Taller Final de La Carrera (2) Condiciones de Vida y de Trabajo de Los Sectores Urbanos y Rurales

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3.-CONDICIONES DE VIDA Y DE TRABAJO DE LOS SECTORES POPULARES URBANOS Y RURALES La condiciones de vida de los sectores populares urbanos en el período estudiado es poco envidiable, estos sectores estaban subordinados a los ritmos del empleo y desempleo generados por las cíclicas crisis económicas. Un punto importante era la vivienda. Los trabajadores en su inmensa mayoría inmigrantes, debían afrontar un serio problema social, el fuerte déficit habitacional en las ciudades en especial Buenos Aires. Esto determinó la aparición del conventillo. Se trataban de casonas que la elite dejaba para mudarse a barrios más elegantes y que se alquilaban por habitación a familias de trabajadores. El censo de 1895 contabilizó hasta 12 personas por habitación. No queda claro el grado de transitoriedad tenían las familias en los conventillos, pero si es claro que este era un ámbito de socialización para la población inmigrante. Más de un 10 % de los obreros industriales vivían en los propios lugares de trabajo, y, los dependientes de un comercio que habitaran en el local. Las deficientes condiciones sanitarias tuvieron graves consecuencias. Buenos Aires fue el escenario de varias epidemias que diezmaron su población. En 1868 estalló el cólera. La capacidad hospitalaria en ese momento era mínima y con infraestructura deficiente. El doctor Guillermo Rawson se refería a los hospitales como “cementerios para vivos”. En 1871 la epidemia fue de fiebre amarilla que asoló la ciudad. Las autoridades dispusieron la creación de un nuevo cementerio, el de Chacarita.

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3.-CONDICIONES DE VIDA Y DE TRABAJO DE LOS SECTORES POPULARES

URBANOS Y RURALES

La condiciones de vida de los sectores populares urbanos en el período estudiado es poco

envidiable, estos sectores estaban subordinados a los ritmos del empleo y desempleo generados por

las cíclicas crisis económicas.

Un punto importante era la vivienda. Los trabajadores en su inmensa mayoría inmigrantes, debían

afrontar un serio problema social, el fuerte déficit habitacional en las ciudades en especial Buenos

Aires. Esto determinó la aparición del conventillo. Se trataban de casonas que la elite dejaba para

mudarse a barrios más elegantes y que se alquilaban por habitación a familias de trabajadores. El

censo de 1895 contabilizó hasta 12 personas por habitación. No queda claro el grado de

transitoriedad tenían las familias en los conventillos, pero si es claro que este era un ámbito de

socialización para la población inmigrante.

Más de un 10 % de los obreros industriales vivían en los propios lugares de trabajo, y, los

dependientes de un comercio que habitaran en el local.

Las deficientes condiciones sanitarias tuvieron graves consecuencias. Buenos Aires fue el

escenario de varias epidemias que diezmaron su población. En 1868 estalló el cólera. La capacidad

hospitalaria en ese momento era mínima y con infraestructura deficiente. El doctor Guillermo

Rawson se refería a los hospitales como “cementerios para vivos”. En 1871 la epidemia fue de

fiebre amarilla que asoló la ciudad. Las autoridades dispusieron la creación de un nuevo

cementerio, el de Chacarita.

En 1883 se creó la asistencia pública por iniciativa del doctor Ramos Mejía. Durante ese año hubo

una nueva epidemia, en este caso de viruela. Entre Noviembre de 1886 y Abril de 1887 se produjo

nuevamente brote de cólera que obligó a instalar un servicio de cremación de cadáveres, que fue

transferido al cementerio de la Chacarita en 1905.

La situación se agravaba debido a la falta de control sanitario en el expendio de alimentos en un

momento en la que la mayor demanda producía, a falta de controles, numerosos casos de

adulteración. El presupuesto de los trabajadores no incluía gastos de salud, se calcula que un 60%

de los gastos familiares los insumían los alimentos, y 30% era consumido en el alquiler de la

vivienda.

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Un conjunto de médicos higienistas como Rawson o Ramos Mejía, proponían la creación de una red

de centros sociales. Estos médicos criticaron fuertemente la cantidad de personas que vivían por

habitación y llevaron adelante una política en pos del mejoramiento de las viviendas.

En 1891 se creó el departamento Nacional de Higiene que regía las actividades sanitarias hasta la

década del 40. Una mejora sanitaria de gran importancia se desarrolló entonces en la Capital

Federal. La mortalidad infantil en 1895 se redujo del 142 por mil en 1924 se redujo a 83%. En

cambio las provincias desconocían estos beneficios.

Para los trabajadores urbanos las jornadas de trabajo se extendían más allá de 12 horas diarias y

llegaban en algunos casos hasta las 18 horas diarias debido a que el pago se efectuaba “por hora” y

debido a lo reducido de la retribución por el trabajo realizado, la subsistencia exigía la extensión de

la jornada laboral, de la cual no se computaban las que llevaba limpiar o poner a punto la

maquinaria del taller. El contrato se hacía con la duración de un mes, de modo que la estabilidad

laboral era sumamente precaria en momentos de gran desocupación como las que se vivían. No hay

estadísticas muy fidedignas en cuanto al índice de delincuencia y suicidio producto de las

condiciones forzadas en que vivían las familias, pero si se sabe por relatos y testimonios, que estos

hechos se daban muy a menudo.

Antes de quedar fijo en un trabajo, debía el trabajador pasar por una prueba de seis meses durante el

cual se lo consideraba su aprendizaje y por el que no cobraba ningún tipo de salario. Este abuso

está fundado en la gran necesidad del trabajador y en el miedo del mismo a quedar desempleado.

Existían agencias de colocaciones para traficar con quienes no lograban ocuparse laboralmente. La

actividad de estas agencias cuyos dueños habitualmente pertenecían a la oligarquía Argentina, fue

denunciado al Departamento Nacional de Trabajo como “tráfico de cadetes”, sin éxito alguno. Estas

agencias operaban de la siguiente manera: primero le cobraban para buscarle trabajo al desocupado

generalmente hambriento, alrededor del precio de una semana de trabajo, y luego cuando le

conseguían algo, debían dejar una seña igual al monto anterior para retener la oportunidad y no

ofrecérsela a otro trabajador en la misma situación, y además, mientras duraba la relación laboral se

quedaba con un porcentaje de sus ingresos.

El descanso se extendía por espacio de diez minutos diarios, no existiendo en muchos casos

descanso en el día domingo. En caso de accidentes de trabajo, no recibían indemnización alguna, y,

con frecuencia, la pérdida del trabajo.

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El trabajador vivía en condiciones infrahumanas, solía dormir en sótano húmedos, sin ventilación

de ninguna clase, sin colchones y con lonas sucias, sin agua para lavarse y bañarse. El trabajo de

los menores era exactamente igual al de los adultos, peor remuneradas y frecuentemente

maltratados. Las mujeres por su lado trabajaban en peores condiciones que los hombres pero con

una remuneración aún más baja.

De los reglamentos de algunas fábricas y establecimientos podemos extractar algunas notas que,

consideramos, son fundamentales para comprender la situación laboral de un trabajador medio:

-Todo trabajador dejará como garantía de las herramientas que se le confieren, un depósito

equivalente al importe de 20 horas de trabajo.

-Queda terminantemente prohibido leer en el horario de trabajo.

-Queda totalmente prohibido encender las luces por las noches en las habitaciones de los obreros

para la prevención de posibles incendios.

-Queda prohibido fumar en las fábricas.

-Todo aquel que hiciese mal su trabajo, ya sea por un error u otro defecto, deberá pagar los daños

que ocasione.

-Quien hiciere trabajos ajenos a la empresa, deberá pagar la multa fijada por la misma.

-Quien desobedeciera una orden promoverá escándalo, por lo tanto, quedará automáticamente

expulsado.

-Será expulsado quien deje el trabajo sin concluir la labor encomendada por la empresa.

-Quien faltara dos días seguidos será expulsado.1

Ahora voy a transcribir otro artículo editado en el periódico “El Obrero” donde podemos apreciar

mediante un reglamento interno de un taller cuales eran las condiciones de opresión que vivían los

trabajadores del país aún huérfanos de Ley o proyectos de Ley que regularan la actividad laboral.

“El despotismo patronal – Sobre un reglamento de taller”

Agradecemos a un compañero el servicio de habernos proporcionado copia del reglamento de

carpintería metálica y aserradero de Antonio Zanotti. Este reglamento es tan característico para

hacernos conocer la situación de un trabajador en un país, que lo reproducimos:

1? Tachone/Delfico, Historia y Política en el sindicalismo Argentino, Tomo 1, página 85, Buenos Aires, Editorial Oriente,

1990.

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Todos los obreros deben respetar rigurosamente este reglamento.

Art. 1: Deberá levantar cada uno su medalla antes de penetrar al establecimiento y presentarla con

la tarjeta todas las veces que se le exijan.

Art. 2: Pasado 10 minutos de la hora fijada perderán un cuarto de día.

Art. 3: Todo aquel que no depositase se medalla al salir, ya sea al mediodía o a la tarde perderá un

cuarto de día.

Art. 4: Todo aquel que perdiera la medalla o tarjeta, será multado por primera vez con un peso.

Art. 5: Aquel que se fuese antes de la hora prescripta, le será detenido un día.

Art. 6: Es rigurosamente prohibido fumar bajo multa de 1 peso por la primera vez.

Art. 7: A cada oficial o peón que cortase madera sin haber avisado antes en el escritorio será

multado con 5 pesos por la primera vez.

Art.8: Es absolutamente prohibido hacer trabajos ajenos sin previo aviso.

Art. 9: No puede ningún oficial, trabaje el día o por pieza, abandonar su trabajo sin haberlo

concluido.

Art. 10: Todo aquel que faltara al contenido del art. 9 le será detenido el valor de una quincena, o

será expulsado.

Art. 11: Todo aquel que hiciese mal su trabajo, ya sea por error y otro defecto, deberá pagar la

madera y los daños que ocasione.

Art. 12: Quien promoviese escándalo en el establecimiento será inmediatamente expulsado.

Art. 13: Es absolutamente prohibido de recibir visitas en el establecimiento sin previo aviso.

Art. 14: Queda absolutamente prohibido de quedarse en el establecimiento durante las horas de

descanso.

Art. 15: Todo aquel que no respetase este reglamente será rigurosamente penado con una multa,

establecido por la dirección.

Las horas de trabajo son:

Entrada: 5:55 AM

Descanso: de 8:00 a 8:10

Salida: 11:00

Entrada: 12:30 PM

Descanso: 15:00 a 15:10

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Salida: 18:50 PM

La Dirección2

"Fábrica Dell’Acqua y Cía., de Chacarita: Trabajan algunos centenares de mujeres jóvenes y niñas

desde la más temprana edad. Al ingresar en el establecimiento las obreras deben dejar un depósito

en metálico que sirve para las multas que les fueron aplicadas; para gastos de médico que tuviera

que sufragar el patrón en caso de caer enfermas y como garantía para que no puedan abandonar el

trabajo sin previo aviso anticipado de ocho días, so pena de pérdida de la suma depositada"3.

No era mejor la situación en otras importantes localidades del país. En Rosario, el trabajo de la

refinería de azúcar presentaba el siguiente cuadro:

Trabajo: 12 horas diarias.

Consigna: Silencio absoluto. Trabajo no interrumpido.

Multa y despido a la menos falta.

Local: Antihigiénico. Humedad. Frío. Calor.

Sueldo: Mujeres $ 1,- por día.

Trabajo nocturno: 12 horas diarias. Igual trabajo4

La situación de la población nativa en el interior del país era aún mucho más tremenda. Bialet

Massé, en su famoso informe sobre "El estado de las clases obreras argentinas a comienzos del

siglo", señalaba:

"Cuando en las cumbres del Famatina he visto al peón de minas, cargando con 60 y más

kilogramos, deslizarse por las galerías de las minas, corriendo riesgos de todo género, en una

atmósfera de la mitad de la presión normal; cuando he visto en la ciudad de La Rioja al obrero,

ganando sólo 80 centavos, metido en la zanja estrecha de una cañería de aguas corrientes,

aguantando en sus espaldas un calor de 57 grados, a las dos de la tarde; cuando he visto a la

lavandera de Goya lavar la docena de ropa a 30 centavos, bajo un sol abrasador; cuando he visto

en todo el interior la explotación inicua del vale de proveeduría; cuando he visto en el Chaco

explotar al indio como bestia que no cuesta dinero, y cuando he podido comprobar, por mí mismo,

2 El Obrero Año 1 número 1 – 12 de diciembre de 1890 - El Obrero, selección de textos, páginas 87 – Víctor Costa – Biblioteca política Argentina 121 – CEAL 1986

3 "La protesta Humana" el 3-9-1899.Citado en ROTANDARO, Rubén - Op. Cit.4 "La protesta Humana" el 3-9-1899.Citado en ROTANDARO, Rubén - Op. Cit.

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los efectos de la ración insuficiente en la debilitación del sujeto y la degeneración de la raza, no

han podido menos que acudir a mi mente aquellas leyes tan previsoras d todos estos y otros

detalles que se han reproducido en cuanto se ha creído que faltaba el freno de la ley"5.

Hemos señalado ya, a comienzos del trabajo, la voluntad organizativa de la clase obrera que

reaccionó agrupándose, creando sus instituciones frente a las arbitrariedades d los patrones.

Ubicaremos a continuación las corrientes sindicales del período, fuertemente influidas por las ideas

entonces vigentes en Europa y que habían sido trasladadas a nuestros medios a través de la

inmigración.

4.-LOS SECTORES POPULARES RURALES

La Argentina entre 1880 y las vísperas de la guerra del 14, comparada consigo misma o con el resto

del mundo exhibe índices de crecimiento económico impresionantes. La Argentina económica se

orientó hacia las exportaciones aceptando el rol que le tocó en la división internacional del trabajo.

En un país donde predomina una estructura agro exportadora, sobre un modelo agro exportador que

se llevó adelante entre 1850 y 1930, implica un desarrollo de las actividades industriales para

sostener este modelo.

Algunos de los aspectos de la estructura interna de esta sociedad agroexportadora son:

a) Ocupación de nuevas áreas geográficas para el desarrollo de actividades agro exportadoras.

Se recurrió a una verdadera importación de mano de obra mediante un masivo proceso

inmigratorio proveniente principalmente de España e Italia.

b) Unificación del mercado interno que se realizó mediante el ferrocarril y con un trazado

estructural apropiado para la función agroexportadora, es decir destinado a sacar hacia los

puertos las materias primas de producción local e introducir en el mercado interno las

manufacturas provenientes de los centros industriales capitalistas. En el caso Argentino el

claro predominio del puerto de Buenos Aires dio al trazado del ferrocarril la forma de un

abanico con vértice en dicho puesto.

5 Bialet Masse Juan, Informe sobre el estado de la clase obrera, Buenos Aires, Editorial Hyspanoamerica, 1985,

(Trabajo publicado en 1904).

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c) El tráfico de ida y vuelta por vía marítima se hizo mediante la moderna navegación a motor,

Y cuando la naturaleza misma de la materia prima lo requirió se recurrió a innovaciones

tecnológicas como la refrigeración de las carnes.

Este período de la economía Argentina (1850-1930) tuvo dos etapas que se han denominado

1) El ciclo de la lana

2) El ciclo de la carne y los cereales

El período que corresponde a la década del 80 pertenece al ciclo de las carnes y los cereales.

Hasta aquí los aspectos coyunturales de la economía, veamos los aspectos sociales. Un conflicto

que llamó la atención sobre la situación laboral del campo se produjo en 1912 en la zona cerealera

de Santa Fe y fue conocido como el “Grito de Alcorta”. La disputa se estableció entre terratenientes

y arrendatarios agrícolas. El Grito de Alcorta, denominado así por la colonia agrícola donde se

inició el movimiento en Junio de 1912, se inscribe en los procesos que anteriormente

describiéramos acerca de la estructura de la tenencia de la tierra agrícola pampeana. En el sur de

Santa Fe y en la provincia de venta a los colonos. Entre1895 y 1914 el porcentaje de explotaciones

trabajadas por arrendatarios creció en Santa Fe de un 38% al 69%.

Un arrendatario es un empresario agrícola en estado embrionario, no es un obrero que trabaja por un

jornal, sino que invierte en una explotación que debe asegurarle cierta acumulación. Al iniciarse la

década del 1910, una serie de factores coyunturales, malas cosechas, caída de precios, aumento de

cánones de arrendamientos, se conjugó con condiciones contractuales opresivas. Esta combinación

ponía en peligro las posibilidades de acumular, contradiciendo las expectativas económicas de los

arrendatarios. Los chacareros se movilizaron para reclamar cambios en las condiciones de los

contratos en distintas colonias de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires. Se unieron en la Federación

Agraria Argentina, y el movimiento alcanzó cielo éxito pues muchos propietarios modificaron los

contratos y contaron con el favor del gobierno provincial que estaba en manos de la UCR. Mejores

cosechas y precios más favorables ayudaron a la resolución del conflicto.

Otro de los aspectos que debemos considerar es el estado y las condiciones de trabajo y explotación

de los trabajadores rurales, para ello podemos tomar documentos y artículos de la época sobre unos

relevamientos que se realizaron en obrajes yerbataleros:

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El ministro del interior, doctor Miguel S. Ortiz, al responder a la interpelación, después de resaltar

que ni Bialet Massé ni Alsina se habían ocupado en sus libros de la situación de los obreros en el

Alto Paraná, se refirió a la inspección realizada en el año 1912 y a la de Nicklison.

(…) Una síntesis del problema del punto de vista exclusivamente obrero, permite puntualizar la

situación en las siguientes conclusiones:

1- El sistema de conchabo es pésimo. Los intermediarios de Posadas buscan antes que nada,

un lucro o ganancia. Por lo general se valen de medios ilícitos. Engañan a veces al

obrero sobre el lugar del destino, sobre el salario y sobre las restantes condiciones. El

anticipo es la forma que se usa como cebo para atraer al obrero…una parte de dicho

anticipo se entrega en mercaderías que el conchabador vende a precios elevados, la parte

que se entrega en efectivo es consumida casi siempre en alcohol y otros vicios.

2- El transporte hacia el lugar de trabajo es más que deficiente. Los peones carecen a bordo

de las comodidades más indispensables…

3- Las remuneraciones o salarios son bajos, no solo en relación a la clase de trabajo que el

obrero realiza sino también de escaso poder adquisitivo que el dinero tiene allí debido al

alto precio de los productos que se venden.

4- El obrero soporta los precios de los almacenes de los obrajes. No habiendo otras casas de

comercio no puede solo proveerse en ella…

5- Faltan en varios obrajes los medios preventivos y curativos…la ignorancia de los obreros,

el descuido de los patrones y el alejamiento de los centros urbanos contribuye a que

cuando el trabajador busca en la medicina un remedio para sus males, sea tarde.

6- En lo que concierne al régimen general de trabajo…El maquinismo que ahorra esfuerzos

no ha llegado a estos lugares solo en su forma más elemental…la remuneración por pieza

o a destajo tiene que resultar insuficiente. Cuando más se empeña el trabajador para

obtenerla, más penosa resulta su labor.

Respecto a la declaración hecha por malos tratos a los obreros, ante el juzgado de paz en

Posadas, en os obrajes de Puerto Segundo, dice el señor Nickilson que esta se cumplió

estrictamente con las obligaciones contraídas con estos obreros, y que los malos tratos a que

ellos se refieren, han sido reducidos porque no quisieron cumplir sus compromisos en las

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condiciones y por el tiempo convenido, pretendiendo además que no se les descontase el 15%

mensual durante los primeros tres meses establecido en el contrato…6

“…Cuando por cualquier razón, generalmente por haber recibido una paliza, el peón huía del

obraje, era cazado en el monte a balazos o a lazo por la policía como un delincuente peligroso

y entregado nuevamente al patrón, para que lo hiciera continuar trabajando en su provecho”7

Ya promediando el siglo XX aparecen las primeras leyes obreras, pero cuando se legisló se excluyó

el trabajador rural de sus previsiones. Recién con la sanción de la ley 12.789, del año 1942,

denominada "estatuto de los conchabadores", aparece la primera regulación del trabajo rural en la

Argentina.

Durante el gobierno del Gral.Roca en el año 1904 se encarga a Juan Bialet Massé un informe sobre

el estado de la clase trabajadora, que lo presenta luego de recorrer toda la República, se refiere en

particular a la situación de estos trabajadores del interior del país, en una descarnada descripción de

la inhumana situación de los mismos a principios del siglo XX.

De tal manera que la primera disposición legal sobre el trabajo rural, e inicio de sanción de distintos

estatutos que contemplan las modalidades del trabajo, es el denominado "estatuto de los

conchabadores" del año 1942, que comprende a una categoría especial de trabajadores rurales, que

en la época de la zafra azucarera debían trasladarse a sus lugares de trabajo, que incorporaba ciertas

exigencias en cuanto a la contratación, transporte, etc.

De esta manera, como hemos advertido, la situación del trabajador rural constituía una forma

disimulada de esclavitud, con .total inestabilidad en el trabajo, bajos salarios: 20 o 30 pesos

mensuales, trato autoritario y paternalista, discriminatorio; con características semi-feudales. El

informe Bialet Massé de principios de siglo así lo describe, como así también en las discusiones

parlamentarias, con graves informes de Alfredo Palacios. Estallan graves conflictos rurales, entre

los cuales cabe señalar la huelga de los peones de Santa Cruz, en los años 20, que concluyen con el

fusilamiento de cientos de trabajadores en la llamada “Patagonia Trágica”.

Durante el primer gobierno de Perón se sanciona el decreto 28.169, ratificado por ley 12.921,

denominado " Estatuto del Peón de campo".

6 El régimen de los obrajes en Misiones. En la Prensa 12/06/1914

7 El régimen de los obrajes en Misiones. En la Prensa 12/06/1914

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Se inicia así un nuevo proceso, y la injerencia del Estado Nacional en cuestiones laborales.

Dos fueron los instrumentos de política socio-económica del gobierno de Juan Domingo Perón en el

ámbito de las relaciones laborales en el campo:

a) La ley de arrendamientos y aparcería rurales, que modifica las relaciones entre propietarios y

arrendatarios y aparceros

b) La sanción del Estatuto del Peón de campo en 1944, y la posterior ley 13.020, de protección al

trabajador de cosecha y obrero de temporada.

Múltiples reacciones provoca esta sanción del Estatuto del Peón de campo. Clima pre-electoral, y

fuerte resistencia de sectores políticos y patronales, como así también la acción de la opositora

Unión democrática.

El estatuto del peón de campo fue un hecho histórico, con una fuerza inaudita, que señala el

comienzo de la protección legal del trabajador rural.

Perón consideró este Estatuto como una de las realizaciones más importantes de su gobierno en

materia social, y luego de manifestar su solidaridad con los trabajadores rurales, formuló un abierto

desafío a los empleadores rurales.

El Estatuto tenía como temas prioritarios: la defensa del salario del peón, y la estabilidad del

trabajador. Disponía además:

a) la inembargabilidad de los salarios

b) pago en moneda nacional

c) no podían hacerse deducciones o retenciones

d) salarios mínimos de acuerdo a tablas anexas

e) descansos obligatorios

f) alojamiento en mínimas condiciones de higiene

g) buena alimentación

h) provisión de ropa de trabajo

i) asistencia médico-farmaceutica

j) vacaciones pagas

k) estabilidad laboral, imposibilidad de despido sin justa causa

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l) autoridad de aplicación el Ministerio de Trabajo y Previsión, con instancia conciliatoria

obligatoria;

Como complemento de esta ley, en setiembre de 1947 se sanciona la ley 13.020. Esta ley

reglamenta el trabajo de cosecha, en cuanto trabajador jornalizado o a destajo se refiere, fijando un

mínimo inderogable, ya que sus disposiciones son de orden público.

La ley 13.020 crea un organismo nacional, dentro de la órbita del Ministerio de trabajo y previsión,

como ente paritario, la Comisión Nacional de Trabajo Agrario, y comisiones paritarias locales. La

primera está presidida por un funcionario del Ministerio, y con representantes del estado, de los

obreros y de los patrones. Las comisiones paritarias fijaban las condiciones de trabajo y jornadas, y

la forma de integrar los equipos y cuadrillas, y fijar la asistencia sanitaria, alimentación y vivienda.

Se dictan así resoluciones que tienen vigencia nacional, por zonas de producción y por tipos de

producción, en cuanto a: alimentación, alojamiento, higiene, primeros auxilios, trabajo familiar,

disciplina de trabajo, tareas prohibidas, horario de trabajo, garantía de trabajo, etc.

Ambas leyes, el Estatuto del Peón de Campo y el de cosecha, son derogados por la ley de facto

22.248 del año 1980, sancionada durante la sangrienta dictadura militar de los años 1976-1983.

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HISTORIA DE LA SEGURIDAD E HIGIENE EN ARGENTINA

Si bien no son muchos los antecedentes conocidos sobre trabajos de prevención en la seguridad en

nuestro país, todo recae sobre la creación y participación en nuestra sociedad de los sindicatos.

Los mismos iniciaron sus actividades a partir de 1857, pero su mayor auge fue para los años 1880 a

1914, donde 3 de cada 10 personas que vivían en Argentina eran inmigrantes.

Fue así, que estos trabajadores se aunaron para luchar juntos contra las condiciones de trabajo hostil

y de explotación que eran moneda corriente para esa época. También reclamaban la cantidad de

horas de la jornada laboral, mejoras saláriales, condiciones sanitarias optimas y la existencia de

medidas de seguridad.

Con el correr de los años, estas agrupaciones sindicales fueron adoptando distintas denominaciones

como Federación de Trabajadores Argentinos (FTA).

Posteriormente, adoptó denominaciones como Confederación Argentina de los Trabajadores,

Central Argentina de los Trabajadores, Confederación Argentina de Trabajadores, 62

Organizaciones, etc. aunque las más recientes volcaban sus intereses mayormente en la política.

Así y todo, el sindicalismo argentino en los comienzos de siglo fue ampliamente reconocido en toda

América y en el resto del mundo por bregar por los verdaderos intereses de los trabajadores, que son

la humanización del trabajo.

A partir de la realización de la primera huelga general en 1902, la elite dirigente profundizó

decididamente su perfil represivo hacia el movimiento obrero. Esta nueva actitud del Estado se

expresaba, principalmente, a través de la sanción de la Ley de Residencia ese mismo año. Además,

mediante sucesivas declaraciones de estado de sitio, y constantes persecuciones policiales que

restringieron sensiblemente la actividad de los dirigentes gremiales. En forma paralela, el poder

político también desarrollaba una estrategia preventiva e integracionista frente al movimiento

obrero. (1) Sin duda, la iniciativa más importante en ese sentido fue la elaboración de un Proyecto

de Código de Trabajo impulsado por el entonces Ministro del Interior Joaquín V. González, y

presentado para su discusión en el Congreso el 6 de mayo de 1904. (2)

Pese a que nunca fue aprobado, este proyecto constituyó el punto de partida de la legislación laboral

en el país. En efecto, esta primera iniciativa inspiró la sanción posterior de alguna legislación sobre

condiciones de trabajo y la creación en 1907 del Departamento Nacional del Trabajo. De esta

manera, los sectores dirigentes intentaban contener y encauzar las diferentes expresiones de

conflictividad en el ámbito laboral, en el inicio de un período que presagiaba una gran agitación

social.

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En cuanto al contenido del Proyecto, otorgaba algunas de las reivindicaciones más sentidas por los

trabajadores -entre otras, fijaba la jornada de ocho horas diarias de trabajo-, aunque en su articulado

prevalecía un espíritu fuertemente restrictivo de la actividad sindical. A pesar del alcance muy

limitado de estas reformas, que no lograban disimular el contenido todavía predominantemente

represivo de la acción gubernamental frente al movimiento obrero, comenzaban a expresar el inicio

de un cambio de perspectiva en cuanto a la resolución de la cuestión social.

En efecto, el desarrollo de la política preventiva expresaba el comienzo de un replanteo por parte de

un sector de la elite dirigente, de la visión liberal más ortodoxa, que había prevalecido en las

décadas anteriores. De acuerdo con lo afirmado por Juan Suriano, esta perspectiva se había

manifestado en el predominio de una actitud prescindente frente a los conflictos originados en el

mundo del trabajo y, al mismo tiempo, en un perfil decididamente represivo cuando estos conflictos

alteraban el orden público. Precisamente, la realización de la primera Huelga General en 1902,

marcó el punto de partida en el desarrollo de la estrategia preventiva, que irá ganando crecientes

niveles de consenso en los sectores dirigentes, como política complementaria al desarrollo

sistemático de acciones represivas. Asimismo, la implementación de la estrategia dual se basó en

un criterio selectivo en cuanto a sus destinatarios. (3) Por una parte, la vía represiva destinada a los

sectores más contestatarios dentro del movimiento obrero, encarnados en el anarquismo.

Los dirigentes que integraban esta corriente ideológica, lograron un lugar hegemónico en la

conducción del movimiento obrero en la primera década del siglo XX. Desde la conducción de la

FORA del V Congreso, sostuvieron una estrategia gremial que privilegiaba la práctica de la huelga

general, con perspectivas insurreccionales.

Por otra parte, la actitud preventiva se dirigía, fundamentalmente, a los sectores más próximos al

socialismo, cuyos dirigentes defendían un perfil gradualista y, en esta medida, más legalista, que se

expresaba en una doble estrategia. (4) En primer lugar, la construcción de un partido político que

representara los intereses de la clase trabajadora en el Congreso, con el objetivo de sancionar leyes

laborales que beneficiaran la emancipación del proletariado. En segundo lugar, defendían la

organización sindical, pero rechazaban la práctica de la huelga general con objetivos

revolucionarios. Creían en las huelgas parciales, reivindicativas, exentas del contenido

esencialmente disruptivo propiciado por el anarquismo.

En el campo socialista se produjeron arduas discusiones acerca de la posición a adoptar como

respuesta a la intención gubernamental de sancionar el Código González.

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Estas discusiones expresaban una agudización de las tensiones, motivadas por la coexistencia de

diferentes criterios tácticos y estratégicos en el seno del Partido. Es entonces, cuando comienza a

cobrar fuerza un sector crítico de la conducción justista, que con el correr de los meses se irá

identificando con las ideas Sindicalistas Revolucionarias desarrolladas en Europa. Las discusiones

entre ambos sectores, planteaban contradicciones profundas. En realidad, frente a la postura

favorable –aunque con algunas reservas- de la mayoría partidaria, en relación a la aceptación del

mencionado Proyecto; quienes comenzaban a identificarse con el ideario Sindicalista, manifestaron

un abierto rechazo a esta iniciativa y, en sentido más general, a la posibilidad de que el Estado

intervenga en cuestiones relacionadas con el mundo del trabajo. Estas diferencias se intensificaron

algunos años después, provocando hacia 1906 la expulsión de este sector crítico del seno del

Partido. Una vez convertidos en corriente ideológica autónoma, comenzaron a recorrer un camino

ascendente, que los conducirá a mediados de la segunda década a una posición de liderazgo en el

plano gremial. (5)

3. El “Proyecto González”.

En las últimas décadas del siglo XIX, la creciente incorporación de mano de obra a través del

proceso inmigratorio –con características de masividad en el caso argentino-, constituyó uno de los

pilares esenciales que sustentaron el desarrollo del modelo económico agro-exportador. El fuerte

impacto de este proceso, planteó a los sectores dirigentes nuevos desafíos, ligados a la necesidad de

diseñar mecanismos de intervención social que fueran capaces de dar respuesta a las diferentes

problemáticas surgidas como resultado del predominio de relaciones capitalistas de producción.

El desarrollo de ideas filantrópicas encuentra un marco propicio en este proceso de modernización.

En los sectores dominantes, ligados al aparato del Estado, comienza a prevalecer una nueva visión

que pondrá el acento en la importancia económica de la población. (6) De acuerdo con lo afirmado

por Ricardo González, la creciente preponderancia de estas ideas, en detrimento del modelo

caritativo, planteó profundas modificaciones en los modos de pensar la ayuda a los sectores más

necesitados. Tal como lo expresara: Cambió no sólo el carácter de los méritos requeridos para

recibir ayuda sino también la prioridad de ésta –antes a mujeres y a niños que a ancianos y a

enfermos crónicos- y su naturaleza: consejos antes que donativos (éstos últimos, si los había,

eran utilizados sólo como un medio para poder ejercer alguna influencia moralizadora sobre los

pobres). (7)

Precisamente, en este nuevo esquema, la asistencia social comienza a diferenciarse de la represión;

y la intencionalidad moralizadora y preventiva inspirará el diseño de los diferentes mecanismos de

Page 15: Taller Final de La Carrera (2) Condiciones de Vida y de Trabajo de Los Sectores Urbanos y Rurales

intervención social destinados a evitar la “degradación” de los sectores populares, tanto en la esfera

pública como privada. (8)

Como correlato de estas modificaciones, en el ámbito estatal existirá una mayor preocupación por el

necesario ejercicio de una función tutelar, que se expresará en mayores niveles de control social. Es

en este contexto donde aparecen las primeras preocupaciones por el trabajo femenino e infantil. Sin

embargo, el inicio del nuevo siglo marcará una nueva etapa en el abordaje de esta problemática, en

la medida en que se incorpora su tratamiento en el primer proyecto de Código de Trabajo que se

elabora en el país hacia el año 1904.

Aunque finalmente no es aprobado, las principales enunciaciones referidas al trabajo femenino,

constituirán una fuente de inspiración para la elaboración y aprobación posterior de la primera ley

que regulaba el trabajo de mujeres y menores en 1907, reglamentada al año siguiente.

Este primer proyecto de codificación de la legislación obrera, fue la expresión del sector más

reformista dentro de la elite dirigente, que propiciaba un tratamiento alternativo a la represión

sistemática frente a los conflictos obreros. Se intentaba así, resguardar el normal funcionamiento de

la economía agro-exportadora, evitando la realización de posibles huelgas generales que

significaran como en 1902, la paralización del comercio de exportación.

Es así que en el Mensaje Preliminar del mencionado Proyecto aparece como una cuestión bastante

recurrente en sus enunciados, la necesidad de alcanzar la armonía entre el trabajo y el capital. De

acuerdo con esta intención, se apuntaba a la defensa de la función regulatoria del Estado en

cuestiones atinentes al mundo del trabajo, con el objetivo prioritario de prevenir el conflicto social.

En relación al trabajo femenino abordamos, en primer lugar, algunos de los enunciados presentes en

el texto del Mensaje de Presentación, en la medida en que en la exposición de motivos, el legislador

hizo explícitos aspectos valorativos relevantes para comprender su perspectiva sobre la temática en

cuestión. Mientras que en el análisis del Código de 1921, nos circunscribimos al contenido

específico del capítulo referido al trabajo femenino, habida cuenta que en el Mensaje de

Presentación, se enunciaron objetivos generales, no explicitando los motivos que orientaron el

tratamiento particular de las leyes incluidas en el Proyecto.

Específicamente, en relación al trabajo de mujeres y menores, en el Mensaje de presentación del

proyecto, Joaquín V. González señalaba, entre otras consideraciones, lo siguiente: Ni la jornada de

trabajo normal, ni la intensidad del esfuerzo, ni las circunstancias de lugar y tiempo, ó relativas á

moralidad, autorizan á colocar á la mujer y al niño en el mismo nivel que al hombre maduro.

Sería pueril detenerse á demostrar estas afirmaciones, cuando no hay más que una sola opinión,

Page 16: Taller Final de La Carrera (2) Condiciones de Vida y de Trabajo de Los Sectores Urbanos y Rurales

un solo anhelo en el mundo civilizado, a favor de un ordenamiento más racional del trabajo de

estos dos agentes de producción.” (9)

Con un lenguaje contundente, que no dejaba resquicio para la duda, el legislador equiparaba la

situación de la mujer adulta a la del menor, dejándola entonces, en condición de inferioridad

respecto de los trabajadores masculinos adultos, en el momento de definir su participación en el

mercado laboral. De acuerdo con esta visión, resultaba indispensable la reglamentación con el

objeto de “proteger” a la mujer, cuando tuviera la “necesidad” de realizar tareas fuera de su hogar.

Siguiendo con esta línea argumentativa, afirmaba: Si para los adultos en la república puede ser

acaso discutible la aplicación general de la jornada de ocho horas, no puede serlo para la mujer,

no sólo por su constitución física y su destino en la procreación, sino por su papel en la familia

del obrero, base indispensable de su elevación social y moral. La mujer debe tener menos horas

de taller y más horas de hogar, y esta limitación se resolverá en beneficios públicos de la mayor

importancia. (10)

Específicamente, en el Título VIII del Proyecto, referido al trabajo de los menores y las mujeres, se

reglamentaba la jornada de ocho horas para las mujeres adultas, con algunas excepciones para los

menores, según las edades y las categorías ocupacionales existentes en diversas regiones del país.

(11) Además, para las mujeres embarazadas, se establecía un descanso completo con percepción de

remuneración, durante veinte días antes del parto, y cuarenta días post-parto. (12) Por último, en

cuanto al descanso dominical, el art. 162 del Proyecto mencionaba explícitamente a las mujeres y a

los menores de 16 años, en el ejercicio pleno de este derecho. (13)

Fundamentando esta visión en el rol gravitante que debían desempeñar las mujeres en el ámbito del

hogar, el legislador priorizaba la función procreadora y reproductora de la fuerza de trabajo, como

una actividad excluyentemente femenina. De esta manera, basándose en razones biológicas y

morales, colocaba a la mujer en una situación de “incapacidad” relativa para el trabajo extra-

doméstico.

El análisis de esta perspectiva, permite reconocer algunos de los aspectos centrales de la

argumentación del legislador en esta materia, que serán fuente de inspiración para iniciativas

posteriores. En efecto, el capítulo que regulaba el trabajo de mujeres y menores presente en el

Proyecto, constituirá un antecedente directo para la elaboración en 1907 de la ley 5291 referida a

esta materia, por iniciativa del entonces diputado socialista Alfredo Palacios. En esta nueva

legislación, se retomarán los lineamientos básicos presentes en el Proyecto González, con algunas

modificaciones. Entre otras, se regulaban condiciones mínimas de seguridad y salubridad en los

Page 17: Taller Final de La Carrera (2) Condiciones de Vida y de Trabajo de Los Sectores Urbanos y Rurales

lugares de trabajo, insistiendo en la necesidad de proveer sillas cuando fuera factible que realizaran

tareas sentadas, atendiendo a la preservación de su salud. (14)

Asimismo, tanto para los menores como para las mujeres adultas, se detallaban un conjunto de

tareas en las que podían ser empleados. En el decreto reglamentario de 1908, se precisaban

taxativamente las actividades que estarían prohibidas para ambos, así como las penalidades en caso

de infracción.

Resulta evidente que esta intencionalidad “protectora” destinada a mujeres trabajadoras adultas

operaba, además, como un mecanismo legal de exclusión y discriminación laboral, promoviendo

una situación de desventaja en las condiciones de inserción en el mercado laboral. Salvo contadas

excepciones, a lo largo de estos años prevalece tanto en los sectores dominantes como en la opinión

pública mayoritaria – incluido el movimiento obrero- una concepción que considera el trabajo

femenino como un “mal necesario”, inevitable en algunos casos específicos. (15) Por tanto, con el

objetivo de preservar la salud física y moral de las mujeres, cuya función esencial debía relacionarse

con las tareas domésticas -que tenían como cometido central la procreación y reproducción de la

futura fuerza de trabajo-, era competencia del Estado regular las condiciones en que las trabajadoras

desarrollaban sus actividades en la esfera extra-doméstica.

Posteriormente, también a partir de un proyecto de Alfredo Palacios de 1906, se sancionará en 1924

la ley 11.317, que regirá en reemplazo de la anterior normativa. Entre otras cuestiones, se ratificaba

la jornada de 8 horas, se confirmaba la obligatoriedad del descanso dominical y del “sábado inglés”.

Además, se prohibía el despido por embarazo, correspondiendo una indemnización en caso de

despido sin causa justificada. Por último, se agregaban 45 días de licencia por embarazo, en la etapa

pre-parto, además de los 60 días post-parto vigentes ya en la ley anterior. (16) De acuerdo con lo

afirmado en el trabajo de Wainerman y Navarro, estos principios generales regirán sin

modificaciones importantes en cuanto a la protección paternalista del trabajo femenino, hasta la

promulgación de la ley 20.744 de Contrato de Trabajo en 1974. (17)

4. El proyecto de 1921: rupturas y continuidades

La derrota de la huelga general del Centenario señala el límite de la estrategia insurreccional. La

sanción de la Ley de Defensa Social al mes siguiente de realizada la huelga, desató una fuerte

represión estatal sobre vastos sectores del movimiento obrero, provocando una notable retracción de

las acciones reivindicativas. No sólo el anarquismo, también el Sindicalismo Revolucionario, y la

clase trabajadora en general sufrió el impacto de la política represiva.

Page 18: Taller Final de La Carrera (2) Condiciones de Vida y de Trabajo de Los Sectores Urbanos y Rurales

Dos años después, la vigencia de la Ley Sáenz Peña, introducía un cambio decisivo en el

funcionamiento del sistema político. Se comenzaba a garantizar desde el Estado –a través del

sufragio secreto y obligatorio- una ampliación de la participación política de importantes sectores

sociales, excluidos hasta ese momento por las prácticas fraudulentas prevalecientes en el régimen

oligárquico. Precisamente, este nuevo escenario fue un terreno propicio para la sanción de nuevas

leyes laborales.

Aproximadamente a partir del año 1913, se inicia una etapa de crisis económica profunda,

acompañada por un aumento considerable de la desocupación, que alcanza niveles de masividad

inéditos hasta entonces. Creemos que la conjunción de estos dos factores, reforma política y crisis

económica, contribuyeron a promover una decidida acentuación del perfil intervencionista del

Estado frente a los problemas que se producían en el ámbito laboral. (18)

En forma contemporánea a estos acontecimientos, comienza a percibirse un cambio en las prácticas

gremiales, por parte de sectores claves en la estructura productiva, liderados por dirigentes de

extracción Sindicalista. A partir de la segunda década, fue creciendo su importancia en el

movimiento obrero, en forma paralela al inicio del declive gradual que comienza a experimentar el

anarquismo.

En 1915, logran conquistar la conducción de la Federación Obrera de la Región Argentina

(F.O.R.A.) –central sindical hegemonizada por el anarquismo hasta ese momento-, en vísperas de la

realización de su IX Congreso. Desde este lugar, sus dirigentes se convirtieron en los principales

protagonistas del nuevo tipo de vinculación que inaugura el gobierno de Yrigoyen con el

movimiento obrero.

Estrechamente relacionado con este proceso se hallaba el surgimiento de las primeras federaciones

nacionales por rama de actividad, particularmente, en el sector servicios, con los gremios que

nucleaban a marítimos y ferroviarios. Precisamente, tanto la Federación Obrera Marítima (FOM)

como la Federación Obrera Ferrocarrilera (FOF) - gremios estratégicos en el aparato productivo

característico del modelo agro-exportador-, estaban afiliadas a la F.O.R.A. Sindicalista,

participando activamente en el desarrollo de las nuevas prácticas gremiales que comenzaban a

prevalecer. Estas federaciones tenían la capacidad potencial de paralizar la economía agro-

exportadora. Su acción conjunta, se convertía en una poderosa arma de presión que abría las puertas

de la Casa de Gobierno.

Estos cambios parecían corresponderse también con algunas modificaciones en la praxis de la

dirigencia Sindicalista durante la segunda década. En forma gradual abandonan su actitud

confrontacionista inicial, privilegiando un perfil más gradualista y pragmático que evolucionaría

Page 19: Taller Final de La Carrera (2) Condiciones de Vida y de Trabajo de Los Sectores Urbanos y Rurales

hacia la aceptación de la mesa de negociaciones. Por otra parte, el rol crecientemente

intervencionista que el Estado comienza a desarrollar a partir de la segunda década, tornaba más

contradictorio el antiestatismo defendido por el Sindicalismo en su etapa originaria.

Como hemos señalado en otro trabajo, pierde importancia la concepción de la huelga general como

arma privilegiada de los trabajadores. (19) El fortalecimiento de la organización sindical, se

constituye en el centro de sus preocupaciones. La acción directa no persigue fines insurreccionales

–como sigue siendo el caso de la mayoría de los anarquistas-, sino reivindicativos inmediatos.

Abren un mayor espacio a la negociación y a la aceptación del arbitraje. Esta evolución parecía

corresponderse con los requerimientos del nuevo tipo de sindicalismo que comenzaba a prevalecer.

Sin embargo, a pesar de estos reacomodamientos tácticos mantuvieron en su discurso político, una

decidida postura antiestatista y anticapitalista, que comenzaba a contrastar fuertemente con su

actitud creciente pragmática y negociadora.

El aspecto más novedoso de la nueva vinculación Estado-sindicatos desarrollada por el gobierno de

Yrigoyen se expresó, fundamentalmente, en el inicio de las prácticas arbitrales con carácter

sistemático, propiciadas desde el Estado, que en más de una ocasión favorecieron a los gremios del

transporte, conducidos por dirigentes Sindicalistas. (20)

Como sostiene David Rock, la búsqueda de apoyo obrero por parte del radicalismo, privilegió un

acercamiento con la mencionada corriente Sindicalista, entre otras razones, por su intención de

contrarrestar el avance electoral del Partido Socialista en la Capital Federal.

Sin embargo, esta convergencia táctica radical-Sindicalista, tuvo dos momentos de ruptura, en

oportunidad de los sucesos violentos de la Semana Trágica y de la rebelión de los obreros

patagónicos. De todas maneras, estos hechos aparecen como relativamente aislados, habida cuenta

que prevaleció una intencionalidad integracionista del poder político hacia el movimiento obrero.

No parece casual, entonces, que la nueva iniciativa de codificación propiciada por este gobierno –

como ya había ocurrido con el Proyecto González-, surja como respuesta a fuertes conmociones

sociales. (21)

En cuanto al contenido del mencionado Proyecto de Código, se incorpora la legislación vigente

hasta ese momento, con algunas innovaciones. El trabajo femenino aparece regulado en el Título

VI, Capítulos I y II, a (22) A pesar de que en esta nueva iniciativa legislativa, recibe un tratamiento

particular, nuevamente el examen de los contenidos, permite reconocer ciertas semejanzas con las

prescripciones establecidas para el trabajo de menores. Efectivamente, en el Capítulo II, donde se

establecen disposiciones para la Capital Federal, se enumera una larga lista de actividades

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industriales y otras, prohibidas por ser insalubres, peligrosas, o porque dañan su moral, que

coincide en buena medida con la enunciación de prohibiciones para el trabajo de menores. (23)

Asimismo, en el primer artículo (nº 99) de la ley, se enfatizaba en la necesidad de regular el trabajo

industrial y comercial desarrollado por mujeres, de acuerdo con normas que salvaguarden su

moralidad, seguridad y su salud. (24) Nuevamente, el lenguaje del legislador establece ciertas

excepciones, que permiten inferir una intencionalidad de protección legislativa, frente a un sujeto

de derechos que parece mostrar ciertas fragilidades particulares.

En consonancia con esta visión, observamos que una cantidad importante de los artículos incluidos

en la ley, están destinados a preservar a la mujer durante el embarazo.

En primer término, ampliaba el plazo de la licencia, incorporando 45 días de descanso en la etapa

pre-parto. En segundo lugar, creaba un seguro de maternidad, cuyo fondo de indemnizaciones por

parto, sería administrado por el Departamento Nacional de Trabajo.

Este fondo se constituiría con aportes del tesoro nacional, contribuciones patronales y donaciones

de terceros. (25)

Finalmente, se prescribían otras dos normativas de excepción que planteaban importantes

diferencias con lo regulado para el trabajo masculino. En efecto, por un lado, en el artículo 101, se

establecía que: “Todas las mujeres que trabajen tendrán derecho a un descanso de dos horas

continuadas entre la jornada de la mañana y la jornada de la tarde”. (26)

Por el otro, en el artículo 107 se planteaba con carácter obligatorio: “En cada sala de las tiendas,

almacenes, mercerías, casas de moda y demás establecimientos comerciales destinados a la venta,

o exposición al público de mercaderías y otros objetos, deberá haber en cada una de sus

secciones un número de asientos con respaldos o sillas igual al número de las dos terceras partes

del personal femenino allí ocupado.” Esta prescripción se complementaba con el artículo 109,

donde se afirmaba que: “Toda empleada u obrera tendrá derecho a utilizar un asiento mientras

no lo impida su ocupación.” (27)

La decisión del legislador de señalar diferencias importantes con respecto al trabajo masculino,

planteaba verdaderos privilegios para la época, confirmando su intencionalidad protectora frente a

las mujeres trabajadoras, en la medida en que eran percibidas como seres con inferioridades físicas

y espirituales. Por tanto, frente a la necesidad inevitable del trabajo femenino extra-doméstico –por

tratarse de solteras, viudas o mujeres casadas cuyos ingresos del cónyuge fueran insuficientes-,

aparece la función protectora de la legislación, orientada a preservarla en su función principal, la

reproducción biológica y social de la fuerza de trabajo. Tal como lo expresan Wainerman y

Navarro: “La mujer casada, por ser gestora y responsable de la salud física y moral de las

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generaciones futuras, demanda especial protección. La mujer es vista esencialmente como

progenitora, de allí que la legislación laboral femenina sea esencialmente eugenésica.” (28)

Es necesario señalar también que la vigencia efectiva de las excepciones planteadas por el

legislador para el trabajo femenino -tanto en relación a las contribuciones patronales destinadas al

fondo indemnizatorio para el parto, como a la obligatoriedad del descanso de dos horas entre el

turno de la mañana y la tarde, entre otras-, habrían fomentado muy probablemente situaciones

discriminatorias para la mujer, en cuanto a sus posibilidades de inserción en el mercado laboral.

Esta no es una cuestión menor, habida cuenta que en futuras coyunturas de crisis, como la registrada

a partir de los años 29/30, se incorporará en la preocupación de algunos legisladores, además de la

razones eugenésicas, el temor de que la creciente participación femenina en el trabajo

extradoméstico, produjera una tendencia al descenso de los salarios y al aumento del desempleo

masculino. (29)

A modo de reflexión final, del análisis de la propuesta del Dr. Unsain en relación al trabajo

femenino, a pesar de haber sido tratado en un capítulo específico, y presentar algunas innovaciones

respecto del Código González, no se vislumbra una orientación filosófica o intencionalidad

particular que presente rasgos marcadamente distintivos de la experiencia anterior.

En otro orden de preocupaciones, pensamos que el hilo conductor que permitió unificar criterios y

establecer los consensos necesarios entre legisladores y especialistas de diferente extracción

ideológica y política –liberales reformistas, socialistas, anarquistas, católicos sociales, entre otros-

habría encontrado su punto de partida en el sistema de dominación patriarcal, no cuestionado, al

menos explícitamente, por ninguno de estos sectores.

Page 22: Taller Final de La Carrera (2) Condiciones de Vida y de Trabajo de Los Sectores Urbanos y Rurales

Notas

(1) SURIANO, Juan, “El Estado Argentino frente a los trabajadores urbanos: política social y

represión (1880-1916)”, en Anuario nº 14, Escuela de Historia. Facultad de Humanidades y Artes.

Universidad Nacional de Rosario. Segunda Epoca, 1989-90, págs. 109 a 136.

(2) El texto completo del Mensaje Preliminar y del Proyecto de Ley Nacional del Trabajo puede

consultarse en: CARBONELL, Cayetano, Orden y Trabajo, 2 vols., Librería Nacional J. Lajouanne

y Cía. Libreros Editores, Bs.As., 1910. En cuanto a versiones comentadas y contemporáneas a la

elaboración del Proyecto, puede consultarse: INGENIEROS, José, Sociología Argentina, ed.

Hyspamércia, quinta edición, Bs.As., 1988, Cap.V, “Socialismo y legislación del trabajo”, págs.

137 a 194; GALVEZ, Manuel, La inseguridad de la vida obrera (Informe sobre el paro

forzoso), en Boletín del Departamento Nacional del Trabajo, nro. 22, febrero de 1913.

(3) SURIANO, J...., op.cit.

(4) FALCON, Ricardo, “Izquierdas, régimen político, cuestión étnica y cuestión social en

Argentina (1890-1912)”, en Anuario nº 12, Escuela de Historia. Facultad de Humanidades y Artes.

Universidad Nacional de Rosario. Segunda Epoca, 1986-87, págs. 365 a 389.

(5) En un trabajo anterior analizamos algunos ejes de debate entre socialistas y Sindicalistas en

relación al Proyecto González. Ver: BERTOLO, Maricel, Una propuesta gremial alternativa: el

sindicalismo revolucionario (1904-1916), Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, nº 442,

1993, págs. 25 a 33.

(6) GONZALEZ, Ricardo, “Caridad y filantropía en la ciudad de Buenos Aires durante la

segunda mitad del siglo XIX”, en BARRAN, ARMUS, LANGDOM y otros. Sectores populares y

vida urbana, CLACSO, Bs. As., 1984, pág. 255.

(7) Ibidem, págs. 255 y 256.

(8) Ibidem, pág. 256.

(9)CARBONELL, C., op.cit., págs. 241 y 242 (sic).

Page 23: Taller Final de La Carrera (2) Condiciones de Vida y de Trabajo de Los Sectores Urbanos y Rurales

(10) Ibidem, pág. 242.

(11) En el art. 178 del Proyecto (Título VIII), en lo relativo a jornada de trabajo para menores y

mujeres, la normativa remitía a la reglamentación contenida en el Título VI referido a: “Duración y

suspensión del trabajo”, donde se establecía para los obreros masculinos adultos una jornada

máxima de trabajo semanal de cuarenta y ocho horas, aunque con excepciones, y para los jóvenes

de 16 a 18 años, de cuarenta y dos horas, Ver Ibidem, págs. 304 y 315.

(12) Ver arts. 187, 188 y 189 en Ibidem, pág. 316.

(13) Ver art. 162 en Ibidem, pág. 309.

(14) El texto completo de la ley y su decreto reglamentario pueden encontrarse en: Boletín del

Departamento Nacional del Trabajo (BDNT), nº 4, marzo de 1908.

(15) Un análisis sobre algunos de los sectores que dentro del movimiento obrero anarquista y

socialista defendían una concepción diferente en relación al trabajo femenino -en tanto era

considerado como una instancia de emancipación-, puede encontrarse en FALCON, Ricardo, El

mundo del trabajo urbano (1890-1914), CEAL, Bs. As., 1986, Cap. II: “El trabajo femenino e

infantil”, pág. 43. Específicamente sobre sectores ligados al socialismo también puede consultarse

el trabajo de: WAINERMAN, Catalina y NAVARRO, Marysa, “El trabajo de la mujer en la

Argentina: un análisis preliminar de las ideas dominantes en las primeras décadas del siglo XX”,

CENEP, Nº 7, 1979.

(16) El texto completo de esta ley y el decreto reglamentario vigente para Capital Federal pueden

consultarse en: MORET, Carlos (H), Leyes del trabajo, Ed. “La Vanguardia”, 6º edición, Bs. As.,

(sin datos sobre año de publicación), págs. 127 a 132.

(17) WAINERMAN, Catalina y NAVARRO, Marysa, op.cit.

(18)BERTOLO, Maricel, Estado y movimiento obrero frente al problema de la desocupación

(1914-1917), en rev. Avances del Cesor, Fac. de Humanidades y Artes – U.N.R., 1999, págs.65 a

78.

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(19) BERTOLO, Maricel, El sindicalismo revolucionario y el Estado (1904-1922), en rev.

Cuadernos del Ciesal, nº 1, 1993; y El sindicalismo revolucionario y el primer gobierno radical,

comunicación presentada en las Cuartas Jornadas Inter-Escuelas de Historia, Universidad

Nacional de Mar del Plata, octubre de 1993.

(20) ROCK, David, El radicalismo argentino, 1890-1930, Amorrortu, Bs.As., 1977, págs. 134 a

137.

(21) FALCON, Ricardo, La relación Estado-sindicatos en la política laboral del primer

gobierno de Hipólito Yrigoyen, en rev. Estudios Sociales, Año VI, nº 10, Santa Fe, Rep. Arg.,

1996.

(22) El contenido completo de este proyecto puede consultarse en: BDNT, nº 48, noviembre de

1921. Título VI, Cap. I y II, págs. 28 a 32.

(23) Ibidem, págs. 25 a 27 y 29 a 32.

(24) Ibidem, pág. 28.

(25) Ibidem, art. 110, pág. 29.

(26) Ibidem, art. 101, pág. 28.

(27) Ibidem, arts. 107 y 109, pág. 29.

(28) WAINERMAN, C. y NAVARRO, M., op. cit.., pág. 20.

(29) Ibidem, págs. 28 y 29.