Texto personal segundo borrador
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Educación primaria
ESCUELA NORMAL EXPERIMENTAL DE EL FUERTEEXTENSIÓN MAZATLÁN
“PROFR. MIGUEL CASTILLO CRUZ”Ciclo escolar 2016-2017
ASIGNATURA:Producción de textos escritos.
TITULAR DE LA ASIGNATURA:Karem Denisse Álvarez Tornero.
TEXTO PERSONAL: SEGUNDO BORRADOR.
ALUMNAMonroy Ponce María Guadalupe.
5° Semestre grupo “C”.
Mazatlán, Sinaloa, diciembre de 2016.
2 D O B O R R A D O R
L A N O C H E M I S T E R I O S A
Tipo de texto: Narrativo.
Era de noche, hacía mucho frío. Mi habitación suele ponerse muy helada en
invierno por lo que una vela encendida en el buró, se convierte en mi mejor
compañía. No es por hacer menos a Max, mi perro, pero si lo tengo aquí dentro se
la pasa rasgando la puerta porque quiere salirse y no me deja dormir ni un poco.
Esa noche estaba muy cansado, había tenido un día muy agotador en el trabajo
por lo que decidí tomar un vaso de leche y galletas e irme inmediatamente a la
habitación. La mayoría de las noches me siento en la sala y paso horas viendo la
televisión, me encanta ver el programa de las 11 y no me voy a la cama hasta que
lo termino, pero ese día particularmente no me sentía bien. En momentos así es
cuando más deseo no vivir solo, tener por lo menos alguien a quien pueda
contarle mi día, cómo me siento e incluso se preocupe por que me encuentre bien,
pero en fin, querías independizarte y que ya nadie te impusiera reglas Christian,
ahora te aguantas.
Estaba profundamente dormido cuando alrededor de las 12 de la noche, escuché
un ruido muy fuerte que me hizo despertar de un salto. -¿Qué fue eso?- me
pregunté a mí mismo, me puse un abrigo y me dispuse a averiguar qué había sido.
Toda la casa estaba en total silencio y profunda obscuridad, me dirigí a la cocina,
abrí cada uno de los cajones en busca de una linterna y afortunadamente la
encontré. Enseguida verifiqué cada una de las puertas y ventanas, estaban muy
bien cerradas; revisé la sala, el comedor, mi pequeño estudio pero no, no encontré
nada. Quizás el ruido provenía de afuera ya que enfrente de mi casa hay un
pequeño lote en donde están construyendo un edificio con departamentos y
siempre se quedan trabajando hasta tarde, decidí no darle importancia y me fui a
mi habitación a tratar nuevamente de conciliar el sueño.
Después de unos minutos comencé a quedarme dormido, recuerdo que estaba
pensando en los deliciosos cupcakes que me estarían esperando en mi trabajo al
día siguiente; llevaba toda la semana esperando ese día. De pronto, recordé algo
que hizo desaparecer mi sueño y cansancio por completo, sentí como si me
hubieran lanzado una cubeta de agua fría, -¡Max!, ¿dónde está Max?-. Me levanté
inmediatamente y corrí por toda la casa a buscarlo, revisé cada rincón, cada
espacio de la casa y en eso recordé que había un lugar que no había revisado en
ningún momento: el sótano.
Abrí la puerta la cual emitió un gran rechinido, era algo vieja y tenía mucho tiempo
que no la abría. Encendí la luz y poco a poco empecé a bajar cada uno de los
escalones, en ese momento un inmenso temor se empezó a apoderar de mí, creo
que ya debo de dejar de ver películas de terror. –Max, Max-, comencé a llamar
esperando alguna respuesta de mi noble amigo. Al caminar un poco, a unos
escasos metros pude observarlo tendido en el piso, en ese momento mi corazón
comenzó a latir muy rápido; ¿qué le había pasado a mi fiel compañero?, en un
segundo pasaron por mi mente cada uno de los momentos que había pasado con
Max, desde que era un pequeño cachorro y llegó a mi vida a alegrar cada uno de
mis días. Rápidamente me acerqué a él, comencé a sacudirlo pero no respondía,
mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas pero éstas se esfumaron ya que al
recargar suavemente mi mano sobre él pude sentir su respiración ¡estaba vivo!,
¡mi querido Max, estaba vivo!, sin embargo, mi felicidad no duró mucho tiempo.
Escuché unos pasos a mis espaldas, inmediatamente miré de reojo y pude notar
una silueta oscura que se encontraba detrás de mí. Mi cuerpo se estremeció
completamente, sentí como comenzó a faltarme el aliento, pero a pesar de sentir
cada parte de mi cuerpo congelada, decidí girarme y mirar, fue ahí cuando lo vi;
era un hombre, un hombre que al mirar mi rostro, rápidamente se lanzó hacia mí.
No recuerdo exactamente qué sucedió, sólo recuerdo que desperté y aún me
encontraba en el sótano, ya era de día. Al recobrar totalmente la conciencia pude
sentir un gran dolor en la parte derecha de mi cabeza, seguía sin poder mover mi
cuerpo pero esta vez porque mis manos y pies se encontraban atados con una
cuerda. Al inspeccionar un poco mi alrededor pude ver que la pequeña ventana
del fondo estaba quebrada; creo que ya sé de dónde provenía el ruido de la noche
anterior. Max ya no estaba ahí y no había ninguna señal de él. Seguí explorando
con la vista el lugar y mis ojos se encontraron con los de aquél hombre misterioso,
él se encontraba sentado en una silla en un rincón, observándome, al lado de
unas cajas desordenadas. Era un hombre alto, su rostro estaba cubierto con un
pasamotañas dejando a la luz sólo sus ojos.
-¿Dónde está Max?- no pude evitar preguntarle.
-Tranquilo, él ya no está aquí pero está en un lugar donde no le harán daño, no te
preocupes por él- me respondió.
-Si quieres robar, llévate todo lo que quieras pero suéltame, por favor-
-No Christian, yo no estoy aquí para robar, en ese caso hubiera buscado una casa
con objetos de más valor, ¿no crees?-
¡Dijo mi nombre!, ¡el hombre misterioso sabía mi nombre! Eso inevitablemente me
dejó sin palabras, guardé absoluto silencio y me dispuse sólo a observarlo. Sus
ojos reflejaban gran coraje y a la vez tristeza, poseía una mirada muy profunda
que a su vez me inspiraba un poco de lástima al preguntarme, ¿por qué cosas no
ha pasado ese hombre para que su mirada refleje eso?, ¿qué será lo que lo ha
llevado a hacer lo que estaba haciendo?, ¿qué es lo que quiere? Aún me dolía
mucho la cabeza, por lo que sin darme cuenta, caí profundamente dormido.
Al despertar, el hombre misterioso ya no se encontraba en el sótano. Comencé a
estirar un poco mis manos las cuales tenía adormecidas y al hacerlo pude sentir
un pequeño vidrio que pertenecía a la ventana quebrada. Sin pensarlo, lo tome
como pude y comencé a tratar de romper la cuerda que me ataba. Después de un
rato lo logré, pude librar mis manos y después mis pies; era mi única oportunidad
de escapar. Caminé lentamente hacia las escaleras, las subí y poco a poco abrí la
puerta tratando de que el rechinido fuera casi imperceptible. Me dirigía
apresuradamente hacia la puerta cuando de pronto de forma inesperada el
hombre apareció. Comencé a gritar lo más alto que pude pero fue inútil, ahora
entiendo por qué mi madre me dijo en muchas ocasiones que no era bueno vivir
en un vecindario solitario. Al mismo tiempo que gritaba, intercambiamos algunos
golpes, después de tantos manoteos le arranqué el pasamontañas que cubría su
rostro. Fue ahí cuando lo miré y en ese momento comprendí todo…