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1. Amor y belleza “Por lo demás, ¿qué buscan éstos cuando se aman mutuamente? Buscan la belleza. Pues el amor es un deseo de belleza” (Marsilio Ficino: De amore. Comentario a “El Banquete” de Platón, Tecnos, Madrid, 1986. pg. 47) “…según la definición de los antiguos sabios, amor no es otra cosa sino un deseo de gozar lo que es hermoso” (Baltasar de Castiglione: El Cortesano, Austral, Madrid 1967, pg. 207) “…esta belleza divina ha engendrado en todas las cosas el amor, es decir, el deseo de ella misma. Ya que si Dios rapta para sí el mundo, y el mundo es raptado por él, hay un continuo atraerse entre Dios y el mundo, que comienza en Dios y pasa al mundo, y finalmente en Dios termina, y que, como un círculo, de allí de donde partió, allí retorna” (Ficino, 1986: 23) 2. Belleza y bondad “A toda cosa, en fin, da grandísimo ornamento esta alta y divina hermosura; y puédese bien decir que lo bueno y lo hermoso en alguna manera son la misma cosa” (Castiglione, 1967: 215) “…y deste poseella y gozalla, les nace bien contino, porque la hermosura es cosa buena, y por consiguiente, el verdadero amor della ha de ser bueno, y siempre ha de producir efetos buenos en las almas de aquellos que con el freno de la razón corrigen la malicia del sentido” (Castiglione, 1967: 210) “Y nosotros no dudamos de que esta belleza es incorpórea […] De todas estas cosas se sigue que toda la gracia del rostro divino, que se llama belleza universal, es incorporal, no solamente en el ángel o en el alma, sino incluso en la mirada de los ojos” (Ficino, 1986: 96-98) “La potestad divina que se eleva por encima de todo infunde benignamente su rayo, en el cual está la fuerza fecunda de crear todas las cosas, a los ángeles y espíritus por ella creados; y la belleza es el rayo de Dios, infuso en aquellos cuatro círculos que en cierto modo giran en torno a Dios” (Ficino, 1986: 29)

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1. Amor y belleza

“Por lo demás, ¿qué buscan éstos cuando se aman mutuamente? Buscan la belleza. Pues el amor es un deseo de belleza” (Marsilio Ficino: De amore. Comentario a “El Banquete” de Platón, Tecnos, Madrid, 1986. pg. 47) “…según la definición de los antiguos sabios, amor no es otra cosa sino un deseo de gozar lo que es hermoso” (Baltasar de Castiglione: El Cortesano, Austral, Madrid 1967, pg. 207) “…esta belleza divina ha engendrado en todas las cosas el amor, es decir, el deseo de ella misma. Ya que si Dios rapta para sí el mundo, y el mundo es raptado por él, hay un continuo atraerse entre Dios y el mundo, que comienza en Dios y pasa al mundo, y finalmente en Dios termina, y que, como un círculo, de allí de donde partió, allí retorna” (Ficino, 1986: 23) 2. Belleza y bondad “A toda cosa, en fin, da grandísimo ornamento esta alta y divina hermosura; y puédese bien decir que lo bueno y lo hermoso en alguna manera son la misma cosa” (Castiglione, 1967: 215) “…y deste poseella y gozalla, les nace bien contino, porque la hermosura es cosa buena, y por consiguiente, el verdadero amor della ha de ser bueno, y siempre ha de producir efetos buenos en las almas de aquellos que con el freno de la razón corrigen la malicia del sentido” (Castiglione, 1967: 210) “Y nosotros no dudamos de que esta belleza es incorpórea […] De todas estas cosas se sigue que toda la gracia del rostro divino, que se llama belleza universal, es incorporal, no solamente en el ángel o en el alma, sino incluso en la mirada de los ojos” (Ficino, 1986: 96-98) “La potestad divina que se eleva por encima de todo infunde benignamente su rayo, en el cual está la fuerza fecunda de crear todas las cosas, a los ángeles y espíritus por ella creados; y la belleza es el rayo de Dios, infuso en aquellos cuatro círculos que en cierto modo giran en torno a Dios” (Ficino, 1986: 29)

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“…la belleza es una cierta gracia, vivaz y espiritual, infundida por el rayo de Dios que ilumina, primero en el ángel, después en las almas de los hombres, en las figuras, en los sonidos y en los cuerpos” (Ficino, 1986: 104) “Y la preparación del cuerpo viviente consiste en tres cosas: orden, medida y aspecto […] Por esto es evidente que la belleza esta tan distante de la materia corporal que no participa de la materia misma si no está provista de aquellas tres preparaciones incorporales, de las que hemos hablado” (Ficino, 1986: 101-102)

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3. Belleza y atracción “…la belleza, a la que le es propio el atraer hacia sí, se encuentra entre la bondad y la justicia” (Ficino, 1986: 22) “…reunirse y fundirse con el amado y convertirse de dos seres en uno solo. Pues la causa de este anhelo es que nuestra primitiva naturaleza era la que se ha dicho y que constituíamos un todo; lo que se llama amor, por consiguiente, es el deseo y la persecución de ese todo” (Platón, 1982: 30) “…la semejanza engendra amor [de modo que] el que ama esculpe la figura del amado en su espíritu. Y así el espíritu del amante se convierte en un espejo en el que brilla la imagen del amado” (Ficino, 1986: 45) 4. Soneto VIII de Garcilaso de la Vega De aquella vista pura y excelente salen espirtus vivos y encendidos, y siendo por mis ojos recebidos, me pasan hasta donde el mal se siente; éntranse en el camino fácilmente por do los míos, de tal calor movidos, salen fuera de mí como perdidos, llamados d’aquel bien que’stá presente. Ausente, en la memoria la imagino; mis espirtus, pensando que la vían, se mueven y se encierran sin medida; mas no hallando fácil el camino que los suyos entrando derretían revientan por salir do no hay salida. (Garcilaso de la Vega: Obra poética y textos en prosa (ed. Bienvenido Morros), Crítica, Madrid, 2007, pp. 93-94)

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5. Poema VI de Aldana 6. Soneto XVIII de Aldana 7. Las almas y los cuerpos “…se desean tanto porque son señales de recíproco amor en cada uno de los dos amantes, porque estando las almas unidas en amor espiritual, los cuerpos desean gozar la posible unión a fin de que no quede diferencia alguna y la unión sea totalmente perfecta; máxime porque, al corresponder a la unión corporal, el amor espiritual aumenta y llega a ser más perfecto” (León Hebreo: Diálogos de amor (ed. Andrés Soria Olmedo), Tecnos, Madrid, 1986, pg. 54) 8. Algunos poemas amorosos de Francisco de Aldana: IX XV XVII Medoro y Angélica

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9. Soneto XVIII y “Ecstasy” de John Donne «¿Cuál es la causa, mi Damón, que estando

en la lucha de amor juntos trabados

con lenguas, brazos, pies, y encadenados

cual vid que entre el jazmín se va enredando

y que el vital aliento ambos tomando en nuestros labios de chupar cansados, en medio a tanto bien somos forzados llorar y suspirar de cuando en cuando?».

«Amor, mi Filis bella, que allá dentro nuestras almas juntó, quiere en su fragua los cuerpos ajuntar también tan fuerte

que no pudiendo, como esponja el agua, pasar del alma al dulce amado centro, llora el velo mortal su avara suerte».

(Francisco de Aldana)

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THE ECSTASY

(John Donne)

WHERE, like a pillow on a bed,

A pregnant bank swell'd up, to rest

The violet's reclining head,

Sat we two, one another's best.

Our hands were firmly cemented

By a fast balm, which thence did spring ;

Our eye-beams twisted, and did thread

Our eyes upon one double string.

So to engraft our hands, as yet

Was all the means to make us one ;

And pictures in our eyes to get

Was all our propagation.

As, 'twixt two equal armies, Fate

Suspends uncertain victory,

Our souls—which to advance their state,

Were gone out—hung 'twixt her and me.

And whilst our souls negotiate there,

We like sepulchral statues lay ;

All day, the same our postures were,

And we said nothing, all the day.

If any, so by love refined,

That he soul's language understood,

And by good love were grown all mind,

Within convenient distance stood,

He—though he knew not which soul spake,

Because both meant, both spake the same—

Might thence a new concoction take,

And part far purer than he came.

This ecstasy doth unperplex

(We said) and tell us what we love ;

We see by this, it was not sex ;

We see, we saw not, what did move :

But as all several souls contain

Mixture of things they know not what,

Love these mix'd souls doth mix again,

And makes both one, each this, and that.

A single violet transplant,

The strength, the colour, and the size—

All which before was poor and scant—

Redoubles still, and multiplies.

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When love with one another so

Interanimates two souls,

That abler soul, which thence doth flow,

Defects of loneliness controls.

We then, who are this new soul, know,

Of what we are composed, and made,

For th' atomies of which we grow

Are souls, whom no change can invade.

But, O alas ! so long, so far,

Our bodies why do we forbear?

They are ours, though not we ; we are

Th' intelligences, they the spheres.

We owe them thanks, because they thus

Did us, to us, at first convey,

Yielded their senses' force to us,

Nor are dross to us, but allay.

On man heaven's influence works not so,

But that it first imprints the air ;

For soul into the soul may flow,

Though it to body first repair.

As our blood labours to beget

Spirits, as like souls as it can ;

Because such fingers need to knit

That subtle knot, which makes us man ;

So must pure lovers' souls descend

To affections, and to faculties,

Which sense may reach and apprehend,

Else a great prince in prison lies.

To our bodies turn we then, that so

Weak men on love reveal'd may look ;

Love's mysteries in souls do grow,

But yet the body is his book.

And if some lover, such as we,

Have heard this dialogue of one,

Let him still mark us, he shall see

Small change when we're to bodies gone.

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EL ÉXTASIS

Allí donde, como una almohada sobre una cama,

la orilla preñada se hincha para que descansen

las violetas de cabeza inclinada,

nos sentamos los dos, el uno lo más querido del otro.

Nuestras manos, firmemente unidas

por un bálsamo constante que de ellas manaba

los rayos de nuestros ojos enredados

y trenzadas las miradas en un doble hilo.

Por entonces, enlazar nuestras manos

era la única manera de convertirnos en uno,

y las imágenes de nuestros ojos, toda nuestra descendencia.

Y, al igual que entre dos ejércitos semejantes,

el Hado suspende incierta la victoria,

nuestras almas (que para avanzar

se nos habían salido) entre ella y yo se elevaban

y, mientras allí en lo alto negociaban,

nosotros yacimos como estatuas fúnebres,

inalterable nuestra postura,

sin dirigirnos la palabra durante todo el día.

Si alguien, tan refinado por el amor

que fuese capaz de entender el idioma de las almas,

convertido por el buen amor en espíritu puro,

hubiese estado a una distancia conveniente,

habría (a pesar de no saber qué alma hablaba,

porque las dos daban a entender y decían lo mismo

sufrido una nueva sublimación

y se habría marchado mucho más puro que al llegar.

Este éxtasis deshace cualquier perplejidad

(nos dijimos) y nos confirma lo que amamos:

por esto sabemos que no era el sexo

y podemos ver que antes desconocíamos qué nos movía.

Pero, al igual que todas las almas encierran

una mezcla de cosas que ignoran,

el amor vuelve a mezclar esas almas

y de dos hace una, que es la una y la otra.

Trasplantad una simple violeta,

su fuerza, color, tamaño

(todo lo que previamente era pobre y escaso),

veréis crecer y multiplicarse.

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Cuando el amor una con la otra

a dos almas anima,

el alma fortalecida que entonces surge

domina los defectos de la soledad.

Nosotros, que somos un alma nueva,

sabemos de qué estamos compuestos,

que los átomos de los que hemos brotado

son almas a las que ningún cambio puede afectar.

Pero, ¡ay!, ¿por qué nos hemos olvidado tanto

de nuestros distantes cuerpos?

Son nuestros, aunque no sean de nosotros.

Nosotros somos las inteligencias, ellos la esfera.

Debemos estarles agradecidos

porque ellos nos acercaron,

nos cedieron sus fuerzas y su sentido.

Para nosotros son aleación, no escoria.

Los cielos no influyen en el hombre

si antes no imprimen el aire:

un alma fluye a otra

aunque antes deba reparar en el cuerpo.

Y, así como nuestra sangre se esfuerza en engendrar

espíritus lo más parecidos posible a las almas,

porque esos dedos tienen que atar

el fino nudo que nos convierte en hombres,

también las almas de los amantes puros

deben descender a las inclinaciones y a las facultades

que el sentido puede alcanzar y palpar

o, si no, caerá prisionero un gran príncipe.

Volvamos a nuestros cuerpos para que

los hombres débiles puedan contemplar el amor revelado-

Los misterios de amor crecen en las almas

pero el cuerpo es su libro.

Y si algún amante semejante a nosotros

ha oído este diálogo a una sola voz,

que nos observe: verá pocos cambios

cuando regresemos a nuestros cuerpos.

(John Donne: Canciones y sonetos, Plaza y Janés, Barcelona, 1981, pp. 94-101)

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10. Soneto XXI de Garcilaso Clarísimo marqués, en quien derrama el cielo cuanto bien conoce el mundo, si al gran valor en que’el sujeto fundo y al claro resplandor de vuestra llama arribare mi pluma y do la llama la voz de vuestro nombre alto y profundo, seréis vos solo eterno y sin segundo, y por vos inmortal quien tanto os ama. Cuanto del largo cielo se desea, cuanto sobre la tierra se procura, todo se halla en vos de parte a parte; y, en fin, de solo vos formó natura una estraña y no vista al mundo idea y hizo igual al pensamiento el arte. 10. Aldana, poeta soldado “Tenga lugar el capitán Aldana / entre tantos científicos señores, / que bien merece aquí tales honores / tal pluma y tal espada castellana” (Lope de Vega) Soneto XXIX Soneto XXX y soneto de su amigo Herrera de Arceo (en nota al pie) Pocos tercetos escritos a un amigo Octavas a Juan de Austria. Octavas a Felipe II 11. Aldana: hacia la Carta para Arias Montano Soneto XLV Soneto LXII Soneto LVII Carta para Arias Montano (LXV)

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[VI] "

Pues tan piadosa luz de estrella amiga del cielo en mi favor baja y se emplea, que por premio especial de mi fatiga ordena esta ocasión que os hable y vea, mis ojos mueva amor, y amor bendiga mi lengua, cuya voz tan dulce os sea que en vos haga el lugar que acá en mi pecho vuestra gracia y beldad tienen ya hecho.

Mas (para qué invocar de la gran diosa el niño arquero, estando vos presente? Es toda luz oscura y tenebrosa en pareciendo el sol en el oriente; así pues, vos, mi sol, con luz hermosa herís mi corazón tan altamente. De vos para con vos el bien yo tenga, sin que todo otro bien es bien que venga.

" [B], fols. 38 v-44 r; [DI, fols. 38 v-44 r; con el título: «Ota- vas del mismo capitán Aldana en diversa materia.»

Al igual que en el P. IV, el recurso al amador ejemplar como sujeto, desde el cumplimiento de la norma courtois (VV. 243-244), está en la génesis del texto: la presencia referida de la dama exi- ge romper con el silencio, elevando la lengua a la altura del des- tinatario (VV. 1-32), y su «intención» asegura la reciprocidad del sentimiento (VV. 33-60). El resto del poema constituye una refle- xión sobre el poderío del hado que se interpone en el camino de los amantes, mediante un término teórico y su correlato ejempli- ficativo. Las dificultades originadas por el «destino crüel» no deben causar «desconsuelo» ni destruir la «esperanza» porque triunfará la «conformidad» amorosa (VV. 61-145); en consecuencia, la ama- da ha de mostrar su alegría y continuar comunicando su belleza (VV. 167-184). La similitud de condición entre la fortuna y el mo- vimiento cíclico de la naturaleza, entre quietud y guerra, anuncia un término feliz (VV. 185-200); la dificultad acendra los ~espíri- tus gentiles» y los conduce al triunfo en amor, según muestra la serie de ejemplos bíblico-clásicos (VV. 217-232). La «suma» reitera en «ruego» lo demostrado: el vencimiento del hado desde la ley natural evitará que la dama, obra maestra de aquélla, altere su luz, como la entrega de ambos «en la necesidad de la natura* hará permanente la correspondencia (VV. 233-256).

, Pues jsus!, querida y dulce usurpadora de mi albedrío, volved, piadoso y blando, ese rostro gentil que me enamora hacia estos ojos que le están mirando. 20 ¡Oh sobre todas venturosa el hora que os di mi libertad, dichoso el cuándo me llamé vuestro, pues tan dulce y cara me fue y será vuestra hermosa cara!

Dificultad no veo, cosa no siento debajo el cielo ya que me resista, pues vuela el animoso pensamiento con alas del favor de- vuestra vista. Paraíso total de mi contento, agora, porque el bien perfeto asista, os pido que escuchéis lo que procura deciros mi afición sincera y pura.

Paréceme también que en vos ya veo grata y dulce atención por colocarme donde apenas llegar puede el deseo, 35 y que fortuna al fin llegue a envidiarme; pues digo, así, que el bien que yo poseo, en la seguridad de vos amarme, es tal que (triste yo) si tal no fuera mil millares por él de vidas diera. 40

No llamo vida yo, mas baja muerte el tiempo que viví sin conoceros; más sin comparación, más noble suerte es que el vivir el veros y quereros; mas ¿cuánto y cuál será si alguno acierte 45 a voluntad recíproca volveros? No sabe merecer tan rica palma si no habilita el mismo bien el alma.

Ya que en tan alta silla de fortuna con las alas de Amor me veo subido, dos vidas gozo, porque vive en una la que me aseguró de vuestro olvido;

21-21 Eco de la bendición petrarquista del etempo et 190ra» (Canz., Son. XIII y LXI).

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=S ved cómo debajo de la luna no hay acabado mal ni bien cumplido, y cómo la tristeza a la alegría siguiendo va, como la noche al día.

Mi día sereno y claro es verme amado de vos, a quien me doy con fuerza tanta que Amor de su poder queda espantado ( jved cuál será mi amor si Amor se espanta! ); la noche, que cubierta de ñublado tras tanto bien me afloja y me quebranta, es ver que por mi causa Amor ordena el destino crüel, congoja y pena.

Bien sé que ese pesar tan descubierto, ese vivo dolor que os atormenta, es porque a nuestro amor el hado incierto dificultades mil nos representa, llevando, sin tomar playa ni puerto, nuestro navío cercado de tormenta. ¡Ay hado descortés, cuánta amargura celaste en el dulzor de mi ventura!

Pero destruya Amor, con dulce celo, tan amargo pesar que así me alcanza, no pueda ese atrevido desconsuelo el fresco abril dañar de mi esperanza. Muy lejos de los ángeles del cielo vive el deseo, la pena y la mudanza; ¡SUS; haga vuestra luz que me gobierna en ambas almas primavera eterna!

Huye con el calor de vuestra lumbre cualquiera tempestad lluviosa y fría; no puede la terrena pesadumbre los rayos eclipsar de mi alegría; los ojos, donde amor tiene costumbre venir para ilustrar el alma mía, contra el duro desdén que los indina harán su tierna aurora matutina.

Si por amarme vos puedo seguro estar de cualquier pena (pues cualquiera menos es que ésta) os juro y os conjuro,

por la encendida fe que amando espera, que más no dure en vos pesar tan duro, huya cual niebla al sol vana y ligera, y no queráis que siendo vos mi vida venga a ser cosa vuestra mi homicida.

Vendrá mi propia vida a ser mi muerte, viniendo a ser en mí vuestro cuidado, de más rigor, más poderosa y fuerte, como rayo del sol reverberado; después os causará mi dura suerte pena mayor, más lamenmble estado, por ver de vuestra mano en mis heridas cortado el rico hilo de dos vidas.

Así vuestra piedad dura adversaria me verná a ser, en sí no concediendo dulce y atenta oreja a mi plegaria, y el mal irá por términos creciendo. Huye un contrario la virtud contraria, como la escuridad la luz viniendo, mas ¿quién vido jamás daiio tamafio quererse así juntar con mayor daño?

No quiero que penseis que pida o hable cosa tocante a vos, pero si pude seros en cosa mía nunca agradable (lo cual mi pura fe no es bien que dude), con afeto de amor todo entrañable, por esa mísma os pido que en vos mude nuevo estilo el dolor, porque siquiera cosa agradable a vos por vos no muera.

No quiero que penséis que pida o hable nace de la piedad que me tenéis, piedad podéis tener del sentimiento que con vuestro dolor me causaréis; sí viene, porque amor tarda, el contento con las difiultades que sabéis, el-Amor fuerce a la Fortuna y pueda nuestra conformidad más que su rueda.

Contra el velo mortal Fortuna extiende su brazo, el cual no llega contra el alma, mas vos, cuya beldad hiere, arde y prende

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todo albedrío que esté en tormenta o calma, siendo fuerza menor la que pretende llevar de vos la triunfante palma, con sólo el revolver de ojos airados hacéis temblar las suertes y los hados.

Pues no me pienso yo que Amor obrando y Fortuna crüel que fue- ~e vucstro me negarán (aquél dichoso cuándo por quien es mi deseo tan gran maestro); pueden andarme el tiempo dilatando mas no el hilo cortar del gozo nuestro, pues, a dos voluntades hecha una, se rinde amor, el tiempo y la fortuna.

No tardará, mi bien, por más que tenga difícil ocasión, nuestro deseo; do no hay contradición fuerza es que venga el bien, o por atajo o por rodeo; aunque en invierno el sol más se detenga allá con los antípodas, no veo, por eso, que amanezca a nuestro mundo menos hermoso, claro y rubicundo.

Si a nuestro desear menos hiciese esta dificultad que os turba el seno, o que después el bien, cuando viniese, por la tardanza, fuese menos bueno, admito la razón que se sintiese. por no perder un bien, de bienes lleno, pero si el bien está todo en un punto, ¿por qiié a mi bien el mnl viene tan junto?

No niego que el deseo mientras más crece tanto más el placer queda encogido, mas esto es en el bien que coinpadqce, mas en el desear ni es bien cumplidb; no sólo a un bien cual vos, mi bien, empece ni le debe empecer mal atrevido, mas al mismo pesar vestir debría de alegre luz, cual viste al alma mía.

Por ese oro sutil, nuevo y luciente, que por mano de Amor se ordena y mueve, 170 por esa de marfil graciosa frente donde tiene el abril perpetua nieve, mi sol, os pido, y por la llama ardiente que en mí la luz de vuestros ojos llueve, que abráis a rato más gracioso y tierno 175 el alma, y gozarán las del infierno.

Salgan por esos ojos, de improviso, amigos y amorosos resplandores, el aire al derredor, hecho un Narciso, trate lleno de luz consigo amores, 180 descubra mi terreno paraíso en la desierta arena alegres flores, y por él arda en amoroso celo la tierra, el agua, el aire, el fuego, el cielo.

Sabroso idolo mio, vivid sin duda, 185 que agora, aunque Fortuna áspera y fiera, con punta de dolor viva y aguda, a vos, y a mí por él, maltrate y hiera, aquella i~cliilación, que vuelve y muda su rueda en torno, fácil y ligera, 190 por fuerza acudirá donde podamos gozar de todo el bien que deseamos.

No siempre el aire está de nubes lleno, no siempre el viento mueve a la mar guerra, no siempre con furor de rayo o trueno 195 hiere Jove inmortal la baja tierra; también su manto azul, claro v sereno, suele el cielo mostrar, también se encierra el viento, el mar también se pone quieto, y Jove es apacible y mansüeto. 200

169-1&4 El encomio petrarquista sobre la riqueza e influencia so- brenatural del cuerpo fragmentado (Canr., Son. CCCXLVIII, entre otros) aparecía como elogio cortesano, en las Otavas en toscano: «Quivi de l'inclito or le regie chiome, / l'altera fronte, el'una, el'altra stella, / ... di perle e di rubin fregiata e piena / quivi la boca, in ridente atto honesta / che nasce il parlar, che rasserena / l'anime altrui ... / la valorosa man, che i Regi affre- na / e rende umile ogni piii altera testa» (VV. 14-22).

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Después de un gran viaje, el peregrino vuelve al albergue, de su vida incierto; corre la nave el húmido camino, de un polo al otro, y goza al fin del puerto; a segura salud dudoso vino el que poco antes se tenía por muerto: así terná, después de un largo ultraje, puerto alegre y salud nuestro viaje.

Desdeñan los espíritus gentiles empresa a su valor no conviniente; tienen dificultad las cosas viles, las grandes no se alcanzan fácilmente; sus obras, la natura, más sutiles ser muchas y comunes no consiente, y así sola una Fénix tiene el mundo, y solo un sol, a vos sóla segundo. .

Mirad ;cuánta afición, el mozo hebreo (aquél que con el ángel vino a brazos) pasó con su Raquel, cuánto rodeo del tiempo y trabajosos embarazos! Dio venturoso fin a su deseo, después que amor le puso entre los brazos de la que le hizo andar siete y siete años amoroso pastor de sus rebaños.

Mirad con cuánta fuerza y cuánta pena, el mancebo real convierte y tira en uso alegre la vencida Helena, tras quien fue lo demás fuego y mentira. El mismo Jove sale en el arena, nadando sobre el mar que Creta mira, hecho -un valiente toro, con la bella ninfa que Europa fue su nombre della.

Mas recogiendo, en suma, lo que quiero, y lo que con el alma os pido y ruego, es que huya de vos todo severo cuidado, usurpador de mi sosiego, y no pueda pesar, grave o ligero, escurecer la luz de nuestro fuego; cosa no valga más, pues todo cuanto mira acá bajo el sol no vale tanto.

Así como en saber, gracia y belleza, nacistes para el mundo único ejemplo, así mi fe, por última riqueza, por honra suya Amor cuelga en su templo. No me pudiera dar naturaleza

I 245

bien diferente del que yo contemplo, pues tan nacidamente sois vos mía; ,, yo vuestro soy, cual es del sol el día.

De aquí podéis hacer cierto argumento que, contra nuestro amor, jamás ventura 250 tendrá poder, pues tiene fundamento en la necesidad de la natura. Siempre fue claro el sol, movible el viento, húmida el agua, fresca la verdura: así, contra el crüel hado siniestro, 255 vos siempre mía seréis, yo siempre vuestro.

Mil cosas os diría desta manera si, en tan dulce ocasión, no me abreviase el tiempo y alegría perecedera. ¡Cuán tarde vino y cuán temprano vase! 260 Todo aquello demás que yo dijera, y escucharlo de vos, por carta pase. Mi vida, adiós, quedad tan persuadida de mí cuanto de vos está mi vida.

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[IX] *

POR UN BOFETÓN DADO A UNA DAMA

iOh mano convertida en duro hielo, turbadora mortal de mi alegría! , ipodistes, mano, escurecer mi día, turbar mi paz, robar su luz al cielo?

El rubio dios que nos alumbra el suelo 5 corre con más placer que antes solía, cubierta viendo a quien su luz vencía de un mal causado, indino y turbio velo.

iGoza, invidiosa luz, goza de aquesto, goza de aqueste daño, oh luz avara, oh luz ante mi luz breve y escasa! ;

que aún pienso ver, y créeme, luz, muy presto, cual antes a mi luz serena y clara, y entonces me dirás, luz, lo que pasa.

* [Al, fol. [38 r]; [CI, fols. 40r-v; [El, fols. [39 v-40rl. Cosme adaptó por dos veces el primer cuarteto (Sonetos, fols. 9 r y 29 v).

La noción de velamiento se traslada a la mano que como agen- te de la momentánea defectio recibe el metaforismo original, que en otro soneto de queja conserva Hernando de Acuña: «Mirando el turbador de su alegría / contrario de su bien y su reposo, / tras un grave sospiro doloroso / tales palabras contra el sol de- cía: / luz clara, para sní triste y escura, / que con furioso curso apresurado / mi sol con tu tiniebla escureciste~ (Varias poesías, página 283).

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[XV] *

Galanio, tú sabrás que esotro día, bien lejos de la choza y del ganado, en pacífico sueño trasportado quedé junto a una haya alta y sombría,

cuando (¿quién tal pensó?) Flérida mía, 5 traída allí de amigo y cortés hado, Ilegóse y un abrazo enamorado me dio, cual otro agora tomaría.

* [B], fol. 74 v; [DI, fols. 73 v-74 r. La confidencia a Galanio, receptor de la Epistola donde se re-

cuerdan compartidos afanes amorosos (P. L), refunde con origina- lidad los tópicos del suefio erótico y el beso paradisiaco. En un marco similar al de Acuña, con el pastor «al pie de un alto pino recostado / sin acuerdo de sí ni del ganado* (Varias poesias, pá- gina 249), la prelación del sueño en la causalidad del relato sume a éste en el mismo plano de realidad dudada (v. 5) que formula un soneto anónimo: « iOh dulce sueño más que yo esperaba / mientras soñé que en tus brazos me vía, / tanto que si del sueño despertaba / me parecía despierto que dormía» (Flores de baria poesia, pág. 238). Pero si generalmente el motivo presenta «una estructura fija que responde a tres etapas naturales: armonía ex- terior que invita al sueño, sueño y despertar* (G. Sabat de Rivers, El «Sueño» de Sor Juana Inés de la Cruz. Tradiciones literarias y originalidad, Londres, 1977, págs. 34-45), cuyo término no pro- duce el desengaño, como en el soneto de Boscán: «Dulce soñar y dulce congojarme ... » (Obras, pág. 192), Aldana la modifica por la positividad que el relator concede a la secuencia de acciones y efectos donde se niega incluso la frustración (VV. 8-9). Esta va- lencia proviene del cruce con el motivo de la eternización de la armonía amorosa que ya Ovidio consideraba un topos tibuliano (Am., 111, 9, VV. 59-60). Desde su aspiración a reunirse con De- lía en el Elíseo (Eleg., 1, 3) hasta el raptus poetizado en el soneto media la cadena temática del beso que produce con el éxtasis el transporte al mundo ultraterreno, como en los Basia de Juan Se- gundo (11, VV. 11-12). Con el tránsito efectivo de los amantes, reiterado por la lírica neolatina, encontramos el trasunto profano de la mors osculi cuyos argumentos reaparecen desde Pico a Cas- tiglione, y que en su valor místico equivale a la liberación de la cárcel corporal sobrevenida en el más profundo sueño (E. Wind, op. cit., págs. 157-159, y véase su aplicación erótica al «dulce sueño» en que «a muerte es comparado / el hombre que en él

No desperté, que el respirado aliento della en mi boca entró, süave y puro, y allá en el alma dio del caso aviso,

la cual, [sin] su corpóreo impedimento, por aquel paso en que me vi te juro que el bien casi sintió del Paraíso.

baña el sentimiento» de Lomas Cantoral, en Las obras, pág. 163). En los VV. 9-11 la disemia en la comunicación establecida sobre el toque del anima («alien:o» y «alma») alude al beso, con su consecuencia (VV. 12-14), anulado en el sueño el «corpóreo impe- dimento», próxima a la elevación paradisiaca. El decurso poético pastoril impone un límite («casi») en relación a la morte di ba- cio, y con él se elimina toda la posible ambigüedad erótico-mística del sueño positivo, como la que aparece en el soneto, compuesto antes de 1565, por el jesuita P. Tablares: «¡Ay dulce sueño y dulce sentimiento ... » (G. Sabat de Rivers, «Quevedo, Floralba y el Padre Tablares», en MLN, XCIII (1978), págs. 320-328).

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D e sus hermosos ojos, dulcemente, u n tierno llanto Filis despedía que, por el rostro amado, parecía claro y precioso aljófar trasparente;

e n brazos d e Damón, con baja frente, 5 triste, rendida, muerta, helada y fría, estas palabras breves le decía, creciendo a su llorar nueva corriente:

i I

i * [Al , fol. C36 VI; CCI, fol. 38 v; [E], fol. [38 r]. Aldana presenta el motivo de la comunidad en el llanto para

inducir la afirmación más resolutiva del amor, planteando el so-

i neto como un tránsito desde la queja a la armonía, desde el «con- t raste~ de la «rencilla» a renovar el «entendimiento», como sucede

1 también en el P. XVIII. J. Ferraté ha notado la similar tectó- nica de ambas composiciones, que parten «de una situación de

f desacuerdo y contradicción aparentes entre dos enamorados, uno de los cuales desarrolla, siguiendo las convenciones del uso, su

ante el otro» y «a la desazón primera que procede del pre- efecto frustrado de uno de los dos amantes, se sobrepone, ndola y redondeando al propio tiempo formalmente el sone- expresión apasionada del afecto ardiente por parte del otro»

s.. .», págs. 76-77). La complementariedad estable- obre el sujeto de la queja (pastor-pastora) incide en la va-

mentos comunes como la magnificación petrarquis- vial, también punto de partida («Par sus hermosos

ue orientales perlas parecía») en otro soneto r estructura aunque figurando el soliloquio de

es de baria poesia, págs. 272-273). Este soneto oposición de semas referidos a «dulzura» con los términos simbólicos de la armonía

beso), mientras el otro, con imágenes más tó- desamor, intensifica el contraste de pasado y presente y con un directo juramento. Las tensiones de ambos textos ontemplarse además como segmentación de un esquema anterior (vid. P. XVIII), al que aquí se ha agregado

tópico pastoril de la huida como acrecentadora de e quanto fugge piu, piu m'innamora») que Varchi

ciclo de Damon y Filii ( I Sonetti, fols. 178-182).

199

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« iOh pecho duro, oh alma dura y llena de mil durezas! , ¿dónde vas huyendo?, 1 O {do vas con ala tan ligera y presta?»

Y él, soltando de llanto amarga vena, della las dulces lágrimas bebiendo, besóla, y sólo un jay! fue su respuesta.

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[I] *

MEDORO Y ANGÉLICA

[. . .] Gracia particular, que el alto cielo quiso otorgar al bajo mundo en suerte, es la de dos amantes que en el suelo viven con fuego igual, con igual muerte; verse la llama helar, arder el hielo, 5 un pecho quebrantar de mármol fuerte, y que tan alto ser de amor reciba que uno viva por él y el otro viva.

ético, con el titulo «Medoro y Angélica, se copia en el Ms. 250-252 de la Biblio- ragoza, fols. 455 r-456 r. Fue editado por

ncionero de 1628, Madrid., 1945, págs. 326329) «nada menos que un fragmento del poema de y Medoro, que consideró perdido hasta su mis-

me, se encuentra en el Cancionero» (pág. 11). La a corroborada al venir recogida la octa- de-'Cosme, con una amplificatio que nos

ce presuponer que acaso el fragmento recogido en el Cancio- o de 1628 represente parte de una redacción primera, luego

sa «obra de Angélica y Medoro de innume- sme da entre las «perdidas en la guerra» por

101 r) y que, como señala M. Chevalier, or estos versos una de las joyas de la poesía XVI y una de las más bellas entre las obras

se inspiraron en Ariosto» (op. cit.: pág. 304). La fecha tar- .del manuscrito y la misma neneralrdad con que en el título

se alude a Aldana no creo que apunten a un preciso conocimiento del lugar de escritura del poema; antes bien, parece la aclaración de un copista alejado de Italia que con ello afina algo en la aute ría. Además, el P. XXXIII se escribió con seguridad en Flandes, y a él no pueden pertenecer estas octavas, pues la teoría de amor viene allí ejemplificada exclusivamente con casos mitológicos.

1-8 La armonía amorosa se expresa por la identidad de actos: «entrambi desti quando'l Sole apparse, / non sorge alí'alba l'un se l'altro dorme: / hanno i be'lor pensieri un segno solo, / l'ardir eguale, il movimento, e'l volo» (L'Antilla, VV. 61-64). Pero Alda- na hace una alusión muy perifrástica, empleando el petrarquista juego de opósitos, a los efectos del amor sobre Angélica según la narración de Ariosto: si prímero «non si degnerebbe / compagno aver» {XIX, 18), cuando encuentra a Medoro herido «roder si

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En la cueva de Atlante, húmeda y fría, la somnolienta Noche reposaba, 10 y Cintia al rubio hermano ya quería restitüir la luz que dé1 tomaba, con el rosado manto abriendo el día la blanca Aurora flores derramaba, y los caballos del señor de Delo 15 hinchían de relinchos todo el cielo,

senti il core, e a poco a poco / tutto infiamthato d'amoroso fuoco» (XIX, 26). El correlato entre los dos. pechos, el que vive tras ser curado y el que vive con la vida de éste, recrea la del Furioso entre la herida de Medoro y la de amor de Angélica (XIX, 28).

9-16 Esta octava aparece incluida, en versión distinta, en la se- rie de tres que cierra la agrupación de estrofas «en diversas ma- terias descontinuadas y desasidas» hecha por Cosme de Aldana. En [B], fol. 56 r, las dos octavas iniciales del fragmento se pre- sentan sin separación alguna respecto a la octava que compone el fragmento XI, mientras que tras ellas aparece una raya horizon- tal que las aparta de la que comienza «En la cueva de Atlante, húmida y fría...». En [DI, fols. 56 r-v, sucede precisamente lo contrario, lo que parece estar más de acuerdo con la interconexión de estas tres estrofas, acabada descriptio del amanecer mitológico: «[ ...] Mostraba el sol con más crecida rueda / a la mortal región su cara de oro, / y visitar de la tindaria Leda / los hijos quiere, atrás dejando al toro; / el ruiseñor cantando en la alameda / renueva al tracio rey su antiguo lloro, / y sale a discurrir con libre vuelo / el circüito azul del ancho cielo. / Huye a los scitas Aquilón rabioso, / ceñido de carámbanos la frente, / y queda un dulce espíritu amoroso / vivificando el prado dulcemente; / de un alto sueño en brazos del reposo / ligada estaba acá la mortal gente, / y en un mudo silencio, y tal, que estaba / hablando al parecer lo que callaba. / En la cueva de Atlante húrnida y fría / la soñolienta noche reposaba; / Cintia a su rubio hermano ya quería / restituir la luz que dé1 tomaba; / todo en largo silencio parecía / dormir, hecho insensible el mundo estaba / en profunda quietud, y el ancho cielo / cubierto de un escuro y triste velo C.. -1 B. La recreación conservando el núcleo explicitado (ver- sos 9-12) nos muestra una técnica de amplificatio que Aldana empleó en otras ocasiones (P. XXXIII, VV. 89-96). El desarrollo acumulativo recurre a un tejido de lugares clásicos: los ver- sos 5-8, el tópico del ruiseñor de las Geórgicas, presente en el P. XXXIV (VV. 2-4), aplicado aquí, como en el original, a la duración de la noche (M. R. Lida, La tradición clásica, pági- nas 100 y 112); los versos 9-12, con la contraposición de esta- ciones como en el P. XXXI (VV. 253-254) presentan la imagen

cuando Medor y Angélica, durmiendo dentro en albergue que les cupo en suerte, el dulce y largo olvido recibiendo, juntos están con lazo estrecho y fuerte, 20 el aire cada cual dellos bebiendo boca con boca al otro, y se convierte lo que sale de allí mal recibido en alma, en vida, en gozo, en bien cumplido.

Con el siniestro brazo un nudo hecho 25 por el cuello a su sol tiene Medoro, ciñe la otra el blanco y tierno pecho que es del cielo y amor alto tesoro; acá y allá, -sobre el dichoso lecho vuela el rico, sutil cabello de oro 30 y al caluroso aliento que salía un poco ventilando se movía..

Entre ellos iba Amor pasito .y quedo los bien ceñidos miembros más ciñendo, y al dulce contemplar, gozoso y ledo, 35

la virgiliana de Atlante, aludido en el verso 17 46-251); en los versos 13-24 se traduce a un pla- «nox umida» de Virgilio (V, w. 738 y 875).

al albergue pastoril «riel bosco infra duo monti», imagina el encuentro amoroso de Angélica y Me-

la larga cadena temática del beso tenía dos imitadísimos modelos en

rdo (Innamorato, 1, XIX, 61) y Anosto tamiento se acerca más al primero:

e amanti insieme / che I'aria non po- . che ciascuno avea &e lingue in bocca.»

tez sensorial a las alusiones ariostescas y para en de armonía amorosa se ha evitado el papel de infamia, que corresponde a Medoro en el e non vedea del giovinetto / la donna, né di / ne per mai sempre pendergli dal collo / il lui satollo» (XIX, 34). de Amor es libre desarrollo del enmarcarnien-

e la pasión de Angélica y Medoro se inicia ctitud desdeñosa de aquélla: «tanta arrogan-

avendo Amor sentita / piu lungamente comportar non volse» IX, 19). Tras la herida profunda que realiza Cupido con su

co, la unión de los amantes «auspice ebbe Amore» (XIX, 27-33).

495

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todo se está moviendo y sacudiendo; Confusa, al fin, hall6 nueva manera, 65 prueba después con el pequeño dedo que a su me do^ abraza enternecida y en vano tienta el cabo, aquesto haciendo, y con la blanca mano por defuera si puede con la punta de sus flechas trabaja de quedar toda ceñida; hacer lugar en partes tan estrechas. dijo después la ninfa placentera:.

«Paz y dichosa luz tengas, mi vida», 70 No pudo al fin, mas con las alas luegó y él, sin hablar, con alegría no poca,

(que desde Cipro, de Amatunta y Gnido, paz de su 1- tomó dentro en la boca. menospreciando la región del fuego, podrán subilla al cielo más subido)., La paz tomaste, 'joh venturoso amante!, donde volando con lascivo juego, duke guerra en brazos de tu amiga, para quebrar un monte empedernido, y aquella paz, mil veces, que es bastante., 75 aire fresco, vital, les hace y mueve nunca me fuera en paz de mi .h iga . y dentro el aire ardientes llamas llueve. íTriste!, no porque paz mi lengua cante

uiere [S] inmortaI, fiera. eneiniga, La sábana después quTetamente mas antes, contra amor de celo armada,.

levanta, al parecer no bien siguro, la. paz, que tanto al cielo agrada E. ..] 80 y como espejo el cuerpo ve luciente, el muslo cual aborio limpio y puro; contempla de los pies hasta la frente las caderas de mármol liso y duro, las partes donde Amor el cetro tiene, y allí con ojos muertos se detiene.

Admirado la mira y dice: « iOh cuánto debes, Medor, a tu ventura y suerte! B Y más quiso decir, pero entre ,tanto razón es ya que Angélica despierte, es muy claro el sentido de estos versos. la cual con breve y repentino salto, se dirige d. poeta a su propia amiga, la viéndose así desnuda y de tal suerte, o 78. Parece ser que ella se interesa par

inmortal") - ;y no por eí amor carnal: los muslos dobla. y lo mejor encubre, da de celo religioso.. Por eso está viste y por cubrirse más,: más se descubre. lectura no me parece posible,

ión principal al incIUirla ina el editor, dejando. d la subordinada. La pun- Ias indicaciones del. ma-

43 Por error, este verso falta en la edición de J 'verso 80, permite recuperar bl-64 El motivo erótico sobre el desvelamiento i estructurada en Ia contraposición

la hermosura corporal está más desarrollado en la ue d poeta acusa a la amada de pre le nevi del be1 seno ignudo / ove'n suo albergo adq ni ahora, esa meaafórica paz siede / mi vergognosa A se di se fa scudo / s'avido'l guar inmortal.» y agradable al .cielo: en lei ferir s'awede: / l'un pomo e I'altro tumidetto e crudo man che'l copria rígido cede, / mi s'ivi cede in dtra par dura, / e di roseo colore arde e matura* (w. 361-368).

496 497

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MARTE EN ASPECTO DE CÁNCER

Junto a su Venus, tierna y bella, estaba, todo orgulloso, mart te, horrible y fiero, cubierto de un templado y fino acero que un claro espejo al sol de s í formaba,

y mientras ella, atenta, en 41 notaba 5 sangre y furor, con rostro lastimero un beso encarecido al gran guerrero fijó en la frente y dé1 todo colgaba.

* [A], fol. [37 r]; [C], fols. 38 v-39 r; [E], fols. 138 r-v]. Para Rivers se representa la «creciente tensión sensual» en una

estructura «netamente ideada» donde «cada uno de los cuartetos y tercetos encierra justamente una sola fase distinta del movi- miento total: situación, acción, resultado y comentario», y cuyo significado «plenamente pagano» lo muestra el que «los dioses mismos son dominados por el deseo carnal» (Francisco de Alduna, páginas 154-155). Pero el soneto, aparte de ser expresión corte- sana del sujeto poético en su complementar armas y amores, pone en representación visualizada el concepto de la Venus benéfica y pacífica, para E. Wind «una de las más refrescantes paradojas del neoplatonismo» (op. cit., pág. 125). El texto conjunta así una doble alegoría, cuya similitud se marca en la bipartición del últi- mo verso, en torno al axioma neoplatónico de Armonía, nacida por la «discordia concors» de Marte y Venus. En el plano mito- lógico, que ocupa la casi totalidad del poema, el referente es la antigua tradición (recogida por Hesiodo y Pausanias) «de que Marte había sido el esposo legítimo de Venus, mucho antes de que Homero la uniese con Vulcano~, versión que «se mantuvo siempre como base de especulaciones cosmológicas y más tarde astrológicas» (E. Panofsky, Estudios, pág. 220). La lección «ge- nuinamente platónica» de vincular a los dioses para significar la «ley de autocontradicción» en la que cada uno «comparte el ca- rácter de los demás, pueden ayudarse y eclipsarse entre sí», encon- tró en el amor de Marte y Venus uno de los más fecundos mo- tivos (E. Wind, op. cit., págs. 197-199). Con el contraste entre los términos que indican la terribiliti del dios de la guerra y la dulzura de la diosa del amor, el soneto intensifica el poderío del beso para cambiar la belicosidad en «nuevo ardiente celo», sim- bolizando la efectividad de la concordia venusina que para los neoplatónicos era la única fuerza capaz de neutralizar el principio

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Del precioso coral tan blando efeto salió que al fiero dios del duro asunto 10 hizo olvidar con nuevo, ardiente celo.

iOh fuerza extraña, oh gran poder secreto, que pueda un solo beso, en sólo u n punto, los dioses aplacar, dar ley al cielo!

- destructor representado por Marte en el momento previo a la unión (vid. P. XXXIII, VV. 1-24) con la que Venus concede «la volupta alli huomini che excede tutte le &re» (M. Equicola, Li- bro di natura, pág. 61 r). En un segundo plano, «de acuerdo con los astrólogos antiguos cuya opinión siguen Platón y Aristóteles* como recuerda Pico, se explicaba igualmente la proximidad en los cielos de Marte y Venus (vid., para las conexiones de mito y astrología, E. Wind, op. cit., págs. 91-95 y, sobre todo, E. H. Gom- brich, Imágenes, págs. 104-117) porque «la concupiscente Venus, suele enamorarse del ardentísimo Marte, por lo cual los astróiu- gos ponen grandísima amistad entre estos dos planetas y dicen que Venus corrige con su benigno aspecto toda la malicia de Mar- te» (León Hebreo, Diálogos, 1, pág. 240). El soneto, al manifes- tar que «el poder secreto* del amor impone su «ley al cielo*, participa de .esa lectura astrológica por la misma armonización astral que enuncia Fimo, en que «Venere ammorza la maligni- th... Marte ancora seguita Venere» (Sopra lo amore, págs. 74-75), y se fundamenta en la concordia discors: «Aunque el calor de Marte es excesivo en ardor, la frialdad templada de Venus lo tiempla ... de manera que en la tal contrariedad consiste la con- veniencia amorosa de Marte y Venus, y por ella solamente tienen sus casas opuestas en el Zodiaco» (León Hebreo, Diálogos, 1, pá- ginas 269-270). La titulación del soneto expresa el punto culrni- nante de la concordia, cuando Marte abandona sus signos propios (Aries o Scorpius) y cambia de casilla a Cáncer con lo que «Ve- nus tiene aspecto con Mate» (Diálogos, 1, pág. 233), aguardan- dolo di sestile o trino» (Ficino, Sopra lo amore, pág. 74).

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Comunica su luz desde su altura el gran planeta acusador .de Marte con tal porción, tal providencia y arte, que vive y goza delio la natura;

mas del inmenso ardor la luz tan pura, 5 cuando al orbe inferior más se reparte, más de sí mismo da a sí mismo parte, y en sí la reflexión más se apresura.

Tal tú, mi nuevo Apolo, el ser perfeto cobrando yo a tu luz, que así a menudo 10 de mi vivir la estambre va tejiendo;

el rayo reverbera en mí, sujeto de tu alabanza, y quedo ciego y mudo, por bien celeste un dulce mal sufriendo.

* [B], fol. 66 v; [DI, fols. 66 r-v. Lo titulan Respuesta del capitán Aldana al siguiente Soneto del Doctor Herrera de Arceo al capitán Aldana: «Señor Aldana, que en sagrada altura / sus- tentais el poder del fiero Marte, / mostrando la destreza, ingenio y arte / que puso en vos el cielo y la natura, / el son de vues- tra fama ilustre y pura, / que desde Ibero a Idaspe se reparte, / ocupa de mi alma tanta parte / que a loaros me inclina y apre- sura. / Por tanto vos, mi Apolo mas perfeto, / a quien las nueve hermanas a menudo / la hiedra .entre el laurel andan tejiendo, / dadme conforme estilo a tal sujeto, / porque si quedo en este abismo mudo / viviré lo que Tántalo sufriendo.» Texto: [B], fo- lio 66 v; [DI, fols. 65 v-66 r. Arceo es nombrado también en la Epístola a Cosme entre los amigos florentinos (v. 87), y quizás sea el Jerónimo de Arceo al que alude Aldana en la postdata de una carta al secretario Zayas (vid. nota 68 de la «Introducción»). Arceo hace depender la alabanza, exigida por una inclinación aní- mica para la que el silencio sería un tormento, de la adecuación del estilo al sujeto, complemento mítico de Marte y Apolo que ha de concederla desde su perfección poética. Aldana reduce la comparación al segundo término y centra el tópico en el juego de luminosidad y reflejo: como correlato de los resplandores venu- sinos (vid. P. XXXIII, VV. 69-72 y P. XLIII, VV. 561-563) de- volverá su alabanza «más poderosa y fuerte / como rayo de sol reverberado* (P. VI, VV. 99-100).

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[POCOS TERCETOS ESCRITOS A UN AMIGO]

Mientras estáis allá con tierno celo, d e oro, d e seda y púrpura cubriendo el d e vuestra alma vil terrestre velo,

sayo de hierro acá yo estoy vistiendo, cota de acero, arnés, yelmo luciente, 5 que un claro espejo al sol voy pareciendo.

Mientras andáis aliá lascivamente, con flores d e azahar, con agua clara, los pulsos refrescando, ojos y frente,

-

* [A], fols. [53 v-54 r l ; [C], fols. 58 v-59 r; [E], fols. 156 v- 57 VI.

Desde el referente de su actuación personal que permite fijar la escritura hacia julio de 1568 (vid. la nota 46 de la «Introduc- ción») Aldana establece en el poema un contraste de estados que acertó a rotular Rodríguez Moñino como [Oposición entre la vida del soldado y la del cortesano] (El capitán, pág. 43). Para A. Lefebvre el destinatario de los tercetos «bien podría ser el mismo desconocido Galanio, cuya mundanidad le señala el poeta en su carta» (op. cit., pág. 49), suposición explicable por la co- mún distancia entre vida pasada y presente que en este caso in- tensifica el' semivelamiento intencional de «a un amigo», sujeto de una cortesanía que ahora se repudia aunque fue la del propio poeta (P. XXIX). Con «una serie incompleta pero agotadora de comparaciones» (L. Felipe Vivanco, Poesía heroica del Imperio, 1, Madrid, 1940, pág. XVII) la estructura dispone por la simulta- neidad de lo que ocurre en sus ámbitos un doble contraste entre el cuerpo y el alma entregados a la corte o a la milicia: atavío y sensaciones físicas (VV. 1-12); móviles y sensaciones anímicas (ver- sos 13-24); acciones para el triunfo (VV. 25-36). La aparente iden- tidad de estrategia amorosa y bélica («venteando / en haca»- «jinete.. . saltando»; «conocer la dama»-«reconozco el sitio») re- vela los artilugios del cortesano en el «diestro modo» a que le induce la lascivia, mientras la honra propicia una directa acción en la que se desdeña hasta el peligro de muerte. El sujeto poéti- co exalta en la dicotomía interior («blanduras» / «aspereza y desdén») los valores invertidos también en e: físico (frescor del agua y del perfume frente a la sangre y el sudor) por la sacrali- dad que connota al enemigo de Dios y al cuerpo de similar y des- preciable condición («vil»).

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yo de honroso sudor cubro mi cara, y de sangre enemiga el brazo tiño cuando con más furor muerte dispara.

Mientras que a cada cual, con su desiño, urdiendo andais aiiá mil trampantojos, manchada el alma más que el piel de armiño,

yo voy acá y allá, puestos los ojos en muerte dar al que tener se gloria del ibero valor ricos despojos.

Mientras andáis aiiá con la memoria llena de las blanduras de Cupido, publicando de vos llorosa historia,

yo voy acá de furia combatido, de aspereza y desdén, lleno de gana que Ludovico al fin quede vencido.

Mientras, cual nuevo sol por la mañana, todo compuesto, andáis ventaneando en haca, sin parar, lucia y galana,

yo voy sobre un jinete acá saltando andén, el barranco, el foso, el lodo, cercano enemigo amenazando.

Mientras andáis allá metido todo en conocer la dama, o linda o fea, buscando introducción por diestro modo,

yo reconozco el sitio y la trinchea deste profano a Dios, vil enemigo, sin que la muerte al ojo estorbo sea.

" En [Al jiño, corregido en las otras ediciones. En las ediciones: llenas.

290

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[LIX] "

[OCTAVAS AL SERENÍSIMO SEROR DON JUAN D E AUSTRIA]

La mujer militar que tiene el pecho de acero, a quien la gente llama guerra. su rostro antiguo en lágrimas deshecho. quebrada la color, como de tierra, a ti, glorioso autor del más gran hecho 5 que en humano poder la edad encierra. viniendo humilde, atenta y dolorida, dice, con voz del corazón salida:

« iOh fiero domador de filisteos, nuevo David de la cristiana Roma, 1 O claro destrozador de los trofeos colgados en el templo de Mahoma, cuya grandeza excede a los deseos,

- con sólo un resplandor que deiia asoma. si no vuelves por mí, ya el fin temprano 15 veo (que no querrá Dios) del cetro hispano!

[17 v-20 r]; [C], fols. 19 v-20 r; [E], fols. [19 v- idad de este poema con las Octavas a Felipe II, , viene indicada implícitamente por Cosme ai en [A] al margen del poema y al no indicar final de la composición anterior, lo que indujo

a creerlos un solo texto «que en un principio dirige a como señor de la Cristiandad y al final a Juan de Aus- vencedor de Lepanto* (LA soledad, pág. 203). Pero se

unidad limitada a la visión aiegórica y al sim- da fundirse la elocución referida en pasado e II (VV. 873-880) con el presente del rela-

itar» dirigiéndose al vencedor de Lepanto (ver- resultaría además manifiestas repeticiones

-24: 35-36 = 851-852: 37-39 = 853-855:

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Recibe esta llorosa profecía cumplida en mi vejez, triste, importuna: dígote que la ibera monarquía veo a los pies caer de la fortuna, 20 crece la rebelión y la herejía, despierta el gallo al rayo de la luna, y el pueblo más de Dios favorecido duerme a la sombra de un eterno olvido.

¡SUS, presto, el paso alarga de gigante, 25 joven real, no tardes, ve, camina, a cuestas toma, oh mi español Atlante, el mundo, que a ser tuyo se destina! La evangélica esposa militante sobre tus fuertes hombros se reclina, 30 hácete Dios caudillo de su nuera, ;sus, caiga el gran Babel, sus, caiga y muera!

Mas antes que yo salga, Alcides mío, contigo a tanto monstruo, tenme cuenta: mira con corazón humilde y pío 35 mi desnudez, vejez, hambre y afrenta; quien dio al gran padre tuyo el señorío del nuevo mundo al hijo se lamenta: soy de mi enojo sierva miserable, ni hay quien a ti, por mí, interceda y hable. 40

-

19-24 El pueblo de Dios (Jerem., 31, 33; Sal., 33, 12) debe guar- dar el poderío que Dios le concede (P. XLIII, VV. 347-348) como nación santa (Is., 63, 18), lo que contrasta con la actual postra- ción (cfr. P. LX, VV. 751-772).

32 Recreación que reitera el P. LX (v. 296) de las maldiciones bíblicas a la «civitas magna Babylon~ (Apoc., 18, 10; 16, 9). En carta de 1577 el propio Don Juan de Austria afirmaba: «Yo que soy solo al remedio de tanta Babilonia~ (B. Porreño, Historia del Serenísimo SeRor Don Juan de Austria, ed. A. Rodríguez Villa, Madrid, 1899, pág. 462).

Mal Lara justifica estos atributos en el vencedor de Le- panto con relación a Felipe 11: «y bien entendemos que el mun- do que está sobre Hércules es el cargo que se da a su Exc? y para esto viene muy bien porque estando delante de su Majt. que es el Atlante ... dirá bien en aquél término» (Descripción, pági- nas 40-41), y copia un epigrama latino sobre la transferencia hercú- lea de Carlos V a Don Juan (págs. 114-115).

Quien las coronas da, quien da las sillas ¿vive sin premio? Ceso y más no digo; dejo este mar sin puerto y sin orillas, y tú vuelve tu frente a tu enemigo.» Hizo aquí fin, llorosa y de rodillas, la mujer militar del siglo antigo, y ceso yo con ella, a ti dejando lo más que a tu saber digo callando.

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[XLV] *

Otro aquí no se ve que, frente a frente, animoso escuadrón moverse guerra, sangriento humor teñir la verde tierra, y tras honroso fin correr la gente;

éste es el dulce son que acá se siente: « ¡España, Santiago, cierra, cierra! », y por süave olor, que el aire atierra, humo de azufre dar con llama ardiente.

" [A], fol. [40 r] ; [C], fols. 42 r-v; [El, fols. [41 v-42 r]. Uno de los más difíciles poemas de Aldana a juzgar por los

comentarios tan disímiles que ha suscitado. Según A. Rodríguez Moñino, que lo titula [Gloria de vida en campaBa], significa que para el poeta «no hay vida más digna (aparte la religiosa) que la de su profesión ... que no quiere deliberadamente velarla con tonos suaves y deformadores» (El capitán, pág. 42; «Noticia», pá- ginas 19-20), coincidiendo con L. Felipe Vivanco: «Después de describirnos la guerra en todos sus horrores correspondientes a los cinco sentidos corporales ... y cuando esperábamos su más ro- tunda reprobación humana, hace su elogio en un solo verso final, verdaderamente sobrio y sorprendente» (op. cit., 1, pág. XVII; en la pág. 62 aparece como Descripción y elogio de la guerra). A. Lefebvre piensa también que el soneto «eleva a su valor mo- ral ... la reciedumbre de la vida del soldado*, notando la gradua- ción de aun climax, desde lo menos sensorial, la vista, hasta lo más, el tacto» (op. cit., págs. 50-51). Por contra, Vossler vislum- bra «una especie de acritud humorística y sarcástica» (Escritores, página 99) que L. Salstad especifica como contrajacta del locus amoenus que manifestaría, por contraste, como verdadero «digno y noble estado» el contemplativo: «The components of this to- pos, which often involved all five senses, included, typically, per- petual spnng, shade trees, grass, and water and frequently flowers, h i t , bird song, and a breeze as weii. The beauty of there ele- ments in their totality implied and experience o£ imer harmony. In Aldana's sonnet we find and implicit ironic contrast with each and alí of them ... There is also a contrast with a spiritual paradise» («Another look at Francisco de Aldana's "Otro aquí no se ve"», en RomN, XXIII (1982), págs. 335-340). E. L. Ri- vers adopta una interpretación equidistante de las anteriores: «En esa misma violencia está el sentido total del soneto que es un8 paradoja irreductible. En la guerra, la vida es más vida y la muer- te más muerte; es a la vez vil y gloriosa. Dicho de otro modo,

El gusto envuelto va tras corrompida agua, y el tacto sólo apalpa y halla 10 duro trofeo de acero ensangrentado,

hueso en astilla, en él carne molida, despedazado arnés, rasgada malla. iOh sólo de hombres dino y noble estado!

este soneto no es una afirmación ni una negación.» Plantea que «el poderoso efecto físicoespiritual de este soneto se consigue por medio de una composición de lugar, o sea, un "traer de los sentidos" tal como se practica en los Ejercicios espirituales de San Ignacio. Uno por uno, se aplican los cinco sentidos a la escena sobre la que se medita» (Francisco de Aldana, pági- nas 159-160; glosado sin aportes sustanciales en «Composición de lugar», en Clav., VI 119551, págs. 19-21); explicación que ex- trema O. H. Green, concluyendo: «No puede dudarse del influjo literario de los Ejercicios espirituales en este soneto» (España, IV, páginas 215-216).

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[LXII] " AL CIELO

Oh cómo allá te estás, cuerpo glorioso, 5

itud y cumplimiento del fervor y luz» eles, Consideraciones, pág. 184), sede de

su fuerza-y como alentada con esta

43 1

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;O11 patria amada, a ti sospira y llora ésta en su cárcel alma peregrina, llevada errando de uno en otro instante;

esa cierta beldad que me enamora, suerte y sazón me otorgue tan benina que, do sube el amor, llegue el amante.

'-

a l estado terreno («nuestro humano error»), la lejania del en Dios produce un desasosiego presente: «Los que por es de los trabajos que aquí padecen desean- ser con Cri llorando (Psalm., 37): "Ay de mí que es prolongado m m.'' El que tiene esta manera de deseo no se acaba de y por tanto dice enue sí (Psalm., 83): "Desea y desfallece ánima: desea ir a Dios e llamalo con sospiros"» (Fr. Francisco de Osuna, Tercer abecedario, pág. 450).

432

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[LVII] ?:

El ímpetu crüel de mi destino, ¡cómo me arroja miserablemente de tierra en tierra, de una en otra gente, cerrando a mi quietud siempre el camino!

.. iOh, si tras tanto mal, grave y contino, 5 roto su velo mísero y doliente, el alma, con un vuelo diligente, volviese a la región de donde vino! ;

137 i7l; ICI, fols. 39 r-v; [El , fol. [39 r]. En e la B. N. de Madrid, fol. 117, figura atribuido a ardo de Argensola y de ahí lo publicó R. Foulché- r une edition des Argensolas», en RHi, XLVIII 381-382), reponiendo J. M. Blecua la exacta auto-

ación de desconsuelo, en la que el «duro a la «patria verdadera» (P. LXV, ver-

apone el infernal movimiento al deseado d negada a la paz eterna. En el viejo o como cárcel terrena del alma, por el de participar de la lumbre divina», al

como rayo de luz divina», pero se lo e con el cuerpo» (León Hebreo, Diá- helo agustiniano del tiempo «cuando en que agora nuestra alma, presa,

en tinieblas, y saliere a lo claro y a Luis de León, De los nombres de e10 al origen el cuerpo obstaculiza

ha de ser roto para ver centros, como los bienaven- petu y con cuánta ligereza

nto Tomás de Villanueva, ed. de 6) . Pero Aldana, como San Agus-

r «el rostro presente de a en estas clausuras car- cuerpo para que salida

ra», sino también en la e los bienaventurados «se

mucha paz» (Las meditacio- naventurado Sant Agustin, Me-

a del Campo, Imprenta de Francisco del Canto, 1553, fo- s 33 r-v). Es la compañía amistosa «en Dios gozando» que Cos-

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CARTA PARA ARIAS MONTANO SOBRE LA CONTEMPLACIÓN DE DIOS

Y LOS REQUISITOS DELLA

Montano, cuyo nombre es la primera estrellada señal por do camina $ sol el cerco oblicuo de la esfeza,

nombrado así por voluntad divina, para mostrar que en ti comienza Apolo 5 la luz d e su celeste dicipiina:

* [A], fols. [26 v-34 rl; ECl, fols. 27 r-35 v; EEI, fols. 126 v- 35 VI.

Aldana manifiesta su admiración hacia el gran biblista (ver- sos 1-6, 283, 319) del que muestra conocer la obra poética y doc- trinal y algunas de sus dilectas aficiones (VV. 289-294, 373, 376- 408). Todo ello indica un estrecho contacto posiblemente iniciado en la etapa flamenca del poeta (vid. P. XXXIX) sin que para nada tengamos que suponer «que Aldana cayera en Flandes bajo incipiente iniciaaón familista», ofreciendo la Egírtola como una críptica manifestación de identidad con Arias Montano (A. Alca- G, <Zpílogo» a B. Reckers, Arias Montano, Madrid, 1973, pági- nas 248-250). La «apología del alma y de los caminos de evasión contemplativa y su insistencia en la luz y su énfasis en la quietud, en el sosiego» conectan el familismo con cualquier corriente de mística afectista, por el común contacto doctrinal a través de Tauler, Ruysbroeck o Herp (cfr. H. de la Fontaine Venvey, «Trois hérésiarques dans les Pays-Bas du xun sicde», en BHR, XXVIII (1954), págs. 312-330). Por otra parte, «hasta 1583 no disponemos de pruebas definitivas» sobre el sometimiento de Montano a la autoridad del profeta de la Casa de Amor (B. Reckers, op. cit., págiia 111; y las aun más matizadas conclusiones de M. Sabbe, «Arias Moníano y Barrefellt (=el y la teología ortodoxa)», en RCEE, VIII 119341, págs. 91-92).

l4 «Lo que en htín significa abíre, ambulare: ir, caminar o andar tambih significa el zodiaco o signífero de la esfera dentro de cuya latitud anda siempre el sol y por el mismo caso significa fa línea eclíptica de quien jamás el sol se apartan (Fr. José de Sigüenza, Historia, 111, pág. 145). La bondad de Arias Montano lo identifica, haaendo real la cercanfa nominal, con Aries «la pr3- mera casa del Zodiaco que tira lo más de su 'resplandor. .. que puesto este signo en el cielo se vienen con él a recrear cuantas cosas hay.,. príncipe de los signos por haber sido guía de todo su campo» (J. de Mal Lara, Descripción, págs. 418-4193..

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yo soy ,un hombre desvalido y solo, expuesto al duro hado cual marchita hoja al rigor del descortés Eolo;

mi vida temporal anda precita 10 dentro el infierno del común trafago que siempre añade un mal y un bien nos quita.

Oficio militar profeso y hago, baja condenación de mi ventura que al alma dos infiernos da por pago.

Los huesos y la sangre que natura me dio para vivir, no poca parte dellos y della he dado a la locura,

mientras el pecho al desenvuelto Marte tan libre di que sin mi daño puede, 20 hablando la verdad, ser muda el arte.

Y el rico galardón que se concede a mi (llámola así) ciega porfía es que por ciego y porfiado quede.

No digo más sobre esto, que podría cosas decir que un mármol deshiciese en el piadoso humor que el ojo envía,

y callaré las causas de interese, no sé si justo o injusto, que en alguno hubo porque mi mal más largo fuese.

Menos te quiero ser ora importuno en declarar mi vida y nacimiento, que tiempo dará Dios más oportuno:

7-* La reflexión agustiniana sobre cómo «todos nosotros somos hoja» (Las medifaciones, fols. 97 r-v) compone la imagen del pe- cador caído en el polvo y sin «resistencia para que el viento no se lo lleve» (C. Ponce de la Fuente, Exposición del primer Salmo, página 209).

En [C] falta di, con lo que se produce hipometría. 26 En [C] la variante deferior «con decir».

basta decir que cuatro veces ciento y dos cuarenta vueltas dadas miro 3 5 del planeta seteno al firmamento

que en el aire común vivo y respiro, sin haber hecho más que andar haciendo yo mismo a mí, crüel, doblado tiro

y con un trasgo a brazos debatiendo 40 que al cabo, al cabo, jay Dios!, de tan gran rato mi costoso sudor queda r'iendo.

Mas ya, jmerced del cielo! , me desato, ya rompo a la esperanza lisonjera el lazo en que me asió con doble trato. 45

Pienso torcer de la común carrera que sigue el vulgo y caminar derecho jornada de mi patria verdadera;

entrarme en el secreto de mi pecho y platicar en él mi interior hombre, 50 dó va, dó está, si vive, o qué se ha hecho.

Y porque vano error más no me asombre, en algún alto y solitario nido pienso enterrar mi ser, mi vida y nombre

M-56 El movimiento lunar mide «la edad nuestra* (P. XLIII, versos 613-614). Pero hay además una determinación por la astro- logía ascética en referencia a los versos iniciales: el sol (Montano) representa la liberalidad divina, mientras la luna ha sumido la vida del poeta en el devaneo (Fr. José de Sigüenza, Historia, 11, págs. 191 y 201; F. de Ros, op. cit., págs. 408-409).

«Tú mismo, cruel contra ti, te raes del libro del amor con tu presente maldad.. . que es olvido en este mundo y en el otro» (Fr. Francisco de Osuna, Ley de amor, pág. 246).,

Frente a esta «común carrera» la «estrecha» (v. 435) de los contemplativos que «así como por unas carreras suben a Dios y aquella cibdad Jerusalén celestial alzándose sobre toda razón y entedimiento humano aun morando en aquesta casa del cuerpo terrenal* (Sol de contemplativos, fols. IV v-V r).

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y, como si no hubiera acá nacido, estarme allá, cual Eco, replicando al dulce son de Dios, del alma oído.

Y ¿qué debiera ser, bien contemplando, el alma sino u n eco resonante a la eterna beldad que está llamando 60

y, desde el cavernoso y vacilante cuerpo, volver mis réplicas de amores al sobrecelestial Narciso amante;

rica de sus intrínsecos favores, con un piadoso escarnio el bajo oficio burlar de los mundanos amadores?

E n tierra o en árbol hoja algún bullicio no hace que, al moverse, ella no encuentra en nuevo y para Dios grato ejercicio;

y como el fuego saca y desencentra oloroso Licor por alquitara del cuerpo de la rosa que en ella entra,

así destilará, de la gran cara del mundo, inmaterial varia belleza con el fuego de amor que la prepara;

5543 Eita versión de la respuesta del aIma a Dios (P. XLIII, versos 747-748) retoma el papel reflejo de la ninfa ovidiana («re- sonabilis Echo») respondiendo a las insinuaciones amorosas de Narciso (Met., 111, w. 376-377).

El tópico agustiniano de que el llamado al amor de Dios «escarnece y burla» del «malo y amargo amor del mundo» (Fray Juan de los Ángeles, Diálogos, pág. 352).

67-75 «Este ejercicio es el propio estudio de la verdadera sabi- duría y mística teología, la cual no se aprende ... sino orando y levantando la pura afición a Dios para que con el mesmo gusto y experiencia de su bondad, suavidad y nobleza conozca quién es Dios» (Fr. Luis de Granada, Adiciones, pág. 440). <<Esta manera de contemplación» es «como quien saca por alquitara agua de hierbas olorosas» (Fr. Juan de los Ángeles, Manual, pág. 512).

y pasará de vuelo a tanta alteza que, volviéndose a ver tan sublimada, su misma olvidará naturaleza,

cuya capacidad ya dilatada allá verná do casi ser le toca en su primera causa transformada.

Ojos, oídos, pies, manos y boca, hablando, obrando, andando, oyendo y viendo, serán del mar de Dios cubierta roca;

cual pece dentro el vaso alto, estupendo, 85 del oceano irá su pensamiento desde Dios para Dios yendo y viniendo.

Serále allí quietud el movimiento, cual círculo mental sobre el divino centro, glorioso origen del contento, 90

7e-a «Enciende la más alta parte de la voluntad con el fuego de su amor ... es alzado el talante de la voluntad por el fuego enderezado al cielo sin algún medio e ,tornamiento» (Sol de con- templativo~, fols. CXXXIII r-v). «Cuando la inteligencia del áni- ma, que es la más alta fuerza entre las que conocen pasa en afec- ción o amor de las cosas que contempla ... en alguna manera sale de sí mesma volando sobre sí» (Fr. Francisco de Osuna, Tercer abecedario, pág. 379).

Enumeran las impresiones de los sentidos internos ocupa- dos en el gozo de Dios: desde ciertas alusiones bíblicas (Psal., 3, 9 ) y con la reelaboración dada por Orígenes y San Agus- tín, se constituye el tópico del reconocimiento íntimo de Dios que formula, entre otros, San Buenaventura: «videt et audit, odoratur, gustat et amplexatur~ (L. Schrader, op. cit., pági- nas 147-194). a-n Las almas contemplativas «parece que como nadan a ma-

nera de peces en las aguas ... y esto por el nadar regalado en los dones de Dios» (Las obras de ... Rusbroquio, 11, pág. 250). La relación con Dios adquiere ya la imagen de circularidad que des- arrollan los versos siguientes (compárense con P. XLVI, ver- sos 4143), propia de quienes «han comenzado a volar por mental contemplación», cuyo itinerario se traza «yendo y volviendo den- de el nido a su Factor y de su Dios a sí mismos» (Fr. Bernardi- no de Laredo, Subida, pág. 100).

«La voluntad, amando, casi se menea sin movimiento, em- pleándose sólo en el amor. Donde en esto que decimos que la

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que, pues el alto, esférico camino Es bien verdad que a tan sublime cumbre del cielo causa en él vida y holganza, suele impedir el venturoso vuelo 110 sin que lugar adquiera peregrino, del cuerpo la terrena pesadumbre.

llegada el a!ma al fin de la esperanza, Pero, con todo, llega al bajo suelo mejor se moverá para quietarse 95 la escala de Jacob, por do podemos dentro el lugar que sobre el mundo alcanza, al alcázar subir del alto cielo;

do llega en tanto extremo a mejorarse que, yendo allá, no dudo que encontremos 115 (torno a decir) que en él se transfigura, favor de más de un ángel diligente casi el velo mortal sin animarse. con quien alegre tránsito llevetnos.

No que del alma la especial natura, 1 O0 Puede del sol pequeña fuerza ardiente

dentro al divino piélago hundida, desde la tierra alzar graves vapores

cese en el hacedor de ser hechura, a la región del aire allá eminente, 120

¿y tantos celestiales protectores, o quede aniquilada y destrüida, para subir a Dios alma sencilla,

cual gota de licor, que el rostro enciende, vernán a ejercitar fuerzas menores? del altísimo mar toda absorbida, 105

Mas pues, Montano, va mi navecilla mas como el aire, en quien en luz se extiende corriendo este gran mar con suelta vela, 125

el claro sol, que juntos aire y lumbre hacia la infinidad buscando orilla, ser una misma cosa el ojo entiende.

quiero, para tejer tan rica tela,

voluntad ama parece que significa quietísimo movimiento» (Fray muy desde atrás decir lo que podría

Bernardino de Laredo, Subida, pág. 381). Es una dinámica de la hacer el alma que a su causa vuela. identificación entre Dios, apura y perfectamente centro», y la criatura que «en presencia del conocimiento de su criador es cir- 1l2-n7 La elevación contemplativa «se puede apropiar a aquello cunferencia sin centro» (págs. 255-257). «En este estado hay tanta del Génesis del patriarca Jacob, del cual se dice ... vido en sueños paz holganza que vive el alma casi en silencio» (Fr. Juan de los una escala la cual aunque estaba en la tierra la altura d d a llega- Ángeles, Consideraciones, pág. 410). ba al cielo ... Bien artificiosamente el Spiritu Santo ha puesto el

l @ - l w ~ La «sumersión mística» es «una perpetua salida de nos- estilo que debe tener el que se quiere allegar a la contemplación otros mismos con una vista clara a cierta diversidad ... y esta es en la dicha figura» (Sol de contemplativos, fol. 1111 1). «Y así la íntima y ocultísima diferencia que podemos sentir entre Dios dice Jacob que veía ángeles descender y subir por la escala ... y nosotros» (Las obras de ... Rusbroquio, 11, pág. 327). El símil éstos descienden y suben cada día por esta escalan (Fr. Luis de de la gota (agua o licor) caída «al inmenso mar y abismo de

'.t Marcón, Camino del cielo, págs. 68-69).

amor» (Diego de Jesús, «Apuntamientos y advertencias» -l18-lz3 «Y como el mesmo sol cuando no hay impedimento saca Obras de San Juan de la Cruz, ed. del P. Silverio de Santa Te- de la tierra todos los vapores y humedades ... el sol divino con- resa, 1, Burgos, 1929, págs. 376-377) significa «aniquilación y tinuamente le envía sus rayos y... levanta su spíritu más y más alto deshacimiento de sí», mientras que la «unión de espíritus con- hasta que le Ueva a contemplación» (Instituciones o doctrinas del venientemente se asemeja al aire que, siendo alumbrado, en sí excelente theólogo Fray Iuan Taulero, pág. 227). incorpora la luz del Sol, de manera que del +e y de la luz pa- 124-126 «Nuestra vía es por el mar (Psal., 76) y nuestra senda rezca ser hecha una cosan (Fr. Juan de los Angeles, Considera- por las muchas aguas»; el ejercicio de meditación y contempla- ciones, pág. 494; explicación física en Eckhart, Tratados, pági- ción «es una navecilla en que cada justo. .. se debe salvar ... » na 537). (Fr. Francisco de Osuna, Tercer abecedario, pág. 368).

442 443

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Paréceme, Montano, que debría buscar lugar que al dulce pensamiento, encaminando a Dios, abra la vía,

ado todo exterior derramamiento cese, y en su secreto el alma entrada comience a examinar, con modo atento,

antes que del Señor fuese ciiada cómo no fue, ni pudo haber salido de aquella privación que llaman nada;

ver aquel alto piélago de olvido, aquel sin hacer pie luengo vaclo, tomado tan atrás del no haber sido,

y diga a Dios: « i Oh causa del ser mío, cuál me sacaste desa muerte escura, rica del don de vida y de albedrío! »

Allí, gozosa en la mayor natura, déjese el alma andar süavemente con leda admiración de su ventura.

Húndase toda en la divina fuente y, del vital licor humedecida, sálgase a ver del tiempo en la corriente: 150

130-144 Para la aniquilación del hombre exterior «acuerdese pri- meramente en general despues en especial de los beneficios que ha recibido del Señor ... E pensando primeramente como lo crio de nada criatura a la su imagen y semejanza» (Sol de contemplativos, folio XIIII v). En esta vía del «propio conocimiento», detal!a Juan de Avila: «Debéis de pensar qué érades antes que Dios os criase y hallaréis ser un abismo de nada y privación de todos los bie- nes. Estaos un buen rato sintiendo este no ser, hasta que veáis y palpéis vuestra nada. Y después considerad cómo aquella pode- rosa y dulce mano de Dios os sacó de aquel abismo profundo y os puso en el número de sus criaturas, dándoos verdadero y real ser. Y miraos a vos no como a hechura vuesua sino como una dádiva de Dios, que os hizo merced de vos a vos... Y tampoco podíades salir de aquellas tinieblas de aquel no ser como los que se quedaron en ellas, teniéndoos por igual de vuestra parte a las cosas que no son, atribuyendo a Dios la ventaja que les lleváis» (Audi filia, ed. Salas Balust, Barcelona, 1963, págs. 155-156).

veráse como línea producida del punto eterno, en el mortal sujeto bajada a gobernar la humana vida

dentro la cárcel del corpóreo afeto, hecha horizonte allí deste alterable mundo y del otro puro y sin defeto;

donde, a su fin únicamente amable vuelta, conozca dé1 ser tan dichosa forma gentil de vida indeclinable,

y sienta que la mano dadivosa de Dios cosas crio tantas y tales, hasta la más süez, mínima cosa,

sin que las calidades principales, los cielos con su lúcida belleza, los coros del Impíreo angelicales

consigan facultad de tanta alteza que lo más bajo y vil que asconde el cieno puedan criar, ni hay [tal] naturaleza.

Enamórese el alma en ver cuán bueno es Dios, que un gusanillo le podría llamar su criador de lleno en lleno,

1s4-'56 Entre «las cosas eternas» y «las temporales» se encueii- tra «el hombre como en el horizonte de entrambas, que es en medio del tiempo y de la eternidad» (Fr. Luis de Granada, Me- morial, pág. 389).

lm-l7l .La gloria de la bondad es la mayor y de la que nuestro buen Dios más se precia», resplandeciendo más «en las cosas pe- queñas que en las grandes» de forma que «cuanto más humildes más descubren la grandeza de la bondad» (Fr. Luis de Granada, Símbolo, págs. 232 y 474). «La mano poderosa del Señor siem- pre una sin diversidad crió los ángeles en el cielo y los gusanos

superior en aquéllos ni inferior en éstos; otra mano podría criar ángeles así tam-

gusano gusanito~ (Las meditaciones, folio 78 r).

168 En 'h ediciones tan.

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y poco a poco le amanezca el día de la contemplación, siempre cobrando luz y calor que Dios de allá le envía.

Déjese descansar de cuando en cuando 175

sin procurar subir, porque no rompa el hilo que el amor queda tramando,

y veráse colmar de alegre pompa, de divino favor, tan ordenado cuan libre de desmán que le interrompa. 180

Tomo a decir que el pecho enamorado la celestial, de allá, rica inflüencia

.

espere humilde, atento y reposado,

sin dar ni recebir propia sentencia, que en tal lugar la lengua más despierta 185

es de natura error y balbuceiicia.

Abra de par en par la firme puerta de su querer, pues no tan presto pasa el sol por la región del aire abierta,

ni el agua universal con menos tasa 190

hinchió toda del suelo alta abertura, bajando a la región de luz escasa,

172-174 La contemplación «consta de luz divina y amor, así como el fuego tiene luz y calon, (S. Juan de la Cruz, Noche, pág. 677).

lsl-m .Como esta operación y merced que recibe el alma es tan de Dios daña el cuidado y pretensión por entonces aun en eso mismo espiritual ... Pues d pedecto vacío y la total abstrac- ción de sí y de su obm es la perfecta resignación y remnocimien- to de que Dios es el que obra muy a los fu- de Divinidad y muy sobre los términos de nuestra posibilidad* (Diego de Jesús, Apuntamientos, págs. 363-364). <iCuando de nuestra parte obra- mos lo que alcanzamos siempre es con algún trabajo y mando la divina misericordia nos quiera visitar es muy al contrario.» En esta «inefable salud si no le pusiesen nombre de infinidad... la lengua es inhábil para con su balbucencia hablarn (Bemabé de Parma, Via Spiritus, en P. Sáinz Roáríguez, Antologh, 11, pá- ginas 244-245, y cfr. S. Teresa de Jesús, Camino, págs. 784-788).

como aquella mayor, suma natura hinche de su divino sentimiento el alma cuando abrir se le procura.

No que de allí le quede atrevimiento para creer que en sí mérito encierra con que al supremo obligue entendimiento

- 2

pues la impotencia misma que la tierra tiene para obligar que le dé el cielo .. . . - llovida ambrosia en valle, en llano. n en c i m

o para producir flores el hielo y plantas levantar de verde cima desierto estéril y arenoso suelo,

tiene el alma mejor, de más estima, - para obligar que en ella gracia influya

el bien que a tanta alteza le sublima.

E Es don de Dios, manificienua suya, divina autoridad que el ser abona,

$ de nuestra indinidad niie nn 1-

y mando da ( ' ' ' . de gloria la corona, - es úitimo favor que los ya hechos,

como sus propios méritos, corona.

Así que el alma en los divinos pechos beba infusión de gracia sin buscalla, sin gana de sentir nuevos provechos,

2oaZu uDon es de Dios y gracia sobre toda gracia, y U lo da graciosamente* (Fr. Diego de Estella, Meditaciones, pág. 271). <<Es obra y dádiva graciosa de Dios y principaüsima entre todas sus dádivas. (Fr. Luis de Granada, Memorial, pág. 383).

Comentando el bíblico uad ubera mea portabimini>> (Is., 66, 12) «no como suena a la letra, sino en el sentido mís- tico y espirituah, dedva Fr. Juan de los Angeles: rEspirituaIes son en Dios los pechos ... que para comunicarse abundantísima- mente a los hombres no tienen necesidad de que los expriman y apriet en...p orque de su naturaleza tienen derramarse y comuni- carse» (Consideraciones, págs. 76-78).

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que. allí la diligencia menos halla cuanto más busca, y suelen los favores -trocgrse en interior, nueva batalla.

No tiene que buscar los resplandores del sol quien de su luz anda cercado, ni el rico abril pedir hierbas y flores;

pues no mejor el húmido pescado dentro el abismo está del oceano, cubierto del humor grave y salado,

que el alma, alzada sobre el curso humano, queda, sin ser curiosa o diligente, de aquel gran mar cubierta ultramundano; .

no, como el pece, sólo exteriormente, mas dentro mucho más que esté en el fuego 230

el íntimo calor que en él se siente.

Digo que puesta el alma en su sosiego espere a Dios, cual ojo que cayendo se va sabrosamente al sueño ciego,

que al que trabaja por quedar durmiendo, 235

esa misma inquietud destrama el hilo del sueño, que se da no le pidiendo.

Ella verá, con desusado estilo, toda regarse, y regalarse junto, de un salido de Dios sagrado Nilo;

m-23-1 Las imágenes de inmersión y sueño se unen en el mo- mento que Herp denomina adormición licuescente», la edormi- ción feliz en que el espíritu se consume y sale de sí sin saber adonde ni cómo. Fluye a la abisal profundidad del amor divino, olvidándose de pensar distintamente en Dios y en cualquier otra criatura. Sólo está en el amor que gusta o siente» (Enrique Herp, Directorio, pág. 458). nEs una muerte sabrosa* (Santa Teresa, Moradas, pág. 930); «lo más sabroso y provechmo de la con- templación» {Fr. Juan de los Angeles, Consideraciones, pág. 402).

2*1* Con su origen secreto -El Nilo «que el nacimiento dé1 jamás se alcanza* (P. XXXI, w. 99-1M)t Aldana traza el sím- bolo eckhartiano de la «fuente caudalosa, oculta, eterna, inson-

t- recogida su luz toda en un punto, aquella mirará de quien es ella

: indinamente imagen y trasunto

y, cual de amor la matutina estrella dentro el abismo del eterno día, se cubrirá toda luciente y bella.

Como la hermosísima judía que, llena de doncel, novicio espanto, viendo Isaac que para sí venía,

dejó cubrir el rostro con el manto, y decendida presto del camello recoge humilde al novio casto y santo,

disponga' el alma así con Dios hacello y de su presunción decienda altiva, cubierto el rostro y reclinado el cuello, 255

y aquella sacrosanta virtud viva, única, criadora y redentora, con profunda humildad en sí reciba.

dable y maravillosa» con que Dios, a las almas que «se digna vi- sitar*, multiplica sus dones y virtudes: «No las riega con agua de pie ... sino con agua de arriba, de los altos cielos (Deut., 11, w. 10-13), que éste es d río de Dios: «Flumen Dei repletum est aquis~. Para que se entienda que no es de naturaleza esta fertilidad, sino por bendición y gracia divina* {Fr. Juan de los Angdes, Consideraciones, pág. 101; y cfr. H. Hatzfeld, op. cit., páginas 62-66]. - -

2 4 1 - ~ ~ 3 La concentración lumínica en ala sindéresis e muy alta parte della [ánima] donde la imagen de Dios está imprimida» (Textos de Osuna en F. de Ros, op. cit., pág. 482). El alma debe aparecer ante Dios como una «doncella»: «Cuanto con mayor humildad y profunda reverencia y santo terror estuviésedes pos- trada a sus pies.. . con mayor seguridad gocéis de la gracia» (Juan de Ávila, Audi Füia, pág. 1641, actitud que también Fr. Juan de los Angdes compara a Gen., 25, 65, «cuando Rebeca bajów del camello y cubrió su rostro con d velo>> (Consideraciones, pá- gina 179). - 2 4 Así en las ediciones. Quizás sería aceptable como propuesta

más adecuada al ritmo: «toda se cubrirá luciente y bella».

Page 41: Textos Franciso de Aldana.pdf

Mas ¿quién dirá, mas quién decir agora podrá los peregrinos sentimientos 260 que el alma en sus potencias atesora:

aquellos ricos amontonamientos de sobrecelestiales inflüencias, dilatados de amor descubrimientos;

aquellas ilustradas advertencias 265 de las musas de Dios sobreesenciales, destierro general de contingencias;

aquellos nutrimentos divinales, de la inmortalidad fomentadores, que exceden los posibles naturales; 270

aquellos ( ¡qué diré! ) colmos favores, privanzas nunca oídas, nunca vistas, suma especialidad del bien de amores?

iOh grandes, oh riquísimas conquistas de las Indias de Dios, de aquel gran mundo 275

tan escondido a las mundanas vistas!

Mas iay de mí!, que voy hacia el profundo do no se entiende suelo ni ribera, y si no vuelvo atrás, me anego y hundo.

259-267 &onde somos una cosa misma o n Dios en su amor nace la contemplación sobreesmial y un sentE sobreesencid que es lo más excelente que pueda ~xplicarse con palabras, que esto es, morir y vivir muriendo en nuestra bienaventuranza so- breesencial~ (JA obras de ... Rusbroquío, 1, p&. 8889). Diego de Jesús comenta el superessentiaEiter del Are~pagita como «no- table locución» que significa apartar el entendimiento ude formas, figuras y semejanzasr (Apuntamientos, págs. 377-3791.

a6s-m «Si del amor de Dios fuésemos encendidos ¡qué rique- zas y tesoros tan inmmprrhuuibles nos serhr~ descubiertos!r (Fr. Francisco de Osuna, Ley de amor, pág. 453). Como gemina- ción del símil del tesoro escondido aparece el del reino de Dios, espacio interior aislado y lejano que hay que conquistar, como enuncia sintéticamente el titulo de los Diálogos de Fray Juan de los Angeles.

m-.ms El tópico de atemer la entrada en este mar tan profun- do» (Fr. Luis de Granada, Símbolo, pág. 468) se une a la trans-

C 8 F-

No más allá; ni puedo, aunque lo quiera. )" 5 Do la vista alcanzó, Ilegó la mano; g ya se les cierra a entrambos la carrera.

¿Notaste bien, dotísimo Montano, : notaste cuál salí, más atrevido y que del cretense padre el hijo insano?

285 Tratar en esto es sólo a ti debido, quien el cielo sus noticias llueve a dejar el mundo enriquecido;

or quien de Pindo las hermanas nueve sus montes, dejan sus amadas

290 , donde la sed se mata y bebe,

y en el santo Son ya trasladadas, al profético coro por tu boca oyendo están, atentas y humilladas.

iDichosísimo aquél que estar le toca 295 contigo en bosque o en monte o en valle umbroso

o encima la más alta, áspera roca!

¡Oh tres y cuatro veces yo dichoso si fuese Aldino aquél, si aquél yo fuese que, en orden de vivir tan venturoso,

300

juntamente contigo estar pudiese, lejos de error, de engaño y sobresalto, como si el mundo en si -no me incluyese!

formación de lcaro a lo divino: <<Así les acaece a muchos que- riendo levantarse a la especulación de las cosas sobvanasx (Fray Pedm Mdón de Chaide, Magddena, 11, págs. 1819). %-m El elogio del sabio escriturista se concreta en alusión a

Humanae salutis monumenta Benedicti Ariae Montani studio constmta et decuntatu, Antuerpiae, Cristophori Plantini, 1571, colección de 71 odas latinas (en diferentes formas: sapbicu, d ice los distrophos, dicolos tetrastropbos.. .) sobre los misterios de la Redención desde el pecado de Adán. m-m Fórmula volitiva que aparecía en las Otuvas en toscano:

aSarei tre, quatro volte, e piii beato / se d'alro pensiv mio si concedesse* (w. 25-26).

Page 42: Textos Franciso de Aldana.pdf

Un monte dicen que hay sublime y alto, tanto que, al parecer, la excelsa cima al cielo muestra dar glorioso asalto

y que el pastor, con su ganado, encima, debajo de sus pies correr el trueno ve dentro el nubiloso, helado clima,

y en el puro, vital aire sereno va respirando allá, libre y exento, casi nuevo lugar, del mundo ajeno,

sin que le impida el desmandado viento, el trabado granizo, el suelto rayo, ni el de la tierra grueso, húmido aliento.

Todo es tranquilidad de fértil mayo, purísima del sol templada lumbre, de hielo o de calor sin triste ensayo.

304-316 Desde las referencias bíblicas (Gen., 19, 15-17; 1s.: 2, 1-5) el monte simboliza la lejanía del mundo «por la preñez riquísima de bienes diferentes que atesora y comprehende.. . El monte alto, en la cumbre se toca de nubes y parece que llega hasta el cielo» y también «significa todo lo eminente ... en virtud y saber espi- ritual), (Fr. Luis de León, De los nombres de Cristo, pági- nas 244-248; y cfr. R. Senabre, op. cit., págs. 29-32).

317-m Para vencernos en la batalla espiritual unos esforzare- mos a sojuzgar nuestras pasiones ... ni basta vencerse con sola la imaginación sino con el efecto, ni de solo un vicio sino de todos* (Melchor Cano, «Tratado de la victoria de sí mismo,, en Trata- dos, pág. 68). La lucha se reduce a la de «sensualidad y razón ... estas dos partes suelen los teólogos llamar porción inferior y superior ... porque la una es de su condición baja y terrena, la otra alta y celestial,, (pág. 24). Desde Boecio, y en términos del comentario atribuido a Santo Tomás, la «via virtutum* es «via celsa, id est ardua magni Herculis* (H. de Lubac, Exégese, IV, páginas 223-233), por lo cual Hércules «significa el varón virtuoso que desea vencer el deseo de su carne, con quien tiene gran com- bate y lucha de ordinario. La codicia o deseo can@ se dice ser hija de la tierra entendida por Anteo ... y así para que Hércules venza a Anteo es necesario apartarle de su tierra), (J. Pérez de Moya, Philosophia secreta, 11, Barcelona, 1977, pág. 150).

Pareces tú, Montano, a la gran cumbre deste gran monte, pues vivir contigo ' es muerte de la misma pesadumbre,

i es un poner debajo a su enemigo: { de la soberbia el trueno estar mirando I cuál va descomponiendo al más amigo,

las nubes de la invidia descargando 325 ver, de murmuración duro granizo,

de vanagloria el viento andar soplando,

y de lujuria el rayo encontradizo, de acidia el grueso aliento y de avaricia, con lo demás que el padre antiguo hizo; 330

y desta turba vil que el mundo envicia descargado, gozar cuanto ilustrare el sol en ti de gloria y de justicia.

El alma que contigo se juntare cierto reprimirá cualquier deseo 335 que contra el proprio bien la vida encare;

podrá luchar con el terrestre Anteo de su rebelde cuerpo, aunque le cueste vencer la lid por fuerza y por rodeo,

y casi vuelta un Hércules celeste, 340 sompesará de tierra ese imperfeto, porque el favor no pase della en éste,

tanto que el pie del sensitivo afeto no la llegue a tocar y el enemigo al hercúleo valor quede sujeto; 345

de sí le apartará, junto consigo domándole, firmado en la potencia del pecho ejecutor del gran castigo;

335 En [Al: vira. 3~ En [Cl se suprime le, produciéndose hipometría.

Page 43: Textos Franciso de Aldana.pdf

serán temor de Dios y penitencia los brazos, coronada de diadema la caridad, valor de toda esencia.

Mas para conclüir tan largo tema, quiero el lugar pintar do, con Montano, deseo llegar de vida al hora extrema.

No busco monte excelso y soberano, 355

de ventiscosa cumbre, en quien se halle la triplicada nieve en el verano;

menos profundo, escuro, húmido valle donde las aguas bajan despeñadas por entre desigual, torcida calle; 360

las partes medias son más aprobadas de la natura, siempre frutüosas, siempre de nuevas flores esmaltadas.

Quiero también, Montano, entre otras cosas, no lejos descubrir de nuestro nido 365

el alto mar, con ondas bulliciosas:

dos elementos ver, uno movido del aéreo desdén, otro fijado, sobre su mismo peso establecido;

ver uno desigual; otro igualado, 370

de mil colores éste, aquél mostrando el claro azul del cielo no añublado.

3~2-361 El lugar de retiro (como en P. XXXI, w. 5-60) guarda «el medio amigo de natura» (F. 1, v. 12) y la exuberancia ideal del locus meditativo «do se pueden cortar algunas tiernas ramas en un tiempo catgadas de lindas flores y en otro de sabrosas frutas» (J. B. Díaz de Luco, Soliloquio, págs. 154155). El propio Arias Montano amaba «por extremo la soledad: su recreación era su güerto y las flores dél» (F. Pacheco, Libro de desm'pción de verddderos retratos ilustres y memorables varones, Madrid, 1983, página 197).

Figuración paisajística ideada para considerar la sabiduría creadora de Dios (P. XXXI, w. 85-96; pero &d. F. XIX) que ahora se proyecta a la común meditación sobre las maravillas del mundo marino en los versos que siguen.

ajaremos allá de cuando en cuando, y ponderadas maravillas

recíproco amor juntos tratando. 375

r las marítimas orillas a resaca entre el arena blancas conchas y lucillas,

ocer la extraordinaria afición ar conchas y caracoles marinos,

a carta de Juan de Silva a Zayas de 503), sino además las de sus órganos y su o plan estaba trazado histórico del doctor

. 101). De ahí las co- sé de Sigüenza, traduc- marinos en la obra de a sabiduría y providen- la consideración de sus

de un simplicísimo cuerpo os o miembros, mas de tanto

ue saben hacer sus casas. .. donde exceden todo el primor y

avaricia nuestra ha inventado iegos y latinos y de otras

ción a una cosa tan rara as del autor de lo cria-

do ... Todos los pescados de este género, que se llama en latín Iimm o chochlia, en castellano no se sabe otro nombre que cara- coles, que ni tienen huesos ni nervios, alas ni pies ni otros ins- trumentos sino un cuerpo sencillo ... tienen muy adaptados estos instrumentos para la perfección de su fábrica.. . Aquí se ven cosas tan extrañas, que es una perpetua idea y sujeto de las alabanzas divinas, porque apenas han inventado cosas los hombres que no se vea aquí ejecutada con mucho mayor primor.. . los matices y colores, tinturas con que van ordenando la fábrica del edificio, el lustre, los resplandores y luces que van ingiriendo, mezclando y perfeccionando, unos como de plata, otros de oro, de un rosi- cler y sangre más fina que la de los carmines y granas; pues las mezclas que hallan y inventan para aventajarse del curso ordinario, las piedras y perlas finas que van contrahaciendo y adulterando, juzgará por torpísimo d arte de los más aventajados y sagaces ingenios de los que han pretendido engañar a los hombres, si les compara con los de estos pececicos~ (Historia, 11, págs. 224-230).

378 En [Al : bruiñir.

Page 44: Textos Franciso de Aldana.pdf

en quien hiriendo el sol con luz serena, echan como de sí nuevos resoles 380 do el rayo visüal su curso enfrena.

Verás mil retorcidas caracoles, mil bucios istriados, con señales y pintas de lustrosos arreboles:

los unos del color de los corales, 385 los otros de la luz que el sol represa en los pintados arcos celestialles,

de varia operación, de varia empresa,' despidiendo de sí como centellas, en rica mezcla de oro y de turquesa. 3 90

Cualquiera especie producir de aquéllas verás (lo que en la tierra no acontece) pequeñas en extreno y grandes dellas,

donde el secreto, artificioso -pece pegado está, y en otros despegarse 395 suele y al mar salir, si le parece,

(por cierto, cosa dina de admirarse tan menudo animal sin niervo y hueso encima tan gran máquina arrastrarse,

criar el agua un cuerpo tan espeso 400 como la concha, casi fuerte muro reparador de todo caso avieso,

todo de fuera peñascoso y duro, liso de dentro, que al salir injuria no haga a. su señor tratable y puro), 405

379381 Los «visivos rayos» activos que confluyen con los reci- bidos por los ojos como «espejos de naturari (P. L, w. 118-120) en teoría que concilia la platónica y la aristotélica, como expone L. Hebreo: «Nuestro ojo no solamente ve con la luz universal del diáfano, mas también can la luz particular de los rayos lúci- dos que salen del mismo ojo hasta el objeto» (Diálogos, 11, pá- gina 30).

3a4 En [CI : lustrosas.

el nácar, el almeja y la purpuria g venera, con matices luminosos

que acá y allá del mar siguen la furia. L" ! k ¡Ver los marinos riscos cavernosos

por alto y bajo en varia forma abiertos, do encuentran mil embates espumosos;

los peces acudir por sus inciertos caminos con agalla purpurina, de escamoso cristal todos cubiertos!

También verás correr por la marina, con sus airosas tocas, sesga y presta, la nave, a lejos climas peregrina.

Verás encaramar la comba cresta del líquido elemento a los extremos de la helada región, al fuego opuesta;

los salados abismos miraremos entre dos sierras de agua abrir cañada, que de temor Carón suelta sus remos.

Veráse luego mansa y reposada la mar, que por sirena nos figura la bien regida y sabia edad pasada,

la cual en tan gentil, blanda postura vista del marinero, se adormece casi a música voz, süave y pura,

415-432 Como en P. XXXI, w. 73-88 la contemplación de la tormenta simboliza la ausencia de ambición que representan ias navegaciones. Reconsiderando «las tormentas ... de la navegación pasada* desde el «puerto de tanta seguridad* (Fr. Luis de Gra- nada, Guía, pág. 42) se manifiesta el apartamiento del mundo, que es «como d proprio lugar de las tempestades y donde las olas combaten y los vientos ejecutan su violencia» (Fr. Luis de León, Job, págs. 158-159); Los bienaventurados han de permane- cer alerta «para que puedan librarse de tantos peligros como hay en el mundo y tapar los oídos en este peligroso mar del canto de las sirenas» (Santa Teresa de Jesús, Camino, pág. 656).

"1 En [C]: soldados.

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y en tanto el fiero mar se arbola y crece de modo que, aun despierto, ya cualquiera remedio de vivir le desfallece.

En fin, Montano, el que temiendo espera y velando ama, sólo éste prevale en la estrecha, de Dios, cierta carrera.

Mas ya parece que mi pluma sale del término de epístola, escribiendo a ti, que eres de mí lo que más vale;

a mayor ocasión voy remitiendo, de nuestra soledad contemplativa, algún nuevo primor que della entiendo.

Tú, mi Montano, así tu Aldino viva contigo, en paz dichosa, esto que queda por consumir de vida fugitiva;

y el cielo, cuando pides, te ..conceda que nunca de su todo se desmiembre ;.

ésta tu parte y siempre. serlo pueda.

Nuestro Señor en ti su gracia siembre . para coger la gloria que promete. De Madrid, a los siete de setiembre, mil y quinientos y setenta y siete.

4 3 En las ediciones «a un despierto y a cualquiera». 4 3 En [CI: mil. 445 En [Cl: cuanto.

«Son nuestras obras. .meritorias :de gloria, no p mas, sino por la gracia con que están. .señaladas» (Fr. Fr Osuna, Tercer abecedario, pág. 468). -Es:la gloria de los turados «que prometeDios a las suyos» y cuyos bienes algunos sean d e futuro-. los más ' dellos son -.de ppen «aquellos deleites divinos que. sobrepujan a todos los hu aquel levantamiento de -espíritu a cuya pureia no gued toda la facultad de la naturaleza criada» {Fr. Luis de, Memorial, p&s. 211-212).

451-49 Cuando Aldana fecha la epístola, Arias Mont cuentra en El Escorial, (T.. González Carvajal, op. cit y 133).

458

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Page 47: Textos Franciso de Aldana.pdf

I

I ternán prevalecido desafío; I Troya cayó, cayó todo el gobierno

5 del griego y del romano poderío, mas no podrá caer del firme asiento 5 5

I

quien tiene al mismo Dios por fundamento.

La casa cuyos ángulos y esquinas son cuatro evangelistas y doctores, y doce de almas puras y divinas, apóstoles de Dios, arquitectores, (cómo podrá temer de las rüinas que causan de la tierra los temblores, aunque en el corazón y en los abismos del mar cayan por sí los montes mismos?

Ya ves con cuánta gracia junta y cierra sus manos de alabastro, y pone en alto; pues manos son también que a dura guerra Dios enseñó y a belicoso asalto, cuyo valor con sólo un dedo atierra al centro el ángel tenebroso y falto y, con ser dedo, el brazo al mundo liga y a la mayor doméstica enemiga.

¿Quién resistir podrá, doncella santa, a tres incontrastables armas, tales que tu valor al mismo infierno espanta, pues rompes de piedad los pedernales, que tu rara beldad se precia y canta sobre los altos coros celestiales? ¡Bendiga el sumo Dios tanta belleza, junta con tal blandura y tal fiereza!

Pues tú, sagrado rey, conviene agora a nuestra petición, no menos dina de condoler que santa quien la llora,

g a «Maravillosa unión la que hay en una casa muy concer- tada y labrada que, siendo las piedras muchas, no es más que una. Es semejanza muy usada en la Escritura* (Fr. Juan de los Ángeles, Consideraciones, pág. 30). a* «Et transferentur montes in cor maris» (Psal., 45, 3). 67" Recreación del bíblico «qui docet manus meas ad proelium~

(Psal., 17, 35; y además 2 Sam., 22, 35).

oreja y atención prestes benina: esta mujer ser temporal aurora 85 de aquella eterna, dije, luz divina, digo también quien soy, y aun diré luego la causa de mi llanto y de su ruego.

Yo soy, que así me nombra el vulgo insano, el arte militar de los nacidos,' 90 que derribé por la divina mano los ángeles del cielo envanecidos; al medo, al persa, al tracio, al espartano y a los del mar austrino, enriquecidos hice yo y vencedores o sujetos 95 según mi providencia o sus defetos.

Soy madre de los Césares famosos, reina de los antiguos Tolomeos, señora de los casos venturosos, valedora total de los deseos; 100 los tronos y los cetros más gloriosos mis ornamentos son y mis trofeos; soy tal que el mismo Dios, por honra y fama, Señor de los ejércitos se llama.

Después que en el eterno consistorio 105 determinado fue que el sacrosanto Hijo viniese al mundo transitorio, cubierto del mortal, terreno manto, aquel gentil dejé, vano abolorio, de los siglos sin luz, que quise tanto; 110 tres mil años y más de edad pasada, quedó mi frente anciana bautizada.

Desde aquel tiempo acá, leda, me ofrezco ; toda, sin que de mí reserve parte,

a la sagrada cruz, que no merezco 115 f 5 9 9 1 - 9 2 Is., 14, 12-3; Apoc., 12,9. .. 103-104 «Dominus exercitum, nomem meum» (Is., 51, 15); «De 8- minus exercitum, Deus Israel* (Jer., 7, 3 ó 10, 16). g 105-112.Vid. P . XLIII, w. 769 y ss. A las cinco edades pri- " ' meras que comprenden «hasta el nacimiento de Nuestro Redemp- 1 tor Jesucriston les asigna Alexo Venegas un total de tres mil no-

vecientos años («De una particulat declaración...», pág. 297). e

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Y no pienses, joh rey!, que es éste sueño o fantástica imagen aparente; es conceto común que el más pequeño y el más granado pecho dice y siente, y puédese inferir ser Dios el dueño de voz que corre así públicamente, pues de necesidad, quien bien lo mide, causa común común efeto pide.

.

Por tanto, gran Felipe, mira y nota ésta a quien Dios por su querida quiso. 130 (Qué piensas tú que pide la devota doncella al gran Señor del paraíso? Pide que mi razón, libre y remota de todo adulador, compuestci aviso, tan aceto lugar contigo cobre 135 que lo que digo yo tu valor obre.

1

i ver, cuanto más tener por mi estandarte, y desta dulce esposa me enriquezco, cuya intención yo vengo a declararte,

i por ser ministerial sierva guerrera della, que en ti como en su brazo espera. 120

Yo digo, pues, que en cuanto tiene el hombre de habitación, en Asia, de la tierra no tercia cuantidad, mas tercio nombre, que la mitad en sí del orbe encierra 140 (región que profesó siempre el renombre de original imperio de la tierra, no sin razón, en cuanto al que merece, igual de su virtud su premio crece;

el peso militar y la grandeza del galardón guerrero, estriba y carga no en hombros de favor o de nobleza,

139-1@ En Asia estuvo el primer imperio (Nembrot) (Gen., 10, 8-9) y en la división tripartita de la geografía antigua (Pom- ponio Mela) se consideraba con «mucha más tierra que las otras dos partes*, al ocupar «desde el río Tanais, por parte de Sete- trión, y desde el río Nilo por parte de mediodía, hasta la región de los Sinas» {Alexo Venegas, Primera parte, fol. L I X ; «De una particular declaración.. .», pág. 299).

mas en sola virtud sabida y larga; una misma región tienen de alteza el premio y el valor que más se alarga; ioh gran saber, que en esta parte alcanza de la razón de Dios la semejanza! );

esta que digo ser medio orbe entero, puesto en igual porción de dos menores partes del elemento más grosero (que quisieron nombrar nuestros mayores la una Europa, en quien el cita fiero todos los griegos tiene aderredores, hasta la gran ciudad de Constantino, por permisión del Hacedor divino;

la otra África o Libia, cuyo puesto hacia el poniente mira al oceano y tiene Abila a Calpe contrapuesto tomando en medio el curso gaditano), Asia, torno a decir, para denuesto 165 y daño del valiente pueblo hispano, con esta que aquí digo tierra mora se junta en uno y confedera agora.

Pues jcónlo podrá ser que, si la parte media del mundo da nuevo subsidio 170 a la tercera dél, y el tracio Marte dentro le pone militar presidio, el español, por sí, detenga aparte Asia conjunta al bárbaro numidio? iAy, que a tanto furor, a tanta carga 175 mal puede resistir lanza ni adarga!

Si al desastre del tiempo de Rodrigo, cuando era aún el mundo tan novicio que máquinas de fuego el enemigo no conoció ni bélico artificio, 180 España en su deshonra dio consigo, sin recelar de turco maleficio, (qué puede agora hacer tan desprovista, con gente tan copiosa y tan prevista?

149-152 La semejanza del rey, por su justicia distributiva, a la k; imagen divina tiene origen bíblico (Psal., 61, 13).

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Si pudo Tingitania, con todo eso, 185

la comarca invadir de nuestra Iberia, donde alargó con militar progreso casi infinita edad nuestra miseria, ¿qué debe sospecharse en tanto exceso de privación de forma y de materia 190

como se entiende entre ellos y nosotros, que ejemplo, al fin, seremos de los otros?

Cuatro en nuestro favor cosas había en aquel siglo, en esto venturoso: que el cítico Mahoma no corría, 195

sobre el cristiano mar, tan poderoso, ni el gálico poder le recogía, ni el fementido hereje caviloso armaba el pecho, ni en el pueblo insano había !a rebelión puesta la mano. 200

Pues junta rebelión y apartamiento de aquella fe que $ verdad prefiere, con la infidelidad y el torcimiento del ánimo francés, que allá se adquiere, cuatro centauros son que, a lo que siento, 205

dellos cualquiera un nuevo Alcides quiere; y tú no dudes, rey, que todos ellos a ti se vienen con erguidos cuellos.

(Dó puede descargar tan fiera y grave, horrible tempestad, que al mundo asombra,

210

sino de Pedro en la pequeíía nave, de quien tu brazo defensor se nombra?

189-190 aLa ma-teria y la forma.. . son dos principios de las cosas naturales.. . La privación no es principio de la cosa natural sino principio de la trasmutación de las cosas naturales>> (Alexo Vene- gas, Primera parte, fols. XLII V-XLIII r).

2O5-m También Rufo insta a Felipe 11 para que sea <<un Hércu- les famoso en largos siglos / por domador de monstruos y vesti- gios» (ed. cit., pág. 136, y vid. w. 865-870).

209-212 La barca del apóstol (Marc., 4, 37) *e defiende Felipe 11 (vid. v. 599) asaltada por los enalgos de la fe que *al presente tienen afligida>> con apeligros y tormenta>> (B. de Vargas, Breve relación, pág. 45).

A n,i

Luego fuerza será que ella su llave se tenga y tú su escudo, en cuya sombra navegue la constante navecilla 215 hasta correr el mar de orilla a orilla.

<Ves la necesidad que se te ofrece para la defensión de tu partido?, <ves que se junta, se dilata y crece África y Asia, en firme cuerpo unido, y del bando español todo descrece, todo lo hunde el agua del olvido, sin prevención, sin fuerza y sin reparo, que así quiere e: rigor del hado avaro?

Hacer seis cosas pueden resistencia a toda mano armada que guerrea: soldados con cabezas de experiencia, plaza, foso y través que fuerte sea, dificultad de sitio, en eminencia, do la misma natura es quien pelea; y faltan todas seis por el costado de Espafia que debiera ser guardado.

Es voz común de la vulgar rudeza que la falta de humor que España tiene, y sobra de desierto y de aspereza, 235 le hace defensión contra el que viene, y no sabe entender con qué estrecheza de nutrimento el moro se mantiene, como en el siglo atrás bien claro vimos cuando el paterno límite perdimos. 240

No puede ser ni hace impedimento esa esterilidad, por más que sea, dejando el moro atrás firme cimiento de do para adelante se provea; tan cerca está de nuestro ibero asiento 245

" En CC]: Peruención, que Rivers reproduce notando que sc trata de una «probable errata tipográfica». En efecto, [A3 y [E3 traen prevención.

2 7 En las ediciones caleras.

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África, por el mar que nos rodea, que puede cuanto tiene en sí de bueno de presto trasladarlo al patrio seno.

Y dado que su brazo no llegase tan desenvuelto a ser, tan arrogante, 250 poco no dañará cuando tomase de nuestra costa un puerto circunstante, donde se estableciese y confirmase para desembocar más adelante, rico de aquel favor que siempre llega 255 al que con viento próspero navega;

que, como a toda impresa de ventura toda dificultad por sí se allana, así toda llaneza en desventura se dificulta y pierde de ser llana. 260 ¡Ay!, ¿qué diré?, ¡que ver se me figura la feridad marítima otomana pintar al derredor nuestras riberas de mauras y de cíticas banderas!

Y no podrá servir para remedio 265 de divertir el bárbaro enemigo tentar de su región correr en medio, con mano armada, a dalIe algún castigo, porque, tentando ese dañoso medio, queda la dulce patria sin abrigo; 270 y más, que la de alIá mayor ofensa el menor mal de acá no recompensa.

No venga a avecindar de España enfrente, nueva Constantinopla poderosa, que cuanto más cercana y más potente, 275 tanto será más grave y más dañosa. No beba el cita el agua de tu fuente; navegue allá tu flota numerosa; no tengamos gigantes por vecinos, que es casi contrastar con los destinos. 280

277 La representación bíblica de la independencia mediante el beber en la propia cisterna (Is., 36, 6; Ez., 12, 18) hace mani- festar la negativa a que sea tocada por algún extraño (Prov., 5, W. 15-18).

David, que vio tan grande al filisteo, no se juntó con él, mas, advertido, de leios le tiró, y así el trofeo quedó por suyo, y fue el jayán vencido. E1 más fiero enemigo que yo veo 285 del hombre es él de sí, porque metido está en sí mismo, y cuanto más relanza a sí de sí, mayor vitoria alcanza.

Despierta mi dolor en sumo grado que el bando proseguir del sarraceno 290 siento un fiero Muley resucitado, nuevo señor del mauritano seno; procura, joh rey!, tenerle sobornado o que no pueda usar de brazo ajeno, y si en contrario desto o dice o espera, 295 ¡caiga el alto Babel, sus, muera, muera!

¡Venga el brazo español, venga la hacha,

ia al combate narrado en I Sam., 17, 48-51, en d es el representante de Dios (cfr. v. 745 y P. LIX,

enta historia de los reinos marroquíes bajo la , que Diego de Torres relató hasta 1574

de Portugal información precisa (ed. cit., destronamiento de Muley Hamet, suce- n enero de dicho año y conocido por

tío Muley Abdel Malek, el que en marzo de 1575 entraba

arca. La guerra entre ambos despertó que el Xarife acudiese para defender

portuguesa (J. Oliver Asín, príncipe de Fez y Marruecos,

1, y cfr. la carta a Don Sebastián 12.866, fols. 12 r-15 r), pues se : «es belicoso y astuto y ma- s y muy aficionado a los tur- iones del reino de Berberís» enero de 1577, en Ch. de la

me, op. cit., pág. 271). «Sus es un adverbio local que lo mismo significa en roman-

que en latín. Sus quiere dear alto, arriba» (Alexo Venegas, «De particular declaración.. .», pág. 313). -m Tejido de alusiones btblicas. La destrucción del reino en

ucodonosor, simbolizada en el ~succidite arborem,

407

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córtese deste tronco vida y nombre, deste que ver al sol la vista empacha, antes que su gran sombra nos asombre! 300 Dar tiempo al tiempo es perjüicio y tacha cuando con tiempo puede obrar el hombre, pues suelen, de provechos o de daños, en un momento consistir mil años.

Claro nos dice el tiempo que más yerra 305 el que más obra lento y con desmayo, pues hace el tiempo al mismo tiempo guerra con el veloz, de sí contrario, ensayo; ábrese el ancho vientre de la tierra al presto golpe de un pequeño rayo, 310 es flaca la pereza y nunca acierta por ser tan parecida a cosa muerta.

Siempre las ocasiones van volando acá y allá, sin darse al lerdo sueño, y el que su condición fuere imitando 315 hácese dellas presto amigo y dueño, siempre va junto el cómo con el cuándo, y si desprecio el cuándo, aunque pequeño, ambos me faltarán, que si no tomo a tiempo el cuándo, falta el cuándo al cómo. 320

Así, tú, rey, primero que el gran perro, tirano de Asia, baje a Berbería, con gente armada de valor y hierro que al ímpetu infernal cierre la vía, el dudoso temor vaya en destierro, 325

et praecidite ramos ejus» (Dan., 4, 7), representa la «justicia de Dios» ya «que eso significa la erguidex o el ramo cortudo ... por- que este acabamiento y total destruición es propiedad de la pena con que Dios castiga» (Fr. Luis de León, Job, págs. 376-377). El brazo español equivale al de Dios que «destruyó y deshizo los soberbios ... La metáfora es muy usada en la Escritura, todos sa- bemos que el brazo en ella significa la fuerza, la virtud, la forta- leza» (Fr. José de Sigüenza, Historia, 111, págs. 170-172), y la sombra bíblica significa a los reyes «que lo asombran todo y lo supeditan y atropellan y destruyen; toda la luz quieren para sí, lo demás todo asombrado y en tinieblas» (Fr. Juan de los Ánge- les, Consideraciones, pág. 502).

despierte la española lozanía que nunca tuvo la marcial fiereza enemigo mayor que la tristeza.

Quiero decirte más: que si se atreve bajar el turco a la africana arena, verás la tierra mora, en tiempo breve, de lirios de oro estar sembrada y llena, digo el francés, verás cómo se mueve a ser nuevo eslabón de esa cadena, dando su promoción, su industria y mano a la invasión del rico mar indiano.

No dudo que verás, los tres en uno, tentar el crecimiento de su imperio por los ondosos yermos de Neptuno hacia el iberio antártico hemisferio y, con discurso bélico importuno, llegar a su segundo cautiverio, que gran saber, gran fuerza y mucha gana toda dificultad vence y allana.

Mas dado que del Indio el sitio extraño 345 haga al fiero enemigo inresoluto, no viene a tu corona poco daño poner impedimento a tu tributo, de do naciese tanto desengaño

329- Idénticos temores de una coalición generalizada contra España expresaba Granvela: «Creciendo el enemigo tanto y sien- do tan inquieto no le quedará mar ni tierra que no inquiete y las Indias con más facilidad, siendo tanto mayor por mar como será. Y siendo nosotros fronteros a África, la cual, con la amistad del Turco, sozicitará al mesmo Turco a nuestra invasión. Y sosteniendo con tanto trabajo las puertas de Africa seremos forzados a guardar nuestras marinas llenas de moriscos y hombres sospechosos, con gran coste y trabajo» (citado por M. Fernández ÁIvarez, Politica mundial de Carlos V y Felipe I I , Madrid, 1966, pág. 247).

335-U El ejemplo de la piratería francesa incitaba al asalto de un imperio cuyas defensas no resultaron adecuadas, en particular en las Indias Occidentales, que desde 1571 sufrieron las campa- ñas de Drake (J. Lynch, España bajo los Austrias, 1, Barcelo- na, 1975, págs. 388-390).

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al desviado antípoda absoluto que, proveída la marina orilla, criase nuevo cetro y nueva silla.

Mas quiero proponer que no suceda (así lo quiera Dios) esto que digo; harto trabajo de pasar nos queda 355 en que a nosotros baje el enemigo. Para poder llegar (quién se lo veda?, pues África le da seguro abrigo, adonde trabarán, por mar y tierra, con tus puertas de allá temprana guerra. 3 60

Entonces la morisma que está dentro de nuestra España temo que a la clara ha de salir con belicoso encuentro, haciendo junta y pública algazara, y al mismo punto el aquitáneo centro volver, de Francia, la enemiga cara, bajando el Pirineo, aunque no sea a más que a divertir nuestra pelea.

Y tú sabes muy bien que el agua unida del caudaloso G i d e fue, en trecientos 370 y sesenta caminos, dividida por Ciro, que aún domó los elementos, y la mujer, después, más encogida puso los abismales fundamentos, del río, con su vergüenza y menosprecio, 375 antes tenido en tanta estima y precio.

Así recelo yo que si conciertan los hados a pasar tan adelante, que por contrarias partes te diviertan

352 Alusión bíblica coniunta a los atributos regios (Sap., 6 , 22). Puertas en el sintido bíblico de «sitios estratégicos»

(Lam., 1, 4 y 2, 9; Ps., 147, 13). x9-376 Por la muerte en el río Gyndes de uno de sus caballos

sagrados «irritado Ciro le amenazó con dejarle tan pobre y des- valido que hasta las mujeres pudiesen atravesarlo sin que les lle- gase el agua a las rodillas ... Llevó a cabo la empresa desangrándo- le en trescientos sesenta canales» (Herodoto, 1, CLXXXIX-CXC).

3 7 7 - ~ El diseño alusivo a Juec., 16, 29-30, viene propiciado por la comparación bíblica en que «la basa es lo mismo que decir que

y dejen tu virtud menos bastante; si a tantos Polifemos que despiertan, con industria y valor perseverante no te apercibes, rey, templo y coluna veo a los pies caer de la Fortuna.

Mas quiero dar que agora nadie venga en daño de tu rica y fértil miese: fqué te puede dañar que se prevenga a la necesidad, cuando viniese? El cauto labrador, para que tenga del campesino afán rico interese, lanza de sí la rica sementera para la estéril hambre venidera.

Esta seguridad, según se entiende, mal podemos creer, pues ya se apresta, ya, contra tus decretos, se defiende la flamenca región, que tanto cuesta ; ya de hereje furor toda se enciende, alza de rebelión la fiera cresta, muéstrase toda armada la campaña que la Schelda y la Mosa riega y baña.

Ceñida está del galo y del germano y del pirata inglés, que tres naciones tan fieras son, de tan valuda mano, cuan ricas de experiencia y de invenciones; tiene al setentrTón el oceano, al austro el Rin, que cerca sus mojones, fortísima de sitios y de bandos frisones, holandeses y gelandos.

el Rey ... y como quitada la basa se vendra el edificio y casa al suelo, así quitada la autoridad, el señorío, el gobierno y temor del Rey, el reino y casa vendrá al suelo» (Fr. José de Sigüenza, Historia, 1, pág. 93).

395m La misma relación entre estos versos y lo que se dice en los w 4 3 0 4 0 presenta la epístola de Verzosa a Don Bernar- dino de Mendoza. La herejía (arelligio vaesana urbes turbavit, et atro / candida multomm foedavit corda veneno») ha hecho posi- ble la rebelión, fomentada desde Francia («Gallicus erupit primus furor») (Epístolas de Juan Verzosa, ed. de J. López de Toro, Ma- drid, 1945, pág. 163).

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Esta sola región es puerta y llave de dos cercanos reinos y un imperio, 410 que, tuya siendo, es a los tres más grave que a sabinos y a veyos fue Valerio, pues, como nadie tenga por süave el contino temor de cativerio, los mismos, recelosos de tu fuerza, 4 15 de tu jurisdción hará que tuerza.

Y como en todos ellos tan conforme hace la vecindad de inteligencia, así podrán juntarse en uniforme voto revocador de tu sentencia, por do entró la mentirosa, enorme, desvergonzada, herética ciencia, bebida con el vino y con la furia de la brutal germánica lujuria.

Éstos no dudo yo que dura lanza 425 serán y aguda espuela a los ijares de Flandes, por cortarse la esperanza de los iberos ser sus familiares, después, con ella misma, la venganza harán por arrimarse a tus pilares, 430 para lo cual posible es que se valga de Mahoma el francés, cuando acá salga.

Esta aaistad, esta estrecheza y trato que pasa entre los dos, tengo por cierto ser contra ti, por eso ten recato 435 que el golpe no te halle en descubierto. Saldrá con madrugado desacato el turco y tomará gálico puerto, con fin de dar al rey francés ayuda para de Flandes decidir la duda. 440

421424 La «opinión luterana inica y falsa / que así engañó a los pueblos de Alemania» (Jerónimo de Urrea) se había divulgado rápidamente por su indulgencia con la lujuria, hasta hacer de su doctrina «cátedra donde Venus se sublima» (S. A. Vosters, op. cit., 1, págs. 140-141, y los textos reunidos por S. Sola, El diablo y lo diabólico en las letras americanas, Bilbao, 1973, pá- ginas 342-348).

Parece que también yo doy gran salto en hacer al francés tan confiado, de razón militar tan pobre y falto que al turco admita en medio a su reinado, mas siempre vi que el repentino asalto 445 acomete al lugar más descuidado, que la seguridad es una puerta de par en par a la desgracia abierta.

Si el antártico polo, do se asienta la nueva España, tiene entrada alguna 450 de perdición, por principal se cuenta' esta que aquí diré, que sola es una: entran Flandes y Francia en una cuenta, ambas común seguir causa y fortuna, naves poniendo Belgia y marineros, 455 y Galia ferocísimos guerreros.

Tú sabes bien los belicosos leños del marítimo Marte que pudiera aquél y aqueste brazo, no pequeños, juntar para el antípoda carrera. 460 ¿Quién duda que los ánglicos isleños también saldrán, cual águila altanera, a discurrir con poderosa flota por ésa y por la cántabra derrota?

De modo que, medido el gran progreso 465 que de aquí sale contra el cristianismo, no di gran salto, y puede en razón deso venir el tiempo a descubrir lo mismo. Sáleme agora un nuevo humor avieso, concitador de nuevo paroxismo, 470 que me hace torcer, con mucha furia, los ojos a la vista de Liguria.

45944 <<La guerra entre España y el protestantismo internacio- nal fue esencialmente una guerra naval que se desarrolló en el Golfo de Vizcaya, en el canal de la Mancha, y cada vez más en el hasta entonces dominio exclusivo del Atlántico español. Las po- sesiones americanas de España ya no estaban seguras» (J. H. Elliot, La Espaiía imperial. 1469-1716, Barcelona, 1973, págs. 250-251).

Privado del crédito de Arnberes, Felipe 11 dependía de la banca genovesa. El enfrentamiento en esta ciudad, desde los

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Ya sabes tú que esta provincia tiene de un lado el mar, del otro el Apenino, y en círculo pequeño la contiene 475 la sequedad del monte convecino; su vida y ser del negociar le viene, que no puede seguir otro camino por remediar del cielo la inclemencia sufrida en la paterna residencia. 480

Todo este beneficio le venia de nuestra Iberia, mas agora veo que en ella misma feneció su día, y así, mudado el bien, muda el deseo; quiero decir que a la francesa vía el ligúrico mar tuerce el rodeo, y tentará buscar nueva vereda al usado interés de su moneda.

Es cosa de creer que mucho mueve la pérdida, el desdén y la ganancia, 490 y de N parte procurar se debe que nunca llegue a dar su mano a Francia, que si a poner en obra esto se atreve despertará la itálica inconstancia, pues toda una gran fábrica desmedra 495 en sólo el desencaje de una piedra.

Si canta un gallo, han de cantar, yo temo, mil tras aquél por la moderna Esferia, y pasarán del uno al otro extremo contra el ave imperial de nuestra Iberia; 500 seráles la memoria del supremo imperio antiguo, acidental materia al fuego natural, que en cada pecho arde de novedad y de despecho.

disturbios de 1573, entre los viejos y los nuevos nobles fue visto como una maniobra francesa para cortar tan vital relación, máxi- me tras la bancarrota de la monarquía española en 1575 (F. Brau- del, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Fe- lipe II , 11, México, 1976, pág. 646).

Y más del cuello viendo sacudirse a los patrimoniales, tus vasallos, el yugo hispano, y contra Dios erguirse sin que tu brazo llegue a sujetallos; ellos también querrán desconvenirse y por ejemplo al mundo presentallos, con argumento que el rigor desculpa, de la culpa mayor, la menor culpa.

Antes la nombrarán debida suerte a su valor, y en ver que desespera de Brabancia domar la gente inerte España, su legítima heredera, Italia, tan armígera y tan fuerte, de Césares Augustos madre fiera, dirá: "{Por qué estaré, cual bestia inmunda, violentamente atada a la coyunda?"

Para que se desmande y se despida de tu jurisdición, las causas sobran: de ver la Galia bélgica movida, ver tantos contra ti que se zozobran, y más de los que van por escondida senda y en su labor tácitos obran, para saltar después, cual agachada tigre contra la res mal avisada.

Sabes muy bien que el árbol cuya cima guardó contra los húmidos ñublados su valiente tesón, su verde estima, y resistió mil aires desmandados, si acaso el duro hado le lastima y le fuerza a inclinar sobre los prados, hasta la vejezuela seca y triste con débil brazo el fuerte tronco embiste.

Luego muy bien será que, si el tirano hado procura al suelo algo inclinarte, mandes, gran rey, la poderosa mano armar de tu español, robusto Marte, y si presume el bárbaro otomano no sólo de tu imperio alguna parte dañar, mas del ajeno, mueve luego a su defensa el pie con hierro y fuego.

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Malta y Corfú ya ves cuán ricas llaves 545

son de tu tierra y mar; por eso sientan tu proteción, sin que de ti destrabes tales dos vigas que en tu muro asientan, que las alzadas fábricas más graves si por un lado vician y revientan, 550 la mayor ocasión de la riiina es el gran peso que a su centro inclina.

Mas dudo, jay triste!, a Belgia, cuyo suelo quiero y puedo afirmar no vanamente haber de sangre, yo, rebelde al cielo 555 teñido alguna vez, con ira ardiente; otro después quedó mi frágil velo tendido en él con húmida corriente del mismo humor, según o mala o buena voluntad del destino al hombre ordena. 560

Aquí, gran rey, es cosa convenible enderezar tus armas, no por tierra, que será contrastar con lo imposible, mas prevenirte con marina guerra; ese gran nido herético insufrible 565

que entre Flandes y Espaiia el paso cierra, Anglia digo, señor, venga a tus manos para quietud y bien de los cristianos.

No dudes, yo lo sé, que con atento ojo la contemplé, que apenas una 570

bandera nuestra allá darás al viento que a ti no acuda luego su fortuna; vernán de diez en diez, de ciento en ciento, de mil en mil, sin resistencia alguna, dicípulos de Cristo, que aguardando 575

están para de Dios pasarse al bando.

Con sólo el rey te basta lusitano, junto cual os juntó natura propia, aquel que enfrena y rige el oceano

565-576 Aldana participa del viejo sueño de la rebelión católica en Inglaterra, que alentó Don Juan de Austria y el partido de Eboli (G. Marañón, Antonio Pérer, 1, Madrid, 1969, pági- nas 225-234).

hasta el quemado mundo de Etiopia: 580 gran Sebastián, que sobre el curso humano nueva razón de méritos se apropia, nuevo modo de ser, nuevo renombre, que excede al hombre como al tronco el hombre.

( iOh si pudiese ser que a lo que excedes en merecer los límites mortales llegase, alma real, lo que acá puedes, do el valor y el poder fuesen iguales, del cielo tan altísimas mercedes remediarían del todo nuestros males, rica la gente, al fin, de tus despojos cual de la luz del sol todos los ojos! )

Con éste, a quien estás por ñudo estrecho de afinidad conjunto, en poderío debes juntarte, publicado y hecho contra el infiero0 un nuevo desafío, que así no queda en pie bárbaro pecho ni contra tu poder suelto albedrío. De un mundo sólo habrá sola una llave, puesta al yugo de Dios leve y süave.

599 Variación del más común símil «unum ovile et unus pastor» (Juan, 10, 16) que alude a las llaves de la Iglesia (Mat., 16, 19), signo de dominio (Is., 22, 22) que se conjunta con el «brazo de- fensor~ en la alegoría de la nave (VV. 209-216). Al igual que en esta figuración Jerónimo de Contreras presentó en su Dechado («Subiecto doze») a la Iglesia como una nave que rigen, frente a turcos y «perversos herejes», el Pontífice y dos caballeros: Feli- pe 11 y Don Sebastián de Portugal (ed. cit., s. p.). Para el cum- plimiento en la «santa congregación» de la monarquía universal, vid. los romances de Joaquín de Cepeda y el soneto anónimo que ve por el rey portugués «que aquel tiempo es ya cercano / que habrá un cetro y pastor por todo el suelo», escritos en fechas próximas al poema de Aldana (A. Rodríguez Moiiino, Viaje a Es- paña del rey Don Sebastián de Portugal (1576-1577), Badajoz, 1948, págs. 50-51 y 126-131).

uJugum enim meum suave est, et onus meum leve» (Ma- feo, 11, 30). Compárese el comentario de Fray Luis de Granada a un texto de Oseas, donde Dios muestra «que su yugo era sua- ve» (Guía, pág. 94).

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Mira y verás, en sillas catedrales y en púlpitos, de antigua pestilencia enseñar sus mentiras desleales el padre del engaño y la inclemencia; despedazados van los tribunales cristianos, sin cristiana resistencia, aras, altares, cruces y memorias de Dios, pisadas son del bruto escorias.

La fiera de la selva con esquiva, destrozadora boca ofende y muerde los cedros de la Iglesia primitiva, al cielo erguidos con su cima verde; el santuario, el ángel y la oliva de Salomón cayó, todo se pierde, todo es despojo ya del moabita, del descreído y fiero amalequita.

Hacen los filisteos su junta y liga contra Sansón, contra el real profeta, Saúl, contra Moisés se aprieta y liga de Datán y Abirón la impura seta;

6 0 1 ~ Tópicas referencias a la blasphemia voce de los luteranos y a las iconomaquias y sacrilegios, repertorio común a los poemas antiislámicos (S. A. Vosters, op. cit., 1, págs. 134145). -

604 ~e~ífrasi's bíblica (Juan, 8, 44). -616 «Ferae silvairum» (Psd., 49, 10). El cedro simboliza la

esbeltez (Psal., 36, 35 y 103, 16) y el olivo salomónico designa el templo (Psal., 51, 10). Vecinos y tradicionales enemigos de Is- rael eran los moabitas (Num., 20, 23) y el pueblo de Amalech (Gen., 36, 12-16, y Num., 24, 20). Para la aplicauón de la alego- ría. cfr. el asubiecto suarto» del Dechado de Contreras,--donde se présenta una visio de-Alemania como «sierpe torpe y fiera» que ha convertido en «cuevas de basiliscos» a Francia, Inglaterra y Flandes (ed. cit., s. p.).

617-620 La conjura filistea contra Sansón comenzó tras la adivi- nanza que éste les propuso (Juec., 14, 5-20). Samuel profetizó los inconvenientes de la monarquía, sufriendo la persecución de Saúl (1 Sam., 8, 1-22; 13, 8-15). Datan y Abirón, rebelados contra Moi- sés por haber llevado a los israelitas al desierto, fueron castigados por Yahvé y la tierra se tragó a sus familias y partidarios (Num., 16; Psd., 105, 17), significan la herejía, cuya guerra «no es al descubierto sino con rebozo y máscara de virtudu (Fr. Juan de los Angeles, Consideraciones, pág. 480).

la gente a Cristo incrédula, enemiga de su carne especial, santa y perfeta, no dividieron miembro, y sólo ha sido agora en cien mil partes dividido.

El germano Martín le despedaza; 625 Arrio, Sabelio, Helvidio y Joviniano siguen de Cristo la homicida caza; Calvino, el de Pelagio y Nestoriano como tras fiera van tras él a caza: quién toma pierna o pie, quién brazo o mano; 630 denuncia guerra Acab contra Miquea, y Malco a Dios de nuevo abofetea.

La bondad eternal, cuando pasible a reformar bajó lo dé1 formado, no fue del hebraísmo inreducible 635 con áspero rigor tan maltratado como el mismo Señor, siendo impasible, agora, y sobre el cielo inmortalado, es ofendido, jay, nuestra infamia y mengua!, de mano hereje y serpentina lengua. 640

iOh miserable edad que contrapones al primer siglo de oro este malino! Tantos Dionisios das, tantos Nerones, en vez de un Justiniano, un Constantino; las zarzas, los abrojos, los cambrones

6 3 1 a Acab representa a quien «no sólo quiere engañar a los hombres sino también al mismo Diosx (Fr. José de Sigüenza, His- toria, 111, pág. 91) y, comentando 3 Reg., 22, 20 y SS., sobre la profecía de Miqueas, señala que «en pago de tan alto beneficio le dieron delante del rey, al profeta, un grandísimo bofetón ... Pasó el caso poco menos, como dicen, en los mismos términos por el hijo de Dios estando en la camen (Historia, 11, págs. 97-98). Igual conexión establecen los versos aunque confundiendo el guardián que abofetea a Cristo (Juan, 18, 22) con Malco (18, 10).

"10 aLinguas suas sicut serpens» (Ps., 139, 4), aplicado a los herejes «como víboras de diferentes naturalezas» (Fr. Juan de los Ángeles, Consideraciones, pág. 206).

6 4 5 ~ 4 Las zarzas y carnbrones son imagen bíblica de desolación (Is., 7, 24).

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frescos vergeles son del mundo indino. ¡Diestra, diestra de Dios, ay, cómo aguardas, multiplicando en ira lo que tardas!

Toma, pues, tú, nuestro español Atlante, los sagrados de Dios templos y altares, 650 sobre el hombro real, firme y bastante, que son de tu grandeza los lugares; la Iglesia que milita y la triunfante serán tus amorosas tutelares y cantarán las alabanzas tuyas, 655 delante Dios, con dulces aleluyas.

Tienen los reyes más que esa otra gente don especial del cielo concedido, que casi todos milagrosamente han vivido o nacido o fenecido, 660 y así fue Ciro, en su niñez reciente, de una perra criado y recogido, y de una loba, Rómulo, benina en la dorada arena tiberina.

Pues, siendo así que Dios al rey concede 665 tanto, de su bondad, más largo indicio, vuelve al común Señor cuanto más puede la gratitud llegar de tu servicio; que el rey terreno al celestial remede, pide la grata ley del beneficio, 670 pues no podrá vivir quien, si respira, niega al aire volver cuanto dé1 tira.

Otaviano Augusto, en el destrito del romano poder, dejó mandado, en forma de imperial, público edito,

«Dextera Domine ... percussit ínimicum~ (Ex., 15, 6 y también Ps., 43, 4; 47, 11; 79, 16). Sobre la «ira Deí» (Ps., 77, 31 y 84, 47) y la tatdanza divina para la cólera (Ps., 103, 8).

673-6m En la concepción de la historia de Paulo Orosio el tem- po de imperio y cristianismo son paralelos, de manera que cuan- do Augusto estableció la verdadera paz nacía Cristo, y si aquél no quiso poseer el título de dominus fue como reconocimiento del poderío supremo al hijo de Dios (M. Garáa Pelayo, op. cit., pá- ginas 35-36). A este difundido esquema que cristianizaba la trans-

y en pena de su ira amenazado, que en reverencia de aquel niño, escrito por la Sibila y dé1 tan respetado, puesto que Augusto el mundo sujetase, nadie señor del mundo le nombrase. 680

Pues un gentil tan alta cortesía, término tan subido de crianza usa con quien no vio ni dé1 tenía la fe, la caridad, ni la esperanza, ¿con cuánta más razón el rey debría 685 que por su rey a Dios hecho hombre alcanza, si lo llevase el temporal gobierno, forzar que le adorase el mismo infierno?

Muévate, joh rey!, el tierno y largo lloro desta esposa gentil que ves presente; 690 mira ondear al aire el sotil oro, mira el sereno cielo de esa frente: preciado de Jas ánimas tesoro, dulce licuor de la divina fuente, sagrado memorial, corona y palma, 695 y paraíso y sol y bien del alma.

Suene la voz de la paloma nuestra en tus orejas amorosa y pura; mira cuán regalada se nos muestra, cuán llena de piedad y de blandura; 700 no vi doncella ser tan gran maestra como ésta, de quien goza la natura. jOh bendígala Dios, que el alma encumbra

sobre sí misma y de su luz la alumbra!

Rey, las nevadas sierras no parieron tu cuerpo en la infantil nueva terneza,

latio imperii Aldana agrega el tópico seudoagustiniano de las pro- fecías sibilinas sobre la venida de Cristo (M. R. Lida, Estudios de literatura española y comparada, Buenos Aires, 1969, pági- nas 162-163 y para su difusión en el siglo XVI, H. de Lubac, Exé- g2se médiévale, IV, París, 1964, págs. 244-262).

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las fieras tigres leche no te dieron cuando te alimentó naturaleza, los escabrosos riscos no crecieron en tu pecho real con su dureza, 710 para que no te inueva esta Llorosa, que en tu presencia está, de 'Cristo esposa;

también mis canas, mis servicios tantos, mi ronca voz movida a tus loores, mis destrozados miembros, mi quebranto, mis cuidadosas ansias, mis dolores, mi tuyo corazón libre de espanto, mi reprimir de muerte los horrores, mis huesos, y mi sangre, y cuanto digo, sí que también podrán algo contigo.

Ea pues, que en premio desto, y más que todo esto y esto otro, pido por postrera merced gratificada soJremoao, y por la santa esposa que en ti espera, que, en tanto que a servirte me acomodo, ordenes a la fama novelera que diga al universo que ya tira, ibero Jove, el rayo de su ira.

Forme tu brazo y forje tu martillo el hierro expuñador de toda seta, 730 vuelve, como de Dios fiero caudillo, tu cara al descarado masageta. Pedro también se ciñe su cuchillo, hiere también, mas manda que lo meta, Dios, en la vaina y deje este cuidado 735 al rey para eso ungido y consagrado.

716-T28 Lope de Vega rehizo estos versos en su Laurel de Apolo para manifestar la fidelidad de Aldana a lo expresado en el poe- ma y el nulo eco que tuvo en Felipe 11: «Muriendo satisfizo su conceto / faltando de sus versos el efeto / cuando dijo: " iGuar- daos que ya tira / Jove espaíiol el rayo de su iran» (ed. cit., fo- lio 52).

731 «Dominus solus dux» (Deut., 32, 12); «Dux meus esta (Psal., 54, 14).

733-735 Interpretación libre de Juan, 18, 10-11, aplicada a dife- renciar el papel espiritual del Papado de la defensa militar de la Iglesia, que ha de corresponder a Felipe 11.

Las lágrimas que ves tan abundantes, que el dulce rostro de la esposa riegan, son sus validas armas militantes que, sembradas en tierra, al cielo Llegan, do multitud de espíritus amantes, como de alegre don, dellas se entregan y hacen al Señor omnipotente, dino de su piedad, rico presente.

A ti los Faraones, los Golías, los Nembrotes vencer tan sólo toca. ¿No ves la rebelión, las herejías amenazarte con torcida boca?

mesa de Dios van las arpías, el suelto desdén, la furia loca,

escogido pueblo, jay dura suerte!, stá durmiendo en brazos de la muerte.

Curcios no faltarán, Mucios ni Decios, y Régulo? y Codros, que en ofensa de tantos enemigos menosprecios mueran, y del bautisino en la defensa,

do se ordenan mil divinos precios rica de trabajo recompensa,

7 4 ~ ~ 4 8 Perseguidores de Israel destruidos por la justicia divina (Ex., 14, 15-31; I Sam., 17, 1-51, Gen., 10, 8-9). Por la hidra «entendemos la herejía; por los viboreznos entendemos los here- jes ... deben ser consumidos y asolados» (Alexo Venegas, «De una particular declaración.. .», pág. 312).

749 En la poesía renacentista italiana y española era común de- nominar arpías a los enemigos de la fe (A. Vilanova, op. cit., 11, páginas 650-652).

751-752 Remiten a la contraposición bíblica de los hijos de la luz y de las tinieblas, en que éstos permanecen siempre despiertos (Luc., 16, 8). El término escogido se aplica a Israel (Is., 45, 4; 65, 9) como pueblo de Yahvé, en especial en los Salmos (Psal., 78, 13; 80, 12-14; 94, 7).

753-756 Con la separación valorativa de derecha e izquierda, el buen ladrón es el que cree en la venida del reino de Dios y al que Cristo le asegura el Paraíso (Luc., 23, 33 y 39-43).

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tanto que el mismo Dios abre su gremio y, Dios siendo el servido, es Dios el premio. 760

Duerme el agricultor, duerme, y el trigo confunde y mezcla de dafiosa avena el sin piedad, solícito enemigo, gozoso de su culpa y de su pena, Jonás durmiendo tuvo por abrigo 7 65 el vientre desigual de una ballena, perdió Sansón la fuerza de su brazo de Dalila durmiendo en el regazo.

Despierte, pues, la gente bautizada, del de Holofernes grave sueño insano,. 770 antes que corte la enemiga espada el reclinado cuello del cristiano. No padezcamos cruz mal aplicada con el ladrón de la siniestra mano, vamos a la derecha, y destos fríos 775 miembros corran a Dios sangrientos ríos.

¡SUS, que el guerrero Apóstol de Galicia es tu soldado y va con fiera lanza, siguiendo la católica milicia, con banda de color de la venganza; 780 viva para en eterno la justicia de Dios, que al descreído siempre alcanza, y plántese en el cielo el estandarte, no del gentil mas del cristiano Marte!

761-772 Corno ejemplificación de los w. 751-752 las alusiones bíblicas connotan el peligro del pueblo escogido por la indiferen- cia ante las fuerzas del mal. La parábola de la cizaña sembrada mientras dormía la gente del labrador representa a los hijos del Maligno entre los del Reino (Mat., 13, 24-25 y 36-39). Jonás fue lanzado a] mar mientras dormía, para aplacar la tormenta levan- tada por la ira de Dios que no había querido proclamar contra Ní- nive (Jon., 1-2). Los ejemplos de Sansón (luec., 16, 19) y Holo- fernes (Jud., 13, 1-8) avisan de las graves consecuencias del sueño.

782-783 Sobre la justicia de Dios (Psal., 87, 13; 118 y 142).

Vaya, que la virtud jamás reposa, 785 que de contino es flojo y lerdo el vicio; por eso con su rueda presurosa vueltas da el cielo en su estrellado quicio. Para tratar con Dios de toda cosa Moisés, fue menester que el pueblo egicio 790 persiguiese a Israel, y así pasase desiertos, ado más se ejercitase.

Así, para mostrar cuán sin segundo, Felipe, eres en todo, es necesario que te acometa con su peso el mundo, 795 que en ser un solo es débil adversario, y dado que más ancho y más profundo fuera, sintiera en ti mayor contrario, como rayo del cielo, tuya fuerza a mayor resistencia más se esfuerza. 800

Sólo que metas pido (y esto basta) a, ioh rey!, en obra, lo que vales: el cetro, empuña y tercia el asta,

mblarán los cercos infernales. ra aquel Pitón que nos contrasta! 805

huye de tus rayos celestiales, a murió, sus, cante el docto Apolo

pase el son del uno al otro polo!

Contempla el celestial ojo sereno ue llaman sol, cuál va corriendo suelto 810

el concepto bíblico de pueblo elegido, Dios mira a ar por el desierto» (Cancionero de López Maldoniz- ) y su peregrinación manifiesta que, pese a la ad-

dad, será prcitegido como Israel para obtener la victoria so- re sus enemigos (Ex., 14-4 y 19; Dt., l , 30). Por eso, aunque

reo no hizo más que huir y entrarse por el mar Bermejo, por milagro» y nadie «podrá alabar de valientes y esfor- los ísmaelitas por esto» (Fr. Juan de los Ángeles, Con-

ones, pág. 225), la mayoría de los poetas que cantaron el o de Lepanto lo comparaban con la travesía y se estableció la figura del éxodo por el desierto la identidad Moisés =

pe 11 (S. A. Vosters, op. cit., págs. 449-454).

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por el alto de ailá luciente seno, cuán presto a todo el orbe da la vuelta y deja verde y fértil el terreno con sola su presencia desenvuelta, que a no gozar el mundo de su día, mortal enfermedad padecería;

así tú, joh sol de los cristianos ojos!, deja, déjate ver de tus amenas regiones, y verás nuevos manojos criarse de violetas y azucenas, y la inmortalidad, con mil despojos, enriquecer su templo a manos llenas, para lo cual conviene que te obligue esto que en brevedad ora se sigue.

Dos alas tengo con las cuales vuelo, sin las cuales mover no me podría, con estas dos bajé del alto cielo tras la infernal del centro hierarquía; los nombres que les puso el bajo suelo son la reputación y la alegría; si me hieren la una, tú me crée que no puedo volar por más que alée.

Es la reputación aquel respeto, aquel, con humildad, secreto miedo, en que yo tengo al corazón sujeto que a t é delante mí, movido y quedo; e1 alegría es aquel claro efeto, aquella luz del militar denuedo, con que me arrojo y sé del modo como aconeto, reparo, dejo y tomo.

Con estas dos, a tus progenitores yo los imperios di, yo di los sillas, los hice poseer mundos mayores allá por las antárticas orillas, y así podrán gozar tus sucesores de nuevas de mis brazos maravillas si tú con tu cuidado me regalas, y no me tiras plumas de las alas.