TEMA X: LA MISERICORDIA DEL CORAZÓN

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TEMA X: LA MISERICORDIA DEL CORAZÓN 73 Tema 10.- La misericordia del corazón FUNDAMENTACIÓN El amor se expresa con plenitud en la vocación de servicio. Servir es darse a los demás, según su realidad y sus posibilidades. Servir es estar atento a las necesidades materiales o espirituales de nuestros hermanos, de aquellos que nos rodean, de los que podemos atender. La Iglesia, fiel a las enseñanzas de Jesús, nos da los medios necesarios para concretar nuestro amor al prójimo. Uno de estos medios son las Obras de Misericordia, que son las acciones de caridad que los hombres practican para socorrer a las personas en sus miserias y necesidades, tanto corporales como espirituales. Identifica los actos de misericordia que alivian el dolor de las personas, reconociendo que nos acercan también a Dios, por lo que está pendiente de las necesidades de los demás. Mateo 25, 34-40 CONOCEMOS LA REALIDAD Despertamos el interés Escuchamos el siguiente relato: “Las palabras de tu padre”. Había un hombre muy rico que poseía muchos bienes y un único hijo, su heredero. Un día, el padre, ya en edad, dijo a sus empleados que le construyeran un pequeño establo. Dentro de él, el propio padre preparó una horca y, junto a ella, una placa con algo escrito: "PARA QUE NUNCA DESPRECIES LAS PALABRAS DE TU PADRE". Más tarde, llamó a su hijo, lo llevó hasta el establo y le dijo: _ Prométeme que si sucede lo que te dije, te ahorcarás en ella. El joven se rio, pensó que era un absurdo, pero para no contradecir a su padre le prometió que así lo haría, pensando que eso jamás sucedería. El tiempo pasó, el padre murió, y su hijo se encargó de todo, y así como su padre había previsto, el joven gastó todo, vendió los bienes, perdió sus amigos y hasta la propia dignidad. Desesperado y afligido, comenzó a reflexionar sobre su vida y vio que había sido un tonto. Se acordó de las palabras de su padre y comenzó a decir: _ Padre mío... Si yo hubiese escuchado tus consejos... Pero ahora es tarde. Yo nunca seguí tus palabras, nunca te alegré cuando estabas vivo, pero al menos esta vez, haré su voluntad. Voy a cumplir mi promesa. Entonces, él subió los escalones y se colocó la cuerda en el cuello, y pensó: _ Ah, si yo tuviese una nueva oportunidad... Entonces, se tiró desde lo alto de los escalones y, por un instante, sintió que la cuerda apretaba su garganta... Era el fin. Sin embargo, el brazo de la horca era hueco y se quebró fácilmente, cayendo el joven al piso. Sobre él cayeron gran cantidad de piedras preciosas y una nota que decía: _ Esta es tu nueva oportunidad. ¡Te amo mucho! Con amor, tu viejo padre. Recogiendo los Saberes Previos ¿Conoces algunos hijos que no hacen caso de las palabras de sus padres? ¿Por qué crees que a veces no seguimos los consejos de nuestros padres? ¿Has experimentado el perdón de los padres cuando has hecho algo que no está bien? ¿Por qué crees que tus padres te perdonan? Confrontamos los Saberes ¿Crees que Dios es como ese padre, que siempre nos da una nueva oportunidad? ¿Crees que la vida también te da una segunda oportunidad? ¿Tú también das una segunda oportunidad a aquellos que se equivocan contigo? ¿Crees que para dar una segunda o más oportunidades hay que tener un corazón misericordioso? ¿Crees que Dios tiene un corazón misericordioso? ¿Por qué lo crees?

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TEMA X: LA MISERICORDIA DEL CORAZÓN

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Tema 10.- La misericordia del corazón

FUNDAMENTACIÓN

El amor se expresa con plenitud en la vocación de servicio. Servir es darse a los

demás, según su realidad y sus posibilidades. Servir es estar atento a las

necesidades materiales o espirituales de nuestros hermanos, de aquellos que nos rodean, de los que podemos atender.

La Iglesia, fiel a las enseñanzas de Jesús, nos da los medios necesarios para

concretar nuestro amor al prójimo. Uno de estos medios son las Obras de

Misericordia, que son las acciones de caridad que los hombres practican para

socorrer a las personas en sus miserias y necesidades, tanto corporales como

espirituales.

Identifica los actos de misericordia que alivian el dolor de las personas, reconociendo que

nos acercan también a Dios, por lo que está pendiente de las necesidades de los demás. Mateo 25, 34-40

CONOCEMOS LA REALIDAD

Despertamos el interés

Escuchamos el siguiente relato: “Las palabras de tu padre”.

Había un hombre muy rico que poseía muchos bienes y un único hijo, su heredero. Un día, el padre, ya en edad, dijo a sus empleados que le construyeran un pequeño establo. Dentro de él, el propio padre preparó una horca y, junto a ella, una placa con algo escrito: "PARA QUE NUNCA DESPRECIES LAS PALABRAS DE TU PADRE". Más tarde, llamó a su hijo, lo llevó hasta el establo y le dijo: _ Prométeme que si sucede lo que te dije, te ahorcarás en ella. El joven se rio, pensó que era un absurdo, pero para no contradecir a su padre le prometió que así lo haría, pensando que eso jamás sucedería. El tiempo pasó, el padre murió, y su hijo se encargó de todo, y así como su padre había previsto, el joven gastó todo, vendió los bienes, perdió sus amigos y hasta la propia dignidad. Desesperado y afligido, comenzó a reflexionar sobre su vida y vio que había sido un tonto. Se acordó de las palabras de su padre y comenzó a decir: _ Padre mío... Si yo hubiese escuchado tus consejos... Pero ahora es tarde. Yo nunca seguí tus palabras, nunca te alegré cuando estabas vivo, pero al menos esta vez, haré su voluntad. Voy a cumplir mi promesa. Entonces, él subió los escalones y se colocó la cuerda en el cuello, y pensó: _ Ah, si yo tuviese una nueva oportunidad... Entonces, se tiró desde lo alto de los escalones y, por un instante, sintió que la cuerda apretaba su garganta... Era el fin. Sin embargo, el brazo de la horca era hueco y se quebró fácilmente, cayendo el joven al piso. Sobre él cayeron gran cantidad de piedras preciosas y una nota que decía: _ Esta es tu nueva oportunidad. ¡Te amo mucho! Con amor, tu viejo padre.

Recogiendo los Saberes Previos

¿Conoces algunos hijos que no hacen caso de las palabras de sus padres?

¿Por qué crees que a veces no seguimos los consejos de nuestros padres?

¿Has experimentado el perdón de los padres cuando has hecho algo que no está bien?

¿Por qué crees que tus padres te perdonan?

Confrontamos los Saberes

¿Crees que Dios es como ese padre, que siempre nos da una nueva oportunidad?

¿Crees que la vida también te da una segunda oportunidad?

¿Tú también das una segunda oportunidad a aquellos que se equivocan contigo?

¿Crees que para dar una segunda o más oportunidades hay que tener un corazón misericordioso?

¿Crees que Dios tiene un corazón misericordioso? ¿Por qué lo crees?

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CONSTRUIMOS EL APRENDIZAJE

Iluminamos con la Palabra de Dios

Las “obras de misericordia” son un hermoso catálogo de acciones, o mejor, de sentimientos y actitudes, que hacen efectivo y concreto el precepto del amor fraterno, distintivo de los cristianos. La Iglesia nos propone practicar y vivir estas “obras de misericordia” en todo tiempo y en toda ocasión.

Las obras de misericordia no han de ser catorce, sino tantas cuantas miserias encontremos en el camino. Tampoco debe hacerse una distinción tan radical entre corporales y espirituales. Por otra parte, no es tanto cuestión de hacer, sino de ser. No basta con hacer obras de misericordia, hay que ser misericordiosos. Es posible que muchas veces, quizá la mayoría, no podamos hacer nada, pero siempre podemos sentir, estar, compartir misericordiosamente.

Las Obras de Misericordia Corporales, son las que nos permiten ayudar al prójimo en sus necesidades físicas o materiales.

Dar de comer al hambriento: Hay que compartir el pan, todo el pan que podamos tener, porque hay tantas hambres. Hay que hacerse pan y pan partido, como hizo Jesús. El pan es fraternidad y es vida. El pan partido y compartido es amor.

Dar de beber al sediento: Dar un vaso de agua es fácil y es bonito. Saciar otra sed más profunda es difícil. Saciar la sed, definitivamente es imposible. Pero alguien puede hacer brotar en las entrañas una fuente de agua viva, gozosa, inagotable. Nosotros podemos ayudar a hacer

posible el milagro del agua.

Dar posada al necesitado: Hoy no es fácil abrir la puerta de la casa, cada vez más defendida. Son muchos los peregrinos que llaman a nuestra puerta: mendigos, transeúntes, extranjeros, refugiados, drogadictos… Toda una herida abierta, que exige soluciones no sólo personales sino estructurales. Acoge al que llama a la puerta de tu casa, pero no sólo materialmente sino cordialmente. Todo el que se acerca a ti es un peregrino, que a lo mejor sólo te pide una palabra, una sonrisa o una escucha.

Vestir al desnudo: Aquí, entre nosotros, no encontrarás muchos desnudos que vestir. Suelen estar más lejos. Quizá haya otro tipo de vestiduras, que sí debes poner: la vestidura del honor, del respeto, de la protección. Siempre tendrás que cubrir la desnudez del prójimo con el manto de la caridad. Hay algo mucho más grave que no vestir al desnudo; es el desnudar al vestido. Esto es ya tema de justicia. Y atentos, son los muchos millones a los que estamos desnudando. “Si, pues, ha de ir al fuego eterno aquel a quien le diga: estuve desnudo y no me vestiste, ¿qué lugar tendrá en el fuego eterno aquel a quien le diga: estaba vestido y tú me

desnudaste?”

Visitar al enfermo: No es una visita desde lejos, una visita por cumplir. Algo que signifique cercanía y compasión. Una visita que suponga comunicación, ayuda, cuidado, ternura, consuelo, confianza. Son partecitas del cuerpo doliente de Cristo. Hay muchas clases de enfermedades y de enfermos. No están sólo en los hospitales; los hay también en casa, en el trabajo y en la calle. Todos tenemos alguna enfermedad o alguna dolencia. Por eso tenemos que tratarnos comprensiva y compasivamente.

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Socorrer a los presos: No está en nuestras manos sacar a los presos de la cárcel; pero sí podemos aliviar y orientar a los presos que están en la cárcel. No podemos quitar las esposas de las muñecas; pero sí podemos quitar las cadenas del alma. Hay muchas cárceles y esclavitudes íntimas. Es tarea nuestra, es obra de misericordia, liberar a todos los cautivas: desde el preso al drogadicto, desde el avaricioso al consumista, desde el lujurioso al hedonista, desde el hincha al fanático de lo que sea.

Enterrar a los muertos: De esto ya se encargan las funerarias. Nosotros debemos envolver a los difuntos en la oración esperanzada, en el amor y el agradecimiento. El problema está más, no en los que se van, sino en los que se quedan. La muerte de un ser querido deja casi siempre heridas sangrantes. Es una obra de misericordia estar cerca de los que sufren por estas muertes. Cuando damos el pésame o “acompañamos en el sentimiento”, que no sea una rutina o una palabra vacía.

Las Obras de Misericordia Espirituales, son las que nos permiten ayudar al prójimo en sus necesidades espirituales.

Enseñar al que no sabe: Es una bonita obra de misericordia, pero a veces nos encariñamos tanto con ella que queremos dar lecciones a todo el mundo. Esta misericordia debemos practicarla con moderación. A lo mejor es preferible que te dejes enseñar. Esto también es obra de misericordia: saber escuchar y agradecer lo que has aprendido. Todos necesitamos aprender unos de otros, incluso el profesor del alumno, y el padre del hijo, y el empresario del obrero. Enseña, sí, al que no sabe, pero sin humillarle. Enséñale a saber.

Dar buen consejo al que lo necesita: Da un consejo, pero sin paternalismo. Da un consejo, pero cuando el otro te lo pida o lo quiera o de verdad lo necesite. Da un consejo, pero siempre que estés tú dispuesto a recibirlo. Un buen consejo, una palabra orientadora, puede ser luz en la noche, puede ahorrar muchos tropiezos y caídas, puede salvar una vida del fracaso y la desesperación.

Corregir al que se equivoca: También la corrección fraterna es una obra de misericordia, pero cuando se hace desde la humildad y desde el amor. Desde la humildad, reconociendo que también nosotros nos equivocamos. No queramos sacar la paja en el ojo ajeno, sin darnos cuenta de nuestra viga. Desde el amor, no para herir al hermano sino para salvarle. Y hacerlo además cariñosa, delicada y simpáticamente.

Perdonar las ofensas: Es de lo más difícil. Somos tan propensos a la

venganza y el resentimiento. Por eso Jesús nos dio un ejemplo maravilloso, y nos cogió la palabra en la oración que puso en nuestros labios. Esta es una de las obras de misericordia más cristiana. Perdona, aunque la ofensa te duela mucho. Perdona setenta veces siete. Perdona, si puedes, hasta olvidar. Perdona y ama. Y perdónate también a ti mismo....

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Consolar al triste: Cada uno de nosotros tendría que ser un ángel del consuelo, como el que se acercó a Jesús en su agonía, y escribir cada día alguna página del libro de la Consolación. Son muchas las personas que sufren la tristeza, a veces por cosas bien pequeñas. ¡Resulta tan fácil y tan bonito hacer felices a los demás! Podría bastar una palabra, una sonrisa, una explicación, un desahogo, un gesto de cariño. El que consuela se parece a Dios, que se dedica a enjugar las lágrimas de todos los rostros.

Sufrir con paciencia las molestias de nuestro prójimo: Damos por supuesto que todos tenemos flaquezas. El prójimo no es un cielo, como piensa el enamorado, ni es un infierno, como piensa el existencialista. Puede ser el limbo o el purgatorio o la antesala del Paraíso. La convivencia es fuente de alegría y enriquecimiento, pero es también una llamada al vencimiento y el vaciamiento. Llevemos con paciencia las flaquezas del prójimo y las nuestras. Nos ayudará a crecer en el amor y la misericordia. Como Dios, que tiene paciencia infinita con nosotros.

Rogar por los vivos y los muertos: Rezar no es una rutina. Rezar es amor. Cuando rezamos por alguien nos solidarizamos con él, lo queremos como a nosotros mismos. No rezamos para ablandar el corazón de Dios, sino para agrandar el nuestro. Rezar es llenar nuestro corazón de nombres. Rezar por los demás nos hace bien a nosotros mismo, porque nos ayuda a amar y nos compromete para hacer realidad, en la medida de nuestras fuerzas, aquello que pedimos. Roguemos a Dios por los vivos y difuntos y sentiremos cómo crece la comunión de los santos.

Podríamos también hablar de catorce obras de misericordia y liberación. Las siete primeras son individuales, las otras siete con colectivas.

Las individuales son éstas:

1.- Acompañar y alegrar al que está sólo.

2.- Llenar de esperanza al desilusionado.

3.- Ayudar a encontrar trabajo.

4.- Acoger y reinsertar al transeúnte y extranjero.

5.- Educar y rehacer al delincuente.

6.- Rescatar al cautivo de la droga.

7.- Dignificar al que se ha prostituido.

Las siete colectivas son éstas:

1.- Promocionar a los pueblos subdesarrollados.

2.- Defender los derechos de los marginados.

3.- Combatir las injusticias y la opresión.

4.- Defender el desarme y la no-violencia.

5.- Liberar de la tiranía del consumo.

6.- Trabajar por la unión de los pueblos.

7.- Construir la civilización del amor.

Podemos añadir otras obras de liberación. Lo importante es que nos esforcemos en practicarlas, aunque sea algunas de ellas. El Concilio Vaticano II nos recuerda: “Puede decirse que Cristo mismo, en la persona de los pobres, eleva su voz para solicitar la caridad de sus discípulos”.

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Contexto de la Palabra

Misericordia deriva de: Miser= miseria. Cordia=corazón. Por tanto, misericordia significa sentir con el otro sus miserias y necesidades, y como consecuencia de esa compasión (sentir con) ayudarlo y auxiliarlo.

En la descripción del Juicio Final que nos presenta el Evangelio de San Mateo, Jesús da una especie de lista sobre cómo mostrar nuestro amor al prójimo en algunos aspectos materiales: Tuve hambre y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; forastero y me recibieron en su casa; sin ropas y me vistieron; enfermo y me visitaron; en la cárcel y fueron a verme… Basada en este texto, la Iglesia nos ha dado un listado bastante completo, que nos sirve de guía en nuestro amor al prójimo. Son las llamadas Obras de Misericordia Corporales.

La lista de las Obras de Misericordia Espirituales, la Iglesia las ha tomado de otros textos que están a lo largo de la Biblia y de actitudes y enseñanzas del mismo Cristo: el perdón, la corrección fraterna, el consuelo, soportar el sufrimiento, etc.

Son expresiones externas del amor que se lleva dentro del corazón. A través de estos actos, se manifiesta siempre la presencia de Dios Amor.

Escuchamos la Palabra

Entonces el Rey dirá a los que están a la derecha:

_ ¡Vengan, los bendecidos por mi Padre! Tomen

posesión del reino que ha sido preparado para

ustedes desde el principio del mundo.

Porque tuve hambre y ustedes me

alimentaron; tuve sed y ustedes me dieron

de beber. Pasé como forastero y ustedes me

recibieron en su casa. Anduve sin ropas y

me vistieron. Estaba enfermo y fueron a

visitarme. Estuve en la cárcel y me fueron a

ver.

Entonces los buenos preguntarán:

_ Señor. ¿Cuándo te vimos hambriento y te dimos de

comer? Sediento y te dimos de beber, o forastero y

te recibimos, o sin ropa y te vestimos? ¿Cuándo te

vimos enfermo o en la cárcel, y te fuimos a ver?

El Rey responderá:

_ En verdad les digo que, cuando lo hicieron

con alguno de estos pequeños que son mis

hermanos, lo hicieron conmigo. (Mt. 25, 34 – 40)

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Interiorizamos la Palabra

El amor al prójimo es el fruto de nuestro amor a Dios. Si pretendemos primero amar a los demás sin antes amar a Dios, estamos siendo altruistas, benefactores, pero eso lo puede hacer cualquiera que no tenga fe. El cristiano tiene que amar al prójimo desde Dios. El resultado de la ayuda puede parecer ser el mismo, pues se resuelve un problema personal o social, pero no es igual para nuestra alma, ni para quien recibe la ayuda. Al amar al prójimo desde Dios, el Señor reparte su gracia a todos los involucrados en ese acto de amor.

El Señor ama a las personas a través de acontecimientos, de hechos concretos ocurridos en nuestra vida, a través de otras personas encontradas en el camino de la vida. Esas personas que aman, entre las que debemos encontrarnos nosotros, son las bendecidas por Dios, son las que Él acoge por toda la eternidad. Esas personas no lo sabían, pero en su acto de amor, estaba presente el Señor, estaba Jesús en cada uno de aquellos que hicieron el bien, que ayudaron al otro.

Jesús nos dice que todo lo bueno que realicemos con las personas, se lo hemos hecho a Él mismo. Por eso, porque amaron, es por lo que participarán de la vida divina. El Amor a Dios es lo que sostiene nuestro amor al prójimo. No puede haber amor al prójimo sin amor a Dios.

Mensaje para hoy

Para vivir ese amor que Jesús nos enseña, son las Obras de Misericordia, pues al ponerlas en práctica estamos reviviendo lo que Jesús nos dice: “Todo aquel que ayuda, colabora con una persona necesitada, desvalida, pobre… a mí me está ayudando, a mí me lo está haciendo.” Al ayudar a otros, ponemos de manifiesto nuestra misericordia y nuestro amor con las personas necesitadas, y en ese momento, nos introducimos en la vida de Dios, por eso compartiremos el Reino de los Cielo con Jesucristo, porque hemos sido esos pequeños “jesucristos”, aquí en la tierra, que han sabido transmitir el amor profundo y total de Dios Padre.

Comencemos a hacer el bien desde ahora. No esperemos el día del juicio final, para que el Señor nos recrimine nuestra flojera y nuestra insensibilidad hacia el dolor y la necesidad de los demás. Jesús nos alerta a que no nos quedemos dormidos, sino que trabajemos, que seamos prudentes.

Hoy vemos muchas personas cercanas que nos necesitan: puede ser un vecino, un compañero de clase, un amigo cercano o mi propia familia; es el momento de actuar. Ya no podemos ser simples espectadores. Vayamos a ver en el hospital aquel hermano que quiere consolación. En la cárcel, a aquel que espera mi visita. Aquel compañero que desea compartir un partido de fulbito… El Reino de Dios será para todo aquél que haya ayudado a su prójimo, que haya amado.

Conversamos

¿Para quienes será el Reino de Dios?

¿Si ayudo a mi amigo, estoy ayudando a Dios?

¿Qué sucederá con aquellos que no hacen nada por los demás?

¿Los que hacen el bien a los demás, tienen que pedir algo a cambio?

¿Cuáles son las Obras de Misericordia Corporales?

¿Cuáles son las obras de Misericordia Espirituales?

Recordamos

Jesús ofrece el Reino de Dios a todo aquél que sea misericordioso.

Jesús quiere que amemos a quien lo necesita, viendo al mismo Dios en el prójimo.

Jesús nos promete que todo aquel que ayude a las personas indefensas, entrará en el Reino de Dios.

Jesús quiere que hagamos el bien, sin pedir nada a cambio.

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APLICAMOS LO APRENDIDO

Actuando en la vida

Organizan grupos y preparan una escenificación sencilla. Escogen algunas de las obras de misericordia que

más les llame la atención. Procurar que se hagan las Espirituales y las Corporales.

Descubre el mensaje de la lectura “Una mujer devota” y qué obras de misericordia podía haber realizado la

mujer de la historia.

Érase una vez una mujer muy devota y llena de amor a Dios. Acostumbraba ir a la Iglesia todas las mañanas, y por el camino solían pedirle algo los niños y los mendigos, pero ella iba tan preocupada por sus devociones, que ni siquiera los veía.

Un buen día, tras haber recorrido el camino acostumbrado, llegó a la Iglesia en el preciso momento en que iba a comenzar la misa. Empujó la puerta, pero ésta no se abrió. Volvió a empujar, esta vez con más fuerza, y comprobó que la puerta estaba cerrada con llave.

Afligida por no haber podido asistir a misa por primera vez en muchos años, y no sabiendo qué hacer, miró hacia arriba… y justamente allí, frente a sus ojos, vio una nota clavada en la puerta con un chinche. La nota decía: “Estoy afuera” (A. de Mello)

En grupos presentan en un papelote otra Obra de Liberación que vean en nuestra realidad. Grafican o dibujan

esa realidad y explican por qué la han escogido y qué se puede hacer para cumplirla.

Se forman siete grupos. A cada grupo se le da una obra de misericordia corporal y otra espiritual. Para cada

una de ellas, crean un dibujo logo y un lema. Después lo presentan a los demás y se colocan en algún lugar

visible del aula o del colegio.

Reflexionan sobre las siguientes frases y dibujos:

La caridad es una virtud del corazón, no de las manos.

Cuando la oscuridad del camino te impida continuar, recuerda que aquí está mi mano para ayudarte a viajar.

Siempre he sabido que en el fondo del corazón de todos los seres humanos hay misericordia y generosidad. Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, su procedencia o su religión. El odio se aprende, y si es posible aprender a odiar, es posible aprender a amar.

Permite que Dios llene tu corazón y te sobrarán los motivos para sonreir.

En el pupiletras encuentra las siguientes palabras:

OBRAS, MISERICORDIA, COMER, BEBER, POSADA, VESTIR, VISITAR, SOCORRER, ENTERRAR, ENSEÑAR, CONSEJO, CORREGIR, PERDONAR, CONSOLAR, SUFRIR, ROGAR.

O A R B E N S E Ñ A R S C T D U E V F E

B X P R G Y H Z I A R A L O S N O C J N

R B O A K C O N S E J O C L D M E N F T

A Ñ S T G O H P I R I G E R R O C Q J E

S R A I K S S U F R I R L T M U N V Ñ R

W R D S O X P Y Q Z R E R R O C O S R R

A E A I S B P E R D O N A R T C U D V A

E M W V F X G Y H Z I A J R I T S E V R

B O B E B E R K C L D R O G A R M E N F

Ñ C G O H P I Q A I D R O C I R E S I M

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Compromisos

Personal: Ayudaré a mis hermanos y compañeros en sus tareas, sin pedir nada a cambio.

Social: Relataré un caso de amor al prójimo donde se resalte una obra de misericordia.

Eclesial: Leeré la cita de Mateo 25, 33-46, para descubrir las obras de misericordia.

Ecológico: Haré un dibujo sobre una de las obras de misericordia y lo comentaré.

Vivimos la Celebración

En este momento vamos a colocar una mesita en el centro del aula, con una Biblia y una vela encendida,

significando que Dios está en medio de nosotros. En su presencia, realizamos esta celebración.

Iniciamos: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Escuchamos el canto: “Dale la mano”.

No ha sido fácil, sé que caíste, lo entiendo bien, yo lo pude pasar. Tus ilusiones y tantos sueños hoy de repente se pudieron derribar. Y es que la gente, solo señala con corazones que no tienen piedad. Se les olvida que Jesucristo tuvo misericordia antes de condenar.

Y tristemente esta es la realidad de una nación que el mal domina. Si no entendemos cual es nuestro papel no entraremos allá arriba. (2) Dale la mano al caído, al desnudo dale abrigo, al que esta hambriento alimento y al que esta triste consuelo. SÍ fue por él, gracias a él, solo por él y a nadie más. (2) Y nunca te olvides de donde Dios te ha sacado, no vaya a ser que más adelante caigas por no haberte cuidado. (2)

Te sientes solo por el rechazo que te persigue y no puedes escapar. Tus amistades te abandonaron, pues al caer te decidieron marcar. Y es que la gente, solo señala con corazones que no tienen piedad. Se les olvida que Jesucristo tuvo misericordia antes de condenar.

Recordamos brevemente la lectura bíblica de hoy.

A continuación se realiza un pequeño comentario sobre el mensaje que nos deja la lectura para nuestras vidas.

Juntos realizan la siguiente oración:

Señor Jesús, mi dulce amigo.

Cuatro cosas hoy te pido con mucha necesidad.

Paciencia para sufrir, fuerza para trabajar,

valor para resistir las penas que han de venir,

temperamento sereno para poder resolver las cosas con calma.

Así tendré en el alma una perfecta tranquilidad. Amén.

En forma espontánea los alumnos y alumnas hacen una oración de petición o de agradecimiento, relacionada con el tema de hoy.

Al finalizar las peticiones, oramos con el Padre Nuestro.

Terminamos la celebración con el canto: “Dale la mano”.