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Tema 6. La formación del Estado liberal (1833-1874). Página 1 de 16 Tema 6. La formación del Estado liberal (1833-1874). Introducción: el reinado de Isabel II. Durante el reinado de Isabel II (1833-1868) asistiremos al desmantelamiento del Antiguo Régimen y a la progresiva implantación en España del Estado liberal burgués, junto con una serie de transformaciones socioeconómicas que anuncian la entrada de España en el mundo contemporáneo. Básicamente podemos diferenciar dos grandes etapas durante este reinado, separadas por la minoría/mayoría de edad de la reina: Minoría de edad de la reina Etapa de las regencias La regencia de María Cristina (1833-1840) Primera Guerra Carlista. La regencia de Espartero (1840-1843) Reinado personal Isabel II Reinado efectivo La Década Moderada (1844-1854) El Bienio Progresista (1854-1856) La alternancia de moderados y unionistas (1856- 1868) 1.- La guerra civil (1833-1840). 1.1.- Origen del carlismo. El testamento de Fernando VII, que dejaba el trono a su hija Isabel, fue rápidamente contestado en 1833 con el levantamiento de los partidarios del hermano del difunto rey, Carlos María Isidro, que pretendían el reconocimiento de éste como rey de España. Por tanto, un grave conflicto civil, camuflado bajo un pretexto dinástico, acababa de comenzar. La cuestión sucesoria daba a cada bando un símbolo aglutinador. Los carlistas (tradicionalistas apostólicos) deseaban la vuelta de la monarquía absoluta y el Antiguo Régimen. El bando carlista recibe el apoyo de propietarios y notables rurales, gran parte del bajo clero, más los campesinos descontentos, sobre todo de Navarra, País Vasco, Cataluña, Aragón y Valencia, territorios en los que la defensa de los fueros contra el liberalismo uniformizador cobró también importancia. Los carlistas sólo recibieron el apoyo exterior de la Santa Alianza (Prusia, Rusia y Austria). Los isabelinos, por su parte, representan las fuerzas que defendían el liberalismo y que se veían favorecidas por la introducción de las prácticas capitalistas, es decir, la

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Tema 6. La formación del Estado liberal

(1833-1874).

Introducción: el reinado de Isabel II.

Durante el reinado de Isabel II (1833-1868) asistiremos al desmantelamiento del

Antiguo Régimen y a la progresiva implantación en España del Estado liberal

burgués, junto con una serie de transformaciones socioeconómicas que anuncian la

entrada de España en el mundo contemporáneo. Básicamente podemos diferenciar

dos grandes etapas durante este reinado, separadas por la minoría/mayoría de edad

de la reina:

Minoría de

edad de la

reina

Etapa de las

regencias

La regencia de María Cristina (1833-1840) –

Primera Guerra Carlista.

La regencia de Espartero (1840-1843)

Reinado

personal

Isabel II

Reinado

efectivo

La Década Moderada (1844-1854)

El Bienio Progresista (1854-1856)

La alternancia de moderados y unionistas (1856-

1868)

1.- La guerra civil (1833-1840).

1.1.- Origen del carlismo.

El testamento de Fernando VII, que dejaba el trono a su hija Isabel, fue rápidamente

contestado en 1833 con el levantamiento de los partidarios del hermano del difunto

rey, Carlos María Isidro, que pretendían el reconocimiento de éste como rey de

España. Por tanto, un grave conflicto civil, camuflado bajo un pretexto dinástico,

acababa de comenzar. La cuestión sucesoria daba a cada bando un símbolo

aglutinador. Los carlistas (tradicionalistas apostólicos) deseaban la vuelta de la

monarquía absoluta y el Antiguo Régimen. El bando carlista recibe el apoyo de

propietarios y notables rurales, gran parte del bajo clero, más los campesinos

descontentos, sobre todo de Navarra, País Vasco, Cataluña, Aragón y Valencia,

territorios en los que la defensa de los fueros contra el liberalismo uniformizador

cobró también importancia. Los carlistas sólo recibieron el apoyo exterior de la Santa

Alianza (Prusia, Rusia y Austria).

Los isabelinos, por su parte, representan las fuerzas que defendían el liberalismo y

que se veían favorecidas por la introducción de las prácticas capitalistas, es decir, la

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mayor parte de la nobleza, la burguesía y las clases populares urbanas. Recibió

apoyo material de la Cuádruple Alianza (Francia, Gran Bretaña y Portugal).

1.2.- La evolución de la primera guerra carlista (1833-1840).

La primera guerra carlista se inició con el levantamiento de 1833 y se prolongó durante

seis años. Pero durante este periodo los carlistas no van a conseguir nunca

generalizar el conflicto a todo el territorio español ni ocupar por mucho tiempo las

grandes ciudades del país. Dominaron siempre zonas rurales y utilizaron la táctica

guerrillera, bajo la forma de partidas de soldados.

En una primera fase, los carlistas llegaron a controlar gran parte del País Vasco,

Navarra, Cataluña y el Maestrazgo (Norte de Castellón). El general Zumalacárregui,

uno de los principales líderes carlistas, intentó organizar un ejército con el fin último de

tomar Madrid. Sin embargo su muerte en el sitio de Bilbao en 1835 inició una segunda

etapa en la que los carlistas fueron progresivamente vencidos por el ejército liberal

bajo el mando de Espartero (Victoria de Luchana, 1836).

El último periodo del conflicto (1837-1839) se caracterizó por el traslado de la zona

más conflictiva al Maestrazgo, donde se levantaron las partidas de Cabrera, y por la

división ideológica dentro del carlismo. Por una parte se encontraban los partidarios

de llegar a un acuerdo con los liberales y por otra los que consideraban este pacto una

traición a los ideales carlistas. La división facilitó que el jefe de los partidarios de pactar

con los isabelinos, el general Maroto, acordase por su cuenta la firma del Convenio

de Vergara en 1839 con el general Espartero. En este acuerdo se reconocía la

victoria liberal a cambio del mantenimiento dentro del ejército de la oficialidad carlista

y de la promesa de Espartero de pedir a la reina el mantenimiento de los fueros. El

convenio puso fin a la guerra en el País Vasco, mientras continuó en el Maestrazgo

hasta 1840 cuando Cabrera fue derrotado militarmente.

2.- La etapa de las Regencias (1833-1843).

2.1.- La regencia de María Cristina (1833-1840).

2.1.1.- Inicios de la regencia (1833).

La regencia de María Cristina, madre de la reina, comenzó con un gobierno presidido

por Cea Bermúdez, ex-ministro de Fernando VII, que aspiraba tan sólo al

restablecimiento del viejo sistema del despotismo Ilustrado. El descontento de los

liberales, que reclamaron la convocatoria de cortes y el estallido de la guerra civil

hicieron ver a la regente la necesidad de profundizar más en el camino liberal como

única forma de tener los suficientes apoyos para vencer al carlismo, así es como un

viejo liberal moderado, Martínez de la Rosa, llegó al poder.

En esta etapa se realizó además la división provincial de España por el Secretario

de Estado de Fomento motrileño Javier de Burgos, la cual persiste en la actualidad

con escasas modificaciones.

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2.1.2.- El Estatuto Real.

El nuevo gobierno de Martínez de la Rosa pretendía, lejos de ninguna aspiración

revolucionaria, encontrar el apoyo de los grupos liberales burgueses, pero sin

romper con los viejos grupos dominantes. El símbolo de esta primera transición fue la

promulgación del Estatuto Real de 1834, que en realidad era una carta otorgada que

no reconocía la soberanía nacional ni tampoco recogía los derechos y libertades

fundamentales.

El rey tenía amplias funciones de gobierno y el sufragio censitario era, además, muy

limitado, siendo el porcentaje de personas con derecho al voto del 0,15% de la

población total española en 1834. Asimismo, estas Cortes poseían funciones muy

limitadas y carecían de iniciativa legislativa. El monarca podía convocar y

suspender las Cortes cuando quisiera y cualquier ley, además de la aprobación de

las dos Cámaras, necesitaba el consentimiento del rey, que tenía derecho de veto.

Para los liberales más radicales era claro que el Estatuto Real era demasiado

moderado y no sería suficiente para realizar las reformas a que aspiraban.

2.1.3.- La división liberal: moderados y progresistas.

La escisión que ya se había perfilado durante el Trienio Liberal entre moderados y

progresistas o exaltados se iba haciendo cada vez más grande. La entrada en vigor

del Estatuto Real de 1834 hizo que las diferencias aumentaran.

Los moderados eran los representantes de la oligarquía del liberalismo, defensores

de las capas altas de las clases pudientes, aglutinando a las viejas fuerzas del Antiguo

Régimen que se disponían a entrar en la nueva sociedad, estableciendo garantías

para la propiedad y su hegemonía en la vida política. Defendían también el

proteccionismo, y en sus filas militaban terratenientes, aristócratas, antiguos

afrancesados, etc. Sus principales figuras durante la época fueron el propio Martínez

de la Rosa y Alcalá Galiano.

Los progresistas, por su parte, defendían la soberanía nacional y de limitar los

poderes de la Corona. Desde el punto de vista económico tendían al librecambismo.

Formaban parte de esta corriente la masa popular anticarlista y anticlerical, junto a la

burguesía más dinámica, siendo sus figuras más representativas Espartero,

Mendizábal o Calatrava.

Durante la mayor parte del siglo XIX la corona no se limitó a jugar un papel de árbitro

entre los partidos, sino que intervino activamente en la vida política, situándose

siempre al lado de los moderados. La Corona nunca llamaba a formar gobierno a los

progresistas, que recurrieron a los pronunciamientos para poder llegar al poder.

2.1.4.- El reformismo liberal.

Ante el carácter moderado del régimen de Martínez de la Rosa y de sus sucesores,

como el Conde de Toreno, los progresistas recurrieron el verano de 1835 a numerosos

levantamientos urbanos que comportaron la formación de milicias y juntas

revolucionarias. Como resultado de esta presión y ante el temor del avance carlista,

María Cristina nombró jefe del gobierno a un progresista, a Juan Álvarez

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Mendizábal, que inició un programa de reformas que va a resultar decisivo. Así, entre

1835 y 1837, Mendizábal decretó el fin de los señoríos jurisdiccionales, de los

privilegios de la Mesta y de las pruebas de nobleza para acceder al ejército y la

Administración.

Asimismo, llevó a cabo una desamortización, por la que se expropiaron por parte del

Estado las propiedades de la Iglesia y los bienes comunales para su posterior

subasta. La desamortización de Mendizábal tenía los siguientes objetivos:

Mejorar la Hacienda, obtener créditos y ganar la guerra.

Castigar a la Iglesia por su apoyo al carlismo.

Crear un grupo de propietarios que dependa del triunfo liberal

Mejorar la explotación de las tierras expropiadas.

En mayo de 1836, la desamortización se aplaza unos meses, ya que María Cristina

cree que es muy radical y destituye a Mendizábal, disuelve las Cortes y nombra un

nuevo gobierno presidido por el moderado Javier Istúriz. Sin embargo, otro

pronunciamiento de carácter progresista, el motín de los Sargentos de la Granja en

agosto de 1836 dio el golpe definitivo al Estatuto Real, poniendo de nuevo en vigor la

Constitución de Cádiz de 1812 y dar el poder a los progresistas decididos a llevar a

delante la revolución liberal.

2.1.5.- La Constitución de 1837.

El nuevo gobierno fue presidido por el progresista Calatrava, pero fue Mendizábal

quien desde la cartera de Hacienda y Marina, puso en marcha el proceso de

desmantelamiento del Antiguo Régimen y organizó el ejército liberal que derrotó al

carlismo. Además de la desvinculación y la desamortización ya vistas, llevó a cabo la

abolición del diezmo, la supresión de las aduanas interiores y la extinción de los

gremios que se oponían al libre ejercicio de la industria y el comercio.

Se consumaba así un conjunto de reformas, ya iniciadas desde la guerra contra

Napoleón, que consolidaban la realización de la transición al liberalismo y eran el

inicio de una etapa de crecimiento económico y de introducción del capitalismo en

España.

Este proceso culminó con la promulgación de la Constitución de 1837, que inauguró

un largo periodo de monarquía constitucional en España. El nuevo texto pretendía

contentar a los sectores moderados y progresistas y por ello combinaba elementos de

las dos fórmulas políticas. La Constitución presentaba las siguientes características:

Reconocía la soberanía nacional, pero aceptaba el poder moderador de la

Corona.

Se reflejaba la división de poderes.

Garantizaba la libertad de culto, aunque el Estado se comprometía a

mantener a la Iglesia.

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Se reconocía el derecho de imprenta.

Se reinstaura la Milicia Nacional, que se configura como cuerpo constitucional

garante del orden público.

En la política local la Constitución garantizaba la autonomía política y de

gestión otorgada a los ayuntamientos.

En la ley electoral posterior se establece el voto directo y el sufragio

censitario. Tenían derecho a voto los varones más “cualificados o

capacitados”, es decir, los mayores contribuyentes y un pequeño número de

varones con determinado nivel intelectual: profesores, doctores, licenciados,

etc.

Las primeras elecciones tras la promulgación de la Constitución las ganaron los

moderados. En 1840 el gobierno intentó quitar a la burguesía progresista otro centro

de poder con la promulgación de una Ley Municipal que facultaba a la Corona a

nombrar los alcaldes de capitales de provincias y el resto a los Gobernadores Civiles,

lo cual reducía el poder de autonomía local recogido en la Constitución. La Ley

Municipal provoca levantamientos progresistas con la creación de juntas

revolucionarias, manifestaciones dirigidas por la Milicia Nacional y los ayuntamientos

progresistas. Estos hechos culminan con la dimisión de María Cristina.

2.2.- La regencia de Espartero (1840-1843).

Tras la dimisión de la madre de la reina en 1840, Espartero pasa a ocupar la

Regencia, al ser la única autoridad respetada gracias al prestigio conseguido en las

guerras carlistas. El periodo de la nueva Regencia siguió a grandes rasgos la línea

progresista de desmantelamiento del régimen señorial y desamortización eclesiástica,

con una nueva desamortización que afectaba a los bienes del clero secular o

parroquial.

Sin embargo se empezaron a producir divisiones dentro de los progresistas, entre

unos sectores que propugnaban el mantenimiento de una participación política limitada

y los que defendían una mayor democratización del sistema. Asimismo, había una

fuerte presión de los moderados estimulados desde el exilio en París por María

Cristina.

La chispa que provocó un amplio movimiento en contra del general fue la adopción

de medidas librecambistas el año 1842, que abrían las puertas a los tejidos

británicos y perjudicaban la naciente industria catalana. En respuesta de esto en

Barcelona se produjo un fuerte levantamiento al que Espartero respondió

bombardeando la ciudad. Estos hechos hicieron que el regente perdiese su prestigio y

el apoyo de buena parte de la población, incluida la mayoría de los progresistas. Las

conspiraciones moderadas protagonizadas por sectores del ejército contrarios a

Espartero y encabezadas por Narváez y O’Donnell provocaron su dimisión. Para no

tener que nombrar un tercer regente se decidió avanzar la mayoría de edad de

Isabel II, que en aquel entonces contaba con trece años.

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3.- La década moderada (1844-1854).

3.1.- La Constitución de 1845.

Ya en los últimos meses de 1843 los moderados comenzaron a desplazar

definitivamente a los progresistas del poder. En mayo de 1844 Narváez llega a la

presidencia del Gobierno e inicia una serie de reformas que limitaban las libertades

propuestas por los progresistas, aumentando el poder de la Corona y organizando una

administración centralista. Así, se elimina la Milicia Nacional, en su lugar se crea la

Guardia Civil por el duque de Ahumada y se suprimió el carácter electivo de los

alcaldes.

En 1845 se promulga una nueva Constitución, la cual elimina los aspectos más

progresistas de la anterior e instaura los principios de los moderados. Sus principales

características fueron:

Soberanía compartida, limitando el poder de las Cortes y ampliando las

prerrogativas del rey.

Carácter oficial de la Iglesia católica.

Se seguían recogiendo los derechos individuales, aunque quedaron muy

recortados, especialmente la libertad de expresión.

La ley electoral, por su parte, redujo significativamente el número de

votantes.

3.2.- La política clerical moderada: el concordato de 1851.

Un aspecto importante que recogió la Constitución de 1845 fue la declaración de que

la religión de la nación española era la católica. Los moderados intentaban así

restablecer las relaciones con el papa, puesto que en la Constitución de 1837 no se

recogía este estatus de oficialidad de la Iglesia y, además, la desamortización de

Mendizábal había deteriorado dichas relaciones. Así, las primeras medidas adoptadas

por los moderados estaban encaminadas a suspender las subastas de bienes del

clero provenientes de la desamortización.

En 1851 se firmó un Concordato con el Vaticano en el que se reafirmaba el carácter

católico del Estado español, lo que se tradujo en la intervención de los obispos en la

enseñanza y en el apoyo del gobierno para reprimir las llamadas doctrinas heréticas,

esto es, aquéllas que iban en contra de la doctrina católica.

Por su parte, el Vaticano tuvo que reconocer que los bienes ya desamortizados

permanecieran en manos de sus nuevos propietarios (ya que muchos

compradores eran grandes burgueses que componían el núcleo del partido

moderado).

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3.3.- La organización de la administración de los gobiernos

moderados.

El partido moderado también llevó a cabo una profunda labor de centralización y

unificación del sistema legal y administración españoles. Las principales

actuaciones fueron:

Control gubernamental sobre la Administración provincial y local: la

Corona nombraba al gobernador provincial, quien dirigía la capital provincial y

elegía a los alcaldes de las poblaciones de más de dos mil vecinos. Así se

eliminó la democracia provincial y municipal, lo que permitió al gobierno

controlar el proceso electoral.

Eliminación de los fueros, leyes y costumbres excepcionales.

Unificación jurídica: se aprobó el Código Civil, que se centraba en la defensa

de la propiedad privada, así como el Código Penal.

Reforma de la Hacienda de Mon y Santillán: se creó un sistema único de

impuestos. Las contribuciones directas gravaban las fincas rústicas

cultivadas y las actividades industriales y comerciales. Las indirectas,

conocidas como consumos, gravaban productos de primera necesidad como el

aceite o el jabón. Este sistema perjudicaba a las capas populares, ya que

carecía de los principios de equidad y flexibilidad.

Además de legisló un nuevo sistema educativo nacional y uniforme para

toda la ciudadanía (Plan Pidal de 1845 y ley Moyano de 1857). Se

establecieron tres niveles y los centros de enseñanza se establecieron en

oficiales, o públicos, y privados.

Estas medidas centralizadoras, que atentaban contra los privilegios forales, así como

el fracaso en las negociaciones para casar a Carlos Luis de Borbón, hijo de Carlos

María Isidro, con su prima Isabel II, dieron lugar a la segunda guerra carlista (1846-

1849). No fue un conflicto armado convencional entre dos ejércitos, sino la

insurrección puntual de partidas guerrilleras, especialmente activas en Cataluña. El

ejército isabelino obtuvo la victoria.

3.4.- El fin de la época moderada.

Con los años, el modelo político moderado dio síntomas de agotamiento. Así, en 1849,

los miembros más radicales del Partido Progresista se escindieron formando el

Partido Demócrata, que defendía el sufragio universal. Al mismo tiempo se organizó

también el Partido Republicano, de ideología federalista y socialista.

El autoritarismo del presidente del gobierno Bravo Murillo, la mala situación económica

y el enriquecimiento de la camarilla política que rodeaba a la reina provocaron un

enorme malestar que supuso el fin de la Década Moderada.

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4.- El Bienio Progresista (1854-1856).

4.1.- La vuelta de los progresistas al poder.

Durante la Década Moderada la manipulación electoral y el sufragio censitario

impedían gobernar a los progresistas, que vieron en la insurrección la única manera

de hacerse con el poder. Sin embargo, fueron algunos moderados enfrentados a la

camarilla de Isabel II quienes en julio de 1854 se sublevaron. El general O’Donnell

dio un golpe militar con las tropas acuarteladas en Vicálvaro, en la llamada

‘Vicalvarada’. Poco después se le unió el general Serrano, y ambos firmaron el

Manifiesto de Manzanares. Sus promesas de reforma política les proporcionaron el

apoyo de los progresistas y los demócratas. La sublevación triunfó, e Isabel II se

deshizo de su camarilla y nombró jefe de gobierno a Espartero, quien designó a

O’Donnell como ministro de la Guerra.

4.2.- Las reformas del Bienio.

Durante el Bienio Progresista se llevaron a cabo reformas económicas liberales, como

la desamortización civil de Madoz de 1855, la aprobación de la Ley de Ferrocariles

ese mismo año y la creación del Banco de España en 1856.

Se redactó una nueva Constitución, aunque el Parlamento no tuvo tiempo de aprobarla

debido a las largas discusiones y a los sucesos acaecidos durante el Bienio; fue la

Constitución non nata de 1856. Dicha constitución retomaba en gran parte lo

establecido en la Constitución de 1837, aunque con la inclusión de más medidas

progresistas. Por consiguiente, se instauraba la soberanía nacional con mayores

limitaciones al poder de la Corona, la vuelta de la Milicia Nacional, la elección de los

alcaldes por los vecinos, un Senado elegido democráticamente y no por la Corona y la

tolerancia religiosa.

4.3.- El fin del Bienio Liberal.

En 1856 la situación era muy difícil para el gobierno de Espartero debido a:

Conflictividad social por el alza de precios y la difusión del movimiento

obrero. En este sentido, se crearon las primeras asociaciones obreras y se

produjeron las primeras huelgas en Cataluña.

Hostilidad política: el Gobierno se vio acosado por el Partido Demócrata al no

cumplir la promesa del sufragio universal. Además, la Corona mostró

abiertamente su deseo de prescindir de los progresistas y llamar al poder a

O’Donnell.

Diferencias internas en la coalición gobernante, sobre todo entre Espartero y

O’Donnell; éste último fundó un nuevo partido: la Unión Liberal.

Ideológicamente se situaba entre los dos partidos dinásticos tradicionales,

captando muchos miembros del partido moderado.

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5.- La alternancia de moderados y unionistas

(1856-1868).

5.1.- Características políticas.

O’Donnell dio en 1856 un auténtico golpe de Estado contra la mayoría parlamentaria,

desplazando definitivamente al partido progresista y al general Espartero. O’Donnell

encabezó entonces el gobierno con el respaldo de su nuevo partido, la Unión Liberal.

Su gobierno se caracterizó por la defensa de la monarquía constitucional, el respeto a

los derechos individuales, el restablecimiento del orden público y la conciliación de las

dos principales tendencias políticas de la época: la moderada y la progresista. Repuso

también la Constitución de 1845 con un Acta Adicional que reconocía algunos

principios progresistas, suprimió de nuevo la Milicia Nacional y reorganizó los

ayuntamientos.

Este primer gobierno de la Unión Liberal, sin embargo, fue breve. Retornó Narváez,

suprimiendo el Acta Adicional, rodeándose de los elementos más conservadores del

moderantismo y contando con el apoyo de la reina.

En 1858 volvió a ganar las elecciones la Unión Liberal, que se mantuvo en el poder

hasta 1864. Éste fue un período de estabilidad social y crecimiento económico.

Para aumentar la cohesión social y el prestigio internacional se llevó a cabo una activa

política exterior, con el objetivo de reconstruir un imperio colonial. Para ello se

entabló una guerra con Marruecos, en la que destacó el general progresista Prim, y se

enviaron expediciones militares a México y Cochinchina, actual Vietnam.

5.2.- La crisis del régimen isabelino.

En 1864 volvió de nuevo al gobierno Narváez. En esta última etapa del reinado de

Isabel II el moderantismo se manifestó incapaz de dar respuesta a las crecientes

demandas sociales y de democratización. Asimismo, hubo un período de crisis

económica que comenzó en 1866, debido a una crisis bursátil tras la quiebra de

varias compañías ferroviarias, agudizada por una crisis agraria que provocó un alza de

los precios de los alimentos y los artículos básicos.

La situación política se deterioró. Ante la imposibilidad de gobernar por medios

legales, los progresistas intentaron acceder al poder mediante el pronunciamiento

encabezado por el general Prim, que fracasó. En el exilio, Prim firmó con los el Partido

Demócrata el Pacto de Ostende (1866) con el objeto de destronar a Isabel II. A la

muerte de O’Donnell, en 1867, el general Serrano, su sucesor al frente de la Unión

Liberal, se adhirió al Pacto. Así pues, en septiembre de 1868 un grupo de generales

desembarcó en Cádiz pronunciándose contra el régimen: era el comienzo de la

revolución ‘La Gloriosa’.

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6.- El Sexenio Democrático (1868-1874).

6.1.- La Revolución de 1868 y el gobierno provisional.

El origen del Sexenio es la Revolución de septiembre de 1868, conocida como ‘la

Gloriosa’, que se inició con el pronunciamiento militar del almirante Topete

apoyado por los generales Prim y Serrano, líderes respectivos de los progresistas y

unionistas, y que provocó el exilio de Isabel II a Francia.

El pronunciamiento de Topete, además de contar con el apoyo de unionistas,

progresistas y demócratas, contó con el apoyo popular, y en las principales ciudades

surgieron juntas revolucionarias y grupos de voluntarios armados. Tras el triunfo

de los revolucionarios y el exilio de la reina, los militares procedieron a detener la

revolución y a disolver las junta y una vez lograda la “normalidad constitucional” se

procedió a la convocar Cortes Constituyentes.

En octubre de 1868 se forma un gobierno provisional de progresistas y unionistas,

presidido por el general Serrano, con Prim como ministro de guerra. El objetivo

fundamental de este gobierno era la elaboración de una nueva Constitución, para lo

que se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes, las primeras que se

celebraron en España a través del sufragio universal directo masculino. Las

elecciones dieron la victoria a unionistas, progresistas y demócratas moderados,

partidarios de una monarquía parlamentaria y demócrata, de la soberanía nacional, y

de un gobierno elegido por las Cortes y responsable ante ellas.

6.2.- La Constitución de 1869.

Es la más democrática y progresista de las Constituciones del siglo XIX, aunque

presenta ciertas concesiones a la tradición, como el mantenimiento de la monarquía.

Sus principales características fueron:

Soberanía nacional.

Monarquía democrática.

División de poderes:

o El ejecutivo en manos del gobierno, el rey reina pero no gobierna.

o El legislativo residía en unas Cortes Bicamerales (Congreso y

Senado)

o El judicial correspondía a los tribunales de justicia

Sufragio universal masculino para varones mayores de 25 años.

Amplia declaración de derechos y libertades, entre los que se recoge por

primera vez el derecho de reunión y asociación y la inviolabilidad del domicilio y

la correspondencia.

Libertad de cultos religiosos.

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6.3.- La Regencia de Serrano (1869-1870).

Tras aprobarse la Constitución, en la que se establecía la monarquía como forma de

gobierno, el general Serrano fue nombrado Regente, y Prim jefe de gobierno; esta

era una medida transitoria hasta que se encontrara un nuevo monarca que ocupara

el trono español.

El nuevo gobierno tuvo que afrontar una serie de graves problemas:

Una nueva insurrección carlista.

El inicio de la guerra de la independencia en Cuba.

Insurrecciones populares y campesinas por la carestía de la vida y el

rechazo al sistema de reclutamientos por quintas

Huelgas en las zonas industriales.

Insurrecciones republicanas que se oponían al restablecimiento de la

monarquía, que se extienden por toda la fachada mediterránea y que fueron

duramente reprimidas por el ejército.

Además, problemas en la Hacienda por la elevadísima deuda pública. Ahora

se establece la peseta como única moneda nacional e instrumento

indispensable para la creación de un mercado interior unificado.

A todos estos problemas se suma la necesidad de buscar un nuevo rey: desechada

la opción de los Borbones, el objetivo de la Regencia fue encontrar una nueva

dinastía. El nuevo rey debería demostrar profundas convicciones constitucionales y

contar con el consenso de los estados europeos. Finalmente prevaleció la candidatura

del príncipe italiano Amadeo de Saboya que sería proclamado rey de España por las

Cortes en noviembre de 1870. Tres días antes de su llegada a España, su gran

valedor, Prim, moría asesinado.

6.4.- La monarquía de Amadeo I (1871-1873).

El reinado de Amadeo de Saboya duró dos años, desde la jura de la Constitución en

enero de 1871, hasta febrero de 1873, fecha de su abdicación. Su reinado se

caracterizó por la falta de apoyos y por la inestabilidad política. Además de la

oposición de carlistas, alfonsinos, republicanos, Iglesia católica (contraria a la

libertad de cultos y a la separación entre Iglesia y Estado) e, incluso, la opinión

pública, asistimos a un resquebrajamiento de la alianza formada por unionistas,

progresistas y demócratas monárquicos que habían llevado al trono al nuevo monarca.

Esta desunión supuso una gran inestabilidad política: en apenas dos años de reinado

se convocaron en tres ocasiones elecciones generales a Cortes y se sucedieron seis

gobiernos diferentes.

Además de la falta de apoyos políticos, Amadeo tiene que hacer frente a la tercera

guerra carlista (1872-76) y a la Guerra de los Diez Años (1868-1878) en Cuba. Todo

eso en un ambiente de agitación social ligada al desarrollo del movimiento obrero

favorecido por el derecho de libertad de asociación. Finalmente, Amadeo I, falto de

respaldo y en un ambiente de gran crispación, decidió abdicar en febrero de 1873 y

abandonó España.

Tema 6. La formación del Estado liberal (1833-1874).

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6.5.- La I República (1873).

Sin otra alternativa aparente y en reunión conjunta del Senado y Congreso (Asamblea

Nacional) se proclamó la República en unas Cortes en las que no había mayoría

republicana. Las ideas republicanas tenían escaso apoyo social y contaban con la

oposición de los grupos sociales e instituciones más poderosos del país. La alta

burguesía y los terratenientes, los altos mandos del ejército, la jerarquía eclesiástica

eran, por tanto, contrarios al nuevo régimen.

Los escasos republicanos pertenecían a las clases medias urbanas, mientras las

clases trabajadores optaron por dar su apoyo al incipiente movimiento obrero

anarquista. La debilidad del régimen republicano provocó una enorme inestabilidad

política. Cuatro presidentes de la República se sucedieron en el breve lapso de un

año: Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar.

En este contexto de inestabilidad, los gobiernos republicanos emprendieron una serie

de reformas bastante radicales que, en algunos casos, se volvieron contra el propio

régimen republicano. Estas fueron las principales medidas adoptadas:

Supresión impuesto de consumos: la abolición de este impuesto indirecto,

reclamada por las clases más populares, agravó el déficit de Hacienda.

Eliminación de las quintas: de nuevo una medida popular propició el

debilitamiento del estado republicano frente a la insurrección carlista.

Separación de la Iglesia y el Estado: éste dejó de subvencionar a la Iglesia.

Proyecto constitucional para instaurar una República federal.

Este programa reformista se intentó llevar a cabo en un contexto totalmente adverso.

Los gobiernos republicanos tuvieron que hacer frente a un triple desafío bélico:

La nueva guerra civil carlista: Carlos VII, nieto de Carlos María Isidro,

encabezó una nueva insurrección carlista en el País Vasco y Navarra.

Aprovechando el caos general, los carlistas llegaron a establecer un gobierno

en Estella, Navarra.

Las sublevaciones cantonales: los republicanos federales más extremistas

se lanzaron a proclamar cantones, pequeños estados regionales cuasi

independientes en Valencia, Murcia y Andalucía, sublevándose contra el

gobierno republicano de Madrid. El ejército consiguió reprimir la insurrección.

La resistencia del cantón de Cartagena le convirtió en el símbolo de este

movimiento en el que las ideas republicano-federales y anarquistas se

entremezclaron.

La guerra de Cuba: en 1868 se inició en isla caribeña una insurrección

anticolonial que derivó en lo que los cubanos denominan la Guerra Larga o la

Guerra de los Diez Años. Las autoridades españolas consiguieron pacificar la

isla con la firma de la Paz de Zanjón en 1878.

Tema 6. La formación del Estado liberal (1833-1874).

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6.6.- Las conspiraciones militares alfonsinas.

Entre los mandos del ejército se fue imponiendo la idea de la vuelta de los Borbones

en la figura del hijo de Isabel II, Alfonso. Pronto empezaron las conspiraciones para

un pronunciamiento militar.

Finalmente, el 3 de enero de 1874, el general Manuel Pavía, capitán general del

Madrid, entró con sus tropas en el Congreso, lo disolvió y entregó el poder al general

Serrano, que se proclamó presidente vitalicio de la República y que gobernó

dictatorialmente durante doce meses, hasta que el 19 de diciembre de 1874 asistimos

a un nuevo golpe de Estado del general Martínez Campos en Sagunto, que supuso la

restauración de la dinastía Borbónica en España.

Tema 6. La formación del Estado liberal (1833-1874).

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Anexos.

Tema 6. La formación del Estado liberal (1833-1874).

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Tema 6. La formación del Estado liberal (1833-1874).

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Actividades.

Preguntas abiertas.

1.- Explica cuál fue el origen del carlismo.

2.- Describe las causas y las consecuencias de la primera guerra carlista.

3.- Explica brevemente las fases de la guerra carlista.

4.- Explica qué fue el Convenio de Vergara.

5.- Comenta las principales características del Estatuto Real de 1834.

6.- Describe las principales diferencias entre liberales moderados y progresistas.

7.- Explica los principales objetivos de la desamortización de Mendizábal.

8.- Explica qué fue el Motín de los Sargentos de La Granja.

9.- Comenta las principales características de la Constitución de 1837.

10.- Explica en qué consistía la Ley Municipal de 1840 y las consecuencias que tuvo

desde el punto de vista político.

11.- Explica por qué se produjo la caída de la Regencia de Espartero.

12.- Comenta las principales características de la Constitución de 1845.

13.- Describe brevemente en qué consistió el Concordato de 1851.

14.- Explica las medidas centralizadoras acometidas durante la Década Moderada.

15.- Explica en qué consistió la Vicalvarada.

16.- Comenta las principales reformas acometidas durante el Bienio Liberal.

17.- Explica qué fue la Unión Liberal y comenta brevemente su evolución política entre

1856 y 1863.

18.- Explica qué fue el Pacto de Ostende y qué consecuencias políticas tuvo.

19.- Describe brevemente las características de ‘La Gloriosa’.

20.- Comenta las principales características de la Constitución de 1869.

21.- Comenta los principales problemas del reinado de Amadeo I.

22.- Explica brevemente por qué fracasó la I República española.

23.- Describe qué fue el cantonalismo.