Tiempo y Relojes en Teruel en El Siglo XV, Juan José Morales y María Jesús Torreblanca

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TIEMPO Y RELOJES EN TERUEL EN EL SIGLO XV Juan José Morales Gómez M. Jes ^ s Torreblanca Gaspar «...et le dixo a micer Johan de Ribas que no curasse, que mas dias havia que longanizas» (Archivo Histórico Provincial de Zaragoza, Proceso de la Inquisición contra Johan de Ribas, 1488, f. 135) *. La sociedad europea en su conjunto vivió el tiempo de una forma particularmente vaga durante la mayor parte de la Edad Media. Ciertamente los medios con que se contaba para seguir el paso de Cronos no eran los más adecuados, como veremos enseguida, pero lo más importante era la actitud, una vasta indiferencia, en palabras de Marc Blochi. • Parte de los datos utilizados en este articulo han sido suministrados por Teresa Ainaga Andrés, José Francisco Casabona Sebastián, Carmina Garcia Herrero, Javier García Marco, Maite Iranzo Muflio y Carlos Laliena Corbera a los que deseamos hacer constar desde estas páginas nuestro agradecimiento por su generosa amabilidad. La societé féodale, T. I., p. 119. Sobre la vivencia del tiempo medieval y su evolución cf. LE GOFF, Jacques, La civilizocjón del Occidente medieval, Juventud, Barcelona, 1969, pp. 230-258; del mismo, «Tiempo de la Iglesia y tiempo del mercader en la Edad Media» y «El tiempo de trabajo en la 'crisis del siglo XIV: del tiempo rnedieval al tiempo moderno», en Tiempo, trabajo y cultura en el Occidente medieval, Taurus, Madrid, 1983, pp. 54-62 y 63-76 respectivamente; C1POLLA, Carlo M., Clocks and Culture, 1300-1700, Collins, Londres, 1967; HAUCOURT, Genevieve d', La vie au Moyen Age, P.U.F., París, 1957; VOLFF, Philippe, «Le temps et sa mesure au Moyen Age», Annales ES.C., 1962, pp. 1.141-1.145. Vid. también a nivel de ejemplos concretos LE ROY LADUR1E, Emmanuel, Montaillou, aldea occitana de 1294 a 1324. Taurus, Madrid, 1981, pp. 400-411, y las Actes du XIlle Congrés de la Societé de Historiens Médievistes, Temps, mémoire, tradition au Moyen Age (Aix-en-Provence, 4-5 juin, 1982), Université de Provence, Aix-en-Provence, 1983. Es también especialmente recomendable, aunque no se refiera específicamente al tiempo, la lectura de KULA, Witold, Las medidas y los hombres, Siglo XXI, Madrid, 1980, pp. 4 y ss. y 22 y ss. 449

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Tiempo y relojes en España Medieval

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  • TIEMPO Y RELOJES EN TERUEL EN EL SIGLO XV

    Juan Jos Morales GmezM. Jes^s Torreblanca Gaspar

    ...et le dixo a micer Johan de Ribas que no curasse, que mas diashavia que longanizas (Archivo Histrico Provincial de Zaragoza, Procesode la Inquisicin contra Johan de Ribas, 1488, f. 135) *.

    La sociedad europea en su conjunto vivi el tiempo de una formaparticularmente vaga durante la mayor parte de la Edad Media. Ciertamentelos medios con que se contaba para seguir el paso de Cronos no eran losms adecuados, como veremos enseguida, pero lo ms importante era laactitud, una vasta indiferencia, en palabras de Marc Blochi.

    Parte de los datos utilizados en este articulo han sido suministrados por Teresa Ainaga Andrs,Jos Francisco Casabona Sebastin, Carmina Garcia Herrero, Javier Garca Marco, Maite Iranzo Muflioy Carlos Laliena Corbera a los que deseamos hacer constar desde estas pginas nuestro agradecimientopor su generosa amabilidad.

    La societ fodale, T. I., p. 119. Sobre la vivencia del tiempo medieval y su evolucin cf. LE GOFF,Jacques, La civilizocjn del Occidente medieval, Juventud, Barcelona, 1969, pp. 230-258; del mismo,Tiempo de la Iglesia y tiempo del mercader en la Edad Media y El tiempo de trabajo en la 'crisis delsiglo XIV: del tiempo rnedieval al tiempo moderno, en Tiempo, trabajo y cultura en el Occidente medieval,Taurus, Madrid, 1983, pp. 54-62 y 63-76 respectivamente; C1POLLA, Carlo M., Clocks and Culture,1300-1700, Collins, Londres, 1967; HAUCOURT, Genevieve d', La vie au Moyen Age, P.U.F., Pars,1957; VOLFF, Philippe, Le temps et sa mesure au Moyen Age, Annales ES.C., 1962, pp. 1.141-1.145.Vid. tambin a nivel de ejemplos concretos LE ROY LADUR1E, Emmanuel, Montaillou, aldea occitanade 1294 a 1324. Taurus, Madrid, 1981, pp. 400-411, y las Actes du XIlle Congrs de la Societ deHistoriens Mdievistes, Temps, mmoire, tradition au Moyen Age (Aix-en-Provence, 4-5 juin, 1982),Universit de Provence, Aix-en-Provence, 1983. Es tambin especialmente recomendable, aunque no serefiera especficamente al tiempo, la lectura de KULA, Witold, Las medidas y los hombres, Siglo XXI,Madrid, 1980, pp. 4 y ss. y 22 y ss.

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    Era comprensible. En primer lugar por razones antropolgicas y cul-turales, todas las sociedades primarias muestran un profundo desinterspor el concepto temporal y lo manejan de forma muy confusa. Pero, sobretodo, por causas funcionales: el hombre medieval careca de necesidadesque justificasen el control temporal ms all de niveles muy someros. Ci-vilizacin muy pobre donde las cotas de autoabastecimiento fueron elevadasy la presin del consumo y la demanda siempre modestas, la Edad Mediadesconoci, excepto en sus ^ltimos siglos y localizadamente, toda urgenciaacerca de la productividad, lo que invalidaba todo cuidado acerca delcmputo rninucioso del tiempo. Adems, dado su bajo nivel tcnico y laindole netamente agropecuaria de su economa, la dependencia del ciclonatural era absoluta. Y ste, como se sabe, observa largos e imprecisosperodos de descanso y rigores que mediatizan toda actividad. En estascircunstancias, con un tiempo peridicamente vaco de pleno contenidolaboral, exento com ^nmente de obligaciones perentorias y siempre sometidoa los imprevisibles caprichos de la meteorologa, es obvio que su mediday, por extensin, su administracin careciesen de sentido.

    Libre de ataduras, exento de prisas, el tiempo medieval es el de lanaturaleza y no reconoce ni precisa prcticamente de otros indicadoresque los que sta, a la vez, le ofrece e impone: el da y la noche, que rigenla dicotoma de la actividad y el reposo, y las estaciones, dos en aquellapoca, el invierno, tiempo de espera y semiinactividad forzosa, y el verano,tiempo de recoleccin y de hueste. La captacin de lapsos ms cortos odel momento, en consonancia con su muy limitado inters, dependa, cuan-do no se ignoraba, de recursos de fortuna tan variados como inciertos: larecitacin de plegarias, la consuncin de velas, el canto del gallo, la posicinrelativa del sol, la duracin del recorrido de un trayecto, etc2.

    El ^nico sistema de referencias que escapaba hasta cierto punto deesta ambigtiedad y que era aceptado a nivel de masas fue el elaborado porla clereca, el ^nico estamento que por sus muy especficas necesidades seplante el control del tiempo. La regularizacin de la jornada por lasreglas monsticas en una cadencia ritualizada de tareas y oraciones creun rgimen de subdivisiones: las horas cannicas. Este sistema, herenciadel mundo antiguo, divida el da en 24 horas distribuidas por igual entre

    2 Pervivirn durante largo tiempo, incluso tras la introduccin de los relojes p ^blicos. El sistema delas candelas, por ejemplo, est reconocido en Aragn por el Fuero de Teruel para medir el tiempo de lasguardias nocturnas en las murallas, GOROSCH, Max, El Fuero de Teruel, Almquist & Boktryckeri,Estocolmo, 1950, f. 137; en el siglo XV aparece en las Ordinaciones de Zaragoza de 1414 para determinarla duracin de las subastas de bienes y rentas p ^blicos, igual uso haca de l la Diputacin a la hora dearrendar el impuesto del General, vid., respectivamente, MORA Y GAUDO, Manuel, Ordinaciones de laciudad de Zaragoza, Zaragoza, 1908, vol. II, p. 379, y SESMA MUOZ, J. Angel, La Diputacin delreino de Aragn en la poca de Fernando II (1479-1516), Institucin Fernando el Catlico, Zaragoza,1979, p. 379; en las ordinaciones del gremio de panaderos zaragozanos de 1520 sealaba el tiempo deretraso admitido para acudir al captulo de la cofrada, FALCON PEREZ, Mara Isabel, El gremio depanaderos de Zaragoza en el siglo XV, Aragn en la Edad Media VII (1987), p. 204.

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    el periodo vespertino y el matutino. Su paso se registraba cada tres horaspor medio de campanas: maitines (medianoche), laudes, prima, tercia, sexta(mediodia), nona, vsperas y completas. Por su parte, la liturgia, al exigirdatas precisas para sus conmemoraciones, oblig al cmputo de los dias ylas semanas y jalon el ao con una serie de efemrides ajustadas.

    Pero no exageremos ni su rigor ni su independencia del tiempo natural.El criterio de distribucin de las horas cannicas no era otro que el de laduracin de la luz y la oscuridad. El alba y el crep ^sculo coincidan siemprecon los toques de prima y completas a partir de los cuales se computabanlas siempre fijas 12 horas diurnas y nocturnas, ignorando las variacionesestacionales. Los sones eclesisticos no delimitaban fragmentos temporaleshomogneos salvo en los equinocios 3 . No era la ^nica incertidumbre. Losrecursos tcnicos disponibles para la definicin del resto del horario eranextremadamente precarios. Legados de la Antigedad, los relojes de agua,arena y sol, los ^nicos medios objetivos de medir el tiempo hasta el sigloXIII, observaban amplios mrgenes de error y una operatividad muy defi-ciente4 . El factor humano era por ^ ltimo otra importante fuente de distor-siones, a veces inocentes e imponderables campaneros incompetentes,otras hasta sistemticas. Se ha detectado en algunos lugares, por ejemplo,el progresivo adelanto de la nona, localizada idealmente en las tres de latarde, a la sexta, medioda6.

    El ciclo de festividades sacras presenta unas perspectivas similares.Su respeto por el calendario agrcola, del que en buena medida era unatrasposicin, era completo. No hay que olvidar que suplantaba a otroanterior, pagano, de fuerte contenido naturalista. Igualmente su valor comosealizador temporal no era incontestable. En primer lugar porque nohabia una unidad de pareceres acerca del comienzo del afio. Seg ^n laszonas poda ser el da de Navidad, el de la Resurreccin o el de la Pasin,por citar slo algunos de los ms extendidos6. Y en segundo porque se

    3 En la Edad Moderna, cuando las campanas eclesisticas aceptaron la direccin de los relojes pblicos,la continuidad con la tradicin exigi la distincin de un horario de invierno y otro de verano, vid. elejemplo zaragozano en LLOP I BAYO, Francesc, Los toques de campana de Zaragoza (notas para suestudio), Excmo. Ayuntamiento de Zaragoza, Zaragoza, 1983, pp. 13-14, 42 y ss.

    El reloj de sol era intil en los dias nublados y, obviamente, no contemplaba las diferencias de luzestacionales ni el tiempo nocturno, eso suponiendo que estuviese correctamente orientado. Los de arenapresentaban el inconveniente de la nivelacin, pero sobre todo el de la abrasin, el roce continuado de laarena sobre el cristal acababa desgastndolo en detrimento de la exactitud este problema se resolvi enel siglo XIV al sustituir la arena por cascara de huevo molida, al margen de que era tremendamenteengorroso darles la vuelta si estaban calculados para periodos medianamente largos, la opcin contrariaconllevaba una vigilancia permanente. Las clepsidras por su parte no eran prcticas en invierno, sobretodo en el Norte, pues las bajas temperaturas congelaban el agua.

    La causa no est clara. Tradicionalmente se tenia este avance como un subterfugio monstico quepermitia romper el ayuno antes de las horas prescritas respetando la letra de la regla, WOLFF, Philippe,op. cit., p. 1.142. Le Goff piensa sin embargo que tiene un origen de orden laboral, El tiempo detrabajo..., op. cit., p. 65.

    6 El que rige actualmente, es decir el 1 de enero, fiesta de la Circuncisin, solamente empez a cobrarimportancia a partir de la Baja Edad Media, cuando los hombres de negocios lo escogieron como fechainicial del ao mercantil, LE GOFF, Jacques, Mercaderes y banqueros de la Edad Media, Eudeba, BuenosAires, 1969, p. 117.

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    organizaba en buen grado en torno a un eje mvil, el de la conmemoracinpascual, en la primera luna llena despus del solsticio de invierno.

    Pese a todo, esta precariedad pas inadvertida a los ojos de la poca.El uso y el carcter de toda medida est adecuado a su entorno y a losobjetivos que se le marquen. Y en este sentido el mundo campesino yguerrero de los primeros siglos medievales fue muy poco exigente.

    No obstante tanto ese medio como esos fines van a cambiar. A partirdel siglo XI, lentamente, el desarrollo del mundo urbano, de la revolucincomercial y de la economa de beneficio introducen una serie de presu-puestos inditos que plantean una renovacin general.

    Junto al inmutable tiempo agricola surge otro, el del mercader, eltiempo del lucro y los negocios, mucho ms gil pero tambin ms riguroso,pues est en directa correspondencia con los beneficios. Hay que aprovecharlas coyunturas monetarias, extraer los mximos beneficios de los salarios,cuidar de los plazos y las amortizaciones, exprimir las posibilidades deljuego de la oferta y la demanda... Ciertamente no es totalmente autnomodel tiempo natural, la pobreza tecnolgica no lo permite, pero eso no essuficiente para que no se vea cada vez ms claro que el tiempo tiene unadimensin econmica, un coste, y que por tanto conviene organizarlo yracionalizarlo en aras de su uso ms eficiente 7 . Las implicaciones son obvias:el tiempo debe ser cuantificado minuciosamente, algo para lo que los vagossones eclesisticos se muestran insuficientes.

    Por supuesto esta demanda no era general, interesaba solamente a laminora dedicada a los negocios. Sin embargo sus efectos fueron comuni-tarios. Para esta oligarqua tena tanta importancia mensurar su tiempopersonal como el de los dems pues posean sobre l derechos, bien adqui-sitivos, previo pago de un salario, bien tutelares o coercitivos, merced a sucontrol de los rganos de gobierno. As cuando el afn de horas ciertasse resuelva a partir del siglo XIV con la divisin del da en 24 horasinvariables y la aparicin de relojes civiles, las nuevas horas sern p ^blicas,afectarn al conjunto urbano, y denotarn tanto una evolucin en el con-cepto temporal como un triunfo social de una clase sobre el resto, y a^nsobre los otros poderes existentes las medidas son siempre signo deautoridad, en especial la Iglesia, duea exclusiva del tiempo hasta en-tonces8.

    Un anlisis clsico de esa actitud en SOMBART, Werner, El burgus, cap. 8. Vid. tambin, aunquese ocupa de pocas posteriores, LOWE, Donald, Historia de la percepcin burguesa, Fondo de CulturaEconmica, 1986, pp. 71 y ss.

    8 Aunque no hay que exagerar pues, como dice Le Goff, las razones fueron ms prcticas que teolgicas,Tiempo de iglesia..., op. cit., p. 54, no deja de ser evidente que supuso un menoscabo para el prestigioclerical, algo que no siempre fue aceptado en silencio, cf. PATART, Christian, Les cloches civiles deNamur, Fosses et Tournai au Bas Moyen Age, Credit Comrnunal de Belgique, Bruselas, 1976, pp. 185-189.

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    Al principio, evidentemente, el rea de difusin de los nuevos instru-mentos de medicin se circunscribi a las zonas ms urbanizadas: Flandes,Italia, el norte de Francia y algunas regiones de Alemania. Pero se extendicon rapidez y en el siglo XV raras eran las ciudades europeas de algunaentidad que no contaban con uno o varios ejemplares.

    De cualquier modo, hay que matizar el impacto de estas novedades.Obstculos importantes y graves restricciones limitan sus posibilidades.Para empezar es un fenmeno puramente urbano, en el campo los viejosusos mantuvieron su vigencia incolume durante siglos. Pero incluso en elmbito municipal la asimilacin fue lenta. Hasta los mismos promotores,los patricios, mantuvieron reservas. Era justificable, se exploraba un mediocompletamente virgen cuya asuncin y aprendizaje exiga considerablesesfuerzos de adaptacin. El paso de un tiempo orgnico y vivencial definidopor un factor tan objetivo como el juego de la luz y la oscuridad a unaconvencin numrica puramente abstracta no era una operacin sencilla.Adems la inercia del pasado era muy fuerte y el sistema socioeconmicoque sustentaba la tradicin guardaba todava una muy considerable in-fiuencia.

    Por otra parte el tiempo laico sigue siendo muy incierto. Aunque lainvencin del reloj mecnico data de finales del siglo XIII 9 , muchos de losprimeros cronmetros municipales prolongaron los mtodos anteriores,con las lacras de rigor io. Pero a^n en el caso que no era as, tampoco lasgarantas eran excepcionales. Los primitivos relojes mecnicos se estro-peaban con inusitada facilidad u y su precisin era tan evanescente quetenan que ser reajustados muy a menudo mediante la observacin astro-nmica o, de nuevo la servidumbre natural, respecto a un reloj de sol, elalba o el ocaso 12 . No era tampoco el menor de sus inconvenientes el queentre ellos no existiera ning^n tipo de coordinacin. Cada reloj marcabaun tiempo local y propio, no unificado, que poda tener seg ^n los lugares

    " Sobre este tema hay una bibliografa extenssima, sirvan como base CIPOLLA, Carlo M., op. cit.,WHITE, Lynn, Tecnologia medieval y cambio social, Paidos, Buenos Aires, 1973, pp. 120-121 y 137-147,CROMBIE, A. C., H^ toria de la Ciencia: de San Agustin a Galileo, Alianza, Madrid, 1974, vol. I, pp.167, 192-194.

    10 En el Aragn del siglo XV hay testimonios de que los campaneros no siempre cumplian sus funcionesa plena satisfaccin en Teruel, Archivo Histrico Provincial de Teruel (A.H.P.T.), Libro de Actos Comunes(L.A.C.), 1470-71, f. 14v-I5v, en Tarazona, Archivo Histrico de Protocolos de Tarazona, Protocolo deAnton Bueno, 1459, f. 44r-44v, y en Daroca, Archivo Municipal de Daroca (A.M.D.), L.A.C., 1477, f.41v. El problema tambin se plante en 1399 en el palacio real de Perpin, VIELLIARD, Jeanne,Horloges et horlogers catalans a la fin du Moyen Age, Bullean H^panique LX111 (1961), pp. 163-164.

    Cf. ibid., pp. 165-166.12 El registro afinado de minutos y segundos no se consigui hasta el siglo XVII con el reloj de

    pndulo. Una de las causas de la ereccin de la torre del reloj de Zaragoza la Torre Nueva a principiosdel siglo XVI era que los relojes que haba no podan regir porque no corran con el concierto y seguridadque era necesario, GASCON DE GOTOR, Anselmo y Pedro, Cuestin de actualidad. La Torre Nuevade laragoza. Zaragoza, 1892, p. 24. En Aragn lo habitual era que todo reloj mecnico tuviera adscritoun relojero que se cuidaba tanto de su mantenimiento como de su regulacin y aftnado.

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    dos series de 12 horas o una sola de 24 y que podia empezar su cuenta enel mediodia y en la medianoche, en la puesta o en la salida del so113.

    No obstante la evaluacin de estos problemas es muy delicada. Laexactitud metrolgica es una nocin profundamente relativa, cambiantecultural, econmica y socialmente de una civilizacin a otra, de un momentoa otro de la Historia". Juzgarla desde una perspectiva actual es impropio.Debe bastarnos el que en su momento los servicios de los relojes medievalescomo los de las horas cannicas cubrieron las necesidades para lasque estaban previstos.

    La aparicin del reloj en el mundo urbano bajomedieval no es un fielque separa dos pocas. Pero aunque no se pueda tomar como paradigma,es innegable que tiene un rol, y capital, en la larga muerte del tiempomedieval. Sintoma y a la vez factor de ste anuncia un cambio global deinusitadas magnitudes y consecuencias. Su propagacin, las transforma-ciones que provoca y que alienta son otros tantos temas de estudio quenos permitiran adentrarnos en la comprensin de ese gran trnsito que segesta en el Bajo Medievo.

    En la Corona de Aragn los primeros relojes de que se tiene noticiaaparecen en el circulo del soberanc. La primera referencia conocida datade 1345 documentndos a partir de entonces con insistencia. Fueron detipos muy variados: de arena, mecnicos, astronmicos...; normalmenteporttiles, aunque tampoco faltaron los monumentales, como los que seinstalaron en los palacios de Perpirin y Barcelona ls . No era nada fuerade lo habitual. La aficin de los reyes por los instrumentos de medicin detiempo es antigua, aunque en la Baja Edad Media, sobre todo a partir deladvenimiento de los relojes mecnicos, este gusto se convirti en moda yse difundi en extremo i6 . De todas formas la significacin de estos datos,socialmente hablando, es casi nula. Los relojes cortesanos forman partede esa plyade de objetos entre curiosos y extravagantes siempre presente

    13 En la Corona de Aragn el modelo seguido era el de las dos sucesiones de 12 horas a contar desdeel medioda y la medianoche, as se constata en Teruel y se prevee normativamente en numerosas ocasiones:en las ordinaciones de Zaragoza de 1414, MORA Y GAUDO, Manuel, op. cit., vol. II, p. 465; las capitu-laciones del reloj de Huesca en 1424, LLABRES, Gabriel, El reloj de la catedral de Huesca es de los msantiguos de Espaa, Revista de Huesca I (1903-1904), p. 61; las instrucciones reales para la ereccin deun reloj en la cateciral de Barcelona en 1387, VIELLIARD, Jeanne, op. cit., p. 164.

    14 Cf. KULA, Witold, op. cit., p. 4.5 Cf. VIELLIARD, Jeanne, op. cit., pp. 161-168, RUBIO Y LLUCH, Antoni, Documents per Ihistoria

    de la cultura catalana mig-eval, Institut d'Estudis Catalans, Barcelona, 1908, 2 vols. Noticias aisladas enGAIBROIS DE BALLESTEROS, Mara, Martin el Humano obsequia con un reloj a Enrique el Doliente,Correo Erudito II (1941) y Martn el Humano desea un reloj de cuatro campanitas, Correo Erudito III(1942), JAVIERRE MUR, Aurea, Mara de Luna, reina de Aragn, Instituto Jernimo Zurita (C.S.I.C.),Madrid, 1942, p. 130.

    16 Vase el ejemplo navarro en MARTINEZ DE AGUIRRE, Javier, Arte y monarqua en Navarra,Pamplona, 1987, p. 81, y ZABALO ZABALEGUI, Javier, La administracin del reino de Navarra en elsiglo XIV, Universidad de Navarra, Pamplona, 1973, p. 83.

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    alrededor de los monarcas de todos los tiempos sin otro sentido que realzarel brillo de su majestad con el toque de lo extico o lo maravilloso, o entodo caso contribuir a sus aficiones cientficas, al fin y al cabo otro mis-terio. Su desconexin con el entorno es completa.

    En el reino de Aragn los relojes p ^blicos se hicieron esperar hastaprincipios del siglo XV, con retraso respecto al resto de los territoriospeninsulares donde ya empezaron a abundar en el ^ ltimo cuarto del sigloXIV 17 . Esta cronologa no es arbitraria, el Cuatrocientos es la centuria delgran desarrollo econmico del Aragn medieval". Seg ^n los datos actual-mente publicados, muy escasos, por lo que cabe esperar sorpresas, los deinstalacin ms temprana fueron los de Huesca y Zaragoza. El reloj de laciudad oscense exista ya en 1423. En 1424 el concejo y el captulo encar-garon la construccin de otro nuevo, mecnico, a Johan Stevan, relojerode Zaragoza". Si el contrato se llev a cabo, fue el primer cronmetrocomunal de estas caractersticas que existi en Aragn. Respecto a la ciudaddel Ebro, una ordenanza dada en 1414 por Fernando 1 exiga que se pen-sionase un menestral para que:

    ... por passamiento de ampolletas de arena dinumere las horasde cadahuna de aquellas faciendo senyal por tocamiento de campana,dando en aquella tantos golpes como horas passadas seran...21.

    Daba de plazo de cumplimiento un ao. No hemos hallado referenciaexpresa de que ese mandato fuera obedecido antes de 1430 22 , pero sinduda una investigacin ms detenida lograr rebajar esa fecha. Por lodems, la propagacin de los relojes comunales debi ser rpida en Aragn.En el siglo XV hay evidencia de su existencia en Teruel, Daroca, Tarazona,Jaca, Albarracn... e incluso en lugares de tan escasa entidad urbana como

    17 Toledo contaba con el suyo desde 1371, Valencia a partir de 1378, Burgos de 1384, Lrida de 1390,Barcelona desde 1393 y Sevilla de 1396, BONET CORREA, Antonio (coordinador), Historia de las artesaplicadas e industriales en Espidia, Ctedra, Madrid, 1982, p. 181.

    18 Cf. SESMA MUOZ, J. Angel, Transformacin social y revolucin comercial en Aragn durantela I3aja Edad Media, Fundacin Juan March, Madrid, 1982.

    I ARCO, Ricardo del, La catedral de Huesca, ed. V. Campo, Huesca, 1924, p. 71.2 El documento fue publicado por LLABRES, Gabriel, op. cit., pp. 60-64. Para ms informacin

    sobre los relojes de esta ciudad en el siglo XV y posteriores vid. BALAGUER, Federico, Datos inditossobre artfices aragoneses (2.* serie), Argensola VI (1955), pp. 142-146, ARCO, Ricardo del, op. cit., pp.71, 104 y 193-194, DURAN GUDIOL, Antonio, El campanar de la catedral d'Osca (1302-1422), Homenajea Federico I3alaguer, Excma. Diputacin de Huesca, Huesca, 1987, p. 96.

    21 MORA Y GAUDO, Manuel, op. cit., vol. II, p. 465. Este dato haba sido ya citado por LEDESMARUBIO, Mara Luisa, y FALCON PEREZ, Mara Isabel, Zaragoza en la Baja Edad Media, LibreraGeneral, Zaragoza, 1977, p. 139.

    22 MORA Y GAUDO, Manuel, op. cit., vol. II, p. 565. La data que se vena aceptando como msantigua acerca de la existencia de un reloj en funcionamiento en Zaragoza hasta ahora era 1442, lamencion6 por primera vez Toms XIMENEZ DE EMBUN Y VAL en Descripcin de la antigua Zaragozay sus trminos municipales. Zaragoza, 1901, p. 91, en nota.

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    Cantavieja23. Las localidades ms importantes llegaron a tener ms deuno, como es el caso de Zaragoza y Huesca24.

    En el siglo XVI el reloj alcanzaba incluso poblaciones netamente ru-rales, como Aviego y Berbegal en la dicesis de Huesca 25, Uncastillo26 oUtebo27 . El XVI es tambin testigo de la definitiva consagracin del tiempolaico. En 1506 se levantaba la Torre Nueva de Zaragoza, la decana de lastorres-reloj civiles aragonesas. Otras la seguiran. Hasta ahora el lugar delos relojes haba sido el campanario de las iglesias. La ^ ltima ficci ^n de latutela eclesistica del tiempo desaparece ante el cada vez mayor ascendientede las clases burguesas, que dejan as constancia de su plena autonoma.Pero no en todas partes se lograr esto de forma pacfica. Si la iglesiaaragonesa ha soportado al parecer sin ninguna inquietud la eliminacinde su monopolio sobre el tiempo28 , eran razones de inters com^n las quelo aconsejaban, no se muestra tan proclive a ceder en esta ocasin, puessupone un detrimento de su prestigio sin contrapartida alguna, exceptopara el orgullo urbano. A fines del siglo XVI, en Jaca el traslado del relojde la catedral a la torre concejil no se conseguir sino tras agrias fricciones29.En Daroca ser abortado39.

    23 En 1427 el concejo darocense pagaba 43 sueldos a Francey el pintor por haber tocado el reloj deSan Andrs, A.M.D., L.A.C., 1427, f. 24v. En 1459, en Tarazona, Johan de Sos requera a Garca deOnagua para que tocase bien el reloj, Archivo Histrico de Protocolos de Tarazona, Protocolo de AntonBueno, 1459, f. 44r-44v. Jaca tena reloj desde antes de 1447, si se creen las anotaciones de Villacampa,publicadas por LLABRES, Gabriel, El noticiario de Pedro Villacampa de Jaca (I350-1563), Revista deHuesca I (1903-1904), pp. 179-200, donde, refirindose a dicho ao, se dice: parece en la Seo de Jacca enel libro do son los cannigos escriptos que se cremo la Seo de Jacca toda la fusta, miercoles de noche, delas nueve oras asta las tres, en seis oras, a veintisiete de julio, p. 189. En un proceso redactado enAlbarracin en 1460, actualrnente en el Archivo Histrico Provincial de Zaragoza (A.H.P.Z.), los testigosdetallan en sus declaraciones que el suceso tuvo lugar a hora de las diez, vel quasi, antes de medio dia.La visita del Castell Juan de Gotor a Cantavieja en 1499 descubre en la torre de la iglesia una canpanapara el relox, Archivo Histrico Nacional, Ordenes Militares, San Juan de Jerusaln, libro 8.124 b, sinfoliar. Luis Alberto Majarena Gonzalvo prepara un estudio sobre el reloj (o relojes) de Daroca, temasobre el que existe una abundante e interesante informacin, vid. de este autor, Las actas municipales deDaroca como fuente para el estudio de las relaciones entre el concejo y la iglesia en la Edad Media,Actas de las Ill Jornadas de Metodologa de la Investigacin Cientfica sobre Fuentes Aragonesas, Institutode Ciencias de la Educacin, Zaragoza, 1988, pp. 343-344.

    24 En Zaragoza sabemos que a fines del siglo XV, junto al de La Seo, haba otro reloj en la Diputacin,SESMA MUOZ, J. Angel, La op. cit., p. 165. En 1504 se encarg un reloj para la torrede la iglesia de San Gil y en 1507 otro para el Hospital de Nuestra Sra. de Gracia, ABIZANDA YBROTO, Manuel, Documentos para la historia artstica y literaria de Aragn procedentes del Archivo deProtocolos de Zaragoza, siglo XVI, Patronato Villahermosa-Guaqui, Zaragoza, 1915, vol. I, pp. 381-383.En Huesca, adems del reloj de la catedral, funcionaba en 1465 el de San Pedro el Viejo, BALAGUER,Federico, op. cit., p. 144.

    23 CONTE OLIVEROS, Jes ^s, Viaje por pueblos oscenses. Siglo XVI (glosario tcnico-artstico),Librera General, Zaragoza, 1980, pp. 45 y 73.

    26 SAN VICENTE PINO, Angel, Acotaciones documentales para la Historia del Arte en CincoVillas durante el siglo XVI, Estudios en homenaje al Dr. Eugenio Frutos Corts, Facultad de Filosofia yLetras de Zaragoza, Zaragoza, 1977, p. 396.

    22 En 1528 se trabajaba en su reloj, Archivo Histrico de Protocolos de Zaragoza, ProtocOlo de Luisde Sora, 1528, f. 100v.

    24 Ha contribuido incluso a la financiacin de los relojes, como en Huesca, LLABRES, Gabriel, Elreloj de la catedral..., op. cit., p. 64, o como veremos en Teruel.

    29 Cf. BUESA CONDE, Domingo, La torre del reloj de Jaca, Diputacin General de Aragn, Zaragoza,1987, pp. 31-32.

    39 Cf. RODRIGUEZ Y MARTEL, J. Antonio, Antigiledad clebre de la Santa Iglesia Colegial deSanta Mara la Mayor de Daroca, R.A.B.M. 8 (1878), p. 246.456

  • TIEMPO Y RELOJES EN TERUEL EN EL SIGLO XV

    La primera alusin documental que hemos hallado de un reloj p ^blicoen Teruel data del 5 de abril de 1428. Es una acta municipal por la que elconcejo dispone que los regidores presentes y futuros tomen a sueldo cadaario a una persona para que toque las horas del reloj 3i . Su advenimientono deba ser muy anterior. El mismo tono de la carta, muy explicito, y elhecho de que el asunto fuese competencia del concejo y no de los regidores,en quienes se delega solamente a partir de ahora, indican claramente queel tema estaba lejos de ser rutinario. Sabemos con certeza que con ante-rioridad a 1422 el tiempo clerical no tena competidores en Terue132.

    Este primer marcador de horas ciertas turolenses no era mecnico.Aunque no hay mencin expresa alguna, ni a favor ni en contra, es msque concluyente que durante decenios no haya rastro alguno de que gene-rase otros gastos que los del loguero del tafiedor, los del aceite paraengrasar el badajo 33 y los de la renovacin de la soga que lo mova34.Conociendo la fragilidad de los primeros mecanismos relojeros eso eraprcticamente imposible. Casi con seguridad sera de arena, del mismotipo que describe la ordinacin zaragozana de 1414.

    Al principio el salario del campanero se fij en 300 sueldos al afio,pagaderos en tres tandas35 , para luego rebajarse a 20036. Esta reduccin,muy probablemente, se compensara con la cesin de una casa como do-micilio a cuenta de la ciudad 37 . Se prevey inicialmente que en la satisfac-cin de esta suma contribuyesen, porque a la dita (ciudad) no fuessetanta carga, las aljamas juda y mora, el captulo y los hidalgos 38 . Peroesta disposicin no se respet integramente durante mucho tiempo, si esque realmente tuvo efectos. Documentalmente solamente est probada, apartir de la mitad del siglo, la aportacin de las aljamas, la hebrea con 25sueldos y la musulmana con 20, y la de los clrigos, si bien con faltas enalgunos ejercicios, con 20 25 sueldos seg ^n los afios39.

    Por su parte el reloxero, como se le llamaba, se comprometa aministrar, regir e toquar de dia e de noche el dito reloig 443 . El primeroque desempefi esas funciones fue Johan Garcez, zapatero 41 , que se mantuvo

    31 Vid. apndice 1.32 Los libros de Actas del Concejo que se conservan anteriores a 1428, el ms inmediato es de 1422,

    no hacen alusin alguna a relojes p ^blicos.33 A.H.P.T., L.A.C., 1461-62, f. 129v.

    Archivo Municipal de Teruel (A.M.T.), L.A.C. 1454-55, fs. 80v y 107v; A.H.P.T. Varios, carpeta 3,1462.

    35 A.H.P.T., L.A.C., 1428, f. 12r-I2v.36 A.H.P.T., L.A.C., 1453-54, f. 97r-97v; 1455-56, fs. 157v-158r; 1465-66, f. 24r, 1466-67, f. 37r; etc.32 Vid. apndice II.38 A.H.P.T., L.A.C., 1428, f. 10v. Tambin en apndice

    A.H.P.T., Protocolo de Johan Snchez de Santa Maria, 1445, fs. 8v-9r; A.H.P.T., L.A.C., 1453-54, f. 97r-97v; 1467-68, f. 98r; 1470-71, f. 14v-I5r; A.M.T., L.A.C., 1456-57, f. I56r; 1466-67, f. 37r. Lacontribucin de 20 sueldos de los moros ya habia sido citada por VEGA Y LUQUE, Carlos Luis de la,La moreria de Teruel en el siglo XV, Tertiel 52 (1974), p. 79.

    A.H.P.T., L.A.C., 1428, f. 12r-I2v.41 Ibid.

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  • JUAN JOSE MORALES GOMEZ Y M. JESUS TORREBLANCA GASPAR

    en el oficio, l o un homnimo suyo, hasta 147042 en que fue destituidopues no tocaba de part de noche como se deba43 . Su sustituto, Perod'Alda, tambin zapatero, conserv el cargo, con una pequea interrupcinentre 1472-7444 , hasta el advenimiento del reloj mecnico en 148445 . Comose puede apreciar, y como era costumbre en la poca, no se trataba de unpersonal especializado46.

    El constructor de la primera mquina medidora del tiempo totalmentemecanizada en Teruel fue Sebastin de Canyamache, menor de das. Estepersonaje recibe com ^nmente el apelativo profesional de cerragero, menosen una ocasin en que se le llama manya 47 . Tanto uno como otro designanal artesano especializado en los trabajos del metal ms delicados, aunqueobviamente tambin entiende y puede atender encargos ms vulgares si espreciso48 . En esta lnea Canyamache realiza en Teruel, aparte del reloj,desde una reja artstica para la catedra1 49 , hasta el adobo de unas cerra-

    42 Se lo documenta como tal en A.H.P.T., Protocolo de Johan Snchez de la Santa Maria, 1445, f.34v; A.H.P.T., L.A.C., 1453-54, f. 97r-97v; 1455-56, fs. 157r-158v; 1461-62, f. 129v; 1465-66, fs. 23v-24r;1467-68, f. 98r; A.M.T., L.A.C., 1456-57, fs. 64v-65r y I56r; 1466-67, f. 37r.

    43 A.H.P.T., L.A.C., 1470-71, f. 14v-I5r." Provoca las mismas quejas que su antecesor, al que se le devuelve el cargo por dos aos, A.H.P.T.,

    L.A.C., 1471-72, f. 56r.45 Se lo documenta como tal en A.H.P.T., L.A.C., 1470-71, fs. 14v-I5r; 1474-75, f. 21v; 1479-80, f.

    50v; apndice 11.Cuando se daban instrucciones pra emplear un campanero era frecuente especificar, como en Is

    ordinaciones de Zaragoza de 1414, que fuera un menestral, MORA Y GAUDO, Manuel, op. cit., vol.II, p. 465, a ser posible de oficio sedentario, tipo sastre, zapatero o pellicero, como se dice en una cartaque escribi Juan I en 1387 acerca del reloj del castillo de Perpifin, VIELLIARD, Jeanne, op. cit., p.163.

    47 A.H.P.T., L.A.C., 1483-84, fs. 40v, 41v, 43r y 8Iv y id. f. 53v, respectivamente. Tras hacerse cargodel reloj tambin se le Ilama ocasionalmente maestro del reloix, id. f. 137v.

    48 En Navarra los relojeros se relacionan con todo tipo de trabajos de metalistera, cf. MARTINEZAGUIRRE, Javier, op. cit., p. 81. Las mismas actividades desarrollan los cerrageros que trabajan en lacatedral de Huesca en los siglos XV y XVI, cf. ARCO, Ricardo del, op. cit., pp. 104 y 193-194, e igualmentelos manyas levantinos o catalanes, cf. A.S.G., El arte medieval en Morella y San Mateo. Herreros yforjadores, Boletn de la Sociedad Castellonense de Cultura VII (1926), pp. 273-286.

    49 Cf. GOMEZ IBAEZ, Eduardo, Un rejero desconocido: Caamache, Boletn de la SociedadEspaola de Excursiones, 1918, pp. 169-171, y GASCON DE GOTOR, Anselmo, Hierros artsticos deAragn, Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis, Zaragoza, 1947, p. 18. Santiago Alcoleaescribia en torno a este maestro que si fuese de formacin y actividad prolongada en la ciudad permitirasuponer un interesante foco (artistico), Artes decorativas de la Espaa cristiana, vol. V de Ars Hispaniae,Plus Ultra, Madrid, 1975, p. 19. Estamos en disposicin de afirmar que asi fue. Un Savastian Canyamachaparece ya en Teruel en 1431 querellndose con Manuel, hostalero, y en 1454 como colector de unrepartimiento, A.H.P.T., Libro de la Corte del Juez, 1431, f. 27v, y L.A.C., 1453-54, f. 97r-97v respectiva-mente. Ms inequivoca es una mencin datada el 15 de abril de 1456 en que, con la caracterizacin decerragero, aparece desvecinndose de la ciudad, A.H.P.T., L.A.C., 1456-57, f. 40r. En el ao 1457 1458 Catalina, hija de Sebastin de Caniamache y Sancha Bernat, cnyuges, cometi parricidio en lapersona de su hermana Francisca, mujer del alemn Pere de Basilea, panicero, CARUANA GOMEZDE BARREDA, Jaime, Una relacin indita de Jueces de Teruel, C.H.J.Z. XIV-XV (1963). En 1465 eldicho Sebastin aparece como hospitalero de Santa Mara y San Juan Bautista de Teruel, el mismo,Indice de los pergaminos y documentos insertos en ellos existentes en el Archivo Municipal de Teruel,Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueolgos, Madrid, 1950, docs. 444 y 445. En 1470figura en la lista de las personas designadas por los oficiales de la ciudad pra que ayudasen a reprimir lasbregas y disturbios que asolaban a sta, A.H.P.T., L.A.C., 1470-71, f. 28r. Al parecer los descendientesdel maestro continuaron su arte, aunque con fines no siempre licitos: en 1499 Martin y Luis Canyamach,este ltimo racionero de San Pedro de Teruel, eran acusados de facedores e encobridores de falsa moneda,A.H.P.T., L.A.C., 1499-1500, f. 32v. Vid. tambin la nota 61.

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  • TIEMPO Y RELOJES EN TERUEL EN EL SIGLO XV

    duras y grillones para la crcel del concejo 50 . Esta relativamente escasaespecializacin era normal, entre otras cosas porque los encargos de relojesno eran nada habituales51.

    Las capitulaciones del reloj de Teruel entre el maestro Caamache yla ciudad se aprobaron el 16 de junio de 1483 53 . Establecan que fuera dehierro y que funcionase mediante un juego de rodas y contrapesospara cuyo alojo se construira una quasiqua 54. Las horas de este nuevoreloj no slo se percutiran sin ayuda humana55, tambin se veran, puesera voluntad del concejo hacer un tavlage... en la paret qui el dito Savastianfara que de part de la plaza se puedan mostrar las oras 56 . Todos losdesembolsos de la parte tcnica corran a cargo del maestre del reloj, menoslas cuerdas para los contrapesos y el badajo, los de las obras de acondicio-namiento los sufragaria el concejo. A poder del relojero pasaba el reloigque oy tiene desbaratado la ciudad. Si esto significa que hubo un cron-metro mecnico anterior, cosa que dudamos, nosotros no hemos halladorastro de l. El encargo tena que estar listo el da de Navidad de aquelao.

    Las obras empezaron pronto. Apenas un mes despus, el 17 de julio,los regidores mandaban al procurador que se ocupase de la factura de laquaseta que albergaria las cuatro pesas, as como de la compra de unascuerdas de camo que las sostuvieran y de fillo de fierro del mas grossopara tirar del badaio y tocar la canpana del reloxe57 . A ^n as no se pudo

    A.H.P.T., L.A.C., 1483-84, fs. 40v y 81v.En el Aragn medieval los relojes, no ya mecnicos sino de cualquier tipo, tienen un mbito y una

    clientela muy reducida: las urbes, los clrigos y el crculo del monarca. La privatizacin del reloj esrarsima. En las listas de objetos cotidianos que se incluyen en los inventarios de los siglos XIV, XV eincluso XVI no aparecen casi nunca, ni siquiera cuando el titular es persona de calidad. En concreto nohemos hallado ms que dos alusiones: un reloge de fierro puesto en una capsa rexada, datado en 1509,que perteneca a Gabriel Snchez, tesorero de Fernando el Catlico, CABEZUDO ASTRAIN, Jos, Uncurioso inventario zaragozano de 1509, R.A. B. M., CXVIII (1960), p. 98, y un rellox de una ora con sucaseta por tanto de arena que estaba en la cambra que solia dormir Pedro Snchez Muoz,caballero de Teruel, en 1484, WITTLIN, Curt J., Un inventario turolense de 1484: los Snchez Muoz,herederos de Clemente VIII, Teruel 51 (1974), p. 68.

    53 Vid. Apndice II.54 Se estn refiriendo a un reloj de pesas, los ^nicos conocidos en el Medievo, aparte de los de resorte

    en espiral que no se aplicaron a funciones p^blicas. El principio de este tipo de relojes es sencillo. Consistesustancialmente en controlar el empuje de las pesas atraidas por la gravedad mediante un mecanismooscilante de escape, una rueda catalina (a la que probablemente se referir el trmino roda), que solamentepermite la cada a intervalos repetidos e iguales: las unidades de tiempo.

    55 Las condiciones del contrato se recogen tambin, mucho ms brevemente, en un acta de concejoque especifica sin embargo algo que las capitulaciones olvidaron mencionar: un reloix que por si mesmose haya de tocar, A.H.P.T., L.A.C., 1483-84, f. 43r. No se trata de un detalle f^ til, la mayora de losrelojes medievales se tocaban a mano. El reloj turolense, al parecer, solamente daba las horas, aunque enla poca ya se estilaba marcar tambin los cuartos, as lo hacia, por ejemplo, el reloj que Enrique de Vickrealiz para el Palacio Real de Pars en 1370, citado por CROMBIE, A. C., op. cit., pp. 193-194. LaTorre Nueva de Zaragoza en 1506 y el reloj que encarg el Hospital de Nuestra Sra. de Gracia deZaragoza en 1507 tenan dos campanas, una para cada funcin, GASCON DE GOTOR, Anselmo yPedro, op. cit., p. 25 y ABIZANDA Y BROTO, Manuel, op. cit., p. 383.

    56 Muchos de los relojes medievales carecian de esfera y cuando la tenan a menudo solamente contabacon una manecilla, la de las horas.

    57 A.H.P.T., L.A.C., 1483-84, f. 53v.

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  • JUAN JOSE MORALES GOMEZ Y M. JESUS TORREBLANCA GASPAR

    evitar exceder el plazo previsto, aunque no en demasa. La maquinaria secoloc entre el 15 de enero de 1484, fecha en que los oficiales ordenabanque se asienten las ruedas y el peso del relox en el canpanar de la iglesiade Sant Pedro 58, y el 4 de mayo, en que el de Caamache firmaba unalbarn por 45 sueldos y 4 dineros a cuenta de los gastos ocasionados portal causa59.

    Hay que resaltar el que para la ubicacin del reloj se eligiese la parro-quia de San Pedro y no Santa Maria, la iglesia mayor de la ciudad, encontra de la norma en estos casos e incluso del deseo expreso de los can-nigos03. Tal emperio tiene un significado, como veremos.

    Las capitulaciones no slo contemplaron el aspecto de la factura delreloj, sino tambin el de su posterior mantenimiento. Sebastin Cariamachese comprometa a cuidar del afinado y las averas que pudieran surgir pordoce aos, reconocindolo diariamente por la mariana y la noche. Si seausentaba dejara un responsable al cargo y al expirar el convenio mostraracomo se avra de prar y afinar61 . Tal tipo de precauciones y garantas eracorriente. No slo el funcionamiento de estos artefactos era extremadamenteirregular, tambin eran muy pocos los que saban manejarlos, con lo queasegurarse tener a alguien a mano ducho en esos menesteres era impres-cindible62.

    Por todo ello, incluida la fabricacin del reloj, el maestre Cariamacherecibira el mismo trato que los anteriores reloxeros: 200 sueldos anuales,en dos pagas, ms la vivienda, durante los dichos doce arios. El reparto yresponsables de la libranza de esta suma tampoch conoca variaciones63.

    Pero el reloj no ha surgido espontneamente, de la nada. Antes de suaparicin ha sido preciso que se gestase el ambiente adecuado. Atisbos desu formacin los encontramos ya en el Fuero, elaborado a lo largo de lossiglos XIII y XIV. Se puede objetar, y con justicia, que tratndose de untexto legal, su propia idiosincrasia lo aboca a fijar de manera taxativatodo tipo de limites y plazos. La cantidad de las precisiones no es portanto indicativa. Sin embargo, cualitativamente, s que da pie a conclusiones

    58 Ibid., f. 105v.Por assentar el reloj 32 sueldos, por medio almodi de aljez 5, por dos sogas para los contrapesos

    6, por una campanilla 2 y por descolgar el reloix de soga 4 dineros, ibid., f. 137v.60 Ibid., f. 107r.61 Le sucederia, lo ms probble, un hijo o familiar suyo, el 7 de mayo de 1499 Domingo Canyamache,

    cerragero, recibi del procurador 50 sueldos por la custodia del relox, A.H.P.T., L.A.C., 1499-1500.62 Lo mismo sucede con el reloj de Huesca, por ejemplo, vid. LLABRES, Gabriel, El reloj de la

    catedral..., op. cit. En el siglo XIV los regalos de los reyes aragoneses consistentes en relojes se acompaabande un especialista encargado 'de explicar su funcionamiento, VIELLIARD, Jeanne, op. cit., pp. 165-166 y168.

    63 Datos para la historia posterior de los relojes p^blicos turolenses en SEBASTIAN LOPEZ, Santiago,VEGA Y LUQUE, Carlos Luis de la, Noticia iconogrfica de la ciudad de Teruel, Teruel 53 (1975), pp.51-54; PEREZ SANCHEZ, Antonio, Restauracin de las torres de Teruel, materiales y tcnicas, MSimposio Internacional de Mudejarismo, (Teruel, 20-22 de septiembre de 1984), Instituto de EstudiosTurolenses, Teruel, 1986, p. 429.

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  • TIEMPO Y RELOJES EN TERUEL EN EL SIGLO XV

    dignas de inters. Los recursos utilizados son muy variados. Para fijarlapsos temporales utiliza, eminentemente, el ao y el da y sus m ^ ltiplos,pocas veces la semana y el mes. Cuando desea concretar fechas recurre,sobre todo, al santoral y al calendario lit ^ rgico, aunque tampoco desdealos das de la semana y el calendario juliano y a ^n, si bien exiguamente, elciclo agrario o naturalista: en el tiempo de las miesses, el tiempo de lasvendimias, el tiempo de las nieves".

    Sin embargo, y esto es lo que ms interesa destacar, al Fuero ya no lebasta el da y accede a la segmentacin de la jornada sealando instanteso perodos precedentes o no para un determinado actuar: la hora depregonar o de encerrar los plazos sea de hora de tercia fasta meidia, quelos porteros deven abrir e cerrar las puertas desta villa ad aquella horaque el conceio establira, que todo desvecinamiento sea fecho en dia desabado a viespras o el domingo en la manyana al exir de missa mayoretc. 65 . Sus instrumentos son las horas cannicas, las velas, las misas, laspartes del da maana, tarde y noche, los momentos de las comidas yla posicin del sol. Indicadores vagos, pero que representan el tope mximoa que la poca haba llegado.

    Ms impresionante es el siguiente documento de que disponemos, elLibro de Actas del Concejo de Teruel de 1398. Realizado por un notariocuyo nombre no conservamos, su mrito ms sobresaliente, en lo que con-cierne a nuestro estudio, es la consideracin de la hora como un elementoque debe figurar sistemticamente en sus minutas. La precisin horaria yano es una mera necesidad prctica, forma parte de las formas deseables decomportamiento, al menos en algunos aspectos, de una fraccin de lapoblacin. Sus recursos son, obviamente, los del Fuero. No obstante, parael sentido de la percepcin temporal de este notario no parecen ser bastantey, en su ardor por delimitar, los caracteriza con todo lujo de determinantes:en hora de missas, hora de dichas completas, en el principio de lanoche o quasi, apres misas mayores, hora pulsaciones missarum, aprestoquada la oracin de las Avemarias, etc. 66 . Pese a ello, en no pocasocasiones la indigencia de los sealizadores temporales fue insoslayable ytuvo que contentarse con formulsticos predictis die et hora, proximeo a poquo instant67. La conciencia de estas limitaciones y la ambicinde superarlas prefigurar el futuro. Desgraciadamente este es un caso ^nicoy excepcional, sin paralelos tanto en el pasado como en el porvenir, incluidoel tiempo del reloj, lo que nos habla de forma bien elocuente de lospuntual y multiforme que fue la evolucin.

    GOROSCH, Max, op. cit., fueros 163, 370 y 678.65 Ibid. fs. 73, 140 y 534. Vid. otros ejemplos en fs. 74, 123, 137, 138, 144, 145, 153, 248, 318, 342, 552,

    569, etc.66 A.H.P.T., f. 30v, 108v, 68v, 31v, 45v y 109v respectivamente.

    Ibid., f. 47v, 48v, 49v, etc.

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  • JUAN JOSE MORALES GOMEZ Y M. JESUS TORREBLANCA GASPAR

    Tal vez el testimonio ms expresivo de la magnitud del paso dadohacia el tiempo objetivo sean las Crrzicas de los Jueces de TerueL Setrata de una fuente histrica de carcter y autora locales que se presentabajo la forma de anales y que ha Ilegado hasta nosotros en cuatro versiones,tres de ellas medievales. Su respectivas redacciones estn separadas poramplios perodos cronolgicos: sus actitudes ante el transcurrir del tiempose escalonan sucesivamente.

    La ms antigua, que se interrumpe en 1348, omite casi toda referencia,incluidas las anuales68 . Bien es cierto que su escueto contenido tampocobrinda demasiadas oportunidades, muchas veces se conforma con anotarel nombre del Juez la mxima autoridad de Teruel de aquel ao ynada ms. Pero eso no es excusa. Cuando a partir de 1340 esa regla serompe y los vol ^menes de informacin aumentan, son los arios contempo-rneos al autor, las precisiones no son mayores. As, por ejemplo, lasextensas narraciones de los sucesos de la Unin que integran las dos ^ ltimasentradas, correspondientes a los aos 1346-47 y 1347-48 69 , solamente re-gistran la duracin de la batalla de Epila: dos das y dos noches, sin ms.

    Los Libros de los Jueces inmediatos llegan hasta 1409 y 1434 y sonproducto de una mentalidad muy diferente70 . Centrndonos en el primero,el otro presenta unas caractersticas tan similares que no vale la penaexaminarlo individualizadamente, su autor no slo data anualmente conescr^pulo los hechos de que es testigo, sino que se apresta a aplicar elmismo criterio a los que le anteceden. Empeo digno de ser mencionado,pese a los errores que provoca. Su inters tambin distingue otros segmentostemporales. As, seala dentro de la judicatura de 1389-90 los meses quepermanecieron reunidas las Cortes de Monzn, en la de 1399-1400 el dade la coronacin del rey Martn y su esposa, en la de 1402-1403 la terriblenevada del jueves, 12 de abril, etc. Este escribano ya franquea incluso labarrera del da, y lo hace a la sombra de dos fenmenos naturales: loseclipses de sol del 17 de agosto de 1385 y del 1 de enero de 1386, a ora demedio da y de misas. No todas las noticias de que da cuenta se acom-paan de estas determinaciones, las precisiones son casuales, sin mtodo.

    Publicada, incompleta, por VILATELA, Miguel, Jueces de Teruel, el Ateneo, 1891, pp. 119 y ss.Para el resto vid. CARUANA GOMEZ DE BARREDA, Jaime, Dos relatos inditos sobre los sucesosde la Unin, E.E.M.C.A. 111 (1947-48), pp. 484-497.

    " En estas obras el ao comienza el martes de Pascua, da de la eleccin del Juez, de ah su desdobla-miento.

    713 Vid. el primero en LLABRES, Gabriel, Cronologa de los Jueces de Teruel, Revista de Huesca I(1903-1904), y tambin en GOROSCH, Max, Lista de los Jueces de Teruell, Archivo de FilologaAragonesa XIIXIII (1961-62). El de 1434 en FLORIANO CUMBREO, Antonio C., Las EfemridesTurolenses, C. H.J.Z. 11 (1951), pp. 7-69 y CARUANA GOMEZ DE BARREDA, Jaime, La relacin deJueces del Archivo del Ayuntamiento, R.A.B.M. LXVIII (1960), pp. 383-407. Fernando LOPEZ RAJA-DEL estudi de forma conjunta todas las versiones en su tesis de licenciatura Crnicas de los Jueces deTeruel, 1176-1532, leda en la Facultad de Filosofa y Letras de Zaragoza en septiembre de 1984, dirigidapor Antonio Ubieto Arteta (indita).

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    Pero eso no importa, la brecha est abierta y desde este momento slo lecabe ensancharse.

    A fines del siglo XV otra mano realiz al hilo de esta Crnica unasadiciones. No se trata en s de una continuacin, sino de una serie deanotaciones espordicas que se suceden, con claros, entre 1473 y 1505. Elcontraste es enorme. Ayudndose de todo tipo de sistemas de referencia,pocos son los sucesos que deja sin adscribir de alg ^n modo al hito temporal.Utiliza ya las horas ciertas en las que hasta reconoce subdivisiones71.

    Paulatinamente, aquellos que han ido componiendo las Crnicas handesplazado su eje de percepcin desde la indiferencia a la conquista deaos, das y horas. Sin embargo, por muy claros puntales de una actidudque sean todas estas fuentes, aquellos que hacen las leyes, escriben la historiao levantan acta del acontencer cotidiano muy pocas veces son buenosrepresentantes del sentir de la mayora. La demanda de horas ciertas enpoco o en nada afecta al com ^n, se gesta en el seno de las oligarquasmunicipales que son quienes fuerzan al resto de los ciudadanos la presenciadel reloj. Del tiempo de la Iglesia se pasa al de los poderes civiles, comodice Le Goff la masa nunca posee su tiempo, se lo imponen72.

    Una vez integrado el sonido de la campana del reloj en el conjunto desones urbanos es pausible preguntarse acerca del alcance que tuvo entrelos turolenses. La apreciacin de este tema es muy compleja y la categorade las fuentes disponibles no es la ms a propsito, pero una cosa pareceestar clara: en la intimidad de la vivencia temporal su reflejo fue ms biendbil.

    Examinemos en primer lugar el grupo que, como elaborador de lostestimonios que manejamos, presenta a priori las mejores perspectivas: losnotarios. En el siglo XV estos personajes p ^blicos haban heredado de lacenturia anterior la costumbre profesional de incluir dentro de las datacionesde sus escrituras la hora, si bien sin mtodo, a capricho73 . Continuaron elhbito, pero no lo variaron en absoluto. Como ya se ha dicho el Libro deActas de 1398 es excepcional. Las menciones horarias que deslizan en suslibros y protocolos no dependen de la solemnidad del evento 74, ni siquierase identifican con un tipo documental preciso, aunque son ms frecuentes

    7, Gabriel LLABRES, que public este documento, Cronologa..., op. cit., creia que el factor de laaddenda era Gaspar Muoz, autor, y eso se sabe a ciencia cierta, de una diario ya en el siglo XVI,publicado tambin por LLABRES, Diario turolenses de la primera mitad del siglo XVI, B.R.A.H.XXVII (1895), pp. 5-75. Esta ^ ltima fuente ofrece buen material para abundar en nuestras conclusiones.No est de ms sealar que el dicho Gaspar Muoz, era hijo de Pedro Snchez Muoz, propietario del^nico reloj en el Cuatrocientos que hemos podido documentar en manos privadas, vid. nota 51.

    La civilizacin..., op. cit., p. 246.73 Esta prctica estaba extendida incluso en el mundo rural, vid. el ejemplo de Mosqueruela (provincia

    de Teruel) en Archivo Hist ^rico de Protocolos de Mora de Rubielos, protocolo de Pedro Solsona, 1380-81, f. 50v, 51v, 54r, 55r, 56r, 57v...

    74 Hay escrituras, por ejemplo, que recogen la apertura y lectura de cartas reales que no las Ilevan,A.M.T., L.A.C., 1456-57, fs. 100v y 127v.

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    en alguno75, aparecen por puro azar. Adems siguen prefiriendo los sistemastradicionales 76. No es que ignoren las horas del reloj o tengan prejuiciosfrente a ellas 77 , no dudan en utilizarlas llegado el caso 78 identificando inclusosubdivisiones", simplemente sienten mayor predileccin por la continuidad.

    La minora en el poder responsable de la instauracin del tiempocierto tampoco lo asimila demasiado bien. Aunque parezca contraprodu-cente sus integrantes son los primeros que vacilan ante el papel y el uso delas horas del reloj. Su actitud es ambigua. Sienten, por un lado, la presinde la breviedat del tiempo haciendo cada vez ms suya la necesidad deorganizarlo 80. Las ordinaciones urbanas de la poca, hechura suya, nocesan de promover el ahorro del tiempo, el horario y la puntualidad81.Pero, a la par, tienen graves dificultades para plegarse a esa marafia deprecisiones autoimpuesta. En Teruel, como en toda Europa, los retrasosde los oficiales son causa de frecuentes quejas. La respuesta que JohanNavarro da, extrariado, a una requesta de protesta por tal causa ilustraperfectamente ese abismo entre lo ideal y lo real: e dixo que aquesta

    Especialmente las cartas p ^blicas, aunque tambin pueden aparecer en las procuras, A.H.P.T.,Protocolo de Johan Snchez de Santa Mara, 1445, f. 64r; los compromis, ibid., fs. 62v y 64v; las actasde concejo, A.M.r;L.A.C., 1456-57, f. 78v, A.H.P.T., L.A.C., 1483-84, f. 60v; etc. De su asistematismopueden darnos idea los siguientes datos: de las diez cartas p ^blicas incluidas en el Protocolo de 1440 deJohan Snchez de Santa Mara (en el A.H.P.T.) slo dos Ilevan precisin horaria; de los quince pregonesdel L.A.C. de 1454-55 (en el A.M.T.) solamente tres.

    Vid., por dar referencias publicadas, la documentacin concejil correspondiente a los artos 1484-85que presenta FLORIANO CUMBREO, Antonio C., El Tribunal del Santo Oficio en Aragn. Estable-cimiento de la Inquisicin en Teruel, B.R.A. H. LXXXVII (1926), pp. 173-260.

    77 Un mismo notario no tiene inconveniente alguno en mezclarlas con los otros recursos de sermlizacin,como Johan Snchez de Santa Mara que, levantando acta en junio de 1456 de las diversas accionesemprendidas por Johan Galceran, alias Papiol, us la hora de vsperas, la de las 9 oras y la de apressolis, A.H.P.T., fs. 19r, 20r y 26v.

    Cuando hay una necesidad clara no tienen el menor escr ^pulo. As cuando el 15 de diciembre de1456 Grau Bou, ciudadano de Valencia convocado a la presencia del rey de Navarra, desea hacer constarsu paso por Teruel por tal que se pueda mostrar e provar que el continuament en el dito camino esestado, el notario testifica que as fue el present dia e ora, que son las onze oras, vel quasi, antes demedio dia; cuando Manuel Snchez de Uncastillo, mercader de Teruel, el 10 de febrero de 1447, hacelevantar carta p^blica de que Jafuda Magot, contraviniendo ciertos capitoles, ha permitido la entrada yestancia toda esta manyana en su botiga a su yerno, el notario cree conveniente serialar que eran lasVIIII oras poquo mas o menos, A.H.P.T., Protocolo de Johan Snchez de Santa Mara, 1445, fs. 73v y74v.

    79 El notario Francisco Lpez de Monreal reconoce el cuarto de hora, por ejemplo, A.M.T., L.A.C.,1454-55, f. 50r, pero este tipo de notaciones son excepcionales, lo habitual sigue siendo para los perodosque rebajan la hora las indeficiones del tipo a poquo instant, et luego a poquo, a poqua ora...

    80 La palabra es de la carta que hace redactar Bernat Plaga, notario de la sala, en 1447 para pedir unaprrroga a la presentacin de unas copias que requieren los contadores, A.H.P.T., Protocolo de JohanSnchez de Santa Mara, 1445, f. 83r.

    91 En Teruel estas ordinaciones se han perdido, pero no seran muy diferentes de las de otrasciudades aragonesas. Las de Zaragoza de 1414, vid. MORA Y GAUDO, Manuel, op. cit., vol. II, disponanacerca de la hora competente para que tuviera cort el zalmedina (p. 317), la frecuencia con que sereuniran los jurados (p. 368), los retrasos en las reuniones del capitol e consello (p. 371 y ss), el tiempoque dedicara a sus funciones el almutazaf (p. 401), persegua las ausencias injustificadas (p. 362), etc.Pero tal vez el estatuto ms expresivo es el que ordena que no se convoque concejo para discutir una solacosa, sino muchas cosas ensemble para que as los conselleros inutilment no pierdan tienpo (p. 368).

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    requesta que le fazian al su parecer es demasiada, por quanto no creyehaber fallecido al servicio de su officio82.

    Por otra parte, como los notarios, al fin y al cabo unos ms entreellos, su utilizacin del nuevo horario es asistemtica y poco exclusiva.Pueden pasar por alto toda referencia y en su marco de percepcin siguenteniendo un lugar trascendente las horas cannicas y los indicadores natu-rales, fisiolgicos, etc. Ya en 1431, a pocos arios del advenimiento delcronmetro p ^blico, el Juez de Teruel es capaz de concretar que ha sidoagredido yendo a roldar, apres de la canpana toquada, apres de las VIIIhoras y de dar un plazo para la presentacin de unos documentos troalas dotze oras. Pero tambin de aplazar la concertacin de unas fianzaspara la tardi, quando vinian los lavradores, o citar diversos individuospara la cort del viernes, a la primer hora o la hora de nona, cuandono les seriala, lo ms com ^n, un da83 . Y no es una cuestin que evolucio-nase progresivamente, este talante perdura a lo largo de todo el siglo XV.Si en 1442 el alcalde Sancho Prez de Villel serialaba que habia sido objetode un intento de asesinato roldando en la noche las X oras corriendo lasXI trobando 84 , el sindico de la ciudad en 1446 solamente puede denunciarque vio a un ladrn sacrilego por la plaga, hora de sol puesto 85 . Losmiembros de la familia Snchez Muoz uno de los linajes locales msdistinguidos que se querellan en 1470 por las violencias sufridas poruno de su bando se limitan a puntualizar que fue ayer86 . El 13 de juniode 1484, con el reloj mecnico ya instalado, los regidores decidieron reunirsepara recibir a unos mensajeros de Zaragoza a las tres horas apres medioda, el 19 de marzo de 1485 citaban al inquisidor para el domingo apresde comer87.

    Su impericia trasciende incluso al terreno de las posibilidades prcticas.La contratacin de un maestro para el Estudio de Artes de Teruel en 1456solamente da pie a los jurados para enumerar sus diversas obligaciones alo largo del da, pero sin circunscribirlas a ning ^n horario88.

    La postura de las clases inferiores es ms neta: no se han apartado unpice de los modos de sus mayores, no ya en el horario sino en general.

    82 A.M.T., L.A.C., 1456-57, f. 67r. Otros ejemplos en ibid. 64v, 66v y 75r-75v; A.H.P.T., L.A.C.,1454-55, f. 50r.

    82 A.H.P.T., Libro de la Cort del Juez, 1431, fs. I5v, 23r, 9v, 9r, 18r y 31v.1,4 A.H.P.T., Varios, Caja 27.

    A.H.P.T., Protocolo de Johan Snchez de Santa Mara, 1445, f. 62r.A.H.P.T., Varios, Caja. 27.Vid. FLORIANO CUMBREO, Antonio C., El Tribunal..., op. cit., pp. 188 y 212.

    u Citado por VEGA Y LUQUE, Luis de la, Un centro medieval de enseanza: El Estudio de Artesde Teruel, Teruel 51 (1974), p. 110. No es un caso aislado, vid. otro contrato de iguales caracteristicas en1508 para el Estudio de Zaragoza en ABIZANDA Y BROTO, Manuel, op. cit., vol. I, pp. 375-376. Detodas maneras es dificil creer que no hubiera ningn tipo de control horario en los centros de enseanza,en los estatutos medievales de la Universidad de Huesca se contempla que el bedel en los dias de leccintocara la campana cinco veces avisando tres antes de comer y dos despus, ARCO, Ricardo del, Losestatutos primitivos de la Universidad de Huesca (1468-1487), E.E.M.C.A. IV (1951), p. 383.

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    Los procesos inquisitoriales de la dcada de 1480 demuestran que el re-cuerdo del tiempo en Teruel se basa, poco ms o menos, en los mismospresupuestos que, por ejemplo, Le Roy Ladurie observ en la aldea pire-naica de Montaillou a principios del siglo XIV: una cronologa flotantemejor o peor apoyada en los das de fiesta, que aportan celebracionesnemotcnicas en la que en el momento en que se trata de cmputos queafectan a una gran parte del ario, a un ario, a un grupo de aos... lavaguedad es la regla 89 . En este contexto llama mucho la atencin la testi-ficacin de Miguel Garcs de Marcilla, serior de la Torre, el 19 de febrerode 1486, pues es capaz de fijar motu propio que un tal Miguel Garcezestuvo de viaje dos meses y medio o tres meses y volvio al dicho su lugaren el mes de setienbre, y que, cuando vino, ya la dicha Gracia era muertacerca de un mes, o que cierto hecho acaeci el 26 o 27 del mes de abrildel ario LXXXV90. Un contraste que habla muy a favor del paulatinodespegue, a pesar de todo, de las clases en el poder hacia un nuevo conceptodel tiempo.

    Pero volviendo a lo que nos ocupa, en los interrogatorios inquisitorialesel com^n no fragmenta el da casi nunca y si lo hace se sirve de la maria-na, la noche, las comidas o, una sola vez, el sol puesto 91 . Criteriosmuy similares a los que se observan en los relatos que la gente del pueblodicta en cartas p^blicas, requestas, etc. con ocasin de sucesos delictivos.En el mejor de los casos, solamente resaltan que tuvieron lugar poquosdias aqua, el jueves mas cerqua passado a la tardi, el dia de la bregay el dia miercoles en la nochi, anoche viespra de Santa Maria 92. Y a^nesas notaciones hay probabilidades de que no sean totalmente espontneas.La fijacin por la noche que demuestran tiene un correlato jurdico: laoscuridad en la legislacin penal medieval es un agravante 93 . Pero tal vezlo ms interesante es que esa vaguedad no fue ni cuestionada ni reprobada.A la justicia lo ^nico que le interesaba realmente era el acontecimiento, sulocalizacin en el tiempo, o en el espacio, era detalles casi prescindiblesque se dejaban al arbitrio de cada cual ms all de unos niveles infimos.Si esto sucede en un campo como el de la jurisprudencia, podemos muybien imaginarnos cual era el nivel de exigencia general de precisin tem-poral.

    29 Op. cit., p. 405.9 SANCHEZ MOYA, Manuel, Los Marcilla y la Inquisicin turolense, Teruel 33 (1965), p. 197.91 Estas apreciaciones estn basadas en los fragmentos de procesos publicados por ilaid., pp. 194-199;

    del mismo, La Inquisicin de Teruel y sus judaizantes en el siglo XV, Teruel 20 (1958), pp. 157-200 yLos Marcilla i,empachadores de la Inquisicin turolense?, Teruel 27 (1962), pp. 107-128; SANCHEZMOYA, Pilar, Carta autgrafa de San Pedro Arbus a los inquisidores de la ciudad de Teruel, Teruel17-18 (1957), pp. 350-351.

    92 A.M.T., L.A.C., 1456-57, f. 71r; ibid., 72r; L.A.C., 1479-80, f..41v; Protocolo de Johan Snchez deSanta Maria, f. 63r; Varios, Caja 27.

    93 El Fuero de Teruel pena con el duplo un delito cometido por la noche que, el mismo, por el dia,vid. GOROSCH, Max, op. cit., fs. 328, 330, 357, 358, 366, 368, 369, 375, 400, 406...

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    La implantacin del reloj no equivale a la del tiempo moderno. Nobasta poseerlo, tambin es preciso saber utilizarlo. En la prctica, lo ^ nicoque ha supuesto ha sido una ampliacin del volumen de acotaciones tem-porales disponibles y tal vez una mayor definicin del perodo de oscuridad,muy descuidado por los sistemas preexistentes, pero sin renuncias ni des-plazamientos. Los viejos recursos siguen liendo tan vlidos como siemprey la demanda de una vivencia temporal ms refinada est desdibujada ymuy poco institucionalizada. Hay signos de cambio, incluso personalidadesaisladas que muestran esquemas ya avanzados, el autor de las adiciones alas Crnicas de fines del siglo XV puede ser un buen ejemplo, pero sondemasiado puntuales como para poder hablar de una revolucin. Debe-mos pues entender el reloj, en la generalidad del sentir temporal, comoparte de esa evolucin lenta y no lineal que se detectaba ya en el sigloXIV, pero no como un especial agente de aceleracin de sta.

    Pero todas estas cuestiones son abstractas, factores convergentes quepertenecen al inconsciente colectivo y que no explican el rol, los mviles yla funcionalidad inmediatas de los relojes y su tiempo.

    Para el hombre medieval el cronmetro es algo ms que un simpleinstrumento contabilizador del tiempo. Cuando es mecnico es un objetofascinante, un gran juguete ante el que se extasian las gentes y que todaslas ciudades convierten en punto de prestigio poseer. Motivo de emulacinurbano, la competencia que despierta favorece su expansin a la vez quesu ornato, especialmente con la incorporacin de autmatas que conviertenlos toques horarios en un autntico espectculo. El reloj mecnico turolenseno escapa a este espritu, los jurados deseaban un cuadrante como el dela salla de Valencia94.

    El reloj es tambin atributo de autoridad y gobierno. Todas las medidaslo son desde el momento que son obligatorias 95 . Su consecucin por elpatriciado urbano es una forma de proclamar su independencia y sancionarsu soberana sobre la ciudad. Es por eso por lo que, en cuanto pueden, locolocan en una torre concejil bien destacada del resto de la geografia ur-bana, como correlato figurado de su poder. As lo entienden los reyes, queanteponen la instalacin de todo nuevo reloj a su regio consentimiento,cosa que no siempre dan de buen grado pues saben que es reconocerimplcitamente un recorte de su potestad. Campanes no les ha hom sin

    Vid. Apndice II. La torre y el reloj de la Torre Nueva deban exceder en la grandeza, adorno yperfeccin al de todas las dems ciudades en cuanto fuese posible, pues siendo esta ciudad cabeza ymetrpoli no solamente del reino, sino tambin de la corona, pareca desestimacin de ella no tener unreloj de seguridad para su rgimen, GASCON Y GOTOR, Anselmo y Pedro, op. cit., p. 24. En 1392 losconsellers de Barcelona deseaban para su ciudad un reloj gran, bell e notable seny, segons se pertany,cit. por VINYOLES I VIDAL, Teresa-Mara, La vida quotidiana a Barcelona vers moo, Fundaci SalvadorVives Casajuana, Barcelona, 1985, p. 33. Un ejemplo aragons de autrnatas aplicados a relojes a principiosdel siglo XVI en ABIZANDA Y BROTO, Manuel, op. cit., vol. I, p. 383.

    95 Cf. KULA, Witold, op. cit., pp. 22-29.

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    en esglyes o en palaus o en cases de reys o de princeps dice Pedro IV alos jurados de Valencia en 1378 queriendo preservar el reparto tradicionaldel tiempo, pero tambin del poder; si Barcelona desea una campana horariaque se ponga en el palacio real contesta Juan I en 1390 a la peticin de unreloj comunal de los consellers 96 . As lo intuyen tambin las clases urbanassometidas que, en las revueltas, siempre pretenden adueriarse del marcadorhorario97.

    Los contenidos simblicos no eclipsan el valor del reloj como herra-mienta utilitaria. Sin duda la cualidad ms sobresaliente del cronmetrop ^blico es el poder de convocatoria que tiene su campana. Desde cualquierpunto de su radio de alcance cualquier ciudadano se sincroniza con todoslos dems que han odo el son. Esto permite difundir informacin y, do-tando a estos toques de fuerza coercitiva, organizar a la poblacin conpropsitos determinados. Uno de ellos, acaso el ms importante, es eltrabajo.

    La labor de sol a sol es la unidad laboral clsica de la Edad Media.Una norma, para variar, relativa en rigor. Pero no es slo la mejor defini-cin de su duracin lo que promueve la renovacin. El problema es msvasto, cuestiona el mismo concepto del trabajo.

    En la poca medieval, como en todas las civilizaciones primitivas, eltiempo de labor es orgnico, se orienta en funcin de las tareas pendientesque son las que deciden en ^ ltimo trmino la ampliacin o la reduccin dela jornada. Es tambin discontinuo y no separa con claridad el ocio delobrar, pues a lo largo del da integra con generosidad intermedios espon-tneos e irregulares dedicados al descanso, la charla, etc. 98 . La actitud delmercader es totalmente inversa, su mentalidad calculadora no ve en eltiempo de trabajo mas que una mercanca reducible a dinero, el suyo, ypor tanto aboga por que su mdulo de control sea el tiempo, un tiempoplenamente consagrado, no interrumpido ms que lo imprescindible, puestiene que rentabilizar cada cntimo que le cuesta, un tiempo tambin neta-mente diferenciado del de descanso, del no comprado99 . Para l el tiempo.no pasa, se gasta.

    El paulatino peso especfico que va cobrando el grupo social quedesarrolla esta mentalidad en los crculos de decisin urbanos acabarfinalmente haciendo prevalecer su criterio. Las reglamentaciones del trabajoque, a ,dartir fundamentalmente del siglo XIV, empiezan a aparecer unpoco por todas partes son su expresin. Modelos de ahorro y disciplina

    9, Cit. por VINYOLES I VIDAL, Teresa-Maria, op. cit., pp. 32 y 33." Cf. PATART, Christian, op. cit., pp. 191-195.

    Vid. el ejemplo de Montaillou en LE ROY LADURIE, Emmanuel, op. cit., pp. 401-402." Cf. THOMPSON, E. P., Time, Work and Industrial Capitalism, Past and Present 38 (1977), pp.

    56 y ss.; THOMAS, Keith, Work and Leisure in Pre-industrial Society, Past and Present 29 (1964), pp.50-66.

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    temporal que estrechan al obre. ro en un cerco frreo de obligaciones pro-ponen, en los casos aragoneses, la fijacin inamovible del principio y el finde la jornada y el deber del trabajador de permanecer a las rdenes de supatrn hasta la hora aunque haya acabado la faena asignada, la tasacindel n^mero de pausas a veces variable, seg ^n las estaciones, la sepa-racin del tiempo de desplazamiento al obrador del de propiamente detrabajo en lo posible, la prohibicin de realizar las comidas fuera del lugarde la tarea para no perder tiempo, etc. 100 . Unas medidas que para serllevadas a cabo de forma ptima exigan un entramado temporal sofisticadoque solamente los relojes civiles podan ofrecer.

    Para Jacques Le Goff este es el motivo prioritario del nacimiento delos nuevos auxiliares del cmputo temporal en el siglo XIV, concretamentecomo solucin a la crisis de la industria textil, el sector productivo endonde mayor era la ingerencia burguesa101.

    Teruel no es, aparentemente, una excepcin. El sentido de la economadel tiempo laboral aparece ya en el Fuero, que establece:

    que los lavradores logados fagan la hobra entro a que tangan lacanpana a viesperas en las parroquias de la villa. Mas aquel lavradorque antes de la canpana de viesperas lexare la hobra pierda el loguerode aquel dia102.

    El comienzo de la jornada tampoco era ajeno a su atencin, los hornosdeban calentarse susu en la manyana para que as la cocin de lospanes no retrasase a los obreros io . Es tambin consciente muy signifi-cativo de las variaciones estacionales del esfuerzo laboral y de los per-juicios que sufre el empleador en determinadas pocas del ao en los con-tratos a largo plazo.

    Qual estas mancebas o nodrias todo el tienpo lavranegual mientre, los sirvientes o los mancebos no lavranegual mientre, assi como es en el tienpo de las nieveset en otros tales no fazen ninguna obra104.

    100 Cf. MORA Y GAUDO, Manuel, op. cit., vol. II, pp. 468-469; ROMEU, Juan Francisco, Recopi-lacin de los estatutos de la ciudad de Zaragoza. Zaragoza, 1635, pp. 88-89; TILANDER, Gunnar, Fuerosaragoneses desconocidos promulgados a consecuencia de la Gran Peste de 1348. Estocolmo, 1959; PANO,Mariano de, Ordinaciones y paramentos de la ciudad de Barbastro, Revista de Aragn III (1902), T. 2,p. 846, IV (1903), T. I, pp. 58 y 429-430; ARCO, Ricardo del, Ordenanzas ineditas dictadas por elconcejo de Huesca (1284 a I456), R.A.B.M. XVII (1913), pp. 123 y 442-446. Paralelos en GEREMECK,Bronislaw, Le salariat dans l'artisanat parisien aux XIIP-XIV, sikcles. Etude sur le march de la main-d'oeuvre au Moyen Age, Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, Pars, 1982, p. 78 y ss.

    Io, Cf. El tiempo de trabajo..., op. cit.102 GOROSCH, Max, op. cit., f. 636. En Cuaresma esta hora se cambiaba por el toque de la canpana

    despues de la cena de las gentes (f. 637).i3 Ibid. f. 318. El rnotivo no aparece expreso pero no ofrece duda, en las ordenanzas de Barbastro de

    1396 se lee considerantes que los senyores de los fornos no facen calentar aquellyos entro a grant dia porla qual razon se sigue que los obreros van mas grant dia a la obra que no fazian..., PANO, Mariano del,op. cit., IV, pp. 429-430.

    1" Ibid., f. 678.

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    Aspecto ste, el de la estacionalidad, que tienen muy bien aprendidolos oficiales de Teruel que, en el otorio de 1456, prorrogaban la reparacinde las murallas basndose en que agora no era tienpo de obrar, por seyrlos dias chiquos105 . En 1424 vislumbraban incluso la particin de la jornadaal estatuir una indemnizacin de 12 dineros para todos los labradores ymenestrales que fuesen convocados por el Juez a la cort de prima 106 . Eltiempo de trabajo era ya dinero en Teruel.

    Queda una duda. En todas las disposiciones aragonesas conocidas lossones laborales nunca son los de las horas del reloj, son eclesisticos o deltipo de el toc de la campana iuglesa acostumbrada de las ordinacionesde Huesca de 1423 con el reloj ya en funcionamiento. ilusorio elpapel laboral del reloj? En absoluto. En 1470 en Teruel, el descuido delreloxero en tocar las horas de part de noche como se debia levanta lasquejas de los menestrales que manifiestan que no tienen el orden quedeven en fer sus faziendas 07. Lo ^nico que sucede es una simple inercialingtistica, las nuevas denominaciones horarias todava tardarn en so-breponerse a las tradicionales que, probablemente, las suplantan en oca-siones108.

    No era caprichosa la ubicacin del reloj turolense en la torre de laiglesia de San Pedro. Los lmites de audibilidad de toda campana y lasituacin de esta parroquia en la parte de la ciudad habitada predominan-temente por los humildes al contrario que la iglesia mayor son dosargumentos muy convincentesm.

    De acuerdo con la ortodoxia, el gran mvil de la instalacin del relojen Teruel parece ser la vertebracin del tiempo de trabajo desde el punto

    1 5 A.M.T., L.A.C., 1456-57, f. 78v. Existian salarios diferenciados para la poca estival y la invernal,cf. GEREMECK, Bronislaw, op. cit., pp. 91-92; MEUSNIER, Maurice, Fondation et construction d'uncollge universitaire au XIVe sicle: le Collge de Prigord, Annales du Midi 1951, pp. 211-220. En lasordinaciones de Huesca de 1423, al tratar de la remuneracin de los podadores de via, los exabridoresy los exarmientadores, se Ilegan a hacer hasta cuatro distinciones: octubre-diciembre, enero, febrero ymarzo-mayo, ARCO, Ricardo del, Ordenanzas inditas..., op. cit., p. 445.

    "36 CARUANA GOMEZ DE BARREDA, Jaime, Catlogo de pergaminos del Archivo Municipalde Teruel, Teruel 40 (1968), doc. 122. Es extremadamente interesante seguir la evolucin de las posturasoficiales ante las interrupciones laborales imprevistas pero justificadas. En las ordinaciones de 1288 deHuesca se contemplaba que si los lavradores por razon de seguir l'apellido, avran a desemparar laslavores, que tambien ayan su logero d'aquel qui los logo, comi si avesen lavrado todol dia, ARCO,Ricardo del, Ordenanzas inditas..., op. cit., p. 123. En las de Barbastro de 1396, en el mismo supuesto,se distingue ya entre si el abandono del trabajo se realiza a ora de tercia, de medio dia o de nuenaestableciendo compensaciones de la tercera parte del salario, la mitad o el tbtal respectivamente, PANO,Mariano del, op. cit., p. 846.

    1 7 A.H.P.T., L.A.C., 1470-71, fs. 14v-I5r.i 8 Este fenmeno se observa incluso en las zonas ms avanzadas, vid. el caso flamenco en PATART,

    Christian, op. cit., p. 171.1 9 Cf. GARCIA MARQUEZ, Manuel, Geografa urbana de Teruel, Instituto de Estudios Turolenses,

    Teruel, 1983, p. 34 y 186-187. Se encarg la campana de la Torre Nueva muy grande para que se oyeseen toda (la ciudad) y no se titube en fundirla por segunda vez cuando se encontr que no era tansonora como convenia, GASCON Y GOTOR, Anselmo y Pedro, op. cit., p. 24. En Jaca en 1599 losregidores mandaron se suba la torre un poco mas para que mejor se oyga el relox de la Seu, BUESACONDE, Domingo J., op. cit., p. 32.

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    de vista de la economa de beneficio. No es que discutamos esta conclusin,por lo menos no del todo, no obstante deja demasiados interrogantes sinrespuesta como para no hacerie una serie de salvedades.

    El tiempo de obra es sin duda el punto de mira de los cronmetros delos grandes centros artesanales de Flandes o de Italia /:,pero se puede decirlo mismo de una ciudad como Teruel, de segunda categora, con una po-blacin de menos de 5.000 habitantes y alejada de los grandes circuitos yrutas comerciales?" 0 Cuenta, ciertamente, con un artesanado y con unaproduccin textil que conoce la exportacin w , pero no hay dato algunoque sostenga que tuvo un nombre en la geografa industrial, ni paerani de otro carcter. La principal ocupacin de sus ciudadanos parece serla agricultura. El 12 de junio de 1484, apres de comer, los jurados seexcusaron ante el inquisidor por no poder convocar al concejo alegandoque la gente era de fuera a treballar" 2 . Fuera no puede ser ms que elcampo.

    A ^n hay otro factor operativo a tener en cuenta: la normativa laboralelaborada por el poder no rega mas que para los asalariados, los trabaja-dores agremiados son un mundo aparte en donde quien marca el compsno es el reloj sino el maestro del taller 113 . Y ste prefiere el ritmo tradicional.Ni una sola de las diversas ordenanzas gremiales aragonesas se ocupa decerca o de lejos de la jornada de trabajo" 4. Las relaciones del amo deltaller con sus dependientes y empleados iban mucho ms all de la faena,creando unas condiciones poco favorables a la aplicacin del conceptotiempo-mercancia.

    Sera muy interesante conocer la proporcin de mano de obra asala-riada de Teruel. Desgraciadamente las fuentes no lo permiten, pero nodeba ser mayoritaria. Los trabajadores por cuenta propia son en la EdadMedia, preceptivamente, una parte muy importante de la fuerza de trabajo,especialmente en las zonas menos desarrolladas.

    n Bertrand RUSSELL le ha calculado unas 5.000 personas para el siglo XV, Medieval Regions andtheir Cities, David & Charles Publishers Limited, Bristol, 1972, pero parece una estimacin demasiadooptimista, las receptas de las sisas impuestas al reino en los aos 1489, 1490 y 1491 del Libro del Reparodel General le daban 505 fuegos y el fogaje de 1495, 392, FALCON PEREZ, Maria Isabel, Aportacin alestudio de la poblacin aragonesa a fines del siglo XV, Aragn en la Edad Media V (1983), p. 162.

    Cf. GUAL CAMARENA, Miguel, Para un mapa de la industria textil hispana en la Edad Media,Anuario de Estudios Medievales 4 (1967), p. 151; ASSO, Ignacio de, Historia de la Economa Poltica deAragn (1. ed., Zaragoza, 1798) prlogo e indices de Jos Manuel CASAS TORRES, Estacin de EstudiosPirenaicos (C.S.I.C.), Zaragoza, 1947, p. 231. Los gremios ms importantes de Teruel eran, por orden dejerarquia, el de los pelaires, los tejedores y los tundidores, VEGA Y LUQUE, Carlos Luis de la, Historiay evolucin de los gremios de Teruel, Teruel 54 (1975), p. 60.

    112 FLORIANO CUMBREO, Antonio C., El Tribunal..., op. cit., pp. 216-217.113 Cf. GEREMECK, Bronislaw, op. cit., pp. 80-81; BONNASIE, Pierre, La organizacin del trabajo

    en Barcelona a fines del siglo XV, C.I.S.C., Barcelona, 1975, p. 112.1,4 Vid. el ejemplo de las turolenses en VEGA Y LUQUE, Carlos Luis de la, Historia y evolucim de

    los gremios..., op. cit., pp. 5-156.

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    Con una escasa animacin en la demanda manufacturera, o lo que eslo mismo, con un nivel de incentivos bajo hablando en trminos especula-tivos, una poblacin trabajadora no muy crecida y, presumiblemente, enbuena parte impermeable a las coacciones uealmente se puede creer quela regulacin de la jornada ofreca por s sola tantos alicientes, tantasposibilidades gananciales, como para promover un cmputo temporal nuevoy la puesta en marcha de la herramienta que lo suministraba?

    El argumento del trabajo, sin negar su peso, es insuficiente para elcaso turolense. Acaso la verdadera respuesta al por qu del reloj turolenseparticipe globalmente de todo lo expuesto, sin prioridades.

    Estamos en la poca contempornea a la redaccin del Regiment dela cosa publica de Eiximenis. En las ciudades aragonesas hay una especiede fiebre por querer organizarlo y estructurarlo todo, los oficiales publicanordenanzas, los gremios capitulaciones, las universidades estatutos... Hayun tema recurrente, que nunca se agota ni deja de ser de actualidad enboca de los poderosos: la polica de la ciudad, el orden de la rep ^blica.En su nombre se derriban viejos rincones, se trazan calles rectilneas, seeliminan estercoleros y, quizs, se instalan relojes. El orden no puededespreciar un elemento como el tiempo. Ese nuevo modelo de ciudad, quese asemeja a un cuerpo vivo, no puede consentir movimientos desajustadosen sus miembros. Necesita un elemento que los sincronice, pero no slo enel trabajo, tambin en el mercado, en las reuniones, en la queda... Y laclave de esa sincronizacin no puede ser ms que el reloj. Visto seyr cosaa todos convenible, por saber de dia e de noche quantas horas son concor-dadas e pasadas proclama el concejo turolense con ocasin del adveni-miento de su primera campana horaria 115 . Porque los negocios e actossian a horas devidas tractados, feytos e puestos en execution justifica elzaragozano la propuesta del suyo l 16.

    Impreciso, veleidoso, mal entendido y peor usado, ms moda quenecesidad sentida, pero smbolo y ensea de un nuevo rgimen, el relojgarantiza para el futuro la justa reparticin de una tierra de labor quenunca ms ser bosque com ^n e inagotable por colonizar: el tiempo.

    115 VId. Apndice I.116 MORA Y GAUDO, Manuel, op. cit., vol. II, p. 465.

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    APENDICE DOCUMENTAL

    1428, abril, 5 TeruelProvisin acerca de la eleccin y pago de una persona que toque las horas del

    reloj.A .H.P.T., Libro de Actos Comunes, 1428, f. 1 v.

    /1 v./ Die predicti en publico conceio.Sobre haver persona qui toque el reloig, por tiempo de hun anyo, visto seyr

    cosa a todos convenible, por saber de dia e de noche quantas horas son concordadaso passadas, fue providido quel dito acto remetan et remetieran a los regidores,presentes e advenideros, de la dita ciudat, que hi providiessen por forma e maneraquel capitol de los clerigos, fidalgos, judios e moros satisfaziessen e ayudassen alloguero del toquant del dito reloig, et pagando el dito capitol, fidalgos, judios emoros qualquiere cosas qui sera providida por los ditos regidores presentes o ad-venideros, o por la mayor partida de aquellos. Los ditos estantes en el dito conceioprofirieron se haver por firme e ensemble por ellos e la dita ciudat. Fiat large,testes ut supra.

    1483, junio, 16 TeruelCaptulos concordados entre Sebastin de Canyamache y los regidores de

    Teruel acerca del reloj de la ciudad.A.H.P.T., Libro de Actos Comunes de 1483-84, fs. 41-42.

    /41/ Ihesus Maria.A XVI de Junyo MCCCCLXXXIII, en la sala del consello de la ciudat de

    Teruel, los honrados Miguel Perez Arnal, Frances de Puigmiga, Francisco Besanty Johan d'Alda, regidores, mediant el honrado Miguel Sanchez Gamir, present,abinieron con Savastian de Canyamache, menor de dias, cerragero.

    Testes: Miguel Sanchez Gamir y Miguel Rajadel.Chapitoles del reloig entre la ciudat de Teruel e Savastian de Chanamaig,

    leragero, menor de dias, del reloig que ha el dito Chanamaig de fierro con susrodas, contrapessos e todas aquellas pertanecientes al dito reloig, cepto las chuerdaspora los contrapessos e pora el canpanar, pora toquar el dito reloig el vadago dela canpa (sic), las quales chuerdas sea tovido pagar la dita ciudat e sostener aquellasmigestant quel dito Savastian terna chargo del dito reloig.

    Item que el dito Savastian promete et se obliga de dar hachabado el ditoreloig perfetament d'aqui hal dia de Nadal primero vinient, e si non lo fara, que ladita ciudat lo pueda fazer achebar ad espensa del dito Savastian, dandole la ditaciudat el reloig que oy tiene desbaratado francho por had aiuda del que ha de fernuevo.

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    Item es pachto e condicion quel dito reloig lo da la dita ciudat al dito Savastiande Chanamaig por tienpo de / 41v/ dotze anyos, chomengaderos el (lac.) del mesde agosto del present anyo chomengant e axi continuando azen los ditos dotzeanyos, e da la dita ciudat al dito Savastian en caschun anyo dozintos sueldos,como oy da de present, los quales le da sobre los abades (lac.) sueldos, sobre losjodios (lac.) sueldos, sobre los moros (lac.) sueldos e los CXXX sueldos la ciudat,los quales le promete pagar en caschun anyo de medio en medio anyo.

    Item que el dito Savastian de Chanamaig durant el tienpo de los dotze anyosnon lo pueda lexar, antes se obliga aquell sostener e afinadament toquar, e si sesbaratava sea tovida aquell adobar, e axi matex que la dita ciudat aquello non lepueda levar dentro el tienpo de los ditos dotze anyos, e porque aya millor eficachiapromete ferlo loar e aprovar al concejo de la dita ciudat. E promete el dito Savastianal chabo de los dotze anyos darlo francho alla dita ciudat e afinado, que no quiereque le den cossa nenguna, e les mostrara como se avra de parar e afinar.

    / 42/ Item es pachto e condicion que la dita ciudat ha de fer a su spensa unaquasiqua a do stara el dito reloig e a do se choreran, puyaran e baxaran loscontrapessos, et axi matex fara un tavlage la ciudat a su spensa en la paret, e qui eldito Savastian fara que de part de la plaga se puedan mostrar las oras como el dela salla de Valencia. Et que la dita cassa le den francha al dito Savastian, do sta apresent Pero d'Alda, por tener el reloig o que y ste qui bien verna al dito Savastian,porque de chada dia, noge e manyana, l'avra de regonocer e por sto es mester quesi el dito Savastian no y pora star que y ste persona al plazer suyo por que enabsencia suya y pueda mirar.

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