Staff - Weebly · primer libro se titula Kat’s Tale. Cuenta la historia de una joven con un peso...

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    Staff Moderadoras

    Escritora Solitaria & Sttefanye

    Traductoras

    Dracanea

    Celeste85

    Melusanti

    Correctoras

    Hanna Marl

    Jazmin

    MaryJane♥

    Viqijb

    Angeles Rangel

    Liss-rose

    Joss

    Diseñadora

    Joss

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    Índice Capítulo 1

    Capítulo 2

    Capítulo 3

    Capítulo 4

    Capítulo 5

    Capítulo 6

    Capítulo 7

    Capítulo 8

    Capítulo 9

    Capítulo 10

    Sobre el Autor

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    Sinopsis ste es el tercer libro de la Serie Vampira de Amor Inmortal. El

    primer libro se titula Kat’s Tale. Cuenta la historia de una joven

    con un peso en sus hombros, haciendo frente en un mundo en el

    cual ella se siente completamente sola. Eso es hasta que conoce a Caleb.

    El tan esperado libro dos de la serie se tituló 9 Lives. Sigue la historia de

    Kat y el romance turbulento de Caleb con un toque sobre natural. Kat

    Fight, el libro tres, va a romper todas las reglas y forzar a los lectores a

    elegir lados. Nada es lo que parece en esta increíble historia.

    E

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    Prologo Traducido SOS por Dracanea

    Corregido por Hanna Marl

    te mis dedos en la hierba y la apreté mientras me sentaba

    encorvada sobre mis rodillas. Las lágrimas derramadas

    involuntariamente por mi rostro hinchado de dolor. La montaña

    rusa emocional de encontrar que mi hermano estaba vivo, sólo para

    perderlo otra vez había hecho mella en mí. Lloré durante lo que pareció una

    eternidad. Con cada respiración, mi cuerpo se volvió pesado y pronto me

    esforzaba por no sentir nada en absoluto. Estaba agradecida por el regalo

    de Caleb que una vez parecía el talento más cruel que un ser humano

    podría poseer, pero Caleb no era humano. Fue la mera sombra de lo que

    uno debería ser.

    A

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    Capítulo 1 Traducido por Celeste85

    Corregido por Jazmín

    e desperté con el olor del tocino y huevos envolviendo el aire a

    mí alrededor. Sonreí antes de dejar que mis ojos revolotearan

    abiertos. Un breve momento de pánico se apoderó de mí

    mientras me esforzaba por colocar mi entorno. La habitación

    pintada de un color dorado miel con una profunda capa de filigrana1

    dorado. Las cortinas eran de seda, adornadas con flores de color azul

    cosidas a mano. Los muebles eran de gran tallado caoba con incrustaciones

    de piel oscura que parecían accesorios de una casa de muñecas en la

    enorme habitación. Mis ojos bailaron sobre el excéntrico entorno en

    completo asombro. Nada era familiar, excepto él. Caleb estaba en la puerta

    de la habitación con un plato lleno de comida y una sonrisa en su rostro.

    No pude contener mi sonrisa al verlo. Sus vaqueros oscuros colgaban en

    sus caderas y su pecho estaba desnudo y tonificado. La luz bailó en su

    ondulado abdomen dándole la apariencia de una escultura de piedra

    cincelada. Estaba aprendiendo a entender la diferencia entre las emociones

    reales y estar bajo la influencia de Caleb. Esta era definitivamente real.

    —¿Hambrienta? —preguntó mientras se abría camino hacia el lado de la

    cama. Me levanté en una posición sentada.

    —Me muero de hambre. Siento como si no hubiera comido en días. —

    Digo mientras tomaba el plato en sus manos. Parecía hecho en fina

    porcelana. Era blanco, con flores de Paisley nostálgicas que adornaban el

    borde acentuado con filigranas dorados. Se sentó en la cama junto a mí y

    quita mi cabello de mi rostro. De pronto me sentí autoconsciente de mi

    aspecto desaliñado. El parecía un dios griego sin ningún esfuerzo. Yo, por

    1 Filigrana: Acción de gran perfección que requiere mucha habilidad, delicadeza y esfuerzo.

    M

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    otra parte podía pasar horas delante de un espejo y terminar peor de los

    estaba.

    —Han pasado dos días. —respondió con indiferencia. Se pasó las manos

    por su cabello castaño oscuro.

    —¿Qué? —contesté, casi ahogándose con un bocado de pan tostado. —

    ¿Cómo es posible? —pregunté, tragando un poco de jugo de naranja,

    limpiando una gota rebelde de mi barbilla. Sonreí pensando que revelaría

    que era sólo una broma, pero su expresión se mantuvo sin cambios.

    —Estabas física y emocionalmente agotada. Necesitabas su descanso. —

    Respondió, tomando la copa de mi mano y apoyándola en el soporte de

    madera oscura al lado de la cama. Eché un vistazo alrededor de la

    desconocida habitación, una vez más.

    —¿Dónde estamos? —pregunté entrecerrando los ojos y esperando a que

    arrojara una respuesta. Una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro.

    —Ven. —Dijo, evitando mi pregunta. Se puso de pie y extendió su mano

    hacia mí. Me sonrió nerviosamente y apoye el plato en la cama. Llegué a él,

    poniendo mi mano en la suya. Él me puso de pie sin esfuerzo. Me arrastré

    detrás de él descalza mientras hacíamos nuestro camino a través del

    laberinto de pasillos y habitaciones hacia la puerta principal de la casa. Se

    hizo a un lado y abrió la puerta ampliamente. El aire caliente traía el salado

    aroma del océano que me envolvía. El rugido de las olas que golpeaban la

    costa como un latido constante a la distancia. Apenas podía contener mi

    vértigo cuando vi la luna reflejándose en el agua. Apreté la mano de Caleb y

    salí corriendo hacia la puerta en una carrera. Estaba agradecida de estar

    descalza cuando sentí la arena entre los dedos de mis pies. Me sentí libre.

    Llegamos a la orilla del agua y me detuve en seco, mojando mis dedos

    para sentir la temperatura. Era tan caliente como el agua del baño. Me

    mordí mi labio alegremente mientras miraba a Caleb. Su expresión mostró

    verdadera felicidad. Le encantaba hacerme feliz. Tiré de su mano juguetona

    y me dio una sonrisa maliciosa. De repente estaba en sus brazos mientras

    corría a través del agua como si se abriera para él. Se detuvo cuando no

    había nada a la vista, solo la luna. Ato mis dedos detrás de su cuello y lo

    miró a sus ojos oscuros. Por un breve momento, me preocupé por lo que

    pudiera nadar alrededor nuestro. Sintió la tensión en mi cuerpo y me

    abrazó con fuerza contra él. Sabía que Caleb era el depredador más

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    peligroso en estas aguas. No iba a dejar que me pasara nada. Relajé mi

    cuerpo y acaricie con mi cara desde su nuca hasta su cuello.

    —Esto es increíble. —Susurré. Estira su cabeza hacia atrás para mirarme

    a los ojos.

    —Tú eres increíble. —respondió y me besó suavemente en la frente. Lo

    apreté con fuerza y por este breve momento de tiempo, deje todas mis

    preocupaciones en la orilla. Mi vida se había convertido en una montaña

    rusa. Este momento era una excepción y no puedo cambiar su curso. Lo

    único que pude hacer es seguir adelante y esperar que no termine antes de

    tiempo.

    —No quiero que este momento termine. ¿Cuánto tiempo puedes quedarte

    aquí de esta manera? —le pregunté con una sonrisa.

    —Para siempre, si eso es lo que quieres. —Respondió con sinceridad.

    Recuesto mi cabeza para ocultar el hecho de que estaba sonrojada.

    —No quiero que tengas que pasar por todo esto por mí. —Dije

    solemnemente. Caleb estaba arriesgando su vida desde el momento en que

    me conoció.

    —No estaría atravesando todo esto si no me hubieras conocido. —Dijo

    con un ligero toque de ira, tomando mi barbilla con su mano e inclinando

    mi rostro de nuevo para encontrarme con su mirada.

    —Marcus me metió en todo esto. —Discutí cuando la tristeza se extendió

    de nuevo sobre mí como una ola.

    —Lo hecho, hecho está. Estamos en esto juntos. Somos nosotros contra

    el mundo. —Me tranquilizó. Me incliné más cerca, dudando durante una

    fracción de segundo antes de besarlo. Su amorosa influencia fluía a través

    de nosotros y finalmente fui capaz de relajarme. Se echó hacia atrás y

    apoyó su frente contra la mía. Flotábamos durante lo que pareció una

    eternidad.—Vamos. —Caleb susurró mientras me volteaba a su espalda.

    Envolví mis brazos alrededor de su cuello y me agarró con fuerza mientras

    se deslizaba por el agua sin esfuerzo. Llegamos a la playa en cuestión de

    segundos. Agarré mi cabello y escurrí el exceso de agua. Un trueno

    comenzó a ondear en el aire mientras pesadas gotas de agua manchaban la

    arena.—Apresúrate —Caleb gritó con entusiasmo y me agarró la mano, con

    una sonrisa infantil en su rostro. Tropecé tratando de mantenerle el ritmo

    mientras me arrastraba por la playa. Lo hicimos bajo la seguridad del techo

  • 10

    del porche. Caleb se apoderó de mi cintura y me apretó contra la puerta

    principal, besándome apasionadamente mientras giraba la manija y casi

    me caigo adentro. Se me acercó más y me sostuvo en posición vertical

    mientras pateaba la puerta cerrándola detrás de él. Su influencia era

    embriagadora. Me reí mientras serpenteaba nuestro camino a través de la

    casa, sin dejar que nuestros labios se separaran.

  • 11

    Capítulo 2 Traducido por Celeste85

    Corregido por MaryJane♥

    a sala de repente se iluminó a nuestro alrededor. Nos congelamos

    en el lugar. En un abrir y cerrar de ojos, Caleb estaba de espaldas

    a mí en una actitud protectora. Mi corazón empezó a correr y mi

    aliento en mi garganta. Su amorosa influencia pacífica fue arrancada a la

    velocidad de la luz que ahora nos cegaba.

    —¿Esa es la forma de saludar a tu Soberana? —Nuestra intrusa rubia

    preguntó con un fuerte acento francés. Era casi demasiado hermosa para la

    vista. Tenía el pelo muy largo y largos huesos. Llevaba un vestido vintage

    color blanco, cubierto de un intrincado encaje que fluía en el suelo,

    abrazando sus curvas como si estuviera cosido a su cuerpo. Sus

    penetrantes ojos color miel se destacaban por su tez pálida. Caleb se

    hundió de rodillas y bajó la cabeza. Sus emociones corrieron en bajada y

    me superó rápidamente su preocupación. Yo evitaba el contacto visual y me

    quedé sin poder hacer nada detrás de Caleb.

    —¡Y! —susurró ella mientras se levantaba de la mesa del comedor y

    señaló con el huesudo dedo largo directamente a mí. Sus palabras sonaban

    bonitas incluso con ira. Eché un vistazo en su dirección como Caleb se

    levantó lentamente de nuevo.

    —Ella no tiene nada que ver con esto. —Gruñó. Su pecho se agitaba con

    furia, como los animales que se presentaban a sí mismos como alfas para

    que ningún otro se atreviera a atacar. Ella sonrió torcidamente.

    —Silencio, Caleb. No queremos hacer nada que haga que te maten. —

    advirtió ella en un tono amenazador. Su atención se volvió hacia mí, rogué

    en silencio en mi cabeza por coraje.

    —Mi nombre es Olivie Durand. Soy miembro del soberano, un exclusivo

    grupo de vampiros que han gobernado reinos en sus vidas humanas. Ahora

    L

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    continuamos haciéndolo en nuestras vidas prolongadas. —Se presentó con

    una mirada de puro placer. Estaba en una pérdida absolutamente de cómo

    saludarla correctamente. Bajé la cabeza torpemente y le devolví la sonrisa.

    —Mi nombre es Kat Myers —respondí, tratando de mantener mi

    temblante voz.

    —Por supuesto —dijo para sí misma mientras se volvía de nuevo a la

    mesa, pareciendo perder interés en su propio juego. Caleb miró hacia mí y

    le lancé una mirada de preocupación. Sentí su influencia como una

    calmante manta y finalmente fui capaz de pensar con claridad. Olivie hojeó

    un periódico que había dejado sobre la mesa—. No sucede a menudo que

    uno de los nuestros nos necesite para resolver los problemas dentro de una

    facción. —dijo mientras negaba con la cabeza decepcionada.

    —Yo no pedí ayuda, Su Gracia. —Caleb respondió con una calma

    forzada. Olivie se dio la vuelta bruscamente y dio una palmada con el

    periódico sobre la mesa.

    —¡No tenías que hacerlo! —respondió ella con enojo y señaló la página

    principal. Miré hacia abajo al papel. El artículo principal se leía, Vampiros

    asesinan a familia, en grandes letras en negrita. Ahuequé mi mano sobre

    mi boca y dejé escapar un suspiro involuntario cuando la imagen de mis

    padres entró en foco. Mis rodillas se debilitaron—. Parece que el problema

    se ha arreglado. Sólo hay algunos cabos sueltos que atar. —Olivie añadió

    con frialdad. La habitación empezó a dar vueltas a mí alrededor y el sonido

    de su voz se volvió ahogada y distante. Las lágrimas se mezclaron con el

    agua salada del mar en mi cara y estaba agradecida de que escondieran

    parcialmente mi tristeza.

    —¿Qué pasó? —Caleb exigió una respuesta a través de los dientes

    apretados. Su brazo alrededor de mi cintura, sosteniéndome en posición

    vertical.

    —Adam exigió su retribución. Parece que has matado a algunos de sus

    vampiros y tomo las vidas en retribución. Él las tomó. Tu deuda ha sido

    pagada en su totalidad. —Me explicó con una sonrisa.

    —¿Qué pasa con Kat? —preguntó Caleb, completamente confundido. Su

    agarre se apretó alrededor de mi cintura.

    —Es libre de volver a su vida —respondió Olivie, sentándose en su

    asiento en la mesa.

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    —Mi vida... ¿Qué puta vida? —pregunté mientras las lágrimas corrían

    por mi rostro. Sentí la ira crecer dentro de mí, y estaba a punto de perder

    todo control de mí misma. Controlar mi temperamento nunca fue mi fuerte.

    —Lamento lo que le ha sucedido a tu familia. Los vampiros no serán un

    problema para ti, siempre y cuando no busques venganza —respondió

    Olivie como si estuviera hablando sobre el clima.

    —Te llevaré a casa. —Caleb me consoló, acariciando mi brazo. Asentí en

    acuerdo. Mi cuerpo temblaba y no estaba segura, de si era por las noticias

    o por el aire frío en mi piel mojada.

    —Eso no va a ser posible. Caleb, te necesito para transmitir esta

    cuestión a la junta directiva de los Soberanos. Debe ser documentada tu

    parte —interrumpió ella. Elevó las cejas, mientras esperaba nuestra

    respuesta. Estaba en estado de shock y con una incredulidad absoluta—.

    Adam y su facción van a hacer lo mismo. Te aseguro que no le pasará nada

    a Kat. Estarás de regreso a su lado en cuestión de días. Te acompañaré yo

    misma. —Añadió. Caleb se volvió hacia mí tomando mi rostro entre sus

    manos.

    —Haré lo que tú quieras. No tienes que volver allí sin mí —me aseguró

    Caleb, genuina preocupación irradiaba de él. Me mordí el labio y pensé

    sobre la situación por un momento antes de contestar. Puse mis manos

    sobre las suyas y las apreté con fuerza.

    —No, voy a estar bien. Ten cuidado con tus asuntos con el Soberano y

    finalmente podremos conseguir pasar todo esto y estar juntos —respondí,

    asintiendo. Estaba tratando de convencerme de que ésta sería la mejor

    manera. Dudó un momento y asintió. Sabía que se sentía responsable de lo

    que me estaba pasando y que su culpabilidad estaba empezando a

    carcomerlo por dentro.

    —Voy a arreglar esto —prometió Caleb y puso su frente contra la mía y

    respiró profundamente. Tenía que volver a casa tan pronto como fuera

    posible. Me sentía abrumada por la culpa. Si me hubiera quedado allí tal

    vez podría haberlos salvados. Por lo menos, podría haberles advertido. Mi

    familia no tenía idea de lo que se avecinaba. Fue mi culpa. Sollocé y luché

    por contener las lágrimas mientras envolvía mis brazos alrededor del cuello

    de Caleb y le apreté con fuerza. Acarició mi cabello y besó la parte superior

    de mi cabeza suavemente—. Voy a recoger tus cosas —dijo Caleb cuando se

    separó de nuestro abrazo, con incertidumbre en su voz. Miró de nuevo

    hacia Olivie y se fue al dormitorio principal. Mis ojos borrosos bailaron

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    sobre el periódico. Los limpié febrilmente cuando el título del artículo

    principal se distorsionaba y parpadee. Algo no estaba bien.

    —Caleb —grité con pánico mientras mi mente trataba de averiguar lo que

    estaba sucediendo. Con un destello Olivie se abalanzó sobre mí, con sus

    colmillos sobresaliendo. El aire voló rápidamente de mis pulmones, ya que

    caí al suelo. Mi cabeza golpeó duramente las baldosas de travertinos color

    beige. La arañé febrilmente, tratando de conseguir ventaja. De repente, el

    peso de la ex reina ya no me paralizaba. Empujé mis pies y se tambaleó

    hacia delante. La herida en la cabeza era peor de lo que había previsto. El

    cuerpo de Caleb ahora se alzaba sobre Olivie, listo para la matanza. Los

    gruñidos de uno y del otro llenaban el aire. Tropecé de nuevo con la mesa y

    sentí la herida en la parte posterior de mi cabeza. En mi mano, goteaba

    sangre fresca.

    —¡Fuera de aquí! —gruñó Caleb mientras me lanzaba una mirada de

    hambre pura. Me volví hacia el pasillo y empecé a correr. La adrenalina se

    apoderó de mí haciendo que mi herida golpeara con cada latido de mi

    acelerado corazón. Caí contra las paredes y las usé para no perder el

    equilibrio cuando finalmente llegué a la puerta. La habitación borrosa y

    sacudida por un momento todo estaba destellando en verde. Me giré con

    incredulidad, parpadeando cuando enfoqué el bosque.

  • 15

    Capítulo 3 Traducido SOS por Dracanea

    Corregido por MaryJane♥

    aleb —grité en el bosque. Mi voz retumbó de nuevo a mí a

    través del susurro de las hojas. Caí contra un amplio árbol y

    froté mi dolor de cabeza adolorida. Era difícil saber si la

    niebla era real en mi imaginación. ¿Era algo de esto real? De repente

    empezó a tener sentido. El periódico se había convertido en borroso como

    mi entorno estaba. Olivie tiene todo el poder especial de lo suyo. Si nada de

    esto es real, tiene que haber alguna manera de escapar de ella.

    —¿Caleb? —grité en el bosque una vez más mientras las lágrimas

    brotaron de mis ojos y un nudo grueso en la garganta. Mi familia estaba

    bien. Olivie había dicho una mentira cruel en mi cara sin siquiera

    pestañear. Mi tristeza se convirtió en ira y confusión. Me agarré a una rama

    de un árbol caído y lo rompí al final sacándolo. No era la estaca de madera

    normal que vendían en las tiendas, el fin lo haría en caso de apuro. Tomé

    distancia de la corteza y las hojas muertas, envolviendo mis dedos

    alrededor de él con fuerza. Solo podía esperar de este mundo de fantasía

    que todavía pudiera matarla.

    —¿Buscando a alguien? —La voz de Olivie llamó desde detrás de mí. Me

    di media vuelta y examiné el bosque. Sólo las hojas y los árboles llenaron

    mi vista.

    —¿Y ahora qué vas a hacer con eso? —preguntó desde detrás de mí una

    vez más, la risa en su voz. Me di la vuelta para ver de pie a Olivie a unos

    pocos metros. Agarré con fuerza a la rama rota en la mano, los nudos de

    las ramas rotas se clavaron en mi carne ignoré el picor—. Caleb no estará

    disponible para ayudarte en esta ocasión. —Ella se burló de mí. Me di

    cuenta de algo que yacía en la maleza al lado de ella. Parecía ser un cuerpo

    sin vida. Me estremecí al pensar como mi corazón se hundió.

    —C

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    —¡No es real! —grité, mi voz se quebró mientras defendía mis miedos y

    limpiaba rápidamente los ríos de lágrimas ardientes que corrían por mi

    cara.

    —Yo decido lo que es real y lo que no lo es —replicó con un siseo—. Toda

    su relación es una mentira —se burló, mostrando sus colmillos y lista para

    una pelea. Dio un paso hacia mí, se inclinó hacia delante y lista para saltar

    como un león acechando a su presa. Sacudí los pies dispuesta a

    encontrarme con ella en el medio si era necesario.

    —¿Por qué me haces esto a mí? —pregunté entre las respiraciones

    trabajadas, tratando de comprarme más tiempo para idear un plan.

    —Le estás dando un mal nombre a los vampiros. Ahora que la noticia de

    la desaparición de tu ex novio ha llegado a los medios de comunicación

    nosotros estamos siendo culpados —respondió. Fruncí el ceño, confundida.

    Nada de esto era mi culpa. He estado haciendo nada más que huir del

    problema. Entonces, de repente me di cuenta lo que tenía que hacer. Era el

    momento de dejar de correr. Yo la miré mientras me tranquilicé. Sin dudar

    de mis acciones, corrí a toda velocidad hacia Olivie.

    La fuerza del impacto me envió volando hacia atrás en el aire varios

    metros. Olivie desprevenida, perdió el equilibrio y se tambaleó hacia atrás.

    Se tropezó con un árbol podrido y aterrizó en el suelo del bosque. Ahora era

    mi oportunidad. Me empujé de la tierra cubierta de musgo y busqué la

    tierra mi estaca improvisada. Dejé escapar un grito involuntario de alegría

    cuando lo encontré a unos pocos pies de distancia de donde había

    aterrizado. Puedes hacer esto. Puedes hacer esto. Corrí hacia Olivie de

    nuevo, esta vez con la estaca dirigida directamente por ella. Ella se volcó

    sobre su estómago y arañó el suelo para hacer su escape, pero su vestido

    se había enganchado a sí mismo en una rama rota en el árbol. Estaba

    atrapada.

    —¡No! —Ella gritó de terror mientras el mundo a mi alrededor brillaba.

    Salté hacia ella, estabilizando mi objetivo. Me derrumbé sobre mi estómago,

    mandando el viento volar fuera de mis pulmones. Había aterrizado en el

    piso cuadrado de la casa que había compartido con Caleb. Luché para

    recuperar el aliento, gritando por él, pero no salió nada. Hice una mueca de

    dolor cuando me di la vuelta a mi lado. La improvisada-daga sobresalía de

    mi estómago. La sangre fluía de la herida fresca. Mi boca con huecos

    abiertos mientras luchaba por encontrar mi voz, pero ningún sonido escapó

    de mis labios. El mundo comenzó a oscurecerse a mí alrededor. Arañé la

    puerta, tratando de encontrar algo que pudiera agarrar a lo que podría tirar

  • 17

    de mí fuera de las frías baldosas. Mi último pensamiento antes de que el

    mundo se desvaneciera era que si Olivie regresara iba a morir. Es decir, si

    tuviera alguna posibilidad de sobrevivir a esta herida. Mis ojos se pusieron

    pesados y yo ya sabía que había tenido la fuerza para luchar contra ella.

    El mundo a mi alrededor era frío, oscuro y poco atractivo. Mi cuerpo se

    sentía débil y extrañamente pesado. Mi cabeza golpeaba con el ritmo

    constante de mi pulso de la herida que había recibido en la cocina. Traté de

    enfocar mi atención en que la lesión en comparación con la estaca que

    sobresale de mi abdomen. Así no era como me imaginaba el final de mi

    vida. Me imaginaba a mí misma vieja y frágil rodeada de mis seres

    queridos. Debería estar en mi propia cama, con mis propias cosas, no en

    un piso duro y frío, sangrando, sola. Pensé en mi padre teniendo que

    decirle a mi madre que se ha encontrado el cuerpo sin vida, ensangrentado

    y golpeado. La voz de pánico de Caleb llenó el fondo de mis pensamientos y

    me esforcé por concentrarme en él.

    —Kat, por favor vuelve a mí. —Llamó a la distancia. Mi cerebro se

    revistió en una niebla brumosa. Luché la serpiente camino a través de los

    pensamientos dolorosos para él. Su voz irradiaba de dolor y de ira. Quería

    gritarle a él, pero mi cuerpo se negaba a cooperar. Sentí que mi ritmo

    cardíaco acelerarse cuando mis heridas golpeaban con cada latido que

    pasa. Por un breve momento, pude sentir su influencia. Era cálido y

    tranquilo, pero la sensación fue de corta duración como el hambre

    insaciable de Caleb cuando la sangre se apoderó de él. Sus emociones

    corrieron intensificadas e inundaron el aire a mi alrededor. Luché para

    estabilizar el ritmo cardíaco, pero ya era demasiado tarde. Una aguda

    punzada en mi muñeca derecha fue lo último que sentiría. Me había dado

    oficialmente. Dejé que la niebla se hiciera cargo de mí, envolviendo mi

    cuerpo y mente.

    Busqué un lugar feliz en mis recuerdos para esconderme del final.

    Estaba de vuelta en la calle principal, caminando por el apuesto extraño en

    Beisa. Mi corazón se agitó en su sonrisa. Este era el recuerdo al que iba

    cuando quería sentirme viva, con la misma persona que me mataría.

    Tropecé cuando me tomó en sus brazos. Si hubiera sabido que me llevaría,

    me di cuenta de que haría todo de nuevo para este momento. Fue la

    primera vez en años que había sentido que la vida valía la pena vivir. Me

    imaginé que me recogía sin esfuerzo y me llevaba a su lugar especial en el

    arroyo. Estaba en mi lugar perfecto con él. El aire olía a madreselva y

    hierba recién cortada. Envolví mis brazos alrededor de su cuello y me aferre

    a él, dejando que me llevara a la muerte.

  • 18

    Capítulo 4 Traducido por Celeste85

    Corregido por MaryJane♥

    l dolor en mi cuerpo se desvaneció en el fondo de mi sueño de

    muerte. Había renunciado por completo, pero estaba en paz con

    mi decisión. Caleb sería capaz de volver a su vida de la forma en

    que estaba antes de mi familia y yo, y estaría a salvo. Cuando cerré mis

    ojos en mi paseo privado, algo me atrajo a la realidad. Los colmillos se

    habían arrancado violentamente de mi muñeca. Lanzada de nuevo en la

    conciencia, el aroma de las flores fue sustituido por el de la sangre. Me

    faltaba el aire y abrí los ojos, entrecerrando los ojos hacia la fuerte luz. Los

    cuerpos se estrellaban a mí alrededor cuando Caleb peleó para salvarme de

    Olivie. Con su boca manchada con mi sangre, gruñó y lo mordió como un

    animal rabioso. Agarré mi cintura sintiendo la dura daga pero mis dedos

    regresaron con las manos vacías. La herida era un mero producto de la

    retorcida imaginación de Olivie. Mi cabeza y muñeca sin embargo, dolían

    con un dolor verdadero. Me senté rápidamente, y la sangre se me subió a la

    cabeza, haciendo que el lugar girara. Me tranquilicé y me empuje de la

    tierra parándome decidida a terminar con esto.

    Me dirigí silenciosamente a la cocina. ¡Piensa Kat, piensa! Abriendo los

    cajones, busqué un arma. Por el rabillo de mi ojo, vi un cuchillo de acero

    inoxidable fijado en la esquina de granito moteado en la encimera. Sonreí

    mientras sacaba el que tenía la hoja más grande y agarré la manija color

    burdeos con fuerza. Caleb y Olivie se estrellaban violentamente el uno

    contra el otro en la sala de estar y sonaba como si la casa estuviera siendo

    demolida con una bola de demolición. Tragué saliva y me armé de valor

    para tratar de salvar a Caleb. Me dirigí hacia la esquina y al pasillo. La ira

    me consumía cuando Caleb apareció a la vista. No me iría sin luchar. No

    dejaría que esta perra se llevara a la persona más importante en mi vida.

    Me había asustado lo suficiente antes al ponerme en su realidad

    deformada. Esta vez no le daría la oportunidad. Caleb la había distraído.

    E

  • 19

    Me metí en la habitación al lado de ellos. Agarré el mango del cuchillo con

    las dos manos y apunte a su espalda. No tuve ni un segundo para

    imaginarme bajando el cuchillo. Se deslizó en su carne sin esfuerzo, entre

    los huesos, justo debajo de su hombro derecho. Ella se sacudió y se

    retorció tratando de quitar el arma de su espalda, pero fue en vano. Un solo

    hilo de sangre brotaba por su vestido de color blanquecino se rasgó justo

    por encima de la rodilla, y su forma se deslizaba en el bosque. Sus brazos

    se agitaban violentamente y sin razón. Di un paso atrás para evitar sus

    uñas como garras, pero no lo suficientemente rápido. Su mano estaba en

    mi mejilla, sus uñas clavándose cuando una mirada de satisfacción se

    apoderó de ella. El dolor recorrió mi cara. Me eché hacia atrás con ira y giré

    hacia el monstruo ensangrentado. Mi puño conecto con su nariz.

    Desafortunadamente, esto le dio la oportunidad de llegar a mí y una de sus

    manos se envolvió en mi cabello, girándola en un puño y tirando con

    fuerza. Caleb cogió el cuchillo y lo retorció haciéndola tambalear de dolor.

    Gritó como un animal herido. Sostuve mi mano frente de mí y examiné mis

    nudillos retorcidos. El dolor irradiaba de mi hombro y supe una vez que la

    adrenalina se desvaneció que pagaría por lo que había hecho, pero no me

    importaba.

    —¡Vete! —me gritó Caleb mientras arrancaba la mano de mi cabeza,

    tomando un puñado de mi cabello con ella. Giré sobre mis talones y corrí

    por el pasillo. Me hundí en el suelo y me cubrí los oídos, ya que gruñían y

    chillaban. Olivie era mucho más dura de lo que Caleb había previsto. La

    lucha se prolongó durante lo que parecieron horas. Con el sonido de

    cristales rotos y un gemido terrible la casa quedó en silencio. Contuve la

    respiración mientras mi mente se arremolinaba. Estaba aturdida por todo

    lo que había visto y sentido. Todo lo que podía hacer era esperar que Caleb

    estuviera en pie. Entró por el pasillo unos momentos después con manchas

    de sangre en sus labios. Se limpió la boca con el dorso de la mano. A largo

    una irregular marca de una garra corría por su perfecto rostro. Suspiré y

    me levanté de un salto a sus brazos, apretando su cuello con fuerza.

    Lágrimas calientes de alivio rodaron por mi cara y no quería dejarlo ir de

    nuevo.

    —Nos tenemos que ir. Esas heridas las detendrán solo por un tiempo. —

    me advirtió Caleb a través de su mandíbula apretada. Me di cuenta de que

    estaba luchando contra mis sangrantes heridas. Esperaba que se hubiera

    alimentado lo suficiente de Olivie para retenerlo un poco más. Me

    tranquilicé a mí misma y me dirigí a la habitación para agarrar mis cosas

    que Caleb ya había empacado. Con mis posesiones en la mano me apresure

  • 20

    a salir de la casa hacia la calle. Caleb escaneaba el callejón hacia el auto de

    Olivie. Vi un coche azul clásico que parecía fuera de lugar en el moderno

    barrio. En un instante, él estaba en el coche, haciendo palanca para abrir

    la cerradura. Agarró una parte del motor y tiro de el sin esfuerzo,

    liberándolo del coche. Caminó hacia mí a un ritmo acelerado, con la pieza

    del coche en la mano.

    —Entra —gritó mientras caminaba hacia el lado del conductor de su

    minúsculo auto negro. Llegué a la manija de la puerta y me di cuenta de

    que mis dedos de la mano derecha eran inútiles. Tanteando el mango, tuve

    la oportunidad de abrirla con la mano izquierda y me deslicé. Mi adrenalina

    estaba desapareciendo tan rápido como había venido y cada parte de mi

    cuerpo comenzó a doler. Caleb ya estaba acelerando el motor. Su herida no

    era más que una línea de color rosa desvaneciéndose.

    —¿A dónde vamos? —pregunté cuando el pánico comenzó a subir y

    buscaba el cinturón de seguridad. El motor rugió una vez más antes de

    responder.

    —Tenemos que matar a la facción de Adam —respondió, sin mirarme en

    ningún momento. Repetí sus palabras en mi cabeza. Matar a la facción de

    Adam. No tenía ni idea de cómo responder a eso. En mi mente estaban los

    recuerdos de Gavin. Tenía que decir algo. No podía condenarlo a morir.

    Antes de que pudiera articular palabra, Caleb respondió a mis inquietudes.

    —Gavin no se dará por vencido hasta matarte. Él no puede parar. No es

    la persona que amabas. Ese Gavin murió en el momento en que se convirtió

    en vampiro —explicó. Mi cabeza se aceleró ante la idea de matarlo de

    nuevo. Dolía tanto como la perdida de mi hermano vampiro, ya que lo había

    perdido también en la vida humana. Me negué a creer que sólo porque

    Gavin era vampiro estaba desesperado. Caleb era la persona más

    importante en mi vida en este momento y era un vampiro.

    —Voy a vomitar —advertí. Me miró con preocupación. El coche frenó

    rápidamente y estaba abriendo la puerta antes de que pudiera echar un

    vistazo en su dirección. Desabrochó el cinturón de seguridad y me levantó

    del coche. Me llevo hacia un lado de la carretera, y me colocó suavemente

    sobre la hierba. Levantó su muñeca hacia su boca y mordió su propia

    carne.

    —Esto te va a ayudar —dijo mientras extendía el brazo. Cerré

    fuertemente la boca ante la idea. Apretó la muñeca abierta en mi boca con

    firmeza. Me resistí. No quería ser condenada a una vida de crimen y un

    hambre insaciable de sangre humana. Caleb apretó los dientes y me di

  • 21

    cuenta de que si no tomaba su ofrenda podía ser su próxima comida.

    Separé mis labios y dejé que unas gotas del elixir carmesí fluyeran en mi

    boca. El palpitar en mi cabeza desapareció cuando flexioné mi mano

    derecha.

    —Como nueva —exclamé con una sonrisa. Él sonrió con aprobación.

    —Aún tenemos que bañarnos. La sangre seca en tu cabello se está

    convirtiendo en algo difícil de resistir —respondió Caleb con una sonrisa

    desvaneciéndose mientras sacudía el pelo de mi cara y lo ponía detrás de

    mí oreja. Asentí con la cabeza y mire hacia abajo a su muñeca, con mis

    dedos todavía envuelto alrededor de su brazo. La herida se había curado y

    una línea de color rosa descolorida marcaba el lugar donde momentos

    antes se había desgarrado. Me asomé por detrás de mis pestañas y miré

    fijamente a sus tapados ojos negros. Parecía un animal que acababa de

    divisar a su presa, pero su hambre era algo más que de sangre. Podía sentir

    su falta insaciable de mí irradiando a través del aire. Tendió la mano hacia

    mí. Deslicé mis dedos ya cicatrizados en su palma y con facilidad me elevo

    a mis pies. Se inclinó un poco y sus labios cepillaron mis nudillos

    previamente heridos. Un escalofrío me recorrió la columna vertebral y cada

    pelo de mi cuerpo se erizó.

    Los duros eventos de esta mañana se desvanecieron en el fondo de mi

    mente. Dejé que mis labios se abrieran y un rubor se apoderó de mis

    mejillas. ¿Cómo tiene ese efecto en mí? Lo miré como una colegiala con un

    flechazo inquebrantable.

    —Ven —dijo en voz baja y me arrastró detrás de él, con mi mano todavía

    en la suya. Su sangre corría por mis venas como el ron y me sentía

    maravillosamente cálida y eufórica. Abrió la puerta del pasajero y me

    deslicé en mi asiento, deteniéndose por un momento repasando mi cara.

    Sonrió con una sonrisa diabólicamente deliciosa y mi corazón saltó en mi

    garganta. Abroche el cinturón y mire a Caleb, que ya estaba en su asiento y

    acelerando el motor del coche. El motor se estremeció y vibró con cada

    pisada del acelerador. Me mordí el labio deseando que su coche pudiera

    moverse a la velocidad que el cuerpo de un vampiro era capaz de hacerlo.

    Llegamos de nuevo al camino sinuoso y fuimos en silencio durante varios

    minutos. Los labios de Caleb se pusieron en una línea dura y sus ojos no

    revelaba nada de lo que estaba pasando detrás de ellos. Dejé escapar un

    largo suspiro y me relaje en el asiento. En ningún momento me miró, Caleb

    desliza su mano sobre mi pierna, dejándola descansar justo por encima de

    mi rodilla. Inmediatamente se me puso la piel de gallina. Mi cuerpo se

  • 22

    tensó de nuevo y toda esperanza de relajarme al lado de este hermoso

    ejemplar de hombre se había perdido.

  • 23

    Capítulo 5 Traducido por Celeste85

    Corregido por Viqijb

    aleb sacó el coche hacia un aparcamiento poco iluminado junto a la

    carretera principal. Saltó del asiento del conductor, dejando el coche en

    marcha, y desapareció en el vestíbulo del motel. Coloqué mis manos en

    mi regazo mientras esperaba con ansiedad. Mi mente se perdió en los

    acontecimientos de esta mañana. ¿Estaba Olivie trabajando con Adam o estaba en

    realidad protegiendo a la raza de los vampiros? ¿Si erradicamos la facción de

    Adam seremos perseguidos hasta el fin por los Soberanos? Mis pensamientos se

    interrumpieron con el sonido de Caleb abriendo la puerta del conductor.

    —Conseguí una habitación —dijo mientras sacaba las llaves del encendido y el

    suave rumor del motor se detuvo.

    Se lamió los labios, desconociendo el efecto que tenía en mí. Parpadeé varias

    veces, con incredulidad de que este hombre pudiera encontrarme atractiva. Él

    sonrió y disparó su alegría a través de mí como un niño aturdido en la mañana de

    Navidad. Me puse a liberarme del cinturón de seguridad y salí del coche. Mi gracia

    se escapó y me tropecé. Con la velocidad del rayo, los brazos de Caleb se

    envolvieron alrededor de mi cintura, suspendiéndome en el aire. Me acordé de

    respirar y deje escapar un suspiro de alivio. Mis pies tocaron la tierra y recupere el

    equilibrio. Mi mente se dejó llevar por la sangre de Caleb corriendo a través de mí

    y tuve que concentrarme por no caer de nuevo. Los ojos de Caleb se volvieron fríos

    y con una expresión dura.

    —Lo-lo siento —tartamudeé, preguntándome qué había hecho para molestarlo.

    C

  • 24

    —Hay que lavarte de inmediato —susurró imperiosamente. Yo conscientemente

    pasé los dedos por mi pelo ensangrentado y asentí tímidamente. Caminé en

    silencio hacia la puerta, como un niño regañado.

    Le miré por el rabillo del ojo y traté de medir su estado de ánimo. No decía nada

    por su expresión facial. Deslizó la llave-tarjeta en la cerradura de la puerta y

    levantó el picaporte, dejando la puerta entreabierta.

    —Después de ti —susurro cortésmente, aún sin emoción evidente.

    Bajé la cabeza y entrando pasé al cuarto de baño. Cerré la puerta detrás de mí y

    dejé caer mi frente contra ella. Deslicé mi mano a través de la cortina de la ducha

    clínicamente blanca y abrí el grifo del agua a fondo. Me deslice fuera de mi

    camiseta y de mis pantalones cortos, y pasé la mano por encima de mi abdomen,

    donde la estaca había sobresalido con tanta claridad. Olivie había llevado esto a

    un nivel completamente diferente. Me sentía derrotada. Me metí en la ducha y la

    ajusté a la temperatura perfecta. Vertiendo un poco de champú en la palma de mi

    mano, masajeaba distraídamente mi cuero cabelludo. La mañana había

    comenzado prometedora. ¿Mi vida será así todos los días, si me quedo con Caleb?

    ¿Podré sobrevivir un día sin él? ¿Quiero hacerlo? Sacudí la idea de mi mente. Di un

    paso atrás del flujo de agua y deje que el jabón lavara libre mi pelo, el agua de un

    remolino de color rojo, ya se aclaraba por el desagüe. Me había enamorado de

    Caleb con tanta fuerza y había tanta confusión en mi vida desde el encuentro con

    él, que no era capaz de recordar nada de lo que tenía delante. ¿Era esto un efecto

    secundario de su sangre? ¿Desaparecerá cuando la sangre salga de mi sistema?

    Me esforcé tratando de concentrarme en algún evento de mi pasado que no lo

    incluyera. Cojo el acondicionador y entonces cae hacia el suelo de la ducha, nunca

    haciendo el impacto. Levante la vista para ver a Caleb, con la mano extendida y

    sosteniendo la pequeña botella en la mano. Una sonrisa involuntaria cruzó por mi

    cara. Las comisuras de sus labios se volvieron hacia arriba y me sentí aliviada de

    que ya no estuviera molesto. Sus sentimientos me lavaron a través del aire y me

    emborrachó en su lujuria. Cerré los ojos por un momento, sonriendo como una

    tonta.

    —¿Puedo unirme? —preguntó, ladeando la cabeza hacia un lado. Me tomó un

    momento encontrar mi voz. ¿Es así como los vampiros se sienten todo el tiempo?

  • 25

    —Nadie te está deteniendo —contesté tímidamente, tomando el acondicionador

    de su mano y poniéndome de espaldas a él, calentando mi frente con la pared de

    agua. Vi la sombra de Caleb al otro lado de la cortina mientras no perdía tiempo

    quitándose los pantalones y boxer. Tiré el contenido de la botella en mi mano y lo

    frote por mi pelo.

    —Deja que te ayude con eso. —La voz de Caleb era baja y ronca. Sus manos

    cubrieron las mías, y luego lo deslizó por mi cabello. Dejé que mis brazos cayeran

    a los costados y cerré los ojos, disfrutando cada segundo de su contacto.

    Escalofríos recorrían mi cuerpo con cada uno de sus toques. Apoyé la cabeza

    hacia atrás y di un paso más cerca, mi cuerpo ahora apoyado en el suyo. No había

    ninguna duda en mi mente en cuanto a su estado de ánimo. Traté de reprimir una

    risita cuando mi cabeza daba vueltas en felicidad total y absoluta. Sus labios

    rozaron mi oreja.

    —Date la vuelta —susurró y mis ojos se abrieron cuando sus palabras se

    dispararon a través de mi cuerpo como una corriente eléctrica. Poco a poco me

    volví hacia él, con mis mejillas enrojecidas. Puso sus manos a ambos lados de mi

    cabeza y la sumergió lentamente en la corriente de agua tibia. Mi cuerpo se relajó

    de nuevo y dejé que mis ojos revolotearan cerrados. Cuando mi pelo estuvo lo

    suficientemente limpio me enderece y abrí los ojos, nuestros rostros se cernían a

    una pulgada. Separé mis labios y miré, hipnotizada con sus ojos negros como el

    carbón. Estaba casi jadeando. Su rostro tenía un asomo de sonrisa, pero nada

    más. Estaba tranquilo y sereno. Si estaba deseoso de mí, seguía siendo oculto. Mis

    labios se retorcieron en una mueca. ¿No sabe el efecto que su proximidad tiene

    sobre mí?

    Contuve mi aliento y traté de ocultar el deseo de mis ojos. Dos pueden jugar

    este juego. Su brazo me alcanzó, rozando el hueso de mi cadera y deslizándolo

    alrededor de mi cintura. Mi respiración se detuvo en la garganta y mi estómago se

    ligó en un millón de pequeños nudos. Sus ojos brillaban de orgullo y se

    convirtieron rápidamente en ilegibles de nuevo. Su mano volvió a sostener el

    jabón. Sus ojos se fijaron y quemaron los míos mientras rodaba la barra en sus

    manos, creando espuma. Mi columna se enderezó involuntariamente mientras me

    preparaba para que sus manos vagaran por mi piel. Apoyó el jabón y me tomo el

  • 26

    cuello con su mano derecha. Sus dedos deslizándose con fluidez sobre mi

    clavícula y alrededor de la nuca. Su mano izquierda imitando a la otra. Dejé

    escapar una respiración entrecortada, mientras sus manos viajaban por mi

    cuerpo, rozando mis pechos y dando vueltas por mi estómago. Me mordí el labio

    con anticipación. Sus manos se deslizaron alrededor de mis caderas y sobre mi

    trasero, tirando de mi cuerpo contra el suyo. Seguí su mejilla con mis dedos, la

    herida de Olivie había desaparecido por completo. Su expresión se calentó a mi

    tacto. Me incliné más cerca, separando mis labios. Él vaciló, con sus ojos

    buscando los míos. Suavemente sus labios rozaron los míos. Otro escalofrío

    recorrió mi cuerpo y tuve que concentrarme para evitar que mis rodillas se

    doblaran. Puse mis brazos alrededor de su cuello y lo utilicé para apoyar mi peso.

    —No tienes idea de lo que haces en mí —dijo en voz baja y profunda que sufría

    de hambre. Me mordí el labio de nuevo por un hábito nervioso. Caleb tenía la

    increíble capacidad de hacer que me derritiera en su presencia. Sacó el labio de

    mis dientes con el dedo y se inclinó para besarme de nuevo. Esta vez su boca

    mordisqueo mi labio inferior. Luego lo succiono suavemente, y sin previo aviso, un

    brusco pinchazo me sacudió de nuevo a la realidad. Me había mordido, sus brazos

    alrededor de mi espalda me sujetaron con fuerza contra él. Me empuje fuera de su

    pecho con ambas manos y luchaba por liberarme de su agarre. Fue un intento a

    medias, porque el placer de su tacto me había abrumado y luchando se había

    apropiado de mi mente. Él me deseaba y envió una ola de deseo a través de mi

    cuerpo. Chupo duramente mi labio, tirándolo y mordisqueando. Un gruñido bajo

    escapo de su pecho y fue perdiendo todo control sobre sí mismo. Me empuje hacia

    atrás contra él capturando sus labios con los míos, mordisqueando suavemente.

    Gimió en mi boca y mi cuerpo respondió. Mordí un poco más fuerte y el sabor

    metálico de la sangre mezclado con su saliva causó que mi labio se curara al

    contacto. Envolví mis dedos en su pelo y tire de él esforzándome para mantenerlo

    cerca. Sus brazos se aflojaron y me empujó sin esfuerzo contra la pared de la

    ducha. Mi respiración era irregular y lo mire fijamente mientras luchaba por

    mantener el control sobre sí mismo. Me sentía rechazada y confundida.

    —Confío en ti —susurré. Las palabras salieron bajas y acaloradas. No sabía

    siquiera que pudiera sonar de esa manera.

  • 27

    —No sabes lo que soy capaz de hacer —advirtió, su voz siguió haciendo alusión

    a un gruñido y me di cuenta de que su cuerpo estaba temblando, pero no me

    importaba. Lo necesitaba con cada fibra de mí ser. Si muriera entre sus brazos

    valdría la pena por ser este momento final con él. Él jadeaba fuertemente y sabía

    que este rasgo humano no le era necesario, pero se había aferrado a él. Estaba

    luchando por mantener en control su hambre animal.

    —Confío en ti —repetí, mi voz apenas audible, asintiendo con la cabeza para

    confirmar mi certeza.

    Extendí la mano y pasé los dedos por su duro pecho, sobre las ondulaciones de

    su estómago. Dio un paso hacia adelante lenta y deliberadamente. Mi respiración

    se quedó en mi garganta y espere con ansiedad conocer su decisión. Hizo una

    pausa, con la cara flotando cerca de la mía mientras buscaba mis ojos con los

    suyos. Deslizó su mano hasta mi mejilla, con su pulgar frotando mi labio inferior

    que había mordido. Su deseo abrumador fluía a través del aire y se hizo casi

    imposible de resistir. Se inclinó más cerca, muy lento. Separé mis labios y luché

    por controlar mi respiración y mantenerme presionada contra la pared. Sus ojos

    patinaron por mi cuerpo y respondí arqueándome hacia él, tratando

    desesperadamente de acercarme. Se humedeció los labios y esa fue mi perdición.

    Me alejé de la pared y apreté mis caderas contra él. Él gimió de placer y me

    empujó con fuerza contra la pared mientras su mano se enredó en el pelo y tiró

    con dureza hacia atrás, levantando mi boca a la suya.

    —¡Soy un asesino! —siseó entre dientes. Estaba enfadado y sabía que me

    estaba advirtiendo, pero no me importaba. Ya era demasiado tarde. Seguiría a

    Caleb hasta las puertas del infierno si eso significaba pasar allí la eternidad con él.

    Pude ver la lucha por mantener su humanidad cada momento que estuvimos

    juntos. Mi vida equilibrada de forma precaria al borde de la muerte, pero era una

    emoción sin la cual no podía vivir. Sus labios se encontraron con los míos con

    enojo y me fundí en él. Mis manos recorrían su cuerpo, las uñas clavándose en su

    pecho cuando anhelaba estar más cerca. Deslizó su mano por mi trasero y me alzó

    sin esfuerzo con una sola mano. Envolví mis piernas alrededor de él e inhalé

    entrecortadamente. Sin previo aviso, estaba dentro de mí. La suave bondad que

    estaba en sus ojos había desaparecido, dejando paso sólo al hambre exigente.

  • 28

    —Respira —murmuró bajo en mi oído y sus palabras tenían una conexión

    directa a cada parte de mi cuerpo. Me faltaba el aire y contuve en gemido

    harapiento. El agua caía en cascada sobre nosotros haciéndonos deslizarnos

    juntos a un ritmo perfecto. Sus dedos se clavaron profundamente en mi espalda y

    me quedé sin aliento ante la extraña sensación de dolor y placer puro que

    irradiaba a través de mi cuerpo. Traté desesperadamente de controlarme, para que

    este momento durara más tiempo, pero mi cuerpo me traicionó y el placer me

    recorrió. Caleb hizo eco de los gemidos mientras igualaba mi excitación con una

    sincronización perfecta. Me dejé caer en él, apoyando mi cabeza en su hombro.

    Ese fue el último recuerdo que tuve de esa noche. La oscuridad y la niebla

    envolvieron mis pensamientos y estaba segura de que mi alma estaba encerrada

    en el purgatorio. Caleb debe haber perdido el control y drenado la vida de mí. Me

    esforcé por hablar, pero las palabras estaban cautivas en mis pulmones y mi boca

    se negaba a responder a mis súplicas. Oí un crujido y movimientos veloces a mí

    alrededor, pero mis ojos permanecían bloqueados, apretados. Me quedé dormida,

    dando paso a mi cansancio. Horas, posiblemente días pasaron y no podía escapar

    de mis propios pensamientos horribles flaqueando entre la muerte y la soledad

    eterna. Estaba congelada, atrapada sin poder hacer nada estando tan cerca de

    Caleb, pero incapaz de verlo o tocarlo. Este era mi infierno.

    Finalmente fui liberada de mi sufrimiento y me desperté en algún momento de

    la noche por el sonido de mis propios gritos, la habitación bañada por la

    oscuridad. El sudor corría fuera de mi frente y la sal quemó mis ojos, ya que

    goteaba. Caleb se paseaba por el piso y vino a mi lado, con sus manos agarrando

    mis brazos apretando dolorosamente.

    —¿Qué está mal? —rogó, con sus ojos llenos de temor. Flotaba en el aire como

    un almizcle pesado.

    —No estoy segura —murmuré, tratando de mantener mi voz y respiración

    constante. Sus ojos se convirtieron en piedra. Mi corazón se sentía como si se

    hubiera apoderado de mi pecho. Ambos sabíamos que Olivie tenía que estar cerca,

    pero ninguno de los dos mencionaba su nombre. Caleb asintió con la cabeza, pero

    su expresión no cambio.

  • 29

    —Tenemos que irnos —dijo con severidad y se levantó de la cama. Me froté los

    brazos con cautela ya que la sensación regreso cuando liberó la presión sobre

    ellos.

  • 30

    Capítulo 6 Traducido por Celeste85

    Corregido por Viqijb

    orrí el cepillo por mi pelo distraídamente mientras pensaba en las

    palabras que Olivie me había dicho.

    Toda su relación es una mentira. ¿Qué quiso decir? ¿Estaba

    refiriéndose a la capacidad de Caleb para manipular las emociones? ¿Hay

    algo más que no me estaba diciendo? La voz de Caleb rompió el hilo de mis

    pensamientos, sorprendiéndome.

    —¿Qué pasa? —preguntó. Sus vaqueros colgaban de sus caderas,

    desabrochados. Su voz estaba cargada de preocupación. Sonreí y

    rápidamente borre cualquier rastro de preocupación de mi expresión.

    —Tengo hambre —respondí con una mueca. Había estado ignorando los

    gritos por comida de mi estómago y me sentía como si no hubiera comido

    en días. Él sonrió y se pasó la mano por la mandíbula, inclinando la

    barbilla me beso rápido en los labios.

    —Veré que puedo hacer —dijo y agarró una camiseta de la bolsa antes de

    dirigirse a la puerta—. No abras a cualquiera —dijo por encima de su

    hombro.

    Asentí con la cabeza en acuerdo y pasé los dedos por mi pelo. Regrese a

    la cama y hurgue en la bolsa por algo que ponerme. Me sentí aliviada al

    encontrar una musculosa y un par de bragas. Los puse sobre la cama

    C

  • 31

    cuando un zumbido bajo y el parpadeo de una pantalla de teléfono celular

    me llamó la atención desde el interior de la bolsa. Era de color blanco y

    plateado, y no uno que reconociera. Caleb ha estado utilizando un fino

    teléfono negro desde que lo conocí. Me mordí el labio mirando hacia la

    puerta. No hay sonidos viniendo de afuera y cogí el teléfono. La pantalla

    cobró vida con el toque de un dedo. Me deslicé a través de las páginas de

    aplicaciones y llegué a una con un sobre titulado "mensajes". Me detuve un

    momento para oír señales de Caleb. La sala quedó en silencio. Hice clic en

    el icono y me desplace por la lista de mensajes. Me llamó la atención uno

    con el título “Deberes del Portero”. Hice clic en la carpeta y una abrumadora

    lista de mensajes apareció en la pantalla. Elegí uno al azar y leí el

    contenido. Servicio solicitado, pago por la entrega de la cabeza. Di un grito

    ahogado en voz alta por lo que acababa de leer cuando la cerradura de la

    puerta de la sala de repente hizo clic. Tiré el teléfono en el bolso y el

    nerviosismo comenzó a vestirse sobre mí. Tenía puesta mis bragas y la

    musculosa a medio poner por sobre mi cabeza mientras entraba.

    —¿Encontraste algo? —pregunté, con mi voz demasiado alta y nerviosa.

    Me miró por un momento y sonrió, sosteniendo una bolsa llena de

    golosinas. Me relajé un poco y me acordé de respirar—. Gracias —dije

    acercándome y tomando la bolsa, incapaz de mirarlo directamente a los

    ojos. Me sentía culpable por invadir su privacidad.

    Me senté en la pequeña silla junto a la cama y encendí el control remoto.

    La televisión volvió a la vida. Vi a Caleb recoger el teléfono de la bolsa por la

    esquina de mi ojo. Después de un momento, se lo guardó en el bolsillo.

    —Aquí —dijo arrojando un par de mis jeans en la cama.

    Me trague un pan de miel masticando lo menos posible. Si Olivie había

    sido responsable de mis pesadillas, quería poner la mayor distancia posible

    entre ella y yo como fuera posible. Teníamos que llegar a Adam antes de

  • 32

    que pudiera acercarse más a nosotros. Me puse los pantalones y me metí

    en mis chanclas.

    —¿Lista? —preguntó Caleb, arrojándose la bolsa al hombro. Asentí con

    la cabeza y se levantó para que tomara su mano. Él se aferró a mí con

    fuerza al tiempo que abría la puerta y hacia un barrido del estacionamiento

    con su increíble visión. Todo estaba completamente negro, excepto por una

    luz tenue bajo la señal de “Abierto”. Me llevó a toda prisa junto a su coche y

    abrió la puerta del pasajero, casi empujándome con mayor fuerza de lo que

    pretendía. En lo que pareció un abrir y cerrar de ojos estaba en su asiento,

    fuera del estacionamiento y de vuelta a la carretera principal. Sus ojos se

    posaron en el camino por el espejo retrovisor y se demoró más de lo que me

    hiciera sentir cómoda. Tomé mi cinturón de seguridad y lo envolví mí

    alrededor, sujetándolo en su lugar. Caleb me miró por el rabillo del ojo con

    un pequeño asomo de sonrisa. Me sonrojé al darme cuenta de que un

    accidente de coche era la menor de mis preocupaciones mientras corría con

    mi novio vampiro para escapar de una legión que querían matarme. Mi

    cuerpo se sentía muy descansado y normal, a pesar de las horribles

    pesadillas que tenía. Estaba mejor de lo normal. Esperaba sentirme

    agotada y cansada después de nuestro revolcón en la ducha. Me di cuenta

    de que debía haber dormido lo suficiente por todo lo que paso.

    —¿Qué estás pensando? —preguntó, interrumpiendo mis pensamientos

    de nosotros en la ducha. Sentí un rubor fluyendo sobre mis mejillas y me di

    la vuelta para mirar por la ventana hacia la noche.

    —¿A dónde vamos? —pregunté, descartando su pregunta. Echó un

    vistazo al reloj del salpicadero.

    —Vamos a buscar otro lugar para dormir en las afueras de la ciudad.

    Debemos atacar a Adam cuando el sol se asciende. Capturarlo con la

    guardia baja es nuestra mejor opción. —Su plan parecía tener sentido, pero

    no sabía si podía dormir una noche sabiendo que la muerte me estaba

  • 33

    siguiendo en todo momento. No tenía ninguna otra idea así que asentí con

    la cabeza y puse la radio.

    Llegamos a Baltimore con poco tiempo de sobra antes de la salida del sol.

    Esperé en el coche cuando Caleb nos registraba en un pequeño motel que

    parecía abandonado. Volvió a salir de la pequeña oficina con una llave en la

    mano. Rápidamente me bajé del coche y tomé el bolso del asiento trasero,

    para reunirme con él en el centro de estacionamiento.

    Cuando nos dirigimos a nuestra habitación, estaba oscura y sucia, olía a

    humo y alcohol rancio. Arrojé nuestra bolsa y me acosté en la cama,

    agarrando el mando a distancia de la mesa de noche.

    —Tengo que hacer una llamada telefónica —dijo mientras se inclinaba y

    me besaba en la frente, inhalando el olor de mi pelo.

    Asentí con la cabeza y comencé a pasar los canales. Mientras caminaba

    fuera, suspiré y baje el control remoto. No podía dejar de pensar en los

    misteriosos mensajes en el teléfono de la bolsa. Lo último que necesitaba

    era dudar de Caleb. Estaba agotada y el sol se estaría levantando pronto.

    Levanté las mantas y me deslicé por debajo, acurrucándome en el centro de

    la cama.

    Me desperté a medias con la voz de Caleb cerca de la entrada de nuestra

    habitación de hotel. Miré el reloj despertador junto a la cama. Leí las nueve.

    Me froté los ojos y me estiré.

    —¿Caleb? —llamé a la oscuridad. Pasó un momento y Caleb giro en la

    esquina.

    —¿Has dormido bien? —preguntó, con una sonrisa mientras se inclinaba

    y frotaba la parte posterior de sus dedos por mi mejilla. Asentí con la

    cabeza cuando un bostezo escapó de mi boca.

    —¿Por qué no me despertaste? —le pregunté mientras buscaba a tientas

    el botón de un blanco nítido de su camisa.

  • 34

    —Necesitabas descansar —respondió, besándome suavemente en la

    frente—. Vístete. Tenemos que ponernos en marcha —dijo rápidamente, se

    levantó y caminó hacia el baño. Asentí con la cabeza y me frote los ojos.

    Sentándome, busque en la habitación por nuestra bolsa. La vi al otro lado

    de la habitación sobre el tocador y de repente recordé los extraños

    mensajes de texto en el teléfono. Encendí la lámpara de la mesilla y me

    dirigí a la cómoda. Encontré mi par favorito de jeans viejos y me los puse.

    Mi mano se deslizó hacia el fondo de la bolsa pero volví con las manos

    vacías. El teléfono adicional se había ido. Tenía la esperanza de que lo

    hubiera regresado a la bolsa después de su llamada. Suspiré y saqué mi

    mano fuera de la bolsa, volteando a ver a Caleb mirarme desde el interior

    de la habitación, con su cepillo de dientes en la mejilla. Su expresión

    estaba en blanco.

    —¿Buscas algo? —preguntó. Su tono era tranquilo.

    —Sólo un lazo de pelo —tartamudeaba y sonreí. Él sonrió y caminó hacia

    mí.

    —Me gusta tu cabello —dijo suavemente, pasando sus dedos por mi

    melena enmarañada.

    —Deja eso —dije sonrojada y cerrando rápidamente el bolso. Pasé los

    dedos por mi pelo, tratando de desenredarlo mejor antes de poder

    cepillarlo.

    —Tu cepillo de dientes está en el baño —dijo mientras regresaba al baño.

    Necesitaba hablar con Caleb y aclarar mi mente. Ahora no era el momento.

    Nos estábamos preparando para una guerra y la última cosa que

    necesitaba era estar preocupado por mí.

    Me arreglé en tiempo récord. Estábamos a menos de una hora de Beisa

    cuando fui vencida por el miedo. Gavin era parte de la facción de Adam.

    Sentía codicia por mi sangre y si no fuera matándolo, no teníamos otra idea

  • 35

    de cómo hacer que se detuviera. Me mordí las uñas distraídamente

    mientras pensaba en lo que nos enfrentábamos.

    —Para —gruño Caleb, rompiendo mis pensamientos. Lo miré confusa,

    tratando de averiguar que había hecho—. Tu corazón. Está latiendo fuera

    de control —explicó y me di cuenta en el resplandor de las farolas, que se

    estaba convirtiendo en algo muy difícil para él resistirse. Conseguir

    controlar mis emociones en nuestra lucha contra una horda de vampiros

    enojados era más fácil decirlo que hacerlo.

    Me mordí el labio y traté de aclarar mi mente, pero mis pensamientos se

    volvieron más nerviosos y preocupados.

    —¿Puedo hacerte una pregunta? —pregunté, girando mi cuerpo hacia él.

    Retorcí mis manos con nerviosismo. Miró hacia mí, levantando una ceja—.

    Por favor no te enojes, pero bueno... cuando estaba pasando por nuestra

    bolsa encontré un teléfono. Se había iluminado y yo sabía que no era el

    tuyo. —Divagaba incluso sin saber cuál era mi pregunta. Pude ver la

    mandíbula de Caleb apretarse y tragué saliva, deseando haber mantenido

    la boca cerrada.

    —¿Qué te gustaría saber? —preguntó de manera uniforme. Si estaba

    enfadado conmigo, era excelente en ocultarlo.

    —¿Qué es un portero? —le pregunté, cerrando los ojos como si eso

    ayudaría a suavizar el golpe de lo que iba a decirme, si siquiera iba a

    decirme algo. Respiró deliberadamente por un momento y sabía que estaba

    frustrado porque lo de la respiración no era una prioridad para los

    vampiros.

    —Un portero es un asistente. Algo así como el tipo en un hotel que lleva

    tu equipaje para ti o hace las cosas que necesitas —explicó vagamente. Aún

    estaba confundida. En mi mente estaba Caleb en un uniforme botones.

    —Pero el mensaje... —le dije dejando que voz se fuera apagando. Caleb

    asintió con la cabeza y sabía que tendría que explicar con más detalle.

  • 36

    —Es un poco diferente en el mundo de los vampiros. Los vampiros no

    necesitan a alguien para cargar con sus pertenencias. Pero de vez en

    cuando necesitan encontrar a alguien y llevarlo al Consejo Soberano. —

    Abrió la boca cómo para decir algo más, pero decido esperar mi respuesta

    antes de decir más.

    —¿Eres un asesino? —pregunté, mi voz quebrada y saliendo más aguda

    de lo que pretendía.

    —No exactamente. Por lo general, quieren que les devuelva a alguien

    intacto para ser juzgado. Pero hay ocasiones que requieren... justicia rápida

    —aclaró. Mi cerebro trataba de procesar toda esta información.

    —Olive —dije apenas en un susurro, pero Caleb me había escuchado con

    claridad. Él asintió con la cabeza.

    —Es un portero —confirmó y me dio un momento para asimilarlo.

    —Pero ella es parte de los Soberanos. ¿Cómo puede ser parte del

    consejo? —pensé en voz alta. Caleb no respondió y sabía que esto era algo

    que no había descubierto del todo por sí mismo.

    Puse la radio y subí el volumen tan alto como pude soportar. Si yo fuera

    tu vampiro sonaba por los altavoces y si no hubiéramos estado en una

    situación tan grave, me habría reído. La expresión de Caleb se suavizó y

    pude ver que empezaba a relajarse, lo que me hizo más fácil calmarme. El

    tiempo corrió y, antes de darme cuenta, estábamos rodando sobre una de

    las últimas colinas en Beisa. Esto era todo.

    Caleb se inclinó sobre mí y por un momento, no estaba segura de lo que

    iba a hacer. Abrió la guantera y sacó la pistola de mi hermano. La extendió

    delante de mí, esperando a que la tomara. Dudé, pero envolví mis dedos

    alrededor de la empuñadura y la examiné. Lágrimas calientes pincharon las

    esquinas de mis ojos. No había tenido tiempo de llorar adecuadamente la

    segunda muerte de mi hermano y con toda la emoción los sentimientos se

    estaban volviendo demasiado por contener. La mano de Caleb se apoyó en

  • 37

    mí rodilla y me miró. Sabía que me estaba consolando y no tenía necesidad

    de decir una palabra. Miré hacia abajo a la pistola y la deslice detrás de mí

    en la parte trasera de mis jeans.

  • 38

    Capítulo 7 Traducido por Celeste85

    Corregido por Angeles Rangel

    ain Street estaba comenzando a volver a la vida y la gente llenaba las

    calles, sin preocuparse por nuestro apuro por comenzar una guerra

    en su pequeño pueblo. Caleb apretó los dientes y maldijo en voz baja

    mientras el coche se deslizaba hacia adelante a un ritmo muy lento.

    Cuando llegamos a Green Valley Road, la congestión se había disipado y Caleb era

    libre de conducir a su gran velocidad normal. Ralentizamos hasta casi detenernos

    justo antes de la granja de Adam. Caleb apagó las luces y se desvió para hacer

    una inspección de signos de vida... o de muerte.

    Una luz solitaria en el frente de la casa resplandecía cuando Caleb la rodeó,

    tirando el coche a un lado de la calle a una cuadra de distancia. Él asintió con la

    cabeza y sabía que era ahora o nunca. Los dos nos bajamos del coche. Me reuní

    con Caleb en el maletero del auto. Deslizó sus llaves en la cerradura y la abrió,

    dejando al descubierto un arsenal de armas para la matanza de vampiros. La

    mayor parte nunca la había visto y ni siquiera sabía cómo utilizarlas. Filas y filas

    de estacas se alineaban en las paredes del maletero. Además estaban varias cajas

    abiertas. Cada una tenía un tipo diferente de arma. Una llena de ballestas y otras

    con armas de fuego. El resto parecían salidas de películas de terror.

    —¿Estás lista para esto? —preguntó y no estoy segura de si algún día lo estaré.

    Asentí con la cabeza y una rápida sonrisa se propagó por su rostro, pero se

    desvaneció dejándolo sin emociones visibles. Sacó una estaca de madera y

    examinó la punta. Parecía acorde a su estándar y me la dio—. Usa el arma

    primero. Esperemos que nadie pueda acercarse lo suficiente para que la necesites

    —explicó y continúe cabeceando como un muñeco “Cabeza suelta”. Deslizó varias

    armas en la cintura de sus pantalones y cerró la cajuela. Puso su mano en la

    parte baja de mi espalda y su confianza fluía libremente en el aire, calmándome.

    Avanzamos en silencio por la oscuridad, rodeando la casa y encontramos una

    puerta en la parte trasera que albergaba un horno. Caleb tiró de la palanca y se

    abrió. Contuve la respiración. La habitación estaba en silencio mientras

    entrabamos. No podía distinguir en qué parte de la casa estábamos y el resplandor

    de unas pocas habitaciones a la distancia no alumbraban lo suficiente mi camino

    como para entenderlo. Puse mi mano en la espalda de Caleb y lo seguí ciegamente

    M

  • 39

    a través del laberinto de habitaciones. Cuando llegamos a la entrada a la

    habitación iluminada, la reconocí de inmediato.

    Era donde me había encontrado cara a cara con Adam, y descubrí que mi

    hermano no estaba exactamente muerto. Caleb se volvió y asentí con la cabeza

    rápidamente colocándome más cerca de él y lo seguí a la vuelta. A estas alturas,

    alguien debería saber que estábamos aquí, pero no salió nadie por nosotros.

    Estaba empezando a perder la confianza en nuestra táctica de emboscada. Caleb

    me indicó que me quedara y se coló por las escaleras hasta el segundo piso. Apoyé

    la espalda contra la pared.

    El sonido de unos pasos rápidos me sobresaltó y me esforzaba por ver la

    oscura escalera. Caleb se dirigía hacia mí con el arma en la mano.

    —Sé dónde están —dijo mientras pasaba por mi lado. Lo seguí detrás

    rápidamente serpenteando nuestro camino a través de la casa de la misma

    manera en que habíamos llegado.

    —¿Y bien? —pregunté, casi corriendo para mantenerle el ritmo.

    —Están en el club —respondió por encima del hombro cuando llegamos a la

    carretera. Caleb siguió caminando, pero me detuve por costumbre y miré en

    ambas direcciones para asegurarse de que no hubiera luces a la vista.

    —¿Qué club? —pregunté, sin tratar de ocultar la irritación en mi voz cuando

    me metí en mi asiento. El coche dio un vuelco en el camino antes de que cerrara la

    puerta—. ¡Caleb! Por favor, ¡habla conmigo! —le rogué por encima del sonido de la

    radio. Apretó la mandíbula y los músculos de su rostro se tensaron.

    —¿Recuerdas el club en el que te había dicho que trabajaba cuando nos

    conocimos? —preguntó, pero no me dio la oportunidad de responder—. Ahí es

    donde Adam se encuentra esta noche, pero no es sólo un club de desnudistas

    normal. Está dirigido para vampiros —explicó. Sus ojos ardían, incluso en la

    oscuridad de la noche.

    —No veo cuál es el problema. Entramos en un nido de vampiros listos para

    darle una patada en culo. ¿Por qué te preocupas? —pregunté, aún sin entender el

    tono serio que había emprendido.

    —En una noche cualquiera, puede haber cientos de vampiros, sin mencionar a

    los seres humanos —explicó y su preocupación empezó a asustarme—. No

    podemos correr el riesgo de perder vidas humanas. El soberano nunca dejará de

    cazarnos si traemos más mala prensa a un paso de la puerta. —Estaba

    aterrorizada, pero no dejaría que Caleb hiciera esto por su cuenta.

    —Entonces vamos a tener que asegurarnos de que nadie que no lo merezca

    muera —contesté y seguí con mi expresión dura. Asintió con la cabeza y supe que

    era el final de la discusión.

  • 40

    Condujimos en silencio durante unos minutos mientras corríamos por las

    sinuosas carreteras. Mi mente se desbordó con todas las cosas que quería decir,

    pero no tenía idea de por dónde empezar. Conocía estos caminos como la palma de

    mi mano, pero este lugar se sentía como de otro planeta. La muerte nos acechaba

    en cada esquina, la vida pendía de un hilo. Caleb rompió el silencio primero.

    —Creo que deberíamos discutir sobre tu conversión —dijo. No tenía ni idea de

    cómo responder. Nunca habíamos discutido acerca de convertirme en vampiro y

    hasta ahora hemos hecho todo lo posible por evitar que eso suceda.

    —Caleb, yo… —Empecé a responder, pero me interrumpió a media frase.

    —No quiero que mueras, Kat. Lo más probable es que Gavin ya sea consciente

    de que tu sangre está muy cerca. Si te conviertes, puede dejar de acecharte.

    Podríamos huir juntos y no tendríamos que lidiar con todo esto otra vez —explicó.

    Tenía un perfecto sentido, pero sabía en mi corazón que era lo último que Caleb

    quería para mi vida. Era lo último que yo quería para mi vida. No sabía lo que nos

    deparaba el destino, pero que no quería esa vida. He visto la destrucción alrededor

    de mí, de los que me amaban y preferiría morir que sufrir la misma suerte.

    —No tenemos tiempo —le respondí con tristeza—. Sabes que ellos nos

    encontrarán. No puedo dejarte luchar solo. —Me tragué las lágrimas, tratando de

    no dejarlas caer. Caleb estaba asustado. Tragó saliva y no dijo nada más sobre el

    tema. Sabía que si no dejaba a Caleb convertirme tendríamos que matar a Gavin.

    Un nudo se formó en mi garganta y me giré mirando por la ventana mientras mis

    lágrimas caían silenciosamente por mis ojos. Incluso después de todo lo que

    habíamos pasado aún amaba mucho a Gavin y sabía que él sentía lo mismo por

    mí, al menos mientras estaba vivo.

    —Gira —grité cuando me di cuenta que estábamos en Hanover. Caleb sacudió

    el auto.

    —¿Qué es? —preguntó, mirándome con preocupación.

    —Mi hermano —le contesté señalando el cementerio Rest Haven. No dijo nada

    mientras se quitaba de la carretera principal hacia la hierba. Podía sentir sus ojos

    en mí, pero no esperé a que dijera algo. Salí del coche y me dirigí a través del

    oscuro césped hacia las lápidas. Era imposible leerlas y pronto me encontré

    sollozando incontrolablemente mientras luchaba por encontrar el camino correcto.

    Caleb puso su mano en mi espalda con dulzura y comenzó a leer los nombres

    en las piedras. Su visión era increíble, otro efecto secundario de ser vampiro.

    Debido a que no podían salir a la luz del día, sus sentidos se ajustaban. Me tomó

    la mano y me llevó a través de las filas, leyendo una por una las lapidas. Por

    último, sus pies dejaron de moverse y sacudí los talones esperando.

    —Marcus Myers —susurró en voz baja. Me tiré en la hierba delante de la

    escultura de mármol. Sabía que Marcus no estaba en realidad aquí, pero me hizo

    sentir más cerca de él. Caleb se arrodilló a mi lado y me acarició el pelo mientras

  • 41

    lloraba en voz alta. Estaba llorando por mi hermano, pero también estaba llorando

    por Gavin. Sabía que si todo iba bien, él estaría muerto antes del amanecer.

    Convertirme en vampiro tal vez sería mi última opción. Recordé a Adam

    ofreciéndome un lugar en su facción y sabía que nada de esto se detendría si no

    me convertía o moría.

    —Vamos a estar bien —dijo Caleb en voz baja. Quería gritar. Nunca iba a estar

    bien. Mi hermano estaba muerto. Mi ex-novio es un vampiro que pronto estará

    muerto, a menos que matara al hombre que amo y a mí.

    —No —dije en voz baja.

    —¿Kat? —preguntó mientras luchaba por controlar mi respiración. Estaba a

    punto de estallar.

    —¡NO! ¡No va a estar bien! —grité. Se echó hacia atrás de mí, pero mantuvo su

    mano en mi cabello—. ¡No podemos arreglar esto! ¡No podemos hacerlo mejor!

    Todo el mundo a mi alrededor seguirá muriendo hasta que consigan lo que

    quieren. —Me sentí derrotada. No sabía si tenía la fuerza suficiente para pelear.

    Quería darme por vencida. Enterré mi cabeza en mis manos y comencé a llorar

    más fuerte.

    —Kat, mírame —exigió Caleb mientras me tomaba con sus dedos y giraba mi

    barbilla hacia él—. Tú eres la persona más fuerte que conozco. —Quería rodar mis

    ojos, pero su expresión era seria y sabía que creía lo que estaba diciendo—. Voy a

    hacer todo lo necesario para mantenerte a salvo. —Sus ojos se oscurecieron y

    sabía que había algo más que lo que estaba diciendo. Asentí con la cabeza y tomó

    mi mano tirando de mí para pararme.

    —Vamos a terminar con esto —dije mientras me habría camino a través del

    laberinto de lápidas. Caleb se detuvo detrás de mí.

  • 42

    Capítulo 8 Traducido por Celeste85

    Corregido por Angeles Rangel

    staba agradecida de que Caleb no se quejara del desvió hacia la

    tumba de mi hermano. Necesitaba una oportunidad de

    despedirme de él. No sabía si volvería a tener la oportunidad de

    hacerlo de nuevo. Giré la perilla de la radio y una vieja balada de rock sobre

    el amor llenó el silencio vacío entre nosotros. Tenía que poner mi cabeza en

    el juego. Si me presentaba en el club con lágrimas corriendo por mi cara,

    sin duda me convertiría en una merienda de vampiro.

    Me incliné y giré el mando de la radio hasta que encontré una buena

    canción para meterme en el estado de ánimo de batalla. Me decidí por

    Dejen que los cuerpos golpeen el piso y subí el volumen de forma tal que ya

    no pudiera escuchar mis propios pensamientos. Como nos habíamos

    perdido el elemento sorpresa con un ataque temprano, no había necesidad

    de apresurarse para llegar al club.

    Quería terminar con esto, pero también sabía que estos podrían ser los

    últimos momentos que llegara a pasar con Caleb. Miré por encima, y sus

    ojos se cruzaron con mi mirada. Extendió la mano y entrelazó sus dedos

    con los míos. Sonreí mientras apreciaba la absoluta perfección que él era.

    —No voy a dejar que te pase nada —repitió, como lo había hecho muchas

    veces antes. Sabía que lo decía en serio. Él moriría tratando de salvarme y

    yo haría lo mismo por él. Apreté su mano para hacerle saber que confiaba

    en él. No me gusta tener que elegir entre dos personas de las cuales me

    enamoré. ¿Quién era yo para decir quién debe vivir y quién debe morir?

    Pasamos con el auto por el club, antes de encontrar un lugar adecuado

    para estacionar. Había gente arremolinada alrededor de la puerta, pero la

    multitud no parecía demasiado impresionante. Nos detuvimos en un

    negocio cerrado bajando por la calle y nos preparamos para la guerra.

    E

  • 43

    Caleb me explicó cómo se usaba cada arma una vez más para asegurarse

    de que sabía cómo utilizarlas correctamente. Volvimos a la cajuela del auto

    y cargamos algunas cosas extra porque la multitud de vampiros sería más

    grande aquí que en la facción de Adam. Esperaba no tener que correr o

    seguramente me atraparían por el peso extra que cargaba ahora.

    —¿Crees que saben que estamos aquí? —pregunté, asustada de oír su

    respuesta.

    —Es difícil decir cuánto de agudizados están los sentidos de Gavin con la

    toda la mezcla de sangre que hay. Es un territorio nuevo para todos

    nosotros. Sólo podemos esperar que sepa que estás en la zona, pero no que

    venimos por ellos —respondió. Caleb estaba visiblemente preocupado, pero

    su confianza irradiaba a través del aire y mi preocupación se disipó—.

    Tenemos la suerte de que esperamos hasta tarde. Tal vez si las cosas se

    ponen demasiado mal te puedes escapar a la luz del día —añadió,

    pensando en voz alta.

    —¿Qué hay de ti? Quedaras atrapado en el interior con la facción. —De

    repente me di cuenta de que Caleb nunca había esperado lograr salir con

    vida de esto. Su plan sólo iba tan lejos como para salvarme. Podía sentir mi

    propio miedo empujar contra la confianza de Caleb que flotaba en el aire.

    Lo estaba llevando a la muerte y a la muerte de Gavin. Envolvió su mano

    alrededor de mi nuca y me atrajo hacia él, presionando sus labios en mi

    frente. Envolví mis brazos alrededor de su cintura y lo apreté con fuerza

    mientras las lágrimas pinchaban mis ojos.

    —Nunca antes había vivido hasta que te conocí —susurró en mi pelo y

    asentí. Un nudo se formó en mi garganta y tenía miedo de que si trataba de

    hablar las compuertas se abrirían. Presionó sus sentimientos sobre mí y

    rápidamente recuperé la compostura.

    —Te amo, Caleb —susurré suavemente, con las palabras apenas

    pasando mis labios, pero sabía que me había escuchado con claridad. Su

    agarre se apretó alrededor de mí.

    —Yo también te amo, Kat —respondió—. Nunca lo olvides. —Me besó con

    avidez. Sentí la imperiosa necesidad de abandonar nuestro plan de ataque

    y salir corriendo con él. Sabía que no podríamos hacerlo ahora, pero sería

    prolongar nuestro tiempo juntos y dar a Gavin una oportunidad de vivir. A

    regañadientes, se alejó de mí y me sujetó con el brazo extendido. Sus ojos

    buscaron los míos por unos minutos y sentí su ira y rabia empujando a

    través de mi tristeza.

  • 44

    —Puedes hacer esto —dijo con confianza. Asentí y una triste pequeña

    sonrisa se dibujó en su rostro, que rápidamente se convirtió en piedra.

  • 45

    Capítulo 9 Traducido por Melusanti

    Corregido por liss-rose

    e tomó la mano y me guio detrás de él a través del laberinto de

    edificios y coches. Tomamos nuestro camino por la parte trasera del

    club. Había fuego saliendo, que estaba desatendido. La puerta estaba

    abierta por un cubo. Supuse que los empleados lo utilizaban para fumar en sus

    descansos para que los clientes no los vieran. A menudo utilizábamos uno en el

    restaurante de mis padres para hacer lo mismo. De repente se me ocurrió que no

    había fumado en días. Me sentí orgullosa de mi misma por un segundo cuando el

    pensamiento pasó por mi mente, pero fue rápidamente reemplazado por el miedo,

    cuando alguien se deslizó a través de la salida. Nos agachamos detrás de un

    coche, pero una de mis armas rebotó contra el costado haciendo un estruendo

    fuerte. Contuve la respiración y los ojos cerrados con Caleb. Él se mantuvo

    perfectamente, inhumanamente quieto. Traté de imitar sus acciones, pero mi

    cuerpo se estremeció por mi intenso latido.

    Después de haber pasado un momento, Caleb miró por encima del capó del

    coche. El hombre flaco se puso de espaldas a nosotros, ajenos a nuestra

    presencia. Me di cuenta que tenía que ser humano y sería un pequeño partido

    para Caleb. Se llevó un dedo a los labios con un movimiento para que yo me

    quedara en silencio mientras soltaba mi mano. Se coló en silencio a lo largo de la

    pared oscura del club. Lo miré con asombro. Era un león acechando a su presa

    desprevenida. El hombre no tenía ni idea de que su vida estaba a punto de

    terminar. Una parte de mi quería gritarle en señal de advertencia, pero me

    mantuve en silencio, mordiéndome el labio mientras esperaba su muerte.

    De repente, Caleb estaba detrás del hombre. En un rápido movimiento, sus

    manos se levantaron en un borrón y el cuerpo ya sin vida del hombre se desplomó

    en el suelo. Caleb lo elevó sin esfuerzo y lo llevó detrás de una pequeña pared

    divisoria. Reapareció unos minutos más tarde, azotando la sangre de su barbilla.

    Suspiré de alivió cuando hizo su camino de regreso a mi posición.

    —Ahora es nuestra oportunidad —susurró. Lo seguí mientras nos

    arrastrábamos al otro lado en silencio y se metió en la puerta abierta. La pequeña

    habitación estaba llena de sofás antiguos y una mesa rota de café marrón. Por

    suerte, no había nadie. Caleb miró a través de la siguiente puerta y asintió con la

    M

  • 46

    cabeza para que lo siguiera. Nos deslizamos atravesándola hacia un vestidor. Me

    sorprendí al ver a varias mujeres pululando alrededor pero ellas no parecían

    alarmadas por nuestra presencia. De hecho, casi no se fijaron en mí en absoluto.

    La incomparable belleza de Caleb tomó el centro del escenario. Él les sonrió

    cuando pasamos y sentí una punzada de celos, mientras ellas se sonrojaban y le

    devolvían la sonrisa. Luché por mantener mis sentimientos, pero la influencia de

    Caleb se abrió paso y mantuve mi mente en la pista. Una gruesa cortina de

    terciopelo rojo es todo lo que nos mantenía de la multitud. Caleb miró alrededor

    de la sala de entretenimiento y como la última canción terminó, nos precipitamos,

    atravesándola. Levanté el arma y apunté a todo lo que mostró sus colmillos. Me

    emocionó lo, relativamente pequeña que era la multitud. Parecía que todo el

    público era un vampiro o un bocadillo de medianoche. Un hombre alto y

    desgarbado se precipitó hacia Caleb. Él bloqueó su avance y me gritó para que

    disparara. Apunté la pistola de mi hermano y apreté el gatillo. Mis manos estaban

    temblando incontrolablemente y fallé, golpeando una ventana. Vidrio roto y

    derramado como lluvia sobre el suelo de mármol. El cuerpo de Caleb se enrolló

    alredor del mío y deslizó su mano alrededor de mi muñeca, apuntando a

    cualquiera cruzándose en mi camino. Vampiros cayeron alrededor de nosotros y

    cubrieron el suelo.

    —Detrás de ti —gritó Caleb y agarré una estaca de mi cintura y la empujé hacia

    atrás. Con un fuerte gruñido, la mujer se detuvo en seco. Ella lanzó un grito de

    sorpresa cuando sintió el objeto ahora incrustado en su cuerpo. Era un ser

    humano. Al instante me sentí enferma. Sentí que el cuerpo de Caleb se alejaba de

    mí y giré en redondo para buscar el peligro. Él caminaba hacia Gavin, su mano

    agarrando otra estaca.

    —Gavin —grité, pero las palabras se atraparon en mi garganta cuando una

    mano se envolvió alrededor de mi cuello y apretó.

    —¿No pensaste en esto cuando me detuviste, no? —Una voz asquerosamente

    dulce ronroneó en mi oído.

    —Olivie —Me ahogué.

    —Detente —gritó ella a través de la habitación hacia Caleb. Él se dio la vuelta,

    sus ojos bloqueando los míos. Los vampiros, lentamente se acercaron a él

    mientras yo leía el miedo en sus ojos—. No puedo dejar que lo mates —dijo ella

    con calma.

    —¿Qué es él para ti? —preguntó Caleb, tratando infructuosamente de ocultar

    su rabia.

    —Eso no es de tu incumbencia —respondió ella con frialdad en su fuerte

    acento. Su agarre se apretó y la habitación comenzó a desvanecerse. Gavin,

    incapaz de contener su hambre de mí, saltó hacia delante. Caleb se dio la vu