Tema4 2ºbach
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2º BACHILLERATO
4. PROCESO DE DESAMORTIZACIÓN Y CAMBIOS AGRARIOS 1
4 PROCESO DE DESAMORTIZACIÓN Y CAMBIOS AGRARIOS
1. INTRODUCCIÓN
El siglo XIX es una etapa decisiva en la Historia de nuestro país, pues se produjo un gran cambio político, el
triunfo del Estado Liberal burgués, que traerá consigo profundas transformaciones de las estructuras
económicas, sociales y culturales de España. No obstante, el largo proceso de la revolución liberal, comenzado
en 1808 y en 1840 no consiguió las altas metas propuestas en la agricultura que asegurarían su despegue al nivel
de otros países europeos. El tema en cuestión, objeto de múltiples disputas, era el derecho de propiedad,
bandera de los liberales, quienes consideraban que éste era fundamental para lograr la felicidad del individuo y
la riqueza de la nación. Según los liberales todo ser humano tiene derecho a ser feliz hoy y en el futuro, y para
ello debe poseer propiedades que le den seguridad y esto no es posible si el Estado no garantiza el libre acceso
a la misma para todos. Cuanto más se esfuercen los ciudadanos en la obtención de estas propiedades, más
aumentará la riqueza de la nación. Así que el deber del Estado es proteger este derecho inviolable.
Es en este contexto debemos entender las desamortizaciones no como un hecho aislado, sino un proceso histórico largo y complejo. Al estar este tipo de bienes vinculados a la aristocracia, a la Iglesia o a los municipios (bienes de comunes y propios) la desamortización ha constituido una de las tareas históricas más importantes de la revolución burguesa orientada a transformar el régimen de propiedad feudal. La palabra desamortización se aplicaba a los bienes de los eclesiásticos, y la de desvinculación, a los bienes de los seglares. La desvinculación se hizo con un doble proceso: la abolición de los señoríos y la supresión de los mayorazgos.
Este proceso fue muy largo y complejo porque debía comenzar con la nacionalización de los bienes de las manos
muertas para luego ponerlos a disposición de propietarios privados. El proceso desamortizador respondió a las
circunstancias propias de cada época, cambiando los bienes desamortizados (comunales, eclesiásticos,…),
aunque siempre estuvo clara la disposición del Estado a obtener unos beneficios y reducir la Deuda Pública.
No obstante, es fundamentar conocer la realidad agraria del campo español desde el siglo XVIII para así poder
valorar mejor todas las transformaciones que se irán produciendo en su seno.
2. TRANSFORMACIONES AGRARIAS DEL SIGLOS XIX
Durante el siglo XIX, la agricultura seguía siendo la actividad económica más importante en España. Hasta
mediados de siglo el país vivió un profundo estancamiento económico por causa de las guerras y de la pérdida
de colonias americanas. En estos momentos, mientras se inicia la Segunda Revolución Industrial en países
europeos como Gran Bretaña o Francia, se acelera la carrera imperialista y se crea un gran mercado mundial con
nuevos medios de transporte, la economía española también empieza a cambiar (consolidación de la industria
textil catalana, inicio del ferrocarril, incremento de las tierras cultivadas), pero estos cambios no fueron
suficientemente intensos para propiciar un despegue industrial semejante al de otros países europeos.
En el campo español, hasta mediados del S. XVIII, la agricultura presenta los mismos rasgos que el siglo anterior:
Un rendimiento bajo causado entre otras cosas por el atraso técnico (técnicas tradicionales: arado romano,
rotación bienal,…), al clima y a las crisis agrícolas.
Analfabetismo de los campesinos que provocaba que se mantuvieran los antiguos sistemas de cultivos.
Un claro predominio de economía agraria de autoabastecimiento.
Un sistema de arriendo inadecuado.
Una escasa articulación del mercado agrario español, lo que se traduce en la disparidad de precios entre
distintas regiones y dificultades de intercambios limitado a mercados comarcales y locales.
HISTORIA DE ESPAÑA
BLOQUE III. CONSTRUCCIIÓN Y CONSOLIDACIÓN DEL ESTADO LIBERAL 2
Desigual distribución de la tierra, pues unas pocas familias aristócratas y eclesiásticas tenían grandes
extensiones (la mayoría de las cuales permanecían sin cultivar), mientras muchos braceros y agricultores
no poseían nada.
Limitaciones jurídicas sobre la libre disposición de los bienes por parte de los propietarios, (tierras
amortizadas o vinculadas que no se podían vender ni enajenar). La propiedad de la tierra en el Antiguo
Régimen estaba en manos de los nobles que contaban con el mayorazgo (institución por la cual las
propiedades debían transmitirlas íntegras al primogénito), la Iglesia, y los municipios (bienes propios y
baldíos o tierras comunales).
Desarrollo de la Mesta propiciado por la fuerte demanda de lana y en perjuicio de las tierras agrícolas.
2.1. LAS PRIMERAS REFORMAS AGRARIAS EN EL SIGLO XVIII
A mediados del siglo XVIII el aumento de la población chocaba con una agricultura deficitaria. Los ilustrados,
que reconocían en la agricultura la base del desarrollo económico (doctrina fisiocrática), pusieron en práctica
proyectos de reforma para acabar con la situación de malestar social del campo. Estos pensaban que las tierras
en poder de las manos muertas rendían poco y, por eso, debían pasar a constituirse en bienes de propiedad
privada. Durante el reinado de Carlos III se decretó que los pueblos enajenaran sus bienes concejiles y baldíos
entre los jornaleros y braceros; Floridablanca plantea constituir un fondo formado por el capital procedente de
bienes eclesiásticos vacantes para el fomento de la agricultura y repoblación del país; Campomanes propone la
creación de cotos redondos, indivisibles e inalienables como base del patrimonio familiar; Jovellanos en su
Informe sobre la Ley Agraria afirma que toda la propiedad vinculada y de manos muertas debía desamortizarse.
Godoy, ya en época de Carlos IV, llevará a cabo las primeras expropiaciones de bienes con el fin de sanear la
maltrecha Hacienda Pública.
2.2. LA REFORMA AGRARIA L IBERAL EN EL SIGLO XIX
No fue hasta el siglo XIX cuando se inician las grandes transformaciones agrarias siguiendo los planteamientos
intelectuales de la España ilustrada. Estas son llevadas a cabo por gobiernos liberales (sobre todo durante el
reinado de Isabel II) que buscan introducir en el campo los principios de producción capitalista, partiendo del
principio de la propiedad privada e individual y acabar definitivamente con el sistema feudal de explotación del
Antiguo Régimen.
Tras los intentos frustrados de las Cortes de Cádiz y del Trienio Liberal, entre 1836 y 1837, las medidas jurídicas
más importantes que engloban la Reforma son:
1836: Supresión del mayorazgo (los propietarios pueden disponer de sus tierras libremente).
1837: Abolición de los señoríos jurisdiccionales o régimen señorial. Aquí se plantea el problema de la
propiedad de la tierra ya que se establecía la clara distinción entre:
o Señorío jurisdiccional. El señor administra justicia y posee otros poderes en el lugar.
o Señorío territorial. El señor cuenta con la propiedad de la tierra que era explotada por campesinos
a cambio de tributos.
Esta distinción dará lugar al enfrentamiento de muchos pueblos contra los antiguos señores ya que los
campesinos alegaban que todos los señoríos eran jurisdiccionales y que al abolirse la jurisdicción, la tierra
pasaría a ser propiedad del municipio y por lo tanto de los vecinos. Los señores alegaban que había dos
tipos de dominio dentro de un señorío y que sólo era abolido el señorío jurisdiccional.
La desamortización como hecho clave de la Reforma Agraria.
Otras disposiciones: reparto de tierras comunales, desaparición de privilegios gremiales que regulaban
las faenas agrícolas, autorización de cerrar y acotar fincas o libre contratación de trabajadores.
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3. DESAMORTIZACIÓN. ANÁLISIS Y VALOR
Entendemos por desamortización al procedimiento jurídico a través del cual los bienes amortizados o vinculados,
es decir, aquellos que no podían venderse o cambiar de propiedad (tierras, inmuebles, mayorazgos, etc.) dejan
de serlo para convertirse en bienes de propiedad privada ordinaria. Estos bienes son primero nacionalizados y a
continuación vendidos en pública subasta para que fueran adquiridas por propietarios individuales y además
para aumentar los ingresos del presupuesto del Estado.
En el proceso desamortizador tenemos como tímidos inicios las primeras expropiaciones de bienes de la Iglesia
por el Estado español con Godoy, así como las llevadas a cabo por José Bonaparte a expensas sobre todo de
bienes del clero y de los aristócratas que se resistieron a la dominación francesa, con el fin de favorecer y
comprometer a los “adictos” al régimen.
También a principios del siglo XIX existieron dos intentos frustrados:
Las Cortes de Cádiz. Decreto general de desamortización de bienes confiscados a los afrancesados y
jesuitas, órdenes mendicantes, órdenes religiosas y parte del patrimonio de la Corona y baldíos. Los
beneficios obtenidos se destinarían a pagar la Deuda Pública. No entrará en vigor por el regreso de
Fernando VII y su decisión de declarar nula toda la labor de las Cortes.
Trienio Liberal: se aplica la desamortización como una medida fiscal no como reforma agraria sobre las
tierras propiedad del clero regular. Sin embargo, Fernando VII volverá anular esta medida.
Así que en definitiva, el proceso desamortizador del siglo XIX se reduce a las medidas impulsadas sobre todo por
los liberales progresistas como Mendizábal (1835-1837) y Madoz (1855).
3.1. DESAMORTIZACIÓN DE MENDIZÁBAL
Hombre de negocios de origen relativamente humilde, Juan Álvarez Mendizábal ocupó el Ministerio de
Hacienda en el gabinete del Conde de Toreno durante la Regencia de María Cristina. Su labor más importante
fue elaborar una de las leyes desamortizadoras más relevantes de la historia económica de España.
En la Primera Ley Desamortizadora de Mendizábal (1836) se optó por desamortizar los bienes raíces (que no
sólo incluía tierras, sino también casas, monasterios y conventos con todos sus enseres, incluso obras de arte y
libros) del clero, principalmente los de las órdenes religiosas. La razón de tal decisión no es sólo por la aparición
de un componente anticlerical en el liberalismo español sino porque el coste político de la medida se
consideraba menor. Entre las causas de la misma tenemos que señalar las ideológicas (defensa de la propiedad
privada dentro del programa liberal), económicas (sanear la Hacienda, crear el crédito público, siguiendo el
ejemplo de Inglaterra y financiar la guerra carlista) y políticas (crear una clase de propietarios que vieran en el
régimen liberal isabelino la garantía a sus propiedades y sirvieran de sostén y apoyo al régimen).
La venta de los bienes se hizo mediante pública subasta, previa tasación oficial. A la subasta podían acceder
todos los particulares interesados. Los lotes subastados eran demasiado grandes e inasequibles para que los
pequeños propietarios, pero pagables para la burguesía adinerada. Los lotes podían adquirirse en metálico o a
cambio de títulos de Deuda Pública (aunque en estos casos se debía pagar una parte en efectivo) teniendo
diferentes plazos según la situación.
La Segunda Ley Desamortizadora de Mendizábal (1837) tenía más bien un carácter fiscal, pues se suprime el
diezmo y se permite la enajenación de los bienes del clero secular. No pudo completarse, pues fue derogado
con el cambio de gobierno, en 1840.
Esta desamortización sería completada por el propio Mendizábal durante la regencia de Espartero en 1841
cuando se ordenó la venta de las propiedades del clero secular, que jurídicamente se habían declarado bienes
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nacionalizados desde 1837. Sin embargo, con la vuelta al poder del partido moderado en 1844, las ventas
quedaron prácticamente suspendidas y al firmarse el Concordato de 1851 el régimen liberal se comprometía a
mantener económicamente al clero y devolver a la Iglesia los bienes confiscados pero no vendidos.
3.2. DESAMORTIZACIÓN DE MADOZ
En 1855 Pascual Madoz, ministro de Hacienda durante el Bienio Progresista, promulgó la Ley de
Desamortización General. Con esta ley se ponían a la venta las tierras y bienes del clero regular y secular
(violando el Concordato de 1851), de instituciones públicas o civiles (del Estado, de municipios) y todas las
pertenecientes a manos muertas o amortizadas. Los bienes de propios proporcionaban por estar arrendados
una renta al Concejo, mientras que los de comunes no proporcionaban renta y eran utilizados por los vecinos
del lugar. La desamortización de estos bienes se prolongaría hasta 1924 con la nueva ley municipal de Calvo
Sotelo y por tanto, fue casi más importante que la de Mendizábal por su duración, por el volumen de los bienes
y por las repercusiones en todos los órdenes de la sociedad española (empobrecimiento de Iglesia, arcas
municipales y campesinos que pierden el uso de las tierras comunales). Los objetivos de esta desamortización
fueron nivelar los Presupuestos del Estado, reducir la Deuda Interior, financiar obras públicas (construcción de
la red ferroviaria) e invertir en la industrialización del país (Cataluña y País Vasco). La venta de los bienes se hizo
de la misma manera que en la de Mendizábal, aunque la participación de los pequeños propietarios fue mayor.
4. CONSECUENCIAS DE LAS DESAMORTIZACIONES
4.1. SOCIALES
Gran parte de las compras fueron realizadas por la burguesía de negocios madrileña o en zonas alejadas de
donde se encontraban las propiedades por lo que no se creó esa familia de propietarios que se buscaba sino
más bien propietarios absentistas poco preocupados por explotar las tierras. En menor medida se creó una
burguesía agraria, formada por antiguos arrendatarios convertidos ahora en pequeños y medianos propietarios.
No fue una reforma agraria, ya que las condiciones en que se produjo no eran propicias y en la práctica aumentó
las propiedades de ciertos latifundistas. Aquí hay que señalar las críticas de políticos, como Flórez Estrada, que
pedían que las tierras se entregaran a arrendatarios para formar fomentar la pequeña y mediana propiedad.
No se produjo la ansiada reforma social y lo que hubo fueron muchos jornaleros cuyo trabajo dependía de las
cosechas, provocando protestas en zonas como Andalucía. Los que antes no tenían tierras ahora no disponían
de medios para tenerlas y hasta aumentó el número de asalariados al pasar de un sistema paternalista a uno
liberal donde estaban en desventaja respecto a los nuevos propietarios.
La venta de los bienes comunales fue un desastre social, pue se arrebató a la población marginal su medio de
vida. También fue un desastre natural al extenderse la desforestación y la erosión.
4.2. ECONÓMICAS
Los liberales pensaban que sólo una propiedad concebida a su manera podría incrementar la producción agrícola
pero esto no ocurrió hasta que pasó el tiempo y mejoraron los procedimientos de cultivo y de momento, a pesar
del aumento del área de explotación, no mejoró la rentabilidad.
Apenas varió el desequilibrio entre una zona de latifundismo (centro y sur peninsular) y minifundismo (norte),
ya que no plantearon las desamortizaciones como reforma agraria.
También se ha planteado por historiadores recientes si la desamortización supuso un desvío de capitales hacia
el mundo agrario que podrían haberse empleado en la industrialización. Es una discusión sin respuesta clara ya
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que si bien se invirtió mucho en aspectos como el ferrocarril, la mayoría de capitales invertidos en la industria
fueron extranjeros.
Se ha calculado que desde que se pusieron en venta los primeros bienes de los jesuitas (expulsados por Carlos
III en 1767) hasta 1924, en que el estatuto municipal de Calvo Sotelo derogó definitivamente las leyes sobre
desamortización de los bienes de los pueblos, pasaron a manos de propietarios particulares 19.900.000
hectáreas que habían sido de propiedad colectiva, o sea, el 39% de la superficie del Estado.
4.3. IDEOLÓGICAS
Hay que relacionar el proceso desamortizador con el definitivo triunfo de la propiedad liberal y capitalista,
desapareciendo el mayorazgo y señorío del Antiguo Régimen e incluso a veces, se desamortizaron las rentas.
Así, surgieron los “foros”, antiguos censos pasados a manos de la burguesía que se convertía a la vida rentista.
Además, la propiedad liberal supuso la desaparición de las limitaciones al uso de montes o al paso del ganado,
a raíz de antiguos privilegios.
Desde 1836 asistimos a la ruptura entre el Estado y la Iglesia, adquiriendo el liberalismo un tono anticlerical y
no restableciéndose las relaciones hasta el Concordato de Isabel II.
4.4. CULTURALES
En el terreno urbanístico, los grandes edificios de conventos se convirtieron en cuarteles o edificios públicos. Los
monasterios rurales desamortizados fueron, en muchos casos, abandonados y expoliados con la consiguiente
pérdida patrimonial y cultural irrecuperable, pues desaparecieron obras de arte y bibliotecas y se deterioraron
gravemente las estructuras arquitectónicas de los mismos.
5. CONCLUSIÓN
La pervivencia de las estructuras agrarias junto al empeoramiento de las condiciones de vida del campesinado
serán claves para entender la aceptación de las corrientes socialistas y el campo será el lugar de agitación y
conflictividad social que llevará a un nuevo intento de reforma agraria en la II República.