Tierras de Penumbra

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TIERRAS DE PENUMBRA Basada en la vida de C.S Lewis, profesor de literatura en Oxford y gran escritor, “Tierras de penumbra” ahonda con una intensidad asombrosa en temas cruciales como la soledad, el dolor, la felicidad, la trascendencia y la fe. Ante la pérdida de su madre a la tierna edad de diez años, el joven Lewis, asustado y confuso por el intenso dolor y sufrimiento, eligió la seguridad, y se refugió en sí mismo para protegerse de las pérdidas, sin permitir que nadie, ni siquiera Dios, accediera a su intimidad. Sin embargo, conforme crece intelectualmente se quejará de esa inexistencia de Dios “Estoy muy molesto con Dios por no existir”, y terminará abrazando la Fe con ayuda de las ideas de su amigo Tolkien, convirtiéndose así en uno de los mayores apologistas de la fe cristiana. No obstante, esa negación de la intimidad en la que se había recluido tras la muerte de su madre no desaparece con su abertura a Dios, sino que continúa siendo “un profesor cauteloso , que vive encerrado en la cárcel de sí mismo, lee profusamente para saber que no está solo (“leemos para saber que no estamos solos”, y organiza su vida para que nadie pueda tocarla”. No se arriesga a entregarse a los demás, a dejarse llevar por las pasiones y emociones humanas. Según sus propias palabras vive sus amistades como “uno de los platos fuertes en el banquete de la vida”, pero no se atreve a entregarse del todo a la amistad o al amor, porque tras la dura experiencia que supuso la muerte de su madre sabe que la alegría que proviene de estos bienes está estrechamente entrelazada con el sufrimiento y el dolor. Lewis había llegado a la fe cristiana después de un largo proceso intelectual y moral y defendía la fe mediante conferencias con un pensamiento cristiano lleno de coherencia y brillantez. La sensatez inunda su discurso cuando ante la eterna pregunta de por qué permite Dios el sufrimiento de los humanos contesta que “ Dios no quiere exactamente que seamos felices. Quiere que seamos capaces de amar y ser amados. Quiere que maduremos.” Dios permite el sufrimiento porque este es parte de nuestra felicidad. El amor no solo consiste en alegría, sino que está siempre ligado al dolor. Pero ese mismo dolor es el que nos ayuda a madurar. Lewis continúa diciendo que “precisamente porque Dios nos ama, nos concede el don de Sufrir. El dolor es el megáfono que Dios utiliza para despertar a un mundo de sordos” y termina sentenciando que somos bloques de

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TIERRAS DE PENUMBRA

Basada en la vida de C.S Lewis, profesor de literatura en Oxford y gran escritor, “Tierras de penumbra” ahonda con una intensidad asombrosa en temas cruciales como la soledad, el dolor, la felicidad, la trascendencia y la fe.

Ante la pérdida de su madre a la tierna edad de diez años, el joven Lewis, asustado y confuso por el intenso dolor y sufrimiento, eligió la seguridad, y se refugió en sí mismo para protegerse de las pérdidas, sin permitir que nadie, ni siquiera Dios, accediera a su intimidad. Sin embargo, conforme crece intelectualmente se quejará de esa inexistencia de Dios “Estoy muy molesto con Dios por no existir”, y terminará abrazando la Fe con ayuda de las ideas de su amigo Tolkien, convirtiéndose así en uno de los mayores apologistas de la fe cristiana.

No obstante, esa negación de la intimidad en la que se había recluido tras la muerte de su madre no desaparece con su abertura a Dios, sino que continúa siendo “un profesor cauteloso , que vive encerrado en la cárcel de sí mismo, lee profusamente para saber que no está solo (“leemos para saber que no estamos solos”, y organiza su vida para que nadie pueda tocarla”. No se arriesga a entregarse a los demás, a dejarse llevar por las pasiones y emociones humanas. Según sus propias palabras vive sus amistades como “uno de los platos fuertes en el banquete de la vida”, pero no se atreve a entregarse del todo a la amistad o al amor, porque tras la dura experiencia que supuso la muerte de su madre sabe que la alegría que proviene de estos bienes está estrechamente entrelazada con el sufrimiento y el dolor.

Lewis había llegado a la fe cristiana después de un largo proceso intelectual y moral y defendía la fe mediante conferencias con un pensamiento cristiano lleno de coherencia y brillantez. La sensatez inunda su discurso cuando ante la eterna pregunta de por qué permite Dios el sufrimiento de los humanos contesta que “ Dios no quiere exactamente que seamos felices. Quiere que seamos capaces de amar y ser amados. Quiere que maduremos.” Dios permite el sufrimiento porque este es parte de nuestra felicidad. El amor no solo consiste en alegría, sino que está siempre ligado al dolor. Pero ese mismo dolor es el que nos ayuda a madurar. Lewis continúa diciendo que “precisamente porque Dios nos ama, nos concede el don de Sufrir. El dolor es el megáfono que Dios utiliza para despertar a un mundo de sordos” y termina sentenciando que somos bloques de piedra en los que el escultor poco a poco hace la figura a golpes de cincel, y como Dios nos quiere tanto, trata de hacernos perfectos por medio de los golpes del sufrimiento.

Sin embargo y a pesar de sus elocuentes palabras, Lewis no percibe que el mismo está optando por la seguridad, sin abrirse del todo al amor para evitar el sufrimiento que este conlleva; pero sin sufrimiento no haya la felicidad, y así su vida discurre de manera anodina. "Si no quieres sufrir no ames. Pero si no amas: ¿para qué quieres vivir?" (San Agustín).él revindica de manera implacable la necesidad del sufrimiento en la teoría, pero no aplica su filosofía a la vida real, y de esta forma impide el perfeccionamiento de su persona. Él se limita a teorizar sobre la vida, renunciando a su protagonismo real.

Pero esta vida tranquila, aislada, monacal, dedicada a la creación de sus obras, sus clases, y la correspondencia con sus admiradores sufrirá un vuelco pronunciado con la entrada en su vida de la poetisa estadounidense Joy Grisham, una mujer intrépida, vital y práctica. En un principio los dos establecen una amistad puramente intelectual. Sin embargo, desde el inicio de su relación se aprecia el afecto que parece despertar Joy en Lewis, que la aprecia y la escucha con entusiasmo. Progresivamente, el público presencia el surgimiento del amor en la mirada del escritor, que sin embargo pasa inadvertido para él. Aunque comienza a sucumbir a los encantos de Joy, continúa escapando del afecto de forma no intencionada a causa el intenso miedo al dolor que atesora en su lo más profundo de su ser. Ella influye muy positivamente en él, porque es la primera persona que se atreve a cuestionar sus palabras y a enfrentarse a su autoridad.

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Discuten acerca de la importancia de la experiencia y Joy defiende que la experiencia lo es todo, pero no me menciona que eso es exactamente lo que le falta al discurso de Lewis, experiencia. Las respuestas y grandes discursos que siempre tiene preparados para cualquier situación están construidas mediante un hábil uso de la inteligencia y de la razón; nuca a partir de la experiencia.El enfrentamiento entre los dos se produce cuando Joy acusa a Lewis de rodearse de todos aquellos que no tienen capacidad ni autoridad para hacer frente a su pensamiento, y así poder discutir sabiéndose siempre victorioso. Nadie es capaz de oponerse a su pensamiento, y todo el mundo lo escucha con mucho gusto. A pesar de que parece preocuparse por ellos (trata de ayudar al alumno al que observa robando en la librería) no escucha los razonamientos de sus alumnos con verdadero interés, porque tiene un sentimiento de superioridad muy desarrollado: sus razonamientos son imbatibles. El escritor , en un principio, adopta está misma actitud hacia Joy, que sin embargo siempre consigue asombrarlo con sus ideas y pensamientos.

Hasta que diagnostican un cáncer óseo muy avanzado a Joy, Lewis no comprende la profundidad y hondura de sus sentimientos hacia ella. Es ante esa inminente caducidad del tiempo que les queda par compartir cuando comprende lo importante que se ha vuelto para él y cuanto la necesita. De esta manera, abandona el temor que lo había mantenido cautivo hasta entonces y se permite amar por primera vez.

La experiencia directa del sufrimiento hace que se tambaleen sus más profundas convicciones desde que conoce el estado de Joy “Ayer una amiga mía estaba perfectamente bien, un minuto después sufría una agonía, y esta mañana le han dicho la enfermedad, cáncer. ¿ Por qué? Cuando quieres a alguien quieres sufrir tú sus dolores. ¿ Por qué no piensa así Dios?”

Parece que ante la vida real y de súbito, la teoría que tan analizada y estudiada tenía en su interior se muestra insuficiente.

Esta temporalidad del bienestar nos recuerda de manera mordaz la falsa seguridad que ofrecen las cosas materiales. El amor terrenal, la salud, la felicidad… son quebradizos y mudables. No es conveniente aferrarse a los bienes materiales, porque en puntos de gran dificultad nuestra seguridad solo está asegurada por algo superior, inmaterial, que es aquello que da sentido definitivo a la existencia y a las cosas: el fin último. Es necesario dejar marchar a las cosas materiales; es necesario dejar marchar a las personas.Hay una referencia directa a esto en la escena en la que e Lewis llora con su hijastro tras la muerte de Joy.  

“Cuando mi madre murió, yo tenía tu misma edad”, dice Lewis al niño: “Pensaba que si oraba para se pusiera mejor, no moriría… pero murió”. La oración parece no funcionar, pero al profesar su amor por su madre, exclama: “¡No es justo!, ¿verdad?” Y el niño dice: “¡No sé por qué tenía que pasar esto!”. Él le contesta: “Ni yo tampoco, pero no tienes que aferrarte a las cosas, ¡tienes que dejarlas ir!”. El chico le pregunta si cree en el Cielo, y Lewis le asegura que sí, pero el niño le dice que no, “pero me gustaría volver a verla”. Y él añade: “A mí también”.

El hijo de Joy, se enfrenta al mismo dolor que sufrió Lewis en su infancia, y por ello, se puede considerar que este niño desvalido representa al propio escritor, que tal y como explica en la película, ante el dolor producido por la muerte de su madre decidió creer que el Cielo no existía. Sin embargo, tanto este niño como el propio Lewis en su infancia dejan a pesar de su dolor una puerta abierta a la trascendencia.

Cuando el pequeño sentencia su deseo “pero me gustaría volver a verla”, está cimentando la convicción de poder reunirse con ella más adelante, porque no es natural que se niegue un deseo tan profundo y puro del corazón humano. “Nada hay más contrario a la razón que aceptar que a la persona que amas nunca más la vas a volver a ver, abrazar, besar... sería forzar al hombre a negar su deseo más humano.”

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El propio Lewis también a pesar de negarlo interiormente esperaba impaciente el sonido de los pasos de su madre una vez más. Por tanto, ambos mantienen la esperanza.

También se puede citar como una referencia a la trascendencia una de las citas esenciales de la película “vivimos en tierra de penumbras: el sol siempre brilla al otro lado, tras la curva del camino”. Esa mención del “otro lado” puede representar la esperanza de lograr ese sol, esa felicidad, “tras la curva” (la muerte). Vivimos en un valle de penumbras, pero sin embargo, al final de nuestro camino hallaremos el sol. De esta manera, el sufrimiento deja de ser absurdo y adquiere un sentido propio; todo sufrimiento es válido si sirve para aproximarse al fin último.

Sin embargo, también se puede interpretar como una referencia a la estrecha relación que se establece entre sufrimiento y felicidad, sol y sombra.

Jack vive la experiencia del dolor a través de amor que profesa a Joy, y no obstante, junto a ella disfruta de algunos de los mejores instantes de su vida. La pureza de su amor por la poetisa permite a Lewis alcanzar la felicidad en su día a día. No obstante, esa felicidad más adelante supondrá sufrimiento, y eso es algo que Joy no trata de ocultar en ningún momento.

Ella, franca, realista y sincera, le muestra en todo momento a Lewis los bienes de su relación, pero sin olvidar la muerte. Al final, tanto el amor como la muerte constituyen factores nucleares en su presente inmediato.

Al visitar junto con Joy el paisaje de “Golden Valley” que tanto había deseado conocer, Lewis afirma hallarse en la cúspide de la felicidad, y es entonces cuando Joy le recuerda que su amor es tan solo temporal, que su final está pronto. El contesta “No nos amarguemos el tiempo que aún podamos estar juntos”  y Joy le responde: “déjame que te lo diga antes de que pare la lluvia: que me voy a morir y también que quiero estar contigo entonces y sólo podré hacerlo si puedo hablar de ello ahora. Puede haber algo mejor, el dolor de entonces es parte de la felicidad de ahora, ¡ese es el trato¡ ·

“´Él dolor de entonces es parte de la felicidad de ahora, ¡ese es el trato¡ “ . Esta frase contiene el binomio esencial (dolor/felicidad) de la historia. No se puede prescindir del dolor, del sufrimiento, porque este también forma parte de la felicidad, y no es adecuado censurarlo. La felicidad que se experimenta en un momento determinado está intrínsecamente ligada al dolor que se experimentará después. El sufrimiento forma parte de la vida, es inevitable, porque renunciar al sufrimiento también supondría una renuncia a la propia felicidad.

Lewis y Joy siendo plenamente conscientes de cercanía de la muerte, disfrutaron con una intensa alegría el tiempo que les quedaba en compañía del otro, y cuando la muerte llegó, Joy la aceptó con una honda dignidad, porque “ya le había perdido gran parte del horror que antes le tenía”.

Su serenidad contrasta con la agonía de Lewis, que a pesar de haber defendido que el sufrimiento nos perfecciona, y que no puede existir la felicidad sin dolor, exclama en repetidas ocasiones que el mundo es un caos incomprensible, e incluso llega a sugerir que quizá a Dios no le importe nuestro dolor, que experimenta con nosotros. Su dolor habla por él, y lo ciega, impidiéndole ver con claridad. No es que Lewis no entienda la muerte de Joy, lo que no entiende es que tenga que quedarse sin los compañía de alguien a quien ama en todo momento. Entre las sentencias finales que aparecen en la pantalla antes de los créditos, una de ellas nos muestra esta dificultad humana a aplicar nuestros propios razonamientos a nuestras experiencias, a vivir según nuestra teoría: “todos dicen que el perdón es una bella idea, hasta que tienen que perdonar”.

El protagonista tan solo consigue hacer frente a esta inicial reacción airada por medio de la fe “el que domina su ira domina a su mayor enemigo”.

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La fe es la que le ayuda a continuar viviendo. Tan solo lo inmaterial, lo superior lo ayuda en este trance de profundo dolor. Insiste en su fe, y tras esa inicial reacción de enfado, comprende que , tal y como el proclamaba en sus conferencias, Dios emplea el dolor para perfeccionar al hombre, y que Dios tan solo desea nuestro bien, a pesar de que ese bien nunca esté libre de sufrimiento. Su fe atraviesa una de las duras pruebas que exige la vida, y la supera.

Acepta que el dolor forma parte de nuestras vidas, que es parte de nuestra felicidad. Es consciente de que el dolor que genera el amor cuando desaparece es parte de la felicidad que ya hemos vivido, o viviremos. Evitar el sufrimiento supone también evitar el amor, y negar la felicidad. Como podemos leer en las sentencias finales de la película “al afecto se debe el 90% de toda felicidad sólida y duradera”.

En algunas ocasiones Lewis parece sentir remordimientos por haber amado a Joy más de lo que debía. Así lo manifiesta tras su muerte “¡Por favor, Señor, ¡no abandones nunca a mi querida esposa Joy!, ¡perdóname si la he querido demasiado! ¡Y ten misericordia de los dos!”.

También afirma en su libro que "mis apuntes han tratado de mí, de H. y de Dios. Por ese orden. Exactamente el orden y las proporciones que no deberían haberse dado. El orden que debería haberse dado es, claramente, Dios, H. y yo".

No obstante el propio Lewis más adelante también declara que su amor no era un sustituto de Dios, sino que su amor mutuo se enriquecía con la presencia de Dios.

Si Dios fuera un simple sustituto del amor, habríamos perdido todo interés por El. ¿A quien le importan los sustitutos cuando tiene en las manos la misma cosa? Pero no es eso todo lo que ocurre. Nosotros dos sabíamos que deseábamos algo que estaba por encima del uno y del otro, algo especial y bien diferente. Lo contrario sería como decir que cuando los amantes cuando se tienen el uno al otro, ya en adelante no van a tener nunca ganas de leer, de comer o de respirar

Poco antes del final de la película Lewis invierte la frase que previamente había empleado Joy “el sufrimiento de ahora, es parte de la felicidad de entonces”. Con esta sentencia no solo reafirma lo que su esposa le había dicho con gran sensatez, sino que deja una camino abierto para el reencuentro. Porque ese “entonces” también puede estar referido a su reencuentro tras la muerte, en el más allá.

“Vivimos en tierra de penumbras: el sol siempre brilla al otro lado, tras la curva del camino”