Suplemento Cultural Contenido 09-02-13

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Maracay, Sábado 9 de febrero de 2013 Crónicas del Olvido Idéntico al ser humano ALBERTO HERNÁNDEZ 1.- L uego de saberme parte de una alucinación al abrevar en las páginas de Idéntico al ser humano (Editorial Candaya, Barcelo- na, España, 2010, traducción directa del japonés de Ryuki- chi Terao) y de haber perdi- do mi identidad, tomé la deci- sión de regresar y leer la no- vela al revés. Entonces me entendí "cantante calvo" o Gregorio Samsa con diez pa- tas. También me dejé recorrer por la mirada de Michel Foucault, el de Las palabras y las cosas (Siglo XXI editores, México 1978), y me detuve un rato a pensar en eso que él lla- mó la representación y el ser. Cité un soplo de la página 299, así: …espectadores que se mi- ran y que, a su vez, son encua- drados por los que los miran (…) en el corazón de la repre- sentación, lo más cerca posi- ble de lo esencial, el espejo que muestra lo que es repre- sentado, pero como un refle- jo tan lejano, tan hundido en el espacio irreal, tan extraño a todas las miradas que se vuelven hacia otra parte, que no es más que la duplicación más débil de la representa- ción. Comencé a marearme con el capítulo de "El hombre y sus dobles" y decidí some- terme a quien me tenía dete- nido en mi casa con un dis- curso en el que no faltaban la locura, la imaginación exacer- bada y un espejo que, aunque no aparece en la novela de Kobo Abe, forma parte de eso que han dado en llamar la identidad. Pues bien, cosifica- do gracias a las palabras, el lector, es decir yo, éste que escribe, entra con sus pape- les al tribunal de la locura. ¿Cómo no hacer ficción con un texto que lo empuja a uno a ser parte de la tensión de una larga conversación donde un loco que se cree marciano in- tenta convencer a un locutor de que tiene que hacer filas en su mundo? ¿Cómo no pensar que Kobo Abe tenía la mirada pues- ta en la tierra y deseaba que el ser humano fuese tan cósmico como un meteorito? Quien en- tre en esta historia pensará que se trata de una simple banalidad, de un juego infantil donde una cinta cómic trata de hacernos entender que el mundo se dilata bajo la luz intensa de una nave espacial. No; esta novela de Abe es muy humana, idénticamente humana. Profundamente huma- na. Locamente humana. 2.- Una vez en la nave espacial de esta lectura, tomo líneas del prólogo de Gregory Zam- brano y me digo con él: En este panóptico de observación menuda, el hombre se encuen- tra inmerso en la búsqueda de un irrecuperable paraíso. Asumo que se trata del viejo anhelo de Utopía, de la mira- da hacia atrás para intentar mirar los pasos perdidos. Para el personaje que me acosa, Marte es la Isla de Thomas Moro. El loco "marciano" ha recurrido a la vieja demencia de confirmarse "hombre nue- vo" desde la identidad del otro. Ser uno para poder mi- rarse en él mismo. ¿Crisis de identidad? ¿El ser y la nada? ¿El yo y el otro? Está bien, querido "marciano" Ichiro Ta- naka, usted ha tocado a mi puerta. Es decir, ha abierto las páginas de este libro para que un simple vendedor de ilusio- nes radiales, un profesional del micrófono que "engaña" a los oyentes al acercarlos al mundo de la ciencia-ficción con un reality show que lleva en la solapa de un saludo este- lar, sea quien soporte la arre- metida de quien invadió su espacio para tratar de conven- cerlo de que era tan marciano como uno que se hace pasar por tal. Y no sólo eso, sino lle- varlo a su mundo, a su yo, a su identidad, a su otredad, a su alteridad, a un universo idén- ticamente humano, humana- mente loco. Ichito Tanaka advierte: -no soy un ser humano común y corriente. Soy un marciano. Cabe la pregunta fuera de con- texto, fuera de la obra: ¿Qué somos? ¿A qué nos parece- mos? ¿Quiénes somos? La res- puesta podría quedar ence- rrada en la misma nave de los marcianos, en el mismo libro, en nuestra conciencia. Y así, vuelta la página, Tanaka no deja de ser marcado por estas palabras del invadido, de quien ahora es narrador: Por más que argumente con lógi- ca, un loco es un loco. 3.- La dificultad de hacer creer a alguien, la decepción de no infundir confianza, y el amor topo-geométrico para tratar de inspirar confianza a pesar de todo… Sólo alcanzar ese santuario, será posible atrave- sar esa puerta de duda que conduce a la verdad y avanza más, ¿no cree? No he dado nin- guna vuelta, se lo aseguro. La mejor prueba consiste en que usted acaba de llamarme loco por primera vez en nuestra conversación. La lógica demencial de Ta- naka se figura en esta expre- sión: Usted dice que soy un loco y yo mismo en que soy un marciano. Es decir, tan idénti- co a un humano, tan ser huma- no, tan cercano al temor de que los japoneses perdían su iden- tidad frente a occidente. Sí, claro, somos japoneses pero miramos como americanos. De allí que Kobe maneje esta tesis a través del sujeto que lo cues- tiona todo: -Por eso nos que- dan dos alternativas: una con- siste en que Japón se integre en la Federación Marciana. En este caso, los japoneses deja- rían de ser idénticos a los mar- cianos para convertirse en los mismos marcianos. La metá- fora roza la piel. No necesita explicación. Tanaka y el invadido viven en el mismo edificio, así como los personajes de Ionesco respiran el mismo aire, tienen los mismos gustos, abren las mismas puer- tas y usan las mismas llaves. Al final, el locutor, va en busca de su mujer, quien ha- bía salido a convencer a la del "marciano" para que lo sacara de la casa ajena, toda vez que había llamado por teléfono para advertir que estaba loco. Cuestión que no sucedió: la es- posa de Tanaka nunca se pre- sentó, razón por la cual la del locutor subió a buscarla. Ésta nunca regresó, y así el locutor se dirigió hasta la casa del mar- ciano. Una casa de locos, el tri- bunal de la locura, el cemen- terio de la demencia. Obligado a admitir que es un marciano, el locutor entró en una instan- cia de terror que quedó colga- da de estas últimas líneas de la novela de Kobo Abe: Sí, quiero saber: ¿todo esto será la consecuencia de una fábula sometida por la reali- dad o de la realidad rendida por una fábula? Me gustaría preguntárselo a usted, que está situado fuera de este tri- bunal. El lugar donde se en- cuentra, ¿Pertenece a la reali- dad o a la fábula? Afortunadamente cerré el libro. Ya Ichiro Tanaka tenía sus ojos de marciano extra- viado puestos en mí. He logra- do salvarme. Pero como lec- tor, como un idéntico ser hu- mano, he sido invadido por la duda: ¿Soy el que soy o no soy?

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Maracay, Sábado 9de febrero de 2013

Crónicas del OlvidoIdéntico al ser humano

ALBERTO HERNÁNDEZ

1.-

Luego de saberme partede una alucinación al abrevar en las páginas

de Idéntico al ser humano(Editorial Candaya, Barcelo-na, España, 2010, traduccióndirecta del japonés de Ryuki-chi Terao) y de haber perdi-do mi identidad, tomé la deci-sión de regresar y leer la no-vela al revés. Entonces meentendí "cantante calvo" oGregorio Samsa con diez pa-tas. También me dejé recorrerpor la mirada de MichelFoucault, el de Las palabras ylas cosas (Siglo XXI editores,México 1978), y me detuve unrato a pensar en eso que él lla-mó la representación y el ser.Cité un soplo de la página 299,así: …espectadores que se mi-ran y que, a su vez, son encua-drados por los que los miran(…) en el corazón de la repre-sentación, lo más cerca posi-ble de lo esencial, el espejoque muestra lo que es repre-sentado, pero como un refle-jo tan lejano, tan hundido enel espacio irreal, tan extrañoa todas las miradas que sevuelven hacia otra parte, queno es más que la duplicaciónmás débil de la representa-ción. Comencé a marearmecon el capítulo de "El hombrey sus dobles" y decidí some-terme a quien me tenía dete-nido en mi casa con un dis-curso en el que no faltaban lalocura, la imaginación exacer-bada y un espejo que, aunqueno aparece en la novela deKobo Abe, forma parte de esoque han dado en llamar laidentidad. Pues bien, cosifica-do gracias a las palabras, ellector, es decir yo, éste queescribe, entra con sus pape-les al tribunal de la locura.

¿Cómo no hacer ficción conun texto que lo empuja a uno aser parte de la tensión de unalarga conversación donde unloco que se cree marciano in-tenta convencer a un locutor de

que tiene que hacer filas en sumundo? ¿Cómo no pensar queKobo Abe tenía la mirada pues-ta en la tierra y deseaba que elser humano fuese tan cósmicocomo un meteorito? Quien en-tre en esta historia pensará quese trata de una simple banalidad,de un juego infantil donde unacinta cómic trata de hacernosentender que el mundo se dilatabajo la luz intensa de una naveespacial. No; esta novela de Abees muy humana, idénticamentehumana. Profundamente huma-na. Locamente humana.

2.-Una vez en la nave espacial

de esta lectura, tomo líneasdel prólogo de Gregory Zam-

brano y me digo con él: Eneste panóptico de observaciónmenuda, el hombre se encuen-tra inmerso en la búsqueda deun irrecuperable paraíso.Asumo que se trata del viejoanhelo de Utopía, de la mira-da hacia atrás para intentarmirar los pasos perdidos. Parael personaje que me acosa,Marte es la Isla de ThomasMoro. El loco "marciano" harecurrido a la vieja demenciade confirmarse "hombre nue-vo" desde la identidad delotro. Ser uno para poder mi-rarse en él mismo. ¿Crisis deidentidad? ¿El ser y la nada?¿El yo y el otro? Está bien,querido "marciano" Ichiro Ta-naka, usted ha tocado a mi

puerta. Es decir, ha abierto laspáginas de este libro para queun simple vendedor de ilusio-nes radiales, un profesionaldel micrófono que "engaña" alos oyentes al acercarlos almundo de la ciencia-ficcióncon un reality show que llevaen la solapa de un saludo este-lar, sea quien soporte la arre-metida de quien invadió suespacio para tratar de conven-cerlo de que era tan marcianocomo uno que se hace pasarpor tal. Y no sólo eso, sino lle-varlo a su mundo, a su yo, a suidentidad, a su otredad, a sualteridad, a un universo idén-ticamente humano, humana-mente loco.

Ichito Tanaka advierte: -nosoy un ser humano común ycorriente. Soy un marciano.Cabe la pregunta fuera de con-texto, fuera de la obra: ¿Quésomos? ¿A qué nos parece-mos? ¿Quiénes somos? La res-puesta podría quedar ence-rrada en la misma nave de losmarcianos, en el mismo libro,en nuestra conciencia. Y así,vuelta la página, Tanaka nodeja de ser marcado por estaspalabras del invadido, dequien ahora es narrador: Pormás que argumente con lógi-ca, un loco es un loco.

3.-La dificultad de hacer creer

a alguien, la decepción de noinfundir confianza, y el amortopo-geométrico para tratarde inspirar confianza a pesarde todo… Sólo alcanzar esesantuario, será posible atrave-sar esa puerta de duda queconduce a la verdad y avanzamás, ¿no cree? No he dado nin-guna vuelta, se lo aseguro. Lamejor prueba consiste en queusted acaba de llamarme locopor primera vez en nuestraconversación.

La lógica demencial de Ta-naka se figura en esta expre-sión: Usted dice que soy unloco y yo mismo en que soy unmarciano. Es decir, tan idénti-co a un humano, tan ser huma-no, tan cercano al temor de que

los japoneses perdían su iden-tidad frente a occidente. Sí,claro, somos japoneses peromiramos como americanos. Deallí que Kobe maneje esta tesisa través del sujeto que lo cues-tiona todo: -Por eso nos que-dan dos alternativas: una con-siste en que Japón se integreen la Federación Marciana. Eneste caso, los japoneses deja-rían de ser idénticos a los mar-cianos para convertirse en losmismos marcianos. La metá-fora roza la piel. No necesitaexplicación.

Tanaka y el invadido viven enel mismo edificio, así como lospersonajes de Ionesco respiranel mismo aire, tienen los mismosgustos, abren las mismas puer-tas y usan las mismas llaves.

Al final, el locutor, va enbusca de su mujer, quien ha-bía salido a convencer a la del"marciano" para que lo sacarade la casa ajena, toda vez quehabía llamado por teléfonopara advertir que estaba loco.Cuestión que no sucedió: la es-posa de Tanaka nunca se pre-sentó, razón por la cual la dellocutor subió a buscarla. Éstanunca regresó, y así el locutorse dirigió hasta la casa del mar-ciano. Una casa de locos, el tri-bunal de la locura, el cemen-terio de la demencia. Obligadoa admitir que es un marciano,el locutor entró en una instan-cia de terror que quedó colga-da de estas últimas líneas de lanovela de Kobo Abe:

Sí, quiero saber: ¿todo estoserá la consecuencia de unafábula sometida por la reali-dad o de la realidad rendidapor una fábula? Me gustaríapreguntárselo a usted, queestá situado fuera de este tri-bunal. El lugar donde se en-cuentra, ¿Pertenece a la reali-dad o a la fábula?

Afortunadamente cerré ellibro. Ya Ichiro Tanaka teníasus ojos de marciano extra-viado puestos en mí. He logra-do salvarme. Pero como lec-tor, como un idéntico ser hu-mano, he sido invadido por laduda: ¿Soy el que soy o no soy?

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Hector Bello: Poesía y representaciónContenido Maracay, Sábado 9 de febrero de 201310

MANUEL CABESA

Lo primero que llama laatención es que bajo el sonoro título de Altera-

turas (Caracas: FundaciónEditorial El Perro y La rana,2011) nuestro amigo HéctorBello colocara la siguienteacotación "Comedia en tresjornadas y un epílogo", cuan-do en realidad se trata de unpoemario, y no una pieza tea-tral como hace suponer la en-gañosa oferta del subtítulo.

Y un poemario de alta fac-tura, debo decir. En Alteratu-ras conviven dos elementosprimigenios: poesía y repre-sentación. La poesía comovehículo para desarrollar eltema de la pasión que sientenuestro autor por el teatro.Pero la teatralidad que se re-fleja en estos poemas no es laque pertenece al concepto deespectáculo, sino a lo que hay

detrás de él que no es otracosa que la vida misma: la vidacomo drama o comedia.

Creo que fue Séneca en susfamosas Epístolas a Lucilio elprimero en decirnos "La vidaes drama, donde no importacuánto duró sino cómo se re-presentó". De allí que no seagratuito que la primera jorna-da del libro contenga textos deíndole autobiográfica, dondela infancia y su añoranza per-vivan en los primeros "drama-tis personae" cercanos al afec-to del autor:

En el terreno de los oficios másdisímiles he visto a mi madre lidiar contrael cansancioy vencerlo. No obstante,a pesar de tantas victoriascotidianas,yo sé que la fatiga ha mermadosus fuerzas.

La he visto enfrentar fiebres

(ajenas y propias calenturas)con el recurso drásticodel agua fría en medio de lanoche;sin embargo yo sé (¡y cómo nosaberlo!)que Emma exorciza de su cuerpoel síntoma inequívoco de lostemblorespara que nadie advierta quetirita.Cuando mis hijos duermen al ladode su abuela(alguna vez todos hemosdormido con mamá)ella asimila el sueño de susnietospara cerrarle el paso a cualquierpesadilla…

En las jornadas siguientes deesta comedia preparada porHéctor, el teatro como formade vida llena simplemente elescenario de la lectura: tramo-yistas, maquilladores, carpin-teros, luminitos, ballerinas, au-tores, personajes, actores y

comediantes nos muestran susoledad en público, su soledadcompartida a lo largo de la re-presentación, una representa-ción que navega en el espesomar del tiempo y de la historia:

En los gloriosos días de Greciauna actriz era un muchachoque no acababa de decirsecuando ya andaba enmascaradopor allídiciendo cosas.Los griegos oponían a la rigidezde la máscarael relajo de las costumbres:eranse entonces muchachosClitemnestrasAntígonas muchachos, Medeasimberbesequívoca asamblea de señoras…

Alteraturas es posiblemen-te un poemario único dentrode literatura venezolana (cuyoantecedente lo podríamos en-contrar, quizás, en aquel viejopoema de Ramón Palomares

llamado "Máscaras" que apare-ce en su libro El reino de 1958).En estas páginas Héctor Bellose compenetra con sus viven-cias y a la manera de Pirande-llo él mismo se convierte en unpersonaje en busca de su au-tor, por ello acude a la poesíapara explicitar el drama de susnostalgias, de sus afectos, desus amores. Quizás entoncesno sea vano invocar para nues-tro poeta estos versos del granFrancisco de Quevedo:

No olvides que es comedianuestra vidaY teatro de farsa el mundo todoQue muda el aparato porinstantes,Y que todos en él somosfarsantes;Acuérdate que Dios, de estacomediaDe argumento tan grandey tan difuso,Es autor que la hizoy la compuso…

Wilfredo Carrizales y sus Piedras de aguaJOSÉ YGNACIO OCHOA

La descripción de una pie-dra puede que sea un ofi- cio destinado en princi-

pio a un geólogo pero cuandoella, la piedra, cae en manos oen la contemplación de unpoeta, adquiere otra dimen-sión. Su metamorfosis será unacontecimiento inusual. Suexperiencia de ser simple ob-jeto mineral para convertirseen otra sustancia que traspa-sa la función de sedimenta-ción. Cuando el poeta venezo-lano Wilfredo Carrizales, radi-cado en Pekín desde hace yavarios años, convierte a unobjeto mineral en una respi-ración universal cercana almundo de la palabra y lo queello implica, siempre desde lavisión del poeta <La piedramira siempre hacia el cielo. Dearriba le llega el poder y labelleza de la perfección>. Esla piedra el elemento que une-fusiona la voz del poeta con-juntamente con el agua, el otroelemento escurridizo y suaveque lejos de desvanecerse seprolonga en esa profundidad,la otra corporeidad de la pie-dra será infinita en tanto seareinventada por el poeta Ca-rrizales. El contacto con el

agua dejará de ser una combi-nación pueril para pasar a serun viaje interminable hacia laprofundidad de la palabra enla memoria del poeta, en esetranscurrir será testículo, fu-ria ilimitada o Dios, contendrála sabiduría en cada estanciaimaginada, en cada goteo, encada recorrido la piedra cam-biará sus colores para darlevida a los ojos de quien la con-templa. El encuentro de la pie-dra con el agua en el poemaserá una entidad pues <El agua

desaloja la ansiedad, la piedraimanta el efecto>, agregamos,a esta estructura creada porel poeta, que él eterniza con lapalabra para dejarlo cerca dellector para desentrañar elotro efecto del encanto con lapalabra viva:

La vacuidad encuentraa la piedra embebida de agua. Una vez másladureza hace mención de subondad y

por ello gana una arena celestey unfuego que dormita bajo elestanque.

La naturaleza adquiere, des-de la visión del poeta, otra di-mensión que estará (agua/pie-dra/celeste) en un contanteretozo con el ondular de lasideas del hombre en su cir-cunstancia con el mar-río de laconciencia de sus antepasados.El escrutinio azaroso no con-tará con la fuerza necesaria

para corroer la <fecundidad dela piedra>. Estas piedras sonotras piedras, estas piedras noson las mismas cuando el poe-ta las reinventa, pues están so-metidas al vértigo del poetaen la inmensidad del agua sola.La forma, el color se lo darácada lector con el encuentrodel poema que es el libro "Laspiedras del agua" de WilfredoCarrizales. Desde las distanciasposibles Carrizales nos entre-ga una inmersión de la pala-bra con su liviandad adquiridapor el contacto de la piedracon el agua, dos elementos,dos fenómenos naturales conla añadidura de la experienciay lecturas del poeta. No existecabida a la erosión en todo casola piedra se reinventa como lamemoria del poeta. Cada ondu-lar es un camino para encon-trar los cantos de voces azulesen la medianoche. Es descubrirtodas las formas posibles parallegar con la silueta perfectaen los sentidos susurrantes enla distancia. Será una piedraque al contacto con el agua semultiplica para que ese ondu-lar llene, invada, preñe o tras-greda los insospechados reco-rridos silenciosos ausentes decontradictorios esfuerzos paraalcanzar el sentido mítico decada instante.

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Maracay, Sábado 9 de febrero de 2013 Contenido 31

Tres poemas de Ana GarridoCantamos porque el grito no es

bastanteMario Benedetti

Nunca he sabidode qué lado del mundo está laprisa,en qué rincón se guardan lasderrotas,por qué faltan estrellas paradormir a un muerto.

El caso es que ahora lluevey me preguntodónde esconden su rabia lasbanderas.

Tal vez es que no entiendoque se sigan pintandogolondrinasdetrás de los cristales,que nos queden octubres en lasmanosy algún sabor a tierraentre los ojos.Tal vez es que hay mañanassin sangrey sin balcones,manantiales sin sombra,agazapadosdebajo de la piely del olvido,más allá de la infamia desabernos clamormás allá de las bocas,de esos vidrios dispuestosen orden de revista.

Porque somos palabra de futuro,nos sostiene el consuelo demirarnos a tientas,de cantar cuando el gritose rompe en las paredesy hay un rumor de sables ycampanaslamiéndonos los huesos.Tendré que desandar estamemoriay hembrarme por mi vozy mis perfiles,que nunca tuvo el verso máscaminoni pudo nunca el tiempohacerse agua.

Vivir al menos hoy comosi el tiempono fuera necesario,como si al mundo

se le hubiesen gastado lastormentas.Vivir, después vivir,seguir viviendo,dejarse amanecer en lasmanzanascomo un llanto dormido porlos labios,como una extenuación, comosi hubieramariposas desnudasdelante de la casa.Vivir al menos hoy con lacostumbredel sol entre las manosy un incendio de flores en laboca.

Mañana,cuando vuelva a nevar sobre lasdunas

y regrese esta luz a su principio,es posible que vuelva apreguntarmepor qué siguen creciéndomelos ojosdebajo de las lágrimas.

Desde la oscuridadla luz se hace más alta,la palabra más nuestra,más esquiva al dolor,más cercana a la forma de lascosas.

Donde no cabe el mar, dondese enciendela sed de los coyotes,desde la oscuridad(alta la luz)la palabra camina en vísperasdel agua.

Exégesis de El Visitante del Cielo

Es un gran compromisoextraer una visión úni- ca de la obra de Tulio

Rafael Durán Vegas que nospermita delimitar las fronte-ras en la cual se mueve -en laarena movediza- su pensa-miento; no sólo desde el pun-to de vista ideológico y doc-trinario, sino el terreno en queél ubica el género utilizadopara transitar el camino de laliteratura. En la lectura queme entregara de sus manus-critos pude leer lo planteadopor otros autores que prolo-garon su creación, entre ellos:el Dr Felipe Santiago Zerpa Bo-lívar, el joven Dr José Fernan-do Álvarez y el médico Wis-ton José Durán Vegas; cadauno, a su manera, esboza loque siente y cree que, en elfondo, representa y es el au-tor en este viaje imaginarioque enganchará al lector. Alleer toda su obra puedo decir,sin temor a equivocarme, queno podríamos caracterizarlaen un género específico y,mucho menos, fijar una con-cepción encasilladora a la quenos tienen acostumbrados lamayoría de los escritores y fi-lósofos. En el decir del alemánFederico Nietzsche, podemosevaluarla bajo aquellos pará-

metros que en la obra "Así Ha-bla Zaratustra," se ubica esteescritor cuando nos dice quees un gran danzante, porquebebe en todos los vasos. Enotras palabras, si la obra deeste creador no está delimita-da en un género específico, lade Tulio por lo que podemoscolumbrar, tampoco por seruna creación literaria inte-gral. En este aspecto, en el de-sarrollo de ella, el amigo quienha leído mucho a aquel escri-tor; no ha dejado de recibir suinfluencia, más cuando al re-ferirse al bien y el mal, calificaa estos adjetivos de mons-truos divinos como la hacíaFederico Nietzsche de modoque entendamos que, en elplan de Dios, este filósofo ale-mán nos enseña que, muchasveces, haciendo un bien, po-demos hacer un mal o vice-versa. Es, exactamente, allídonde surgen las claves quenos permiten captar la ideo-logía y el paradigma innova-dor que, según su visión, conestos saltos nos ofrece el ver-dadero camino de la salva-ción, porque a ese nivel deconciencia; el hombre com-prendería que el único quesabe, qué es bueno o, qué, esmalo es el creador de todo consu círculo de fuego que que-ma y restaura a la vez.

En este sentido puedo co-

lumbrar, en cuanto al génerodel texto, que no debemos,por ningún motivo, asegurarque pertenece al cuento o a lanovela histórica u otro géne-ro determinado. En su defec-to, pienso y creo que se acer-ca más al ensayo filosófico in-tegral de una realidad que re-coge la ficción que, en la ma-yoría de los casos, vivimos eneste mundo en el cual -toda-vía- no hemos pisado tierrapara que nuestros sueños al-cancen la plenitud y se hagauna realidad tangible.

En esta dimensión del pen-samiento del autor, puedo pre-figurar lo que señalara uno delos prologuistas quien aseguraquizás, equívocamente, que laobra debe ubicársele dentrodel género jocoso, porque elautor va y viene para apretaren un solo haz una serie deideas desperdigadas que, pau-latinamente, en lo formal vanconfigurando la forma del con-tenido. Sin el ánimo de pole-mizar pienso que es una crea-ción que -tal vez, erróneamen-te- intentamos encasillar, sincerteza alguna, en ese géneroseñalado, el jocoso, pero que,viéndola bien, la obra violentaestos límites que tratan decrear una sola jurisdicción y,contrariamente, se convierteen una texto como ya lo diji-mos, integral y, si se quiere,

genial para trascender el con-cepto filosófico tradicional dela linealidad y ofrecer un ca-mino esperanzador y progre-sivo de circularidad, en espi-ral, que rompe con todas lasfronteras o lindes en donde nosquieren ubicar sin atender yentender que el devenir derri-ba todo para volverlo a levan-tar o viceversa en una especiede flujo y reflujo como lo haceel río en el tiempo.

Esto lo deduzco, porque ensu obra nos tropezamos contodas estas expectativas y su-gerencias. Y en ese todo inte-gral, está ese haz, o cara de unapieza o de otras, que nos exigemucha tela que cortar, puestoque se caracteriza por su acer-camiento a la perfección que lahacen más estimable a la vistay al tacto que, en otra acepciónu otro sentido, conforman unaespecie de juego de ajedrez otropa ordenada en forma armó-nica, por trozos y divisionesque, al final, vislumbran unaespecie de mestizaje que impi-den delimitar como sucede conlas razas que, al mezclarse,constituyen un solo géneropara formar un ser integral y sindistinciones que los separen.

La obra de de este autor es,en resumen, un rompe cabezacon un conjunto de partículas,o rayos luminosos, que hayque enlazar para ir atando los

cabos sueltos para llegar a unmismo origen, de modo que sepropaguen sin dispersióncomo un conjunto de líneasque se tocan en un punto cur-vado para almacenar en unsolo haz, y repetir la percep-ción crítica, todo lo que cree-mos desperdigado. En esta lí-nea de lectura, de análisis ysíntesis, nos encontramosque, en dicha obra, confluyentodos los géneros del saber.Pues, por un lado están aglu-tinadas las características delcuento, por el otro las de lanovela, el ensayo, la poesía, enfin todos las clases o catego-rías en que se pueden ordenarlas obras, en sus variadas di-mensiones, para demostrarque todo gira en redondo. Y siseguimos buscando, tambiénencontraremos facetas muyreales que, de manera magis-tral, son descritas mediante laficción y, al revés, facetas fic-cionales que de igual formadescriben la realidad que ago-bia al hombre en su existenciay lo llevan a tocar el terrenode la ilusión. Como coralario,en esta obra nos conseguimosde todo; incluyendo el humornegro. Ese humor que hace delteatro existencial de lo trágicoalgo cómico y dramático parasatirizar, con agudeza, el ojodel lector atento como (al ojod-el) desprevenido.

JOSÉ RAFAEL JIMÉNEZ

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Maracay, Sábado 9 de febrero de 201332 Contenido

Gil de Biedma, la conversación sigue JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS

Todo lector guarda con losescritores que marcaronsu vida una relación ex-

traña: agradece mentalmentelo que han escrito, se enfadacon ellos cuando cree queresbalan, se pregunta quépensarán de esto o de lo otro,los echa de menos cuando fal-tan… Tal día como hoy, el 8 deenero de 1990, moría JaimeGil de Biedma, que en el versofinal de "Pandémica y celeste",uno de los grandes poemas deamor de la literatura españo-la, había pedido morir "comodicen que mueren los que hanamado mucho". Tenía 60años, uno menos que su ami-go Carlos Barral, muerto sema-nas antes, el 12 de diciembrede 1989. Un invierno feroz.

Cuando desaparecen, losescritores -como las almaspara los creyentes- suelen pa-sar una temporada en el pur-gatorio. El purgatorio litera-rio, no obstante, no está amedio camino del cielo y delinfierno sino entre las libre-rías y la universidad. Hay au-tores cuya memoria queda enmanos de los estudiosos. La deotros, sin embargo, quedabajo la protección de los lec-tores, convencidos de que loque escribió alguien a quienno conocieron personalmen-te también habla de sus pro-pias vidas. Es el caso de JaimeGil de Biedma, un poeta de unatrascendencia mucho mayorque el volumen que ocupa enuna estantería su escasa obrapublicada: tres libros de poe-mas, uno de ensayos y un dia-rio, a los que habría que aña-dir traduccionesy centenaresde cartas.

Inteligente, culto, tierno ymordaz. Así es por escrito Gilde Biedma. En él la concienciade estar escribiendo -el juegode hacer versos- no se trans-forma -al menos en los poe-mas- ni en altivez ni en alarde,por más que no esté al alcan-ce de cualquiera escribir unasextina que funcione y queademás diga que de todas lashistorias de la Historia sinduda la más triste es la de Es-paña… porque termina mal.

Los poemas de Jaime Gil deBiedma, se ha dicho otras ve-ces, tienen el tono de la mejorconversación. No es, pues,extraño, que sus lectores nohayan dejado de hablar con él.Y de él. De ahí que su figura no

haya dejado de generar bio-grafías, correspondencias, pe-lículas, polémicas… Lospoetas mueren; los poemas,no. Y ya se sabe que él siem-pre dijo que no habría queri-do ser poeta sino poema. Loes desde hace hoy 13 años.

Cuenta Miguel Dalmau ensu biografía que cuatro díasdespués de la muerte de Jai-me Gil de Biedma, varios ami-gos suyos -entre ellos JuanMarsé, que cumpleaños el 8 deenero- llevaron sus cenizas aLa Nava de la Asunción, enSegovia, uno de sus refugios,ese lugar que, sin haber esta-do, sus lectores conocen a laperfección. El solar de la casafamiliar estaba ocupado por"el esqueleto de un edificio depisos en construcción". Hoy,sigue el biógrafo, una lápida degranito recoge siete versos del

poema que abre sus antolo-gías: "Pero callad. / Quiero de-ciros algo". Y sigue. El poemase llama "Amistad a lo largo".Una buena definición de la ex-traña relación que todo lectorguarda con los autores que, sinque ellos lo supieran, marca-ron para siempre su vida.

AMISTAD A LO LARGO

Pasan lentos los díasy muchas veces estuvimossolos.Pero luego hay momentosfelicespara dejarse ser en amistad.

Mirad:somos nosotros.

Un destino condujodiestramentelas horas, y brotó la compañía.

Llegaban noches. Al amor deellasnosotros encendíamos palabras,las palabras que luegoabandonamospara subir a más:empezamos a ser loscompañerosque se conocenpor encima de la voz o de laseña.Ahora sí. Pueden alzarselas gentiles palabras-ésas que ya no dicen cosas-,flotar ligeramente sobre el aire;porque estamos nosotrosenzarzadosen mundo, sarmentososde historia acumulada,y está la compañía queformamos plena,frondosa de presencias.Detrás de cada unovela su casa, el campo, ladistancia.

Pero callad.Quiero deciros algo.Sólo quiero deciros que estamostodos juntos.A veces, al hablar, alguno olvidasu brazo sobre el mío,y yo aunque esté callado doy lasgracias,porque hay paz en los cuerpos yen nosotros.Quiero deciros cómo trajimosnuestras vidas aquí, paracontarlas.Largamente, los unos con losotrosen el rincón hablamos, tantosmeses!que nos sabemos bien, y en elrecuerdoel júbilo es igual a la tristeza.Para nosotros el dolor es tierno.

¡Ay el tiempo! Ya todo secomprende.