales o sobre-corporales que garantizan confort y

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figuración, es decir el atributo funcional del vestido y el atributo comunicacional del uniforme o hábito. Las cosas o los objetos resultan entonces según mi análisis, parte de otro mundo, no el de las envolventes o pieles o ambientes de sistemas sociales, sino una instancia que construye ontológicamente el sujeto, es decir, un pueblo de no-sujetos que no es parte del ambiente o entorno externo de los sistemas sociales, sino al contrario, parte de éstos. La analista cultural (me parece una denominación ambiciosa porque tiende a objetivar la deriva algo in-trascendente de los cultural studies) holandesa Mieke Balcxxvii, a quién digamos que le interesan (posfoucaultianamente?) las relaciones entre conceptos y objetos, reconociendo algo de lo que decimos – el silencio de los objetos- tiende sin embargo, a otorgarles un espesor cultural de sujetos, quizá –siguiendo con la anterior aparente correlación con Foucault- ahora acercándose a Lacan, de quién no se puede ignorar su objetivación del malestar del sujeto y dice así, en su manual de metodología de análisis cultural: Generalizar sobre los objetos o citarlos como ejemplos, los vuelve mudos, lo que reivindica esa inasibilidad de los objetos o su estatuto de existencia extra-subjetiva. El análisis detallado –continúa la holandesa- en el que ninguna cita podrá servir como ilustración, sino que será siempre sometida a un profundo y detallado escrutinio, suspendiendo las certezas- se resiste a la reducción. Con lo que instala, lacanianamente, la reflexión sobre los objetos en un posible análisis interminable o de atingencia a una fragmentariedad intotalizable para seguir diciendo que aunque es evidente que los objetos no pueden hablar, se les puede tratar con suficiente respeto hacia ese silencio irreduciblemente complejo e improductivo que sin embargo no constituye un misterio, como para permitirles que controlen el impulso de nuestra interpretación, desviándolo y complicándolo. Bal, vale decirlo, bailotea con una descripción lateral del objeto de cualquiera de los estudios culturales siendo, sigue diciendo, que esto es aplicable a los objetos culturales en el sentido más amplio, no solo a aquellos objetos que llamamos arte. De donde deduce que los objetos que analizamos sirven para enriquecer tanto la interpretación como la teoría, quedando aquí dicho sea de paso, muy cerca de la idea de teoría (política de la cultura) que la deconstrucción derrideana confinó en la interminable acumulación de interpretaciones y glosas, es decir así, sigue Bal, que la teoría puede pasar de ser un rígido discurso maestro a convertirse en un objeto cultural vivo, que casi coincide con la homología de verdad discursiva entre texto y con-texto, entre texto uno y texto dos o comentario que nutre el deconstruccionismo que pasa así a erigirse en filosofía basal de los cultural studies, aunque en nota al pie Bal indica que con la solitaria oposición casi clásica de Georges Steiner (a ella también le gusta mucho la teoría literaria de Thomas S. Eliot). Y concluye asi Bal su párrafo (que transmite un ingenioso salto entre Foucault, Derrida y como se verá, Lacan) indicando programáticamente que podemos aprender de los objetos que constituyen nuestro campo de estudio –reversión lacaniana de la dirección de análisis– y es por esta razón que los considero sujetos. Objetivaciones que a veces a través de la mediación de la imagen (o re-objetivación de un objeto uno o referencial) le permitío a Derrida rescribir su

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filo-deconstruccionismo analítico en centenares de páginas dedicadas a los zapatos de Van Gogh, los reales y manchados zuecos de labriego del pintor y sus muchas representaciones de aquellos. Fuera de ello ciertamente, un zapato o un sombrero (por ejemplo los alegres sombreros jasídicos de Chagall) pueden ser parte de la primera o mas básica piel (una segunda piel en tal caso, sería un piso o un techo) pero una mesa, un cuchillo, una cama o un ánfora son otra cosa, no son borde ambiental como una ventana o una puerta sino que discurren complejamente en el sistema social o de los sujetos que hacen colectividad. Esa diferencia entre componentes ambientales u orbitales y componentes sistémicos es la que propone Gilbert Simondoncxxviii en sus célebres estudios sobre el modo de existencia de los objetos técnicos que participan de la constitución del ser si es que lo que llama la individuación (o sea, la constitución del ser en tanto individuo) depende de una condición socio-sistémica que va más allá de la estabilidad o equilibrio: en rigor sería posible pensar una modernidad larga basada en la administración (técnica) de lo que Simondon llama metaestabilidad. Para definir la metaestabilidad –dirá Simondon- es preciso hacer intervenir la noción de energía potencial de un sistema, la noción de orden y la de aumento de entropía (en síntesis la noción de información de un sistema; hay que hacerlo a partir de estas nociones y muy particularmente de la noción de información que la física y la tecnología pura moderna nos entregan; noción de información recibida como neguentropía asi como de la noción de energía potencial que toma un sentido mas preciso cuando se la relaciona con la neguentropía), asi es posible definir ese estado metaestable del ser, muy diferente del equilibrio estable y de reposo…nosotros intentaremos pues presentar en primer lugar la individuación física como un caso de resolución de un sistema metaestable. Hasta aquí Simondon exalta el mundo objetológico técnico y su permanente mutación y complejización como lo que instrumenta y posibilita un nivel superior de individuación, es decir, emergentes de cambios sistémicos y no de cambios ambientales o de entorno. Lo viviente resuelve problemas –sigue Simondon- no solamente adaptándose, es decir modificando su relación con el medio (como puede hacer una máquina) sino modificándose el mismo, inventando nuevas estructuras internas, introduciéndose el mismo completamente en la axiomática de los problemas vitales. Desde un punto de vista diferente Martin Heidegger también otorga a los objetos (o más precisamente en su definición: las cosas puesto que será posible establecer diferencias entre cosa y objeto) un estatuto de con-vivencia con el sistema humano, es decir, una entidad de morada o ser-ahí que junto al sujeto se diferencia de aquello externo que otorga vestimenta y cobijo. Diferencia cosa (gelbstand: lo que es auto-estante) de objeto (gegenstand, lo que es sin autonomía, lo que es del ser-operante o manipulante), aunque por otra parte cosa se nombra ding –que engendra thing en inglés- cuya etimología originaria en las antiguas lenguas germánicas significaba también reunión o conjunción de seres o cosas en colectivos. Porque, dirá Heideggercxxix, la coseidad de la cosa queda oculta, olvidada. La esencia de la cosa no llega jamás a aparecer, es decir, no llega a lenguaje. Expresión que oscurece u opaca las cosas (al dotarlas de una existencia por

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así decir, in-descriptible) pero que al quitarlas del terreno del lenguaje las desgaja también de su posibilidad de historización, ya que hacer historia de las cosas sería traducirlas –o escribirlas, en el sentido de su nominación explicativa o nueva existencia intelectiva- lo que según Heidegger es imposible. Razón de más creo, para desgajar una (im)posible historia de las cosas y/u objetos que interactúan con los sistemas sociales de una historia de los ambientes de tales sistemas, en la que situamos, en su máxima potencia o posibilidad, la historia de la arquitectura. Incluso podría expandirse tal historia ambiental a diferentes espesores de contorno, desde el más bien laminar de las envolventes o pieles desde corporales a definitorias de diversas categorías de espacios o recintos, hasta aquellos ligados a entornos mas complejos y agregativos, desde las agrupaciones de habitáculos devenidos urbanidad o ciudad hasta la territorialidad mas o menos transformada como optimización del régimen de inputs-outputs de ese afuera ambiental de los sistemas: en extremo la noción eco-geográfica de huella ecológica podría alcanzar a constituir la expresión mediata o lejana de tal conformación ambiental o periférica aunque interactiva de los sistemas sociales. La diferencia y las articulaciones entre lo que nombramos sistema (social de humanos y no-humanos, de sujetos y objetos-cosas) y ambiente (otorgante de receptáculos definidos por envolventes que culturalizan o antropizan la preexistencia de lo natural) es la que puede asociarse, en su condición de apariencia o imagen, con la diferencia entre paisajes exógenos o ambientales y paisajes endógenos o sistémicos. Existen la posibilidad de la configuración de sistemas-ambiente (si cabe esa fusión de ambas nociones) de carácter popular –como la cocina popular de Ollantaytambo– en que ambas nociones se imbrican dándose lugar a un modelo alternativo de diseño como contemporáneamente podría también verificarse en algunos proyectos del grupo danés TYIN, como sus trabajos en Klong Toey, Thailand, 2011 , en los que una aproximación singularmente antropológica elabora y construye objetos habitativos compatibles con las tradiciones locales y en tal desarrollo experimenta ciertas metodologías de reflexión sobre la interacción entre el específico y austero pueblo de objetos de esas comunidades y las caparazones o meras envolventes con los que dialoga. La posibilidad de hacer una pro-arqueología o arqueología proactiva (no un reconstruir hacia atrás sino una reelaboración futurible de modos ancestrales o premodernos de existencia) visible en el método de estas actuaciones si bien parecen fuertemente ligadas a experiencias descontaminadas de modernidad también abren la posibilidad de pensar su expansión o generalización para intentar fundir sistema y ambiente en culturas urbanas contemporaneas, disolviendo si cabe, la distinción proyectual operativa entre el diseño de las cosas (diseño industrial) y el diseño de las envolventes (arquitectura), quizá otrogando un nuevo e importante peso al diseño de la comunicación implícita en la relación/posición/uso de las cosas en sus ambientes esenciales o de-culuralizados o despojados de mediaciones tecno-simbólicas, o sea reducidos a la cualidad de la pura utilidad. Quisiéramos ahora intentar perfilar una posible clasificación de ese pueblo silencioso (el de la coseidad que no aparece ni llega a lenguaje según Heidegger) de las cosas, de las cuáles nos concentraríamos en aquellas cosas

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que operan –no si cabe, las meramente contemplativas- o que entablan relaciones socio-sistémicas, es decir, los objetos o cosas que funcionan. Se trata entonces, de acuerdo con Simondon, de reintegrar una noción totalizadora de objeto (técnico u operativo) después de los criterios selectivos practicados por la cultura: La cultura está desequilibrada – opina drásticamente Simondon en el prólogo de El modo de existencia…- porque reconoce ciertos objetos , como el objeto estético, y le acuerda derecho de ciudadanía en el mundo de las significaciones, mientras que rechaza otros objetos, y en particular los objetos técnicos, en el mundo sin estructura de lo que no posee significaciones sino solamente un uso, una función útil. Hay en primer lugar un subsistema de objetos extra-corporales simples, suplementos de función o potencia que magnifican y mejoran las prestaciones corporales: por ejemplo, una cuchara, que mejora la función de retención y transporte de líquidos que antrópicamente cumple el ahuecamiento de las manos o un zapato que reviste la piel del pie y reduce su desgaste abrasivo y afectación térmica. Estos objetos, de corporalidad protésica, resultan caracterizados de una ambigüedad que los hace como dijimos, parte del primer frente ambiental del contorno de los sistemas (pieles o partes conectadas estrechamente al cuerpo) aunque asimismo parte del mundo de las cosas funcionales de los sistemas sociales, entre otras cosas, por la autonomía simbólica que cada pieza pueda adquirir mas allá del piso técnico-prestacional ( la concavidad de la cuchara o el abrigo del zapato). Aquello que suplementa la mera eficacia de una cosa haciendo que fuera o mas allá de la prestación existan propiedades o atributos cósicos de orden simbólico abre precisamente el modo de existencia de la clase de objetos de una funcionalidad otra o trans-corporal que son en general los objetos que llamaríamos rituales, puesto que permiten que hombre o grupo lo integren a discursividades simbólicas que van por fuera de la cuestión prestacional y sobre todo, la complementariedad protésico-funcional que ciertas cosas tienen para y con los cuerpos. Diría que hay cuatro clases de objetos rituales: los artísticos, los religiosos, los comunicacionales (o mas precisamente, los micro-comunicacionales en tanto clase de portación instantánea y fungible de comunicación) y los de memorabilia (o de comunicación larga en tanto portación de una comunicación perdurable o de larga duración, es decir, ligadas al recuerdo y la memoria). Los objetos artísticos –el variopinto mundo de las obras de arte, aquella instancia de la vida social que produce objetos pero también una variable y mutable producción de no-objetos: como las situaciones, disposiciones o escenas- es la caracterizada por cualidades de sus productores (singulares o epocales, geniales o estilísticas) que confieren, como decía Benjamin, condición aurática a las obras o cosas que así se instauran como cosas u obras de arte. La distinción entre cosa y obra de arte no es menor: cosa de arte es el producto y obra de arte es aquello que emerge de un procedimiento singular u obrar-concebir-hacer del artista. En cierto modo esto abre colateralmente la cuestión del par uniqum/serie y por tanto otras características de la clasificación objetual, insertando el tema de la reproducción técnica instaurada por el modo industrial de producción de objetos y la distinción de la magnitud de la serialidad reproductiva puesto que

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quizá debería reservarse para el objeto fruto de una práctica artesanal la cualidad de una serie corta, acotada o controlada por una acción manufacta. Los objetos religiosos pueden a su vez ser objetos artísticos (asi como objetos extra-corporales simples como en caso de todo el aparato vestimentario propio de cada ritualidad o asimismo, las máquinas cúlticas como las ruedas del rezo brahmánico) pero pueden ser discernidos como tales en cuanto manifiestan una atribución específica de representación o encarnación de componentes de la religión que contribuyen a instrumentalizar, cosa que ocurre con la objetología de las liturgias tradicionales. Sin embargo este campo integra objetos muy diversos entre si, algunos de funcionalidad inherente a cierta religiosidad panteísta (como el caso de los recipientes –queros y huacas- andinos), otros de maquinalidad discursiva (como los artefactos mandálicos y herramientas para rezar típicas del hinduismo) y otros de manifestación del ser de divinidad presente en objetos corrientes (como el caso las representaciones corporales del vudú o los vehículos objetivos de vinculación entre dios y fiel como los zemíes de las religiones caribeñas precolombinas). Una subclase excelsa de los objetos religiosos serían las reliquiascxxx (fragmentos de cuerpos sacralizados o de objetos que fueron próximos a cuerpos sacralizados) cuya funcionalidad discursiva abarcaría incluso a las reliquias falsas, como la supuesta camisa de la virgen paseada en triunfo luego del incendio de la antigua catedral de Chartres. Y una subclase negativa de este tipo de objetos serían los objetos malditos, o sea los que supuestamente conllevan y vehiculizan expresiones contra-religiosas o demoníacas, como los tratados de magia y hechicería ejemplificables en el Necronomicon medieval (traducido del árabe en 950 y condenado por la Iglesia en 1050) y muchos otros, pero también en un plano más mundano, por ejemplo el Porsche Spider 550 -Little Bastard- del actor James Dean, que mató o hirió a mucha gente además de su célebre dueño y que literalmente, después de tantas desgracias, desapareció misteriosamente. Los objetos comunicacionales, serían por una parte aquellos que instrumentan, favorecen o posibilitan la comunicación –el hardware de la parafernalia electrónica, es decir, el soporte duro o matérico de los programas o software basados en los códigos digitales- y también aquellos que poseen un suplemento figural que otorga un cierto entablamiento de comunicación entre lo que emite suplementariamente a su entidad tal objeto y lo que recibe un colectivo determinado de sujetos receptivos: es la rojeidad de peligro que suplementa un matafuegos o un semáforo, el púrpura cardenalicio (también mortuorio o funerario) o ciertas categorías de formatividad (o de-formatividad) de las cosas que ofrecen funciones discursivas suplementadas a objetos ( desde la morbidez suntuaria de telas como la seda o el terciopelo hasta la cualidad cruciforme del espacio central del templo cristiano o la imagen de desgarramiento o rotura que emblematiza monumentos recordatorios del holocausto judío en obras de Eisenman o Libeskind, etc.). Más arriba hablábamos de la posible existencia de dos subcategorías en esta clase de objetos comunicacionales: los micro-comunicacionales que entenderíamos como cerrados, directos e instántaneos en el mensaje que comunican y los macro-comunicacionales que son abiertos, mediatizados y perdurables o dialogantes que en rigor podríamos también caracterizar como

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máquinas comunicacionales o instancias de producción/reproducción de comunicación. Los objetos de memorabilia podrían ser una clase de objetos macro-comunicacionales que sin embargo especificamos o distinguimos porque también podrían asociarse a las cualidades de los objetos artísticos o religiosos en tanto la clase de comunicación que entregan es de orden rememorativa, operando al nivel de desencadenamiento de las funciones de la memoria en los sujetos sociales. Se podría usar la noción de monumento para referirse a esta clase de objetos, que sin embargo va mas allá de tal denominación habitualmente ligada a la gran memoria de los actores exitosos (los hitos materiales de la historia de los ganadores que mentaba Benjamin y a la cuál también se refirió ideológico-poéticamente Brecht) puesto que también debería abarcar pequeñas cosas que conforman la memoria de los no-ganadores, las historias populares o cotidianas una de cuyas características es precisamente la de extinguir sus objetos de memorabilia. Por último esta tentativa clasificatoria debería referirse a una tercera gran familia de objetos que bautizaríamos como objetos extra-corporales complejos, para distinguirlos de lo que mas arriba describimos como objetos extra-corporales simples cuya condición era nada mas que potenciar una clase de prestación corporal y/o una magnitud de la misma. No nos detendríamos demasiado en esta tercera familia puesto que por una parte se trata de la gran novedad moderna (por la cuál avances de la ciencia se traducen a innovaciones tecnológicas y éstas posibilitan y fundan el nuevo modo de producción industrial que se vincula a la formación del régimen de las mercancías capitalistas y que extinguen el control artesanal-manufacto de la concepción-producción de objetos, etc.) y por otra, abre la transfomación moderno-prometeica de la filosofía instaurando la crisis de la metafísica en Heidegger o la noción de individuación (que requiere el apogeo de lo técnico) en Simondon y el campo aun demasiado abierto de la filosofía de la tecnología, los regímenes autopoiéticos de Humberto Maturana , el parque de los objetos en la sombría visión de Peter Sloterdijk o el apogeo de los híbridos que abolieron la distinción entre naturaleza y cultura en Bruno Latour. Esta tercera familia daría de por si paso, a una necesaria revisión de nuestras notas sobre el pueblo silencioso y sobre la activación de los sistemas humanos basada en las correlaciones entre humanos y no-humanos o cosas, objetos, dejando fuera el mundo periférico o los ambientes o contorno de tales sistemas que habíamos reservado entre otras cosas, para aquello que analiza la historia de la arquitectura -incluyendo la historia de las primeras pieles vestimentarias: se podría hacer sugiero, una historia paralela de las tipologías arquitectónicas y los uniformes vestimentarios, tentativas ambas de engendrar repetición socialmente constructiva- y el urbanismo. Digamos entonces, casi como enunciado y programa de un futuro escrito, que tal tercer e históricamente mas reciente grupo se integra con seis clases, que también si se quiere, se pueden presentar en el sentido de una evolución: las herramientas, las máquinas mecánicas, las máquinas eléctricas, las máquinas mecaléctricas, las máquinas electrónicas y las máquinas mecatrónicas, todas ellas orientadas a fines de cambios de estado físico-químicos y/o de multiplicación de fuerza y/o de velocidad (por ejemplo los vehículos: cambio de estado físico o concepción del motor de explosión, mas sistemas

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antifriccionales de transmisión y rodamientos mas aumento de fuerza- en una topadora o en un tren de cargas: empuje/tracción, compresión/arrastre- mas aumento de velocidad, etc. ). También cabe reconocer que tal progreso en la complejización de la entidad de los objetos (o mas bien de la entidad técnica, operativa o prestacional de cierta clase de objetos: aunque éste matiz tal vez incluya parte de la complejización funcional-cultural del objeto, devenido situación, de arte) y en lo referente a una autonomización de la cosa técnica (es decir, su alcance del estatus de lo que suele denominarse inteligencia artificial pero que mas bien alude a cierto decisionalismo de ajuste o auto-corrección en sensibilidad y respuesta a estímulos ambientales del objeto homeoestático) ha instituido por así decirlo, una cultura o ámbito de pensamiento definido por la adjetivación de lo maquinal, internalización subjetiva del comportamiento maquínico mas avanzado: aquel de la sensibilidad autorregulativa- que llevaron por caso a Deleuze&Guattari a redefinir por completo el concepto de filosofía contemporánea, adviniéndose a un paradójico posmaterialismo que se caracteriza por la internalización en el sujeto de aquella cualidad avanzada de los objetos maquinales o como ha sido mencionado, objetos que piensan. A partir de Deleuze deben pensarse los estragos de una civilización eco-técnica y los cambios culturales de lo que presenta como la alianza de capitalismo y esquizofrenia, es decir, una completa articulación entre el hiperdesarrollo quizá finalmente autodestructivo de la forma capitalista junto a una transformación de la subjetividad basada en una normalización y generalización social de la enfermedad psíquica. Aunque felizmente, a partir de Guattari también se pone en marcha una nueva idea de política progresista, que trata ya no de subvertir y superar el capitalismo, sino revertir la socio-esquizofrenia a partir de lo que propondrá como una revolución de las subjetividades y su propuesta de transformar el capitalismo rompiendo la subyugación psíquica que impuso en los sujetos desubjetivados de la sociedad moderna . Lo maquinal - en tanto una clase de objetos de cualidad sensitiva que superan o complejizan su trato con humanos en los sistemas sociales- impone una matriz divergente en la historia ambiental arquitectónica puesto que hay ahora cosas del sistema intensamente interactivas con el ambiente: de ello daría precozmente cuenta la segunda historia de Siegfried Giedioncxxxi, la historia energetista de Luis Fernández-Galianocxxxii o la disolución del proyecto (pre-objeto) en diagrama en Yona Friedman y Cedric Price. También en esa línea va, la sugestiva adjudicación de relevancia que el historiador inglés Reyner Banham va a hacer de la infraestructura de la arquitectura distinguiendo la matriz de ingenierías que dan servicios en un edificio a las cáscaras ornamentadas que provee el núcleo duro de la profesión de la arquitectura incluso cuando citaba a Corbusier que decía que Ledoux la tenía fácil porque entonces no había caños. Banham y ese ciego optimismo british en la apropiación social de la tecnología confiaba, tal vez demasiado, en los efectos culturales a suscitarse por los desarrollos de la por entonces crucial carrera espacial y todos pensaban que los esfuerzos para resolver un modo de vida extra-ecosférico en realidad eran básicos para proponer nuevas estrategias respecto de los materiales y las energías.

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Lo maquinal introduce asimismo nociones de cambio en la concepción de la obra de arte (de Marcel Duchamp a Joseph Beuys, Jason Rhoades o Sophie Calle) básicamente la ruptura del aparato perceptual que establecía la fruición estética de la obra de arte y su desemboque en articulaciones interactivas inéditas entre sujeto fruidor – ya no sujeto esencialmente perceptual o afectado por estímulos- y situación de arte que reubica al perceptor en co-actor junto con el neo-artista o conceptor, que ya no es un manipulador de efectos de sentido suscitadores de emociones perceptivas sino un constructor de situación virtualmente asociado a tal sujeto perceptivo devenido actor y esos cambios afectan nuevas visiones transproyectuales en la arquitectura (lo mutante-generativo de Lynn, Perrella y el grupo Actar, lo efímero.circunstancial del Blur Project de Diller&Scofidio, lo emergente-catastrófico en la revisión de una Nueva York pos cambio climático en el proyecto Rising Currents, etc.). Pero la imbricación creciente de sujeto y nueva clase de objeto (inteligente) que instala la categoría quizá civilizatoria de lo maquinal, remite a un pesimismo del ser o a una caída de su calidad existencial, como lo caracteriza a partir de su modelo cínico, Peter Sloterdijk en su noción de parque humano y de ácida euforia por la ilimitación del humano (en torno de la infinitamente posible adición de prótesis técnicas del cuerpo, de la clonación, mutación y otras aventuras de transformación biológica, de la suspensión electro-química de la muerte -que implica la concepción de una entre-vida o nueva y artificial edad vegetativa- o por las transformaciones de la política apropiadora de lo corporal y suscitadora de la biopolítica) que lo emparienta con la escena del cyberpunk y la hipótesis de la definitiva autonomía de lo tecnológico. Por último, en esta suscinta exploración de la larga y compleja vida de los objetos, cabe mencionar la doble alienación emergente de la centralidad de lo objetológico: la cuestión finisecular del kitsch y el imperativo pseudo-moderno de cosmovisiones cósicas ligada al fracaso de la ilusión benjaminiana del borrar las huellas de la sobrepoblación de objetos del mundo burgués.. La revolución industrial y su inundación de nueva objetología produjo al menos tres efectos culturales: el pos-biedermeier o la constitución del interieurburgués, acosado por una casi infinita acumulación o el ideal de convertir cada casa en un museo; la reacción depurativa asociada al ideario morrisiano y el desiderátum de la recuperación del fáctum artesanal (que si bien no tuerce la historia industrial de los objetos y su redefinición de los sistemas sociales, si alcanza a erigirse en moral de la arquitectura y diseño modernos como sintetizadora de la calidad de los ambientes o envolventes, de lo que devienen cosas como la extinción del ornamento como suplemento comunicacional de esas envolventes y la reconstrucción técnica de la ciudad como gran máquina funcional, es decir, aparato ambiental para contener gesellschafts o sociedades compuestas por sujetos estadísticos intercambiables y ya no entornos interactivos de gemeinschafts o comunidades) y el montaje de la noción de kitsch, entendido –como lo define Celeste Olalquiagacxxxiii- como sensibilidad ante la pérdida y melancólico anhelo por objetos que ayuden a capturar de nuevo el pasado. Un ramalazo colateral del pensamiento benjaminiano -en su pasión por la reconstrucción de totalidades a partir del ensamble de fragmentos- se advierte, con un matiz también declinante, en su apropiación del concepto lumpen, que en alemán quiere decir trapo, y de allí esa idea que ya le había interesado a Baudelaire, de lumpensammler (trapero, cartonero o recolector de residuos

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materiales como les gustaba autodefinirse intelectualmente a Benjamin y Kracauer), pero que a la vez le sirvió a Marx para proponer la noción de lumpenproletariat, la masa demasiado andrajosa para formar una clase. Lo humano y lo no-humano de la modernidad se tiñe de esos fragmentos y ruinas. Cabe de todas maneras antes de acabar este capítulo, examinar situaciones o casos en los que se revisa la tajante distinción entre diseño de cosas (del sistema de objetos) y diseño de las envolventes (del ambiente que las contiene ) incluso cuestionando la modernamente vigente suposición de que el segundo diseño contiene o explica el primero –la paternidad disciplinar de la arquitectura- y hasta examinando circunstancias en que tal determinación podría revertirse. Previamente, como colofón de lo previamente expuesto y anticipo de los casos a comentarse más abajo, resultaría pertinente proponer que ese paquete completo de omnidiseño patrocinado por la arquitectura que es en cierta forma, el modelo Bauhaus, hoy se pone en crisis creo, bajo dos aspectos. El primero, ya abundamentemente considerado mas arriba, es la creciente distinción entre sistema (de objetos) y ambientes o pieles (de revestimiento y contención, desde la vestimenta a la vivienda) y entre sus relaciones – que pasan de las estables características del todo y las partes, el afuera y el adentro o el espacio que define e instala un setting de objetos a situaciones de interacción que dinamizan o revierten esas relaciones y llegan hasta el estatus de sistemas de objetos autopoiéticos o inteligentes – que podría dar paso a tecnologías y métodos alternativos ya sea sistémicos, ya ambientales. Si esto es asi, la arquitectura ya no provee un sentido y método universal y multiescalar apto para proyectar los entornos o pieles contenedoras tanto como los sistemas de objetoscxxxiv. El pensamiento proyectual que los diseñadores industriales (o más precisamente, diseñadores de objetos no necesariamente consecuentes de formas de producción industrial) suelen poner en marcha a partir de una inicial reflexión sobre el modo de producción de las cosas que imaginan ya suele divergir tajantemente sobre las concepciones habituales del proyecto de arquitectura. Y lo mismo ocurriría respecto de un pensamiento proyectual del diseñador de objetos fincado en la reflexión sobre la prestación que la cosa en proyecto hará respecto de un usuario, que implica indagar en temas de complejidad funcional ligados a aspectos como la ergonomía, la robótica, la protésica, la proxémica, la multipercepción, las mecánicas y dinámicas corporales tanto como sus fisiologías y anatomías o las relaciones óptico-psico-motrices entre otros tópicos, que suelen quedar también habitualmente fuera del pensamiento proyectual del arquitecto. El segundo aspecto a considerar es otra fractura de aquel ideal pensum renacentista-bauhausiano que es el que presenciaría el avance y desgajamiento autonómico del diseño de comunicación, el cuál no solo se segrega de un diseño total supervisado por la arquitectura (que en todo caso había admitido regular estilísticamente objetos, pieles y también piezas de diseño gráfico, por ejemplo en Lissitzky) sino que también se diferencia de la esfera de lo que planteamos como del diseño de sistemas de objetos, los cuáles naturalmente operan en relaciones específicamente objetuales y también con suplementos de sentido otorgados por mensajes.

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El diseño de comunicación va mas allá del tándem sistema/ambiente y participa de la relevancia que la civilización contemporánea otorga al intercambio lingüístico y simbólico, con su peso preponderante en la producción y en la economía propia del semio-capitalismo y con los cambios culturales implícitos en la expresión giro lingüístico. El diseño de comunicación deriva asi por una parte, al corazón de las producciones semio-capitalistas contemporáneas (por ejemplo, al diseño de nuevos programas o utilidades y aplicaciones digitales) , por otra, a la semantización o enunciación discursiva multimedial y poliactoral de los mensajes inherentes al poder –tanto el mega-poder de la formulación de conductas de consumo como a los micro-poderes políticos- y finalmente a una completa remodelación de las relaciones sociales basadas tanto en las culturas de las imágenes como en el diseño de las condiciones que definen la habermasiana esfera de lo público. Un segmento no menor de esta omnipotencia de la comunicación (y en cierto sentido, de su diseño) también se da en la fagocitación que la producción de comunicación hace de los procedimientos del arte conceptual contemporáneo. Las investigaciones de un originario crítico literario argentino afincado en Pennsylvania, Reinaldo Laddagacxxxv, proponen examinar estas revisiones del pensamiento estético actual a partir de su instalación en el mundo de lo comunicacional. Y los diversos análisis que hace como por ejemplo el proyecto Vyborg de la artista Liisa Roberts, la producción colaborativa de deseos del proyecto Park Fiction en Hamburgo, el proyecto Venus de Roberto Jacoby en Argentina, el trabajo del colectivo italiano Wu Ming o el proyecto Comuna de Paris.1871 de Peter Watkins son algunas de las iniciativas que fluyen entre arte conceptual y activismo cultural urbano pero que quedan encuadradas en nuevas dimensiones de producción y sentido de esta casi hipertrofia de la comunicación y de su diseño enormemente diverso en cada caso. Los avisos publicados en Life, de la nueva heladera Frigidaire Gemini, 1958 , presentaban un artefacto de dos puertas que aúna refrigerador y freezer, pero fuera de esa prepotencia de objeto –dos puertas, mas anchura y presencia en los ambientes domésticos, capacidad de modificar la estrategia de aprovisionamiento de una vivienda, etc.- y su demanda de revisar el modo de proyectar que la contenga y posibilite su uso, se está connotando con el mensaje que emiten las dos mujeres que la bordean, nuevas señales de futuridad: las mujeres no sólo han dejado de ser amas de casa –en su vestimenta, extrema juventud y hasta en su duplicación- sino que calzan cascos espaciales y anuncian, como tecno-ángeles, la futuridad, es decir, la emblematización de un way of life donde la tecnología triunfa e impera. La empresa Libby, Owens y Ford Glass Co., dedicada a productos vítreos, presenta hacia 1950 una llamada Kitchen of Future en la cuál explora la posibilidad de regularizar, sistematizar y tecnificar todas las operaciones a realizarse en una cocina, restringiendo las actividades manuales, mecanizando las tareas y reduciendo el tiempo de su realización y el espacio de su despliegue yendo mucho mas allá que la normatización de medidas de la cocina de Francfort propia del ideal europeo social-demócrata existenz minimum y aventurando la perspectiva de convertir este espacio en un laboratorio, aprovechando la imaginería y operatoria de los por entonces populares bares automáticos y maximizando los gadgets tecnológicos.

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Incluso en la publicidad de esta firma existe una cocina minimizada en donde han ubicado una mesa de ping-pong y mientras la laboratorista ex ama de casa está procesando algo en su mesada bruñida y repleta de comandos, el hombre está jugando. Whirlpool, para la misma época, ofrece una cocina también minimizada y tecnificada, abierta a espacios del living y la recreación donde una mujer rubia muy elegante manipula un artefacto multimediático de imagen y sonido. Curiosamente la dimaxkitchen del revolucionario Fuller es harto mas convencional y su operaria es de vuelta, una convencional y madura ama de casa con delantal y carente de la elegancia de las otras señoras. Esta comparación del mundo empresario innovativo, asociado al espíritu Popular Mechanics y haciendo un amplio uso de la publicidad en revistas de estilo como Life, y los diseñadores de vanguardia pone de manifiesto que los procesos de transformación del mundo doméstico y de las relaciones entre sistemas de objetos y ambientes contenedores corren por diferentes vías. Un caso específico de estas inversiones entre objetos y espacios podría leerse en ciertas ilustraciones satíricas que en los 50 presentan la relevante significación que los autos van adquiriendo en este imaginario socio-tecnico como son los casos del Hobby Pop Car, 1950, en que el doble deck del vehículo permite que en el nivel superior la mujer esté conduciendo y en el inferior, el señor está practicando sus hobbies en un cómodo taller; el Bossmovile, 1958, un vehículo imaginado para un jefe, mafioso o no o el Skandinavia MK, 1956, en que una pareja ocupa el asiento delantero donde los mandos del automóvil se diluyen en una importante mesa ante la cuál, peligrosamente conversa la pareja: un pattern típico de una sala de estar ha conquistado el espacio frontal del hiper-autómovil planteando una híbrida y ambiciosa mesa de conducción, con gin tonics incluídos.. En una viñeta de Philip Garner, de 1962, la cosa va mucho mas allá ya que describe un hombre placenteramente sentado en un convertible, fumando y bebiendo, sólo que el convertible está empotrado en el suelo del living de su casa, que no tiene mas que esta suerte de pseudomueble, un ex móvil por otra parte. Estas alteraciones de las relaciones entre sistemas de objetos y los ambientes que lo contienen instalan, más en los medios masivos que en la mentalidad disciplinar, propuestas como las que desarrolló el ilustrador americano Carl Schridde, en una serie de escenas de promoción para la firma de televisores Motorola, en que se ofrecen diferentes variantes de una Motorola House, 1961, en las cuáles la propuesta de espacio aparece protagonizada por un mueble TV relevante y sus instalaciones para quiénes verán los programas, incluyendo planteos futuristas como una casa submarina o hasta una reelaboración de la muy popular casa de la cascada wrightiana. El mensaje parece ser: la vida doméstica ya no será la misma a partir de la TV y la organización misma de toda la vivienda se subalterniza a obtener una relevancia focal del nuevo no-humano que a partir de ahora (véase la imagen familiar clásica de Los Simpsons) reorganiza drásticamente el ambiente. Aquí es importante destacar como en medios de comunicación ligados a la formulación de lifestyles y a la promoción de nuevos gadgets domésticos se produce un cuestionamiento del modelo biedermeier –en que el interieur se llenaba de objetos y que fue criticado por Benjamin en su expresión borrar las huellas, que preconizaba la ascética escena del interior minimalista bajo la idea

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que la envolvente restaurara su relevancia frente a la acumulación burguesa de cosas- para invertir la idea de colección y relleno (de cosas en un espacio) y para proponer cosas que irradian relaciones que producen virtualmente espacios y que en cierta forma, esta configuración de las envolventes pudiera ser irrelevante. U opcional como parece emerger de la publicidad de Motorola: usted puede elegir que tipo de ambiente-vivienda quiere pero siempre alrededor de un Motorola. Es lo que expresa una instalación realizada en Toledo por el jóven grupo de arquitectos-artistas españoles PKMN, 2010, en donde una acumulación desorganizada y caótica de objetos de uso doméstico se confrontan directamente contra el paisaje monumental de la ciudad sin arquitectura que las contenga, volviéndosde paeadójicamente, al orden de la combinatoria de cosas presente en la popular cocina de Ollantaytambo que antes mencionamos. El fotógrafo y documentalista norteamericano Peter Menzel desarrolló en los 90 un vasto reportaje sobre las variaciones que se presentaban en el mundo entre grupos sociales específicos y su pueblo silencioso, ajuar o catálogo de cosas con las que los grupos familiares conviven: la exposición dramática, fuera de sus casas, de las familias junto a cada paquete de cosas con las que conviven pone en evidencia el sistema de objetos, superado por asi decirlo, los envolventes o ambientes de sus viviendascxxxvi. Algún tiempo después Menzel completó esa fascinante indagación foto-antropológica con otro estudio que registraba 30 familias de 24 países presentadas en cada caso, en relación a las 600 comidas o alimentos que consumían, en lo que suponía la descripción de otra faceta de laparafernalia de cosas que caracterizan las vidas cotidianas diferentes de cada cultura localcxxxvii. La capacidad de discernir sistema de ambente da lugar ala osibilidad de imaginar objetos portátiles y versátiles que crean en su despliegue y operación recintos o espacios, como el objeto que Ariel Jacubovich denomina Archivo de bolsillo, 2010, y que es un cofre expansible que contiene y documenta su trabajo de diseñador permitiéndole exhibirlo pero también posibiliando que esa pieza versátil sea alternativamente, lugar o puesto de trabajo. Los artefactos que maquinizan actividades como trasladarse o controlar una explotación agraria fueron materia de propuestas para EPCOT, como en su proyecto Horizons, 1983, en que se piensa posible entablar relaciones directas entre tales cosas-máquina y los territorios y sus paisajes productivos o naturales, haciéndose desaparecer aquellas mediaciones ambientales o de configuración de entorno como serían los espacios arquitectónicos y urbanos. Ello da paso a discursos futurológicos como los de la complejización de suplementos que podría portar una persona para sustituir las prestaciones de la arquitectura o la ciudad como se evidencia en el imaginario planteado por el ilustrador Samuel Mead, en sus propuestas de aparatos y locaciones para el filmBlade Runner, 1987, o volviendo al opimismo tecnológico disneylandiano como se advierte en las propuestas de cómics como Robots, que presentan la imagen de una Superfarm 2020, 1979, en que nuevamente se postula la confianza en establecer relaciones directas entre aparatos técnicos y territorios, prescindiéndose de los aparatos de la arquitectura y el urbanismo. En cierta forma estas tendencias marcan algunas características de las arquitecturas alternativas del español Andres Jaque, como el proyecto Mousse City, Stevehagen, 2010, o la propuestaLandscape condensed, Murcia, 2010, situaciones mas que configuraciones o dis-posiciones, agrupamientos tácticos

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y efimeros y relaciones directas entre las cosas, sus operadores y el soporte territorial, con lo cuál se eliminan casi por completo las clásicas nociones de borde o estabilidad tectónica de los recintos y adviene una modelística efímera de armado de aparatos técnicos para usos puntuales y específicos. A veces estas operaciones son menos drásticas y mas que anular envolventes se trata que estos repliquen e imiten la conformación del paisaje preexistente como se aprecia en el proyecto del estudio chileno Babin&Sexton, en su propuesta de un hall expositivo para una empresa minera en Punta Arenas, 2011. Diversos trabajos del estudio CG, de la sociedad de arquitectas Patiño&Peña de Colombia, como sus proyectos educacionales, 2008, su instalación efímera en el MAC, para un Museo del Trueque, 2008, o el Zooeskeleton, Buenos Aires, 2009, son trabajos que convergen a una disolución de la ambivalencia entre objetos y contenedores a favor de una aproximación más fenomenológica y perceptual-operacional que utilitario-funcionalista en la caracterización de situaciones interactivas entre personas, cosas y paisajes. Y los trabajos de un performer y arquitecto como el español Luis Urculo, en su escrituración de un objeto como su propuesta de en-grafiado manual del Renault Twizy, 2008 , su generación de las llamadas Alfombras residuales, 2008 (64-5), su reinvestimiento simbólico de botellas en desuso en el proyecto Clean 1-2-3, 2009 , su resemantización de un objeto banal en la propuesta Vajilla for Starck, 2010 , o su instalación mulimedial Homenaje a Buñuel, 2011, son otras tantas aproximaciones a imaginar la psibilidad de tejer inéditas relaciones de las personas con sus mundos objetuales y discursivos, acrecentando en todo caso, las posibilidades experimentales de investigar paisajes endógenos a los nuevos sujetos y colectivos sociales en sus diversas y variadas inserciones geoculturales.

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Capítulo 5 PATRIMONIO EXPANDIDO Y OPORTUNIDAD DE RETRO-PROYECTOS

SOBRE EL PATRIMONIO POPULAR Y LA CULTURA MATERIAL Abordar este máximo campo de ampliación temática de la noción de patrimonio implica por una parte tomar en cuenta la superobjetivación que implica ir mas allá de objetos, edificios y ciudades y alcanzar la dimensión del territorio, como lugar que registra el paso de la historia con marcas culturales devenidas paisajes y ahora con un interés también en la cuestión de la gestión patrimonial integral, es decir, no solo dar cuenta de la existencia de un continuum territorial-ambiental susceptible de valorarse como patrimonial sino además, manejarlo, tutelarlo, operarlo proyectualmente dentro del marco genérico de fomas de gestión.. Por otra parte quizá paradójicamente, esta ampliación también implica alcanzar lo inmaterial, lo que es sustancial de la identidad de pueblos y personas aunque casi no tiene existencia y valor formal, material, físico. O sea por ejemplo todo lo inherente a las discursividades emitidas sobre lo ambiental-territorial, relatos, creencias, rituales, oralidades ligadas a identificar pertenencia a lugares, designación toponímica de los sitios, etc. Si bien quizá responda a cuestiones diversas es posible afrontar este tema general en dos partes, una ligada a la expansión material-territorial ambiental que está acaeciendo respecto del manejo del patrimonio, por ejemplo en torno de la llamada arqueología industrial. La otra mas orientada al ensamble de la cuestión ambiental junto al pensamiento y práctica paisajística y la voluntad de gestionar territorios como entidades de patrimonio. Esta segunda parte concuerda bastante naturalmente con temáticas propias de América como problemas de territorio, cultura y patrimonio. Lo inmaterial emerge culturalmente de una manera cercana al mero vestigio, al testimonio casi fortuito, bien lejano del rigor estricto del documento. Sabemos como era el teatro dónde trabajaba William Shakespeare porque se conserva un esbozo que el viajero flamenco Jan de Witt anotó en su diario, del interior de un teatro de la era de Shakespeare, presuntamente luego de visitar The Globe donde el gran bardo ponía y actuaba sus dramas . Los apuntes de este holandés sobre los teatros isabelinos – frágiles construcciones circulares de madera, con palcos con cubiertas de paja que orlan una arena que une público de pie y actores en precarias tarimas – fué uno de los pocos registros de aquella época, sobre los cuáles se apoyó la investigación que culminó con la reconstrucción del Globe Theater (1997) el teatro que en su origen, en parte era propiedad de Shakespeare y donde se estrenaron la mayoría de sus piezas. Aquí se quiere evidenciar la multiplicidad de fuentes referenciales aptas para establecer los datos de una reconstrucción histórica, procedimientos como los preconizados por Luca Beltrami en su indagación de trazas y dibujos bramantinos para deducir criterios para la reconstrucción del Castello Sforza en Milán. Del modo con que funcionaban realmente algunos objetos que solemos sumar a los repertorios patrimoniales, como el Familisterio de Guisa dan cuenta otras clases de documentos mas inmateriales y contingentes, no un plano sino un grabado de la Fiesta del Trabajo de 1867.

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Como una de las muy pocas concreciones del concepto de falansterio -acuñado teóricamente por Charles Fourier –Jean Baptiste Godin, un industrial textil, edificó en Guisa, Bélgica, a la vera del rio Oise y muy cerca de su fábrica, un familisterio cuyos planos empezaron a prepararse en 1858 y que fuera terminado hacia 1880, cuando se constituyó la Societé du Familistere de Guise. Association Cooperative du Capital y Travail. Este grabado del archivo del familisterio (actualmente un Museo y Centro Cultural) representa el festival del día del Trabajo, en que cada año los obreros y sus familias efectuaban una especie de parade de habilidades, siendo recompensados por el empresario Godin, en lo que solía denominar manifestaciones moralizantes de júbilo, tendientes a intensificar la conciencia de pertenecer a la comunidad familisteriana (vivían allí 1170 personas, algo menos que las 1800 recomendadas por Fourier como tamaño ideal, cifra que iba a ser recogida en los programas de Unités d’habitation desarrollados por Le Corbusier). Esa fiesta asi documentada es recreada cada 1 de Mayo en una nueva versión de la misma, como se fue haciendo en diversos años recientes . Del registro u observación fenomenológica se deduce también una forma de leer, interpretar y valorar extensos territorios como lo que fuera común en las sagas de viajeros-descubridores, espcialmente norteamericanos de fines del siglo XIX –como John Muir que encontró y luego hizo que se convirtieran en unos territorios especiales, los primeros parques naturales como Yellowstone– u otros de inicios del XX como el experto en recursos naturales Benton McKaye que recorrió, describió y formalizó el recorrido que llamó Appalachian Trail y que mas que un circuito pintoresco es una vasta región que alimenta literalmente el frente de las ciudades del Este norteamericano y que podría ser un reservorio sustancial de actividades renovables. McKaye fue uno de los activistas de RPAA (Regional Planing American Association) que fuera la institución en que mas tarde descollaría Lewis Mumford. La RPAA también se ocupó de señalar el valor estatrégico de otras regiones como la llamada Anthracite Region que en realidad era advertida ya en la década del 30 como un territorio que la minería carbonífera había desgastado intensamente y que había que pensar modos alternativos de gestión tanto productiva como cultural. Aquí estamos hablando pués de cómo confluyen las tradiciones del paisajismo naturalista con las precupaciones ambientales acerca de los territorios y ciudades que el industralismo tornó inhabitables e inhóspitos. De allí a alcanzar la dimensión operativa de la arqueología industrial como modo de restaurar la calidad básica de un territorio degradado, integrando una mirada amplia de patrimonio a gestionar, hay un paso que es el que se concreta en el proyecto IBA. El grupo Arge & Pridik diseña el Nordstern Park, uno de los muchos componentes del IBA Emscher Park, Gelsenkirchen, Alemania, 1997 . El IBA Emscher Park consiste en un vasto proyecto territorial emprendido en 1988 y casi concluido una docena de años más tarde, que implica actuar sobre unos 800 km2. en un área habitada por 2,5 millones de habitantes y que se compuso de 89 intervenciones o proyectos en jurisdicción de 17 ciudades (Duisburg, Oberhausen, Bottrop, Gladbeck, Mülheim, Essen, Gelsenkirchen, Herten, Bochum, Recklinhausen, Herne, Castrop-Rauxel, Waltrop, Dortmund, Lünen, Bergkamen y Kamen).

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Los proyectos varían desde puertos y estaciones de transporte hasta recuperación de áreas naturales devastadas, parques y paseos, esculturas devenidas del reuso de antiguas piezas de arqueología industrial, nuevos barrios y ciudades (Prosper III), equipamientos sociales de diverso orden y escala y nuevos conjuntos de industria liviana o limpia. El Nordstern Park antes referido es uno de tales proyectos, comenzado en 1993 y concluído en 1997, sobre un área total de 100 hectáreas, a orillas del canal Rhein-Herne y el rio Emscher. Se instaló un vivero de empresas nuevas y los artistas Dani Karavan y Richard Serra han realizado instalaciones y esculturas, aprovechando en parte elementos propios de las minas allí existentes. También hay una isla-teatro y edificios de oficinas y talleres, como subproyectos realizados por diferentes estudios. Esta es la mayor operación de restauración territorial llevada a cabo en tiempos recientes, conjugando criterios de recalificación ambiental del soporte casi destruído (lo que se obtuvo mediante una cuatriplicación de los impuestos de vertidos industriales) junto a numerosas aportaciones a la configuración de un patrimonio cultural que testimonie la historia industrial del pais y las posibilidades de un desarrollo futuro de tipo sustentable. El grupo Latz realizará el Parque Duisburg North, otro de los fragmentos del Emscher Park . El plan de recuperación incluye numerosas actuaciones puntuales como ésta situada cerca de la ciudad de Duisburg, con una superfice tratada de 230 hectáreas. Los terrenos originariamente pertenecieron a la fundición Thyssen y poseen numerosos artefactos desafectados de aquella originaria actividad, como calderas de fundición, silos de almacenaje, hornos e instalaciones ferroviarias fuera de uso. El proyecto, ganador de un concurso internacional, prácticamente se propone resignificar las viejas estructuras industriales en algunos casos reutilizándolas como paseos o recintos con fines de utilización cultural o museística, en otros considerándolas en sí mismas, referencias históricas de una etapa del desarrollo industrial y testimonios de la arqueología industrial supérstite de épocas pasadas. Se conjuga así una nueva clase de espacio público o parque temático, que funde las propuestas recreativas con el reconocimiento de una fase histórica de un modo de producción y las formas de trabajo imperantes y el paisaje industrial consecuente. Las dimensiones de actuaciones en el campo de la arqueología industrial tiene ahora múltiples expresiones algunas mas de relevamiento y propuesta mas que en el nivel de resolución rehabilitadora alcanzado en el proyecto alemán. Es el caso, por ejemplo, de la Salitrera Santa Laura en Iquique, Chile, un emprendimiento fundado hacia 1872 y que la firma norteamericana Foelsch&Martin mantuvo activo en la producción de oro blanco (nitrato de sodio) hasta 1915. Esta producción implicaba generar 35000 quintales de salitre mensuales explotando un campo de 180 hectáreas a través del sofisticado aparataje productivo conocido como la máquina de Schanks. Los grandes emprendimientos de esta actividad radicados en el llamado Cantón Nebraska – Santa Laura y Humberstone – fueron declarados monumentos históricos en 1970 y ahora se trata infructuosamente de organizar un museo de sitio.

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El caso de la Ferrería de San Blas en León es mas curioso aún puesto que se trató del intento nonato de lanzar la revolución industrial en la España del siglo XIX. Fue una iniciativa que se inició en 1841 a instancias de una Sociedad Palentina regenteada por Matías Iglesias en 1841 que debía dedicarse a la extracción de hulla. Poco después otro industrial, Santiago Cordero intuye que el emprendimiento era apto para montar la primera siderurgia hispana e instala dos altos hornos traídos de Inglaterra en 1862. El proyecto activo sólo dura cinco años ya que las normas impositivas estatales lo sacan virtualmente de mercado. El pueblo de Cebero, forjado a su alrededor hace rato que convive con estas ruinas tratando de convertirlas en museo de sitio y atractivo turístico-cultural; de hecho la ilustración muestra una de las naves que funciona como plaza cubierta del poblado. La llamada Industrial Heritage Platform (IHP) que nuclea los intereses de los países bálticos y escandinavos ha logrado resultados mas efectivos con la gestión de su patrimonio arqueológico industrial como lo testimonian los casos del puerto maderero de Fetsund, sobre el rio Somma- ahora una estación de pisicultura , el museo de los trabajadores de la fábrica de papel de Furnefoss, el laboratorio aurífero de Eidsvoll (que funcionó desde 1759 hasta 1907) o la estación hidromotriz de Tysedall ahora museo de sitio , todos estos sitos en Noruega. También en el contexto de la IHP se han desarrollado reconversiones de edificios de interés histórico como un Depósito de Sal en Tallin, ahora devenido Museo de Arquitectura o el Faro de Mersrags en Latvia , que fue restaurado enteramente aunque ahora funciona como un espacio pedagógico y científico. Un tercer caso es el amplio museo de sitio Akershus, en Noruega , que surgió de acondicionar una red ferroviaria de trocha angosta que estaba desafectada y que permite integrar diferentes asentamientos no sólo en usos de tipo turístico-recreativo sino también ligados a la regeneración productivo-educativa. Este proyecto tiene algunas reminiscencias con la célebre iniciativa Potteries Thinkbelt que promoviera Cedric Price en los años 60 en las Midlands galesas. El caso de la sede corporativa y productiva de la empresa telefónica Nokia en Finlandia es interesante porque escogió asentarse en una vieja fábrica de pisos de madera que estaba radicada en la ciudad de Nokia y que funcionó como tal hasta 1865. Un campo específico de la ampliación del concepto de patrimonio extendido a manifestaciones expresivas de arqueología industrial sería el caso de las construcciones rurales agroproductivas típicas de ciertas regiones como las cascinas o castros rurales dedicados a la producción agraria de un colectivo de familias en la región lombarda de Italia –que aquí ejemplificamos con muestras en ruinas o con cierto abandono en obras como las cascinas Fiorano o Binasco– que han sido motivo del interés tipológico de investigadores de la tendenza milanesa como Rossi o Grassi, éste incluso realizando una actuación proyectual en una de ellas, el complejo edilicio de Valmarinacxxxviii o como análogas construcciones productivas rurales como en las masías catalanas de Los Collados y Suria que también fueron materia de estudios tipológicos, relevamientos y actuaciones adaptativascxxxix. Askim&Hartuvig es el grupo que trabajó en la generación del llamado Centro Cultural Stiklestad en Noruega, inaugurado en 1992 . Este es una especie de Ecomuseo de San Olaf, uno de los santos mas populares de Noruega y Escandinavia. Stiklestad es el lugar de la batalla homónima y el sitio tradicional

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de peregrinaje conmemorativo de San Olaf. Este proyecto se propone difundir tal batalla y la figura del santo guerrero en el contexto de una revalorización de la cultura vikinga. La propuesta conjuga una serie de elementos desde construcciones existentes hasta varios espacios abiertos de congregación de las multitudes que frecuentan el sitio así como varios circuitos de recorridos y una suerte de gran contenedor realizado a la manera de las construcciones tradicionales y pensado como soporte museístico de múltiples piezas de valor arqueológico. Esta idea funde el desarrollo de museos de sitio o lieux de memoire según los franceses –en los cuáles, parte sustantiva de su atractivo reside en visitar el mismo lugar de ocurrencia de determinados hechos históricos– junto a los llamados ecomuseos –cuya entidad tiene que ver tanto con la puesta en valor de un paisaje natural y cultural de cualidad singular, cuanto con la exhibición de testimonios vinculados con la vida de los sectores populares-. Dentro del concepto lieux de memoire, que en Francia dió lugar al desarrollo de políticas públicas de identificación y manejo protectivo de un conjunto de sitios históricos, destacan los registros territoriales que quedan como vestigios de grandes confrontaciones bélicas europeas de lo que dan cuenta sitios tales como el campo de batallas del Somme que muestra el desarrollo de movimientos de tierra que dieron paso a las trincheras de la lucha sucia de la primera guerra mundial, el túmulo artificial erigido con restos de armamentos fundidos en una montaña coronada por un hito recordatorio de la batalla dieciochesca de Waterloo, en Bélgica , que significó el fin del imperio napoleónico o las fortificaciones de Ypres o el desarrollo de casamatas de hormigón de la línea Maginot y también, en una clave ampliatoria de la noción de patrimonio, las ruinas que subsisten del Ghetto de Varsovia . En otra vertiente contributiva aunque controversial a esta ampliación de la noción de patrimonio llevado al campo ambiental el artista plástico y activista cultural ya desaparecido César Manrique diseño el Jardín de Cactus, en la Isla de Lanzarote, Canarias, en 1990 como parte de una estrategia de creación de puntos de atractivo que permitieran relanzar la captación de turismo de alto standing para ese sitio. Si bien los naturalistas cuestionan la legitimidad científica de los ecosistemas trasplantados o el desarrollo de cultivos exhóticos, la iniciativa del Jardin de Cactus lanzaroteño pensada desde la década del 70 e inaugurada casi dos décadas más tarde en la oquedad natural de Las cuevas del molino, en Guatiza recoge por una parte, el aprovechamiento de condiciones de potencialidad natural de la isla y por otra, la idea de configurar un elemento pasible de identificarse como una pieza de patrimonio ambiental, dada su dominante condición de naturaleza activa es decir, no museificada . La condición de malpaís –tierras cubiertas de lava volcánica-, la existencia de las llamadas plantas crasas, la cultura vitivínicola de la geria (agricultura en hoyos volcánicos humedecidos con rocío) y toda la tradición de cultivos de arena o las tuneras de cochinilla, son algunas de esas precondiciones naturales que abonaban la viabilidad de este transplante. Lo significativo del ejemplo más que su discusión desde el punto de vista científico o de su entidad como atractor turístico, es desde el punto de vista de las ideas sustentadas en este estudio, la posibilidad de aprovechar la calidad patrimonial natural existente e incluso de incorporar esa calidad a condiciones de nuevos proyectos de desarrollo.

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La obra paisajística del norteamericano Lawrence Halprin, ejemplificada en el Jardín de la Memoria de Forth Worth (1976) o en el Placecourt&Fountain de Portland (1982) destaca como el de un interesado en analizar la fusión de territorios naturales y culturales y la voluntad de configurar espacios evocadores del locus y del heritage, de la identidad y de la pertenencia o herencia que se posee respecto del lugar natal. Esa perspectiva le llevó incluso a trabajar en la planificación de eventos de fuerte importancia endo-cultural fuera que además supusieran atractivos turísticos, como el caso del célebre Mardi Gras, el carnaval de Nueva Orléans. El mexicano Grupo de Diseño Urbano fue responsable del diseño del Parque histórico de Culhuacán, Iztapalapa, México (1992) . Esta es una intervención encargada a la vez por un municipio y el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México ya que se trata de crear un espacio público sobre un sitio de importancia arqueológica e histórica con restos diversos de ruinas aztecas y de un convento colonial. El aprovechamiento de materiales –piedras de los antiguos conjuntos, muros bajos, solados y vegetación– permitió controlar el proyecto nuevo en una suerte de redemostración esamblada y conectada para su uso, de los fragmentos preexistentes, apuntalando una idea patrimonial que retuviera ecos o alusiones del pasado. Tomando como base las trazas residuales existentes y la idea de utilizar los modos compositivos de Tenochtitlán, el conjunto se diseño en base a formas cuadrangulares como un anfiteatro en forma de pirámide invertida que acoge a 250 personas o un estanque que evoca los embarcaderos de las chinampas aztecas. Este grupo también desarrolló el proyecto del Parque Ecológico de Xochimilco (1990) que apunta a fortalecer un atractivo turístico pero asimismo a ofrecer testimonios relictuales de las antiguas chinampas flotantes del lago. Una de las actividades promovidas por Lina Bo Bardi fue la muestra desarrollada en el SECS de San Pablo (1982) bajo el nombre Design Brazil. Historia, teoría y realidad. La trayectoria de Bo Bardi resume una interesante fusión de formación académica italiana con el reconocimiento (casi un descubrimiento, para una europea) de las peculiaridades de una cultura regional, híbrida, multiétnica y popular como es particularmente el caso brasileño. En ese contexto la acción de Bo Bardi pareció resumirse en desarrollar un concepto específico e inédito de gestión del patrimonio, desde sus múltiples intervenciones en Bahía –ciudad patrimonio de la humanidad– hasta el caso de la rehabilitación de una antigua fábrica en el barrio proletario de Nova Pompeia, en San Pablo, para convertirla en centro comunitario . En este caso la actividad fue mucho mas allá que el trabajo específico de refuncionalización del complejo edilicio, usándose el mismo como receptáculo de una larga serie de exposiciones –curadas por Bo Bardi– ligadas al estudio y exhibición de materiales expresivos de aquellas tradiciones culturales específicas, desde muestras dedicadas a las artesanías o los juguetes populares y en lo que hace a la imagen aquí comentada, a una reconstrucción antropológico-cultural de un modo específico de entender el diseño en Brasil, atendiendo a esas hibridaciones y mestizajes que dan una peculiar identidad a su cultura y abordándose la cuestión del patrimonio débil, in-material, vinculado a los ritos, fiestas y hábitos de la sociabilidad popular.

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Las propuestas de actuación en el seno de temas propios de la cultura popular y la memoria de sus rituales fue también interés de Lina Bo Bardi, por ejemplo en su contribución al montaje de las ceremonias propias de las procesiones mestizas en Pelourinho, Bahía , situación de patrimonio extendido emparentada con otros casos, como el de la valoración de espacios que no solo rememoran momentos históricos significativos – como el ajusticiamiento del herético Giordano Bruno en el Campo de Fiori, Roma sino además que remiten a testimonios de culturas históricas como la convivencia de judíos y cristianos de lo que cuenta zonas como la Plaza de Santa María, Santa Cruz, Sevilla , la rememoración de hechos de gran efecto de transformación del mundo como la adjudicación de derechos americanos a españoles y portugueses resueltos en la ciudad castellana cuyos hechos se evocan en la Plaza Mayor de Tordesillas o los espacios de centros históricos de ciudades tales como el Campo de Siena , cuya vigencia en la memoria e identidad de sus habitantes se consuma en el espectáculo medieval del Palio e innumerables articulaciones de lugares y rituales como las fiestas en la plaza de la Magdalena, Lima. La fruicion y experiencia de transitar por el Campo de Fiori inevitablemente resignificado por la ejecución de Bruno (tal como la relación experiencial que se verifica entre la Plaza de Armas del Cuzco y el desmembramiento de Tupac Amaru, a pesar en este caso, de una total ausencia de signos referenciales) o de recorrer la plaza de Tordesillas, allí donde se repartió el mundo ibeoamericano, significa hacer carne en el percipiente, de un connotado lugar de memoria –los instituidos lieux du memoire de la legislación patrimonialista francesa, extendida ahora a la revisión economicista del turismo cultural en toda Europa-, un sitio que fuera de su cualidad urbano-formal (como sería el caso del óvalo del Campo sienés, cuya calidad empero se activa en la presencia virtual de la carrera hípica del Palio) otorga su validación y hasta sus artes de proyecto, a favor de un potenciamiento evocativo del suceso histórico allí ocurrido, singularidad que no es la del rito repetido sino la de un hecho circunstancial que transformó, incluyéndonos, el curso de la historia. Estas singularidades de lugares que se articulan con episodios históricos específicos o con largas tradiciones populares también da paso a posibles articulaciones de intervenciones de arte contemporáneo tales por ejemplo, como las de Axel Void en Berlín (2009) o Málaga(2010) que procuran aportar a cierta elaboración de escrituras o signos depositados sobre la materia de espacios de esas ciudades con la finalidad de contribuir a su identificación y valoración, de lo que también tratan intervenciones populares como los celebres grafitti portoriqueños de Nueva York, que buscan dar cuenta de señales de identidad de esa comunidad minoritaria en una ciudad que les es ajena. El paisaje característico o típico –asociado a cierta idea de lugar común o tópico- de escenas urbanas ligadas a comunidades populares como imágenes de las calles de Napoles o de los barrios de Alfama, Lisboa , de Lavapiés, Madrid , del Raval, Barcelona o de La Boca, Buenos Aires son otros casos ejemplificadores de esta entidad de patrimonialidad antropológica, inmaterial o popular y en muchos casos para esos y otros sitios de reprercusión equivalente se han realizado estudios de carácter etno-urbanístico o promovido políticas públicas de protección o desarrollo.

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En lo que sigue se desarrolla una serie de reflexiones acerca del patrimonio, desde una perspectiva americana. Se confronta así una visión eurocéntrica del territorio como depósito de signos devenidos del trabajo humano, con una visión americocéntrica del territorio entendido como naturaleza venerable articulada en una interacción mitológica entre sujeto y objeto. La diferencia de concepciones permite establecer una completa gama de diferencias: cultura/mitología, objeto cultural patrimonial (monumento)/objeto mitológico patrimonial (narración-suceso-mito-rito ), posesión/contemplación, colección-museo/paisaje-lugar, macro-objeto artístico/micro-objeto artesanal, etc. A ello se agrega la circunstancia americana de su sojuzgamiento-refundación europea y las consecuentes cuestiones de una compleja hibridación y mestizaje: es decir, una vía peculiar de modernidad connotada por la hibridez o por la proliferación de formas asociadas al criollaje.La idea europea más abarcativa de la cultura es aquella acuñada por los filósofos positivistas del hacer (Kant, Hegel, Marx): la cultura, en tanto emergencia sustantiva o quintaesencia del trabajo es sobre todo, el territorio trabajado, modelado intensamente por la antropización. En cierto modo ello explica el común origen etimológico de las palabras cultura y cultivo, en la idea latina del fruto devenido de un trabajo dominantemente agrario que luego recogerá y enaltecerá la tradición bárbara germánica. La diferencia de calidad del trabajo -por su valor pero también por su apropiación- distingue fragmentos valiosos de ese continuum transformativo y esos fragmentos constituyen el patrimonio: precisamente del desprecio latino por lo rural, deviene una rápida derivación cualificante de la cultura hacia los objetos urbanos, desde las piezas u obras de arte hasta los templos y palacios, depósito-museos de trabajos diferenciales o geniales y a la vez propiedades o elementos de patrimonium de carácter privado. Las primeras teorías del patrimonio -en Johannes Winckelmann por ejemplo- disciernen básicamente los bienes de calidad artística, que en el campo urbano-arquitectónico quedarán instituídos en los monumentos y que serán pasibles de una valoración exclusivista - a cargo de los historiadores del arte- tanto como de una precisa clasificación enumerativa que dará pie a los repertorios de estilo. Las teorías subsiguientes que van desde John Ruskin hasta Gustavo Giovanonni y que quedarán normadas en la Carta de Venecia, amplía dicha visión a escalas urbanas y paisajístico-territoriales complejas pero en todo caso, más que territorializar la idea del patrimonio monumental han monumentalizado el territorio. La otra idea fuerte que subyace en el acuñamiento eurocéntrico del concepto latino de patrimonium es la propiedad o la posesión: el otorgamiento de valor patrimonial es inescindible de una acción de apropiación, ya sea de un amateurcoleccionista, de una institución como la Iglesia o los museos y hasta de un estado nacional e incluso la humanidad. Sin poseedor otorgante de valor no hay objeto de patrimonio o resultante de trabajo devenido en cultura; distinto será el concepto sajón de patrimonialidad ligado en lo noción de heritage o herencia no tanto a lo que se posee sino a lo que se hereda lo cuál desde luego ayuda a tratar que las cosas ornadas con valor heritage, deban durar para cumplir su cometido inter-generacional. La idea de patrimonio adviene así no sólo a su identificación con la noción de propiedad, sino necesariamente a la cuestión de propiedad de cosas u objetos. No se puede ser dueño de una puesta de sol o de un paisaje marino, sino en

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todo caso de su representación artística que es lo que permitirán por ejemplo, Constable, Friedrich o Turner. En cualquier caso la caracterización más progresista de lo patrimonial - aquella que es tributaria de los criterios de la cultura material, por ejemplo expresados en la obra de Raymond Williamscxl- se anuda en torno de una conceptualización de un mundo de objetos, que es el enfoque predominante en el excelente libro de Josep Ballartcxli sobre lo patrimonial . Curiosamente serán europeos los que formularán la existencia de alternativas de raigambres mitológicas a las nociones culturales precedentes como el caso de Claude Levi-Strausscxlii y su redefinición estructualista del saber etno-antropológico a partir del otorgamiento de un valor esencial al campo mitológico y sobre todo al proceso de construcción de conductas fundantes como los tabúes . O Georges Bataillecxliii que descubre la parte maldita de una especie de intercambio cultural que como el potlach , es esencialmente simbólico y ligado al cruce ritual de regalos in-útiles, desinvestidos de valor de cambio pero nutridos de valoraciones diversas incluso extra-culturales entre los oferentes, o como Carl Jungcxliv para quién el valor fundante del objeto occidental reposa en su cualidad arquetípica y en la relación compleja entre tipos psicológicos y dispositivos sintetizadores de las cosmovisiones religiosas como el caso de los objetos mandálicos de la tradición hinduísta que el propio Jung procesó como proyectista y artesano en la construcción de su refugio lacustre de Bollingen o como finalmente Serge Gruzinskicxlv que analiza la colonización hispana de México como una guerra de imágenes, en la que la eficiente funcionalidad de la representación religiosa desplazará la compleja ritualidad de los zemíes caribeños o de los amates mesoamericanos. El antropólogo holandés Tom Zuidemacxlvi -y también la historiadora andina María Rostworowski que mas abajo comentamos y citamos- nos dirán que no se puede entender el proceso cultural andino sino desde lo mítico ya que la historia documental no es significativa y por otra parte, que la inexistencia de lengua escrita no es óbice para un desarrollo cultural-mitológico con registros e inscripciones tanto en los quipuscxlvii (o documentos testimoniales de datos, fechas y cuantías), los tocapus o keroscxlviii (túnicas y vasos ceremoniales plagados de referencialidad ritual) o los ceques, las huacas y los ushnús (ejes territoriales y enterratorios que constelan el paisaje cotidiano y mitológico de la andinidad). Los enfoques del antropologo italiano Carlo Severi , analizados en otros pasajes de este texto, ya aseguraban no suponer que la condición agráfa escrita implicara atraso sino mas bien que funcionaba un sistema de comunicación en que la imagen predominaba sobre la palabra y que tal sistema aseguraba una eficiencia polisémica y multiactoral de relaciones de sentido. Y sin referirse especialmente al espacio americano es evidente que Martin Heideggercxlix al establecer su descubrimiento antimetafísico del locus y su crítica al espíritu del tiempo, aunque aludía sin duda al espacialismo de la cosmogonía zen y la esencialidad oriental de la hoy muy banalizada idea del feng shuicl , estaba instalando los cimientos de una crítica radical a la idea patrimonialista y objetual de la tradición cultural europea. Que Gianni Váttimoclisupo interpretar como crítica débil y posmoderna al predominio europeo moderno de la idea de monumento.

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Desde las perspectivas teóricas precedentes en el escenario americano se redibuja una noción diferente de la articulación de territorio y patrimonio consistente en la existencia de una antropología de la veneración de lo territorial: especie de panteísmo del que emerge una poderosa estructura mitológica que cumple la doble función de reemplazar tanto la idea eurocéntrica de cultura como la de historia. Con un tono entre pragmático y poético pero quizás también imbuído del milenarismo, por ejemplo de los utopistas franciscanos como Gioacchino dei Fiori, la mayoría de los cronistas indianos productores de los primeros documentos escritos americanos, recaerán en esa incapacidad de diferenciar lo fáctico-histórico de lo mítico contribuyendo a consolidar la urdimbre cosmogónica del tiempo americano. Historiadores como María Rostworowskiclii que usarán las fuentes de los cronistas, aceptan esta diferencia y la utilizan en sus trabajos. Al ser del trabajo se le antepone un estar de la situación y consecuentemente, al poseer del patrimonium se le confronta el devenir de la contemplación que empero no será una contemplación estética o puramente fruitiva, sino funcionalmente existencial o concurrente a instrumentar dimensiones concretas de la vida social. La relación empático-contemplativa del sujeto americano -sobre todo el andino - con el territorio alcanza una entidad mitológica-religiosa pero nutre toda la existencia cotidiana: así se explica por ejemplo, la negativa que todavía tienen agricultores bolivianos tradicionales para aceptar el uso de implementos de regadío, tecnología que contraponen a las rogativas a los dioses de la lluvia, que sigue siendo una ritualidad no sólo vigente sino funcional. La Huaca del Arco Iris es una de las multiplicadas expresiones de la cultura andina que puntúan el territorio con túmulos indicativos de sitios de culto y a la vez complicadas significaciones de áreas específicas de determinadas etnias. Es el tipo de objeto que remite a la relativa invisibilidad de un fundirse en la materia natural (las huacas mas importantes son lomadas o montes indiferenciables de los naturales, con sus recintos mortuorios excavados) y a la vez esa materialidad cerámica, en este caso, perteneciente a la cultura moche, está enteramente revestida de signos, en una especie de horror vacuiidesignativo ideográfico. El carácter material de este tipo de objeto parece definirse casi en negativo respecto del cuadro de valores del monumento típicamente occidental. Chan Chan fue la ciudad mochica capital de ese reino, hoy cerca de Trujillo y con su momento de máximo desarrollo hacia el siglo XIII . Las culturas preincaicas andinas como la mochica, chimú o chimor, desarrolladas en la costa norte peruana desde el siglo VII AC construyeron esa importante capital enteramente edificada en ladrillos de adobe hacia el 1200, con una extensión de unos 20 kilómetros, tal vez hasta cien mil pobladores y un trazado singular basado en una acumulacicn no estructurada de ciudadelas, cada una sucesivamente ocupada por Cignic o Ciquic, reyes de Chimor. La ciudad está trazada según un desvío de 19 grados repecto del rumbo norte, lo que corresponde al azimut de la puesta del sol del solsticio de invierno, hecho que acredita los conocimientos astronómicos comunes en todo el mundo precolombino desarrollado y la vocación de organizar el trazado urbano según un rumbo de organización que tuvieraresonancias y valoraciones

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cosmogónicas, mas allá de la mera funcionalidad que parecía obtenerse con la repetición de motivos ortogonales. La yuxtaposición de las ciudadelas con una población de hasta unos 16000 habitantes cada una y que no tienen conexiones entre sí, obedecería según diversas hipótesis a la existencia de grupos socio-etno-políticos aislados o a barrios de artesanos: cada ciudadela estaba trazadasegún una división de suelo quehoy llamaríamos sustentable, ya que incluían huertas, cisternas, palomares, corrales, etc. Contra esas experiencias americanas el territorio de la tradición eurocéntrica es un infinito depósito de inscripciones de trabajo humano, a veces devenidas en hechos de cultura susceptibles de consideraciones patrimoniales. Esta idea de superposición de trabajos queda perfectamente instaurada en la tradición de la romanidad y antes, en cierto modo prefigurada en la voluntad integrativa alejandrina, visible tanto en la dinámica cultural de préstamos y asimilaciones transculturales -por ejemplo, la reelaboración romana del legado griego- cuanto en la conformación de una vertiente cultural del globalismo político imperial devenido del mare nostrum y de la Pax ecuménica. La idea de una cultura hibridizante nace de tal experiencia y quedará consumada en producciones eclécticas y sincréticas como la bizantina o las que registran las fusiones romano-germánicas como el modelo carolingio y extensivamente los episodios románicos. Un aspecto consecuente de esta cultura sedimentaria será la valoración patrimonialista de estos procesos transculturales tanto como el reconocimiento de la importancia de los aspectos geoculturales o propios del emerger de las culturas de expresión territorial regional. Una característica de la calidad patrimonial de las iglesias de Santa Sofía y San Pedro será el de la reapropiación de materiales nobles de monumentos precedentes que por lo tanto, fueron destruídos . También se considerará valorable generar un nuevo objeto patrimonial sobre los restos desfigurados de construcciones precedentes, como ocurrirá con la catedral de Chartres reedificada en el siglo XII o con el enmascaramiento palladiano del Palazzo dellaRagione vicentino: desde luego la neomonumentalidad ideológica obtenida en las construcciones coloniales de México o Cuzco seguirá esta pauta. El destino americano presenciará más que la idea inicial del fenómeno deglutivo de las transculturaciones europeas de raiz romanizante, la seguridad ideológica del período renacentista-barroco consistente en reemplazar los signos materiales de las civilizaciones sojuzgadas por nuevos sistemas de objetos aunque a veces subsistan elementos precedentes como los muros de piedra ciclópea o las pequeñas calles devenidas de las trazas separadoras de las kanchas incaicas en el caso del Cuzco colonial. La cultura material emanada de las pirámides mesoamericanas de varias superposiciones o de los modelos de los templos y enterratorios andinos de capas superpuestas de las huacas - casi siempre finalmente, revestidas de tierra, especie de montañas artificiales- también incluye la modalidad de superposiciones agregativas pero cada capa funciona como celebración y sublimación de la precedente, sin violencias simbólicas neutralizantes del contenido ritual de las historias previas. Sin embargo el reconocer estos procesos europeos basados en la acumulación y sedimentación territorial de sucesivas manifestaciones culturales , como la perduración de pautas de las

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oppidas célticas en las ciudades de refundación romana en Gran Bretaña , requiere advertir dos divergencias respecto del caso americano. La primera es la ya apuntada prescindencia ideológico-simbólica en cuanto a absorber y reciclar elementos de las culturas materiales precedentes prehispánicas: recuérdese por ejemplo que la fortaleza incaica de Sacsahuamán fué convertida en virtual cantera pétrea para las necesidades de materiales de las construcciones eclesiásticas del Cuzco y que esto no sólo fué una cuestión tecnológica sino una voluntad de anulación del potencial mitológico de aquellas incómodas piedras que conformaban la cabeza del puma, base iconológica ritual del trazado fundacional de la antigua capital y desde luego elemento de fuerte persistencia en la memoria mítica del aborígen. La segunda divergencia advertible en la comparación de las experiencias europeas y americanas es la consistente en las actitudes respectivamente pro y no-urbanas en los procesos de transformación territorial. En efecto la cultura europea se afirmó sobre todo a partir de la conformación del mundo burgués tardo-medieval y post-germánico, en el control y modelación territorial en base a la constelación de ciudades que fueron emergiendo como consecuencia del cambio social – transformación de estamentos vasallos rurales a artesanales burgueses o urbanos – y como consolidación de los drenajes demográficos que iban del campo hacia las nuevas ciudades, sólo algunas de las cuáles eran relanzamientos de viejos asentamientos romanos y otras muchas, fundaciones consecuentes de ese proceso transcurrido entre los siglos VIII y XII . El proceso de concentración desde el campo a la ciudad en el caso del altomedioevo europeo posromano vivió el surgimiento de los burgos de artesanos libres mas o menos desde el siglo IX pero en las grandes civilizaciones americanas prevaleció diríamos, un modelo de ocupación territorial basado en asentamientos dispersos aunque conectados en lugar de favorecer grandes concentraciones, aunque en casos del antiguo México existieron urbes de gran población (Teotihuacan, Tenochtitlán), Las civilizaciones americanas prehispánicas manejaron criterios diferentes: no tanto concentrar la población en ciudades sino controlar extensivamente el territorio en base a organizaciones diversas, como las redes de infraestructuras incaicas y preincaicas o las redes de ocupaciones productivas y religiosas mayo-yucatensescliii. La ocupación territorial, por ejemplo en el caso de las estrategias panétnicas del progresivo imperio o confederación incaica que impuso un modelo de control político-productivo territorial mas o menos federativo en una organización lineal de mas de cuatro mil kilómetros de longitud de sur a norte no necesariamente conducente a una articulación de núcleos urbanos concentrados sino al contrario, explica la diferente concepción de la territorialidad precolombinacliv y si se quiere la diferencia ambientalista entre una noción más mitológica que cultural del control territorial y por ende, una distinta idea de lo patrimonial que pasará a ser más bien una idea axiológica de valor/sacralidad que el paradigma culturalista de la patrimonialidad europea de valor/apropiación diferencial. Los europeos en América transportaron su cosmovisión e intentaron con relativa infructuosidad, reorganizar el territorio en base a un modelo pro-urbano, fundándose así, en dos siglos más de 1830 asentamientos urbanosclv: el carácter imperfecto de esta tentativa le otorga así su cualidad diferencial al análisis de la peculiaridad americana.

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Por una parte la subsistencia de pautas prehispánicas de relación sociedad / territorio que se mantienen de diversas formas en la perduración de componentes y rituales mitológicos en las capas indígenas y mestizas de la sociedad americana, de las que emerge la preponderancia patrimonial del paisaje natural y de la subordinación panteísta del gesto antrópico respecto de dicho paisaje. Por otra parte, la cualidad antropológica de una urbanidad débil distante aún de la densidad del registro del trabajo/cultura históricos que configura la materialidad casi de horror vacuii de la ciudad europea. En esta dialéctica el movimiento teórico del conservacionismo patrimonialista europeo, parece estar tensado siempre hacia una expansión pro-territorial de su ámbito de interés, expansión que queda evidenciada en los alcances cada vez más integrales de las cartas europeas, como por caso lo testimonian autores como Marco Dezzi Bardeschiclvi, incluso procurando superar los distintos límites o escalas del pensamiento patrimonialista: monumento, monumento y entorno significativo, centro histórico, fragmentos significativos urbanos o barrios de las ciudades, ciudades como estructuras completas susceptibles de gestión patrimonial, sistemas de asentamientos territoriales, etc. Esta tendencia también la consagran autores como Francesco Gurriericlvii quién propone directamente un campo que denomima restauro teritorial: por fuera de las condiciones instrumentales (dificilmente podemos pensar desde América, en dimensiones extensivamente ambiciosas de actuación), estos desarrollos teóricos europeos nos acercan a cuestiones dominantes en nuestro ámbito como el alcance teritorial de lo patrimonial o la significación de las estructuras naturales y perceptuales/mitológicas del paisaje y los ritos ambientales de convivencia entre los grupos sociales y sus soportes naturales. Las cosmogonías americanas aparecen repletas de referencias toponímicas: casi toda la mito-historia y sus sucesos originales o rememorativos están ligados a alusiones territoriales y cada porción del paisaje está nombrada o designada, a menudo con una voluntad develadora, designativa o descriptiva. Guillerno Bonfil Batallaclviii en su libro México Profundo, indagación acerca de la persistencia de lo aborígen en la actual cultura mexicana, registra como elemento peculiar de la religiosidad panteista mesoamericana esta propensión al nombrar/describir la mínima diferencia del paisaje, estableciéndose en este acto una especie de pequeño ritual venerativo de fuerte contenido afectivo entre el sujeto designador y el fragmento de paisaje re-conocido que cobra por así decirlo, un protagonismo central en la vida cotidiana comunitaria. Esa voluntad designativa o nominativa de los territorios con que se identifica cada contingente etno-social específico lleva a una valoración de lo espacial por sobre lo histórico o temporal y concretamente al relato de genealogías del poder como historias trranscurridas en devenires espaciales o expresiones territoriales como se advierte en numeros documentos del final de la era precortesiana como el códice xolotl que anota en una especie de mapa el despliegue de la genealogía chichimeca. Es curioso advertir que buena parte de la toponimia europea tiene un origen diametralmente opuesto, es decir, ligado a una nominación que recuerda, distingue y evoca al sujeto propietario: el lugar encuentra así su nombre, como lugar poseído por alguién. La pura enunciación toponímica como reconocimiento a la entidad natural del paisaje se liga en nuestro concepto a una idea americana de patrimonio débil o

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sea, antes que rememorativo de actos históricos (de fundación/posesión, calificación cultural o de depósito de experiencias y testimonios culturales) recreativo del momento designativo según el cuál el sujeto -o la comunidad, en términos de instauración de mitos panteístas- describe y nombra una porción distintiva del paisaje de su ambiente de vida. Desde esta perspectiva el enfoque patrimonial americano debería intentar no sólo diferenciarse del criterio material-objetualista eurocéntrico que recae finalmente en catalogaciones y enumeraciones precisamente objetivas o materialistas, sino recuperar el saber propio del re-conocimiento designativo del ambiente que está contenido en la dimensión mitológica de la relación entre sujetos/comunidades y su naturaleza circundante e interactiva: enfoque que, por otra parte es mucho más complejo que el de una pura consideración estético-visibilista de las características del paisaje. La intención de aprovechar el acondicionamiento territorial casi como la más relevante operación de producción de documentos junto a aquellos propios del acervo mítico oral, se advierte en diferentes circunstancias de aprovechamiento productivo de los soportes naturales como es el caso de las acequías de Pisaq , formas diríamos técnicas pero a la vez investidas de modos rituales de transformar la naturaleza. Un caso muy conocido en que se funden estas cuestiones técnicas y rituales en la conformación de un hábitat singular es el caso de los asentamientos lacustres de los uros en el lago Titicaca, basados en la utilizacón monomaterial de la totora y configurando un patrimonio material a la vez específicamente orientado a resolver ascéticamente necesidades de esa comunidad y también, como se da en las ornamentaciones de las embarcaciones tejidas basadas en monstruos marinos, con vocación de producción de discursos simbólicos e identitarios. Pero no es sólo en la dimensión productiva de la necesidad donde se vislumbra una expresividad americana concreta en el manejo de sus geografías, sino también en aquellas cuestiones ligadas a lo religioso o a la complejidad de la representación del ultramundo, lo que da lugar a rituales muy complejos de culto a los muertos, uno de cuyos testimonios mas recientemente relevados es el caso de la Tumba del Señor de Sipan hoy trasvasada enteramente a un museo ad-hoc. O en los rituales sexuales inciáticos que apuntan a otra dimensión suplementaria del culto a la muerte en este caso, en el culto a la sexualidad y a la potencia reproductiva, como es caso de muchas expresiones andinas, un ejemplo de las que son los altares aimaráes de la fertilidad en Inka Uyo, Chucuito. De manera complementaria podría también decirse que esta cualidad patrimonial débil diferencial americana quizá habría que buscarla incluso en los escenarios urbanos en los que asimismo existen toponimias designadoras que evocan relaciones mitológicas, en este caso entre comunidades y elementos de la segunda naturaleza urbana (por ejemplo, en las microculturas barriales, en las mitologías de suburbios, periferias y orillas, en los rituales y fiestas de apropiación diferencial de esa segunda naturaleza: circunstancias que desde luego también se dan en las tradiciones urbanas europeas pero que no son allí reconocidas en un valor equivalente a los discursos patrimonialistas monumentales ortodoxos). Casi toda la ritualidad americana registrada -los libros del Popol Vuh o del Chilaam Balaam, las historias narradas en las estelas y cresterías mayas o en

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los muros de adobe de Chan Chan y toda la iconografía mochica, los grafos territoriales de las pampas de Nazcaclix, etc.- resultan ser operaciones semejantes al nombrar territorios o porciones diferenciales del paisaje natural y en ese proceder toponímico panteísta, de articulación ambiental entre el temor-veneración del sujeto solitario (aún en su pertenencia a un sistema comunitario) y la magnificiencia de lo natural, se inscribe la posibilidad de una condición patrimonial diversa, anclada en la característica fundacional de las mitologías antes que en la histórica construcción de cultura. El nombrar-registrar significa entonces tanto conjuro o anuncio de respeto y veneración como voluntad o expresión de reparo, cobijo o acogimiento sumiso al potencial habitable o vivible del ámbito natural: de allí la doble dimensión lejana o mítica del miedo a lo natural y próxima o cotidiana que exige una existencia ritualizada. No es que la visión mitológica anule el tiempo histórico de los hechos humanos, sino que ese tiempo reverbera en la aparente eternidad de la repetición infinita de los rituales que socialmente evocan el mito originario, en su arquetipicidad. Así puede pasar que el originario suceso que otorga fundación al mito, implica sin más la naturalización de dicho episodio: es decir el mito quizá contenga una condición según la cuál lo humano arquetípico se materializa en una cualidad del paisaje. Toda esta fusión de relatos inscriptos en piedra se consuman en el mas relevante caso del palacio-santuario de Sacsahuamán, construído en Cuzco a fines del imperio incaico, entre los siglos XIV-XV . Este palacio-fortaleza del período clásico incaico se situaba en la posición de la cabeza del puma, animal echado que fué utilizado como base del trazado fundacional de la capital, que tenía una ciudad alta o hanan Cuzco y una baja, hurín Cuzco, coincidentes con la parte alta y baja del cuerpo del animal acostado .Fué sede del trono, fortaleza con capacidad para 1000 guerreros y ámbito de la celebración del rito incaico anual de recepción del solsticio de verano, que se mantiene hasta hoy. Aparentemente ya había sido abandonado en el período final de la dominación imperial incaica y los españoles no sólo lo utilizaron como bastión del asedio final de la capital sino que luego usaron sus piedras para la erección de la Catedral y la Iglesia de la Compañia y otros edificios coloniales. Esas piedras –de enorme peso así como perfecto corte que permitió su asentamiento sin ninguna clase de mortero de unión, lo que dió lugar a la creencia en el uso de una especie de aceite que lubricaba la piedra y facilitaba su corte– también originaron como se apuntaba un poco mas arriba, el mito de los hombres piedra: según esta tradición oral, Pachacutec –el futuro emperador del período de máximo esplendor imperial– asediado por los chankas, etnia adversa que hostigaba los ejércitos de Cuzco, sólo pudo triunfar en la desigual batalla cuando las piedras de Sacsahuamán cobraron vida como soldados del jóven príncipe . La densidad de mitologías e historias que rodean estas ruinas le otorgan su peculiar entidad como elementos patrimoniales mucho más rica y activa que una mera cualidad arqueológica. Entre las multiples partes del complejo sitio ritual de Sacsahuamán también deben destacarse construcciones todavía no del todo interpretadas en su complejidad funcional y ritual como el caso del reloj solar que hace parte del sitio. Efraín Morote Bestclx, uno de los más relevantes investigadores de la mitología y el folklore andinos, estudia un amplio conjunto de cuentos populares en los que registra el proceso de conversión de un hecho humano en fragmento de la naturaleza como el caso de las aldeas sumergidas : lagunas que no son más

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que el resultado de condenas divinas que hacen desaparecer aldeas irreverentes, en algunos casos rememorando leyendas bíblicas como la desaparición ejemplarizante de las ciudades del pecado o la conversión de la mujer de Lot en estatua salina. Lo relevante no es tanto dicha reelaboración de historias intemporales - que ya científicos como Propp o Dumezil habían determinado que responden a un corto número de patrones repetibles a lo largo del tiempo y el espacio - sino su funcionamiento en la construcción de mitologías perdurables y operantes desde la toponimia hasta el ritual conmemorativo del mito-suceso fundante y por tanto, a su significación en la conformación mitológica del patrimonio ambiental , antes que a la definición cultural del patrimonio material/monumental . Pero es posible que sea Macchu Picchu, una tardía construcción del siglo XIV lo que mejor resuma esta complejidad de la caracterización tecno-simbólica de los asentamientos andinos. Este pequeño conjunto, según el tamaño de las ciudades incaicas, de no más de 1200 habitantes –se relevaron no mas de 200 habitaciones en el total de la ciudadela– fue descubierto casualmente por Hiram Bingham en 1911, quién sostenía, al contrario de la mayoría de los estudiosos posteriores, que se trataba de un centro preincaico de donde precisamente habíase originado tal dinastía. El sitio cuidadosamente emplazado en una alta hoz del Urubamba con derrames de mas de 500 metros, tenía una disposición defensiva de doble muralla hacia el rumbo sur y estaba conectado hacia Cuzco y los alrededores, donde hacia la década del 40 se descubrieron 6 asentamientos o ciudades (Inty Pata, Wiñay Wayna, Choqusuysuy, Chaca Bamba, Phutu Pata Marka y Sayac Marka) mas grandes que Macchu Picchu y que probablemente formaran con ésta una especie de red metropolitana, con focos con funciones especializadas y complementarias. Macchu Picchu con sus cuatro barrios de diferente nivel social de ocupación, su plaza de plataformas y su área norte destinada a usos rituales pudo haber sido fortaleza defensiva, refugio de los últimos reyes, ciudad de vírgenes -las ñustas entregadas por la etnias territoriales, que se educaban y preparaban para ingresar a la corte- o ciudad de amautas o universidad de idolatrías como Bingham apunta que querían encontrar, apenas llegado Pizarro, los frailes García y Ortíz, ello además de conjuntar esa condición de sitio monumental y santuario natural que hace pensar que tal calidad natural del sitio y la significación cosmogónica de sus paisajes circundantes haya sido una de las causas prevalecientes de su fundación. También Ollantaytambo, en el valle sagrado del Urubamba, erigido entre los siglos XII-XV contiene componentes de complejidad en la definición de componentes técnico-productivos a la vez rituales, como el caso de las terrazas salinas. Este asentamiento es una de las ciudades de fundación incaicas, trazado sobre el valle del Urubamba a ambos lados del Patacancha, afluente del mismo, aparentemente como reducto defensivo del Cuzco para atajar invasiones posibles devenidas de las tribus selváticas, que los Incas no controlaban y/o como centro de abastecimiento de alimentos para Cuzco dada la compleja instalación de aterrazamientos para cultivo de maíz y tubérculos. Las kanchas –plazas pequeñas sobre las que se organizaban grupos de viviendas– y las kallankas –edificios longitudinales de usos públicos, incluso quizá de dignatarios imperiales– junto a las calles con acequias, hacen de este

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conjunto un importante vestigio del modo de proyectación urbana incaico además del valor patrimonial que le otorga el ser uno de los asentamientos continuamente ocupados desde su fundación. De la idea de patrimonio débil, mitológico, anti-objetualista, se puede recaer tanto en el análisis de su dispersividad territorial -o bien, su condición ambientalista- cuanto en sus características de objetualidad imperfecta en tanto se trate de cosas emergentes de una reproducción artesanal ampliada o generalizada, de una factura no especializada o propia de un saber hacer popular generalizado, de una calidad técnica relativa a favor de un mayor interés en cualidades simbólicas o de identidad. En el primer aspecto, la noción de una dispersividad sacralizada de las instalaciones humanas en el continuo territorial alimenta tanto la idea de una territorialidad no restringida a la relevancia de lo urbano (que hasta podría llamarse, una territorialidad no-urbana, no necesariamente pre-urbana, con el matiz de atraso de esta segunda connotación) cuanto complementariamente, a una voluntad comprehensiva de patrimonializar los territorios y sus paisajes visible como vimos, en la extensividad del nombrar toponímico y en la tendencia a ambientalizar los sucesos fundantes de las mitologías. La condición sino extraurbana, al menos de mayor vocación territorial expansiva en lugar de la intensividad de ocupación urbana de los territorios de la tradición europea se ejemplifica en los componentes organizativos de las relaciones entre sociedad y territorio que eran completamente desconocidos en la tradición europea como los depósitos de cereales, que servían para disponer los excedentes de producción en espera de necesidades alimenticias de los casi quince millones de habitantes del imperio, uno de cuyos ejemplos es la Qolqa de Witlkawain. Esa voluntad territorial se expresa además fundamentalmente, en los rituales de camino, pasaje o peregrinación, que desde luego también estarán presentes en la tradición europea, pero en tal caso focalizada en un punto de destino -u objeto de deseo-: el camino de Santiago, la cruzada a Jerusalem, el desplazamiento a las cuatro ferias o lemdits de las festividades marianas de Chartres, etc. En el caso americano podríamos en cambio decir, que cada camino ritual no tiene destino polarizado ni marcas o huellas indicativas de tal destino como los pazos y cenobios gallegos que anuncian o indican el clímax compostelano sino que son en sí mismos, la cosa o espacio a considerar patrimonio u objeto-territorio de veneración : como es el caso del Valle Sagrado de los inkas, al sudeste de Cuzcoclxi que por fuera de su conversión en trayecto turístico registra una cualidad patrimonial ambiental en la cuál es tan importante las retamas del Urubamba, con sus colores y aromas, como las piedras sacralizadas de Ollantaytambo; la multiplicación infinita de mínimos gestos de remodelación/acentuación de la naturaleza desde una terraza de cultivo hasta una talla mínima de una roca visible del paisaje como las orquídeas o los pájaros, que también componían el cuadro de valor, incluso ritual, de este sistema patrimonial. En la segunda cuestión apuntada -la objetualidad imperfecta- deberíamos precisar que esa supuesta imperfección es antes que nada cierto desinterés por la calidad o factura material de las cosas objetuales dado que existe dicha prevaleciente actitud sacralizada de venerar lo natural/ambiental, devenido en

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testimonio de características míticas antes que mero registro de sucesos históricos. La cualidad pro-natural y sus características mágico-rituales se internalizan en el sujeto americano -aún o sobre todo en el mestizo- y esa condición se transporta a los escenarios urbanos, débiles o imperfectos desde la perspectiva eurocéntrica pero ricos todavía en la retención de esa especie de panteísmo ritualizado originalmente natural y territorialmente extensivo. Néstor García Cancliniclxii en sus varios estudios de las culturas urbanas de México apunta a estas cualidades complejas e interactivas dentro de lo que llama glocalize (lo local en lo global) y en la crisis de la multiculturalidad urbana en la cuál, después de su inicial entusiasmo en torno del valor diferencial americano de las culturas híbridas , expresa cierta aprehensión en torno del aplanamiento globalizante y mass-mediático posiblemente destructivo de la vigencia de una ruralidad en lo urbano que sobre todo en México, parecía retener cierta trasposición del contenido patrimonial débil mítico-ritual de la tradición rural a las ciudades. Octavio Pazclxiii que en realidad fué uno de los críticos más duros de la falta de modernidad de América y por lo tanto, uno de los que tendió a considerar la cuestión del patrimonio débil más como una carencia que una cualidad diferencial, más o menos horrorizado ante el eventual contenido político-cultural populista de dicha vertiente patrimonial, desde luego, anti-museística y por ello, no moderna , en algunos párrrafos de sus varios ensayos no puede dejar de reconocer el carácter mito-ritualista del mestizo urbano americano y lo que percibe como una falencia al mismo tiempo, se enuncia como un dato real. En el campo americano lo ritual mitológico encuentra una cierta encarnación en lo objetual, pero lejos de la cualidad de materialidad culturalmente diferencial que el objeto -histórico-documental, artístico-patrimonial- adquiere en el contexto europeo. Se trata de una micro-objetualidad según la cuál el objeto convive con la condición existencial del sujeto social, no se separa, segrega o valora como ocurre con el objeto diferencial propio del patrimonio susceptible de coleccionamiento. El coleccionamiento en la tradición europea, no es más que segregación del valor de uso directo de un objeto originalmente funcional –por ejemplo, un cáliz o una daga– para adquirir un valor autónomo de aquella cualidad fundadora y que radica precisamente en el otorgamiento de un estatus de pieza patrimonial, objeto revalorado en un contexto cultural. A veces esta condición de institución museológica de objetos que la función de coleccionamiento o tesaurum impone, se liga a un valor histórico específico de la pieza (si la usó o consumió un personaje de envergadura histórica) y/o a un valor artístico del objeto (si la produjo un artesano o artista singular y reconocido). En las culturas populares americanas la validez de una estrecha asociación de vida –del sujeto popular– y uso –de un objeto artesanal denso, por ejemplo contenedor de elementos de ritualidad mágica– en un marco de ascetismo objetual , delimita una de sus características geoculturales históricas y otorgaría a esa panoplia de piezas de micro-patrimonio un valor que trasciende su funcionalidad antropológica . La imbricación anticoleccionística entre objeto y sujeto es lo que definiría una cualidad esencial del objeto resultante de las prácticas artesanales que si bien

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está severamente transformado por el impacto de la globalización moderna (véase la argumentación de Francisco Statsnyclxiv) todavía cumple una función relevante en el plano cultural-patrimonial americano. Me parece sugestivo proponer que el micro-objeto típico del artesanato americano diverge desde luego de la connotación/valoración propia de la obra de arte, pero también debe ser distinguido del par vitruviano venustas/utilitas: en efecto, no está determinado por una cualidad estética fundante aunque vehiculiza discursos estéticos, a veces derivados de procesos de subculturación, ni tampoco por una finalidad instrumental-herramental determinante aunque cumple funciones sociales precisas derivables de sus valores de uso y cambio. Pienso entonces que el micro-objeto artesanal americano -y quizá los de otras culturas vernaculares, incluso europeas como las escandinavas- es sobre todo una representación ambiental, una micro-muestra de la relación sociedad/ naturaleza tanto porque es ante todo, fragmento de materialidad natural (piedra de obsidiana, pelo de alpaca, pluma de quetzal, tinte de mezcal, fibra de guadua, etc.) como porque además contiene un quántum de trabajo no mecánico o abstracto sino inserto en cualidades mitíco-rituales. De allí lo peculiar de esta micro-objetualidad que concurre a exaltar la característica más mitológica que cultural que asignamos al concepto de un patrimonio ambiental americano: que se advertirá en las sútiles joyas-pluma de los amantecas precortesianos, en los tapices de pattern irrepetible de los kunas panameñosclxv, en la vegetalidad omnipresente de los amates mexicanos o las calabazas peruanas saturadas de pirograbados de andanzas mitológicas. En rigor pareciera que de la conjunción derivada de la polaridad de una territorialidad ambiental dada entre lo macro-objetual de la naturaleza y lo micro-objetual de la artesanía, pudiera emerger una nueva conceptualización de lo patrimonial americano, distinto entonces en tanto dicha prevalencia de lo ambiental como cruce o articulación problemática de naturaleza y sociedad e importancia de lo mitológico por sobre lo histórico-cultural. Por ello no debería sorprendernos que cuando el ilustre poeta nicaragüense Ernesto Cardenal fué Ministro de Cultura decidió declarar monumento histórico-cultural a una anciana artesana textil, último exponente de una práctica en trance de extinción, salvada en cuanto a la posibilidad de transferir su experiencia, utilizando fondos de subsidios tradicionalmente otorgados para sostener muros o practicar las típicas restauraciones del patrimonialismo convencional. Un ejemplo entre muchos posibles en la escena americana, de sistemas patrimoniales casi inmateriales situados en el contexto de relaciones cosmogónicas de comunidades y territorios es el de algunos rituales y ceremonias de los huicholes o wixarica de Jaliscoclxvi, en particular en torno de las prácticas iniciáticas de los Mara´akames , conjuradores, sacerdotes, brujos o médicos populares que guían tales prácticas como el caso de la llamada wrikuta o peregrinación ritual de 43 días al desierto para la iniciación en las alucinaciones del peyotl y que se practica todavía al inicio del invierno incluyendo diversas ceremonias como la tateneika o danza de la madre tierra, la fiesta del tambor, las reverencias del venado o el desarrollo de toda una iconografía ritual influenciada por el estado de lucidez onírica ulterior al consumo de los alucinógenos .

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Estas características que disuelven si se quiere el concepto de monumento o sitio en recorridos o derivas, trayectorias de peregrinación que son en si mismas los hechos de significación material del elemento mítico cosmogónico se extiende a otras formas de organizar por ejemplo, el espacio de la práctica ritual, como los altares de los yatiris o brujos populares aún vigentes en las tradiciones andinas, cuya característica principal es la ausencia de orden y jerarquía y por el contrario, la mera acumulación de los escuetos componentes del ritual en una espacialidad sin templo, prácticamente abstracta o inexistente: solo la subjetividad de la implementación del ritual correspondiente le otorga sentido al sistema de objetos implicado. Notése de paso en este tema, como prevalece el sistema de los objetos frente a la escueta o inexistente envolvente ambiental del mismo: religiones sin templo o sea remitidas a manipular objetos que refejan o representan y que son fragmentos de casi pura naturaleza. Lo que en todo caso no es patrimonio exclusivo de los espacios sagrados sino que se extiende al modo de organizar el interior y la objetología doméstica como ocurre en las cocinas populares cuzqueñas. Y también se amplia esa indeterminación o ausencia de demarcaciones estructurantes de los espacios sociales precisamente en la condición táctica o efímera que adquieren los lugares públicos de las culturas andinas, como es el caso del Mercado de Chincheros , un acondicionamiento mínimo instalado como un espectáculo de quita y pon cada fin de semana. Volvemos si cabe, al inicio, o sea reflexionando sobre las dimensiones alternativas del trabajo aplicado a la naturaleza, el paisaje y el territorio. Desde esa perspectiva - que maneja incluso Marx en el contexto de la creación de su noción de modo productivo, entendible como las diversas configuraciones socio-productivas tendientes a establecer relaciones ambientales en tanto articulaciones sociedad y naturaleza -quizá sea posible contraponer en cierto sentido, un proyecto europeo de territorialización pro-urbana respecto de un proyecto americano un tanto diferente y menos nítido- a causa de la colonización y la violencia subsiguiente - de territorialización no urbana. Esta diferencia si es que existe, tal vez me permita formular otra dicotomía en este caso, más próxima a discernir condiciones diferenciales del concepto de patrimonio, en tanto un patrimonio urbano-cultural respecto de un patrimonio territorial-ambiental. En efecto, diré que en el caso europeo la idea de una territorialización pro-urbana insume el hecho de formalización de una noción de patrimonio cultural, entendible de modo dominante como una dimensión urbana, objetualista y artistizante, que asume diversas escalas materiales y que puede alcanzar a considerar la ciudad o la relación entre ciudad y territorio como acción o resultante de una praxis artistizante o de consciente calificación patrimonial en tanto sobre todo, acción de selección/diferenciación. El movimiento teórico que va desde por ejemplo, Johannes Winckelmann a la Carta de Venecia y sus derivaciones ulteriores, conceptualiza lo patrimonial desde una objetología selecta (el monumento, la obra de arte clasificable por sus características de estilo y susceptible de formar parte de elencos o repertorios museísticos y en dicha instancia, convertir el patrimonio en propiedad) hasta una incesante extensión de dicho concepto abarcando dimensiones diversas como el centro histórico, la llamada arqueología industrial, los museos naturales, ecomuseos o parques y reservas de

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naturaleza que patrimonializan desde una dominante material-coleccionística un fragmento selecto de naturaleza, las áreas rurales antropizadas y sus museos de sitio (los ecomuseos: Skanssen, Beamish, Ironbridge, etc.), los parques arqueológicos (como Jorvik, etc.). En paralelo se desarrolló toda una línea de estudios tendientes a explorar las dimensiones territoriales extra o pre-urbanas de los procesos geográficos de antropización de los cuáles son buenos ejemplos los estudios acerca del patrimonio habitativo rural y popular de Enrico Guidoniclxvii, las investigaciones sobre las transformaciones del paisaje agrario resultantes del trabajo humano de Emilio Sereniclxviii -que recogen toda la gran tradición etno-geográfica decimonónica de Carlo Cattáneo- o los análisis del modo de producción tipologista que Gianfranco Caniggiaclxix aplica al continuo territorial que va desde las transformaciones geográficas hasta las conformaciones urbanas y arquitectónicas. En el caso americano por el contrario, la posible persistencia de una noción de territorialización no urbana tal vez deba ligarse a la conformación de un concepto de patrimonio mitológico entendible como una dimensión rural - o del continuo territorial rural-urbano y su diversa gama de asentamientos -, ritualista o ligada a procesos empáticos sujeto/objeto natural y/o vinculable a una posible genealogía de objetosdébiles, o de materialidad intrascendente y pre-artistizante o sea tanto vinculada con una idea no selectiva de productividad objetual, relacionable con las prácticas del artesanato, cuanto en dicha instancia de producción de cosas materiales, ligada a una apropiación social de los bienes materiales así constituídos, que además trascienden su pura condición funcional-instrumental para abarcar o contener cierta dimensión representativa o evocativa del paisaje natural y su condición material . La relativa carencia de síntesis de esta triple definición de un posible patrimonio alternativo que en el caso americano parecería relacionado con su condición mitológica más que cultural, es un dato que describe la escasa sistematización teórica de dicha eventual concepción alternativa y consecuentemente su prácticamente nulo desarrollo instrumental y metodológico. Sin embargo aportaciones en todo caso fragmentarias como las de Rodolfo Kuschclxx y sus reflexiones acerca de una vegetalidad americana como posible articulación práctica de una estética y una naturaleza entendible como potencialidad simbólica fundante de discursos mito-rituales o las de José Lezama Limaclxxi y sus estudios en torno de una expresión americana ligada al mestizaje sincrético y al desarrollo de una suerte de barroco lúdico, testimonian parte del trabajo por desarrollar y las posibilidades y exigencias que los americanos tenemos acerca del acuñamiento de un concepto propio y alternativo de patrimonio que afirme la cualidad territorial y la peculiaridad de una poderosa construcción mitológica que permita entender y reproducir la relación fructífera entre sus sociedades y naturaleza. En la última parte de este capítulo y luego de la tentativa de comparación de nociones de patrimonio diferentes en Europa y América querría trabajar un poco mas sobre el posible acuñamiento de una oposición entre patrimonio cultural y patrimonio ambiental; entre colecciones de objetos y estructuras territoriales de paisaje y en definitiva en torno del posible valor que podría asignarse en América a la condición patrimonial emergente de la existencia, de territorios mitológicos y no por ello meramente de territorios productivos, una

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de cuyas consecuencias es la cultura como aporte de trabajo o cultivo al territorio . A partir de la omnipresencia de lo ambiental americano - la Hylea de Humboldt - se trata de postular la preponderancia de un patrimonio ambiental en tanto manifestación de relaciones sociedad/naturaleza en lugar del clásico concepto de patrimonio cultural. La noción de patrimonio ambiental conlleva a una concepción no coleccionística ni privatista de lo patrimonial; por lo tanto, en extremo, a una visión no objetualista ni clasificadora de fragmentos discretos y selectos de la materialidad susceptible de adquirir valor patrimonial devenido de su diferencialidad. Este argumento ambiental opuesto asimismo al naturalismo ecologista, se propone evaluar la significación del sitio como pre-determinación del gesto objetual social; el sitio no como esencia natural sino acción de descubrimiento y ocupación, de relevamiento y designación que por tanto, queda trasvestido en ambiental (ya no natural) aunque en muchos casos ello implica cierto investimiento religioso panteísta no exento de temor y reverencialidad. Así emergen cuatro categorías significativas de patrimonio ambiental: el paisaje natural o fundante como motivo de contemplación y discursos cosmogónicos; el paisaje como materia transformada en las alternativas de la antropización; el paisaje del gesto colectivo en la no-ciudad americana dominada por la hibridación mestiza y populista y el paisaje de una clase de producción social de objetos determinada por su voluntad de inserción en lo natural pre-cultural. La construcción de una concepción ambiental patrimonial requiere por último, una predisposición topofílica o sea una conducta afectiva con aquello que se busca aquilatar como patrimonio social. La idea subyacente de patrimonio en el contexto del desarrollo histórico cultural occidental y desde el propio origen latino del término, refiere a una voluntad de clasificación diferencial del continuum de las cosas materiales, señalando que a través del valor y su apropiación, una clase de objetos calificados conforman el patrimonio de una persona, familia, sociedad urbana, institución, Estado, etc. Si bien en extremo como dice Marx, siempre en la base de la producción de las cosas materiales existe un componente de trabajo -es decir, una aplicación de esfuerzo humano o social sobre la materia prima de lo transformable, o sea la naturaleza- lo cierto es que la noción de patrimonio se acerca al valor más diferencial de la labor humana, esto es al generado en mérito a una calificación artística. Así si la noción occidental clásica de patrimonio está referida a una idea de calificación diferencial mediada por la cultura en tanto forma y sistema de otorgamiento de ese valor diferencial genéricamente artístico, existiría desde otro criterio propositivo, una noción de patrimonio que podríamos definir como ambiental, consistente en la calidad de las relaciones entre una sociedad determinada y una porción discreta de naturaleza ya sea en cuanto a las modalidades y técnicas ligadas a la producción de base natural o en relación a las formas y clases de instalación habitativa: es decir el patrimonio ambiental es consecuencia de adecuadas estrategias de productividad y habitabilidad.. Cuando existe un cierto equilibrio en esta relación como normalmente ocurre en las culturas vernáculas se puede decir que las sociedades de dichas culturas - y extensivamente la humanidad - poseen cierto patrimonio ambiental.

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Tal equilibrio está normalmente ligado a la relativa racionalidad o maduración visible en los procesos de antropización de la naturaleza: por ejemplo, Heidegger encontraba este equilibrio -el locus esencial- en ciertas ocupaciones sensatas y perdurables de áreas de bosques de la Selva Negra dónde él pasaba algunos de sus veranos, es decir en cierta forma, la perduración de modalidades habitativas algo supérstites del modelo de las aldeas germánicas. Ocupaciones devenidas de tradiciones rurales de muy escasa variación a lo largo del tiempo respetuosas de las formaciones naturales y renuentes a cualquier clase de exacerbación, sobre todo urbana, de la antropización. Si bien con un talante conservador rayano en la valoración del heimatstil hitleriano, Heidegger valoraba como condición de patrimonio la perduración por así decir, antimoderna, del antiguo modelo aldeano germánico, que supo oponerse Rhin mediante al expansivo criterio de la urbanidad romana y del cuál pudo haber emergido esa arcaica asociación entre los conceptos de cultivo y cultura, que en alemán se nombran indistintamente con la palabra bauen que quiere decir a la vez cuidar o cultivar tanto como construir o erigir. El edificar es según Heidegger, ya un morar en el lenguaje y por lo tanto en una reconstrucción arqueo-semántica de la idea de patrimonio deberíamos valorar sobre todo, la unidad construcción/ instalación y acogimiento en lo natural, el erigir moradas o residencias tanto como el cuidar y preservar el territorio natural originario. El das-ein o ser-ahí esencial en la definición heideggeriana de existencia, se da en tanto haya un ein/ahí de entidad y calidad, de conjunción armónica de cultura y naturaleza, de objetualidad y soportes naturales. Desde esta perspectiva podríamos confrontar u oponer las nociones de patrimonio cultural y patrimonio ambiental, siendo la segunda más inclusiva y abarcativa de la primera: en efecto sólo en el contexto amplio -y por tanto, social- de la idea de patrimonio ambiental puede circunscribirse y definirse el campo de parámetros valorativos del cuál extraer los criterios de formulación para un corpus de patrimonio cultural, que entre otros aspectos demarcaría la especificidad cultural de una genérica relación civilizatoria de articulación sociedad y naturaleza en las largas duraciones por ejemplo, las que inspiran las fases históricas de los modos productivos de Marx . A partir de estas ideas de prevalencia de la idea de patrimonio ambiental respecto del enfoque más restrictivo de patrimonio cultural que termina por ser básicamente, objetualista, diferencial en su criterio de valor/apropiación, pro-urbano/ monumental e histórico/artistizante, podríamos discutir algunos aportes recualificadores como las ideas de sustentabilidad territorial y ritos refundacionales en Alberto Magnaghi, de bioregión en Richard Sale y Adrian Atkinson y de capital y deuda natural en William Rees. Magnaghiclxxii critica el desarrollo urbano italiano y su estúpida tendencia a la metropolización, cuando goza de una construcción histórica del territorio lo suficientemente equilibrada y dispersiva. Frente a las tendencias pro-urbanas concentradoras propone la reterritorialización, entendible como la recuperación de ruinas, vestigios y fragmentos históricos, culturales y ambientales que están disponibles como sedimentos territoriales y energías de contradicción respecto de la pro-urbanidad indiscriminada y anonimizante y que hay que potenciar, para fortalecer un concepto de sustentabilidad territorial cultural a través del

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desarrollo de las sociedades locales y del aquilatamiento de los tipos territoriales. En el seno de sociedades industriales avanzadas queda planteada así la desafiante postura, de sabor conservador, de la recuperación del saber local de los paeses y sus patrones ancestrales de asentamientos. Saleclxxiii , recuperando una tradición wild americana -que recoge las hipótesis regionalistas de Mumford, Turner y Odum, teñida de cierto matiz de utopismo rural socializante- formula la idea de bioregionalismo como un sistema de pensamiento acerca del desarrollo regional basado en cuatro puntos: [1] Reconocer que la tierra urbana y las ciudades están inmersas en regiones de las que hay que enfatizar el conocimiento profundo de su potencial bioregional. [2] Fortelecer el proyecto ideológico de revivir los modos históricos y folk de entender la región. [3] Desarrollar el potencial de conocimiento tradicional y contemporáneo sobre lo regional como un proyecto político y económico. [4] Generar una auto-liberación en relación a una cerrada vinculación entre el territorio y la ciudad. Este discurso rechaza su conversión en paradigma - no quiere expandirse - y retoma ciertas disquisiciones del clásico regionalismo geográfico acerca de la entidad de las cuencas y la redefinición de los hinterlands urbanos, cuestiona la expansividad del urban lifestyle y coincide, en la práctica, con las ideas más innovadoras de grandes teóricos de la planificación que como John Friedmann proponen un regionalismo territorialista (no funcional a los modelos económicos) y el concepto de agropolitanism que es en rigor, un elogio a las pequeñas y mediadas ciudades, balanceadas en el seno de los espacios regionales de dominante rural. Atkinsonclxxiv avanza en estas consideraciones sobre bioregionalismo y propone 5 principios para definirlo: [1] Las bioregiones son áreas territoriales geofísica y ecológicamente coherentes que, sin embargo no tienen fronteras nítidas. [2] Las bioregiones son entidades culturalmente coherentes y los procesos de urbanización comúnmente conllevan la atrofia del conocimiento local en su sentido bioregional. [3] El bioregionalismo intenta designar los espacios territoriales a través de una semántica del consumo, no de la producción. [4] La medida de la salud de una bioregión es su ajuste a una carrying capacity. [5] El modelo autosuficiente (todo lo consumido es producido regionalmente) es el desiderátum bioregional contra las tendencias homogeneizadoras y reductoras de la variedad (o maximizadoras de especialización y expansión del intercambio lejano) del capitalismo avanzado. En resumen, estos presupuestos de Atkinson contienen la idea clave de negarse a que el suelo local y regional sea percibido y operado como una commodity. Reesclxxv analiza la demanda incesante e irracional de recursos naturales suscitada por el consumo urbano en torno del concepto de huella ecológica (que es la expresión territorial de esa demanda, alcanzando a unas 5.5 hectáreas por habitante según el patrón desarrollado, lo que implica, en su teórica o democrática generalización, disponer de unas 33 mil millones de hectáreas productivas cuando el mundo posee, al máximo de producción, sólo

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13 mil millones) que implica reconocer la irracionalidad subyacente en esta pregunta que este autor formula: Si la ecósfera es materialmente cerrada y limitada porque se enfatiza la extrema apertura de las regiones urbanas? . A partir de estas ideas Rees esboza unas serie de propuestas: [1] El desarrollo urbano sustentable sólo es teóricamente correcto en la medida que se considere la interrelación de todas las regiones urbanas. [2] Las presiones de mercado a la sustentabilidad de una región urbana afectan la capacidad de carga y el capital natural de otras regiones. [3] Es preciso corregir los errores del mercado y revaluar consecuentemente, tierras y ecosistemas. [4] Sería necesario revisar el patrón de desarrollo (?) de las ciudades tercermundistas. [5] Las áreas del sur del mundo que poseen el 80% de los recursos naturales deberían permitir exportaciones de los mismos que no afecten el mantenimiento de dicho capital natural. [6] Deberían imaginarse formas de gobierno local y regional capaces de garantizar los life-support landscapes y sus potenciales de capital natural. [7] Posiblemente la imposición internacional del concepto de capital natural y deuda natural, del norte respecto del sur sea mucho más significativa, por su envergadura económica que la deuda financiera del sur respecto del norte. Este pequeño resumen de ideas generadas por autores alternativos del mundo desarrollado, nos acerca un contexto político, económico e histórico en el cuál situar la discusión acerca de la eventual oposición de los conceptos de patrimonio cultural y patrimonio ambiental: creemos en tal sentido que el segundo incluye y relativiza el primero así como reformula todo el sistema conceptual y metodológico desde el cuál plantearse la problemática latinoamericana. No quisiéramos con ello devaluar la noción de cultura, sino simplemente reproponerla como el marco de lectura local, regional o territorial para aprehender adecuadamente los términos de la antropización de lo natural es decir, los términos de calidad o valor ambiental en tanto dicha antropización o culturalización sea equilibrada y sostenible. Tendríamos que ser capaces de distinguir eficazmente - o sea políticamente- la diferencia entre ecologismo y ambientalismo entendiendo estas nociones como ideologías no semejantes sino más bien contrapuestas. Dos pequeños libros de sendos intelectuales italianos de mediados de los 70 (es cierto: las condiciones políticas de esos años cambiaron bastante, pero también se agudizaron los problemas ambientales; no será hora de resituar y retomar estos discursos?) ayudan a discernir esta cuestión. Enrico Tibaldiclxxvi en su polémico panfleto Antiecología propone una acerba crítica al contenido ideológico de la ciencia ecológica - en tanto, funcional al sostenimiento del capitalismo - cuanto la necesidad de enfocar los problemas ambientales como problemas sociales: La explotación del hombre por el hombre ha permitido pensar en la relación hombre-naturaleza como una relación de explotación de los recursos. Los poseedores del poder, los patronos, pueden tomar la iniciativa de educar a los otros imponiéndoles su propio modo de ver y actuar frente a la realidad. Aquí se enuncia el desplazamiento de la problemática intersocial (o de las diferencias en la apropiación de la naturaleza) a la problemática ecológica (en

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tanto que toda la sociedad es culpable de afectar toda la naturaleza ecosférica). Sigue así Tibaldi diciendo que la ecología como pseudociencia del ambiente es muy reciente; hija del capitalismo avanzado forma parte de una amplia constelación de ideologías que tienden a presentar a todos los hombres iguales; todos somos asesinos, todos somos consumidores, todos estamos contaminados, todos somos contaminadores. Pero dado que es evidente que todos no somos iguales, entre una de las muchas fábulas que la clase dominante nos cuenta encontramos también una fábula ecológica: Caperucita Roja ha desobedecido a mamá-naturaleza y será devorada por el lobo-contaminación. Por fuera del alto voltaje setentista de este discurso quizá queda claro que existen diferencias aún en sus estatus ideológicos entre el ecologismo y el ambientalismo: al segundo enfoque le interesa comprobar los efectos sociales de la irracionalidad en la relación sociedad/naturaleza y dichos efectos devienen, entre otras cosas de la apropiación social diferencial de fragmentos también diferenciales de naturaleza; más que integrar o globalizar al ambientalismo le importa sobre todo, diferenciar o localizar. Nuestro otro autor, Emilio Turriclxxvii en su libro Ambiente y Sociedad, en un contexto semejante sitúa la limitación estructural de la continua tendencia a la homogeneización cultural y bastante antes del discurso imperativo de la globalidad dice lo siguiente: Una cultura tecnológicamente especializada tiene limitadas posibilidades de respuesta, limitado campo de elección fuera del ambiente al que se ha adaptado. Sin embargo el movimiento histórico contemporáneo presencia la expansión de una cultura tecnológicamente especializada urbana, industrial, objetual, privatista, consumista y sus limitaciones de respuesta y adaptación a otros ambientes se convierten ahora en problemas ambientales para los sujetos sociales de esos ambientes conquistados. Llevando ahora la cuestión nuevamente al tema de lo patrimonial es evidente que deberá distinguirse patrimonio ecológico -el relicto natural puro, el santuario o área protegida, relativamente a salvo de las acciones antrópicas que debe salvaguardarse como reserva de stock de recursos y/o como medida-testimonio de la naturaleza originaria, como la idea de una Amazonia de la humanidad, no de los brasileños y mucho menos, de los yanomami- de patrimonio ambiental. Esta segunda noción es más bien el territorio real de la interacción entre sociedad y naturaleza en donde se entablan las luchas sociales por determinada calidad o estilo de apropiación habitativa y productiva de tal naturaleza territorial: es la fricción ambiental del hábitat o soporte de dominante natural más o menos tecnológicamente antropizado y el habitar o cuadro de necesidades de vida sociales; fricción que cuando deviene en algún tipo de irracionalidad hace emerger el problema ambiental. En este sentido una idea de patrimonio ambiental sería el reconocimiento (y eventualmente, el manejo o la gestión) de los equilibrios o adecuaciones territoriales relativas entre grupos sociales y fragmentos de naturaleza. Que oscila entre la adjudicación de tierra (naturaleza) a grupos sociales que la reivindican históricamente por haber sido despojados de ellas con la falsa asignación de soberanías para obstruir políticas nacionales como el

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movimiento internacionalista a favor de otorgar soberanía a la etnia yanomami sobre la Amazonia en detrimento del Brasil. Por contra discursos ecologistas que eluden la conflictividad social, diríamos que la conversión de ciertos territorios en patrimonio ambiental - como por caso, la selva lacandona chiapaneca o los latifundios improductivos de los bordes del bioma del Gran Chaco Gualamba brasileño - implicaría la necesidad de obtener reequilibrios sociedad/naturaleza que suponen tanto la resolución de las demandas de tierra del EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional) en México como la instalación efectiva de los grupos familiares del MST (Movimiento de los Sin Tierra) en Brasil o de los movimientos campesinos del Chaco paraguayo. Así la concepción del patrimonio ambiental contiene la idea de una nueva mirada sobre lo territorial capaz de advertir sobre todo, las características de una antropización adecuada o racional. Es lo que Enrique Leffclxxviii propone como búsqueda y obtención de una racionalidad ambiental que sea crítica, superadora y abarcativa de las racionalidades históricas precedentes, como la marxista-productivista, la weberiana-instrumental o la foucaultiana-relativista. Desde la perspectiva de Leff, la racionalidad ambiental no se presenta históricamente como un modo mas de fijar criterios de razón, sino como una racionalidad evolutivamente superior instalada en el saber como una respuesta a la necesidad de advertir sobre el destino inexorablemente destructivo inherente a la consumación histórica del modo productivo capitalista. El parámetro axiológico de una noción de racionalidad ambiental puede servir para una actitud de crítica y control pero también para una base metodológica de otorgamiento de valor diferencial al territorio a la búsqueda de una adecuada caracterización de esta idea de patrimonio, notoriamente en ciernes frente al gran desarrollo de los criterios clásicos del patrimonio cultural artístico, arqueológico, monumental, etc. El desarrollo de un pensar/valorar patrimonial ligado a lo diferencial y objetual y a la proposición de colecciones o conjuntos discretos de objetos singulares connotados por un valor singular se ha escindido –o ganado en abstracción- respecto de los continuums territoriales, como sistemas de paisajes exógenos y asentamientos endógenos, de percepciones y apropiaciones. Aún así, quizá en un estado fermentativo y fragmentario, hay algunos discursos convergentes a la construcción de estas nociones. Por ejemplo la revisión subjetivo-perceptualista que Richard Sennettclxxix en La conciencia del ojo propone para la rehistorización completa de las ideas clásicas de la urbanidad occidental. Más que ofrecer lecturas de las estructuras de dicha urbanidad, el sociólogo norteamericano plantea estudiar a través de la conciencia del ojo - o sea, el acuñamiento de ciertas subjetividades socio-históricas en torno de las culturas de la percepción, que es una forma de la convivencia social y sus representaciones- el tema de los fenómenos o conductas psico-sociales más o menos recurrentes en el seno de cada cultura histórica. Otros trabajos del Sennett y desde su puro título (tales como Carne y Piedra , La Corrosión del Carácter o El Artesano) dejan claro su opción historiográfica por lo subjetivo subalterno-popular y culturalmente geosituado.

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Entendiendo mejor al sujeto y su habitar podremos entender mejor la relación habitar/habitat y por lo tanto adquirir conocimiento de los valores ambientales y su presumible cualidad patrimonial. En este sentido la idea de hábitat recurre más al análisis de las mejores relaciones entre artefactos habitativos y sus sitios de emplazamiento –valorando por ejemplo, mas la larga serie de performances tipológicas de ajuste por prueba y error que la diferencia innovativa de un autor individual- que a la autonomía de la arquitectura pensada más como un campo específico La historia sennettiana al ser mas subjetiva que objetiva y a pesar de situarse en entender la historia eurocéntrica, ofrece un singular aporte al argumento americano de una mayor importancia del sujeto sobre los objetos es decir aquella postura en la cuál el sujeto americano retorna a una relación primaria y cosmogónica o ritualizada con el el puro territorio no con éste como plataforma productiva ni con la cultura del patio de los objetos, que es expresión algo irónica con la que Kusch comparaba el objetualismo europeo del ser para tener respecto de la soledad subjetiva americana del estar para durar. Un geógrafo norteamericano, John Shortclxxx en su Imagined Country -que traduciríamos como territorios imaginados- se propone una lectura de las relaciones entre la sociedad y sus ambientes filtradas por la cultura. Aparecen así aspectos como la ruralidad, el territorio o la ciudad en clave de como se re-conocen y re-presentan, de como sus significados, asumidos socialmente, pueden contribuir a consolidar aspectos de identidad regional o nacional. El territorio se revisa deconstruido en un conjunto de mitos ambientales, los que a su vez suelen ser retrabajados en la construcción de productos culturales, fortaleciendo esa entidad mítica. Short en particular, analiza tres conjuntos de productos: los westerns norteamericanos, las novelas inglesas y las pinturas paisajísticas australianas, viendo como en esas configuraciones emergen los mitos ambientales territoriales, propios de cada cultura regional. Por fuera de su repertorio específico de temas-territorios (cine, novela, pintura paisajística; USA, Inglaterra, Australia) el libro ofrece pautas metodológicas que contribuyen al análisis topofílico o afectivo de las estructuras ambientales y sus fenómenos de percepción: nuevamente en tal enfoque parece poder sustentarse una indagación contributiva al concepto de patrimonio ambiental. Tal relación topofílica con los paisajes-territorios resulta en América una ambivalencia de amor-horror, de afecto-miedo, de provecho-conjuro, dialéctica que explica el trato del hombre americano con sus territorios convertidos en receptáculos de registros y discursos. La condición americana , según las célebres páginas de Alexander von Humboldtclxxxi, sería esencialmente la de una omnipresencia magnificente de lo natural - que dio curso al bautizo de Hylea, con que el científico prusiano se permitía, en terminología griega renombrar América - aunque a la vez presentaba en clave evolucionista un claro enfoque del desarrollo cultural americano como perteneciente al cuadro de los pueblos primitivos. Si todo lo natural era más grande y complejo que lo que manejaba su experiencia eurocéntrica, todo lo cultural -visible desde el registro de las costumbres hasta en la cualidad de las ruinas arqueológicas - le parecía menos valioso y más primitivo que los parámetros recogidos por dicha experiencia de

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talante enciclopédico, aún cuando fue harto más valorativo de América que su contemporáneo Hegel. De todas formas, el entusiasmo del ojo científico europeo -que por otra parte integraba el amplio espectro de los viajeros y cronistas, desde Fernández de Oviedo hasta Darwin- rescataba la relevancia del mundo natural primigenio, que en el transcurso del tiempo recogió la valoración de biodiversidad excepcional con que ahora mismo es reconocida esta región y hemisféricamente, el sur en general, depositario de las reservas más nutridas y variadas de recursos y que dio vía a los discursos globalizantes de la Conferencia de Río y su discutible Agenda 21. El reconocimiento de esa biodiversidad es desde luego, una clave para construir el criterio de patrimonio ambiental como un marco que desde ese fundamento, integre de manera sedimentaria, la antropización ulterior y no que derive hacia una idea de patrimonio según la cuál la cultura es esencialmente, conflicto u oposición respecto del mundo natural. Un buen ejemplo de esta idea integrativa y superadora del criterio de patrimonio lo configura el área de algo más de 32000 hectáreas consagrada al Santuario Natural de Macchu Picchu: allí están, como se sabe las ruinas de la ciudadela incaica a que aludimos más arriba, pero también, como se sabe mucho menos 374 especies distintas de aves, casi el 5% de la totalidad de especies conocidas en el mundo en un área de pocos kilómetros cuadrados. En rigor y retrospectivamente es preciso revalorar el gesto antrópico de los incas en la selección del sitio y en el acogimiento de una instalación artefactual cultural en el contexto de una entidad paisajística y ambiental , generando por tanto un fragmento complejo de interacción entre sociedad y naturaleza, es decir un excelente ejemplo constitutivo de lo que llamamos patrimonio ambiental, capaz de contener y enriquecer la mera instancia del patrimonio cultural (objetual, arqueológico, artístico, urbano-arquitectónico, etc.). El sitio pre-patrimonial por así llamarlo, aparece como determinación y posibilidad del acto antrópico en tanto instalación territorial consciente y compleja y en esta condición, como cualidad esencial contributiva a la constitución del valor patrimonial. La antropización primaria o el gesto fundacional de instalación puede así ser entendido como un modo de lectura, interpretación o reconocimiento de la condición natural del sitio, de su cualidad de locus natural. En Wiñay Wayna, un sitio apenas a 6 kilómetros de Macchu Picchu existe todo un proceso de desarrollo del gesto antrópico - el proyecto y construcción del sitio artificial- deducido de lecturas de reconocimiento del lugar natural preexistente: en la secuencia de baños rituales que elaboran el tema de las cascadas de un riachuelo que desciende desde Phuyupatamarca, en el edificio semicircular que dialoga e imita el nevado Wakay Willka, al que se enfrenta. La piedra sagrada del Templo de la Luna de Macchu Picchu a su vez, evoca o describe la montaña venerada de Pumasillo creándose un objeto-eco de la forma natural, como ocurre también en el llamado Templo del Cóndor, en el Intiwatana o la piedra sacrificial o astronómica que intercepta las trazas macroterritoriales del sitio -la conexión entre cuatro montes ceremoniales - y en el Templo de las Tres Ventanas que no sólo permite medir los solsticios sino que le hizo inferir al descubridor Bingham que se trataba del sitio que reconstruía el mito fundacional incaico con la alusión a los hermanos Ayar y su

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emergencia al mundo desde tres nichos o cavernas, su llegada a la luz desde las rocas. Se da pués toda una compleja imbricación de historia mitificada y naturaleza y la pura producción antrópica se nutre de discursos de interpretación y reconocimiento del paisaje, en tanto éste vehiculiza los elementos cosmogónicos de la sacralidad panteísta de la que se constituye no sólo la historicidad o el transcurrir temporal al compás de los pulsos rituales sino asimismo toda la cotidianiedad social, aún en las diferencias estamentarias de estas formaciones. Este mecanismo proyectual o interpretativo -del cuál emerge toda la producción que luego reconoceríamos como de calidad patrimonial- no sólo es encontrable en los grandes conjuntos urbanos o sitios de acogimiento de un complejo territorial en el contexto de un sistema natural sino asimismo en todo el espectro material, que incluye a las piezas arquitectónicas de tales conjuntos y a los objetos cúltico-funcionales complementarios como queros, estelas, artefactos funerarios, textiles ceremoniales, etc. Decimos que esta materialidad ritual y cotidiana, saturada de significación cosmogónica de base panteista, está apoyada en una voluntad integrativa de lo antrópico en lo natural, básicamente a través de mecanismos poiético-proyectuales miméticos por lo demás, bastante semejantes a la tekné griega, también equidistante de los polos del arte y el artesanato y por otra parte, es la forma de re-escribir- en un contexto cultural sin escritura a la manera occidental - el discurso de lo arquetípico en lo ritual cotidiano o si se quiere, de rearticular historia y mitología. Bastante se ha dicho acerca del fenómeno de fusión de historia y mitología con que los cronistas españoles -formidablemente resumidos, en la complejidad de su proyecto en Orbe Indiano de David Bradingclxxxii- emprendieron el registro de la aventura de la colonización, según el cuál y seguramente imbuídos del espíritu milenarista, acometieron un trabajo semejante al de los responsables de las Escrituras en cuanto a su natural disposición a fundir mitología e historia, por cierto bajo el tamiz de la cristología que predicaban: así se explica como señala Henrique Urbanoclxxxiii, que el clásico ciclo andino de los héroes Wiracocha sea transcripto/descripto a la luz de las teologías que portaban los cronistas o bien que lo que no era funcional a esa teología -como por caso, el ciclo de un verdadero anti-héroe cristiano como Thunupa, sin embargo de fuerte presencia mítica, aún hoy en el mundo andino- fuera directamente ignorado. La historiografía andina y en cierto modo la mesoamericana han aceptado constituirse a partir de esta base mitológica, en tanto consideran como fuentes primarias documentales a tales productos cronísticos que cumplieron el inicial y fundante rol de construir discursos temporales organizados a partir de una materialización de lo mítico: la discursividad historizante de los cronistas respecto del material mitológico ha producido, artificialmente si se quiere, un diferente documento; la transcripción espacial o la indagación de las expresiones concretas de esa materialidad podría dar paso a una análoga construcción de otro núcleo conceptual, como sería el caso de otra noción - respecto de la europea tradicional- de monumento o unidad de patrimonio. Así como hay una historiografía devenida del proyecto de re-escritura de los discursos mitológicos y su conversión en soporte documental podría haber una concepción patrimonialista, más bien de alcances ambientales antes que

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artístico-culturales, que emergiera del correspondiente análisis de las expresiones material-espaciales de dicho sistema mitológico. Parte de ese trabajo está desarrollado en diversas investigaciones, como la antología organizada por Urbano antes citada, en la cuál un grupo de diferentes expertos abordan el análisis del carácter fundante de lo mitológico en un cierto conjunto de materiales alrededor del tema de la figura -en las túnicas, las pinturas o la iconografía arquitectónica- y del tema de la palabra -en los cuentos folklóricos y las tradiciones orales- precisamente a partir de como esos materiales no documentales fueron reelaborados, transcriptos y explicados durante el período colonial y preferentemente en torno de las interpretaciones sincretistas e inter-culturales de los cronistas eclesiásticos: así el tamiz de los cronistas -o la muy peculiar transcripción del sistema mitológico americano hecho en buena medida, por intelectuales utopistas europeos como eran básicamente los sacerdotes dominícos, franciscanos y jesuitas -resulta un importante aspecto en cuanto a la necesidad de abordar o definir una noción alternativa de patrimonio apoyada en este caso y a partir del rol fundante de lo mitológico, en la relectura acerca de las relaciones sociedad/naturaleza que engendra la cualidad ambiental que consideramos sustancial en nuestro análisis americano. Sobre la base de los sedimentos ambientales y mitológicos descriptos emerge la idea de paisaje como estructura o forma que engloba y sintetiza el continuum en el cuál deberíamos ser capaces de efectuar lecturas interpretativas tendientes a indagar acerca de la existencia de unidades o elementos de patrimonio, no ya en los convencionales términos de materialidad discreta sino según otros parámetros y valoraciones. Por ejemplo el paisaje en cuanto sistema perceptivo individual y comunitario, el paisaje como entidad no abstracta sino humanizada por caso, en la pasión de registración toponómica y en la voluntad de nombrar integramente los accidentes o contingencias de los territorios que poseen los pueblos originarios de cada región o el paisaje como espejo y recordatorio de aspectos inherentes a las religiones panteístas. Si se amplia, como vimos la noción de patrimonio y se la extiende a dimensiones territoriales, también será preciso ampliar el sentido de la idea de paisaje, dada una mayor interacción entre comunidad y paisaje observable en tales pueblos. En cuanto realidad presente y a la vez registro de los cambios históricos en tanto actitudes o procesos antrópicos transformativos de lo natural original o fundante, en América parecen existir al menos cuatro situaciones que merecen nuestra consideración preferente: [1] El paisaje como objeto y condición de contemplación y los efectos existenciales devenidos de tal situación. [2] El paisaje como escenario y testimonio de transformaciones antrópico-productivas. [3] El paisaje alternativo de las imperfectas ciudades americanas. [4] El paisaje en tanto condición activo-receptiva en cuanto a una producción cultural propia del mundo artesanal más bien integrativa e imitativa respecto del paisaje como macro-forma o soporte finalmente acogedor de esa clase de producción (o micro-forma). En lo que sigue analizaré estas cuatro nociones o proposiciones, que en rigor pueden llegar a contener los términos programáticos de una indagación

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alternativa - en tanto ambiental y mitologista - respecto de la cuestión del patrimonio en su dimensión territorial. Desde luego la idea del paisaje como objeto y condición de contemplación y a partir de ello la emergencia de diferentes construcciones desde psicológicas a filosófico-religiosas es quizá la más americana -o extensivamente, extra-occidental- de las nociones habituales y la que menos se ajusta a la idea convencional de cultura, entendida más bien como distancia, enfrentamiento transformativo y aún violencia respecto de la dimensión arquetípica del paisaje: la cultura occidental hace gala del valor humano de lo diferencial respecto de lo natural y en ese valor diferencial constituye su idea básica de cultura y patrimonio. Kuschclxxxiv matiza algo más este respeto por el paisaje de dominante natural al señalar que por fuera de la idea amable que subyace en la visión científica de Humboldt sobre el paisaje americano, por el contrario en la raiz de la vida real, éste inspira temor, conmueve y se presenta como amenazador y eventualmente dañino, como se expresa por ejemplo, en la novelística de Rivera, Icaza o Asturias: hay cierto espanto humano frente a lo in-humano o sobre-humano del espacio natural, el cuál queda ahí, a ser contemplado y conjurado lejos de toda voluntad técnica de dominación. El entendimiento de lo comunitario-solidarista americano debe situarse así, en una actitud de elemental defensa o hálito de mera supervivencia. El relato del Popol-Vuh de los mayas no es otro que la reiteración del mito americano de las cuatro edades según las cuáles se trata de sobrevivir ante la presión del Gigante Negro -la naturaleza- mediante adaptaciones sucesivas con contenidos mágicos o alquímicos que como el Gigante Blanco -el maíz- garantizarían sólo de forma solidaria, la supervivencia. Así la vida cotidiana - por ejemplo, el ciclo de las prácticas agrícolas- es fuertemente emocional y mágica, poco y nada técnica y en permanente contacto temeroso y reverencial con la envolvente natural cuyo paisaje o evidencia sensorial debe ser objeto de constante contemplación y desciframiento: esta actitud aún o sobre todo en el mundo práctico cotidiano, implica nutrir lo habitual de un contenido mágico y ello supone el montaje de rituales o sea, despliegues plásticos o manifestaciones expresivas. Para apenas vivir (no trascender) hay que entender/descifrar la naturaleza y para conjurar su in-humanidad o monstruosidad destructiva hay que practicar rituales mágicos conjuratorios (rogativas, reclamos, agradecimientos, invocaciones) y ello establece la actividad que llamaríamos expresivo-sensible o muy imperfectamente, artístico-cultural. El desciframiento mencionado da paso al saber empírico de los baqueanos o rastreadores, los que pueden leer el libro de la naturaleza. Por eso la objetualidad -o si se quiere, la materia del patrimonio- no es nada fuera de su interpretación en el contexto de su relación con lo natural, desde lo que se entiende y funda como ritual. Un efecto subsidiario de este componente que define lo patrimonial como ambiental y mitológico es la voluntad de exposición, la apertura al espacio de lo natural y consecuentemente por ejemplo en la arquitectura, la voluntad de circunscribirse a la idea de espacio abierto, no interior: sin contacto con la cosmogonía de lo natural -el ciclo de la luz solar o de las estaciones, la alternancia sol-lluvia, etc.- la vida interior resulta altamente insegura o peligrosa.

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Y otro efecto secundario de alto interés, es la geometrización de los productos culturales, entendible como el máximo gesto de conjuración de lo monstruoso-natural, la aventurada idea de proponer un mínimo orden cósmico-humano frente a la omnipresencia de lo caótico-natural o in-humano. Se ha sostenido dado el origen de la expresividad geometrizante en las prácticas textiles (los tocapus incaicos por ejemplo) que este efecto estético particular es una expresión de la estabilización humana en su conflicto de supervivencia y paralelamente, una manifestación devenida de la instauración de formas matriarcales en el control de las prácticas textiles. Prácticas que al contrario de las agroproductivas, no requerían exponerse al peligro de lo natural. Lo último que vale la pena consignar en este párrafo comentador de las ideas de Kusch es que si bien se trata de referencias al momento indígena o fundacional americano muchas de estas características concurrentes a definir lo esencial americano en relación a la idea de patrimonio ambiental, subyacen todavía y han atravesado nuestra historia, contaminándose con el contacto formal con la cultura occidental y convergiendo con fuerte vigencia de aquella originalidad, en la conformación de los híbridos discursos del mestizaje. En algunos estudios etno-arqueológicos andinos de Tom Zuidemaclxxxv las relaciones contemplativo-operativas de sujetos/comunidades y territorios -lo que da lugar a la sustanciación de la complejas relaciones ambientales y sus consecuencias patrimoniales- echan bastante luz junto a otros trabajos, respecto de estos aspectos rito-mitológicos, en su faz de manifestación territorial. Por ejemplo Zuidema ensaya una explicación de los ceques, ejes que describían la estructura territorial a partir del Cuzco y que a través de ciertos elementos materiales (trazas, constelaciones de huacas o enterratorios ceremoniales) cumplían además funciones más complejas desde evocar los ritos fundacionales y sus genealogías constitutivas del poder aristocrático hasta designar los espacios territoriales del curacazgo. Los 41 ceques irradiados desde el Templo del Sol interceptaban 328 lugares sagrados o huacas y esta organización no sólo representaba la historia/ mitología y la organización del imperio sino que también implicaba un modo de interpretar la complejidad del mundo sobrenatural, ya sea a través de la posibilidad de registrar fenómenos astronómicos en dichas trazas, como sobre todo, ordenar y regular la administración hidráulica del territorio, articulando en este caso nuevamente, los aspectos rituales conjuratorios del mundo natural con el manejo del recurso en su finalidad productiva agrícola. Si bien dominado por una cosmovisión mitológica panteista, el territorio era manejado, desde esta complejidad de sentidos mágicos y técnicos concurrentes a establecer cierta conceptualización de las relaciones ambientales y por ende, de los artefactos patrimoniales. En base a los ceques se montaban ceremonias invocativas que como la Citua o las de los parajes Socaire y Occros, rogaban a las montañas en la dirección provista por cada eje específico, que otorgáse su cesión anual de aguas mediante instrumentos precisos, como las talatur, letanías de 12 coplas que los sacerdotes oficiaban en las noches adecuadas. Los estudios dedicados a los temas andinos han demostrado la compleja significación de los ceques, trazas territoriales que como los irradian desde Cuzco testimonian aspectos como los de la composición etnoterritorial

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diversificada del imperio así como aluden a la ritualidad cosmogónica referida al mundo hidrológico local, del cuál dependían estas culturas agrícola-intensivas, mediante no sólo obras de ingeniería sino sobre todo procedimientos de rogativas, conjuros y acogimientos a las fuerzas del mundo de la naturaleza. La demarcación del territorio con vestigios materiales tales como los ceques, las huacas (túmulos funerarios ceremoniales) o los puquíos (manantiales, surgentes u ojos de agua), no sólo comportaban un modo de registro de los controles territoriales desplegados por la articulación de micro-poderes locales respecto de la organización federativa imperial sino además –careciéndose de registros literarios o artísticos convencionales– elementos alusivos a los dispositivos rito-cosmogónicos cuyos componentes toponímicos naturalistas definían sistemas alternativos pero equivalentes a los que ahora entendemos como monumentales o patrimoniales. Asociado a este tipo de marca territorial está toda la carga semántico-ritual que tienen los trabajos agrarios en la tradición andina según ya había quedado registrado en una página de la Nueva Coronica del Buen Gobierno de Indias, el memorial ilustrado de Guamán Poma de Ayala, del siglo XVII . La larga carta de casi mil doscientos folios que el mestizo Poma de Ayala envía como memorial de reclamos al monarca Felipe III y que recalara en archivos escandinavos de donde se publicó facsimilarmente en este siglo, constituye un precioso documento, mayormente gráfico, de la cultura precolombina andina – que no dejó testimonios escriturales – de importancia singular no sólo para dar cuenta de denuncias de los excesos coloniales (Guamán habría sido un transhumante recaudador de impuestos a favor de la Corona según afirma en su crónica, descendiente de incas o según hipótesis mas recientes, el cura jesuita Blas Valera, hijo de india y militar español) sino para dejar registros de actividades urbanas y rurales, ritos, vestimentas, arquitecturas y en rigor todo aquello que complementado a los vestigios materiales de los residuos de esta civilización subyugada, podemos entender como parte del patrimonio popular o propio de las culturas vencidas y sus soportes materiales. La imagen da cuenta de las ceremonias de la roturación manual para la siembra del maiz y los tubérculos y se advierten tratamientos del territorio, como conducciones y retenciones de agua y muros -o pirkas- de piedra ensamblada que delimitan terrazas de cultivo. El valor documental y diríamos patrimonial de estas actividades que ritualizan lo cotidiano se confirma toda vez que aquello que describió Guamán todavía es parte de los trabajos rurales en la sierra andina peruana . Imágenes más reciente de actividades rurales andinas permite por mera comparación con la lámina guamaniana, advertir la larga perduración de elementos propios de la cultura material y el patrimonio popular desde el modo de tratar el territorio –en el cuál la agricultura constituía casi una praxis religiosa de advocación al mundo panteísta de su cosmogonía– hasta las herramientas como los arados o roturadores de madera, ya que no se conoció el metal y las vestimentas, algunas de cuyas cualidades preservaba del clima frío montañés o se refería a la simbología cromática de los rituales de trabajo con la tierra concebida como divinidad (Pachamama) sobre la cuál los trabajos agrícolas representaban también rituales de adoración y conjuro. Con ser significativo el concepto de contemplación del paisaje y su condición fundante de una posible cualidad americana cifrada en el mero estar lo cierto

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es que la colonización europea basada en una estrategia de ocupación extensiva de los territorios mediante distintos dispositivos como las ciudades, los repartimentos urbanos y territoriales -las mercedes o suertes de chácaras y estancias- y los contratos encomenderos, supuso en un plazo más bien corto, una intensa remodelación antrópica del paisaje natural y por ello, el inicio de una tradición eurocéntrica cuyas características quedaron en un término medio híbrido respecto de ambas tradiciones habitativas. De tal forma el paisaje americano agregará una dimensión adicional a su antigua condición de dominante natural y emergerá así el paisaje de las grandes transformaciones antrópicas del territorio, a veces en el contexto de ciertas manifestaciones de modernidad de laboratorioclxxxvi. Desde este punto de vista y ya desde la inicial operación ocupacional caribeña pocos años después del arribo de Colónclxxxvii, se sucederán numerosas experiencias de transformación productiva y habitativa del paisaje natural: desde su puesta en producción e intercambio como lo prueban las innovativas explotaciones mineras de Potosí y el montaje de complejas novedades tecnológicas y socio-económicasclxxxviii, el despliegue de las economías primario extractivas con caracerísticas de enclaveclxxxix y sus estrategias de desplazamiento metropolitano de las materias obtenidas por ejemplo, mediante el sistema de las flotas de galeonescxc o las organizaciones adaptativas de viejas instituciones europeas a la realidad americana, como por ejemplo, los complejos conventuales como El Tejar y San Francisco en Quito, Los Descalzos en Lima o Santa Catalina en Arequipacxci . Esta hibridez, mestizaje o aún originalidad de la etapa colonial americana se puede reconocer en asentamientos hoy muy deteriorados como se registra en los fragmentos remanentes de los pueblos jesuíticos como la Misión de San Ignacio . Las misiones poseyeron un ingente caudal cultural -la biblioteca de La Candelaria, sede del Padre Superior de la orden atesoraba 3500 volúmenes, quizá el mayor repositorio americano de inicios del XVIII- crearon música sacra original y una vasta producción artesanal que se colocaba en la mayoría de las grandes ciudades coloniales. La arquitectura supo ser introducida por padres alemanes bávaros o austríacos y en menor medida españoles, que sabían de su menester por alguna experiencia en construcción de templos en sus países de origen. En rigor las características de todas estas estrategias urbano-territoriales no sólo significaron la apertura a una reordenación esencialmente urbana del territorio sino subsecuentemente, el desarrollo de una concepción de lo patrimonial novedosa para la América aborígen aunque aprovechará su potencial artesanal y simbólico , semejante -aunque a la vez, distinta en su imperfección e hibridación- a los desarrollos culturales europeos sobre todo de los períodos culturales renacentista y barroco. Esas semejanzas/diferencias que dieron lugar, como sabemos a intensos debates historiográficos e iconológicos, por caso sobre el barroco americano y su respectiva posibilidad de autonomía como expresión artísticacxcii, constituyen aún en sus posibles divergencias de interpretación y valoración, los términos de un nuevo capital patrimonial que debe incorporarse en el análisis americano. El desarrollo de las ciudades americanas en su correlación con la apropiación de los vastos hinterlands rurales que es lo que en general, dió motivo a sus fundaciones, es otra de las facetas del análisis que debe abordarse en la

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consideración de lo específico patrimonial americano: es lo que propone el significativo estudio de José Luis Romerocxciii y su indagación en torno de las diferentes fases históricas y tipos ideológicos de ciudades hidalgas (siglos XVI-XVII), criollas (siglo XVIII), patricias (1800-1880), burguesas (1880-1930) y de masas (1930-1970). El encuadre de Romero, eficazmente contenedor de los términos colonizantes del proceso de urbanización americana pero también de sus paulatinas instancias de identificación diferencial, es particularmente interesante desde nuestras necesidades de definir la especificidad patrimonial puesto que ensaya una ejemplificación y valoración del corpus patrimonial en tanto correlativo del concepto dominantemente eurocéntrico culturalista (literatura, artes plásticas, monumentos arquitectónicos, etc.) pero más relevantemente, instala la historización del desarrollo urbano americano en el contexto de los procesos de transformación antrópica del territorio, por ejemplo presentando los casos de las ciudades mineras auríferas brasileñas , las cafetaleras colombianas o los enclaves portuarios. En tales esquemas, la reformulación de las diferentes clases de relación campo /ciudad no sólo es funcional para explicar el proceso político-cultural urbano sino también indirectamente, para entender aspectos de las percepciones y representaciones simbólico-artísticas y de las recalificaciones de la cultura material, aspectos esenciales para la construcción de parámetros patrimoniales americanos, nuevamente articulables en la condición esencialmente ambiental, en tanto relación de las sociedades -ahora dominantemente urbanas- con sus territorios naturales. En este sentido un trabajo del filósofo argentino Enrique Dusselcxciv acerca de lo que denomina filosofía de la poiésis es particularmente interesante no sólo por definir la cuestión poiética sino por intentar aplicar el término en una historización que comprende no sólo una revisión del concepto en el seno del desarrollo cultural europeo sino también en sus facetas exo-europeas (oriental, arábiga y especialmente, americana). Para Dussel la poiésis, palabra de origen griego, identifica las relaciones histórico-tecnológicas de las sociedades con la naturaleza a partir de una consideración central en torno del trabajo humano: es por tanto diferente de la praxis o práctica, que supone el análisis de las relaciones hombre-hombre, es decir aquellas relaciones esencialmente políticas y constitutivas de las relaciones sociales de producción. En el fondo la historización poiética conlleva a realizar lo que Marx llamaba una historia crítica de la tecnología y este trabajo para Dussel, será esencial no sólo para establecer el marco evolutivo hegemónico dominante en la tradición europea, sino los términos en que tal evolución y hegemonía se presentan respecto de la situación americana. En el análisis histórico-poiético central, Dussel presenta las características griegas clásicas, feudales y modernas en torno de los análisis de la producción estética y técnica en Kant, Hegel, Heidegger y Marx y a contraluz de tal desarrollo conceptual, los efectos poiéticos en el mundo latinoamericano: colonización-evangelización, ortodoxia-innovación en el despliegue de modos productivos, periferización, dependencia y neo-capitalismo, populismos y desarrollismos, estrategias de liberación, etc. Lo importante de esta propuesta de historización poiética -en términos ambientales y tecnológicos- es que permite construir las diferencias entre

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América y Europa en el nivel de las prácticas y los objetos y por lo tanto ayuda a resituar la indagación de lo patrimonial nuevamente en un campo de semejanzas y diferencias de disímiles recursos tecnológicos y concepciones acerca del trabajo humano en general y del artístico en particular y asimismo, de oposiciones en el campo de definición de lo material y su valor-apropiación y por tanto, también de posibles oposiciones entre capital material-culturalizado y capital simbólico-mitologizado. Si la idea de un paisaje antropizado, unas transformaciones más o menos profundas de los territorios de dominante natural, supone ser otra de las características en la que buscar criterios americanos específicos en cuanto al concepto de patrimonio, la ciudad -que también es, básicamente expresión esencial de la conformación de la cultura material de raiz eurocéntrica- resulta ser un ámbito en cierto modo peculiar de América en cuanto a nuestros intereses. Néstor García Canclinicxcv estudió especialmente estos fenómenos dentro de lo que llamó culturas híbridas o formas peculiares de modernidad periférica, mestiza y populista. En primer lugar, en cuanto a sus características de ciudad otra, de circunstancia determinada por una especie de homogeneidad uniforme en la que prevalece la anomia de la gestualidad colectiva. La ciudad americana mas bien formal o materialmente discreta o aún, anónima en un sentido alegórico, puede que en parte sea la consecuencia de aquel desinterés por entablar una relación con el territorio mas objetivo-objetual o productiva que simbólico-nominativa. A ello conllevaría doblemente la escasa aculturación urbana del habitante originario –por todo lo dicho de su pertenencia mas que al mundo de la ruralidad, a la dimensión de la territorialidad extensa que sobre en los Andes, además era motivo de desplazamientos para la donación eigida de trabajo-, la voluntad de organizar ciudades coloniales emergentes no de la concentración de fuerzas rurales sino de la dispersión que se pensaba desde unas sedes mas bien administrativas capaces de controlar hinterlands productivos extensos y una final falta de cultura urbana tanto de los migrantes internos del último siglo como, en los casos que ocurrió, de los inmigrantes europeos o asiáticos de origen rural. En este ítem resultaría interesante verificar la aplicación y eventual especificidad de una serie peculiar de no lugares como los que Marc Augécxcvi propuso para la ciudad europea o en general, la ciudad resultante de la homogeneización global del consumo. A las características de ciudad discreta o anónima en cuanto a aspectos de materialidad formal de los que suele derivarse la idea de patrimonio material urbano, se le podría oponer la relativa relevancia de una ciudad in-material, una ciudad atravesada por relatos como ha sido materia de variada y nutrida producción ficcional y como quedó propuesta en el concepto de ciudad letrada de Angel Ramacxcvii que por otra parte, como plantea Rolena Adornocxcviii podría recoger el afán descriptivo-textualizador de tempranos cronistas americanos como Guamán Poma, por lo demás un feroz crítico de la trasposición americana de la modernidad urbana europea barroca. En segundo lugar, por la traducción de esas cualidades de anomia e indeterminación en cierto conjunto de características si no específicamente propias al menos muy notorias en la ciudad americana, como la importancia de los tejidos homogéneos y cierto repertorio escueto de tipologías repetitivas, la

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condición agregativa de unidades de relativa homogeneidad interna como son los barrios y la relevancia de componentes que en rigor, son extraurbanos o borderline como el suburbio, el arrabal, la periferia, la interfase campo-ciudad. Este fenómeno de identidad barrial resultó ser extremadamente funcional para el acogimiento de las migraciones europeas modernas, otra característica típica de la cultura urbana de varias ciudades americanas como lo estudió por ejemplo, Sandro Spinicxcix para Bixiga, un barrio de migrantes italianos en San Pablo donde quedaron dibujadas cuestiones muy nítidas propias de su identidad patrimonial débil : ocupaciones urbanas, oficios y herramientas, fiestas y rituales urbanos, modos de instalación habitacional y productiva, costumbres habitativas, etc. En tercer lugar, es relevante la imbricación cultural de pautas rurales en el contexto de la vida urbana, como consecuencia de los relevantes y muy activos procesos migratorios campo/ciudad y por la peculiar forma de aculturación urbana del migrante de origen rural. La significación de elementos de socialidad rural en la vida urbana no aculturada -como la minga o los modelos de ayuda solidaria, el compadrazgo de origen tribal o de formas cooperativas como el ayllu andino, el intercambio en base al trueque y aún la existencia de intercambios simbólicos como las formas potlach o la persistencia de una vasta dotación de rituales simbólicos de origen mitológico agrarista- son características que suelen encontrarse de manera prevaleciente en algunos escenarios urbanos americanos. El citado García Canclini estudió muchos de estos fenómenos para el caso mexicano, uno de los más importantes. En cuarto lugar, destaca la importancia de la pluralidad cultural devenida de los factores multiétnicos y de la coexistencia de variadas minorías urbanas. Si bien este es un aspecto generalizado de cualquier cultura urbana contemporánea, esta mixtura es específica de América en relación a las procedencias internas de sus contingentes de recientes migrantes. Factores tales como la desintegración de estos migrantes o su pseudo ciudadanización mediática y su pertenencia a las llamadas redes informales así como la apropiación blanda y transitoria de algunos espacios urbanos, son algunas características que se conjugan en la determinación de nuevas ritualidades urbanas y en el despliegue de lo que podríamos llamar patrimonio in-formal como por ejemplo, en formas musicales como el rap urbano, el arte callejero o de graffittis, etc.: es decir en parte, lo que Armando Silvacc estudió bajo lo que denominó imaginarios urbanos, especialmente para el caso de ciudades colombianas y brasileñas . El investigador social peruano Gonzalo Portocarrerocci se ocupó de analizar conductas psico-sociales de migrantes rurales afincados en Lima, llegando asimismo a comprobar la existencia de modos complejos de imbricación cultural y social, conflictos interétnicos y consecuencias específicas no sólo en el plano de las relaciones grupales sino también en el cuerpo de la materialidad y los objetos cotidianos y simbólicos. Deducidas de las tres nociones anteriores de relaciones paisaje/patrimonio -el paisaje natural y la contemplación, el paisaje de las transformaciones antrópicas territoriales y urbanas y el paisaje de las ciudades de patrimonio débil y anónimo- emerge una cuarta y última caracterización según la cuál podría postularse para el caso americano la existencia de una suerte de voluntad cultural -o kunstwollen- tendiente a configurar objetos o elementos de la cultura material con fuerte imbricación en las estructuras dominantes del

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paisaje, incluso intentando que el objeto mismo pueda ser leído y entendido como un fragmento de dichas estructuras generales; un micro-objeto contextual y perteneciente a las macro-estructuras paisajísticas. Esta voluntad interactiva objeto/paisaje opera tanto como clave para analizar nuevas dimensiones patrimoniales así como vía organizadora de una proyectualidad de posible alcance patrimonial al menos en el registro de lo que hemos identificado como patrimonio ambiental. La noción de una micro-objetualidad contextualista no forma parte exclusiva de la modalidad productivo cultural americana sino que puede ser extensiva a muchas culturas por así llamarlas, pre-modernas: en el contexto europeo ello puede ser verificado en varios casos de culturas materiales agrarias y populares, cercanas a los casos vernaculares como quedara registrado en los varios estudios etno-urbanísticos desarrollados, por ejemplo, por Enrico Guidoniccii. Incluso en algunos escenarios tan sofisticados como los del diseño industrial, pudieron proponerse modos proyectuales según los cuáles algunos objetos de diseño fueron pensados desde su eventual pertenencia conceptual a las diferentes regiones italianascciii. Desde la perspectiva específica de estos estudios interesan considerar tres cuestiones relevantes para América Latina: el de los objetos artesanales, el de los objetos o constructos arquitectónicos caracterizados por una materialidad análoga a la de sus soportes ambientales y el de los objetos o constructos arquitectónicos caracterizados por una determinación formal que pretende generar cierta clase de asimilación geográfica o geológica con las estructuras del paisaje preexistente. En estos casos podríamos proponer la existencia de valores o cualidades en términos patrimoniales, a partir de ciertos tipos de elaboración de principios de contextualismo ambiental. El objeto artesanal como por ejemplo lo trata y caracteriza Ticio Escobarcciv, se presenta como una dimensión relevante de la actividad popular y en tal caso se revela como un fragmento resignificado y hecho instrumento social, del mundo de lo natural. La pieza consecuente de una práctica artesanal reivindica como diría Dussel, la conciencia poiética -en tanto manifestación de un trabajo de cultura sobre el material natural: barro, madera, piedra, vegetales- y como objeto que no es meramente ni funcional o instrumental ni artístico o referencial/representativo En efecto esta entidad no-vitruviana del objeto artesanal -en tanto doble carencia de utilitas y venustas- lo convierte sobre todo, en dispositivo de lecturao comentario acerca del mundo natural y a la vez en cosa constitutiva de la condición ambiental del patrimonio. Por otra parte a menudo el objeto artesanal cumple un destino ritual, en tanto evocación y reproducción de una primaria identidad mítica que suele ser intrínseca del objeto o propio de su condición originaria: el primer objeto artesanal o las cabezas de serie -los vasos de madera o keros incaicos, las máscaras del carnaval boliviano, los instrumentos musicales percusivos brasileños- remiten a una función precisa en la versión fundante de un mito; la reproducción artesanal retiene a menudo, la función ritual de evocación rememorativa del mito originario al menos dentro del mundo vernacular capaz de memorizar la articulación mito/rito.

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Ciertos sistemas de objetos artesanales cumplen asi la función comunicativa de transmitir rasgos del mito tanto como la función evocativa o rememorativa de aludir a la performance del rito, todo ello además de la función técnica del uso. Adolfo Colombresccv explora esta cualidad simbólica del objeto artesanal tanto o mas significativa que su identidad material ambiental, es decir su condición mimética de la naturaleza. En cuanto al objeto o constructo arquitectónico definido como parte de la materialidad ambiental de la que forma parte, las experiencias de la arquitectura andina ofrecen ejemplos históricos representativos como la fortaleza de Sacsahuamán y su pura condición de reensamblaje tectónico de piedras preexistentes y de tal forma, la deliberada reducción del gesto arquitectónico a la re-presentación re-formada del material natural. El acondicionamiento de las terrazas de cultivo de Macchu Picchu, como talladura de un promontorio, aserrado y adaptado a la función productiva o el diseño de espacios y funciones urbanos como puro comentario a la estructura preexistente del paisaje son otros ejemplos de esta actitud de imitación directa del material natural equivalente al objeto artesanal entendido como fragmento o pieza re-formada de dicho material: por ejemplo la cestería y el ambiente de juncales de la cultura uro, a orillas del Lago Titicaca . Un tratamiento aparentemente funcionalista o aún ecologista –en el sentido del aprovechamiento del monomaterial local– pero que no está exento de complejos suplementos de significación como lo atestigüa el mascarón de proa de un bote uro. La fusión de elementos de imaginario simbólico y de saberes empíricos de manipulación de materiales ancestrales destaca en la artesanía clásica de la América precolombina todavía persistente en reelaboraciones actuales transferidas por tradiciones orales en la cerámica moche o en los textiles variados del mundo andino como los yelmos ceremoniales . De la persistencia o capacidad de generar referencias para procesos proyectuales conemporaneos devenidos de esas tradiciones dan cuenta muchos trabajos de diseño de objetos contemporáneos como los del grupo mexicano Mero Diseño con sus diversos objetos evocativos o rememorantes como un enfriador de agua (2002) o el punto de partida que los chac mool de Chichén Itzá permitieron que referencialmente Alejandro Amaya desarrollara sus objetos cotidianos de plástico moldeado (2004) como la condonera y el chacmuelas . También existen tradiciones ya no precolombinas sino propias de expresiones populares de las múltiples culturas mestizas como se singulariza en el reducido pero elaborado material y simbólicamente sistema de aperos gauchescos, que suelen mostrarse en desfiles del pueblo pampeano de Areco y que remiten al estricto equipamiento nómade del gaucho a caballo. De tal campo de referencis emergen trabajos actuales pero algo deliberadamente anacrónicos como los del Grupo Pampa -candil y fanal (2001)- o los del Grupo Umahuaca -mochila BKF, cartera (2004)- remitiendo a temas y materiales de la cultura regional como se da en múltiples expresiones americanas como las telas populares de Otavalo en Ecuador , las artesanías populares de Masaya o de Caterina , Nicaragua sin duda a caballo entre motivos naif de las estéticas ingenuas de raigambre rural y el kistch que resulta de contaminaciones cultas o hasta massmediáticas que se van trasvasando sobre esta producción a la vez repetitiva y en ajustes orientados al consumo

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turístico. Materiales populares que por otra parte, fueron reivindicados como referencias, junto a las pinturas indígenas de Solentiname, por Ricardo Legorreta para su controversial proyecto de la Catedral de Managua. El patrimonio ampliado puede también, como en la compleja y multivariada actuación del emprendida por el Proyecto Afuera, en el Cerro de Pasco (2012) operar sobre los diversos campos y escalas de estas realidades, desde los territorios productivos y sus historias de explotación hasta los asentamientos que fusionan las marcas de las empresas mineras junto a la resistencia de los trabajadores y sus pequeñas historias y miserias. Proyecto Afuera es una iniciativa de los curadores peruanos Marco Saldaña y Maxim Hollan y proponen actuaciones comprometidas en diversos escenarios complejos, como el de las antiguas minas de cobre y los asentamientos de Cerro del Pasco, donde un grupo de artistas y activistas (como los colectivos Jade, La Ultima Reina, Escif o Radio junto al grupo local YARQ) realizó, con una pasantía en el sitio, interactiva con las poblaciones de mineros, diversas intervenciones de arte político ligadas a denuncias de las explotaciones asi como valoraciones de la identidad y potencial crítico-político de esos pobladores, que ya fueron por otra parte, personajes narrativos de la saga de novelas de Manuel Scorza. Hace ya más de dos décadas, cuando apareció editado en inglés el libro Topophilia de Yi Fu Tuanccvi, pudo percibirse la posibilidad de una reconstrucción histórica de las formas habitativas urbanas en torno de un concepto afectivo, de amor (filia) al lugar o sitio (topos) y que dicha interacción, por así llamarla socio-emocional, está probablemente en la base de la voluntad cultural de enaltecer, transformar o enriquecer un sitio natural a través de alguna clase de intervención o instalación proyectual o proyectada. Más que valorar el grado de violencia del acto cultural proyectual -que en definitiva ha sido determinante en la conformación axiológica de las preceptivas estéticas y por ello de las nociones patrimoniales clásicas- la noción de topofilia tiende a exaltar la sensibilidad o prudencia del proceso de antropización en cuanto éste respete y ame la cualidad del locus originario. El discurso topofílico, hay que decirlo, también está en la base del pensamiento heideggeriano tanto en cuanto a su vertiente positiva de formulación del pensar como una condición o derivación del morar -o instalarse con respeto y sabiduría en el territorio- como a su vertiente negativa o crítica referida al cuestionamiento de la inhospitalidad de la ciudad moderna. Diría así que en estas posibles consideraciones tópico-afectivas respecto de lo patrimonial se inscribe la posibilidad de trascender una noción objetualista y privatista de patrimonio cultural de repertorio, a una noción territorialista y social de patrimonio ambiental de paisaje, trascendencia que es válida creemos, en cualquier contexto histórico-cultural, pero particularmente pertinente en el caso del patrimonio americano y sus peculiaridades. Quizá sobre estos sedimentos topofílicos sea posible también entender la cualidad deglutiva e hiperasimilativa que José Lezama Limaccvii consideraba básica de una expresión americana: el goce afectivo respecto del paisaje y sus cualidades ambientales podía ser extendido -como él lo hizo junto con Borges o Paz- a un goce cultural capaz de apropiarse enciclopédica y golosamente de toda la cultura disponible y reproducirla según un modo proyectual barroco cuya cualidad asimismo, garantizaría la forma de una inserción topofílica en lo natural americano.

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El erotismo barroco de la estética lezamiana permitía imaginar un concepto de historia mitificada, de imágenes y diversas tramas paralelas, con medios preceptivos basados en la gravitación, la urdimbre, la resonancia y las analogías (no homologías). Las eras imaginarias lezamianas dan curso a una historiografía basada en una imaginación transgeográfica, transcultural y transhistórica susceptible de nutrir estéticas que pudieran rechazar la pura similitud y la repetición: lo americano así en términos de expresión, podría surgir tanto de la peculiaridad del ambiente y su paisaje cuanto de la capacidad digestiva de recrear las eras imaginarias basadas en una libre apropiación de los materiales culturales disponibles. Esto queda ya muy cerca del sincretismo mestizo, de la hibridación entendida como un goce que consuma en América lo que el barroco -el estilo más marginal del episteme europeo- apenas insinuó en su espacio originario. Por eso Lezama celebra y admite la validez diferencial de una cultura de retazos y desechos, de corpúsculos generativos que podían y debían ser sumados críticamente, desde los héroes cosmogónicos americanos como el Hunalipú popolvuliano y los amantecas aztecas o los señores barrocos -Sor Juana, Sigüenza, O Aleijadinho- hasta los rebeldes románticos -Simón Rodríguez, Miranda, Martí-, los poetas populares -Hidalgo, Hernández- y hasta los hombres de los comienzos de la frontier-culture norteamericana -Melville, Whitman, Thoreau-. En definitiva esa estética rescribe la historia en forma de poesía, por ejemplo en ErnestoCardenalccviii: Las carreteras no eran para carros / sinopara ritos /las carreteras, religiosas. / Las ciudades no tenían defensas / ( como pueblito maya de hoy, sin defensas entre sus milpas ). / No tenían murallas ni cuarteles. El texto, de estético se hace político y construye como en los ritos, una forma de memoria, también para la desgracia del fin de lo americano autónomo : Los mayas actuales / no recuerdan a Quetzalcoatl / artcrafts de Guatemala, lo que queda de aquel arte / tejidos paraturistas, Mexican curious / la foto es melancólica / la foto es en colores pero melancólica. Sin embargo, como reserva de paciencia, el tiempo es redondo y se repite, o como pura metáfora, un quetzal disecado / vuela verde en la selva / y hay esperanzas.

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Capítulo 6 SABER AMBIENTAL Y NUEVAS DETERMINACIONES DE PROYECTO

Si bien podría hablarse de una larga historia de relacionamiento diverso de las sociedades con sus entornos de naturaleza, la cuestión ambiental como emergencia problemática de esa relación es más bien uno de los efectos de la modernización y de la intensificación industrial de las tecnologías de explotación de la naturaleza –como escenario productivo– y de la complejización de los asentamientos humanos. En ese sentido, como ha ocurrido en otras dimensiones de la modernización, la cuestión ambiental se ha desarrollado según un arco de construcciones teóricas que va de lo abstracto a lo concreto, de la modelística científica a las aplicaciones territoriales localizadas. La produción de proyectos de diversas escalas –desde las urbano-arquitectónicas a las objetuales-comunicacionales- ha solido manejarse en general, fuera del análisis propio del paradigma ambiental y mas bien tendió sobre todo en la modernidad, a formar parte del entusiasmo y optimismo ligado a una profunda transformación de la calidad ambiental basado en la tasa creciente de incorporación de tecnología orientada a maximizar la explotación de la naturaleza. Ahora la concreción de un estado de crisis ambiental o de sustentabilidad, marcadamente visible para los diversos actores sociales, entabla condiciones que pueden llegar a devenir en determinaciones para una nueva concepción de proyecto. La construcción histórica de la idea de ambiente, como un concepto definido en un nivel abstracto, tiene varias vertientes. Una ligada a la historia de las ciencias, propone la derivación del concepto de ambiente, desde un campo denominado de las ciencias ambientales que por ejemplo en Peter Bowlerccix, se describe como el desarrollo de una creciente complejización en los abordajes específicos de las antiguas ciencias de la naturaleza: en rigor, unas ciencias ambientales que podrían conceptualizarse como aquellas que analizan la complejización evolutiva de las unidades u objetos de la naturaleza, las que establecen algunos lazos de relaciones entre los sectores tradicionales –por ejemplo, entre la biología y la física– y las que intentan internalizar algunos efectos resultantes del proceso técnico moderno de la antropización de los recursos naturales y sus propiedades. Una segunda vertiente asume el protagonismo reciente de la ecología, como dispositivo científico hegemónico para la interpretación de las relaciones entre las sociedades y sus entornos naturales, aunque tales relaciones devengan, en esta perspectiva, muy determinadas por el campo natural. De las varias historias ambientales sesgadas por la perspectiva ecológica destaca el trabajo de Jean Pierre Deleageccx, que aunque centrado en la historización del propio desarrollo de esa ciencia, se expande para analizar la construcción moderna de la noción de ambiente. Una tercera vertiente se liga a la historización de los procesos de gestión ambiental en tanto manifestaciones que sintetizan los esfuerzos para construir alternativas políticas referentes a una optimización de la relación entre sociedad y naturaleza.

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Uno de los aportes en este sentido es el texto de la historiadora norteamericana Anne Bramwell acerca de la historia del desarrollo político de la ecología, incluyendo el célebre caso de la política blau und boden del partido nazi en el Tercer Reich, presentado por la autora como uno de los hitos de la utilización políticamente incorrecta de las ideas ecologistasccxi. De manera más filosóficamente abarcativa, propuestas como la ecosofía o deep ecology del noruego Arne Naess, se postulan como modelos críticos de la complejidad contemporánea, aunque el fundamentalismo resultante sea políticamente inviableccxii y teñido de conservadurismo reaccionario. Y un cuarto y final grupo de aportes en el sentido aquí enunciado, proviene de la crítica ambiental de la economía que por tal razón comparte la dimensión de abstracción de los conceptos de esta disciplina, como los de valor, espacio, flujo o recurso. En este último nivel destacan aportaciones como las de James O´Connorccxiii, Herman Dalyccxiv, Ignacy Sachsccxv, Joan Martínez Alierccxvi y Enrique Leffccxvii. Dentro de estas notas introductorias cabe considerar las diferencias y relaciones entre las nociones de hábitat, ambiente y desarrollo sustentable , nociones emergentes de diversos sistemas conceptuales y que dieron lugar a eventos fundantes como las cumbres mundiales de Vancouver o Estambul para el tema del hábitat o las de Estocolmo, Rio y Johannesburg para el del ambiente, el desarrollo de agencias específicas de la UN para ambos temas o el despliegue de conceptualizacones como las que el documento Our Common Future, coordinado por Gro Brundtland y Maurice Strong entre otros, hiciera para fundar la noción de desarrollo sustentable. Si la idea de hábitat puede vincularse al análisis de los soportes materiales en que se instalan los grupos sociales y sobre el cuál, estos grupos materializan sus necesidades ligadas a las funciones generales del habitar, quizá la idea de ambiente mas bien se establece como noción explicativa de la relación entre sociedad y naturaleza, o más bien su relación racional, en tanto aquella se amolde a las ofertas de ésta o dicho de otra manera, que la presión antrópica o de la sociedad no vulnere el umbral de resiliencia de la naturaleza. Quizá asimismo podría pensarse que la idea de ambiente –sobre todo la de ambiente urbano- pueda reformularse en tanto relación de aquello que recién llamamos hábitat con la naturaleza que lo soporta y nutre en cuanto a servicios, producto y energía. La idea de desarrollo sustentable podría ligarse a la consecución de un modelo óptimo de asignación de naturaleza a la demandas de la sociedad genérica o global y dispuesta en condiciones locales de específicas formas de hábitat. Si puede hacerse una reconstrucción de cómo se fundó históricamente un concepto –o noción abstracta– de ambiente, también puede intentarse situar esa noción en el seno de su caracterización espacial, en un primer nivel de superación de su condición histórico-abstracta, en torno de su relación con el concepto de región, a la sazón también dependiente de un desarrollo conceptual abstracto. Las revisiones ambientalistas de la idea tradicional y economicista de región ha sido ejemplarmente traspuesta a un estilo alternativo de planificación territorial por autores como Ian McHarg, quién construyó un marco conceptual y metodológico extremadamente riguroso a partir de una serie de estudios de redesarrollo territorial, la mayoria de características ligadas a la inserción

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regional de grandes sistemas urbanos (Washington, Filadelfia, Nueva York, etc.)ccxviii. Los estudios de McHarg, orientados por el sentido común propio de un científico interesado en la observación analítica del territorio, se basan en desmontar la complejidad de un sistema territorial a través de entender la superposición de diferentes capas o layers diagramables como mapas –por ejemplo, de hidrología, suelos, vegetación pero también de vestigios arqueológicos y culturales o puntos de interés o afecto, etc.- y luego considerar, mediante las contradicciones emergentes de la superposición –overmapping- de aquellos registros, los temas concretos que van expresando las diversas categorías de problemas ambientales y en ese proceso, indagar sobre las mejores perspectivas ambientales para estudiar el funcionamiento territorial de los grandes asentamientos analizados asi como indagar en las formas mas racionales y sustentables de crecimiento de los mismos. La evolución de las ideas que emergen de las nociones de hábitat y ambiente que vimos arriba originaron agencias de aplicación y metodologías de actuación y también contribuyeron diversamente a buscar referencias territoriales entre las cuáles la noción de hábitat se interesó mas puntualmente en las características de los asentamientos urbanos (aportando por así decir, a definir la mas compleja noción de ambiente urbano) mientras que el concepto de ambiente funcionó mas en consonancia con las dimensiones regionales y territoriales es decir, las escalas mas abarcativas y comprehensivas de las relaciones entre sociedades y naturalezas, aunque ambas ideas fueron desplegando aportes para forjar criterios diversos –aunque en cierta forma complementarios- en torno del dispositivo plan. Siendo la región todavía una noción revestida de abstracción, el descenso de las concepciones ambientalistas a una aplicabilidad mayor a las relaciones reales entre las sociedades y sus soportes naturales, podría verificarse en la idea geo-histórica de territorio, es decir que los territorios mas que por aspectos abstractos de funcionamientos macroeconómicos (que es una de las concepciones que caracterizaron el acuñamiento de la noción de región) podrían redefinirse en base a las ideas ambientales, según las condiciones activas de la articulación entre grupos sociales y sus modalidades productivas-habitativas y las porciones específicas de naturaleza sobre las que se instalan o que manipulan. En efecto, enfoques tales como los de cuenca y sistemas de asentamientos permiten una mayor precisión y delimitación de componentes sociales y naturales, dando curso a modelizaciones más sistémicas, incluso aquellas ligadas a la definición de balances de entradas y salidas de materia y energía. Las relaciones entre concentraciones puntuales o localizadas de demandas sociales de ofertas o servicios a proveer por la naturaleza manifiestas en los diversos dispositivos de producción y habitación entre los que descuella por su complejidad e impacto ambiental, el caso de los asentamientos urbanos y por otro, el carácter dispersivo y fluyente de las bioestructuras que aportan a tales intercambios, genera la caracterización extendida o territorial del concepto de ambiente y la necesidad de analizar aspectos del derrame territorial de las presiones emergentes de tales asentamientos puntuales respecto de tales bioestructuras expandidas, parte de lo cuál explica la idea de huella ecológica como registro extenso de la presión de consumo de naturaleza que realizan los componentes de dichos asentamientos.

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Por fín, la voluntad de espacializar fenómenos de tipo ambiental puede encontrar aún una dimensión espacial todavía más precisa o puntual, al referirse a los asentamientos urbanos, susceptibles de estudiarse según el modelo de los ecosistemas, de modelizarse como grandes organismos de reelaboración y consumo de insumos trófico-energéticos y excretores de residuos y de caracterizarse como ámbitos concretos de relación entre demandas del habitar de un grupo social y ofertas del hábitat de una segunda naturaleza compuesta de recursos naturales y de densas redes de mediaciones tecno-estructurales. Sin embargo, esta supuesta concentración de las problemáticas ambientales en los sistemas urbanos puede obturar el adecuado análisis de las dinámicas ambientales, que suelen reenviar a dimensiones extra-urbanas o territoriales de variable escala y complejidad. La citada noción de huella ecológica es una de las ideas que, para establecer una medida de la racionalidad ambiental de un asentamiento urbano, requiere analizar el grado de dispersividad territorial de éste, sea como demandante lejano de recursos naturales, sea como oferente también hipotéticamente lejano, de residuos resultantes del funcionamiento del metabolismo urbano. Las conceptualizaciones precedentes y el acuñamiento dual de los criterios de hábitat y ambiente no sólo caracterizan criterios diferenciales respecto del dispositivo plan como apuntamos mas arriba sino también, nociones que definen todo el espectro de las prácticas de planificación hasta alcanzar la dimensión menor y mas expeditiva de tales prácticas cuál sería el dispositivo proyecto, el cuál también puede ser conceptualizado diversamente según las ideas que emergen de las nociones de hábitat y ambiente . Las notas precedentes pretenden situar el origen y desarrollo de las ideas ambientales en el contexto de un cierto desarrollo histórico que se eslabona desde lo abstracto-científico hasta lo concreto-territorial: en tal sentido, dicho desarrollo remite a entender un determinado posicionamiento epistemológico de estos saberes en el evolutivo campo de división intelectual del conocimiento. Por lo demás, el diverso decurso de ambas dimensiones revela el grado de desarrollo desigual de la cuestión ambiental en las esferas científica y política respecto del más generalizado desarrollo cultural, ciertamente vinculable con una mayor encarnación local o territorial de las problemáticas ambientales verificable en la importancia creciente del movimientismo ambiental y la participación social básica. En paralelo a este despliegue de saber básico, se constituye un posible campo de saber aplicado, cuya finalidad remite más bien, a constituir un enfoque crítico exógeno al desarrollo socio-histórico-tecnológico, cuya validación endógena tienden a ejercer las disciplinas convencionales: lo crítico-exógeno de la mirada ambiental aplicada a otros saberes constitutivos y regulativos de lo real-natural se presenta esencialmente como dispositivos de control de aquellas transformaciones ambientales de lo real-natural, históricamente dadas según el marco del saber/poder dominante. En realidad podría decirse que la profundización de un rol dominante de control que el saber ambiental tiende a arrogarse respecto del desarrollo socio-productivo históricamente constituído, resulta simétrico del proceso según el cuál, dicho desarrollo parece haberse fundado, como lo sostuvo Niklas Luhmannccxix, en un progresivo y sostenido incremento del riesgo: en efecto, un margen del cuál dependen resultados supuestamente evolutivos del desarrollo

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es llevar a umbrales crecientes de riesgo las operaciones genéricas del desarrollo entendido como antropización de la naturaleza. De allí entonces que, si un saber científico-tecnológico se ha ocupado de aumentar sistemática y exhaustivamente los umbrales de riesgo, es explicable que de manera interactiva, emerja un saber alternativo y crítico que procure definir parámetros de control de ese proceso casi lúdico, de aumentar las apuestas de riesgo, no necesariamente legitimadas ni por la consistencia científica (la banalidad de unas ciencias económicas que no contemplan la segunda ley de la termodinámica es un ejemplo de esta inconsistencia aceptada) ni por la legalidad político-jurídica (dada la reconversión del Estado en órgano subsidiario del Mercado y la regresión de la Sociedad a entidad manipulada por el consumo info-mediático). Tal aspecto de control o monitoreo vigilante hace que el pensamiento ambiental posea mas una voluntad de análisis crítico y reencauzamiento de procesos según determinados parámetros indicativos de racionalidad mas que la vocación prescriptiva del planeamiento tradicional de base economicista lo cuál orienta unas dimensiones específicamente ambientales orientativas de gestión de ciudad , diversas y hasta antagónicas de otras modalidades de gestión (por ejemplo aquellas ligadas a parámetros de rendimiento) y también, a la escala de la microplanificación, unas dimensiones también específicamente ambientales de gestión de proyectos . Dentro de los criterios generales según los que, el saber ambiental se define como un campo de control de los procesos de transformación social y específicamente aquellos procesos de referencia espacial –territoriales o urbanos– uno de los dispositivos más utilizados es el de indicador: un indicador no es más que una expresión paramétrica de una o más variables, por lo cuál aporta una información acerca del estado óptimo o deseable de aquellas variables y por tanto, del proceso que ellas describen. La definición de una plataforma de control de procesos puede darse mediante una selección de un conjunto de indicadores y si ellos son correctamente monitoreados pueden tomarse decisiones correctivas sobre el proceso descripto. Si la selección de un conjunto de indicadores es lo suficientemente consistente y comprehensiva, el mecanismo puede garantizar una condición de supervisión o comando respecto del campo social analizado. El ejemplo más célebre en cuanto a la aplicación a la gestión ambiental urbana de un sistema de indicadores de sustentabilidad es el aplicado en la ciudad de Seattleccxx. Puede haber indicadores de sustentabilidad o críticos e indicadores de calidad u óptimos. El desarrollo y aplicación de este dispositivo de control tiende a invertir la tradición prescriptiva del planeamiento clásico: en efecto, si aquella se ocupa taxativamente de prescribir lo deseable, el modelo implícito de planeamiento o control propio del uso de sistemas de indicadores se interesa más pasivamente en detectar lo indeseable, mediante la comprobación de la superación de algún tipo de umbral. Una determinada correlación de indicadores y su monitoreo de variación frecuencial es lo que constituye una matriz o modelo de sustentabilidad: otro instrumento cuya función principal, según el análisis de las variaciones en las expresiones de los indicadores de modo que no vulneren umbrales de criticidad, es tambien la de operar como elemento de control externo de procesos.

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El ejemplo más desarrollado de matrices de sensibilidad como basamento informático de una gestión urbana es el montado en Francfortccxxi, experiencia que tanto como demostrar uno de los picos más altos de aplicación de este instrumento, es a la vez, un caso que evidencia los límites, sobre en todo en cuanto a la dificultad de la toma de decisiones en un contexto de exceso de información. Fuera de los criterios de control sistémico de una situación ambiental urbana y sus variaciones, usándose conjuntos de indicadores, existe también una similar utilización de indicadores a fin de efectuar controles no ya de planes sino de proyectos, en torno del concepto de impacto ambiental que tiene una historia ya relativamente larga, desde sus iniciales aplicaciones vinculadas al análisis de efectos ambientales adversos en grandes emprendimientos tecnológicos como embalses hidroeléctricos o carreteras. La llamada matriz de Leopold, desarrollada por el geólogo Aldo Leopold para el análisis de explotaciones mineras y desde entonces convertida en instrumento usual de las llamadas evaluaciones de impacto ambiental (EIA) fue propuesta en la década del 40. La fortuna de este instrumento no fue del todo relevante, a pesar que sirvió para reducir los costos de externalidades de un proyecto tecnológico o también, para recomendar paliativos en la propia ingeniería de dichos proyectos, aunque casi nunca como un instrumento poderoso de control que decidiera, por ejemplo, implantaciones o tecnologías alternativas o menos aún, la viabilidad misma de un proyecto. Sin embargo las EIA se instituyeron cada vez más no tanto por un grado alto de efectividad, sino más bien por la recurrente aparición de eventos catastróficos en emprendimientosccxxii. Más recientemente se diseñaron aplicaciones de las EIA a la gestión urbana, algunas de carácter sustitutivo de los planes urbanos –como la metodología de James Robertsccxxiii– y otras planteando plataformas de control político-técnico de proyectos de desarrollo, como el llamado modelo MEEP aplicado en el Municipio de Ottawa y según el cuál, se invierte la tradición hiperprescriptiva del planning tradicional –que propone un uso y una intensidad de uso para cada punto de la ciudad– a favor de la idea general que sostendría que cualquier proyecto es pasible de ser aceptado toda vez que atraviese favorablemente un mecanismo llamado screenning, de estratificadas y progresivamente más exigentes EIAccxxiv. Por fuera del tema específico – y si se quiere, hipertécnico- de los indicadores de sustentabilidad, este concepto según su desarrollo de la década de los 90 (desde su inicial formuación por Peter Nijkampccxxv aplicado a estudios del WWF hasta su entronización política, vía Maurice Strong y Gro Bruntlandccxxvi en los documentos preparatorios de la cumbre de Rio) ha ocupado un lugar central en las ciencias políticas e indirectamente en una modificación del análisis de las políticas urbanas en las que puede hablarse de unas sustentabilidades política, productiva, social y ecológica, de cuya adecuada interacción depende en definitiva el éxito de una gestión urbana y las mejoras de la calidad de vida integral de sus habitantes. Inversamente, es posible utilizar esta plataforma conceptual para acceder a un diagnóstico de las problemáticas ambientales urbanas que no sea una mera constratación de efectos de causas externas o lejanas, sino un modelo de interacción entre los elementos que articulan las relaciones entre las

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sociedades y los territorios que administran, ligado a la idea de una sustentabilidad no infinita. Una aplicación de este criterio de análisis urbano ligado a la idea de sustentabilidad es el concepto de huella ecológica, desarollado por William Reesccxxvii, según el cuál las ciudades tratan de resolver su sustentabilidad tendiendo a expandir indefinidamente el territorio teórico del cuál importan recursos naturales y al cuál le exportan residuos o degradaciones ambientales, usufructuando las cualidades lábiles y fluyentes de las plataformas naturales en que se sustentan las ciudades y la capacidad de acceso indiscriminado a cualquier zona territorial distante mediante los mecanismos del comercio exterior, aunque los valores de cambio de dichos recursos lejanos no siempre o casi nunca tienen que ver con que tales valores alcancen para garantizar la reproducción del capital natural comercialmente transado . Ese territorio, medido per cápita , está definiendo valores de unas 5 hectáreas promedio por habitante urbano en las sociedades avanzadas: si se multiplica tal valor por la población mundial se arribaría a una cifra de casi el triple de la tierra efectivamente disponible (unas 10 mil millones de hectáreas), con lo cuál se alcanza una conclusión desalentadora: la sustentabilidad ecosférica se afirma en el que mas del 75% de la población mundial no alcance del parámetro per cápita indicado. En el caso de las grandes ciudades latinoamericanas los cálculos de huella ecológica realizados, por ejemplo para Buenos Aires y Santiago de Chile, arrojan valores cercanos a las 2 hectáreas por habitante, cifras que dados los tamaños, define de cualquier forma, afectaciones de territorios muy extensos pero, por otra parte, el grado de insuficiencia recursística, comparada con los estándares avanzados, encubre severas deficiencias de los metabolismos urbanos, causales de problemas ambientales específicos. Las marcas o registros de impacto humano o consumo de naturaleza deben sin embargo ser analizadas no meramente en torno de expresiones estadísticas sino fundamentalmente en el análisis de las transformaciones territoriales específicamente ocurridas en territorios concretos a lo largo de un determinado proceso temporal como por ejemplo, puede advertirse en el caso del urban sprawl en Las Vegas en el que puede realizarse el análisis progresivo-regresivo del impacto en la calidad de sustentabilidad a lo largo de un período activo (agresivo) de transformaciones (1973-2000) y lo mismo podría hacerse en el caso de territorios no urbanos pero si sujetos a procesos de explotación como en los casos de de-re-forestación en el sur de Chile. En ambos ejemplos es significativo marcar que los análisis de calidad ambiental y de sustentabilidad deben realizarse en el marco de manifestación de procesos relativamente dilatados, como el largo cuarto de siglo de las compraciones mencionadas, lapso en el cuál se pone en evidencia la puesta en crisis de sustentabilidad de un asentamieno tipo oasis –en el caso Las Vegas, que por tal razón de stress es el máximo consumidor urbano de los saldos de energía eléctrica que se asignan cada día en el sistema de interconexión de USA- o la disminución de calidades de biodiversidad en el bosque chileno fuera que se alcance a reponer el quantum métrico de madera extraída. En la modalidad de controlar fenómenos y problemáticas ambientales urbanas destaca el desarrollo de proyectos (como unidades de gestión) y tecnologías (alternativas): si bien suele tratarse de criterios distantes de la voluntad genérica o sistémica de la planificación pueden erigirse en gérmenes de

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procesos de transformación de la calidad ambiental urbanaccxxviii. Entre los proyectos podría señalarse la modalidad de emprendimientos basados en metodologías de participación comunitaria –Take part, Makes community , Design by community, etc.- o algunos desarrollos considerados exitosos desde la perspectiva ambiental como Christiania en Copenhaguen o Davis en California, por ejemplo. También en cierto sentido, el llamado modelo Curitiba de gestión ambiental urbana, puede interpretarse como un exitoso desarrollo de ciertos proyectos estratégicos para la ciudad, como Lixo que nao e lixo, el transporte intermodal de superficie o el sistema de parques metropolitanos que aúnan la provisión de espacio verde recreativo con la función de regulación hídrica. Las tecnologías alternativas despliegan una vasta panoplia de oportunidades generalmente basadas en el manejo eficiente de energía –como los sistemas de ligth rail o el llamado modelo Bremen de motorización individual cooperativa– o las técnicas de depuración de la contaminación urbana –como los sistemas australianos del grupo Memtech-. En el caso de las grandes transformaciones técnicas del territorio como las asociadas al desarrollo de proyectos multipropósito asociados al aprovechamiento de recursos hídricos la realización de los mismos suelen generar resultados controversiales articulados a la ecuación de costos/beneficios y a posibles efectos ambientales indeseados emergentes, uno de cuyos ejemplos mas conocidos es el desarrollo del programa de la Tennessee Valley Authority (TVA), esencial para regular el regadío del área agrícola central de USA y también para producir energía eléctrica hidromotriz, pero responsable de complejos efectos ambientales tales como el realojamiento de muchas poblaciones preexistentes o la cancelación de un inicipiente modelo de desarrollo mas integrado. Los efectos ambientales negativos de orden territorial son mucho más agudos en los casos de artificialización extrema de cualidades naturales básicas como serían el caso de emprendimientos de urbanización extensiva que como los de Nordelta en Argentina y de Dubai, suponen urbanizaciones promovidas por intereses mercadotécnicos de corto plazo en áreas frágiles como respectivamente en tales casos, un fondo de delta y un oasis . Un caso equivalente aunque diverso es el reciente proceso de conversión de áreas de humedales en camaroneras receptivas del cultivo artificial de ese commoditie alimenticio, lo cuál acarrea serios impactos ambientales y territoriales regresivos dada la alteración de biomas naturales como en los ejemplos citados de delta, oasis o humedal. Devenido de la tradición de la Chicago School de ecología social y a la vez de las modelizaciones ecosistémicas –como los estudios de Hubbard Brookccxxix– se ha desarrollado una interpretación de la ciudad como ecosistema, especie de compleja caja negra con una órbita de entradas y salidas también configura en modelo de control. A partir del análisis ecosistémico de una ciudad ideal desarrollado por Andrew Wolmanccxxx, hubo numerosos intentos de modelización básicamente orientados la medición de la cantidad y calidad de los flujos de energía y materiales que entran a y salen de las ciudades: José Naredoccxxxi para Madrid, Jaume Terradas et alccxxxii por un lado y Salvador Rueda Palenzuelaccxxxiii por otro, para Barcelona, Raúl Montenegroccxxxiv para Córdoba, Argentina, son

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algunos de los modelos concretamente desarollados para ciudades concretas, con diverso nivel de refinamiento de los datos de modelo. En un sentido un tanto diferente, los estudios de Stephen Boydenccxxxv y Peter Newcombe dentro del proyecto MAB 11 para ciudades como Hong Kong o Lae en Filipinas, también manejan modelos de entradas y salidas, pero intentando desmontar los circuitos internos de las cajas negras urbanas mediante instrumentos cualtitativos complementarios, como las encuestas sociales. Como contracara del precedente despliegue de avances devenidos del saber ambiental entendibles más como dispositivos de control que de planificación, pueden advertirse síntomas evidentes de decadencia de los paradigmas planificatorios que en cierto modo hacen parte del ciclo histórico que vincula el momento de la ilustración y el cientificismo con la consolidación de la modernización. Este ciclo había estipulado una relativa confianza en la voluntad de la planificación, tanto para institucionalizar vías de desarrollo capitalista de Estado como para organizar la viabilidad socio-productiva de las experiencias políticas socialistas. La doble decadencia de los modelos de los Estados nacionales proclives a un desarrollo capitalista de aspiraciones sociales (los modelos del welfare state central o de los desarollismos coyunturalistas periféricos) y del bloque socialista, constituye la causa fundamental de la crisis del planeamiento –del planeamiento socio-económico en general y de los planeamientos sectoriales, regionales y urbanos en particular- dado el carácter funcional e instrumental de éstos en relación a las políticas de desarrollo tanto capitalistas como socialistas. Pero esta crisis, fundamentalmente en las dimensiones espaciales de la planificación, no es mera ni únicamente atribuíble a las transformaciones políticas de las dos últimas décadas y al advenimiento consecuente de la etapa del omnimercadismo globalizado, sino que previamente, la experiencia precedente de las técnicas planificatorias habían revelado serias deficiencias técnicas y un esquematismo muy inelástico aún para contribuir eficazmente en aquellos procesos ascendentes de las democracias desarrollistas capitalistas y de los socialismos reales. Las propuestas del planificador chileno Carlos Matus, aparecidas hacia los primeros 80 y sumamente influyentes desde entonces, tuvieron el mérito de asimilar para un intento de reformulación técnica de la planificación, las ideas triunfantes de la teoría de sistemas. Si bien obviamente no fue el único ni el primer ensayista ocupado en el intento, su sistematizaciónccxxxvi –valga la redundancia– sirvió para terminar de afirmar la inutilidad de la planificación prescriptiva propia del entusiasmo desarrollista y competitivo entre sí, de los modelos políticos del welfare state y del socialismo. El planteo de Matus es a la vez claro y consistente cuanto inoperativo: afirma que la inherente sistematicidad de los fenómenos socio-políticos obliga a instalar cada problema en una situación (que lo desborda y determina) la que a su vez se caracteriza por intersectar un número más grande de variables, con lo que cada fenómeno queda automáticamente situado en una dimensión de complejidad. Matus parte por proponer así, una planificicación de situaciones. Dicha complejidad a veces puede ser relativamente bien modelizada o descripta pero dicha condición suele dificultar la racionalidad o eficacia de la

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gestión. Los fenómenos complejos así suelen resultar mas fáciles de describirlos que de modificarlos según criterios de simplificación o eficiencia. Autores como Edgard Morinccxxxvii o Félix Guattariccxxxviii , en el plano de la investigación filosófica y psicosocial, avanzaron en sus propuestas al convertir el escenario de la complejidad contemporánea tanto en dimensión inexcusable del análisis y la reflexión especulativa –en torno de una nueva relación posmetafísica entre sujeto o campo social y objeto o campo tecnólogico (en el que vendría a quedar subsumida una naturaleza definitivamente cosificada y devenida un subsistema más de mercancías)– como en la postulación epistemológica de un nuevo espacio de saber, no abarcable desde la perspectiva multi o interdisciplinaria tradicional. La inoperatividad resultante del enfoque matusiano de la planificación, remite a la dificultad inherente a modelizar los criterios de la complejidad de los hechos en situaciones, y por tanto, a la inviabilidad de medios técnicos de influencia en el campo decisional, salvo una operación de enorme concentración de poder cuanto a la vez, de capacidad de abstracción, que parece sólo se ha verificado – en el plano práctico– en la condición de la globalización de mercado. El mérito de los estudios del geógrafo inglés David Harveyccxxxix es el de haber traducido los términos abstractos de las proposiciones marxistas al contexto concreto de las ciudades, resituando así nociones que como las de capital, valor y plusvalía pueden dar cuenta de las condiciones actuales del devenir urbano. Un aporte sustantivo del análisis propuesto por Harvey es el ligado al concepto del capital fijo cuyo carácter emergerá como el indeseado residuo del movimiento capitalístico de lo urbano y según autores ecomarxistas como James O´Connorccxl, el elemento que define el actual nivel de crisis del modo de producción capitalista, no como crisis de exceso de capital reflejada en las relaciones de producción sino como crisis de escaséz de capital manifiesta en las condiciones de producción.Cuando los diversos instrumentos de trabajo –dice Harvey– son producidos como mercancías, intercambiados como mercancías y consumidos productivamente dentro de un proceso de trabajo encaminado a la producción de plusvalía y al final de su vida útil, reemplazados por nuevas mercancías, se convierten según el léxico de Marx en capital fijo. Por tanto, el Kf no es otra cosa sino un proceso de circulación de capital por medio del uso de objetos materiales, pero una de cuyas cualidades específicas devenidas de su condición material es el desgaste: cuando la máquina se desgasta el Kf se ha consumido enteramente dentro del proceso de producción y nunca regresa a la esfera de circulación. Este análisis culmina según Harvey, en la condición típica del desarrollo urbano según la cuál éste se ha fundado en no contemplar una reserva de valor para la reposición de tal Kf: el acto final en el drama de la circulación del Kf viene cuando la máquina está desgastada y requiere reposición. Si el Kf se debe reproducir, entonces se debe hacer una reserva de valor suficiente para reemplazar la máquina al final de su vida útil. Este es el punto en que sitúa su análisis de la crisis ambiental urbana James O´Connor, al señalar la marginación del criterio de reserva de valor para reposición del desgaste del Kf degradado de la ciudad (y extensivamente, del territorio) ya que si la actual fase de acumulación capitalista se basa en un incremento del capital –que es cociente entre capital variable y capital fijo– montado únicamente en la reducción del Kf, tal condición equivale

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automáticamente al desarrollo progresivo de problemas ambientales o externalidades resultantes de la desconsideración de reposición del desgaste de Kf. La planificación ha operado en ese sentido, como acompañamiento de procesos de externalización de tal característica. El análisis que aportará Fredric Jamesonccxli, en la línea de los estudios de Harvey, es considerar la renta generada por la tierra urbana como capital ficticio, un concepto que también planteó - pero no desarrolló suficientemente- Marx. En efecto si el valor generado por la producción industrial es puramente condición del trabajo aplicado, la tierra urbana no puede explicarse, en su adquisición de valor, por tal condición y por lo tanto queda definida como una expectativa de valor futuro, según la cuál, por caso, será funcional que la misma tienda a una cualidad de espacio isométrico absoluto (un ejemplo de lo cuál será la radicalización propuesta por Mies e Hilberseiemer, la Chicago frame del análisis de Colin Rowe sobre las proposiciones de los ex profesores de la Bauhaus). En este punto no puede decirse que la planificación ambiental haya fracasado, salvo en cuanto tendió a maximizar tal condición isométrica y por lo tanto, la aceleración de la presentación abstracta del suelo urbano como materia isométrica y maximización de la oportunidad de incrementar las oportunidades de generación y captación de capital ficticio. Aquí también hay una operación –simétrica al desgaste del capital fijo– que encubre la emergencia del problema de sustentabilidad ambiental. Después de su incursión en pos de una geografía posmoderna, Edward Soja desde su privilegiado observatorio de Los Angeles –que no por nada sirvió de modelo a la anticipación degradada de Blade Runner, que muestra esa ciudad hacia el 2025– introduce la concepción de posible finitud histórica de los enclaves territoriales llamados ciudades e incluso de las primarias expansiones de tal condición en las diferentes nociones de metrópolis, megalópolis, urban corridors, urban sprawl, etc., al presentar sus tesis sobre lo posmetropolitanoccxlii. Los modelos posmetropolitanos presentados por Soja (flexity, cosmopolis, exopolis, ciudad fractal, ciudad carcelaria, simcity) son en general sombríos en la verificación de características como el hipetrófico consumo de naturaleza en las tendencias de sprawl o las tendencias de ghettización generalizadas. En rigor la experiencia de Los Angeles –pero no sólo de LA sino además de ciudades como Phoenix o Houston y todo el sun belt, o área de la tercera y última frontera de desarrollo urbano norteameriano– manifiesta el triunfo absoluto de los lobbies de los developpers inmobiliarios con la entronización del devastador modelo de la hiperperiferización dependiente de bajas densidades, serios deterioros del soporte bio-periurbano y stress de las redes de infraestuctura y encarecimiento geométrico del coste de los servicios. Fenómenos todos explicativos de la potenciación de problemas ambientales estructurales que en el área de Los Angeles han tendido a plantearse –en su intento de mitigación– sólo en una dimensión territorial, el urban corridor, expresada en el proyecto GMCPccxliii (Growht Management Consensus Project). Los argumentos principales del análisis de Soja examinan las consecuencias espaciales de la conversión de la economía polarizada en líquidaccxliv y el cambio de las cuencas o hinterlands superpuestos a derrames indeterminados definidos ya no por nociones de escala o tamaño sino por una inédita condición

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de economía de alcance en la que la telematización (más de un 50% del trabajo y el consumo del área centro-californiana se deslocalizó en el sentido de su ingreso a la dimensión virtual del espacio electrónico y una nueva clase de sujetos de tal virtualización –los nerds– desprecian literalmente la vida urbana convencional) y la terciarización (o pasaje de la actividad económica centrada en los productos a los servicios), terciarización por último, estratificada en capas de diferente calidad e interconflictividad y competencia como nuevas dimensiones de una suerte de lucha de clases. Muchos cientistas políticos plantean que la lucha de clases descripta por Marx (como una lucha abstracta por el control de los medios de producción y por la reasignación social de las plusvalías que debía de tener momentos histórico-evolutivos como el fortalecimiento de la clase proletaria y su institucionalización política en aparatos como sindicatos y partidos) no ha desaparecido sino que se ha transformado en luchas concretas: luchas de movimientismos urbanos por el derecho a la ciudad, luchas frente al desmantelamiento del paradigma del trabajo, luchas frente a la monopolización productiva en todos los frentes económicos trasnacionalizados y conglomerados como los de la producción primaria en las nuevas agrobusiness y megaminería, de la producción secundaria como la neoindustria de ensamblados en EZP y maquilismo y de la producción terciaria con el posfordismo, el just in time productivo y la logística y la monopolización de la producción de comunicaciones. El desarrollo de las ideas ambientalistas dirigidas al plano de instrumentación de dispositivos de control anteriormente comentados junto a la consumación de una crisis del planeamiento tradicional y la emergencia de nuevas visiones críticas y reformuladoras señaladas mas arriba dan pié, de forma convergente, al despliegue de aportes y contribuciones, tal vez todavía no demasiado sistemáticas ni operativas, tendientes a pensar un estilo alternativo de planificación que empieza a denominarse como urbano-ambiental cuya cualidad principal pareciera residir en la voluntad de internalizar aquellos dispositivos de control en estrategias ya no proactivas o indicativas de una forma de desarrollo urbano, sino en cambio, de moderación o regulación de la creciente autonomía de las decisiones de mercado. Este estilo alternativo a menudo no puede ir mas allá que el desarrollo de proyectos que además de su funcionalidad específica generen efectos sinérgicos en sus ciudades como sería el caso del Parque Urbano Central de La Paz, desarollado por Carmen Scholtz con la cooperación técnica alemana, 2004 –un planteo de generación de suturaciones urbanas- o que formuló el colombiano Rogelio Salmona, en su propuesta para el Eje Ambiental Jiménez, en el centro de Bogotá, 1998 , una pequeña intervención de apenas varios centenares de metros que desplegó mas allá de su función específica, un interesante efecto de regeneración del centro histórico de la ciudad, la degradada zona central del barrio de La Candelaria. Los planes estratégicos urbanos –derivación de la planificación militar y luego de la planificación competitiva empresarial– surgieron desde los 80 como evidente signo de acompañamiento de la economía globalizada (interesada en concentrar su inversión de capital y en pasar del sector manufacturero al info-mediático) y de la decadencia del Estado nacional cuanto del debilitamiento de los estados locales. En realidad, tal contexto promovió alianzas defensivas de los estados locales y los sectores hegemónicos del capital privado localizado (no necesariamente

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local) para concebir planes estratégicos ideados como intentos de obtener condiciones prioritarias en el aprovechamiento de oportunidades regionales. Bajo un habitual barniz hiperparticipativo (contrarrestado genéricamente por el activismo de actores hegemónicos, la persuasión mediática y la cooptación política) los PE promueven un salvataje de las ciudades relativamente egoista desde el punto territorial. En algunos casos, la capacidad integrativa de los enfoques macroconómicos en que debieron situarse estos procesos, sirvió para incorporar variables ambientales al menos en dos aspectos. El primero para fortalecer la capacidad de atracción de inversiones según el modelo de ciudad ecológica o de alta calidad de vida (imagen objetivo obtenida exitosamente por Seattle bajo la gestión del gobernador McCall ) y el segundo para incorporar la discusión pos-Río del tema de la sustentabilidad ambiental y sus costes económicos y socio-políticos. En cualquier caso, la dimensión o sesgo ambiental muy ocasionalmente tiene un peso determinante en las orientaciones o acuerdos de los PE : existió, pero no centralmente por ejemplo, en las dos primeras ediciones del PE de Barcelona o en el PRET de Madrid. Autores como Borja y Castellsccxlv se hacen cargo de la importancia central de los PE en la devaluada condición actual de la planificación, pero tienden a exaltar su cualidad de promoción de proyectos de desarrollo urbano y metropolitano, antes que a caracterizar la posibilidad de potenciación del análisis ambiental en tales instrumentos. Algunas experiencias recientes de una planificación estratégica encarada como decisión macroterritorial –tal como el proyecto arriba citado del GMCP californiano– que resitúe el desarrollo urbano en marcos paramétricos de sustentabilidad territorial parecen haber perdido significación en épocas recientes: el GMCP aparece contrariado por la apología del sprawl del new urbanism de Andrés Duany y Elizabeth Plater-Zilberg, el informe de Richard Rogers al premier inglés Tony Blair tendiente a consolidar la inner city antes que la hiperperiferización fue prácticamente desechado, la redefinición territorial de las comunas chinas , para mejorar su sistentabilidad en base a un mix rural/urbano del tipo 80-15 va camino de su fracaso visto el incremento de la tasa de urbanización y el célebre plan NNEPP (Netherland National Environmental Policy Plan) y su idea del ringstadt o anillo de ciudades equilibrado va camino de su desmontaje a manos de los lobbies inmobiliarios que se están disputando el inédito –para Holanda– plan de financiamiento de un millón de viviendas ofrecido al sector privado. En las recientes actuaciones en orden a una planificación ambiental urbano-territorial descuella en el caso americano el Plan de Ordenamiento Territorial del área metropolitana de Medellín, que se radica sobre el Valle del Aburrá, 1999, y que propone un modelo o proyecto de ciudad regional futura definiendo criterios de crecimiento y desarrollo que se acomodan a la cualidad territorial descripta en diversos layers identificatorios de elementos definidores de la cuenca natural como de las características de la infraestructura regional implementada. Es cierto que el éxito de Medellín en términos urbanísticos y arquitectónicos es consecuencia del alto precio pagado en décadas de extrema violencia política finalmente más o menos conjurada mediante una alternativa política local que se basó en la relización de proyectos que alcanzaran un estaus de condensadores-integradores sociales.

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Dentro de esos elementos destacan en la experiencia de la ciudad antioqueña la red de transporte integrativo basada en una troncal elevada de servicio ràpido que recorre la dirección longitudinal de la cuenca y que se articula a un sistema de transporte teleférico –por ahora con dos líneas- que vincula el eje inferior con las laderas pobladas por sectores marginales con los cuáles se buscan entablar estrategias de integración a a través de las estaciones de transferencia como la del barrio de Santo Domingo que se vincula además a un centro de promoción vecinal que es la Biblioteca España, 2002 . También destacan en el caso de Medellín la recuperación ambiental y consolidación de áreas marginales de las laderas mencionadas como el proyecto del barrio de la quebrada de Juan Bobo, Medellín, 2000 , todavía en desarrollo y que incluye una metodología de fuerte participaciónm comunitaria de base. El modelo de las agendas locales XXI –otro instrumento marco para alcanzar metas de sustentabilidad en el contexto de la planificación local o municipal- derivó de las recomendaciones de la Cumbre de Río de 1992, que en su capítulo 28 proponía este instrumento, aunque en realidad su relativa fructificación dependió del renacido espíritu defensivo de comunidades locales y ONG´s frente a las comprobaciones de efectos perversos de la globalización: hoy hay cerca de 1800 ciudades en casi 50 países que han encarado procesos agendísticos, según un enfoque metodológico que se basa en la puesta a disposición del mecanismo de control relacionado con un set de indicadores ambientales (según el concepto de objetivo o target y la noción auxiliar de disparador o trigger) para un conjunto representativo de voceros o stakeholders de las comunidades implicadas. El sistema resulta más que un medio alternativo de planificación, una especie de ámbito de control crítico o caja de resonancia de las políticas públicas urbanas, pero parece anticipar –aún en su actual estado relativamente utópico o voluntarista– los gérmenes de una nueva democracia localista e interesada en los asuntos microambientales, específicamente la calificación de los servicios urbanos en sentido amplio. Curiosamente en tal dimensión frecuentemente micropolítica y aún de talante populista, es que puede accederse a un marco de discusión responsable de la cuestión de la sustentabilidad.ccxlvi Los planes urbano-ambientales, vistos como una resignificación mas o menos profunda de los planes urbanos convencionales según criterios de sustentabilidad- parecen emerger como una nueva categoría dentro de la sucesión histórica moderna de planes urbanos que eslabona hitos desde los planes de ensanche y reforma intrerior hasta los directores, reguladores, indicativos, master plans, use land plans, etc. A pesar de la declinante tendencia de tal producción de las disciplinas urbanísticas sigue habiendo –incluso por exigencias institucionales– la necesidad de proponer marcos genéricos al desarrollo urbano y en tal sentido es que emergen dispositivos diferentes que intentan integrar nociones devenidas del paradigma ambiental. Como por ejemplo, el diagnóstico de elencos de problemas ambientales para concentrar la gestión del plan en la mitigación de los mismos o la incorporación de indicadores urbano-ambientales que puedan operar como dispositivos de control de los procesos de desarrollo invirtiéndose los términos de la tradición

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prescriptiva puntual del planning tradicional: todo en principio puede ser posible o aceptable en tanto no vulnere determinado conjunto de indicadores. Todo ello deriva la gestión no sólo a una adecuada selección de los indicadores sino luego, a una eficaz acción de monitoreo y vigilancia para lo cuál es necesario la promoción de una intensa participación. Uno de los ejemplos relativamente exitosos de este tipo de planificación es el desarrollado para Porto Alegreccxlvii, donde se incorporaron activamente criterios de gestión urbano-ambiental en simultáneo con inéditos dispositivos participativos como las asambleas barriales para establecer formas de asignación del presupuesto público municipal. En otras experiencias en que destaca una perspectiva de aportes ambientales a una revisión del planeamiento urbano tradicional, se postula que una planificación de efectos participativos solo es posible si se democratiza ampliamente el acceso a la información para la opinión y la ulterior incidencia en la toma de decisiones. Este objetivo se garantiza mediante el diseño de plataformas de información sobre los indicadores del desarrollo sustentable y sobre la performance de los proyectos respecto de tales indicadores. Una de las experiencias más interesantes en este sentido fue el desarrollo del PGAMCccxlviii (Plan de Gestión Ambiental del Municipio de Cartagena) para dicha ciudad colombiana, dentro del cuál se organizó un vasto dispositivo participativo de más de dos mil diversos representantes o actores del desarrollo urbano regional, se registraron cerca de mil proyectos o iniciativas de desarrollo público y privado de todas las escalas y se sistematizó un conjunto de indicadores de medición de la performance de los proyectos, todo ello inserto en un SIA (Sistema de Información Ambiental) digitalizado y de amplio acceso público. En la ciudad inglesa de Leicester se montó una experiencia semejante, conducente luego de diversos sistemas de recolección de información sobre problemas y proyectos en diferentes estratos de la comunidad a la proposición de un informe anual –el denominado Blueprint for Leicester findings– que sirve para proveer la información básica para una participación generalizada. En un escalón algo menos abarcativo existen asimismo ejemplos de actuaciones previstas como estrategias relevantes de redesarrollo urbano según criterios de sustentabilidad como el caso de la recuperación de áreas vacantes centrales tal como el proyecto del estudio von Gerkan para la libranza de nuevo suelo urbano central mediante el soterramiento de parrillas de vías férreas cerca de la central Frankfurt Banhof (1996). Dentro de los varios modelos hiperparticipativos desarrollados en USA desde los años 70 –como las metodológias Make Democracy Now o Take Part– el trabajo realizado por Moore para rediseñar el área central de Dayton (1975) , atravesada por el rio Ohío, implicó una de las primeras experiencias de proyecto colectivo ya que se basó en diálogos entre el equipo de diseño y la comunidad en general a través de emisiones diarias, cada noche, en un canal de TV de cable, Moore proponía argumentos o esbozos y requería datos, información e ideas y cada día elaboraba avances que se presentaban y discutían en el programa interactivo de TV , lo que se complementaba con un buzón de ideas. El concepto básico de proyecto era un palimpsesto de imágenes, un intento de reconstrucción de los ambientes principales del sistema como fruto de lo que surgiera de los recuerdos y la memoria de los habitantes de la ciudad. Se trató

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así, de montar un complejo paisajístico-fenomenológico compuesto por elementos emergentes del imaginario colectivo popular. El objetivo del plan era vertebrar un parque lineal que potenciara la historia misma de la ciudad a través de los recuerdos colectivos que se tenían de ese espacio público, de modo que la metodología escogida garantizó una relación directa con las familias de la ciudad y el aprovechamiento del enorme caudal de datos y opiniones que ellas atesoraban. Otra iniciativa de interés, dado su relativo éxito y la voluntad de explorar alternativas en la gestión de áreas urbanas es el caso del Lowell Cultural Park (1982), en esa ciudad, que de ser un área abandonada luego de la declinación de las industrias textiles que la habían caracterizado como la primera ciudad industrial norteamericana, desarrollada bajo la colonización inglesa, fue recuperada y activada merced a la modalidad de acogerse a la normativa americana de los parques nacionales entendidos como reserva de naturaleza, en este caso, extendiendo el criterio protectivo a lo que se inventa como parque cultural. El caso Lowell es interesante por resultar la primera expansión legal de la normativa de los parques nacionales naturales –que habíamos señalado, es originaria de USA y que posee mas de un siglo de experiencias– al nuevo concepto de parques nacionales culturales siendo éste el primero de esta característica que, reacondicionando a modo de museo de sitio la antigua ciudad de Lowell, cercana a Chicago y primer enclave inglés destinado a la manufactura textil, propone no sólo un caso relevante de arqueología industrial y de primera manifestación ejemplar de la tipología de paisajes culturales sino además en cuanto a extender una normativa y un modo de financiamiento que abre perspectivas ampliatorias para el repertorio de estructuras significativas de paisaje susceptibles de articularse con valores patrimoniales, como será, en otras instancia, el caso de los lieux de memoire de la legislación patrimonialista francesa. Con menor envergadura pero con un idéntico criterio de homologar áreas naturales a preservar con áreas culturales a conservar y refuncionalizar destaca el señero caso del desarrollo Faneuil Plaza, en el árera central de Boston, donde radicaba el antiguo mercado de la pesca, liderado por el urbanista Benjamin Thompson (1986) responsable asimismo de las movilizaciones sociales que actuaron para evitar la demolición y la implementación del llamado urbanismo de topadora tipo urban renewal que se auspiciaba para el sector. El trabajo liderado por Thompson en la céntrica y fundacional plaza bostoniana terminó por proponer, rescatando los edificios históricos –como el Mercado de la Pesca– un área de renovada centralidad en la cuál la propuesta de un espacio patrimonial se trabaja como paisaje cultural y que resultó la consecuencia de una intensa movilización social para impedir la demolición del área en áreas de lo que en USA se conoció como urban renewal. El área, según otra lectura, la de especialistas en antropología urbana, ahora padece el síndrome llamado gentrification, que supone que para salvar los vestigios materiales de un área devenida popular necesariamente ello conllevará el cambio de estratos sociales en pro de población de mayor estatus. El Parque Lineal del Manzanares, proyectado por el grupo de urbanistas holandeses West 8, en Madrid (2010) es en este caso, una adecuada política

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pública de recuperación de un curso de agua intraurbano en estado decadente asi como de sus áreas públicas ribereñas tendiéndose además a mejoras de conectividad en el trazado de enlaces urbanos de circunvalación y bordeo. En el tema de las llamadas terapéuticas urbanas existe un desarrollo puntual de esta cuestión, asociada a su acuñamiento por el divulgador ambiental Herbert Girardet, quién desde los 80 empezó una tarea de recolección y análisis de experiencias puntuales ligadas a la idea de la enfermedad ambiental o como las ciudades en cierta forma padecen de patologías que deben remediarse mediante terapéuticas ad hoc, de las cuáles las mas notorias serían aquellas poblemáticas ligadas a la contaminación, a la congestión de tránsitos y movimiento, a las manipulaciones de los residuos, a la afectación irrecuperable de las plataformas naturales en que se sustentan primariamente las ciudades, etc. Las enfermedades ambientales urbanas se ligarían primordialmente a lo que podría entenderse como sustentabilidad primaria: esto es, la que surge de la dialéctica o fricción entre una tecnoestructura artificial y sistémico-cerrada que entabla demandas de servicios ambientales respecto de una bioestructura natural (aunque severamente interferida) y sistémico-abierta que se los ofrece, no sin muchos desajustes y deficiencias muchos de los cuáles componen la etiología de las enfermedades urbanas que sufre la sociedad que habita tales tecnoestructuras. Hay además una sustentabilidad que definiríamos como secundaria, que es la de las relaciones racionales e irracionales entre una socioestructura instalada y demandante de servicios urbanos respecto de una tecnoestructura, que los podrá ofrecer en tanto pueda procesar los servicios ambientales devenidos de la oferta de aquella bioestructuraccxlix. Puede haber buena o aceptable sustentabilidad secundaria sobre o junto a una mala o irracional sustentabilidad primaria: en estos casos, la explicación será una extensión significativa de la huella ecológica de la ciudad o asentamiento en cuestión. En este punto quisiera a manera de referencias, comentar algunas experiencias a la escala de proyectos que tratan de reflexionar sobre tales cuestiones desde un punto de vista remedialista que a veces puede derivar a la utilización oportunista de aspectos de marketing ambiental o de procesamiento de algunas ideas a priori ligadas a mejoras de sustentabilidad con nuevas argumentaciones para los mercados en este caso, inmobiliarios dentro de la aparición de un segmento excel de cierto consumo aparentemente mas ambientalmente amigable Existen por una parte proyectos de carácter remediador de corte o sesgo paisajístico y también ligados a un posible markerting verde como es el caso de Green City, Corea, desarrollado por el grupo MVRVD (2011) o la voluntad tecno-utópica de generar terrenos artificiales a la vera o próximos de áreas de alta valoración del suelo y/o escaséz del mismo como el llamado sistema Lilypads, que el urbanista belga Vincent Caillebaut desarrolló en las costas frente a Mónaco ( 2004) o alrededor de las Islas Maldivas. Por otro lado ha prosperado un reciente interés en el tratamiento y la recuperación de vacios urbanos, incluyendo su detección y catalogación, como en el caso Philadelphia Urban Voids, donde se implementó un concurso internacional de ideas ganado por el grupo español Ecosistema Urbano (2006) . Y asimismo, aunque conectados a la inversión privada, el despliegue

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de proyectos de desarrollos urbanos centrales ligados al ítem del verde urbano sustentable y a su potencial de generación de mercado excel sofisticado de usuarios de alto standing como es el caso del proyecto Archipel 21, desarollado en South Seul por la oficina de Daniel Libeskind (2011). Casos diversos, en esta instancia mas ligados a criterios de recuperación de áreas abandonadas o degradadas son el programa de recuperación de areas vacantes urbanas de antiguas líneas inutilizadas de trenes elevados en el proyecto High Line, en Nueva York, a cargo del estudio Diller&Scofidio (2010) , o la mas compleja remediación territorial de areas devastadas por rellenos sanitarios siendo el caso más significativo el proyecto Fresh Kills, que se propone recuperar los terrenos del desafectado basurero de Nueva York entre 1947 y 2000, en la Staten Island . Existen asimismo casos de recuperación parcial de áreas centrales de pequeñas ciudades como los trabajos del grupo OMA, utilizando la metodología de los folders para el caso de Almere (1995-2000) con la intención de reconfigurar un sector urbano para incrementar su continuidad peatonal y la posibilidad de un desarrollo regulado de programas de usos complementarios. En la experiencia británica también hay algunas líneas de proyecto social semejantes a las del programa Haute Qualité Environmentale (HQE) francés, basadas en la concurrencia de intereses privados y auspicios públicos. El proyecto Bed-Zed, Londres (2001) y sus antecesores, de Bill Dunster –un proyectista reconocido en el mundo disciplinar convencional– adoptó su inserción metodológica dentro del programa Peabody Trust Housing-Ass. Bioregional que es una sociedad de financiamiento de desarrollos mixtos público-privados que dentro de su gestión financiera admite mayor inversión inicial a cambio de sensibles reducciones de los gastos de mantenimiento y funcionamiento, ya que contándose con soporte financiero adecuado, tal propósito tiene gran atractivo en términos de rendimiento económico. En ese esquema un conjunto de 50 viviendas están proyectadas con un ahorro energético del 90% respecto de la arquitectura corriente o estandar. El ejemplo es interesante porque sitúa la perspectiva de ecoproyectos de mayor racionalidad ambiental dentro de una viabilidad y aún conveniencia económica, si es que logran establecerse los adecuados encuadres de financiamiento. La idea del ensamble racionalizado de partes formó parte de conceptos utópicos en el albor de la modernidad y también en las estrategias socialistas de la prefabricación pesada, empero caracterizadas por malas experiencias sociales y urbanas tanto en los antiguos países comunistas del Este europeo como Rumania o Bulgaria y también en Cuba, pero ahora renace una voluntad de experimentar ensambles y combinatorias de componentes tecnificados incluso pesados y transportados y manipulados a la manera de los containers como es el caso de los concursos de investigación que promueve la empresa italiana Casa Portale (2011): en ciertas formas esta noción de catálogos de partes diseñadas con mayor pertinencia energética-ambiental y según lógicas económicas de series medianas o grandes aseguraría la perspectiva de superar las bajas prestaciones de las soluciones arquitectónicas caso por caso o artesanales que son la gran mayoría de lo que actualmente se piensa y realiza. Es posible asimismo imaginar ciudades o parte de ellas construídas desde cero según criterios de mayor racionalidad en el triple ítem estratégico de racionalización en transporte/energía/residuos como es el modelo de las

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ecociudades o suburbios de racionalidad ambiental como el caso Sariguren, a las afueras de Pamplona (2000-2020). Dentro del espectro amplio de actuaciones urbano-arquitectónicas orientadas a mejorar la racionalidad ambiental cabe mencionar también los proyectos basados en el suelo plegado u ocultamiento de lo construido bajo la continuidad del terreno natural tales como los diversos trabajos de Emilio Ambasz, como sus desarrollos en Fukuoka, Tokio o en Nova Concordia, al norte de Italia (2003) y en una dimensión mas amplia de sector urbano a recalificar cabe mencionar el caso de la recuperación de áreas vacantes de alta centralidad con preferencias de uso público, como el emprendimiento de Thomas Balsey en el desarrollo Gantry Plaza Queen, en el área portuaria de West New York (1999). Estas conceptualizaciones que venimos considerando junto al análisis de diversos casos de ejercicios ecoproyectuales ha dado lugar a estrategias de formación, investigación activa, simulación de escenarios participativos y puesta en eje de la prioridad de desarrollo sustentable como se manifestó en diversos talleres de experimentación alternativa como los que dirigí en Córdoba (2001) y La Paz (2006). La posibilidad de discutir ciertos conceptos y someterlos a indagaciones proyectuales a cargo de equipos multiactorales con diversas especializaciones de enfoque y con la presencia de referentes del caso o sitio de actuación han supuesto un relevante escenario de articulación entre teoría y práctica de ecoproyectos o proyectos redefinidos por criterios de sustentabilidad. Estos ejercicios se proponían mecanismos proyectuales que por una parte fueran suficientemente capaces de procesar los datos operativos de paisajes típicos de terrain vagues urbanos utilizando tales datos como puntos de partida para la definición de tipos arquitecturales básicos –láminas, cintas y otras topologias elementales– usables en ensambles vinculados a proyectos que llamamos ecoproyectos como respuestas tipológicamente mínimas a formas de articulación eficiente a condiciones de sitio) cuyas características minimizaran la fricción entre artefacto y soporte y adquirieran altas prestaciones (liviandad, consumos, ciclo de vida) en atención a la crisis de sustentabilidad. Los 26 pisos de oficinas del proyecto Exhibition Tower, Singapur (1998) del estudio Hamzah&Yeang no sólo intentan implementar algunas directivas ecoproyectuales de uno de sus responsables profesionales (el malayo Ken Yeang) –como los conceptos de retrofit y building life-cycle así como la racionalización metabólica del artefacto arquitectónico y su meta de minimización del uso de energías convencionales– sino además, la intención de promover formas tipológicas alternativas que tiendan a optimizar la eficiencia ambiental de áreas urbanas centrales. Se insinúa además la disolución del concepto de objeto-proyecto dentro de un sistema-contexto, a partir de la interactividad sistémica de los parámetros de proyecto. Los trabajos de esa sociedad malaya de arquitectura contemporánea –básicamente dedicada a la arquitectura corporativa– se conectan con el trabajo teórico-investigativo de Yeang, formado en la AA londinense e imbuído del mensaje ecologista de los 70, junto al manejo de discursos contemporáneos en la arquitectura. El resultado es la proposición de una serie de proyectos muy directamente elaborados según una metodología de diseño que convierten estos edificios en objetos singulares, carentes de la segregación típica de la relación arquitectura-

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ciudad y en cambio, pensados como la consecuencia científica (además de las decisiones compositivas y estéticas tradicionales) de los datos emergentes de análisis ligados al ahorro energético (que pueden dar curso como en este proyecto, a un sombrero fotovoltaico de alta pregnancia en la propuesta, incluso otorgándole cierta identidad formal apta para la finalidad corporativa del edificio), la condición de edificio-sistema abierto en cuanto a la racionalidad extrema de las interacciones directas e indirectas con su entorno o complementariamente, la condición de sistema autosuficiente y autopoiético en cuanto al reciclaje de todos los fluidos y residuos del funcionamiento del objeto e inteligente de cara a su funcionamiento autoregulado (por ejemplo, operando cerramientos e iluminación, calculando la necesidad de biomasa vegetal conveniente para la racionalidad microclimática y la función de filtro, etc.). En una escala algo menos high-tech o ligada a una construcción mas artesanal aunque no exenta de sofisticación destacan en Sudamérica los trabajos de Enrique Browne, como sus edificios Fundación en Santiago de Chile y en Concepción (2009) donde aplica ideas de revestimiento forestado para las envolventes de las pieles de estos bloques en altura a fin de minimizar el uso de energía convencional para acondicionamiento o apela al uso de espejos de agua en la base de tales edificios para generar mejoras climáticas en base a la humectación del aire circulante. La expansión de la cultura técnica ambiental afecta y redefine progresivamente el microdiseño y la investigación de los procesos de proyecto de componentes de una cultura material mas en sintonía con los argumentos demostrativos de la actual crisis de sustentabilidad. Parte como moda o tema de época, parte como acuñamiento de una nueva ideología progresista que debería derramarse al plano político (avanzando sobre las experiencias ya relativamente exitosas en Alemania, Francia e Italia, en torno de los un tanto románticos partidos verdes) el pensamiento ambiental desarrolla lo que podría entenderse como una cultura técnica específica que superpuesta a los vaivenes de la producción y el consumo procura marcar argumentos que hagan imperativos ciertos axiomas vinculados a la sustentabilidad, tales como el ahorro de energía y materia (entendidos como recursos escasos, extinguibles y/o de alto costo de renovación o sustitución química), la minimización en la generación de desechos o la crítica a la cultura del consumo rápido del usar-y-tirar despreocupado de las nociones de ciclo de vida de un producto o de su rol en la construcción de una cultura alternativa al consumo, mas ligada además al potenciamiento de lo local o articulado con pautas de geoculturas específicas, con sus historias o microhistorias y sus valorizaciones de los materiales y paisajes vinculados con la identidad estable (o no tan rápidamente mutable frente al impacto de la globalización del consumo o macdonaldización del mundo) de las poblaciones con sus lugares de instalación. Habría pues en tal perspectiva, un lento pero sistemático impacto de estas ideas macro en la reflexión y proyecto de soluciones micro, a menudo todavía en un plano mas de denuncia o demostración de su posible efecto práctico a los fines de modificar conductas o parámetros establecidos en relación al gusto y a las modalidades de pertenencia un tanto acrítica a los ways of life entronizados por el manejo monopólico de medias y sistemas político-educativos.

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Trabajos de la diseñadora textil y vestuarista paulistana Marcia Ganem, como las investigaciones en indumentaria que presentó en su muestra Rio Hype, (2009) indagan sobre materiales alternativos de posible oferta local asi como en una articulación mas profunda entre tal base material de producción y el desarrollo de una estética propia, sin que ésta se resienta por apelaciones al gusto folk o a modalidades anacrónicas de producción o consumo bajo el concepto que la vestimenta se ha convertido en uno de los planos mas uniformizados por la generación de sistemas simbólicos globales de productividad y consumo multinacional. Los también paulistanos hermanos Humberto y Fernando Campana- abogado y arquitecto respectivamente, formados en Sao Paulo – refieren a una investigación alternativa para el mundo del diseño industrial del cuál remiten a una reartistización populista basada en la utilización de elementos tecnológicos residuales como el uso de desechos plásticos en sus proyectos como la bolsa Triage(2004) o los calzados Mellisa (2001) o de desechos de tapicería en los ientos Sushi (1999) . Criterio por una parte, semejante a factores enunciativos equivalentes al arte político y por otra, ligados a cierta estetización elitista de lo producido como lo revela el éxito de sus productos de serie pequeña comercializados sofisticadamente en Milán o expuestos en el MoMa neoyorquino. Contenido Neto fue una sociedad de los diseñadores industriales Alejandro Sarmiento y Miki Friedenbach cuyo proyecto mas conocido, también expuesto en Nueva York, fue el desarrollo de una propuesta de reciclaje de plásticos PET ofrecida como metodología de producción popular ya que no sólo enseñaban a realizar una serie de componentes basados en el uso de tales materiales reciclados sino también indicaban como realizar las sencillas herramientas que permitían preparar la materia prima de tales diseños, cintas, bandas o hilos obtenidos del reciclado de botellas plásticas. Las experiencias del colectivo español Basurama también proponen eventos culturales colectivos, con fuerte participación de niños y jóvenes para pensar creativa o artísticamente pero también políticamente, que hacer con la basura, en performances como las realizadas en Madrid (2010) , Buenos Aires (2011) , Lima (2010) y Santo Domingo (2011) . Se trata de ejercicios que mas que generar productos se acercan mas a la condición de producción de acontecimientos , cuya cierta semejanza con iniciativas de artistas contemporáneos, también apunta a la generación de mayor conciencia política y social. La obra crítico-reflexiva del diseñador español Andrés Jaque, como la serie de los trabajos Sweet Parliament (2009) , Tupperware (2007) , Rolling House (2009) y Tecnogeisha (2010) remiten al uso del dispositivo proyectual no con la acepción técnico-operativa típica de su sentido en arquitectura sino considerando cada proyecto como la oportunidad de realización de un análisis crítico y del planteo de propuestas creativas para explotar cualidades tales como la mutabilidad y la condición nómade de los nuevos habitantes urbanos, la adopción en términos conceptuales de una idea amplia y compleja del reciclaje material y simbólico de los materiales reales y virtuales y la exploración de configuraciones tácticas y oportunistas de lugares y sitios, haciendo prevalecientes las relaciones sistémicas entre familias de objetos mas que las prestaciones que pudieran devenir de envolventes ambientales con lo

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cuál demuestra su interés mas en los conjuntos y relaciones de cosas y personas antes que en los espacios de soporte o contención. . Dos casos recientes en la industria fotográfica también estarían poniendo de manifiesto por distintas vias, cambios en la lógica del diseño de objetos mas o menos vinculados con las nuevas condiciones emergentes de la crisis de sustentabilidad. El proyecto Lytro se presenta como simplificación técnica de la captura de imagen-luz planteando el concepto de una cámara, mucho mas simple, pequeña y menos compleja que recoge datos que luego se procesan en el ordenador proyecto que por lo tanto se inscribe en la voluntad de pensar objetos que capturan y procesan o mediatizan información. El proyecto Knhappa en cambio, se piensa como un proyecto asociado a la promoción de las tiendas Ikea, para ofrecer un objeto mínimo o elemental, de bajo costo (en realidad se regala) con partes recicladas y reciclables siguiendo una línea de investigación ligada a pensar el origen básico del objeto a diseñar, desinvistiéndolos de la complejidad que su performance de mercado le ha producido. Preguntas entonces, ligadas a la transformación funcional del objeto o a la simplificación del mismo, apuntando a rescatar la esencia de su concepción originaria se presentan así como caras posibles de nuevas experimentaciones de diseño orientadas a mejores respuestas de sustentabilidad.

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Capítulo 7

PERSPECTIVAS FUTURAS DE ECO-PROYECTOS Si bien resulta posible investigar el origen del concepto mismo del proyecto como dispositivo cultural de acondicionamiento técnico de la naturaleza para promover habitabilidad y derivar de allí, en una revisión de este origen vinculado con nuevas tareas, a pensar en el contexto de la crisis ecosférica de sustentabilidad y su lectura dominantemente expresada en los sistemas urbanos (o mejor: subsistemas urbanos dentro de sistemas territoriales) el aporte de una teoría de la sustentabilidad a una nueva formulación de la teoría y práctica proyectual no debería reducirse a la indagación del origen lejano del proyecto ni a la ecologización sin más del mismo ni tampoco por fin, a unos planteos únicamente centrados en nuevos manejos de la sustentabilidad urbano-territorial que controlen normativamente los alcances de los proyectos dentro de los límites de sustentabilidad, por ejemplo mediante el proceso extra-proyectual de las EIA, como si un control externo de alguno excesos pudiera ser suficiente para orientar la esencia de una teoría y práctica del proyecto orientado al diseño de múltiples expresiones y dimensiones de la cultura material y del intercambio social. . Conocer el origen del proyecto como acción en la naturaleza no es mas que una tarea típica de variados arqueologismos contemporáneos que quizá tenga sentido epistemológico pero ninguna viabilidad técnica en cuanto a repensar genéricamente otra clase de proyecto, tan metidos como estamos ya en una abolición casi completa de la naturaleza como sistema autónomo. La larga historia del proyecto como dispositivo de acondicionamiento humano se connota del ideario protomoderno de la infinitud de la naturaleza y por tanto se definirá epistémicamente como una clase de acción desprovista de aprehensión cognitiva de los atributos de la naturaleza, a la que afecta o interfiere, ello sin conciencia de daño o regresión sino mas bien imbuída de una indefinida pretensión de progreso. La reversión de una actitud –la artificialización tecno-cultural de naturaleza mediante esos procedimientos que llamamos proyectos- resulta ya imposible y una suerte de redención del pensamiento proyectual emanada de verdades del ecologismo hoy sería meramente romántica dada la potencia faústica de un modo productivo que como el capitalismo, está mas dirigido a evaluar los datos de su evolución productiva que a ser testigo de la destrucción de la naturaleza que provoca, espectáculo que en todo caso procesa como marginal e inevitable en su propia lógica productiva . Una ecologización del proyecto que se postule como un intento de renovación conceptual apropiándose de categorías específicas de la ecología –como nicho, ecosistema, sucesión o clímax– ya fue intentada en los trabajos sociológicos de la Chicago School de los años 20 y sus múltiples réplicas ulteriores sin que ni entonces ni después se haya avanzado mas allá que en una mera renovación terminológica. A los ecólogos que han querido extender sus redes conceptuales para capturar al animal urbano tampoco les fue demasiado bien a pesar de los aportes interesantes de Ramon Margalefccl o de las conceptualizaciones de ecólogos con intereses urbanísticos como Salvador Rueda Palenzuela o Raúl Montenegro.

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La aplicación de categorías ecologistas para revisar proyectos en la clave de las EIA´s y la posibilidad de una suerte de contra-proyecto poniendo en positivo aquello que denuncian u objetan de los proyectos convencionales las EIA´s suena todavía como una metodología frágil para hacer otra clase de proyectos o directamente ecoproyectos en el sentido formulado en este trabajo. Por lo tanto aparecen otras cuestiones que complementadas a las precedentes deberían convertirse en temas de necesario desarrollo teórico y práctico-metodológico (o práctico-crítico) para proyectar de aquí en más, en escenarios de probable sustentabilidad agravada. Señalamos así, varios puntos a tener en cuenta como la posibilidad de confrontar la lógica economica (o de otorgamiento de valor a un episodio de transformación urbana mediado por un acto proyectual) con los criterios de sustentabilidad, por ejemplo reelaborando el concepto de renta urbana e incorporando dimensiones mas complejas e integrales de renta, rendimiento y eficiencia hace necesario construir evaluaciones de sustentabilidad que puedan cotejarse con los análisis económicos convencionales. Resultará siempre de extremada conveniencia en esta era dominada por una lógica productivista, establecer modos de fundamentar análisis más complejos, completos e integrados de aspectos vinculados al financiamiento de los proyectos, a su amortización en el tiempo y a la internalización de variables hasta ahora entendidas como externalizables en parte por su carácter de virtual inconmensurabilidad a la hora de definir valoraciones. También emerge la necesidad de establecer criterios de racionalidad a través de los márgenes actuacionales del proyecto, en relación al concepto de segunda naturaleza (o sea: tecnoestructuras asimiladas desde la calidad de vida integral del sujeto urbano) que implicará considerar factores que superen lo específicamente natural. Ello supone no sólo o no tanto incorporar criterios de valoración tradicionalmente ligados a componentes del sistema natural (desde la calidad del aire, del agua o de la vegetación hasta la integridad y complejidad de los complejos paisajísticos) sino ir más allá tratando de establecer criterios valorativos de aspectos de esa segunda naturaleza que podría ligarse a la idea ampliada de patrimonio o estructuras de interés ligado a parámetros de valor histórico, cultural, antropológico, psicosocial, etc. El objetivo de perfeccionar las decisiones proyectuales dentro de un cuadro axiológico amplio e inclusivo de la temática de la sustentabilidad revisando por ejemplo aspectos estéticos, funcionales y operativos del proyecto tradicional supone negar la alternativa de una ecoproyectualidad dada por la comprobación externa al proyecto de algunos modos de medir ecoeficiencia . El problema de una alternativa ecoproyectual debiera implicar la definición de un modo integrado completo y alternativo al modo convencional de proyectar, no anexarle a éste una pátina de cálculos de mejoramiento de performances energéticas por ejemplo. La perspectiva de indagar críticamente (a traves del proyecto como dispositivo a la vez técnico y crítico) sobre las nuevas relaciones global/local, evaluándolas en términos de conveniencias de sustentabilidad y reformulando el concepto de escenario local, región o geocultura impone una multiplicidad de enfoques cada uno en definitiva marcado por tales componentes locales en los que se establece cierta clase de calidad de sustentabilidad (u oportunidad/viabilidad de sustentabilidad) fuera de criterios globales e imperativos .

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Francois Roche, uno de los exponentes mas experimentales de una perspectiva ecoproyectual dice lo siguienteccli: Juzgar cada operación sobre la validez teórica de ciertas hipótesis no resulta una tarea sencilla rodeados como estamos, por un surtido enorme y siempre creciente de hechos y artefactos. Los signos y las referencias no deben ser prefijados a modo de referencia simbólica, sino que tienen que ser descubiertos en tiempo real, sobre cada lugar concreto. La arquitectura no sabe cómo, no puede sustituir la cultura moderna de forzar el lugar, no sabe volverse más sensible a aquello que está atropellando; esta cantinela viene sonando desde el comienzo. En fin, un error genético... Los horizontes del mundo de la percepción, de la corporeidad y del lugar han sido demasiado poco a menudo medios para la producción. Durante varios años hemos buscado el instrumento que nos permita explorar el acto mínimo, algo situado entre el suficiente y el no demasiado, que permita que el cambio territorial que produce la arquitectura se empape en las geografías previas, que posibilite que el desarrollo pueda encontrar su propio camino y fundirse con aquello que de otra forma dominaría, que exagere los temas de la mutación y la identidad. Hemos perseguido un instrumento que nos permita introducir estrategias de hibridación y mímesis en el aquí y ahora de cada situación concreta. Viendo las distintas manipulaciones a que se ve sometida la historia y que afectan tanto a la moral como a la herencia, la geografía y la cartografía (y no el calco, como nos recuerdan Deleuze y Guattari) siempre nos han parecido herramientas más operativas. Pero comprobar las diferencias entre el lugar existente y su futuro, contraponiendo la imagen del contexto desnudo y la imagen (en fotomontaje) que incluye el proyecto de arquitectura, como la demostración de una economía en proceso, no nos resulta suficiente. No hemos sido capaces de comprender el proceso como un análisis de hipótesis sucesivas. No hacer nada plantea preguntas y problemas. Realizar operaciones sobre un mapa, a través de estas mutaciones amorfas, es como hacer cosas desde el ángulo negativo, sin las destrezas prefiguradas y aceptadas. El modelo establecido nos obliga a enfocar nuestras destrezas hacia otros campos (mecanismos sociales, economía política y desafíos territoriales). Este proceso abre áreas de investigación que podrían desenredarnos del dictado de la proyección moderna (soporte y coartada de la arquitectura del siglo XX), que mezcló el programa con la declaración de funciones. Convertir el objeto arquitectónico en algo ambiguo, y forzarlo más allá de la realidad, supone cuestionar nuestra propia percepción. Nada me parece más pertinente que una arquitectura que asuma estas ambigüedades. La estructura binaria del pensamiento predominante que trabaja sobre parejas de antítesis tales como la herencia y la modernidad o la servidumbre y la dominación ha implosionado. Las transformaciones del cuerpo y de su sexualidad, para las que se utilizan silicona y colágeno de forma diametralmente opuesta a aquella que representaba el ciber-robot de Metrópolis, son el rastro a seguir. La prótesis contemporánea se construye con el propio tejido de la carne y las transformaciones cutáneas se moldean con piel artificial. No se niega el cuerpo, se exagera y se hipertrofia. La tecnología nos permite, a través de estas mutaciones amorfas, reorientar procesos y escribir guiones que

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reactiven el concepto de localismo, no para volver a servir platos que ya quedaron fríos o crear modelos para museos, sino para generar un localismo emocionante, construido a partir de contradicciones, respeto y membranas reactivas dentro de una topografía elástica. Identificar aquello que caracteriza el lugar utilizando estas nuevas herramientas equivale a poner en marcha un nuevo método operativo. Examinaremos ahora una agenda de temas y una colección de casos: a medida que avanzamos en el desarrollo de este enfoque y llegando a su final mas propositivo y actual crecen las dudas acerca del inventario ideal de nociones en que sustentar una articulación entre proyecto y ecoproyecto, entre proyecto connotado por la calidad faústica de la tecnología y ambición de completamiento físico y funcional del mundo y proyecto entendido como cirujía de supervivencia, como maniobras enunciativas de un modo responsable de entender la crisis civilizatoria del fin de la modernidad y del inicio de las miserias insustentables; por tanto, sin pretender que lo hasta aquí formulado tenga la característica de certezas, lo que ahora sigue, si bien quizá deba incursionar en aspectos mas prácticos de la operatividad proyectual, es sin duda mucho mas hipotético. El desarrollo reciente del pensamiento crítico ambientalista ha devenido en proyectos y tecnologías ambientales dentro del campo de las novedades aportadas por el desarrollo del paradigma ambiental en el cuál es preponderante otorgar primacía a las categorías preproyectuales del sitio o locus que va a recibir (o resistir) un proyecto en cuyo caso ese sitio tiene problemas, falencias o disfuncionalidades que la nueva intervención procurará corregir, remediar o mitigar o bien en una modalidad mas ligada a la positiva perspectiva de aprovechar recursos y posibilidades, tal sitio tiene oportunidades o potencialidades que el proyecto usufructuará y que puede ocurrir en algún caso, a costa de generar problemas futuros en tal sitio. Se han ido así, desarrollando modalidades para entender tales plataformas previas pero condicionantes del quehacer proyectual (que siempre es una transformación de esas plataformas) basadas mal o bien en cierto tipo y calidad de relaciones entre el sistema impuesto o imperativo del proyecto y esa condición preoperativa del contexto, visible como afuera del sistema/proyecto, pero ahora debiéramos decir, no un afuera inerte o infinita y pasivamente receptivo sino un macrosistema o complejo abarcante y determinante de la nueva intervención cuyo éxito dependería en definitiva de cuánto y qué bien conozcámos y manejemos el contexto receptivo de esa acción sistémico-proyectual. Normalmente el tipo genérico de instrumentos entendidos como eco- proyectos y/o eco-tecnologías transformadoras de una condición contextual dada resultan usualmente coyunturales o no estructurales, puntuales y más bien tácticos y pueden encuadrarse dentro del campo de las terapeúticas orientadas a mitigar los efectos negativos de las enfermedades ambientales y estas enfermedades o manifestaciones disfuncionales son todas locales y concretas, no abstractas: la óptica situada en un pragmatismo que articula patologías y terapéuticas es la posición sustentada entre otros, en el conocido manual de Herbert Girardetcclii. Proyectos de diferente escala y cualidad, como el desarrollo de una miniciudad modelo -Davis, cerca de Sacramento en California, con sus village homes y sus técnicas de permocultivos -; la comuna de Lightmoore Village, cerca de Telford en Inglaterra; el desarrollo de coviviendas en Dinamarca y USA (Kolding,

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Slagelse, Ecoville-Ithaca, etc.) ; la ciudad de Rottweil en Alemania, que pudo resolver la demanda energética de sus 20000 habitantes con procesos integrales de coenergía; los asentamientos populares autoorganizados de Villa El Salvador en Lima, Perú y de Klong Toey, cerca de Bangkok, Tailandia; la ciudad libre de Christianía próxima a Copenhaguen, Dinamarca; el montaje de los sistemas de trueque LETS en Inglaterra y Canadá; la remodelación que el grupo Stern hizo del llamado bloque 103 en el barrio berlinés de Kreutzberg; la Asociación de la Gente del barrio Notting Hill Gate en Londres y sus cooperativas y eventos como el carnaval multiétnico; las eco-infraestructuras del artista David Magnus en Mainz, Alemania; el movimiento de los 100000 niños de la Salud en Bombay según el célebre proyecto del médico Victor Bulerao; las huertas urbanas de uso social en Ashram Acres en Birmingham, etc. También en el libro de Girardet se apunta el caso de los proyectos alternativos de gestión urbana como el sistema Wonerven que impulsa el tránsito lento en las ciudades holandesas o el sistema Gewoba, empresa que impulsa el modelo de cooperativas de transporte que evita el uso privado exclusivo de autos en Bremen y otras ciudades alemanas; las tecnologías de depuración de aguas servidas desarrolladas por la empresa australiana Mentech o el proyecto de Walter Soppler en la Penn State University en el que se reciclan los líquidos residuales de una ciudad de 70000 habitantes en un área boscosa de 200 hectáreas y la política de promoción de reutilización de tierra desafectada a usos industriales que alcanza en el Reino Unido a unas 70000 hectáreas, que equivale al 5% del total de tierra urbana disponible. La lista es muy extensa e incluye empresas populares de limpieza urbana en La Paz, Bolivia y Lima, Perúccliii; biohuertos en ciudades del altiplano americano; tecnologías alternativas de construcción en Argentina (experiencias del grupo CEVE), uso de la guadua en Colombia, banco de materiales populares en Nicaragua y Perú; la restauración de riberas de ríos urbanos como el Ohio en Dayton o el Suquía en Córdoba o la alta cuenca del Adigio del Friuli en Italia; la promoción del principio llamado city comforts en Seattleccliv; el proyecto multipropósito del Emscher Park en la célebre y devastada cuenca del Emscher-Ruhr en Alemaniacclv; el modelo de ecosistema industrial de Kalundborg en Dinamarca; la práctica del grupo de diseño industrial alternativo italiano Branco o los desarrollos ecoalternativas de productos como Terrasana o Styrofoam, Electrolux o Miller, etccclvi. El proyecto Emscher Park recién mencionado, se erige nítidamente como uno de las iniciativas más ambiciosas referidas a una cuestión claramente emergente de las nuevas condiciones de sustentabilidad territorial cuál sería aquella de la restauración o remediación de territorios, usando términos que refieren en el primer caso a operaciones ligadas a la reactivación patrimonial y en el segundo, a la recuperación de calidades perdidas de suelos o ecosistemas frágiles (como humedales, pastizales, etc.). En general vemos aquí como la consideración múltiple de diferentes demandas de proyecto emanadas de un estado de necesidad o carencialidad ambiental o de un déficit de sustentabilidad son por una parte y en cada caso, circunstancias locales y específicas en las que la potenciación de las fuerzas y recursos disponibles son esenciales para entender y dar entidad a procesos proyectuales que no pueden funcionar en base a prioris cognitivos o técnicos.

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Por otra parte también se advierte una diversificación de lo que entendemos por proyecto, una multiplicación de vias y formatos para realizar ahora en un espectro mucho mas amplio, acciones que intentarán revertir problemas y aprovechar oportunidades que reivindicamos como pertenecientes a un campo nuevo y ampliado de la noción de proyecto pero que tienden a caracterizarse como diversas (quizá sea aquí mas preciso usar el término ecoproyecto), mas multidisciplinarias (tal vez con el tiempo emerja un estatus de trasdisciplina) y mas socialmente participativas (y por tanto, despojadas de la propiedad intelectual tan precisa que se venía manifestando en el concepto tradicional y moderno de proyecto desde el Renacimiento). Así como un mejor entendimiento de las relaciones sistema-entorno superaría el método EIA (que trata de minimizar el impacto negativo de cada sistema en su entorno) ya que deberá buscarse una especie de método contra-EIA que formule desde el inicio del proyecto una relación aceptable sistema-entorno, este abordaje más integrativo del entorno en el sistema puede internalizar aquellos aspectos positivos de autorregulación o negativos de entropía, propios de los contextos. En base a estas características el arquitecto malayo Ken Yeangcclvii plantea una serie de puntos a tomar en cuenta en el intento de elaborar una teoría ecológica del proyecto, a saber: 1 Aplicar el concepto ecológico al entendimiento del ambiente, no para que el sistema-proyecto reduzca su impacto ambiental (IA) sino para internalizar los datos del ambiente y su dinámica al proceso mismo de ideación del trabajo proyectual. 2 Plantear desde el proyecto un concepto de conservación de energía, materiales y cualidades ecosistémicas. 3 Intentar rastrear hasta consecuencias contextuales complejas los aspectos inherentes a las relaciones sistema-ambiente, aceptando la complejidad holística de tales relaciones. 4 Profundizar el análisis del emplazamiento o contexto ya que como en los ecosistemas dominantemente naturales, no hay ambientes (o emplazamientos) idénticos, por lo cuál deben investigarse las cualidades específicas y eventualmente usar comparativamente esos análisis para escoger el emplazamiento más adecuado. 5 Acoger la noción de ciclo de vida como concepto de proyecto. 6 Entender que toda construcción comporta una transformación espacial del ecosistema ambiente y unas adiciones de energía y materiales nuevos al lugar de emplazamiento. 7 Debe procederse a analizar la relación sistema-ambiente desde un punto de vista holístico e integrado, no como sumatoria de efectos o impactos. 8 Internalizar al concepto básico del proyecto el modo racional de minimizar y/o eliminar los productos de desechos. 9 Montar estrategias de proyecto basadas en la sensibilidad y en la previsión. Yeang también propone confrontar un mismo objeto –la obra de arquitectura, urbanismo o diseño– según las lógicas tanto del proyectista como de la óptica del ecologista: en este segundo caso importará definir la clase de impacto que la obra funcionando engendra respecto de su ambiente y en ese sentido, tal impacto depende de las intensidades de usos definidas y aceptadas o toleradas por los usuarios de cada edificio, fragmento urbano u objeto.

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También es evidente que dicho impacto es por una parte históricamente variable (ha cambiado a lo largo del tiempo, generalmente ha aumentado) y por otra parte es culturalmente diferencial (en el sentido de las diferencias propias del relativismo cultural de la diversidad local). Yeang introduce una tabla que permite calcular la demanda per cápita que los usuarios de un edificio formulan en relación a una serie de ofertas de recursos : 1 Aire: 2.86x10gramos oxígeno/día. 2 Agua: entre 143 y 273 litros/día; el hombre primitivo consumía 2.5 litros/día y en una cápsula espacial se calcula 2.83 litros/día. Veáse en este caso las notables diferencias históricas y tecnológicas de 1:100 que el hombre primitivo o el hombre posmoderno establecen respecto del uso convencional generalizado. 3 Alojamiento: en UK se calculan 20 metros/persona, equivalentes a 22x10kwkt de materiales de construcción. 4 Alimentos: 10x10 kcalorías/día; el hombre primitivo consumía una quinta parte de ese promedio. 5 Energía y combustibles: 2.74 kw de uso continuo; 413 litros/persona/año de petróleo; 161 m3 de gas natural/persona/año; 825 kg de minerales fósiles/año. 6 Metales: 63 kilos/persona de producción anual. 7 Minerales no metálicos: 960 kilos/persona de producción anual. 8 Materias orgánicas no alimenticias: 154 kilos/persona de producción anual. 9 Productos residuales sólidos, líquidos y gaseosos: 32 kilos/persona de producción anual de residuos sólidos; 4.3 kilos/persona/día de residuos gaseosos y líquidos calculados para una cápsula espacial. En rigor estas demandas de naturaleza meramente vinculadas a un sujeto estandar inserto en dispositivos convencionales del hábitat contemporáneo constituyen un campo de reflexión y ajuste –a realizarse a través del proyecto de tales dispositivos del hábitat– de la racionalidad de esas demandas. El enfoque general de Yeang procura por una parte trascender los modelos sesentistas de los bio-diseños y por otra maximizar el discurso de la crisis de la sustentabilidad para aumentar la responsabilidad individual de cada proyectista buscando en sus procesos proyectuales economías en el consumo de recursos y en el impacto ambiental, más bien como un mecanismo interno y propio del trabajo de desarrollo del proyecto. Ello conlleva a tratar de concebir en general arquitecturas y diseños lo más leves e intrascendentes posibles dentro de configuraciones ambientales de notable y evolutiva fragilidad (la fragilidad es la situación de escasa o nula sustentabilidad). Un punto adicional del enfoque yeangiano es el de superar la supuesta ruralidad o antiurbanidad que parecía teñir la voluntad ambientalista en lo proyectual, sosteniendo en cambio, la necesidad de aplicar formas ecoproyectuales más bien en los emplazamientos urbanos, que son los más críticos en materia de calidad de sustentabilidad. Se anula así la pretensión de salvación anti o posurbana , diluyendo las ciudades en territorios, anteponiéndose la necesidad de otra clase de proyectos urbanos. Un segundo libro de Yeangcclviii avanza en sus indagaciones sobre la posibilidad del concepto alternativo de ecoproyecto y lo acerca al desarrollo de una plataforma teórica para sus propias incursiones proyectuales profesionales, específicamente edificios en altura.

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Estos estudios para estructuras arquitectónicas mas complejas y propias de la centralidad urbana y/o de las condiciones metropolitanas tienen que ver con la superación del mito antiurbano de un posible ecoproyecto, ya que las condiciones actuales de la crisis de sustentabilidad no se palian solamente ecoproyectando fuera de las ciudades, sino cambiando radicalmente el modo de proyectar fragmentos complejos, incluso proyectos urbanos, dentro de las ciudades y sus crisis específicas de sustentabilidad. Lo mismo se puede plantear respecto del diseño o de la complejidad de sus objetos y prestaciones: no necesariamente debe relacionarse la meta de sustentabilidad con una mayor simplicidad funcional-prestacional del dispositivo en cuestión y por tanto, deben hacerse esfuerzos para pensar ecoproyectualmente objetos prestaciones complejas o relacionados con la complejidad técnica contemporánea. Factores tales como la remediación territorial o el redesarrollo de áreas urbanas en desuso deben entenderse también como manifestaciones ecoproyectuales urbanas, es decir, metodologías de revisión del proyecto tradicional para mejorar la sustentabilidad intraurbana, incluso considerando insumos que la ciudad pueda proveer (como suelos, infraestructuras o edificios en desuso) como materias primas del proceso ecoproyectual. En el campo del diseño de productos ellos se vincula con la posibilidad de aprovechar en términos de recycling, materiales y productos existentes, degradados o en desusos, etc. Las propuestas de Yeang en términos metodológicos se centran en definir una estructura de proyecto que optimice el análisis de las interacciones sistema/entorno, a través de cuatro funciones principales: Interdependencias ecológicas externas al sistema-proyecto: lo que implica un análisis sistemático de los ámbitos de emplazamiento de un nuevo proyecto o la descripción funcional y dinámica del área pre-operacional del proyecto. Interdependencias ecológicas internas al sistema-proyecto: que supone analizar la funcionalidad ambiental del proyecto, los ciclos de vida y las operaciones de mantenimiento, la verificación de uso de modelos lineales o cíclicos en el uso de los materiales, los circuitos de intercambio de energía y materia, el impacto espacial resultante del uso de los edificios y la perspectiva ideal de desarrollar un modelo cíclico de uso. Interdependencias ecológicas del exterior al interior del sistema-proyecto: que supone revisar el modelo de transacciones que formula el proyecto y sus dispositivos de filtraje, mediación, buffer, etc. Esto abarca el análisis de la economía de las transacciones y la búsqueda de formas de retención, almacenamiento, reusos, etc. Interdependencias ecológicas del interior al exterior del sistema-proyecto: que plantea básicamente el análisis de las emisiones engendradas por el proyecto, los residuos generados, la gestión de los trasvases interior/exterior y la formas de optimización de reducción de impacto de estas externalizaciones, incluso maximizándose la retención, reciclaje y reducción de emisiones. Los principios generales del Wuppertal Institutcclix ponen de manifiesto el ideal contemporáneo de pensar prestaciones de cualquier clase basadas en un desiderátum de materialidad cero, de reducción in extremis de cualquier demanda de materialidad lo cuál es desde luego imposible, pero despliega un horizonte de investigación en ese entorno que se vincula con multiples dimensiones del diseño nanotecnológico actual: desde la miniaturización

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completa de diversas funciones prestacionales (desde un equipo de música o video, un aparato computacional o cualquier instrumento de medición, desde vehículos a cualquier clase de herramientas y dispositivos) típica en el design japonés de los últimos 30 años hasta los cambios operacionales de artefactos que pasan de lo mecánico a lo eléctrico y de lo eléctrico a lo electrónico a lo largo del desarrollo de enseres, gadgets y artefactos durante todo el siglo XX; desde el concepto de life cycle en cualquier objeto de manufactura industrial (que obliga a un extremo ideal de residuo cero en tales objetos y a una obligación del productor industrial que incluye la responsabilidad del industrial de-productor o desmantelador de los objetos que ha producido) hasta la búsqueda de alternativas para redefinir los sistemas de packaging hasta las estrategias para reducir el volumen de residuos de la vida contemporánea (desde los métodos CSB a las diversas opciones de la recolección diferencial y el reciclaje). En todo este panorama hay sin duda referencias para repensar un modo ecoproyectual de trabajo en los objetos urbanos y arquitecturales y del diseño en general, debido a que todas esa escalas proyectuales son tributarias de insumos diversos de materia y energía. Las restricciones de disponibilidad de materia y energía -miradas desde una perspectiva integrada y no caso por caso- están incidiendo fuertemente en cambiar los paradigmas de proyecto, ya sea sesgando el mismo hacia sectores sociales que puedan acceder a productos mas caros o dispendiosos, ya sea pensando productos alternatyivos capaces de sostener incidencias masivas en el consumo.. Salvo en la mirada genérica de la arquitectura acerca de la ciudad en el territorio (como cosa o sistema, como interfase –en cuyo caso prevaleció la consideración de la periferia de la ciudad que bordea lo rural-) o en elaboraciones específicas del paisajismo abocado a culturalizar lo rústico –por ejemplo en los principios artísticos y políticos de Addison y Pope– o a naturalizar lo artificial –por ejemplo, en el desarrollo de los conceptos del parque urbano, como destaca en las propuestas de Alphand o Olmsted-, la arquitectura se ha ocupado más directamente de la ciudad, que como sabemos es una de las más complejas mediaciones históricas del concepto de ambiente, en tanto un ambiente urbano es ante todo, un vastísimo y complejo sistema de artificialización de un soporte natural, en cuya definición y construcción la arquitectura ocupó un lugar central. Sin embargo la cultura material de cada época en sus magnitudes de manipulación de materia y energía – con tendencia a cierta inflación cósica como expresión directa del progreso capitalista, un modo histórico de producción basado en la maximización de producción de mercancías- queda definida, sobre todo en la dimensión de la vida urbana, mas por el herramental de objetos propios de la vida social que de los contenedores o envolventes definidos por la arquitectura. En el libro divulgativo de Bill Brysoncclx sobre la historia de las casas se hace eje precisamente, mas que en la historia del artefacto casa o de los edificios en general, en la historia de las cosas que contienen las casas, cosas variables a lo largo de la historia y que remiten a la distinción que hiciera mas arriba entre sistemas de no-humanos interactuando con los humanos y los ambientes o pieles que envuelven a esos sistemas.

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Asi como un adentro de la arquitectura –los sistemas a que referimos, cuya revisión acorde a las novedades ecoproyectuales son notorias– hay un afuera de la arquitectura que va desde tales envolventes a la dimensión proyectual territorial propia de la landscape architeture del paisajismo, en tanto teoría y práctica de actuaciones de modelación de estructuras dominantemente naturales. El paisajismo, a caballo de su origen político-cultural y con su curioso bagaje que articula saberes científicos junto a modelos estéticos del paisaje o la forma aparente de nuestro hábitat, parece estar modestamente equipado para desarrollar un discurso de renovación urbana mucho más responsable y popular que las antagónicas prácticas de los planes de megaproyectos o la mera magnificación técnica de las infraestructuras. Desde estas hipótesis, el entusiasmo histórico de la arquitectura en participar de la artificialización propia de la antropización urbana, se enaltece en cuanto al propósito genérico de situar dicho esfuerzo en una esfera de construcción de cultura, pero se ensombrece cuando a la luz de los estragos ambientales del mundo contemporáneo, los principios de esta disciplina rara vez se dirigieron a indagar en las condiciones de soporte natural de tal aparato tecnológico. Sólo muy recientemente aparece una relativa cultura arquitectónica del ahorro energético, pero en todo caso sus proposiciones son bastante marginales al debate sustancial de la sustentabilidad. Hace ya más de dos décadas, cuando apareció editado en inglés el libro Topophilia, de Yi Fu Tuancclxi -de quién ya hablamos mas arriba- pudo percibirse la posibilidad de una reconstrucción histórica de las formas habitativas urbanas en torno de un concepto afectivo, de amor (filia) al lugar o sitio (topos) y que dicha interacción por así llamarla, socio-emocional, está probablemente en la base de la voluntad cultural de enaltecer, transformar o enriquecer un sitio natural a través de alguna clase de intervención o instalación proyectual o proyectada. Más que valorar el grado de violencia del acto cultural proyectual - que en definitiva ha sido determinante en la conformación axiológica de las preceptivas estéticas y por ello de las nociones patrimoniales clásicas - la noción de topofilia tiende a exaltar la sensibilidad o prudencia del proceso de antropización en cuanto éste respete y ame la cualidad del locus originario. El discurso topofílico hay que decirlo, también está en la base del pensamiento heideggeriano tanto en cuanto a su vertiente positiva de formulación del pensar como una condición o derivación del morar -o instalarse con respeto y sabiduría en el territorio- como a su vertiente negativa o crítica referida al cuestionamiento de la inhospitalidad de la ciudad moderna. Diríamos así que en estas posibles consideraciones tópico-afectivas respecto de lo patrimonial se inscribe la posibilidad de trascender de una noción objetualista y privatista de patrimonio cultural de repertorio a una noción territorialista y social de patrimonio ambiental de paisaje, trascendencia que es válida, creemos, en cualquier contexto histórico-cultural, pero particularmente pertinente en el caso del patrimonio americano y sus peculiaridades. Los argumentos optimistas acerca de una autocorrección del modo productivo vigente tendiente a obtener mejoras de sustentabilidad intrínsecas a tal desarrollo se formularon en los argumentos del célebre documento Factor 4 que Ernst von Weizsäcker (fundador del Wuppertal Institut) y Amory y Hunter Lovinscclxii suscribieron en 1995, con acuerdo del Club de Roma y avalando la

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optimista postura de la posibilidad de una duplicación de la riqueza existente usándose la mitad de los recursos naturales así como una confianza en el autocontrol del empresariado industrial según los ejemplos del grupo Peugeot-Citroen que decidió plantar 10 millones de árboles en la Amazonia o el inédito mercado de cambio de CO2, canjeando pago de ecotasas por planes de forestación, implantado en la Bolsa de Sydney desde el 2000. Debe aludirse también al específico peso contaminante del sector de la construcción –casi un tercio de la emisión de gases causantes del efecto invernadero, más que los transportes o la industria en general– y a su relevancia en el consumo directo de recursos naturales. En cuanto a diseñadores que un texto relevante de Dominique Gauzincclxiii considera pioneros en aportaciones a un modo proyectual alternativo figuran líderes del diseño low-tech –como Joachim Eble, el taller danés Vandkunsten, Lucien Kroll, Peter Hübner, Sverre Fehn y Francoise Helene Jourda-Gilles Perraudin – es decir, un low-tech internacionalizado y compatible con un diseño racional , además de aludirse al antiguo discípulo de Wright, Paolo Soleri y su emprendimiento de Arcosanti, o neo-organicistas humanistas como el alemán Behnisch, quién se ubica en una situación de equivalencia entre Soleri y Norman Foster. Precisamente Foster –junto a Renzo Piano, Richard Rogers, Jourdá-Perraudin y Thomas Herzog– lidera la aociación Read, fundada en 1993 para el uso de energías renovables en la construcción y que se orienta a la proposición de una recalificación de la producción de la arquitectura y de la minimización de los mantenimientos. Uno de los orígenes filosóficos y críticos de la posmodernidad parece haberse centrado en la elaboración de una protesta de lo particular contra lo universal, concepto que en cualquier caso, debiera recuperarse si se quiere afrontar la dialéctica subyacente e irreductible entre universalismo por un lado y territorialismo o regionalismo por el otro. Sin embargo, propondrá el filósofo Albrecht Wellmercclxiv, la defensa de lo particular no es posible si se adopta la forma de una pura conservación, sino que se trata de entender el doble universalismo de la modernidad: el tecnológico y el del entronizamiento de la democracia (como derechos humanos plenos y a la autodeterminación): al unilateral universalismo tecnológico sólo se le puede confrontar el universalismo democrático... para poder ser regionales. Si los territorios pertenecen a los pueblos (y los pueblos a sus territorios) sólo la democracia admite esa realidad, frente a la expansión del universalismo tecnológico (como expresión de la homogeneidad de la globalización económica y cultural, de la producción y el consumo). De allí propondrá Wellmer, los arquitectos sólo pueden convertirse hoy en genuinos abogados de la integridad de un territorio, de una forma particular de vida, de una determinada reserva de recursos naturales y culturales si se convierten a la vez, en defensores de valores universalistas, en modernistas no atados a ningún compromiso –en el sentido de Lyotard quién ha dicho que nada en el arte moderno es moderno si no empieza siendo posmoderno– y en liberales radicales... ya que no sólo sueñan los hombres; también sueñan las ciudades y los paisajes, e incluso los materiales, y quizá sea tarea de los arquitectos descifrar esos sueños y traducirlos en articulación del espacio... ateviéndose a intervenir en lugar de limitarse a conservar, a proseguir el proyecto de la modernidad en lugar de un retroceso a meros gestos de defensa, de conservación, de regresión. Decir algo importante significa decir

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algo nuevo...aunque una genuina conservación de tradiciones sólo es posible por la vía de cambiarlas productivamente. Y esto significa a la vez, que no podemos elegir entre progreso y conservación. La única elección que nos cabe es la elección entre distintas direcciones del progreso. En el campo de una llamada arquitectura ecológica el antes citado trabajo antológico de Gauzin-Müller quiere ser presentado como vadémecum de aportes contemporáneos y que evade los desvíos más folk de posibles vertientes regionales de conductas proyectuales sesgadas por intereses dominantemente ambientalistas presentándose en cambio, una selección de referencias proyectuales más propias de lo que su autora refiere como eco-tech, es decir una arquitectura que centrando su planteo en argumentos de racionalidad ecológica no se escapa de una adscripción estética a lenguajes que llamaríamos neo-modernos en tanto propios de poéticas asimilables al racionalismo moderno. El texto de Gauzin-Müller establece en su primera parte –titulada La Alternativa Ecológica: Retos, Prácticas y Perspectivas– un resumen de las ideas recientes acuñadas e torno del desarrollo sostenible, su contexto político y económico, sus relaciones con tendencias de la arquitectura ecológica recientes (low-tech, high-tech, humanismo ecológico, minimalismo ecológico, etc.), ejemplos europeos (más bien de orden político-local y normativo, como los procedimientos alemán Vorallberg, inglés Breeam, holandés DCBA, francés ACM o suizo Minergie), alternativas ecoproyectuales ligadas al uso de madera, referencias a las normativas europeas ligadas al consumo racional de energia y algunos proyectos experimentales europeos (sean de la UE, o alusiones a los programas bávaro y francés). Este conjunto plantea de manera general posibles términos para entender la arquitectura –tanto sus prácticas proyectuales y técnicas cuanto sus marcos reguladores– dentro del criterio general de intentar pensarse a si mismo como una mínima interrupción de flujos naturales de la circulación de la energía aun dentro de la tan complejamente devastada y desinvestida naturaleza. Entre las actuaciones institucionales destacables de la última década se señalan la Vorarlberger Baukünstler –una organización austríaca de diseñadores inspirada en Heinrich Tessenow y propiciadora de operaciones proyectuales como las viviendas en Dornbirn que dentro del movimiento y de la llamada estrategia experimental Ölzbündt, desarrolló Herbert Kaufman indagando sobre el límite de prestaciones de la madera como ecomaterial así como el aprovechamiento de secciones pequeñas y habilidades artesanales regionales, también explotadas por arquitectos como Peter Zümthor, que proyectó el Museo de Bregenz, una de las ciudades de la región Vorarlberg– o los mecanismos de autoevaluación de calidad proyectual sustentable tales como la Breeam británica –Building Research Establishment Environmental Assessment Method– o la tabla holandesa DCBA, medios ambos para evaluar la calidad relativa de edificios, avalando su certificación o favoreciendo financiamientos especiales, que cumplen cometidos semejantes a otras normas recientes, como el Beat2000 –un instrumento danés de medición de calidad edilicia y de prestaciones – , el LCA-Tool –una herramienta de análisis de ciclo de vida de edificios usado en Finlandia– o el ya comentado sistema francés ACM, con sus 14 objetivos básicos de eficiencia prestacional edilicia-. En el caso suizo, algunos cantones adhieren al concepto Minergie, que es un acuerdo voluntario de reducción al 35% del uso convencional de energía en las

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obras adheridas, las que por ello obtienen una reducción del interés de financiamiento bancario. En cuanto a los proyectos e iniciativas urbanas destacables por su enfoque ambientalista, además de los casos ya referidos, en la citada antología de Gauzin se analizan entre otros ejemplos, la experiencia de Mäder, un pequeño municipio urbano de algo más de 3000 habitantes, en el Vorarlberg austríaco, donde se aplican desde hace más de una década, sistemas de control del ciclo del agua y de protección del paisaje; se han plantado 80000 árboles en cultivos programados que generan el material básico de construcción y combustible y distintos sistemas de arquitecturas públicas de experimentación de sustentabilidad, el que destacan las obras del grupo Baumschläger-Eberle. Stuttgart es otro caso de política urbana ambientalista, una ciudad más grande y compleja, de casi 600000 habitantes y gran desarrollo industrial en que se realizó durante 10 años una recuperación integral de paisajes dañados – la llamada U Verde de 8 kilómetros y 200 hectáreas, dentro del proceso IGA 93 – y acciones en barrios como el Burgholzof (recuperación de viejas instalaciones militares) o el Feuerbach, con obras paradigmáticas como las viviendas realizadas por Thomas Herzog o el conjunto escolar de Peter Hübner, hecho por autoconstrucción por la comunidad educativa. Además en Stuttgart se practica un régimen especial de ahorro energético en los edificios públicos y un mecanismo llamado Stuttgarter Mödell, consistente en un fondo público organizado por el aporte público resultante del ahorro en energía y destinado a financiar nuevas operaciones de nuevo ahorro energético. Este caso y otros ya mencionados, tanto como laboratorios urbanos o ámbitos de experimentación de proyectistas e investigadores, ejemplifican la dimensión cognitiva de la actividad proyectual que pretende establecer marcos futuros de prácticas ecoproyectuales. Como cierre de este capítulo, manteniendo su espíritu de intentar efectuar referencias casuísticas que manifesten vias alternativas de acción proyectual orientadas por intereses y motivaciones ambientalistas incluimos a continuación comentarios de un nuevo conjunto de proyectos o referencias. Sobre fin del siglo XIX sobreviene una fuerte pulsión de imaginar el futuro - un siglo vista en general- en parte como algo asociado a la seducción e irresistible confianza que depara el desarrollo tecnológico pero también, como primera reflexión referente a la finitud del mundo y a la necesidad de comenzar a imaginar, entones con mucho tiempo por delante,.la necesidad de colonizar si cabe, los mundo mas inexplorados y asi tal pulsión entrega una preliminar imagen avant la page, del muy ulterior tema de la sustentabilidad y de pensar proyectos alternativos a tal posible o previsible nueva situación. Y en ese imaginario destacan algunos productos ligados a impactos populares como su recurrente aparición en medio de la publicidad de productos. Marcas de cigarrillos o de chocolates – como en el caso escogido para ejemplificar este tema, la alemana Hildebrandt - proponen discursos entonces optimistas sobre estos asuntos proponiendo artificios para caminar sobre el agua, volar individual o colectivamente pero de una forma curiosamente multiplicada o efectuar recorridos submarinos en artefactos ad-hoc. Hay aquí pués, una doble arqueología en albores de la modernidad, que anticipa la necesidad de conquistar otras naturalezas y a la vez, con ingente confianza en los desarrollos que proveerá la tecnología.

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Esa circunstancia, que podemos asociar al mundo victoriano, tendrá una réplica y una apuesta mayor, también vinculada al imaginario popular – asociado en este caso a lo que significa el título de la revista norteamericana Popular Mechanics- en la USA de entreguerras ulterior a la segunda posguerra, con una vocación de pensar íntegramente, parafraseando a Aldous Huxley, un new brave world enteramente satisfecho por una hipertecnología y esa ingenuiad tenderá a asociar democracia con desarrollo industrial y acceso indiscriminado a productos y consumos de tal desarrollo. El divulgador periodístico e industrial designer Arthur Radebaugh publica en los 50 y 60 una página periódica editada en el Chicago Tribune pero que se replicará en muchos periódicos –Closer tan we think ( Más cerca de lo que pensamos)– en la que se presenta, en base siempre a indicios innovativos de la investigación tecnológica de la época, un mundo asombroso donde la vida queda resignificada y a la vez garantizada en una generalizada multiplicación de innovaciones como un sistema supuestamente propuesto por Samuel Harder, un ex gerente de Ford, que se presenta bajo el título Quick change car color , y que muestra una estación de servicio donde por un dólar cincuenta, una máquina de electricidad estática programa y actúa sobre la superficie tratada de un automóvil y permite cambiar instantáneamente de color, incluso como se muestra en la viñeta del artículo, para que el color del auto combine con el vestido de la señora. Quizá acorde a un espíritu de utopía pero ahora mas ligado a identificar alternativas para una mejor asignación social de formas de producción primaria, el proyecto Yvyraporama desarrollado para y con grupos campesinos del norte del Chaco paraguayo, en una zona en que el desarrollo de latifundios sojeros ha devenido en una virtual afectación de los derechos de los poseedores tradicionales del campesinado y también de las colonias indígenas, se propone investigar en alternativas de ocupación rural intensivas que compitan con las tendencias marginales a migraciones urbanas de baja calidad mediante el desarrollo de formas de asentamientos mas sustentables en la triple valoración económico-productiva, comunitaria y ambiental. Con alguna semejanza conceptual el grupo liderado por Anthony Berger desarrolló desde el MIT un proyecto para restaurar las famosas intervenciones agropontinas mussolinianas que en su condición de humedales desecados habían sufrido grandes regresiones ambientales y ahora sería posible restaurar esos territorios para ocupaciones menos agresivas y con control de sus fluctuaciones. Las intervenciones de acupuntura urbana desarrolladas en Favela Bairro suponen también activaciones urbanas basadas en la recalificación del potencial de una instalación popular en terrenos marginales mediante pequeñas dosis de intervenciones básicamente concentradas en núcleos de equipamientos prestadores de servicios básicos a los pobladores y buscando mejorar la intergación urbana de estas zonas marginales . Las actuaciones ulteriores al proyecto originario creado por el urbanista Sergio Magalhaes en que también participó Jorge Jáuregui, que éste conduce ahora en el emplazamiento de Morro Alemao (2009) o en Rocinha (2010) acentúan y desarrollan ese criterio buscando ampliar el caràcter de la pequeña dosis interventiva a procesos mas comprehensivos de recalificación ambiental y consolidación de estos asentamientos precarios y marginales.

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Los trabajos de proyectar y estabilizar desde un punto de vista de racionalidad sustentable, los bordes de ciudad destacan en cualidades que pueden montar proyectos mutipropósito para cumplir tal función de cierre-buffer, ejemplificables en los casos del Pasillo Verde, Madrid (2002-12) o en las intervenciones crítico-teóricas del grupo Urbarbolismo, por ejemplo en Benidorm (2006) en este caso trabajando una cuenca perimetral de ciudad . Los casos de las viviendas eco-cooperativas asistidas gubernalmente o también, el CoHousing desarrollado en USA, representan modalidades de organización de cooperativas de vivienda interesadas en un modelo de proyecto y gestión de índole sustentable, modalidad ciertamente corpuscular y de pequeña escala y existe un alto número de iniciativas propias de gobiernos o de ONG’ s orientadas al desarrollo experimental de alternativas habitativas de carácter demostrativo y habitualmente de escalas pequeñas. La llamada Ecolonia en Alphen aan den Rijn, un sitio holandés equidistante entre Amsterdam y Rotterdam fue un proyecto encargado por la NEPP –la oficina central de planeamiento ambiental de Holanda – en 1990 y luego de una convocatoria a muchos arquitectos se decidió llevar adelante un proyecto presentado por el atelier de Lucien Kroll quién realizó 101 viviendas sujetas a un modelo completo de experimentación de arquitecturas no convencionales en su construcción y sus formatos de uso de energía. También se presto mucha atención al modo en que las viviendas se disponían en el territorio –un área de alta calidad natural con características de humedal pulsátil con aguas y vegetación ad-hoc– donde se puso en marcha una metodología llamada flow management que planteaba una modelación integrada y cíclica de todo el funcionamiento ecosistémico de la nueva conjunción de sitio y viviendas incorporadas. El llamado proyecto Muir CoHousing en Davis, de Thomas Unger es una muestracclxv de los mas de 400 proyectos de coHousing (habitat cooperativo llevado adelante por pequeños consorcios de propietarios que se someten a cumplir ciertos protocolos estables de manejo ambientalmente adecuado al menos en lo referente a manejo de residuos, usos de energía y cuidado de la naturaleza preexistente) promovidos por la asociación The CoHousing Company que presta ayuda conceptual, socio-organizacional, económica, legal y técnica a grupos interesados, aportando una metodología general de desarrollo de los emprendimientos, marcos legales y organizativos para los mismos y en los casos requeridos, equipos técnicos de proyectistas surgidos de un registro especial que fueron desarrollando incorporando diseñadores con formación e intereses ambientalistas. Los grupos CH adquieren diferentes especializaciones y en tal forma algunos son para profesores universitarios, otros son para personas de tercera edad con o sin necesidad de tutelas médicas, algunos son comunidades de artistas y artesanos, otros son emprendimientos de ayuda terapeútica y recuperación de adicciones, otros funcionan como soporte de resorts turísticos, etc., experiencia quizá caracterizada por un encuadre selectivo o socialmente elitista, pero cuyas características insinúan la perspectiva de una metodología de proyecvto encuadrado en la sustentabilidad y la participación . Yusuki Obuchi realizó como tesis de graduación en Princeton (2002) el proyecto Wave Garden consistente en un conjunto de placas flotando sobre las costas californianas en un prototipo de función dual (planta eléctrica y parque público) diseñado para sustituir con energía limpia, la planta nuclear de

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Diablo Canyon cuya licencia expira en 2026. El proyecto consiste en un bosque de elementos piezoelétricos cuyos movimientos motivados por el oleaje genera energía eléctrica durante la semana. Usando una parte de esa energía dichos elementos pueden rigidizarse durante el fin de semana creando un espacio equivalente a una membrana espesa en cuyo interior pueden desarrollarse usos públicos junto a diferentes instancias de deportes acuáticos y navegación. El criterio utópico de la propuesta contrasta con la estricta viabilidad y sustentabilidad técnica de la tecnología escogida. Hal Foster , en un artículo para Arquitectura Viva, lo describía así: Sin embargo se detecta un leve despertar del impulso utópico, del cual el joven arquitecto japonés Yusuke Obuchi es un buen ejemplo. Su obra Wave Garden (jardín de olas) consiste en un terreno de 192 hectáreas diseñado para flotar como un rectángulo suprematista en la costa de California. Se trata de 1800 placas con propiedades piezoeléctricas (capaces de generar electricidad al flexionarse o arquearse) que flotan sobre 1800 boyas. El conjunto funciona entre semana como generador eléctrico y los fines de semana se convierte en un parque en el mar. En el primer modo, las olas deforman las placas, generando corriente eléctrica que se incorpora a la red californiana. En el segundo modo, la corriente eléctrica que atraviesa las placas las metamorfosea en una isla para el ocio acuático. La utopía de Wave Garden radica en su ambigüedad; no es completamente irreal ni del todo práctica: nos obliga a pensar ‘por qué no' a la vez que nos preguntamos ‘qué es'. Obuchi hace referencia a diferentes precedentes, desde Gaudí a las Earthworks de los años sesenta y setenta. Sin embargo, no comparte la fascinación entrópica tan presente en Robert Smithson; al contrario, Wave Garden genera energía alternativa en vez de rendirse a su irremediable disipación. Además, el proyecto no es tan redentor como al principio puede parecer. Desde la aparición del término, Robert Morris se dio cuenta de que la idea de Earthwork podía ser un arma de doble filo, es decir, que podría utilizarse como camuflaje artístico de operaciones destructoras del entorno. El jardín de olas elude este peligro: a diferencia de otros arquitectos, Obuchi no pretende ‘naturalizar' la arquitectura sino hacerla formar parte del eterno proyecto humano de acumular naturaleza con la intención de domesticarla, no de destruirla. En una era en la que el sector energético ha quedado asociado a compañías como Enron, Obuchi evoca una idea de energía, social y física, que rivaliza en fuerza utópica con el mismísimo Monumento a la Tercera Internacionalcclxvi. Rising Currents es una iniciativa promovida por el MoMa con el concurso de varios estudios experimentales de diseño , para el rescate del waterfront de Nueva York frente a hipótesis de cambio regresivos derivados del cambio climático. Entre las diversas contribuciones el estudio ARO trabajó sobre Lower Manhattan con una propuesta de un archipiélago artificial de islas y arrecifes que crearían una zona insular resiliente apta para amortigüar efectos de inundaciones y tormentas, retener flujos de sedimentación y formar un buffer protectivo dinámico sobre la costa neoyorquina evitándose expresamente el modelo de las defensas ingenieriles de tipo rígido. El proyecto para el puerto taiwanés de Fuggee desarrollado por Vicente Guallart (2004) contiene la voluntad de desarrollar un artefacto caracterizado por un interés en la sustentabilidad a partir de un estudio de generación de un

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suelo artificial basado en unos módulos flotantes capaces de articularse para formar el nuevo suelo operativo necesario pero sin afectar la dinámica hídrica del borde de la bahía en que se asienta minimizando impacto de obras nuevas y buscando soluciones dinámicas y fluyentes. La intervención del paisajista Michael van Valkenburgh para el college Wellesley (2001) supuso un desafío a la construcción convencional de los campus universitarios e implica y desarrolla el concepto de optimun insertion para la minimización de la impostación constructiva en el paisaje y la voluntad de rescatar calidades de relieves, vegetación y drenajes. El grupo venezolano Laborarorio Urbano Distopía se propone desarrollar proyectos de intervención urbana asociados a las políticas de saneamiento de ls microcuencas altamente tugurizadas de las laderas de Caracas apoyando con la investigación modulada de pequeños complejos aptos para el tamaño de las comunidades de unas 50 familias de cada emprendimiento, el desarrollo de los mas de mil intervenciones que se vienen realizando en el marco del Proyecto Catuche, de resaneamiento de las ocupaciones tugurizadas y en condición de riesgo de dichas laderas. . Las intervenciones del chileno Germán Del Sol como el Hotel Explora en las Torres del Paine (1992) tratan de valorar una intervención arquitectónica sumisa o sometida a las condiciones del paisaje, cuando éste asume una característica de singularidad también de interés o valor patrimonial (un parque nacional con 242000 hectáreas de bosques y lagos) de modo de imaginar la intevención arquitectónica, ligada a abastecer una necesidad como el alojamiento de visitantes como una especie de mal necesario, en todo caso, con una cualidad dada en el carácter de una intromisión mínima en el territorio, acondicionándose a las estructuras del paisaje y agregando un elemento sabiamente marginal, tendiente a acentuar las cualidades excepcionales de la estructura ambiental (dominantemente natural) . La forma en que la arquitectura se adapta a la fuerte condición ambiental de la implantación e incluso el hecho que se acepta una accesibilidad únicamente por vía marina, excluyéndose el impacto que provocaría desarrollar un acceso terrestre, son datos según los cuáles se intensifica la cualidad de un posible ecoproyecto cuyos términos de autonomía se ven limitados por las presiones o condiciones impuestas por el contexto ambiental que hace que el proyecto deba definirse por aquellos datos exógenos. El grupo Explora, a través de encargos a Germán Del Sol , desarrolló el citado trabajo dentro de Las Torres del Paine al sur y también otro emprendimiento en la región de San Pedro, Atacama, en el norte desértico de Chile. San Pedro es un oasis de 17 mil hectáreas cultivadas, habitado desde hace dos milenios en vecindades cooperativas (ayllus); San Pedro de Atacama, su ciudad, es la fundación colonial de un damero. El proyecto se piensa como un nuevo asentamiento, no como parte de esa ciudad. En su presentacióncclxvii el diseñador presenta un texto explicativo y una serie de imágenes naturales y culturales (desde los colores de una laguna hasta la arquitectura popular de un ayllu, Larache) en los que busca fundar su opción de proyecto como meditación poética sobre el paisaje: La obra sigue la tradición de pueblos precolombinos, formados por edificios aislados en grandes explanadas comunes, irregulares y vacías, que crean relaciones directas entre sí sin la mediación de calles como en la tradición europea. Edificos instalados en el paisaje al modo de las pirámides mayas o incas, de los pueblos

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cermoniales aymarás o de los caseríos atacameños. Un rombo deformado de tiras de habitaciones constriñe un páramo central en una metáfora de esta refundación de asentamientos interpretados en su minimización antrópica frente a lo natural. Los muros encalados se pulen al yeso porque se espera que el polvo permanente les otorguen pálidas coloraturas, la madera de pino y ciprés de guaitecas o los pisos de pizarra basta completan este modo de resolver el proyecto, en clave contemporánea, pero con una intensa interpretación del modo de ser de la arquitectura en el territorio. Después de los trabajos para Explora, Del Sol se interesó directamente en el modelo client as site, que implica pensar y desarrollar proyectos allí dónde las características naturales lo estarían como esperando, como por ejemplo en las Termas de Puritana, en Villarrica (2005) en el que la arquitectura se limita a disponer mínimos elementos de acondicionamiento. Diller&Scofidio es también una jóven sociedad con algunos trabajos concretos pero también con intereses experimentales: de una fusion de ambas vertientes surje el proyecto Blur preparado para una Swiss Expo que se realizó en Basilea (2002) y que resulta un trabajo al borde de su inexistencia física, un evento de bruma, humo y niebla anclado al borde del lago, esfumándose y acercándose al ideal de una total inmaterialidad. Elizabeth Diller había participado en otros trabajos de un espectro bastante versátil, desde un célebre ensayo en que plantea relaciones entre los modos de doblar una camisa con estilos propios de arte contemporáneo (folding, laying, etc.) hasta un bloque de viviendas en la gender city de Kitagata en que explora un modo de diseño habitativo desde una mirada de género en cuyos movimientos participa. La actividad investigativa y de experimentación proyectual del grupo de jóvenes arquitectos holandeses MVRDVcclxviii, liderados por Winny Maas, centró todo su trabajo en la posibilidad de replantear el proyecto desde algunos imperativos del análisis socio-ambiental en que el proyecto se hace posible o necesario. Así la mayoría de los proyectos de este grupo se estudian y desarrollan antes que aparezca un cliente o una condición de mercado o una demanda del Estado , incluso antes que existan programas. Si bien en este caso se trató de un encargo oficial consecuente de un concurso, que debía representar al país en la Feria Mundial de Hannover consagrada al ítem de la sustentabilidad, el criterio según el cuál el proyecto es una instancia o momento de un análisis-reflexión sobre condiciones de tiempo y lugar (siempre los proyectos de MVRDV proponen contribuciones a los problemas de Holanda en este momento del desarrollo capitalista globalizado) también se aplicó en este caso, ya que se trata de una investigación sobre la maximización de la densidad en el aprovechamiento del escaso territorio disponible en el país neerlandés, que por otra parte, nueve de cada diez partes del mismo dependen de bombeo constante y del control del agua mediante la polderización. El bigMac -como se lo bautizó popularmente– es efectivamente un sandwich de layers territoriales superpuestos como un catálogo que intenta explorar esos límites de densidad incluso o fundamentalmente, para los usos productivos, tema que motivó su conocida Pig City, o ciudad de torres-chiquero para poder criar el millón de cerdos faltantes que requiriría la sociedad holandesa. La torre de Hengelo es un proyecto experimental presentado al Archilab 2001, evento convocante de arquitecturas experimentales o de laboratorio, realizado

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en New Orléans, donde se presentan ensayos de investigación proyectual que pretende establecer indagaciones anticipativas de futuros escenarios. Si bien se trata de una investigación proyectual provocativa –casi un manifiesto– el estudio holandés intenta proseguir con sus temáticas dominantes como la investigación sobre la optimización de la densidad territorial merced a recursos que puede proveer el proyecto arquitectónico. Como en el proyecto 101WoZoCo –un conjunto de 101 viviendas en un predio que legalmente aceptaba una cantidad menor de unidades– aquí se trata de analizar la expansión del organismo arquitectónico en torno de prótesis o extensiones que colonizan vacio, con criterios generativos de corte biologista. En este caso los suplementos de arquitectura apuntan a multiplicar suelo artificial natural, esto es recrear tipológicamente la posibilidad de restablecer un mix significativo de material natural y artificial. La arquitectura del grupo holandés remite a una posmodernidad curiosa, fruto de una mezcla de modernidad básica (el diseño de tramas, plataformas o soportes, que había sido interés dominante en el trabajo investigativo de otro holandés, Nicholas Habraken, en los años 60 tanto como un tema dominante de esa época en los estudios de Yona Friedman o Cedric Price) a la que se superpone una comprobación del funcionamiento de tales diseños básicos en cada escenario concreto, con lo cuál, podría decirse que el componente posmoderno de este y otros muchos grupos contemporáneos, es intentar practicar performances o aplicaciones fácticas de tal grado cero proyectual en condiciones específicas de asentamiento o proyecto: lo moderno sería como una lengua de un habla posmoderna. Los mecanismos propositivos de plataformas aptas paras el desarrollo de sistemas abiertos de arquitectura que informan las teorías sesentistas de Friedman se trasladan a exploraciones contemporáneas como el trabajo de los colombianos filósofo Felipe Beltrán y arquitecto Antonio Yemail conocido como Arquitectura Wiki (2009) que ellos describen así:La palabra “Wiki” en hawaiano significa originalmente: “rápido o hecho con rapidez”. Hoy en día el término engloba una serie de aspectos que caraterizan a un tipo particular de sitio web que permite a sus visitantes crear, editar, modificar, o borrar cualquiera de sus contenidos de forma fácil (y por supuesto rápida). Dentro de los principios básicos que articulan la mecánica del wiki, se destaca la idea de hacer posible la realización de cualquier tarea en el mínimo de pasos y sin la necesidad de usar un lenguaje especíalizado, de modo que todos y cada uno de las modificaciones quedan a la vista de cualquier observador para ser evaluadas, y corregidas según sus propios criterios. Este modelo apoyado en la simplicidad y transparencia de un código, consigue una participación altamente colectiva que elude la centralización por parte de cualquier ente controlador, en la medida en que todo contenido que se considere inapropiado será corregido según los parámetros de los mismos usuarios. Para lo cuál pinsan en objetos-códigos que puedan recibir y procesar demandas y propuestas diversas para alcanzar modelos de construcción participativa de formas alternativas de habitación. En cierta forma esa es también la aspiración del proyecto desarrollado por Alejandro Aravena, Elemental Chile que se concibe como modelos deformables y ampliables o transformables por las actuaciones de su usuarios, generalmente de estratos sociales bajos y con sus gustos específicos en cuanto a la conformación de su hábitat y a la personalización de las unidades.

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El Centro Cultural Canaco , en Noumea, Nueva Caledonia –un proyecto donado por el gobierno francés al inicio de la independencia de esta ex– colonia, que lleva el nombre del líder independista asesinado Jean Marie Tjibaou– y acabado hacia 1994 luego de un complejo concurso ganado por Renzo Piano, expresa esta tendencia sutil y tecnológicamente débil proactiva respecto del sistema natural todavía prodominante en su emplazamiento, en su partido de una gran nave lineal sinuosa abierta en uno de sus lados a un conjunto de 10 ábsides semitransparentes inspirados en las cabañas tradicionales de la comarca. Si bien el proyecto fue desarrollado con la asistencia del antropólogo Alban Bensa, se estima que el gesto, por fuera de su intención alusiva regionalista, tendrá problemas de supervivencia en el severo clima marino tropical y además llevó el presupuesto a niveles muy altos. Aquí de paso, vale la pena aludir, a que la apelación a formas orgánicas de las culturas regionales no es tanto una forma de procesamiento técnico sino mas bien, una manipulación de orden simbólico. En un artículo ciertamente bastante crítico de Francois Chaslincclxix se lee lo siguiente: El proyecto de Piano buscaba instalarse en el límite entre la arquitectura y la antropología. Era una propuesta delicada, plagada de metáforas, vehículo de un prudente diálogo entre artificio y paisaje, entre la reminiscencia de las técnicas constructivas ancestrales y una sofisticada expresión “high tech” manifiesta en el esplendor de unos voladizos formados por vigas de madera laminada que prometían elevarse a diez metros y cuyos dedos parecían rascar el cielo; en la plenitud de estas formas abombadas, ciegas por naturaleza y sin embargo, finamente caladas, sobre cuyos flancos se superponían diversas celosías de madera abiertas a los alisios; en la ligereza de esas cubiertas inclinadas y finalmente, en la complejidad de las sombras filtradas, de los paños, de las articulaciones, de las piezas de acero que tenían la claridad de los armazones de barco y que en este caso, reemplazaban lo que la tradición anudaba con lianas. Aquí de paso, vale la pena aludir, a que la apelación a formas orgánicas de las culturas regionales no es tanto una forma de procesamiento técnico sino mas bien, una manipulación de orden simbólico. Buena parte de la obra reciente de Toyo Ito, quizá también conectado a tradiciones de un país que debe afrontar una dramática confrontación de una cultura ancestral muy rica con su protagonismo en el escenario de la globalización, redefine el proyecto según paámetros ecológicos y de sustentabilidad, como en sus búsquedas de materialidad mínima en varias instalaciones como centros culturales o en un parque temático ecológico. La mediateca de Sendai trabaja sobre otra vertiente que sería la de la biotecnología aplicada a la arquitectura, sustancialmente mediante el diseño de estructuras portantes y de servicios concebidas según criterios biotécnicos precisos tendientes a generar objetos de prestaciones ultraeconómicas en demanda de energía y producción de desechos, así como la búsqueda recurrente de la expresión mínima de materialidad (en reducción de secciones, eliminación de tabiques, etc.). El segundo significativo pabellón de Hannover después del de Holanda arriba comentado , ligado a la ejemplificación de un posible modo alternativo ecoproyectual, fué el de Japón, a cargo de Sigeru Ban , cuya trayectoria está conectada al desarrollo de una tecnología constructiva basada en el papel (en

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la que destacan las casas de emergencia propuestas luego del terremoto de Kobe). En esa línea, la idea original de Ban, de erigir un pabellón estereomórfico de tubos de cartón que luego pudieran desmontarse y usarse como pasta para papel de cuadernos escolares, quedó desvirtuada con la impregnación ignífuga que se aplicó al cartón como parte de las exigencias municipales. Sin embargo, la tecnología, cuyos conectores se resolvieron con ataduras de nylon y una cubierta de papel encerado, demostró, con el auxilio de Frei Otto, ser suficientemente versátil y adaptativa (una nave de70x40 metros con flecha de 20), planteándose una referencia para la discusión acerca del grado de perdurabilidad de ciertas construcciones. El Centro cívico transitorio de L´Aquila, construído en la situación de emergencia ulterior al sismo de 2008 es otra intervención de Ban, resuelta en este caso con papel y policarbonato. El carácter o bien demostrativo del uso de tecnología alternativas o bien ligado a las actuaciones en situación de emergencia que se advierte en los proyectos de Ban lo relacionan con la experimentación mas interesada en negar el carácter monumental y la larga duración de la arquitectura tradicional pensando alternativas a esa tradición relacionadas con el ciclo de vida y la asunción expresa de un tiempo acotado de duración del artefacto y en ello también del reciclaje de los productos utilizados. La capilla de San Vicente de Paul en Ancud, isla de Chiloé, Chile, de Jorge Lobos de unos 200 metros, fue construída según la modalidad de minga, una vieja forma de trabajo precolombino, de origen incaico, basada en la donación de trabajo por los miembros de la comunidad. Asumió y sintetizo los elementos tradicionales de las tipologías de las iglesias chilotas de madera, especialmente las de Chonchi y Rilán que fueron estudiadas y relevadas a estos efectos. El exterior es de alerce y el interior está resuelto con enchapado de canelo; de canelo asimismo es la estructura portante, cuya cubierta revestida de chapa tiene una raja de luz en la cumbrera, tamizada por una estructura curva de cielorraso calado que diluye la misma. Debido al exigüo presupuesto disponible, que hizo muy larga y azarosa la secuencia de la obra , se decidió disponer, al menos transitoriamente, un piso resuelto meramente por pequeñas piedras de canto rodado del bordemar: el sonido que el crujido de las piedras genera al caminar, potenciado por el eco de las envolventes de madera, le otorgan al edificio una de sus cualidades más mágicas e inefables. La modernidad incómoda del anarquitecto belga Lucien Kroll –quién había propuesto concebir los proyectos urbanos como trabajos corales en los que el arquitecto es casi un regisseur, como ocurrió en sus célebres dormitorios de la Facultad de Medicina de Bruselas– iba a derivar de manera previsible hacia un desemboque de su filosofía de proyecto en los discursos ambientalistas. El interés previo de Kroll en una suerte de socio-proyectos, en los que el interés colectivo multiactoral debía desubjetivizar el proceso proyectual, razonablemente podía derivar, en análogas condiciones de desubjetividad, en imaginar la posibilidad de eco-proyectos, tanto sea a través de la propia capacidad de análisis de programas, sitios y modos de producción del arquitecto y sus equipos, cuanto como en el caso de la Escuela de Caudry aceptando proyectar según la aplicación de normativas o directivas expresas en materia ambiental, como el uso de las HQE (Haute qualité environmental,

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ACM en español)cclxx que son 14 objetivos ambientales prescriptivos y/o de control que la administración francesa utiliza no como directiva obligatoria, sino como complemento para obtener determinadas líneas de inversión cuya exigencia es aplicar este sistema de normas, que puede funcionar como un manual de proyecto. La gestión urbano-sustentable de Friburgo, en la que destacan los proyectos urbanos de los barrios de Vauban y Riesefeld, además del montaje de políticas ligadas al concepto de ciudad solar, bajo las ideas del diseñador Rolf Disch también supone un antecedente en la voluntad de proponer núcleos urbanos alternativos a ser pensados y gestionados desde perspectivas ecoproyectuales. Riesefeld es un barrio nuevo de casi 80 hectáreas y 4500 viviendas para unos 12000 habitantes que se convirtió en uno de los laboratorios de evaluación de performances ambientales más notable de la Unión Europea. Vauban en cambio, es la reutilización de un área de 34 hectáreas que funcionó como asentamiento militar, aplicándose el modelo Blockprofil que permite participación comunitaria en el diseño., selección y gestión de viviendas. A través de un régimen legal ad-hoc en Stuttgart tal como en Rennes, Francia, se generó un sistema social de propiedad del suelo, mediante preferencia en las transacciones y mercado a término de suelo regulado. Experiencias que confluyen a ejemplificar este conjunto de aportes de urbanismo alternativo. En el caso de actuaciones proyectuales mas puntuales, la casa heliotropo es el experimento de un artefacto proyectado en Friburgo en 1993 que propone un eje rotor en que se monta la casa (u otros programas: Disch plantea un hotel heliotrópico por ejemplo) y que hace girar a ésta según un programa variable tendiente al máximo aprovechamiento de la energía heliotérmica. Su autor postula que el alto costo inicial del dispositivo encuentra una nivelación del gasto a mediano plazo debido a la economía energética obtenida al prescindirse completamente de fuentes externas. Los 29000 m2 de la Ciudad Escolar Lyon (1999) ejemplifican las ideas pro-ambientalistas de una de sus autores, la arquitecta Francoise Helene Jourda acerca de la necesidad de multiplicar la calidad ambiental urbana mediante un mayor control ambiental y energético de cada pieza significativa de ciudad, en la convicción que las mejoras urbanas y la capacidad de trascender y superar los vicios del planeamiento urbano convencional –el planning del CIAM, por ejemplo– pasan por una paciente acumulación de proyectos sustentables. El conjunto de Jourda para el Centro de Formación en Herne-Sodingen en el programa Emscher Park (1996) que pensado profundamente como una reelaboración de lo territorial y culturalmente dado, puede suponer un buen punto de inflexión en el alcance de una mirada mas ecoproyectual y menos alienada por una noción de proyecto que considera inevitable o fatal ciertas características posmodernas, como esa materialidad global del acero o los materiales sintéticos sofisticados y atópicos. El proyecto alemán aludido consistió básicamente en el ejercicio heterotópico de traslación de un fragmento del clima del sur de Francia a la región del Ruhr que, bajo una gran envolvente de madera de la región de Sauerland (una caja de 150x70x16) crea una condición espacial de sustentabilidad a favor del uso de una serie de recursos eco-energéticos, desde el metano de una mina cercana hasta la reutilización del agua de lluvia y la captación de energía fotovoltaica, con lo que el proyecto no sólo resulta energéticamente autónomo sino capaz de exportar superávits .

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Los trabajos de Emilio Ambasz hace mucho tiempo se proponen indagar en las carácterísticas ambientales de sus localizaciones y en el juego entre artificio propio del proyecto y la naturaleza del soporte que lo acoge. Asimismo hay una permanente intención de disolver la arquitectura en el paisaje, de camuflarla, como ocurre en su trabajo Nova Concordia comentado en otro lugar de este trabajo o en la Casa de Retiros de Sevilla –un diedro telón en el paisaje y unas construcciones subterráneas– o en Fukuoka (1992) –donde la arquitectura intenta desplegar o desarrollar a través de terrazas escalonadas unas plataformas contenedoras de vegetación-. Ambasz con toda una trayectoria muy coherente pero ostensible en últimos trabajos como el citado Nova Concordia , ejemplifica unas miradas crítico-analíticas que cuestionan el imperativo de la función y el rendimiento y en su caso reinstalan la cuestión central del proyecto en la temática de la sustentabilidad y su crisis actual. Ambaz desarrolló una larga práctica en que realizó textos teóricos-críticos centrales para una teoría general del diseño y también trabajos ligados al industrial design de mayor fuste empresario como el desarrollo de su asiento-concepto Vértebra para concentrar en los últimos tiempos, este variado espectro de acción en investigaciones mas centradas en la arquitectura y los paisajes territoriales. Con lo cuál este tipo de enfoque también adquiere una posible escala de actuación más territorial que estrictamente urbana y ultra-artificial. Ambasz también remitirá en estas actuaciones al tema de los paisajes operativos, el suelo inflado y ocupado, el housing inevidente, etc. Por otra parte existe la intención de trabajar aquellos temas mas lejanos de los emplazamientos naturales –como una torre de oficinas dentro del centro de una ciudad en el caso de Phoenix, una ciudad que es en si, un injerto artificial en el seno de un área desértica– evocando la complejidad y peculiaridad estética inherente a la geometría de la naturaleza, como es el caso de esa especie de roca engarzada en el tejido de la ciudad citada. La casa en Phoenix de Mohamed Al Sayed (2004) y el resort Page One (2002) del mismo arquitecto junto a Rick Joy , constituyen un par de obras del desierto que conjugan una indagación sobre tecnologías de acondicionamiento leve (como cubiertas de tela y armazones desmontables de madera que evocan las instalaciones de las tribus arábigas nómades) junto a un trabajo de optimun insertion de la menor agresividad del artefacto agregado a las condiciones del paisaje preexistente. En el caso del resort desértico del proyecto Page One, como ocurre en parte con los trabajos del chileno Germán Del Sol o los del suizo Peter Zumthor, la arquitectura incluye la selección de los sitios y el acondicionamiento elemental de éstos para generar un equipamiento o atractivo como el caso de una piscina concebida ocupando meramente una hoya natural. Bremen es otra de las ciudades europeas de porte medio que desarrollaron una política ambiental local de largo alcance: en Bremen se institituyó, por ejemplo, el ahora llamado Modelo Bremen, que es un sistema de uso cooperativo racional del transporte privado por el cuál en vez de poseer un auto propio, se tiene una acción de una sociedad que suministra el vehículo adecuado por el tiempo necesario, eliminándose por caso, el estacionamiento de los automóviles. Otra de las líneas auspiciadas por la administración municipal es la construcción de edificios públicos de uso social según un criterio de proyecto desarrollado según metodologías de participación y análisis

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aplicativo de tecnologías y tipologías locales, como ocurre en esta guardería diseñada por Peter Hübner, en que éste investigó la construcción maderera tradicional o las cubiertas vivas, que se comportan adecuadamente en términos de aislación: el resultado es una arquitectura híbrida con rasgos contemporáneos junto a la reelaboración de tradiciones técnico-proyectuales microregionales. Los trabajos de Hubner, como su Escuela en Kassel, 2202 se ocupan además de indagar en las formas participativas de diseñar y construir piezas del equipamiento público, analizando las tipologías y materiales disponibles, investigando sobre las maneras topológicas de resolver espacios de usos colectivos atento a obtener buenas prestaciones ambientales pero mas aún, artefactos compatibles con las tradiciones perceptuales y estéticas de cada lugar. Duncan Lewis proyectó su Escuela en Noruega (1999) y en relación a ese y otros proyectos indica lo siguiente: En cada proyecto y en cada fase de proyecto realizamos una aproximación sensible al contexto, de una forma análoga a la que emplearía un arqueólogo: recogida de materiales en el terreno, fotos, manipulación, etcétera; con una concepción biológica y acumulativa del paisaje. La arquitectura, como el paisaje, está formada por capas, estratos, pieles, a las que hace falta soldar la memoria. Reencontrar esta memoria y las fallas geológicas que la alimentan conduce al arquitecto a concebir cada edificio dentro de un movimiento de despliegue, de fluidez, ininterrumpido entre su anclaje a un lugar determinado y su realidad constructiva. Los proyectos que realizo recrean un juego de oscilación entre lo natural y lo construido; mediante un intercambio permanente de materia y de formas, donde lo uno no quedará nunca por encima de lo otro. No se puede hablar por tanto, ni de un camuflaje de la arquitectura por la naturaleza o el paisaje, ni de una instrumentalización de la naturaleza por parte de la arquitectura. La naturaleza no es un fondo estético o ideológico que se presenta para ornamento de la arquitectura. Los proyectos intentan establecer un diálogo entre los fenómenos y procesos de aproximación a la naturaleza, en su sentido biológico, repetitivo, cíclico y los procesos de separación de esta naturaleza. Todo es una cuestión de ida y vuelta entre lo verdadero y lo falso, entre lo legible y lo opaco, lo oculto y lo expuesto. La vegetación y el follaje de los árboles dan ritmo al proyecto, no sólo en el dibujo, en alzado, sino también en cómo se vive el edificio. Es la manifestación del tiempo: la diferencia, la variación. Lewis también desarrolló el proyecto HC Rios Operativos (2002) del cuál comenta lo que sigue:Emanando de los sistemas fluviales, la arquitectura y el paisaje se definen de tal forma que el conjunto de las propuestas quede dotado de una mayor identidad, explica Lewis este trabajo. Nuestro objetivo consiste en desarrollar conceptos que nazcan de las nuevas necesidades desarrolladas a partir de los usos artificiales y naturales del suelo basados en ideas comerciales claras. Debemos recalcar que estamos principalmente preocupados por las calidades del agua en el conjunto de Cataluña. Contrastando con la abstracción del agua, los conceptos manejados en los proyectos se basan en realidad en el almacenamiento del agua, aprovechando los tiempos de abundancia y conservando para las estaciones secas.

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La propia arquitectura forma parte del proceso de almacenamiento, utilización y transformación. El objetivo que se plantea es comenzar un nuevo proceso cualitativo adaptado a las distintas situaciones basado en la creación de un híbrido entre el programa arquitectónico y el nuevo paisaje. Los edificios se integrarán con y surgirán de los cursos fluviales fundiéndose así con el entorno natural. Las estructuras se construirán de manera que contengan patrones flexibles o permanentes que los integren con las estructuras existentes y con los nuevos entornos. Las estrategias propuestas varían entre la integración, la señalización del territorio, la flexibilidad y el disimulo. Lewis también desarrolló unas viviendas en Mulhouse (2000) de las que comenta que El proyecto de Mulhouse se nutre de las cualidades urbanas existentes en la ciudad, de su ambiente más inmediato y de su espontáneo vocabulario. Se define como una modificación de la forma urbana ya existente, mediante un doble movimiento simultáneo: por un lado se parte del entorno para ir hacia el centro y por otro, el proyecto parte del interior y se extiende hacia el exterior. En este proyecto se ha considerado el cien por cien de la parcela como hábitat/marco de actuación. Otra idea fundamental es que las viviendas no terminan en los muros, en nuestra propuesta las viviendas se extienden y contaminan la vecindad y a la inversa, de esta forma los límites entre lo natural y lo construido se borran. Lo vegetal absorbe lo construido y el habitante dibuja una geografía no programada, el asfalto se infiltra en el ecosistema dejando de ser un límite duro, una densidad se instala alrededor de un vacío interior, una interioridad se dibuja mientras el paisaje vertical se construye con el tiempo. Los volúmenes vegetales que envuelven las fachadas se deslizan entre los intersticios, por encima de las cubiertas, transformándolas en lugares para vivir. Es un proyecto que crece y se construye a través del tiempo y que los propios habitantes irán completando con sus intervenciones. La sociedad Francois&Lewis desarrolló varios proyectos en Jupilles tales como una Estación depuradora (1999) , viviendas (1998) y el conjunto llamado Casa Pueblo (1995) . Así como en las investigaciones del housing contemporáneo – como material y procesualidad más significativamente operativos en la dinámica del paisaje, incluso rearticulando antiguas dicotomías entre ciudad y territorio –incluyen perspectivas endógenas (como la investigación antropocultural acerca de las fenetres habitées de Raul Diner o los trabajos de los cortes a modo de historiasclínicas de la Escuela de Lausanne y el concepto de sección mixta en Njiric&Nijric), también se despliegan como en el caso del pequeño conjunto vacacional de Francois&Lewis en Jupilles, aportes ligados, en un sentido a disolver y minimizar la caja habitable, y en otro orden complementario, en disponer esas piezas reducidas en un determinado territorio natural (relieve, vegetación, hiddrología, paisaje) con el cuál deben establecerse nuevas relaciones –de eso trataría el problema de proyectar– en las cuáles la artificialidad reducida de lo artefactual arquitectónica entre a manipularse de modo equivalente a los demás materiales naturales, por ejemplo, siguiendo líneas de fractura biótica o dominios paisajísticos en la colocación-imbricación de lo exógeno artificial en lo endógeno natural. Las viviendas de Lewis en (2001) son explicadas asi por su autor: En el proyecto de Obernai, el juego interpretativo del sistema territorio/arquitectura es

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potenciado por la dinámica visual establecida entre el edificio y su extensión en el contexto. Como es de esperar, los paneles vegetales con un valor tonal muy similar al existente en el territorio circundante provocan una alteración perceptiva entre el primer plano y el fondo. De igual forma, la fachada efectúa un juego complejo con nuestras expectativas convencionales de la arquitectura, porque desde ciertos puntos de vista los paneles definen el límite de la forma arquitectónica, pero desde otros, aparecen como fragmentos desprendidos de la edificación. Desde ciertos ángulos oblicuos la fachada aparece como una masa vegetal que se refleja sobre una superficie especular; como si se tratase de paneles de vidrio que reflejan el paisaje y fragmentos de paisaje que se reflejan entre los distintos volúmenes. Para el proyecto de las viviendas proyectadas para Valencia (1999) Lewis hace estas explicaciones: La parcela en la que se nos plantea actuar está situada al noroeste de Valencia, en una de las bolsas de huerta acechadas por el crecimiento de la ciudad. Es un prisma de naranjos rodeado por un mosaico de diferentes cultivos, que hasta el momento han persistido por su capacidad económica. Pero ahora con el nuevo concepto de rurbanización empezaremos a entenderlos no por su valor económico sino como elementos con múltiples cualidades y posibilidades que compartir con los ciudadanos. De la misma forma que un solo labrador trabaja toda la parcela de cultivo, tomamos toda la parcela como unidad de extrusión. Para conseguir la máxima superficie de interacción con la huerta se ha optado por multiplicar el solar de naranjos en altura extrusionándolo, las viviendas y demás ambientes sociales convivirán con ellos, aprovechando su sombra, su presencia, sus naranjas, su aroma de azahar. Mediante el proceso de extrusión analizamos y elegimos las características que nos serán más útiles para incorporarlas en el marco del hábitat social. En este edificio se ha proyectado un sistema de fachada que trabaja a modo de dermis, porque permite crear un filtro móvil entre el volumen de viviendas-naranjos y el propio exterior, de esta forma el ambiente interior permite ser controlado a modo de invernadero. Gracias a este sistema de membrana agrícola se favorece el cultivo de naranjos en los niveles más altos. Esta piel también será un filtro de intimidad para las propias viviendas, ya que todas las fachadas acristaladas estarán protegidas por este mismo cortinaje. En el caso del proyecto destinado a espacio museístico llamado Green Gorgon y pensado para unas áreas de humedales del frente lacustre de Lausanne (2005) su autor, el francés Francois Roche, apunta lo siguiente, en la memoria de presentación del mismo: Entrelazado como un rizoma, en continuo crecimiento como un yacimiento de coral y enredado como los bichos-palo formando un enjambre refiere Roche en sus escritos sobre este trabajo. La disposición geométrica del proyecto favorece la diversidad de la colección y permite su distribución y redistribución. Lo más importante es destacar que esta maraña tridimensional es la herramienta estructural que permite acomodar los distintos horarios del museo. Numerosos filamentos crean un circuito oculto que se inclina y se mantiene suspendido entre los distintos niveles y horarios. La forma del museo se basa en la coqueta representación. Es a la vez un tobogán, una casa encantada y un palacio de hielo donde uno pierde cualquier noción del espacio.

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Es una curiosidad que liga la dimensión popular del lugar con un parque de atracciones. Pero el museo es también una herramienta de trabajo: una herramienta para la meditación, la sensación y el descubrimiento puesta a disposición de las distribuciones, los cambios y el envolver y desenvolver de la realidad cognitiva y de la discursividad. Naturaleza o naturalezas... Más un paisaje que un urbanismo; más un bosque que arquitectura. El proyecto juega con sus distintas naturalezas. La maleza que se transforma en los bosques del lugar y que es entonces habitada por animales, como en un mundo anfibio que se ha emancipado del agua, apareciendo de forma libre y espontánea. Naturaleza urbana de alineaciones, plazas, parques y jardines, de un organismo vivo sometido a las distintas composiciones de un sistema urbano. Naturaleza artificial de la epidermis verde que envuelve el edificio, una especie de piel biodinámica (particiones vegetales verticales sobre substratos micro-regados de forma independiente). Más allá de la fusión y confusión que genera con el entorno natural, ofrece la ventaja, como nuevo material arquitectónico, de filtrar la contaminación ambiental y de purificar la atmósfera. Naturaleza encantada (sortilegios malignos, encantamientos y otros miedos infantiles), podemos acceder a los jardines aun cuando el museo se encuentra cerrado. Reconocer estas naturalezas diversas producirá las formas de entretejer los variados estados del territorio (por ejemplo, las ferias, las piscinas, los lagos, los bosques, etcétera). En relación a la Casa Barak (1999) Roche plantea el siguiente discurso para situar las condiciones reflexivas que alimentan ese trabajo: Escenario: Exageración del paisaje a modo de un nuevo pliegue geológico que permita camuflar del edificio. Diseño de una vivienda como si de una capa compartida de roca solevantada sobre una pared pétrea preexistente en el medio del campo se tratara. Empleo de los métodos constructivos propios de las tiendas de campaña para materializar un elemento de protección climática dentro del cual se desarrollan los espacios habitables. Para el proyecto MAC Bankok (2002) Roche apunta el siguiente comentario: Escenario: Diseño de un relieve caótico cuyo cálculo se basa en el movimiento aleatorio de partículas, ofreciendo el aspecto de un ectoplasma gris puro bajo la iluminación gris del cielo de Bangkok. El edificio captura el polvo atmosférico de la ciudad sobre una superficie construida con una celosía de aluminio que emplea un sistema electrostático (100000 voltios e intensidad de corriente nula). Se lleva al límite el diseño del ambiente esquizofrénico que queda entre el interior (cubos blancos y laberintos diseñados con geometría euclídea) y el exterior (relieve polvoriento de una geometría topológica); se emplea esta protección solar monolítica, esta interfaz, como sala de exposición interior/exterior. Y en relación a la sucesión de proyectos de Roche integrados por el Museo de Soweto (1992) , Fractal City, Rotterdam (1988) , Casa de Los Arboles (1998) , Granja en Evolene (1999) , Aqua Alta, Venecia (2001) , Torre Paris (2003) e Hybrid Muscle, Thailand (2003) éste ofrece una caracterización sintética y sistémica de los mismos empezando por comentar el proyecto de energía animal de Tailandia: Escenario: Construcción de un motor animal movido por la

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energía muscular de un paquidermo. Almacenaje de la energía mecánica a través de la elevación de un contrapeso de acero de dos toneladas. Transformación de la energía mecánica en energía eléctrica. La máquina tiene la capacidad suficiente para hacer funcionar diez bombillas convencionales, un ordenador portátil y teléfonos móviles. Ventilación natural a través de la vibración de las capas de fachada construidas con láminas de elastómero que trabajan de la misma forma que los alojamientos temporales hechos con hojas de teca. Postscript, 2003: Un bufalo albino sustituyó al elefante (el suelo del campo de arroz resultaba demasiado frágil para un paquidermo). El sistema de contrapeso se redujo a tres toneladas en una única localización por razones de seguridad. Debido a problemas presupuestarios se abandonó el sistema neumático para el movimiento de las láminas plásticas de fachada. El proyecto ya no es el resultado de proyecciones abstractas, sino una distorsión de lo real. La página en blanco y la pantalla vacía no tienen razón de ser. Este software necesita un cuerpo, una matriz física genérica. La piel de la imagen fotográfica, cartográfica se transforma y sufre una metamorfosis por aspiración (aspiration en Aqua Alta ), por escarificación (scrambling en la Granja Evolene), por inundación (overflow en el Restaurante en Japón ), por extrusión y contracción (Casa Tave y Museo Maido en Isla Reunión), por pliegues (Museo Soweto en Sudáfrica), por pilosidad creciente (growing pilosity, en la Torre en Paris), por territorios compartidos (shearing Territory, en la Casa Barak en Francia ). Los píxeles, elementos fractales de la realidad, se recolocan a través de una serie de mutaciones genéticas. El contexto ya no es idealizado, conceptualizado o historizado, es el sustrato de su propia transformación. Ésta es una diferencia política. El instrumento virtual se vuelve, paradójicamente, un principio de realidad. Recurriendo a referencias de la iniciativa TalentosDesign, que todos los años promueve la Fundación del Banco Santander para el ámbito iberoamericano, algunas propuestas de la última convocatoria realizada bajo la etiqueta de diseño sustentable, ofrecen indicios de tendencias de nuevos ecoproyectos pensados por diseñadores muy noveles, incluso estudiantes, en territorios de cruce entre acciones ligadas al diseño alternativo de objetos, reflexiones vinculadas a desarrollos críticos del arte conceptual contemporáneo y planteos muy cercanos a la fenomenología de lo cotidiano y popular. Flor Ortiz por caso, presenta su propuesta Domestyclade, que plantea la utilización de guantes de goma de uso doméstico eventualmente en desuso como materia prima para el desarrollo de joyas o adornos personales sui generis, donde lo que importa es el trabajo efectuado sobre tal materia prima de materiales a reciclarse. Lo mismo ocurre en el proyecto Atar Chair, en la línea de los diseños de reutilización de desechos de los paulistanos hermanos Campana, en este caso usando tiras de goma provenientes de neumáticos desechados para ser usadas como base de urdimbres laxas susceptibles de constituir una singular pieza de mobiliario. En el proyecto Dermis se utilizan asimismo retazos de gomas y plásticos reciclados para en analogía con las lamas o escamas del follaje vegetal generar unas superficies mórbidas de elementos superpuestos que

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rememoran, desde su título, la generación de una piel artificial, yendo mas allá de los procedimientos convencionales del arte textil. También ocurre algo parecido con las propuestas de diseño de indumentarias basadas en la investigación del potencial de nuevos materiales de laboratorio como la celulosa bacterial . Y otro tanto se daría con las propuestas de diseño de elementos de vajillas o contenedores descartables trabajados con el llamado papel semental , componente orgánico que permite que luego del uso, la pieza pueda ser picada y mezclada con tierra ya que su origen orgánico biodegradable permite su rápida disolución y reducción a residuo cero. Y lo mismo, aunque en este caso no exento de cierta reflexión sobre el tratamiento naturalizado de los muertos y casi apelando a revisar tradiciones mas simbólicas con las ceremonias atinentes al tratamiento de los cadáveres, la propuesta llamada Ataúd Capullo no sólo trabaja con la noción de disolución orgánica de cuerpo y envoltorio en los enterratorios en base al uso de materiales como la palma, el yute y el algodón en un diseño que admite los rituales habituales de occidente –como el velorio o el transporte a mano de los cuerpos hasta su deposición- sino que asimismo se plantea las metáforas del enrrollado y abrigo y la poética reminiscente de un capullo vegetal o nido animal, simbólicas posibles de continuidad de vida dentro de la concepción del ciclo continuo de materia y energía. i Algo de este programa crítico-expositivo acerca de problemas sociales y posibles aportes disciplinares a sus soluciones se esboza en mi libro justamente llamado Mundo Diseñado. Para una teoría crítica del proyecto total, Editorial UNL, Santa Fé, Argentina, 2011 en cuyos diversos ensayos se abordan cuestiones tales como la crisis ambiental y de sustentabilidad y las nuevas perspectivas de los instrumentos clásicos del plan y el proyecto para atender dimensiones de la necesidad social del diseño. ii Bruno Latour desarrolla el tema de las relaciones entre los humanos y los no-humanos (y también el de la superación o cancelación de las diferencias entre mundo natural y mundo cultural, cuya pérdida de identidad ha dado paso a mezclas o mundos únicamente híbridos) en varios de sus libros pero puede encontrarse una buena síntesis en el ensayo Un colectivo de humanos y no-humanos. Un recorrido por el laberinto de Dédalo, que es el capítulo 6 del libro La esperanza de Pandora. Ensayos sobre la realidad de los estudios de la ciencia, Editorial Gedisa, Barcelona, 2001, pp. 208-257.Allí se plantea la diferencia entre episteme (camino recto de la ciencia) y metis (sendero tortuoso de las habilidades del técnico) marcando que tanto Dédalo – el ingeniero- como Odiseo, llamado polimetes o el multi-técnico, participan de la mitología desde el costado oscuro de la misma. En su desarrollo Latour define y explica acerca de las mediacionestécnicas (interferencia, composición, pliegue espacio-temporal, cajanegrización reversible) y sobre lo que llama pragmatogonía que sería indagar el origen mítico de las cosas de una manera simétrica a las cosmogonías, que describe como un camino de 11 estaciones que va ascendiendo en la explicación del mundo contemporáneo, saltando de lo humano a lo no-humano. Sería quizá uno de los mejores textos para ayudar a construir una teoría general- crítica y utópica- de los diseños. iii Traducido al español como Diseño y Delito y otras diatribas, Editorial Akal, Madrid, 2004. La edición original en la londinense Verso es de 2002. Ver en particular el ensayo llamado Diseño y Delito, pp. 13-26.

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ivLos capítulos 1,2,4 y 7 se incluyen en el libro en curso de edición denominado Descripción Lógica del Proyecto que editará próximamente la FAPyD-UNR junto a Nobuko. v Tramos de este capítulo forman parte de mi libro Inteligencia Proyectual. Un manual de inestigación en Arquitectura, UAI-Teseo, Buenos Aires, 2013. vi Austin, J., Cómo hacer cosas con palabras: Palabras y acciones, Paidós, Barcelona, 1982. viiMartí Aris, C., Las variaciones de la identidad. Ensayo sobre el tipo en arquitectura, Del Serbal, Barcelona, 1993. viii Sucher, D., City Comforts. How to builds an urban village ,Social Science, Seattle, 2003. ix Tales como el de McCamant-Durrett-Hertzman, Cohousing: A Contemporary Approach to Housing Ourselves , Ten Speed Press, 1994. x Farrell, T., Manifesto for London, desarrollo de 20 proyectos como proposiciones problem-solving, The Architectural Rewiew 1327, Londres, 2007 xi Bergold, B. (editor), Rising Currents: Projects for New York´s waterfront, MoMa, New York, 2011. xii Ver al respecto, Fernández, R., Lógicas del Proyecto, Concentra, Buenos Aires, 2010 xiii Veáse al respecto el libro de Olalquiaga, C., El reino artificial. Sobre la experiencia kitsch, Gili, Barcelona, 2007 xiv Como Wölfflin, H.,Conceptos Fundamentales de la Historia del Arte, Espasa Calpe , Madrid, 2007 original de 1915. xv Por ejemplo en el texto de Bourriaud, N., Postproducción, A.Hidalgo, Buenos Aires, 2009. xvi Borchers, J., Institución Arquitectónica ; Metarquitectura, Andres Bello, Santiago, 1968. xvii Rudofsky, B., Architecture without Architects:A Short Introduction to Non-pedigreed Architecture ,1964. Originalmente fue una muestra que seexhibió en 120 sitios y de la cuál se hizo un celebrado catálogo. xviii Rapaport, A., Vivienda y Cultura, Gili, Barcelona, 1972. xix Como lo indica Foster, H., en su Diseño y Delito, Akal, Madrid, 2008 xx Blundell Jones, P. , Peter Hübner: Building as a Social Process, Axel Menges, Stuttgart, 2007. xxi Duchamp, M. Escritos, curados por José Jiménez, Galaxia Gutemberg, Madrid, 2012. xxii De cuyo primer medio centenar hay una edición antológica bajo el título Formas Leves, Epígrafe, Lima, 2005 y una completa recopilación de 123 ensayos en Ilusiones Opticas, Concentra, Buenos Aires, 2013. xxiii Guasch, A., Arte y Archivo, 1920-2010. Genealogías, tipologías y discontinuidades, Akal,Madrid, 2011. xxiv Didi-Huberman, G., La imagen superviviente. Historia del arte y tiempo de fantasmas según Aby Warburg, Abada, 2011; Atlas:Como llevar el mundo a cuestas?, libro-catálogo de la muestra sobre Warburg, Centro Reina Sofia, 2010 xxv Schumacher, T., Il Danteum di Terragni.1938, Officina Edizioni, Roma, 1980. xxvi Venezia, F., Architettura e scultura, texto incluído en La Torre d´Ombre o l´architettura delle apparenze reali, Fiorentino, Napoli, 1987 xxvii Ravetz, J.- Funtowicz, S., La ciencia posnormal. Ciencia con la gente, Icaria, Barcelona, 2000. Hay una edición por CEAL, Buenos Aires, 1993 xxviii Latour, B., La esperanza de Pandora. Ensayos sobre la realidad de los estudios de la ciencia, Gedisa, Barcelona, 2001. xxix Una versión preliminar de este capítulo se publicó en la revista Ciudades, 17, Instituto de Urbanística de Valladolid, 2014, bajo el título Información versus Corporalidad.

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xxx Barthes, R., Como vivir juntos: simulaciones novelescas de algunos espacios cotidianos, Siglo XXI, Buenos Aires, 2003. La primera parte de este texto recopila las notas del seminario de Barthes en el College de France dictado en 1977 y como lo explica Eric Marty, uno de los prologistas, son las notas escritas de Barthes a partir de la cuál dictaba sus clases, es decir, no son escritura (pública) ni discurso (como transcripción de oralidad) y están organizadas según el principio alfabético ( achedia, anahoresis, athos…) agrupando reflexiones y referencias y dando cuerpo a una red indeterminada de relaciones; por tanto el libro se puede leer de cualquier manera. xxxi Sloterdijk, P., Extrañamiento del mundo, Pre-textos, Valencia, 2001. La metoikesis o cambio de la morada del alma se presenta como dis-posición a ser-otro como consecuencia de un extrañamiento, sea en el desierto o la nada-habitativa, sea en el áscesis brahmánico, budista o gnóstico, sea en la in-mersión en la música autónoma o pura. xxxii Sennett, R., El declive del hombre público, Ediciones 62, Barcelona, 2002 (el original deeste texto es Knopf, Nueva York, 1974) y junto con el anterior Vida Urbana e identidad personal (Knopf, 1970), Ediciones 62, Barcelona, 2001 constituyen el mejor aporte sennettiano al análisis socio-histórico de la declinación de lo público en la vida urbana, el primero cotejando el declive que ata la creación de la Paris barroca prerrevolucionaria con sus críticas político-filosóficas (Rousseau) y la llegada a la ciudad decimonónica descripta sobre todo por los padres del roman moderne (Balzac) y el segundo arancando de Haussmann para debatir sobre la creación y transformación/extinción de la idea de comunidad, tanto como sedimento de socialidad urbana posible cuanto como paulatina pérdida de formas colectivas reguladas desde lo psicosocial y no desde lo normativo. xxxiii Sennett, R., El declive…, op.cit. nota precedente, pp.129-130. xxxiv McLuhan, M.- Fiore, Q., The Medium is the Massage. An Inventory of Effects, Bantam. Nueva York, 1967. xxxv Stearn, E.S. et al, McLuhan: Caliente& Frío, Sudamericana, Buenos Aires, 1973. La edición original es de 1967. En el envio del texto McLuhan cita al pensador católico (MMcL también lo era) Jacques Ellul quién más de una década antes destruye el optimismo neocapitalista de la democracia comunicacional de Habermas: La propaganda comienza cuando el diálogo concluye. xxxvi Davis, M., Cidade de Quartzo. Escavando o futuro em Los Angeles, Boitempo, Sao Paulo, 2009. El original es de Verso, Londres, 1990. Casi una década después de este estudio, dominado por el análisis de las contradicciones históricamente legibles entre actores y acciones o proyectos, Davis editó su The Ecology of Fear: Los Angeles and the Imagination of Disaster, Metropolitan, Nueva York, 1998. xxxviiCalasso, R., La folie Baudelaire , Anagrama, Barcelona, 2011. xxxviii Frisby, D., Paisajes urbanos de la modernidad. Exploraciones críticas, Prometeo-UNQ, Buenos Aires, 2007. Este libro póstumo del sociólogo de Glasgow, resume su enfoque de fragmentariedad de lo moderno y ordena el análisis alrededor de Simmel, a quién le había dedicado esudios detallados y traducido sus obras. xxxix Sorkin, M. (ed.), Variations on a Theme Park, H&W+FS&G, Nueva York, 1992, traducido al español como Variaciones sobre los parques temáticos. La nueva ciudad americana y el fin del espacio público, Gili, Barcelona, 2004 (es frecuente encontrar estos atrasos de mas de 10 años entre una versión y otra, el record lo tienen los célebres libros de Koolhaas y McHarg). La producción casi aforística de Sorkin se dispersa en numerosos libros, entre ellos Some Assembly Required, UMP, Mineapolis, 2001 y Twenty minutes in Manhatan, Reaktion, Londres, 2009. xlJacobs, J., Edge of Empire. Postcolonialism and the City, Routledge, Londres, 1996 xli García Canclini, N., Consumidores y ciudadanos. Conflictos multiculturales de la globalización, Grijalbo, México, 1995. En sucesivos estudios posteriores a éste su autor continuó describiendo la decadencia de la ciudad física y funcional y el crecimiento puro y duro de la pobreza, fuera de todo color local eventualmente

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rentable como others locations ya sea rodando films o vendiendo experiencias diferentes a neo-turistas(como los que hacen tours severamente protegidos por Rocinha, la favela mas antigua de Rio que además posee un McDonald). xlii Virno, P., Gramática de la Multitud, parte 4, 10 Tesis sobre la multitud y el capitalismo posfordista, Traficantes de Sueños. Madrid, 2003, p. 101. xliii Wacquant, L., Los condenados de la ciudad. Ghettos, Periferias y Estado, Siglo XXI, Buenos Aires, 1999. xliv Información proveniente del periódico La Prensa, La Paz, 17 de Julio de 2012. xlv Veáse como referencia básica de este trabajo, mi libro El proyecto final. Notas sobre las lógicas proyectuales de la arquitectura al final de la modernidad, Editorial Dos Puntos, Montevideo, 2000. Los estudios que enfocamos en el presente trabajo renuevan y reordenan materiales de aquél, cuya vigencia teórica nos parece que se sostiene aunque ahora pretendemos verificar algunos de sus conceptos básicos en relación a una producción proyectual mas diversa y reciente que la entonces presentada. xlvi Estudiamos estos aspectos en dos textos que todavía permanecen inéditos; el primero denominado Después de la posmodernidad, fruto de unas investigaciones concluídas en 2002 y el segundo Crítica ambiental del proyecto, material de la tesis de mi Doctorado de Arquitectura adquirido en la Universidad de Buenos Aires en 2006. El primer texto introduce la perspectiva de revisar las lógicas proyectuales de nuestro primer libro citado en la nota anterior según unas nuevas macrocategorías de análisis – la comunicación , la sustentabilidad y la productividad – que se hacen imperativas en la política y cultura contemporáneas en torno del cambio de siglo y el segundo introduce la hipótesis de cómo la categoría citada de la sustentabilidad (o mas bien: su crisis y entrada en la escena del pensamiento crítico contemporáneo como una frontera infranqueable de la ilusión de desarrollo infinito: por tanto casi una lápida para la ideología utópica de la modernidad) estaría presionando acerca de la vigencia histórica del concepto mismo de proyecto, haciendo ostensible su agotamiento histórico y estableciendo demandas teóricas acerca de un futuro posproyectual que ponga en el foco el modo de contribuir –ecoproyectualmente– a una moderación o reversión de esa crisis de sustentabilidad. Es importante aquí en cualquier caso, deslindar la finitud de un modo técnico preciso de practicar y teorizar el proyecto (ese que se inicia en el Renacimiento) de un saber proyectual nuevo que sin agotar la posibilidad misma del modus intelectual de la proyectación –la voluntad prefigurativa del ver antes y de participar en la proposición de futuros artificiales– se proponga reinstalar la teoría y práctica proyectual en el contexto de una nueva situación cultural histórica. xlviiBaudrillard, J. y Nouvel, J.,Los objetos singulares.Arquitectura y Filosofía, Editorial CFE, B. Aires, 2001. xlviiiDeleuze, G.,Lógica del sentido, Editorial Paidós, Barcelona, 1994 ( el original francés es de 1969). Alli propondrá que la multiplicidad de sentidos ( como significaciones y motivos ) proveería a una complejidad significante de la lógica mucho mas allá que su reductividad silogística o aun de la aparente infinitud de las múltiples combinaciones de figuras retóricas. Mas allá pués del estatuto onto-lógico, Deleuze propone una diseminación de sentidos que organizan una idea mas polisémica de lógica, con el giro que proveen nociones como el fantasma o el acontecimiento. xlixBatjin, M.,La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento. El contexto de Francois Rabelais, Editorial Alianza, Buenos Aires, 1994. También puede verse en un sentido semejante, el estudio emprendido por Burucúa, J., en su libro Corderos y elefantes. La sacralidad y la risa en la modernidad clásica-siglos XV a XVII-, Editorial Miño y Dávila, Buenos Aires, 2001. lFoucault, M.,Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas, Editorial Siglo XXI, México, 1968.

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li Grassi, G.,Architettura, lingua morta, Editorial Electa, Milán, 1988, ensayos Questioni di progettazione, pp. 23-33 y Architettura, lingua morta, pp. 129-141. lii Monestiroli, A., La Arquitectura de la Realidad, Ediciones Del Serbal, Barcelona , 1993. liii Martí Aris, C.,Las variaciones de la identidad, Ediciones del Serbal, Barcelona, 1993, capítulo 1, La ideade tipo como fundamento epistemológico de la arquitectura, pp. 15-49. livCuller, J.,Sobre la deconstrucción. Teoría y crítica después del estructuralismo, Editorial Cátedra, Madrid, 1988. A mi juicio una de las mejores y comprensibles síntesis del pensamiento derridiano y sus posibles aplicaciones crítico-analíticas, que testimonia además el efecto notable del pensador francés entre los scholars americanos, que es donde en verdad se internacionalizó la mirada deconstructivista. lv Los textos arquitectónicos de Derrida están agrupados en su antología , No escribo sin luz artificial, Editorial Cuatro, Valladolid, 1999 y son respectivamente los capítulos 11 – La metáfora arquitectónica -, 12 – Cambios de escala – y 13 – Dispersión de voces -. lvide Man, P., El concepto de ironía, ensayo incluído en su antología La ideología estética, Editorial Cátedra, Madrid, 1988, pp. 231-260. lvii Zaera Polo, A.,Una conversación con Peter Eisenman, reportaje inserto en la revista El Croquis, 82, Madrid, 1997. lviiiEisenman, P., Procesos de lo intersticial, ensayo en revista El Croquis, op. cit. nota precedente. lix Calabrese, O., Neobarroco, ensayo en la antología a cargo de Jarauta, F.,Otra mirada sobre la época, Editorial Yebra, Murcia, 1994. lx Quisiera dejar sentado de paso, la relevancia que suele otorgarse a la lógica barroca (o neobarroca) dentro de la cultura americana, situando ésta dominantemente, en un campo de hibridez y mestizaje que funden dentro del paradigma barroco (a la manera de la presentación de Calabrese) distintas experiencias derivadas dela fusión colonial y las preexistencias precolombinas, como lo plantearon entre otros, Sarduy, S.,Barroco, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1974 o Lezama Lima, L.,La expresión americana, Editorial Alianza, Madrid, 1969. Otro texto significativo de este orden, en este caso destacando la vigencia contemporánea del modus cultural barroco en América es el de Chiampi, I.,Barroco y modernidad, Editorial FCE, México, 2000. lxiAdorno, T.W.,Teoría Estética, Editorial Orbis-Hyspamérica, Madrid, 1983. lxii Deleuze, G.,Lógica del sentido, Editorial Paidós, Barcelona, 1990. lxiii Bachelard, G.,La poética del espacio, Editorial FCE, 1965. lxiv Un conjunto notable de ensayos acerca de una articulación entre el pensamiento freudiano y la producción de sentido artístico-comunicacional, en el orden de las ideas sostenidas en este apartado, en Lyotard, J.F.,Discurso, figura, Editorial G. Gili, Barcelona, 1979. lxvDalí, S.,El mito trágico del “Angelus” de Millet, Editorial Tusquets, Barcelona, 1989. lxvi Veáse el libro de Doblado, J.C. (ed.), En Concreto, Edición AAL, Lima, 2012, que presenta una selección de una veintena de obras latinoamericanas bajo la hipótesis de cierta identidad proyectual y cultural específica asociada a su formalización en hormigón y en las cualidades y posibilidades expresivas que esa tecnología conlleva. En mi prólogo a ese libro -Materialismo Poético- se explora la posibilidad de caracterizar cierta singularidad formalizante que tal muestra exhibe respecto de modalidades de proyecto locales en la escena de la marginalia. lxvii Tomás Maldonado en su ensayo E L´Architettura un testo? – conferencia pronunciadaen Columbia en 1989 e incluída en su libro Tre Lezione Americane, Feltrinelli, Milán, 1989 se pronuncia drásticamente en contra de esta posibilidad y critica duramente los intentosde Derrida de incluir la posible escrituralidad de la arquitectura dentro de su fantasmática gramatología, una especie de intento de

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delimitar la actividad multitextual de la cultura de la opresión del logocentrismo o el poder de la palabra. lxviii El texto fundamental de Habermas, J., en esta cuestión es Teoría de la acción comunicativa, Editorial Taurus, Madrid, 1989, dos volúmenes. El capítulo redactado por Joas, H., Interaccionismo simbólico, incluído en Giddens, A. y. Turner, J., (eds.), La teoría social hoy, Editorial CNCA-Alianza, México, 1990, es un buen resumen de las corrientes sociológicas que organizan en la vía habermasiana, una interpretación de lo social según los términos de la comunicación interpersonal e intercolectiva (o interinstitucional). lxixLuhmann, N., en conjunto con De Georgi, R.,Teoría de la Sociedad, Edición de la Universidad Iberoamericana, Guadalajara, México, 1993. La posición de Luhmann es la más radical en el sentido de señalar que lo social no es sino comunicación e interacciones de lenguaje entre sujetos y estructuras, dándole a este análisis un tenor sistémico (un sistema no sería sino un circuito complejo de flujos de información). Entiendo que la teoría social luhmanniana cuando establece no sólo que todo lo social implica transaccciones comunicacionales-informacionales sino además que lo social como praxis implica procesamiento de sentidos, confluye plenamente con la teoría de la arquitectura presentada en estos estudios como un plexo de lógicas cuya diferencialidad (y acoplamientos) se sitúan precisamente en alternativas de procesamiento de sentido. lxx Un resumen de las ideas mcluhanianas consta en Stearn, G., (ed.), McLuhan. Caliente & Frío, Editorial Sudamericana, B.Aires, 1973, donde figura un ensayo del propio McLuhan, Donde la mano del hombre nunca hizo pie, pp. 155-160. lxxiWolfe, T.,Supongamos que es lo que parece, ensayo inserto en la antología citada en la nota precedente, pp. 38-63. lxxiiVenturi, R., y Scott Brown, D., Un significado para los A&P o Aprendiendo de Las Vegas, ensayo incluído en su antología Aprendiendo de todas las cosas, Editorial Tusquets, Barcelona, 1971, pp. 29-53. lxxiii Editado por el MOMA neoyorquino en 1966 con un laudatorio prólogo de Vincent Scully y traducido al español en la edición de Gili , Barcelona, 1972. lxxiv Rois, J.M., Techos que saben volar, artículo en revista Modos del Proyecto, 2, Buenos Aires, 2012. lxxvHeidegger, M., Construir, Habitar, Pensar, ensayo incluído en Heidegger, M., Conferencias y Artículos, Ediciones del Serbal, Barcelona, 1994. lxxviBarthes, R.,La actividad estructuralista, ensayo incluído en Ensayos Críticos, Editorial Seix Barral, Barcelona, 1966, pp. 225-232. lxxviiFoucault, M.,Debate con los historiadores, diálogo en El dicurso del poder, Editorial Folios, México, 1983, pp. 255-262. lxxviiiDeleuze, G.- Guattari, F.,Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, Editorial Pre-textos, Valencia, 1988; Qué es la filosofía?, Editorial Anagrama, Barcelona, 1993. lxxixSloterdijk, P.,En el mismo barco, Editorial Siruela, Madrid, 1994; Extrañamiento del mundo, Editorial Pre-textos, Valencia, 1998 y Eurotaoísmo, Editorial Seix Barral, Barcelona, 2001. lxxx Serres, M., El paso del noroeste, Editorial Debate, Barcelona, 1992. lxxxiMerleau Ponty, M., Fenomenología de la percepción, Editorial Planeta-Agostini, Madrid, 1989. lxxxiiDebord, G.et al, La creación abierta y sus enemigos. Textos situacionistas de arte y urbanismo, Editorial La Piqueta, Madrid, 1977. lxxxiii Veáse el artículo de Beltrán, F. y Yemail, A., La forma de la información en arquitectura, en revista Signo y Pensamiento49, volumen xxv, Bogotá, 2006.

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lxxxiv Vattimo, G., Posmodernidad, tecnología, ontología, ensayo incluído en Jarauta, F., Otra mirada sobre la época, Editorial Yebra, Murcia, 1994. lxxxvBroncano, F.,Las bases pragmáticas de la racionalidad tecnológica, ensayo en revista Anthropos, 94-5, Barcelona, 1989. lxxxvi Fernández Galiano, L., El fuego y la memoria, Editorial Alianza, Madrid, 1991. lxxxviiParicio, I., Arquitecturas high-tech. Entre la alta costura y la alta competición, ensayo en revista Arquitectura Viva, 4, Madrid, 1989. lxxxviii Serres, M., Espacio local, fragmento del libro Atlas, Editorial Cátedra, Madrid, 1995, pp. 39-58. lxxxixFu Tuan, Y.,Topophilia. A study of environmental perception, attitudes and values, Editorial Prentice-Hall, Englewood Cliffs, New Jersey, 1974. xcBerman, M., Todo lo sólido se desvanece en el aire, Editorial Siglo XXI, Madrid, 1990. xciSolá Morales, I., Presente y futuro. La arquitectura en las ciudades, ponencia central del XIX Congreso de la UIA, Barcelona, 1996. Incluído en el catálogo de la muestra de referencia, pp. 10-23. xciiSolá Morales, I., Territorio construído, ensayo en revista Arquitectura Viva, 35, Madrid, 1994, pp. 31-7. xciii Algo de este enfoque, lo hemos desarrollado acerca de la probabilidad de una condición contextual-regional de la arquitectura y urbanismo latinoamericano en varios trabajos previos, a saber: Desierto y selva. Abstracción y deseo, ensayo en revista Zodiac 8, Milán, 1995; El laboratorio americano, Editorial Biblioteca Nueva, Madrid, 1998 y Derivas. Culturas de la arquitectura en la posurbanidad, Editorial de la Universidad del Litoral, Santa Fé, 2000. xcivLefaibvre, L., Otro realismo sucio, ensayo en revista Arquitectura Viva, 3, Madrid, 1988, pp. 9-15. xcv Una aportación singular al tema del realismo sucio es la que desarrolla Jameson, F., en su ensayo Las restricciones del postmodernismo, incluído como parte III en su libro Las semillas del tiempo, Editorial Trotta, Madrid, 2000, pp. 115-174. Este largo ensayo, dicho sea de paso, propone un intento de cartografiado del presente proyectual, pero armado no desde el interior de la teoría arquitectónica (ni de sus reductos disciplinares) sino desde la perspectiva de los estudios culturales sesgados por una ideología neomarxista, no necesariamente anti-posmoderna. La virtud de Jameson es utilizar la arquitectura (o algunos de sus objetos referenciales más complejos, como algunas obras de Koolhaas, Ando o Esisenman), al igual que el cine –que aborda en otro libro fundamental (The geopolitical aesthetic. Cinema and space in the world system, 1992, hay traducción española de E. Paidós)- como un campo susceptible de tematizar problemas genéricos de la cultura y la comunicación contemporáneas. xcvi Bachelard, G., Poética del Espacio, Editorial FCE, México, 1974 (el original francés es de 1957). Allí la mezcla de filósofo fenomenologista y poeta que es Bachelard apunta lo siguiente: El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo el espacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión del geómetra. Es vivido. Y es vivido, no en su positividad, sino con todas las parcialidades de la imaginación. En particular, atrae casi siempre. Concentra ser en el interior de los límites que protegen. El juego del exterior y de la intimidad no es, en el reino de las imágenes, un juego equilibrado (p.22). De allí que Bachelard es capaz de entender la relación entre una casa-objeto y una casa endógena, disuelta en el imaginario que pueblan sus habitantes y sus objetos: La casa es un cuerpo de imágenes que dan al hombre razones o ilusiones de estabilidad. Reimaginamos sin cesar nuestra realidad: distinguir todas esas imágenes sería decir el alma de la casa; sería desarrollar una verdadera psicología de la casa (p.37). xcviiHabermas, J., Historia y crítica de la opinión pública, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1981.

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xcviii Basado en el texto de la conferencia del autor en la I Reunión de la Red Nacional Argentina del Paisaje, Rosario, Diciembre, 2008, que está editado en la revista X, número 2, Otoño, 2009, Mar del Plata. xcix Una primera versión de estos desarrollos se plasmó en mi artículo El Pueblo Silencioso. O las dificultades y desafíos de una historia de los objetos, editado en la revista Registros, número 9, 2012, Mar del Plata. c Tomado de la página www.elmismodiario El número 37 de The Spectator se editó en 1711. ci Ernst Haeckel (1834-1919) fue uno de los continuadores de Darwin, también fervoroso adherente al evolucionismo pero a su vez interesado en las relaciones entre seres vivos y su ambiente, que dio origen a lo que bautizó como ecología. Su Kunstformen der Natur (Obras de arte de la Naturaleza ) es un libro de litografías y autotipos que consta de unas cien páginas representando varios tipos de organismos, muchos de los cuales fueron descritos por primera vez por el propio Haeckel. Los dibujos fueron publicados por primera vez en conjuntos de diez entre 1899 y 1904 y en un volumen completo en 1904. En el transcurso de su carrera, Haeckel produjo en torno a mil grabados en base a sus bocetos y acuarelas, muchos de los mejores fueron incluidos en dicha obra Kunstformen der Natur, trasladados desde los dibujos a la imprenta por el litograbador Adolf Giltsch. ciiPenhos, M., en su estudio Ver, conocer, dominar. Imágenes de Sudamérica a fines del siglo XVIII, Editorial Siglo XXI, Buenos Aires, 2005, analizó el caso de estos tres expedicionarios científicos inmediatamente previos a los mas reputados viajes de Humboldt y Darwin , planteando precisamente como desarrollaron sus capacidades analíticas y descriptivas para reconocer si se quiere, figuras de paisaje, como productos del ver-conocer y aportes indirectos al dominar colonizador. ciii El Círculo de Bellas Artes de Madrid montó una exposición llamada Paisajes sobre los escritos de Goethe, de la cuál resultó el libro-catálogo, Johann Wolfang Goethe, Paisajes, Editorial CBA. Madrid, 2005, que incluye muchos fragmentos de los numerosos apuntes y dibujos de Goethe tomados en sus múltiples viajes. civ Ruskin es conocido por su defensa de la arquitectura histórica aunque en su actividad como viajero frecuente a Italia (atravesando los Alpes) registraba escenas naturales –o propias de la imbricación entre naturaleza y cultura típica de los ambientes rurales– como consta en numerosas acuarelas de su libro Viaggi in Italia, Passiglio Editori, Florencia, 1985: allí hay análisis no sólo paisajísticos sino incluso vegetales de lugares del Monte Rosa, del Lago Maggior de Vogogna, etc. cv Los resultados del viaje de 5 años por América (1799-1804) serían publicados en varios tomos, en francés dede 1806 bajo el título Voyage aux regions equinocciales du Nouveau Continent. Hay varias traducciones al español y el texto Sitios de las Cordilleras y Monumentos de los Pueblos Indígenas de América, Editorial Solar/Hachette, Buenos Aires, 1968 contiene los tomos XV y XVI de aquella compilación. cvi En el monográfico número 126 de la revista Humboldt, Bonn, 1999, que conmemora el bicentenario del viaje americano, se incluyen los ensayos de W. Burgmer y M. Osten sobre el escalamiento del Chimborazo y las conclusiones científicas del viaje reproduciéndose el corte/vista/tabla descriptivo de la montaña. cvii Para un análisis muy pormenorizado de lo que llama grandes jardines europeos veáse el libro de Steenbergen, C. y Reh,W. , Arquitectura y Paisaje, Editorial G. Gili, Barcelona, 2001: allí constan buenos estudios de Versaillles, Sceaux, Marly, Vaux y todo el gran paisajismo francés además de una sección dedicada al paisaje italiano y otra al inglés. cviii Hay una descripción detallada del proyecto territorial y paisajístico en el trabajo de Steenbergen-Reh , op. cit. previa, pp. 159-193. cix Para la incidencia del paisajismo norteamericano en una reconceptualización del urbanismo – y por tanto, en el planteo de hipótesis muy transformadoras de la tradición

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europea en el sentido de proponer una rearticulación compleja entre proyecto y naturaleza – es importante el ensayo de Da Co, F.,De los Parques a la Región. Ideología progresista y reforma de la ciudad americana inserto en el libro de Ciucci, G., et al (ed.), La Ciudad Americana. De la Guerra Civil al New Deal, Editorial G. Gili, Barcelona, 1975, pp. 139-293. cx Veáse Lancaster, C., Handbook of Prospect Park, Long Island University Press, Nueva York, 1967. cxiMacKaye, B., An appalacchian trail: a Project in regional planning, Journal of American Institut of Architects, Octubre, 1921. cxii Se puede encontrar una completa documentación de las obras y los textos minimalistas de Richard Long en su página web, richardlong.org cxiii Hay una buena documentación de las obras y proyectos de Peter Walker en su publicación PW and Partners Landscaping Architecture: defining the craft y en su página pwpla.com cxivHalprin, L., The RSVP Cycles: Creative Process in the Human Environment, Editorial Braziller, Nueva Cork, 1969; Halprin,L.–Burns, J.,Taking Part, MIT Press, Cambridge, 1974. cxv Una completa información del trabajo de esta oficina consta en su página hargreaves.com cxvi Veáse el ensayo de la paisajista de Oliveira, A.R., A construcao formal do jardim em Roberto Burle Marx, texto especial 004 en el periódico virtual Arquitextos, inserto en la página vitruvius.br, julio 2000. Una antología de las ideas y proyectos del autor en Burle Marx, R., Arte e Paisagem, Editorial Nobel, San Pablo, 1972. cxviiFarrell, T., Manifesto for London, número monográfico de la revista The Architectural Rewiew 1327, Londres, Septiembre, 2007, en especial su proyecto para el Thames Estuary Nacional Park, pp. 93-7. cxviii Simondon, G., El modo de existencia de los objetos técnicos, Editorial Prometeo, Buenos Aires, 2007, p.7. cxix Quizá ofrezca argumentos mas refinados que el conocido trabajo de Panosfky,E., (Arquitectura gótica y pensamiento escolástico, Ediciones La Piqueta, Madrid, 1986, texto original de 1951) sobre un modus abarcartivo de escolástica y producción material el estudio de Illich, I., En el viñedo del texto. Etología de la lectura: un comentario al Didascalicon de Hugo de San Victor, Editorial FCE, México, 2002, en el que analiza el studium basado en la lectio monástica y los desplazamientos cognitivos del leer al escribir, entender-razonar y finalmente, articular la descripción con la invención del mundo. cxx Dejando de lado el conocido aporte de Ginzburg, C., en sus El Queso y los Gusanos y Pesquisa sobre Piero (Muchnik Editora, Barcelona, 1986, 1992, con sus respectivos estudios del mundo popular del molinero herético y del mundo simbólico del artista Della Francesca) en sus ensayos reunidos bajo el título Ojazos de madera. Nueve reflexiones sobre la distancia (Editorial Península, Barcelona, 2000) vuelve a formular cierta relativización del orden inherente al sentido estético supuestamente decantado desde las obras superiores a las populares, en concreto presentando en el ensayo VI –Estilo. Inclusión y exclusión, pp. 145-181- alrededor de las nociones de John Flaxman, filósofo de inicios del XIX, un planteo de ampliación socio-productiva de tal noción, que como concepto que conecta mente y manos, es susceptible de acoger las producciones de sentido de los humildes operarios y hasta de los salvajes. cxxi Sigue siendo muy rico el análisis provisto por Anderson, P. (en Transiciones de la antigüedad al feudalismo, Editorial Siglo XXI, México, 1997) de las características del mundo medieval con su análisis del feudalismo rural articulado con el nacimiento de los burgos autogestivos y en tal contexto, la descripción de la complejidad de relaciones y mediaciones que fueron instaurando condiciones y características del mundo material.

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cxxii Todos los trabajos de Braudel, F., estrechan el análisis entre sujetos y objetos, entre sucesos y lugares pero en particular debe desatacarse el monumental estudio de tres volúmenes, Civilización material, economía y capitalismo (Editorial Alianza, Madrid, 1984) y en particular el volumen 1, La estructura de lo cotidiano, donde se disecta a partir de grandes sucesos histórico-sociales como las pestes del XVII, la condición concreta del habitar y sus funcionalidades de las capas mas subalternas y populares de la población. cxxiii Ex miembros de la corriente de los annalistes de inspiración braudeliana, Duby, G. y Aries, P., compilaron las casi 3000 páginas de los 5 tomos de la Historia de la Vida Privada, Editorial Taurus, Madrid, 2001, en que no sólo se recorre en el doble eje temporo-espacial la sempiterna confrontación entre vida pública y vida privada sino que se inaugura el estatus de objeto histórico para las múltiples y diversas expresiones del mundo interior de familias y comunidades en que se produce la presentación histórica de las diversas y mutantes relaciones entre humanos y no-humanos en cada caso, pudiéndose afrontar no sólo otra mirada evolutiva del mundo humano sino también de aquel complemento sistémico de lo no-humano o el pueblo de objetos que puntúan lo íntimo y doméstico. cxxiv Aquí cabe indicar la existencia de visiones antropológicas que ofrecen nuevas lecturas como es el caso de la importante colección de ensayos agrupados en el libro de Severi, C., El sendero y la voz. Una antropología de la memoria, Editorial SB, Buenos Aires, 2010. El aporte de Severi es señalar la importancia etnológica de las imágenes,no como un protolenguaje propio de culturas ágrafas, sino como atribución de densidad cultural al aparato convivencial de los mal llamados primitivos, sobre todo en el caso americano. Su enfoque, asociado además al relativismo cultural warburgiano, ayuda a entender la potencia funcional y simbólica de los objetos portadores de imagen y a ubicar una proponderancia comunicacional de las imágenes casi como anticipo de la actual civilización diría, posobjetual en tanto era que ha logrado autonomizar la imagen o apariencia de las cosas de la cosa-en-sí, como cosa prestadora de utilidad o función y de cómo tal tendencia desvinculante de imagen y objeto concluye por auspiciar un mundo in-material, ulterior a la omnipotencia esencial del objeto (sobre todo, industrial) ahora diluído en un magma de circulación de comunicaciones. Estudios específicos como los del paraguayo Escobar, T., (veáse La belleza de los otros, Arte indígena del Paraguay, Editorial Servilibro, Asunción, 2012) asumen un equivalente otorgamiento de relevancia estética y etno-social a la imagen ligada al mundo objetual de culturas indígenas y campesinas guaraníticas, con lo cuál se contribuye a esclarecer la complejidad estético-práctica del mundo material de estas culturas; cosas que interactúan intensamente con los sujetos, no-humanos que trascienden un estatuto de la pura eficiencia práctica. cxxv Baudrillard, J., El sistema de los objetos, Editorial Siglo XXI, México, 1969. Aquí el autor define un sistema que llama funcional (o del discurso objetivo) –alrededor de lo que estudia como estructuras de colocación y en especial, la cuestión del entorno de lo moderno- que se diferencia de lo que definirá como estructuras de ambiente, casi demarcando un sentido que va de la cosa colocada al entorno que la engloba, distinto de otro opuesto según el cuál será el contorno (habitativo) el que estipula o condiciona la función de las cosas, para hacer reposar todo su sistema en una categoría abarcativa que seria lo que llama la funcionalidad, pero una funcionalidad mucho mas diversificada que la prestación de una ayuda o servicio. cxxvi Perec, G., Las cosas. Una historia de los años sesenta, Editorial Seix Barral, Barcelona, 1967. El libro de Bret Easton Ellis, American Psycho (Editorial B, Barcelona, 2000, edición original de 1991) como co-relato de la locura criminal aparentemente autoimaginada del yuppie que la personifica, describe el mundo objetológico de la Manhattan de los 80, con marcas, referencias del consumo de esa nueva clase de ejecutivos dispendiosos e intolerantes y compulsiones de conducta de

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psicopatías articuladas a exacerbaciones del deseo que solo se satisface en la posesión, uso y disfrute de cosas de excelencia y diferencia. cxxvii Bal, M., Conceptos viajeros en las humanidades. Una guía de viaje, Editorial Cendeac, Murcia, 2009, cita de pp. 65-6. cxxviiiSimondon, G., El modo de existencia de los objetos técnicos, op.cit. nota 1; La individuación, Editorial Cactus, Buenos Aires, 2009. En la revista Artefacto (Pensamientos sobre la técnica), 6, Buenos Aires, 2007, consta el ensayo de Rodríguez, P., Un naturalista del siglo XX y los prólogos de ambos libros de Simondon, p.133. cxxix Heidegger, M.,La Cosa (Das Ding), ensayo inserto en la antología de los llamados escritos técnicos del pensador alemán, Filosofía, Ciencia y Técnica, compilados por Francisco Soler y Jorge Acevedo, Editorial de la Universidad de Chile, Santiago, 1997, p.223. cxxx Veáse para advertir el potencial económico de esta clase de objetos en la Baja Edad Media, el texto de Geary, P., Mercancías sagradas: la circulación de las reliquias medievales, ensayo inserto en Appadurai, A.,(ed.), La vida social de las cosas. Perspectiva cultural de las mercancías, Editorial Grijalbo, México, 1991, p.201, antología que asimismo incluye el escrito de Kopyloff, I., La biografía cultural de las cosas, p.89, en el que aboga por un abordaje precisamente metafóricamente biográfico o miro-histórico de las cosas de relevancia histórica. cxxxiGiedion, S., La mecanización toma el mando, Editorial G.Gili, Barcelona, 1978 (original inglés de 1948). Este es el libro obscuro del Giedion cronista de arquitectura (con su fundante y propagandístico Espacio, Tiempo y Arquitectura) que se dedica a presentar resultados de una investigación que su autor hizo en USA por varios años, recorriendo diversas plantas industriales y dando cuenta de los mecanismos y procesos de producción de las mismas. cxxxiiFernández-Galiano, L., El fuego y la memoria. Sobre arquitectura y energía, Editorial Alianza, Madrid, 1991. Se trata del libro que, según su autor, va del ojo a la piel, de las arquitecturas frías a las calientes, tránsito que implica desmontar las máquinas y procesos que energizan la masa inerte de lo constructivo tradicional, confluyendo a pieles inteligentes e interactivas con los sujetos y cosas que contienen. cxxxiiiOlalquiaga,C., El reino artificial. Sobre la experiencia kistch, Editorial G. Gili, Barcelona, 2007. También se puede leer la experiencia kistch como una tentativa de naturalización de los objetos industriales, más que un reclamo de un modo de producción artesanal que justamente acaba de superarse. La exposición londinense del 51 está repleta de alusiones a un mundo objetológico industrialmente producido y reproducido pero que trata de retener componentes del referencialismo naturalista de la cultura precedente. cxxxivPero la separación entre sistemas y ambientes tiene creo un paso previo en la línea de los tecnoptimistas de los 60, Archigram, Fuller y McHale por ejemplo, expresada en el artículo divertido y sagaz de Banham, R., A home is not a house, inserto en la revista Art in América, USA, 1965 y reditado muchas veces, incluso disponible en la web en español, titulado Un hogar no es una casa. Aquí Banham está deslumbrado por la cultura de USA y las roulottes, el balloon-frame y el ideal jeffersionano asumido por Wright y la idea salvaje que que se puede hacer casi todo alrededor de un fuego y que el cine de un driving (supongo que también los McDonalds) es mucho mas completo que el cine-cine puesto que el auto ya está haciendo lo suficiente para deconstruir las casas y las ciudades y quesi a los yankees se los deja van a des-monumentalizar todo, incluso evitando las maldades de la sucia naturaleza. En realidad, como lo muestran los dos dibujos de Dallegret que acompañaron la edición original, un edificio tiene un tremendo volumen de cosas a las que reviste con vergüenza (salvo en el Pompidou) para dar servicios (aires frio y caliente, agua, gas, etc.) y que por lo tanto podría llegarse al segundo dibujo donde Reyner está desnudo

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dentro de una cápsula plástica elemental con la inyección de todas las aplicaciones necesarias para vivir (desde calor hasta Dionne Warwick cantando blues) y que Baham piensa, en esos años optimistas, que serán provistas por un paquete standard of living parecido a lo que por entonces la NASA preparaba para los viajeros espaciales. En extremo el monumento a si mismo de la casa de Johnson en New Canaan, el canónico glass box, iría en esa dirección. Pero Banham también parece indicar en su euforia desmaterializante y miniaturista que el futuro será de pieles inteligentes dadoras de servicios a la carte para cada mortal y que dentro no habrá casi nada de objetos: en ese sentido Reyner parece aceptar la revolución macluhaniana en que la vida social futura será pura comunicación (y quizá menos social). cxxxvLaddaga, R., Estética de la Emergencia. La formación de otra cultura de las artes, Editorial Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2006. Ulteriormente Laddaga escribió un texto complementario, Estética de Laboratorio. Estrategias de las artes del presente, Editorial Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2010. En ambos textos se presenta el nuevo peso de la producción de comunicación como matriz sustantiva de cambios culturales y sociales del presente que entre otros efectos, modifican radicalmente los formatos, métodos, poductos y recepciones del arte contemporáneo. cxxxvi Menzel, P., Material World. A global family portrait, Sierra Club Books, San Francisco, 1995. cxxxvii Menzel, P.,Hungry Planet. What the world eats, Material World Books, Los Angeles, 2007. cxxxviii Veáse el ensayo de Grassi, G., Ristruttirazione architettonia del complesso edilizio di Valmarina, inserto en su libro Architettura lingua morta, Ediciones Electa, Milán, 1988, p.105. cxxxixLas referencias de estudios y proyectos sobre y con las masías son múltiples y pueden sintetizarse en el número monográfico 17-8 dedicado al tema por la revista catalana 2C.Construcción de la Ciudad, Barcelona, 1981. cxlWilliams, R., aborda, entre otros autores de tradición marxista como Goldmann, Hadjnicolau o Jameson, la cuestión de la dimensión material de la cultura sobre todo en Problems in Materialism and Culture, Editorial New Left Books, Londres, 1980, y también en Cultura. Sociología de la Comunicación y del Arte, Editorial Paidós, Barcelona, 1982 ( la edición inglesa original es de 1980 ). Aquí se plantea el problema del material social de las obras de arte y de los criterios o procesos de producción de las cosas artísticas en relación a tópicos como las instituciones o las formaciones e investigando aspectos como la producción de las vanguardias y los medios de producción y reproducción artísticos. cxliBallart, J., El patrimonio histórico y arqueológico: valor y uso, Editorial Ariel, Barcelona, 1997. Este trabajo cumple la tarea de ofrecer un resumen del estado de la cuestión patrimonial en el contexto europeo, maximizando si se quiere, el uso de categorías de la materialidad social de las cosas patrimoniales y sus posibles conceptos valorativos. cxlii Las propuestas acerca de los componentes mitológicos de la cultura son desarrollados por Levi Strauss, C., en su monumental tratado de cuatro tomos Mythologiques: I, Le Cru et le Cuit,; II, Du miel aux cendres; III, L’origine des manieres de table y IV, L’ homme Nu, editados por Plon, París, respectivamente en 1964, 1967, 1968 y 1973 ( hay traducciones españolas diversas ). Una reelaboración importante del tema del mito consta en el libro de Kirk, G., El mito. Su significado y funciones en la antigüedad y otras culturas, Editorial Paidós, Barcelona, 1990 ( la edición original inglesa data de dos décadas antes ). cxliiiBataille, M.,La part maudite, tomo VII, Oeuvres completes, Editorial La Pleiade, París, 1976. El desarrollo del concepto de depense en Bataille –como lujo, exceso, excedente crítico al criterio de productividad capitalista– es analizado por Habermas,

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J., en su octavo ensayo (Entre erotismo y economía general: Bataille) de El Discurso Filosófico de la Modernidad, Editorial Taurus, Buenos Aires, 1989. cxliv En su Psicología de la Religión, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1969, Jung, C., explora de manera exhaustiva el tema de la arquetipicidad de las formas simbólicas religiosas (como ciertas representaciones marianas) y su irrupción como latencias del material inconsciente. cxlvGruzinski, S., La Guerra de las Imágenes. De Cristóbal Colón a Blade Runner. 1492-2019, Editorial del Fondo de Cultura Económica, México, 1994. El propósito de esta obra historiográfica es analizar un aspecto peculiar de la colonización mexicana en torno del conflicto de imágenes o representaciones, destacando el inicial recelo de los teólogos colonizadores respecto de los zemíes, o simbologías mítico-religiosas caribeñas que los españoles tendieron a eliminar drásticamente puesto que como los fetiches para los portugueses, se entendía que no eran símbolos sino cosas: Los zemíes son esencialmente cosas, dotadas de existencia o no, cosas muertas formadas de piedra o hechas de madera, un trozo de madera que parecía una cosa viva, cosas que traen a la memoria el recuerdo de los antepasados, piedras que favorecen los partos, que sirven para obtener lluvia, sol o cosechas... guijarros que los isleños conservaban envueltos en algodón en unas pequeñas cestas y a los que dan de comer lo que ellos comen (p.21). cxlviZuidema, T., es uno de los estudiosos de la cultura incaica que se apoya en la articulación entre mito e historia, basándose documentalmente en las versiones aportadas por la cronística misional española (Molina, Cobo, Ondegardo, Betanzos, Cieza, Gamboa, etc.). En su ensayo El león en la ciudad. Símbolos reales de transición en el Cusco, incluído en su antología Reyes y Guerreros. Ensayos de cultura andina, E. Fomciencias, Lima, 1989 (pp.306-383) analiza, por ejemplo, la simbología del puma, tanto como figura alegórica aparentemente fundante de la forma o traza de la ciudad, como mito reelaborado en la fiesta iniciática del Capac Raymi, posible recordación del origen del estado incaico pachacutense y como oposición ciudad/campo (y sierra/selva) en la confrontación mítica respectiva de las figuras del puma y el jaguar, además de apuntar que también en la Europa del siglo XV empezaban a utilizarse metáforas corporales (el cuerpo del Estado o el cuerpo político) para conectar metafóricamente estas simbologías con ciertos alcances político-estatales, fundamentales en la construcción del estado inka de Pachacutec. cxlvii Sobre los quipus veáse el estudio de Radicati di Primeglio, C., Estudios sobre los quipus, Editorial UNMSM, Lima, 2006, donde se tiende a postular a los quipus mas como un medio de registración contable o numeral que lenguaje general. La curiosa Carta Apologética, escrita por el napolitano Raimondo di Sangro escrita en 1750 y reditada al cuidado de Burucúa, J. y L., Editorial UNSAM, 2010, postula no solo el interés que algunas cortes europeas tenían sobre cuestiones americanas sino además sus tesis de los quipus como artefacto lingüístico digital avant la lettre. cxlviiiSobre los queros veáse el definitivo estudio de Cummins, T., Brindis con el Inca. La abstracción andina y las imágenes coloniales de los queros, Editorial UNMSM, Lima, 2004. cxlix Es ya suficientemente conocida la breve y fundamental incursión de Heidegger, M., en la reproposición de los fundamentos del habitar como una vía preferente del pensar: Edificar, morar, pensar es la conferencia pronunciada por el filósofo en Darmstadt en 1951, en este caso según la traducción española de Alberto Weibezahn para los Anales del CIHS 12, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1964 (hay varias traducciones al español). Un importante intento de revisar las teorías heideggerianas sobre el lugar y su relación con el genius locci es el libro de De las Rivas, J., El espacio como lugar. Sobre la naturaleza de la forma urbana, Editorial de la Universidad de Valladolid, Valladolid, 1992.

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cl Rossbach, S., Feng Shui. L’Arte di disporre lo spazio, Editorial Costa & Nolan, Génova, 1995. Transmite la tradición china de disponer el espacio sin obstaculizar la respiración profunda de la tierra para capturar los influjos positivos. Se trata de una de las tradiciones más antiguas para definir, de manera mítica, la esencialidad del espacio habitable en el gesto de instalación humana en la naturaleza, o sea, en el equivalente del proyecto occidental. cli En dos ensayos fundamentales de Vattimo, G., – El quebrantamiento de la palabra poéticay Ornamento y Monumento– incluídos en su libro El Fín de la Modernidad. Nihilismo y hermeneútica en la cultura posmoderna, Editorial Planeta Agostini, Barcelona, 1994 (el texto italiano original es de 1985) se efectúa una lectura de Heidegger en la clave de transición hacia la fundación, por lo menos estética, del concepto de pensamiento débil como alternativa posmoderna o crítica de la modernidad. Uno de los aspectos significativos de la lectura vattimiana de Heidegger , para nuestros propósitos, es el vaciamiento de la idea de monumento que no es una copia de una vida plena sino la fórmula que se constituye para transmitirse y, por lo tanto, ya signada, en definitiva por la mortalidad, de modo que éste se erige no para desafiar el tiempo, imponiéndose contra y no obstante el tiempo, sino para durar en el tiempo.De allí que importe, según Vattimo-Heidegger, no tanto lo que dura sino lo que queda, es decir aquella valoración patrimonialista de matriz sajona afín a la noción de heritage. cliiRostworowski, M., en su Historia del Tahuantisuyu, Ediciones IEP, Lima, 1989 – que es una de las mejores historias del desarrollo de la experiencia incaica - aún cuando intente fundarse en la elaboración de materiales etnohistóricos no puede evitar aceptar que en el ámbito andino no existió un sentido histórico de los acontecimientos y que su historización, en consecuencia, debe apelar a la interpretación de diversos registros (cantares, pinturas, quipus) con múltiples contenidos rituales (en el sentido de comentario y recordación de mitos fundacionales) tanto como al material documental ortodoxo que es la cronística española, disponible desde la conquista, que a su vez, suele carecer de objetividad, tanto sea por el forzamiento ideológico (generalmente pro-cristiano) de las descripciones como por su aceptación de contenidos míticos ya incorporados en los sucesos narrados. cliii La idea de una urbanidad alternativa en América –no necesariamente, una antiurbanidad– fue sificientemente explorada en muchos trabajos, por ejemplo, para el caso mesoamericano, en el conocido texto de Sabloff, J., Las ciudades del antiguo México, Editorial Destino, Barcelona, 1991, dónde a partir de la interpretación etnohistórica del numeroso y variado material arqueológico se ha podido, por ejemplo, establecer en Tikal, alrededor de los componentes monumentales del núcleo ceremonial, la existencia de numerosas agrupaciones de edificios domésticos, normalmente organizados en torno de un patio central y sin correlación con una trama circulatoria definida: parecen tipologías rurales meramente concentradas y yuxtapuestas. clivEl ensayista peruano Neira, H., en su texto Hacia la Tercera Mitad. Perú XVI-XX. Ensayos de relectura herética, Editorial Sidea, Lima, 1996, dice así que el tema por dirimir, sin embargo, no es la ocupación esporádica o temporal de los sitios urbanos o ceremoniales antes del poblamiento español. El eje mismo del debate me parece equivocado. No es el de urbanidad o ruralidad sino el de laicicidad o religiosidad. Se explaya luego : Aunque en los Andes la población se dispersase en áreas rurales enormes para abarcar nichos ecológicos y diferentes microclimas, no hay que desetimar que solían congregarse de acuerdo a un calendario cuyas fiestas establecían lugares muy precisos. Estos ámbitos de reunión, a los que hoy los arqueólogos identifican como plazas o centros ceremoniales, eran sitios de servicios múltiples para el intercambio comercial y el acojo de las peregrinaciones y festividades que permitían recrear los antiguos acuerdos interétnicos y mantener la estructura tradicional a través de acciones rituales. Curiosamente estas cualidades suelen

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encontrarse hoy como fundamento del funcionamiento metropolitano. Sin embargo, laexistencia de tradiciones urbanas otras no impide que los cronistas mestizos, como Guamán Poma , que describe 35 villas coloniales de fines del XVI, manifestara repudio o rechazo respecto de dichas innovaciones resultantes de la urbanización de talante europeísta. No deja de tener razón –apunta Neira-. La villa era el espacio donde se cristaliza la huella de los intrusos. El lugar de los recién llegados. Es Audiencia, Cárcel, Cabildo, Catedral y Universidad. Villas virreinales, de interior o marítimas, fronterizas o linajudas, siempre opuestas a un indio que las sospecha. Así, la ciudad colonial, barroca o republicana, permanecerá en el Perú como símbolo del injerto occidental (pp. 116-121). clvMorse, R., en su libro La investigación urbana latinoamericana: tendencias y planteos, Editorial SIAP, Buenos Aires, 1971, ofrece un resumen bibliográfico completo para su época, acerca de las características del proceso de fundación de ciudades coloniales en América, tanto de la magnitud del desarrollo emprendido como de sus posibles caracterizaciones e influencias en cuanto a la selección de los sitios, el carácter de las trazas, etc. Existe cierto acuerdo sobre dicha magnitud , que oscila en unas 1250 fundaciones de origen hispano y unas 250 de origen portugués, sumando además las de origen británico, francés y holandés –en áreas norteamericanas y caribeñas– cerca de otras 330 fundaciones. clviDezzi Bardeschi, M., Restauro. Punto e da capo. Frammenti per un (impossibile ) teoria, Editorial Franco Angeli, Milán, 1991. Severa crítica de la restauración, a favor del ruskiniano enfoque de la conservación, también registra la voluntad de ampliación europea reciente de la idea de corpus patrimonial: hacia la arquitectura moderna, hacia la ciudad en general y hacia los artefactos devenidos de las instalaciones industriales en desuso y el campo consecuente de la llamada arqueología industrial. clviiGurrieri, F., Dal restauro dei monumenti al restauro del territorio, Editirial Sansoni, Florencia, 1983. Aquí se propone, desde una óptica que retiene la validez del restauro , como se verifica en el título, una ampliación desde la gestión tradicional del monumento aislado hasta los complejos territoriales, imbricando la gestión del patrimonio con la economía regional, del desarrollo urbano y su planificación y los sistemas normativos nacionales e internacionales. clviiiBonfil Batalla, G., México Profundo. Una civilización negada, Editorial Grijalbo, México, 1990. Este libro, que tiende a señalar críticamente el complejo proceso de la aculturación modernizadora meramente como desindianización, se ocupa de analizar los elementos vernaculares e incluso el grado de perduración de los mismos en el contexto modernizador precedentemente indicado. Una de tales características aborígenes es la voluntad de nombrar el territorio a través de los toponímicos: En el fondo de estacuestión –dice Bonfil– está el hecho de que nombrar es conocer, es crear. Lo que tiene nombre, tiene significado o, si se prefiere, lo que significa algo tiene necesariamente un nombre. En el caso de los toponímicos, su riqueza demuestra el conocimiento que se tiene de esta geografía: muchos son puntualmente descriptivos del sitio que nombran y otros se refieren a la abundancia de elementos naturales que caracterizan el lugar nombrado (p. 37). clix Un documento esencial en el análisis del discurso no lingüístico americano es el libro de Brothertson, W., El Cuarto Mundo, Editorial FCE, México, 1998. También se encontrarán algunas visiones que devenidas de enfoques historiográficos alternativos, analicen fenómenos tales como el paisaje y la cultura material como elementos componentes del legado cultural-patrimonial en Carmagnani, M.et al, Para una historia de América I. Las estructuras, Editorial FCE, México, 1999, especialmente en los capítulos de Cunill Grau, P. (La geohistoria), Bauer, A. (La cultura material) y Gruzinski, S. (Las imágenes, los imaginarios y la occidentalización). clxMorote Best, E., Aldeas sumergidas. Cultura popular y sociedad en los Andes, Edición del Centro B. De Las Casas, Cusco, Perú, 1988. Esta es una importante antología de estudios etnofolklóricos de campo que registran temas míticos reiterados

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en variadas producción de la tradición oral que, en muchos casos, significan articulaciones del mundo físico, natural o material con el mundo mítico-ritual renombrado en los motivos orales del cuento popular. El capítulo Aldeas sumergidas tematiza, reutilizando incluso figuras bíblicas, la conversión de un hecho humano – una sociedad o comunidad aldeana – que, castigada, torna a elemento natural, en este caso, lagunas. Otros tópicos tratados en sendos capítulos – como El tema del Viaje al Cielo, Las cartas a Dios, La huída mágica, El nakaq o La zafa-casa, este último, el rito de conjuración mágica de las fuerzas ominosas en cada nueva construcción finalizada – desarrollan esquemas semejantes de imbricación mágico-ritual de contenidos mitológicos con elementos de la cultura material y del paisaje. clxiFrost, P.,Santuario Histórico de Macchu Picchu, Edición Nuevas Imágenes, Lima, 1995, describe el camino inka o valle sagrado del Urubamba, que articula a lo largo de 43 kilómetros una serie de accidentes naturales con diferentes actuaciones de antropización de carácter funcional y ritual, confluyendo en el asentamiento de Macchu Picchu. MacLean, P. estudió también esta temática en su Sacred water, sacred land: Inca landscape planning in the Cusco area, Editorial UCAL, Berkeley, Cal., USA, 1986. clxiiGarcía Canclini, N., Consumidores y ciudadanos. Conflictos multiculturales de la globalización, Editorial Grijalbo, México, 1995. Explora las transformaciones de la cotidianeidad urbana, incluso o sobre todo, de los sectores populares, como efecto de la globalización mediática y la imposición de estrategias homogeneizantes de consumo social: lo interesante es la comprobación de las consecuencias de estos fenómenos sobre las formas y funciones de las ciudades. clxiiiPaz, O., que reniega de una indianidad que habría frenado en América, la conformación plena de la modernización, no puede sin embargo, dejar de admitir su presencia e importancia cultural y política. En la colección de ensayos político-culturales editada bajo el título de Tiempo Nublado, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1983, dice lo siguiente: La ciudad de México fue levantada sobre las ruinas de México-Tenochtitlán, la ciudad azteca que a su vez fue levantada a semejanza de Tula, la ciudad tolteca, construída a semejanza de Teotihuacán, la primera gran ciudad del continente americano. Esta continuidad de dos milenios está presente en cada mexicano. No importa que esa presencia sea casi siempre inconsciente y que asuma las formas ingenuas de la leyenda y aún de la superstición. No es un conocimiento sino una vivencia. La presencia de lo indio significa que una de las facetas de la cultura mexicana no es occidental (p. 146). clxivStastny, F., Tradición y modernidad en las artes populares del Perú, ensayo incluído en Sobrevilla, D.-Belaúnde, P. (eds.), Qué modernidad deseamos. El conflicto entre nuestra tradición y lo nuevo, Editorial Epígrafe, Lima, 1994. Se trata de un intento de sistematizar las características del arte popular –que incluye, de manera prioritaria, las artesanías– y a la vez, un análisis de los riesgos de banalización de esta producción como consecuencia de su inserción en la globalización urbana y mass-mediática. El argumento pareciera presuponer la inexorabilidad de la posibilidad de valorización cultural del objeto artesanal popular en tanto precisamente sea popular: la única vía de defensa de la calidad cultural de esta clase de objeto pareciera situarse en una actitud coleccionística o museística que los preserve de su tendencia a la conversión en objetos banalizados, semi-industrializados y sin aura. clxvGuionneau-Sinclair,F., Kunas. Mitología y artesanía de los kuna de Panamá, ensayo en revista Nuestra América, 1-93, San Pablo. Es un estudio antropológico de una comunidad indígena –actualmente de unos 50000 miembros– para centrarse en el análisis de sus elementos mito-cosmogónicos y como éstos se tematizan y transmiten en la producción artesanal de las molas, piezas textiles que retienen la elaboración de aquellos contenidos en su funcionalidad cotidiana (son adornos aplicados a las vestimentas) así como una rigurosa resistencia a su repetibilidad (cada motivo geométrico es único).

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clxvi Existen diversas investigaciones etnológicas acerca de este tipo de rituales y de toda la cosmovisión asociada a estas etnias, entre las que destaca la realizada en un profundo trabajo de campo por el antropólogo alemán Carl Lumholtz en 1898. Véase al respecto, el informe de tales estudios en Lumholtz, C., El arte simbólico y decorativo de los huicholes, Edición del Instituto Nacional de Antropología, México, 1986. clxviiGuidoni, E. ha realizado numerosos trabajos investigativos, muchos de ellos registrados en ensayos publicados en la revista de su dirección, Storia della Cittá. Aquí apuntamos, en la materia que se trata, el que firma con Marino, A.,Territorio e cittá della Valdicchiana, Roma, 1972, dónde se propone, por así llamarlo, el método etnourbanístico de investigación de los asentamientos populares y su vasta imbricación de culturas materiales. clxviiiSereni, E., Il capitalismo nelle campagna, Torino, 1968, y su texto más significativo acerca de la historización del paisaje agrario italiano, Storia del paesaggio agrario italiano, Bari, 1962. clxixCaniggia, G., Tipología de la edificación. Estructura del espacio antrópico, Editorial Celeste, Madrid, 1995: más que interesante respecto del ya remanido tema de las tipologías arquitectónicas (del cuál, sin embargo, Caniggia es, junto a Saverio Muratore, su verdadero introductor en el debate arquitectónico de los años ’60) este libro que recoge el material de sus cursos universitarios desarrolla su proposición acerca de la posible tipificación de escalas territoriales y urbanas, de las cuáles podrían – o deberían– deducirse la cuestión de los tipos edilicios. clxxKusch, R., La seducción de la barbarie, Editorial Ross, Rosario, Argentina, 1990. clxxi Lezama Lima, J., La expresión americana, Editorial FCE, México, 1993. clxxiiMagnaghi, A.–Paloscia, R., Per une transformazione ecologica degli insediamenti, Editorial F. Angeli, Milán, 1992. Aquí se expone ampliamente el concepto de reterritorialización y una interesante discusión sobre la noción de sustentabilidad cultural, alrededor del análisis de los tipos territoriales. Un resumen de las ideas de Magnaghi se encuentra, en español, en su artículo Megalopólis: presunción y estupidéz (El caso de Florencia), publicado en la revista Ecología Política 11, Barcelona, 1996. clxxiiiSale, R., Dwellers in the land. The bioregional vision, Editorial Sierra Club Books, San Francisco, 1985. Los principios del biorregionalismo propuestos por Sale retoman la tradición conservacionista conservadora (Emerson, Muir, Leopold) y anarco-utopista (Turner, Odum, Mumford) articulándose con cierta tendencia new age proveniente de la cultura californiana (Capra, Bateson) visible por ejemplo, en libros como el de Berman, M., The re-enchantment of the world, Editorial Batam Books, Nueva York, 1984. clxxivAtkinson, A., The urban bioregion as a sustainable development paradigm, ensayo en revista Third World Planning Rewiew, 14-4, 1992. Allí se expone una síntesis de los principios y temas técnicos del biorregionalismo así como una crítica a la expansión del urban lifestyle, visible en la indiscriminada tendencia a la urbanización absoluta de los territorios. clxxvRees, W., Ecological footprints and aproppiated carrying capacity: what urban econmics leaves out, ensayo en revista Environment and Urbanization, vol. 4-2, Londres, 1992. Rees plantea el concepto de huella ecológica o traza ambiental territorial de cada ciudad medida per cápita para cada habitante urbano, en el contexto de una radical crítica a la pre o anti-cientificidad del pensamiento económico. clxxviTibaldi, E., Antiecología, Editorial Anagrama, Barcelona, 1980. Este texto del biólogo italiano postula que el carácter de control territorial asumido por la ecología carece de entidad científica y en rigor, obedece al ideológico propósito de garantizar la supervivencia de los modos capitalistas de producción. clxxvii El breve texto del geógrafo italiano Turri, E., Sociedad y Ambiente, Editorial Villalar, Madrid, 1977, es una reflexión sobre la relación entre cultura y naturaleza desde las sociedades ( mal llamadas ) primitivas hasta el mundo industrial moderno,

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que intenta demostrar la contingente historicidad de las problemáticas ambientales y su condición ideológico-cultural devenda del desarrollo socio-productivo, es decir, no natural. clxxviiiLeff, E., Sobre la articulación de las ciencias en la relación sociedad/naturaleza, ensayo incluído en la antología de E. Leff (ed.), Biosociología y articulación de las ciencias, Editorial UNAM, México, 1981. Aquí aparece un análisis histórico-evolutivo de las diferentes nociones de racionalidad moderna (desde Marx hasta Weber y Foucault) para proponer la condición superadora de una racionalidad ambiental capaz de cuestionar los aspectos criticables del modo productivo capitalista. clxxix Sennett, R., La Conciencia del Ojo, Editorial Versal, Madrid, 1992. Este trabajo rehistoriza la urbanidad occidental a partir de la memoria de los sujetos sociales significativos y su grado de conciencia perceptiva, proponiendo una reconsideración textual o narrativa de los hechos urbanos y su eventual calidad patrimonial (como elementos activos de memoriasocio-cultural de cada momento histórico). clxxxShort, J., Imagined country. Society, Culture and Environment, Editorial Routledge, Londres, 1991. Se desarrolla el argumento de lo paisajístico releído a través de sus diversas traducciones an algunos registros artístico-culturales: el western norteamericano, la novela ambientalista inglesa y la landscape painting de los territorios naturales australianos. Por fuera de sus estudios específicos, este libro ofrece ideas metodológicas para analizar el patrimonio ambiental a través de sus representaciones socio-culturales altas o elitistas y bajas o populares y mass-mediáticas. clxxxiLa obra completa amricana de von Humboldt, A. se editó en 7 tomos bajo el título Personal Narrative of Travels to the Equinoccial region of the New Continent during the years 1799-1804, cofirmada con el naturalista francés Bonpland, A., Nueva York, 1966. Las Cartas Americanas (edición a cargo de Minguet, C., Caracas, 1980) y fundamentalmente Vistas de las cordilleras y monumentos de los pueblos indígenas de América (edición de Labastida, L., México, 1974) son fragmentos de la antología general que analizan tanto la excepcionalidad del mundo natural – la Hylea americana – como el atraso o la precariedad comparativa del desarrollo cultural americano, sobre todo criticándose el primitivismo de sus monumentos arquitectónicos y artísticos. El número 126 de la revista Humboldt, Bonn, 1999, en ocasión del bicentenario del viaje americano, se dedica monográficamente –y en un plano más bien, hipervalorativo de las actividades científico-naturalistas de viajero– a lo largo de 30 artículos de diversos especialistas a reconsiderar los aspectos polémicos del viaje y sus ulteriores escritos. clxxxii Brading, D., Orbe Indiano. De la monarquía católica a la república criolla. 1492-1867, Editorial FCE, México, 1991. Se trata de un soberbio resumen de la historia americana del período citado en base al comentario de los textos de los cronistas indianos (Anglería, Bernal, Oviedo, Las Casas, Gomara, Mallorquín, Acosta, etc.) y luego, de los pensadores criollos. A partir de esta cuidada interpretación de textos puede leerse, al trasluz, la historia americana reelaborada en torno de las mixtificaciones de estas escrituras no documentales sino apoyadas en el registro variado de los testimonios orales y de las experiencias personales. clxxxiiiUrbano, H., Introducción al estudio del espacio simbólico andino, ensayo de apertura de la antología a su cargo, Mito y simbolismo en los Andes. La figura y la palabra, Editorial del Centro Bartolomé de Las Casas, Cuzco, 1993. Urbano tiene una postura contradictoria: por una parte, programáticamente, tiende a demistificar el potencial utopizante de las tradiciones andinas (confrontando sobre todo, con las ideas de Alberto Flores Galindo) en nombre de una modernidad que reconoce como inevitable; por otra parte, sus eruditos estudios del mundo simbólico andino tienden al menos, a demostrar no sólo su importancia histórico-cultural sino incluso, su vigencia. clxxxiv De los varios textos del antropólogo argentino Kusch, R., las referencias acerca de la posibilidad de una estética americana se encuentran en su artículo Anotaciones para una estética de lo americano, editado originalmente en 1955 y luego incluído en

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uno de sus últimos libros editados en vida de su autor, La seducción de la barbarie, de 1990. Conectado con este pensamiento y a la búsqueda de una cierta identidad americana confrontada respecto de la noción de racionalidad metódica, véase el ensayo de Hernández, E., La piedra que desecharon los constructores. Notas sobre el origen de la racionalidad metódica, en Revista de Filosofía Latinoamericana y Ciencias Sociales, XIII-13, Buenos Aires, 1988: a una res cogitans europea (intelectual, totalizadora, urbano-burguesa y metropolitana) se podría oponerle una res extensa americana (manual, sensible-fragmentaria, agrario-proletaria, colonial). clxxxvZuidema, T., Lugares sagrados e irrigación: tradición histórica, mitos y rituales en el Cusco, ensayo incluído en su antología Reyes y guerreros. Ensayos de cultura andina, Editorial Fomciencias, Lima, 1989. clxxxvi Veáse bajo este concepto de experimentalidad modernizante, mi libro El Laboratorio Americano, Editorial Biblioteca Nueva, Madrid, 1998. clxxxvii En el ensayo de Morse, R., Tendencias y planteos en la investigación urbana latinoamericana. 1965-1970, incluído en su libro La investigación urbana latinoamericana: tendencias y planteos, Editorial SIAP, Buenos Aires, 1971, su autor examina varias estrategias urbano-territoriales americanas como la fundación de las 15 ciudades de la isla de La Hispaniola, a cargo de Ovando en 1504-5, el desarrollo urbano del área poblana mexicana hacia el siglo XVI o el caso de la irradiación territorial de centros como Tunja, en la Nueva Granada del XVI. clxxxviiiTandeter, E., Coacción y mercado. La minería de la plata en el Potosí colonial.1692-1826, Ediciones del Centro Bartolomé de Las Casas, Cuzco, 1992: este es un documentado estudio de la concurrencia de elementos tradicionales del esquema socio-productivo precolombino como la mita, la minga y la kajcha, junto con fenómenos de novedad económico-financiera de tenor cuasi capitalista tanto como respecto de innovaciones tecnológicas en la azoguería y el refinamiento del mineral, desarrolladas tempranamente por el sevillano Cristóbal de Medina. clxxxix En todos estos aspectos resulta sistemático y extremadamente documentado el ensayo de Romano, R. y Carmagnini, M., Componentes económicos, inserto en el libro editado por Carmagnini, M. et al, Para una historia de América I. Las estructuras, Editorial FCE, México, 1999. cxc En el ensayo de Benítez Rojo, A., La isla que se repite: para una reinterpretación de la cultura caribeña, revista Cuadernos Hispanoamericanos 429, Madrid, 1986, se efectúa un análisis de los procesos agro-extractivos de enclave desarrollados en el Caribe durante el período colonial así como del sistema de las flotas de galeones diseñado por ese asturiano genial, Pedro Menéndez de Avilés. cxci Un breve análisis de algunas características propias de las tipologías conventuales americanas consta en el ensayo de Bonet Correa, A., El Convento de Santa Catalina de Arequipa y la arquitectura de los conventos de monjas en Hispanoamérica, incluído en el texto antológico Simposio Internazionale sul Barocco Latino Americano, Edición del IILA, Roma, 1982. cxcii Acerca del provincialismo del llamado barroco americano, y por tanto, de su valor relativamente reelaborativo y no original, se sabe han existido diferentes posturas de descalificación de una eventual especificidad de esta corriente expresiva (Palm, Gasparini) junto a otras de mayor valoración y reconocimiento (Bayón, Gutiérrez, Bonet, Mesa-Gisbert, Castedo, etc.). cxciiiRomero, J.L., Latinoamérica. Las ciudades y las ideas, Editorial Siglo XXI, México, 1976. cxcivDussel, E., Filosofía de la poiésis, ensayo incluído en su libro Filosofía de la producción, Editorial Nueva América, Bogotá, 1984. cxcv García Canclini, N., Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad, Editorial Grijalbo, México, 1990. Se trata de un fundamental libro para la consideración de las culturas del mestizaje americano, en el contexto de su inserción espúrea en el mundo del mercado y la mass-mediatización, que incluye una

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interesante discusión convergente hacia una teoría social del patrimonio (capítulo IV, El porvenir del pasado). cxcviAugé, M., Los no-lugares. Espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad, Editorial Gedisa, Barcelona, 1994: celebrando el redescubrimiento de lo urbano por los antropólogos (ya sin territorios vírgenes y sociedades primitivas por explorar) el libro inicia cierta consideración de la anomia urbanasobremoderna y abre un método (antropológico) y un objeto de estudio (las culturas de los no-lugares urbanos) promisorios y de necesaria consideración también para el caso americano . cxcviiRama, A., La ciudad letrada, Ediciones del Norte, Hanover, New Hampshire, 1984. Rama sistematiza para el caso americano, una clase de estudios acerca de la ciudad retrabajada desde la escritura y la visión ficcional de los narradores, que ya habían desarrollado en el caso europeo, por ejemplo, Susan Buck-Morss, Carl Schorske o Marshall Berman y que en América merecerá luego, investigaciones como las de Beatriz Sarlo o Hugo Achugar. cxcviiiAdorno, R., Cronista y príncipe. La obra de don Felipe Guamán Poma de Ayala, Editorial PUCP, Lima, 1989. Este es un liminar estudio del célebre memorial de 1615 que el cronista andino dirigió infructuosamente a Felipe IV, revisado como instrumento de percepción y representación del mundo colonial y de las latentes oposiciones entre modernidad europea y tradicionalidad andina en el campo de lo espacial y lo objetual. cxcixSpini, S., Bixiga. Avio d’uma pesquisa etnourbana, Editorial IIC, San Pablo, Brasil, 1984. Se trata de la indagación y registro del corpus patrimonial de un barrio popular paulistano fruto de la inmigración italiana de principios de siglo: bajo la influencia de los estudios patrimoniales de Enrico Guidoni, se lleva a cabo un prolijo inventario de un patrimonio débil que cruza testimonialidad oral y objetos lábiles o evanescentes (documentos, fotos familiares, ropa, enseres domésticos y del trabajo, registro de fiestas barriales, etc.). ccSilva, A., Imaginarios urbanos, Editorial Siglo, Bogotá, 1985. Este estudio registra la productividad urbano social popular, como los graffittis y demás expresiones del arte callejero focalizado en los casos de Bogotá y San Pablo. cciPortocarrero, G., El psicoanálisis, las ciencias sociales y el mundo popular, ensayo incluído en la antología a cargo de Urbano, H. (ed.), Modernidad en los Andes, Edición del Centro Bartolomé de Las Casas, Cuzco, 1991. Además de ofrecer un detallado estudio crítico de las distintas posturas de diferentes cientistas sociales sobre el mundo de la marginalidad popular urbana detecta, como conclusión de trabajos de campo, la perduración de componentes míticos en el encuadre cotidiano del migrante rural reciente a las grandes ciudades, desconfianza respecto de la modernidad y refugio en prácticas y rituales conjuratorios y de sanación frente a la hostilidad y ausencia de solidaridad del mundo urbano. En una vertiente de reconstrucción histórica de esos mundos híbridos de la aculturación urbana, el mismo autor y otros, componen el material antológico preparado por Panflichi, A. y Portocarrero, G. (eds.), Mundos interiores: Lima 1850-1950, Editorial de la Universidad del Pacífico, Lima, 1998. ccii De los múltiples trabajos de investigación etno-urbanística de Guidoni, E. puede dar cierta imagen de síntesis su tomo de la Historia de la Arquitectura dirigida por Nervi, P.,Arquitecturas primitivas, Editorial Viscontea, Buenos Aires, 1984. Hay asimismo, una edición española de Editorial Aguilar. cciii Sobre un particular enfoque de las posibles relaciones entre objetos y territorios veáse el texto editado por Amadori, C.et al, Progetti e territorii, editado como catálogo de la muestra Abitare il tempo, Verona, 1991, publicado en Venecia ese mismo año por la Editorial Arsenale. El libro registra proposiciones proyectuales según las cuáles diferentes diseñadores deducen características de los objetos que proponen, de características o cualidades específicas –culturales, tecnológicas, estéticas–de 9 diversas regiones de Italia y de 2 países invitados (Alemania y Japón).

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ccivEscobar, T., El mito del arte y el mito del pueblo. Cuestiones sobre arte popular, Edición RP-Museo del Barro, Asunción del Paraguay, 1986. Este es un completo y complejo abordaje de los cruces múltiples entre lo artístico y lo popular, las artes y las artesanías, la cultura y lo mitológico, marcando además las características de los diversos grupos étnicos que sobreviven en Paraguay incluso indagando acerca de las transformaciones que los productos de las culturas indígenas sufren o elaboran, como efecto de las transculturaciones de origen global y/o massmediático. ccvColombres, A., Liberación y desarrollo del arte popular, Edición del Museo del Barro, Asunción del Paraguay, 1986. Bajo la presentación de los propósitos del Museo del Barro, en tanto ámbito dedicado a estudiar, catalogar y exponer piezas del patrimonio artesanal popular, Colombres analiza las características del artesanato, sus cualidades y principios, su banalización y mercantilización y su significación socio-económica (en México, por ejemplo, hay unos 10 millones de artesanos, casi un 9% de su población). ccvi Fu Tuan, Y., Topophilia. A study of the environmental perception, attitudes and values, Editorial Prentice-Hall, New Jersey, 1974. Sigue siendo, a pesar del tiempo transcurrido desde su edición, un significativo compendio sobre los aspectos de la percepción como vehículo de la relación de empatía entre sujeto y territorio. Luego de una recapitulación general de conceptos ligados al etnocentrismo de los mundos personales se abordan ciertas microvisiones topofílicas en Grecia y China, para pasar a considerar la ciudad moderna –desde el medioevo hasta Los Angeles– y lo que define como una relación entre disposiciones físicas (physical settings) y estilos de vida urbana. ccviiLezama Lima, J., La expresión americana, Editorial FCE, México, 1993. Se trata de la transcripción de un ciclo de 5 conferencias ofrecidas por Lezama en La Habana en 1957: Mitos y cansancio clásico, La curiosidad barroca, El romanticismo y el hecho americano, Nacimiento de la expresión criolla y Sumas críticas del americano. Repleto de referencias propias de la erudición exhuberante del cubano, éste sigue siendo un texto fundamental para el entendimiento de lo americano. En América –dirá Lezama– dondequiera que surja posibilidad de paisaje, tiene que existir posibilidad de cultura. El más frenético poseso de la mímesis de lo europeo se licúa si el paisaje que lo acompaña tiene su espíritu y lo ofrece, y conversamos con él, siquiera sea en el sueño. (p. 167). ccviii Las citas de Cardenal, E., provienen de su largo poema Mayapán, de su libro Homenaje a los Indios Americanos, publicado entre otros materiales, en la Antología al cuidado de Cuadra, P., Editorial C. Lolhé, Buenos Aires, 1971. ccixBowler, P., Historia Fontana de las Ciencias Ambientales, Editorial del FCE, México, 1997. ccx Deleage, J.P., Historia de la Ecología,Editorial Icaria-Nordan, Montevideo, 1993. ccxiBramwell, A., Ecology in the 20th Century. A history, Editorial Yale University Press, New Haven, 1989.

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ccxiiNaess, A.,Ecology, communnity and lifestyle: outline of an ecosophy, Editorial Cambridge University Press, Cambridge, 1989. ccxiiiO´Connor, J., Natural causes. Essays in ecological marxism, Editorial The Guilford Press, Nueva York, 1998. ccxivDaly, H., Steady-state economics, Editorial Island Press, Washington, 1991. ccxvSachs, I., Ecodesarollo: desarrollo sin destrucción, Edición de El Colegio de México, México, 1982. ccxviMartínez Alier, J., De la economía ecológica al ecologismo popular, Editorial Nordan/Icaria, Montevideo, 1995. ccxviiLeff, E., Ecología y capital: racionalidad ambiental, democracia participativa y desarrollo sustentable, Editorial Siglo XXI, México, 1994. ccxviiiMc Harg, I., Design with nature, Editorial Doubleday, Nueva York, 1969. ccxixLuhmann, N., Sociología del riesgo, Editorial de la Universidad Iberoamericana, Guadalajara, 1992. ccxx Sustainable Seattle, The sustainable Seattle indicators of sustainble community, Edición Sustainable Seattle, Seattle, 1994. Se trata de un conjunto de 39 indicadores agrupados en 4 grandes ítems: medio ambiente (5 indicadores, uno de ellos es cantidad y calidad de salmones en los ríos de la región), población y recursos (8 indicadores, uno de ellos es acres de tierra disponibles para 5 usos: residencial, comercial, espacio abierto, transporte, bosques), economía (9 indicadores, uno de ellos es horas de empleo pagado al salario promedio necesario para aforntar las necesidades básicas) y cultura y sociedad (17 indicadores, uno de ellos es promedio de vecinos que el ciudadano medio dice conocer de nombre). ccxxiVester, F.– von Hessler, A., Sensitivitymodell, Edición del Ayuntamiento de Francfort, Francfort, 1984. ccxxii Un completo manual del actual estado de desarrollo de los conceptos y técnicas EIA es el libro de Barrow, C., Environmental and social impact assessment. An introduction, Editorial Arnold, Londres, 1997. ccxxiii Roberts, J., Environmental sensitivity analysis, Editorial Carmichael, Sacramento, 1973. ccxxiv El procedimiento MEEP (Municipal environmental evaluation process) se aplica en el Municipio de Ottawa. Veáse una descripción y comentarios del mismo en mi libro La naturaleza de la metrópolis, Edición Ugycamba-FADU-UBA, Buenos Aires, 1999, pp. 141-4. ccxxv Nijkamp, P., Regional sustainable development and natural ressource use, Edición de The World Bank, Conference on Development Economics, Washington, 1990. ccxxvi WCED, Our common future, Editorial Oxford University Press, Nueva York-Londres, 1987. ccxxviiRees, W., Ecological footprints and appropiated carrying capacity. What urban economics leaves out, ensayo en revista Environmental Urbanization, 4-2, N. York, 1992. ccxxviii En el manual de Girardet, H., Ciudades. Alternativas para una vida urbana sostenible, Editorial Celeste, Madrid, 1992, se registra un conjunto de proyectos y tecnologías que procuran afrontar las patologías de la insustentabilidad urbana (parte segunda del libro: Ciudades enfermas, mundo enfermo) según una batería de minisoluciones empíricas y acumulativas o de sinergía positiva (parte tercera del libro: Curar la ciudad). Aunque la tercera parte es una suerte de David frente al Goliath de la segunda, allí se comentan experiencias como las de Davis o Christiania o proyectos como los de Mentech. ccxxixGosz, J. et al, El flujo de energía en un ecosistema de bosque, ensayo en revista Ciencia e investigación, mayo 1978, Barcelona, pp. 46-57. ccxxxWolman, A., The metabolism of cities, artículo en revista Scientific American, volúmen 213, número 3, Nueva York, 1965, pp. 179-190.

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ccxxxi Naredo, J.M., Flujos de energía, agua, materiales e información en la comunidad de Madrid, Edición de la Consejería de Economía de la CAM, Madrid, 1988. ccxxxiiTerradas, J. et al, Ecología de uma ciutat: Barcelona, Edición del Ayuntamiento de Barcelona, Barcelona, 1985. ccxxxiiiRueda Palenzuela, S., Ecología urbana. Barcelona e la seva regió metropolitana com a referents, Editorial Beta, Barcelona, 1995. ccxxxivMontenegro, R., La ciudad como ecosistema: bases para el desarrollo de una ecología urbana, Edición del Instituto de Ecología de Córdoba, Serie documentos de trabajo DT/1, Córdoba, Argentina, 1991. ccxxxvBoyden, S., Un enfoque ecológico integral para el estudio de los asentamientos humanos, Edición del Programa Mab-Unesco, París, 1979. ccxxxviMatus, C., Planificación de situaciones, Editiorial FCE, México, 1980. ccxxxvii Morin, E., El Método, volumen II, La vida de vida, Editorial Cátedra, Madrid, 1993. Este segundo tomo del vasto proyecto de cuatro grandes capítulos de revisión y aggiornamiento del cartesianismo ajustado a la modernidad de la complejidad, se propone definir una ecología generalizada para abarcar (pero, por su dimensión, sin capacidad para proponer una nueva metodología fáctica para modelar/gestionar la complejidad de lo real-vital) una sistemática del mundo de lo vivo (biológico y tecno-metabólico). ccxxxviiiGuattari, F., Caosmosis, Editorial Manantial, Buenos Aires, 1996. La redefinición de la subjetividad en y por el mundo maquínico da pié a Guattari para proponer un marco de aprehensión de lo complejo según el concepto de objeto ecosófico, frente a cuya entronización contemporánea, solo cabría la perspectiva de un modo de conocimiento sesgado por lo estético. ccxxxixHarvey, D., Los límites del capitalismo y la teoría marxista, Editorial FCE, México, 1990. En los capítulos finales de este libro Harvey sitúa el dispositivo conceptual marxista para analizar la categoría general del espacio/territorio y específica del espacio urbano. La crítica del desarrollo urbano moderno y de sus formas de planificación se trata también en su libro Consciousness and the urban experience, Editorial Blackwell, Oxford, 1985. ccxlO´Connor, J., Las condiciones der producción. Por un marxismo ecológico. Una introducción teórica, ensayo en revista Ecología Política 1, Barcelona, 1990. ccxliJameson, F., El ladrillo y el globo: arquitectura, idealismo y especulación de la tierra, ensayo incluído en su antología El giro cultural, Editorial Manantial, Buenos Aires, 1999 (pp. 212-248). Este ensayo fue originariamentre una rescensión del importante libro de Fitch, R., The assassination of New York, Editorial Verso, Londres, 1996. ccxliiSoja,E., Six discourses on the postmetropolis, ensayo en revista Urbana, 2, Madrid, 1998. ccxliii Una síntesis de este proyecto consta en Carley, M. et al, Managing sustainable development, Editorial Earthscan, Londres, 1992. Significó un marco concertativo para manejar el desarrollo urbano en un corredor de mil kilómetros de extensión –que va de San Francisco a San Diego- y 36 millones de habitantes , concebido así como recuperación de un área de manejo ya perdida en las dimensiones urbanas puntuales. Otra idea sustancial es la de convocar ámbitos deliberativos amplios y representativos ( caucuses ) que generen alguna clase de veto o moderación de las acciones de los actores hegemónicos del desarrollo urbano y territorial. ccxliv Estos argumentos también los propone Zaera Polo, A., en su ensayo Order out chaos (the material organization of advanced capitalism), ensayo en revista Architectural Design 64, 3-4, Londres, 1994, en el qué un desarrollo de las ideas de Harvey le sirven para presentar unos escenarios de posurbanidad en los cuáles propone la necesidad de identificar alternativas neotipológicas de la arquitectura (contenedores híbridos, fashion buildings, franchising architecture, mediatecas, temathic parks, etc.) dentro de cierto inmoral oportunismo de raiz koolhaasiana..

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ccxlvBorja, J. y Castells, M., Local y global. La gestión de las ciudades en la era de la información, Editorial Taurus, Madrid, 1998. ccxlvi Un manual para el desarrollo de las agendas locales es el elaborado por ICLEI (International Council for Local Environmental Initiatives), The local agenda 21 planning guide. An introduction to sustainable development planning, Edición de ICLEI, Toronto, 1996. ccxlvii Veáse de Müzell Jardim, V. et al, 2° Plano diretor de desenvolvimento urbano ambiental, Edición de la Prefeitura municipal de Porto Alegre, Porto Alegre, 1998. ccxlviiiCabanzo, F. et al, Plan de Gestión Ambiental del Municipio de Cartagena, Edición IDEADE, Bogotá-Cartagena, 1996. ccxlix He desarrollado estas ideas y conceptos sobre sustentabilidad primaria y secundaria en mi artículo Plataformas de sustentabilidad. Soportes urbano-territoriales, problemáticas y gestión ambiental, que entre otros sitios está inserto como caspítulo 2 de mi libro Mundo Diseñado. Para una teoría crítica del proyecto total, Editorial UNL, Santa Fé, Argentina, 2011, pp. 45-65. cclEl caso de Ramon Margalef es significativo en su perspectiva de aportar a la constitución misma de la ciencia ecológica pero también, sin perder de vista esa especificidad, para situarla en el marco de los grandes pocesos transformativos técnicos y urbanos. En laTeoría de los Sistemas Ecológicos, Editorial de la Universidad de Barcelona, Barcelona, 1993 se ocupa a la vez de sus temas e indirectamente del proceso externo a ellos que los modifia drásticamente: La destrucción y explotación de la naturaleza se expresa por una continua reunicialización de las sucesiones….Nuestra civilización realiza continuamente experimentos a gran escala que podrían ser mas utilizados de lo que son para el desarrollo de los fundamentos de una “ecología de perturbación”. La explotación quita el exceso de producción, con lo quie impide su capitalizació local y se frena el avance de la sucesión. Hay una oposición fundamental entre explotación y sucesión. Esta relación ha de tenerse presente en todos los proyectos de conservación. El hombre es muy poderoso en el uso de energía externa para mover materiales, especialmente sobre el plano horizontal. El transporte horizontal destruye el mosaico de áreas que podían tenr un desarrollo independiente…. Estamos cambiando a velocidad grande y acelerada todos los ecosistemas de la Tierra, perturbándolos sistemáticamente de una manera que admite una descripción asombrosamente breve: aumentar la tasa de renovació y disminuir la diversidad del resto de la biósfera y acelerar la oxidación de la necrósfera. (p.250). El aporte de Margalef destaca asi por ocuparse de su ciencia y ver como esta se tiene que adoptar a cambios, evitando ofrecer su saber como panacea colonizadora y reencauzadora de otros saberes: sería el primero en negar la utilidad de la ecologización de la arquitectura y el diseño. ccli Estos textos y los comentarios que mas abajo se transcriben de algunos de los proyectos de Francois Roche constan en su página new directions.com cclii Girardet, H., Ciudades alternativas para una vida urbana sostenible, Editorial Celeste, Madrid, 1992. ccliii Este y el siguiente ejemplo se describen en el libro de Miranda Sara, L.,Ciudades para la vida. Experiencias exitosas y propuestas para la acción, Editorial Ipadel, Lima, 1996. ccliv Veáse el libro de Sucher, D., City comforts. How to build an urbans village, Editorial City Comforts, Seattle, 1995. cclv Veáse el artículo de Seltmann, G. y Kolkan, A.,La IBA de Emscher Park, en revista Ciudad&Territorio 100, Madrid, 1994. cclvi Veáse el número monográfico dedicado a las relaciones entre diseño y sustentabilidad de la revista Domus 789, Milán, 1997 y en especial el artículo de Manzini, E., Progettare la sostenibilitá. Leapfrog: anticipazioni di un futuro possibile .

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cclviiYeang, K., Proyectar con la naturaleza. Bases ecológicas para el proyecto arquitectónico, Editorial G.Gili, Barcelona, 1999. cclviiiYeang, K., El rascacielo ecológico, Editorial G. Gili, Barcelona, 2001. La versión original se titula The Green Skyscraper. The Basis for Designing Sustainable Intensive Buildings y fué editada por la Editorial Prestel simultáneamente en Munich, Londres y Nueva York en 1999. Hubo una versión previa, The Skyscraper Bioclimatically Considered: A Design Primer, editado por Academy Editions, Londres, 1996. cclix Los trabajos y documentos del Wuppertal Institut para el Clima, Ambiente y Energía Sustentables pueden hallarse en su página wupperins.org cclxBryson, B., En Casa: una breve historia de la vida privada, RBA Libros, Barcelona, 2011. Esta no tan breve (672 páginas) historia, bajo la excusa de los diversos recintos de una casa – el salón, el baño o la cocina- se ocupa de describir la evolución de las funciones relacionales inherntes a la vida doméstica ocurrida en esos interiores a lo largo de la historia específicamente moderna –desde el siglo XVII- y los objetos que las instrumentaron, desde los muebles a los alimentos, la vestimenta a las herramientas o enseres cotidianos, ayudando a definir una fenomenología microsocial, con sus características peculiares para cada cultura, que resulta esencial para pensar la objetología que va consumando la evolución de la modernidad, dando cuenta de cómo la necesidad va requiriendo el aporte experimental del diseño que la satisfaga. cclxiFu Tuan, Y., Topophilia. A study of the environmental perception, attitudes and values, Editorial Prentice-Hall, New Jersey, 1974. cclxii von Weizsäcker, E., Lovins, A. y Lovins, H., Factor 4: duplicar el bienestar con la mitad de los recursos naturales, Editorial Galaxia Gutemberg, Barcelona, 1997. Una secuela de ese escrito es el que también lideró von Weizsacker junto a un grupo de científicos australianos, Factor 5: Transforming the Global Economy trough 80% Increase in Resource Productivity, Editorial Routledge, Londres, 2011. cclxiiiGauzin-Müller, D., Arquitectura Ecológica. 29 Ejemplos Europeos, Editorial G.Gili, Barcelona, 2002. cclxiv Wellmer, A., Finales de partida. La modernidad irreconciliable, Editorial Cátedra, Madrid, 1996. cclxv En la página nomadsunited.com se ofrece una nómina de las direcciones web de unas 500 conformaciones recientes de comunidades de intereses ambientalistas incluídas una gran parte de las experiencias coHousing. cclxviFoster, H.,Voces en vanguardia. Pequeño diccionario de ideas del diseño actual, artículo en Arquitectura Viva 93, Madrid, noviembre-diciembre 2003. cclxvii Revista Summa +, 46, Buenos Aires, 2001, pp. 78-87. cclxviii Veáse para un muestreo genérico de su obra el monográfico de la revista El Croquis, 111, Madrid, 2001. cclxixChaslin, F., La catedral frágil. Renzo Piano, Centro Cultural Canaco en Nueva Caledonia, ensayo aparecido en Arquitectura Viva, 62, Madrid, 1998, pp.44-51. cclxx La metodología HQE ( Haute Qualité Environmental ) – en español traducida como ACM ( Alta Calidad Medioambiental ) es una asociación francesa creada en 1996, integrada por representantes de empresas constructoras, científicos e intelectuales, diseñadores, obreros y artesanos y representantes gubernamentales, que generó una metodología de proyecto basada en el cumplimiento de 14 objetivos que agrupan 59 medidas prácticas concretas de diseño. Los 14 objetivos se agrupan en cuatro campos temáticos a saber: ecoconstrucción, ecogestión, salud y confort que abarcan prescripciones que traducen al problema del proyecto, la mayoría de las normas legales existentes en Francia. Las normas ACM son de aplicación voluntaria y únicamente otorga a quiénes la aplican una especie de sello de calidad que resulta ser crecientemente buscado por el público en general.

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El método ACM es asumido directamente por el promotor de un nuevo edificio; a veces, promotores públicos, entre ellos el sistema REX ACM que construyó mas de 700 viviendas sociales o el Consejo Regional Nord-Pas de Calais, interesado en equipamiento público, preferentemente escuelas, entre las que figura la obra de Kroll en Caudry que comentamos. Hay aparte muchos grupos inmobiliarios privados –como Les 3 Suisses o Accor–que han anunciado públicamente trabajar sus negocios según principios ACM. En cuanto a la formación, Pierre Lefevre inició en 1997 un curso de posgrado en la Escuela parisina de La Villette; ahora también se imparten cursos ACM en Lyon, Lille, Marsella y Saint Etienne. Puede encontrarse una presentación bastante detallada del método ACM en el libro de Gauzin-Müller, D., Arquitectura Ecológica, Editorial G. Gili, Barcelona, 2002, pp. 250-279.