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http://urban-e.aq.upm.es/ DEPARTAMENTO DE URBANÍSTICA Y ORDENACIÓN DEL TERRITORIO revista digital - Territorio, Urbanismo, Sostenibilidad, Paisaje, Diseño urbano

SOCIÓPOLIS: LÓGICAS

Creación de un borde urbano en una ciudad, manteniendo una estructura abierta en la misma, que conecte con las redes naturales del entorno que penetran en la ciudad.

Parte del carácter depredador de suelo a partir del proceso de urbanización (es decir de transformación de un suelo no urbano a uno urbano) es debido a la drástica diferencia que existe entre lo que es ciudad y lo que es campo; entre lo que es urbano y lo que es rural. La inexistencia de un espacio de transición entre la ciudad y el campo hace que exista una gran presión sobre el espacio contiguo a las ciudades sin suelo donde crecer.

Rurbanizar significa habitar un espacio rural, con una actividad urbana, pero sin una forma de ciudad tradicional. Un espacio rurbano puede ser un lugar de transición entre la ciudad y el campo. Un pre-parque entre una ciudad densa y espacio naturales o agrícolas que se deberían conservar por cuestiones paisajísticas y ambientales fomentando la discontinuidad entre los núcleos construidos.


Transformar un lugar a partir de conservar parte de la historia que de él emana.

Cualquier lugar tiene una historia geológica, una historia biológica y una historia cultural. Cada vez que actuamos sobre cualquier lugar de la tierra, sea en un desierto, en una selva, en una ciudad o en un campo agrícola, actuamos en continuidad con su historia. Los lugares, como las organizaciones, tienen know-how. La historia nos ha enseñado cómo el crecimiento de las ciudades se ha desarrollado ignorando las trazas culturales y ecológicas de los lugares. Pero hoy, al reconocer que cualquier acción sobre el territorio, tiene una reacción sobre el planeta, esta ignorancia voluntaria ya no tiene sentido.

Según el ecólogo Ramón Margalef los sistemas más maduros tienden a preservar testimonios más numerosos del pasado en el mismo lugar, incluyendo información suplementaria.

Los mejores proyectos son aquellos que al mismo tiempo que construyen nuevas realidades son capaces de incorporar el código genético de los lugares en el proyecto. Sean trazas de movilidad, construcciones históricas, elementos paisajísticos o ambientales o cualquier elemento relacional. Hoy construir y proteger se realizan en el mismo proceso. Para que nada cambie, todo debe cambiar.

Más allá de los santuarios ecológicos o patrimoniales, la mejor manera de conservar una cosa es actuar sobre ella.

Aquello que aparentemente puede llevar a la destrucción de un lugar puede ser aquello que le permita existir en la historia y estar, por lo tanto, abierto a una nueva recodificación.


Creación de redes de ciudades que participan de la creación de urbanidades discontinuas.

Las ciudades son al territorio como los ordenadores a la red: nodos de acumulación de información, números IP territoriales, puntos de concentración que necesitan ser absolutamente eficaces para que el sistema funcione. De otra manera, al igual que en Internet, los flujos de información se desvían y llegan a su destino por otros caminos. Las ciudades entran en decadencia.

Tradicionalmente los núcleos urbanos han surgido de dos maneras; o bien en los cruces de caminos, como lugares de encuentro en lugares de gran accesibilidad territorial; o bien a lo largo del camino, resultado de paradas intermedias por las unidades de transporte de cada época. En ambos casos, el objetivo máximo de una ciudad a lo largo de su historia y cuando las circunstancias sociales y militares lo han permitido, ha sido crecer. El modelo urbano producto de la evolución de las ciudades medievales hasta nuestros días ha sido la gran metrópolis. Pero este modelo tiene un límite cuando la acumulación comienza a ser ineficaz, cuando sus partes pierden identidad, cuando su relación con el medio desaparece.

Cuando una ciudad absorbe a otra pierde eficacia. Es como si un ordenador absorbiera a otro, que sería incapaz de digerirlo, porque probablemente utilizan sistemas operativos y arquitecturas incompatibles. Frente a este modelo aparecen las organizaciones de redes de ciudades. De metápolis, de metrópolis discontinuas que representan de forma real, el espacio habitable de la sociedad contemporánea.

La velocidad de una red siempre es la velocidad del nodo más lento.

En esta situación, los web masters territoriales tienen una importancia crucial, en la medida que sepan gestionar una realidad discontinua cada vez más compleja, que supera en muchas ocasiones los límites políticos de decisión y que debe superar los complejos asociados (continuidad, orden, formalidad entre otros) de la urbanidad tradicional.

Saber detectar los procesos que redirigen los flujos hacia ciertos nodos, los potenciales vinculados a la gestión de centralidades vinculadas a la logística o la movilidad física o informacional, al desarrollo de territorios emergentes, son claves en una habitabilidad discontinua global.


Establecimiento de nodos funcionales en el territorio con el fin de generar un ritmo urbano.

El establecimiento de programas funcionales en un territorio dado (una ciudad, un puerto, una calle, una vivienda) por medio de edificaciones o actuaciones en el espacio le confiere no sólo una estructura espacial relativa al propio proyecto sino también una estructura temporal relacionada con la activación a lo largo de un día de un punto del territorio.

Una secuencia de nodos funcionales producirá la activación temporal de un lugar, de forma, que a partir de aquel momento la tensión creada entre actividades diversas relacionadas secuencialmente establecerá un ritmo urbano.

El ritmo urbano estructura la actividad de la ciudad en el espacio y en el tiempo. La mejores ciudades son aquellas que tienen gran diversidad de actividades, de forma que permiten una actividad casi continua de la ciudad.

La programación de la ciudad debe incorporar secuencias de actividad a lo largo del día, de la semana, de los meses y del año, y reconocer las edades de sus usuarios y su carácter de residente o de visitante.

El ecólogo Salvador Rueda ha propuesto establecer el grado de organización de un territorio (por ejemplo un barrio) así como su potencialidad de intercambio de información, en parte, mediante el análisis de la diversidad (H) de portadores de información. Ramón Margalef fijaba que la diversidad (H), sin más, es un pobre índice de organización; su escala se amplía y se completa si se tienen en cuenta otras dos nociones: la de persistencia y la de espectro; la primera relacionada con el tiempo y la segunda con el espacio.

La programación de la ciudad permite crear una estructura abierta de actividades y potenciales relaciones humanas que son las que fomentan la interacción social y con ello, en el mejor de los casos, un cambio de escala en las relaciones sociales y en la actividad económica, que finalmente es la que crea una consciencia o inteligencia urbana.


Creación de ciudades que operan simultáneamente a múltiples velocidades.

La velocidad es un parámetro que relaciona el espacio y el tiempo. En la sociedad de la información el diseño del espacio habitable trata de organizar el uso de las cosas tanto en el espacio como el tiempo. Un barrio autosuficiente debería ser un barrio construido para ser habitado a múltiples velocidades.

De la ciudad del siglo XX, desarrollada siguiendo los principios de la economía industrial, pensada para la movilidad individual y construida a la escala del automóvil, la sociedad de la información impulsa una ciudad que funciona a múltiples velocidades. Una potencial ciudad multivelocidad debería promover la construcción de entornos locales de muy alta calidad ambiental, próximos a terrenos agrícolas y vitalmente productivos para ser vividos a muy baja velocidad, simultáneamente conectados con el mundo en tiempo real mediante las redes de información de alta velocidad.

Estos lugares deberían estar conectados con el mundo físicamente con trenes de alta velocidad y aviones. Las tecnologías de la información han permitido no sólo la discontinuidad espacial sino la discontinuidad temporal en la medida que las personas que trabajan en red y en la red pueden hacerlo de forma independiente, capaces de responder a un ritmo de trabajo común, pero no necesitando de simultaneidad. Las ciudades deberían fomentar el trabajo en la proximidad de la vivienda, de forma que la vida diaria no implicara grandes desplazamientos, ahorrando así tiempo y energía. De esta forma, los espacios naturales situados en la proximidad de la vivienda, serían una extensión de la misma y en el mejor de los casos, fomentarían una velocidad urbana construida para el peatón o para la bicicleta, donde los más afortunados tendrán opción a obtener los beneficios de la relación con la actividad agrícola en la proximidad de la vivienda. Velocidad agrícola, velocidad industrial y velocidad digital superpuestas. Multivelocidad.


Ocupación y ordenación de un territorio a partir de un sistema de movilidad basado en circuitos y no en tramas.

Cualquier asentamiento sobre el territorio requiere de una estructura viaria que garantice la accesibilidad sobre cualquier punto del mismo. Tradicionalmente las ciudades se han construido a partir de mallas, generalmente ortogonales que permitían un crecimiento infinito. Así lo hicieron los griegos o los romanos, así como muchos de los ensanches de las ciudades europeas o las ciudades americanas.

Sin embargo a partir de un proceso de lectura del territorio donde los valores del paisaje o de ciertos elementos naturales existentes son relevantes, la reducción de la superficie dedicada a la movilidad, así como la equidistancia a ciertos puntos del territorio hace que las estructuras basadas en circuitos o sistemas circunvalares sean potencialmente una buena estrategia para la implantación. Un circuito permite concentrar en una única directriz todo el conjunto de redes (transporte, agua, electricidad, etc.) que implica la urbanización de un territorio.


Desarrollo urbano realizado a partir de la garantía de un acceso igualitario para compartir las mejores vistas y la mejor posición urbana.

Si un asentamiento se produce con el fin de extraer valor a un elemento de gran valor natural, como podrían será una costa marina, un gran parque o ciertos elementos monumentales, el reparto de este atributo para el máximo número de habitantes parece una condición necesaria como punto de partida.

Las vistas, el aire, el acceso a los servicios o la proximidad a un nodo de comunicación pueden ser valores a repartir de forma equitativa por los habitantes de un barrio o una población. Por ello hay que fomentar las estrategias de implantación volumétrica que permitan este reparto equitativo. El caso de la ciudad de Benidorm en la costa española, parece paradigmático. Una simple decisión de orden urbanística y espacial que permite construir torres en altura más que formando las tradicionales mallas compactas de altura regular, ha generado la mayor concentración de rascacielos de Europa, de forma que la mayor parte de la ciudad, por muy alejada que esté, tiene vistas sobre el mar.

En otros casos, el carácter panóptico de ciertas construcciones con fines específicos, determina una forma específica de la arquitectura como puede determinar una forma natural un cierto proceso ambiental.

Por ello, frente a ciertas formas genéricas de apropiación y uso del territorio del hombre, cabría reflexionar en cada caso, cuáles son los requerimientos del sistema que hacen que cualquier lugar del mundo pueda o deba ser diferente de cualquier otro.


Fomento de la emergencia social, a partir de la creación de una estructura urbana que fomente la interacción social.

Uno de los padres de la inteligencia artificial, Marvin Minsky, se preguntaba cómo era posible que la inteligencia surgiera de la relación de millones de elementos no inteligentes como las neuronas.

La emergencia surge cuando la simple (o compleja) interacción de elementos de una misma categoría, crean otra categoría, con una consciencia superior a la de la suma de los primeros.

La inteligencia de los cerebros depende del número de conexiones diversas que existen entre las neuronas.

Las sociedades y las ciudades más fuertes son aquellas que son más diversas. Todo ser vivo o todo ecosistema tiene por objetivo fundamental su supervivencia. Y ésta será más posible, si a partir de los elementos que la componen, son capaces de crear estructuras más resistentes ante eventos inesperados, y capaces de transformarse y auto organizarse de forma más eficaz.

La ciudad es el paradigma de sistema de sistemas, en el que se entremezclan decenas de estructuras relacionales, que en su interacción con otras, crean sistemas más complejos, potentes y evolutivos.

Aquellas que son capaces de mutarse con mayor velocidad, de innovar en sus procesos y sistemas, de atraer a otros entes que aporten inteligencia y capacidad relacional al sistema, son las que tienen más posibilidad de éxito en la competencia de la economía global.

El diseño de un edificio, una ciudad, un territorio, en la medida, que define la capacidad relacional de las personas o las organizaciones, que estimula o rechaza las conexiones neuronales entre entidades, es clave para poder fomentar la inteligencia de los territorios.


Desarrollo de sistemas que permitan a unidades habitacionales un equilibrio entre los recursos que aportan y los que toman de un sistema.

El nuevo límite de las viviendas, los edificios, los barrios o las ciudades es la autosuficiencia. Al menos tanto como lo es un árbol implantado en el campo, capaz de generar la energía que consume, de tomar recursos de su entorno, y emitir otros, que su entorno sabe aprovechar, capaz de generar frutos, de acoger vida, de participar en ecosistemas completos y complejos que fomentan la vida.

Jeremy Rifkin, en su libro “La economía del hidrógeno”, explicaba como la capacidad de almacenamiento de las pequeñas entidades como viviendas, edificio o barrios, crearía nuevos sistemas económicos basados en el intercambio de energía. De hecho, si Internet está transformando el modo como se distribuye la información, desde un sistema centralizado propio de la televisión, a un sistema distribuido gracias a la capacidad de almacenamiento y de compartir información de los ordenadores, en la energía, si no existen impedimentos políticos para ello, ocurrirá lo mismo. El almacenamiento de la energía a partir del hidrógeno podrá permitir una “Internet de la Energía” que fomentará un sistema distribuido para generarla y compartirla, superando los sistemas tradicionales centralizados propios de la era industrial. Los más ricos, serán los que más energía ahorren y que por lo tanto puedan vender sus excedentes.

Como en casi todos los recursos contemporáneos la gestión de energía, del intercambio de la misma entre millones de productores y consumidores lleva aparejada el desarrollo de nuevos negocios y economías.


SOCIOPOLIS: CIUDAD

Investigar para actuar

El proyecto Sociópolis surgió con el fin de investigar la posibilidad de crear un "hábitat solidario", que fomentara una mayor interacción social entre sus habitantes, proponiendo nuevas tipologías de vivienda propias de las nuevas condiciones familiares de nuestro tiempo, en un entorno con un alta calidad ambiental.

La cuestión a responder era simple: si vivimos en la época del conocimiento, y si para poder actuar en el mundo hay que invertir en investigación, ¿no se debería dedicar una parte de la producción de la vivienda pública a investigar y desarrollar nuevos tipos de edificios que respondan a nuestras necesidades presentes y avancen situaciones futuras? Esta elemental pregunta ha sido decenas de veces formulada, pero en pocas ocasiones ha tenido suficiente respaldo político y cultural para que la respuesta sea afirmativa. En Valencia, en torno a la Bienal de las Artes, se decidió impulsar un proyecto que debería permitir esta reflexión universal.

Vivienda Social

El concepto vivienda social consta de dos partes: Vivienda y Social.

Tradicionalmente la responsabilidad de construir estas viviendas (que abarca desde la vivienda para colectivos más desfavorecidos hasta la vivienda protegida(o subsidiada) más común en nuestros días) recae en el mismo departamento responsable de construir carreteras o infraestructuras. Existe por lo tanto una preocupación en torno a cuestiones productivas o presupuestarias mucho más que sociales. Los departamentos responsables de las "acciones sociales" dedican importantes esfuerzos para responder a las demandas de la sociedad del bienestar europea, pero en la mayoría de ocasiones no se ocupan de trasladar estas políticas a su dimensión espacial.

Este proyecto sin embargo tuvo un impulso eminentemente social, impulsado por organismos que trabajan con colectivos con riesgo de exclusión social, preocupados por generar una vivienda que responda a la nuevas necesidades sociales. Hoy existe una carencia de vivienda asequible para personas jóvenes que se quieren emancipar, personas mayores que viven en ocasiones solas y requieren cierta tutela pública, personas provenientes de otros territorios, o personas vinculadas a programas sociales específicos. El conjunto de todos ellos representan a una importante parte de nuestra sociedad.


Habitar la huerta

El proyecto, como investigación genérica, se situó en un lugar en el límite de la ciudad de Valencia, en la huerta, con el fin de afrontar una situación común en los procesos de crecimiento urbano que se encuentran con entornos naturales. La huerta valenciana es una superficie cultivada, desde hace siglos, que cuenta con una importante red de acequias de origen árabe que toman agua del río Turia y organizan el territorio como una red.

Tradicionalmente en la ciudad europea, cuando la ciudad ha crecido, la naturaleza (y en su caso la agricultura) ha desaparecido.

Lo urbano y lo rural han sido dos conceptos opuestos.

Sin embargo Valencia y muchos otros territorios mediterráneos tienen otra historia. Para los árabes, la huerta era su jardín, un territorio fértil y productivo que habitaban, en el que construían sus palacios que siempre incorporaban el paisaje de su entorno. Los monasterios y la ciudad medieval aprendieron de esta cultura, desarrollando el concepto de “hortulus”.


El proyecto Rurbano

Para romper la dicotomía ciudad-campo hay que generar lugares de transición entre ambos, crear territorios "rurbanos" con el fin de imbricar la cultura de la huerta en la ciudad, garantizando que ciertos valores de la misma son asumidos como propios de nuestra cultura y nuestro tiempo.

En la Valencia del siglo XXI, en un momento en los que las ciudades y los territorios buscan afirmar sus características diferenciales frente a la globalización, disponer de un paisaje y una cultura de huerta en nuestra ciudad, puede ser un factor diferencial clave para el progreso urbano y cultural.


Tras de la era industrial emerge una nueva sociedad tecno-agrícola, en la que como ciudadanos del planeta participamos de su cultura y su economía a través de las tecnologías de la información, nos desplazamos a lugares lejanos a través de sistemas de


transporte de alta velocidad, pero al mismo tiempo afirmamos la calidad de lo local, del entorno habitable inmediato; de un nuevo equilibrio inteligente entre lo que generamos y lo que consumimos.

Proyecto para la nueva vivienda

En las primeras décadas del siglo XX se definieron muchas de las características de las viviendas que han llegado a nuestros días: las nuevas condiciones higiénicas, la incorporación de los sistemas eléctricos (y los elementos a ellos asociados), la estandarización del mobiliario y las normativas de habitabilidad ha permitido alcanzar con mayor o menor éxito una vivienda digna para la mayoría de los ciudadanos occidentales.

Esta situación ha producido una rutina en el proceso constructivo, poco dada a la renovación de un discurso en torno a la vivienda. La sociedad de la información plantea nuevos retos y genera nuevas oportunidades:

¿cómo evitar el aislamiento total del individuo con su entorno, y lograr una mayor cohesión social?, ¿cómo permitir una mayor calidad ambiental, integrando la naturaleza en los entornos habitables?, ¿cómo utilizar las nuevas tecnologías de la información para construir mejor y para vivir mejor? ¿cómo integrar nuevas funciones en la vivienda? ¿cómo fomentar un hábitat solidario?

Nuevas unidades familiares

La familia tradicional formada por ambos padres y uno o más hijos ya es menos del 50% de las familias en muchas regiones españolas. La creciente movilidad internacional y en especial intraeuropea, la emancipación juvenil y el retardo para formar familias, el alargamiento de la vida de las personas y la mejora de la calidad de vida en edades avanzadas son factores que condicionan la manera como las personas se agrupan para habitar una vivienda. Se empieza a desarrollar el concepto de familia virtual, en la que personas de diversas generaciones sin lazos sanguíneos se comportan parcialmente como una familia, compartiendo recursos o actividades.

En Sociópolis, se propone una organización abierta de las unidades habitacionales, permitiendo múltiples configuraciones dentro de un mismo edificio, para permitir que cada vivienda sea tan diferente como las personas que la habitan.

Barrio accesible

Más del 8% de la población tiene algún problema de discapacidad. Asimismo a medida que las personas viven más tiempo tienen un mayor problema de movilidad por una cuestión puramente física. Los niños nacidos en 2004 vivirán una media de 100 años Por lo tanto la cuestión de la accesibilidad a todos los lugares de la ciudad (viviendas, espacios públicos, lugares de trabajo, etc.), con dependencia de su condición física, es una cuestión clave a abordar en los barrios futuros. No se trata de que personas con discapacidad tengan acceso a su propia vivienda, sino que todas las personas puedan acceder a todos los lugares de la ciudad y puedan realizar cualquier actividad con normalidad.


SOCIÓPOLIS MASTERPLAN

Sociópolis se presentó en la Bienal de Valencia en 2003, como un proyecto donde 13 firmas internacionales de arquitectura fueron invitadas. El proyecto presentó un nuevo modelo de desarrollo urbano en donde la vivienda y las dotaciones sociales se integran en un ambiente agrícola. Una continuación y actualización del modelo constituido por el hortulus Mediterráneo. Tras la presentación, se decidió construir el primer barrio con 3.000 viviendas en la pedanía de La Torre al sur de la ciudad de Valencia, en un terreno de 350.000m2 a las orillas del nuevo cauce del río Turia. Se siguieron los mismos principios, pero en otra escala.

En este proyecto, la transformación urbana se guía por el compromiso de asegurar la máxima protección de la huerta existente (una de las zonas tradicionales de agricultura alrededor de Valencia) regada con las aguas del río Turia a través de los canales hechos originalmente por los árabes hace unos 800 años. El nuevo desarrollo urbano refuerza la protección del paisaje y el ambiente mientras se resuelve la tan necesitada función social, haciendo vivienda asequible para mucha gente.


Dentro del barrio hay cuatro masías históricas bien preservadas en torno a las cuales habrá puntos focales de la granja urbana a cargo de los residentes.

Sociópolis parte fundamentalmente de dos premisas: la primera es que la cuestión de la habitabilidad no puede resolverse únicamente construyendo viviendas, sino que debe actuarse a varias escalas simultáneamente, desde la célula habitacional hasta la ciudad; y que la urbanidad es un fenómeno que puede tener múltiples formalizaciones y que hoy es necesario reformular sus principios para dar respuestas a la necesidad de interacción entre lo urbano y lo rural, con el fin de crear nuevos paisajes habitables.


La idea “urbanidad” se confunde en ocasiones con la forma urbana con la que se ha producido la ciudad europea. Sin embargo la globalización nos ha acercado diversas formalizaciones del fenómeno urbano en diversos lugares del mundo donde se reconoce interacción social, hibridación funcional, compacidad y diversidad, sin que ello ocurra bajo la forma de la ciudad compacta que conocemos.

El urbanismo es una disciplina fundada en el siglo XIX que estudia la manera como el hombre se asienta sobre el territorio. Las ciudades, según los principios originales se desarrollan mediante el trazado de una malla racional de viarios y edificios superpuesta normalmente a un territorio agrícola que permite la organización de la vida humana en torno a ella. Esta manera de ocupación del territorio producida en la era industrial (posteriormente reformulada a partir de las autopistas y de la edificación aislada) incluía la definición volumétrica precisa a la cual las construcciones debían ceñirse.

Frente a un urbanismo de los límites ahora nos planteamos un urbanismo interactivo, no lineal, capaz de interactuar con su entorno a la escala adecuada, y en el que el análisis de las condiciones funcionales y ambientales de los lugares permite el desarrollo de respuestas ad-hoc. Debemos partir de estrategias globales de crecimiento y desarrollo urbano y formalizarlas en cada ocasión según las condiciones específicas del lugar. La estructura básica de las ciudades y el territorio está hecha. Ahora es clave definir los lugares de encuentro entre lo natural y lo artificial. (También sea, probablemente, momento de fundar nuevos asentamientos en el territorio que eviten el desarrollo de una periferia en una ciudad desestructurada).


Sociópolis impulsa la urbanidad sin una forma urbana tradicional. Fomenta la relación social, la hibridación, la interacción, la mixicidad funcional, la creación de amplias zonas verdes y equipamientos, al tiempo que propone la construcción de un límite abierto entre la ciudad y la huerta valenciana. Parte de la tensión que soporta la huerta es debida a una “línea roja” que delimita lo que es ciudad y lo que es campo. Sociópolis propone crear un espacio urbano que actúe de pre-parque de un espacio libre metropolitano que debería incluir gran parte de la huerta.

Para ello evita proponer una trama abstracta, que extienda la deficiente estructura urbana contigua, sino que basa su desarrollo en la protección de la mayor parte de la estructura agrícola (y de sus acequias históricas vinculadas) del sector asignado, a partir de la implantación de circuitos especializados en base a su velocidad.

El barrio también promoverá la interacción social y una sensación de comunidad a través de instalaciones deportivas como un campo de fútbol, circuito atlético, áreas de juegos y pista de patinaje.


Todos los edificios propuestos están orientados hacia la zona central de paisaje que tiene una superficie de 120.000 m2, con acceso directo desde el circuito de tráfico periférico que circunda al complejo. Además, los conjuntos y edificios del barrio tendrán programas híbridos en torno a los cuales se organizará la vida pública. Los edificios públicos tendrán vivienda de alquiler


para gente joven, menor de treinta y para personas mayores. Al mismo tiempo, los edificios cumplirán con su vocación social con programas que propicien las relaciones sociales, como un centro de artes, un jardín de niños, zona deportiva, centro social, centro de juventud y estudios para artistas.


Los arquitectos que participan en el proyecto incluyen a: Vicente Guallart, Ábalos & Herreros, Manuel Gausa, Eduardo Arroyo, José María Torres Nadal, Sogo Arquitectos, Willy Müller, Antonio Lleyda/Eduardo de la Peña, Toyo Ito, MVRDV, Greg Lynn FORM, Duncan Lewis, José Luis Mateo, Kim Young-Joon, JM Lin, José María Lozano y María Colomer.


Créditos

Sociópolis

Fecha proyecto: 2005

Fecha comienzo obra: 2006

Cliente: Generalitat Valenciana, Instituto Valenciano de Vivienda S.L. (IVVSA)

Emplazamiento: Sector la Torre, Valencia

Arquitectura: Guallart architects

Arquitectos directores: Vicente Guallart, Maria Diaz

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