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Staff Moderadoras
Escritora Solitaria & Sttefanye
Traductoras
Dracanea
Celeste85
Melusanti
Correctoras
Hanna Marl
Jazmin
MaryJane♥
Viqijb
Angeles Rangel
Liss-rose
Joss
Diseñadora
Joss
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Índice Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Sobre el Autor
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Sinopsis ste es el tercer libro de la Serie Vampira de Amor Inmortal. El
primer libro se titula Kat’s Tale. Cuenta la historia de una joven
con un peso en sus hombros, haciendo frente en un mundo en el
cual ella se siente completamente sola. Eso es hasta que conoce a Caleb.
El tan esperado libro dos de la serie se tituló 9 Lives. Sigue la historia de
Kat y el romance turbulento de Caleb con un toque sobre natural. Kat
Fight, el libro tres, va a romper todas las reglas y forzar a los lectores a
elegir lados. Nada es lo que parece en esta increíble historia.
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Prologo Traducido SOS por Dracanea
Corregido por Hanna Marl
te mis dedos en la hierba y la apreté mientras me sentaba
encorvada sobre mis rodillas. Las lágrimas derramadas
involuntariamente por mi rostro hinchado de dolor. La montaña
rusa emocional de encontrar que mi hermano estaba vivo, sólo para
perderlo otra vez había hecho mella en mí. Lloré durante lo que pareció una
eternidad. Con cada respiración, mi cuerpo se volvió pesado y pronto me
esforzaba por no sentir nada en absoluto. Estaba agradecida por el regalo
de Caleb que una vez parecía el talento más cruel que un ser humano
podría poseer, pero Caleb no era humano. Fue la mera sombra de lo que
uno debería ser.
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Capítulo 1 Traducido por Celeste85
Corregido por Jazmín
e desperté con el olor del tocino y huevos envolviendo el aire a
mí alrededor. Sonreí antes de dejar que mis ojos revolotearan
abiertos. Un breve momento de pánico se apoderó de mí
mientras me esforzaba por colocar mi entorno. La habitación
pintada de un color dorado miel con una profunda capa de filigrana1
dorado. Las cortinas eran de seda, adornadas con flores de color azul
cosidas a mano. Los muebles eran de gran tallado caoba con incrustaciones
de piel oscura que parecían accesorios de una casa de muñecas en la
enorme habitación. Mis ojos bailaron sobre el excéntrico entorno en
completo asombro. Nada era familiar, excepto él. Caleb estaba en la puerta
de la habitación con un plato lleno de comida y una sonrisa en su rostro.
No pude contener mi sonrisa al verlo. Sus vaqueros oscuros colgaban en
sus caderas y su pecho estaba desnudo y tonificado. La luz bailó en su
ondulado abdomen dándole la apariencia de una escultura de piedra
cincelada. Estaba aprendiendo a entender la diferencia entre las emociones
reales y estar bajo la influencia de Caleb. Esta era definitivamente real.
—¿Hambrienta? —preguntó mientras se abría camino hacia el lado de la
cama. Me levanté en una posición sentada.
—Me muero de hambre. Siento como si no hubiera comido en días. —
Digo mientras tomaba el plato en sus manos. Parecía hecho en fina
porcelana. Era blanco, con flores de Paisley nostálgicas que adornaban el
borde acentuado con filigranas dorados. Se sentó en la cama junto a mí y
quita mi cabello de mi rostro. De pronto me sentí autoconsciente de mi
aspecto desaliñado. El parecía un dios griego sin ningún esfuerzo. Yo, por
1 Filigrana: Acción de gran perfección que requiere mucha habilidad, delicadeza y esfuerzo.
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otra parte podía pasar horas delante de un espejo y terminar peor de los
estaba.
—Han pasado dos días. —respondió con indiferencia. Se pasó las manos
por su cabello castaño oscuro.
—¿Qué? —contesté, casi ahogándose con un bocado de pan tostado. —
¿Cómo es posible? —pregunté, tragando un poco de jugo de naranja,
limpiando una gota rebelde de mi barbilla. Sonreí pensando que revelaría
que era sólo una broma, pero su expresión se mantuvo sin cambios.
—Estabas física y emocionalmente agotada. Necesitabas su descanso. —
Respondió, tomando la copa de mi mano y apoyándola en el soporte de
madera oscura al lado de la cama. Eché un vistazo alrededor de la
desconocida habitación, una vez más.
—¿Dónde estamos? —pregunté entrecerrando los ojos y esperando a que
arrojara una respuesta. Una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro.
—Ven. —Dijo, evitando mi pregunta. Se puso de pie y extendió su mano
hacia mí. Me sonrió nerviosamente y apoye el plato en la cama. Llegué a él,
poniendo mi mano en la suya. Él me puso de pie sin esfuerzo. Me arrastré
detrás de él descalza mientras hacíamos nuestro camino a través del
laberinto de pasillos y habitaciones hacia la puerta principal de la casa. Se
hizo a un lado y abrió la puerta ampliamente. El aire caliente traía el salado
aroma del océano que me envolvía. El rugido de las olas que golpeaban la
costa como un latido constante a la distancia. Apenas podía contener mi
vértigo cuando vi la luna reflejándose en el agua. Apreté la mano de Caleb y
salí corriendo hacia la puerta en una carrera. Estaba agradecida de estar
descalza cuando sentí la arena entre los dedos de mis pies. Me sentí libre.
Llegamos a la orilla del agua y me detuve en seco, mojando mis dedos
para sentir la temperatura. Era tan caliente como el agua del baño. Me
mordí mi labio alegremente mientras miraba a Caleb. Su expresión mostró
verdadera felicidad. Le encantaba hacerme feliz. Tiré de su mano juguetona
y me dio una sonrisa maliciosa. De repente estaba en sus brazos mientras
corría a través del agua como si se abriera para él. Se detuvo cuando no
había nada a la vista, solo la luna. Ato mis dedos detrás de su cuello y lo
miró a sus ojos oscuros. Por un breve momento, me preocupé por lo que
pudiera nadar alrededor nuestro. Sintió la tensión en mi cuerpo y me
abrazó con fuerza contra él. Sabía que Caleb era el depredador más
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peligroso en estas aguas. No iba a dejar que me pasara nada. Relajé mi
cuerpo y acaricie con mi cara desde su nuca hasta su cuello.
—Esto es increíble. —Susurré. Estira su cabeza hacia atrás para mirarme
a los ojos.
—Tú eres increíble. —respondió y me besó suavemente en la frente. Lo
apreté con fuerza y por este breve momento de tiempo, deje todas mis
preocupaciones en la orilla. Mi vida se había convertido en una montaña
rusa. Este momento era una excepción y no puedo cambiar su curso. Lo
único que pude hacer es seguir adelante y esperar que no termine antes de
tiempo.
—No quiero que este momento termine. ¿Cuánto tiempo puedes quedarte
aquí de esta manera? —le pregunté con una sonrisa.
—Para siempre, si eso es lo que quieres. —Respondió con sinceridad.
Recuesto mi cabeza para ocultar el hecho de que estaba sonrojada.
—No quiero que tengas que pasar por todo esto por mí. —Dije
solemnemente. Caleb estaba arriesgando su vida desde el momento en que
me conoció.
—No estaría atravesando todo esto si no me hubieras conocido. —Dijo
con un ligero toque de ira, tomando mi barbilla con su mano e inclinando
mi rostro de nuevo para encontrarme con su mirada.
—Marcus me metió en todo esto. —Discutí cuando la tristeza se extendió
de nuevo sobre mí como una ola.
—Lo hecho, hecho está. Estamos en esto juntos. Somos nosotros contra
el mundo. —Me tranquilizó. Me incliné más cerca, dudando durante una
fracción de segundo antes de besarlo. Su amorosa influencia fluía a través
de nosotros y finalmente fui capaz de relajarme. Se echó hacia atrás y
apoyó su frente contra la mía. Flotábamos durante lo que pareció una
eternidad.—Vamos. —Caleb susurró mientras me volteaba a su espalda.
Envolví mis brazos alrededor de su cuello y me agarró con fuerza mientras
se deslizaba por el agua sin esfuerzo. Llegamos a la playa en cuestión de
segundos. Agarré mi cabello y escurrí el exceso de agua. Un trueno
comenzó a ondear en el aire mientras pesadas gotas de agua manchaban la
arena.—Apresúrate —Caleb gritó con entusiasmo y me agarró la mano, con
una sonrisa infantil en su rostro. Tropecé tratando de mantenerle el ritmo
mientras me arrastraba por la playa. Lo hicimos bajo la seguridad del techo
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del porche. Caleb se apoderó de mi cintura y me apretó contra la puerta
principal, besándome apasionadamente mientras giraba la manija y casi
me caigo adentro. Se me acercó más y me sostuvo en posición vertical
mientras pateaba la puerta cerrándola detrás de él. Su influencia era
embriagadora. Me reí mientras serpenteaba nuestro camino a través de la
casa, sin dejar que nuestros labios se separaran.
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Capítulo 2 Traducido por Celeste85
Corregido por MaryJane♥
a sala de repente se iluminó a nuestro alrededor. Nos congelamos
en el lugar. En un abrir y cerrar de ojos, Caleb estaba de espaldas
a mí en una actitud protectora. Mi corazón empezó a correr y mi
aliento en mi garganta. Su amorosa influencia pacífica fue arrancada a la
velocidad de la luz que ahora nos cegaba.
—¿Esa es la forma de saludar a tu Soberana? —Nuestra intrusa rubia
preguntó con un fuerte acento francés. Era casi demasiado hermosa para la
vista. Tenía el pelo muy largo y largos huesos. Llevaba un vestido vintage
color blanco, cubierto de un intrincado encaje que fluía en el suelo,
abrazando sus curvas como si estuviera cosido a su cuerpo. Sus
penetrantes ojos color miel se destacaban por su tez pálida. Caleb se
hundió de rodillas y bajó la cabeza. Sus emociones corrieron en bajada y
me superó rápidamente su preocupación. Yo evitaba el contacto visual y me
quedé sin poder hacer nada detrás de Caleb.
—¡Y! —susurró ella mientras se levantaba de la mesa del comedor y
señaló con el huesudo dedo largo directamente a mí. Sus palabras sonaban
bonitas incluso con ira. Eché un vistazo en su dirección como Caleb se
levantó lentamente de nuevo.
—Ella no tiene nada que ver con esto. —Gruñó. Su pecho se agitaba con
furia, como los animales que se presentaban a sí mismos como alfas para
que ningún otro se atreviera a atacar. Ella sonrió torcidamente.
—Silencio, Caleb. No queremos hacer nada que haga que te maten. —
advirtió ella en un tono amenazador. Su atención se volvió hacia mí, rogué
en silencio en mi cabeza por coraje.
—Mi nombre es Olivie Durand. Soy miembro del soberano, un exclusivo
grupo de vampiros que han gobernado reinos en sus vidas humanas. Ahora
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continuamos haciéndolo en nuestras vidas prolongadas. —Se presentó con
una mirada de puro placer. Estaba en una pérdida absolutamente de cómo
saludarla correctamente. Bajé la cabeza torpemente y le devolví la sonrisa.
—Mi nombre es Kat Myers —respondí, tratando de mantener mi
temblante voz.
—Por supuesto —dijo para sí misma mientras se volvía de nuevo a la
mesa, pareciendo perder interés en su propio juego. Caleb miró hacia mí y
le lancé una mirada de preocupación. Sentí su influencia como una
calmante manta y finalmente fui capaz de pensar con claridad. Olivie hojeó
un periódico que había dejado sobre la mesa—. No sucede a menudo que
uno de los nuestros nos necesite para resolver los problemas dentro de una
facción. —dijo mientras negaba con la cabeza decepcionada.
—Yo no pedí ayuda, Su Gracia. —Caleb respondió con una calma
forzada. Olivie se dio la vuelta bruscamente y dio una palmada con el
periódico sobre la mesa.
—¡No tenías que hacerlo! —respondió ella con enojo y señaló la página
principal. Miré hacia abajo al papel. El artículo principal se leía, Vampiros
asesinan a familia, en grandes letras en negrita. Ahuequé mi mano sobre
mi boca y dejé escapar un suspiro involuntario cuando la imagen de mis
padres entró en foco. Mis rodillas se debilitaron—. Parece que el problema
se ha arreglado. Sólo hay algunos cabos sueltos que atar. —Olivie añadió
con frialdad. La habitación empezó a dar vueltas a mí alrededor y el sonido
de su voz se volvió ahogada y distante. Las lágrimas se mezclaron con el
agua salada del mar en mi cara y estaba agradecida de que escondieran
parcialmente mi tristeza.
—¿Qué pasó? —Caleb exigió una respuesta a través de los dientes
apretados. Su brazo alrededor de mi cintura, sosteniéndome en posición
vertical.
—Adam exigió su retribución. Parece que has matado a algunos de sus
vampiros y tomo las vidas en retribución. Él las tomó. Tu deuda ha sido
pagada en su totalidad. —Me explicó con una sonrisa.
—¿Qué pasa con Kat? —preguntó Caleb, completamente confundido. Su
agarre se apretó alrededor de mi cintura.
—Es libre de volver a su vida —respondió Olivie, sentándose en su
asiento en la mesa.
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—Mi vida... ¿Qué puta vida? —pregunté mientras las lágrimas corrían
por mi rostro. Sentí la ira crecer dentro de mí, y estaba a punto de perder
todo control de mí misma. Controlar mi temperamento nunca fue mi fuerte.
—Lamento lo que le ha sucedido a tu familia. Los vampiros no serán un
problema para ti, siempre y cuando no busques venganza —respondió
Olivie como si estuviera hablando sobre el clima.
—Te llevaré a casa. —Caleb me consoló, acariciando mi brazo. Asentí en
acuerdo. Mi cuerpo temblaba y no estaba segura, de si era por las noticias
o por el aire frío en mi piel mojada.
—Eso no va a ser posible. Caleb, te necesito para transmitir esta
cuestión a la junta directiva de los Soberanos. Debe ser documentada tu
parte —interrumpió ella. Elevó las cejas, mientras esperaba nuestra
respuesta. Estaba en estado de shock y con una incredulidad absoluta—.
Adam y su facción van a hacer lo mismo. Te aseguro que no le pasará nada
a Kat. Estarás de regreso a su lado en cuestión de días. Te acompañaré yo
misma. —Añadió. Caleb se volvió hacia mí tomando mi rostro entre sus
manos.
—Haré lo que tú quieras. No tienes que volver allí sin mí —me aseguró
Caleb, genuina preocupación irradiaba de él. Me mordí el labio y pensé
sobre la situación por un momento antes de contestar. Puse mis manos
sobre las suyas y las apreté con fuerza.
—No, voy a estar bien. Ten cuidado con tus asuntos con el Soberano y
finalmente podremos conseguir pasar todo esto y estar juntos —respondí,
asintiendo. Estaba tratando de convencerme de que ésta sería la mejor
manera. Dudó un momento y asintió. Sabía que se sentía responsable de lo
que me estaba pasando y que su culpabilidad estaba empezando a
carcomerlo por dentro.
—Voy a arreglar esto —prometió Caleb y puso su frente contra la mía y
respiró profundamente. Tenía que volver a casa tan pronto como fuera
posible. Me sentía abrumada por la culpa. Si me hubiera quedado allí tal
vez podría haberlos salvados. Por lo menos, podría haberles advertido. Mi
familia no tenía idea de lo que se avecinaba. Fue mi culpa. Sollocé y luché
por contener las lágrimas mientras envolvía mis brazos alrededor del cuello
de Caleb y le apreté con fuerza. Acarició mi cabello y besó la parte superior
de mi cabeza suavemente—. Voy a recoger tus cosas —dijo Caleb cuando se
separó de nuestro abrazo, con incertidumbre en su voz. Miró de nuevo
hacia Olivie y se fue al dormitorio principal. Mis ojos borrosos bailaron
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sobre el periódico. Los limpié febrilmente cuando el título del artículo
principal se distorsionaba y parpadee. Algo no estaba bien.
—Caleb —grité con pánico mientras mi mente trataba de averiguar lo que
estaba sucediendo. Con un destello Olivie se abalanzó sobre mí, con sus
colmillos sobresaliendo. El aire voló rápidamente de mis pulmones, ya que
caí al suelo. Mi cabeza golpeó duramente las baldosas de travertinos color
beige. La arañé febrilmente, tratando de conseguir ventaja. De repente, el
peso de la ex reina ya no me paralizaba. Empujé mis pies y se tambaleó
hacia delante. La herida en la cabeza era peor de lo que había previsto. El
cuerpo de Caleb ahora se alzaba sobre Olivie, listo para la matanza. Los
gruñidos de uno y del otro llenaban el aire. Tropecé de nuevo con la mesa y
sentí la herida en la parte posterior de mi cabeza. En mi mano, goteaba
sangre fresca.
—¡Fuera de aquí! —gruñó Caleb mientras me lanzaba una mirada de
hambre pura. Me volví hacia el pasillo y empecé a correr. La adrenalina se
apoderó de mí haciendo que mi herida golpeara con cada latido de mi
acelerado corazón. Caí contra las paredes y las usé para no perder el
equilibrio cuando finalmente llegué a la puerta. La habitación borrosa y
sacudida por un momento todo estaba destellando en verde. Me giré con
incredulidad, parpadeando cuando enfoqué el bosque.
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Capítulo 3 Traducido SOS por Dracanea
Corregido por MaryJane♥
aleb —grité en el bosque. Mi voz retumbó de nuevo a mí a
través del susurro de las hojas. Caí contra un amplio árbol y
froté mi dolor de cabeza adolorida. Era difícil saber si la
niebla era real en mi imaginación. ¿Era algo de esto real? De repente
empezó a tener sentido. El periódico se había convertido en borroso como
mi entorno estaba. Olivie tiene todo el poder especial de lo suyo. Si nada de
esto es real, tiene que haber alguna manera de escapar de ella.
—¿Caleb? —grité en el bosque una vez más mientras las lágrimas
brotaron de mis ojos y un nudo grueso en la garganta. Mi familia estaba
bien. Olivie había dicho una mentira cruel en mi cara sin siquiera
pestañear. Mi tristeza se convirtió en ira y confusión. Me agarré a una rama
de un árbol caído y lo rompí al final sacándolo. No era la estaca de madera
normal que vendían en las tiendas, el fin lo haría en caso de apuro. Tomé
distancia de la corteza y las hojas muertas, envolviendo mis dedos
alrededor de él con fuerza. Solo podía esperar de este mundo de fantasía
que todavía pudiera matarla.
—¿Buscando a alguien? —La voz de Olivie llamó desde detrás de mí. Me
di media vuelta y examiné el bosque. Sólo las hojas y los árboles llenaron
mi vista.
—¿Y ahora qué vas a hacer con eso? —preguntó desde detrás de mí una
vez más, la risa en su voz. Me di la vuelta para ver de pie a Olivie a unos
pocos metros. Agarré con fuerza a la rama rota en la mano, los nudos de
las ramas rotas se clavaron en mi carne ignoré el picor—. Caleb no estará
disponible para ayudarte en esta ocasión. —Ella se burló de mí. Me di
cuenta de algo que yacía en la maleza al lado de ella. Parecía ser un cuerpo
sin vida. Me estremecí al pensar como mi corazón se hundió.
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—¡No es real! —grité, mi voz se quebró mientras defendía mis miedos y
limpiaba rápidamente los ríos de lágrimas ardientes que corrían por mi
cara.
—Yo decido lo que es real y lo que no lo es —replicó con un siseo—. Toda
su relación es una mentira —se burló, mostrando sus colmillos y lista para
una pelea. Dio un paso hacia mí, se inclinó hacia delante y lista para saltar
como un león acechando a su presa. Sacudí los pies dispuesta a
encontrarme con ella en el medio si era necesario.
—¿Por qué me haces esto a mí? —pregunté entre las respiraciones
trabajadas, tratando de comprarme más tiempo para idear un plan.
—Le estás dando un mal nombre a los vampiros. Ahora que la noticia de
la desaparición de tu ex novio ha llegado a los medios de comunicación
nosotros estamos siendo culpados —respondió. Fruncí el ceño, confundida.
Nada de esto era mi culpa. He estado haciendo nada más que huir del
problema. Entonces, de repente me di cuenta lo que tenía que hacer. Era el
momento de dejar de correr. Yo la miré mientras me tranquilicé. Sin dudar
de mis acciones, corrí a toda velocidad hacia Olivie.
La fuerza del impacto me envió volando hacia atrás en el aire varios
metros. Olivie desprevenida, perdió el equilibrio y se tambaleó hacia atrás.
Se tropezó con un árbol podrido y aterrizó en el suelo del bosque. Ahora era
mi oportunidad. Me empujé de la tierra cubierta de musgo y busqué la
tierra mi estaca improvisada. Dejé escapar un grito involuntario de alegría
cuando lo encontré a unos pocos pies de distancia de donde había
aterrizado. Puedes hacer esto. Puedes hacer esto. Corrí hacia Olivie de
nuevo, esta vez con la estaca dirigida directamente por ella. Ella se volcó
sobre su estómago y arañó el suelo para hacer su escape, pero su vestido
se había enganchado a sí mismo en una rama rota en el árbol. Estaba
atrapada.
—¡No! —Ella gritó de terror mientras el mundo a mi alrededor brillaba.
Salté hacia ella, estabilizando mi objetivo. Me derrumbé sobre mi estómago,
mandando el viento volar fuera de mis pulmones. Había aterrizado en el
piso cuadrado de la casa que había compartido con Caleb. Luché para
recuperar el aliento, gritando por él, pero no salió nada. Hice una mueca de
dolor cuando me di la vuelta a mi lado. La improvisada-daga sobresalía de
mi estómago. La sangre fluía de la herida fresca. Mi boca con huecos
abiertos mientras luchaba por encontrar mi voz, pero ningún sonido escapó
de mis labios. El mundo comenzó a oscurecerse a mí alrededor. Arañé la
puerta, tratando de encontrar algo que pudiera agarrar a lo que podría tirar
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de mí fuera de las frías baldosas. Mi último pensamiento antes de que el
mundo se desvaneciera era que si Olivie regresara iba a morir. Es decir, si
tuviera alguna posibilidad de sobrevivir a esta herida. Mis ojos se pusieron
pesados y yo ya sabía que había tenido la fuerza para luchar contra ella.
El mundo a mi alrededor era frío, oscuro y poco atractivo. Mi cuerpo se
sentía débil y extrañamente pesado. Mi cabeza golpeaba con el ritmo
constante de mi pulso de la herida que había recibido en la cocina. Traté de
enfocar mi atención en que la lesión en comparación con la estaca que
sobresale de mi abdomen. Así no era como me imaginaba el final de mi
vida. Me imaginaba a mí misma vieja y frágil rodeada de mis seres
queridos. Debería estar en mi propia cama, con mis propias cosas, no en
un piso duro y frío, sangrando, sola. Pensé en mi padre teniendo que
decirle a mi madre que se ha encontrado el cuerpo sin vida, ensangrentado
y golpeado. La voz de pánico de Caleb llenó el fondo de mis pensamientos y
me esforcé por concentrarme en él.
—Kat, por favor vuelve a mí. —Llamó a la distancia. Mi cerebro se
revistió en una niebla brumosa. Luché la serpiente camino a través de los
pensamientos dolorosos para él. Su voz irradiaba de dolor y de ira. Quería
gritarle a él, pero mi cuerpo se negaba a cooperar. Sentí que mi ritmo
cardíaco acelerarse cuando mis heridas golpeaban con cada latido que
pasa. Por un breve momento, pude sentir su influencia. Era cálido y
tranquilo, pero la sensación fue de corta duración como el hambre
insaciable de Caleb cuando la sangre se apoderó de él. Sus emociones
corrieron intensificadas e inundaron el aire a mi alrededor. Luché para
estabilizar el ritmo cardíaco, pero ya era demasiado tarde. Una aguda
punzada en mi muñeca derecha fue lo último que sentiría. Me había dado
oficialmente. Dejé que la niebla se hiciera cargo de mí, envolviendo mi
cuerpo y mente.
Busqué un lugar feliz en mis recuerdos para esconderme del final.
Estaba de vuelta en la calle principal, caminando por el apuesto extraño en
Beisa. Mi corazón se agitó en su sonrisa. Este era el recuerdo al que iba
cuando quería sentirme viva, con la misma persona que me mataría.
Tropecé cuando me tomó en sus brazos. Si hubiera sabido que me llevaría,
me di cuenta de que haría todo de nuevo para este momento. Fue la
primera vez en años que había sentido que la vida valía la pena vivir. Me
imaginé que me recogía sin esfuerzo y me llevaba a su lugar especial en el
arroyo. Estaba en mi lugar perfecto con él. El aire olía a madreselva y
hierba recién cortada. Envolví mis brazos alrededor de su cuello y me aferre
a él, dejando que me llevara a la muerte.
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Capítulo 4 Traducido por Celeste85
Corregido por MaryJane♥
l dolor en mi cuerpo se desvaneció en el fondo de mi sueño de
muerte. Había renunciado por completo, pero estaba en paz con
mi decisión. Caleb sería capaz de volver a su vida de la forma en
que estaba antes de mi familia y yo, y estaría a salvo. Cuando cerré mis
ojos en mi paseo privado, algo me atrajo a la realidad. Los colmillos se
habían arrancado violentamente de mi muñeca. Lanzada de nuevo en la
conciencia, el aroma de las flores fue sustituido por el de la sangre. Me
faltaba el aire y abrí los ojos, entrecerrando los ojos hacia la fuerte luz. Los
cuerpos se estrellaban a mí alrededor cuando Caleb peleó para salvarme de
Olivie. Con su boca manchada con mi sangre, gruñó y lo mordió como un
animal rabioso. Agarré mi cintura sintiendo la dura daga pero mis dedos
regresaron con las manos vacías. La herida era un mero producto de la
retorcida imaginación de Olivie. Mi cabeza y muñeca sin embargo, dolían
con un dolor verdadero. Me senté rápidamente, y la sangre se me subió a la
cabeza, haciendo que el lugar girara. Me tranquilicé y me empuje de la
tierra parándome decidida a terminar con esto.
Me dirigí silenciosamente a la cocina. ¡Piensa Kat, piensa! Abriendo los
cajones, busqué un arma. Por el rabillo de mi ojo, vi un cuchillo de acero
inoxidable fijado en la esquina de granito moteado en la encimera. Sonreí
mientras sacaba el que tenía la hoja más grande y agarré la manija color
burdeos con fuerza. Caleb y Olivie se estrellaban violentamente el uno
contra el otro en la sala de estar y sonaba como si la casa estuviera siendo
demolida con una bola de demolición. Tragué saliva y me armé de valor
para tratar de salvar a Caleb. Me dirigí hacia la esquina y al pasillo. La ira
me consumía cuando Caleb apareció a la vista. No me iría sin luchar. No
dejaría que esta perra se llevara a la persona más importante en mi vida.
Me había asustado lo suficiente antes al ponerme en su realidad
deformada. Esta vez no le daría la oportunidad. Caleb la había distraído.
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Me metí en la habitación al lado de ellos. Agarré el mango del cuchillo con
las dos manos y apunte a su espalda. No tuve ni un segundo para
imaginarme bajando el cuchillo. Se deslizó en su carne sin esfuerzo, entre
los huesos, justo debajo de su hombro derecho. Ella se sacudió y se
retorció tratando de quitar el arma de su espalda, pero fue en vano. Un solo
hilo de sangre brotaba por su vestido de color blanquecino se rasgó justo
por encima de la rodilla, y su forma se deslizaba en el bosque. Sus brazos
se agitaban violentamente y sin razón. Di un paso atrás para evitar sus
uñas como garras, pero no lo suficientemente rápido. Su mano estaba en
mi mejilla, sus uñas clavándose cuando una mirada de satisfacción se
apoderó de ella. El dolor recorrió mi cara. Me eché hacia atrás con ira y giré
hacia el monstruo ensangrentado. Mi puño conecto con su nariz.
Desafortunadamente, esto le dio la oportunidad de llegar a mí y una de sus
manos se envolvió en mi cabello, girándola en un puño y tirando con
fuerza. Caleb cogió el cuchillo y lo retorció haciéndola tambalear de dolor.
Gritó como un animal herido. Sostuve mi mano frente de mí y examiné mis
nudillos retorcidos. El dolor irradiaba de mi hombro y supe una vez que la
adrenalina se desvaneció que pagaría por lo que había hecho, pero no me
importaba.
—¡Vete! —me gritó Caleb mientras arrancaba la mano de mi cabeza,
tomando un puñado de mi cabello con ella. Giré sobre mis talones y corrí
por el pasillo. Me hundí en el suelo y me cubrí los oídos, ya que gruñían y
chillaban. Olivie era mucho más dura de lo que Caleb había previsto. La
lucha se prolongó durante lo que parecieron horas. Con el sonido de
cristales rotos y un gemido terrible la casa quedó en silencio. Contuve la
respiración mientras mi mente se arremolinaba. Estaba aturdida por todo
lo que había visto y sentido. Todo lo que podía hacer era esperar que Caleb
estuviera en pie. Entró por el pasillo unos momentos después con manchas
de sangre en sus labios. Se limpió la boca con el dorso de la mano. A largo
una irregular marca de una garra corría por su perfecto rostro. Suspiré y
me levanté de un salto a sus brazos, apretando su cuello con fuerza.
Lágrimas calientes de alivio rodaron por mi cara y no quería dejarlo ir de
nuevo.
—Nos tenemos que ir. Esas heridas las detendrán solo por un tiempo. —
me advirtió Caleb a través de su mandíbula apretada. Me di cuenta de que
estaba luchando contra mis sangrantes heridas. Esperaba que se hubiera
alimentado lo suficiente de Olivie para retenerlo un poco más. Me
tranquilicé a mí misma y me dirigí a la habitación para agarrar mis cosas
que Caleb ya había empacado. Con mis posesiones en la mano me apresure
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a salir de la casa hacia la calle. Caleb escaneaba el callejón hacia el auto de
Olivie. Vi un coche azul clásico que parecía fuera de lugar en el moderno
barrio. En un instante, él estaba en el coche, haciendo palanca para abrir
la cerradura. Agarró una parte del motor y tiro de el sin esfuerzo,
liberándolo del coche. Caminó hacia mí a un ritmo acelerado, con la pieza
del coche en la mano.
—Entra —gritó mientras caminaba hacia el lado del conductor de su
minúsculo auto negro. Llegué a la manija de la puerta y me di cuenta de
que mis dedos de la mano derecha eran inútiles. Tanteando el mango, tuve
la oportunidad de abrirla con la mano izquierda y me deslicé. Mi adrenalina
estaba desapareciendo tan rápido como había venido y cada parte de mi
cuerpo comenzó a doler. Caleb ya estaba acelerando el motor. Su herida no
era más que una línea de color rosa desvaneciéndose.
—¿A dónde vamos? —pregunté cuando el pánico comenzó a subir y
buscaba el cinturón de seguridad. El motor rugió una vez más antes de
responder.
—Tenemos que matar a la facción de Adam —respondió, sin mirarme en
ningún momento. Repetí sus palabras en mi cabeza. Matar a la facción de
Adam. No tenía ni idea de cómo responder a eso. En mi mente estaban los
recuerdos de Gavin. Tenía que decir algo. No podía condenarlo a morir.
Antes de que pudiera articular palabra, Caleb respondió a mis inquietudes.
—Gavin no se dará por vencido hasta matarte. Él no puede parar. No es
la persona que amabas. Ese Gavin murió en el momento en que se convirtió
en vampiro —explicó. Mi cabeza se aceleró ante la idea de matarlo de
nuevo. Dolía tanto como la perdida de mi hermano vampiro, ya que lo había
perdido también en la vida humana. Me negué a creer que sólo porque
Gavin era vampiro estaba desesperado. Caleb era la persona más
importante en mi vida en este momento y era un vampiro.
—Voy a vomitar —advertí. Me miró con preocupación. El coche frenó
rápidamente y estaba abriendo la puerta antes de que pudiera echar un
vistazo en su dirección. Desabrochó el cinturón de seguridad y me levantó
del coche. Me llevo hacia un lado de la carretera, y me colocó suavemente
sobre la hierba. Levantó su muñeca hacia su boca y mordió su propia
carne.
—Esto te va a ayudar —dijo mientras extendía el brazo. Cerré
fuertemente la boca ante la idea. Apretó la muñeca abierta en mi boca con
firmeza. Me resistí. No quería ser condenada a una vida de crimen y un
hambre insaciable de sangre humana. Caleb apretó los dientes y me di
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cuenta de que si no tomaba su ofrenda podía ser su próxima comida.
Separé mis labios y dejé que unas gotas del elixir carmesí fluyeran en mi
boca. El palpitar en mi cabeza desapareció cuando flexioné mi mano
derecha.
—Como nueva —exclamé con una sonrisa. Él sonrió con aprobación.
—Aún tenemos que bañarnos. La sangre seca en tu cabello se está
convirtiendo en algo difícil de resistir —respondió Caleb con una sonrisa
desvaneciéndose mientras sacudía el pelo de mi cara y lo ponía detrás de
mí oreja. Asentí con la cabeza y mire hacia abajo a su muñeca, con mis
dedos todavía envuelto alrededor de su brazo. La herida se había curado y
una línea de color rosa descolorida marcaba el lugar donde momentos
antes se había desgarrado. Me asomé por detrás de mis pestañas y miré
fijamente a sus tapados ojos negros. Parecía un animal que acababa de
divisar a su presa, pero su hambre era algo más que de sangre. Podía sentir
su falta insaciable de mí irradiando a través del aire. Tendió la mano hacia
mí. Deslicé mis dedos ya cicatrizados en su palma y con facilidad me elevo
a mis pies. Se inclinó un poco y sus labios cepillaron mis nudillos
previamente heridos. Un escalofrío me recorrió la columna vertebral y cada
pelo de mi cuerpo se erizó.
Los duros eventos de esta mañana se desvanecieron en el fondo de mi
mente. Dejé que mis labios se abrieran y un rubor se apoderó de mis
mejillas. ¿Cómo tiene ese efecto en mí? Lo miré como una colegiala con un
flechazo inquebrantable.
—Ven —dijo en voz baja y me arrastró detrás de él, con mi mano todavía
en la suya. Su sangre corría por mis venas como el ron y me sentía
maravillosamente cálida y eufórica. Abrió la puerta del pasajero y me
deslicé en mi asiento, deteniéndose por un momento repasando mi cara.
Sonrió con una sonrisa diabólicamente deliciosa y mi corazón saltó en mi
garganta. Abroche el cinturón y mire a Caleb, que ya estaba en su asiento y
acelerando el motor del coche. El motor se estremeció y vibró con cada
pisada del acelerador. Me mordí el labio deseando que su coche pudiera
moverse a la velocidad que el cuerpo de un vampiro era capaz de hacerlo.
Llegamos de nuevo al camino sinuoso y fuimos en silencio durante varios
minutos. Los labios de Caleb se pusieron en una línea dura y sus ojos no
revelaba nada de lo que estaba pasando detrás de ellos. Dejé escapar un
largo suspiro y me relaje en el asiento. En ningún momento me miró, Caleb
desliza su mano sobre mi pierna, dejándola descansar justo por encima de
mi rodilla. Inmediatamente se me puso la piel de gallina. Mi cuerpo se
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tensó de nuevo y toda esperanza de relajarme al lado de este hermoso
ejemplar de hombre se había perdido.
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Capítulo 5 Traducido por Celeste85
Corregido por Viqijb
aleb sacó el coche hacia un aparcamiento poco iluminado junto a la
carretera principal. Saltó del asiento del conductor, dejando el coche en
marcha, y desapareció en el vestíbulo del motel. Coloqué mis manos en
mi regazo mientras esperaba con ansiedad. Mi mente se perdió en los
acontecimientos de esta mañana. ¿Estaba Olivie trabajando con Adam o estaba en
realidad protegiendo a la raza de los vampiros? ¿Si erradicamos la facción de
Adam seremos perseguidos hasta el fin por los Soberanos? Mis pensamientos se
interrumpieron con el sonido de Caleb abriendo la puerta del conductor.
—Conseguí una habitación —dijo mientras sacaba las llaves del encendido y el
suave rumor del motor se detuvo.
Se lamió los labios, desconociendo el efecto que tenía en mí. Parpadeé varias
veces, con incredulidad de que este hombre pudiera encontrarme atractiva. Él
sonrió y disparó su alegría a través de mí como un niño aturdido en la mañana de
Navidad. Me puse a liberarme del cinturón de seguridad y salí del coche. Mi gracia
se escapó y me tropecé. Con la velocidad del rayo, los brazos de Caleb se
envolvieron alrededor de mi cintura, suspendiéndome en el aire. Me acordé de
respirar y deje escapar un suspiro de alivio. Mis pies tocaron la tierra y recupere el
equilibrio. Mi mente se dejó llevar por la sangre de Caleb corriendo a través de mí
y tuve que concentrarme por no caer de nuevo. Los ojos de Caleb se volvieron fríos
y con una expresión dura.
—Lo-lo siento —tartamudeé, preguntándome qué había hecho para molestarlo.
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—Hay que lavarte de inmediato —susurró imperiosamente. Yo conscientemente
pasé los dedos por mi pelo ensangrentado y asentí tímidamente. Caminé en
silencio hacia la puerta, como un niño regañado.
Le miré por el rabillo del ojo y traté de medir su estado de ánimo. No decía nada
por su expresión facial. Deslizó la llave-tarjeta en la cerradura de la puerta y
levantó el picaporte, dejando la puerta entreabierta.
—Después de ti —susurro cortésmente, aún sin emoción evidente.
Bajé la cabeza y entrando pasé al cuarto de baño. Cerré la puerta detrás de mí y
dejé caer mi frente contra ella. Deslicé mi mano a través de la cortina de la ducha
clínicamente blanca y abrí el grifo del agua a fondo. Me deslice fuera de mi
camiseta y de mis pantalones cortos, y pasé la mano por encima de mi abdomen,
donde la estaca había sobresalido con tanta claridad. Olivie había llevado esto a
un nivel completamente diferente. Me sentía derrotada. Me metí en la ducha y la
ajusté a la temperatura perfecta. Vertiendo un poco de champú en la palma de mi
mano, masajeaba distraídamente mi cuero cabelludo. La mañana había
comenzado prometedora. ¿Mi vida será así todos los días, si me quedo con Caleb?
¿Podré sobrevivir un día sin él? ¿Quiero hacerlo? Sacudí la idea de mi mente. Di un
paso atrás del flujo de agua y deje que el jabón lavara libre mi pelo, el agua de un
remolino de color rojo, ya se aclaraba por el desagüe. Me había enamorado de
Caleb con tanta fuerza y había tanta confusión en mi vida desde el encuentro con
él, que no era capaz de recordar nada de lo que tenía delante. ¿Era esto un efecto
secundario de su sangre? ¿Desaparecerá cuando la sangre salga de mi sistema?
Me esforcé tratando de concentrarme en algún evento de mi pasado que no lo
incluyera. Cojo el acondicionador y entonces cae hacia el suelo de la ducha, nunca
haciendo el impacto. Levante la vista para ver a Caleb, con la mano extendida y
sosteniendo la pequeña botella en la mano. Una sonrisa involuntaria cruzó por mi
cara. Las comisuras de sus labios se volvieron hacia arriba y me sentí aliviada de
que ya no estuviera molesto. Sus sentimientos me lavaron a través del aire y me
emborrachó en su lujuria. Cerré los ojos por un momento, sonriendo como una
tonta.
—¿Puedo unirme? —preguntó, ladeando la cabeza hacia un lado. Me tomó un
momento encontrar mi voz. ¿Es así como los vampiros se sienten todo el tiempo?
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—Nadie te está deteniendo —contesté tímidamente, tomando el acondicionador
de su mano y poniéndome de espaldas a él, calentando mi frente con la pared de
agua. Vi la sombra de Caleb al otro lado de la cortina mientras no perdía tiempo
quitándose los pantalones y boxer. Tiré el contenido de la botella en mi mano y lo
frote por mi pelo.
—Deja que te ayude con eso. —La voz de Caleb era baja y ronca. Sus manos
cubrieron las mías, y luego lo deslizó por mi cabello. Dejé que mis brazos cayeran
a los costados y cerré los ojos, disfrutando cada segundo de su contacto.
Escalofríos recorrían mi cuerpo con cada uno de sus toques. Apoyé la cabeza
hacia atrás y di un paso más cerca, mi cuerpo ahora apoyado en el suyo. No había
ninguna duda en mi mente en cuanto a su estado de ánimo. Traté de reprimir una
risita cuando mi cabeza daba vueltas en felicidad total y absoluta. Sus labios
rozaron mi oreja.
—Date la vuelta —susurró y mis ojos se abrieron cuando sus palabras se
dispararon a través de mi cuerpo como una corriente eléctrica. Poco a poco me
volví hacia él, con mis mejillas enrojecidas. Puso sus manos a ambos lados de mi
cabeza y la sumergió lentamente en la corriente de agua tibia. Mi cuerpo se relajó
de nuevo y dejé que mis ojos revolotearan cerrados. Cuando mi pelo estuvo lo
suficientemente limpio me enderece y abrí los ojos, nuestros rostros se cernían a
una pulgada. Separé mis labios y miré, hipnotizada con sus ojos negros como el
carbón. Estaba casi jadeando. Su rostro tenía un asomo de sonrisa, pero nada
más. Estaba tranquilo y sereno. Si estaba deseoso de mí, seguía siendo oculto. Mis
labios se retorcieron en una mueca. ¿No sabe el efecto que su proximidad tiene
sobre mí?
Contuve mi aliento y traté de ocultar el deseo de mis ojos. Dos pueden jugar
este juego. Su brazo me alcanzó, rozando el hueso de mi cadera y deslizándolo
alrededor de mi cintura. Mi respiración se detuvo en la garganta y mi estómago se
ligó en un millón de pequeños nudos. Sus ojos brillaban de orgullo y se
convirtieron rápidamente en ilegibles de nuevo. Su mano volvió a sostener el
jabón. Sus ojos se fijaron y quemaron los míos mientras rodaba la barra en sus
manos, creando espuma. Mi columna se enderezó involuntariamente mientras me
preparaba para que sus manos vagaran por mi piel. Apoyó el jabón y me tomo el
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cuello con su mano derecha. Sus dedos deslizándose con fluidez sobre mi
clavícula y alrededor de la nuca. Su mano izquierda imitando a la otra. Dejé
escapar una respiración entrecortada, mientras sus manos viajaban por mi
cuerpo, rozando mis pechos y dando vueltas por mi estómago. Me mordí el labio
con anticipación. Sus manos se deslizaron alrededor de mis caderas y sobre mi
trasero, tirando de mi cuerpo contra el suyo. Seguí su mejilla con mis dedos, la
herida de Olivie había desaparecido por completo. Su expresión se calentó a mi
tacto. Me incliné más cerca, separando mis labios. Él vaciló, con sus ojos
buscando los míos. Suavemente sus labios rozaron los míos. Otro escalofrío
recorrió mi cuerpo y tuve que concentrarme para evitar que mis rodillas se
doblaran. Puse mis brazos alrededor de su cuello y lo utilicé para apoyar mi peso.
—No tienes idea de lo que haces en mí —dijo en voz baja y profunda que sufría
de hambre. Me mordí el labio de nuevo por un hábito nervioso. Caleb tenía la
increíble capacidad de hacer que me derritiera en su presencia. Sacó el labio de
mis dientes con el dedo y se inclinó para besarme de nuevo. Esta vez su boca
mordisqueo mi labio inferior. Luego lo succiono suavemente, y sin previo aviso, un
brusco pinchazo me sacudió de nuevo a la realidad. Me había mordido, sus brazos
alrededor de mi espalda me sujetaron con fuerza contra él. Me empuje fuera de su
pecho con ambas manos y luchaba por liberarme de su agarre. Fue un intento a
medias, porque el placer de su tacto me había abrumado y luchando se había
apropiado de mi mente. Él me deseaba y envió una ola de deseo a través de mi
cuerpo. Chupo duramente mi labio, tirándolo y mordisqueando. Un gruñido bajo
escapo de su pecho y fue perdiendo todo control sobre sí mismo. Me empuje hacia
atrás contra él capturando sus labios con los míos, mordisqueando suavemente.
Gimió en mi boca y mi cuerpo respondió. Mordí un poco más fuerte y el sabor
metálico de la sangre mezclado con su saliva causó que mi labio se curara al
contacto. Envolví mis dedos en su pelo y tire de él esforzándome para mantenerlo
cerca. Sus brazos se aflojaron y me empujó sin esfuerzo contra la pared de la
ducha. Mi respiración era irregular y lo mire fijamente mientras luchaba por
mantener el control sobre sí mismo. Me sentía rechazada y confundida.
—Confío en ti —susurré. Las palabras salieron bajas y acaloradas. No sabía
siquiera que pudiera sonar de esa manera.
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—No sabes lo que soy capaz de hacer —advirtió, su voz siguió haciendo alusión
a un gruñido y me di cuenta de que su cuerpo estaba temblando, pero no me
importaba. Lo necesitaba con cada fibra de mí ser. Si muriera entre sus brazos
valdría la pena por ser este momento final con él. Él jadeaba fuertemente y sabía
que este rasgo humano no le era necesario, pero se había aferrado a él. Estaba
luchando por mantener en control su hambre animal.
—Confío en ti —repetí, mi voz apenas audible, asintiendo con la cabeza para
confirmar mi certeza.
Extendí la mano y pasé los dedos por su duro pecho, sobre las ondulaciones de
su estómago. Dio un paso hacia adelante lenta y deliberadamente. Mi respiración
se quedó en mi garganta y espere con ansiedad conocer su decisión. Hizo una
pausa, con la cara flotando cerca de la mía mientras buscaba mis ojos con los
suyos. Deslizó su mano hasta mi mejilla, con su pulgar frotando mi labio inferior
que había mordido. Su deseo abrumador fluía a través del aire y se hizo casi
imposible de resistir. Se inclinó más cerca, muy lento. Separé mis labios y luché
por controlar mi respiración y mantenerme presionada contra la pared. Sus ojos
patinaron por mi cuerpo y respondí arqueándome hacia él, tratando
desesperadamente de acercarme. Se humedeció los labios y esa fue mi perdición.
Me alejé de la pared y apreté mis caderas contra él. Él gimió de placer y me
empujó con fuerza contra la pared mientras su mano se enredó en el pelo y tiró
con dureza hacia atrás, levantando mi boca a la suya.
—¡Soy un asesino! —siseó entre dientes. Estaba enfadado y sabía que me
estaba advirtiendo, pero no me importaba. Ya era demasiado tarde. Seguiría a
Caleb hasta las puertas del infierno si eso significaba pasar allí la eternidad con él.
Pude ver la lucha por mantener su humanidad cada momento que estuvimos
juntos. Mi vida equilibrada de forma precaria al borde de la muerte, pero era una
emoción sin la cual no podía vivir. Sus labios se encontraron con los míos con
enojo y me fundí en él. Mis manos recorrían su cuerpo, las uñas clavándose en su
pecho cuando anhelaba estar más cerca. Deslizó su mano por mi trasero y me alzó
sin esfuerzo con una sola mano. Envolví mis piernas alrededor de él e inhalé
entrecortadamente. Sin previo aviso, estaba dentro de mí. La suave bondad que
estaba en sus ojos había desaparecido, dejando paso sólo al hambre exigente.
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—Respira —murmuró bajo en mi oído y sus palabras tenían una conexión
directa a cada parte de mi cuerpo. Me faltaba el aire y contuve en gemido
harapiento. El agua caía en cascada sobre nosotros haciéndonos deslizarnos
juntos a un ritmo perfecto. Sus dedos se clavaron profundamente en mi espalda y
me quedé sin aliento ante la extraña sensación de dolor y placer puro que
irradiaba a través de mi cuerpo. Traté desesperadamente de controlarme, para que
este momento durara más tiempo, pero mi cuerpo me traicionó y el placer me
recorrió. Caleb hizo eco de los gemidos mientras igualaba mi excitación con una
sincronización perfecta. Me dejé caer en él, apoyando mi cabeza en su hombro.
Ese fue el último recuerdo que tuve de esa noche. La oscuridad y la niebla
envolvieron mis pensamientos y estaba segura de que mi alma estaba encerrada
en el purgatorio. Caleb debe haber perdido el control y drenado la vida de mí. Me
esforcé por hablar, pero las palabras estaban cautivas en mis pulmones y mi boca
se negaba a responder a mis súplicas. Oí un crujido y movimientos veloces a mí
alrededor, pero mis ojos permanecían bloqueados, apretados. Me quedé dormida,
dando paso a mi cansancio. Horas, posiblemente días pasaron y no podía escapar
de mis propios pensamientos horribles flaqueando entre la muerte y la soledad
eterna. Estaba congelada, atrapada sin poder hacer nada estando tan cerca de
Caleb, pero incapaz de verlo o tocarlo. Este era mi infierno.
Finalmente fui liberada de mi sufrimiento y me desperté en algún momento de
la noche por el sonido de mis propios gritos, la habitación bañada por la
oscuridad. El sudor corría fuera de mi frente y la sal quemó mis ojos, ya que
goteaba. Caleb se paseaba por el piso y vino a mi lado, con sus manos agarrando
mis brazos apretando dolorosamente.
—¿Qué está mal? —rogó, con sus ojos llenos de temor. Flotaba en el aire como
un almizcle pesado.
—No estoy segura —murmuré, tratando de mantener mi voz y respiración
constante. Sus ojos se convirtieron en piedra. Mi corazón se sentía como si se
hubiera apoderado de mi pecho. Ambos sabíamos que Olivie tenía que estar cerca,
pero ninguno de los dos mencionaba su nombre. Caleb asintió con la cabeza, pero
su expresión no cambio.
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—Tenemos que irnos —dijo con severidad y se levantó de la cama. Me froté los
brazos con cautela ya que la sensación regreso cuando liberó la presión sobre
ellos.
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Capítulo 6 Traducido por Celeste85
Corregido por Viqijb
orrí el cepillo por mi pelo distraídamente mientras pensaba en las
palabras que Olivie me había dicho.
Toda su relación es una mentira. ¿Qué quiso decir? ¿Estaba
refiriéndose a la capacidad de Caleb para manipular las emociones? ¿Hay
algo más que no me estaba diciendo? La voz de Caleb rompió el hilo de mis
pensamientos, sorprendiéndome.
—¿Qué pasa? —preguntó. Sus vaqueros colgaban de sus caderas,
desabrochados. Su voz estaba cargada de preocupación. Sonreí y
rápidamente borre cualquier rastro de preocupación de mi expresión.
—Tengo hambre —respondí con una mueca. Había estado ignorando los
gritos por comida de mi estómago y me sentía como si no hubiera comido
en días. Él sonrió y se pasó la mano por la mandíbula, inclinando la
barbilla me beso rápido en los labios.
—Veré que puedo hacer —dijo y agarró una camiseta de la bolsa antes de
dirigirse a la puerta—. No abras a cualquiera —dijo por encima de su
hombro.
Asentí con la cabeza en acuerdo y pasé los dedos por mi pelo. Regrese a
la cama y hurgue en la bolsa por algo que ponerme. Me sentí aliviada al
encontrar una musculosa y un par de bragas. Los puse sobre la cama
C
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cuando un zumbido bajo y el parpadeo de una pantalla de teléfono celular
me llamó la atención desde el interior de la bolsa. Era de color blanco y
plateado, y no uno que reconociera. Caleb ha estado utilizando un fino
teléfono negro desde que lo conocí. Me mordí el labio mirando hacia la
puerta. No hay sonidos viniendo de afuera y cogí el teléfono. La pantalla
cobró vida con el toque de un dedo. Me deslicé a través de las páginas de
aplicaciones y llegué a una con un sobre titulado "mensajes". Me detuve un
momento para oír señales de Caleb. La sala quedó en silencio. Hice clic en
el icono y me desplace por la lista de mensajes. Me llamó la atención uno
con el título “Deberes del Portero”. Hice clic en la carpeta y una abrumadora
lista de mensajes apareció en la pantalla. Elegí uno al azar y leí el
contenido. Servicio solicitado, pago por la entrega de la cabeza. Di un grito
ahogado en voz alta por lo que acababa de leer cuando la cerradura de la
puerta de la sala de repente hizo clic. Tiré el teléfono en el bolso y el
nerviosismo comenzó a vestirse sobre mí. Tenía puesta mis bragas y la
musculosa a medio poner por sobre mi cabeza mientras entraba.
—¿Encontraste algo? —pregunté, con mi voz demasiado alta y nerviosa.
Me miró por un momento y sonrió, sosteniendo una bolsa llena de
golosinas. Me relajé un poco y me acordé de respirar—. Gracias —dije
acercándome y tomando la bolsa, incapaz de mirarlo directamente a los
ojos. Me sentía culpable por invadir su privacidad.
Me senté en la pequeña silla junto a la cama y encendí el control remoto.
La televisión volvió a la vida. Vi a Caleb recoger el teléfono de la bolsa por la
esquina de mi ojo. Después de un momento, se lo guardó en el bolsillo.
—Aquí —dijo arrojando un par de mis jeans en la cama.
Me trague un pan de miel masticando lo menos posible. Si Olivie había
sido responsable de mis pesadillas, quería poner la mayor distancia posible
entre ella y yo como fuera posible. Teníamos que llegar a Adam antes de
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que pudiera acercarse más a nosotros. Me puse los pantalones y me metí
en mis chanclas.
—¿Lista? —preguntó Caleb, arrojándose la bolsa al hombro. Asentí con
la cabeza y se levantó para que tomara su mano. Él se aferró a mí con
fuerza al tiempo que abría la puerta y hacia un barrido del estacionamiento
con su increíble visión. Todo estaba completamente negro, excepto por una
luz tenue bajo la señal de “Abierto”. Me llevó a toda prisa junto a su coche y
abrió la puerta del pasajero, casi empujándome con mayor fuerza de lo que
pretendía. En lo que pareció un abrir y cerrar de ojos estaba en su asiento,
fuera del estacionamiento y de vuelta a la carretera principal. Sus ojos se
posaron en el camino por el espejo retrovisor y se demoró más de lo que me
hiciera sentir cómoda. Tomé mi cinturón de seguridad y lo envolví mí
alrededor, sujetándolo en su lugar. Caleb me miró por el rabillo del ojo con
un pequeño asomo de sonrisa. Me sonrojé al darme cuenta de que un
accidente de coche era la menor de mis preocupaciones mientras corría con
mi novio vampiro para escapar de una legión que querían matarme. Mi
cuerpo se sentía muy descansado y normal, a pesar de las horribles
pesadillas que tenía. Estaba mejor de lo normal. Esperaba sentirme
agotada y cansada después de nuestro revolcón en la ducha. Me di cuenta
de que debía haber dormido lo suficiente por todo lo que paso.
—¿Qué estás pensando? —preguntó, interrumpiendo mis pensamientos
de nosotros en la ducha. Sentí un rubor fluyendo sobre mis mejillas y me di
la vuelta para mirar por la ventana hacia la noche.
—¿A dónde vamos? —pregunté, descartando su pregunta. Echó un
vistazo al reloj del salpicadero.
—Vamos a buscar otro lugar para dormir en las afueras de la ciudad.
Debemos atacar a Adam cuando el sol se asciende. Capturarlo con la
guardia baja es nuestra mejor opción. —Su plan parecía tener sentido, pero
no sabía si podía dormir una noche sabiendo que la muerte me estaba
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siguiendo en todo momento. No tenía ninguna otra idea así que asentí con
la cabeza y puse la radio.
Llegamos a Baltimore con poco tiempo de sobra antes de la salida del sol.
Esperé en el coche cuando Caleb nos registraba en un pequeño motel que
parecía abandonado. Volvió a salir de la pequeña oficina con una llave en la
mano. Rápidamente me bajé del coche y tomé el bolso del asiento trasero,
para reunirme con él en el centro de estacionamiento.
Cuando nos dirigimos a nuestra habitación, estaba oscura y sucia, olía a
humo y alcohol rancio. Arrojé nuestra bolsa y me acosté en la cama,
agarrando el mando a distancia de la mesa de noche.
—Tengo que hacer una llamada telefónica —dijo mientras se inclinaba y
me besaba en la frente, inhalando el olor de mi pelo.
Asentí con la cabeza y comencé a pasar los canales. Mientras caminaba
fuera, suspiré y baje el control remoto. No podía dejar de pensar en los
misteriosos mensajes en el teléfono de la bolsa. Lo último que necesitaba
era dudar de Caleb. Estaba agotada y el sol se estaría levantando pronto.
Levanté las mantas y me deslicé por debajo, acurrucándome en el centro de
la cama.
Me desperté a medias con la voz de Caleb cerca de la entrada de nuestra
habitación de hotel. Miré el reloj despertador junto a la cama. Leí las nueve.
Me froté los ojos y me estiré.
—¿Caleb? —llamé a la oscuridad. Pasó un momento y Caleb giro en la
esquina.
—¿Has dormido bien? —preguntó, con una sonrisa mientras se inclinaba
y frotaba la parte posterior de sus dedos por mi mejilla. Asentí con la
cabeza cuando un bostezo escapó de mi boca.
—¿Por qué no me despertaste? —le pregunté mientras buscaba a tientas
el botón de un blanco nítido de su camisa.
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—Necesitabas descansar —respondió, besándome suavemente en la
frente—. Vístete. Tenemos que ponernos en marcha —dijo rápidamente, se
levantó y caminó hacia el baño. Asentí con la cabeza y me frote los ojos.
Sentándome, busque en la habitación por nuestra bolsa. La vi al otro lado
de la habitación sobre el tocador y de repente recordé los extraños
mensajes de texto en el teléfono. Encendí la lámpara de la mesilla y me
dirigí a la cómoda. Encontré mi par favorito de jeans viejos y me los puse.
Mi mano se deslizó hacia el fondo de la bolsa pero volví con las manos
vacías. El teléfono adicional se había ido. Tenía la esperanza de que lo
hubiera regresado a la bolsa después de su llamada. Suspiré y saqué mi
mano fuera de la bolsa, volteando a ver a Caleb mirarme desde el interior
de la habitación, con su cepillo de dientes en la mejilla. Su expresión
estaba en blanco.
—¿Buscas algo? —preguntó. Su tono era tranquilo.
—Sólo un lazo de pelo —tartamudeaba y sonreí. Él sonrió y caminó hacia
mí.
—Me gusta tu cabello —dijo suavemente, pasando sus dedos por mi
melena enmarañada.
—Deja eso —dije sonrojada y cerrando rápidamente el bolso. Pasé los
dedos por mi pelo, tratando de desenredarlo mejor antes de poder
cepillarlo.
—Tu cepillo de dientes está en el baño —dijo mientras regresaba al baño.
Necesitaba hablar con Caleb y aclarar mi mente. Ahora no era el momento.
Nos estábamos preparando para una guerra y la última cosa que
necesitaba era estar preocupado por mí.
Me arreglé en tiempo récord. Estábamos a menos de una hora de Beisa
cuando fui vencida por el miedo. Gavin era parte de la facción de Adam.
Sentía codicia por mi sangre y si no fuera matándolo, no teníamos otra idea
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de cómo hacer que se detuviera. Me mordí las uñas distraídamente
mientras pensaba en lo que nos enfrentábamos.
—Para —gruño Caleb, rompiendo mis pensamientos. Lo miré confusa,
tratando de averiguar que había hecho—. Tu corazón. Está latiendo fuera
de control —explicó y me di cuenta en el resplandor de las farolas, que se
estaba convirtiendo en algo muy difícil para él resistirse. Conseguir
controlar mis emociones en nuestra lucha contra una horda de vampiros
enojados era más fácil decirlo que hacerlo.
Me mordí el labio y traté de aclarar mi mente, pero mis pensamientos se
volvieron más nerviosos y preocupados.
—¿Puedo hacerte una pregunta? —pregunté, girando mi cuerpo hacia él.
Retorcí mis manos con nerviosismo. Miró hacia mí, levantando una ceja—.
Por favor no te enojes, pero bueno... cuando estaba pasando por nuestra
bolsa encontré un teléfono. Se había iluminado y yo sabía que no era el
tuyo. —Divagaba incluso sin saber cuál era mi pregunta. Pude ver la
mandíbula de Caleb apretarse y tragué saliva, deseando haber mantenido
la boca cerrada.
—¿Qué te gustaría saber? —preguntó de manera uniforme. Si estaba
enfadado conmigo, era excelente en ocultarlo.
—¿Qué es un portero? —le pregunté, cerrando los ojos como si eso
ayudaría a suavizar el golpe de lo que iba a decirme, si siquiera iba a
decirme algo. Respiró deliberadamente por un momento y sabía que estaba
frustrado porque lo de la respiración no era una prioridad para los
vampiros.
—Un portero es un asistente. Algo así como el tipo en un hotel que lleva
tu equipaje para ti o hace las cosas que necesitas —explicó vagamente. Aún
estaba confundida. En mi mente estaba Caleb en un uniforme botones.
—Pero el mensaje... —le dije dejando que voz se fuera apagando. Caleb
asintió con la cabeza y sabía que tendría que explicar con más detalle.
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—Es un poco diferente en el mundo de los vampiros. Los vampiros no
necesitan a alguien para cargar con sus pertenencias. Pero de vez en
cuando necesitan encontrar a alguien y llevarlo al Consejo Soberano. —
Abrió la boca cómo para decir algo más, pero decido esperar mi respuesta
antes de decir más.
—¿Eres un asesino? —pregunté, mi voz quebrada y saliendo más aguda
de lo que pretendía.
—No exactamente. Por lo general, quieren que les devuelva a alguien
intacto para ser juzgado. Pero hay ocasiones que requieren... justicia rápida
—aclaró. Mi cerebro trataba de procesar toda esta información.
—Olive —dije apenas en un susurro, pero Caleb me había escuchado con
claridad. Él asintió con la cabeza.
—Es un portero —confirmó y me dio un momento para asimilarlo.
—Pero ella es parte de los Soberanos. ¿Cómo puede ser parte del
consejo? —pensé en voz alta. Caleb no respondió y sabía que esto era algo
que no había descubierto del todo por sí mismo.
Puse la radio y subí el volumen tan alto como pude soportar. Si yo fuera
tu vampiro sonaba por los altavoces y si no hubiéramos estado en una
situación tan grave, me habría reído. La expresión de Caleb se suavizó y
pude ver que empezaba a relajarse, lo que me hizo más fácil calmarme. El
tiempo corrió y, antes de darme cuenta, estábamos rodando sobre una de
las últimas colinas en Beisa. Esto era todo.
Caleb se inclinó sobre mí y por un momento, no estaba segura de lo que
iba a hacer. Abrió la guantera y sacó la pistola de mi hermano. La extendió
delante de mí, esperando a que la tomara. Dudé, pero envolví mis dedos
alrededor de la empuñadura y la examiné. Lágrimas calientes pincharon las
esquinas de mis ojos. No había tenido tiempo de llorar adecuadamente la
segunda muerte de mi hermano y con toda la emoción los sentimientos se
estaban volviendo demasiado por contener. La mano de Caleb se apoyó en
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mí rodilla y me miró. Sabía que me estaba consolando y no tenía necesidad
de decir una palabra. Miré hacia abajo a la pistola y la deslice detrás de mí
en la parte trasera de mis jeans.
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Capítulo 7 Traducido por Celeste85
Corregido por Angeles Rangel
ain Street estaba comenzando a volver a la vida y la gente llenaba las
calles, sin preocuparse por nuestro apuro por comenzar una guerra
en su pequeño pueblo. Caleb apretó los dientes y maldijo en voz baja
mientras el coche se deslizaba hacia adelante a un ritmo muy lento.
Cuando llegamos a Green Valley Road, la congestión se había disipado y Caleb era
libre de conducir a su gran velocidad normal. Ralentizamos hasta casi detenernos
justo antes de la granja de Adam. Caleb apagó las luces y se desvió para hacer
una inspección de signos de vida... o de muerte.
Una luz solitaria en el frente de la casa resplandecía cuando Caleb la rodeó,
tirando el coche a un lado de la calle a una cuadra de distancia. Él asintió con la
cabeza y sabía que era ahora o nunca. Los dos nos bajamos del coche. Me reuní
con Caleb en el maletero del auto. Deslizó sus llaves en la cerradura y la abrió,
dejando al descubierto un arsenal de armas para la matanza de vampiros. La
mayor parte nunca la había visto y ni siquiera sabía cómo utilizarlas. Filas y filas
de estacas se alineaban en las paredes del maletero. Además estaban varias cajas
abiertas. Cada una tenía un tipo diferente de arma. Una llena de ballestas y otras
con armas de fuego. El resto parecían salidas de películas de terror.
—¿Estás lista para esto? —preguntó y no estoy segura de si algún día lo estaré.
Asentí con la cabeza y una rápida sonrisa se propagó por su rostro, pero se
desvaneció dejándolo sin emociones visibles. Sacó una estaca de madera y
examinó la punta. Parecía acorde a su estándar y me la dio—. Usa el arma
primero. Esperemos que nadie pueda acercarse lo suficiente para que la necesites
—explicó y continúe cabeceando como un muñeco “Cabeza suelta”. Deslizó varias
armas en la cintura de sus pantalones y cerró la cajuela. Puso su mano en la
parte baja de mi espalda y su confianza fluía libremente en el aire, calmándome.
Avanzamos en silencio por la oscuridad, rodeando la casa y encontramos una
puerta en la parte trasera que albergaba un horno. Caleb tiró de la palanca y se
abrió. Contuve la respiración. La habitación estaba en silencio mientras
entrabamos. No podía distinguir en qué parte de la casa estábamos y el resplandor
de unas pocas habitaciones a la distancia no alumbraban lo suficiente mi camino
como para entenderlo. Puse mi mano en la espalda de Caleb y lo seguí ciegamente
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a través del laberinto de habitaciones. Cuando llegamos a la entrada a la
habitación iluminada, la reconocí de inmediato.
Era donde me había encontrado cara a cara con Adam, y descubrí que mi
hermano no estaba exactamente muerto. Caleb se volvió y asentí con la cabeza
rápidamente colocándome más cerca de él y lo seguí a la vuelta. A estas alturas,
alguien debería saber que estábamos aquí, pero no salió nadie por nosotros.
Estaba empezando a perder la confianza en nuestra táctica de emboscada. Caleb
me indicó que me quedara y se coló por las escaleras hasta el segundo piso. Apoyé
la espalda contra la pared.
El sonido de unos pasos rápidos me sobresaltó y me esforzaba por ver la
oscura escalera. Caleb se dirigía hacia mí con el arma en la mano.
—Sé dónde están —dijo mientras pasaba por mi lado. Lo seguí detrás
rápidamente serpenteando nuestro camino a través de la casa de la misma
manera en que habíamos llegado.
—¿Y bien? —pregunté, casi corriendo para mantenerle el ritmo.
—Están en el club —respondió por encima del hombro cuando llegamos a la
carretera. Caleb siguió caminando, pero me detuve por costumbre y miré en
ambas direcciones para asegurarse de que no hubiera luces a la vista.
—¿Qué club? —pregunté, sin tratar de ocultar la irritación en mi voz cuando
me metí en mi asiento. El coche dio un vuelco en el camino antes de que cerrara la
puerta—. ¡Caleb! Por favor, ¡habla conmigo! —le rogué por encima del sonido de la
radio. Apretó la mandíbula y los músculos de su rostro se tensaron.
—¿Recuerdas el club en el que te había dicho que trabajaba cuando nos
conocimos? —preguntó, pero no me dio la oportunidad de responder—. Ahí es
donde Adam se encuentra esta noche, pero no es sólo un club de desnudistas
normal. Está dirigido para vampiros —explicó. Sus ojos ardían, incluso en la
oscuridad de la noche.
—No veo cuál es el problema. Entramos en un nido de vampiros listos para
darle una patada en culo. ¿Por qué te preocupas? —pregunté, aún sin entender el
tono serio que había emprendido.
—En una noche cualquiera, puede haber cientos de vampiros, sin mencionar a
los seres humanos —explicó y su preocupación empezó a asustarme—. No
podemos correr el riesgo de perder vidas humanas. El soberano nunca dejará de
cazarnos si traemos más mala prensa a un paso de la puerta. —Estaba
aterrorizada, pero no dejaría que Caleb hiciera esto por su cuenta.
—Entonces vamos a tener que asegurarnos de que nadie que no lo merezca
muera —contesté y seguí con mi expresión dura. Asintió con la cabeza y supe que
era el final de la discusión.
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Condujimos en silencio durante unos minutos mientras corríamos por las
sinuosas carreteras. Mi mente se desbordó con todas las cosas que quería decir,
pero no tenía idea de por dónde empezar. Conocía estos caminos como la palma de
mi mano, pero este lugar se sentía como de otro planeta. La muerte nos acechaba
en cada esquina, la vida pendía de un hilo. Caleb rompió el silencio primero.
—Creo que deberíamos discutir sobre tu conversión —dijo. No tenía ni idea de
cómo responder. Nunca habíamos discutido acerca de convertirme en vampiro y
hasta ahora hemos hecho todo lo posible por evitar que eso suceda.
—Caleb, yo… —Empecé a responder, pero me interrumpió a media frase.
—No quiero que mueras, Kat. Lo más probable es que Gavin ya sea consciente
de que tu sangre está muy cerca. Si te conviertes, puede dejar de acecharte.
Podríamos huir juntos y no tendríamos que lidiar con todo esto otra vez —explicó.
Tenía un perfecto sentido, pero sabía en mi corazón que era lo último que Caleb
quería para mi vida. Era lo último que yo quería para mi vida. No sabía lo que nos
deparaba el destino, pero que no quería esa vida. He visto la destrucción alrededor
de mí, de los que me amaban y preferiría morir que sufrir la misma suerte.
—No tenemos tiempo —le respondí con tristeza—. Sabes que ellos nos
encontrarán. No puedo dejarte luchar solo. —Me tragué las lágrimas, tratando de
no dejarlas caer. Caleb estaba asustado. Tragó saliva y no dijo nada más sobre el
tema. Sabía que si no dejaba a Caleb convertirme tendríamos que matar a Gavin.
Un nudo se formó en mi garganta y me giré mirando por la ventana mientras mis
lágrimas caían silenciosamente por mis ojos. Incluso después de todo lo que
habíamos pasado aún amaba mucho a Gavin y sabía que él sentía lo mismo por
mí, al menos mientras estaba vivo.
—Gira —grité cuando me di cuenta que estábamos en Hanover. Caleb sacudió
el auto.
—¿Qué es? —preguntó, mirándome con preocupación.
—Mi hermano —le contesté señalando el cementerio Rest Haven. No dijo nada
mientras se quitaba de la carretera principal hacia la hierba. Podía sentir sus ojos
en mí, pero no esperé a que dijera algo. Salí del coche y me dirigí a través del
oscuro césped hacia las lápidas. Era imposible leerlas y pronto me encontré
sollozando incontrolablemente mientras luchaba por encontrar el camino correcto.
Caleb puso su mano en mi espalda con dulzura y comenzó a leer los nombres
en las piedras. Su visión era increíble, otro efecto secundario de ser vampiro.
Debido a que no podían salir a la luz del día, sus sentidos se ajustaban. Me tomó
la mano y me llevó a través de las filas, leyendo una por una las lapidas. Por
último, sus pies dejaron de moverse y sacudí los talones esperando.
—Marcus Myers —susurró en voz baja. Me tiré en la hierba delante de la
escultura de mármol. Sabía que Marcus no estaba en realidad aquí, pero me hizo
sentir más cerca de él. Caleb se arrodilló a mi lado y me acarició el pelo mientras
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lloraba en voz alta. Estaba llorando por mi hermano, pero también estaba llorando
por Gavin. Sabía que si todo iba bien, él estaría muerto antes del amanecer.
Convertirme en vampiro tal vez sería mi última opción. Recordé a Adam
ofreciéndome un lugar en su facción y sabía que nada de esto se detendría si no
me convertía o moría.
—Vamos a estar bien —dijo Caleb en voz baja. Quería gritar. Nunca iba a estar
bien. Mi hermano estaba muerto. Mi ex-novio es un vampiro que pronto estará
muerto, a menos que matara al hombre que amo y a mí.
—No —dije en voz baja.
—¿Kat? —preguntó mientras luchaba por controlar mi respiración. Estaba a
punto de estallar.
—¡NO! ¡No va a estar bien! —grité. Se echó hacia atrás de mí, pero mantuvo su
mano en mi cabello—. ¡No podemos arreglar esto! ¡No podemos hacerlo mejor!
Todo el mundo a mi alrededor seguirá muriendo hasta que consigan lo que
quieren. —Me sentí derrotada. No sabía si tenía la fuerza suficiente para pelear.
Quería darme por vencida. Enterré mi cabeza en mis manos y comencé a llorar
más fuerte.
—Kat, mírame —exigió Caleb mientras me tomaba con sus dedos y giraba mi
barbilla hacia él—. Tú eres la persona más fuerte que conozco. —Quería rodar mis
ojos, pero su expresión era seria y sabía que creía lo que estaba diciendo—. Voy a
hacer todo lo necesario para mantenerte a salvo. —Sus ojos se oscurecieron y
sabía que había algo más que lo que estaba diciendo. Asentí con la cabeza y tomó
mi mano tirando de mí para pararme.
—Vamos a terminar con esto —dije mientras me habría camino a través del
laberinto de lápidas. Caleb se detuvo detrás de mí.
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Capítulo 8 Traducido por Celeste85
Corregido por Angeles Rangel
staba agradecida de que Caleb no se quejara del desvió hacia la
tumba de mi hermano. Necesitaba una oportunidad de
despedirme de él. No sabía si volvería a tener la oportunidad de
hacerlo de nuevo. Giré la perilla de la radio y una vieja balada de rock sobre
el amor llenó el silencio vacío entre nosotros. Tenía que poner mi cabeza en
el juego. Si me presentaba en el club con lágrimas corriendo por mi cara,
sin duda me convertiría en una merienda de vampiro.
Me incliné y giré el mando de la radio hasta que encontré una buena
canción para meterme en el estado de ánimo de batalla. Me decidí por
Dejen que los cuerpos golpeen el piso y subí el volumen de forma tal que ya
no pudiera escuchar mis propios pensamientos. Como nos habíamos
perdido el elemento sorpresa con un ataque temprano, no había necesidad
de apresurarse para llegar al club.
Quería terminar con esto, pero también sabía que estos podrían ser los
últimos momentos que llegara a pasar con Caleb. Miré por encima, y sus
ojos se cruzaron con mi mirada. Extendió la mano y entrelazó sus dedos
con los míos. Sonreí mientras apreciaba la absoluta perfección que él era.
—No voy a dejar que te pase nada —repitió, como lo había hecho muchas
veces antes. Sabía que lo decía en serio. Él moriría tratando de salvarme y
yo haría lo mismo por él. Apreté su mano para hacerle saber que confiaba
en él. No me gusta tener que elegir entre dos personas de las cuales me
enamoré. ¿Quién era yo para decir quién debe vivir y quién debe morir?
Pasamos con el auto por el club, antes de encontrar un lugar adecuado
para estacionar. Había gente arremolinada alrededor de la puerta, pero la
multitud no parecía demasiado impresionante. Nos detuvimos en un
negocio cerrado bajando por la calle y nos preparamos para la guerra.
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Caleb me explicó cómo se usaba cada arma una vez más para asegurarse
de que sabía cómo utilizarlas correctamente. Volvimos a la cajuela del auto
y cargamos algunas cosas extra porque la multitud de vampiros sería más
grande aquí que en la facción de Adam. Esperaba no tener que correr o
seguramente me atraparían por el peso extra que cargaba ahora.
—¿Crees que saben que estamos aquí? —pregunté, asustada de oír su
respuesta.
—Es difícil decir cuánto de agudizados están los sentidos de Gavin con la
toda la mezcla de sangre que hay. Es un territorio nuevo para todos
nosotros. Sólo podemos esperar que sepa que estás en la zona, pero no que
venimos por ellos —respondió. Caleb estaba visiblemente preocupado, pero
su confianza irradiaba a través del aire y mi preocupación se disipó—.
Tenemos la suerte de que esperamos hasta tarde. Tal vez si las cosas se
ponen demasiado mal te puedes escapar a la luz del día —añadió,
pensando en voz alta.
—¿Qué hay de ti? Quedaras atrapado en el interior con la facción. —De
repente me di cuenta de que Caleb nunca había esperado lograr salir con
vida de esto. Su plan sólo iba tan lejos como para salvarme. Podía sentir mi
propio miedo empujar contra la confianza de Caleb que flotaba en el aire.
Lo estaba llevando a la muerte y a la muerte de Gavin. Envolvió su mano
alrededor de mi nuca y me atrajo hacia él, presionando sus labios en mi
frente. Envolví mis brazos alrededor de su cintura y lo apreté con fuerza
mientras las lágrimas pinchaban mis ojos.
—Nunca antes había vivido hasta que te conocí —susurró en mi pelo y
asentí. Un nudo se formó en mi garganta y tenía miedo de que si trataba de
hablar las compuertas se abrirían. Presionó sus sentimientos sobre mí y
rápidamente recuperé la compostura.
—Te amo, Caleb —susurré suavemente, con las palabras apenas
pasando mis labios, pero sabía que me había escuchado con claridad. Su
agarre se apretó alrededor de mí.
—Yo también te amo, Kat —respondió—. Nunca lo olvides. —Me besó con
avidez. Sentí la imperiosa necesidad de abandonar nuestro plan de ataque
y salir corriendo con él. Sabía que no podríamos hacerlo ahora, pero sería
prolongar nuestro tiempo juntos y dar a Gavin una oportunidad de vivir. A
regañadientes, se alejó de mí y me sujetó con el brazo extendido. Sus ojos
buscaron los míos por unos minutos y sentí su ira y rabia empujando a
través de mi tristeza.
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—Puedes hacer esto —dijo con confianza. Asentí y una triste pequeña
sonrisa se dibujó en su rostro, que rápidamente se convirtió en piedra.
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Capítulo 9 Traducido por Melusanti
Corregido por liss-rose
e tomó la mano y me guio detrás de él a través del laberinto de
edificios y coches. Tomamos nuestro camino por la parte trasera del
club. Había fuego saliendo, que estaba desatendido. La puerta estaba
abierta por un cubo. Supuse que los empleados lo utilizaban para fumar en sus
descansos para que los clientes no los vieran. A menudo utilizábamos uno en el
restaurante de mis padres para hacer lo mismo. De repente se me ocurrió que no
había fumado en días. Me sentí orgullosa de mi misma por un segundo cuando el
pensamiento pasó por mi mente, pero fue rápidamente reemplazado por el miedo,
cuando alguien se deslizó a través de la salida. Nos agachamos detrás de un
coche, pero una de mis armas rebotó contra el costado haciendo un estruendo
fuerte. Contuve la respiración y los ojos cerrados con Caleb. Él se mantuvo
perfectamente, inhumanamente quieto. Traté de imitar sus acciones, pero mi
cuerpo se estremeció por mi intenso latido.
Después de haber pasado un momento, Caleb miró por encima del capó del
coche. El hombre flaco se puso de espaldas a nosotros, ajenos a nuestra
presencia. Me di cuenta que tenía que ser humano y sería un pequeño partido
para Caleb. Se llevó un dedo a los labios con un movimiento para que yo me
quedara en silencio mientras soltaba mi mano. Se coló en silencio a lo largo de la
pared oscura del club. Lo miré con asombro. Era un león acechando a su presa
desprevenida. El hombre no tenía ni idea de que su vida estaba a punto de
terminar. Una parte de mi quería gritarle en señal de advertencia, pero me
mantuve en silencio, mordiéndome el labio mientras esperaba su muerte.
De repente, Caleb estaba detrás del hombre. En un rápido movimiento, sus
manos se levantaron en un borrón y el cuerpo ya sin vida del hombre se desplomó
en el suelo. Caleb lo elevó sin esfuerzo y lo llevó detrás de una pequeña pared
divisoria. Reapareció unos minutos más tarde, azotando la sangre de su barbilla.
Suspiré de alivió cuando hizo su camino de regreso a mi posición.
—Ahora es nuestra oportunidad —susurró. Lo seguí mientras nos
arrastrábamos al otro lado en silencio y se metió en la puerta abierta. La pequeña
habitación estaba llena de sofás antiguos y una mesa rota de café marrón. Por
suerte, no había nadie. Caleb miró a través de la siguiente puerta y asintió con la
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cabeza para que lo siguiera. Nos deslizamos atravesándola hacia un vestidor. Me
sorprendí al ver a varias mujeres pululando alrededor pero ellas no parecían
alarmadas por nuestra presencia. De hecho, casi no se fijaron en mí en absoluto.
La incomparable belleza de Caleb tomó el centro del escenario. Él les sonrió
cuando pasamos y sentí una punzada de celos, mientras ellas se sonrojaban y le
devolvían la sonrisa. Luché por mantener mis sentimientos, pero la influencia de
Caleb se abrió paso y mantuve mi mente en la pista. Una gruesa cortina de
terciopelo rojo es todo lo que nos mantenía de la multitud. Caleb miró alrededor
de la sala de entretenimiento y como la última canción terminó, nos precipitamos,
atravesándola. Levanté el arma y apunté a todo lo que mostró sus colmillos. Me
emocionó lo, relativamente pequeña que era la multitud. Parecía que todo el
público era un vampiro o un bocadillo de medianoche. Un hombre alto y
desgarbado se precipitó hacia Caleb. Él bloqueó su avance y me gritó para que
disparara. Apunté la pistola de mi hermano y apreté el gatillo. Mis manos estaban
temblando incontrolablemente y fallé, golpeando una ventana. Vidrio roto y
derramado como lluvia sobre el suelo de mármol. El cuerpo de Caleb se enrolló
alredor del mío y deslizó su mano alrededor de mi muñeca, apuntando a
cualquiera cruzándose en mi camino. Vampiros cayeron alrededor de nosotros y
cubrieron el suelo.
—Detrás de ti —gritó Caleb y agarré una estaca de mi cintura y la empujé hacia
atrás. Con un fuerte gruñido, la mujer se detuvo en seco. Ella lanzó un grito de
sorpresa cuando sintió el objeto ahora incrustado en su cuerpo. Era un ser
humano. Al instante me sentí enferma. Sentí que el cuerpo de Caleb se alejaba de
mí y giré en redondo para buscar el peligro. Él caminaba hacia Gavin, su mano
agarrando otra estaca.
—Gavin —grité, pero las palabras se atraparon en mi garganta cuando una
mano se envolvió alrededor de mi cuello y apretó.
—¿No pensaste en esto cuando me detuviste, no? —Una voz asquerosamente
dulce ronroneó en mi oído.
—Olivie —Me ahogué.
—Detente —gritó ella a través de la habitación hacia Caleb. Él se dio la vuelta,
sus ojos bloqueando los míos. Los vampiros, lentamente se acercaron a él
mientras yo leía el miedo en sus ojos—. No puedo dejar que lo mates —dijo ella
con calma.
—¿Qué es él para ti? —preguntó Caleb, tratando infructuosamente de ocultar
su rabia.
—Eso no es de tu incumbencia —respondió ella con frialdad en su fuerte
acento. Su agarre se apretó y la habitación comenzó a desvanecerse. Gavin,
incapaz de contener su hambre de mí, saltó hacia delante. Caleb se dio la vu