¿SON TODOS HIJOS DE DIOS?

La Iglesia de Dios de la Fé de Jesús Tomo: V, No. 209 ¿Son hijos de Dios todos los hombres? ¿Se puede ser hijo de Dios sólo de Nombre? ¿En la biblia quienes son los hijos de Dios y quienes los hijos de los hombres? ¿El Diablo también tiene hijos? ¿Cuáles son unos y otros? ¿Cómo engendra Dios a sus hijos? ¿Cómo podemos saber si somos hijos de Dios? ¿Qué importancia tiene ser hijos de Dios?

Todos los seres humanos que creen en la existencia de Dios, tienen la muy común idea de que todos los hombres somos hijos de Dios, sobre la base de que Dios es el autor de la vida y el creador de todas las cosas. No obstante, de todas las cosas creadas, es al hombre al único que se le supone hijo de Dios. ¿Por qué a los demás seres vivos que también son parte de la creación y de cuya vida también Dios es autor, no se les considera hijos?

LA PATERNIDAD DIVINA ES UN LOGRO

Seguramente que todos los seres del reino animal incluido el hombre, somos criaturas del gran creador del universo, pero la calidad de hijos de Dios. Exige algo más que ser entes vivos y creados. no solamente debe distinguirnos de la creación inferior el hecho de poseer la luz de la razón, sino que en el uso de la propia razón podamos obtener el privilegio de ser aceptados como hijos. Esto es lo que no todos hemos llegado a conocer, y por ignorarlo a causa de la indiferencia por las cosas de Dios, no todos logran llegar a ser hijos del Padre de las luces. La revelación divina contenida en la biblia, nos muestra que los hijos de Dios no nacen, sino que se hacen. De modo que, de simples criaturas del creador, debemos ascender al grado de hijos de Dios. Para lograrlo debemos seguir la instrucción que para ello nos dejó el Inefable en el sagrado texto de la biblia.

EL ORIGEN DE DOS SIMIENTES

Desde el principio después de que el hombre pecó, se manifestaron en sus descendientes dos tipos de gente, "los hijos de Dios" y "los hijos de los hombres."

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(Génesis 6:1,2) Hay un extravío teológico que arguye que estos "hijos de Dios" son ángeles y esta idea es muy bien aceptada por la cristiandad religiosa. Esta interpretación no sólo carece de sustentación, sino que es contraria al concepto de Jesús al respecto. "Los hijos de Dios," igual que "los hijos de los hombres," Tuvieron origen en Adam el primer hombre que Dios hizo del polvo de la tierra. (Génesis 2:7) De Caín el matador de su hermano Abel, nació "la simiente de los malignos." ("Generación de malignos." (Isaías 1:4). ..."los hijos del diablo...como Caín que era del maligno..." (1 Juan 3:10-12) Desde luego que ni hoy, ni en el remoto principio, ningún hombre aceptaría ser llamado ni llamarse a sí mismo, "hijo del diablo," o "simiente de malignos" ni "Generación de víboras," fue así que para distinguirlos de los justos que seguían fieles a Dios se les decía "hijos de los hombres," nominación eufemística que suple a las anteriores, que sin duda resultaban desagradables e incómodas tanto oírlas como decirlas.

LOS HIJOS DE DIOS Después que Caín mató a Abel, Adam tuvo otro hijo al que consideró substituto de Abel. Con este hijo llamado Seth, se dió continuidad a la simiente justa o familia de Dios, ya que el objetivo de la mente divina al hacer al hombre, era procurarse una simiente propia, o como dice Malaquías: "Para que procurara una simiente de Dios." (Malaquías 2:15) Desde Seth el sustituto en adelante los descendientes de la línea de Abel el justo, (Mateo 23:35) comenzaron a llamarse, designarse y distinguirse, con el nombre del Señor, "entonces los hombres comenzaron a llamarse del nombre de Jehová." (Génesis 4:26) Así surgieron los "Hijos de Dios." Aquellos entre los cuales se confundía Satán para llegar delante de Dios. (Job 1:6 y 2:1) Aquellos "dioses hijos del Altísimo" entre los cuales Dios habitaba. (Salmos 82:1,6)

LA MEZCLA PROHIBIDA

Después de su crimen Caín fue separado de sus padres y hermanos, poniendo Dios sobre él una señal de identidad. Sin embargo, cuando los hijos de Dios, (descendientes de Seth) vieron la hermosura de las hijas de los hombres, rompieron la separación impuesta por el creador tomando a las mujeres cainitas mezclando así las dos simientes. Al hacer esto la tierra se corrompió (Génesis 6:5,11,12) y a causa de ello vino el diluvio. Sabemos que Noé y su familia se salvaron. Lo que casi no se sabe, es que se salvó porque fue el único que respetó la separación dispuesta por Dios entre la simiente de Caín y la de Adán, esto se

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puede ver en lo dicho de él en (Génesis 6:9 y 7:1). (Noé varón justo, perfecto fue en sus generaciones: con Dios caminó Noé.) Usted puede ver que el escritor habla de las generaciones de Noé como perfectas, refiriéndose a sus tres hijos, Sem, Cham y Japhet. Es decir, a su familia o simiente. Así Noé no contaminó su simiente con la simiente de Caín de quien Juan nos dice que era del maligno. (1 Juan 3:12)

LA SIMIENTE DEL MAL BROTA DE NUEVO

Así Dios preservó su propia simiente en la familia de Noé mediante el diluvio. Esta simiente pronto se multiplicó, pero cuando deciden la construcción de la torre de Babel causando el desagrado de Dios, ya había renacido de nuevo la simiente de los "hijos de los hombres," dominando el mundo de sus días y ejerciendo la idolatría en la adoración de todos los astros del cielo. (Génesis 11:5). Dios llama entonces a Abraham separándolo hasta de su propia parentela, iniciando de nuevo la generación de su familia, con la promesa de que de él sacaría una simiente que sería bendita sobre todas las familias de la tierra. (Génesis 12:1-3, 15:5. y 17:7)

LA HISTORIA SE REPITE

Desobedeció Adam; Cayó Caín; transgredieron los hijos de Dios; se olvidó de Dios la descendencia de Noé; e igualmente el pueblo salido de Abraham se llenó de jactancia y se reveló contra Dios. En el tiempo del profeta Isaías el Señor lanzó esta queja: "Crié hijos y engrandecilos y ellos se rebelaron contra mí... ¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al santo de Israel, tornáronse atrás." (Isaías 1:2,4.) La bendición de ser los hijos de la simiente santa, se convirtió en jactancia, y así al venir Jesús, los verdaderos hijos de la simiente prometida en la elección de Abraham, la familia de Dios; la constituían unos cuantos que estaban esparcidos como ovejas sin pastor. (Juan 11:52) Los judíos se jactaban de ser el pueblo elegido por ser hijos de Abraham, pero Jesús y los suyos los desconocieron: "Si fuerais hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais...Si vuestro Padre fuera Dios ciertamente me amaríais...puede Dios despertar hijos a Abraham aun de estas piedras." (Juan 8:39,42 y Mateo 3:9) “Ni por ser simiente de Abraham son todos hijos...No los que son hijos de la carne, estos son hijos de Dios..." (Romanos 9:7,8)

SE DECÍAN HIJOS DE DIOS Y ERAN HIJOS DEL DIABLO

Creerse o decirse hijos de Dios, sin serlo, ya sea por conceptos o prejuicios nacidos de enseñanzas distintas al evangelio de Jesucristo, es un error que crea un

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conformismo que ofrece cómoda pero ficticia seguridad que puede llevarnos a la extrema situación en que los judíos cayeron sin advertirlo, sin creerlo y menos aceptarlo, pero Jesús se los dijo sin ambages: "Vosotros de vuestro Padre el Diablo sois..." (Juan.8:44)

PREDESTINADOS EN CRISTO "Según nos escogió en él (Cristo) antes de la fundación del mundo... Habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos por Jesucristo a sí mismo, según el puro afecto de su voluntad." (Efesios 1:4,5; Romanos 8:29) Esta adopción se hace legítima y efectiva por ambas partes. Por parte del hombre aceptando a Jesucristo como salvador único y suficiente. Y por parte de Dios engendrando y haciendo nacer otra vez al hombre mediante su palabra de poder, contenida en las benditas páginas de la sagrada escritura. "Más a todos los que le recibieron, les dió potestad de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su nombre: Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, más de Dios." "El, de su voluntad nos ha engendrado por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas." "Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre." (Juan 1:11-13; Santiago 1:18; 1 Pedro1:23)

GLORIAS INHERENTES DE LOS HIJOS Al nacer como hijos de Dios llegamos a ser hermanos del Señor Jesucristo. (Romanos 8:29; Hebreos 2:11-13) Consecuentemente nos constituimos en herederos de Dios y coherederos con Cristo. (Romanos 8:16,17) Somos herederos de su Reino, de la vida eterna y de la gloria de llegar a ser semejantes a él. (Santiago 2:5 y 1 Juan 3:2) En su salvación y gracia, gozamos de "la libertad gloriosa de los hijos de Dios." (Romanos 8:21) Por ser sus hijos, el Padre nos ha dado el espíritu de su hijo en nuestros corazones. (Gálatas 4:6) Como hijos gozamos del derecho de llevar su nombre con toda dignidad y así poder decirle con plena confianza "PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS SANTIFICADO SEA TU NOMBRE..."