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Tema del Mes Tema del Mes Septiembre de 2015 BS 17

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Septiembre de 2015 • BS • 17

Opción por los jóvenesDon Bosco consagra su vida al bien de la juventud. Sus aspiraciones y preocupaciones se identifican com-pletamente con la causa de los jóvenes. Y confía esta decisión a cuantos continuarán su obra. Constituye un compromiso vivido como vocación entre los mu-chachos especialmente “pobres y abandonados”.

La vocación y educación salesiana están marca-das por la opción por los jóvenes. Sus necesidades mueven y orientan toda la acción educativa. La edu-cación busca precisamente el desarrollo de su pro-pia vocación humana y bautismal. Implica, ante todo, un compromiso a “no desertar del mundo ju-venil”, a estar con los jóvenes y compartir sus espe-ranzas y angustias; una llamada a entrar en su mun-do, en sus necesidades, en sus pobrezas. Ir a ellos, acercarse a su vida, acogerlos incondicionalmente, escuchar sus demandas y aspiraciones, son para todo educador verdaderas opciones fundamentales.

La opción de Don Bosco por los jóvenes significa que toda su persona, inteligencia, corazón, volun-tad, todo su ser estaba orientado a hacerles el bien, a promover el crecimiento integral, a desear su sal-vación eterna.

Prevenir, no reprimirEl marco de referencia de todo el sistema de Don Bosco es la atención preventiva. Pero Don Bosco no tiene una concepción exclusivamente defensiva de la prevención. Para él tiene un carácter fundamen-talmente positivo: propone metas que alcanzar, quie-re que el joven experimente el bien. Supone en el educador la capacidad de indicar caminos, acom-pañar, orientar, ofrecer propuestas e intervenciones concretas en situaciones y niveles distintos.

Podemos captar el sentido de la actualidad de la prevención salesiana en estas palabras de Juan Pa­blo II: “En dicha palabra se significan también, vi-vidas con intensidad peculiar, intuiciones profundas, opciones precisas y criterios metodológicos concre-tos; por ejemplo: el arte de educar en positivo, pro-poniendo el bien en vivencias adecuadas y envolven-tes, capaces de atraer por su nobleza y hermosura; el arte de hacer que los jóvenes crezcan desde den-tro, apoyándose en su libertad interior, venciendo condicionamientos y formalismos exteriores; el arte de ganar el corazón de los jóvenes, de modo que ca-minen con alegría y satisfacción hacia el bien, corri-giendo desviaciones y preparando para el mañana por medio de una sólida formación del carácter”.

Recientemente, la Editorial CCS ha publicado el libro de José Manuel Pre­llezo, La tarea de educar en la experiencia “oratoriana” de Don Bosco, que re-coge y sintetiza admirablemente los rasgos característicos del “sistema pre-

ventivo” de Don Bosco, contenidos en los elementos originales de su primera experiencia educativa. Representan las grandes opciones y orientaciones de la edu-cación salesiana, que brevemente sintetizo y comento.

“Este sistema se apoya enteramente en la razón,

la religión y el amor; por lo que excluye todo

castigo violento y trata de mantener lejos hasta los castigos ligeros”

San Juan Bosco

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Buenos cristianos y honrados ciudadanosLa educación salesiana tiene un sentido integral: abarca a toda la persona, tanto la dimensión humana y social como la dimensión religiosa. La fórmula emplea-da por Don Bosco quiere significar que ser miembro fiel de la sociedad eclesial es perfectamente compatible con ser miembro responsable de la sociedad ci-vil. No hay escisión entre ser cristianos y ser ciudadanos. De una manera muy concisa lo explica el mismo Don Bosco al marqués Roberto d’Azeglio, explicándole la fi-nalidad de su obra: “Hacer el poco bien que pueda a los muchachos abandonados, trabajando con to-das mis fuerzas para que lleguen a ser buenos cris-tianos ante la religión y honrados ciudadanos de cara a la sociedad civil”.

La expresión subraya la dimensión vertical y tras-cendente del sistema pedagógico, pero sin descuidar la horizontal, es decir: la realidad corporal, material, mundana del joven: comida, vestido, vivienda, for-mación intelectual, valores éticos, preparación pro-fesional, trabajo, deporte, juego, tiempo libre. Re-fleja una postura firme y equilibrada de preocupación por la vida religiosa y espiritual de los jóvenes, así como por sus intereses terrenos y temporales. Es de-cir, pretende formar, al mismo tiempo, miembros activos de la sociedad civil y hombres comprometi-dos en la comunidad eclesial.

Amor manifestado como talDon Bosco habla con frecuencia de “amorevolezza”, término italiano actualmente poco empleado y de difícil traducción española. Pero habla también de amor, caridad, bondad, dulzura, mansedumbre. En el centro de la propuesta educativa salesiana se en-cuentra siempre el amor por los jóvenes, que debe manifestarse de modo que lo perciban claramente ellos mismos, suscitando una respuesta de amor mu-tuo y de respeto hacia los educadores.

En el opúsculo sobre el Sistema Preventivo escri-be: “La práctica de este sistema se apoya enteramen-te en las palabras de san Pablo: la caridad es benig-na y paciente; sufre todo, lo espera todo y lo soporta todo”. Pero, al enunciar los fundamentos del Sistema Preventivo, Don Bosco utiliza la pala-bra amorevolezza. No se identifica con amor; ni in-dica la virtud teologal de la caridad. Indica más bien un conjunto de pequeñas virtudes de relación o ac-titudes y comportamientos entre personas, que se ponen de manifiesto en palabras, gestos, ayudas, sentimientos de amor y de disponibilidad cordial. Es afecto, benevolencia, benignidad, solicitud pater-na y materna. En el contexto cultural de la segunda mitad del siglo XIX quería significar “amor mani-festado”, es decir, los rasgos y manifestaciones a tra-vés de las cuales se expresa el propio afecto, la pro-pia simpatía, la comprensión, la participación en la vida del otro. Implica, pues: dulzura, bondad, bue-na acogida, cercanía, delicadeza, comprensión, tra-to paternal y amistoso. Y se expresa en gestos y com-portamientos acogedores por parte del educador presente en medio de los jóvenes y dispuesto a cual-quier renuncia para lograr su propósito: la educa-ción intelectual, moral y religiosa.

“¿Qué es lo que se quiere pues? Que siendo amados en las cosas que les gustan participando en sus inclinaciones infantiles, aprendan a ver el amor en las cosas que naturalmente les gustan poco; como son la disciplina, el estudio, la mortificación de sí mismos. Y que estas cosas las aprendan a hacer con amor” San Juan Bosco

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Presencia activa entre los jóvenesEl amor se manifiesta, de manera particular, en la “asistencia” entendida como presencia activa del educador entre los jóvenes, dispuesto a atenderlos en cualquier situación.

En el sistema educativo salesiano, el director, los maestros, los jefes de taller, están siempre entre los alumnos: hablan, guían, aconsejan, corrigen. Pero esta presencia no significa control policial, sino cercanía amable y activa de una persona adulta madura, que “está consagrada enteramente a los jóvenes”. Previe-ne experiencias negativas y promueve el desarrollo de las capacidades de cada uno de los individuos.

Presupone la vigilancia. Pero en el pensamiento y en la práctica de Don Bosco, por encima de todo apa-rece arraigada la idea de una presencia dirigida a pro-mover y animar. El educador, siempre presente, par-ticipa de lleno en la vida de los alumnos, escucha, interviene, suscita intereses, acoge iniciativas, sugie-re actividades, es capaz de establecer relaciones per-sonales auténticas con los jóvenes. Para Don Bosco, el amor es presencia educativa, presencia en la vida del joven, presencia amorosa y animadora de su de-sarrollo y su progreso moral, espiritual y cultural.

Clima y espíritu de familiaLa educación salesiana promueve una relación de familiaridad, confianza y cercanía. Quiere reprodu-cir no sólo el clima y el calor, sino incluso el carác-ter y las relaciones propias de la familia.

Para definir la relación entre jóvenes y educado-res, Don Bosco usa el término “familiaridad”. Ha ex-perimentado que sin familiaridad no se demuestra el amor y que sin esa demostración es imposible crear el clima de confianza mutua necesaria para aceptar

los valores que propone el educador. Desde su intui-ción pedagógica, apuesta por el triunfo de la familia-ridad, de la amabilidad y del corazón, en un ambien-te de sencillez y espontaneidad, donde se abre el camino de la confianza entre el joven y el educador.

El conjunto de finalidades, programas y orienta-ciones metodológicas encuentran concreción y efica-cia en el espíritu de familia, es decir, en ambientes sa-nos, alegres, serenos y estimulantes: casas, lo llama Don Bosco, casas de educación, que inspiradas en el modelo familiar, aspiran a construirse como verda-deras familias, en las que se promueve el diálogo, la corresponsabilidad por parte de todos, el compromi-so solidario, el crecimiento y desarrollo personal.

Ambiente de alegría y de fiestaEn sus escritos educativos, Don Bosco habla con fre-cuencia de alegría, recreo, juego, pasatiempos, mú-sica, canto, diversiones, entretenimientos, excursio-nes; jugar, reír y gritar a gusto; correr, saltar y cantar. Se trata de elementos de una propuesta en sintonía con la opción por los jóvenes. Pero, en la pedagogía salesiana, la alegría antes de ser un recurso meto-dológico es una forma de vida.

La acción educativa se desarrolla en un ambiente de jovialidad, de alegría, de música y canto, de fies-ta, de teatro, de juegos, de gimnasia, de paseos. Para Don Bosco, la alegría no es únicamente recreo y di-versión, sino auténtica e insustituible “realidad pe-dagógica”, capaz de crear un ambiente educativo. So-bre esta alegría se integra el espíritu de familia.

i Eugenio Alburquerque Frutos

“Un maestro al que se ve solo en clase es maestro y nada más, pero si va al recreo con los jóvenes

se convierte en su hermano” San Juan Bosco

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