tapatío 15 de octubre

2
Fundadores • Jesús Álvarez del Castillo V. • Jorge Álvarez del Castillo Z. • Editor-Director • Carlos Álvarez del Castillo G. Supervisor: Aimeé Muñiz / [email protected] Sábado 15 de octubre de 2011 PÁGINA ?-? Aunque la plaza del Expiatorio per- dió hace varios años su jardín, se con- serva como un espacio de folclor, con antojitos para saborear de día y de no- che, una amplia explanada para correr y hasta andar en bici y múltiples bancas para ver la vida pasar siempre y cuando no llueva. 19:00 horas La lluvia comienza, cae apacible pe- ro continua, ya ha tomado ritmo. Sopla un aire fresco, amable, los árboles reci- ben el conjunto gustosos, parecen con- tentos, además no comparten la plaza con nadie, prácticamente están solos. Los comerciantes y peatones que en ese momento transitaban el área, se resguardan dónde pueden. La paletería está abarrotada y no precisamente de clientes, afuera y a un costado está un carrito de hot-dogs, sus dueños se pre- vinieron y alcanzaron a instalar una lo- na gris sobre su vendimia, la sujetaron en árboles y una cabina de teléfono, así que la lluvia no les molesta; la falta de clientes probablemente sí. A unos seis metros, las mujeres que asan y cuecen elotes para vender bata- llan para proteger su mercancía y man- tenerse secas ellas también, la estructu- ra armada con tubos de metal y con una lona azul sobre ellas parece no ser sufi- ciente para cubrirlas… el viento mece el toldo, mientras ellas esperan que la llu- via termine pronto. En esos techos provisionales se re- fugian los comerciantes y algunos pa- seantes, el vapor de las ollas se escapa y se disuelve rápidamente en las ráfagas de aire. La plaza está vacía. Pero al áni- mo no decae, se escucha el agua golpear el suelo, el cielo crujir y una canción de Britney Spears en versión remix, corte- sía del puesto de “dogos”. Salen del templo dos mujeres cu- briéndose con grandes arreglos de ro- sas blancas, probablemente de alguna boda que los llevó ahí quizá el pasado fin de semana, pasan entre ambos pues- tos bajo la lluvia. “¡Bravo! ¡Viva la novia!” gritan, aplauden y chiflan los comerciantes mi- rando a las mujeres que caminan sor- teando los charcos y se alejan, una ha- ciendo gestos y la otra riendo por el chascarrillo colectivo. Sale una más “ahí va otra novia, ¡bravo!”, le aplauden a la desorientada chica que seguro no esperaba tal reacción de los desconoci- dos, sigue su paso. 19:15 horas Suenan sutilmente un par de cam- panas del templo, que en ese momento derrama chorros de agua desde sus de- sagües en el techo. El viento sopla vio- lento, las lonas se quieren desprender. En el puesto de elotes un joven sujeta su protección vacilante mientras otra chi- ca tira el agua que se acumuló en ésta para sujetarla mejor. Cruje el cielo gris, el agua cae en forma de líneas diagonales; el viento se torna feroz. Nadie transita por la plaza, sólo vehículos alrededor de ella. Los co- merciantes esperan sentados escu- chando pop, ahora suena Adele, tam- bién en versión remix. La lluvia comienza a agotarse, aun- que el viento sigue complicando su estan- cia a los eloteros, ahora se lleva la tapa de plástico con la que cubren la olla: “¡Có- rrele Ariel!”, ordena la mujer al niño. Poco a poco reinicia el tránsito pea- tonal, la gente comienza a aparecer, ya se ven algunos cruzando la plaza aun con una sutil cortina de lluvia que no cesa. Ahora salen de misa, o quizá sólo del refugio que les proporcionó el tem- plo, cualquiera que haya sido el moti- vo son pocos los que se incorporan al tránsito peatonal. Todavía no se sacia el cielo, así que los transeúntes tienen que protegerse y para ello hace uso de su creatividad… 19:30 horas Un hombre joven, moreno, no muy alto pasa frente al templo envuelto de pies a cabeza con una enorme bolsa negra su- jeta a su cuerpo gracias a trozos de cinta canela. Se acerca uno más en bicicleta cu- briéndose con un plástico traslúcido des- de el asiento a la cabeza. La lluvia cesa al fin, sólo se siente una sutil brisa. Los comerciantes arre- glan sus puestos, sus techos y barren el agua para recibir a los que siguen en el templo, ya casi termina la misa. Se acer- can más ambulantes, otro puesto de elo- tes hace competencia y una chica en silla de ruedas exhibe sus alhajas en una ban- ca, se alistan para la jornada nocturna. Una joven no se quiso arriesgar- se a mojar su calzado, o a enfermarse por el agua, camina con precaución por la plaza luciendo un audaz estilo en sus zapatos envueltos en bolsas ne- gras de plástico. La plaza comienza a tomar color otra vez; aunque ya oscurece el comer- cio se reactiva, la gente comienza a apa- recer, los novios ríen, los policías vigi- lan, los ancianos caminan, unos buscan rumbo, refugio… otros sólo van de pa- so, no se detienen. 19:45 horas Un hombre toma un carrito del sú- per que tenía ya un rato allí, “hasta ma- ñana” dice a la mujer de los elotes. “Has- ta mañana, señor”, se despide ella, mientras él se aleja y se pierde en la os- curidad de la calle, quizá esperando que mañana sea un día mejor. EL INFORMADOR • M. FREYRÍA Historias Crónicas paralelas Múltiples formas de ver, sentir y vivir la misma tarde en dos paisajes de la ciudad Un día cualquiera, Escorza y Madero • Aunque las tiendas y restaurantes son el gran atractivo de Plaza Andares, así como la momentánea sensación de estar en una ciudad de primer mundo, hay quienes encuentran en este sitio la sorpresa con elementos menos costosos y más simples. En los límites de Guadalajara y Za- popan está Plaza Andares, con un dise- ño arquitectónico vanguardista que le permite ser comparada con uno de esos “malls” de un país de primer mundo, donde los pantalones cuestan desde 500 hasta cinco mil pesos, los helados llegan a tener un precio de 52 pesos y los cafés alcanzan los 65 pesos. 19:00 horas Son las siete de la tarde y un des- file de modas canino acaba de con- cluir. La gente despeja el área donde se llevó a cabo. Caminan por los pasi- llos de Andares, ven la ropa deporti- va, zapatos, ropa interior, bolsos, len- tes oscuros, entre otros artículos que se exhiben en los aparadores y esca- parates de las tiendas. Las ramas de los árboles comien- zan a moverse porque el viento cada vez sopla más fuerte. Una mujer vestida de negro se frota los brazos para calentar- los un poco, voltea a ver el cielo que ha perdido su color azul. A lo lejos se escu- cha a una chica gritarle a sus amigos: “¡Ya vámonos, va a llover!” Del otro lado tres mujeres juegan con cinco niños sobre un tapete de co- lores, todos sentados en el piso. Al centro de la plaza hay una fuente de donde sale un chorro de agua que al- canza una altura de casi dos metros y otros chorritos de unos 50 centíme- tros que rodean al mayor. Un niño de aproximadamente un año y medio se acerca a la fuente y trata de tocar el agua. La gente voltea a verlo. Su ma- dre lo sube a la carriola, el pequeño re- chaza el acto y se baja corriendo ha- cia la fuente otra vez, para tocar el agua que brota del suelo. En pocos minutos el niño se vuelve el centro de la atención. La gente que pasa por el lugar detiene su andar para sacar su teléfono móvil y tomarle foto- grafías. El chico de cabello rubio y tez blanca con un tono rosado, trata de ta- par los chorritos con los guaraches que trae puestos, se inclina para “agarrar” el agua, antes de que ésta se vuelva a meter al suelo. Cuando vuelve a brotar del piso agacha su cabeza, abre la boca e intenta tomar un poco. Parece no im- portarle tener la ropa mojada al igual que la cara y el cabello, él continúa di- virtiéndose en el agua. 19:15 horas Después de 15 minutos la gente que estaba en el desfile de moda cani- na sigue pasando con sus perros. La mayoría de las personas camina con una mirada fresca, no se lucen cansa- dos como los rostros de otros indivi- duos que se pueden ver en diversos puntos de la ciudad a la misma hora, cuando un gran sector de la población regresa a sus casas luego de terminar un día de trabajo. A esa hora también hombres y mujeres, jóvenes y adultos salen de las tiendas cargando bolsas grabadas con el nombre del comercio o de las marcas de los artículos que aca- ban de adquirir. Un grupo de chavos vestidos al estilo hipster, aprovechan las ofertas que hay en una conocida tienda de ropa de origen español. 19:30 horas El reloj marca las siete y media de la tarde… una tarde que comienza a convertirse en noche. La gente pasea por la plaza con helados, cafés y frapuc- cinos en mano. La gente revisa sus no- tas al salir de las tiendas. Las mujeres lucen collares, pulseras, anillos, relo- jes. Visten pantalón, vestido, zapatos de tacón, huaraches y zapatos de piso. En uno de los extremos de la plaza, al centro, hay mesas con 48 sillas, pero sólo 14 personas las ocupan. En una de ellas una señora sorbe, toma café, cie- rra sus ojos y sopla, quizá no calculó lo caliente del líquido. Su compañera, quien viste un chal de color lila que cu- bre su pecho y parte de su cuello, toma con el tenedor un pedazo de pastel. La otra mujer toma entre sus dedos un ci- garro muy delgado para darle a su café la perfecta compañía… al menos para aquellos que disfrutan del tabaco. 19:45 horas Las luces de los pasillos comienzan a encenderse, en tanto que la mayoría de los locales del centro comercial ya han llenado de luz sus interiores. La música de las tiendas se escucha en los pasillos y se mezcla con las voces y gri- tos de niños y adultos. El viento ha dejado regados en el suelo de los pasillos, los pétalos de las flores que adornan los jardines artifi- ciales de la plaza, en los que se pue- den observar plantas en distintas to- nalidades de verde, con cascadas que salen de piedras negras y cuadradas, y con estanques donde habitan peces de color naranja. Tres minutos antes de las 20:00 ho- ras, ya casi sin la luz del Sol en el am- biente, suena un trueno en el cielo y se ve un relámpago. Los niños gritan al es- cucharlo: “¡Aaahhh!”. Las gotas que empezaron a caer del cielo se intensifi- can. Los pequeños, de la mano de sus padres (algunos), salen corriendo del área de juegos infantiles de la plaza. A una de las madres se le atora su zapato que tiene un pequeño tacón. Se detiene a ponérselo a un costado de un letreo que está sobre el piso con una leyenda que dice: “Prohibido entrar con taco- nes”. Tal vez no lo vio. De repente se escuchan más true- nos. La lluvia empieza a hacer charcos en la parte central de la plaza. Algunos aceleran el paso para bajar por las es- caleras eléctricas al estacionamiento, mientras otros se refugian en la parte techada y aprovechan para fumar un ci- garro mientras pasa la lluvia. La lluvia ha llegado, la fiesta –pare- ce– que ya se terminó. El mismo día, Avenida Patria EL INFORMADOR • F. RAMÍREZ • En el día es un espacio de descanso, un paraje o un mirador con vista al mítico templo Expiatorio; por la noche es escenario de un sinfín de espectáculos, tan culturales como sencillos. No es lo mismo una plaza que otra en esta ciudad de Guadalajara y su zona conurbada. Las historias que se ciñen en estos sitios a veces ni siquiera se rozan, aunque a veces sean las mismas razones las que lleven a sus ocupantes pasajeros a esos lugares. Aquí, una muestra con dos caras: Expiatorio y Andares.

description

tapatío 15 de octubre

Transcript of tapatío 15 de octubre

Page 1: tapatío 15 de octubre

Fundadores • Jesús Álvarez del Castillo V. • Jorge Álvarez del Castillo Z. • Editor-Director • Carlos Álvarez del Castillo G.

Supervisor: Aimeé Muñiz / [email protected]

Sábado 15 de octubre de 2011 PÁGINA ?-?

Aunque laplazadelExpiatorioper-dió hace varios años su jardín, se con-serva como un espacio de folclor, conantojitos para saborear de día y de no-che, una amplia explanada para correry hasta andar en bici y múltiples bancaspara ver la vida pasar siempre y cuandono llueva.

19:00 horas

La lluvia comienza, cae apacible pe-ro continua, ya ha tomado ritmo. Soplaun aire fresco, amable, los árboles reci-ben el conjunto gustosos, parecen con-tentos, además no comparten la plazacon nadie, prácticamente están solos.

Los comerciantes y peatones queen ese momento transitaban el área, seresguardan dónde pueden. La paleteríaestá abarrotada y no precisamente declientes, afuera y a un costado está uncarrito de hot-dogs, sus dueños se pre-vinieron y alcanzaron a instalar una lo-na gris sobre su vendimia, la sujetaronen árboles y una cabina de teléfono, asíque la lluvia no les molesta; la falta declientes probablemente sí.

A unos seis metros, las mujeres queasan y cuecen elotes para vender bata-llan para proteger su mercancía y man-tenerse secas ellas también, la estructu-ra armada con tubos de metal y con unalona azul sobre ellas parece no ser sufi-ciente para cubrirlas… el viento mece eltoldo, mientras ellas esperan que la llu-via termine pronto.

En esos techos provisionales se re-fugian los comerciantes y algunos pa-seantes, el vapor de las ollas se escapa yse disuelve rápidamente en las ráfagasde aire. La plaza está vacía. Pero al áni-monodecae, seescuchaelaguagolpearel suelo, el cielo crujir y una canción deBritney Spears en versión remix, corte-sía del puesto de “dogos”.

Salen del templo dos mujeres cu-briéndose con grandes arreglos de ro-sas blancas, probablemente de algunaboda que los llevó ahí quizá el pasadofin de semana, pasan entre ambos pues-tos bajo la lluvia.

“¡Bravo! ¡Viva la novia!” gritan,aplauden y chiflan los comerciantes mi-rando a las mujeres que caminan sor-teando los charcos y se alejan, una ha-ciendo gestos y la otra riendo por elchascarrillo colectivo. Sale una más“ahí va otra novia, ¡bravo!”, le aplaudena la desorientada chica que seguro noesperaba tal reacción de los desconoci-dos, sigue su paso.

19:15 horas

Suenan sutilmente un par de cam-panas del templo, que en ese momentoderrama chorros de agua desde sus de-sagües en el techo. El viento sopla vio-lento, las lonas se quieren desprender.En el puesto de elotes un joven sujeta suprotección vacilante mientras otra chi-ca tira el agua que se acumuló en éstapara sujetarla mejor.

Cruje el cielo gris, el agua cae enforma de líneas diagonales; el viento setorna feroz. Nadie transita por la plaza,sólo vehículos alrededor de ella. Los co-merciantes esperan sentados escu-chando pop, ahora suena Adele, tam-bién en versión remix.

La lluvia comienza a agotarse, aun-queelvientosiguecomplicandosuestan-ciaa loseloteros,ahorase lleva la tapadeplástico con la que cubren la olla: “¡Có-rrele Ariel!”, ordena la mujer al niño.

Poco a poco reinicia el tránsito pea-tonal, lagentecomienzaaaparecer,yaseven algunos cruzando la plaza aun conuna sutil cortina de lluvia que no cesa.

Ahora salen de misa, o quizá sólodel refugio que les proporcionó el tem-plo, cualquiera que haya sido el moti-vo son pocos los que se incorporan altránsito peatonal. Todavía no se saciael cielo, así que los transeúntes tienenque protegerse y para ello hace uso desu creatividad…

19:30 horas

Un hombre joven, moreno, no muyaltopasafrentealtemploenvueltodepiesa cabeza con una enorme bolsa negra su-

jeta a su cuerpo gracias a trozos de cintacanela.Seacercaunomásenbicicletacu-briéndose con un plástico traslúcido des-de el asiento a la cabeza.

La lluvia cesa al fin, sólo se sienteuna sutil brisa. Los comerciantes arre-glan sus puestos, sus techos y barren elagua para recibir a los que siguen en eltemplo, ya casi termina la misa. Se acer-can más ambulantes, otro puesto de elo-tes hace competencia y una chica en sillade ruedas exhibe sus alhajas en una ban-ca, se alistan para la jornada nocturna.

Una joven no se quiso arriesgar-se a mojar su calzado, o a enfermarsepor el agua, camina con precauciónpor la plaza luciendo un audaz estiloen sus zapatos envueltos en bolsas ne-gras de plástico.

La plaza comienza a tomar colorotra vez; aunque ya oscurece el comer-cio se reactiva, la gente comienza a apa-recer, los novios ríen, los policías vigi-lan, los ancianos caminan, unos buscanrumbo, refugio… otros sólo van de pa-so, no se detienen.

19:45 horas

Un hombre toma un carrito del sú-per que tenía ya un rato allí, “hasta ma-ñana”dicea lamujerde loselotes. “Has-ta mañana, señor”, se despide ella,mientras él se aleja y se pierde en la os-curidad de la calle, quizá esperando quemañana sea un día mejor.

ELIN

FOR

MAD

OR

•M

.FR

EYR

ÍA

Historias

Crónicasparalelas

Múltiples formas de ver, sentir y vivir la mismatarde en dos paisajes de la ciudad

Un día cualquiera,Escorza y Madero

• Aunque las tiendas y restaurantes son el gran atractivo de Plaza Andares, así como la momentánea sensación de estar enuna ciudad de primer mundo, hay quienes encuentran en este sitio la sorpresa con elementos menos costosos y más simples.

En los límites de Guadalajara y Za-popan está Plaza Andares, con un dise-ño arquitectónico vanguardista que lepermite ser comparada con uno de esos“malls” de un país de primer mundo,donde los pantalones cuestan desde500 hasta cinco mil pesos, los heladosllegan a tener un precio de 52 pesos ylos cafés alcanzan los 65 pesos.

19:00 horas

Son las siete de la tarde y un des-file de modas canino acaba de con-cluir. La gente despeja el área dondese llevó a cabo. Caminan por los pasi-llos de Andares, ven la ropa deporti-va, zapatos, ropa interior, bolsos, len-tes oscuros, entre otros artículos quese exhiben en los aparadores y esca-parates de las tiendas.

Las ramas de los árboles comien-zanamoverseporqueelvientocadavezsopla más fuerte. Una mujer vestida denegro se frota los brazos para calentar-los un poco, voltea a ver el cielo que haperdido su color azul. A lo lejos se escu-cha a una chica gritarle a sus amigos:“¡Ya vámonos, va a llover!”

Del otro lado tres mujeres juegancon cinco niños sobre un tapete de co-lores, todos sentados en el piso. Alcentro de la plaza hay una fuente dedonde sale un chorro de agua que al-canza una altura de casi dos metros yotros chorritos de unos 50 centíme-tros que rodean al mayor. Un niño deaproximadamente un año y medio seacerca a la fuente y trata de tocar elagua. La gente voltea a verlo. Su ma-dre lo sube a la carriola, el pequeño re-chaza el acto y se baja corriendo ha-cia la fuente otra vez, para tocar elagua que brota del suelo.

En pocos minutos el niño se vuelveel centro de la atención. La gente quepasa por el lugar detiene su andar parasacar su teléfono móvil y tomarle foto-grafías. El chico de cabello rubio y tezblanca con un tono rosado, trata de ta-par los chorritos con los guaraches quetrae puestos, se inclina para “agarrar”el agua, antes de que ésta se vuelva ameter al suelo. Cuando vuelve a brotardel piso agacha su cabeza, abre la bocae intenta tomar un poco. Parece no im-portarle tener la ropa mojada al igualque la cara y el cabello, él continúa di-virtiéndose en el agua.

19:15 horas

Después de 15 minutos la genteque estaba en el desfile de moda cani-na sigue pasando con sus perros. Lamayoría de las personas camina conuna mirada fresca, no se lucen cansa-dos como los rostros de otros indivi-duos que se pueden ver en diversospuntos de la ciudad a la misma hora,cuando un gran sector de la poblaciónregresa a sus casas luego de terminarun día de trabajo. A esa hora tambiénhombres y mujeres, jóvenes y adultossalen de las tiendas cargando bolsas

grabadas con el nombre del comercioo de las marcas de los artículos que aca-ban de adquirir. Un grupo de chavosvestidos al estilo hipster, aprovechanlas ofertas que hay en una conocidatienda de ropa de origen español.

19:30 horas

El reloj marca las siete y media dela tarde… una tarde que comienza aconvertirse en noche. La gente paseapor laplazaconhelados, cafésy frapuc-cinos en mano. La gente revisa sus no-tas al salir de las tiendas. Las mujereslucen collares, pulseras, anillos, relo-jes.Vistenpantalón,vestido,zapatosdetacón, huaraches y zapatos de piso.

En uno de los extremos de la plaza,al centro, hay mesas con 48 sillas, perosólo 14 personas las ocupan. En una deellas una señora sorbe, toma café, cie-rra sus ojos y sopla, quizá no calculó localiente del líquido. Su compañera,quien viste un chal de color lila que cu-bre su pecho y parte de su cuello, tomacon el tenedor un pedazo de pastel. Laotra mujer toma entre sus dedos un ci-garro muy delgado para darle a su caféla perfecta compañía… al menos paraaquellos que disfrutan del tabaco.

19:45 horas

Laslucesdelospasilloscomienzana encenderse, en tanto que la mayoríade los locales del centro comercial yahan llenado de luz sus interiores. Lamúsica de las tiendas se escucha en lospasillos y se mezcla con las voces y gri-tos de niños y adultos.

El viento ha dejado regados en elsuelo de los pasillos, los pétalos de lasflores que adornan los jardines artifi-ciales de la plaza, en los que se pue-den observar plantas en distintas to-nalidades de verde, con cascadas quesalen de piedras negras y cuadradas,y con estanques donde habitan pecesde color naranja.

Tres minutos antes de las 20:00 ho-ras, ya casi sin la luz del Sol en el am-biente, suena un trueno en el cielo y seve un relámpago. Los niños gritan al es-cucharlo: “¡Aaahhh!”. Las gotas queempezaron a caer del cielo se intensifi-can. Los pequeños, de la mano de suspadres (algunos), salen corriendo delárea de juegos infantiles de la plaza. Auna de las madres se le atora su zapatoque tiene un pequeño tacón. Se detienea ponérselo a un costado de un letreoque está sobre el piso con una leyendaque dice: “Prohibido entrar con taco-nes”. Tal vez no lo vio.

De repente se escuchan más true-nos. La lluvia empieza a hacer charcosen la parte central de la plaza. Algunosaceleran el paso para bajar por las es-caleras eléctricas al estacionamiento,mientras otros se refugian en la partetechadayaprovechanpara fumarunci-garro mientras pasa la lluvia.

La lluvia ha llegado, la fiesta –pare-ce– que ya se terminó.

El mismo día, Avenida Patria

ELIN

FOR

MAD

OR

•F.

RAM

ÍREZ

• En el día es un espacio de descanso, un paraje o un mirador con vista al mítico templo Expiatorio; por la noche es escenariode un sinfín de espectáculos, tan culturales como sencillos.

No es lo mismo una plaza que otraen esta ciudad de Guadalajara y su zonaconurbada. Las historias que se ciñen enestos sitios a veces ni siquiera se rozan,

aunque a veces sean las mismas razoneslas que lleven a sus ocupantes pasajerosaesoslugares.Aquí,unamuestracondoscaras: Expiatorio y Andares.

Page 2: tapatío 15 de octubre

EL INFORMADOR

TAPATÍOSábado 15 de octubre de 2011 PÁGINA ?-?

Diario de un espectador

Días de agua y grises desfilan. Elmorro inmenso del ciclón se recargacontra la ciudad. Empuja, cerca, sitia.Con el filo mellado de sus aguas tallaedificios y árboles, pule incansable-mente el cielo invisible. El jardín enreposorecibeloscaudales,conducelaabundancia hacia los aljibes queafrontarán luego la sequía. El siseo delos coches sobre las calles empapadasimprime una nota distinta en el cua-derno pautado de los días. Un ostina-to que acompaña las horas, que alar-ga la espera, tarde en la noche.Después, como si nada, amanece unclaro Sol y las ramas encorvadas delluvia comienzan su lenta traslaciónrumbo al buen tiempo. Los albañiles,silenciosamente idos durante el tem-poral, regresan con voces y tonadas.

**Alfonso Gutiérrez Hermosillo,

poeta,dramaturgo,ensayistay traduc-tor, murió muy joven. Nació en Gua-dalajara en 1905 y murió en México en1935, sin haber cumplido los 30 años.Alcanzó a dejar una estela de deslum-bramientos, de amistades que le fue-ron fieles a través de los años. Miem-bro destacado de la generación que seagrupó en torno de la revista BanderadeProvincias, supoesíaevolucionórá-pidamente y apuntaba hacia unainsólita originalidad. Muy meritoria-mente, Luis Alberto Navarro preparóy anotó su Poesía reunida, publicadarecientemente por la Secretaría deCultura de Jalisco. Dice Navarro: “Po-cos autores pueden, en ráfaga, dejaruna estela de unos cuantos libros yquedar suspendidos –por siempre– enla palabra poética. Breve su vida y suobra, Gutiérrez Hermosillo encarnacon Ramón López Velarde, una estirpedepoetasmuertosenla florde lavida”.Un repaso de las dedicatorias de supoemario Tratados de un bien difícil,retrata a una generación y enlista par-te de la nómina de las amistades queGutiérrez Hermosillo tenía el don deconcitar: José Martínez Sotomayor,Eduardo Villaseñor, Emmanuel Pala-cios, Manuel Martínez Valadéz, Enri-que Martínez Ulloa, Agustín Yáñez,Genaro Estrada, Antonio Gómez Ro-bledo, José Arriola Adame, EfraínGonzález Luna, Xavier Villaurrutia…Para Yáñez fue, por ejemplo, este

Tratado de la amistad

El amor que contiene no procuraceñirse las bondades en su frenteno es goce suyo sino el afluenteser y el hacer pequeña su figura.

Y cuando por hacer mejor apurael vaso y, fervoroso recipiente,guarda aromas sedantes, es la fuenteque hará brotar de sí gracia futura.

El tiempo aliado, la distancia amigason clima para aquel que se depuracomoelgranoqueestáhechoyaespiga.

Como la espiga desmayada apurael viento móvil, la amistad que ligabebe el gozo feliz de un agua oscura.

Quizá unas líneas de un poemaanterior, de 1926, pudieran haber sidoelprogramadeamistadygenerosidad–y también de fiero orgullo– que lue-goensu trayectobreveharía inolvida-ble al poeta:

Y así que la ternura se me sale de losojos,canto porque en mi vida todo será detodos,aunque sólo los vientos repitan micanción.

**Más de la Colección Jumex en el

Hospicio Cabañas. La manera en quelas salas ordenadas, los patios quietosque se enlazan unos a otros reciben aestareunióndeobrasquehablandelosagitados aires que corren en el artecontemporáneo. Una pieza de GabrielKuri, colgada en lo alto de un muro: untablero para apuntar la comida del díaen alguna fonda; a un lado, las inten-ciones, enfrente los deseos. Un vaivénentre las líneasde la realidadqueesca-pa. Se llama Quick Standards.

**De las postales. Cinco delgadas

imágenes de una exposición vista yahaceañosenelGrandPalais.Enlapri-mera, la frente arrugada de un artesa-no se inclina sobre la labor mientrasun niño alumbra la escena con una ve-la cuyo humo apenas se adivina. En lasegunda, un joven oye la buenaventu-ra y su mirada perpleja oscila entre eldesengaño y la ilusión. Luego la Mag-dalena, perfil justo, pelo recogido, mi-ra arder la lumbre mientras tal vez ar-da ella. Después una señora, inmersaen una partida de cartas, sorprende altramposo en su juego de manos, conlos ojos incrédulos de la víctima atra-pada. La quinta imagen es otra vez laprimera: el niño mira al padre afanar-se en su oficio, algo que quiere pre-guntar tiembla en sus labios; sabe yaquizás algo de su destino. Por ahoramira y calla, asombrado y feliz mien-tras la luz brilla en su cara. San Josécarpintero prosigue en sus trabajos.

Georges de La Tour es el autorde estas obras. Vivió de 1593 a 1652.Dedicó su vida a retratar la luz y susartificios.

**Adam Cohen, hijo de Leonard, di-

ce que tardó mucho tiempo en encon-trarsuvoz.Prontocumplirá40años.Lalargasombradelpadrelocubrió,locon-fundió y tal vez lo iluminó. Historia mi-lenaria, parece. En youtube hay un pardecancionesenlasqueunaceñidaban-da lo acompaña. Toca en Los Ángeles,en el Hotel Café. Durante una de esasinterpretaciones la cámara realiza unlento paneo por la audiencia. Una mu-chacha en el chelo hace coros y Adamrasguea una guitarra que se adivina yaveterana; la imagenesoscura, lascabe-zas de la gente en el público se muevenrítmicamente. Como al pasar, el lentecapta brevemente a un espectador sen-tado solo en su mesa, moviendo la ca-beza con contenida aprobación: es elpadre, Leonard Cohen.

POR JUAN PALOMAR ([email protected])

por: Eduardo Escoto

Un punto recurrente cuando seaborda la apreciación de la música nue-va es el de la honestidad del compositor,que debería sustentar su trabajo con losrecursos de una buena preparación paraevitar que términos como experimenta-ción, vanguardia, disonancia o atonali-dad no sean sino meros pretextos paraexponer ante el público obras huecas,áridas, carentes inclusive de una finali-dad. Por eso resulta interesante conocerla labor de jóvenes talentos locales quese encuentran iniciando sus carreras,conscientes de los obstáculos que ha-brán de enfrentar para darse a la búsque-da de sus objetivos artísticos. Tal es el ca-so de Arturo Arvizu (Guadalajara, 1985).

En su caso, su primer contacto conla música lo tiene en casa. “Mi papá esmúsico de folclor y por eso la músicasiempre ha estado ahí. Más de uno en lafamilia tocaba, componía canciones; yode niño jugaba con mi hermana a impro-visar, a los 15 años aprendí a tocar la gui-tarra y empecé a buscar música que mellenara, algo diferente que no encontra-ba y me nació la idea de crearla yo”. Fueasí como ingresó a la Escuela de Músicade la Universidad de Guadalajara(UdeG), donde tras concluir los estudiosde grado medio sólo le falta un año paraacabar la licenciatura en composición.

Los estudios que realiza le permitendarse cuenta de las verdaderas implica-ciones del acto de la creación musical.Señala en este sentido que “la gente yhasta losmúsicossuelentratara loscom-positores no como a profesionales, sinocomo a personas que hacen una activi-dad porque tienen una facilidad, porque

se les ocurre”. Esto, aunado al uso que enel medio de la música comercial se hacede este término, ha terminado por volvervano su significado.

Para Arvizu, el trabajo de los compo-sitores mexicanos ha resultado una graninfluencia. Tal es el caso de Mario Lavistao del jalisciense Manuel Cerda, entreotros. “Los admiro muchísimo –señala–,tienen obras llenas de técnica pero quecantan porque tienen espíritu”. Este pun-to resulta importante, sobre todo hablan-do de la música nueva, donde parece olvi-darse en ocasiones la prioridad quedebería tener este hecho en el fenómenoestético,porquelatécnicasepuedeadqui-rir, pero hay que saber emplearla para in-fundir vida a una obra musical.

Todos estos elementos tienen a estejoven compositor “en una búsqueda”. Yagrega: “Quiero encontrar el qué, el có-mo y el para qué de lo que quiero decir;sigo estudiándome a mí mismo para co-nocer el porqué de lo que he hecho, y lomás interesante es que ese proceso nun-ca se termina. Mi búsqueda se basa en laactitud, es algo constante”

Arturo Arvizu recibió una beca delPrograma de Estímulos a Jóvenes Crea-dores del Fondo Nacional para la Cultu-ra y las Artes en su última edición paragrabarundiscocompactoconalgunasdesus obras, así como para trabajar en sudifusión. De esta forma nace Kuneen (Elespejo, en maya), CD que estará listo enunas semanas. El nombre del proyectoviene precisamente del proceso de bús-queda que refiere el músico: “Ahí es don-de me reflejo sonoramente”.

En Kuneen se incluyen un trío parados flautas y guitarra, una sonata paraflauta y piano, un ciclo conformado por

siete miniaturas para soprano, mezzoso-prano, percusiones y contrabajo realiza-das con un carácter totalmente experi-mental, así como el cuarteto paracuerdas titulado Manchas acústicas.

Esta última composición fue estrena-da recientemente por el cuarteto CuerdasRevueltas en el cuarto Ciclo de Composi-tores Jaliscienses. Se trata de una obra decuatro movimientos con un lenguaje muyrico, casi sinfónico por momentos, y en elque no faltan las referencias a las rítmicasautóctonas tan admiradas por el autor.Presentadacomounhomenajealastécni-cas de los compositores de principios delsigloXX,nacede laexploracióndel traba-jo de autores como Debussy, Ravel, Stra-vinsky, Revueltas y Fauré.

Por ahora, Arvizu trabaja comomaestro de piano, teoría y ensamble enunaacademiaparticularyseocupadelasque serán sus próximas composiciones:El origen del son y una obra orquestal.También forma parte del grupo Niérika,dedicado a la música del mundo.

“No trabajo para trascender ni parainnovar, no quiero ser el sucesor de nadie.La música formal es para mí el medio pararealizar una búsqueda profunda de dondesaco cosas que quiero comunicar. Me inte-resa sembrar una idea que provoque uncambio, que el escucha quiera ser mejor;eso es una meta para mí”.

Este objetivo es más que posible, so-bre todo si se recuerda la afirmación quehiciera León Tolstoi en el sentido de quecuando alguien sin ningún esfuerzo reci-be en presencia de la obra de otra perso-na una emoción que le une con aquella ycon otros que han recibido la misma im-presión, es porque se está ante una obrade arte. Por lo tanto, el canal sí existe.

Arturo Arvizu, joven compositor tapatío, presentaráen breve un disco compacto con cuatro de sus obras

Clásica

Un espejo sonoro

• Arturo Arvizu sostiene un compromiso con la música y su capacidad de expresión ante los otros.

ELIN

FOR

MAD

OR

•A.

CAM

AC

HO