TEMAS HISTORIA DE ESPAÑA

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11. LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN 11.1 La crisis de 1808. La Guerra de la Independencia y los comienzos de la revolución liberal. España en 1808 estaba en crisis económica, política y social debido al aumento de los precios, al colapso del comercio exterior tras la destrucción de la flota de Trafalgar (1805) el endeudamiento por las guerras y la indignación contra Carlos IV y su valido Godoy. Así, surgió un grupo de oposición en torno a Fernando VII, los Fernandinos. En 1807, Godoy y Napoleón firman el tratado de Fontainebleau, en el que se permitirían pasar tropas francesas por España para conquistar Portugal, aunque la verdadera intención de Napoleón era invadir ambos países. En Marzo de 1808 se produce el Motín de Aranjuez donde se asalta al Palacio de Godoy y se consigue la abdicación a favor de Fernando VII. Sin embargo, el 5 de Mayo del mismo año se producen la Abdicaciones de Bayona, que suponen la renovación del trono a favor de Napoleón, que cederá el trono a su hermano, José I. Las clases privilegiadas y los afrancesados (Grupo que ve en el rey francés una forma de renovación) lo aprueban. El 2 de Mayo se produce el levantamiento de Madrid contra el pueblo invasor, reprimido por el general Murat el 3 de Mayo (Fusilamientos del 3 de Mayo). Sin embargo, la sublevación se extiende a todo el país y comienza la Guerra de Independencia, una guerra de resistencia que duró 6 años (1808-1813) y coincidió con las guerras de liberación antinapoleónicas alemanas y rusas, aunque en España tuvo un aspecto internacional al verse implicada Gran Bretaña. Además, enfrentó a españoles entre sí. La guerra se caracterizó por el entusiasmo patriótico, la xenofobia antifrancesa y el carácter religioso (el clero participó destacadamente en las movilizaciones antinapoleónicas). De Mayo a Diciembre de 1808 tuvo lugar el fracaso francés al intentar conquistar Gerona, Zaragoza y Valencia. Además, los españoles vencieron en la Batalla de Bailén y expulsaron a los franceses de Madrid mientras los británicos lo hicieron en Portugal. Tras la derrota de Bailén, Napoleón se trasladó a España y tras varias victorias recuperó Madrid, Aragón, Cataluña y Andalucía (Excepto Cádiz). Sin embargo, nunca consiguieron controlar por completo el territorio debido al hostigamiento de la guerra de guerrillas. En ella, civiles españoles asaltaban por sorpresa con tácticas militares convenciones y evitando ataques masivos. Destacan cabecillas guerrilleros como Porlier o Espoz y Mina. En 1812, se produjo el retroceso francés debido a los frentes de guerra abiertos en Rusia, Italia y Alemania, y a la labor del General Wellington, que dirigía el imperio anglo-portugués. Las batallas más importantes fueron la Batalla de Arapiles, Batalla de Vitoria y Batalla de San Marcial. En 1813 finalizó la guerra con consecuencias como pérdidas humanas, materi ales, infraestructuras, junto a un retroceso económico importante. Durante los años de guerra se produjo el hundimiento del sistema político del Antiguo Régimen. En 1808, ante la ausencia de autoridad, el pueblo español asumió el poder en un acto revolucionario que tenía como propósito acabar con el absolutismo monárquico. Así, se crearon las Juntas, organismos políticos formados en numerosas ciudades por hombres de clases sociales influyentes que se hicieron cargo del gobierno de España en la resistencia. En Septiembre de 1808 se creó la Junta Central, 36 miembros de las 18 juntas provisionales, presidida por Floridablanca e integrada por nobles, juristas, clérigos y comerciantes. Floridablanca tomó la iniciativa de convocar las Cortes de Cádiz, algo que quedaba reservado exclusivamente a los Reyes. Sin embargo, la Junta cometió errores militares, y fue disuelta quedando traspasada a una regencia de cinco miembros.

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2º de Bachillerato.

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11. LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN

11.1 La crisis de 1808. La Guerra de la Independencia y los comienzos de la revolución liberal.

España en 1808 estaba en crisis económica, política y social debido al aumento de los precios, al colapso del comercio exterior tras la destrucción de la flota de Trafalgar (1805) el endeudamiento por las guerras y la indignación contra Carlos IV y su valido Godoy. Así, surgió un grupo de oposición en torno a Fernando VII, los Fernandinos.

En 1807, Godoy y Napoleón firman el tratado de Fontainebleau, en el que se permitirían pasar tropas francesas por España para conquistar Portugal, aunque la verdadera intención de Napoleón era invadir ambos países.

En Marzo de 1808 se produce el Motín de Aranjuez donde se asalta al Palacio de Godoy y se consigue la abdicación a favor de Fernando VII. Sin embargo, el 5 de Mayo del mismo año se producen la Abdicaciones de Bayona, que suponen la renovación del trono a favor de Napoleón, que cederá el trono a su hermano, José I. Las clases privilegiadas y los afrancesados (Grupo que ve en el rey francés una forma de renovación) lo aprueban.

El 2 de Mayo se produce el levantamiento de Madrid contra el pueblo invasor, reprimido por el general Murat el 3 de Mayo (Fusilamientos del 3 de Mayo). Sin embargo, la sublevación se extiende a todo el país y comienza la Guerra de Independencia, una guerra de resistencia que duró 6 años (1808-1813) y coincidió con las guerras de liberación antinapoleónicas alemanas y rusas, aunque en España tuvo un aspecto internacional al verse implicada Gran Bretaña. Además, enfrentó a españoles entre sí.

La guerra se caracterizó por el entusiasmo patriótico, la xenofobia antifrancesa y el carácter religioso (el clero participó destacadamente en las movilizaciones antinapoleónicas).

De Mayo a Diciembre de 1808 tuvo lugar el fracaso francés al intentar conquistar Gerona, Zaragoza y Valencia. Además, los españoles vencieron en la Batalla de Bailén y expulsaron a los franceses de Madrid mientras los británicos lo hicieron en Portugal.

Tras la derrota de Bailén, Napoleón se trasladó a España y tras varias victorias recuperó Madrid, Aragón, Cataluña y Andalucía (Excepto Cádiz). Sin embargo, nunca consiguieron controlar por completo el territorio debido al hostigamiento de la guerra de guerrillas. En ella, civiles españoles asaltaban por sorpresa con tácticas militares convenciones y evitando ataques masivos. Destacan cabecillas guerrilleros como Porlier o Espoz y Mina.

En 1812, se produjo el retroceso francés debido a los frentes de guerra abiertos en Rusia, Italia y Alemania, y a la labor del General Wellington, que dirigía el imperio anglo-portugués. Las batallas más importantes fueron la Batalla de Arapiles, Batalla de Vitoria y Batalla de San Marcial.

En 1813 finalizó la guerra con consecuencias como pérdidas humanas, materi ales, infraestructuras, junto a un retroceso económico importante.

Durante los años de guerra se produjo el hundimiento del sistema político del Antiguo Régimen. En 1808, ante la ausencia de autoridad, el pueblo español asumió el poder en un acto revolucionario que tenía como propósito acabar con el absolutismo monárquico. Así, se crearon las Juntas, organismos políticos formados en numerosas ciudades por hombres de clases sociales influyentes que se hicieron cargo del gobierno de España en la resistencia. En Septiembre de 1808 se creó la Junta Central, 36 miembros de las 18 juntas provisionales, presidida por Floridablanca e integrada por nobles, juristas, clérigos y comerciantes.

Floridablanca tomó la iniciativa de convocar las Cortes de Cádiz, algo que quedaba reservado exclusivamente a los Reyes. Sin embargo, la Junta cometió errores militares, y fue disuelta quedando traspasada a una regencia de cinco miembros.

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11.2 Las Cortes de Cádiz y la constitución de 1812.

A partir de 1810 se reunieron en Cádiz hasta 300 diputados pertenecientes a clases medias con una sólida formación intelectual y académica. Entre ellos aparecieron tres grandes tendencias ideológicas: Los liberales (partidarios de reformas revolucionarias), Los jovellanistas (partidarios de reformas moderadas y opuestos a la revolución y al principio de soberanía nacional) y los absolutistas (Contrarios a toda revolución y partidarios de mantener los privilegios de la nobleza y el clero).

En 1810 se iniciaron sus actuaciones, proclamando rey legítimo a Fernando VII, pero rechazando el absolutismo y el origen divino del poder. Así mismo, realizaron una profunda reforma de las instituciones políticas, económicas y jurídicas mediante la aprobación de una serie de decretos y leyes como la libertad de imprenta y supresión de censura, supresión del régimen y derechos señoriales, la abolición de la Inquisición (Recibida con hostilidad por el Clero), eliminación de gremios e introducción de libertad económica, comercial, de trabajo y de fabricación, supresión de privilegios de la Mesta y la expropiación de bienes de órdenes militares y jesuitas. Con todo ello, redactaron por primera vez una Constitución de carácter liberal, “La Pepa” (19 de Marzo de 1812).

A pesar de su escasa aplicación fue de gran importancia. Constaba de 384 artículos y su contenido se basaba en los siguientes principios: Primero, la soberanía nacional, según la cual el poder político pertenecía a la nación en su conjunto aunque se ejercicio fuese delegado en representantes elegidos por votación. En segundo lugar, la división de poderes en legislativo (cortes unicamerales), ejecutivo (gobierno) y judicial (tribunales). Así mismo, se recortaron las atribuciones del monarca y las acciones del rey quedaban controladas por las cortes, aunque conservaba la atribución para designar a los ministros de gobierno, que debían contar con el apoyo de éstas. Por otra parte, se instauró el sufragio universal masculino, que permitía a los hombres mayores de 25 años elegir a los diputados, convirtiendo el sistema en parlamentario representativo. Otro principio fue la igualdad ante la ley, que permitió el ascenso de los mejores individuos a altos cargos, pero se rechazó el igualitarismo económico, pues los liberales defendían la propiedad privada.

Con respecto a la homogeneización legislativa de los territorios, se omitió toda alusión relativa al mantenimiento o derogación de los fueros vascos y navarros, aunque los liberales estaban en contra. Se afirmaron los derechos y libertades individuales (Derecho a la propiedad, a la educación, …)

En cuanto al aspecto religioso, se proclamó el catolicismo como única religión permitida, a modo de agradecimiento por la lucha contra los franceses. Tampoco se suprimió la esclavitud, ya que podía tener repercusiones negativas sobre la economía agraria colonial.

Por último, se remodelaron las fuerzas armadas y se redefinieron sus funciones, fijándose la obligación de contribuir a la defensa del servicio militar. Se distinguió así entre un ejército permanente para la defensa exterior y la Milicia Nacional (ciudadanos civiles armados) para defensa del régimen contra posibles enemigos internos.

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11.3 Fernando VII: Absolutismo y Liberalismo. Emancipación de la América española.

Con el final de la Guerra de Independencia, Fernando VII volvió a España y rechazó el sistema de las Cortes de Cádiz y sus medidas, con el apoyo de los sectores absolutistas. En esta primera etapa de su reinado, el Sexenio Absolutista, el rey se valió del Manifiesto de los Persas, documento redactado por diputados absolutistas que, respaldados por el clero, mandos del ejército y una parte del campesinado, restablecieron el Antiguo Régimen mediante el inmovilismo y la represión, anulando las leyes y la Constitución de 1812, además de restablecer los derechos señoriales. Además, España se incorporó a la Santa Alianza en 1816 tras establecer lazos con la Rusia zarista y se tomaron medidas contra diputados liberales, como Argüelles, y afrancesados.

Este gobierno llevó el país a la ruina financiera: El déficit estatal aumentó debido al endeudamiento y los costes por la reconstrucción de la guerra. Se llegó a la bancarrota y las medidas para solucionarlo fueron ineficaces, llevando a España a la pérdida colonial.

Mientras tanto, los liberales conspiraban en la clandestinidad, y se produjeron sublevaciones encabezadas por jóvenes militares, que fracasaron (Complot del triángulo). Sin embargo, en 1820 se produjo el pronunciamiento de Rafael de Riego, que asaltó el Palacio Real y supuso el triunfo liberal. Comenzó así el trienio liberal (1820-1823), donde se aprobaron medidas radicales como la abolición de la Inquisición y otros privilegios del Clero, la supresión de mayorazgos (Recuperando libertades económica), restablecimiento de la libertad de expresión, opinión e imprenta, y la recuperación de las milicias. No obstante, hubieron de lidiar contra conspiraciones absolutistas, pues Fernando VII mantenía relaciones secretas internacionales para volver al poder, y se produjo una escisión en el bando liberal debido a que la situación económica y social no mejoró.

Así, tras guerrillas promovidas por el clero, una intervención extranjera puso fin al gobierno liberal. Luis XVIII envió a sus “Cien Mil Hijos de San Luis” para ayudar a Fernando VII a restaurar el absolutismo. España retornó al absolutismo con una etapa conocida como “Década Ominosa” o “Segunda restauración absolutista” (1823-1833), en la cual se volvieron a anular todas la medidas liberales introducidas en el trienio. Se desencadenó una feroz represión contra funcionarios, militares y todos aquellos participantes en el periodo liberal, manteniendo las tropas francesas y creando un cuerpo paramilitar de civiles armados para defenderse de enemigos internos. No se restableció la Inquisición, pero se crearon las “Juntas de Fe”, que continuaron la tarea de ésta.

Con el fin de frenan la crisis económica, se introdujeron ciertas reformas administrativas como la creación del tribunal de cuentas, de un nuevo código comercial, de la Bolsa de Madrid y del Banco de San Fernando para intentar modernizar y mejorar el sistema monárquico con el fin de asegurar su supervivencia.

Sin embargo, el endeudamiento creció y la situación general del país se agravo, lo que produjo el rechazo por parte de los sectores más conservadores, que se agruparon en torno al infante Don Carlos María Isidro. Igualmente, España perdió el respaldo internaciones de países como Francia y Rusia, que tanta ayuda prestaron.

Para agravar esta situación, se produjo la emancipación de la América española debido a la difusión de la Ilustración y la propaganda liberal y del éxito de los revolucionarios norteamericanos y franceses. Además, había en general un descontento en la población criolla, quienes se consideraban marginados. Influyó también la ruptura de comunicaciones por la guerra con Inglaterra y el vacío de poder durante la invasión francesa. Así, la lucha por la liberación se centró en Caracas, Buenos Aires y México, con líderes como Belgrano, Bolívar o San Martín. Contando con el apoyo de los norteamericanos y aprovechando la debilidad del ejército español, comenzaron con la Independencia de México (1821), y finalizando en Perú como resultado de una ofensiva militar dirigida por Bolívar y San Martín. Destaca la Batalla de Ayacucho (1824).

Las consecuencias de la guerra para España fueron la pérdida de recursos económicos y financieros procedentes de intercambios comerciales, así como la pérdida de identidad de gran potencia. Para América, supuso la liberación de la esclavitud, pero también la persistencia de desigualdades sociales y e inestabilidad política y económica, siendo en la última dependientes de Gran Bretaña y Estados Unidos.

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12. LA CONSTRUCCIÓN Y CONSOLIDACIÓN DEL ESTADO LIBERAL

12.1 Reinado de Isabel II: Guerras Carlistas

Durante los últimos años de vida de Fernando VII, se planteó un problema sucesorio debido a la ley sálica impuesta por Felipe V, que impedía reinar a las mujeres. En 1830 nace la infanta Isabel y Fernando VII se ve obligado a derogar dicha ley para que su hija pueda reinar, lo que significó la pérdida de opción al trono para Carlos María Isidro de Borbón, quien, respaldado por los absolutistas, inició las protestas que reclamaban el trono. Por este motivo, Fernando VII manda al exilio a Don Carlo, depura el ejército de partidarios del infante y ordena una amnistía política a los liberales presos o exiliados. Sin embargo, a su muerte, Carlos Mª Isidro de vuelve a España reclamando sus derechos sucesorios. Se producen levantamientos armados por parte de sectores absolutistas y da comienzo una guerra civil conocida como Guerra Carlista. En ella, se distinguen dos bandos:

Los Isabelinos, liberales partidarios de Isabel, estaban integrados por clases medias urbanas, altos funcionarios, altos cargos militares y eclesiásticos. Los Carlistas, absolutistas a favor de Don Carlos, estaban integrados por el bajo clero, un sector del ejército, el campesinado y la baja nobleza.

Durante la minoría de edad de Isabel, la regencia fue de Mª Cristina de Nápoles. Los grupos carlistas supusieron un movimiento contrarrevolucionario de resistencia al liberalismo que, integrado por sectores favorables al Antiguo Régimen, propusieron valores como la defensa del absolutismo regio de origen divino, el integrismo religioso y la defensa de la Iglesia, el mantenimiento de fueros vascos y navarros, el inmovilismo y la fidelidad a la patria. Rechazaban las novedades del mundo moderno, como la industrialización y el capitalismo.

Empieza así la Guerra Civil con una primera etapa (1833-1835) en la que destacan éxitos tácticos del ejército Carlista, liderados por el general Zumalacárregui, que logró ocupar y controlar zonas rurales, pero en ningún caso ciudades. A lo largo de este periodo tuvo combates en la Península y ambos bandos emplearon fuertes métodos represivos.

La segunda etapa (1836-1837) comienza con el éxito del general liberal Espartero en Bilbao, y siguió con ofensivas Carlistas en las zonas de Castilla y Andalucía, ataques fracasados en parte debido a la falta de apoyos importantes.

La tercera etapa (1838-1840) da lugar al retroceso del ejército Carlista, debilitado y fraccionado internamente en dos bandos: Los intransigentes, negados a aceptar una solución pacifista, y moderados, abierto a la negociación. Así, algunos Carlistas continuaron resistiendo hasta Julio de 1840, cuando concluye la guerra con la victoria del bando Liberal con la huída de Don Carlos a Francia y con la firma del Abrazo de Vergara, firmado por Maroto (bando Carlista) y Espartero (bando Liberal).

Internacionalmente, los Carlistas contaron con el apoyo de monarquías absolutistas (Rusia, Austria, Prusia y Nápoles), pero únicamente moral e ideológica. Los liberales contaban con el apoyo de Francia, Gran Bretaña y Portugal, que ayudaron al bando isabelino en materia financiera y material, apoyo que se concretó con la firma del tratado de la Cuádruple Alianza (Francia, Portugal, Gran Bretaña, y la España Isabelina). El Vaticano se mantuvo neutral.

El contenido del Abrazo de Vergara era claramente conciliatorio. Se mantuvieron los fueros vascos y navarros, aunque posteriormente se remodelarían. Ya en 1846 se producían los llamados conciertos económicos, que suponían un nuevo modelo fiscal que resultó ventajoso para la población vasca.

Abrazo de Vergara*: También conocido como Convenio de Vergara, recibe este nombre ya que fue cerrado con una abrazo entre los generales Espartero y Maroto.

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12.2 Isabel II: Regencia

Tras la muerte de Fernando VII y el triunfo liberal en Francia y Portugal, el absolutismo monárquico quedó fuera del mapa en España. La reina madre María Cristina de Borbón estableció una alianza con los liberales de carácter conveniente, lo que supuso un tránsito importante hacia el liberalismo. Se produjo una reorganización territorial mediante la división del país en 49 provincias, se prohibió la creación de nuevos gremios y se introdujeron algunas libertades económicas. Estas medidas fueron llevadas a cabo por Javier de Burgos, ministro de Fomento, durante el gobierno de Cea Bermúdez (absolutista moderado).

Sin embargo, en 1834, como consecuencia de la presión de los mandos liberales del ejercito, la reina regente situó del gobierno a Martínez de la Rosa, quien se encargó de proyectar y aprobar el Estatuto Real para iniciar el tránsito a un sistema representativo liberal. Este Estatuto Real era una ley fundamental que solo incluía un reglamento de reforma de la Cortes, que pasaban a ser una asamblea que asesoraba a la corona. Además, se organizó un sistema bicameral por el cual las Cortes quedaban constituidas por la Cámara de Próceres (Conformada por los grades de España, designados por el monarca con carácter vitalicio) y la Cámara de Procuradores (118 miembros elegidos por sufragio restringido indirecto, es decir, mayores de 30 años y con 12000 reales de renta anual). Se pretendía con ello que hubiese una representación de todos los estamentos influyentes y poderosos, pero no logró complacer a los liberales más exaltados, como Argüelles o Pérez de Castro que exigieron al Gobierno reformas más profundas.

Ante la presión liberal, la reina regente encargó la formación de gobierno a los liberales progresistas con Mendizábal a la cabeza. Este gobierno emprendió la desamortización eclesiástica (1837), suprimió gremios, introdujo plenas libertades de producción y comercio, reforzó la Milicia Nacional, ordenó el alistamiento de 50.000 hombres para el ejército, amplio el número de personas con derecho a voto y rebajó la cantidad de dinero que el Estado adeudaba a los compradores de títulos de deuda pública.

A pesar de estas medidas, no cesaron los altercados y en 1836 un grupo de suboficiales del ejército se sublevó en la Granja de San Ildefonso, forzando la suspensión de Estatuto y restablecimiento de la Constitución de 1812. Así, en 1837, se emprendió una constitución que configuraba un sistema política monárquico constitucional progresista.

Sus aspectos más relevantes fueron, en primer lugar, la síntesis de soberanía nacional y soberanía compartida, pues se declaraba que la potestad legislativa pertenecía a “Las Cortes con el Rey”; La introducción del bicameralismo parlamentario (Congreso de los Diputados y Senado). Así mismo, se mantuvieron atribuciones reales como la iniciativa legislativa, el derecho de veto ilimitado y la designación de senadores y ministros por el principio de “doble confianza”. Se reconoció la libertad de imprenta y los derechos individuales y se afirmó la libertad religiosa, aunque el gobierno se comprometió a mantener económicamente al clero. La constitución de 1837 se completó con el sufragio restringido masculino, que fijaba limitaciones económicas para el derecho al voto. Sin embargo, debido a la impopularidad de Mª Cristina entre los progresistas, ésta se vio obligada a dejar su regencia en manos del general Espartero y marchó al destierro tras numerosos enfrentamientos con liberales progresistas.

Baldomero Espartero, popular militar de humilde origen social, recortó los fueros vasco-navarros durante su regencia y aceleró las ventas de bienes desamortizados e incluso llegó a elaborar un proyecto de sometimiento al clero católico. Sin embargo, hubo varios intentos de sublevación armada contra él. En 1842, estalló una violenta revuelta popular en Barcelona de campesinos y obreros debido a la insatisfacción laboral (disminución de salarios) y la actividad propagandística demócrata y republicana. Ante esto, Espartero mandó bombardear Barcelona, lo que liquidó su prestigio. Seis meses después tuvo lugar una sublevación moderada encabezada por Narváez que obligó al general Espartero a marcharse a Londres. Así, España se vio obligada a adelantar la mayoría de edad de Isabel II en 1843 para que pudiese gobernar, con 13 años.

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12.3 Isabel II. Reinado efectivo.

Con solo 13 años de edad, Isabel II comienza el reinado en 1843. Durante la mayor parte de éste predominó el gobierno moderado, ininterrumpido desde 1844/1854, y con el general Narváez como figura más destacada. Esta época fue estable respecto al sistema político, las leyes electorales y las leyes de libertad de expresión. Destaca e esta época la creación de la Guardia Civil en 1844, cuyo cometido era el mantenimiento del orden público y la seguridad. Se aprobó una ley de Ayuntamientos para estrechar el control de la vida municipal y se reformó el sistema fiscal para conseguir una unificación jurídica mediante el Código Civil creado en 1844 y el Código Real.

Para sustituir el anterior texto constitucional del 37, se redactó una nueva constitución en 1845, redactada por Donoso Cortés y Bravo Murillo, que mantenía aspectos de la del 37 pero que introdujo la confesionalidad del Estado, el fortalecimiento de la autoridad del monarca, la soberanía compartida y las modificaciones de la ley electoral en el Senado, cuyos miembros pasaban a ser designados por el rey.

Destacó también la modificación de la ley electoral, por la que se duplicó la cantidad de ingresos necesarios para poder votar (solo podía hacerlo el 1% de la población desde entonces). Se neutralizaron los movimientos revolucionarios de demócratas y republicanos del 48, y para solucionar problemas pendientes con El Vaticano, mediante la firma del Concordato de 1851 (por la que se paralizaban las desamortizaciones) se permitía el regreso a España de órdenes religiosas exiliadas y se cedía la labor educativa al clero. A cambio, la Santa Sede perdonó a los compradores de bienes desamortizados y no puso objeción en el mantenimiento del patronato con derecho de intervenir en la elección de obispos. Se redujo el déficit estatal mediante la conversión de la deuda: el Gobierno bajó unilateralmente el pago de los intereses, lo que ocasionó un grave perjuicio a los compradores de títulos de deuda. Se crearon los Institutos de Secundaria en cada capital de provincia, la enseñanza primaria era gratuita y obligatoria. El ministro Moyano puso en marcha esta ley de educación cuya aplicación quedó frustrada debido a la falta de recursos.

En esta etapa, España dependía económicamente de Francia y G.Bretaña. En 1854 comienza el bienio progresista con un golpe de Estado conocido como Vicalvarada, encabezado por el general O’Donell y originado por la tensión política y el descontento social, agravado por los casos de corrupción de la familia real. Así, tras el Manifiesto de Manzanares, Isabel II forma gobierno junto al general Espartero. Las actuaciones más destacadas de este período fueron la segunda desamortización de Madoz, la ley de ferrocarriles, un proyecto de Constitución (1856 ‘’non nata’’), la formación de nuevos partidos demócrata y republicano y la segunda Guerra Carlista.

Este bienio vio su fin debido a las dificultades económicas ocasionadas por la inflación, las huelgas, los motines y la ruptura ocasionada entre O’Donell y el general Espartero, lo que propició la recuperación de la presidencia de Narváez en 1856. De este modo, vuelve el gobierno moderado con la formación de la Unión Liberal, un nuevo partido de ideología central con O’Donell en la presidencia y que integraba políticos como Cánovas del Castillo. Alonso Martínez, Serrano o Ríos Rosas. Este período se caracterizó por un crecimiento económico debido a la expansión del ferrocarril, por el que se produjo el impulso del desarrollo industrial, que favoreció la entrada de capital extranjero. Sin embargo, este segundo gobierno moderado tuvo que sofocar un levantamiento carlista y a partir de 1856 se inició la depresión económica, que implicó un deterioro de la situación política: se sucedieron gobiernos con actuaciones muy represivas. La Constitución se vio marginada, se expulsaron profesores demócratas de la universidad y se desterró a generales opositores como Serrano o Topete.

Esta actividad gubernamental llevó a progresistas y demócratas a unirse firmando el Pacto de Ostende (Bélgica) que tenía como objetivo derogar a la reina y desalojar a los moderados del poder. Así el gobierno fue aislándose y la incorporación de Serrano al pacto propició un pronunciamiento militar. En 1856caía el gobierno y esto supuso la expulsión de la reina Isabel II.

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12.5 Reinado de Alfonso XII

Alfonso XII es proclamado rey tras el triunfo del pronunciamiento del General Martínez Campos en Diciembre de 1874. El gobierno fue presidido por Cánovas del Castillo, quien incorporó como ministros a varios políticos que habían participado en la revolución del 68 e intentó lo mismo con ultracatólicos antiliberales, con el objetivo de unir todas las fuerzas políticas en la nueva etapa.

Las actuaciones más importantes llevadas a cabo por el gobierno en los primeros seis años fueron la victoria militar sobre los carlistas, consiguiendo que el mítico general Ramón Cabrera reconociera a Alfonso XII, la abolición definitiva de los fueros vascos y navarros en 1876, que no significó la desaparición de los conciertos económicos que beneficiaban a ciertas provincias, la pacificación de Cuba que logró sofocar la insurrección de guerrilleros independentistas, el nombramiento gubernamental de alcaldes en grandes poblaciones para reforzar el control del gobierno, el establecimiento de un nuevo arancel aduanero restringido, así como la creación de la Comisión de Reformas Sociales.

En febrero de 1881 empezó a funcionar el turno de partidos relativo al sistema que Cánovas había diseñado para la nueva etapa, con el fin de construir un nuevo sistema político monárquico, liberal y representativo, pero no democrático. De este modo, Cánovas fundó un nuevo Partido Conservador en sustitución del antiguo grupo moderado y pretendió acabar con el militarismo. El nuevo sistema político quedaba articulado en torno a cuatro puntos que formaban dos grupos: El primero, la Corona y las Cortes, que compartían soberanía y poder legislativo, y el segundo estaba integrado por dos partidos, el liberal (antiguo partido progresista) y el conservador (antiguo partido moderado), que debían alternarse en el poder con el objetivo de garantizar la convivencia pacífica y la participación política, mecanismo asentado sobre la continua falsificación de todas las elecciones (“pucherazo").

Para la correcta implantación de este sistema, se debió llevar a cabo una formulación legal del mismo. En 1876, se crea un nuevo texto constitucional que incluirá la participación de grupos de diversas tendencias, con un anteproyecto preparado por Alonso Martínez, pero cuyo auténtico inspirador fue Cánovas. Su contenido era escasamente original, y presentaba notables semejanzas con las constituciones belga e italiana. Las características más destacadas de este texto fueron la afirmación del principio de soberanía compartida por las Cortes y el Rey, justificada porque la Corona era considerada una institución histórica anterior a la constitución. Se establecieron Cortes Bicamerales compuestas por el Congreso de los Diputados y el senado; los diputados era elegidos por los votantes por sufragio restringido hasta 1890, que se introdujo el sufragio universal masculino. Por el contrario, había tres clases de senadores: Los designados por el rey con carácter vitalicio, los senadores por derecho propio (grandes de España) y los senadores electos. Así mismo, se ampliaron las atribuciones reales, que tenia potestad para designar al jefe de Gobierno, vetar la aprobación de leyes, nombrar senadores, disolver las Cortes, otorgar indultos y asumir el mando del Ejército. Se reconocieron todos los derechos y libertades individuales fundamentales, así como la afirmación de la libertad religiosa y el reconocimiento del catolicismo como religión oficial del Estado.

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12.7 Guerra Colonial y Crisis del 98

En 1895 estalla una nueva insurrección armada independentista en Cuba. Desde hacía ya bastante tiempo se había realizado una progresiva independencia de España, de la que ya no dependía económicamente, y en 1983 el ministro Antonio Maura había intentado llevar a cabo un proyecto de reforma autonómica para Cuba con el fin de evitar nuevos levantamientos separatistas, lo que provocó una división de la población en españolistas e independentistas. Entre estos últimos destacó el Partido Revolucionario Cubano fundado por José Martí, quien se encargó de organizar la rebelión armada contra los españoles, 200.000 soldados mal equipados y poco experimentados que fueron diezmados por enfermedades tropicales. El gobierno de EEUU intervino en el conflicto proporcionando material y armamento a los guerrilleros cubanos con el objetivo de dominar la isla para fines económicos y geoestratégico. Así, en febrero de 1898 el gobierno estadounidense declara la guerra a España alegando la explosión por parte de los españoles de un navío de guerra (Maine), sin pruebas y difundiendo la noticia a través de los grandes periódicos norteamericanos de Pulitzer y Hearst para desatar una campaña antiespañola. El gobierno español era consciente de que la guerra era un disparate catastrófico, pero se recibieron fuertes presiones militares y periodísticas. Los mandos del ejército se mostraron intransigentes y amenazaron al gobierno negándose a retirarse de Cuba. La guerra fue un paseo militar para EEUU. La armada española quedó completamente destruida en dos únicos enfrentamientos navales. El segundo, en Santiago de Cuba, consumó la derrota militar española. Sagasta inició conversaciones de paz, y se firmó la Paz de París en diciembre del 98, según la cual EEUU pasó a controlar Puerto Rico, Filipinas y Guam. Cuba alcanzó la independencia de 1902.

El conflicto generado por el desastre del 98 tuvo consecuencias ideológicas, económicas y políticas. Ideológicamente, las pérdidas territoriales del 98 provocaron un gran impacto en el mundo intelectual y en la opinión pública, que se expreso de tres maneras: Primero, con la exaltación del sentimiento nacionalista que explicaba la decadencia de España por el abandono de los valores tradicionales y tuvo su expresión intelectual en la llamada “Generación del 98” con ideólogos y literatos como Unamuno o Maeztu. Segundo, el nacimiento del Generacionismo, que fue un movimiento intelectual que, entre los siglos XIX y XX, analizó las causas de la decadencia de España y atribuyó la responsabilidad a la Restauración y a su modelo político. Su principal representante fue Joaquín Costa. En tercer lugar, la aparición del antiamericanismo por el que la opinión publica hacía responsable a EEUU del desastre del 98. Económicamente, supuso la pérdida de materias primas baratas (azúcar, tabaco,…) y el proteccionismo económico como salvaguarda de los intereses de la industria textil catalana, que había perdido el monopolio del mercado americano. Políticamente, se desgastó la imagen del Ejército, que no estaba preparado para un conflicto internacional, comenzó el colonialismo norteafricano como compensación de la pérdida de ultramar, se produjo el desgaste de los partidos turnistas, sobre todo del liberal, se perdió el escaso peso internacional de España con el consiguiente sentimiento de inferioridad, se reforzaron los movimientos nacionalistas vasco y catalán y se produjo el avance republicano. Además, demográficamente hubo un gran número de muertos (más de 6000), sobre todo por el sistema de quintas y la guerra, las enfermedades infecciosas, además de heridos y mutilados. En relación con el contexto internacional, España perdió todos sus territorios coloniales en una época en la que la que la posesión colonial significaba poder. El gobierno español vendió a Alemania por 20 millones de pesetas los archipiélagos de Las Marinas, Las Carolinas y Las Palaos.