Tema DSI Justicia, Solidaridad y Paz

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Formación para la Paz, la Justicia, y Solidaridad. Mª Ángeles Almacellas Bernadó [1] Preliminares. En el actual orden de cosas, los cristianos estamos llamados con especial urgencia a la obra evangelizadora, a proclamar que en Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, se ofrece la salvación a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de Dios. La fe cristiana es una aportación definitiva para el reconocimiento de la realidad en que se mueve el hombre del siglo XXI: el hombre mismo, el mundo, las relaciones interpersonales y de grupos y países, el sentido de la vida, los comportamientos morales en toda circunstancia... La Iglesia debe afrontar el desafío radical de presentar la buena nueva del Reino a una humanidad herida por el ateísmo y la indiferencia religiosa, en la que la fe en el hombre ha desplazado en gran parte a la fe en el Dios creador y salvador del Evangelio de Jesucristo [3] . La “nueva evangelización”, de la que el mundo moderno tiene urgente necesidad y sobre la cual Juan Pablo II no se cansa de insistir, debe incluir entre sus elementos esenciales el anuncio de la doctrina social de la Iglesia. La Iglesia, “experta en humanidad” [4] , tiene mucho que decir sobre la naturaleza, condiciones, exigencias y finalidades del verdadero desarrollo y sobre los obstáculos que se oponen a él [5] . El verdadero desarrollo consiste en que cada hombre y cada pueblo pase de condiciones de vida menos humanas a condiciones más humanas [6] . No existe verdadera solución para la “cuestión social” fuera del Evangelio. Por ello, al mismo tiempo que el Papa pide a los trabajadores que vivan “la espiritualidad del trabajo, a imitación de San José y de Jesús mismo” [7] , lanza “una fuerte llamada a remediar los desequilibrios económicos y sociales existentes en el mundo del trabajo, y a gestionar con decisión los procesos de globalización económica en función de la solidaridad y del respeto debido a cada persona humana” [8] . ~ 1 ~ Felices los que trabajan por la paz, porque se llamarán hijos de Dios (Mt, 5,9).

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Formación para la

Paz, la Justicia, y Solidaridad. Mª Ángeles Almacellas Bernadó [1]

Preliminares.

En el actual orden de cosas, los cristianos estamos llamados con especial urgencia a la obra evangelizadora, a proclamar que en Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, se ofrece la salvación a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de Dios.

La fe cristiana es una aportación definitiva para el reconocimiento de la realidad en que se mueve el hombre del siglo XXI: el hombre mismo, el mundo, las relaciones interpersonales y de grupos y países, el sentido de la vida, los comportamientos morales en toda circunstancia... La Iglesia debe afrontar el desafío radical de presentar la buena nueva del Reino a una humanidad herida por el ateísmo y la indiferencia religiosa, en la que la fe en el hombre ha desplazado en gran parte a la fe en el Dios creador y salvador del Evangelio de Jesucristo [3] .

La “nueva evangelización”, de la que el mundo moderno tiene urgente necesidad y sobre la cual Juan Pablo II no se cansa de insistir, debe incluir entre sus elementos esenciales el anuncio de la doctrina social de la Iglesia. La Iglesia, “experta en humanidad” [4] , tiene mucho que decir sobre la naturaleza, condiciones, exigencias y finalidades del verdadero desarrollo y sobre los obstáculos que se oponen a él [5] . El verdadero desarrollo consiste en que cada hombre y cada pueblo pase de condiciones de vida menos humanas a condiciones más humanas [6] . No existe verdadera solución para la “cuestión social” fuera del Evangelio. Por ello, al mismo tiempo que el Papa pide a los trabajadores que vivan “la espiritualidad del trabajo, a imitación de San José y de Jesús mismo” [7] , lanza “una fuerte llamada a remediar los desequilibrios económicos y sociales existentes en el mundo del trabajo, y a gestionar con decisión los procesos de globalización económica en función de la solidaridad y del respeto debido a cada persona humana” [8] .

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Felices los que trabajan por la paz, porque se llamaránhijos de Dios (Mt, 5,9).

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Naturaleza y objetivos de la Doctrina Social de la Iglesia

S.S. El Papa, Juan Pablo II, define la Doctrina social de la Iglesia como “la cuidadosa formulación del resultado de una atenta reflexión sobre las complejas realidades de la vida del hombre en la sociedad y en el contexto internacional, a la luz de la fe y de la tradición eclesial. Su objetivo principal es interpretar esas realidades, examinando su conformidad o diferencia con lo que el Evangelio enseña acerca del hombre y su vocación terrena y, a la vez, trascendente, para orientar en consecuencia la conducta cristiana” [9] .

Igual significado tienen las palabras de S.S. Pablo VI cuando afirma que la doble tarea de la Iglesia en el campo social consiste en “iluminar los espíritus para ayudarlos a descubrir la verdad y distinguir el camino que deben seguir en medio de las diversas doctrinas que los solicitan; y consagrarse a la difusión de la virtud del Evangelio, con el deseo real de servir eficazmente a los hombres” [10] .

El fundamento de la DSI hay que buscarlo, por tanto, en la dignidad de la persona humana y en los derechos evangélicos que se transmiten por la Revelación:

“El principio capital, sin duda alguna, de esta doctrina afirma que el hombre es necesariamente fundamento, causa y fin de todas las instituciones sociales; el hombre en cuanto es sociable por naturaleza y ha sido elevado a un orden sobrenatural.

De este trascendental principio, que afirma y defiende la sagrada dignidad de la persona, la santa Iglesia, con la colaboración de sacerdotes y seglares competentes, ha deducido, principalmente en el último siglo, una luminosa doctrina social para ordenar las mutuas relaciones humanas. [...] La doctrina social profesada por la Iglesia católica es algo inseparable de la doctrina que la misma enseña sobre la vida humana” [11] .

“La guía de toda la DSI es la correcta concepción de la persona humana y de su valor único, porque «el hombre [...] en la tierra es la sola criatura que Dios ha querido por sí misma» (GS, 24)” [12] .

Los textos del magisterio citados presentan tres dimensiones de la doctrina social de la Iglesia: ver, juzgar, actuar.

Ver para escrutar la realidad social, la contribución al desarrollo humano, o la explotación del hombre por el hombre.

Juzgar confrontando tal situación con las enseñanzas evangélicas sobre el valor y la dignidad de la vida del hombre y sobre las mutuas relaciones humanas.

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Actuar, porque la D.S.I. no debe considerarse ni presentarse como una teoría, sino un fundamento y un impulso para la acción, al servicio de la promoción de cada hombre y de todos los hombres.

Hoy más que nunca, el mensaje social de la Iglesia tendrá credibilidad por el testimonio de las obras, por un real compromiso de los cristianos, antes que por su formulación y lógica interna. De esta conciencia deriva también la opción preferencial por los pobres -nos dice el Papa-, que no vale solamente para la pobreza material, puesto que, especialmente en la sociedad moderna, existen diversas formas de pobreza, no sólo económica, sino también cultural y religiosa.

En los países occidentales abunda la pobreza múltiple de los grupos marginados, de los ancianos y enfermos, de las víctimas del consumismo y, más aún, la de tantos prófugos y emigrados [13] .

Para la Iglesia, el compromiso principal en la hora actual, -en palabras del Cardenal Paul Poupard- “está en la defensa de los débiles, especialmente de los nuevos esc lavos que la g lobal izac ión es tá produciendo” [14] . Sin olvidar que el panorama de pobreza -como bien nos dice el Papa- “puede extenderse indefinidamente, si a las antiguas añadimos las nuevas pobrezas, que afectan a menudo a ambientes y grupos no carentes de recursos económicos, pero expuestos a la desesperación del sinsentido, a la insidia de la droga, al abandono en la edad avanzada o en la enfermedad, a la marginación o a la discriminación social” [15] . Además sigue vigente la advertencia del Concilio sobre la importancia y la gravedad del fenómeno del ateísmo [16] : “Muchos son los que hoy día se desentienden del todo de esta íntima y vital unión con Dios o la niegan de forma explícita. Es este ateísmo uno de los fenómenos más graves de nuestro tiempo” [17] .

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Situando el tema en el PVA.

Testimonio de las BienaventuranzasEl estilo de vida personal del Salesiano Cooperador, marcado por el espíritu de las Bienaventuranzas, lo compromete a evangelizar la cultura y la vida social. Por esto vive y da testimonio: -de la primacía del espíritu, de la fecundidad del sufrimiento y de la no-violenciacomo fermento de paz y de perdón;-de la libertad, en obediencia al plan de Dios, apreciando el valor y la autonomía propios de las realidades seculares, al servicio de las personas;- de la pobreza evangélica, administrando los bienes que le son confiados con criterios de sobriedad y solidaridad, considerándolos a la luz del bien común;Estatuto. Art.7

Comparten con los jóvenes el gusto de vivir con autenticidad los valores de la verdad, la libertad, la justicia, el sentido del bien común y del servicio.Estatuto. Art.9, 2

Promueven el bien y educan en el amor a la vida, a la responsabilidad, a la solidaridad, a la capacidad de compartir y a la comunión.Estatuto. Art.10, 3

La Asociación interviene valientemente, siguiendo las indicaciones de la Iglesia, para promover una cultura sociopolítica inspirada en el Evangelio y defender los valores humanos y cristianos. Ilumina y anima a los socios a asumir responsablemente los propios compromisos en la sociedad.Los Salesianos Cooperadores se hacen presentes en asociaciones, movimientos y grupos apostólicos, en instituciones educativas y organismos que se proponen, de manera especial, el servicio a la juventud y a la familia, y promueven la justicia, la paz y la solidaridad con los pueblos en vías de desarrollo. Reglamento. Art. 3, 2

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Educación Social Católica

La enseñanza y difusión de la doctrina social forma parte de la misión evangelizadora de la Iglesia por cuanto supone dar testimonio entre los hombres de una nueva manera de ser y de vivir que se inaugura con el Evangelio de Jesús, al tiempo que se impregna y transforma el orden temporal con la fuerza del Espíritu. El ministerio de evangelización en el campo social es un aspecto de la función profética de la Iglesia y, por tanto, implica también la denuncia de las injusticias. Aunque la denuncia profética debe ir siempre fundamentada y comprendida en el anuncio de la salvación que nos viene por Jesucristo [18] .

Una faceta de primordial importancia de la difusión de la doctrina social de la Iglesia es la formación de una conciencia social a todos los niveles y en todos los sectores [19] , especialmente la educación de los niños y jóvenes, llamados a ser “centinelas de la mañana en la aurora del nuevo milenio” [20] . La instrucción en la doctrina social no puede, pues, limitarse al conocimiento del contenido y de la historia de los documentos del Magisterio, desde la Rerum novarum de León XIII hasta nuestros días, sino que debe suponer una formación humana integral que les oriente a descubrir y vivir los valores evangélicos inherentes a dicha doctrina [21] .

Los valores no se enseñan como “conceptos”, sino que se descubren, pero hay que dar claves de comprensión para fundamentarlos, para que el joven se entusiasme con ellos y sepa cómo jerarquizarlos, es decir, ordenarlos con referencia a un valor supremo que es el “ideal”. La subversión de valores, la falta de un criterio válido para establecer la escala de los mismos en la propia vida es origen de mil desarreglos. Por tanto, debemos adoptar un método educativo que propicie que el joven descubra qué es el hombre, en qué consiste su dignidad como ser humano y su sentido trascendente, cómo se orienta hacia su plenitud personal y qué función desempeñan los valores en su desarrollo humano. De esta formación axiológica, sólida y fundamentada se derivará un serio compromiso por la paz, la justicia y la solidaridad.

Construir La PazLa paz no debe entenderse como mera ausencia de conflictos y violencia, fruto del equilibrio siempre precario de las fuerzas, sino como el clima de acogimiento y confianza en el que es posible fundar encuentros valiosos [22] . Esto exige un profundo respeto hacia los demás. Es lógico que las personas y los grupos tengamos opiniones distintas y mantengamos posturas

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dispares, pero eso no debe degenerar en disputa sino en discusión fecunda. Estimar a otro y respetarlo supone capacidad de escucha y apertura de espíritu. Cada uno expone su opinión y la defiende tenazmente, intenta convencer, no imponerse, siempre con una actitud de escucha

respetuosa y flexibilidad de espíritu ante las posturas de los demás. Si, finalmente, uno convence a otro, no se convierte en vencedor sino que ambos quedan unidos en una verdad compartida. En la discusión más entusiasta debe reinar la paz.

Un hombre pacífico no es un indolente, ingenuo o débil. Es alguien que ajusta su conducta a las exigencias del encuentro [23] , defiende con todo entusiasmo, tenacidad y energía sus ideas y propuestas, pero siempre “con dulzura y respeto” [24] , y conserva la s e r e n i d a d y e l s o s i e g o i n c l u s o e n circunstancias adversas [25] . Y, sobre todo, es

alguien comprometido con la justicia. “Frutos de justicia se siembran en la paz para los que procuran la paz” [26] .

Construir la paz en el mundo exige la realización de la justicia social e internacional, pero, además, implica la práctica de las virtudes que favorecen la convivencia y nos enseñan a vivir unidos, para cimentar entre todos “la civilización del amor” [27] . La paz no es sólo el esfuerzo de un momento para evitar un conflicto, sino que se construye día a día, en la instauración de un orden querido por Dios, que comporta una justicia más perfecta entre los hombres [28] .

Practicar la JusticiaLa paz es obra de la justicia [29] , de modo que el compromiso a favor de la paz es inherente al compromiso a favor de la justicia [30] .

Ser justo significa atenerse al recto orden de las cosas, tratar cada realidad según el rango que le corresponde, es decir, según su verdad. La justicia va, pues, unida a la verdad, como dice San Pablo: “Habéis sido enseñados conforme a la verdad de Jesús [...] a revestiros del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la justicia y santidad de la verdad” [31] .

Todo ser humano presenta una condición personal, debe ser tratado como una persona no como un objeto, un medio para ciertos fines. Tratar a una persona con justicia significa ajustarse a su ser y otorgarle el respeto debido. Un hombre es justo cuando colabora activamente a que cada persona esté en condiciones de lograr la estatura espiritual que le compete.

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El hombre justo no sólo practica la justicia en las circunstancias concretas de su entorno más inmediato sino que se compromete en la promoción de la justicia, en erradicar la injusticia del mundo, en conseguir que todo hombre vea reconocido y respetado su derecho a vivir y desarrollarse con el rango y la dignidad que le corresponde como ser humano. Practicar la justicia implica ser solidario [32] .

Compartir SolidariamenteSer solidario significa vincularse “sólidamente” a los demás [33] . La solidaridad surge cuando la persona se compromete con algo valioso, responde a la llamada de un valor, es decir, se hace responsable. Esta llamada de los valores constituye la voz de la conciencia [34] . La solidaridad lleva a los más poderosos y pudientes a sentirse responsables de los más débiles y a compartir con ellos lo que poseen. Estos, por su parte, no deben adoptar una actitud meramente pasiva o incluso destructiva del tejido social, sino que, sin dejar de reivindicar sus legítimos derechos, han de realizar lo que les corresponde para el bien común [35] .

La persona solidaria no considera al “otro” -persona, pueblo o nación- como un medio para los propios fines egoístas, como un instrumento cualquiera para explotar en beneficio propio, sino como un ser humano con toda su dignidad, un “colaborador” con el que compartir el banquete de la vida al que todos los hombres son igualmente invitados por Dios [36] . Practica la generosidad, es desprendida y participativa. Da y se ofrece a sí misma en los ámbitos más inmediatos en los que interviene, pero también está en disposición de responder solidariamente a realidades valiosas alejadas de ella si éstas han sufrido menoscabo.

Vive en su familia, en su trabajo, en su entorno, con actitud generosa, desinteresada y colaboradora. Crea con los demás lazos muy fuertes de unión. Puede llegar un momento en que tropiece con una realidad penosa, tal vez físicamente lejana a ella mismo, como ciertas carencias elementales en algunos países. La realidad valiosa de la dignidad humana sufre allí grave quebranto. Su sentimiento de solidaridad inspirará espontáneamente un deseo de comprometerse activamente en la medida de sus posibilidades. No “dará” sino que “compartirá”, incluso a costa de renuncias y sacrificios. En estas circunstancias, las campañas de solidaridad con los necesitados tienen un sentido humano y cristiano muy profundo [37] .

El “ideal de la unidad y la solidaridad”Desde hace siglos, el mundo occidental está dedicando sus mayores esfuerzos a incrementar los logros técnicos y científicos para aumentar, de este modo, el grado de bienestar de los seres humanos [38] . Pero la historia ha demostrado que los resultados son en beneficio de unos pocos y

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en detrimento de la mayoría. El ideal de la soledad egoísta -aunque al principio parece que evita esfuerzos y reporta ventajas inmediatas- acaba asfixiando al hombre. Por el contrario, el ideal de la unidad y la solidaridad --que implica el encuentro generoso con las realidades de la Creación- eleva al hombre a su cota más alta de perfección. El encuentro es perfecto cuando el hombre tiene libertad interior para no buscar su interés particular sino la creación de vínculos:

“La Sagrada Escritura, con la que está de acuerdo la experiencia de los siglos, enseña a la familia humana que el progreso, altamente beneficioso para el hombre, también encierra, sin embargo, gran tentación, pues los individuos y las colectividades, subvertida la jerarquía de los valores y mezclado el bien con el mal, no miran más que a lo suyo, olvidando lo ajeno. Lo que hace que el mundo no sea ya ámbito de una auténtica fraternidad, mientras el poder acrecido de la humanidad está amenazando con destruir el propio género humano. [...] Sólo a costa de grandes esfuerzos, con la ayuda de la gracia de Dios, (el hombre) es capaz de establecer la unidad en sí mismo. [...] Dándole gracias por (las cosas creadas) al Bienhechor y usando y gozando de las criaturas en pobreza y con libertad de espíritu, entra de veras en posesión del mundo como quien nada tiene y es dueño de todo” [39] .

El ideal no es un valor más entre los valores, es el valor supremo que los aviva y sostiene a todos. Esta fuerza de atracción procede de la excelencia que expresa y encarna el valor de la unidad. Dicho valor es primordial para el desarrollo humano, porque la vida personal llena de sentido consiste en crear las formas más altas de unidad, es decir, formas verdaderas de encuentro. En el encuentro cada uno sigue siendo quien es, no pierde nada de su naturaleza y su personalidad, pero colabora en el enriquecimiento común del que también él participa y en el que se enriquece, como dice San Pablo: “Pues así como vuestro cuerpo, en su unidad, posee muchos miembros, y no desempeñan todos los miembros la misma función, así también nosotros, siendo muchos, no formamos más que un solo cuerpo en Cristo, siendo cada uno por su parte los unos miembros de los otros” [40] . “A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común” [41] .

Al abrirnos a los demás generosamente, nos orientamos hacia el ideal auténtico, el que da sentido a nuestra vida. La enseñanza más insistente de Jesucristo fue la del mandamiento del amor mutuo, que es el resumen de todos los demás preceptos y el ~ 7 ~

Para la Reflexión

1- El término "Justicia" tiene una connotación amplia generalmente referida a algunos Organos del Estado, pero conviene, según en pensamiento de la Iglesia, acercarlo también a la aplicación personal. En esa dirección, como puede aplicarse la Justicia en el entorno familiar? Qué situaciones son realmente injustas y comunes en los hogares? Que medidas o actitudes se debieran promover en nuestras familias para que nos acerquemos al cumplimiento de la justicia?

2- Señala el documento que "la Paz no es solamente la ausencia de la guerra y los conflictos". Cual es sentido de Paz que recalca el documento? Como valoras la Paz en el país? Realmente, vivimos una verdadera Paz? Por donde debiéramos comenzar a construir una Paz real y duradera? Sugiere una idea para que la Asociación trabaje por la Paz.

3- La práctica de la Solidaridad puede tener aplicación en diferentes ambientes de la vida diaria como el trabajo, el estudio, el hogar, el vecindario, la Parroquia, nuestro Centro de Salesianos Cooperadores, entre otros. ¿En cual de estos ambientes crees que es mas difícil la práctica

de la Solidaridad y por qué? Qué factores internos o externos nos limitan personalmente a practicar la Solidaridad?

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distintivo de sus discípulos. La víspera de su Pasión, en la oración al Padre, le ruega por la unidad de todos en el amor:

“Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros. [...] Para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí” [42] . El ideal del aislamiento egoísta bloquea al hombre y lo destruye. Por el contrario, el ideal de la entrega oblativa lo eleva a su cota más alta de perfección.

[1] Mª Ángeles Almacellas BernadóEscuela de Pensamiento y Creatividad (Profesor A. López Quintás) - (comunicación en el IV Congreso Católicos y Vida Pública Madrid –2002)

[3] TDV, pág. 21 (Citamos por la edición de PPC, nº 104 de la colección “Documentos y estudios”, Madrid, 1985); “La ruptura entre el Evangelio y la cultura es, sin duda alguna, el drama de nuestro tiempo” (EN,20).

[4] PP, 13. [5] SRS, 41. [6] PP, 20. [7] NMI, 10. [8] Ibidem. [9] SRS,41 [10] OA, 48 [11] MM, 219,220,222 [12] CA, 11 [13] CA, 57

[14] P. Poupard, La Iglesia ante los desafíos culturales de la modernidad, Conferencia pronunciada en la Fundación Universitaria Española, el 28 de mayo de 2001, Publicaciones de la F.U.E., Madrid, 2001, pág. 32.

[15] NMI, 50. [16] “A medida que pasan los años, aquellos textos (conciliares) no pierden su valor ni su esplendor. [...] Con el Concilio se nos ha ofrecido una brújula segura para orientarnos en le camino del siglo que comienza” (NMI, 57). [17] GS, 19. [18] SRS, 41 [19] Juan Pablo II, Discurso a la III Asamblea del CELAM, 88. [20] NMI, 9. [21] MM, 226-230. [22] “Dios ha enviado su Palabra a los hijos de Israel, anunciándoles la Buena Nueva de la paz por medio de Jesucristo que es el Señor de todos” (Hch 10,36). Véase GS 78.83. [23] Alfonso López Quintás, Inteligencia creativa. El descubrimiento personal de los valores, BAC, Madrid, 1999 [24] 1Pe 3,16. [25] “Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo” (Jn 16,33).

[26] St 3,18. [27] SRS, 39 [28] PP, 76 [29] Is 32,7 [30] LE, 1. [31] Ef 4, 21-24. [32] GS, 27-29. [33] GS, 30. [34] GS, 16. [35] SRS,39

[36] SRS, 39 [37] SRS, 39-40. [38] GS, 15. [39] GS, 37. [40] Rm 12,4. [41] 1 Co 12,7. Véase también 1 Co 10,17; 12,12-26 y Ga 3,28. [42] Jn 17,11.21-23. Véase también Jn 10,30. [43] Cf. Alfonso López Quintás, Inteligencia creativa. El descubrimiento personal de los valores, BAC, Madrid, 1999; Cómo lograr una formación integral. El modo óptimo de realizar la función tutorial, San Pablo, Madrid, 1996; Manual de formación ética del voluntario, Rialp, Madrid, 1998.

Siglas

AG Ad gentes divinitus, Decreto conciliar sobre la actividad misionera de la Iglesia.

CA Centesimus annus, Encíclica de Juan Pablo II.

Ef Epístola a los efesios.

EN Evangelii nuntiandi, Exhortación apostólica de Pablo VI.

GS Gaudium et spes, Constitución conciliar sobre la Iglesia en el mundo de hoy.

Hch Hechos de los apóstoles.

Is Isaías.

LE Laborem exercens, Encíclica de Juan Pablo II.

MM Mater et magistra, Encíclica de Juan XXIII.

NMI Novo millennio ineunte, Carta Apostólica de Juan Pablo II

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