Teoría y análisis de la cultura, Gilberto Giménez

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COLECCIÓN INTERSECCIONES 6 Teoría GILBERTO GIMÉNEZ MONTIEL VOLUMEN DOS ÁCONACULTA IC@CULT 6~1 DE VIIIRMICIÓN (EWA MÉXICO 2005

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Teoría y análisis de la cultura, Gilberto Giménez, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales (UNAM).Propone la concepción simbólica de la cultura, además de hacer un abordaje histórico de dicho concepto.

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  • COLECCIN INTERSECCIONES 6

    Teora

    GILBERTO GIMNEZ MONTIEL VOLUMEN DOS

    CONACULTA IC@CULT 6~1 DE VIIIRMICIN (EWA

    MXICO 2005

  • ndice

    VOLUMEN

    Presentaciones por Enrique Martnez y Martnez, 11 Rosa del Tepeyac Flores Dvila y Jos Antonio Mac Gregor

    Prlogo por Andrs Fbregas Puig 19

    Profeytnertos 28 Gilberto Gimnez Montiel

    Coleccin Intersecciones Coordinacin: Jos Antonio Mac Gregor C.

    Adrin Marcelli E Cuidado editorial: Direccin de Publicaciones del Instituto Coahilense de Cultura

    Vctor Palomo Flores / Zeferino Moreno Corrales Revisin tcnica: Ral Olvera Mijares Diseo: Alvaro Figueroa Asistente de diseo: Claudia Pacheco

    Teora y anlisis de la cultura D.R. 2005 Gilberto Gimnez Montiel

    ISBN: 970-35-0758-1 Coleccin Intersecciones ISBN: 970-35-0951-7 Teora y anlisis de la cultura. Volumen II

    Derechos reservados conforme a la ley. Este libro no puede ser fotocopiado ni reproducido total o parcial-mente, por ningn medio o mtodo mecnico, electrnico o cibemtico, sin la autorizacin por escrito de los titulares de los derechos.

    Impreso y hecho en Mxico

    OACONACULTA IC@CULT DIDDCGOII MEM DI MOMIO CULTUAL

    1 La cultura en la tradicin filosfico-literaria y en el discurso social comn

    31

    Un obstculo persistente: la polivalencia del trmino 31 Etimologa y filiacin histrica del trmino 32 Las tres fases de la cultura-patrimonio 36 Observaciones crticas 38

    2 La cultura en la tradicin antropolgica 41

    Una revolucin copernicana 41 De Tylor a Lvi-Strauss 42 La relacin entre sociedad y cultura 48 Observaciones crticas 51

    3 La cultura en la tradicin marxista 55

    Una perspectiva poltica en la consideracin de la cultura 55 Comprensin leninista de la cultura 56 Cultura y hegemona en Gramsci

    59

    Consideraciones crticas 63

  • 4 La concepcin simblica de la cultura La cultura como proceso simblico Objeto de una disciplina o campo transdisciplinario de estudios? Transversalidad de la cultura La nteriorizacin de la cultura Eficacia operativa de las formas subletivadas de la cultura

    67 67 73 75 80 85

    EL SURGIMIENTO DE LA CULTURA BURGUESA: LA CIVILIZACIN. Hans Peter Thurn LA ECONOMIA DE LA CULTURA. Hugues de Varine

    II La tradicin antropolgica PROLEGMENOS PARA TODA CIENCIA DE LA CULTURA. Marie-Claude Bartholy y J.P. Despin

    165

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    188

    198

    5 Identidad y memoria colectiva 89 EL CONCEPTO DE CULTURA EN LA TRADICIN ANTROPOLGICA, Identidad social 89 Pietro Rossi 214 La memoria colectiva 96 EL CONCEPTO DE CULTURA ENTRE MODERNIDAD Y POSMODERNIDAD.

    Carla Pasquinelli 238 6 La dinmica cultural 113 LA CULTURA Y LAS CULTURAS. Claude Lvi-Stratiss 240

    La problemtica del cambio cultural 113 CULTURA E IDEOLOGA. Eunice R. Durham 245 Cultura de masas/culturas particulares 129 Escolio I: cultura y sociedad 132 III La tradicin marxista 269 Escolio II: dimensin axiolgica o valorativa de la cultura 134 EL CONCEPTO DE CULTURA EN MARX Y ENGELS. Hans Peter Thurn 270

    LA CRTICA DE LA CULTURA DE LA ESCUELA DE FRANKFURT. Hans 281 7 Problemas metodolgicos 139 Peter Thurn 287

    Cultura y hermenutica 139 GRAMSCI Y EL FOLKLORE COMO CONCEPCIN TRADICIONAL DEL MUNDO Interpretacin y explicacin: el concepto de "hermenutica profunda" 143 DE LAS CLASES SUBALTERNAS. Alberto M. Cirese 299 El marco metodolgico de la hermenutica profunda, segn John B. Thompson 145 ANTROPOLOGA, CULTUROLOGA, MARXISMO. Amaba Signorelli 313 Las grandes categoras de la cultura 148 Bibliografa 153 IV La concepcin simblica de la cultura 329

    DESCRIPCIN DENSA: HACIA UNA TEORA INTERPRETATIVA Antologa 162 DE LA CULTURA. Clifford Geertz 330

    QU ES EL SMBOLO? Clifford Geertz 343 La cultura en la tradicin filosfico-literaria 165 LA CONCEPCIN SIBLICA Y LA CONCEPCIN ESTRUCTURAL Para una historia del termino y de la nocin de cultura 165 DE LA CULTURA. John B. Thompson 348

  • Los CONCEPTOS DE CULTURA. William H. Sewell LA NATURALEZA SIMBLICA DEL OBJETO DE 1A ANTROPOLOGA. Claude Levi-Strauss

    369 397

    HISTORIA Y SIMBOLISMO EN EL MOVIMIENTO ZA1ATISTA. Enrique Rajchenberg S. y Catherine Hau-Lambert 168

    V La interiorizacin y la objetivacin de la cultura 401 VIII La dinmica cultural 187 HABITUS, ETHOS, HEXIS... Pierre Bourdieu 402 INVENTANDO TRADICIONES. Eric Hobsbawm y Terence Ranger 189 LAS REPRESENTACIONES SOCIALES: ASPECTOS TERICOS. Jean-Claude Abric 406 LA DINMICA CULTURAL. Michel Bassand 205 PAISAJE, CULTURA Y APEGO SOCIOTERRITORIAL EN LA REGIN CENTRAL DE MXICO. C011UNIDADES PRIMORDIALES Y MODERNIZACIN EN MXICO. Gilberto Gimnez 221 Gilberto Gimnez y Mnica Gendreau 429 ALTA COSTURA Y ALTA CULTURA. Pierre Bourdieu 245

    GUSTOS DE NECESIDAD Y GUSTOS DE LIBERTAD. Pierre Bourdieu 253 VOLUMEN II DOMINOCENTRISMO Y DOMINOMORFISMO. Claude Grignon

    y Jean-Claude Passeron 255 VI Identidades sociales 11 CULTURA HEGEMNICA Y CULTURAS SUBALTERNAS. Alberto M. CireSe 263

    FICHA DE IDENTIDAD INDIVIDUAL. Edgar Marin 13 DESNIVELES DE CULTURA Y ESTUDIOS DEMOLGICOS ITALIANOS. Pietro Clemente 278 MATERIALES PARA UNA TEORA DE LAS IDENTIDADES SOCIALES. Gilberto Gimnez 18 Lo PROPIO Y LO AJENO, UNA APROXIMACIN AL PROBLEMA DEL CONTROL IDENTIDADES ASESINAS. Amin Maalouf 45 CULTURAL. Guillermo Bonfil Batalle 293 LAS RAZONES DE LA ETNICIDAD ENTRE LA GLOBALIZACIN Y EL ECLIPSE DE LA POLTICA. Dimitri D'Andrea 61 IX Cultura de masas vs. culturas particulares 301 IDENTIDAD REGIONAL. Michel Bassand 72 CULTURA POPULAR Y CULTURA DE MASAS, NOTAS PARA UN DEBATE. Amalia LA IDENTIDAD NACIONAL COMO IDENTIDAD MTICO-REAL. Edgar Morin 84 Signorell 303 COMUNIDADES IMAGINADAS. Benedict Anderson 88 MEMORIA NARRATIVA E INDUSTRIA CULTURAL. Jess Martn Barbero 313 LAS IDENTIDADES. Robert Fossaert 94 GLOBALIZACIN Y CULTURA. John Tomlinson 331 PLURALISMO CULTURAL Y CULTURA NACIONAL. Guillermo Bonfil Batalla 109

    VII Memoria colectiva 117 Los MARCOS SOCIALES DE LA MEMORIA. M. Halbwachs 118 MEMORIA COLECTIVA Y SOCIOLOGA DEL BRICOLAGE. Roger Bastide 131 EL PATRIOTISMO CRIOLLO, LA REVOLUCIN DE INDEPENDENCIA Y LA APARICIN DE UNA HISTORIA NACIONAL. Enrique Florescano 158

  • Identidades sociales

    a cultura, en sentido antropolgico y sociolgico, aparece siempre ligada a la identidad social en la medida en que sta resulta de la interiorizacin dis- tintiva y contrastante de la misma por los actores sociales, segn el axioma,

    "no hay cultura sin sujeto ni sujeto sin cultura". En este sentido, la identidad no es ms que el lado subjetivo de la cultura y se constituye en virtud de un juego dialctico perman ente entre autoafirmacin (de lo mismo y de lo propio) en y por la diferencia.

    Como el punto de referencia obligado de toda teora de la identidad social se-r siempre la identidad individual que constituye, por as decirlo, su paradigma y su "analogado principal", no est por dems iniciar esta seccin con una breve reflexin sobre este tema, como la presentada por Edgar Morin ("Ficha de iden-tidad individual").

    A continuacin, Gilberto Gimnez expone, en forma compendiada y sistemti-ca, los principales parmetros tericos del concepto de identidad, generalmente dispersos en las diferentes ciencias sociales con desigual grado de elaboracin.

    Situndose exactamente sobre estos mismos parmetros tericos (que ponen el nfasis en la diversidad de las pertenencias en la definicin de la identidad), el escritor franco-libans Amin Maalouf presenta su testimonio personal y extrae las consecuencias polticas discriminatorias, excluyentes y virtualmente "asesinas" del hecho de sobrevaluar una sola de las dimensiones generalmente la dimen-sin tnica de la propia identidad.

    Siguen algunas concreciones territoriales de la identidad, como la tnica, con-ceptualmente esclarecida por Dimitri D'Andrea, como aquella fundada en una "consanguinidad imaginaria", y asimismo sobre la identidad regional, brillante-

    11

  • GILBERTO GIMNEZ MONTIEL

    mente presentada por el socilogo suizo Michel Bassand, como representacin valorizada de la propia regin (y el consecuente apego a la misma), de donde re-sultaran el sentimiento de autoestima, la solidaridad regional y la capacidad de movilizacin en vista del desarrollo regional.

    La importante contribucin de Robert Fossaert ("Las identidades"), enriquece estas perspectivas al introducir una luminosa distincin entre identidades "colec-tivas" (que para evitar confusiones hemos traducido por "globales" o, mejor, "en-globantes") e identidades diferenciales (que operan en el interior de las primeras), ofrecindonos una vasta tipologa histrica de estas dos formas de identidad en su permanente interrelacin. Segn Fossaert, por ejemplo, la "nacin" seria una for-ma de identidad globalizante, contigua a la aparicin del Estado y a las "clases in-dustriales" modernas.

    Por otra parte, Edgar Morin nos ampla la descripcin de este extrao ser "an-tropomorfo, teomorfo y cosmomorfo" que responde, segn l, a un mito sincr-tico "pan-tribal y pan-familiar" ("La identidad nacional como identidad mtico-real"). Corno el lector podr apreciar, Morin anticipa con toda claridad y en trminos equivalentes el concepto de Nacin como "comunidad imaginada", tr-mino que ha hecho famoso a Benedict Anderson, y definicin, por cierto, de la cual ya no podr prescindir cualquier teora de la identidad nacional.

    Cierra esta seccin una luminosa intervencin de Guillermo Bonfil, en la cual establece claramente por primera vez la tesis de que la cultura mexicana base de una supuesta o posible identidad nacional est constituida en realidad por un conjunto multicultural o pluricultural cuya unidad slo puede entenderse como "unidad de convergencia".

    Esta posicin de Bonfil, presentada en un clebre debate sobre cultura e iden-tidad nacional en Mxico, organizado por el Instituto de Bellas Artes en 1981, result proftica, ya que la tesis de la "condicin multicultural" de Mxico fue introducida incluso en la Constitucin nacional y hoy en da goza de amplio consenso.

    IDENTIDADES SOCIALES

    FICHA DE IDENTIDAD INDIVIDUAL*

    Toda unidad compleja es al mismo tiempo una y compuesta. El Uno, aunque irreductible en tanto que Todo, no es una sustancia homognea y comporta en si alteridad, escisin, negatividad, diversidad y antagonismo (virtuales o actuales).1

    La identidad del individuo comporta esa complejidad, y ms todava: es una identidad una y nica, no la de un nmero primo, sino al mismo tiempo la de una fraccin (en el ciclo de las generaciones) y la de una totalidad. Si hay uni-dad, es la unidad de un punto de innumerables intersecciones.

    La no-identidad de la identidad individual

    Un ser viviente no tiene identidad sustancial, puesto que la sustancia se modi-fica y se transforma sin cesar: las molculas se degradan y son remplazadas, las clulas mueren y nacen dentro del organismo al que constituyen; los seres po-licelulares desarrollan numerosas metamorfosis, desde la clula huevo hasta la forma adulta, la cual sufre enseguida un proceso de envejecimiento. Por otra parte, nosotros los mamferos, y singularmente nosotros los humanos, vivimos verdaderas discontinuidades de identidad cuando pasamos de la enemistad al deseo, del furor al xtasis, del fastidio al amor.

    Y, sin embargo, a pesar de esas modificaciones y variaciones de componentes, formas y estados, hay una cuasi-invariancia en la identidad individual.

    La triple referencia. La identidad gentica

    La primera clave de esta invariancia es ante todo gentica. El genos es generador de identidad en el sentido de que opera el retorno, el mantenimiento y la con-servacin de lo mismo.

    En el fundamento de la identidad del individuo viviente hay, por consiguiente, una referencia a una singularidad gentica, de la que procede la singularidad mor-folgica del ser fenomnico. Llama la atencin el que toda identidad individual de-ba referirse en primer lugar a una identidad trans-individual, la de la especie y el linaje. El individuo ms acabado, el hombre, se define a s mismo, desde adentro,

    "Edgar Morin. Tomado de La mthode, 2. La lile de la vie, Seuil, Pars, 1980, pp. 269-273. Tra-duccin de Gilberto Gimnez. 1 Mthode 1, pp. 115-129.

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  • GILBERTO GIMNEZ MONTIEL

    por su nombre de tribu o de familia, verdadero nombre propio al que une modes-tamente su nombre de pila, no exclusivamente suyo, puesto que puede o debe ha-ber sido llevado por un pariente e ir acompaado por otros nombres de pila.

    Esto nos indica que la autorreferencia individual comporta siempre una refe-rencia gentica (a la especie, al antepasado, al padre). Al llamarme hijo de fundo mi identidad asumiendo la identidad de mi (mis) padre(s) y, al mismo tiempo, mantengo, aseguro y prolongo la identidad de mi linaje, la cual no es una iden-tidad formal y abstracta sino siempre encamada en individuos singulares, entre ellos yo mismo.

    La identidad particular

    Al mismo tiempo que se define por su conformidad y su pertenencia, la identi-dad individual se define por referencia a su originalidad o particularidad. En efecto, en todo ser viviente, incluso el unicelular, hay una identidad particular formada por los rasgos singulares que lo diferencian de todos los dems indivi-duos. Estas singularidades, como es sabido, se diversifican y se multiplican, con-virtindose en anatmicas, fisiolgicas, psicolgicas, etctera, entre los indivi-duos del segundo tipo?

    La identidad subjetiva

    Las particularidades de un individuo viviente le permiten, por cierto, reconocer-se por diferencia respecto al otro, as como le permiten al otro identificarlo entre sus congneres. Pero diferencias y particularidades slo cobran sentido a partir del principio subjetivo de identidad.

    El fundamento subjetivo de la identidad individual reside en el carcter no com-partible, nico, del yo (del je o rnoi).3

    Esta identidad se profundiza, se autoafirma continuamente, se autoinforma y se autoconfirma, empezando por la distincin ontolgica entre s-mismo y no-s-mismo, a travs de la experiencia autoegocntri-ca en el seno del entorno. Esta experiencia recomienza y reverifica sin cesar la in-

    2 Para Edgar Morin, los organismos policelulares constituyen un nuevo tipo de individuo, que l

    llama "individuo de segundo tipo". (N. del T.) 3 En francs los pronombres je y moi, que designan a la primera persona, tienen usos y significa-dos distintos, que analiza el traductor de Lacan, Toms Segovia, en su prlogo a los Escritos, Si-glo XXI Editores. (N. del T.)

    IDENTIDADES SOCIALES

    variancia identitaria, no slo a despecho de las transformaciones, modificaciones y turnovers fsico-qumicas del ser material sino a travs de sus transformaciones, mo-dificaciones y turnover ejecutadas precisamente por el cmputo. El cmputo est en el corazn del principio de identidad individual, porque al mismo tiempo que est nutrido de identidad gentica, es el fundador de la identidad subjetiva y el mantenedor de la identidad morfolgica del s-mismo (soi).4

    As, la invariancia identitaria no es slo morfolgica (mantenimiento de for-mas estables a travs del flujo irreversible de los constituyentes) sino tambin to-polgica: se instala en la ocupacin autorreferente y autoegocntrica del centro espacio-temporal de su universo, lugar intangible que slo la muerte le arranca al individuo.

    La triple referencia

    Vemos, pues, que la identidad individual se constituye en virtud de una triple re-ferencia: a) a una genericidad trans-individual, portadora de una identidad a la vez interior (el patrimonio inscrito en los genes), anterior (el progenitor, el ante-pasado), posterior (la progenitura) y exterior a s mismo (el congnere); b) a una singularidad individual que diferencia a cada uno de cualquier otro semejante; y c) a un egocentrismo subjetivo que excluye a cualquier otro semejante del pro-pio sitio ontolgico y asume un carcter autoafirmativo.

    Las tres referencias no estn yuxtapuestas ni fusionadas: forman juntas una unidad de carcter circular. La diferencia individual se forma con base en ramas de pertenencia y de conformidad (con los progenitores y congneres). La exclu-sin subjetiva del otro tiene como corolario la inclusin trans-subjetiva. La iden-tidad constituye una especie de circuito cerrado entre similitud/inclusin y dife-rencia/exclusin.

    La frmula de la identidad una/triple sera: yo mismo soy el mismo que mis congneres y progenitores, a la vez diferente de ellos porque tengo mi originali-dad particular y soy irremplazablemente yo mismo

    1..1

    4 Edgar Morin llama "cmputo" a las operaciones permanentes de autoorganizacin y autocono-

    cimiento reflexivo realizadas por la cuasimquina gentica que procesa informacin y comuni-cacin. Cf. La mthode, 2, p. 182 y ss. (N. del T.)

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  • GILBERTO GIMNEZ MONTIEL IDENTIDADES SOCIALES

    La alter-identidad y la identidad pluriconcentrica

    Ningn sujeto puede acceder a un yo (je) sin la alteridad potencial de un yo (moi) objetivado.

    "Yo es otro": la sorprendente frmula de Rimbaud es vlida para todo ser vi-viente, en particular para el unicelular. En la identidad del individuo-sujeto hay siempre la presencia de un alter ego y de una "estructura de otredad" virtuales. La autorreproduccin celular crea, a partir de una identidad una e indivisible, una doble identidad (dos seres semejantes) y una alteridad (dos sujetos diferentes), sin dejar de mantener la identidad original (el mismo ser que contina su misma vida en dos existencias). Los dos nuevos seres son dos ego alter, virtualmente al-ter ego el uno par el otro, y pueden tornarse extranjeros, fraternales o fratricidas.

    Ningn sujeto, por lo menos entre los animales superiores, puede realizarse sin la comunicacin o comunin con alter ego/ego alter reales que sean congne-res o parientes. La identidad individual se nutre y se enriquece incluyendo en s misma intensiva y durablemente a padres, hijos y amigos.

    Entre nosotros, los humanos, la identidad es todava ms fuertemente una, tor-nndose al mismo tiempo cada vez ms plural, y su circuito engloba a nuestras amadas y amados, mientras que nuestros ego alter/alter ego privilegiados padres, hermanos, hermanas, tos, tas, primos y amigos se inscriben en las rbitas con-cntricas de la familia, clan, aldea, provincia, patria, religin, e incluso humanidad.

    -1

    En el seno del yo: la alteridad, la escisin, la separacin

    En el seno del yo individual no hay unidad pura y no existe solamente la unidad compleja integrada por componentes mltiples; existe tambin, de modo sor-prendente, la alteridad y la escisin.

    Hemos visto que el ser celular ms arcaico supone en su seno un alter ego vir-tual que se escinde en dos semiporciones de ser, y que a partir de estas partes es-cindidas se desdobla en dos alter ego reales. Por consiguiente, la escisin y la se-paracin internas estn inscritas virtualmente (autorreflexin, computacin objetiva/subjetiva del s mismo) y realmente (autorreproduccin) en el corazn de la identidad individual.

    La organizacin de la sexualidad no va a suprimir sino a modificar la escisin y la separacin, aadiendo la ausencia y la necesidad. As, cada una de las clu-

    11E las sexuales masculinas y femeninas, a diferencia de otras clulas del organismo,

    slo detenta un juego de cromosomas en lugar de dos. Y no solamente a nivel de gameto, sino tambin y sobre todo en el nivel del individuo de segundo ti-po, la sexualidad crea seres insuficientes. Se trata de seres de un solo sexo a quie-nes les falta, peridica, y posteriormente sin tregua (homo) su otra mitad.

    El horno no supera sino ms bien revela la escisin, la separacin, la falta y la insuficiencia de la identidad subjetiva cuando encuentra su alter ego en su doble, cuando busca en el ser deseado su falta, cuando encuentra finalmente en el ser amado su otra mitad.

    La identidad compleja

    "La identidad no radica en la simplicidad del 'o bien esto o bien aquello' sino en la diversidad de 'a la vez esto y aquello'".5

    La identidad viva-comporta no slo una multiplicidad de facetas, pertenencias y dependencias, sino tambin algo de infraidentitario (ca), preidentitario (on) y sobreidentitario, que a la vez la nutre y corroe. Ella contiene y produce alteridad. Ella contiene multiplicidad y unidad, originalidad y conformidad, unicidad y serialidad; ella necesita siempre de otro por reproduccin y, eventualmente, comunicacin.

    Esta identidad viva asume sus caracteres de unidad, de unicidad e invariancia a pesar y a travs de las degradaciones, variaciones y turnovers que la desagregan, la constituyen y la reconstituyen mediante la ocupacin autorreferente (por cier-to irrisoria y efmera) del centro espacio-temporal de su universo. Ella se afirma de manera autotrascendente en sus pertenencias, dependencias y multiplicida-des, lo que la convierte a la vez en realidad e ilusin absolutas.

    BIBLIOGRAFA

    MORIN, Edgar, La mthode. La nature de la nature, vol. 1, ditions du Seuil, Paris, 1997. OLSSON, G., Of Ambiguity, Nordiska lnstitutet fr Samhllsplanering, Estocolmo, 1997.

    5 G. Olsson, Of Ambiguity, Nordiska Institutet fr Samhllsplanering, Estocolmo, 1977.

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  • GILBERTO GIMNEZ MONTIEL IDENTIDADES SOCIALES

    MATERIALES PARA UNA TEORA DE LAS IDENTIDADES SOCIALES*

    Introduccin

    Comencemos sealando una paradoja: la aparicin del concepto de identidad en las ciencias sociales es relativamente reciente, hasta el punto de resultar difcil en-contrarlo entre los ttulos de una bibliografa antes de 1968. Sin embargo, los ele-mentos centrales de este concepto estaban ya presentes en filigrana y bajo for-mas equivalentes en la tradicin socioantropolgica desde los clsicos.1

    Qu es lo que explica, entonces, su tematizacin explcita cada vez ms fre-cuente en los dos ltimos decenios, durante los cuales se han multiplicado expo-nencialmente los artculos, libros y seminarios que tratan explcitamente de iden-tidad cultural, de identidad social o, simplemente, de identidad, tema de un seminario de Lvi-Strauss entre 1974 y 1975, y de un libro clsico de Loredana Sciolla publicado en 1983?

    Bajo la idea de que los nuevos objetos de estudio- no nos caen del cielo, J.W.

    Lapierre sostiene que el tpico de la identidad se ha impuesto inicialmente a la atencin de los estudiosos en ciencias sociales, por la emergencia de los movi-mientos sociales que han tomado por pretexto la identidad de un grupo (tnico, regional, etctera) o de una categora social (movimientos feministas, por ejem-plo), para cuestionar una relacin de dominacin o reivindicar una autonoma. "En diferentes puntos del mundo, los movimientos de minoras tnicas o lings-ticas han suscitado interrogaciones e investigaciones sobre la persistencia y el de-sarrollo de las identidades culturales. Algunos de estos movimientos son muy an-tiguos (pinsese, por ejemplo, en los kurdos). Pero slo han llegado a imponerse en el campo de la problemtica de las ciencias sociales en cierto momento de su dinamismo que coincide, por cierto, con la crisis del Estado-Nacin y de su so-berana atacada simultneamente desde arriba (el poder de las firmas multina-cionales y la dominacin hegemnica de las grandes potencias) y desde abajo (las reivindicaciones regionalistas y los particularismos culturales)".2

    Gilberto Gmnez, en Jos Manuel Valenzuela Arce (coord.), Decadencia y auge de las identida-des, El Colegio de la Frontera Norte/Plaza y Valds, Mxico Norte, 2000, pp. 45-78. 1 Gabriele Pollini, Appartenenza e identita, Franco Angeli, Miln, 1987. 2 J.W Lapierre, Lidentit collective, object paradoxal: d'oit nous vient-il?, en Recherches Sociologi-ques, nms. 2/3, vol. XV, pp. 195-209in

    Las nuevas problemticas ltimamente introducidas por la dialctica entre glo-balizacin y neolocalismos, por la transnacionalizacin de las franjas fronterizas y, sobre todo, por los grandes flujos migratorios que han terminado por transplan-tar el "mundo subdesarrollado" en el corazn de las "naciones desarrolladas", le-jos de haber cancelado o desplazado el paradigma de la identidad, parecen haber contribuido ms bien a reforzar su pertinencia y operacionalidad como instru-mento de anlisis terico y emprico.

    A continuacin nos proponemos un objetivo limitado y preciso: reconstruir, mediante un ensayo de homologacin y sntesis, los lineamientos centrales de la teora de la identidad, a partir de los desarrollos parciales y desiguales de esta teo-ra esencialmente interdisciplinaria en las diferentes disciplinas sociales, particu-larmente en la sociologa, la antropologa y la psicologa social. Creemos que de este modo se puede sortear, al menos parcialmente, la anarqua reinante en cuan-to a los usos del trmino "identidad", as como el caos terminolgico que habi-tualmente le sirve de cortejo.

    La identidad como distinguibilidad

    Nuestra propuesta inicial es situar la problemtica de la identidad en la intersec-cin de una teora de la cultura y de una teora de los actores sociales ("agency"). O ms precisamente, concebir la identidad como elemento de una teora de la cultura distintivamente internalizada como "habitus"3

    o como "representaciones sociales"4

    por los actores sociales, sean stos individuales o colectivos. De este modo, la identidad no sera ms que el lado subjetivo de la cultura considerada bajo el ngulo de su funcin distintiva.

    Por eso, la va ms expedita para adentrarse en la problemtica de la identi-dad, quizs sea la que parte de la idea misma de distinguibilidad.

    En efecto, la identidad se atribuye siempre en primera instancia a una unidad distinguible, cualquiera que sta sea (una roca, un rbol, un individuo o un gru-po social). "En la teora filosfica dice D. Heinrich la identidad es un predi-cado que tiene una funcin particular; por medio de l una cosa u objeto parti-cular se distingue como tal de las dems de su misma especie" 5 3 Pierre Bourdieu, "Les trois tats du capital culturel", en Actes de la Recherche en Sciences Socia-

    les, nm. 30, pp. 3-6. 4 Jean-ande Abric, Pratiques sociales et reprsentations, Presses Universitaires de France, Pars,

    1994, p. 16. 5 Jurgen Habermas, Teora de la accin comunicativa, vols . 1-II, Editorial Taurus, Madrid, 1987, p. 145.

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  • GILBERTO GIMNEZ MONTIEL

    Ahora bien, debemos de advertir inmediatamente una diferencia capital entre distinguibilidad de las cosas y distinguibilidad de las personas. Las cosas slo pueden ser distinguidas, definidas, categorizadas y nombradas a partir de rasgos objetivos observables desde el punto de vista del observador externo: el de la ter-cera persona. Tratndose de personas, en cambio, la posibilidad de distinguirse de los dems tambin debe de ser reconocida por los dems, en contextos de in-teraccin y comunicacin, lo cual requiere una "intersubjetividad lingstica" que moviliza tanto la primera persona (el hablante) como la segunda (el interpelado, el interlocutor).6

    Dicho de otro modo, las personas no slo estn investidas de una identidad numrica, como las cosas, sino tambin, como se ver enseguida, de una identi-dad cualitativa que se forma, se mantiene y se manifiesta en y por los procesos de interaccin y comunicacin social.7

    En suma, no basta que las personas se perciban como distintas bajo algn as-pecto. Tambin tienen qu ser percibidas y reconocidas como tales. Toda identi-dad (individual o colectiva) requiere la sancin del reconocimiento social para existir social y pblicamente.8

    Una tipologa elemental

    Situndose en esta perspectiva de polaridad entre autorreconocimiento y hetero-rreconocimiento, a su vez articulada segn la doble dimensin de la identifica-cin (capacidad del actor de afirmar la propia continuidad y permanencia y de hacerlas reconocer por otros), y de la afirmacin de la diferencia (capacidad

    6 Jrgen Habermas, op. cit., vol. II, p. 144. 7 Habermas, Ibid., p. 145. Es decir, como individuo no slo soy distinto por definicin de to-dos los dems individuos, como una piedra o cualquier otra realidad individual, sino que, ade-ms, me distingo cualitativamente porque, por ejemplo, desempeo una serie de roles social-mente reconocidos (identidad de rol), porque pertenezco a determinados grupos que tambin me reconocen como miembro (identidad de pertenencia), o porque poseo una trayectoria o bio-grafa incanjeable, tambin conocida, reconocida e incluso apreciada por quienes dicen cono- cerme ntimamente. 8 "La autoidentificacin de un actor debe disfrutar de un reconocimiento intersubjetivo para po-der fundar la identidad de la persona. La posibilidad de distinguirse de los dems debe ser reco-nocida por los dems. Por lo tanto, la unidad de la persona, producida y mantenida a travs de la autoidentificacin, se apoya a su vez en la pertenencia de un grupo, en la posibilidad de si-tuarse en el interior de un sistema de relacionel(Melucci, 1985).

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    IDENTIDADES SOCIALES

    de distinguirse de otros y de lograr el reconocimiento de esta diferencia), Alber-to Melucci9 elabora una tipologa elemental que distingue analticamente cuatro posibles configuraciones identitarias: 1) identidades segregadas, cuando el actor se identifica y afirma su diferencia independientemente de todo reconocimiento por parte de otros) 2) identidades heterodirigidas, cuando el actor es identifica-do y reconocido como diferente por los dems, pero l mismo posee una dbil ca-pacidad de reconocimiento autnomo;11 3) identidades etiquetadas, cuando el ac-tor se autoidentifica en forma autnoma, aunque su diversidad ha sido fijada por otros 4) identidades desviantes, en cuyo caso "existe una adhesin completa a las normas y modelos de comportamiento que proceden de afuera, de los dems; pero la imposibilidad de ponerlas en prctica nos induce a rechazarlos mediante la exasperacin de nuestra diversidad".13

    Esta tipologa de Melucci reviste gran inters, no tanto por su relevancia em-prica sino porque ilustra cmo la identidad de un determinado actor social resulta, en un momento dado, de una especie de transaccin entre auto y he-terorreconocimiento. La identidad concreta se manifista, entonces, bajo confi-guraciones que varan segn la presencia y la intensidad de sus polos constitu-yentes. De aqu se infiere que, propiamente hablando, la identidad no es una esencia, atributo o propiedad intrnseca del sujeto, sino que tiene un carcter

    9 A. Melucci, II gioco dell'io. TI cambiamento di s in una societ globale, Feltrinelli, Miln, 1991, pp. 40-42. ID Segn el autor se pueden encontrar ejemplos empricos de esta situacin en la fase de forma-cin de los actores colectivos, en ciertas fases de la edad evolutiva, en las contraculturas margi-nales, en las sectas y en determinadas configuraciones de la patologa individual (v gr., desarro-llo hipertrfico del yo, o excesivo repliegue sobre s mismo). 11 Tal seria, por ejemplo, el caso del comportamiento gregario o multitudinario, de la tenden-cia a confluir hacia opiniones y expectativas ajenas, y tambin el de ciertas fases del desarrollo infantil destinadas a superarse posteriormente en el proceso de crecimiento. La patologa, por su parte, suele descubrir la permanencia de formas simbiticas o de apego que impiden el sur-gimiento de una capacidad autnoma de identificacin. 12 Es la situacin que puede observarse. segn Melucci, en los procesos de labeling social, cuyo ejemplo ms visible seria la interiorizacin de estigmas ligados a diferencias sexuales, raciales y culturales, as como tambin a impedimentos fsicos. 13 Por ejemplo, el robo en los supermercados no seria ms que la otra cara del consumismo, as como "muchos otros comportamientos autodestructivos a travs del abuso de ciertas sustancias no son ms que la otra cara de las expectativas demasiado elevadas a las que no tenemos posi-bilidad de responder" (Ibid., p. 42).

  • GILBERTO GIMNEZ MONTIEL IDENTIDADES SOCIALES

    intersubjetivo y relacional. Es la autopercepcin de un sujeto en relacin con los otros; a lo que corresponde, a su vez, el reconocimiento y "aproba-cin" de los otros sujetos. En suma, la identidad de un actor social emerge y se afirma slo en la confrontacin con otras identidades en el proceso de in-teraccin social, la cual frecuentemente implica relacin desigual y, por ende, luchas y contradicciones.

    Una distinguibilidad cualitativa

    Dejamos dicho que la identidad de las personas implica una distinguibilidad cualitativa (y no slo numrica) que se revela, se afirma y se reconoce en los contextos pertinentes de interaccin y comunicacin social. Ahora bien, la idea misma de "distinguibilidad" supone la presencia de elementos, marcas, caractersticas o rasgos distintivos que definan de algn modo la especifici-dad, la unicidad o la no sustituibilidad de la unidad considerada. Cules son esos elementos diferenciadores o diacrticos en el caso de la identidad de las personas?

    Las investigaciones realizadas hasta ahora destacan tres series de elementos: 1) la pertenencia a una pluralidad de colectivos (categoras, grupos, redes y grandes colectividades); 2) la presencia de un conjunto de atributos idiosincrsicos o re-lacionales; 3) una narrativa biogrfica que recoge la historia de vida y la trayec-toria social de la persona considerada.

    Por lo tanto, el individuo se ve a s mismo y es reconocido como "perte-neciendo" a una serie de colectivos; como "siendo" una serie de atributos; y co-mo "cargando" un pasado biogrfico incanjeable e irrenunciable.

    La pertenencia social

    La tradicin sociolgica ha establecido slidamente la tesis de que la identidad del individuo se define principalmente aunque no exclusivamente por la pluralidad de sus pertenencias sociales. As, por ejemplo, desde el punto de vista de la personalidad individual se puede decir que "el hombre moderno pertenece en primera instancia a la familia de sus progenitores; luego, a la fundada por l mismo, y por lo tanto, tambin a la de su mujer; por ltimo, a su profesin, que ya de por si lo inserta frecuentemente en numerosos crculos de intereses [...I. Adems, tiene conciencia de ser ciudadano de un Estado y de pertenecer a un de-terminado estrato social. Por otra parte, puede ser oficial de reserva, pertenecer

    a un par de asociaciones y poseer relaciones sociales conectadas, a su vez, con los ms variados crculos sociales...''14

    Pues bien, esta pluralidad de pertenencias, lejos de eclipsar la identidad per-sonal, precisamente la define y constituye. Ms an, segn G. Simmel debe pos-tularse una correlacin positiva entre el desarrollo de la identidad del individuo y la amplitud de sus crculos de pertenencia.I5

    Es decir, cuanto ms amplios son los crculos sociales de los cuales se es miembro, tanto ms se refuerza y se refi-na la identidad personal.

    Pero qu significa la pertenencia social? Implica la inclusin de la personali-dad individual en una colectividad hacia la cual se experimenta un sentimiento de lealtad. Esta inclusin se realiza generalmente mediante la asuncin de algn rol dentro de la colectividad considerada (u gr., el rol de simple fiel dentro de una iglesia cristiana, con todas las expectivas de comportamiento anexas al mis-

    'ano); pero sobre todo mediante la apropiacin e interiorizacin al menos parcial del complejo simblico-cultural que funge como emblema de la colectividad en cuestin (v gr el credo y los smbolos centrales de una iglesia cristiana).16 De donde se sigue que el estatus de pertenencia tiene que ver fundamentalmente con la dimensin simblico-cultural de las relaciones e interacciones sociales.

    Falta aadir una consideracin capital: la pertenencia social reviste diferentes grados que pueden ir de la membresa meramente nominal o perifrica, a la membresa militante e incluso conformista, y no excluye por s misma la posibi-lidad del disenso. En efecto, la pertenencia categorial no induce necesariamente la despersonalizacin y uniformizacin de los miembros del grupo. Ms an, la pertenencia puede incluso favorecer, en ciertas condiciones y en funcin de cier-tas variables, la afirmacin de las especificidades individuales de los miembros.17 Algunos autores llaman "identizacin" a esta bsqueda, por parte del individuo, de cierto margen de autonoma respecto de su propio grupo de pertenencia.18

    Ahora bien, cules son, en trminos ms concretos, los colectivos a los cua-les un individuo puede pertenecer?

    14 Pollini, op. cit., p. 32. 15 'bid., p. 33. 16

    Gabriele Pollini, "Appartenenza socio-territoriale e mutamento culturale", en Vincenzo Cesa-reo (ed.), La cultura dell'Italia contemporanea, Fondazione Giovanni Agnelli, Turn, pp. 185-225. 17

    Fabio Lorenzi-Cioldi, Indivdus dominaras et groupes domins, Presses Universitaires de Greno-ble, Grenoble, 1988, p. 19. 18 P. Tap, Identites collectives et changements sociaux, Privat, Toulouse, 1980.

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  • GILBERTO GIMNEZ MONTIEL

    Propiamente hablando y en sentido estricto, se puede pertenecer y manifes-tar lealtad slo a los grupos y colectividades definidas a la manera de Merton.'9 Pero en un sentido ms lato y flexible, tambin se puede pertenecer a determina-das "redes" sociales (network), definidas como relaciones de interaccin coyuntu-talmente actualizadas por los individuos que las constituyen,20 y a determinadas "categoras sociales", en el sentido ms bien estadstico del trmino.21

    Las "redes de interaccin" tendran particular relevancia en el contexto urba-no.22 Por lo que toca a la pertenencia categorial v gr., ser mujer, maestro, cla-semediero, yuppie sabemos que desempea un papel fundamental en la defi-nicin de algunas identidades sociales (por ejemplo, la identidad de gnero), debido a las representaciones y estereotipos que se le asocian.23

    19 Robert K. Merton, Elements de thorie et de mthode sociologique, Librairie Plon, Pars, 1965. Se-gn Merton se entiende por grupo "un conjunto de individuos en interaccin segn reglas esta-blecidas" (p. 240). Por lo tanto, una aldea, un vecindario, una comunidad barrial, una asocia-cin deportiva y cualquier otra socialidad definida por la frecuencia de interacciones en espacios prximos, serian "grupos". Las colectividades, en cambio, seran conjuntos de individuos que aun en ausencia de toda interaccin y contacto prximo, experimentan cierto sentimiento de so-lidaridad "porque comparten ciertos valores y porque un sentimiento de obligacin moral los im-pulsan a responder como es debido a las expectativas ligadas a ciertos roles sociales" (p. 249). Por consiguiente, para Merton seran "colectividades", las grandes "comunidades imaginadas", en el sentido de B. Anderson (1983), como la nacin y las iglesias universales (pensadas como "cuerpos msticos"). Algunos autores han caracterizado la naturaleza peculiar de la pertenencia a estas grandes comunidades annimas, imaginadas e imaginarias, llamndola "Identificacin por proyeccin o referencia", en clara alusin sentido freudiano del sintagma (Galissot, 1987). 20 Las "redes" suelen concebirse como relaciones de interaccin entre individuos, de composi-cin y sentido variables, que no existen a priori ni requieren de la contigidad espacial como los grupos propiamente dichos, sino son creadas y actualizadas cada vez por los individuos (Hecht, 1993). 21 Las categoras sociales han sido definidas por Merton como "agregados de posiciones y de es-tatutos sociales cuyos detentadores (o sujetos) no se encuentran en interaccin social; stos res-ponden a las mismas caractersticas (sexo, edad, renta, etctera) pero no comparten necesaria-mente un cuerpo comn de normas y valores" (Merton, 1965, p. 249). 22 Paolo Guidicini, Dimensione comunica, Franco Angeli, Miln, 1985, p. 48. 23 Por ejemplo, a la categora "mujer" se asocia espontneamente una serie de "rasgos expresi-vos": pasividad, sumisin, sensibilidad a las relaciones con otros, mientras que a la categora "hombre" se asocian "rasgos instrumentales: activismo, espritu de competencia, independencia, objetividad ), racionalidad (Lorenzi-Cioldi, 1988, p. 41).

    IDENTIDADES SOCIALES

    La tesis de que la pertenencia a un grupo o a una comunidad implica compar-tir el complejo simblico-cultural que funciona como emblema de los mismos, nos permite reconceptualizar dicho complejo en trminos de "representaciones sociales". Entonces diremos que pertenecer a un grupo o a una comunidad im-plica compartir al menos parcialmente el ncleo de representaciones sociales que lo caracteriza y define. El concepto de "representacin social" ha sido elabora-do por la escuela europea de sicologa socia1,24 recuperando y poniendo en opera-cin un trmino de Durkheim por mucho tiempo olvidado. Se trata de construc-ciones sociocognitivas propias del pensamiento ingenuo o del "sentido comn", susceptibles de definirse como "conjunto de informaciones, creencias, opiniones y actitudes a propsito de un objeto determinado".25 Las representaciones sociales seran, entonces, "una forma de conocimiento socialmente elaborado y compar-tido, y orientada a la prctica, que contribuye a la construccin de una realidad comn a un conjunto social".26

    Las representaciones sociales as definidas siempre socialmente contextuali-zadas e internamente estructuradas sirven como marcos de percepcin e inter-pretacin de la realidad, tambin como guas de los comportamientos y prcticas de los agentes sociales. De este modo, los psiclogos sociales han podido confir-mar una antigua conviccin de los etnlogos y socilogos del conocimiento: los hombres piensan, sienten y ven las cosas desde el punto de vista de su grupo de pertenencia o de referencia.

    Pero las representaciones sociales tambin definen la identidad y especificidad de los grupos. Ellas "tienen tambin por funcin situar a los individuos y a los grupos en el campo social 1...1, permitiendo de este modo la elaboracin de una identidad social ypersonal gratificante, es decir, compatible con sistemas de nor-mas y de valores social e histricamente determinados" .27 Ahora estamos en con-diciones de precisar de modo ms riguroso en qu sentido la pertenencia social

    24 Denise Jodelet, Les reprsentations sociales, Presses Universitaires de France, Pars, 1989, p. 32. 25 Jean-Claude Abric, op. cit., p. 19. 26 D. Jodelet, op. cit., p. 36. Debe advertirse, sin embargo, que segn los psiclogos sociales de esta escuela, los individuos modulan siempre de modo idiosincrsico el ncleo de las represen-taciones compartidas, lo que excluye el modelo del unanimismo y del consenso. Por consiguien-te, pueden existir divergencias y hasta contradicciones de comportamiento entre individuos de un mismo grupo que comparten un mismo haz de representaciones sociales. 27 G. Mugny y E Carugati, intelligence au pluriel: les reprsentations sociales de l'intelligence et de son dveloppement, DelVal, Cousset, 1985, p. 183.

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  • GILBERTO GIMNEZ MONTIEL IDENTIDADES SOCIALES

    es uno de los criterios bsicos de "distinguibilidad" de las personas: en el senti-do de que a travs de ella los individuos intemalizan en forma idiosincrsica e individualizada las representaciones sociales propias de sus grupos de pertenen-cia o de referencia. Esta afirmacin nos permitir ms adelante comprender me-jor la relacin dialctica entre identidades individuales e identidades colectivas.

    Atributos identificadores

    Adems de la referencia a sus categorizaciones y crculos de pertenencia, las personas tambin se distinguen y son distinguidas por una determinada configuracin de atributos considerados como aspectos de su identidad. "Se trata de un conjunto de caractersticas tales como disposiciones, hbitos, ten-dencias, actitudes o capacidades, a lo que se aade lo relativo a la imagen del propio cuerpo".28

    Algunos de esos atributos tienen una significacin preferentemente individual y funcionan como "rasgos de personalidad" (inteligente, perseverante, imaginati-vo), mientras que otros tienen una significacin preferentemente relacional, en el sentido de que denotan rasgos o caractersticas de socialidad (tolerante, amable, comprensivo, sentimental).

    Sin embargo, todos los atributos son materia social: "Incluso ciertos atributos puramente biolgicos son atributos sociales, pues no es lo mismo ser negro en una ciudad estadunidense que serlo en Zaire..."29

    Muchos atributos derivan de las pertenencias categoriales o sociales de los individuos, razn por la cual tienden a ser a la vez estereotipos ligados a pre-juicio sociales respecto de ciertas categoras o grupos. En los Estados Unidos, por ejemplo, se percibe a las mujeres negras como agresivas y dominantes, a los hombres negros como sumisos, dciles y no productivos, y a las familias ne-gras como matriarcales y patolgicas. Cuando el estereotipo es despreciativo, infamante y discriminatorio, se convierte en estigma, es decir, una forma de ca-tegorizacin social que fija atributos profundamente desacreditadores."

    28 Edmond Marc Lipiansky, Identit et comunication, Presses Universitaires de France, Pars, 1992, p. 122. 29 Alfonso Prez-Agote, "La identidad colectiva: una reflexin abierta desde la sociologa", en Re-vista de Occidente, nm. 56, 1986, pp. 76-90. 30

    Erving Goffman, Estigma. La identidad deteriorada, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1986.

    Segn los psiclogos sociales, los atributos derivan de la percepcin e de la impresin global sobre las personas en los procesos de interaccin social; mani-fiestan un carcter selectivo, estructurado y totalizante, y suponen "teoras impl-citas de la personalidad" variables en tiempo y espacie que silo son una ma-nifestacin ms de las representaciones sociales propias del sentido comn.31

    Narrativa biogrfica: historias de vida

    En una dimensin ms profunda, la distinguibilidad de las personas remite a la revelacin de una biografa incanjeable, relatada en forma de "historia de vida". Es lo que algunos autores denominan identidad biogrfica,32

    o tambin identidad ntima.33

    Esta dimensin de la identidad tambin requiere como marco el inter-cambio interpersonal. En efecto, en cienos casos ste progresa poco a poco a par-tir de mbitos superficiales hacia capas ms profundas de la personalidad de los actores sociales, hasta llegar al nivel de las llamadas "relaciones ntimas", de las cuales las "relaciones amorosas" slo constituyen un caso particular.34

    Es precisa-mente en este nivel de intimidad donde suele producirse la llamada "autorreve-ladn" recproca (entre conocidos, camaradas, amigos o amantes) por la que al requerimiento de un conocimiento ms profundo ("dime quin eres: no conoz-co tu pasado") se responde con una narrativa autobiogrfica de tono confidencial (self-narration). Esta "narrativa" configura, o mejor dicho, reconfigura una serie de actos y trayectorias personales del pasado para conferirle un sentido.

    En el proceso de intercambio interpersonal, mi contraparte puede reconocer y apreciar en diferentes grados mi "narrativa personal". Incluso puede reinterpre-tarla y hasta rechazarla y condenarla. Pues como dice Pizorno, "en mayor medi- da que las identidades asignadas por el sistema de roles o por algn tipo de co-lectividad, la identidad biogrfica es mltiple y variable. Cada uno de los que dicen conocerme selecciona diferentes eventos de mi biografa. Muchas veces son

    31 Henri Paicheler, "E pistrnologie du sens commun", en Sergio Moscovici (ed.), Psychologie so-

    ciale, Presses Universitaires de France, Pars, 1984, p. 227-307. 32

    Alessandro Pizzorno, "Identit e sapere Mutile", en Rassegna Italiana di Sociologa, nm. 3, ano XXX, 1989, pp. 305-319. 73 Lipiansky, op. cit., p. 121. 34

    Sharon S. Brehm, "Les relations intimes", en S. Moscovici (ed.), Psychologie..., op. cit., pp. 169-191.

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  • GILESERTO GIMNEZ MONTIEL

    eventos que nunca ocurrieron. E incluso cuando han sido verdaderos, su relevan-cia puede ser evaluada de diferentes maneras, hasta el punto de que los recono-cimientos que a partir de all se me brindan pueden llegar a ser irreconocibles pa- ra m mismo".35

    En esta especie de transaccin entre mi autonarrativa personal y el reconoci-miento de la misma por parte de mis interlocutores, sigue desempeando un pa-pel importante el filtro de las representaciones sociales, por ejemplo, la "ilusin biogrfica", que consiste en atribuir coherencia y orientacin intencional a la pro-pia vida "segn el postulado del sentido de la existencia narrada (e implcitamen-te de toda existencia)";36 la autocensura espontnea de las experiencias dolorosas y traumatizantes; y la propensin a hacer coincidir el relato con las normas de la moral corriente, es decir, con un conjunto de reglas y de imperativos generado-res de sanciones y censuras especficas.37 "Producir una historia de vida, tratar la vida como una historia, es decir, como el relato coherente de una secuencia signi-ficante y orientada de acontecimientos, equivale posiblemente a ceder a una ilu-sin retrica, a una representacin comn de la existencia a la que toda una tradicin literaria no ha dejado y no deja de reforzar".38

    Y las identidades colectivas?

    Hasta aqu hemos considerado la identidad principalmente desde el punto de vista de las personas individuales, y la hemos definido como una distinguibilidad cualitativa y especfica basada en tres series de factores discriminantes: una red de pertenencias sociales (identidad de pertenencia, identidad categorial o identi-dad de rol); una serie de atributos (identidad caracterolgica); y una narrativa personal (identidad biogrfica). Hemos visto cmo en todos los casos las repre-sentaciones sociales desempean un papel estratgico y definitorio, por lo que podramos definir tambin la identidad personal como la representacin inter-subjetivamente reconocida y "sancionada" que tienen las personas de sus cr-culos de pertenencia, de sus atributos personales y de su biografa irrepetible e incanjeable.

    35 Pizzorno, op. cit., p. 318. 36 Pierre Bourdieu, "Eillusion biographique", en Actes de la Recherche en Sciences Sociales,

    nms.

    62/63, 1986, pp. 69-72. 37 Ibid. 38 Bourdieu, op. cit., p. 70.

    IDENTIDADES SOCIALES

    Pero podemos hablar tambin, en sentido propio, de identidades colectivas? Este concepto parece presentar de entrada cierta dificultad derivada de la faino

    _

    sa apora sociolgica que consiste en la tendencia a hipostasiar los colectivos. por eso algunos autores sostienen abiertamente que el concepto de identidad slo puede concebirse como atributo de un sujeto individual. As, segn P. Berger, "no es aconsejable hablar de 'identidad colectiva' a causa del peligro de hipostatiza_ cin falsa (o reificadora)".39

    Sin embargo, se puede hablar en sentido propio de identidades colectivas si es posible concebir actores colectivos propiamente dichos, sin necesidad de hipos-tasiarlos ni de considerarlos corno entidades independientes de los individuos que los constituyen. Tales son los grupos (organizados o no) y las colectividades en el sentido de Merton. Dichos grupos (minoras tnicas o raciales, movimien-tos sociales, partidos polticos, asociaciones varias) y colectividades (v. gr., una nacin), no pueden considerarse como simples agregados de individuos (en cu-yo caso la identidad colectiva sera tambin un simple agregado de identidades individuales), pero tampoco como entidades abusivamente personificadas tras-cendentes a los individuos que los constituyen (lo cual implicara la hipostatiza-cin de la identidad colectiva).

    Se trata ms bien de entidades relacionales presentadas como 'totalidades dife-rentes de los individuos que las componen y que, en cuanto tales, obedecen a procesos y mecanismos especficos.49 Dichas entidades relacionales estn consti-tuidas por individuos vinculados entre s por un sentimiento comn de perte-nencia, lo que implica, como se ha visto, compartir un ncleo de smbolos y re-presentaciones sociales y, por lo mismo, una orientacin comn a la accin. Adems, se comportan como verdaderos actores colectivos capaces de pensar, hablar y operar a travs de sus miembros o de sus representantes segn el cono-cido mecanismo de la delegacin (real o supuesta).41

    39 Peter L. Berger, "La identidad como problema en la sociologa del conocimiento', en Gunter W Remmling, Hacia la sociologa del conocimiento, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1982,

    pp. 355-368. 40 Lipiansky, op. cit., p. 88. 41 Sobre el fetichismo. las usurpaciones y las perversiones potenciales inherentes a este mecanismo, ver, Bourdieu, 1984: "La relacin de delegacin corre el riesgo de disimular la verdad de la relacin de representacin y la paradoja de situaciones en las que un grupo slo puede existir mediante la delegacin en una persona singular ---el secretario general, el Papa, etctera que puede actuar como persona moral, es decir, como sustituto del grupo. En todos estos casos, y segn la ecuacin establecida por los canonistas la Iglesia es el Papa, segn las apariencias eI grupo hace al

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  • GILBERTO GIMNEZ MONTIEL

    En efecto, un individuo determinado puede interactuar con otros en nombre propio, sobre bases idiosincrsicas, o tambin en cuanto miembro o representante de uno de sus grupos de pertenencia. "La identidad colectiva dice Pizzomo es la que me permite conferir significado a una determinada accin en cuanto realiza-da por un francs, un rabe, un pentecostal, un socialista, un fantico del Liver-pool, un fan de Madonna, un miembro del clan de los Corleone, un ecologista, un kwakintl, u otros. Un socialista puede ser tambin cartero o hijo de un amigo mo, pero algunas de sus acciones slo las puedo comprender porque es socialista".42

    Con excepcin de los rasgos propiamente psicolgicos o de personalidad atri-buibles exclusivamente al sujeto-persona, los elementos centrales de la identidad (capacidad de distinguirse y ser distinguido de otros grupos, definir los propios lmites, generar smbolos y representaciones sociales especficos y distintivos, configurar y reconfigurar el pasado del grupo como una memoria colectiva com-partida por sus miembros, paralela a la memoria biogrfica constitutiva de las identidades individuales); e incluso de reconocer ciertos atributos como propios y caractersticos, tambin pueden aplicarse perfectamente al sujeto-grupo o, si se prefiere, al sujeto-actor colectivo.

    Por lo dems, conviene resaltar la relacin dialctica existente entre identidad personal e identidad colectiva. En general, la identidad colectiva debe concebir-se como una zona de la identidad personal, si es verdad que sta se define en pri-mer lugar por las relaciones de pertenencia a mltiples colectivos ya dotados de identidad propia en virtud de un ncleo distintivo de representaciones sociales, como seran, por ejemplo, la ideologa y el programa de un partido poltico de-terminado. No dice otra cosa Carlos Barb en el siguiente texto: "Las representa-ciones sociales referentes a las identidades de clase, por ejemplo, se dan dentro de la psique de cada individuo. Tal es la lgica de las representaciones y, por lo tanto, de las identidades por ellas formadas" 43

    No est por dems, finalmente, enumerar algunas proposiciones axiomticas en tomo a las identidades colectivas, con el objeto de prevenir malentendidos.

    hombre que habla en su lugar, en su nombre (as se piensa en trminos de delegacin), mientras que en realidad es igualmente verdadero decir que el portavoz hace al grupo..." (p. 49). 42

    Alessandro Pizzomo, "Spiegazione come reidentificazione", en Rassegna Italiana di Sociologa, nm. 2, ao XXX, 1989, pp. 161-183. 43Carlos Barb, "Ilidentita Mdividuale' e 'collettiva' come dimenzione soggettiva dell'azio-ne sociale", en Laura Balbo et ah, Complessit sociale e identit, Franco Angeli, Miln, 1985, pp. 261-276.

    IDENTIDADES SOCIALES

    1) Sus condiciones sociales de posibilidad corresponden a las que condicio-nan la formacin de todo grupo social: la proximidad de los agentes individua-les en el espacio social.44

    2) La formacin de las identidades colectivas no implica en absoluto que stas se hallen vinculadas a la existencia de un grupo organizado.

    3) Existe una "distincin inadecuada" entre agentes colectivos e identidades colectivas, en la medida en que stas slo constituyen la dimensin subjetiva de los primeros y no su expresin exhaustiva. Por lo tanto, la identidad colectiva no es sinnimo de actor social.

    4) No todos los actores de una accin colectiva comparten unvocamente y en el mismo grado las representaciones sociales que definen subjetivamente la iden-tidad colectiva de su grupo de pertenencia.45

    5) Frecuentemente las identidades colectivas constituyen uno de los prerre-quisitos de la accin colectiva. Pero de aqu no se infiere que toda identidad co-lectiva genere siempre una accin colectiva ni que sta tenga siempre por fuente obligada una identidad colectiva.46

    6) Las identidades colectivas no tienen necesariamente por efecto la desperso-nalizacin y la uniformizacin de los comportamientos individuales (salvo en el caso de las llamadas "instituciones totales", como un monasterio o una institu-cin carcelaria).47

    44 "Si bien la probabilidad de reunir real o nominalmente por la virtud del delegado a un

    conjunto de agentes es tanto mayor cuanto ms prximos se encuentran stos en el espacio so-cial y cuanto ms restringida y, por lo tanto, ms homognea es la clase construida a la que per- tenecen, la reunin entre los ms prximos nunca es necesaria y fatal

    as como tambin la reunin entre los ms alejados nunca es imposible" (Bourdieu, 1984, pp. 3-4). 45

    "Incluso las identidades ms fuertes de la historia (identidades nacionales, religiosas y de cla-se) no corresponden nunca a una serie unvoca de representaciones en todos los sujetos que la comparten" (Barb, 1985, p. 270). 46

    "Una verbena pluricategorial o una huelga pueden resultar muy bien de una coincidencia de intereses y hasta de eventuales y momentneas identificaciones, pero no de una identidad" (Bar-b, 1985, p. 271). 47

    Por lo tanto, no parece que deba admitirse el modelo del continuum de comportamientos pro-puesto por Tajfel (1972), entre un polo exclusivamente personal que no implique referencia al-guna a los grupos de pertenencia, y un polo colectivo y despersonalizante, donde los comporta-mientos estaran totalmente determinados por diversos grupos o categoras de pertenencia. Este modelo est impregnado por la idea de una oposicin irreconciliable entre una realidad social coactiva e inhibidora, y un yo personal en bsqueda permanente de libertad y autorrealizacin autnoma.

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  • GILBERTO GIMNEZ MONTIEI

    La identidad corno persistencia en el tiempo

    Otra caracterstica fundamental de la identidad, personal o colectiva, es su capa-cidad para perdurar, aunque sea imaginariamente, en el tiempo y en el espacio. Es decir, la identidad implica la percepcin de ser idntico a s mismo a travs del tiempo, del espacio, y la diversidad de situaciones. Si anteriormente la iden-tidad se nos apareca como distinguibilidad y diferencia, ahora se nos presenta (tautolgicamente) como igualdad o coincidencia consigo mismo. De aqu deri-van la relativa estabilidad y consistencia que suelen asociarse con la identidad, as como tambin la atribucin de responsibilidad a los actores sociales y la relativa previsibilidad de los comportamientos.48

    Tambin esta dimensin de la identidad remite a un contexto de interaccin. En efecto, "tambin los otros esperan de nosotros que seamos estables y constan-tes en la identidad que manifestamos; que nos mantengamos conformes a la ima-gen que proyectamos habitualmente de nosotros mismos (de aqu el valor peyo-rativo asociado a calificativos tales como inconstante, verstil, cambiadizo, inconsistente, 'camalen', etctera); y los otros estn siempre listos para 'llamar-nos al orden', para comprometernos a respetar nuestra identidad" 49

    Pero ms que de permanencia, habra que hablar de continuidad en el cam-bio, en el sentido de que la identidad a la que nos referimos es la que correspon-de a un proceso evolutivo,50 y no a una constancia sustancial, Hemos de decir entonces que es ms bien la dialctica entre permanencia y cambio, entre conti-nuidad y discontinuidad, la que caracteriza por igual a las identidades persona-les y a las colectivas. stas se mantienen y duran adaptndose al entorno y re-componindose incesantemente, sin dejar de ser las mismas. Se trata de un proceso siempre abierto y, por ende, nunca definitivo ni acabado.

    Debe situarse en esta perspectiva la tesis de Fredrik Barth, segn la cual la identidad se define primariamente por la continuidad de sus lmites, es decir, por sus diferencias, y no tanto por el contenido cultural que en un momento deter-minado marca simblicamente dichos lmites o diferencias. Por lo tanto, pueden

    48 Desde esta perspectiva constituye una contradictio in terminis la idea de una identidad caleidos-cpica, fragmentada y efmera que sera propia de la "sociedad posmodema", segn el discurso especulativo de ciertos filsofos y ensayistas. 49 Lipiansky, op. cit.. p. 43. 58 Incluso esta expresin resulta todava inexacta. Habra que hablar ms bien de proceso din-mico, ya que nuestra biografa, por ejemplo, es ms bien un proceso cclico, no segn un mode-lo evolutivo y lineal sino conforme con una dialctica de recomposiciones y rupturas.

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    IDENTIDADES SOCIALES

    transformarse con el tiempo las caractersticas culturales de un grupo sin alterar su identidad. O, dicho en trminos de George de Vos, pueden variar los "emble-mas de contraste" de un grupo sin alterar su identidad.51

    Esta tesis impide extraer conclusiones apresuradas de la observacin de cier-tos procesos de cambio cultural "por modernizacin" en las zonas fronterizas o en las reas urbanas. As, por ejemplo, los fenmenos de "aculturacin" o de "transculturacin" no implican automticamente una "prdida de identidad" si-no slo su recomposicin adaptativa.52 Incluso pueden provocar la reactivacin de la identidad mediante procesos de exaltacin regenerativa.

    Pero lo dicho hasta aqu no permite dar cuenta de la percepcin de transforma-ciones ms profundas que parecen implicar una alteracin cualitativa de la iden-tidad, tanto en el plano individual como en el colectivo. Para afrontar estos casos se requiere reajustar el concepto de cambio, tomando en cuenta, por un lado, su amplitud y su grado de profundidad-y, por otro, sus diferentes modalidades.

    En efecto, si asumimos como criterio su amplitud y grado de profundidad, po-demos concebir el cambio como un concepto genrico que comprende dos for-mas ms especficas: la transformacin y la mutacin.53 La transformacin sera un proceso adaptativo y gradual que se da en la continuidad, sin afectar signifi-cativamente la estructura de un sistema, cualquiera que sta sea. La mutacin, en cambio, supondra una alteracin cualitativa del sistema, es decir, el paso de una estructura a otra.

    En el mbito de la identidad personal, podran caracterizarse como mutacin los casos de "conversin" en los que una persona adquiere la conviccin al me-nos subjetiva de haber cambiado profundamente, de haber experimentado una verdadera ruptura en su vida, en fin, de haberse ae-s-pojado del "hombre viejo" para nacer a una nueva identidad.54

    En cuanto a las identidades colectivas, se pueden distinguir dos modalidades bsicas de alteracin de una unidad identitaria: la mutacin por asimilacin y la mutacin por diferenciacin. Segn Horowitz, la asimilacin comporta, a su vez, dos figuras bsicas: la amalgama (dos o ms grupos se unen para formar un nue-

    51 George de Vos y Lola Romanuci Ross, Ethnic Identity, University of Chicago Press, Chicago, 1982, p. XII. 52 Para una discusin pormenorizada de esta problemtica, ver, Gimnez, 1994, pp. 171-174. 53 Georges Ribeil, Tensions et mutations sociales, Presses Universitaires de France, Pars, 1974. p. 142 y ss. 54 Ver una discusin de este tpico, en Gimnez, 1993, p. 44 y ss.

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    vo grupo con una nueva identidad), y la incorporacin (un grupo asume la iden-tidad de otro).55

    La diferenciacin, por su parte, tambin asume dos figuras: la divisin (un grupo se escinde en dos o ms de sus componentes) y la prolifera-cin (uno o ms grupos generan grupos adicionales diferenciados).

    La fusin de diferentes grupos tnicos africanos en la poca de la esclavitud para formar una sola y nueva etnia, la de los "negros"; la plena "americanizacin" de algunas minoras tnicas en los Estados Unidos; la divisin de la antigua Yu-goslavia en sus componentes tnico-religiosos originarios; y la proliferacin de las sectas religiosas a partir de una o ms "iglesias madres", podran ejemplificar estas diferentes modalidades de mutacin identitaria.

    La identidad como valor

    La mayor parte de los autores destaca otro elemento caracterstico de la identi-dad: el valor (positivo o negativo) atribuido invariablemente a la misma. En efec-to, "existe una difusa convergencia entre los estudiosos en la constatacin de que el hecho de reconocerse una identidad tnica, por ejemplo, comporta para el su-jeto la formulacin de un juicio de valor, la afirmacin de lo ms o de lo menos, de la inferioridad o de la superioridad entre l mismo y el partner respecto del cual se reconoce como portador de una identidad distintiva".56

    Digamos, entonces, que la identidad se halla siempre dotada de cierto valor pa-ra el sujeto, generalmente distinto del que confiere a los dems sujetos que consti-tuyen su contraparte en el proceso de interaccin social. Y ello es as, en primer lu-gar, porque "an inconscientemente, la identidad es el valor central en torno al cual cada individuo organiza su relacin con el mundo y con los dems sujetos (en es-te sentido, el 's mismo' es necesariamente 'egocntrico"). Y en segundo lugar, "por-que las mismas nociones de diferenciacin, de comparacin y de distincin, inhe-rentes [...I, al concepto de identidad, implican lgicamente como corolario la bsqueda de una valorizacin de s mismo respecto de los dems. La valorizacin puede aparecer incluso como uno de los resortes fundamentales de la vida social, aspecto que E. Goffman ha puesto en claro a travs de la nocin de lace"?'

    55 D.L. Horowitz, "Ethnic Identity', en N. Glazer y D.P. Moynihan (eds.), Ethnic Theory and Ex-perience, Harvard University Press, Cambridge, 1975, p. 115 y ss. 56 Amalia Signorelli, "Identit etnica e cultura di massa dei lavoratori migranti", en Angelo di Car-lo (ed.) I luogh dell'identit, Franco Angeli, Miln, 1985, pp. 44-60. 57 Lipiansky, op. cit., p. 41.

    IDENTIDADES SOCIALES

    Concluyamos entonces: los actores sociales individuales o colectivos tienden, en primera instancia, a valorar positivamente su identidad, lo que tiene por con-secuencia estimular la autoestima, la creatividad, el orgullo de pertenencia, la so-lidaridad grupa!, la voluntad de autonoma y la capacidad de resistencia contra la penetracin excesiva de elementos exteriores.58

    Pero en muchos otros casos se puede tener tambin una representacin nega-tiva de la propia identidad, sea porque sta ha dejado de proporcionar el mni-mo de ventajas y gratificaciones para poder expresarse con xito moderado en un determinado contexto social,59

    o porque el actor social ha introyectado los este-reotipos y estigmas que le atribuyen, en el curso de las "luchas simblicas' pos las clasificaciones sociales, los actores (individuos o grupos) que ocupan la posi-cin dominante en la correlacin de fuerzas materiales y simblicas, y que, por lo mismo, se arrogan el derecho de imponer la definicin "legtima" de la identi-dad y la "forma legtima" de las clasificaciones sociales.60

    En estos casos, la per-cepcin negativa de la propia identidad genera frustracin, desmoralizacin, complejo de inferioridad, insatisfaccin y crisis.

    La identidad y su contexto social ms amplio

    En cuanto construccin interactiva o realidad intersubjetiva, las identidades sociales requieren, en primera instancia y como condicin de posibilidad, de contextos de interaccin estables constituidos en forma de "mundos familiares" de la vida ordinaria, conocidos desde dentro por los actores sociales no como objetos de inters terico sino con fines prcticos. Se trata del mundo de la vi-da en el sentido de los fenomenlogos y de los etnometodlogos, es decir, "el mundo conocido en comn y dado por descontado" (the world known in com-mon and tapen for granted), juntamente con su transfondo de representaciones sociales compartidas, es decir, de tradiciones culturales, expectativas recpro-cas, saberes compartidos y esquemas comunes (de percepcin, interpretacin y evaluacin).61

    5a Como ya lo haba sealado Max Weber, "toda diferencia de 'costumbres' puede alimentar en sus portadores un sentimiento especfico de honor y dignidad" (Weber, 1944, p. 317). 59 Fredrik Barth, Los grupos tnicos y sus fronteras, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1976, p. 29. 60

    Pierre Bourdieu, Ce que parler veut dire, Fayard, Pars, 1982, p. 136 y ss. m Alberto Izzo, "Il concetto di 'mondo vitale'r, en L. Balbo et ah, op. cit., p. 132 y ss.

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    En efecto, es este contexto endgenamente organizado el que permite a los sujetos administrar su identidad y sus diferencias, mantener entre s relacio-nes interpersonales reguladas por un orden legtimo, interpelarse mutuamen-te y responder "en primera persona", es decir, siendo 'el mismo' y no alguien diferente, de sus palabras y de sus actos. Y todo esto es posible porque di-chos "mundos" proporcionan a los actores sociales un marco a la vez cogni-tivo y normativo capaz de orientar y organizar interactivamente sus activida-des ordinarias.62

    Debe postularse, por lo tanto, una relacin de determinacin recproca entre la estabilidad relativa de los "contextos de interaccin", tambin llamados "mun-dos de la vida", y la identidad de los actores que inscriben en ellos sus acciones concertadas.

    Cules son los lmites de estos "contextos de interaccin" que sirven de en-torno o "ambiente" a las identidades sociales? Son variables segn la escala considerada y se toman visibles cuando dichos contextos implican tambin procedimientos formales de inclusin-identificacin, lo que es el caso cuando se trata de instituciones como un grupo domstico, un centro de investigacin, una empresa, una administracin, una comunidad local, un Estado-Nacin, et-ctera. Pero en otros casos, la visibilidad de los lmites constituye un problema, como cuando nos referimos a una "red" de relaciones sociales, aglomeracin urbana o regin.

    Segn el anlisis fenomenolgico, una de las caractersticas centrales de las sociedades llamadas "modernas" sera precisamente la pluralizacin de los mun-dos de la vida en el sentido antes definido, por oposicin a la unidad y al carc-ter englobante de los mismos en las sociedacles premodernas culturalmente in-tegradas por un universo simblico unitario (v. gr., una religin universalmente compartida). Tal pluralizacin no podra menos que acarrear consecuencias pa-ra la configuracin de las identidades sociales. Por ejemplo, cuando el individuo se confronta desde la primera infancia con "mundos" de significados y definicio-nes de la realidad no slo diferentes sino tambin contradictorios, la subjetivi-dad ya no dispone de una base coherente y unitaria donde arraigarse y, en con-secuencia, la identidad individual ya no se percibe como dato o destino sino como opcin y construccin del sujeto. Por eso "la dinmica de la identidad mo-

    62 Wanda Dressler-Halohan, Francoise Morin y Louis Quere, L'identit de "pays" l'epreuve de la rnodernite, Centre d'tudes des Mouvements Sociaux-ExEss, Pars, 1986, pp. 35-58.

    IDENTIDADES SOCIALES

    derna es cada vez ms abierta, proclive a la conversin, exasperadamente refle-xiva, mltiple y diferenciada".63

    Hasta aqu hemos postulado como contexto social inmediato de las identida-des el "mundo de la vida" de los grupos sociales, es decir, la sociedad concebi-da desde la perspectiva endgena de los agentes que participan en ella.

    Pero esta perspectiva es limitada y no agota todas las dimensiones posibles de la sociedad. Por eso hay que aadir de inmediato que la organizacin endgena de los mundos compartidos con base en las interacciones prcticas de la gente en su vida ordinaria se halla recubierta, sobre todo en las sociedades modernas, por una organizacin exgena que confa a instituciones especializadas (derecho, ciencia, arte, poltica, mass media, etctera) la produccin y el mantenimiento de contextos de interaccin estables. Es decir, la sociedad es tambin sistema, es-tructura o espacio social constituido por "campos" diferenciados, en el sentido de Bourdieu.64 Y precisamente son tales "campos" los que constituyen el contexto social exgeno y mediato de las identidades sociales.

    Efectivamente, las interacciones sociales no se producen en el vaco lo que sera una especie de abstraccin psicolgica sino que se hallan "empacadas", por as decirlo, en la estructura de relaciones objetivas entre posiciones en los di-ferentes campos sociales.65 Esta estructura determina las formas que pueden re-vestir las interacciones simblicas entre agentes y la representacin que stos pueden tener de la misma.66

    Desde esta perspectiva, se puede decir que la identidad no es ms que la re-presentacin de los agentes (individuos o grupos) de su posicin (distintiva) en el espacio social, y de su relacin con otros agentes (individuos o grupos) que ocupan la misma posicin o posiciones diferenciadas en el mismo espacio. Por eso el conjunto de representaciones definitorias de la identidad de un determi-nado agente a travs de las relaciones de pertenencia, nunca desborda o transgre-de los lmites de compatibilidad definidos por el lugar que ocupa en el espacio social. As, por ejemplo, la identidad de un grupo campesino tradicional siempre

    63 Loredana Sciolla, Identit, Rosenberg & Sellier, Turn, 1983, p. 48. 64 Pierre Bourdieu, Choses dites, Les ditions de Minuit, Pars, 1987, p. 147 y ss. 65 Segn Bourdieu, "la verdad de la interaccin nunca se encuentra por entero en la interac-cin, tal como sta se manifiesta a la observacin" (1987, p. 151). Y en otra parte afirma que las interacciones sociales no son ms que "la actualizacin coyuntural de la relacin objetiva" (1990, p. 34). 66 Pierre Bourdieu, "Une interprtation de la thorie de la religion de Max Weber", en Archives Eurolennes de Sociologie, pp. 2-21.

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    ser congruente con su posicin subalterna en el campo de las clases sociales, y sus miembros se regirn por reglas implcitas como "no creerse ms de lo que uno es", "no ser pretencioso", "darse su lugar", "no ser iguales ni igualados", "conservar su distancia", etctera_ Es lo que Goffman denomina sense of one's pla-ce que, segn nosotros, deriva de la "funcin locativa" de la identidad.

    Se puede decir, por consiguiente, que en la vida social las posiciones y las diferencias de posiciones (fundadoras de identidad), existen bajo dos formas: una forma objetiva, es decir, independiente de todo lo que los agentes puedan pensar de ellas, y una forma simblica y subjetiva, esto es, bajo la forma de la representacin que los agentes se forjan de las mismas. De hecho, las pertenen-cias sociales (familiares, profesionales, etctera) y muchos de los atributos que definen una identidad revelan propiedades de posicin.67

    Y la voluntad de dis-tincin de los actores, que refleja precisamente la necesidad de poseer una identidad social, traduce en ltima instancia la distincin de posiciones en el espacio social.

    Utilidad terica y emprica del concepto de identidad

    Llegados a este punto podramos plantear la siguiente pregunta: cul es la utili-dad terica y emprica del concepto de identidad en sociologa y, por extensin, en antropologa?

    No faltan autores que le atribuyen una funcin meramente descriptiva, til pa-ra definir, en todo caso, un nuevo objeto de investigacin sobre el fondo de la di-versidad fluctuante de nuestra experiencia, pero no una funcin explicativa que torne ms inteligible dicho objeto permitiendo formular hiptesis acerca de los problemas que se plantean a propsito del mismo. J.W. Lapierre escriba hace tiempo: "El concepto de identidad no explica nada. Ms bien define un objeto, un conjunto de fenmenos sobre los cuales antroplogos y socilogos se plan-tean cuestiones del tipo 'cmo explicar y comprender qu...

    -68 Sin embargo, basta echar una ojeada a la abundante literatura generada en tor-

    no al tpico para percatarse de que el concepto en cuestin tambin ha sido uti-lizado como instrumento de explicacin.

    67 Alain Accardo, Ini .ation la sociologie de l'illusionisme social, Le Mascaret, Burdeos, 1983,

    pp. 56-57. J.W. Lapierre, op. cit., pp. 195-206.

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    IDENTIDADES SOCIALES

    Digamos, de entrada, que la teora de la identidad por lo menos permite enten-der mejor la accin y la interaccin social. En efecto, esta teora'puede considerar-se como una prolongacin (o profundizacin) de la teora de la accin, en la me-dida en que es la identidad la que peniute a los actores ordenar sus preferencias y escoger, en consecuencia, ciertas alternativas de accin. Es lo que Loredana Scio-lla denomina funcin selectiva de la identidad.69 Situndose en esta misma pers-pectiva, A. Melucci define la identidad como "la capacidad de un actor de recono-cer los efectos de su accin como propios y por lo tanto, de atribut-selos".70

    En lo tocante a la interaccin, hemos dicho que es el "medium" donde se for-ma, se mantiene y se modifica la identidad. Pero una vez constituida sta influ-ye, a su vez, sobre la misma, conformando expectativas y motivando comporta-mientos. Adems, la identidad, por lo menos la identidad de rol, se actualiza o se representa en la misma interaccin.71

    La "accin comunicativa" es un caso particular de interaccin.72 Pues bien, la identidad es a la vez un prerrequisito y un componente obligado de la misma: "Comunicarse con otro implica una definicin, a la vez relativa y recproca, de la identidad de los interlocutores: se requiere ser y saberse alguien para el otro, co-mo tambin nos forjamos una representacin de lo que el otro es en s mismo y para nosotros".73

    Pero el concepto de identidad no slo permite comprender, dar sentido y re-conocer una accin sino tambin explicarla. Para A. Pizzomo, comprender una accin significa identificar su sujeto y prever su posible curso, "porque la prcti-ca del actuar en sociedad nos dice, ms o menos claramente, que a identidades (I1) corresponde una accin que sigue reglas (R1)".74 Explicar una accin, en cambio, implicara reidentificar a su sujeto mediante el experimento mental de hacer variar sus posibles fines y reconstruir, incluso histricamente, su contexto cultural pertinente ("ricolocazione culturale"), todo ello a partir de una situacin de incertidumbre que dificulta la comprensin de la misma ("intoppo").75

    Loredana Sciolla, Identita, op. cit., p. 22. 7 A. Melucci, invenzione del presente, 11 Mulino, Bolonia, 1982, p. 66. 71 Michael L. Hecht, Mary Jane Collier y Sidney A. Ribeau, African American Communication. Eth-nic Identity and Cultural Interpretaran, Sage Publications, Londres, 1993, pp. 46-52. 72 Habermas, op. cit., vol. II, p. 122 y ss. 73 Lipiansky, op. cit., p. 122. 74 Alessandro Pizzorno, "Spiegazione come...", op. cit., p. 177. 75

    Vase una aplicacin de estos procedimientos al anlisis poltico, en el mismo Pizzorno, 1994, particularmente pp. 11-13.

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    Pero hay ms: el concepto de identidad tambin se ha revelado til para la comprensin y explicacin de los conflictos sociales, bajo la hiptesis de que en el fondo de todo conflicto se esconde siempre un conflicto de identidad. "En to-do conflicto por recursos escasos siempre est presente un conflicto de identidad: los polos de la identidad (auto y heteroidentificacin) se separan, y la lucha es una manera de afirmar la unidad, de restablecer el equilibrio de su relacin, y la posibilidad del intercambio con el otro fundado en el reconocimiento".76

    Situndose en esta perspectiva, Alfonso Prez-Agote77 ha formulado una dis-tincin til entre conflictos de identidad e identidades en conflicto: "Por conflic-to de identidad entiendo aquel conflicto social que se origina y desarrolla con motivo de la existencia de dos formas al menos de definir la pertenencia de una serie de individuos a un grupo78 E...]. Por identidades en conflicto o conflic-to entre identidades entiendo aquellos conflictos sociales entre colectivos que no implican una disputa sobre la identidad sino que ms bien la suponen, en el sen-tido de que el conflicto es un reconocimiento por parte de cada colectivo de su propia identidad y de la identidad del otro; un ejemplo prototpico lo constitu-yen los conflictos tnicos y raciales en un espacio social concreto, como puede ser una ciudad estadunidense".

    En un plano ms emprico, el anlisis en trminos de identidad ha permitido descubrir la existencia de actores sociales por largo tiempo ocultos bajo catego-ras o segmentos sociales ms amplios.79 Tambin ha permitido entender mejor los obstculos que enturbian las relaciones intertnicas entre la poblacin negra y de los americanos-europeos en los Estados Unidos, poniendo al descubierto los mecanismos de la discriminacin racial y explicitando las condiciones psicoso-dales para una mejor relacin intra e intertnica.88

    En fin, tambin parecen indudables las virtudes heursticas del concepto. El punto de vista de la identidad ha permitido plantear bajo un ngulo nuevo, por

    76 Melucd, op. cit., p. 70. 77 Prez-Agote, op. cit. 78 El autor est pensando en los "nacionalismos perifricos" de Espaa, como el de los vascos, por ejemplo. 79 Tal ha sido el caso de los rancheros de la sierra "jamilchiana" (lmite sur entre Jalisco y Mi-choacn), categorizados genricamente como "campesinos" y "descubiertos" como actores socia-les con identidad propia por Esteban Barragn Lpez, en un sugestivo estudio publicado en la revista Relaciones (1990, pp. 75-106), de El Colegio de Michoacn. 80 Hecht, op. Cit.

    ejemplo, los estudios regionales (Bassand,81 Gubert,82) y los de gnero (Di Cris-tofaro Longo,83 1993; Balbo,84 Collins85), as como tambin los relativos a los movimientos sociales (Melucci86), partidos polticos (Pizzorno87), conflictos ra-ciales e intertnicos (Hecht,88 Bartolome89), a la situacin de los estados naciona-les entre la globalizacin y la resurgencia de los particularismos tnicos (Feat-herstone90), a la fluidez cultural de las franjas fronterizas y a la configuracin transnacional de las migraciones (Keamey91), por mencionar slo algunos de los campos de estudio revitalizados por el paradigma de la identidad.

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    Hecht, ibid. 89 Miguel Alberto Bartolom y Alicia Mabel Barrabs, La pluralidad en peligro, Instituto Nacional de Antropologa e Historia/Instituto Nacional Indigenista, Mxico, 1996. 90 Mike Featherstone (ed.), Global Culture, Sage Publications, Londres, 1992. 91 Michael Kearney, "Borders and Boundaries of State and Self at the End of the Empire", en Jour-nal of Historical Sociology, pp. 52-54.

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