Situación de enunciación de la literatura

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Situación de enunciación de la literatura “Un texto es una máquina perezosa que espera mucha colaboración del lector” Umberto Eco La enunciación es el acto de expresar algo por medio de un lenguaje. Esto ocurre siempre en una situación determinada: la situación de enunciación, donde alguien emite un mensaje para otro. Todo texto literario es un mensaje y como tal, supone un emisor y un receptor. En el caso de la literatura, emisor y receptor simulan estar de acuerdo en que lo comunicado en el mensaje es verosímil, aun cuando contradiga nuestra experiencia habitual del mundo real. Por ello es que tanto emisor como receptor, en el espacio literario, juegan al “hagamos como que”, de manera similar a como funcionan los juegos de niños. La regla fundamental de este juego es que lo comunicado constituya un mundo posible o admisible creado por la literatura. Por lo tanto, el “hagamos como que” es un pacto tácito entre el emisor y el receptor para habitar y jugar en ese nuevo espacio. A esto es lo que llamamos lo verosímil: algo solamente creíble en el juego de lo literario, algo en lo cual fingimos creer. Es el mismo pacto que haces cuando vas a ver Matrix: ahí consientes en que el actor Keanu Reeves pueda transformarse en el personaje Neo, y en que existen mundos simultáneos y superpuestos, interconectados a través del teléfono. Si no accedieras a creer momentáneamente en lo que narra la película, ver la película sería un esfuerzo inútil. En ese mundo posible, que ahora también podemos llamar ficticio (ficción proviene de fingir), los habitantes, espacios, hechos y situaciones son creaciones de lenguaje, y tanto el emisor real como el receptor real quedan fuera de ese mundo. No es posible afirmar, por ejemplo, que es Borges quien habla en Ulrica; Borges escribe el cuento Ulrica y el narrador de ese cuento es quien habla de ella.

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Situación de enunciación de la literatura

“Un texto es una máquina perezosa que espera mucha colaboración del lector”

Umberto Eco

La enunciación es el acto de expresar algo por medio de un lenguaje. Esto ocurre siempre en una situación determinada: la situación de enunciación, donde alguien emite un mensaje para otro.

Todo texto literario es un mensaje y como tal, supone un emisor y un receptor. En el caso de la literatura, emisor y receptor simulan estar de acuerdo en que lo comunicado en el mensaje es verosímil, aun cuando contradiga nuestra experiencia habitual del mundo real. Por ello es que tanto emisor como receptor, en el espacio literario, juegan al “hagamos como que”, de manera similar a como funcionan los juegos de niños.

La regla fundamental de este juego es que lo comunicado constituya un mundo posible o admisible creado por la literatura. Por lo tanto, el “hagamos como que” es un pacto tácito entre el emisor y el receptor para habitar y jugar en ese nuevo espacio. A esto es lo que llamamos lo verosímil: algo solamente creíble en el juego de lo literario, algo en lo cual fingimos creer. Es el mismo pacto que haces cuando vas a ver Matrix: ahí consientes en que el actor Keanu Reeves pueda transformarse en el personaje Neo, y en que existen mundos simultáneos y superpuestos, interconectados a través del teléfono. Si no accedieras a creer momentáneamente en lo que narra la película, ver la película sería un esfuerzo inútil.

En ese mundo posible, que ahora también podemos llamar ficticio (ficción proviene de fingir), los habitantes, espacios, hechos y situaciones son creaciones de lenguaje, y tanto el emisor real como el receptor real quedan fuera de ese mundo. No es posible afirmar, por ejemplo, que es Borges quien habla en Ulrica; Borges escribe el cuento Ulrica y el narrador de ese cuento es quien habla de ella.

Del mismo modo, este narrador siempre le habla a alguien en ese mundo posible. Le habla a un lector ficticio, suponiendo así un destinatario que lo atiende. Cuando tú, lector real, lees “Ulrica”, finges, simulas, durante ese momento, ser el lector ficticio que participa del mundo literario y al que apela el narrador. El “lector real” lee, mientras que el “lector ficticio” participa.

Esta serie de distinciones origina la situación de enunciación propia de la literatura, una situación en donde conviven dos espacios simultáneamente: una comunicación extra-literaria (entre el autor y el lector real) y otra intra-literaria (entre el narrador y el lector ficticio).

La obra literaria, en este sentido, se concreta en la lectura.Así cobra forma el mundo posible que la constituye. De este modo, la lectura es un proceso de construcción, una convivencia, un diálogo de experiencias múltiples que originan interpretaciones diversas según resulten de la ecuación de este encuentro.

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-Situación de enunciación DISCURSO EXPOSITIVO: relación emisor/ receptor, definida por la diferencia de conocimiento que cada uno posee sobre los temas del discurso; la variedad de los temas, objetos o materias que pueden ser tratados; la finalidad primordial del discurso expositivo que es hacer comprensibles los objetos de que trata; y el efecto de acrecentamiento del conocimiento que produce en el receptor.

-La situación de enunciación del DISCURSO ARGUMENTATIVO se caracteriza por la diferencia de puntos de vista o de posiciones que sostienen los protagonistas de ella –emisor y receptor– sobre el objeto o tema del discurso, que es un asunto polémico o susceptible de suscitar opiniones diversas. Se trata pues de una situación de encuentro y diálogo entre puntos de vista diferentes sobre los variados objetos que son materia de comunicación humana, que exige de las personas que intervienen en él exponer las razones que dan fundamento y validan su posición.