Sor Ángeles Sorazu, asociada a los ángeles

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    P. NGEL PEA O.A.R.

    SOR NGELES SORAZU

    ASOCIADA A LOS NGELES

    LIMA PER

    2012

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    Nihil Obstat

    P. Ricardo RebolledaVicario Provincial del Per

    Agustino Recoleto

    Imprimatur

    Mons. Jos Carmelo Martnez

    Obispo de Cajamarca (Per)

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    NDICE GENERAL

    INTRODUCCIN..................................................................6

    PRIMERA PARTE................................................................7

    SU VIDA............................................................................7

    SITUACIN POLTICA.........................................................................7LA ORDEN CONCEPCIONISTA............................................................8SU INFANCIA......................................................................................9ALEJAMIENTO DE DIOS....................................................................12LA CONVERSIN..............................................................................17

    LA VOCACIN..................................................................................19INGRESO AL CONVENTO..................................................................21NOVICIADO......................................................................................22PROFESIN PERPETUA....................................................................24CONSAGRACIN A MARA................................................................25SEGUNDA TORNERA........................................................................26EL DEMONIO....................................................................................28NOCHE OSCURA..............................................................................30EL DESPOSORIO..............................................................................35

    LA NOCHE DEL ESPRITU.................................................................39CONVENTO DE JESS MARA...........................................................41ALEGRA DE LA NATURALEZA..........................................................45CONFESIN GENERAL.....................................................................48DIRECTORES ESPIRITUALES............................................................51ABADESA.........................................................................................54SU FIGURA.......................................................................................63EL MATRIMONIO ESPIRITUAL...........................................................64SUS LIBROS PREDILECTOS..............................................................68

    DONES SOBRENATURALES..............................................................71a)Ciencia infusa.............................................................................71b)Conocimiento sobrenatural.........................................................72c)xtasis........................................................................................73d)Don de sanar enfermos...............................................................73SU MUERTE.....................................................................................74

    SEGUNDA PARTE..............................................................81

    SUS GRANDES AMORES....................................................81

    AMOR A JESS EUCARISTA.............................................................81AMOR AL CORAZN DE JESS.........................................................85

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    AMOR A LA SANTSIMA TRINIDAD....................................................86AMOR A LA VIRGEN MARA..............................................................88AMOR A LOS SANTOS......................................................................94AMOR A LA IGLESIA Y AL PAPA........................................................95AMOR A SU FAMILIA HUMANA.........................................................96

    TERCERA PARTE.............................................................101

    ASOCIADA DE LOS NGELES...........................................101

    a)LOS NGELES............................................................................101b)SU AMOR A LOS NGELES.........................................................101c)LOS NGELES DE LOS SAGRARIOS............................................105d)ASOCIADA DE LOS NGELES.....................................................109

    MEDIACIN UNIVERSAL DE MARA..................................111

    CONCLUSIN.................................................................114

    BIBLIOGRAFA................................................................115

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    INTRODUCCIN

    La vida de sor ngeles Sorazu es una vida centrada en Mara. LaVirgen fue para ella el motor de su vida espiritual; la gua y maestra entodo su caminar por las oscuras sendas del espritu. Aferrada a ella pudosortear todos los obstculos y asechanzas del demonio. Por Mara y enMara poda amar a Jess sacramentado y por medio de Jess (el Verbohumanado, como ella dice) pudo realizar su unin transformante con la

    Santsima Trinidad. En todas las etapas de su vida espiritual estuvopresente Mara. Y estaba convencida de que sin Mara no poda llegar a lasantidad.

    Tambin nos habla mucho de su unin con los ngeles, como susamigos y compaeros de oracin y de adoracin a Jess sacramentado.Ella se asoci a ellos como hermana y se consideraba uno de ellos. Losngeles fueron en su vida un medio que Dios le concedi para amarlo mspor medio de Mara.

    Son hermosas las frases en que nos habla de los ngeles y de suunin con ellos, especialmente cuando estaba en adoracin ante JessEucarista.

    Que el ejemplo de su vida nos estimule en nuestro amor a Mara, aJess sacramentado y a los santos ngeles, para que podamos llegar algrado de amor y de santidad al que Dios nos ha destinado desde toda laeternidad.

    Nota.- Al citar el texto de sus cartas o de su Autobiografa, noshemos tomado la libertad de cambiar algunas palabras para que el texto seams inteligible, respetando siempre el sentido original.

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    PRIMERA PARTE

    SU VIDA

    SITUACIN POLTICA

    La situacin poltica de Espaa en el siglo XIX fue muy deplorable.Hubo dos guerras civiles entre liberales, contrarios a la Iglesia, y carlistas,catlicos partidarios de la subida al trono del prncipe Don Carlos. El ao

    1898, en guerra con Estados Unidos, Espaa perdi Cuba, Puerto Rico yFilipinas.

    Por otra parte, la situacin religiosa estaba deteriorndose debido alas medidas tomadas contra la Iglesia por los liberales. En 1835 habandado la ley de desamortizacin, promulgada por el Ministro Mendizbal,por la cual se supriman todos los conventos de religiosos varones. En principio, slo se salvaron unos poqusimos conventos-seminarios pararecibir vocaciones para Filipinas, pues en esos aos el Gobierno consider

    que para el buen gobierno de esas islas era necesaria la presencia de losmisioneros espaoles. Es cierto que, poco a poco, los sucesivos Gobiernosdieron permiso para la fundacin de otros conventos, pero la mayor partede ellos haban sido suprimidos y sus bienes malvendidos y sus bibliotecasexpoliadas por la gente del pueblo. A veces los libros los usaban para usosdomsticos o los malvendan, siendo tesoros de valor incalculable; y lomismo podemos decir de tantas obras de arte acumuladas durante siglos.

    La cultura baj de nivel al clausurarse muchos colegios e

    Instituciones dirigidas por religiosos, especialistas en distintas ramas delsaber. Felizmente los conventos de religiosas fueron respetados, perotuvieron que sufrir muchas limitaciones. Los religiosos exclaustradosdeban vivir como sacerdotes diocesanos incardinados en alguna dicesis ocon sus familias; dependan del obispo, pero sin llevar vida de comunidady sin poder atender convenientemente a los conventos de religiosas. Por locual la Santa Sede decidi que los conventos de religiosas, en vez dedepender de los religiosos de su Orden, dependieran directamente de los

    obispos.

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    Por otra parte, la situacin econmica de estos conventos dereligiosas era muy precaria, dado que no realizaban trabajos remuneradospara el exterior y slo sobrevivan con las dotes de las que ingresaban ypoco ms.

    Pensemos que en aquella poca los monasterios de clausura estabanprcticamente incomunicados unos con otros y haba estricta clausura. Noexistan las federaciones de monasterios, que ms tarde promovi el PapaPo XII. Adems, en esos tiempos, existan las hermanas de Coro ocoristas, que rezaban el Oficio divino en latn y las hermanas legas o develo blanco, que se dedicaban a las labores de la huerta, cocina, etc. Estadivisin de clases fue suprimida por el concilio Vaticano II. En unapalabra, haba pobreza material y espiritual, hablando en general.

    LA ORDEN CONCEPCIONISTA

    Las religiosas concepcionistas, a las que perteneci nuestra biografiada, fueron fundadas por santa Beatriz de Silva, que naci enCampo Mayor (Portugal) en 1426 y muri en 1492. Tuvo parentesco(prima) con la reina Isabel de Portugal. Con el auspicio de Isabel la

    Catlica, reina de Castilla, consigui la aprobacin de la Orden de laInmaculada Concepcin el 30 de abril de 1489 por el Papa Inocencio VIII.

    El primer convento fue el de Toledo. Actualmente, la Orden estextendida por muchos pases, especialmente en Espaa y Latinoamrica.Son aproximadamente 150 conventos. Una de las religiosas ms famosasde esta Orden ha sido la venerable Madre Mara de Jess greda (1602-1665), que vivi en el convento de greda (Soria) y que durante los aos1620 a 1631 estuvo muchas veces en los territorios norteamericanos deNuevo Mxico, Texas, Colorado y Arizona en bilocacin, y all evangeliza 500.000 indios.

    El franciscano padre Benavides, despus de haber constatado en esoslugares la presencia de una misionera vestida de religiosa, escribi unMemorialde los hechos que fue confirmado por la misma Madre gredaen persona, cuando l la visit en su convento 1.

    1 Puede leerse sobre estoAnnales Minorum, tomo XXVII, Firenze, 1934, pp. 230 ss.Y tambin el tomo V de la Mstica Ciudad de Dios, Madrid, 1985, pp. 131-134, librofamoso escrito por la misma Madre greda.

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    En el siglo XIX haba en Valladolid dos conventos deconcepcionistas, uno llamado deJess Mara, y el otro deLa Concepcin.Este ltimo haba sido fundado en 1521 por Don Juan de Figueroa y en lentr sor ngeles Sorazu.

    SU INFANCIA

    Sor ngeles (Florencia) nos dice en su Autobiografa 2: Nac enZumaya (Guipzcoa) el 22 de febrero de 1873, y al siguiente da 23 fuibautizada en la iglesia parroquial de San Pedro apstol 3, donde recibms tarde el sacramento de la confirmacin4. Pertenezco a una familia

    pobre constituida en su mayor parte de pescadores. Mis abuelos paternosse llamaron Buenaventura Sorazu y Ana Goicoechea. Los maternos, JosAizpurua y Concepcin Olaizola. Mis padres, Mariano Sorazu y AntoniaAizpurua, y mis padrinos, Santos Sorazu y Mara Antonia Aizpurua,ambos tos carnales 5.

    Mis padres y abuelos eran muy catlicos, siempre nos hablaban de

    Dios, de la Virgen y de los santos; tanto que los primeros aos de mi vida

    2 Edicin de la Fundacin universitaria espaola y Concepcionistas franciscanas,Madrid, 1990.3 El padre Don Jos Mara Olaizola declar que en una oportunidad le entreg enValladolid a la Madre ngela una foto o postal de la iglesia parroquial de Zumaya, su

    pueblo natal. Ella la haba solicitado para ponerla junto a su cama y recordar de estemodo su santo bautismo (Villasante Luis,El camino cristiano, segn ngeles Sorazu,Ed. ABL, Madrid, 1994, p. 337).4 En 1877, con cuatro aos de edad, recibi el sacramento de la confirmacin demanos del obispo de Vitoria Don Sebastin Herrero y Espinosa.5 Autobiografa 2.

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    los pas en un ambiente parecido al que rode la existencia de losprimitivos cristianos. Como stos, miraba a Jess como jefe de familia, y alos santos los identificaba con mis padres y abuelos, especialmente a sanJos, san Joaqun y santa Ana, a los santos apstoles, y a san Ignacio de

    Loyola, patrn de Guipzcoa, singularmente venerados de mi familia

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    .Pocos das despus de mi nacimiento, para sustraernos al peligroque amenazaba la villa con motivo de la guerra, mi padre nos llev alestablecimiento de Baos de Cestona, donde estuvimos cerca de dos aos.Los aos tercero, cuarto y quinto de mi infancia estuve en Zumaya, dondeasist a la escuela de prvulas de las Carmelitas de la Caridad. Siendo decinco aos, mis padres perdieron los pocos bienes que posean, y parafacilitar la compra y el transporte del pescado que mi padre venda en

    Tolosa, la familia se domicili en San Sebastin, donde estuve hasta losonce aos en compaa de mi madre y hermanos. Mi padre viva enTolosa, y nos visitaba cada tercero o cuarto da. Durante nuestra estanciaen San Sebastin visit Dios nuestra familia con largas y penosasenfermedades. Por este motivo, y para distraernos de la pena que nosprodujo el desenlace (muerte) de dos hermanitas, nos trasladamos aTolosa, donde pas el resto de mi vida secular7.

    Siendo de seis o siete aos, un da de repente me sent poseda del

    sentimiento de la infinita grandeza y soberana bondad de Dios, queentend era infinitamente amable. Comprend cun estimable es y digno deser amado y servido de sus criaturas y el honor que a stas les resulta deocuparse en su servicio, o sea, la verdad de estas palabras: Servir a Dioses reinar. Sent vivo anhelo de consagrarme al amor y servicio deNuestro Seor, mas no me atrev a realizarlo por el sentimiento de lapropia indignidad para tan alto honor, y porque tem de mi debilidad ygrande miseria que no servira a mi Dios con la absoluta fidelidad y

    pureza de conciencia que entend merece ser servido y yo lo deseaba. Propuse hacerlo cuando fuese mayor de edad, si Dios se dignabarecibirme en su santo servicio, o sea, en el nmero de las almasconsagradas a su santo amor y servicio, pensando que la mayor edad sera auxiliar poderoso para la fidelidad y pureza inviolables queanhelaba 8.

    6 Autobiografa 4.7 Autobiografa 2.8 Autobiografa 5.

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    A la edad de nueve aos, despus de larga y penosa enfermedad,visitando la iglesia parroquial de San Vicente (en San Sebastin), encompaa de mi madre, hice propsito de ser santa, respondiendo al deseoque tuvo mi buena madre al pedir mi salud, quien me dijo que se lo haba

    pedido a Nuestro Seor con la condicin de que fuera buena y no leofendiese con un solo pecado. Entend que Dios bendeca el propsito y,poco despus, cerca de la misma iglesia, en la calle de San Vicente, tuveuna especie de visin. Comprend que Nuestro Seor estaba en unaregin, especie de cielo, cuya voluntad se impuso a mi alma y me requiri soberanamente para un grado de perfeccin altsima mediante uncompleto abandono a la misma. Anhelaba responder al divinollamamiento y me costaba mucho resistir a la voluntad de mi Dios que merequera para conducirme a la santidad por caminos que yo ignoraba,pero yo me resign por temor de ser infiel a la gracia, y difer el acto deabandono, para el cual era requerida, para cuando cumpliese los 25 aos, pensando que entonces dispondra de las energas necesarias paraconservarme en la consagracin proyectada. Mientras dur el soberanoinflujo y la lucha entre la voluntad de Dios y mi flaqueza, entend queNuestro Seor favorece soberanamente a las almas que a su servicio seconsagran y el bienestar que stas experimentan en sus relaciones divinas,cuya noticia acrecent mi pena por la poca edad, pues quisiera salvar losaos que me faltaban para los 25 para intimarme con Dios y gozar de susfavores, a la vez que cumpla su santsimo querer.

    A los 11 aos hice la primera comunin 9 y me alist en laCongregacin de las hijas de Mara. Me confesaba mensualmente, y todaslas veces que reciba el sacramento de la penitencia, experimentaba en mialma una cosa muy divina y permaneca unida a Dios y en oracincontinua por espacio de uno o varios das hasta que cometa la primera

    falta deliberada, cuyo remordimiento me retraa de Nuestro Seor yabandonaba la oracin, pensando que con ella ms le ofenda queagradaba. Pero continuaba practicando el ofrecimiento de obras y otrosejercicios de piedad que haca todos los das 10.

    9 El da de su primera comunin, sinti tal hartura que si su madre no hubiese estadoencima para que se alimentase, ni caso hubiera hecho de la comida. As lo declara sor

    Natividad en Testimonios de las religiosas que convivieron con ella y que se

    conservan en el archivo del convento de La Concepcin de Valladolid; y que fueronescritos hacia 1940.10 Autobiografa 7-8.

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    Cuando Florencia tena 13 aos fue a servir a una casa de SanSebastin, pero extraaba mucho a su familia y no le daban bien de comer.Por eso, al ao se regres a su casa de Tolosa y consigui ser admitidacomo obrera en la fbrica de boinasElsegui. All trabaj hasta su entrada

    al convento

    ALEJAMIENTO DE DIOS

    A sus quince aos se disip un poco, aficionndose a las diversionesmundanas. Sala con amigas al baile y a otros espectculos pblicos. Ellarefiere: Cumplidos los quince aos, empec a sentir la perniciosa

    influencia del mundo, del demonio y de la carne, que me arrastraban a lasvanidades y pasatiempos mundanales, singularmente al baile. Tena unapasin por bailar que no me dejaba sosegar. En el mismo momento fuirequerida por la divina gracia para abandonar el mundo y hacer unaconfesin especial o general como preparacin para la comunin pascual.Era Semana Santa. Por falta de valor para vencer la inclinacin que mearrastraba a las vanidades mundanales y al baile, o por temor de serinfiel a Dios si adelantaba el plazo de mi conversin por mi poco juicio y

    firmeza, resist al divino llamamiento y secund los perversos designios deSatans, abandonando a mi Dios y casi todas las prcticas piadosas,incluso la confesin y comunin y la asistencia a los ejercicios de laCongregacin.

    As viv, como pagana, hasta los diecisis aos, cometiendo muchos pecados y hubiera cometido infinitos ms, y los ms horrendos ydegradantes, a no prodigarme sus cuidados paternales la divinaprovidencia que vel sobre mi conducta, lig mi sensualidad hasta el

    punto de no sentir su influencia, y me sustrajo a los peligros que me creel diablo y me procuraba yo misma. No detallo los pecados que comet eneste perodo y en los anteriores para no escandalizar a las almasinocentes que quiz leern esta relacin, pero afirmo que fueron muchos ygraves, y el haberme librado de otros mayores lo atribuyo a la proteccinde Dios, de la Virgen Santsima y de mi ngel custodio, a quienesprofesaba singular devocin desde mi infancia.

    No pensaba convertirme hasta tener 25 aos, pero todas las veces

    que asista al santo sacrificio de la misa, con mucho fervor le peda aNuestro Seor la gracia de una conversin verdadera para ser toda suya,

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    aadiendo que esta gracia me la concediera cuando fuese mayor de edady dispusiera de la firmeza y energas necesarias para perseverar en susanto servicio sin cometer ni la ms mnima imperfeccin.

    He aqu cmo otorg el Seor mi peticin. Fuimos siete hermanos.

    Sus nombres: Concepcin, Jos Manuel, Joaqun Luis, Julita, Bibiana yMara. Julita y Bibiana no se lograron, los dems pasaron de veinte aos.Servidora fue la tercera, me llamaba Florencia. Nos queramos mucho loshermanos y nos divertamos juntos dentro y fuera de la casa. Los padresnos permitan ir en romera a las aldeas cuando en ellas se celebrabafiesta en honor del santo titular o protector. A estas romeras asistamostodos los hermanos, mas no siempre bamos juntos. Nos reunamos en laaldea para hacer la merienda, bailar y singularmente para acompaarnos

    a nuestra vuelta de regreso y llegar juntos a casa al toque del Angelusen cumplimiento de las rdenes recibidas de nuestros queridos padres.Cumplidos quince aos, mi hermano mayor Jos Manuel se retir alclaustro 11 y, con este motivo, para distraer su pena, mi hermana mayor sefue a San Sebastin, donde estuvo largo perodo en compaa de mis tos.

    La ausencia de los dos hermanos mayores contribuy, sin duda,para que me dejara arrastrar por la corriente del mundo en este perodo,cuando empezaba a sentir su influencia acompaada de una

    extraordinaria aficin al baile, baile honesto y libre se entiende, como seacostumbraba entonces entre las jvenes piadosas de Tolosa. Mas fuera ono ste el motivo, no quiero atribuir mi relajacin a las vicisitudes de lavida, porque en mi alma haba sobrada perversidad para el pecado 12.

    A los quince aos me aficion a una amiga algo mundana, aunquede buena conducta. Compart su vanidad en el vestir y peinado y suaficin al baile, mas no sus inclinaciones y mayor libertad para hablarcon personas de otro sexo. Las pocas veces que en el mundo habl de

    paso, a solas, con personas de otro sexo llam la atencin del interlocutorcon el temblor que se apoder de mi organismo, interceptando mi voz laagitacin que padeca. Esto tratndose de personas conocidas y quetrataba mucho en casa. Fue providencial este temblor, y lo experimentdesde mi niez. Cuando sala de casa para ir a lugares peligrosos o quepoda sufrir algn encuentro con varones, me encomendaba a la VirgenSantsima y permaneca en oracin mientras duraba el peligro. Mi

    11 Lleg a ser hermano lego franciscano con el nombre de fray Pedro Regalado. Vivialgunos aos en Tierra Santa.12 Autobiografa 9-12.

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    semblante reflejaba sin duda mis disposiciones interiores, porque infundarespeto aun a los jvenes ms libertinos, quienes se retraan y retirabancon estas o semejantes palabras que hablaban entre s: Qu seria yformalota es!.

    Ms he aqu que una tarde, al anochecer, cuando me diriga a casa,observ que un caballero, dejando la direccin que segua, se haba vueltoy vena en pos de m. Apret el paso, y cuando llegu cerca de casa, di unacorrida y me met en el portal cerrando la puerta tras de m. El caballerodebi volver a tomar su camino. Al da siguiente refer a una amiga ma el susto que haba recibido cuando observ que el caballero me segua.Permiti Nuestro Seor que la amiga repitiese la historia con algunainexactitud, quiz sin intencin, y pocos das despus me sorprendi una

    horrorosa calumnia, de cuyo cumplimiento estaba yo muy lejos. La sufren profundo silencio exterior e interior, besando la mano de NuestroSeor, que ejercitaba mi paciencia. Es ms, continu mis relaciones conla amiga de referencia, que era piadosa, y la am y obsequi como si nadame hubiera hecho 13.

    Cumplidos diecisis aos, el 29 de junio de 1889, fiesta del apstolSan Pedro, me fui en romera a Leburu con varias amigas, esperandohallar en dicha aldea a mis hermanos Concepcin y Joaqun Luis. La

    providencia dispuso que ni uno ni otro asistiesen a la romera que secelebraba en honor del santo apstol, patrn de Leburu, y tambin denuestro pueblo natal, y por esto singularmente venerado en nuestrafamilia. Los dos hermanos asistieron al paseo y baile pblico de Tolosa, yal no encontrarlos en la romera, adelant la hora de mi regreso parallegar a casa al tiempo que ellos, mas no lo consegu. Cuando entr encasa haca rato que mis hermanos estaban en ella y era pasada la horadel Angelus. Mi querida madre se preocup cuando me ech de menos

    a la llegada de mis hermanos.

    13 Autobiografa 33-34.14

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    Sin sospechar lo que pasaba por el corazn de mi madre, le entregulas rosquillas que haba adquirido para ella y mi padre en Leburu comorecuerdo de la romera del santo apstol, las que rechaz sin decirme palabra. Insist en que aceptase el presente, rechazando mi madrenuevamente con estas palabras: Nunca pens que t perteneceras almundo. Mira cmo se porta tu hermana, en otro tiempo vida de

    pasatiempos. Advierto que mi hermana en perodos anteriores gustabamucho de salir de casa, frecuentar el paseo, bailar, etc., aunquehonestamente; mientras pareca que yo haba nacido para ermitaa. Encambio despus, cuando yo me aficion al baile, ella cifraba sus deliciasen las funciones religiosas de los templos. Recordaba esto el reproche.

    Las palabras de mi madre me desconcertaron, porque le en ellas eldesencanto que padeca al verme tan vida de diversiones. Ella me habamanifestado constantemente el concepto que de m tena y sus esperanzas

    de verme consagrada al amor y servicio de Nuestro Seor. Record lossentimientos que abrig mi corazn en perodos anteriores, el propsitoque haba hecho en mi niez de sustraerme a la influencia del mundo yperseverar toda mi vida retirada en mi casa para evitar a mi madre eldisgusto que le proporcionaba la disipacin de mi hermana. Record losllamamientos que haba tenido hacia la perfeccin, mis ansias deconsagrarme a Dios, etc., y me retir a mi cuarto, pensando en estosrecuerdos.

    Era la primera vez que vea triste a mi madre por mi culpa, y la vivaimpresin que me produjo hizo revivir en mi alma no slo los recuerdos,

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    sino tambin los sentimientos y aspiraciones. Sent vivsimo anhelo deconsagrarme a Dios Nuestro Seor, cumpliendo los propsitos que habahecho en perodos anteriores y todos mis anhelos relacionados con lapropia santificacin. Deplor como una desgracia que los aos de mi vida

    fuesen tan largos, que tardaran tanto en pasar por mi historia, porque mecostaba una pena insoportable diferir mi conversin un solo da. Eraapremiante hasta no ms la necesidad que senta de entregarme toda a Dios. Cont los aos que faltaban para el plazo prefijado para miconversin, y, al ver que faltaban nueve, me aflig muchsimo. Quiseadelantarlo, pero no me atrev, pensando que si lo haca, mi conversinsera obra humana, no de Dios, y adems que no perseverara en elcamino de la perfeccin si lo abrazaba antes de dicho tiempo por lasrazones que dije, y la recada me excluira del beneficio de la salvacin;porque no habra lugar para una segunda conversin.

    Ya que no me atreva a adelantar el plazo, pens en conciliar laprctica de la virtud con los pasatiempos mundanales (cosa que no habapodido nunca) y propuse asistir a las funciones de los templos los das defiesta, antes de salir a paseo, empezando a cumplir el propsito desde elda siguiente. Nuestro Seor tena determinada otra cosa, sin duda porqueprevi que mi vocacin peligraba en el mundo y porque mi corazn tena

    que ser necesariamente todo suyo, nico para el nico, todo para el Todo,y que para m no haba trmino medio.

    Pasronse dos das, en los cuales continu experimentando lainfluencia de la vocacin que secretamente trabajaba en mi alma. El 2 de julio asist a una reunin constituida en su mayor parte de jvenespiadosas que hallaron el secreto de conciliar la piedad y la vanidadmundanal. Haba entre ellas una beata slidamente virtuosa. Todashablaban menos la servidora, que guard profundo silencio segn mi

    costumbre, porque nunca fui habladora. Entre otras cosas hablaron sobrela confesin general y la facilidad con que se hace. Muchas veces habaodo a mi madre hablar de la utilidad de la confesin general,especialmente cuando se trata de tomar estado. Desde la primera vez quelo o, propuse hacerla como principio de mi consagracin a Dios y primerpaso de mi vida espiritual cuando cumpliese los veinticinco aos, cuyocumplimiento anhelaba, pero me imaginaba que costaba mucho hacer laconfesin general

    M prepar para la confesin y la hice con la mayor felicidad en eltrmino de una hora y me retir del confesionario enajenada de puro

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    contento Experiment visiblemente lo que confiesa de s mismo sanPablo: Donde abund el pecado, sobreabund la gracia 14.

    LA CONVERSIN

    Despus de la confesin general me consagr a Dios sin reservas, ydediqu al culto divino todas las horas del da sin perjuicio de misobligaciones, procurando consagrar stas con varias devociones.

    Eleg para mi habitacin el cuarto ms retirado de la casa, y lotransform en oratorio. Puse un altarcito con el crucifijo y las imgenesde los Sagrados Corazones, la Inmaculada, etc., y en l me recoga eltiempo libre para practicar mis piadosos ejercicios. No hablaba ms quelo preciso, abstrada de toda comunicacin innecesaria con las criaturas,incluso con mis hermanos; viva slo para Dios, buscaba su voluntad, y,conocida, la cumpla.

    El primer medio de santificacin que la voluntad de Dios me impuso fue la devocin al sacratsimo Corazn de su divino Hijo y supropaganda. El da 3 de julio de 1889 hice mi confesin general, y el 5 meinscrib en el Apostolado de la oracin, y poco despus empec aconquistar almas para el Sagrado Corazn y fui constituida celadora.Como segundo medio de santificacin me impuso Nuestro Seor laprctica de la imitacin de san Francisco de Ass y, por medio del santoPatriarca, la imitacin del mismo Cristo Nuestro Seor, pero con la particularidad de que las dos devociones se desarrollaban bajo laproteccin de la Santsima Virgen, en cuyo obsequio empleaba la mayorparte del tiempo.

    He aqu mi primer horario. Entre las 4 y 5 de la maana melevantaba, adoraba a Nuestro Seor y a la Santsima Virgen y practicabavarias devociones empezando por el ofrecimiento de obras a Jess porMara, la consagracin a la Seora, su trisagio y algunas oraciones, v. g.,Memorare 15.

    14 Autobiografa 9-19.15Memorare se refiere a la antiqusima oracin a la Virgen, atribuida a San Bernardo,que dice:Acordaos Oh piadossima Virgen Mara, que jams se oy decir que

    alguno que haya invocado vuestra proteccin, haya sido abandonado de Vos.Animado con tal confianza, a Vos tambin acudo, Oh Madre, Virgen de las vrgenes,y, aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante

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    Habiendo cumplido con mis devociones, me iba al templo, reciba lasagrada comunin y oa dos misas. En el altar del comulgatorio, en lapresencia de Jess sacramentado y de la Santsima Virgen, a quien estabaconsagrado el altar, oraba un rato a mi manera, y me retiraba a casa

    para cumplir mis obligaciones.El resto del tiempo hasta el medioda lo empleaba en las labores,pero sin descuidar el ejercicio de la divina presencia. Impulsada de lanecesidad de obsequiar a la Santsima Virgen, cada hora, y muchas vecescada media hora, rezaba el padrenuestro y diez avemaras, y recordabauno o varios ttulos de la Seora que comprende su letana, saboreandolas dulzuras que encierran las relaciones marianas. Asimismo, impulsadade la caridad, rogaba a Jess por los pecadores, agonizantes, almas del

    purgatorio, etc., especialmente por la juventud, que, como yo en perodosanteriores, cifraba sus delicias en los pasatiempos mundanales, para queNuestro Seor los atrajese a todos a su santo amor y servicio como lohaba hecho conmigo, porque quera compartir mi felicidad.

    Al medio da, despus de comer, lea un libro espiritual, y merecreaba otro rato contemplando el cielo. El tiempo restante hasta las siete lo empleaba en la labor consagrndolo con el ejercicio de lapresencia de Dios en la forma que por la maana. De siete a ocho y media

    permaneca en el templo, donde rezaba el santo rosario, escuchaba lavida del santo que el sacerdote lea en el plpito, haca el ejercicio delviacrucis, acompaaba un rato a Jess sacramentado, y practicaba otrasdevociones en obsequio de Jess y de la Virgen. De ocho y media a nueveme retiraba a casa, cenaba, practicaba las oraciones de la noche y meentregaba al sueo

    La mayor parte de los das no desayunaba hasta la una de la tarde,hora en que terminaba las meditaciones de la Pasin, porque no me

    permita el amor y la compasin que le profesaba a mi Dios humanadoprocurar a mi cuerpo ningn alivio en el tiempo que consagraba a lameditacin de sus sufrimientos. Penetrada del sentimiento de la Pasindel Seor, derramaba muchas lgrimas, y mientras penaba mi corazn,afliga mi cuerpo con el ayuno y otras mortificaciones que me impona. En

    vuestra presencia soberana. Oh Madre de Dios y Madre nuestra!, no despreciismis humildes splicas; antes bien, escuchadlas y acogedlas favorablemente. Amn.El trisagio se refiere a la conocida oracin:Bendita sea tu pureza y eternamente lo

    sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A Ti, celestial princesa,Virgen sagrada Mara, te ofrezco en este da, alma, vida y corazn. Mrame concompasin, no me dejes, Madre ma.

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    el templo permaneca de rodillas todo el tiempo, y casi siempre con lasrodillas desnudas en el suelo, a pesar de estarme en la iglesia bastantetiempo, y ms de una vez en das festivos me pas en ella casi todo el da16.

    Entre otros beneficios, debo a Nuestro Seor la agudeza de ingeniopara todo lo que se relaciona con su gloria y una torpeza grande paracomprender las cosas de la tierra, especialmente las noticias que pudierancomprometer la santa pureza 17.

    LA VOCACIN

    Deseaba retirarme al desierto para perfeccionar la oracin decontemplacin con que se dignaba favorecerme Nuestro Seor alguna queotra vez. Estando con estos deseos, un da, mi confesor (era el mismo conquien hice la confesin general) me mand que me fuese a confesar conun sacerdote que oa confesiones en otro confesonario del mismo templo.Por obedecer al confesor me acerqu al confesonario que me seal, ehice mi confesin semanal con el confesor extraordinario. Era ste un santo, y por tal lo calificaba el vulgo devoto. No le hice ningunamanifestacin de mis interioridades, pero a pesar de mi silencio,iluminado con luz superior, adivin mis proyectos de retirarme aldesierto, el motivo que me inspiraba este deseo y mis sentimientos. Lecontest que era verdad cuanto me deca, y me dijo entonces que DiosNuestro Seor me haba deparado el desierto en un convento de clausura.Que lo intentase donde me sintiera llamada. Le dije que mis padres nopodan darme la dote para ingresar en un convento de clausura, peroinsisti que pretendiese el ingreso, asegurndome que me aceptarandondequiera lo intentase.

    Refer a mi confesor el caso, y me mand que lo tratase cuanto antescon mis padres, y que el medio ms fcil era perfeccionarme en el estudiode la msica para ingresar en concepto de cantora o de organista. Habla mis padres y aprobaron el medio indicado por mi confesor y decidisemi vocacin. Hasta esta fecha no pensaba en la vida religiosa, sino

    16 Autobiografa 21-28.17 Autobiografa 32.

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    nicamente en cumplir la voluntad de Dios. Esto contestaba a mi confesorcuando me hablaba de la vocacin religiosa 18.

    Florencia para entrar sin dote al convento debi aprender msica ycanto con el maestro navarro Felipe Gorriti, que viva en Tolosa. Cuando

    ya estaba preparada en msica y buscaba dnde entrar, un buen da seencontr con una joven, Pilar Otegui, que iba a entrar en el convento de lascapuchinas de Caspe (Zaragoza). Florencia se le asoci en el viaje para verel convento y poder hablar de la posibilidad de entrar. El viaje fue en losprimeros meses de 1891 y estuvo all unos pocos das. Fue examinada demsica y canto por el organista de Caspe. Las religiosas estuvieron deacuerdo en aceptarla sin dote para ser cantora y ella se comprometi aregresar en un futuro prximo.

    Dios, en cambio, tena otros planes. El mismo da en que pensaba ir aCaspe para entrar definitivamente en el convento, cay gravementeenferma su hermana mayor Concepcin, de 21 aos, quien falleci al pocotiempo, dejando a la familia en una situacin muy triste y difcil. Algunosvecinos corrieron la voz de que Concepcin haba muerto de viruela y susfamiliares podan estar contagiados y contagiar a los dems. Por esemotivo, internaron a toda la familia en la Casa de la Misericordia deArramele, en el mismo Tolosa. Mientras estaban all, algunos

    aprovecharon para robarles todo lo que tenan en casa.Por estos sucesos familiares, Florencia decidi postergar la entrada al

    convento medio ao. Pero un da recibi una carta inesperada de la Madreabadesa de las religiosas concepcionistas de Valladolid, proponindoleingresar en su convento sin dote en calidad de cantora.

    La razn era que un hombre, llamado por el vulgo el pedigeo,recorra los pueblos pidiendo limosna para las monjas capuchinas deCaspe, llevando una urna con el Nio Jess. El pedigeo lleg al

    convento de La Concepcin de Valladolid y ellas le pidieron al Nio queles trajera una cantora. El pedigeo les dio las seas de Florencia y, poreso, le escribieron. Florencia quera cumplir su palabra con las monjas deCaspe, pero su madre, sabiendo que eran muy austeras y que Florenciatena mala salud, le aconsej que optara por Valladolid, y ella, siguiendo elconsejo de su madre, acept. Algunas religiosas diran que el Nio Jessles haba trado a Florencia, futura sor ngeles.

    18 Autobiografa 35-36.20

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    Los ltimos meses que vivi en el mundo encontraba consuelo en suspenas en la devocin a Jess Eucarista, a Mara, a los ngeles y a sanFrancisco. Era terciaria franciscana.

    INGRESO AL CONVENTO

    Ella declara:El da 25 de agosto del ao 1891, de dos y media a tresde la tarde, me desped de mis padres y hermanos y sal de Tolosa (entren) con direccin a Valladolid, adonde llegu de once y media a doce dela noche. Me acompa mi confesor. Desde la maana del citado da enque visit por ltima vez la iglesia de San Francisco de Tolosa, hasta la

    tarde del siguiente da en que penetr en este sagrado Claustro, estuvecomo abstrada, sin darme cuenta de lo que pasaba y se hablaba en tornomo, con cierto sentimiento de la presencia de Dios y de sus designiossobre mi alma en el importante acto que iba a realizar. No com ni hablapenas nada, ni pude atender a ninguna de las cosas que me ensearonlas personas que me acompaaban, ocupada mi mente no s si en Dios oen lo que deba hacer en mi nueva vida.

    Cuando penetr en el Claustro y las religiosas me presentaron una

    santa imagen de la Virgen, experiment una felicidad divina, inexplicable,un deseo ardiente de santidad, una dilatacin o descanso muy grande enmi alma, como quien estaba en su centro y posea su anhelado fin. Por lanoche, despus de retiradas las religiosas, me dejaron sola en lahabitacin destinada para mi uso en el noviciado. Puesta de rodillas a lospies de un crucifijo, me entregu al amor y servicio de mi Dios humanadocon mucho fervor y propsito de ocupar siempre en l mi pensamiento ymi amor, sin admitir ni un solo pensamiento intil mientras viviera en esta

    santa casa, voluntariamente se entiende.Empec el postulantado con cierto sentimiento de la presencia de

    Dios, presente en todo lugar, animada de los mejores sentimientos,resuelta a responder a los designios de Dios en mi vocacin religiosa.Pocos das despus de mi ingreso, me constituyeron lectora del refectorio(comedor),y la primera vez que le la santa Regla, entend de una maneraclara la altsima perfeccin que entraa el exacto cumplimiento denuestra santa Regla, y cun lejos estaban las religiosas que constituan la

    Comunidad del estado de perfeccin a que eran llamadas por su vocacinreligiosa.

    21

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    Enamorada del estado de santidad que me revelaba el conjunto deleyes que constituye nuestra Regla, anhelaba con ardor conformar mi vidacon ella, pero vea los obstculos que me impedan la exacta observanciade la misma por la relativa relajacin de costumbres 19.

    Entre otras irregularidades, haba en la Comunidad la costumbre dereunirse cada religiosa con su amiga, visitndose en la celda mutuamente,y emplear las horas libres en charlar. No haba recreacin comn. Yo mereconoca la ms culpable delante de Dios y miserable de todas, y posedadel sentimiento de la propia vileza, no me atreva a manifestar siquiera lascontinuas protestas de mi criterio y corazn contra las peligrosascostumbres introducidas, y Nuestro Seor me requera para la perfectaobservancia de la Regla y para reformar la Comunidad, primero con el

    ejemplo, despus con mi autoridad, utilizando en obsequio de laobservancia los talentos recibidos y la influencia que ejerca en el coraznde las religiosas 20.

    NOVICIADO

    El primer ao de vida en el convento despus de la toma del hbito

    era de noviciado, antes de hacer la profesin perpetua. En aquellos tiemposno hacan votos temporales o simples por tres aos antes de laconsagracin perpetua y definitiva. En 1862 el Papa Po IX impuso a todaslas rdenes de varones la profesin temporal de tres aos y el Papa LenXIII la extendi a las rdenes femeninas en 1902; a sor ngeles no letoc.

    Ella nos informa: Pas el(primer) mes de postulantado ms tristeque alegre. A la tristeza se agreg el sentimiento de la separacin de mis padres y hermanos, cuyo afecto natural senta con mayor viveza quecuando viva a su lado. Pocos das antes de tomar el santo hbitocomuniqu mis anhelos y temores relacionados con la observancia

    19 Al entrar al convento slo haba ocho religiosas mayores. Sor ngeles se lavaba laropa, a pesar de que las religiosas solan darla a lavar. Tambin ayudaba a lashermanas legas en la cocina y en barrer el convento.Ella, que en su vida no habacavado ni un terrn, trabajaba en la huerta cavando, a todo cavar, hasta encallecer

    sus manos, que las tena muy finas. As lo dice sor Natividad de la Puebla en

    Testimonios de las religiosas que convivieron con ella. Sor ngeles, con su ejemplo,ayud mucho a levantar el nimo y el espritu decado de las religiosas.20 Autobiografa 56.

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    regular a mi Madre Maestra (que a la vez era abadesa), quien me dio supalabra de facilitarme el exacto cumplimiento de la Regla ms adelante, yme aconsej que tomase el hbito, y as lo hice.

    El santo hbito me lo impusieron el da 29 de setiembre, fiesta del

    arcngel San Miguel, y me cambiaron el nombre de Florencia por el desor Mara de los ngeles. Casi todo el ao del noviciado viv sumida en latibieza y disipacin de los sentidos y potencias, practicando los ejerciciosespirituales, as comunes como particulares, sin devocin ni atencin

    Tena una tentacin continua de abandonar este sagrado Claustropara entrar en otra Comunidad ms observante, donde pudiese respondera mi vocacin siguiendo la vida comn, sin necesidad de singularizarme,cuya tentacin me dur casi todo el ao de noviciado...

    El cario y deferencias de que fui objeto por parte de la Comunidaden el ao del noviciado me ayud mucho a vencer la tentacin de salir deesta santa casa para entrar en otra, porque no caba en mi coraznabandonar a unas religiosas que me amaban con predileccin y memiraban como el porvenir de esta santa Comunidad.

    El sentimiento de la separacin de mi familia lo procur ahogar enmi corazn con el conocimiento del peligro en que me pona volviendo lasespaldas a Dios por acompaar a mis padres y hermanos, en quienes

    tena ocupado mi pensamiento y mi amor, y lo consegu con la gracia de Dios, a quien estimaba ms que a mis padres, aun en medio de misextravos y vida disipada, y por esto nunca pens en salir del conventopara volver al hogar paterno, porque apreciaba en su justo valor lavocacin religiosa.

    Desde entonces me propuse no admitir afecto de criaturas ni amar astas sino en Dios, por Dios y para Dios, para conservar mi corazn puro,libre, suelto de afectos terrenos y una voluntad virgen, empleada toda enamar a mi Dios, toda vez que por amor del mismo Dios haba sacrificadotodo lo que amaba sobre la tierra, que eran mis padres y hermanos,nicos capaces de llenar mi corazn, fuera de Dios. Y en adelante, paraconservarme en esta pureza de afectos humanos, todas las veces que mevea en compaa de las religiosas o en el locutorio, cual si temiese queme robasen el afecto, repeta hablando no s si con Dios o conmigomisma: Dej a mis padres y hermanos, que tanto amaba, y vine a estatierra extraa, donde nada me gusta ni satisface el corazn, y despus dehaber sacrificado cuanto amaba en la tierra, pondr mi afecto en

    23

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    criaturas desconocidas para m? No, Dios y solo Dios ser en adelante elnico objeto de mi amor, solo Dios, solo Dios 21.

    PROFESIN PERPETUA

    Los dos meses ltimos del noviciado me prepar para la profesinrecordando los llamamientos que haba tenido a la perfeccin, estudiandoal santo Patriarca (san Francisco) y procurando copiar sus virtudes.Soaba con la esperanza de estrechar mis relaciones marianas y de vivirbajo la direccin de la Santsima Virgen desde el momento en que,realizada la profesin, ira a vivir a mi celdita. Mi Madre Maestra y

    abadesa me haba regalado un cuadro de la Inmaculada y, llevando ste ala celda que me haban sealado, lo colocaba sobre la mesa y rogaba a laSeora que tomase posesin de la habitacin

    Me enloqueca pensando que la celda sera mi oratorio, un santuariode la Santsima Virgen y que la mesa destinada para mi uso servira dealtar. Ignoraba yo lo que me esperaba, desconoca el designio de Diosrelacionado con la vida mariana, que iba a cumplirse a mi favor. Soabacon una felicidad desconocida, con el desarrollo del germen mariano

    depositado en mi corazn, quiz en el santo bautismo, cuya presenciahaba sentido varias veces en mi vida secular, cuando atrada por unafuerza misteriosa visitaba a la Virgen en una imagen pintada en la paredsobre (el dintel de) la puerta de la sacrista en la iglesia parroquial deTolosa El da que ingres en esta casa, delante de la Virgen que sevenera en el claustro, experiment lo que no puedo expresar y, mientrasgustaba con viveza la felicidad que me hizo sentir la Seora, arda mialma en deseos de justicia y santidad y me fueron revelados algunos

    designios de Dios sobre mi vocacin. En este perodo desapareci la tentacin que padeca contra la

    vocacin, mas no mis preocupaciones por las dificultades que prev meocurriran en el cumplimiento de mis anhelos relacionados con laobservancia regular...

    Las religiosas mostrbanse ansiosas de mi profesin, singularmentedos que ms de una vez me crearon ocasiones de pecar, quienes memanifestaron que se reuniran en mi celda para compartir susconversaciones frvolas. Temblaba mi corazn ante la posibilidad de21 Autobiografa 47-53.

    24

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    verme asociada a su relajacin despus de mi profesin religiosa y, parasustraerme al peligro, retir de la celda que me haban preparado tres ocuatro sillas, dejando solamente una, respondiendo negativamente conesta accin al deseo de las mencionadas religiosas, quienes se dieron por

    entendidas. En los Ejercicios preparatorios para mi profesin renov losantiguos fervores, procur corregir mis defectos y regular mi vida con lavoluntad de Dios, que me llamaba a la prctica de la imitacin de Jess,Mara y san Francisco, y cobr alientos para vencer los obstculos que seoponan a mi vocacin.

    El 6 de octubre del ao 1892 hice mi profesin solemne y empec acumplir mis votos y santa Regla con la perfeccin que Nuestro Seor me

    peda22

    .

    CONSAGRACIN A MARA

    A los dos das de su profesin solemne, el ocho de octubre de 1892,hizo la consagracin a Mara. Acto que le obtuvo grandes bendiciones parasu vida futura y fue cimiento de su vida espiritual. Ella nos dice: Colocadoel cuadro de la Inmaculada sobre la mesa, me puse de rodillas ante laimagen y me consagr a la Seora con mucha fe, entusiasmo y fervor, enconcepto de esclava, sbdita, discpula e hija. Eleg a la Virgen por miReina, Superiora, Maestra, Directora y Madre, con splica humilde deque aceptase los cargos que le confiaba, y a Nuestro Seor le rogu queconfirmase el pacto y me hiciese donacin de la Seora.

    Imposible describir el bienestar que experiment. Conceb una

    confianza absoluta, filial, hacia la Santsima Virgen, un entusiasmo por laSeora extraordinario y un amor insaciable, amor y entusiasmo quefueron creciendo de da en da. Llevada del hambre insaciable del amormariano y de la imperiosa necesidad que senta de apoderarme de laSeora, la buscaba por el convento y peda a las religiosas que rogasen alSeor y le obligasen a concederme la verdadera devocin a la Virgen y aentregrmela para que fuese toda ma, porque quera poseerlaabsolutamente. Se rean de m las religiosas en vista de mi insistencia, porque crean que posea la gracia que solicitaba, pero senta yo un

    22 Autobiografa 54-58.25

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    hambre insaciable de amor, y cuanto ms amaba a la Virgen, mayoranhelo senta por Ella.

    A partir del da que hice la consagracin, cont con la SantsimaVirgen para todo. Cuando entraba y sala de la celda, postrada en tierra

    le renda mis homenajes de amor y respeto y le peda la bendicin, y porsu respeto no me sentaba nunca en la silla, sino que permaneca a sus piesde rodillas o sentada en el suelo en la forma que se pinta a MaraMagdalena a los pies de Jess, exceptuados los casos en que la ocupacino la naturaleza de la labor me obligaba a sentarme en la silla. En lasfestividades de la Virgen gozaba lo indecible. En ellas, como igualmenteen el mes mayo, el mundo se presentaba a mi vista transformado enparaso y senta una renovacin espiritual indescriptible, aunque hubiese

    estado disipada los das anteriores. ste fue el principio de mi vida espiritual, la primera piedrafundamental del mstico templo que Nuestro Seor erigi en mi alma. A miperfecta consagracin a la Santsima Virgen y la pronta respuesta de laSeora y su fidelidad en cumplir los compromisos adquiridos, debo mifelicidad, las mltiples y singulares gracias que mi Dios querido me haprodigado en el decurso de mi vida religiosa. Lo confieso, y lo publicar ala faz del mundo entero y despus en la eternidad dichosa, todo, todo se lo

    debo a la Virgen Santsima, mi celestial Protectora: todos los bienes mevinieron juntamente con ella 23.

    SEGUNDA TORNERA

    Quince das despus de mi profesin me confiaron el cargo detornera segunda. El torno y la sacrista estaban relacionados, y en ambasoficinas peligraba mi conciencia por las relaciones internas y externasque comprometan mi libertad y mis anhelos de perfeccin. Por esta raznpadec mucho en el perodo siguiente a mi profesin. Devor en silencioinfinitas angustias y, vencida del respeto humano, por temor de disgustara la tornera y sacristana, ofend a Nuestro Seor.

    Expuse mi situacin a la Madre abadesa, y mi deseo de retirarme deltorno, pero la Madre no le dio importancia y me requiri para quecontinuase en el cargo. El confesor tena un concepto elevado de estareligiosa, tanto es as que me aconsejaba que me inspirase en ella para23 Autobiografa 58-61.

    26

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    todo y, por no difamarla, ocult al confesor las inquietudes que meocasionaba la mencionada religiosa con sus procederes, y este silencioalarm mi conciencia y me retrajo de Nuestro Seor24.

    Advierto que la Madre era la religiosa que en el torno y la sacrista

    violaba las leyes establecidas, la cual haca poco que haba sido elegidaabadesa. Continuaba las comunicaciones irregulares, las comparta conotra religiosa (primera tornera) y pretenda asociarme a su relajacin.Para sustraerme a la perniciosa influencia de dichas religiosas y delsujeto que trataba con ellas, propuse hablar de rodillas a la abadesa, y locumpl, consiguiendo por este medio mi pretensin (de librarme de su malejemplo) 25.

    Dios me persegua con su gracia, con frecuencia se impona a mialma para apoderarse de mi voluntad y elevarme a un alto grado deperfeccin y unin divina. Desebalo yo, pero se impona la necesidad detraducir al confesor mi historia ntima desde los diecisis aos, mivocacin y los obstculos con que tropezaba para responder a losdesignios de Dios, y esto no poda hacerlo, porque no vea el medio devencer este obstculo (de abrir totalmente mi alma alconfesor).

    No solamente luchaba con la gracia, sino tambin con mi

    inclinacin y aspiraciones, porque senta la imperiosa necesidad de sertoda de Dios en Mara, y me costaba infinitas penas resistir a su voluntad,que tan perfectamente responda a mis anhelos.

    Al entrar y salir del coro, mientras adoraba al Santsimo, confrecuencia me sorprenda la memoria de los favores que Nuestro Seor mehaba dispensado en el perodo que sigui inmediatamente a miconversin, y parecame que Jess me reconvena con amorosasrecriminaciones por mi infidelidad a las gracias recibidas y me requerapara la alta perfeccin a que me destinaba, a lo que llamaba yo segundaconversin. Lo mismo me aconteca en la celda, con la diferencia que enlugar de Jess se impona a mi alma la presencia de la divinidad,sorprendindome cuando menos lo esperaba.

    En dos ocasiones, por lo menos, que se repiti el combate, me vi muycerquita de Nuestro Seor. En la primera se consum la lucha a oscuras,quedando mi alma divinamente herida, deplorando con amargura la

    dificultad con que tropezaba y me impeda entrar de lleno en el24 Autobiografa 63.25 Autobiografa 81.

    27

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    beneplcito. En la segunda sent la presencia de Dios a mi lado, elevadocomo dos metros de altura del pavimento de la celda, rodeado de unanube tenebrosa. Rasgse sta, y en el seno de la nube revelse NuestroSeor en una claridad deslumbradora. Lo mismo fue manifestarse Nuestro

    Seor que sentirme poseda de su voluntad soberana, imponindosemesta por modo inefable para elevarse a misteriosas regiones deperfeccin.

    Mientras dur la soberana influencia percib una felicidad divina, elbienestar inefable que acompaa la perfecta resignacin en el beneplcitoeterno de Dios y goc lo que no puedo explicar. Mientras me vi poseda dela voluntad de Dios, hallbame perfectamente resignada, prisionera ycautiva, como si no tuviera libertad para aceptar ni rechazar ninguna

    cosa. Esto dur un momento.Luego, antes de retirarse u ocultarse la presencia del Seor y lainfluencia de su voluntad soberana, recobr el uso de la libertad, y paracumplir la condicin requerida para arribar a la perfeccin o grado deunin que se me ofreca, empec a luchar como otras veces suplicndoleque se dignase vencer l mismo el obstculo, manifestando al confesordirectamente mi historia ntima, porque no poda yo realizarlo a pesar demi vivo anhelo de responder a sus amorosos designios y del amor y

    estimacin que me mereca su divina voluntad.Cuando ces la divina influencia y me vi suelta de aquel abrazo o

    intimidad, me qued sufriendo una especie de purgatorio, una privacinde Dios y pena misteriosa, llorando porque no poda cumplir la voluntadde Nuestro Seor, quien me consol prometindome que a su tiempo meproporcionara un director que me facilitara la manifestacin de lasinterioridades que me peda26.

    EL DEMONIO

    El demonio, con el permiso de Dios, no la dejaba tranquila y latentaba para desanimarla en su deseo de santidad. Ella manifiesta:Hallbame una maana en el Coro rezando Prima con la Comunidad, padeciendo horrorosamente uno de los embestimientos dolorosos deSatans. Enajenada por el dolor, no saba dnde estaba, porque el Coro se haba transformado en desierto, sufriendo la penosa opresin del

    26 Autobiografa 64-68.28

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    demonio. No recuerdo si haca muchas horas que padeca la dolorosainfluencia, pero s estaba firmemente convencida que Dios Nuestro Seorme haba entregado a Satans y le perteneca como esclava, que era midueo y lo sera eternamente. O nombrar a la Santsima Virgen en el

    martirologio que en aquellos momentos se lea en el Coro, y, en el mismomomento que el nombre de la Virgen penetr en mis odos, se impuso laSeora a mi alma o su presencia por modo admirable. Escuchar elnombre de la Virgen, imponerse sta a mi alma y desaparecer el diablo,todo fue uno. Mi situacin se cambi completamente, una felicidadinefable sustituy a la penosa opresin y pas un da felicsimo alabandoa la Seora por la proteccin que me dispensaba y por su poder soberanosobre el demonio.

    Estos casos fueron frecuentes, cambindose mi situacin en elmomento que recurra a la Santsima Virgen o se impona ella a mi alma,ora mediante la voz humana que me recordaba su existencia, oinmediatamente sin intervencin de criaturas 27.

    Atribuyo a la proteccin de la Virgen el alejamiento de losdemonios, que he experimentado Nuestro Seor no me ha sometido a ladolorosa prueba de las tentaciones que comprometen la pureza. Hace diezu once aos, un da, estando en el Coro, percib la presencia de varios

    demonios a mucha distancia. Era uno de los perodos de prueba en quems me combatieron los espritus infernales con amenazas, etc. Pues bien,cuando se acercaron los demonios a distancia de doce metros, mesorprendi la visita de la Santsima Virgen. De repente, extendise sobremi cabeza una especie de firmamento, y en el centro apareci la Seora,quien se apoder de m con apresuramiento como el guila de supolluelo, y me elev a la misteriosa regin celeste donde se me habaaparecido. All me retuvo mucho tiempo, me aliment con sus palabras de

    vida eterna y me procur una felicidad grande. Me dijo que el fin de losdemonios era sugerirme pensamientos deshonestos, y por esto se habaapoderado de m con tanta precipitacin, para sustraerme a su perniciosainfluencia. Mientras estuve con la Seora, conceb un plan de vida, queobserv despus; mejor dicho, una consagracin de abandono a laVirgen, con la Virgen a Jess, y con Jess a la divinidad, a cuyo serviciopuse mi felicidad, todo en conformidad con la Seora 28.

    27 Autobiografa 103-104.28 Autobiografa 724.

    29

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    NOCHE OSCURA

    Para avanzar en su camino hacia Dios, debi pasar por esta noche,que ella llamo purgacin. Dice: El 15 de agosto de 1893 sal del desierto

    de la vida espiritual para entrar en el purgatorio donde expi mis culpasde la vida pasada y las deficiencias presentes con muchas y diversaspenas.

    La primera dificultad con que tropec fue un horror y aversin a laoracin intenssimos. Cuando me diriga al Coro para practicar laoracin comn, y singularmente para consagrar a dicho ejercicio eltiempo que me haba propuesto, era tan grande la repugnancia que senta,que con gusto sustituira en su lugar las penitencias ms dolorosas, y

    hubiese preferido luchar con el ejrcito enemigo en el campo de batalla ala oracin mental. Era tanta la violencia que tena que hacerme paraentrar en el Coro, que pareca que me tiraba alguien del hbito paraimpedrmelo. Vencida por la repugnancia y horror que me inspiraba, alprincipio ms de una vez, falt a mi propsito, pero violentndome una yotra vez obtuve la victoria y mis esfuerzos los coron Dios con laadmirable facilidad que me concedi para la oracin y el don decontemplacin.

    El segundo obstculo fue el embotamiento de mis potenciasinteriores, que me dificultaba y haca impracticable la oracin mental,especialmente al principio

    Mientras luchaba con las dificultades, el diablo me sugera que eraincapaz para la oracin, que no estaba llamada a la contemplacin y quedesistiese de mi empeo. Desech la sugestin, confiando en la proteccinde la Santsima Virgen y de los santos, singularmente de san Jos, a quieneleg en el siglo por especial Protector en dicho ejercicio

    Consegu lo que esperaba y en adelante la oracin constituy mibanquete perenne, mi felicidad, mi vida.

    El tercer obstculo fue la aversin al retiro. Para cumplir mipropsito relacionado con la abstraccin de la comunicacin con otraspersonas, propuse permanecer en la celda todo el tiempo libre de lasobligaciones del Coro y del cargo, y en el cumplimiento de mi propsitotropec con la misma repugnancia y horror a la soledad que senta por la

    oracin. Las paredes de la celda me opriman y no poda soportar elretiro sino a costa de mucha y continua violencia. Una fuerza invisible meimpeda recogerme en la celda, pero violentndome una y otra vez,

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    consegu la victoria, y la soledad, que antes aborreca, se me hizoamabilsima...

    El cuarto obstculo fue el respeto humano, la falsa vergenza quepretenda imponerse a mi alma para impedirme el recogimiento de los

    sentidos. He aqu de qu modo lo venc. Vigilaba sobre mis sentidos,conservaba los ojos bajos, sin levantarlos para ver quin entraba y salade la habitacin. Si por descuido los levantaba y me fijaba en el rostro dealguna religiosa, aunque fuese de lejos, me impona la penitencia de sietepellizcos en el brazo en honor de san Jos

    Continuaba en la oficina del torno en concepto de tornera segunda,y para no distraerme ni penetrarme de los asuntos que en l se trataban,me tapaba los odos cuando la tornera mayor se acercaba al torno para

    dar y recibir los recados, y recibidos stos directamente de la tornera, losllevaba a la Madre 29.

    Tena la firme conviccin de que Dios me odiaba ms que a losdemonios, que l era mi capital enemigo y que lo sera eternamente;porque, cansado de sufrirme, disgustado porque me desvi de sendero dela perfeccin despus de mi primera conversin, descuidando lasprcticas piadosas etc., haba determinado condenarme al fuego eterno,entregndome a Satans Esta crisis dolorosa fue el perodo ms triste

    de la purgacin y dur unos tres meses.La Santsima Virgen me protegi mucho; fue mi nico amparo y

    confidente. Sin saber de qu manera, me vea algunas veces transportadaa una soledad espantosa que entenda perteneca a los dominios deSatans. All, temblorosa, esperaba las embestidas del demonio, quien memanifestaba que Nuestro Seor me haba sometido a su imperio y que le perteneca como esclava y que tena absoluto poder sobre m paraatormentarme y hacer de m lo que quisiera... Pero, cuando menos lo

    esperaba, imponase a mi alma la presencia de la Santsima Virgen y en elmomento me vea libre de la penosa opresin 30.

    Pasados unos tres meses, la presencia de Dios, que antes meoprima, me procuraba una felicidad grande. Mostrbase, sin embargo, elSeor indiferente conmigo, aparentaba dormirse con relacin a servidora,que me haba relegado al olvido para siempre y que no se acordara de mun solo momento en toda la eternidad... Cuanto ms me despreciabaNuestro Seor y rechazaba mis obsequios, mayor amor senta por l,

    29 Autobiografa 82-85.30 Autobiografa 91-91.

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    mayor estima y entusiasmo, y creca mi amoroso empeo por merecer lagracia de que aceptase mis obsequios en atencin a las virtudes y mritosde la Santsima Virgen, a quien procuraba interesar en mi favor31.

    El olvido aparente de Dios hera mi corazn y me trituraba. Hubiese

    preferido cualquier castigo a ste. Procuraba despertarlo de su profundosueo, pero no lo consegua. Qu har para que se acuerde de m unmomento siquiera?, me preguntaba, y aada: Si esperase al menoshacerme ver de l dentro de diez aos, me consolara, me impondra losmayores sacrificios para merecer esta gracia y, llegado el suspiradomomento, me arrojara a sus pies, le pedira perdn, recibira el beso dela paz y me quedara tranquila para toda la eternidad... Esta conducta delSeor destruy mi soberbia y amor propio, aniquil mi yo pecador, me

    despoj de las propiedades que haba heredado del viejo Adn y de losvicios que contraje, me estableci en la pobreza de espritu, en lahumildad y soledad, y me inspir el puro amor. Contribuy tambin aestrechar mis relaciones con la Santsima Virgen. Esta identificacin esquiz el primer y mejor de los frutos que produjo en mi alma y el queestimo sobre todos, porque los comprende a todos 32.

    Cuando despertaba del primer sueo, me incorporaba en la cama.Mis manos buscaban el santo escapulario y mi vista intelectual el original

    representado en la imagen que contena: la Virgen Santsima. La hallabaen seguida. Me levantaba de la cama, y, puesta de rodillas ante el cuadrode la Inmaculada, en la presencia de la Seora reiteraba miconsagracin, y en unin de la Virgen adoraba al Seor, hacamentalmente varias oraciones, entrega, ofrecimiento de obras, etc., en suobsequio y practicaba un ejercicio que llamaba el ejercicio de la buenacristiana y buena religiosa...

    Empezaba el ejercicio recordando con brevedad el fin para el que

    fui criada y vine a la Orden y lo terminaba pensando en los novsimos.Empleaba en esto una hora aproximadamente y lo practicaba a los pies dela Virgen bajo su inspiracin y mirada, como consultando con Ella. Lomismo practicaba los dems ejercicios 33.

    Terminados mis ejercicios, visitaba a Nuestro Seor sacramentado,practicaba en el Coro el ejercicio o ejercicios que me senta inspirada enel momento, y me retiraba a un lugar solitario para cantar las alabanzas

    31 Autobiografa 94-95.32 Autobiografa 99.33 Autobiografa 105-106.

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    de la Virgen, v.g., las letanas. Mientras cantaba, oraba y contemplaba lasperfecciones de la Seora. Si estaba triste y sumida en la tribulacin,hasta el extremo de no poder cantar las alabanzas de mi Madre y Reina,lea con pausa y reflexin algunos salmos y lamentaciones de los oficios

    de la semana mayor, venerando la Santsima Pasin de Jess.Habiendo cumplido con mis devociones, me acostaba un poquitopara entrar en reaccin con el fin de estar mejor dispuesta para losejercicios de la Comunidad, que se practican en el Coro por la maana.Me levantaba a la hora sealada para la Comunidad, me arreglaba unpoquito y asista a los actos de la Comunidad...

    Desde que me consagr a la Virgen jams he separado a Dios de laSeora, ni a sta de Dios.

    Como estaba persuadida que Nuestro Seor no me quera, todas lasveces que sala de la celda para ir al Coro, requera a la Virgen para queme acompaase. Voy al Coro, Madre ma le deca, venid conmigo,porque Jess no me quiere y no me admitir en su divina presencia si meve sola. Adems necesito que me acompais para avalar mis ejercicios,porque quiero hacer extensivos a Vos los obsequios que prestar a Jess yporque no podra estar fuera de vuestra compaa: venid, vmonos

    Penetraba en el Coro, adoraba a Jess y me colocaba en el lugar

    que me perteneca, suplicando a la Virgen que se pusiera delante de mpara que Jess me mirase a travs de su amor y de sus virtudes, mientras yo le obsequiaba y cumpla mis obligaciones corales. Eran stos losnicos momentos que Nuestro Seor se mostraba despierto y me dejabaentrever su benevolencia. Todos los obsequios que tributaba a Dios Nuestro Seor los extenda a la Santsima Virgen, incluso el Oficiodivino

    Todo, absolutamente todo, lo haca extensivo a la Seora, y el cultoque tributaba a Dios Nuestro Seor procuraba avalarlo con los mritos dela Virgen, a quien me adhera para alabar a Nuestro Seor y cumplir misobligaciones. Terminados los actos de Comunidad, me retiraba a la celda y, recibida la bendicin, puesta de rodillas ante el cuadro de laInmaculada, le daba cuenta a la Virgen de lo que haba hecho en el Coro,como si lo ignorara. Le daba gracias por los socorros que me habaconcedido y le encargaba que en mi nombre agradeciera al Seor elhaberme admitido en su presencia y por las gracias que me habadispensado

    33

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    Todos los rincones del convento eran para m oratorios, porque entodos oraba, viva en continua comunicacin con la Virgen Santsima ypor su medio con Dios. Mi dependencia de la Seora era tan completaque, aun para coser, imploraba su asistencia, concedindomela

    completsima, para que santificase el trabajo con la oracin

    34

    .Un da se agrav mi situacin con la aprensin de que perteneca aldemonio y me sum en una terrible tribulacin Dios Uno y Trino se dejver en una regin de luz u horizonte divino que se abri a mi vistaintelectual. Lo vi como otras veces, ocupndose de todas las almas menosde m, como si yo no existiera. Lastimada de verle tan olvidado, le dije queson muy raros los padres de familia que no han recibido algn disgusto, omuchos, de sus hijos, y sin embargo no por eso los desconocen ni les

    retiran su amor. Los castigan, s, pero continan prodigndoles su amor ysus cuidados paternales.Mientras le deca esto, le present varios padres de familia que

    conoc en el mundo, algunos muy acres, pero sin embargo amaban a sushijos, y aad: Vos, el Padre por excelencia, con tantas ventajas sobrelos padres carnales, cmo me habis retirado vuestro amor paternal,abandonado y relegado al olvido? Verdad es que no lo merezco porque osofend, pero me hubieseis castigado, y no abandonarme como lo habis

    hecho.Cosa maravillosa. Inmediatamente Dios Nuestro Seor se volvi de

    cara para m estaba de espalda y fijando en m su divina, paternal yamorosa mirada, me manifest que s, que es mi Padre, y Padreafabilsimo, y que me amaba infinitamente ms que mis padres naturales,que guardaba tesoros de amor y ternura infinitos en su corazn hacia mialma, cuya verdad conocera por experiencia. No admite ponderacin elconsuelo que recib. Corr presurosa a la celda para dar cuenta a la

    Santsima Virgen del favor recibido, y mientras refera la visin a laSeora, se me apareci el Seor nuevamente y confirm la promesa queme haba hecho

    No recuerdo en qu mes, del ao 1894 debi ser hacia laprimavera, no s cmo ni de qu manera se impuso a mi alma Dioshumanado en el misterio de la Encarnacin, pero con la especialidad querepresentaba la edad de 30 a 33 aos. Su aspecto era hermossimo y todol pareca de fuego. No puedo expresar el efecto que me produjo esta

    visin, que debi ser una noticia cierta o experimental o sustancial (como34 Autobiografa 109-114.

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    se llame) del Verbo Encarnado. Digo esto, porque tena siempre presenteen la memoria y como a la vista del alma el cumplimiento de las palabras: ET VERBUM CARO FACTUM EST ET HABITAVIT IN NOBIS (LaPalabra se hizo carne y habit entre nosotros).

    Era un sentimiento de la presencia del Verbo Encarnado junto a m,como si me rodease en la celda o donde estuviese Es indecible lo quegoc y aprovech a mi alma en virtud de este singular favor que medispens el Seor y que continu dispensndome por espacio de unos dosmeses y tal vez ms 35.

    EL DESPOSORIO

    Sor ngeles alternaba das de oscuridad con das de luz. Dios, aveces, se ocultaba y ella se crea condenada para siempre a merced de losdemonios. Otros das se rasgaba el velo de las nubes interiores y Diosapareca radiante y luminoso a su entendimiento. Con estas luces ysombras Dios le haca desear cada vez ms intensamente los desposorioscon Jess. Ella nos refiere: En el mes de setiembre de 1894, una maana,al salir del Coro bes una imagen de la Virgen del Perpetuo Socorro que

    all haba, y mientras la besaba, dije a la Seora: Dame este Nio: qute cuesta colocarlo en mi corazn?. Parecime que el divino Niollamaba mi atencin para que viese su actitud, y que me deca: Comoves, estoy a disposicin de mi Madre, colocadas mis manos en las suyas,dispuesto a ir adonde me lleve. De ella depende el que me entregue a ti.Sorprendime que la Virgen difiriera la gracia de la unin que solicitaba,dependiendo de ella, como me insinuaba Jess, y le dije: Es posible quehagas esto conmigo que tanto te quiero y me gozo en tu felicidad ms que

    en la ma?. Los ngeles que representa el cuadro a derecha e izquierdade la Virgen, mostrronme las insignias de la Pasin que llevan en lasmanos y me dijeron que tena que padecer una tribulacin antes deentregarse Dios a mi alma. Sent un amor grande al sufrimiento, y recibalientos para padecer todo lo que Dios Nuestro Seor quisiera.

    Me retir alegre, ansiosa de prepararme para la divina unin con latribulacin que se me haba anunciado; a los dos o tres das se me olvidla prediccin, y me sobrevino la tribulacin cuando menos la esperaba.

    Fue que, abriendo un devocionario que haba en el Coro para leer por35 Autobiografa 137-140.

    35

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    donde se abriera, me sali el ejemplo de una joven que se habacondenado por hacer malas confesiones. Yo confesaba mis pecados alconfesor, pero no le manifestaba mi vida ntima y pens que estaba enpecado mortal y por esto me pona Dios delante dicho ejemplo. Me met

    en una tribulacin terrible y avis al confesor, quien tard cinco das envenir. Era vspera del apstol san Mateo, y como amaba mucho a lossantos apstoles, al verme en pecado mortal (as lo crea yo), me querella ellos, uno a uno, porque me haban abandonado hasta el extremo dedejarme vivir en pecado mortal a m, que tanto me distingua por mi fe ydevocin al Colegio apostlico, mientras vigilan y prodigan su proteccinal resto de la Iglesia como Padres y Fundadores

    Imposible describir lo que padec con el temor de perder a mi Dios

    para siempre, yo que tanto haba suspirado por su posesin.El 24 de setiembre, en lo ms recio de la tribulacin, vindomeapurada de fuerzas para continuar en tan triste situacin y temiendo queperdera la cabeza de puro sufrir, me fui a la Virgen Santsima y, puestade rodillas ante el cuadro del Perpetuo Socorro, dije a la Seora: Madrema, ya no puedo sufrir ms, haced venir al confesor y sacadme de estemiserable estado, antes que pierda la vida o la razn. Inmediatamentesent la presencia de la Virgen Santsima, y elevada a su intimidad entend

    que la Seora me deca que al da siguiente se cumpliran mis anhelos dedivina unin y otorgara Dios mis peticiones en condiciones ventajosas.Esto lo entend claramente y me comunic tanta fuerza y virtud, quequisiera padecer ms, y que se difiriese la gracia que se me anunciaba tanprxima para merecerla con mis sufrimientos y prepararme para ella. Noped aplazamiento, porque entend que haba llegado la hora de Dios yporque el da siguiente celebrbamos la fiesta de Nuestra Seora de lasMercedes y me consolaba que dicho da, consagrado a la Virgen en la

    Orden franciscana, se cumpliesen mis anhelos y que interviniese la Seoracomo haba intervenido en todas mis relaciones divinas en el perodo deprueba y de expectacin.

    Era el medioda, cuando se me comunic el anuncio, y toda la tardela emple en prepararme para recibir la gracia prometida imitando lasvirtudes de la Santsima Virgen, en lo cual y en el culto que tribut a laSeora, consisti mi preparacin especial.

    El 25 de setiembre de 1894, a las cuatro de la maana, me levant

    para practicar mis devociones. Como de costumbre, en el momento quedej el lecho, me puse de rodillas para venerar a la Santsima Virgen, y en

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    ella y con ella a Dios y, en el mismo momento, Dios UNO Y TRINO serevel a mi alma en el esplendor de su bondad y majestad soberana enforma bellsima, o de algn parecido con la belleza humana, pero que nolo es, pues es belleza divina.

    No se present en regiones msticas (como sola), sino en la celda,como a mi lado. Al presentarse, con una leve y amorossima insinuacin,me dijo o signific que l es mi Padre, mi Madre, mi Esposo, el ser msntimo y familiar y amante de mi alma. Que son tan ntimos los lazos quenos unen, que, en su comparacin, las relaciones que en el mundo seconocen, los lazos que unen a los esposos y a los padres con los hijos, sonverdaderas divisiones. Que no hay entre las criaturas parentesco niafinidad que exprese y pueda compararse con el parentesco que exista

    entre l y mi pobre alma. As lo experiment, y con la evidencia de launin divina, al ver que Dios era todo mo, y yo toda de Dios, quedestupefacta. Ms no se content con honrarme con la excelsa dignidad yfelicidad que me concedi o me report el parentesco (aunque sera ste sobrado motivo para que mi alma se perpetuara en el silencio yadmiracin que me produjo), sino que despus de haberme revelado loque es en s, esto es, la suma Grandeza, el sumo Bien y lo que era para m,y que estaba ms unido a m que mi propia alma y la vida que gozo,

    inclinse benignsimamente, y dejse caer en m como agua que sederrama, al mismo tiempo que pareca que se arrojaba en mis brazos a lamanera que un padre se arroja en los de su hija, un esposo en los de suesposa y el nio en el regazo de su madre. Se entreg a mi almaincondicionalmente para que dispusiera de l y lo gozara como quisiera. Inmediatamente entr en posesin de Dios y qued poseda de l conefectos maravillosos.

    Con favor tan inaudito me qued como espantada, y en medio del

    asombro exclam: Dios mo, Dios mo! Por qu no me revelaste tudesignio de entregarte a mi bajeza en esta forma cuando empec a usar demis facultades?, porque estoy segura de que toda mi vida te hubiera sidofiel y jams te hubiera ofendido.

    Dios Nuestro Seor, con delicadeza y bondad admirables, meimpuso silencio diciendo que no le hablara de pecados de mi vida pasada,que ya perdon y olvid para siempre, los cuales no existen. Aadi ydijo: Es tanta la gloria que me ha procurado tu aceptacin de mi divino

    querer, tu fidelidad y puro amor en el perodo de purgacin que nosolamente perdon tus pecados y no veo en ti mancha ni imperfeccin,

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    sino que apareces a mis ojos llena de mritos y virtudes y te estimo justa,santa.

    Imposible describir lo que yo sent al ver que mi Dios querido noconsenta que le recordara mi pasado vergonzoso, pues vi en todo ello el

    infinito amor que me profesa y que su divino beneplcito se cumpla en mperfectamente, pues no tena nada que reprocharme.

    Luego, mostrndose ansioso de testimoniarme su amor otorgndomenuevos favores, djome que le pidiera alguna gracia, y me asegur quehacindolo le proporcionara grande contento, porque senta necesidad defavorecerme.

    Yo estaba tan perfectamente resignada a la voluntad de Dios y leamaba tan pura y desinteresadamente, que no era capaz de pedir ni

    desear nada fuera del cumplimiento de su divino beneplcito y elacrecentamiento de su gloria. Por esto, teniendo en cuenta mi debilidad yla posibilidad de cometer nuevos pecados y ofenderle despus de losfavores que acababa de recibir, le rogu que, si prevea que le sera infielalgn da, aunque fuese cometiendo una sola falta venial, me sacase deesta vida, pues sera injuriossimo a su bondad y dolorossimo para m si,despus de tan grandes favores, tuviese la desgracia de cometer la msleve culpa o imperfeccin.

    Con agrado acogi Dios mi splica, pero slo en parte la otorg.Djome que no convena sacarme del mundo por entonces ni a su gloria nia mi felicidad, porque tena designios especiales que cumplir en mi alma,relacionados con su gloria, con la salvacin de las almas y la propiasantificacin. Que me concedera abundantsima gracia para no caer enpecado, pero si a pesar de los auxilios que me prestara y de su vigilanciapaternal singularsima me extraviaba, l me perseguira con su amorhasta subyugarme nuevamente y resarcir yo misma los agravios que le

    infiriese y las prdidas habidas durante el extravo, y que no permitir ala muerte quitarme la vida mientras no llegue al grado de santidad a queme destina.

    Ves la intimidad que gozas conmigo? (djome el Seor). Ves lascondiciones favorables de tu alma? Pues bien, cualquiera que sea el ao yda de tu muerte, cuando llegue el trance supremo, estars en las mismaso mejores condiciones:te lo prometo. Esto entend y lo cre y vivo en estacreencia. No recuerdo el tiempo que dur la divina comunicacin, la cualdej huellas imborrables divinsimas en mi pobre alma que la recuerdacon infinita gratitud y propsito de fidelidad a mi Dios, que tanto me

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    favorece. Mi alma qued elevada a mstica y divina regin, rebosandofelicidad36.

    LA NOCHE DEL ESPRITU

    Despus de haber pasado la noche oscura o noche del sentido, sorngeles haba recibido la gracia de Desposorio con Jess. Segn dice sanJuan de la Cruz: En el desposorio el esposo hace al alma grandesmercedes y la visita amorossimamente muchas veces con grandes favoresy deleites. Pero no tienen que ver con los del matrimonio, porque todosellos son disposiciones para la unin del matrimonio 37.

    El desposorio no es un matrimonio indisoluble, es un pasoimprescindible para llegar a l. En ocasiones, el Seor se le puedemanifestar con fenmenos sobrenaturales como xtasis, mpetus, raptos,vuelos de espritu o heridas de amor.

    Poco despus de un tiempo de gracia y deleites espirituales, viene lanoche del espritu para que se purifiquen las potencias del alma de todo lohumano y terreno. Es un tiempo en que Dios permite que tenga grandesdudas de fe, aunque en el fondo conserve la paz y la esperanza. Haymomentos en que Dios rodea el alma de una soledad, de un desamparo yde una oscuridad total, como si l no existiera; y el alma se creeeternamente condenada.

    Esta noche del espritu es como un largo tnel, al final del cualaparecer la luz de Jess que la llevar al matrimonio con l y, por mediode l, con la Trinidad divina.

    Por supuesto que la oscuridad, por muy oscura que sea, tiene algunos

    momentos de luz en que se abren las nubes del alma y Dios le da pequeosrespiros de amor para que lo siga buscando y anhelando. En el caso de sorngeles, slo disfrut de los goces del desposorio unos tres meses. Y ellacrea que el alejamiento de Dios se deba a sus infidelidades y pecados.

    Ella escribe: A los tres meses aproximadamente despus de habersido elevada al grado de unin, empec a temer el camino por donde Diosme llevaba, aquella vida de unin con Dios tan elevada y sobrenatural...Empec a resistir al espritu que me diriga, poniendo lmites a la gracia

    36 Autobiografa 156-163.37 Llama de amor viva 3, 25.

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    y... empec a descender gradualmente de aquella vida de uninMostrseme Dios Nuestro Seor como apenado por mi separacin ycontinu viendo en l la misma pena hasta que me establec en el estadode vida casi ordinaria que viv despus de mi descenso. Al modo como una

    madre, cuando ve al hijo de sus entraas precipitarse en un abismo, lanzacontinuos gritos de dolor, repitiendo ay, ay, as Dios Nuestro Seor mepareca que gema al verme descender gradualmente, repitiendo en cadagemido: Me dejas!, a cuyo gemido contestaba mi alma enamorada de suinfinita bondad con idntica pena, pero con el propsito deabandonarme a su voluntad cuando tuviera director espiritual38.

    Viva como peregrina en el mundo, sola en medio de las religiosasque me acompaaban y de la creacin entera. En este desamparo senta

    como nunca la ausencia de mis soberanos amores Jess y Mara En elmomento que despertaba del primer sueo, por la noche, en la ventana dela celda, fijos en el cielo mis ojos, deca: All estn mis amores, qulejos!, quin me los traer?, quin los har bajar del cielo para que meacompaen en mi triste destierro, en mi angustiosa soledad?... Fuera deellos todo es vaco y soledad para mi corazn, todo me fatiga, me cansa yaflige el nimo, ninguno me entiende ni es capaz de consolarme como silos mortales fuesen de otra raza distinta de la ma.

    Haca mis ejercicios en el Coro y al irme al Coro me pona en otraventana y, fijos en el cielo mis ojos, repeta: All estn mis amores.Cuando sala del Coro a las tres o cuatro de la maana, volva a fijar misojos en el cielo y repeta: All estn. Me acostaba y, cuando melevantaba a Prima, antes de ir al Coro, me pona otra vez en la ventanapara contemplar las distancias que me separaban de mis divinos amores yrepeta con creciente pena: All estn. Alguna que otra vez,respondiendo a mis amorosos reclamos, mis soberanos amores se

    revelaban a mi pobre alma en el cielo o en horizontes de luz que derepente se abran ante m y me consolaban y alentaban a proseguir mimarcha por la senda de la perfeccin e imitacin de sus divinas virtudes39.

    Por el tiempo a que me refiero, una o varias veces me visit Jess enla celda bajo la forma de un sol divino o de una faz divina hermossimaque fulgura rayos de luz clarsimos que no permiten contemplar susfacciones. Al verle me senta baada de gozo. Un da vi a la divina Verdad

    38 Autobiografa 169-172.39 Autobiografa 174-175.

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    o Dios Nuestro Seor identificado con la Verdad de un modo que noruedo explicar, pues fue una visin muy espiritual. Otro da revelse elSeor a mi alma como amante enamorado y ansioso de favorecerme consus dones 40.

    CONVENTO DE JESS MARA

    El convento de La Concepcin de Valladolid, donde viva sorngeles, tuvo necesidad de ser reparado, pues por su antigedad habagoteras, techos en mal estado y paredes que amenazaban ruina. Entonces,de acuerdo con el arzobispo del lugar, desocuparon el convento y se fueron

    a vivir al convento de Jess Mara, otro convento de la misma Ordenconcepcionista, que estaba en la misma ciudad de Valladolid. Salieron el11 de setiembre de 1895. Sor ngeles llevaba en sus brazos durante eltrayecto, en el coche del arzobispo, una imagen de la Santsima Virgen.

    Veamos lo que ella misma nos dice sobre este suceso: Tres dasantes del traslado me haba preparado el Seor para este acontecimientotriste para la Comunidad, pues se trataba de abandonar la propia casa,aunque temporalmente. Prevenida como estaba para este lance, la noche

    que precedi a nuestra salida del convento la emple (en su mayor parte)en arreglar los muebles y rendir gracias a Dios y a la Santsima Virgen delos muchos y singulares favores que me prodigaran en este sagradoClaustro desde el da y hora que entr en l y, a la vez, solicitar el auxilioy proteccin divina para continuar mi vida de fervor en el convento deJess Mara, donde entenda que me esperaba el Seor y su SantsimaMadre para colmarme de nuevas gracias.

    Las religiosas, especialmente las ancianas, lloraban amargamente, pero servidora no poda sentir abandonar una casa donde tantos prodigios haba obrado el Seor a favor de mi pobre alma, porqueentenda que era sta la voluntad de Dios, en cuyo cumplimiento cifrabami felicidad y porque esperaba que el Seor y la Santsima Virgen en elconvento de Jess Mara seran para m los mismos que fueron en estasanta casa, y que all continuaran derramando sus gracias sobre mi almapecadora.

    Antes de salir, bes muchas veces el pavimento y paredes de la celdaque presenciara mis relaciones con Dios y con la Santsima Virgen, a40 Autobiografa 180.

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    quien expuse mis ansias de hacer grandes cosas por su amor en JessMara.

    Bes igualmente el pavimento y paredes de todos aquellos lugaresdonde haba recibido algn favor singular de Dios nuestro Seor,

    repitiendo las mismas splicas y acciones de gracias. Y por ltimo, alsalir del convento, en la portera, bes el suelo, y de rodillas or unmomento, rend gracias al Seor y a nuestra Madre pursima por losbeneficios recibidos en esta santa casa, pseme en sus manos dispuesta amorir en Jess Mara si fuese sta su voluntad, y caso que no, les pedque cuando volviese a fijar mis plantas en el umbral de la puerta de estesagrado recinto, pudiese contar con muchos y grandes servicios prestadosa los mismos en el convento de Jess Mara, donde quera procurarles

    mucha gloria.Durante el trayecto continu orando y suplicando a Mara (cuyaimagen sostena en el coche) que se dignase protegerme y se dejase hallarde mi alma en Jess Mara como lo haba hecho en esta santa casa,porque sin ella no poda vivir.

    Las hermanas de Jess Mara nos recibieron muy bien, como erade esperar de su notoria bondad. Cuando entr en la portera, bes elsuelo y ped la bendicin a la Madre abadesa.

    Las primeras impresiones que recib cuando entr en aquel benditoClaustro fueron gratsimas por el grande amor y entusiasmo que lashermanas sentan por nuestra Madre pursima, pues mi mayor felicidadconsista en que la Virgen fuese amada y honrada cual se merece.

    Al entrar en el C