SILVIA MANSILLA

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20 Febrero 2015 Crónica Crónica Antigua Mujer LA MAGIA DE LA MENOPAUSIA U na noche cualquiera en el mes de noviembre desperté sofoca- da por un incendio que me hacia expulsar fuego por cada uno de mis poros. El epicentro lo pude locali- zar en el centro mismo de mi útero. Las brutales y abrasivas llamaradas se expandían desde allí a lo largo de mi columna vertebral para correr por toda mi espalda haciéndome experimentar la apertura de cada uno y todos los puntos celulares de mi piel. Una hume- dad caliente se expandió a toda veloci- dad por mi rostro, pecho, axilas, brazos y piernas. El aire empezó a faltarme haciéndome boquear por la falta de oxígeno. Al terminar el fuego, mi con- ciencia estaba tan alerta como el de una presa de caza en plena huida. Podría haber corrido diez kilómetros en medio de la noche sin problemas. ¡Por la Diosa! ¿Qué fue aquello? Ese mismo día a plena luz el fenómeno se repitió. Dejándome tan con- fundida y alerta como por la noche. No quise cuestionarme porque una voz en el fondo de mi alma fe- menina me dijo que era la llegada de la menopausia ¡Qué desastre! Igual, las preguntas se de- rraparon solas: ¿Yo qué amé mi periodo lunar y cada gota de mi sangre vertida?, ¿yo qué no tuve jamás un dolor o vergüenza menstrual?, ¿yo qué tengo 45 años? ¡Demasiado joven para la menopausia!, ¡yo qué tengo una pareja diez años menor! ¡NO me podía estar pasando esto! ¿Volverme vieja a los 45? ¿Qué significa? ¿Qué me arrugaré toda, qué engordaré o adelgazaré, qué mi piel se secará, qué me pondré horrible y sin deseo sexual….? La histeria me duró hasta el siguiente abrasador fuego que me dejó tambaleante y arrasada. ¡Momento!, dije. ¿De dónde viene este calor?, ¡este fuego!, ¿de dónde nace, qué lo provoca? El siguiente incendio me agarró preparada y lista para disec- cionarlo y entenderlo. ¡Guuuaaa qué magia!, ¡qué poder!, el fuego lo hago yo misma. Mi cuerpo es capaz de encenderse en llamas, consumirme como un fénix, y en minutos, capaz de renacer de sus propias cenizas. Inicié a amar mis fuegos a disfrutar mis insomnios que me ponen por completo alerta y viva. Mi meno- pausia no es otra cosa que el anuncio de la llegada de mi tercera edad. Si de los 0 a los 22 años viví la evolución del cuerpo, la transformación de niña a mujer, de crisálida a mariposas de alas multicolores y frágiles, del des- pertar sexual, de la búsqueda física, del encuentro con mi propia sexualidad y el sexo opuesto; ¿Qué es mi tercera edad…? Si de los 23 a los 44 viví la apertura de mi mente fecunda, de los logros laborales y el aprendizaje constante de picos y abismos, de la expansión de las ideas y la experimen- tación teórica y práctica de la filosofía y la ciencia; ¿Qué es mi tercera edad? Mi tercera edad es la del espíritu, de la fuerza del alma y el despertar de la sabiduría profunda. Es mi oportunidad de manifestar el poder de mi “yo íntegro” al lograr profundizar en “mi yo espiritual”. Así que empecé a emocionarme con la llegada de cada fuego. Cada llamarada encendida no es otro cosa que la manifestación de mi mágico ser femenina, de la fuerza de la naturaleza y la madre manifestada en todo lo creado. No he querido leer sobre la menopausia, ni ir con un médico que solo me confunda ha- ciéndome creer que es una enfermedad que debe ser me- dicada. ¿Qué si estoy envejeciendo? Es probable, así como envejecen las hojas en otoño y se ponen todas de un rojo intenso, de un amarillo vibrante y de un naranja seductor. ¿Cómo me puede entristecer eso cuando ha llegado mi momento de mostrar mi belleza de más impacto? La fuerza del volcán y la explosión del Big Bang, eso, soy yo, eso somos las mujeres. Estoy emocionada y alerta, completamente despierta y llena de energía. Abrazada a mi fuego doy la bienvenida a cada hola de calor que anuncia la llegada sin dudarlo del mejor tiempo de mi vida. Lo sé, por que el fuego, sea el que sea, es siempre transformador y poderoso. P.D. Y para nada he perdido el deseo sexual. Silvia Mansilla [email protected] Foto: Shutterstock

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20 Febrero 2015 • Crónica

Crónica Antigua Mujer

LA MAGIA DE LA MENOPAUSIA

Una noche cualquiera en el mes de noviembre desperté sofoca-da por un incendio que me

hacia expulsar fuego por cada uno de mis poros. El epicentro lo pude locali-zar en el centro mismo de mi útero. Las brutales y abrasivas llamaradas se expandían desde allí a lo largo de mi columna vertebral para correr por toda mi espalda haciéndome experimentar la apertura de cada uno y todos los puntos celulares de mi piel. Una hume-dad caliente se expandió a toda veloci-dad por mi rostro, pecho, axilas, brazos y piernas. El aire empezó a faltarme haciéndome boquear por la falta de oxígeno. Al terminar el fuego, mi con-ciencia estaba tan alerta como el de una presa de caza en plena huida. Podría haber corrido diez kilómetros en medio de la noche sin problemas. ¡Por la Diosa! ¿Qué fue aquello?

Ese mismo día a plena luz el fenómeno se repitió. Dejándome tan con-fundida y alerta como por la noche. No quise cuestionarme porque una voz en el fondo de mi alma fe-menina me dijo que era la llegada de la menopausia ¡Qué desastre! Igual, las preguntas se de-rraparon solas: ¿Yo qué amé mi periodo lunar y cada gota de mi sangre vertida?, ¿yo qué no tuve jamás un dolor o vergüenza menstrual?, ¿yo qué tengo 45 años? ¡Demasiado joven para la menopausia!, ¡yo qué tengo una pareja diez años menor! ¡NO me podía estar pasando esto! ¿Volverme vieja a los 45? ¿Qué significa? ¿Qué me arrugaré toda, qué engordaré o adelgazaré, qué mi piel se secará, qué me pondré horrible y sin deseo sexual….? La histeria me duró hasta el siguiente abrasador fuego

que me dejó tambaleante y arrasada. ¡Momento!, dije. ¿De dónde viene este calor?, ¡este fuego!, ¿de dónde nace, qué lo provoca? El siguiente incendio me agarró preparada y lista para disec-cionarlo y entenderlo.

¡Guuuaaa qué magia!, ¡qué poder!, el fuego lo hago yo misma. Mi cuerpo es capaz de encenderse en llamas, consumirme como un fénix, y en minutos, capaz de renacer de sus propias cenizas. Inicié a amar mis fuegos a disfrutar mis insomnios que me ponen por completo alerta y viva.

Mi meno-pausia no es otra cosa que el anuncio de la

llegada de mi tercera edad. Si de los 0 a los 22 años viví la evolución del cuerpo, la transformación de niña a mujer, de crisálida a mariposas de alas multicolores y frágiles, del des-pertar sexual, de la búsqueda física, del encuentro con mi propia sexualidad y el sexo opuesto; ¿Qué es mi tercera edad…? Si de los 23 a los 44 viví la

apertura de mi mente fecunda, de los logros laborales y el aprendizaje constante de picos y abismos, de la expansión de las ideas y la experimen-tación teórica y práctica de la filosofía y la ciencia; ¿Qué es mi tercera edad?

Mi tercera edad es la del espíritu, de la fuerza del alma y el despertar de la sabiduría profunda. Es mi oportunidad de manifestar el poder de mi “yo íntegro” al lograr profundizar en “mi yo espiritual”.

Así que empecé a emocionarme con la llegada de cada fuego. Cada

llamarada encendida no es otro cosa que la manifestación de

mi mágico ser femenina, de la fuerza de la naturaleza y la madre manifestada en todo lo creado. No he querido leer

sobre la menopausia, ni ir con un médico que

solo me confunda ha-ciéndome creer que es una enfermedad

que debe ser me-dicada.

¿Qué si estoy envejeciendo? Es probable, así

como envejecen las hojas en otoño

y se ponen todas de un rojo intenso, de

un amarillo vibrante y de un naranja seductor. ¿Cómo me puede entristecer eso cuando ha llegado mi momento de mostrar mi belleza de más impacto? La fuerza del volcán y la explosión del Big Bang, eso, soy yo, eso somos las mujeres. Estoy emocionada y alerta, completamente despierta y llena de energía. Abrazada a mi fuego doy la bienvenida a cada hola de calor que anuncia la llegada sin dudarlo del mejor tiempo de mi vida. Lo sé, por que el fuego, sea el que sea, es siempre transformador y poderoso.

P.D. Y para nada he perdido el deseo sexual.

Silvia [email protected]

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