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TERCERA SESIÓN CELEBRADA EL DÍA 9 DE JUNIO 1AJ0 LA PRHSIDHNCIA DHL 1LM0. SR. UIRHCTOR GHNHRAL DH AGRICULTURA, INDUSTRIA Y COMHRGO A. BENIGNO QUIROGA L. BALLESTEROS Abierta á las dos y treinta y cinco minutos de la tarde y leída por un Sr. Secretario el acta de la anterior, dijo: El Sr. Nlarcoartú: Pido la palabra. F.1 Sr. Yresidente: La tiene S. S. EI Sr. Marcoartú: Ho visto que en el extracto del acta que se acaba de leer apa;•ecc consignado quo yo hic© una proposición re• clamando un es£uerzo para la construcción de ferrocarriles; y como el Sr. Presidento sabe muy bien y podrá decir que la letra de mi proposición no es esa, sino quo lo que proponía era que se procure el desenvolvimiento de las obras do carre^eras, ferrocarri• les, etc., yo descaría, y ruego a[ Sr. Presidente, que so haga esta rectificación en el acta. El Sr. Presidente: La Mesa acordará lo más oportuno para que on las conclusioues couste la proposición del Sr. Marcoartú en el seatido que desea, y en lo sucesivo las proposiciones que se prosenten se insertarán íntegras. Hijo este Congreso do la iniciativa del Consejo Supcrior de Agricultura, Indusíria y Comercia, que se dcsvela por el desarro. llo de todos los intereses que le ostán encomendados; acogida y apoyada la idea por el Gobierno do S. M. con verdadero iuterés, y recibida tambión por todos vosotros con el eutusiaslno que re• vela vuestra presencia en esto sitio, todo indica quo el objeto que nos ocupa y cuanto se refiere á la riqueza vinícola y vitícola de nuestro país, constituye uua cuestión de grandísima importancia

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TERCERA SESIÓN

CELEBRADA EL DÍA 9 DE JUNIO

1AJ0 LA PRHSIDHNCIA DHL 1LM0. SR. UIRHCTOR GHNHRAL DH AGRICULTURA, INDUSTRIA Y COMHRGO

A. BENIGNO QUIROGA L. BALLESTEROS

Abierta á las dos y treinta y cinco minutos de la tarde y leídapor un Sr. Secretario el acta de la anterior, dijo:

El Sr. Nlarcoartú: Pido la palabra.F.1 Sr. Yresidente: La tiene S. S.EI Sr. Marcoartú: Ho visto que en el extracto del acta que se

acaba de leer apa;•ecc consignado quo yo hic© una proposición re•clamando un es£uerzo para la construcción de ferrocarriles; ycomo el Sr. Presidento sabe muy bien y podrá decir que la letrade mi proposición no es esa, sino quo lo que proponía era que seprocure el desenvolvimiento de las obras do carre^eras, ferrocarri•les, etc., yo descaría, y ruego a[ Sr. Presidente, que so haga estarectificación en el acta.

El Sr. Presidente: La Mesa acordará lo más oportuno para

que on las conclusioues couste la proposición del Sr. Marcoartú en

el seatido que desea, y en lo sucesivo las proposiciones que se

prosenten se insertarán íntegras.Hijo este Congreso do la iniciativa del Consejo Supcrior de

Agricultura, Indusíria y Comercia, que se dcsvela por el desarro.llo de todos los intereses que le ostán encomendados; acogida yapoyada la idea por el Gobierno do S. M. con verdadero iuterés,y recibida tambión por todos vosotros con el eutusiaslno que re•vela vuestra presencia en esto sitio, todo indica quo el objeto quenos ocupa y cuanto se refiere á la riqueza vinícola y vitícola denuestro país, constituye uua cuestión de grandísima importancia

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- iss -y representa uno de los asuntos de más vital interés. Siendo esto

exacto, comprendcréis, sefíores, perfectamente que es de impres-

cindible necesidad, para Ilega^• á algo práctico, para que salga de

aquí algo útil, es preciso, indispensable, quo discutamos prescin•

diendo de nuestras ideas políticas, de nuestras aspiraciones de

e^cuela; que discutamos única y exclusivamento aquello que á los

vinicultores y viticultores conviene (M►iy bien. Muy bierya.) y queen este sentido inspiremos nuestras palabras y nuestros actos en

un espíritu de imparcialidad y desapasionamiento, cual cumple álos honrados fines que persegui ►nos y á los nobles propósitos que

nos guían. Para lograrlo, procuremos también discutir con aque-lla mesw•a y aquel comedimiento que deben resplandecer en re-uniones de esta clase, cuando sinceramento se estudian males

para remecliarlos y se investigan los medios propicios á satisfacer

pcrentorias necesidades, que procuremos cefliruoe todos con ex-

presiva concisión en el, uso de la palabra, á analizar los problemas

que hemos de resolver, porque de otro modo sería asaz difícil, si

no imposible, tratar de nada ni lograr los fines que nuestro patriotismo nos inspira.

Por tanto, yo reitero mi ruego á los señores que se propongantomar parte en los debates, para que, teniendo en cuenta lo que

el Reglamento previenc y lo que ayer tuve la honra de recomen-

darles, se circunscriban cuanto puedan al tema puesto á discusión^

y terminen sus respectivas disertaciones dentro de los límites re-

glamentarios, para que el tiempo que urgo emplear en discusiones

fecundas, no resulte estéril. Después de esto, réstame sólo rogar

también á la reunión que me dispense si insisto en dirigirla tales

observaciones, en gracia al buen deseo que me alienta para llenar

la misión que se me ha conferido, y de alcanzar, por los proeedi-

mientos más rápidos y expcditivos, el objeto que todos anhelamos.

(Muy bien, muy Lien. Graryades aplausos.)

El Sr. Obregón: Pido la palabra.El Sr. Presidente: La tiene S. S.El Sr. Ubregón: Abundando en las mismas ^deas que, con sen-

tidas y elocuentes frases, acaba de expresar nuestro digno Presi-dente, tengo que declarar el profundo dolor con que presencié ayerel curso de la discusión, á pesar de los esfuerzos que la Presiden-cia se vió precisada á realizar para hacer guardar el orden, la be-

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nevolencia, y no sé si también, permitidme la frase, hasta la com-

postura... (Rz^mores.)

El Sr. Yresidente: Sr. Obregán, yo ruego á S. S. que abandone

el camino que ha emprendido; porque, de seguirle, lejos de tratar

su sefioría do una cuestión de orden, quizás provocaría una cues-tión de desorden. Así, pues, yo le ruego encarecidarnente que

tenga la bondad de no continuar por esos derroteros. (^ifi^y vien,

mzcy bien. ^lplazcsos.)

El Sr. Obregón: Yo iba á suplicar á la Presidencia quc tuvieraen cuenta nuestr•a opinión; que aquí no somos oradores, sino vi-

nicultores; y por consiguiente, quo para decir una verdad y expo-

ner los motivos que de ella nos convenzan, no necesitamos revestirlos discursos con las galas de la retórica; que se oiga ^í los vinicul-

tores en los términos y forma que tengan por conveniente expre-

sarse; porque, se^iores, dentro de pocos días, esta levita habrá que

cambiarla por el vcrdadero distintivo del labrador, por la chaqueta

y por el hongo de alas anchas, que, repito, es el verdadero distinti-vo del vinicultor.

EL : r. Yresidente: Continúa la discusión empezada aycr. Tie-ne la palabra el Sr. Marqués de Aguilar.

El Sr. l1la,rdués de Aguilar: Correspondiendo á los deseos dela Presiclencia, seré s umamente breve. Me propongo no molestarla atención del Congreso ní aun el tiempo reglamentario; pero yono podía dejar pasar la discusión de los Lratados de cornercio sintomar parte en elloi, vinicndo como vengo honrado cou la repre-sentación de centros tan importantes como son la Juuta provin-cial de Agricultura, Iudustria y Comercio de Gerona, en unión demi duerido maestro y cornpaiiero el Sr. Casabona.

El Sr. Yresidente: Si no ho entendido mal, S. S. ha manifesta-do que no podía dejar de discutir los tratados; y yo voy á permi-tirme advertir ti S. S. que aquí no vamos á discutir los tratados,siuo únicamente la conveniencia de celebrar nuevos tratados.

El Sr. 1V'Itlrqnés de A guilar: Sr. Presidento: yo habré podidodecir, por mi falta do practica en las cuestiones de oratoria, quevenía á discutír los tratados de comercio; pero he querido decir laconveniencia de eelebrar nuevos tratados, según marca el temapuesto á discusión. Yo en est© punto no podía dejar do tomarparte, viniendo, repito, como vengo honrado con la representa-

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ción de Centro tan importante como es la Juuta provincial doAgricultura, Industria y Comercio de la provincia de Gerona, enunión de mí querido co^upafíero y amigo ei Sr. Casabona; de estaprovineia, quo en otro tiempo vió fiorecer más de catorce mil hec-táreas de vi^iedo y hoy, por razón de la p'iga filoxé^ ica, ve des-truídas más de doce mil, de las cuales ocho mil han tenido quearrancarlas completamonte, sin que haya podido conseguir hastael presente que estas vifSas puedan verse libres de las contribu-ciones que sobre ellas pesan como tales vif^ati. Yo vengo ade^násrepresentando aquí una Sociedad importantíaima, cual es el I1is-tituto Agrícola Catalán de Sau Isidro; esta Sociedad ;que muchasveces ha merecido la honra de ser considerada como cuerpo con-sultivo del I^stado; esta Sociedad que ha estado en la brechaconstantemente, atenta á todo cuauto pueda afectar á los intere-ses de la produccíón agricola del país. Yo uo podía veniraquí, al tracr la representación do las opiniones de este centroagrícola, y al tratarse hoy de la cuestión de tratados de comercio,no podía por menos de manifestar quo esa Soc^edad lamenta comoyo que nuestros Gobiernos siempre qu© se ha iuteutado celebrartratados d© comercio (aunquo lo han hecho en defeusa de los in•tereses de la agricultu^ ^), hau venido desconocienc:o por coinpletocuáles son los interose5 de esa misma agricultacl. Siempro quenuestros Gobiernos hau íntentado celebrar tratauos de comer-cio, lo han hecho estableciendo una especie do pug^l.ato eutrelos intereses de la agricultura y los demás intereses de las clasesproductoras do este país; se ha supuesto por ellos que los intero-ses de la agricultura ©ran completamente dístíntos de todos Iosdemás intereses productores en Espa^^a. Pretender que l05 intere-ses de la agricultura son completamente distíntos de todos los in-tereses de las fuerzas productoras del país, es un error crasísimo;es un error que supone desconocimiento de los últimos adelantosde la ciencia agronómica; es suponer que se desconocen por com•pleto los trabajos de los más insignes agrónomos modcrnos; es,sefiores, desconocer por completo la corriente que dr^mi^ia hoy cntodos los Parlameutos do Europa, especiP,lmente en el Parla-mento francés.

Fiel cou los propósitos de no molestar por mucho tiempo al

Congreso, no aduciré multitud de datos que podría exponer de-

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mostrando que los intereses de la agricultura no son distintos dolos de las demás producciones del país.

He dicho que quiero ser breve, y por lo tanto, yo rogaría á otraspersonas que son mucho más competentes que yo para tratar estamatcria, que hicieran uso de la palabra; y para eso, si me fuerapermitido, aludiría al Sr. Gon^ález Liquiíiano.

EI Sr. Presidente: Su señoría lo acaba de decir: si le fuera per-

mitido. 11dem:ís, si S. S. siguiera dirigiendo alusiones, todo;^ que-

rrían hacer uso de la palabra; por lo cual yo le suplico que desista

dc: dirigir e.sas alusiones.

El Sr. DTarqués de Aguilat': Sr. Presidente, yo desearía veráducidos estoa datos.

El Sr. Presidente: Pues S. S. tiene tiempo todavía de aducirlos.EI Sr. 1VIarqués de Aguilar: Creo, Sr. Presidente, que habrá

otras personas más competentes que yo pura hacerlo.El Sr. Presi^lente: Eutonces, Sr. Ma^•qués de Aguilar, nos va-

mos á encontrar con que eludimos la responsabiliclad que aquí hay

en el cumplimiento del Reglamento; porque aludiendo S. S. á va-

rios oradores, estos señores tendrán derecho á liacer uso de la pa-labra, y en tal caso, no será uno, sino que serán todos y cada uno

de los señores preseutes los que podrán y querrán, con el misino

derecho, tomar parte en la discusión; y como somos setecientos,

habría setecientos discursos, y así no concluiríamos nunca, porque

se }^arían interminables estos trabajos.

EI tir. Marqués de A;;uilar: Las indicac^iones do la Presiden-cia son para mí órdenes terminantes, y por lo tanto, me limitaró áconsidcrar en abstracto la couveuiencia de los tratados de comercio.

El Sr. Yregi^ente: FSpero que S. S. tomará mis palabra5 comoadvertencia carifiosa, que solatnente en este sentido puedo dirigír-selas; pero jamás con el car^ícter de órdenes.

El Sr. hlarqués de Aguilar^ Agradeciendo en cuanto valen las

galanteg y corteses frases que he merecido del Sr. Presidei.ite, yentrando á discutir el tema, vamos á ver qué ventajas nos han

producido los tratados desde que se hau cclebrado. Para esto uo

nos cabe más meclio que examiuar la balanra cle comercio exte-

rior, es decir, la coinparación de las importacioues con las expor-

taciones. Desde que estos tratados se han celebrado, unas y otras

han representado en ] ^84: (Lee.)

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Es decir, que on las doce pritneras que he citado, hay una dif^

rencia en contra nuestra de ciento cincuenta y ocho millones do

pesetas; y en las dos últimas, de ochcnta y un millones á favor

nuestro, que dan por lo tanto una diFerencia de setenta y seis mi-

llones en contra de nuestro comercio con las naciones conve-

nidas. De mancra que la balan^a de comercio nos acusa, después

de celebrar tratados, una contra por valor do setenta y seis tni-

llones, aun considerando los tratados de Francia y Portugal, que

sou beneficiosos. E5 decir, que los tratados de comercio que se han

presentado como la salvación de nuestro país, producen una baja

anual de setenta y scis millones de pesetas en nuestro numerario.

Además, ese tratado de I+'rancia tan decantado, que se ha queri

do demostrar que era la salvaeión de la agricultura, ha tenido

para nosotros inmensas desventajas. La primera y principal ha

eido que este tratado ha venido á establecer por primera ver en

las relaciones ^líplomáticas de nuestro país la cláusula fatai de la

necesidad do concedor á las demás naeiones el trato de nación

más favorecida; esta cláusula es la que nos impide á nosotros hoy

pedir aquí la cclebración de nuevos tratados de comercio, es la

que impíde que los agricultores puedan ponerse al lado do la es-

cuela que sostiene las ventajas de los tratados de comercio. Si es-

ta cláusula no existiera, ^cree el Cougreso que los agricultores no

pedirían la celebración de tratados de comercio con las Reptíbli-

cas sud-americanas, en cuanto no fueran contrarios á los intere-

ses de la Isla de Cuba?

Pero, en íiu, limitémonos al tratado con Iuglaterra, y vatnos áver si este tratado que está hoy sobre el tapete, ha de producirlas ventajas quo se anuncian.

El Sr. Alvarez (D. Benigno): Pido la palabra para una cuestiónde orden.

El Sr. Presitlente: Sr. Álvarez: en ningún Parlamento delmwido sc interrumpe a1 orador que correctamente usa de su de-recho.

EL Sr. Marqués de Aguilar está en el uso de la palabra; no haprovocado hasta ahora desorden de ninguna claso, y la presiden-cia es la llamada á juzgar en estos asuntos.

El Sr. Alv.tx•ez (ll. Benigno): Para mí le perturba, porque estádiscuti.endo el tratado con Inglaterra, que no debe discutirse.

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El Sr. Presidente: Ruego al Sr. Alvarez que no me interrucnpa,Al dirigir la discusión, la Presidencia sabrá cuáudo ha de llamaral orden tí los seflores oradores.

Sr. Marqués de Aguilar: Puede continuar S. S.El Sr. Mat^qués de Aguilar: Voy á concretarme ahora, á esa-

minar la conveniencia de celebrar el tratado con Inglaterra, quees el que preocupa la opinión pública.

El Sr. Presidente: Puede ocuparse S. S. de la convenienciade celebrar un tratado de comercio con Inglaterra ó con las de-más nacíonee, como medio de facilitar á nuestros viuos la expor-iación á los demás pafses del mundo; pero venir aqaí á discutireoncretamente el proyecto de tratado de comercio con Inglaterra,eso no, Sr. Marqués de Aguilar.

El Sr. Marqués de A^;uilar: Sr. Presidente, me parece queen los momentos actuales, si algún asunto ocupa la atención eneste Congreso es el que se relaciona con el tratado de comercio quedicen se va á celebrar...

El Sr. Presidente: S. S. mismo lo declara: qace dicen .El Sr. ^Iarqués de Aguilar: Yo vengo á discutir la conve-

niencia del tratado; pero si S. S. no quiere que continúe por esecamino, no continuaré. (I:1 S^i°. Duq^c^e de Alnaodóvar del Río: Pue-de S. S. hablar de un tratado hipotético.)

EI Sr. Presidente: Orden, sefiores.El Sr. D'Iarqués de Aguilar: Respecto clel tratado de Ingla-

tcrra, el afio 1882, que es el quo he tomado como norma por ser

para Espaí'ia el mé,s beneficioso, exportamos á Liglaterra 2'^`^.994

hectolitros en totalidad, do los cuales 24.174 acusaban uncz gra-

duación menor do 26° Sykes, 23.18H de `^6 á 30°, y 175.^^G2

de 30° para arriba. Es decir, que so pretende zzumentar nue^tra

exportación de vinos solamente entre los 2G° y los 30' Sykc^; la

que en 1882 fué de 23.188 hcctolitros, y extenderla ilimitadamen-

te. Yo quiero suponer que esta exportación so eleve de una ma-

nera fnbulosa, diez veces má,e, por ejemplo; en ese caso, exportan-

do á^ .Inglaterra 231.880 hectolitros, y dándoles wl v^.zlor medio cal-'

culado de cinco duroa por hectolitro, exportaría^nos ^, Inglaterra

por valor de :^.797.000 pesetas. ^,Cree el Congreso que mercce la

pena de hacor un tratado de comercio por cinco rnillones de pe-

setas?

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He supuesto, como caso más favorable, que la exportación su-bía á diez veces más que la actual.

El Sr. Presidente: Sr. Marquós de Aguilar: sírvase 5. S. diri-girsP al Congreso en pleno.

El Sr. lllarqu^s de Aguilar: Estaba diciendo que la celebra^ción del tratado de comercio con Inglaterra no me parece oportu-na por esta razón, porque la concesión que se nos hace es insufi-ciente para las aspiraciones del comercio vinícola espafioi, y larazón de esto parece que la he dicho clara.

Nosotros exportaremos una cantidad de vinos en los tres ó cua-tro grados de la escala alcohólica que so nos conceden, que novalen la pena ser tenidos en cuenta en la exportación total denuestros caldos; y me fuudo, además, en que eu el mercado inglésha variado esencialmente el gusto en la cuestión de vinos.

F.n el aíTo 1860, cuando no teníamos tratado con Inglaterra, nile teníamos tampoco con Francia, se bebían en Inglaterra vinosespañoles por cantidad de 206.fi07 hectolitros, en su mayoría deJerez; hoy ha bajado la exportación á 168.054 hectolitros. ^Hayalguna razón arancelaria para la bajaP No; la razón est<S, en queha variado el gusto del mercado. Hoy el inercado inglés está acos-tumbrado á beber vinos franceses de menos de 26" Sykes, y laprueba está en la inmensa iinportación que Francia hace en In-glaterra.

La importacidu en el afío 1882 ascendió á 160.851 hectolitrosen pipas, de los cuales sólo 1.621 fueron do graduación 5uperíorá 2^°.

Es decir, que nosotros vamos á conceder á Inglaterra el s^^^mmzcnade sus aspiraciones, todo lo que puedo pedir; y oso á cambio dounas desventajas, que tal vez la crisis que pueda producirse ennuestro país sea bastante para desvirtuar esta pequefia garantíaque pudiéramos tener nosotros.

Porquo si cousideramos que solamente dos provincias (la deBarcelona y la de Gerona ), la priniera con una pobl.LCión de836.U00 habitante^, consume actualmente 900.000 hectolitros devino cumiín, y la segunda, con una población de 299A00, ha con-suiniclo 260.000 hectolitros, casi uu hectolitro por habitante alaño; si consideramos que puede sobrevenir una crisi5, y en estecaso bajará una décima parte ese consumo, perderíamos mucho

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más de lo que pudiéramos ganar con el tratado de Inglaterra.El aCio pasado, 6 sea el 9 do Marzo de ].885, tuve el honor de

defender en el Congreso do los Diputados una proposición que te-nía por objeto pedir que no se autorizase al Gobierno espafiolpara negociar un tratado de comercio con Inglaterra, haqta queésta no nos concediese que nuestros vinos entrasen en aquellanación con el adeudo de un tercio do chelín por gallón. En esascondiciones tal vez nuestros vinos llegaran á ser de uso popularen Inglaterra, porque en Inglaterra la bebída popular es la cerve-za, y no digo la quo se vende á dos peuiques, sino la mé,s fina.Si nuestros vinos pudieran ponerse en aquel país en condicionesde competir con la cerveza, yo creo que llegarían á ser un artícu-lo de consumo general.

Entonces aduje algunos datos, que me voy á, permitir repetiraquí. Calculé en aquella ocasión el coste que podrta tener unapipa de vino espaffol do 30 arrobas puesta en el mercado de Lou-dres, con arreglo al modus vivendi, ó sea pagando de derecho unchelín por gallón, y con arreglo á lo que en mi proposición sen-taba, que era la tercera parte. Pues bien, con arreglo al ^^aodicsvivendi, el valor de una bota de 30 arrobas, ó 480 litros de vino,puesta en el rnercado dc Londres, de^pué3 de celebrado el ^faodusvivendi, so descompondrá de la mauera siguiente: por portes deBilbao d Londres, 10 chelines; por seguro marítimo, un chelín;por el impuesto especial denominado orplaan dews, 2 crolines y 2peniques; por seguro de incendio en los Docks, un chelfu; por lacarga y descarga, 6 peniques; los deT•echos dela muestra, que pue-den tener una pínta real de cabída, no importan nada por la pri •mera, 6 peniques por la seguL^da y 9 por la tercera, ó sea por tér-mino medio 1 chelín y 3 peniques; por almacenaje en los ]^ocks,pasados los primeros quínce días, 5 chelines por sernana; por de-rechos arancelarios, á razón de 1 chelín por gallón, 11 .3 chelines.Suma el valor do la bota 134 chelinos y 7 pcniques, ó 168 pese-tas, á^ lo cual hay que agregar otras 144, precio medio de 30 pe-setas por valor del vino, trasporte del lagar a1 puerto, envases,manipulacioues, etc.; total, 31L pesetas, ó sea po^ litro 0,^^ pese-tas. Esto sin calcular el beneficio del comerciante, que se puedesuponer en un 10 por 100 mítis. Pues bien: para que nuestrosvinos puedan ser de consumo comú q en Inglatorra, tienon que

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poder competir con la cerveza del Reino tTnido; no de esa ordi-naria due llega á venderse á 2 peniqnes por pinta, sino la que be^ben las clases medianamente acomodadas, la cerveza mediana,que pagan en Inglaterra á 25 chelines los 18 gallones, que son 81litros, y resulta á 0,40 pesetas.

Pues con arreglo á mi proposición, reducfa esa cantidad á 210

pesetas la bota, ó sea á 0,45 pesetas el litro. Como la cerveza co-

miin de Londres vale allí 0,40 pesetas el litro, suponía yo que

por estos 5 céntimos, á quo podría reducirse con mi proposición

la diferencia del valor del vino puesto en aquel mercado con la

cerveza, suponía yo, ropito, que aun cuando no llegáramos á sus-

tituir completamente el consumo do cerveza, porque no es posible,

podíamos llegar á acostumbrar probablemente á la quinta parte

del mercado inglés al consumo de nucstros vinos; es decir, que los

1541itros que por persona y por aiio se calcula que consumen, so^

lamente en Londres, de cerveza, pudiésemos hacer nosotros coi^su-

mir 30 litros por persona y por ario cle nuestros vino5; en este

caso, nuestra exportación, en una poblacián como aquella de cin-co millones de habitantes, ascendería á 1.500.000 hectolitros, y

entonces si que valía la pena de celebrar tratados de comercio.

P©ro, seíiores, nuestros Gobiernos, desgraciadamente, no han teui

do en cuenta los intereses de la agricultura, y mi proposición jna-

turalmentel fué desechada; y no es lo peor que mi proposición

fuera desechada en el Congreso ospañol, sino que el ^ieo^ir,.ti viwe^a^itambién lo fué en el Parlamento ^inglés. Y ^por qué lo fuc;? Yor-

que los cerveceros de Londres no consideraron suficientes los de-

rechos protectores que tení«n sus cervezas, sobre los derechos que

se imponían á nuestros vinos, y no contentos con q^ie lamayoría

de nuestros vinos entrasen con un 110 por 1OU sobro sus valore5,no contentos con esto, lograron desechar el modz^s vivendi conEspaiia.

Y, seilores, nuostro Gobierno, uo escarmenta^lo con esto clesaireque le fué inferido por las Cámaras inglesas, hoy no sólo so apre-sura cle nuevo á pre^entarlo, sino que lo presunta en coudicioue^mucho peores que eutonces; porque hoy, set'ioros, se presenta eltratado de comercio con Inglaterra liaciendo solidarias do é1 á,nuestras colonias y consintiendo que la5 colonias inglesas...

El Sr. Presidente: Comprenda ^. S, que eso no es estar com-

^3

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pletamente dentro del tema, porque éste no se ocupa de la conve •niencia de tratados cou Inglaterra, sino de la conveniencia de ce-lebrar tratados de comercio en general.

I:1 ^^`r. IlTarquís de Aguilar: Yo comprondo que es muy difí-

cil, y no está tal vez en los hábitos que yo teugo de la oratoria, eI

distinguir cornpletamente los tratados de comércio en abstracto,

con un tratado concreto y del que hoy se ocupa todo el mundo.

Por lo tanto, yo rogaria á S. S. que mo pei•mitiora hablar alguna

que otra vez incidentalmente de este tratado, mucho más cuando

creo que este Cougreso puedo y debe exponer sus ideas sohre ese

particular. ('L'1 S^r. Duque de, ^llmorlóvar del Palle: Hable S. S. enhipót,esis.) No hay aquí hipótesis posible. H^tista la Mesa en sus

conclusiones habla en concreto.Dije al principio que ni síquiera quería consumir el tíempo que

concede el Reglamento y ha trascurrido el doble. Para terminar,Sr. Presidente, voy únicamente t^ permitirme presentar una pro-posición, para que ésta se consiclere como una adición á las con-clusiones que establezca la Mesa, y es la síguiente: (Lee.)

«EL Congreso de Vinicultores de 1886 ruega al Gobierno de

»S. M. se compro^neta á no eclebrar nuevos tratados de comercio,»ni prorroga^r los exi5tcntcs, sin oír pl^eviamente á, las Juntas pro-»vinciales ^le Agricultura y á las pri^.icipales Sociedade5 eseneial-»meute agrícolas de los centros productores vinícolas más impor-

»tantes de I±spaña, las cuales le expondrían sus aspiraciones y las

^verdaderas necesidadea del comercio espariol de vinos, para que

ysirvan de invariable base á las sucesivas negociaciones para la

»celebración de nuevos tratados de comercío.-El Marqués de?> Aguiiar.»

I^e dicho, ^El Sr. Yreside^nte: De conformidad con el acucrdo tomado cl

primer día, á propuesta del Sr. Costa, esta proposicíón será some-tida á la Comisión nominadora que, después de terminada porcoiupleto la cliscusión de este tema, habrá de formul<^i• las conclu•siones que han de someterse á la votación dcl Congreso.

El Sr. Beraza: Sr. Presidente: ^se entiende, por lo que acaba

de d©cir S. S., que las proposiciones que se presenten á la Mesa

irán todas ellas eu las couclusiones?

El Sr. Presidente: No, Sr. Beraza; se entionde que irán á la

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Comisión nominadora que ha de formular aquellas conclusionesque en definitíva se han de presentar á votación. al Congreso.

El Sr. García Díaz: Pido la palabra.El Sr. Presidente: ^Para qué pide S. S. la palabra?El Sr. García Díaz: Para una cuestión previa.F•1 Sr. Presidente: La tiene S. S.EI Sr. García Díaz: Desvanezcamos aquí todo género de hre•

ocupaciones, y vengamus á una situación verdaderamentc despe-jada. Tenemos que circunscribir la cuestión principalmeute al dic-ta^nen de la ponencia.

El Sr. Presidente: Si S. S. pretende enseñarme á mí la formaen que ha de llevarse la discusión, será muy conveniente que el

Congreso acuerde que S. S. venga á ocupar esto sitio, y que yo

^ne traslade al suyo.El Sr. Garcia Diaz: No quiero esu, Sx•. Presidente; lo que deseo

es recabar el derecho de que todos los que estamos aquí y hemos pe•

<liclo la palabra para usar de ella, podamos hacerlo con la ampli-

tud que nccesitamos; porque he do decir á S. S., que yo me voy áocupar aquí pura y exclusivainente del conveniu coxncrcial con

Inglaterra, y en esto no hago más que corresponder, aw^quo en

sentido contrar.io, á los términos de la ponencia. Y nie extraña

que S. S., que ha consentido la lectura del dictamen de la ponen-

cia, que tíene cierta procedencia oficial, que est^í un puco reñida

coa las afirmaciones que ahí se sicntan, sea el primero quo nos

impida que vengamos á hacer la defensa de lo que croe^nos con-

venicute y que ae halla dentro del teLna puesto ^, discu^ión. De

►nanera que en esto no ha.go yo más que curarmc en saluc^I.El Cr. Yresidente: Sr. García Díaz, S. S-, con el dorninio que

tiene de la palabra y la espontaneidad de su frase, claro esti;, que

podrá diycutir la cuestión dcl tratado de co^nercio con Inglaterra;

hero sabr^í indudablemente hacerlo do tal modo quo no parezca

que está criticaudo ni alabando acto alguno, que no es público

ni definitivo, de ningún C' obierno.

El Sr. González Liqi^iiiano: Pido la palabra para manifestaral Congreso...

El Sr. Yresidente: No hay discusión posible de este modo; por-que cualquier otro se^ior, con igual derecho, se levantarta parahacer nuevas manifestaciones distintas ó análogas á las de S. S.

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Tiene la palabra el Sr. Alonso de Beraza.El Sr. Alon9o de BerRZa: Señores: No voy á discutir el trata

do de comercio con Inglateima 6 el vnodus vivendi, como so llamaal tratado; el Sr. Presidente, por razones de alta conveniencia queS• S. habrá tenído eu cuenta, cree que esta es lo más conveniente,y yo creo que lo que el Congr©so dobe hacer es atemperarse á lasrecomendaciones de ]a Presidencia, ó sí no las encuentra oportunas, presentar un voto de censura á la Presidencia y le discutire-mos; pero siquiera sepamos á qué atenernos, y no hablcmos todosal mismo tiempo.

Conformáudome, digo, con lo manifestado por el Sr. Presidente, no voy á contestar á, lo que so acaba de decir respecto del mo^dus vi2sendi, porque no es una razán para hacerlo que el sei^arPresidente haya tenido una indulgencia que no reclamo para mí.Voy á hablar de un tratado hipotético, como decía el Sr. Duquede Almodóvar del Valle.

Yo supongo que los representantes de la vinicultura y de laviticultura de EspaPia, al reunirse aquí y al llegar á este tema, su-ponen que podrá darse el caso de que se llegue á hacer un tratadócon una nación X, cousumidora de vinos, en el eual no se pudie -ra recabar para la nación espaiiola más que el límíte de 30°; ydicen los vínícultores aquí congregados: «En el caso de que estosucedieso, ^qué pensaríamos nosotros de ello?» Yo supongo que todala discusión ocurrida ayer ha versado sobro este punto, sobre estetratado hipotético con no sé qué nación; y por consiguiente, tengonecesariamente que hacerme cargo muy brevemento de algunosdo los argumontos que se han aducido ayer respecto á si algúndía se llegase á tener rue examiuar un tratado X con una nacián'L, si este lfmito de los 30° séría conveniente ó no, porque he ob-servado que desde que esta cuestión empezó antes de 18T7, perosobre todo desde 1877, vino siempre la cuestión batallona quoeran los vinos de Jerez de más de 30", y esta cuestión so ha re^producido ahora, y toda la discusión ha versado sobre esto desdeel díscurso del Sr. La IZosa. (El Sr•. La Ilosa pide la palabra.) Per-done S. S., no he aludido á nadie, es que rectifico, y desde luegodigo que no hay alusión, Sr. La Itosa, porque no entíendo qucsea alusidn el citar á uno de los se^iores que han hecho uso dc lapalabra.

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Yo desearía. que el Sr. Presidente aclarase este punto: si se en-tiende por alusión el citar el uombre de cualquiera de los sciioresquo l^au hablado ayer.

El Sr. Presidente: Ya lo aclararé en tiempo oportuno, Kuegoá S. S. que no consuma tiempo tan precioso en estas cuestiouesde concepto.

EL Sr. Alonso de Beraza: Yo he querido declarar que no alu-día á nadie.

Se daba como uno de los dos argumeutos (y este argumentotatnbién parece que resulta del dictamen do la ponencia) que losvino^, eu favor de los cuales so hace el tratado X(y no entro enInglaterra) la mayor parte de ellos son vinos de más de 30^, delos que más iniportamos á In^laterra, y viene unido un cuadroestadístico, que se presenta como argumento geueral y se dice:«Viuos lia5ta los 30": de ESpaf^a no han entrado más que un mi-llón y pico de gallones, mientras que viuos de los 31° para arribahan entrado 3.800.000 gallones, es decir, cerca de cuatro millo-ues.» Seiiores: yo creo que esto es preci5amente dar un argumen•to para que no sólo se aprecie ese tratado X que hipotéticamentediscute el Congreso, sino hasta para que el Congreso pudieseapreciar el que fuese una realidad. Porque zpara qué so hacen lostratados de comercio? Para abrir mercados allí donde no existenó son deficientes; y so hacen siempre por media de la rebaja dederechos, á fin de que, modificando uno de los factores que in-tervicnen en el consumo, aumeute el otro.

Decía un sefior Representante: « 503.OO1) galloues hasta 2G° y510.000 de `d7° á 30°;» y el mismo se^ior Representanto decía: «yesto sucede porque la casi totalidad de los vinos de Espafia pasande los 30^.» Y ese seí^or IZepresentanto nos citaba unos datos esta-dísticos que él ha formado, y quo se refieren á toda Espafia, y lospresentaba como una base inquebrautable de discusión. Sefiorea:cuando nos decía cl Sr. Bayo (y no es alusión) que las circunstan-cias de la produccióu se alterau por virtud de estos cambios, ve-mos una información hecha por el Consejo Superior de Agricul-tura; y cuando vemos que allí se citau muchas provincias, queno han coutestado al interrogatorio que se les dirigió, uo pode-mos negar quo tenemos una estadística ohcial aproximada á laverdad. Me parece que es un argumeuto bastante destituído de

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fundamento el qué un individuo, por mucho quc haya querido ha-cer y tral^ajar, nos presente como resultado definitivo lo que hayade hacerse como base de di^cusión, porque así se presenta eI quela casi totatidad de Ios vinos de Espafía pasan de los 30° ó 3]°.

Precisamente pocos momentos antes había yo estado hablando con otros represeutantes del Norte, que me decían: «nosotrosno nos opon©mos á que, si alguna vez viene ese tratado X se

apruebe, no porquo nos traiga á nosotros beneFicio, porque en la

suposición de que entonces se lIegara al límíte de los 30°, como

nuestros vinos uo pasan de los 26, resultaría que na obtendrían

beneficio nin^;uno si se llegase á realiza^• esta negociación. Pero

nosotros uo nos oponemos á que todos los demás vinicultores que

puedau beneficiarse se bcneficien.n Luego no es exacto el que lacasi totalidad de los vinos de Espa^ia pasen de 30°. (.El Sr. D'latco:

Sc conoce que S. S. ha probado pocas cepas.) S. S. dirá luego laque tenga por conveniente.

El Sr. Yresidente: Sr. Beraza: sírvase S. S. dirigirse al Congre^so y no á un individuo en particular.

EI Sr. Beraza: Comprendo que los productores jerezauoa sien^tan, y todos lo sentimos, la baja en quc se halla la exportaciónde sus vinos á una nacíón que podrá scr con Ia que celebrenzoseso tratado, y que hicieran porquo esos vinos quedaran tambiéncomprendidos en esa escala, á, ver si con la rebaja sc modificabala situación actual. Pero puesto que se han citado datos estadíyti-cos, yo voy á citar algunos también, pero no referentes á un a^iosolo, puesto que en dicho año pueden haber existido circunstan-cias especiales. Yo tomo un período do 23 á 24 a^os para Ios vi-nos de Jerez, y veo que después que en aquella nación, quc es laque entra en los términos de las suposiciones, hubo cierta modifi-cación arancelaria respecto á los vinos de ►erez, han continuadoexportándose á esa nación, con una fluctuación tal, que se ve per•fectamente que no responde al más ó al menos de derechos, sinoque debo haber alguna otra causa. El año 18fi3 nuestra exporta•cián (y yo no cito datos ingleses, doy bastante fe á los datos oficia-les espaí^oles, y los tomo de nuestra Dirección de Aduanas, por-que teniéndolos en casa no necesito ir á buscarlos fucra), el at^o1863 exportamos á Inglaterra vinos de Jerez en cantidad de280.000 hectolitros. Subicron al año siguiente á 290.000.

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Esto se hizo sin que aquella nacibn hubiera modificaclo paranada su arancel, y entiéndase que no digo su escala alcohólica,sino su arancel. Luego vuelve á bajar nuestra exportacibn de29G.000 hectolitros á, 280.000. ^

Pucs, sefiores, cuando la exportación de un producto tan consi-

derable y de tanto consttmo como este en tui mercado ►letermi^

nado ticne todas estas fíuctuaciones tau consiclorables y tan brus-

cas, indudablemoute hay otras causas que no son los derechosarancelarios exclusivamente, porque el derecho arancelario ha

continuado siendo el mismo desde el afio 18G8; por consiguiente,

hay que ir á buscar en otras causas la explicacióu de estas íluc-

tuaciones y esa baja persi^tente durante 7, 8 6 9 afios.Yo diría que aquí debe haber algo de lo que se han quejado

rnucho^, lo.^ rnismos productores espai^ioles y consumidores extran-

jeros: las adulteracione^„ yo supoudrfa que debía haber algo de

adulteraciones de cierta magnitud en los vinos que se envian con

ese noinbre al mercado á que me refiero; yo tengo por convicción

que aquí lo que hay sou adulteracioues que hau quitado la fama

y el crédito al producto de esa región en esos mercados cxtran-jeros.

Y esto no lo digo yo sólo, lo dice una persona tan competen-te en la materia como...

El Sr. Mateo: Sr. Presidente, pido que se lea el art. 5.° del Re-glamento.

EI Sr. Presidente : Sr. Mateo, el art. 5.° se refiere al tiempoque han de consumir los oradores que hayan de haccr u5o de lapalabra; pero á S. S. indudablemeutc le habrá^ agcadado que elSr. Nlarqués de ^guilar con5umiese más de 25 minutos, y el señorBeraza no lleva diez todavia. Sea S. S. justo, que la Presidenciatiene el deber de observar cuándo la concurrencia escucha ycuándo no. Sobre todo, ^entiende S. S. que lo hago mal?

El Sr. ll'IRteo: lle ninguna manera.

El Sr. Presidente: Contiuúe S. S., Sr. Beraza.El Sr. Beraza: Yo siento mucho quo lo que estaba diciendo

no haya sido del ageado dol sefior que me ha interrumpido; ypue^t^^ que se me ha obligado á ello, voy á rnanifestar que estaopinión que yo daba como mía, la ha expuesto con mucha mayorcrudeza y en términos que casi podrfa decir despreciativos, un

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individuo del ConSejo de Agricultura en una I^ev^sta muy auto-rizada, hablando precisamente de los vinos de Jerez.

No se trata aquí de querer mortificar á los cosecheros de Jerez,

ni nosotros creo que nos hemos congregado aquí para eso; se tra-ta de esaminar y ver lo que hay malo, para ponerle ol remedio.

^Es cierto que hay esas adulteraciones? Pues se les hace á los

mismos cosecheros de Jerez que vean el modv de poner remedio

á ellas, porque están desacreditando en el mercado el Jerer. ( U^tavoz: ^Se ha de tratar úiiicamente de Jerez?) Estamos tratando de

la baja de los vino5 de Jerez. Yo no he oído en lo que ha habido

de discusión en la se^ión anterior sobre este tetna práctico hacer

^uás discusión que esta que se refiere al punto que estoy tratau-

do, y l,^or eso le he tratado: si hubiera otros, también me hubie-ra, ocupado de ellos; por eso he insistidv en el único que hasta

ahora se trata; la cuestión de los 30° y sobre todo la de Jerez, quees la cuestión batallona de siompro. Yo no entraré á tratar de los

vinos comunes, porque me faltaría aptitud; lo que sí he de afiadir

también es, respecto á este punto, que recuerdo perfectamente la

ley que se empezó á discutir en 1877. En aquellos dfas se pulili-

caron en la prensa multitud de partes de cosecheros de Jerez, yLa L+^poca publicó dos comunicaciones muy extensas, sosteniendoque los vinos naturales de Jerez entran en los 30 y 31°, y única-

mente, añadían, los vinos blancos de la Mancha y dc otras pro-

vincias, que se mistifican, que se arreglan como el Jerez y se en-

cabezan, esos sou los que pasan de 34, 35 y 36°. Esto lo decía en-

tonces con su firma en la prensa nuestro compaflero el Sr. Presi-

dente del Consejo Superioi• de Agricultura, y yo me limito á hacereste recuerdo.

Respecto al tratado que pueda celebrarse, para mayor exporta-ción de nuestros vinos, y en suposición de que el límite no fueramás que hasta los 30°, yo entiendo lo siguiente:

1.° (^1,ue el mercado que hoy se obtiene en Francia es un buenmercado.

`^.° (,lue no se debe exclusivamente á lvs tratados, sino á la si-tuación de los viíledos cn Francia.

3.° (^,ue con los tratacios habrá aumentado nuestra exporta-ción, porque al aumentar la exportación francesa, habrá aumen-tado nuestra cxportación para manipular nuestros vinos y auinen-

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tar su expoi•tación á costa nuestra; pero los seis 6 siete millonesde licctolitros que se llevau á I+rancia, claro es que cuaudo Franciarepouga sus vifiedos no irán, y creo que hay que preparai•se paraese día; hay que prepararse desde luego, hay que buscar el modode abrirse otros mercados. Antes que el Congreso de vinicultores,lo había dicho ya el Congreso de Agricultura do laragoza.

La úuica consideración que tengo que presentar al Congreso es

la siguiente: supongamos que han pasado ocho ó diez aiios, y que

este Congreso de Vinicultores, reuuido tal como está, tieue que

formar una opinión acerca de ese tratado; quo entoiices ya no eshipotético, sino que ha venido á ser una realidad, en las condicio^

nes en que le hemos estudiado, suponiéndole hipotético. Pues

bien; firmado por cl (^obierno que entonces regirá los destinos de

Espatia el tratado con esa otra nación, claro es que no podríais irá decirle al Gobierno que introdujera modificaciones, porque lo

quc sucedería entonces es que las Cortes votaríau ó no votarían la

ley ^^utorizando la ratificación; pero Io que es la introducción de

modificaciones, no puede ser. Se aprobaría ó no se aprobaría; esto

es lo que únicamente so podría hacer.

Por lo tanto, lo que hay que ver, según mi opiuión, es lo si-

guiente: este tratado, ^trae ó no trae beneficios á grupos importan-

tes de vinicultores? Porque aquí no tene^nos más que fijarnos en

el punto de vista de la vinicultura. Digo, pues, que los viniculto-

res tienen que ver lo siguiente: ^beneficia á todos los vinicultores

de EspafiaP Yo creo que eso uo puede ser; porque, naturalmente,

son tau distintas las clases de producción, que alguna se quedará

iuera, 6 por muy fuerte ó por muy débil. Y si reahneute l^roduce

beneficios á clases importantes de vinicultores, no se me alcanzaquo otros debau protestar contra el beneficio que esas clases reci-

^ben porque ellos no puedan recibirlos.

El Sr. Duque de Almodóvar del Valle: Voy á dejar á jui.cio de la Presidencia la oportunidad do mi intervención eu estedebate.

El Sr. Presidente: ^En qué concepto quiere hacerlo S. S.?El Sr. Duque de Almodóvar del Valle: Para explicar algunas

observaciones que acaban de hacerse.El Sr. Presidente: Sr. Duque de Almodóvar, eso que S. S. pre-

teude no es posible, porquo todos los demás individuos del Cou-

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greso tendrían el mismo derecho para hacerlo, y eutonees nues-

tras tareas serian interminables.

Ek Sr. Duque de Almodóvar del Valle: Por eso ni siquíeraha sido demanda, no ha sida más que exposición á. la cousidera-CIÓll dC r.^. S.

El Sr. Presidente: Siento mucho no poder concedor tí S. S. lapalabra.

El Sr. Duque de Almodóvar del Valle: zRué medios regla-mentarios pudiéramos encontrar para que interviniese en el debatependíente, sobre la conveuiencia de celebrar tratados de coinercio?

Ei Sr. Presidente: Sr Duque de Almodóvar: suplico á S. S, quese ocupe de ello, y si encuentra medios h^biles de poder íutervenir .en el debate, yo tendré mucllo gusto eL concederle ^í S. S. lati palabra.

Tiene la palabra el Sr. 7^Iitegui.El Sr. Zaitegni: Como representante de la províucía de Lo-

groño y director de la Crbnica de Vi^os ^ Cerec^les, tengo c1 honorde proponer al Cougroso se cligue estimar la conclusión al eYtremo6 punto segundo del segundo tema qu3 presento al Congre5o.

La conclusión comprende dos part^s: Por la prirnera dcclaraz•e-mos, si es quo la estimhis, que no sólo es couveniente, sino deabsolut^L necesidad la celebración de nuevos trataclos dc comerciopara abrir nuevos mercados á nuestra exuberante y variada pro-duceíón viuícola. En la otra parte se determina qué es lu que uosconvieue pedir á los vinicultores para que los tratados abran nue-vos mercados y no sean ilusorios para la riqueza vinícola.

Como para demostrar la necesidad de mi conclusión con el mé-toda debido, para cansar al Congreso lo menos posible, tengo queofreceros na pocas cifras y datos interesantísimos, y como, porotra lado no tengo h^tbitos de hablar en público, voy á leer losfundamentas de mi propia couclusíóu.

España es ya hace afíos, pero con notable exceso, la nación quomás vino produce, con relación al número de sus habitantes, asícomo es la nación que mhs cantidad de vino exporta.

Nuestra exportación fluctí^a estos afios entre siete y ocho millo-nes de hectolitros, al paso que ni Francia ni la Península italianalogran llegar á los tres millones. De modo que pode ►nos declararcon ,legítimo orgullo que exportamos más del doble quo la naciónque más.

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- zo7 -Pues bien, seiiores; con ser tan extraordinaria nuestra exporta^

ción, y á pesar de las nuevas y terribles plagas que e^táu asolandomuchos de nuestros vii^edos, una de las cuales, el mildiw, h^i des-truído el aiío último toda ó casi toda la cosecha de las Piojas yGalicia y grau parte de las de Navarra, Aragóu y Cataluña, to•davía es de ordinario mayor la oferta que la dem^nda, y no sonpocas las bodegas que al llegar la siguiente vendimia 5e er.cuen-tran con qu© no han podido dar salida á toda la exiqtencia. zGZuésuceder4, pues, el aí^o quo la5 eosechas no sean tan seriamentecastigaclas por las plagas y los funestos accideutes atmo5féricos?

La celehracián de nuevos tratados no es sólo, por tanto, conve-niente, sino de absoluta necesidad.

Pero claro está que los tratados se han de celebrar para abrirnuevos mercados á nuestra abundantísima producción vinícola,y que el tratado que, en más ó en nienos, no consiga este fin, nopuede merecer en manera alguna el al^lauso de los vinic;ultores;antes, por el contrario, éstos estarán en la obligación, ai es que quie-ren defeuder su riqueza, que es la de toda la nación, de exponerrespetuosamente al Gobierno y á las Cortes cuanto juzguen perti-nente al logro de sus deseos.

De no establecerse en los aranceles los derechos acl valorem, queindudabletneute es siempre lo más justo y lo más racional, el me-jor medio, si se pretende que el adeudo de los vinos guarde algu-na relacióu con su precio, con su valor, es crear una escala alco-hólica.

Por esto observamos que las naciones que todavía no han esta^blecido para los vinos el derecho ad valorem, eiguen el otro procedi-miento, imponiendo el gravamen arancelario con arreglo al peso;á la rique^a alcohólica del líquido.

Verdad es que ciertos paíees no admiten ninguno de los dosmétodos expuestos, y fijan un derecho único para todos los vinosque llegan en ei.ivases de madera, y otro más elevado para los queentran eu botellas; pero este sistema, corno notará el Congreso,es aún m^is imperfecto y arbitrario que el adeudo por graduación,porque sucede de ordinario que el comercio, para pagar el derechomínimo, importa en toneles ricos caldos que después de pasar lasaduanas expide al consumo en bien preparadas botellas.

Inglaterra y Francia, según todos sabemos, optaron ]^ace tiem-

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po por la escala alcohólica, y es muy extrafio por cierto que á pe-

sar de seguir ambas naciones idéntico procedimiento para el adeu-

do, nuestro5 Gobiernos le hayan aceptado en Francia, con aplausodel país, y traten de destruirle en Inglaterra, sín ventaja alguna

para la gran masa do la producción vinícola de nuestras co-

marcas.Los tratados son hoy de absoluta necesidad; pero importa pedir

rebajas de derechos y no reformas de escalas, si éstas son racio-

nAleS.Siempre que se ha intentado tratar conInglaterra, se ha partido

en sus negociaciones de un supuesto completameute falso, eii nues-tr^^ humilde opinión; han partido del principio de que los vinos

de gran consumo dc la Península tieuen una fuerza alcohdlica su-

perior á los ZG° Sykes, que equivalen próximamente á 1^ del al-cohómetro c^;ntenimal de Gay-Lussac; y á este lamentable error

debe atribuirse la iudiferencia, ya que no el desencanto, con que

nuestros vinicultores recibieron los distintos proyectos de convo-

nio que se han ajustado estos años, basados todos en una refor-

ma de la escala y ninguno en uua rebaja de derechos. ^

Si Francia é Inglatcrra siguen para el adeudo el procedimientode la escala alcohólica, ^por qué s© acepta en l^^rancia y se rechazaen Inglaterra?

^Obedece acaso este opuesto proced©r de nuestros Gobiernosá que, si bien Francia é Inglaterra tienen su escala alcohólica, lade este reino es menos amplia en su primer límite ó adeudo míni-mo que la de la veciña RepúblicaP

Precisamente, señores, y esto es lo inexplicablo, la graduaciónque admite Inglaterra para el adeudo m(nimo, un chelín por ga-lón, es, puede decírse, la misma quo concede b^rancia , pueslos 26° del alcohómetro de Sykes fi jado por el Reino Unido equi-valen á los 15° GayLussae, menos unas ceutésimas, que determi-na el araucel francés.

Para el derecho mínimo, la escala inglesa es igual que la denuestros vecinos; luego es evidente, seiiores, que por este lado noencontramos el menor óbstáculo para que podamos enviar á In-glateiza una gran parte del vino común que nos sobra; lo mismoquo expedimos á Fraucia de cinco á seis millones do hectolitros,que rara vez pasan más de los 15° Gay•Lussac; de igual modo,

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por lo qu© respecta á los grados que se nos conceden para el adeu-do míniruo, podíamos importar en el Reino Unid,o otra granmasa de nuestro excedente , sín que tampoco rebasara la pri-mera división de la escala.

Y si esto está claro como la luz del Mediodía, ^en qué consisteque á Francia expedimos de cinco á seis millones de hectolitros,y á Inglaterra sólo enviamos poco más do 600.000 galones anua-les hasta los 26° Sykes, es decir, menos de 250.000 hectolitros, se-gún se vo por el interesantísimo cuadro que contiene el bien pen-sado dictamen del Sr. Maisonnave?

Pues consiste, sefiores, en que el adeudo mínimo en I+^rancia esde dos pesetas por hectolítro, y en Inglaterra de más de 27 pese-tas; cuyo gravamon llega de ordinario a.l 100 por 100 del valordol vino, y es, por lo tanto, prohibitivo é inaguantable. Aquí tie-ne el Congreso la oxplicación del fenómeno.

Luego dicho se está que lo que debemos pedir los viticultorespara conseguir nuevos mercados, no es reformas de escalas, sinorebaja de derechos, y mientras esto no se consiga, seguirtí cerradopara nuestros vinos ordiuarios de gran cousumo el mercado delReino Umdo.

EI primer límite de la escala inglesa es racioñal y equitativo,lo contrario de lo que pasa con los derechos; el primer límite, re-petimos, abarca la graduación de los diversos vinos de pasto paralos cualos dobe de establecerse el derecho mínimo en todo arancelque pretenda pa^;ar por justo.

En Es^afia, con ser sin disputa el país que rind© caldos c;omu-nes más ricos de alcohol, se cuentan muchas provincias, esencial-mente vinícolas, cuyos vinos pasan de 10 á 13° Gay-Lussac, ó seade 18 á 23° de Sykos. Pueden perfectamente expedir e5a5 provin•cias sus cosechas al Reino Unido, pues el primer límite d© la es •cala tí©ne la amplitnd necesaria para que puedan ir sin rebasarle.

Pero hast^ en aquellas de uuestras provincias que producenvinos comunos de mayor fuerza, uo so puede aceptar como reglag©neral, sino sólo como oxcepción, quo pasen de los 15" Gay Lu•ssac, á menos que hayan sido eucabezaclo5.

Y aun esa pequet'ia parto de nuestra cosecha de vinos ordina•rios quo pasa más de los 15° Gay-Lussac, sería bien sencíllo im-portarla en Inglaterra on las mismas condiciones clue la casi tota-

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lidad de nuestra producción; pues el comercio, los negociantes, seencargarían de rebajar el exceso de alcohol de tan extraordinarioscaldos, mezr.lándolos con otros menos fuertes, hasta conseguirque el nuevo tipo, primer resultado del cozcpaqe, cupiera dentrodel límito de la escala.

Esta claso do manipulación no ofrece el menor inconveniente,ní es, por fortuna, desconocida en la Peuínsula; hace aiios que sevieue practicando con éxito y en grando esca,la en todas nuestrascomarcas vinícolas de alguna importancía.

Los comerciantes y casas exportadoras de Haro mezclan en susdepósitos los vinos de este rico distrito y los de Nájera y cle bas^tante^ pueblos de Buigos y Palencia, que sólo tíenen cíe f0 á 13grados Gay^Lussac, 6 sea de 18 á^ 23 Sykes, con los muy alcohóli^cos de la Rioja Fiaja, ribera de Navarra y aun Aragbn, para ob-tener ealdos de 13 112 á 1^ 11`L ó 15 grados Gay-Lussac, cuandomás, que reunau las condiciones quo demanda el mercado francésy uo paaen del primer límite de la escala, para que sólo a+leudenel derecho mínimo.

En Cervera se proparan igualmeute los vinos de la proti•inciade Lérida, que sólo miden d© 10 ^ I2 grados Gay-Lussac, con losm^s fuertes do Catalu^ia.

En Bilbao y en Pasajes se mezclan l05 vinos de 1€^s ^Riojas engrandes vasos, algunos de 12 y hasta `^U.000 cántaras, con los de

Castilla, la Mancha y otras regiones; y de e^tas intciigentes pre-

paraciones no salen ciases do más de 14 y 14 11`^ grados, que per-

fectamente pudíeran entrar en Inglaterra, por lo que respecta á la

escala; pero no van, pero no pueden ir, señores, porque so von

precisadoa á pagar una enorinidad, unas `^7 peseta5 por hectolitro,el ciento por ciento de su valor, euyo inaguantablc dereclio en

nada, absolutamento en nada se atenúa ó rebaja por el proyecto

de convenio, pues éste so limita á ampliar la esctlla, conce^ióii

quo para nada necositai^i ni han solicitado los productores do vi-nos ordinarios.

En '1'udela (Navarra), Zaragoza, Ualatayud, Alicaute, Valencia,Tarragona, y, en fin, cn todos los centros vinícolas de la Penín-sula, s© me^clan viuos Hojos con vinos fucrtes; so practican cons^tantemente y en graude escala las mismas operacianes para al-canzar idénticos xesultados; para obtener los tipos que demanda el

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comercio exterior y que no rebasen el prim©r limit© de la. escalaalcol»lica.

So ae, por lo tanto, que hasta esa reducida parte de nuestracosecha de vino5 ordinarios que pasa de los 15° Gay-Lussac ó 26"Sykes, puede ir al mercado inglés del mismo modo que hoy va áFrancia; e5to es, pagando únicarnente el derecho inferior.

A Francia, sefiores, exportarnos estos años de ^^ á 6 millones dehectolitros; á la vecina IZepública van vinos en grandes masas de

las Riojas, Navarra, Aragón, Cataluiía, Valencia, Murcia, Alican-te, Extremadura, la Mancha, Castilla la Vieja y Andalucía, y muyraro, muy raro es el cargaYnento que reba5a el primer límite dela escala, muy raro es el cargainento que pasa má^ de los 15° Gay-

Lussac, que equivalcu, próximament©, á los 2G° Sykes Sais. Luego

lo rnismo, repetialos, podían ir á Inglaterra; pero no pueden ir

porque cu la adaana francesa sati^faceu 2 pesetas por hectolitro 3^en la aduana inglesa 27 pesetas.

La diferencia no puede ser más enornie.Es preciso, pues, que el Congi•eso diga sole^nnemente lo que con-

viene á 5us interese^, que muestre sus de5eos para que éstos sean

atendidos por los Gobierno3 al tratar do abrir nuevos mercados.

Es preciso declaremos que necesitamos para este objeto, para

a.brir nuevos incrcados, que se rebajen notablcrnente los derechosaravicelarios y no que se reformen las escalas alcohólicas, siempre

que cl priuler límito de éatas 1legue á 15° Gay-LuSSac, sicmpre quc

tenga la mi,rna e^tcnsión que 1a escala france,^; pue5 si por bajo

ose líiuite podenii^s expedir á Francia dc 5 á, G millonos de hectoli-

tro^, claro cst^í que la escala no c;s lo que embal•aza é impide uues-

tra extiacciún ^í, I»glaterra, sino los enortnes derechos. Yues pedir

que é^tos ne rcl^ajcn y^^cc•ptar la eycala como justa y racional; por-

quc, ^efíoreti, no ^^s eqt.iitativo, ni dcspuóa do todo, á, nada príSctico

conduce igualar cn ^•1 adeu^lo los calaos co^ntmes que vr.llen de

ordi^^ario en loy puutos de 30 ^í 40 pesetas por hectolitro, con laspalmas jerezanas, manzarliflas paya^las, nzontillas y otros tipos

finos quc cu^,tan en los puutos de ernbarque de 2G0 á 1.000 pese•tas hectulitro, segút ► su calida^d.

ESto á la vi5ta salta que es injusto; pero, á más de injuvto, ánada pr^íctico conduciría, por la 5encilla ra^ón de que, coino losvinos de Jerez 5on de alto precio, significarla bien poco para las

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familias acaudaladas que los consumen en Inglaterra el beneficioque se les atorgara en el arancel, á no ser que fuera muy grande,y la exportación de esos vinos especiales no aumentaría; de modoque nada práctíco se conseguiría con la ampliación, por recaerel beneficio en vinos especiales y de a,lto precio.

Una de las primeras casas dedicadas en Inglaterra al comercio

de vinos de EspaPta, la de La Sa1a y Compañía, publicó el añopasado un importante estudio para demostrar la conveniencia de

la conclusión que he sometido á la deliberación del Congreso, cu,yo

espíritu, sei^ores, l1a defendido la prensa profesional, la prensa vi-

nícola, la ilustrada revista Los Vinos y los AceiGes, La Cró^zica de

Vínos ^ Cereales, y otros periódicos que consagran especialmente

sus tareas á fomentar su producción, mejora y e^portacibn de

nuestros vinos.

Entre las muchas cosas buenas que dicen los Sres. La Sala yCompaffla en el citado trabajo, que yo expondría ó leeria íntegrasal Congreso, pues merecen conocerse, se cuentan los siguientes pá-rrafos:

«La quinta parte de la producción favorecida (se refiero á losvinos que ganarían algo con la concesíón de los 4 grados de 26 á30), ser<í compuesta en gran parte cle palmas jerezanas, amoutiila•dos finos, manzanillas pasadas y montillas cordobesas, vinos todosde alto precio; y resultará tan contraproducente la otorgada bonificación, que no ha de infiuir ella ©n aumentar la demanda paraesos costosos caldos, y vamos á evidenciarlo con dos ejemplos.

Un montilla selecto, de las escogidas soleras de B. A. de Cabra,no excede de los 28° Sykes, y está rzzás quo dentro de un chelín d©dereclios por galón.

Este vino cuesta, puesto á bordo, en Sevilla 300 pesetas porhectolitro, y pagará^ aquí, en Inglaterra, de der©chos 9 11ri por 100,en vez de 23 por 100 que alzora adeuda. La ventaja, pues, do wi13 112 por 100 en el adeudo, está representada solamento por 30céntímos d© peseta por botella do estc vino especialísimo, que;sólo aprecia y está al alcance de la gente rica.

Las amontilladas alnaend^°as ó ni^cces de Persarlín ó Scc^acleman,quo cuestan c^n Cádiz de 750 á 1.000 pesetas el hectolitro, paga-rían respectivamente :3 :^ló y 2 31-1 por 100 de su valor. Lo5 deta•llistas y fondistas ingleses que venden la botella do estos últimos

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víuos ^, 20 y 25 pesetas, se atraerían mayor número de marchan-tes cou el halago de un descuento de uno ó medio real, que es loque aproximadamente vendría á abaratarlos en sus cálculos laampliacián que se proyecta dar á la escala.»

Ya ve el Congreso que no es justa, ni conviene á nuestros inte-reses, la ampliacián de la escala inglesa, y en cambio es una nece-sidad la rebaja de derechos; y creo, seTíores, que hasta l^ubieracostado menos conseguir alguna rebaja d© derechos que uo conca-siones de grados que para nada necesitamos, pues es violentísitnopretender de una nacidn que paguen la mismo los vinos que va•len 30 pesetas por hectolitro que los que valen 200, 400 y hasta1.000 pesetas. Esta pretensión; examinada á la luz del derecho ^mercantil y de la razán, es absurda é injusta, es peruiciosa en su- ^mo grado para la mistna riqueza vinícola que so trata de favore-cer, pues englobados, dig^ímoslo así, los viuos de alto y bajo pre ^cio, por fuerza el adeudo mínimo habrá de ser alto y siempre in-aguantable y prohibitivo para los vinos comunes de gran consu-mo, que consti:tuyen la inayor parto de nuestra cosecha.

En cambio, la conclusión quo os pido estiméis, si es que que-

réis abrir nuevos mercados, es justa, racioual, no ticne nada de

exclusivista; pues yo, aun cuando vinicultor de la Rioja, me inte-

resa tanto el fomento de la riqueza de mi comarca como el de lasde Jerez, Valencia, Navarra, etc., etc., pues todas pertenecen yconstituyen nuestra querida patria.

Mi conclusión tiende ^, favorecer la exportación de toda clasodo viiios, lo mismo los de Jerez y sus similares, que los comunes;porque claro está, por ejemplo, quo si de Inglaterra se solicita yobtiene la rebaja de un 54 por 100, saldrían por igual beneficia-dos todos nuestros vinos. Los comunes pagan hoy un chelín porgalón, pues ajustado y puesto en vigor el convenio, sólo sa adeu-darían la mitad, seis peniques. Los de Jerez y sus similares y to-dos los demás vinos especiales satisfacen hoy dos y medio cl^eli-nes por galón; pues después del tratado pagaríau un chelín y trespeniqucs, es decir, Línicamente la mitad.

Esto, repito, es lo justo y lo cotiveniente; lo demás es injusto,

egoísta, y no daría, os lo aseguro honradamente, al resultado que

todos los vinicultores perseguimos: abrir nuevos mercados <i, nues-

tra exuberante y variada producción vinícola.

i4

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Creo, sef[ores, que no necesito decir una sola palabra más, puesofenderfa la práctica é ilustración del Congreso, para demostrarla conveniencia de la conclusíóu quo ho sometido á vuestra deli-beración. No hay qu© pedir reformas de la escala, sino sencilla-mento rebajas proporcionales de derechos para los vinos, siempreque por el primer límite de las escalas puedan pasar los vinos or-dinarios con solo el adeudo mísmo. Esto es lo justo y lo que nosinteresa. Y ya ha visto el Congreso que el l(mite de 15° Gay^Lus•sac y de 26 Sykes es racional, pues comprendo los vinos ordina•rios y de bajo precio.

rl.ntes d© terminar, mo permito presentar la proposición si-

guiente:^La celebración do nuevos tratados no sólo es conveniente, sino

de absoluta necesidad para abrir nuevos mercados á nuestra exu-berante y variada producción vinícola; pero para conseguir estalegítima aspiración de la vinicultura nacional, interesa pedir sen-cillamente rebaja de derechos arancelarios y no reformas de lasescalas alcohólicas, siempre que el primer límite de éstas para eladeudo mínimo llegue á los 15° del alcohómetro centesimal doGay-Lussac ó á los 26° del hidrómetro de Sykes.

Palacio del Congreso do Vinicultoros 7 de Junio de 1886.-Cecilio S. de Zaiteg^zci.»

El Sr. Presidente: Tiene la palabra el Sr. Leach.El Sr. Leaeh: Tenga que ser brev© á la fuerza, y ho de ceñirme

á los números.Hoy el hectolitro de vino paga 62 pesotas de derechos en Ingla-

terra, y maffana, si eso tratado en proyecto se cclebra, se pagarán27,50; diferencia á nuestro favor: 41 pesetas 21 céntimos, cantidadmayor que el valor del vina. No se puede exigir al Gobierno in-glés que haga una rebaja mayor, pues tieno muy pocos derechosen su arancel, y mucho apego á sostener estos derechos, quo sonsus principales rentas. Hemos estado luchando veinte años paraobtener una subida cn la escala alcohólica que pormita introducirlos vinos con el p;rgo de derechos de un chclín; lo logramos, y unavez Iogrado, lo combatimos. Esto no tiene razón ninguna do sor;aquí lo que debernos pedir es quo se siga el carnino e^uprendiiio,quo se lleve á cabo el tratado de comercio en pruyecto, que favo-rece á la, mayoria do los vinos espatioles. Aquí hay una distinción

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que hacer: hay vinos que conocemos con el nombre de vinos ge-nerosos, que no pueden entrar en esta escala de los 30°; pero encambio pueden soportar mayores derechos, y no sólo pueden, sinoque deben soportarlos, porque tienen muchfsi ►no mayor precio;por consiguiente, no es una dificultad esto.

Los vinos de pasto, los vinos para el pueblo, una vez rebajado

el derecho á una cantidad mucho menor de la que pagamos hoy,

es decir, con una economía de 41 pesetas por hectolitro, podr^.n

llegar á generalizarse en Inglaterra y ser un aumeuto de riqueza

nacional; porque cuanto mayor es la exportación, mayor es la ri•

queza.

Hay un punto que no se ha tocado más que de pasada, y

que es el punto que más ataca á la exportación nacional: los

vinos falsif cados. Aquf resulta que en Hamburgo se fabrican

grandes cantidades de vinos sin una gota de mosto, y se exportau

á Inglaterra bajo el nombre de las marcas de Jerez. Aún hay más.

Parte de estos vinos vienen á nacionalizarse á Cádiz, y pasan como

vinos espafioles, y están encargados como vinos de Espafia, y no

es verdad, porque son agua y azúcar, y esto es lo que ha venido á

perjudicar tanto al Jerez; y si no hay un medio de parar ese frau-

de, es eompletamente inútil continuar fabricando. Lo que debe-

mos recabar del Gobierno inglés es que ponga coto á la fabrica-

ción de los vinos, que viene á hacer inútil el vifiedo, y yo creo que

si la filoxera se le comiera, habría tanto 6 más vino que ahora.

Deb© tratársela como á nación más favar•ecida; pero no puede, en

buena lógica, querer que Alemania tonga el mismo tra,tado quo

nosotros, para que introduzca una composición de agua y azúcar

que llama Jerez y compita con nosotros; no hay base para couti-nuar por esto camino.

En cuanto á la graduación alcohdlica, sobra para todos los vi-nos comunes; puesto quo sobra para Francia, también para In-glaterra.

En cuanto al punto de las falsificaciones, el Gobierno francés,obrando con justicia, desde Marsella dió orden para impedir laintroducción de vinos espaCioles, italiauos y portugueses, bajo elnombre de vinos que no contenlan ni siquiera el 30 pcn^ 100 dcvino. Esto era la muerto, digámoslo así, de la exp^rtación nacio-nal; porque, se^iores, se han encontrado á última hora cou la

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^ ^^1^ ^^

ftzolera de 40.000 hectolitros de vino do Francia. Debemos darun ^oto de gracias al Gobierno francés, que impide la introduc-ción d© un género quo destruye uuestros viiíedos más que lafiloxera.

Que busque el Gobierno el medio de impedir su exportación,ya que el Gobierno francés impide su importación; hagamos nos-otros algo por nosotros mismos, que esto es el descrédito de nues-tros vinos, de nuestra nacionalidad y hasta de nuestra honradez.

Ruego, pues, al Gongreso se tome en consideración la propo-sición que mi diguo cotnpa►ero ha presentado. He dicho.

El Sr. Zaitegui: Pido la palabra.El Sr. Presidente: La ticue S. S.El Sr. 'Laitegui: El sc^ior que acaba de hablar no ha refutado

ninguno de los argumentos que he tenido el honor de aducir para

demostrar que con la ampliación de la e5cala alcohálica no gana^

ban absolutamente nada los vinos comunes, que son la mayor

parte de los que producen nuestras variadas comarcas, por cuau-

to todos caben por bajo del primer límite de la escala hoy vigen•

te en Inglaterra; caben todos por debajo de los 26° Sykes. Si en-

tran en Francia cinco ó scí5 millones con el primer límito de laescala, lo mismo pueden entrar en Inglaterra. Luego resulta quecon la ampliación de la e5cala á la inglesa no ganan absolutamen-

te nada nuestros viuos comunes. Y reapecto í£ si los tratados favorecen ó perjudícan á unas ú otras comarcas, yo creo que lostratados deben hacerse para proteger la mayor parte de las co-

marcas y no una bodega detcrminada.

El Sr. ilTerello: Pido la palabra.El Sr. Presidente: La tiene S. S.EI Sr. 1Kerello: Como representante quo soy dcl Puerto de

Santa María, cuyos intereses est^ín completamente identificadoscon los de Jerez en el tema que discutimos, peclí ayer la palabrapara esclarecer ciertos conceptoe que se emitieron respecto á la^graduación alcohólica de las viuos de Jerez. Aquí se quiso dcmos-trar, ó n^iejor dicho, se afirmó que los vinos de Jerez 5opodían e.x-portar á los 30 graaos, y quo si no se exportaban á esta gradua•ción, era debido á las ^tdulte^°^ciones que con ellos se hacían. Yoniego en abs ►luto semejante atirmación; y la niego, no con pala^bras, sia^o pudié,ndolo probar en el terreuo de la practica. Las bo-

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degas de Jerez y el Puerto de Santa María estarán, no lo dudo,

á disposición de todos los señores que componen este Congreso,

y allí podrán ver, digo m^as, admirar ricos y clelicadfsimos vinos,

de exquisito paladar y sin igual fragancia, que en su gran mayorí a,

y según su mayor ó menor vejez, han de tener 30, 31, 35 y m^s

grados naturales.Precisamente yo tengo uno d© 41; el Sr. Duque de Almoclóvar,

quo está presente, me ha dicho los tiene de 42, y el Sr. Coiide de

I3ayona, que tengo ^^ mi derecha, me dice en este momento los

tiene de 43. Repito que son vinos naturales, y sin mezcla de

ningru^a clase; pero es, sefiores, que el vino de .lerez, por sus cua-

lidades especiales, est^. reconocido por el mejor del mundo, y sólo

hay i.mo que sea parecido á él en una do sus clases, ,y óste es el

de Oporto, con la notable diferencia, sin embargo, quo mientras ©1

vino de Jerez cuanto m^ís affejo mayor valor y mérito adquiere,

el de Oporto cuando llega ^ cierta altura, lejos de mejor•ar, decao.

El vino de Jerez tiene mil clasificaciones. No son, como aquí se

ha dicho y muchos crecn, vinos todos de alto precio, y que sólo

sirven para las mesas de los Príncipes y potentados; lo^ hay tatn-

bi^n de bajo precio y calidad, según los diferentes terrenos cle

donde procedan, y que nosotros llamamos payos, que son de ba-

rros, arenas y tierras gordas, ó viñas quo decimos de aftcera, siendo

estas r`^ltimas las quo han claclo no^nbre al vino de Jerez; y aun

er.r estas mismas vi^ias, y do wia mi5ma cosecha, hacemos cinco ó

seis dil•erentes clasificaciones; por cjemplo: llamamos j^rxhna corta-

da á un vino especial quc por lo regular resulta en pocas cantidades

y no en todas las cosechas, porque muchas no lo tienen; es un vino

muy fino, de gran madurez y gordura; llamamos pahna ^, un vino

muy parecido á éste, hero no tan pastoso ,y maduro; lc sigue el palo

cortaclo, que es vino más gordo que el anterior, de algi5n m^s color

y de mucha madurez, y que es elverdadero amontillado ►ie Jerez; des-

pués raya ó vino que llamarnos jerezano, no tan fino corno e17^alo

cortado, de mucho sabor en la boca, con menos nariz y más carga-

do de color; después dns ra^as, vino parecido al último, pero m^ís

delgado y algo basto; tres ra^as, que es un vino mucho mzís basto

y que se clasifica como bajo; y, por último, se da el caso, seciores,

que junto ^í una rica bota que llega en su día ^, valer hasta mil y

mzís pesos, s® puede encontrar rlna de vinagre, ,y esto, como he

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dicho, de una misma vií^a , do una misma cosecha, y hasta ^ veeespisadas en el mistno día. '1'ambién tenemos cosechas que llama-mos desgraciadas por efecto du que llovió en la vendimia ó porotras causas que se ignoran, y de las que, por buena que sea suprocedencia, resultan viuos bajos, y que como tales se venden yexportan.

]:n Jerez, como en el Puerto, hay también diferentes clases devinos que criamos en soleras, y qu© cada una tíene y couserva suestilo especíal; pero no quiero entrar en más clasificaciones y deta-lles porque teudría mucho que decir y me haría largu y pesado.

Y bien, seiiores si pur sus cualídades los vinos de Jeroz lleganá alcanzar nattu•ales tan altas graduaciones, ^no queréis dejarnossiquiera el derecho, no ya de oponernos, sino, al tneuos, de lamen•tarnos de que no nos alcance el beneficio que se concede ^a losque est:ín dentro de los 30°?

Yo bien comprendo que el Gobierno do S. M. será el primeroque trate de prestaruos su apoyo en esta demanda, y si no lohaco, será porque en absoluto no pueda; pues es indudablo quedebe proteger todas las industrias, y muy especialmente la deexportación de vinos du Jerez, que es una de los que ha dadomayor renotnhre á nuestra querida patria. (I3ien, b^ien.)

Yu no sé, se^iores, si habr^i algún vinu de Jerez que, exportán-dolo á Inglaterra con 28 gra,rlos, pueda allí sostenerse como aquís© ha dicho, pero permitidme que lo dude; tengo bastante prácti•ca y no creo en el éxito que con tan baja graduación pudiera ob-tenerse.

Y téngase en cuenta, sei' ores, que al pedir una graduación ma-yor de los 30°, no sólo hacemos la defensa de los vinos de Jerez,sino la de todos los vinos blancos espafioles, respecto de los cua-les no titubeo en afirmar que casi ninguno se podrá sostener onpaíses tan húmedos como el de Inglaterra con los 30 grados, sinoque necesitan mayur graduación.

Yo creo quo si aquí se han podído decír algunas cosas de queme he admirado al oírlas, es porque verdaderamente no se entien-den; y digo csto, porque el negocio de vinos de Jerez es tan com-plejo, que se necesita haber nacido allí, ó tener bastantes afiosde verdadera práctica, para poder hablar de él con conocimientode causa. Y mucho celebro s© hayan hecho ciortas apreciaciones,

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porque ellas nos dan motivo para hacer una tercninante decla-

ración, que dicha en este Congreso, no dudo tendrá resouancia en

todos los puntos en que el Jerez sea conocido, y es: que lo mismo

embarcamos ahora, que en tiempo de nuestros bisabuelos; que

no conocemos la química, ni adulteración alguna; porque el ver-

dadero viuo de Jerez, son tales sus cualidades uaturales, que no

solamente no admito, siuo que rechaza toda adulteración; y en

cuanto á la química, nada puede darle, antes, al coutrario, le per-

judica.Y resumiendo, seílores: para no molestar por m<is tieinpo, y á^

fin de sacar algún resultado práctico de esta di^cu^ióu, me permi-

to sometcr á la consideracióu del Congreso la proposición si-

guiente:«(^ue se excite el celo del Gobieruo de S. M. para que celebre

con las nacioues á cuyo mercado afluyon principalmoute nuestrosviuos, tratados de comercio que faciliteu la ®ntrada de aquel.los en

las mejoros coudicioues posibles; y que, por lo tauto, procure sa-

tisfacer la convenieucia de nuestra actual exportación á Iuglate-rra, elevando hasta 36° Sykes el límite de la graduación alcohóli-

ca de los vinos quo paguen eu las aduanas inglesas el derecho mí-

nimo de un chelín por galón.»Ei Sr. Presidente: El Sr. Casabona tiene ]a palabra.El Sr. Alvarez: Sr. Presidente: tengo pedida la palabra.El Sr. Yresidente: Sr. Alvarez: S. S. ha de reconocer á la Me-

sa toda la imparciali^lad que uecesita para desempefiar dignameu-te su cometido.

EI Sr. Alvarez: La reconozco.E! Sr. Yresidente: Pues entonces, S. S. me da desde luego la

razón. Yo le aseguro que para apuntarle en la lísta de los que hanpedido ]a palabra, ha tenido muy en cuenta, cou los Sres. Secreta-rios, el orden en quo la pedian loe dem^,s seflores.

Tione la palabra el Sr. Casabona.El Sr. Casabona: Yo pedí la palabra ayer después de ofr cier-

tas apreciaciones relativas á un proyecto de tratado, no laipotético,sino real ^^ efeclivo, y me propouía contestarlas, porque no estoyconforme con ellas; pero en vieta del giro que ha tomado hoy lacuestióu, prohibiéndos©nos abordarla de freute y dofendernos,mientras que ^ nuestros contrarios se les ha dejado en co^npleta

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libertad de atacar auestras ideas; poco acostumbrado, por otraparte, á tratar de soslayo gravísimas cuestiones que afectan muydirectamente al porrenir de Espaiia, y meuos á tratarlas con ro-deos y mistificaciones contrarias á mi carácter y como si anduvié-ramos sobre ascuas; renuncio por completo, con harto sentimientomío; á ocuparme de lo que ayer se dijo aquí, renuncio á defendermis idealea, y me coucretaró á hacer dos ó tres observacioues decaráctér general.

Creo que ha dicho el Sr. Beraza, ocupándose de un proyectohipotético de tratados de comercio, que solamente los vinos de Je-rez quedaban excluídos del proyecto, saponiendo que se admitanlos 30° de la eFCala Sykes; y que por los vinos de Jerez uo parecíanatural que se olvidaran los intereaes de la inmensa mayoría delos cosecheros espaf5oles quo tienen vittos tintos y vinos blancosde otra graduación muy distinta.

Ha manifestado también otro señor representaute casi lo mis-mo que el Sr. I3oraza; y todavía ha aido un poco más incisivo,puesto que ha dicho que los vinos de Jerez estaban tan adultera-dos que no entraban en Inglaterra por causa de estas adultera-ciones, y que no era justo que pagaran igual derecho que loaotroa vinos do Espafia, puesto quo tenían mayor precio en el mer-cad o.

^'o voy á contestar á este argumento.....

El Sr. Presidente: Sr. Casabona: yo no había comprendido enqué sentido pedía S. S. la palabra, pero por la manera cou que vaexponiendo su discurso,.... .

El Sr. CasaUona: En pro del proyecto que ha presentado laM©sa.

El Sr. Preeidente: Entonces, yo había entendido lo contrario,y le había apuntado á S. S. en el turno en contra. Por esta razán,deapués do haber hablado el Sr. Merello, correspondía á S. S. lapalabra; y si A S. S. le parece bien, para guardar el buen ordeu onla discusión, le reaervaré la palabra para después que consumaturno en sentido contrario otro seflor representante.

E1 Sr. Casabona: Con mucho gusto accedo á lo propuesio porei Sr. Presidente.

El Sr. Presidente: Tiene la palabra el Sr. Castaffeda.El Sr. Castañeda: Segorea: estando reunidu un Congreso de

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viuicultores y á discusión el tema «Conveniencia de celebrar nue-

vos tratados de comercio,» claro es que nosotros hemos de mirar

la cuestión bajo el pnnto de vista de la conveniencia que los tra-

tados de comercio tengan para la industria vinícola; y bajo esteaspecto se nos presenta una cuestidn en el tema 6 en la ponencia

eu que se nos dice: que si se llevase á cabo el tratado cou Inglate-

rra, y no desapareciese la condición velada que impone de reser-

varse la libertad de tratar de diferente manera á los viuos inferio-

res ti 15 grados Sykes, no sería couveuiente oste tratado. La po-

nencia ha planteado ]a cuestión en este terreno, y el Congreso devinicultores creo que nocesita resolverla; pero resolvorla no ^iiva-

gando, sino conociendo la cuestión, yéudose á fondo on ella; y la

man©ra de resolverla es decir: ^nosotros sabemos acaso, nosotros

conocemos de este tratado ni de esta cuestión de la divisibn, algo,

sin preguntar al Sr. Ministro de Estado en qué consiste? ^S© ha

examinado si esto puede ó no rolacionarse con la industria vicí

cola española; si esta facultad relativa tíeue alguna reserva quepudiera decirnos, ó si había alguna cuestián Ia cual pudiéramos

eonocer sin entrar en cuestiones diplomáticas, y que antes do que

el Gongreso siquiera pensara, no digo en resolver, ni hasta se eYi-

terara bien á fondo, supiera sobre qué era sobre lo que iba, á^ pon-

sar? Nosotros no podemos discutir, como decía aquí el Sr. Presi-dente, el tratado con Inglaterra, no creo yo que porque se toquen

altas cuestiones (que yo creo que los países debían tocar todas las

que les importau siu preocuparso mucho de los intoreses del Go-

bierno, porque ]os irrtereaes del Gobierno son los intereses del pue-

blo, y los Gobiernos no han de querer más que satisfac,er sus ne-

cesidades); nosotros debemos examinar esta cuestión en el fondo;

pero para examinar la cuestión en el fondo, es menester que la

conozcamos, y que para aer justos es necesario quo tengamos to-

dos los datos precisos. Yo creo, y dispénseme el Sr. Maisonnave,

que ha habido cle su parte alguna ligoreza al hacer esta afirma-

ción concreta de que el tratado con Inglatorra sería beneficioso si

desapareciese esta condición. El tratado con Inglatei•ra, como los

tratados con todos los países, son beneficiosos con osas y con to-das las condicíones. (Un se^^or co^zgregado: No siempre.) Siempre.(El Sr. Presidente: Orden.) ^Qué son todos los tratados de comer-

cioP ^Son acaso, como aquí ae dico en el tema ó en la poneucia, los

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qua se hacan en el terreno mercantil, como los convenios de pazen Ios campos de batalla, creyendo que hay uu egpoliador y uuezpoliado? No. Los tratados de comercio son una negociación, enla cual los dos país©s contratantes salen ganando. (Aplausos.) Nohay eapoliadores ni expoliados. ( Un seraor congregado: Sí hay.) ^Quéha de haber? Lo que hay ea operaciones mercantiles, rolacionesen las cuales los dos pueblos se tiendeu los brazos y cambian susproductos. (Aplc^zusos.)

Ahora, se^Tores, y dentro de la conveniencia, y dentro de lapráctica de todo lo que sea elemental, ^puede haber mayor ó me ^nor conveniencia? Fvidentemente que la convenieucia puede sermayor. Que nosotros pudiéramos geationar y obtenor la eleva-cióu de la escala aleohólica. Pues lya lo creol hasta que entraranno ya el vino, sino los aguardientes. Esto sería el sz^na^natirn.

Perfectamente. Y otros nos decían: « no variar la escala alcohó-lica por abajo.» Ya lo creo; para que no haya vinos que paguenmás que los otros- Pero, señores, de que el beneficio sea mayorcuanto más se conceda, Lse deduce que no e^iste beneficio, porqueno se concede nada? Sería eso como decir que el individuo quenecesita comer, y se le da, por ejemplo, sopa y cocido, empezarapor arrojar]o porque no se lo daba sopa, cocido y principio. Eltratado de comercio con Francia, con Inglaterra, con cualquierpaís que sea, todo lo que sea favorecer, beneficiar siquiera en unátomo, es beneficioso para el que da y para el que recibe. ( Unseñor congregado^ Si no trajera perjuicios cnayores.) ZCuáles son losperjuicios mayores? ^Qué, ni en qué, ni cómo? ^Acaso porque nos-otros otorguemos á Inglaterra el trato de nación más favorecida,ó porque se le otorguemos á cualquier otro país, nos va á venir lacompeteucia del mundo entero y se va á aminorar nuestra rique-za? Ciertamente que no. LQué será lo que uos venga? Hierro ba-rato para que labréis vuestras herramientas de trabajo; ropa paraque cubráis vuestra desnudez; pan barato para que se aiitnentenaquellos á quieues tenéis que alimentar. (Aplausos.)

Hierros baratos. Pues qué, ^no hay necesidad eu Espa►a de hie-rros baratos, cuaudo está sucediendo que ]4.000 horreros quevosotros atímentáis no pueden haceros los arados de vertederaporque no pueden traer el hierro de Inglaterra, y tenéis que traer-los de los Estados Unidos, porque no es posible que a^luí os los

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hagan? ^Y de esa manera protegéis la industria nacional? ZProte-géis así á vuestros herreros para que tengan aquí la primera ma-teria barata? Que tengamos hier•ro barato, y eu ese caso tendréisuna exuberaucis^ de producción que no tenéis ahora.

Aquí, sei'iores, los tratados de comercio, bajo el punto de vista

de nue5tra exportacióu, y únicamente limitáudonos al punto de

vista de nuestra exportación, nos son, no ya conveuientes, nos

son indispensables. Espafia no hace tantos ai^os, en 1855, no

exportaba siuo cnedio millóu de hectolitros de viuo, y de esto

medio mi116u de hectolitros do vino llevábamos la mitad á la

isla de Cuba; hoy la isla de Cuba, sólo esa isla, consume más de

lo que exportábamos en totalidad en 1^i55, y eso, á pesar de las

graudes crisis por que atraviesa aquella isla.. Se ha aumentado

nuestra produccióu de tal mauera, que, como decía cou cierta ra-

zón un sei'ior representante, gi bajarau los precios de nuestros vi-

nos, !qué desolación tan inmensa si no tuviéramos dvnde llevar-

los! Si esos ferrocarriles que á tauta costa heinos estado coustru-yendo para Francia, que vau a morir en el Cautábrico para que

se vacíen allí los barcos para dirigirse á Arnérica con nuestros

productos; si todos estos ferrocarriles y todas estas carroteras que

queríais, y con ^nucha razón, que se coustruyeran para el movi-miento de vinos, resultarau inútiles por uo tener mercados, !qué

desolación tau enorm©1 LY qué es lo que se hace aquí op„nién-

dose á, los tratados? (^/, Sr. Cnbe^ao: No se opone nadie.) Lo dirá

ese sefíor represeutanto. (El, Sr. Cot^er^o: Que conste.) No puodo

coriatar. Aquí se han opuesto á los tratados; aquí se han opuesto

al priucipio de los tratados. (El Sr. Cobeño: A los tratados leo ^

ninos.)

El Sr. Yresidente: Sr. Casta^ieda: Ruego á S. S. se dirija alCongreso eu pleno, y no haga caso de las interrupcio^es.

El Sr. Castaiieda: Afirmaba y lo afirmo cou perfecto derecho

y perfecta verdad, que aquí en este Congroso se hau levantado

una ó varias voces contra los tratados; y yo digo que los tratados

son absolutamente necesarios. (Tra.rios se^^ores represeryzta^ntes: Sí,

sí.) 'ran absolutameute necesarios, sei^oros, qao, peusadlo bien,

Espa[^a no tieue hoy sii,o 1.:^00.000 hectáreas próxi^namente de

viiiedos. Esta producción nos da bastante para exportar 7 ú 8 mi-

llones de hectolitros cada año, y atender al cousu cno de la nación.

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Pues este millón y medio de hectáreas no ropresentan acaso sino

el 3 por 100 de nuestro torritorio, y se trata de la nacióu que tíe-

no terrenos más apropiados para vides; se trata de una nación

que eu la provincia de Logroño tiene puesto el 14 por 100 do su

territorio; que eii la provincia do Barcelona tione puesto el 13 por

100 del suyo, y quo le faltan todavía por poner: en Extrema-dura, en la qu© hay un grau número de hectáreas qne est^n re-

clamando el cultivo de la vid; y en los llanos de Ia Mancha, que

apenas si tienen hoy 1.^ déciu^a parte de la producción que deben

tener; y en lae provincias andaluzas, allí donde si hay el rico vino

de Jere2, ya no se recuerdau aqu©llos vinos fa^nosísimos de finos

del sigío hasado de Cazalla de la Sierra; donde existen los vidue-

i^os que tieuon las provincias de Atbaeete, Alicante, etc.; terrenos,

eu hn, quo pueden darnos 8, 9, 10 millones de hectár^as exclusi-

vameute apropiadas al cultivo de la vid. Si ponéis á^ ostos 8 millo-

nes do hect^íreas una producción de 15 heetolilros por término

cnedio que hoy se calcnla, se teudrían 80 ó 90 milloues que ex-

portar. I'ues si no les habéis buscado un ^nercado, ^para qué servi-

rán? Y, ^cómo vais á buscarles mercados? LCÓmo? Por medio delos tratados. (Rzcn2ores.) Tened alguna calma, que yo la ho tenido

durante toda la discusián. Se dice: «A Inglatorra no pueden irnuestros vinos porque tionen un recargo del 100 por l00 de dere-

chos, 27 pesotas eu hectolitro, cuando no valen esto en Espafia.»

Es verdad; pero acaso, ^no tienen el mismo recargo en Madrid, y

sin embargo, vienen vinos á osta corte? No olvidéis que el sistomafiscal, que el sístema económico inglés es enteramente distiuto del

sistema económico eapañol y francés. En Francia decís: «tone^ñ^os

un derecho de dos francos por hectolitro;» pero no os acorditiis qizehay un derecho de 18 francos llatnado octroi, y por consiguiente,que se cobra un derecho de 20 francos. Como el consucr^idor sólo

mira el precio del producto, y de ninguna manera si s© le sacan

de este ó del otro modo, se encuentra qae tieue quo pagar un so-

breprecio de 20 francos. Ya lo veis, la diferencia escasamente

una peseta eu arroba. Comparad la riqueza del pueblo ingléy con

la riqueza del pueblo francés, y decidine si esa peseta no la podrtí

sufragar perfectamente el pueblo inglés. El vicio no está ahí, no

está en el sobreprecio, est4^ eu otra cosa de la q^ae no os habéisacordado.

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Se dice: «en Inglaterra prefieren los ingleses la cerveza. n Lsverdad; ^cdmo no la han de preferir si empiezan por no conocer elvino; si ellos no conocen de nuestros vinos má9 que lo que hanleído en las novelas de Walter Scott, donde se habla que la R®inaIsabel obsoquid á cierto ca.ballero cou una botella de vino espa-ñol? Creemos allí el hábito de que consumau el vii,o; démoslo áconocer de cualquiera manera; por los medios que nos den, nosimporta poco; que cuando hayamos couseguido dar á couocer allíen aquel mercado nuestros vinos, ya tendremos auxiliares quevengan á pedir la rebaja; que no sumos nosotc•os los quo pagamosel derecho, sino que sou ellos, los eonsumidores, los que lo satis-facen. El pueblo aquel no es que protege á sus cerveceros; algomás que éstos les preocupaba la actitud de la aristocracia inglesaeu 1847 cuando defendía el derecho sobre los cereales y el pue-blo decía: «quiero pau barato.A Pues hagámosle que diga: «quierovino barato;» que ol pueblo allí se impondrá, y el dorecho sobrelos vinos caerá como cayeron los derechos sobre los cereales.Pero para esto es necesario que enipiecen por conocer nnestrosvinos en Inglaterra.

Allí se cree todavía, y con razdn, que el vino es la bebida de

la aristocracia; y allí, cuando se presentd últimamento ol tratado

inglés hecho con Espai^a en tiempo del Sr. Ruiz Gdmez, y que se

ha dicho con notoria inexactitud que fué rechazado en Inglate-

rra; cuaudo allf faé aprobado el tratado, entonces so acusó de lo

siguierite: de que se trataba de favorecor los intereses de los ricos

rebajando los derechos sobre el viuo; en tanto quo por una ley,

que al mismo tiempo se presentaba, se recargabau los der©chos

de las cervezaa, que ora,n el consumo del pobre, y se preseutó la

cuestión, no como protección, sino como una cuestidu social; y

docían: «recargan lo que bebe el pobre, recargan el alcohol, recar•

gan ol braudy y la cerveza y robajan lo que bebeu los rícos.» Como

al pueblo no habíau llegado nuestros vinos, porquo uosc,tros no ha-

bíamos podido exportarlos, de ahí el que fuera imposiblo quo tu-

viéramos elemeutos auxiliares que de otra mauera tolldl'íalllos ell

aquel país. Iioy no líeva^nos vinos á Inglaterra; Zqué significa

medio millón do hectolitros entre los 26 y 27 gradoy? jAh, sefío-

resl es verdad; pero es muy curioso el argumento. Aqoí precisa-

mente se hace osto argumento: Fraucia lleva viuos, de menos

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de 16 grados, 337.374 hect^litros; y se dice: si los rebajaráu á 15,Jqué peligro más gra^^del )►ntre 15 y 20 grados, hay nada menosque 13 millones de hectolitros; se rebajarán esos vinos y entraránen Iugiaterra. Es decir, que todo aquello que nos hablaba el se-fior La Rosa con porfecto conocimiento del sello de los vinos, loiban á perder; iban á tirar los frauceses su sello, las condicionesdo sus vinos delicados las iban á deshacer para rebajarlos á esosvinos claretes del Rhiu que no tienen aeeptación ni valor en nin-guna parte. En cambio se dice: ol aumento de 25 ó 26 gra^loshasta 30 no va á fomentar absolutamente nada el consumo conInglaterra. Pues por eso precisamonte; porque nosotros tenemosmillares y millares de hectolitros que no pueden ir allí, es porquepedi^nos que se elevo hasta los 30 grados; precisameuto ^ esosvinos es á los que beneficia el mercado, y resulta, por consiguien-te, que no perjudica á]os vinicultores, y afirmo más, á nadi©.Paro concretando la cuestión á los vinicultores. Si no perjudica ánadie y beneficia á algunos, aceptemos el beneficio y felir,itemosal Gobíerno y felicitéuaonos nosotros de que se llevo adelaute osétratado, que al fin y al cabo hay que tener esto en cuenta: en 1SG0no hicimoe nosotros nn tratado, lo hizo Francia; en 186011eva-mos nosotros á Inglaterra 178.990 hectolitros de vínos de Jerez;se hizo el tratado cou Prancia, se rebajaron los derechos, yde 1865 á 1870 Ilevamos ya 275.000 heetolítros, es decir: había-mos más que duplicado nuestra exportación con el beneficio quenus había traído el tratado con Francia.

ZCÓmo habíamos de llevar nosotros vinos comunes, pagaudocinco chelines á Ioglat®rra, no ya uno, síno cinco, que era enton-ces lo que pagábamos? Llevamos á inglaterra desde el año 1865á 1870, 275.000 hectolitros. Ya se nos marcaban aquí ]os creci-mientos grandes de la América; ya se nos decía: mirad las Re-públicas de la Plata. Pues yo os dígo: mirad y comparad eIcrecimiento que howos tenido nosotros con un tratado con Ingla-terra que no hicimos nosotros, que hizo Francia y que se nosconcedieron á nosotros sus ventajas.

Pues hagamos todavía un tratado que nos beneficie más y seam^s amplio, y veréis, siguieudo esta progresión, si aquí se centu-plica, y do un millóu de hectolitros llegamos á mil millones dehectolitos. (Aplausos.)

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El Sr. Presidente: Tiene la palabra el Sr. Maisonnave, á quiense la ha cedido en eate turno el Sr. Casabona.

El Sr. Maisonnave: Entro en esta discusión, sefiores, en muymalas condiciones, después que el Congreso ha prodigado susaplausos al Sr. Castafieda. Pero no importa; los datos que os voy .á presentar son tan irrecusables que espero harán caer por tierralas afirmaciones de S. S.

Yo soy responsable de lo que digo, y no hago partfcípes de estaresponsabilidad ^ mis compafleros. Si he puesto en mi informe elpárrafo en que se dice condición velada, ha sido porque conocfaperfectamente la opinión del Sr. Ministro de Estado; opinión quedespués manifestó aquf cuando nos decía; «No os fiéis sólo en el»Gobierno; el Gobierno es una resultante que se quedaría sin econsi no hubiera fuerzas que le ayudasen y que le prestasen su apo-»yo; y el eco, si no hay voces que hablen, no puede producir so-»nidos. No os fiéis en el Gobierno, pues; fiad en vosotros mis-»mos.» (El Sr. Castañeda pide la palabra para rectificar.)

Por eso he consignado en el informe lo de condición velacla, ycomo estamos tratando de la manera de aumentar la exportaciónde los vinos, tambíén debía ocuparme de los perjuicios que pue-den irrogarse, á este pais si aquélla se disminuye.

Yo no me opongo al tratado de comercio; en el informe que hetenido el honor de presentar, no puede el Sr. Castañe3a ni nadieseflalar una frasé que hable eu contra del tratado de comercio.Todo lo contrario, eu él digo: «A más de los buenos tratados con»las naciones europeas que favorezcan la exportación de nuestros»vinos, necesitamos llevar á cabo otros con las Rep^blicas ameri-»canas.» (El Sr. Castañeda: No he aludido en eso al Sr. Maisonna-ve, sino al Sr. Marqués de Aguilar, qu® es quien lo ha afirtnado.)

El Sr. Castafleda ha liecho un párrafo brillante diciendo que lacondición que impone el Gobierno inglés para aceptar el tratadode comercio, rebajando las derechos de importación á los ]5° Sy-kes, no está consignada en ninguna parte. Aqui hay, Sr. Castaíie-da, un p©riódico en que esto s© dice, bajo la firma de un respetableindividuo del Gobierno; pero ^qué digo un periódico? la, Gaceta ofi-cial y casi todos los periódicos de Madrid traen las condicionesdel tratado, firmadas por el Sr. Ministro de Estado con fecha 26de Abril último, en que se dice:

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•Reconoce igualmente que ]a convención que vamos á firmar»no impedirá al Gobierno de S. M. Británica dividir en doa la»parte inferior de la escala alcohólica, esto es, la que termina en»los 30°, de forma que los vinos inferiores á 15° puedan ser con-nsideradoa de diferente manera que aquellos que excedan de esto9ngrados.»

Por esta razón, y con intención no malévola, éino con inienciánaincera, he presentado el cuadro en que figuran os^alonadas, pordecirlo así, las cifrae de las cantidades de vinos que so han impor-tado en Inglaterra durante el ago 1882. I3asta 15 grados Sykea,se han importado de España, en números redondos, 5.000 galo-

nes; y de Francía, 337.000; pero de 16, 17, 18 y 19 grados Sykes,

España solamente ha importado 22.000 galonea, de 4.901.000 á

que aseendió su importación total en 1882; en cambio Francia lo

ha verificado por 3.087.000 que constituye la casi totalidad de su

comercio que ascendió en dicho año á 3.G40.000 galones. Hasta

ahora Francia no ha teuido interés en rebajar loa grados de ausvinos, y no le ha importado mandarloa de 19, 20, 21 ó hasta 2G

grados; pero desde el momento en que pueda introducir los vinoapor Ia mítad de los derechoa que nosotros podemos mandarlos,

entouces ya reducirá los grados; y ya saben todos los vinicuitoresde qué manera puede hacerae esto, como lo sabe también perfec-tameute el Sr. Castañoda.

Yo creo que los vinicultores españolea deben oponerae á qúe elGobierno autorice al Gabineteínglés para que robaje los derechosde la mitad de la escala alcohólica, y debemos protestar contra olperjuicio que se nos va á irrogar; y ya digo que no hablo eu riom-bre de mis éompafferos, sino en el mío propio. Los vinicultoresque quieran aeguirme en esto, que me aigan. ( Yarias voces: Todoa,todos. El Sr. Alvarez: Todos, no, y asf ine dejarán hablar...)

El Sr. Presidente: Orden, señorea.E1 Sr. Maisonnave: Si seguirnoa examinando el estado, se verá

que la exportación general de nuestros vinos para Inglaterra es de4,900.000 galones; de éstos, 3 8Ci8.000 son los que excoden de los30 grados. Eu cambio, Francia sólo ha pasado de los 30 grados20.000 galones. Comparemos estas cifras y se verá qué resultadotan lastimoso nos ofrece.

Yo creo un perjuicio, no el aumeuto de los 4 grados, que á eso no

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nos oponemos los vinicultores, porque noa convíene á torlos; perosí me opongo á que ae rebajen los derechos á la mitad dé la esca-la alcohólica, y á eso me opondré con todas rnis fuerzas. He con-cluído.

El Sr. Presidente: Tiono la palabra el Sr. Castañeda para rec-tificar.

El Sr. Cast&^iieda: Acaba de leer el Sr. Maisonnave el tcxtodel convenio, en que se habla de que ^^odrá y ^tutorizará, ,y uosdecía S. S.: es que yo no dejaría al Gobierno inglés esta autoriza-ción. Sefiores: uo parece sino que el Gobierno inglés dependedel Gobierno español. (I^umorns.) Calma, señores, cahna.

Lo único quo puede hacer el Gobierno espafiol es ac©ptar ó no

aceptar el tratado. ^No aceptamos el tr^Ltade? Perfectamente; pues

entonces viene la división de la escala alcolzólica necesariamente

de que hemos estado amenazados en 1880, y reeordad cuánto

chillabaia entonces. En 1880 Sir Carlos Dillíe estuvo ,^, ptnito de

firmar un tratado con Francia, no en los 1r>, en los 21"; es decir,

donde cabía ya la totalidad de la importaci.ón fraucesa; y habili-

dad inmensa ha necesitado el Sr. Moret para hacer que de los 21se rebaje á los 1^°, con lo cual ha matado esa aspiración del co-

mercio francés que quería perjudicarnos. Pensad esto, recordadhechos, que es malo que se haga la división, y yo me alegraría de

que no s© hiciera; pero cuando no tengo posibilidad de evitarlo,

acepto el mal menor, y el mal menor es realizar ol trata,do y que

qu©de eso de los 15 grados sietnpre que tengamos ol tratado. Yo

uo sé, y lo he indicado antes, á dónde va esto de l05 15 grados.

^1iay algo distinto de vinos? Es posible, seflores, que no sea todo

vino, ni peligro por ese lado; que loa viuos que no tienen ocho y

medio grados de Gay-Lussac son bien pocos, apenas son los de Ia

región del Rhin, algunos muy escas^s de la Gironda y muy pocos

de las vií°ias de nuestro país; y las rebajas ya sabemoe todos los

sefíores vinicultores cómo se hacen; lo difícil es rebajar conservan-

do, porque para conaervar lo que se necesita es aumentar. Con-

yervar rebajando, rebajar vinos para^®xportar; ;ah, Sr. Maisonna^

veI S. S., que es eomerciante, aabe muy bien que no as agua lo

que necesitan los vinos para no torcerse; lo que necesitan es otracosa. No ae conserva el oolor, como deicía el Sr. La Rosa, no se

conserva esa nitidez de los vinos echándoles agua; ae conaervan

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echándoles otra cosa bien distinta, y aon de bastante valor los vi-nos franceses, y tienen alta importancia en sus mercados los vi-nos de exportación; que Francia es una nación que produce tnu-cho, pero que consume más que produce. Francia es una naciónque no exporta ni inás ni menos qne sus vinos delicados, do granvalor, mientras que consume la totalidad de todos los vinos depoco precio que produce, con más Ia totalidad de los vinos queimporta.

TFáeil sería que Claceteazc Laffitte, G'^aateau .Ilargaux ó algunosde esos vinos excelentes fueran á rebajarlos algún grado para pa•gar medio cizeltu por galón eu una botella que vale 20 ó 25 fran-cosl Pues esos aon los vinos que exporta Francia á IngIaterra,los vinos de gran valor; por consiguiente, no está el peligro poresa parte. Antes propuse yo, y vuelvo á reitorarlo, que el Sr. I're-sidente, si lo tiene á bien, se sirva preguntar al Congroso si éste,antes de tomar acuerdo sobre el particular, puesto que nos so_bra tiempo todavía, tiene á bien nombrar una Comisión que se acer-que al Sr. Ministro de Estado, no en son de imposición, sino eneon de cariñoso recuerdo; y quizás él pueda indicarnos algo de loque esto significa, de las dificultades que haya encontrado, delos ruotivo9 que haya tenido para aceptar esto y Ios peligro ► quepueda entrever para nuestra agricultura en lo porvenir.

El Sr. Alvarez: Pido la palabra.El Sr. Presidente: No hay palabra.El Sr. Alvarez: Es una conclusión que presenta el Sr. Casta•

ñeda, y esa conclusión, con las otras, serán examinadas por laponencia que en su día resolverá Io que tenga por conveniente.

El Sr. Maisonnave: Pido la palabra.El Sr. Presidente: La tiene S. S.El Sr. Maisonnave: Sé yo, Sr. Castañeda, perfectamante, que

el Gobierno inglés no depende del Gobierno espa^iol, lo mismoque lo sabe S. S. y lo sabemos todos; pero cuando el Gobierno in-glés in^pone ya condiciones antes de que se apliquo un tratado,es porque algún pensamiento llevará; pensamiento noble, porquelo ha advertido antes de firmarlo diciendo: u'rongo esta autoriza^eión y]o hago presente para que no se crea el día de mafiana quolo ponga en práctica, que he pactado con doblez. n

Por eso, como nos lo ha dicho, como lo ha publicado, y á todos

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nosotros nos perjudica, por eso debemoa decirlo, por eso manifes-ta ►nos nuestra opinión.

Yo no he dicho que se le echo agua al vino y se rebaje de gra-

clos; la manera como eso se haca, S. S. lo sabr^., como lo sabentodos los vinícultores.

Al Sr. Ministro de Estado yo no voy en son de oposicióu nide queja; yo le aprecio, le quiero, es amigo particular mío, tal vezantes que de S. S. (^l Sr. Casta7aeclcc: Es advorsario mío.}

El Sr. Presidente: Ruego al Sr. ^laisonnave qua no se dirijapersonaimeute al Sr. Castafieda, sino á todo el Congreso.

F.l Sr. llaison^iave: Sobre los grados de alcohol, que es el ar-gumento más culminaute que nos ha hecho el Sr. Castatleda, sobresi tendría^mos que rebajar la graduación de nuestros vinos, y sobresi Fraucia podrfa aprovechar la rebaja de derechos de los vinosen Iuglaterra, yo debo decír: que si se hace la reduccióu del dere-cho de exportación hasta los 15° Sykes, Francia se aproveclzará,de ella; que los mandará, sus vinos; dentro de los 15° Sykes quenosotros no podemoa mandarlos con dichzti graduación, como sedosprende del estudio del eetado que presento, y que nos queda-remos, por tanto, de la misma manera que est^barnos antes deltratado.

El Sr. Presidente: He aquí un caso que no estaba previsto, yes el siguiente^ corresponde el Sr. García Díaz hacer uso de la pa-labra, pero un individuo de la Co ►nisión, el Sr. Serrauo Fatigati,quioro hablar, y la Mesa ae encuentra con esta dificultad. Ignorasi el Sr. García Díaz querrá ceder su turuo en orden de prelaciónal Sr. Serrano Fatigati...

L1 Sr. Garcla llíaz: Con mucho guato, Sr. Presidente.El Sr. Pt'esidente: Tiene la palabra el Sr. Serrauo Fatigati.P1 Sr. Serrano Fatigati: Sefiores: no pensaba hablar sobre este

tema ui hacer observación alguna; pero ante laa afirmaciones de

dos dignísimos miembros de la Comisión quo han salvado sus

opiniones, yo debo levantarrne aquí para decir que, aaí cotno hay

individuoa que dirigen cenauras al tratado con Inglaterra, hay

otros quo firmemente creen ©n su convoniencia para los intereses

de la agricultura espafíola.

Como á las raroues poderoaísimas que en pro d© osta doctríuahan expuesto cou la mayor elocuencia los Sres. Castai'ieda y'/.a-

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patero, han de unirse las que aportará el Sr. García Díaz, y esperoque unxs y otras han de llev ar á vuestro ánímo la convicción másprofunda, no voy á exteuderme presentando igual género de argu-meutos; pero si he de nermitirme llamar vuestra atención sobrecierto género de datos, y acudo á vuestra loaltad, á vuestro buensentido y á vuestra imparcialidad, para que os fijéis en equivo-eacíones extrañas y para que reeonozcáis la falta de concordancíaque hay entre dos aseveracionos concretas que se están formulan-do contra el modus vz:vendi por los mismos oradores, desde que em-pezó la discusión de este tema.

^Se cree que no cabemos, ni podomos caber dentro de ese senti-do práctico á qu® ha aiudido uuo de mis dignos compaiieros decomisión? ^Que no podemos entrar en la apreciación de las cifras?

Pues si lo más práctico en este asunto es ei conocimiento delos vinos espaiioles para saber si el tratado favorecerá 6 no su eg-portacián, y la primer cifra que hay que aducir es la que marcala riqueza alcohólica de la geueralidad; yo debo indicar, on pri-mer término, que entré 2.400 muestras que he examinado sóló 5me han dadomás da 1G° centesimales, medidos, por supueato, comose deben medir, no con uu pesamostos: esta cifra corresponde, comosabéis, á algo menos de los 30° Sykos, y muestra elocuentemeuteque los 4°, de 2u° á 30° que se ganan en el actual »ZOdzcs vivendi,darán entrada á la mayor parte de uuestros vinos en el mercadoinglés con el derecho inferior que en el convenio se estipula.

La segunda objeeión es aún más extraíia. «Nuestros vinos-sedice-no pueden exportarse si no se encabezan, debiéndoso juz-gar, por 1a forma en que hacon este argumento nuestros adversa-rios, que son los únicos que tienen la particularídad tríste de tor^cerse; y es el caso que los que hemos vivido ou Francia, los quehemos visto convertirso centenares de barricas de vino ©n ácidoacético, no debemos creer, sin emb.argo, que Ios vinos francosespuedan acidificarse, para que pueda mantenerse el eurioso argu-meuto de los que rechazan el modus vivendi.

He dicho. (ll^^laicsos.)El Sr. Rivera: Pido la palabra.El Sr. F'residente: óPara qué, Sr. Rivera?El Sr. Rivera: Para aclarar un concepto de los exlnuestos por

el Sr. Serrano b^atigati.

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El Sr. Presidente: S. S. compreuder<L perfectamente qne conel mismo objeto podrfan pedir tan^bién la palabra todos los seí^o-res concurrentes, y en eso caso, la discusión no terminaría nunca,porque todos podríau creerse aludidos lo mismo que S. S.

Ia Sr. RiverB: Es para deshacer un conc©pto equivocado queaquí tienen algunos acerca de la riqueza alcol^ólica de los vinos

El Sr. Presidente: En el mismo sentido que S. S. desea hablar,va á hacerlo el Sr. Casabona, que tiene pedida la palabra, y el eualindudablemente tendrá ocasión do decir lo que desea, porq uo comose han establecido turnos ©n uno y otro sentido, claro está quo olSr. Casabona, interpretando ol ponsamiento de S. S., harri, esa in-dicación. De otro modo, repito, cada uno daría su opinión propia,y en ese caso, so harían interminables los debates de ©sta Asam-blea.

El Sr. Soriano P lasent: Pido la palabra.I^71 Sr. Presidente: ^,Para qué la quiere S. S.?EI Sr. Snriano Plasent: U^^icamonte para probar cou datos

oiiciales que I+:spaí^a tiene vinos comunes de xnás de 2(} gra^losSalerón, y aquí está el documento impreso hace cuatro at^os.

E1 Sr. Presidente: El Sr. Casabona tiene la palabra.El Sr. CtlsBbona: Sefiores: empiozo confosan^lo quo me hallo

coinpletamento cohibido, que vengo á defender mi ideal y me fal-ta la libertad necesaria. Sin umbargo, voy á intentar una excur-sión por osos caminos tortuosos, hasta donde me lo porrnita l:^ be-nevoleucia de nuestro diguo Yresideuto, ^^ue ha declarado 2:^^arz^iscz,^-tiUle ol tratado pondiente con inglatorra, cuya orden acato, pormás que no mo parece bien; puesto que si las Cortes han de fallarsobre tan irnportaute asunto, par©cía natur:^l que oyeran antes álos intoresados.

Creo, sex^ores, que mi amigo el Sr. Serr:xno I'atigatí está com-

plet^amente equivocado, si pretende qu© en Eepai"ia no h;1y vinos

comunes superiores al grado alcohblico quo ha indicado S. S. Po-

dría citarle prnebas irrecusabl©s basadas on mi pobre expericncia

personal; pero no creyéndome autorizado para rnolostar por mu-

cho tiempo la atención de este Congroso, tne re£eriré á la Me,no-

ria de mi viaje oficial á Loudres, ^, dond© fuí con ©1 objoto de es-

tudiar la influencia que puede ejercer aquel gran mercado eu olporvenir de nuestros vinos.

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De esta Memoria tenéis varios ejemplares impresos por cuentadel Gobierno, allá sobre la mesa, por si alguno de VV. quiereleerla. En ella verán, no sólo que está equivocado mi amigo elSr. Serrano Fatigati acerca de la fuerza de nuestros vinos, sinoque verán otros muchos datos referentes al tema que hoy se dis-cute, y que convendría tener presentes cuando se intente celebrarun tratado de comercio con Iuglaterra.

Tampoco tiene razón el Sr. Serrauo Fatigati al creer que los vi-nos franceses, por no teuer la misma graduación alcohólica quelos nuestros, han de dejar por esto de hacernos mucho daCio eula terrible compotencia que se nos prepara; pues no sólo se tiacencompetencia eutre sí unos vinos con otros, aunque seau de distin-ta fucrza, sino las cervezas y demás bebidas alcohólicas de cual-quier clase que sean.

Para explanar mejor este punto y otros no menos iuteresantes,y con el fiu de reducir y condensar mis ideas, será preferible de-cir dos palabras acerca de la historia del último tratado celebra-do en 18G0 ontre Inglaterra y Francia, ya que no puedo hablardel tratado pendiente con Espaiia.

Con esto tal voz pueda conseguir indirectamento parte de ^nis

propósitos y salir del compromiso on que me hallo.

Inglaterra eu 18G0 tenía necosidad de abrir uuevos mercados á

sus productos manufactureros, porque estaban atestados todos sus

almacenes, y empezó á uegociar uu tratado de comercio con Fran-

eia. ^ pesar de que I^^glaterra pasa por libre-eaLnbista, ainoi.^azó á

Francia con las represalias, si no accedía á sus pretcnsionos. Ii,e-

presalias que hubierau sido indudablemeute tan sangrientas cbuio

las que uos aguardan, según dico el Sr. Castaiieda, si las Cortes

españolas no apruebau nuestro tratado pendiente con Inglaterra.

Et Gobierno francés acr,edía á una rebaja genoral de der©chospara todos los géneros ingleses á su entrada en Francia; y á suvez Inglaterra le dejaría ojercor ol monopolio con sus viuos en elgran m©rcado de Londres. Es claro que esta monopolio había deser en perjuicio de los vinos de Espana, que era la única que con-eurría en grande escala en aquel ceutro de consumo.

Vamos á ver de qué manera cousiguió la astuta Inglaterra dargusto al Gobierno francés y satisfacción á sus propios interesea encontra de EspaCia.

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Es bien eabido que todas las medidas legislativas de Inglaterra,

respecto á aduanas, han de tener siempre un carácter genera},

afectando igualmente á todas las naciones. Por lo tanto, Francia

le pedía un irr^posible al pretender qu© se estableciera una tarifa

exclusivamente para los vinos franceses y en perjuicio de las de-

más naciones.Pero Inglaterra, á la cual nuestros libre-cambistas presentan

eiempre como una víctima inocente de la diplomacia europea, so-

bre todo tratándose de asuntos cornerciales con Espafia; la pulcra

Inglaterra, de conciencia tau rocta y moral tan severa, no había

de desperdiciar ocaeión tan favorable por moro3 escrúpulos diplo-

máticos. Fntor^ces, siguiendo su tradicional política, inventb la

mistificación de su famosa escala alcohólica. Del mismo rnodo y

con la misma hipocresía que acostumbra euando le conviene cou-

signar en sus tratados la cltiusula de nación ^nás favorecid^; aiendo

así quo hace alarde de tratar á todas por igual, sin diferencia de

ningrín género, ideó el rnedio de favorecer los vinos frauceyes sin

nombrarloa, é imponer más de doble derecho á los vinos de las

demás naciones.Para ello estableció un derecho mínimo de un chelín por galón

para todos los vinos, cualquiera que fuese su procedeucia, con tal

de que no pasaran de 26 grados Sykes; y 2 112 chelines y aun

más para los que pasaran .de dicho grado. Claro está; como la in-

mensa mayoría de los viuos franceses no pasau de los 2G grados,quedaron sujetos al derecho miniino, y como la inrnonsa mayoría

de los vinos espafíol©s pasan de dicho grado, pagan rnás de doble

derecho, quedaudo así perfeetamente ^segurado el monopolio de

Francia en el mercado de Londros. Dicen nuestros libre-cambi3tas,

en su afán de defender á Inglaterra, que el perjuicio de Espafla

fué casual, debido al grado que á nuestros vinos ha cou ►edidola uatuxalcza; pero yo os voy á demostrar hasta qué puuto llega-

ba la astucia, ó mejor dicho, la hipocrosía del Gobierno inglés en

aquella época, sólo con deciros que, paraasegurar mejor eI golpe,

maudó sigilosamente dos emisarios, uno ^. estudiar la graduaci •nde los vinos franceses, y otro á^ estudiar la de los vinos ospariolos;

y para que no os quepa duda alguua os diré sus nombres: el pri-

mero, el que fué á Francia, se llamaba Mr. IZ,. A. Ogilvie, y el

que vino á Espafla y Portugal, se llamaba Mr. C. Bernard.

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Cómo supieron estos dos funcionarios ingleses llenar su diFícilé importaute misión, se comprende al ver el tiuo con que acerta-ron á resolver el problema; al ver después perfectamento estable-cida la separación entre los viuos franceses y los de FspaiTa yPortugal por medio del grado 26 de la oscala alcohólica inglesa,como resultaclo de dichos ostudios. Esta es, señores, la inocenteInglaterra. Ahí tenéis un ejemplo de su franca y leal diplomática.

Y el daiTO que con esto nos causaron no consiste precisa^nente

en la mayor cantidad de vino que Francia haya podido vauder

desde aquella fecha en el mercado de Londres, sino en habor acos-

tumbrado, durante estos veinticuatro aílos trascurridos, el paladar

inglés á los viuos ligoros, como se hubiera acostumbrado, induda-

blemente y con mayor facilidad, á los vinos fuertes de nue5tro

país, á no existir aquel irritante privilegio.

Cuando el GoLiierno espailol comprendió las consecuencias fata-

les de aquel tratado calebrado eutre la Reina Victoria y Napo-

león III, empezaron las reclamaciones^ y el Gobierno de Inglate-

rra reconoció y reconoce todavía la justicia y fundamento de

nuestras quejas, según pu®de verse por las comunicaciones diplo-

máticas quo se cruzaron con rnotivo del naodzcs vz:ve^tdi proyectado

en tiorrTpo del Sr. Ruiz Gómez y eu todas las tentativas de tratado

que han teuido lugar desde 1t3^3^; poro suponiondo hipócritamen-

te, coTno siempre, que el daiio nuestro había sido casual, y que al

establecer la escala alcohólica, ícnica para todas las naciones, no te-

nían iutención de perjudicarnos, pu©s ignuraban ]a naturaleza denUestr09 vznos, slelld0 así que, segllri acab&m09 de, ver, ostaba he-

cho con toda premeditación y previo informe de los emisarios an-

teriormente citados. Y esto nos hace recordar la peregrina teoría

libre•carnbista que ha emitido aquí hace poco mi distinguido ami-

go el Sr. CaStafieda, de que los tratados de comercio deben acep-

tarse siempre, cualquiera que sean las conrliciones que se nos im-

pongan. Ya ve S. S. que la libre-cambista Inglaterra está bien le-

jos de practicar estos principios, quo será^n muy científicos, pero

9on rT]Uy 1noCeIlte5.Pues bien; supongamos que so va á celebrar un tratado da co-

mercio con Inglaterra. Yo no sé si se celebrará, seíloros, porquonuestro digno presidonte me ha prohibido saberlo; pero supong^i-moslo así, y hablemos hipotéticamente. Y aupongamos también

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que el Gobierno inglés, reconociendo el perjuicio que nos causa-

ron en 18G0, modifica la escala alcohólica, subiendo el límite me-

nor hasta los 30° Sykes, que comprenden casi todos nuestros vi-

nos tintos, aunque no todos los de Jerez y sus similares quo lle-

gan á.34. Pues es preciso reconocer que egta concesión por sí sola

podría ser completamente ilusoria, sogtín vamos á demostrar.

Quiero dar la voz de alarma para que sepa el país que Iuglaterra,

siguieudo su política tradicional y artera, podría hacer znuy bion

un nuevo juego do cubiletes, con su manoseada escala ^^lcohólica,

y dejarnos cou^pletam©nte burlados.Para ello bastaría que so reservara la libortad de dejar entrar

libres de derechos, 6 con una riueva rebaja, todos los virlos fran-ceses. Es decir, que en lugar de un chelfn por galóti, que es lo quepagan ahora, y cuya ventaja concedería también á nuestros viuosen el tratado hipotético eu cuestiórr, los dejara er.itrar por nrediochelln el galón, ó sea la ruitad de la, tarifa actual, y eutonces nosencontrariauios eu el q risrno caso de antes, cornpletamonto pos-tergado9, corr la circunstancia agravante de qu© Espafía tendríaqua cuinplir honradamente sus comproiaisos contraídos, comotiene de costumbre.

Por supuosto, sei5ores, que Inglaterra no dirfa r^unca que con-coae privilegíos ó nueva rebaja á los vinos franceses, sino q^ie conla misma hipocresía qu© eu 18G0, dirfa que la conced© para losvinos de todas p»•oc^ec^nncias que no pasaran del 8 ó tl por 100 d©alcohol, ó que, pasan^lo de esta graduación, ostuvioson orubotella-dos, dentro de cuyos lí ►nites ostán comprondidos precisarnouto ]a

• inmensa mayoría de los vinos fi•ancoses, los cuales forman dos

grandes grupos: 1.°, los fiuos superiores ae 10 á 12 por 1.U0 de

alcohol, tales como el Círaleate 14'largazcx, Clzaieau Laffilic;, etc.;

y 2.°, los vinos comunes da 8 á 9 por 100, que sc couocen

con el uombre de Petit I^ordcaux, que es casi todo el vino de

Fraricia.tldomás resultaría otro inconveuiente gravísimo para nosotros;

tendríatnos por delaute un nuevo período de tiempo muy largopara que el paladar iuglés se acabase de acostumbrar á los vinosligeros, on vez de acosturnbrarse á los nuestros, quedando defirii-tivamei^te perdido para nosotros el gran rnercado do Loudres; esdecir, que no sólo quedaría en pie el monopolio de Fraucia, que

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es lo que tratamos de destruir, sino que quedaría asf inejor asegu-rado, tal vez para siempre.

Si alguna cantidad de vino tinto fuerte de Espaga pasara almercado de Iuglaterra eu virtud del nuevo tratado hipotético encuestión, sólo servirfa de primera materia para que pudiese allihac©rse el coupage, 6 sea rnezclarlo con el de 7, 8 y 9 por 100 dealcohol procedeute de Francia. De manora, que si ahora los vinosespaffoles son explotados como primera materia por los industria-les francesea, lo serían después por los ingleses, sin que nosotrosalcanzára^nos tampoco ventaja alguna bajo este punto de vista.

Mucho podría deciros todavía si tuviese la libertad de hablarde una mauera concreta sobre el tratado pendieute con Inglate-rra; r,ero respetuoso con la Presidencia, no me considero auto-rizado para coutestar 9íquiera á las ideas que aquf se han emi-tido por otros oradores, completamante contrarias á las mías,aunque parecía uatural que yo tuviera la libertad de contastar,defendiéndome.

Por esto hago aquí punto final; pero creo, eeñores, que he dichó

lo bastante para que podáis comprender el gravísimo pelígro que

corre la principr,l riqueza do Espafia, si llegan á dominar ciertas

corrieutes en las regiones dip)om^£ticas.Yo no dígo, ser^ores, que la intenciGn de Inglaterra sea tal

como la he pintado, aunque algo de esto puede haber on las tresreservc^s de que nos ha hablado el Sr. Maisonnave en su luminosodictarrteu; reservas que no me es dado discutir en este momento,y lo eiento en el fondo de mi aima.

Al terminar estas breves palabras, confieso que los agricultorestenemos recihidos de los industriales rnuchos y antiguos agraviosen cnestión de aduanas; pero como no somos vengativos, comono nos ciegau los principios de escuela, no teuemos interés enperjudicar rí nadie inútilrnente. Sería una verdadera insensatezsacrificar el porvonir de la industria fabril de España, sin obtenerventajas de ningún género á favor de nuestra vinicultura.

Por último; al sentarme, voy á^ llamar vuestra ateución sobre

una circunstancia notable. Algún motivo habrá^, segores, para

que la vieja y astuta Inglaterra, contra su costumbre, llene de

obsequios y distinciones al que acaba de ser su representaute en

Eapaíia y para que celebre con regocijos ptíblicos las coudiciones

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do ese tratado hipotético, que si por desgracia se llegara á reali-

zar, no sería ciertament© un gran triunfo para la diplomacia es-paiiola. (Aplazcsos en alqunos Lancos.)

El Sr. Serrano Fatigati: Pido la palabra.El Sr. Presidente: La tieno S. S.EI Sr. Serrano Fatigati: Siento mucho no poder hacerme

cargo de las gravísimas acusaciones hechas contra el tratado por

el Sr. C^tisabona al final de su discurso, porque supougo que lo

hará c^^i querido alrlígo el Sr. García Díaz, y sólo diré dos pala-bras para rectificar.

S. S. no ha contestado á Inis argumentos, porque no es lo mis-mo medir los vinos en la bodega que modirlos en Inglaterra des-pués de impoetados y ya eucabezados, como S. S. lo ha ejecutado;así pueden n^edit• cualquier núruero de grados.

I'o uo he hablado de 15°, siuo de I G y 4 décilnas centesimales,y Inedidos á la telnperatura do 1^, porque cnedidos á difereutestemperaturas , pueden dar también los grados que se quiera.(Facertes rzcmores.) Sefiores, estoy acostumbrado á]iablar donde setiene cortesía con el orador.

(Acc;^aenta^a los rzcmores. Parios se^^cores representantes prodestan de

estas íclti^nas yalabras, ^ otros piden que se retiren.)

El Sr. Yresitlente: Orden, sellores; la Presidencia sabe irnponereorr^ctivos cuando es necesario, y lo ha hecho oportunamente. ElSr. G:^rr,ía Díaz tieno la palabra.

El Sr. Garcia Díaz: ^ estas atturas, y después de los brillan-tes discursos que aquí se han pronunciado, especialme^te por los

Sros. Castaiieda y Alonso de Beraza, que son aquellos que tienen

una opinióu más aproximada á la mía, lo que procedía es que yo

renunciara la palabra por todas las circunstaucias de tielnpo, de

]ugar y de lo agotado del debate; pero ya que la he pedido, para

qua no se traduzca la renuncia cOIYlO una especie de deserción,

voy á hacer algunas ligeras indicaciones y principallnente á ma-

nifestar un asombro que yo siento, y del que entiendo han de

participar algunos de los s©Iiores presentes; y es que, de aquel la-

do, aquel grupo, aquella parte do indíviduos que constantemeute

han estaclo aquí proclamando y sosteniendo y dofendiendo la ue-

^ssida^l de los tratados, ahora quo ostamos ya en la roalización ó

^^n el conv®uio, 6 en ol ajuste de esos tratados, paroco que se arro-

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piente de estos antecodentes. Porquo, señores, tonga © ntondido el

Sr. DTacquE^s de ^^guil^^r que eu estos casos las escuelas económi•cas ó los principios ecouómicos se dividen en dos graudos tenden•

cias 6 n^anifestacioues. IIay escuela que ee partidaria de los trata-dos de comercio; hay otra, á la cual tenbo el gneto de pertenecor,que no pensamos en loe tratados más que como tuia cosa acci-dental, pasajera, de trausición, que es preferible á otro régimenpeor; pero en estas cuestiou©s arancelarias, nosotros no reconoco-mos Inás...

Fl Sr. Presidente: Hetnos convenido eu no v©rter aquí ideaalguna qn© pneda teuor caráctor de mauifestación hacia determi-nada escuela ó doctrina.

L! 4t^, (x^^rcía, I)i^u: Pero tenem^^s que recoger alguna indica-ción del Sr. A7ardués de Aguilar que ha manifastado quo no erapartidario de los tratados do comercio, Pues eutouces, zde qué espartidario S. S.? Porqu© ei es partidario del libre-cambio, lo hu-biera dicho; pero si no es así, entonees será partidario del aisla-miento del pueblo e^pafíol.

Pero vengamos al c,onvenio con Inglaterra. También en ©stoestoy sorprendido; porq+ie levantarse aq+lí en nocnbre de los in-tereses vinícolas de )► spalia á decir que la colebración do los tra-tados no es convenieute, es no conocer lo quo los tratados sig-nifican.

Desde 18(^2, en qu© se cambió el sistema arancelario respectode los viuos, y supi•iu^ió el derocho uniforme, reernplazáll^lolocon la escala alcohólica, se empezó á seutir la ilecesidad de ulladisminucióu en los grados alcohólicos; y en ese seutido se ha vo-nido ohservando constantemente desde 1872 (eobre todo estandode Miuistro eu Inglaterra el Sr. Moret, que bestionó ostas n©go-CIaC101]e9 d]plOtllfltlCa3), desde entonces hasta el Inomento proseu-te, siempre, conGtanten^ente, en todas las situaciones y con todoslos Gobiernos se ha venido formulando por parte de los produc-tores ^•inícolas esta aspiración, condensada y formulada de unamanera concreta en 1877, cuando no dominaban on las regionesdel poder, ciertarnente, Ios principios del libro^catnbio, ni habíatatnpoco niugáu hombre de doctrinas y teorías tan sumamenteliberales, que sin ser libre-ca^nbistas se dejaran llevar por las co-rrientes de la opinión.

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El Sr. Presidente: Puego á S. S. considero que aquí no trata-mos de libre-caii:bío ni de protección.

El Sr. García Díaz : Pues bien. Eu el año 1877 se habla for-

xnulado esta aspiración de uua manera concreta por una comisión

respetable, compuesta de los sefioros siguientes: D. Luis Mayans,

Marqués de Mudela (rne parece), taxnbién gran productor; don

Manuel González, ll. José Moreno, productor de JereL, Il. Antunio

Castell do Pons, productor de Lérida; D. Eduardo Gasset y Ma-

th©u, productor de '1'arragona, y D. Pedro Bosch y Labrús, el

cual tatízpoco se dejaría llevar de sus ideas económicas.Pues esta comieión, recogiendo la aspiración natural de los

productores, decía al Gobierno de S. M. lo mismo que yo tengoel lxonor de manifestaros.

lle ►nanora que tenemos aquí, ya desde ol ax^o 1877, forxnulada

concreta^mente esta aspiracíón de los vinicultores españoles. ^Ha

habido dospués algo que haya hecho abandonar esta tendencía,

esta aspiraciónP Absolutamente xiada. Todos los Gobiernos que

lxa habido en Espaffa lxau tratado de traducir esto eu un conve-

nio comercial con Inglaterra. EI año 1883 el Sr. Ruiz Gbmez ne-

goció un convenio análogo al quo ahora está pendiente de discu-

sión en las Cxímaras espaí^olas; posteriormente, el Sr. Llduayen

hizo una negociación semejantg; y ahora, aprovechando los pri-

meros mocnentos, se trata también de llevar al terreno de la le-

gislación arancelaria la aspiración que desde 1877 vienen for-

xnulando los productores espafioles. De mauera que tenía yo

muchísi^na razóu para asombrarmo de que desde estos bancos

pud'rera lanzarse ni^^gún géuero de protestas ni observaciones al

convenio coxnercial cou Inglaterra, cuando éste viene á r©alizar

la aspiraeión coustai^te de los groductores vinícolas de Espai^a.

Y ya con osto, yo concluiría; pero también se ha hablado aquíde otro particular, batiéudose como en retirada, reconociendo queol tratado de comercio con Inglaterra tieno cierta conv©niencia,pero negando que la generalidad de los vinos espaxioles esténeowprendidos precisamente en esa ampliación de 2G ^ 30 grados;con cuya negacióu se desconoce también la ventaja de ese trata-do de coxnercio.

Pues bien, señores; yo en esto no voy ^ leer datos propios, aná-lisis particulares, como algunos de los aeñores aquí presentes, en

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uso de su derecho, han hecho; sino que voy á r®forirme á datos

oficiales publicados á consecueneia de la exhibición más impor

tante de productos viníeolas que ha habido en España; me refiero

á la Exposición vinícola de 187 i celebrada en Madrid. En esta

Exposición se presentarou 2.E;^2 muestras de vinos; de estas

2.652 rauestras de viuos resultaron de más de 30 grados, 722. A

éstos, por consiguiente, no aleanzan los beueficios del conveuio

comercial con Inglaterra; pero hubo 1.930 que estaban compreu-

didos en una escala iuferior á la de 30 grados. De manera que y,^ven los señores aquí presentes que, siendo las cnuestras presenta-

das 2.6^2, resultaban 1,930 de una graduación inferior á 30 gra-

dos, y solamente 722 de una graduación superior.^Cabe dudar, por consiguiente, de ]as ventajas que el convenio

comercial cou Inglaterra va á reportar á la producción vinicola deFspaña? ZHay algo que aducír contra estos datos estadísticos?

Dejémonos, pues, de suapicacias, de recelos, de la intención quepueda llevar Inglaterra al hacer la divisibn de la escala alcohólica.Yo lo que sé es que uo se va á perjudicar á nadie.

A!ni lado está un seffor que es productor de viuos eu Mallorca,el cual me dice que nosotros tenemos vinos de uua graduacióninferior á 15 grados. De manera, que el día en que Inglate^•rahaga esa divisióu de.la escala alcohólica en dos categorías, losproductores españoles que exportan vinos á Inglaterra inf^erioresá 15 g,rados, van á participar de las reducciones que estable•r.caInglaterra. Y los demás productores ^qué van á perder con esto?Claro ostá que los vinos que no estén comprendidos en ese gradoínferior de 15, no obtendrán ventajas de las reducciones euceai-vas; pero cou quelas obtengan algunos y no resulte nadie perjn-dicado, esa sospecha b esa suspicacia me paroce desprovista defundamento.

Después de estas explicaciones, creo que el p^.znto debe dars©por suficientemente discutido, y que podemos pasax á ocuparnosde otro asunto.

El Sr. Presiden^e: Tiene la palabra el Sr. Nicolau.E1S r. 1licolau: Llego, tiefiores, á la discusicín, ^cu^índo? Des-

puós d© los magníficos y extensoa discursos que se hart pronun-eiado, viene ya, se puede decir, la discu,ión agotada, y cansadoslos que estamos en ei Congre^o. Por consiguic^^te, mi situación

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es dificilísirna; y únicamente por el dcber que tengo cle decir algoen cste Congreso, no por mí, (porque si se tratara de rni persoua•

lidad, ó si yo debiese tratar la cuestión personalments, no lo ha-

ría, porqu© me prepararía á tratarla en otro punto ó er^ otro sitio),

sino porque represento á una corporación tan importante como

el Consejo de Agricultura, Industria y Comercio do I3arcelona.

Y habiéndome encargado encarecidamente que hiciera oír en el

Congreso la opinión de aquel Consejo, en el sentido contrario á

los tratados en proyecto, debo precisamente tomar una parte en

esta discusión, y procuraré hacerlo lo más breve posible, teniendo

en cuenta que la reunibn debe estar ya fatigada; y al hacerlo, me

propongo no apartarme un ápice del dictamen de la pouencia.

Dice ésta: «Conveniencia de celebrar nuevos tratados de co-mercio.^ Los tratados de comercio se hacen en el terreno mercan-til, como los convenios de paz sc realizan en el campo de batalla,basándose en la compensación, en la reciprocidad. Sobre esto yono debo decir mi opínión particular; yo debo concretarme ^í larepresentación que ostento en este Congreso.

Dice la ponencia en uno de los párrafos de su dictamen:« Por eso al concertar un tratado de comercio, debe meditarse y

pestudiarse bien todas sus ventajas; se debe calcular con la exac-

»titud posíble lo que producimos y lo que introducimos del ex-

utranjero, así como lo que produce la nación con quien vamos á

»contratar, y lo que nosotros uecesitamos de ella, á fin do queylos beneficios que consiga una no sean clasío para la otra; otra

»cosa no es uu tratado; es una transacción ó acaso una humi-

^llación.»Pues yo no quicro apartarme de eee párrafo; para mí es el más

importante de la discusión de esto Congreso.A mi modo de ver, seflores, no se ha hablado más que de la

exportación de los vinos; pero yo pregunto: ^no hal>éis tenido encuenta, sefiores vinicultores, el principal consumidor de vinos, esdecir, el consumidor nacionalP

Es claro que la producción vinícola necesita exportar sus pro-ductos; pero para exportarlos se dicc que ha de ser á, cost^l detratados de cornercio, y en esos tratados puede haber tales equi-vocaciones, quo el vinicultor sea la primera víctima del ta^atado.

Z`éngase en cuenta quo un país no vive sólo dc uno ilo lus fac-

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tores de su producción, sino de todas las producciones que forman

su riqueza; y si al hacer el tratado nosotros nos equivocamos, y

para beneficiar un factor de esa riqueza venimos precisamente á

per.judicar aquello que constítuye cl primer consumidor, el m^s

grande consumidor de esa produccidn vinícola, entonces la equi-

vocación so volverá contra nosotros mismos.

Y, señores, los tratados, sin que yo veuga en estos momentos.í discutir si son en absoluto convenientes ó no, los tratados que

hasta ahora hemos hecho deben servirnos de norma para el es-

tudio de los que hagamos en el porvenir; porque cuando se a.brcn

nuestras balanzas desde el ario 1873, en que comenzaron muchos

tratados ^í, dar sus resultados, hasta la época actuai, vemos que

l^a aumentado cuatro veces la importacidn de todos los productosextranjeros y que ha bajado nuestra exporta.cidn.

La verdad es que tenemos un sóio factor de riqueza favorableá los tratados de comercio, el factor de los vinos; pero é, su ladotenemos otros tratados, y no citaré más que el alemán, en el cualencontramos que, desde 1870 á 1874, época en que empezó á, re-gir, exportábamos vinos á aquel Imperio por valor de cuatro mi•llones de pesetas, y del 80 al 85 la misma cantidad, 6 menos; locual demuestra que en la cuestión vinícola no licmos adelantadonada en Alemania. ^n cambio, ésta ha invadido nuestros merca-dos, durante muchos axios, de una cantidad de azúcares inmensa,en perjuício de una produccíón nacional, como lo era la de la islade Cuba, y ha invadido también nuestros mercados con el alco-hol, de nna manera tal, que ha hecho completamente imposiblela destilacidn de las brisas y el aprovechamiento de nuestra pro-duccidn vinícola. Y ha h©cho más; ha dagado la importacidn denuestro aguardiente de caña, destilado en Cuba; de modo que elmercado espafiol está completamente alejado del comercío.

Y no citaré uingún otro tratado porque este me parece quepuede servir de ejemplo para demostrar de quó rnanera una equi-vacacidn, sin ser beueficiosa á un producto, puede perjudicar nota-blemente á otros.

La gravedad, pues, de los tratados de cotnercio, ©st^ á mi rnodode v^r en la extensión que se les pueda dar, y por consíguiente,yo me tomo la libertad de rogar á^ los sefíores vinicultores espa-^ioles que mediten bien si les tiene cuenta el tratar la cuestión

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vmícola puramente en abstracto, prescindicndo de las demásfuentes de riqueza nacional que tanto contribuyen á formar es©consumidor que, al cabo y al fin, es el mejor consumídor y e1más seguro de nuestra producción; y para no comprometer ^, esoconsumidor, yo no haré más que'unas ligeras observaciones, unrecuerdo no má,s de cámo han venido implantándose los tratadosde comercio.

Un dia se ha dicha á los agricultores de Castilla: «Votad trata-dos de comercio, porque tenéis un granero, porque nuestra pro-ducción de granos es el granero do Europa.» Y cuando se decia^, los agricultores que votaran tratados en favor de los cerealescastellanos, se les venía ^a decir al propio tiempo que no erangraneros y que habia necesidad de rebajar los derechos de im-portación porquo, al cabo y al fin, ©ran tan poco en España, quese necesitaban los cereales extranjeros paT•a comer ol pan barato.

Otro dia se decía lo mismo á los andaluces respecto do losaceites, y sin embargo, se firmaban los tratados creyendo cadauna de estas producciones que con los tratados obtenían una granventaja. ^Cuidado, señores, no venga un día en que prescindien-do de estos factores tan necesarios para sostener la misma riquo-za vinícola en el país, por una de esas contrariedades que á vecestrae la miscna naturaleza, no venga á ser tal el perjuicio queaquélla sufra, que se encuentren las demás producciones agostadasen virtud de tratados mal calculados y peor resueltos; y en aqueldía, no tan sólo entre la miseria en los demás productos del pais,sino que los vinicultores se píerdan completament©, y ontonces laruina del pais será inevitable.

Yo no haré más que una observacibn. De lo que he oído estatarde deduzco que, si se hacen las dos divisiones en la escala al-

cohólica, podrá llogar el caso que á los 1^ nosotros no exporte-

mos vino á Inglaterra, y sea Francia la quo lo exporte, De mane -

ra, quo por wi lado este tratado puede sernos perjuclicial bajo ese

concepto, y por otro se ha venido á coznprobar que no pueden

entrar los vinos d© Jerez en Inglaterra á beneficio de la rebaja que

hace la extensión de la escala alcohólíca. Por consiguiente, viene

hoy á quedar reducido el beneficio al vina espaziol que en virtudde ese tratado pueda entrar desde 2G á 30°; eYponiéndonos maílana

á que esa pequeñisima ventaja venga á desaparecer por comple-

^6

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to, si Inglaterra hace un tratado cou Francia que favorozca tí esosvinos inferiores de 15°. Por lo tanto, yo ontiendo que e1 tratadoque se discuto tíene una grandísima gravedad...

EI SC. Presic3ente: S. S. podrá exponer todas las condiciones degravedad que pueda tener el tratado con Inglaterra; pero aquí,como hemos dícho antes, no se discute ningún tratado cancreto.

El Sr. Nicolau: La pononcia dice que el tratado no puede con-venir si egiste esa cláusula de los 15°; y como aquí se ha mani-festado que de I5° para abajo no puede haber exportación en In-glaterra, os una consecuencia natural que ese tratado no conviene.Además, añade la ponencia que esos tratados debeu estudiarsemucho, porque si no se estudian ó se hacen en ciertas condicio-nes, vieneu á ser una humillación, y á lastimar profundamente losiutereses espagoles. Por lo tanto, el patriotismo, la dignidad pro-pia del país y su propia conservación le obligan ^í decir al mismoramo de vinicultores españoles que ese tratado no es conveniente.

Y que esto es cierto, no lo voy á decir yo, no me basta que sehaya dícho esta tarde, sino que recuerdo. que á propósita de esemismo tratado ó de ese modus vivendi, cuando se hizo bajo labase de extender la escala alcohólica de 26 á 30°, por la sola com-pensacíón del trato de nación m^s favorecida, se pidieron informes á los centros oficiales y existo una comunicación del Minis-tro do Hacienda de aquella época, Sr. Gallostra (y nombro á, lapersoua porque está consignada su opinión en documentos que sohan publicado), en la cual dice al Ministro de Estado que, ^cuidadoen permitir toda división ó rebaja de la escala de los 30°; porqueentonces resultaría que cuanto se hiciese con el modus vivendi,sería completamente ilusorio.» Esto no lo digo yo, esto lo di^;e unMinistro de Hacienda español comunicándoselo aI Ministro deEstado.

Acabo"de leer hace dos días una carta de una persona impor-tantísima de Inglaterra, cuya carta ha sido publicada en el Daill^Teleyrapla, uno de los diarios más importantes de Inglaterra, y enella se dice lo siguiente: (Lee.)

RSus observacioues sobre los vinos de Jerez, referentes al con•venío anglo-espaíiol, son muy pertiueutes. La extensión dc cuatrvgrados del límite alevlzólico, puede, ^egún V. indica, aumentarcon el tiempo la importación de cíertas clases de vinos poco cono

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cidas hasta aquí; pero respecto á los vinos de Jerez que en laactualidad pide el consumidor, el convenio tal como se conocehoy, se contrae precisamente á aquel límite dentro del cual nopueden beneficiar sino las primeras clases de los vinos más finos;y como estas son comodidades muy costosas, la pequeña reduc-ción de tres decilitros por botella no es estímulo ninguno paraaumentar el consumo. Como la extensión de cuatro grados sobreel límite inferior de la escala alcohólica afectará solamento á ladécima parte de los vinos españoles que se importan, y que éstosson principalmente vinoa tintos, es poca la ganancia que á Es-paña puede reportar de semejante concesión, particularmentecuando más de 50 por 100 de los vinos que actualmente se im•portan de España, caen dentro del límite inferior quo rige en laactualidad. Si el convenio presente trata inmediatamento y hasta1892 con el derecho sobre vinos hasta 30^ solamente, y que Espa-ña en contra nos conceda las condiciones de nacióu más favoreci-da, hemos hecho sin duda un magnífico negocio; pero todo tieneque ser especulación mientras el convenio no haya recibido laratificación de las Uortes y mientras no se publique el texto entorode aquél. ^

Esto, señores, lo dice uno de los individuas del último Gabine-te inglés.

Cuando se trató con Inglaterra se hizo únicamente partiendode la compeusación de trato de la nación más favorecida, y, sinembargo, en el convenio comercial hay otras consideraciones qu©pueden afectar á provincias que son hoy importantes consumido•ras de vino, como es la isla de Cuba, que en el tratado queda obli-gada á la nación inglesa.

Yo reclamo la atención de los vinicultores españoles para queeviten osos nuevos peligros que amenazan á los grandes é impor-tantes intereses que hoy venimos á defender.

El Sr. Yresidente: ^l'iene la palabra ol Sr. Soriano Plasent.El Sr. Soriano Ylasent: Setrores: seré brevísimo, porque no

voy á entrar en la discusión del tratado ó mod2cs vive^adi presenta-do por el Gobierno á las Cortes. La Prosidencia ha prohibido ter-minantemente que se discutiera ese tratado; pero es lo cierto que,el uno por su escucla, el otro por sus ideas, todo el mundo lc hadado sus ara^iazos.

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Yo, al venir á este salón, me he dejado fuera de la puerta misideas políticas y mi escuela en ideas econbmicas; vengo aquírepresentando al Atoneo ^Lercantit de Valencia, á la SociedadVinícola de Sagunto y á la Soeiedad Económica de Amigos delPaís.

Tengo un encargo para esta base segunda, y quiero aprovechareste momento para que se adicioue siquiera á una de las con-clusiones.

El Sr. Nicolau nos ha liablado de tratados con América, y se haolvidado, señores, qu© no los tenemos con la América del Sui; yhoy misrno que la provincia de Valencia tiene grandes remesas ^ípuuto de hacerse para el Río de la Plata, desde e1 l..° de Junio sehan i7npuesto 40 pesetas á cada pipa que Ilegue á I3uenos Aires.

Yo creo, pues, que lo niejor que podría hacer e5te Congreso ellestas conclusiones, es pedir por unanimidad qno el Gobierno ne-gocie con la América del Sur un tratado, que allí es donde tene-mos nosotros uno de los primeros mercados, que allí es dondehace falta que vayan nueatros vinos.

El Sr. Nicolau sabe perfectameute si el Río de la Plata ha'sidoó no buen consumidor. ^Y qué trasportes se hacen hoy al Río dela Plata en los vapores de S. S.? Niuguno. El mercado de Valen-cia empezó haco tres aflos á enviar sus vinos, y no os quiero de-cir la cifra fabulosa do exportación. El Sr. 1^Taisonnave sabe losque ha mandado Alicante, por el Priorato lo sab© el Sr. Nicolau,y yo lo sé por Va!encia.

Como á este sitio no sa vieno á hacer alardes de elocuencia, yovoy simplemente á rogar al Congreso que en una de las conclu-aiones ponga que inmediatamente se haga el tratado de cómerciocon la América del Sur. No tengo más que decir.

El Sr. Nicolau: Pido la palabra.El Sr. Presidente: La tiene S. S.El Sr. Nicolau: Efectiva^nente me había olvidado de una parte

importantísima, que se refiero á la exportación que Espaí^a estállamada á desarrollar, y yo me alegro muchísimo de que en esteCongreso se haya levantado una voz en favor dc esa exportacióná las Américas que un dia fueron espaffolas, porqu.e eso me re-cuerda que cuando estaban cerrados para Espafia todos los puer.-tos de aquellas Repúblicas, sin auxilio oficial de nadie, muchos

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capitanes y pilotos abrieron aquellos morcados á la producciónespairola. Me alegro mucho, repito, que hoy se haya invocadoaquella exportación, que ha sido, puede decirse, sostenida por lamarina mercaute espairola, por el carácter de factorías que llova-ban nuestros buques, que eran expedicionarios más que buquesde trasportes; y más me alegraré si al rosolver los problemas quelos vinicultores ansían, se tiene en cuenta que los nuevos merca•dos que se abran en América, nadie los abrirá con más amor, conmás entusiasmo, con más patriotisrno que la marina m©rcante 11©-vando en eus topes la bandera espai'iola.

L+'1 Sr. Rivera: Pido la palabra.El Sr. Yre^ideute: La tiene S. S.El Sr. Rivera: Debo empezar, señores, dando gracias á la Me•

sa por la deferencia que conmigo tiene al concederme la palabra;y las doy también á todos los individuos del Congreso, por el ob•sequio que me haccn ascuchándome; pero seré breve para no mo-lestaros demasiado.

^Ii objeto al tomar la palabra no ha sido otro que el de desva•necer un orror de concepto que el Sr. Serrano Fatigati me ha atri-buído, y nacido á mi modo de v©r d©1 carácter de generalidad quolia querido dar al asunto y á la cuestión de la riqueza alcohólicade los vinos.

Como quiera que el que os molesta en osto instante se encuen-

tra al frente de un establecirniento oficial, que es la estación vitf-cola de Iarago•r.a, honor que me clispensó cl Gobierno de S. M.

en 18i31, he pedido la palabra con objeto de aclarar algunos

puntos.Si no he entendido mal, me parece haber oído que los análisis se

hacen sólo de una manera práctica y purameut© mecánica; y yodebo decir al Sr. Serrano Fatigati, y S. S. puede desde luegocreer en la sinceridad de mis palabras, que en el establecirnientooficial de Iaragoza se hacen los ensayos con la mayor escrupulo-sidad y con todo el interés que deb© haber siempre que se tratade servicios generales, no de servicios particulares. EI sistema queseguimos en aquella estación es el quc sirve para determinar ladensidad de los rnostos, y además del areómetro, empleamos tam-bién el procedimiento químico llamado de ferias, y el aparato dealarnbique; y en estos análisis ha habido mostos que nos han da-

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do 28 y hasta 30° de glucosa. Estas muostras procedían de Ricla,del Sr. Conde do Casa Guerrero.

Para terminar diré que hemos obtenido vinos de 18° de alcohol,procedentes de la garnacha, que es el fruto más azucarado quetenemos en 7aragoza, y eI más abundante, puesto que ocupa el80 por 100 de la extensión total del terreno. Este fruto es tambiénel más resistente al oídium, puesto que hace afios invadió nues-tros campos, tomando en ellos carta de naturaleza y destruyendotodas las cepas, excepto la garnacha.

En general el término medio de la riqueza alcohólica de los ví-

nos de la provincia de Zaragoza, entre los cuales se encuentra el

renomurado Carifiena, viene á, ser de 15°; los hay de 16, 17 y 18;

los de Cariiiena tienen 15 ^-, con la diferencia de que e5tos son

más comerciales, porque tienen mayor materia colorante; y claro

está que, adem^ís de la fuerza alcohólica en los vinos, se debe bus-

car también el color, porque los que so dedican al comercio de

esta producción los prefieren para las mezclas, con objeto do

robustecer los vinos endebles. No tengo más que decir.El Sr. Serrano Fatigzti: Pido la palabra para rectificar. ^El Sr. Presidente: El Sr. Serrano Fatigati tieno la palabra.El Sr. Serrano Fatigati: He oído con el mayor gusto al jefe

de la estación etnológica de 'Laragoza. Conozco los traba•jos deaquélla, y sé que es un establecimiento excelente; pcro todas lasafirmaciones del Sr. Rivera viesen á confirmar las mías. Acabade decirnos S. S. que ha encontrado una vez vinos con 1t3°, yo heencontrado, como he dicho antes, cinco muestras que pasaban delos 1 G°.

No he hablado de vinos de 15° (y ya veó que se me ha hecho

esta objeción dos veces), sino de 1(i,4, y otros muchos deuajo de

ese grado, como lo confirma mi querido compafiero, puesto que

dice quo el de más salida en el comercio mide 15".Respecto á la riqueza de los mostos, no tengo nada que decir.En cuanto á la afirmación de los análisis pnc^ticos, no ine he

referido :í que en Espafia se hagan de esta ó de la otra inanera:he dicho que no es lo mismo dedicarse á analizar vinos quc á me^dirlos, sin que esto quiera decir que no puedan hacerse la^ doscosas. Como comprenderá perl•ectamente mi compa^Iero, bacer unanálisia de éstos con pesa•mostos, no os hacer un verdadero aná-

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lisis, y así es como se practican por muchas gentes poco entendi-das en este asunto. Lo quo yo tenía empeffo en hacer notar esque los vinos espafioles naturales pocas veces pasan de los 16° 616,4 centesimales, quedando muchos comprendidos entre los 26y 30° Sykes.

De modo, que no era cosa baladí tener esos 4° Sykes que enol nuevo tratado se alcanzan, y al mismo tiempo no quedabanmuchos vinos relegados por encima de 30°, sin que yo diga queno quede alguno; es claro quo quedará.

Esto es lo único que quería decir, y tengo el mayor gusto enver confirmadas mis opiniones por palabra tan autorizada cornola de S. S.

El Sr. PY^esidente: Tiene la palabra el Sr. Maisonnave.El St'. Mtl,isonnave: Todo lo quc ha indicado el Sr. Soriano

Plasent lo tengo yo pedido en mi informe, y celebro mucho quehayamos estado conformes S. S. y yo.

El Sr. Yresidente: 'Perminados todos los turnos con exceso,porque no sólo han sido los tres quo sef'iala el Reglamento, sinodos más, es decir, después do haber tomado parte en la discusióndiez y seis sefiores de los aquí congregados, creo que es ya horade dar por terminada la discusión de este punto del tema.

(El a-cuerdo del Congreso ficé afirmativo.)El Sr. Yresidente: Conforme con la propuesta hecha por el

Sr. Costa en ol primer día, puesta en práctica ya en las conclusio-iies del primer tema, la Mesa tendrá el gusto de reunirse con lossef"iores que han tomado parte en la cliscución; tendrá en cuentatambicsn todas las proposiciones que á. la Mesa so han presentadoen forina de conclusiones, aun cuando no hayan sido a.poyadascon discursos, y en vista de todas ellas, redactará las conclusio-nes defiuitivas que someterá, dospués á votación.

G^,ueda para mafiana ernpezar la discusión de las dos últimaspartes del tema.

(Se levanta la sesión.-Fran las seis y media.)

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