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Thomson La Ley

Voces: DELITO CULPOSO ~ EPILEPSIA ~ HOMICIDIO ~ HOMICIDIO CULPOSO ~ LESIONES ~ PROCEDIMIENTO PENAL ~ PROCESAMIENTOTribunal: Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, sala V(CNCrimyCorrec)(SalaV)Fecha: 22/08/2003Partes: Petruf, Daniel A.Publicado en: LA LEY2003-F, 26 - LA LEY 2004-B , 548, con nota de Marco Antonio Terragui; Sup. Penal 2004 (febrero) , 11, con nota de Marco Antonio Terragui ; Cita Online: AR/JUR/1425/2003

Hechos: El conductor de un remise, que transportaba a dos pasajeras, perdi el control del rodado y colision varias veces contra el guarda carril, lo que motiv que stas, ante la falta de respuesta del remisero y su actitud pasiva, se arrojaran del vehculo. Una falleci y la otra sufri heridas. Se prob en la causa que el conductor del rodado padeca epilepsia. Fue procesado en orden a los delitos de homicidio y lesiones culposas y privacin ilegal de la libertad. La Cmara confirma el pronunciamiento modificando la calificacin legal.

Sumarios: 1. Corresponde decretar el procesamiento por el delito de homicidio y lesiones culposas a quien, a pesar de contar con que realizara el tipo de un determinado delito de imprudencia por cuanto conoca su condicin de enfermo de epilepsia, que no se controlaba mdicamente desde hace aos y que recientemente haba padecido un brote, condujo un vehculo de pasajeros -en el caso, un remise- provocando la muerte de uno de ellos y lesiones en el otro, ocasionadas cuando se arrojaron del rodado en movimiento al percatarse que el conductor sufra convulsiones que le imposibilitaban mantener el dominio del mismo.

Texto Completo: 2 Instancia. - Buenos Aires, agosto 22 de 2003. Considerando: I. Llega a manos de los suscriptos esta causa, en virtud del recurso de apelacin introducido por la defensa de Daniel Alejandro Petruf, contra el auto decisorio que luce a fs. 142/144 del expediente principal (fs. 3/5 de estos testimonios), mediante el cual se decreta el procesamiento del nombrado, en orden a los delitos de privacin ilegal de la libertad, homicidio y lesiones imprudentes.II. Es objeto de investigacin, el hecho ocurrido el da 22 de junio del ao en curso, a las 4:10 A.M. aproximadamente, en la autopista Lugones de esta ciudad de Buenos Aires. Por dicha va circulaba el vehculo de alquiler marca Ford Galaxy conducido por el encausado Petruf y, como pasajeras, T. B. y P. S..Por motivos que, al menos de momento, pueden presumirse, Daniel Alejandro Petruf perdi el control del automotor y, as, golpe en varias ocasiones contra el guarda carril; estas circunstancias, sumadas a la aparente actitud pasiva del encausado ante los reiterados y desesperados pedidos de las vctimas para que se detenga, motivaron que ambas decidieran arrojarse del vehculo. Producto de ello, T. B. falleci un da despus, y P. S. sufri importantes heridas.III. Llegado el momento de expedirse, considera prudente la sala, para una mayor comprensin del caso, separar el anlisis de cada cuestin, no sin antes advertir que no se aprecia, tal como alega la defensa (fs. 7/8 de este incidente), que el auto recurrido contenga vicios en su fundamentacin.a. Materialidad de los hechos.El hecho materia de investigacin -y que fuera descripto en el apartado segundo de esta decisin- no se halla discutido en autos; en efecto, tal base fctica encuentra suficiente sustento en el material probatorio incorporado al legajo y, adems, no ha encontrado objecin alguna por parte de la defensa y las querellas. Por tal motivo no corresponde, por parte de este tribunal, efectuar consideraciones al respecto.b. Enfermedad del encausado y su manifestacin.Sentado cuanto antecede, corresponde destacar, por su trascendencia, un aspecto central del caso bajo anlisis: la supuesta enfermedad de Petruf y, lgicamente, su incidencia.Conforme surge de las constancias del legajo, todo parece indicar que Daniel Alejandro Petruf padece de epilepsia y que tal patologa tuvo una de sus manifestaciones el da del suceso.En efecto, ms all de las manifestaciones del propio encausado en tal sentido, el certificado mdico que luce a fs. 209 -si bien resta ser corroborado- permite establecer la existencia de la enfermedad, y que Petruf fue tratado en el Hospital Fernndez desde el ao 1993, hasta 1997. Tal instrumento encontrara apoyo, adems, en las constancias que surgen de la historia clnica que obra a fs. 352/353.Por otro lado, mdicos del Servicio Penitenciario Federal han tratado y medicado al sujeto encausado durante su detencin, como a un enfermo de epilepsia (fs. 213/267).Por tales motivos es factible afirmar, en esta etapa, que Daniel Alejandro Petruf es un individuo epilptico; se habran acreditado, en principio, sus dichos en tal sentido.En otro orden, considera el tribunal que tal patologa parece haber tenido una de sus manifestaciones el da del suceso, pues de otro modo no se explicara por qu, con anterioridad a aumentar su velocidad y golpear contra el guarda carril, el vehculo circulaba normalmente (ver, en ese sentido, la declaracin de la vctima P. S. de fs. 306).Adems, P. S. sostuvo que el imputado no reaccionaba ante los constantes pedidos de ella y su amiga -incluso llegaron a tirar de sus pelos-, lo cual constituira un claro indicador del ataque, que se caracteriza, entre otras cosas, por la prdida absoluta del conocimiento y las convulsiones (ver, as, fs. 306 y fs. 123/125, 131/132, 188/190, 286 y 349/350).En sntesis y al menos de momento, todo parecera indicar la existencia de la enfermedad, as como su expresin en el momento de los hechos. Sin embargo, deber profundizarse la investigacin en tal sentido, pues este aspecto debe ser corroborado en forma fehaciente.As, adems de obtener el resultado de los estudios encomendados, conveniente resultara verificar -por la va correspondiente- de qu modo se manifiesta la patologa en el sujeto encausado, y si es factible, en atencin al relato efectuado por la vctima S., si sta puede expresarse del modo relatado.Deber verificarse, asimismo, si la medicacin que el imputado dice haber ingerido en los ltimos tiempos es la adecuada y, adems, si es probable que, an bajo los efectos de sta, pueda presentarse un ataque como el que parece haber sufrido Petruf.Finalmente, resta obtener la declaracin del mdico neurlogo que ha suscripto el certificado que obra a fs. 209 del expediente principal.c. La accin y la imprudencia.Sentado cuanto antecede y aun en el supuesto de verificarse tanto la enfermedad de Petruf como su manifestacin en el da de los hechos, considera el tribunal que es factible -conforme se explicitar "infra"- imputarle el resultado.En esa lnea, conveniente resulta -para ser claros en el relato y evitar equvocos- efectuar determinadas consideraciones.Casi en forma unnime, la doctrina ha clasificado en tres grupos los casos de ausencia de accin: los movimientos reflejos, los estados de completa inconsciencia, y la fuerza fsica irresistible; tambin en forma pacfica, se ha incluido a los ataques de epilepsia dentro del primero de los casos (ver, entre muchos, Maurach-Zipf, "Derecho Penal, parte general", traduccin de la 7 edicin alemana por Jorge Bofill Genzsch y Enrique Aimone Gibson, Astrea, Buenos Aires, 1994, t. I, p. 246 y siguientes).Supuestos como el tratado, donde podran existir reacciones corporales sin intervencin -de ninguna manera- de la voluntad, quedaran fuera del concepto de accin y, en consecuencia, seran irrelevantes para el Derecho penal. La razn de tal unnime afirmacin puede resumirse de la siguiente manera: una conducta que no puede ser controlada de acuerdo a la naturaleza humana, no constituye un punto de partida vlido para la responsabilidad penal.Ahora bien, no obstante lo expuesto, hay que ser claro en este sentido: aun cuando al momento del suceso no pueda hablarse de accin, esto no quiere decir -como antes se adelantara- que el sujeto no pueda ser responsabilizado; ello ocurre, como en el caso, cuando ha introducido imprudentemente, en un momento anterior al hecho, una causa al resultado.Ello encuentra su explicacin, si el asunto es analizado a la luz de la teora de la "actio libera in causa"; esto es, bajo aquellos supuestos en los cuales el autor pone en marcha un comportamiento actuando de forma responsable, pero que slo desemboca en una accin tpica cuando aqul ha perdido capacidad de accin (en ese sentido ver Jescheck, Hans-Heinrich, "Tratado de Derecho Penal, parte general", 4 ed. traducida por Jos Manzanares Samaniego, Comares, Granada, 1993, p. 403); en otras palabras: el sujeto provoca en forma imprudente -en un momento anterior al ataque al bien jurdico-, su falta de accin.Dentro de ese marco, la imprudencia por parte de Daniel Alejandro Petruf puede apreciarse en variadas circunstancias, todas apreciables con anterioridad al tiempo del evento. En primer y fundamental trmino, el slo hecho de conducir un vehculo de pasajeros a sabiendas de su enfermedad, constituye, de por s, un elemento insoslayable a la hora de analizar la cuestin.Por otro lado, si bien el encausado tomaba cierta medicacin, la ausencia total de tratamiento clnico desde el ao 1997 refuerza tal concepto imprudente (ver informe de fs. 95); sobre todo, frente al reciente episodio que l mismo se encarg de relatar al momento de ser escuchado a tenor del art. 294 del digesto ritual (ver fs. 210/212).Entonces -siempre dentro de esta lnea-, es factible afirmar, parafraseando a Jescheck, que Petruf pudo contar con que realizara en tal estado -carente de accin- el tipo de un determinado delito de imprudencia (Jescheck, Hans-Heinrich, op. cit., p. 405).d. Imputacin objetiva.Restara establecer, entonces, si el resultado finalmente producido -lesiones, homicidio-, puede ser imputado objetivamente a Daniel Alejandro Petruf.En efecto, nuestro Cdigo Penal -en sus arts. 84 y 94- utiliza la preposicin "por" para indicar que el resultado tpico debe ser consecuencia de la imprudencia. Esto indica que no se trata de medir slo el resultado en el mundo exterior, sino como consecuencia jurdica de la accin, es decir, debe aparecer una conexin entre la accin imprudente y el resultado; un nexo que permita formular la imputacin objetiva.Mediante la delimitacin objetiva de la imputacin, entonces, se puede establecer el criterio conforme al cual procede imputar el resultado al autor, o excluirlo de responsabilidad (ver Bacigalupo, Enrique, "Manual de Derecho Penal, parte general", Temis, Bogot, 1984, p. 99).Desde dicha perspectiva no se puede compartir, en este estadio procesal, la postura de la defensa -cuyos agravios, al no presentar memorial ante esta alzada, slo se conocen por la escueta pieza que luce a fs. 7/8 de este legajo- basada en la aparente responsabilidad de las vctimas. Este ltimo extremo, o lo que es lo mismo: "quien es culpable de su mal qujese a s mismo" no parece aplicable al presente caso, en el que debe acentuarse, conforme la reconstruccin histrica de lo ocurrido, que las opciones con las que contaban las damnificadas no eran muchas, en especial si se pondera que fueron colocadas en una situacin sorpresiva e inesperada; su reaccin, desprovista de libertad, resultara producto del pnico que les fue inspirado en tal circunstancia (ver los precedentes del Tribunal Superior Espaol que, amalgamados son aplicables a este caso, citados por Cancio Melia en "Conducta de la vctima e imputacin objetiva en Derecho Penal", J. M. Bosch, segunda edicin, ps. 29 y 31, notas 27 y 28).Al efecto, el tribunal debe resaltar que si ambas jvenes adoptaron idntica actitud, puede inferirse que la consideraron como la nica posibilidad de huir del estado desesperante que les provocaba la situacin.En ese sentido, la versin ofrecida por P. S. es clara y permite apreciar que en dicho momento su capacidad de inteleccin se hallaba disminuida: "...de repente comenz a golpear para el guard rail derecho, en eso nos asustamos mucho con mi amiga y empezamos a gritar pero el remisero no reaccionaba, estaba como drogado, le gritbamos seor, seor, ah y yo lo agarr de los pelos para que reaccionara, y lo mov para un lado y para el otro para que reaccionara, porque estaba como dormido, pero no contest en ningn momento..." (fs. 306). Este testimonio, adems, encuentra apoyo en las declaraciones que lucen fs. 23/24, 116/118, 119/120, 123/125, 131/132 y 286, brindadas por personas que tuvieron contacto con la vctima instantes posteriores al suceso.En la valoracin jurdica del suceso, corresponde determinar quin reviste la calidad de vctima (el que sufre el dao) y quin la de autor. Tales roles no permiten sostener -al menos de momento y conforme al plexo probatorio hasta aqu reseado-, que haya interrupcin del nexo de imputacin.No se trata de quitar relevancia a la conducta de las damnificadas, sino de determinar la responsabilidad jurdico penal -propia de esta etapa- de quien ha sido indagado. En este sumario el cuadro cargoso permite dar por cierto con alto grado de probabilidad, que fue la imprudente conducta del imputado la favorecedora del resultado, pues ha tenido eficacia preponderante o anloga al comportamiento de las vctimas, mas no inferior. Es que la inobservancia al deber de cuidado por parte de quien manejaba el transporte de pasajeros fue, cuando menos, la propulsora inicial de los lamentables resultados (contribucin operativa que las constancias sumariales detalladas impiden negar).Daniel Alejandro Petruf ha creado un riesgo jurdicamente desaprobado, dicho riesgo se ha concretado en los resultados que tenemos a la vista y stos se encuentran descriptos en el tipo. As, no es posible, hasta aqu, excluir la responsabilidad del sujeto encausado, pues en el sistema penal argentino la degradacin de culpas slo puede aplicarse con la eventual aplicacin de los arts. 40, 41 y concs. del Cd. Penal.Resulta que, ms all de las conocidas crticas a la teora de la imputacin objetiva (Hirsch, Struensee, Kaufmann, Cuello Contreras, Serrano Gonzlez de Murillo, Sancinetti, etc.), debe echarse mano a sta, por parecer la que, para determinar responsabilidad en los casos en que se introduce al debate el riesgo participado por las vctimas, ha ofrecido un marco sistemtico adecuado para el anlisis. De igual modo ha procedido el tribunal en casos anteriores (c. N 19.115, "De la Rosa, Oscar y otro", rta. 18/06/2002).Por ello es dable consignar, con los elementos probatorios acollarados de momento, que Petruf pudo contar con que realizara el tipo de un determinado delito de imprudencia; ello as, por cuanto surge claramente de autos que conoca su enfermedad, que no se controlaba mdicamente desde hace aos, que recientemente haba padecido un brote (fs. 95, 209, 210/212 y 352/353) y, sin embargo, condujo un vehculo de pasajeros.Puede descartarse por ahora (nada indica una aceptacin consciente de las vctimas), la alegada auto-puesta en riesgo; de all que es factible adjudicar en esta etapa del proceso, responsabilidad al autor.En efecto, parece imposible sostener que tanto S. como B. ascendieran al rodado con un mnimo de conocimiento del riesgo al que se enfrentaran minutos despus. Es que la situacin creada para ellas contrasta con su libre actuacin y rechaza lo que la doctrina denomina consentimiento, pues de seguro no fue asumida la posibilidad de que ocurriera lo que finalmente sucedi.No se trata de aquellas situaciones en que las vctimas no merezcan ni necesiten proteccin, ya que no era sencilla la opcin de cmo actuar, ni puede exigirse ante tamao acontecimiento una conducta determinada o taxativa para quienes se encontraron desprotegidas. Entonces -como se dijera ms arriba-, las adolescentes no parecen haber actuado con total y libre albedro, sino como consecuencia del actuar imprudente de Petruf, y con una ms que probable disminucin de sus capacidades intelectivas.La problemtica planteada en autos -no menor, por cierto-, requiere de un profundo debate, as como dotarse de mayores elementos que permitan clarificar algunos puntos oscuros; en especial, una mayor aproximacin de lo ocurrido en la mente de P. S. y T. B. desde que decidieran viajar en el "remise" y hasta que optaran por arrojarse de l. Sobre ello, la oportuna ampliacin del testimonio de la primera, de quienes las acompaaron ese da y de sus familiares y amigos, permitir una mejor ubicacin sistemtica y, por ende, una reflexin detenida para sentar un criterio dogmtico basado en el convencimiento de que la reconstruccin de los hechos no permite modificacin futura.Como consecuencia de todo lo expuesto, se impone el avance procesal hacia una eventual etapa con amplia participacin de acusadores y defensa.e. Privacin ilegal de la libertad.A esta altura, lgico resulta concluir en la improcedencia de la imputacin referente a la privacin ilegal de la libertad; en efecto, tal delito no admite la forma imprudente y, de acuerdo a las particulares caractersticas que rodearon los sucesos -detalladas "ut supra"-, nada indica que las jvenes hayan sido obligadas a subir o permanecer en el automotor.Incluso de los dichos de S. no surge motivo alguno que autorice a concluir que Petruf haya tenido voluntad de privar a las adolescentes de su libertad; los argumentos dirigidos por la querella en tal sentido, parecen apuntar a una responsabilidad imprudente que, como se dijo, es inadmisible en este delito.Deber, as, modificarse la calificacin legal escogida.f. Prisin preventiva.El tratamiento de la apelacin introducida por la defensa respecto de la prisin preventiva, luego de la libertad concedida a Daniel Alejandro Petruf, se ha tornado abstracto; no obstante ello cumple recordar, de acuerdo al reiterado criterio de la sala, que tal decisin no es apelable, pues existen otras vas procesales para revertirla (c. N 17.564, "Campos, Gabriel A.", rta. 15/08/2001).g. Embargo.El monto establecido como embargo por parte del magistrado de grado, al menos de momento, es adecuado para solventar los gastos en que pueda incurrir el proceso; procede, as, su convalidacin.IV. Advierte la sala, a partir de la lectura del escrito de la querella que luce a fs. 36/44, que la ley 11.430 y sus modificatorias de la Provincia de Buenos Aires, en su artculo 36, parece no adaptarse al texto de la ley nacional 24.449, esto es, que para otorgar la licencia de conducir, la autoridad competente deber requerir del solicitante una declaracin jurada sobre las afecciones fsicas, cardiolgicas, neurolgicas, psicopatolgicas y sensoriales que padezca o haya padecido el interesado (art. 14, a.2, de la reglamentacin) y que puedan afectar o impedir el dominio de la conduccin del automotor.La conveniencia de poner en aviso tal incongruencia, que priva de la armona jurdica que debe reinar en un Estado de Derecho, conduce, por intermedio del seor juez de grado, a la necesidad de librar oficio al seor gobernador de la Provincia de Buenos Aires para que, de as considerarlo, adopte las medidas tendientes a paliar tal circunstancia.Sentado cuanto antecede, la sala resuelve: 1) Confirmar la resolucin de fs. 3/5 de estos testimonios y fs. 142/144 del principal, punto primero, mediante la cual se decreta el procesamiento de Daniel Alejandro Petruf, y modificar la calificacin legal escogida por la de homicidio y lesiones imprudentes (art. 84, segundo prrafo, y 94, segundo prrafo, Cd. Penal), en calidad de autor. 2) Declarar abstracto el tratamiento del recurso de apelacin introducido respecto de la prisin preventiva decretada en el punto resolutivo segundo de la decisin de fs. 3/5 de este legajo y fs. 142/144 del principal. 3) Confirmar el punto tercero de la resolucin de fs. 3/5 de estos testimonios y fs. 142/144 del principal, mediante la cual se manda a trabar embargo sobre los bienes o dinero de Daniel Alejandro Petruf, hasta cubrir la suma de pesos novecientos mil ($900.000). 4) Ordenar el cumplimiento de las diligencias y medidas de prueba formuladas en los considerandos de esta decisin, y en especial el libramiento del oficio dirigido al seor gobernador de la Provincia de Buenos Aires. - Guillermo R. Navarro. - Mario Filozof.

Citas Legales:

leyes 11.430 (Adla, LIV-A, 771); 24.449 (Adla, LV-A, 327)

Nota a fallo:

Terragni, Marco Antonio; ~ Atribucin del hecho al imputado o a las vctimas?