Suplemento Cultural Contenido 04-02-12

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Maracay, Sábado 4 de febrero de 2012 H éctor Valera nos ubica en el polvo, en el que dejan las bestias en su constante movimiento. La mirada magistral del fotógra- fo nos introduce en el Llano y nos deja instalados en las hue- llas que dejan las reses mien- tras los caballos elaboran con sus inmensos ojos la noche que los inventa. Quien se acerque a estas imá- genes viajará sobre un caballo, será parte de su olor, del polvo de los caminos andados. Será punto cardinal con la mirada en el próximo horizonte, porque el pastoreo es viaje, movimien- to, rotación de la tierra, conti- nuación del tiempo. En un poema de Eugenio Montejo sentimos estas foto- grafías de Héctor Valera "Miró a lo lejos, pastando en la luz verde, / la mitad de un caba- llo. Sonaba el tiempo/ entre la espesa ondulación de las ga- Crónicas del Olvido El llano en movimiento Trashumancia ALBERTO HERNÁNDEZ villas, / sonaba la lluvia en la ventana…/ Sólo medio caba- llo para tanto horizonte/ y lo demás dormido, bajo tierra". Entonces, quien mira, el es- pectador, se asume jinete via- jero, audaz sobre el mapa del Llano, sobre la relevancia del polvo que su propia imagina- ción levanta. El poema de Montejo cierra "La mitad de un caballo espe- raba allá lejos/ pero bastaba para llegar a cualquier parte". Y ahí lo dice la lluvia, las inun- daciones: cualquier altura en pleno Llano es buena para sal- var el arreo, para no dejar que el ahogo esconda el esfuerzo, para evitar la muerte. El Llano viaja en una res. En un caballo, en la mirada tur- bia de un hombre que lo ca- balga. El Llano se mueve con la tierra que gira más allá, mucho más allá, hacia donde van las bestias. Cada foto de Valera es parte de la jornada que viven estos hombres. Héctor Valera cabalga con la cámara y hace del viaje un asunto épico, una gramática del movimiento, una lectura que nunca termina, como nunca termina el Llano. La belleza de sus imágenes nos delata: nos hace persona- jes de su aventura. Aprende- mos a colocar los aperos, a limpiar los cascos de los caba- llos, a mirar los belfos del po- tro, a revisar la oreja del be- cerro, a cargarlo como un niño cuando se rezaga, a encon- trarle sentido a la noche y di- rección al día. El mismo Montejo en otro memorable texto, dice: "En los llanos estuve, / tierra adentro, hacia el alba de soles salvajes,/ donde la única montaña es uno mismo/ o su caballo". Y así, desde esa altura, desde la silla de montar, el paisaje de los animales en fila, agrupados hacia el poniente, hacia la hora de un tarde cualquiera. Sobre esa altura se mueve el univer- so. Y Valera lo hace ver con todos los eventos que ocurren a su alrededor. Durante ocho años, este hombre enclavado en Calabo- zo, se ha dedicado a seguir el paso a quienes viajan con sus bestias por el país llanero. No ha descansado: he aquí la muestra de su esfuerzo artís- tico. La trashumancia lo ha contagiado de la compañía de los astros, mientras el polvo se hace nocturno y los ojos del llanero se cierran mientras los de los caballos vigilan y miden el camino.

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Maracay, Sábado 4de febrero de 2012

Héctor Valera nos ubicaen el polvo, en el que dejan las bestias en su

constante movimiento. Lamirada magistral del fotógra-fo nos introduce en el Llano ynos deja instalados en las hue-llas que dejan las reses mien-tras los caballos elaboran consus inmensos ojos la nocheque los inventa.

Quien se acerque a estas imá-genes viajará sobre un caballo,será parte de su olor, del polvode los caminos andados. Serápunto cardinal con la mirada enel próximo horizonte, porqueel pastoreo es viaje, movimien-to, rotación de la tierra, conti-nuación del tiempo.

En un poema de EugenioMontejo sentimos estas foto-grafías de Héctor Valera "Miróa lo lejos, pastando en la luzverde, / la mitad de un caba-llo. Sonaba el tiempo/ entre laespesa ondulación de las ga-

Crónicas del Olvido

El llano en movimientoTrashumancia

ALBERTO HERNÁNDEZ

villas, / sonaba la lluvia en laventana…/ Sólo medio caba-llo para tanto horizonte/ y lodemás dormido, bajo tierra".Entonces, quien mira, el es-pectador, se asume jinete via-jero, audaz sobre el mapa del

Llano, sobre la relevancia delpolvo que su propia imagina-ción levanta.

El poema de Montejo cierra"La mitad de un caballo espe-raba allá lejos/ pero bastabapara llegar a cualquier parte".

Y ahí lo dice la lluvia, las inun-daciones: cualquier altura enpleno Llano es buena para sal-var el arreo, para no dejar queel ahogo esconda el esfuerzo,para evitar la muerte.

El Llano viaja en una res. Enun caballo, en la mirada tur-bia de un hombre que lo ca-balga. El Llano se mueve conla tierra que gira más allá,mucho más allá, hacia dondevan las bestias. Cada foto deValera es parte de la jornadaque viven estos hombres.Héctor Valera cabalga con lacámara y hace del viaje unasunto épico, una gramáticadel movimiento, una lecturaque nunca termina, comonunca termina el Llano.

La belleza de sus imágenesnos delata: nos hace persona-jes de su aventura. Aprende-mos a colocar los aperos, alimpiar los cascos de los caba-llos, a mirar los belfos del po-tro, a revisar la oreja del be-cerro, a cargarlo como un niñocuando se rezaga, a encon-trarle sentido a la noche y di-

rección al día.El mismo Montejo en otro

memorable texto, dice: "En losllanos estuve, / tierra adentro,hacia el alba de soles salvajes,/donde la única montaña es unomismo/ o su caballo". Y así,desde esa altura, desde la sillade montar, el paisaje de losanimales en fila, agrupadoshacia el poniente, hacia la horade un tarde cualquiera. Sobreesa altura se mueve el univer-so. Y Valera lo hace ver contodos los eventos que ocurrena su alrededor.

Durante ocho años, estehombre enclavado en Calabo-zo, se ha dedicado a seguir elpaso a quienes viajan con susbestias por el país llanero. Noha descansado: he aquí lamuestra de su esfuerzo artís-tico. La trashumancia lo hacontagiado de la compañía delos astros, mientras el polvose hace nocturno y los ojos delllanero se cierran mientras losde los caballos vigilan y midenel camino.

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Poéticade la mala vida

A la memoria deFranklin Brito…

RAFAEL JOSÉALFONZO

Algunas veces amanecescon ganas de mandar todo a la porra. Tirar la

toalla, así de fácil. Salir, en-contrarse cada día con la ciu-dad que ostenta ese color deincertidumbre, te doblega.De un vistazo asumes el des-orden, los tarantines, la ba-sura, la molesta algarabía delos transeúntes que van hacianinguna parte. Todo está des-colorido; la realidad se mues-tra como si hubiera sido víc-tima de incesantes navajazos;todo fue puesto al revés, yandamos desandando, a laderiva. El esplendor quedóen la memoria. Ahora te en-frentas a la desidia. Tantosaños dedicados a nada, pien-sas. No sabes si mandar a laporra justificará tu vida futu-ra. Algunos no sólo han tira-do la toalla sino la sala debaño completa: la jabonera,el retrete, la ducha, el lava-manos y la misma desnudezmostrada sin testigos presen-ciales. Hoy es un día comocualquier otro. Sin lustre.Desbordado de malas noti-cias. Cuando lees el periódicote manchas las manos de san-gre, no es tuya, sino de otros,de aquellos que fueron dadosde baja sin saber el porqué.Tienes mucho cuidado cuan-do (h)ojeas la página de suce-sos, no vaya a ser que se lesescape una bala perdida y túvayas a ser la próxima vícti-ma. El país se ha desangrado.No cabe duda. Inesperada-mente fue sumergido en el an-damiaje de un discurso banal,tejido de improperios, de odioy de resentimientos que pue-den resultarnos inexplica-bles. Vivimos encadenadospor el verbo corrosivo y gro-tesco. La perversidad fluye almismo ritmo de la corrupcióny del deslave afectivo. Mu-chos han sido bozaleados yasumieron la mudez para so-brevivir y permanecer inmu-nes hasta que el cuerpo

aguante. Recordemos que elfin ha justificado los medios enlos procesos políticos dondehemos naufragado; por un mo-mento, sientes la presencia deMaquiavelo señalando los ca-minos inciertos donde deam-bulamos sin justificación algu-na. Siempre las imágenes deextrema crudeza te asaltan.No puedes olvidar, por másque trates, a Franklin Britocon su cuerpo desdibujadoante la burla de sus secuestra-dores. Lo destruyeron física-mente pero su espíritu per-manece desplegado por todaspartes. Eso lo has pensado yrepetido en varias oportuni-dades. Una de las vecinas dijoque esa maldad se paga: pocoa poco irán cayendo como losplátanos azotados por una tor-menta; lo expresó con ese én-fasis que suele distinguir a lagente buena. Ahora te dascuenta de que ella tenía ra-zón: los hechos lo han ido de-mostrando y no habrá formade aplazarlos. Sabes, hoy nohay razón para que la depre-sión abra su bocaza y nos de-vore. Mandar todo a la porrasería decretar tu propia muer-te. La imagen constante deBrito te hace respirar profun-damente, tomas aliento y de-cides proseguir la marcha poreste texto sembrado de imper-turbables incógnitas. No de-seas calzarte las chanclas ypasear a un perro cagón, to-das las mañanas, por los alre-dedores del vecindario. Nadade eso. Crees tener todo cla-ro. Y puedes leer, sin dificul-tad, el panorama que enfren-tas. Al país se lo ha tragado elredentorismo. La veneraciónal caudillo y el fanatismo ideo-lógico se han mezclado paraproducir un cocktail muy pe-ligroso, lo afirmó reciente-mente el escritor mexicanoEnrique Krauze. Se ha caído enla trampa de un discurso soezhilvanado para acentuar eldesprecio e imponer la escla-vitud de la gente que perma-nece engañada con la esperan-za. La población ha sido redu-cida en una cárcel de enormesproporciones. ¿Quién no viveentre rejas? Hemos colocadonuestros propios barrotespara permanecer en las ergás-tulas edificadas por el mutis-mo y la indiferencia. ¿Qué dis-

frutas bajo el peso de una li-bertad condicionada? Acasono andas aterrado. Sospechashasta de tu propia sombra.Sientes culillo por todo. Y su-fres. Las interrogantes saltany golpean. Nos han disuelto lavida sin ningún tipo de com-pasión. El detritus inunda yasfixia y seguimos con la mi-rada fija hacia un horizontedescolorido impuesto por elvenerable gendarme, el granpapá, el líder máximo, el re-dentor, el Saturno que devo-ra al hijo, la última Pepsicolaen el desierto, el gran chin-gón, como lo nombraría Oc-tavio Paz, etc., etc.. ¿Qué levamos a hacer?, Dios dispon-drá, todo está en sus manos.Dicen algunos para sobrelle-var el bulto. ¡Qué ironía! Nocrees que Dios, si en verdadestá presente en esta pesadi-lla, sea capaz de tanta alca-huetería y permisividad conun régimen indolente y per-verso. Todo se ha desbanca-do porque lo hemos permiti-do, no cabe duda. Nosotros, ynadie más, somos los legíti-mos responsables del destinoque arrastramos. No rezas,nunca aprendiste a manteneresa relación cómplice con lossantos, sólo te enseñaron en-comendarte a las ánimas do-mésticas y a prenderle velaslos lunes por las noches, y lis-to.¡ Para qué más! El país, apesar de toda la anestesia yamnesia impregnadas, duele.Te lo tragas y duele. Formaparte de tu piel desplegada enuna ciudad marchita y arru-gada como un enigma. El agu-jero que te sostiene es partede tu propio cuerpo sustenta-do en el vacío. No bastan laspíldoras para dormir, ni losprotectores gástricos, muchomenos el trago de ron puedensoportar el desvarío y la malavisión de lo que te rodea yaplasta. La ciudad se encoge yte reduce. No puedes evitarloy eso también amarga. Cuan-do eras adolescente leíste, aduras penas, El Proceso deFranz Kafka; todavía recuer-das las primeras líneas de eseCapítulo I que cada día ad-quiere tenebrosa vigencia eneste país de poderes confisca-dos "Alguien seguramente,había calumniado a José K.,pues sin que éste hubiera he-

cho nada malo, fue detenidouna mañana…" Nada ha cam-biado. En esta novela perma-nece sumergido este territo-rio donde a la Justicia, ade-más de alterarle impunemen-te su balanza, le dieron unapatada en el trasero. Cual-quier intento para liberarnospuede resultar un acto de te-rrorismo, así lo han dispues-to. Tienes razón pero vas pre-so, te dicen, y ya. Este terri-torio no es nuestro. No caiga-mos en falsas ilusiones. Fui-mos desplazados a un escena-rio movedizo, torcido, arre-batado totalmente por el pe-ligro. Nos acompaña sólo elriesgo. Andamos en el filo dela navaja, pendientes sólo delruido de nuestro estómago.La inmediatez nos ha arre-batado las perspectivas ycolocado plomo en las alas.Así andamos. Ya por ningúnlado se puede transitar sinque la muerte asome su gua-daña para descabezarte deun momento a otro. La muer-te hace cabriolas, se ríe de tiy anda a sus anchas sin quenadie se atreva a detenerla.Quién podrá dudar de que eldeterioro sistemático de lavialidad, la destrucción delos ambientes diseñadospara el esparcimiento, laobligada autocensura de losmedios de comunicación, elasalto a los centros cultura-les, la discordia pública, elsapeo, y la indiferencia anteel resurgimiento del hampano respondan a una políticade estado propugnada parael aislamiento y la sumisióntotal del ciudadano. La li-bertad es una i lusión queaún permanece postergada.Todo ha sido confiscadopara que permanezcas reclui-do, en la completa manse-dumbre, allí en el rincón másescabroso de tu propia casa.Andamos, sin habérnoslopropuesto, en un campo mi-nado donde han colocado esecocktail criminal señaladopor Krauze. Todo da grima.Todo produce pecueca. Lapodredumbre se filtra, se des-borda y entumece los senti-dos. Ayer, por cierto, viste ados de los vándalos que asal-taron a las instituciones cul-turales emblemáticas de laciudad. "Están engordando",

murmuraste; un transeúnteque iba en la otra acera losmiró y exclamó "¡Cómo hie-den"! A veces queremos vol-tear la página, doblarla, perono podemos. La dignidad noslo impide. El ímpetu de se-guir viviendo no nos permitecerrar los ojos y enterrar lacabeza como el avestruzmientras nuestro alrededorse derrumba. Cada día la he-rida crece, no se cicatriza ypor más que das vueltas en lacama durante la medianocheno le das tregua a la desme-moria. Tú vida debe tener unobjetivo si no nada tiene sen-tido. No olvides que vivimosa ras del eufemismo. Nos es-tán acostumbrando a asumirla palabra deformada, aque-lla que han podrido paradestruir al otro. Someterlo,hacerlo trizas. Ya no somosciudadanos sino majunches,escorias y escuálidos. La ca-tegoría de ciudadano ha sidoescupida, tachada, degrada-da y vilmente lanzada al ver-tedero. De un momento aotro comenzamos a bordearla insolencia, la locura, elirrespeto y la asunción de laignorancia como una cualidadciudadana. Las institucionesdel estado se han convertidoen sombríos psiquiátricos re-gentados por zombis que nohan logrado percatarse de lacondición asumida. Aquí pue-de pasar cualquier cosa. Se hadesbordado la capacidad deasombro y ha comenzado ainundar los espacios que ha-bitualmente recorres. Hoy,cumples con tu rutina. Trepaspor el entorno de una ciudaddesmaquillada, totalmente ar-queada como si alguien le hu-biera sacado las vísceras. Pue-des, desde cualquier distan-cia, sentir su aliento fétido ypercibir ese grito agónico quenadie se atreve ni le interesaescuchar. El olor ácido de lasbolsas de basura te hace re-cordar que sigues vivo, lamisma caca de perro que pi-saste sin darte cuenta lograsacarte de tu habitual embe-leso. Divisas en la otra es-quina una pareja de perrosque luchan desesperadamen-te por desunirse de un repen-tino coito callejero y detrásde un camión alguien orinacopiosamente.

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Maracay, Sábado 4 de febrero de 2012 Contenido 31Entretextos

2 relecturasde Vargas Llosa

FRANCISCO ARÉVALO

En anteriores notas he ve-nido reseñando títulos del ahora Nobel (2010)

peruano Mario Vargas Llosa.Por estos días reordenaba misanaqueles y me conseguí conun libro que es un compendiode artículos que fueron difun-didos por el país de España yotros prestigiosos diarios deAmérica a finales de los años90. Lo aparté para leer los su-brayados pero terminé unavez más fascinado por su pro-sa y leyéndolo integro. Lo otrofue que una amiga en Caracasme obsequió una reedición deun ensayo breve pero sustan-cioso sobre el tedioso oficiode escribir novelas, digo te-dioso por la cantidad de ho-ras que uno dedica a construircapítulos y tramas que llevana la consecución de esas men-tiras que parecen verdades.Lo cierto que releer tal o cualautor, en mi caso es un placerque se liga con la situaciónexistencial que se atraviesamientras se dio la primera lec-tura. Es un ejercicio memo-rioso interesante que por su-puesto enriquece nostalgiosa-mente el perímetro intelectualy contribuye a ver desde elinicio y la distancia lo leído.El lenguaje de la Pasión. Edi-ciones Aguilar. 340 páginas.Si alguien se ha ganado el pre-mio Nobel a punta de irrum-pir en el campo de la ficción ylos temas que abruman almundo de hoy, ése es VargasLlosa. Al punto de moversecomo pez en el agua en el cam-po de la opinión periodísticay hacer de sus artículos gemas.Esta recopilación aborda fi-nales de la década 90 del sigloXX. Caracterizada por aque-llas palabras que una vez es-grimió Ortega Gasset: un pen-sador de alto rango capaz dehacer periodismo de opiniónsin banalizar las ideas ni sacri-ficar el estilo. Eso es la esen-cia de este libro que nos apor-ta las claves para entender lacomplejidad de nuestro tiem-

po, donde hay verdades queno se pueden disfrazar conpuntos de vistas brumosos, nimucho menos esperar res-puesta en cierta filosofía de lavanidad que termina acogo-tando. Aquí palpamos opinio-nes diversas que van desde lavivisección del rastafarismo,manera de vivir y cantar deBob Marley, hasta hundirnosen la Posmodernidad y la Fri-volidad. Carta a un Joven No-

velista. Ediciones Alfaguara.140 páginas. Inspirado en lasCartas a un Joven Poeta de Ra-iner María Rilke, Vargas Llosaemprende la tarea de consoli-dar notas salidas a partir de laincertidumbre que genera es-cribir novelas. Certifica lo queuno vive a la hora de meterseen ese túnel sin linterna "in-ventar ficciones es una mane-ra de ejercer la libertad y dequerellarse contra los que

quieren abolirla". Pero tam-bién escribir novelas es viviren tensión y con intensidad lospersonales y la trama, de allíque lo vivido es lo que irrigalas ficciones con sus tragediasy sus días grises, sus alegríasencontradas. Es así que el au-tor da con uno de los enigmasde construir novelas "la sin-ceridad o insinceridad no esen literatura un asunto éticosino estético". Este lúcido en-

sayo no es un tratado o ma-nual para fabricar novelistas,es una confesión de un lectorinfatigable que para bien denosotros es uno de los mejo-res novelistas de la lenguacastellana y que todavía po-demos disfrutarlo con la irre-verencia que le ha dado el vi-vir con intensidad el siglo XXy parte del XXI militando enla causa de la universalidad yla polémica.

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Contenido Maracay, Sábado 4 de febrero de 201232

Poemas de FrancisoTorres Montalegre

QUÉ DÍA Y QUÉ HORA¡Qué día y qué hora son estos,Infiltrándose por mis poros,Llegando a mis carnes,Transciendo mis huesosCon una palabra!

Tú,Sí, tú,Este día y esta hora.

EN EL PATIO, LA CABEZAEn el patio, la cabezaEn el frío de la madrugada,En los hombros de hachero,Desafiante sobre el torso de árbolLa vieja cabeza, los ojillos enrojecidos,La floja boca, la maraña de arrugas.

Riendo los ojos en la marcada cabeza,Ardiendo el tabaco apretadoEn los labios temblorosos.

Los brazos largos y retorcidos,Las largas piernas desnudas,Las raíces de los pies, aporreadas,Negras, acuchilladas,Andante poder quietoEsa madrugada,Casi antes que la primera briznaDe luz.

Subiendo un poco el pecho,Las orejas grandes oyendoLos cantos amontonados,La nariz abriendo los ollares,La mano que va y agarraEn el cuello brotado de venasLa antigua manzanaY atrae la voz ronca,Rigurosa y rebelde.

Julio se llamaba la vieja cabeza,El matepalo del cuello,El vocear rebelde,Los hombros de hachero,El torso de árbol,Los brazos largos,Las desnudas piernas,Los enraizados piesEn el patio.

HERIDO VENGOHerido vengoCon la camisa flotando,Suelta me la dejéAl pisar tu reino.

Herido vengoCon los pantalones recogidos,Empapados en sangrePor ti me los recogí.

Herido estoy,Pelo sangriento,Vientre sangriento,Muslo sangriento.

Herido en tu reino,Herido en tu vera,Herido en tu puerta,Herido en tu lecho.

TODO CANTAPasó, vino, oyó la canción del vientoQue más adelante iba entre las hojas.

Silbando andabaY silbando andaba el vientoPor entre las hojasY las hojas verdes y rojas,Y las hojas secas y castañasSilbaban en el vientoY bajo el pie suyo.

Y la tierra estaba bajo los árbolesY bajo las hojas secasFluyendo tozudamente,Rozándose filosaMientras cantaba bajito,Mientras silbaba una dulce canción.